monografia final - análisis de las prácticas sociales genocidas

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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES ANÁLISIS DE LAS PRÁCTICAS SOCIALES GENOCIDAS TITULAR DE CÁTEDRA: DANIEL FEIERSTEIN MONOGRAFÍA FINAL Agustín Pérez Marchetta

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Page 1: Monografia final - Análisis de las prácticas sociales Genocidas

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

ANÁLISIS DE LAS PRÁCTICAS SOCIALES GENOCIDAS

TITULAR DE CÁTEDRA: DANIEL FEIERSTEIN

MONOGRAFÍA FINAL

Agustín Pérez Marchetta

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Índice

- Introducción………………………………………........................... 1.

- La villa en el tiempo y el espacio…………………………………..4.

- Espacio urbano………………………………………………………….….5.

- Erradicación de Villas emergencia………………………………...6.

o Relación entre los villeros y el Estado……………..…6.

o El proceso de reorganización nacional……………….7.

o Resistencias…………………………………………………….…8.

o Consecuencias de la erradicación……………………...8.

- Los que perdieron……………………………………………………….…9.

- Genocidio y terrorismo de estado……………………………..…10.

- Digresión: La nueva marginalidad urbana…………………….12.

- Conclusiones………………………………………………………………..14.

- Bibliografía……………………………………………………………………15

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Introducción

Este trabajo fue un desafío. Personal ya que tuve que luchar contra el sentido común arraigado (tanto en mí, como en mi entorno, como en los medios de comunicación) en la temática de las villas de emergencia; a su vez fue un desafío teórico, pues, categorizar como genocidio un fenómeno no es una tarea sencilla.

La monografía a continuación busca indagar respecto a lo sucedido con la población villera durante la última dictadura militar. Buscará dar cuenta de la política llevada adelante por el Gobierno militar y como su intervención afecto el modo de vida y vulneró los derechos de esta fracción de la sociedad. Para ello se desarrollará de forma extensa el derrotero de las villas así como lo ocurrido mientras estuvo en vigencia el “plan de erradicación de villas de emergencia”.

También se intentará dilucidar si existió, o existe la posibilidad de perpetrar un genocidio hacia los residentes de las villas; se llevará adelante este ejercicio teórico para sondear y probar los límites del concepto, demostrando que si bien es una noción flexible, no todos los fenómenos se circunscriben al mismo.

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1. La villa en el tiempo y el espacio.

La estructuración espacial que presenta la ciudad autónoma de Buenos Aires y del conurbano posee una estrecha relación con los grandes períodos de cambio económico, social, demográfico y político del país. A continuación se presentará una caracterización general de los cambios sustanciales que hubo en el área metropolitana, centrándose sobre todo en las villas de “emergencia”.

A partir de 1930 descienden los flujos migratorios europeos y en la década del ‘40 empiezan a sucederse corrientes migratorias internas desde las provincias hacia Buenos Aires, siendo atraídos por las nuevas oportunidades de empleo que presentaba el modelo económico de Industrialización por Sustitución de Importaciones (a partir de ahora se usarán las siglas ISI) que empezaba a ensayarse en Argentina. Esto ocasiona una concentración demográfica sin precedentes que da como resultado la creación de una corona de barrios alrededor de la capital federal.

Ante la llegada de inmigrantes con escasos recursos sumado a la poca disponibilidad habitacional1 muchas personas optaron por instalarse en terrenos desocupados (generalmente estatales) construyendo viviendas precarias de materiales inestables; “Son los que quedan fuera de los mecanismos de mercado residencial –trabajadores con relaciones laborales no formalizadas, temporarias o precarias- los que van a construir los ‘asentamientos marginales’”2. Estos asentamientos, más conocidos como “villas miseria”, van a presentar un trazado irregular (a diferencia del delineado amanzanado de la cuadrícula de la ciudad las villas son un “lunar” en la ciudad ya que no hay planificación en forma conjunta por parte de los que residen allí) y con poco acceso a los servicios. Son tolerados en un primer momento tanto por las autoridades gubernamentales como por los propios habitantes: los primeros porque otorgaban una solución de “emergencia” al problema habitacional y los segundos porque lo piensan como un lugar de paso, un trampolín que posteriormente los catapultará a la posibilidad del acceso a una vivienda.

En la década de 1960 disminuyen los flujos migratorios internos hacia la región metropolitana afianzándose esta perspectiva en los ‘70; a su vez, crecen los migrantes extranjeros de los países limítrofes. Durante la década del ‘80 no se presentan grandes fluctuaciones, salvo un crecimiento considerable de la población de las villas en la capital federal (16.281 personas3). Lo novedoso es la aparición de nuevos movimientos sociales con una fuerte presencia territorial (municipios, barrios, organizaciones de la

1 Para este concepto voy a remitirme a Yujvnosky el cual considera que “los servicios habitacionales no dependen solamente de cada unidad física (tamaño, distribución del espacio interno, forma de utilización del terreno, equipamiento interno, características técnicas, etc.). Los servicios dependen también de las demás unidades físicas y de todo el conjunto de actividades urbanas en su disposición espacial. Importa entonces la accesibilidad relativa a otras unidades físicas de vivienda, a los empleos, a lugares de compra, a los establecimientos donde se brindan servicios educacionales de salud, etc., en la que influyen las distancias geográficas y los servicios de transporte.” (página 19 cap 1). Yujnovsky, Oscar (1984); Claves políticas del problema habitacional argentino 1955 - 1981. Buenos Aires, GEL.2 Torres, Horacio: El mapa social de Buenos Aires (1940-1990). Pág. 21. Desarrollo Económico Vol. XVIII Nº 70 1978.3 Ibíd.,. Pág. 33.

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comunidad entre otros), respondiendo (y ocasionando) un “desplazamiento del eje de la acción política a lo social y lo urbano”4.

Desde mediado de los setenta y en adelante el modelo económico ISI se halla en franca retirada. Esto imposibilita la creación de un mercado laboral en el que todos estén incorporados de manera plena, generándose en Argentina un desempleo estructural5 y una masificación del subempleo; hay un cambio sectorial en la economía desde el sector manufacturero al sector comercial, deviniendo en una precarización de las condiciones de trabajo debido a la flexibilización laboral que acompaña todo este proceso. A esto se suma el desamparo institucional6 por parte del estado. Se va constituyendo así una fuerte desigualdad social y se consolida un régimen de marginalidad urbana (Wacquant (2007) en el que vastos sectores de la sociedad quedan al margen del modelo económico. Esta reestructuración afecta a la mayoría de la población, es decir, que se resienten las condiciones de vida y trabajo de toda la población asalariada (incluyendo también a los sectores medios); empieza a sucederse una polarización del ingreso en nuestro país.

La villa de emergencia empieza a crecer de forma numérica desde la década del ‘60 en adelante ya que los asalariados de bajos ingresos van a percibir aún menos, lo que llevará a optar por nuevas estrategias para procurarse viviendas7. A su vez se escoge las mismas debido a que si bien presenta muchas desventajas (vivir en condición de “intrusos” en los terrenos, no disponer de servicios públicos) presentan la posibilidad de localizarse cerca de los lugares de trabajo, abaratando costos y tiempo de transporte.

2. Espacio urbano

Siguiendo el texto de Ozlack “Merecer la ciudad” se puede apreciar que la ocupación del espacio durante el proceso de urbanización acelerado desde 1940 a 1960 (íntimamente relacionado con la estructura productiva del ISI) de la capital federal y el área metropolitana presentó ciertos “desfasajes e incongruencias entre la estructura de clases y la estructura de ocupación del espacio”8. Esto posibilitó que grandes sectores populares tuvieran acceso (sin necesariamente ser propietarios) al espacio urbano9 que hasta ese entonces había “pertenecido” a los sectores más pudientes;

4 Ibíd., Pág. 35.5 Durante la década del 90 (desde 1993) el desempleo en la Argentina no bajo del 10% según las cifras oficiales del Indec. http://www.indec.gov.ar/. Esto se debió a la destrucción de empleos industriales.6 No hay que olvidar las reformas hechas durante la década del 90 por el gobierno neoliberal menemista siguiendo las líneas del consenso de Washington. Las mismas terminaron de desmantelar el estado de bienestar argentino.7 Hay que tener en cuenta que en cuanto a vivienda se trata la categoría no es binaria (propietario - no propietario) sino más bien hay un abanico de posibilidades que van desde ser dueño de la propiedad a ser inquilino (pudiendo ser este formal o informal), vivir en hoteles y pensiones, vivir en un asentamiento, vivir en una villa de emergencia entre otras.8 Ozlack, Oscar: “Mercer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano” Pág. 27. Colección Cedes – Hvmanitas. 1991.9En el texto una de las dimensiones que trabajo Ozlack es el derecho al espacio urbano y se refiere con el mismo a “la capacidad [de una persona o un grupo] de fijar el lugar de residencia o de localización de la actividad económica dentro del espacio” Ozlack, Oscar: Mercer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano Pág. 23. Colección Cedes – Hvmanitas

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situación que provocó el bochorno entre los mismos cuya respuesta fue jerarquizar el espacio, huyendo de ciertas zonas y concentrándose en otras.

En consonancia con lo relatado más arriba se puede apreciar como varias de las políticas de la dictadura militar instaurada en 1976 se hicieron eco del reclamo de los sectores más acomodados y buscaron “poner las cosas en su lugar” (re)ubicando a los sectores bajos. Estas políticas tuvieron “consecuencias sobre la distribución espacial y las condiciones materiales de vida de los sectores populares en el área metropolitana de Buenos Aires”10. Se comenzó así a diagramar desde el Estado un nuevo derecho al espacio urbano; para dar cuenta de esto, a continuación se detallará la creación y desarrollo de una de las políticas11 llevadas adelante por la dictadura militar: la ley de erradicación de “villas de emergencia”.

3. Erradicación de Villas emergencia.

Ya hemos descrito ciertos aspectos de las villas en páginas anteriores. Sin embargo una de las dimensiones que quedó desarticulada fue la social. Es así como una vez instalados los primeros villeros buscaron el avance de la villa; es decir, el progresivo mejoramiento de las viviendas y la provisión de servicios mínimos de infraestructura (como ser calles internas, agua, luz, comercios, escuelas). A su vez esto derivo en el surgimiento de formas de organización interna “tanto para la regulación de actividades comunitarias como para la acción colectiva fuera de la villa”12.

3.1 Relación entre los villeros y el Estado.

Haciendo una recapitulación sobre la actuación del estado en las villas se puede observar que es vaga y ambigua. Por un lado se presentan dificultades estructurales y legales para la provisión de los servicios públicos. Por otro lado, llevarlos adelante equivaldría a reconocer a las villas “como núcleo residencial por derecho propio”13. Esto no era deseado por las autoridades ya que el estado no quería hacerse responsable por estos asentamientos precarios.

El intercambio que mantuvieron los villeros con el gobierno fue de negociación y enfrentamiento según que gobierno de turno (tanto nacional como municipal) hubiera. Esto tuvo un cambio drástico con la dictadura militar de 1966 en la que se implementó un Plan de Erradicación de las villas de Emergencia de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires14. Este plan presentaba una contradicción entre sus partes ya que la erradicación de las villas no se compatibilizaba –por lo menos no con los recursos destinados- con la “promoción social” que se buscaba impulsar desde el

10 Ozlack, Oscar: Mercer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano Pág. 15. Colección Cedes – Hvmanitas. 1991.11 Hubo otras medidas llevadas adelante como ser la transformación en el mercado de vivienda (establecimiento de un nuevo código de edificación), la relocalización industrial y las expropiaciones por construcción de autopistas. Las mismas no serán analizadas ya que excede las perspectivas de este trabajo.12 Ozlack, Oscar: Mercer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano Pág. 150. Colección Cedes – Hvmanitas. 1991.13 Ídem.14 Ley 17.605, de diciembre de 1967 y decreto reglamentario 9583/67

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Ministerio de Bienestar. Si bien la actividad política estaba restringida los villeros ofrecieron una resistencia férrea; además contaron con el apoyo de la Confederación General del Trabajo de los Argentinos y los Sacerdotes del Tercer Mundo15. Esto sumado a la debilidad que tuvo el gobierno militar en los últimos años llevó al fracaso cualquier actividad gubernamental. En la última etapa con la apertura del “tiempo político” las demandas de los habitantes de las villas fueron recibidas.

Con el arribo del gobierno peronista se modifico el objetivo de la política, pasando de “erradicación” a “transformación” de los núcleos habitacionales. Se construirían monobloques en los mismos terrenos que ocupaban las villas. Si bien se llevaron adelante estos planes y muchas personas obtuvieron viviendas esto no pudo contrarrestar el incremento incesante de las villas.

3.2 El proceso de reorganización nacional

El golpe de estado llevado adelante por las Fuerzas Armadas el 24 de marzo de 1976 esgrimió una visión autoritaria de la cuestión villera, buscando “soluciones” que no contemplaban el bienestar de los afectados. Una de las primeras medidas que se tomaron fue congelar las villas, para evitar su continuo avance. Se estableció un plano topográfico de las villas, luego se marcaron las casillas y por último se realizó un relevamiento censal.

Se trazaron nuevas dimensiones del problema que presentaban las villas emergencias: “el problema (…) no se reducía solo a una cuestión habitacional, sino que involucraba además aspectos estéticos (‘ornamento de la ciudad’) y morales (‘necesidades espirituales de la vida humana’)”16. En este diagnóstico se incluía a toda la población, por lo que se comenzó una campaña publicitaria de esclarecimiento de la cuestión villera ante la opinión pública en la cual “su objetivo fundamental consistió en redefinir la cuestión villera en términos tales que desarraigaran de la opinión pública todo sentimiento de piedad, condolencia o empatía hacia la infortunada situación de sus pobladores”17. El discurso oficial buscaba redefinir al villero estigmatizando no ya sus condiciones de vida sino su “calidad humana”18. Aquí empieza a operar una individuación diferente para con los villeros por parte del estado, se los resignifica y se apela a una “población” no especificada, desconociendo los partidos, los sindicatos y todo tipo de organización, invocando de manera implícita a la burguesía urbana, que apoyaran esta cruzada contra los villeros.

En un informe que data de 1980 de la Comisión Municipal de la Vivienda sobre la erradicación de las villas se comparó las poblaciones villeras de capital federal y el conurbano. Se determino que había una diferencia cultural entre las mismas, siendo

15 Ozlack, Oscar: Mercer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano Pág. 154. Colección Cedes – Hvmanitas. 199116 Ibíd., Pág. 158.17 Ídem.18 “Para ello era necesario destruir una doble imagen: (1) que el ‘problema de las villas’ no se originaba simplemente en un crónico déficit de vivienda e insuficiente nivel de ingresos en sus habitantes; y (2) que éstos constituían una clase especial de población, no merecedora de la asistencia o tolerancia de la sociedad y el estado” Ozlack, Oscar: Mercer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano Pág. 158. Colección Cedes – Hvmanitas. 1991

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menor la de los villeros residentes de la capital: “esta distinción (…) sugería un nivel cultural [menor] de estos últimos [los residentes en capital] que justificaba su ‘extirpación’ como lacra social”19.

Con estas herramientas teóricas se continúo con la tarea de erradicación. Se inició una nueva etapa de “desaliento” el cual definían como “aquel accionar que lleva paulatinamente a la población villera a no encontrar motivaciones que justifiquen su permanencia en la villa”. En esta etapa se llevaron adelante diferentes actividades (control del comercio ilegal, la prohibición de circulación y estacionamiento, la demolición de casas abandonadas entre otras cosas) las que, en palabras de Ozlack, “implicaba colocar a la población villera en un estado de total indefensión y precariedad”20.

3.3 Resistencias

Todas las acciones comunitarias de las villas quedaron interrumpidas: comisiones vecinales, escuelas, guarderías y centros de salud; “todo lo que nucleara o integrara quedó eliminado”21. Lo único que quedó como resistencia fue la acción individual y la actividad de la Iglesia llevada adelante por los curas villeros nucleados en el equipo pastoral. La misma consistía en difundir por todos los medios posibles las acciones inhumanas que las autoridades estaban llevando adelante para con los villeros22. En un principio su accionar no obtuvo resultados, pero luego de extensos informes, varios sectores de la sociedad (organizaciones laicas, los medios de difusión, algunos organismos públicos) empezaron a comprometerse con la causa.

Fue así que durante 1979 empezaron a desacelerarse las erradicaciones. A medida que la cuestión villera se hizo eco en la sociedad y que los actores de la sociedad civil empezaban a levantarse, las autoridades de la municipalidad pasaron a la defensiva.

3.4 Consecuencias de la erradicación

Los resultados de la erradicación fueron contundentes: un gran número de personas se fueron (ya sea reubicadas o por medios propios) haciendo decrecer de manera considerable la población: se desalojaron unas 123.000 personas. Si bien por parte del gobierno se argumentó que el grueso recibió vivienda esto fue rápidamente desmentido por un comunicado del equipo pastoral en el que remarcaban que los desalojados fueron a parar a los municipios del conurbano. Hubo altísimos costos sociales, psicológicos y morales; las condiciones materiales de los villeros empeoraron de forma considerable.

Al final del programa de erradicación se pudo observar como la campaña de difamación – o, en otras palabras, la construcción de una otredad negativa- llevada

19 Ozlack, Oscar: Mercer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano Pág. 159. Colección Cedes – Hvmanitas. 199120 Ídem.21 Íbid. Pág. 170.22 Es importante destacar, tal como lo hace Ozlack, que la Iglesia no se opuso a la erradicación, solo pedía un trato “humanitario” en los procedimientos.

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adelante por las autoridades se cristalizó en las notas elevadas por vecinos en los diarios en las que expresaban su júbilo por la desaparición de las villas de emergencia.

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Utilizar el mismo concepto [genocidio] si implica postular la existencia de un hilo conductor que excede la primera persona del singular y que remite a una tecnología de poder en la que la negación del otro llega a su punto límite: su desaparición material (la de sus cuerpos) y simbólica (la de la memoria de su existencia).

Daniel Feierstein, el Genocidio como práctica Social

Hasta este momento del trabajo uno se podría preguntar hasta qué punto la cuestión villera puede relacionarse con la hipótesis de que los habitantes de las villas sean – o hayan sido - poblaciones en mira a ser exterminadas. Pasaré a teorizar con respecto a lo acontecido en la última dictadura militar y vislumbrar como si bien no se exterminó a la población villera, se le ocasionó daños graves e irreparables.

4. Los que perdieron

En el espacio social de la capital federal convivían varias territorialidades23, es decir se desarrollaban dentro del mismo espacio formas de vida diversas que incluían a vastos sectores de la sociedad. Los segmentos inferiores del entramado social que comenzaron a decaer a principio de la década del 70, con el agotamiento del modelo ISI y la (próxima) apertura económica, vieron su suerte signada por las políticas públicas que llevara adelante la última dictadura militar. Es así como el estado en la esfera política (respondiendo a un “reflejo” tardío de lo que aconteció en la esfera económica) tendió a tomar medidas que contribuyeron a segregar y excluir a esta porción de la población, relegándola al área metropolitana de buenos aires, buscando imponer territorialidades sociales diferentes a uno y otro lado de la General Paz:

“Así se fueron creando, lentamente, las condiciones para convertir a la Capital Federal en territorio propio de la burguesía y sus funcionarios y se fueron logrando, simultáneamente, las condiciones favorables necesarias para imponer una nueva territorialidad social”24.

Con la erradicación de las villas de emergencia no solo hubo un movimiento de población del centro a la periferia (en consonancia con el modelo económico), sino que se busco desarticular los lazos sociales y económicos que se mantenían tanto dentro del sector como con otros sectores sociales, imposibilitando un marco de alianza de clases, reafirmando el triunfo de la burguesía por sobre los demás.

5. Genocidio y terrorismo de estado

23 “Es la relación espacio-tiempo la que otorga la territorialidad a un territorio específico” Eduardo Bermúdez: la disputa por un territorio: Los partidos del Gran Buenos Aires. Serie de Estudios N° 53. Pág. 1. 1985. Biblioteca de Facultad de Ciencias Sociales – UBA.24 Eduardo Bermúdez: la disputa por un territorio: Los partidos del Gran Buenos Aires. Serie de Estudios N° 53. Pág. 10. 1985. Biblioteca de Facultad de Ciencias Sociales – UBA.

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El operativo de erradicación de las villas fue posible debido al terror instaurado por la práctica social genocida (Feierstein 2007) que se estaba perpetrando desde el estado argentino para con los sectores más combativos del campo popular. Esto dio una capacidad de acción y represión que en otras condiciones no hubiera sido posible. Haciendo uso la metáfora que piensa a los centros clandestinos de detención como un “cubito” y a toda la sociedad como el “caldo social”25, estamos en condiciones de aseverar que muchas de las prácticas llevadas adelante por los genocidas, para con los militantes del campo popular se vieron reflejadas durante la erradicación de las villas de emergencias. Podemos apreciar como el proceso de reformulación de las relaciones sociales que posibilitan un genocidio se sucedió en parte las villas. Una de las diferencias radicales, y por la cual no considero un genocidio a la cuestión villera, es que la “solución final” para con los villeros fue su reubicación espacial y no así su exterminio.

A continuación haré una revisión de los momentos que se sucedieron en torno al plan de erradicación de villas que coinciden y presentan similitudes con el proceso de reformulación de las relaciones sociales:

o Construcción de una otredad negativa : como pudimos ver en líneas anteriores desde el estado se hizo una campaña publicitaria de difamación de los habitantes de las villas, en la cual los principales argumentos eran: 1) al villero le gusta vivir en la villa 2) se trata de gente de muy bajo nivel laboral, generalmente extranjeros de países limítrofes, que poseen una formación cultural diferente y trasladan al ámbito urbano las pautas de sus lugares de origen 3) tienen medios suficientes para acceder a otras formas de vivienda, ya que muchos poseen autos, comercios, terrenos y casas 4) obtienen beneficios y privilegios de los que no gozan otros habitantes de la ciudad: no pagan impuestos ni servicios, explotan comercios clandestinos o forman parte de maffias organizadas 5) muchos de ellos son delincuentes, que encuentran en la villa cómodos aguantaderos 6) son una clientela política fácil para partidos y movimientos populares, que movilizan a esta población con promesas demagógicas. Todo esto inclinó la balanza en contra de los villeros, quedando fuertemente estigmatizados para el resto de la sociedad; muchos con el solo hecho de saber que venían de una villa se les negaba las pensiones en los hoteles y el alquiler de departamentos.

o Hostigamiento, aislamiento y “debilitamiento sistemático” : durante la etapa de “desaliento” los villeros se vieron hostigados y perseguidos por los funcionarios (del “departamento de Vigilancia interna” de la comisión municipal de la vivienda) de manera sistemática, yaciendo como un factor permanente de ansiedad e incertidumbre en la población residente de la villa. A su vez el congelamiento de las villas llevó a un aislamiento casi total de esta población; el deterioro de las condiciones físicas y el “acecho” constante llevaron al

25 Daniel Feierstein, El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argentina. Buenos Aires, Fondo de cultura económica. Pág. 363. 2007.

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resquebrajamiento físico y psíquico de la población villera, lo que impidió que pudieran vislumbrar una salida colectiva al conflicto, optando por las “soluciones” brindadas por la municipalidad.

Podemos afirmar fehacientemente que si bien a la población villera no fue “víctima” de un genocidio, si sufrió un desplazamiento y la clausura de sus prácticas sociales; perdieron sus trabajos, su forma de vida, su lugar en el territorio, sus condiciones de vida quedaron degradadas aún más de lo que estaban anteriormente; pero por sobre todo, se vieron quebrantados los lazos de solidaridad que se habían entramado tanto entre el conjunto villero, como los lazos de la villa con otros sectores sociales.

Digresión: La nueva marginalidad urbana

Loïc Waquant en su trabajo Los condenados de la ciudad. Gueto, periferias y Estado (2007) esboza que en la actualidad vastos sectores sociales se inscriben en una nueva marginalidad urbana. Estos se acumulan y concentran en territorios de relegación urbana. Para Argentina, Auyero (1997) describe, entre otros, a las villas como territorios de relegación urbana26; En las mismas se puede encontrar la condición estructural de falta de trabajo, la masificación del subempleo y el aumento de la inestabilidad laboral. Posteriormente en el mismo artículo acerca tres herramientas teóricas para dilucidar porque una villa no es un ghetto estadounidense; hace esto sin perder de vista que comparten dimensiones comunes.

1. La villa es el producto de una interacción particular entre fuerzas macro estructurales, políticas estatales, y el compromiso activo de los habitantes de la villa – como individuos y algunas veces a través de organizaciones colectivas-. Es decir, no se registra una acción deliberada por parte de ninguna institución para que aparezca la villa sino más bien la misma es el resultado de la interacción entre las variables antes mencionadas.

2. Contrariamente a lo que ocurre en el ghetto estadounidense, las villas han sido testigos de mejoras estructurales durante la última década (conexiones de agua, luz, pavimento). A pesar de ello los conexiones funcionales que solían atar a los residentes de las villas al funcionamiento de la “sociedad ampliada” a través de la intermitente participación en el mercado de trabajo y en el sistema educativo se ha deteriorado drásticamente.

3. Trayendo nuevamente “Raza, Espacio y Estado” a los estudios de la marginalidad latinoamericana, como Waquant recomienda, arrojará luz en la sostenida racialización de la población de la villa construida por las elites del estado en sus recurrentes campañas de “limpieza” de la ciudad de los villeros (agentes que contaminantes). Durante las últimas dos décadas ambos gobiernos, militar y democrático, en Argentina construyeron a la población villera como “un objeto a ser removido”, como una población “fuera de lugar”, como el molesto y repugnante “otro”.

26 Auyero, Wacquant in the Argentine Slums: Comment on Loïc Wacquant’s ‘Three Pernicious Premises in the Study of the American Ghetto’. Join Editors and Blackwell Publishers. 1997.

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A su vez en una de sus obras Auyero (2001) afirma que “en la medida en que el guetto es entendido no solo como una acumulación de pobreza sino como ‘una configuración particular o un conjunto de mecanismos excluyentes –en los mercados de vivienda, trabajo, matrimonio y cultura- basado en el color de piel’ la villa no es un guetto”.

Auyero nos invita, trayendo las categorías de Wacquant, a analizar el proceso por el cual las villas y otros enclaves de pobreza están dejando de ser lugares donde se reproducían los segmentos inferiores del mercado de trabajo, lugares “transitorios” en el proceso de movilidad ascendente de la clase trabajadora. De forma muy similar a los ghettos estadounidenses, las villas son espacios de subsistencia para los excluidos.

Para finalizar este apartado, me gustaría hacer mención a uno de los comentarios que nos acerca Auyero con respecto al punto número 2:

“To use a well-known image: the betterment of urban amenities in the slum over the last ten years is homologous to the improvements made in the cabins of the Titanic before its last trip. They made life in the slum better, but…”27

Puede apreciarse como en los comentarios se observa cierta desazón por parte del autor para con el futuro de estas poblaciones. Si articulamos esto con la posibilidad, al decir de Bauman, de que las prácticas sociales genocidas son lógicamente posibles28, no quedan dudas que estos segmentos de la población corren un gran riesgo de ser sometidas (en un futuro) a un exterminio sistemático.

27 Ídem.28 Zygmunt, Bauman, Modernidad y Holocausto. Toledo, Sequitur, 1997.

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Conclusiones

El espíritu del trabajo fue abordar de la mejor forma posible los diferentes aspectos y dimensiones de la política llevada adelante por el estado argentino para con la población residente en villas de emergencias en la Capital Federal durante la última dictadura militar.

Como bien se pudo constatar, la población villera vio clausuradas sus prácticas sociales, las cuales ya no eran acordes al modelo económico imperante. Se continúo realizando de forma simbólica la nueva jerarquización de la sociedad Argentina, con la burguesía nacional y los grupos económicos a la cabeza. Los sectores populares quedaron relegados, viendo disminuido (y en algunos casos truncado) el derecho al uso del espacio urbano. Emerge entonces la metáfora de la “ciudad dual” en la que se construye un nuevo tipo de territorialidad: la de los excluidos, aquellas personas que se encuentran al margen a nivel económico, político y social. Esta territorialidad tuvo como marco de soporte y posibilidad, la acción más cruenta realizada en el siglo XX en la historia Argentina: el genocidio a los militantes políticos del campo popular.

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Bibliografía:

Auyero, Javier

- Wacquant in the Argentine Slums: Comment on Loïc Wacquant’s ‘Three Pernicious Premises in the Study of the American Ghetto’. Join Editors and Blackwell Publishers. 1997.

- La política de los pobres. Las prácticas clientelistas del peronismo. Editorial Manantial. 2001

Bauman, Zygmunt: Modernidad y Holocausto. Toledo, Sequitur, 1997.

Bermúdez, Eduardo: la disputa por un territorio: Los partidos del Gran Buenos Aires. Serie de Estudios N° 53. Pág. 1. Biblioteca de Facultad de Ciencias Sociales – UBA. 1985

Feierstein, Daniel: El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argentina. Buenos Aires, Fondo de cultura económica. Pág. 363. 2007.

Ozlack, Oscar: Merecer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano. Colección Cedes – Hvmanitas. 1991.

Torres, Horacio: El mapa social de Buenos Aires (1940-1990). Desarrollo Económico Vol. XVIII Nº 70 1978.

Yujnovsky, Oscar; Claves políticas del problema habitacional argentino 1955 - 1981. Buenos Aires, GEL. 1984

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