mcausland ernesto cómo olvidar a nancy

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  • 5/26/2018 MCausland Ernesto Cmo Olvidar a Nancy

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    Cmo olvidar a Nancy?

    SITIO OFICIAL DEL PERIODISTA ERNESTO McCAUSLAND

    An ululaba en la distancia la sirena de fbrica que marcaba el inicio de 1994.Barranquilla reciba a su manera el nuevo ao, en un alborozo callejero deluces de bengala, ageros de temporada y estridentes equipos de sonido,

    todo entre el vaivn de las brisas veraneras.En cambio los Mestre Vargas el padre, la madre y los dos hijos

    estaban pasando ao nuevo encerrados en una habitacin: la del hijo mayor,Martn Eduardo, quien yaca en cama con una lesin de ftbol. An as, en suintimidad, la familia haba bailado y brindado con champaa.

    Nancy Mariana Mestre Vargas, estudiante del colegio bilingeMarymount, tena permiso de sus padres para salir despus de pitos conJaime Saade Cormane, un comerciante soltero que casi le doblaba la edad.

    1993 haba terminado con buenos augurios para la hermosa

    adolescente. Esa tarde se haba enterado del resultado del Toefl la pruebarequerida para ingresar a la universidad en los Estados Unidos. Te tengo unabuena noticia y una mala, le haba anunciado Nancy Mariana a su padre. Labuena es que saqu el mejor puntaje de la clase. La mala es que me va atocar irme para los Estados Unidos.

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    Poco despus de la medianoche, Jaime Saade Cormane lleg puntual arecoger a Nancy Mariana, quien se despidi radiante, asegurndoles a suspadres que regresara a las tres, la hora en que terminaba el permiso.

    Fue la ltima vez que la vieron consciente. Seis horas ms tarde, Nancy

    Mariana aparecera en la unidad de cuidados intensivos de la Clnica delCaribe. Tena un balazo en la cabeza. Jams recobr el conocimiento. Se fueal octavo da.

    El crimen, como pocos, estremeci a Barranquilla. Mientras Saade sehaba dado a la fuga, sosteniendo a travs de familiares y abogados queNancy se haba suicidado, una ola de rumores surcaba la ciudad. Se hablabacon fundamentoque Nancy Mariana haba sido violada en grupo yasesinada por un grupo de jvenes, amigos de Saade e hijos de familiasadineradas de la ciudad.

    La impetuosa capacidad especulativa de esta ciudad contrastaba con laparsimonia del aparato judicial, que jams estuvo cerca de capturar alfugitivo y adems no pudo realizar pruebas cruciales para la investigacin.

    An as, la misteriosa muerte de Nancy Mestre es hoy caso juzgado yalgunas verdades quedaron claras en el expediente.

    Ese primero de enero, Jaime Saade y Nancy Mestre se dirigieronprimero a casa de un amigo de ste, donde hubo disparos al aire para recibirel ao nuevo. De all se desplazaron a Baja Beach, discoteca de moda ubicadaen la autopista a Puerto Colombia, en el norte de Barranquilla. No se ha

    precisado la hora exacta en que se fueron para la residencia de Saade, quienviva en un pequeo apartamento anexo a la casa de sus padres. Con todaseguridad, debi ser bien entrada la madrugada.

    A las cinco y 45 de la maana, muy preocupado de que su hija nohubiera regresado a las tres, Martn Mestre acudi a Baja Beach, que todavaestaba llena de jvenes. Como no hall a su hija, se dirigi entonces a casa delos Saade. All estaba parqueada la camioneta de Jaime Saade. La madre deste, Emilia Cormane de Saade, lo recibi muy nerviosa, sin atinar a decirpalabra. Mestre aprovech la confusin para entrar en el apartamento de

    Jaime Saade. Hall manchas de sangre por todos lados. La madre le dijoentonces:

    Su hija sufri un accidente. Est en la clnica.Cuando lleg a la Clnica del Caribe, Mestre fue recibido por el padre

    de Jaime, Alberto, quien inform:Su hija intent suicidarse.

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    Era la primera frase de la versin del sospechoso, quien a partir de eseda comenz a sostener desde la clandestinidad que l se encontraba en laducha, despus de tener sexo, y que Nancy tom un revlver de la habitaciny se propin el disparo. No obstante, los dictmenes del mdico forense y del

    experto en balstica desvirtuaron el suicidio.Qued claro que Nancy Mariana presentaba quemones y residuos deplvora en la mano izquierda, mientras el tiro le haba entrado por la sienderecha. Era imposible entonces que ella, siendo adems derecha, se hubieradisparado. La mano fue colocada a manera de proteccin, concluy el fiscalinstructor Luis Felipe Colmenares Russo.

    Adems, el revlver de Saade un 38 largo de la marca Llamafuehallado el mismo 1 de Enero, envuelto en una bermuda ensangrentada,escondido bajo la cama del sospechoso. Una de las seis ojivas estaba vaca.

    Balstica demostr que esa fue el arma homicida.El dictamen forense, entre tanto, revel que el cadver presentaba

    excoriaciones en la parte interna de los muslos, en la zona vaginal, en uno delos senos, en ambos brazos, en el taln y hasta en uno de los juanetes. Laautopsia descubri adems dos uas quebradas, ambas con restos de tejidoshumanos.

    Jams fue posible enviar a los Estados Unidos los rastros de semenhallados en la zona vaginal de Nancy Mestre. La prueba, conocida comohemoclasificacin, hubiera revelado si Nancy Mestre haba sido violada por

    uno o varios hombres. Slo hay una mnima evidencia tcnica de la presenciade otra persona: rastros de sangre tipo A positivo en el cubrelecho de lacama de Jaime Saade.

    Segn qued consignado en la hoja de ingreso en urgencias, NancyMariana Mestre fue llevada a la clnica por Saade y el padre de este. Ibaenvuelta en una sbana. Tena el cabello lleno de tierra, hojas secas y maleza.De all surgi la hiptesis de que Nancy Mestre, despus de recibir el tiro enla cabeza, habra sido arrojada en un terreno enmontado, pero losresponsables se habran retractado en su intencin, recogiendo el cuerpo y

    trasladndolo a la clnica.Ese mismo primero de enero Nancy Vargas de Mestre, la madre de

    Nancy Mariana, habl en la clnica con una estudiante universitaria que vivapensionada en casa de los Saade, Fue horrible, le dijo la pensionada a laconfundida y atribulada madre, varios hombres gritaban, mientras la niallamaba a su pap, hasta que se oy el disparo Semanas despus, cuando

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    le toc declarar en el sumario, la pensionada dijo que no haba escuchadonada.

    Jaime Saade jams fue capturado. Su nico pronunciamiento directoen el expediente fue una escueta carta que envi en 1996 al juez de la causa,

    sosteniendo que fue otra la persona que asesin a Nancy Mariana. Dos aosy medio despus del crimen, el Juez Once Penal del Circuito de Barranquilla,Jos Faustino Pareja Yee, conden a Jaime Saade Cormane a una pena de 27aos de crcel, por los delitos de homicidio y acceso carnal violento.

    A pesar de la condena, el horrendo crimen contra Nancy MarianaMestre ha quedado sumido en el espacio vaco de los casos impunes, sinpolica hroe que se haya ocupado de hacerle la cacera al culpable. MartnMestre, el padre de la vctima, un arquitecto que tiene la oficina en su propiacasa, ha sido algo as como un cazador solitario, buscando pistas sobre el

    paradero de Saade, pero el resultado ha sido siempre infructuoso. La semanapasada, Mestre viaj a Bogot y puso al tanto del caso al director de laInterpol, coronel Rafael Parra Garca, quien no tena conocimiento de labsqueda de Saade.

    El mes pasado, el arquitecto Mestre recibi una carta annima a la quel le ha otorgado plena credibilidad. La enva una mujer que dice haber vistodesde afuera lo que ocurri en casa de los Saade. Segn ella, al amanecer vioa Nancy sola, dentro de la camioneta. Estaba desesperada y haca sonar labocina con insistencia. Finalmente Nancy sali de la camioneta y subi a la

    habitacin. La autora de la carta cuenta que logr ver a varios hombres, unode los cuales, que estaba maquillado, deca: No puedes dejarla ir porque nosvio y le va a contar a todo el mundo. A los pocos minutos son el disparo.

    Hoy, cuando Nancy Mariana va a cumplir cuatro aos de fallecida, sufamilia la tiene presente a cada instante. Todas las noches los padres y elhermano oran por ella antes de dormirse y lloran sin falta. Como bien lodefine el padre, nos ha tocado aprender a vivir con el dolor.

    (Cambio, noviembre de 1997)

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    El Carmen, o la memoria extraviada de un cantor

    En los ojos tan tiernos como furiosos de esta mujer est resumido El Carmende Bolvar, la suprema contradiccin de un pueblo que naci ungido por lamismsima virgen milagrosa y que ha estado a punto de morir en manos deldemonio. Katia Fernndez Badel dispara rfagas verbales desde su minaretede cinc y lo hace con la autoridad de un sacrificado, empleando un vozarrnque igual le sirve para lanzar las peores diatribas contra el Alcalde que paracantar los porros de Lucho Bermdez.

    Porque Katia, tan vehemente como ese arroyo de aguas pardas queacecha desde la esquina, es la albacea del ancestro, la empecinada habitantede la casa en que naci el maestro Lucho Bermdez, en un 25 de enero de1912 que en El Carmen seamos realistas no es ms que la tenue ydesdibujada memoria de tiempos afortunados.

    La casa es una sntesis de la gloria que se evapor como el agua de loscharcos. Ya no cuenta con su techo original de paja, el cual fue quemado tresveces por desconocidos, todo como consecuencia de un odio visceral quealgunos habitantes de El Carmen acumularon contra el hombre que puso aeste pobre pueblo en el mapa. Pero quin podra odiar al trovadorcandoroso que enton con su prodigiosa orquesta Carmen querido tierra deamores hay luz y ensueo bajo tu cielo y que port orgulloso por el mundola palabra de su pueblo?

    Jaime Ibez, un carmero con suficiente sensatez emocional como

    para entender lo que Bermdez signific, atribuye las infamias a un poco decelo. Otro lugareo condescendiente, PlinioFerrer, habla de criticones deparque; disculpas que se antojan livianas cuando se conoce la verdad,cuando se sabe que los detractores no slo emplearon su furia pirmana,sino que tambin llegaron al extremo de plantar el temible espritu de Laraen el cuerpo material de Vita Badel, la madre de Katia, la misma que comprhace casi un siglo la casa de los Bermdez Acosta por 25 centavos. As fue. As

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    lo cuenta Katia con ojos desorbitados y un discreto susurro: le plantaron a sumamacita esa nima maldita y traviesa, aterradoramente clebre en elterritorio de los Montes de Mara. La viejita jams volvi a tener paz.

    La historia de las animadversiones contra Lucho parece calcada de

    tantas otras de la Colombia ingrata, los lugareos de mente cbica queesperan que un artista acte como mesas y salve a su pueblo de lo que slo8.500 votos pueden salvarlo. Para rematar, por estas calles hirvientes crecila versin de que Bermdez negaba a su pueblo, quiz la errneainterpretacin de una famosa entrevista en la cual el maestro sostuvo que,tras la gloria de sus 320 canciones, de Colombia tierraquerida, Salsipuedes, San Fernando, Calamar y por supuesto, Carmen deBolvar, se consideraba ciudadano de todas partes. Aqu tambin, como en laAracataca de Garca Mrquez, surgi la pregunta canalla: Qu ha hecho

    Lucho Bermdez por El Carmen?Entonces una noche, mientras Katia y los miembros de su familia

    dorman, comenzaron los incendios provocados. A la tercera fue la vencida yas la casa adquiri este techo de cinc que hoy corona su imaginariamajestuosidad; un techo herrumbroso, aplastado sobre cuatro muros debloques rojos; todo contiguo a un patio yerto, donde la basura flota entre loscharcos del aguacero; una fachada pintada de verde manzana en la que elvisitante, si afina bien los ojos, podr notar un aviso desdibujado einconcluso:

    Casa donde naci el maestro Lucho Bermdez, enero 25 1912; abril231

    Un aviso que, por fsica falta de pintura, pareciera indicar que Lucho nose hubiera muerto. Pero claro que muri, en un 23 de abril, ao 1994. Y conl pareci morirse tambin, de una vez por todas, su memoria potica, esaque lo llev a cantar con su ingenuidad de poeta vernculo:

    El toro criollo salta a la arena y el ms cobarde se enguapetonaCuando Lucho Bermdez muri ya las fiestas de toros se haban

    acabado, al igual que la famosa primavera que siempre estaba en tu suelo,

    bajo tus soles llenos de ardores. O quiz la primavera nunca existi. Quizaquello no fue ms que una evocacin lrica de un hombre que viviracongelado en el piso 17 de un rascacielos bogotano, imaginando a su pueblocon el cristal de la nostalgia, a ese terruo que lo vio nacer musicalmente,cuando su primera orquesta tocaba en la plaza y las bellas carmeras de esostiempos bailaban agitando sus polleras y realzando altivas sus corpios: ahnostalgia de aquellos ojazos ensoadores que nos asesinan como puales!

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    En alguna ocasin, cuando ya la cancin se haba vuelto famosa, unamigo le dijo a Lucho que quera conocer el pueblo que haba desatadosemejante inspiracin; que quera ver con sus propios ojos a esa tierra deplaceres, de luz y alegra. El amigo fue, y al regresar le dijo a Lucho:

    Es mejor la cancin.Pero las corralejas s existieron, a fe que existieron. Hasta que en unainfausta tarde, en medio de una etlica lidia de garrocheros, un hombre pic aotro accidentalmente en la pierna con su lanceolado instrumento y el otro enrespuesta le atraves hasta el alma con el suyo propio. Luego, en las mismasfiestas, vino la venganza, ejecutada en plena plaza con un pedazo de hierro.La enemistad de las familias Mndez y Fernndez se prolongara hasta el siglopresente. Las fiestas fueron suspendidas indefinidamente. Otro par de versosde la cancin quedaron tachados, esta vez con sangre.

    Entonces no hay museo. Hay apenas una casa de material, sin mueblesni lustre alguno, en una de cuyas cuatro paredes se apian, mal pegados,algunos recortes amarillentos de prensa. En realidad Katia es el museo. Esella quien les vende la fantasa a los turistas cachacos que parecen llegar allms como criaturas extraviadas de un incierto mapa de destinos, que poralgn tipo de fama que la llamada casa-museo ciertamente no se merecera.En alguna ocasin una familia de turistas pastusos se baj, se asom haciadentro de la casa y el padre estall acalorado y energmeno:

    Aqu no hay una mierda!

    Katia cambi entonces el tono zalamero de gua turstica por el de laaguerrida mujer que pretende vivir de un mito y escupi una conminacin aque se largaran de inmediato. En esas mismas vacaciones llegaron cuatroautomviles de Cali, gente ms condescendiente con la imaginacin, y Katiales hizo el tour completo: les mostr el patio desrtico, hacindoles hincapien que all est enterrado el cordn umbilical de Lucho Bermdez; les entona capela las canciones ms populares del maestro; les cont de las ltimasvisitas de Bermdez, un hombre tan sintonizado con su propia nostalgia quesola llorar como un nio cuando los recuerdos de su infancia lo abordaban; y

    les hizo un relato pormenorizado de la historia de la cancin: la nochelluviosa aquella en que Lucho, siendo un adolescente, recibi el manuscritode un vecino, el compositor local Ral Nova Sanz, quien al entregarle la letrade Carmen de Bolvarle dijo sin ceremonias:

    T que eres buen msico, ponle meloda a esto.

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    Katia cuenta la ancdota entre risotadas, como si no acabara dezarandearle el trono al Rey del Porro, concluyendo el cuento con un remateexultante: los de Cali dejaron buena propina.

    El museo existi en alguna ocasin, pero bajo el encanto de una farsa

    burocrtica. La Primera Dama del municipio se present un da cualquieracon un piln de doble mortero, un par de mechones, una tinajera conrinconera, un bal antiguo, dos taburetes y una cama de lona. A Katia le dijoque al da siguiente iban para El Carmen las cmaras de televisin y que ella,como duea de la casa, tena que ponerse su mejor vestido y decir que todoaquello era autntico, no recogido a las volandas entre las familias raizalesdel pueblo; es decir, que aquella cama de tijera era la misma donde elmaestro haba dormido durante toda su infancia. Recelosa y contrariada,Katia tuvo que prestarse para la comedia, aunque aclara con sdica risilla que

    al menos se dio el gusto de poner a barrer y trapear a la Primera Dama.Al da siguiente, tal como estaba anunciado, llegaron los periodistas

    desde la capital, Cartagena. En pleno segundo acto del sainete, ante lascmaras encendidas, la primera dama le pregunt a Katia en tono de sainete,mientras le guiaba el ojo:

    Katia, dnde est la bacinilla de Lucho?Katia, con esa sutileza que se manda, le respondi desde el otro lado

    de la habitacin principal:Qu bacinilla ni qu hijueputa!

    As, en una nacin ingrata que deja sus memorias regadas a merced delos aguaceros, el legado de Lucho Bermdez florece ms bien en Bogot,donde su hija Patricia, la portadora del fuego sagrado, interpreta conmaestra el clarinete original, tras haber renunciado a la causa del museo y ala de un Festival Cultural que dur un par de aos y que nadie en El Carmenquiso seguir financiando.

    En los ltimos aos han regresado las corralejas, pero nada queda delas mieles que dan sus caas, los pequeos cultivos que solan crecer en lospatios de las casas pintorescas. Ya no se da aquel gran jaleo del tabaco,

    cuando las cosechas eran prdigas y en este pueblo de cien mil habitantes,ubicado en el corazn de los Montes de Mara, el dinero poda olerse en elaire hirviente de la tarde. A merced de la violencia y de la corrupcinadministrativa, El Carmen es un pobre pueblo pobre cuyo acueducto es unaquimera y cuyos ms recientes alcaldes han terminado en impresentableslos judiciales y disciplinarios. Como si fuera poco, los carmeros, antes quefamosos por la grata versin musical de Bermdez, han padecido en los

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    ltimos aos del peor de los estigmas, el que los vincula con los brotesinsurgentes de los Montes de Mara, en medio de un conflicto que hansufrido en carne propia: en las noches sepulcrales, cuando todos duermen, elaullido de los perros es seal inequvoca de que los guerrilleros estn

    pasando por el pueblo. Un viejo lugareo contaba en das pasados que unavez asisti a una cita de salud en Cartagena y cuando el mdico le preguntde dnde era, respondi sin titubear:

    De El Carmen, pero no guerrillero, dpto.Queda algo all de un pueblo con tanto primitivismo en sus genes que

    hizo mritos para la tercera mejor cancin de la popular colombiana; ah estRosa Mara Valdez, eternamente frente a su fogn de carbn, cocinando lamelaza para producir sus animalillos de dulce; y est Ral Montes, elcomponedor de huesos, el ortopedista autodidacta que se jacta de hacer

    berrear a los varones con sus tcnicas de mecnico automotriz; y est lasanta patrona, la esplndida Virgen trada de Sevilla, que todos los 16 de juliosale en procesin, dejando en el pueblo un reguero de milagros; y est elartificio semntico, ese El que fue incorporado en los setentas y que le dioal pueblo el privilegio de un artculo propio; y estn las llamadaschepacorinas, las clebres galletas carmeras, devoradas por camioneros yturistas en la orilla de la carretera; y est la Plaza central, sus torrescoloniales, sus viejos ensombrerados que se sientan de tertulia cada tarde enlas bancas de madera, sus mercaderes y sus ventorrillos, sus bellezas

    contemporneas que ya no llevan polleras sino jeans; y est, por supuesto,un sentido del humor a toda prueba que funciona como un crucifijo contra laadversidad: la calle donde vive la madre de un clebre alcalde fue la nicaque ste paviment. A esa va la llaman desde entonces la calle mama.

    El Carmen de Lucho es memoria potica. El Carmen de la vida real esterritorio abigarrado y caluroso donde los problemas campean y los polticoscontinan prometiendo. A El Carmen de Lucho es posible verlo, pero no conestos mismos ojos de la carne que ven el evidente maremgnum urbanstico.Para ver El Carmen de Lucho hay que cerrar los ojos, sentir la primavera y no

    fijarse en Katia, en una tarde de aguacero, arrojando todos los cachivachesdel falso museo a la calle encharcada.

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    El cumbin de los arrepentidos

    El da en que revel ante la feligresa sus carismas divinos, el msico EfrainMeja no pidi perdn por los pecados habituales de un hombre comn, sinoque se arrepinti de dos de sus ms populares canciones, Diablicomapaly La danza de las diablesas.

    Desde ese da, el lder de la mtica Cumbia Soledea hizo de cuenta quejams haba gestado esa hereja, deshacindose as de dos de las msvibrantes piezas de su repertorio, las mismas que electrizaban multitudes enaquellos tiempos cuando la rueda de la cumbia era el centro radial de la vida.

    La pblica confesin signific el regocijo de sus compaeros defeligresa, que siempre lo haban mirado con recelo, bajo la sospecha de queun hombre que le cantaba con semejante entusiasmo al demonio, no podaser un buen catlico. De nada haban valido las explicaciones de que lascanciones no eran manifiestos de simpata por el diablo como la piezafamosa de los Rolling Stones, sino una apelacin metafrica, tan inocentecomo la muletilla popular de ritmo endiablado.

    Pero Efrain Meja no slo cambi los golpes de tambora por los depecho, sino que se convirti en cazador de letras herticas, y no tard endescubrir que su compadre Miguel Beltrn patriarca de la otra grandinasta soledeatena en su repertorio una pieza aun ms iconoclasta quelas que l acababa de mandar al diablo: El muerto borrachn, un frenticocumbin sin coros que anticipaba en cinco estrofas la llegada de Beltrn a los

    cielos, y que comenzaba diciendo:

    El da en que Miguel se muera,lo llaman el vagabundo,ojal ustedes lo vieranbebiendo en el otro mundo.

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    Para el cazador de blasfemias, esta primera estrofa no era tan gravecomo la cuarta:

    Ya me dieron el permiso

    para mandar en la gloria

    con esta cumbia de pitotodos los santos me adoran.

    Es decir, el viejo Miguel Beltrn se haba llevado en banda, con cuatrosimples versos, la hegemona de Dios y la gracia de los santos. No hablar dela segunda estrofa, en que anuncia la gran guachafita nada ms y nadamenos que con San Gabriel bendito.

    Efrain Meja concluy entonces: Tengo que convencer a mi compadrede que se arrepienta. Dura labor, si se tiene en cuenta que Beltrn estabams viejo y ms terco que nunca, llevando su tambora de paraje en paraje,curando las peores mordeduras de culebra en la zona de Ach, mspreocupado por ganarse lo de la comida que por pedirles excusas a lossantos. Pero para Efrain Meja aquello se convirti en una misin sagrada,una especie de inquisicin cumbiambera que deba ejecutar antes de quefuera demasiado tarde.

    Meja tambin haba sido pecador una vez. No slo por los dos mapalsde los que habra de arrepentirse aos despus, sino por todas las andanzas

    de la vida en el cumbin, tan terrenal y libertina que una vez produjo lasiguiente dcima memorable:

    Si acaso el ro Magdalena, en ron blanco se conviertey el mar en rico aguardiente sera una cosa muy buena.Y en una tarde serena, despus del sol ocultado,a pasos agigantados correra yo a toda prisahasta Bocas de Ceniza pabebrmelo ligado.

    El colmo de colmos tuvo lugar en un fiestn en la casa de su compadre

    Mauricio Prez, cuando Efrain Meja se levant al bao y se orin en unrincn de la sala, delante de todos los invitados. Esa noche Meja abrimucho ms que la bragueta. Tambin los ojos. As, en el 76, se volvicarismtico, pero no abandon su vasta trayectoria musical, que lo haballevado a componer ms de 200 canciones, a grabar ms de 150 eleps y aviajar por el mundo entero, llevando la msica que hered de su bisabuelo

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    Desiderio Barcel. Al asumir su nueva vida, Meja comenz a predicar antesde sus presentaciones de cumbin.

    Dos meses despus de haberle puesto el ojo al Muerto borrachn, Mejase enter de que el viejo Miguel Beltrn acababa de ser llevado de

    emergencia a la clnica Las Mercedes de Barranquilla y all se fue con suBiblia. El viejo Beltrn estaba dbil e indefenso en una cama de cuidadosintensivos. Se haban esfumado aquellos bros que lo llevaron a interpretar lagaita de seis huecos en maratnicas parrandas. Pareca ms bien una llama apunto de extinguirse. El visitante fue directo al grano:

    Compadre, le toc arrepentirse.Tozudo como era, el viejo se resisti. Cmo poda un coloso del folclor

    renegar de su obra ms popular, la misma que le haba condimentado su viday le haba dado fama? No era aquello, guardando las debidas proporciones,

    una versin tamborera de Picasso arrepintindose de Guernica o Bach delConcierto de Brandenburg?

    Pero Meja, Biblia en mano, insisti como si se tratara de uno deaquellos duelos de tambora que ambas dinastas protagonizaban en Soledad.El viejo termin cediendo. Ambos compadres, los mismos que inundaron degaitas y flautas las noches de bullerengue a la luz de las antorchas, susurraronuna oracin entonces en la penumbra azul de aquella habitacin de clnica.Dos das despus, el viejo Miguel muri.

    Muri sin decirle a nadie que se haba arrepentido y sin un presagio

    siquiera de que dos aos despus Diomedes Daz grabara la cancin,vendiendo 400.000 discos de larga duracin y produciendo una millonada.Las regalas, por supuesto, terminaron en poder de los herederos, quegozaron en la tierra lo que el viejo Miguel haba decidido no gozar en el cielo.

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    Mi pelcula con Leguzamo

    ESCENA 1

    Hotel Santa Clara, medioda. De repente el mundo se ha convertido en ungigantesco zapote, o quiz sea el color de las paredes. Espero a John

    Leguzamo, con quien tengo una cita a las doce en punto. Son las doce ycinco, pero el que espera lo mucho espera lo poco: llevo gestionando estaentrevista desde marzo pasado. En esa ocasin, el da cinco, me envi unmensaje que deca textualmente:

    muchas gracias por la invitacin pero empiezo una nueva pelcula hoy.entonces estoy muy atortolado con trabajo al momento pero el momentoque me libere en 3 meses seria mucho mejor.

    As de sencillo. Tres lneas, cuyo autor se vuela orondamente lasmaysculas, me han enviado a tres meses de espera, aunque no me

    desanimo, partiendo del principio fundamental de que a este pequeo geniodel cine, nacido en Bogot hace 42 aos, pienso abatirlo por cansancio.

    A fines de agosto he retomado el asedio. Las respuestas a mismensajes no han sido muy alentadoras, hasta que un chismoso del elenco deEl amor en los tiempos del clera me llama para contarme que el cubanoAndy Garca ha renunciado a su papel en la pelcula y que Leguzamo ser sureemplazo. Le escribo de nuevo. Su respuesta es una especie de tu-qu-comes-que-adivinas?:

    Ernie como sabes todo? Tienes buenos spias... Si voy hacer la pelicula

    del Gran Marquez...Puedo Hablar contigo la proxima semana? Bacano

    Y aqu estoy, bacano, bacansimo, vindolo venir desde el fondo delzapote de cemento con un detalle que no esperaba: un bigote negro. Sucamisa tambin es negra. Su mirada, en cambio, es transparente, al igual quesu actitud, que se evidencia con un apretn de manos.

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    Hola McCabrn me dice con una risilla perversa. Me explicaentonces que en recepcin me anunciaron con ese nombre.

    Contina rindose del lapsus y repite una y otra vez para su deleite:McCabrn, McCabrn je je je.

    Comenzamos el dilogo hablando de Bogot, donde naci un 22 dejulio, en el hogar del puertorriqueo Alberto Leguizamo y la colombiana Luzde Leguzamo.

    ESCENA 2

    Bogot, 1964. El mundo ahora es gris, pero John Leguzamo lo recuerdafestivo y dinmico, quiz colorido. La familia viva en una casa del centro.John era un nio al que llevaban al Parque Nacional a jugar con su perra

    Collins. Apenas pas en Colombia los primeros tres aos y medio de suvida, pero subsisten borrosas memorias, como la ropa abrigada y ceida queno soportaba. Un da el nio se perdi y su abuela crey enloquecer.Finalmente, ya entrada la noche, lo encontr. El pequen se haba escondidodetrs de un sof. Bogot est presente en sus famosos monlogos, Freak,Mambo Mouth, Spic-o-rama, con los cuales entr por tormenta al mundodel espectculo en Nueva York.

    Recuerdo a mis familiares, sentados alrededor de una mesa grande,contando historias, rindose dice radiante, sin dejar que haga efecto el

    veneno de la nostalgia: eso no existe en Estados Unidos.

    ESCENA 3

    Andrs Carne de Res, 2004. John Leguzamo se est divirtiendo comoslo puede hacerlo un tipo de su estatura, bailando, libando y brindandocon todos. Tanto aoraba a Colombia que ha viajado especialmente desdeQuito, donde se encontraba filmando Crnicas, la primera pelcula que realiza

    con dilogos en espaol. (Fue como actuar con las manos amarradas, conuna lengua que definitivamente no domino, un msculo que jams heutilizado, apunta.) En Quito su amigo personal, el multimillonario mexicanoJorge Vergara, lo ha convidado a una noche de farra en Bogot. Hanabordado el avin privado del magnate que no usa calcetines, y aqu estn enCha, en este sitio que Leguzamo contempla con ojos maravillados, absorto

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    en su colombianidad. Ya en 1997 haba estado en el pas, primero visitandoparientes en el interior y luego en Cartagena. Todos ren cuando John grita:

    Viva Res carne de Andrs!

    ESCENA 4

    Parque de San Diego, medioda, 2006. A John Leguzamo lo ha dejadoplantado una mula, o al menos el domador de sta, que se habacomprometido a llevarle al animal para su entrenamiento en esa maanacalurosa de Cartagena. Pero eso no le descompone la expresin radiante quele produce Colombia, ms an cuando sabe que aprender a montar mula noser tarea fcil.

    No quiero ni imaginarme lo que eso puede hacerle a mis testculos

    apunta.An as, tarde o temprano llegar el fatdico momento y John

    Leguzamo tendr que ponerse al mando de una recua de mulas cerreras, conel escroto blindado y el aire casual de quien ha montado toda la vida. Asencarnar a Lorenzo Daza, el celoso padre de Fermina Daza, ese traficante demulas que al narrar de Garca Mrquezno saba leer ni escribir, y cuyareputacin de cuatrero no estaba tan probada como bien difundida en laprovincia de San Juan de Cinaga; el mismo que en uno de los momentosms dramticos de la obra le pide al iluso Florentino Ariza que se aparte del

    camino de su amada.Para encarnar a un personaje que le lleva quince aos, Leguzamo

    tendr que aplicarse tinte gris en los cabellos, pintarse algunas manchas deviejo y trazarse algunas arrugas. Pero nada parece preocuparle tanto comolas mulas, por una razn que suele pertenecer al mbito ntimo de los actoresy de la cual Leguzamo me habla abiertamente. Las mulas son su motivacin,el tipo de artificio en que los actores se apoyan para ir construyendo supersonaje. El actor me explica su mtodo, desarrollado tras largos aos deestudio, en escuelas como la prestigiosa academia del gran Lee Strasberg,

    quien muri un da despus de haber comenzado a ser su profesor.Leguzamo no utiliza memoria sensorial, popular tcnica mediante la cual elactor trae a escena emotivos momentos de su vida, la que se conoce comode adentro hacia fuera, el tpico caso de la actriz que se acuerda de lamuerte de su abuelita para llorar en la escena del desengao amoroso. Losuyo es todo lo contrario, de afuera hacia adentro, y consiste en ir

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    construyendo el personaje a fuerza de imaginacin, observacin einvestigacin. De all la importancia de las mulas, las famosas mulas que nadaque aparecen.

    ESCENA 5

    Zapote mundo del Hotel Santa Clara. A lo lejos, como si un mago lahubiera configurado en el aire, aparece Catalina Sandino, quien tambinforma parte del elenco. Es evidente su intencin, tan marcada comofallida, de no verse bella, una salida de bao en tela de toalla, el cabello aunmojado con el agua de la piscina, y ni una gota de maquillaje. Su presencia,as sea a distancia, es tan impactante que la entrevista derivainevitablemente hacia ella. Leguzamo dice que la conoci en Los Angeles y se

    desboca en elogios hacia el papel de la colombiana en Mara llena eres degracia, pelcula a la cual se refiere como Mara full of grace, en el ingls quetan cmodo lo hace sentir. Se empea en hacerme ver que ella encarna todolo que puede lograr un latinoamericano con sus condiciones naturales.

    Cosas grandsimas le estn pasando a Amrica Latina! exclama sindejar de contemplar a la bogotana que saluda con discreta cortesa a variosde los presentes en el vestbulo. Los latinos tienen un talento, unainteligencia y un poder para hacer cualquier cosa que ellos quieran.

    Luego los invito a encontrarse y las dos figuras colombianas del cine

    universal se miran mutuamente con ojos de admiracin. Me cuentan queharn una escena juntos y bromean con que ser algo apasionado y muyertico. Luego, serios, se refieren a la produccin que se apresta aconmocionar a Cartagena durante el fin de ao.

    Catalina Sandino dice que El amor en los tiempos del clera mostrar auna Colombia diferente, llena de encantos, una tierra en la que predomina elamor. Leguzamo la complementa entusiasta: Eso es lo ms importante.Colombia esta vez le mostrar amor al mundo, un amor puro, entre msicade violines.

    ESCENA 6

    Habitacin John Leguzamo. Noche. Despus de un da de mulasincumplidas, una entrevista de fondo, emotivos saludos en el hotel y fuera deste, Leguzamo llama a Justine Mauer, con quien convivi unos aos antes

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    de convertirla en su esposa. (El matrimonio es bueno, pero con cierta edad,explica.) Ya ella lo haba acompaado a Colombia y no le sorprende el jbilode John cuando le dice:

    Colombia es maravillosa!

    Ya en la entrevista me lo haba explicado. La gente es tan clida ac.Eso hace de Colombia un pas nico. Aqu soy ms feliz que en cualquier otraparte. Seguro que s, McCabrn. Y estalla en risas, lo cual poco me importa.Por conseguir esta entrevista bien vale la pena hasta que a uno le digancabrn, sin que el mundo cambie su color zapote

    Amor embotellado

    El amor no pertenece a los poetas, ni mucho menos a ese mulo de poeta quetodo ser humano lleva por dentro. Si el amor perteneciera a alguien, ciertamente

    tampoco sera al serenatero de oficio, o al fabricante de esquelas, o a cualquierotro voceador lrico que pretenda idealizarlo a todo pulmn. Tan humano es elamor, y al mismo tiempo tan sublime, que con toda seguridad prefiere no alojarseen violines e inspiraciones, sino en el pedazo de jabn que amanece all, cadamaana, en una ducha de baldosines desdibujados: el amor es, a fin de cuentas,de quienes lo sienten, lo viven, lo padecen, superan sus fases perentorias conenjundia de guerreros, caen en la monotona del desfile de los das para luegodarse cuenta de que despus de diez, quince, veinte aosdeben iniciar unaestoica reconquista en cada despertar y que sta no necesariamente tiene que serexitosa: ni yo, ni mucho menos Ella, olvidamos jams aquella serenata urgentecon un mariachi de quinta categora, seis o siete hombres mal trajeados, flacos yansiosos, cuya hambre evidente los haca desempearse por debajo de su limitadacapacidad y a quienes poco importaban los desafines o el problemazo queestaban ayudando a resolver.

    Con Ella llevo exactamente... un nmero indeterminado de tiempo, losuficiente para saber que el amor eterno dura ms de tres aos. La precisin deltiempo no cuenta. Nos hemos conocido tantas veces, de tantas maneras, tan

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    exhaustivamente y tan a fondo, que podra predecir con precisin cientfica todassus funciones vitales. Intuyo, sin esfuerzo sobrenatural alguno, el momento en elque largar uno de esos largos suspiros de locomotora, 12,3 segundos de aire enexhalacin al trmino de los cuales manifestar simultneamente su disgusto porlas burlas de un columnista contra la alcaldesa y me dir muy a su manera que yase ha pasado en 35 minutos su hora biolgica del almuerzo y que definitivamentemi horario de alimentacin no lo va a terminar de entender nunca.

    As, como dos viejos conocidos que acababan de conocerse en esamaana, salimos de Valledupar bajo los nubarrones del primer invierno.

    Una hora despus, pasando por entre los tenderetes de chicharrn deBosconia, y despus de repetirle el eterno chiste de que ese pueblo deberallamarse Mosconia, y escucharla rer como si fuera la primera vez que loescuchaba, me di cuenta de que ya estbamos enamorados otra vez.

    Aquello ameritaba un festejo y en ms de una ocasin pens pedirle que

    destapara una botella de whisky que llevaba bajo sus pies y que se nos habaquedado casi entera de la gran parranda. Cuando estaba a punto de decirle,mientras escuchbamos msica que habamos seleccionado con rigor de tribunalpara que fuera del gusto de ambos, sobrevino una llovizna y pens que necesitabamis sentidos muy bien afinados para conducir en carretera mojada.

    La lluvia apret. Al pasar por la poblacin de Cinaga y meternos el tramode carretera que atraviesa una franja entre el mar Caribe y la Cinaga Grande,delineada por un frondoso bosque de mangle, el cielo se haba descuajado sobrenosotros. bamos despacio, pero aun as la va estaba lisa como un espejo, y en elkilmetro 33 la curva nos gan.

    Nuestra camioneta invadi el carril contrario y al entrar en contacto con lacuneta se fue volteando lentamente, hasta quedar de lado. Estbamos atrapados.

    Yo haba quedado arriba y era tal la presin de la lluvia, que resultaba imposibleabrir mi puerta. Ella menos que poda, como quiera que su puerta haba quedadocontra el suelo. Intentamos llamar a Emergencias a travs del celular, pero noshallbamos en zona muerta: no haba ni una raya de seal. Cunda la angustia, lasensacin de que estbamos en una bomba de tiempo. La nica opcin eraromper el vidrio panormico. Ella procedi a hacerlo con los mismos pies queemplea para bailar ballet, protegindolos con su cartera. El vidrio cedi, y entre elpanormico hecho trizas, procedimos a salir.

    Aquel aguacero de mayo no amainaba. Los vehculos pasaban a altavelocidad, nadie pareca vernos en el fondo de la cuneta. Fue cuando le dije a Ellaque, antes de salir a pedir auxilio, nos deshiciramos de la botella de whisky. Aunen medio del aturdimiento, me asalt el temor de que, al llegar la Polica, se nosarmara lo por aquello. Ella se las arregl para sacar la botella y le dije que lalanzara lejos. Hizo lo mejor que pudo en medio de la desesperacin, noprecisamente un lanzamiento olmpico de jabalina. La botella vol un par de

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    metros, quedando oculta entre la maleza. Luego, como dos espantos empapados,salimos a la carretera y finalmente logramos que un auto se detuviera aauxiliarnos.

    Asegura Ella que en aquel tiempo infinito que dur el accidente, desde quefue obvio que yo haba perdido control del vehculo hasta que nos detuvimos, medijo claramente Te amo. Yo le creo, pero siempre le he dicho con franquezaque no la escuch, quiz por el apremio de la situacin, ms probablementeporque soy medio sordo. An ahora, cuando tanto tiempo ha pasado, sueloangustiarme pensando que si la tractomula de la eternidad hubiese venido por elcarril que invadimos, o si hubisemos cado a las aguas inexpugnables de lacinaga, jams habra captado yo aquel mensaje trascendental que redondeabanuestros amores. Por fortuna, la carretera mortal que tantas vctimas habacobrado en el pasado tuvo piedad de nosotros. Ya con la Polica all, y el trficofluyendo lentamente, un conductor le hizo una sea suspicaz a otro, dndole a

    entender que aquel haba sido un accidente de tragos.Semanas despus, ya en verano, rumbo a un festival en Uribia, La Guajira,volvimos a pasar por el mismo punto del accidente. Nos pareci apenas naturaldetenernos all. El rastro que haba dejado la camioneta en la cuneta yacomenzaba a borrarse por efecto de la nueva vegetacin. Fue cuando se nosocurri bajarnos a ver si ah estaba la botella. Ella lo hizo y pronto, desde ladistancia, me mir sonriente: la haba encontrado. Estaba caliente por efecto delinclemente sol, la etiqueta desdibujada y abombada por las lluvias.

    Guardamos aquella botella como un tesoro, como si ni fuera de scotchcomn y corriente sino de champaa Cristal. Pasaron meses y jams parecamos

    encontrar la ocasin ideal para tomrnosla. Finalmente, nuestra hija mayor segradu del colegio y esa noche, rodeados de nuestros familiares y amigos mscercanos y queridos, previo un solemne discurso de borrachn, nos bebimos elOld Parr recalentado.

    Algn cuado, no menos sobrio que el anfitrin, asegur con certeza decatador, que era el whisky ms exquisito que se haba tomado en su vida, lo queatribuy al efecto qumico del sol y las lluvias. Creo que, en efecto, la bebida tenaun sabor especial. Pero no lo atribu a las inclemencias azarosas que la habangolpeado durante semanas. Conclu ms bien, y nada me ha demostrado locontrario, que aquello que nos tomamos fue el ms puro amor embotellado.

    (Exclusivo para www.ernestomccausland.com, 2012)

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    La loca del barrio, mi ltima locura

    Me gusta la loca. No s si son sus ojos desorbitados, amarillos como lamazorca biche. O tal vez sea su verba de verdulera, tapizada de procacidadesy chismes cerreros. O de pronto es ese aire de independencia que se gasta,esa actitud insolente y montaraz, como cuando revienta de una pedrada elvidrio del City Bank y se va caminando orondamente por la calle, soltandoesas carcajadas que se expanden a todos los rincones del barrio. La loca losabe muy bien. Los policas ya no se mosquean por ella. Para qu meterlapresa, si terminar enloquecindolos con la algaraba que armar en su celday a los dos das el juez la pondr en libertad con el eterno argumento de suinimputabilidad? Dizque por puta es que me sacan, dir entre carcajadas alsalir del cuartelillo. Al da siguiente cambiarn el vidrio, hasta que a ella se leocurra volver a reventarlo. No alcanzo a establecer en el fondo qu es lo queme ha cautivado de ella, pero, no me da vergenza confesarlo: ando medioenamorado de la loca del barrio.

    Estas vainas siempre comienzan con juegos de borrachos. Eran las oncede la noche de un lunes quince, da de pago, y los hermanos Carrascal mehaban invitado a una cerveza en la tienda. Ya bamos como por la octavaronda cuando comenz el eterno sainete con el asunto de mis andanzas. Soydueo de una bien merecida fama de mujeriego. Ellos dicen que he sidoextremadamente generoso con esta enorme cosa colgante que Dios me dio.Yo les respondo en serio que hay que condolerse de las mujeres feas y

    hacerles su buen favor de vez en cuando. Es ms, creo firmemente que esa esuna de las razones por las que estoy en este mundo. Dicho en cortas ymejores palabras, me monto a la que sea. Hasta a una escoba con faldas. Enesas estbamos cuando la loca pas por la tienda. A la loca es a la nica queno has complacido, me dijo Cstulo Carrascal, uno de los dos hermanos. Teapuesto que no eres capaz de agarrarle las tetas, me ret el otro hermano,Asdrval. Ellos saban perfectamente a lo que iban. Saban que con siete

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    cervezas y media escurrindose por mi conciencia no iba a ser capaz deresistir el desafo. No slo porque las fras me alborotan este machote quellevo en el alma, hasta el punto de que una vez levant a trompadas almonaguillo de la iglesia, sino porque la verdad verdadera, franca y sincera es

    que la loca del pueblo... no est tan mal.Es andrajosa, cierto. Lleva encima lo que una vez fue un esplendorosotraje de novia que hoy no es ms que un montn de jirones que sedescuelgan por sus huesos largos y sus carnes gruesas. En el barrio es famosala historia. El vestido fue un regalo de doa Aminta Abud, a quien su maridodej sola a los cincuenta aos para irse a vivir con una jovencita de dieciocho.En un acto que procur hacer lo ms pblico posible, la vieja sac del armarioaquel vestido sensacional, que con tanto esmero haba conservado intactodurante medio siglo de matrimonio, y se lo regal a la loca, con el propsito

    de que el viejo Abud la viera todos los das desde su almacn de cachivachesen la avenida del Cuartel. Desde ese instante la loca se puso el vestido yjams se lo ha vuelto a quitar. Pele como gato bocarriba el da en que elviejo Abud le pag a la pandilla de Los Paraco para que se lo quitaran. Al final,tras batirse con ocho sujetos a punta de diente y ua, no se dej despojar dela nica prenda de su vida, pero el encendido forcejeo contribuy aldeterioro del vestido, el cual es hoy una miseria de tul y tafetn, con losexquisitos apliques de guipur convertidos en lamentables vestigios de suantiguo esplendor. As, entre aquella ruina de ripios e hilachas alcanza a

    vislumbrarse la apetitosa piel de toda una hembra, que por loca que est, ypor desaforado que sea su comportamiento, nadie puede negarlo: estbuena. La loca del barrio est buena.

    As que me dej embaucar con el reto de mis amigos borrachines. Laverdad es que no fue difcil. Las cervezas me masacraron los mecanismos dedefensa y cuando me le aproxim a la loca ya la estaba deseando con la furiade un toro embanderillado. Como si yo tambin estuviera loco, me leabalanc por detrs cuando ella caminaba errante con rumbo a su moradanoctmbula del parquecito, y me le prend de los dos senos enormes.

    Resultaron ser unos melones duros, sumamente apetecibles.Ella comenz a dar chillidos y a brincar como una yegua salvaje,

    envindome a diez metros con un empelln de bestia luciferina. Mis amigosse revolcaban de la risa en el suelo y pagaron la apuesta sin hacerse rogar. Laplata se fue en las otras seis rondas de cerveza, y a las tres de la maana,cuando ya el barrio haba quedado solitario a merced de los cantos de la

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    lechuza y el sonido lejano de un acorden, pas la loca y me advirti: Ahoras te jodiste conmigo, mono mamn.

    No se si lo que ella quiso anunciarme esa noche es lo que me ha estadosucediendo por estos das. Halado contra mi voluntad por una fuerza exterior

    y misteriosa, he comenzado a buscar a la loca, a seguirla disimuladamente ensu recorrido errante por el barrio, a observarla por entre los rboles cuandose quita los harapos de encima y se baa silenciosa y taciturna, acasohermosa, en las aguas crudas de la fuente del parque. Me he convertidoadems en su guardin. Cuando los nios le tiran piedras, yo los reprendoenrgicamente, siempre tratando de evitar que me descubran mismotivaciones: Muchachos djenla tranquila, que est enferma de la cabezay puede ser la mam de ustedes. El argumento es demoledor. Lo peor detodos es que me cocino en celos cuando la veo por las maanas al lado de la

    virgencita, tirndoles besos a los soldados que marchan hacia el cuartel. Asando ahora. Como un pendejo, medio enamorado de la loca del pueblo.

    Razones para no seducirla las hay y de sobra. Razones ticas, porejemplo. Soy veterinario y algo conozco del respeto al paciente. Hay tambinrazones de simple seguridad personal. Treparse sobre esa loca desaforadadebe ser tan peligroso como montar un rinoceronte. Razones de prestigio. Eneste barrio chismoso, las lenguas no me lo perdonaran. Al contrario, haranaicos mi reputacin. Puedo escucharlos desde ya: Ah va el gran picaflor, elhombre que se comi a la loca.

    Este dulce problema, de encoarme enfermizamente con una mujer, lohaba tenido antes. Muchas veces. Algo as sucedi cuando se me dio porenamorarme de una de las novicias del convento, la ms inocente de todas,la cndida Sor Cindy; o cuando le mand el lance a Magola Mieles, que en esapoca ya estaba bien solterona, con casi cincuenta aos encima. O cuandome obsesion con Aminta Cerdn, la marimacha y lesbiana, hija mayor deltapicero, y la cual jams en su vida haba probado hombre y a la que tuve queemborrachar con gordolobo para que probara conmigo y hasta le quedgustando porque me sigui buscando. Con todas ellas, resolv fcilmente el

    problema. Las atend y punto. Se me quit rpido el capricho con Aminta, lalesbiana, cuando le pegu tres revolcadas en su propia cama. D cuenta de lode la monjita cuando me le met por la ventana de su celda y se quedparalizada entre las sbanas mientras yo le usurpaba su voto de castidad. Medeshice del asunto de la solterona, cuando se me present una tarde en elconsultorio para que le examinara a su perrita pequins y termin sus das devirgen legendaria all mismo, en la mesa de examen de mis pacientes,

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    mientras a la perrita se le alcanzaban a escuchar unos aullidos extraos porentre el bozal que le haba puesto.

    Pero esta vez estoy mal. No entiendo cmo seducir a la loca del pueblopuede estar entre mis planes. Es demasiado. La verdad es que no me voy a

    atrever. Tendr que conformarme con cuidarla y con acecharla. Quin sabe sihasta me vuelva viejo en este plan. O a lo mejor me la monto. Quin sabe

    En noches de verbena

    Cuando hay verbena se pierden las muchachas y comienzan los padresa buscarlas. Algunos llegarn demasiado tarde. Otros, como Diofante Roln,tendrn ms suerte y lo harn justo a tiempo.

    Las campanas de la iglesia andaban locas y dieron cinco taidos, peroen realidad eran las tres en punto de la madrugada cuando Diofante sali abuscar a su hija adolescente, Antolina. La verbena haba estado agitada. Apesar de que se haba iniciado muy temprano, a las siete de la noche, anestaba viva a la hora en que Diofante hizo su entrada con cara de avispero yuna linterna en la mano. Detenindose apenas lo necesario, hizo un recorridoexhaustivo por la pista principal, revisando una por una a las parejas quebailaban abrazadas bajo las luces multicolores. Algunos reaccionaron

    furiosos. Ludvic, el hijo del inmigrante checo, estuvo a punto de asestarle unpuetazo, pero se qued quieto cuando Diofante le mostr una rula desesenta centmetros y su rostro de indio en pie de guerra. Despus deefectuar el minucioso reconocimiento por la pista de afuera, Diofante entral llamado Oasis del amor, el punto ms oscuro de la fiesta. Haba un calorinfernal. El viejo comenz a iluminar con su linterna a las parejas que sebesaban entre las penumbras.

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    La verbena inaugural es considerada la mejor del ao. Tiene lugar en elarranque de las fiestas patronales. La organizan un grupo de familias de lacuadra aledaa a la quebrada. La calle es cercada con un residuo industrialdenominado 'Tapita'e botella', lmina de hojalata que sobra de la fabricacinde tapas de bebidas gaseosas. En el frente se levanta el vistoso aviso. Sobreun fondo blanco, en letras fluorescentes rojas y amarillas, es anunciado elnombre de la verbena: Noche de jaleo. Dieciocho bombillas de cien bujas

    delinean el aviso. En el interior se colocan sillas y mesas de madera, focos decolores en el aire y un gigantesco aparato de sonido, con estruendosos bafles.Salsa antillana de ayer y de hoy, ritmos africanos grabados en Europa que nia frica han llegado todava, merengues a milln y msica autctona deacorden son los aires molidos por aquel monstruo estridente, cuyos bajos

    retumban como los latidos de un toro gigante. Por rpido que sea el ritmo, lasparejas bailan sin soltarse, apenas movindose cadenciosamente sobre elpavimento, el cual an conserva el calor del ltimo sol de la tarde. A medidaque avanza la noche, los cuerpos sudorosos se van buscando ms all de lopermitido en pblico. Comienza entonces la discreta migracin hacia 'El oasisdel amor'.

    A las tres de la maana, cuando Diofante entr all con su linterna y sumachete, el saln oscuro estaba lleno. Como un Digenes del trpico con sulbrico objetivo, Diofante segua alumbrando los rostros a las parejas,ignorando sus reacciones de disgusto. Muchas de las caras eran familiarespara l: hijas e hijas de sus amigos, damas y caballeros del pueblo. Haba allverdaderas sorpresas, como la de encontrarse a Aura Rosa Porto, que apenasllevaba tres meses de viudez, entregada a los brazos del nuevo Comandantedel puesto de Polica. Diofante fue metindose hasta las mismasprofundidades de aquella caverna oscura y ya le faltaba muy pocas parejaspor revisar.

    Para ese entonces Antolina acababa de cumplir diecisis aos. Eradelgada y ms alta que los muchachos de su misma edad. En nada se parecaa su padre, indio casi puro de la tribu Galapa. Era idntica a su madre, LucilaFuentes, una mestiza de piel plida y expresin taciturna, de quien Antolinahaba heredado el lunar rosado junto a la boca, slo que de un lado distinto.An sin pintarse, en ropa de diario, la muchacha proyectaba un aire especialde distincin, una especie de carisma monrquico que los ms viejoscomparaban con el de su bisabuela, Antolina del Carmen Barreto. Llevaba un

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    ao enamorada de Giancarlo, el trapecista del circo ambulante, un muchachode largos cabellos y aire gitano que sola deslumbrar pblicos con suespectculo del trapecio volador. A pesar de que el circo era muy pobre, y deque no haba nada extraordinario en el nmero de Giancarlo, ste posea una

    fuerza magntica que cautivaba a los presentes, que siempre terminabanaplaudindolo a rabiar. Como casi todas las muchachas del pueblo, Antolinasuspiraba por el trapecista y jams se perda una funcin, as tuviera quepresenciar una vez ms todos los nmeros, con los chistes retrillados de lospayasos y el men eterno de aquel circo de pueblo que muy poco serenovaba.

    En la ltima noche de agosto, un grupo de treinta campesinos apedreel circo, movido por una vieja creencia de la regin: que los maromerosespantaban el agua. Antolina corri sin rumbo entre el gento a esconderse

    cuando un brazo de gato montuno la hal y la meti en la carpa. EraGiancarlo, que sin decirle palabra la bes, la dej enamorada y le asegurque se veran cada tres meses, cuando las giras del circo lo trajeran al pueblo.Yo no soy muchacha de giras, le dijo ella. Esa noche, en plena refriega, cayun torrencial aguacero que dej sin piso la reaccin de los campesinos. Sinembargo, la lluvia lleg demasiado tarde. Los campesinos ya habanreventado la caja de trucos del Mago Cartuchini, herido en la cabeza al fakirGilberto, que se tragaba cuatro bombillos por funcin, y, en el peor de losdaos, matado a Fermina, la cabra bailarina.

    Antolina no pudo resistir la propuesta de Giancarlo: cada tres mesesacuda a la cita despus de la funcin, a besarse locamente con el trapecistaentre las carpas agujereadas del circo. Esa primera noche de las fiestaspatronales, en que Diofante la buscaba con el machete que utiliza paradesbrozar seis hectreas de monte al da, haba ido a bailar por primera vezcon el misterioso forastero que no la dejaba ni pensar.

    Cuando llegan demasiado tarde, y ya su hija es propiedad ajena, lospadres intentan envalentonarse, ponerse furiosos, exigir la redencin del

    honor. Pero la verdad es que no hay nada que hacer. Una vez la nia se ha idocon un muchacho, es mejor conciliar. Si matan al ofensor, se ir a la tumbacon el honor de su hija. Si le exigen matrimonio, lo ms seguro es que l dir:Obligado nada. A lo nico que acceder es a darle vivienda y a mantenerla.

    La noticia se riega rpido: Fulana se sali con sutano. La verdad seadicha:slo habr matrimonio cuando al hombre lo quiera. Por lo pronto solamenteun informal se sali.

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    Diofante reaccion con un escndalo cuando la luz de la linterna revela su hija enredada en los brazos del trapecista Giancarlo. Aquel infeliz habalevantado la faldita de flores de la nena y con sus manos le acariciaba lasnalgas. Ella no objetaba las caricias prohibidas y ms bien pareca dispuesta atodo. Diofante los separ con el mpetu de un rbitro de pesos pesados y losdej a tres metros de distancia. Fij el rayo de luz en el rostro horrorizado deGiancarlo, que lo miraba desde el suelo, tragando litros de saliva. Se acerclentamente con el machete arriba. Transcurrieron unos veinte segundos, quepara el trapecista parecieron horas. Hasta tuvo tiempo de imaginarse a supropia cabeza rodando por el suelo, los gritos de la gente, la suspensintrgica del baile, el ro de sangre. Pero Diofante fue bajando el machetelentamente, como si fuera una gra, y finalmente depuso su intencin. El

    estruendo de la msica no permita escuchar nada. Diofante le acerc la bocaal odo del trapecista y su garganta produjo una especie de bramidodestemplado: Estuviste a punto de sacrtela, pero perdiste.

    Diofante dio media vuelta, se ech a su hija al hombro como un costalde cebollas, y se la llev a casa, mientras en el baile sonaba la cancin final ylas parejas comenzaban a decidir el futuro inmediato de aquella noche. Lascampanas de la iglesia taeron seis veces. Ya eran las cuatro.

    Cuando los paps llegan a tiempo, hacen lo que hizo Diofante: encerrara la muchacha hasta que se le pase la enfermedad del amor, el cual tendrque morir o someterse a los dictmenes del machete. Poqusimas veces serepite la historia de Romeo y Julieta. Padres como Diofante imponen suvoluntad sin que haya tragedia de por medio. Hasta que un da aparecerotro muchacho y tendrn que salir a buscarla de nuevo. Slo Dios sabe sillegarn a tiempo. O en el peor de los casos, una noche la lechuza pasar porla casa y emitir su graznido estridente y lgubre desde el aire, caso en el cualla causa estar perdida. Tal como le ha ocurrido a Piedad Tomase y a tantas,la muchacha habr quedado embarazada.

    El atentado

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    Ese espritu rebelde tuyo jams te dejaba en paz. Navegaba por tu sangrecomo cido de bateras, danzando en desbocada armona con tu conciencia,extirpando las seales de vida de tu sensatez, haciendo inquietar a mam hasta lasmismas polleras. Como el da aquel en que la llam el rector del colegio paradecirle que le habas puesto unos cuernos de papel a la estatua de Santander.Recuerdo los ojos desorbitados de la pobre, las zanjas que ya empezaban a surcarsu rostro por culpa tuya, las canas resplandecientes. Tu pap debe estar

    revolcndose en la tumba!, me dijo frente al espejo, mientras se aplicabacolorete a toda carrera para irse a encarar otro de tus problemas.

    Yo era muy nio en esa poca para entender lo que estaba sucediendo.Imagnate, ni siquiera haba entrado al colegio. Hace tanto tiempo ya! Pero meparece estar viendo la escena de tu regreso a casa ese da, la parqueada del auto, elescndalo callejero mientras t y mam atravesaban el antejardn: ella dndotechancletazos y t riendo a carcajadas. Luego logr escabullirme en tu cuarto decastigo y te pregunt qu haba pasado.

    Nada hermanito, me respondiste. Que tu hermano mayor le puso al

    demonio los cuernos que le faltabanja ja ja ja ja.Qu deleite eras, hermano! Me acuerdo que mam nos escuch a travs delos calados y volvi a gritar lo de pap en la tumba. Esta vez te pusiste serio ygritaste: Pap estara orgulloso de mi y tu lo sabes! Yo lo supe despus: papera inconforme, tal como su primognito, slo que l nunca se atrevi a hacer lascosas que t hiciste. Imagnate, colocarle cuernos al Prcer que le da nombre alcolegio! Unos meses despus conociste a Bianca, te trastornaste con sus ojosdemenciales y sus tetas descomunales. Esas risotadas burlonas te envolvieroncomo una red de araa. La tal Bianca, con su penetrante olor a sudor de hembra,fue otro acto de rebelda, pero de tu corazn. As como eras t, e fuiste de la casa

    en pos de ella, hermanito y no volvimos a verte.Hasta ese da, veintinueve aos despus, en que te apareciste por la puerta

    de mi casa con tu facha de extranjero, tu barba de patriarca bblico, tus bluyinesrotos, tu chaleco de aborgenes, tus collares africanos, tus olores a gas demotocicleta y lea de monte. Que bueno fue verte, hermanito! Tus sobrinos,siempre aburridos con los confinamientos de la vida burocrtica, te miraban con

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    los ojos iluminados, como si el maldito Mick Jagger se les hubiera aparecido porla puerta.

    Haba estado lloviendo todo el da, una de esas lluviecitas eternas y frasque ni aprietan ni se acaban. Tanta fue tu insistencia para que subiramos a laazotea a ver la luna que yo termin aceptando a pesar de la lluvia.

    Qutate ese saco y esa corbata!, me dijiste. No haba luna, pero tantohablamos que ni nos dimos cuenta. Amelia subi cuando estbamos recordando

    viejos tiempos y nos vio tan abstrados en la charla, tan risueos y juveniles, queni siquiera se atrevi advertirnos que nos bamos a resfriar. Incluso les dijo a losescoltas que bajaran, que all arriba yo estaba ms seguro que en la misma sala.

    Entonces lo viste y tu asombro salt como el seguro de un fusil. Tefrotaste tus ojos verdes y volviste a enfocarlo como si hubieras visto al mismodemonio.

    Qu demonios es eso?, me preguntaste sin dejar de mirarlo.

    Te expliqu que era el nuevo edificio del Banco de la Nacin, al quehabamos inaugurado dos semanas atrs con Presidente de la Repblica y tres desus ministros; te relat todas las polmicas que se haban desatado por la obra, losargumentos de la Sociedad de Arquitectos en un aviso de prensa de una pgina,sosteniendo que la mole de mrmol gris rea con el mbito arquitectnicoclsico caribeo; te cont lo de la marcha silenciosa de los estudiantes de Bellas

    Artes, todos vestidos de blanco y llevando en sus manos pedazos de las casas quehaban tumbado para levantar el edificio; en fin, te hice una sntesis de aquellareaccin tan ruidosa como infructuosa.

    Esperpento!, proclamaste.

    Entonces te surgi la idea de lo que ibas a hacer y recuerdo que yo hasta lehice algunos aportes a la logstica de sta. Pero, carajo hermanito, te lo juro porDios, jams pens que fueras a ejecutarla. Ahora me doy cuenta de lo ingenuoque fui al suponer que aquello no era ms que una botadera de corriente entrehermanos. All arriba estuvimos hasta que amaneci, y aunque te confieso que lacosa esa que me diste a fumar me dio sueo, no haba forma de perderme elencuentro con mi hermano, el rebelde.

    Te fuiste como llegaste y dejaste la casa llena de tus olores, tus fantsticosrelatos de viajes, tu msica de locos y tus risotadas. Slo duraste dos das, perolos nios lloraron seis. Y, te lo confieso, mi corazn tambin llor.

    Escuch la noticia por la radio apenas me despert, al da siguiente de tupartida. Acto subversivo contra el nuevo edificio del Banco de la NacinSub corriendo a la azotea y te confieso que disfrut el espectculo como si mehubieran elegido Presidente.

    Mijaaaaaaaaaa, ven a ver lo que hizo este loco!.Las averiguaciones iniciales de la Polica revelaron que el autor del

    atentado haba actuado desde el solar enmontado que queda frente al edificio.

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    All fue hallada la catapulta rudimentaria elaborada con una puerta vieja y losneumticos de llanta de tractor. Tambin se encontraron los potes vacos depintura y los globos de hule que se te haban reventado en la ejecucin delatentado, el cual caus revuelo en una ciudad como sta, que suele comunicarseen smbolos. El polmico comentarista Polo Moreno dedic su espacio deportivode las nueve a los pormenores del atentado, felicitando pblicamente al autor ysosteniendo con gran ahnco que aquello no era ms que la expresin del almaCaribe contrariada. A las nueve y media, en un avance informativo extra, elnoticiero emiti las primeras imgenes. All estaba, en la pantalla del televisor, laplomiza fachada del Banco de la Nacin salpicada de manchones de colores, losazules, los verdes y los rojos profanando el mrmol fino, las estrechas ventanascarcelescas chorreando pintura amarilla. El poeta Justo Pazo, uno de losorganizadores de la marcha silenciosa, fue entrevistado y dijo que deberandejarlo as para siempre. El Gerente del Banco, hablando con seriedad

    monasterial, mientras chorreaba sudor, exigi que el atentado se investigara hastasus ltimas consecuencias. Yo tambin tena un gesto grave cuando meentrevistaron por primera vez, a las diez de la maana. Llegu al despacho y losperiodistas me estaban esperando con las luces y las cmaras encendidas.

    Qu opina del atentado a la sede del Banco de la Nacin?, preguntuno de ellos.

    Es un vil acto de insurreccin civil que merece ser investigado hasta susltimas consecuencias, para que el peso de la ley caiga sobre los culpables.Fue todo lo que atin a decir antes de que los periodistas se dieran por bienservidos.

    Muchas gracias seor Gobernador, dijo otro de ellos, y luego todossalieron por la enorme puerta labrada del despacho.

    Regreso a El salado

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    En el pecho de cada uno de los tres millones de desplazados que hay enColombia, retumba un corazn que ansa el retorno a la tierra. Pero en elcaso de los desplazados de El Salado las circunstancias son excepcionales: lamagnitud de la masacre que presenciaron, en aquel funesto febrero del

    2000, result marcadamente cruel y salvaje: un autntico bao de sangre eninmediaciones de los Montes de Mara.

    Me cuenta Jorge Velsquez, el periodista de Caracol que cubri el retornoanteayer mircoles, que ste result emocionante. Ver a un hombre abrir uncandado oxidado, entrar a su hogar, reparar en cada detalle, colgar unahamaca y acomodarse suavemente sobre ella, resulta un viaje a la ms noblede las pasiones humanas: el regocijo de lo propio.

    Las cien familias que emprendieron este retorno lo hicieron contra todas lasrecomendaciones: la misma Cruz Roja realiz consultas con los actores delconflicto en la zona y stos no les garantizaron la seguridad. Sin embargo,Luis Torres Redondo, lder del regreso, me lo explic claramente el martes:

    Llevamos dos aos viviendo en tierra ajena y en circunstancias humillantes:limosneando para sobrevivir, vendiendo rifas y chance, en las peorescondiciones de salubridad...

    Torres Redondo remata su explicacin con una frase contundente, que me

    llega al fondo del alma:

    Preferimos morir asesinados en nuestra tierra que de hambre en tierraajena...

    Esta frase cobra ms importancia cuando uno conoce, de la misma boca deLuis, los detalles de la masacre del 2000: los verdugos jugaron ftbol con lascabezas de sus vctimas.

    Personalmente, viv de cerca la masacre de El Salado. Por una coincidencia dela vida, nos encontrbamos en esa zona de los Montes de Mara, en Ovejas,rodando nuestra segunda pelcula, Siniestro. Mientras filmbamos en laplaza del pueblo, vimos pasar el funeral simultneo de cuatro de las vctimas.Pudimos captar el dolor en carne viva, sobre los rostros curtidos de aquelloslabriegos, hombres y mujeres.

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    El regreso a El Salado cuenta con ciertas ventajas. Las cien familias tendrn lacomida asegurada por un mes. Adems, el gobierno les ha garantizado lacompra de 300 hectreas de tabaco negro, producto insigne de El Salado y elcual tiene fama de ser uno de los mejores que se siembran en Colombia.

    Y en medio de esta apasionante historia de xodo y rearraigo, una ancdotaestremecedora, como pocas he conocido en este oficio de cazahistorias: elloro que se salv de la masacre y en el exilio sola recrear cada maana elhorror, imitando los alaridos desgarradores de las vctimas, los gritossentenciosos del verdugo.

    As, con este horror que se vive hasta en el canto elemental de un loro, ellosregresaron y ya estn all. Ahora falta que los actores del conflicto pongan desu parte y mucho mas el Estado. Ojal la historia de los campesinos queregresaron a su tierra se constituya en paradigma de un nuevo pas. Un pasen que los desplazados no existan y en que la tierra siempre sea generosa.Un pas en que los loros repitan, pero las frases de jbilo.

    (El Heraldo, febrero de 2002)

    El acrstico de la herona

    Hasta el programa de televisin 60 Minutes, que por lo general prefieresus propios temas, se ocup esta semana del documental ingls Drug Run, elcual desnuda escabrosos detalles del trfico de herona desde Colombia. Ensu primera emisin de junio, 60 Minutes el periodstico de mayor sintonaen los Estados Unidosle dedic su segmento inicial al crudo reportaje, que

  • 5/26/2018 MCausland Ernesto Cmo Olvidar a Nancy

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    registra la jornada de una mula colombiana desde que se traga la drogahasta que pasa por la aduana en Londres. En los ltimos cuatro meses, laspalabras herona y Colombia han estado juntas en las primeras pginasde los tres diarios ms influyentes de los Estados Unidos: New York Times,

    Washington Post y Los ngeles Times. Todo un honor!

    En el parque nacional Los Picachos, cerca a Neiva, el campesino EduardoDaz tiene dos mujeres, seis hijos y tres hectreas de amapola. Daz invierteen insumos 200 mil pesos semestrales por hectrea. Esa hectrea le produceen el mismo perodo unos 12,5 kilos de mancha, sustancia pastosa que es labase de la herona. Los narcotraficantes entoyotados que llegan los viernesle pagan 4.500.000 de pesos en efectivo por esa cantidad. En total: una

    inversin de 600.000 pesos, que produce en medio ao $13.500.000. Es cienveces ms rentable que el maz, apunta Daz. En cinco aos, el hectareaje deamapola en Colombia ha ido de cero a 30.000. La ventaja de la amapolacolombiana es notoria: rinde tres veces ms que la asitica.

    Reclutar una mula es todo un arte, que se inicia a las puertas dehospitales, juzgados o cualquier otro lugar donde pululen almas urgidas de

    dinero. Sabemos aprovecharnos de la necesidad, anota un reclutador. Unamula puede llevar en el estmago 60 paquetes de herona, por lo cualrecibe 20 millones de pesos. Como las aeromozas tienen la obligacin dedenunciar a los pasajeros que rechazan la comida en los vuelos, las mulashan optado por simular que comen, meterse la comida en los bolsillos yluego arrojarla en el bao del avin. Si una de las pequeas cpsulas estallaradentro del sistema digestivo, la muerte por sobredosis sera inminente. Elmtodo de la herona en el estmago es casi infalible, a prueba de perros ymquinas de rayos X.

    Oscuros y discretos personajes, poco visibles para las autoridades,controlan hoy da el trfico de herona desde Colombia. Ya no son grandes ycomplejos carteles, sino minitraquetos que han optado por vivir sin llamarla atencin, y asociarse para uno o dos negocios, en lo que se conoce como

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    Pax Mafiosi. Pero fue el gran cartel de Cali, mucho antes de que la leycomenzara a perseguirlo, el que forj la herona colombiana. Hace cinco aosJos Santacruz trajo a los mejores cocineros de Pakistn para queensearan a los colombianos a producir. Dicho ejemplo de cooperacin

    internacional ha resultado hoy da en un negocio mejor que la coca: laherona es mucho ms fcil de sembrar, producir y transportar. Y vale diezveces ms!

    Inyectada al torrente sanguneo era la nica forma de consumir heronahasta hace unos aos. Pero la colombiana irrumpi con tal grado de pureza,que ahora en los Estados Unidos la H se puede fumar o pasar por la nariz.Erradicada la jeringa, que tanta resistencia produca entre las clases media o

    alta, la herona ha llegado a un mercado mucho ms amplio. En seis aos, losnorteamericanos han aumentado de 350.000 a 600.000 consumidores, y elprecio ha bajado de 280.000 a 80.000 dlares el kilo. Es la hbil estrategia depenetracin de los traficantes colombianos, que parecen asesorados por eleconomista Adam Smith, padre del mercado libre. En un medio salvaje, lasleyes de la economa se han comportado como alumnos aplicados.

    No hay calvario peor para los heroinmanos que la abstinencia:insoportables dolores musculares, tembladera, vmitos. As lo mostr hacepoco una de las pelculas ms realistas de la poca: Trainspotting, que cuentala historia desde la perspectiva de Renton, un joven adicto. Renton llega ameterse de cabeza en el inodoro ms puerco de Escocia en pos de unabolsa de herona. Yo escog no escoger la vida, dice Renton. Para quhacerlo, si tengo herona?. En los Estados Unidos el gobierno ha intentadocontrolar el problema regalando metadona, otro derivado del opio queapacigua la adiccin. Pero en muchos casos la cura ha resultado peor que la

    enfermedad: los adictos venden la metadona para comprar herona.

    Aunque pases desarrollados como los Estados Unidos y Holanda ostentanel honor de ser los mayores consumidores de herona en el mundo, no hayque olvidarse de las calles de Colombia, que, al igual que Caracortada, est

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    cometiendo el pecado mortal de consumir su propio producto. Aunque nohay estadsticas confiables, se sabe que el ao pasado ingresaron 12pacientes con sobredosis a urgencias del Hospital de Kennedy, algo quejams se haba presentado: El metro de herona se consigue hoy en las

    calles por $40.000, mientras que hace dos aos costaba $60.000. Lo dicePocho, un adicto criollo: En Colombia antes nadie le jalaba a la H. Untatuaje descuella en su brazo agujereado: Orgulloso de ser colombiano,dice.

    (Cambio, junio de 1977)

    La generacin del go-fast

    El ltimo de ellos que regres sano y salvo lo hizo apenas la semana pasada,emanando el olor a rancia sal de los aventureros del mar. Vesta la mismamuda de ropa que tena puesta cuando se fue. No traa equipaje, sino cincomil dlares en efectivo dentro de los bolsillos hmedos, y lo ms importantede todo: portaba su vida.

    La plata vol, como arrastrada por el viento de la isla. Compr unamotocicleta, en la cual ahora se le aventura como una centella a la vaescarpada de La Loma, atrae miradas audaces de muchachitas y siente en sucara el viento fresco de las Antillas, que viene siendo la nocin msaproximada a la vida ideal. Adquiri tambin, en los almacenes de los turcos,un aire acondicionado, con lo cual ya su beb no pasar tanto calor, y manda embaldosar el piso de arena de su casa. Dicen que no le alcanz para elmercado.

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    Otra lancha go-fasthaba coronado y nuestro hroe, un muchacho comotantos de la isla de San Andrs, haba hecho casi lo mismo de lo que hacentodos, en mayor o menor cuanta: gastarse el dinero en 48 horas; andar defarra con varios de sus viejos amigos, cada uno con una botella de whisky en

    la mano; comprar algo motorizado; conquistar y si es el caso embarazar aalguna de las candorosas chiquillas que los contemplan como a hroes, ydejarle algo grande y elctrico a la mam.

    No poseen el arrojo de un sicario de las viejas comunas de Medelln, ni ladestreza con la Ingram de la generacin de Soacha, ni la rapidez con elcuchillo de un pandillero de Cartagena. De los island boyspodra decirse queno matan una mosca y el mximo dao que pueden llegar a causar es el desus vehculos salidos de madre por esa va estrecha que le da la vuelta a la

    isla: uno de ellos, el ao pasado, dej sin luz a un par de barrios al estrellaruna Toyota nueva contra un poste de la avenida Newball.

    An as, con todo y lo inermes que son, hoy constituyen parte esencial en elesquema del narcotrfico, ese que tiene a San Andrs como punto clave derelevo, tal como una vez ms queda en evidencia al conocerse el contenidode la memoria del mago Chupeta, el Houdini criollo que por 70 mil dlareshizo desaparecer una fragata de la Armada Nacional que custodiaba su ruta.

    Nuestro hroe tuvo suerte, como la ha tenido en un par de veces anteriores.

    Hoy por hoy la isla es una gran lgrima de madres, que han perdido a sushijos en dos de los tres caminos posibles de la generacin de las lanchasrpidas: el cementerio de agua salada, que no es otra cosa que los dosmillones de kilmetros cuadrados del Caribe, o el laberinto intrincado de lascrceles de Centro y Norteamrica, en las cuales hay centenares desanandresanos que ni siquiera han podido notificar a su familia a quespecfico enrejado fue que los condujo su osada.

    La tercera, la del corone, es la va para la cual estn preparados.

    Nacen nadadores y navegantes. Luego, el mismo Estado colombiano seencarga del resto, quiz sin intencin, pero se encarga. El pnsum deNavegacin del Sena Regional parece hecho a la medida de los Chupetas delmundo: Transporte Martimo, Marinera Bsica, Supervivencia Personal,Competencia en el Manejo de Embarcaciones

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    La isla tiene muy poco qu ofrecerles. Viven en medio de la quimera delturismo, un paraso de precios inflados, y la verdad sea dichaun jovende apellido Hooker, Bent o May no est para cargar televisores en la bodegadel Turco, labor de inmigrantespaas. As, terminan lanzndose con

    determinacin a una aventura incierta, de la cual nada ni nadie los estdisuadiendo.

    Controlarlos y alinearlos a ellos, que en la vida quieren ir tan rpido como suslanchas, demanda mucho ms que interdiccin, extradicin y desfileveintejuliero de botas y banderitas.

    (El Tiempo, octubre de 2007)

    Cuntas cervezas?

    Se me acerc con todo su desparpajo de vago callejero y fue directo al grano:One dollar for a beer!. Como mi dignidad tercermundista me impide darleslimosnas a ciudadanos de potencias extranjeras, le dije de inmediato que nohabra dlar, y mucho menos para cerveza.

    Ya era cerca de la medianoche y estbamos en un 7-Eleven del transitadobulevar de Santa Mnica, zona oeste de Los ngeles. All, en ese

    supermercado de conveniencia, este inconveniente sujeto, que parecarasurado a cuchillazos, andrajoso y resoplando alcohol hasta por las orejas,ejerca su vida alrededor de un refrigerador: el de las cervezas.

    El hombre volvi a acercrseme, esta vez con una humeante y helada botellaen la mano: Usted sabe cuntas cervezas me he tomado yo en la vida?.

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    Mi primer impulso fue el de ignorar al tipo, pero la verdad es que acababa dedarme en el blanco de la curiosidad. Cuntas?, le pregunt.

    No s, respondi. Tendramos que contarlas.

    Como nadie me esperaba en casa, y tena tiempo para matar, decid seguirlela corriente a aquel sbito acertijo callejero.

    Cundo empez a tomar cerveza?le pregunt en tono deempadronador.

    Yo comenc a los nueve aos

    Tan joven?

    Me relat entonces que su madre, una educadora de Nueva York, lo habacriado sola con mucho esmero y dedicacin. Cuando l tena ocho aos, ellase cas con un vendedor de autos, un tipo llamado Chip Callaway, abnegadotrabajador, pero celoso, violento y con una compulsiva aficin por la bebida.Mantena la nevera de la casa llena de cervezas, me confi.

    Mi sbito amigo me explic que desde el mismo momento del matrimoniosinti unos celos irresistibles hacia aquel intruso que le haba robado la dulceexclusividad de su madre, quien no volvi a prestarle la atencin de antes.Busc una manera de expresar su rebelda y la encontr all mismo, en lanevera de su casa. Desde entonces comenz a beberse por lo menos seiscervezas al da.

    OK, le dije sacando la libreta y el bolgrafo. Cuntos aos tiene ustedhoy?.

    El hombre no tena ni idea. En la calle se pierden hasta los cumpleaos. Slome dijo que haba nacido en 1943. Perfecto, le dije. Usted tiene 54 aos.

    Multipliqu rpido por 365 y le anunci: Ha vivido 19.710 das y comenz abeber a los nueve. A seis cervezas por da nos da un total de 98.500.

    No, me interrumpi. As va mal.

    Procedi a contarme que cuando termin el colegio, su madre le consiguiuna beca para la Universidad de Boston. Decid entonces que no bebera

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    ms y que me dedicara a estudiar. Pero al ao me aburr, consegu unempleo como obrero nocturno, mand al diablo a la universidad, y volv abeber.

    Muy bien, le dije. Entonces tenemos que descontar un ao.

    Ms que un ao, me aclar. Tres aos ms tarde conoc a Olivia. Era unarubia absolutamente hermosa, tan linda como esa mujer que usted ve all.Me seala entonces con su mano temblorosa un afiche promocional en elque aparece nadie menos que la actriz Sharon Stone, insinuante, piernaslargas y doradas, un profundo escote.

    Ella era buena. Me quera, pero me dijo que si segua bebiendo iba adejarme. Yo le asegur que parara, pero una noche me encontr perdido de

    la borrachera y me dej.

    El borracho est contando la historia con tanta vehemencia que eldependiente nocturno del 7-Eleven un iraqu que exhibe el nombre de Alen su uniforme rojo con verde se olvida de la revista que est leyendo ycomienza a escuchar con detenimiento.

    Le jur a Olivia que dejara de beber y lo hice. Seis meses despus noscasamos. Tenamos buenos empleos y la pasbamos bien. Pero al cabo de un

    ao comenzamos a aburrirnos. Hasta que me la encontr haciendo el amorcon un tipo en la cocina. Terminamos divorcindonos y desde entonces no heparado de beber.

    Me dispuse entonces a redondear la cuenta. A los 16.425 das hay querestarles un ao de universidad y uno y medio con Olivia, es decir 912 das.

    Y hay que sumarles los dos aos que viv con Cathleen. Ella no era bonita,pero s muy rica. Le gustaba la cerveza tanto como a m y ese tiempo beb eldoble.

    El iraqu se re. Yo sigo con mis cuentas y finalmente le anuncio:

    Usted se ha bebido por lo menos 97.458 cervezas. A precio de hoy usted seha gastado 48.729 dlares en cerveza. Con eso se hubiera podido pagar doscarreras universitarias.

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    S, pero no me la hubiera pasado tan bueno, respondecon una risotada.

    Mira entonces hacia el refrigerador que ilumina su vida y atisba a un tipo conabdomen de barril que est sacando un paquete de seis botellas deBudweiser. Entonces se marcha con aire casual y sin despedirse, como si nose hubiera dado cuenta de que me ha dejado su vida embotellada, entre elvidrio ocre de una cerveza rogada.

    (Cambio, abril de 1977)

    Diez preguntas para Daniel Santos

    Hubiera querido hacerle tantas preguntas, pero al escuchar su voz telefnica

    ronca, agotada, algo jadeante opt por auto-regularme a diez y lasseleccion con rigor de magistrado. Era septiembre de 1992. Daniel Santostena a la sazn 76 aos, pero entre los ajetreos de la msica y la bohemiahaba vivido el doble. Yo lo haba telefoneado a su rancho de Summerfield, elpueblecillo de La Florida en el que viva desde 1979 junto con Ana Mercedes,la ltima de sus doce esposas. A pesar del ostracismo en que estabaempeado durante los ltimos aos de su vida, fue amable con el reporteroque lo llamaba desde Colombia. Me dijo que viajara a La Florida y que cuandoestuviera cerca al pueblo, lo llamara desde un telfono pblico para darmeinstrucciones. Con mis diez preguntas y una cmara atraves dos ocanos: elAtlntico y el de mis propias emociones. Por fin iba a conocer al hombre queme haba musicalizado la vida.

    Mi primera pregunta era sobre su voz, tan nasal como afinada, tan romnticacomo guapachosa, tan brillante como verstil. Qu tantas de esas

  • 5/26/2018 MCausland Ernesto Cmo Olvidar a Nancy

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    caractersticas que lo hicieron ms grande que la vida eran cultivadas y qutantas naturales?

    Desde luego que no pretenda, en una entrevista que presagiaba corta,

    reconstruir esa larga existencia llena de luces y sombras, de amoros ytriunfos, de secuencias tan encumbradas como abismales. Quera indagar, enla segunda pregunta, sobre sus escarceos polticos, su reclutamiento forzadopara pelear en favor de Estados Unidos en la segunda Guerra Mundial y luegosu militancia en el independentista Partido Nacionalista de Puerto Rico.

    Supuse que no habra tiempo para preguntarle sobre las mujeres, susesposas, las mil prostitutas de los tiempos de la Sonora Matancera, susamantes de ocasin, las cuales quedaban tan prendidas de l que el escritor

    puertorriqueo Jos Rafael Snchez inici su biografa con esta frase: Lamencin solitaria de su nombre levanta rumores de anarqua genital. Optms bien por incluir una pregunta sobre la puertorriquea, con supuestosproblemas mentales, que haba tenido un hijo con l y otro con IsmaelRivera.

    La cuarta pregunta era sobre su aficin por la marihuana, que le habacostado varios ingresos a la crcel; la quinta sobre su intento de suicidio alestiloAlfonsina y el mar, en el que haba fracasado cuando sinti el agua enla nariz; la sptima sobre su amistad con el veterano periodistabarranquillero Marcot Barros; la sptima sobre la huerta productiva quecultivaba en el rancho de Summersville, y la octava sobre su domicilio en esepueblecillo, al que haba llegado desde Miami despus de decirle a su mujer:

    Nos quedamos para siempre donde se nos acabe la gasolina.

    Las dos ltimas preguntas correspondan a Colombia. La novena aluda aldisco que cant en 1958 con la orquesta de Pedro Laza, la ardua grabacin enparticular de la cancin El vapor de Ana Ramn, que en medio del

    ambiente libertino del estudio era repetida una y otra vez por diversoserrores. Hasta que Clmaco Sarmiento, quien con su voz haca el efectosonoro del pito del vapor, estall diciendo: Terminemos de una vez que yame sacaron una hemorroides con esta vaina!.

    Y la ltima era la ms importante para m: quera escuchar, de la voz delmismo Santos, la famosa historia de lo ocurrido en el teatro Colonial de

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    Cartagena, cuando lleg difnico a su presentacin y opt por doblar enescena, mientras un cantante lo secundaba tras bambalinas. Haba odovarias versiones de la historia, incluso una de nuestro Julio Jaramillo, quienme asegur que l haba sido la voz, mientras que el dueo del teatro, don

    Vctor Nieto, me cont que haba sido un cantante de apellido Silverman. Locierto es que la gente termin dndose cuenta de la triquiuela y muchos sellevaron las bancas del teatro para su casa.

    Con mi reducido costal de interrogantes llegu al telfono pblico a haceruna de las llamadas ms cruciales de mi vida. La misma voz contest. Le dijeque haba llegado de Colombia para la entrevista y escuch un bramido:

    Qu entrevista ni qu entrevista!

    Con las mismas me devolv. Daniel Santos llevaba varios aos aquejado deuna insuficiencia renal y deba sentirse ya muy mal, a juzgar por la manera enque me habl. Me sobraba tanta comprensin como dolor. Dos mesesdespus, era conducido de emergencia al Hospital de Munroe, en Ocala, ydos das ms tarde, el 27 de noviembre, se despidi de esa vida que habaatravesado a todo vapor, dejndome la opcin de sus canciones, esa infinitasensacin de haber estado tan cerca y tan lejos.

    (El Heraldo, septiembre de 2012)

    El cosmonauta de la muerte

    Su padre le impuso el nombre de un cosmonauta sovitico, quizpretendiendo que Rory llegara a las alturas de la vida, fuera exitoso, estuviera

  • 5/26/2018 MCausland Ernesto Cmo Olvidar a Nancy

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    en las primeras pginas de los peridicos, recibiera la uncin bautismal de unbrillante porvenir.

    Ahora, 34 aos despus, Rory Conde est en esas primeras planas, pero nocomo su padre hubiera querido. Lo est por el mltiple homicidio deprostitutas en Miami, ostentando el ingrato remoquete de El Asesino de laCalle Ocho. Ahora Rory es un condenado a muerte en una corte sombra,lejos, tan lejos, de la ancha cuadra del barrio Recreo, con sus rfagas deviento, su olor a mango maduro, sus verdes jardines, su festivo vecindario.

    Eso no les cabe en la cabeza a los vecinos del barrio, donde Rory pas lamayor parte de su infancia. Claro que Rory era un nio diferente. Eso no loniegan. Jugaba a la par con todos los nios, pero era exageradamentecallado. Alguien me lo resumi: Haba que ser muy amigo de l para que tedirigiera la palabra.

    Qu estaba pasando por la cabeza del silencioso Rory? Nadie lo sabe, nitampoco nadie quiere jugar al siclogo. En el caso del Asesino de la Calle 8,los vecinos prefieren hablar de Rory, el nio que conocieron.

    La vida familiar de Rory en Barranquilla haba sido accidentada. Su madre,una hermosa dependiente de saln de belleza, hija de un eminente mdicode la ciudad y que una vez dej con la boca abierta al dolo Pedro Infante, se

    haba casado con el mecnico de aviacin Gustavo Conde en medio de unagran oposicin familiar.

    Primero naci Nelly. Al ao, Rory. E inmediatamente