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MARXISMO & REVOLUCIÓN MARXISMOYREVOLUCION.ORG
HEGEL Y AMÉRICA LATINA. LAS ANTINOMIAS DEL ESPÍRITU
Por Carlos F. Lincopi Bruch
“El espíritu no es un hueso”
G.W.F. Hegel, Phänomenologie des Geistes (1807)
“Esa tempestad es lo que llamamos progreso.”
Walter Benjamin, Über den Begriff der Geschichte (1940).
Apuntes preliminares
El trabajo que presentamos a continuación procura dar cuenta de cierta
antinomia, o incluso tensión, al interior del pensamiento de Georg Wilhelm Friedrich
Hegel (1770-1831), específicamente en relación a las consideraciones de nuestro
filósofo con respecto al continente latinoamericano, al que ha llamado Nuevo Mundo,
precisamente por carecer de la madurez del espíritu europeo (Viejo Mundo). En
efecto, a nuestro juicio, es posible encontrar en las Lecciones sobre filosofía de la
historia universal (1837) una posición eurocentrista – en sentido ideológico – que se
contradice con el proyecto expresado en Fenomenología del espíritu (1807).
Entendemos “eucentrismo” en el sentido de falsa conciencia o ideología en el
sentido planteado por el filósofo checoslovaco Karel Kosík en su Dialéctica de lo
concreto (1963):
“La representación de la cosa, que se hace pasar por la cosa misma y crea la apariencia
ideológica, no constituye un atributo natural de la cosa y de la realidad, sino la proyección de
determinadas condiciones históricas petrificadas, en la conciencia del sujeto.”1
Por alguna razón, que desconocemos y que sería objeto de otra investigación, el
programa filosófico de la Fenomenología del espíritu parece ser abandonado en las
reflexiones más tardías de Georg Hegel. La obra de 1807 parece tener a simple vista –
como argumentaremos más adelante – una pretensión universal que considera el
espíritu en cuanto que género humano, en algunos momentos, Fenomenología del
espíritu parece ser un proyecto inspirado en los valores de igualdad cívica de la
Revolución Francesa, mientras que en Lecciones sobre filosofía de la historia universal
es claro que los habitantes del continente latinoamericano no pueden participar de
algo así como una igualdad cívica dada sus condiciones naturales de inferioridad. En
este punto, a nuestro juicio, la filosofía de la historia de Hegel abandona su contenido
filosófico – en el sentido de cientificidad real – y se vuelve ideológica en el sentido
expresado más arriba. En el momento en que Hegel plantea la imposibilidad del 1 Kosík, K. (1967). Dialéctica de lo concreto. México: Grijalbo, p.32
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desarrollo “espiritual” de los habitantes indígenas de América Latina no hace sino
hace pasar “la cosa” por la “cosa misma” y petrificar en su propia conciencia el
eurocentrismo, como predisposición valorativa negativa hacia los indígenas
latinoamericanos. En ese momento, la famosa dialéctica de Hegel muere, pues pierde
su movimiento.
El problema es que se trata de descifrar nuestro Hegel, es decir, apoderarnos de
Hegel críticamente en miras al desarrollo de nuestra reflexión filosófica. Por ello,
asumimos un compromiso con Fenomenología del espíritu, texto en el cual Georg Hegel
parece superar todas las vallas ideológicas de su tiempo y logra dar cuenta de una
nueva época, a nuestro juicio, Fenomenología del espíritu es un texto de tipo
revolucionario. En este sentido, no es casual que durante su estancia en París Karl
Marx haya dedicado un manuscrito completo a leer y criticar la dialéctica de Hegel tal
y como se presenta en Fenomenología del espíritu.2
Por otra parte, el presente trabajo carecería de valor científico si pasara por
alto los ensayos aportados por Susan Buck-Morss: Hegel, Haití y la historia universal
(2009).3 En sus trabajos, Buck-Morss logra ir más lejos en relación el espíritu
revolucionario de Fenomenología del espíritu y conecta el texto con los
acontecimientos “que no se vieron” de la llamada Revolución Francesa, en efecto, en la
oscuridad de lo que acontecía en Francia, se desarrollaba al mismo tiempo un proceso
poco estudiado, se trata de la revolución de los jacobinos negros liderados por
Toussaint-Louverture (1743-1803), hablamos de la independencia de Haití, el primer
proceso de liberación nacional y social que conoce el continente latinoamericano. A
juicio de nuestra autora, ciertas categorías como las expresadas en dialéctica de amo y
esclavo estarían inspiradas en los sucesos de Haití. Este punto es clave, pues si la
hipótesis de Buck-Morss es verdadera, entonces Hegel logra realizar en
Fenomenología del espíritu una filosofía auténticamente universal, pues reflexiona en
Europa, considerando acontecimientos del “Nuevo Mundo”.
Antes de comenzar de lleno con nuestra argumentación, nos interesa dar
cuenta de nuestro interés por estudiar las relaciones de Hegel con América Latina. La
razón es más o menos sencilla, como en otros trabajos, admitimos y reconocemos filas
en el marxismo – entendido críticamente claro –, observamos el mundo a partir de
una posición, la de los explotados y oprimidos. En este sentido, el marxismo como
pensamiento crítico debe someterse a sí mismo al fuego de la crítica, de ello, Marx no
se salva. Nos interesa esclarecer la naturaleza del eurocentrismo de Marx. Según el
filósofo argentino José Aricó (1931-1991), en Marx y América Latina (1982), el
2 Léase Marx, C. (2012). Manuscritos económico-filosóficos. En E. Fromm, Marx y su concepto del hombre
(págs. 103-175). México: Fondo de Cultura Económica. 3 Buck-Morss, S. (2013). Hegel, Haití y la historia universal. México: Fondo de Cultura Económica.
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eurocentrismo de Marx ingresa en su pensamiento vía filosofía de Hegel. La hipótesis
de Aricó tiene bastante sentido, sobre todo si consideramos que la primera edición en
1937 de Lecciones sobre filosofía de la historia universal es realizada por Eduard Gans
(1797-1839), uno de los principales discípulos de Hegel y, al mismo tiempo, maestro
de Karl Marx en la Universidad de Berlín.4 De lo que se trata es de forjar, mediante la
actividad crítica – poco a poco y con la paciencia del concepto – un pensamiento a la
altura de las actuales circunstancias del mundo moderno.
Consideraciones preliminares sobre el concepto de espíritu en Hegel
Antes de comenzar con el tratamiento comparativo de las argumentaciones
sostenidas en Fenomenología del espíritu y Lecciones sobre filosofía de la historia
universal, nos interesa desarrollar sumariamente el sentido del término Geist
(espíritu) en la filosofía hegeliana, el objeto de este inicio conceptual tiene por objeto
aprehender de mejor manera la argumentación desarrollada en los textos que
estamos enfrentando. Como se sabe, el concepto Geist es ampliamente utilizado en la
filosofía idealista alemana y es utilizado para expresar cierta contraposición entre
Espíritu y Naturaleza.5 En su famoso diccionario de filosofía, Ferrater Mora ha
destacado tres formas del concepto de espíritu en Hegel, a saber:
“La filosofía del Espíritu como Espíritu subjetivo estudia el emerger del Espíritu desde su
situación de "hundimiento" en la Naturaleza, el desarrollo de la conciencia y el
desenvolvimiento del sujeto como sujeto práctico (moral) y teórico (cognoscente). La filosofía
del Espíritu como Espíritu objetivo estudia los modos como el Espíritu subjetivo se "fija" en la
moralidad, el Estado y la historia. La filosofía del Espíritu como Espíritu absoluto estudia el
cumplimiento de la evolución o autodesarrollo del Espíritu en el arte, la religión y la filosofía.”6
En base a esta categorías de las formas del Geist, es posible destacar que en
relación a las consideraciones de Hegel – como se verá más adelante – sobre los
indígenas del Nuevo Mundo, se trata de una forma radical de hundimiento del Espíritu
en la Naturaleza, lo cual implica que los habitantes de América Latina no son sujetos
prácticos (morales), menos aún teóricos (cognoscentes), sin moralidad, Estado e
historia, de hecho el término “Nuevo Mundo” expresa precisamente carencia de
historia, es “nuevo” porque carece de la madurez y desarrollo del Espíritu, tampoco
habrá arte o filosofía.7
4 Es interesante destacar que estudios sobre Eduard Gans en español hay muy pocos. Puede considerarse
como un momento perdido en la historia de la filosofía, lo cual es sorprendente si consideramos a Gans como mediador de dos de las mentes más grandes de la modernidad: Hegel y Marx. 5 Ferrater, J. (1964). Diccionario de Filosofía. Buenos Aires: Sudamericana, p.573
6 Ibíd., p.573
7 En la tradición Inca existe la figura del “amauta”, en la tradición mapuche la figura del “kimche”, en ambas
culturas, se trata de personas preocupadas y especializadas en torno al problema del conocimiento.
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Por otra parte, entre los años 1795-1800 Hegel realiza una serie de estudios e
investigaciones teológicas en Berna primero, luego en Frankfurt. En estos “ensayos y
esbozos” – como los ha titulado José María Ripalda – el concepto de espíritu aparece
en diversos sentidos: espíritu nacional, espíritu del pueblo, espíritu del tiempo,
espíritu de Cristo, espíritu de Dios, espíritu de la comunidad, entre otros.8
En Fenomenología del espíritu (que trata precisamente de la experiencia del
espíritu) vemos el surgimiento del espíritu en el conflictivo deseo de reconocimiento
de una autoconciencia en otra autoconciencia, esto es, en la medida que es
autoconciencia para otra autoconciencia.9 Precisamente el espíritu surge, aún en un
estado primitivo, en el encuentro de autoconciencias o sujetos, encuentro que como
tal arroja a ambos entes autoconscientes a un combate a muerte. Por esta razón aclara
Hegel:
“Aquí está presente ya para nosotros el concepto del espíritu. Más tarde vendrá para la
conciencia la experiencia de lo que el espíritu es, esta sustancia absoluta que, en la perfecta
libertad e independencia de su contraposición, es decir, de distintas conciencias de sí que son
para sí, es la unidad de las mismas: el yo es el nosotros y el nosotros el yo.”10
En este punto se trata de un primer surgir del espíritu, pero no en su verdad,
como “el yo es el nosotros y el nosotros el yo”, pues el deseo de reconocimiento es
conflictivo, bélico y por tanto, no permite las condiciones propias del espíritu en su
verdad como un ente comunitario. Es propiamente en razón (aprehensión de la
conciencia del mundo y de sí en el mundo en unidad) que el espíritu se encuentra en
condiciones de realmente desenvolverse en su verdad, pues como apunta Hegel, es en
este momento de la experiencia de la conciencia que, hay reconciliación con el ser otro
(mundo u otras autoconciencias), pues la razón expresa una forma de conciencia que
se tiene a sí misma como certeza de ser toda realidad, ya no hay conflicto, negatividad,
ni “más allá”, sino fuerza activa y presente del “más acá”.11 En otros pasajes, Hegel
plantea: “El espíritu es la vida ética de un pueblo en tanto que es la verdad inmediata; el
individuo que es un mundo.”12 Tenemos en general que, para Hegel en estos pasajes, el
espíritu representa algo así como el concepto que expresa el ethos del individuo en el
marco de una comunidad política.
En Filosofía del derecho (1821), última obra publicada por Hegel, el Espíritu
ético y Estado se presentan como identidad y como la esfera en la cual el individuo se
8 Hegel, G. (2014). El joven Hegel. Ensayos y esbozos. Madrid: Fondo de Cultura Económica, p.308
9 Hegel, G. (2015). Fenomenología del espíritu. México: Fondo de Cultura Económica, p.112
10 Ibíd., p.113
11 Ibíd., pp.143-144
12 Ibíd., p.261
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realiza libremente, el término denota en este sentido una forma de tipo comunitario.
En palabras de Hegel:
“El Estado es la realidad de la Idea ética; es el Espíritu ético en cuanto voluntad patente, claro
por sí mismo, sustancial, que se piensa y se conoce, y que cumple lo que él sabe y como lo sabe.
En lo Ético, el Estado tiene su existencia inmediata; y en la conciencia de sí del individuo, en su
conocer y actividad tiene su existencia mediata, y esta conciencia de sí por medio de los
sentimientos, tiene su liberad sustancial en él, como su esencia, fin y producto de su
actividad.”13
En este sentido, no hay Espíritu ahí donde no hay Estado. Esta parece ser la
realidad que Hegel observa en el Nuevo Mundo: inexistencia de Espíritu, moralidad y
comunidad política. El concepto de espíritu en relación a las consideraciones sobre el
Nuevo Mundo lo veremos más abajo. Aún así, es claro que espíritu expresa una forma
perfecta de relación entre individuo y comunidad (jurídica, ética y política).
El contexto filosófico del eurocentrismo de Hegel
Antes de ingresar al terreno mismo de las antinomias hegelianas, nos interesa
comentar brevemente el contexto de la polémica sobre el Nuevo Mundo. Antonello
Gerbi (1904-1976) ha expuesto en su libro La disputa del Nuevo Mundo (1955) un
resumen de las diferentes consideraciones sobre el Nuevo Mundo bajo el argumento
de diversos filósofos. Veamos algunos notables.
En su ensayo Of National Characters (1748) David Hume (1711-1776) sostiene
que los habitantes de las regiones tropicales y árticas son inferiores al resto de las
especies.14 Para Voltaire (1694-1778), por su parte, el Nuevo Mundo es poco poblado
por tener habitantes naturales poco “industriosos” y estúpidos.15 En el caso de De
Pauw (1739-1799) los habitantes del Nuevo Mundo son degenerados, bestiales,
débiles y serviles por su propia naturaleza.16
En el caso de Kant (1724-1804), mucho más cercano a Hegel, si bien pueden
encontrarse observaciones positivas – incluso cierta admiración – sobre América
antes del año 1775, las consideraciones de Kant sobre el Nuevo Mundo a partir de ese
año van a ser tajantes en un sentido pesimista. Los habitantes son decadentes, no
detentan potencialmente ningún tipo de forma civilizatoria, carecen de sentimientos,
amor y son absolutamente perezosos. Una causa de la falta de la energía vital de tales
13
Hegel, G. (2009). Filosofía del derecho. Buenos Aires: Claridad, p.211 14
Gerbi, A. (1982). La disputa del Nuevo Mundo. México: Fondo de Cultura Económica, p.47 15
Ibíd., p.57 16
Ibíd., pp.66-101
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pueblos, para Kant, es la absoluta carencia de un Estado y, por tanto, de un orden
jurídico que asegure la subsistencia de esas culturas.17
Al parecer, solo Goethe (1749-1832) va a tener una posición diferente. Su lírica
señala:
“Amerika, du hast besser als unser Kontinent, das alte, hast keine verfallene Schlösser und
keine Basalte.”18
En estos pasajes Goethe se representa un Nuevo Mundo sin castillos, esto es,
sin “residuos feudales ni rencores seculares”19. La virtud de Goethe reside en que, al
menos, no considera a los habitantes de nuestro continente como inferior por
condición natural o cualquier otro tipo de descalificación ad hominem, se representa
un Nuevo Mundo feliz en comparación a la tragedia del Viejo Mundo. Es importante
destacar que con Goethe, Hegel sostuvo una larga amistad. La poesía expresada en
estos pasajes es coherente absolutamente con el programa revolucionario expresado
en la Fenomenología del espíritu, con razón en una carta fechada en mayo de 1924,
Goethe escribe a Hegel:
“¡Ojalá que todo lo que yo sea capaz de hacer todavía se ajuste a lo que usted ha fundado y
construido.”20
No profundizaremos más en este punto, del cual podrían desarrollarse
bastantes trabajos e investigaciones a futuro. Básicamente nos interesa destacar, en
general, que el contexto de la filosofía europea de la cual Hegel se alimenta está
permeada de consideraciones tajantes sobre los habitantes del Nuevo Mundo, el
sentimiento de superioridad europea se presenta como una constante en diversos
pensadores de la época, por esta razón es sorprendente que Fenomenología del
espíritu escape a ese eurocentrismo, mientras que las consideraciones racistas
expresadas en Lecciones sobre filosofía de la historia universal no deberían sorprender
al lector. El primer texto hace a Hegel un pensador excepcionalmente revolucionario,
mientras que el segundo le ha de dar el lugar de “uno más” entre los pensadores de su
época.
El espíritu, Hegel y el Nuevo Mundo
En sus Lecciones sobre filosofía de la historia universal Hegel va a procurar
desarrollar una argumentación orientada a fundamentar un concepto de historia
17
Ibíd., pp.416-417 18
Ibíd., p.451. [Tú, América, lo pasas mejor, que nuestro viejo continente, ni tienes castillos en ruinas, ni tienes basaltos.] 19
Ibíd., p.451 20
Kohan, N. (1998). Marx en su (tercer) mundo: hacia un socialismo no colonizado. Buenos Aires: Biblos, p.148
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universal. En estas lecciones, Hegel aborda brevemente sus consideraciones acerca de
América a la cual llama “Nuevo Mundo”. Para Hegel, considerar la historia desde una
perspectiva universal, no quiere decir pensar lo universal abstractamente, sino
concreta y presente.21 Para nuestro filósofo, pensar la historia universal significa
abordar el “espíritu, eternamente en sí, y para quien no existe ningún pasado”22. En
sentido, es posible observar en la filosofía de la historia de Hegel la primacía de un
orden temporal: el tiempo presente.23 De hecho, este punto es abordado con mayor
claridad en la Fenomenología del espíritu, en tanto Hegel sostiene que el espíritu “se
aparta del más acá sensible y de la noche vacía del más allá suprasensible, para marchar
hacia el día espiritual del presente”.24 En este sentido, el concepto de “espíritu” en
Hegel denota cierta temporalidad cargada de presente, de actualidad.25
Siguiendo con Lecciones sobre la filosofía de la historia universal es importante
considerar las relaciones que establece Hegel entre el Espíritu y la Naturaleza, así
como las condiciones de posibilidad para el surgimiento del primero. Aprehender
estos elementos será vital para entender su visión sobre América – y sobre América
del Sur en particular –. Veamos.
Un primer elemento, dice relación con el suelo, la tierra. Para Hegel el espíritu al
ingresar al plano de la existencia, tiene el suelo como base esencial y necesaria. En ese
momento, el espíritu ingresa a la infinitud y, con ello, a la esfera de la naturaleza.26
Hegel sostiene que existe un nivel de correlación entre el nivel espiritual y el natural.
Este último, la existencia natural, contiene dos aspectos importantes: 1) voluntad
natural del pueblo, y; 2) la naturaleza exterior particular.27 Abordar el elemento
natural significa, entre otras cosas, abordar el contexto geográfico de una nación,
decíamos, el suelo. El humano, desde la argumentación hegeliana, en la medida que no
es libre, es un ser sensible. Entendemos aquí la “sensibilidad” del ser, como aquella
primera figura que da vida a la experiencia de la conciencia, el estadio más primitivo
del espíritu –algo así como un “pre-espíritu” – cuya determinación es, precisamente, lo
sensible. Esa sensibilidad se encuentra con su contenido geográfico, el mundo que
rodea a la conciencia, como una conciencia meramente de lo otro, del mundo objetual,
21
Hegel, G. (2012). Lecciones sobre la historia universal. Madrid: Alianza, p.160 22
Ibíd., p.160 23
En Benjamin también existe una consideración muy importante acerca del tiempo-ahora, el presente actual, por el cual puede entrar el mesías, como veremos, en las concepciones sobre la historia tiende a haber puntos de encuentro entre ambos pensadores. 24
Hegel, G. (2015), op.cit., p.113 25
Es interesante esa primacía del presente. En la línea de Walter Benjamin ese “presente” sería un olvido del pasado, del camino recorrido para llegar hacia “este presente”, es un olvido, por tanto, de las generaciones pasadas, de las víctimas del “soplo del espíritu”. 26
Hegel, G. (2012). Lecciones sobre la historia universal. Madrid: Alianza, pp.161-162 27
Ibíd., p.162
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mas aún no hay conciencia de sí en tal mundo –por eso es un ser “sensible” antes que
“libre” o autoconsciente –. Es el mundo tal y como se la presenta a la conciencia en su
sensibilidad –en sus sentidos –, es la primera determinación sobre la cual la
conciencia va a desarrollar su experiencia, por eso, sostenemos, que Hegel plantea:
“No nos proponemos conocer el suelo como un local externo, sino el tipo natural de la
localidad, que corresponde exactamente al tipo y al carácter del pueblo, hijo de tal
suelo.”28 Hegel aclara que esto es una primera determinación y que “no debiésemos
admitir una relación de dependencia, de tal modo que el carácter de los pueblos fuese
formado por las condiciones naturales del suelo”. El estadio de ser sensible sería algo
así como un niño que alberga en sí las condiciones de posibilidad para forjarse en
hombre, y por tanto, en un ser libre.29 Finalmente, tenemos que el suelo, en tanto
mundo que rodea a la conciencia, es una determinación del ser sensible. Hay quienes
podrían llamarse perfectamente –siguiendo a Frantz Fanon – condenados de la tierra.
El segundo elemento a considerar, por Hegel, es el clima. Aunque sostiene que
no es un elemento “determinante”, considera que ni las zonas cálidas ni las zonas frías
son “suelo abonado para la libertad de los hombres”.30 El argumento es más o menos
así, existen zonas sobre las cuales la libertad del hombre puede desarrollarse más
fácilmente que en otras, aunque en la zonas cálidas y frías, en la cual la naturaleza es
demasiado poderosa, si bien no es imposible que la conciencia supere su estadio
puramente sensible en aras a adquirir su libertad, es al menos, difícil.31 La naturaleza,
en ningún caso, debe considerarse como una entidad tal que es más fuerte que el
espíritu.32 Hegel subraya, siguiendo a Aristóteles, que es preciso satisfacer la premura
de la necesidad, para luego elevarse a los fines más elevados, precisamente, a la
libertad, a la cultura más elevada.33 Es curioso que Walter Benjamin en su tesis IV
sobre el concepto de historia, iniciara con un pasaje de Hegel: “…Afanaos primeramente
por la comida y la vestimenta, y el Reino de Dios os llegará de suyo…”34, también Marx
pensaba algo similar cuando sostenía que: “…El hombre necesitado, cargado de
preocupaciones, no aprecia el espectáculo más hermoso…”35. Las consideraciones de
Hegel, pues, no son algo extraño en la historia de la filosofía, nosotros también
consideramos la satisfacción de la apetencia natural como un elemento central para el
desenvolvimiento de los pueblos para llegar a un “nivel cultural más elevado”.
Volvamos a Hegel. Siguiendo su orientación argumentativa, será la zona templada la 28
Ibíd., p.162 29
Ibíd., p.162 30
Ibíd., p.163 31
Ibíd., p.163 32
Ibíd., p.163 33
Ibíd., pp.163-164 34
Benjamin, W. (2014). La dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre la historia. Santiago de Chile: LOM, p.40 35
Marx, C. (2012). Manuscritos económico-filosóficos. En E. Fromm, Marx y su concepto del hombre (págs. 103-175). México: Fondo de Cultura Económica, p.142
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que “ha de ofrecer el teatro para el drama de la historia universal” y dentro de esa
zona, la mejor es la parte septentrional, es decir, el Norte.36 Nos permitiremos citar a
Hegel para mejor comprensión del argumento:
“…mientras en el Norte la tierra se desarrolla a lo ancho, en cambio, hacia el Sur, se escinde y
deshace en varias puntas afiladas, como son América, Asia y África…así, en el aspecto botánico
y zoológico, la zona septentrional es la más importante…”.37
Para Hegel, el lugar de la historia universal, no es otro que su Europa. Mientras
que en el Sur, en nuestra América:
“…La violencia de los elementos es demasiado grande, para que el hombre pueda vencerlos en
la lucha y adquirir poderío bastante para afirmar su libertad espiritual frente al poder de la
naturaleza.”38
El tercer elemento refiere a las relaciones entre mar y tierra, las cuales pueden
entenderse de la siguiente forma: 1) altiplanicies sin agua; 2) valles surcados por ríos,
y; 3) litorales.39 En las altiplanicies, básicamente, no existen condiciones para forjar un
espíritu comunitario, no hay “relaciones jurídicas” y es el terreno propio del robo40,
del delito; los pueblos que viven en estas condiciones se encuentran en una guerra
exterior constante, no observan su interioridad, su comunidad, su espíritu, el estadio
del pueblo que habita el altiplano, en la mirada de Hegel, es un pueblo sumergido a un
caos continuo de violencia radical. El caso del valle es diferente, pues:
“El suelo es fértil, por el acarreo de tierras; el terreno debe su fertilidad a las corrientes que lo
han formado. Aquí surgen los centros de cultura, que son independientes, pero no una
independencia sin límites del primer elemento, sino con una diferenciación, que no se lanza al
exterior, sino que se convierte en cultura interior”41.
El tercer elemento es el litoral, el lugar de contacto, propiamente, de tierra y mar. El
mar alienta, según Hegel las siguientes características en los pueblos: mirada hacia lo
infinito, ánimo de trascendencia, a la valentía, a la conquista, la ganancia, el extravío
del miedo a perder la vida y, por tanto, alienta en el individuo una conciencia de
mayor libertad. El mar invita a perder el miedo a la muerte, como en la dialéctica de
señorío y servidumbre, y engendra un espíritu peculiar. Es en el litoral, el lugar en el
cual se forjarán los Estado más elevados.42
36
Hegel, G. (2012). Lecciones sobre la historia universal. Madrid: Alianza, p.164 37
Ibíd., p.164 38
Ibíd., p.164 39
Ibíd., p.165 40
Ibíd., p.166 41
Ibíd., p.167 42
Ibíd., pp.168-169
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Hasta este momento, el Norte es lo más elevado espiritualmente, mientras que
el Sur, parece más cercano a un estadio primitivo, a un estadio “natural” de “ser
sensible”. La violencia es ejercida por el entorno natural, geográfico y climático, pero
así mismo, la naturaleza violenta del entorno, se expresa en cierto carácter del pueblo,
es violento, no tiene forjado un espíritu (según Hegel), tampoco regulación jurídica
(argumento similar al indicado por Kant más arriba), parece ser, hasta aquí, que el Sur
posee en sí la concentración de múltiples determinaciones que dan vida a una
violencia radical, en estado “puro” y, por tanto, carente de todo espíritu o comunidad
jurídico-política.
Luego de abordar los elementos generales, Hegel recién comenzará a
desarrollar su “punto de vista” sobre el Nuevo Mundo, es decir, sobre nuestra
América. A diferencia de Europa, como el lugar en el cual la humanidad es más libre43,
América del Sur es, un lugar en el cual se desarrolla una impotencia física y espiritual
de los pueblos (argumento que comparte con Hume, Voltaire, De Pauw y Kant).44 El
Nuevo Mundo no se diferencia con respecto al Viejo Mundo en consideraciones
superficiales o exteriores. La violencia del argumento de Hegel radica en que, la
diferencia entre ambos mundos, es una división esencial.45 El Nuevo Mundo “no es
nuevo relativamente sino absolutamente”.46 En nuestro Sur, a los ojos de Hegel,
habitan unos cuerpos sin espíritu, carentes de cultura. De hecho, la poca cultura que
había, era una cultura “natural” –primitiva– condenada a perecer al entrar en contacto
con el verdadero espíritu –el europeo–.47 El indígena es una entidad en el mundo que
perece frente al “soplo del espíritu”48. Estos pasajes de Hegel ocultan una violencia
radical: “…estos pueblos de débil cultura perecen cuando entran en contacto con pueblos
de cultura superior y más intensa.” El indígena, según Hegel, es por su propia
naturaleza, sumiso, humilde y servil, tanto con respecto al criollo, pero con aún más
fuerza, con respecto al europeo.49 Pero Hegel, debe continuar llevando su argumento
al extremo: “la inferioridad de estos individuos se manifiesta en todo, incluso en la
estatura.”50 Lo curioso de esto, es que afirmaciones similares podemos encontrar en
Friedrich Engels, en sus consideraciones sobre Argelia– más allá de todos sus sueños
socialistas – sostenía que sus habitantes son: “…una raza tímida que ha conservado, no
obstante, su crueldad y su carácter vindicativo, en tanto que su moral es muy baja” y en
Marx encontramos también consideraciones similares en La dominación británica en
43
Ibíd., p.199 44
Ibíd., p.171 45
Ibíd., p.170 46
Ibíd., p.170 47
Ibíd., p.171 48
Ibíd., p.171 49
Ibíd., p.171 50
Ibíd., p.172
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la India (1853), textos en los cuales el “soplo del espíritu” o “el desarrollo de las
fuerzas productivas” justifican la disolución de las comunidades naturales.51 La moral
europea, el orden ético-político (jurídico), se presenta como predestinación espiritual
de los pueblos del mundo, como el orden moral, suficientemente elevado que toda la
población mundial debe adoptar.
Otro punto a considerar por Hegel son las diferencias entre Norteamérica y
América del Sur. La primera, superior a la segunda. Existen diferencias políticas y
religiosas, en sumo, diferencias teológico-políticas que marcan el carácter superior del
orden espiritual del primero sobre el segundo, veamos. En Norteamérica, predomina
el poder civil y la libertad, pero sobretodo, tiene la característica de ser una república
protestante en la cual predomina la libertad religiosa. La religión protestante fomenta
la confianza mutua entre los ciudadanos, condición básica para un buen comercio, la
religiosidad es un ámbito que rige toda la vida, además el europeo que llega a
Norteamérica no es un “conquistador”, sino un tierno trabajador esforzado e
industrioso, claro, esto, según Hegel, según las locas y fantasiosas quimeras de Hegel.52
En cambio, y en esto tiene razón, América del Sur es – lamentablemente – católica. En
el Sur, el poder no es ni civil ni sustentado en la “libertad”, es ante todo, un poder
militar (la historia reciente de América Latina demuestra que en esto Hegel tiene
razón). Además, entre católicos no puede existir confianza, sino la desconfianza, el
orden es absolutamente jerárquico, por eso, entre católicos “domina el poder violento
y la sumisión voluntaria”. Entonces, para Hegel, el Nuevo Mundo no solo es detestable
por la naturaleza de las comunidades y formas físicas de sus habitantes, junto con ello,
América Latina tiene el agravante de ser católica.
Un balance final nos indica que el desarrollo del “Espíritu” (de la comunidad
política) es básicamente imposible. Para Hegel el único destino coherente con la
historia universal, para el Nuevo Mundo, es adoptar la cultura y espíritu europeo,
asumir la madurez del “Viejo Mundo”. Pero decimos que el eurocentrismo de Hegel es
ideológico, pues: ¿Cómo puede justificarse a partir de la estatura de los indígenas una
inferioridad espiritual? ¿Acaso Kant, conocido por su baja estatura, es más inepto
intelectualmente que Hegel solo por su inferior tamaño? ¿Y si hubiera, como en la
Patagonia, indígenas que sobrepasaren el tamaño del hombre europeo promedio,
serían también más “elevados”? El argumento de Hegel, para presentar sus
consideraciones sobre América Latina está plagado de pseudociencia, ideología y
falacias que son incompatibles con el proyecto de Fenomenología del espíritu.
Fenomenología del espíritu, jacobinos negros y revolución haitiana
51
Marx, K., & Engels, F. (2009). Acerca del colonialismo. Buenos Aires: Terramar, p.77 52
Hegel, G. (2012). Lecciones sobre la historia universal. Madrid: Alianza, pp.173-174
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A lo largo del trabajo hemos expresado una suerte de incompatibilidad entre
las consideraciones de Hegel sobre la historia universal y el proyecto expresado en
Fenomenología del espíritu. ¿Dónde Hegel explica en términos generales el proyecto de
su Fenomenología del espíritu? La introducción a su obra es la forma más clara de
aprehender el “método” y el “propósito” de su programa filosófico.
En la introducción, en efecto, Hegel explica que la ciencia se presenta de forma
inmediata como una mera manifestación, pero que su verdad es desarrollo y
despliegue. La disposición cognitiva de la conciencia solo puede aprehenderse en un
sentido procesual, o lo que es lo mismo, no puede encerrarse en la apariencia de un
mero momento –el de su aparición o el mero manifestarse –.53¿Y cómo supera esta
apariencia la ciencia? Volviéndose o enfrentándose a la propia apariencia –que es un
momento de sí misma, aún no desarrollada y desplegada –.54 Esto quiere decir que lo
absoluto sólo es posible en tanto desarrollo o proceso. Frente a los diversos y múltiples
problemas del saber – verdadero o no verdadero – no queda más remedio que
abordar el saber en su propia manifestación.55 Y al abordar el problema de esta forma
–el problema del saber –, nos dirá Hegel que, su exposición consistirá en desarrollar el
“camino de la conciencia natural que pugna por llegar al verdadero saber” o como “el
camino del alma que recorre la serie de sus configuraciones como otras tantas de su
tránsito que su naturaleza le traza, depurándose así hasta elevarse al espíritu”. 56 Este
proceso, es la experiencia de la conciencia, lo que permite –sobre la base de su propia
experiencia – el conocimiento de lo que en sí misma es.57 En este punto, Hegel utiliza el
término “conciencia natural”, es precisamente el mismo estadio en el cual parecen
encontrarse los indígenas del Nuevo Mundo: ¿Qué impediría que estas conciencias
naturales desenvuelvan la experiencia de su propia conciencia? Como puede verse,
para efectos de la Fenomenología del espíritu no pueden existir diferencias entre las
posibilidades que alberga cualquier conciencia natural, en este sentido decimos que,
Fenomenología del espíritu detenta con mayor propiedad el status de ser una “filosofía
universal”. Veamos qué más dice Hegel.
El proyecto hegeliano tiene la pretensión de aprehender todas las formas o
momentos de la conciencia, es decir, aprehender cierta totalidad, alcanzada
solamente por la fuerza proceso58. Decimos que Hegel procura mediante su trabajo
algo así como la ciencia, pero tal forma de la conciencia es aquella en la cual el saber
53
Hegel, G. (2015), op.cit., p.60 54
Ibíd., p.53 55
Ibíd., p.54 56
Ibíd., p.54 57
Ibíd., p.54 58
Ibíd., p.55
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no necesita ir más allá de sí59, donde – el saber – se encuentra a sí mismo, esto es, el
momento en el cual concepto se identifica al objeto y el objeto al concepto.60 Si no se
llega a esta “estación”, la progresión – de la conciencia sobre sí misma – se hace
incontenible ya que no encuentra satisfacción en los estadios anteriores (en los cuales
el concepto no se corresponde con el objeto), esto es posible, porque la conciencia es el
objeto de su propia experiencia.61 En este sentido, cuando la conciencia se encuentra
en su existencia limitada, pero a la vez, en su no-verdad, tiende a ser empujada más
allá de sí misma, y puesto que la conciencia es su propio concepto62, no hace sino
alterar el concepto que ella tiene de sí misma.
En la parte final de la introducción, Hegel vuelve a preguntarse sobre el
problema del método con el cual abordará su obra (del cual ya ha dado luces). Pero al
tratarse de la conciencia y de su desarrollo, no se trata de otra cosa que comparar a la
conciencia consigo misma (en su desarrollo o proceso). Y esto quiere decir que la
conciencia es la pauta de sí misma. El examen que procura realizar Hegel al interior de
la conciencia es, como hemos dicho, si el concepto se corresponde con el objeto.
Entendiendo el concepto como saber y objeto como esencia o lo que es.63 Y tratándose
de la conciencia, examinamos lo que es en y para sí de la propia conciencia, que tiene
en esa ocasión la posibilidad, de desarrollar el concepto sobre sí misma. Para decirlo
en otros términos, el concepto y el objeto, se ubican en la conciencia misma. A este
movimiento dialéctico es lo que Hegel denomina experiencia de la conciencia.64 El
resultado, concluye Hegel es que la experiencia que realiza la conciencia sobre sí no
puede sino comprender la totalidad del reino de la verdad.65 Esto quiere decir, que
cada una de las figuras de la conciencia son diferentes momentos del sistema total de
la conciencia, pero que llegan a su existencia verdadera impulsándose más allá de cada
una de estas figuras. En este sentido, para Hegel, habrá un momento en el cual la
conciencia se despojará de todas sus apariencias culminando en un punto en que la
manifestación de la conciencia será idéntica a su esencia, llegando a un estadio de
auténtica ciencia del espíritu y el alcanzar entonces el saber absoluto. 66 Como puede
verse, en la Fenomenología del espíritu la conciencia se vale de sí misma en tanto que
conciencia, no depende de un tal clima o contexto geográfico, tampoco se haya sujeta
la conciencia a la estatura del cuerpo que la alberga. En estos pasajes hegelianos
puede observarse el estatuto universal de la conciencia (el concepto de igualdad),
59
Ibíd., p.55 60
Ibíd., p.55 61
Ibíd., p.55 62
Ibíd., p.55 63
Ibíd., p.57 64
Ibíd., p.58 65
Ibíd., p.60 66
Ibíd., p.60
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cualquiera que sea, puede elevarse hacia el ámbito del saber absoluto, en la medida en
que aprehenda precisamente el método dialéctico de la experiencia, esto es, la
disposición a forjar la crítica –depurarse de su contenido negativo – sobre sí misma.
En la sección razón de la Fenomenología del espíritu Hegel va a realizar un
balance del camino recorrido por la conciencia, describiendo la transformación de la
autoconciencia (Selbstbewusstsein) en razón (Vernunft).67 Lo central de la
argumentación reside en que Hegel establece las condiciones de posibilidad de la
“máxima” del idealismo, esto es, una conciencia tal que se “anuncia a sí misma como la
certeza de ser toda realidad”. Para que esa certeza pudiera ser anunciada era preciso
que lo universal, que en la conciencia desventurada se presentaba como un ser en sí
más allá de sí misma, retornara del “más allá” para reconciliarse con la conciencia
singular, lo singular y lo universal, anteriormente duplicados en mundos diferentes, se
encuentran ahora en unidad, esta es la condición básica para que pueda existir algo así
como una conciencia con certeza de ser toda realidad (razón).68 Cuando se llega a este
punto la autoconciencia modifica su actitud frente al ser otro (mundo objetual u otras
autoconciencias), ya no se relaciona con respecto a estas entidades (del tipo “ser
otro”) de una forma negativa, ya no necesita reafirmar su esencia en el ser otro que la
niega, cambia su actitud, se vuelve positiva:
“se pone en paz con el mundo y con su propia realidad y puede soportarlos, pues ahora tiene la
certeza de sí misma como de la realidad o la certeza de que la realidad no es otra cosa que
ella.”69
Entonces tenemos que la relación de la conciencia con respecto al mundo se
modifica, se vuelve positiva decíamos más arriba, lo cual quiere decir, que ya no
pretende la destrucción o desaparición del mundo (por medio de la apetencia o del
trabajo), sino que se interesa en la permanencia del mundo que se le presenta, es un
nuevo mundo y tiene la certeza de experimentarse solamente en él.70 Estos pasajes
pueden ser interpretados de la siguiente forma, la singularidad de la conciencia no es
sino en el mundo, es esencia solamente en tal mundo. La razón configura la
aprehensión unitaria del mundo objetual, propia de la certeza sensible, la percepción
y el entendimiento, con la conciencia de sí, de su subjetividad, propia de las formas del
tipo señor y siervo, estoica, escéptica y conciencia desgraciada. Aquí notamos una
cuestión importante, tanto en conciencia como en autoconciencia, la conciencia tiende
hacia un “más allá”, hacia una duplicación del mundo: uno singular, contingente, otro
universal, esencial. Este punto es clave pues, la duplicación del mundo es cancelada
con la razón. El mundo es unificado y solo por esa razón es un mundo nuevo. Para Jean
67
Kojeve, A. (2013). Introducción a la lectura de Hegel. Madrid: Trotta, p.120 68
Hegel, G. (2015). Fenomenología del espíritu. México: Fondo de Cultura Económica, p.143 69
Ibíd., p.143 70
Ibíd., p.144
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Hyppolite, este momento de la experiencia de la conciencia expresa la filosofía propia
de la modernidad. La razón es el concepto tal que expresa filosóficamente el
nacimiento de la modernidad, tal es el nuevo mundo.71 La razón es, por tanto,
siguiendo a Valls Plana, un momento de la experiencia del espíritu en el que el todo se
ha formado y en el cual “el yo y el mundo forman toda realidad, y el yo sabe que el
mundo es tan suyo como su propio yo.”72
La razón, que es el antecedente inmediato del espíritu, establece la
reconciliación, la paz de la conciencia con el mundo y su afirmación positiva. Si nos
atentemos a las consideraciones expresadas por Hegel en Fenomenología del espíritu
es imposible pensar que el “soplo del espíritu” (de Lecciones sobre filosofía de la
historia universal) pueda ser verdaderamente espíritu. Más bien, la llegada del
“espíritu” europeo parece ser una forma primitiva de autoconciencia en la medida en
que observa al “ser otro” indígena con una carga negativa que justifica el deseo
europeo, ya no de reconocimiento, sino de sometimiento. La violencia desplegada por
el “soplo del espíritu europeo” es incompatible no solo con el proyecto, método y
propósito de la Fenomenología del espíritu, sino que es incompatible con lo que Hegel
ha llamado razón. Para nosotros, esta inigualable obra del pensamiento filosófico es
un tratamiento sistemático no solo del conocimiento humano, sino ante todo, el
desarrollo de la experiencia sobre la cual es posible la libertad humana y la
comunidad ético-política.
Sin embargo, hemos dicho en las consideraciones preliminares que
Fenomenología del espíritu no solo es un texto que se contrapone a Lecciones de
filosofía de la historia universal, sino que además es un texto que, siguiendo a Susan
Buck-Morss, eleva a Hegel a un plano científico inigualable en su época al considerar
acontecimientos propios del “Nuevo Mundo” en su reflexión filosófica, en particular,
los eventos de la revolución haitiana.
Poco se sabe de los acontecimientos iniciados en Saint-Domingue y de los
acontecimientos en las colonias francesas durante la Revolución Francesa. Junto a la
proclama “igualdad, libertad y fraternidad” que alentaba vitalmente el ánimo
revolucionario del pueblo francés, tendremos revueltas esclavas al calor de la
consigna de “fin a la esclavitud” o “libertad o muerte”. Es un momento de quiebre
entre el ideal ilustrado y la vida real, entre el anhelo de libertad (teórica) y la libertad
moral (práctica) del cual los filósofos de la época no se habían hecho cargo.73 En
efecto, se trata del choque de dos mundos conectados por el vínculo colonial, con
71
Hyppolite, J. (1974). Génesis y estructura de la "Fenomenología del espíritu". Barcelona: Península, p.201 72
Plana, R. V. (1994). Del yo al nosotros. Lectura de la Fenomenología del espíritu de Hegel. Barcelona: PPU, p.153 73
Buck-Morss, S. (2013). Hegel, Haití y la historia universal. México: Fondo de Cultura Económica, p.62
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diferencias prácticas y coincidencias teóricas. Tras la abolición de la esclavitud en las
colonias, Napoleón va a desconocer sus propios principios y va a reintentar
restablecer la esclavitud en 1802, junto con ello mandó a arrestar y deportar al líder
de los jacobinos negros, Toussaint-Louverture. Tras su arresto, muere en prisión en
1803.74 ¿Y qué tiene que ver esto con Hegel?
Nuestra autora visibiliza un importante periódico alemán que da cuenta de los
importantes sucesos de Haití, se trata de Minerva, un periódico dirigido por Johann
Wilhelm von Archenholz (1741-1812). Existe suficiente evidencia de que el periódico
era seguido activamente por Goethe, Schelling y Hegel, por eso, en una carta fechada
en diciembre de 1794, Hegel escribe a Schelling:
“Muy por accidente hablé hace unos días con el autor de las cartas firmadas por “O”, en Minerva
de Archenholz. Sin duda las conoces. El autor, supuestamente inglés, es de hecho un silesio…”75
Gracias a la biografía de Rosenkranz sabemos que Hegel tenía el hábito de leer
el periódico todas las mañanas sin falta, como una forma de “plegaria realista
matutina”.76 Para nuestra autora, las formas categoriales de “amo” y “esclavo” están
inspiradas en la lucha de los jacobinos negros en Haití. El silencio de Hegel tras la
transformación material del mundo por parte de los esclavos y la conquista de “su
independencia”, a través de esa transformación, solo puede resolverse volviendo al
momento propio de la lucha a muerte, la libertad solo es alcanzada por medio de ese
combate.77 La humanización del esclavo a través del trabajo, según nuestra autora,
arroja al esclavo nuevamente a la lucha, de ahí la coherencia con la consigna de los
jacobinos negros: “libertad o muerte”. Hegel calla en ese punto, no lo trabaja. Aunque
en otros trabajos78 hemos sostenido que se trata de una “ética de la salvación”, esto es,
liberación solo a través del trabajo y no a través del combate, siguiendo la tradición
del libro de Éxodo del Pentateuco (Antiguo Testamento), la hipótesis de Buck-Morss
puede considerarse plausible. Sin embargo, para Buck-Morss no se trata solo de
“plausibilidad”, más bien:
“En lo que fue el gesto más político de su carrera, utilizó los sensacionales eventos de Haití
como el eje de su argumento en la Fenomenología del espíritu.”79
Para nuestra autora, la revolución haitiana no podía no ser vista por Hegel,
pues, es el momento en que lo racional – la libertad – se vuelve real.80 Por otra parte,
74
Ibíd., p.65 75
Ibíd., p.74 76
Ibíd., p.79 77
Ibíd., p.88 78
Léase nuestro “Ser para otro: esclavitud y trabajo en el pensamiento de Hegel”, disponible en: http://marxismoyrevolucion.org/?p=163 79
Ibíd., p.93
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se apoya en la documentación presentada por Theodor Haering en 1933, según la cual,
Fenomenología del espíritu no parece ser un documento elaborado de acuerdo a un
plan, sino a partir de una serie de decisiones repentinas, presiones internas y
externas, durante un tiempo cortísimo, específicamente, el verano de 1806.81 En
efecto, los eventos que alientan la escritura de Fenomenología del espíritu, serían – sin
mucho disenso al respecto – la Revolución Francesa, y – con un fracaso de 200 años de
la filosofía sin pensar si quiera la pregunta – la Revolución de Haití.82 Teniendo esto en
consideración, va a plantear nuestra autora, pueden entenderse las observaciones
planteadas en sección razón de Fenomenología del espíritu en relación al problema del
vínculo entre “autoconciencia” y “realidad inmediata”, se trata de una crítica a las
teorías racistas (fisiognómica y frenología). Y esto es evidente. En estos pasajes, Hegel
sostiene entre otras cosas:
“El cráneo no es un órgano de actividad, ni es tampoco un movimiento que hable; no se roba, se
asesina, etc. con el cráneo… También, a la vista de un cráneo como el de Yorik en Hamlet se
pueden ocurrir diversas cosas; pero el hueso craneano, considerado como para sí, es una cosa
tan indiferente, tan escueta, que en él, inmediatamente, no puede verse ni suponerse nada más
que él mismo… Esta posibilidad, es decir, la no realidad de la ley establecida y, por ende, las
observaciones que la contradicen, tienen que irrumpir cabalmente por el hecho de que la
libertad del individuo y las circunstancias propicias al desarrollo son indiferentes con respecto
al ser en general, tanto con respecto a este ser como interior originario cuanto como exterior
osificado, y de que el individuo puede ser también algo distinto de lo que originariamente y en
lo interior es y, con mayor razón aun, algo distinto de un hueso… Por este lado, debe
considerarse que se reniega totalmente de la razón cuando se quiere hacer pasar un hueso por
el ser allí real de la conciencia… hueso, para el hombre, no es nada en sí, y menos aun su
verdadera realidad… el espíritu debe ser más bien algo distinto de este hueso…”83
Entonces, no puede ser que la “inferioridad corporal” determine la forma que
adquiere la conciencia. Para nosotros es claro que la libertad humana no depende de
tal o cual hueso, de tal o cual forma del cráneo. Hegel, es por decirlo de alguna forma,
uno de los primeros filósofos que afirma la libertad humana en cuanto que género
humano sin distinción racial, por eso es sorprendente el vuelco de Lecciones sobre
filosofía de la historia universal. Opera un tránsito del Hegel humanista y
revolucionario, a uno racista y eurocéntrico (la pérdida de ciencia). En Filosofía del
derecho Hegel se mantiene como filósofo de la libertad:
“El cuerpo como existencia inmediata, no es adecuado al Espíritu y para ser órgano volitivo,
medio animado por el espíritu, debe ser poseído por éste…solamente, porque yo vivo
80
Ibíd., p.93 81
Ibíd., p.93 82
Ibíd., p.92 83
Hegel, G. (2015), op.cit., pp.185-208
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libremente en mi cuerpo, no se puede abusar de la existencia viviente como de una bestia de
carga.”84
Otro pasaje de Filosofía del derecho parece reconocer –teóricamente – filas con
la revolución haitiana:
“Incluso si yo nazco como un esclavo, y soy alimentado y criado por un amo, y si mis padres y
antepasados son todos esclavos, incluso así, soy libre en el momento en que lo deseo, cuando
me vuelvo consciente de mi libertad.”85
Finalmente, para no extender demasiado este apartado, tenemos que no es del
todo claro el vínculo de Hegel con la revolución haitiana, aunque existen razones de
peso para considerar que el vínculo es altamente probable. De todas formas, más allá
de elemento en particular, nos parece haber demostrado que Fenomenología del
espíritu está motivada por un espíritu humanista, revolucionario y auténticamente
universal que se contrapone a la argumentación racista de Lecciones sobre filosofía de
la historia universal. Las razones del giro hacia eurocentrismo ideológico, petrificado y
primitivo, las desconocemos.
Consideraciones finales
En este punto nuestro trabajo ha concluido. Modificamos por espacio y tiempo
algunos elementos del plan “original” que consideraba un comentario al
eurocentrismo de Marx que quedará en estado de “pendiente”, así mismo una
propuesta de un “nuevo concepto de historia” inspirado en Walter Benjamin el cual,
estando concluido, no ha sido agregado a esta versión pues excedería la amplitud,
extensión, del trabajo.86 Ahora sí, veamos nuestras consideraciones finales.
Ha quedado demostrado a nuestro juicio lo que hemos llamado “antinomia del
espíritu”, se trata, en efecto, de dos momentos contrapuestos en la filosofía de Hegel.
De una parte, tenemos un Hegel revolucionario que otorga elementos de
argumentación para una libertad civil del género humano. Se trata de un Hegel que
argumenta abiertamente en contra del racismo (sección Razón de Fenomenología del
espíritu) y afirma la libertad universal del género humano (Filosofía del derecho).
Hegel se presenta como un pensador anti-esclavista y, ese fundamento, es fortalecido
por la concepción de que cualquier conciencia natural puede experimentarse a sí
misma y elevarse hasta el saber absoluto. Se trata, en efecto, de nuestro Hegel. Por otra
parte, tenemos el Hegel tardío, racista, eurocéntrico, profundamente ideológico que,
abandona explícitamente sus consideraciones anteriores respecto al Espíritu (como
84
Hegel, G. (2009)., op.cit., p.75 85
Buck-Morss, S. (2013)., op.cit., p.95 86
Para el lector interesado en un nuevo concepto de historia recomendamos nuestro trabajo reciente “El anuncio de Walter Benjamin”, disponible en: http://marxismoyrevolucion.org/?p=432
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no dependiente de tal o cual cualidad del cuerpo o forma del hueso) y se dispone a
argumentar la “inferioridad de los indígenas” a partir de su “estatura”. Se trata, en
efecto, de las “condiciones históricas”, léase “prejuicios de la época”, en la conciencia
de Hegel, es el fin de su dialéctica y la pérdida de su ciencia en tanto que ciencia del
espíritu.
¿Qué lleva a Hegel a cambiar tan radicalmente sus posturas y posiciones con
respecto al género humano en tanto que entidades dotadas de conciencia? No lo
sabemos. Desde su desilusión con respecto a los resultados de la Revolución Francesa
y Haitiana, hasta una posible modificación forzada de sus posiciones, pues como se
sabe, Hegel será vigilado constantemente por la policía secreta, en razón de que a sus
cursos asistían una gran cantidad de estudiantes anarquistas y comunistas. Todas
estas son hipótesis posibles que podremos resolver en futuras investigaciones, por
ahora, nos encontramos satisfechos con los resultados de la investigación, pues hemos
expuesto la problemática relación de Hegel con América latina y, fundamentalmente
las “antinomias del espíritu”, es decir, las contraposiciones internas que subyacen a la
obra de Hegel.
Lo que demuestra esta investigación es, simplemente, problemas por resolver.
Indica, además, que lo que hemos investigado a lo largo de doscientos años de estudio
de la obra de Hegel, ha sido poco. La tarea es emprender, como decía Hegel, con
paciencia, el esfuerzo del concepto.
BIBLIOGRAFÍA
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Benjamin, W. (2014). La dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre la historia. Santiago
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Valls Plana, R. (1994). Del yo al nosotros. Lectura de la Fenomenología del espíritu de
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