mario lópez, una larga trayectoria entre cenicafé y la música · muy alto nivel, de maestría y...

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Mario López, una larga trayectoria entre Cenicafé y

la música

Con 35 años al servicio de la FNC, a este auxiliar de Cenicafé encargado del

mantenimiento de la Red Meteorológica Cafetera también le gusta cantar, a tal grado que en una época formó parte de las orquestas de los maestros Lucho Bermúdez y

Marco Rayo, haciendo coros y como vocalista respectivamente.

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Mario López López tiene mucho que presumir en su larga trayectoria como colaborador de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) y en su carrera como cantante. Como colaborador del Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé), tuvo el privilegio de ser uno de los 70 autores del Manual del Cafetero Colombiano, publicado en 2013 y que en 2014 recibió el Premio Nacional al Mérito Científico en la categoría de divulgación de la ciencia. “El perfil de esos 70 investigadores era de muy alto nivel, de maestría y doctorado. Y yo, como auxiliar, tuve la fortuna de pertenecer a ese selecto grupo de autores, fue una satisfacción muy grande”, cuenta. Y en su faceta artística (además de haber sido parte de las orquestas de Lucho Bermúdez y Marco Rayo entre 1980 y 1982), con su propio grupo se ha presentado con muy buena acogida en diversos eventos de la FNC: el año pasado animó la conmemoración de los 50 años del Comité de Cafeteros del Quindío; y además ambientó un Congreso Nacional de Cafeteros en Bogotá con su trío Arpegios Cafeteros, integrado también por su mejor amigo Salomón Vivas Tafur, como guitarra acompañante y segunda voz, y el caficultor Amílcar López, requinto y tercera voz. “En ese evento pudimos compartir con los caficultores y fue una actuación apoteósica, recuerdo que nos aplaudieron mucho; es la única vez que he sido invitado a cantar a un Congreso Cafetero, ya como colaborador”, evoca. Una fructífera trayectoria en Cenicafé Mario nació en 1960 en Toro, Valle del Cauca. Ingresó a Cenicafé el 2 de febrero de 1982, a los 23 años. Empezó en la disciplina de cultivos asociados al café, que abordaba investigaciones en todo lo relacionado con la diversificación de cultivos, donde estuvo unos cinco años. “Nos enfocábamos en la seguridad alimentaria de nuestros caficultores, garantizar que tuviesen un flujo de caja permanente”, anota. Luego pasó a fitopatología (donde permaneció casi 10 años), disciplina que abordó el problema de la roya. “Fue algo estresante porque creíamos que era un problema que íbamos a erradicar, pero resulta que es algo con lo que hay que aprender a convivir, así que nuestro trabajo se enfocó en reducir su efecto en las plantaciones. La mejor arma son las variedades de café resistentes”, puntualiza.

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Posteriormente pasó al programa Equipo Técnico de Investigación Adaptativa (ETIA), donde retomó la diversificación de cultivos asociados al café, pero profundizando en la parte agropecuaria, forestal y de normalización de frutas y hortalizas. “Una de las mejores formas de cuidar nuestros recursos naturales es explorar lo que tenemos, hacer como un censo de la riqueza en fauna y flora de nuestro país, lo que incluye los árboles nativos, adaptados a nuestro medio y que hay que preservar, tratando de disminuir el asedio de los explotadores de madera”, subraya. Una vez que el Programa ETIA se acabó, se formó la disciplina de sostenibilidad, centrada en las buenas prácticas agrícolas y sistemas de gestión. Fue precisamente en esta disciplina que hizo parte del selecto grupo de 70 autores del Manual del Cafetero Colombiano. La disciplina de sostenibilidad duró unos 6 ó 7 años y luego Mario pasó a la de agroclimatología, donde estuvo dos años y medio; posteriormente fue reasignado a Mantenimiento, y desde allí, junto con un grupo especializado, se ocupa de mantener en óptimas condiciones la red de Estaciones Climáticas Cafeteras. “La red meteorológica es una ayuda muy importante para la acertada toma de decisiones en la caficultura del país”, explica.

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Gracias a un vuelo perdido, encontró el amor Otra de las razones por las que Mario está agradecido con su trabajo en la FNC es que gracias a él encontró el amor. Cuando trabajaba en el proyecto de normalización de frutas y hortalizas en Cenicafé, como parte del equipo ETIA, tenía programado un viaje a Valledupar, con conexión en Bogotá, desde Manizales, que por mal clima no pudo salir. “Afortunadamente ese día el aeropuerto La Nubia de Manizales, que se llama ‘Sal si puedes’ porque a veces sale uno y otras no, tuvo problemas para operar y perdí la conexión que tenía en Bogotá para Valledupar. Al día siguiente, cuando hacíamos la fila para abordar, vi una persona que me llamó poderosamente la atención, estuvo junto a mí en el asiento del avión y esa persona, Jeymmy Milena Walteros (bióloga marina de profesión), es hoy en día mi esposa. O sea, por cuestiones del destino, ahí tenía yo al amor de mi vida, en las alturas, a raíz del retraso de un vuelo”, cuenta. La familia de Mario la conforman además su hija Ana Carolina, de 28 años, una publicista que vive en Bogotá, y la pequeña Sofía, de 13. Las tres, confiesa, son sus grandes amores.

Versatilidad en ritmos musicales Mario reconoce que haber formado parte un tiempo de las orquestas de los maestros Lucho Bermúdez y Marco Rayo fue una experiencia enriquecedora, porque él venía

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de interpretar sólo ritmos románticos, como baladas y boleros, así que el reto fue hacer música tropical. “Fue una gran satisfacción haber complementado esa parte, muy polifacética en mi interpretación, con ritmos tropicales”, refiere. “Luego ya como solista empecé a introducir otros géneros musicales y he tenido la fortuna de compartir toda esa experiencia en algunos eventos de Federación, lo cual ha sido muy agradable, porque es un excelente complemento”, añade, para enseguida entonar algunas estrofas del bello bambuco El camino del café: “El camino del café, tierra mojada / tierra cansada de pies desnudos / y el verde, el verde llama. / El verde, el verde llama.” Explica que los temas que más le piden cantar dependen de la ocasión: “Hay reuniones donde la gente pide música para escuchar y ahí tienen cabida los boleros, las baladas, rancheras y tangos, y uno luego puede redireccionar si están ya en un tono más alto y quieren bailar, entonces empezamos con ritmos tropicales, salsa o merengue, que son el complemento ideal”. ‘La sabiduría cafetera es ancestral’ A sus 58 años de edad, Mario ve como un privilegio el pertenecer a la FNC y poder servir, desde Cenicafé, a que las expectativas de los caficultores se vean complementadas con el trabajo de investigación que el Centro realiza. Lo que más ha disfrutado de su recorrido por la institución es la interacción con los caficultores. “Cada contacto es una experiencia nueva, muy enriquecedora, y con base en eso se van fortaleciendo y adquiriendo nuevas competencias, por los conocimientos que le trasmiten a uno, en su mayoría ancestrales”, afirma. Por lo mismo, a cuatro años de cumplir los 62 que por ley implica la jubilación, se muestra confiado en que pueda seguir colaborando con la institución más allá de ese tiempo. “Mis expectativas son servir hasta que tenga la fuerza y las capacidades necesarias para hacer mi trabajo de forma ética y eficiente”, concluye.

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