marco antonio campos, 12 poemas

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Se escribe contra toda inocencia. 12 poemas de Marco Antonio Campos Por: Marco Antonio Campos* Crédito de la foto: www.circulodepoesia.com Se escribe contra toda inocencia. 12 poemas de Marco Antonio Campos

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poesía mexicana

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Se escribe contra toda inocencia. 12 poemas de Marco Antonio Campos Por: Marco Antonio Campos* Crdito de la foto: www.circulodepoesia.com

Se escribe contra toda inocencia. 12 poemas de Marco Antonio Campos

Se escribe

a Michael Rssner

Se escribe contra toda inocencia del clavel o el lirio, contra el aire inane del jardn, contra palabras que hacen juegos vacos, contra una esttica de vals viens o parnasianas nubes. Se escribe abrindose las venas hasta que el grito calla, con llanto cido que nace de pronto pues imposible nos era contenerlo, con luz dura como rabia azul, quemado el rostro, destrozada el alma, desde una rama frgil al borde del precipicio, Se escribe.

Llegada a Roma

a Isabel Campos

Uno, en ciertos, deferente, cree en la lluvia de elogios y palmadas ser un hombre a la altura de su siglo. En fin, a qu decirlo, cree ser alguien. En otros sitios, en cambio, desolado, su nombre es igual a un perro enfermo, a la hojarasca dormida del otoo. En fin, es nadie.

Quien lo haya vivido, lo recuerde.

1972

Contradictio (5) Entre morir y no morir fui inventando mi nmero en la tierra

Hambriento del sol, de la otra vida, pas de un atrio al altar de los misterios me conozco?

Ayer, aun antes de la aurora, me fui llorando, me fui mirando en el mar estas palomas, pedazos del gran sol, la mandolina, leamos el libro que inventa la memoria

Pero no, en verdad, eso es lenguaje: Yo he mirado ms all de los vocablos He mirado la ruina de mi diario, de mis hijos, la ruina terrible de mis nervios

Mi nmero? Su forma, su color, su espada? No, por Dios, no es se: es el Gran Cero Me he inventado en un nmero en la tierra

1973

En las playas de Corf

La niebla se enredaba, volva, era un gato maullando entre los rboles! Mi padre, esperndome en la playa, me gritaba: Hijo desde cundo la sombra te persigue? De qu sombra o mujer vienes huyendo? Qu escuchaste qu voz?detrs del eco? Fuiste huella, los nombres de los hombres An te quedan el sol y el pensamiento

1975

Monlogo (V) (Infancia)

De nio quera despedazar estatuas e incendiar el follaje del fresno ms alto, iconoclasta que la piedra persigue hasta el martillo, incendiario que no hall ni pradera ni bosque a su medida Odme: los pjaros se adaptan, no cambian en el vuelo Cal y polvo y arena y cemento nos vistieron a m y a mis hermanos para estrenar diariamente las galas de la miseria Viv la calle Casa no haba ni nunca tuve

Desde las siete y cuarto de la maana Epifania y madre servan un vaso de leche fra y un pan blanco y uno de dulce para que los ricos no comieran nuestro crneo En la pobreza se entrev a los ricos con probidad escasa y cree tenerse a mano la promesa evanglica de atravesar el cielo o el mar por el ojo de una aguja En la pobreza no se hacen amigos sino cmplices de pena involuntarios Madre tema nuestro crecimiento y seal nuestra frente con ceniza para que la boca repitiera: Creo en Dios Padre Todopoderoso Me vi ms cerca del temor al pecado que del pecado mismo, aunque pensara y an diga lo opuesto El paraso fue tan lineal y grande que el nio nunca supo en el crculo que la rosa desfalleca de luz Desde la vez que a Carlos y a m nos vistieron de azul albo para reflejar el paraso a la hora de la Primera Comunin, apenas si volv a la iglesia por la seguridad de mi condena y lo vano de mi arrepentimiento Qu cara podr dar a los ministros del Seor, qu cara les pondr en el valle innumerable si en el Juicio me sealan con el ndice?

Algo duele y me duele desolladamente hasta gritar de espaldas, es volverme de hombros y mirarme inferior a los sueos que so Suele argirse con sabidura desdeosa que los hombres son inferiores a sus sueos, pero eso no alivia ni consuela para el que ansi los astros y anhel la tierra ilmite, ni lo es aun resignarse a explicar y a justificar que yo soy quien soy y no quien pude o anhel ser o creyeron algunos que poda ser Con dolor, con cristiano dolor reconozco que la vida fue dura cuando nio, y sin embargo, mi infancia fue libre como fiera, salvaje como flor del campo, dolorosamente dichosa El destino se hace, oh Nietzsche, de infancia, carcter y circunstancias Pero dnde, dnde perd la orientacin, dnde Cristo repite y desciende para nosotros cada vez que vivimos la experiencia de la crucifixin Cristo vive en la tierra para que lloremos en la tierra, y oremos He bebido del manantial de sangre los preceptos de Dios He debido: conozco al mundo y a sus hombres porque viv y le en los rostros de la historia menos la historia de los rostros que de las cicatrices Yo supe del sol cuando conoc develadamente el mar El paisaje naci desde el paisaje interno que verde o turquesa ilustr la numerosa contemplacin esttica de ciudades numerosas De mi infancia recuerdo el sol en el mar y calles de mi barrio estrechamente inclinadas: el nio en los aos cincuenta recibe el sol salvaje en el mar de Acapulco en el septiembre claro El nio de ciudad para quien el orbe anglico es una calle en direcciones mltiples que delinean formas y figuras como de droga o sueo El nio aquel que no aprendi a que lo quisieran ni le import tampoco, ni saba querer sino de una forma como dira Drummond torcida y reticente La pobreza dorada en su decencia triste para que yo y mis hermanos tuviramos algo que soar Cmo sera marzo si el nio no hubiera perdido la orientacin en la encrucijada?

(Adolescencia)

Cmo me miro en el adolescente que desconoce el mundo entero y que soaba en el hmedo aire en las tardes del severo junio se que ahora tendra mi edad y poseera las cuatro orientaciones de la tierra con rostro firme y corazn sabio Cmo cree estar seguro de s y habla de s y de ms y dice cosas que servirn ms tarde para doblegarlo o domearlo en la maana o en el medioda como girasol silvestre en primavera oscura Cmo se ejercita en el deporte hasta deshacerse en la quietud, cmo enciende la vela en el estudio que se apaga pronto, cmo oscurece el traje gris del ocio hasta madera el gris: calles pardas que se vuelven ngulos, ngulos que figuran un punto negro negrsimo en la lejana, casas de pobres y de pobre gente, casas de polvo sin resurreccin, casas resquebrajndose como profeca o desierto, vecindades y edificios srdidos en el amarillo mortecino de la arquitectura ciega, la calle es el reino que perdi en la fractura de los muros y en el envejecimiento de la casa, mira a su hermano Ricardo que le grita desde la puerta de la calle que baje a pelear por l contra quien sea, mira a su hermano Carlos en los sueos de Verne y de Salgari, mira a su hermana Gabriela que surge en la casa con un squito de amigas en uniforme escolar, y l le suplica que se las presente, por favor, que se las presente Terrenos baldos donde hierba y hierbajos crecen ante la desesperacin de Dios, siniestras avenidas y calles como ddalos oscuros donde prostitutas y obreros se refugian para hacer el coito, donde la muerte hechiza el vestido ureo como hada para hombres y mujeres muertos en el hartazgo de la sobrevivencia, negocios mnimos o medianos con rtulos grandes como SOCONUSCO, MIRAFLORES, EL FNIX, LA PRIMAVERA, FARMACIA POTOSINA, lecheras con paredes deslavadas quebrndose como da sin luz, la sastrera de calle Diez donde el sastre, como sapo o stiro, se revuelve de dulce goce turbio besndole las nalgas a la prostituta, sa, sa que se rompi el cuerpo acostndose con hombres, adolescentes y perros de la calle sin importar si hubiera luna, mira al vendedor de diarios que desciende de Bellavista y a quien el alcohol muerde hacindolo jirones, pendencias, rencor, resentimiento, rias y odio respirndose hasta que nariz, garganta, pulmones, son pstula que se abre como flor podrida, la adolescencia se precipit por la gotera de la casa y se fue con el agua de la lluvia por el canaln de la calle

1988

Monlogo (VI)

1 Son las 5:17 de la tarde: veo el ocano bajo Planicie azul y al lado el arco iris Madre llamaba a las seis de la maana, a la hora en que el Cristo oraba de luz en la habitacin de los hermanos, contaba el que perdi la niez El que perdi la niez no hallaba casa ni calle por el mundo que sirviera de lecho positivo Quiz estuviera la casa junto al mar, quiz estuviera en el rojo o el amarillo de las casas de algn pueblo o ciudad mediterrneos, quiz en el glauco del esbelto otoo de aquella ciudad centroeuropea, quiz en una aldea con alabanza o en la tierra prometida que no saba del cielo, o ms, ms all, ms all, no importa dnde, no importa cmo, pero una casa, una casa, mientras el nio sube al autobs de la escuela y lleva en el Libro Mundo imgenes y sueos, cuando todava era el sueo de volver a casa, y la azafata azulea el cielo tras de su rostro bellsimo

2 Mxico se oa en aulas de universidades, o en parleras absurdas en una librera hngara de calle Vaci, o en musicales tabernas bajo la noche ateniense, o en la soledad hmeda de la sombra ciudad, donde se vea a menudo en la mesa ajena y esperaba servirse el pan y el vino en una cena amarga donde no existan traidores Qu hermosos qu tristes los castaos en el Prater al descender la niebla en el otoo, qu tristes qu hermosos los viedos apagndose en la escala simtrica del Kahlenberg, qu albo qu hondo el sueo de la paloma al llegar el sueo a la alegra de la razn Algo, con algo de tristeza y amargura, con algo que del alma queda en la punta del follaje de los castaos y los lamos en invierno, resonaban piedra, cantera y tezontle de ciudades del pas que l construy en el pas del corazn para seguir viviendo en su pas, pero la casa era otra y estuvo siempre en otra parte, o quiz la valija era la casa que era el mundo, y a lo largo del crculo de la Ringstrasse los follajes de los rboles se ensombrecan, la caminata en crculo detenida en la calle de ningn sentido, y el forastero vea precipitarse a los santos en urea cada en la urea iglesia de Sankt Peter, mientras afuera, en la plazoleta, Mozart tocaba el piano para Constanze Weber en la fascinacin del pespunte del delicadsimo tejido del minueto, y el que perdi la niez oa una msica dulcsima que no sonaba para l

3 Es el vuelo 988: son las seis y media de la tarde Una ciudad y un ro serpentean abajo A las nueve de la noche descender en Miami y a las nueve de la maana caminar en Buenos Aires El arco iris de frente y la noche gama Siempre, siempre el amarillo, un miedo extrao, la misma aprensin: Para qu salir? Cundo volver? Slo la muerte y el amor desdichado no tienen regreso Pero cmo, cmo ser til a los otros, cmo crear belleza que no sepa amarga, cmo dar un fruto sin que el rbol llore, cmo dar un rbol que anochezca luna, una maana que ennoblezca el reino Ya no sueo, ya no, en el alba pajarera, pero deseo y sueo un mundo equilibrado y azul

4 La noche cae, la noche se hace Adnde voy? Y dnde estamos? Abril en Austria era mes de dulzuras y de lluvia, pero abril nos deja, y en mi pas, en mayo, el corazn ha cortado el pedernal La historia est hecha de signos destrozados Los dioses conversan con nosotros como si fuera una conversacin de ciegos Es el lenguaje que entendemos Nuestras voces, desde nios, nos saben a ceniza Ser lo mismo como ha sido, as y ahora bajo el sol Y el cielo de la pgina se dibuja en un cielo de pjaros: Del mio pensiero tu sei regina, dulzura y luz

5 Quiz el arcngel no midi el tamao del golpe ni el tamao de la cada, pero en lo oscuro del abismo el ngel, desde entonces, no supo dnde qued la nueva casa Que lloren y oren en soledad por Jesucristo solo cuando vuelva la inocencia de los animales, que de las hojas del lamo florezca la rama prdiga de golondrinas, verano y cuerpo que glorifico el sol, y Dios sea con vosotros Son cinco para las nueve: abro la ventanilla Qu azul ms intenso! Qu ciudad all! Veo la costa de Buenos Aires y la palabra plata me resuena en agua, tintinea No hace mucho era un ro de sangre Los animales coman el pan de los inocentes y la piedra en las manos no pula la forma El viaje ha sido largo y me espera la prxima ciudad Adonde el viento vaya me espero con tristeza, espero con resignacin la prxima ciudad Ser libre como nadie y como la bestia simple Porque as es, porque as ha sido, porque as sea, Porque As Sea

1992

La ceniza en la frente

Y aqu yo lo presento: ex suicida, invencible romntico investido con traje azul mediterrneo azul, con el amor esclavo a la libertad y el sueo, examinando periplos y navegaciones axiales en mapamundis desvados, l, que a diario timoneaba un barco de madera cardinal desde los libros y los sueos hechizados, y oa como hechizado el fulgor del idioma de la tripulacin que hablaba con tranquilidad de los fantasmas que fueron.

Cuntas veces no oy en la hora de la aurora o bajo el trrido sol el esdrjulo vuelo de las aves, rumores del mar que se encendan en la cresta de la ola, el susurro de la sal hasta volverse olores, la piel que arda y se deshaca en las manos, los mapas de las constelaciones que eran el cuento de nunca acabar y que contaban de meridianos distintos y lejanas sustanciales?

Cuntas veces en silencio no se entristeci bajo el rbol hablante de la playa al imaginar el poder en manos de abyectos, de prevaricadores y de imbciles, los sueos rotos por embaucadores de la realidad y la ciencia, la verdad escrita por plumas generosas que no esperaban sino el placer del dominio, la fnebre prpura de hombres que haban engaado incesantemente en elnombre de Dios!

Y al fin esta noche vela para alzar velas y dejar para siempre la isla de Crusoe, la isla donde al anochecer miraba sin esperanza el horizonte y saba lo que era la ms extrema soledad.

1984

Encuentro con Vallejo

Esta maana miro inclinarse Avenida Insurgentes, y la lluvia cae, y el gris y el verde y la lluvia me devuelven otoos parisienses, la ciudad se me viste de otoo parisiense. Cae la lluvia c a e y de pronto me duele una dulce mujer que ya es ceniza. Y la gente se refugia debajo de los rboles, bajo aleros de tiendas o almacenes, o corren hacia el coche o el autobs. Y Vallejo observa los aparadores de los almacenes del Puerto de Liverpool, se observa, calla de nuevo algo que espera ya decirme. Ve la ropa, los muebles, la cermica: El sufrimiento es un orgullo, dice. Oigo. Da un paso, y a un paso de doblar a Flix Cuevas: El sufrimiento es un orgullo. Y nadie lo oye.

1980

Mi casa quemada

Yo tena una casa. Yo tuve una casa en Pinos 8. Era una casa de portn y muros altos, una casa donde la gruesa Epifania nos serva algo para simular que se tiene algo en el estmago, donde guardaba entre pginas de libros el viaje golondrino para esperar el viaje, donde en los estantes del librero mal mirbamos la Enciclopedia Barsa y el azul del Tesoro, donde a fines de los cincuenta se reuna vida la familia de tarde a las cinco en el comedor para reconocerse en la vida y las historias en blanco y negro de melodramas que vea en una rstica televisin de bulbos, donde madre nos hablaba de la ciudad del centro en que mor como de un lugar donde las vboras alargan el cuello en comedores y salas, prestas a perforar, con afilados dientes, alma, corazn y cuerpo de amigos y enemigos no menos emponzoados, ah esa casa, en alboroto continuo por escaramuzas y pleitos que armbamos de nada los hermanos, donde solidario conmigo mismo sola jugar solitario con dados y barajas o leer historietas de vidas ejemplares o heroicas o amores juveniles, o vislumbraba en la adolescencia como nube y nube, imgenes y metforas y smiles de poemas de Lorca y de Neruda, o el saludo y la sonrisa y el perfecto nueve de Beatrice di Folco Portinari, o las caminatas impetuosas de Rimbaud por el frica terrible, o escenas, en grabados de Dor, del Antiguo y el Nuevo Testamento, o navegaba en la nave de Odiseo creyendo posponer en las mareas la vuelta a taca, ah mi casa, donde llor sin darme el psame la prdida del primer amor como la prdida del reino, donde vi brillar el espejismo de una vida artstica, donde supe que un sujeto como yo, sujeto siempre a la culpa y a la Culpa, slo sabe de parasos sin luz, ah esa casa, esa casa se quem completamente, se quem en el 2000 completamente, se quem con los aos de infortunio, con imgenes armadas en la noche en el teatro del sueo, donde a personajes femeninos los sola llamar la reina o la alegra. Yo era un muchacho delgado, alto y fuerte pero tambin muy tmido, y tena como el aire melanclico.

2002

Hospital de la Concepcin

a Frdric Ives-Jeannet

Se llamaba Arthur Rimbaud, pero se firmaba Rimbaud o Rimb o Rbd o simplemente R. Vino a morir a Marsella, a un hospital de caridad pblica, domiciliado en Rue Baille nmero l45, donde alquil, donde tuvo que alquilar un cuarto. Aqu fue cayndose a pedazos poco a poco. Fue hacindose pedazos poco a poco. Lleg por primera vez en mayo de 1891 y cinco de los menos de los seis meses que le quedaban los malvivi aqu, corrodo por un cncer que le haca polvo los huesos. Primero fue la pierna: El formidable marchista, el de las suelas de viento (como deca Verlaine), el que cruzaba con alas el continente europeo y regiones desrticas o enmaraadas del noreste del frica, se vio de pronto con las extremidades rotas. Pero cmo vivir una vida cul-de-jatte? Cmo imaginar un gamo con muletas? Cmo no or de nuevo el feliz viaje o e el nos vemos pronto? Adis nupcias, familia, porvenir.

Camino por el hospital. Olean en olas los olores del cloroformo y de los medicamentos. Es el orbe de las jeringas y de la anestesia, del algodn y el yodo, de las luces anmicas, de los cuartos como palizadas de agujas, de las mesas de operaciones donde los muertos conversan con los muertos. Es el albo cielo de los invlidos y los fracturados, de las escaleras larvadas que llevan a cuartos sin salida. Miro una enfermera sin ojos que busca el atad exacto que defina al paciente. Otras llevan legajos a ninguna parte. Una, de bellas piernas, devuelve de pronto el gusto a la vida. Pero dnde muri? Dnde estaba su cuarto? El antiguo director (se le pregunta) no lo sabe. Se ha rehecho el hospital dos veces. Cuando vino, nadie saba (ni l mismo) dice que era un hombre ilustre. Catherine Pansera, de Prensa y Comunicacin del hospital, va a la busca del legajo. Magnficamente amable me lo entrega. Nada que aclare nada. Nada que valga (pese a la buena intencin) ni siquiera una fotocopia. Salgo de la oficina. Desciendo. Miro sombras en la sala de espera: ren, sonren, leen, se aburren, desvaran, se crispan, crispan al poco rato. Algunos internos en el pasillo parecen flotar o irse de bruces.

Regres al hospital a preparar su fretro, a clavarlo de pies y manos, el 24 de agosto de l89l. Dio como datos ser negociante, soltero, sin filiacin y de paso por Marsella. Todos los sufrimientos fsicos y mentales cayeron sobre l. Los alaridos y lamentaciones del gran animal precipitndose por la cuesta pedregosa se oan fuera en el follaje de los rboles, en la luz de los faroles y en las olas del mar, y sus injurias e improperios rompan en mil pedazos la cuerda de mdicos imbciles y de enfermeras sin vista que no saban ver el tamao de su sufrimiento ni la caligrafa tenaz que los roedores hacan en su sistema seo hasta el grito ronco o el silencio criminal. Y la luna cortaba en dos la luna, el cuello de la hoz, el cuello de la oveja, e Isabelle vea, lo vea, nunca se cans de verlo como un mrtir parecido a Cristo, la hermana caritativa, la hermana iluminada que despreciaron y desprecian los tontos caropolitanos. Al lado, en una silla, vigilaba del hermano figuras, metforas y emblemas de los sueos y escriba por l con una pluma de sangre: Yo ir bajo tierra y t andars bajo el sol. Sobre la cabecera de la cama, en la pared, un breve crucifijo deca al paciente que la clave est en el sacrificio extremo. Desde la ventana Rimbaud vea como entre brumas las grandes hojas de los pltanos del jardn empezar a amarillear y a marchitarse, e imaginaba, a menos de una milla, el viejo puerto o la estacin de trenes. Las voces en el jardn o en el pasillo, el aleteo y las voces de los pjaros del verano o del otoo tibio, la hmeda mano de la tramontana le recordaban que algo se pareca a la vida.

Se atrevi todava a cumplir 37 aos. Se desbandaron las imgenes: Vea figuras de camellos en los muros y los mdicos e internos eran los miembros de la nueva caravana. Se agot en la fiebre. Perdi toda la sangre en el degello de las bestias, y el claro de luna, al entrar por la ventana, caligrafiaba en resplandor el epitafio al filo. Lloraba. No saba si los ojos servan para llorar o para ver. No saba si la boca saba a morfina, a sal o a yodo. Adnde llevan los pasillos? Adnde lleva la escalera? Qu murmura la fuente del jardn?

Es 9 de noviembre. Isabelle apunta el dictado. Horas blancas despus vendr en blanco el adis de las palomas. Es un mensaje para el director de Mensajeras Martimas: Infrmeme usted a qu hora puedo ser transportado a bordo.

1995

Zum Weissen Engel (Georg Trakl)

a Pura Lpez Colom

Es del otoo un da soleado. Pero no hubo sol para ti. Estoy ante la farmacia donde empezaron a serte habituales el cloroformo y las imgenes claras y puras del infierno. Empezaron los primeros metros del precipicio y ya no habra piedra o rbol que detuvieran la precipitacin del ngel. Viv en la ciudad un ao y medio. Pase sin fin por los sitios que nombraste, que de pronto se volvan neblina o sol, fuga pursima de tordos, hojarasca, nieve. Todas las imgenes e iconos de Salzburgo salan de los muros y conversaban de sus sueos en voz baja bajo el Mnchsberg. Los caballos saltaban en las fuentes y huan como relmpagos en direccin equvoca, y en el ro la barca giraba sin fin como las manecillas del reloj, mientras el castillo vertebraba su desconstruccin en las aguas. No s cuntas veces ha cambiado la forma interior de la farmacia. No es la que yo conoc pero el ngel negro todava despacha las medicinas atroces, y pregunta: Algo ms? Losmuros guardan la humedad del siglo y se escucha el rasguido de tu pluma sobre las espantosas hojas donde escribas tus primeros poemas y las visiones que slo puede crear en la noche el bosque. Hermano, pero hermano triste y destruido, hermano sin albergue por la tierra. Cuando subo el Calvario de la calle Linzer y llego a una iglesia donde me dan vino, veo tu torso sangrante en la pared, y nadie puede extraer las flechas.

1996

Plegaria

Si regreso a la casa, Seor si casa es el mundo y no el infierno, si me alzo de nuevo en esta noche en que enfermo descubro el rostro almo de la mujer que amo. Si me concedes esto, Seor, prefiero ignorar cuando regrese que hubo alguien aqu, por esta tierra, que usaba mi cuerpo y mi lenguaje. No olvides el nombre.

*(Mxico,D.F.,1949).Poeta,narrador,ensayistaytraductor.Hapublicado loslibrosdepoesa:Muertosydisfraces(1974),Unaseaenlasepultura (1978),Monlogos(1985),Lacenizaenlafrente(1979),Losadiosesdel forastero(1996)yViernesenJerusaln(2005.LaeditorialElTucnde Virginia volvi a reunir en 2007 su poesa en un solo tomo: El forastero en la tierra (1970-2004). Es autor de un libro de aforismos (rboles). Ha traducido libros de poesa de Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Andr Gide, Antonin Artaud,RogerMunier,EmileNelligan,GastonMiron,GatienLapointe, UmbertoSaba,VincenzoCardarelli,GiuseppeUngaretti,Salvatore Quasimodo, Georg Trakl, Reiner Kunze, Carlos Drummond de Andrade, y en colaboracinconStefaanvandenBremt,MiriamvanHee,RolandJooris, Luuk Gruwez, Andr Doms y Marc Dugardin. Libros de poesa suyos han sido traducidosalingls,francs,alemn,italianoyneerlands.Haobtenidolos premios mexicanos Xavier Villaurrutia (1992) y Nezahualcyotl (2005). Y, en Espaa,elPremioCasa deAmrica(2005)por su libroViernesen Jerusaln. En2004,seledistinguiconlaMedallaPresidencialCentenariodePablo NerudaotorgadaporelgobiernodeChile.EnParsesmiembrodela AsociacinMallarm.Enel2009obtuvoelpremiodepoesaCiudadde Melilla, Espaa.