manual de ordenación por rodales

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buen libro que explica los sistemas de ordenación por rodales

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  • Manual de ordenacin por rodales

    Gestin multifuncional de los espacios forestales

    Jos M Gonzlez MolinaMriam Piqu Nicolau

    Pau Vericat Grau

    Realizacin:

    Con el apoyo de:

  • Edita: Centre Tecnolgic Forestal de Catalunya

    Con la colaboracin de: Fundacin Biodiversidad Fundaci Territori i Paisatge. Obra Social Caixa Catalunya

    Direccin y coordinacin: Mriam Piqu y Pau Vericat. rea de Gesti Sostenible. Centre Tecnolgic Forestal de Catalunya

    Fotografas: Pau Vericat, Mriam Piqu, Slvia Busquets, Nria Suades, Jordi Camprodon, Jon Karla Larraaga, Juan Martnez de Aragn, Judit Rodrguez

    Diseo y maquetacin: MH, estudio grcoImprime: Norprint

    ISBN: 84-690-3133-3DL: L-1546-2006

    Diciembre 2006 - 1 edicin

    Agradecimientos a:

    La Fundaci Territori i Paisatge de la Obra Social de Caixa Catalunya, que a travs de la Convocatoria de Ayudas a Proyectos de Pro-teccin del Medio Ambiente 2005 apoy la realizacin de la Gua metodolgica per la aplicacin del mtodo de ordenacin por ro-dales como instrumento de planicacin de la gestin en espacios forestales de alto valor natural, embrin del presente manual.

    La Fundacin Biodiversidad, que ha patrocinado la realizacin y la edicin impresa del presente Manual de ordenacin por rodales. Gestin multifuncional de los espacios forestales, dentro de su Convocatoria de Ayudas para la Realizacin de Actividades Medio-ambientales del 2006.

    Paco Cano, Ingeniero de Montes de la Comarca de la Cerdanya (Departament de Medi Ambient i Habitatge, Generalitat de Catalunya), que apost hace aos por la implementacin real de la ordenacin por rodales y que ha aportado valiosas reexiones surgidas de la puesta en prctica y seguimiento de las ordenaciones con este mtodo.

    Todo el personal del rea de Gestin Sostenible del Centre Tecnolgic Forestal de Catalunya que de una manera u otra ha contribui-do a lo largo de estos ltimos 10 aos en la consecucin de varios proyectos de ordenacin por rodales.

    Montserrat Garca, Adjunta a Gerencia del Centre Tecnolgic Forestal de Catalunya, por su apoyo logstico desde los inicios de la elaboracin de este manual.

    Todas aquellas personas e instituciones que han facilitado desinteresadamente ilustraciones y otro material diverso relacionado con la elaboracin de este manual: Philippe Bertrand (Centre Rgional de la Proprit Forestire de Midi-Pyrnes), Jordi Camprodon (rea de Biodiversitat-CTFC), Paco Cano (Departament de Medi Ambient i Habitatge, Generalitat de Catalunya), Alejandro Cantero (IKT), Vicen Casals (Universitat de Barcelona), Merc Colomina (Socarrel S.L.), Joan Pere Garrido (rea de GIS-CTFC), Jorge Heras (Departament de Medi Ambient i Habitatge, Generalitat de Catalunya), Francisca de la Hoz (Consejera de Medio Ambiente, Junta de Andaluca), Institut Cartogrc de Catalunya, Anna Ivars, Asier Larraaga (GRAF-Bombers de la Generalitat de Catalunya), Dragan Matijasic y Andrej Grum (Zavod za Gozdove Slovenije - Slovenia Forest Service), Fermn Olabe y Yolanda Val (Departamento de Medio Ambiente, Ordenacin del Territorio y Vivienda, Gobierno de Navarra), Francisco Ruiz (Universidad de Castilla la Mancha), Andreas Schuk y Jo Van Brusselen (European Forest Institute), Marc Taull (rea dEcologia-CTFC), Roberto Vallejo (Ministerio de Medio Ambiente), Anton Vallvey (De-partament de Medi Ambient i Habitatge, Generalitat de Catalunya), Jordi Vigu (Gabinet dEnginyeria Forestal Vigu-Sobir), Jos Antonio Villanueva (Inventario Forestal Nacional), Idriss Wachil (cooperativa forestal Forestarn, Francia).

    ^

  • ndice1. Introduccin 9 La ordenacin por rodales 10 El contenido de esta publicacin 11

    2. Los bosques y su gestin 152.1. Los bosques en Espaa 15 2.1.1. Situacin actual 16 El bosque en cifras 16 Qu tipos de bosques tenemos? 19 Dnde se encuentran los bosques 21 La propiedad de los bosques 23 Los bosques en los Espacios Naturales Protegidos 24 2.1.2. El bosque crece 252.2. El valor de los bosques 29 Las funciones de los bosques y la multifuncionalidad 29 Distintos valores, distintos intereses 29 Los conictos 30 Las amenazas 31 La conservacin del bosque como objetivo 322.3. Gestionar y planicar 33 Gestin de los espacios forestales 33 Planicacin forestal 35

    3. La ordenacin forestal como herramienta de planicacin de los espacios forestales 373.1. Breve historia de la ordenacin forestal en Espaa 37 3.1.1. La introduccin de la ordenacin forestal en Espaa 37 Una larga historia de deforestacin 38 La llegada de la Ciencia y la Administracin forestal 39 La Desamortizacin 41 La salvaguarda de la propiedad pblica de los montes 42 La restauracin de la funcin hidrulica de los montes 43 Los inicios de la ordenacin de montes en Espaa 44 3.1.2. Evolucin de la ordenacin forestal en Espaa 45 Base conceptual: el Monte Normal 45 Evolucin de la ordenacin forestal en Espaa 46 Los logros de 120 aos de ordenacin forestal en Espaa 503.2. Los mtodos de ordenacin forestal 54 3.2.1. Bases de la ordenacin forestal 54 3.2.2. Mtodos de ordenacin 54 3.2.3. Requisitos que debe cumplir un mtodo de ordenacin en la actualidad 56

    3ndice

  • 4 Manual de ordenacin por rodales

    3.3. El proyecto de ordenacin de montes 58 3.3.1. La ordenacin forestal como proceso contnuo 58 3.3.2. Estructura y contenidos de un proyecto de ordenacin de montes 59 Inventario 60 Planicacin 60 3.3.3. Revisin de la ordenacin 61

    4. El mtodo de ordenacin por rodales 634.1. Orgenes y evolucin del mtodo 634.2. Los mtodos de ordenacin por rodales en la actualidad 654.3. La ordenacin por rodales en Espaa 68 La ordenacin por rodales en las Instrucciones autonmicas 70 Presente y futuro de la ordenacin por rodales 75

    5. Cmo elaborar una ordenacin por rodales 775.1. Fases de trabajo 775.2. Fase inicial 80 5.2.1. Recopilacin y anlisis de la informacin disponible 80 Estado Legal 80 Estado Natural 82 Estado Forestal 83 Estado Socioeconmico 84 5.2.2. Recopilacin cartogrca 85 5.2.3. Reunin inicial y denicin de objetivos generales preferentes 875.3. Fase de divisin dasocrtica 88 5.3.1. Divisin dasocrtica permanente 89 5.3.2. Diferenciacin de cuarteles 90 5.3.3. Diferenciacin de cantones 92 5.3.4. Sealizacin de la divisin dasocrtica permanente sobre el terreno 93 Procedimiento de marcaje 945.4. Fase de rodalizacin 97 Qu es un rodal? 97 La rodalizacin 98 5.4.1. Paso 1: criterios para la diferenciacin de rodales 99 5.4.2. Paso 2: preparacin de la cartografa de trabajo 101 5.4.3. Paso 3: la rodalizacin en campo 103 Identicacin y delimitacin de rodales 103 Caracterizacin selvcola de rodales y propuesta de gestin 106 Eleccin del tipo de inventario a realizar 109 Agrupacin de los rodales en tipologas similares: los tipos de rodal 109 El estadillo de rodalizacin 1135.5. Fase de inventario forestal 116 5.5.1. Eleccin del tipo de inventario 116 5.5.2. La estimacin pericial inmediata 117 5.5.3. Diseo del inventario forestal dasomtrico 118 Tipos de inventario ms comunes en ordenacin por rodales 119 Intensidad de muestreo 121 Distribucin de las parcelas 121 Parmetros a medir: cules y para qu? 122 5.5.4. El clculo del error de inventario en ordenaciones por rodales 124 5.5.5. Otros estudios de recursos 1255.6. Fase de procesado de datos: organizacin selvcola del monte y libro de rodales y cantones 127 Anlisis de la organizacin selvcola del monte 127 Libro de rodales y cantones 1305.7. Fase de estudio de usos y determinacin de objetivos 130

  • 55.8. Fase de planicacin 134 5.8.1. Planicacin General 135 Vigencia de la ordenacin: para qu perodo de tiempo planicamos? 135 Condicionantes a la denicin de los modelos y actuaciones de gestin 136 Denicin del marco selvcola general 138 Equilibrio de clases naturales de edad 138 La Posibilidad 143 5.8.2. Planicacin Especial 147 Planicacin de actuaciones a nivel de rodal 148 Planicacin de actuaciones a nivel de monte 153 Planicacin de otros usos y aprovechamientos 155 Planicacin de medidas de fomento de la biodiversidad 155 Libro de rodales y cantones 156 Cartografa de planicacin 156 Balance econmico 158

    6. Estructura y contenidos de un proyecto de ordenacin por rodales 1616.1. Estructura y contenidos actuales de un proyecto de ordenacin de montes 161 6.1.1. La estructura actual 161 6.1.2. Los contenidos 1636.2. Estructura propuesta para los proyectos de ordenacin por rodales 163 6.2.1. Memoria 164 Inventario 164 Estudio de usos 165 Plan General 165 Plan Especial 166 6.2.2. Libro de rodales y de cantones 167 6.2.3. Cartografa 1706.3. Propuesta de ndice de un Proyecto de Ordenacin por Rodales 171 Documento I: Memoria 171 Documento II: Cartografa 174 Documento III: Libro de cantones y rodales 174

    7. Ventajas del mtodo de ordenacin por rodales en la gestin forestal sostenible 1777.1. Integracin de la ordenacin por Rodales en la Ordenacin del Territorio 177 7.1.1. Los espacios forestales y las guras de planicacin del territorio 177 7.1.2. Relacin entre los Instrumentos de Ordenacin Forestal a escala monte y otras Figuras de Planicacin 179 7.1.3. Qu aporta la ordenacin por rodales? 1817.2. La ordenacin por rodales y la conservacin de los valores naturales 184 7.2.1. Gestin forestal y normativa de conservacin de los valores naturales 184 7.2.2. Qu aporta la ordenacin por rodales? 185 7.2.3. Integracin de criterios de conservacin de la biodiversidad 186 Criterios a nivel de rodal 186 Criterios a nivel de monte 186 Ejemplo de integracin de criterios de conservacin en una ordenacin por rodales 1927.3. La ordenacin por rodales y la certicacin forestal 194 7.3.1. Qu aporta la ordenacin por rodales? 194

    8. Cunto cuesta una ordenacin por rodales? 197 Rendimientos de la rodalizacin en campo 197 Costes del inventario forestal dasomtrico 198 Costes de la gestin con la ordenacin por rodales 198

    9. Reexiones nales 201

    10. Bibliografa 203

    ndice

  • 9 1 Introduccin

    Los ecosistemas forestales espaoles se caracterizan por una gran complejidad y riqueza en trminos de valores naturales y biodiversidad. Paralelamente, prestan una serie de servicios de gran importancia y valor para la sociedad, como son la regulacin hidrolgi-ca o el secuestro de carbono, actuando adems como reservas de biodiversidad y como elementos caractersticos del paisaje. Su gestin y conservacin sin duda constituye un gran reto en la poca actual, ante el cambio de paradigma y demandas de la sociedad hacia los espacios forestales.

    La planicacin de la gestin de los espacios forestales se inicia a partir de mediados del S. XIX y se ha basado principalmente en Proyectos de Ordenacin de Montes Arbolados. Estos proyectos se conciben desde su formulacin inicial como instrumentos de plani-cacin de la gestin integral de todos los valores y funciones del monte, pero hasta hace pocos aos se han basado, de acuerdo a las mentalidades y demandas sociales de cada poca, en una gestin del espacio forestal que daba prioridad a las producciones directas: madera y leas, corcho, pastos, resinas, etc.

    Los Proyectos de Ordenacin de Montes estructuran la planicacin mediante los deno-minados mtodos de ordenacin, sistemas de organizacin de la cubierta arbolada, y por tanto, de la regeneracin, que tienen como objetivo principal garantizar la persisten-cia del bosque. Entre estos mtodos, los conocidos mtodos de ordenacin por tramos se han aplicado en Espaa en un gran nmero de montes arbolados y han desempeado un papel decisivo, no debe olvidarse, en la conservacin y ampliacin de importantes su-percies de cubierta boscosa durante pocas en que la demanda de productos forestales era enorme y pona en peligro la existencia misma del bosque.

    No obstante, estos mtodos tienen como principal punto dbil la excesiva rigidez tempo-ral, espacial y especialmente selvcola, que supone en muchos casos una clara dicultad a su aplicacin real. Se pone as en peligro la continuidad de la gestin a medio plazo, y por tanto no se garantiza la conservacin de los montes y la sostenibilidad en su uso.

    Introduccin

  • 10 Manual de ordenacin por rodales

    En contraposicin, el mtodo de ordenacin por rodales tiene como caracterstica in-trnseca la exibilidad, y por ello permite superar los inconvenientes sealados de las ordenaciones por tramos.

    La ordenacin por rodales

    El mtodo de ordenacin por rodales fue propuesto inicialmente por el forestal alemn Friedrich Judeich en el ao 1887, y, tras una evolucin notable en que ha incorporado reformulaciones y adaptaciones (especialmente la de Speidel, en 1893), se est aplican-do con xito en toda Centroeuropa, donde en la actualidad se utiliza de forma genera-lizada. La ordenacin por rodales es uno de los sistemas de planicacin de los espacios forestales ms avanzados actualmente disponibles para responder ecazmente al reto de la gestin multifuncional y la conservacin de los ecosistemas forestales, pero para-djicamente en Espaa se ha planteado siempre desde un punto de vista productivista. Su formulacin en las vigentes Instrucciones Generales para la Ordenacin de Montes Arbolados de 1971 y en otras Instrucciones autonmicas y descripciones ms recientes del mtodo se orienta su utilizacin a bosques con un objetivo prevalente de produccin maderera y de un elevado valor econmico.

    La exibilidad selvcola, espacial y temporal es la principal caracterstica de la ordena-cin por rodales. Con frecuencia se entiende que la exibilidad de este mtodo se reere slo a la adaptacin de la planicacin a las condiciones estacionales y usos preferentes del monte, permitiendo pormenorizar para diferentes rodales diferentes turnos y pro-puestas de gestin. Pero, en realidad, su exibilidad va mucho ms all, permite sin nin-gn tipo de encorsetamiento metodolgico adaptar la intensidad de gestin a los medios disponibles y/o objetivos sealados por el propietario o el responsable de la gestin.

    La confusin, por otra parte muy generalizada, de que la ordenacin por rodales va unida a una mayor intensidad de gestin se deriva del mayor esfuerzo de planicacin que puede conllevar la redaccin del proyecto. El mayor esfuerzo en la planicacin se traduce, sin embargo, en una mayor calidad de sta y en un seguimiento posterior ms sencillo, que evitar que, como tantas veces ha sucedido, el proyecto de ordenacin quede reducido a un mero ejercicio terico de difcil aplicacin prctica.

    Porque, en realidad, la planicacin no se realiza en funcin de las necesidades selv-colas de cada rodal en sentido abstracto, sino en funcin de objetivos, intereses y posi-bilidades reales acotados por los responsables de la gestin. Se pueden prever grandes inversiones o solamente las realmente ejecutables en el perodo. Esto es posible ya que no se intenta transformar un monte a un modelo predeterminado, lo que obligara a cumplir unos plazos de intervencin, sino que se limita a mantener un equilibrio de clases de edad y un mantenimiento en la capacidad de generar los bienes y servicios demandados. La exibilidad es total: realmente puede graduarse la intensidad de gestin

  • 11

    que se desea. Y esta intensidad puede variarse sin demasiadas complicaciones en las si-guientes revisiones, ya que las unidades dasocrticas permanentes son los cantones, no los rodales. De igual manera, se integra sin dicultad cualquier vicisitud acaecida en ese perodo (catstrofes, enriquecimiento de especies, cambios de uso, cambios de objetivos, etc.) sin que se trastoque el mtodo.

    Otro aspecto relevante es referido al propio seguimiento de la ordenacin. Suele ser comn tambin la idea de que ser ms complicado realizar este seguimiento (particularizado para cada rodal) dado el volumen de trabajo y el nmero de montes responsabilidad de los gestores. Sin embargo, la disponibilidad actual de herramientas cartogrcas, de cl-culo y presentacin sinttica de resultados (Sistemas de Informacin Geogrca, hojas de clculo, sistemas de presentacin grca e impresin, etc.) permiten al responsable de la ordenacin dar las mximas facilidades al gestor para poder realizar ese seguimiento. Por ejemplo, con chas de rodal, que incluyen la caracterizacin precisa del mismo, una de-nicin concreta y cuanticada de actuaciones planicadas y cundo realizarlas.

    Este mtodo facilita adems una mayor tecnicacin de las decisiones selvcolas, mayor variedad de especies y estructuras en el monte, mejor adaptacin a diferentes usos y ob-jetivos, aumento de la oferta y calidad de los productos de cada monte, mayor capacidad de adaptacin a las nuevas directrices de gestin, mayor facilidad de diversicacin de especies por introduccin o por colonizacin natural y otra larga lista de posibilidades que son las que se engloban bajo el concepto de exibilidad.

    Supone, en denitiva, una buena metodologa para realizar un salto cualitativo en la gestin de los montes ordenados.

    El contenido de esta publicacin

    A pesar de las ventajas de la ordenacin por rodales y su utilizacin generalizada en el resto de Europa, en Espaa existe hasta el momento escasa informacin publicada sobre la metodologa para la aplicacin de ste mtodo de ordenacin. En los captulos posteriores, se analiza el contexto actual e histrico de la gestin forestal y de la or-denacin de montes en particular; partiendo de esta base, se expone una metodologa prctica para elaborar proyectos de ordenacin de montes con el mtodo de ordenacin por rodales:

    En el captulo 2 se caracteriza el contexto actual en que se sita la gestin de los espacios forestales en Espaa.

    En el captulo 3 se analiza la ordenacin de montes como instrumento de planicacin de la gestin forestal; su llegada y utilizacin en Espaa, los re-sultados obtenidos y las enseanzas prcticas que suponen ms de 100 aos de ordenacin forestal.

    Introduccin

  • 12 Manual de ordenacin por rodales

    En el captulo 4 se realiza una introduccin a la ordenacin por rodales, su propuesta inicial y su utilizacin actual.

    En el captulo 5 se describen de manera prctica las fases de trabajo para la elaboracin de una ordenacin por rodales.

    En el captulo 6 se presenta la estructura y contenido de un proyecto de orde-nacin de montes realizado con este mtodo, especicando las modicaciones respecto a una estructura tpica.

    En el captulo 7 se analizan las potencialidades del mtodo de ordenacin por rodales en la gestin forestal sostenible y la conservacin de los valores naturales, as como las ventajas e inconvenientes tcnicos y econmicos que supone su aplicacin.

    En el captulo 8 se presenta una aproximacin comparativa de rendimientos y costes de una ordenacin por rodales respecto a una ordenacin estndar.

    Finalmente, en el captulo 9 se recogen una serie de reexiones nales respec-to a la ordenacin por rodales en el contexto tcnico y de la relacin actual entre sociedad y bosques.

    En denitiva, la intencin fundamental de este manual es constituir un primer paso para la introduccin en Espaa del Mtodo de Ordenacin por Rodales en su concepcin actual y facilitar la utilizacin prctica de este mtodo. La aplicacin real y la discusin tcnica que se genere permitirn sin duda mejorar de cara al futuro los planteamientos y procedimientos aqu propuestos.

  • 13Introduccin

  • 15

    2 Los bosques y su gestin

    2.1. Los bosques en Espaa

    Europa es un continente de bosques. En condiciones puramente naturales, las forma-ciones boscosas seran el ecosistema dominante por excelencia en la mayor parte del continente. En la actualidad, tras milenios de actividad humana, se conservan en Europa cerca de 350 millones de hectreas de bosque (Figura 1), que cubren ms de un tercio de

    Los bosques y su gestin

  • 16 Manual de ordenacin por rodales

    su supercie. Durante los ltimos decenios, adems, el bosque europeo est creciendo en supercie y madurez.

    No obstante, en el caso de la Pennsula Ibrica, la sociedad percibe que los bosques se encuentran gravemente amenazados, que son una sombra de lo que fueron antiguamen-te y que la destruccin de los mismos se intensica ao tras ao.

    A partir de esta realidad, pueden plantearse algunas cuestiones: Cmo son los bosques en Espaa actualmente? Es cierto que la supercie arbolada se encuentra en un mnimo histrico? A que amenazas se enfrenta nuestro paisaje forestal?

    2.1.1. Situacin actual

    El bosque en cifras

    Segn los datos del Inventario Forestal Nacional (IFN), en el ao 2006 la supercie fo-restal en Espaa se sita por encima de los 27 millones de hectreas, cifra que supone ms del 54% de la supercie del pas.

    De ste total, los bosques ocupan unos 17,5 millones de ha, en que se incluyen algo ms de 1,5 millones de hectreas de masas abiertas o arbolado ralo. El resto, cerca de 10 millones de hectreas, corresponden a formaciones desarboladas, como pastos, matorrales o eriales.

    La Figura 2 muestra la distribucin de supercies por uso para el conjunto del pas. Destaca la elevada supercie forestal desarbolada y de arbolado ralo, que constituyen el 35% de la supercie forestal o lo que es o mismo, el 22% de la supercie total del pas.

    Figura 2: Distribucin de supercies por uso del suelo segn el Inventario Forestal Nacional. Datos del IFN III (1997-2007) a excepcin de Andaluca, Comunidad Valenciana y Pas Vasco, con datos del IFN II (1986-1996).

  • 17

    Los Inventarios Forestales Nacionales

    Los Inventarios Forestales Nacionales (IFN) reejan la situacin global de la cubierta forestal en un pas. En Espaa se han realizado hasta la fecha dos Inventarios Forestales completos (IFN I e IFN II) y en la actualidad est en curso el tercero (IFN III). Durante aproximadamente 10 aos se inventara la supercie forestal del pas, reinicindose entonces un nuevo ciclo de inventario.

    El primer IFN se realiz entre 1966 y 1975. Debido a la Transicin poltica, el segundo IFN se retras y se realiz nalmente entre 1986 y 1996. Transcurren por lo tanto 20 aos entre uno y otro inventario. El tercer IFN abarca el decenio 1997-2007.

    La evolucin tecnolgica y social hace que en cada Inventario se mejore la calidad en la me-dida de los parmetros y se ajusten stos a las necesidades sociales de cada momento. Esto supone tambin algunos cambios metodolgicos. Por ejemplo, la determinacin de la superf-cie forestal en el IFN I se bas en las fotografas areas del vuelo americano de 1956, el IFN II se bas en el Mapa de Cultivos y Aprovechamientos, y el IFN III se basa en el Mapa Forestal de Espaa. A pesar de las lgicas variaciones metodolgicas, los sucesivos IFN constituyen una base de comparacin que permite seguir con precisin la evolucin a largo plazo de los espacios forestales del pas.

    Supercie forestal y bosques

    No toda la supercie forestal est cubierta de bosques. Segn la legislacin forestal espaola, se considera terreno forestal o monte muchas supercies desarboladas, como las ocupadas por formaciones arbustivas o de matorral, eriales y pastos, roquedos, arenales, etc.

    Las supercies forestales arboladas constituyen los bosques. Existe una gran variedad de deniciones del concepto bosque. La mayora implican una dominancia del estrato arbreo y se centran en aspectos ligados a ste como la talla, la densidad, el grado de cubierta, la es-tructura, etc. En pases mediterrneos, la idea de bosque como agrupacin extensa de rboles en espesura (SECF, 2005) no excluye las masas abiertas y/o de talla modesta. Segn Costa et al. (1998), un bosque dejara de serlo cuando los rboles comienzan a ser la excepcin, y no la norma, en el conjunto de la cubierta forestal.

    La denicin de bosque utilizada por la FAO es la tierra que abarca ms de 0,5 hectreas, con cubierta de rboles cuya altura es superior a 5 metros y con una cubierta de copas del 10 por ciento, o rboles capaces de alcanzar estos lmites mnimos in situ. No incluye la tierra sometida a un uso predominantemente agrcola o urbano (FAO, 2005).

    En Espaa, la abundancia de formaciones arboladas abiertas (aclaradas de manera natural o articialmente) frecuentemente en mezcla con formaciones desarboladas, justica que se utilice el trmino bosque para masas a partir de un 5% de fraccin de cabida cubierta (criterio utilizado en el IFN III). En un sentido amplio, este trmino incluira las zonas desarboladas de pequeo tamao insertas en un paisaje predominantemente arbolado.

    Los sucesivos Inventarios Forestales Nacionales utilizan la denominacin terreno forestal ar-bolado, en la que se distinguen algunas subcategoras:

    Forestal arbolado: terreno poblado con especies forestales arbreas como manifestacin vegetal dominante y con una fraccin de cabida cubierta por ellas igual o superior al 20%. El concepto incluye las dehesas de base cultivo o pastizal con labores siempre que la fraccin de cabida cubierta arbolada sea igual o superior al 20%. Tambin comprende los terrenos con plantaciones monoespeccas o poco diversicadas de especies forestales arbreas, sean autctonas o alctonas, siempre que la intervencin humana sea dbil y discontinua.

    Los bosques y su gestin

  • 18 Manual de ordenacin por rodales

    Forestal arbolado ralo: terreno poblado con especies forestales arbreas como manifesta-cin botnica dominante y con una fraccin de cabida cubierta por ellas comprendida entre el 5 y el 20 por ciento (IFNII) o el 10 y el 20 por ciento (en IFN III).

    Forestal arbolado disperso (slo en IFN III): terreno ocupado por especies forestales arb-reas como presencia vegetal dominante y con una fraccin de cabida cubierta por dichas especies entre el 5 y el 10 por ciento.

    Finalmente, se clasica como Forestal desarbolado el terreno poblado con especies de matorral o/y pastizal natural (o con dbil intervencin humana) como manifestacin vegetal dominante con presencia o no de rboles forestales, pero en todo caso con la fraccin de cabida cubierta por stos inferior al 5 por ciento.

    Si se comparan las cifras absolutas y porcentuales de supercie forestal arbolada con las de algunos pases europeos de nuestro entorno, se observa que la supercie actual de bosque en Espaa es equiparable a pases europeos con mejores condiciones climticas para su desarrollo (Tabla 1).

    Tabla 1: Supercie forestal arbolada (FCC> 10%) en algunos pases europeos. Datos correspon-dientes al ao 2000. Fuente: FAO (2005).

    Pas Supercie forestal arbolada % sobre el total (en millones de ha) de supercie del pas Francia 15,4 28,0 Italia 9,4 32,0 Portugal 3,6 39,3 Alemania 11,1 31,8 Reino Unido 2,8 11,6 Espaa 16,4 32,8

    A nivel autonmico (Figura 3), el porcentaje de supercie forestal, oscilando entre un mximo cercano al 75% (Canarias) y un mnimo cercano al 42% (Murcia). El porcen-taje de supercie arbolada muestra mximos en el Pas Vasco (54%) y Catalua (51%) y mnimos en la Regin de Murcia (28%).

    Los datos cuantitativos de que se dispone en este momento indican que contrariamente a la percepcin social actual, se conserva en Espaa una importante proporcin de su-percie de bosque, aunque con una distribucin geogrca irregular.

    Por otra parte, la elevada proporcin de supercie desarbolada indica el potencial de expansin en el futuro: el bosque dispone de mucho espacio para crecer.

  • 19

    Qu tipos de bosque tenemos?

    La diversidad es una de las caractersticas ms importantes de los bosques espaoles. La situacin geogrca del pas, la variabilidad y contraste de relieve, clima y naturaleza del suelo posibilitan la presencia de una amplia variedad de especies y de formaciones forestales.

    Las principales especies arbreas presentes en Espaa son los Quercus (encinas y ro-bles), los pinos (con presencia de siete especies adaptadas a las diferentes condiciones ecolgicas del pas) y las hayas. Estn presentes a su vez, aunque en menor medida, una gran cantidad de otras especies forestales, tanto propias como introducidas. La Tabla 2 muestra las principales especies que integran los bosques espaoles. Las formaciones

    CCAA ha forestal ha arboladas

    Andaluca 4.325.378 2.106.252Aragn 2.608.312 1.577.991Asturias 764.597 451.116Baleares 223.601 186.377Canarias 563.645 134.091Cantabria 359.459 214.257Castilla la Mancha 3.564.779 2.739.598Castilla Len 4.807.731 2.982.317Catalua 1.930.482 1.626.212Comunidad Valenciana 1.215.077 628.280Extremadura 2.727.233 1.921.250Galicia 2.039.575 1.405.452La Rioja 301.476 169.552Madrid 420.093 270.096Murcia 486.019 316.292Navarra 586.513 462.664Pas Vasco 469.355 390.005

    Figura 3: Porcentajes de supercie forestal y forestal arbolada a nivel autonmico segn el In-ventario Forestal Nacional. Datos del IFN III (1997-2007) a excepcin de Andaluca, Comunidad Valenciana y Pas Vasco con datos del IFN II (1986-1996). Elaboracin propia a partir de DGCN, 1998 y datos del IFN III.

    Los bosques y su gestin

  • 20 Manual de ordenacin por rodales

    mixtas o mezcladas alcanzan una proporcin muy destacable (alrededor del 40%) de la supercie arbolada densa (Figura 4).

    Tabla 2: Principales especies arbreas de los bosques espaoles que forman la supercie arbolada densa (fraccin de cabida cubierta superior al 20%). Fuente: DGCN (2000) y DGCN, (2002).

    Especie Especie principal Especie principal en en bosques bosques mixtos monoespeccos con otras especies (en miles de ha) (en miles de ha)

    Quercus ilex 1473 503 Pinus pinaster 1058 626 Pinus halepensis 1365 135 Pinus sylvestris 840 370 Pinus nigra 525 338 Fagus sylvatica 343 105 Quercus pyrenaica/humilis 313 68 Pinus pinea 223 147 Juniperus thurifera 124 83 Quercus suber 117 256 Castanea sativa 102 111 Quercus faginea 88 181 Pinus uncinata 75 0 Pinus canariensis 72 0 Quercus robur/petraea 38 171 Olea europaea 17 58

    Figura 4: Distribucin de la supercie arbolada densa entre masas puras y mixtas segn el IFN II. Elaboracin propia a partir de DGCN, 1998.

  • 21

    Tal variedad de especies da lugar a un nmero elevado de tipos de bosque distintos. Segn Costa et al. (1998), en la Pennsula Ibrica se pueden reconocer cinco tipos principales:

    Bosques planocaducifolios de carcter atlntico, monoespeccos o integra-dos por muy diversas especies, incluidas algunas gimnospermas eurosiberianas como el tejo o el abeto: hayedos, robledales, alisedas, fresnedas, choperas, olmedas, abedulares, bosques mixtos de frondosas eurosiberianas.

    Bosques aciculifolios montanos y subalpinos: pinares de pino albar y pino ne-gro, abetales, con o sin hayas.

    Bosques caducifolios o semicaducifolios (marcescentes), de carcter subatln-tico o submediterrneo: melojares, quejigares, a veces con conferas.

    Bosques esclerlos mediterrneos, monoespeccos o mixtos: encinares, alcor-nocales, acebuchares, frecuentemente acompaados por conferas xerlas.

    Bosques mediterrneos de conferas, tanto basales como mediterrneo-mon-tanos, monoespeccos o mixtos entre s y con frondosas: pinares de pino la-ricio, resinero, pionero, carrasco, sabinares albares. Con gran frecuencia se caracterizan por su baja densidad coexistiendo con estructuras de vegetacin no arbolada (formaciones arbustivas, matorrales o pastizales).

    Dnde se encuentran los bosques

    Los bosques no se reparten homogneamente por todo el territorio. El Mapa Forestal de Espaa muestra la distribucin geogrca de los espacios forestales (Figura 5). Dejando aparte la cornisa cantbrica, que representa un caso especial, los espacios forestales y las principales supercies boscosas se sitan en reas de montaa y con bajas densi-dades de poblacin (Figuras 5 y 6). Se corresponden con zonas de cabecera de cuencas y donde, a pesar de la baja densidad de poblacin, los bosques presentan una elevada demanda de uso social, por la alta auencia puntual y estacional de visitantes de zonas urbanas.

    Los bosques y su gestin

    Foto 1: Ejemplo de bosque pla-nocaducifolio de carcter at-lntico. Hayedos (Pas Vasco).

  • 22 Manual de ordenacin por rodales

    Figura 6: reas con densidad de poblacin menor de 10 habitantes/Km2. Fuente: Ruiz (2005).

    Figura 5: Mapa Forestal de Espaa 1:200.000. Fuente: DGCN (1998).

  • 23

    La propiedad de los bosques

    A nivel estatal, cerca de dos tercios de la supercie forestal total y de la supercie de bosque son de titularidad privada (DGCN, 2002; FAO, 2005). A su vez, el grado de fragmen-tacin de la propiedad forestal es en general muy elevado. En Espaa existen alrededor de 9000 propiedades forestales pblicas y ms de 660.000 propiedades forestales privadas (MCFPFE, 2003), que da lugar a un tamao medio de la propiedad forestal privada de unas 25 hectreas. El tamao medio de parcela catastral forestal privada es menor de 1 ha (DGCN, 2002). Esta estructura de la propiedad conlleva una gran variedad de maneras de hacer y una mezcla de estructuras forestales a pequea escala. Al mismo tiempo, implica una dicultad de organizacin y gestin a niveles superiores a la propiedad.

    Por otra parte, en muchos casos la propiedad privada ha sido la garanta de la conser-vacin de los bosques. La consideracin del bosque como un patrimonio familiar, y la voluntad de los propietarios en su mantenimiento, ha permitido que lleguen a nuestros das muchos de los bosques actuales (Fotos 2 y 3).

    Foto 3: Bosques de titularidad privada en el Prepirineo cataln (el Solsons). Catalua es una de las autonomas con mayor porcentaje de supercie fores-tal privada (alrededor del 80 %) y que a su vez conserva mayor proporcin de bosque.

    Foto 2: Alcornocales de titula-ridad privada (Extremadura). El alto valor de las producciones de este tipo de montes ha per-mitido su conservacin hasta nuestros dias en muchas zonas de Espaa.

    Los bosques y su gestin

  • 24 Manual de ordenacin por rodales

    Los bosques en los Espacios Naturales Protegidos

    Las distintas guras de Espacios Naturales Protegidos (Parques Nacionales, Parques Na-turales, etc.) se declaran principalmente sobre supercie forestal. Este hecho conrma el elevado valor natural de nuestros sistemas forestales y se convierte en un condicionante ms a integrar en su manejo. Segn datos del IFN II (DGCN, 1998), los Espacios Naturales Protegidos ocupaban en esa fecha un 11% de la supercie forestal, y estaban constitui-dos en prcticamente un 80% de terrenos forestales.

    La Red Natura 2000 (Figura 7), actualmente en fase de denicin, incluir ms de un tercio de la supercie forestal total y estar constituida en alrededor de tres cuartas partes por terrenos forestales (DGCN, 2002).

    LIC

    ZEPA

    LIC y ZEPA

    Figura 7: Distribucin de los espacios propuestos para ser incluidos en Red Natura 2000, en el ao 2005. En esta Red quedarn incluidos la mayor parte de Espacios Naturales Protegidos. Fuente: Ministerio de Medio Ambiente.

  • 25

    2.1.2. El bosque crece

    En Europa, la composicin natural de los bosques actuales viene determinada principal-mente por la recolonizacin del territorio desde el nal de la ltima glaciacin (Costa et al., 1998), desde hace tan solo 18.000 aos. Durante este corto perodo de tiempo, adems, se han producido otras oscilaciones trmicas y pluviomtricas notables que han resultado en la expansin o retroceso de distintos tipos de bosque.

    La actividad humana se maniesta con intensidad creciente desde hace ms de 7.000 aos sobre una vegetacin en plena dinmica de cambio. Esta interaccin ha dado lugar a una progresiva deforestacin que tiene su punto culminante en Espaa en el primer tercio del S. XX.

    La irrupcin de la Revolucin Industrial, proceso que se da en Europa durante el S. XIX y principios del S. XX, lleva aparejados avances en la productividad agropecuaria, la utilizacin generalizada de nuevas fuentes de energas fsiles y de nuevos materiales de construccin. Desciende progresivamente la demanda de tierras de cultivo y de biomasa forestal (lea principalmente).

    Paralelamente, y ligado al proceso de industrializacin anterior, se pone de maniesto una evolucin de la sociedad rural hacia una sociedad urbana. La emigracin del campo a la ciudad, el abandono de las tierras menos productivas, el despoblamiento de las re-

    Los bosques y su gestin

    Foto 4: El Parque Natural de Els Ports (Tarragona) constituye un ejemplo representativo de espacio fo-restal intensamente humanizado hoy declarado en Espacio Natural Protegido.

  • 26 Manual de ordenacin por rodales

    giones montaosas y el cese de la presin en la explotacin del bosque son fenmenos que se dan en toda Europa durante el S. XX. Cesan las causas de la deforestacin y la tendencia se invierte claramente.

    En Espaa, esta evolucin socioeconmica ligada al desarrollo industrial llega con retraso y de manera desigual segn regiones, pero acaba por asentarse todo el pas hacia la dcada de 1960. A partir de este punto, el aumento de supercie boscosa se ve acelerado por el masivo xodo de la poblacin rural a las ciudades y al litoral. Tras milenios de deforestacin y aprovechamiento de los bosques, desde mediados del S. XX aumenta la supercie forestal, la supercie de bosque y la cantidad de biomasa almacenada en ella.

    Desde un punto de vista cuantitativo, los datos de los IFN conrman la clara tendencia al aumento de la cubierta forestal. La comparacin entre los sucesivos IFN reeja la evolucin de los sistemas forestales en Espaa durante un periodo de 30 aos (1970-

    Foto 5: Ejemplo de la evolucin del entorno de un municipio de montaa durante el S. XX (Sant Lloren de Morunys y la Serra del Port del Compte, Lleida). Crecimiento urbano alrededor del ncleo inicial y extensin del bosque en el medio rural debido al abandono de las actividades agro-ganaderas.

    Hacia 1910 Ao 1965

    Ao 2006 Ao 2006

  • 27

    2000, si tomamos el ao central del decenio durante el que se realiza el Inventario). En este perodo, aumenta la supercie forestal arbolada y desciende la desarbolada. Tam-bin aumenta la cantidad total de rboles, especialmente el nmero de rboles mayores (Figura 8). Todos estos datos apuntan hacia un aumento en supercie y madurez del bosque en Espaa.

    La tendencia al crecimiento de la supercie forestal se constata sin excepcin para todas las comunidades autnomas, independientemente de sus distintas caractersticas biogeogrcas (Figura 9).

    Los bosques y su gestin

    Figura 8: Evolucin de la supercie forestal arbolada y del nmero de rboles entre los tres ciclos del Inventario Forestal Nacional (IFN III con datos del IFN II para Andaluca, Comunidad Valencia-na y Pas Vasco). La supercie forestal arbolada incluye el arbolado ralo. Los rboles mayores son aquellos con dimetro normal >17,5 cm y los pies menores aquellos con dimetro normal

  • 28 Manual de ordenacin por rodales

    Algunos aspectos cualitativos completan la tendencia de crecimiento del bosque apuntada por el IFN III:

    Se constatan incrementos muy notables en robles mediterrneos, haya o pino carrasco. Los dos primeros casos obedecen en gran parte al abandono de la gestin agrcola-ganadera de amplias zonas de media montaa. En el caso del pino carrasco, adems, debe sumarse su gran capacidad de recolonizar terre-nos tras los incendios (Gonzlez, 2005).

    Aumenta la densidad del bosque. En general se incrementa la fraccin de cabi-da cubierta. El aumento del nmero de pies (tanto menores como mayores) es proporcionalmente mayor que el incremento de supercie arbolada.

    Aumenta la madurez (aumento de existencias y del nmero de rboles de gran dimetro).

    Ganan importancia las formaciones mixtas. En general, se aprecia una ligera prdida de supercie forestal alrededor de las

    aglomeraciones urbanas mientras que en las zonas ms alejadas y de montaa aumenta el bosque debido al abandono de tierras agrcolas y la reduccin de la ganadera extensiva. Se trata de una tendencia general en los pases industria-lizados europeos (Steinlin, 1996).

    En un futuro prximo la tendencia al aumento en extensin y madurez de los bosques es ms que probable, tanto por la colonizacin natural de zonas abandonadas como por la reforestacin activa por parte de las administraciones y particulares.

    Aumenta la supercie y el valor de los bosques, pero tambin surgen nuevos retos para asegurar su conservacin.

    Figura 9: Evolucin de la supercie de bosque en algunas Comunidades Autnomas en que se ha nalizado el IFN III: Catalua, Galicia, Extremadura, Castilla y Len, Navarra y Murcia. Elaboracin propia a partir de DGCN (1998) y DGCN (2003).

  • 29

    2.2. El valor de los bosques

    Las funciones de los bosques y la multifuncionalidad

    Los bosques proporcionan una serie de bienes y servicios a la sociedad. Las distintas prestaciones de los bosques pueden agruparse en:

    Funciones productivas. Engloba la produccin de bienes que en ese momento tienen un precio de mercado que responde a una valoracin econmica tra-dicional. Como ejemplos de estos productos se pueden citar en la actualidad la madera, corcho, leas y carbn, pastos, setas, pin, piezas de caza, etc. Tambin la resina y el esparto hace algunos decenios.

    Funciones ambientales. Recoge por una parte las funciones que tienen carc-ter de bien pblico de uso indirecto: regulacin del rgimen hdrico, atenua-cin de los procesos erosivos, jacin de CO2, reserva de biodiversidad, etc. Por otro lado, agrupa los elementos que se asimilan a bienes pblicos de no-uso: valores de existencia, de opcin, de donacin y de legado.

    Funciones sociales. Reeja aquellos bienes que proporcionan amenidad direc-ta y que se asimilan a bienes pblicos de uso y disfrute (uso indirecto): paisaje y entorno para la actividad recreativa.

    La multifuncionalidad de los bosques es la prestacin simultnea de diferentes funcio-nes a la sociedad. En Espaa, la diversidad de formaciones forestales y de condiciones geogrcas y culturales hace que este grado de multifuncionalidad sea especialmente elevado.

    Distintos valores, distintos intereses

    La valoracin de las distintas funciones que prestan los bosques depende de las necesi-dades que ste satisface a la sociedad.

    Las sociedades post-industriales tienen resueltas satisfactoriamente las necesidades de los productos de origen forestal. Esto ocurre a causa de avances tcnicos que incremen-tan la productividad in situ, por la utilizacin de productos sustitutivos o bien porque los productos forestales se importan de terceros pases. En las sociedades desarrolladas, las funciones ambientales y sociales pasan a ser las ms valoradas y por las que muestran ms inters la mayor parte de grupos sociales.

    Para el propietario-gestor, sin embargo, las funciones que presentan mayor inters son las productivas, ya que aportan ingresos directos y sustentan econmicamente su acti-vidad. Sin ingresos directos, sin rentabilidad econmica, se abandona el bosque.

    Los bosques y su gestin

  • 30 Manual de ordenacin por rodales

    Los conictos

    Actualmente conviven dentro de la misma sociedad diferentes valoraciones, frecuente-mente confrontadas, de cada una de las funciones que prestan los bosques. De ah surge uno de los conictos ms importantes a que se enfrentan los bosques en los pases de-sarrollados: la sociedad, en su ejercicio poltico, no considera los intereses y necesidades del propietario-gestor. A su vez en su mbito de decisin sobre los bosques, el propieta-rio-gestor no tendr en cuenta las valoraciones del resto de grupos sociales (Figura 10).

    Las funciones ambientales y sociales (que desea la sociedad) no proporcionan todava ingresos directos al propietario-gestor. En muchos casos, se garantiza su prestacin me-diante medidas legislativas, que suponen con frecuencia importantes restricciones a las funciones productivas.

    Simultneamente, se constata que la escasa rentabilidad econmica es uno de los princi-pales motivos del abandono de los bosques, un proceso que se retroalimenta (Figura 11).

    Por otro lado, la sociedad desarrollada necesita los productos forestales. La demanda de productos de origen forestal (madera, celulosas, energa, etc.) es creciente en los pases industrializados. Ante este hecho cabe tener en cuenta que:

    Las producciones directas son un eslabn importante del equilibrio territorial. Estos productos constituyen el origen de una cadena de transformacin y co-

    Figura 10: Las distintas valoraciones de las funciones de los bosques generan distintas visiones respecto su gestin y a los objetivos que sta debe tener en cuenta.

  • 31

    mercializacin, que permite la existencia de empleos y la generacin de un valor aadido que queda (al menos en parte) en las mismas reas rurales donde se ha generado el producto.

    La importacin de los productos forestales no es siempre una solucin ptima. Externalizar la produccin de las materias primas forestales a zonas alejadas de los centros de transformacin y consumo supone unos costes ambientales (especialmente por consumo energtico) que no deben obviarse. As mismo, la obtencin de los productos forestales en pases no industrializados conlleva el riesgo de la destruccin de los sistemas forestales por una gestin de baja calidad y escasa tecnicacin.

    Las amenazas

    Los incendios forestales, y especialmente la creciente magnitud de estos, es uno de los aspectos ms problemticos que lleva aparejado el conicto apuntado. Desde 1979, los incendios recorren anualmente una media de 190.000 hectreas, de las cuales 75.000 son arboladas (Figura 12).

    El abandono de las actividades agrarias y forestales posibilita el crecimiento en su-percie, biomasa acumulada y continuidad de la cubierta forestal. Al mismo tiempo el incremento del uso recreativo y urbano del espacio forestal, y el aumento de la interfaz urbano-forestal, elevan el riesgo de ignicin y la vulnerabilidad de las masas forestales.

    Paralelamente, el incremento de la capacidad y del xito en la extincin, que ha sido notable en Espaa en las ltimas dcadas, no resuelve este grave problema. Cada vez hay menos incendios que afectan a ms supercie, la denominada paradoja de la extin-cin: se controlan ms rpidamente la mayora de incendios, pero aquellos pocos que superan la capacidad de extincin se convierten en incendios catastrcos que recorren

    Los bosques y su gestin

    Figura 11: Espiral descendente de la gestin fo-restal. La baja rentabilidad y el elevado riesgo actual de las inversiones en actuaciones fores-tales (por causa de incendios, cambios sbitos de mercado, etc.) conduce a un escaso inters en la gestin. A ello se suma el bajo nivel de formacin y tecnicacin, endmico del sector forestal en Espaa. La gestin pobre resultante slo da lugar a ms baja rentabilidad y masas ms sensibles a los riesgos.

  • 32 Manual de ordenacin por rodales

    grandes supercies, gracias a la continuidad y acumulacin de biomasa que la extincin de pasados incendios ha conservado.

    La conservacin del bosque como objetivo

    Por encima de los diferentes enfoques sociales y el conicto de valoraciones, emerge el consenso en una cuestin: la existencia misma del bosque es imprescindible para que el sistema genere el mximo de bienes y servicios a la sociedad. La conservacin del bosque y su desarrollo en condiciones adecuadas (en palabras forestales la persistencia) tiene una importancia fundamental.

    El abandono de los espacios forestales no garantiza su conservacin en la situacin actual. La persistencia va indisolublemente ligada a la mejora de las condiciones del bosque, de manera que lo haga lo ms estable posible a largo plazo con las condiciones fsicas y antrpicas- del lugar. La conservacin del bosque y su uso sostenible requiere de la gestin.

    Pero a su vez la gestin debe ser capaz de satisfacer los diferentes intereses de la socie-dad, debe ser efectiva y eciente. Esto slo es posible si est planicada.

    Figura 12: Supercie forestal afectada por incendios forestales entre 1979 y 2005. Tras la desas-trosa dcada de los 80 y la primera mitad de los 90, durante los ltimos aos la supercie afectada por incendios forestales se estabiliza, con una tendencia al alza en lo que se reere a supercie arbolada. Esto ocurre a pesar del aumento progresivo de la capacidad de extincin. Elaboracin propia a partir de MIMAM (2005).

  • 33

    2.3. Gestionar y planicar

    Gestin de los espacios forestales

    Por gestin se entiende el conjunto de actuaciones que el hombre realiza sobre el siste-ma forestal con uno o varios objetivos concretos.

    La selvicultura es en este caso una herramienta fundamental de gestin, ya que la ma-yor parte de las actuaciones en el mbito forestal requerirn la utilizacin de tcnicas selvcolas:

    La Selvicultura es una ciencia aplicada que rige el manejo ecolgicamente sostenible de los ecosistemas forestales para la satisfaccin de las demandas de la sociedad (bienes y servicios). Para conseguir estos objetivos, la selvicultura disea tratamientos ecolgica-mente sostenibles, abiertos al ejercicio de otras opciones por las generaciones venideras. La selvicultura integra teoras, principios y mtodos biolgicos y ecolgicos inferidos de los bosques, ya sean stos espontneos o articiales, as como ciertas teoras y plantea-mientos econmicos (Grupo IUFRO S6.04-06 )

    La gestin de un espacio forestal requiere la consideracin simultnea de una serie de aspectos de distinta importancia, dimensin y escala temporal: funciones del espacio, objetivos del gestor, legislacin, mercados, infraestructuras, tcnicas, personal, etc. (Figura 13).

    La organizacin coherente de todos estos aspectos para alcanzar los objetivos perse-guidos es compleja, y debe realizarse mediante la planicacin. La gestin, para ser sostenible, debe estar planicada. Para ello es necesario:

    Analizar todos los aspectos que comprende la gestin. Valorar y ponderar los mismos, jando unos objetivos razonados. Disear las actuaciones y distribuirlas en el tiempo y en el espacio.

    Gestin vs. no gestin

    El mayor inters por parte de la sociedad en funciones del bosque que a simple vista no requie-ren de la gestin (por ejemplo, proteccin de la fauna y la biodiversidad) ha dado pie a que la gestin no se perciba como necesaria por algunos grupos sociales.

    Cabe apuntar al respecto que la no-gestin es una opcin de gestin siempre que se integre en un esquema planicado. De lo contrario es abandono. La disyuntiva gestin-no gestin ha sido ampliamente debatida en el pasado reciente y tiene su origen en la consideracin de los sistemas forestales como sistemas naturales con dinmicas propias e independientes del hombre.

    Los bosques y su gestin

  • 34 Manual de ordenacin por rodales

    Desde esta ptica estricta, por ejemplo, no debera actuarse sobre una masa forestal con unas condiciones de elevado riesgo de incendio para reducirlo, y si nalmente se da el incendio por causas naturales no debera ser controlado.

    Sin embargo, los sistemas forestales europeos han evolucionado bajo inuencia antrpica desde muy antiguo y tienen mucho de paisaje cultural. Estn adems indisolublemente ligados a una sociedad que demanda de ellos diferentes bienes y servicios, y muchas de estas demandas no podran satisfacerse al nivel exigido desde la no-gestin estricta.

    Figura 13: La gestin se congura a partir de aspectos de distinta importancia, dimensin y escala temporal. Figura superior basada en la 2 reunin de la Conferencia Ministerial sobre la Proteccin de los Bosques de Europa.

  • 35

    Planicacin forestal

    Con la planicacin se dene y estructura la gestin de un espacio forestal durante un determinado periodo de tiempo. Dos importantes caractersticas diferenciales de la planicacin forestal son:

    El plazo dual para el que se planica. Aunque la programacin de las actuaciones debe concretarse para plazos cortos, volvindose generalmente por completo ilusoria ms all de 2 o 3 decenios (Ofce National des Frets, 1989), debe con-siderarse siempre la dimensin estratgica o a largo plazo.

    Valoraciones distintas de las funciones forestales entre grupos sociales que de-ben hacerse converger. La valoracin social y la legislacin en que se traducen las demandas sociales pueden no coincidir con las aspiraciones del propietario-gestor.

    La planicacin forestal parte de un anlisis del espacio y de sus procesos, condicionan-tes y problemas.

    Este diagnstico permitir plantear objetivos posibles y evaluarlos bajo diferentes en-foques (econmico, ecolgico, social, etc.).

    Finalmente, en funcin de los objetivos jados, se podrn disear las actuaciones ms adecuadas y organizarlas en el espacio y en el tiempo para conseguir una relacin coste-eciencia ptima.

    Por otra parte, es obvio que los mltiples usos y funciones demandados no se pueden dar simultneamente en el mismo lugar y al mismo tiempo a su mximo nivel. En la planicacin es necesario jerarquizar funciones, determinar usos preferentes, analizar compatibilidades y zonicar.

    Como todo proceso de planicacin continua, debe evaluarse peridicamente y readap-tarse en funcin de los cambios ocurridos y el resultado de la gestin llevada a cabo hasta el momento (gestin adaptativa).

    Los instrumentos de planicacin varan en funcin de la escala, desde planes y estrate-gias forestales nacionales o estatales hasta instrumentos a escala de unidad de propie-dad. La planicacin de la gestin de los espacios forestales a escala de propiedad se ha abordado desde mediados del S. XIX desde la Ordenacin Forestal.

    Los bosques y su gestin

  • 37

    3 La ordenacin forestal como herramienta de planicacin de los espacios forestales

    La ordenacin forestal es el instrumento de planicacin de la gestin y uso sostenible de los espacios forestales. En su aplicacin a escala monte, parte de un anlisis y diagnstico de la situacin inicial. En base a ste, se denen, cuantican, jerarquizan y organizan en el tiempo y el espacio las actuaciones a desarrollar sobre un espacio forestal para satisfacer, de un modo sostenible, los objetivos del propietario y las demandas de la sociedad.

    3.1. Breve historia de la ordenacin forestal en Espaa

    Desde la publicacin de lo que se podra considerar el primer tratado de historia forestal de Espaa por Bauer en 1980, numerosas obras han analizado la evolucin de los mon-tes en Espaa. A partir de los trabajos generales o temticos de Gmez (1992), Casals (1996), Gonzlez (1999), Calvo (2003), etc., y especialmente la sntesis la transforma-cin del paisaje forestal contenida en DGCN (1998) y las publicadas en los volmenes autonmicos del III IFN, es posible aproximar la trayectoria histrica de los bosques y el contexto en que la Ordenacin Forestal fue aplicada inicialmente en Espaa.

    3.1.1. La introduccin de la ordenacin forestal en Espaa

    La ordenacin forestal fue introducida en Espaa durante la segunda mitad del S. XIX, como consecuencia de la creacin del Cuerpo de Ingenieros de Montes y la puesta en marcha de la Administracin Forestal moderna. Todo ello coincidi con los profundos

    La ordenacin forestal como herramienta de planicacin de los espacios forestales

  • 38 Manual de ordenacin por rodales

    cambios sociales y econmicos ocurridos durante el S. XIX, que supusieron la mayor prdida de supercie de bosque de la historia reciente del pas.

    El esfuerzo de la joven Administracin forestal en evitar la destruccin de los bosques durante la desamortizacin condicion su funcionamiento durante ms de medio siglo desde su creacin. Ello explica que la puesta en prctica generalizada de la ordenacin forestal no se iniciase hasta nales del S. XIX, cuando en el resto de Europa haca dca-das que se planicaba la gestin de los montes.

    En ese contexto, las primeras ordenaciones tuvieron un carcter marcadamente ambien-talista. Su objetivo principal fue garantizar la conservacin del bosque en pocas en que la gran demanda de productos forestales pona en peligro su existencia.

    Una larga historia de deforestacin

    En la Pennsula Ibrica (como en la mayor parte del Mediterrneo occidental) el efecto de la actividad humana sobre la cubierta forestal puede considerarse especialmente intenso desde la llegada del Neoltico, hace unos 5.000 aos.

    Desde entonces, la deforestacin progresiva ha sido el principal resultado de la activi-dad humana. Pueden identicarse dos pocas de mxima destruccin del bosque antes del S. XIX. La primera durante el perodo romano, con la puesta en cultivo de grandes extensiones de terreno cubiertas hasta el momento por bosques y una intensa actividad metalrgica. El segundo, ms prolongado, durante la Edad Media, a causa de las guerras de Reconquista, la repoblacin y la Mesta.

    A pesar de la progresiva deforestacin, a nales del S. XVIII se conservaba todava una supercie importante de bosques en el pas. Durante todo el S. XIX la prdida de superf-cie de bosque ser generalizada e intensa, y sus efectos llegarn hasta nuestros das.

    Una de las causas es el marcado incremento poblacional que sucedi a la Guerra de la Independencia (1808-1814). La poblacin espaola pas de los 11 millones de habitan-tes en 1800 a los 18 millones de 1900 (Gonzlez, 1999). Crece rpidamente la necesi-dad de leas, pastos y tierras de labor, acelerando la ya intensa deforestacin de siglos anteriores.

    Por otra parte, los procesos de desamortizacin, motivados en parte por la falta de tie-rras y el estancamiento de la productividad agraria, supusieron la roturacin de una gran supercie de bosque. Durante la primera mitad del S. XX la cubierta forestal espaola alcanzara mnimos histricos (Foto 6).

  • 39

    La llegada de la Ciencia y la Administracin forestal

    En el S. XVIII nace en Alemania la ciencia forestal. Durante este siglo se publican en Eu-ropa los primeros libros especcos la ciencia forestal por autores como von Carlowitz, von Moser o el francs Duhamel de Monceau. A principios del S. XIX, Hartig y Cotta desarrollan los principios bsicos de la Dasonoma.

    En 1833 se publican en Espaa las Ordenanzas Generales de Montes, punto de partida para la creacin del Cuerpo y de la Escuela de Ingenieros de Montes.

    En 1843, los jvenes Agustn Pascual y Esteban Boutelou son enviados a estudiar da-sonoma en Tharandt (Alemania), escuela dirigida en aquel entonces por H. Cotta. A su retorno, la fundacin de la Escuela Especial de Ingenieros de Montes, en 1846, signic la llegada a Espaa de la ciencia forestal europea. Con la posterior creacin del Cuerpo de Ingenieros de Montes en 1853, se implanta denitivamente la Administracin Fores-tal moderna en Espaa.

    Las primeras dcadas de funcionamiento de la Administracin Forestal coincidieron con un pas en pleno auge desamortizador. La intensa deforestacin tuvo como consecuencia ms visible una serie de grandes inundaciones.

    Foto 6: Fira de la Torregassa (Olius, Lleida), ao 1932. Desde nales del S. XIX se asiste a un incremento notable de la cabaa ganadera, que llega a prcticamente doblarse en 30 aos. El incremento se sustent en la intensicacin del aprovechamiento de los pastizales (Garca y Martnez, en DGCN, 1998). Puede observarse el entorno predominantemente deforestado en esta poca, a pesar de situarse en una comarca que histricamente y en la actualidad posee una gran vocacin forestal. Fotografa: Arxiu Mas; Institut Amatller dArt Hispnic.

    La ordenacin forestal como herramienta de planicacin de los espacios forestales

  • 40 Manual de ordenacin por rodales

    Figura 14: Henry-Louis Duhamel de Mon-ceau (1700-1782). Su obra Trait gnral des forts (1755-1767) constituye uno de los primeros textos de selvicultura. La tra-duccin al castellano de sus obras tuvo una gran inuencia en los botnicos espaoles del XVIII y sent las bases para la poste-rior llegada a Espaa de la ciencia forestal. Grabado: Muse National de la Marine de France.

    Figura 15: Heinrich Cotta (1763-1844). Desempe un papel fundamental en el es-tablecimiento de la ciencia forestal moder-na, como fundador y profesor de la Acade-mia Forestal de Tharandt (Sajonia), donde se formara Agustn Pascual.

    Figura 16: Agustn Pascual (1818-1884). Tras estudiar en Tharandt, entre 1843 y 1845, pensionado por la Casa Real, fue fundador de la Escuela de Montes de Villa-viciosa de Odon, creada en 1846 a partir del modelo de Tharandt. Se le considera el in-troductor de la ciencia forestal en Espaa.

    Figura 17: Esteban Boutelou y Soldevi-lla (1823-1883). Estudi en Tharandt con Agustn Pascual. En 1845 recibi el nom-bramiento de Inspector de Bosques y Plan-tos del Real Sitio de Aranjuez y en 1847 es nombrado Subinspector General de Bos-ques del Real Patrimonio.

  • 41

    En este contexto, durante la segunda mitad del S. XIX tomaran forma los tres grandes principios del ideario forestal, que se mantendrn vigentes al menos hasta el ltimo cuarto del S. XX:

    La defensa de la propiedad pblica de los montes, que debe garantizar la prestacin de sus funciones de proteccin fsica por encima de intereses parti-culares.

    Las labores de restauracin de la funcin hidrulica de los montes, mediante actuaciones hidrolgico-forestales.

    La ordenacin forestal ha de garantizar la permanencia del bosque y las fun-ciones protectoras del arbolado, al tiempo que incrementa y regulariza la pro-duccin forestal.

    La Desamortizacin

    El paso de las estructuras administrativas y sociales el Antguo Rgimen a la sociedad liberal, proceso que se da en toda Europa durante el S. XIX, dar lugar a la promulgacin en Espaa de las leyes desamortizadoras y de desvinculacin. Con la desamortizacin, gran parte de las propiedades inmuebles de la Iglesia y los pueblos (las llamadas manos muertas) pasaron a manos privadas, previa incautacin por parte del Estado y puesta a la venta en pblica subasta. La desvinculacin (abolicin de seoros y mayorazgos) convirti a los antiguos seores en propietarios, con titularidad plena sobre sus bienes, que a partir de aquel momento pudieron tambin vender libremente.

    Las medidas desamortizadoras ms ambiciosas sn las iniciadas por los ministros libe-rales Mendizbal (1836) y Madoz (1855). La primera afect fundamentalmente a bienes del clero (regular y secular) y la segunda, llamada general, a los bienes de los munici-pios (propios y comunales) y a los bienes del clero no vendidos hasta aquel momento.

    Se estima que el proceso desamortizador afect aproximadamente al 25% de la supercie del pas, una gran parte de la cual (entre 7 y 8 millones de hectreas) era supercie forestal.

    En cuanto a los bosques, el paso a manos privadas supuso en muchos casos su inmediata destruccin. Bosques de encinas, rebollo o alcornoque fueron cortados para leas y car-boneo, en muchos casos arrancando hasta la misma cepa, y roturadas posteriormente las reas con una mnima aptitud agrcola. Las turbulencias del proceso de desamortizacin, unidas al incremento demogrco tuvieron otros efectos indirectos como la ocupacin y roturacin de muchas propiedades forestales pertenecientes sobre todo a concejos y otras entidades pblicas.

    El resultado nal fue la prdida, en poco ms de 50 aos, de aproximadamente 6 millo-nes de hectreas de los mejores bosques del pas (cerrados y de elevada madurez) que se haban conservado hasta aquel momento.

    La ordenacin forestal como herramienta de planicacin de los espacios forestales

  • 42 Manual de ordenacin por rodales

    Ley de desamortizacin de Pascual Madoz de 1855 (1 de mayo de 1855)

    Ley, declarando en estado de venta todos los predios rsticos y urbanos, censos y foros perte-necientes al Estado, al clero y cualesquiera otros pertenecientes a manos muertas.

    Doa Isabel II, por la gracia de Dios y la Constitucin, Reina de las Espaas: a todos los que las presentes vieren y entendieren; sabed que las Cortes constituyentes han decretado y Nos san-cionamos lo siguiente:

    Ttulo primero.

    Bienes declarados en Estado de venta, y condiciones generales de su enajenacin

    Artculo 1.- Se declaran en estado de venta, con arreglo a las prescripciones de la presente ley, y sin perjuicio de las cargas y servidumbres a que legtimamente estn sujetos, todos los predios rsticos y urbanos; censos y foros pertenecientes: 1 Al Estado;2 Al clero;3 A las rdenes militares de Santiago, Alcntara, Calatrava, Montesa y San Juan de Jerusaln; 4 A cofradas, obras pas y santuarios; 5 Al secuestro del ex-Infante D. Carlos. 6 A los propios y comunes de los pueblos; 7 A la benecencia;8 A la instruccin pblica; 9 Y cualesquiera otros pertenecientes a manos muertas, ya estn o no mandados vender por

    leyes anteriores.

    Artculo 2.- Exceptanse de lo dispuesto en el Artculo anterior: 1 Los edicios y ncas destinados, o que el Gobierno destinare al servicio pblico; 2 Los edicios que ocupan hoy los establecimientos de benecencia e instruccin; 3 El palacio o morada de dada uno: de los M. RR. Arzobispos y RR. Obispos; y las rectoras o

    casas destinadas para habitacin de los curas prrocos, con los huertos o jardines, a ellas anejos;

    4 Las huertas y jardines pertenecientes al instituto de las Escuelas pas; 5 Los bienes de capellanas eclesisticas destinadas a la instruccin pblica, durante la vida de

    sus actuales poseedores; 6 Los montes y bosques cuya venta no crea oportuna el Gobierno; 7 Las minas de Almaden;8 Las salinas;9 Los terrenos que son hoy aprovechamiento comn, previa declaracin de serlo, hecha por el

    Gobierno, oyendo al Ayuntamiento y la Diputacin provincial, oir previamente al Tribunal Contencioso-Administrativo, o al cuerpo que hiciere sus veces, antes de dictar resolucin;

    10 Y, por ltimo, cualquier edicio o nca cuya venta no crea oportuna el Gobierno por razones graves.

    La salvaguarda de la propiedad pblica de los montes

    Ante el hecho constatado de que la venta de un monte supona en muchos casos su destruccin, la proteccin del bosque pasaba prioritariamente por mantenerlo en manos del Estado.

  • 43

    La defensa de la propiedad pblica de los montes y la identicacin y compendio de los montes no enajenables se convirti en la prioridad de la incipiente Administracin Forestal durante toda la segunda mitad del S. XIX. Debido a la rpida sucesin de disposiciones le-gales que regularon el proceso desmortizador, se elaboraron tres inventarios de montes no enajenables, segn criterios distintos, en poco ms de 4 dcadas (1859, 1864 y 1901).

    La elaboracin de los Catlogos de Montes de Utilidad Pblica (Figura 18) permiti evitar la venta (y la probable destruccin inmediata) de alrededor de 7 millones de hectreas de bosques, fundamentalmente de pinos, robles y hayas, que as han podido ser conser-vados hasta nuestros das.

    La restauracin de la funcin hidrulica de los montes

    Las consecuencias de la rpida deforestacin se maniestaron en forma de grandes inundaciones. Durante todo el S. XIX, y especialmente en su segunda mitad, numerosas inundaciones catastrcas afectaron a toda la Pennsula Ibrica, especialmente a la vertiente mediternea. La gran inundacin de Valencia, debida a las riadas del Jcar de 1864, las inundaciones de Alicante, Murcia y Almera en 1879, debidas al desbordamien-

    La ordenacin forestal como herramienta de planicacin de los espacios forestales

    Figura 18: Portadas de la Clasicacin General de Montes Pblicos de 1859 y del Catlogo de Montes Pblicos exceptuados de la desamortizacin de 1864, para la provincia de Badajoz. Fuente: ICONA, 1991.

  • 44 Manual de ordenacin por rodales

    to del Almanzora y el Guadalentn o los desbordamientos de los ros Vinalop, Segura y Cuevas en 1884, constituyen algunos de los casos que causaron mayor devastacin. La Comisin de carcter nacional para estudiar las causas y efectos de la riada de Valencia de 1864, presidida por el Ingeniero de Montes Miguel Bosch y Juli, resalt la nece-sidad conservar y aumentar la cubierta forestal en las cabeceras de las cuencas, para garantizar su funcin de regulacin hidraulica. Por primera vez en Espaa, se empez a considerar seriamente la cubierta forestal como una infraestructura de pas.

    En 1901 se crea el Servicio Hidrolgico-Forestal, con sus Divisiones Territoriales, que acometera trabajos de una notable magnitud. Cabe citar, entre otros muchos ejemplos, las actuaciones realizadas en el Sureste de la pennsula, como las de la Sierra de Espua (Murcia). En zonas de de montaa destacan las actuaciones en las vertientes del Jcar y las cabeceras del Segre (Foto 7), Cinca o Gllego o las repoblaciones de la cuenca del Lozoya (Madrid). En reas litorales se emprendi la jacin de dunas costeras en El Em-pord, Guardamar de Segura o la costa Atlntica de Andaluca.

    Los inicios de la ordenacin de montes en Espaa

    La defensa de la propiedad pblica de los montes, prioridad absoluta desde 1855, retras la implantacin generalizada de la Ordenacin Forestal como sistema de manejo cien-tco de los montes.

    En un momento de elevada presin sobre los espacios forestales, la ordenacin de montes pretendi hacer posible la obtencin de los productos sin poner en peligro la persistencia del bosque y sus funciones de proteccin fsica. A pesar de que las primeras instrucciones de ordenacin se publican ya en 1857, no ser hasta 1890 cuando se crean las Brigadas de Ordenacin Forestal, que se ocuparn de la ordenacin de los montes pblicos.

    Foto 7: Correcciones hidrolgico-forestales en la cuenca del Flamisell (Lleida). Estado a principios del S. XX y en la actualidad. Fuente: Departa-ment de Medi Ambient i Habitatge, Generalitat de Catalunya.

  • 45

    3.1.2. Evolucin de la ordenacin de montes en Espaa

    Base conceptual: el Monte Normal

    El modelo de Monte Normal o Monte Ideal representa un til control de la persistencia, la optimizacin y la regularizacin de los aprovechamientos forestales. Este modelo constituye la base conceptual de las ordenaciones en Europa a principios del S. XIX, suponiendo un anti-cipo, aunque en sus formas ms simplicadas, del uso sostenible de un recurso renovable.

    En masas regulares, este modelo concibe un monte arbolado en su toda su extensin, con una distribucin de edades gradual y equilibrada, es decir, cada clase de edad ocupa una supercie similar o equivalente en produccin. En masas irregulares, las clases de edad no estan segregadas espacialmente. El monte normal se consigue ajustando el n-mero de pies de cada clase de edad a un equilibrio preestablecido (Figura 19).

    La ordenacin forestal como herramienta de planicacin de los espacios forestales

    Figura 19: El monte normal en masas regulares e irregulares. Al estado de equilibrio se llega me-diante la transformacin de la estructura de edades del bosque inicial. Modicado de Junta de Andaluca, 2004.

  • 46 Manual de ordenacin por rodales

    En ambos casos, el estado inicial del bosque a ordenar puede distar bastante de la dis-tribucin equilibrada de edades de un bosque normal. Por ello debe transformarse la estructura de clases de edad.

    La organizacin de la cubierta arbolada en base al monte normal, dio origen en primer lugar al mtodo de tramos permanentes (Figura 20), denominado comunmente orde-nar transformando durante la fase de transformacin.

    Posteriormente, a nales del S. XIX, el concepto de monte normal aplicado a las masas irregulares dio lugar a los mtodos de entresaca basados la curva de equilibrio (De Lio-court, 1898; Gurnaud, 1898; Biolley, 1901).

    Evolucin de la ordenacin forestal en Espaa

    A partir de 1852 comienza a desarrollarse un cuerpo normativo sobre la planicacin de la gestin forestal. La RO de 27-11-1852 intenta sentar las bases para la elaboracin de estudios de ordenacin, y habla de reconocer las principales masas forestales de la Pennsula y practicar los estudios para su mejor cultivo y aprovechamiento (Garca, 1995). La RO de 2-3-1853 incluye una instrucciones para redactar las Memorias de Reconocimiento y las Memorias Preliminares de Ordenacin, embriones de lo que pos-teriormente vendr en llamarse Proyecto de Ordenacin de Montes.

    Los principios y procedimientos de la ordenacin de montes son introducidos en Espaa por Agustn Pascual. Segn Gmez (1992), es el mismo Pascual quien inspira las primeras

    Figura 20: Representacin esquemtica de un monte ordenado con el mtodo de tramos peridicos, para un turno de 100 aos y un perodo de regeneracin de 20 aos. Las cortas de regeneracin se localizan durante 20 aos en un solo tramo hasta conseguir la sustitucin de la masa madura por una nueva generacin. Tras esto, se pasa al siguiente tramo y as sucesivamente.

  • 47

    Instrucciones para la Ordenacin Provisional de Montes Pblicos (RO 18-4-1857). En ellas se establecen por primera vez las fases del proceso de ordenacin forestal: Re-conocimiento, Inventario, Ordenacin, Aprovechamiento y Revisin.

    Un hecho innovador de la ordenacin forestal, desde su misma llegada a Espaa, es que incluye un exhaustivo anlisis de la situacin del monte y sus condicionantes, lo que en un primer momento se denomin Memoria de Reconocimiento y posteriormente pasara a llamarse Inventario. Debe destacarse la profundidad y complejidad que tuvieron estos estudios previos de cada monte, un aspecto nada comn para la poca, y que denota la importancia que desde el primer momento se otorg a las bases naturales de la gestin forestal.

    A pesar de que estas primeras Instrucciones de Ordenacin se publican en 1857, y que en 1865 se dictan instrucciones para la ejecucin de ordenaciones y planes provisionales de aprovechamientos (RD 17-5-1865), la utilizacin en la prctica de esta normativa fue escasa. Antes de 1890 tan solo se haban realizado algunas memorias de reconocimiento y ordenacin (Sierra de Bullones, la Garganta del Espinar o las Reales Matas de Valsan) y llevado a cabo la ordenacin de dos montes en la provincia de vila, Quintanar (1881) y el Valle de las Iruelas (1884), adems del monte La Herrera del Escorial. Se inici la ordenacin del monte Irisasi, propiedad del Estado en trmino de Usrbil (Guipzcoa) que se nalizara en 1893 (Gmez, 1992; Garca, 1995).

    Las Instrucciones Especiales de la Ordenacin de 1890 (RO 31-12-1890), siguen otor-gando un papel central al mtodo de ordenar transformando introducido por Agustn Pascual. Los mtodos de entresaca se relegan a los cuarteles de proteccin y defensa.

    El objetivo prioritario es la regeneracin de los montes garantizando la obtencin de productos, de modo que se hagan visibles las ventajas de la ordenacin. Se eligen, para ordenar prioritariamente, montes situados en la Sierra de Segura de Jan y en la Serrana de Cuenca, con arbolado bien constituido o deteriorado pero susceptible de ser restau-rado con la ordenacin (Gmez, 1992). A pesar de que en estas instrucciones se otorg preferencia a la produccin maderera, las ordenaciones en montes de alcornoque y resi-nero tuvieron gran importancia desde el primer momento, dada la elevada demanda por parte de la industria de corcho y resina.

    La elaboracin de las ordenaciones recay en las Brigadas de Ordenacin, creadas como grupo independiente dentro del Cuerpo, y formadas por ingenieros dedicados exclusiva-mente a tal menester. Entre 1894 y 1908, las ordenaciones forestales pudieron tambin ser elaboradas por particulares, sociedades y compaas, que obtenan grandes ventajas en los posteriores aprovechamientos ligados a la ordenacin. Segn la memoria del Ministerio de Fomento, citada por Gmez (1992), hacia 1912 la supercie ordenada alcanzaba ya ms de 468.000 ha de monte arbolado, con una importante proporcin de ordenaciones resineras y corcheras.

    La ordenacin forestal como herramienta de planicacin de los espacios forestales

  • 48 Manual de ordenacin por rodales

    En el primer tratado de ordenacin publicado en Espaa, Ordenacin y valoracin de montes (1883) obra de Lucas de Olazbal, y las Instrucciones de Ordenacin de 1890 por l inspiradas, se mantena el mtodo de ordenar transformando como principal m-todo de ordenacin del monte alto.

    No obstante, las crticas a esta concepcin rgida de la ordenacin forestal no tardarn en aparecer. Durante el primer tercio del S. XX se plantean nuevos enfoques a la orde-nacion forestal ligados al nuevo escenario cientco, social y econmico. Algunos de los aspectos ms destacados que se plantean son la discusin de nuevos criterios para jar los turnos de la ordenacin, la mayor variedad de tratamientos selvcolas, la introduc-cin de nuevos planteamientos tcnicos y econmicos para el fomento de la produccin maderera y la integracin monte-industria (Figura 23).

    Este nuevo enfoque tomar denitivamente forma en las Instrucciones para la Orde-nacin y organizacin econmica de la produccin forestal de 1930 (RO 27-1-1930), impulsadas por Octavio Elorrieta.

    Adems de incluir los aspectos anteriormente citados respecto al turno, la produccin o las tcnicas selvcolas, las nuevas instrucciones conciben un segundo nivel de ordena-

    Figura 21: Lucas de Olazbal y Altuna (1829-1899). Autor del Tratado de Ordenacin y valoracin de montes (1883) que sirvi de texto en la Escuela Especial de Ingenieros de Montes hasta mediados del siglo XX, e inspirador de las Instrucciones de Ordenacin de 1890.

    Figura 22: Octavio Elorrieta y Artaza (1881-1962). Tras una larga experiencia prc-tica en ordenacin forestal, fue nombrado Director General de Montes, Pesca y Caza, desde donde relanza el estudio de unas nuevas Instrucciones para la Ordenacin de Montes.

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    Figura 23: Carteles de los Servicios Forestales de la Generalitat de Cata-lunya durante la Segunda Repblica (1931-1939). Los lemas Sin rboles no hay industria ni trabajo o La des-truccin del bosque es la destruccin de la economa ponen de maniesto la importancia de la relacin monte-industria durante esta poca. Fuente: Arxiu Nacional de Catalunya, Fons Pau Mercad. Autor: Fritz Lewy, 1933-1938.

    La ordenacin forestal como herramienta de planicacin de los espacios forestales

  • 50 Manual de ordenacin por rodales

    cin, la ordenacin comarcal, con el objetivo de facilitar la integracin monte-industria. Tambin, por primera vez, se consideran explcitamente los valores recreativos, paisajs-ticos y naturales en la ordenacin de los montes.

    Las Instrucciones de 1930, pese a mantenerse vigentes hasta 1971, se interpretarn, a partir de la Guerra Civil, de un modo ms restringido . La vuelta a los tramos permanen-tes durante las dcadas de los 50 y 60 del S. XX, es una prueba de ello. Adems, todas las posibilidades que ofreca la concepcin integradora monte-industria o la ordenacin comarcal, quedarn sin explorar.

    En 1944 y 1949 Mackay publica las dos partes de su obra Fundamento y Mtodos de la Ordenacin de Montes. En ella realiza un anlisis crtico de los mtodos de orde-nacin y expone los procedimientos que constituirn la base de los mtodos conside-rados en las Instrucciones Generales de Ordenacin de Montes Arbolados de 1971 (Orden 29-12-1970).

    Estas Instrucciones llegaron en un momento de acusado cambio social, poltico y econ-mico. Durante los primeros aos de vigencia se veric la cada de precios de la madera, que condicionar a partir de entonces las bases de la ordenacin forestal en cuanto a su funcin de ordenacin econmica.

    En las Instrucciones de 1971 se admiten una gran variedad de mtodos de ordenacin y tratamientos selvcolas, con la pretensin de dar al conjunto de la ordenacin la su-ciente exibilidad para, en cualquier momento, emplear una selvicultura acorde con la mejor utilizacin de los recursos naturales que los montes son susceptibles de brindar en benecio de la sociedad.

    Paralelamente, las nuevas demandas como la conservacin de valores naturales, recreo y paisaje pasan a primer plano y se integran dentro de los objetivos de la ordenacin.

    A partir de 1994, comienza a aparecer la normativa autonmica que regula la orde-nacin forestal, con las Instrucciones para la redacin de Planes Tcnicos de Gestin y Mejora Forestal en Catalua. Hasta la fecha han publicado Instrucciones de Ordenacin propias Castilla y Len y Andaluca, a la vez que Navarra redact Pliegos de Condiciones Tcnicas que adaptan las Instrucciones de 1971 a las condiciones particulares de esa Comunidad.

    Los logros de 120 aos de ordenacin forestal en Espaa

    Aunque 120 aos equivalen escasamente a un turno de la mayora de especies foresta-les espaolas, y que a escala forestal representa poco tiempo, puede empezar a hacerse balance de lo que ha representado la aplicacin de la ordenacin forestal en los montes espaoles.

  • 51

    Es evidente el enorme avance en planteamientos de gestin forestal y conservacin que la ordenacin forestal supone respecto al aprovechamiento desordenado de los sistemas forestales. La persistencia, objetivo prioritario de la ordenacin forestal, garantiza la conservacin del bosque y la prestacin de las funciones ambientales a la vez que pue-den obtenerse productos forestales de manera equilibrada.

    Existen multitud de ejemplos que demuestran el papel positivo jugado por la ordenacin forestal, independientemente del mtodo utilizado, en la conservacin, ampliacin y mejora de los bosques espaoles a lo largo del S. XX:

    La ordenacin forestal como herramienta de planicacin de los espacios forestales

    Foto 8: Montes de Poblet, en Tarragona. La ordenacin de estos montes supuso la gestin forestal sistem-tica y continuada, defensa de la propiedad, regulacin de usos (cortas, pastos) y actuaciones de correccin hidrolgico-forestal. Fotos: Departament de Medi Ambient i Habitatge, Generalitat de Catalunya.

    1902

    1924

    2005

    1908

    1924

    2005

  • 52 Manual de ordenacin por rodales

    La elaboracin de un proyecto de ordenacin ha supuesto la consolidacin y saneamiento de la propiedad pblica de muchos montes, aspectos reforzados, en la mayora de casos, con las ejecuciones de deslindes y amojonamientos .

    Las ordenaciones en los montes pblicos de cabecera ampliaron y dotaron de estabilidad los bosques de montaa. Las trgicas inundaciones del S. XIX no se repiten con igual frecuencia y magnitud tan solo 100 aos despus.

    Muchos de los Espacios Naturales Protegidos declarados durante el ltimo cuarto del S. XX se situan en reas forestales con montes ordenados desde an-tiguo (Serrana de Cuenca, Sierras de Cazorla y Segura, Aigestortes, Sierra del Cad, Sierra del Moncayo, Sistema Central, Serranas de Cdiz y Mlaga, etc.).

    En la mayora de montes ordenados, la evolucin de la cabida cubierta, el n-mero de pies y el volumen, pone de maniesto la conservacin y crecimiento del bosque. La condicin de persistencia y de cortas sometidas a una posibili-dad impide lo contrario.

    La jacin de un turno ha conseguido legarnos, en muchos casos, supercies de bosque de elevada madurez. Su escasez caus en el pasado reciente la ra-refaccin de numerosas especies de fauna asociadas a este tipo de bosques, como el pito negro, que hoy experimentan una notable recuperacin.

    En las nuevas masas creadas en terrenos desarbolados al inicio de una or-denacin, las dinmicas de evolucin se maniestan claramente: evolucin del cortejo orstico, regenerado a la espera de especies no pioneras, fauna asociada, etc.

    Muchos de los espacios donde se asientan poblaciones de fauna protegida son montes ordenados desde tiempo atrs: pinares y hayedos de montaa con pito negro, guila real o urogallo; montes mediterrneos con guila imperial o buitre negro, zonas de bosques y pastos de alta montaa con quebrantahuesos, robledales cantbricos con oso pardo, etc.

    Foto 9: Monte Saltguet, UP n 3 de Girona, ordenado desde 1944. Se han conservado impor-tantes formaciones de abetal de gran valor, y se ha favorecido la dinmica natural de expansin de esta especie hacia zonas co-lindantes.

  • 53

    Las crticas a la ordenacin de montes en Espaa.

    Desde los aos 70 se plantean algunas crticas a la ordenacin forestal, especialmente por su aparente orientacin hacia la produccin y su escasa consideracin de parmetros y criterios ecolgicos. Algunas realidades desautorizan estas crticas.

    En primer lugar, el desconocimiento o confusin lleva a considerar que la utilizacin de par-metros dasomtricos para denir la gestin forestal (rea basimtrica, volmen con corteza, altura, etc.) y no parmetros ecolgicos signica que slo se gestiona madera. Sin embargo, los parmetros dasomtricos sn en s parmetros ecolgicos, ya que son indicadores del estado de salud del bosque, su vitalidad y evolucin, y son correlacionables en gran medida con la calidad y valor natural del ecosistema forestal. En la actualidad, los parmetros dasomtricos constitu-yen el ncleo del conjunto de aspectos a considerar para evaluar el valor como hbitat de un sistema forestal.

    Por otro lado, la importancia de las consideraciones productivas en la ordenacin de montes ha sido resultado de la demanda de la sociedad en ese momento. Los objetivos productivos con introduccin de especies exticas que se plantearon en algunas ordenaciones (proporcional-mente, una gran minora) son fruto de las necesidades y contexto social de cada poca, y no son comparables con la gran supercie de este tipo de plantaciones realizadas en montes privados sin ordenar.

    En realidad, y en la mayora de casos, la ordenacin de montes ha desempeado un papel de-cisivo en la conservacin y ampliacin de importantes supercies de cubierta boscosa durante pocas en que la demanda de productos primeros era enorme y pona en peligro la existencia misma del bosque. Si hasta los aos 80, la ordenacin de un monte constitua generalmente una limitacin a determinados usos abusivos por parte de la poblacin rural, a partir de los aos 90 muchas ordenaciones fomentan los usos tradicionales sostenibles.

    El desarrollo del concepto de biodiversidad y su asuncin por la sociedad es todava muy reciente en Espaa. Puede armarse que la ordenacin forestal ha estado por delante de la sociedad a la hora de valorar aspectos medioambientales, de acuerdo al contexto y mentalidad de cada poca. El principio de persistencia y estabilidad, la regulacin de los aprovechamientos y su ajuste a una posibilidad, el hecho de que el mtodo de ordenacin buscase un equilibro de clases de edad (es decir, es necesaria la presencia de rboles grandes y masas maduras) ha hecho posible que, en montes ordenados, lleguen a nuestros das ms y mejores bosques que hace un siglo.

    La ordenacin forestal como herramienta de planicacin de los espacios forestales

    Foto 10: Rodal de pino laricio en el monte Los Palancares (Cuenca), ordenado desde 1894 con el mtodo de Tramos Permanentes.

  • 54 Manual de ordenacin por rodales

    3.2. Los mtodos de Ordenacin Forestal

    3.2.1. Bases de la ordenacin forestal

    La conservacin y uso sostenible del bosque, objetivo general de la ordenacin forestal, se ha particularizado tradicionalmente en los denominados objetivos clsicos o condiciones mnimas de la ordenacin forestal. Segn Mackay (1944), las tres condiciones mnimas son persistencia (conservacin y regeneracin del vuelo), rentabilidad (en especie o dineraria, pero previsible) y mximo rendimiento (de las mltiples utilidades que pueden obtenerse de los montes). Madrigal (1994) actualiza estas condiciones, que pueden enunciarse como:

    La persistencia y estabilidad del bosque. La selvicultura debe garantizar la regeneracin y la estabilidad de la cubierta arbolada, teniendo en cuenta su composicin especca y la posible evolucin temporal de sta.

    El rendimiento sostenido. Equilibrio temporal en la prestacin del conjunto de be-necios, directos e indirectos, que proporciona el bosque y en las tareas de gestin. De importancia decreciente desde la escala comarcal a la escala monte.

    El mximo de utilidades. Implica la optimizacin de las diferentes utilidades que pueden obtenerse de los montes, bien con la designacin de un uso prefe-rente (y unos usos secundarios o subordinados al primero), bien con la consi-deracin de varios usos o uso mltiple.

    El cumplimiento continuado de estas condiciones se lograr con la adecuada organi-zacin de la cubierta arbolada. Ello implicar planicar y ejecutar los tratamientos selvcolas de manera que, paulatinamente, se dirija la cubierta forestal inicial hacia un modelo organizativo nal.

    Los mtodos de ordenacin son los modelos prcticos de gestin que estructuran la selvicul-tura para lograr al cabo del tiempo, el modelo organizativo perseguido. El modelo del monte normal constituye un esquema simplicado de organizacin de las masas que permite cumplir con las tres condiciones mnimas. Este modelo ha dado lugar a la mayora de mtodos de ordenacin utilizados en la actualidad.

    3.2.2. Mtodos de ordenacin

    Los mtodos de ordenacin y variantes propuestas y utilizadas hasta el momento son mltiples. Gran parte de los mtodos fueron propuestos inicialmente en fechas anterio-res a 1850 y se basan en una traduccin muy directa del concepto de monte normal. Una clasicacin y descripcin de este grupo de mtodos puede encontrarse en Prieto y Lpez-Quero (1993).

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    Mackay (1944; 1949) tras realizar una recopilacin y crtica de la mayora estos mtodos, expone los mtodos que denomina modernos y que servirn de base a los considerados en las Instrucciones de 1971. En la Tabla 3 se describen sucintamente y se comentan es-tos mtodos de ordenacin explicitamente