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Los Negros Kimbánganos de Lezama: Una manifestación singular Por: Prof. MSc. María M. Luna Prof. María Luna: Magíster en Historia de Venezuela e investigadora de la tradición de los Negros Kimbánganos de Lezama; es autora del libro “Manifestación Cultural de los Negros Kimbánganos de Lezama”, el cual será publicado próximamente por la Editorial El Perro y La Rana. Este trabajo representa un valioso aporte documental que profundiza aspectos históricos relacionados con el origen y desarrollo de esta festividad en honor a San Juan Bautista. Además es una investigación que contribuye con el fortalecimiento de la Historia Regional y Local del estado Guárico. San Francisco Javier de Lezama antes de la llegada del conquistador español fue un pueblo de indios originalmente llamado “Lizama”. Los Guaiqueríes que habitaron estas tierras desde tiempos prehispánicos, adoptaron organizaciones económicas primitivas con un régimen social colectivista basado fundamentalmente en la división del trabajo y en las relaciones de parentesco. Por eso para cuando los conquistadores llegaron a propósito de la fundación del pueblo, ya los Guaiqueríes cultivaban la tierra. Así, en la medida que los blancos criollos y peninsulares ocuparon las tierras comunales indígenas, se asentaron en ellas conformando haciendas y hatos e incrementando con tales acciones sus posesiones territoriales a efecto de que estas pasaran a ser patrimonios privados de grupos familiares. En las adyacencias de Lezama, los indígenas fueron gradual y sistemáticamente despojados de sus tierras. Ya a mediados del

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Los Negros Kimbánganos de Lezama: Una manifestación singular

Por: Prof. MSc. María M. Luna

Prof. María Luna: Magíster en Historia de Venezuela e investigadora de la tradición de los Negros Kimbánganos de Lezama; es autora del libro “Manifestación Cultural de los Negros Kimbánganos de Lezama”, el cual será publicado próximamente por la Editorial El Perro y La Rana. Este trabajo representa un valioso aporte documental que profundiza aspectos históricos relacionados con el origen y desarrollo de esta festividad en honor a San Juan Bautista. Además es una investigación que contribuye con el fortalecimiento de la Historia Regional y Local del estado Guárico.

San Francisco Javier de Lezama antes de la llegada del conquistador español fue un pueblo de indios originalmente llamado “Lizama”. Los Guaiqueríes que habitaron estas tierras desde tiempos prehispánicos, adoptaron organizaciones económicas primitivas con un régimen social colectivista basado fundamentalmente en la división del trabajo y en las relaciones de parentesco. Por eso para cuando los conquistadores llegaron a propósito de la fundación del pueblo, ya los Guaiqueríes cultivaban la tierra.

Así, en la medida que los blancos criollos y peninsulares ocuparon las tierras comunales indígenas, se asentaron en ellas conformando haciendas y hatos e incrementando con tales acciones sus posesiones territoriales a efecto de que estas pasaran a ser patrimonios privados de grupos familiares.

En las adyacencias de Lezama, los indígenas fueron gradual y sistemáticamente despojados de sus tierras. Ya a mediados del siglo XVIII se habían dado las condiciones necesarias para la formación del latifundio colonial y la mayor explotación de los indios. Esto explica el porqué a pesar de ser Lezama un pueblo de indios, la mano de obra indígena se hizo casi inexistente para los siglos XVIII y XIX; pues, la intensa actividad agrícola suscitada en las haciendas circunvecinas - producida, en parte, por el establecimiento del latifundismo familiar - aceleró su extinción. Y es por ello, entonces, que la demanda de esclavos provenientes de África se hizo indispensable para poder garantizar el nivel de producción, especialmente en el cultivo de tabaco, cacao y caña de azúcar.

La incorporación masiva de los esclavos de origen africano en las unidades de producción orituqueñas fue notablemente ascendente. Una de las haciendas más conocidas de esta jurisdicción fue la hacienda Tocoragua, ubicada aproximadamente a cuatro kilómetros al norte de Lezama. Ésta fue reconocida hacia la segunda mitad del siglo XVIII como una de las haciendas más

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importantes de la región, debido a la intensa actividad agrícola caracterizada por la siembra de cacao y posteriormente de caña de azúcar. En este sentido, la fertilidad de sus tierras, los trapiches, la numerosa presencia de mano de obra esclava y los altos niveles de producción, entre muchos otros aspectos de relevancia, hicieron de Tocoragua un lugar impregnado de historia y, por demás, sitio emblemático en los valles del Orituco.

Una vez establecidos los esclavos en esta hacienda, sobrevino un marcado sincretismo religioso que dio origen a la tradición de los Negros Kimbánganos de Lezama, la cual es una manifestación autóctona, debido a que sus inicios coincidieron con hechos de marcada trascendencia, tales como: la numerosa presencia de esclavos de origen africano en estas tierras, la cristianización obligatoria, el apego de los negros a sus propias creencias y la aparición legendaria de San Juan Bautista en Tocoragua.

Sin duda, estas circunstancias conllevaron a un proceso de continua imposición y resistencia. No obstante, en reacción al sistema de represión imperante, los esclavos procuraron ver en el santo católico un símil de sus propios dioses, siendo este comportamiento una señal de sumisión aparente para evitar los cruentos castigos de los cuales eran víctimas en caso de insurgencia.

De esta manera se inició la referida tradición; con los esclavos trasladando a San Juan Bautista cada 24 de junio, por los caminos que desde Tocoragua conducían hasta la Iglesia de Lezama. Así se desarrolló progresivamente la Manifestación Cultural de los Negros Kimbánganos. A la festividad se sumó el tambor, la danza y los cantos de negros para venerar al santo. En consecuencia, este proceso confluyó en un sincretismo religioso donde se conciliaron costumbres heterogéneas procedentes de las prácticas católicas y de las tradiciones africanas.

En la actualidad, los Negros Kimbánganos de Lezama celebran cada año el día de San Juan Bautista. Nunca falta el emblemático tambor, la típica danza ni los cantos improvisados, como tampoco la actitud de adoración. En el ritual de los Negros Kimbánganos, la participación es predominantemente masculina. El rol de las mujeres está vinculado con los preparativos de la fiesta o, a lo sumo, con el baile de la “jinca” pero no frente al santo.

Durante la ejecución de la danza y el canto, algunos gestos hacia el santo se tornan desafiantes, así como muchos movimientos “lascivos”. Además, existen expresiones como el “oh yo yo que te saco los ojos”, que aún revelan rasgos de rebeldía y que son, probablemente, el reflejo de aquellos

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tiempos en los que la cristianización forzada y la imposición del santo contribuyeron a dar origen a la manifestación.

Es importante enfatizar que la Manifestación Cultural de los Negros Kimbánganos representa una parte esencial de la cultura popular de Lezama y, en tal sentido, posee características específicas que no se repiten en otra celebración realizada en honor a San Juan Bautista.

Esta tradición es un ejemplo a través del cual se realza el fervor de los lugareños por mantener sus costumbres y creencias religiosas. La tradición oral que se difunde en Lezama y que a la vez refleja el saber del pueblo en torno a sus raíces y a su propia identidad cultural, se considera un reservorio valioso para emprender nuevas investigaciones que permitan ahondar con mayor especificidad los orígenes de la cultura local.

baile la jinca

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tambor kimbangano

BAILE DE LOS NEGROS KIMBÁNGANOS

Rito traído a Venezuela, por los esclavos provenientes de África, durante el período colonial del siglo XVII, quienes comenzaron a rendirle culto a San Juan como patrono, se manifiesta en el Municipio Monagas, la celebración radica en un velorio y una misa para el santo acompañados con el sonido del tambor, guitarras, cuatro y maracas que permiten ser guiados por un par de viejos vestidos con sombreros anchos de cartón forrados con seda y cintas, portadores de un garrote de madera con el cual dirigen el baile y relizan un balseo alrededor de un tambor lucero, cada canto esconde saludos y protestas, que revelan el anhelo de libertad, este ritual finaliza con un son de palos y canto Oh, yo, yo.

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Los días 23 y 24 de junio de cada año se realizan en la parroquia de Lezama de Orituco, perteneciente al municipio José Tadeo Monagas, las tradicionales fiestas de san Juan bautista donde los bailes y ceremonias negroides protagonizados por los negros kimbanganos de Lezama, nos muestra la herencia de una tradición nacida en los albores del siglo XVIII, luego del establecimiento de negros esclavos en haciendas del valle de Ori tuco. El predio agrícola , ubicado a unos 4 kilómetros al norte de la población de Lezama fue una de las haciendas con mayor número de esclavos que para las labores propias del campo fueron traídos a estas tierras. Aquí tiene sus inicios una de las expresiones folklóricas de mayor contenido afroamericano del centro del país y una tradición que se ha conservado a través de tantas generación a pesar de la época o inexistente atención de los entes culturales de la nación. Estas fiestas en honor a san Juan Bautista, como la mayoría de las celebraciones que a este santo se realizan en diferentes regiones, se inicia con el velorio el día 23 de Junio, donde los negros kimbanganos (en el caso de Lezama), con sus gorros multicolores y símiles de machetes hechos en madera; cantan y bailan toda la noche a la imagen de san Juan, colocada en un adornado altar ubicado en la casona colonial mejor conocida como casa amarilla, contigua a la iglesia de la población. Durante el Velorio, los negros bailan y cantan al ritmo del tambor toques denominados tamborredondo (en otras regiones este nombre corresponde a un tipo de tambor), luceros, maricelas, jincas y otros. En esta etapa de la celebración participa el público en parejas que hacen el velorio para todos. El día 24 los negros kimbanganos expresan con la ceremonia y procesión de san Juan bautista, el sabor ancestral de una manifestación folklórica-religiosa que al ser comparada con otras mantiene características propias, las cuales están relacionadas con sus raíces africanas y la presencia del cristianismo católico. En este aspecto podemos señalar que durante la procesión, los negros kimbanganos usan machetes símiles de machetes hechos en madera, los cuales utilizan durante toda la ceremonia. En la procesión hacen con el ademanes lascivos a la imagen mientras cantan – ollo… ollo… ollo … llò San Juan Bautista, que te saco los ojos – cantos con los que piden favores generalmente relacionados con el agua y la tierra. Entre los negro kimbanganos fallecidos tenemos a: Encarnacion Marrero, Candelario Mendoza, Juan Laya, Silverio Marquez, Luis Naranjo, Agustin Mujica. A los de la vieja

generación que aun están apegados a la tradición: Eugenio Marquez, Jacinto Velasquez, Eugenio Romero, Luis Nieves. A las nuevas generaciones: Hermanos Luis y Santiago Nieves, y demás integrantes de esta familia, Armando Velasquez, Angel Guarasmo, Alexis Gonzales , Alexander Avilez .

Negros

En Altagracia de Orítuco, hay parrandas de negros que van visitando los hogares del pueblo, animando a todos con el peculiar ritmo de su música y sus cantos. La negra personaje principal de la parranda generalmente es un hombre vestido de mujer con una amplia falda, senos postizos, maquillaje facial un sombrero de paja adornado con papel de colores, por debajo del cual cuelgan las crinejas. A ella le corresponde la tarea de atraer al público con su simpatía, su zapateo

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exagerado al bailar y las muecas que dirige a los presentes para provocar risas, carcajadas y aplausos. Por su parte los músicos ejecutantes del cuatro, el tambor y las maracas, indagan los nombres de los espectadores para transmitírselos discretamente a los cantores con el fin de que éstos improvisen sobre los mismos. Al llegar a una casa un miembro del conjunto entrega al dueño un animalito tallado en madera (generalmente un conejo, una tortuga o un cachicamo) parta que lo devuelva con alguna contribución en dinero.

La Prof. Marie Luna con los cultores de la tradición

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