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1 Los Dioses Olímpicos 1. Caracterización general de los Dioses del Olimpo La concepción griega de los dioses es politeísta, incluye muchos dioses, pero también los organiza en torno a una estructura. Esa organización, ese sistema se llama Panteón Olímpico. El Panteón es, por tanto, la organización sistematizada de todos los dioses en torno a una estructura. El número tradicional de dioses olímpicos es doce, pero hay alguno más. Se utiliza este número porque en Grecia es un número mágico. Todos los dioses del panteón olímpico son concebidos de manera antropomorfa, son descritos a la manera de los hombres, no solo en apariencia física, sino que también sienten y padecen lo mismo que los hombres. Se les atribuyen los mismos sentimientos que a los humanos, pero de manera excesiva, en mayor escala que la humana. Los dioses no son eternos, pero sí inmortales: hoy en día el término eternidad sugiere algo sin principio ni fin, mientras que los dioses no tienen fin, pero sí principio, que se remonta a la teogonía. Al decir que no tienen fin decimos que son inmortales, al contrario que los hombres, que son mortales, efímeros. La mortalidad es la diferencia básica de los dos mundos, que ni siquiera los dioses podrán violar. Por ejemplo, en un mito determinado, Zeus quiere resucitar a Sarpedón, pero Hera le dice que ni siquiera el padre de todos los dioses puede violar las reglas de la naturaleza, que indican que los hombres son mortales. Los dioses griegos no son omnipotentes, es decir, no pueden con todo. No pueden resucitar a un muerto, no pueden violar las normas de la naturaleza o del destino, ni invertir el orden entre noche y día. Sí es cierto que tienen un poder enorme, pero hay cosas que ni siquiera los dioses pueden controlar. Tampoco son omniscientes, no lo saben todo. Tienen cada uno su parcela de poder y de saber. Por ejemplo, el Sol es el dios que todo lo ve, pero solo ve lo que ocurre en la faz de la tierra, en el momento presente. Por el contrario, Apolo será el capaz de ver todo lo que ocurrirá en el futuro. La estructura del panteón está perfectamente organizada, y supone que los dioses se estructuran en función de sus capacidades. Cada una de las potencias divinas es una fuente de poder y saber concreta. Los dioses griegos actúan en dos facetas: 1. Naturaleza: El cielo luminoso, las aguas, lo que está debajo de la tierra. Zeus se reparte con sus hermanos Posidón y Hades estas tres facetas. Él se queda con el cielo luminoso (rayo, trueno, lluvia, y todos los fenómenos de la naturaleza cuyo origen está en el cielo luminoso). Posidón recibe todo lo que tiene que ver con el manejo de las aguas, pero también es el dios de los terremotos. Cuando se encoleriza se le llama el que mueve la tierra por debajo. Por ultimo, a Hades se le atribuye todo aquello que tiene que ver con el mundo de los muertos. Estas son las tres parcelas de poder y de saber de estos tres dioses. Ninguno de ellos puede invadir la parcela del otro, ya que todo ellos se complementan y se oponen entre sí. 2. Vida Humana: En este grupo encontramos dos funciones contrarias: el amor y la guerra; pero dentro de estos grupos encontramos subgrupos diferentes. Tanto Afrodita, como Deméter y Hera son diosas del amor, pero la primera representa el amor sexual, la segunda el amor de madre y la tercera el amor de esposa. Ares y Atenea también son diferentes, mientras que uno es el dios de la guerra sangrienta, la otra se encarga de la táctica militar en la guerra. Estos dioses se oponen entre sí pero a la vez se complementan.

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Los Dioses Olímpicos

1. Caracterización general de los Dioses del Olimpo

La concepción griega de los dioses es politeísta, incluye muchos dioses, pero también los organiza

en torno a una estructura. Esa organización, ese sistema se llama Panteón Olímpico. El Panteón es,

por tanto, la organización sistematizada de todos los dioses en torno a una estructura. El número

tradicional de dioses olímpicos es doce, pero hay alguno más. Se utiliza este número porque en

Grecia es un número mágico.

Todos los dioses del panteón olímpico son concebidos de manera antropomorfa, son descritos a la

manera de los hombres, no solo en apariencia física, sino que también sienten y padecen lo mismo

que los hombres. Se les atribuyen los mismos sentimientos que a los humanos, pero de manera

excesiva, en mayor escala que la humana.

Los dioses no son eternos, pero sí inmortales: hoy en día el término eternidad sugiere algo sin

principio ni fin, mientras que los dioses no tienen fin, pero sí principio, que se remonta a la

teogonía. Al decir que no tienen fin decimos que son inmortales, al contrario que los hombres, que

son mortales, efímeros. La mortalidad es la diferencia básica de los dos mundos, que ni siquiera los

dioses podrán violar. Por ejemplo, en un mito determinado, Zeus quiere resucitar a Sarpedón, pero

Hera le dice que ni siquiera el padre de todos los dioses puede violar las reglas de la naturaleza, que

indican que los hombres son mortales.

Los dioses griegos no son omnipotentes, es decir, no pueden con todo. No pueden resucitar a un

muerto, no pueden violar las normas de la naturaleza o del destino, ni invertir el orden entre noche

y día. Sí es cierto que tienen un poder enorme, pero hay cosas que ni siquiera los dioses pueden

controlar. Tampoco son omniscientes, no lo saben todo. Tienen cada uno su parcela de poder y de

saber. Por ejemplo, el Sol es el dios que todo lo ve, pero solo ve lo que ocurre en la faz de la tierra,

en el momento presente. Por el contrario, Apolo será el capaz de ver todo lo que ocurrirá en el

futuro.

La estructura del panteón está perfectamente organizada, y supone que los dioses se estructuran

en función de sus capacidades. Cada una de las potencias divinas es una fuente de poder y saber

concreta.

Los dioses griegos actúan en dos facetas:

1. Naturaleza: El cielo luminoso, las aguas, lo que está debajo de la tierra. Zeus se reparte

con sus hermanos Posidón y Hades estas tres facetas. Él se queda con el cielo luminoso

(rayo, trueno, lluvia, y todos los fenómenos de la naturaleza cuyo origen está en el cielo

luminoso). Posidón recibe todo lo que tiene que ver con el manejo de las aguas, pero

también es el dios de los terremotos. Cuando se encoleriza se le llama el que mueve la

tierra por debajo. Por ultimo, a Hades se le atribuye todo aquello que tiene que ver con el

mundo de los muertos. Estas son las tres parcelas de poder y de saber de estos tres dioses.

Ninguno de ellos puede invadir la parcela del otro, ya que todo ellos se complementan y se

oponen entre sí.

2. Vida Humana: En este grupo encontramos dos funciones contrarias: el amor y la guerra;

pero dentro de estos grupos encontramos subgrupos diferentes. Tanto Afrodita, como

Deméter y Hera son diosas del amor, pero la primera representa el amor sexual, la segunda

el amor de madre y la tercera el amor de esposa. Ares y Atenea también son diferentes,

mientras que uno es el dios de la guerra sangrienta, la otra se encarga de la táctica militar

en la guerra. Estos dioses se oponen entre sí pero a la vez se complementan.

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A la hora de estudiar las diferentes funciones de los dioses hay que recurrir a las fuentes, las

parcelas de poder y saber de cada dios se derivan de sus historias míticas. El hombre no puede

honrar únicamente a un dios, ya que rompería la estructura del panteón.

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2. Zeus (Júpiter)

Zeus, Júpiter para los romanos, es el soberano del universo, y representa la ideología del poder

real. La soberanía dentro del mundo de los dioses se ejemplifica con autoridad del rey, dentro del

estado, del padre, dentro de la familia, y del hombre varón, dentro de la sociedad. Se sienta en el

trono de los dioses cuando logra parar las luchas de sucesión. En primer lugar se une a Metis, de la

que nacerá Atenea. Al tragarse a Metis, Zeus se convierte en todo astucia, todo inteligencia. Metis

le permite sentarse en el trono y estabilizarse dentro de un sistema monárquico.

También se une a diversos conceptos divinizados pertenecientes a su generación: a Metis, la

astucia, a Temis, el derecho familiar y tradicional que debe ser respetado para siempre, de la que

nacen las Parcas y las Horas, relacionadas con la regularidad de la vida del hombre, que nace vive y

después muere. Las Horas son tres: Eirene, la paz, Eunomía, el buen gobierno, y Dike, la justicia. Las

Parcas también son tres: Clóto, Láquesis y Átropo. Eran las que regían la vida del hombre, desde el

nacimiento hasta la muerte. Al unirse a Temis, Zeus adquiere el poder judicial, tanto el escrito

(nomos) como el no escrito. Por tanto, reúne en su persona toda la justicia. Después de Temis, se

une a Eurínome, una oceánide y de esta unión nacen las Gracias, Aglaya, Eufrósine y Talía. De su

unión con Mnemósine, la memoria, nacen las nueve Musas: Calíope, Clío, Melpómene, Euterpe,

Erato, Terpsícore, Urania, Talía y Polimnia. Son las cantoras de la soberanía. Posteriormente se

unirán al cortejo de Apolo.

Estas uniones de Zeus con diosas hacen referencia a la sociedad histórica, en la que el matrimonio

es una institución social que supone que el marido, mediante el rito de la dote, reciba los dones y

bienes de la mujer, que desde el mismo momento de la unión deja de existir y de poseer nada. Así,

Zeus adquiere las características de sus esposas.

Sus atributos principales son los siguientes:

• El águila será el animal soberano

• A través del rayo y el trueno envía tormentas, lluvias y todo tipo de fenómenos

atmosféricos del cielo luminoso.

• Con la piel de la cabra Amaltea, que le cuida cuando es un recién nacido, se construye una

armadura, la Égida, que significa piel de cabra (cabra: ai)/c > aig- > ég-), y la comparte con

Atenea.

3. Hera (Juno)

Al ir reuniendo lo viejo y lo nuevo, Zeus cubre todo, por lo que cada vez es más difícil atentar contra

él. Cuando llega al poder y ya no se ve amenazado porque reúne todas las cualidades, llega el

momento de establecer el matrimonio como institución jurídica y social. Por esto, se une a Hera.

Pero este matrimonio no se constituye al modo y manera común, es decir, prolífero, fecundo y

sagrado, donde la mujer juega el papel de madre absoluta y el hombre el de padre. Hera no tiene

instinto maternal, y de esta unión solo nacerá un hijo, Ares. Tampoco es un matrimonio sagrado.

En la sociedad griega, la mujer es la creadora legal de los hijos legítimos, pero aquí no se da el caso.

Hera es la soberana, pero no estará nunca por encima de su esposo. Por esto, hay veces en las que

intenta engatusarle recurriendo a la atracción sexual, pero siempre dentro del matrimonio, que es

lo que realmente representa Hera. Es una diosa celosa, que siempre está enfadada y preocupada

por no perder la legitimidad y, con ella, el trono del Olimpo. Pero Hera tampoco es la diosa madre,

y sólo tiene a Ares, a Hebe, diosa de la juventud, y a Ilitía, diosa de los partos. Para vengarse de

Zeus, que había engendrado él solo a Atenea, Hera engendró a Hefesto, del que dicen nació tuerto

y su madre lo tiró desde el Olimpo. Otras versiones cuentan que Hefesto intervino en una discusión

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entre Zeus y Hera del lado de su madre, y Zeus lo arrojó del Olimpo. El caso es que Hefesto, al caer

quedó cojo. A partir del matrimonio se explican las actuaciones mitológicas de Hera.

4. Amoríos de Zeus

Además de unirse a otras diosas, Zeus también tuvo hijos con mortales, ya que también era todo

pasión.

En un momento dado, Zeus se transforma en toro y seduce a Europa, una muchacha mortal. La

metamorfosis en toro es símbolo de potencia sexual. Europa fue depositada por el toro en la Grecia

continental, dando nombre a partir de entonces a todo el continente. Esta historia también está

relacionada con la fundación de Tebas, ya que el padre de Europa envió a sus hermanos a buscarla,

y les advirtió que no volvieran hasta que dieran con la muchacha. Uno de sus hermanos es Cadmo

que, en el camino, lucha con un dragón y lo mata. De los dientes caídos del monstruo nacieron

hombres armados. Por este prodigio Cadmo decidió fundar en ese mismo lugar una nueva ciudad:

Tebas, la ciudad de los nacidos de la tierra. De la unión de Zeus y Europa nacen tres hijos:

Sarpedón, Minos y Radamantis, los dos últimos convertidos en los jueces del Hades.

Dánae, princesa de Argos, fue encerrada en una torre por su padre, ya que quería evitar un oráculo

que decía que su nieto lo mataría. Esa torre era inexpugnable, pero Zeus se unió con Dánae en

forma de lluvia de oro. De esta unión nacerá Perseo que, tras matar a Medusa, regresa a Argos y

accidentalmente acaba con su abuelo, cumpliendo el oráculo. Hay quien piensa que la lluvia de oro

representa la riqueza.

En un arrebato de lujuria, Zeus se encapricha de un muchacho frigio llamado Ganímedes. Lo lleva al

olimpo y allí lo nombra copero de los dioses, provocado el enfado de Hera. Para raptarlo, Zeus se

transforma en águila.

Otra metamorfosis muy conocida es su transformación en cisne para unirse a Leda, de la que nacen

Helena y Pólux (inmortales) y Clitemnestra y Cástor (mortales) de su unión con Tindáreo. Según

algunas versiones, Helena es concebida para evitar la superpoblación en el mundo. A través de este

mito se nos cuenta también el nacimiento de las dinastías más importantes de Grecia: Esparta

(Elena + Menelao) y Micenas (Clitemnestra + Agamenón).

5. Ares (Marte)

Es el único hijo que Zeus y Hera tienen en común. Parece claro que su origen es Tracio. Sería un

dios guerrero de los tracios, habitantes de una región bárbara y belicosa, ya que estaba sin civilizar,

en comparación con los griegos.

Ares se representa siempre como el dios sanguinario de la guerra, y es la representación más clara

de la fuerza bruta en el combate bélico. Es un dios sanguinario por el que los griegos no sienten

mucha simpatía.

Hay dos episodios importantes en su actuación mítica:

1. Se le hace padre de las Amazonas, un pueblo de mujeres guerreras. Para un griego, las

Amazonas representan el mundo al revés: son mujeres que actúan dentro de un mundo de

hombres, la guerra. Por esto, están situadas fuera de la civilización, en tierra de bárbaros.

Se dice, aunque es falso, que el nombre Amazonas proviene de Sin pecho, por lo que las

amazonas serían las mujeres sin pecho. Pero nunca se les ha representado sin pecho, sino

que aparecen siempre como mujeres, aunque guerreras, y siempre en contextos bélicos.

Lo que sí se nos cuenta es que las amazonas rechazaban al varón. Únicamente hacían

incursiones en los poblados vecinos para poder procrear. También se dice que criaban solo

a las hijas hembras para convertirlas en guerreras; si eran niños, se deshacían de ellos,

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aunque no sabemos cómo. Practicaban, por tanto, la eugenesia, es decir, la selección de

sexo. Esta concepción choca frontalmente con la griega, puramente masculina.

Además, la reina de las Amazonas, Antíope, Pentesilea o Hipólita, entre otras, siempre

participa en alguna guerra mitológica, siempre muere en ella y siempre algún héroe se

enamora de ella justo antes de que muera. Por tanto, el reino de las amazonas inspira

rechazo, pero también atracción en la sociedad griega. En el Partenón había un friso que

representaba la lucha de Teseo y los atenienses con las amazonas, y la posterior victoria de

la civilización frente a la barbarie. La zona de América recibe el nombre de este pueblo, ya

que los conquistadores españoles confundieron a los indígenas con mujeres.

2. Ares nunca contrajo matrimonio, pero sí tuvo una serie de amoríos. Con Agraulo tiene

una hija, Alcipe, que está tranquilamente en el campo a las afueras de Atenas. Allí fue

violada por Halirrotio, hijo de Posidón. Ares mata al violador y, por tanto, se ve sometido a

la justicia divina. Esto sucede en la llamada colina de Ares, que es donde se instaura por

primera vez en Grecia un tribunal de justicia, que a partir de este momento se llamará

Areópago (παγος “colina”). No obstante, finalmente será absuelto.

3. Una de las historias más importantes es la de sus amores con Afrodita. Ella y Ares son

dos dioses contrarios: la guerra y el amor. Afrodita estaba casada con Hefesto, pero la

diosa, por su propia naturaleza, no puede ser fiel, por lo que tiene miles de amores. Se une

en adulterio con Ares mientras Hefesto está el Lemnos. El Sol, que todo lo ve, le cuenta la

infidelidad, y el artesano divino prepara una trampa para la próxima vez: Ha ideado una

red invisible que atrapa a los adúlteros cuando están juntos. Con los dos amantes

atrapados, convoca a todos los dioses y les enseña la infidelidad. A los olímpicos les dio la

risa al verlo. Fruto de esta unión entre Ares y Afrodita nacen tres divinidades: el Miedo, el

Terror y Harmonía, la futura esposa de Cadmo.

6. Hefesto (Vulcano)

Hefesto es el fruto de Hera con Zeus por haber dado a luz a Atenea. Es el dios feo del Olimpo y fue

rechazado por su madre nada más nacer. Se queda cojo al caer del Olimpo y es recogido por la

nereida Tetis, madre de Aquiles, y criado por las diosas de las aguas. Cayó en la isla de Lemnos, y es

allí donde estableció su taller, ya que es el artesano divino, el dios del fuego y de la fragua. Es el

gran inventor que con sus manos fabrica artilugios de cualquier tipo, desde redes y cadenas hasta

escudos como el de Aquiles. Hefesto también es el que modeló a Pandora.

Los griegos imaginaron que este era el dios feo porque es muy frecuente en todas las mitologías

que los dioses que trabajan en la fragua sean cojos. Probablemente sea una especie de evidencia

que alguien que trabaja con el fuego esté sucio o tenga problemas físicos.

Es el dios que se opone, y a la vez se complementa, con Atenea, ya que ésta discurre lo que el otro

crea, aunque Atenea no es artesana, sino que podríamos decir que es la ingeniero. Hefesto es el

gran patrón de los ceramistas que le dedicaban unas fiestas junto a Prometeo.

A pesar de ser el dios feo se une con Afrodita y con una de las Gracias. También está relacionado

con el fuego que sale de la tierra, es decir, con los volcanes. Por este motivo recibe en Roma el

nombre de Vulcano.

7. Afrodita (Venus)

Según Hesíodo, Afrodita pertenece a la primera generación de dioses, y nació de la unión de los

genitales de Urano con la espuma del mar. Según otras fuentes, Afrodita es hija de Zeus y una tal

Dione. Es la diosa de la belleza y el amor, por lo que sus uniones sentimentales tendrán un carácter

especial. Se une con varios dioses y hombres mortales, aunque su marido oficial es Hefesto. De su

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unión con Ares nacen el Miedo, el Terror y Harmonía. También es madre de Eros o Cupido, dios del

amor profano, aunque las fuentes no se ponen de acuerdo a la hora de decir quien es su padre.

Con el mortal Anquises tiene a Eneas, y de su unión con Líber nació Himeneo, dios del cortejo

nupcial.

Sus atribuciones están relacionadas con el amor entre dioses y entre seres humanos, e inspira el

deseo no sólo a estos, sino también a los animales. Extiende a todos su poder irresistible y actúa

como vivificadora de toda la naturaleza. Aunque podría considerarse como la diosa del instinto

sexual en la medida en que inspira el deseo y protege también la prostitución, no deja de ser la

diosa del amor en general, conyugal o libre, y de ser también propiciadora de bodas, sin que estas

atribuciones queden limitadas exclusivamente a Hera.

Una de sus actuaciones míticas más destacadas es la que desencadena la guerra de Troya, en el

banquete de Tetis y Peleo, donde protagoniza, junto a Hera y Atenea, la disputa por la manzana de

oro, disputa que dará lugar al juicio de Paris, al rapto de Helena y a la guerra de Troya.

Pero también son frecuentes sus favores, todos relacionados con el amor: hace que Jasón se

enamore de Medea, o le concede a Pigmalión el deseo que había pedido: deseaba que su esposa

fuera la estatua que él mismo había esculpido. Pero también es una diosa vengativa, y sabe castigar

a quien está en su contra: por ejemplo, llega a vengarse del Sol y de toda su descendencia por

haberle revelado a Hefesto su adulterio con Marte. También es una diosa que se irrita con todos

aquellos que desprecian el amor. Es el caso de Hipólito, por ejemplo, que se negaba a adorar a

Afrodita. Como castigo, la diosa hace que su madrastra, Fedra, se enamore de él.

La tradición griega transmite que el culto a Afrodita es oriental. No encontramos vestigios en el

mundo micénico, ya que su nombre no aparece en ninguna de las tablillas. No obstante, su culto se

extendió por toda Grecia y encontramos muchos santuarios consagrados a ella.

8. Atenea (Minerva)

Es la diosa complementaria y a la vez opuesta a Ares y Hefesto. Lo primero que sabemos de ella es

que es concebida por Metis y alumbrada de la cabeza de Zeus. Cuentan las crónicas que, cuando

Zeus estaba de parto llamó o bien a Prometeo o bien a Hefesto, que, de un hachazo, le parte la

cabeza y de ahí sale una preciosa muchacha de ojos glaucos, armada con casco y coraza, y

emitiendo un alarido guerrero terrible. Nada más nacer le pide a su padre que le permita ser virgen

para siempre, y así ocurre. Es, por tanto, junto a Ártemis y Hestia, una de las tres vírgenes del

Panteón griego. No obstante, varias fuentes relatan que, como fruto del forcejeo con Hefesto, que

al verla recién nacida se la pidió respetuosamente aunque sin éxito a su padre, el semen de éste se

derramó por la tierra, dando origen a Erictonio, que tenía la parte inferior de serpiente, a quien

Atenea dedica un cuidado especial, a escondidas de los dioses, deseando convertirlo en inmortal.

Atenea es desde el principio una diosa que ignora al varón para el ámbito sexual. No combate el

sexo, pero sí lo rechaza. Hay varias razones de esto:

1. Su nacimiento no es normal.

2. Es una diosa de la guerra, es decir, de un mundo de hombres.

3. Atenea es la diosa de la ciudad, protectora de héroes, y la ciudad era un espacio de

hombres para los hombres.

Atenea interviene en el mundo de los hombres, y en menor medida en el de las mujeres. Uno de

los episodios más característicos de su historia mítica cuenta que los dioses del Olimpo decidieron

convertirse en ciudadanos, es decir, que cada uno se iba a convertir en el patrón de una ciudad.

Atenea quiere ser la diosa de Atenas, al igual que Posidón. El mito cuenta que ambos dioses se

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reunieron en la Acrópolis. Atenea hizo brotar un olivo de un arco, y Posidón una fuente de agua

salda. El rey de Atenas convoca a los habitantes de la ciudad y les hace votar. Ganó Atenea por un

voto, un voto femenino, ya que todas las mujeres votaron por Atenea y los hombres por Posidón. El

dios del mar, como venganza, inunda el Ática. Ante esto, el rey de Atenas consulta un oráculo que

le viene a decir que la culpa de que el Ática esté inundada la tienen las mujeres, que han votado a

Atenea. Si quiere calmar la ira de Posidón deberá eliminar el voto femenino para siempre.

Pero Atenea siempre se pondrá del lado de los hombres. Esto es porque es una diosa alejada del

mundo femenino y es la diosa del espacio de la ciudad, ocupado por hombres y no por mujeres. Se

le atribuye el diseño del carro de guerra, de la nave Argo, del cultivo del olivo, y de otras muchas.

Pero Atenea le prestará atención a las mujeres en los ámbitos propios de mujeres: el telar y la

rueca. Por esto también aparece como gran protectora de Penélope. Los jóvenes de Atenas le

bordaban un enorme peplo en su honor y se lo ofrecían en la Acrópolis en las Fiestas Panatenaicas.

En este sentido, se cuenta que, una vez, la princesa Aracne cree que es capaz de tejer mejor que las

propias diosas. Atenea se enfada y la convierte en araña, por lo que Aracne se pasará la eternidad

tejiendo redes (mito etiológico). En esta historia se muestra la potencialidad de Atenea como

bordadora primorosa y se demuestra también la concepción que los griegos tenían sus dioses: eran

insolentes y orgullosos de forma descomunal, querían sobrepasar los límites de todo. El pecado de

la hybris, la soberbia traspasa e impregna todos los mitos griegos relativos al poder de los dioses.

Uno de los sobrenombres más famosos de Atenea es del de Palas. Parece ser que después de

nacer, es protegida por un personaje que habita junto al lago Tritón, de ahí su sobrenombre de

Tritogenia. Este personaje tenía una hija llamada Palas, que es muerta involuntariamente por

Atenea, que fabrica una estatua con las mismas proporciones de la muchacha. Tras esto, Atenea

recibe el sobrenombre de Palas y la estatua el de Paladio. Además, la ciudad que conservara el

Paladio jamás sería destruida. Da la casualidad de que el Paladio se encuentra en Troya, por lo que

Ulises y Diomedes deben entrar en la ciudad y robar la estatua. Virgilio nos cuenta que Eneas

recuperó el Paladio y se lo llevó con él al emplazamiento de la futura Roma.

Atenea era muy amiga de la madre del adivino Tiresias, un personaje que aparece muchas veces a

lo largo de la mitología griega. Un día, Atenea y la madre de Tiresias estaban bañándose juntas en

un lago. Al ver el niño a la diosa desnuda, quedó ciego. Al privarlo de la vista física, Atenea le otorga

la vista interior, es decir, el don de la adivinación. Como la contemplación física de la divinidad está

vetada para los mortales, los dioses deben adoptar distintas formas para acercarse a los hombres,

aunque estos pueden intuir que se encuentran ante un dios, nunca lo llegan a saber a ciencia

cierta.

9. Hades (Plutón)

Hades es el hermano de Zeus, al que se le asigna el poder en el mundo de los muertos. Tanto en los

textos griegos como romanos parece que Hades también hace referencia al espacio invisible o

privado de luz. Este mundo se imagina en todas las mitologías como un lugar subterráneo,

presidido por el rey invisible. Plutón parece que proviene de Pluto, la riqueza, bien por la riqueza

que está debajo de la tierra, en las minas, o bien por las riquezas de los muertos. En todo caso,

pasa a llamarse a este dios con un término eufemístico. Al ser un dios poco agradable, también es

casi invisible en las representaciones artísticas, y por eso no tiene templos. Nos encontramos con

un dios cruel y despiadado, que goza con su trabajo de custodio de almas, del que se muestra

orgulloso.

Su historia mítica se puede resumir en dos episodios principales:

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1. Colaboración con Zeus y los Olímpicos para desterrar a los titanes: Cuando Hades

recibe sus atribuciones por parte de Zeus se las toma muy en serio: nadie podrá salir del

mundo de los muertos.

2. Matrimonio de Hades: Nadie quería casarse con el dios de los muertos. Un día marcha

en su carro hasta Eleusis, en las afueras de Atenas, donde se encuentra Perséfone, hija de

Deméter, de la que el dios se enamora al momento. Hades la rapta y se la lleva con él a su

reino. Al no encontrar a su hija, Deméter la busca por toda la tierra, hasta que el Sol, que

todo lo ve, le cuenta lo que ha sucedido. Deméter marcha al Olimpo indignada y le dice a

Zeus que su hija, pues era hija de ambos, había sido secuestrada. Zeus le pide a Hades que

devuelva a la chica, pero este le dice que no puede, ya que Perséfone ha comido un grano

de granada del Hades, y cuando alguien probaba un solo bocado de ese mundo, jamás

podría salir. Por tanto, se hace un pacto entre los dioses: Perséfone pasará un tercio del

año en la tierra junto a su madre y los otros dos restantes permanecerá en el Hades junto a

su esposo. En esta historia se ponen en relación la vida con la naturaleza. Es el mito agrario

más importante referente al ciclo de la vegetación. Toda la naturaleza se duerme en otoño

e invierno, que es cuando Perséfone está con Hades y su madre triste. En primavera,

cuando la chica vuelve con su madre, esta se alegra y hace que la naturaleza vuelva a

despertar. El ciclo vital es, por tanto, fundamental en esta historia. Por este motivo las

fiestas en honor de estas dos diosas se celebran en primavera en cualquier ciudad de

Grecia. Se dice que fue un matrimonio bien avenido, aunque comenzó de muy mala

manera. Este dato es algo extraño en las relaciones de los dioses, ya que ninguna va tan

bien como la de Hades y Perséfone. Incluso, Orfeo, al ir a rescatar a Eurídice del Hades les

dice que se la dejen llevar, que a ellos también les unió el amor. Pero Perséfone también es

celosa. Cuenta el mito que Menta era la antigua amante de Hades antes de que llegara la

que iba a ser su esposa. Cuando llega Perséfone al palacio, Hades le dice que todo ha

terminado. Menta está muy enfadada porque Hades no le hace caso, y Perséfone, irritada

con ella, la mata a pisotones. De la tierra donde murió menta nacerá a partir de ahora una

planta con su mismo nombre.

Una última serie de episodios míticos estaría relacionada con el descenso de ciertos héroes a su

reino. Hades es concebido como el guardián de las almas, y se encarga de que nadie que ha pisado

el mundo subterráneo pueda subir a la tierra de nuevo. No obstante, estos héroes, por el mero

hecho de formar parte de la élite de los héroes griegos, consiguieron visitar el mundo de los

muertos estando vivos.

Las manifestaciones acerca de su culto son muy escasas, debido tal vez al temor que despertaba

entre los hombres. No aparece en las tablillas micénicas, y el mayor número de testimonios que

conservamos acerca de su culto están relacionados con el rapto de Perséfone.

10. Deméter (Ceres)

La actuación mítica más importante es la relacionada con el rapto de su hija Perséfone. Es la

representación en el mundo divino de la madre naturaleza, de la tierra protectora que produce

frutos y es cultivada. Es representada con una espiga de trigo en la mano. Aunque es una diosa

benévola y de carácter bondadoso, también sabe castigar cruelmente cuando se transgreden sus

mandatos, como ocurre en el caso del héroe tesalio Erisictón, que decidió talar un álamo del

bosque sagrado de la diosa. Démeter entonces se presentó ante él con la apariencia de una

sacerdotisa, para avisarle de que la diosa se podría enfadar. Pero Erisictón le contestó que utilizaría

la madera para construirse una sala en su casa donde poder dar banquetes. Entonces Deméter,

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encolerizada, se mostró en su apariencia divina y despertó en el héroe un hambre insaciable: comía

y volvía a tener hambre. Erisictón terminó en las encrucijadas de los caminos pidiendo mendrugos

de pan.

La historia de Deméter y Perséfone dio lugar en Grecia a la celebración de unos ritos mistéricos

conocidos como los Misterios de Eleusis. En Roma fue conocida como Ceres, nombre que hace

referencia al cereal. Perséfone se llamaba Proserpina.

11. Posidón (Neptuno)

Es el tercer hermano que se reparte del poder en el mundo divino. A Posidón le corresponde el mar

y todos los fenómenos de la naturaleza cuyo origen está debajo de la tierra: terremotos,

maremotos, etc. Se le representa con su arma propia: el tridente, con el que provoca todos los

fenómenos que le corresponden. Es, principalmente, el dios que sacude la tierra. Representa la

fogosidad y el lado menos controlable de la naturaleza. Esto explica también por qué su animal es

el caballo salvaje, que no conoce freno.

La historia mítica cuenta que Posidón se une a Anfítrite, y con ésta tiene un hijo, Tritón, y una hija,

Rode, que es la que le da el nombre a la isla de Rodas. Su mansión propia es el fondo del mar y lo

veremos acompañado de todos los animales marinos.

Nunca consiguió ser dios protector de alguna ciudad griega, es decir, nunca fue un dios ciudadano,

aunque lo intentó; no solo en Atenas, también se disputa con Hera el patronazgo de Argos. Posidón

es el dios de la naturaleza sin freno, de todo lo que se mueve violentamente y, por tanto, el ámbito

de la ciudad le resultaba bastante ajeno.

Siempre se le caracteriza como un dios violento, que persigue a cualquier diosa que se le pone por

delante. Este “semisalvajismo” le hace protagonista de muchas uniones con todo tipo de

personajes. Destaca, entre sus hijos, el cíclope Polifemo, nacido de Pospón y una ninfa. Tiene las

características salvajes de su padre y, como su padre, vive en una región salvaje cerca del mar.

Siempre va a aparecer relacionado con el lado salvaje de la tierra. Su unión con Anfítrite servirá

para explicar el nacimiento de las criaturas mitológicas que viven en el mar.

Otra actuación mítica a destacar fue la traición a Zeus: aunque ayudó a su hermano a derrotar a su

padre, posteriormente quiso arrebatarle el poder, uniéndose a Apolo en su contra. Zeus los castiga

a ambos a trabajar a las órdenes de Laomedonte, rey de Troya, para el que construirán las murallas

inexpugnables de la ciudad.

12. Hestia (Vesta)

En Grecia esta diosa es la primogénita de Cronos y Rea. Cuando Zeus toma el poder, Hestia solicita

de su hermano el permanecer virgen para siempre. Hestia representa el fuego del hogar, y

responde a una serie de ideas religiosas antiquísimas que podemos encontrar en todos los pueblos

indoeuropeos: el fuego tanto del hogar propio como del hogar patrio. Cuando se fundaba una

ciudad, los guerreros llevaban el fuego de la metrópolis para situarlo en el templo dedicado a la

patria.

En Roma se le añade el fuego patrio, de manera muy intensa. Los griegos hicieron más hincapié en

el fuego del hogar, al contrario que los romanos. Esto se debe al carácter individualista de los

griegos. Por su parte, los romanos eran más nacionalistas. Este fuego patrio se conserva en el

templo del Pritaneo, dentro del cual siempre está encendido el fuego de la patria. En las casas

también encontramos el fuego del hogar, dedicado a esta diosa.

Hestia es una diosa inmóvil, y se opone a la movilidad total, representada por Hermes. Debe

permanecer quieta y en el mismo sitio. Tampoco puede casarse, ya que eso supondría la movilidad

de la mujer hacia la familia del hombre.

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Hay pocas actuaciones míticas en las que intervenga, aunque Ovidio la asocia con Príapo, que

intentó violar a la diosa mientras dormía, pero un burro la despertó cuando aquel estaba junto a

ella, aunque Príapo consiguió escapar. Por este motivo, el burro será el animal protegido por

Hestia.

Para atender el culto a Vesta se nombran treinta sacerdotisas vestales, muchachas de buena

familia elegidas por el Pontifex Maximus. Debían mantenerse por siempre vírgenes, y si se saltaban

esta norma, serían enterradas vivas.

Por tanto, Hestia es la diosa del culto ciudadano. Su templo se situaba en el foro. Era un edificio

circular donde se situaba el fuego y los símbolos de la ciudad. Si el fuego se apagaba, las

responsables eran duramente castigadas. Además este fuego solo se podía encender de una

manera determinada y ritual, escogiendo astillas de un árbol que diera frutos.

13. Nacimiento de Apolo y Ártemis

De la unión de Zeus con Leto (o Latona) nacen Ártemis y Apolo. Hera, al enterarse prohíbe en toda

la Tierra que Leto sea acogida. La mujer recorre todo el mundo intentado dar a luz. Cuando se

encuentra en el mar Egeo, es recogida por una roca flotante, llamada Delos. Allí nacen, entre

palmeras y cisnes, los dos dioses, llamados Delios en honor al lugar de su nacimiento. Como

agradecimiento, Zeus convertirá la roca en fija.

Se cuenta que el momento del alumbramiento tiene lugar cuando siete cisnes que vivían en la isla,

acababan de dar una séptima vuelta.

El origen último de estos dioses es Asia Menor. Por tanto, encontramos un nuevo caso de

sincretismo religioso, que ocurre muy temprano, porque estos dioses ya aparecen en las tablillas

micénicas.

Son dioses relacionados con la luz y el brillo. Poseen ciertas características comunes, aunque

después cada uno se especializa en otras muy diferentes a las del otro. Apolo es también conocido

con el nombre de Febo, el brillante, y Ártemis con el de Febe. Este apelativo hace que estos dioses

se identifiquen a Apolo con el Sol y a Átermis con la Luna. Pero esta identificación el bastante

tardía, ya que nos encontraríamos no antes del siglo V a. C.

Los dos hermanos son los flechadores, cuya arma principal es el carcaj y las flechas. Ambos

hermanos utilizan sus armas para enviar una muerte rápida y certera. Se cuenta, a este respecto,

que Níobe, que tuvo siete hijos y siete hijas, osó presumir que era más prolífica que Leto. Como

castigo, Ártemis mató a sus siete hijas y Apolo a sus siete hijos. La madre pide a Zeus que su dolor

se recuerde eternamente, y el padre de los dioses la convirtió en fuente, para que estuviera

llorando para siempre. Por tanto, estos dos dioses comparten también el impartir un castigo

terrible para quien insulte a su madre.

14. Ártemis (Diana)

Es una diosa que vive fuera del espacio de la ciudad, y cuyas competencias se refieren a la vida

salvaje en los bosques y al campo no cultivado, al contrario que Deméter. Solo se acerca a la ciudad

con ocasión del parto de las mujeres, ya que sus flechas pueden provocar partos rápidos. El resto

de sus actuaciones tienen lugar en el espacio salvaje. Se la suele llamar Señora de las fieras, y se

dedica a cazar animales salvajes. Su animal sagrado es el ciervo y su competencia principal son los

jóvenes durante su período de efebía. Los efebos son los chicos es inmediatamente anterior a la

mayoría de edad. La efebía es una prueba de supervivencia en el bosque, sin la ayuda de nadie. Era

obligatorio para todos los chicos antes de la mayoría de edad, que variaba según la ciudad; por

ejemplo, en Atenas era 18 y en Esparta, 16.

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Ártemis es una diosa cuyas competencias se refieren al mundo masculino, por lo que es la tercera

de las diosas vírgenes del panteón. Además, es muy celosa de su castidad y llega a castigar a quien

intenta violarla. En este sentido, encontramos tres historias míticas relacionadas con este aspecto:

1. Acteón: Probablemente fue un efebo que formaba parte del cortejo de Ártemis. Vio a la

diosa desnuda mientras ella se bañaba. Ártemis lo castiga convirtiéndolo en ciervo, que fue

devorado inmediatamente por los perros de caza del propio Acteón.

2. Orión: Intentó seducir a la diosa y ésta le envía un escorpión enorme que lo mata.

Ambos serán convertidos en constelaciones, y el escorpión siempre perseguirá a Orión.

3. Hipólito: Es también un efebo que solo venera a Ártemis. Rechaza por tanto a Afrodita,

que decide vengarse y hace que Fedra, su madrastra se enamore de él.

De sus actuaciones míticas podemos deducir también la existencia de sacrificios humanos en su

honor en una fase muy primitiva de su culto. Uno de los ejemplos más claros es el de Ifigenia, hija

de Agamenón y Clitemnestra, y hermana de Orestes y Electra. Cuando las tropas griegas parten

para Troya, los barcos se detienen en Áulide porque no hay viento. Los oráculos les dijeron que si

quieren llegar a Troya, deberán sacrificar a Ifigenia en honor de la diosa Ártemis. Agamenón acepta

a sacrificarla, pero justo antes de que muriera, la diosa sustituye a la muchacha por un cervatillo.

Ártemis se lleva a Ifigenia como sacerdotisa a la región de los Tauros, más allá del Ponto. Su misión

es la de ofrecer en sacrificio a todo extranjero que apareciera por allí.

Estas historias hacen pensar que Ártemis es una diosa cuyo origen es muy antiguo, y en él existían

sacrificios humanos. Pero, una vez que entra en el Panteón griego, dejan de practicarse los

sacrificios humanos en su honor.

15. Apolo (Apolo)

Apolo y Ártemis comparten la característica de ser flechadores. La historia mítica de Apolo tiene

varias fases. Nada más nacer, es transportado por un carro tirado por siete cisnes a la tierra de los

Hiperbóreos, donde reside siete años. Tras esto busca un lugar para establecer su culto. Llega a una

ciudad, donde existía un oráculo dedicado a Temis o a Gea, y custodiado por una serpiente terrible:

Pitón. Este lugar el Delfos. Apolo mata a la serpiente y se adueña de la sede oracular, que deja de

ser de Temis-Gea, para ser presidida por él mismo. De la serpiente Pitón toman el nombre las

sacerdotisas de Apolo, las Pitias, que, sentadas sobre el trípode sagrado de Delfos, transmitían los

oráculos del dios. En Delfos también se encuentra la piedra οµϕαλος, que se dice que fue la que se

tragó Cronos en lugar de a Zeus. También se dice que allí estaba el centro de la tierra.

En Delfos se celebraban también los juegos Píticos, en los que se recordaba la lucha de Apolo con la

serpiente. Son juegos atléticos celebrados cada cuatro años. Acerca de cómo profetizaba la Pitia no

sabemos nada. Se dice que mascaba unas hojas de laurel y entraba en trance y profetizaba los

designios de Apolo. Otras fuentes dicen que se sentaba sobre una grieta de la que manaba azufre,

pero los datos escritos contradicen a los arqueológicos.

El oráculo de Delfos se convirtió muy pronto en el centro de Grecia desde el punto de vista político

y religiosos. Allí acudían todos aquellos que iban a emprender un viaje por mar; también los

colonizadores o los comerciantes. Las ciudades mandaban representantes para conocer el futuro

de cualquier tipo de asunto. Pero las palabras de la Pitia nunca eran claras, sino oscuras y

retorcidas. Por eso, a Apolo también se le denomina Loxias, el torcido.

Todas las ciudades que iban a visitar el oráculo entregaban ofrendas al dios. La cuantía de estas

ofrendas movía la balanza a favor de la ciudad que más había donado al oráculo, revelando

augurios mayores.

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Apolo es entendido como Dios de la Inspiración. Manda la inspiración a los músicos, poetas y

adivinos. Bajo esta competencia, Apolo interviene en la profecía, en la música y en la poesía. Bajo

esta advocación, que es la que tenía en Época Clásica, se le adjudica la lira como instrumento

musical, además de nombrarle director del coro de las Musas. Estas cantoras pasan a formar parte

del séquito de Apolo, toman nombres propios y atienden a todas las manifestaciones culturales. En

este sentido, Apolo también recibe el nombre de Musageta, el que conduce a las Musas, que

tienen su residencia en el monte Parnaso.

Un ejemplo del dios Apolo como inspirador lo encontramos en la historia de Casandra, hija de

Príamo, de la que se enamoró Apolo. Para que acceda a estar con él, el dios le promete el don de la

adivinación. Casandra accede, pero cuando ha recibido el don, rechaza al dios. Como castigo, Apolo

hace que nunca nadie crea en sus profecías. Por ejemplo, Casandra le dijo al pueblo de Troya que

no metieran el caballo de madera en la ciudad, pero no le hicieron caso. Cuando terminó la guerra,

ella fue a Micenas como esclava de Agamenón, y le advierte que en entre en el palacio porque

encontrará la muerte. Agamenón no le hizo caso y murió, junto a ella, a manos de Egisto y

Clitemnestra.

Se cuenta que Hermes inventó la lira, y que le robó a Apolo sus vacas. Cuando se descubre al

ladrón, ambos dioses hacen un trueque: Hermes le da la lira a Apolo y él se quedó con las vacas.

Desde este momento, la lira estará ligada siempre a Apolo, que le puso siete cuerdas, recordando

el número de veces que los cisnes rodearon el mundo en su nacimiento.

Otras historias relacionadas con Apolo como el dios de la música son la de Marsias y la del Rey

Midas. Marsias se jactó de tocar la lira mejor que el mismísimo Apolo. El dios, como castigo, lo

colgó de un pino y lo desolló. El Rey Midas dio a un músico mortal el mejor premio en un concurso.

Apolo castiga al rey convirtiendo sus orejas en orejas de burro.

Otro elemento de la naturaleza asociado a Apolo es el laurel. Se cuenta que el dios se enamoró de

la ninfa Dafne. Cuando Apolo la estaba persiguiendo, la muchacha le pidió a Zeus que acabara con

esto. Entonces, Zeus la convirtió en laurel.

Los amores de Apolo fueron muchos:

1. Jacinto y Cipariso: Estos son dos efebos de los que se enamoró Apolo. El primero estaba

con el dios lanzando el disco e, involuntariamente, Apolo lo mata al efectuar un

lanzamiento. Fue convertido para siempre en una flor preciosa para que sea recordado por

todos. Por su parte, Cipariso tenía un ciervo, que fue muerto por Apolo sin querer.

Cipariso, lleno de dolor, no se separaba nunca del animal, llorando continuamente su

muerte, por lo que fue convertido en un ciprés, para que llorara eternamente; de ahí que

el ciprés sea el árbol funerario por excelencia.

2. Corónide: Con ella tuvo a Asclepio, llamado Esculapio en Roma, dios de la medicina.

Esta muchacha le es infiel a Apolo con otro y, cuando el dios se entera, la mata, pero cría a

su hijo. Lo manda a educarse con el centauro Quirón, instructor de otros muchos héroes

de categoría, a los que les enseña el arte de las armas, la oratoria, etc.; del que aprende las

artes de la medicina natural.

El aspecto más antiguo del culto a Apolo está relacionado con las flechas, que envían el mal pero

también lo curan. Por tanto, está relacionado con la figura del dios sanador. Las flechas de Apolo

acarrean enfermedad y muerte, pero esas mismas flechas, a través de un proceso homeopático,

también llegan a curar. Es Apolo el dios de la enfermedad sagrada, es decir, de la enfermedad que

es enviada por los dioses porque un mortal ha cometido una falta que se transmite a toda la

comunidad. Esta falta solo se arregla expulsando al sacrílego. Siempre es enviada una plaga a una

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ciudad o ejército mediante las flechas de Apolo. Un ejemplo de esto lo encontramos en el canto I

de la Ilíada: Llegados a Troya, Apolo lanza unas flechas que caen sobre hombres y bestias. La falta

cometida es que Agamenón ha tomado como botín de guerra a la hija de Crises, un sacerdote de

Apolo. Éste se queja al dios y Apolo ordena mediante un oráculo que Criseida sea devuelta.

Agamenón se ofende y pide a cambio la esclava de Aquiles, Briseida. Con este cambo se consigue

parar la peste de Apolo, ya que el culpable ha reparado su culpa. Además, toda la comunidad ha

realizado sacrificios en honor del dios. No obstante, este episodio será la causa del abandono

temporal de Aquiles.

Esta creencia de la enfermedad sagrada es una visión pretécnica, en la que no se saben las causas

reales de las enfermedades. Cuando ya ha crecido Asclepio y Apolo pasa a ser el dios de la

inspiración, éste va dejando las competencias médicas a su hijo. Apolo queda solamente como el

dios flechador y purificador, y su hijo, educado en el ámbito de la medicina natural, se convierte en

el héroe sanador de la mitología griega. Llegó a dominar tan bien la técnica, que consiguió resucitar

a un muerto. Por esto, ya que violaba las normas de la naturaleza, Zeus lo fulminó con un rayo.

Apolo se vengó matando a los Cíclopes que le habían entregado a Zeus el rayo, por lo que fue

castigado por su padre a servir durante un año a Admito, y mientras permanecía a su servicio, hizo

que todas las vacas parieran gemelos. Se conserva en Epidauro un santuario en honor de Asclepio,

entendido como un centro médico-religioso en su honor. En Roma será un dios, y no un héroe. A

este santuario acudían muchos enfermos, y se considera la primera clínica de la historia. En este

santuario se forma también la escuela de medicina Hipocrática. El báculo de Asclepio, con dos

serpientes enrolladas, sigue siendo hoy en día el símbolo de muchas farmacias y de la medicina en

general.

Ya que Apolo es de origen oriental, en los primeros tiempos de su culto también encontramos una

faceta relacionada con el campo y lo pastoril. Por este motivo es dueño de un rebaño de vacas. Esta

faceta de dios pastoril hace que se le de el nombre de Esminteo (ratonero) o Licio, debido a su

procedencia Licia, en Asia Menor, o bien porque estaba relacionado con el lobo (λυκος) que

acecha a los rebaños.

Después de Zeus, Apolo es el dios más importante del Panteón Olímpico, y es el que cuenta con un

mayo número de templos y santuarios consagrados, siempre después de su padre.

16. Hermes (Mercurio)

Es fruto de otra unión con Zeus, Maya, una ninfa. Es, en su origen, el dios pastoril del mundo

micénico (ss. XVI-XV a. C.). Su nombre proviene del plural de un sustantivo que significa pilastra o

columna, de aquí que los mojones de las calzadas tuvieran un busto de Hermes con atributos

visibles. Se colocaban en las encrucijadas de los caminos, pues es el dios de los caminantes y de los

viajeros, y es el encargado de hacerles el viaje más fácil.

El robo del ganado de Apolo demuestra su origen pastoril. Además, podemos observar que es un

dios tramposo: utiliza los engaños de la lengua para convencer a Apolo para que le de las vacas y no

se enfade. Es embustero y embaucador, pero también es el dios de los comerciantes, de los

viajeros y de los ladrones. Además es el encargado de guiar las almas de los muertos hacia el

Hades, llamado Hermes Psicopompo. También es el dios de la elocuencia, por lo que se convertirá

en el protector de la filología.

Al ser incluido en el panteón olímpico, abandonará su carácter pastoril para convertirse en dios de

la movilidad. Por esto lleva unos atuendos relacionados con esta característica: el pétaso, un

sombrero de ala ancha que llevaban los caminantes para protegerse del sol, el caduceo, un báculo

de caminante también relacionado con la magia, y las sandalias aladas. El caduceo es utilizado por

Hermes a modo de varita mágica, ya que está muy relacionado con duendes y seres fantásticos. En

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este sentido, podemos citar el pasaje de la Odisea en el que hace brotar una planta de la dura roca

con el caduceo, para que así Ulises no se viera afectado por los embrujos de Circe. Con el caduceo

también consigue dormir a Argos para luego matarlo. Siempre utiliza la magia, la elocuencia y los

embustes para solucionar las cosas que no tienen solución. Hermes es el dios más cercano del

panteón, es muy popular. En cuanto a la idea de movilidad, es el aspecto puesto a Hestia, diosa de

la inmovilidad.

Cuando Hefesto descubre a Afrodita con Ares, Hermes se enamora locamente de la diosa. De esta

unión nacerá Hermafrodito (o Hermafrodita), que tiene rasgos masculinos y femeninos. Otro hijo

importante de Hermes es el dios Pan, hijo del dios y Penélope. Pan es un dios pastoril que vive en

el campo y cuida los rebaños. Se le representa con pezuñas de cabra y cuernos, por lo que da

pánico a los pastores cuando se despiertan de la siesta. Tiene esta apariencia porque Hermes se

unió a su madre disfrazado de macho cabrío. Se rodea de sátiros que persiguen, con él mismo a la

cabeza, a cualquier ninfa que se les ponga por delante. Es, por tanto, la representación mítica de la

lujuria.

En Roma se identificarán dos facetas principales de este dios:

1. Dios del comercio por excelencia

2. Dios que posee una gran habilidad para convencer, además de ser el protector de la

elocuencia y la retórica.

17. Dioniso (Baco)

En Grecia se utilizará el nombre de Dioniso, pero también el de Baco, que será el que adopte

siempre en Roma. Es hijo de Zeus y Sémele, hija a su vez de Cadmo, rey de Tebas, hermano de

Europa, que fundó la ciudad de Tebas mientras buscaba a su hermana que había sido raptada por

Zeus. Cadmo se casó con Harmonía, hija de Afrodita, y de esta unión nació Sémele. Cuando el dios y

la muchacha estaban a punto de unirse, Sémele le pidió a Zeus que se le mostrara en todo su

esplendor, ya que Hera había causado confusión en ella. Zeus se le presentó en su apariencia

divina, portando el rayo, y fulminó a Sémele, que estaba embarazada. Apiadándose del niño, lo

sacó del vientre de su madre ya muerta y se lo cosió en un muslo, hasta que nació. Hera estaba

rabiosa de celos, por lo que Hermes, el fiel compinche de Zeus, se llevó al pequeño Dioniso a un

lugar lejano para que fuera criado por unas ninfas. Pero Hera descubre donde está y le envía unas

serpientes a la cuna. Las ninfas, al verlo, se vuelven locas y, desde entonces, las seguidoras de

Dioniso comienzan a recibir el nombre de Ménades (las que tienen locura). El nombre de Baco

proviene de los gritos que emiten las Ménades o Bacantes en los ritos del dios.

Parece ser que la región a la que se lo llevó Hermes fue Asia Menor, y se cuenta que después volvió

a entrar en Grecia por la parte de Tracia, en un carro tirado por tigres y panteras y vestido con una

túnica azafranada y una especie de manto, la nébride. Aparece también con un báculo rodeado de

hiedra y hojas de vid, coronado con una piña. Este báculo recibirá el nombre de Tirso.

Dioniso siempre hace sus actuaciones rodeado de una serie de personajes:

1. Ménades o Bacantes: Fueron sus antiguas nodrizas y después sus seguidoras. Siempre

eran mujeres.

2. Sátiros: Personajes de la mitología griega llamados posteriormente en Roma Faunos. Al

igual que los centauros eran híbridos (torso de hombre y patas de macho cabrío). Son los

representantes mitológicos de la lujuria, del impulso sexual que no conoce barreras ni

límites. Siempre protagonizarán persecuciones.

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Este séquito recibirá el nombre de Tíaso Dionisíaco. La introducción del séquito de Dioniso produjo

mucho rechazo en Grecia, ya que con él aparecen la locura y la manía. Además, la vid y la piña eran

representaciones fálicas. Con estos componentes, Dioniso representa a “el otro”, es decir, el dios

de la máscara, y por tanto, del teatro, de la manifestación de una persona que ha perdido sus

trabas. Dioniso libera todas las emociones y las da a conocer. Es, por tanto, el dios de la

desinhibición total, representado en el Teatro, donde se representa otro papel, en la lujuria y en el

mundo natural encargado de llevar a cabo esta desinhibición: el vino.

A Dioniso le cuesta mucho entrar en el Panteón griego, caracterizado por la mesura y el control. Era

un dios extranjero, sin normas sociales, y desinhibido. Por eso la llegada de Dioniso a diferentes

ciudades se cuenta a partir de la oposición del rey de la ciudad a establecer el culto a este dios.