los buenos padres, no nacen, se hacen!
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Acompañenos en esta interesante sección y lea este articulo sobre los "buenos" padres. Dra. Amparo Díaz.TRANSCRIPT
LOS BUENOS PADRES NO NACEN, SE HACEN
Siendo la maternidad un estado que produce cambios trascendentales en nuestras vidas y
las de nuestro hijos, el momento de ser madres debería ser elegido con la conciencia de
que influirá en nuestros roles como individuos, como pareja, con impacto en nuestro
ámbito familiar, social y laboral.
Cuando se puede planear y elegir ese momento podemos tener la oportunidad de
preparar nuestro cuerpo para que esté en las mejores condiciones posibles para recibir a
ese bebé. Pero si la preparación física es importante, la revisión de nuestro “equipaje”
emocional con el reconocimiento de nuestras fortalezas y debilidades es crucial para el
adecuado desempeño del papel más importante de nuestras vidas: ser padres.
Antes de ser padres somos individuos con una historia personal, con vivencias,
experiencias, creencias y conocimientos que querámoslo o no, marcarán la relación con
nuestros hijos. Revisemos el equipaje de conocimientos acerca de los hijos y de la crianza
y el de nuestras emociones. ¿Qué falta?, ¿Qué sobra?, ¿En qué hay que entrenarse?
Recuerde, la mejor forma de desempeñar cualquier labor es conocer, preparar y anticipar
los retos que con seguridad se nos presentarán en el ejercicio de ser padres.
La participación del padre es crucial en el desarrollo emocional de un hijo; es por esto que
su presencia activa en los procesos de crianza es necesaria, creando una fuerza en
sinergismo con la madre, buscando objetivos comunes; un niño necesita a sus
progenitores trabajando en equipo en búsqueda de lo mejor para él, entendiendo que son
dos seres humanos diferentes, todo esto dentro de un entorno de empatía y respeto.
Los buenos padres no nacen, se hacen. Esta afirmación refuerza el concepto del
entrenamiento para serlo. Vamos a hablar de requerimientos teóricos, del desarrollo o
refuerzo de destrezas en comportamientos y habilidades para atender a los bebés y en el
fortalecimiento de condiciones emocionales buscando establecer relaciones armoniosas y
constructivas con el niño en desarrollo.
Buscar un acompañamiento y una guía con personas competentes, especializadas,
asertivas, le brindará seguridad, con una probabilidad menor de equivocarse. Una
adecuada orientación ayudará a analizar objetivamente la información que traen los
medios de comunicación, excesiva y sin filtros, pues si antes se pecaba por omisión, por
no saber qué hacer, hoy tenemos problemas con los excesos en actividades, en cosas
materiales, lo cual está contribuyendo a formar niños que requieren estímulos constantes,
cambiantes, con dificultades en la concentración, constancia, disciplina y auto control.
Es esencial conocer acerca de cómo es un bebé, cómo es su comportamiento, qué es
normal y qué no lo es en las diferentes etapas de su desarrollo, buscando que nuestras
intervenciones para suplir sus necesidades fisiológicas, emocionales, de seguridad y de
estimulación sean óptimas y asertivas.
Está ampliamente demostrado que las madres que reciben información práctica y teórica
acerca de lactancia materna tienen períodos más largos, exitosos y gratificantes de
lactancia. Enfrentarse a situaciones rutinarias del cuidado del bebé como el baño, el corte
de uñas, con un adiestramiento previo hará que estos procesos se desarrollen en un
entorno de seguridad y tranquilidad, favorecedor para el niño y la relación con su madre.
El establecimiento de horarios y rutinas favorece la creación de hábitos en los niños y son
la base del establecimiento de límites que favorecerán posteriormente la seguridad y el
autocontrol de su hijo. Amarlo no va en contra de ponerle límites.
La base de una relación sólida, gratificante, contenedora, estimulante entre madre e hijo
está dada por la formación del vínculo, entendiéndose como éste a esa relación que se
establece desde el útero, a través de la interacción entre actitudes innatas del bebé y las
respuestas que éstas van generando en su madre. El vínculo es esencial para la
supervivencia del niño, favorece el desarrollo neurológico y es la base para la creación de
relaciones emocionales sólidas y sanas.
La madre ideal actúa de acuerdo a su sentido común, atendiendo sus sentimientos y su
intuición; partiendo de sus propias observaciones, deduce que su hijo es un ser único, con
particularidades y necesidades específicas que depende de ella para su buen desarrollo y
que características como la paciencia, la auto confianza, la creatividad, la disposición
permanente para su hijo harán de su maternidad la mejor experiencia de su vida.
AMPARO DIAZ
MD PEDIATRA