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GACETA DE LITERATURA Y GRÁFICA NÚMERO 12 DISTRIBUCIÓN GRATUITA FEDERICO P ATÁN Mi nombre Algo ha dicho mi nombre en el cauto silencio de la noche. La voz ha sido extraña. Alguien, la calle toda en sombras, vacía, ha dejado mi nombre colgado de ventanas sin memoria. Escucho. Mi nombre se ha rehusado a la voz susurrante que lo crea. Por un lapso de calle mi nombre se ha extraviado de la voz que lo cita. Va siendo seductora. Algo, alguien insiste. Decido caminar la noche. Lo antiguo Lo antiguo es nuevo cuando yo lo vivo. Cuando, inexperto, camino sendas de otros pertenencia y hago mío lo que fue de esos otros, asimismo inexpertos en lo ya caminado por otros anteriores. Hablo y me escuchan y me dicen: eso ya lo conozco en otras voces pero a la vez lo desconozco. A veces desconocí lo que conozco oyéndolo en el hablar de alguna voz cuyo sonido ignoro. Lo nuevo es antiguo cuando atiendo. Alejandro Colín / sin titulo / 2004 / grafito sobre papel

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Gaceta de literatura y gráfica Nueva época Número 12 Distribución gratuita

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Page 1: Literal 12

GACETA DE LITERATURA Y GRÁFICA ◊ NÚMERO 12 ◊ DISTRIBUCIÓN GRATUITA

ggaacceettaa ddee lliitteerraattuurraa yy ggrrááffiiccaa.. NNúúmmeerroo 1122 sseeppttiieemmbbrree ddee 22000044.. Publicación independiente. Las opiniones expresadas en los textos son responsabilidadexclusiva de sus autores y no reflejan las opiniones del equipo editorial. DDiirreecccciióónn:: Jocelyn Pantoja. EEddiicciióónn:: Andrés Márquez. DDiisseeññoo:: Hernán García Crespo.CCoonnsseejjoo EEddiittoorriiaall:: Jorge Jurado, Alejandro Mendoza y Armando Alonso. PPrroodduucccciioonn:: Ulises Garcia. CCoollaabboorraacciioonneess:: [email protected]

www.kloakas.com/aire/literal

FEDERICO PATÁN

Mi nombre

Algo ha dicho mi nombreen el cauto silencio de la noche.

La voz ha sido extraña.

Alguien, la calle toda en sombras,vacía,ha dejado mi nombrecolgado de ventanas sin memoria.

Escucho.

Mi nombre se ha rehusadoa la voz susurrante que lo crea.

Por un lapso de callemi nombre se ha extraviadode la voz que lo cita.

Va siendo seductora.

Algo, alguien insiste.

Decido caminar la noche. ◊

Lo antiguo

Lo antiguo es nuevocuando yo lo vivo.

Cuando, inexperto,camino sendasde otros pertenenciay hago míolo que fue de esos otros,asimismo inexpertosen lo ya caminadopor otros anteriores.

Hablo y me escuchan y me dicen:eso ya lo conozco en otras vocespero a la vez lo desconozco.

A veces desconocí lo que conozcooyéndolo en el hablar de alguna vozcuyo sonido ignoro.

Lo nuevo es antiguocuando atiendo. ◊

Alejandro Colín / sin titulo / 2004 / grafito sobre papel

Page 2: Literal 12

CuentoEDGAR DAVID MENA

A veces me siento triste cuando mi ma-má me pega. Dice que me parezco a mipapá. En realidad ella no tiene la culpa,

yo hago cosas que la molestan, como eso de escri-bir los nombres de personas en mis cuadernos; sí,en lugar de escribir el nombre de la materia en laetiqueta, ponía el nombre de una persona que yoquería, y en el interior intentaba escribir lo queesta persona hacía regularmente, como entrar albaño, saludar a otras personas, reírse, etc. Hastaque mi maestra se dio cuenta y le dijo a mi mamáque me pegara, porque no trabajaba y hacía chue-cos los márgenes. Por eso ahora no escribo losnombres de mis amigos, ni escribo sus historias,me dedico a coleccionar otras palabras.

Guardo las gracias que me ofrecen cada que ha-go algo en provecho de alguien. Las primeras milgracias que recibí fueron de mi hermana, ya que lehabía prometido no mencionar nunca que su novioentraba por la ventana algunas noches. Despuésrecibí las últimas gracias del señor de la tienda,que murió al siguiente día; recibí las de algunas ve-cinas, de mis amigos de la escuela, de algunas per-sonas que viajaban conmigo en el transporte;otras de los maestros y sólo una de mi madre, perotodas las iba guardando en mi cuaderno.

Mi tarea no era nada fácil. Tenía que sopor-tar que algunas personas no me dieran nada, y,por el contrario, otras veces tenía que acomodarde alguna forma los millones de gracias que meprodigaban. Otras veces tuve que interpretarcuántas gracias me querían ofrecer las personasque me decían "muchas gracias", e imaginarquien pagaría mis honorarios cuando alguien de-cía: "Que Dios se lo pague", supongo que era unamanera de agradecerme, aunque eso no tuvieraun significado numérico. El cabo de un año, te-nía todos mis cuadernos ocupados en la contabi-lidad de mis palabras.

Un día me desperté como el niño más rico engracias sobre el planeta. Procuraba no entregarninguna, avaro de perder mi riqueza de páginas.Ya no me gustaba hacer nada para ayudar a laspersonas, temeroso de que me dieran otros tan-tos millones de gracias. Pensé que sería una bue-na idea, regalar algunas de las gracias que tenía.

En verdad tenía que hacer algo porque si nolos niños que me llaman raro, supongo porquenunca han guardado gracias en su vida, me iban aacusar porque en mis cuadernos sólo había núme-ros. Así que me dediqué a dar gracias a cuales-quiera individuo que hiciera algo por mi vida,aunque sólo fuera mirarme o caminar junto a mí.Y ya no acepté ninguna, a quién me decía gracias,le respondía gracias a usted, o mil gracias a usted.Supongo que a algunas personas les parecía muyextraño que sin motivo aparente les regalara dosmillones de gracias.

Ahora estoy aquí sentado, espero que mi ma-má termine de hablar con el director; cuando sal-ga, le pediré que me cambie de escuela, la maestrasólo se dedica a espiar mis apuntes, levanta micuaderno para que toda la clase vea las líneaschuecas de mis márgenes. Cuando se lo diga, es-pero que me pegue despacito y no lo haga enfren-te de los otros niños; después le diré que noquiero estar aquí. Entonces podré entregar, conjusta razón, las últimas gracias que me quedan. ◊

El pan sin sudorFERNANDO LOBO

“Ganarás el pan... etcétera.”GGéénneessiiss XX--22

“A ún existe, en una miserable aldeade Kazajstán, el ancestral uso delsortilegio que transforma las pie-

dras en panes”. Esto nos lo contaba un tipo hara-piento en las calles devastadas de Bagdad. Susojos de tigre denotaban los rasgos típicos deaquellos valles más allá de los iranios. Yo qué séqué diablos hacía ese tío en Bagdad, tal vez algúnmercenario desempleado (de alguna manera, ahítodos éramos mercenarios). Por mi parte, sabíaperfectamente qué diablos estaba haciendo ahí.Bebía cerveza tibia y rancia, pero cerveza, y mesabía a néctar.

Nos decía, aún más, que en las partes más altasde la Mongolia hubieron tribus de montañeses que,conocedores de tales sortilegios, se tiraron a la hol-ganza y olvidaron por completo las artes de la

siembra y de la guerra, luego se olvidaron del cono-cimiento del tiempo y, finalmente, de su condiciónhumana. Todavía quedan algunas de esas creaturassubnormales escondiéndose entre los peñascos. Yal perder el lenguaje perdieron su antigua capaci-dad de transformación. Perdieron hasta el pan sinsudor. Ahora se alimentan de toda clase de bichosmenores. “La voluntad se alimenta de sí misma”.

El tipo aquel, visiblemente excitado, comen-zó a disertar. Sus ojos grises centelleaban comoel metal de una espada.

“El desafío de transformar las piedras en pa-nes es la primera tentación que el príncipe de lastinieblas presentó a vuestro señor Jesucristo. Es,entonces, la representación del Demonio comolibertador de los hombres.

“Cristo cedió. Pero Cristo no necesitabaese pan”.

Mis compañeros estaban algo incómodos,aunque peores cosas habían pasado en los últi-mos tres días. Yo no podía evitar la molesta sen-sación de haber escuchado esas mismas sandecesen algún otro lado.

“Algunos hombres, esos desterrados, fieles asus costumbres de merodeadores, descubrieronel sortilegio. En esa miserable aldea de la que les

hablo, gentiles extranjeros, todos los días, pocoantes de ponerse el sol, cuatro sacerdotes suben auna colina, se ponen de rodillas en el suelo roco-so y comienzan sus oraciones con un fervor quese puede sentir a kilómetros de distancia. Y laspiedras se transforman en pan y la colina está lle-na de piedras”.

Mis compañeros, desesperados, buscaban al-guna moneda entre sus bolsillos para callar al tíoaquel. Era inútil. Estábamos en la ruina.

“Yo he probado de ese pan... es un poco secopero si tienes leche de cabra... y hay un sabor...una ligera amargura que se queda en la boca y tar-da mucho en irse... de hecho... hay quien no pue-de evitar sentirse conmovido cada vez que le dauna mordida... de hecho... son raros los aldeanosque, al probar el pan sin sudor... no les invadenlas lágrimas”.

Quedaba ese vaso de cerveza frente a mí.Quizá fuese la última cerveza de Bagdad. Se la dial sujeto. Éste la bebió toda de un solo trago, selimpió la boca con el antebrazo, puso el vaso so-bre la mesa y dio la media vuelta.

“El secreto está a salvo”, decía mientras co-jeaba, alejándose de nosotros, “el secreto estáa salvo”. ◊

Alivio de puertosEDGAR DAVID MENA

Remedios tiene un problema con los pájaros.Cuando está pintando un cuadro cierra las venta-nas; le gusta tapar con mis camisas las rendijas, in-cluso cierra todo indicio de entrada en las goteras.

A los pájaros les gustan las frutas que Reme-dios imagina.

Antes, cuando no cerraba las ventanas, lospájaros miraban con paciencia de invierno senta-dos en los cables; cuando ella se descuidaba o te-nía que ausentarse unos minutos, a su regresoencontraba que los pájaros habían desayunadolos colores.

Le entristecía saber que, además de los dibu-jos, hubieran devorado sus pinceles.

Alejandro Colín / sin titulo / 2004 / grafito sobre papel

Alejandro Colín / sin titulo / 2004 / grafito sobre papel

Alejandro Colín / sin titulo / 2004 / grafito sobre papel

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CuentoEDGAR DAVID MENA

A veces me siento triste cuando mi ma-má me pega. Dice que me parezco a mipapá. En realidad ella no tiene la culpa,

yo hago cosas que la molestan, como eso de escri-bir los nombres de personas en mis cuadernos; sí,en lugar de escribir el nombre de la materia en laetiqueta, ponía el nombre de una persona que yoquería, y en el interior intentaba escribir lo queesta persona hacía regularmente, como entrar albaño, saludar a otras personas, reírse, etc. Hastaque mi maestra se dio cuenta y le dijo a mi mamáque me pegara, porque no trabajaba y hacía chue-cos los márgenes. Por eso ahora no escribo losnombres de mis amigos, ni escribo sus historias,me dedico a coleccionar otras palabras.

Guardo las gracias que me ofrecen cada que ha-go algo en provecho de alguien. Las primeras milgracias que recibí fueron de mi hermana, ya que lehabía prometido no mencionar nunca que su novioentraba por la ventana algunas noches. Despuésrecibí las últimas gracias del señor de la tienda,que murió al siguiente día; recibí las de algunas ve-cinas, de mis amigos de la escuela, de algunas per-sonas que viajaban conmigo en el transporte;otras de los maestros y sólo una de mi madre, perotodas las iba guardando en mi cuaderno.

Mi tarea no era nada fácil. Tenía que sopor-tar que algunas personas no me dieran nada, y,por el contrario, otras veces tenía que acomodarde alguna forma los millones de gracias que meprodigaban. Otras veces tuve que interpretarcuántas gracias me querían ofrecer las personasque me decían "muchas gracias", e imaginarquien pagaría mis honorarios cuando alguien de-cía: "Que Dios se lo pague", supongo que era unamanera de agradecerme, aunque eso no tuvieraun significado numérico. El cabo de un año, te-nía todos mis cuadernos ocupados en la contabi-lidad de mis palabras.

Un día me desperté como el niño más rico engracias sobre el planeta. Procuraba no entregarninguna, avaro de perder mi riqueza de páginas.Ya no me gustaba hacer nada para ayudar a laspersonas, temeroso de que me dieran otros tan-tos millones de gracias. Pensé que sería una bue-na idea, regalar algunas de las gracias que tenía.

En verdad tenía que hacer algo porque si nolos niños que me llaman raro, supongo porquenunca han guardado gracias en su vida, me iban aacusar porque en mis cuadernos sólo había núme-ros. Así que me dediqué a dar gracias a cuales-quiera individuo que hiciera algo por mi vida,aunque sólo fuera mirarme o caminar junto a mí.Y ya no acepté ninguna, a quién me decía gracias,le respondía gracias a usted, o mil gracias a usted.Supongo que a algunas personas les parecía muyextraño que sin motivo aparente les regalara dosmillones de gracias.

Ahora estoy aquí sentado, espero que mi ma-má termine de hablar con el director; cuando sal-ga, le pediré que me cambie de escuela, la maestrasólo se dedica a espiar mis apuntes, levanta micuaderno para que toda la clase vea las líneaschuecas de mis márgenes. Cuando se lo diga, es-pero que me pegue despacito y no lo haga enfren-te de los otros niños; después le diré que noquiero estar aquí. Entonces podré entregar, conjusta razón, las últimas gracias que me quedan. ◊

El pan sin sudorFERNANDO LOBO

“Ganarás el pan... etcétera.”GGéénneessiiss XX--22

“A ún existe, en una miserable aldeade Kazajstán, el ancestral uso delsortilegio que transforma las pie-

dras en panes”. Esto nos lo contaba un tipo hara-piento en las calles devastadas de Bagdad. Susojos de tigre denotaban los rasgos típicos deaquellos valles más allá de los iranios. Yo qué séqué diablos hacía ese tío en Bagdad, tal vez algúnmercenario desempleado (de alguna manera, ahítodos éramos mercenarios). Por mi parte, sabíaperfectamente qué diablos estaba haciendo ahí.Bebía cerveza tibia y rancia, pero cerveza, y mesabía a néctar.

Nos decía, aún más, que en las partes más altasde la Mongolia hubieron tribus de montañeses que,conocedores de tales sortilegios, se tiraron a la hol-ganza y olvidaron por completo las artes de la

siembra y de la guerra, luego se olvidaron del cono-cimiento del tiempo y, finalmente, de su condiciónhumana. Todavía quedan algunas de esas creaturassubnormales escondiéndose entre los peñascos. Yal perder el lenguaje perdieron su antigua capaci-dad de transformación. Perdieron hasta el pan sinsudor. Ahora se alimentan de toda clase de bichosmenores. “La voluntad se alimenta de sí misma”.

El tipo aquel, visiblemente excitado, comen-zó a disertar. Sus ojos grises centelleaban comoel metal de una espada.

“El desafío de transformar las piedras en pa-nes es la primera tentación que el príncipe de lastinieblas presentó a vuestro señor Jesucristo. Es,entonces, la representación del Demonio comolibertador de los hombres.

“Cristo cedió. Pero Cristo no necesitabaese pan”.

Mis compañeros estaban algo incómodos,aunque peores cosas habían pasado en los últi-mos tres días. Yo no podía evitar la molesta sen-sación de haber escuchado esas mismas sandecesen algún otro lado.

“Algunos hombres, esos desterrados, fieles asus costumbres de merodeadores, descubrieronel sortilegio. En esa miserable aldea de la que les

hablo, gentiles extranjeros, todos los días, pocoantes de ponerse el sol, cuatro sacerdotes suben auna colina, se ponen de rodillas en el suelo roco-so y comienzan sus oraciones con un fervor quese puede sentir a kilómetros de distancia. Y laspiedras se transforman en pan y la colina está lle-na de piedras”.

Mis compañeros, desesperados, buscaban al-guna moneda entre sus bolsillos para callar al tíoaquel. Era inútil. Estábamos en la ruina.

“Yo he probado de ese pan... es un poco secopero si tienes leche de cabra... y hay un sabor...una ligera amargura que se queda en la boca y tar-da mucho en irse... de hecho... hay quien no pue-de evitar sentirse conmovido cada vez que le dauna mordida... de hecho... son raros los aldeanosque, al probar el pan sin sudor... no les invadenlas lágrimas”.

Quedaba ese vaso de cerveza frente a mí.Quizá fuese la última cerveza de Bagdad. Se la dial sujeto. Éste la bebió toda de un solo trago, selimpió la boca con el antebrazo, puso el vaso so-bre la mesa y dio la media vuelta.

“El secreto está a salvo”, decía mientras co-jeaba, alejándose de nosotros, “el secreto estáa salvo”. ◊

Alivio de puertosEDGAR DAVID MENA

Remedios tiene un problema con los pájaros.Cuando está pintando un cuadro cierra las venta-nas; le gusta tapar con mis camisas las rendijas, in-cluso cierra todo indicio de entrada en las goteras.

A los pájaros les gustan las frutas que Reme-dios imagina.

Antes, cuando no cerraba las ventanas, lospájaros miraban con paciencia de invierno senta-dos en los cables; cuando ella se descuidaba o te-nía que ausentarse unos minutos, a su regresoencontraba que los pájaros habían desayunadolos colores.

Le entristecía saber que, además de los dibu-jos, hubieran devorado sus pinceles.

Alejandro Colín / sin titulo / 2004 / grafito sobre papel

Alejandro Colín / sin titulo / 2004 / grafito sobre papel

Alejandro Colín / sin titulo / 2004 / grafito sobre papel

Page 4: Literal 12

GACETA DE LITERATURA Y GRÁFICA ◊ NÚMERO 12 ◊ DISTRIBUCIÓN GRATUITA

ggaacceettaa ddee lliitteerraattuurraa yy ggrrááffiiccaa.. NNúúmmeerroo 1122 sseeppttiieemmbbrree ddee 22000044.. Publicación independiente. Las opiniones expresadas en los textos son responsabilidadexclusiva de sus autores y no reflejan las opiniones del equipo editorial. DDiirreecccciióónn:: Jocelyn Pantoja. EEddiicciióónn:: Andrés Márquez. DDiisseeññoo:: Hernán García Crespo.CCoonnsseejjoo EEddiittoorriiaall:: Jorge Jurado, Alejandro Mendoza y Armando Alonso. PPrroodduucccciioonn:: Ulises Garcia. CCoollaabboorraacciioonneess:: [email protected]

www.kloakas.com/aire/literal

FEDERICO PATÁN

Mi nombre

Algo ha dicho mi nombreen el cauto silencio de la noche.

La voz ha sido extraña.

Alguien, la calle toda en sombras,vacía,ha dejado mi nombrecolgado de ventanas sin memoria.

Escucho.

Mi nombre se ha rehusadoa la voz susurrante que lo crea.

Por un lapso de callemi nombre se ha extraviadode la voz que lo cita.

Va siendo seductora.

Algo, alguien insiste.

Decido caminar la noche. ◊

Lo antiguo

Lo antiguo es nuevocuando yo lo vivo.

Cuando, inexperto,camino sendasde otros pertenenciay hago míolo que fue de esos otros,asimismo inexpertosen lo ya caminadopor otros anteriores.

Hablo y me escuchan y me dicen:eso ya lo conozco en otras vocespero a la vez lo desconozco.

A veces desconocí lo que conozcooyéndolo en el hablar de alguna vozcuyo sonido ignoro.

Lo nuevo es antiguocuando atiendo. ◊

Alejandro Colín / sin titulo / 2004 / grafito sobre papel