las lomas del polo norte

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    P. Segundo Llorente, S. J.

    En las lomas del Polo Norte

    1942

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    NDICE

    I PARTE.............................................................................................................9

    MI NUEVA MISIN........................................................................................9

    1. ACERCNDONOS AL POLO NORTE...........................................10

    2. PRELIMINARES HISTRICOS.......................................................21

    II PARTE.........................................................................................................35

    EPISODIOS DE LA VIDA DIARIA.............................................................35

    3. LAVIDAEN KOTZEBUE............................................................................35

    4. DIARIO DE UNA SEMANA............................................................445. UNA TORMENTA SIN IGUAL.......................................................62

    6. A LA LUZ DE MI LINTERNA.........................................................75

    7. ECONOMA DOMSTICA..............................................................85

    8. NOCHEBUENA DE 1940.................................................................94

    9. PAPELETAS DE MI ARCHIVO.....................................................104

    III PARTE......................................................................................................118

    TRES MESES DE AUSENCIA....................................................................118

    10.EL OASIS DE PILGRIM SPRINGS................................................11911.DOS MESES EN NOME.................................................................128

    12.LAS ISLAS DIOMEDES.................................................................137

    13.LOS EXPLORADORES DEL P. HUBBARD.................................145

    IV PARTE......................................................................................................154

    COMUNICACION CON EL MUNDO EXTERIOR.................................154

    14.CONTESTANDO A UNA CONSULTA.........................................155

    15.LEYENDO LA CORRESPONDENCIA.........................................165

    16.ATANDO CABOS...........................................................................175

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    PRLOGO CONFIDENCIAL

    No fue mI intencin prologar de nuevo libros del P. Llorente,entre otras razones porque nunca lo cre necesario, pero poraquello de que el hombre propone y Dios dispone tal comO lopensara hube de hacerlo todo del revs.

    Unas explicaciones que te debo dar, querido lector, a fin deque algunas cosas no te llamen la atencin y comprendas mejorotras, furzanme a tomar la pluma y a hacer acto de presencia enestas pginas.

    Es el caso que el presente volumen, y el que inmediatamentele va a seguir bajo el ttulo de Aventuras del Crculo Polar, habande figurar en uno slo segn la mente del autor,

    Eran artculos que, con asiduidad y constancia benemritahaba ido redactando el P. Llorente al calor de la estufa "puesta alrojo" de su casita de misionero perdida entre hielos y nieves enaquella ensenada de Kotzebue, ms arriba del Estrecho de Bering,a caballo sobre el Crculo Polar.

    A travs del Atlntico sus cuartillas venan a recalarperidicamente en la redaccin de EL SIGLO DE LAS MISIONES,desde cuyas pginas han hecho las delicias de toda clase delectores. EL SIGLO DE LAS MISIONES deca en carta es mirevista predilecta y por ella estoy dispuesto a ir hasta el lmite delsacrificio".

    Cuando ya el material acumulado iba pareciendo suficientepara recibir los honores de imprimirse por separado, el mismo P.

    Llorente nos dio la voz de alarma: "Una vez publicado el artculo,queda a su cargo hacer de l lo que juzgue conveniente; es decir,si cree que una serie de ellos son materia adecuada para otromamotreto, manos a la obra. Lo que importa es ayudar a la Revistay esparcir la idea misional por todos los mbitos del orbe".

    Algunos meses ms tarde, el correo, va Colombia, pona enmis manos las ltimas disposiciones y retoques para el futuro libro:"Queda Vd. en libertad absoluta aada en nota el autor, deaadir todos los captulos que juzgue necesarios hasta formar un

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    ramito exactamente del mismo tamao que el primero, En el pasde los eternos hielos".

    Con estas indicaciones era natural quedaran excluidos unoscuantos artculos, sobre cuyo porvenir el tiempo dira lo que haba

    de hacer.

    ...Y el tiempo habl antes de lo que esperbamos en forma decarta que, por va area, sorbindose los vientos de tierras ymares, entrsenos por las puertas un buen da de septiembre de1941. Deca nuestro corresponsal de Bucaramanga, Colombia:

    "23 de agosto de 1945... Ayer tarde recib por avin una cartadel P. Llorente en la que me dice que el 10 del presente mes deagosto recibi un telegrama del Sr. Obispo de Alaska en que lemanda preparar el bal y salir inmediatamente para AKULURAK,como Superior, aadiendo que, al da siguiente, 11 de agosto,arreglar sus cosas para salir si es posible esa misma semana".

    Aunque esta noticia en s pareciera no tener ms valor que elinformativo, vena, sin embargo, a introducir importantes cambiosen nuestro plan editorial. A fines de julio de 1938 haba aterrizadoel P. Llorente en Kotzebue: "Ya estoy en mi nuevo destino, ojalsea para siempre!", escriba en una carta das das despus.

    Pero tres aos ms tarde la voz de la obediencia ha venido aponer punto final a su etapa de misionero de Kotzebue, parallevrselo muchos kilmetros al Sur junto a la desembocadura delYukn, con ms responsabilidad y mayores preocupaciones.

    Esto nos ha movido a compilar de una forma o de otra todoslos artculos escritos por l durante este periodo, buscando en su

    combinacin la mayor unidad. Por lo que, en vez de un volumen,van a salir dos, con la ventaja de que no se nos queda rezagado sino algn que otro artculo que, por haber sido despus tratado msdespacio, hubo de ser descartado definitivamente.

    No van los artculos en el orden en que fueron escritos, ni seescribieron desde el principio con el fin de formar un todo ordenadoy armnico. Adems la monotona e igualdad de unos das conotros, y de un ao con el anterior o el siguiente, no hubieran dado

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    tema suficiente para hilvanar en torno episodios novelescos, queexigiran tambin mayor espacio de tiempo para desarrollarse

    Sin embargo la clasificacin de los captulos en dos gruposseparados estaba hecha con slo atender al protagonista de cada

    uno de ellos. As, este primer libro vienen a formarlo todos aquellosartculos en que el sujeto de la accin es el mismo P. Llorente. Enellos nos cuenta sus actividades como misionero en aquel rincndel Polo Norte, la vida de fervor o de degradacin de suseskimales, las pavorosas tormentas del Crculo Polar, sus tresmeses de ausencia, etc.

    Bajando luego a particularidades se entretiene en referirnoscmo se las arregla en los mil detalles menudos de la vida diaria,

    para meterse por fin con la correspondencia, que le llega delmundo exterior y terminar "atando cabos" que haban ido quedandosueltos en artculos precedentes.

    La circunstancia de haber sido escritos la mayor parte de ellosdurante la gloriosa gesta de nuestro Movimiento Nacional se reflejacon frecuencia en sus pginas. En ellas se siente latir el coraznpatriota de un misionero espaol que, alejado miles de kilmetrosde su madre patria, no puede olvidar que, mientras el eterno

    silencio nevado le envuelve en aquellas latitudes rticas, unaguerra cruel, provocada por gentes sin Dios y sin patria, se ceba enlas tierras y en los hijos de Espaa.

    Con qu emocin ms intensa, recibe, en medio de deshechaborrasca polar, la fausta noticia, del triunfo definitivo de los ejrcitosde Franco! Habamos triunfado! exclama. Aunque yo nohaba vestido el uniforme, hablaba en plural y afirmaba que haba-mos triunfado... Y ni un alma a quien comunicar el histrico

    acontecimiento!..."En el mismo captulo de donde son estas frases, hace un

    ligero resumen de sus esfuerzos por neutralizar la descaradapropaganda roja, que, con los escasos medios, de que dispona, seesforzaba por deshacer y contrarrestar.

    En fin, ya que puse al Prlogo el sobrenombre de"Confidencial" me voy a permitir descubrir a los lectores lo que el P.

    Llorente piensa de sus artculos, entresacndolo de sucorrespondencia.

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    "Mi prosa es prosa amena, prosa callejera. Escribo para lacalle, por parecerme lo mejor hoy da. Ya pasaron de moda floreosretricos, que premiaban Academias provinciales o municipales. Loque hay que decir se dice en castellano plano... y se acab.

    Pudiera ser que a Vd. no le llene el manuscrito, en ese caso, empa-qutelo de nuevo y chelo al fuego. Lo escrib para recreo mo;para matar el ocio de aquellas noches eternas; para solazarmerecordando cosas pasadas..."

    "Tengo verdaderos deseos de volver a leer (elegantementeimpresas) las cuartillas que tecle en Akulurak, mientras bramabala tormenta y ruga el vendaval. Casi no puedo creer que talescuartillas vean la luz del da en forma de libro. Las escrib sin

    borrador. Tal vez una sencillez espontnea sobrepuje a unasuperficialidad pulida y acicalada. Yo no s pulir, ni lo quieroaprender..."

    "Todava conservo en los huesos cierto temorcillo de que elartculo no va a ser digno de la revista. Ese temor me acomete alfinal de todos y cada uno de los artculos. Le hablo con franqueza.Como luego recibo cartas gratulatorias, todo ello me parece untinglado y jeroglfico insolubles. La prosa de otros artculos me

    parece pulida y acicalada; la de los mos se me antoja tan horrible,que los leo sumamente de prisa, medio aturdido, confuso y hechouna miseria. Cosas de la vida!..."

    "Algunos artculos me agradan, otros me desagradan; otrosson neutrales en esta guerra de agrados y desagrados..."

    Hablando de una obra recin publicada en Espaa, y queacababa de leer, pone unas acotaciones a su estilo: "es un estilo,dice, nuevo para m. Estilo ultramodernsimo, formado por disparos,

    flechazos, fogonazos, frases descoyuntadas y clusulas lanzadascomo por catapulta, que el lector tiene que aguantar y recoger. Nohay prrafos. La fuga de los verbos es casi total. Acaso prive eseestilo. Acaso sea el mejor. A m se me atraviesa. Prefiero aMenndez Pelayo y a Cervantes, con aquellos prrafosaristocrticos de catorce renglones que son carrozas regias en quecabalgan ideas prceres. Nada de fogonazos; ms bien luz per-petua de sol que da vida..."

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    Y, por fin, este ltimo parrafito en que deja al descubierto larazn ntima de sus escritos, a saber, el que puedan hacer algnbien a las almas:

    "Me estn llegando de diversos puntos cartas y ms cartas

    animndome a seguir enviando artculos... porque les gusta mucholeer cosas de Alaska. Lo haga con gusto, pues he llegado asospechar que es una forma ms de apostolado, despertando talvez vocaciones, que algn da den mucha gloria a Dios. Y de esose trata: de dar mucha gloria a Dios segn nuestro lema A. M. D.G."

    Y esto es cuanto se me ha ocurrido decir al lector respecto dellibro que tiene en las manos. Los escribi su autor con miras

    apostlicas, para que fueran sus captulos dando gloria a Dios poresos mundos. Que vayan, pues, norabuena y que el mismo Seorse digne hacerlos germinar en frutos de bendicin!

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    I PARTE

    MI NUEVA MISIN

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    I

    ACERCNDONOS AL POLO NORTE

    Regreso a Alaska. De Akulurak a Kotzebue. Volandosobre el Circulo Polar. Mi nueva casa Las minas deoro y los cukeros. La Misin catlica. Mis dosconsuelos.

    Al cabo de dos aos de permanencia con los eskimales de lasriberas del Yukn, fui llamado a los EE. UU. con el fin de hacer allla Tercera Probacin, algo as como los ltimos retoques que laCompaa de Jess da a sus noveles sacerdotes antes de echarlosdefinitivamente a volar por esos mundos. Fue un ao de pazespiritual adquirida en el silencio de la Casa de Retiro; paz que sevio alterada con frecuencia por el ruido ensordecedor del rodarinterminable de trenes, autos, tranvas y otros vehculos que hacenen los LE. UU. la vida poco menos que insoportable.

    Despus de una visita a dos Comunidades de Religiosasmejicanas en California, terminada felizmente la Tercera Probacin,me embarqu de nuevo con rumbo a mi querida Alaska.

    Esta vez el viaje no me impresion tanto como cuando lo hicepor primera vez. Casi me atrevera a decir que ni siquiera me

    impresion. Costas abruptas salpicadas de cumbres coronadas denieve, pasaban por la retina de mis ojos sin dejar la ms mnimaimpresin. Villorrios de pescadores, aldeas del interior, Anchorage,minas de oro, Fairbanks, el Yukon... nada me impresion. Cerradoen el camarote, pude dormir unas siestas ms largas que un da delluvia en una caseta mal retejada.

    * * *

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    Al llegar a Nulato me echaron el alto y tuve que bajar delvaporoso fluvial que marchaba agua abajo camino del Estrecho deBering. El P. Superior de la Misin me estaba esperando en Nulatopara decirme que haba decidido cambiarme el destino de

    Akulurak. Yo deba descansar otro poco con otras siestas mslargas an que las pasadas, y luego deba esperar al primeraeroplano que volara en direccin nortea. All, encima del CrculoPolar, casi a un tiro de piedra del Polo Norte, est una aldea quellaman Kotzebue. Tiene una casita muy maja y una iglesia tambinmuy maja, pero no tiene misionero. Y yo iba a ser el misionero deKotzebue.

    Con las maletas aun en la mano, envi mentalmente y en una

    fraccin de segundo mi adis de despedida a mi inolvidableAkulurak. Aquel sitio lo apellid "el suspiro del moro", pues no creoque el asendereado Boabdil sintiera despedirse de Granada msque sent yo despedirme de Akulurak.

    Me esperaban en Akulurak diez cachorros formidables que yohaba medio domado, y que quedaron llorando cuando yo march.

    Me esperaban 60 huerfanitas y 40 huerfanitos, que deseabandanzar al comps de un acorden nuevo que llevaba en el bal.

    Me esperaban 5 Madres Ursulinas, que ya se estabanpreparando para hacer los Ejercicios, donde esperaban ormaravillas acerca de Santa Teresa, San Ignacio, San Juan de laCruz y otros Santos espaoles de nombrada.

    Me esperaban los aldeanos de los contornos, que ansiabanvolver a escuchar mi eskimal desastroso, con el que les imitaba sussonidos infrahumanos. Me esperaban los ajedrecistas de la Misin,confiados en que al cabo de un ao de no jugar me podran dar amansalva las palizas ms soberanas.

    Y yo esperaba con ansia ver de nuevo todo esto... y no me fuedado. Akulurak es un oasis, y yo deba emprender rumbos nuevospor desiertos desconocidos,

    Descans tres das en Nulato. All me enter de que tresaldeas del Yukon haban sido abandonadas por imposibles, comoBabilonia, que no quiso ser sanada. Desde que se abrog la ley

    seca, el aguardiente est arruinando estas comarcas. En los alma-cenes se venden litros de licor sin descanso.

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    Como el organismo de los eskimales es mucho ms dbil queel nuestro, bastan dos copas para derribar por tierra al eskimal msforzudo. Total: que la borrachera est diezmando la poblacin. Eleskimal ya no compra calcetines, ni harina, ni caf. Compra

    aguardiente y se emborracha, y emborracha a la mujer y a loshijos.

    En el cementerio de Nulato haba docenas de cruces quemarcaban el yacimiento de nios inferiores a dos aos. La sangrede los padres est alcoholizada. Al nio no le queda ms salidaque morirse de anemia.

    Todos los esfuerzos para poner fin a la borrachera resultanintiles. La nica solucin era ahorcar al almacenista blanco que

    vende aguardiente a los indgenas. Pero eso no se puede hacer,por dos razones: lo prohbe el quinto mandamiento, y aunque no loprohibiera, los EE. UU. creen an en la democracia.

    * * *

    Por fin lleg el aeroplano. Era un aeroplano pequeo, rojo,

    rojo, como si acabara de ser teido en sangre. El aviador era ateo,pero me dijo que me llevaba de balde porque su mujer, juda, lehaba amenazado con el divorcio el da que cobrara un cntimo aun misionero catlico.

    Kotzebue estaba fuera de su ruta; pero senta una satisfaccininmensa de poder rodear 100 kilmetros y dejarme sano y salvo enKotzebue. Y as fue. Me sent en el pescante, y nos remontamospor los aires a 3.000 metros de altura. Debajo se vean pasar

    colinas, valles, llanuras, lagos, ros que zigzagueaban en todasdirecciones, hasta que al cabo de dos horas nos vimos sobre labaha de Kotzebue. En los mapas que llevbamos pude ver el sitioexacto por donde pasa esa lnea imaginaria que llamamos CrculoPolar. "Adis" le dije al Crculo; y continuamos en nuestro vuelo.50 kilmetros encima del Crculo pude ver extendida a lo largo dela costa, la famosa aldea de Kotzebue, la ms famosa de todasestas aldeas, aunque en Espaa sea perfectamente desconocida.

    Al volar en crculos concntricos sobre la aldea, se veangrupos de personas que corran al aerdromo.

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    Al aterrizar me vi enfrente de caras eskimales nuevas para m.Les salud con el eskimal del Yukon, pero no me respondieron.Aqu hablan un dialecto para m ininteligible. Vaya por Dios; hayque arremeter con otra lengua!

    Eran las once de la noche cuando llegamos, pero se veaperfectamente, pues aqu no se pone el sol en el verano, es decir,en el mes de junio. En julio se puede rezar el Breviario a media

    noche paseando fuera de casa. En el invierno se vuelven lastornas, y no hay luz solar fuera de unas horas hacia el medioda.

    * * *

    Entr en casa, y torn posesin de ella; y lo mismo hice con la

    iglesia. No dorm, aunque me acost unas horas, y despus deMisa me puse a ordenar la vivienda. Se entender fcilmente elestado lamentable en que la encontr, si digo que tard cincuenta ysiete das justos en ordenarla, y en hacer ella una moradadecente. Fue menester algn trabajo de carpintera. Yo en mi vidahaba cogido un martillo; pero la necesidad es la madre de lainvencin. Con serrotes, tenazas, martillos, clavos y madera mejoro peor vestido de mono como un marxista de Madrid, hice

    unos urinarios, y unas alhacenas, y unos bancos que, despus depintados, parecan recin comprados en alguna almoneda.

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    Lo importante fue que di feliz remate a toda la obra con unsolo martillazo en el pulgar izquierdo. Y aun ese martillazo no fuecosa mayor. Me acord de lo de "ciento en el clavo y uno en laherradura".

    En un cobertizo trasero, repleto de trastos intiles, meencontr con las alas del famoso aeroplano "Marquette", el que seestrell en octubre de 1930 con la muerte de dos misioneros y elpiloto. Se estrell a 300 pasos de aqu, ante la aldea toda que sehaba congregado para verlos elevarse.

    Lo peor del caso es que el accidente ocurri sin necesidad deque ocurriera. El P. Walsh nunca haba volado. El P. Superior leinvit a dar un vuelecito de 10 minutos y... cataplum! Me cuentan

    que a los infelices no les qued un hueso sano, los ojos fuera delas rbitas, etc., etc.

    Al da siguiente se hel la baha, cay una nevada regular, ytodo sigui como si no hubiera ocurrido nada. Las alas del artefactoestn aqu en mi cobertizo. Cada vez que las miro me llenan deescalofros; creo que las voy a quemar.

    Desde el accidente del aeroplano hasta mi llegada pasaronpor aqu nada menos que 8 misioneros, uno tras otro, y ningunoech races. El seor Obispo sin duda para halagar mi vanidadme asegur que sta es la Misin ms dura de Alaska. No por elfro en Alaska el fro se da por supuesto, ni por la lejana, puesel aeroplano ha puesto fin a las distancias, sino por la gente. Lagente es la que ha puesto en fuga a los Misioneros.

    * * *

    En 1898 se descubrieron por aqu varias minas de oro. Milesde blancos se esparcieron por estas latitudes en busca del preciosometal. Se abrieron almacenes y se armaron buques especiales quetransportaban mercancas a estas playas del fin del mundo. Hoy eloro ha desaparecido casi por completo; pero aun quedanyacimientos ac y all donde viven hombres barbudosembrutecidos por el trabajo y la vida semisalvaje.

    Algunos cukeros, restos desligados de algo que fueprotestante, vieron que aqu no haba iglesias de ningn gnero. Se

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    sintieron apstoles y abrieron una Misin en cada una de estasaldeas. El cdigo que predicaban no tena ms que tres artculos:

    1. Pagar diezmos a la Iglesia de Dios.

    2. No jugar, no beber, no bailar, no ir al cine, no rerse,

    3. Los cukeros, y slo ellos, se salvan. Los dems secondenan.

    Cuando en 1929 abrieron aqu los Jesuitas una Misin, seaadi un cuarto artculo al cdigo de marras: "Los catlicos sondemonios disfrazados de hombres".

    Y estos pobres eskimales han venido pagando diezmos aestos aventureros del dlar por espacio de 40 aos. Si cazan 10

    zorras, una es para el cukero predicador. Si cazan una y lavenden por veinte dlares, dos son para el misionero, etc., etc.Cuando un misionero se hace rico, deja el puesto a otro, y ste aotro, etc. Lutero no so que sus premisas llevaban forzosamente aestas conclusiones.

    Como los cukeros son el pueblo escogido, no necesitanbautismo. Nacen como ngeles y no necesitan ser lavados. Todoslos eskimales de estas comarcas, hasta 1929, murieron sin el

    bautismo.Para suplir la falta de altares, velas, incienso y Sacramentos,se da poder a todos y a cada uno de los eskimales para predicar laPalabra de Dios en el templo. Y as es que en las reunionesreligiosas se levantan a exponer a los dems el medio ms rpidode asegurarse la salvacin.

    Pero como el corazn humano necesita algn consuelo, algode regocijo, diversiones y dems; y como el cdigo cukero

    prohbe todo esto, muchos eskimales mandaron el cdigo a paseoy se fueron al otro extremo, llenando las aldeas de borrachos y dehijos ilegtimos.

    * * *

    En 1929 se abri esta casa. A los dos aos haba en el

    registro 123 bautismos, contando nios. Todas las almas sincerasvieron la diferencia, y se nos vinieron con los brazos abiertos. Pero

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    a los dems les halagaba demasiado la idea de que eran el puebloescogido, el arca de No, fuera de la cual se ahoga todo el mundo.Por eso se quedaron.

    Adems, en nuestra iglesia no les estaba permitido levantarse

    los domingos durante la misa y exponer algn pasaje del Deutero-nomio a los circunstantes. Por eso se quedaron. Claro que losdiezmos son en s cosa peliaguda; pero prefieren seguirlos dando.Cuando el demonio echa la zarpa, agarra que se las pela.

    Hoy Kotzebue es esto: una aldea de 330 habitantes; 40blancos ateos, 80 catlicos y el resto nada.

    Todas las tardes vienen dos indias a ensearme la lengua dela regin. Cuando nos cansamos de pronunciar sonidos duros y de

    escribir palabras largusimas, me cuentan con detalles cienepisodios de la vida de estas gentes.

    Cuando se estrell el aeroplano, los cukeros aplaudieron ydieron gracias a Dios, que les haba escuchado sus peticiones. Laspeticiones eran que Dios barriera de la faz de la tierra o por lomenos de la faz de Kotzebue a todos los demonios catlicos.

    Al sacar de entre las ruinas del aeroplano los cadveres, los

    catlicos estaban plidos de asombro; los cukeros se daban conel codo y se rean a carcajadas. En especial se rea una mujer muygorda que vive detrs del almacn indgena, casada con un inglsque no sabe leer.

    Tambin a los principios los cukeros nunca pasaban pordelante de la iglesia catlica; y cuando se vean forzados a hacerlo,lo hacan con la cara vuelta al lado opuesto. De vez en cuandocrean dar gloria a Dios rompiendo un par de cristales al misionerocatlico para que entrase la nieve y el misionero se fastidiara y semarchase.

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    En la iglesia cukera se discuti todo un ao cmoarreglrselas para que ningn eskimal se hiciera catlico. Lascalumnias adquirieron tal magnitud, que el P. Walsh de 29 aosde edad visit al misionero cukero, le agarr por las solapas y le

    ret a salir a la calle y resolver el problema a mojicones. Elcukero, lleno de hijos, se amedrent y amain.

    Al P. Walsh le vean algunas veces llorar en silencio. Tuvo quelevantar la casa l solo; dorma en un cobertizo sacudido por laborrasca, y coma tocino de ballena, que a los blancos nos apesta.Tengo para m que la muerte repentina en el aeroplano le llegpara verdadero alivio de penas.

    El P. William F. Walsh, misionero en Kotzebue, el 12 de Octubre de 1930, alos 30 aos de edad.

    Hoy aqu yo estoy como un prncipe. Junto a la puerta tengo

    un bastn, con el que he amenazado romper el crneo al primeroque me rompa un cristal. Ningn cristal ha sufrido desperfectoalguno. Por las tardes doy un paseo por la playa con el bastn, ylos cukeros, cobardes, meten la barbilla en el pecho, temerososde que se me ocurra empezar a bastonazos.

    El resultado ha sido muy famoso: veinte pasos antes de llegara ellos sacan una sonrisa forzada y me saludan. Yo les enseo ladentadura recin acepillada, que lo mismo puede ser sonrisainfantil que amenaza de mastn. Son como nios, con una mentali-dad primitiva, y hay que tratarlos como a tales. La casa est ahora

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    limpia que da gusto. Techos, ventanas, paredes, puertas, todo estpintado. No haba dormitorio. En la cocina haba un camastro tiradoen un rincn, y all dorman. Ahora el camastro es una camadecentita repleta de mantas, oculta entre tabiques de cartn

    pintado a la moderna.En los plteos hay nada menos que 950 libros. Estn todosmuy bien ordenados, los plteos pintados de azul, y debajo de loslibros hay hileras de revistas antiguas y modernas que nos trae elcorreo dos veces al mes. El nmero de folletitos pos ydevocionarios es inferior nicamente al de las arenas de los mares.Hay unos 50 kilogramos de estampas y otros tantos de medallas.En los desvanes hay trompetas, dos tambores con los palillos

    respectivos, mscaras por docenas, y as de otras superfluidades.Cada misionero dej bastantes huellas.

    Tengo varios catecmenos instruyndose. Los domingoscantan las mozuelas una Misa que da gloria orla. En los bancos sesientan unas 60 personas. Por la tarde hay Bendicin con elSantsimo, y cantan el Tantum ergo como lo haran tiples de coro.Tienen unas voces admirables.

    * * *

    Dos cosas me consuelan aqu sobremanera. La primera esque Kotzebue es la estacin catlica ms nortea de Alaska. Sinembargo de estar tan remota, hay aqu una iglesia con su lmparay su sagrario. Se esponja el alma al cantar en la Misa, con losbrazos extendidos, el Adveniat Regnum tuum, venga a nos el tu

    reino, hgase tu voluntad, etc.Luego, por la noche, da gusto orar ante el altar a solas, a dospasos del sagrario. All es donde se forjan nuevas tcticas deataque para derrotar a Satans. Las tcticas son muy sencillas: sepide a Jesucristo que l los traiga. Y l se encarga de traerlos. Elmisionero es el martillo, y con l da Jess los martillazos.

    Debo confesar aqu que lo de romper crneos a bastonazosno me fue inspirado ante el altar, sino ante las ventanas que tienen

    unos cristales muy majos. Pongamos las cosas en su punto.

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    La segunda cosa que tambin me consuela mucho es elsilencio del lugar. Cuando me acuesto tengo la seguridad completade que ningn ruido me va a perturbar el sueo.

    No ha habido en esto ms que una excepcin. Una noche me

    despertaron unos golpes terribles a la puerta. Cre que se tratabade la Extremauncin; pero no, se trataba de una india que venamiedossima porque su hermano estaba borracho y querasuicidarse. Tal vez si yo elevara al cielo algunas oraciones cesarala borrasca. Promet elevarlas, y reanud el sueo interrumpido.

    Claro es que en semejantes casos dan ganas de enfadarse;pero con los eskimales no conviene enfadarse. Y fuera de aquellanoche, siempre he podido dormir de un tirn, sin obstculo de

    ningn gnero.En mis viajes por los Estados Unidos, el ruido crudelsimo hizo

    riza en mis nervios, y llegu a cobrar al trfico verdadero pnico.No es como en Espaa. Los yankis tienen matriculados 32.000.000de automviles. He visto carreteras con doble fila de autos que seatropellan o poco menos por espacio de 20 30 kilmetros cercade las ciudades. Las calles son un infierno da y noche.

    Dentro de las casas tampoco hay silencio: el telfono y laradio se encargan de romperlo. La pobre alma revolotea comopajarillo entre aves de rapia, o buscando en vano una salida queno aparece.

    Cuando aterric en Kotzebue me pareci soar. Silencio, paz,sosiego, tranquilidad, bienandanza. Estoy solo, pero prefieroestarlo. As puedo leer, estudiar la lengua, guisar, visitar a loscristianos, escribir cartas siempre y cuando me parezca oportuno.Este privilegio se me antoja tan inmenso, que a veces creo ser unnio mimado. Pocas personas en el mundo gozan de semejanteprivilegio. Despus de comer toco el acorden para digerir con todapaz las chuleta de reno o las rajas de salmn. El resultado ha sidoque, con el dormir tranquilo y el digerir an ms tranquilamente, mevoy poniendo gordo aqu junto al Polo Norte, donde uno creeraque la vida es imposible.

    Entre tanto, los pobres misioneros chinos viven entre dos

    fuegos, y los sacerdotes espaoles de la zona roja son cazadoscomo conejos. Hoy da el lugar ms seguro es el Polo Norte; ymientras ms cerca del Polo, mejor.

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    II

    PRELIMINARES HISTRICOS

    Las lanchas balleneras. Excesos y abusos. Losnaloagmi. Los ministros protestantes. EI sermn delJuicio Final. Sacrificios y dificultades. El ministrode Kotzebue. Las soldados de Washington. Tristesresultados. Los mestizos. Crceles y policas. Vidacatlica. Ejemplos de fervor.

    Al estudiar el estado religioso y social de los eskimales, queviven desparramados por las costas del mar glacial desde la

    desembocadura del Yukn hasta la del ro Mackenzie en el nortedel Canad, nos encontramos con que la mayor catstrofe quevisit a estos indgenas fue el haberse puesto en contacto con lasexpediciones balleneras antes que con ninguna otra clase dehombres blancos.

    Los blancos de aquellas expediciones fueron para ellos seresmisteriosos, como los soldados de Corts para los indios mejica-nos. La diferencia, sin embargo, est en que Corts rezaba las

    Horas de Nuestra Seora en un librito que llevaba siempre en elbolsillo, mientras que los capitanes de los barcos balleneros eranindividuos desalmados, ms voraces que vampiros y de concien-cias anchas como los mares que navegaban.

    La vida en las lanchas balleneras no era vida de recreo. Ladureza y privaciones de aquella vida se hicieron tan proverbiales enlas costas del Pacfico, que se hizo punto menos que imposiblereclutar expedicionarios, a pesar de los salarios ultra-pinges que

    se ofrecan.

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    Entonces se acudi a un proceso de reclutamiento tan brbaroque difcilmente habr sido superado desde los das de Nabucodo-nosor y Ciro.

    Cuando el barco estaba ya listo en la baha de San Francisco

    de California y no quedaba ms que la dotacin de mozos vigoro-sos, los oficiales visitaban las tabernas de la ciudad y emborracha-ban a veinte, treinta, cincuenta o cuantos se necesitasen para elproyectado viaje.

    A estos mozos vagabundos, con bigotes ensortijados, queescupan por el colmillo y vivan de atracos y borracheras, una vezembriagados hasta perder el conocimiento, los metan en coches yde los coches los descargaban en la cubierta del barco como si

    fueran fardos de sal.Cuando al cabo de veinticuatro horas volvan en s y

    comenzaban a restregarse los ojos y a rebullir, se vean en alta mararrullados por las olas cargadas de salitre, y all, de pie junto aellos, haba un oficial con un ltigo, que los iba distribuyendo me-tdicamente y con frases cortas por los diversos empleos manualesde a bordo. Si queran, podan escapar, pero ninguno lo intentaba.Nadar 100 kilmetros no es cosa tan balad como pudiera parecer.

    * * *

    Esa lancha ballenera, que estamos estudiando, no va sola.Con ella y con dotaciones similares navega toda una flota deballeneras, que se desperdigan a velas desplegadas por el marglacial, infestado de bloques de hielo en pleno verano.

    En sus idas y venidas, las balleneras anclaban en las aldeaseskimales de la costa y traficaban con los indgenas. Aquellosmarineros forzados, que hablan pasado medio ao en alta martrabajando como burros de carga, al echar pie a tierra y ponerse encontacto con las aldeanas del pas, se daban a toda clase deexcesos sin parar mentes en escrpulos de moral ni esttica, comostiros de paganismo legendario.

    Las indgenas no estaban acostumbradas a semejante

    tratamiento. Pronto corri la voz entre los habitantes de queaquellas flotas balleneras eran verdaderas plagas de langosta, y se

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    aprestaron a la defensa; pero los marineros no eran gente que seintimidaba, y lo nico que tuvieron que hacer para conseguir suintento fue cambiar de tctica.

    Bajaban a tierra con botellas de aguardiente que daban a los

    indgenas sin distincin. Como aquellos estmagos aborgenes noestaban acostumbrados al licor, beber un trago y rodar por el suelocomo picados por vboras, era todo uno.

    Cuentan que al emborracharse adoptaban estado y ademanesde locos desatados. A unos les daba por matar y a otros pormatarse, siendo rarsimos los casos de borrachos a quienes lesdaba por cantar o decir necedades sin ms extralimitaciones.

    Como el tigre que, segn dicen, una vez que gusta carne y

    sangre humanas ya no quiere otro manjar, as nuestros inocenteseskimales una vez que gustaron los efectos peregrinos delaguardiente, ya no podan vivir sin l. Los marineros lo conocierony procuraron sacar ventaja; en vez de llevar a tierra el aguardiente,llevaban las mujeres a las lanchas donde tenan verdaderas orgasy las comilonas ms desenfrenadas.

    Dando un paso ms, ensearon a los indgenas a fabricarbebidas alcohlicas con harina, cebada y melazas; bebidasfortsimas y cuasi venenosa que sembraron la miseria por toda laregin.

    * * *

    Entre las focas del pas hay una de piel blanca que loseskimales llaman naloag. Al ver las caras rubias de los marineros,

    los indgenas las compararon la piel de esas focas y llamaron a losblancos naloagmi, o sea, el que vive dentro de una piel blanca,nombre con que me han saludado a m por activa y por pasiva.

    Por eso, en estas regiones inmensas que se extienden alnorte del Crculo Polar y se empalman con los hielos eternos quelas unen al Polo Norte, la palabra naloagmi es sinnima de genteblanca joven y sin conciencia, amiga de guitarras y borracheras, sinescrpulos, sin religin, sin respeto a nada que tenga visos de

    sagrado.

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    * * *

    Tras las balleneras vinieron las expediciones de ministrosprotestantes; gente sin preparacin ninguna para predicar el

    evangelio genuino de Jesucristo; ministros sin ordenar, casados ycon hijos, que cayeron aqu como bandadas de buitres tragadores,con ojos de lince para explotar y con almas farisaicas mucho msladinas que las de Caifs y compaa.

    Lo primero que hicieron fue distribuirse las aldeas para evitarla competencia y poder sacar el jugo a los indgenas sincontradiccin. En sus iglesias sectarias se hizo dogma de fe elsiguiente triple estado de las almas redimidas:

    Los que daban al ministro el diez por ciento de cuantoganaban, cazaban, pescaban o en manera alguna adquiran, esosiban al cielo ciertsimamente. Los que defraudaban algo del diezpor ciento, iban al cielo ciertamente. Los que defraudaban unaracin considerable, iban al cielo dudosamente. Quedaba, por fin,un cuarto estado que no mereca el nombre de estado, y era el deaquellos que no daban nada. Esos se condenaban irremisi-blemente.

    Por desgracia aun est en vigor este dogma que tuvo suorigen en aquella escuela del Templo de Jerusaln, regentada poraquellos escribas y fariseos a quienes Jesucristo llam serpientes ehijos de vboras.

    La norma, pues, por la que se computa en estas sectas elgrado de gloria en el cielo, es la bolsa mayor o menor que entreganal ministro del Crucificado. Tres veces al ao tienen lo que llaman

    "conferencias" y obligan a venir de las aldeas limtrofes a todas laspersonas alistadas en la secta.

    * * *

    Aqu, en Kotzebue, tienen la Caja Central con un saln repletode bancos que llaman "la iglesia", sin cruz, sin altar, sin imgenes,

    sin cuadros, sin nada que pudiera recordarles escenas relaciona-das con la vida venidera.

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    Bien apretados en esos bancos, escuchan un sermn en elque se les dice que todas las profecas acaban de cumplirse, y queel Juicio final es cosa de unos meses.

    Hace varios aos predijeron el Juicio final el 14 de marzo al

    atardecer. Luego el 7 de agosto a medio da, y finalmente el 3 denoviembre al amanecer. Los pobres eskimales esperaban enestado agnico el cataclismo y se quedaban estupefactos al verque el da anunciado naca y mora como los dems.

    Para evitar que los ms discretos sacasen conclusionesdesastrosas para la secta, el ministro vociferaba que todava noestaban preparados para el Juicio y que Dios, en su infinitamisericordia, haba prorrogado la disolucin general.

    Ahora Dios se va cansando ya de prorrogas y parece que nosva a matar a todos cualquier da. Los eskimales, en consecuencia,tienen a Dios verdadero pnico, como si se tratara de un tirano sinentraas que proyectara caer sobre ellos por sorpresa y degollarlosa todos sin compasin.

    Durante la semana que duran esas conferencias el salnsectario se convierte en una. Babel que slo puede tener lugar enun pas democrtico. Todos gritan, todos lloran, todos tienenvisiones, todos tiemblan y ninguno se entiende. Jesucristo va avenir.

    Cuando se calman un poco, los ms santos se adelantan yconfiesan en voz alta sus pecados. Adulterios recientes,mencionando los nombres de los cmplices, robos, fornicaciones,malos pensamientos, malas palabras y peores obras, todo sale a laplaza en medio de un silencio que interrumpen sollozos malcohibidos.

    Cuando los ms santos han terminado sus confesiones, seinvita a los no tan perfectos. Si vacilan un poco, se les rie a vocesy salen al escenario a confesarse. Finalmente los imperfectos, queno quieren en modo alguno confesar sus maldades, sonarrastrados y obligados a limpiar su alma confesndose delante detodos. Al da siguiente se repite la operacin, "para lo mismo repetirmaana".

    * * *

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    La iglesia se abre a las ocho de la maana. A las doce salen ya las dos se vuelve a tocar la campana, que los rene en el salnhasta las cuatro de la madrugada siguiente.

    No lo creera yo, si no lo hubiera visto con mis propios ojos.

    Recuerdo que algunos das llova copiosamente y desde la ventanalos vea yo vete cargados de chiquillos mojados, chapoteando lodo,alegres y risueos porque as se preparaban bien para la prontavenida de Jesucristo. Si obligase yo a mis catlicos a una cuartaparte de mortificacin y vencimiento, estoy seguro que me fallaranen masa.

    El caso es ms misterioso de lo que a primera vista parece.Durante la semana de conferencias no cazan, ni pescan, ni

    trabajan, ni apenas comen, Nada les importa nada. Lo nico quelos fanatiza entonces es la perspectiva de Jesucristo viniendo porlas nubes a exigir cuentas atrasadas.

    Las doctrinas falsas, las sectas herticas, el culto velado aSatans, las religiones e iglesias puritanas exigen con frecuencia asus adeptos sacrificios muy subidos.

    La Iglesia catlica, en comparacin, es una Madre cariossi-ma que mira por sus hijos con amor verdaderamente maternal.Cuando sientan sus caricias los infieles, se convertirn indudable-mente. Ms fcil es confesarse con un sacerdote catlico que tenerque hacerlo en pblico y con la obligacin de nombrar los cmpli-ces; caso en cierto modo anti-social y que se deba prohibir por unaley en toda regla.

    En la aldea de Noatak, al norte de Kotzebue, se separ unmatrimonio porque ella se confes de haber sido infiel al marido,sin habrselo dicho antes a l. No perdamos de vista que estamostratando de salvajes. Si se dicen mutuamente sus infidelidades, nopasa nada; pero si l o ella oye esas infidelidades a un tercero,entonces se rompen las relaciones. La disciplina catlica funcionapacficamente aun entre los salvajes a quienes mejora inclusosocialmente.

    Cuando San Francisco Javier se intern en la India y en elJapn encontr, s, el obstculo natural de los bonzos y bonceras

    y de los brahmanes, diestros en el snscrito y depositarios decivilizaciones multiseculares; pero pudo enfrentarse con elloslibremente y predicarles a Jesucristo tal cual es, o sea, tal cual

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    aparece en los Evangelios y en las Epstolas de san Pablo. Lasemilla caa en terreno virgen.

    Si le hubieran precedido grupos de ministros luteranos quellevaban la Biblia debajo del brazo y predicaban a Jesucristo tal

    cual ellos se lo imaginaban, entonces la labor del santo navarrohubiera sido doblemente penosa y cuesta arriba.

    Primero haba que demostrar que Lutero, Calvino y demscaterva de soberbios no daban en el blanco; y, si lograba hacerseescuchar y venca en la refriega, tena luego que empezar por el AB C y vigilar las maniobras del ministro vecino, casado y con levita.

    Aqu, en Alaska, las estaciones o puestos misioneros catlicosse redujeron al Yukn, a los mineros vagabundos y a las costas del

    sur de Nome. La primera invasin del territorio enemigo no seefectu hasta el ao 1929 ayer, como quien dice cuando elmalogrado P. Deln reuni 15.000 dlares y levant la casa eiglesia de Kotzebue, aqu en el corazn mismo de la esfera deaccin de los cukeros o ministros sectarios.

    El ministro que resida en Kotzebue el ao 1929 haba sidotabernero. Se cas con una beata cukera, fantica, y los dosdecidieron hacerse misioneros.

    El buen tabernero asomaba la oreja con demasiada frecuen-cia. En una ria que tuvo con una enfermera del hospital territorial,la llam un nombre tan obsceno que ella ni quiso ni pudo aguantar.Le cit a los tribunales con testigos y el misionero postizo tuvo quepagar la multa nada irrisoria de mil dlares.

    En otros encontronazos con gente decente se desat ms delo debido, por lo cual fue despedido de la secta cukera. Al da

    siguiente se independiz y empez una secta suya. Yo mismopude ver en un barrio de Nome la campanilla que colg a la puertade una casa arrendada que convirti en capilla.

    * * *

    Detrs de los ministros sectarios vinieron compaas enterasde soldados que el gobierno de Wshington coloc en lugaresestratgicos desde Nome hasta Tanana; desde San Miguel hasta

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    Skagway. Ms tarde se vio que era un gasto intil y las compaasfueron repatriadas.

    Pero dejaron en Alaska huellas que tardarn mucho enborrarse. Varias veces al preguntar por el padre de algn mestizo

    se me ha respondido con aire de admiracin: "Un soldado!", comosi quisieran decir: "Pues quin iba a ser?"

    Con la petaca llena y la cantimplora mediada de aguardientelos soldados iban de ac para all en trineos oficiales entonandocanciones poco santas y pernoctando en aldeas sin cuartel nicentinelas.

    Como aquellos soldados distaban mucho de ser Javieres, lareputacin de los blancos en la mentalidad indgena bajaba y

    bajaba como el mercurio en los termmetros de Kotzebue los dassin viento del mes de Enero.

    * * *

    El resultado de todos estos factores no pudo haber sido msdesastroso para los indgenas. Hubo, claro est, algunas mejoras

    materiales. Los indgenas aprendieron a lavarse la cara, apeinarse, a cambiar la ropa antes de que cayese hecha pedazos depuro usarla sin mudarla, y mejoraron un poco las viviendas; pero elnivel moral estuvo muy lejos de subir.

    La sangre eskimal se vio mezclada con la peor sangre blancaque se puede imaginar. Lo blanco prevaleci sobre lo indgena ylos eskimales comenzaron a usar alimentos blancos y a vestirseropa trada de los EE. UU.

    La harina haba sido alimento del todo desconocido. Cuandolos barcos mercantes empezaron a traer verdaderas montaas desacos de harina, los indgenas se acostumbraron al pan yafirmaban que ya no podan comer sin pan; pero lo que ellos ama-saban no era pan; era una especie de bizcocho mal tostado que losmismos perros no coman a no ser en casos de hambre extrema,

    Los eskimales mojaban los bizcochos en aceite de foca y losdeglutan enteros, como los pavos tragan las nueces, Siguieronluego indigestiones y dolores de estmago, pero ellos no se

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    preocupaban por la sencilla razn de que el eskimal no sepreocupa en serio de vivir o morir.

    A fines de siglo vino una epidemia que barri pueblos enterosy diezm la poblacin. Por fin los rebaos submarinos de ballenas

    gigantes abandonaron las costas de Alaska y las flotas ballenerasdesaparecieron como por encanto.

    Los mineros de 1898 se esparcieron rpidamente por toda lapennsula y contribuyeron a llenar de mestizos las regionesmineras. Muchos mineros perecieron vctimas del fro y de lasprivaciones inherentes al clima; otros se volvieron a sus casas, ynicamente los mejor dotados fsicamente permanecieron enAlaska.

    Una buena parte de ellos se cas con mujeres eskimales ynos dio esta raza mestizoide que nos rodea dondequiera quevayamos. La situacin de estos mestizos es bastante deplorable.

    En primer lugar, los varones son mozos intiles, haraganes,viciosos, borrachos y sin pizca de ambicin noble y loable. Sepueden contar con los dedos de una mano los mestizos decentesque he topado en mis marchas y contramarchas por estas latitudesal norte del Crculo Polar.

    En cambio, las hembras parece que nacen con mejor estrella.En primer lugar ganan mucho en correccin de facciones. Desdelos 15 hasta los 25 aos pasan por seoritas blancas y las igualanen pudor y vergenza natural femenina.

    Por desgracia, no hay blancos elegibles, y las pobres chicasse marchitan en deseos intiles de tomar por esposos hombresdignos de sus sueos; hombres que no encuentran entre sus co-

    mestizos de quienes abominan, ni entre los eskimales de pura cepaa quienes desprecian como a seres inferiores, ni entre los blancosque quedan en las minas, viejos ya y con los dientes ralos y negrospor la malhadada pipa que no dejan si no es para comer y dormir.

    Cuando llegan a los 25 aos se desesperan y unas tiran porun camino y otras por otro de los tres arriba indicados. Creo que lasms acertadas son las que vuelven a los puerros y cebollas deEgipto, o sea, las que toman por esposos a eskimales puros.

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    La razn es obvia. Con un eskimal por esposo, ellas son lasmandonas y las que lo disponen todo, aunque los nios nazcan confacciones predominantemente indgenas que ellas aborrecen.

    Las que se casan con mestizos se embarcan en una nave,

    que las lleva a velas desplegadas por los mares procelosos delhambre, de la necesidad y de la miseria en todos sus aspectos. Siacaso aciertan a ganar un duro, aquella noche estn los dosborrachos.

    Si tienen buena suerte y ganan dos duros, uno es para vino yel otro para cigarros que aqu cuestan un ojo de la cara. Creo noexagerar si digo que el nmero de mujeres fumadoras igualafcilmente al de los fumadores.

    Por ltimo, las que se casan con un blanco solo las msdesgraciadas. Tienen, s, mejores botas y faldas ms vistosas, peroah termina todo. El blanco lee Revistas y libros y quiere hablar delporvenir de Polonia y Checoslovaquia, o gusta discutir los pros ycontras de las dictaduras y democracias. La pobre mestiza no sabela diferencia que hay entre Polonia y la Cochinchina, ni sabe qu esdictadura ni qu es democracia.

    El blanco se venga llamndola salvaje y otros nombressaturados de oprobio e ignominia hasta que a ella se la atufan lasnarices y responde indignada con nombres que no se puedenestampar aqu. Si una roca disparada por una catapulta choca en elaire con otra roca igualmente pesada y disparada, el resultado esun montn de arena en el suelo.

    * * *

    Ms tarde vinieron mejores ejemplares de blancos y lasituacin mejor un poco, sobre todo en los centros mspopulosos. El establecimiento de crceles y policas ayud no pocoa esta mejora. Ya no es tan fcil cometer crmenes y seguir como siall no hubiera pasado nada.

    Desde hace unos aos est vigente una ley no escrita nipromulgada, pero sancionada por una tradicin que jams ha

    dejado de fallar en ningn caso particular.

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    En virtud de esta ley todo blanco convicto y confeso de ser elpadre de la criatura de una indgena soltera, es por el mero hechoforzado a casarse con ella, a no ser que prefiera dar con loshuesos en la crcel o soltar una multa que lo dobla y lo balda de

    por vida.Como, despus de todo, el blanco escoge casarse, elmatrimonio parece tener visos de vlido; pero es una validez muycuestionable y que ha dado origen al apelativo de matrimonio apunta de revlver. Alguien me dijo no s dnde que en lasnaciones hispanoamericanas prevalece la nocin de que tanto elDerecho Cannico como los rescriptos todos de la Santa Sedemueren en Cdiz y jams cruzan el Atlntico. Esta exageracin

    cmica e inexacta pudiera aplicarse con ms propiedad a Alaska ydecir que todos los edictos del Vaticano mueren en Nueva York ynunca llegan a las lomas del Polo Norte.

    * * *

    Hasta aqu hemos pintado el lado negro de la cuestin; peroesta cuestin, como las monedas, tiene dos caras. Bien o mal, locierto es que los eskimales han sobrevivido a la invasin blanca ysiguen creciendo y multiplicndose. Ha sido una verdadera supervi-vencia del ms fuerte, pero al fin y al cabo supervivencia.

    Dondequiera que se eleva un campanario catlico, apenas seesparci la buena semilla, comenz a crecer y a propagarse y aseguir dando retoos que son para alabar a Dios. Al ponerse encontacto con una raza pagana se palpa la necesidad de injertar en

    ella la doctrina de Cristo so pena de perderse todo por derroterosextraviados.

    Sin religin el pagano civilizado se hace ms diestro enamaar embustes, ms ladrn, ms lascivo, y un hipcrita perfectocomo si le hubierais hecho a la medida. En cambio al abrazar elcatolicismo se inicia en ellos una mejora en todos los sentidos.

    Donde los eskimales viven incontaminados con los blancos yal abrigo del campanario catlico, la parroquia es una rplica de las

    parroquias cristianas afamadas, donde se reciben los Sacramentosdebidamente y donde se vive en paz como Dios manda.

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    Aqu mismo, en Kotzebue, tengo yo ejemplares que hetomado por modelo. Ah est Effy la viuda, mi maestra de eskimal ymi fiel intrprete de sermones y explicaciones catequsticas.Rigurosamente hablando, est tullida y por ello est dispensada de

    venir a la iglesia. Otra menos fervorosa se agarrara a esa dispensanatural. Pero no as Effy.

    En las maanas de invierno, cuando la calma y serenidad delas nubes es la seal infalible de una temperatura baja frigidsima,Effy se levanta, se viste y viene a Misa.

    Da pena verla caminar por la nieve. Las junturas todas y enespecial las rodillas rehsan doblarse y funcionar; pero Effycamina, a pesar de todo, arrastrando unas piernas tiesas en las

    que ha hecho presa un reumatismo crnico de mal cariz, jadeandoy despidiendo un aliento espeso que la envuelve como el humo deuna chimenea, parndose ac y all, pero siempre adelante caminode la iglesia.

    Sabe que el arrodillarse es un martirio y me ha odo decir cienveces que est dispensada de arrodillarse aun durante la consa-gracin; pero ni aun por esas. No concibe cmo puede un almaorar si no es de rodillas.

    Es la mejor bordadora de la aldea y ganaba la vida cosiendo yhaciendo abrigos de pieles para los blancos; pero ltimamente el

    artritismo se ha extendido a las muecas y a los dedos y la haimposibilitado dar una sola puntada.

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    A veces tiene que estar en cama toda una semana. Jams lahe odo una sola queja ni asomo de queja, Todo va bien. Dios lodio, Dios lo quit; sea su nombre bendito. Dios es su Padre y laama, y ella se ha entregado a l, venga lo que venga y caiga lo que

    caiga. Aunque es la pobreza personificada, se considera millonariapor tener la conciencia tranquila. No habla mal de nadie. Todos sonbuenos.

    Por Navidad me regal unos guantes de punto que hizo aratos durante el invierno, aunque s que cada puntada fue unpinchazo sufrido con esa sonrisa que, si la tuviera otro, seconsiderara el mejor de los mortales. Estoy viendo que cuando semuera la voy a hacer novenas como se las hacemos a los muertos

    en olor de santidad y a los ya canonizados.Y aunque no tan perfectas al parecer como Effy, ah estnMarta y Memmy, abnegadas madres de familia, eskimales de puracepa como Effy, fidelsimas en venir a todos los ejercicios depiedad, calladas, afables, rezadoras, caritativas, respetuosas con elMisionero, limpias y ordenadas y de vida tan intachable que nadiepuede echarles en cara cosa alguna digna de reproche.

    Ah est Raquel que va de casa en casa diciendo a los

    cukeros que ella es feliz desde que se hizo catlica y que ellos sevan al infierno si rehsan el bautismo.

    No me deja ni a sol ni a sombra; siempre con preguntasreligiosas que me hacen explicar todo lo que aprend en las aulasde Teologa y que ella devora con unos ojos muy abiertos, ansiosade saber la respuesta correcta a todas las preguntas de loscukeros ignorantes.

    Dice que cuando yo explico los misterios de la religin mispalabras la saben a terrones de azcar, mientras que cuando loscukeros la instruan hace aos, mientras ms hablaban msperpleja se quedaba. Intil decir que salidas de este jaez me hacenpartir de risa. Ellos lo dicen como lo sienten, sin adobos, como aveces hacemos nosotros.

    Y si de Kotzebue pasamos a los isleos ele las islas deNelson el King Island, nos encontramos con que aquellos

    eskimales hacen durante el da visitas al Santsimo Sacramentocon un espritu y un fervor, que nos recuerdan lo que leemos de losprimitivos cristianos.

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    Pero esto se debe en gran parte a que no saben una palabrade ingls, ni tienen entre ellos a blancos de costumbres depra-vadas. Los indios de las Montaas Roqueas desprecian a losblancos y los tienen por seres inferiores.

    Los eskimales, por el contrario, los admiran como a seressupraterrenos y tienden a imitarlos en todo, desde la borracherahasta el divorcio.

    Por eso es ms de alabar el comportamiento de aquella mujerdel Yukn que no quiso casarse con el almacenista blanco, joven yadinerado, por ser ateo y de modales poco cristianos. Ms tarde lapobre mujer perdi las dos piernas, amputadas debajo de lasrodillas, porque se le helaron en una tormenta en que se extravi a

    menos de un kilmetro de su aldea, Aun vive mientras esto escribo.Cada vez que el Misionero visita aquel pueblo, la buena vieja

    se arrastra sola por la senda de nieve apisonada y no pierde lasanta Misa ni un solo da, haga viento o no lo haga, llueva o nieve,tarde o temprano, salga el sol por Antequera o salga por dondequiera.

    Tiene reservado para s un asiento, y aquel asiento estinfaliblemente ocupado todas las maanas, aunque el temporalimpida venir a los dems. Parece que el Espritu Santo ha escogidoaquella alma como mansin predilecta en la que se recrea como enun jardn de lirios.

    Todo es alabar a Dios por sus bondades y todo es bendecirlepor habernos redimido y por haberse quedado con nosotros en laeucarista. Esta actitud se presupone en una monja de clausura;pero no la esperaba uno en aquella vieja coja de las riberas delYukn.

    Estos son ejemplos excepcionales y casos raros, porque lossantos son raros en cualesquiera parte. Tenemos ac y allparroquias enteras de una vida espiritual excelente. Ya sabenamasar buen pan y criar nios limpios y bien cuidados. Los maridostratan a sus mujeres como a iguales y no como hacan antes, quelas consideraban como esclavas. Aun no se ha llegado en todoesto al lmite de la perfeccin, pero se va ganando terreno

    visiblemente.

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    II PARTE

    EPISODIOS DE LA VIDA DIARIA

    III

    LA VIDA EN KOTZEBUE

    Estragos del alcoholismo. Un murcilago gigante? Lavisita de la viuda del aviador Post. La expedicin del P. Hubbard:origen de los eskimales. Las ballenas. Mis cuentos a losnios. Un toro en Alaska.

    Dije que aqu, en Kotzebue, me estaba yo tratando a cuerpode rey. Por desgracia hoy da los reyes no son las personas msenvidiables. Es un privilegio vivir aqu; pero todo privilegio tiene sucontrapeso.

    Varias familias catlicas se han mudado a otras aldeas y sehan perdido de vista. Otras se han vuelto al cuakerismo como elperro al vmito. Otras llevan una vida espiritual a media mquina,cojeando visiblemente o dando unos tropezones peligrossimos,

    demostrando con luz meridiana que la luz de la fe en sus almasest dando continuas boqueadas, siempre a punto de extinguirse.

    La borrachera est a la orden del da. Cuando un eskimalgana una peseta, la gasta en vino. Entretanto los nios vistenandrajos y estn en los huesos. En la mayora de las casas que hevisitado no he visto cosa de provecho en punto de alimentos, peros he visto muchas botellas vacas amontonadas detrs de lascasas, en la basura.

    Un joven bebi alcohol puro sin diluirlo y muri al da siguientecon los intestinos estrangulados y con dolores tan intensos que le

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    quitaron el conocimiento. A los dos meses un primo suyo hizo lomismo y muri de la misma manera a las 24 horas.

    Dos madres de familia catlicas compraron un garrafn devino. Despus de beber hasta embriagarse fueron con el garrafn

    aun vecino cukero que dorma tranquilamente; le insultaron, ledespertaron, le convidaron, se emborrach, rieron, a una le llenla cara de renegridos y a otra le dio tal puetazo en un ojo que latir para atrs y al caer se hiri seriamente contra el canto de unamesa. Con el ojo y nuca vendados hizo mucha impresin al juez,quien conden al cukero a seis meses de crcel.

    Otra catlica, apostlica, romana, llevaba en los brazos a unahijita de dos semanas. Se emborrach, cay sobre la criatura y la

    mat. Poda seguir con una letana de casos parecidos; pero bas-tan los apuntados.

    Los causantes de estas borracheras son los blancos. Ahoraentiendo perfectamente por qu los Misioneros exigieron del rey deEspaa una independencia completa en las Misiones del Paraguay.Un blanca solo tiene la virtud de echar por tierra en un invierno todala obra levantada penosamente en una generacin.

    Pero no hay que desalentarse. Vivimos entre salvajes, y nohay que perderlo nunca de vista. O, si se los quiere llamar de otromodo, llammoslos paganos, que eso son.

    El quicio de la dificultad est en hacerse cargo de la situaciny tratar de mejorarla con buen humor, mirando el desaliento cornoal mayor enemigo y como a la tentacin ms fuerte con queSatans le puede atacar a uno.

    Los coros anglicos tuvieron un Lucifer; el colegio apostlico

    tuvo un Judas; los primeros diconos tuvieron un Nicolao; lajerarqua catlica produjo un Arri; las Religiones dieron al mundoheresiarcas a granel. Por qu va a ser menos Kotzebue?

    Y si apuramos ms la cuestin hay que hacer justicia a Kotze-bue y decir que en comparacin de los individuos de izquierdamencionados, somos todos poco menos que canonizables.

    En esta aldeita diminuta tengo yo arriba de treinta personasverdaderamente buenas. Jams pierden la Misa los domingos y

    das festivos y viven como Dios manda, que no es poco decir.

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    * * *

    Hay en ese grupo algunas personas que vienen a Misadiariamente. Antes de comenzar la Misa toman una hostia y la

    ponen en el altar. As no tengo que andar preguntando cuntosdesean comulgar.

    La iglesia es slo para los domingos. Los das de semana digomisa en un cuartito muy mono con un altar guapsimo que secalienta con solo abrir la puerta que le comunica con la cocina.

    * * *

    Hay no pocos pormenores interesantes acerca de la vida enKotzebue. Ayer las olas nos dejaron en la playa un bicho raro, queser enviado a la Universidad de Fairbanks para que algnnaturalista curioso lo analice. Tiene cuerpo de zorra, alas demurcilago y dos patas de cordero. Tiene una dentadura delgadamuy fina.

    Todo l est medio comido, aunque se le puede estudiar muy

    bien la contextura esqueltica sin necesidad de suplir con laimaginacin rganos nuevos. De dnde vino? Se trata de unmurcilago gigante?

    Dicen que en las islas Hawai se dan murcilagos de untamao desmesurado. Si este animal es un murcilago, confiesoque he vivido hasta aqu en un mundo falto de emociones. Porquehabr que ver la impresin que har ver revolotear encima de lacabeza a un bicho como una zorra con pezuas en las patas,dientes afilados y cola sabe Dios cmo. Realmente que vivimosaqu en el fin del munda.

    * * *

    Hace unos das atrac en la baha el barco del gobierno quesurte a las escuelas, hospitales y estaciones de telgrafo del

    Territorio. Entre los pasajeros que vinieron a tierra se encontrabandos seoras aun no entradas en aos.

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    Una era la viuda del aviador yanki Post, que dio la vuelta almundo solo en su aeroplano y que luego se mat al norte deKotzebue, en otro intento de vuelo alrededor del globo.

    Vena a presenciar la dedicacin de una lpida al intrpido

    aviador. Con ella viajaba una enfermera oficial, catlica, y las dosvinieron a verme, o mejor, a ver al Misionero, pues no noshabamos visto jams.

    Residi que durante la visita se encapot el cielo y nos enviun chaparrn que llevaba camino de no parar. No tenan con qudefenderse de la lluvia. Tampoco tenan a dnde ir. Lo que stenamos los tres era un hambre canina.

    Aunque yo siempre me las ech de buen cocinero, pero ahora

    al ver que la cosa iba enserio protest que no saba nada decocina; que mis guisos eran una farsa; que aunque bastaban ysobraban para m, a ellas les iban a dar una indigestin que laspoda costar la vida.

    Puestos estos prenotandos y viendo las caras de hambre quetenan, encend la lumbre y proced a guisar una cena en todaregla. Mientras coman, todo eran exclamaciones de Ay, qu ricoest este arroz! Pero qu sabor tan de cielo! Yo voy a reventar!Yo tambin! En mi vida he probado arroz tan rico! Y lo preparen un santiamn! Pues estas peras en conserva! Verdad quehemos salido ganando?

    Por fin, una se ech a rer y dijo que lo que ms la diverta erael hecho de que un sacerdote se haba convertido en cocinero deseoras. Nos remos los tres de la ocurrencia y concluimos queAlaska es un pas extrao donde el noventa por ciento de las vecesocurre lo inesperado y donde hay que estar siempre preparadospara salir airosamente de situaciones que le asaltan a uno comoladrn nocturno.

    * * *

    Otra visita muy distinta fue la de la expedicin del P. Hubbard.Despus de haber pasado el invierno en King Island, apenas

    desapareci el hielo, arm el Padre una miako barcaza inmensahecha de pieles de focas cosidas como slo los eskimales saben

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    Ms tarde, a medida que se desperdigaban por las riberas delos ros y se propagaban con la prolificencia que los caracteriza,cada regin se deslig ms o menos de las dems y desarroll undialecto emparentado con el de las regiones hermanas.

    La explicacin es satisfactoria. Hoy da los peridicos, la radio,los trenes y las carreteras tienden a unificar la lengua, la vida y lascostumbres de los pueblos.

    Cuando no haba eso, nuestra misma Espaa era unhervidero de dialectos y regionalismos. Sin ir a los extremos delgallego y el andaluz, los labradores leoneses tienen para losinstrumentos de labranza nombres que no entienden los palentinos,y viceversa.

    Lo mismo ocurri en Alaska, cruzada por desiertos, marismas,ros y cordilleras infranqueables. Lo que importa a nuestro caso esque este hecho no haba sido comprobado hasta este verano.

    El P. Hubbard lo comprob, aunque le cost dos meses devida errante por costas inhospitalarias en una miak que naveg2.000 millas impelida por un motor de gasolina.

    Cmo estaban cuando llegaron a Kotzebue! Ojos hinchadosde no dormir, melenas ensortijadas, manos de carboneros, barbasque espantaban, doblados por el cansancio de 48 horas de marchaininterrumpida aguantando llovizna tras llovizna con impermeablespesados, tiritando de fro y medio reventados.

    No quisieron desayuno. Tendieron en el suelo los sacos dedormir y se metieron en ellos como conejos en las madrigueras. ElP. Hubbard, a fuerza de rogrselo, se acost en mi cama. Bajtodas las cortinas, cerr todas las puertas, y la expedicin durmi

    trece horas seguidas en un silencio de sepultura. Cuandodespertaron estaban hambrientos como lobos. Puse en marcha lassartenes y las ollas y esta vez tuve que preparar un banquete, nopara seoras quebradizas, sino para exploradores de pelo enpecho, rollizos e inquebrantables. Uno se quejaba de que aquellono tenia bastante sal, otro haca muecas a los tomates y el de msall grua porque no haba puesto ms cebollas. Al fin hubo paratodos los gustos y terminamos en paz.

    El P. Hubbard naci y se cri en California. En el rancho de supadre trabajaban peones mejicanos y con ellos aprendi a

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    chapurrear el espaol. Conserva algunas palabras muy fuertes queme hicieron rer.

    Ms tarde, al terminar los estudios eclesisticos en Austria,dio una vuelta por Espaa y estuvo un mes en Lequeitio haciendo

    de capelln de la emperatriz Zita. Or hablar de Lequeitio enKotzebue es cuanto se puede pedir.

    Despus de tres das de convivencia patriarcal, la expedicinse puso en marcha camino de Nome. Iban renovados en todo.Alegres, la ropa seca, y hasta afeitados. Al P. Hubbard le cort yomismo el pelo para que no se lo tomaran en Noma, donde leaguardaba la poblacin con una expectacin inmensa.

    Al verme de nuevo solo en la cocina, no tuve tiempo para

    pensar en soledades. All estaban tirados por todas partes platos,cuchillos, jcaras, cscaras de huevo... Dios mo cmo me dejaronla cocina!

    * * *

    Cuando doy por las tardes un paseo a lo largo de la playa no

    es mi nico fin respirar aire puro ni espaciar la vista por el vastohorizonte ni siquiera ver cmo los pescadores sacan de las redesdocenas de salmones.

    Lo que me arrastra a la playa es la posibilidad de que hayanarribado las lanchas balleneras. Qu impresin tan extraa paraun espaol tocar con el bastn los lomos rollizos de una ballenadescomunal recin cogida!

    La ltima expedicin volvi con tres: la madre y dos cras.

    Estas fueron arrastradas y dejadas en seco sobre el cascajo; lamadre tuvo que ser despedazada dentro del agua donde toc laarena con la barriga, pues su corpulencia desmesurada frustr todoconato de arrastre.

    Armadas de cuchillos afiladsimos, las mujeres ms diestrasdespachan una ballena de dos toneladas en menos de una hora.Aunque la ballena pertenece al que le meti la bala por el cuello,sin embargo, es costumbre inmemorial que los que no tengan nadaque comer carguen con un par de canastas de racin. Dios nuestro

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    Seor hizo la ballena tan grande que da racin suficiente para todala aldea.

    A veces vienen de alta mar con 25 ballenas preciossimas. Yes que no son slo las personas las que comen ballena, ni

    muchsimo menos; los que hacen el verdadero gasto son los perrosque engordan con ella de una manera pasmosa.

    * * *

    Aunque vivo solo en esta casa, pero eso es tcnicamentehablando. En la prctica me ahoga tanta compaa y quisiera vivirms solo. Las dos puertas se abren y cierran sin interrupcin ydesde el desayuno hasta la cena mi casa es un verdadero

    Tres noches a la semana cuento historias a la rapacera.Sentados en los bancos del catecismo nios y nias, atizo laestufa, apago la luz y me paseo por entre ellos contando cuentos.Son cuentos originales.

    Empiezo sin saber cmo, sigo a la buena de Dios, enredo lanarracin con tramas y nudos que no s cmo voy a soltar, lo

    desenredo todo finalmente sin explicarme yo mismo cmo se meocurri aquello para salir del paso, y por fin termino sin saber yomismo que iba a terminar as.

    Pero el efecto es terrible. Monstruos horribles y espantososque habitan en cavernas ocenicas dejan aquellos antros a medianoche y caen cautelosamente sobre aldeas descuidadas. Hay quellenar luego media hora con episodios que le ocurren al monstruo.

    Algunos de esos gigantes tienen una boca ms grande que

    esta puerta, unos brazos como ese poste, siete piernas comoaquella viga y un ojo en la cabeza tan grande como esta estufa.Los oyentes se apretujan unos contra otros y dejan escapar a cadapaso unos suspiros medrosos que me han obligado ms de unavez a encender la luz a la mitad del cuento y tocarles el acordenpara contrarrestar el efecto de pnico que ya los iba envolviendocomo una boa en sus anillos gigantes.

    A la noche siguiente tengo un auditorio doble. Algunas veces,en vez de catequesis, tengo cuentos aun con los adultos que, a finde cuentas, son nios crecidos.

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    * * *

    Terminemos este capitulo con un episodio tpico de loapartado que est Kotzebue del resto del mundo.

    No se haba visto por aqu una vaca jams. Deseando tenerleche fresca un almacenista trajo el ao pasado una vaca suiza quepas el invierno en un establo calentado por una estufa.

    Los eskimales ya se iban haciendo a la vaca a quien todosllamaban cariosamente Flora como si fuera un miembro ms de lafamilia. De pronto se anuncia la llegada de un toro. La aldea enpleno estaba apiada en la playa esperando ver salir al toro delbarco.

    Es un novillote mansurrn de medio ao. Al verleprorrumpieron todos en exclamaciones de sorpresa como quien vela mar por primera vez. All en un yerbazal le esperaba la vaca ylos dos se saludaron amistosamente olindose y ponindose apacer sin volverse a separar.

    Hombres y mujeres, nios y viejos se pasan las horas muertasmirando al toro desde lejos como miraran los nios espaoles a un

    elefante o a un tigre de Bengala.Un blanco sugiri la idea de tener una corrida, y que yo debo

    ser el torero por ser el nico espaol. Veo que no voy a tener msremedio que aceptar aunque se mueran de envidia y celosBelmonte y compaa.

    La vida, pues, en Kotzebue no deja de tener sus novedades yaventuras, sus rutinas y sus sorpresas, sus vaivenes, en fin, comola vida en cualquier otro lugar. Poco a poco se va uno compene-

    trando con el lugar y las personas hasta convertirse al fin en jugo ysangre de la localidad.

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    IV

    DIARIO DE UNA SEMANA

    El trabajo de un Domingo. Llegada de la correspondencia. Ancianos, nios y adultos. Las ballenas blancas; mlbiblioteca. Un criadero de nutrias y de zorras; charlando con unateo. El cuerpo mstico de Cristo; la razn del hablar de pie. Las novedades del sbado. El minero Miguel. El tic-tac deldespertador.

    Estamos en octubre y nos damos cuenta de que el inviernopolar nos est envolviendo poco a poco en los plieguesescarchados de su manto de nieve. Nada nos dar una idea tan

    clara de la vida en Kotzebue durante el mes de octubre como unarelacin a manera de diario que cubra los siete das de la semana.

    * * *

    Domingo. La Misa es a las diez. Entro a las ocho en la iglesiatiritando y enciendo la estufa que brama sin cesar hasta que pocoantes de las diez en la iglesia se siente paz y bienestar. Los eski-males van llegando y se divierten en el saln donde tambin rugela fogata dentro de otra estufa. El fuego aqu es condicinindispensable.

    Me mezclo con los eskimales y bromeamos un poco hasta quedan las diez. Entramos con orden en la iglesia y una mozuela sesienta a un armonio porttil. Cantan una Misa gregoriana sintropiezos, y ac y all cantan motetes en latn, en ingls y en

    eskimal.Kotzebue es la misin ms nortea de Alaska y casi del globo.Se ha cumplido el mandato de Jesucristo de predicarle "en

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    Jerusaln y en Samaria... y los ltimos confines de la tierra".Porque tambin aqu vienen a Misa y reciben el Pan de los ngelesy rezan las oraciones prescritas por la Iglesia. Les echo unsermoncico poco menos que a voz en cuello para ahogar los

    gimoteos de los nenes que llevan las matronas en las espaldas.El lado de las mujeres est lleno; tal vez 50. En cambio no veoms que una docena de hombres. Es bastante probable que hayaen el infierno ms hombres que mujeres. Estas son ms devotas,se emborrachan menos, lloran ms fcilmente, no blasfeman, nimatan, ni roban tan al por mayor como lo hacen los hombres.

    Terminada la Misa, fro un par de huevos y hiervo una taza decaf que blanqueo con leche condensada. En Alaska el que nocoma y digiera bien, que se d por perdido. Escribo algunas cartasy leo hasta las cuatro de la tarde, en que vuelvo a encender lasestufas para la Bendicin con el Santsimo, que tenemos a lascinco.

    Vienen bastantes mujeres y nios, pero no hacen acto de

    presencia ms que dos hombres. Les explico una leccin decatecismo con muchos ejemplos para que no se distraigan,rezamos el Rosario y terminamos con la Bendicin, durante la cualentonan todos el O Salutoris y el Tantum ergo.

    Ya es noche cerrada; todos marchan corriendo y yo me quedosolo en esta casona. Tengo un hambre canina y enciendo lacocinilla que quema petrleo bruto, muy barato, y con ms calorasque el sol de julio en Andaluca.

    Echo manteca, tomates, cebollas y vinagre en una sartnenorme y me apresuro a frer una trucha de tres libras que me trajo

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    un rapazuelo. Por toda la cocina se esparce un olor tan rico que laboca se me hace agua, mientras preparo la mesa, en la que nofalta nada.

    Afuera silba un viento helado que mata, pero yo estoy en la

    cocina como un rey. De la trucha en cuestin no queda ms que laosamenta. Con la trucha entraron varios pedazos de pan conemplastos de mantequilla, un trozo de queso amarillo muy sabroso,unos higos y dos tazas de caf.

    Me da vergenza escribirlo, pero lo apunto aqu con gustopara que se cumpla una vez ms el refrn de que "unos llevan lafama, y otros cardan la lana". Ser cierto que Alaska es la Misinms difcil del mundo; pero a m me cuesta mucho trabajo creerlo.

    Despus de cenar, friego los platos en agua hirviendo y mesiento a leer y escribir hasta las nueve. Antes de acostarse hay queir a dar las buenas noches a Jesucristo en el sagrario. Generalmen-te me acuesto a las diez menos cinco, pues siempre me agrad unrefrn que o a un viejo de mi tierra: a las diez en cama ests,mejor antes que despus.

    * * *

    Lunes. Llega el aeroplano que nos trae el correo. A m meentregan trece cartas, ms tres cajas y una infinidad de revistas detodo gnero. Las cajas son cosa buena, pues me traen chocolate,calcetines, cepillos de dientes, cuchillas de afeitar, toallasycaramelos en buena cantidad. Las revistas no s quin las manda.

    Las cartas tienen de todo. Desde luego la mitad de ellas estn

    escritas por gente que no conozco. Unas piden sellos de Alaska yanticipan las gracias; otras quieren fotos y tambin las anticipan;otras piden a voces una respuesta muy larga y muy chistosa queles endulce la vida; otras son ntimas, y, por fin, en la ltima se meruega que traduzca al espaol la novsima "IMITACINDE CRISTO" que,segn se acaba de comprobar, no fue escrita por Toms deKempis, sino por Gerardo Groote.

    El buen Kempis la tradujo del holands al latn y, no contento

    con traducirla, insert una docena de captulos que sac de sucabeza, aadi un sinnmero de versculos e interpol una infi-

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    nidad de frases y sentencias de su cosecha. Ahora se ha publicadontegro el manuscrito de Groote, recin hallado.

    Traducido directamente del holands al ingls, quieren que yolo ponga en espaol para beneficio del continente hispano-

    americano. Ya estoy viendo a los viejos regaar y condenar seme-jante ocurrencia. Buenos eran los tiempos antiguos y a todos noshaba encantado el Kempis. Esta juventud moderna no piensa msque en novedades.

    Terminar de leer la correspondencia y dar comienzo acontestarla es todo uno. A cinco cartas diarias termino en tres das.

    Recuerdo que el P. Lucchesi sugera la idea de un ama-nuense para que l pudiera entregarse a la evangelizacin sin el

    estorbo de las cartas. Al cabo de treinta y tantos aos en Alaska lacorrespondencia que se le haba aglomerado era sencillamente deproporciones astronmicas. Cmo iba a dormir en paz si estabapara llegar el correo quincenal y todava le quedaban sesentacartas sin contestar?

    Al llegar a Kotzebue me entregaron un paquete repleto degorras de lana. Las tales gorras haban sido fabricadaspacientemente por nueve seoras octogenarias, neoyorkinas, muyamigas de las Misiones. En un papel, entre las gorras, estaban lasseas de las nueve damas con una nota en la que se me rogabaenviar a cada una por separado una carta entusiasta, so pena deno volver a recibir ni una gorra ms.

    Tienen que ser cartas de contenido diferente, pues las buenasseoras se juntan una vez a la semana y leen las cartas y lascomentan. Enviar nueve copias de una misma carta sera unainjuria que clamara al cielo. No hay ms remedio que sentarse a lamquina de escribir desde el desayuno hasta la cena y despacharel correo en un par de das, aunque termine uno con la cabeza apunto de estallar.

    Pero esta tragedia tiene tambin su aspecto cmico. Unaseora recin convertida me enva desde los EE. UU. todas lassemanas una carta de diez y seis pginas. La ltima pgina es unaletana de amenazas ordenadas a obligarme a contestar a vuelta

    de correo. La correspondencia me ha enseado ms que todos loslibros, y no cede en este punto ni al confesonario. La

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    correspondencia es una fase ms del apostolado moderno.Cunto bien se puede hacer con una carta!

    Hay un sinnmero de personas presa de un miedo malsanosobre el porvenir; agitadas por un oleaje de preocupaciones sobre

    el presente, con un pnico mortal a los espectros de un pasadottrico, que dej en el alma heridas aun no cicatrizadas. En mediode la aglomeracin desmesurada de personas en las modernasciudades, el alma se encuentra en una soledad de desierto,anhelando en vano caricias e intimidad, mientras el cuerpo sufrecien codazos y pisotones por las aceras congestionadas de gentecon caras hoscas y desconocidas. .

    El pasado ya no existe; el porvenir est en las manos

    amorosas de Dios, nuestro Padre comn; el presente depende denuestro valor y del buen uso que hagamos de los medios a nuestroalcance. Muchas personas, heridas injustamente en lo vivo durantela niez con sarcasmos ponzoosos, humilladas en la adolescenciapor los que tenan el oficio de alentarlas e instruirlas, arrastran todala vida una existencia miserable sin encontrar una persona que lasentienda y les diga que pueden levantarse a gran nivel si se ponena ello con ahnco, y que ciertamente sobrepujarn a los que las

    estropearon con sus condenaciones y pesimismos.Tal vez me engae; pero creo que el remedio general para

    curar tantos males es una dosis exagerada de amabilidad. Con ellavan la paciencia y el optimismo. El que se extralimite enamabilidad, ese dar en el blanco. (Todo esto que se poda excu-sar a propsito de la correspondencia).

    En los dos meses largos que llevo aqu, ya llevo escritasexactamente 97 cartas. Tomen cuenta de esto los aspirantes a

    Misioneros y saquen las consecuencias. Junto al catecismo y losEvangelios hay que tener la mquina de escribir, y cuidar que lospantalones sean de tela fuerte.

    * * *

    Martes. Dos horas de lengua eskimal por la maana. Toda la

    gente joven habla ingls, que han aprendido y aprenden en la

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    escuela del gobierno; pero los dichosos viejos y viejas son delantiguo testamento y no hacen ms que mascullar el eskimal.

    Como tambin las viejas tienen derecho al reino de los cielos,no tengo ms remedio que arremeter con este dialecto. Lo hago

    con la ayuda de dos eskimalas gordinflonas y desdentadas que seren estrepitosamente cuando no pronuncio bien palabras comonukakpegaruk (nio), y otras por el estilo. Por la tarde doy unpaseo por la playa. El sol brilla sin calentar y la brisa me molestatanto que me obliga a tomar un paso rtmico muy apresurado.Flotan bloques enormes de hielo, pero sta es la estacin delpescado llamado herring, que se viene a calentar a lo raso, enbandadas espessimas. Me llevo las manos a la cabeza al ver a los

    pescadores echar la red y sacarla a los diez minutos con cincuentasacos de estos peces.

    Burlando los bloques de hielo se acercan canoas quearrastran una o dos focas rechonchas como cueros de vino. Diosnuestro Seor no puede ser ms prdigo con estos hijos de lanieve. El que pase hambre aqu, es porque quiere.

    A las cuatro vienen los nios de la escuela y les explico elcatecismo. Son muy trastos y llenan la casa de vida y animacin.

    Despus de cenar vienen los adultos. Vienen tres veces porsemana, que es bastante pedir. Las mujeres vienen sin dificultad yme llenan los bancos. Son los hombres los que fallan. Una vez diuna vuelta por la aldea, ya avanzada la noche. (Vase el captuloVI). En las esquinas haba grupos de ambos sexos, mezclados,fumando ellos, y ellas con botellas en las manos, tambalendose, yas por el estilo. En frente del almacn donde venden aguardientevi grupos de eskimales sin dinero, ateridos de fro, con las manos

    en los bolsos y olfateando el alcohol como lobos carniceros querondan las tapias de un bardal que no pueden asaltar. Como lanoche era cerrada, nadie me conoci; por eso algunos me invitarona echar un trago, mientras se tambaleaban penosamente. Esta esla civilizacin que les traen los blancos.

    Los almacenistas replican que tienen licencia para venderbebidas alcohlicas y que tienen que pagar por ella una contribu-cin muy subida. Es decir, que la venta de licores es legal.Concedemos que es legal, pero nos consolamos pensando que sien los antros del infierno hay algn rincn donde los demonios

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    administran tormentos refinados y exquisitos a personasexcesivamente perversas y monstruosas, ese rincn o rincones estarn reservados para estos almacenistas sin conciencia, queabusan de la idiotez del indgena para chuparle la sangre

    vendindole a un precio quintuplicado bebidas alcohlicas que leembrutecen y le degeneran y amenazan con exterminarle. Unaaccin puede ser legal y ser diablica si la ley esta viciada en laraz. De vuelta para casa, un beodo cay sobre m y me pidi uncigarro.

    Qutate de aqu, que apestas a vino le dije; y, aunque leempuj con una suavidad premeditada, cay de bruces sobrepiedras.

    No s qu porvenir esperar a este distrito con tantaembriaguez, tanto paganismo y tanta contradiccin.

    * * *

    Mircoles. Como los bloques de hielo se van espesando y labaha nos amenaza con helarse toda a la hora menos pensada,

    tres eskimales me llevan en un vaporcito a dar la ltima batida a lasballenas. Ellos iban armados de rifles; yo no llevaba ms que uncapotn muy pesado y unos ojos muy abiertos. Ya en alta arar divi-samos un grupo de ballenas que se divertan inocentsimamente.

    A una de mediana estatura la segua tenazmente una cramuy regordeta y vivaracha. Un ciego vera que se trataba de madree hija. Los eskimales no entienden de sentimentalismos. Ramn,sin ms sombrero que su melenota de len, dispar y le dio la bala

    por el pescuezo a la pobre madre. El grupo se meti en losabismos como por encanto. Tras la bala fue el arpn y la superficiese empez a teir de sangre. Hubo coletazos hercleos y hundirsey volver a flotar y ms coletazos; pero la mancha de sangre por lasuperficie se iba agrandando considerablemente hasta que laballena se volvi boca arriba y se entreg a discrecin.

    Con prtigas terminadas en garfios se arreglaron paraamarrarla con maromas y atarla al barco que la arrastr despacio

    hasta la misma playa donde estbamos de vuelta poco despus del

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    medioda. Ya en la playa, tres mujeres, con cuchillos afilados,comenzaron el desuello.

    La ballena tiene una costra de esperma o tocino dursimo, detres pulgadas de grosor, y debajo est la carne, con pulmones,

    intestinos, costillares y dems, como una vaca gigante. Lasballenas de la playa de Kotzebue son blancas y muy chicas compa-radas con las del interior, que miden 30 metros y son de colornegruzco.

    La carne se puede comer los viernes y das de vigilia, aunquees una carne dursima, sin pizca de apariencia de pescado; pero laballena vive en el agua y la consideramos pescado. Conocida es laancdota del irlands de Nueva York que entr en un restorn un

    da de vigilia y pidi un plato de ballena. Cuando le dijeron que nohaba, respondi:

    Pues trigame unas chuletas de ternera; bien sabe Dios queped pescado y no lo hay.

    Nosotros llegamos hambrientos y muertos de fro; pero lamadre de Ramn nos coci un plato de la ballena recin cogida, ycomimos y nos fortalecimos. Ya en casa, y cambiada la ropa, mesent a leer perezosamente.

    La iglesia catlica de Kotzebue.

    Tengo una biblioteca riqusima de ms de novecientosvolmenes adquiridos penosamente por los diversos Misioneros

    que me precedieron. Libros magnficamente encuadernados y muyserios. Tratados de Teologa, de Filosofa, comentarios muy

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    extensos al texto del Derecho Cannico, libros de Moral, una enci-clopedia abreviada, una hilera enorme de vidas de Santos, librosde devocin de todo gnero; una coleccin de novelas recen-tsimas, la Iliada y la Odisea, que por estar en el original las puse

    en el rincn ms alto y menos accesible; varias oraciones deCicern y las obras de Virgilio que tengo sobre la mesa; un plteorepleto de obras Magnficas en francs, que no pienso leer hastaque Franco sea el amo nico de Espaa (1), y por fin 20 libros enespaol que yo traje en el bal. La otra noche empec el Quijotepor undcima vez, y ya s de memoria varios captulos de SantaTeresa.

    Es una lectura seria la que impide que el Misionero descienda

    al nivel del indgena. Claro que no hay que exagerar. Ms meayuda un libro devoto y slido, que hable de la gracia en trminosque entienden hasta los eskimales, que un tratado teolgico sobrela diferencia entre el molinismo, el tomismo, el congruismo, losagustinianos, los escotistas y otros disidentes. Sin embargo dagusto leer sin preocuparse de exmenes, tratados teolgicos quese vieron en las aulas con el programa delante.

    Anoche me interrumpi la lectura un rapaz que me traa por

    encargo de su madre un mazapn muy mono con bao blanco ytodo. Se trata de una familia mestiza muy buena que no hace msque traerme molletes de pan. Otras veces me interrumpen g