laicos dominicos predicadores

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Por Jesús Diaz Sariego.El tema de reflexión propuesto para estos días, como preparación para la celebración y vivencia del año jubilar en el 2016, versa sobreLos Laicos Dominicos Predicadores. Es el tema de reflexión propuesto, a su vez a toda la Orden, para el presente año 2014.

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XLII ENCUENTRO DE FAMILIA DOMINICANACaleruega, 11-13 de julio 2014

LAICOS DOMINICOS PREDICADORES

Jess Daz Sariego, O.P.SUMARIOPREMBULO

Celebracin Ao Jubilar 2016 en Familia Dominicana. Orientacin temtica del encuentro.

OBJETIVO

Enraizar la predicacin de los laicos dominicos en el precepto evanglico del amor a Dios y al prjimo.

CONTENIDOS

1.- La vocacin del laico dominico: el cumplimiento del precepto evanglico del Amor (Segn la Constitucin Fundamental de las Fraternidades Laicales): Hacer brillar la presencia de Cristo en el corazn de la humanidad (n. 1) Atentos a las necesidades de su tiempo (n. 5) Remediar las diversas formas de sufrimiento (n. 6) Vivir la comunin fraterna segn el espritu de las bienaventuranzas (n. 8)

2.- Claves teolgicas de la predicacin laical dominicana: Amar a Dios:

Qu predicar?: Una espiritualidad centrada en la Palabra de Dios. Dnde predicar?: Una espiritualidad itinerante en la predicacin del Evangelio. Cmo predicar?: Una espiritualidad en conversacin. Cundo predicar?: Una espiritualidad fraterna corresponsable y en comunin.

3.- Claves antropolgicas y teologales del laico predicador: Amar el mundo.

En la vida personal: predicar con unin de voluntad. En la vida interpersonal: predicar con el don de la gratuidad. En la vida social: predicar con excelencia. En la vida eclesial: predicar con experiencia. En la vida familiar (educativa, laboral, profesional): predicar con la virtud del cuidado. En la vida moral: predicar con la autoridad de lo indicativo.

4.- ConclusionesPREMBULO

1.- Celebracin Ao Jubilar 2016 en Familia Dominicana.

Un ao ms os juntis un grupo numeroso de personas, miembros de la Familia Dominicana, aqu en Caleruega para renovar desde este lugar-espacio formativo y de encuentro, no slo vuestra profesin de fe en Jess, sino tambin para seguir nutrindoos de la espiritualidad de Domingo y del consiguiente carisma dominicano.

El tema de reflexin propuesto para estos das, como preparacin para la celebracin y vivencia del ao jubilar en el 2016, versa sobre Los Laicos Dominicos Predicadores. Es el tema de reflexin propuesto, a su vez a toda la Orden, para el presente ao 2014.

2.- Orientacin temtica del encuentro.

En el programa de este encuentro me corresponde hablar de los laicos dominicos como predicadores. En otros encuentros de Familia Dominicana, aqu en Caleruega, as como en los diversos encuentros que los distintos grupos de Familia Dominicana en las Fraternidades Laicales de Santo Domingo, en los diversos encuentros del MJD, en el voluntariado dominicano, las comunidades Juan de Aza, habis reflexionado sobre diversos aspectos de la vocacin laical. Me consta que tambin las distintas Congregaciones de religiosas dominicas en su formacin permanente y en sus reflexiones tambin llevan desde hace varios aos esta preocupacin en sus programaciones pastorales: cmo integrar en sus respectivas Congregaciones la misin predicadora de los laicos? En ese mismo sentido, entre los frailes, tambin aparece cada vez con ms fuerza esta cuestin.

Por tanto, cuestiones como El por qu, el para qu y el cmo de esta vocacin, la identidad de la vocacin laical, las fuentes de la espiritualidad laical, la vida y misin compartida de la vocacin dominicana, tambin con los laicos, etc. son cada vez ms recurrentes en el conjunto de la Familia Dominicana.

En el presente encuentro, segn el programa, vais a tocar diversos aspectos de la predicacin ejercida por los laicos dominicos bajo estas expresiones: Predicar en la Universidad, el Colegio, la familia, la periferia, Internet, entre los jvenes, en comunidad y en fraternidad quizs estas dos ltimas denominaciones a la predicacin, en comunidad y en fraternidad sean el nervio articulador y conductor del modo de predicar en los diversos mbitos mencionados anteriormente.

OBJETIVO

Enraizar la predicacin de los laicos dominicos en el precepto evanglico del amor a Dios y al prjimo.

El Objetivo formulado se puede glosar de esta manera:

Dado que mi funcin en estos momentos est en ofrecer un marco terico de reflexin, marco que va a ser ante todo teologal y por ende teolgico- quiere tener en cuenta el conjunto de la reflexin que vais a tener aqu estos das y que as se especifica en el programa. Una unidad sustancial recorre todas las verbalizaciones que vamos a escuchar, con distintas voces, estos das.

Cuando hablamos de laicos dominicos predicadores, de qu estamos hablando? Hablamos, en primer lugar, de personas concretas, con nombre y apellidos, comprometidas laicos- en un proyecto comn (Predicamos en comunidad) que se construye en las claves evanglicas, (por lo tanto dominicanas) de fraternidad (Predicamos en fraternidad).

Pues bien, a esas personas o desde esas personas, a ellas en su concrecin y desde ellas es desde donde quiero ofreceros mi reflexin. Todos y cada uno de vosotros (Laicos o religiosos/as) llevis en vuestro interior una capacidad que es preciso desarrollar: la capacidad de donacin, de entrega, de amor a otros Cmo hablar sino de comunidad, de fraternidad, de jvenes, de universidad, colegio, de familia, internet, periferia detrs de todas esas palabras hay personas de las personas es de lo que se trata. Laicos predicadores, que son personas, comprometidos con aquellos a quienes va dirigida su predicacin que, a su vez, tambin son personas.

CONTENIDOS

1.- La vocacin del laico dominico: el cumplimiento del precepto evanglico del Amor (Segn la Constitucin Fundamental de las Fraternidades Laicales):

El planteamiento surge de una lectura atenta de la Regla de la Fraternidad laical de Santo Domingo con la que se inician vuestros Estatutos, que comprende tambin el Directorio Nacional de la Fraternidad laical de Santo Domingo en Espaa, promulgado hace poco ms de un ao (4 de junio de 2014). La regla, como bien sabis, tiene tres partes: I. Constitucin Fundamental; II. Vida de las Fraternidades; y, III. Estructura y Gobierno. Se sealan afirmaciones como estas:

Hacer brillar la presencia de Cristo en el corazn de la humanidad (n. 1) Atentos a las necesidades de su tiempo (n. 5) Remediar las diversas formas de sufrimiento (n. 6) Vivir la comunin fraterna segn el espritu de las bienaventuranzas (n. 8)

La lectura de estos textos nos sita ante una cuestin reincidente y clave para la predicacin de todos, tambin para la predicacin de los laicos. La espiritualidad del precepto evanglico del amor. En la Regla de la Fraternidad se habla, en el nmero 4, del carcter especfico del laicado dominicano y se menciona en estos trminos: Se caracterizan por una espiritualidad peculiar y por la dedicacin al servicio de Dios y del prjimo en la Iglesia y, en cuanto miembros de la Orden, participan en su misin apostlica mediante la oracin, el estudio y la predicacin, segn su condicin de laicos.

Hay un modo por el que los laicos dominicos se caracterizan: su dedicacin al servicio de Dios y del prjimo (Precepto evanglico) y tienen un modo de participacin en la misin apostlica de la Orden, mediante la oracin, el estudio y la predicacin. A nosotros nos corresponde hablar hoy del tercer modo de participacin, como es, la predicacin.

En otros nmeros se va especificando la participacin en la misin apostlica de la Orden desde la predicacin:1.1.- El precepto

El primer mandamiento es: Escucha Israel: El Seor nuestro Dios es el nico Seor, y amars al Seor tu Dios con todo tu corazn, con toda tu alma, con toda tu mente y con todo tu corazn, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es ste: Amars al prjimo como a ti mismo. Mayor que stos no hay mandamiento alguno (Mc 12, 29-31).

Sealando lo esencial[footnoteRef:1] [1: Una explicacin muy completa de la relevancia del precepto evanglica en la configuracin de los diversos carismas a los que ha dado lugar la vida religiosa, se puede encontrar en Jos Luis Espinel, Fundamentos bblicos de la Vida Religiosa, Ciencia Tomista 99 (1972) 11-71; tambin del mismo autor Sobre el origen bblico de la Vida Religiosa, Ciencia Tomista 121 (1994) 433-450. La explicacin exegtica ofrecida en ambos artculos resulta muy iluminadora en su aplicacin al carisma dominicano. Lo afirmado en este apartado es un extracto de lo afirmado por el autor.]

Buscar lo bblico de la vida cristiana es, sin duda, buscar lo esencial. Dicho en otros trminos, en lo esencial convergen los ideales de todo el cristianismo. La perfeccin de todo creyente en Cristo consiste esencialmente en los preceptos[footnoteRef:2]. Todo cristiano, sea laico o religioso, no busca sino el cumplimiento de los preceptos conforme a su condicin. [2: As lo formula Santo Toms en la Suma Teolgica, II-II, 184, 3. ]

Cuando un escriba admirador de Jess le pregunt cul era el mandamiento principal de todos (Mc), el mandamiento grande (Mt), la condicin para heredar la vida eterna (Lc), recibi la respuesta que se recoge en el texto de Marcos anteriormente sealado. El escriba acogi la respuesta con entusiasmo: Muy bien, Maestro, dices verdad... (Mc 12, 32). Jess le dirigi entonces uno de sus mayores elogios: T no ests lejos del Reino de Dios (Mc 12, 34).

El pasaje del primer mandamiento se encuentra con algunas diferencias en Mt 22, 35-39 y Lc 10, 25-28. En Mt Jess explicita que el segundo mandamiento es semejante al primero y que de estos dos mandamientos pende toda la Ley y los Profetas (Mt 22, 40), es decir, penden las Escrituras[footnoteRef:3]. [3: Pende, puede significar estar suspendido, colgar, pender, apoyarse o fundarse en algo. Aqu podramos hablar de una sntesis de estos sentidos. As podemos pensar, viendo la grfica descripcin de este verbo, en este pasaje, segn algunos autores: como una puerta de sus goznes, as pende todo el Antiguo Testamento de estos dos mandamientos.]

Jess es el primero que sepamos haya unido estos dos mandamientos revelndolos como fundamentales y lo esencial[footnoteRef:4]. El primero de ellos se encuentra en Dt 6, 4-5, y el segundo, en Lev 19, 18. Jess coloca el ncleo del Yahvismo en estos dos mandamientos distanciados en dos libros distintos. Su formulacin conjunta no aparece hasta el evangelio de Mc y en boca de Jess. [4: Aunque cada mandamiento es ardientemente recomendado por los rabinos, cuanto nos es posible conocer, nadie, exceptuado Jess, los ha presentado unidos como los dos principios reguladores que resumen el deber del hombre. ]

Ninguna revelacin de la Escritura, ni doctrina, ni texto est rodeada de tanto acopio de recomendaciones y encarecimiento como el mandato de Dt 6, 4-5. Siguen al texto las instancias siguientes:

Y estas palabras que yo te prescribo hoy estarn en tu corazn, imprmeselas a tus hijos y cuando ests en tu casa, cuando viajes, cuanto te acuestes, cuando te levantes, rectalas. tatelas a tus manos para que te sirvan de signo, pntelas en la frente, entre tus ojos, escrbelas como mezuza en los postes de tu casa y en las puertas (Dt 6, 6-9).

La exgesis rabnica tenda a unir mandatos y frmulas que comenzaran de modo semejante. Esto es algo iniciado ya en el AT. Los mandamientos del Declogo, por ejemplo, van unido as: No matars, no adulterars.... Pero en la unin de los dos grandes mandamientos de la Ley hay algo ms que una regla mnemotcnica. Estos dos mandatos son positivos y los dos nicos del AT que comienzan diciendo: Amars a.... Jess capt el vnculo que los fusionaba en su interior en algo ms que una yuxtaposicin. Es posible que el judasmo de la poca los hubiera ya unido, aunque no haya prueba de ello, pero decir que son iguales y el eje nico de toda la Escritura se encuentra formulado en los Evangelios primero.

Jess viene a cumplir la ley, a mostrar su verdadero sentido, su razn de ser. Los escribas y fariseos tenan una bsqueda constante y rigurosa de la perfeccin, de la justicia que daba la observancia de la Ley, pero no vlida para entrar en el Reinado de Dios que Jess anuncia. Por eso, si el escriba que apoya tanto la fusin de los dos mandamientos y su encubrimiento sobre los dems hasta ser el sustento de la misma Ley y Profetas es felicitado por Jess como quien no est lejos del Reino de Dios, quiere esto decir que no todo fariseo admita fcilmente el pensamiento de Jess a este respecto. Todo este bagaje de detalles habla en un mismo sentido: este mandato es la esencia del yahvismo. Aqu est expresado como en ninguna otra parte del AT el monotesmo y su moral.

1.2.- Breve comentario a las expresiones del precepto en la Constitucin Fundamentalde las Fraternidades laicales de Santo Domingo y su vida.

(1).- Hacer brillar la presencia de Cristo en el corazn de la humanidad (n. 1)

En el n. 1 se inicia con la afirmacin de que los laicos, al ser discpulos de Cristo participan de su misin real, sacerdotal y proftica. Tienen como vocacin hacer brillar la presencia de Cristo en el corazn de la humanidad de forma que, a travs de ellos el mensaje divino de la salvacin sea conocido y aceptado por todos los hombres (Apostolicam Actuositatem, 3).

(2).- Atentos a las necesidades de su tiempo (n. 5)

En el n. 5 cuando se afirma que apoyados por la comunin fraterna y segn el ejemplo de santo Domingo y de santa Catalina de Siena dan testimonio de su fe, atentos a las necesidades de su tiempo y de este modo al servicio de la verdad. Cmo servir a la verdad estando atentos a las necesidades de nuestro tiempo?

(3).- Remediar las diversas formas de sufrimiento (n. 6)

En el n. 6 se dice tambin que se dedicarn de modo especial, con autntica misericordia, a remediar las diversas formas de sufrimiento, a la defensa de la libertad, de la justicia y de la paz. Cmo ejercer hoy la misericordia remediando formas de sufrimiento?

(4).- Vivir la comunin fraterna segn el espritu de las bienaventuranzas (n. 8)

En el n. 8, se aade: los laicos se esforzarn por vivir una autntica comunin fraterna segn el espritu de las bienaventuranzas que se manifestar en toda ocasin por gestos de misericordia y de participacin de bienes entre los miembros de las fraternidades, sobre todo con los pobres y enfermos de suerte que todos tengan un solo corazn y una sola alma (Hch 4, 32) Cmo vivir hoy una autntica comunin fraterna desde el espritu de las bienaventuranzas?

2.- Claves teolgicas de la predicacin laical dominicana: Amar a Dios:

Deducimos las claves teolgicas de la predicacin laical dominicana del Evangelio de Mateo (Uno de los textos de la biblia que ms apasionaba a Domingo, segn nos relata la tradicin y que siempre le acompaaba junto con las Cartas de San Pablo)

Prestamos especial atencin al texto de Mt 28, 16-20. En la biblia de Jerusaln, los ltimos versculos del evangelio de Mateo, llevan por ttulo Aparicin en Galilea y misin universal. El texto dice as:Por su parte, los once discpulos marcharon a Galilea, al monte que Jess les haba indicado. Y al verlo, le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jess se acerc a ellos y les habl as: me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discpulos a todas las gentes bautizndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo, y ensendoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aqu que yo estoy con vosotros todos los das hasta el fin del mundo.De este texto deducimos la respuesta a las preguntas que siguen:

2.1.- Qu predicar?: Una espiritualidad centrada en la Palabra de Dios.

Mateo insiste mucho, en su Evangelio, en la misin. Es verdad que todos los evangelios hablan de la misin, de la misin de Jess y de la misin de sus discpulos. Pero en Mateo la misin tiene un matiz especial. Incide ms en esta tarea del discpulo de Jess como un requisito fundamental para el seguimiento. Encontramos en el Evangelio de Mateo frmulas solemnes en las que aparece el trmino misin como el eje fundamental de la fe de los discpulos. As de solemne suenan las palabras finales de su evangelio.La misin engloba una doble faceta. La misin es comunicacin (es Palabra que recibimos y Palabra que dirigimos o aportamos a otros). Pero la misin tambin es testimonio (son Hechos). Hechos y Palabras configuran la misin del discpulo de Jess porque de esa doble faceta se constituye la Palabra de Dios: Para Dios decir es hacer y hacer es decir. Dios habla cuando se pronuncia a travs de nuestras palabras y Dios habla cuando se significa a travs de nuestros hechos. Nuestra predicacin (en dominicano decimos o hablamos del carisma de la predicacin, es un punto del mensaje cristiano en el cual la Orden dominicana quiere poner su acento. La predicacin del Evangelio, de la Palabra de Dios, no es nuestra propiedad o exclusividad. No somos los nicos llamados a predicar (ya que todo bautizado est llamado a ello), pero s es nuestro acento particular.Vaticano II, en su Decreto Sobre la actividad misionera de la Iglesia (documento sobre la misin y predicacin Ad Gentes), centra la misin en la tarea de evangelizar a los no cristianos al dar un sentido universal a su misin: La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser el sacramento universal de salvacin, por exigencias ntimas de su catolicidad, y obedeciendo al mandato de su Fundador, se esfuerza en anunciar el Evangelio a todos los hombres. Porque los apstoles mismos, en quienes est fundada la iglesia, siguiendo las huellas de Cristo, predicaron la palabra de la verdad y engendraron las iglesias. Obligacin de sus sucesores es dar perennidad a esta obra, para que la palabra de Dios sea difundida y glorificada y se anuncie y establezca el reino de Dios en toda la tierra. 2.2.- Dnde predicar?: Una espiritualidad itinerante en la predicacin del Evangelio.

El Dnde? Evoca lugares geogrficos determinados. Pero no solamente se hace mencin en el texto a la itinerancia geogrfica o fsica. Tambin a la itineracia mental. Destacamos ambos aspectos resaltando algunas cuestiones del texto:Intinerancia geogrfica: Insistencia en Galilea: Por su parte, los once discpulos marcharon a Galilea Hoy se habla cada vez ms de la teologa de la geografa de los evangelios. Los datos geogrficos de los evangelios aparecen como seales, como indicadores de un mensaje teologal. Hemos de situar cultural y religiosamente hablando a Galilea por contraposicin a Judea. De Judea salen los espas hacia Galilea para escuchar mal intencionadamente a Jess. Por otro lado, Galilea es el ncleo comercial, la convivencia con otros pueblos, Galilea de los gentiles, representa la heterodoxia con respecto a la ley de Moiss as entendida y comprendida por los fariseos ms celosos de la ley. Itininerancia mental: Importancia del Monte: al monte que Jess les haba indicado. Y al verlo, le adoraron. Sabemos por la tradicin veterotestamentaria de la importancia que tiene en la fe de Israel la montaa como lugar de revelacin de Dios y como lugar de encuentro con la divinidad. La montaa es el lugar que evoca la proclamacin del mensaje.

La duda: algunos sin embargo dudaron. La duda est siempre al lado de la fe. La duda forma parte de nuestra vida como seres humanos. 2.3.- Cmo predicar?: Una espiritualidad en conversacin.

Acercamiento de Jess: Jess se acerc a ellos y les habl as: me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discpulos a todas las gentes bautizndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo, y ensendoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Hablamos aqu de la universalidad del mensaje (En la actualidad est dimensin est siendo matizada dado el pluralismo religioso en nuestra sociedad. La universalidad del mensaje de Jess y la existencia y respeto a otras confesiones religiosas no cristianas tiene unas implicaciones pastorales importantes. Ensendoles a guardar todo lo que les he mandado. En esta expresin encontramos una sntesis y relacin del Cristo resucitado con el Jess Histrico. El mandato de Jess es una cuestin de sensibilidad, de experiencia emocional, interior (de corazn), pero tambin de comprensin (intelectual), de razn. El mensaje ha de ser vivido y experimentado, pero tambin comprendido. Lo que se comunica requiere la colaboracin del corazn y de la inteligencia o razn. La Iglesia se convierte en lo que ella misma es, en la medida en que se hace, en el mundo, verdaderamente conversacin, es decir en la medida en que, anunciando el Evangelio en el mundo, ella dese ser testimonio de que el Dios de la revelacin bblica viene, en Jess, al encuentro de la humanidad para conversar con ella. 2.4.- Cundo predicar?: Una espiritualidad fraterna corresponsable y en comunin.

Predicamos cuando se da esta inclusin que seala el texto (terminar como se ha iniciado): Y he aqu que yo estoy con vosotros todos los das hasta el fin del mundo. El Evangelio de Mateo haba comenzado con la espiritualidad del Emmanuel, Dios con nosotros. As comienza y as finaliza el Evangelio. Esta permanencia de Jess, en el contexto en el que estamos ahora: ensear lo que aprendieron, es tarea permanente. Es importante relacionar esto con las dudas. Esta presencia debe hacer que las dudas se conviertan en una mejor comprensin de la persona y mensaje de Jess. Deca Simon Weil, La etapa anterior a la fe es el atesmo. En la experiencia cristiana hemos de decir que las dudas nos mantienen en un dinamismo de comprensin constante: yo estar con vosotros. Predicamos cuando el Evangelio se vuelve para nosotros una tarea permanente en la propia vida. Este texto nos aporta luces para nuestra tarea: Todos hemos sido llamados a la misin: Haced discpulos a todas las naciones. Hemos de procurar convertir a los otros en seguidores de Jess. Vivir segn el Espritu. A la vida cristiana le es inherente la espiritualidad, aunque haya modos de ser cristiano con acentos diferentes. Es necesario ir creando discipulado, comunidades.3.- Claves antropolgicas y teologales del laico predicador: Amar el mundo.

3.1.- En la vida personal: predicar con unin de voluntad.

Veamos algunos Textos para explicar en qu consiste esta unin de voluntad

3.1.1.- El texto de Efesios 2, 10

En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jess, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicramos (Ef. 2, 10).

Por razones que no vienen al caso, tuve que leer en griego el texto de Ef. 2, 10, en donde se dice que el ser humano es obra o hechura de Dios. Y me lleve una agradable sorpresa que compartir. Las biblias en castellano, y en algn otro idioma que he consultado, traducen invariablemente por obra la palabra griega poiema. Tras acudir a un diccionario de griego me convenc de que poiema significa obra de arte. Lo que dice Ef. 2, 10 es que el hombre es obra de arte de Dios. Estamos relacionados con Dios como una pintura con el pintor, una pieza de cermica con el ceramista, un libro con su autor. Esto indica una relacin muy estrecha y positiva. Dios al crear al ser humano hizo su mejor obra de arte. Y, como le ocurre a todo artista cuando hace una obra maestra, debi quedarse sorprendido, maravillado, admirado. Nosotros somos un deleite, un placer para Dios (cf. Prov 8, 31). Cuando l nos mira se llena de alegra, se sorprende agradablemente al ver esa estupenda maravilla salida de sus manos. Esa mirada positiva sobre cada uno de nosotros, debera ayudarnos a vernos nosotros tambin con esa mirada sobre todo en los momentos difciles y complicados. Yo no puedo hundirme bajo el peso de mis fracasos cuando s que Dios me mira de esa manera y me ve como la mejor de sus maravillas (Martn Gelabert, Con Acento, pgina web de los dominicos.org)

3.1.2.- Discurso de San Pablo a los Atenienses

Mientras Pablo les esperaba en Atenas, estaba interiormente indignado al ver la ciudad llena de dolos. Discuta en la sinagoga con los judos y con los que adoraban a Dios; y diariamente en el gora con los que por all se encontraban. Trababan tambin conversacin con l algunos filsofos epicreos y estoicos. Unos decan: qu querr decir este charlatn? Y otros: parece ser un predicador de divinidades extranjeras porque anunciaba a Jess y la resurreccin. Le tomaron y le llevaron al Arepago, y le dijeron: podemos saber cul es esa nueva doctrina que t expones? Pues te omos decir cosas extraas y querramos saber qu es lo que significan. Todos los atenienses y los forasteros que all residan en ninguna otra cosa pasaban el tiempo sino en decir u or la ltima novedad.Pablo, de pie en medio del Arepago, dijo:Atenienses, veo que vosotros sois por todos los conceptos, los ms respetuosos con la divinidad. Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado tambin un altar en el que estaba grabada esta inscripcin: Al Dios desconocido. Pues bien, lo que adoris sin conocer, eso os vengo ya a anunciar. El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en l, que es Seor del cielo y de la tierra, no habita en santuarios fabricados por manos de hombres; ni es servido por manos humanas, como si de algo estuviera necesitado, el que a todos da la vida, el aliento y todas las cosas. El cre, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra fijando los tiempos determinados y los lmites del lugar donde haban de habitar, con el fin de que buscasen la divinidad, para ver si a tientas la buscaban y la hallaban; por ms que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros, pues en l vivimos, nos movemos y existimos, como han dicho algunos de nosotros.Porque somos tambin de su linaje. Si somos, pues, del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea algo semejante al oro, la plata o la piedra, modelados por el arte y el ingenio humano.Dios, pues, pasando por alto los tiempos de la ignorancia anuncia ahora a los hombres que todos y en todas partes deben convertirse, porque ha fiado el da en que va a juzgar al mundo segn justicia, por el hombre que ha destinado, dando a todos una garanta al resucitado de entre los muertos.Al or la resurreccin de los muertos, unos se burlaron y otros dijeron: Sobre esto ya te oiremos otra vez. De este modo Pablo se march de entre ellos. Pero algunos hombres se adhirieron a l y creyeron, entre ellos Dionisio Areopagita, un una mujer llamada Danaris y algunos otros con ellos (Hch 17, 16-34).

3.1.3.- De los Sermones de San Pedro Crislogo, Obispo

Escucha cmo splica al Seor: Mirad y contemplad en m vuestro mismo cuerpo, vuestros miembros, vuestras entraas, vuestros huesos, vuestra sangre. Y si ante lo que es propio de Dios temis Por qu no amis al contemplar lo que es de vuestra misma naturaleza?... Toma en tus manos la espada del Espritu: haz de tu corazn un altar, y as, afianzado en Dios, presenta tu cuerpo al Seor como sacrificio.

3.1.4.- Carta de San Tefilo de Antioqua a Autlico

Dichosos los limpios de corazn, porque ellos vern a DiosSi t me dices: Mustrame a tu Dios, yo te dir a mi vez: mustrame t al hombre que hay en ti, y yo te mostrar a mi Dios. Mustrame, por tanto, si los ojos de tu mente ven, y si oyen los odos de tu corazn.Pues de la misma manera que los que ven con los ojos del cuerpo perciben con ellos las realidades de esta vida terrena y advierten las diferencias que se dan entre ellas por ejemplo, entre la luz y las tinieblas, lo blanco y lo negro, lo deforme y lo bello, lo proporcionado y lo desproporcionado, lo que est bien formado y lo que no lo est, lo que es superfluo y lo que es deficiente en las cosas-, y lo mismo se diga de lo que cae bajo el dominio del odo sonidos agudos, graves o agradables-, eso mismo hay que decir de los odos del corazn y de los ojos de la mente, en cuanto a su poder para captar a Dios.En efecto, ven a Dios los que son capaces de mirarlo, porque tienen abiertos los ojos del espritu. Porque todo el mundo tiene ojos, pero algunos los tienen oscurecidos y no ven la luz del sol. Y no porque los ciegos no vean ha de decirse que el sol ha dejado de lucir, sino que esto hay que atriburselo a s mismos y a sus propios ojos. De la misma manera, tienes t los ojos de tu alma oscurecidos a causa de tus pecados y malas acciones.El alma del hombre tiene que ser pura, como un espejo brillante. Cuando en el espejo se produce el orn, no se puede ver el rostro de una persona; de la misma manera, cuando el pecado est en el hombre, el hombre ya no puede contemplar a Dios.Pero puedes sanar, si quieres. Ponte en manos del mdico, y l punzar los ojos de tu alma y de tu corazn. Qu mdico es ste? Dios, que sana y vivifica mediante su Palabra y su sabidura. Pues por medio de la Palabra y de la sabidura. Pues por medio de la Palabra y de la sabidura se hizo todo. Efectivamente, la Palabra del Seor hizo el cielo, el aliento de su boca, sus ejrcitos. Su sabidura est por encima de todo: Dios, con su sabidura, puso el firmamento de la tierra, con su inteligencia, prepar los cielos; con su voluntad, rasg los abismos y las nubes derramaron su roco.Si entiendes todo esto y vives pura, santa y justamente, podrs ver a Dios; pero la fe y el temor de Dios han de tener la absoluta preferencia de tu corazn, y entonces entenders todo esto. Cuando te despojes de lo mortal y te revistas de la inmortalidad, entonces vers a Dios de manera digna. Dios har que tu carne sea inmortal junto con el alma y entonces, convertido en inmortal, vers al que es inmortal, con tal de que ahora creas en l.

3.1.5.- Texto de OrgenesEntre la Escritura y el alma hay una verdadera connaturalidad. Las dos son un templo en el que reside el Seor, un paraso por el que se pasea. Las dos son una fuente de agua viva y de la misma agua viva. El Logos, que est en una como palabra, est en la otra como razn. Las dos, por tanto, encierran en el fondo de s el mismo misterio. As pues, la experiencia de la una (del alma) est de antemano de acuerdo con la doctrina de la otra (la Escritura), destinada a expresar aqulla y a reencontrarse en ella. Lo que llamamos en la Escritura sentido espiritual, lo llamamos en el alma imagen de Dios...El alma y la Escritura, gracias a la referencia simblica de la una a la otra, se esclarecen mutuamente; y sera una prdida descuidar el estudio tanto de la una como de la otra. Son dos libros que hay que leer y comentar el uno por el otro. Si tengo necesidad de la Escritura para comprenderme, tambin comprendo la Escritura cuando la leo en m mismo...A medida que penetro su sentido, la Escritura me hace penetrar en el sentido ltimo de mi ser; ella es, pues, el signo que... me revela mi alma. Pero tambin la recproca tiene su verdad. La una sirve de reactivo a la otra. Cada vez que soy fiel al Espritu de Dios en la interpretacin de las Escrituras, mi interpretacin es vlida en alguna medida. Cada vez que redescubro mi pozo, cegado constantemente por los filisteos, estoy abriendo al mismo tiempo el pozo de las Escrituras. Al agua que brota de uno responder el agua que brotar de otro.

3.1.6.- Afirmacin de San Juan de la Cruz en Subida al Monte Carmelo

Porque Dios en darnos, como nos dio a su Hijo- que es un Palabra suya, que no tiene otra-, todo nos lo habl junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene ms que hablar.San Juan de la Cruz viene a decirnos que Dios en Jesucristo dijo todo lo que tena que decir, no hay otra Palabra ms perfecta y completa que esperar. Conocer a Dios y saber de su Palabra es mirar a Jesucristo. Es la experiencia de un mstico la que proclama la comunicacin ms perfecta e ntima de Dios en Jesucristo. Palabra de Dios encarnada y ms prxima a los hombres.

3.1.7.- Gregorio de Nisa, Obispo.

Manifestemos a Cristo en toda nuestra vida

Hay tres cosas que manifiestan y distinguen la vida del cristiano: la accin, la manera de hablar y el pensamiento. De ellas, ocupa el primer lugar el pensamiento; viene en segundo lugar la manera de hablar, que descubre y expresa con palabras el interior de nuestro pensamiento, en este orden de cosas, al pensamiento y a la manera de hablar sigue la accin, con la cual se pone por obra lo que antes se ha pensado. Siempre, pues, que nos sintamos impulsados a obrar, a pensar o a hablar, debemos procurar que todas nuestras palabras, obras y pensamientos tiendan a conformarse con la norma divina del conocimiento de Cristo, de manera que no pensemos, digamos ni hagamos cosa alguna que se aparte de esta regla suprema.

Todo aquel que tiene el honor de llevar el nombre de Cristo debe necesariamente examinar con diligencia sus pensamientos, palabras y obras, y ver si tienden hacia Cristo o se apartan de l. Este discernimiento puede hacerse de muchas maneras. Por ejemplo, toda obra, pensamiento o palabra que vayan mezclados con alguna perturbacin no estn, de ningn modo, de acuerdo con Cristo, sino que llevan la impronta del adversario, el cual se esfuerza en mezclar con las perlas el cieno de la perturbacin, con el fin de afear y destruir el brillo de la piedra preciosa.

Por el contrario, todo aquello que est limpio y libre de toda turbia afeccin tiene por objeto al autor y prncipe de la tranquilidad, que es Cristo; l es la fuente pura e incorrupta, de manera que el que bebe y recibe de l sus impulsos y afectos internos ofrece una semejanza con su principio y origen, como la que tiene el agua ntida del nfora con la fuente de la que procede.

En efecto, es la misma y nica nitidez la que hay en Cristo y en nuestras almas. Pero con la diferencia de que Cristo es la fuente de donde nace esta nitidez, y nosotros la tenemos derivada de esta fuente. Es Cristo quien nos comunica el adorable conocimiento de s mismo, para que el hombre, tanto en lo interno como en lo externo, se ajuste y adapte, por la moderacin y rectitud de su vida, a este conocimiento que proviene del Seor, dejndose guiar y mover por l. En esto consiste (a mi parecer) la perfeccin de la vida cristiana: en que, hechos partcipes del nombre de Cristo por nuestro apelativo de cristianos, pongamos de manifiesto, con nuestros sentimientos, con la oracin y con nuestro gnero de vida, la virtualidad de este nombre. [Del tratado de san Gregorio de Nisa, obispo, sobre el perfecto modelo del cristiano]

3.1.8.- Clemente de Alejandra

Se trata de un texto en que Clemente de Alejandra evoca el mito de Orfeo, que afronta, si se puede decir as, en los grandes temas del pensamiento griego, el mito de Prometeo Orfeo que simboliza el poder seductor del hombre sobre la naturaleza. Los Padres tenan menos escrpulos que nosotros en recurrir a los mitos como medios de expresin del misterio. He aqu el texto:

Puesto que el Verbo de Diosha dejado la lira y la ctara,instrumentos sin alma,para reconciliarse con el Espritu Santoel mundo entero reunido en el hombre;se sirve de lcomo de un instrumento de voces mltiples,y, acompandose de su canto,con este instrumento que es el hombretoca para Dios.

3.1.9.- Deus Caritas est de Benedicto XVI (n. 18)

De este modo se ve que es posible el amor al prjimo en el sentido enunciado por la Biblia, por Jess. Consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amo tambin a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto slo puede llevarse a cabo a partir del encuentro ntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunin de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya slo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Su amigo es mi amigo. Ms all de la apariencia exterior del otro descubro su anhelo interior de un gesto de amor, de atencin, que no le hago llegar solamente a travs de las organizaciones encargadas de ello, y aceptndolo tal vez por exigencias polticas. Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho ms que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que l necesita. En esto se manifiesta la imprescindible interaccin entre amor a Dios y amor al prjimo, de la que habla con tanta insistencia la Primera carta de Juan. Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podr ver siempre en el prjimo solamente al otro, sin conseguir reconocer en l la imagen divina. Por el contrario, si en mi vida omito del todo la atencin al otro, queriendo ser slo piadoso y cumplir con mis deberes religiosos , se marchita tambin la relacin con Dios. Ser nicamente una relacin correcta , pero sin amor. Slo mi disponibilidad para ayudar al prjimo, para manifestarle amor, me hace sensible tambin ante Dios. Slo el servicio al prjimo abre mis ojos a lo que Dios hace por m y a lo mucho que me ama. Los Santos pensemos por ejemplo en la beata Teresa de Calcuta han adquirido su capacidad de amar al prjimo de manera siempre renovada gracias a su encuentro con el Seor eucarstico y, viceversa, este encuentro ha adquirido realismo y profundidad precisamente en su servicio a los dems. Amor a Dios y amor al prjimo son inseparables, son un nico mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero. As, pues, no se trata ya de un mandamiento externo que nos impone lo imposible, sino de una experiencia de amor nacida desde dentro, un amor que por su propia naturaleza ha de ser ulteriormente comunicado a otros. El amor crece a travs del amor. El amor es divino porque proviene de Dios y a Dios nos une y, mediante este proceso unificador, nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea todo para todos (cf. 1 Co 15, 28).

3.1.10.- Texto del Evangelio de Juan (Jn 1, 33-51) La expresin en San Juan Al da siguiente (La temporalidad. El tiempo/espacio de la creacin). He ah el Cordero de Dios. Entendemos Cordero como vctima (Los evangelios son memoria. Juan adelanta aqu la expresin. Esta expresin ya supone una experiencia que est por detrs. Es la experiencia del discpulo amado. Es la experiencia de la cruz que el autor de este texto ya conoce. Pero es una vctima victoriosa (como as se nos muestra en el Apocalipsis), que rescata, que logra cosas y triunfos. Los dos discpulos siguen a Jess. Los dos discpulos siguen a Jess en silencio. Es ms, es Jess el que interrumpe ese silencio con una pregunta Dnde vives?. Es una nota de intimidad. No pregunta Quin eres? Sino Dnde vives? Cul es tu casa?. El modo de preguntar no deja de ser una auto-invitacin. Dilogo muy concreto: venid y lo veris. No les da una direccin, sino que vengan y vean. Es una experiencia. Jess toma en serio la intimidad de la primera pregunta y responde al mismo nivel de la pregunta: con una respuesta tambin de intimidad. La respuesta tambin es ntima. La casa de Dios es la humanidad. As lo haba expresado Juan al inicio de su Evangelio: El Verbo se hizo carne, acamp entre nosotros. Esta es la vivienda de Jess. La casa en la historia de la humanidad. Vieron donde viva y se quedaron con El aquel da. Vieron es lo mismo que decir se dieron cuenta de cul era la invitacin de Jess. Era ms o menos la hora dcima. (4 de la tarde). Para quien vivi la experiencia es un acto personal. Quien encontr a Jess (Se habla de dos discpulos de Juan, pero slo se menciona el nombre de uno de ellos, Andrs, es una experiencia personal. Para l fue la hora dcima. Nos acordamos de los detalles cuando lo vivimos de manera personal. Todos tenemos horas dcimas, momentos de decisin fundamentales y que son una fuente permanente sobre la que volvemos. Volver en el sentido de memoria agustiniana: hacer presente el pasado. Vivimos todava de esas decisiones. Ha sido momentos, que cronolgicamente, pertenecen al pasado, pero que an seguimos viviendo o sintiendo en nuestro presente. La hora dcima es la hora del encuentro con Jess. Hemos encontrado al Mesas. Un da que comienza. Algo nace. Acercamiento. Las expresiones van marcando vida. Andrs, uno de los dos discpulos de Juan, pasa de llamarle Rabbi=maestro a llamarle Mesas. Lo hemos encontrado. Rpidamente se comunica la experiencia de lo recibido y encontrado. Toda gracia implica una tarea. Gracia y tarea (misin).CONCLUSIN No hay comunicacin sino hay encuentro con Jess, un encuentro permanente. En el texto de Juan, el encuentro con Jess, equivale a la vocacin de los profetas. Jeremas (1 Captulo: Jer 1, 4-19); Isaas (Is 6, 1-13). La misin comienza con un encuentro (Gracia/mandato) La razn ltima de la misin es el compartir la alegra de vernos amados por Dios. La experiencia humana de compartir lo experimentado es una experiencia profunda, es fuente de alegra pascual. El texto de Mateo haca referencia al ENVO. El texto de Juan hace referencia al ENCUENTRO. Esta es la profundidad que marca el tema de la hora. Permanente punto de partida: el encuentro con Jess VIVIDO, COMUNICADO Y PREDICADO.3.2.- En la vida interpersonal: predicar con el don de la gratuidad.

1.- Parece claro, al menos as lo acredita la experiencia, que la calidad del ser humano se detecta admirablemente en las relaciones comunitarias y personales. Puede uno contentarse con los lazos humanos que brotan del poder, de la norma o de la justicia? En estas relaciones el ser humano no se sentir satisfecho: el poder, la norma y la justicia no cubren todo el campo de la convivencia. Hay otras muchas relaciones que brotan de fuentes bien distintas. Se puede encuadrar en las relaciones mencionadas la tierna reciprocidad entre una madre o un padre y el recin nacido? Qu justicia le queda a quien entrega su vida por los dems? Se reduce a justicia, regla y poder la relacin familiar? la convivencia de la pareja? qu justicia le queda a quien entrega la vida por los dems? Seremos incapaces de dar un paso sin aplastar al otro, sin seguir una norma o al margen de la reivindicacin? Acaso no contienen apretados haces de intensas relaciones humanas los compromisos de fe, el amor a Dis, la esperanza comunitaria, las actitudes de prudencia, fortaleza y templanza? Quizs las democracias contemporneas se han fijado excesivamente en el poder, la regla y el derecho. Pero han olvidado que el ser humano, en su trato personal, se desarrolla a travs de centenares de relaciones basadas en otros tantos fundamentos[footnoteRef:5]. [5: Cf. Eladio Chvarri, Perfiles de nueva humanidad, San Esteban, Salamanca 1993, 253 pp y ss. El contenido desarrollado en este apartado resume lo expresado por el autor a propsito de la gratuidad en las pginas indicadas.]

2.- Qu significa actuar bajo la impronta de la donacin? Qu demandan los dems, cuando me solicitan como ser gratuito? Solemos decir entre nosotros que uno sale al encuentro de los otros como ofrenda, regalo, don y gracia. El xodo hacia el otro es as de sencillo y de complejo, al mismo tiempo. Por qu? Porque conmueve toda mi existencia, puesto que se sita en dimensiones sumamente delicadas. Otorgamos derechos bien definidos, como el alimento, la educacin o la libertad; a travs de ellos las personas quedan reconocidas, es decir, dignamente situadas en el concierto de sus semejantes. Pero la justicia no agota todos los cauces de la citada experiencia bsica entre los hombres. Los dems valores ticos, los epistmicos, estticos, ticos, religiosos y sociopolticos abren infinitos caminos. Uno de ellos es, sin duda alguna, la gratuidad.

3.- Veamos cmo en las relaciones de gratuidad se revela la experiencia bsica del ser humano. Sealamos, para ello, algunas de sus caractersticas:

1).- La gratuidad impulsa a relacionarse con las personas en su inmediata concrecin. Es la apertura al otro tal y como es. Lo que nos llama la atencin, segn E. Lvinas, es el rostro del otro. Un rostro ajado o brillante, henchido de amor o de odio, noble o miserable, triste o alegre, harto o hambriento, lleno de luz o de ignorancia, necesitado de cario o de dinero, amigo de hablar o de escuchar, exitoso o fracasado, ebrio o juicioso.

Por tanto: la gratuidad no entiende tanto de universales como de rostros concretos, con nombre y apellidos. El rostro del otro no permite encuadernar a las personas, clasificarlas bajo universales por solemnes y dignos que estos sean. Los universales borran las diferencias. En las relaciones de gratuidad precisamente lo que se subraya es la particularidad de cada uno. Su inmediata concrecin. Los universales tachan los rostros concretos de los seres humanos. De este modo resulta muy fcil y cmodo volverles la espalda. Absorbido por lo universal, el rostro ya no te reclama. Otra persona, Caritas, el Estado o las Hermanas de los Pobres pueden sustituirte.

Pero cuando te enfrentas al rostro del otro, cuando lo miras de t a t, en nada puedes refugiarte, nadie te puede sustituir en su demanda. La llamada es tan concreta que requiere una respuesta anloga; la responsabilidad no se puede camuflar; nadie es capaz de ocupar tu puesto. Sales de ti mismo sin cobertura ninguna, sin saber hacia donde te va a llevar ese rostro que miras.

2).- El ser gratuito no soporta acotamientos. Estos son muy propios de las relaciones regladas y de justicia. En los juegos, por ejemplo, los movimientos estn predeterminados por las reglas. La convivencia segn la justicia se despliega bajo la batuta de lo debido. La identidad de las personas, bien como jugadores de ajedrez, de mus o de baloncesto, bien desde las pertenencias debidas, apenas deja espacio a la sorpresa.

La identidad a travs del rostro no se puede congelar en patrones fijos. Cada persona tiene la suya. El rostro del otro me solicita desde las ms insospechadas identidades. Es una libertad a la intemperie, la nica que se adapta a la gratuidad. Es la libertad de darse, de entregarse como don al otro, sin saber las cimas concretas que hay que escalar, los senderos que se han de tomar, emprende la aventura de ser-para-el-otro, no simplemente de ser-en-el-mundo. Ser gratuito es nadar en la existencia a la deriva del otro, sin referencias acotadas; es constituirse, como se expresa muy bien Lvinas, en rehn del otro.

Pero no debemos pensar sin ms en situaciones angelicales. Alguna vez, tal vez pocas o muchas veces, todos hemos sido rehenes del insulto extemporneo del otro, y hemos tenido la fina inteligencia y la soberana libertad de no iniciar la guerra. Pero este modelar el propio ser desde el rostro del otro para algunas personas no es puntual; recorre de parte a parte toda su existencia. As se puede observar en aquellas personas que atienden diariamente personas, rostros de otros, en graves dificultades personales y sociales.

3).- Ser gratuito entraa una forma de amar. El amor gratuito es probablemente el nico amor que no se deja encadenar por diferencias atrapadoras; en suma, es completamente libre. Surge esta paradoja: la gratuidad hermana la existencia hecha rehn y la libertad. Diferencias atrapadoras son el yo, la belleza, lo debido, la riqueza, la bondad, el prestigio, la simpata, el sexo, la compaa, el poder, la sabidura, etc. El amor gratuito es sensible a estas diferencias, pero no se deja cautivar por ellas. Sale simplemente como don al encuentro del otro.

4).- La gratuidad del rostro concreto del otro camina hacia lo universal. Mientras las otras relaciones, partiendo de universales, a travs de las diferencias atrapadoras, terminan por perder universalidad. Aman a determinados seres humanos, excluyen a otros, o se muestran indiferentes frente a ellos. El amor gratuito, asentado sobre la inmediata concrecin, libre de acotamientos y de diferencias seductoras, acaba ganando la universalidad. Es el nico amor digno de tocar el Infinito.

5).- La peculiaridad del amor gratuito se percibe, asimismo en los quebrantamientos de relacin. La ruptura de la convivencia regulada se ataja con el castigo; siempre media la coaccin del poder. La armona justiciera se desequilibra al arrebatar el derecho del otro. Tambin aqu suele intervenir el poder. Pero ste no es capaz de restablecer la citada armona: es necesaria la restitucin. Se puede devolver el derecho robado, restaurando la ms perfecta igualdad, sin mediar especial amor por el otro. La justicia no tasa el amor y el odio. Se exige al rico que devuelva al pobre lo suyo, quedndose cada uno con lo debido. Esto es admirable, pero la recomposicin de la unidad justiciera deja al margen amplias zonas de relacin humana sumamente sensibles.

Supongamos ahora que el otro ha rechazado brutalmente mi don. Las heridas no pueden curarse por el castigo o la restitucin. El otro no ha quebrantado regla o derecho alguno, ya que se trata de relacin gratuita. Slo cabe la reconciliacin. Tal vez este vocablo no expresa bien la situacin, pues parece exigir al otro algo emparentado con lo debido. En ese caso permaneceramos en la dignsima relacin de justicia. Describe mejor el restablecimiento de la ruptura el clsico perdn. La palabra procede del latn per-donare, que significa dar con creces. Quien se rige por el amor gratuito es consciente que la destruccin de un regalo slo puede restablecerse con otro mayor. Es sencillamente recomponer el desgarrn del mal con la unidad del bien.

6).- Actitud soberana: dar sin esperar a recibir, estar a la intemperie. La donacin no tiene en cuenta la respuesta del otro. Esta relacin resultar a veces incmoda, incluso dramtica. El rostro del otro puede trasparentar indiferencia, enemistad, indigencia, agresividad, egosmo, injusticia, suficiencia, incomprensin, etc. Es difcil percibir la dura y exquisita dinmica del ser gratuito.

7).- La convivencia gratuita es otro gigantesco paso hacia la humanizacin. Supongamos que una comunidad humana se rige por relaciones de gratuidad. Lazos de poder desapareceran sbitamente. La eliminacin de la guerra en todas sus formas supone un enorme desarrollo de la razn. No hay hombres ms inteligentes que stos. Entraa, asimismo, cultivos intensos de una amplia gama de valores. La comunidad adoptar reglas y normas sin peligro alguno de convertirse en una comunidad demonaca. Ocurrir ms bien lo contrario. Esas inteligencias superiores, movidas por la citada amplia gama de valores, arrancarn a la tecnologa, el arte, la ciencia formal y el derecho centenares de relaciones regladas pletricas de humanidad.

Se progresara otro tanto en el campo de la justicia, pues la identidad de pertenencias debidas se ensanchara notablemente. La comunidad no necesitara santificar una fuerza legal, pues en ella ha desaparecido la reciprocidad del poder. Hemos observado anteriormente que la gratuidad impulsa a salir hacia el otro sin retorno, constituyndose uno en su rehn. Esta urgencia es de distinto orden, y mucho ms fuerte, que la obligacin ligada a la regla y a lo debido. Las relaciones de donacin rezuman excelente sustancia humana. Dad y se os dar; una medida buena, apretada, colmada, rebosante ser derramada en vuestro seno. La medida que con otros usareis, esa se usar con vosotros (Lc 6, 38).

3.3.- En la vida social: predicar con excelencia.

Hoy hemos escuchado en la oracin de laudes al profeta Isaas decir que sobre el vstago que va a venir se posa el Espritu del Seor: Un espritu de prudencia y sabidura. Un espritu de consejo y valenta. Un espritu de ciencia y temor del Seor.

Este espritu proftico ha de estar presente en las tres excelencias de las que nos habla santo Toms en sus escritos cuando afirma que en la vida personal, familiar y social del ser humano deben expresarse estas tres excelencias: La excelencia de lo general. La excelencia de lo profesional. La excelencia de lo familiar. Montserrat Caball deca en una entrevista reciente, con motivo del Concierto benfico (Concierto para la esperanza) que ofrecer en la Baslica Nuestra Seora del Mar en Barcelona, lo siguiente: Cantar me da una fuerza inconmensurable, sales y te sientes vivo porque haces lo que te gusta por el bien de la humanidad. A travs de la msica quiero hacer bien a la propia msica, por ser un canto al ser humano que te lleva a Dios; quiero hacer bien a los dems, especialmente a los ms necesitados y a los que sufren; quiero hacerme bien a m misma. Lo constato cada vez que mi marido me dice Cuando cantas ganas en salud.Quisiera unir estas voces: la voz del profeta, la voz de santo Toms y la voz de Monserrat Caball, para reflejar la importancia que tiene en la vida del predicador predicar con excelencia.3.4.- En la vida eclesial: predicar con experiencia.

La falta de suficiente experiencia religiosa tiene sus consecuencias, ya que genera malestar y erosiona incluso la propia fe, generando a su vez algunos cismas:

MALESTAR:Ante el pluralismo de opinin: la razn comunicativa.Ante la posibilidad de convertirse en una minora cognitiva.Ante la quiebra de las estructuras de plausibilidad.Ante el proceso de transmisin de la fe.

CISMAS:Fragmentacin vertical: ausencia de comunin.Fragmentacin horizontal: ausencia de fraternidad.

EROSIONES:Erosin en la ortodoxia.Erosin en la ortopraxis.

Se impone en la predicacin dominicana la superacin de estos dficits:

Dficits en la expresin y comunin de la fe

El dficit en la expresin de la fe es una suerte de afasia que impide a los creyentes articular el sujeto y el predicado en asuntos de su fe. Esta afasia de la fe, produce, naturalmente, otros dficits no menos importantes en su transmisin. Todos los domingos los pacientes laicos que oyen homilas de clrigos, padecen y resienten estos dficits.Para complicar el cuadro e incrementar el sordo malestar, en los ltimos decenios nos ha sobrevenido el deficit teolgico. La teologa sacramental no ha estado a la altura de las demandas del pueblo en materia de sacramentos, ni ha sabido responder a las dificultades de la praxis sacramental. Esta teologa parece que sigue varada ante las aporas del objetivismo. Podramos anotar este hecho como un elemento ms en la quiebra de las relaciones horizontales dentro de la Iglesia. El ms grave de todos los dficits: carencia de experiencia religiosaLos analistas de la situacin religiosa presente, coinciden en afirmar que estamos al final de un modo de acercamiento a Dios. La tendencia inmanentista es fcilmente observable, pero el exceso de ella, sin el contrapeso de algo as como la transcendencia dentro de la inmanencia, parece que llevar a muchos contemporneos a un vaco del sentido, o a un sofoco y hartazgo de la inmanencia. La trayectoria que estamos siguiendo ya la vislumbr Nietzsche cuando seal cmo la era del dogma dio paso a la era de la moral. Y despus de la moral, hacia dnde se dirige esa trayectoria de la Modernidad? Despus de la etapa moral, sin duda alguna, nos espera la etapa mstica. Pero hay que entender mstica, no como en lenguaje coloquial, sino como sinnimo de espiritualidad; esto es, como capacidad de la experiencia normal de la fe, y no como despliegue de fenmenos paranormales o extraordinarios.

3.5.- En la vida familiar (educativa, laboral, profesional): predicar con la virtud del cuidado.

El inters de una reflexin sobre el cuidado, como epimleia, radica no solamente en el valor que el cuidado tiene en la vida cotidiana de las personas, sino tambin y sobre todo en los valores ticos que el cuidado comporta en las relaciones personales y sociales entre humanos y en los comportamientos morales que el cuidado exige en la manera de comunicarnos las personas, es decir, de tratarnos y de tratar adecuadamente nuestro mundo y entorno.

Hoy hablamos de la Teologa del cuidado que inspira la ciencia, la educacin, la sanidad, pero olvidamos que ya en el Evangelio encontramos una expresin del cuidado muy iluminadora para el momento presente en el que nos encontramos. Hacemos referencia la parbola del Buen Samaritano. En ella se nos afirma el cuidado en relacin con la solicitud (otro me solicita ayuda porque la necesita) y la vulnerabilidad (la ayuda es solicitada desde una situacin extrema de necesidad):

Pero un samaritano que iba de camino lleg junto a l, y al verle tuvo compasin. Acercndose, vend sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y le mont luego sobre su propia cabalgadura, le llev a una posada y cuid de l. Al da siguiente sac dos denarios y se los dio al posadero diciendo: cuida de l y, si gastas algo ms (Lc 10, 29-37).

3.6.- En la vida moral: predicar con la autoridad de lo indicativo.

La autoridad moral en nuestros das brota ms desde lo indicativo que desde lo estrictamente prescriptivo. No solamente necesito conocer las normas, las prescripciones necesito tambin y sobre todo, conoce el camino porque el que transitarlas.

El paso de una moral solamente prescriptiva a una moral ms indicativa lo estn logrando las iglesias cristianas en general y catlica en particular. El paso del debes hacer (moral prescriptiva) a mira esto o lo otro (moral indicativa) es una realidad cada vez ms patente en el momento cultural en el que nos encontramos. El buen consejo se aproxima ms a la moral indicativa que a la moral prescriptiva. El predicador, porque debe ir por delante, recuerda a los oyentes (sean creyentes o no) los compromisos con la vida que haya adquirido. Debe hacerlo, no tanto desde el debes hacer, como desde el mira esto, fjate, piensa, reflexiona, considera no te has dado cuenta que Esta es una tarea preciosa en el modo de ejercer la autoridad entre nosotros. Si no hemos percibido esto en la sensibilidad dominicana de hacer las cosas, an no hemos salido de nuestro primer noviciado.

4.- ConclusionesDios Padre de misericordia, que llamaste a tu servidor Domingo de Guzmn a ponerse en camino en la fe, como peregrino itinerante y predicador de la gracia, al prepararnos a celebrar el Jubileo de la Orden, te pedimos que infundas de nuevo en nosotros el Espritu de Cristo Resucitado, para que podamos proclamar con fidelidad y alegra el Evangelio de la paz, por Jesucristo nuestro Seor. Amn.(Oracin del Jubileo)

PARA SEGUIR PROFUNDIZANDO

Carpetas de materiales con motivo del Jubileo Dominicano 2006-2016: Carpeta 1: La misin de la predicacin. Carpeta 2: Predicacin y cultura. Predicacin comunitaria. Carpeta 3: Las Dominicas y la Predicacin. Carpeta 4: Mara: contemplacin y predicacin de la Palabra. Carpeta 5: El laicado Dominicano y la Predicacin.

Algunos textos bsicos:

1.- HUMBERTO DE ROMANS, O.P., La formacin del Predicador, San Esteban, Salamanca 2014, 210 pp.2.- MARTNEZ, Felicsimo, O.P., El Ministerio de la Predicacin y la Orden de Predicadores, STUDIUM XXXII (1992) 283-321 (Extracto Carpeta 1, n. 7).3.- NOLAN, Albert, O.P., Esperanza en una poca de desesperanza, Santander, Sal Terrae 2010 (Extracto Carpeta 4, n. 14).

Artculos y reflexiones sugerentes:

1.- ANTN, I., O.P., Santo Domingo de Guzmn: fuente de espiritualidad laical, Carp. 5, n. 13.2.- AZPROZ, C., O.P., Caractersticas de la predicacin y actitudes del predicador, Conferencia pronunciada en la LXI Asamblea de la Unin de Superiores Generales, noviembre 2002 (Extracto Carpeta 1, n. 6).3.- BARRIO, P. del, D.M.S.F., La predicacin dominicana, Ponencia pronunciada en Caleruega, XXXVI Encuentro Familia Dominicana sobre el laicado dominicano, julio 2008, Carp. 1, n. 16.4.- BRACERAS, E., O.P., Mujeres predicadoras: alumbrar la Palabra, Carpeta 2, n.3.5.- BEDOUELLE, G., O.P., Predicacin: atractivo, don y carisma, en La fuerza de la Palabra. Domingo de Guzmn, San Esteban, Salamanca 1987, pp. 143-146 (Carpeta 1, n. 2).6.- BYRNE, D., O.P., Los laicos y la misin de la Orden, en AA. VV., Alabar, Bendecir, Predicar. Palabras de gracia y verdad (1962-2001), San Esteban, Salamanca, 2003, pp. 188-195 (Extracto Carpeta 5, n. 4) y El ministerio de la Predicacin; Ibid, pp. 220-229 (Carp. 1, n. 4).7.- CADOR, B., O.P., El laicado dominicano y la predicacin, Carta del Maestro de la Orden, febrero 2014. (Carpeta 5, n. 1).8.- CARBALLO FERNNDEZ, F. J., O.P., Vida y misin compartida. Profundizando en la espiritualidad dominicana, Conferencia pronunciada en el XXXV Encuentro de Familia Dominicana, Caleruega 2007 (Extracto Carpeta 5, n. 14).9- CONGAR, Y., O.P., Los laicos y la funcin proftica de la Iglesia, en Si sois mis testigos, Estela, Barcelona 1965, pp. 116 y ss. (Extracto Carpeta 5, n. 6).10.- FERNNDEZ NAVARRO, . J., O.P., La identidad de los miembros de la Fraternidad laical de Santo Domingo, conferencia pronunciada en el Encuentro de las Fraternidades Laicales Provincia de Espaa, La Virgen del Camino, 2007 (Extracto en la Carpeta 5, n. 10).11.- LANAO, C., O.P., Mara Magdalena. Qu significa hoy para la vida y misin de la Orden de Predicadores?, Tesina de licenciatura en teologa pastoral (Carpeta 3, n. 6).12.- RADCLIFFE, T., O.P., Alabar, bendecir y predicar. La misin de la Familia Dominicana, en AA. VV., Alabar, Bendecir, Predicar. Palabras de gracia y verdad (1962-2001), San Esteban, Salamanca, 2003, pp. 493-511 (Carpeta 5, n. 5).13.- R. FASSIO, F., O.P., El por qu, el para qu y el cmo de la vocacin del laico dominico, Conferencia XXXVI Encuentro Familia Dominicana, Caleruega 2008. (Carp. 5, n. 12).14.- ROMN MARTNEZ, M C., O.P., Mara, modelo del discpulo, segn Lucas, Resea Bblica 61 (2009) 33-42. (Carpeta 4, n. 4).22