lady pirata

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    MMiirreeiillllee CCaallmmeell

    LLAADDYY PPIIRRAATTAA

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    NDICE

    Captulo 1 ........................................................................ 4

    Captulo 2 ........................................................................ 9Captulo 3 .......................................................................17Captulo 4 .......................................................................26Captulo 5 .......................................................................34Captulo 6 .......................................................................40Captulo 7 .......................................................................46Captulo 8 .......................................................................53Captulo 9 .......................................................................59

    Captulo 10 .....................................................................65

    Captulo 11 .....................................................................71Captulo 12 .....................................................................80Captulo 13 .....................................................................86Captulo 14 .....................................................................92Captulo 15 ................................................................... 100Captulo 16 ................................................................... 107Captulo 17 ................................................................... 112Captulo 18 ................................................................... 118

    Captulo 19 ................................................................... 124Captulo 20 ................................................................... 130Captulo 21 ................................................................... 135Captulo 22 ................................................................... 140Captulo 23 ................................................................... 145Captulo 24 ................................................................... 150Captulo 25 ................................................................... 156Captulo 26 ................................................................... 162Captulo 27 ................................................................... 169

    Captulo 28 ................................................................... 175Captulo 29 ................................................................... 180Captulo 30 ................................................................... 189Captulo 31 ................................................................... 195Captulo 32 ................................................................... 201Captulo 33 ................................................................... 206Captulo 34 ................................................................... 213Captulo 35 ................................................................... 219

    Captulo 36 ................................................................... 228Captulo 37 ................................................................... 235

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    Captulo 38 ................................................................... 242Captulo 39 ................................................................... 247

    RESEA BIBLIOGRFICA ............................................. 255

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    desvencijada, constitua todo el mobiliario de la habitacin. Pese a su delgadez, supeso hundi el colchn de paja y arrug la ajada colcha que lo cubra.

    Ya no eres una nia, Mary le dijo apretndole las manos. Hasta ahoraslo he podido ofrecerte habitaciones srdidas, vestidos zurcidos y ms patatas que

    carne para cenar. No era lo que soaba para ti, pero qu poda hacer? Nac maldita,cario. Buena para ser amada, eso s, pero de qu forma?Mary se acurruc contra ella, reprimiendo el suspiro de satisfaccin que le

    produca su calor. Como otras veces, Cecily iba a desahogarse.Conoca la historia de memoria. A menudo, cuando era ms nia, haba llorado

    las desgracias de su madre con ella. Pero Cecily tena razn. Ahora era demasiadomayor y haba conocido demasiados infortunios como para seguir apiadndose deella. Cecily oscilaba permanentemente entre la euforia y la depresin y Mary se habaacostumbrado a esos vaivenes. Sin embargo, el exceso abrumaba.

    Call, a pesar de todo, y dej vagar sus pensamientos al ritmo lento quemarcaban los gestos de su madre mientras desgranaba, de la misma forma que lohaca con sus amantes ocasionales, la historia de su desesperanza.

    John Read era el hijo menor de un rico armador londinense que, seducido por labelleza y la gracia de Cecily, se cas con ella contra la voluntad de sus padres. LosRead deseaban para su hijo una boda socialmente conveniente y Cecily no colmabasus expectativas. Hurfana y procedente de una familia humilde, tras la muerte desus padres haba sido acogida por un to ya anciano, un pescador que careca de losmedios para dotarla con otra riqueza que no fuese su cario. Por haber osadodesafiar la autoridad paterna, los padres de su esposo renegaron de l y ledesheredaron.

    Al verse sin dinero, John Read se enrol como marinero para poder mantener asu esposa y al hijo que ella esperaba. Cuando Oliver naci, enclenque y pelirrojo, lafamilia Read se neg a conocerle, de la misma forma que se haba negado a conocer aCecily.

    A pesar de todo, durante un ao fueron felices y no se arrepintieron para nadade su locura. Hasta que el barco en el que John se haba enrolado parti hacia lasIndias Occidentales y se hundi durante la travesa.

    Una enlutada y desesperada Cecily hubo de refugiarse de nuevo en casa de suanciano to, que tambin muri unos meses ms tarde. Cecily intent entonces forzarla puerta y el cario de los Read, pero slo obtuvo desprecio.

    Pasaron dos aos. Cecily encontr empleo como doncella, lo que le permitiasegurar su sustento y el de su hijo. Entonces conoci a otro marino que asegurabaamarla y que, en vez de la boda prometida, la obsequi con otro hijo, una nia a laque llam Mary Jane. Una maana, el marino se march para no volver jams. Nadie,ni siquiera el capitn del navo en el que se haba enrolado, supo nunca qu habasido de l.

    Cecily, negndose a creer que la haba abandonado, le imagin muerto,

    posiblemente a manos de unos malhechores. Algo que era moneda corriente en lascallejuelas de Londres, donde se codeaba toda la miseria de Inglaterra e imperaba la

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    ley del ms fuerte.Para olvidar, Cecily sigui a sus patronos hasta la pequea ciudad de Hull,

    donde escondi su deshonra. Pero, vencido por las fiebres de un invierno lluvioso,Oliver muri y Cecily, incapaz de soportar el peso de tan implacable fatalidad, cay

    en una profunda depresin. A pesar de la paciencia y de la comprensin de susamos, fue finalmente despedida por negligencia y volvi a Londres con su hija,malviviendo gracias a los pequeos ahorros que le quedaban.

    Al enterarse por casualidad de la muerte de sir Edward Read, su suegro, se leocurri una idea. Una idea que poda salvarlas a las dos. Por lo tanto, decidi ponerlaa prueba. Visti a Mary con las ropas de su difunto hermano y la hizo pasar por lante sus amantes. Aparentemente, todos se dejaron engaar y as Mary serva dedigno aval de la dulce locura de una mujer que, amando, olvidaba que nunca habasido amada.

    En este punto, Mary permiti que su madre le secara una lgrima que ya sloera fruto de la costumbre y esper pacientemente a que terminase su relato diciendocon voz temblorosa:

    Est todo arreglado, verdad, Mary? A partir de ahora t sers mi ngel. Mingel de la guarda.

    Hasta que la muerte nos separe, madre prometi la nia, esperando detodo corazn ser digna de la confianza que su madre depositaba en ella.

    Esa misma tarde Cecily se puso su vestido menos desgastado, que,afortunadamente, era de un color ciruela muy favorecedor, se cubri con una capa depao negro y condujo a Mary a una casa seorial situada en las inmediaciones de laabada de Westminster. All, Cecily se hizo anunciar a lady Read, que, altiva y digna,las recibi con frialdad. El simple hecho de que consintiese en abrirles sus puertassupuso para Cecily una gran victoria, que ocult detrs de una reverencia cuidadosay humilde.

    Seora, ste es Oliver, vuestro nieto. Me gustara hablaros de l en privado, sime lo permits.

    Seguidme respondi lady Read con sequedad, dejando a la nia al cuidadode Jenny, su doncella.

    Cecily la sigui, pisndole los talones, hasta un pequeo saln seorial que tuvola virtud de recordarle inmediatamente su propia miseria. Tragndose su orgullo seplant ante la dama, enlutada todava de la cabeza a los pies y sobriamente peinadacon un moo que recoga cuidadosamente sus cabellos blancos.

    Tal y como la recordaba, era arisca y estaba a la defensiva.Me veo en la necesidad de mendigar una vez ms empez Cecily al

    comprender que nadie iba a ofrecerle un asiento y mucho menos un chocolate.Creed que no es por m, sino por vuestro nieto, al que intento educar del mejor modo

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    posible.Como respuesta slo obtuvo un silencio glacial. Adoptando un tono

    desesperado, Cecily insisti:Haba pensado que este nio, que perpeta vuestra carne y vuestra sangre,

    podra convenceros de nuestra miseria. Se merece lo que me negasteis a m. A pesarde que trabajo como doncella, apenas me alcanza para darle de comer y quieroproporcionarle la educacin a la que tiene derecho por el apellido que vuestrodifunto hijo le dio. Seora, si yo no puedo hacerlo, vos s podis. Rechazadme tantocomo queris, puesto que para vos ni siquiera soy digna de existir, pero salvadle a l,os lo suplico.

    Lady Read suspir con exasperacin. Le costaba perdonar a esa mujerzuela quehaba pervertido a su hijo pequeo hasta el punto de decidirle a abandonar susprivilegios, llevndole a perderse y ahogarse en el ocano. Sin embargo, sus

    profundas convicciones cristianas le impedan desatender esa demanda, tal y comolo haban hecho anteriormente su esposo y su hijo mayor. El nio no era responsablede los errores de sus padres. Era una mujer piadosa y abandonarlo sin ms sera unpeso insostenible para su conciencia.

    Muy bien dijo. Confidmelo y velar para que sea instruido.Evidentemente, deberis renunciar a l.

    Renunciar a mi hijo, seora? Por quin me tomis? Preferira morir aperderlo. Es todo lo que tengo.

    Era sincera y lady Read se dej convencer, ms molesta por la presencia deCecily que por sus demandas.

    Sea cedi. Dormir en vuestra casa y pasar los das aqu, instruido porun preceptor y un maestro de armas. Deber portarse correctamente, serdisciplinado, buen alumno, atento y respetuoso. A la mnima extravagancia, loechar. Est claro?

    Totalmente, seora. Puede uno tener la nariz enterrada en el fango y sercapaz de limpirsela declar Cecily con orgullo. Oliver sabe comportarse y sabragradeceros vuestra bondad. Sin embargo os queda todava por solucionar el temade sus cenas. Ha crecido mucho y mi salario no es suficiente para satisfacer suinsaciable apetito. Yo puedo privarme de lo que sea, siempre lo he hecho, pero temoque ni con eso sea suficiente.

    Os pasar una pequea pensin decidi lady Read mientras se diriga a lapuerta. Cecily comprendi que la entrevista haba terminado. Antes de abrir, susuegra la mir de arriba abajo y aadi: Vuestra presencia me resulta insoportable.No regresis jams.

    No os dar la ocasin de odiarme ms, os lo aseguro respondi Cecily conarrogancia.

    Sus miradas se cruzaron y fue Cecily la primera en ceder. No poda permitirseel lujo de poner en peligro las prebendas que acababa de obtener.

    Por mucho que me cueste dijo con un nudo en la garganta, deboagradeceros todo lo que vais a hacer.

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    Lady Read abri la puerta y pidi a Jenny que acompaase a las visitas. Mary-Oliver se adelant hacia la que a partir de entonces sera su abuela y le dedic unasonrisa zalamera subrayada con un saludo obsequioso. En la cocina, Jenny,conmovida por su delgadez, la haba cebado con la merienda y a Mary eso le pareciuna excelente manera de saciar su hambre atrasada. Por conseguirlo estaba dispuestaa todas las bajezas.

    Lady Read roz su pelo corto y pregunt simplemente, como si recelase algnsubterfugio:

    Quin eres, nio?Soy un ngel le asegur Mary-Oliver con una mirada llena deagradecimiento y a su vez de malicia.

    Intenta seguir sindolo le aconsej lady Read.Mary-Oliver asinti. Estaba dispuesta a seguir su consejo todo el tiempo que

    fuese necesario. Cecily tom la mano de Mary y se despidi. Sin embargo, en cuantovolvi la esquina de la calle, escupi con autntica ira:

    Esa vieja bruja pretenda separarme de ti! Mi destino sigue sin interesarle!La nica condicin que ha puesto para hacerse cargo de ti ha sido que te dejase vivircon ella y que no volviese a verte nunca! Por Dios, he tenido que protestar, haceraspavientos y lloriquear! Qu clase de madre sera si te abandonase as? Tiene queodiarme mucho para imaginar que sera capaz de algo as!

    La habis convencido? pregunt Mary, segura de la respuesta. Nadiepoda resistirse a las dotes de persuasin de Cecily.

    Por supuesto contest su madre, ya ms calmada. He obtenido todo loque deseaba. Desde maana y hasta la muerte de esa arpa tendrs que ser un ngel,Mary, pero por encima de todo tendrs que ser el ms servicial de los nios.

    No temis, madre. Por el amor que os tengo, ser todo eso y ms.Indiferente a las miradas de los caballeros y de los vendedores ambulantes que

    surcaban las callejuelas de Londres, Cecily se agach en el arcn y subi el cuello delabrigo de su hija con una mirada emocionada y tierna.

    Por el amor que me tienes, Mary, y por ti. Porque, en este mundo, eres minico orgullo, mi nico aliento y, sin ninguna duda, mi nica razn para seguirviviendo.

    Y sa era la nica verdad sobre la que Cecily no exageraba ni un pice.

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    Captulo 2

    Mary no consigui encariarse con lady Read. A pesar de las muestras decario y de la atencin responsable que la anciana dama le prodigaba, siempre lasinti como una extraa. Ms an, como a una enemiga. Si Mary era el centro deluniverso para Cecily, Cecily tambin lo era para Mary. Nada era tan importante paraella como ver a su madre sonrer, bailar, sonrojarse y canturrear mientras la asa del

    brazo como si fuera su caballero y le deca: Hija, eres el hombre de mi vida!, en untono de alegre desesperacin que la converta en una persona maravillosa a la queslo Mary poda entender.

    Aquella tarde lady Read recibi a una de sus amigas, que, como ella, acababa deenviudar. Mary-Oliver, refugiada como de costumbre en la cocina, esperaba lallegada de su preceptor disfrutando de un bizcocho con sabor a vainilla.

    Me encantan tus pasteles, Jenny la halag, mientras disfrutaba de unasegunda racin. En el transcurso de aquellos meses Mary haba recobrado susmejillas redondas y sonrosadas. Tambin Cecily, gracias a la pensin de lady Read,tena mejor aspecto. Se haban mudado y, aunque vivan en una posada porque elpresupuesto no les alcanzaba para pagar el precio de un apartamento amueblado, sunueva habitacin ola a limpio y las comidas estaban bien preparadas.

    A lady Read no le gustaba que Mary-Oliver se dejase ver cuando tena visitas.La nia se haba aprendido de memoria todas las reglas de la casa, que no eran pocasy en ocasiones, segn su opinin, resultaban ridculas. Pero se afanaba porrespetarlas, consciente de que el ms mnimo error servira de pretexto para echarla.Tena, por ejemplo, que mantener la mirada baja y las manos juntas detrs de laespalda cuando le dirigan la palabra y tambin deba cerrar, cuidadosamente y sinhacer ruido, las puertas de las habitaciones en las que entraba o de las que sala.

    Tena prohibido acceder a algunas de las estancias de la casa. Pero Mary, a

    juzgar por lo poco que vea limitada como estaba a la cocina, el gran saln, elsaloncito, el vestbulo, el despacho del difunto sir Edward Read donde reciba susclases, la sala de armas y el comedor, haba comprendido que la familia poltica deCecily disfrutaba de una gran fortuna. Las consolas, los arcones, los armarios y lasmesas eran de maderas preciosas, adornados por suntuosas marqueteras oricamente torneadas. El pan de oro realzaba sutilmente los jarrones de porcelana, loscandelabros eran de cobre o de plata y las alfombras tenan una apariencia tanmullida que Mary soaba con poder pasear descalza por ellas.

    Le habra encantado explorar el piso alto de la vivienda, un edificio sin jardn

    situado en pleno centro de la ciudad, y descubrir las numerosas habitaciones quesaba que haba, pero no estaba autorizada a ello.

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    Un estrecho corredor separaba la cocina del saloncito de recibir de lady Read, loque permita a Jenny atender casi inmediatamente las llamadas de la campanilla desu ama. Desobedeciendo el reglamento, Jenny dejaba la puerta abierta para que losataques de risa que le causaba el diablillo de Mary-Oliver no le impidiesen or sus

    requerimientos.Se haba encariado con la criatura y le pareca totalmente injusta la forma en laque sus amos la haban desatendido. Y Mary, para enternecerla an ms, cargaba lastintas al hablar de la desesperacin de su madre y de sus innumerables cualidades.

    Ese da, lady Read olvid cerrar la puerta del saloncito, distrada y agobiadacomo estaba a causa de la carta que haba recibido esa misma maana de su hijomayor, en respuesta a la que ella le haba escrito para informarle de las disposiciones

    que haba tomado con respecto a Mary-Oliver.A la muerte de su padre, Tobias Read se haba hecho cargo de sus negocios, loshaba hecho prosperar y su ambicin le llevaba a soar con obtener la concesin delmercado de la Marina Real britnica.

    En la carta se mostraba sorprendido, contrariado y exasperado por la decisinde su madre; la acusaba de haber perdido su lucidez y le auguraba que su enormegenerosidad nunca se vera agradecida, sino defraudada. Y aada que, en cuantotuviese la oportunidad, ira a hablar personalmente del tema con ella.

    Jenny, enfrascada en sus ocupaciones culinarias y totalmente absorbida porellas, haca caso omiso de la conversacin que tena lugar en el saloncito. Mary, por elcontrario, estaba fascinada por lo que estaba escuchando. Sobre todo porque ladyRead se quejaba, justamente, del comportamiento de su hijo mayor.

    Tobias es impetuoso, obstinado y colrico, justo la anttesis de su difuntohermano le confiaba a su amiga. Me hubiese encantado que me hubiera dado unnieto, pero, desde que enviud, rechaza la idea de volver a casarse, con el pretexto deque tiene todo el tiempo del mundo y de que ama su libertad. Como si fuese lo msnormal! No entiendo su actitud atrevida con las mujeres. Es discreto, por supuesto,pero no me cuesta adivinar que no se comporta como un monje y que ejerce deamante cuando las buenas costumbres lo querran marido. Tengo la impresin deque, desde la triste experiencia de su hermano, no se fa de las mujeres. Creo que nole ha perdonado haber preferido a esa mujerzuela antes que a nosotros. Y no puedoreprochrselo. Pero qu poda hacer yo frente a este dilema?

    Lo que vuestra proverbial generosidad os ha indicado que hicierais laconsol su amiga.

    La pobre criatura no tiene ninguna culpa suspir lady Read. Ha nacidode una buscona holgazana y por eso me he empeado en liberarla de las garras de

    esa mujerzuela, pero durante cunto tiempo?Mary se crisp. Cecily no se mereca que se hablara de ella en trminos tan

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    injuriosos!Has terminado? le pregunt Jenny cariosamente y sin haber escuchado

    ms que sus propios pensamientos.Mary ocult su rencor y su ira detrs de esa sonrisa que haba aprendido a

    dibujar a voluntad y pidi otro tazn de leche.Algunos minutos ms tarde su preceptor se present dispuesto a impartir laleccin de geografa y Mary-Oliver lo sigui hasta la sala de estudio. En el corredorse cruzaron con lady Read, que acompaaba a su amiga hasta la puerta. Las damassaludaron al profesor y le desearon que su trabajo fuese grato al tiempo que lanzabana Mary una mirada condescendiente que tuvo la virtud de dejar en su corazn msodio que gratitud.

    En tu condicin de varn, lady Read te da todo aquello a lo que una mujernunca podra aspirar! Recibes lecciones de los mejores maestros y aprendes tambina batirte. Si yo hubiese tenido esos conocimientos, si las mujeres de nuestro tiempohubiesen podido acceder a ellos, Mary, ahora sera libre. Todas seramos libres. Nodejes pasar esta oportunidad le exigi Cecily aquella misma noche, cuando Mary leconfes la causa de su malhumor. Aprovchate de lo que te ofrecen y nadie, jams,ser tu dueo.

    Mary haba asentido y haba vuelto a casa de lady Read.

    Aprovchate de lo que te ofrecen

    A partir de ese momento, decidi que eso no sera suficiente. Se transform enuna alumna ejemplar que devoraba la gramtica, la aritmtica, el latn, el francs, lageografa y la astronoma con la misma ansiedad con la que devoraba los bizcochosque dejaban al alcance de su mano.

    El pastor Reeves la instruy en los Evangelios y en el rigor de la fe protestante.Era agradable y paciente con ella, pero Mary no poda dejar de pensar que lo hacams por su abuela, donante generosa de la parroquia, que por sus propios mritos.

    Cuando la haca recitar los diez mandamientos, la nia cruzaba los dedos detrsde su espalda para anular el que la haca sentirse ms incmoda: No robars. Ellano haba elegido nacer pobre, se deca, y si su madre lo era se deba a los estpidosprincipios de los ricos y a su rechazo ante las alianzas socialmente desiguales. Ya ibasiendo hora, pues, de devolver a su madre la vida que le haban robado. Y con esaidea en la cabeza se puso a sisar: azcar, chocolate, todo lo que encontraba y caba en

    sus bolsillos, todo aquello, en fin, que la ingenuidad de Jenny dejaba al alcance de sumano.

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    Algn tiempo despus, Tobias Read se present en la mansin. Jenny lo recibicon una airosa reverencia.

    Sir Tobias dijo, vuestra visita nos honra.Mary-Oliver estaba en el vestbulo descalza. Acababa de recibir su primera

    leccin de equitacin y se resenta de un tobillo a causa de una mala cada. Estabasentada en una silla y ocupada dndose un masaje cuando su to hizo su entrada. Sincalzarse, se levant rpidamente y se inclin, desendole la bienvenida.

    Tobias Read volvi la cabeza, mostrndole ostensiblemente su desprecio. Maryno se ofendi porque ya se haba preparado para esta situacin desde haca tiempo.Mientras Jenny le ayudaba a despojarse de su abrigo, de su bastn y de su sombrero,Mary se retir para poder observarle a gusto.

    Calcul que deba de tener unos treinta y cinco aos como mucho. Luca untraje bien cortado que le afinaba el talle y le moldeaba los hombros. Era un hombre

    bien formado y de aspecto agradable. Tena los ojos negros y vivos, al igual que suscabellos, que llevaba largos y rizados, como las pelucas de moda en la corte. Pero, apesar de su buena apariencia, Mary slo percibi en l suficiencia y orgullo.

    Jenny se apresur a conducirlo al saloncito, en el que lady Read estaba leyendo.Madre, mi muy querida madre dijo inclinndose pero sin mostrar un

    asomo de ternura.Tobias, estoy muy contenta de verte asegur ella tendindole la mano para

    que la besase.Dejndolos solos, Jenny cerr la puerta del saloncito al salir, malogrando toda

    posibilidad de que Mary-Oliver se enterara de lo que se hablaba.No te quedes ah, Oliver aconsej en voz baja a la nia. Sabes que tu

    abuela detesta verte rondando cuando recibe visitas. En cuanto a su hijo, puedescreerme, es todava ms desagradable de lo que parece.

    Mary-Oliver asinti, pero se qued plantada en el corredor mientras Jenny sealejaba. La doncella deba ocuparse de la limpieza del cobre y no poda entretenersesi quera terminar antes de la hora de la cena. En cuanto se qued sola, y aun a riesgode verse descubierta, Mary peg la oreja a la puerta para percibir con ms claridad laconversacin, ahogada por el espesor de la madera. Arda de curiosidad.

    No entiendo cmo habis podido acoger a ese nio! exclamaba TobiasRead indignado. Resulta evidente que no tiene ms en comn con nuestra familiaque su madre!

    Ese nio tiene buen fondo, Tobias, he podido constatarlo. Adems, en estevalle de lgrimas debemos ser misericordiosos. No deseo herir vuestro orgullo, hijomo, pero sigo convencida de que, de haber mostrado un poco de clemencia frente alas inclinaciones de vuestro hermano, no se habra obstinado en hacerse marino parapoder satisfacer las necesidades de los suyos. Hubiese sido bastante con que vuestropadre lo desheredara.

    Tenamos que defender el nombre de los Read objet Tobias. Olvidis

    quin soy, madre? El prestigio de mis barcos me abre las puertas de todas las cortesde Europa. Pretendais que me dejase ensuciar por el comportamiento indigno de

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    un mocoso cegado por una mujerzuela? No me arrepiento de nada. Lo nico quelamento es que vuestras inclinaciones religiosas os muevan a querer proteger a laviuda y al hurfano. Esas inclinaciones os honran, madre, pero no os dejan apreciaren su justa medida los nefastos efectos que tal comportamiento puede tener en

    nuestro entorno. Tened por seguro que ante el ms mnimo desvaro de ese sobrinoque me imponis, lo echar a la calle sin remordimientos. Aunque slo sea paraproteger nuestra reputacin.

    Oliver merece mi confianza asegur lady Read casi sin aliento a causa de laindignacin y quienquiera que seis, Tobias, segus siendo mi hijo y me debisrespeto.

    Os ruego que me disculpis, madre se excus Tobias suavizando el tono.Vamos a dejar el tema. Os habis acalorado y eso no es bueno para vuestro corazn.

    Un golpe en la aldaba de la puerta oblig a Mary a retirarse aun en contra de su

    voluntad. Jenny no tardara en aparecer para abrir.Pocos minutos ms tarde, el pastor Reeves, que haba llegado para la leccin decatecismo de Mary, la encontr en la mesa de estudio, con la nariz enterrada en elpasaje de la Biblia que le haba sealado como tarea. La felicit sin sospechar que,entre las lneas, Mary buscaba ms la forma de vengarse de Tobias que de perdonar.

    No quiso hablarle a Cecily de este desagradable encuentro para no estropear surecin recobrada felicidad. Pero la idea de que las desgracias de su madre hubiesenestado motivadas por unos seres aferrados a los convencionalismos de su rango leprodujo nuseas. Durante mucho tiempo.

    A lo largo de siete aos, Mary-Oliver sufri el desprecio de su to Tobias. Alcomprender hasta qu punto la presencia de su sobrino molestaba a su hijo, ladyRead se las arregl para que siempre estuviese en clase cuando llegaba Tobias. Dehecho, Mary se dedicaba con ahnco a instruirse. Si al principio lo haba hecho paracomplacer a su madre y a lady Read, pronto su espritu curioso comenz a disfrutarcon el estudio. Devoraba libros y lecciones sin hacerse de rogar. Haba crecido envigor y conocimientos, pero no en virtud. Segua sisando con el mismo placer goloso.

    Pese a tener ya catorce aos, su pecho plano le permita seguir fingiendo sucondicin de varn sin ninguna dificultad. En cuanto a su entrepierna, que habrapodido levantar sospechas, Cecily le haba enseado a enrollar un trozo de tela y adeslizarlo en sus calzones para crear una rentable ficcin. Tambin se habaentrenado para que el timbre de su voz sonase ms grave, por lo que pareca que yale haba cambiado, y se haba habituado de tal forma a hablar as que ya le sala deforma natural.

    Haba renunciado a las clases de equitacin para complacer a Cecily, que,inquieta a causa de la llegada de su primera menstruacin, le haba hecho prometerque no volvera a asistir a ellas. Para convencerla, argument que la nobleza se

    desplazaba en carroza y los pobres a pie, y que los jinetes slo montaban parahacerse notar.

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    Para no verse privada tambin de una disciplina que adoraba, Mary ocult aCecily los juegos de capa y espada a los que se entregaba con su maestro de armas.

    Lnzate ms a fondo, muchacho! insisti ste rozando la hoja de la espadade Mary con la suya.Desde haca ms de media hora Mary-Oliver se empeaba en luchar contra l

    sin conseguir vencerle. Estaba empapada en sudor.Ya basta declar el maestro bajando la guardia. Mary se lo agradeci. Tena

    la garganta seca y se precipit hacia la consola para beber un vaso de agua.Sir Tobias! oy que exclamaba el maestro de armas.Maestro Dumley le salud Tobias.Al pasar por el corredor y or el tintineo de las armas no haba podido resistirse

    a la curiosidad.Por lo que veo, segus en buena forma e igual de eficaz. Es una pena quetengis que vroslas con semejante zoquete aadi con desprecio no exento demaldad.

    Mary-Oliver apret los dedos bajo el estao de su cazoleta. Esperaba que suinstructor la defendiera. Pero no solamente no lo hizo, sino que declar contundente:

    Fuisteis un alumno incomparable, Tobias la gloria de mi carrera! Cmopodra compararos?

    No pretendo que lo hagis le espet Tobias secamente. El talento slo lees otorgado a la gente bien nacida, lo sabis perfectamente. Os dejo para queprosigis.

    Dios os guarde, Tobias le salud el maestro de armas.

    Mary-Oliver no se haba movido, blanca de ira. No dejara a su to laoportunidad de volverla a humillar. Se gir, apretando la mandbula, y se puso enguardia.

    Ya me he recuperado, seor silb con una mirada llena de ansias de matar.El maestro Dumley se sorprendi por un instante, pero, comprendiendo

    rpidamente el objeto de su repentina reaccin, juzg, como buen conocedor de lanaturaleza humana, que el instinto de su alumno se haba fortalecido. Su postura eracorrecta y su mueca estaba ahora mucho mejor colocada.

    Decidi comprobar su intuicin y se puso en guardia a su vez, retndole conuna sonrisa despectiva:

    Me gustara creerlo, Oliver, pero me temo que Tobias tiene razn. Resultasms bien lamentable comparado con l.

    La sangre de Mary hirvi y la empuj a atacar, a ir hacia esa hoja que se burlabade ella, con la fuerza nacida de su odio.

    Ya no se trataba de jugar. El maestro lo comprendi de inmediato. Olvidandocualquier deseo de complacerle, Mary luchaba sin pensar y descubra reflejos y

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    sensaciones que antes apenas haba esbozado.Eso es todo? la provoc el maestro Dumley, aunque pensaba todo lo

    contrario.La furia de Mary se multiplic por diez y el hombre, arrinconado por esa

    espada que no se separaba de la suya y que, con una maestra impresionante,buscaba los huecos que dejaba, descubri al alumno mejor dotado que jams habatenido.

    Sin embargo, decidi poner fin al encuentro. Poniendo en prctica una estocadasecreta que haba descubierto poco tiempo atrs, enroll la punta de su espadaalrededor de la de Mary e hizo volar su sable para recuperarlo con su manoizquierda antes de que tocase el suelo.

    En menos tiempo del que necesit Mary para comprender que estabadesarmada, las dos espadas apuntaban a su pecho. La estupefaccin consigui

    calmar su clera rpidamente.Cmo demonios habis hecho eso? exclam. El maestro Dumley sonri yrespondi, con una admiracin que no tena nada de fingida:

    Voy a ensearte, Oliver. Pero antes debo excusarme por haber lastimado tuorgullo a sabiendas. Acabas de revelarme lo que ya presenta sin haberlo verificadohasta ahora. Ests extraordinariamente bien dotado.

    Tanto como mi to? pregunt Mary sintiendo nacer en ella el orgullo de lavictoria.

    Mucho ms confes el maestro Dumley bajando la voz.Se separ de ella para cerrar la puerta que Tobias haba dejado abierta al

    abandonar la sala. No tena ningn deseo de que escuchase lo que quera aadir.Le odias, verdad? pregunt a Mary-Oliver en un susurro.La muchacha asinti. Mentir hubiese sido ridculo despus de lo que acababa

    de suceder.Bien. Tus razones me importan poco. Lo esencial es saber lo que te hace

    reaccionar y actuar. Srvete de tu odio a partir de ahora y, en poco tiempo, har de tiuna de las mejores espadas de Inglaterra.

    Tobias conoce esa estocada?El maestro Dumley sonri con orgullo.Slo t, Oliver, la conoces. Es mi firma. Eres mejor que cualquiera de mis

    alumnos y, puesto que adems sers el ltimo, sers t quien la aprenda.Mary se lo agradeci, complacindose en el honor que le conceda, aplicndose

    cada da ms para merecerlo y alimentando su odio hacia Tobias con todos loscomadreos que Jenny le transmita sobre l.

    Se enter as de que Tobias haba obtenido finalmente la concesin del mercadopor decisin del propio rey de Inglaterra, Guillermo de Orange. En pocos aos, sehaba convertido en uno de los sbditos ms ricos y envidiados de Su Majestad.Como a sus clientes, reclutaba a sus amantes entre lo ms alto de la aristocracia.

    Comerciaba con Europa y tambin con las Indias Occidentales y utilizaba surespetable actividad para dedicarse a numerosos y fructferos trficos de diversas

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    mercancas. El individuo haba ganado en prestancia y suficiencia pero, para Mary,se convirti en el smbolo de lo que deba matar para existir.

    Cecily, por su parte, estaba radiante. Haba perdido su empleo de doncella y se

    alegraba de ello, pretextando que ya haba trabajado bastante y que ahora podadejarse mantener, sobre todo porque Mary cada vez satisfaca ms a su abuela y, enconsecuencia, la pensin que les haba concedido se incrementabaproporcionalmente.

    Mary le haba enseado a leer y le llevaba con regularidad los libros quediscretamente tomaba prestados de la biblioteca de lady Read. Jenny, por su parte, sededicaba a recoger las madejas de lana desechadas para que pudiese dedicarse alplacer de tricotar. Cada noche, en su habitacin, el reencuentro se vesta de fiesta.

    La nica tristeza de Cecily provena de su miedo a envejecer. Se enamorabaregularmente y maldeca a los amantes que la abandonaban en cuanto pretenda unarelacin ms seria. Aunque soaba con un hombre que se ocupase de ella, ningunopoda resistir durante mucho tiempo su carcter excesivo que, si bien les cautivaba,poda convertir una pequeez en un escndalo. Se consolaba dicindose que estabaviviendo sus aos dorados y que su hija, educada como un hombre, sabra, una vezque hubiese terminado su instruccin, satisfacer las necesidades de ambas.

    Porque Cecily no ahorraba ni un penique. Se excusaba alegando que Mary,educada en el lujo de la mansin de lady Read, poda cansarse de su mediocridad.Empleaba todo el dinero en su ropa, sus comidas y en una habitacin digna de suestado de protegida.

    Mary la tranquilizaba con un beso. Por ms que creciera y se educara, nuncapodra separarse de esa madre cuyo amor era ms precioso que todas las jaulas deoro en que quisieran encerrarla.

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    Captulo 3

    Tobias Read se ape de su coche para adentrarse, ufanndose de su categora,en la pasarela del puerto de Londres. Haba numerosos navos amarrados a losmuelles. A pesar de lo temprano de la hora, el trasiego de gentes ya era considerabley en su camino se cruz tanto con personajes notables como con marinos y mirones,desarrapados y miserables.

    Los toneles se apilaban entre cajas de madera que contenan aves de corral,cerdos o pescado seco. El perfume de las especias se mezclaba con el olor del agua demar y con el de las balas de paja fresca. Por todas partes haba gente avituallandonaves o descargando bultos bajo la mirada atenta de los capitanes, que apenas sediferenciaban unos de otros. Todos adoptaban la misma postura indolente, con unamano apoyada en el pomo de un bastn labrado, la nariz empolvada y un sombrerode plumas coronando una cascada de falsos rizos rubios.

    El porte regio de Tobias Read los obligaba a saludarle con deferencia a medidaque avanzaba, evitando una ria que estallaba de repente o a un ladrn que, al versedescubierto, hua zigzagueando entre marinos, curiosos y pasajeros que apenas sipodan evitar un encontronazo.

    Tobias Read era una de esas personas convencidas de poder manejar a losdems a su capricho, indiferentes a los principios del bien y del mal, de justicia oinjusticia. Como muchos otros personajes de su mismo rango, pensaba que si Diosodiase realmente el pecado, no habra creado la Iglesia para condenarlo. Y lo mismoocurra con otros muchos principios moralizadores de los que se mofaba sin rubor,haciendo de su fe un instrumento al servicio de su ego desmesurado y, sobre todo, desu insaciable sed de poder y de mando.

    Por entonces se aprestaba a recibir un navo que, unos meses antes, habafletado para un cliente espaol del que, antes de la partida, no haba podido obtenerms indicaciones que el destino final del viaje: la pennsula del Yucatn, en las IndiasOccidentales.

    El espaol parti con las bodegas vacas, pero haba exigido una slida escoltade fragatas bien armadas para asegurar su regreso.

    Cielos! Qu pensis traer de vuelta? Un tesoro? se haba burlado TobiasRead ante las desmesuradas exigencias de su cliente aunque aceptando la importantesuma que desembolsaba.

    Por toda respuesta, el hombre empez a sudar y se levant, dejndole con lapalabra en la boca. Tobias Read no haba insistido, pero su instinto le avis de que no

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    se haba equivocado en su apreciacin. Enseguida se puso de acuerdo con elcomandante de ese convoy excepcional para vigilar a su cliente y aprovecharse de sudescubrimiento. Tobias Read no dejaba escapar ninguna ocasin de la que pudierasacar gloria o provecho.

    Lleg, por fin, al lugar en el que se encontraba la nave almirante fletada por elespaol, que permaneca amarrada al muelle desde haca unas dos horas. Cruz lapasarela en medio de los grumetes que todava iban y venan del puente al muelle,descargando unas cajas de madera que a Tobias le parecieron muy ligeras. Se tratabade las mismas que su cliente haba embarcado al partir, cinco meses antes.

    Capitn! llam, al verle dar rdenes a su segundo. El hombre se volvi, loreconoci de inmediato y se acerc a l con decisin. Era un personaje afable,

    marrullero y vividor.Bienvenido a bordo, seor le dijo tendindole una mano que a Tobias Read,como siempre, le fastidi estrechar. No senta ninguna amistad o consideracin poraquel hombre, pero saba que deba fingir para asegurarse su fidelidad y suconfianza.

    Dnde est vuestro pasajero? pregunt intentando disimular suimpaciencia.

    Desembarc en cuanto el navo toc el muelle.Sin las cajas?Estn tan vacas como a la ida se carcaje el viejo lobo de mar.Eso qu quiere decir?Eso quiere decir, seor, que nuestro hombre no ha encontrado lo que haba

    ido a buscar. Pero venid, es mejor que no nos quedemos aqu, podran ornos.Tobias asinti y le sigui hasta su cabina. El hombre cerr la puerta

    cuidadosamente e, invitando a Tobias a sentarse en uno de los sillones queamueblaban la estancia, descorch una botella de licor ambarino con el que llen dosvasos hasta el borde.

    Tomad, esto os consolar. Vuestro cliente estaba tan decepcionado que meconsta que, a estas horas, est completamente borracho. Se ha pasado todo el viaje devuelta en su cabina, en compaa de los ocho matones que le acompaaban paragarantizar su seguridad a bordo. Slo han salido para comer y mear. Pareca quetuviesen miedo de que alguien les dirigiese la palabra. No s con qu inters, viendosus caras! ri.

    Contadme insisti Tobias.Si os empeis Pero os advierto que no son dignos de lstima. A mi juicio,

    ese hombre consigui un mapa del tesoro falso y ha arriesgado toda su fortuna paraintentar descubrir algo que no existe. En fin! continu vaciando de un trago elaguardiente de su vaso. Vos sois el patrn. Os sirvo otro?

    No rechaz Tobias. El alcohol estaba adulterado y ni siquiera podaterminar el primer vaso. El capitn deba de estar habituado. Los largos viajes por

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    mar endurecan mucho ms que cualquier otro oficio.Cuando el capitn volvi a instalarse frente a l, haba cambiado su vaso por la

    botella, de la que bebi un trago largo mientras inclinaba la cabeza hacia atrs. Tenamodales de patn, pero Tobias estaba acostumbrado y le excusaba. Era el mejor

    marino y capitn de Inglaterra y, a diferencia de muchos otros, haba evitado hastaese momento ser asaltado por piratas o corsarios. Que esa circunstancia se debiese ala suerte o a la experiencia careca totalmente de importancia para Tobias Read. Elhombre contribua a la reputacin de fiabilidad de sus barcos.

    Desembarcamos en el lugar que nos indic, en la costa del Yucatn explicel capitn. Nos pidi que aprovisionsemos sus canoas con vveres y agua potablepara ocho das y que acomodsemos las cajas sobre veinticinco mulas que habahecho embarcar. As, segn sus deseos, llevamos todo a tierra. Antes de partir nospidi que no le espersemos si, pasado ese plazo de tiempo, no regresaba. Aadi

    que sera mejor que no le siguisemos a la selva. Y no me arriesgu a hacerlo. Erams fcil ocuparse de su carga a su regreso.Hicisteis bien.Dos das antes del plazo fijado volvieron con cara de circunstancias

    continu el capitn. Todava estbamos en tierra, aprovisionndonos de aguadulce y con unas frutas secndose en la playa. Traa de vuelta sus cajas y sus mulas ynos exigi que volvisemos a acomodarlas en la bodega. En cuanto el barco estuvoabastecido, orden levar el ancla y se encerr en su camarote tal como os he contadoantes. Una vez en el mar, hice abrir las cajas una a una en cuanto cay la noche. Nocontenan nada, excepto un asqueroso escorpin que haba hecho su nido en una deellas. Cuando llegamos, ayer por la noche, me encarg que las vendiese en sunombre.

    Y las mulas?Nos las hemos comido.Tobias hubiese debido rer y alegrarse, pero no poda hacerlo. Su instinto le

    avisaba de que haba algo ms, algo que con certeza se le haba escapado al capitn.Decidi asegurarse.

    Sabis dnde puedo encontrarle?En la Linterna Roja. Es una posada que est a dos minutos de aqu. Yo mismo

    se la recomend. Creo que nuestro hombre est sin blanca. Me ha suplicado que lelleve el producto de la venta de las cajas para que pueda pagar la habitacin y lacomida. El navo que le llevar de vuelta a Europa estar dispuesto dentro de unosdas. Tiene suerte de que me haya apiadado de l aadi el capitn; de locontrario, todo su peculio habra ido a parar a mis bolsillos.

    Tobias se levant. Conoca el lugar, frecuentado nicamente por marinos,prostitutas y carteristas. Sera mejor que fuese acompaado.

    Se separ del capitn, despus de ordenarle que reparase el navo, y ste le vioalejarse con admiracin. Haba respetado siempre a los hombres perseverantes en sus

    propsitos.

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    Tobias regres a su coche y le dio al cochero una direccin que le hizo arrugarla nariz. No le gustaba nada adentrarse en los bajos fondos de Londres. Read le hizoparar a la puerta de una pequea taberna, bastante sombra, que cruz sin

    entretenerse. Saba que a esa hora encontrara all a su mercenario. Efectivamente, allestaba, acodado en la barra hablando con el propietario, y se apresur a acercarse al.

    El hombre que le recibi no tena nombre. Lo haba perdido a causa de unaamnesia producida por un mal golpe que le haba arrancado un trozo del cuerocabelludo y, a cambio, le haba dejado una hermosa cicatriz en la sien. Hubiesepodido morir, pero haba sobrevivido. Sin identidad. Para todos, incluso para lmismo, se haba convertido en el Hombre de Negro.

    Tan fuerte y hosco como listo y despierto a pesar de su problema, el azar le

    haba llevado, dos meses antes, a entrar al servicio de Tobias. Sucedi en eltranscurso de la bsqueda de un sicario que eliminara al marido de una de susamantes, que adems se haba convertido en una molestia para sus respectivosnegocios.

    En una de sus visitas a los bajos fondos, fue agredido y tuvo que echar mano dela espada para defenderse. Cuando empezaba a ceder, el Hombre de Negro intervinoen su ayuda y, sin herirlos, oblig a huir a sus atacantes. Inmediatamente, Read lerecompens por haberle salvado la vida, a pesar de que, como no era tonto,comprendi que el incidente no era otra cosa que un montaje hbilmente organizado.Precisamente sa fue la razn que le movi a tomarlo a su servicio, prometindolemucho ms de lo que nunca hubiese esperado ganar.

    El Hombre de Negro sali de la taberna pisando los talones a su jefe y subi enel coche con l. Antes de llegar a la posada de la Linterna Roja, se aadieron al grupocuatro malhechores ms, por si el espaol estuviese todava acompaado de sushombres y quisiese defenderse.

    Read indic a los cuatro hombres que entrasen en primer lugar y que seinstalasen como si fuesen clientes comunes. No tena inters en llamar la atencin,sobre todo porque, con un poco de suerte y la ayuda del alcohol, el espaol leconfesara la verdad sin hacerse demasiado de rogar.

    El Hombre de Negro penetr en el antro, ruidoso y lleno de humo, junto a sujefe. El lugar apestaba a una repugnante mezcla del perfume barato que usaban lasprostitutas con la suciedad, el vino y la fritanga. Todo lo que Tobias odiaba. Sinembargo, se abri paso entre las mesas ante la mirada curiosa de los habituales, aquienes la presencia del Hombre de Negro, conocido por todos los bribones deLondres, impona respeto.

    Read divis a su hombre, hundido en una mesa ante los restos de una comidaque no poda considerarse ni digna de un perro. Tom una silla de una mesacontigua y se instal frente a l. El hombre levant la cabeza, rebusc entre sus

    recuerdos frunciendo los ojos enrojecidos por el humo y el alcohol y termin porsealarle con un dedo tembloroso. Estaba como una cuba.

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    Os reconozco dijo con lengua pastosa.El hombre hablaba alto y Tobias comprendi que no podra sacarle ninguna

    confidencia sin que la sala entera estuviese al tanto de lo que hablaban. Por lo tanto,se levant y declar:

    No debis permanecer aqu, amigo mo. Es un lugar peligroso.Acompaadme fuera, traigo conmigo la suma que pedais por vuestras cajas.El espaol frunci el ceo y despus, asintiendo, permiti que el Hombre de

    Negro pasase un brazo alrededor de sus hombros para ayudarle a enderezarse. Ritontamente durante el corto trayecto que los condujo hasta un callejn sin salida queserva de excusado y que Read haba divisado a la izquierda del edificio. Hizo unasea al Hombre de Negro para que dejase all al espaol y pidi a sus cmplices, quese haban apresurado a seguirlos, que se mantuviesen al acecho. Era el mejor lugarpara hablar sin ser molestado. Se acerc al espaol, que segua riendo pese a haber

    comprendido su error y la fatalidad implacable de su destino.Sabes lo que quiero, no es cierto? Habla aadi framente en su idiomay te dejar vivir.

    El espaol volvi a rer. Tobias lo zarande y luego lo abofete.Mtame decidi el espaol, no podrs cambiar nada. Sin las otras llaves,

    el tesoro de mi antepasado resulta inaccesible. I-nac-ce-si-ble, me oyes? repitiseparando las slabas. Su aliento era tan nauseabundo que Tobias apart la cara.Esper, agachado delante de su vctima. El espaol haba hablado demasiado comopara callarse ahora. Como hizo mi padre antes que yo, he pasado mi vida

    buscndolas. Han desaparecido. Desaparecido! berre intentando enderezarse. Elpuo firme del Hombre de Negro lo mantuvo en su sitio, por lo que se resign sinoponer resistencia a quedarse quieto. Y, sin embargo, se trata de un gran tesoro delque slo yo conozco el paradero. Me oyes, ingls? Slo yo.

    Dnde estn tus compaeros, los que te han escoltado? pregunt Tobias.Muertos confes el espaol. Los he envenenado a todos. En la taberna en

    la que los he dejado deben de creer que estn dormidos, con la nariz enterrada en suspintas de cerveza.

    Volvi a rer.Cuntamelo todo susurr Tobias y te ayudar a encontrar esas llaves de

    las que hablas. Nada es imposible para los poderosos y yo lo soy. Mucho ms de loque puedas imaginar.

    Si es verdad el espaol pareci aceptar el trato, entonces eres la mismaprovidencia.

    Confa en m.El espaol se encogi de hombros.Estoy borracho, ingls, pero no soy estpido. A pesar del mapa, nunca

    llegars al tesoro sin m insisti.Te doy mi palabra. A partir de este momento, somos socios.

    El espaol dud todava un momento, pero termin por liberar su concienciadel peso de su secreto.

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    En cuanto hubo terminado de confesarse, Tobias hizo una sea al Hombre deNegro, que extrajo el pual que llevaba en el cinto. El espaol gimi.

    No respetas tu propia palabra, ingls?Las promesas slo comprometen a quienes creen en ellas respondi Tobias

    mientras el Hombre de Negro apualaba al espaol en el corazn. Luego, tras extraerel arma, el asesino arranc del cuello del agonizante una cadena de la que penda unextrao colgante y se la tendi a Tobias, quien, rpidamente, la enterr en el bolsillode su abrigo, junto al mapa plegado en cuatro que le haba confiado el espaol y quesealaba el emplazamiento del tesoro.

    Sin remordimientos, Tobias Read abandon a su vctima y sali del callejn,presa de una excitacin que nunca antes haba conocido. Pegado a sus talones, el

    Hombre de Negro estaba tan turbado como l. Le acompa hasta el coche con sushombres y despus volvi a perderse en las callejuelas del mal reputado barrio.

    En un estado cercano al paroxismo a causa del fabuloso descubrimiento queacababa de hacer, Tobias Read orden que le condujeran a su casa del barrio msseorial de Londres, muy cerca del palacio real.

    Ah, seor! su secretario le sali al encuentro apenas hubo franqueado elumbral. Estaba desesperado por encontraros. Una terrible noticia acaba degolpearnos. Se trata de vuestra madre

    Tobias Read palideci y volvi a ponerse el sombrero que una doncella acababade tomar de sus manos. No necesitaba or ms: el pudor ingls saba transmitir lasnoticias ms terribles de la forma ms anodina. Gir sobre sus pasos y se aprest aacudir a la cabecera de su madre, olvidando momentneamente el fabuloso tesoro ysus secretos.

    No podis entrar anunci una llorosa Jenny a Mary-Oliver. Vuestraabuela ha muerto esta noche. El pastor Reeves est con ella.

    Mary-Oliver estall en sollozos y Jenny le abri la puerta.Pobre, pobre nio! se compadeci, acunndola contra su pecho. La pena

    de Mary no era fingida, pero no lloraba tanto por lady Read como por todo lo queperda con su muerte.

    Jenny le permiti finalmente subir al piso alto, a la habitacin de su abuela. Elpastor Reeves estaba all, ocupado en quemar incienso. La visita de Oliver le molest,consciente de que su presencia disgustara a Tobias Read, a quien haba hechollamar. Sin embargo no tuvo valor para echarle.

    Concededme unos instantes, reverendo le pidi Mary-Oliver. Fue tan

    generosa conmigo!Daos prisa, hijo mo accedi apretndole el hombro. Vuestro to no

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    tardar en llegar.Mary asinti y, arrodillndose ante el cadver de lady Read, fingi rezar. En

    cuanto se qued sola, se apropi de uno de los candelabros que velaban el reposo dela difunta con el fin de asegurar el porvenir de su madre y el suyo propio. Con

    rapidez y eficacia, abri cada cajn y registr todos los rincones mientras se cuidabade sollozar bien alto, de forma que el pastor Reeves desistiera de cualquier intento demolestarla.

    Enterr en sus bolsillos algunas monedas que encontr en un jarrn, un collarde perlas y un colgante que representaba una salamandra enrollada alrededor de unaesmeralda. Hubiese querido arramblar con todas las joyas, pero la prudencia se loimpidi. Unas pocas pasaran inadvertidas y no correra el riesgo de verseperseguida por los alguaciles.

    Sali de la habitacin en cuanto hubo acabado con su rapia, sonndose

    ostensiblemente. Lo hizo justo a tiempo. Apenas sali, oy la voz de Tobias Read,que hablaba con el pastor en el vestbulo. Baj redoblando sus sollozos y se pellizcen el brazo para volver a provocar las lgrimas.

    Tobias la midi con una mirada despiadada y Mary comprendi que no sehaba equivocado. Iba a pronunciarse una sentencia sin posibilidad de apelacin. Encuanto el pastor se retir, siguiendo las instrucciones que acababa de recibir, Tobiasse plant delante de ella.

    Dejad de llorar y comportaos como un hombre, ya que mi querida madrecrea que poda daros la apariencia y la educacin de un caballero! declarsecamente. Por mi parte, considero que los Read ya os han dado bastante con elapellido que llevis. Salid de esta casa, sobrino. Y no volvis nunca!

    Mary-Oliver hubo de contenerse para no estrellarle el puo contra la nariz. Perose conform con refugiarse en su dignidad, comprendiendo que era demasiadopoderoso y que podra hacer que la condenaran por agresin. Cecily necesitaba loque haba robado y la necesitaba a ella, as que se trag su orgullo. Y con mayormotivo al ver que su to, ignorndola de nuevo, suba las escaleras para reunirse consu difunta madre.

    Mary alcanz el vestbulo y no tuvo valor para esperar a Jenny, que se habaeclipsado por orden del pastor Reeves. Cuando traspona el umbral de la casa, divisel abrigo de Tobias, colgado de un perchero. Mir a su alrededor, asegurndose deque estaba sola, y se dedic a registrarlo, encantada con la jugarreta que iba a hacerlea su to. Desech los documentos y se guard un poco de dinero y un colgante de

    jade con diamantes en el centro. Luego, sali dando un portazo que la llen desatisfaccin. En cuanto estuvo fuera se puso a correr hacia la posada en la que laesperaba su madre. Tenan que mudarse rpidamente.

    En cuanto Tobias se puso el abrigo e introdujo la mano en el bolsillo, se dio

    cuenta de que faltaba una de las llaves del tesoro que acababa de robar al espaol.Ahog un juramento y, en lugar de salir de la casa de lady Read como tena intencin

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    de hacer, volvi sobre sus pasos para buscar a Jenny.La doncella estaba ocupada cerrando las cortinas del saloncito en medio del

    silencio que presida una casa en la que todos los relojes se haban parado a la horade la muerte de su duea. Los familiares de lady Read no tardaran en llegar para

    rendirle el ltimo homenaje y el pastor Reeves haba pedido a Jenny que losatendiese.Tobias se dirigi a ella con una brusquedad que naca de la clera.Sabis dnde se aloja mi sobrino?Sobresaltada, Jenny estuvo a punto de caerse del escabel sobre el que se haba

    subido. Baj antes de responder, como si la dureza del tono hubiese sido laresponsable de su vacilacin.

    En una posada que se encuentra cerca del puerto, con su madre.Estuvo a punto de preguntarle por qu quera saberlo, pero se abstuvo. No

    apreciaba a Tobias Read. No por ningn motivo concreto sino porque, al contrarioque su difunta madre, despreciaba a los sirvientes. En realidad, porque despreciabaal resto de la humanidad.

    Eso es todo? se impacient Tobias. No tenis un nombre, unadireccin?

    No, seor minti la doncella. Vuestra madre, que en paz descanse, no medijo ms y vos ya conocis mi discrecin.

    Tobias no insisti y abandon la habitacin, decidido a encontrar en eldespacho de su madre algn documento que pudiese ayudarle en su pesquisa.

    A pesar de su pena, Jenny retom su tarea satisfecha por haber podido apartar,al menos durante algunas horas, a ese odioso personaje de su querido Oliver.Cualquiera que fuese la razn de la clera de Tobias Read, su sobrino no mereca quele echasen de esa forma.

    Al registrar las pertenencias de su madre, Tobias estuvo a punto de enfermar declera al descubrir el testamento que haba redactado dos das antes de su muerte yen presencia de su notario, cuya firma atestiguaba su autenticidad. En l, legaba unaparte de sus bienes a Oliver, dejando al cuidado de Tobias la gestin de esepatrimonio hasta la mayora de edad de su sobrino con el fin, puntualizaba, deimpedir que su madre se aprovechase de l. La direccin de Oliver permitira alnotario notificarle su herencia en caso necesario.

    Tobias enroll el documento y lo desliz en el bolsillo interior de su chaleco.Jams! decidi, ignorando as las ltimas voluntades de su madre. Volvi

    al vestbulo, se toc con el sombrero, tom su bastn por el pomo adornado con unrub y, con paso vivo, sali de la mansin.

    Facilit al cochero la direccin que haba ledo en el testamento y, con la firmeintencin de acabar con esa chusma de una vez por todas, le orden que le condujerahasta all.

    Con malos modos y sin anunciarse, forz la puerta de la habitacin de Cecily.

    Una simple ojeada le bast para comprobar que Oliver y su madre ya no estaban all.Indignado, baj las escaleras para advertir al posadero y preguntarle si sus inquilinos

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    no le haban dejado su nueva direccin. El hombre se quej amargamente del engaodel que haba sido objeto y reclam a Tobias las noches que le deban.

    Demandadme se burl el aludido antes de desaparecer, dejando alposadero a solas con su problema.

    Volvi a subir al coche y se dirigi al cuartel general del Hombre de Negro, alque lleg cuando el mercenario acababa de entrar. Le expuso la situacin en dospalabras.

    Encuntralos le orden. Treme el ojo de jade y lbrame de esa gentuza.No quiero volver a or hablar de ellos nunca ms!

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    Captulo 4

    La nueva habitacin de Cecily y Mary era bastante ms modesta que la anteriory estaba situada a varias calles de distancia. Apenas dejaron en ella las escasaspertenencias que posean, Mary fue rpidamente a ver a un joyero con la esperanzade vender el diamante que haba robado.

    El hombre examin la joya, un crculo de jade ligeramente ovalado, y se ladevolvi sin siquiera molestarse en colocar delante de su ojo la lupa que mantenaceida a su crneo mediante una correa de cuero. Su dictamen fue como un toque dedifuntos para las expectativas de riqueza de Mary.

    Ningn valor decret. El cristal incrustado en el centro es de bella facturay el jade tambin, pero no sera fcil encontrar un comprador para el conjunto. Y paralas piezas por separado tampoco. Si queris empearlo, podra daros, y por caridad,dos o tres peniques a lo sumo.

    Mary recuper la joya y la sopes antes de decidirse:Por tan poco dinero, prefiero quedrmela. Y por esto? pregunt

    depositando el collar de perlas encima del mostrador. Se trata de un regalo de miabuela del que, lamentablemente, debo desprenderme aadi rpidamente.

    O bien el hombre era tonto o disimulaba perfectamente. Estudi la joya ypropuso una suma redonda ante la que Mary olvid cualquier posible regateo,puesto que era ms elevada de lo que esperaba. Hubiese querido vender tambin elcolgante de esmeralda, pero su madre se haba encaprichado de l desde el primermomento y se lo haba colgado del cuello con determinacin, alegando que ya habratiempo para venderlo ms adelante. Mary comprendi de inmediato lo que ese gestosignificaba. Para Cecily ms tarde significaba, casi siempre, nunca.

    Acariciando el ojo de jade que, escondido bajo la camisa, volva a pender de sucuello, Mary suspir con hasto. No le gustaba que nada contrariara los sueos de sumadre y la muerte de lady Read haba hecho que la sombra de la angustia volviera aaparecer en sus ojos.

    No somos nada, Mary! Slo una mota de polvo, y a los ricos no les gusta quesus bienes se manchen con el polvo. Me hubiese gustado ser una buena madre selament, estrechando a su hija entre sus brazos en cuanto sta regres a la habitacin.El histrionismo de Cecily haba transformado en fatalidad su decepcin al enterarsedel escaso valor del diamante.

    Eres la madre que cualquier nia querra tener, no te arrepientas de nada laconsol Mary dejndose atrapar por su dramatismo.

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    Reconfortada al ver que su hija le segua el juego, Cecily prosigui,abandonndose a esa languidez mrbida que tanto la asaltaba tiempo atrs.

    Hubiera querido darte un padre, casarme con uno de esos ricachos, comohacen las prostitutas, para que nos cubriese de joyas. Nunca lo logr, Mary. Ninguno

    era lo suficientemente apasionado como para compensar mi pena. Slo heconseguido una coleccin de hombres que me amaban pero que, para mi desgracia,no tenan donde caerse muertos.

    No pasa nada, mam, nos bastamos a nosotras mismas dijo paratranquilizarla.

    Sin embargo, Mary no estaba demasiado segura de eso.

    Durante varios meses cambiaron frecuentemente de residencia. En cuanto sus

    caseros se percataban de que no iban a poder pagar el alquiler, se mudaban. Cecilyno consegua encontrar un nuevo empleo, por lo que se mostraba lnguida y decada.Mary observaba con preocupacin cmo blanqueaban su tez y sus cabellos. Su madreslo rea de tarde en tarde y se quejaba constantemente de la falta de dinero, de lafalta de nimo, de la falta de todo.

    Mary, estirando el dinero de la venta del collar para asegurar su subsistencia,ahorraba todo lo que poda mientras buscaba un empleo que pudiese salvarlas. Perocada da que pasaba las acercaba un poco ms al desastre.

    Poco despus del entierro de su madre, el notario llam a Tobias Read parahablar del testamento. Haba fingido ignorancia, pero la rabia estuvo a punto deahogarle cuando le vio sacar una copia del documento de su caja fuerte.

    Seguimos sin poder encontrar a vuestro sobrino a pesar de que le buscamossin descanso le inform el notario, despus de haberle comunicado los detalles dellegado que le corresponda. Estoy seguro prosigui de que aceptaris todas lasclusulas de este documento.

    Tobias Read se limit a asentir con la cabeza, mientras el notario aada, sinninguna malicia:

    Evidentemente, si vuestro sobrino muriese antes de su mayora de edad,considerando que sois el administrador de sus bienes, su herencia no ira a parar alas manos de su madre, sino que volvera a las vuestras. Lady Read insistiparticularmente en ese punto.

    Evidentemente repiti Tobias relajndose un tanto. Estaba ms decididoque nunca a eliminar esa molestia.

    sa era la razn por la que le desesperaban las dificultades que tena el matn asueldo que haba contratado para echarle el guante. A pesar de todos sus esfuerzos yde todos sus informantes, el Hombre de Negro no lograba localizarlos. Cada vez que

    llegaba a algn sitio, Cecily y Oliver acababan de marcharse de all.

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    Paralelamente, Tobias Read haba decidido viajar a Espaa para visitar a lafamilia de su vctima y recabar ms datos sobre el fabuloso tesoro oculto. La historiahaba pasado de padres a hijos y Tobias imaginaba que haba ido creciendo con el

    tiempo. Llegara hasta all, portador de la noticia de la trgica muerte de su cliente, yse presentara ante sus parientes como el hroe que haba logrado poner en fuga a losasesinos que le haban robado el dinero y la vida. Con su ltimo aliento, el difunto lehabra confesado su secreto, pidindole que avisase a su familia. En esascircunstancias, no dudaba de que sus desvelos se veran recompensados por nuevasconfidencias, lo que le permitira decidir si vala o no la pena empearse en encontraresas famosas y sorprendentes llaves. Con este propsito, se embarc hacia Cdiz aprincipios de febrero.

    Pareca que el invierno londinense, fro, brumoso y de una humedad insidiosa,iba arrebatando a Cecily el menor asomo de energa para levantarse, para vestirse,para ilusionarse. Mary se desesperaba al verse rechazada cada vez que solicitaba unempleo. La instruccin que, supuestamente, iba a proporcionarle esa autosuficienciade que hablaba su madre no le serva para nada y ella nunca hubiese aceptado laposibilidad de vender sus encantos, por otra parte un tanto andrginos a causa desus cortos cabellos.

    Haban gastado todo el dinero que les haba proporcionado la venta del collar yno tenan modo de subsistir. Mary empez a mendigar, a sisar, a rebuscar en la

    basura de las posadas como hacan otros miserables cuya falta de fortunacomprometa su misma existencia.

    Al cabo de algunos meses Cecily estaba esqueltica y slo se levantaba de lacama para cambiar de alojamiento. Cuando Mary comprendi que los encargados delas posadas se cobraban el alquiler en los escasos encantos de su cuerpo desgastado,su talante se torn hurao y desabrido.

    Sucedi una maana, cuando volvi a su habitacin despus de haber erradopor las calles de la ciudad sin meta ni propsito alguno, preguntndose si, como la deCecily, su vida tena algn sentido o si llegara a encontrar algn da un lugar en elmundo. Al cruzar la puerta descubri al encargado guardando su sexo en unpantaln lleno de manchas inmundas. Sin pronunciar una sola palabra de disculpa,pas a su lado y abandon la habitacin. Cecily tom la colcha para cubrir sus senosy sonri inocentemente a su hija:

    Ya ests aqu, cario! Cmo est Londres esta maana? pregunt como silo que acababa de suceder no fuese real. Mary se trag las lgrimas y empez ahablarle, de la forma ms anodina posible, de la primavera que ya empezaba aanunciarse.

    Al alba de la maana siguiente, Mary se levant movida por una idea que se le

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    haba ocurrido y antes de pararse a pensar en sus consecuencias. Dejando a Cecilydormida, atraves Londres para llegar al templo en el que predicaba el padre Reeves.No haba vuelto a verle desde la muerte de lady Read.

    Tuvo que esperar a que terminase el oficio para poder hablar con l. En cuanto

    el templo se vaci, se acerc hasta el altar, con toda la miseria de su situacin pintadaen el rostro. El pastor Reeves frunci el entrecejo, reconocindola a pesar de sudelgadez y de su mala cara.

    Hijo mo, os encontris en un estado lamentable! seal con compasin.Por desgracia es as, reverendo. La bondad y el amor de mi abuela me han

    proporcionado las bases para un futuro mejor, pero los acontecimientos no se handesarrollado como ella esperaba. Es por ello que me veo obligado a suplicar que osapiadis de m. No podrais proporcionarme un empleo?

    El pastor reflexion un instante y luego, de forma totalmente espontnea, le

    comunic:Tobias y el notario de lady Read os buscan sin descanso. Sin duda por lasmismas razones. Estoy seguro de que lady Read, bondadosa como era, os dej unlegado antes de desaparecer. Nunca se os ha ocurrido poneros en contacto con ellosen vez de huir? A menos que tengis una buena razn para ello se le ocurrisospechar repentinamente.

    Ninguna, seor. Voy a buscarlos sin perder un minuto! replic Mary-Oliver con una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja.

    Querida, querida lady Read!, pens mientras cruzaba a la carrera lascallejuelas londinenses; se senta tan ligera que hubiese podido echar a volar en lasalas del viento glido que le helaba las mejillas.

    La puerta no estaba cerrada con llave y el Hombre de Negro penetr fcilmenteen la habitacin de Cecily. Llevaba dos das vigilando los alrededores. Esta vez, suamo estara satisfecho. Cerr la puerta a sus espaldas sin hacer ruido y se acerc allecho, en el que esperaba sorprender a madre e hijo. Se qued inmvil ante el dosel,cuyas cortinas estaban todava corridas, y escuch la respiracin regular que se oatras ellas. A pesar de que la luz del da penetraba a raudales en la habitacin, susocupantes todava dorman. Sac su pual y apart la tela, al tiempo que ahogaba un

    juramento. Oliver no estaba all! Se pregunt cmo era posible y, de pronto, recordque al alba un mendigo que rondaba delante de la posada le haba distrado unmomento con su charla. Tanto mejor se dijo. La madre hablar.

    Se sent en la cama y se asombr de la dulzura de su rostro y de la turbacinque le asalt al verla abandonada a su sueo. La desech y despert a Cecilyacaricindole el rostro con rudeza. La mujer abri los ojos sonriendo y estirndosecomo una gatita. Examin al hombre que se inclinaba sobre ella y, en vez deasustarse como hubiese debido hacer, gimi de placer y enlaz con sus brazos el

    cuello musculoso. A pesar de la cicatriz y de la herida de los aos, le habareconocido sin vacilar.

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    Buenos das, mi amor dijo, a medio camino entre la realidad que habavenido a su encuentro y un sueo lejano que regresaba para engaar sus sentidos.

    El Hombre de Negro pens que estaba loca y decidi seguirle el juego. Se dejatraer hacia esa boca que esperaba un beso y descubri su sabor con la extraa

    sensacin de haberla probado antes. Turbado, se apart de ella.Saba que volveras murmur Cecily. Hace tanto tiempo que te espero,

    Tom.Dnde est Oliver? pregunt el hombre, dominando la extraa sensacin

    que senta en el vientre y que le induca a abandonarse, como si las palabras de lamujer despertasen ecos desconocidos en su memoria muerta.

    Oliver? se extra Cecily tendiendo una mano hacia la almohada. Anconfundida por su brusco despertar, comprendi que deba de referirse a Mary.No lo s. Ha debido de ir a buscar mi desayuno, supongo. Como t hacas antes. Te

    acuerdas, Tom?Asinti con la cabeza, mintiendo. No, no se acordaba. No se acordaba de nada.Haba vuelto a nacer, una fra maana de febrero, con un terrible dolor de cabeza yun ansia profunda y poderosa de matar cada vez que intentaba recordar.

    Dnde est el medalln de jade? pregunt con rudeza para librarse decualquier posible manipulacin derivada de la dulzura de Cecily.

    Para qu quieres saberlo? No vale nada, Tom, te lo garantizo Cecily slodeseaba alargar algo ms su sueo.

    Te equivocas le asegur l. Ese medalln es la llave de un tesoro, de untesoro fabuloso. Tengo que conseguirlo. Dime dnde lo escondis y todos vuestrosproblemas habrn terminado los ojos de Cecily brillaron.

    Yo no lo tengo; Mary no se separa nunca de l. Oh, Tom, vamos a esperarjuntos su regreso, t y yo, como antes! Lo recuerdas, verdad? Ven gimi,atrayndolo de nuevo a ella.

    El Hombre de Negro acept el abrazo que se le ofreca y subi las manos hastael cuello para acariciarlo. Cecily se abandon a la caricia, repentinamente feliz. No leimportaba que fuese sueo o realidad. Lo realmente importante era que haba vueltoa encontrar a Tom, el padre de Mary y el hombre al que haba amado locamente. Nisiquiera cuando le falt el aliento comprendi que el Hombre de Negro estabamatndola.

    Desde el cercano Tmesis llegaban a la posada unas vaharadas acres ydesagradables que se pegaban a la garganta. Un mendigo estaba apoyado en un farolcon la boca abierta, revelando unos dientes negros y escasos. Gru y espant a unperro que intentaba robarle su comida. Mary le esquiv.

    Nunca ms, se dijo bendiciendo a lady Read. Ignoraba en qu consistaexactamente su legado, pero sin duda bastara para devolver la esperanza a Cecily.

    Subi las escaleras de cuatro en cuatro, ignorando al casero que discuta con su mujeren la trastienda.

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    Cecily! grit alegremente abriendo con mpetu la puerta. Su madre norespondi. Dorma apaciblemente. Maquinalmente, Mary cerr con llave la puerta yse aprest a despertar a Cecily con besos breves y sonoros. Su madre no se movi. Elcorazn de Mary empez a latir con tal fuerza que pareca querer salirse de su pecho.

    Mam! volvi a insistir, aun comprendiendo que era intil. El dolor fuetan intenso que tuvo la sensacin de que la descuartizaban.Mary hubiese querido llorar, pero las lgrimas no acudieron. Al observarla ms

    detenidamente, se percat de que Cecily mostraba una cara de felicidad que norecordaba haberle visto nunca.

    Se puede ser desgraciado a causa de la felicidad de los que amamos?, sepreguntaba Cecily con frecuencia. Mary se asi a esta reflexin para calmarse, paracontrolar su sufrimiento y aceptar lo inevitable. La muerte sentaba tan bien a Cecily!No, no deba derrumbarse. Y, sin embargo, todo le dola tanto que slo deseaba

    gritar.Decidi combatir el abatimiento que la embargaba. Se enderez, reuni ladecena de velas que constituan su reserva y las encendi para calentar a su difuntamadre con su luz. Despus se sent a su lado para velarla, juntando las manos deCecily sobre su pecho tal y como haba visto que el pastor Reeves haca con ladyRead. Por ltimo, se dispuso a despojarla de ese colgante de esmeralda que no quisovender ni en lo ms negro de su miseria, argumentando que era su trofeo, el smbolode su victoria sobre su familia poltica.

    Al inclinarse sobre el cuello de Cecily, constat la existencia de unas marcasnegras que aparecan como impresas en l. Consternada, las examincuidadosamente. Al comprender que se trataba de las seales dejadas por la presinde unos dedos se enderez de golpe, helada hasta la mdula.

    Aquello le pareca ms que irreal, inconcebible. Quin poda quererestrangular a Cecily? Por qu motivo? Su madre era la bondad personificada. Tomuna de las velas y la acerc a las marcas sospechosas, corriendo el riesgo de prenderlos finos cabellos plateados. Tuvo que rendirse a la evidencia: haban asesinado aCecily, no caba duda!

    Totalmente deshecha, Mary se recost en las ajadas almohadas, acariciando lafrente de su madre, como ella haba hecho tantas veces para consolarla, y dej que sumirada vagara por la habitacin fra y lgubre sin detenerse en los muebles, viejos ydesvencijados.

    No entenda nada. Nada en absoluto. No tena sentido, sobre todo porque nohaban robado nada, puesto que el colgante se encontraba todava alrededor delcuello de su madre. El asesino tena, por fuerza, que haberlo visto al inclinarse sobresu vctima. Cul era entonces el motivo? Las preguntas le resultaban taninsoportables que tuvo ganas de gritar. Tena que reaccionar, no podadesmoralizarse, no poda dejarse hundir en la oscuridad como su madre haba hechotantas veces. Salt de la cama y extrajo de debajo del somier la maleta que haban

    guardado all y que comparta espacio con araas y cucarachas. Tras depositarlasobre una mesita, la abri y, una vez ms, la llen con sus escasas pertenencias, como

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    cuando su madre y ella deban escapar de los acreedores. Estaba cerrndola cuandoalguien intent abrir la puerta. Por puro instinto se aplast contra la pared,aterrorizada. La voz gruesa del casero se dej or a travs de la puerta:

    Ya van dos veces, seora Read! Volver dentro de una hora y tendris que

    pagarme, si noNo termin la frase y Mary oy sus fuertes pisadas mientras bajaba la escalera.Permanecer ms tiempo al lado de Cecily hubiese sido una locura. Ni siquiera tenalos medios para ofrecerle una sepultura a su madre. Los cementerios slo sirvenpara enterrar ms deprisa el alma en el olvido de los corazones, Mary. Elige mejoruna estrella para que me acompae por toda la eternidad y as, ests donde ests,velar por ti, le haba recomendado Cecily en ms de una ocasin.

    No haba imaginado entonces que la abandonara de esa forma. Mary sesacudi una vez ms la tristeza, bes la mejilla fra de su madre, murmur un adis

    tembloroso entre los bucles an sedosos y pas por encima del marco de la ventanasin mirar atrs. Lanz en primer lugar su equipaje y luego salt al callejn desde elprimer piso, alertando a unos cuantos perros y gatos que huyeron entre gemidos.

    Durante mucho tiempo vag sin rumbo por las callejuelas que bordeaban elTmesis, escuchando la forma en que barqueros y pescadores se interpelaban confamiliaridad. Toda ella era sufrimiento, terror y desesperanza. Era injusto, pensaba.Injusto que hubiese sucedido precisamente hoy, cuando era portadora de tan buenasnoticias. Se reprochaba no haber pensado antes en hablar con el pastor Reeves, en nohaber confiado en el cario de lady Read. Posiblemente, de haberlo hecho, nada detodo aquello habra sucedido. Al verse de nuevo bien situada, Cecily habra vuelto arer a su lado y ella la habra tomado de la mano para acompaarla en su vejez. Noconsegua borrar de su recuerdo la imagen de su rostro tranquilo, como si se hubiesedejado hacer, como si hubiese sido cmplice de su agresor para encontrar en lamuerte la ltima escapatoria a su desgracia. Esa posibilidad le hizo dao.

    Dio un puntapi a una piedra, ignorando los rugidos de hambre de suestmago. Maana mismo ira a reclamar su herencia. Cecily no habra deseado quela perdiese, despus de todo lo que haba tenido que humillarse para conseguirla.Mary asi el colgante de esmeralda, que ahora colgaba de su cuello acompaando alde jade, como si fuese un tesoro. El alma de Cecily haba quedado grabada en l parasiempre.

    De momento no deseaba ms compaa que su soledad. Se desliz bajo unpuente, se ci la ropa al cuerpo y, tiritando de fro, se dej mecer por el movimientode los barcos. Desde all distingua con claridad el puerto de Londres.

    Transfiri su sentimiento de culpabilidad a Tobias Read, reencontrndose con elmismo odio que la asaltaba cada vez que pensaba en l. Muchos de aquellos barcos lepertenecan. Hubiese podido salvarlas fcilmente, continuar con la obra de su madre

    cuando sta falleci, pero por el contrario la haba echado de su casa como a unperro. Cmo imaginar que iba a cambiar de opinin hasta el punto de buscarla para

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    compartir su herencia con ella? De repente, la respuesta se le apareci tan evidente

    que se mordi el puo para ahogar el grito de consternacin que quera escapar de sugarganta. Y si la razn de que Tobias Read estuviese buscndola no tuviese nadaque ver con el deseo de compartir? Y si su intencin fuese justo lo contrario,desembarazarse de ella?

    Dios mo, no! gimi.Tobias Read!l, y slo l, poda ser el asesino de su madre!Mary decidi abandonar Londres lo antes posible, pues a partir de ese

    momento se supo en peligro. Pero adnde ir? Qu hacer?

    El vaivn de los barcos la inspir. Encontrara sin problemas un trabajo comogrumete. Durante muchos aos, haba logrado engaar fcilmente a todos los que larodeaban. No se imaginaba vistiendo otra indumentaria que no fuesen suspantalones, pero no poda correr el riesgo de enrolarse en uno de los navos de su to.Dover, al sur de Inglaterra, era la ciudad portuaria a la que podra acceder con mayorfacilidad.

    Renunciando a una herencia que slo le haba trado la desgracia y con la firmeintencin de olvidarla, a la maana siguiente Mary parti en busca de su destino.

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    Captulo 5

    Mary lleg a Dover ocho das ms tarde, agotada tras haber arrastrado su penaentre las dificultades del camino. La lluvia, que durante tres das haba cado sincesar, haba mojado sus mejillas en sustitucin de las lgrimas que se negaba a verter.

    Una vez en el puerto, rob aqu y all algunos mendrugos de pan y se dedic avigilar atentamente los manejos de los chiquillos que perseguan a los eventualespasajeros para ofrecerse como mandaderos o mozos de carga. No pareca tareacomplicada, as que se decidi a probar suerte para poder tener de qu comer hastaque encontrase un navo en el que embarcarse.

    Cuando las campanas de las iglesias sonaron, anunciando el medioda, an nohaba conseguido ni una moneda con la que aplacar las exigencias de su estmago.Tuvo que admitir su falta de experiencia. Lo que, en principio, le haba parecidosencillo, no result serlo. Los habituales eran ms rpidos, ms listos y ms eficacesque ella. Estaba ya dispuesta a renunciar, decepcionada, cuando vio que se acercabaotro coche. El ltimo se dijo. Si fracaso, ir a mendigar la comida.

    Desplegando toda su energa, corri hasta perder el aliento para adelantar a losdems. Antes incluso de que los caballos se parasen en el arcn, haba saltado porencima de los cordajes y los amarres, apartando a codazos a un rubio flacucho que,en su opinin, ya haba ganado lo suficiente aquella maana, para intentaraprovechar su primera ocasin.

    El pasajero del coche abra la portezuela cuando Mary lleg ante l, pero deforma muy distinta a la que haba imaginado. Una zancadilla vengativa de su rival lahizo aterrizar en medio de un charco, salpicando de barro todo lo que estaba a sualrededor. Entre otras cosas, el impecable traje del caballero, que rugi de clera.

    Estpido patn! exclam en francs estrellando un pie ricamente calzadocontra las costillas de Mary.

    Sentada en el suelo, Mary balbuci unas tontas excusas en la misma lengua,ignorando el barro que se escurra por su cara. Controlando su risa mejor que suscompaeros, el rubio flacucho se apresur a ofrecer sus servicios y Mary tuvo quecontemplar como el caballero, enfadado a causa de su torpeza, se alejaba en sucompaa.

    Una carta abandonada en el barro atrajo su atencin cuando iba a batirse enretirada, avergonzada. La recogi y, obedeciendo a un reflejo y con la intencin dedevolvrsela, llam a su vctima por el nombre que ley en ella.

    Seor! Seor de La Partelire, esperad! pero no fue el aludido quien se

    volvi, sino el mocoso rubio, que aprovech la ocasin para sacarle la lengua.Ddmela, jovencito! exigi una voz femenina.

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    Con el trasero enterrado todava en el barro, Mary se volvi y levant la cabezapara descubrir, de pie en el estribo del carruaje, a una dama muy elegante que tenaaspecto de estar tan divertida como apenada por su ridcula postura.

    Lo siento muchsimo, seora se excus Mary. Est tan manchada como la

    ropa de vuestro esposo.Hablis francs? se extra la dama ahogando la risa tras su mano

    enguantada.Y tambin lo leo confes Mary para justificar su insistencia.Id rpidamente a limpiar vuestras ropas decidi la dama renunciando a

    tomar la carta manchada de barro y llevad esta misiva a mi casa cuando est seca.Cmo os llamis? Qu edad tenis?

    Me llamo Oliver, seora, y tengo dieciocho aos minti.Pues bien, Oliver, nos veremos ms tarde le asegur su bienhechora

    facilitndole su direccin y su nombre. En cuanto al caballero, no os inquietis mspor l. No se trata de mi marido, sino de mi secretario particular, y su malhumor sedebe a que acabo de despedirle.

    Aprovechando que su presencia ya no llamaba la atencin entre el gran nmerode coches que esperaban, Mary decidi desaparecer antes de que el chico rubioregresara. Mientras se diriga hacia la playa cercana, no se fij en las miradas, entredivertidas y despectivas, que le dedicaban. La dulzura de la seora de Mortefontainehaba lavado su pena con ms eficacia que la lluvia de los ltimos das. Se limpi enlas aguas glidas del canal de la Mancha, bajo un viento helado que haca que lecastaeteasen los dientes. Una burguesa morira, pens enorgullecindose de sufrrea constitucin. En el peor de los casos, podra acatarrarse. Pero cualquier cosaera mejor que dejar escapar la oportunidad que le brindaba la seora deMortefontaine. Cuando el spero viento del norte hubo secado parte de la humedadde sus ropas, empapadas y pegadas a su cuerpo tembloroso, ech a correr paraentrar en calor. Slo se paraba en alguna esquina para preguntar si su camino era elcorrecto. Por fin lleg a la hermosa vivienda de su protectora. Llevaba por todoequipaje un nombre que ni siquiera era el suyo.

    Una sirvienta de rostro encantador le abri la puerta, la examin de arriba abajoy se apart para dejarla entrar.

    La seora os espera le asegur acompandola hasta un saloncito.Estis mucho ms guapo as que disfrazado de negrito! le espet Emma de

    Mortefontaine tendindole una mano en la que Mary-Oliver deposit un beso corts,tal y como haba aprendido a hacerlo con el profesor de urbanidad de lady Read.Emma pareci encantada, pero se apresur a exclamar:

    Dios mo! Pero si estis helado!Percatndose de las ropas hmedas y del aspecto confundido de Mary-Oliver,

    Emma de Mortefontaine tir del cordn de la campanilla para avisar a la sirvienta,que apareci inmediatamente.

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    Amanda, conducid a este jovencito a la antecocina y prestadle un uniformede paje. Que se cambie mientras nos preparis un chocolate. Id, Oliver orden conun ligero tono de reproche en la voz. Enfermo de neumona no me serais til.

    Mary acat la orden. En realidad no se senta muy valiente.

    Cmo demonios habis podido mojaros as? se asombr Amandaguindola a travs de los pasillos. Precisamente, hoy no est lloviendo.Un torpe me ha empujado cuando estaba en el espign minti Mary-

    Oliver. Os voy a dar un consejo, Amanda. Esperad al verano para baaros declar con fingida seriedad. La broma consigui que se ganase inmediatamente elaprecio de la joven.

    Os dejo dijo Amanda tendindole las ropas prometidas. Puede que osqueden un poco grandes, pero as os resultarn ms cmodas. Cuando estis listo osservir, adems del chocolate, un vaso de licor de malta que terminar de calentaros.

    Un cuarto de hora ms tarde, gracias a los cuidados de Amanda, que habasacado del horno unos bizcochos mientras ella se cambiaba, una Mary-Oliver msserena se reuna por fin con la seora de Mortefontaine. Esta la invit a sentarse y acomer un trozo de pastel para acompaar el chocolate.

    Ahora, vais a explicarme qu anda haciendo en los muelles un chico tan bieneducado solicit Emma con benevolencia.

    Mary-Oliver le habl entonces de su infancia de nio rechazado, de la tristecondicin de su madre, de su repentina muerte, de su desesperacin, de sus apuros yde su pena. Slo omiti su propensin al hurto, el aspecto interesado de supersonalidad y el apellido Read, que no deseaba mencionar para evitar que laasociasen con l. No poda arriesgarse a que la encontraran.

    Emma termin la taza de chocolate y pregunt con calma:Queris trabajar para m? Seris perfecto para reemplazar a mi secretario

    particular.Antes de que Mary-Oliver pudiese responder, Emma la envolvi con una

    mirada zalamera y aadi:Dos coronas. Ms el alojamiento y las comidas. Aceptis?Era mucho ms de lo que Mary haba imaginado.Me salvis, seora respondi con gratitud. Me esforzar, podis creerme,

    en ser digno de la confianza con la que me honris.No lo dudo, Oliver. Tenis, estoy segura, las cualidades necesarias para ello.Emma de Mortefontaine se hundi an ms en su confortable silln tapizado de

    terciopelo esmeralda. Mary-Oliver pase una mirada carente de malicia por laperfeccin de sus rasgos. Con toda certeza, esa dama era la ms agradable y la ms

    bella que hubiese encontrado nunca. Los ojos verdes, almendrados y rodeados porunas espesas pestaas doradas, realzaban el tono impecable de su cutis. La boca,pequea y en forma de corazn, pareca un capullo de rosa colocado bajo unadelicada nariz y el valo perfecto de su cara habra hecho las delicias del pincel de

    Leonardo da Vinci. En cuanto a su talle, era fino y esbelto.Ahora es el momento de hablaros de m, querido decidi sin sentirse

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    se cruzan con ella en la calle prefieren volver la cabeza. Me divierte sacudir un pocosus convencionalismos demostrndoles, de vez en cuando, la verdadera naturalezade esta sociedad de hipcritas. Por mi parte, os comprendo perfectamente, y sa es larazn por la que nunca veris en mi comportamiento hacia vos una piedad de buen

    tono.Emma se levant para tomar un puado de tabaco de una tabaquera que seencontraba sobre una mesa de mrmol y llenar con l la cazoleta de una pipa decornalina. La encendi con un mechero de pedernal y continu:

    He de confesaros, querido, que no siempre he sido la noble y respetableEmma de Mortefontaine. Hija de una doncella y un pastor anglicano, lo tena todopara perderme. He sobrevivido en el oprobio, nutrindome de barro para crecer,hasta que un caballero francs, el seor de M