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La tumba

Jos Agustn naci en Acapulco en 1944. Poco menos de dos dcadas ms tarde comenz a publicar, colocndose a la vanguardia de su generacin. Fue miembro del taller literario de Juan Jos Arreola, quien le public su primera novela, La tumba, en 1964. Ha sido becario del Centro Mexicano de Escritores y de las fundaciones Fulbright y Guggenheim. Ha escrito teatro y guin cinematogrfico, mbito en el que dirigi diversos proyectos. Entre sus obras destacan De perfil (1966), Inventando que sueo (1968), Se est haciendo tarde (final en laguna) (1973, premio Dos Ocanos del Festival de Biarritz, Francia), El rey se acerca a su templo (1976), Ciudades desiertas (1984, premio de Narrativa Colima), Cerca del fuego (1986), El rock de la crcel (1986), No hay censura (1988), La miel derramada (1992), La panza del Tepozteco (1993), Dos horas de sol (1994), La contracultura en Mxico (1996), Cuentos completos (2001), Los grandes discos del rock (2001), Vida con mi viuda (2004, premio Mazatln de Literatura) y Armablanca (2006). Ha publicado ensayo y crnica histrica, destacando los tres volmenes de Tragicomedia mexicana (1990, 1992, 1998).

Jos Agustn

La tumba

La tumba

Segunda edicin en Debolsillo: enero, 2011 Segunda reimpresin: enero, 2012

D. R. 1977, Jos Agustn Ramrez

Foto de portada: Francisco Mata Rosas

D. R. 2010, derechos de edicin mundiales en lengua castellana: Random House Mondadori, S. A. de C. V. Av. Homero nm. 544, colonia Chapultepec Morales, Delegacin Miguel Hidalgo, C.P. 11570, Mxico, D.F.

www.rhmx.com.mx

Comentarios sobre la edicin y el contenido de este libro a: [email protected]

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Queda rigurosamente prohibida, sin autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa, el tratamiento informtico, as como la distribucin de ejemplares de la misma mediante alquiler o prstamo pblicos.

ISBN 978-607-310-376-3

Impreso en Mxico / Printed in Mxico

Esta edicin se termin de imprimir en Litogrfica Ingramex S.A. de C.V., Centeno 162-1, colonia Granjas Esmeralda, C.P. 09810, Mxico D.F., en el mes de enero de 2012.

A Juan Jos Arreola

Mir hacia el techo: un color liso, azul claro. Mi cuerpo se revolva bajo las sbanas. Lindo modo de despertar, pens, viendo un techo azul. Ya me gritaban que despertase y yo an senta la soolencia acuartelada en mis piernas.

Me levant para entrar en la regadera. El agua estaba ms fra que tibia, pero no lo suficiente para despertarme del todo. Al salir, alcanc a ver, semioculto, el manojo de papeles donde haba escrito el cuento que pidi el profesor de literatura. Me acerqu para hojearlo, buscando algn error, que a mi juicio no encontr. Sent verdadera satisfaccin.

Al ver el reloj, advert lo tarde que era. Apresuradamente me vest para bajar al desayuno. Mordiscos a un pan, sorbos a la leche. Salir. Mi coche, regalo paterno cuando cumpl quince aos, me esperaba. Sub en l, para dirigirme a la escuela.

Por suerte, llegu a tiempo para la clase de francs. Me diverta haciendo creer a la maestra que yo era un gran estudioso del idioma, cuando en realidad lo hablaba desde antes. En clase, tras felicitar mis adelantos, me exhort a seguir esa lnea progresiva (sic), pero un amigo mo, nuevo en la escuela, protest:

-Qu gracia!

Por qu? pregunt la maestra, no es nada fcil aprender francs.

-Pero l ya lo habla.

Es verdad eso, Gabriel?

S, maestra.

Gran revuelo. La maestra no lo poda creer, casi lloraba, balbuceando tan solo:

Regardez l'enfant, quelle moque rie!

Mi amigo se acerc, confuso, preguntando si haba dicho alguna idiotez, mas para su sorpresa, la nica respuesta que obtuvo fue una sonora carcajada. Al fin y al cabo, poco me importaba echar abajo mi farsa con la francesita.

Sal al corredor (aunque estaba ms que prohibido), y al observar que se acercaba el maestro de literatura, entr en el saln. El maestro lleg, con su caracterstico aire de Gran Dragn Bizco del Ku-Klux-Klan, pidiendo el cuento que haba encargado. Entregu el mo al final, y como supuse, lo hoje un poco antes de iniciar la clase. Su cara no reflej ninguna expresin al ver mi trabajo.

Al terminar la clase, Dora se acerc con sus bromas estpidas. Entre otras cosas, deca:

Vers si no le digo al maestro que el cuento que presentaste es plagiado.

Contest que me importaba muy poco lo que contara, y comprendiendo que no estaba de humor para sus bromas, se retir.

En la tarde, me encerr en mi cuarto para escribir el intrincado conflicto de una nia de doce aos enamorada de su primito, de ocho. Pero aunque bregu por hacerlo, dorm pensando en qu me haba equivocado al escribir ese cuento.

En mi sueo, Dora y el maestro de literatura, escondidos bajo el escritorio, rean salvajemente al corear:

Ahora es tu turno, ven ac.

En la siguiente clase de literatura, vi que Dora susurraba algo al maestro y que despus me miraba. Inmediatamente supe que Dora haba hecho cierto su chiste. A media clase, el maestro me dijo:

Mira, Gabriel, cuando no se tiene talento artstico, en especial para escribir, es preferible no intentarlo.

De acuerdo, maestro, pero eso en qu me concierne?

-Es penoso decirlo ante tus compaeros, mas tendr que hacerlo.

Dgalo, no se reprima.

Despus de meditar profundamente, llegu a la conclusin de que no escribiste el cuento que has entregado.

Ah, y cmo lleg a esa sapientsima conclusin, mi muy estimado maestro?

Pues al analizar tu trabajo, me di cuenta.

Nada ms?

Y lo confirm cuando me lo asever una de tus compaeritas.

Dora, para ser ms precisos.

Pues, s.

Y, de quin considera que plagi el cuento, profesor?

Bueno, tanto como plagiar, no; pero dira que se parece mucho a Chjov.

De veras a Chjov?

S, claro asegur, molesto.

Pues yo no dira, veredicto que jams pens que llegara a creer lo que le dice cualquier nia estpida.

Luego, entonces, afirmas no haber, eh, plagiado, digamos, ese cuento?

Por supuesto, y lo demostrar en la prxima clase. Tendr muchsimo gusto en traer las obras completas de Chjov.

Ojal lo hagas.

Sal furioso de la escuela para ir, en el coche, hasta las afueras de la ciudad. Quera calmarme. Esa Dora, me las pagar. Tena deseos de verla colgada en cualquiera de los rboles de por all.

En la siguiente clase, me present con las obras completas de Chjov. Pero, como era natural, el maestro no quiso dar su brazo a torcer y afirm que deba haberlo plagiado (ahora s, plagiado) de otro escritor: no me consideraba capaz de escribir un cuento as.

Sus palabras hicieron que mi ira se disipase para ceder lugar a la satisfaccin. Como elogio haba estado complicado, pero a fin de cuentas era un elogio a todo dar.

Comme un fou il se croit Dieu, nous nous croyons mortels.

Delalande

En aquel momento me dedicaba a silbar una tonadilla que haba odo en alguna parte. Estaba hundido en un silln, en la biblioteca de mi casa, viendo a mi padre platicar con el seor Obesodioso, que aparte de mordiscar su puro, hablaba de poltica (mal).

Mi padre me miraba, enrgico, exigiendo mi silencio, y como es natural, no le hice caso. Tuvo que soportar mis silbidos combinados con la insulsa pltica de don Obesomartirizante.

Decidiendo dejarlos por la paz, murmur un con permiso que no contestaron, y sub a mi recmara. El reloj marcaba las once y media: maldije por levantarme tan temprano. Puesto un disco (Lohengrin), lo escuch mirando el proceso de las vueltas. Vueltas, vueltas. Las di yo tambin. Al escucharse un clarn, me desplom en la cama, viendo el techo azul.

Mi cuerpo se agitaba como un torrente. Todo era vueltas. En la lmpara del techo se form el rostro de Dora y eso detuvo el vrtigo. Odi a Dora, con deseos de despellejarla en vicia. No haba logrado verla desde el incidente con el maestro de literatura.

Me sent tonto al estar tirado en la cama a las once del da, mirando el techo azul y

Pensando en esa perra!

Telefone a Martn: no estaba, pero record que haba ido a nadar a su casa de campo. Tras tomar una chamarra roja y mi traje de bao, sal apresuradamente.

Part a gran velocidad hacia las afueras del Distrito. Encend la radio: hablaban de Chjov. Sonre al pensar otra vez: No est mal si mis cuentos son confundidos con los de Chjov!

La gran recta de la carretera se perda al dibujarse una curva a lo lejos, en una colina. Un coche esport me retaba a correr. Hund el acelerador y el esport tambin lo hizo, pasndome. Sent una furia repentina al ver la mancha roja del auto frente a m. El chofer traa una gorrita a cuadros. Est sonriendo el maldito. Furioso, prosegu la carrera con ardor. Haba pasado la casa de Martn, pero insist en alcanzar al esport.

Llegamos a la curva. El rival se mantena adelante al dar la vuelta. Yo, temiendo darla tan rpido, disminu la velocidad. El esport no lo hizo y la dio a todo vapor.

Un estruendo reson en mis odos, mientras la llamarada surga como oracin malfica. Fren al momento para ir, a pie, hasta la curva. El esport se haba estrellado con un camin que transitaba en sentido contrario. Una ligera sonrisa se dibuj en mi cara al pensar: Eso mereces.

Di media vuelta.

Al llegar a casa de Martn, estacion el coche y camin hasta la sala. Martn, preparando bebidas, alz los ojos.

Hola, Chjov!

Detn tu chiste, que no estoy dispuesto a soportarlo.

Calmaos, niito.

Es que ya me cans esa tonada.

Pues desahgate y agreg, con aire de complicidad: ah est Dora.

Palabra?

Yep. Cmo te suena?

Interesante.

Qu quieres beber?

No s, cualquier cosa.

Con un coctel en la mano, entr en un cuarto para ponerme el traje de bao. Desde la ventana vi a Dora, nadando con los amigos, aparentemente sin preocupaciones. Maldita esnob, pens. Vesta un diminuto bikini que le quedaba bien. Tras morder mis labios, asegur vengarme.

Sal con lentitud de la casa y me detuve un momento en el jardn, en pose. Ella, al verme, se volvi, aullando:

Hooola, Chjov!

Salud a todos, incluyndola, y sin ms me tir al agua. Dora tambin lo hizo y nadamos el uno hacia el otro hasta encontrarnos en el centro de la alberca. ramos la expectacin general. Todos haban dejado de hablar y nos miraban. Por tercera vez, mis labios sintieron el contacto de los dientes. Nos miramos. Ella tena esa sonrisa sarcstica (sardnica?) tan caracterstica en su rostro.

Nadas bien, Chjov.

No nado bien ni me llamo Chjov, querida.

Qu te pasa? No juegues al enfadado.

Me crees enfadado?

Pues, vindote ahora, s.

Y, qu opinas de eso?

Que te ves graciossimo.

Mmmm... Oye, permteme hacer una pregunta con conmovedora ingenuidad.

Di.

Por qu le armaste ese cuento al de literatura?

Esa clase es muy montona, mi estimado Chejovn, necesitaba un poco de emocin.

Vaya...

Adems, t me dijiste nia estpida.

Pero eso no est tan apartado de la realidad.

Ahora soy yo la del vaya...

Lo cual me agrada.

Entonces, amigos?

Qu hemos dejado de serlo?

No s, pero de cualquier manera es bueno ratificarlo.

Sea.

Decid terminar esa hmeda conversacin haciendo un guio al nadar hacia la orilla. Martn se acerc preguntando si haba consumado mi venganza. Le contest que habamos ratificado nuestra amistad.

Caramba! rio. sa s es venganza!

Cuando se aburrieron de nadar, pasamos a la sala. Tras la reparticin de bebidas, se empez a bailar. Yo tom mi vaso, decidido a encerrarme en un completo mutismo, pero no lo logr: Dora vino hacia m, riendo. Intercambiamos sandeces y nos levantamos para bailar. Una ensordinada trompeta haca un solo mientras nosotros nos deslizbamos al comps del low-jazz. Dora haba estado bebiendo y cnicamente soltaba incongruencias y palabrotas. Realmente me diverta, bailaba muy bien y su cuerpo era fuego. Al fin, rompi el silencio.

No propones nada? Eh?

Que si no propones nada, Chejovito.

Yo? No, no s.

Cmo eres bruto. Toma un hectolitro de whisky y vamos al jardn.

Con una botella birlada, salimos. El ocaso se mostraba esplendoroso y as se lo hice saber. Ella rio.

No seas cursi, Chjov.

Nos sentamos tras unos arbustos, y bebiendo con rapidez pentatlnica, inquiri:

As vamos a estar? Eh?

Qu demonios esperas para besarme?

Sintindome humillado, respir profundamente antes de rozar sus labios con suavidad, con timidez. De nuevo solt su carcajada y me bes con ardor.

El match dur poco. Yo senta miedo. Algo inexplicable se apoder de m. Aunque se no era mi estreno, me senta extrao a todo, sin percibir nada y comportndome como idiota.

Dijo que estaba imposible y que ya sera otra vez.

Cuando volvimos a la sala, todos se retiraban. Dora cant La marsellesa a tutti volumen. Le narr el incidente con el esport y coment que el estrellado deb ser yo, por imbecilito. Eso no me molest, pues era cierto. Y al llegar a la ciudad, dijo que la llevara directamente a su casa, lo que tampoco me indign, pero me hizo sentir humillado. Me dijo adis con sus carcajadas, y tambalendose, entr en su casa.

Su risa estuvo en mi cabeza toda la noche.

Despert con los ojos anegados de lgrimas. No comprend la razn, pero las gotitas saladas escurran. Estaba pesado y sin flexibilidad.

Nuevamente, mi brumosa mirada vio primero el techo. El color azul permaneca. Tuve una ligera esperanza de que se transformase en un tono malva, o algo as. El azul se adueaba de todo formando crculos a mi alrededor. Debo estar mareado, pens al levantarme; pero no lo estaba.

Como de costumbre, era tarde, y solo haciendo un considerable esfuerzo quise apurarme para llegar a tiempo, pero no lo logr. (Rien, c'est la chose qui vient.) Al estacionar el coche frente a la escuela, tena ya media hora de retardo. Sentado, con la mirada fija en el volante, finga reflexionar y llegu a la inexorable resolucin de no entrar a clases. Lentamente encend el motor para salir sin direccin fija, avanzando muy despacio. Un grito me hizo volver. Dora me llamaba desde una esquina. Met la reversa, dirigindome hacia all.

No seas flojn, Chjov, entra a clases.

Lo mismo te digo.

Risas.

Hacia dnde te diriges?

A ninguna parte.

Alors, a dnde me llevars?

Al diablo.

Eres imposible.

Claro.

Vamos al drive-in?

Vamos.

Emprend la marcha hacia el drive-in mirando de reojo a Dora, que encenda un cigarro. Sus dedos distradamente acercaban la lumbre, y de la misma manera, la agitaban para tirarla por la ventanilla. Es bonita. Sonrisa. Debe tener la impresin de que soy un enfant terrible, o si no, imbcil. Mord mis labios.

En el tugurio para automviles me invadi la sensacin de vaciedad, desconocida hasta entonces, forzndome a permanecer en completo silencio. Era una curiosa mezcolanza de sensaciones. Sin ver a Dora, senta sus ojos clavados en m, incomodndome. Pens que quiz tena una mancha en mi rostro. Y cuando el mesero vino, ella no despeg su mirada. Mecnicamente mi mano extrajo un cigarro. Al sacar el cerillo, advert que mi mano temblaba y que me era casi imposible encenderlo. Trat de concentrarme, pero sent los ojos de Dora desmenuzndome. Mi mano temblaba, temblaban mis dedos. Cre que esos largos dedos de pianista que sostenan el cerillo no eran mos. Temblaban, temblaban. Todo se volvi crculos: mi mano, el cerillo, los dedos, su mirada; todo.

Fue cosa de un instante, y al quemarme, los crculos se desvanecieron quedando solo la risa de Dora. Risa cruel en boca fina. Riendo an, encendi el cigarro de mis tormentos. Advert el sudor, tena la cara empapada. Como en un delirio recuerdo haberme secado. La mir, estaba divertidsima.

Eres todo un carcter. Lo que se dice un escritor.

De quin hablas?

De ti.

Dijiste escritor?

Aj: escritor... en potencia.

Y eso debe agradarme?

Es a tu gusto.

Ya digiero.

Lo cual me llena de una siniestra satisfaccin. Dime, no te gustara formar parte de nuestro crculo?

Crculo!

Qu rombo?

El Rombo Literario Moderno.

Luego entonces, t escribes? Sipi.

Y, quines forman el valo?

Pues mira, estn... Ser mejor que los conozcas de trancazo. Pasa por m maana a las ocho, para que vayamos a la reunin.

De acuerdo.

Oye, ya termin con esta asquerosa malteada; tengo ganas de beber.

Pues bebamos.

Mira, compras una botella y nos largamos a Despoblado, okay?

Okay.

Comprado un ron corriente, salimos al campo. Era un da esplndido.

Nos detuvimos en un paraje solitario. Tras destapar la botella nos dedicamos a turnrnosla. Ya bastante mareados y sin comprender bien lo que suceda adoptamos el papel de amantes. La sesin se prolong hasta el atardecer. En aquellos momentos me senta satisfecho y hasta contento de m mismo. Dora fue ma. Yo no vi las circunstancias, sino el acto, que me produjo un considerable placer.

Cuando bamos de regreso, me sent con el derecho de pedir que dijera la verdad al maestro de literatura. Ella se neg con risas salvajes de triunfo. Entonces me supe derrotado, comprend que ni siquiera la haba seducido: todo se hizo por su iniciativa. Sent una gran humillacin que gradualmente se transform en ira. Entonces ya no ped: exig. Ella se volvi a negar, ya en plan serio, pero an con irona en los ojos. Sostuvimos una disputa ante la puerta de su casa. Por fin nos calmamos. Qued de acompaarla a la junta de su crculo al da siguiente, y con un glacial beso nos despedimos.

En casa me senta perplejo. Pas sin saludar a nadie, y en mi habitacin la ira me encendi de nuevo. Ira loca, incontenible. Tena verdaderos deseos de ir por ella para estrangularla. Incontenible. Lloraba. Lgrimas saladas. Vi mi cara hmeda, mis ojos vidriosos reflejados en el espejo. Vino el vrtigo, volvieron los crculos, y furioso, lanc un golpe que rompi el espejo, dejndome la mano ensangrentada.

Las seis de la tarde, mi habitacin, dentro de dos horas ir por ella. Volv a ocuparme de mi lectura la curiosidad hizo que comprara La rueda y haca que no la arrojase por la ventana. Este Juavaninno es realmente retrasado mental! An soport de regular grado La rueda cuando una inmensa sensacin de asco me invadi. Me asqueaba la novela en especial, y acostado, escup lo ms lejos que pude arrojar el libro por la ventana. Pero fall.

La mirada se pos en el azul techo y rpidamente me puse bocabajo, acariciando, sin darme cuenta, el bur. Con los ojos cerrados mi mano recorra el mueble. Esa misma mano abri el cajn para sacar un libro. Respetable encuademacin. Abrindolo al azar, encontr una frase de Lutero:

Wer nicht liebt Wein, Weib und Gesang der bleibt ein Narr sein lebelang

y como no hablo alemn y no pude encontrar la traduccin, el libro de encuadernacin respetable hizo compaa a La rueda, pues tambin fall.

Con ansiedad vi el reloj. An faltaba hora y media para la junta del crculo. Enterr la cara en la almohada, dejando colgado el brazo. Ese mismo en el cual estaba la mano que sac el libro de la luterana cita, colgado.

Qu imbcil postura. La cara en la almohada y el brazo colgando..., soy todo un golfo.

Record que deba hacer un trabajo de qumica, pero no lo hice. Qu me pueden importar los hidrocarburos; ya me las ingeniar para burlar al qumico! Y segu bocabajo.

Dora tampoco haba ido ese da a la escuela. Al preguntarme quin pudo haber sido su compaero de andanzas, pas lista a los ausentes: Carlos (el del incidente con la francesita), Martn y Gilberto; eso, de mi grupo. Renunci a averiguar quin pudo haber sido el compaebrio de Dora Castillo, la muchacha con la que haba hecho el amor un da antes, y para colmo, por primera vez en mi vida, con iniciativa ajena. No se me olvidaba.

Me levant para correr a la sala. Tena ganas de armar escndalo con el estreo. En el tocadiscos, coloqu un disco de afrojazz Mongo Santamara, pero antes de ponerlo a trabajar, chequ si haba alguien. Tena deseos de molestar. Tuve suerte: mi madre tomaba chocolate humeante en el jol, no lejos de la sala. Regres pausadamente al aparato. El disco comenzaba con un sonido de bongos que creca paulatinamente de volumen, hasta alcanzar un escndalo coronado con el aullido de mi madre.

Detn tu infernal ruido, he tirado el chocolate!

Sin hacerle caso, mantuve el volumen del estreo. Mi madre hizo su entrada triunfal con la cara congestionada por el furor.

No oste? Bjale.

Yo, sin mostrar deseos de complacerla, me sacuda dando vueltecitas al comps de los bongos. Escuchaba sus regaos:

Desconsiderado! Lo haces adrede!

Con mucha esttica, di una vuelta ms antes de disminuir el volumen. Mam sali lanzando imprecaciones. La risa se empez a formar en mi garganta y supe que explotara en carcajada. No quise empeorar la situacin y sal corriendo a la calle. Riendo salvajemente. Vea la cara enfurecida de mamis y eso haca que la risa continuara. Casi ca por el ataque. Cuando logr contenerme, advert el fro que haca. Mi cuerpo se estremeci al entrar de nuevo en la casa.

En mi cuarto, quise verme en el espejo y record el puetazo del da anterior, y cmo mi padre me haba regaado. Mi mano vendada me doli como nunca.

Me puse un estrecho pantaln gris, camisa negra, gazn blanco, suter dem y gabardina. Baj la escalera, y en la sala, hice unos pasos de baile: el disco no haba terminado. Me asom de nuevo en el jol: mam insista con su chocolate. Silenciosamente llegu al tocadiscos para subir el volumen, con violencia. Antes de or las maldiciones de mi madre, corr a la calle.

En el auto me puse los guantes oyendo cmo el afro- jazz fue cortado con brusquedad, y antes de que otra cosa sucediera, part hacia la calle Carlos Finlay, nmero 344, donde vive el arquitecto Equis Castillo, padre de la rubia llamada Dora. Con la calefaccin del auto y la msica suave de la radio, casi llegu a sentirme a gusto.

Me hicieron esperar en la casa del arquitecto, pues la hija del ya citado profesionista estaba arreglndose. A todas luces, la casa estaba sola (exceptuando, por supuesto, a las criadas y a Dora). De arriba lleg su voz, que gritaba:

Encuentra la cantina y preprate un trago!

Hcele caso y camin hasta el gran comedor, para encontrarme con un simptico barecito en un rincn. Tom un par de vasos y puse en ellos un whisky apcrifo. Ya en la sala, me sent, dedicndome a la loable tarea de eliminar el lquido del vaso.

Dora baj las escaleras a gran velocidad, para sentarse junto a m, oprimiendo mi brazo.

Dame un tragun.

Le seal el otro vaso, que bebi al instante.

Vamos, se hace tarde dijo a guisa de explicacin. Acbate eso.

Emulndola, di un sorbo y el licor cambi de lugar. Nos levantamos para salir a la calle.

La reunin del Crculo Literario Moderno era en el saln de actos de una escuela particular. Al llegar, un muchacho muy alto y rubio se nos uni y juntos entramos en el saln. Un seor de flacura insultante haca todo lo posible por controlar a los miembros. El rubio, llamado Jacques, pidi silencio. Todos callaron, para elegir presidente de debates. l. Entonces redact la orden del da, en cuyos puntos figuraba la admisin de Gabriel Gua (yo, para ser ms preciso). Se ley una carta de Herr Kafka, pero no atend al lector: su voz era una apetecible invitacin al estrangulamiento. Luego dieron opiniones y me abstuve por lo ya dicho. Mas pude percibir que Paco Kafka poda ser considerado como un mediocre cualquiera, con solo basarse en la crtica de los circuloliterariomodernistas.

Prosiguieron con la discusin de mi ingreso. Dora intervino proclamando mis inquietudes, y fui aceptado. Ni modo. Despus, un joven de mirada turbia se coloc unas gafas para leer: Cofrada sexual, poema dedicaselbico con rimas impares y sinalefas evitadas dedicado a Julio Enrique. Y nos martiriz con su infamia rimada. Lamentablemente, an soportamos seis poemas ms, suivis de sus respectivas crticas.

Terminada la reunin, Dora y Jacques subieron en mi coche y fuimos a cafetear a un lugarejo seudobeatnik llamado La Nusea Embriagante. Ah estaba oscuro como mis pensamientos. Un desarrapado mesero nos trajo unos cafs con tintes morados. De un tocadiscos sala una gruesa voz cantando:

There is a tavern in the town & there my true love sits down & drinks her wine as happy as can be & never never thinks on me.

Despus, pareci que me haban inyectado la tonada: no poda despegarla de mis labios. Bebidos los pretensos cafs salimos de la ratonera que fue, en efecto, toda una nusea embriagante.

Tras dejar a Dora en su casa, enfilamos hacia la de Jacques. Ambos remos todo el trayecto merced a las correras de Tulio el Pederasta, que contaba Jacques con verdadera gracia. En su casa todo mundo dorma. Subimos silenciosamente a su recmara, no sin antes birlarnos una botella de whisky de la sala. Tir un par de cojines en la alfombra y ah me sent. l se arroj en la cama. Tomamos la botella. El primer trago me dio la impresin de un shock elctrico, pero no di importancia a las impresiones y me dediqu exclusivamente a beber como tuerto. Un raro sopor me llegaba en oleadas. Entrecerr los ojos. Era la evasin, y la busqu con furia. Jacques fumaba. Dijo:

Ests en la escuela con Dora, no es as?

As es.

Y cmo se porta en clase?

Es una amenaza. An me debe un chistecito...

De qu se trata?

Pues se bot la puntada de contarle al teach de literatura que yo haba plagiado un cuento.

Y qu dijo el maistro?

El muy bestia lo crey, incluso dijo que el cuento es de Chjov.

Yes?

Todava no.

Tan bien escribes?

Bah, qu ms quisiera!

Ya doy.

Lo que sucede es que el maestro es una bestia que ni a Chjov ha ledo.

Ajaj: para matarlo.

En efecto, de buena gana le abrira el vientre para echarle puos de sal.

Eso mismo quisiera hacer con mucha gente.

S?

S. Soy casi anarquista.

Ah...

En veces me dan ganas de poner una bomba a todo el mundo, acabar con todos.

Hazlo.

No, no puedo, no sera capaz. Soy un cochino cobarde.

Tch, tch.

Hablando de sus debilidades, cont que era un gran admirador de Nietzsche/

Erstrato?

No, Nietzsche,

y que su ideal sera borrar todo vestigio de sentimiento en s para llegar a Supermn. Aplaud hipcritamente sus ideas, ocultando el desprecio que me produjeron.

Lo invit a callar y a seguir bebiendo, pero no me hizo caso. El asunto tomaba un matiz desesperante. Me invit, entonces, a discutir la filosofa nietzscheana. Me negu, y para hacerlo rabiar.

Eres un existencialista-guadalupano! chill.

Se enfureci y dijo a gritos que yo no era ms que un mediocre burgus.

Amn.

Estbamos demasiado borrachos pero continu burlndome. Para mi sorpresa, su clera no creci, sino que empez a llorar, sacando a flote su caudal inmenso de complejos. Confes sus penas, y como me empezaba a llenar de un espritu paternal opt por tomar un papel sarcstico y agresivo. Apuesto que le dola, pero no hizo nada por detenerme. Hubo un momento en que me sent perdido, confuso, y como no acertaba a explicar mi propio estado de nimo, solo beba y beba.

A las cinco de la maana el licor se acab, con Jacques dormido. Dando traspis logr levantarme y salir a la calle. Manej psimamente y varias veces estuve a punto de estrellarme. Pero pude llegar sin percances (con una borrachera inclemente).

En mi recmara, las vueltas aparecieron de nuevo. Todo era crculo. Los muebles giraban enloquecindome. Cre desfallecer en mi propio cuarto. Pero nada. Ca en la cama con los ojos vidriosos viendo ese azul techo que tambin empez a girar. Los regaos de mi padre, las carcajadas de Dora y yo en el centro de todo, como un ttere con los hilos rotos. Al llevar la mirada al tocadiscos me pareci ver una pancarta que deca.

as hablaba zaratustra

Mi voz se desgarr en un grito al caer dormido.

Al levantar los ojos, alcanc a ver que ya entraban a clase. Cerrado el auto, corr al tercer piso, donde se efectuara el examen de qumica. Llegu a tiempo para que me permitieran la entrada. Me sent junto a Dora. Desde la ltima reunin del Crculo Literario Moderno dos semanas ya no la haba visto. Sus ojos destellaban ira al susurrar:

Qu gusto, chulito, dichosos los ojos! Le sonre con exagerada simpata.

Qu tal estudiaste?

Enfurecida, tom la prueba que le ofreca el qumico.

Contra lo imaginado, la prueba estuvo en extremo fcil. Termin en quince minutos, y antes de salir, le dije:

Acaba rpido, estar en La Linterna.

Baj las escaleras encendiendo un cigarro. David me dio alcance y juntos nos encaminamos a la nevera ms cercana. David era un compaero de grupo, ex novio de Dora y miembro del Crculo.

En La Linterna no haba casi nadie. Un par de compaeros que no entraron a examen y una mesera despeinada que, tras servirnos unas cocacolas, sigui trapeando y maldiciendo su suerte. Despus de comentar el examen, David dijo:

Qu dice Dora?

No lo s. Desde la ltima reunin del clm no la he visto; al rato vendr.

De todo mundo esperaba ser hermano de saliva, menos tuyo!

Hermano de saliva?

S, lo somos. No ves que hemos besado a la misma chamaca?

No sabiendo cmo reaccionar ante esa infamia de chiste, decid rer. Ja, ja. Al creerse muy ingenioso, sigui canturreando sus gracias. Por fortuna, Vicky, Martn y Rosaura entraron para sentarse con nosotros.

Solo faltaba Dora para que estuvieran juntos todos los circuloliterariomodernistas que estudiaban en la Secundaria 18 Brumario, francesa, y por supuesto y para colmo, particular.

Dora lleg repartiendo besitos (incluyndome, oh, sorpresa!). Me tom de la mano para jalarme a otra mesa, lo que acarre material para las bromas de la jaura.

Qu pasa, querida?

Vinimos a hablar en serio, no a discutir sobre el Ritter Nerestan.

Okay, psame la onda.

Dnde te has metido? Ni siquiera me has telefoneado.

Non me ha dado la gana, idolatrada Dora Castillo.

Mira, Gabriel, no te pongas en ese plan estpido y pesado, eh?

Sea. Ahora dime todo el revuelo, no creo que solo quieras regaarme.

Las pescas al vuelo, eh? Mira, la chose es simple, seguramente voy a reprobar.

Y qu? No ser la primera vez.

Cierto, mas ahora hay algo serio: si repruebo, mi padre me mandar con mi ta, a Austria.

Pues no veo lo serio.

No te pongas en ese plan; yo no me quiero largar de los Mxicos.

Si yo fuera t, ira. Es una inmejorable oportunidad para aprender deutsch.

No seas payaso, Gabriel. Qu hago?

No s. Arrglatelas para aprobar.

Mira, lo de la reprobtum es ya sentencia: el cochino Colbert dijo que me aprobara si aceptaba ir a la cama con l fingi ruborizarse.

Ja, ja, no me digas que nuestro impotente director pretende pasar por manitico sexual.

Casi. No hay alternativa, ves?

Y qu has decidido?

No s... Yo no me acuesto con ese imbcil de los mil diablos, no soy profesional!

Entonces, solo te queda Austria. Viena es bonita.

No juegues, Gabrielo.

No es juego. Por qu no se lo dices a tu padre?

Ests loco? El Colbert es capaz de contarle bastantes chismes al anciano y hasta t saldras perjudicado. No funciona, verdad?

Entonces, repito, queda la hermosa ciudad de los valses, eh? El Danubio!, tra la la la la...

Aydame, Gabriel, no seas as.

Y qu quieres que haga?

No s, debe haber alguna salida/

La hay, en efecto, y es aquella, por la cual saldr, pues tengo un asunto pendiente.

Te te vas ya?

S, preciosa, no olvides mandarme una postal y un vals del muchacho Strauss.

Sal, con inmensas ganas de rer a carcajadas. Hasta entonces se me haba presentado la oportunidad de vengarme de la Castillo. Realmente, el incidente fue graciossimo. Recordaba mi cuento chejoviano, su opinin sobre m.

(Es un chico muy naif),

record tambin el espejo roto, mi mano con su cicatriz resultado de aquel golpe, la noche en mi carro y todo. Eso era suficiente, seguro que Dora acabara en Viena, pues como haba dicho, no era profesional. Orgullo tena, era estpido ponerlo en duda.

Cuando arrancaba el coche, Dora sali de La Linterna, llorando. Volv a rer para mis adentros.

Qu dije, piensas acompaarme?

No hubo respuesta y sigui arrojando lgrimas. Como no tena dnde ir, decid molestar a mi licenciado padre. Al bajar, dije:

No veo por qu llorar, meine gelibte, Austria es sehr schn; te amoldars al lemita de las tres K: Kirsche, Kinder, Rche. Auf wiedersehen!

Sigui llorando. Yo estuve dando lata a mi padre hasta el medioda, y cuando regres al coche, Dora ya no estaba. Una inmensa satisfaccin me invadi al saber que Dora haba abordado un confortable jet, va Nueva York, luego a Pars, con conexin a Viena.

Tras de releer mi ltimo cuento, decid escribir una novela.

Si inclino la cabeza, qu pasa? Nada. Siempre me pregunt que si en lugar de masa enceflica no tendra algn lquido dentro de mi cerebro. Como el de los encendedores. Mova la cabeza, tratando de escuchar ruidos.

Me diverta ms eso que or las alegatas de los amigos de mi padre. Uno de ellos, el seor Noimportasunombre, estaba muy acalorado y hasta poda decirse que intimidaba a los dems. Otro seor dem, calvo y esqueltico, lo reprobaba con movimientos peridicos de cabeza.

Tendr algo gris dentro de ese valo?, me pregunt, parecindome graciosa la idea.

El seor Acalorado se calm y siguieron platicando tranquilamente. Al entrar mi padre, alguien dijo que yo era un muchacho muy serio y rio con estupidez. Despus, se volvi hacia m, paternal.

Qu estudias?

Entr en la preparatoria.

Listo para sobresalir?

S!

Es cierto que hablas francs?

S, seor.

Qu bien!

Escribe terci mi padre.

Qu escribes?

Cuentos, novelas; en resumen, estupideces.

Qu tratan tus novelas?

Lo que se puede, seor.

Abordas problemas sexuales?

Cuando es necesario, seor.

Eso es muy interesante.

No, no lo es, seor, nunca me ha interesado el morbo ni escribir para morbosos.

La cara se le encendi cuando mi padre me lanzaba una mirada severa. Sonre. Merecido lo tienes, por cochino.

Siguieron platicando. Alguien se lanz a narrar, con todo lujo de precisiones, la ltima escaramuza de su incesante persecucin de faldas. Me miraron de soslayo.

Maldije la hora en que haba decidido acompaar a mi padre a su club. Jacques, que crea filosofar, alguna vez sentenci:

Si el aburrimiento matase, en el mundo solo habra tumbas.

Juzgu en esos momentos que tena razn, para luego recurrir a la pregunta acerca del interior de mi cerebro.

Lquido?, psst! Qu estar haciendo el Crculo Literario? Masa enceflica, o flica nada ms? Iban a leer a Kierkegaard, je je, una parte del Concepto de la angustia. Un torrente de lquido artificial corre por mi cerebro. Deb haber ido. Y no solo en la cabeza: en todo el organismo. Ahora, seguramente, destrozan a Kierkegaard! Las venas, llenas. Pero cuando hablen de Nietzsche, Jacques lo defender con ardor. Nos suena. Se cree superhombre.

Zas!, una muchacha entr, seguida de un hombre obeso. Ojos vivos, nariz perfecta. Muy bonita. Se hacen las presentaciones. Germaine Noentend, hija de conocido explotador extranjero.

Mucho gusto.

El gusto es suyo.

Nos aconsejan que salgamos a tomar un refresco.

Encantado.

Camina muy chic. Veinte aos, no ms. Entramos en el bar.

Un high.

dem.

Me mira, sonriendo cortsmente. Por supuesto, trata de aquilatarme.

Pas?

Cmo?

Que si pas el examen.

Sonre.

S.

Con qu calificacin?

Mnima aprobatoria riendo.

Aj.

Y yo?

Aprobadsima, con mencin et all.

Pens: Esto no va del todo mal. Llega el mesero con los whiskies. Ahora, las preguntas de rigor, comienza la ronda de siempre.

Cmo te llamas?

Gabriel Gua es el nombre.

Con dos ges?

Yo me llamo Germaine Giraudoux.

Con dos ges tambin.

S.

M

Es gracioso.

Y t, qu haces?

Pretendo estudiar.

Ah. Y qu estudias?

Filosofa.

(Que je suis un menteur!)

Eso no est mal.

No; no lo est. Y t, a qu te dedicas, digo, aparte frecuentar este horrendo club de seores panzones?

No me dedico ms que a lo normal.

Qu es lo normal?

La sarta de estupideces por las que atravesamos.

Qu, en resumen?

Es claro: la vida.

Anda, eso es interesante!

No, querido Gabriel, no lo es.

(Sceptique?)

Okay.

Y cmo andas de filosofa?

Pues...

Qu hay con este muchacho Kierkegaard?

Es bueno.

Heidegger?

dem.

Y Nietzsche?

No exageremos.

Pues no andamos tan lejos.

Eso me agrada.

Tienes coche?

Yep.

Todo tuyo?

Para m solito.

Entonces, paga. Esfummonos de aqu.

Perfecto. Este lugar me hincha.

Pagado el adeudo (dos jaiboles, treinta y dos pesos), salimos. En el coche iba silenciosa, sonriendo de una manera extraa. Ya haba anochecido. Di algunas vueltas absurdas y luego me intern en una calle oscura. (Delectado.) Parpadeaba con una velocidad increble al decir:

Tan rpido?

y mirndome con una casi hmeda manera, tir el cigarro por la ventanilla. Contest simplemente:

Qu esperamos?

Besaba muy raro, con una especie de refinamiento para m desconocido. Al preguntarle por el origen de su kissin'way, solo dijo:

Es mi estilo.

Run Samosn run Delilah's on her way Run Samson run I airn't got time to stay Sedaka & Greenfield

Da nublado con vientos soplando violentamente. Haca pocos momentos anunciaban que el arribo del jet de Chicago se retrasara una hora, a causa del tiempo. Vi el enorme reloj: eran las cinco de la tarde. Mir a mis padres y a mi prima sentados, con los gruesos abrigos colgando en sus cuerpos.

Ah piensan estar hasta que llegue?

Mi padre asinti, y entonces, balbuc que estara en el caf. Mi prima se levant, anunciando que me acompaara. Tras encoger los hombros, me dej seguir.

Pero no fuimos a la cafetera: entramos en el bar.

Conoces a esa ta?

No; jams la he visto.

Dice mi madre que vive en Chicago desde los once aos.

Algo o de eso.

Y que all se cas.

Est casada? S.

All ella.

En efecto, yo no me pienso casar en bastante tiempo. Porque no tienes con quin.

T sabes que eso no es verdad.

Yo no s nada.

Contigo no se puede hablar, eres imposible.

De acuerdo, soy imposible.

Dicen que es muy bonita.

Quin?

Nuestra ta: Berta de Ruthermore. As tiene el descaro de llamarse? Berta?

No. Ruthermore.

Es su marido quien se llama as.

Lo cual no impide que el apellido deje de ser un caonazo al tmpano.

No seas exagerado.

No es exageracin.

Sea, pues... Piensas ir a la fiesta de los Babosos Artigas?

Cundo ser eso?

Pasado maana.

No s, no me haban pasado la onda.

Va a aguantar. El licor correr sin diques.

Lo s, y t te revolcars con Nosequin.

Me revolcar con Yosis, alias Jaimito Valle. Tu novio en turno, Laura?

Mi novio en turno, Gabriel.

Sonre ligeramente al tomar mi trago. Laura era todo un carcter: tena mi edad y su fama de intrpida parrandera era bien conocida en todas las lites. Cualquiera dira que le encantaba la vida ligera y sin preocupaciones. Tena entendido que sus estudios iban por los suelos, mas era bastante poco lo que eso le interesaba.

Es simptica, pens, congeniamos bien.

cin anuncia la llegada de su vuelo 801, procedente de Chicago, servicio/dijo una voz profesional, femenina.

Laura pag los licores, con mi correspondiente sorpresa. Nos reunimos con mis padres en la llegada internacional, para ver el descenso de los pasajeros del jet.

Mis padres empezaron a saludar a alguien. No supe a quin hasta que mi madre seal a Berta Gua de Ruthermore. No pareca tener ms de treinta aos (quiz los pasase, pero su figura era joven): un poema hecho mujer, como dijera Torres B. Alta, ojos destellando simpata y malicia, cuerpo digno de un anuncio.

Realmente es bonita dijo Laura con miradas de envidia y admiracin.

La ta estaba ya frente a nosotros saludndonos con sonrisa alegre. La vimos, a travs de los vidrios, hacer todos los trmites.

Cuando al fin se reuni con nosotros, su conversacin fue el centro de todo. Laura estuvo callada, aunque tena una bien merecida fama de conversadora simptica. Mr. Ruthermore tuvo que quedarse en Chicago. Estancia de solo tres das para decir helio a la familia. Ya casi no hablaba espaol, pero afortunadamente yo conozco el ingls, m padre tambin y Laura haca un grandsimo esfuerzo por hablarlo (sin xito, es obvio).

Mrs. Ruthermore tena treinta y tres mesinicos aos y era la hermana menor de mi padre. Odi ser su sobrino, pues me miraba con un aire maternal, hacindome sentir como el imbcil nmero uno sobre la tierra.

En casa, ocup la recmara de los huspedes (o de los guests, como ella deca). Tom un sndwich: en el avin haba comido. Qued con la comisin de pasearla y ella acept de buena gana cenar en un restorn de seudocategora.

Fuimos a Focolare, uno de los llamados restoranes tres chic. La ta era realmente inteligente, con agilidad mental asombrosa. Cultura slida en varios aspectos. Conocedora de todo lo cosmopolita. Haba viajado considerablemente y hablaba ingls, francs y alemn; casi haba olvidado el espaol pero lo recordaba con rapidez.

Haciendo un increble esfuerzo de rapidez, la llev a dos museos, a una exposicin, a CU y a todo lo digno de verse. Llegamos a la mitad de una obra de Strindberg, y finalmente, cenamos en una boite, donde casi se agot el dinero que mi padre me haba dado.

Jur haberse divertido bastante.

Despert, no muy tarde, con la idea fija de hacer una fiesta en la noche para agasajar a doa Berta Ruthermore, hermana de mi padre, y por consiguiente, mi ta.

Hice un milln de llamadas telefnicas. Mis padres luego de conocer mis intenciones (que los alegraron bastante), invitaron a Lo Ms Granado De La Sociedad Capitalina (lo cual yo no quera). Decidiendo invitar a Germaine Etctera, pero mandar al diablo a los circuloliterariomodernistas, enfil a casa de mi recin amiga.

Afortunadamente, la pesqu antes de que saliera. Me mir muy sorprendida y con grandes trabajos logr que se acordara de m. Ya entonces, acept con gusto, e incluso record que mi padre ya haba invitado al seor Giraudoux una hora antes. Qued, muy formalita, de presentarse en compaa de sus galos padres.

Era imposible mantener el secreto a la Ruthermore, y cuando lo supo, se mostr muy contenta, porque tena ganas de bailar. Hice todos los preparativos. Despej, con la ayuda de los criados, las salas, el jol y todos los lugares donde se pudiera bailotear. Contrat meseros y un conjunto de msica tropical, para no dar mala impresin a los imbciles de la high.

Germaine lleg a las siete sola para ayudar. Mi ta haba salido con mam a visitar a la familia, y en casa solo estaban los meseros. Aunque yo pretenda fiscalizar todos los preparativos de la fiesta, Germaine, con esa sonrisa tan chistosa, me jal a la terraza.

Anocheca y el viento penetraba por mi camisa. Al pedirme un cigarro, saqu dos. Observ su rostro con la luz del encendedor (desde el incidente con Dora uso encendedor). El rostro no pareca real, era algo de otra naturaleza; desgraciadamente, solo fue cosa de un instante, pues tuve que apagar y perder uno de los momentos ms agradables con Germaine.

Cul es el motivo de la fiesta?

Ya lo dije, para agasajar a mi ta.

Una apreciable anciana, seguramente.

Qu va!, es toda una belleza.

Ja, ja.

No te burlars cuando la veas.

No te enfades, Enrique.

Gabriel.

Ah, s, que coincidimos en las ges.

-Bien sr.

Quines van a tocar?

Un conjunto de chachach.

Quines?

Los Siguas.

No son conocidos.

Eran los nicos a mano.

Ya doy.

Cmo te ha ido?

Regular.

Has ledo algo ltimamente? Rimbaud, Une saison en enfer. No conozco a Rimbaud.

Toda una francesa que no conoce a Rimbaud! Qu cinismo!

Ni modo. Y no soy francesa.

Ah! A m me encanta.

Te sabes algn poemucho?

Claro.

Declama uno.

Uh, no. Soy psimo declamando.

Perfecto. As tendr de qu burlarme.

Ya, eh?

ndale.

En francs o en espaol?

En francs, naturalmente.

Bueno, hay uno muy famoso que se llama Voyelles.

Djate de circunloquios, y venga.

Declam las Vocales y djome que solo le haba gustado aquello de , l'omga, rayn violet de ses yeux! Aclar que el poema pertenece a los Delirios, lo que no pareci importarle. Solo dijo:

Ahora puedo decir que conozco a Rimbaud.

ante tal imbecilidad, saqu a flote mi ms sarcstica risa.

Al cuarto para las nueve, los msicos hicieron su aparicin. Poco despus, los invitados empezaron a llegar. El ambiente se tornaba ms y ms pesado. Mi madre y mi ta llegaron y esta ltima fue presentada a los invitados, que ya haban empezado a platicar unos y a bailar otros. Yo bailaba con la Giraudoux cuando la Ruthermore se acerc en brazos de don Yonoloinvit, diciendo:

La prxima conmigo.

Y se fue en los brazos, bastante velludos, del mismo seor. Al acabar la pieza, dije a Germaine:

Ir a cumplir con mis deberes de buen sobrino.

Ella hizo un mohn y enfil hacia la reparticin de bebistrajos.

Bail varias piezas con mi ta al american way of dance y luego fui a bailar con Germaine. Eso, hasta que sus padres aparecieron, y entonces huimos a la biblioteca, para que nadie fiscalizase su modo exorbitado de beber.

Sus padres la mandaron llamar a las dos de la maana y ella tuvo que partir.

Sal entonces de la biblioteca para encontrarme con luces tenues invadiendo a danzantes, que ahogados en alcohol se apretaban unos contra otros, llenos de la msica sexy que tocaban los Siguas. Mis padres no aparecan por ninguna parte: salieron cada quien por su lado. Mi ta trataba de hacerse entender en espaol con un mesero; sin xito, como era natural. Ya estaba muy embriagada, demasiado.

Al invitarla a bailar, acept y lo hicimos nuevamente muy pegaditos (s, al american way of dance).

He bebido, bebido, y seguir hacindolo, mi querido Gabrielito, y t lo hars conmigo; bebo porque hace mucho que no beba y porque aqu hay licor y bailo porque no est el imbcil de mi marido y porque tengo con quien hacerlo. Me gusta tu mejilla, por eso oprimo la ma a la tuya. Estoy muy contenta, Gabriel, haca mucho tiempo sin sentirme contenta.

Mi ta, Berta de Ruthermore, era quien deca eso y en ingls. En otras circunstancias no lo hubiera credo, pero en aquellos momentos estaba muy embriagado y solo deca en su odo:

Okay, okay, okay.

Ella sigui hablando incoherentemente.

Okay, okay, okay.

Luego hablaba de m.

Me caes muy bien, sobrino, me caes muy bien, me gustas, tengo ganas de besarte no con un beso maternal ni de ta, no, no, no.

Y lo mismo:

Okay okay, okay/

Su beso tuvo tal ardor que me asust, haciendo que me separase.

Te lo dije, Gabriel, te lo dije.

Seguimos bailando, muy pegados, y ella segua hablando. Luego bebamos y bailbamos y bebamos, bailbamos, bebamos, s, s, s.

Las cuatro de la maana: los msicos se van. Mis padres no regresan. Otros se van. Alguien ronca en la biblioteca. Ms gente se retira. Nosotros, s, bailamos. Otros ms se van. Bailamos. En el estreo suena Swing down sweet chanot. Los ms borrachos se han ido. Afro-jazz ahora. No han vuelto mis padres. An bailamos. Ya no hay nadie en la casa. Bailamos. La mano fina de mi ta oprime el interruptor de la luz. Bailamos. Otro trago. Ya no hablamos. Bailamos. Se separa. Me toma de la mano. Ha cado otro disco. Subimos las escaleras. Msica de Peter Appleyard. Abre la puerta. Oscuro. Jazz. Cierra la persiana. Ms oscuro. Sus labios enterrndose en los mos. Mareado. Hemos cado en la cama. Ya estn aqu: vueltas, vueltas, vueltas. El vrtigo. Crculos. Mi ta me besa. Ondas, giros, rbitas. Besndome. El vrtigo! Las vueltas vueltas, crculos...

De la misma manera como haba llegado, Mrs. Berta Ruthermore se fue. Mis padres la despidieron en el aeropuerto. No quise ir, no poda verla otra vez. Senta que la vergenza se desbocaba por mis sienes. En la maana, muy en la maana, al despertar viendo la espalda desnuda de mi ta, me odi terriblemente y sal de ese cuarto. Los efectos de la embriaguez de la noche anterior, la rida boca, la casa desordenada, mis manos temblorosas, el recuerdo de mi ta, los vasos vacos, y por ltimo, mi imagen reflejada en el espejo de la sala, se revolvieron en m, bulleron en mi cerebro haciendo que abandonara la casa para refugiarme en un hotel cercano.

Regres hasta estar seguro de que Mrs. Ruthermore ya se haba ido. Los criados se afanaban borrando los recuerdos de la noche anterior. Camin por el pasillo, dirigindome, inconsciente, al cuarto de los huspedes. Entr atemorizado. An no lo arreglaban. La cama deshecha, las persianas bajadas. Todo igual. Sobre el bur estaba un papel doblado, donde se lea: Gabriel.

Forget that night of madness, excuse my heavy drinking and thanks for the memory.

Tras leerlo, re: re a carcajadas, sin poderme controlar. Del lado no escrito, puse:

It was a terrific sound

Giggle or noise

Perhaps was spellbound

Perhaps a voice.

La debilidad exterior proviene de la debilidad interior dijo Jacques, orgulloso de su frase, pero todos se la reprobaron al instante. Gan un sinfn de silbidos y de opiniones mordaces.

Con esa frase terminaba su ensayo titulado Tentativa de un estudio acerca de la intelectualidad contempornea o la siquis de don Juan Tenorio a los dieciocho aos, donde citaba en griego, latn y esperanto. Jacques me mir con angustia.

Qu te pareci, Gabriel?

Mir las caras de los circuloliterariomodernistas: esperaban mi respuesta como acertado colofn, mientras Jacques imploraba con los ojos una crtica satisfactoria. Al fin dije:

Indubitablemente, tu modesta tentativa es la prueba irrefutable de que tu obra parafrasea con xito la totalidad de la sandez humana.

Hubo una explosin de carcajadas crueles, con la ira de Jacques en crescendo. Me llam mediocre, burgus, tarado y cosas por el estilo.

Vas a ver.

Al terminar la reunin, me escabull rpidamente, temiendo la mirada de Jacques. Fui a un caf, donde beb esa mezcolanza de sombras pensando si realmente haba lquido en mi cerebro.

En la mesa contigua estaba un pederasta tirndome el anzuelo, pero me fing dem y prefiri retirarse. Record a Germaine y me pregunt (estpidamente) si estara pensando en m. Despus, inclinaba la cabeza de un lado al otro.

Con ritmo, pens, para seguir con el juego.

Despus, la noia. Fui hacia all. Casi al llegar, decid telefonearle. Su voz sonaba lejana. Pregunt si poda visitarla y accedi.

El automvil, funcionando casi perfectamente, me transport a su casa. Me sent en un mullido sof. Todo era lujo y comodidades. No fue mucha espera: baj sonriendo. Se sent en un silln, junto a m, entornando los prpados, con su sonrisilla. Extrajo de la falda una cajetilla de extranjeros cigarros y ofreci sin mirarme.

Qu deseas?

Acaso es necesaria una razn para verte?

Mais oui.

Entonces, hipcritamente, dir que ansiaba estar contigo.

Vete al infierno!

Yo aclar.

Est bien.

No muy bien, pero est.

Te sientes ingenioso?

Mais non.

No me arremedes.

Ya vas.

Cmo has estado?

Mira, chrie, sa es una pregunta vulgar que amerita una respuesta del mismo calibre.

Cul?

-Bien.

Ahhh!

Y, tu madre?

En fin, ests sola?

Con mi estpida hermana. Quieres un trago?

Sali dando pasitos cortos, como de ballet. Me dediqu a observar un retrato de su seor padre que fue, seguramente, la obra de un morfinmano con pretensiones abstraccionistas. Cuando regres con las copas, le pregunt por el mamarracho que intent pintar a su padre. Respondi, sin inmutarse, que haba sido ella. Mis carcajadas invadieron la estancia.

Tu padre debe quererte mucho para colgar ese engendro en plena sala!

Vamos, no te burles. Mi talento, combinado con el ocio, produjo esto.

Y aparte de tus bocetos, qu haces?

Sabrs, soy el arte mediocre con faldas, pues tambin escribo.

Caray, cuntos intelectuales en un solo pas! Habr que ver tus trabajos, puede ser interesante.

Crees?

Yep. Formo parte de un crculo literario y correteamos a los nuevos valores.

Podra entrar?

Claro, andamos escasos de fondos y tus cuotas nos empujaran bastante.

Entonces, entrar.

No podrs escaparte precis con expresin de canalla.

Salimos de su casa para anegarnos de licor en un bar. Whisky, whisky, Castillo. Pens que mi cerebro se volvera charco. Pasado un momento, los efectos del alcohol empezaron a dejarse sentir: las luces se empeaban en bailar un cursi pizzicato. Germaine, mirndome divertida. Luego, para mi pesar, irrumpi el show. Cosas vulgares y gazmoamente pornogrficas se sucedieron.

Este show es una invitacin al vmito dije a Germaine, yo me largo.

Sus ojos se alegraron, y tras acabar con su licor, respondi.

Nos largamos. Allons, enfants de la mairie!

Tras pagar, nos refugiamos en el cochemvil. Estbamos embriagados hasta la mdula.

Qu hacemos? pregunt, mientras el aire se colaba para juguetear con su clitorito.

Por qu no vamos a faire l'amour?

Pero se neg.

Vete al infierno, sas son cochinadas.

Sin insistir la llev a su casa. Despus, ya en mi cuarto, al desvestirme, advert que todo era nebuloso.

Oye, Gabriel, tienes lquido en el cerebro!

Logr acostarme, solo para sentir el deseo de que Germaine estuviera conmigo. Mas no era as y un raro sentimiento me llenaba, como cuando las olas alcanzan la arena. Y yo, borracho e idiota, me sent solo, ahogado en el lquido de mi cerebro.

Al da siguiente despert con un dolor que puso fin a las pesadillas con que bregaba. La cabeza bailoteaba sobre mi cuello y el sabor de whisky corroa mi boca. Estaba atravesado en la cama, con la lengua seca y el cuerpo perdido en una humedad desquiciante.

No senta deseos de nada: me odiaba casi en serio. Nada era imposible. No tena ganas de levantarme ni de permanecer en la cama. La luz lograba penetrar por algunas rendijas enterrndose en mis entreabiertos ojos, con rabia.

Soy un cochino dije al levantarme.

La regadera brind su hospitalidad y el agua hizo que reaccionase. Record que ya era tarde y an no desayunaba. Me senta extrao, confuso, dbil, y el dolor ubicado en mis sienes permaneca con terquedad. Agua caliente resbalando por mi cuerpo; abierta la boca, las gotas penetran en ella. Abr la fra: mi cuerpo se contrajo sintindome un poco mejor.

No com casi nada, pero beb hectolitros de agua. Mi madre me rega por llegar tarde la noche anterior, mientras yo balbuceaba disculpas incoherentes.

En el jardn el sol me golpe con furia, obsequindome una comezn exasperante. El cuerpo me picaba y sent la necesidad de huir para refugiarme en la sombra. La casa y yo estbamos tristes. Sent deseos de pegarme un tiro.

Sera sencillo, y divertido, acomodar el can de la pistola en mi boca, qu albur tan suicida!, y juguetear un poco con el gatillo hasta que la lengua de fuego acompaara a la ma. Pero no, no podra ver la cara de los asistentes al velorio, ni de los amigos incrdulos, ni la nota en los peridicos, ni mi sepelio... En el seno de la Santa Madre... Pura madre! No vale la pena, el principal goce me sera vedado, como todo.

Intent escuchar msica seria, pero se atoraba en mis odos, negndose a penetrar. Tuve que recurrir al jazz que me dej una sensacin de vaciedad interna. Mascull:

Realmente debo saludar con buen rostro a mi propio ser para agregar en voz alta, buena suerte, ignorado!

Mi prima entr, mirndome divertida. Me volv para espetar con enojo:

Estimada Laura Algoms, prima hermana ma, lrgate al infierno antes de que opines algo.

Rio de buena gana.

Alguna vez pens que estabas orate y ahora lo compruebo.

Trat de encerrarme en m mismo, pero ella pidi:

Gabriel, la maana est demasiado hermosa para que la eches a perder con tus idioteces; srveme un collins.

Pdelo, no soy tu criado.

Deja tu agresividad, lo preparar yo misma.

Tras ir a la cantina, regres con un par de ginebras en las rocas. Me ofreci un vaso, y tras dar un pequeo sorbo:

Revulvelo, no seas salvaje.

Haciendo un mohn, revolvi la ginebra con jugo de toronja. Me supo bien y despej mi estado de nimo. A Laura no le gust el Solitude de Duke Ellington y puso unos rocks comprados en una debilidad pasajera.

De Ellington a Washington, prefiero Washington.

Yo, Remington agregu con sorna.

Coreamos las canciones durante un buen rato, y con el trago, desapareci mi dolor de cabeza. Laura estaba inquietsima, no permaneca ms de dos segundos en un lugar. Se acercaba para hacerme cosquillas, mascullando sandeces.

Broco emboco y coloco porquentoco y tienes una chistossima cara de/

Yo la rechazaba, riendo, pero agradeca en lo profundo su ligereza. De pronto me vi haciendo chistes, y luego, escuchando con inters su pltica.

me veo en el aprieto, Gabriel. Este Jaime Jaimito quiere poner en prctica las teoras del Kama Kostra o como se llame. Le digo chitn, perrito, qu mosca picte? Pero no me hace caso. Entonces, aprovechando mi caracterstica agilidad, me levanto. Jaimn se queda literalmente nadando en el sof. Debe creerse en camita, con enternecedores sueos erticos, porque se bambolea y se agita como loquito. Tarda siglos en darse cuenta de que ya no tiene partner. Lo observo despatarrndome de risa. Cmo eres, mi vida, dice el idiota: No paro de rer como enana. Qu te pasa?, de qu te res?, pregunta el menso, enojndose poco a poco. T sabes que cuando empiezo a rer ni quien me pare. Jaimazo se enoja. Est rojo rojo, buscando una palabra cochinsima para insultarme. Pero no la encuentra, ya ves que anda corto de riqueza idiomtica. Por fin se sacude todo y eructa: Mancornadora!, alla temblando. Yo casi doy brincos y volteretas de la risa. Ve noms: mancornadora. Se vol la barda. Eso fue un da despus de la fiesta en su casa. Desde entonces no lo he vuelto a ver, ni ganas: reventara de risaloca. Dnde vamos a comer?

Ah, con que venas a gorrear la comida...

Claro. Mi padre, to tuyo por aadidura, est enojado conmigo porque le contaron un truculento chisme/

Chisme?

Chisme recit no es contar mentiras, sino contar cosas con mala fe.

Aplaud.

Grazie. As es que prefiero torearlo ms tarde, cuando se le haya pasado la furia. Bueno, no te hagas, invtame la papa, no? Detesto la comida casera.

Riendo, le comuniqu mi falta de dinero. Tras un buen rato de meditacin, subimos a la recmara de mi mam para birlar un broche de esmeraldas.

Nos estacionamos frente al Monte de Piedad, donde dieron tres mil pesos por el broche. Al salir, un agente de trnsito se afanaba en quitar la placa del auto.

No sea malito, seorllorique Laura, si solo estuvimos un ratito adentro.

Los coyotes del Monte de Piedad contemplaban la escena atentsimos (ya antes haban querido comprar el broche, y despus, la boleta), intimidando al agente.

Est prohibido pararse aqu. Djeme ver su licencia.

Cmo es, ndele, no se lleve la plaquita, para qu le sirve... insista Laura, con su sonrisa sexy, moviendo los hombros.

Adems, olvid la licencia pi Laura, entornando los prpados.

Uh, seorita, le conviene ms que me lleve la placa, en realidad debera llamar a la gra y llevarme el coche.

Pero usted no es tan malo dijo Laura compungida, a leguas se le nota lo buena gente. Le han dicho que se parece a Pedro Infante? agreg con cnica coquetera.

El agente se ruboriz.

Palabra, no vio usted ATM y Qu te ha dado esa mujer ? Con el uniforme de trnsito era igualito a usted/

Pero/

y acurdese qu buena persona era Pedrito cuando sala de agente. Dios mo!, se parecen horrores.

Coloradsimo, el agente nos dej la placa. Laura, tras hurgar en su bolsa, le dio cincuenta pesos.

Un recuerdito, seor. Siempre est aqu? A ver cundo lo invitamos a una fiesta.

El agente se fue, feliz, tarareando Amorcito corazn.

Laura y yo reamos como locos. Cuando arrancaba, ella sugiri:

Momento, primito. Para qu quieres la boleta? Ni que pensaras desempear el broche. Vamos, vndela.

No me dej titubear siquiera: arrebat la boleta y la vendi en quinientos pesos! a un coyote voraz que rondaba el auto.

Pero no me molest. Me senta esplndido. Laura exigi los cincuenta pesos del agente y tambin los restitu.

Fuimos a La Prgola y Laura dio mucha guerra a los meseros. Nos sirvieron Chateaubriand con salsa de Berna y tinto de Anjou. Dej cuarenta pesos de propina, por lo que salimos entre vtores y mltiples.

Hasta la vista, seor.

Siempre me carcajeo cuando me dicen seor y por eso manej muy mal, pero logramos llegar a la Arena Mxico. Una multitud de muchachitos idiotas (con suteres de grecas y toda la cosa) se lucan patinando, como si estuvieran en Cortina d'Ampezzo.

Laura, fingiendo no saber patinar, tir a cuanta persona se cruzaba por su anrquico camino. Tomaba vuelo y a media pista agitaba los brazos hasta empujar a quien estuviera ms cerca. Caan de sentn en el hielo. Yo la vea de lejos, sonriendo. Vi cmo alquil a un instructor de patinaje (que pagu yo) y cmo lo hizo sufrir sin piedad, fingiendo ser nefita.

Antes de salir nos atiborramos de sndwiches y malteadas. Luego, Laura dio cuatro vueltas a la pista, patinando impecablemente, con piruetas y todo. El instructor se puso verde.

A las ocho cuarenta salimos de la Arena Mxico y fuimos al Pedregal. Fiesta en casa del senador Robatealgo. Nos miraron escandalizados porque ramos los primeros en llegar y no vestamos adecuadamente: Laura, pantalones; yo, levis y chamarra de gamuza.

Rocanroleamos sin tregua. Cuando alguien quera bailar con mi prima, ella se negaba.

Este da se lo conced a mi primacho.

La fiesta estaba infame pero nos divertimos epatando a los presentes. bamos de un lado hacia otro con sendas botellas de old parr y platicbamos con los mayores.

Cmo anda el senado, senador? pregunt Laura bebiendo a pico de botella.

Cuntenos reforc.

El senador estaba acompaado por tres colegas barrigoncitos y nos mir, visiblemente nervioso.

Bien, bien...

Se divierte, senador?

Ya cen, senador?

Usted cree que yo pueda llegar a senadora, senador?

Usted cree que yo pueda llegar a lder del senado, senador?

Usted no es lder del senado?

Pues, no/

Por qu no?

Le cenaron el mandado, senador?

Es difcil la grilla del senado, senador?

Pertenece usted a alguna comisin?

S, a la /

Cunto le pagan, senador?

Le cost cara su casita?

chese un trago con nosotros, senador.

ndele, brinde por la juventud, no sea ranchero.

El senador nos mir glacialmente.

S, senador, ya nos bamos.

Vamos a cenar, senador.

Muchas gracias por sus consejos, seor senador, los tomaremos muchsimo en cuenta; y gracias por narrarnos tan gongorinamente sus vicisitudes como senador. Acurdese que ya qued en ayudarme a ser senadora, senador.

Antes de irnos, por qu no baila con mi prima, senador? Ficha barato. Tostn la pieza.

No sea malito, senador, baile conmigo. Gratis por ser para usted. Un rock y ya.

El senador no quiso: seguramente estaba guardando energas para una sesin recamaral con el proyecto en turno.

En el jardn, abrimos las jaulas de los pjaros para dejarlos escapar. Tambin echamos tierra en la alberca. Rompimos dos floreros. En el bao tiramos la pasta de dientes en la tina, mojamos todos los jabones, limpiamos nuestros zapatos con las toallas y yo orin en el lavabo, tapndolo previamente.

Salimos al coche, sin olvidar las botellas de whisky, y hasta entonces llev a Laura a su casa. Apagu el motor y encend un par de cigarros, antes de seguir bebiendo.

Le cont lo de Germaine, y tras algunos reparos moralistas, lo de la ta Ruthermore. Me escuch con inters, y cuando termin, dijo:

Quin te viera, Gabrielongo. Te felicito. La ta Berta es una pieza fuerte. Pero me voy, como andas incestuosn, a la mejor aqu quedo. Chao.

Re falsamente al verla bajar, mas para mi sorpresa, solamente sac su coche.

Voy a dar un paseto por el campo, para refrescarme grit.

No quiso que la acompaara, riendo divertidsima.

La vi salir a toda velocidad y ya entonces fui a casa, donde dorm como un diablito.

Maldita sea!, despus de todo, conoc mi figura enfundada en traje de riguroso luto. Esa misma noche, cuando Laura regresaba a su casa, el auto volc.

Tuve que soportar los aspavientos exagerados de los parientes. Laura, con quien haba logrado congeniar, abandonaba el campo. Me abandonaba, solloc con todo mi egosmo. Este pensamiento, y el ambiente en general, hacan que odiara a todos. Vomit cada vez que oa sandeces acerca de la falta de precaucin de los jvenes.

Me dan asco dije sordamente.

Las miradas en el suelo, susurros de oreja a oreja, alabanzas a Laura de quienes antes la criticaban (mis padres entre ellos). Luego, el entierro. Gente de negro, cabizbaja, fingiendo tristeza y desolacin. Una ta, que apenas conoci a Laura, hizo su escena ante la tumba. A la fuerza, algunas lgrimas salan de los ojos de los presentes. Miradas de soslayo, evitando verse las caras. Y los chismes acerca de las ropas. El tono de lstima para con mi ta, que supo comportarse mejor que todos ellos, por lo que gan un poco de mi estimacin.

Qu miedo tan idiota ante la muerte, es lo nico digno de estudiarse en esta vida.

Desde la muerte de Laura, decid trabajar literariamente. Escribir una novela. Me encerraba en mi cuarto casi todo el da, escribiendo captulos que nunca me gustaban y que perecan en el bote de la basura.

Tengo que hacer algo.

Ensay con poemitas en ingls y francs. Mecnicamente tomaba cuartillas para intentar algo. Mirando el papel, encenda un cigarro, para atacar nuevamente la novela.

Qu bodrio.

Luego, ms versos.

No soy nada y soy eterno

eterna impotencia oscura.

Voz que se pierde en susurro

alma que almas enluta.

Ojos ridos sin luz,

ojos de obra inconclusa.

Sonrisa nunca advertida:

helada sombra de gruta.

Existencia sin razn,

vida sin olmos ni luna.

Lo hecho nada ha valido,

solo temores y angustias.

El amor est deforme

en languidez de la bruma,

el canto ya es canto sordo,

sin matices y sin msica.

Para qu vivir as

si mis cantos no se escuchan?

De qu me sirve llorar

si yo he tenido la culpa?

Y sirvi el retrofechado poemita: me hizo ver que mi cerebro estaba realmente lleno de algn lquido extrao.

Prefer botar las cuartillas para leer una novela de Barbusse, y as, fumando, leyendo, leyendo, fumando y sabiendo que no estaba entendiendo.

Sorpresa! Germaine vino a verme la tarde siguiente con aquello de

Si la montaa, etctera.

Aunque no la haba visto durante un mes, no pidi explicaciones porque saba o creo que saba que no estaba dispuesto a darlas.

Considerando que en mi casa el ambiente estara fnebre, la invit a salir a cualquier parte. Pero se neg, arguyendo que quera estar en mi casa, conmigo (que je n'entends pas!). Pasamos a la biblioteca, donde se haba divertido tanto (sic), para iniciar la ronda de costumbre que tanto me hastiaba ya. Beber whisky, adquirir un tono rojizo en la cara y comportarse como imbcil.

En efecto, ya con vanos tragos encima y nada de non plus ultra, enfatic:

Sabes qu necesito?

Qu?

Acostarme contigo.

Para qu?

Sais pas.

T bien sabes que no soy una vagina andante, lrgate a un burdel.

T no quieres eso.

Pues tampoco estoy dispuesta a entregarme as como as.

Entonces, cmo le hago?

Sedceme, despliega tus dotes donjuanescas.

Es un reto?

Mais oui.

Acepto.

Parfait, puedes darte por frustrado.

Y t, por seducida.

Seguimos con el whisky, mientras trataba de excitarla, pero ella eluda mi erotismo con frialdad. Redobl mis ataques y nada. El poseerla se haba convertido en obsesin, era ya por orgullo.

Estuvimos an bastante rato y prosegu mi lucha con el temor de que mis padres se fueran a presentar. Por eso, con un par de botellas, salimos en el auto.

Pasada la medianoche finalmente hicimos el amor, sin sentir ms que una mnima satisfaccin. De regreso en su casa, dijo:

No puedo negar que fue una buena contienda, pero, Gabriel no pudo aguantar ms la irona, jams quise hacer el amor contigo, al fin lo hicimos y me siento humillada, muy humillada...

Como buen imbcil que era, contest secamente:

Estamos demasiado ebrios, vete a acostar.

Me mir con angustia, entre sollozos.

No, Gabriel, esto ha sido demasiado. Por favor, no quiero verte de nuevo, no podra.

Confieso que entonces no comprend, solo pude asentir, encogiendo los hombros. Vi consternado cmo entr en su casa, llorando, sin volverse.

Permanec un largo rato mirando a la puerta, y luego, con pasos lentos, regres al coche. Estuve en un club nocturno de las afueras de la ciudad casi hasta el amanecer. Despus, anduve por varias calles, estacionndome en una al azar.

Al amanecer, me encontraba sentado ante el volante, viendo los rayos solares reflejarse en las ms altas ventanas de un edificio. Me senta como golpeado, sin sueo. El dolor de cabeza llegaba en oleadas. Supe perfectamente que en mi casa estara la voz spera de mi padre y que mi vida seguira su mismo montono curso.

Tengo realmente deseos de volver?

Advert que deseaba con ardor mandar todo al infierno, incluyndome. Botar mi vida, ir a cualquier parte, pegarme un tiro o algo, algo que no encontr. Vi el sol que an se reflejaba en el edificio. Lo mir largamente y supe que mis manos sudaban. Me sent plido, sin vida. Met la llave en la ignicin y mantuve ah mis dedos, acaricindola.

Me esfumo para siempre del crculo o sigo, sigo hasta que explote?

Cerr los ojos con violencia y el dolor de cabeza se pronunci an ms. Mis dedos acariciaban la llave.

Abr los ojos, para encontrarme con un anciano que peda limosna. Negu con fuerza, con los ojos cerrados. Luego, volv a abrirlos y pude ver que el mendigo se retiraba, encorvado. Retir al instante la mirada de l para encontrar mi mano, sudorosa, los dedos sobre la llave, y en uno de esos largos dedos de pianista, un anillo de brillantes minsculos brillando profusamente.

Vi al anciano perderse al final de la calle y vi el anillo que brillaba y arranqu el motor, arranqu el motor y sal, s, exacto, rumbo a mi casa:

Estaba concentrado en el poema escrito cuatro meses antes: lo encontr al hurgar en unos papeles guardados haca tiempo en un portafolios. Recordaba perfectamente mi estado de nimo al escribir ese No soy nada y soy eterno. La sucesin de ideas, la muerte de Laura, el final con Germaine, etctera. Incluso, recordaba demasiado bien la mirada de aquel mendigo al pedirme la limosna. De todo eso distaban cuatro meses. Para entonces ya estudiaba preparatoria (en la misma escuela), bachillerato nico, listo para terminar ese par de aos e ir directo a Filosofa y Letras. En una semana cumplira diecisiete aos.

Jacques haba terminado de leer su ensayo y todos los circuloliterariomodernistas se miraban, sin saber cmo empezar la crtica. Dej el poema, decidiendo atender a la reunin.

Tulio, el pederasta, empez. Luego, David: mi hermano de saliva. Vicky y Rosaura no opinaron. El seor Muiz, presidente, repiti la opinin de los dems y la seora Ruth dio puntos vagos. Confes no haber escuchado, lo que me trajo la consiguiente mirada desdeosa de Jacques.

Junto a Rosaura y Vicky estaba una amiga de ellas, fumando cigarro tras cigarro. Sus ojos grandes y hermosos parecan distrados. Era muy bonita y me sorprend admirndola: desde Germaine no me haba fijado en ninguna muchacha. Esbelta, alta casi de mi estatura, piel acariciable. Y los ojos grises, glidos. Nada saba de ella, salvo que era amiga de Vicky y que estaba frente a m.

Distradamente, sac un centsimo cigarro, mirando al vaco, y de repente, se volvi hacia m con una sonrisa.

No tienes lumbre?

Nerviosamente saqu el encendedor. Cuando prendi su cigarro volvi a sonrer con cortesa y a lucir su cara de distraccin.

Crticas y lecturas finalizaron y el seor Muiz se sent correctamente para decir:

Asuntos generales, hay algo que decir o proponer?

Vick levant la mano, y sin esperar permiso para hablar, dijo:

Tengo el gusto de presentarles a Elsa, Elsa...

Galvn termin ella.

Eso es, Elsa Galvn. Es la mar de inteligente y escribe poesa, quisiera pedir que sea aceptada en este Crculo Etctera por ser una persona positiva y con inquietudes.

Alguien pidi que leyese algo y Elsa, ms. rpido que de prisa, ley tres poemas sin dedicatorias, un poco cursis. Por votacin unnime de los circuloliteratomodernistas fue aceptada.

Cuando termin la reunin, sal hasta el final, para encontrar con que me esperaban Vicky, Rosaura y Elsa. Llev a las hermanas San Romn a su casa, y ya con Elsa, luimos a cafetear. Platicamos de Sandburg y Pound y despus me dediqu a alabarla. Debi sentirse satisfecha, pues tras sonrer muy coqueta, me invit a su casa para escuchar a los clsicos.

Su casa era enorme, llena de lujos idiotas. Nos colocamos en el saln de audiciones, donde un maravilloso estereofnico con cuatro speakers y reverberacin era la principal joya. Platicamos escuchando La sorpresa (que no me sorprendi), la Historia de un soldado (sin faltas de ortografa) y el buen Lohengrin. Tras despedirme, la dej en su casa, agitando la mano.

Llegu a mi casa, sumamente contento por haber pasado un rato agradable, cosa que haca mucho tiempo no lograba. En la mesita del vestbulo encontr una carta. De Viena! Garabatos dricos a la vista. Sonriendo por la sorpresa, encontr un disco, una grabacin estereofnica deutsche-grammophon de los valses de Strauss (daddy & kiddo).

Sub a mi recmara rpidamente para poner el disco. Primero, Wein, Weib und Gesang, y sintindome como un viens ante el sucio Danubio, empec la lectura de la carta que transcribo.

Canallsimo pero querido Gabrielucho, ya casi aprend a hablar alemn! Estoy segura de que en poco tiempo lo domino. Tenas razn, aunque mis primeros das en Osterreich los pas odindote, ahora estoy feliz. Exceptundote, no extrao a nadie de Mxico y solo en instantes mi pensamiento vuela hacia allntaros para odiar Con Todas Mis Fuerzas a Colbert y a mi Vater. Los valses te los mando y desde aqu me burlo, porque fuera de los archiconocidos ttulos, no entenders nada.

Tambin te mando una postalucha del Schnbrunn en la poca de Franz Josef (como seguramente no sabes quin fue ese obeso seor, aclaro: Kaiser de Austria y rey de Hungra hasta su muerte acaecida en 1916, esposo de Sissi de Wittelsbach-Schneider, hermano de Maximiliano el de la orate Carlota y to del retrasado mental que mataron en Sarajevo desatndose la erze guerra mundial, alias la Gran. Satisfecho? Bueno). Te mandar tambin el Ritter Nerestan, que tanto nos gusta. Mi ta es muy gente y me da todas las libertades, razn por la que ha ganado un cacho de mi afecto. Por esos contornos conozco ya, de Checoslovaquia, Praga, Baviera y Bohemia (donde la gente no es dem). Hace poco regres de Budapest y me preparo para ir a Berln. Otra nueva: soy casi marxista y estoy encantada de serlo. Pienso, en un tiempo nada lejano, ir a Mosc y a la Grado de Lenin. Comprendo que an soy una burguesita hamburguesita?, no, burguesita, je je, pero he de proletarizarme se dir as?, y eso deberas hacer t, dejar esa vida retrgrada que llevas. Como podrs imaginar no he entrado en ninguna escuela, ni pienso hacerlo por lo pronto. Me dedicar a viajar y a estudiar marxismo. Bueno, espero tu elemental respuesta contando chismes del clm, de l'cole y dems. A pesar de la chuequez que me hiciste, te quiero desde siempre.

Dora

Acab la carta cuando el Du und Du terminaba tambin. Fuera de que s saba quin fue Pancho Pepe, la carta me agrad muchsimo. Levant la vista y vi el techo azul con gusto, por primera vez en mi vida. Me senta contento: apreciaba mi cuarto, la msica, me vi en el espejo con simpata, y al acostarme el contacto con las sbanas fue casi una caricia.

Me dorm al instante.

Aprovech una hora libre para hablar a Elsa. Desde que haba despertado estuve pensando en esa llamada telefnica. Baj corriendo para salir a la calle, en busca de un telfono pblico. Veinte centavos. Su nmero: 43-25-66, lo aprend de memoria. Marqu lentamente, no quera equivocarme.

Cuatro.

A dnde podr invitarla?

Tres.

A tomar un caf?

Dos.

O, a dar una vuelta?

Siete.

Ya me equivoqu, si ser estpido!

Clic.

Rebuzno...

Cuatro.

Mis dedos estn temblando

Tres.

jams he visto ojos parecidos

Dos.

no puedo perder la oportunidad por ningn

Cinco.

Vaya, voy bien!

Seis.

Es ms que interesante, tengo que intimar con ella.

Seis.

Ya est, llaman.

Empezaron los ruidos y sus intervalos: uno largo, silencio corto. Mi odo pegado al auricular, los largos dedos de pianista envolviendo el tubo negro. Ruido largo y corto silencio. La mirada en el vaco, una pierna adelante de la otra. Largo ruido, silencio corto. Una mano en el bolsillo, buscando el pauelo. Ruido, silencio. Respiracin rpida. Una seora obesa con un nio espera turno. El ruido prolongado con su breve silencio. La mano fuera del bolsillo para frotar el ojo izquierdo. Ruido, silencio. La mirada en la seora, los pies juntos, los dientes en los labios. Ruido largo, silencio corto. La seora ve su reloj, la mano sacudiendo la camisa. Ruido y silencio, ruido / Listo, contestan!

Bueno? pregunta Voz Desconocida.

Por favor, con Elsa.

De parte de quin?

De Gabriel Gua, un amigo del Crculo Literario Moderno.

De dnde?

Del Crculo Cuaternario Incierto. Ver si est, un momento.

Muchas gracias.

Un instante de silencio con la mirada de la seora.

S? Quin habla? Gabriel, no me recuerdas?

La verdad, no.

Soy del Crculo Literario Moderno / Ayer estuve en tu casa...

Ah, s. Es que no saba cmo te llamabas.

Me imagino, que yo recuerde, no nos presentaron. Bueno, eso no importa, ahora s tu nombre. Gabriel. Lo veo.

Bueno, y para qu puedo servirte?

Te habl porque realmente me dejaste impresionado recit, de carretilla.

Por favor...

Es cierto, y pues, quisiera invitarte a tomar un caf, a dar una vuelta, o a cualquier lugar, podras?

A qu horas?

Cuando gustes, solo quiero verte de nuevo.

Qu genial. Pues, mira, yo, encantada; hoy salgo de clases a las siete, puedes pasar por m a la escuela?

Con gran placer, dnde est tu escuela?

Perdname, cre que sabas: es la Facultad de Filosofa y Garabatos, en CU.

Ajaj. Dnde te encuentro?

En el caf, okay?

Okeysimo; entonces, hasta las siete, Elsa.

Hasta las siete. En el caf. Chao.

S, en el caf Chao.

El auricular en su puesto y corresponde el turno a la redondez con nio. El sol estaba en su cnit (mais non, G.!), repartiendo luz y calor sin egosmos. Camin lentamente hacia la escuela, gozando de los rayos solares, al pensar en los ojos grises de Elsa Apellidonacional.

Galvn, eso es!, pero qu importa su nombre ante ella, toda belleza, nunca haba visto alguien as.

Llegu a la escuela hecho sonrisas, saludando a los maestros (lo cual era inslito en mi caso).

A la salida encontr a Vicky y nuestra pltica se redujo a Elsa. Me cont: su familia era del DF, tena dieciocho aos, estudi en la Universidad Femenina la preparatoria, y ahora, estaba en Filosofa; informme tambin: aunque sala con bastantes muchachos no tena novio conocido, era vecina suya e informaciones idneas.

Es muy mona. Y bonita. A veces es sangre. Pero conmigo no. Bueno, una vez/

La dej en su casa para luego enfilar hacia el campo, donde un anodino vientecillo haca que las hojas se meneasen, arrtmicas. Es primavera, pens resumiendo toda la cursilera que me era posible en ese instante.

En casa me esperaban a comer. Mam, de psimo humor, se deca muy mala de salud. Como anttesis, mi padre estaba muy contento y nos dedicamos a bromear con mamis. Pero se enfad y empezaron los insultos maternos. Pap, an bromeando, dijo:

Qu te pasa, mujer? ella lo mir encolerizada, algrate, no hay ningn funeral.

Como resorte aceitado, mi madre se levant.

No lo hay, pero lo habr, el tuyo y el de tu amante si me sigues molestando, imbcil.

Mi padre palideci y de su sonrisa solo qued una mueca de rabia.

No digas las estupideces de siempre.

Mam, sin hacerle caso, fue a la cocina. Mi padre qued paralizado vindola salir, para despus levantarse rpidamente, mascullando un

Es el colmo.

Yo me qued all, con el plato de carne a medio terminar. Pero mi humor era demasiado bueno para entristecerme.

Acabarn divorcindose, todo mundo conoce sus sendas aventuras... Respir profundamente y fui a or un disco los valses austracos. Sentado en mi escritorio, con la pluma bailando entre los dedos, ataqu la novela con entusiasmo. Las frases se hilaban una tras otra y yo segu trabajando a todo vapor.

Pap entr en mi recmara y, tras mirarme un breve momento, dijo:

Tienes algo que hacer esta tarde?

Tengo cita con Elsa.

Quin es Elsa?

Una muchacha.

Pues claro. De quin es hija?

Se apellida Galvn, deduce.

Galvn, me suena/ Dnde vive?

Cerca de la casa de Vicky, digo, del ingenebrio San Romn. Aj.

Por qu preguntabas si tengo algo que hacer?

Quera que me representaras en el Club.

Pues, sorry, no puedo.

S, me doy cuenta. Qu escribes?

Una novela.

Cmo se llama?

La tierna garra, o Tierna es la garra, todava no s.

Y de qu se trata?

Es muy largo de contar.

Bueno, que te salga bien. Me la enseas.

Sali, dejndome sorprendidsimo: mi padre jams se haba molestado en pedirme algo, y mucho menos en interesarse por mis affaires.

A las seis y media ya haba escrito seis cuartillas, el esbozo de un cuento y un acrstico para Elsa. (Comme tu travailles!) Tras guardar todo cuidadosamente, me puse un traje grisxford.

Llegu faltando diez minutos para las siete. Elsa an no llegaba. Eso gano porvenir antes, pens al sentarme a una mesa. Junto, haba unos tristsimos esnobs, casi beatniks, con clsica barba y clsicos sacos de pana (an no gastados por la luna). Discutan acerca de Herr Hegel el Insondable, pero como decan puras barbaridades, no les prest atencin. Entonces, el show fue una kleine con ojos excesivamente pintados y suter de treintaids colores. Haca grandes ademanes y su risa se escuchaba en toda la Facultad.

Al fin apareci Elsa, platicando animadamente con dos amigas. Las present. Por suerte, se fueron pronto. Caf, cigarro, lumbre, su mirada.

Qu tal est tu caf?

Pasable. Tuviste clase?

Sipi.

A dnde quieres ir?

Me es igual. Menos, claro, a un caf.

Pero, algn lugar en especial?

Conoces algn bar beat?

Varios. Pero beat modesto.

Vamos a La Mosca Azul?

Suave.

Cuando apenas subamos en el coche, propuso que mejor furamos al Mirador, lo que me agrad por razones obvias. En el camino, sintonic msica selecta. Bastaron tan solo unas cuantas notas para que Elsa precisara que se era el concierto Tal, opus Tal, del autor Tal, con la sinfnica Tal conducida por Tal y el solista Tal. Por lo que supe que era una perfecta connaisseur musital. Gracias a eso, para conquistarla, desplegu la tctica de hablar solo de asuntos culturales, lo cual funcion perfectamente.

En el Mirador, no saba si lanzarme a fondo declarndome o esperar algn indicio: un tip de Vicky, su disposicin. La respuesta la dio ella misma cuando, al encender un cigarro, retuvo mi mano unos momentos, vindome con fijeza. Supe que se era el momento adecuado, y entonces, fui yo quien tom su mano al declamar melodramticamente:

Sabes, Elsa-Elsa, bien s que solo nos hemos visto dos conmovedoras veces, mas esas ambas ocasiones han sido suficientes para comprender que eres algo que ha penetrado en m; ha sido tu sonrisa un aliciente, y tus ojos (grises, radiantes, bellsimos) los que imperan en mi mente desde que te conozco, los que me haran luchar contra todo si supiera que no los mirara jams. Ests en m, Elsa, eres parte ma. No puedes abandonarme ahora que siento desesperadamente la necesidad de tu cario. A ti me une algo ms que amistad voluble y pasajera, es afecto, amor, adoracin; esto es, Elsa-Elsa, que quisiera que fueses mi novia, comprendes? Qu me dices?

Era bien claro que Elsa tena tendencias romnticas y por eso me lanc tan arteramente cursi. Elsa mir a la ciudad dando una larga bocanada de humo y dijo, sin mirarme, aunque sonriendo divertida:

Casi perfecto, Gabriel. Destilaste un poco ms de la necesaria miel, pero estuvo okay. Bueno, con respecto a la pregunta de que si acepto ser tu chamaca, bien sabes, y sabas, que te dara el yes. Espera, solo me falta responderte con la misma moneda: querido y ya futuramente entraable Gabriel-Gabriel, tu amor es altamente correspondido, tu figura varil, digo viril, tu gallarda, tu maravillosa personalidad han hecho que tu imagen no se aparte de mis sueos. Te amo locamente, Gabriel, eres carne ma que no me dejar amputar. Te amo, s, te amo, mame t tambin!

Soltamos la carcajada al unsono y tras rer alegremente, Elsa coloc sus labios sobre los mos: un beso dulce. Sus brazos entrelazaron mi cuello y el segundo fue ms ardiente y con ms pasin. Al fin poda sentir esos labios estticos, poesa en rojo vivo. (Gee!)

Wild things leauve skins behing them...

T. Williams

Casi mord la almohada. Tena enterrado el rostro. Ya estaba hmeda, mis lgrimas la haban mojado. Trataba de contener el llanto y no era posible. Senta el cuerpo vaco y las lgrimas corran sin detenerse. Era triste realmente. Yo, que menospreciaba los problemas sentimentaloides, sufra, y mi llanto era la mejor prueba. Primero intent aguantarme, mord mis labios, entumec el cuerpo, mascull majaderas sordamente, pero luego hice erupcin: empec a llorar con escndalo, sin discrecin. Entonces me arroj en la cama para llorar ms a gusto. La causa? Ranse: Elsa Galvn. Elsa Gaviln. Su zarpazo fue demoledor.

Comet la estupidez de enamorarme de ella, y al saber que haba tenido un amante, profesor de filosofa, el dolor fue ms grande. Chistoso, no? Mi alma era un crculo de dudas, dolor y rabia; pero an fue ms cuando Elsa lo admiti con sonrisas candorosas. Hombre, muchachito, qu te pasa? Normal, era normal. No conoces los facts of life? No sabas cmo te procrearon tus papitos? Acaso tena yo esa clase de convencionalismos burgueses? En realidad, me jactaba de no tenerlos. Pero, comprendan, con ella era distinto. Que me cuelguen si saba por qu era distinto. Pero era. Considerndola fuera de ese ncleo, no poda creer que tambin estuviese en la onda. Por eso, ms que nada (qui te va croire, petit?), fue mi llanto. No porque hubiera tenido un amante/

Yaaa. A poco no sabas?

Bueno, s, Gabrielito/

Seorita Galvn, procedamos con la leccin. claro, me acost con l/

Veremos la metafsica de los cuerpos, como nunca la pudo entender Kant, es decir, sobre un fondo mullido, acolchado, bamboleante.

Era un relajo, Gabriel, en clase siempre le vea las piernas/

No quiere tomar un caf conmigo, seorita Galvn?

no, hace poco en realidad, pero, de veras no sabas?

Bsame, Elsa, esta noche te deseo ms que nunca.

Pero en qu pas vives/

sino por mi imbecilidad de considerarla pura. Por eso llor, yo, que la respetaba, por haberme equivocado. Yo, que empezaba a amarla, porque se haba adueado de mi ser. Yo El Equivocado.

Mire, Elsa, el amor burgus es una cosa y nuestras relaciones, otra. El tipo mediocre necesita una mujer virgen, sumisa, que se ruborice al desnudarse en la oscuridad/

Pero no, no caer en el mismo error. Ahora mismo ir por ella y ser ma. No merece el tratamiento que le estaba dando. Ya aprender.

Ya aprenders, Gabriel.

Me levant para lavar mi cara. Me vi en el espejo: ojos irritados, facciones descompuestas. Empapado de locin, tom el telfono.

Quisiera ver si tienes tiempo libre para ir a un caf claro que ya no dije eso. Secamente, orden:

Te espero en el Viena a las seis, no quiero que faltes.

Y colgu, dejndola, lo ms probable, sorprendidsima. Ya son las cinco y cuarto, tendr que apurarse.

Decid llegar tarde, pero no teniendo nada que hacer, me sent tranquilame