la soberanía de dios y el mal - nicolás serrano

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1 La Soberanía de Dios y el mal Nicolás L. Serrano Casi mi cuesta la vida llegar a esta enseñanza. Mi mente y corazón colapsaron. Nunca estaremos lo suficientemente preparados como para exponernos a este resplandor. Y Dios ha querido que aborde este tema en un momento en el que puedo predicar esto con lágrimas. Pero el tema es inevitable para entender a Dios, la vida en este mundo y en el venidero...y hay muchas heridas que jamás serán sanadas sin este remedio que, aunque como el alcohol al principio duele, pero luego cura. En la medida en la que avanzamos en nuestro conocimiento de las Escrituras y, especialmente, de la gran doctrina bíblica de la salvación , encontramos dos grandes encabezados que forman una fuerte tensión y que demandan un respuesta para nuestra salud, gozo y correcta relación con Dios: 1- Dios desea que todos los pecadores sean salvos. 2- Dios escogió, desde la eternidad pasado, e incondicionalmente, que sólo a lgunas personas se salven. En mi enseñanza anterior planteé unas cuantas preguntas que este dilema bíblico genera y respondí algunas. Hoy consideraremos las siguientes de aquella lista: ¿Cuáles son los alcances de la soberanía de Dios y cómo se relaciona su soberanía con nuestra voluntad? ¿Hay algún poder en el universo más grande que Dios y que frustre sus deseos? ¿O hay alguna justificación sabia, justa y amorosa para que Dios, deseando la salvación de todos, decida salvar solo a algunos? ¿Para qué nos revela el Espíritu Santo en la Palabra de Dios la doctrina de la predestinación? ¿Qué relación hay entre la gloria de Dios, nuestro pecado y la predestinación?

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Si Dios es Omnisciente, Omnipresente y Omnipotente, ¿por qué existe el mal?

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La Soberanía de Dios y el mal

Nicolás L. Serrano

Casi mi cuesta la vida llegar a esta enseñanza. Mi mente y corazón colapsaron. Nunca estaremos lo suficientemente preparados como para exponernos a este resplandor. Y Dios ha querido que aborde este tema en un momento en el que puedo predicar esto con lágrimas. Pero el tema es inevitable para entender a Dios, la vida en este mundo y en el venidero...y hay muchas heridas que jamás serán sanadas sin este remedio que, aunque como el alcohol al principio duele, pero luego cura.

En la medida en la que avanzamos en nuestro conocimiento de las Escrituras y, especialmente, de la gran doctrina bíblica de la salvación, encontramos dos grandes encabezados que forman una fuerte tensión y que demandan un respuesta para nuestra salud, gozo y correcta relación con Dios:

1- Dios desea que todos los pecadores sean salvos.

2- Dios escogió, desde la eternidad pasado, e incondicionalmente, que sólo algunas personas se salven.

En mi enseñanza anterior planteé unas cuantas preguntas que este dilema bíblico genera y respondí algunas. Hoy consideraremos las siguientes de aquella lista:

¿Cuáles son los alcances de la soberanía de Dios y cómo se relaciona su soberanía con nuestra

voluntad?

¿Hay algún poder en el universo más grande que Dios y que frustre sus deseos?

¿O hay alguna justificación sabia, justa y amorosa para que Dios, deseando la salvación de todos,

decida salvar solo a algunos?

¿Para qué nos revela el Espíritu Santo en la Palabra de Dios la doctrina de la predestinación?

¿Qué relación hay entre la gloria de Dios, nuestro pecado y la predestinación?

I La gran pregunta sobre Dios y el mal

Y para comenzar a contestar tales preguntas quiero ir directo a la acusación más común que el hombre hace sobre la creencia en Dios referente a este tema: ¿Cómo podemos creer que Dios es bueno, amoroso, puro y justo, si Dios ha permito la introducción de la maldad en el mundo? El mundo responde a esto así: si el Dios de la Biblia es realmente Amoroso, Santo, Omnisciente y Omnipotente, entonces Dios no existe. Esta es una pregunta que debe ser respondida. Y no podemos simplemente jugar a los ignorantes citando Deuteronomio 29:29. Debemos dar una respuesta más allá...porque Dios ha hablado en su Palabra. Y Su respuesta no es corta ni sencilla. Y aunque la respuesta es shockeante, nos mostrará la gloria de Dios de una manera inigualable, porque la pregunta nos lleva de la mano a la ventana más misteriosa de toda la revelación. ¡Para alguno será como escuchar y ver una tormenta eléctrica por primera vez!

¿Por qué Dios no detiene la maldad en el mundo? Algunos cristianos responden: Dios no es

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responsable de la maldad, sino Adán, así que todo es nuestra culpa. Sin embargo, podemos preguntar: ¿Por qué Dios creó a Adán con la posibilidad de tomar malas decisiones? Y si decimos que Satanás tiene la culpa, caemos en la misma trampa. Todas estas respuestas cortas atraen más preguntas de las que responden, y todas las preguntas nos llevan directo a Dios para encontrar una explicación.

La maldad existe. No podemos explicar los problemas con el hombre en términos de “verdad cultural” o problemas químicos; el mundo hace eso y dice que todo tiene una solución científica, psicológica o sociológica, ¡y así no pueden explicar las atrocidades morales de hombres bien educados, tales como el genocidio! Sin embargo, la verdad es que la maldad forma parte de todo nuestro mundo, comenzado por nosotros los hombres. La maldad forma parte de nosotros. E incluso podemos hablar del mal es un sentido impersonal, es decir, en el sentido de que suceden cosas malas que nos dañan y que no deberían estar ahí; por ejemplo, podemos decir que el mal mora incluso en virus microscópicos que ni siquiera podemos ver pero que pueden asesinarnos; podríamos también incluir los accidentes y las enfermedades en esta categoría. Por eso Pablo dice que “ toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos...gemimos dentro de nosotros mismos” (Romanos 8:22-23). ¡Todos nosotros somos portadores de la maldad y vivimos en un mondo en el que la maldad llueve todos los días, y no podemos huir de ella! Dios dice: “No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10); y “Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos” (Ecl. 9:2).

La maldad se encuentra también en Satanás y sus ángeles, quienes poseen superpoderes que solo usan para causar daño. Ellos son perfectamente malos. Son totalmente negros. Llevan miles de años expresando su maldad, y no se cansan. El gobierno humano fue creado por Dios para administrar justicia (a pesar de que todos están torcidos), sin embargo, nada en el sistema demoníaco, nada está diseñado para refrenar la maldad, sino que todo existe para promover la maldad. Y Satanás tiene una soberanía temporal sobre el sistema del mundo: “el mundo entero está bajo el maligno” (1Juan 5:19).

Por otro lado, podemos decir que la maldad tiene una categoría eterna, que nunca dejará de ser...en el infierno. Piense en esto tan solo un momento…los hombres en el infierno nunca dejarán de pecar y de aumentar por tanto la gravedad de su condenación.

Sin embargo, ahora debemos afrontar la gran pregunta: si Dios es Omnisciente, Omnipresente y Omnipotente, quiere decir que Dios está a cargo, y si Dios está a cargo, ¿por qué permite la maldad? Dios no estaba obligado a permitir la caída de Satanás o de Adán; pudo haberlas detenido, pero el hecho de que no lo has hecho significa que tiene una razón, un propósito en mente, y es necesario recordar que Él no planea medida que pasan las cosas; Él siempre ha sabido lo que es sabio.

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II Los alcances de la soberanía de Dios

Y la razón por la que todas estas preguntas existen es por la soberanía de Dios es absoluta , es decir, que se extiende sobre cada molécula del mundo visible y de lo que sea que esté hecho el invisible: 1Crónicas 29:11-12: “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos”; Daniel 4:35: “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”; Lamentaciones 3:37: “¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?” ¡Dios está muy interesado en darnos a conocer su Soberanía! Y claro que esto trae problemas para nuestra comprensión, porque estamos mirando a un Dios infinito. Muchos quieren resolver este aparente problema negando la soberanía de Dios y quieren rescatarlo de las manos de los Escritores de la Biblia; sin embargo, Dios habla detrás de los hombres que escribieron su Palabra. Dios tiene una respuesta diferente: “Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, Y aun al impío para el día malo” (Proverbios 16:4); “Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?...Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Isaías 14:27, 46:9-10).

Dios es soberano sobre la voluntad de los hombres. ¿Recuerdan el suicidio de Saúl? El autor de Crónicas explica que detrás da la voluntad de Saúl estaba Dios terminando con su vida: “dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y hagan escarnio de mí; pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada, y se echó sobre ella...Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina, y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí” (1Crónicas 10:4,13-14).

En Apocalipsis 10:12-17 tenemos una escena aterradora y gloriosa a la vez. Encontramos una guerra entre reyes y el Cordero. Leamos los vers. 12-14: “diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.” En el vers. 16 se habla de los mismos reyes malvados y se nos dice: “Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera”. Pero, el vers. 17 nos dice lo siguiente respecto a la soberanía de Dios sobre los actos malvados de todos estos hombres: “porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios”. ¡Ah, “hasta que se cumpla la Palabra de Dios”! ¡Las profecías no son anuncios anticipados de los accidentes que

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Dios sabe en su Omnisciente que sucederán, sino proclamaciones que la Omnisciencia de Dios hace de la Omnipotencia de Dios respecto a cómo Dios hará todo lo que quiere!

Y así como Dios puede mover a los hombres a cumplir ciertas cosas, también puede detenerlos. Proverbios 21:1 dice: “Como los repartimientos de las aguas, Así está el corazón del rey en la mano de Jehová; A todo lo que quiere lo inclina”; la NBLH lo traduce así: “Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del SEÑOR; El lo dirige donde le place”. Y podemos ver un ejemplo de esto en la ocasión en la que el rey Abimelec estuvo a punto de llegarse a Sarah la esposa de Abraham: “le dijo Dios en sueños... te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases” (Génesis 20:6).

Lo que es evidente en estos textos es que Dios tiene el derecho y el poder de restringir los pecados de los gobernantes seculares. Cuando lo hace, es su voluntad de hacerlo. Y cuando no lo hace, es su voluntad no hacerlo.

Los sabios y profetas de Israel tenían esto muy en claro: “La mente del hombre planea su camino, Pero el SEÑOR dirige sus pasos” (Proverbios 16:9); “Muchos son los planes en el corazón del hombre, Mas el consejo del SEÑOR permanecerá” (19:21); “La suerte se echa en el regazo, Pero del SEÑOR viene toda decisión” (16:33); “SEÑOR, yo sé que el hombre no es dueño de su destino, que no le es dado al caminante dirigir sus propios pasos” (Jeremías 10:23); “Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas, Y que ninguno de Tus propósitos puede ser frustrado” (Job 42:2). ¡Oh, Dios es un Todopoderoso escritor que tiene la capacidad de hacer que los personajes inventados por Él para su novela cumplan voluntariamente con el guión que Él les ha asignado! ¡Temblemos y adoremos!

III Dios no es responsable del mal

Por lo que podemos concluir que la maldad no es una interrupción a Su plan. Dios sabía lo que iba a pasar cuando creó a Adán y a Lucifer, y sabía lo que iba a pasar porque Él lo decretó. Esto nos lleva a la conclusión de que la maldad existe porque Dios quiere que exista.

Pero Dios no es responsable por la maldad porque Él no la creó. No, La Escritura dice que cuando Dios terminó Su creación, vio todo y lo declaró “bueno” (Gén. 1:31), por lo que Él no es el creador de la maldad; ¡Él no puede producir nada que sea malo! Muchas Escrituras afirman que Dios no es el autor de la maldad: “Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie” (Stg. 1:13); “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1:5); “Pues Dios no es Dios de confusión” (1 Corintios 14:33); Y cuando el vio el mal “le dolió en su corazón” (Gén. 6:6). Pero Dios puede retirar su influencia y así el mal aparecerá, tanto como la retirada del sol da lugar a las tinieblas, y la retirada del calor da lugar al frío.

La maldad se origina en la criatura; así dijo Dios a Lucifer: “Perfecto eras en todos tus caminos

desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezequiel 28:15). Y el sabio

predicador dijo hace muchos años antes cuando lidió con este mismo asunto respecto a los hombres:

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“He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas

perversiones” (Ecl. 7:29). ¿Escucharon lo que dijo el predicador? ¡”solamente esto he hallado”, y

punto! ¡Qué no se hable más y que no se busque más, porque solamente esto ha revelado Dios: que

Dios nos hizo buenos, pero nosotros inventamos la maldad! La maldad no nació en algún lado de

la creación y luego infestó al hombre: la maldad nació en Satanás y luego el hombre también la dio a

luz.

Así, llagamos a la siguiente conclusión. Las Escrituras nos enseñan un triángulo de verdad: Dios

es Soberano, Dios es incondicionalmente bueno, y nosotros somos siempre responsables. Además,

vemos lo siguiente: Dios está tanto detrás del bien como del mal, pero de maneras diferentes: está

detrás del bien de tal manera que Él es el autor del mismo, pero en cuanto al mal Él está detrás

dirigiéndolo sin ser responsable: “Escuchad, cielos, y hablaré; Y oiga la tierra los dichos de mi

boca...El es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad,

y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto. La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha,

Generación torcida y perversa” (Deut. 32:1,4-5); “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende

de lo alto, del Padre de las luces” (Sant. 1:17).

A modo de conclusión les doy dos citas. Un viejo escritor dijo: “Dios no determina el pecado,

porque sencillamente eso sería aprobarlo. Lo que Él determina a fin de lograr el bien que su sabiduría

puede producir a partir del pecado no es el pecado en sí mismo, sino el evento en general.”

Y Edwards lo dijo así: “Él quiere lo que es contrario a la excelencia en algunos cosas por el bien de

una excelencia más general”

IV El propósito del mal

Si negamos que Dios decretó la entrada de la maldad al mundo negamos su Omnipotencia, su Omnisciencia y la inescrutable grandeza de sus propósitos. Algunos responden diciendo que Dios no pudo resistir la maldad, y así dan un carácter soberano al mal que lleva a conclusiones terribles: es decir, que si el mal se originó solo en contra de la voluntad de Dios, ¿qué garantía podemos tener de que algún día Dios podrá hacer que desaparezca para siempre de sus hijos?

Otros dicen que Dios no quiso detener la entrada del mal en la creación aunque pudo haberlo hecho, y la razón por la que no lo hizo fue por amor al libre albedrío. Acá están los arminianos, que dicen que sin la posibilidad de pecar el amor no existiría, ya que según ellos el amor solo existe cuando le es a la criatura posible pecar, y que Dios quiere hombres que realmente escojan amarlo. Pero esta teoría tiene errores insuperables: ¿Acaso un día Dios no nos quitará la posibilidad de tomar malas decisiones, y acaso no lo hará por amor a nosotros, e incluso no seremos entonces más libres que nunca para amarlo? ¡La idea arminiana dice que Dios por amor al libre albedrío permitió la maldad a fin de preservarlo! ¡Esto es demasiado amor al libre albedrío! Dios permitió la maldad

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por un motivo más valioso que ese supuesto libre albedrío: por amor a su gloria y sus escogidos.

¿Qué significa esto? Voy a dejar que Edwards lo explique: “Es algo justo y excelente que la infinita gloria de Dios resplandezca; y por la misma razón, es apropiado que el brillo de la gloria de Dios sea completo...pero no podría ser así, a menos que se diera lugar a la aparición del pecado y la condenación; de otra manera, la manifestación de la gloria de Dios sería muy imperfecta...no habría ninguna manifestación de la gracia de Dios si no hubiese pecado a ser perdonado o miseria a ser revertida. Por más felicidad que Él concediese, su bondad no sería más estimada o admirada. Así, el mal es necesario, para felicidad mayor de la criatura, y la manifestación de la gloria de Dios, por la cual hizo el mundo; porque la felicidad de la criatura consiste en el conocimiento de Dios, y en el sentir de su amor. Y si el conocimiento de Él es imperfecto, la alegría de la criatura será proporcionalmente imperfecta...Si Dios glorificaba un atributo, y no otro, tal manifestación de su gloria sería defectuosa; y la representación no sería completa. Si todos los atributos de Dios no fueran manifestados, la gloria de ninguno es manifestado para verse como es: porque los atributos divinos reflejan gloria uno sobre otro.”

Pablo lo dijo así: “nos escogió en él antes de la fundación del mundo… en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia...conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria” (Efesios 1:3-6,11-12). ¡No creo que nada quede afuera de este designio! Así Dios, por medio de la aparición del pecado da lugar a la aparición de la más sublime y resplandeciente de todas su glorias: la gloria de su gracia. ¡Oh, y es por la gracia, y el escenario de santidad, justicia y pecado sobre el que se monta su baile, que nosotros somos más felices y Dios es más alabado! ¡Nosotros alabamos a Dios por la salvación más que por cualquier otra cosa, pero no habría salvación si no fuese por el pecado! Y podemos ir más lejos: sin el pecado el Hijo, sobre quien y en quien se manifiesta toda la gloria de la gracia, no se habría encarnado, ni nos habría mostrado que el amor de Dios no tiene dimensiones...ni hubiera sido entregado a nosotros en casamiento para que seamos uno con Él para siempre. ¡Oh, si existe un caso en el que el remedio justifica la enfermedad, es este!

V Aplicaciones finales

1- Si Dios es soberano sobre el mal, entonces podemos tener ánimo en medio de todas nuestras batallas contra el mal. Porque Dios nos asegura con toda su soberana autoridad que “para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien” (Romanos 8:28). ¡Todo lo que te sucede en medio de tu peregrinare tiene sentido! ¡Nada es absurdo! ¡No somos una masa de sufrimiento sin sentido! Habrá incontables caricias para cada golpe, e infinitos días de risa por cada día de llanto...y una justificación perfecta para cada herida. Y no olvides que Dios sufre con vos cada vez que, por alguna razón, permite que el mal llegue hasta tu casa: “En toda angustia de ellos él fue angustiado” (Isa. 63:9). El mal, aunque pretende hacerte mal y a corto plazo lo hace, en realidad no es más que tu siervo, y trabaja en el aumento de tus tesoros celestiales y en el refinamiento de tu felicidad a largo plazo.

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Podemos estar seguros de que las lágrimas que el mal nos causa no son más que agua para limpiar nuestro ojos a fin de que podamos ver mejor al Rey de la gloria, y las mismas además son también la riega de Dios al jardín de nuestra alma, riega que dará lugar al brote y crecimiento de árboles de eternos años de felicidad.

Dios podría librarnos del pecado en nosotros y del asecho del diablo inmediatamente después de nuestra conversión, como un día de hecho lo hará...pero tiene sus razones para no hacerlo hoy. John Piper dice lo siguiente al respecto: “La respuesta final es que Dios dirige el mundo como lo hace porque, al final, así más de sus atributos gloriosos serán más plenamente visibles y adorados de esta forma que si Él lo hubiese hecho todo instantáneamente, sin tolerar el error y el pecado en el mundo y en la iglesia. Cuando esté en el cielo miraré hacia atrás a mi pecado y diré: ¿Cómo pudo tanta gracia insistir conmigo? Y amaré su gracia más de lo que la hubiera amado de haber progresado más rápidamente.”

2- Si Dios es soberano sobre el mal entonces el mal no te vencerá. Recuerden las palabras de Pablo: “fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1Cor. 10:13). Y no solo no te vencerá, sino que podrás ser libertado completamente de Él un día, tanto en tu interior como en tu exterior; Juan nos cuenta de su visión sobre esto “Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos” (Ap. 22:1-5).

3- Seamos humildes y alabemos: Jamás mente alguna podrá descifrar ni terminar de admirar la grandeza del plan de Dios por el cual hizo y el mundo y todo lo que ha emprendido sobre este escenario:

Romanos 11:33-36 “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”

1Cr. 29:11-14 “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.”