la republica de platon

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Platón y la democracia griega Actualmente vivimos en una sociedad cuyo sistema de gobierno democrático nos permite gozar de libertades, igualdad y participación que hasta hace pocas décadas posiblemente no eran concebibles. En sociedades anteriores a la nuestra, tales como la griega, específicamente la ateniense durante su época de esplendor, el sistema al cual hacemos referencia era completamente distinto: los conceptos de democracia y ciudadanía propuestos por ellos no podrían ser comparados por los que tenemos actualmente, siendo este el motivo por el cual, tomaremos en cuenta la polis, el alma del filosofo y su distinción entre lo deseado y lo que se debería desear, la política que se subordina al conocimiento y la libertad obtenida gracias a esta última, en torno a la idiosincrasia de la época que analizaremos. Aparte, a través del presente, partiremos del precepto de la democracia griega ateniense como un sistema de gobierno participativo y colectivo donde las decisiones eran de beneficio comunal y eran “legisladas” por decirlo en algún modo casi cara a cara en las reuniones realizadas en las Ágoras y no de manera representativa como la nuestra, donde se acepta a quienes lograron tener apoyo mayoritario mayoritaria, defendiendo y comprendiendo a los que no; como segunda gran diferencia con nuestro sistema demócrata, diremos que en la sociedad ateniense sólo podían participar

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Page 1: La Republica de Platon

Platón y la democracia griega

Actualmente vivimos en una sociedad cuyo sistema de gobierno democrático nos permite

gozar de libertades, igualdad y participación que hasta hace pocas décadas posiblemente no

eran concebibles. En sociedades anteriores a la nuestra, tales como la griega,

específicamente la ateniense durante su época de esplendor, el sistema al cual hacemos

referencia era completamente distinto: los conceptos de democracia y ciudadanía

propuestos por ellos no podrían ser comparados por los que tenemos actualmente, siendo

este el motivo por el cual, tomaremos en cuenta la polis, el alma del filosofo y su distinción

entre lo deseado y lo que se debería desear, la política que se subordina al conocimiento y

la libertad obtenida gracias a esta última, en torno a la idiosincrasia de la época que

analizaremos.

Aparte, a través del presente, partiremos del precepto de la democracia griega ateniense

como un sistema de gobierno participativo y colectivo donde las decisiones eran de

beneficio comunal y eran “legisladas” por decirlo en algún modo casi cara a cara en las

reuniones realizadas en las Ágoras y no de manera representativa como la nuestra, donde se

acepta a quienes lograron tener apoyo mayoritario mayoritaria, defendiendo y

comprendiendo a los que no; como segunda gran diferencia con nuestro sistema demócrata,

diremos que en la sociedad ateniense sólo podían participar aquellos pertenecientes al

privilegiado grupo de los ciudadanos entre los cuales únicamente(aunque hay excepciones)

estaban aquellos relacionados con una historia y vínculo en común: sus

antepasados(ciudadanos) y por ende el estar ligado a un lugar.

Como primer punto, defenderemos de acuerdo a los conceptos de democracia y ciudadanía

que tenían los griegos durante la época dorada de su civilización, la postura que Platón

plantea en el capítulo VI de “La República”; es en este en el cual el filósofo propone que la

vida democrática de la polis debía de estar dirigida por los filósofos, aquellos quienes dado

las características únicas que debían de presentar para pertenecer a este grupo selecto de

conocedores de la sabiduría y la verdad, tenían la capacidad de dirigir con justicia. Es dada

las características únicas que raramente poseía un único individuo, tales como “memoria,

amor por el estudio, tener una mente elevada, estar bien dispuesto, ser amigo y allegado de

la verdad, la justicia, el valor y la templanza,” (La República VI: 5) , que uno podía

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encontrar la sabiduría por medio de la verdad. Platón respalda este argumento del sabio-

líder con la alusión del barco sin un timonel, donde muestra al grupo de marineros que

intentan tomar el control de la nave sin control como el pueblo que afirma que no es

necesaria una preparación previa para tomar la dirección del navío; por último logran tomar

la nave al estilo de un motín, y dada la preparación nula del grupo que aspira y finalmente

llega a liderar la nave, ésta termina navegando a la deriva. Claramente podemos denotar

que para Platón, la preparación previa en aquellos que tienen la capacidad para cumplir con

los requisitos del filósofo es lo más importante para el líder de la polis que llegue a guiar

con el conocimiento verdadero a su pueblo y por lo tanto el pueblo actuará de igual modo

que su líder.

Dentro de este primer tópico a tratar, y en la misma alusión del navío sin timonel,

encontramos que Platón también describe que los marinos abotinados claman como líder

útil a aquel cuyos actos sean de agrado para ellos, y tildan de inútiles a quienes no acaten su

voluntad. Por lo tanto el problema no consiste únicamente en que el líder sea filósofo, sino

en convencer a los marineros abotinados, es decir al pueblo, el aceptar lo bueno y justo, la

sabiduría a través de la verdad como guía por sobre lo útil, pero para ello, el filósofo tiene

que convencer al pueblo para que este necesite de su capacidad de liderazgo con

argumentos y razones verdaderas y suficientemente firmes dado que estas están respaldadas

por la verdad. También cabe decir que aquellos que son tildados como útiles por los

marinos, son los sofistas, aquel grupo que sin importar el daño que produzcan en el pueblo,

tienen como fin lucrar con su enseñanza de sistemas, mas no con un conocimiento

verdadero, aquel obtenido por la compresión y posterior reflexión. Sin embargo pese al

daño que estos ocasionan al pueblo y a la ya diezmada filosofía, no son visto como dañinos,

ya que la filosofía ha sido abandonada por aquellos quienes deberían de ocuparse de ella y

ha sido dejada a su suerte, para ser malinterpretada por el pueblo y mal aprovechada por los

sofistas.

Finalizando este punto, Platón puede ser visto como una eminencia, al tratar de

revolucionar y cambiar su sociedad con ideas tan contemporáneas como de igualdad social

al creer que aquellos que tienen las aptitudes para desempeñar especificas tareas, tales

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como la de liderazgo, deberían de realizarlas, sin importar el circulo social en el cual se

ubicase uno, caso contrario de los sofistas, quienes en primera instancia proponían a los

menos adecuados para los cargos de dirección, dado que creían que para esta empresa era

necesaria el simple hecho de argumentar con razones en muchos casos no interiorizadas,

sólo aprendidas.

Como segundo punto, de acuerdo con Platón, el gobierno ideal y posiblemente realizable es

el aristocrático dado que es el gobierno de los mejores en virtud y en saber cuyo objetivo es

el alcanzar un estado justo y bien gobernado por sus gobernantes con las características

antes mencionadas del filósofo líder y donde la educación deberá servir para conducirle

hasta la visión de las ideas, que en última instancia son inmutables, imperecederas, no

accesible a los sentidos, universales, absolutas, inmateriales y abstractas. De igual modo,

Platón hace referencia al estado y sus gobernantes quienes deberían de ser los responsables

de controlar el sistema educativo dada su elevada importancia como para dejarlo bajo la

iniciativa privada y decisión personal; la razón: este debe de enseñar el anteponer el bien

del estado al bien individual es decir poner al bien social, colectivo por encima del bien

individual.

Aparte el libro VII de La República enfatiza las recomendaciones del filósofo sobre los

gobernantes, quienes deben de desempeñarse en ciertas disciplinas como el de la Mousike

(artes liberales) que configuran y conforman el carácter, Gymnastiké (entrenamiento físico)

que permite la preparación para la guerra y facilita el buen estado de la salud física,

Matemáticas que facilita el paso del mundo de los sentidos al mundo de las ideas;

encontrándose todas ellas en equilibrio mutuo. Sin embargo la educación y el sistema

educativo en sí, debe de realizarla el pueblo en general con el objeto de pretender que se

cumpla la misión para la cual el “educando” sea más capaz, seleccionando a los mejores de

acuerdo a las diferentes cualidades necesarias para el fin deseado y además, teniendo en

cuenta la virtud tanto de alma como de cuerpo requeridas; enfatizando que lo pretendido a

través de este sistema educativo es encontrar un grupo selecto, a los más dotados, a la

futura clase dirigente; claramente contrario a los intereses sofistas que simplemente

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pretendían que el líder debía de ser aquel cuyo argumento sea irrebatible, haciendo uso de

la retórica.

Enfoncandos en el caso del alma del filosofo como aquella donde se distingue entre lo

deseado y lo que debería desearse, se puede decir que esta parte del alma es donde se

conoce la verdad tal cual es y no hay nada que le importe menos que las riquezas o la fama

y en donde es amante de la instrucción o del saber; Platón, argumenta que esta se ve

representada con mayor intensidad en el filosofo; ya que, este es el único ser que tiene

ventaja sobre los otros géneros fundamentales de hombre, que son el ambiciosos y el avaro;

debido a que el filósofo cuenta con la experiencia, talento y raciocinio suficiente que le

sirve para juzgar lo que ha sido correctamente juzgado. Esto se refleja a que el filósofo ha

gustado por fuerza de los otros placeres (dinero, deseos, etc.) desde su niñez, mientras que

el avaro, cuando le ocurra estudiar las esencias, no es forzoso que saboree la dulzura de este

placer ni que adquiera su experiencia, pero, no le será fácil aunque tenga empeño en ello.

Esto está igualmente representado en el caso del ambicioso. Esto refleja que la

contemplación del ser solo ha gustado del filósofo y en base a la experiencia, que es

ayudada por el entendimiento, es el único ser que juzga mejor.

Un aspecto que caracteriza exclusivamente al filósofo es su instrumento que es el

razonamiento. Por otro lado, se considera al hombre inteligente como el ser que alaba su

propia vida, y esto utilizando la experiencia, entendimiento y raciocinio. Por ello, es la

forma más superior de vivir.

Además, se dice que las especies de cosas que atañen al servicio del cuerpo participan

menos de la verdad y de la realidad que las que atañen al servicio del alma. Esto refleja que

las cosas materiales que está acostumbrado el ambicioso (honor, victoria y valentía) y el

avaro (riqueza y ganancia) solo encubren las carencias de necesidades a las cosas irreales y

falsa que las hacen ver como verdaderas y como importantes hacia la realidad. Platón

refleja esta carencia mediante un ejemplo: los faltos de inteligencia y virtud, que siempre

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andan en festines y otras cosas de este estilo, son arrastrados, según parece, a lo bajo y de

aquí llevados nuevamente a la mitad de la subida y así están errando toda su vida; y, sin

rebasar este punto, jamás ven ni alcanzan la verdadera altura ni se llenan realmente de lo

real ni gustan de firme ni puro placer, sino, a manera de bestias, miran siempre hacia abajo

y, agachados hacia la tierra y hacia sus mesas, se ceban de pasto, se aparean y, por

conseguir más de todo ello, se dan de coces y se acornean mutuamente con cascos y

cuernos de hierro y se matan por su insatisfacción, porque no llenan de cosas reales su ser

real y su parte apta para contener aquéllas.

Por todo ello, cuando el alma toda sigue al elemento filosófico y no hay en ella sedición

alguna, entonces sucede que cada una de sus partes hace lo que le es propio y cumple la

justicia; y además cada cual disfruta de sus peculiares placeres, que son los mejores y, en la

medida de lo posible, los más verdaderos a la realidad. Esto refleja que lo que se muestra

más alejado de la razón se aleja más del orden y la ley teniendo una tendencia hacia los

deseos eróticos y tiránicos. De ahí, la diferencia entre los deseos tiránicos y monárquicos y

la distancia en que se encuentran hacia el orden y la ley.

Sin embargo, Platón hace referencia a la persona que debe de gobernar a la clase obrera y al

artesanado, y dice que solo puede realizar esa función un hombre que tenga el principio

rector divino, esto no porque pensemos que el esclavo debe ser gobernado para su daño,

como creía el sofista Trasímaco (protector de los débiles ante su relación con las leyes y

poder) de los sometidos a gobierno, sino porque es mejor para todo ser el estar sujeto a lo

divino y racional, sea, capitalmente, que este elemento habite en él, sea, en otro caso, que lo

rija desde fuera, a fin de que todos, sometidos al mismo gobierno, seamos en lo posible

semejantes y amigos. Además, la ley está de acuerdo con este otorgamiento del poder a un

hombre con principios divinos; ya que, esto asegura que solo se le dé la libertad a los demás

cuando ya hayan recibido lo mejor del filosofo-rey y así poder establecer el cumplimiento

de las leyes en todo ciudadano.

Además, el poder ejecutivo se ejercía de manera personal, por lo que el alma del filósofo en

la democracia ayuda a asegurar que prime sobre los demás la parte racional e intelectual.

En base a Baruch Spinoza la democracia es el mejor sistema posible y el que más se ajusta

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a la Naturaleza y a la razón. Según su visión, el fin del Estado es hacer a todos los hombres

libres, lo que significa que el hombre ha de dejar de ser un autómata. Esto se ve reflejado en

los objetivos que prima en el alma del filósofo lo deseado y lo que debería desearse.

En conclusión, las recomendaciones dadas por Platón en “La República” para la selección

de un líder y posterior manejo del pueblo por parte de este, señalan a los filósofos como

aquellos realmente capaces en sabiduría y espíritu de realizar cabalmente esta tarea, que

quedaría inconclusa en caso no hubiese otro con iguales aptitudes para sucederlos en esta

importante misión; y es por esto que el filosofo y nosotros en el trabajo nos hemos

enfocado de manera breve en explicar la educación planteada por Platón en contraposición,

de la sofista, con relación a una “mejor” sociedad que buscaba costruir el filósofo en torno

al sistema democrático bajo el cual le tocó desenvolverse.

Bibliografía:

“La República”, Platón

“Democracia antigua y democracia”,Alain de Benoist