la política económica y el nacionalismo mexicano

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La política económica y el nacionalismo mexicano Author(s): Leopoldo Solís Source: Foro Internacional, Vol. 9, No. 3 (35) (Jan. - Mar., 1969), pp. 235-248 Published by: El Colegio De Mexico Stable URL: http://www.jstor.org/stable/27737409 . Accessed: 15/06/2014 10:07 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . El Colegio De Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Foro Internacional. http://www.jstor.org This content downloaded from 62.122.79.22 on Sun, 15 Jun 2014 10:07:45 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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La política económica y el nacionalismo mexicanoAuthor(s): Leopoldo SolísSource: Foro Internacional, Vol. 9, No. 3 (35) (Jan. - Mar., 1969), pp. 235-248Published by: El Colegio De MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/27737409 .

Accessed: 15/06/2014 10:07

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LA POL?TICA ECON?MICA Y EL NACIONALISMO MEXICANO*

Leopoldo Sol?s El Colegio de M?xico

El examen de la pol?tica econ?mica de M?xico es, por supuesto, una

labor que trasciende el campo del economista. La revisi?n m?s o menos

completa de lo que se ha escrito en este campo arroja sorpresas y

se?ala no pocas incongruencias; pero en el fondo pueden observarse

los intereses en juego y el precio que la colectividad paga por ellos. La

pol?tica econ?mica mexicana no ha sido examinada en forma siste

m?tica, o cuando esto ha ocurrido se ha hecho s?lo parcialmente, pues la formaci?n de dicha pol?tica est? estrechamente vinculada a los

objetivos de la Revoluci?n y al nacionalismo mexicano, y no es f?cil

separarla de ?stos.

Nuestra atenci?n se centra en este trabajo en el nacionalismo eco

n?mico, entendido como el establecimiento de una ideolog?a com?n

para la toma de decisiones de inter?s nacional, especialmente las rela

tivas al crecimiento econ?mico, a la propiedad de los bienes de produc ci?n y al usufructo del producto. Este nacionalismo constituye la cons

trucci?n consciente de un aparato pol?tico centralizado con el cual

coopera la mayor parte de la poblaci?n, y con el que un pa?s llega a

constituir, precisamente, una naci?n aut?noma y centralizada. Adem?s, en el caso de M?xico se insiste en otra clase de identificaci?n nacional: la tradici?n cultural ind?gena y mestiza.

Ahora bien, dado que el nacionalismo es un importante fen?meno

mundial desde fines del siglo xviil, el examen de su evoluci?n y carac

ter?sticas generales, desde el punto de vista de la pol?tica econ?mica,

resulta aconsejable antes de iniciar el an?lisis del nacionalismo econ? mico mexicano.

Un primer enfoque se puede obtener revisando el trabajo de Harry Johnson, quien ha examinado la evoluci?n de las ideas sobre nacio

nalismo econ?mico.1 Este autor observa que las ideas nacionalistas e

intervencionistas de Friedrich List y el ejemplo del desarrollo alem?n se introdujeron y difundieron en el mundo anglosaj?n a trav?s de los economistas de los pa?ses centroeuropeos que emigraron de Europa en

* Deseo expresar mi agradecimiento, por sus comentarios, a una versi?n preli minar de este trabajo, a los se?ores Luis Coss?o, David Ibarra, Rafael Izquierdo, Horacio Labastida y Fernando Rosenzweig.

?/'The Ideology of Economic Policy in the New States", en Economic Nationa lism in Old and New States. The University of Chicago Press, 1967. pp. 124-142.

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los treintas. Estos economistas fueron muy influyentes en el dise?o de las pol?ticas de desarrollo econ?mico, y su influencia se aprecia tambi?n en las teor?as contempor?neas sobre ese desarrollo. Johnson considera

una influencia importante el arreglo de pa?ses que result? del armis ticio que puso fin a la primera Guerra Mundial, y de acuerdo con el cual se establecieron nuevas bases en Europa al romperse el Imperio

Austro-H?ngaro, lo que condujo asimismo a la adopci?n de pol?ticas nacionalistas inspiradas en la pol?tica econ?mica alemana. Las ideas

mencionadas se dieron a conocer entre los economistas anglosajones con

la migraci?n de dichos intelectuales centroeuropeos a Inglaterra y los Estados Unidos, entre los que estaban Mandelbaum, Kaldor, Rosens

tein-Rodan y Balogh. Este ?ltimo examin?, con el mismo aparato anal?

tico, primero las relaciones entre Hungr?a y Alemania, despu?s entre

Inglaterra y el resto de Europa con los Estados Unidos, y finalmente entre los pa?ses subdesarrollados y los pa?ses desarrollados. Invocaron

tambi?n estos economistas la industrializaci?n y la utilidad de las pol? ticas proteccionistas para alcanzarla, como bases para establecer una

pol?tica de desarrollo.

Johnson destaca que otra influencia en la orientaci?n de la pol? tica de desarrollo de los pa?ses atrasados result? de la Gran Depresi?n de 1929 y de la catastr?fica ca?da de los precios de las materias pri mas ocurrida en esa

?poca, que influy? para pensar en la indus

trializaci?n y la independencia del sector externo como manera de evitar un crecimiento inestable y lento. Agrega que la reacci?n en Euro

pa frente a la Gran Depresi?n, consistente en comparar el ?xito de los

planes quinquenales sovi?ticos para alcanzar el desarrollo econ?mico

y la ocupaci?n plena en contraste con el desempleo de los pa?ses capi talistas, indujo a considerar las ventajas de un sistema de planeaci?n central orientado al crecimiento acelarado de la industria pesada. A los socialistas no comunistas los movi? a pensar que la nacionalizaci?n

de empresas y sectores estrat?gicos era una forma de evitar los perjui cios m?s serios del capitalismo. Otra influencia en la pol?tica de desa rrollo fue la de Keynes, cuando se?al? que las econom?as de mercado no

operaban satisfactoriamente debido a un manejo incorrecto de la

econom?a, lo que se pod?a remediar con pol?ticas generales de car?cter

fiscal y monetario. La importancia que se asigna al desempleo en el

sistema keynesiano dio lugar, como contrapartida, al desempleo disfra

zado de la teor?a de desarrollo y a considerar el nivel de inversi?n en

capital fijo como un elemento de control del nivel de empleo e ingreso. Concluye Johnson que todo este conjunto de ideas sobre el desarro

llo ha establecido un formulario que indica la posibilidad de que un

pa?s crezca, en caso de estar dispuesto a limitar el sistema de empresa

privada, si adopta la planeaci?n econ?mica, acumula capital y lo in

vierte en la industrializaci?n para eliminar su dependencia de la pro ducci?n primaria. Opina asimismo que el nacionalismo implica una

preferencia ideol?gica en la pol?tica econ?mica para un n?mero de

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objetivos. Uno de ellos es el de ser autosuficiente; otro el de ejercer la propiedad p?blica en sectores econ?micos estrat?gicos o, donde esto

resulta impracticable, sustituirla por una amplia regulaci?n y control

de las empresas privadas; en resumen, el nacionalismo contribuye con

algunas caracter?sticas espec?ficas en la pol?tica econ?mica, la m?s im

portante de las cuales es la insistencia en la industrializaci?n, a veces

con un descuido relativo de la agricultura y frecuentemente con una

deliberada explotaci?n de la agricultura con objeto de financiar la

industrializaci?n; la segunda caracter?stica atribuible al nacionalismo es la preferencia por la planeaci?n econ?mica; y la tercera, la hostili dad indiscriminada a las grandes corporaciones internacionales. Aunque la posici?n de Johnson

es un tanto extrema, sus ideas dan un punto de comparaci?n para nuestro

prop?sito de analizar el nacionalismo

econ?mico mexicano, previamente a lo cual, a manera de introducci?n,

procederemos primero a enunciar unos cuantos trazos de la evoluci?n

econ?mica del M?xico moderno.

Desarrollo del nacionalismo mexicano

En M?xico, el germen del nacionalismo fue la dominaci?n espa ?ola, acentuado m?s tarde por las duras condiciones impuestas en los

cr?ditos que otros pa?ses concedieron al Gobierno y por las intervencio nes extranjeras del siglo xix.2 Aunque el liberalismo era una doctrina

internacionalista, como lo es el marxismo, no se acept? ?ntegramente, sino que mantuvo rasgos nacionalistas en sus aspectos de pol?tica eco

n?mica y estableci? principios que, despu?s afinados por la Revoluci?n de 1910, habr?an de perdurar hasta nuestros d?as. Expresa Fernando

Rosenzweig: "Los hombres de la Reforma se propusieron acabar con el aislamiento geogr?fico, y al mismo tiempo, en el punto concreto de la protecci?n arancelaria al desarrollo fabril, admitieron apartarse del liberalismo que profesaban, instados tambi?n a ello por las nece sidades fiscales."3

Al liquidar el orden feudal heredado de la Colonia, Benito Ju?rez cre? las condiciones para el desarrollo del capitalismo en M?xico. En efecto, la desamortizaci?n de los bienes de la iglesia permiti? su uso como bienes de producci?n, al igual que aconteci? con las propieda des de las comunidades ind?genas. Se desarroll? as? la hacienda de

propiedad privada (despu?s ayudada durante el porfiriato con los deslindes de terrenos nacionales) orientada hacia el mercado y a la transformaci?n en peones de los antiguos campesinos autosuficientes.

Dice Fernando Rosenzweig "... una nueva Constituci?n en 1857, clue

2 Daniel Cos?o Villegas, Ensayos y Notas. Editorial Hermes, S. A. M?xico 1966, vol. I. pp. 3.98-402.

3 Fernando Rosenzweig, "Proceso pol?tico y desarrollo econ?mico de M?xico." El Trimestre Econ?mico. Vol. XXIX (4), M?xico, octubre-diciembre de 1962, n?m.

116, p. 520.

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sancionaba los derechos del hombre y del ciudadano, consagra funda mentos jur?dicos favorables al funcionamiento de la econom?a capi talista en ascenso,. .." 4 Posteriormente las inversiones extranjeras, la

red. ferrocarrilera, el auge de la extracci?n y exportaci?n de minerales

industriales y el crecimiento industrial y de servicios urbanos, apun talan el desarrollo de una econom?a capitalista; inclusive, al iniciarse

el siglo xx se manifiesta ya una crisis de sobreproducci?n, y otra m?s se presenta en 1907 y 1908, esta ?ltima como reflejo de la contracci?n de la demanda externa. Estas dificultades econ?micas se aunaron a los

aspectos puramente pol?ticos, sin duda los m?s importantes, hasta

llegar a la Revoluci?n de 1910; aunque en este a?o, dice Rosenzweig ". . . M?xico era en la Am?rica Latina el pa?s m?s industrializado". Los

logros de la Revoluci?n se plasman en la Constituci?n de 1917. Y a?ade

Rosenzweig: ". . .la Constituci?n de 1917 que, por lo dem?s (principal mente algunas limitaciones a la propiedad privada y otros elementos

correctivos del liberalismo), reprodujo con pocas alteraciones sustan

ciales el mismo sistema de la Constituci?n de 1857".5 Rafael Segovia, en un interesante ensayo sobre el nacionalismo

mexicano, ha analizado el efecto de la Revoluci?n de 1910 en dicho nacionalismo. Se?ala que "el programa y los estatutos del pnr contie

nen algunas afirmaciones de nacionalismo econ?mico: en lo referente a los art?culos 27 y 123 consideran una obligaci?n cuidar que las

leyes reglamentarias que de ellos se expidan no desvirt?en el esp?ritu altamente nacionalista y humano de las doctrinas que encierran. . .

terminada la lucha armada y abierto el per?odo de reconstrucci?n nacional, cuya responsabilidad recae sobre todo en el Gobierno. En

resumen, s?lo hay una soluci?n: el arbitraje del Estado y, en los casos

graves, no su arbitraje sino su voluntad". Y agrega: "En el per?odo

cardenista, el nacionalismo, sobre todo el econ?mico, va a llegar

a su

punto m?ximo, en el per?odo revolucionario. Se lleg? a ?l por dos razones, por los cambios en la estructura econ?mica llevados a cabo en los per?odos anteriores y por la crisis econ?mica mundial..."; e

indica que "de 1928 a 1940, del maximato a la presidencia del general ?vila Camacho, la visi?n que de la naci?n tienen los hombres del r?

gimen podr?a resumirse as?: M?xico es un pa?s agr?cola, falto de homo

geneidad ?tnica, poco industrial; las luchas de clases dividen a los mexicanos y para adelantar el inter?s nacional el Estado debe imponerse, aun reconociendo los conflictos de clase, como arbitro supremo, y sus

decisiones no pueden ser resistidas por nadie: ni por la ley".6 Segovia

dice asimismo que de hecho se establece un inter?s nacional defendido por el Estado, cuyo objeto es

mejorar la educaci?n, alcanzar la indus

4 Rosenzweig, op. cit., p. 519.

? Rosenzweig, op. cit., pp. 421 y 525.

6 Rafael Segovia, "El nacionalismo mexicano: Los programas pol?ticos revolu cionarios (1929-1964)". Foro Internacional. El Colegio de M?xico, abril-junio de

1968. Vol. VIH, n?m. 4, pp. 355-356.

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trializaci?n y lograr la reforma agraria,7 y que por lo que hace a los recursos naturales, desde un

principio se se?ala que conviene naciona

lizarlos, raz?n por la cual la expropiaci?n petrolera se identifica con el nacionalismo. Se?ala tambi?n este autor que desde la ?poca del

presidente Plutarco Elias Calles la Revoluci?n elige el camino del desa rrollo econ?mico; pero que en un principio el r?gimen se apoya en los grupos obreros y campesinos, en tanto que la clase media y la alta

le son hostiles; y que en el terreno ideol?gico la Revoluci?n genera un nacionalismo limitado que evita el enfrentamiento con Estados Uni

dos, aunque no cede frente a ?ste cuando m?s tarde se produce la nacio

nalizaci?n del petr?leo. De hecho se aprecian dos per?odos en el nacionalismo econ?mico

producto de la Revoluci?n de 1910, el primero cubre hasta 1940, el si

guiente contin?a hasta la fecha. La parte final del primer lapso coin cide con su

?poca m?s constructiva: se empieza a usar la pol?tica fiscal como arma de promoci?n del desarrollo econ?mico ?mientras

pierde importancia el gasto gubernamental en defensa la adquieren los de educaci?n, comunicaciones y obras de irrigaci?n?; con la expro

piaci?n petrolera se somete definitivamente a las empresas extranjeras a las leyes nacionales; cobra auge la distribuci?n de tierras y se ani

quila el poder pol?tico de los hacendados. Pero un dr?stico viraje de

pol?tica ocurre despu?s de 1940: "La naci?n mexicana va a ser presen tada por los revolucionarios poscardenistas no ya como un campo donde se dirige una lucha de clases bajo la autoridad del Estado, sino como una naci?n unida y revolucionaria". Y a?ade Segovia: "Si el naciona lismo del maximato es ambiguo en su signo pol?tico, el posterior a

?vila Camacho es claramente un nacionalismo autoritario que, sus

tentado por la ideolog?a pol?tica de la derecha, empieza por negar la diferencia entre la izquierda y la derecha. En otras palabras, se pro^ mueven la acumulaci?n de capital y la empresa privada.

De aqu? podemos deducir que a partir de la segunda Guerra Mun dial se adopta una ideolog?a que, aunque tambi?n favorece el crecimien to econ?mico, lo hace en forma distinta. Esta ideolog?a comprende a todos los grupos sociales y adquiere una forma definitiva: inter?s na cional, unidad nacional, sumisi?n general al Estado, olvido de la lucha de clases, xenofobia. Se asienta entonces la ideolog?a nacionalista que adopta el desarrollo econ?mico como la meta de la Revoluci?n, y se busca que el partido aglutine a todos los participantes en el proceso econ?mico. Por su parte, las clases media y alta dejan de ser hostiles al Gobierno y participan en el proceso pol?tico, al mismo tiempo que la industrializaci?n se convierte en el eje principal de la pol?tica econ?mi ca. Gradualmente se escucha m?s y m?s atentamente la opini?n de los

empresarios privados, y los funcionarios p?blicos deciden caso por caso, sin normas generales de aplicaci?n. Aunque este sistema no deja de crear incertidumbre y de constituir un riesgo, como las decisiones son

1 Segovia, op. cit., p. 355.

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generalmente favorables a la producci?n, la inversi?n y las utilidades, se establece un

equilibrio y un acuerdo com?n entre funcionarios y

empresarios. De esta manera la din?mica de crecimiento, que es apo

yada por la iniciativa privada, se facilita evitando el entorpecimiento que traen consigo los problemas obrero-patronales.

Esta tendencia prevalece hasta nuestros d?as. Dice Segovia que fi

nalmente en la primera reuni?n anual de programaci?n del pri, en

1963, se reconoce en el desarrollo econ?mico la meta de la Revoluci?n,

y se busca que la unidad nacional sea un elemento para alcanzarlo y

que las aspiraciones a una mejor distribuci?n del ingreso se conviertan en una lucha pac?fica. Jes?s Reyes Heroles expres? que siendo el de sarrollo econ?mico el objetivo de la Revoluci?n ?sta "estaba imbuida de un gran nacionalismo." 8 Todo esto nos ayuda a observar que desde

1940 todos los presidentes comparten determinadas caracter?sticas y metas: desarrollo econ?mico, preocupaci?n por los grupos de bajos in

gresos, paternalismo, reforma agraria, independencia respecto a los

inversionistas extranjeros, respeto por el sistema imperante. Aunque la pol?tica nacionalista se ocup? en un principio de la redistribuci?n del ingreso al apoyarse exclusivamente en obreros y campesinos, ?ste

pas? a ser un objetivo secundario. M?s tarde, cuando la industrializa

ci?n se adopta como meta principal, el aumento de la producci?n se

convierte en la mayor preocupaci?n y se apoya a toda costa la inversi?n en manufacturas, lo que favorece el crecimiento de la clase media. Tam

bi?n resulta de la pol?tica de industrializaci?n una distorsi?n de la distribuci?n del ingreso nacional, al aumentar las utilidades por alzas de precios de los productos manufacturados en tanto que se mantienen

estables los precios de los insumos de origen agr?cola, los de los propor cionados por el sector p?blico, y los niveles de salarios de la mano de obra. En efecto, la pol?tica de desarrollo agr?cola e industrial condujo a

que, en relaci?n a los pagos a los factores, se redistribuyera el ingre so a favor de la clase media, especialmente de la clase media culta, y de la clase alta propietaria de los bienes de producci?n;

9 y constituyera

una manera de formar capital. Desde un punto de vista social, el nacionalismo emanado de la Re

voluci?n tuvo dos aspectos sumamente positivos: la eliminaci?n de la anterior estratificaci?n social y la formaci?n de una nueva estructura

social y econ?mica, moderna, capaz de adaptarse al desarrollo econ?mi

s Citado por Segovia, p. 358. ? En la primera administraci?n de los gobiernos de unidad nacional las utilidades

ascendieron bastante m?s r?pido que los sueldos y salarios; esto es, en el per?odo 1940-1946, cuando las primeras se incrementaron aproximadamente seis veces y los

sueldos, salarios y complementos poco menos de tres veces. Como resultado, la dis tribuci?n relativa del ingreso cambi? significativamente: las utilidades aumentaron de 28.6 % del total en 1940 a 45.1 % en 1946, los sueldos y salarios descendieron de

29.2% del total a 21.6% en los mismos a?os. A partir del ?ltimo de esos a?os la distribuci?n cambi? continuamente a favor de la mano de obra, proceso que contin?a hasta la fecha de acuerdo a la informaci?n incompleta existente.

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co, como se aprecia en la mayor movilidad de los factores y en el hecho

de que el sistema social puede absorber cambios sin destruir el meca nismo de acuerdo colectivo.10 Ambos aspectos favorecieron el continuo

crecimiento del producto nacional.

La pol?tica nacionalista dio ocupaci?n, energ?as y prop?sitos a gran des cantidades de mexicanos despose?dos, al mismo tiempo que permiti? que se obtuvieran rendimientos inmediatos utilizando m?s intensamente

los factores productivos existentes, especialmente la mano de obra y la

tierra. Asimismo, la movilidad demogr?fica y la concesi?n de ejidos man tuvieron a los campesinos libres de fermentos de inquietud; as? como la creciente ocupaci?n urbana, el paternalismo oficial y el aumento de

la oferta de trabajo docilizaron a los sindicatos, en tanto que el proceso de desarrollo econ?mico transfer?a una participaci?n mayor de los au

mentos del ingreso hacia las clases media y superior en forma de retri

buciones a la educaci?n, utilidades oligop?licas y otros pagos a la pro

piedad. El nacionalismo cre? un consenso en favor de la mexicanidad, al mis

mo tiempo que transform? la estructura social y el sistema de valores.

Influy? tambi?n en la toma de decisiones econ?micas y ayud? a mantener el proceso pol?tico fuera de, o sin estorbar, el proceso econ?mico, con la

salvedad de que una vez aceptados los fines, los medios pasaron a ser

intocables e indiscutibles. El nacionalismo en aras de los principios de

patriotismo y mexicanidad hizo m?s y m?s dif?cil enjuiciar el centralis mo, el paternalismo y la pol?tica econ?mica, por lo que la cr?tica de ?sta

dej? de ser lo independiente e imparcial que debiera. En cierto modo, exaltar los valores nacionalistas es una manera de evitar cr?ticas y defen der intereses.

Nacionalismo y desarrollo

La pol?tica revolucionaria ha tenido un ?xito indiscutible. El con senso nacional logrado permiti? seguir una pol?tica de desarrollo eco n?mico. El crecimiento consiguiente fortaleci? a su vez el propio consenso

con una mayor movilidad social, al mismo tiempo que favoreci? a la clase

empresarial-industrial en la distribuci?n de los incrementos del ingreso. De esta manera, los encargados de tomar las decisiones de inversi?n tu

vieron f?cil acceso a recursos reales y financieros para invertir en empresas industriales protegidas y poco riesgosas gracias a la ayuda oficial. En la

agricultura, el Gobierno hizo inversiones en obras de irrigaci?n, comu

nicaciones e investigaci?n tecnol?gica, cuyo costo no cobr? a la agricul tura comercial, a la que tampoco grav? con impuestos. El resultado

fue una agricultura moderna y din?mica, muy ?til para el desarrollo

y parte de cuyo producto no se extrajo para ser reinvertido, seg?n lo

aconseja el modelo convencional de aqu?l. En cambio, como resultado

10 Manning Nash, "Economic Nationalism in Mexico", en Economic Nationalism

in... op. cit., p. 73.

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del estancamiento de la agricultura de subsistencia, en el sector agr?cola se hizo tambi?n m?s desigual la distribuci?n relativa del ingreso.

La demanda de fuerza de trabajo que genera el desarrollo ha dado movilidad a la poblaci?n, con lo que se ha modificado la estructura de la demanda de bienes de consumo. Al aumentar la poblaci?n urbana

se dinamiz? el mercado de bienes manufacturados y se increment? el ahorro y la formaci?n de capital; pero no se logr? hacer m?s equitativa la participaci?n de los asalariados urbanos y de los campesinos en la distribuci?n. En resumen, el desarrollo agr?cola e industrial de M?xico ha sido el de una econom?a de mercado, capitalista. El auge del sistema

financiero es un claro s?ntoma de esto.

LOS ECONOMISTAS, EL NACIONALISMO Y LA POL?TICA ECON?MICA

?Cu?l ha sido el papel de los economistas en el dise?o y ejecuci?n de la pol?tica econ?mica? La carrera de econom?a en M?xico es un re

sultado de la necesidad de entender y orientar el cada vez m?s complejo sistema econ?mico producto de la Revoluci?n. Los economistas, como

los dem?s intelectuales, se identificaron con el Gobierno y se emplearon

en ?ste. Al mismo tiempo, y al igual que todo participante en pol?tica, suscribieron los enunciados de la Revoluci?n. El nacionalismo estereo

tipa y adquiere una forma y una ret?rica especiales que los economistas

comparten. Sin embargo, el mismo hecho de trabajar en el Gobierno

y la evidencia del desarrollo econ?mico limitan su actitud cr?tica, y con frecuencia se han reducido a racionalizar medidas de car?cter econ?mico

tomadas sin consultarlos.

En su gran mayor?a, los economistas, como el resto de los intelec

tuales, han apoyado la pol?tica econ?mica seguida, y, al igual que una

parte de la izquierda, comparten muchos de los puntos de vista de la llamada burgues?a nacional. Por ejemplo, los miembros de la C?ma ra Nacional de la Industria de Transformaci?n est?n de acuerdo con

la industrializaci?n y en su promoci?n mediante el uso de controles a la

importaci?n y aranceles, y concuerdan tambi?n en su posici?n frente

a las inversiones extranjeras. Aun con la Confederaci?n de C?maras

Industriales dichos economistas sostienen asimismo algunos objetivos comunes, si bien no todos, pues discrepan respecto a la inversi?n extran

jera, que la Confederaci?n considera ben?fica. Esta postura es l?gica desde el punto de vista de los intereses econ?micos de los industriales; pero no desde el de la izquierda, nacionalista, que la mayor?a de los economistas sostiene, ya que como es sabido, ?stos preconizan una

mejor distribuci?n del ingreso, cosa incompatible, antag?nica, con el tipo de industrializaci?n orientada hacia adentro, a base de sustituci?n de im

portaciones, de controles a la importaci?n y de utilidades oligop?licas que obviamente distorsionan dicha distribuci?n. Esta incongruencia puede explicarse como resultado de la desconfianza que muchos tienen

en las fuerzas del mercado y de su apoyo a los controles; as? como de su

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ene-mar 69 Pol?tica econ?mica y nacionalismo mexicano 243

tendencia a propiciar cualquier intervenci?n del Estado en la vida eco^

n?mica, y de su inclinaci?n en favor de la producci?n; aunque en este caso la transferencia de ingreso que resulta del aumento de los precios industriales implique una discriminaci?n a favor de las utilidades in dustriales.11

Estas posiciones se

adoptan como parte de una actitud ideol?gica y

porque la posici?n de izquierda es sumamente atractiva, toda vez que

da a quienes la sostienen el sentido de que poseen una ?tica social. Es

conveniente decir que cuando esta posici?n se ha conjugado con la obje tividad anal?tica y la competencia t?cnica se han producido los mejores economistas mexicanos. Pero en muchos casos el motivo de la adhesi?n

a la izquierda es el temor a recibir los consabidos calificativos que se

aplican a determinadas actitudes. Nadie quiere ser calificado de no na

cionalista, cuando ello implica ser reaccionario. Resulta m?s atractivo

estar del lado del d?bil y ser antiimperialista; as? como conviene m?s, para evitar la cr?tica social, adoptar una posici?n nacionalista sin en

juiciar anal?ticamente los m?todos propuestos para alcanzar los objeti vos. Los economistas de extrema izquierda, generalmente refugiados en

el trabajo acad?mico, han mantenido una posici?n est?tica que defor

ma la realidad, cada vez menos adecuada a la din?mica del pa?s, sin que

hayan modificado su visi?n de la realidad imperante. Un economista latinoamericano ha escrito: ".. .la mayor parte de los marxistas practi cantes han hecho poco m?s que continuar repitiendo y abundando sobre el

trabajo del maestro, sin tratar de emplear su

metodolog?a para in

vestigar las ?reas que restaron fuera de su atenci?n o para enriquecer el modelo original con los nuevos que ha introducido la evoluci?n his t?rica. .. Si ?sta es una afirmaci?n v?lida. . . lo es mucho m?s en lo

que se refiere a... Am?rica Latina".12 Esta influencia marxista ha coad

yuvado a limitar la efectividad de la cr?tica de la pol?tica econ?mica, ya que la rama de la ciencia econ?mica que se presta para este an?lisis, la

econom?a del bienestar, usa la teor?a de la utilidad ?repudiada por muchos marxistas? e, iniciada por Pareto, tiene una base matem?tica no accesible al economista com?n, no matem?tico, quien encuentra di

f?cil apreciar muchos de los efectos colaterales de las medidas que pro pone. Y es que es la coherencia que la econom?a del bienestar da a la

pol?tica econ?mica mediante el an?lisis de equilibrio general, la que facilita apreciar los efectos indirectos, mediatos, que no se observan con el an?lisis casu?stico, de equilibrio parcial, a base de l?gica formal,

il No cabe duda que esto fue necesario para iniciar el desarrollo industrial, pero se ha demostrado que ya actualmente el desarrollo industrial en M?xico no supera la norma internacional, es decir que no ha avanzado m?s de lo que era de esperarse para un pa?s de su tama?o y producto per capita; m?s a?n, de 1950 a i960 -?la

?poca de fuerte aumento en el uso de permisos de importaci?n? el desarrollo in dustrial respecto a la norma internacional se deterior?. De hecho, ahora tenemos un menor avance industrial relativo que en 1950.

12 Espartaco, "Cr?tica del modelo pol?tico econ?mico de la izquierda oficial". El

Trimestre Econ?mico. M?xico, enero-marzo de 1964, vol. XXI (i), n?m. 121, p. 68.

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244 Leopoldo Sol?s FI IX-3

que aqu?llos practican; as? se puede entender, por ejemplo, que los eco

nomistas apoyen el control de las importaciones y su sustituci?n por producci?n nacional para que aumenten el producto interno y la ocupa

ci?n, pero en general discuten poco efectos adicionales tales como la

creaci?n de utilidades oligop?licas (de las que vienen a aprovecharse las inversiones extranjeras) que distorsionan la distribuci?n del ingreso a favor de los due?os de la propiedad; tampoco consideran sistem?tica mente que se aumenta el costo de los insumos, lo que perjudica a las

exportaciones y obliga al endeudamiento externo para mantener la tasa

de desarrollo, resultados muy ajenos a los fines nacionalistas de que han

partido. Por todo esto me parece que es necesario que los economistas

examinen cr?ticamente las medidas de pol?tica econ?mica que han apo

yado durante los ?ltimos 25 a?os y que, pese a la eficacia inicial de ?stas, modifiquen sus prescripciones para adaptarlas

a la cambiante rea

lidad econ?mica del pa?s, ya que nada nos asegura que todas las virtu

des del nacionalismo de principios de los cuarentas contin?en benefi ci?ndonos tres d?cadas despu?s.

Que hasta ahora la pol?tica econ?mica de M?xico haya tenido ?xito no significa que el proceso seguido sea el m?s eficiente posible, o que no

pueda mejorarse el bienestar colectivo sin perder din?mica productiva;

aqu?, como en todo el campo de la pol?tica econ?mica, nos podemos

beneficiar si los economistas mexicanos aplican la moderna teor?a eco

n?mica del bienestar y la teor?a de la pol?tica econ?mica a la evalua ci?n de las pol?ticas actuales y su evoluci?n futura. Esto es

perfecta mente compatible con una

posici?n de nacionalismo econ?mico. Jes?s

Reyes Heroles ha expresado, refiri?ndose al car?cter mixto de la econo m?a del pa?s: "La orientaci?n fundamental consiste en desarrollo por y para la independencia nacional, el bienestar social, las libertades es

pirituales y el perfeccionamiento democr?tico."13 Todo consiste en

hacer expl?cita la interrelaci?n de las dos primeras metas de su afir maci?n. En este sentido algunos ejemplos pueden ilustrar la utilidad de una revaluaci?n a fondo ?con esta base? de la futura pol?tica eco

n?mica del pa?s, la cual, no es necesario decirlo, podr?a ser ?til tambi?n desde el punto de vista pol?tico. Una vez en el camino de una econom?a

de mercado de acuerdo con la Constituci?n, viable, din?mica, puede ser

contraproducente entorpecerla con viejas actitudes pol?ticas, que di

ficultan la movilidad de los factores, monopolizan los bienes y evitan la transmisi?n de los est?mulos provenientes de los incentivos y de las fuerzas econ?micas. En el pasado, una mayor movilidad de los factores

y su mejor aprovechamiento ha conducido a un mayor desarrollo; pero a?n actualmente la movilidad dista mucho de ser adecuada para la mayor eficiencia y en ciertos casos tiende a perder flexibilidad en vez de ganarla.

13 Jes?s Reyes Heroles, director de Pemex, discurso pronunciado el 18 de marzo

de 1968. El Trimestre Econ?mico, vol. XXXV (3). M?xico, julio-septiembre de 1968, n?m. 139, p. 587.

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ene-mar 69 Pol?tica econ?mica y nacionalismo mexicano 245

En la agricultura, por ejemplo, el ejido colectivo demostr? en un

principio ser m?s productivo que el ejido individual y que la propie dad privada; pero la organizaci?n colectiva amenazaba con crear una

unidad pol?tica dif?cil de controlar y, para evitarlo, se prefiri? el ejido individual.14 Esta ?ltima forma de producci?n dio lugar a un mercado atomizado, de competencia desigual, sin mecanismos de defensa por

parte del agricultor frente a los distribuidores y otros intermediarios, quienes no tienen limitaciones de propiedad y transferencia y, libres de trabas han evolucionado y se han fortalecido econ?micamente, crean

do una burgues?a en las ciudades medianas y peque?as que se beneficia a costa del agricultor minifundista. Aunque en general es preferible el ejido colectivo, y conveniente ampliarlo tanto como sea posible y habilitarlo para absorber nueva tecnolog?a, la poca educaci?n y expe riencia c?vica de los ejidatarios limitan su funcionamiento, al mismo

tiempo que existe escasez de t?cnicos para dar a todos ellos una ade

cuada organizaci?n y crear mecanismos de formaci?n de capital. La

eficiencia y movilidad podr?an complementarse, mejor que en la situa ci?n actual, permitiendo adicionalmente un mercado de rentas de tie rras. En forma aut?noma, este mercado juntar?a predios en unidades

m?s eficientes que aumentar?an la producci?n, resultado que se obtiene

directamente con el ejido colectivo, y tendr?an mayor poder de nego ciaci?n para enfrentarse al intermediario capitalista de los productos agr?colas. Pero el arrendamiento de ejidos es atacado violentamente en

raz?n del neolatifundismo,15 seg?n se dice, por no ser revolucionario, aunque sin duda hubiera sido m?s progresista apoyar desde un princi pio el ejido colectivo. El resultado ha sido un mercado clandestino de arrendamiento de tierras ejidales que en nada facilita la formaci?n de unidades m?s productivas y la operaci?n de una agricultura de mer cado y el cumplimiento de la prioridad al sector agropecuario.

Otro tanto ocurre cuando los controles a la importaci?n limitan las condiciones de competencia en la industria y favorecen exageradas uti

lidades oligop?licas. Una mayor liberalidad ?gradual? en la pol?tica comercial obligar?a a los empresarios

a ser m?s eficientes; ayudar?a a

los m?s capaces con costos m?s bajos de insumos y mayores bienes de mandados al facilitar la exportaci?n de manufacturas; acelerar?a el cam

bio tecnol?gico; har?a los procesos m?s intensivos en el uso de mano de obra y menos en el uso de capital; mejorar?a los precios para los consu midores, a quienes har?a part?cipes de los aumentos de productividad; y elevar?a el ingreso real de los asalariados, los campesinos y la clase

media.

En el caso de los recursos naturales, la postura tradicional expresa 14 Salom?n Eckstein, El ejido colectivo en M?xico. Fondo de Cultura Econ?mica.

M?xico, 1964, pp. 243-251, 468-470. is

Aunque es evidente que una unidad contempor?nea de agricultura comercial, grande, productiva y eficiente, es algo muy distinto que el antiguo latifundio porfi rista, frecuentemente se les confunde; pero esto ocurre cuando se parte de una visi?n est?tica de los fen?menos econ?micos.

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246 Leopoldo Sol?s FI IX-3

que exportar productos del subsuelo es contrario a los intereses nacio

nales. Este prejuicio ayuda a explicar el descenso de las exportaciones

de minerales de los ?ltimos a?os. Algo similar ocurre en algunas indus

trias, el deseo de contener el contacto comercial con el exterior a base

de exportaciones limitadas y mejor generalizar la sustituci?n de impor taciones de bienes industriales ha conducido a establecer

plantas sub

?ptimas, peque?as, cuyos costos de operaci?n son muy superiores a los

precios del mercado mundial. Cabe se?alar que la importancia del uso de los recursos naturales y la posibilidad de sustituirlos est? condicio nado a la tecnolog?a disponible. El avance cient?fico y su adaptaci?n a las condiciones locales nos hacen menos

dependientes de los recursos, o

hace a ?stos menos esenciales, raz?n por la cual lo m?s importante de

una empresa nacional que explota recursos naturales no es lo que haga con los recursos f?sicos, sino lo que hace con los seres humanos, es decir, si les facilita educarse para ser hombres libres y plenos, utilizar la t?c nica disponible, dominar el medio o superar la escasez de unos recursos

con la abundancia de otros. En este aspecto es claro que la Revoluci?n

ha tenido un gran ?xito.

Para el mejor conocimiento de la pol?tica econ?mica, como para tan

tas otras cosas, es necesaria una constante y sincera autocr?tica. En los

puntos se?alados antes, s?mbolos de nuestro nacionalismo, las compara ciones que se establecen son generalmente con el porfiriato. Obviamen

te, la situaci?n es siempre favorable; pero la comparaci?n se puede hacer

respecto a pa?ses m?s avanzados, o a normas de eficiencia, ?ptimos de

producci?n y bienestar e interferencias en las condiciones de bienestar social, que dar?an m?s luz respecto a la forma de mejorar las cosas.

Sin embargo, esto tiene que ser el resultado de una actitud de ma

yor confianza en nosotros mismos, de menos temor al extranjero, del

aprovechamiento de las ventajas del comercio internacional; de dar me

nos importancia a las conocidas falacias de la estrechez del mercado, la

indisciplina del mexicano, o su supuesta falta de reacci?n a los est?mu

los econ?micos; en resumen, de liberarnos de estados de ?nimo forma

dos al enfrentarnos a los problemas del pasado, de observar lo mucho

que, en realidad, hemos logrado; de enfrentarnos a los problemas y li

mitaciones actuales y futuros y de dejar de repetir las respuestas de la

generaci?n pasada. En este aspecto el nacionalismo que hemos here

dado, sin modificaciones, puede ya no ser tan positivo. Continuar apli cando el aislamiento implica renunciar a posibilidades de desarrollo y equidad social, y renunciar a toda apertura de la econom?a significa

aceptar la ineficiencia interna; la creaci?n de utilidades oligop?licas de

propios y tambi?n, m?s fuertes, de extra?os;16 el abandono de posibili

16 Pi?nsese en las empresas extranjeras que aprovechando la protecci?n obtienen elevadas utilidades a costa de precios altos pagados por nacionales. En este caso no existe ahorro de divisas resultado de la supuesta sustituci?n de importaciones, pues dichas empresas remiten sus utilidades al exterior, con lo que la transferencia de

ingresos va del consumidor mexicano al rentista extranjero.

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ene-mar 69 Pol?tica econ?mica y nacionalismo mexicano 247

dades de exportaci?n y, por tanto, de m?s amplios m?rgenes de creci miento.

Las actividades que usan mano de obra en forma intensiva requie ren un acucioso entrenamiento de personal y demandan t?cnicas perfec cionadas de organizaci?n. Ha sido destacado el hecho de que las sub sidiarias de empresas extranjeras operan con mayor uso de mano de

obra, equipo m?s anticuado y m?s turnos que las empresas mexicanas;17

s?lo una tercera parte de las firmas mexicanas y tres quintas de las

norteamericanas examinadas por Strassmann utilizan equipo usado, de

segunda mano, y ahorran los escasos insumos de capital. Pero esto

requiere de t?cnicos que aprovechen las posibilidades de sustituci?n de

capital por mano de obra, lo que se debe considerar al reestructurar

la educaci?n superior. En este aspecto la pol?tica de poblaci?n nacio nalista dificulta la contrataci?n de t?cnicos extranjeros que facilitar?an la absorci?n de mano de obra no calificada; si bien, por otra parte, es

una manera de mantener elevados los sueldos de los t?cnicos mexicanos

que hasta ahora, salvo los m?dicos, s?lo por excepci?n, afortunadamen

te, emigran al exterior. Sin embargo, la din?mica de crecimiento del

pa?s determina condiciones en el mercado de trabajo que permitir?an importar t?cnicos extranjeros sin perder nacionales, y facilitar?a la ab

sorci?n de mano de obra no calificada, de la que existe oferta exceden te. Tal es el caso de los refugiados de la Guerra Civil Espa?ola y su enorme contribuci?n econ?mica y cultural al pa?s.

Estos elementos ofrecen la posibilidad de apreciar el desarrollo eco n?mico de M?xico y exponer algunas ideas acerca del futuro de la econo m?a mexicana. La pol?tica gubernamental de desarrollo cre? una fuerte

din?mica capitalista, que ha sido el motor del crecimiento econ?mico a partir de la ?poca de la pol?tica de unidad nacional. El Gobierno ha alentado a la inversi?n privada, la cual, aprovechando las favorables

condiciones econ?micas, ha respondido creando empresas, ampliando las existentes y proporcionando ocupaci?n. No se

aprecia ninguna raz?n

econ?mica lo suficientemente poderosa como para hacer que este proce so se

suspenda. Se sabe que el tama?o del mercado es amplio y las posi

bilidades de sustituci?n eficiente de importaciones distan mucho de haberse agotado. El sector externo debe seguir comport?ndose bien con

exportaciones agr?colas, turismo y, de revisarse la pol?tica de protecci?n industrial, una proporci?n creciente de productos manufacturados. El

Gobierno, que no ha escatimado esfuerzo en el apoyo a la inversi?n desde la ?poca de la pol?tica de unidad nacional, puede seguir haciendo lo mismo en el futuro; y no hay nada de malo en esto: s?lo deben li

mitarse los excesos de un capitalismo desenfrenado aplicando los pre ceptos constitucionales; 18 lo que hay que hacer es modificarlo, ajustan

it W. Paul Strassmann, Techhnological Change and Economie Development, Cor nell University Press, Ithaca, Nueva York, 1968.

is Cabe recordar que la Constituci?n condena el establecimiento de monopolios que no son de inter?s p?blico.

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248 Leopoldo Sol?s FI IX-3

dolo para que no perjudique el bienestar colectivo. Una forma de lo

grarlo es dar cohesi?n a la pol?tica econ?mica global. Despu?s de todo, la ciencia econ?mica ha avanzado bastante como para poder controlar

los peores defectos del capitalismo, y una econom?a mixta facilita esta la bor. Adem?s, se

puede formar un grupo de economistas versados en

la econom?a del bienestar que intervenga en la formulaci?n de la pol? tica econ?mica aplicando criterios de eficiencia coherentes en sus dis

tintas partes. Aunque en este campo los resultados son a?n muy

imperfectos, es la mejor forma conocida de racionalizar la pol?tica eco

n?mica. En resumen, esto puede consistir, con base en el enfoque de

Pareto y las modificaciones hechas por Lange y Lerner (con el uso de los m?todos de Tinbergen en cuestiones de pol?tica econ?mica), en formu lar y estimar un modelo econom?trico y, usar ?ste, como ha hecho

Theil,19 en la planeaci?n de una econom?a capitalista y para analizar

la eficiencia de los instrumentos de pol?tica econ?mica y de las opera ciones de las empresas del sector p?blico. Los resultados del trabajo podr?an hacerse p?blicos para estimular una cr?tica informada de parte de los economistas profesionales y de otras personas interesadas, para afinar resultados y conducir a una mejor asignaci?n de los factores

productivos que, de tener ?xito, logre una tasa m?s r?pida de cre

cimiento sin costo adicional y perfeccione los instrumentos de pol?tica para mejorar la participaci?n de los asalariados en los incrementos del

ingreso nacional; adem?s, facilitar?a aminorar algunas presiones pol? ticas recientes y crear un nuevo consenso de grupos cuyas inquietudes y actividades han dado lugar a intranquilidad pol?tica. En este aspecto ilustra citar lo que ha dicho el arquitecto m?s importante del desarrollo econ?mico de M?xico, L?zaro C?rdenas: "Cada una de las Administra ciones del r?gimen de la Revoluci?n han tratado de cumplir con las

responsabilidades que han estado a su cargo para mejorar las condicio nes del pa?s; sin embargo ha faltado unidad de todos los mexicanos alrededor del programa de la Revoluci?n para contribuir a la soluci?n de los problemas que confronta el pueblo".20

19 Henri Theil, Studies in Mathematical and Managerial Economics, Amsterdam: North-Holland, 1964. Theil fue un funcionario de la Junta de Planificaci?n de Holanda.

20 El Dia, 29 de noviembre de 1968.

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