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NRFH, III RESEÑAS 91 atribuido; a todos estos autores descarta Miss Huff como improbables. En sus consideraciones contra la atribución a Fr. Miguel de Guevara, la autora se apoya —y sigue para esto el razonamiento de Julián Zarco Cue- vas— en el hecho de que el soneto se encontrara en España ya en 1628, es decir, diez años antes de la fecha que lleva el manuscrito de Guevara. Hemos de advertir que el mismo Carreño 3 ha mostrado que este argu- mento no es, de ningún modo, terminante. En suma, no parece infun- dado el "continuar suponiendo a Guevara como el que hasta hoy tiene mayores probabilidades de ser considerado autor del célebre soneto". VÍCTOR ADIB El Colegio de México. PEDRO SALINAS, La poesía de Rubén Darío. (Ensayo sobre el tema y los temas del poeta.) Buenos Aires, Editorial Losada, S. A . , 1948. Co- lección de estudios literarios, 294 págs. Por lo general los críticos de Darío se han especializado en aspectos externos: biobibliografía, investigación de fuentes, análisis de la versifica- ción, historia del "modernismo", etc. Pedro Salinas, en cambio, ha bus- cado las esencias. Tan desnudo se nos aparece este hermoso libro que el lector qui- siera saber cómo nació. Desde luego, no es crítica impresionista. Salinas ha disimulado su esfuerzo, ha quitado los andamios, ha escrito con gracia imaginativa; pero La poesía de Rubén Darío es una rigurosa arquitectura de observaciones objetivamente válidas. La simpatía con que describe el proceso de la creación artística y la sutileza con que establece las corre- laciones entre vida y estilo hacen creer en el ejercicio de una asombrosa facultad adivinatoria. No hay nada no-racional, sin embargo, en su apre- hensión del sentido unitario de la poesía de Darío. Salinas parte de un estudio comprensivo de la vocación y las cir- cunstancias del poeta (caps. i-n). Darío tenía que objetivar en un len- guaje simbólico el temple original de su alma; y esa alma estaba templa- da al son de varios temas: el más suscitador de todos, el erótico. La poetización del amor sensual va ascendiendo, en su lírica, hacia expre- siones cada vez más complejas (cap. ni). Primero, el ardor que no dis- tingue amada única. Este amor plural —"plural ha sido la celeste his- toria de mi corazón"— encuentra su más elemental símbolo en una abstracta mujer carnal: "la mejor musa es la de carne y hueso". Y en seguida la carne se des-realíza, se transustancia, y el poeta canta lo ado- rable de "la celeste carne de la mujer". Más: la posesión en sí —"lOh Mía, oh Mía!"— acrecienta tanto el erotismo que los sentidos ya no bastan y la lírica se hace pura imaginación (cap. iv). Ahora el afán eró- tico entra al mundo de la cultura y va articulándose con figuras artís- pas touché..."), y a las italianas, la de Natalio Moffa, en BF, II, 1939, págs. 521-522 ("Non mi spigne ad amarti. ..")• 3 ALBERTO MARÍA CARREÑO, Fray Miguel de Guevara, México, 1921. La autora de la tesis que reseñamos no utiliza este trabajo, ni tampoco el último estudio de Ca- rreño: "No me mueve, mi Dios, para quererte". Consideraciones nuevas sobre un viejo tema, México, 1942.

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atr ibuido; a todos estos autores descarta M i s s H u f f como improbables. E n sus consideraciones contra l a atribución a Fr . M i g u e l de G u e v a r a , la autora se apoya — y sigue para esto el razonamiento de Julián Zarco C u e ­v a s — en el hecho de que el soneto se encontrara en España ya en 1628, es decir, diez años antes de la fecha que l l eva el manuscri to de G u e v a r a . H e m o s de advert ir que el mismo C a r r e ñ o 3 ha mostrado que este argu­mento no es, de ningún modo, terminante. E n suma, no parece i n f u n ­dado el " c o n t i n u a r suponiendo a G u e v a r a como el que hasta hoy tiene mayores probabil idades de ser considerado autor del célebre soneto".

V Í C T O R A D I B

E l Colegio de México.

P E D R O S A L I N A S , La poesía de Rubén Darío. (Ensayo sobre el tema y los temas del poeta.) Buenos A i r e s , E d i t o r i a l Losada, S. A . , 1948. C o ­lección de estudios literarios, 294 págs.

Por lo general los críticos de Darío se h a n especializado en aspectos externos: biobibliografía, investigación de fuentes, análisis de la versifica­ción, historia del " m o d e r n i s m o " , etc. Pedro Salinas, en cambio, ha bus­cado las esencias.

T a n desnudo se nos aparece este hermoso libro que el lector q u i ­siera saber cómo nació. Desde luego, no es crítica impresionista. Salinas h a d i s i m u l a d o su esfuerzo, ha quitado los andamios, ha escrito con gracia imaginat iva; pero La poesía de Rubén Darío es u n a rigurosa arquitectura de observaciones objetivamente válidas. L a simpatía con que describe el proceso de la creación artística y l a sutileza con que establece las corre­laciones entre v i d a y estilo hacen creer en el ejercicio de u n a asombrosa facul tad adivinator ia . N o hay nada no-racional , sin embargo, en su apre­hensión de l sentido unitar io de la poesía de Darío.

Salinas parte de u n estudio comprensivo de la vocación y las cir­cunstancias del poeta (caps. i -n) . Darío tenía que objetivar en u n len­guaje simbólico el temple original de su a lma; y esa a lma estaba templa­d a al son de varios temas: el más suscitador de todos, el erótico. L a poetización del amor sensual va ascendiendo, en su lírica, hacia expre­siones cada vez más complejas (cap. n i ) . Pr imero, el ardor que no dis­tingue amada única. Este amor p l u r a l — " p l u r a l ha sido la celeste his­toria de m i corazón"— encuentra su más elemental símbolo en una abstracta mujer c a r n a l : " l a mejor musa es la de carne y hueso" . Y en seguida la carne se des-realíza, se transustancia, y el poeta canta lo ado­rable de " l a celeste carne de l a mujer " . M á s : la posesión en sí — " l O h Mía, oh M í a ! " — acrecienta tanto el erotismo que los sentidos ya no bastan y l a lírica se hace pura imaginación (cap. i v ) . A h o r a el afán eró­tico entra a l m u n d o de la cu l tura y va articulándose con figuras artís-

pas t o u c h é . . . " ) , y a las italianas, la de Natalio Moffa , en BF, II, 1939, págs. 5 2 1 - 5 2 2 ( " N o n m i spigne ad amarti. . . " )•

3 A L B E R T O M A R Í A C A R R E Ñ O , Fray Miguel de Guevara, México, 1 9 2 1 . La autora de la tesis que reseñamos no utiliza este trabajo, ni tampoco el último estudio de C a ­rreño: " N o me mueve, mi Dios, para quererte". Consideraciones nuevas sobre un viejo tema, México, 1942 .

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ticas. A n t e todo, lo griego. A f r o d i t a la soberana, la energía v i t a l d e l C e n t a u r o en su ímpetu a n i m a l , h u m a n o y d i v i n o y, especialmente, el C i s n e — l a belleza del dios-bestia entre los muslos de L e d a — , fueron símbolos obsesivos de l furor erótico de Darío (cap. v ) . E n incesante tras­lación el deseo se dispara de las perfecciones supremas de lo griego a los escenarios y decorados que embellecen el amor : paisajes exóticos, evoca­ciones históricas, clases aristocráticas. Darío, que ha aprendido sobre todo en los franceses el procedimiento de trasponer a l a poesía las virtudes sugeridoras de las demás artes, logra proyectar su ansia sincera en u n m u n d o art i f ic ial ya dado. D e todos los "paisajes cul tura les" que nos des­pliega, e l de l siglo x v m francés es e l más delicioso. Demasiado delicioso, quizá. Pero Darío se salvó d e l peligro a l levantar sobre tanto adorno la esencia de l erotismo que lo conmovía m u y de veras y desde m u y adentro. Sólo que, en este momento, el erotismo, que se ha paseado por superf i ­cies — c o m o u n a paloma, como u n cisne, como u n pavo r e a l — , salta de dimensión y se abre u n camino en p r o f u n d i d a d . E l ave será en adelante el buho (cap. v i ) . "Segundo m u n d o de la lírica rubeniana" , lo l l a m a Salinas. Darío contempla l a d u a l i d a d de su ser — l o erótico y lo n o eró t i co— y la alegoriza en u n diálogo de vicios y virtudes. Y l a noción de T i e m p o viene a i l u m i n a r u n tremendo aspecto —antes e s c o n d i d o — de la sensual idad: la fiesta galante se hace drama porque de pronto el poeta se pone a pensar en la muerte. L a carne no era lo absoluto, des­pués de todo. E l amor ya no es goce, sino agonía. Este otoño lírico de Darío nos d a acentos nuevos: l u c h a por la existencia, deseo de saber. Y cuanto más sabe más se angustia. Así, entre las dos luces — l a de los sentidos, l a de l a c o n c i e n c i a — se aparece, espantable, la N a d a (cap. v n ) . Y u n a tercera luz (o, más bien, u n vago resp landor ) : la religión. Res­p landor que no consuela n i apacigua porque el poeta, aunque arrepen­t ido y envidioso de l ángel, retorna siempre a su condición de fauno. S u a l m a está caut iva en la prisión de los sentidos naturales d e l hombre ; pero entre las rejas de pecados el poeta ve, por pr imera vez, a Estela, que no es ya mujer carnal , sino pura f e m i n i d a d , incorpórea y candida , estrella que invi ta a la salvación (cap. v m ) . E n este forcejeo de l ángel y el fauno quedó l a lírica de Darío. Y así termina Salinas su viaje por los círculos de l erotismo, tema dominante (cap. i x ) . H a y otros temas, pero secundarios: el de la poesía social (cap. x ) y el de su concepción d e l arte, la poesía y el poeta (cap. x i ) . A u n q u e Salinas no cree que los tres temas de Darío se toquen entre sí, muestra cómo todos tocan la m i s m a a l m a . Darío no encontraba en su erotismo n i paz n i eternidad, pero a l salir de ese cerco de la carne las exaltó idealmente : que la sociedad se organice con principios pacíficos, que el arte deje ejemplos eternos a su paso (cap. x i i ) .

L a exégesis se desenvuelve como u n drama con exposición, n u d o y desenlace. Para embellecerlo, Salinas ha escogido en las poesías comple­tas de Darío sólo momentos de intensidad dramática. Pero estos m o m e n ­tos — q u e en Salinas aparecen ordenados en u n a dinámica concepción de l m u n d o — en v e r d a d no siguen la biografía de l poeta. Salinas borda sus dibujos en u n bastidor ahistórico. Las sucesivas fases de l tema — lo erótico insatisfactorio, lo erótico fatal, lo erótico agónico, lo erótico trá­gico, lo erótico trascendente— están fuera de l t iempo. Ana l izadas con preocupación cronológica resultarían a veces simultáneas, a veces rever­sibles. N a d i e las negará por eso. E n todo caso podría intentarse u n nuevo

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estudio —dif íc i lmente más bello que é s t e — que aprovechara los hal laz­gos estilísticos de Salinas en u n a presentación de toda la obra de Darío, paso a paso, en la historia.

E l l ibro de Salinas, que es el mejor que se haya escrito sobre Rubén Darío, representa m u y bien a la escuela española en la mejor crítica de cualquier país.

University of Michigan. E N R I Q U E A N D E R S O N I M B E R T