la población y evolución demográfica en españa

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1. Las fuentes demográficas.

La geografía de la población estudia las relaciones entre la población y el espacio. Se apoya en la demografía. Para el estudio de la población se utilizan fuentes demográficas. Las más antiguas son los archivos parroquiales (bautismos, matrimonios y entierros).

Las principales fuentes demográficas actuales son: el censo (recuento individualizado de población de un país que recoge datos demográficos, económicos y sociales; se realiza cada diez años); el padrón municipal (registro de los vecinos de los términos municipales; se actualiza cada año); y el registro civil (recoge los nacimientos, matrimonios y defunciones).

También existen estadísticas (como la Estadística de Variaciones Residenciales) y encuestas (como la trimestral Encuesta de Población Activa).

2. La distribución de la población.

La distribución de la población relaciona los habitantes de un lugar con la superficie que ocupan. Se calcula en habitantes por kilómetro cuadrado, dividiendo la población de un lugar entre la superficie de ese lugar (densidad de población).

La densidad de población de España, con más de 46 millones de personas y más de medio millón de km2, es media (unos 92 hab/km2) y es inferior a la media de la Unión Europea que es de 114 hab/km2.

La densidad de población española muestra fuertes desequilibrios entre zonas con altas densidades (Madrid – con más de 800 hab/km2 -, periferia peninsular, islas y ciudades autonómicas), y zonas con bajas o muy bajas densidades (como Castilla La Mancha y Soria – con menos de10 hab/km2 -).

Respecto a la evolución histórica de la distribución de la población, en la época preindustrial, al principio se pobló más las costas mediterráneas a causa de su clima, pero en el siglo XVI factores históricos convirtieron a Castilla en la región con mayor densidad de población. Sin embargo, la crisis del siglo XVII hizo que en el siglo XVIII la población se volviera a concentrar en las costas.

En la época industrial se consolidaron los desequilibrios territoriales debido a razones política y económicas que concentraron la población en Madrid y las costas periféricas.

En la actual época posindustrial se han mantenido los contrastes territoriales, aunque en parte se mitigaron por la crisis de la industria de la región cantábrica, la difusión espacial de la industria, el desarrollo agrícola técnico y el desarrollo de los servicios.

3. El movimiento naturalde la población.

El movimiento natural de población es el que se produce por causas naturales (nacimientos y defunciones). El crecimiento natural o vegetativo de una población en un año es el resultado de restar a los nacimientos, las defunciones que ha habido: si hay más nacimientos el crecimiento será positivo y si hay más defunciones habrá decrecimiento o crecimiento negativo.

Los movimientos naturales de población se estudian mediante tasas diversas en torno a la natalidad y la mortalidad.

La tasa de natalidad, expresada en tantos por mil, es la relación entre los nacimientos de un año y la población total. Es alta si supera el 30 por mil y baja por debajo del 20 por mil.

La tasa de fecundidad, expresada en tantos por mil, es la relación entre los nacimientos de un año y las mujeres en edad fértil (entre 15 y 49 años). Es alta si supera el 150 por mil y baja por debajo del 75 por mil. La tasa sintética de fecundidad indica la media de hijos por mujer. Es alta si supera 3,5 y baja si es inferior a 2,1.

La tasa de mortalidad, expresada en tantos por mil, es la relación entre las defunciones de un año y la población total. Es alta si supera el 15 por mil y baja por debajo del 10 por mil.

La tasa de mortalidad infantil, por su parte, indica en tantos por mil la relación entre el número de niños fallecidos antes de cumplir un año y el total de niños nacidos ese año (siendo alta por encima del 50 por mil y baja por debajo del 25 por mil).

La esperanza de vida, indica la media de edad que se espera vivir en una sociedad calculándose a partir del total de años vividos por una población dividido entre el número de miembros de la misma. Por encima de 70 años se considera alta y por debajo de 60 baja.

El crecimiento natural absoluto se obtendría mediante la resta de las defunciones al total de nacimientos. El crecimiento natural relativo, expresado en tantos por mil, se calcula a partir de la resta entre la tasa de natalidad y la de mortalidad (siendo alto por encima del 20 por mil y bajo por debajo del 10 por mil).

3.1 Evolución demográfica y regímenes demográficos.

Podemos diferenciar tres etapas o regímenes demográficos a lo largo de la historia de España en relación al movimiento natural de su población.

El régimen demográfico antiguo, desarrollado hasta inicios del siglo XX, mostró una natalidad elevada (los hijos se consideraban una ayuda económica y no había controles de natalidad) y una mortalidad también alta y variable (por la defectuosa alimentación, abundancia de enfermedades y mortalidades catastróficas). La mortalidad infantil era muy alta y la esperanza de vida baja. El crecimiento natural era bajo y oscilante.

La transición demográfica se produjo entre 1900 y 1975 (más tardía, corta e intensa que en otros países). En esta etapa la natalidad descendió pero de forma suave y discontinua (entre 1930 y 1956 hubo subnatalidad, entre 1956 y 1965 se produjo un baby boom y de 1965 a 1975 volvió a descender la natalidad). La mortalidad descendió más, a pesar de dos etapas de mortalidad catastrófica, gracias a los avances en el nivel de vida, en la medicina y en la higiene.

Se redujo la mortalidad infantil y se elevó la esperanza de vida, siendo el crecimiento natural alto.

El régimen demográfico actual, iniciado a partir de 1975, muestra una natalidad reducida, por cambios de mentalidad y crisis, aunque desde 1998 se recuperó debido a los hijos de los inmigrantes. La mortalidad se mantiene baja y aumenta la esperanza de vida (con diferencias de sexo, edad y estatus social), aunque asciende desde 1982 por el envejecimiento de la población.

El resultado ha sido un fuerte descenso del crecimiento de la población hasta 1998, con un leve repunte desde entonces por una mayor natalidad.

3.2 Desequilibrios territoriales en el movimiento natural de población.

El diverso grado de juventud o envejecimiento de la población entre unas regiones y otras de España provocan diferencias en los movimientos naturales de población, aunque en toda España las tasas de natalidad, mortalidad y crecimiento natural son bajas.

La diversidad de la estructura por edades entre unas comunidades autónomas y otras se debe a causas heredadas (diferencias en la natalidad y en el desarrollo que causan emigraciones que envejecen e inmigraciones que rejuvenecen) y a causas actuales (cambios económicos actuales e inmigración extranjera).

Estas diferencias entre comunidades autónomas provoca que algunas tengan mayor dinamismo demográfico que otras (crezcan unas más que otras).

Las comunidades más dinámicas tienen una natalidad más elevada, una mortalidad más baja y un crecimiento más alto, presentando una mayor cantidad de población joven por tradición natalista (Andalucía, Murcia, Navarra, Ceuta y Melilla) o por ser foco de inmigración interna y externa (Madrid, Cataluña, Valencia, Baleares y Canarias).

Las comunidades en declive tienen una natalidad más baja, una mortalidad más alta y un crecimiento más bajo (incluso negativo), presentando una mayor cantidad de población envejecida por la emigración (Galicia, ambas Castillas y Aragón), por la incidencia de la crisis industrial (toda la cornisa cantábrica) y por contar con una escasa inmigración.

4. Los movimientos migratorios.

Las migraciones son movimientos espaciales de población. Según el punto de vista del observador hablamos de emigración para referirnos a la salida de población de un lugar, y de inmigración para referimos a la llegada de población a otro lugar.

El saldo migratorio es la diferencia entre la inmigración y emigración de un lugar. Estos movimientos han sido muy importantes en la evolución demográfica de España.

4.1 Migraciones interiores.

Las migraciones interiores son los movimientos de la población dentro de las fronteras de un país. En España diferenciamos entre las migraciones tradicionales (como el éxodo rural) y actuales (como las laborales y residenciales).

Las migraciones interiores tradicionales desarrolladas desde finales del siglo XIX hasta la crisis de la década de 1970 se caracterizaron por: tener una motivación principalmente laboral, ser unidireccionales (en general del campo a las ciudades), y ser los emigrantes jóvenes con un bajo nivel de cualificación.

Dentro de las migraciones interiores en función de su duración se diferencian entre las que se emprendían con intención de retorno (estacionales y temporales) y las que fueron de larga duración o definitivas (éxodo rural).

Las migraciones estacionales se basaron en desplazamientos de unas zonas rurales a otras (para realizar tareas agrarias) y de las zonas rurales a las ciudades cuando en el campo no había trabajo.

El éxodo rural, o desplazamiento definitivo del campo a la ciudad, fue causado por la búsqueda de trabajo e ingresos más altos, mejorar el nivel sanitario, cultural y de ocio, y tener más libertad personal.

Las regiones emisoras de emigrantes fueron Galicia, el interior peninsular (salvo Madrid) y Andalucía oriental. Las regiones receptoras fueron las áreas industriales de Cataluña, País Vasco y Madrid (además del Levante, las islas y el valle del Ebro).

En el éxodo rural hay cuatro etapas: en el primer tercio del siglo XX fue moderado (provocado por exceso de mano de obra agraria), durante la guerra civil y la posguerra se estancó ante el desabastecimiento de las ciudades, entre 1950 y 1975 alcanzó su mayor volumen ante la mecanización agraria y crecimiento demográfico, y desde 1975 decayó ante la crisis industrial.

Las migraciones interiores tradicionales han tenido importantes consecuencias demográficas al vaciar el interior y sobrepoblar las periferias y Madrid, envejeciendo a los núcleos rurales y rejuveneciendo las ciudades.

En la economía las migraciones interiores tradicionales han generado deseconomías de despoblación en el campo y riqueza en las ciudades, pero también deseconomías de congestión.

En la sociedad las migraciones interiores tradicionales han generado problemas de asimilación desde un mundo rural solidario y tradicional a un mundo urbano competitivo y moderno.

En el medio ambiente las zonas de emigración pueden deteriorarse ante su abandono mientras que en las ciudades la inmigración impulsa un crecimiento de residuos y contaminantes.

Las migraciones interiores actuales, desarrolladas desde 1975, presentan motivaciones diversas (laborales, residenciales, de retorno), así como mayor diversidad de las áreas de origen y destino, y del perfil de los emigrantes (tanto jóvenes como mayores).

Las migraciones laborales son protagonizadas por jóvenes que van de ciudades en declive a núcleos dinámicos, incluyendo migraciones hacia otras provincias (cada vez menores), intraprovinciales (en aumento), e intramunicipales (adquiriendo más peso los núcleos medianos y pequeños). Destacan las migraciones protagonizadas extranjeros extracomunitarios a partir de Madrid.

Las migraciones residenciales se originan por la búsqueda de viviendas baratas y calidad ambiental y son protagonizadas por jóvenes y clases medias. Son migraciones entre una ciudad central y sus periferias (como Toledo y Guadalajara en relación a Madrid).

Las migraciones de retorno son cuando regresa la población a áreas tradicionalmente emigratorias. Suelen ser protagonizadas por jubilados, pero también han aparecido neorrurales.

Dentro de las migraciones interiores actuales también podría citarse los movimientos habituales por razones de trabajo y ocio.

Las consecuencias de las migraciones interiores actuales son diversas. Así, las migraciones laborales acrecientan los desequilibrios de población y económicos entre unas zonas y otras.

Las migraciones residenciales transforman radicalmente antiguos núcleos rurales e incrementan la población de las periferias.

Las migraciones de retorno sobreenvejecen las zonas receptoras o las rejuvenecen y crean nuevas actividades económicas.

Los movimientos habituales pendulares incrementan los ingresos de las zonas receptoras y generan atascos en las vías de comunicación.

4.2 Migraciones exteriores de españoles.

Las migraciones exteriores son los movimientos de la población fuera de las fronteras de un país. En España la emigración exterior a América y Europa ha sido muy importante hasta finales del siglo XX, en que España empezó a atraer inmigración.

La emigración transoceánica se dirigió a América Latina, y en menor medida a EEUU, Canadá y Australia. Fue mayoritariamente permanente y apoyada por el gobierno, aunque hubo salidas temporales y estacionales.

Dentro de la emigración transoceánica se distinguen cuatro etapas. Entre 1850 y 1914 tuvo un gran auge ante las necesidades de los nuevos países latinoamericanos y el atraso en España (destacaron los movimientos desde Galicia, Asturias y Canarias hasta Argentina, Cuba y Brasil).

Entre 1914 y 1945 la emigración transoceánica decayó por la inseguridad de las guerras, la crisis económica y la posguerra, aunque cabe destacar la llegada a América de exiliados republicanos.

Entre 1945 y 1960 la emigración transoceánica se recuperó al levantarse el aislamiento de España. Migraron de Galicia y Canarias con destino a Argentina, Venezuela y Brasil, cobrando más peso la emigración familiar y cualificada.

Desde 1960 hasta hoy la emigración transoceánica ha descendido ante el desarrollo económico español y las crisis de las economías latinoamericanas, lo que promovió los retornos a España.

Por su parte, la emigración exterior a Europa ha ido ganando peso, diferenciándose cuatro etapas. Hasta 1950 la emigración a Europa fue escasa y estacional, centrada en la marcha de agricultores levantinos para hacer tareas temporales en Francia, además del exilio republicano.

Entre 1950 y 1973 la emigración a Europa tuvo su mayor auge ante la reconstrucción de los países europeos y la mala situación en España (baby boom, mecanización agraria, industrialización tardía,...). Destacaron los emigrantes de Andalucía y Galicia que se dirigieron especialmente a Francia, Alemania y Suiza.

Entre 1973 y 2008 la emigración a Europa decayó ante el desarrollo industrial y político español y la crisis económica en Europa a partir de 1973. En esta etapa la emigración fue principalmente de temporada y temporal.

Por último, el inicio de la crisis económica en 2008 ha vuelto a aumentar la emigración española a Europa, lo que ha provocado un saldo migratorio negativo. Los nuevos emigrantes, en general jóvenes altamente cualificados se han dirigido especialmente a Gran Bretaña y Alemania.

Las consecuencias de las migraciones exteriores han sido destacadas en la demografía al disminuir la cantidad de población española y reforzar los desequilibrios demográficos.

En el ámbito económico, estas emigraciones exteriores tuvieron efectos positivos (alivio del crecimiento natural y del paro, entrada de divisas extranjeras, reducción del déficit comercial) y negativos (pérdida de trabajadores y consumidores de áreas de emigrantes).

Respecto a las consecuencias en la sociedad, los emigrantes españoles sufrieron en muchos casos el desarraigo en los países de destino, teniendo que hacer frente en ocasiones a la marginación y el racismo.

4.3 Inmigración extranjera.

Desde 1995 España pasó a recibir un elevado volumen de inmigrantes extranjeros por lo que se consiguió un saldo migratorio positivo. En 2014 la población extranjera en España ascendía a 5 millones (un 10,7 % del total).

Dentro de la población extranjera se distingue a los extranjeros nacionalizados (que han obtenido la nacionalidad), los inmigrantes extranjeros legales (con permiso de residencia) y los inmigrantes extranjeros ilegales o irregulares (sin permiso de residencia).

Las causas de la llegada de inmigrantes a España han sido favorecidas por la necesidad de mano de obra de baja cualificación, las regularizaciones y reagrupamientos familiares, la proximidad geográfica de España con África, la bondad climática y los lazos histórico-culturales con América. Las motivaciones de los extranjeros han sido económicas (laborales), políticas y personales.

Hasta 1996 los inmigrantes han procedido en su mayoría de Europa (Rumanía, Gran Bretaña, Alemania), aumentando después los procedentes de África (Marruecos), América Latina (Ecuador, Colombia), y Asia (China, Pakistán).

Las comunidades autónomas de destino son las más activas económicamente por su industria y turismo: Madrid, Cataluña, Andalucía, Valencia, Canarias y Baleares.

Los inmigrantes europeos son jubilados que aprecian el clima y playas de España o adultos en busca de trabajo, mientras que los inmigrantes extracomunitarios son jóvenes en busca de trabajo o seguridad y derechos políticos, teniendo muchos una baja cualificación.

Las consecuencias de la inmigración extranjera en demografía ha permitido aumentar la población de forma directa e indirecta por el incremento de la natalidad asociado.

Las consecuencias de la inmigración extranjera en economía ha repercutido positivamente al aportar población activa, incrementar el PIB, y aumentar el dinero de las arcas públicas. Algunos efectos negativos han sido el retraso de la modernización en algunas actividades, la presión a la baja sobre los salarios, y el aumento del déficit exterior.

Las consecuencias de la inmigración extranjera en la sociedad ha generado actitudes racistas al asociar extranjeros con delincuencia, mientras que muchos inmigrantes extranjeros viven en malas condiciones, y tienen dificultades de integración.

La política inmigratoria de España se engloba en la política de asilo e inmigración de la Unión Europea que en 1999 estableció un sistema común de asilo, requisitos de entrada (visados) y fortalecimiento de las fronteras comunitarias.

España ha regulado en la Ley de Extranjería del año 2000 (reformada por el reglamento del año 2011) la entrada en el país, las modalidades de presencia, los derechos, los procedimientos de expulsión y repatriación,...).

La política española ante la inmigración se ha centrado en la colaboración con los países emisores de emigrantes, en la selección e integración de inmigrantes y en la lucha contra la inmigración ilegal y sus mafias.

5. El crecimiento real de la población.

El crecimiento real de población se obtiene al sumar al crecimiento natural el saldo migratorio. El crecimiento real de la población española aumentó desde mediados del siglo XIX, diferenciándose cuatro etapas.

Entre mediados del siglo XIX e inicios del siglo XX el crecimiento fue bajo pues la natalidad y mortalidad fueron elevadas y hubo una gran emigración a América.

Entre inicios del siglo XX y la muerte del dictador Francisco Franco el crecimiento fue elevado pues la mortalidad descendió mientras la natalidad se mantuvo elevada, aunque pudo ser mayor sin emigración, epidemias y guerras.

Entre la muerte del dictador Francisco Franco y el año 2001 el crecimiento fue muy bajo pues el crecimiento natural fue escaso y el retorno de emigrantes y la llegada de inmigrantes extranjeros no fue destacada.

Entre el año 2001 y el año 2008 el crecimiento se aceleró gracias a la inmigración extranjera, que se redujo a partir del inicio de la actual crisis económica, que ha provocado un nuevo descenso del aumento de población.

6. La estructura de la población española.

6.1 Estructura por sexo.

La estructura por sexo de una población depende de la relación entre el número de hombres y el de mujeres. Se mide mediante las tasas de masculinidad (porcentaje de hombres respecto al total de mujeres) y feminidad (porcentaje de mujeres respecto al de hombres).

Los factores que influyen en la estructura por sexo son el nacimiento mayor de niños que de niñas, la mayor esperanza de vida de las mujeres y la mayor migración de los varones.

En España por razones biológicas en las primeras edades predominan los varones, pero en las edades ancianas predominan las mujeres.

6.2 Estructura por edad.

La estructura por edad de una población depende de la composición de la población por grupos de edad, diferenciándose tres grandes grupos: jóvenes (-15 años), adultos (15 – 64 años) y ancianos (+ 65 años).

La estructura por edades se mide mediante los índices de juventud (porcentaje de jóvenes) y envejecimiento (porcentaje de ancianos), considerándose la población joven si el primer índice supera el 35 % de la población y envejecida si el segundo índice supera el 12 % de las población.

Los factores que influyen en la estructura por edad son en los jóvenes la natalidad, en los ancianos la esperanza de vida y en los adultos las migraciones.

En España predomina la población anciana (17 % en 2011), siendo causado este envejecimiento de la población por la escasa natalidad, el aumento de la esperanza de vida y la falta de inmigración hasta hace poco.

Las comunidades autónomas más envejecidas son las más afectadas por la emigración, el retorno de ancianos y la crisis industrial, mientras que son más jóvenes las comunidades que acogen a más inmigrantes o con más natalidad.

Las consecuencias del envejecimiento desacelera la economía, eleva el gasto en pensiones y el gasto sanitario, así como demanda el cuidado de los ancianos.

6.3 Estructura económica.La estructura económica de una población depende de cómo esta contribuye a la producción y en qué sectores participa. Se considera población activa al conjunto de personas en edad de trabajar que buscan o tienen empleo, englobando a la población ocupada y desocupada.

Frente a la población activa aquellas personas que no realizan trabajos remunerados ni están disponibles para desarrollarlos se consideran población inactiva.

Existen tres tasas que muestran la estructura económica de una población: la tasa de actividad (porcentaje de población activa sobre el total de una población), la tasa de paro (porcentaje de población desocupada respecto a la población activa) y la tasa de dependencia (porcentaje de población dependiente en relación a la población en edad de trabajar).

Los factores que influyen en la estructura económica son demográficos (según las edades de la población y las migraciones), económicos (desarrollo) y socioculturales (escolarización, igualdad de la mujer, jubilación).

La tasa de actividad en España presenta en el siglo XX dos etapas: descendió entre 1900 y 1990 por la emigración y una mayor tasa de dependencia (reducción del trabajo infantil y aumento de las jubilaciones) y creció desde 1991 por la inmigración extranjera y la incorporación de la mujer.

La tasa de actividad varía en función del sexo (la actividad masculina descendió hasta 1996 por la emigración y las prejubilaciones, mientras que la femenina aumentó desde 1970 por la incorporación de más mujeres al trabajo), la edad (las mayores tasas entre las mujeres son entre los 25 y 29 años y entre los varones entre los 35 y 39 años) y el territorio (hay más actividad en las comunidades autónomas dinámicas como Madrid, el arco mediterráneo y las islas).

La tasa de paro en España presenta en el siglo XX seis etapas: hasta 1973 no superó el 3% gracias a la emigración exterior, entre 1973 y 1985 el desempleo aumentó por la crisis industrial, de 1985 a 1990 descendió el paro, entre 1990 y 1995 una nueva crisis incrementó el paro, entre 1995 y 2008 se redujo el paro y desde 2008 se disparó el paro hasta el 27 %.

La tasa de paro varía según el sexo (es mayor el paso femenino), la edad (es mayor el desempleo juvenil), el nivel de instrucción (hay más parados no cualificados), la época del año (es menor en verano por el turismo) y la comunidad autónoma (es mayor en regiones menos dinámicas como Andalucía).

Respecto a los sectores económicos entre los que se reparte la población activa, su distribución se ha modificado a lo largo del siglo XX.

El sector primario en 1900 ocupaba al 64 % de la población, mientras que en la actualidad se sitúa en torno al 4 % debido al éxodo rural por la mecanización del campo e industrialización, mientras que la guerra civil y la despoblación desde 1975 han detenido su caída.

El sector secundario en 1900 ocupaba al 16 % de la población, mientras que en la actualidad se sitúa en torno al 24 % debido al impulso a la industria y a la construcción, aunque la guerra y la reconversión industrial detuvieron su crecimiento.

El sector terciario en 1900 ocupaba al 18 % de la población, mientras que en la actualidad se sitúa en torno al 71 % debido al aumento del nivel de vida, los cambios en los otros sectores, el incremento de los servicios públicos y la incorporación de la mujer al trabajo.

A pesar de esta distribución general, según la comunidad autónoma se observan regiones con mayor peso del sector primario (Galicia, Andalucía, Extremadura, Murcia), del sector secundario (La Rioja, Navarra, País Vasco, Cataluña) o un casi absoluto sector terciario (Madrid, Baleares, Canarias).

7. El futurode la población española.

España ha pasado de ser un país natalista, joven y emigratorio a otro con natalidad muy baja, envejecido e inmigratorio. Estos cambios tienen grandes repercusiones económicas, sociales y culturales por lo que se busca hacer proyecciones demográficas para prevenir las necesidades sociales.

Según el INE, habrá un descenso de la natalidad al reducirse las mujeres en edad fértil, dependiendo la fertilidad de diversos factores (igualdad laboral, inmigración extranjera,...). La mortalidad aumentará por el envejecimiento de la población y su mayor esperanza de vida. Todo ello debería generar un crecimiento natural negativo a partir de 2020.

Respecto a las migraciones, aunque se preveía un aumento de la inmigración extranjera la crisis económica ha provocado un impulso a la emigración exterior y un estancamiento y retorno a sus países de origen de los inmigrantes extranjeros.

Respecto a la estructura de la población por sexo se espera un mayor equilibrio al incrementarse la mortalidad entre las mujeres, al asemejarse su estilo de vida al de los hombres.

Respecto a la estructura de la población por edad es evidente un mayor envejecimiento que incrementará los gastos en pensiones.

Respecto a la estructura económica de la población se prevé un aumento de la tasa de actividad gracias a la incorporación de más mujeres al trabajo, pero el aumento de la población dependiente anciana reducirá la tasa de actividad. En cuanto al reparto de la ,población por sectores económicos, se confirma una terciarización de la economía.