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CILNIANA 81 Continuando con la línea de investigación sobre la fabricación del papel en la provincia de Málaga, iniciada con la publicación del libro “Los batanes papeleros de Málaga y su provincia” (Universidad de Málaga 1998), en este nuevo trabajo se estudian y exponen algunas cuestiones significativas sobre la evolución de los aspectos económicos de la fabricación del papel, que convirtió a la villa de Mijas en la más importante productora de la provincia y el resto de Andalucía durante casi todo el XIX. Se analizan, también, los aspectos técnicos y sociales más relevantes que sufrió esta manufactura y sus integrantes desde los orígenes a fines del siglo XVIII, junto al importante incremento de su producción, durante la industrialización de Málaga, y las causas que produjeron la decadencia de esta manufactura a fines del siglo XIX. José Carlos Balmaceda La Industria Papelera de Mijas en tiempos de la Industrialización Malagueña * * La industria papelera de Mijas. Una frágil prosperidad en el siglo de la industrialización española, Colección Osunillas, Museo Histórico Etnológico de Mijas, 2003 LOS PRIMEROS BATANES PAPELEROS os primeros batanes de papel de Mijas, se- gún el primer registro documental encontra- do, corresponden a la última década del siglo XVIII y eran propiedad de Francisco Saénz de Tejada. Por los términos del contrato de arren- damiento, éstos estaban activos como míni- mo una década antes, o sea, a partir de 1790. La Real Cédula de Carlos III del 26 de octubre de 1780 concediendo diferentes gracias y fran- quicias para el fomento de todas las fábricas de papel de estos reinos, coincide con la crea- ción de otros molinos de papel de la provincia L La villa de Mijas a fines del XIX. Foto: Colección MHEM.

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CILNIANA 81

Continuando con la línea de investigación sobre la fabricación del papel en la provincia de Málaga,iniciada con la publicación del libro “Los batanes papeleros de Málaga y su provincia” (Universidad deMálaga 1998), en este nuevo trabajo se estudian y exponen algunas cuestiones significativas sobre laevolución de los aspectos económicos de la fabricación del papel, que convirtió a la villa de Mijas en la másimportante productora de la provincia y el resto de Andalucía durante casi todo el XIX.Se analizan, también, los aspectos técnicos y sociales más relevantes que sufrió esta manufactura y susintegrantes desde los orígenes a fines del siglo XVIII, junto al importante incremento de su producción,durante la industrialización de Málaga, y las causas que produjeron la decadencia de esta manufacturaa fines del siglo XIX.

José Carlos Balmaceda

La Industria Papelera de Mijasen tiempos de la Industrialización Malagueña*

* La industria papelera de Mijas. Una frágil prosperidad en el siglode la industrialización española, Colección Osunillas, MuseoHistórico Etnológico de Mijas, 2003

LOS PRIMEROS BATANES PAPELEROS

os primeros batanes de papel de Mijas, se-gún el primer registro documental encontra-

do, corresponden a la última década del sigloXVIII y eran propiedad de Francisco Saénz deTejada. Por los términos del contrato de arren-

damiento, éstos estaban activos como míni-mo una década antes, o sea, a partir de 1790.La Real Cédula de Carlos III del 26 de octubrede 1780 concediendo diferentes gracias y fran-quicias para el fomento de todas las fábricasde papel de estos reinos, coincide con la crea-ción de otros molinos de papel de la provincia

L

La villa de Mijas a fines del XIX. Foto: Colección MHEM.

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o la adaptación de algún harinero a los que yanos hemos referido.

En el censo de manufacturas de 1784 secontabilizaron noventa y siete batanes en Anda-lucía, todos movidos por energía hidráulica, sal-vo uno en Jerez que lo hacía por tracción a san-gre. Todos se dedicaban a abatanar paños salvouno en Jerez que lo hacía con pieles. No se haceninguna referencia que los hubiera relacionadosa la fabricación del papel en Mijas o en la costaoccidental. El Censo cita 13 molinos de papelexistentes en Andalucía, 1 en Gandul-Marchenilla(Sevilla), 1 molino en Santa Mª Transierra en Cór-doba, 1 en Baza, 1 Guadix y 2 en Vélez deVenaudalla en Granada, y en la provincia de Má-laga los 5 de Francisco Medina en Antequera, elmolino en Maro (Nerja) de Manuel Centurión y elde Frigiliana con una producción de los malague-ños de 3300 resmas de papel blanco y 18.700resmas de papel de estraza, lo que limita esa in-formación. Según nuestra investigación, que yadocumentamos en nuestro anterior trabajo(1998), casi cien años antes de la fecha del Cen-so, se encontraban activos los dos batanes deTorremolinos1 y los dos de la ciudad de Málaga(cuadro nº 1).

Recién en la segunda década del XIX vol-vemos a encontrar en los repartimientos vecina-les efectuados por el Concejo municipal la espe-cificación de sus artesanos, donde figuranbataneros de papel y la existencia de otrosbatanes.

LA FABRICACIÓN DEL PAPEL

El proceso de elaboración del papel erael mismo que se usaba, prácticamente, desdela época medieval en Europa2, hasta el segun-do tercio del siglo XIX, que se incorporan enalgunas fábricas mejoras tecnológicas. La in-corporación del cilindro holandés es tardía, losprimeros se incorporan en los molinos deBenalmádena en la segunda década3, y luegose agregarán las máquinas de papel continuoa mitad del XIX.

En Osunilla se continuó igual hasta la dé-cada del cincuenta que se triplicaron las tinas ylos operarios, curiosamente, en todos losbatanes, logrando una regularidad más que uni-forme en la producción pero siguiendo con lafabricación tradicional. Según la ley de contribu-ción industrial y de comercio vigente a partir del1 de enero de 1851, firmada por el Ministro deHacienda Sr. Juan Bravo Murillo, se pagaba 90reales por cada tina de papel de estraza y 144por las de papel blanco común, blanco o de co-lor de embalar.

Los batanes eran alimentados por los na-cimientos y arroyos que conducían sus aguas alcauz o canal, cayendo y presionando sobre unarueda que al golpearla hacia contrapeso ponien-do en movimiento el árbol de transmisión. Éstetransfería el movimiento a una serie de mazosde madera, que en sus extremos estaban herra-dos con diferentes clavos. Estos mazos batíandentro de unas pilas de piedra sobre una basemetálica, hasta lograr un total y controladodesfibramiento de los trapos de lino y cáñamo, yotras materias útiles, oportunamente preparados,en un caldo o pasta de aspecto lechoso.

La forma y la dimensión de los clavos delos mazos determinaban la consistencia de lapasta y en consecuencia el gramaje de la hoja depapel a formar o producir.

La pasta se llevaba a la tina donde se di-luía en las proporciones elegidas en agua y luegose colaba con la forma, que tiene bordes en suslados y una filigrana, por lo general, en el centro,compuesta de una red o trama metálica4. La pas-ta se adhería a la trama de la forma, para luegoser transferida sobre un fieltro o sayal, interca-lando de este modo una cantidad de hojas y fiel-tros hasta completar una posta que se componede 261 pliegos.

Luego ambos, o sea, los pliegos y lossayales alternados, se colocaban en la prensa paraeliminar el exceso de agua y, después de retirar-las de ésta, se procedía a desprender o separarlas hojas, una por una, de los sayales y se condu-cían al secadero, ubicado, generalmente, en elpiso superior del batán o molino, que contabacon numerosas aberturas o ventanas, ya que elaire era fundamental en esta fase del proceso. EnMijas también se secó al aire libre en zonas repa-radas del viento.

Luego las hojas eran encoladas, y por lotanto nuevamente prensadas y secadas, según lasuerte producida5, alisadas y empaquetadas des-pués de ser cuidadosamente seleccionadas, con-tadas, y agrupadas hasta conformar una resma o

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

Cuadro n.º 1Molinos y batanes de papel en Málaga (1784).

*Fuente: Censo de manufacturas de 1784.**Fuente propia publicada (1998), op. cit.

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una bala, o sean 500 hojas la primera y 10 resmasla segunda, para finalmente proceder a su distri-bución y venta.

A continuación anotamos una simple des-cripción sobre la elaboración del papel de estra-za6, que se refiere sólo al preparado de las viejasalpargatas. Éstas se llevaban al pudridero colo-cándolas sin cortarlas, como se hacía con los tra-pos, ya que se hará con más facilidad estandoalgo corrompidas. Se esparcía en el pudridero unacama de alpargatas que luego se rociaba con agua,añadiendo otra que nuevamente se mojaba, y asíhasta lograr una altura de cinco o seis palmos7

que se apretaban bien y se dejaban en reposo 10o 12 días, en los cuales con aquella poca hume-dad “se calentaban tanto como el estiércol”. Lue-go se sacaban del pudridero y cortándose en pe-dacitos no mayores de dos dedos sobre un pi-lón, se llevaban a las pilas del molino de mazos,y cuando estaba preparada la pasta se ponía enla tina sin otra preparación, formando los plie-gos que entre sayales se prensaban y se tendíanen el secadero o mirador, que después y sin nin-guna otra operación se contaban y se formabanlas resmas para su venta.

EL PROYECTO MIJEÑO

El proyecto productivo mijeño estaba fun-damentalmente basado en la fuerza del trabajoimpulsado por el extraordinario desarrollo de laindustria, el comercio y la demanda malagueña,compuesto de todos los aspectos materiales quepertenecen al proceso de producción: el tiempo,los materiales a emplear y demás fórmulas con-tractuales en donde la figura del maestro, que enla práctica gobierna el batán, oscilaba entre elhacedor de la manufactura y el autónomo agen-te comercial de su producto.

La tendencia era hacer todo lo relaciona-do con la fabricación caracterizada por una eco-nomía familiar o individual, casi siempre ligada ala actividad agrícola y ganadera, que a veces pro-ducía una discontinuidad en la producción delpapel.

Ésta consistía principalmente en el abas-tecimiento de la materia prima, controlar el régi-men de agua, con el componente meteorológicoque incidía casi siempre en el producto final, y lomás importante, la supeditación a la demanda yoferta, o sea, la venta del producto.

La fabricación de papel no estaba circuns-crita en sí misma, distintos grupos interveníanen ella, escribanos, formeros, sacadores y trans-portadores de piedras, los encargados de prepa-rar y mantener el cauce y las acequias, taladorespara la obtención de la madera, albañiles, los querecogían y los que comercializaban el trapo, lacola, la madera y las cuerdas, principalmente.Aunque uno de los más importantes era el car-pintero, de fundamental importancia en la cons-trucción y mantenimiento de la maquinaria yotros accesorios del molino8, además de actuarcuando se lo requería como perito para evaluarde forma integral los batanes o molinos junto almaestro de obras, ante quiebras, deudas, litigios,embargos, disoluciones societarias, sucesionesy testamentos.

En la villa actuaban en 1807 como tasado-res de molinos y casas mesones el maestro car-pintero José Carlin, los maestros de albañileríaJosé Gamberos y José Barranquero, y como “pro-fesor de picapedrero” José García9. En 1837 elcosto de valoración de los maestros de albañile-ría, carpintería y alamines de una finca con unmolino harinero fue de 300 reales10.

A mediados del siglo XIX, Mijas experimen-ta su época más productiva, y se produce el arri-bo, junto con papeleros del levante valenciano,de un carpintero de Alcoy al que acompaña lajerarquización de “mecánico”11. También se ins-tala en la villa un trapero, con seguridad para estar

junto a la industria donde vende-ría lo recogido por él y el restode los traperos que le proveeríantambién de trapos y de otras ma-terias reciclables, no sólo en lavilla, también en los pueblos ve-cinos y especialmente en Benal-mádena que también gozaban desu mejor época.

Estos vínculos específicosy funcionales nos muestran quetodos juntos constituían unaunión exclusiva de esta manufac-

tura, entre la sociedad y el batán papelero.

Al comienzo de la fabricación en la villasólo el grupo familiar se bastaba para atender laproducción llevada a cabo en estos batanes. Porlo general, como veremos, eran edificios de apa-

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

Cuadro n.º 2Duración y renta de los contratos de arrendamientos.

Elaboración propia.

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riencia rústica similar a la de cualquier casa, dereducido tamaño y una capacidad de producciónrelacionada a una sola rueda y una sola tina, con-centrando todas las tareas en el mismo y com-partido, generalmente, con la vivienda del maes-tro propietario o el arrendatario y su familia.

A partir de 1830 se producirá una trans-formación en las instalaciones y la regulación enlos aspectos productivos. La cantidad de tinas yoperarios se triplicaron como consecuencia dela producción demandada que queda reflejada enla guía mencionada. Aunque no deja de sorpren-derme tal incremento, que creo excesivo, ya quea fines del XIX volvemos a encontrar a los batanes

trabajando con una sola tina cada uno como enla primera mitad del siglo.

LA ESPECIALIZACIÓN PAPELERAMIJEÑA

El grueso del papel que se producía en lacosta se utilizaba principalmente en el empaque-tado del limón, los pilones de azúcar, laespeciería, las prensas de lana o seda, y princi-palmente en la pasa, los higos secos, entre otrosmuchos frutos y mercancías. Para imprenta, es-critura y estampas, que a partir de mediados delsiglo XIX fomentará la creación de fábricas deenvases y el desarrollo de varios tallereslitográficos12 que se ocuparán de imprimir loscarteles, etiquetas y el famoso papel de lechos,sobresaliendo la fábrica de abanicos de RafaelMitjana fundada en 1825 e incrementada su pro-ducción con estampas litográficas en 1830. Aprincipios de los cincuenta anexará la elabora-ción de papeles pintados. Para 1862 se estimasu producción en 200.000 abanicos y 400 a

500.000 estampas, además de un número con-siderable de envases de pasas13.

No olvidemos, además, que a partir de 1780y durante más de veinte años, no sólo los molinosde Arroyo de la Miel, sirvieron el papel blanco yestraza a la Real Fábrica de Naipes de Macharaviaya,también lo hicieron los de Torremolinos y, con se-guridad, los que estaban activos en esos años enel resto de la provincia considerando la crónicacarestía de papel de la Real Fábrica.

Sólo en el molino de papel blanco SantaRita y la fábrica Nuestra Señora de la Victoria tu-vieron una producción importante de distintos

tipos de papel blanco de imprenta, azulado, azuly para lechos la primera, y de envolver y carto-nes la segunda, que fue galardonada en la expo-sición de Málaga de 1862 organizada por la So-ciedad Económica de Amigos del País, con lamedalla de plata de primera clase al mérito, aun-que para esos años sólo Rafael Abad fabricabapapel blanco, el resto producía una gran produc-ción de papel de estraza de “moldes de marcamayor, del medio y chica”14, de envolver, resmaspara cartuchos grandes y pequeños y los papelespara lechos de 1º, 2º y 3º clase15.

Nuestro papel de estraza artesanal o detina muchas veces definía la ocupación principaldel molino que se dedicaba a producirlo en ex-clusividad, como fue el de los batanes de la costamalagueña, diferenciándose del que fabricaba elblanco. A fines del XIX se limitará su produccióncon la aparición de los distintos papeles de en-volver que proliferarán con la posibilidad de uti-lizar las nuevas materias primas y la maquinariapara manufacturarlos.

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

Boceto de un molino de papel con sus ruedas. S. XVIII.

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EL PAPEL DE LECHOS

Uno de los más famosos productos agrí-colas malagueños fue la pasa, que tuvo una grandemanda y generó un inmenso desarrollo, du-rante casi todo el siglo XIX en los batanes de papelde la costa, y sobre todo en los de Mijas.

La pasa es la uva desecada por la accióndel sol. En Málaga se usó principalmente lamoscatel, y también la larga. El sistema que seempleaba, y se emplea16, en la provincia fue el desecado por el sol. La acción del aire y el sol enju-gan esta fruta, evaporando la parte acuosa quepuede oponerse a su conservación y dejándolaazucarada dentro de la película, que se pone flexi-ble y suave. Estas se colocaban en los paseros, alos que se les construían toldos con lona o ma-dera, que las preservaban de los efectos de lanoche y en los días lluviosos.

Este procedimiento, o sea, el natural, esel que ofrecía los mejores resultados y así laspasas de Málaga fueron consideradasirremplazables y adquirieron desde antiguo famauniversal. Había otros procedimientos como elde la lejía que practicaban en Denia y Gandía, oel sistema industrial rápido de aire caliente, queconsistía en colocar las uvas en unas largas cajas,de paredes bajas, con una estufa que calentara elaire y que éste pasara sobre las uvas,desecándolas. Lamentablemente la filoxera dejulio de 1878 abatió la provincia de Málaga, yaceleró junto con otros factores la decadenciade la industria papelera.

El tipo de papel que se utilizaba comosoporte y envoltorio de la pasa era el llamado“papel de lechos” que fue el de mayor utilidaden la provincia, y que anunciaban y vendían, apar-te de los fabricantes a pie de fábrica y en sustiendas, los almacenistas de venta por mayor ymenor de la ciudad17, con un llamado especial.Los fabricantes catalanes Poch y Creixell, radica-dos con comercio e imprenta en Málaga, se re-fieren a esta suerte, como el “exquisito papel delechos”.

Este papel se colocaba en el fondo del ca-jón, caja, o estuches llamados “catites” en suce-sivas capas de papel, formando una cama, col-chón o lecho, donde luego se disponían los raci-mos de pasas alternativamente, aunque había unformato generalizado en el que variaba la rique-za de su decoración. Una descripción al referirsea este soporte preparado para los envases de lujodice: “los lechos de papel guarnecido de auríferoencaje y matizado por abigarrados colores quedescribían majos y manolas”18 estampados porla famosa industria litográfica malagueña. Los

personajes incluidos en el diseño de la litografíade la fábrica de Oliver y Brú, aluden a los quellevaban estos papeles que fabricaba y por losque se le premiará en 1862.

En este periodo pueden recogerse múlti-ples anuncios, como los de los hermanos Carre-ras que informan tienen en su imprenta y librería“a precios de fábrica papel para cajas de pasas,con toda equidad”.

El establecimiento litográfico de Pérez yBerrocal incluía en sus anuncios, también de for-ma destacada que “reproducía grabados en ma-dera por procedimientos especiales, viñetas ylechos para cajas de pasas, cajitas y cartuchospara dulces”.

Por su parte el litógrafo Fausto Muñoz, quetambién imprimía “lechos y viñetas para cajas depasas y cartuchos”, expuso trece cajas de lujopara pasas hechas en su fábrica en la exposiciónorganizada por la Sociedad Económica.

Un año después en otro periódico, en unextenso aviso, reseñaba los premios obtenidos yreiteraba la impresión de papel para pasas y ofre-cía la “fabricación de envases para frutos, dul-ces, y un gran surtido de cajas y cartuchoslitografiados, desde la más corriente a las máslujosas en raso y terciopelo. En la exposición de1877 Rafael Sturla y Felipe Casado presentaron,también, cajas para pasas, y Jaime Janer bande-jas de papel para el mismo producto.

Hoy queda una mínima expresión, perosuficiente para admirar e imaginarnos la riquezay variedad de los diseños que se produjeron19. Lacalidad del papel usado varió desde el de estra-za, verjurados y como simple lecho, hasta los másfinos blancos continuos en los envaseslitografiados de súper lujo.

EMPLAZAMIENTO Y VÍAS DECOMUNICACIÓN

El núcleo urbano de Mijas se encuentra a428 m de altitud sobre el nivel del mar y recosta-do sobre la falda de la sierra que lleva su nom-bre, o el de Blanca, junto a la llamada Bermeja, yque alcanza en sus cotas más altas los 1.150 m.Dista 8 km de Benalmádena y 32 de Málaga. Sustierras estaban bañadas por innumerables arro-yos20, siendo los ríos Ojén y Las Pasadas los que,unidos para formar el Fuengirola, convierten sustierras en un fértil valle.

Según el catastro del Marqués de la Ense-nada su extensión y límites eran los siguientes:“de levante a poniente tres leguas (16,729 km),de norte a sur dos (11.151 km), y de circunferen-

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

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cia diez leguas y media (58.548 km). Linda por laparte de levante con él termino de la villa deBenalmádena, por poniente con el de la ciudadde Marbella, por el norte con el de las villas deAlhaurín el Grande y Alhaurín de la Torre, y porel sur con la playa del mar”.

El entorno geográfico donde se encontra-ban emplazados los primeros molinos nazaríesrespondía a las condiciones ideales para su fun-cionamiento, luego se irá agregando el resto delos molinos harineros, de aceite, hasta la instala-ción de los primeros batanes de papel en el en-clave ideal que fue Osunilla.

Uno de los requisitos para lograr un buendesarrollo y sobre todo la distribución de la pro-ducción, en esos años, era la localización de losmolinos cercanos a la ciudad y sobre todo y, eneste caso, a su puerto. Mijas enviaba casi todossus productos desde Fuengirola por el mar21, aun-que también tenía una buena comunicación te-rrestre que se usaba alternativamente para lospueblos vecinos y del interior. Éstos caminos erande herradura.

La red de comunicaciones partiendo deMálaga y siguiendo el litoral se hacía por el ca-mino real22 que conducía a Marbella por el oes-te. Por razones de seguridad, se despegaba bas-tante del litoral pasando por Benalmádena yMijas, situación que se mantuvo hasta bien en-trado el siglo XVIII, descendiendo a la costa a laaltura de Fuengirola siendo esta ruta segundaen importancia. El camino de más importanciaera el que unía la capital con la ciudad de Grana-da y que pasaba por Vélez Málaga, Zafarraya yAlhama.

El camino que bordeaba la sierra de Mijaspor Alhaurín, Coín, Monda, Ojén, era el más lar-go, siendo el más frecuentado, ya que en Coín

confluía el camino real que unía Álora conMarbella, separándose en la confluencia de losríos Casarabonela y Guadalhorce el camino Má-laga-Ronda.

El trayecto en carruaje o a caballo desdeMálaga hasta Arroyo de la Miel se hacía en cua-tro horas, y a Mijas en cinco o seis según las es-taciones.

FUERZA MOTRIZ

Los factores esenciales en la industria pa-pelera eran el suministro de agua, las materiasprimas y la posibilidad de contar con mano deobra especializada. El cálculo de agua que se usa-ba en la fabricación manual era de 1.000 a 2.000litros por kilogramo23. Debemos saber que nobastaba que se encontrase en abundancia, sinoque, además, debía reunir cualidades de limpie-za y ricas en cal, como una condición primor-dial. Esta pureza condicionaba la blancura delpapel, ya que si venía sucia, con tierra o tintes,sólo se podía utilizar para el papel de estraza,que por el contrario en este caso veía favorecidasu calidad.

A partir de fines del siglo XVII y durante elXVIII y XIX se crean situaciones problemáticassobre la utilización del agua para el riego de tie-rras, y por lo tanto, hacer rentable los cultivos.Algunos vecinos capitalizaban el privilegio deposibilitar el pasaje del agua, cobrando muchosreales para el riego, como nos ilustra el contratoque llevaron a cabo el molinero Antonio de Lunay Rafael de Sepúlveda y Lara de la fábrica SantaRita. El primero había construido un molino ha-rinero en los Espartales, y para “el curso de lasdos paradas” contrató, con el primero, abrir a sucosta dos acequias para que llevasen el agua delnacimiento las Pavitas, una al molino y la otrapara el riego de sus huertas, previa autorización

de los peritos que ta-saron el paso del aguaen la cantidad de 300reales de vellón a favordel vendedor, quedan-do, además, paraSepúlveda la propie-dad y el aprovecha-miento de los árbolesy frutos que se com-prenden en el margende una y otra acequia.Se aclara también quelas aguas usadas en elmolino sólo podíanconducirlas luego a losotros hacendados parariego24. En 1844 Do-

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

Transporte del papel a lomo de burro. Xilografía siglo XIX.

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mingo Sáenz deTejada llegó a pagar1000 reales por lacompra25 de 5 horasdiarias de agua delnacimiento las Pavi-tas, cada jueves, conuna tasación pericialdel 4 % de recauda-ción municipal. Delmismo nacimiento,en 1858, ½ hora deagua se vendía en250 reales26, elevan-do el costo un 150 %más que la compraanterior.

Otra especu-lación fue privatizarel agua acaparándo-la en represas, crean-do por lo tanto mu-chas tensiones y lle-gándose a procesar alos especu-ladores27. Un litigio, que llegó a lasCortes de Granada, relacionado con las aguas paralos molinos fue el protagonizado por una de lashijas de Francisco Sáenz de Tejada, propietariode los batanes Antiguo y de Abajo, que impidióel curso natural hacia los Espartales, aprovechan-do que el nacimiento se encontraba en sus tie-rras28.

Sin embargo, el agua era abundante y per-manente, incrementada al avanzar el siglo XIXcon el descubrimiento de nuevos nacimientos yel aprovechamiento reglamentado por los alcal-des del agua de los cauces y remanentes según laimportancia, y por lo tanto las necesidades porel aumento de la producción molinera, agrícola ysobre todo la papelera. En general, ante la solici-tud de apertura de un batán, se hacía un estudiodel potencial de las aguas y si el nuevo uso re-querido no podía causar perjuicio “al común o aotros particulares” se autorizaba. Se prohibía latoma de agua de los molinos a los labradores29.

En el partido de Osunilla donde se encon-traban la mayoría de los molinos había sido, des-de el principio, canalizado hasta éstos las aguasde los nacimientos llamados “las Pavitas” y “elPantano”, cercano éste a la ermita de San Antón,llamado antiguamente “el de la fuente deOsunilla”30, el arroyo de Pedro Gutiérrez31, el na-cimiento Tejarejos, el arroyo de la Chorrera32 yel nacimiento del Piojo33.

En Osunilla la Baja se contaba con las aguasdel nacimiento de los Juanes34 y los remanentes

o represas de agua que llevaban el nombre de“Piña” y “del Portón”35, entre otros pequeños cau-ces y torrentes ocasionales. Las dimensiones deéstas represas eran de 6,68 m de largo por 5,85m de ancho la primera36, o 14,21 m de largo por4,18 m de ancho la segunda37. En nuestro traba-jo anterior hemos registrado en Torremolinos lautilización de represas para un molino de papelen 175538.

Durante el siglo XIX el nacimiento Nue-vo o Andalubio, como se le llamó a partir de1830, fue vital para el funcionamiento de va-rios batanes, aunque en 1871, también, lo en-contramos llamado “Guillén”39 nombre quetambién se usó para llamar a otro cauce y unaacequia40.

En 1877, frente a la utilización que se ha-cía de sus aguas, la ya creada Comunidad deRegantes del nacimiento Nuevo establece unaordenanza ante la necesidad de regular su usode manera equilibrada ante la variedad y canti-dad de usuarios.

Una referencia de suma importancia so-bre la valoración de las aguas, es la que nos brin-da el inventario del molino San Bonifacio de Arro-yo de la Miel, que valora sus aguas en 20.000reales, representando el 14 % del valor total dela fábrica.

Por lo tanto la abundancia en Mijas fue unfactor muy importante ya que determinó la con-tinuidad de la producción de las tinas en canti-

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

Represa de agua frente a un molino.

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dad y calidad convirtiéndose en un valor econó-mico primordial. En muchas otras zonas papele-ras de España, durante el verano, la escasez deja-ba inactivos a muchos molinos papeleros total oparcialmente.

No he encontrado ninguna referencia con-traria y es muy escasa la inclusión de alguna cláu-sula especial sobre la escasez de agua en los con-tratos de arrendamiento41.

MATERIAS PRIMAS

El trapo había sido y era desde la edad me-dia la materia única y por lo tanto imprescindiblesiempre escasa para proveer y satisfacer la deman-da de los molinos papeleros españoles que durantemucho tiempo carecerán de éstos por que sepriorizó su exportación a Génova, el gran produc-tor de papel sellado para la Corona. Precisamenteesa escasez crónica, y agravada, además, a partir dela generalización del cilindro holandés, conducirá aOccidente en el siglo XVIII a imaginar sucedáneosvegetales hasta llegar a la madera, a mediados delXIX, precipitando su entrada en la era industrial.

Según el Censo de 1799 se necesitaba paraelaborar una resma de papel sellado, o sea, el de430 x 315 mm el pliego; 690 gr de trapo, 230 decola y 5 gr de alumbre.

Reiteradas prohibiciones de la extrac-ción del trapo por parte de los mercaderes yfabricantes extranjeros42, y ordenes para queel recogido en las colonias fuese traído a lametrópoli, privilegios a ciertos fabricantes parapoder reservarse el recogido de tal ciudad oregión43, hacían de estos raídos, usados y su-cios restos de lino, algodón y cáñamo, un bien,

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

Choza de traperos a fines del siglo XIX en Málaga. Col. Malagueña. AMM.

Cuadro n.º 3Nacimientos y causes de agua al serviciode los batanes papeleros.

Elaboración propia. Fuente: AHPM.* Desde mediados del XIX proveerá el agua a la mayoría de los molinos.

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Mujeres en el escogido de los trapos. Grabado L. J. Gloussier y Bernard. S.XVIII

más que preciado, absolutamente necesariopara esta industria.

El trapo era lamateria prima funda-mental para la elabora-ción del papel como yase ha repetido y su cos-to de vital importancia.Éste en el último cuar-to del siglo XVIII y prin-cipios del XIX repre-sentaba, según las va-riaciones de calidad,desde el 37 hasta el 66% del costo total, segúnse fueron incremen-tando la cantidad detinas y sobre todo loscilindros.

Los pequeños yrecién creados batanesde la costa de Málagaa fines del XVIII y prin-cipios del XIX sufrieronla causa de esta infla-ción, aunque los tra-pos requeridos en lamayoría de los bataneseran de calidad infe-rior, como reducido elconsumo de cola, yaque el grueso de suproducción fue el pa-pel de estraza. De to-das maneras, en esteaspecto, la proximidadde las tenerías de Arro-yo de la Miel y Mijas y de la capital favorecía lacompra de las carnazas, materia base para hacerla cola.

Sólo Mijas consumía por año (cuadro nº11), siempre tomando la referencia de 1862,2.432 Kg de trapos blancos, 69.366 Kg de traposde color, alpargatas de esparto, trozos de redes yel reciclado del papel de desecho de pasas y car-tones usados, 874 kg de cola y 19 Kg de alum-bre, sin estimar la cantidad de cloruro de cal.

Los trapos se compraban, por lo general,en la ciudad de Málaga y su traslado por mar seabonaba a 4 reales el quintal44, igual que las car-nazas, y se aprovechaba el viaje para transportarel papel a la ciudad, que se pagaba a 4 reales labala de 10 resmas en 1830.

Por estos años se registran en el puertomalagueño la entrada de trapos y carnazas des-

de Cádiz hacia Barcelona, aunque también se en-vían a esta ciudad trapos malagueños45.

Los representantes, especialmente de Bar-celona y Valencia, para la venta del papel, resi-dentes en las distintas provincias eran los que seencargaban de la compra del trapo y las carna-zas. Durante el siglo XIX en la ciudad de Málagase encuentran a varios almacenistas de familiaspapeleras de esas ciudades. Esto perseguía obte-ner, además de la materia prima, precios más con-venientes en lugares apartados de sus centros deproducción, que en los cercanos.

En 1871 el trapero Antonio Casorla natu-ral de Viator (Granada), se instala en Mijas con sufamilia. Su mujer era de Alhama Seca y sus hijoshabían nacido, uno en Santa Fe y el otro enAlhama, ambas de Granada. Los distintos oríge-nes es prueba de la permanente movilidad queles exigía la búsqueda y la compra de trapos ypapeles viejos y usados. Se reciclaba principal-mente el papel usado como simple lecho de laspasas que luego se descartaba, como el que en-

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volvía algunas frutas en su traslado a los lugaresde venta al público46.

LA EMIGRACIÓN DE PAPELEROSVALENCIANOS A LOSMOLINOS DE MIJAS

A fines del siglo XVIII la fabricación depapel en Mijas, como hemos dicho, tenía una in-cipiente producción de papel de estraza en losdos batanes de Sáenz de Tejada en Osunilla laAlta, con la finalidad de utilizar parte del mismoen el comercio de diversos géneros que tenía enla ciudad de Málaga, el resto se consumía local-mente.

A partir del primer cuarto del siglo XIX lue-go de tantas dificultades, ya apuntadas, cobra unamediana importancia, incrementándose conside-rablemente a mediados, donde encontramos tra-bajando, junto a los mijeños, a los papeleros llega-dos del levante valenciano y catalán en busca denuevos horizontes atraídos por el impulso indus-trial que se había generado en Málaga junto conotros de Coín, Antequera, etc.47, donde la indus-tria papelera de estos pueblos entraba en deca-dencia, por muy variados motivos ya expuestos48.

En la capital se había producido un conti-nuo crecimiento demográfico49, propiciando a lamitad del siglo una transformación urbana, favo-recida, además, por el proceso de la desamorti-zación, mediante el ensanche de la ciudad, el ati-rantado y la construcción de nuevas calles, la ins-talación de nuevos servicios urbanos, etc. Es den-tro de este contexto que los molinos de la costareciben un aumento considerable de papelerosque, unos abrirán tiendas especializadas50 y otrostrabajarán en la fabricación de papel.

Ya a partir de su creación la fábrica de pa-pel blanco Santa Rita tuvo como operarios, ade-más de sus fabricantes locales, a genoveses, ca-talanes y valencianos que elaboraron papeles jun-tos con los que llegaron de Antequera, Coín yBenalmádena, alternativamente, durante casitodo el siglo XIX, junto al resto de los batanesinstalados en los partidos de Osunilla (Alta y Baja)y los Espartales.

Después de los problemas planteados conel primer arrendatario de la fábrica, los presbíte-ros Rodríguez y Sepúlveda propietarios de la fá-brica, contratan como maestro al genovés JoséGhigliotti51, llegado con toda seguridad años atrása las fábricas de papel de su compatriota FélixSolesio, con un ventajoso contrato que abando-nará después de muchos años, seguramente de-bido al cambio en la dirección de la fábrica pro-ducido a raíz de la muerte del presbítero

Rodríguez, para irse a trabajar a un molino deTorremolinos,

Los fabricantes Antonio Ridaura y Anto-nio Colomina precedieron a Jaime Romaní yFigueras52, otro fabricante que se instala en lafábrica de papel blanco de Mijas y, por los mis-mos años se produce la llegada de otras familias,que figuran en el padrón de 1851, con apellidosampliamente conocidos, por su larga relación conla fabricación de papel en Valencia.

La mayoría venían de Alcoy: AntonioBlanes, Juan Almillan, Vicente Peidro, José Molina,José Cardenal García, José Satorre, Nicolás Pérez,Francisco Valor, Bernardino Losano Criado, Anto-nio Miralles Abad y Agustín Gil Peidro. Tambiénlos había de Cocentaina: Francisco y Juan Bautis-ta Blanes: de Tarragona era Ignacio Esteban (oEstebes) Casullera. José Doménech Valor de Tibi,y de Valencia eran Vicente Tolosa Martínez y JoséBotella, cuyas mujeres pertenecían, la mayoría,también a familias papeleras de esas zonas.

Este primer registro nos muestra un per-fil de jóvenes parejas, que en los padrones deaños más tarde encontraremos ya con varios hi-jos que, como ellos, se implicarán desde niñosen la empresa familiar o se contratarán en otrosbatanes como aprendices.

No podemos olvidar que en los lugares deorigen de estos papeleros, a partir de la segundadécada del siglo XIX, comenzó a importarse ma-quinaria de cardar e hilar, entre otras, producien-do un camino muy favorable a la industria laneraen lo económico y social, principalmente en Alcoy,afectando a la industria papelera de aquella im-portante zona, ya que algunos molinos pasarona ser textiles, repitiéndose a la inversa lo ocurri-do en la mitad del siglo XVIII.

La modernización fue abandonando losmétodos artesanos hasta lograr, después de variosaños, lo que exigía el mercado y las exigencias queel tecnicismo industrial demandaba. Este procesopudo haber dejado a muchos oficiales y operarios,sobre todo a los más jóvenes, sin ocupación, im-pulsando el éxodo a zonas con mayores posibili-dades laborales y que la “modernidad” no hubie-ra irrumpido con la fuerza de Valencia y Cataluña.

Un simple repaso a esas transforma-ciones53 y sólo por mencionar a las familias delas que luego encontraremos algún integrante enAndalucía, justificaría su emigración a otras zo-nas con posibilidades de expansión.

La viuda de Peidro e hijo, junto con JoséGonzález de Abad convienen en transformar su

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molino de papel. En 1820 Pascual Abad es arren-datario de un molino convertido. Veinte añosdespués Lorenzo Abad comparte su molino depapel con la actividad textil. No es extraño en-contrar por lo tanto a Rafael Abad como dueñodel único molino que produce papel blanco enMijas en el momento de mayor producción. Elapellido Pérez, conocido también, está asociadoa la industria textil y a la exportación de máqui-nas de hilar y tejer movidas ya por vapor en 1851,como también a la fabricación papelera, de la quehay referencia de un papelero de nombre Joséen Tibi.

Por otra parte son muy conocidos los fa-bricantes Botella y José Valor que se había insta-lado en la ciudad de Málaga en la década del 30 yluego en Arroyo de la Miel (Benalmádena), don-de eran propietarios de una fábrica de papel54 yque fue el primero en producir papel continuo.

Encontramos una referencia en el partidode Riquer de un Francisco Blanes que poseía tie-rras lindantes con una fábrica de papel y, a me-diados del XVIII Luis Blanes poseía un molino depapel en el río Molinar.

No sólo fue Málaga destino de estos fa-bricantes, en Granada encontramos papelerosemigrados tales como Francisco Pericós casadocon Francisca Gisbert, que se traslada en 1848con dos de sus pequeños hijos, el mayor Francis-co seguirá como papelero en 1888. Vicente Martíllegó en 1830 y a Francisco Martí lo encontra-mos activo en 1859, Rafael Pastor ya estaba en1825 y Antonio Pastor, viudo, llegará en 1837con sus dos hijos, José de 17 y Concepción de15. También se instalarán los alcoyanos JoséBernabé y los hermanos Casanova, entre otros.Por esos años un Pastor fabrica papel en Arroyode la Miel y más tarde, en 1862, Francisco Pastorposee dos fábricas, una de papel continuo y otrade papel de estraza.

En 1866 se produce el retorno desde Mijas,suponemos que a su zona de origen, de la mayo-ría de estos papeleros y sus obreros ya que nofiguran como radicados en la villa. La desin-dustrialización malagueña se producirá claramen-te de manifiesto en los años sesenta y una déca-da más tarde se registra una perdida de pobla-ción en la capital, que aunque se recuperará porun importante movimiento migratorio de los pue-blos cercanos debido al incipiente desarrollo einvolución industrial en los mismos, se agravarácomo consecuencia de la irrupción de los prime-ros síntomas filoxéricos en las vides malagueñas55.

Sólo algunos se quedaron e intentaronexpandirse a otras actividades. Agustín Gil Peidro

invierte en la compra de casas y tierras enFuengirola, Benalmádena y Mijas en 1872 y 1874.Es evidente, además, su solvencia económica ajuzgar por los préstamos efectuados, algunos sincobrar intereses.

Antonio y José Satorre junto a Juan Valorcompran en 1854 cuarenta acciones, cada uno,de la mina La Victoria recién descubierta enBenalmadena56 . Ignacio Estebes Casulleras en1879 permanecía en Mijas y con asuntos en Bar-celona donde su padre Ignacio Estebes Domenechtenía su poder para atenderlos57, Oliver y Brú dela Pobla de Claramunt también permaneció has-ta su muerte en Málaga, y siguió produciendopapel su hijo.

Si la oligarquía malagueña practicaba laendogamia, la clase papelera también. La mijeñaestaba emparentada entre sí por matrimonio58,reforzando y formando una infranqueable barre-ra para los demás, y así continuaron.

Una particularidad de la mentalidad de lasfamilias papeleras a destacar era la de legar sufábrica, que a su vez había sido heredada de susancestros, como en muchos casos los secretosde la fabricación. Siempre es legada a alguien conla capacidad de ser susceptible de continuar conel trabajo. El resto de los hijos recibe la herenciaen dinero, y en el caso de que sea mujer, ésta secasará con un papelero, como veremos en loscapítulos posteriores.

Además del intercambio que sin duda seprodujo entre los locales y los venidos del levan-te, éstos dejaron patente su influencia en losmijeños en el cambio de la denominación de sutarea, de algunos utensilios y productos. Comen-zarán a llamarse “papeleros” o “fabricantes” comoen el resto de España en lugar del tradicionalbatanero.

A partir del siglo XX se generalizará, tam-bién, el nombre de fábrica, no sólo a la papelera,también a las de harina, aceite, conservascárnicas, etc.

SALARIOS Y TAREAS

No podemos asimilar la existencia delobrero de la gran fábrica cuya actividad estabaenteramente dominada por las necesidades de laempresa, a la vida cotidiana del jornalero inte-grado aún, aunque en parte, a la comunidad ru-ral, pasando por el artesanado.

El artesano papelero, grupo social clara-mente definido59, aparece constituido fundamen-talmente por antiguos maestros que entrarán en

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Oficiales de la tina o del obrador. Grabado Turinés s. XVIII.

la ruina a medida que las nuevas técnicas de pro-ducción, y la consiguiente legislación laboral sevayan extendiendo a lo largo del siglo XIX, antelo que tendrán que plantearse su actuación futu-ra: seguir como artesanos o bien adecuarse alnuevo sistema de producción.

Aunque éstos se distinguen de los obre-ros de otras manufacturas conservando una re-lativa autonomía en la organización del traba-jo, ya que dominan una especialización alta-mente cualificada, por lo que no están ínte-gramente sometidos a una voluntad exterior.Los maestros papeleros no son merosejecutantes; pese a su situación limitada in-tervienen en la producción y la venta de suproducto quedando comprometidos en unaestructura económico-social muy particular. No

conocen la integración de un status similar a losobreros de fábrica, ni menos aún pueden ser cla-sificados como “pequeños burgueses”60, clasifi-cación que ocuparán los funcionarios o el comer-ciante al que le importa el beneficio comercialbasado, generalmente, en relaciones de rivalidadcon otros comerciantes.

Los salarios obreros no cualificados sesitúan en Málaga en 6 reales, cantidad inferiora la de cualquier jornalero. Los jornales mala-gueños en este periodo oscilaban entre los 8y los 14 reales diarios correspondiendo la másalta remuneración a carpinteros, panaderos yalbañiles, y los más bajos al hortelano y jor-nalero de fábrica en 8 a 9 reales diarios, y en-tre 10 y 12 a los diferentes oficios entre losque, como veremos, se encuentran los oficia-

les papeleros.

Se mantiene la diferen-cia entre los salarios masculi-nos y femeninos oscilando és-tos entre la mitad o un terciomenos del valor que el de loshombres: alrededor de los 4ó 5 reales en actividades in-dustriales, siendo, por otraparte, verdaderos salarios dehambre los de la numerosapoblación de trabajadores in-fantiles. Concluyendo, pode-mos elaborar una escala des-de los 2 reales de una sirvien-ta a los 14 de un carpintero,siendo de 12 reales el jornalmáximo pagado en la indus-tria papelera local.

Los salarios eran, comoes lógico, diferentes según latarea que hacían durante elproceso de la fabricación delpapel. Se pueden clasificar encuatro grupos o clases: trape-ros, pilateros, oficiales de tina,aparejadores.

El primer grupo cobra-ba, según las arrobas del tra-po escogido, durante las 10horas diarias de trabajo, entre10 y 12 reales. La generaliza-ción de emplear, para estastareas, a mujeres sólo perse-guía rebajar el tanto pagadopor cada arroba, representan-do del jornal masculino un 30% menos, como era común enotras industrias.

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En el segundo grupo se encontraban losobreros que atendían las pilas o los cilindros yganaban por 9 horas diarias en-tre 6 y 7 reales. Cuando se co-menzaron a blanquear las pas-tas estos obreros sufrieron losefectos nocivos del cloro.

Los que se ocupaban dela prensa hidráulica, en las fábri-cas que las habían incorporado,atendían la producción de dostinas, cada uno, por un jornalsemanal de 15 a 17 pesetas, con-siderando que era un trabajomuy pesado.

Al tercer grupo pertene-cían los llamados “oficiales detina” o sea, los sacadores,ponedo-res, levadores ysayaleros. Los dos primerosganaban por cada posta61, que por lo generalles llevaba once horas para cumplir con las con-

venidas, un salario de 12,5 reales. La calidadde la pasta, con la que formaban el pliego, in-fluía mucho en su eficacia. Si tomamos comoreferencia el sueldo de Ghigliotti a principiosde siglo, no hay ninguna diferencia, y éste,además, recibía premios por la producciónanual.

Del trabajo de los levadores y sayaleros seencargaban los niños, aunque nos parezca increí-ble, de 6 a 8 años, y trabajaban las mismas horasque los primeros. En Mijas los registros de niñosen este trabajo son a partir de los 10 años. Loslevadores, según la disposición, llegaban a perci-bir de 8 a 12 reales diarios. Los sayaleros por suparte, según la disposición, cobraban sólo 30céntimos por posta.

Finalmente el último grupo llamado “losaparejadores”, se dividía en dos subgrupos.Los llamados vulgarmente “descosteradores”y los aprendices. Los primeros también eran

niños de 6 a 10 años, y su salario era según sudisposición de 15 hasta 30 céntimos de pese-

ta diaria. Los segundos, o sea, los aprendicesde 10 a 16 años, ganaban de 2 a 4,5 reales por

día.

Debemos suponerque estos salarios se apli-caron, sin descartar varian-tes, al menos en la elabora-ción del coste del produc-to, que es, por otra parteimposible corroborarloante la falta de documenta-ción y la inclusión de partede la familia en el procesoproductivo.

SITUACIÓN LABORAL Y CONDICIONESDE SALUBRIDAD EN LOS MOLINOSDE PAPEL

Las dimensiones recogidas de los batanesen Mijas en los pocos registros, y en los restosde los edificios, sin duda con modificacionesposteriores, que nos han llegado son de reduci-do tamaño. Además, el grupo familiar del arren-datario o el maestro contratado habitaba en ellos,que, por lo general, eran pequeños para albergaruna familia numerosa, con las consiguientes pre-siones y problemas, al convivir integrantes dedistinto sexo, convirtiendo la vivienda o, mejordicho, la habitación en nulas condiciones higié-nicas, imposible de mantener la armonía necesa-ria para el esperado descanso.

En algunos, como veremos más adelante,el propietario del batán o molino vivía en la villao en la ciudad de Málaga, y sólo usufructuaba laparte del alquiler sin ningún interés en el pro-

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Poniendo a secar los pliegos. Xilografía de Torner. s. XIX.

Venta del papel. Xilografía de Torner. s. XIX.

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ducto. En los contratos de arrendamiento se de-termina que no aceptarían como parte de pagoentregas de papel. Por otra parte es curioso elantecedente de los batanes llamados “de Arriba”y “Abajo” que el alquiler consistía en la entregade 30 resmas mensuales, cada uno. Sólo se rea-lizó hasta la muerte del propietario, ya que lue-go se cambiaron esas condiciones.

El responsable del batán repartía las ta-reas de la fabricación, mantenimiento de la ma-quinaria y el edificio entre todo el grupo familiar,los padres o mayores intervenían en las tareasdel batán, los niños y adolescentes eran tambiénde suma importancia en muchas tareas, como seha dicho, que intervenían en el proceso, desde elcomienzo hasta el final.

La jornada del maestro inquilino, junto alresto de los obreros, era de 14 horas, o sea, desol a sol y cuando lo exigía la demanda en hora-rio nocturno. Además, la mayoría se ocupaba, delfuncionamiento del batán y la venta del papel.

En el padrón de 1878 encontramos regis-trados niños de diez años con la denominaciónde batanero o papelero como su ocupación, loque significaba el reconocimiento oficial de su,casi siempre, exigente trabajo, aunque éstos des-de siempre habían sido utilizados en los molinosy batanes de papel.

Aparte de los testimonios recogidos enmúltiples contratos de su actividad y aprendiza-je, es muy ilustrativa su presencia en los múlti-ples grabados y sobre todo las fotografías quereflejaban la actividad de una fábrica de papel endistintos países, y épocas de Europa y que pue-den consultarse en diversas publicaciones62. Elhorario habitual que cumplía un obrero en 1850en la industria malagueña en verano, se extendíade siete de la mañana a siete de la tarde y eninvierno de seis o siete hasta las ocho de la tardecon tiempo para hacer dos comidas de una horacada una63.

Éstos niños intervenían antes de la edadmencionada en tareas que llevaban un granriesgo para su salud y desarrollo, manipulan-do trapos que, por lo general, la suciedad quelos acompañaba era foco de contaminación yproliferación de enfermedades, hasta el pun-to de no permitirse su acopio en los centrosurbanos por el riesgo de infecciones que ellosignificaba. En Granada a principios del XVI,ya hubo un pleito ante la solicitud para insta-lar un molino a orillas del río Darro en la ciu-dad, que finalmente no se autorizó debido alos peligros de infestación de la población porcausas del trapo.

Las condiciones de trabajo de los obrerosde la industria papelera no se diferenciabansustancialmente a otros de su época. En generaltodos vivían los mismos problemas, aunque enlas zonas más industrializadas eran mucho másduras y peligrosas La fábrica y sus instalacionescarecían de higiene y por lo tanto eranprovocadoras de enfermedades y accidentes64.

El empleo generalizado de mujeres y ni-ños, bajos salarios y jornadas de trabajo verda-deramente agotadoras fue la base humana en quese apoyó la industrialización durante el XIX enEspaña.

Esta falta de salubridad responde a su pro-pia naturaleza, el trabajo era penoso, perjudiciala la salud provocando como consecuencia muer-tes prematuras entre los obreros que se dedica-ban a ciertas operaciones inherentes a los mis-mos, siendo frecuentes los accidentes. En AnalesMalagueños se publicaban noticias, por esa épo-ca, de muertes laborales producidas en las fábri-cas de tejidos y algodones de niñas y niños de14 y 15 años65. Aunque como justificación sedecía que no había ningún varón mendigo hastala edad de 14 años, pues las fábricas de papel ypaños les facilitaba la subsistencia con su traba-jo, al estar todos aplicados a él, y sólo en algúncaso de falta de ocupación, recurrían a la limos-na momentáneamente, volviendo al trabajo, encuanto cesaba la suspensión66.

El obrero y su familia no tenían derechoalguno de indemnización en caso de muerte oincapacidad permanente, no se estipulaba, ade-más, en ningún contrato que hemos consultado.Era igual para el arrendatario del batán.

En la mayoría de los contratos67 no se con-templaba prácticamente ninguna excusa, algunastan justificadas, como eran la falta de agua, “ma-los tiempos”68, enfermedades, accidente, muer-te, etc. En otros casos se multaba a pagar en rea-les las resmas que por impedimento del maestroo que el personal no rindiera, y ante alguna en-fermedad grave del firmante, “piadosamente” sefinanciaba la deuda o la rescisión del contrato.No olvidemos que se exigía a la firma de éstegarantías con propiedades si las tenía el inquili-no, o de lo contrario de un tercero.

Para que se tenga una visión de los ries-gos para la salud del trabajo de un batán o moli-no, haremos un breve repaso de las tareas y losobreros que se hacían cargo de ellas, según undocumento de la época69.

“El trabajo de los traperos era muyperjudicial para la salud. El excesivo pol-

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vo del trapo, aún después de haberse qui-tado en parte, al aire libre, en los lugaresdestinados al efecto en el exterior de losedificios, llena por completo el medio am-biente de las traperas. Y al incidir directa-mente en los órganos respiratorios de losobreros, que en ellos trabajan, van produ-ciendo lenta y paulatinamente lesiones irre-versibles que se traducen en enfermedadescrónicas y mortales.

Los pilateros se hallan expuestos apeligros idénticos que los traperos, aun-que por motivos distintos. La infección dela atmósfera que se respira se produce,ahora, por la acción del cloruro que se des-prende, o evapora, del blanqueo de lapasta. Agravado, todo ello, por el ex-cesivo número de horas diarias que setrabajan en tan insalubre operación.

Los oficiales de tina, al igualque los anteriores, se hallan tambiénexpuestos a contraer una enfermedadgrave y mortal, hasta el punto quemuchos de ellos, si no todos, no lleguena la edad de cincuenta años. Y los quede ella pasan quedan imposibilitadospara continuar trabajando, por lo que-brantado que se halla ya su organis-mo.

Entre las principales causas queproducen tan nefastos efectos figuranla suma rapidez con que dichos opera-rios deben realizar su trabajo, lo pesa-dísimo que éste es en sí, así como lamala calidad de la materia prima quese emplea en la fabricación del papel.Todo ello se traduce en que las pastasresulten muy inferiores y que haya ne-cesidad, para poder trabajarlas regu-larmente, de someterlas a la acción delcalor y mantenerlas a una temperatu-ra media de unos 38 grados centígra-dos, obligando a los obreros a sufrir uncalor insoportable que les perjudica enextremo durante todo el tiempo del tra-bajo.

Finalmente cabe decir que la in-dustria papelera es también muy peli-grosa para los operarios encargados delos martinetes. Ya que, por la edad algoprematura de los mismos, por la incómo-da posición en que han de realizar su tra-bajo, así como por el excesivo número dehoras de éste, y al efectuarse por la noche,están expuestos a los accidentes de traba-jo, con la pérdida de alguno de sus miem-

bros, como lo demuestra el sinnúmero deobreros lisiados que hay en esta poblacióna consecuencia de esta clase de trabajo”.

Muchas veces lo que se consumía paraconservar y sostener la vida, no era, en el mayornúmero de los casos, el adecuado para recuperarlas fuerzas perdidas en el penoso y continuo tra-bajo. Las comidas generalmente se componíande frutas de la estación, pan y algunas sopas, yotros alimentos calientes, pero la mayor parteno hacía una comida regular hasta la de su casapor la noche. No olvidemos, además, que el do-mingo era el único día de descanso y en el mejorde los casos también el de la comida másgratificante de la semana.

Para cubrir los gastos del presupuesto fa-miliar mínimo, elaborados por Morales Muñoz,para 6 personas exigía el salario más alto, o sea,14 reales diarios, sin contar los gastos de ropasy medicinas. La población trabajadora estaba malalimentada, mal vestida y alojada en viviendasantihigiénicas, lo que significaba bajo nivel sani-

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Cuadro n.º 4Edad promedio de los bataneros registrados en los padrones

municipales 1851-66.

Elaboración propia.

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tario, elevada tasa de mortandad, abundante men-dicidad y analfabetismo, en definitiva las basesde la problemática social industrial de la ciudady los focos de producción.

Es significativo el retraso con que se pro-pugnarán las leyes sobre la regulación de la cues-tión laboral, así como a la inaplicación casi gene-ralizada de las mismas. Las condiciones de tra-bajo de los obreros malagueños fueron terrible-mente duras y agotadoras, hasta 1860 que semanifiesta una clara preocupación por las condi-ciones materiales y morales de las clases obre-ras, cuando se promulguen tras la presentaciónde diversas proposiciones, unas normasreguladoras básicas de las condiciones de traba-jo referidas, sobre todo, a la población obrerainfantil y femenina. Dichas normas contempla-rán aspectos como la edad mínima, la duraciónde la jornada laboral, la limitación de ciertos tra-bajos por su dureza, la prohibición de trabajosnocturnos de niños y mujeres, etc.70.

La duración de la jornada entre las 10 y12 horas diarias era completamente arbitraria,igual que los salarios, variando según la zona ylos oficios.

La edad promedio, según el registro quehemos obtenido de la documentación, de loshombres y mujeres que figuran como bataneros,papeleros o fabricantes de papel de Mijas, es de25 años los primeros y de 30,5 las segundas, se-gún se desprende de los datos que se anotan enel cuadro nº 4.

Son muy similares los porcentajes que sepublicaban en Anales Malagueños sobre el perso-nal de la empresa de tejidos La industria Mala-gueña S.A, que ocupaba a 1400 obreros en 1852,de los que 243 eran varones adultos, más 184 de10 a 18 años. Siendo la cantidad de mujeresmucho mayor, había 716 obreras de 15 a 25 añosy 275 de 10 a 15 años. Su vestimenta durante eltrabajo era la misma de uso doméstico71.

Las enfermedades más generalizadas enMálaga eran las irritaciones e inflamaciones en lamembrana mucosa laríngea bronquial. El reuma-tismo originado por los bruscos cambios de tem-peratura y por la respiración del polvo de los tra-pos. Eran muy frecuentes las amenorreas origi-nadas por la humedad que produce el riego in-dispensable para la fermentación de los mismos72.

Entre las mujeres la enfermedad más fre-cuente era la anemia, originada al margen de lascausas generales que pueda afectar dicha afec-ción, “tales como deficitarias cuantitativas y cua-litativas de las dietas alimenticias, por la supre-

sión intempestiva de los menstruos en los díaslluviosos, pues en la larga travesía desde su casaa la fábrica llegan completamente mojadas, ade-más de afecciones estacionales o crónicas laten-tes como la clorosis en jóvenes de 15 a 20 años”73.

Madoz nos informa en su diccionario, queen Mijas las enfermedades más comunes eran lacalentura y la pulmonía, aunque leves debido aque la villa estaba ventilada y su clima era tem-plado y agradable y no le faltaba razón, sigue sien-do a pesar de la superpoblación actual muy salu-dable.

Aunque estas afirmaciones sólo respon-den al criterio higienista que tomó gran augedesde fines del XVIII hasta que entra en deca-dencia con el descubrimiento de la bacteriologíaa fines del XIX. Se partía de la consideración dela gran influencia del entorno ambiental y delmedio social en el desarrollo de las enfermeda-des, criticando la falta de salubridad en las ciuda-des industriales, como el trabajo y condicionesde vida fabriles. Los médicos de este periodo rea-lizaron toda una serie de investigaciones empíri-cas de tipo sociológico y geográfico74, que en elmejor de los casos no podían prevenir ni paliarlas catastróficas consecuencias producidas por elcólera, la fiebre amarilla y las enfermedades yaccidentes propios de éste y de otros trabajosde la industrialización.

Málaga en el siglo XIX sufrió pestes talescomo las de 1803-1805 que resultó mortal parael 37 % de la población. Las de cólera morbo de1854-55 y 1860 dejaron también su lamentablesaldo, sólo por mencionar las que registran muer-tes en esta industria en Mijas y Arroyo de la Miel.En 1855 entre las muertes producidas por el có-lera morbo en Osunilla se encuentra el bataneroGregorio Sánchez Porras de 59 años75. En 1885se repetirá nuevamente otro brote.

El balance que se hizo en 1853 sobre lafiebre amarilla fue muy negativo. En comparacióncon otras del siglo, ésta “había diezmado la po-blación de Málaga”, aunque no se la consideróendémica, ya que se afirmó que todas estas pes-tes procedían de las Antillas españolas. Las ante-riores de 1813 y 1821 fueron las más benignas,comparándola con la de 1803 que mató a 40.000malagueños76.

El proletariado, por lo general, será la víc-tima propiciatoria de la enfermedad. Sus bajosniveles económicos impiden la inmigración, sualimentación, siempre deficitaria, se ve aún máscomprometida por la elevación de los precios, elcierre de los comercios y los talleres hace dismi-nuir los recursos de subsistencia, y la emigración

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

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de las personas pudientes dificulta incluso lamendicidad. Existió una evidente pérdida demaestros de los distintos gremios malagueños77.

LA MANO DE OBRA FEMENINAE INFANTIL EN LA FABRICACIÓNDEL PAPEL

Las mujeres y los niños que trabajaban enlos batanes mijeños representaban, del total delos obreros, el 31 % las primeras, y el 30 % losniños, según nos muestra el cuadro n.º 5, peroestos cálculos corresponden sólo a la informa-ción de los padrones municipales, que nos danpersonal aproximado para once batanes con unatina y un cálculo de ocho operarios para cada uno.

Durante el gran auge productivo de losmolinos de papel de la provincia que estaban enla costa de Málaga, el empleo femenino era muysuperior (cuadro nº 6), y en cuanto a Málaga elgrueso de la mano de obra se encontraba enMijas con una proporción de este personal tam-bién superior con un 44% el femenino y 11% elinfantil (véase cuadro nº 7).

En toda la Andalucía industrial era, porentonces, abundante la presencia femenina. Esen el sector textil donde se registra una deman-da de elevada proporción femenina, donde lasniñas también eran parte de la mano de obrabarata, en el manejo de los telares, hilando, te-

jiendo y blanqueando en las diferentes poblacio-nes donde se desarrollaba esta actividad, igualque en la alfarería y el cocido de los cordobanesprincipalmente.

La sedería de Coín, establecida en 1852,con 110 telares montados, empleaba 200 muje-res en 1862. Esta mano de obra femenina permi-tía, al ser inferior su remuneración, bajar o man-tener los costes del producto enfrentada a losmejores precios y mayor diversidad de la textilcatalana.

El empleo de mano de obra de mujeres yniños en la fabricación papelera viene, práctica-mente desde sus orígenes. Ya en el siglo XVI lamujer era una fuerza laboral no contada, no sóloen las tareas domésticas, sino en otras activida-des económicas, aunque los documentos apenasrecogen noticias directamente sobre ellas.

Retornando a la época de este trabajo,encontramos algunos datos que afirman lo di-cho. Tomemos el ejemplo de una de las zonaspapeleras más importantes de Génova, la villa deFabbriche. A principios del XVIII el porcentaje demujeres ocupadas en los molinos de papel erade 285 y 118 niños, contra sólo 144 hombres,representando el 74% de la mano de obra em-pleada.

En Alcoy, de 510 trabajadores 156 eran ni-ños78 y en Banyeres de Mariola de 400 obreros100 eran niños y un porcentaje mayor de muje-res. En la fábrica de abanicos y litografías de Má-laga su personal, que se contaba entre 400 y 500obreros, lo integraban también mujeres y niños.

De las tareas de selección y envasado delas pasas, almendras, higos secos, llamadas “lafaena”, se ocupaban cientos de mujeres en loslocales habilitados por los exportadores.

El trabajo de la mujer, ayudada muchasveces por los niños, comenzaba con el escogidodel trapo, donde separaban los de lino y de algo-dón, los tejidos de lana o los ribetes, apartandoel de colores, quitando los botones y deshacien-do las costuras, clasificando alpargatas y cuer-das, y el papel y cartones que se reciclaban. Eratarea femenina también, en algunos molinos, lafunción del levador, que consistía en desprendercada pliego del sayal. Cuando se completaba laposta, junto con un muchacho arrastraba laponedera o tablero hasta dejarla bajo la prensa,ayudando al laurente y el ponedor que la prensa-ban para la eliminación del agua.

Luego de separar los sayales de los plie-gos de papel, terminaban llevándolos al secade-

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

Cuadro n.º 5Total de bataneros y papelerosen el de padrón de 1878.

Elaboración propia.

Cuadro n.º 6Número de operarios de la industria papeleraandaluza en 1862*.

*Se incluye el personal (24) de las tres tinas de Jaén.

Cuadro n.º 7Número de operarios de la industria papeleramalagueña en 1862.

Fuente: Francisco Giménez Guited (1862).

98 CILNIANA

ro donde otras mujeres los colgaban, luego desecado los separaban y los apilaban. Lasescogedoras revisaban hoja por hoja la totali-dad de la resma observando los defectos yseparaban el bueno del quebrado, del corto ydel roto. Estas tareas, entre muchas otras, po-dían estar ocasionalmente hechas por hom-bres, pero por lo general las descripciones delsiglo XVIII y los grabados que las ilustran nosconfirman lo contrario, del mismo modo losniños también colaboraban en el troceado oesquinzado de los trapos antes de llevarlos alpudridero.

En los centros de producción importan-tes por la organización y estructura, los ofi-ciales, aparte de su sueldo, comían y pernoc-taban en su lugar de trabajo, o sea, la fábrica.Sin embargo, los niños (aprendices) por suedad comían o, debían de hacerlo, en sus ca-sas según ciertas reglamentaciones que a me-diados del siglo XVIII se habían implementado,recibiendo aparte de su salario una cierta can-tidad de alimentos.

Los niños estaban en calidad de aprendi-ces durante cuatro o seis años y luego eran exa-minados por una comisión de expertos para ac-ceder al rango de oficiales y maestros del arte dehacer papel, y así poder gozar de la retribucióneconómica a su nueva responsabilidad.

Se cumplían grandesformalidades en la admisión delos aprendices. En Valencia aprincipios del siglo XIX el tiem-po en calidad de aprendiz deun muchacho era de seis años,corriendo a cargo del maestroque lo tomaba a su cargo “... eldeber de instruirlo en la creen-cia católica, cuidarlo y si moti-vos diere castigarlo y retarlo entermino regulares”.

El fabricante FranciscoMoltó pagaba al niño VicenteCarbonell 10 reales los dos pri-meros años, 14 reales el cuar-to, 16 el quinto y 20 el sextoaño para alimentos y 6 librasde salario anual.

Otro documento deAlcoy de 1776 nos dice que Ni-colás Martorell pone, dada la in-clinación al oficio papelero, a suhijo Matheo en la fábrica dePascual Abad por dos años para“que se le instruya en el ejerci-cio de esas oficinas y operacio-

nes que les pareciere al mejor desempeño y servi-cio”. Aquél recibiría 3 sueldos diarios por vía dealimentos y 14 libras cada año. En el caso de seradmitido y si se quedaba en el molino de sus ins-tructores, éstos le pagaban como a un oficial79 .Pocos lograrían llegar a esa categoría laboral, dadala cantidad de niños ocupados durante tantos añosen el aprendizaje o, por decirlo más directo, la ex-plotación que se le hacía con el fin de llegar a lamaestría.

En Cataluña se empleó en algunos moli-nos durante el siglo XIX el sistema de balaires.Este consistía en que el propietario se encargabade la compra de la materia prima y la venta delpapel, y de la fabricación el balaire, al que se lepagaba por la cantidad de balas producidas en elmolino, de donde se origina su denominación.

Se responsabilizaba de la manufactura yse encargaba del alojamiento y comida del per-sonal en el edificio o molino. Debajo de éste,jerárquicamente, venían los encargados, oficia-les y aprendices.

Es obvio hablar de los abusos que se co-metían, motivo por el que se eliminó a princi-pios del siglo XX este sistema de producción. Elbalaire asignaba el jornal a los trabajadores, y laproporción de las 3 pesetas pagadas a los hom-bres, descendía a 6 reales para las mujeres; el 50

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

Niños esquinzadores. Grabado de L. J. Goussier y Bernard. S. XVIII.

CILNIANA 99

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

% menos. No se contemplaban las horas extrastrabajadas y los aprendices no recibían salariodurante los tres años que duraba el aprendizajesolamente se les daba la comida y se les proveíade la cama en el mismo molino.

Al pasar a ser ayudantes de máquinas ocilindros recibían del balaire una semana de suel-do de ayudante como recompensa por haber as-cendido de aprendizaje80.

En el norte de Portugal, a mediados delsiglo XIX, en las fábricas de papel del Concejo deTerras de Santa Maria, se empleaba la mano deobra femenina e infantil o “moços” que pertene-cían a la categoría de aprendices81.

La fabricación de libritos de papel de fu-mar también utilizó a mujeres y mayoritariamentea niñas de 10 a 12 años, a las que le resultabamás fácil y rápida la manipulación de las peque-ñas hojitas.

En los batanes de Mijas los niños y lasniñas eran oficialmente bataneros a partir delos 10 años, lo que no descarta, sino que afir-ma, que trabajaban ya antes de la edad en quese les empadronaba como bataneros, y sobretodo por ser los hijos de los encargados o pro-pietarios del batán. En la zona valenciana laedad mínima estipulada era de 12 años, aun-que como hemos visto en el capítulo anteriorno se respetaba.

La instrucción la hacía el padre o elmaestro, aunque la madre o la mujer papelerade Mijas también pudo haber cumplido estafunción de enseñar a sus hijos e hijas las ta-reas de la fabricación. No olvidemos que algu-nos molinos de papel de la costa tuvieroncomo propietarias-fabricantes a varias muje-res. Por otra parte, debemos suponer que lasexigencias de perfección en el de estraza nolo eran tanto.

Ya en el catastro del Marqués de la Ense-nada (1755) queda registrada Theresa Gallardocomo copropietaria junto al también molineroJoseph de Roa de un molino de papel en la ciu-dad de Málaga. El batán de papel de estraza lla-mado “María Josefa” de Benalmádena, lo trabaja-ba en 1803 María del Valle y Padilla, y MaríaFernández del Valle desde 1805 hasta 1852 quecontinuará en él María J. Navarrete.

Teresa Sánchez por su parte se hizo car-go, al morir su marido, del arrendamiento y pro-ducción del molino de papel de Frigiliana82.

En Osunilla, como veremos más adelante,fueron varias las propietarias de batanes, y agre-gamos ahora, como operarias a Juana AmesMárquez, que trabajaba junto a su hijo despuésde quedar viuda, y a Lázara Cortés Ríos, que lohace con el suyo después de separarse del mari-do, estado que también quedaba registrado enlos padrones.

Operarias examinando, plegando, alisando y contando el papel. Grabado de L.J. Goussier y Bernard. Siglo XVIII.

100 CILNIANA

Podemos hacer el seguimiento de losbataneros mijeños durante más de medio siglo,que han transmitido los conocimientos de pa-dres a hijos, aunque sin excluir en el aprendizajea otros parientes.

ALFABETIZACIÓN

El abandono de la educación de la clasepopular u obrera sólo procede compararla con lamala nutrición corporal, las menos favorecidaspor el escaso grado de instrucción generando porlo tanto los mayores niveles de analfabetismo.Hubo acuerdos y mociones adoptadas por la JuntaProvincial de Gobierno de la Nación y la JuntaProvincial de Málaga a favor de una mayor ins-trucción de grado, y también los “reglamentos”y “estatutos” de la mayoría de las sociedadesobreras muestran esta preocupación por la ins-trucción de la clase obrera83.

En la villa, por estos años, como hemosdicho, tenían un maestro y una escuela de pri-meras letras que, según los relativos datos deMadoz, asistían 184 niños y 120 niñas. En 1866se había reducido la cantidad de niños que asis-tían a la escuela a un total de solo 184: Mijashabía sufrido las pestes de años atrás y las nue-vas de cólera morbo de 1854, 1855, 1860 redu-jeron la población en 1128 habitantes menos quelos que habitaban la villa en los 1297 edificios en1851.

Como vemos, resulta muy significativo elbajo porcentaje de alfabetización representado enel cuadro n.º 8: sólo el 6% corresponde a los ni-ños. Mayor es el porcentaje de los hombres conun 9%, siendo nulo el de las niñas. Reiteramos queestos porcentajes responden a los padrones, aun-que debemos tener en cuenta que era muy supe-rior el personal que recogemos en el cuadro nº 7.

Debemos concluir que los niños que tra-bajaban en la zona rural y batanera no recibíaninstrucción escolar. Aunque tampoco lo hicierontodos los que figuran domiciliados en el pueblo.

La alfabetización de la mujer, que llevabala peor parte, era sólo del 1%. Ésta debía afron-tar, además de las tareas del batán, a la que yame he referido, todas las que les exigía el man-tenimiento de la casa y de los hijos.

El censo oficial de población de 187784 fijael porcentaje de analfabetos en Málaga en el 71.4%mientras que el nacional se sitúa en el 71.8% y delos alfabetizados sólo una mínima parte accedía ala segunda enseñanza, aunque la población infantilfuera de la capital se ve a muy temprana edadimpulsada a aprender un oficio remunerado.

El anuario estadístico de fines del siglo XIXes muy ilustrativo sobre este aspecto en la pro-vincia. De su población de 523.212 habitantessaben leer sólo 1.478 personas y leen y escriben105.499, lo que nos da un total de analfabetosde 415.892 (74.8%), quedando fuera 543 de lasque no hay datos. De este porcentaje el 72.7%eran hombres y el 76% mujeres. Era menor el por-centaje de analfabetos de la población de la capi-tal con el 64,5%.

Muy similares nos resultan las cifras da-das para las fábricas de papel de Paços de Brandao(norte de Portugal), donde el 89 % de los 223 tra-bajadores eran analfabetos85.

Volviendo a los niños, éstos sufrían loscambios temporales de ocupación a que esta-ban sometidos sus padres. He encontrado enlos censos algunos bataneros, figurando alter-nativamente en otras ocupaciones relaciona-da con el campo.

El conocimiento exigido para la supervi-vencia era exclusivo a las tareas que proveían elsustento diario al grupo familiar, casi siemprenumeroso, fuertemente arraigado a la tradicióndel campo y a la conciencia de clase que por en-tonces era imposible franquear.

LOS AÑOS DEL DESARROLLO

El desarrollo de la industriapapelera mijeña irá paralelo a laevolución y a los avatares de la in-dustria y el comercio de la provin-cia. Su especialización, a la que yanos hemos referido, fue desde suscomienzos propiciada para pro-veer a la producción agrícola y sucomercio principalmente, y siguiófiel a este cometido, llegando a susaños más productivos en la déca-da de los sesenta, y que a partirde éstos comenzará a reducirsehasta su completa extinción.

Cuadro n.º 8Obreros alfabetizados de los batanes de Mijas segúnel padrón de 1778.

Elaboración propia.

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

CILNIANA 101

Es en estos años cuando encontra-mos una sólida estructura de estas fábri-cas y su economía, que hemos volcado enlos cuadros n.º 9 y 10 con la producción,capital, tinas y la cantidad de operarios,junto a la lista publicada dos años más tar-de, los que marcan el momento de mayorproducción papelera, representando el 83% de las tinas activas y el 70.5% de opera-rios del total malagueño.

LA PRODUCCIÓN

Hemos elaborado un cuadro aproxi-mado (n.º 11), tomando como base la pro-ducción de Málaga y deslindando la canti-dad de tinas de Mijas y su producción,promediando como media un peso de 11libras por cada resma entre los valores máscomunes de 10 y 12 libras.

Esta aproximación nos acerca a lacantidad de materias consumidas anual-mente.

Notas

1 Arrendados por Félix Solesio, asentista de la fá-brica de Macharaviaya desde 1781 para producir es-traza y blanco para naipes.

2 En la bibliografía se anotan los principales auto-res que se han ocupado ampliamente sobre la fabrica-ción del papel en España. Véase la recopilación de HI-DALGO BRINQUIS, María del Carmen: “Bibliografía de la histo-ria del papel y sus filigranas”, Actas II Congreso AHHP, Cuenca,1997

3 BALMACEDA, José Carlos: Los batanes papeleros de Málagay su provincia, Málaga: Universidad de Málaga, 1998.

4 Véase mi trabajo: Filigranas. Propuestas para su reproduc-ción, Málaga: AGNA - Universidad de Málaga. 2001.

5 Por lo general el papel de estraza no recibía aglutinante.6 GARCÍA SERRANO, Rafael: “El molino del hospital gene-

ral de Pamplona”, Cuadernos de etnología y etnografía de Na-varra n.º 6, 1974. (León, Rafael lo transcribe en: Se trata delpapel, Universidad de Málaga, 2001 pp. 350-352).

7 Mas o menos 1.26 m.

8 Éstos también se ocupaban de los canalizos de madera ysu colocación interior en el canal de piedra. El carpintero JuanPérez y su hijo cobraban un jornal de 19 reales, siendo la ma-yor proporción para el padre como maestro. AHPM. Leg. P 4273,f. 420.

9 En Benalmádena integraba el equipo de tasadores unmaestro de molinos.

10 AHPM Leg. P 4281, f. 39. Partición de bienes de los here-deros de Rosalía de Vega.

11 Sólo a este carpintero le acompañaba el término mecá-nico, como distinción de su especialidad.

12 En 1883 Málaga contaba con 15 imprentas y 9 litogra-fías. BALMACEDA, José Carlos: “Las tiendas y almacenes depapel en la Málaga del XIX”, Córdoba: IV Congreso del papelen España AHHP. 2001.

13 Por su calidad recibió varios galardones en varias mues-tras tal la de Londres de 1851.

14 AHPM. Leg. P. 6710, f.253.La trama de la forma para sacar el papel de estraza podía

llevar sólo 245 hilos al no ser tan cerrada como la de los pape-les de escribir, 300 hilos, y menos que la del florete que es máscerrada aún, 320 hilos. SERRANO, Rafael: Op. cit.

15 AHPM. Leg. 3844.16 Es posible ver todavía en los pueblos de la Axarquía los

paseros orientados hacia el sol.17 BALMACEDA (2001), “Las tiendas y almacenes...” Op. cit.18 URBANO, Ramón A.: Guía de Málaga, Málaga, 1898.19 Existe una valiosa colección de envases litografiados para

pasas en el Museo de Artes Populares Díaz de Escobar deMálaga.

20 Arroyo los Pilones, Seco, la Cala, la Chorrera, el Cañave-ral, Blanco, Infierno, Tajo, Ortejones, del Campillo, del Cañuelo,Espartero, las Cajas, Pajares, Chico, Real y muchos otros.

21 La materia prima y las cargas de papel también se trans-

Cuadro n.º 10Papeles producidos en los batanes mijeños durante 1862-64

Fuente: Francisco Giménez Guited (1862).* Creemos que se trata de Miguel Oliver y Brú, ya que no existe ninguna referen-cia con ese apellido, y sobre todo, si tenemos en cuenta la producción del fabri-

cante y el registro de la compra de un molino próximo al suyo.

Cuadro n.º 11Materias primas y producción anual de papel en Mijas.

Elaboración propia.

Cuadro n.º 9Censo de tinas, capital y operarios de los batanesmijeños en 1862.

LA INDUSTRIA PAPELERA DE MIJAS

102 CILNIANA

portaban al molino de Maro (Nerja), por este medio.22 Eran los caminos construidos a expensas del estado y

que comunicaban las poblaciones de cierta importancia.23 El cálculo de Briquet es de alrededor de 2000 litros de

agua por l kg de papel. Janot, citado por Robert Estier (1997),estableció 700 litros por kg y hora.

24 AHPM. Leg. P 4273, f.291-2.25 Comprado a los herederos de Cristóbal de Mérida. AHPM.

Leg. P 4282, f. 174/5.26 AHPM. Leg. P 4282, f.176.27 ZAMORA BERMÚDEZ, Manuel: Op. cit.28 AHPM. Leg. P 4274, f.136.29 AHPM. Leg. P 5482, f.53030 AHPM. Leg. P.4286, f. 140.31 AHPM. Leg. P.4286, f. 534.32 AHPM. Leg. P.5432, f. 314.33 AHPM. Leg. P.4278, f. 1.34 AHPM. Leg. P.5434, f. 244.35 AHPM. Leg. P.5434, f. 425.36 AHPM. Leg. P.5434, F.267.37 AHPM. Leg. P.5434, F.270.38 BALMACEDA, José Carlos (1998): Op. cit., pp. 34.39 AHPM. Leg. P.4286, f. 40.40 AHPM. Leg. P.5432, f. 42.41 Sólo se menciona en los contratos de arrendamiento de

Sáenz de Tejada de 1799.42 Aunque ya se había tratado de impedir la venta de tra-

pos, será en el XVIII cuando se endurezca la salida de éstos ylas carnazas a través de las reales órdenes de los años 1728,1737,1753, 1756, 1765, 1767, 1776, 1778, 1780.

43 Con la intención de propiciar una mayor y mejor pro-ducción se otorgaron franquicias que contemplaban el dere-cho a comprar el trapo a fabricantes de Ávila, Madrid, Cuenca,Cataluña, Galicia, etc.

44 Equivalía a 46 kg.45 BALMACEDA (2001), “Las tiendas y almacenes...”. Op. cit.46 El fabricante Juan Valor tenía en depósito, según un in-

ventario de 1869, 631 arrobas de papel de desecho de pasas.BALMACEDA (1998): Op. cit. pp. 147.

47 La industria de estos pueblos era, ahora, principalmen-te de fábricas de hilados y tejidos de lana, algodón y de aguar-diente.

48 Véase los capítulos sobre los molinos de Torremolinos yArroyo de Miel en mi trabajo, (1998): Op. cit.

49 Entre 1860 y 1877 la población creció el 23,3% frente al11% de la media andaluza y el 6% de la nacional, MORALESMUÑOZ, Manuel: Economía y sociedad en la Málaga del siglo XIX,Diputación Provincial de Málaga, 1983 pp. 19-20.

50 BALMACEDA (2001), “Las tiendas y almacenes...”: Op .cit.51 Con toda seguridad son integrantes de la familia pape-

lera de la República Ligur, que sus papeles tuvieron una de grandifusión, desde finales del XVIII, marcados con hermosas fili-granas del apellido y la alegoría de Varenna, nombre del to-rrente que movía las ruedas de sus molinos.

52 Aunque de origen catalán, había estado residiendo enGranada.

53 Apuntadas por MOYA MOYA, José: Libro de oro de la ciu-dad de Alcoi, Alcoy. 1992.

54 Ampliamente expuesta su actividad en BALMACEDA, JoséCarlos (1998): Op. cit.

55 MORALES MUÑOZ, Manuel: Op. cit, pp. 21.56 AHPM. Leg. P. 4282.57 AHPM. Leg. P.4288, f. 433.58 Fue practicada por todas las comunidades papeleras

creando, en algunas zonas, verdaderas dinastías familiares conpoder e influencias.

59 Los papeleros nunca se agremiaron, aunque tenían unaestricta y marcada jerarquía entre los diferentes operarios, ysu especialidad, como su aprendizaje estaba liderado por elmaestro en cada batán o molino.

60 MORALES MUÑOZ, Manuel: Op. cit.61 Según un informe obrero de Alcoy, se exigían 18 postas

diarias, la misma cantidad que producía el molino de papel

blanco Santa Rita de Mijas.62 Se reiteran los abusos en las fábricas de papel: “hay

muchos niños de trece ó catorce años, los cuales se mandan asus casas a las nueve de la mañana para que vuelvan a las cincode la tarde a fin de trabajar toda la noche” dedicándolos “amachacar (se refiere al satinado del papel con el martinete) elpapel, operación sumamente peligrosa”. “Los niños entran enlas fábricas a los seis años y las niñas a los ocho”. PÉREZPLANELLES, Francisco: “Plan estadístico de la villa de Alcoy1807”. Edición e introducción de Ismael Vallés. Sección de geo-grafía de la Universidad de Valencia. Ayuntamiento de Alcoy.1983. pp. 290 - 317.

63 MARTÍNEZ MONTES, V.: Topografía médica de Málaga,Málaga. 1852.

64 En el apartado de inválidos del trabajo en los molinos seexponía “la falta de higiene que en general tienen nuestras fá-bricas”, “el hacinamiento en que se tiene al obrero por la estre-chez del espacio y la falta de separación de sexos”, “con grancontingente de fallecimientos que la tuberculosis origina en lalocalidad”. PÉREZ PLANELLES, Francisco (1983): Op. cit., pp. 272.

65 MATÍNEZ MONTES, V.: Op. cit.66 PÉREZ PLANELLES, Francisco (1983): Op. cit., pp. 7.67 Véase el capítulo de Torremolinos y Arroyo de la Miel.

BALMACEDA (1998): Op. cit.68 Se refiere a los momentos de conflictos políticos inter-

nos o externos.69 Me he basado en la exposición de los obreros de la in-

dustria papelera recogidas en el informe, “Situación laboral ysocio económica de los obreros de la industria papelera deAlcoy 1864-1884”, recuperado y publicado por AntonioCOLOMA PÉREZ en la ciudad de Alcoy en 1985, que con algu-nas variantes pueden aplicarse a la mayoría de los obreros deesta industria en cualquier zona papelera y en ese momento.

70 Normas recogidas por la Ley Benot. MORALES MUÑOZ,Manuel: Op. cit.

71 MARTÍNEZ MONTES, V.: Op. cit.72 Registramos algunas afecciones de la familia Valor: la

ataxia mató a Matilde, Rita murió de peritonitis puerperal a los28 años, su madre de apoplejía y su padre Juan Valor y Pérezde una afección al pecho.

73 Citado también por Manuel Morales Muñoz: Op. cit.74 URTEAGA, Luis: “Miseria, miasmas y microbios. Las to-

pografías médicas y el estudio del medio ambiente en el sigloXIX”, Cuadernos críticos de geografía humana n.º 29, Barcelo-na. 1980.

75 AHPM. Leg. P.4285, s/f.76 Ya la peste de los años 1678-80 había interrumpido el

comercio entre Málaga y Mijas. Éstas provocaban la paraliza-ción y el riguroso aislamiento por parte de las otras ciudadescomerciales andaluzas no afectadas, reacias a cualquier conta-gio, tal el caso de las mencionadas, y sobre todo la de 1637que gravitó de manera directa sobre la villa, quedando tan ais-lada la población que el alcalde asumía atribuciones políticas.Mijas soportó otros desastres como el terremoto en 1680 quedisminuyó su población de 374 a casi la mitad, derrumbó 37casas y el resto quedaron inhabitables. No se informó lo suce-dido en los alrededores donde se encontraba Osunilla.

77 CARRILLO MARTOS, Juan Luis: “La enfermedad y socie-dad en Málaga del siglo XIX”, Gibralfaro n.º 24. Málaga. 1976.

78 PÉREZ PLANELLES, Francisco: “Plan estadístico de la vi-lla de Alcoy 1807”. Edición e introducción de Ismael Vallés.Sección de geografía de la Universidad de Valencia. Ayunta-miento de Alcoy. 1983.

79 MOYA MOYA, José: El libro de oro de Alcoi, Alcoy. 1992.80 VINYES I VILÁ, Josep M. y otros: Guarro Casas, 300 años

de historia 1698-1998, Cataluña, 1998.81 SANTOS, Maria José: A indústria do papel, em Paços de

Brandao e Terras de Santa Maria, Camara Municipal de Santa Mariada Feira, Portugal, 1997.

82 BALMACEDA (1998), Op.cit., pp. 24, 49, 128.83 MORALES MUÑOZ, M.: Op. cit., pp. 105.84 Instituto Geográfico y Estadístico, Madrid, 1877.85 SANTOS, María José: Op. cit.

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