la imaginación sociológica

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La imaginación sociológica

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  • Primera edicin en ingls, 1959 Primera edicin en cspai'iol, 1961

    Decimocuarta reimpresin . 1994 Segunda edicin, 1997

    Primera rcimprc~i6 n , 2000 Tercera edicin re"isada, 2003

    Segunda reimprcsin, 2005

    Milis. Charles Wright La imaginacin sociolgica I Charles Wrighl Milis; trad . de

    Florentino M Tomer ; prlogo de Cina Cerlllani ; eplogo de '!'odd Gillm. - 3~ cd. - Mxico : FCE, 2003

    255 p.; 21 x 14 cm - (Colce. Sociologa ) ''julo original ' I'hc SociologicJ I Jmagination. ISBN %8-16-6794-8

    I Sociologfa 2. Ciencias Sociales 1. Torner, Florentino M , Ir. 11 . Germani , Cina. prol.lI l. Gil!in, Toclcl, eplogo IV. Ser V. t

    Le 11 61 M5518 Dcwcy 30 I M657i

    f)i~ t"bllci6n mundial para lengtla espaola

    Comclltarios) sugerencias: cditorial@fondodcculluraeeonomica,com wwwfondodccullur:lcconomica COIn Te!. (55)5227-4672 ra> (55)5227-4694

    '1 tulo o rigmal: ''he SoclOlogicallmaglnation te> 1959,2002, Oxford Univ('r~ity Pn:~~, Nu

  • 1. LA PROMESA

    Hoy EN olA los hombres advierten con frecuencia quc sus vidas privadas son una serie de 3Ilagazas. Se dan cuenta de que en sus mundos cotidianos no pueden vencer sus dificultades, y en eso muo chas veces tienen toda la razn: 10 que los hombres corrientes saben directamente y lo que tratan de hacer est limitado por las rbitas privadas en que viven; sus visiones y sus facultades se limitan al ha bitual escenario del trabajo, de la familia, de la vecindad; en otros medios, se mueven por sustitucin y son espectadores. Y cuanto ms cuenta se dan, aunque sea vagamente, de las ambiciones y de las amenazas que trascienden de su ambiente inmediato, ms atra-pados parecen sentirse.

    Por debajo de esa sensacin de estar atrapados se encuentran cambios aparentemente impersonales de la estructura misma de so-ciedades de dimensiones cQntinentales. Los hechos de la bistoria contempornea son tambin hechos relativos al triunfo y al fracaso de hombres y mujeres individuales. Cuando una sociedad se indus-trializa, el campesino se convierte en un trabajador, y el seor feu-dal es liquidado O se convierte en un hombre de negocios. Cuando las clases suben o bajan, un hombre tiene trabajo o no lo tiene; cuando la proporcin de las inversiones aumenta o disminuye, un hombre toma nuevos alientos O se arruina. Cuando sobrevienen guerras, un agente de seguros se convierte en un lanzador de cohe tes, un oficinista en un experto en radar, las mujeres viven solas y los nios crecen sin padre. Ni la vida de un individuo ni la his-toria de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas.

    Pero los hombres, habitualmente, no definen las inquietudes que sufren en relacin con los cambios histricos y las contradic-ciones institucionales. Por 10 comn, no imputan el bienestar de que gozan a los grandes vaivenes de la sociedad en que viven. Rara vez conscientes de la intrincada conexin entre cI tipo de sus pro-pias vidas y el curso de la historia del mundo, los hombres corrien-tes suelen ignorar lo que esa conexin significa para el tipo de hombres en que se van convirtiendo y para la clase de actividad histrica en que pueden tener parte. No poseen la cualidad men-tal esencial para percibir la interrelacin del hombre y la sociedad, de la biografa y de la historia, del yo y del mundo. No pueden hacer frente a sus problemas personales en formas que les permi-tan controlar las transformaciones estructurales que suelcn cstar detrs de ellas.

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  • LA PROMESA

    No es de edranar, desde luego. En qu ~poca se han visto tantos hombres expuestos a paso tan rpido a las saclldidas de tan-tos cambios? Que los norteamericanos no hayan conocIdo cam-bios tan catastrficos como los hombres y las mUJeres de otras sociedades, se debe a hechos histricos que ahora se van convir-tiendo velozmente en "mera historia". La historia que ahora afecta a todos los hombres es la historia del mundo. En este escenario y en esta poca, en el curso de una sola generacin, la sexta parte de l. humanidad de feudal y atrasada ha pasado a ser modema, avanzada y temible. Las colonias polticas se han liberado, y han surgido nuevas y menos visibles formas de imperialismo. lIay re-voluciones, y los hombres sienten la opresin intema de nuevos tipos de autoridad. Nacen sociedades totalitarias y son reducidas a pedazos .. . o triunfan fabulosamente. Despus de dos sIglos de dominio, al capitalismo se le seala slo como uno de los medIOS de convertir la sociedad en un aparato industrial. Despus dc dos siglos de esperanza, aun la democracia formal est limitada a lIna porcin muy pequea de la humanidad. Por todas partes, en el mundo subdesarrollado, se abandonan antiguos estilos de vida y vagas expectativas se convierten en demandas urgentes. Por todas partes, en el mundo superdesarrollado, los medios de ejercer la autoridad y la violencia se hacen totales en su a\cane~ y burocr-ticos en su forma. Yace ahora ante nosotros la humamdad mIsma, mientras las supemaeiones que constituyen sus polos concentran sus esfueiZos ms coordinados e ingentes en preparar la tercera guerra mundial.

    La plasmaein misma de la historia rebasa actualmente la ha-bilidad de los hombres para orientarse de acuerdo con valores pre-feridos. Y qu valores? Aun cua~do no se s!e~tan eonsternado~, los hombres advierten con frecuencia que los vIeJos modos de senhr y de pensar se han ido abajo y que los. comienzos ms recientes son ambiguos hasta el punto de produCIr parhs.s moral. Es de extra.iar que los hombres corrientes sientan que no pueden hacer frente a los mundos ms dilatados ante los cuales se encuentran de un modo tan sbito? Que no puedan comprender el sentido de su ~poca en relaci6n con sus propias vidas? Que, en defensa dc su \'0, se insensibilicen moralmente, esfotndose por segmr SIendo ilOmbres totalmente privados o particulares? Es de extranar que estn poseldos por la sensacin de haber sido atrapados?

    No es s610 inforolaei6n 10 que ellos necesitan. En esta Edad del Dato 1J infonuaein domina con freellcncia '" atencin v re-basa su capacidad para asimilarla. No son slo destrezas intelee-

    LA PROMESA 2S

    tuales 10 que necesitan, aunque muchas veces la lucha paTa conse-guirlas agota su limitada energa moral.

    Lo que necesitan, y 10 que ellos sienten que necesitan, es una cualidad mental que les ayude a usar la informaci6n v a desarrollar la razn para conseguir recapitulaciones lcidas de -lo que ocurre en el mundo y de lo que quizs est ocurriendo dentro de ellos. Y 10 que yo me dispongo a sostener es que lo que los periodistas y los sabios, los artistas y el pblico, los cientficos y los editores esperan de lo que puede llamarse imaginaci6n sociolgica, es precisamente csa cualidad.

    1

    La imaginacin sociolgica pemte a su poseedor comprender el escenario histrico ms amplio en cmnto a su significado pata la vida interior y para la trayectoria exterior de diversidad de indi-viduos. Ella le permite tener en cuenta c6mo los individuos, en el tumulto de su experiencia cotidiana, son Con frecuencia fal samente conscientes de sus posiciones sociales. En aquel tumulto se busca la trama de la sociedad moderna, y dentro de esa trama se formu-lan las psicologas de una diversidad de hombres y mujeres. Por tales 1lIedios, el malestar personal de los individuos se enfoca sobre inquietudes explcitas y la indiferencia de los pblicos se convierte en inters por las cuestiones pblicas.

    El primer fruto de esa imaginaei6n -y la primera leeci6n de la ciencia social que la encama- es la idea de que el individuo s610 puede comprender su propia experiencia y evaluar su propio des-tino localizndose a s mismo en su poca; de que puede conocer sus propias posibilidades en la vida si conoce las de todos los indi-viduos ql1e se hal1an en sus circunstancias. Es, en muchos aspectos, una leccin terrible, y en otros muchos una leccin magnfica. No conocemos los lmites de la capacidad humana para el esfuerzo Suprc1110 o para la degradacin voluntaria, para la angustia o para la alegra, para la brutalidad placentera o para la dulzura de lo razn. Pero en nuestro tiempo hemos llegado a saber que los Imi-les de la "naturaleza humana" son espantosamente dilatados. He-1110S llegado a saber que todo individuo vive, de una generacin a otra, en una sociedad, que vive una biografa, y que la vive dentro de una sucesi6n histrica. Por el hecho de vivir contribuye, aun-que sea en peque.isima medida, a dar forma a esa sociedad y al curso de su historia, aun cuando l est formado por la sociedad y por su impulso histrico.

    L1 imaginaci6n socilogica nos permite captar la historia y la

  • 26 LA PROMESA

    biografa y la rclacin entre ambas dcntro dc la socicdad. Esa cs su tarea y su promesa. Reconocer esa tarea y csa promesa es la selal del analista social clsico. Es la caracterstica de lIerbcrt Spencer, ampuloso, verboso, comprensivo; de A. E. Ross, gracioso, revelador, probo; de Auguste Comte y tmilc Durkheim; del in-

    tri~cado y sutil Karl Mannheim. Es la cualidad de todo lo que es mtelectualmente excelente en Carlos Marx; es la clave de la bri-llante. e irnica penetracin de Thorstein Veblen, de las polifac-tIcas mterpretaclOnes de la realidad de Joseph Schumpeter' es la base del alcance psicolgico de W. E. H. Lecky no Illen~s que de la profundidad y la claridad de Max Webcr. y es la selial de todo 10 mejor de los estudios contemporillleos sobre el hombre y la sociedad.

    Ningn estudio social que no vuelva a los problemas de la bio-grafa, de la historia y de sus intersecciones dentro de la sociedad ha tenninado su jornada intelectual. Cualesquiera que sean 10; problemas del analista social clsico, por limitados O por amplios

  • 28 LA PROMESA

    distincin es un instrumento esencial de la imaginacin sociol-gica y una caracterstica de toda obra ,clsica en c~encia social.

    Se presentan inquietudes en el caracter de un lIldlvlduo y en el mbito de sus relaciones inmediatas con otros; Ilcnen relacl6n con su yo y con las reas limitadas de vida social que conoce direc,ta y personalmente. En consecuenCia, el enunclado'y la resoluclOn de esas inquictudes corresponde proplamcnte al mdlVlduo c?mo entidad biogrfica y dentro del mbito de su amblc.nte mmedlato: el mbito social directamente abierto a su cxpcnenclO pcrsonal y, en cierto grado, a su actividad deliberada. Una inquietud es un asunto privado: los valorcs amados por un mdlvlduo lc parecen a ste que estn amenazados.

    Los (Jroblemas se rclacionan con materias que trasci~den ~el ambiente local del individuo y del mbito de su VIda mtcnor. 1,e nen que ver con la orgol~izacin. ele l~lU Chos :lmbi~ntcs delltro de las instituciones de una SOCiedad lllsln ca en su conJunto, con las ma~ neras en que diferentes medios se imbr~can e ~ntcrp~nc,tr.an para formar la cstructura ms amplia de la Vida soclOl e hlstunca. Un problema es un asunto pblico: se advierte que est amenazado un valor amado por la gente. Este debate carece con frccuenclO de enfoque, porque est en la J1i1tllral~'.a t,lliSm3 de un, problcll1~, a diferencia de 10 que ocurre con la mqUlctud aun mas gcnc:ah-zada, el que no se le pueda definir bien de acucrdo con los amb,cn tes inmediatos y cotidianos de los hombres c?~ncntcs. E~ rcal.I (~ad. un problema implica muchas ,vc~cs l~na cnsls, ~n los diSpOSitivos institucionales, y con frecllencla llnp],ca tamblen lo que los mar xistas l1ama.n "contradicciones" o "antagonismos",

    Consideremos a esa luz el desempleo. Cuando en una ciu,!:Jd de 100000 habitantes s610 carece de trabajo un hombre, eso cons tituye su inquietud personal, y para aliviarla atcndemos propia-mente al carcter de aquel hombre, a sus capaCidades y a sus opor tunidades inmediatas. Pero cuando en una nacl6n de 50 nllllones de trabajadores 15 millones carecen de trabajo, eso constituye un problema, y no podemos esperar encontrar]e so]ucin dentro d~l marqen de oportunidades abiertas a un solo mdlVlduo. Se ha vem do :bajo la estructura misma de oportunidades . Tanto el enun-ciado correcto del problema como el margen de soluciones posiblcs nos obliga a considerar las instituciones econmicas y polticas de la sociedad, y no meramente la situacin y el carcter pcrsonales de individuos sueltos.

    Veamos la guerra. El problema personal de la guerra, cllando se prescnta, puede estar en c6mo sobrevivir O c6mo morir con ha

    LA PROMESA 29 nor, cmo enriquecerse con ella, c6mo trepar a lo ms alto del aparato militar de seguridad, o Cmo contribuir a ponerle trmi no. En suma, encontrar, de acuerdo con los valores que uno reconoce, una serie de ambientes, y dentro de ella sobrevivir a la guerra o hacer significativa la muerte de uno en ella. Pero los pro hlemas estructurales de la guerra se refieren a sus causas, a los tipos de hombres que lleva al mando, a sus efectos sobre la economa y In poltica, sobre la familia y las instituciones religiosas, a la irres ponsabilidad desorganizada de un mundo de Estadosnaciones.

    V camas el matrimonio. En el matrimonio el hombre y la muo jer pueden experimentar inquietudes personales, pero cuando la proporcin de divorcios durante los cuatro primeros afias de ma-trimonio es de 250 por cada 1000, esto es prueba ele un problema t\lructural que tiene que ver con las instituciones del matrimonio y de la familia y con otras relacionadas can ellas.

    O veamos las metrpolis: el horrible, hermoso, repugnante y magnifico desparramamiento de la gran ciudad. Para muchas pero lonas de las clases altas, la solucin personal del "problema dc la dudad" es tener un departamento con garage privado en el cora-I.6n de la ciudad, y a cuarenta millas de ella una casa proyectada pur Henry Hill con un jardn diseiiado por Garrett Eckbo, en un trrreno de cuarenta hectreas de propiedad personal. En esos dos "lIIbientes controlados -con un pequeo cuerpo de servicio en !.Iela extremo y una comunicaci6n por helicptero entre ellos-, la IIIJyor parte de las personas resolveda muchos de los problemas ,lo ambiente personal causados por los hechos de la ciudad. Pero hielO eso, aunque esplndido, no resuelve los problemas pblicos 'llIl' el hecho estructural de la ciudad plantea. Qu habda que Ihlel! con cse maravilloso monstruo? Fragnlentarlo en unidades 1!I!,'minadas que reuniesen la residencia y el lugar de trabajo? !l,'jurla como es, con algunos retoq'.1es? O evacuarla y volarla

    1 "" dinamita, y construir ciudades nuevas de acuerdo con planos r Illg.ITes lluevas? Cmo seran esos planos? Y quin va a deci-11" y a rcalizar lo que se elija? f:sos son problemas estructurales; 11 ,11 "les frente y resolverlos nos obliga a examinar los problemas 1,,,lIli,'os y L'Conmicos que afectan a innumerablcs medios.

    Mientras una economa est organizada de mancra que haya I "'I~, el problema del desempleo no admite una solucin personal.

    ~I","lras la guerra sea inherente al sistema de Estadosnaciones y '1 11 desigual industrializacin del mundo, el individuo corriente 111 \11 lIIedio restringido ser impotente -con ayuda psiquitrica 11 1111 di:J- para resolver las inquietudes que este sistema o falta ,I! IlI lcma le impone. Mientras que la familia como instituci6n

  • 30 LA l'RO~IESA

    convierta a las mujeres en csclavas queridas ya los hombres en sus jefes proveedores y sus dependientes an no destetados, el pro-blema de un matrimonio satisfactorio no puede tener una solucin puramente privada. Mientras la megalpolis superdesarrollada y el automvil supcrdes3frollado scan rasgos constitutIvos de la so-ciedad superdesarroJlada, los problemas de la vida urbana no po-drn resolverlos ni el ingenio personal ni la riqueza privada.

    Lo que experimentamos en flledios diversos y especficos es, como hemos observado, efecto de c.m bios estructurales. En con-sccuencia, para comprender los cambios de muchos medios perso-nales, nos vemos obligados a mirar ms all de ellos. Y el nmero y variedad de tales cambios estructurales aumentan a medida que las instituciones dentro de las cuales vivimos se extienden y se relacionan ms intrincadamente cntre s. Darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez es ser capaz de descu-brir esos vnculos entre una gran diversidad dc mcdios; y ser capaz de eso es poseer imaginacin sociolgica.

    3 Cu;les son en nuestro tiempo los mayores problemas para los pblicos y las inquietudes clave de los individuos particularcs? Para fornlUlar problemas e inquietudes, dcbcmos prcguntarnos

    ql!~ valores SOH preferidos, pcro amenazados, y cules preferidos y apoyados por las tendencias caractersticas de nuestro tiempo. Tanto cn el caso de amenaza como en el dc apoyo, debemos pre-guntarnos qu contradicciones notorias de la estructura pueden estar implicadas.

    Cuando la gcnte estima una tabla de valorcs y no advicrte ninauna amenaza contra ellos, experimenta bienestar. Cuando esti~a unos valores y advierte que estn amenazados, experimenta una crisis, ya como inquietud personal, ya como problema pblico. y si ello afecta a todos sus valores, experimenta la amenaza total del pnico.

    Pero supongamos que la gente no sienta estimacin por ningn valor ni perciba ninguna amenaza. Esta es la expenenc .. de la indiferencia, la cual, si parece afectar a todos los valores, se con-vicrte en apata . Supongamos, en fin, que no sicnta estimacin por ningn valor, pero que, no obstante, pemba agudamente una amenaza. Esta es la experiencia del malestar, de la ansiedad, la cual, si es suficicntcmente total, se convierte en una indisposici6n mortal no cspecfica.

    LA PROMESA 3! El nuestro es un tiempo de malestar e indiferencia, pero an

    no formulados de manera que permitan el trabajo de la razn y el juego de la sensibilidad. En lugar de inquietudes -definidas en relacin con , 'alares y amenazas-, hay con frecuencia la calami-dad de un malestar vago; en vez de problemas explcitos, muchas veces hay slo el desalentado sentimiento de que nada marcha bien. No se ha dicho cules son los valores amenazados ni qu es lo que los amenaza; en suma, no han sido llevados a punto de decisin.. Mucho. menos han sido fom1Ulados como proble-mas de ]a CIenCIa social.

    En los aios treinta apenas se dudaba -salvo en ciertos crcu-los de negocios alucinados- que haba un problema econmico (I"e cra tambin un hOl de inquictudes personales. En los argu-mentos accrca de "la crisis del capitalismo", las formulaciones de Marx y las numerosas re-fonllulaciones de su obra probablemente ~ sicnlan los principales trminos del problema, y algunos indivi-duos llegan a comprender sus inquietudes personales en relacin Can tales tmlnos. Los valores amenazados eran fciles de ver y estimados por todos; las contradicciones estructurales que los .1111enazaban tambin parecan f,eiles. .mbas cosas eran amplia y profundamente experimentadas. Fue una edad poltica.

    Pero los valores amenazados en la era posterior a la segunda Cuerra Mundial, muchas veces no son ni ampliamente reconocidos fumo valores ni se advierte de un modo general que estn amena-1.,ldos. Muchas inquietudes privadas no son formuladas; mucho malestar pblico y muchas decisiones de enorme importancia es-"uctural no llegan nunca a ser problemas pblicos. Para quienes Il reptan valores hereditarios, Como la razn y la libertad, es el 1I"lestar mismo lo que constituye la inquietud, es la indiferencia ,nisma lo que constituye el problema. y csta situacin de malestar r indiferencia es lo que constituye eI' signo distintivo de nuestro Ilempo.

    Todo esto es tan sorprendente, que muchas veces es interpre-hldo por los observadores como un cambio en la clase misma de lo! problemas que ahora reclaman ser formulados. Se nos dice I un frecucncia que los problemas de nucstra dcada, o aun las III\is dc nuestro tiempo, han salido del campo externo de la eco-I1lIlI1a y se relacionan ahora con la calidad de la vida individual, 0' 11 rcalidad con el problema de si tardar mucho en dejar de haber

    ,ol~o que pucda llamarse propiamcnte vida individual. No el tra-11''10 de lo. Hiios, sino los libros de historietas, no la pobreza, sino ,l acio cn masa, son los centros de inters. Muchos grandes I"uhlemas pblicos, lo mismo que muchas inquietudes privadas,

  • 32 LA PROMESA se definen como cuestiones "psiquitricas", con frecuencia, segn parece, en un intento pattico de evita~ los ~randes problemas de la sociedad moderna. A veces esta afirmacIn parece descansar sobre un angosto inters provinciano que slo tiene en cuenta las sociedades occidentales, o quizs slo a los Estados Unidos, ignorando de esa suerte, las dos terceras partes de la humanidad; muchas v~ccs, tambin, divorcia arbitrariamente la vida individual de las grandes instituciones dentro de las cuales se desenvuelve esa vida y que con frecuencia pesan sobre ella ms penosamente que los ambientes ntimos de la infancia.

    Los problemas del ocio, por ejemplo, ni siquie~a pueden formu-larse sin tener en cuenta los problemas del traba 10. Las mqmetu-des de la familia relativas a los libros de historietas no puedcn formularse como problemas sin tener en c~enta la situacin de la familia contempornea en sus nuevas r~]aclOn.es con ,las ~nstJtuclO'" nes ms recientes de la estructura socIal. NI el OCIO m sus usos enervan tes pueden entcnderse como problemas sin reconocer la medida cn que el malestar y la indiferencia forma~ actualmente el clima social y personal ,le la SOCIedad nortcamencana contem-pornea . En ese clima no pueden plantearse m H:,solverse prob~emas de "la vida privada" sin tener en cuenta la cnSls de ambIcIO n que forma parte de la carrera misma de muchos hombres que trabajan en una economa de grandes compaas o empresas.

    Es verdad, como constantemente sciialan los pSicoanalistas, que con frecuencia las gentes tienen "la sensacin creciente de ser movidas por fuerzas oscuras que actan dentro de ellas mismas.y qnc son incapaces de definir". Pero no es verdad, como dIJO Emest Iones, que "el prmclpal enemIgo y el pnnclpal pelIgro d~l hL.nbre es su misma indcil naturaleza y las fuerzas ocnltas repn-midas dentro de l". Por el contrario: "el principal peligro" para e! hombre reside hoy en las fnerzas ingobernables de la sociedad contempornea misma. con sus mtodos ~mpcrso.n~les de produ~cin sus tcnicas envolventes de dommacln polItIca, su anarqma intc;nacional, en una palabra, con sus penetrantes trans~o.rmacio. nes de la "naturaleza" misma de! hombre y las condICIOnes y finalidades de su vida.

    La primera tarea poltica e intelectual -porque aqu coincide!) ambas cosas- del cientfico social consiste hoy en poner en claro los clcmentos del malestar y la indiferencia contemporneos. Esta es la demanda central que le hacen los otros trabajadores de la cultura: los cicntficos del mundo fsico y los artistas, y en gene-ral toda la comunidad intclectual. Es a causa de esta tarea y de

    LA PROMESA 33

    esas demandas por lo que. creo yo, las ciencias sociales se estn convirtiendo en el comn denominador de nuestro periodo cultu-ral,. y la imaginacin sociolgica en la cualidad mental ms nece-sana.

    4

    En todas las pocas intelectuales tiende a convertirse en comn denominador de la vida cultural determinado estilo de pensamien-to. Es cierto que hoy en da muchas modas intelectuales se difun-den ampliamente para ser abandonadas por otras nuevas en el curso de uno o dos aos. Esos entusiasmos quiz sazonan el juego cultural, pero dejan poca huella intelectual, si es que dejan alguna. No puede decirse lo mismo de modos de pensar como la "fsica newtoniana" o la "biologa darwiniana". Cada uno de estos uni-versos intelectuales se convirti en una influencia que lleg mucho ms lejos que cualquier esfera especial de ideas y de fantasas. En relacin con ellos, o en relacin con cosas derivadas de ellos sabios desconocidos y comentaristas de moda re-enfocan sus obser: vaciones y re-formulan sus problemas.

    En la poca moderna, las ciencias fsicas y biolgicas han sido el principal comn denominador del pensamiento serio y de la metafsica popular en las sociedades de Occidente. "La tcnica de laboratorio" ha sido el modo consagrado de proceder y la fuente de la seguridad intelectual. Ese es uno de los significados de la idea de un comn denominador intelectual: los hombres pueden fonnular sus convicciones ms poderosas segn sus trminos. Otros trminos y otros estilos de pensamiento parecen meros vehiculos de escape y oscuridad.

    El que prevalezca un comn denominador no significa, natural-mente, que no existan otros estilos de pensamiento y otros tipos de sensibilidad. Lo que quiere decir es que los intereses intelec-tuales ms generales tienden a entrar en su mbito, para ser formu-lados en l ms rigurosamente y pensar, una vez formulados as~ que si no han tenido solucin, por lo menos han sido llevados adelante de un modo provechoso.

    Creo yo que la imaginacin sociolgica se est oonvirtiendo en el princil'al .comn denominador de nuestra vida cultural y en su rasgo dIstIntivo. Esta cualIdad mental se encuentra en las cien-cias sociales y psicolgicas, pero va mucho ms all de esas disci-plinas tal como ahora las conocemos. Su adquisicin por los indi-viduos y por la comunidad cultural en general es lenta y en ocasiones torpe; muchos cientficos sociales mismos la desconocen

  • LA PROMESA

    por completo. Parecen ignorar que el uso de esta imaginacin es central para mejorar el trabajo que pueden hacer, que por no desarrollarla y emplearla dejan de responder a las esperanzas cul-turales que se tienen en ellos y que las tradiciones clsicas de sus diversas disciplinas ponen a disposicin de ellos.

    Pero las cualidades de esta imaginacin son regularmente exi-gidas en materias de hecho y de moral, en el trabajo literario y en el anlisis poltico. Se han convertido en rasgos fundamentales de esfuerzo intelectual y de sensibilidad cultural en una gran diversidad de expresiones. Los buenos crticos son ejemplos de esas cualidades, lo mismo que los periodistas serios, y en realidad se juzga segn ellas la obra de unos y otros . Las categoras popu lares de la crtica -muy intelectual, medianamente intelectual o sin pretensiones intelectuales, por ejemplo- ahora son. tan socio lgicas por lo menos como estticas. Los novelistas -cuya obra seria encama las definiciones ms difundidas de la realidad hu mana- poseen con frecuencia esta imaginacin y se esfuerzan en satisfacer la demanda de ella. Por medio de ella, se busca orientar el presente como historia. A medida que las imgenes de la "naturaleza humana" se hacen ms problemticas, se siente cada vez ms la necesidad de prestar atencin ms estrecha, pero ms imaginativa, a las prcticas y a las catstrofes sociales que revelan (y que moldean) la naturaleza del hombre en este tiempo de inquietud civil y de conflicto ideolgico. Aunque algunas veces se manifiesta la moda de intentar usarla, la imaginacin socio-lgica na es una mera moda. Es una cualidad mental que parece prometer de la manera ms dramtica la comprensin de nuestras propias realidades ntimas en relacin con las ms amplias reali-dades sociales. No es meramente una cualidad mental ms entre el margen contemporneo de sensibilidades culturales: es la cua Iidad cuyo uso ms amplio y ms hbil ofrece la promesa de que todas esas sensibilidades -y de hecho la razn humana misma-llegarn a representar un papel ms importante en los asuntos humanos.

    El significado cultural de la ciencia fsica -el mayor y ms antiguo comn denominador- se est haciendo dudoso. Como estilo intelectual, la ciencia fsica empieza a ser considerada por muchos como algo insuficiente. La suficiencia de los estilos cien-tlficos de pensamiento y sentimiento, de imaginacin y sensibili-dad, ha estado, naturalmente, desde sus orgenes sometida a la dada religiosa y a la controversia teolgica, pero nuestros padres y abuelos cientficos han reducido esas dudas religiosas. Las dudas

    LA PROMESA 3S

    hoy corrientes son profanas, humanistas, y con frccuencia abso-lutamente confusas. Los progrcsos recientes de las ciencias fsicas -con su clmax tecnolgico cn la bomba H y los medios para transportarla- no han sido sentidos como solucin a ninguno de los problemas ampliamente conocidos y profundamcntc ponde-rados por comunidades intelectuales y pblicos culturales muy dilatados. Esos progresos han sido considerados, corrcctamente, como resultado de una investigacin altamente especializada, e in-correctamente como misterios maravillosos. llan suscitado ms problemas -tanto intelectuales como morales- que los que han rcsuelto, y los problemas que han planteado radican casi como pletamente en la e,fera de los asuntos sociales, y no fsicos. La conquista manifiesta de la naturaleza. la superacin de la escasez, las sienten los hombres de las sociedades superdesarrolladas como cosa virtualmente acabada. Y ahora, en csas sociedades se cree que la ciencia -principal instrumento de esa conquista- vaga a su antojo, sin objetivo, y que necesita ser rcvalorada.

    La cstimacin moderna por la cicncia en gran parte ha sido meramente supuesta, pero ahora el ethos tccnolgico y una espe cie de imaginacin ingenieril asociados con la ciencia probable-mente parecen ms temibles y ambiguos que esperanzadores y progresivos. Naturalmente, no es eso todo lo qlle hay en la "ciencia", pero se teme que llegue a serlo. La necesidad sentida de revalorar la ciencia fsica refleja la necesidad de un nuevo deno-minador comn. Es el sentido humano y el papel social de la ciencia, sus consecuencias militares y comerciales, su significacin poltica, lo que est experimentando una revaloracin confusa. Los progresos cientficos de las armas quizs lleven a la "necesi dad" de reajustes polticos del mundo; pero esa "necesidad" no se cree

  • 36 LA PRO~IESA

    idntica a la experiencia humana y que nicamente con sus mto-dos pucdcn resolvcrse los problemas humanos. Con todo eso, muchos trabajadores culturales han llcgado a pensar que la "cien-cia" es un Mesas falso y pretencioso, o por lo menas un elemento marcadamente ambiguo de la civilizacin moderna .

    Pero, segn la frase de C. P. Snow, hay "dos culturas": la cientfica y la humanista. Ya como historia o Como drama, ya como biografa, poesa o novela, la esencia de la cultura hu-manista ha sido la literatura. Pero ahora se insina con frecuencia que la literatura seria se ha convertido en un arte secundario . Si es as, no es solamcnte por el crecimiento de los pblicos de masas y de los medios de comunicacin para las masas, y por todo lo que eso significa para la produccin literaria seria. Se debe tambin a la cualidad misma de la historia de nuestro tiempo y a los tipos de necesidades que los hombres sensibles advierten que reclaman aquella cualidad.

    Qu novela, qu periodismo, qu esfuerzo artstico puede competir con la rcalidad histrica y los hechos polticos de nuestro tiempo? Qu visin dramtica del infierno puede competir con los acontecimientos de la guerra en el siglo xx? Qu acusaciones morales pueden afectar a la insensibilidad de hombres en la ago-na de la acumulacin primaria? Es la realidad social e histrica )0 que los hombres necesitan conocer, y muchas veces no encuen-tran en la literatura contempornea un medio adecuado para conocerla. Quieren hechos, buscan su significado, desean un "gran panorama" en el cual puedan creer y dentro del cual puedan llegar a comprenderse a s mismos. Quieren tambin valores orienta-dores y maneras apropiadas de sentir y estilos de emocin y voca-bularios de motivacin. Y no encuentran eso fcilmente en la literatura de hoy. No importa que esas cualidades deban encon-trarse all; lo que importa es que con frecuencia no las encucntran all los hombres.

    En el pasado, literatos en funcin de crticos y de historiadores escribieron notas sobre Inglaterra y sobre viajes a los Estados Unidos. Se esfor7.aron por caracterizar sociedades en su conjunto y de discernir su sentido moral. Si Tocqueville o Taine vivieran hoy, no seran socilogos? Formulndose esta pregunta acerca de Tainc, un reseilador de The Times (Londres) dice:

    Taine vio siempre al bom brc primordialmente como un animal social y la sociedad como una coleccin de grupos: saba observar minuciosamente, era un trab:lj~dor de campo infatigable y posea una

    LA PROMESA 37 cualidad . . . particularmente valiosa para percibir relaciones entre los fenmenos sociales: la cualidad de la fimleza. Estaba demasiado in-teresado en el presente para ser un buen historiador, era demasiado terico para ser novelista, y vea demasiado la literatura como docu-mento de la cultura de una poca o de un pas para ser un crtico de primera fila . .. Su obra sobre la literatura inglesa es menos un estudio de la literatura inglesa que un comentario sobre la moral de la sociedad inglesa y un \ehcul0 de su positivismo. Es un terico social, antes que nada.'

    Que haya sido no "literato" ms bien que un Ucientfico sociar, atestigua quizs el dominio sobrc gran parte de la cicncia social del siglo XIX ejercido por la bsqueda celosa de "leyes" supuesta-mente comparables a las que nos imaginamos que encuentran los cientficos de la naturaleza. A falta de una ciencia social ade-cuada, los crticos y los novelistas, los dramaturgos y los poetas han sido los principales, si no los nicos, fommladares de inquie-tudes individuales y hasta de problemas pblicos. El arte expresa esos sentimientos y a veces se conccntra en ellos -en los mejores momentos con dramtica aglldeza-J pero no an con ]a claridad intelectual necesari, para su comprensin y alivio en la actua-lidad. El arte no formula ni puede formular esos sentimientos , 'tlI1IO problemas que contienen las inquietudes y las dudas a las

  • 38 LA PROMESA En cualquier momento dado, naturalmente, la "ciencia social"

    consiste cn lo que estn haciendo los cicntficos sociales dcbida-mente reconocidos; pcro no todos ellos estn, de ningn modo, haciendo lo mismo; cn realiJau ni siquiera hacen cosas del mismo gnero. La cicncia social cs tambin lo que han hecho los cient-ficos sociales del pasado; pero cada estdloso de estas matenas elige una determinada tradicin de su disciplina. Cuando hablo de "la promesa de la ciencia social", espero quc est claro que me refiero a esa promesa tal como yo la veo.

    Precisamente ahora hay entre los cultivadores dc las ciencias

    los cientficos del mundo fsico (por el contrario, me agradan mucho), sino porque la palabra "ciencia" ha adquiTido gran prestigio y .u~ sc~tido ms bi~n impreciso. No siento ninguna necesidad de restarle prestl'p'.1O m. de hacer aun menos preciso su sentido usndola como una metfora filosfica. Pero sos-pecho que si escribo "los estudios sociales". los lectores pensarn slo el' la teora del gobierno civil de 1,35 ,escuclas sllpcriorcs, que, es, de todos Jos camp,os de la sabidura humana, el llOiCa con el qnc deseo eVitar toda clase de asocia-cin. "Las ciencias de la conducta" cs scncillamente imposible; supongo que esta denominacin fue concebida como un medio de propagauda para Con-seguir dinero destinado a investigaciones sociales de las fundaciones y de los diputados que confunden "ciencia social" con "socialism~", La mejor de,no. minacin debe incluir la historia (y la psicologa, eu la medida en que se relere a seres humanos). y ha de prestaf'!'e a discu\ioncs lo menos posible, por9ue nosotros argumentamos con palabras, pero no luch:1100S acerCd de ellas , f?U\:cls ida bien "disciplinas humanas". Pero ni pensarlo. Con la esper~n7.a ~e no ser dcmasiado ampliamente mOlI interprctOldo, mc attugo al uso (;o1l\'cllldo y empleo la consagrada expresi6n de "ciencias sociales".

    Otra cosa ms: Espero que mis colcgas accptcll b c'

  • 10 LA PROMESA bras slo cuando es manifiesto que ello ampla el alcance de la sensibilidad y aumenta el mbito del razonamiento. Unos estu-dian estrictamente s6lo ambientes en pcqueiia escala, can la es-peranza de "armar" despus con esas piezas concepciones de estruc-turas mayores; otros examinan las estructuras sociales en que tratan de "situar" muchos medios pequeiios. Unos, olvidando por com-pleto los estudios comparativos, estudian slo una pcqueiia comu-nidad cn una sociedad yen un tiempo; otros trabajan directamente y de un modo plenamente comparativo las estructuras sociales de las naciones del mundo. Unos lnmtan sus flgurosas Investlga-cioncs a secucncias muy reducidas de asuntos humanos; otros se ;nteresan en problemas que slo se advierten en una larga pcrspcc-tiva histrica. Unos cspecializan su trabajo de acuerdo con com-partimicntos acadmicos; otros, saltndose todos los comparti-lllicntos, se especializan por asuntos o problemas, sin tener en cuenta dnde estn situados acadmicamente. Unos atienden a la diversidad de la historia, de la biografa, de la sociedad; otros no.

    Esos contrastes, y muchos ms dc tipo parccido, no son ncce-sariamente verdaderas alternativas, aunque en el calor de la con-troversia o en la indolente scguridad de la especializacin se lcs tome por tales. En este punto, yo m.eramcnte los enuncio de nn modo inicial, para volver a ellos al fmal de cste hbro. Tengo Ja esperanza, desde lucgo, de que se dcjarn ver todas mis tendcn-eias O prejuicios personales, porque los juicios que formule scrn explcitos. Pero tambin intento, independientemente de mis pro-pios juicios, enunciar los significados culturalcs y polticos de l~ ciencia social. Mis prejuicios no soo, naturalmente, ni ms m menos prejuicios que los que vaya examinar. Que quicnes no se cuiden de los mos usen su oposicin a ellos para hacer los suyos tan explcitos y tan reconocidos como tales, como yo tratar de hacer los mos Entonces se reconocern los problemas morales del cstudio social -el problema de la ciencia social como pro-blema pblico-, y se har posible la discusin. Entonces cada uno se conocer mejor a s mismo, lo que es, desde luego, condi-cin previa para la objetividad en la empresa de la ciencia social en su conjunto_

    Creo, en resumen, que lo que puede llamarse anlisis social clsico es una serie de tradiciones definibles y usablcs; que su caracterstica esencial es el inters por las estructuras sociales his-t6ricas; y que sus problemas tienen una relacin directa con los urgentes problemas pblicos y las insistentes inquietudes humanas. Creo tambin que hay actualmente grandes obstculos en el ca-mino de ];\ continuidad de esa tradicin -tanto dentro de las

    LA PROMESA 11

    ciencias sociales como en sus ambientes acadmico y poltico-; pero quc, no obstante, las cualidades mentales que la constituyen, se estn convirtiendo en un denominador comn de nuestra vida cultural general y que, aunque vagamente y bajo una confusa variedad de disfraces, estn empezando a dejarse sentir como una necesidad.

    Muchos profesionales de la ciencia social, especialmente en los Estados Unidos, me parecen curiosamcnte renuentes a aceptar el reto qne ahora se les lanza. De hecho, muchos abdican las tareas intelectuales y polticas del anlisis social; otros, indudablemente, no estn a la altura del papel que, sin embargo, se han asignado. En ocasioncs casi parecen haber acogido deliberadamente viejas astucias y producido nuevas timideces. Mas, a pesar de esa resis-tencia, la atencin intelectllal y la atencin pblica estn ahora tan manifiestamente fijas sobre los mundos sociales que se supone 'lue ellos estudian, que hay que reconocer que se encuentran por nica vez ante ulla oportunidad. En esa oportunidad se revelan la promesa intelectual de las ciencias sociales, los usos cultmales de la imaginacin sociol6gica y el sentido poltico de los estudios sobre el hombre y la sociedad.

    6

    De un modo bastante embarazoso para quien se confiesa socilogo, todas las infortunadas tendencias (salvo quizs IIna) que estudiar en los captulos siguientes caen dentro de lo que generalmente se considera "el campo de la sociologa", aunque la abdicacin cul-tural y poltica que implican indudablemente caracteriza a gran parte del trabajo diario de otras ciencias sociales. Haya lo que haya de verdad en disciplinas tales como las ciencias polticas y la economa, en la historia y la antropologa, es evidente que hoy en los Estados Unidos lo que se conoce con el nombre de socio-loga se ha convertido en el centro de reflexin accrca de la cien-cia SOCial. Se ha convertido en el centro de intert'S en cuanto a los mtodos; y tambin encontramos en ella un inters extremado por la "teora gencral". Una diversidad de trabajo intelectual verdaderamente notable ha entrado a tomar parte en el desarrollo de la tradicin sociolgica. Interpretar esa variedad como una tradicin es audaz por s mismo. Pero quiz se admita general-mente que lo que ahora se reputa trabajo sociolgico ha tendido u moverse en una o ms de tres direcciones generales, cada una de las cuales est expuesta a ciertas deformaciones.

  • "2 LA PROMESA Tendencia l: Hacia una teoria de la historia. Por ejemplo,

    en manos de Comte, como en las de Marx, Spencer y Weber, la sociologa es una empresa enciclopdica, relativa a la totalidad de la vida social del hombre. Es al mismo tiempo histrica y sistemtica: histrica porque trata de materiales del pasado y los emplea; sistemtica porque lo hace con objeto de distinguir "las etapas" del curso de la historia y las regularidades de la vida social.

    La tcoria de la historia del hombre puede ser deformada muy fcilmente y convertirse en un estrecho molde trans-hist6rico en el cual se meten a la fuerza los materiales de la historia humana y del cual salen visiones profticas (por lo general sombrias) del futuro. Las obras de Arnold Toynbee y de Oswald Spengler son ejemplos bien conocidos.

    Tendencic1 II: Hacia una teora sistemtica de "la naturaleza del hombre y de la sociedad". Por ejemplo, en las obras de los formalistas, principalmente Simmel y Van Wiese, la sociologa trata de conceptos destinados a servir para clasificar todas las rela-ciones sociales y penetrar sus caracteristicas supuestamente inva-riables. En suma, se interesa en una visi6n ms bien esttica y abstracta de los componentes de la estructura social en un nivel muy elevado de generalidad.

    Quiz por reaccin contra la deformaci6n de la Tendencia J, la historia puede ser totalmente abandonada: la teora SIStem-tica de la naturaleza del hombre y de la sociedad se convierte con facilidad excesiva en un formalismo complicado y rido en el que la descomposici6n de conceptos y sus interminables recom-posiciones y combinaciones se convierte en la tarea central. Entre los que llamar Grandes Te6ricos, las concepciones se han conver-tido verdaderamente en conceptos. El ejemplo contemporneo ms importante en la sociologa norteamericana es la obra de Talcott Parsons.

    Tendencic1 IIJ: Hacia el estudio emprico de los hechos y los problemas sociales contemporneos. Aunque Comte y Spencer fueron los soportes de la ciencia social norteamericana hasta 19li aproximadamente, y la influencia te6rica alemana fue grande, la actitud emprica fue fundamental en los Estados Unidos desde tiempos tempranos. En parte se debi6 esto a haber sido anterior la consagracin acadmica de la economa y de la ciencia polI-tica. Dado esto, en la medida en que es definida como el estudio de algn sector especial de la sociedad, la sociologa se ~onvierte

    LA PROMESA 43 fcilmente en una especie de trabajador suelto entre las ciencias sociales ocupado en estt.:dios miscel:\neos de sobrantes acadmicos. Hay estudios de ciudades y dc familias, de relaciones raciales y tnicas, y, desde luego, de "pequeOS grupos". Como veremos, la miscelnea resultante se convirti en un estilo de pensamiento que examinar bajo el dictado de "practicidad liberal".

    El estudio de los hechos contemporneos f cilmente puede convertIrse en una sene de datos de ambiente sin relacin entre s y con frecuencia insignificantes. Muchos cursos docentes de sociologa norteamericana pueden servir de ejemplo; pero quizs lo revelen mejor los libros de texto relativos a la desorganizacin social. Por otra parte, los socilogos han tcndido a hacerse espe-cialistas en la tcnica de la investigaci6n de casi todo. Entre ellos, los mtodos se han convertido en metodologa. Gran parte de la obra -y ms an del ethos- de George Lundberg, Samuel Stouf-fcr, Stuart Dodd y Paul F. Lazarsfeld son ejemplos actuales. Estas tendencias -de dispersar la atencin y cultivar el mtodo por el mtodo- son dignas compaieras entre s, aunque no se den nece-s3iiamente juntas.

    Las peculiaridades de la sociologa pueden entenderse com" deformaciones de una o ms de sus tendencias tradicionales. Pero tambin sus promesas pueden entenderse en relaci6n COn esas ten-dencias. En los Estados U nidos se ha producido actualmente una especie de amalgama helenstica que incorpora diversos elementos y finalidades de las sociologas de las diferentes sociedades occi-dentales. El peligro est en que, en medio de tanta abundancia lociol6gica, otros cientficos sociales se impacienten tanto, y que los soci6l~gos sientan tanta urgencia de "investigar", que pierdan el do.mmlO sobre un. legado verdaderamente valioso. Pero hay lambln una oportumdad en nuestra situaci6n: la tradici6n socio-lgica contiene las mejores formulaciones de la plena promesa de las ciencias sociales en conjunto, as como algunas rcalizaciones Jlarciales de ellas. El matiz y la sugerencia que los estudiosos de la !ociologia pueden encontrar en sus tradiciones no pueden resu-lIlirse en breves trminos, pero el investigador social que las tome ro sus manos quedar ricamente recompensado. Su dominio sobre tilas puede convertirse rpidamente en nuevas orientaciones para 111 propio trabajo en la ciencia social.

    Volver a ocuparme de las promesas de la ciencia social (en los .opitulos VII a le, despus de haber examinado algunas de sus tldormaciones ms habituales (captulos n a VI).

  • ApNlllCE SOBRE ARTESANIA INTELECTUAL

    PARA EL INVESTIGADOR social individ~al que se, sknte como parte de la tradicin clsica, la ciencia SOCial es la practIca d~ ~n ~hcIO. En cuanto hombre que trabaja sobre problemas esenCIa ~s, ~~UII cntre los que rpidamente se impacientan y se cansan . e \SCU-siones complicadas sobre mtodo-y-teora-en-general,. qUf mt~rrum-

    en sus propios estudios. Cree que es mucho melar a 111 orm. ~in de un estudioso activo acerca de cmo procede ~~ su trablja d a de "codificaciones de proccdlmlento hechas poi que una ocen . , b' d

    . l ' t s que qUI'za' no han realizado nmgun tra ala e 1m-especia IS a . _ ... Jortancia. nicamente mediante conversacl.~nes en que ptn

    Id perl'mentados intercambien infornlaclOn acerca de su m. ores ex . 1 d' t 1 UII

    nera rcal de ttabajar puede comumca;se a estu lan e nove ' t 'l d 1 todo y de la teona. Por 10 tanto, creo I\In

    concepto u I e m . .. E I f l ' detalle cmo procedo en mi ofiCIO. sto C'. '" re enr con a gun . . '"

    cvitablcmente, una declaracin. personal, pero est . escnta (lT '" es eranza de que otros, en especial los que Imclan un tn )1", in~ependiente, la harn menos personal por los hechos de su p"" pia experiencia.

    1 C ue 10 mejor es empezar por recordaros a los . ~~~i qiantes que los pensadores ms admirables de la com' p p h b' decidido asociamos no separan su trab.I," cscolar a que a IS . d ' . sus vidas. Parecen tomar ambas cosas demasIa o en s~'o 1",1 mitirse tal disociacin Y desean emplear ca~a una 1 e e ,1\ emi uecer a la otra . Desde luego, esa eSCISin es "-

    ue q revaJece entre los hombres cn general, y se denva, qo !el vacio del trabajo que los hombres en gene':ll hal"" ~;ro habris advcrtido que, como estudiantes, ten,s la .cx.

    t . d d le proyectar un tipo de Vida que esl """l. 11~1 .opor U1;~ ~u:na artesana. El trabajo intelectual es 1, h~b,t~s de ti o de vida tanto como de una carrera; spa1

  • 208 APENDICE

    hbitos de auto-reflexin, aprendis a mantene: despierto vuestlo mundo interior. Siempre que os impresionen fuertemente S sos o ideas no debis

  • 210 APENDICE

    libros realmente malos. El primer paso en la traduccin de la experiencia, ya de los escritos de otros individuos, ya de vuestra propia vida, a la esfera intelectual, es darle f~)ffna .. S.~np1emcntc el dar nombre a un rengln de la expenencla os nlVlta a expll cario; simplemente el tomar una nota de un libro es con frecllcn eia una incitacin a reflexionar. Al mismo tiempo, desde luegu, el tomar notas es una gran ayuda para comprender 10 que estalS leyendo. ,

    Vuestras notas pueden ser, como las mlas, de dos elases: a\ leer ciertos libros muy importantes, tratis de captar la estnlctm del razonamiento dd autor, y para ello tom'is notas; pero l 'OO ms frecuencia, y despus de algunos artos de trabajo indepe.1I diente ms bien que leer libros enteros, muchas veces Iccn.'11 partes' de muchos libros desde el plinto de vista de algn tema O asunto particular en que estis interesados y acer~a del cual tell~l' plancs en vuestro archivo. Por 10. tanto, tomare.s notas 9~,e "O representan suficientemente. los hbros que lels . . ,EmfJlem, IIIIA idca particular, un dato partteular, para la reahzacwn de vuc\I!OI propios proyectos.

    2 'Pero cmo se usa este archivo -que hasta ahora quiz os 1""" ~a ms bien una especie de diario "literario"- en la grodu

  • 212 APf:NDICE

    despus habl con quienes me pareca que los haban experimen-tado o haban pensado sobre ellos. De hecho, empec entonces a modificar el carcter de mis prcticas habituales para incluir en ellas 1) a personas que figuraban entre las que yo quera estu-diar, 2) a personas en estrecho contacto con ellas, y 3) a personas interesadas en ellas habitualmente de un modo profesional.

    No conozco las condiciones sociales plenas de la mejor arte-sana intelectual, pero es indud.ble que el rodearse de un crculo de personas que escuchen y hablen -y que tengan en ocasiones caracteres imaginativos- es una de ellas. En todo caso, procur rodearme de todo el ambiente importante -social e intelectual-que yo crea que me llevara a pensar correctamente de acuerdo con los lineamientos de mi trabajo. Esto es unO de los sentidos de mis anteriores observaciones acerca de la fusin de la vida pero sonal y la vida inte!ectual.

    En la actualidad el buen trabajo en ciencia social no c.1!' constituido, ni en general puede estarlo, por la "investigacin" emprica detlllida. Se compone ms bien de muchos estudios qUG en los puntos clave formulan enunciados generales relativos a 1,1 forma y la tendencia del asunto. As, pues, no puede adoplar5~ una decisin sobre cules sean esos puntos hasta que se reel:tbl ren los materiales existcntes y se fOffi1Ulen enunciados hipotlirol generales.

    Ahora bien, entre los "materiales existentes" encontr en lllt archivos tres tipos importantes para mi estudio de la minora y~ rias teoras relacionadas can el asunto, materiales ya elaboL"lnl por otros como pruebas de aquellas teoras, y materiales ya r .. llnl dos y en fases diversas de centralizacin ascquible pero no hedl" an tericamente importalltes. nicamente despus de 1o,llIft terminado un primer esbozo de una teora con ayuda de eso' 11' teriales existentes puedo situar eficazmente mis propias ciones centrales e impulsar y proyectar investigaciones 1'''';1 barias, y quiz no tenga que hacerlo, aunque s, naturalmelltr, ms tarde tendr que ir y venir una y otra vez de los mal", existentes a mi propia investigacin. Toda formulacin fillll slo debe "cubrir los Jatos" en la medida en que los datos disponibles y me son conocidos, sino que tambin debe tOlIl'" cuenta, de alguna manera, positiva o negativamente, lac: h I de que dispone. En ocasiones este Htomar en cuenta" una ,it It hace fcilmente por la simple confrontacin de la idea COn ,1 la cho que la contradice o la apoya; en ocasiones se hace 11n r ~IIII un anlisis o una delimitacin detallados. A veces puedo m.l. II~'

    SOBRE ARTESANIA INTELECTUAL 213 . , .

    slstemaltcamente las teoras disponibles cama un margen donue elegir, y delar que su alcance organice el problema mismo' Pero otras veces slo permito a esas teoras entrar en mi propia orde-naCIn, en contextos muy dIferentes. De cualquier modo, en el hbro sobre la lite tuve que tomar en cuenta las obras de hombres como Mosca, Schumpeter, Veblen, Marx, Lasswell, Michel We-ber y Pareto. '

    Al mi~ar algunas notas sobre esos autores, encuentro que ofre-cen tres tIpos de enuncIados: a) de unos aprendemos directamcn-te, re-enunciando sistemticamente lo que dicen sobre pUlltOS dados o en conJunto; b) otros los aceptamos o rechazamos, dando razones y argumentos; e) y otros los usamos como fucntes de su-gestIones para nuestras propias elaboraciones y proyectos. Esto supone comprender un punto y preguntarse despus: Cmo puedo dar a esto forma demostrable, y cmo puedo demostrarlo? Cmo puedo usarlo como. centro de trabajo, como perspectiva de la cual emerJan con sentido detalles descriptivos? En esta ma-nipulacin de. idcas existentes es, naturalmente, donde uno ad-vierte su contmutdad en relacin can el trabajo anterior. He aqu dos extractos de notas preliminares sobre Mosca que pueden ilus-trar lo que estoy tratando de exponer:

    Adems de s~s ancdotas histricas, Mosca respalda su tesis con esta afrma~16n,: Es 1~ fu??"za de la .org~nizaci6n la que permite siem-re a la rnmana dommar. Hay mmanas arganizadas que gobiernan as COsas y a los hombres. Hay ~ayoras desorganizadas que Son go--bema~as" Pero por qu no exa~lllar 1) la minora organizada, 2) l. mayO~la orgalllzada, 3) la mmana desorganizada, .,) la mayorfa des-orgamzada. Esto merece ~na explor~cin en gran escala. Lo primero que. hay "que aclarar: cual es precIsamente la significacin de "or-gan.lZada? Creo que Mo~ca quiere decir: capaz de conductas y ~cclones ms o m~~s . conhnuada~ y coordinadas. Si es aS, su tesis ~s corr~cta por. defl~lCI6~. Ta~bln podra decir, creo yo, que una mayona orgamzada es IInpo.slbl~t porque equivaldra a que estuvie-

    sen , J la cabeza de esas orgamzacJOnes mayoritarias jefes nuevos mi~ !~oTJas nuevls, y est plenamente decidido a sacar esos jefes d~ sus clases gobern~ntes". Los llama "minoras directoras", todo 10 cual

    es bastante flOJO al lado de su gran afirmacin. 1 Va~e. por eje~pJo, ~i11s, White Collar, Oxford University Press.

    IQ , l, capitulo 13. Hice lo mismo, en mis notas con Lederer y C t ._ "1 . d 1 lt" d . ' o>,;K. .... rsu. e r.leos e a J e como OS re3CCJones COntra la doctrina democdtica d Itx Siglos XVIII y XIX. e

    2 Tambin hay e~ .Mosca a~everaciones acerca de leyes psicolgicas ue "Ipone apoyan su 0pIOIn. AdVirtase su uso de la palabra "natura'" pq j .!o no es fundamental y adems no merece ser tenido en cuenta. . ('fO

  • 214 APIl~DICE

    Una cosa que se me ocurre (Cf(:;O CJue es el ncleo de los problo-mJS de definicIn que 1\105c:1 nos prcscllta) es sta: del siglo XIX al xx h ell\Gs presenciado el P;!SO de \llli! sociedad organizada COUlO 1) y -f} : una suciedad m{s de acuerdo con 3) y 2). lIemos pasado de un F, tado lIlinoriLlrio a un Estado de organizaci6n, en el que la minofla ya 110 l'st', bn org.l1Iizad.1 111 lS tan 1I1llatcr~ll1lcntc poderosa, y Id masa est nds org:lOizclda )' es ul"s podcros:l. lIa surgido en las call

  • 216 APENDICE

    Aunque no podis conseguir nunca el dinero para hacer mu-chos de los estudios empiricos que proyectis, es necesario que sigis proyectndolos. Porque una vez que hayis proyectado un estudio empbico, aun cuando no podis llevarlo a tmlino, 01 obliga a una nueva busca de datos, que en ocasiones resultan tener inesperada importancia para vuestros problemas. Asi como no tiene sentido proyectar un estudio de campo si puede encontrars., la soluci6n en una biblioteca, no tiene sentido creer que habll agotado los libros antes de haberlos traducido en estudios empl. ricos apropiados, lo cual quiere decir simplemente en cuestionCII de hecho.

    Los proycctos empiricos necesarios para mi gnero de trabajo han de prometer, primero, tener importancia para el primer esbo-zO de que he hablado ms arriba; tienen que confirmarlo en SQ forma original y tienen que motivar su modificaci6n. 0, pall decirlo en trminos ms pretenciosos, deben ofrecer incitacionCII para construcciones te6ricas. En segundo lugar, los proyectos de-ben ser eficaces y claros y, si es posible, ingeniosos. Quiero dcci! con esto que deben prometer rendir gran cantidad de materialca en proporcin con el tiempo y el esfuerzo que suponen.

    Pero, c6mo ha de hacerse esto? La manera ms econ6mi dc plantear un problema es hacerlo de modo que permita resolvo! la mayor parte posiblc de l por el razonamiento solo. Por J razonamiento tratamos de a) aislar cada cuestin de hecho qll' an queda; y b) resolver esas cuestiones de hecho de tal manrr que las soluciones prometan ayudarnos a resolver nuevos pro),l. mas COn nuevos razonamientos.l

    Para comprender los problemas de este modo, tenis quc prClo tar atenci6n a cuatro etapas; pero en gencral es prefenble las cuatro muchas veces que atascarse en cualquicra de ellas de-

    1 Qui debiera yo decir las mismas cosas en un lenguaje mb prt't. cioso, a fin de hacer evidente a quienes no 10 saben, lo importante que pUlo de ser todo esto, a saber:

    Las situaciones problcm5.ticas deben ser formuladas ron la debida l'''' cin a sus implicaciones tericas y conceptuales. as como a los pa~adj1lm. apropiados de investigaci6n empirica y los adecuados modelos de vcnflC'lN6lt 1\. su vez, esos paradigmas y modelos deben estru~tura!sc ,de manera q'" permitan que de su empleo se deduzcan nuevas Imphcaclones twriClI , conceptuales. Las implicaciones tericas y conceptuales de las situllclu,," problemticas deben ser primero ~mpletamente explorada~. E! h~cerlo t''''' del investigador social que espeCifIque cada un~ de esas Imphcaclones r 'ft examine en relacin unas con otras, pero tambin de tal manera que 1'''1. je en los paradigmas de investigacin emprica y en los modelos de \'''1'1 cacin.

    SOBRE ARTESAN1A INTELECTUAL 217 masiado tiempo. Las etapas son: 1) los elementos y definiciones que, por vuestro conocimiento general del tema, cuestin O cam. po d~ mters''pensis que vais a tener que tomar en cuenta; 2) las relaCiones lgicas entre esas definiciones y elementos; la construc-cin de esos. pequeos ?,odelos preliminares, dicho sea de paso, ofrece l~ mejor oportumdad para el despliegue de la imaginacin s?cI016gca; 3) la eliminacin de opiniones falsas debidas a omi-SIOnes de elem~ntos necesarios, a definiciones impropias o confu-sas de los trmmos o a conceder indebida importancia Q alguna parte del asunto y a sus prolongaciones lgicas; 4) formulacin y reformulacin de las cuestiones de hecho que queden.

    El tercer paso, por Cierto, es parte muy necesaria, pero con frecuencIa descUldad~, de toda formulaci6n adecuada de un pro. blema . . El conocImIento popular del problema -el problema COmo d,f,cultad y como mqUletud- debe ser cuidadosamente too

    n~ado en e.uenta, porque cso es parte del problcma. Las formula-cIones sabIas, naturalmente, deben ser cuidadosamente examina. das y empleadas en la reformulacin que se cst hacicndo o deben excluirse. '

    Antes de decidir acerca de los estudios empiricos necesarios para la ta;ea que tengo ante mi, empiezo a esb07.ar un proyecto ms ampho dentro del cual comIenzan a surgir varios estudios en pcquea escala.

    Otra vez recurro a los archivos: An no estoy en situacin de estudiar los altos drculos en con-

    junto de un modo sistemtico y ~mprico. As, lo que hago es formu-lar alguna~ dcfmlclO~cs y proe~ lmlcntos que forman una especie de proyecto Ideal de dl~~o estudIO. Despus puedo intentar, primero, recoger matenales exIstentes que ~e aproximen a ese proyecto; segun-do, ,p~sar e~ Jos modos convenientes de recoger materiales. dados los mcllces eXIstentes, que.1.os satisfagan .en puntos fundamentales; y tercero, al avanzar, espeCificar ms las lIlvestigaciones empricas en gran escala que al fin sern necesarias.

    Los altos crculos deben, desde luego, ser definidos sistemtica-mcnte en relacin Con variables especficas. Formalmente _y esto es ;ns o menos a] modo de Pareto hay las personas que "tienen" caSI todo lo que puede tencrse de cualquier valor o tabla de valorcs dada. Tengo, pues, que decidir dos cosas: Qu variables tomar c~mo criterios, y qu .quiero decir con "casi todo"? Despus de deci-dir acerca de bs v~nables, deb~ . formubr los mej.ores ndices que pueda, a ser poSIble mdlccs cuantificables, a fm de dIstribuir la pobla-CI6n de acucrdo con ellos. Slo entonces puedo empezar a decidir Ir') que enticndo por "casi todo". Pues quedara en parte, para dcter-

  • 218 APtNUICE

    minarlo per la inspeccin cmpric.l de l::s diferentes distribuciones y SlIS trJslapos o imbric'lcioI1Cs.

    !\lis variables clave seran, a lo primero, suficientemente gcncr~llcs p:U3 permitirme alguna latitud en la eleccin de ndices, pero sufi cicntcrncntc especficas para im'itar a la busca de ndices empricos. Al aV:IIlL.:Jr en mi trahajo, tendr que mQ\'crme entre concepClOllC"i e ndiccs, guiado por el deseo de no perder significaciones propuestlS y ser, sin embargo, totalmente especfico acerca de clhls. IJc aqu las cuatro \',uiablcs wcbcrianas con que cmpcz:lT:

    1. Clc1Sl!, con ref('rencia a la fuente y cuanta del ingr~o. Nece sitar, pues, distribuciones de la propiedad y. distribucio~cs del ingle. so. El material idcal (muy cscaso y desgraciadamente SIn fechas) es aqu una tabulaci6n transversal de la fuente y la cuanta del ingresu anual. As, sabemos que el X por ciento de la poblacin recibi en 1936 y millones o ms, y que el Z por ciento de todo ese dinero proceda de la propiedad, el W por ciento de ganancias de empres .. de negocios, y el Q por ciento de sucldos y salarios. De acuerdo COII esta dimensin de la clase, puedo definir los altos crculos -los que tienen lo ms- ya como los que reciben cuantas dadas de ing,rcsos durante un tiempo dado, o como 10s que fOTman el dos por Ciento ms elevado de la pirmide del ingreso. Examina.r los informes de lIacienda y las listas de grandes contribuyentes. Vc;.i pueden poner se al da las tablas de TNEC sobre fuente y cuantIa del Ingreso.

    II. Posicin, con referencia a ]a sunla de deferencias recibidas. Para esto no hay ndices simples ni cuantificables. Los ndises cxi, ten tes requieren para su aplicacin entrevistas personales, se limit.an hasta ahora a estudios de comunidades locales y en su mayor palto no son de ningn modo buenos. Hay adems el problema de qut', Q diferencia de la clase, la posicin implica relaciones sociales: por lo menos uno que reciba y otro que otorgue la deferencia.

    Es fcil confundir la publicid;l(1 con la deferencia, o ms bien no sabemos an si el volumen de publicidad debe usarse o no como "n indicio de la posicin socill, aunque es sumamente fcil disponer ti, ella. (Por ejemplo: En uno o dos das sucesivos de mediados de mur 20 de 1952 fueron mencionadas por su nombre las siguientes catc..-p ras de personas en el New York Times, o en pginas sc1ectas. Au bar esto.)

    III. Poder, referido l la rcaliz.1ein de la voluntad propia, aunquI otras se le opongan. Como b posicin, esto no ha sido bien rccO~III" en ndices. No creo que pucda consIderarlo en una sola dunen!)I('''. sino que tcndr que hablar a) de autoridad formal, definida por I~ cultades y derechos de posiciones en diferentes instituciones, espcclotl mente militares, polticas y econmicas, y b) ~I~res quc s~ sallt" .. ejercen informalmente pero l~O formalmcl1.te JIlstltUldos: . lideres 11. grupos de presin O influenCIa, propagandIStas con amplios mr,II ... a su disposicin, y as suceslvamente.

    SOBRE ARTESANIA INTELECTUAL 219 IV. Ocupacin, referida a actividades pagadas. Tambin aqu

    tengo que decidir qu caracterstica de )a ocupacin debo tornar en ~tlel1ta .. a) Si uso los ingresos mcdios de diferentes ocupaciones para JcrarquIZJrla!', estoy usando, naturalmente, la ocupacin como ndice de elasc y c?mo la base de sta. Del mismo modo : b), si uso la posicin o eJ. poder hplea~ne~te mherentes a dIferentes ocupaciones, uso las ocu-pacIOnes Como mellces y bases de poder, habilidad o talento. Pero ste. dc ningn modo cs un ~odo f,cil de clasificar a la gente. La habIlidad o destreza no es, al Igual que la posicin, una cosa homo-gnea de la que hay ms o menos. Los intentos de tratarla como tal se h:1.n. he~110 por lo ~?lUn en rcl~c!n con el tiempo necesario para adqumr diversas habIlidades, y qmza habr que hacerlo as, aunque espero encontrar algo mejor.

    f:sos SOIl los tipos de problemas que tendr que resolver para defi. nir analtica y empricamente los crculos superiores, en relacin con esas cuatro variabl~ c1a~e. P~ra los fines de mi proyecto, supongo que los hc resuelto a mI satisfaCCIn y que he distribuido la poblacin de aCllerdo con c:Jda ,una de ellas. Tendr entonces cuatro grupos de per-sonas: las que estn en la cumbre en clase, posicin, poder y destreza. Supngase adems que he seleccionado el dos por ciento ms alto de cada dis tribuc~6n como el crculo ms alto. Despus me formulo esta pregunta empmcamcntc contestable: Qu grado de traslapo hay, si es que hay alguno, entre esas dlStnbuciones7 Un margen de posibili. dades puede locallz.1fSe en este senCIllo cuadro (+ = dos por ciento de la cumbre; - = 98 por ciento inferior):

    Clase

    + -Posicin Posicin

    -

    + - + -

    + 1 ? , 4 -

    ,

    + Destreza - 5 6 7 8

    POd{!T + 9 10 l l 12

    - Destreza - n 14 l 5 16

    Este cuadro, si tuviera yo materiales para llenarlo, contendra datos fundamentales y muchos problemas importantes para un estudio de los altos crculos. Suministrara claves para muchas cuestiones defini-torias y esencialcs.

    No tCI~g() los. datos, ni P?sibilicladcs ele tenerlos, 10 cual da mayor 11Ilortmcl3 3 mIS especu]aclOnes sobre el asunto, porque en el curso

  • 220 APl>NDlCE

    de esas reflexiones, si van guiadas por el deseo de aproximarse a los requisitos empricos de un proyecto ideal, llegar a zonas Importantes en las cuales puedo consiguir materiales interesantes como hItos y guias para la reflexin subsiguiente. .

    Hay dos puntos adicionales que debo afiad" a este modelo general para hacerlo formalmente completo. Las concepciones plen~s de los estratos superiores exigen atencin a la duraCIn y a la movil,dad. La tarea consiste aqu en determinar posiciones (1-16) entre las cuales haya un movimiento tpico de individuos y .grupo~, dentro de la geno-racin actual y entre las dos ~ tres generacIones ultimas. ,

    Esto introduce la dimenSIn temporal de la blOgraha (o de 1I carrera) y de la historia en d proY'7t? No son stas meras cuestiones empricas nuevas; son tam~ln de~l~utonamente lmporta~tes . Porque a) querernos dejar resuelto SI al claSIficar las gentes en relaCIn con cual-quiera de nuestras vanables clave. definiremos o no nuest.r~s categadas en relacin con el tiempo durante d cual ellas o sus famlhas han ocu-pado la posicin de que se trate. Por ejemp.lo, puedo querer deCIr qlle el dos por ciento ms alto en , cuanto a p~sl.cI6n -o ,por 10 menos de un tipo importante de jerarquI3 por la poslcln- esta formado por lo. que 10 ocupan por 10 f!1t:nos ?u~ante dos .. generacio~~. Adem. b) quiero dejar resuelto SI :onsbtUlr o no un. estrato. no slo en relacin con una mterseccln de diferentes vanables, SinO tambl~R de acuerdo con la olvidada definicin que dio Weber de "clase social" como formada por las posiciones entre las c,:alcs. hay . una umovilidad tpica y fcil" . As, las ocupaciones burocrticas. mfenores y los traba jos de los asalariados medios y altos de Ciertas Industnas parecen foro mar, en este sentido, un estrato.

    En el curso de la lectura y cJ anlisis de las teoras de otros y mientras proyectis una investigacin ideal yescudril1~is los fiche ros, empezaris a redactar una lista de estudlOs especlflcos. Algu nos de ellos son demasiado grandes para dommarlos, y co~ el tiempo tienen que ser penosamente aban,donados; otros terrOln~ dn sirviendo como materiales para un parrafo, una seCCin, UIII frase o un captulo; otros se convertirn en temas expansivos que se entretejen en todo el contenido de un libro. He aqu, una VeI ms, algunas notas para varios proyectos de sos:

    1) Empleo del tiempo en un dla tlpico de trabajo. de. diez altlll ejecutivos de grandes empresas, .y lo mismo ~e d!cz IndiVIduos . dtl gobierno fcdcr:ll. Estas obscrvaclOnes se combmaran con cntr(-VI ~ta. detollodas sobre las vidas de dichos individuos. El objeto aqul o d ... cribir las ocupaciones y las decisiones importantes, en parte al mcnoe de acucrdo COII el tiempo que se les dedica, y conocer los factoro .qu. intervienen en las decisiones adoptadas. El procedimiento varlllft, naturalmente. con el grado de cooperacin conseguida, pero idCIII

    SOBRE ARTESANIA INTELECTUAL 221 mente comprender, primero, un entrevista en que la vida pasada y la situaci6n actual del individuo se expresen claramente; segundo, observaciones del d;), sentndose en un rincn de la oficina del indi-viduo y siguitndole en cuanto hace; tercero, una entrevista un poco extcns;], aquella noche o a} da siguiente, sobre las ocupaciones de todo el da y que sondee los procesos subjetivos implicados en la con-ducta externa que hemos observado.

    2) Un anlisis de los fines de scmana de la clase alta, en que se observen detalladamente .Jas. ocupaciones habituales y las sigan entre-VIstas de sondeo Con el mdividuo y otros miembros de la familia el lunes siguiente. '

    Para estas dos tareas tengo relaciones bastante buenas y, natural-mente, las buenas relaciones, si se manejan adecuadamente, llevan a ohas mejores. [Aadido en 1957: esto result ser una ilusin .]

    3) Estudio de la cuenta de gastos y otros privilegios que, con los sueldos y otros IOgrcsos, forman el nivel y el estilo de vida de los esha-tos superiores. La idea es aqu conseguir algo concreto sobre "la buro-cratizacin del consumo", la transferencia de los gastos privados a las cuentas de los negocios.

    4) Poner a la fecha el tipo de informacin contenida en libros como Americ's Sixty Families de Lundberg, cuyos datos sobre pago de Impuestos son de 1923.

    5) Recoger y sistematizar, de los informes de Hacienda y de ohas fuentes gubernativas, la distribucin de diversos tipos de propiedad privada por las cantiodcs posedas.

    6) Estudio de la carrcra de los presidentes, de todos los miembros del gobmete y de todos los de la Suprema Corte. Esto lo he hecho ya en tarjetas 113M del periodo constitucional del segundo mandato de Truman, pero deseo ampliar los renglones empleados y analizarlos de nuevo.

    Hay otros .-unos 35- proyectos de este tipo (por cjemplo, u.na comparacIn de b. cantidades de dinero gastadas Un las elec-ClOnes preSIdenciales de 1896 y 1952, una comparacin detallada de Morgan en 1910 y de Kaiser en 1950, y algo concreto sobre las carreras de "Almirantes y Generales"). Pero, al avanz,\[ en el tra-bajo, uno tiene, naturalmente, que acomodar sus propsitos a lo que es posible.

    Despus de redactados estos proyectos, empec a leer obras histricas sobre los grupos superiores, tomando notas sin orden (y sin organizarlas en fichero) e interpretando lo que lea. En rea-lidad, no tenis que estudiar un asunto sobre el cual estis t"ba-ando, porque, como he dicho, una vez que os hayis metido en l, est cn todas partes. Sois susceptibles a sus temas, los veis y los os por dondequiera en vuestra experiencia, especialmente, me

  • 222 APf;NDICE

    parece siempre a m, en campos que ~parcntemente no tienen ninguna relacin con l. Hasta los mcdlos de masas, muy en par-ticular las malas pelculas, las novelas baratas, los grabados de las revistas y la radio nocturna adquieren para vosotros nueva Impor-tancia.

    4 Pero cundo vienen las ideas?, preguntaris. Cmo se espolea la imaginacin para reunir todas las imgenes y todos los hcchos, para formar imgenes significativas y dar sentido a los hechos? No creo que realmente pueda responder a c,"o; todo lo que pll~d() hacer es hablar de las condiciones generales y de algunas tclllcas sencillas que parecen haber alimentado mis posibilidades de reve-lar algo.

    Os recuerdo que la imaginacin sociolgica consiste, en ll11l parte considerable, en la capacidad de pa sa r de lIna pcrspectiva a otra y en el proceso de formar una opinin adcc~13da de una sociedad total y de SllS componentes. Es esa Ilnagmaclon, natll ralmente, lo que separa al investigador social del mero tcnico. EII unos pocos aos pueden prepararse tcnicos satisfactorios. Tam bin puede cultivarse la imaginacin sociolgica; ciertamente, ,e presenta pocas veces sin una gran cantidad de trabajo c~n, frecuclI cia rutinario.1 Pero posee ulla eualtdad mcsperad;l, ql1lza porque Sil esencia es la combinacin de ideas que nadie esperaba que pu dieran combinarse -una mezcla de ideas de la filosofa alemalla y de la economa inglesa, pongamos por caso-o Detrs de tal como binacin hay un jucgo mental y un impulso verdadcramcnte d~l1 dido para dar sentido al mundo, de lo cual suele carecer el tem", como tal. Quiz el tcnico est demasiado bien preparado, preu,a mente demasiado preparado. Como uno puede ser pre~drad" slo cn lo que ya es conocido, muchas veces la preparacIn \11 incapacita para aprender modos nuevos, y \0 hace rebelck co."tr. lo que no puede menos de ser vago y aun desmaado a1pnnel l"'" Pero debis aferraros a esas imgenes y nOCiones vagas, SI son VUCI tras y debis elaborarlas. Porque en eS3S fo""as cs como aparCl"CII cas' siempre al principio los ideas originales, si las hay.

    Hay modos definidos, creo yo, de cstimubr la imagillQci/m sociolgica:

    1 Vanse los excelentes artculos de I1l1tchinso~l sohre. "pcnctraciftn" , "esfuerzo creador" en Study of lnterpersollcd RelallOns, Cdlt3do por r .ltt!!' Mullahy, Nclson, Nueva York, 1949.

    SOBRE ARTESANIA INTELECTUAL 223

    1) En cl plano m{s concreto, la re-ordenacin del fich ero es, como ya he dicho, un modo de incitar a la imaginacin . Srl plemente, vaciis de golpe carpetas hasta entonces desconectadas, mezclis sus contenidos y despus los clasificis de nuevo. Procu-rad hacerlo de un modo ms o menos descansado. La frecuen cia y la extensin en que re-organicis los ficheros variarn, natllTal-mente, con los diferentes problemas y COn el modo como se vayan desarrollando. Pero la mecnica de la operacin es siempre igual-mente sencilla. Tendris presentes, desde luego, los diferentes problcmas en que estis trabajando activamente, pero procuraris tambin ser pasivamente receptivos para las rclaciones imprevis-tas y no planeadas.

    2) Una actitud de juego hacia las frases y las palabras con que se definen diversas cuestiones a menudo libera la imaginacin. Buscad sinnimos de cada una de vuestras palabras clave en diccio-narios y cn libros tcnicos, para conocer toda la extensin de sus acepciones. Esta sencilla costumbre os incitar a elaborar los tr-minos del problema y, en consecuencia, a definirlos con menOS palabrera y con ms precisin. Pero slo si conocis los diversos sentidos que puedcn darse a las palabras o a las frascs podris sclec-cionar los exactos con 'Iue deseis trabajar. En todo trabajo, pero especialmente cn el cxamen de enunciados tcrieos, procuraris vigilar estrechamente el grado de gencralidad de cada palabra cla-ve, y can frecuencia encontraris til descomponer un enunciado muy gencral en sentidos ms concretos. Cuando se hace eso, el enunciado se dcscompone frecuentcmente en dos o trcs compo-nentes, cada lino de los cuales corresponde a un dimcnsic'ln dife-rcnte. Procuraris, asimismo, elevar el grado de generalidad: su-primid los calificativos espccficos y examinad cl enunciado o la in,fcrencia modificados de un m?do ms abstracto, para ver si 1'0-dCls extenderlo o elaborarlo. ASI, procuraris sondear desde arriba y desde abajo, cn busca de un sentido ms claro, cn cada uno de los aspcctos y de las implicacioncs de la idea.

    3) Muchas de las nociones gcnerales que encontraris se con-vertirn en tipos al pensar en ellas. Una clasificacin nucva es cl comienzo habitual de desarrollos fructferos. La habilidad de formular tipos y buscar despus las condiciones y consccuencias de cada uno de ellos se convertir, en resumidas cuentas, cn un procedimiento automtico. Mus bien que contentarse con las cla-sificaciones existentes, en particular con las de sentido comn, buscaris sus comuncs dcnominadores y los factores diferenciales que hay ell cada una y cntre todas ellas. Los tipos bien formu-lodos requiercn que los critcrio; de clasificacin sean e:;plcitos y

  • 224 APl':NDICE

    sistemticos. Para hacerlos as, debis adquirir la costumbre de la clasificacin transversal.

    La tcI1lca de la clasificacin transversal no se limita, natural-mente, a matenales cuantitativos; en realidad, es el mejor modo de imaginar y captar nuevos tipos, as como de criticar y aclarar los antiguos. Los cuadros, las tablas y los diagramas de gnero cualitativo no son slo modos de presentar trabajo ya hecho; con mucha frecuencia, son verdaderos instrumentos de produccin. Aclaran las "dimensiones" de los tipos que ayudan tambin a ima-ginar y formar. De hecho, en los quince aos ltimos no creo haber escrito ms de una docena de pgil13s siu una pequel;a clasificacin transversal, aunque, desde luego, na siempre, ni si-quiera habitualmente, presente tales diagramas. La mayor parte de ellos se malogran, caso en el cual an saldris ganando algo. Ellos os permiten descubrir el alcance y las relaciones de los mis-mos trminos con que estis pensando y de los hechos con que estis tratando.

    Para un socilogo activo, la clasificacin transversal es lo que para un gramtico diligente esquematizar una oracin. En mu-chos sentidos, la clasificacin transversal es la verdadera gramtica de la imaginacin sociolgica. Como toda gramtica, debe ser controlada y no hay que dejarla salirse de sus objetivos propios.

    4) Con frecuencia conseguirels una mayor penetracin pensan-do en los extremos: pensando en lo opuesto a aquello en que estis directamente interesados. Si pensis en la desesperacin, pensad tambin en la alegria; si estudiis el avaro, estudiad tam-bin el prdigo. Lo ms difcil del mundo es cstudiar un solo objeto; cuando comparis objetos, tenis un conocimiento mejor de los materiales y despus podis escoger las dimensiones en rela-cin con las cuales se hacen las comparaciones. Advertiris quo es muy instructivo el ir y venir de la atencin entre esas dimcn siones y los tipos concretos. Esta tcnica es tambin lgicamente slida, porque sin una muestra slo podis conjeturar acerca dc frecuencias estadsticas a salga lo que saliere: lo que podis hae"r es dar el alcance y los tipos principales de un fenmeno, y para eso es ms econmico empezar por formular "tipos polares", opu," tos en diferentes dimensiones. Esto no quiere decir, naturalmcnlr, que no os esforcis por adquirir y conservar. un sentido de la P'" porcin: el buscarlo conduce a las frecuencias de los tIpos da,'''. En realidad, uno trata constantemente de combinar esa busca "". la de ndices para los cuales pueda encontrar o reunir estadsti . "

    La idea es usar puntos de vista diferentes: por ejemplo, os 1" guntaris cmo enfoca esto un tratadista de ciencia poHtica 'In"

    SOBRE ARTESANIA INTELECTUAL 225 acabis de leer, o c6mo lo enfocan aquel psic610go o este historia-dor. Procuraris pensar de acuerdo con puntos de vista diversos, y de cste modo vuestra mente se convierte en un prisma en movi-miento que capta luz de todas las direcciones posibles. A este respccto, muchas vcces resulta til escribir dilogos.

    Con gran frecuencia os sorprenderis pensando contra algo, y al tratar de comprender un nuevo campo intclectual, una de las pnmeras cosas que podiS hacer es formular los argumentos prin-Cipales. Una de las cosas que quicre decir "estar empapado en literatura" es ser capaz dc localizar a los opositores y a los parti-danos de cada uno de los puntos de vista. Dir de pasada que no es bueno estar demasiado "empapado de literatura"; podis ahogaros en ella, como Mortimer Adlcr. Quiz la cuestin est en sebcr cundo debis leer y cundo no.

    5) El hecho de que, por amor a la sencillez, en la clasificaci6n transvcrsal, trabajis al principio en tnninos de s-o-no, os estimula a pensar en extremos contrarios. Eso, en general, es bueno, por-que cl anlisis cualitativo no puede, naturalmente, proporcionaros frecuencias ni magnitudes. Su tcnica y su objeto es daros el al-cance de los tipos. Para muchas cosas no necesitis ms que se, aunque para otras, naturalmente, necesitis adquirir una idca' ms precisa de las proporcioncs implcitas.

    La liberaci6n de la imaginacin puede conseguirse a veces invirtiendo deliberadamente el sentido de la proporci6n.

    ' Si una

    cosa parece muy diminuta, imaginadla simplemcnte enorme, y preguntaos: En qu puede importar eso? Y al contrario con los fenmcnos gigantescos. Qu parcceran aldeas analfabetas con una poblacin de 30 millones de habitantes? Actualmente por lo mcnos, yo nunca pienso en contar o medir realmente algo, antes de haber jugado con cada uno de sus e1cmentos, condiciones y consecuencias en un mundo imaginado en el que controlo la es-cala de todas las cosas. f:sta es una de las cosas que los estadsticos deben querer decir, pero nunca parece as, con la frase de "conocer el universo antes de tomar muestras de l".

    6) Sea cualquiera el problema en que estis interesados, halla-ris til tratar de obtencr una impresin comparatiVit de los ma-teriales. La busca de casos comparables, ya en una eivilizaci6n y periodo hist6rico, ya en varios, os proporciona orientaciones. No pensaris nunca en describir una institucin del siglo xx sin pro-curar tener presente instituciones similares de otros tipos de estruc-

    1 Dicho sea de pasada, algo de esto es 10 que, estudiando a Nietzsche, ha llamado Kenneth Burle "perspectiva por incongruencia". Vlse !in 1t:a Burlee, Pelincmence dI1d Change, Ncw Republic Boab, Nueva York, 1936.

    I

  • 226 AP~NDICE , .

    turas y de pocas. y ello es as aun cu~ndo no os I'ropongals hacer comparaciones explcitas: Con el tiempo Ikgarls ~ onen-tar casi de un modo automtico vuestro pensamIento hlstnca-mente. Una de las rarones para hacerlo as es que con frecuencia lo que estis examinando es limitado en nmero: para tener una impresin comparativa de el1o~ tenIS que sItuarlo dentro de una estructura histrica. Para deClflo de otro modo, el ~nfoqu~ po.r contraste requiere con frecuencia el e~amen de matenales lustn-coso Esto tiene a veces consecuenCiaS utlles para el anhslS de una tendencia, o conduce a una tipologa de fases. UsarIS, pues, ma-teriales histricos, por el deseo de dar un alcance mayor o un alcance ms conveniente a algn fenmeno, por lo cual entiendo un alcance que comprenda las ~ariacioncs cn. u~ conlunto con,o-cido de dimensiones. Al SOCIlogo le es mdlSpel~sable algun conocimiento de la historia uuiversal. S111 ese conocImIento est sencillamente mutilado, por muchas otras cosas que sepa.

    7) Finalmente, hay un punto que tiene ms rclacl~ co~ el oficio de componer un libro que con la hberacln de la magma-cin. Pero ambas cosas muchas veces no son ms que una: cmo debis ordenar los materiales para que su presentacIn afecte siempre al contenido de vuestra obra. La d~ qu~ tengo presente la aprend de un gran editor, Lambert DavlS, qUIen supongo que despus de haber visto lo que hice con ella, no querr reconocerla como hija suya. Es la dIferenCia entre tema y asunto.. .

    Un asunto es una materia, como ulas carrer~~ de ]os, ~Jccu~,vos dc empresas", o "el poder creciente de. los ?,fclales mlhtares , o "la decadencia de las matronas de SOCIedad . Por lo general, la mayor parte de lo que hay que decir acerca de un aSlll:,to puede encerrarse fcilmente en un solo captulo o en una seCCIn de un captulo. Pero el orden en que estn dispuestos todos vuestros asuntos os lleva muchas veces al campo de los temas. .

    Un tema es una idea, por lo general de una t~n~e~ela sella 1 da de alguna concepcin importante, o de una dlStlnCl?n clave, c~m~ la de racionalidad y razn, por ejemplo. Al trabaar en la ()rdenacin de un libro, cuando lleguis a haceros. cargo de los dos o tres, (), como puede ocurrir, de los seIS o sIete ten~as, sao bris que estis en la cima de vuestra tarea. ReconocerIs ~OI temas porque los encontraris en t?da clase de asuntos y qUIz lleguen a pareceros meras repebclOnes. Y mucha.s veces cw es todo lo que sonl Ciertamente, con gran frecuencia se encon trarn en las secciones de vuestro manuscnto ms confusas y peor escritas. 1 d Lo que debis 113cer es seleccionarlos y enunciar os e un

    SOBRE ARTESANIA INTELECTUAL 227

    modo general tan clara y brevemente como os sea posible. Des-pus, de manera absolutamente sistemtica, debis clasificarlos de acuerdo con todo el aleance de vuestros asuntos. Esto significa que os preguntaris acerca de cada asunto : Cmo es afectado exactamente por cada uno de estos temas? Y tambin: Cul es exactamente el significado, si es que tienen alguno, de cada uno de estos temas de cada uno de los asuntos?

    En ocasiones un tema requiere un captulo O una seccin para l solo, quiz cuando se le presente por primera vez o quiz en un resumen hacia el final del libro. En general, creo que la mayor parte de los escritores -as como la mayor parte de los pensado-res sistemticos- estarn de acuerdo cn que en algn punto todos los temas deben aparecer reunidos, cn rclacin los unos con los otros. Frecuentemente, aunque no siempre, es posible hacerlo al principio de un libro. Usualmcnte, en todo libro bien com-puesto, debe hacerse cerca del final. Y, desde luego, durante todo el libro uno debe por lo menos procurar relacionar los temas con cada asunto. Es ms fcil escribir sobre esto, que hacerlo, porque no suele ser una cuestin tan mecnica como pueda parecer. Pero en ocasiones lo es, por lo menos si los temas estn propia-mente escogidos y esclarecidos. Pero eso es precisamente lo dif-ciL Porque lo que yo he llamado aqu, en el contexto de la arte-sana literaria, temas, en el contexto del trabajo intelectual se llaman ideas.

    Algunas veces, entre parntesis, podis advertir que un libro en realidad no tiene temas. Es una ristra de asuntos, rodeada, naturalmente, de introducciones metodolgicas a la metodologa y de introducciones tericas a la teora. Esas son, ciertamente, cosas indispensables para la redaccin de libros por hombres sin ideas. Y de ah resulta la falta de inteligibilidad.

    5 Yo s que estaris de acuerdo en presentar vuestro trabajo en un lenguaje tan sencillo y claro como lo permitan el asunto y vues-tras ideas acerca de l. Pero como podis haber advertido, en las ciencias sociales parece prevalecer una prosa ampulosa y palabrera. Supongo que los que la emplean creen que imitan a la "ciencia fsica", e ignoran que gran parte de aquella prosa no es necesaria en absoluto. En efecto, se ha dicho con autoridad que hay "una crisis grave de la capacidad de escribir", crisis en la que participan muchsimo los investigadores sociales.1 Dbese ese

    1 Lo ha dicho Edmund Wilson, considerado en general como "el mejor

  • 228 APENDICE

    peculiar lenguaje a que se discutan cuestiones, conceptos, mtodos profundos y sntiles? Si no, cules son, pues, las razones de lo que Ma\colm Cowley llam acertadamente "jerigonza"? 1 Es realmen-te necesario para vuestro trabajo? Si lo es, no hay nada que hacer; si no lo es, cmo podris evitarlo? . Me parece que semejante falta de inteiigibilidad por lo general

    bene poco Q nada que ver con la complejidad de la materia y nada en absoluto con la profundidad del pensamiento. Con lo que tiene que ver mucho es COn ciertas confusiones del escritor acadmico sobre su propia posicin.

    En muchos crculos acadmicos de hoy, todo el que procure escribir de un modo ampliamente inteligible est expuesto a que se le condene como un "mero literato", o, lo que es an peor, como un "mero periodista". Quiz habis aprendido ya que esaS frases, tal como comnmente se las usa, slo indican esta infe-rencia ilegtima: superficial porque es legible. El acadmico en los Estados Unidos se esfuerza por llevar una vida intelectual seria en un contexto social que con frecuencia parece estar com-pletamente en contra de l. Su prestigio debe compensar muchos de los valores predominantes que ha sacrificado al elegir una carrera acadmica. Su deseo de prestigio se asocia fcilmente a la imagen que se ha forjado de s mismo como "cientifico". El que se le llame un "mero periodista" le hace sentirse humillado y su-perficial. Creo que es esta situacin la que con frecuencia est en el fondo del complicado vocabulario y de la retorcida manera de hablar y de escribir. Es menos dificil adquirir esa manera que no adquirirla. Se ha convertido en una convencin, y quienes no la usan estn expuestos a la desaprobacin moral. Es posible que sea consecuencia de un "apretar las filas" acadmico por parte de los mediocres, quienes, muy comprensiblemente, desean eli-minar a los que atraen la atencin de las personas inteligentes, acadmicas o no.

    Escribir es formular una pretensin a la atenein de los lec-tores. Eso forma parte de todo estilo. Escribir es tambin preten-der para s por lo menos una posicin que amerite ser ledo. El critico del mundo de habla inglesa", quien ha escrito: "Por 10 que respecta a mi experiencia con artculos de expertos en antropologa y sociologa, me ha llevado a la conclusin de que el requisito, en mi universidad ideal, de que los trabajos de cada departamento pasen por un profesor de ingls puede cau sar una evolucin en esas materias, si