la hora mas oscura

8/10/2019 La Hora Mas Oscura

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Título original: The Darkest Hour

Erin Hunter, 2004Traducción: Begoña Hernández Sala

Editor digital: KarsePub base r1.1



Este libro es para Vicky Holmes

y Matt Haslum, que ayudaron a

encontrar

el destino de Corazón de Fuego.Gracias.

Gracias en especial a Cherith Baldry.



—Aprendiz: ESPINO. — FRONDE DORADO: atigrado marrón dorado. —Aprendiza: ZARPA TRIGUEÑA.

— MANTO POLVOROSO: gato atigrado marróoscuro.

—Aprendiz: CENICIENTO. — TORMENTA DE ARENA: gata color melad

claro. — LÁTIGO GRIS: gato de pelo largo, gri

uniforme. — ESCARCHA: dotada de un bello pelaje blanc

ojos azules. — FLOR DORADA: de pelaje rojizo claro. — NIMBO BLANCO: gato blanco de pelo largo.

Aprendices (de más de seis lunas de edad, s

entrenan para convertirse en guerreros).

— ESPINO: atigrado marrón dorado. — FRONDINA: gata gris claro con motas má

oscuras, de ojos verde claro.



— CENICIENTO: gato gris claro con motas máoscuras, de ojos azul oscuro.

— ZARZO: atigrado marrón oscuro de ojo

ámbar. — ZARPA TRIGUEÑA: gata parda de ojos verde — CARA PERDIDA: gata blanca con mancha

canela.

Reinas (gatas embarazadas o al cuidado d

crías pequeñas).

— SAUCE: gata gris muy claro, de ojos azulepoco comunes.

Veteranos (antiguos guerreros y reinas, y

retirados).

— TUERTA: gata gris claro; el miembro má

anciano del Clan del Trueno; prácticamente ciega orda. — OREJITAS: gato gris con las orejas mu

pequeñas; el macho más viejo del Clan del Trueno

— COLA MOTEADA: en sus tiempos, una bonit



gata leonada con un precioso manto moteado. — COLA PINTADA: atigrada clara.

CLAN DE LA SOMBRA

Líder — ESTRELLA DE TIGRE: enorme gato atigrad

marrón oscuro, con garras delanteras inusualmentargas; antiguo miembro del Clan del Trueno.

Lugarteniente

— PATAS NEGRAS: gran gato blanco coenormes patas negras como el azabacheanteriormente fue un gato proscrito.

Curandero

— NARIZ INQUIETA: pequeño gato blanco y gri

Guerreros — ROBLEDO: pequeño gato marrón.

— CIRRO: atigrado muy pequeño.



— GUIJARRO: gato atigrado plateadoanteriormente, un proscrito.

— BERMEJA: gata de color rojizo oscuro

anteriormente, una proscrita. —Aprendiz: ZARPA CEDRINA. — COLMILLO ROTO: enorme gato

anteriormente, un proscrito.

—Aprendiz: ZARPA SERBAL.Reinas

— AMAPOLA: atigrada marrón claro de patamuy largas.

CLAN DEL VIENTO

Líder — ESTRELLA ALTA: gato blanco y negro de col

muy larga.

Lugarteniente



— RENGO: gato negro con una pata torcida.

Curandero — CASCARÓN: gato marrón de cola corta.

Guerreros — ENLODADO: gato marrón oscuro co

manchas.

— MANTO TRENZADO:

gato atigrado grioscuro. — OREJA PARTIDA: macho atigrado. — BIGOTES: joven atigrado marrón.

—Aprendiz: ERGUINO. — CORRIENTE VELOZ: atigrada gris claro.

Reinas — PERLADA: gata gris.

— FLOR MATINAL: reina color carey. — COLA BLANCA: pequeña gata blanca.

CLAN DEL RÍO



Líder — ESTRELLA LEOPARDINA: gata atigrada co

nsólitas manchas doradas.

Lugarteniente — PEDRIZO: gato gris con las orejas marcada

con cicatrices de peleas.

—Aprendiz: BORRASQUINO.Curandero

— ARCILLOSO: gato marrón claro de pelargo.

Guerreros — PRIETO: macho negro grisáceo. — PASO POTENTE: corpulento gato atigrado.

—Aprendiz: ZARPA ALBINA. — SOMBRA OSCURA: gata gris muy oscuro. — VAHARINA: gata gris oscuro de ojos azules. —Aprendiza: PLUMILLA.

Reinas



— MUSGOSA: gata parda.

CLAN DE LA SANGRELíder

— AZOTE: pequeño gato negro con una patblanca.

Lugarteniente — HUESO: enorme gato blanco y negro.

GATOS DESVINCULADOS DE LOS CLANE

— CENTENO: gato blanco y negro; vive en ungranja cercana al bosque.

— CUERVO: lustroso gato negro que vive en lgranja con Centeno.

— PRINCESA: atigrada marrón claro, con e

pecho y las patas blancas; es una gata doméstica.



— TIZNADO: rollizo y afable gato blanco negro; adora vivir en una casa junto al bosque. Eun gato doméstico.



Prólogo

La lluvia caía intensamente, repiqueteando sobrel duro y negro Sendero Atronador que discurríentre interminables filas de viviendas de Do

Patas. De vez en cuando, un monstruo pasabgruñendo, con ojos cegadores y con un Dos Pataacurrucado en el interior de su brillante pelaje.

Dos gatos doblaron silenciosamente la esquin

pegados a las paredes, donde las sombras eramás densas. En primer lugar marchaba un gato gri flacucho; tenía una oreja mordisqueada, ojoelucientes y vigilantes, y todo el pelo aplastado

oscurecido por el agua.



Tras él avanzaba un enorme atigrado de anchoomóplatos y músculos que se movían ágilmentbajo su pelaje empapado. Sus ojos ámba

brillaban entre la cruda luz, y su mirada iba de uado a otro como si esperase un ataque.Se detuvo en la oscura entrada de una viviend

de Dos Patas que ofrecía cierta protección

gruñó: —¿Cuánto falta todavía? Este lugar es un ascoEl gato gris miró atrás. —Ya no estamos lejos.

—Más vale que sea así.Con una mueca, el atigrado marrón oscurprosiguió la marcha, agitando las orejas irritadpara sacudirse las gotas de lluvia. Una fuerte lu

amarilla incidía sobre él, que se encogió cuandun monstruo tomó la curva rugiendo y levantanduna ola de agua sucia que apestaba a desechos dDos Patas. El gato soltó un gruñido cuando el agu

cayó alrededor de sus patas y le salpicó el pelo.



Le asqueaba todo lo del poblado de Dos Patasa dura superficie bajo las zarpas, el hedor de lo

monstruos y de los Dos Patas que llevaban en su

entrañas, los ruidos desconocidos y, muespecialmente, el hecho de no poder sobrevivallí sin un guía. El atigrado no estabacostumbrado a depender de otros gatos para nada

En el bosque conocía todos los árboles, todos loarroyos, todas las madrigueras de conejo. Erconsiderado el guerrero más fuerte y peligroso dos clanes. Ahora, sus aguzados sentidos y su

habilidades resultaban inútiles. Se sentía como sfuera sordo, ciego y débil, siguiendo a scompañero como un cachorro indefenso a la zagde su madre.

Pero valdría la pena. El atigrado agitó lobigotes lleno de expectación. Ya había emprendidun plan que convertiría a sus enemigos máodiados en presas impotentes en su propi

erritorio. Cuando los perros atacaron, nadi



ospechó que hubieran sido atraídos y dirigidodurante todo el camino. Y ahora, si las cosaalían según lo planeado, la expedición al poblad

Dos Patas le proporcionaría todo lo que siemprhabía deseado.El gato gris fue en cabeza por el sendero y

ravés de un espacio abierto que atufaba

monstruos de Dos Patas. Un torbellino de coloprocedente de antinaturales luces naranja flotaben los charcos. Se detuvo en la entrada de uestrecho pasaje y abrió la boca para absorber e

olor del aire.El atigrado se paró e hizo lo mismo. Se pasó lengua por el hocico, asqueado por la pestilenci

de comida putrefacta de los Dos Patas.

—¿Es aquí? —inquirió. —Aquí es —respondió el guerrero gris, tens—. Ahora recuerda lo que te he dicho. El gato coel que vamos a reunirnos está al mando de mucho

gatos. Debemos tratarlo con respeto.



—Guijarro, ¿has olvidado quién soy?El atigrado dio un paso hacia su compañero

alzándose ante él.

El escuálido gato gris pegó las orejas acráneo. —No, Estrella de Tigre, no lo he olvidado

Pero aquí no eres líder de clan.

—Acabemos con esto de una vez —replicEstrella de Tigre con un gruñido.Guijarro se internó en el callejón. Se detuvo a

cabo de unos pocos pasos, cuando una figur

gigantesca se alzó ante ellos. —¿Quién anda ahí?Un gato blanco y negro de anchos omóplato

alió de entre las sombras. Sus fuertes músculos s

marcaban bajo el pelaje empapado por la lluvia. —Identificaos. Aquí no nos gustan loforasteros —añadió.

—Saludos, Hueso —maulló el guerrero gri

con firmeza—. ¿Me recuerdas?



El gato blanco y negro entornó los ojos guardó silencio unos segundos.

—Así que has regresado, ¿eh, Guijarro? —

maulló por fin—. Nos dijiste que ibas en busca duna vida mejor en el bosque. ¿Qué estás haciendaquí?

Dio un paso adelante, pero Guijarro s

mantuvo donde estaba, sacando las uñas contra euelo irregular. —Queremos ver a Azote —respondió.Hueso soltó un resoplido, medio desdeñoso

medio risueño. —No creo que Azote quiera verte a ti. ¿Yquién es ese que va contigo? No lo reconozco.

—Me llamo Estrella de Tigre. He venid

desde el bosque para hablar con tu líder.Los ojos de Hueso pasaron de Estrella dTigre a Guijarro una y otra vez.

—¿Qué queréis de él? —preguntó.

Los ojos ámbar de Estrella de Tigr



centellearon como las luces de los Dos Patas que reflejaban sobre las piedras mojadas que loodeaban.

—Hablaré de eso con tu líder, no con spatrulla fronteriza.Hueso erizó el pelo y sacó las uñas, per

Guijarro se apresuró a situarse entre él y Estrell

de Tigre. —Azote tiene que escucharlo —aseguró—Podría ser ventajoso para todos los gatos.

Durante unos segundos, Hueso vaciló, per

uego retrocedió para dejar pasar a Guijarro Estrella de Tigre. Los abrasó con su mirada hostipero no dijo nada.

Entonces Estrella de Tigre se puso en cabeza

avanzando cautelosamente mientras la luz sdesvanecía a sus espaldas. A ambos lados, gatoesqueléticos se escabullían detrás de montones dbasura y seguían el avance de los dos intrusos co

ojos relucientes. Estrella de Tigre tensó lo



músculos. Si aquella reunión iba mal, quizá tendríque salir de allí peleando.

Un muro bloqueaba el final del pasaje. Estrell

de Tigre miró alrededor, buscando al líder daquellos gatos del poblado de Dos Patas. Sesperaba una criatura incluso más grande que ecorpulento Hueso, y, al principio, su mirada no s

detuvo en un pequeño gato negro que estabagazapado en un sombrío portal.Guijarro le dio un empujoncito y señaló con l

cabeza al gato negro.

—Ahí está Azote —anunció. —¡¿Ése es Azote?! —preguntó Estrella dTigre. Su exclamación de incredulidad resonó máque la lluvia que caía—. Pero ¡si no es mayor qu

un aprendiz! —¡Chist! —Los ojos de Guijarro se llenarode pánico—. Puede que éste no sea un clacorriente, pero estos gatos matarían si se l

ordenara su líder.



—Parece que tengo visita. —La voz del gatnegro era aguda y quebrada, como hielesquebrajándose—. No esperaba volver a verte

Guijarro. ¿Has cambiado de idea y has vueltarrastrándote? ¿Esperas que te reciba con lobrazos abiertos?

—No, Azote —respondió Guijarr

osteniéndole la mirada, azul como el hielo—. Eel bosque se vive bien. Hay muchas presas, no haDos Patas…

—Tú no has venido a ensalzar las virtudes d

a vida en el bosque —lo interrumpió Azotacudiendo la cola—. Las ardillas viven en loárboles, no los gatos. —Entornó los ojos, quefulgían con un débil ardor—. Así que dime, ¿qu

quieres?Estrella de Tigre dio un paso adelanteapartando al guerrero gris.

—Yo soy Estrella de Tigre, el líder del Cla

de la Sombra —gruñó—. Y tengo una propuest



para ti.



1

Tenues rayos de luz se filtraban a través de loárboles mientras Corazón de Fuego llevaba a síder a su definitivo lugar de descanso. Con lo

dientes firmemente cerrados sobre el pescuezo dEstrella Azul, desanduvo la ruta que había tomada manada de perros, atraída por los valeroso

guerreros del Clan del Trueno hasta e

despeñadero y hasta su destrucción. Se sentía todel cuerpo entumecido, y la cabeza le daba vueltacon la espantosa certeza de que Estrella Azuestaba muerta.

Sin su líder, el bosque le parecía diferente



ncluso más extraño que el primer día que saventuró en él, cuando aún era un minindoméstico. Nada era real: sentía que los árboles

ocas podían disolverse como niebla en cualquiemomento. Un gran silencio antinatural lo cubríodo. Corazón de Fuego comprendió que las presae habían escondido, ahuyentadas por los perro

desbocados, pero, aturdido por el dolor, parecíque incluso el bosque estaba de duelo por EstrellAzul.

La escena en el despeñadero se repetía una

otra vez en su mente. Vio de nuevo las babeantemandíbulas del perro que lideraba la manada, intió cómo lo atrapaban sus afilados colmillo

Recordó cómo Estrella Azul había aparecido de l

nada para abalanzarse contra el perroempujándolo —y a ella misma con él— por eborde del precipicio hasta el río. Corazón dFuego se encogió al recordar el helado impact

del agua cuando saltó tras ella, y sus vano



ntentos por salvarla hasta que acudieron escatarlos dos guerreros del Clan del Río

Vaharina y Pedrizo.

Por encima de todo, Corazón de Fuegecordaba su consternación e incredulidad cuande agachó junto a su líder en la orilla

comprendió que había sacrificado su última vid

para salvarlos a él y al Clan del Trueno de lmanada de perros.Mientras llevaba el cuerpo de la líder a casa

con la ayuda de Vaharina y Pedrizo, no dejaba d

detenerse a olfatear el aire, en busca de rastroecientes de perro. Ya había mandado a su amigLátigo Gris a inspeccionar el territorio a amboados de su ruta, para averiguar si los perro

habían atrapado a algún miembro del Clan deTrueno en su desesperada carrera hacia edesfiladero. De momento, para su alivio, no habíencontrado señales.

Al rodear un zarzal, Corazón de Fueg



depositó a su líder en el suelo. Levantó la cabezpara olisquear el aire y se sintió agradecido aaborear tan sólo los limpios aromas del bosque

Unos instantes después apareció Látigo Gribordeando una mata de helechos secos. —Todo está en orden, Corazón de Fuego —

nformó el guerrero gris—. Hay mucha malez

ota, pero eso es lo único. —Bien —maulló Corazón de Fuego.Esperanzado, imaginó que los perros que s

habían librado de caer al precipicio habrían huid

aterrorizados, y que el bosque volvería pertenecer a los cuatro clanes de gatos salvajeSu clan había vivido tres espantosas lunas, cuande habían convertido en presas en su propi

erritorio, pero habían sobrevivido. —Sigamos. Quiero comprobar que ecampamento es seguro antes de que regrese eclan.

Él y los guerreros del Clan del Río tomaron d



Corazón de Fuego necesita hacer esto solo.Tras lanzarle una mirada de agradecimiento a

ugarteniente del Clan del Río, Corazón de Fueg

comenzó a descender el barranco, con las orejaiesas por si captaba algún sonido peligroso. Perel extraño silencio seguía dominando el bosque.

Al salir del túnel de aulagas al claro principa

e detuvo a observar cautelosamente alrededoEra posible que uno o más perros hubieran llegadhasta allí, o que Estrella de Tigre hubiera mandadguerreros del Clan de la Sombra a adueñarse de

campamento. Pero todo estaba tranquilo. Corazóde Fuego sintió un hormigueo de inquietud al veel campamento desierto, pero no había ni rastro dpeligro y ningún olor a perros o al Clan de l

Sombra.Para comprobar que el lugar era seguronspeccionó rápidamente las guaridas y l

maternidad. Los recuerdos brotaro

espontáneamente: el desconcierto del clan cuand



es contó lo de la manada de perros, el terrodesbocado de la persecución a través del bosqunotando el aliento caliente del perro líder… Al pi

de la Peña Alta, oyendo el susurro del viento entros árboles, Corazón de Fuego volvió a pensar eel día en que Estrella de Tigre se encaraudazmente a su clan, mientras sus compañero

descubrían la auténtica profundidad de su traiciónEl atigrado había jurado venganza eterna, Corazón de Fuego estaba convencido de que sanguinario plan de dirigir la manada de perro

contra los gatos del Clan del Trueno no sería súltimo intento de cumplir su amenaza.Por último, Corazón de Fuego atraves

igilosamente el túnel de helechos que conducía

a guarida de Carbonilla. Asomándose a la grutavio las hierbas curativas de la gata pulcramentordenadas junto a una pared. Y entonces lo asaltel recuerdo más fuerte de todos: el de Jaspeada

Fauces Amarillas, que habían sido curanderas de



Clan del Trueno antes que Carbonilla. Corazón dFuego las quería mucho a las dos, y la pena por sausencia lo embargó de nuevo para mezclarse co

a tristeza por su líder.«Estrella Azul ha muerto —les dijo a lacuranderas en silencio—. ¿Está ahora con vosotraen el Clan Estelar?».

Desandando sus pasos por el túnel dhelechos, regresó a lo alto del barranco. LátigGris estaba montando guardia mientras Vaharina Pedrizo limpiaban delicadamente el cadáver de l

íder. —Todo está en orden —anunció Corazón dFuego—. Látigo Gris, quiero que vayas a laRocas Soleadas ahora. Informa al clan de qu

Estrella Azul ha muerto, pero nada más. Yo lexplicaré todo cuando vuelva. Sólo debes decirleque es seguro regresar a casa.

Los ojos de Látigo Gris se iluminaron.

—Enseguida voy, Corazón de Fuego.



Dio media vuelta y salió disparado por ebosque en dirección a las Rocas Soleadas, dondel clan había ido a esconderse mientras los perro

eguían el rastro de sangre de conejo que Estrellde Tigre había dejado hasta su campamento.Pedrizo, agachado junto al cuerpo de Estrell

Azul, soltó un ronroneo risueño.

—Es fácil ver dónde reside la lealtad dLátigo Gris —señaló. —Sí —coincidió Vaharina—. En realidad

nadie pensaba que fuera a quedarse en el Clan de

Río.Los hijos de Látigo Gris lo eran también duna guerrera del Clan del Río que había muerto eel parto. Durante una temporada, él había vivid

en el Clan del Río para estar con sus pequeñopero en su corazón nunca había abandonado aClan del Trueno. Obligado a enfrentarse en unbatalla contra su clan de nacimiento, habí

decidido salvar la vida a Corazón de Fuego, y l



íder del Clan del Río, Estrella Leopardina, lhabía desterrado. Corazón de Fuego pensó que lentencia de exilio había liberado a Látigo Gri

para regresar a donde realmente pertenecía.Con un gesto de aprobación a los guerreros deClan del Río, Corazón de Fuego volvió a tomar ecuerpo sin vida de la líder. Los tres gatos l

condujeron por el barranco hasta el campamentoPor fin pudieron depositarla en su guarida, situadbajo la Peña Alta, donde permanecería hasta quu clan se despidiese de ella y la enterrara co

odos los honores que se merecía una líder taabia y noble. —Gracias por vuestra ayuda —maull

Corazón de Fuego a los hermanos del Clan de

Río. Tras vacilar un momento, consciente deignificado de su invitación, añadió—: ¿Ogustaría quedaros a la ceremonia de enterramientde Estrella Azul?

—Es una oferta muy generosa —contest



Pedrizo, con un leve deje de sorpresa porquCorazón de Fuego admitiera a miembros de uclan rival a un acto tan privado—. Pero tenemo

obligaciones en nuestro propio clan. Deberíamoegresar. —Gracias, Corazón de Fuego —maull

Vaharina—. Eso significa mucho para nosotro

Pero a tu clan le resultaría extraño que noquedáramos. Ellos no saben que Estrella Azul ernuestra madre, ¿verdad?

—No. Sólo lo sabe Látigo Gris. Pero Estrell

de Tigre ha oído lo que hablabais con EstrellAzul en… en la orilla del río. Debéis estapreparados por si se le ocurre revelar esnformación en la próxima Asamblea.

Los dos hermanos intercambiaron una miradaLuego Pedrizo se irguió; sus ojos azules relucíadesafiantes.

—Que Estrella de Tigre diga lo que le dé l

gana —espetó—. Hoy mismo se lo contaré todo a



Clan del Río personalmente. No nos sentimoavergonzados de nuestra madre. Ella ha sido uníder noble… y nuestro padre fue un gra

ugarteniente. —Sí —coincidió Vaharina—. Nadie pueddiscutir eso, aunque procedieran de clanediferentes.

El valor y la determinación de los guerreros lecordaron a Corazón de Fuego a la líder caídaÉsta había entregado a sus hijos a Corazón dRoble, lugarteniente del Clan del Río, y los do

hermanos crecieron creyendo que habían nacido eese clan. Al principio, odiaron a Estrella Azul aenterarse de la verdad, pero esa misma mañanacuando ella agonizaba en la orilla del río, lo

óvenes habían hallado en su corazón la manera dperdonarla. En medio de su tristeza, Corazón dFuego se sentía tremendamente aliviado porque síder se hubiera reconciliado con sus hijos ante

de irse con el Clan Estelar. De todos los gatos de



Clan del Trueno, sólo él sabía cuánto había sufridEstrella Azul viendo cómo sus hijos se criaban eotro clan.

—Ojalá la hubiéramos conocido mejor —dijPedrizo apenado, como si pudiera leerle epensamiento a Corazón de Fuego—. Ereafortunado de haber crecido en su clan y habe

ido su lugarteniente. —Lo sé.Corazón de Fuego miró afligido a la gata gri

azulado, tendida inmóvil sobre el suelo arenoso d

a guarida. Ahora que su noble espíritu habíabandonado su cuerpo para ir a cazar con el ClaEstelar, Estrella Azul parecía pequeña desvalida.

—¿Podríamos despedirnos de ella a solas? —preguntó Vaharina con inseguridad—. Solamentunos momentos.

—Por supuesto —contestó Corazón de Fuego.

El joven líder salió de la guarida para deja



que Pedrizo y Vaharina se acomodaran junto acuerpo de su madre y compartieran lenguas coella por primera y última vez.

Mientras bordeaba la Peña Alta, oyó el sonidde gatos aproximándose por el túnel de aulagas. Aacercarse a toda prisa, vio que Escarcha y ColPintada entraban tímidamente en el claro

Vacilaron en el refugio del túnel y se aventurarode nuevo en el campamento. Con la misma cautelaas seguían Fronde Dorado y Flor Dorada.

Corazón de Fuego sintió una punzada de pen

al ver a sus gatos tan recelosos en su propio hogamientras sus ojos buscaban a un miembro del claen particular: Tormenta de Arena, la gata melada a que amaba. Necesitaba saber si ella estaba iles

ras el papel crucial que había desempeñadatrayendo a los perros lejos del campamento.Corazón de Fuego reparó en su sobrino, Nimb

Blanco. El joven guerrero escoltab

cuidadosamente a Cara Perdida, una gata a quie



a manada de perros había causado espantosaheridas antes de atacar el campamento. LuegoCarbonilla franqueó la entrada cojeando, con u

fardo de hierbas en la boca. Tras ella aparecieroansiosamente Zarzo y Zarpa Trigueña, a los quhabían nombrado aprendices hacía poco y que erahijos de Estrella de Tigre.

Por fin, Corazón de Fuego vio a Tormenta dArena acompañada de Sauce, cuyos cachorroaltaban alrededor de ellas, felizmente ajenos a l

crisis que acababa de superar el clan.

Ronroneando, Corazón de Fuego corrió haciTormenta de Arena y restregó el hocico contra scostado. La gata rojizo claro le cubrió las orejade lametones. Cuando Corazón de Fuego levantó l

vista, vio un cálido brillo en los ojos verdes de lguerrera. —Estaba preocupadísima por ti, Corazón d

Fuego —murmuró—. ¡No podía creer el tamañ

que tenían esos perros! No había estado ta



asustada en toda mi vida. —Yo tampoco —confesó él—. Mientra

estaba esperando, no paraba de pensar que podría

haberte atrapado. —¿Atraparme a mí? —Tormenta de Arena separó sacudiendo la cola, y por un moment

Corazón de Fuego temió haberla ofendido… hast

que reparó en el centelleo de sus ojos—. Hcorrido por ti y por el clan, Corazón de FuegoMe sentía como si tuviera la velocidad del Cla

Estelar!

Avanzó hasta el centro del claro mirandalrededor, y su expresión se ensombreció. —¿Dónde está Estrella Azul? Látigo Gris no

ha dicho que ha muerto.

—Sí. He intentado salvarla, pero la luchcontra el río ha sido demasiado para ella. Está eu guarida. —Vaciló antes de añadir—: Pedrizo

Vaharina están con ella.

Tormenta de Arena se volvió hacia Corazón d



Fuego, con el pelo erizado de alarma. —¿Hay gatos del Clan del Río en nuestr

campamento? ¿Por qué?

—Me han ayudado a sacar a Estrella Azul deío —explicó Corazón de Fuego—. Y… y ella eru madre.

Tormenta de Arena se quedó de piedra, con lo

ojos desorbitados. —¿Estrella Azul? Pero ¿cómo…?Corazón de Fuego la interrumpió restregand

el hocico contra ella.

—Te lo contaré todo más tarde —prometió—Ahora debo asegurarme de que el clan sencuentra bien.

Mientras hablaban, el resto del clan había id

apareciendo por el túnel de aulagas y reuniéndosen un círculo desigual alrededor de ellos. Eugarteniente reparó en Frondina y Ceniciento, lo

aprendices que habían iniciado la carrera par

atraer a los perros lejos del campamento.



—Lo habéis hecho muy bien, los dos —dijcon aprobación.

Ellos ronronearon.

—Nos hemos escondido en el frondosavellano que nos habías indicado, y hemos saltadnada más ver a los perros —explicó Frondina.

—Habéis sido muy valientes —los alab

Corazón de Fuego. Enseguida volvió a recordar ecuerpo desmadejado de Pecas, la madre de loaprendices, asesinada por Estrella de Tigre—Estoy muy orgulloso de vosotros… y vuestr

madre también lo estaría.Ceniciento se encogió; de pronto parecía ucachorro frágil.

—Estaba aterrorizado —confesó—. Si hubier

abido que los perros eran así, no creo que mhubiera atrevido a hacerlo. —Todos estábamos aterrorizados —intervin

Manto Polvoroso, y le dio un tierno lametón

Frondina—. No había corrido tan deprisa en m



vida. Lo habéis hecho magníficamente.Aunque estaba elogiando también a s

aprendiz, la calidez de su mirada era toda par

Frondina. Corazón de Fuego consiguió ocultar unonrisa. El afecto del atigrado marrón por laprendiza no era ningún secreto.

—Tú también lo has hecho muy bien, Mant

Polvoroso —maulló Corazón de Fuego—. El cladebe daros las gracias a todos vosotros.Manto Polvoroso le sostuvo un momento l

mirada antes de hacer un pequeño gesto d

agradecimiento. Al darse media vuelta, eugarteniente vio a Nimbo Blanco guianddelicadamente a Cara Perdida a su lado, y lodetuvo para preguntar:

—¿Te encuentras bien, Cara Perdida? —Estoy bien —respondió la joven gataaunque miraba nerviosamente alrededor con su ojbueno—. ¿Estás seguro de que ninguno de lo

perros ha llegado hasta aquí?



—Yo mismo he inspeccionado todo ecampamento. No hay ni rastro de perros.

—Ella ha sido muy valiente en las Roca

Soleadas —maulló Nimbo Blanco, tocándola coel hocico—. Me ha ayudado a vigilar desde uárbol.

A Cara Perdida se le iluminó el rostro.

—Ya no puedo ver igual que antes, pero puedescuchar y oler. —Bien hecho —maulló Corazón de Fuego—

Y tú también, Nimbo Blanco. Tenía razón a

confiar en ti. —Todos lo han hecho muy bien. —Era la vode Carbonilla. Corazón de Fuego se volvió; lcurandera cojeaba hacia él con Musaraña a la zag

—. No se han dejado llevar por el pánico, niquiera al oír los aullidos de la jauría. —¿Y todos los gatos están bien? —pregunt

Corazón de Fuego nervioso.

—Están todos bien. —Los ojos azules de l



curandera brillaron de alivio—. Musaraña se hoto una garra al huir de los perros, pero eso eodo. Vamos, Musaraña, te daré algo para l

herida.Mientras las observaba marcharse, Corazón dFuego advirtió que Tormenta Blanca habíaparecido a su lado.

—¿Puedo hablar un momento contigo? —preguntó el guerrero blanco. —Por supuesto. —Lo lamento. —Sus ojos rebosaban d

angustia—. Me habías pedido que cuidara dEstrella Azul al escapar de los perros. Pero se hescabullido de las Rocas Soleadas antes de qume diera cuenta de que se había ido. Es culpa mí

que haya muerto.Corazón de Fuego lo contempló entornando loojos. Por primera vez notó lo agotado que parecíaTormenta Blanca era el guerrero más veterano de

Clan del Trueno, siempre se lo veía fuerte



vigoroso, con el pelaje pulcro y bien acicaladoSin embargo, ahora parecía cien estaciones máviejo que el gato que había salido del campament

esa mañana. —¡Eso es ridículo! —protestó el lugartenient—. Aunque hubieras advertido que Estrella Azue había marchado, ¿qué podrías haber hecho

Ella era tu líder… no podrías haberla obligado quedarse.Tormenta Blanca parpadeó. —No me he atrevido a mandar a otro gato tra

ella… no con la jauría de perros suelta por ebosque. Lo único que podíamos hacer erpermanecer en lo alto de los árboles que rodeaas Rocas Soleadas oyendo los aullidos… —U

estremecimiento recorrió su cuerpo—. Perdebería haber hecho algo. —Tú lo has hecho todo —afirmó Corazón d

Fuego—. Te has quedado con el clan y lo ha

mantenido a salvo. Estrella Azul ha tomado s



propia decisión al final. Era la voluntad del ClaEstelar que ella muriera para salvarnos.

Tormenta Blanca asintió lentamente, aunqu

us ojos seguían apesadumbrados cuandmurmuró: —Aunque ella había perdido la fe en el Cla

Estelar.

Corazón de Fuego recordó el secreto qucompartía con el guerrero blanco: en las últimaunas, Estrella Azul había comenzado a desvaria

Conmocionada hasta lo más hondo al descubrir l

raición de Estrella de Tigre, había empezado creer que estaba en guerra con sus antepasadoguerreros. Corazón de Fuego y Tormenta Blancacon la ayuda del Carbonilla, casi habían lograd

ocultar la debilidad mental de su líder al resto declan. Pero Corazón de Fuego también sabía que loentimientos de Estrella Azul habían cambiado eos últimos instantes de su vida.

—No, Tormenta Blanca —contestó



agradecido de poder brindar algo de consuelo avaleroso guerrero—. Estrella Azul ha hecho lapaces con el Clan Estelar antes de morir. Sabí

exactamente lo que estaba haciendo y por qué. Smente volvía a estar lúcida, y su fe era fuerte.La alegría atenuó el dolor en los ojos d

Tormenta Blanca, que inclinó la cabeza. Corazó

de Fuego comprendió lo asoladora que debía der la muerte de Estrella Azul para el guerrerveterano, pues los dos habían sido amigos durantuna larga vida.

A esas alturas, todo el clan se había apiñaden el círculo que rodeaba a Corazón de FuegoÉste todavía veía en sus ojos la huella de lerrible experiencia, junto con miedo por el futuro

Tragando saliva a duras penas, comprendió quera su obligación calmar ese temor. —Corazón de Fuego —dijo Fronde Dorad

con un temblor en la voz—, ¿es verdad qu

Estrella Azul ha muerto?



Él asintió. —Sí, es verdad. Ella… ha muerto par

alvarme a mí, y a todos nosotros. —Durante u

momento, pensó que la voz iba a fallarle y tragaliva con más fuerza—. Todos sabéis que yo erel último gato que debía atraer a los perros aprecipicio. Cuando estaba casi en el borde

Estrella de Tigre ha saltado sobre mí parnmovilizarme y provocar que me atrapara el lídede la manada. Éste me habría matado, y los perroeguirían sueltos por el bosque, de no haber sid

por Estrella Azul. Ella se ha abalanzado sobre eperro, justo al borde del desfiladero, y… y se hadespeñado los dos.

Vio que una ola de angustia recorría su clan

como el viento agitando los árboles. —¿Qué ha ocurrido luego? —preguntquedamente Escarcha.

—Me he lanzado tras ella, pero no he podid

alvarla. —Cerró los ojos brevemente, recordand



as aguas turbulentas y sus vanos esfuerzos pomantener a la líder a flote—. Vaharina y Pedrizhan acudido en nuestra ayuda cuando ya habíamo

alido del desfiladero —continuó—. Estrella Azueguía viva cuando la han sacado del agua, perera demasiado tarde. Su novena vida se hapagado y ella nos ha dejado para unirse al Cla

Estelar.Un maullido de pesar brotó del círculo dgatos. El lugarteniente cayó en la cuenta de qumuchos de aquellos gatos ni siquiera había

nacido cuando Estrella Azul se había convertiden líder; perderla ahora era como si los cuatrmagníficos robles de los Cuatro Árboles quedaraarrasados de la noche a la mañana.

Levantó la voz, tratando de que no le temblara —Ya sabéis que Estrella Azul no se ha idoSigue vigilándonos desde el Clan Estelar… ahoru espíritu está aquí con nosotros.

«O en su guarida —añadió para sus adentro



—, compartiendo lenguas con Pedrizo y Vaharina» —Me gustaría ver a Estrella Azul ahora —

maulló Cola Pintada—. ¿Dónde está… en s

guarida? —Se volvió hacia la entrada, flanqueadpor Cola Moteada y Orejitas. —Yo iré contigo —se ofreció Escarcha

evantándose de un salto.

Corazón de Fuego sintió una gran alarmaTenía la esperanza de dar a Pedrizo y Vaharina emáximo tiempo posible con su madre muerta, perde repente recordó que, aparte de Látigo Gris

Tormenta de Arena, ningún otro gato sabía siquierque los dos guerreros del Clan del Río estaban eel campamento.

—Esperad… —empezó, abriéndose paso entr

el círculo de gatos.Demasiado tarde. Cola Pintada y Escarcha yestaban plantadas en la entrada de la guarida dEstrella Azul, con el pelo erizado y la cola e

doble de grande de lo normal al enfrentarse a lo



desconocidos.Escarcha soltó un gruñido amenazador: —¿Qué estáis haciendo vosotros aquí?



2

Mientras Corazón de Fuego corría hacia la guaridde Estrella Azul, Cola Pintada dio media vueltpara encararse a él. Los ojos de la veterana ardía

de furia. —Aquí dentro hay dos gatos del Clan del Rí

—gruñó—. ¡Maltratando el cuerpo de nuestríder!

—No… no es así —repuso Corazón de Fuegin aliento—. Ellos tienen derecho a estar aquí.

Se dio cuenta de que todo el clan se habíagrupado nerviosamente tras él. Nimbo Blanc

anzó un maullido desafiante mientras por todo



ados sonaban gruñidos de rabia.Corazón de Fuego giró en redondo. —¡Atrás todos! —ordenó—. No pasa nada

Vaharina y Pedrizo… —¿Tú sabías que estaban aquí? —espetCebrado. El atigrado oscuro avanzó entre lmultitud para situarse cara a cara con él—. ¿Ha

permitido que gatos enemigos entraran en nuestrcampamento… en la guarida de nuestra líder?Corazón de Fuego tomó aire, obligándose

conservar la calma. Cuando el clan estab

preparándose para escapar de la manada, Cebradhabía intentado escabullirse con los hijos dEstrella de Tigre. Había jurado que no sabía naddel plan de Estrella de Tigre para aniquilar al Cla

del Trueno con los perros, pero el lugarteniente nestaba seguro de que fuera cierto. —¿Ya no te acuerdas de lo que os he contado

—replicó—. Vaharina y Pedrizo me han ayudado

acar del río a Estrella Azul.



—¡Eso es lo que tú dices! —bufó Cebrado—¿Cómo sabemos que estás diciendo la verdad¿Por qué unos gatos del Clan del Río iban a ayuda

al Clan del Trueno? —Ya nos han ayudado bastantes veces en epasado —le recordó Corazón de Fuego—Habrían muerto más miembros del Clan del Truen

i nuestros vecinos no nos hubieran dado asilo. —Eso es cierto —maulló Musaraña. Habíegresado con Carbonilla de la guarida de ésta iempo de oír el enfrentamiento, y se adelantó par

colocarse junto a Cebrado—. Pero eso no eexcusa para dejarlos solos en la cueva con ecuerpo de Estrella Azul. ¿Qué están haciendo ahdentro?

—Estamos honrando a Estrella Azul —espondió desafiante Pedrizo.Corazón de Fuego se dio la vuelta y vio que e

ugarteniente del Clan del Río y su hermana había

aparecido en la entrada de la cueva. Parecía



desconcertados por la reacción de los gatos deClan del Trueno, y empezaron a erizar el pelo aver que estaban tratándolos como a intrusos.

—Queríamos despedirnos de ella —maullVaharina. —¿Por qué? —quiso saber Musaraña.A Corazón de Fuego se le encogió el estómag

cuando Vaharina se enfrentó a la guerrera marróclaro para contestarle: —Porque Estrella Azul era nuestra madre.Se hizo el silencio, roto solamente por l

lamada de un mirlo al borde del campamento. ACorazón de Fuego le dio vueltas la cabezmientras observaba los rostros conmocionados hostiles de su clan. Sus ojos se encontraron con lo

de Tormenta de Arena; la guerrera parecía abatidacomo si se imaginara que él jamás habría queridque el Clan del Trueno conociese el secreto de síder de esa manera.

—¿Vuestra madre? —gruñó Cola Pintada—



o me lo creo. Estrella Azul jamás habrípermitido que sus hijos se criaran en otro clan.

—Lo creas o no, es cierto —replicó Pedrizo.

Corazón de Fuego dio un paso adelante y, couna sacudida de la cola, le advirtió a Pedrizo quguardara silencio.

—Yo me encargaré de esto —dijo—. Ser

mejor que Vaharina y tú os marchéis.El lugarteniente del Clan del Río asintiecamente con la cabeza y se encaminó hacia eúnel de aulagas seguido por su hermana. Corazó

de Fuego oyó uno o dos bufidos de furia mientraos gatos del Clan del Trueno se separaban pardejarlos pasar.

—¡Os lleváis el agradecimiento del clan! —

exclamó Corazón de Fuego, y su voz resonevemente en la Peña Alta.Vaharina y Pedrizo no contestaron. Ni siquier

e volvieron para atrás antes de desaparecer por e

únel.



Corazón de Fuego sintió un hormigueo poodo el cuerpo; deseaba dar media vuelta y huir dus nuevas responsabilidades. El secreto que tant

esfuerzo le había costado guardar (que EstrellAzul había entregado a sus propios hijos a otrclan) le resultaría más pesado todavía tracompartirlo. Habría querido tener más tiempo par

pensar en qué decir, pero sabía que era mejocontarle ya la verdad a su clan, en vez de que lhiciera Estrella de Tigre en la siguiente AsambleaComo líder de clan, tenía que ocuparse de es

area, por poco que le gustara.Después de inclinar la cabeza ante Carbonillaaltó a la Peña Alta. No había necesidad d

convocar al clan, pues ya estaban todos mirand

hacia él. Durante un segundo se quedó sin alientoncapaz de hablar. Notaba la rabia y la confusión de lo

congregados, y podía oler su miedo. Cebrado l

observaba con los ojos entornados, como si y



estuviera planeando qué contar a Estrella de TigreDesolado, el lugarteniente pensó que Estrella dTigre ya lo sabía; había oído lo que Estrella Azu

es decía a sus hijos mientras agonizaba junto aío. Sin ninguna duda, al gato le encantaría sabede las dificultades de Corazón de Fuego y lconfusión de su clan. Seguro que encontraría l

forma de manipular los hechos. Eso lo beneficiaríen su búsqueda de venganza contra el Clan deTrueno y en su intento por recuperar a sus hijoZarzo y Zarpa Trigueña.

Corazón de Fuego respiró hondo y empezó: —Es verdad que Vaharina y Pedrizo son hijode Estrella Azul. —Se esforzó por mantener la vofirme y rogó al Clan Estelar que le inspirara la

palabras adecuadas para que los gatos no spusieran en contra de su difunta líder—. Su padrera Corazón de Roble, miembro del Clan del RíoDespués de dar a luz, Estrella Azul le entregó a é

os cachorros para que crecieran en su clan.



—¿Cómo lo sabes? —gruñó Escarcha—Estrella Azul nunca habría hecho algo así! Si lo

gatos del Clan del Río dicen eso, están mintiendo.

—La propia Estrella Azul me lo contó —confesó Corazón de Fuego, sosteniendo la miradde la gata blanca.

Escarcha lanzaba chispas por los ojos, furiosa

enseñaba los colmillos, pero no se atrevió acusarlo a él de mentir. —¿Nos estás diciendo que Estrella Azul er

una traidora? —siseó.

Uno o dos gatos protestaron con maullidoEscarcha giró en redondo con el pelo erizado, Tormenta Blanca se colocó frente a ella. Aunque eguerrero veterano parecía aturdido de l

mpresión, maulló con voz firme: —Estrella Azul siempre fue leal a su clan. —Si era tan leal —intervino Cebrado—, ¿po

qué permitió que un gato de otro clan criara a su

hijos?



Aquélla era una pregunta difícil de respondeo hacía mucho, Látigo Gris se había emparejad

con una guerrera del Clan del Río, donde ahor

estaban creciendo sus hijos. Los miembros deClan del Trueno se habían horrorizado tanto adescubrirlo que Látigo Gris sintió que ya no podícontinuar viviendo en su clan de nacimiento

Aunque después había regresado al Clan deTrueno, algunos gatos seguían mostrándoshostiles con él y dudaban de su lealtad.

—Simplemente ocurrió —respondió Corazó

de Fuego—. Cuando nacieron sus hijos, EstrellAzul los habría educado para que fueran leales aClan del Trueno, pero…

—Recuerdo a esos cachorros. —Esa vez l

nterrupción procedía de Orejitas—Desaparecieron de la maternidad. Todos pensamoque se los había llevado un zorro o un tejónEstrella Azul estaba destrozada. ¿Acaso dices qu

odo eso fue un embuste?



deberíamos estarlo.Se sintió aliviado al no oír más acusacione

aunque la tensión no se relajó por completo

Musaraña y Escarcha hablaban en murmullomirándolo con recelo, y Cola Pintada fue eunirse con ellas sacudiendo la cola. Torment

Blanca iba de un gato a otro, confirmando la

palabras de Corazón de Fuego, y Orejitas asentícon prudencia, como si respetara la dura decisióque había tomado Estrella Azul.

Entonces, una voz se elevó claramente entre e

murmullo de las conversaciones: —Corazón de Fuego —le preguntó ZarpTrigueña—, ¿ahora vas a ser tú nuestro líder?

Antes de que pudiera responder, Cebrado s

evantó de un salto. —¿Aceptar a un minino casero como líder¿Es que nos hemos vuelto todos locos?

—Eso es incuestionable, Cebrado —señal

Tormenta Blanca, alzando la voz por encima de la



exclamaciones escandalizadas de Tormenta dArena y Látigo Gris—. Corazón de Fuego es eugarteniente del clan; él sucede a Estrella Azu

Así son las cosas.Corazón de Fuego le dirigió una mirada dagradecimiento. Había empezado a erizársele epelo de los omóplatos, y se relajó para qu

volviera a alisarse. No dejaría que Cebrado vierel efecto que habían tenido sus palabradesafiantes. Aun así, no pudo reprimir un momentde duda. Estrella Azul lo había nombrad

ugarteniente, pero entonces tenía la mentofuscada por el golpe de la traición de Estrella dTigre, y todo el clan se había alterado por eetraso de la ceremonia de nombramiento. ¿Es

podía significar que él no era el gato apropiadpara liderar al Clan del Trueno? —Pero ¡es un minino casero! —protest

Cebrado. Sus ojos amarillos estaba

iniestramente clavados en Corazón de Fuego—



Apesta a los Dos Patas y a sus casas! ¿Es eso lque queremos de un líder?

Corazón de Fuego sintió que una rabia familia

e ardía en el estómago. Aunque vivía con el cladesde que tenía apenas seis lunas, Cebrado nunce permitía olvidar que no había nacido en e

bosque.

Mientras Corazón de Fuego se debatía con edeseo de saltar de la Peña Alta y clavar las uñaen el pelo del atigrado, Flor Dorada se levantpara encararse a éste.

—Te equivocas, Cebrado —gruñó la guerrer—. Corazón de Fuego ha demostrado su lealtad aClan del Trueno un millar de veces. Ningún gatnacido en un clan podría haber hecho más.

Corazón de Fuego le dio las gracias con uguiño, sorprendido de que, de todos los gatos, FloDorada lo hubiera apoyado tan resueltamente. Ellconocía sus temores de que su hijo Zarzo pudier

erminar siendo tan peligroso como su padre



Estrella de Tigre. Aunque Corazón de Fuego habíomado a Zarzo como aprendiz, jamás se sentía deodo cómodo con él, y Flor Dorada lo sabía. L

gata había defendido a sus hijos contra lo quconsideraba una hostilidad irrazonable por partde Corazón de Fuego. Ahora resultaba de lo máorprendente que ella lo defendiera frente

Cebrado. —Corazón de Fuego, no escuches a Cebrado—Fronde Dorado unió su voz a la de Flor Dorad—. Todos los gatos de aquí te queremos com

íder, excepto él. Obviamente, eres el mejor parel puesto.Un murmullo de aprobación brotó de los gato

eunidos alrededor de la Peña Alta, y Corazón d

Fuego sintió que se le henchía el pecho de gratitud —¿Quiénes somos nosotros para ir contra lodesignios del Clan Estelar? —añadió Musaraña—El lugarteniente siempre se convierte en líder. És

es la tradición del código guerrero.



—Que Corazón de Fuego parece conocemejor que tú —bufó Látigo Gris, sacudiendo lcola desdeñosamente hacia Cebrado. Él sabía, ta

bien como su amigo, que el atigrado habíconspirado con Estrella de Tigre antes del ataqude los perros.

Corazón de Fuego le hizo un gesto con la pat

para pedirle silencio. Luego se dirigió a todo eclan: —Os prometo que emplearé el resto de m

vida esforzándome por ser el líder que el Clan de

Trueno se merece. Y con la ayuda del Clan Estelao conseguiré. —Sus ojos se desviaronstintivamente a Tormenta de Arena, y sintió un

gran calidez desde las patas hasta la punta de l

cola al ver lo orgullosa que ella parecía—. Y ecuanto a ti, Cebrado —espetó, incapaz ddisimular su furia—, si no te gusta la idea de tenea un minino casero como líder, siempre puede

marcharte.



El guerrero oscuro sacudió la cola y le lanzuna mirada que rebosaba odio. «Si yo nunchubiera venido al bosque —pensó Corazón d

Fuego, atando cabos—, Estrella de Tigre se habríconvertido en líder y Cebrado sería lugarteniente»Jamás había pretendido provocar un

confrontación pública con el atigrado, pero éste l

había provocado. Aunque el clan no podípermitirse perder ningún guerrero, una parte de édeseaba que Cebrado le tomara la palabra y loabandonara para siempre. Sabía que el gato irí

derecho al Clan de la Sombra y a Estrella dTigre. Era mejor mantener a sus enemigoeparados, y Cebrado no sería una amenaza ta

grande en el Clan del Trueno, donde podrí

vigilarlo.El guerrero atigrado siguió mirándolo sipestañear unos segundos más, antes de dar medivuelta para alejarse. Pero no se encaminó al túne

de aulagas, sino que desapareció en la guarida d



os guerreros. —Bien. —Corazón de Fuego levantó la voz a

volverse hacia el resto de su clan—. Esta noch

levaremos a cabo los rituales de duelo poEstrella Azul. —¡Espera! —Nimbo Blanco se levantó de u

alto con la cola erizada—. ¿Es que no vamos

atacar al Clan de la Sombra? ¡Asesinaron a Peca dirigieron la manada de perros a nuestrcampamento! ¿Acaso no quieres vengarte?

Nimbo Blanco tenía el pelo erizado d

hostilidad. Pecas había sido su madre adoptivcuando llegó al Clan del Trueno como ucachorrito desvalido.

Pero Corazón de Fuego sabía que atacar a

Clan de la Sombra en ese momento no era lespuesta. Agitó la cola para silenciar lomaullidos de aprobación que habían empezadmientras Nimbo Blanco hablaba.

—No —maulló—. Éste no es el momento d



atacar al Clan de la Sombra. —¡¿Qué?! —Nimbo Blanco se qued

mirándolo con incredulidad—. ¿Piensas dejar qu

e vayan de rositas?Corazón de Fuego respiró hondo. —El Clan de la Sombra no mató a Pecas n

dejó el rastro de conejos para los perros. Fu

Estrella de Tigre quien lo hizo. Todos los conejoenían su olor y el de ningún otro gato. Ni siquierpodemos estar seguros de que el Clan de lSombra supiera lo que había planeado su líder.

El joven soltó un resoplido desdeñosoCorazón de Fuego miró con dureza a su antiguaprendiz, esperando que no siguiera discutiendoSabía que lo sucedido se debía a la larg

enemistad de muchas lunas entre Estrella de Tigr él. Al líder del Clan de la Sombra le habríencantado borrar del mapa al Clan del Trueno apoderarse de su territorio, pero ése no era e

verdadero motivo para llevar a los perros hacia e



campamento. Lo que deseaba por encima de todera acabar con Corazón de Fuego. Sólo entoncee habría vengado por completo por el día en qu

el lugarteniente desveló su plan para desterrarlo asesinar a Estrella Azul.Corazón de Fuego sabía que antes o despué

endría que vérselas con Estrella de Tigre en un

confrontación final en la que sólo uno podríobrevivir. Rogaba al Clan Estelar que, cuandlegara ese día, tuviese el valor y la fuerz

necesarios para librar al bosque de aquel gat

anguinario. —Creedme —maulló en voz más altdirigiéndose a todo el clan—. Estrella de Tigrpagará por esto, pero el Clan del Trueno no tien

nada en contra del Clan de la Sombra.Para su alivio, Nimbo Blanco se sentó dnuevo y le dijo algo a Cara Perdida entre dientemientras sus ojos azules llameaban de furia. Cerc

de ellos, Flor Dorada tenía la col



protectoramente enroscada alrededor de Zarzo Zarpa Trigueña, como si todavía fueran unocachorritos. Ella había obligado a Corazón d

Fuego a que les contara personalmente lo quhabía hecho Estrella de Tigre, y siempre temía quel clan los juzgara con dureza por los crímenes du padre. Cuando el lugarteniente anunció s

decisión de no atacar, Flor Dorada se relajvisiblemente, y los dos aprendices se separaron upoco de ella. Zarzo miró a Corazón de Fuegentornando sus ojos ámbar, y el guerrero s

preguntó si había hostilidad en ellos.Intentó no pensar en Zarzo mientras observaba los gatos congregados. Largas sombras ibaextendiéndose por el campamento, y supo qu

había llegado el momento de que el clan sdespidiera por última vez de su amada líder. —Debemos presentar nuestros respetos

Estrella Azul —anunció—. ¿Estás preparada

Carbonilla? —preguntó, y la curandera asintió—



Látigo Gris, Tormenta de Arena —continuó—¿podéis traer el cuerpo de Estrella Azul al clarpara que compartamos lenguas con ella a la vist

del Clan Estelar?Los dos guerreros se levantaron para ir a lguarida de Estrella Azul y reaparecieron al cabde un instante cargando con el cuerpo de su líde

La condujeron hasta el centro del claro y ldepositaron cuidadosamente sobre el suelo darena endurecida.

—Tormenta de Arena, organiza una partida d

caza —ordenó Corazón de Fuego—. Cuando ohayáis despedido de Estrella Azul, me gustaría queabastecierais el montón de carne fresca

Musaraña, cuando termines, ¿podrías dirigir un

patrulla hacia las Rocas de las Serpientes y lfrontera con el Clan de la Sombra? Quierasegurarme de que todos los perros se hamarchado y de que no hay gatos del Clan de l

Sombra en nuestro territorio. Pero tene



cuidado… no corráis riesgos. —Por supuesto, Corazón de Fuego. —L

fibrosa atigrada marrón se puso en pie—. Flo

Dorada, Rabo Largo, ¿me acompañáis?Los gatos que había nombrado se reunierocon ella, y los tres fueron juntos al centro del clarpara compartir lenguas con su líder por última vez

Los siguió Tormenta de Arena con MantPolvoroso y Nimbo Blanco. Carbonilla se plantunto a la cabeza de Estrella Azul y miró hacia e

cielo añil, donde estaban apareciendo las primera

estrellas. Según las antiguas tradiciones de loclanes, cada estrella representaba al espíritu de uantepasado guerrero. Corazón de Fuego spreguntó si esa noche habría una estrella más, po

Estrella Azul.Los ojos azules de Carbonilla relucían con loecretos del Clan Estelar.

—Estrella Azul fue una líder noble —maull

—. Demos las gracias al Clan Estelar por su vida



Estuvo dedicada a su clan, y su recuerdo nuncdesaparecerá del bosque. Ahora encomendamos sespíritu al Clan Estelar; que ella nos vigile tras l

muerte como siempre hizo en vida.Un suave murmullo se extendió por todo eclan cuando la curandera terminó de hablar y squedó cabizbaja. Los guerreros elegidos po

Corazón de Fuego para las patrullas se agacharounto al cuerpo de Estrella Azul para lamerle epelo y restregar el hocico contra su costado. Acabo de un rato se apartaron y otros gato

ocuparon su lugar, hasta que todo el clan hubcompartido lenguas con su líder en el triste ritual.Las patrullas se marcharon y el resto de lo

gatos se retiraron silenciosamente a sus guarida

Corazón de Fuego permaneció cerca del pie de lPeña Alta, y cuando Fronde Dorado se separó du líder, él se adelantó para interceptarlo.

—Tengo un trabajo para ti —le murmuró a

oven guerrero—. Quiero que no le quites el oj



de encima a Cebrado. Si mira aunque sea al otrado de la frontera con el Clan de la Sombra

quiero saberlo.

El atigrado dorado se quedó mirándolalarmado, a pesar de su lealtad a su nuevo líder. —Haré todo lo que pueda, Corazón de Fuego

pero a Cebrado no le gustará.

—Con un poco de suerte, no se enterará. No lhagas demasiado evidente, y pide a uno o dos máque te ayuden… a Musaraña, quizá, y Escarcha. —Al ver que Fronde Dorado seguía dudando, añadi

—: Puede que Cebrado no supiera lo de loperros, pero sí sabía que Estrella de Tigre estabplaneando algo. No podemos fiarnos de él.

—Eso lo entiendo —maulló el joven co

expresión angustiada—. Pero no podemovigilarlo eternamente. —No será eternamente —lo tranquiliz

Corazón de Fuego—. Sólo hasta que Cebrad

evele dónde reside su lealtad…



Fronde Dorado asintió y luego se metiilenciosamente en la guarida de los guerreros. Si

más problemas reclamando su atención, Corazó

de Fuego pudo cruzar el claro hasta el cuerpo dEstrella Azul. Carbonilla seguía cerca de lcabeza de la líder y Tormenta Blanca estabentado a su lado, cabizbajo de pena.

Corazón de Fuego hizo un gesto con la cabeza Carbonilla. Se instaló junto a Estrella Azubuscando en su rostro rastros de la líder que tanthabía amado. Pero ahora tenía los ojos cerrado

a nunca más arderían con el fuego que habímerecido el respeto de todos los clanes. Sespíritu se había ido a correr alegremente por efirmamento con sus antepasados guerrero

mientras cuidaba del bosque. Notó la suave caricia del pelaje de su líder, o embargó una sensación de seguridad, casi comi volviera a ser un cachorro acurrucado cerca d

u madre. Durante un momento, casi pudo olvida



el dolor de la pérdida y la soledad de sus nuevaesponsabilidades.

«Recibidla con honor —rogó en silencio a

Clan Estelar. Cerró los ojos y pegó el hociccontra el pelo de Estrella Azul—. Y ayudadme mantener a salvo al clan».



3

Corazón de Fuego notó que algo estabpinchándole el costado. Con un leve maullido dprotesta, abrió los ojos y vio que Carbonill

estaba inclinada sobre él. —Te has quedado dormido —murmuró l

curandera—. Pero ahora tienes que despertarte. Ehora de enterrar a Estrella Azul.

Corazón de Fuego se levantó tambaleándoseEstiró una pata tras otra, pues las teníentumecidas, y se lamió el hocico con una lengueseca. Le parecía como si hubiera pasado por l

menos una luna tendido en el claro. La sensació



de bienestar que había tenido mientras dormía fueemplazada por una oleada de culpabilidad.

—¿Me ha visto alguien? —le preguntó

Carbonilla entre dientes.Los ojos azules de la gata centellearocomprensivos.

—Sólo yo. No te preocupes por eso, Corazó

de Fuego. Nadie te lo reprocharía después de lque sucedió ayer.Corazón de Fuego echó un vistazo por el claro

La pálida luz del alba estaba empezando a filtrars

a través de los árboles. A unas pocas colas ddistancia, los veteranos se habían reunido parcumplir con su obligación de trasladar el cuerpde Estrella Azul al sitio de los enterramientos. Lo

demás miembros del clan estaban saliendentamente de sus guaridas para formar dos hileraentre la gata muerta y la entrada del túnel daulagas.

A una señal de Carbonilla, los veterano



alzaron el cuerpo y lo llevaron entre las filas dafligidos guerreros. Todos los gatos inclinaron lcabeza conforme su líder pasaba ante ellos.

—Adiós, Estrella Azul —susurró Corazón dFuego—. Nunca te olvidaré.Punzadas de dolor le atravesaron el corazón a

ver cómo la punta de la cola de Estrella Azu

razaba un surco en las ennegrecidas hojas quodavía cubrían el suelo tras el reciente incendio.Cuando Estrella Azul hubo desaparecido co

u escolta, el resto de los gatos empezaron

dispersarse. Corazón de Fuego inspeccionó ecampamento y advirtió con aprobación que emontón de carne fresca estaba reabastecido. Lúnico que debía hacer era organizar la patrulla de

alba; después podría comer y descansar. Sentícomo si no fuera a bastarle ni una luna de sueñpara aliviar el agotamiento de sus patas.

—Bueno, Corazón de Fuego —maull

Carbonilla—, ¿estás preparado?



Él se dio la vuelta, confundido. —¿Preparado? —Para ir a la Piedra Lunar a que el Cla

Estelar te conceda tus nueve vidas. —Sacudió lpunta de la cola—. No lo habrás olvidado¿verdad?

Él movió las patas, incómodo. Por supuest

que no se había olvidado de la ancestraceremonia para iniciar a todos los nuevos líderepero ignoraba que tuviera que llevarse a cabnmediatamente. Se sintió aturdido por l

velocidad de los acontecimientos, que lempujaban implacablemente hacia delante, comas rápidas aguas del desfiladero que casi l

habían ahogado.

Le subió el miedo por la garganta, y tuvo quragar saliva a toda prisa. Ningún líder hablaba dese rito místico, de modo que ningún otro gatoexcepto los curanderos, sabía qué ocurría allí. É

había visitado la Piedra Lunar con anterioridad,



había visto cómo Estrella Azul compartía lenguacon el Clan Estelar en sueños. La experiencihabía sido bastante imponente. No podí

maginarse qué sucedería cuando él mismo tuvierque tumbarse junto a la piedra sagrada y compartueños con sus antepasados guerreros.

Y por si eso fuera poco, recordó que las Roca

Altas —donde se hallaba la Piedra Lunar, en unprofunda gruta subterránea— estaban a un día dcamino, y que el ritual le exigía que no comiernada, ni siquiera las hierbas fortalecedoras qu

omaban otros gatos para el trayecto. —El Clan Estelar te dará fuerzas —maullCarbonilla como si le hubiera leído epensamiento.

Corazón de Fuego le dio la razón mascullandvagamente. Al mirar alrededor, vio que TormentBlanca iba camino de la guarida de los guerreros o llamó con un movimiento de la cola.

—Tengo que irme a las Rocas Altas —maull



—. ¿Te harás cargo del campamento? Necesitamouna patrulla del alba.

—Dalo por hecho —contestó Torment

Blanca, y añadió—: Que el Clan Estelar tacompañe.El joven echó un último vistazo al campament

mientras seguía a Carbonilla hacia el túnel d

aulagas. Sentía como si emprendiera un larguísimviaje, más lejos de lo que había viajado nunca, como si la probabilidad de regreso fuera dudosaEn cierto modo, jamás regresaría, pues el gato qu

ba a volver tendría un nuevo nombre, nuevaesponsabilidades y una nueva relación con eClan Estelar.

Oyó un maullido a sus espaldas. Látigo Gris

Tormenta de Arena estaban cruzando el claro a lcarrera. —¿Pensabas largarte sin despedirte siquiera

—resolló Látigo Gris tras frenar en seco.

Tormenta de Arena no dijo nada, per



entrelazó la cola con la de Corazón de Fuego y sestregó contra su costado.

—Volveré mañana —maulló el lugartenient

—. Escuchadme —añadió, incómodo—. Sé quas cosas serán diferentes a partir de ahora, pernunca dejaré de necesitaros… a los dos. Ningúgato podría tener unos amigos mejores.

Látigo Gris le dio un cabezazo en el omóplato —Ya lo sabemos, estúpida bola de pelo —eplicó.

Los ojos verdes de Tormenta de Aren

destellaron. —Nosotros también te necesitaremos siempreCorazón de Fuego —murmuró la guerrera—. Sermejor que no te olvides de eso.

—¡Corazón de Fuego, vamos! —lo llamCarbonilla, que esperaba en la entrada del túnel daulagas—. Tenemos que llegar a las Rocas Altaantes de que caiga la noche… y recuerda que yo n

puedo ir tan deprisa como tú.



—¡Ya voy!Dio un lametón a cada uno de sus amigos ante

de internarse en el túnel de aulagas tras l

curandera. Mientras subía con ella por ebarranco, se sintió el corazón lleno de esperanzaPuede que estuviera dejando atrás su antigua vidapero podría llevarse consigo lo que er

mportante.

El sol estaba en lo alto de un despejado cielo azu

la escarcha se había derretido sobre la hierbcuando llegaron a los Cuatro Árboles, donde scelebraba la Asamblea entre los cuatro clanecada luna llena.

—Espero que no nos encontremos con unpatrulla del Clan del Viento —comentó Corazóde Fuego mientras cruzaban la frontera hacia eelevado y expuesto páramo, dejando atrás lprotección del bosque.



No mucho tiempo atrás, Estrella Azul habíntentado lanzar un ataque contra el Clan de

Viento, con la acusación de que estaban roband

presas del Clan del Trueno. Corazón de Fueghabía desobedecido las órdenes de su líder y shabía arriesgado a que lo tacharan de traidor pompedir la batalla. Aunque Estrella Alta, el líde

del Clan del Viento, había estado dispuesto a haceas paces, Corazón de Fuego imaginaba quodavía podrían guardarles rencor.

—No nos detendrán —aseguró Carbonilla mu

ranquila. —Podrían intentarlo —replicó el gato—. Dodos modos, preferiría evitarlos.

Sus esperanzas se hicieron pedazos cuand

alcanzaron la cima de una extensión de páramo vieron una patrulla avanzando entre el brezo unos pocos zorros de distancia. Tenían el viento favor; por eso Corazón de Fuego no habí

detectado su olor con antelación.



El jefe de la patrulla alzó la cabeza, y Corazóde Fuego reconoció al guerrero Oreja Partida. Se cayó el alma a los pies al ver que lo seguía s

viejo enemigo Enlodado, con un aprendiz que nconocía. Él y Carbonilla aguardaron mientras logatos del Clan del Viento saltaban entre el brezhacia ellos; ya no tenía ningún sentido intenta

darles esquinazo.Enlodado mostró los colmillos gruñendo, perOreja Partida inclinó la cabeza y se detuvo antCorazón de Fuego.

—Saludos, Corazón de Fuego, Carbonilla —maulló—. ¿Por qué estáis en nuestro territorio? —Vamos de camino a las Rocas Altas —

contestó la gata dando un paso adelante.

Corazón de Fuego sintió una oleada de orgullal ver el respetuoso gesto que el guerrero del Cladel Viento dirigió a su curandera.

—Espero que no sea por una mala razón —

dijo. Los gatos no solían viajar a las Rocas Altas



menos que una crisis en su clan exigiercomunicación directa con el Clan Estelar.

—La peor de todas —maulló Carbonilla co

voz firme—. Estrella Azul murió ayer.Los tres gatos del Clan del Viento inclinaron lcabeza; incluso Enlodado pareció solemne.

—Era una gata magnífica y noble —repus

Oreja Partida al cabo—. Todos los clanehonrarán su memoria. —Se volvió hacia Corazóde Fuego con una expresión de curiosidad espeto—. ¿De modo que ahora vas a ser tú e

íder? —preguntó. —Sí —admitió él—. Voy a recibir mis nuevvidas de manos del Clan Estelar.

Oreja Partida asintió, examinando despacio e

pelaje rojizo del guerrero. —Eres joven —comentó—. Pero algo me dicque serás un buen líder.

—G… gracias —tartamudeó Corazón d

Fuego, pillado por sorpresa.



Carbonilla fue en su rescate. —No podemos quedarnos —maulló—. Hay u

argo camino hasta las Rocas Altas.

—Por supuesto. —Oreja Partida retrocedió—Le contaremos a Estrella Alta vuestras noticiaQue el Clan Estelar os acompañe! —exclam

cuando los dos gatos del Clan del Trueno s

alejaron.Se detuvieron en el borde de la llanuracontemplando a sus pies un paisaje muy diferenteEn vez de laderas desnudas salpicadas d

afloraciones rocosas y extensiones de brezoCorazón de Fuego vio casas de Dos Patadesperdigadas entre campos y setos.

En la distancia, el Sendero Atronador abría u

urco a través de la tierra, y más allá se elevabaas colinas dentadas; sus desiertas pendienteparecían grises y amenazadoras. Corazón de Fuegragó saliva; aquella región desolada era adond

e encaminaban.



Reparó en que Carbonilla estaba observándolcon una expresión comprensiva en sus ojos azules

—Todo es diferente —confesó el lugartenient

—. Ya has visto a esos gatos del Clan del Vientoi siquiera ellos me tratan igual. —Sabía quamás podría decirle esas cosas a nadie excepto a curandera… ni siquiera a Tormenta de Arena—

Es como si todos dieran por sentado que voy a seun líder sabio y noble. Pero no lo seré. Cometererrores, como ya he hecho con anterioridadCarbonilla, no estoy seguro de poder hacer esto.

—Cerebro de ratón —le espetó ella. Corazóde Fuego se sintió sorprendido y reconfortado pou tono bromista—. Cuando cometas errores, yo to señalaré, créeme. —Guiñándole un ojo, añadi

—: Y aun así seguiré siendo tu amiga, sin importao que ocurra. Ningún gato que haya vivido ha sidperfecto todo el tiempo. ¡Estrella Azul no lo eraLa clave está en aprender de tus errores y tener l

valentía de ser fiel a tu corazón. —Giró la cabez



para pasarle la lengua por la oreja—. Estarás bienCorazón de Fuego. Y ahora, sigamos adelante.

El guerrero encabezó la marcha ladera abajo

a través de las zonas de labranza de los Dos PataAvanzaron sobre la pegajosa tierra de un camparado y rodearon la granja donde vivían loolitarios Centeno y Cuervo. Corazón de Fueg

estuvo ojo avizor, pero no había rastro de elloLamentó no verlos, pues ambos eran buenoamigos del Clan del Trueno, y Cuervo habíentrenado con él cuando eran aprendices. El lejan

adrido de un perro le produjo escalofríos aecordar el espanto de ser perseguido por lauría.

A la sombra de los setos, por fin llegaron a

Sendero Atronador. Se agazaparon junto a él, coel pelo alborotado por los monstruos que pasabaugiendo. El intenso hedor de sus gases invadió l

nariz y la garganta de Corazón de Fuego y le irrit

os ojos.



Carbonilla se preparó a su lado, aguardando uespacio entre los monstruos para cruzar. Corazóde Fuego sintió nervios por su amiga. Su pat

había quedado permanentemente dañada por uaccidente al borde del Sendero Atronador, muchaunas atrás, cuando ella era su aprendiza; la viej

herida la obligaría a ir despacio.

—Cruzaremos juntos —maulló, recordandcon un familiar sentimiento de culpa el accidentde la gata—. En cuanto tú estés lista.

Carbonilla asintió con un leve gesto; Corazó

de Fuego supuso que estaba asustada, aunquamás lo admitiría. Después de que pasara umonstruo de un vivo color, la curandera exclamó:

—¡Ahora! —Y cojeó rápidamente sobre l

negra y dura superficie.Corazón de Fuego saltó a su lado, obligándosa no dejarla atrás, aunque tenía el corazódesbocado y su instinto le gritaba que corriera ta

deprisa como le fuera posible. Oyó el rugido de u



monstruo en la distancia, pero, antes de qulegara, él y Carbonilla ya estaban a salvo en eeto del otro extremo.

La gata soltó un sonoro suspiro. —¡Gracias al Clan Estelar que ya herminado!

Corazón de Fuego coincidió con un murmullo

aunque sabía que todavía les quedaba el viaje degreso.El sol ya estaba descendiendo. A aquel lad

del Sendero Atronador la tierra no era tan familia

cuando empezaron a subir hacia las Rocas Altaban alerta, por si detectaban algún peligro. Pero único que captaba eran presas correteando entra escasa hierba; el tentador olor le hizo la boc

agua, y deseó poder detenerse a cazar.Cuando alcanzaron la falda de la últimpendiente, el sol estaba escondiéndose por detráde la cima. Las sombras vespertinas iba

alargándose y el frío se extendía por el suelo. Po



encima de su cabeza, Corazón de Fuego distinguiuna abertura cuadrada bajo un saliente rocoso.

—Hemos llegado a la Boca Materna —maull

Carbonilla—. Descansemos un momento.Se tumbaron juntos sobre una roca planamientras la última luz desaparecía del cielo y laestrellas del Manto Plateado empezaban

aparecer. La luna bañó todo el paisaje con una lufría y escarchada. —Es la hora —anunció Carbonilla.A Corazón de Fuego lo invadieron de nuev

odos sus temores y dudas, y pensó que sus patano lo llevarían a ninguna parte. Pero se levantó echó a andar, con las afiladas piedras punzándolas almohadillas, hasta que se encontró ante e

arco conocido por todos los clanes como la BocMaterna.Un túnel negro se perdía en la oscuridad. Po

u anterior visita, Corazón de Fuego sabía que n

valía la pena forzar la vista para ver qué habí



más adelante; la negrura era completa hasta lcaverna donde se hallaba la Piedra LunaMientras vacilaba, Carbonilla se adelantó llena d

confianza. —Sigue mi olor —le indicó—. Yo te guiarhasta la Piedra Lunar. Y a partir de ahora y hastque finalice el ritual, ninguno de los dos deb

hablar. —Pero no sé qué tengo que hacer —protestél.

—Cuando lleguemos junto a la Piedra Luna

úmbate y pega el hocico a su superficie. —Suojos azules resplandecieron bajo la luz de la lun—. El Clan Estelar te hará dormir para que puedaeunirte con ellos en sueños.

Había un millón de preguntas que Corazón dFuego quería hacer, pero ninguna de las respuestao ayudaría a superar el creciente temor que sentíanclinó la cabeza en silencio y siguió a Carbonill

cuando ésta se internó en la oscuridad.



El túnel descendía sin cesar, y Corazón dFuego perdió enseguida el sentido de lorientación mientras el camino serpenteaba de u

ado a otro. En ocasiones, las paredes se juntabaanto que las rozaba con el pelo y los bigotes. Coel corazón martilleándole, violentamente, abrió lboca para absorber el reconfortante olor d

Carbonilla, aterrorizado por la idea de perderla.Finalmente descubrió el contorno de lcurandera contra una tenue luz. Empezó a captaotros olores, y agitó los bigotes ante una corrient

de aire fresco. Al cabo de un segundo, dobló uecodo del túnel y la luz se tornó más intensa depente. Entornó los ojos mientras seguía adelante

notando que el túnel había desembocado en un

gruta.Muy por encima de su cabeza, un agujero en eecho de la caverna dejaba ver un retazo de ciel

nocturno. Un rayo de luz de luna se colaba por é

hasta incidir directamente en una roca situada en e



centro de la cueva. Corazón de Fuego contuvo lespiración. Había visto la Piedra Lunar en otr

ocasión, pero había olvidado lo sobrecogedor

que era. De unas tres colas de altura y afiladhacia la cima, reflejaba la luz de la luna en sdeslumbrante cristal, como si una estrella hubiercaído a la tierra. La blanca luz iluminaba toda l

gruta, convirtiendo en plata el pelaje gris dCarbonilla.La curandera se volvió hacia él y le indicó co

a cola que ocupara su lugar junto a la Piedr

Lunar.Incapaz de hablar aunque se le hubierocurrido algo que decir, Corazón de Fuegobedeció. Se tumbó delante de la piedra, apoyand

a cabeza sobre las patas para poder tocar la lisuperficie con la nariz. Le impactó el frío, tantque estuvo a punto de separarse, y durante umomento bizqueó ante la luz de las estrellas qu

centelleaba en las profundidades de la piedra.



Luego cerró los ojos y esperó a que el ClaEstelar lo hiciera dormir.



4

Todo era oscuridad y frío. Corazón de Fuegamás había tenido tanto frío. Sentía como s

estuvieran succionándole hasta la última migaja d

calor y vida del cuerpo. Sus patas se sacudíanatenazadas por dolorosos calambres. Imaginó questaba hecho de hielo y que si intentaba moverse rompería en un millar de fragmento

quebradizos.Pero los sueños no acudían. No había señale

del Clan Estelar; sólo el frío y la oscuridad. «Algdebe de ir mal», pensó Corazón de Fuego

empezando a sentir pánico.



Entreabrió un poco los ojos, y al instante loabrió del todo, desconcertado. En vez de leluciente Piedra Lunar situada en una cueva en la

profundidades de la tierra, vio una extensión dhierba corta y muy hollada. Lo envolvieron loaromas de la noche, aromas de cosas verdes fértiles bañadas de rocío. Una cálida brisa l

alborotó el pelo.Tras incorporarse, Corazón de Fuegdescubrió que se encontraba en la hondonada dos Cuatro Árboles, cerca de la base de la Gra

Roca. Los gigantescos robles, completamentcubiertos de hojas, susurraban por encima de scabeza, y el Manto Plateado resplandecía más allen el cielo nocturno.

«¿Cómo he llegado hasta aquí? —se pregunt—. ¿Es éste el sueño que me ha prometidCarbonilla?».

Levantó la cabeza para mirar al firmamento

o recordaba haberlo visto jamás tan nítido; e



Manto Plateado parecía más cerca que nuncaapenas más alto que las ramas superiores de loobles. Mientras lo contemplaba, Corazón d

Fuego reparó en algo extraordinario que hizo qua sangre le corriera por las venas como fuegíquido.

Las estrellas estaban moviéndose.

Giraron ante sus incrédulos ojos y empezaron descender en espiral, hacia el bosque, hacia loCuatro Árboles, hacia él. Corazón de Fuegaguardó con el corazón desbocado.

Y entonces los gatos del Clan Estelar bajarodel cielo con pasos majestuosos. La escarchcentelleaba en sus zarpas y brillaba en sus ojoSus pelajes eran llamas blancas. Olían a hielo y

fuego, y a los lugares salvajes de la noche.Corazón de Fuego se agazapó ante ellos. Casno soportaba seguir mirándolos, y, sin embargoampoco podía apartar la vista. Quería absorbe

ese momento por todos los pelos de su manto par



que fuera suyo para siempre.Al cabo de un tiempo que podía haber durad

cien estaciones o un simple segundo, todos lo

gatos del Clan Estelar habían descendido a lierra. Alrededor de Corazón de Fuego, lhondonada de los Cuatro Árboles estaba ocupadcon sus resplandecientes cuerpos y sus llameante

ojos. Corazón de Fuego permaneció agachado eel centro, rodeado por todas partes, y empezó advertir que algunos de los gatos estelares, los questaban más cerca de él, le resultaba

dolorosamente familiares.«¡Estrella Azul! —La alegría le atravesó ecorazón como una espina—. ¡Y FauceAmarillas!».

A continuación, captó un conocido y dulcolor. Al darse la vuelta, Corazón de Fuego vio antél el pelaje pardo y el delicado rostro con el quhabía soñado tan a menudo.

«¡Jaspeada… oh, Jaspeada!». Su adorad



curandera había vuelto a él. Corazón de Fuegquería levantarse de un salto y maullar su felicidaa todo el bosque, pero el respeto lo mantuv

nmóvil y en silencio. —Bienvenido, Corazón de Fuego. —El sonidparecía pertenecer a todos los gatos que habíconocido, pero, a la vez, era una sola voz clara—

¿Estás preparado para recibir tus nueve vidas?Miró alrededor, pero no vio que ningún gatestuviera hablando.

—Sí —respondió, obligando a su voz a n

emblar—. Estoy preparado.Un atigrado rubio se puso en pie y fue hacia écon la cabeza y el rabo bien erguidos. Era Corazóde León, que se había convertido en lugartenient

de Estrella Azul cuando él no era más que uaprendiz, y que había muerto al poco en unbatalla contra el Clan de la Sombra. CuandCorazón de Fuego lo conoció, era un gato viejo

pero ahora parecía joven y fuerte de nuevo, y s



pelaje destellaba con un fuego pálido. —¡Corazón de León! —exclamó con un grit

ahogado—. ¿De verdad eres tú?

El gato no le contestó. Cuando estuvo lbastante cerca, se inclinó para tocarle la cabezcon la nariz. Su contacto ardía como la llama mácaliente y el hielo más frío. Corazón de Fuego s

habría apartado por instinto, pero no podímoverse. —Con esta vida te doy valor —murmur

Corazón de León—. Úsalo bien en la defensa de t

clan.Al instante, una descarga de energía abrasó Corazón de Fuego como un rayo, erizándole epelo y desbordando todos sus sentidos con u

ugido ensordecedor. Se le oscurecieron los ojo la mente se le llenó de un caótico torbellino dbatallas y cazas, la sensación de garras en la piel colmillos clavándose en la carne de presas.

El dolor retrocedió, dejando a Corazón d



Fuego débil y tembloroso. La oscuridad sdesvaneció, y volvió a encontrarse en eobrenatural claro. Si sólo había recibido un

vida, aún le quedaban ocho más. «¿Cómo voy oportarlo?», pensó abatido.Corazón de León ya estaba alejándose par

egresar a su puesto entre las filas del Cla

Estelar. Otro gato se levantó para ir hacia Corazóde Fuego. Éste no lo reconoció al principio, peruego distinguió un pelaje oscuro y moteado y un

peluda cola rojiza, y comprendió que debía de se

Cola Roja. No había llegado a conocer a esugarteniente del Clan del Trueno —que fuasesinado por Estrella de Tigre el mismo día quél llegó al bosque como gato doméstico—, pero

aun así, había buscado la verdad sobre su muerte a había usado para demostrar la traición dEstrella de Tigre.

Como Corazón de León, Cola Roja se inclin

para tocarle la cabeza con la nariz.



cuando se inclinó hacia Corazón de Fuego. —Con esta vida te doy lealtad a lo que sabe

que es correcto —maulló la gata.

Corazón de Fuego se preguntó si se referiría cómo él había ayudado a Látigo Gris a ver a samor prohibido, confiando en la fuerza de selación aunque iba contra el código guerrero.

—Úsala bien para guiar a tu clan en tiempodifíciles —añadió Corriente Plateada.Corazón de Fuego se preparó para otro embat

atroz, pero en esa ocasión sintió menos dolo

cuando lo invadió la nueva vida. Notó un cálido vivo amor, y comprendió confusamente que eso ero que había marcado la existencia de Corrient

Plateada: el amor por su clan, por Látigo Gris

por los cachorros por los que había dado la vida. —¡Corriente Plateada! —susurró Corazón dFuego cuando la atigrada gris se volvió parmarcharse—. No te vayas todavía. ¿No tiene

algún mensaje para Látigo Gris?



Pero Corriente Plateada no contestó; sólo svolvió para mirarlo por encima del hombro, coos ojos llenos de amor y tristeza. Eso signific

para Corazón de Fuego más que todas las palabradel mundo.El joven cerró los ojos, preparándose para l

entrega de la siguiente vida. Al levantar la mirada

vio que se aproximaba un cuarto gato. Era VientVeloz, el guerrero del Clan del Trueno al quEstrella de Tigre había matado en una pelea cercdel Sendero Atronador.

—Con esta vida te doy energía infatigable —maulló Viento Veloz al inclinarse a tocar Corazón de Fuego—. Úsala bien para cumplir coas obligaciones de un líder.

Mientras esa vida lo atravesaba, Corazón dFuego sintió como si estuviera corriendo a travédel bosque, tocando apenas el suelo, con el pelalisado por el viento. Experimentó la euforia de l

caza y el completo placer de la velocidad, y tuv



a sensación de que siempre podría correr más qucualquier enemigo.

Su mirada siguió a Viento Veloz mientras ést

egresaba a su sitio. Cuando apareció el quintmiembro estelar, el corazón le dio un vuelco dalegría. Se trataba de Pecas, la madre adoptiva d

imbo Blanco, a la que Estrella de Tigre habí

acrificado cruelmente para que la manada dperros probase la sangre de gato. —Con esta vida te doy protección —dijo l

gata—. Úsala bien para cuidar de tu clan como un

madre cuida de sus cachorros.Corazón de Fuego esperaba que esa vida fuerdelicada y amorosa como la de Corriente Plateadaasí que no estaba preparado para la descarga d

ferocidad que lo dejó paralizado. Sintió como soda la furia de sus antiguos antepasados del Cladel Tigre y el Clan del León latiera a través de édesafiando a cualquier gato a herir a las débile

ombras sin rostro que se agazapaban a sus pie



mpactado y tembloroso, Corazón de Fuegeconoció el deseo de una madre de proteger a su

hijos, y comprendió cuánto había amado Pecas

os suyos… incluido Nimbo Blanco, que no era du propia sangre.«Debo contárselo a Nimbo Blanco», pens

mientras la furia se apaciguaba, antes de recorda

que no le estaba permitido decir nada sobre locurrido en el ritual.Pecas retrocedió para volver con el Cla

Estelar, y otra figura familiar ocupó su luga

Corazón de Fuego se sintió abrumado por lculpabilidad al reconocer a Zarpa Rauda. —Lo lamento —murmuró, mirando a los ojo

al aprendiz—. Tu muerte fue culpa mía.

Rabioso por la negativa de Estrella Azul nombrarlo guerrero y desesperado por demostrau valía, Zarpa Rauda había salido a localizar l

que fuera que estaba atacando a los gatos de

bosque. La manada de perros lo había matado,



Corazón de Fuego se culparía eternamente por nhaber convencido a Estrella Azul para qucambiara de opinión.

Pero Zarpa Rauda ya no parecía enfadado. Suojos brillaban con una sabiduría impropia de sedad cuando tocó con la nariz la de Corazón dFuego.

—Con esta vida te doy maestría. Úsala biepara entrenar a los jóvenes de tu clan.La vida que le entregó Zarpa Rauda fue un

punzada de angustia tan grande que Corazón d

Fuego creyó que le pararía el pulso. Finalizó couna sacudida de puro terror y con un destello duz tan roja como la sangre. Corazón de Fuegupo que estaba reviviendo lo que había sentid

Zarpa Rauda en los últimos momentos de su vida.Mientras la sensación disminuía, dejándolo sialiento, Corazón de Fuego empezó a sentirse comun hoyo bajo una intensa lluvia. Pensó que su

fuerzas apenas lo sostendrían para recibir de tre



gatos las vidas que faltaban.La primera en aparecer fue Fauces Amarilla

La vieja curandera tenía el mismo aire d

ndependencia obstinada y coraje que tanto habímpresionado y frustrado a Corazón de Fuegcuando estaba viva. Recordó la última vez que lhabía visto, agonizando en su guarida tras e

ncendio. Entonces estaba desesperadapreguntándose si el Clan Estelar la acogería, puehabía matado a su propio hijo, Cola Rota, paracabar con su sanguinaria conspiración. Ahora, e

us ojos amarillos volvía a destellar el humocuando se inclinó para tocarlo. —Con esta vida te doy compasión —anunci

—. Úsala bien con los veteranos de tu clan, co

os enfermos y con todos los que sean más débileque tú.Incluso sabiendo el dolor que tendría qu

oportar, Corazón de Fuego cerró los ojos

absorbió aquella vida con avidez, deseoso de tod



el espíritu de Fauces Amarillas, todo su valor y sealtad al clan en el que no había nacido. Lecibió como si lo inundara una marea de luz: e

humor de la gata, su lengua afilada, la calidez du corazón y su sentido del honor. Se sintió mácerca de ella que nunca.

—Oh, Fauces Amarillas… —susurró

abriendo los ojos de nuevo—. Cómo te he echadde menos.La curandera ya estaba alejándose. La gata qu

ocupó su lugar era más joven, de pasos ligero

con el centelleo de las estrellas en su pelaje y suojos: Jaspeada, la hermosa gata parda que habíido el primer amor de Corazón de Fuego. L

había visitado en sueños, pero él nunca la habí

visto tan nítidamente. El joven aspiró su dulcaroma cuando se inclinó sobre él. Deseaba hablacon ella más que con ningún otro miembro deClan Estelar, porque el tiempo que habían pasad

untos había sido demasiado breve para compart



us verdaderos sentimientos. —Jaspeada… —Con esta vida te doy amor —murmuró ell

con su suave voz—. Úsalo bien con todos logatos que están a tu cuidado… y especialmente coTormenta de Arena.

No había dolor en aquella vida que se verti

uavemente en Corazón de Fuego. Contenía lcalidez del sol en la estación de la hoja verde y labrasó hasta las puntas de las zarpas. Era puramor; al mismo tiempo, tuvo la sensación d

eguridad que había conocido de cachorritoapretujándose contra su madre. Contempló aspeada, envuelto en una satisfacción que jamá

había sentido.

Creyó captar un destello de orgullo en los ojode la gata cuando se dio media vuelta. Ldesilusión por no poder hablar con ella fumitigada por sus palabras de aprobación. Ahor

Corazón de Fuego no tenía razones para temer qu



estaba siendo infiel a Jaspeada al amar a Tormentde Arena.

Por último se le acercó Estrella Azul. Ya n

era la vieja gata vencida que él había conocido eos últimos tiempos, la que desvariaba bajo lensión de los problemas de su clan. Aquélla er

Estrella Azul en la plenitud de su fuerza y pode

atravesando majestuosamente el claro, como ueón. Corazón de Fuego estaba casi deslumbradpor el esplendor de la luz estelar que la rodeabapero se obligó a sostener la mirada de sus ojo

azules. —Bienvenido, Corazón de Fuego, mi aprendimi guerrero y mi lugarteniente —lo saludó ella—Siempre supe que algún día serías un gran líder.

Mientras él inclinaba la cabeza, Estrella Azuo tocó con la nariz y continuó: —Con esta vida te doy nobleza, convicción

fe. Úsalas bien al liderar a tu clan según dictan e

Clan Estelar y el código guerrero.



La calidez de la vida de Jaspeada habíanestesiado al guerrero, que no estaba preparadpara la agonía que lo sacudió al recibir la d

Estrella Azul. Compartió la intensidad de lambición de la gata, su angustia al renunciar a suhijos, la fortaleza para batallar sin descanso aervicio de su clan. Sintió su terror mientras s

mente se fragmentaba al perder la fe en el ClaEstelar. La avalancha de poder se volvía cada vemás fuerte, hasta que Corazón de Fuego pensó quu piel no podría contenerla. Justo cuando creí

que tendría que maullar o morir, la sensaciócomenzó a menguar y terminó con una tranquilaceptación y alegría.

Un largo y tenue suspiro recorrió el claro

Todos los guerreros del Clan Estelar se habíapuesto en pie. Estrella Azul permaneció en ecentro y señaló a Corazón de Fuego con la colpara que también lo hiciera. El joven obedeci

embloroso, como si la plenitud de vida que sentí



en su interior fuera a desbordarse si se movía. Snotaba el cuerpo tan vapuleado como si hubiescombatido en la batalla más dura de su vida, pero

no obstante, su espíritu se elevó con la fuerza das vidas que le habían concedido. —Te saludo por tu nuevo nombre, Estrella d

Fuego —anunció Estrella Azul—. Tu vieja vida h

quedado atrás. Ahora has recibido las nueve vidade un líder, y el Clan Estelar te otorga la tutela deClan del Trueno. Defiéndelo bien; cuida de loóvenes y de los viejos; honra a tus antepasados

as tradiciones del código guerrero; vive todas tuvidas con orgullo y dignidad. —¡Estrella de Fuego! ¡Estrella de Fuego! —A

gual que los clanes del bosque aclamaban a lo

nuevos guerreros por su nombre, los miembros deClan Estelar aclamaron al nuevo líder con sonoravoces que vibraban en el aire—. ¡Estrella dFuego! ¡Estrella de Fuego!

De pronto, el coro enmudeció con un bufid



obresaltado. Estrella de Fuego se puso en tensiónconsciente de que algo iba mal. Loesplandecientes ojos de Estrella Azul estaba

clavados en algo que había detrás de él. El gatgiró en redondo y soltó un grito ahogado.Al otro lado del claro había aparecido un

gigantesca montaña de huesos, de varias colas d

altura. Relucía con una luz rojiza antinatural, dmodo que Estrella de Fuego podía ver claramentcada hueso como si estuvieran ribeteados dfuego… eran huesos de gatos y huesos de presa

odos revueltos. Un viento caliente lo envolviócargado con el hedor de la carroña, aunque lohuesos resplandecían, limpios y blancos.

Miró desesperado alrededor, buscand

espuestas o ayuda de los otros gatos, pero el clarestaba a oscuras. Los miembros del Clan Estelae habían esfumado, dejándolo solo con e

espantoso montículo de huesos. Mientras el pánic

empezaba a atenazarlo, percibió la conocid



presencia de Estrella Azul a su lado, su cálidpelaje contra su costado. No podía verla en loscuridad, pero su voz le susurró al oído:

—Algo terrible se avecina, Estrella de FuegoCuatro se tornarán dos. El león y el tigre senfrentarán en combate, y la sangre regirá ebosque.

Cuando la gata terminó de hablar, su aroma a calidez de su pelo se desvanecieron. —¡Espera! —maulló Estrella de Fuego—. ¡N

me abandones! ¡Explícame a qué te refieres!

Pero no obtuvo respuesta, ninguna explicacióobre la terrorífica profecía. En cambio, la luojiza que desprendía el montículo de huesos s

volvió más brillante. Estrella de Fuego se qued

mirando horrorizado. Entre los huesos habíempezado a manar sangre. Los regueros sfundieron en un río que fluyó resueltamente haciél, hasta que el hedor de la sangre le impregnó e

pelo. Intentó huir, pero descubrió que tenía la



patas inmovilizadas. Al cabo de un segundo, lpegajosa marea roja chapoteaba a su alrededoborboteando y apestando a muerte.

—¡No! —bramó Estrella de Fuego, pero nhubo respuesta del bosque, sólo el constantusurro de la sangre lamiéndole el pelo co

avidez.



5

Estrella de Fuego se despertó aterrorizado. Estabumbado en la caverna que había debajo de la

Rocas Altas, con la nariz apretada contra la Piedr

Lunar. El rayo de luna había desaparecido, apenas un leve resplandor de luz estelar iluminaba gruta. Despertar no supuso ningún alivio, porqu

el hedor de la sangre seguía rodeándolo, y s

notaba el pelo caliente y pegajoso.Con el corazón latiéndole violentamente

Estrella de Fuego se puso en pie. Al otro lado da cueva distinguió la silueta de Carbonilla. Ell

ambién se había levantado, y le hizo seña



urgentes con la cola. El primer impulso de Estrellde Fuego fue contarle con todo detalle lo que habívisto, pero recordó las instrucciones de guarda

ilencio hasta que abandonaran la Boca MaternaPatinando sobre el suelo de la gruta en sus prisapor salir, Estrella de Fuego pasó ante la curander se internó corriendo en el túnel. Cuando ascendí

a duras penas hacia el espacio abierto, siguiendu propio rastro oloroso por el oscuro pasaje, ecamino le pareció el doble de largo que anteMientras su pelo rozaba las paredes del túnel, é

estaba horrorizado con la idea de quedar enterradvivo. El aire era demasiado espeso para aspirarlo mientras su pánico aumentaba en la interminabl

negrura, empezó a imaginarse que el túnel n

endría fin y que se quedaría atrapado pariempre entre sangre y oscuridad.Entonces vio el tenue contorno de la entrad

del túnel y salió corriendo al aire nocturno, dond

a luna estaba hundiéndose tras finas nube



Estrella de Fuego clavó las zarpas en la blandierra de la ladera mientras su cuerpo se sacudí

con espasmos de la cabeza a la cola.

Al cabo de unos instantes, Carbonilla aparecia sus espaldas y se restregó contra el joven hastque éste consiguió controlar los espantosoemblores y su respiración se estabilizó.

—¿Qué ha sucedido? —preguntó la gatquedamente. —¿No lo sabes?Carbonilla negó con la cabeza.

—Sé que el ritual ha quedado interrumpido…el olor a sangre me lo ha indicado, pero ignoro poqué. —Lo miró hondamente a los ojos; los de ellambién ardían de preocupación—. Dime… ¿ha

ecibido tus nueve vidas y tu nombre?Estrella de Fuego asintió y la curandera selajó levemente.

—Entonces el resto puede esperar. Vámonos.

Por un momento, Estrella de Fuego se sinti



demasiado exhausto para moverse. Pero ndeseaba permanecer cerca de la Boca Materna as cosas horribles que había visto en la caverna

Tembloroso, paso a paso, comenzó a descender lmontaña. Carbonilla avanzaba a su ladoempujándolo a veces hacia alguna ruta más fácil, e sintió agradecido por su presenci

nquebrantable.A medida que se alejaban más y más del túneel hedor a sangre se desvaneció de su boca y sufosas nasales. Aun así, Estrella de Fuego pensab

que, aunque se lavara durante una luna, jamáograría librarse de los últimos rastros en su peloEmpezó a sentirse más fuerte, pero seguía estandmuy cansado, y en cuanto la ladera rocosa di

paso a la hierba, se derrumbó al abrigo de uespino. —Tengo que descansar —maulló.Carbonilla se acomodó en la hierba junto a é

durante unos momentos los dos gato



compartieron lenguas sin hablar. Estrella de Fuegdeseaba contarle a la curandera lo que había vistopero algo lo impulsaba a guardar silencio. Por u

ado, quería protegerla del espantoso miedo quhabía sentido… Aunque ella pudiera explicar lprofecía de Estrella Azul, ¿serviría de algo quambién mirara al futuro con el temor que ahor

entía él? Por otro lado, esperaba que, si nhablaba de esa horrorosa visión, tal vez llegara ocurrir. ¿O acaso habría una maldición sobre siderazgo que nada podría impedir? Antes d

morir, Estrella Azul le había contado que el fuegalvaría al clan. ¿Cómo podía ser cierto, si efuego quedaría extinguido por el torrente de sangrque acababa de ver? Él ya había tenido sueño

proféticos con anterioridad, y había aprendido omárselos en serio. No podía desatender éstemenos aún si se había producido en un momentan significativo, mientras estaba recibiendo su

nueve vidas y su nuevo nombre.



Carbonilla interrumpió sus pensamientos. —Ya sabes que no pasa nada si no quiere

hablar sobre eso todavía.

Estrella de Fuego pegó el hocico a su pelajeagradeciendo su calidez. —Primero pensaré en ello —maulló despaci

—. Ahora mismo… es demasiado reciente. —

Volvió a estremecerse al recordarlo—. Carbonill—continuó—, nunca le he contado esto a nadiepero… a veces tengo sueños que me hablan defuturo.

La gata agitó las orejas, sorprendida. —Eso es bastante insólito. Los líderes de cla los curanderos se comunican con el Clan Estela

pero nunca había oído hablar de guerrero

normales con sueños proféticos. ¿Desde cuándo tocurre eso? —Desde que era un gato doméstico —admiti

él, recordando la caza de un ratón en sueños que l

había empujado al bosque por primera vez—



Pero… no sé si los sueños proceden del ClaEstelar.

Después de todo, antes de llegar al bosque é

no sabía nada de los espíritus del Clan Estela¿Podrían haber estado observándolo inclusentonces?

La curandera tenía una expresión pensativa.

—Al final, todos los sueños proceden del ClaEstelar —murmuró—. ¿Siempre se haceealidad?

—Sí —contestó Estrella de Fuego—. Pero n

iempre de la manera que espero. Algunos son máfáciles de entender que otros. —Entonces deberías tener eso en ment

cuando intentes comprender este último sueño. —

Carbonilla le dio un lametazo reconfortante—Recuérdalo, Estrella de Fuego, no estás soloAhora que eres líder de clan, el Clan Estelacompartirá muchas cosas contigo. Pero yo esto

aquí para ayudarte a interpretar las señale



Cuéntame todo lo que quieras, sea mucho o poco.Aunque Estrella de Fuego se sentía agradecid

por la comprensión de Carbonilla, sus palabras l

dejaron helado. Su nueva relación con el ClaEstelar estaba llevándolo por caminonsospechados por los que tal vez no querría i

Durante unos segundos, deseó volver a se

implemente un guerrero, cazando con Látigo Gro compartiendo lenguas con Tormenta de Arena ea guarida.

—Gracias, Carbonilla —maulló, obligándos

a ponerse en pie—. Prometo que hablaré contigiempre que sienta la necesidad. —Pero, aunquera sincero, en lo más profundo se preguntó quayuda podría prestarle la curandera. No podí

evitar pensar que aquello era algo a lo que tendríque enfrentarse solo. Soltó un largo suspiro—Pongámonos en marcha.



Por mucho que Estrella de Fuego ansiara llegar

casa, las fuerzas le estaban fallando. Desde edescubrimiento de la manada de perros y ldesbocada carrera a través del bosque parconducirlos al desfiladero, había comido mu

poco y apenas había dormido, excepto para soñaEl largo trayecto a las Rocas Altas y el sufrimientde recibir las nueve vidas, seguido por lespantosa visión, le habían arrebatado toda l

energía.Sus pasos se volvieron más lentos e inseguroEstaban pasando ante la granja de Centeno cuandCarbonilla le dio un fuerte empujón en eomóplato.

—Ya basta, Estrella de Fuego —maulló cofirmeza—. Como tu curandera, te digo qunecesitas descansar. Veamos si Centeno y Cuervestán en casa.



—Buena idea. —El joven líder se sintidemasiado aliviado por la idea de descansar compara discutir.

Se aproximaron cautelosamente a la granja dDos Patas. A Estrella de Fuego le preocupaba quos perros no estuvieran encadenados, pero su olo

era leve y distante. Mucho más intenso era el olo

a felinos, y cuando estuvieron más cerca, Estrellde Fuego vio que un musculoso gato blanco negro estaba saliendo por un agujero de la puerta.

—¡Centeno! —exclamó—. Qué alegría verte

¿Conoces a Carbonilla, nuestra curandera?Centeno los saludó a los dos con la cabeza. —Yo también me alegro de verte, Corazón d

Fuego.

—Estrella de Fuego —lo corrigió Carbonill—. Ahora es el líder del clan.A Centeno se le pusieron los ojos como plato

de la sorpresa.

—¡Felicidades! Pero eso debe de significa



que Estrella Azul ha muerto. Lo lamento. —Murió como había vivido, protegiendo a s

clan —le dijo Estrella de Fuego.

—Ya veo que tienes mucho que contar —maulló Centeno, volviéndose hacia el granero—, Cuervo querrá oírlo todo. Entrad.

El interior del granero estaba caliente

oscuro, cargado de olor a heno y ratones. Estrellde Fuego oyó un revelador sonido de correteos, a cabeza le dio vueltas de hambre.

—Un lugar blando donde dormir, y todas la

presas que puedas comer —señaló, intentando nmostrar demasiado su hambre—. Será mejor ncontárselo al Clan del Trueno, o enseguida estaráodos aquí fuera, deseando ser solitarios.

Centeno rió entre dientes. —¡Cuervo! —llamó—. Ven a ver quién estaquí.

Una figura negra saltó de una cercana bala d

heno con un cordial ronroneo. De aprendiz



Cuervo era el único miembro del Clan del Truenque sabía la verdad sobre la muerte deugarteniente Cola Roja: que había sido asesinad

por su mentor, Estrella de Tigre. Cuando éstntentó matarlo para evitar que informara de lo quhabía visto, Estrella de Fuego le buscó un nuevhogar al aprendiz. Cuervo encajaba más con l

vida de solitario que con la de guerrero, pero auasí jamás había olvidado a su clan de nacimiento seguía siendo leal a sus antiguos compañeros d

clan.

—De modo que Estrella Azul ha muerto —murmuró cuando Centeno le transmitió lanovedades. Se le empañaron los ojos de pesar—

unca la olvidaré.

Centeno emitió un gemido de consuelo, y egato negro le devolvió una mirada dagradecimiento.

—Así que ahora eres líder —continuó Cuervo

dirigiéndose a Estrella de Fuego—. El Cla



Estelar ha hecho una buena elección. —Luego guia los visitantes al otro extremo del granero—. ¿Oapetecería cazar?

—Sería estupendo —respondió Carbonilla, miró a Estrella de Fuego interrogativamente—¿Quieres que cace algo para ti?

Pese a su agotamiento, Estrella de Fuego neg

con la cabeza. ¡Menudo clan de líder sería si npudiera cazar sus propias presas! Se puso alertaguzando el oído y adoptó la postura de acecho acaptar un leve ruidito en el interior del heno. Tra

ocalizar al ratón más con el oído que con la vistadio un salto y acabó con la criatura con un rápidmordisco.

Mientras tomaba la presa entre los dientes y l

levaba con los otros para comer, Estrella dFuego se dijo que Cuervo tenía suerte. Aquel ratópesaba el doble que los del bosque en la estacióin hojas, y era mucho más fácil de atrapar en la

ombras del granero. Lo engulló con unos poco



bocados hambrientos y sintió que empezaba ecuperar las fuerzas.

—Cazad algunos más —los invitó Cuervo—

Aquí hay de sobra.Cuando Estrella de Fuego y Carbonillestuvieron saciados, se tumbaron en el mullidheno. Compartieron lenguas con sus amigos y lo

pusieron al día de las novedades del clan. Cuerv Centeno escucharon, con los ojos desorbitadode la impresión, cuando Estrella de Fuego lecontó lo de la manada de perros.

—Siempre he sabido que Estrella de Tigre erun sanguinario —maulló Cuervo—, pero jamás sme habría ocurrido que intentara destruir a todo uclan de ese modo.

—Gracias al Clan Estelar que su plan fracas—contestó Estrella de Fuego—. Pero estuvo mucerca. No quiero volver a pasar por algo así nuncmás.

—Ahora tendrás que hacer algo para detener



Estrella de Tigre, antes de que intente otra cosa —apuntó Centeno.

Estrella de Fuego asintió. Tras vacilar u

poco, confesó: —Pero no sé qué voy a hacer sin Estrella AzuTodo parece oscuro y… abrumador.

No dijo nada sobre la interrupción del ritual d

u liderazgo, ni sobre los horrores de su sueñopero, por su mirada comprensiva, vio quCarbonilla sabía lo que estaba pensando.

—Recuerda que todo el clan te respalda —

maulló la curandera—. Nadie olvidará jamás quEstrella Azul y tú nos salvasteis de la jauría. —Quizá esperen demasiado de mí. —¡Tonterías! —El tono de Carbonilla er

estimulante—. Todos saben que vas a ser un graíder y estarán a tu lado hasta el último aliento. —Y yo también —declaró Cuervo

orprendiendo a Estrella de Fuego. El lustros

gato negro pareció algo azorado cuando su amig



e volvió hacia él, pero continuó—: Sé que no soguerrero, pero, si quieres mi ayuda, sólo tienes qupedírmela.

Estrella de Fuego le hizo un guiño dagradecimiento. —Gracias, Cuervo. —¿Puedo ir al campamento un día de éstos? —

preguntó el gato negro—. Me gustaría presentamis respetos a Estrella Azul en su tumba. —Sí, por supuesto. Estrella Azul te concedi

el derecho de ir al territorio del Clan del Truen

iempre que quisieras. No hay ninguna razón parcambiar eso ahora.Cuervo inclinó la cabeza. —Gracias. —Cuando levantó la vista d

nuevo, Estrella de Fuego vio un brillo de respeten sus ojos—. Tú me salvaste la vida una vezEstrella de Fuego. Nunca podré recompensarte poeso. Pero, si hay problemas con Estrella de Tigre

me sentiré orgulloso de unirme a los guerreros de



Clan del Trueno y combatir contra él hasta lmuerte.



6

Cuando descendieron por el barranco hacia lentrada del campamento, el crepúsculo estabvolviendo más densas las sombras del sotobosque

Habían dormido en el granero con Centeno Cuervo hasta que el sol estuvo alto, y luego shabían dado otro festín de rollizos ratones antes dponerse en marcha hacia su propio territorio

Aunque Estrella de Fuego estaba cansado, partdel horror de su sueño se iba esfumando, y estabdeseando ver de nuevo a sus compañeros de clan.

Cuando cruzaron el túnel de aulagas, nadi

eparó en su presencia. Tormenta Blanca y Frond



Dorado estaban sentados cerca de la extensión dortigas, acabando con unas piezas de carne frescamientras que tres de los aprendices luchaban e

broma delante de su guarida. Estrella de Fuegdistinguió el oscuro pelaje atigrado de su aprendiZarzo, y se recordó a sí mismo que debían volvea un estricto programa de entrenamiento en cuant

pudiese. Sus obligaciones como líder no deberíampedirle ejercer sus funciones como mentor… afin y al cabo, Estrella Azul había sido undiligente mentora con él.

Se dirigía hacia Tormenta Blanca cuando oyque lo llamaban a voz en grito, y al darse la vueltvio a Ceniciento atravesando el claro desde lguarida de los veteranos. El aprendiz gris tenía e

pelo erizado de la emoción. —¡Corazón de Fuego!… No… ¡Estrella dFuego! ¡Has vuelto!

Su ruidoso recibimiento alertó al resto de

clan, y pronto todos estaban apretujándos



alrededor de su líder, llamándolo por su nuevnombre y dándole la bienvenida a casa. Estrella dFuego quería abandonarse al sencillo disfrute d

u cálido pelaje contra el suyo, pero no podípasar por alto el respeto reverencial con que lmiraban. Sintió una intensa punzada por la nuevdistancia que se había creado entre él y el resto d

u clan. —¿De verdad has visto al Clan Estelar? —lpreguntó Frondina con los ojos muy abiertos.

—De verdad —contestó Estrella de Fuego—

Pero no me está permitido contar nada sobre lceremonia.Frondina no pareció decepcionada. Con lo

ojos rebosantes de admiración, se volvió haci

Manto Polvoroso y maulló: —¡Estoy segura de que va a ser un magníficíder!

—Será mejor que lo sea —replicó él.

Su amor por la aprendiza no le permití



discutir con ella, aunque Estrella de Fuego sabíque nunca había sido el gato favorito del guerrermarrón. Éste le dirigió un gesto de respeto, y e

íder supo que la lealtad de Manto Polvoroso acódigo guerrero le garantizaría su apoyo. —Me alegro de verte de vuelta —maull

Látigo Gris, abriéndose paso entre los reunido

Parecía haberse recuperado de la impresiódespués de que Estrella Azul nombrara líder a samigo mientras agonizaba. Ahora sus ojoamarillos estaban cargados de amistad y simpatí

—. Pareces un zorro que lleve muerto una luna¿Ha sido duro? —Sí lo ha sido —murmuró Estrella de Fuego

ólo para los oídos de Látigo Gris, pero Nimb

Blanco captó sus palabras y replicó: —Tu creencia en las antiguas tradiciones thace pensar que no puedes ser líder sin subir hastas Rocas Altas. Pero para mí tú ya ha

demostrado tu valía para ser el auténtico líder d



este clan, Estrella de Fuego.Estrella de Fuego lo miró con dureza; estab

agradecido por la lealtad y el respeto de Nimb

Blanco, pero se sentía tan frustrado como siempral ver que el joven gato no compartía sucreencias. Ojalá pudiera contarle exactamente quhabía experimentado, aunque sólo fuera par

mpresionarlo y que así respetara al Clan Estelapero sabía que era imposible. —¡Chist! Las antiguas tradiciones todaví

mportan. —La queda reprimenda procedía d

Cara Perdida, que se había unido a Nimbo BlancoLe dio un lametón en la oreja y continuó—: EClan Estelar cuida de todos nosotros.

Nimbo Blanco le devolvió el lametón

pasándole la lengua delicadamente por el ladmalherido del rostro. La irritación de Estrella dFuego se desvaneció. Admiraba la inquebrantabldevoción del joven por Cara Perdida, a pesar d

us espantosas heridas. Quizá su sobrino fuer



difícil y extremista, y poco respetuoso con ecódigo guerrero, pero había recuperado a aquelloven gata cuando se encontraba al borde de l

muerte y le había dado una razón para vivir.Cuando los gatos empezaron a dispersarseEstrella de Fuego cruzó una mirada con TormentBlanca, que esperaba para hablar.

—¿Cómo van las cosas por el campamento? —e preguntó Estrella de Fuego—. ¿Ha habido algúproblema mientras estaba fuera?

—Ninguno —informó el guerrero veterano—

Hemos patrullado todo el territorio, y no hay rastrni de perros ni del Clan de la Sombra. —Bien. —Tras lanzar un vistazo al bie

provisto montón de carne fresca, añadió—: Ve

que algunos han estado cazando. —Tormenta de Arena salió con una partida dcaza, y Musaraña y Fronde Dorado pusieron rabajar a los aprendices. Zarzo es un cazador mu

hábil. He perdido la cuenta de las presas que h



Al clan lo había aterrorizado que el Clan Estelapudiese enfurecerse por eso y le pusiera las cosamuy difíciles a Estrella de Fuego. Él estab

decidido a no cometer el mismo error con sugarteniente.Mientras observaba cómo Carbonilla cruzab

el claro cojeando en dirección a su guarida, cay

en la cuenta de que dos miembros del Clan deTrueno no habían ido a saludarlo. Uno erCebrado; eso no lo sorprendía. El otro erTormenta de Arena, y eso lo inquietó. ¿Habí

hecho algo para que se enfadase con él?Entonces la vio a unas pocas colas ddistancia, observándolo con un aire cohibido mumpropio de ella. Mientras él se acercaba, los ojo

verdes de la gata lo miraban intermitentemente. —Tormenta de Arena, ¿estás bien? —Estoy bien, Estrella de Fuego —respondi

a guerrera sin mirarlo a los ojos; tenía la vist

clavada en sus patas—. Me alegro de tenerte d



vuelta.Entonces Estrella de Fuego estuvo seguro d

que algo marchaba mal. Durante el largo viaje d

egreso a casa, había estado deseando tumbarse ea guarida de los guerreros junto a Tormenta dArena, compartir lenguas con ella y contarle todaas novedades. Pero ahora ya no podría hacerlo d

nuevo. A partir de entonces, dormiría solo en lantigua guarida de Estrella Azul (ahora sguarida), debajo de la Peña Alta.

Y al caer en la cuenta de eso comprendió l

que perturbaba a Tormenta de Arena. A pesar doda su confianza antes de su partida, ahora ella yno se sentía cómoda.

—Cerebro de ratón —ronroneó Estrella d

Fuego afectuosamente, restregando el hociccontra el de ella—. Sigo siendo el mismo gatoada ha cambiado.

—¡Todo ha cambiado! —replicó ella—. Ahor

eres el líder del clan.



—Y tú sigues siendo la mejor cazadora y lgata más hermosa del clan —afirmó él—. Siemprerás especial para mí.

—Pero tú… tú estás muy lejos —maulló elladando voz, sin saberlo, a los miedos de Estrella dFuego—. Ahora estás más cerca de Carbonilla qude ningún otro gato. Vosotros dos sabéis secreto

del Clan Estelar que los guerreros normalegnoramos. —Carbonilla es nuestra curandera. Y es una d

as mejores amigas que tengo. Pero ella no es tú

Tormenta de Arena. Sé que ahora las cosas sodifíciles. Tengo mucho que hacer para asumir emando del clan… especialmente después de lo quEstrella de Tigre intentó con la manada de perro

Pero dentro de unos días podremos salir juntos dpatrulla, igual que antes.Para su alivio, notó que Tormenta de Arena s

elajaba y que en sus ojos desaparecía parte de l

ncertidumbre.



—Necesitarás una patrulla del anochecer —maulló la guerrera. Su voz era resuelta, más propide la antigua Tormenta de Arena, aunque Estrell

de Fuego supuso que estaba disimulando sristeza—. ¿Quieres que reúna a algunos gatos? —Buena idea. —Estrella de Fuego procur

hablar con el mismo tono práctico que ella—. Id

echar una ojeada a las Rocas Soleadas. Aseguraode que el Clan del Río no haya vuelto a laandadas. —Sería típico de Estrella Leopardina, líder del Clan del Río, intentar reclamar e

disputado territorio mientras el Clan del Truenestaba conmocionado por la pérdida de EstrellAzul.

—Entendido.

Tormenta de Arena corrió hacia la extensión dortigas, donde estaban comiendo Fronde Dorado Rabo Largo. Fronde Dorado llamó a su aprendizZarpa Trigueña, y los cuatro gatos se encaminaro

al túnel de aulagas.



Estrella de Fuego se dirigió a la guarida deíder. Todavía no podía pensar en ella como s

fuera suya, y se descubrió añorando más aún s

cómodo lecho de musgo en el dormitorio de loguerreros. Antes de llegar, oyó que lo llamaban vio que Látigo Gris corría hacia él.

—Estrella de Fuego, quería decirte… —S

nterrumpió como si tuviera vergüenza. —¿Qué ocurre? —Bueno… —Látigo Gris vaciló, y lueg

iguió a toda prisa—: No sé si estabas pensand

en elegirme a mí como tu lugarteniente, perquería decirte que no tienes que hacerlo. Sé quodavía no hace mucho que regresé al clan,

algunos gatos siguen sin fiarse de mí. No m

entiré dolido si escoges a otro.Estrella de Fuego sintió una punzada de penaHabría elegido a Látigo Gris por encima de lodemás gatos para que cazara y peleara a su lado,

para que le diera el apoyo especial que lo



ugartenientes daban a los líderes de clan. Pero ercierto que no podía escogerlo tan poco tiempdespués de su regreso del Clan del Río. Aunque é

no tenía ninguna duda sobre la lealtad de su amigal Clan del Trueno, Látigo Gris aún debídemostrarlo antes de que los demás lo aceptarapor completo.

Inclinándose hacia delante, Estrella de Fuege tocó la nariz con la suya. —Gracias, Látigo Gris —maulló—. Me alegr

de que lo entiendas.

Su amigo se encogió de hombros, máavergonzado que nunca. —Sólo quería decírtelo.Luego dio media vuelta y desapareció entre la

amas de la guarida de los guerreros.Estrella de Fuego tenía un nudo en la gargantpor la emoción, y se dio una sacudida briosa. Aodear la Peña Alta en dirección a la entrada de l

cueva, oyó movimiento en el interior. Espino, e



aprendiz de más edad, giró en redondo cuando éentró.

—¡Oh, Estrella de Fuego! —exclamó—

Tormenta Blanca me ha ordenado que te renovarel lecho y que te trajera algo de comer. —Señalcon la cola el extremo más alejado de la guaridadonde había un conejo junto a un grueso montón d

musgo y brezo. —Tiene un aspecto estupendo, Espino —maulló el líder—. Gracias, y dale también lagracias a Tormenta Blanca de mi parte.

El aprendiz marrón dorado inclinó la cabeza e dispuso a marcharse, pero se detuvo cuandEstrella de Fuego lo llamó.

—Recuérdale a Musaraña que venga a habla

conmigo mañana —dijo el líder, mencionando a lmentora de Espino—. Es hora de que pensemos eu ceremonia de ascenso a guerrero.

«Que ya va con mucho retraso», reflexion

para sí. Espino había demostrado ser un aprendi



capaz, y deberían haberlo nombrado guerrerhacía lunas, de no ser por la reticencia de EstrellAzul a confiar en nadie de su clan. Era el únic

que quedaba del grupo de Zarpa Rauda y CarPerdida, ninguno de los cuales disfrutaría de unceremonia de nombramiento.

Los ojos de Espino se iluminaron de ilusión.

—¡Sí, Estrella de Fuego! ¡Gracias! —exclamó salió disparado.Estrella de Fuego se acomodó en el musgo

comió unos bocados de conejo. Tormenta Blanc

había sido muy considerado al renovarle el lechoaunque el aroma de Estrella Azul perduraba entras paredes de la guarida. Quizá no se fuera nunca eso no sería nada malo. Los recuerdos de la gat

esultaban dolorosos, pero también reconfortantei pensaba en su sabiduría y su valor al liderar aclan.

Las sombras empezaron a rodearlo conform

e extinguía la última luz.



Estrella de Fuego era plenamente conscientde que estaba solo por completo por primera vedesde que se unió al clan; sin la calidez de otro

gatos durmiendo cerca, sin suaves maullidos nonroneos mientras sus amigos compartían lenguain leves ronquidos ni el sonido de gato

moviéndose en sueños. Durante unos segundos, s

intió más solo que en toda su vida.Luego se dijo que debía dejar de ser tadescerebrado. Tenía que tomar una decisión mumportante, y para el Clan del Trueno era vital qu

no se equivocara. La elección de su lugartenientafectaría a la vida del clan durante estaciones.Hundiéndose más en el musgo, se planteó s

debería dormir y preguntarle a Jaspeada en sueño

qué gato sería el lugarteniente adecuado. Cerró loojos y casi al instante captó el dulce perfume daspeada. Pero no tuvo ninguna visión; sólo veí

oscuridad.

Entonces oyó un susurro al oído, y Jaspeada l



nunca había tenido un aprendiz a su cargo, dmodo que no podía escogerla. Con un hormiguede vergüenza, Estrella de Fuego reconoció que es

era culpa suya, porque había confiado a ZarpTrigueña a Fronde Dorado cuando Tormenta dArena era la mejor candidata. Lo había hecho parprotegerla, temiendo que los mentores de los hijo

de Estrella de Tigre estuvieran en peligro a causde su sanguinario padre. A Tormenta de Arena lhabía costado mucho perdonárselo, y esperó qununca reparara en aquel error que le impedirí

convertirse en lugarteniente.Pero, de todos modos, ¿Tormenta de Arena erealmente la mejor opción? ¿Acaso no habí

ningún gato que sobresaliese por encima de lo

demás candidatos? Tormenta Blanca teníexperiencia y era sabio y valiente. Cuando Estrellde Fuego se convirtió en lugarteniente, el guerrerveterano no mostró ni una pizca del resentimient

que habría sentido un gato inferior. Además, l



había apoyado desde el principio, y era el gato aque Estrella de Fuego se dirigía instintivamentcuando necesitaba un consejo. Era viejo, sí, per

odavía fuerte y activo. Aún quedaban unas cuantaunas antes de que se uniera a los veteranos en sguarida.

Estrella Azul también lo aprobaría, porque l

amistad del guerrero blanco había significadmucho para ella en sus últimas lunas.«Sí —pensó Estrella de Fuego—. Torment

Blanca será el nuevo lugarteniente». Se estir

atisfecho. Sólo faltaba anunciar la decisión aclan.Aguardó un momento. Se terminó el conejo

e quedó amodorrado, pero sin permitirse caer e

un sueño profundo para no perderse la luna en scénit. Una luz plateada se filtró en la guaridcuando la luna se elevó. Finalmente, Estrella dFuego se puso en pie, se sacudió de encim

rocitos de musgo y salió al claro.



Varios miembros del clan estaban paseándosentre los helechos del lindero, claramente a lespera del anuncio. Tormenta de Arena y l

patrulla del anochecer habían regresado y estabacomiendo su ración de caza. Estrella de Fuegaludó a la gata con una sacudida de la cola, per

no se acercó a hablar con ella. En vez de eso, salt

directamente a la Peña Alta y maulló: —¡Que todos los gatos lo bastante mayorepara cazar sus propias presas vengan aquí, bajo lPeña Alta, para una reunión del clan!

Su llamada seguía resonando en el aire cuandempezaron a aparecer más gatos, desde el refugide sus guaridas o saliendo a la luz de la luna dentre las sombras que bordeaban el campamento

Estrella de Fuego vio que Cebrado cruzaba eclaro y se sentaba a poca distancia de la PeñAlta, con la cola alrededor de las patas y unmirada desdeñosa. Discretamente, Fronde Dorad

o siguió y ocupó una plaza cerca de él.



Zarzo salió de la guarida de los aprendiceEstrella de Fuego no pudo evitar preguntarse si scolocaría junto a Cebrado, pero Zarzo se qued

con su hermana, Zarpa Trigueña, al borde de lcreciente multitud. Los ojos de ambos aprendiceo observaban todo con atención, moviéndose d

un lado a otro. Al pasar ante ellos, Musarañ

amagó un mordisco a Zarpa Trigueña, que aparta cabeza rápidamente; parecía que las dos gatahubieran tenido algún tipo de discrepanciaEstrella de Fuego recordó que Zarpa Trigueña er

ista y estaba muy segura de sí misma; no lorprendería que hubiera ofendido alguna vez a lexperimentada guerrera.

Látigo Gris y Tormenta de Arena estaba

entados juntos cerca de la roca, al lado de NimbBlanco y Cara Perdida, y todos los veteranolegaron en grupo y se instalaron en el centro de

claro.

Estrella de Fuego vio que Tormenta Blanca s



acercaba desde la extensión de ortigas junto coCarbonilla. No había expectación en su rostrcuando se detuvo a intercambiar unas palabras co

Frondina y Ceniciento, antes de ocupar su sitiunto a la Peña Alta.Tragándose su nerviosismo, Estrella de Fueg

empezó:

—Ha llegado el momento de nombrar a unuevo lugarteniente. —Hizo una pausa y notó lpresencia de Estrella Azul mientras recordaba lapalabras rituales que ella empleaba—. Pronunci

estas palabras ante el Clan Estelar —continuó—para que los espíritus de nuestros antepasadopuedan oír y aprobar mi decisión.

Para entonces, todos los gatos se habían vuelt

hacia él. Estrella de Fuego observó los brillanteojos que resplandecían bajo la luz de la luna y capudo saborear su emoción.

—El nuevo lugarteniente del Clan del Truen

erá Tormenta Blanca —anunció.



de optimismo le subió por las patas, llenándolo dconfianza y calidez. Tenía sus nueve vidas; tenía emejor lugarteniente que ningún gato pudier

desear, y tenía un grupo de guerreros que estabapreparados para enfrentarse a cualquier cosa. Lamenaza de la manada de perros habídesaparecido, y esperaba que pronto lograra

expulsar a Estrella de Tigre del bosque pariempre.Cuando se disponía a saltar de la Peña Alt

para felicitar a Tormenta Blanca, reparó e

Cebrado. Era el único gato que no se habímovido ni había dicho nada. Estaba observando Estrella de Fuego, y sus ojos llameaban con ufuego frío.

Estrella de Fuego recordó de inmediato lhorrorosa visión de su ceremonia, la montaña dhuesos y el torrente de sangre que había brotado della. Las palabras de Estrella Azul volvieron

esonar en sus oídos: «Cuatro se tornarán dos. E



eón y el tigre se enfrentarán en combate, y langre regirá el bosque».

Seguía sin saber qué significaba la profecía

pero las palabras estaban cargadas de perdiciónHabría combate y derramamiento de sangre. Y ea maligna mirada de Cebrado, Estrella de Fueg

creyó ver la primera nube que acabarí

desencadenando la tormenta de la guerra.



7

Un frío crudo y húmedo se colaba entre el pelajde Estrella de Fuego mientras atravesaba el pinaEl cielo estaba cubierto de nubes oscuras

parecía indeciso entre descargar lluvia o nievobre el bosque. Allí, donde los estragos dencendio habían sido mayores, el suelo seguí

cubierto de ceniza, y las pocas plantas que había

empezado a crecer se habían marchitado de nuevcon la llegada de la estación sin hojas.

Era el día siguiente del anuncio al clan denuevo lugarteniente, al que Estrella de Fuego habí

dejado al mando del campamento mientras é



patrullaba la frontera a solas. Le apetecía algo diempo para sí mismo, para acostumbrarse a seíder y para pensar en lo que lo esperaba. A vece

entía que iba a estallar de orgullo porque el ClaEstelar lo hubiera elegido para liderar al Clan deTrueno, pero también sabía que no sería fácil. Lristeza por Estrella Azul era un dolor sordo qu

permanecería con él para siempre. Y temía qupodría hacer Estrella de Tigre. Al contrario quos demás gatos, él no se sentía aliviado por l

ausencia de señales del Clan de la Sombra en s

erritorio. Sabía que Estrella de Tigre ndescansaría hasta que abatiera a su enemigo… y lnoticia de que Estrella de Fuego era ahora el lídedel Clan del Trueno sólo serviría para avivar s

ed de venganza.Salió de entre los árboles que había cerca depoblado de Dos Patas y miró hacia la verja de shermana Princesa, para ver si se había aventurad

fuera de su casa. Pero no había ni rastro de ella; a



olisquear el aire, Estrella de Fuego captó apenaun tenue olor. Avanzando a lo largo de los árbolelegó a una parte del bosque que rarament

visitaba y reconoció el hogar de Dos Patas dondél había vivido como gato doméstico hacía ymuchas lunas. Movido por la curiosidad, recorria la carrera la extensión de campo abierto y saltó

o alto de la valla.Al mirar hacia la zona de césped rodeada dplantas de Dos Patas, lo asaltaron recuerdos dcuando era cachorro y jugaba allí. Luego había u

ecuerdo más reciente, recolectando nébedcuando Estrella Azul estaba enferma de neumoníaDesde su emplazamiento, Estrella de Fuego podíver la mata de nébeda y percibir su tentado

aroma.Un movimiento en la casa de al lado atrajo satención, y vio que uno de sus viejos amigopasaba junto a la ventana y desaparecía de nuevo

De pronto, Estrella de Fuego se preguntó cómo s



habrían sentido sus Dos Patas cuando él loabandonó para vivir en el bosque. Esperaba quno se hubieran preocupado por él. Lo había

cuidado bien, a la manera de los Dos Patas, Estrella de Fuego siempre les estaría agradecidoLe habría gustado contarles lo feliz que era en ebosque y cómo estaba cumpliendo con el destin

que el Clan Estelar había trazado para él, perabía que era imposible que los Dos Patas lentendieran.

Estaba tensando los músculos, preparándos

para regresar al bosque cuando algo blanco negro se movió en el jardín contiguo. Al miraabajo vio a Tiznado, su viejo amigo de sus tiempocomo mascota. Estaba tan rollizo como siempre

con una expresión satisfecha en su ancho rostroHablaba con una bonita atigrada marródesconocida para Estrella de Fuego; oía sumaullidos, pero estaba demasiado lejos par

distinguir las palabras.



Estuvo a punto de bajar a saludar, hasta quecordó que probablemente se asustarían ante l

visión de un rufián como él. No mucho después d

rse al bosque, Estrella de Fuego se habíencontrado con Tiznado; su amigo se llevó un sustde muerte hasta que lo reconoció. La vida que élevaba ahora estaba a mundos de distancia de l

de ellos.El sonido de una puerta al abrirse sacó de supensamientos a Estrella de Fuego, que avanzó poa valla hasta refugiarse en un arbusto de acebo

Uno de sus antiguos Dos Patas salió de la casa lamó a alguien. De inmediato, la bonita atigradmarrón se despidió de Tiznado y saltó la verja queparaba ambos jardines. Corrió hacia el Do

Patas, que la tomó en brazos y la acarició antes dlevársela dentro de casa, mientras ella ronroneabonoramente.

«¡Esa gata es su nueva mascota!», pens

Estrella de Fuego. El sonido de la puerta a



cerrarse le produjo una punzada de envidia durantapenas un segundo. La pequeña atigrada nnecesitaría cazar sus presas para comer; tendría u

ugar caliente para dormir, y ninguna posibilidade morir en combate o por alguno de los muchopeligros que acosaban a los gatos salvajes.

Pero, al mismo tiempo, esa gata jamá

conocería la satisfacción de aprender lahabilidades guerreras, ni de unirse a la batalla aado de sus amigos. Nunca comprendería quignificaba vivir según el código guerrero y segu

os designios del Clan Estelar.«Si pudiera volver a vivir mi vida —pensEstrella de Fuego—, no cambiaría nada».

De pronto, unas zarpas arañaron la valla, y

con el rabillo del ojo, Estrella de Fuego captó uveloz movimiento marrón. Al volverse, sencontró cara a cara con Zarzo.

El líder tardó un momento en recobrarse l

bastante para hablar.



—Pero ¿qué estás haciendo aquí? —lpreguntó al aprendiz.

—Te he seguido desde el campamento, Estrell

de Fuego… tenía curiosidad por saber adónde iba quería practicar mis técnicas de rastreo. —Bien, parece que son bastante buenas, si ha

legado hasta aquí.

No tenía claro si estaba enfadado con saprendiz o no. Zarzo no debería haberlo seguidin permiso, pero era impresionante que lo hubierastreado desde el campamento. También sinti

una punzada de culpabilidad porque Zarzo lhubiera sorprendido mirando a un par de mininocaseros desde una valla de Dos Patas. Tiempatrás, cuando él era aprendiz, Estrella de Tigre l

había espiado y sorprendido charlando coTiznado. El enorme atigrado había iddirectamente a informar a Estrella Azucuestionando la lealtad de Estrella de Fuego a l

vida del clan.



Lo miró a los ojos y vio que el nerviosismdel joven se disipaba, reemplazado por unexpresión firme, como si estuviera evaluando a s

mentor. Fue una mirada larga e inteligente, Estrella de Fuego advirtió que en suprofundidades ámbar había respeto. De nuevo tuva convicción de que Zarzo podría ser un guerrer

excepcional si escapaba de la oscura herencia du padre. Pero ¿Zarzo sería realmente leal a sclan de nacimiento, con su padre todavía en ebosque?

—¿Puedo confiar en ti? —le espetó Estrella dFuego de repente.El joven no se apresuró a defenderse. En ve

de eso, le sostuvo la mirada muy serio un instant

más. —¿Y yo puedo confiar en ti? —replicó Zarzoagitando las orejas en dirección al jardín de DoPatas.

Erizando el pelo, Estrella de Fuego pensó qu



no tenía ninguna intención de justificarse ante saprendiz; Zarzo no era quién para cuestionar loactos de su mentor… que resultaba que tambié

era el líder de su clan. Pero, a pesar de lculpabilidad que le había provocado la preguntde Zarzo, Estrella de Fuego no pudo evitar admirael valor con que se había atrevido a hacerla.

Respiró hondo. —Puedes confiar en mí —declarolemnemente—. Yo decidí abandonar mi vida d

gato doméstico. Ocurra lo que ocurra, siempr

pondré al clan en primer lugar. —Se dijo que yera hora de ser más sincero con Zarzo—. Pero dvez en cuando vengo por aquí —continuó—. Eocasiones visito a mi hermana, y me pregunt

cómo habrían sido las cosas si me hubiesquedado. Aun así, siempre me marcho sabiendque mi corazón está en el Clan del Trueno.

Zarzo asintió, como si la respuesta l

atisficiera.



—Sé cómo es que pongan en duda tus lealtade—maulló.

Estrella de Fuego sintió una nueva punzada d

emordimiento. Sabía que no era el único gato quecelaba de Zarzo. —¿Cómo te llevas con los demás aprendices

—preguntó.

—Me llevo bien. Pero sé que algunoguerreros no nos aprecian ni a Zarpa Trigueña ni mí porque Estrella de Tigre es nuestro padre.

Pronunció esas palabras con tal naturalida

que Estrella de Fuego se sintió todavía máavergonzado. «Somos más parecidos de lo qucreía —pensó—. Constantemente tenemos qudemostrar nuestra lealtad peleando el doble

defendiéndonos el doble que nuestros enemigos… que nuestros compañeros de clan». —¿Puedes hacer frente a eso? —maulló co

cautela.

Zarzo pestañeó.



—Sé dónde reside mi lealtad. Algún día ldemostraré.

No lo dijo fanfarroneando, sino con tranquil

determinación, y Estrella de Fuego lo creyó. Eaprendiz le había devuelto su sinceridad siendo u vez sincero con él. Ahora, Estrella de Fuego l

debía a Zarzo confiar en su palabra.

—¿Y qué me dices de Zarpa Trigueña? —preguntó. —Bueno… —El joven vaciló, con un

expresión inquieta—. A veces puede ser un poc

difícil… pero es su carácter. Es una gata leal dcorazón. —Estoy convencido de que lo es —maull

Estrella de Fuego, aunque percibió que Zarzo n

e sentía demasiado cómodo hablando de shermana con el líder del clan. En el futuro tendríque vigilar de cerca a Zarpa Trigueña parasegurarse de que recibía el apoyo necesario par

convertirse en una guerrera del Clan del Truen



digna de confianza. Sería bueno tocar el tema cou mentor, Fronde Dorado. Embargado por uepentino aprecio hacia su aprendiz, añadió—

Tengo que seguir si quiero acabar de patrullar lfrontera antes de que anochezca. ¿Quiereacompañarme?

Los ojos ámbar de Zarzo se iluminaron.

—¿Puedo? —Por supuesto. —Estrella de Fuego bajó de lvalla de un salto y esperó a que el joven gatbajara tras él—. Haremos algo de entrenamient

por el camino. —¡Genial! —exclamó Zarzo entusiasmado.Y se situó al lado de su mentor mientras éste s

encaminaba hacia los árboles.

Estrella de Fuego se detuvo al borde del SenderAtronador y aspiró el olor que flotaba desde eerritorio del Clan de la Sombra. «Estrella d



Tigre se encuentra ahí —pensó—. ¿Qué estarplaneando? ¿Qué irá a hacer ahora?».

Mientras permanecía en una desazó

ilenciosa, reparó en que unas cositas blancacaían del cielo. «¡Nieve!», pensó levantando lvista; las nubes eran más oscuras que nunca. Al oun chillido de asombro de Zarzo, se dio medi

vuelta. Un copo de nieve había aterrizado en ehocico del aprendiz y estaba derritiéndosentamente. El joven sacó su rosada lengua y lamió; sus ojos amarillos se pusieron como platos

—¿Qué es esto, Estrella de Fuego? ¡Está frío!El líder soltó un ronroneo risueño. —Es nieve —respondió—. Llega en l

estación sin hojas. Si sigue nevando así, los copo

cubrirán de blanco todo el suelo y los árboles. —¿De verdad? Pero ¡si son diminutos! —Pero caerán a montones.Los copos ya estaban volviéndose más grande

abundantes, y casi ocultaban los árboles del otr



ado del Sendero Atronador, ahogando el olor deClan de la Sombra. Incluso quedaba amortiguadel rugido de los monstruos, que se movían má

despacio, como si sus relucientes ojos no pudieraver a través de la nieve.Estrella de Fuego sabía que la nevad

upondría más problemas para el bosque. La

presas morirían de frío o se refugiarían eprofundos agujeros, adonde no pudieran seguirlaos cazadores. Sería más difícil que nunc

alimentar al clan.

Su aprendiz estaba contemplando cómo caía lnieve con los ojos dilatados. Estrella de Fuego vicómo estiraba una pata precavidamente para tocaun copo. Un segundo después estaba dando saltos

vueltas con estridentes maullidos de ilusión, comi estuviera intentando atrapar todos los copoantes de que tocaran el suelo.

A Estrella de Fuego lo sorprendió sentir un

oleada de afecto. Era estupendo ver a un jove



gato jugando como si de nuevo fuera un cachorro¿Sería posible que el desalmado Estrella de Tigrno hubiera perseguido nunca copos de nieve sól

por diversión? Y si lo había hecho, ¿cuándo habíperdido la alegría y había empezado a preocuparsólo por su propio poder?

No había respuesta a esa pregunta, y Estrell

de Fuego sabía que para Estrella de Tigre, al iguaque para sí mismo, ya no había vuelta atráAmbos tenían las patas firmemente plantadas en ecamino que el Clan Estelar había decidido qu

iguieran, y antes o después los dos líderedeberían decidir quién se quedaría en el bosque.



8

La nevada había cesado cuando Estrella de Fueg Zarzo regresaron al campamento. Las nube

habían escampado y el sol poniente proyectab

argas sombras azuladas sobre la fina capa blancque cubría el suelo. Los dos gatos iban cargadocon carne fresca; Estrella de Fuego habíobservado las técnicas de caza de su aprendiz,

estaba impresionado por su concentración y shábil acecho.

Acababan de llegar a lo alto del barranccuando oyeron un maullido a sus espaldas. Estrell

de Fuego vio que Látigo Gris se les acercab



altando por el sotobosque. —Hola —saludó el guerrero gris resollando

Se le pusieron los ojos como platos al ver la

presas—. Habéis tenido más suerte que yo. No hpodido encontrar ni un simple ratón.Estrella de Fuego soltó un gruñid

comprensivo mientras abría la marcha hacia e

únel de aulagas. Reparó en que Acederilla, la máaventurera de los tres hijos de Sauce, había saliddel campamento y estaba en mitad de la escarpadadera del barranco. Para sorpresa del líder, l

cachorrita se encontraba con Cebrado; el guerrerestaba inclinado sobre ella, diciéndole algo. —Qué raro —masculló casi para sí mismo

con la boca llena de pelo de ardilla—. Cebrad

nunca se ha interesado mucho por los cachorro¿Y qué está haciendo aquí fuera?De pronto oyó una brusca exclamación d

Látigo Gris, que pasó como un rayo ante él par

descender a toda prisa el barranco, moviendo la



piedras sueltas y cubiertas de nieve. Al mismiempo, las patas de Acederilla cedieron y l

pequeña comenzó a retorcerse sobre la nieve

Pasmado, Estrella de Fuego soltó su presmientras Látigo Gris gritaba «¡No!», y sabalanzaba contra el guerrero oscuro. Cebradntentó atacarlo con las patas traseras, pero Látig

Gris había clavado los dientes en su garganta y nba a soltarlo. —¿Qué…? —dijo Estrella de Fuego, y baj

disparado la pendiente con Zarzo pisándole lo

alones.Rodeó a los guerreros, todavía enzarzados eun torbellino de colmillos y garras, y llegó al ladde Acederilla.

La cachorrita daba vueltas por el suelo, coos ojos desorbitados y vidriosos. Soltaba agudoquejidos de dolor y echaba espuma por la boca.

—¡Ve a buscar a Carbonilla! —le orden

Estrella de Fuego a Zarzo.



Su aprendiz obedeció a toda prisa, levantandnubes de nieve. Estrella de Fuego se inclinó sobra gatita y le puso una zarpa sobre la barrig

delicadamente. —Tranquila, Acederilla —maulló—Carbonilla está de camino.

A la pequeña se le desencajaron la

mandíbulas, y Estrella de Fuego vio entre sudientes blancos unas bayas de color escarlatmedio masticadas.

—¡Bayas mortales! —gritó con la vo

estrangulada.Por encima de su cabeza, en una grieta de loca, había un arbusto oscuro con letales baya

escarlata apiñadas entre las hojas. Recordó un día

muchas lunas atrás, en que Carbonilla habíaparecido justo a tiempo para impedir que NimbBlanco las probara y le había advertido de lvenenosas que eran. Más tarde, Fauces Amarilla

as había utilizado para matar a su hijo, Cola Rota



Estrella de Fuego había presenciado el efecto taápido y fatal que tenían.

Agachándose junto a Acederilla, hizo l

posible por extraerle las bayas mascadas de lboca, pero ella sentía demasiado pavor y dolor, a tarea no era fácil. La gatita sacudía la cabeza d

un lado a otro, y su cuerpo sufría convulsiones co

espasmos regulares que, para espanto de Estrellde Fuego, parecían más débiles cada vez. Aún oía Cebrado y Látigo Gris chillando en la agonía du pelea, pero parecían extrañamente lejos. Tod

a atención del líder estaba centrada en lcachorrita.Por fin, para su alivio, Carbonilla apareció

u lado.

—¡Bayas mortales! —informó Estrella dFuego al instante—. He intentado sacárselas de lboca, pero…

Carbonilla lo reemplazó al lado de la pequeña

Llevaba un fardo de hojas entre los dientes; tra



dejarlo en el suelo, maulló: —Bien. Sujétala, Estrella de Fuego, mientra

o echo un vistazo.

Con la colaboración de los dos, y con loespasmos de Acederilla todavía más débileCarbonilla enseguida logró extraer los restos dbayas mortales. Luego mascó deprisa una hoja

ntrodujo la pulpa en la boca de Acederilla. —Trágatelo —le ordenó. A Estrella de Fuege explicó—: Es milenrama. Le provocará e

vómito.

La garganta de la cachorrita se contrajo. Acabo de un momento vomitó. Estrella de Fuego vimás partículas escarlata entre las hojas mascadas

—Bien —dijo la curandera con dulzura—. Es

está muy bien. Vas a recuperarte, Acederilla.La cachorrita boqueó temblando. DespuéEstrella de Fuego contempló abatido cómo squedaba inmóvil y se le cerraban los ojos.

—¿Ha muerto? —susurró.



Antes de que Carbonilla pudiera contestar, umaullido sonó desde la entrada del campamento.

—¡Mi hija! ¿Dónde está mi hija? —Era Sauce

ubiendo a toda prisa por el barranco con ZarzoSe agachó junto a Acederilla, con sus ojos azulelenos de turbación—. ¿Qué ha sucedido?

—Ha comido bayas mortales —explic

Carbonilla—. Pero creo que las ha expulsadodas. La llevaremos a mi guarida para que puedcuidar de ella.

Sauce se puso a lamer el pelaje pardo d

Acederilla. Estrella de Fuego ya veía el levmovimiento de los costados de la gatita al ritmo du respiración. No estaba muerta, pero, por l

desazonada expresión de Carbonilla, el líder sup

que seguía estando en peligro por los posibleefectos del veneno.Por primera vez, Estrella de Fuego pudo toma

aire y mirar hacia Látigo Gris. Su amigo tení

nmovilizado a Cebrado a unas colas de distancia



con una zarpa sobre su cuello y otra en su barrigaCebrado sangraba por una oreja y bufaba furiosmientras se debatía en vano por liberarse.

—¿De qué va esto? —quiso saber el líder. —No me lo preguntes a mí —replicó LátigGris. Estrella de Fuego no recordaba haber vistan feroz a su amigo—. ¡Pregúntale a esta… a est

cagarruta de zorro por qué ha intentado asesinar una cachorrita! —¿Asesinar? —inquirió Estrella de Fuego. L

acusación era tan inesperada que, por un segundo

no pudo hacer otra cosa que quedarse mirando a samigo como un tonto. —Asesinar —repitió Látigo Gris—. Vamo

pregúntale por qué estaba dándole bayas mortale

a Acederilla. —¡Ratón descerebrado! —espetó Cebrado covoz fría, clavando su mirada en su atacante—. Nestaba dándole bayas mortales. Intentaba evita

que las comiera.



—Sé lo que he visto —insistió Látigo Griapretando los dientes.

Estrella de Fuego trató de recrear la image

del guerrero oscuro y la cachorrita al detenerse eel barranco. —Deja que se levante —ordenó a su pesar

Látigo Gris—. Cebrado, cuéntame qué h

ucedido.El guerrero se puso en pie y se sacudióEstrella de Fuego vio calvas en su costado, dondLátigo Gris le había arrancado mechones de pelo.

—Estaba regresando al campamento —empez—. Me he encontrado a esa estúpida gatitzampando bayas mortales, y estaba intentanddetenerla cuando este idiota ha saltado sobre m

—Miró resentido a Látigo Gris—. ¿Por ququerría yo matar a un cachorro? —¡Eso es lo que me gustaría saber! —buf

Látigo Gris.

—Por supuesto, ¡ya sabemos a quién creerá e



noble Estrella de Fuego! —exclamó Cebrado codesprecio—. En estos días no sirve de nadesperar justicia en el Clan del Trueno.

A Estrella de Fuego le dolió esa acusación, aún más porque era consciente de que había unbase de verdad en ella. Normalmente habrípuesto la palabra de Látigo Gris por delante de l

de Cebrado, pero tenía que estar completamenteguro de que su amigo no estaba cometiendo uerror.

—No tengo que decidirlo ahora —maulló—

En cuanto Acederilla se despierte, podrá contarnoqué ha pasado.Mientras hablaba, creyó captar un destello d

nquietud en los ojos de Cebrado, per

desapareció tan deprisa que no podía estar seguroEl guerrero oscuro agitó la cabezdesdeñosamente.

—Bien —repuso—. Entonces veréis quién d

os dos dice la verdad. —Y se encaminó a l



entrada del campamento con la cola bien tiesa. —Lo he visto, Estrella de Fuego —asegur

Látigo Gris resollando por la pelea—. N

entiendo por qué Cebrado querría hacer daño Acederilla, pero estoy absolutamente seguro de lque estaba haciendo.

Estrella de Fuego suspiró.

—Yo te creo, pero tenemos que dejar quodos los gatos vean que se hace justicia. Npuedo castigar a Cebrado hasta que Acederilla nocuente qué ha sucedido.

«Si es que llega a hacerlo», añadió para suadentros. Observó cómo Carbonilla y Saucalzaban cuidadosamente a la cachorrita parlevarla hacia el túnel de aulagas. La cabeza d

Acederilla colgaba lánguidamente y su cola sarrastraba por el suelo. A Estrella de Fuego se lencogió el estómago al recordar a la gatitaltando por el campamento. Si Cebrado habí

ntentado realmente matarla, pagaría por ello.



—Látigo Gris —murmuró—, ve coCarbonilla. Quiero que un guerrero monte guardien su guarida hasta que Acederilla se despierte

Pídeles a Tormenta de Arena y Flor Dorada que tayuden. No quiero que a la pequeña le pase nadmás antes de que esté en condiciones de hablar.

Los ojos de Látigo Gris brillaron d

entendimiento. —De acuerdo, Estrella de Fuego. Voy parallá.

Descendió la cuesta y alcanzó a las gata

cuando estaban desapareciendo en el túnel.Estrella de Fuego se quedó solo con Zarzo. —He dejado la ardilla ahí arriba —le dijo

u aprendiz, señalando con la cabeza a lo alto de

barranco—. ¿Podrías ir a recogerla por mí? Yuego ve a comer y descansar. Has tenido un dímuy largo.

—Gracias —respondió Zarzo. Dio unos paso

luego se volvió—. Acederilla se pondrá bien



¿verdad?Estrella de Fuego soltó un largo suspiro. —No lo sé, Zarzo —admitió—. Lo cierto e

que no lo sé.



9

Estrella de Fuego regresó pensativo acampamento. Al mirar alrededor, reparó eCebrado, que estaba engullendo una presa junto

a mata de ortigas. Musaraña, Escarcha y FloDorada estaban comiendo cerca del guerreroscuro, pero Estrella de Fuego advirtió que lhabían dado la espalda y ni siquiera lo miraban.

Látigo Gris debía de haber empezado propagar la noticia de lo sucedido en el barrancoEscarcha y Flor Dorada en particular, que habíaido madres, estarían horrorizadas por la simpl

ospecha de que un guerrero pudiera matar a u



cachorro. Estrella de Fuego se dijo que era unbuena señal que parecieran creer la versión de lohechos de Látigo Gris. Eso demostraba que s

amigo estaba volviendo a ser aceptado por el clan comenzando a recuperar la popularidad que unvez tuvo.

Estrella de Fuego estaba encaminándose haci

Látigo Gris cuando captó un movimiento en lguarida de los guerreros con el rabillo del ojoFronde Dorado estaba saliendo de entre las ramamirando desesperadamente alrededor. Localizó

Cebrado, dio un paso hacia él y luego giró pareunirse con Estrella de Fuego. —¡Acabo de enterarme! —exclamó con vo

estrangulada—. Estrella de Fuego, lo lamento

Cebrado me ha dado esquinazo. ¡Todo es culpmía! —Cálmate. —El líder posó un instante la col

obre el omóplato del alterado joven, con un gest

apaciguador—. Cuéntame qué ha pasado.



Fronde Dorado tomó dos bocanadas de aire, eun esfuerzo por serenarse.

—Cebrado ha dicho que salía a cazar —

empezó—. Yo he ido con él, pero cuando yestábamos en el bosque, me ha dicho que tenía quhacer sus necesidades. Me he quedado esperandmientras se iba detrás de un arbusto. Tardab

mucho, de modo que he ido a mirar… ¡y se habímarchado! —Se le dilataron los ojos de langustia—. Si Acederilla muere, jamás me lperdonaré.

—Acederilla no morirá —lo tranquilizEstrella de Fuego, aunque no estaba muy seguro dque fuese cierto. La gatita todavía estaba muy mal

Y ahora había otra cosa de la que preocuparse

La historia de Fronde Dorado demostraba quCebrado se había dado cuenta de que lo vigilabanSe había deshecho de su escolta limpiamente«Debía de tener una razón», reflexionó Estrella d

Fuego. ¿Qué pretendía hacer el atigrado oscuro



por qué había intentado matar a Acederilla? —¿Qué quieres que haga ahora? —pregunt

Fronde Dorado alicaído.

—Para empezar, que dejes de culpabilizarte —eplicó Estrella de Fuego—. Antes o despuéCebrado tenía que descubrirnos dónde reside sealtad.

Excepto por su inquietud por AcederillaEstrella de Fuego no lamentaba que Cebradhubiera revelado su verdadera naturaleza de umodo que nadie podría dejar de ver. Aunque habí

enido la esperanza de mantenerlo en el clandonde podría observarlo en busca de señales draición, ahora sabía que Cebrado nunca sería lea

ni a él ni al Clan del Trueno, donde no había siti

para un gato capaz de envenenar a cachorrondefensos. «Deja que se vaya con Estrella dTigre, que es el lugar al que pertenece», pensEstrella de Fuego.

—Continúa vigilándolo —le ordenó a Frond



Dorado—. Ahora ya puedes dejar que sepa questás haciéndolo. Dile de mi parte que no puedabandonar el campamento hasta que Acederill

esté en condiciones de contar su historia.Fronde Dorado asintió con un gesto tenso corrió hacia la extensión de ortigas. Allí, sagachó al lado de Cebrado y le dijo algo. E

guerrero le contestó gruñendo y siguidespedazando su presa.Mientras Estrella de Fuego observaba l

escena, oyó unos pasos a su espalda y al volvers

vio a Tormenta de Arena. La gata melada restregu hocico contra el de él ronroneandonoramente. Estrella de Fuego aspiró su perfumeintiéndose reconfortado por su simple presencia.

—¿Vienes a comer? —le preguntó la guerrer—. Estaba esperándote. Látigo Gris me ha contado sucedido —continuó mientras iban juntos haci

el montón de carne fresca—. Le he dicho qu

uego lo relevaré en la guarida de Carbonilla.



—Gracias —maulló Estrella de Fuego.Lanzó una mirada al guerrero de rayas negra

al pasar ante él. Cebrado había terminado d

comer; se puso en pie y se dirigió a la guarida dos guerreros como si no hubiera visto a Estrellde Fuego. Fronde Dorado lo siguió con expresióesuelta.

Manto Polvoroso salió del dormitorio de loguerreros justo cuando llegaba Cebrado; Estrellde Fuego no pudo evitar advertir que el atigradmarrón giraba bruscamente para reunirse co

Frondina delante de la guarida de los aprendiceLos gatos del Clan del Trueno estaban dejandmuy claro cuáles eran sus sentimientos. MantPolvoroso había sido aprendiz de Cebrado,

ahora ni siquiera quería dirigirle la palabra a santiguo mentor.Estrella de Fuego escogió entonces una urrac

del montón de carne fresca y se la llevó hacia l

mata de ortigas.



—Hola, Estrella de Fuego —lo saludMusaraña al verlo acercarse—. Espino me hdicho que querías hablar conmigo sobre s

ceremonia para nombrarlo guerrero. Ya era hora. —Desde luego que sí —coincidió el líder. Lnegativa de Estrella Azul a ascender a guerreros os tres aprendices mayores había acabado co

Zarpa Rauda muerto y con Cara Perdidmalherida; no habría ningún gato que no recordareso cuando Espino recibiera por fin su nombre dguerrero—. ¿Por qué no salimos los tres en l

patrulla del alba? Eso me daría la oportunidad dver cómo ha mejorado… aunque no tengo ningunduda al respecto —se apresuró a añadir.

—¡Ni deberías! —maulló Musaraña—. ¿L

dices tú a Espino lo de la patrulla de mañana o so digo yo? —Yo lo haré —contestó Estrella de Fuego,

dio un pequeño mordisco a la urraca—. Quier

hablar también con Frondina y Ceniciento.



Cuando acabaron de comer, Tormenta de Arene marchó a la guarida de Carbonilla mientras eíder iba hacia el tocón de árbol junto al qu

comían los aprendices. Manto Polvoroso Frondina ya estaban con Espino y Ceniciento, imbo Blanco estaba saliendo de la guarida de lo

veteranos junto con Cara Perdida.

—Espino. —El líder saludó al aprendiz con lcabeza mientras se acomodaba a su lado—¿Tienes las garras afiladas? ¿Están listas todas tuhabilidades guerreras?

Espino se irguió con los ojos repentinamentbrillantes. —¡Sí, Estrella de Fuego! —En ese caso, mañana, patrulla del alba. S

odo va bien, celebraremos tu ceremonia dnombramiento cuando el sol esté en lo más alto.Las orejas de Espino se agitaron d

expectación, pero luego la luz de sus ojos se apag

entamente, y el joven desvió la vista.



—¿Qué ocurre? —le preguntó el líder. —Zarpa Rauda… y Cara Perdida —respondi

en voz baja, señalando con la cola a la gata herid

—. Ellos dos deberían estar conmigo. —Lo sé. —Estrella de Fuego cerrbrevemente los ojos ante el recuerdo de esremendo dolor—. Pero no debes permitir que es

estropee tu momento. Te lo mereces desde hacunas. —Y yo voy a estar contigo —declaró Car

Perdida desde su lugar, sentada junto a Nimb

Blanco—. Seré la primera en llamarte por tnuevo nombre. —Gracias, Cara Perdida —maulló Espino

nclinando la cabeza agradecido.

—Y ahora que hablamos de nombres —ntervino Nimbo Blanco—, ¿qué pasa con el della? —inquirió, señalando con la cabeza a CarPerdida. Siempre se negaba a usar el cruel nombr

que Estrella Azul había dado a la gata malherid



—. ¿Qué os parecería cambiarlo? —¿Acaso se puede cambiar el nombre de u

guerrero? —replicó Estrella de Fuego—. Fu

dado bajo la mirada del Clan Estelar. Nimbo Blanco soltó un suspiro dexasperación.

—Jamás creí que llamaría cerebro de ratón a

íder de mi clan, pero ¡por favor! ¿Crees quTuerta o Medio Rabo se llamaron así desde eprincipio? Empezarían con otros nombreguerreros; puedes estar seguro de eso. Debe d

haber alguna clase de ceremonia para esos casoY sé que el resto del clan no aceptará un nuevnombre hasta que tú pronuncies las palabraapropiadas.

—Por favor, Estrella de Fuego. —CarPerdida lo miró con expresión esperanzada—Estoy convencida de que los demás no se sentiríaan incómodos al hablar conmigo si no tuviera est

nombre tan horrible.



—Claro. —El líder se sintió apenado por nhaber reparado en la carga que soportaba la jovegata—. Hablaré con los veteranos ahora mismo

Tuerta sabrá qué hacer. —Se puso en pie, pero depente recordó que tenía algo más que decir—Ceniciento, Frondina, no creáis que me holvidado de vosotros. Estuvisteis magníficos en l

carrera con la manada de perros, pero todavía soiun poco jóvenes para ser guerreros. —Eso ercierto, pero, al mismo tiempo, Estrella de Fuegquería que Espino mantuviera su veteraní

convirtiéndose en guerrero antes que el resto—Os prometo que no tardará mucho —aseguró. —Lo entendemos —maulló Ceniciento—

Todavía tenemos muchas cosas que aprender.

—Estrella de Fuego —empezó Frondinnerviosamente—. ¿Qué va a pasar con… coCebrado? Si le ha hecho eso a Acederilla, nquiero que sea mi mentor.

—¿Acederilla? —preguntó Nimbo Blanco—



¿Qué le pasa? ¿Ha sucedido algo mientraestábamos cazando?

De inmediato, Ceniciento y Frondina s

entaron junto a él y Cara Perdida y lecomunicaron la noticia en voz baja. —Entonces, ¿quién va a ser el mentor d

Frondina? —le preguntó Manto Polvoroso

Estrella de Fuego, dando por hecho que Cebradera culpable—. Yo podría encargarme de ellunto con Ceniciento —sugirió esperanzado.

A Frondina se le iluminaron los ojos, pero e

íder negó con la cabeza. —De eso nada, Manto Polvoroso. No serías luficientemente duro con ella.

Los ojos del guerrero marrón destellaron co

rritación. Luego asintió azorado. —Supongo que tienes razón. —No te preocupes —lo tranquilizó el líde

antes de encaminarse a la guarida de los veterano

—. Me aseguraré de que Frondina tenga un bue



mentor.

unto al árbol caído, donde se encontraba sguarida, los veteranos estaban poniéndoscómodos para pasar la noche.

—¿Qué ocurre ahora? —rezongó Orejita

evantando la cabeza de su lecho musgoso—. ¿Eque un gato no puede pegar ojo aquí?Cola Moteada soltó un ronroneo soñoliento. —No le hagas caso, Estrella de Fuego

Siempre eres bienvenido. —Gracias, Cola Moteada —maulló el líder—Pero es con Tuerta con quien quiero hablar.

Tuerta estaba ovillada sobre una mata dhelechos al abrigo del tronco. Guiñó su único oj abrió la boca en un gran bostezo.

—Te escucho, Estrella de Fuego. Pero sápido.

—Necesito hacerte una pregunta sobre lo



nombres —empezó, y le explicó que NimbBlanco quería un nuevo nombre para CarPerdida.

Al oír que mencionaban a la joven gata, ColPintada se acercó a escuchar. Ella había cuidadde Cara Perdida tras el ataque de los perros, entre las dos se había creado un fuerte vínculo.

—La verdad es que entiendo a Nimbo Blanc—comentó cuando Estrella de Fuego terminó dhablar—. Nadie quiere un nombre así.

Tuerta bostezó.

—Yo ya era vieja cuando me cambiaron enombre por el de Tuerta —maulló—, y, para seincera, a mí no me importa cómo me llame

mientras me traigan carne fresca a tiempo. Per

para una gata joven es diferente. —Entonces, ¿puedes decirme qué hacer? —nquirió Estrella de Fuego.

—Por supuesto que puedo. —Tuerta levantó l

cola y le indicó que se acercara más—. Ven aquí



escucha con atención…

Había llovido intensamente durante la nocheCuando Estrella de Fuego guió a Musaraña Espino fuera del campamento al amanecer, vio qua fina capa de nieve había desaparecido. Todo

os helechos y matas de hierba estaban cubiertode gotas de agua que resplandecían conforme luz diurna se filtraba en el cielo. Estremeciéndose

el líder echó a andar con paso enérgico.

Por el brillo de sus ojos, vio que Espinestaba profundamente emocionado, aunqumantenía la calma, decidido a demostrarle questaba preparado para ser guerrero. Los tres gatoe detuvieron en lo alto del barranco, donde l

brisa les trajo un fuerte olor a ratón. Espino lanzuna mirada interrogativa a su líder, que asintió maulló quedamente:

—No hemos salido de caza, pero no l



diremos que no a una presa. Veamos cómo lhaces.

Espino se quedó inmóvil un instante

ocalizando al ratón que correteaba entre las hojadebajo de un arbusto. Avanzó hacia él con sigiloadoptando ágilmente la postura del cazador aacecho. Estrella de Fuego advirtió con aprobació

que el joven recordaba lo sensible que sería eatón a la vibración de sus pasos, pues caparecía flotar sobre el suelo. Luego dio un salto volvió junto a Estrella de Fuego y su mentora co

ojos triunfantes y el cuerpo inerte del ratón entros dientes. —¡Bien hecho! —maulló Musaraña. —Ha sido estupendo —coincidió Estrella d

Fuego—. Ahora entiérralo, y ya lo recogeremos a vuelta.Una vez que Espino cubrió su presa con tierra

Estrella de Fuego dirigió la patrulla hacia la

Rocas de las Serpientes. No había ido por al



desde la terrible mañana en que había descubiertel rastro de conejos muertos dejado por Estrellde Tigre para conducir a la manada de perros a

campamento del Clan del Trueno. Le subió la bilial recordar el hedor a sangre, pero ahora ndetectaba otra cosa que los habituales oloreforestales. Cuando llegaron a las Rocas de la

Serpientes, todo estaba en silencio. Los aullidos adridos que había oído en la cueva ya no eran máque un recuerdo.

—Muy bien, Espino —maulló, intentand

disimular el persistente espanto que aún sentía eaquel lugar—. ¿Qué hueles?El aprendiz levantó la cabeza y abrió la boc

para llevar aire hasta sus glándulas olfativa

Estrella de Fuego vio que estaba profundamentconcentrado. —A zorro —anunció por fin—. Pero el olor e

ancio… yo diría que de hace dos días. Tambié

huele a ardilla. Y… hay un leve rastro de perro.



Lanzó una mirada a Estrella de Fuego, quievio que el joven compartía ese recelo. Espinabía, tan bien como cualquiera de ellos, que er

allí donde había muerto Zarpa Rauda y dondhabían atacado a Cara Perdida. —¿Captas algo más? —preguntó el líder. —El Sendero Atronador —contestó Espino—

Y hay otra cosa… —Volvió a saborear el aire—Estrella de Fuego, no lo entiendo. Creo que huele gatos, pero no tienen el olor de ninguno de loclanes. Procede de ahí. —Señaló con la cola—

¿Qué opinas?Estrella de Fuego respiró hondo y descubrique Espino estaba en lo cierto. La brisa arrastrabhacia ellos un leve rastro de gatos desconocidos.

—Echemos un vistazo —murmuró—. Y tenecuidado. Puede que sólo sea un minino casero que ha perdido, pero nunca se sabe.

Mientras los tres gatos avanzaba

cautelosamente a través del sotobosque, el olor s



ornó más intenso, y Estrella de Fuego estuvo máeguro al respecto.

—Son proscritos o solitarios —maulló—

Creo que son tres. Y el olor es reciente. No nohemos cruzado con ellos por los pelos. —Pero ¿qué están haciendo en nuestr

erritorio? —preguntó Espino—. ¿Crees que so

os proscritos de Estrella de Tigre? —Se refería a banda de gatos sin clan que había ayudado Estrella de Tigre a atacar el Clan del Truencuando era un desterrado, antes de unirse al Cla

de la Sombra. —No —respondió Musaraña—. Loproscritos de Estrella de Tigre tienen el olor deClan de la Sombra desde hace ya mucho. Ést

debe de ser un nuevo grupo. —Y sobre lo que están haciendo aquí —repusel líder—, a mí también me gustaría saberloVamos a seguirlos. Espino, ve delante.

Ahora Espino estaba muy serio. Todo s



entusiasmo por la ceremonia de nombramienthabía desaparecido ante la posible amenaza degrupo de proscritos. Hizo todo lo que pudo po

eguir el rastro, pero lo perdió en una extensión dierra cenagosa, donde ni siquiera Estrella dFuego logró encontrarlo de nuevo.

—Lo lamento, Estrella de Fuego —maull

Espino, descorazonado. —No es culpa tuya —lo tranquilizó—. Si eolor ha desaparecido, ha desaparecido. —Levanta cabeza, mirando en la dirección hacia la que lo

levaba el rastro. Era como si los gatodesconocidos se dirigieran al Sendero Atronadoo quizá al poblado de Dos Patas. En cualquiecaso, estaban saliendo del territorio del Clan de

Trueno. Se encogió de hombros—. Les diré a lapatrullas que estén ojo avizor, pero esperemos quno haya nada por lo que preocuparse. Tienes mubuen olfato, Espino. —Volviéndose hacia e

aprendiz, añadió con un ronroneo de aprobació



—: Regresemos al campamento. Tenemos qupreparar la ceremonia de nombramiento de uguerrero.

—¡Que todos los gatos lo bastante mayores parcazar sus propias presas vengan aquí, bajo la Peñ

Alta, para una reunión del clan!Casi al instante, Estrella de Fuego vio quEspino se acercaba desde la guarida de loaprendices con Musaraña al lado. Los dos gatos s

habían acicalado para la ceremonia. El pelajmarrón dorado de Espino brillaba bajo la lugrisácea de la estación sin hojas, y el joveparecía a punto de estallar de orgullo.

Mientras aguardaba a que apareciese el restdel clan, Estrella de Fuego reparó en quCarbonilla salía de su guarida acompañada dLátigo Gris. Ambos tenían las cabezas muy junta hablaban en voz baja. El líder se preguntó cóm



estaría Acederilla. Se había asomado brevementa la guarida de la curandera antes de salir con lpatrulla del alba. Entonces la cachorrita dormía,

Carbonilla aún no estaba en condiciones de deci el organismo de la pequeña había limpiado todel veneno. Estrella de Fuego decidió que iría a vea Acederilla en cuanto terminase la ceremonia.

Advirtió que Cebrado salía del dormitorio dos guerreros con Fronde Dorado pisándole loalones. Cuando los dos se sentaron delante de l

Peña Alta, el espacio de alrededor se vació

ingún gato quería estar cerca de Cebrado. Éste squedó mirando al frente con expresión despectivaaunque Estrella de Fuego supuso que estaría taansioso como los demás por saber si Acederilla s

ecuperaría.Estrella de Fuego observó al resto del clan umomento. Aquél era un día que Espino recordaríoda su vida, pero también era especial para é

porque Espino era el primer aprendiz al qu



nombraría guerrero como líder del clan.Su voz resonó con claridad cuando inició l

ceremonia con las palabras que conocía por s

propia ceremonia y por todas las que habípresenciado. —Yo, Estrella de Fuego, líder del Clan de

Trueno, solicito a mis antepasados guerreros qu

observen a este aprendiz. Ha entrenado duro parcomprender el sistema de vuestro noble códigguerrero, y os lo encomiendo a su vez comguerrero. —Se volvió hacia el aprendiz y continu

—: Espino, ¿prometes respetar el código guerrer proteger y defender a este clan, incluso a costde tu vida?

Espino respondió con firmeza y seguridad:

—Lo prometo. —Entonces, por los poderes del Clan Estela—declaró Estrella de Fuego—, te doy tu nombrguerrero: Espino, a partir de este momento será

conocido como Espinardo. El Clan Estelar s



honra con tu lealtad y tu inteligencia, y te damos lbienvenida como guerrero de pleno derecho deClan del Trueno.

El líder se adelantó para posar el hocico sobra cabeza de Espinardo y notó que el nuevguerrero temblaba de emoción. A su vezEspinardo le dio un lametón en el omóplato y l

miró largamente con una expresión donde smezclaban la felicidad y la tristeza. Estrella dFuego sabía que estaba acordándose de scompañero Zarpa Rauda, muerto antes de conoce

a satisfacción de ser guerrero.Cuando Espinardo iba a reunirse con loguerreros, Cara Perdida se dirigió hacia él.

—¡Espinardo! —ronroneó la gata, pasándol

a lengua por la oreja. Estaba cumpliendo spromesa de ser la primera en saludarlo por snuevo nombre, y su voz sonaba cargada de afecto orgullo por el logro de su amigo.

Nimbo Blanco fue el siguiente en saludar



Espinardo, y después lanzó una miradnterrogativa a Estrella de Fuego.

Éste asintió con la cabeza. Durante uno

momentos, dejó que el clan recibiera al nuevguerrero coreando su nombre, y luego pidiilencio con un movimiento de la cola. Cuandodos los gatos volvieron a sentarse, maulló:

—Antes de que os marchéis, tengo algo máque decir. Primero, quiero honrar al aprendiz qudebería estar aquí, recibiendo su nombre guerrerunto con Espinardo. Todos sabéis que Zarp

Rauda encontró la muerte al intentar localizar a lmanada de perros que nos amenazaba. Su claiempre lo recordará.

Hubo un murmullo de aprobación entre lo

gatos congregados. Estrella de Fuego miró deojo a Rabo Largo, que había sido el mentor deaprendiz muerto, y vio en su cara una mezcla dorgullo y dolor.

—Además, quiero dar las gracias, en nombr



del clan, a Frondina y Ceniciento. Demostrarouna valentía propia de guerreros en la carrercontra los perros, y aunque siguen siend

demasiado jóvenes para convertirse en guerrerohonramos su valor. —¡Frondina! ¡Ceniciento!Los dos aprendices parecieron abrumados a

oír cómo los aclamaban sus compañeros de clan, os ojos de Manto Polvoroso relucieroencantados. Sólo Cebrado, el mentor de Frondinapermaneció en silencio, mirando fríamente haci

delante sin volverse siquiera hacia su aprendiza.Estrella de Fuego esperó hasta que las voceenmudecieron.

—Queda por celebrar una ceremonia más —

anunció, sacudiendo la cola para llamar a CarPerdida.La joven gata avanzó nerviosa hasta colocars

delante de él. Nimbo Blanco la siguió, per

manteniéndose a una cola de distancia.



Un murmullo de sorpresa recorrió a los gatoeunidos. Muchos de ellos ignoraban qué estaba

punto de suceder. Hacía muchas estaciones que n

e llevaba a cabo la ceremonia para cambiar dnombre a un guerrero que ya había recibido euyo.

Recordando lo que le había dicho Tuerta

Estrella de Fuego empezó a hablar: —Espíritus del Clan Estelar, vosotroconocéis a todos los gatos por su nombre. Ahoros pido que retiréis el nombre de la gata que vei

ante vosotros, para que ya no la represente por lque es.Hizo una pausa, y la gata blanca y canela s

estremeció mientras aguardaba, sin nombre, ante e

Clan Estelar. Estrella de Fuego esperaba que lgustara el nombre que había escogido para ella; lhabía pensado concienzudamente antes de estaeguro de que tenía el apropiado.

—Por mi autoridad como líder del clan y co



a aprobación de nuestros antepasados guerrero—continuó—, doy a esta gata un nuevo nombre. Apartir de ahora será conocida como Centella

porque, aunque su cuerpo haya sufrido graveheridas, nosotros honramos su valiente ánimo y luz que desprende su interior.

Se acercó más a la recién nombrada Centella y

como había hecho en la ceremonia anterior, posel hocico sobre su cabeza. Ella respondió, comcualquier nuevo guerrero, dándole un lametón en eomóplato.

—¡Centella! ¡Centella! —maullaron los gatocongregados.De aprendiza, Centella ya era muy popular,

odo el clan había lamentado sus heridas. Nunc

ería guerrera en el sentido estricto de la palabrapero siempre habría un lugar para ella en el Cladel Trueno.

Estrella de Fuego guió a Centella hasta dond

e encontraba Nimbo Blanco.



—¿Y bien? —le preguntó al joven—. ¿Esnombre te parece suficientemente justo?

Nimbo Blanco apenas podía contestar; estab

demasiado ocupado restregando el hocico contrCentella y entrelazando la cola con la de ella. —Es perfecto —murmuró.El ojo bueno de Centella rebosaba d

felicidad. La gata estaba ronroneando demasiadfuerte para poder hablar, pero expresó su gratitud Estrella de Fuego con un guiño. Había cargado coa ira de Estrella Azul hacia el Clan Estela

demasiado tiempo, pero, aunque no pudiese llegaa ser una guerrera completa, ahora tenía un nombrdel que sentirse orgullosa.

Estrella de Fuego tragó saliva, pues se le habí

formado un nudo en la garganta debido a lemoción. Momentos como ése hacían que ser lídevaliera la pena.

—Escucha, Estrella de Fuego —dijo Nimb

Blanco al cabo de un instante—. Centella y y



vamos a entrenar juntos. Practicaremos técnicas ducha que ella pueda dominar con sólo un ojo y un

oreja. Cuando esté en condiciones de volver

pelear, ¿podrá dejar la guarida de los veteranos venir a vivir a la de los guerreros con los demás? —Bueno… —Estrella de Fuego estab

ndeciso. Centella nunca sería una guerrer

completa porque no podría cazar sola y estaría eclara desventaja en un combate, pero costabesistirse a su determinación. Además, él querí

que pudiera defender a sus compañeros y a s

misma lo mejor posible—. Tú todavía no tieneningún aprendiz, Nimbo Blanco, así que disponede tiempo para dedicárselo a Centella.

—¿Significa eso que podemos entrenar juntos

—preguntó Nimbo Blanco. —Por favor, Estrella de Fuego —maullCentella—. Yo quiero serle útil al clan.

—De acuerdo —accedió el líder. Con un

úbita idea, añadió—: Si inventáis movimiento



nuevos, podríamos enseñárselos a los demáCentella no es el primer guerrero con heridas as no será el último.

Nimbo Blanco coincidió con un maullido. Lodos jóvenes se disponían a irse cuando TormentBlanca, que había sido el mentor de Centella, sacercó a felicitarla. Luego le dijo a Estrella d

Fuego: —He ido a ver a Acederilla justo antes de lceremonia. Estaba empezando a despertarseCarbonilla cree que se recuperará.

—¡Ésa es una noticia estupenda! —ronroneEstrella de Fuego. Recordó que Tormenta Blancera el padre de Acederilla—. ¿Crees que estará econdiciones de contarnos lo sucedido?

—Tendrás que preguntárselo a Carbonilla —contestó el guerrero blanco—. Ve ahora quieres… Yo organizaré las patrullas.

Estrella de Fuego le dio las gracias y corrió

a guarida de la curandera.



Se tropezó con Carbonilla en la entrada deúnel de helechos.

—Iba a buscarte —maulló la gata. Tras oír la

buenas noticias de Tormenta Blanca, a Estrella dFuego lo sorprendió la profunda inquietud queflejaban los ojos de la curandera—. Acederille ha despertado —continuó—. Va a recuperarse

pero debes oír la historia que tiene que contar.



10

Acederilla estaba ovillada en un lecho musgosocerca de la entrada de la guarida de CarbonillaLevantó la cabeza cuando Estrella de Fuego s

acercó acompañado de la curandera, pero lpesaban los párpados y parecía que le costarmoverse.

Tormenta de Arena estaba situada cerca d

ella, montando guardia. —Pobre criaturita —le dijo a Estrella d

Fuego en un susurro—. Ha estado a punto dmorir. Tenemos que hacer algo con Cebrado.

La guerrera melada parecía tan desasosegad



risteza al recordar que Acederilla era siemprmuy alegre y curiosa, y que se metía en problemapor su valentía insensata. La desmadejada bolit

de pelo que era ahora no parecía demasiadaventurera, y Estrella de Fuego esperó que prontecuperara su carácter vivaz gracias a lo

cuidados de Carbonilla.

—Lo seguí durante un buen rato —continuAcederilla, orgullosa de sí misma—. Nunca habíestado tan lejos del campamento. Me oculté todel tiempo de Cebrado… él no sabía que yo estab

allí. Y entonces se encontró con otro gato… unque yo no había visto nunca. —¿Qué gato? ¿Qué aspecto tenía? ¿Qué olo

enía? —la interrogó Estrella de Fuego co

urgencia.Acederilla pareció desconcertada. —No reconocí su olor. —Y arrugó la nariz—

Pero era asqueroso. Era un gato blanco y grande…

más grande que tú, Estrella de Fuego. Y tenía la



comí empecé a encontrarme realmente mal… Yno recuerdo nada más, excepto que me hdespertado aquí.

Al terminar, volvió a apoyar la cabeza sobras patas, como si contar su historia la hubierdejado exhausta.

Carbonilla la tocó suavemente con el hocic

para controlar su respiración. —Eran bayas mortales —le explicó—. Ndebes volver a acercarte a ellas nunca más.

—No lo haré, Carbonilla. Lo prometo —

murmuró la cachorrita. —Gracias, Acederilla —maulló Estrella dFuego.

Estaba furioso, aunque no sorprendido, a

descubrir que Látigo Gris tenía razón desde eprincipio. Lo realmente preocupante era quhubieran visto a Patas Negras en el territorio declan y que Cebrado hubiera arreglado es

encuentro.



—¿Qué vas a hacer con Cebrado? —preguntTormenta de Arena.

—Tendré que interrogarlo, pero no espero qu

me cuente nada. —No puede quedarse en el Clan del Truendespués de esto —señaló Tormenta de Arena covoz dura—. Hay más de un gato que lo degollarí

por un par de colas de ratón. —Déjamelo a mí —maulló el líder con gesterio.

Carbonilla se quedó con Acederilla, qu

estaba volviéndose a dormir, mientras Estrella dFuego regresaba al claro principal con Tormentde Arena. Muchos de los gatos seguían allcompartiendo lenguas tras la ceremonia. Torment

Blanca se encaminaba hacia el túnel de aulagacon Flor Dorada y Rabo Largo.La patrulla dio media vuelta y todos los gato

evantaron la vista, sobresaltados, cuando Estrell

de Fuego subió a la Peña Alta y maulló l



convocatoria de una nueva reunión. El líder busca Cebrado con la mirada, pero no había ni rastrde él.

—¿Dónde está Cebrado? —le preguntó Látigo Gris cuando éste llegó a la base de la PeñAlta.

—En la guarida.

—Ve a buscarlo.Látigo Gris desapareció en la guarida de loguerreros y salió al cabo de unos instantes coCebrado y Fronde Dorado. Los tres se dirigiero

al pie de la Peña Alta, donde Cebrado se sentómirando a su líder con desprecio. —¿Y bien? —preguntó desdeñoso—. ¿Qu

quiere ahora nuestro noble líder?

Estrella de Fuego clavó sus ojos en los deatigrado sin arredrarse. —Acederilla se ha despertado.Cebrado le sostuvo la mirada durante uno

egundos, pero al cabo la desvió.



—Ni miente ni se equivoca —maulló Estrellde Fuego—. Y me ha contado algo todavía mánteresante: tu motivo para darle las baya

mortales. Vio cómo te reunías con Patas Negras, eugarteniente del Clan de la Sombra, en nuestrpropio territorio. ¿Te gustaría contarnos de qué ibodo eso?

Del clan brotaron más gruñidos furiosos, y ugato del fondo maulló: —¡Traidor!Estrella de Fuego tuvo que pedir silenci

acudiendo la cola, pero pasaron unos momentoantes de que los enfurecidos gatos callaran dnuevo.

Cebrado aguardó hasta que se pudo oír su voz

—No tengo que justificarme delante de uminino casero —gruñó.Estrella de Fuego arañó la roca y se sinti

econfortado al notar lo afiladas que eran su

garras.



—Eso es exactamente lo que tienes que haceQuiero saber qué estáis maquinando Estrella dTigre y tú. —De repente lo invadió el pánico

aunque logró contenerlo—. Cebrado, tú sabes dobra lo que Estrella de Tigre intentó hacernos. Lmanada de perros habría despedazado a todo eclan. ¿Cómo puedes pensar siquiera en seguirl

después de eso?Cebrado lo miró con resentimiento y ncontestó. Estrella de Fuego recordó que lo habíorprendido la mañana del ataque de los perro

ntentando escabullirse del campamento con lohijos de Estrella de Tigre. Cebrado sabía quEstrella de Tigre estaba tramando algo, y habríabandonado al resto del clan a una muert

pavorosa sin intentar advertirles siquiera. Eso ero que valía su lealtad al Clan del Trueno.Estrella de Fuego quería ser justo, para qu

ningún gato, ni siquiera el propio Cebrado

pudiera acusarlo de acosar a los antiguos aliado



de Estrella de Tigre. Y, aún más, seguía temiendo que podría hacer Cebrado si abandonaba el cla quedaba libre para irse con Estrella de Tigre

Pero ya no tenía elección. El destierro era la únicentencia posible para un gato culpable de locrímenes de Cebrado.

—Podrías haber sido un guerrero valioso —

prosiguió—. Te he dado una oportunidad tras otrpara que demostraras tu valía. Quería confiar en tpero…

—¿Confiar en mí? —lo interrumpió Cebrad

—. Tú nunca has confiado en mí. ¿Crees que nabía que le ordenaste a este imbécil que mvigilara? —Escupió las últimas palabras edirección a Fronde Dorado, que aún estab

entado junto a él—. ¿Esperas que viva el resto dmis días con un guardián? —No. Estaba esperando que demostraras t

ealtad. —Estrella de Fuego se sentó sobre la roc

lanzó una mirada furiosa a Cebrado si



amilanarse—. Éste es el clan en el que nacisteéstos son los gatos con los que has crecido. ¿Eque no significa nada para ti? ¡El código guerrer

dice que deberías proteger a los tuyos con tpropia vida!Cuando Cebrado se puso en pie, Estrella d

Fuego creyó ver un centelleo de temor en los ojo

del guerrero, como si jamás hubiera pretendidomper por completo con el Clan del Trueno. Afin y al cabo, no podía estar seguro de que Estrellde Tigre lo acogiera de buen grado, pues se habí

negado a seguirlo al exilio y había fracasado en sntento de llevarle a Zarzo y Zarpa Trigueña antedel ataque de los perros. Estrella de Tigre no erun gato que perdonara con facilidad.

Pero, cuando Cebrado habló, en su voz nhabía ni rastro de miedo o arrepentimiento. —Éste no es mi clan —bufó desdeñosament

provocando respingos escandalizados entre lo

guerreros que lo rodeaban—. Ya no. El Clan de



Trueno está liderado por un minino casero, y ya nqueda nada por lo que pelear. No siento ningunealtad hacia el Clan del Trueno. De todo e

bosque, el único gato al que vale la pena seguir eEstrella de Tigre. —Entonces, síguelo —espetó Estrella d

Fuego—. Ya no eres guerrero del Clan del Trueno

Si te encontramos en nuestro territorio después dque se ponga el sol, te trataremos como a cualquieenemigo. Y ahora vete.

Cebrado clavó un instante su ardiente mirad

en la de Estrella de Fuego, pero no contestó. Siprisas, le dio la espalda al líder y se encamindespacio a la entrada del campamento. Los gatoetrocedían conforme pasaba ante ellos.

—Que sepas que estaré esperándote si intentaegresar —gruñó Nimbo Blanco enseñando locolmillos.

Sauce no dijo nada, pero bufó con el pel

erizado.



En cuanto la punta de la cola de Cebraddesapareció en el túnel, un murmullo despeculaciones brotó entre los gatos congregado

Una voz se alzó entre las otras claramente: —¿Cebrado se ha ido al Clan de la Sombra—Era Zarpa Trigueña.

La aprendiza no se había unido a las protesta

del clan mientras Estrella de Fuego intentabforzar a Cebrado a admitir su culpa. En vez de esoo había presenciado todo con silencios

fascinación, y había seguido con la mirada todo

os pasos del guerrero de camino al túnel. Parecímpresionada y asqueada, pero había algo más eu expresión que Estrella de Fuego no lograb

descifrar.

El líder se quedó de piedra ante la preguntaLa aprendiza sabía que su padre era el líder deClan de la Sombra. ¿De verdad entendía el alcancde la traición de Cebrado?

—No lo sé —admitió—. Cebrado puede ir



donde le dé la gana. A partir de este momento, yno es miembro del Clan del Trueno.

—¿Eso significa que podemos echarlo d

nuestro territorio si lo vemos? —preguntTormenta Blanca. —Sí, así es —contestó Estrella de Fuego, y

dirigiéndose a todos los gatos, añadió—: S

captáis su olor, o el de cualquier gato del Clan da Sombra, decídmelo a mí o a Tormenta Blanca. Yeso me recuerda otra cosa… Esta mañanaEspinardo ha captado el olor de gatos proscrito

en nuestras tierras. Estad ojo avizor por si vuelvee informad de cualquier cosa que encontréis.Dar instrucciones lo ayudó a tranquilizarse

otó una creciente sensación de alivio por habers

quitado de encima a Cebrado. Ya no habría máburlas sobre su origen como gato doméstico, ya nendría que seguir preocupándose por si todos lo

asuntos del clan eran transmitidos directamente

Estrella de Tigre. Aunque lo inquietaba lo qu



fuese a hacer Cebrado, en su marcha había mábeneficios que pérdidas. Aun así, a Estrella dFuego le habría gustado poder ganarse su lealtad.

—¡Oye, Estrella de Fuego! —La voz de MantPolvoroso lo sacó de sus pensamientos—. ¿Y quhay de Frondina? Ahora no tiene mentor.

—Gracias, Manto Polvoroso. Voy a soluciona

eso ahora mismo. Frondina, acércate.La aprendiza se separó de Manto Polvoroso avanzó delicadamente entre los gatos hasta situarsal pie de la Peña Alta.

Estrella de Fuego miró alrededor parasegurarse de que el guerrero que buscaba estabpresente, y se apresuró a pronunciar las palabraadecuadas.

—Rabo Largo, estás sin aprendiz desde lmuerte de Zarpa Rauda. Fuiste un mentor excelentpara él, y espero que transmitas tus habilidades Frondina durante el resto de su aprendizaje.

Rabo Largo se levantó de un salto, con los ojo



lenos de sorpresa y gratitud. Estrella de Fuego lndicó que se acercara con un movimiento de l

cola. Tenía la esperanza de que, con la ausencia d

Cebrado, la hostilidad que perduraba entre él Rabo Largo quedara enterrada. El atigrado clarpodría ser fácilmente un estupendo miembro declan.

Todavía con expresión asombrada, Rabo Largfue hasta Frondina y entrechocó la nariz con la della. La gata inclinó la cabeza, y ambos regresaroa donde se encontraban Manto Polvoroso

Ceniciento.Estrella de Fuego saltó de la Peña Alta. Ahorque todo había terminado, el agotamiento lgolpeó como el zarpazo de un tejón. Lo que má

deseaba era ovillarse con sus amigos en la guaridde los guerreros, compartir lenguas y dormir. Perocomo líder del clan, no podía hacerlo.

La traición de Cebrado y el descubrimiento d

gatos del Clan de la Sombra en su territorio había



evivido los recuerdos de su ceremonia. ¿Por quen su sueño había aparecido un montículo dhuesos y un río de sangre manando de él? ¿Qu

ignificaba la profecía de Estrella Azul?Desesperado por obtener respuestas, decidió a la guarida de Carbonilla para ver si la curanderhabía recibido algún tipo de guía de parte del Cla

Estelar.Para su alivio, Tormenta de Arena ya no estabde guardia; no quería que la guerrera lo viera asAcederilla estaba dormida en su lecho, y de l

hendidura de la roca brotaban tenues sonidos dCarbonilla moviéndose en su interior. Estrella dFuego se acercó más y la vio reordenando lomontones de hierbas y bayas curativas qu

almacenaba allí. —Casi no queda enebro… —murmuró la gata entonces vio a Estrella de Fuego—. ¿Qué pasa

¿Qué ha sucedido ahora?

Salió de la guarida cojeando y lo olfate



nerviosamente al captar su olor a miedo. —Estrella de Fuego, ¿qué ocurre?Él sacudió la cabeza para ahuyentar su

ecelos. Era un alivio poder contarle a Carbonillel sueño que había tenido mientras estaba tumbadunto a la Piedra Lunar.

La curandera se sentó a su lado y lo escuchó e

ilencio, sin dejar de mirarlo. —Y Estrella Azul me dijo: «Cuatro se tornarádos. El león y el tigre se enfrentarán en combate, a sangre regirá el bosque» —concluyó el líder—

Entonces empezó a manar sangre del montón dhuesos, y llenó la hondonada. Había sangre poodas partes… Carbonilla, ¿qué significa?

—No lo sé —admitió la gata—. El Cla

Estelar no me ha mostrado nada de eso. Del mismmodo que tienen el poder de enseñarme qué va uceder, también pueden decidir no compartirl

conmigo. Lo lamento, Estrella de Fuego… Pensar

en lo que me has contado, y quizá suceda algo qu



o aclare.Restregó la nariz contra el pelo de Estrella d

Fuego para reconfortarlo. Aunque él agradeció s

consuelo, no podía olvidar el espanto de su sueño¿Qué terrible destino lo aguardaba? Y, pese a quCarbonilla no podía responder a esa pregunta¿qué esperanza había para el Clan del Trueno?



11

Estrella de Fuego salió del bosque cerca de laRocas Soleadas y se detuvo a saborear el aire. Eol estaba elevándose a sus espaldas, proyectand

argas sombras desde el bosque hacia el ríoHabían transcurrido varios días desde quCebrado había abandonado el clan y, de momentoas patrullas no habían detectado señales suyas n

de gatos del Clan de la Sombra en el territorioPero el recuerdo de su sueño todavía erdemasiado vívido para que Estrella de Fuegcreyera que había desaparecido la amenaza de la

ierras del otro lado del Sendero Atronador.



Látigo Gris y Espinardo salieron de entre loárboles tras él.

—¿Hueles algo? —preguntó el gato gris.

Estrella de Fuego se encogió de hombros. —Solamente a gatos del Clan del Río. No máde lo que me esperaba tan cerca de la fronteraPero quiero asegurarme de que no han estad

ondando las Rocas Soleadas. —Renovaremos las marcas olorosas —maullLátigo Gris—. Vamos, Espinardo.

Mientras sus amigos desaparecían en la

orrenteras que había entre las rocas, Estrella dFuego se quedó donde estaba, atrayendcuidadosamente el aire a sus glándulas olfativaAunque lo preocupaba el Clan de la Sombra, no s

había olvidado del Clan del Río ni de sambiciosa líder, Estrella Leopardina. Habíntentado recuperar las Rocas Soleadas no hací

mucho, y no lo sorprendería que lo intentase d

nuevo.



Al cabo de un rato detectó olor fresco del Cladel Río. Recelando de inmediato, rodeó la base das rocas, pero se relajó poco después a

vislumbrar a Vaharina. La gata estaba solaagachada justo al borde del río, y mientras Estrellde Fuego la observaba, sacó un pez del agua y lmató de un zarpazo.

—¡Bien hecho! —exclamó Estrella de Fuego.Vaharina se volvió y, al verlo, subió por ligera pendiente de la ribera hasta la frontera

Estrella de Fuego fue a reunirse con ella, content

de ver que seguía pareciendo amistosa a pesar demodo en que había salido del campamento deClan del Trueno. Sin embargo, advirtió alarmadque la guerrera estaba mucho más delgada que l

última vez, y se preguntó si le habría pasado algmalo por la revelación de que Estrella Azul era smadre.

—¿Cómo estás, Vaharina? —maulló—. Esper

que no hayas tenido problemas.



—¿Por lo de Estrella Azul? —replicó la gatamaginando a qué se refería. Vaciló—. Pedrizo l

contó al clan la verdad sobre nuestra madre —

espondió al fin—. A algunos no les gustó. Un pade gatos ya no nos dirigen la palabra, y la mayoríe sienten incómodos con nosotros.

—Lamento oír eso. ¿Y qué hay de Estrell

Leopardina? ¿Dijo algo? —Sé que no le hizo gracia. Nos apoyó delantdel clan, pero, aun así, creo que nos tienvigilados para comprobar que seguimos siend

eales. —¡Por supuesto que sois leales! —Sí. Y el resto del clan se dará cuenta de es

arde o temprano. Además… —Hizo una pausa

uego continuó—: Pero ése no es el peor dnuestros problemas. —¿Qué quieres decir? —Estrella de Tigre. —Vaharina se estremeci

—. Visita a Estrella Leopardina regularmente, y n



ogro comprender por qué. Estoy convencida dque están planeando algo.

El líder sintió una sacudida de temor.

—¿Planeando qué?Vaharina agitó las orejas. —No tengo ni idea. Estrella Leopardina no s

o ha contado a Pedrizo, aunque es s

ugarteniente. Pero hay un par de guerreros deClan de la Sombra emplazados permanentementen nuestro campamento.

—¿Qué? ¡Eso no tendría que pasar! ¡Debe d

r contra el código guerrero!Vaharina se encogió de hombros con aspectderrotado.

—Prueba a decírselo a Estrella Leopardina.

—Pero ¿qué hacen esos guerreros ahí? —Estrella Leopardina afirma que están conosotros para que los clanes puedan intercambiamétodos de entrenamiento y técnicas de lucha

pero yo no veo mucho de eso. Lo único que hace



un guerrero de otro clan. —¿Cómo vais de presas? —preguntó

esperando distraerla—. Por lo menos, el río no s

ha congelado todavía. —Todavía. Las presas escasean, pero eso nes nada nuevo. —Vaharina movió las orejas comi no tuviera importancia—. Al fin y al cabo

estamos en la estación sin hojas. Pero esos doguerreros de Estrella de Tigre no ayudan —añadi—. Se quedan sentados en el campamentlenándose la panza, pero casi nunca traen carn

fresca.Se interrumpió al oír la voz de Látigo Grimaullando su nombre. Vio que su amigo estabbajando por la ribera en su dirección, co

Espinardo justo detrás. —Hola, Vaharina —la saludó resollando alegar a su lado—. ¿Cómo están Plumilla

Borrasquino?

—Están bien, Látigo Gris —contestó Vaharina



profundamente. Sonaba como si el Clan del Río el Clan de la Sombra estuvieran más unidos qununca. Y si Estrella de Tigre decidía iniciar un

guerra, el Clan del Trueno estaría atrapado entros dos clanes vecinos.«Oh, Clan Estelar —murmuró para sí—

Muéstrame qué debo hacer».

Tras su conversación con Vaharina, Estrella dFuego ordenó patrullas extra, pero nadie detect

nada fuera de lo habitual. Los días transcurrieropacíficamente hasta que llegó el momento de liguiente Asamblea.

Cuando el sol descendía tras el seto de espinoEstrella de Fuego se sentó con Tormenta Blancunto a la extensión de ortigas, compartiendo carn

fresca antes de la partida. —¿A quién vas a llevar a la Asamblea? —l

preguntó el guerrero blanco.



Estrella de Fuego tragó un bocado de ardilla. —Creo que a ti no —respondió—. Esto

eguro de que Estrella de Tigre va a hacer algú

ipo de movimiento, y quiero que tú guardes ecampamento. Te dejaré también algunos guerrerofuertes.

—Me parece que tienes razón. —E

ugarteniente se pasó la lengua por el hocico aerminar su campañol—. Puede que Estrella dTigre haya fracasado con lo de la manada dperros, pero sin duda intentará otra cosa.

—Me llevaré a Frondina y Ceniciento —decidió Estrella de Fuego—. Y a Espinardo; estardeseando acudir a su primera Asamblea comguerrero. Y a Tormenta de Arena, Látigo Gris

Escarcha. Eso te dejará con bastantes fuerzas dcombate si Estrella de Tigre manda guerreros atacar el campamento.

—¿Crees que romperá la tregua?

Estrella de Fuego agitó las orejas.



—¿Tú qué opinas? Guió la manada de perrohasta nosotros… ¿De verdad crees que lmportaría una nadería como ignorar la volunta

del Clan Estelar? —¿El Clan Estelar? —Tormenta Blanca soltun resoplido—. Estrella de Tigre se comportcomo si nunca hubiera oído hablar del Cla

Estelar. —Hizo una pausa y luego preguntó—: ¿Yqué hay de los dos aprendices más jóvenes, lohijos de Estrella de Tigre? ¿Quieres que vayan a lAsamblea?

Estrella de Fuego negó con la cabeza. —Ni en un centenar de lunas. Ya sabes lo quucedería, ¿verdad? Estrella de Tigre quiere

esos aprendices. En la última Asamblea, le dio

Estrella Azul una luna para decidir si loentregaba. Ese tiempo se agota hoy. Si Zarzo Zarpa Trigueña están allí, no me extrañaría quEstrella de Tigre intentara llevárselos de l

Asamblea.



—A mí tampoco me extrañaría —coincidiTormenta Blanca con voz grave—. Entonce¿crees que debemos quedarnos con ellos?

Estrella de Fuego se sorprendió. —¿Acaso tú no?Había dado por hecho que el Clan del Truen

nsistiría en su derecho a quedarse con los do

aprendices, pero si su lugarteniente pensaba qudeberían entregarlos a su padre, él tendría quconsiderar esa opinión cuidadosamente.

Pero Tormenta Blanca estaba asintiendo.

—Es indudable que son hijos del Clan deTrueno. Su madre es del Clan del Trueno, ambién lo era su padre cuando ellos nacieron

Que Estrella de Tigre se haya ido al Clan de l

Sombra no cambia eso, pero, si queremoconservarlos, tendremos que pelear por ellos. —Entonces pelearemos —maulló Estrella d

Fuego—. Además —añadió—, si los cedemo

dócilmente, Estrella de Tigre lo verá como u



igno de debilidad. Estaría exigiendo más cosaantes de que pudieras decir «ratón».

—Cierto.

Estrella de Fuego tomó otro bocado de ardillaentornando los ojos mientras pensaba en liguiente Asamblea.

—¿Sabes una cosa, Tormenta Blanca? —

empezó—. Estrella de Tigre no va a hacer lo que venga en gana. Yo también tengo noticias qudar en la Asamblea. ¿Cómo crees queaccionarán los demás clanes cuando les cuent

que Estrella de Tigre intentó usar una manada dperros para aniquilarnos? Ni siquiera Cola Rotfue tan despiadado. Incluso el propio Clan de lSombra le dará la espalda. Puede que lo expulse

del bosque, y entonces nos habremos librado de éTormenta Blanca agitó las orejas. Parorpresa de Estrella de Fuego, el lugarteniente n

parecía tan optimista como él esperaba.

—Quizá —maulló el guerrero veterano—



Era cierto que Vaharina y Pedrizo habían vista Estrella de Tigre junto al río aquel día, pero yenían bastantes problemas en su propio clan. S

hablaban en contra de Estrella de Tigre, puede quus compañeros no los creyeran. Estrella de Fuegcomprendió que sería un error complicarles más lvida.

Y el resto de las pruebas se basabaúnicamente en la palabra de gatos del Clan deTrueno. Tanto el Clan del Río como el Clan deViento sabían que se había producido una grav

discrepancia entre Estrella de Tigre y su clan dnacimiento, empujando al antiguo lugarteniente dejar el clan. Estrella de Tigre podía intentar qupareciera que los gatos del Clan del Truen

estaban mintiendo. —Entonces veremos a quién creen —sempecinó Estrella de Fuego, rabioso—. No todoos gatos piensan que Estrella de Tigre es u

egalo del Clan Estelar para el bosque. No podr



hacer lo que se le antoje. —Esperemos que no. —Tormenta Blanca s

puso en pie y se estiró—. Vas a tener una noch

muy ajetreada, Estrella de Fuego. Voy a decirles os guerreros escogidos que se preparen.Mientras el lugarteniente se alejaba, Estrell

de Fuego se terminó la ardilla. Habría problema

en esa Asamblea. Seguro que Estrella de Tigreclamaba de nuevo a sus hijos, y sospechaba quaprovecharía la oportunidad para revelar eecreto de Estrella Azul y denunciar que lo

padres de Vaharina y Pedrizo pertenecían a claneivales.«Pero yo también tengo mucho que decir —

pensó, apartando las dudas que su lugartenient

había sembrado—. Cuando haya terminado, ningúgato del bosque volverá a fiarse de Estrella dTigre… Ni siquiera los de su propio clan…».



12

Estrella de Fuego se detuvo en lo alto de lhondonada antes de guiar a sus gatos a lAsamblea. La noche estaba en calma. Había nube

creciendo en el horizonte, y se preguntó si el ClaEstelar iría a ocultar la luna para demostrar que ndeseaba que se celebrara la Asamblea.

Sin embargo, de momento la luna brillaba en l

alto, y el líder notó el olor de gatos que llegabdesde la hondonada.

—Sólo está el Clan del Viento —murmurLátigo Gris, que se hallaba junto a él—. ¿Por qu

e retrasan los otros?



Estrella de Fuego se encogió de hombros. —El Clan Estelar sabrá. Personalmente, no m

mportaría que Estrella de Tigre no apareciera.

Hizo una señal con la cola y abrió la marchadescendiendo entre los arbustos hasta el claro quhabía en medio de la hondonada. Como habídicho su amigo, allí sólo había gatos del Clan de

Viento. Vio al líder, Estrella Alta, sentado con sugarteniente Rengo cerca de la base de la GraRoca.

—Saludos, Estrella de Fuego —maull

Estrella Alta inclinando la cabeza cortésmente—Oreja Partida me contó que os había visto dcamino a las Rocas Altas. Lamentamos la pérdidde Estrella Azul.

—Al igual que su clan —contestó Estrella dFuego, inclinando la cabeza a su vez—. Era uníder noble.

—Pero tú serás un digno sucesor —maulló e

gato blanco y negro, sorprendiendo a Estrella d



Fuego con la calidez de su tono—. Has servidmuy bien a tu clan.

—Yo… espero servirlo todavía mejor en e

futuro —tartamudeó el joven líder.Estrella Alta asintió una vez más y saltó a lGran Roca. Antes de seguirlo, Estrella de Fuegechó un vistazo a sus gatos. Ya estaban todo

dando vueltas entre los guerreros del Clan deViento e intercambiando novedades. Lo alegró veque los dos clanes parecían amigables, a pesar deeciente encontronazo por la desaparición d

presas. Aunque estaba preocupado por el Clan deRío y el Clan de la Sombra, lo reconfortó pensaque podría hallar aliados en el Clan del Viento.

Tras saludar con la cola a Bigotes y s

aprendiz, Erguino, que estaban charlando coTormenta de Arena, Estrella de Fuego saltó parcolocarse junto a Estrella Alta en la cima de lGran Roca.

Ya había estado allí una vez, cuando ocupó e



puesto de Estrella Azul, enferma tras el incendiopero aún no se había acostumbrado a mirar a sugatos desde una altura tan grande, ni a ver el lev

esplandor de sus ojos bajo la luz de la luncuando miraban hacia él. Se sintió más tenso apensar en lo que se avecinaba y en lconfrontación con Estrella de Tigre qu

eguramente se produciría antes de que se ocultara luna. —El Clan del Río y el Clan de la Sombr

legan tarde —señaló.

Estrella Alta coincidió agitando las orejas. —Las nubes amenazan la luna —apuntó cocierto nerviosismo—. Puede que el Clan Estelaesté enfadado.

Al alzar la vista, Estrella de Fuego vio que lanubes en las que había reparado antes estabaextendiéndose por el cielo.

El aire sabía a humedad, y sintió un hormigue

de expectación. ¿Qué significaría si el Cla



Estelar tapaba la luna y Estrella de Tigre seguímaquinando en secreto hasta la siguientAsamblea?

—Estrella Alta —empezó, decidiendo quhabía llegado el momento de sincerarse con eíder del Clan del Viento y pedirle consejo—. M

preocupa lo que Estrella de Tigre pueda esta

planeando… No pudo terminar la frase. Lo interrumpió umaullido triunfal desde lo alto de la hondonada, al cabo de un segundo empezaron a bajar má

gatos al claro; el Clan de la Sombra y el Clan deRío llegaban juntos, con los guerreros desplegadoen abanico tras sus líderes. Estrella de Tigre subia la Gran Roca de un salto, y Estrella Leopardin

repó tras él. —¡Gatos de todos los clanes! —llamó Estrellde Tigre, sin saludar siquiera a Estrella Alta Estrella de Fuego ni acordar con los demás lídere

quién hablaría primero—. Tengo noticias par



vosotros. Escuchad bien, porque un gran cambiestá llegando al bosque.

Estrella de Fuego se quedó mirándol

confundido. Ante el anuncio de noticias por partde Estrella de Tigre, él había pensado que sefería a la filiación de Vaharina y Pedrizo. Per

eso no merecería una llegada tan espectacular, n

que Estrella de Tigre hablara de un gran cambio.A sus pies, el claro se había sumido en ucompleto silencio. Todos los gatos miraban hacia Gran Roca con los ojos dilatados mientra

aguardaban a que Estrella de Tigre se explicaraEstrella de Fuego notó que empezaba a erizárselel pelo, pero no sabía si era a causa de la tensióde los guerreros congregados o de las nubes qu

amenazaban lluvia. —Un gran cambio —repitió Estrella de Tigr—. Y el Clan Estelar me ha mostrado que es eClan de la Sombra quien debe preparar a todos lo

gatos del bosque para que lo reciban.



—¿A todos los gatos? —masculló quedamentEstrella Alta, pero Estrella de Fuego lo oyó. Eíder del Clan del Viento dio un paso adelante—

Estrella de Tigre… —El Clan de la Sombra cuenta con el respalddel Clan Estelar —prosiguió el líder atigradohaciendo caso omiso de la interrupción—. Somo

afortunados porque sobrevivimos a la enfermedad yo he recibido la aprobación de nuestroantepasados guerreros porque fue tarea míecuperar al clan y engrandecerlo de nuevo.

«¿Ah, sí?», pensó Estrella de Fuego. Se negaba creer que el Clan Estelar estuviera mostrando sespaldo a Estrella de Tigre después de todo l

que le había hecho a su clan de nacimiento. Mir

hacia la hondonada buscando a Nariz Inquieta. Ecurandero del Clan de la Sombra había hecho todo posible por apoyar a su clan durante e

desventurado liderazgo de Estrella Nocturna,

Estrella de Fuego tenía la impresión de que n



estaba del todo contento con Estrella de Tigrcomo sustituto del viejo líder. Se preguntó qupensaría Nariz Inquieta sobre el anuncio d

Estrella de Tigre, pero, aunque inspeccionó eclaro meticulosamente, no vio ni rastro decurandero.

«¿Lo habrán dejado en casa para que no pued

negar las afirmaciones de Estrella de Tigre?», sdijo.Al mismo tiempo, advirtió que Pedriz

ampoco estaba allí, y se preguntó si e

ugarteniente del Clan del Río tendría máproblemas por su linaje mestizo. Se preguntambién qué pensaría sobre la decisión de su líde

de aliarse con Estrella de Tigre.

Pero a quien sí vio en el claro de abajo fue Cebrado. El antiguo guerrero del Clan del Truenestaba sentado junto a Patas Negras, eugarteniente del Clan de la Sombra, y sus ojo

destellaban de admiración, clavados en Estrella d



Tigre. Era evidente que había ido derecho a sviejo aliado después de que lo expulsaran del Cladel Trueno.

—Todos sabéis —continuó Estrella de Tigre—que los cambios ya han empezado a llegar…cambios desagradables que escapan a nuestrcontrol. En la pasada estación sin hojas, una buen

parte del bosque quedó anegada por lanundaciones. Un incendio atravesó el territoridel Clan del Trueno. —Al mencionar el incendioanzó una mirada a Estrella de Fuego, a quien l

habría encantado borrar de un zarpazo larrogancia de aquella cara con cicatrices de guerr—. Los Dos Patas están invadiendo nuestrerritorio en un número cada vez mayor. La vida s

está volviendo más dura, y mientras el bosqucambia a nuestro alrededor, nosotros debemocambiar para enfrentarnos a esta crisis.

Abajo brotaron maullidos de apoyo, aunqu

Estrella de Fuego advirtió que procedían sólo d



gatos del Clan de la Sombra y el Clan del Río. Loguerreros del Clan del Trueno y el Clan del Vientestaban intercambiando miradas de asombro, com

i no entendieran lo que Estrella de Tigre intentabdecir. Estrella de Fuego se sentía igual ddesconcertado. Estaba tan convencido de quEstrella de Tigre iba a revelar el secreto d

Vaharina y Pedrizo en la Asamblea, y a exigir aClan del Trueno que le entregara a Zarzo y ZarpTrigueña, que se había preparado para eso, perahora debía hacer frente a un desafí

completamente distinto. —El Clan Estelar me ha enseñado el camin—maulló Estrella de Tigre lanzando una mirada acielo, donde las nubes de tormenta estaba

creciendo cada vez más—. Para sobrevivir a ladificultades que se avecinan, debemos estar juntoComo cuatro clanes, desperdiciamos nuestraenergías luchando entre nosotros. Como uno solo

eríamos fuertes. ¡Debemos unirnos!



Un completo silencio recibió sus palabraEstrella de Fuego pudo oír hasta la leve brisa qumovía las ramas sin hojas de los cuatro robles y

en la distancia, el sonido apagado de un trueno. Squedó mirando a Estrella de Tigre con la bocabierta. ¿Un solo clan en el bosque? ¿Cuando eClan Estelar siempre había decretado que debía

er cuatro? —Estrella Leopardina está de acuerdo en unel Clan del Río con el Clan de la Sombra —lecontó Estrella de Tigre—. Seremos lídere

conjuntos de un clan mayor que se conocerá comel Clan del Tigre.«¿Líderes conjuntos?». Estrella de Fuego no s

o creyó ni por un instante. Estrella de Tigre jamá

compartiría su liderazgo con ningún gato.Entonces el gato oscuro se volvió haciEstrella Alta y Estrella de Fuego.

—Hemos venido a invitaros a que os unáis a

nuevo clan —maulló, con sus ojos ámba



centelleando—. Gobernemos el bosque juntos eamistad y en paz.

Antes de que terminara de hablar, Estrella Alt

e adelantó con el pelo erizado agresivamentePero no respondió a Estrella de Tigre; en vez deso, se dirigió a todos los gatos del claro.

—El Clan del Tigre era el nombre de uno d

os grandes clanes de los antiguos tiempos. —Svoz resonó fuerte y clara como si todavía fuera ugato joven—. Estrella de Tigre no tiene derecho utilizarlo ahora. Y tampoco tiene derecho

cambiar el número de clanes del bosque. Hemovivido como cuatro clanes durante incontableestaciones, siguiendo el código guerrerestablecido por el Clan Estelar. Dejar a un lad

nuestras antiguas costumbres nos abocará adesastre. —Volviéndose hacia Estrella de Tigrebufó—: ¡Prefiero morir antes que unir mi clan auyo!

Estrella de Tigre parpadeó despacio. Estrell



de Fuego vio un peligroso fulgor en sus ojos, perel atigrado respondió con voz tranquila:

—Te comprendo, Estrella Alta. Éstos so

asuntos importantes, y un gato viejo como tnecesitará tiempo para ver que lo que estoproponiendo es bueno para todos nuestros clanes.

—No soy tan viejo como para haber perdido l

chaveta, ¡excremento de zorro!Estrella de Tigre pegó las orejas al cráneopero se contuvo.

—¿Y qué piensa el nuevo líder del Clan de

Trueno? —preguntó con tono despectivo. Todo eodio que había sentido siempre por el guerrerojizo estaba contenido en esas palabras; inclus

el aire parecía oler a quemado.

A Estrella de Fuego le latieron las venas comi estuvieran llenas de hielo mientras se imaginabel futuro. Su territorio y el de Estrella Alta shallaban entre el de Estrella de Tigre y Estrell

Leopardina. Con el Clan de la Sombra y el Cla



del Río aliados, los dos clanes restantes podríaquedar aplastados.

Al mirar hacia abajo, Estrella de Fuego vi

que la desazón se extendía entre los guerreros deClan del Trueno y el Clan del Viento.Tormenta de Arena se puso en pie par

maullar:

—¡Jamás, Estrella de Tigre, jamás!Pero algunos gatos del Clan del Viento estabahablando nerviosamente entre sí, comconsiderando la proposición del atigrado oscuro

Estrella de Fuego comprendió que su rival habíido muy listo. Buena parte de lo que había dichera cierto… los tiempos se estaban volviendo máduros por todas las razones que había dado. Quiz

algunos gatos creyeran que sus problemas podríaolucionarse uniéndose todos en un solo clan. PerEstrella de Fuego estaba convencido de que logatos del bosque sólo podrían cumplir su destin

i había cuatro clanes. Y aunque hubier



considerado un momento la idea de unirse en unolo, la habría rechazado si Estrella de Tigre iba er el líder.

—Bueno, Estrella de Fuego —maulló eatigrado con voz profunda, lanzando otra mirada acielo de aspecto tormentoso—. ¿Te has quedadin lengua?

Estrella de Fuego dio un par de pasos parituarse junto a Estrella Alta. —Jamás permitiré que tomes el mando de m

clan —bufó.

—Oblíganos —lo invitó Estrella Alta—. Spuedes. —¿Obligaros? —Los ojos color ámbar d

Estrella de Tigre se dilataron; durante un segundo

casi pareció sinceramente dolido—. He venidaquí en son de paz con un plan que nos ayudeEstrella Alta, Estrella de Fuego, quiero queconozcáis que ésta es la decisión correcta y qu

vengáis a mí de buen grado. Pero no tardéi



demasiado —añadió, con un deje amenazador—El Clan Estelar no esperará eternamente.

Estrella de Fuego se encendió de rabia. ¿Cóm

e atrevía Estrella de Tigre a declarar que sntento de apoderarse de todo el bosque era lvoluntad del Clan Estelar?

Girando en redondo, le dio la espalda al líde

del Clan de la Sombra y se dirigió al borde de lGran Roca, desde donde podría mirar a todos logatos congregados. Había llegado la hora dhablar. Cuando terminara, Estrella de Tigr

quedaría expuesto como lo que era: un asesino quavanzaba a través de la sangre de innumerablegatos para conseguir lo que quería. ¡Que EstrellLeopardina viera en qué clase de gato habí

confiado! —¡Gatos del Clan del Viento, Clan del Río Clan de la Sombra! —maulló Estrella de Fuego—Ya no puedo seguir guardando silencio. No debéi

fiaros de Estrella de Tigre más de lo que o



fiaríais de un tejón acorralado.Con el rabillo del ojo, vio un velo

movimiento en Estrella de Tigre, que tensaba lo

músculos bajo el ondulante pelaje atigrado, perel líder del Clan de la Sombra miró hacia arribae controló y continuó escuchando con expresió

de indiferencia deliberada.

—Sé que muchos de vosotros os habéipreguntado por qué Estrella de Tigre abandonó eClan del Trueno —prosiguió Estrella de Fuego—¿Queréis saber la verdad? Es un gato ávido d

poder y peligroso, y está dispuesto a matar a otrogatos para obtener lo que desea.Se interrumpió cuando un rayo estalló en e

cielo, una abrasadora garra blanca que rastrilló e

bosque. Retumbaron truenos, ahogando lapalabras de Estrella de Fuego; sonó como si lpropia Gran Roca estuviera rompiéndose epedazos.

—¡Una señal! ¡Una señal! —bramó Estrella d



Tigre. Miró hacia el cielo; sus ojos amarilloelucían bajo la luz de la luna que todavía brillab

entre las crecientes nubes—. Te doy las gracia

Clan Estelar, por mostrarnos tu voluntad. EstAsamblea ha concluido.Ordenando a sus gatos que lo siguieran, s

preparó para bajar de la Gran Roca. Antes d

altar, giró la cabeza entornando los ojos con odio —Qué lástima, minino casero —siseó—Piensa en mi oferta. Es tu última oportunidad dalvar a esos penosos gatos.

Antes de que Estrella de Fuego tuviera ocasióde responder, el líder del Clan de la Sombrdescendió de la Gran Roca y desapareció entre loarbustos que bordeaban la hondonada. Los gato

del Clan de la Sombra corrieron tras él. Despuéaltó Estrella Leopardina para reunir a suguerreros.

Estrella Ata y Estrella de Fuego se quedaro

pasmados, mientras un nuevo relámpago l



iquiera se me había ocurrido que Estrella dTigre se atreviera a reclamar el poder sobre todel bosque.

—Pero ¿qué podemos hacer? —preguntLátigo Gris—. No has llegado a contar la verdaobre Estrella de Tigre.

—No es culpa de Estrella de Fuego que hay

estallado la tormenta —señaló Tormenta de Arenerizando el pelo. —Demasiado tarde para preocuparse por es

—dijo el líder—. Ya no tiene remedio. Debemo

decidir qué hacemos ahora. —¿Qué hay que decidir? —gruñó Tormenta dArena. La luz de la batalla centelleaba en sus ojoverdes—. Pelearemos, por supuesto… hasta qu

echemos a ese montón de carroña del bosque duna vez por todas.El líder asintió. Aunque no dijo nada, no pud

evitar pensar en la profecía de Estrella Azu

durante su sueño junto a la Piedra Lunar.



«Cuatro se tornarán dos. El león y el tigre senfrentarán en combate».

«“El tigre” debe de significar el nuevo Cla

del Tigre, pero ¿quién o qué es “el león”?»Estrella de Fuego dejó la cuestión a un lado aecordar las siniestras palabras finales de Estrell

Azul:

«La sangre regirá el bosque».



13

El chubasco terminó pronto. Estrella de Fuegcondujo a sus gatos a casa a través del bosquempapado mientras el cielo iba despejándose. E

Manto Plateado resplandecía intensamente, Estrella de Fuego alzó la vista para rogar eilencio: «Gran Clan Estelar, muéstrame qu

hacer».

Empezó a preocuparse por si Estrella de Tigrhabía mandado guerreros a atacar el campamentmientras él y sus acompañantes estaban lejoSería una forma de debilitar al Clan del Trueno

para que su líder no tuviera más remedio qu



aliarse, junto con sus gatos supervivientes, con eClan del Tigre. Sintió una oleada de alivio al saldel túnel de aulagas y descubrir que todo estaba e

paz.Tormenta Blanca, que estaba montando guardidelante de la guarida de los guerreros, se levantal verlo.

—Habéis regresado pronto. Me preguntaba sesas nubes de tormenta taparían la luna. —Así ha sido, pero es mucho peor que eso —

contestó el líder.

—¿Peor?Al lugarteniente se le salieron los ojos de laórbitas mientras Estrella de Fuego le contaba lucedido en la Asamblea, justo antes de que lo

ayos y truenos le impidieran revelar la verdad. Ses unieron más gatos, y el líder oyó maullidos dalarma mientras su clan se enteraba de lo questaba planeando Estrella de Tigre.

—Cuando por fin ha estallado la tormenta —



concluyó—, Estrella de Tigre ha dicho que era uneñal del Clan Estelar para demostrar que contab

con su apoyo. Él y Estrella Leopardina se han ido

de modo que se ha acabado la Asamblea. —Puede que fuera una señal —maullTormenta Blanca pensativo—, pero una señal dque el Clan Estelar está furioso con Estrella d

Tigre. —Carbonilla, ¿tú qué opinas? —le preguntEstrella de Fuego a la curandera, que habíescuchado el relato con un hondo presentimient

en sus ojos azules. —No lo sé —admitió la gata—. Si era uneñal, significaría que el Clan Estelar no querí

que contaras la verdad sobre Estrella de Tigre,

me cuesta mucho creer eso. —Se encogió dhombros—. En ocasiones, una tormenta no es máque una tormenta.

—Pues ésta ha sido muy desafortunada para e

Clan del Trueno —masculló Rabo Largo.



—Ojalá hubiera estado allí —gruñó NimbBlanco—. Habría degollado a Estrella de Tigre. Ye acabaron los problemas.

—En ese caso, mejor que no hayas estado al—replicó Estrella de Fuego—. ¿Atacar al líder dun clan durante una Asamblea? Eso sí que habríenfurecido al Clan Estelar.

Nimbo Blanco miró a su líder entornando loojos, en los que brillaba un claro desafío. —Entonces, ¿por qué el Clan Estelar no hac

algo para ayudarnos, si es tan poderoso?

—Quizá lo haga —intervino Centella codelicadeza. —¿Y qué vamos a hacer? —pregunt

Musaraña. Estaba descansando el peso de s

cuerpo de una pata a otra, como si estuviermpaciente por salir del campamento y encararscon sus enemigos—. No estarás pensando en unirta ése… Clan del Tigre, ¿verdad?

—Jamás —la tranquilizó Estrella de Fuego—



Pero necesitamos tiempo para pensar y descansa—Bostezó, estirándose—. De momento, hay quorganizar patrullas extra. ¿Algún voluntario par

alir en la del alba? —Yo —se ofreció Musaraña al instante. —Gracias. Estate alerta a lo largo de l

frontera con el Clan de la Sombra. Y si t

encuentras con algún guerrero de Estrella de Tigrea sabes lo que tienes que hacer. —Oh, sí. —Nimbo Blanco sacudió la cola co

ansia—. Yo iré contigo, Musaraña. Me vendrí

bien un poco de pelo del Clan de la Sombra parforrarme el lecho.Estrella de Fuego no intentó refrenar l

hostilidad del joven guerrero. Ningún gato dudarí

de la lealtad de Nimbo Blanco al Clan del Truenopor muy desdeñoso que se mostrara con el ClaEstelar y el código guerrero.

Tormenta Blanca llamó a Fronde Dorado

Espinardo para que salieran también con l



patrulla, y los cuatro se marcharon a descansar upoco antes del amanecer. Uno por uno, los demámiembros del clan se encaminaron a sus guarida

Estrella de Fuego notó lo conmocionados questaban y el miedo que no lograban ocultar.Por fin se quedó solo con Carbonilla. Soltó u

argo suspiro.

—¿Alguna vez terminará esto? —murmuró.Carbonilla restregó su hocico contra el de épara consolarlo.

—No lo sé. Está en manos del Clan Estelar. —

Entornó los ojos—. Pero a veces creo que nhabrá paz en el bosque hasta que Estrella de Tigrhaya muerto.

—Muy bien —maulló Estrella de Fuego—Atácame.

A unos zorros de distancia, Zarzo se agazapobre el suelo de la hondonada. Estrella de Fueg



aguardó mientras el aprendiz empezaba a avanzaigilosamente hacia él; sus ojos color ámbar iba

de un lado a otro, como si intentara elegir el mejo

ugar para golpear.Al cabo de un segundo, Zarzo saltó por el airePero Estrella de Fuego estaba preparado parecibirlo; tras deslizarse deprisa a un lado, dio u

cabezazo en el costado del joven cuando aterrizóEl gato perdió el equilibrio y rodó por el suelevantando polvo.

—Tendrás que ser más rápido —le dij

Estrella de Fuego—. No le des tiempo para pensaa tu enemigo.Zarzo se puso en pie a trompicone

escupiendo arena, y de inmediato saltó de nuevo

Sus zarpas extendidas impactaron en un lado de lcabeza de Estrella de Fuego y lo tiraron al sueloZarzo lo inmovilizó, con la nariz casi tocando ldel líder.

—¿Así? —preguntó.



Estrella de Fuego lo empujó. —¡Deja que me levante, bulto peludo! —Tra

acudirse el polvo de encima, añadió—: S

exactamente así. Eres muy prometedor, Zarzo.Los ojos del aprendiz resplandecieron, y dpronto Estrella de Fuego se sintió como sestuviera viendo a un joven Estrella de Tigre…

pero aquél era como debería haber sido: fuertehábil, valiente y, sí, ambicioso, pero en Zarzo toda ambición parecía concentrada en convertirse e

el mejor guerrero posible al servicio de su clan.

Estrella de Fuego no pudo reprimir uonroneo de satisfacción. En medio de todos loproblemas que asediaban al Clan del Trueno, erun alivio escapar durante un rato para una sesió

de entrenamiento con su aprendiz.Pero las siguientes palabras de Zarzo lecordaron sus otras responsabilidades, má

pesadas:

—Estrella de Fuego, quería preguntarte un



cosa… ¿por qué todos los gatos piensan que serímalísimo formar parte del Clan del Tigre?

—¡¿Qué?! —bramó el líder con una oleada d

abia; apenas podía creer que su aprendiz lhiciera esa pregunta.Zarzo se estremeció, pero continuó, mirando

u mentor a los ojos sin amilanarse:

—Ceniciento me ha contado lo que dijEstrella de Tigre. Es cierto que son tiempodifíciles. Todos se quejan sin parar de la escasede presas y de que en el bosque hay más Dos Pata

que nunca. Además, el Clan del Tigre será el máfuerte del bosque si el Clan del Río se une al Clade la Sombra. ¿No sería lógico que nosotroambién nos uniéramos a ellos?

Estrella de Fuego respiró hondo. Después dodo, él mismo había hecho ese tipo de preguntas u llegada al bosque, sin comprender por qu

debía haber rivalidad y peleas entre los clanes. S

entó al lado de Zarzo.



—No es tan sencillo como eso —maulló—Por un lado, siempre ha habido cuatro clanes en ebosque. Por el otro, eso significaría el final de

Clan del Trueno. —¿Por qué? —Porque no podemos creer a Estrella de Tigr

cuando dice que los cuatro líderes gobernaría

conjuntamente. —Intentó expresarlo coamabilidad, recordando que estaba hablando depadre de su aprendiz, pero no iba a ocultar la purverdad—. Estrella de Tigre se haría con el contro

Perderíamos todo lo que nos convierte en el Cladel Trueno.Zarzo guardó silencio unos segundo

Finalmente maulló:

—Ya veo. Gracias, Estrella de Fuego. Eso eo que quería saber. —Entonces sigamos adelante. —El líder s

evantó de un salto—. Hay un movimiento que cre

que podría resultarte útil…



Pero, mientras continuaba con la sesión dentrenamiento, descubrió que su optimismo sobra lealtad de Zarzo había empezado

desvanecerse.

Al terminar la sesión de entrenamiento, Estrella d

Fuego mandó a Zarzo a cazar para los veteranoEstaba a punto de regresar al campamento cuandimbo Blanco apareció en lo alto de la hondonad

arenosa, seguido de cerca por Centella.

—¡Estrella de Fuego! Íbamos a practicar lomovimientos de combate de Centella. ¿Te apetecver sus progresos?

—Sí, por supuesto… adelante.Aunque las heridas de Centella estaba

curadas, a Estrella de Fuego le costaba pensar eella como combatiente. No se imaginaba que algúdía pudiera participar en una batalla con su clanPero desde su cambio de nombre parecía much



más feliz y segura de sí misma, y él queríanimarla todo lo que pudiera.

Centella y Nimbo Blanco corrieron al centr

de la hondonada. Durante unos segundos, dierounas vueltas frente a frente, y luego Nimbo Blance abalanzó hacia Centella con las uña

envainadas y le dio un par de zarpazos en el lad

ciego de la cara. La gata rodó por el impacto Estrella de Fuego se puso en tensiónmaginándose el daño que podría haberle hecho u

enemigo con las garras fuera y poniendo toda s

fuerza en el golpe.Pero, en vez de alejarse rodando de NimbBlanco, Centella se impulsó hacia él, enredandus patas con las del joven y haciéndole perder e

equilibrio. Estrella de Fuego irguió las orejas conterés mientras los dos gatos se retorcían juntopor la arena; de pronto, Centella estaba encima d

imbo Blanco, inmovilizándolo contra el suel

con una zarpa en su cuello.



—Nunca había visto eso —maulló Estrella dFuego, reuniéndose con ellos mientras la gatoltaba a Nimbo Blanco y éste se levantaba de u

alto para sacudirse el polvo—. Centella, inténtalconmigo.Con expresión nerviosa, Centella se enfrentó

él. A Estrella de Fuego le resultó más difícil de l

que esperaba atacarla por su lado ciego; la joveno dejaba de moverse adelante y atrás, de modque él tenía que cambiar de posición. Cuando pofin saltó hacia la gata, ésta se deslizó por debaj

de sus patas extendidas y lo hizo caer de la mismmanera con que había sorprendido a NimbBlanco. Estuvieron enzarzados unos minutos, hastque por fin Estrella de Fuego consiguió sujetarla.

—Es más difícil de lo que parece, ¿verdad? —maulló Nimbo Blanco, acercándose con aircomplacido.

—Desde luego que sí. Bien hecho, Centella. —

Estrella de Fuego dejó que se levantara; el oj



bueno de la gata brillaba por la alabanza. Poprimera vez, el líder empezó a preguntarse sdespués de todo, la joven tendría futuro com

guerrera—. Sigue practicando. Y déjame quvuelva a ver tus avances dentro de poco. Creo qupodrías tener algo que enseñar al clan.

Después de la tormenta, el tiempo volvió a sefrío. Todas las mañanas, la hierba y los helechoestaban cubiertos de escarcha, y hubo otra liger

nevada. Las presas eran más escasas todavía, y lque los cazadores conseguían atrapar era pequeñ escuálido, apenas un bocado para un gat

hambriento. —Si no tomo una comida decente pronto, m

convertiré en una sombra —se lamentó LátigGris.

Él y Estrella de Fuego estaban de patrulla nmuy lejos de los Cuatro Árboles, junto con Rab



Largo y Espinardo. Estrella de Fuego tenía lesperanza de encontrar más presas lejos decampamento, adonde no había llegado el incendio

pero la captura era penosamente pequeña. —Voy a intentarlo junto al arroyo —maulló eíder.

Descendió la ladera, donde una mayo

densidad de helechos y arbustos marcaba erazado del arroyo. Cuando se detuvo a olfatear eaire, el olor a presas era tenue, y ningún sonido lalertó de la presencia de criaturas correteand

entre la hierba.Con tan poca carne fresca, el clan estabdebilitándose día a día. Soportar la estación sihojas ya sería muy duro, pero por encima de es

estaba la nueva amenaza del Clan del TigreEstrella de Fuego se preguntó si serían lo bastantfuertes para defenderse.

Sus pasos lo condujeron instintivamente haci

el arroyo, donde se agachó para beber; tuvo qu



dar unos golpecitos a la fina capa de hielo deborde, y se sacudió de la pata gotitas heladacuando por fin cedió.

Al inclinar la cabeza para lamer el agua, el sourgió a su espalda, abriéndose paso entre lahojas. La luz brilló sobre el agua y rodeó el reflejde Estrella de Fuego con rayos dorados. Durant

un momento, la imagen de su cabeza desaparecióeemplazada por la de un león rugiente. Era lcriatura de la que Estrella de Fuego había oídhablar en muchos relatos de los veteranos; s

pelaje del color de las llamas destellaba en unfrondosa melena y sus ojos relucían con fuerza poder ilimitados.

Sobrecogido, Estrella de Fuego se apartó de u

alto, y soltó un maullido al chocar contra un árbo caer sobre las hojas muertas que había entre suaíces. Cuando alzó la vista, Jaspeada estab

mirándolo desde el otro lado del arroyo.

Los ojos de la hermosa gata parda rebosaba



de risa, y soltó un ronroneo risueño. —¡Jaspeada! —exclamó Estrella de Fuego si

aliento.

Nunca se le había aparecido estando despierto se preguntó qué podría significar eso. Se puso epie de un brinco, listo para cruzar el arroyo para iunto a ella, pero la gata le hizo una seña con l

cola para que se quedara donde estaba. —Ten en cuenta lo que has visto, Estrella dFuego —le dijo. Su risa se había esfumado coma escarcha del amanecer—. Aprende lo que debe

er. —¿Qué quieres decir? —se apresuró preguntar Estrella de Fuego.

Pero, al terminar sus palabras, Jaspead

empezó a desvanecerse. Sus ojos permanecierofijos en él, llenos de amor, y su cuerpo palidecihasta que Estrella de Fuego pudo ver la orilla ravés de él.

—Jaspeada, no me dejes todavía —suplicó—



Te necesito.Pero los ojos de la gata relucieron un segund

más y luego desaparecieron.

—¡Estrella de Fuego!Era la voz de Látigo Gris. El líder sacudió lcabeza para despejarse y se volvió hacia su amigoque estaba descendiendo la pendiente.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Látigo Gri—. ¡Has maullado tan fuerte como para ahuyentaa todas las presas de aquí a los Cuatro Árboles!

—Estoy bien. Algo me ha asustado, eso e

odo.Látigo Gris lo observó un rato, como si nestuviera muy satisfecho con la explicación de síder, y luego dio media vuelta.

—Lo que tú digas —maulló, subiendo dnuevo la ladera—. Ven a ver el conejo que hcazado Rabo Largo… ¡Es tan grande como uzorro!

Estrella de Fuego se quedó donde estaba



Seguía temblando por el impacto de su visión. Shabía visto a sí mismo como uno de los grandeguerreros de los antiguos tiempos, un miembro de

Clan del León. La profecía de Estrella Azul resonde nuevo en su cabeza: «El león y el tigre senfrentarán en combate».

¿Significaba eso que surgiría un nuevo clan —

el Clan del León— para combatir al Clan deTigre? ¿Y acaso el Clan Estelar pretendía que él liderara?



14

—Estrella de Fuego —maulló Látigo Gris—quiero preguntarte una cosa.

Estrella de Fuego estaba junto a la extensió

de ortigas. Acababa de ver cómo salía FrondDorado al frente de la patrulla del atardecer, ahora estaba comiéndose su parte de carne frescantes de encabezar otra patrulla para echar u

vistazo extra a la frontera con el Clan de lSombra.

—Claro —contestó—. ¿De qué se trata?Látigo Gris se sentó a su lado, pero, antes d

que pudiera hablar, Zarpa Trigueña salió a grande



zancadas de la guarida de los veteranos y sdirigió al túnel de aulagas con la cabeza y la colbien tiesas. Sus ojos ámbar llameaban de rabia

Zarzo apareció detrás de ella, con una bola dmusgo en la boca. Parecía preocupado. —¡Zarpa Trigueña! —la llamó Estrella d

Fuego—. ¿Qué ocurre?

Durante un segundo, pensó que la aprendizba a actuar como si no lo hubiera oído. Luego lgata giró bruscamente para colocarse frente a él.

—¡Orejitas! —bufó—. Si alguna vez un gat

ha pedido que le arrancaran el pelo… —No deberías hablar así de un veterano —liñó Estrella de Fuego—. Orejitas ha prestado u

buen servicio al clan, y deberíamos respetarlo po

eso. —¿Y qué pasa con respetarme a mí? —ZarpTrigueña estaba tan furiosa que parecía habeolvidado que estaba hablando con su líder—. Sól

porque he tardado un poco en ir a retirar el musg



viejo de su lecho, Orejitas ha dicho que Estrellde Tigre tampoco quería servir nunca a loveteranos, y que ya veía que yo iba a convertirm

en lo mismo que mi padre. —Clavó las garras eel suelo arenoso del claro, como si estuviermaginándose el pelo del viejo gato—. Y no es l

primera vez que dice cosas así. ¡No veo por qu

engo que aguantarlo!Zarzo se les unió mientras ella hablaba y dejen el suelo el musgo que llevaba en la boca.

—Ya sabes que a Orejitas le duelen la

articulaciones por el frío que hace —maulló. —¡Tú no eres mi mentor! —Zarpa Trigueña sencolerizó con su hermano—. No me digas lo quengo que hacer.

—Tranquilízate, Zarpa Trigueña —maulló eíder. Quería asegurarle que nadie creía querminaría siendo una traidora asesina como s

padre, pero sabía que eso no era del todo cierto—

Estás haciendo muy bien las cosas com



aprendiza, y vas a ser una gran guerrera. Antes después, el clan lo verá.

—Eso es lo que yo le digo siempre —dij

Zarzo, y añadió para su hermana—: Tenemos quconseguir borrar lo que hizo Estrella de Tigre. Éses la única manera de que el clan crea en nuestrealtad.

—Algunos gatos ya creen en ella —intervinLátigo Gris, y Zarzo le lanzó una miradagradecida.

La furia de Zarpa Trigueña estaba empezando

apaciguarse, aunque sus ojos ámbar seguíaardiendo. Tras sacudir la cabeza, se alejó, y dcamino al túnel de aulagas maulló por encima dehombro:

—Voy a buscar un poco de musgo fresco. —Lo lamento, Estrella de Fuego —murmurZarzo cuando su hermana desapareció—. PerZarpa Trigueña tiene derecho a estar disgustada.

—Lo sé. Si puedo pillar a Orejitas en un bue



momento, tendré unas palabras con él. —Gracias. —Zarzo inclinó la cabeza co

gratitud, recogió la bola de musgo y corrió tras s

hermana.Estrella de Fuego se quedó mirando a los doaprendices con preocupación. Decidió que teníque hablar con Orejitas, y pronto.

Reprochar constantemente a los hermanoquién era su padre no era la forma de asegurar sealtad al Clan del Trueno.

Al darse cuenta de que Látigo Gris seguí

esperando pacientemente, maulló: —Vale, cuéntame qué te preocupa. —Se trata de mis hijos —confesó Látigo Gri

—. Desde la Asamblea, no puedo sacármelos de l

cabeza. Vaharina y Pedrizo no asistieron, así quno pude pedirles noticias suyas, pero, ahora quEstrella de Tigre prácticamente se ha apoderaddel Clan del Río, estoy convencido de que corre

peligro.



Estrella de Fuego dio un mordisco a scampañol y masticó pensativo.

—No veo por qué tendrían que estar más e

peligro que cualquier otro gato —contestó traragarse el bocado—. Estrella de Tigre querrcuidar de todos los aprendices para asegurarse unbuena fuerza de combate.

Su amigo no pareció convencido. —Pero Estrella de Tigre sabe quién es epadre de mis cachorros —señaló—. Me odia, y mí me inquieta que se desquite con Plumilla

Borrasquino.Estrella de Fuego pensó que su amigo teníazón respecto a la hostilidad de Estrella de Tigre

—¿Qué propones que hagamos?

Látigo Gris parpadeó nerviosamente. —Quiero que me acompañes al otro lado deío y que los traigamos de vuelta al Clan de

Trueno.

Estrella de Fuego se quedó boquiabiert



mirando a su amigo. —¿Te has convertido en un rató

descerebrado? ¿Estás pidiéndole a tu líder que s

cuele en el territorio del Clan del Río y secuestre un par de aprendices?Látigo Gris rascó el suelo con la pat

delantera.

—Bueno, dicho así… —¿Y cómo quieres que lo diga? —Estrella dFuego intentó controlar su conmoción; la propuestde su amigo estaba demasiado cerca del viej

crimen de Cola Rota de secuestrar cachorros. Saceptaba, y el Clan del Río lo descubría, tendríaa justificación para atacar al Clan del Trueno. Y

con el Clan de la Sombra para ayudar a su

vecinos, Estrella de Fuego no podía arriesgarse. —Sabía que no me escucharías. —Látigo Gridio media vuelta para retirarse, arrastrando lcola.

—Te estoy escuchando. Látigo Gris, vuelv



aquí y pensemos en eso. —Cuando su amigo sdetuvo, continuó—: No sabes con certeza sPlumilla y Borrasquino están en peligro. Y ahor

a son aprendices, no cachorros. Tienen derecho decidir su propio destino. ¿Y si quieren quedarsen el Clan del Río?

—Lo sé. —Látigo Gris sonó desesperado—

o te preocupes, Estrella de Fuego. Comprendque no hay nada que puedas hacer para ayudarme. —Yo no he dicho eso. —Contra lo que l

dictaba la razón, Estrella de Fuego sabía que n

podía quedarse al margen, sin hacer nada poayudar a su amigo. Éste levantó las orejas, mediesperanzado, cuando Estrella de Fuego continu—: Supongo que deberemos ir con sigilo, sól

nosotros dos, a comprobar cómo están tus hijos. Sestán bien, no tendrás que preocuparte más. Si no están, les diré que hay un lugar para ellos en e

Clan del Trueno, si es eso lo que eligen.

Los ojos amarillos de Látigo Gris había



empezado a brillar mientras su amigo hablaba. —¡Eso es genial! —exclamó—. Gracia

Estrella de Fuego. ¿Podemos salir ahora mismo?

—Como quieras. Deja que primero me acabeste campañol. Tú ve a buscar a Tormenta Blanc dile que se queda a cargo del campamento. Per

no le cuentes adónde vamos —se apresuró

añadir.Látigo Gris corrió hacia la guarida de loguerreros mientras Estrella de Fuego engullía loúltimos bocados de campañol y se pasaba l

engua por el hocico. Para cuando terminó, LátigGris había reaparecido, y los dos amigos sencaminaron al túnel de aulagas.

Sin embargo, frenaron en seco cuando un

conocida figura negra entró en el claro. —¡Cuervo! —exclamó Estrella de Fuego—Qué alegría verte.

—Qué alegría veros a vosotros —contestó e

gato negro, entrechocando la nariz con Estrella d



Fuego y Látigo Gris a modo de saludo—. ¡LátigGris! ¡Hacía lunas que no te veía! ¿Cómo estás?

—Estoy bien. Y es evidente que a ti las cosa

e van bien —añadió, examinando el lustrospelaje de su amigo. —He venido a presentar mis respetos

Estrella Azul —explicó Cuervo—. ¿Recuerda

Estrella de Fuego? Me dijiste que podía hacerlo. —Sí, por supuesto. —Estrella de Fuego miró Látigo Gris, que estaba amasando el suelo con lazarpas, impaciente por partir—. Cuervo, ¿puede

r a buscar a Carbonilla? Ella te enseñará dóndestá enterrada Estrella Azul. Látigo Gris y yenemos una misión y hemos de salir.

—¡Como en los viejos tiempos! —maull

Cuervo, casi con envidia—. ¿Qué ocurre esta vez —Vamos a ir al Clan del Río para ver cómo sencuentran mis hijos —le contó Látigo Gris a todprisa—. Estoy preocupado por ellos, ahora qu

Estrella de Tigre está al mando.



La mirada conmocionada de Cuervo le recorda Estrella de Fuego que su amigo no sabía nada dos recientes sucesos del bosque. Le cont

apresuradamente lo que Estrella de Tigre habíanunciado en la última Asamblea. —Pero ¡eso es un desastre! —bufó Cuervo a

cabo—. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar

Podría acompañaros.Le brillaban los ojos. Estrella de Fuego smaginó que Cuervo estaba entusiasmado por l

perspectiva de una aventura. Qué diferente er

ahora del nervioso aprendiz de antes, acosado pou feroz mentor, Estrella de Tigre. —De acuerdo —maulló, confiando en s

nstinto de que sería bueno tener a Cuervo co

ellos—. Nos alegrará contar contigo.Mientras atravesaba el bosque con sus doviejos amigos al lado, Estrella de Fuego sintió lmente desbordada de recuerdos de cuand

entrenaban y cazaban juntos como aprendice



Durante un breve instante, incluso pudo imaginaque aquellos días habían regresado, que él shabía desprendido de sus responsabilidades com

de hojas muertas y que volvía a ser joven despreocupado.Pero sabía que eso era imposible. Ahora era e

íder del clan, y jamás podría escapar de su

obligaciones con los gatos que dependían de él.

El sol se había puesto cuando Estrella de Fuego

us amigos llegaron a la linde del bosque. Traadvertir a Látigo Gris y Cuervo que se quedaraatrás, Estrella de Fuego avanzó sigilosamente entra maleza hasta que pudo asomarse al río.

Delante de él estaban los pasaderos, la rutmás fácil para entrar en el territorio del Clan deRío. Mientras examinaba la fría agua gris, Estrellde Fuego captó un fuerte olor a gatos… una mezcldel Clan del Río y el Clan de la Sombra. Un



patrulla estaba recorriendo la orilla opuesta. Shallaban demasiado lejos para que estuviereguro de quiénes eran, pero no distinguió e

pelaje gris de Vaharina ni de Pedrizo.Sintió una punzada de decepción. Si alguno dos hermanos hubiera estado cerca de la frontera

Látigo Gris podría haberle preguntado por su

hijos y el asunto habría terminado ahí. Ahorendrían que internarse en el territorio del Clan deRío.

Estrella de Fuego sabía que estab

arriesgándolo todo tratando de entrar y salir sique los sorprendieran. Si alguna vez se descubríque un líder de clan había traspasado la fronterde otro territorio, tendrían problemas. Per

ambién sabía que debía hacerlo por Látigo Gris.Su amigo se había acercado hasta él. —¿Qué ocurre? —susurró—. ¿Por qu

estamos esperando aquí?

Estrella de Fuego señaló con las orejas l



patrulla. Ésta desapareció al cabo de un momenten un carrizal, y su olor se desvaneció lentamente

—De acuerdo, vamos —maulló Estrella d

Fuego.Encabezando la marcha, saltó de un pasadero otro por encima de las negras y veloces aguaRecordó las inundaciones de la última estación si

hojas, cuando Látigo Gris y él estuvieron a puntde ahogarse por salvar la vida de los cachorros dVaharina. Se dijo que Estrella Leopardina se habíolvidado de eso convenientemente, al igual d

cómo los dos guerreros del Clan del Truenayudaron a los hambrientos gatos del Clan del Rílevándoles carne fresca de sus propios terreno

de caza.

Pero no servía de nada pensar ahora en esoTras alcanzar la ribera opuesta, Estrella de Fuege escondió entre unos juncos y volvió

comprobar que no había enemigos cerca. Lo únic

que percibía era el rastro de la patrulla, cada ve



más difuminado.Pisando con cuidado, fue río arriba e

dirección al campamento del Clan del Río. Látig

Gris y Cuervo lo siguieron, silenciosos comombras.De pronto notaron un nuevo olor en la brisa

Estrella de Fuego se detuvo agitando los bigote

Se le pusieron los ojos como platos al reconoceel hedor de la carroña, carne que llevaba díapudriéndose hasta envenenar el aire con sepugnante pestilencia.

—¡Puaj! ¿Qué es eso? —gruñó Cuervoolvidándose de que debían guardar silencio.Estrella de Fuego se tragó la bilis que le habí

ubido por la garganta.

—No lo sé. Diría que es la madriguera de uzorro, pero no huele a zorro. —Sea lo que sea, apesta —masculló Látig

Gris—. Vamos, Estrella de Fuego, tenemos qu

eguir adelante antes de que nos descubra alguien



—No —replicó el líder—. Sé que estápreocupado por tus hijos, pero esto es demasiadaro. Debemos investigar.

A unas pocas colas de distancia, un diminutarroyo desembocaba perezosamente en el ríprincipal. Estrella de Fuego se dio la vuelta pareguirlo a través de un cañaveral. El hedor s

volvió más intenso; bajo el olor de la carroñaEstrella de Fuego empezó a distinguir el dmuchos gatos, una mezcla del Clan del Río y eClan de la Sombra, como la patrulla. Al oír ruido

e detuvo e hizo una seña a sus amigos para que lmitaran: era una mezcolanza de movimientos voces felinas entre los juncos.

—¿Qué diablos es esto? —susurró Látigo Gri

—. No estamos ni remotamente cerca decampamento.Estrella de Fuego pidió silencio con la punt

de la cola. Por lo menos, aquella fetide

enmascararía su olor del Clan del Trueno y le



facilitaría mantenerse escondidos.Más cautelosamente que nunca, Estrella d

Fuego siguió avanzando hasta que los junco

empezaron a desaparecer y llegó al lindero de uclaro. Pegando la barriga al húmedo suelocontinuó todo lo que se atrevió para echar uvistazo.

Tuvo que apretar las mandíbulas con fuerzpara contener un maullido de conmoción y furia. Earroyo discurría por un lado del claro, y sus aguaestaban casi estancadas por los restos de carn

fresca que habían lanzado allí para que spudrieran. Había gatos en la orilla despedazandpresas, pero no fue eso lo que encendió la ira dEstrella de Fuego.

Justo enfrente de su escondrijo, en el extremopuesto del claro, había un gran montículo dhuesos. Resplandecían como ramas desnudas baja última luz del día. Algunos eran diminuto

huesos de musaraña, no mayores que un diente



otros, tan grandes como la tibia de un zorro o uejón.

Un temblor frío atenazó el cuerpo de Estrell

de Fuego. Durante un segundo creyó que habívuelto a su sueño de los Cuatro Árboles. Recorda sangre que manaba de aquella colina de hueso su deseo de huir de terror. Pero esto era much

peor que el sueño, porque estaba sucediendo en emundo real. Y acomodado en lo alto de lmontaña, con su pelo negro contra los restoblanqueados por el sol, se hallaba Estrella d

Tigre, el líder del nuevo clan unido.Estrella de Fuego se obligó a quedarsescondido. Tenía que averiguar qué estabhaciendo Estrella de Tigre. Látigo Gris y Cuerv

e colocaron junto a él sigilosamente. A Cuervo se erizó el pelo, y Látigo Gris pareció estar a puntde vomitar.

Cuando la primera impresión comenzó

emitir, Estrella de Fuego examinó la escen



minuciosamente. El montículo estaba formado sólpor huesos de presas, no mezclado con huesos dgato como en su sueño. A un lado se hallaba e

ugarteniente del Clan de la Sombra, Patas NegraAl otro lado estaba Estrella Leopardina. La gatmiraba el claro de un extremo a otro, nerviosaEstrella de Fuego se preguntó si se arrepentía,

upuso que la ambición de la gata de hacer fuerte u clan la había cegado y no podía ver lverdadera naturaleza de Estrella de Tigre. Perofuera lo que fuese lo que sentía la antigua líder de

Clan del Río, ya era demasiado tarde parvolverse atrás. —No veo a mis hijos —susurró Látigo Gris a

oído de su líder.

Vaharina y Pedrizo tampoco estaban allí. Dhecho, la mayor parte de los gatos del clarprocedían del Clan de la Sombra, aunque Estrellde Fuego reparó en Prieto y Paso Potente

guerreros del Clan del Río. Tampoco había n



astro de ningún curandero, y se preguntó si esería importante.

Seguía contemplando la escena, demasiad

atónito para saber qué hacer, cuando Estrella dTigre se puso en pie. Algunos pequeños huesoodaron hasta el suelo con un tamborileo. Los ojo

del atigrado oscuro llamearon bajo la agonizant

uz del día cuando soltó un maullido triunfal. —¡Gatos del Clan del Tigre, acudid en torno a Colina de Huesos para una reunión del clan!

De inmediato, los gatos del claro se acercaro

al montículo para agacharse ante éespetuosamente. Otros aparecieron entre locarrizos.

—Estrella de Tigre debe de haber construid

esa colina para que se parezca a la Peña Alta —murmuró Cuervo—. Para poder mirar a su cladesde arriba.

El atigrado oscuro aguardó hasta que su

guerreros estuvieron colocados, y entonce



anunció: —Ya es hora de que empiece el juicio. ¡Trae

a los prisioneros!

Estrella de Fuego intercambió una mirada ddesconcierto con Látigo Gris. ¿De dónde habíacado prisioneros Estrella de Tigre? ¿Acaso y

había atacado al Clan del Viento?

A la orden de Estrella de Tigre, un guerrerdel Clan de la Sombra (Colmillo Roto, que habíido uno de los proscritos de Cola Rota

desapareció entre los juncos. Regresó al cabo d

un momento llevando a rastras a otro gato. Aprincipio, Estrella de Fuego no reconoció aescuálido guerrero gris con el pelo enmarañado una oreja destrozada y ensangrentada. Luego

cuando Colmillo Roto lo empujó al centro decírculo de gatos que había bajo la Colina dHuesos, se dio cuenta de que era Pedrizo.

Estrella de Fuego notó que Látigo Gris s

ponía en tensión a su lado, y alzó una pata par



advertirle que no los pusiera en peligro revelandu presencia. Látigo Gris agitó las orejas, per

permaneció quieto y en silencio, observando.

Los carrizos se separaron de nuevo. Esa vezupo al instante qué gato había llegado al clarocon el pelo lustroso y la cabeza erguidorgullosamente. Se trataba de Cebrado

«¡Traidor!», pensó, con el estómago encogido dabia.Más movimientos en el cañaveral anunciaro

a llegada de otro guerrero del Clan de la Sombra

conducía a dos gatos más pequeños, un atigradgris plata y otro de espeso pelaje gris. Estaban taflacos como Pedrizo, y entraron en el claro copasos inseguros y tambaleantes. Apretujándose e

uno contra el otro a la sombra de la Colina dHuesos, miraron alrededor con ojos desorbitado atemorizados.

Un frío gélido atenazó los músculos de Estrell

de Fuego. Los jóvenes gatos eran los hijos d



Látigo Gris: Plumilla y Borrasquino.



15

Látigo Gris gruñó desde lo más hondo de lgarganta y se dispuso a saltar.

—¡No! —exclamó Estrella de Fuego con vo

ahogada, abalanzándose sobre su amigo antes dque éste abandonase la sombra de los juncos—. SEstrella de Tigre nos ve, ¡nos hará picadillo!

Cuervo agarró a Látigo Gris por el omóplato.

—Estrella de Fuego tiene razón —siseó—¿Qué posibilidades tendríamos contra esos gatos?

Látigo Gris se retorció desesperadamentecomo si no los hubiera oído.

—¡Soltadme! —gruñó—. ¡Haré pedazos a es



cagarruta de zorro! ¡Le arrancaré el corazón! —No —repitió el líder en un susurr

angustiado—. Acabarán con nosotros si salimos d

aquí. No vamos a abandonar a tus cachorroLátigo Gris, te lo prometo, pero tenemos quesperar el momento apropiado para hacerlo.

Látigo Gris siguió debatiéndose un rato más

uego se calmó con un gruñido de aceptaciónEstrella de Fuego lo soltó, con una seña a Cuervpara que él también lo soltara.

—Escucha —murmuró—. Vamos a enterarno

de qué está pasando.Mientras estaban sujetando a Látigo GriEstrella de Tigre había empezado a hablar, y svoz había tapado el ruido de la refriega entre lo

carrizos. —Gatos del Clan del Tigre, todos conocéis ladificultades a las que tenemos que enfrentarnos. Efrío de la estación sin hojas nos amenaza. Los Do

Patas nos amenazan. Los otros dos clanes de



bosque, que aún no han comprendido las ventajade unirse al Clan del Tigre, son una amenaza parnosotros.

Estrella de Fuego sacudió la cola con furia anzó una mirada a Látigo Gris. ¡La amenaza erEstrella de Tigre! Lo único que querían el Clan deTrueno y el Clan del Viento era seguir con su

vidas en paz, de acuerdo con las antiguaradiciones del Clan Estelar y el código guerrero.Pero los llameantes ojos de Látigo Gri

estaban clavados en sus dos hijos, encogidos a

pie de la Colina de Huesos. El guerrero no reparen la mirada de su amigo. —Rodeados de enemigos como estamos —

continuó Estrella de Tigre—, debemos esta

eguros de la lealtad de nuestros propioguerreros. En el Clan del Tigre no hay sitio paros indiferentes. No hay sitio para gatos qu

puedan vacilar en la batalla o, peor todavía, qu

puedan volverse contra sus propios compañero



El Clan del Tigre no tolerará traidores!«Excepto al traidor que lo lidera —pens

Estrella de Fuego—. O a Cebrado, que habría sid

capaz de ver cómo su clan era devorado por loperros».Los gatos del claro rompieron a maullar co

aprobación. Estrella de Tigre dejó que el clamo

continuara un momento antes de pedir silencio coa cola. Las voces enmudecieron, y él empezó hablar de nuevo.

—Y por encima de todo, no toleraremos l

aberración de los gatos mestizos. Ningún guerrereal debería emparejarse nunca con un miembro dotro clan, adulterando la sangre pura que nuestroantepasados guerreros quisieron para nosotro

Estrella Azul y Látigo Gris, ambos del Clan deTrueno, incumplieron el código guerrero aemparejarse con miembros del Clan del Río. Lohijos de tales uniones, como los que veis delant

de vosotros, no son dignos de confianza.



Hizo una pausa, y su lugarteniente, Pataegras, vociferó:

—¡Basura, basura!

Cebrado recogió el testigo, y un coro de grito alaridos repitió sus palabras. En esa ocasiónEstrella de Tigre dejó que las voces se apagarapor sí solas, observando a los gatos con expresió

de tranquila satisfacción.«Él y Patas Negras deben de haber orquestadodo esto», comprendió Estrella de Fueg

horrorizado.

Advirtió que los que gritaban más eran loguerreros del Clan de la Sombra. Los gatos deClan del Río se les unieron con menos entusiasmoEstrella de Fuego supuso que quizá no estaba

otalmente de acuerdo con el líder del Clan de lSombra, pero no se atrevían a permanecer eilencio.

Los dos aprendices del Clan del Río estaba

casi pegados al suelo, como si temieran que lo



arrastrara la tempestad de la furia del clanPedrizo se agachó junto a ellos como parprotegerlos, mirando alrededor con expresió

desafiante.«¿Dónde está Vaharina? —se preguntó Estrellde Fuego—. Estrella de Tigre sabe que también ehija de Estrella Azul. ¿Qué ha hecho con ella?».

El atigrado oscuro tomó de nuevo la palabra. —Hasta ahora se ha tolerado a los gatomestizos, pero ya ha pasado el tiempo de lolerancia. En el Clan del Tigre no hay lugar par

guerreros que deben lealtad a dos clanes. ¿Cómpodemos confiar en que no traicionen nuestroecretos, o que incluso se vuelvan en nuestr

contra y nos maten? ¿Podemos esperar que el Cla

Estelar combata a nuestro lado si permitimos quos impuros de corazón y sangre se paseeibremente entre nosotros?

—¡No! —bramó Cebrado, sacando las uñas

acudiendo la cola de un lado a otro.



—No, amigos míos; ¡debemos deshacernos da abominación que habita entre nosotro

Entonces, nuestro clan volverá a estar limpio

podremos contar con el favor del Clan Estelar.Pedrizo se levantó de un salto. Estaba tan débque se tambaleó y estuvo a punto de caer, perogró mantenerse recto y encararse a Estrella d

Tigre. —Ningún gato ha puesto en duda mi lealtaamás —gruñó—. ¡Baja aquí y dime a la cara quoy un traidor!

Estrella de Fuego tuvo ganas de maullar ante edesesperado valor del guerrero gris azuladoEstrella de Tigre podría haberlo aplastado con unola zarpa, y sin embargo Pedrizo se mantuv

desafiante. —Vaharina y yo no supimos que Estrella Azuera nuestra madre hasta hace un par de lunas —declaró Pedrizo—. Hemos sido leales al Clan de

Río toda nuestra vida. ¡Qué cualquier gato qu



piense lo contrario venga aquí y lo demuestre!Estrella de Tigre movió la cola rabiosament

hacia Estrella Leopardina.

—Tuviste un criterio lamentable al elegir a esgato como lugarteniente —gruñó—. El Clan deRío está ahogándose por las malas hierbas de lraición, y debemos arrancarlas.

Para desolación de Estrella de Fuego, EstrellLeopardina inclinó la cabeza. Ese gesto revelabhasta dónde llegaba el poder de Estrella de Tigrepues aquella gata, que había sido una formidabl

íder de clan, no podía o no quería proteger a spropio lugarteniente.Aun así, las palabras del atigrado oscur

dieron esperanzas a Estrella de Fuego. Sonab

como si Estrella de Tigre fuera a desterrar Pedrizo y los dos aprendices. Si era así, él y suamigos podrían esperarlos en la frontera, listopara llevarlos al Clan del Trueno, donde estarían

alvo.



Cuando Estrella de Tigre habló de nuevo, svoz sonó comedida y fría:

—Pedrizo, te daré la oportunidad de demostra

u lealtad al Clan del Tigre. Mata a estos doaprendices mestizos.Un silencio escalofriante se abatió sobre e

claro, y Látigo Gris pegó un respingo horrorizado

Afortunadamente, los guerreros del Clan del Tigrestaban tan absortos en la escena que no lo oyeron —¡Estrella de Fuego! —susurró Látigo Gris—

Tenemos que hacer algo!

Hundió las garras en el suelo tensando lomúsculos, listo para saltar, aunque tenía los ojoclavados en su líder, como si esperara su ordepara atacar.

Cuervo se volvió hacia Estrella de Fuego, coos ojos relucientes de angustia. —¡No podemos quedarnos viendo cómo lo

matan!

Estrella de Fuego notó cómo se le erizaba e



pelo de la tensión. Sabía que no podría quedarsescondido mientras aniquilaban a los hijos dLátigo Gris a sólo unos zorros de distancia. S

odo lo demás fallaba, estaba dispuesto a dar svida en combate por salvarlos. —Esperemos sólo un momento —murmuró—

A ver qué hace Pedrizo.

El guerrero gris azulado se había vuelto haciEstrella Leopardina. —Yo sólo acepto órdenes de ti —gruñó—

Debes saber que esto no está bien. ¿Qué quiere

que haga?Estrella Leopardina pareció dudar un segundo Estrella de Fuego volvió a tener esperanzas d

que se opusiera al líder oscuro y detuviese l

destrucción de su clan. Pero tal vez habíubestimado la ambición de la gata. —Éstos son tiempos difíciles —maulló a

cabo la líder—. Mientras luchamos por sobrevivi

debemos contar con todos nuestros compañeros d



clan. No hay lugar para lealtades divididas. Haz lque te ha dicho Estrella de Tigre.

Pedrizo le sostuvo la mirada un instante má

un instante que a Estrella de Fuego se le antojó quduraba varias lunas. Luego se puso frente a los doaprendices, que se encogieron apartándose de écon los ojos vidriosos de terror.

Borrasquino dio un lametón a su hermana parconsolarla. —Pelearemos contra él —prometió—. N

dejaré que nos mate.

«Valientes palabras», pensó Estrella de Fuegdesesperado. Pedrizo era un guerrero hábil experimentado, e incluso en su estado debilitaduponía una gran amenaza para dos aprendices co

poco entrenamiento que también habían sufridcautividad y maltrato.El guerrero del Clan del Río hizo un gesto d

asentimiento hacia Borrasquino, como cualquie

mentor aprobando el valor de su aprendiz. Lueg



e volvió para mirar de nuevo a Estrella de Tigre. —¡Primero tendrás que matarme a mí, Estrell

de Tigre! —bufó.

Entornando los ojos, el atigrado oscuro hizuna seña con la cola a Cebrado. —Muy bien. Cebrado, mátalo —ordenó.El guerrero de rayas negras se preparó par

altar; hasta el último pelo de su pelaje temblabde alegría porque Estrella de Tigre le hubierdado la posibilidad de demostrar su lealtad a snuevo clan. Con un gruñido esforzado, se lanz

contra Pedrizo.Estrella de Fuego sintió lástima y miedo. Sólveía un final posible a aquel combate. El guerrergris azulado estaba tan débil que no sería riva

para Cebrado. Deseó saltar al claro y luchar aado de Pedrizo, pero sabía que, en presencia dantos gatos enemigos, sería un suicidio. Tenía qu

contenerse con la esperanza —aunque pequeña—

de salvar a los aprendices. Jamás había conocid



una experiencia peor que aquélla: tener ququedarse escondido mientras asesinaban a uamigo.

Sin embargo, Pedrizo no había perdido suhabilidades. Rápido como un rayo, se dejó caer auelo de espaldas. De ese modo, en vez d

aterrizar sobre el lomo del guerrero gris, Cebrad

e encontró con sus cuatro zarpas, que lecibieron con las uñas desenvainadas pardesgarrarle la piel.

A Estrella de Fuego se le hizo un nudo en l

garganta. Recordó un día durante su entrenamienten que la madre de Pedrizo, Estrella Azul, lenseñó a él ese mismo movimiento. «Estrella Azui puedes ver esto, ¡ayuda ahora a tu hijo!»

uplicó para sus adentros.Los dos guerreros eran una agresiva aulladora maraña de pelo que rodaba por el sueldel claro. El resto de los gatos retrocedieron par

dejarles espacio, aunque lo hicieron en el mism



ilencio escalofriante. Estaban tan concentrados ea pelea que Estrella de Fuego se preguntó si nería el mejor momento para rescatar a lo

aprendices. Pero Estrella de Tigre seguíaposentado en la cima de la Colina de Huesos, couna perfecta visión de todo el claro, y los veríacercarse fácilmente.

Pedrizo había clavado los dientes en epescuezo de Cebrado y estaba intentandacudirlo, pero el guerrero oscuro era mucho má

grande y fuerte. Pedrizo no pudo segu

ujetándolo y se separaron resollando. Cebradangraba por un corte encima del ojo izquierdo, e faltaban mechones de pelo en el costado

Pedrizo tenía el pelaje todavía más maltrecho;

cuando sacudió una de las patas delanteras, gotade sangre salpicaron el suelo. —¡Date prisa, Cebrado! —lo abucheó Pata

egras—. ¡Estás peleando como un minino casero

Con un bufido de rabia, Cebrado lanzó u



nuevo ataque, pero Pedrizo volvía a estapreparado. Desviándose a un lado, le propinó uzarpazo en el flanco al pasar y continuó con u

golpe en la pata trasera. Se tambaleó por la fuerzdel impacto, pero, para cuando Cebrado recuperel equilibrio, ya se había enderezado. Esta vez eguerrero del Clan del Río siguió atacando: derrib

a Cebrado y le clavó los colmillos en el cuello.Los ojos amarillos de Látigo Gricentelleaban; Cuervo estaba hundiendo las garraen el suelo. Estrella de Fuego sintió que l

esperanza ardía en su estómago. ¿Sería posiblque Pedrizo lograra ganar?Pero Estrella de Tigre no tenía intención d

permitir que Pedrizo escapara. Mientras Cebrad

e retorcía en vano por liberarse, el enormatigrado agitó las orejas en dirección a Pataegras.

—Acaba con eso —ordenó.

El lugarteniente del Clan de la Sombra se uni



a la pelea. Mordió a Pedrizo en el bíceps y leparó de Cebrado, agachándose para evitar la

garras del gato gris. Cebrado se levantó de u

alto e inmovilizó a Pedrizo por las patas traseramientras Patas Negras le propinaba un zarpazo ea garganta.

Pedrizo soltó un grito borboteante que dur

poco. Los dos atacantes lo soltaron etrocedieron. El cuerpo de Pedrizo se sacudiconvulsivamente mientras la sangre manaba de scuello.

Un leve gemido brotó de los gatos congregado fue cobrando fuerza hasta convertirse en un gritde triunfo. Incluso Estrella Leopardina, travacilar brevemente, se unió al griterío. Los único

en guardar silencio fueron los dos aprendices; suaterrorizados ojos estaban fijos en el guerrero quhabía muerto para salvarlos.

Estrella de Fuego sólo pudo contempla

horrorizado cómo Pedrizo se quedaba inmóvil co



el último suspiro de su cuerpo.



16

—¡No! —exclamó Látigo Gris con voestrangulada.

Estrella de Fuego se apretó más contra s

amigo. Compartía su dolor por la muerte dPedrizo y su ira porque el valor de aquel guerrerno había valido de nada en aquella pelea injusta.

Patas Negras se quedó mirando el cuerpo d

Pedrizo con satisfacción.Cebrado giró en redondo para encararse a lo

aprendices. —Estrella de Tigre —maulló—, permítem

matarlos.



Látigo Gris habría saltado entonces, pese a lque dijera Estrella de Fuego, pero, antes de qupudiera moverse, Estrella de Tigre sacudió s

cabeza cubierta de cicatrices de batalla. —¿Sí, Cebrado? Un prisionero puedvencerte, ¿y tú piensas que podrías con doaprendices?

Cebrado bajó la cabeza avergonzado. Su lídeobservó a los dos jóvenes gatos con frialdadEstaban apretujados uno contra el otro, temblandpor la conmoción. Apenas parecían darse cuent

de que sus vidas pendían de un hilo. —No —maulló Estrella de Tigre finalmente—De momento los dejaré vivir. Quizá me resulteútiles estando vivos.

Estrella de Fuego miró a Látigo Gris, que ldevolvió la mirada con una mezcla de alivio ecelo.

Estrella de Tigre llamó a Colmillo Roto.

—Llévate a los aprendices a su prisión.



El guerrero del Clan de la Sombra inclinó lcabeza y condujo a los dos aturdidos hermanos ravés de los carrizos. Los ojos de Látigo Gris lo

iguieron con avidez hasta que estuvieron fuera da vista. —La reunión ha terminado —declaró Estrell

de Tigre.

Al instante, los gatos del claro empezaron dispersarse. Estrella de Tigre saltó de la Colina dHuesos y desapareció entre los juncos, flanqueadpor Cebrado y Patas Negras. Al final sólo qued

Estrella Leopardina. La gata se acercó adesmadejado cuerpo de su antiguo lugartenientenclinó la cabeza despacio para olfatear e

desgarrado pelaje gris. Si maulló un último adió

Estrella de Fuego no lo oyó. Al cabo de umomento, la líder dio media vuelta y siguió Estrella de Tigre a través del carrizal.

—¡Ahora! —Látigo Gris se levantó de un salt

—. Tenemos que ir a rescatar a mis hijos.



—Sí, pero no hay que apresurarse —ladvirtió el líder—. Debemos asegurarnos de que han ido todos los gatos.

Su amigo temblaba por la tensión reprimida. —¡No me importa! —espetó—. Si intentadetenernos, los despellejaré a todos.

—Tus hijos están a salvo de momento —

murmuró Cuervo—. No hay por qué correiesgos.Estrella de Fuego levantó la cabez

cautelosamente por encima de los juncos. Par

entonces ya estaba bastante oscuro; la única luprocedía del Manto Plateado y del pálidesplandor de la luna, todavía baja en el cielo. Lo

olores del Clan de la Sombra y el Clan del Rí

estaban desvaneciéndose deprisa. El único sonidera el seco susurro del viento entre los carrizos.Después de agacharse de nuevo, Estrella d

Fuego susurró:

—Por ahora se han ido. Ésta es nuestr



oportunidad. Tenemos que averiguar dóndetienen a los aprendices y…

—Y llevárnoslos —lo interrumpió Látigo Gri

—. Cueste lo que cueste.Estrella de Fuego asintió. —Cuervo, ¿estás preparado para esto? Ser

peligroso.

Al solitario se le dilataron los ojos. —¿Crees que me marcharía, después de ver lque he visto? De ninguna manera. Estoy contigoEstrella de Fuego.

—Gracias. —Le dedicó un guiño dagradecimiento—. Pensaba que sería así.Tras hacer una señal con la cola a sus amigo

abrió la marcha hacia el claro. Sus pasos s

volvieron más vacilantes al abandonar el refugide los juncos. Sabía que lo que estaba haciendba contra el código guerrero, pero lo que habí

hecho Estrella de Tigre no le dejaba otr

alternativa. Ignoraba cómo sus antepasado



guerreros habían podido presenciar el asesinato dPedrizo sin hacer nada para salvarlo.

Avanzando con el cuerpo pegado al suelo, lo

res gatos llegaron al arroyo con la orilla llena dcarne putrefacta. En medio de su fría rabiaEstrella de Fuego se enfureció por aquedesperdicio de presas en la estación más dura.

—¡Mirad eso! —bufó indignado. —Podríamos rebozarnos en ésta porquería —ugirió Cuervo—. Disimularía nuestro olor.

Estrella de Fuego asintió con aprobación, y s

furia se calmó un poco. Cuervo estaba pensandcomo un guerrero. El líder se restregó contra loestos putrefactos de un conejo. Látigo Gris

Cuervo lo siguieron. Los ojos del guerrero gri

eran como esquirlas de cuarzo amarillo.Cuando los tres estuvieron cubiertos de arribabajo del olor a carroña, Estrella de Fuego snternó en el carrizal por donde Colmillo Rot

había desaparecido con los aprendices. Había u



estrecho sendero a lo largo del barro congeladocomo si por allí pasaran gatos regularmenteEstrella de Fuego tenía todos los sentidos alerta.

Al alejarse del río, en dirección a las tierrade labranza del otro lado del territorio del Cladel Río, los juncos empezaron a disminuir y eerreno se elevó. Cuando Estrella de Fuego y su

amigos llegaron al borde del cañaveral, vieroante ellos una ladera herbosa con alguna mata daulaga y de espino. Más o menos en medio de lcuesta se abría un agujero negro. Colmillo Rot

estaba sentado ante él. —Hay pisadas que se dirigen a ese agujero —murmuró Estrella de Fuego.

Látigo Gris levantó el hocico para olfatear e

aire y soltó un leve sonido de disgusto. —Gatos enfermos —maulló en voz baja—Tienes razón, Estrella de Fuego: éste es el luga—Enseñó los dientes—. Colmillo Roto es mío.

—No. —Estrella de Fuego sacudió la cola



ndicando a su amigo que se quedara donde estab—. No podemos permitirnos una pelea. El ruidatraería a todos los gatos del territorio. Tenemo

que deshacernos de Colmillo Roto de otra manera —Yo puedo hacerlo. —Cuervo amasó el suelcon las zarpas ansiosamente, pero su expresión eresuelta—. A vosotros os reconocerá, pero a mí n

me conoce.Estrella de Fuego vaciló y al cabo asintió. —¿Cómo lo harás? —Tengo un plan. —Los ojos de Cuerv

brillaron con expectación. Estrella de Fuegcomprendió que el solitario casi estabdisfrutando de la sensación de peligro, como sechara de menos tener la ocasión de emplear su

habilidades guerreras—. No te preocupes; todo irbien —aseguró el gato negro.Se incorporó para salir de entre los carrizos

ubir la ladera, con la cabeza y la cola bien tiesa

Colmillo Roto se levantó y fue a su encuentro



erizando el pelo del cuello.Estrella de Fuego se preparó para saltar si e

guerrero del Clan de la Sombra atacaba a s

amigo. Pero, aunque Colmillo Roto parecíagresivo, no hizo nada más que olfatear a Cuervcon desconfianza.

—No te conozco —gruñó—. ¿Quién eres y qu

quieres? —Te crees que conoces a todos los gatos deClan del Río, ¿verdad? —inquirió Cuervo coangre fría—. Tengo un mensaje de parte d

Estrella de Tigre.Colmillo Roto gruñó y agitó los bigoteolisqueándolo de nuevo.

—Por el gran Clan Estelar, ¡apestas!

—Pues tú tampoco hueles muy bien qudigamos —replicó Cuervo—. ¿Quieres que te del mensaje o no?

Estrella de Fuego y Látigo Gris intercambiaro

una mirada al ver que Colmillo Roto dudaba. E



íder sintió que el corazón le martilleabdolorosamente contra las costillas.

—Adelante —maulló por fin el guerrero de

Clan de la Sombra. —Estrella de Tigre quiere que vayas a verlde inmediato —anunció Cuervo—. Me hmandado para que ocupe tu puesto vigilando a lo

prisioneros. —¿Qué? —Colmillo Roto sacudió la cola concredulidad—. Sólo el Clan de la Sombr

custodia a los prisioneros. Los gatos del Clan de

Río sois demasiado blandos. ¿Por qué Estrella dTigre te ha enviado a ti y no a uno de nuestrpropio clan?

Estrella de Fuego se estremeció. Cuervo habí

cometido un error potencialmente fatal.Pero el solitario no pareció inmutarse. Dandmedia vuelta, maulló:

—Creía que ahora éramos un solo clan. Per

como quieras. Le diré a Estrella de Tigre que n



vas a ir. —No, espera. —Colmillo Roto sacudió la

orejas—. Yo no he dicho eso. Si Estrella de Tigr

quiere que vaya… ¿Dónde está? —Allá. —Cuervo señaló con la cola hacia ecampamento del Clan del Río—. Cebrado y Pata

egras están con él.

Colmillo Roto tomó una decisión. —De acuerdo —masculló—. Pero tú quédataquí fuera hasta que yo vuelva. Si detecto tapestoso olor dentro de la madriguera, te arrancar

el pellejo.Empezó a descender la ladera. Cuervo lobservó marcharse y luego subió a sentarse justdelante de la madriguera. Estrella de Fuego

Látigo Gris se agazaparon más entre los juncocuando Colmillo Roto pasó a un par de colas ddistancia. Tenía prisa, y ni siquiera se detuvo olfatear el aire mientras desaparecía por e

endero.



En cuanto se hubo ido, salieron a campabierto para reunirse con Cuervo. Látigo Gris sparó brevemente a olisquear y maulló:

—¡Sí! ¡Están ahí dentro!Acto seguido, desapareció en el interior deagujero.

Estrella de Fuego se detuvo delante de Cuervo

—¡Bien hecho!El solitario se lamió una pata y se la pasó doo tres veces por la oreja para intentar disimular sazoramiento.

—Ha sido fácil. Ese Colmillo Roto no es máque una estúpida bola de pelo. —Sí, pero sabrá que algo pasa en cuant

encuentre a Estrella de Tigre —apuntó el líder—

Quédate vigilando y avisa si ves a alguien.Tras echar una última mirada a su espalda, sanzó a la madriguera tras Látigo Gris.

Se encontró en un pasadizo largo y estrecho

excavado en el suelo arenoso. Lo engulló un



densa oscuridad al cabo de unas colas. Había upersistente olor a zorro, pero era tenue y ranciocomo si hiciera mucho que se había marchado e

ocupante original de la madriguera. Muchísimmás fuerte era el olor a miedo que se elevaba en lnegrura, el olor a gatos que ya habían perdido todesperanza.

El túnel descendía sin parar. Antes de llegar afinal, Estrella de Fuego oyó movimientos maullidos de sorpresa. Uno de los aprendiceexclamó:

—¡Papá! ¿De verdad eres tú?Al cabo de un instante, Estrella de Fuego ya nnotó el roce de las paredes del pasadizo. Aiguiente paso chocó contra las ancas de un gato

econoció a Látigo Gris por el olor. El de los doaprendices era más fuerte que nunca, y con uestremecimiento de alegría, Estrella de Fuegeconoció otro más.

—¡Vaharina! —exclamó—. Gracias al Cla



Estelar que te hemos encontrado. —¿Estrella de Fuego? —La voz de Vaharin

onó ronca y muy cerca de su oído—. ¿Qué está

haciendo aquí? —Es una larga historia —contestó el líder—Os lo contaremos todo, pero primero tenemos quacaros de aquí. Látigo Gris, ¿estás listo?

Su amigo respondió con un tenso maullidafirmativo. Aunque no podía verlo, Estrella dFuego se lo imaginó apretujado contra Plumilla Borrasquino.

—En marcha —maulló, volviéndose codificultad en la estrecha boca de la madriguerubterránea—. Vaharina, vamos a llevaros a todo

al Clan del Trueno. —Al recordar lo débiles qu

parecían Pedrizo y los aprendices, añadió—¿Podréis llegar hasta allí? —En cuanto salga de este agujero, podré llega

a cualquier sitio —maulló la guerrera co

determinación.



—Y nosotros también —intervino Plumilla. —Estupendo. Vaharina, lo lamento, pero n

hemos podido rescatar a Pedrizo… —empezó e

íder, buscando las palabras para contarle lmuerte de su hermano. —Ya lo sé —lo interrumpió la gata, con la vo

quebrada de pesar—. Me lo han contado lo

aprendices. Dicen que ha muerto valientemente. —Muy valientemente. Todo el Clan Estelar lhonrará. —Estrella de Fuego restregó el hociccontra el pelaje de Vaharina, en un gesto d

consuelo—. Vamos. Nos encargaremos de que smuerte no haya sido en vano. Estrella de Tigre nos hará daño a vosotros también.

Con el corazón desbocado, Estrella de Fueg

empezó a ascender por el túnel. Al llegar al finae detuvo a comprobar que era seguro salir, uego abrió la marcha hacia el espacio abierto

Sentía como si el rancio hedor de la prisión fuer

a quedársele pegado al pelo para siempre. Cuerv



e colocó en la retaguardia, vigilando mientradescendían la ladera.

Silenciosos como sombras, los gatos siguiero

el sendero a través del cañaveral hasta llegar dnuevo al claro. Estaba vacío, y la Colina dHuesos proyectaba su siniestra sombra hasta ecadáver de Pedrizo, todavía tendido allí bajo l

uz de la luna.Vaharina se acercó a su hermano e inclinó lcabeza para olerle el pelo. Fuera de la oscuridade la prisión, Estrella de Fuego vio que estaba ta

esquelética y desaliñada como el guerrero muertoe le notaban las costillas, y tenía el pelenmarañado y los ojos apagados de sufrimiento.

—Pedrizo, Pedrizo —murmuró la gata—. ¿Qu

voy a hacer sin ti?A Estrella de Fuego se le erizó el pelo de lensión mientras aguzaba el oído por si s

acercaba alguien, pero se obligó a darle tiempo

Vaharina para llorar la pérdida de su hermano. N



podían llevarse con ellos el cuerpo de Pedrizpara la vigilia guerrera ritual; ése iba a ser eúltimo adiós de Vaharina.

Borrasquino, que había sido aprendiz dPedrizo, se acercó también. Tocó la cabeza de smentor con la nariz antes de regresar junto a spadre.

Estrella de Fuego se acordó de Estrella Azul de cuánto había amado ella a sus hijos perdidoSe preguntó si la gata habría estado allí paracompañar a su hijo hasta el Clan Estelar. Los do

habían muerto con valor, y sus crueles muertes sdebían a la diabólica ambición de Estrella dTigre. Estrella de Fuego sintió un hormigueo poodo el cuerpo por el deseo de enfrentarse a

atigrado oscuro y hacerle pagar por sus crímenes. —Estrella de Fuego, tenemos que irnos —usurró Látigo Gris; el blanco de sus ojos brillab

bajo aquella media luz.

Sus palabras devolvieron al presente



Vaharina. Antes de que Estrella de Fuego pudiercontestar, la guerrera alzó la cabeza, lanzó unúltima mirada llena de amor a Pedrizo y fue co

os demás.Estrella de Fuego se encaminó al río a pasbrioso, sintiendo que se relajaba conforme sdesvanecía la fetidez de la Colina de Huesos y d

as presas desperdigadas. Látigo Gris ayudó a lodos aprendices, animándolos con delicadoempujoncitos y maullidos. Vaharina aguantó eitmo con valor, aunque cojeaba, pues tenía la

zarpas agrietadas y sensibles tras sencarcelamiento. Cuervo cerraba la marcha, coas orejas dirigidas hacia atrás por si alguien lo

perseguía.

La noche era silenciosa excepto por emurmullo del agua. Para cuando tuvieron el río a vista, no se habían encontrado con otros gato

Al girar en dirección a los pasaderos, Estrella d

Fuego creyó que escaparían sin que lo



descubrieran.Entonces sonó un maullido distante a través d

os carrizos, y los seis gatos se quedaron d

piedra. —¡Los prisioneros han escapado!



17

—¡Deprisa! ¡A los pasaderos! —siseó Estrella dFuego.

De haber estado solos, los gatos del Clan de

Trueno podrían haber echado a correr parescapar fácilmente del peligro, pero ninguno dellos iba a abandonar a los prisioneros. LátigGris aminoró el paso para unirse a Cuervo en l

etaguardia, mientras Estrella de Fuego intentabmeter prisa a los gatos del Clan del Río.

—¡Tendréis que dejarnos! —exclamó Vaharinin aliento—. No tiene sentido que nos capturen

odos.



—¡Jamás! —gruñó Látigo Gris—. Estamountos en esto.

Para entonces ya estaban avanzando a lo larg

de la orilla, y los gatos del Clan del Rírastabillaban en sus esfuerzos por seguir el ritmoEstrella de Fuego ya veía las ondulaciones deagua donde la corriente se veía entorpecida po

os pasaderos. Pero los maullidos que sonaban us espaldas se oían cada vez más fuertes, cuando giró la cabeza para tomar una rápidbocanada de aire, pudo captar el olor del Clan d

a Sombra. —¡Gran Clan Estelar! —susurró—. Nos estáalcanzando.

Cuando llegaron a los pasaderos, ninguno d

os gatos perseguidores había aparecido aúnEstrella de Fuego saltó a la primera piedra, luega la segunda, e hizo un gesto a Vaharina con la colpara que lo siguiera.

—¡Date prisa! —la urgió.



Vaharina flexionó las patas traseras y saltó. Sambaleó al aterrizar sobre la resbaladizuperficie, pero consiguió mantener el equilibrio

Los dos aprendices fueron detrás de ella. Estrellde Fuego se detuvo a mitad de camino a esperacon el agua del río lamiéndole las zarpas, mientraos demás saltaban tras él.

A causa de su debilidad, los gatos del Clan deRío eran demasiado lentos y tenían que pararse omar impulso a cada salto. Vaharina fue l

primera en llegar hasta Estrella de Fuego, que s

apartó hasta el borde de la piedra para dejarlcontinuar. Los dos aprendices iban algetrasados. Estrella de Fuego arañó la dura piedr

con impaciencia, aunque intentaba permanece

ranquilo. Cuando entre los juncos surgieron laprimeras siluetas de los perseguidores, se obligó no decir nada. Borrasquino estaba preparándospara saltar, y el líder clavó los ojos en él.

—Vamos —maulló con calma—. Está



haciéndolo muy bien.Pero, mientras su hermano se preparaba

Plumilla, un par de piedras por detrás, vio a lo

guerreros del Clan de la Sombra que corrían por lorilla del río. —¡Ya vienen! —maulló la aprendiza.Sobresaltado, Borrasquino calculó mal l

distancia y se quedó corto. Sus patas delanteraocaron la piedra, pero las traseras cayeron aagua. La corriente burbujeó a su alrededor, tirandde su espeso pelaje mientras él intentaba ponerse

alvo. —¡Me resbalo! —exclamó con voz ahogada—No puedo agarrarme!

Estrella de Fuego saltó a la piedra

manteniendo el equilibrio a duras penas en eescaso espacio que dejaban las zarpas delanterade Borrasquino. Cerró los dientes sobre epescuezo del aprendiz justo cuando éste perdí

agarre y se deslizaba hacia el río. Con el peso d



Borrasquino y la fuerza de la corriente, Estrella dFuego notó que sus propias patas resbalaban sobra lisa roca.

Entonces descubrió que Látigo Gris estabnadando justo detrás de su hijo, pataleandenérgicamente a través del agua helada. Eguerrero gris metió el omóplato debajo del cuerp

de Borrasquino y lo impulsó hacia arriba. Estrellde Fuego logró izarlo, y el aprendiz se quedemblando sobre la piedra.

Al lanzar una ojeada hacia la orilla opuesta

Estrella de Fuego vio que Cuervo instaba Plumilla a saltar al siguiente pasadero, mojándosas patas para dejarle espacio en la parte máeca.

Detrás de ellos, los perseguidores habíaalcanzado la primera piedra. Patas Negras iba ecabeza, acompañado de Colmillo Roto y tres cuatro guerreros más… demasiados para pelea

contra ellos.



—¡Vamos! —bramó Estrella de Fuego—Deprisa! —Empujó al tembloroso Borrasquino—

Continúa… ¡sigue a Vaharina!

Patas Negras se dispuso a saltar, con los ojofijos en el pasadero donde se encontraba Cuervoque se había colocado entre la aprendiza y eguerrero del Clan de la Sombra. A Estrella d

Fuego se le encogió el estómago. El solitario ervaliente, pero sus días de entrenamiento quedabamuy lejos, y no estaría a la altura de un guerrerexperimentado como el lugarteniente de Estrell

de Tigre.Látigo Gris empezó a nadar en dirección Cuervo. Un maullido salvaje atravesó el aircuando el resto de los guerreros del Clan de l

Sombra se situaron a lo largo de la orilla en unhilera amenazadora. —¡Sigue adelante! —le dijo Estrella de Fueg

a Vaharina—. Llévate contigo a Borrasquino. Y

voy a volver atrás.



Pero, antes de que pudiera moverse, un ferogrito de guerra brotó desde el bosque del lado deClan del Trueno. Vio tres figuras avanzando por e

otobosque: Nimbo Blanco, Tormenta de Arena Espinardo. —Gracias al Clan Estelar que… —S

nterrumpió cuando Nimbo Blanco saltó hacia e

ío echando chispas por los ojos y con las garradesenvainadas.El joven guerrero iba derecho hacia Vaharina

que estaba saltando de la última piedra a la orilla

Estrella de Fuego voló sobre los demápasaderos para interceptar al guerrero blanco. Lembistió por el costado y lo derribó.

—¡Cerebro de ratón! —espetó—. El enemig

está ahí atrás.Señaló con la cabeza al centro del río, dondLátigo Gris y Cuervo estaban enzarzados con Pata

egras en la roca central. Borrasquino estab

dándose impulso para saltar de la última piedra



a ribera, mientras que Plumilla iba agachada dos o tres pasaderos de distancia. Tormenta dArena y Espinardo se abalanzaron a las piedra

para enfrentarse a los guerreros del Clan de lSombra, mientras los aprendices se encogían pardejarlos pasar.

Tras mascullar un «Lo siento» en dirección

Vaharina, Nimbo Blanco corrió tras ellos. CuandEstrella de Fuego se disponía a seguirlos, vio quPatas Negras resbalaba de la piedra y erarrastrado por la corriente. El guerrero se hundi

brevemente bajo la superficie del agua y luegeapareció nadando con torpeza hacia el lado deClan del Río, con las orejas pegadas al cráneoLos tres gatos del Clan del Trueno y Cuervo s

arremolinaron sobre la roca central, sacando lauñas y gruñendo ferozmente a los demáperseguidores.

—No deis ni un paso más si queréis seguir co

vida —gruñó Tormenta de Arena.



Los guerreros del Clan de la Sombra squedaron dubitativos en las primeras piedraComo no estaban acostumbrados al río, no s

entían seguros sobre sus patas, y era obvio que nes apetecía iniciar un combate con los furiosogatos del Clan del Trueno.

—¡Retroceded! —ordenó Patas Negras al sal

por fin a la orilla, con el pelo chorreando—Dejad que escapen; al fin y al cabo, no son máque carroña mestiza.

Sus guerreros parecieron contentos d

obedecer, y en apenas unos instantes los gatos deClan de la Sombra habían desaparecido entre locarrizos.

Estrella de Fuego se concentró en ayudar

cruzar a los dos aprendices. Látigo Gris y Cuervos siguieron de cerca. Al examinar a sus gatos ebusca de heridas, el líder vio que Látigo Grihabía perdido un mechón de pelo del omóplato

que a Cuervo le sangraba una oreja, pero, apart



de eso, parecían ilesos. —Bien hecho, y lo digo por todos —maulló

volviéndose hacia el resto de los guerreros—

unca me había alegrado tanto de ver a alguien¿Qué os ha traído hasta aquí? —Tú —respondió Nimbo Blanco resolland

—. Ordenaste patrullas extra para vigilar la

fronteras. Habéis tenido suerte de que pasáramopor aquí ahora.Estrella de Fuego sintió que le fallaban la

patas de alivio. El Clan Estelar había mandado

a patrulla en el momento justo. —Muy bien —maulló—. Será mejor quegresemos al campamento. Estos tres gato

necesitan descansar. Cuervo, ven también co

nosotros y que Carbonilla le eche un vistazo a toreja.Se situó en la retaguardia por si al final lo

guerreros del Clan de la Sombra decidían cruzar e

ío, pero tras ellos todo estaba en silencio. A



cabo de unos instantes, Tormenta de Arena redujel paso para unirse a él.

—¿Qué ha pasado? —le preguntó—. ¿Qu

están haciendo aquí esos gatos del Clan del Río?Estrella de Fuego se detuvo para darle uametazo en la oreja.

—Los tenían prisioneros —explicó—. Si lo

hubiéramos dejado allí, Estrella de Tigre lohabría matado.Horrorizada, Tormenta de Arena volvió haci

él sus ojos verdes.

—¿Por qué? —Porque sus padres procedían de clanediferentes. Estrella de Tigre dice que los gatos ddos clanes no son adecuados para vivir en ningú

clan. —Pero ¡si sus propios hijos son de dos clanes—se indignó Tormenta de Arena.

El líder negó con la cabeza.

—No, porque Estrella de Tigre era miembr



del Clan del Trueno cuando ellos nacieron. Amenos, ésa sería su excusa. ¿Acaso crees que egran Estrella de Tigre sería padre de otra cosa qu

no fueran cachorros de sangre pura?La conmoción y la repugnancia de Tormenta dArena iban en aumento, y así lo reflejaron suojos. Luego se volvió, mostrándose comprensiv

hacia los gatos del Clan del Río. —Pobrecillos —murmuró—. ¿Dejarás que squeden en el Clan del Trueno?

Estrella de Fuego asintió.

—¿Qué otra cosa puedo hacer?La luna estaba alta y bañaba el barranco couna luz plateada cuando Estrella de Fuego y lodemás llegaron al campamento. El líder apena

podía creer que todo estuviera tranquilo allí, a tapoca distancia del claro manchado de sangre de lColina de Huesos y de la violencia desatada por lambición de Estrella de Tigre.

Pero, al llegar al claro a través del túnel d



aulagas, el espejismo de paz se hizo añicoTormenta Blanca fue corriendo hacia él coFronde Dorado pisándole los talones. El guerrer

más joven parecía destrozado. —¡Gracias al Clan Estelar que has vueltoEstrella de Fuego! —exclamó—. Se trata de ZarpTrigueña… ¡ha desaparecido!



18

—¿Desaparecido? —repitió Estrella de Fuego—¿Qué ha ocurrido?

—No estamos seguros. —Tormenta Blanc

estaba más calmado que Fronde Dorado, pero suojos delataban preocupación—. Zarzo ha sido eprimero en decir que no la encontraba. Pensé questaba exagerando, pero aun así registramos e

campamento. Zarpa Trigueña no está aquí, y nadia ha visto marcharse.

—¡Es culpa mía! —exclamó Fronde Dorad—. Yo soy su mentor.

—No es culpa tuya —lo tranquilizó Torment



Blanca—. Yo te mandé salir en una partida dcaza. Nadie espera que estés en dos lugares a lvez.

Fronde Dorado negó con la cabeza codesesperación. —Traedme a Zarzo —ordenó Estrella d

Fuego, y Espinardo corrió hacia la guarida de lo

aprendices.Mientras aguardaba, mandó a Cuervo y a lores gatos del Clan del Río que fueran a ver

Carbonilla. Látigo Gris se marchó con ellos par

explicar lo sucedido y para asegurarse de que suhijos iban a estar bien. Aunque el guerrero griestaba helado y empapado por el agua del río, sóle preocupaba por sus hijos, y mientras cruzaba

el claro se mantuvo pegado a ellos como unmponente sombra. —No sé qué pensar —maulló Tormenta Blanc

cuando los demás se fueron—. Quizá a Zarp

Trigueña se le haya metido alguna idea en l



cabeza y haya salido sola. Podría estar atrapada herida en alguna parte…

—O podría estar en el Clan de la Sombra —l

nterrumpió Fronde Dorado con el pelo erizado—Estrella de Tigre podría haberla secuestrado! —Pero Estrella de Tigre está en el territori

del Clan del Río —repuso Estrella de Fueg

quedamente—. Al igual que Patas Negras Cebrado. —Vio que Tormenta Blanca agitaba laorejas sorprendido, y supo que tendría quexplicárselo todo a su lugarteniente tan pront

como pudiera. —Podría haber mandado a otro gato a hacer erabajo sucio —intervino Nimbo Blanco.

—¿Habéis captado el olor del Clan de l

Sombra alrededor del campamento? —le preguntEstrella de Fuego a su lugarteniente—. ¿O el deClan del Río?

El guerrero veterano negó con la cabeza.

—Sólo el olor de nuestros propios gatos.



—Entonces suena como si Zarpa Trigueña shubiera marchado voluntariamente —maulló eíder—. Quizá sólo le apeteciera cazar a sola

para variar.Pero no pudo evitar recordar el incidentprevio a su partida del campamento, cuando ZarpTrigueña estaba furiosa con Orejitas porque éste l

había comparado con su padre. Estrella de Fuege preguntó si tal vez no había sabido juzgar ldolida que se sentía la aprendiza.

Dejó de darle vueltas al tema cuando lleg

Zarzo. —Cuéntame qué ha hecho Zarpa Trigueñantes de desaparecer.

—Sólo las tareas habituales de los aprendice

—Zarzo sonaba nervioso; sus ojos ámbar se veíadilatados y confundidos—. Estuvimos renovandel lecho de los veteranos y les llevamos carnfresca. Luego fui a pedirle a Carbonilla un poco d

bilis de ratón para aplicarla sobre una garrapat



que Orejitas tenía en el pelo. Al regresar a lguarida de los veteranos, Zarpa Trigueña se habído, y desde entonces no he vuelto a verla.

—¿Dónde la has buscado? —He mirado en el sitio donde recogemomusgo para los lechos, pero no estaba allí. Y hdo a la hondonada de entrenamiento.

Estrella de Fuego asintió. —¿Les habéis preguntado a los veteranos sZarpa Trigueña les había dicho algo?

—Sí —respondió Tormenta Blanca—. Pero n

ecordaban nada fuera de lo normal. —¿Y qué hay de Flor Dorada? —continuó eíder—. ¿Zarpa Trigueña le ha dicho alguna cosa?

Tormenta Blanca negó con la cabeza.

—Flor Dorada estaba fuera de sí. La hmandado con Musaraña a buscar hacia el pinaTodavía no han regresado.

—¿Habéis intentado seguir el rastro de Zarp

Trigueña?



—Sí, por supuesto —contestó Fronde Dorad—. Lo hemos seguido hasta lo alto del barrancopero después se perdía su olor.

Estrella de Fuego vaciló. Lo que más deseabera creer que había una explicación fácil para lausencia de Zarpa Trigueña. Estaba mal deseaque la joven gata sencillamente estuviera herida e

alguna parte, pero eso era preferible a sus peoreemores: que Zarpa Trigueña se había ido popropia voluntad a reunirse con su padre.

—Lo intentaré de nuevo —decidió—

Probablemente sea demasiado tarde, pero… —Yo te acompañaré —se ofreció NimbBlanco.

Estrella de Fuego le hizo un gesto d

agradecimiento; Nimbo Blanco era uno de lomejores rastreadores del clan. —De acuerdo —maulló—. Tormenta d

Arena, Espinardo, venid vosotros también.

Estrella de Fuego dirigió de nuevo l



expedición fuera del campamento. Iba caarrastrando las patas de agotamiento; ya habíranscurrido la mitad de la noche y aún no habí

dormido. Nada le habría gustado más quacomodarse en su guarida con una pieza de carnfresca, pero se imaginaba que pasaría bastantiempo antes de que pudiera hacerlo.

Detectó el débil rastro de Zarpa Trigueña en ebarranco, pero lo perdió al llegar a lo alto, come había sucedido a Fronde Dorado. Empezó ospechar que la joven habría ido saltando de roc

en roca, donde su olor no perduraría, para aconfundir a los gatos que intentaran seguir sastro. Volvieron a invadirlo sus peores temore

¿realmente Zarpa Trigueña sería tan desdichada e

el Clan del Trueno como para marcharse?De repente oyeron un maullido de NimbBlanco que provenía de los arbustos en lo alto debarranco:

—¡Por aquí! ¡Zarpa Trigueña se ha ido po



aquí!Cuando Estrella de Fuego se reunió con é

ambién pudo captar un tenue rastro de l

aprendiza. Él y Nimbo Blanco lo siguieronternándose entre los árboles, con la nariz pegadal suelo, concentrados en distinguir el olor a felinentre todos los olores a presas, que eran má

ntensos y los distraían. Al rastro de ZarpTrigueña no se unía el de ningún otro gato. Hastallí, por lo menos, la joven había estado sola.

Luego, en el lindero de un claro, volvieron

perder el rastro, y ni siquiera el agudo olfato dimbo Blanco consiguió recuperarlo.Se había levantado un fuerte viento que traí

nubes y les alborotaba el pelo. Mientras Estrell

de Fuego iba de un lado al otro del claro, en uúltimo esfuerzo por hallar de nuevo el olor dZarpa Trigueña, empezó a caer una lluvia helada.

—¡Cagarrutas de ratón! —bufó Nimbo Blanc

—. Ahora sí que hemos terminado.



Estrella de Fuego coincidió a su pesar. Tralamar a Tormenta de Arena y Espinardo, qu

estaban buscando por su cuenta, maulló:

—Volvamos al campamento. Ya no podemohacer nada más.Tormenta de Arena se quedó quieta un instante

mirando en la dirección a la que parecía llevar e

astro oloroso. —Da la impresión de que iba hacia los CuatrÁrboles.

Estrella de Fuego se dijo que eso tenía sentido

Los Cuatro Árboles era el sitio obvio al que ir sZarpa Trigueña quería encontrarse con un gato dotro clan, o internarse en el territorio de otro clanSentía un hormigueo por todo el cuerpo, u

hormigueo de miedo. Ya no podía seguconvenciéndose de que Zarpa Trigueña se habíextraviado al salir de caza sola, y en las miradade inquietud de sus acompañantes vio qu

compartían su convicción: Zarpa Trigueña se habí



do al Clan de la Sombra.Cuando la patrulla regresó al campamento

Fronde Dorado y Zarzo seguían en el claro

esperando angustiados. Se les habían unido lmadre de los aprendices, Flor Dorada, Musaraña. Los cuatro gatos estaban empapados parecían desesperados bajo la lluvia que ahor

caía con más fuerza. —¿Y bien? —le preguntó Flor Dorada cuandEstrella de Fuego se le acercó—. ¿Qué habéiencontrado?

—Nada —respondió el líder en voz baja—o sabemos dónde está Zarpa Trigueña. —Entonces, ¿por qué no estáis ahí fuer

buscándola? —espetó la gata con voz cortante.

El líder negó con la cabeza. —No podemos hacer nada en la oscuridad loviendo. Tu hija podría estar en cualquier parte.

—A ti no te importa, ¿verdad? —La voz d

Flor Dorada sonó aguda de rabia—. ¡Crees qu



Zarpa Trigueña se ha marchado voluntariamenteNunca te has fiado de ella!

Estrella de Fuego quiso contestar, conscient

de que la acusación era cierta en parte, pero FloDorada no esperó; giró en redondo y desaparecibajo las ramas de la guarida de los guerreros.

—¡Espera! —exclamó Estrella de Fuego, per

ella no hizo ni caso. —Flor Dorada no sabe lo que está diciendo —maulló Tormenta de Arena, comprensiva—. Iré ranquilizarla. —Y entró en la guarida tras l

guerrera.Exhausto y descorazonado, Estrella de Fuege volvió hacia Zarzo, esperando una acusacióimilar de su parte. Pero su aprendiz guard

ilencio; la expresión de sus ojos ámbar erndescifrable. —No pasa nada, Estrella de Fuego —maull

al cabo—. Sé que has hecho todo lo que ha

podido. Gracias. —Con la cabeza gacha



arrastrando la cola, Zarzo se encaminó a la guaridde los aprendices.

Estrella de Fuego lo observó irse. Lo invadi

el agotamiento; parecía que hacía lunas que LátigGris le había propuesto ir al Clan del Río a ver us hijos. Una gélida aurora grisácea empezaba

asomar en el cielo. Estrella de Fuego necesitab

descansar desesperadamente, pero tenía pendientuna tarea más. Debía visitar a Carbonilla asegurarse de que los gatos del Clan del Río ibaa recuperarse de su espantosa experiencia.

Mientras cruzaba el claro hacia la guarida da curandera, sintió que renacían sus dudas sobru liderazgo. Un guerrero desterrado, que habído a unirse a su enemigo, y estaba dispuesto

matar para demostrar sus nuevas lealtades. Unaprendiza desaparecida. Y todo el bosquatrapado en un terror y un odio inimaginables. Lvisión de sí mismo con la melena del Clan de

León que había visto en el arroyo le parecía



unas de distancia. Si el Clan Estelar lo habíelegido realmente para grandes cosas, no pudevitar preguntarse si no habrían escogido al gat

nadecuado.

Plantado en la Peña Alta, Estrella de Fueg

contempló cómo su clan salía de las guaridas. Era mañana siguiente, y había convocado uneunión para explicar a sus guerreros lo sucedido

así como la presencia de los gatos del Clan de

Río.Vaharina y los dos aprendices estaban sentadoal pie de la Peña Alta, con Látigo Gris Carbonilla. A Estrella de Fuego lo alegró ver qua parecían más fuertes, como si estuvieraecuperando las energías tras una buena comida

con los cuidados de Carbonilla.Cuervo se había marchado al amanecer, con l

oreja herida envuelta en tela de araña y un fulgo



en los ojos al recordar la pelea sobre lopasaderos.

—Es sorprendente cómo me ha servido e

viejo entrenamiento —le había dicho a Estrella dFuego—. No me había olvidado de lomovimientos de lucha.

—Estuviste magnífico —ronroneó el líder—

Eres un verdadero amigo para el Clan del Trueno. —Ahora que Estrella de Tigre está intentandhacerse con todo el poder, creo que el Clan deTrueno necesita a todos los amigos que pued

conseguir —repuso el solitario muy serio.Cuervo pasó unos momentos junto a la tumbde Estrella Azul, y luego se había ido a su granjcercana a las Rocas Altas. Estrella de Fuego s

preguntó si necesitaría llamarlo de nuevo parpedirle ayuda. Los enemigos de Estrella de Tigrendrían que unirse para expulsar al atigrado de

bosque… aunque Estrella de Fuego sabía que en l

última confrontación debería estar solo.



Esperó hasta que todos los gatos del clan sacomodaron alrededor de la Peña Alta, y entonceempezó a hablar:

—A estas alturas, todos habéis oído ya quLátigo Gris, Cuervo y yo fuimos anoche aerritorio del Clan del Río.

Describió la Colina de Huesos y las presas e

descomposición esparcidas por el claro, y cómEstrella de Tigre había espoleado el odio de suguerreros hacia los gatos mestizos. Le tembló lvoz al narrar el asesinato de Pedrizo, y los gato

del clan se estremecieron y se encogieron contra euelo, compartiendo su espanto.Manto Polvoroso gruñó: —¿Por qué no atacamos ahora mismo al Cla

de la Sombra, como venganza? —Porque no es tan sencillo —contestEstrella de Fuego—. Nuestro clan no puedenfrentarse contra el Clan de la Sombra y el Cla

del Río juntos y esperar ganar.



—Podríamos intentarlo —replicó NimbBlanco, levantándose de un salto.

—Pero ¿dónde atacaríamos? —inquirió e

íder—. En el campamento del Clan del Río habrguerreros de ambos clanes, y no espero quEstrella de Tigre haya dejado desprotegido spropio campamento. Yo siento lo mismo qu

vosotros —continuó—. No me gusta lo que esthaciendo Estrella de Tigre y temo lo que puedhacer en el futuro. Me gustaría saber qué es lo quel Clan Estelar quiere que hagamos, pero d

momento no me ha dicho nada al respectoCarbonilla, ¿a ti te ha hablado el Clan Estelar?La curandera alzó la vista hacia él. —No, todavía no.

Sacudiendo las orejas con rabia, NimbBlanco volvió a sentarse, y Centella se restregcontra su omóplato para tranquilizarlo.

En esa breve pausa, Estrella de Fuego s

preguntó si era cierto decir que no había recibid



ningún mensaje del Clan Estelar. Había tenido unvisión de sí mismo en el arroyo, envuelto en eesplendor del Clan del León. Volvió a recordar l

profecía de Estrella Azul: «Cuatro se tornarán doEl león y el tigre se enfrentarán en combate».Lo entendió de pronto, y esa certeza fue com

un rayo de sol brillando a través de las rama

Cuatro clanes se convertirían en dos; ¿significabeso que el Clan del Trueno debía unirse al Cladel Viento?

—¡Seguimos aquí, Estrella de Fuego! —

exclamó Manto Polvoroso, sacándolo de supensamientos.El líder se sobresaltó. —Lo lamento —maulló—. Os he convocad

aquí para dar la bienvenida a los tres gatos deClan del Río que rescatamos. Todos conocéis ya Vaharina, y a Plumilla y Borrasquino, los hijos dLátigo Gris. Creo que deberíamos ofrecerles u

ugar en el Clan del Trueno hasta que sea segur



para ellos regresar a su hogar.En el claro brotaron murmullos al oír s

propuesta. Estrella de Fuego vio que la mayoría d

os gatos estaban de acuerdo, pero unos pocoparecían dubitativos.Rabo Largo fue el primero en expresar su

dudas:

—Todo eso está muy bien, Estrella de Fuego, iento mucho todo lo que han tenido que sufripero, si se quedan aquí, ¿qué van a comerEstamos en mitad de la estación sin hojas. Ya no

está costando mucho alimentarnos a nosotromismos. —¡Yo cazaré para ellos! —Látigo Gris dio u

alto para encararse al clan—. Puedo alimentarlo

a los tres, y a parte del clan también. —No somos criaturas desvalidas, ¿sabéis? —ntervino Vaharina—. Dadnos un día o dos parecuperar fuerzas y cazaremos para nosotros

para vosotros.



Musaraña se levantó para dirigirse a Estrellde Fuego:

—No se trata de quién va a cazar. Est

estación sin hojas está siendo más dura de lhabitual a causa del incendio. Todos tenemohambre, y necesitaremos toda la energía qupodamos tener si hay que combatir a ese Clan de

Tigre. Yo digo que deberían irse a su casa.Tormenta de Arena se puso en pie de un saltantes de que Estrella de Fuego pudiera hablar.

—¡No pueden irse a casa! —declaró—. ¿E

que no estabas escuchando? Si lo hacen, loasesinarán, al igual que a Pedrizo. —¿Quieres que se sepa que el Clan del Truen

manda gatos a la muerte? —añadió Frond

Dorado.Musaraña se miró las zarpas, y se le erizó epelo de ira.

Tormenta Blanca maulló sosegadamente:

—Vale la pena mencionar que estos tres gato



comparten sangre del Clan del Trueno. Tienederecho a pedirnos asilo.

Desde su aventajada situación, en la cima de l

Peña Alta, Estrella de Fuego vio que una oleadde conmoción recorría a los gatos; todos miraron Vaharina, que era como una sombra viviente de santigua líder. Recordando la hostilidad de alguno

de ellos cuando Vaharina y Pedrizo estabacompartiendo lenguas con la difunta Estrella Azupensó que Tormenta Blanca estaba arriesgándosmucho al sacar el tema.

Pero en esta ocasión no hubo hostilidadncluso Musaraña y Rabo Largo guardaroilencio. Lo sucedido junto a la Colina de Hueso

había inclinado las simpatías del clan hacia lo

gatos del Clan del Río. Los guerreros se relajaroconforme se mitigaba la conmoción, y hubalgunos murmullos de aprobación hacia lo quhabía dicho Tormenta Blanca.

Estrella de Fuego bajó la vista hacia los gato



del Clan del Río, que estaban al pie de la PeñAlta con Látigo Gris y Carbonilla.

—Bienvenidos al Clan del Trueno —maulló.

Vaharina inclinó la cabeza con agradecimiento —Gracias, Estrella de Fuego. Nuncolvidaremos esto.

—Era lo correcto. Sólo espero que pronto o

intáis completamente bien. —Estarán bien —intervino Carbonilla—. Lúnico que necesitan es buena comida y un lugacaliente donde dormir.

—Sí, en aquel horrible agujero no teníamoechos —se lamentó Plumilla, con los ojodilatados de espanto.

—Ya no tienes que pensar más en eso —le dij

Vaharina con un lametazo consolador—. Sólconcéntrate en ponerte fuerte de nuevo. En cuantestés en forma, tendremos que retomar eentrenamiento.

Estrella de Fuego recordó que Vaharina era l



mentora de Plumilla. Estaba pensando en ladificultades de entrenar a un aprendiz en un terrendesconocido, cuando Látigo Gris lo sacó de su

pensamientos. —Pedrizo era el mentor de Borrasquino, quahora necesitará otro. ¿Te parece bien si yo ocupu lugar?

—Buena idea —aprobó Estrella de Fuego, y svio recompensado al ver un brillo de orgullo alegría en los ojos de Látigo Gris mientras miraba su hijo—. Celebraremos la ceremonia d

nmediato. No estaba seguro de si era necesario, tenienden cuenta que Borrasquino no era realmentmiembro del clan, pero algo en su interio

anhelaba contactar con el Clan Estelar a través dos antiguos ritos familiares.Tras bajar de un salto de la Peña Alta, llamó

Borrasquino con la cola. El aprendiz se coloc

ante él, todavía con patas temblorosas pero con l



cabeza bien erguida. —Borrasquino, tú ya has comenzado t

aprendizaje —empezó Estrella de Fuego—

Pedrizo fue un noble mentor, y el Clan del Truenamenta su pérdida. Ahora debes continuaaprendiendo las habilidades de un guerrero con unuevo mentor. —Tras volverse hacia Látigo Gri

prosiguió—: Látigo Gris, tú continuarás con eentrenamiento de Borrasquino. Has soportado eufrimiento con el temple de un guerrero, y esper

que transmitas a este aprendiz todo lo que ha

aprendido.Látigo Gris asintió solemnemente y se acercó u hijo para entrechocar las narices. Estrella d

Fuego intercambió una mirada con Fronde Dorado

e notaba que al joven guerrero lo alegraba que sviejo mentor tuviera un nuevo aprendiz.Estrella de Fuego dio por finalizada la reunión

Al mirar alrededor, vio a Tormenta de Arena n

muy lejos de él.



—Tormenta de Arena, quería pedirte un favorLa gata melada lo miró. —¿De qué se trata?

—De Vaharina. Aquí le costará enseñaadecuadamente a Plumilla. No conoce los lugarede entrenamiento, ni los peligros, ni los mejoreitios en que encontrar presas.

Estrella de Fuego dudó, no muy seguro de qufuera buena idea lo que iba a proponer. No hacímucho, había escogido a Fronde Dorado commentor de Zarpa Trigueña, y Tormenta de Arena s

había ofendido abiertamente porque la hubiesninguneado. También podría ofenderse por snueva idea.

—Sigue —maulló la guerrera.

—Yo… yo quería preguntarte si ayudarías Vaharina con el entrenamiento de Plumilla. No sme ocurre nadie mejor que tú para eso.

Tormenta de Arena le dedicó una larga mirad

pensativa.



—¿Crees que puedes convencerme cohalagos?

—Yo no…

Tormenta de Arena soltó un ronroneo risueño. —Bueno, quizá sí puedas. Por supuesto que layudaré, estúpida bola de pelo. Hablaré con ellahora mismo.

Estrella de Fuego se sintió aliviado. —Gracias, Tormenta de Arena.Lo interrumpió un estridente maullido. Lo

gatos que seguían en el claro estaban mirand

hacia el túnel de aulagas. Estrella de Fuego npodía ver qué los había alarmado, pero captó eolor metálico de la sangre en el aire, y también uolor a gato intruso.

Abriéndose paso entre sus guerreros, fue hasta entrada del claro. Por el túnel salió cojeando ugato tan malherido que estaba irreconocible. Lmanaba sangre de un largo corte en el costado

Tenía el pelo apelmazado con arena y polvo, y u



ojo cerrado.Por fin, Estrella de Fuego consiguió distingu

un pelaje oscuro y moteado bajo la suciedad y e

olor del Clan del Viento. El recién llegado erEnlodado, casi incapaz de mantenerse en pie ddolor y agotamiento.

—¡Enlodado! —exclamó Estrella de Fuego—

¿Qué ha ocurrido?El gato se tambaleó hacia él. —¡Tienes que ayudarnos, Estrella de Fuego

—exclamó con voz estrangulada—. ¡El Clan de

Tigre está atacando nuestro campamento!



19

Estrella de Fuego ascendió la ladera que conducíal territorio del Clan del Viento desde los CuatrÁrboles. Tras él avanzaba una patrulla con alguno

de sus guerreros: Látigo Gris, Fronde DoradoTormenta de Arena, Nimbo Blanco y MantPolvoroso con su aprendiz, Ceniciento. No shabía atrevido a llevar más gatos para ayudar a

Clan del Viento. Había dejado a Tormenta Blanca cargo del campamento con todos los demáguerreros, por si acaso Estrella de Tigre planeabatacarlos también. Sus patas rozaban la mullid

vegetación del páramo mientras corría hacia e



campamento del Clan del Viento. Un frío viento laplastaba el pelo, llevándole el distante olor deClan de la Sombra. Aunque sabía que todaví

estaba demasiado lejos, imaginó que podía oír logritos de batalla mientras los guerreros de Estrellde Tigre caían sobre el desprevenido Clan deViento.

—Llegaremos demasiado tarde —resollLátigo Gris a su lado—. ¿Cuánto le habrá costada Enlodado llegar hasta nosotros, malherido comestaba?

El líder no malgastó aliento en respondeSabía que Látigo Gris tenía razón. Aquélla no era primera vez que el Clan del Trueno corría

ayudar al Clan del Viento contra una alianza de

Clan del Río y el Clan de la Sombra. Aunque eaquella ocasión los habían avisado con tiempo habían logrado expulsar a los atacantes. Ahorapara cuando alcanzaran el campamento del Cla

del Viento, la batalla podría haber terminado, per



aun así Estrella de Fuego sabía que debíantentarlo. El código guerrero, su amistad co

algunos miembros del Clan del Viento y l

urgencia de unirse para hacer frente al Clan deTigre; todo eso lo obligaba a guiar a sus guerreroal rescate tan deprisa como pudiera.

Al acercarse más, advirtió que el olor del Cla

de la Sombra estaba mezclado con algo del Cladel Río, formando un nuevo olor que comprendique era el distintivo del Clan del Tigre. Estaban lbastante cerca para oír maullidos de gato

peleando, pero el silencio le atenazó el corazócomo una garra fría. La batalla debía de habefinalizado. El líder redujo el paso y trepó con suguerreros la última cuesta hacia el campamento

con el estómago encogido de miedo por lo qupodrían encontrar.Estrella de Fuego se deslizó sigilosamente a l

alto, desde donde podría contemplar e

campamento. En el aire había un fuerte olor a



Clan del Viento, junto con el acre de la sangre y emiedo. Un único alarido espeluznante quebró eilencio cuando Estrella de Fuego llegó a la cima

vio lo que Estrella de Tigre había hecho.La hondonada donde los gatos del Clan deViento tenían su campamento estaba bordeada darbustos de aulaga. Las espinosas ramas todaví

exhibían algunas flores amarillas. Más allá, en ecentro del claro, Estrella de Fuego vio gatoapiñados y casi inmóviles. Mientras loobservaba, una reina de color carey levantó l

cabeza y soltó otro escalofriante maullido. —¡Flor Matinal! —exclamó Estrella de FuegoHaciendo una señal con la cola a sus guerrero

para que lo siguieran, bajó corriendo entre lo

arbustos hasta el campamento. Al irrumpir en eclaro, se encontró frente al líder Estrella Alta. Egato blanco y negro tenía el pelo desgarrado cubierto de polvo, y arrastraba la cola d

agotamiento.



—¡Estrella de Fuego! —Su voz sonó ronca ddolor—. Sabía que vendrías.

—No lo bastante pronto. Lo lamento.

El líder del Clan del Viento negó con la cabezcon impotencia. —Has hecho lo que has podido. —Se volvi

hacia los gatos encogidos en el claro, demasiad

conmocionados o heridos para moverse—. Ya veo que ha hecho Estrella de Tigre. —Cuéntanos qué ha sucedido —le pidi

Látigo Gris.

Estrella Alta agitó las orejas. —Estrella de Tigre y sus guerreros llegarohasta nosotros a hurtadillas… sin previo aviso. Ecualquier caso, eran demasiados para lucha

contra ellos.Estrella de Fuego dio unos pasos, sintiendque se le revolvía el estómago. Ninguno de loguerreros del Clan del Viento había escapado si

heridas. El lugarteniente Rengo estaba tendido mu



quieto, sangrando por un tajo en el costado. Cercde él estaba la guerrera Corriente Veloz, cuypelaje gris claro le colgaba del omóplato e

irones. Tenía la vista perdida, como si no pudiercreer lo que había pasado.Estrella de Fuego tampoco podía creerlo

Aquel ataque se había producido sin media

ninguna provocación; no había habido ningunadvertencia en la última Asamblea; y Estrella dTigre no había ganado ningún territorio para sclan. El propósito del ataque no era otro qu

nfundir miedo en los gatos del Clan del Viento. —Hola, Estrella de Fuego —lo saludó undébil voz.

Al darse la vuelta, el líder del Clan del Truen

vio a su viejo amigo Bigotes. El guerrero marróestaba tendido de lado, con profundas heridas eel cuello y el omóplato. Cascarón, el curanderdel Clan del Viento, estaba aplicándole telas d

araña, pero la sangre seguía saliendo lentamente.



—Bigotes… —Estrella de Fuego enmudecióin saber qué decir.

A su amigo le relucían los ojos de dolor.

—No es tan malo como parece —gruñó—Deberías haber visto al otro. —Ojalá hubiéramos llegado a tiempo —

maulló Estrella de Fuego.

—Sí. Ojalá. Mira ahí.Bigotes giró la cabeza y Cascarón le espetó: —¡No te muevas!Estrella de Fuego siguió la mirada del guerrer

herido. Flor Matinal, la reina que antes maullabestridentemente, estaba acurrucada sobre el cuerpnerte de otro gato. Era un cuerpo pequeño y tení

desgarrado el pelaje blanco y canela.

—No… —A Estrella de Fuego se le hizo unudo en la garganta—. No puede ser Erguino. —Estrella de Tigre lo ha matado —cont

Bigotes con la voz tensa de rabia—. Lo h

nmovilizado en el centro del claro, con todos su



guerreros alrededor para que ninguno pudiéramoacercarnos lo bastante para detenerlo. Ha… hdicho que iba a matarlo para enseñarnos al resto l

que nos esperaba si nos negábamos a unirnos a élEstrella de Fuego cerró los ojos, incapaz doportar la sangrienta escena, pero lo único qu

pudo ver fue la imagen del enorme líder del Cla

del Tigre, sujetando al desvalido aprendimientras desafiaba a los guerreros del Clan deViento. Lo recorrió un escalofrío. Recordó cuandLátigo Gris y él fueron en busca del Clan de

Viento para devolverlos a su hogar, después dque el Clan de la Sombra los hubiera empujado aexilio. Estrella de Fuego había cargado coErguino, entonces un cachorrito diminuto, a travé

del Sendero Atronador.Y todo eso se había echado a perder ahora, poculpa de Estrella de Tigre. Se preguntó si ésthabría escogido a Erguino deliberadamente porqu

conocía el vínculo especial que él tenía con e



aprendiz.Tras volver en sí, abrió los ojos y se separó d

Bigotes para acercarse cuidadosamente a Flo

Matinal. Al llegar a su lado, le tocó el omóplatcon la nariz para llamar su atención.La gata alzó la vista; sus hermosos ojo

estaban empañados de dolor.

—Estrella de Fuego —susurró—. Jamás pensque habías salvado a mi hijo para esto. ¿Qué noha hecho el Clan Estelar?

El joven líder se agachó junto a ella

apretándose contra su costado para reconfortarla, pegó el hocico al pelaje de Erguino. —Estaba convirtiéndose en un magnífic

guerrero —murmuró.

Levantó la cabeza al oír a otro gato; se tratabde Látigo Gris. Su amigo también se inclinó parocar el pelaje de Erguino, maullando una

palabras de consuelo a Flor Matinal.

—Estrella de Fuego, ¿qué quieres qu



hagamos? —preguntó Látigo Gris al terminar—o podemos dejarlos así.

Tras dar un último lametón afectuoso a Flo

Matinal, Estrella de Fuego se puso en pie paralejarse con su amigo. —Llévate a dos o tres gatos de patrulla —

ordenó—. Y también a uno o dos del Clan de

Viento, si es que hay alguno en condiciones. Elloconocerán sus propias fronteras mejor qunosotros. Aseguraos de que no quedan guerrerodel Clan del Tigre acechando por ahí. S

encontráis alguno, ya sabes lo que tenéis quhacer: echadlo, o matadlo si es necesario. Yvolved con toda la carne fresca que podáis. EClan del Viento necesita comer, y ahora no so

capaces de cazar solos. —Entendido —maulló Látigo Gris.Llamó a Tormenta de Arena, Nimbo Blanco

Manto Polvoroso, y fue a pedirle a Estrella Alt

permiso para patrullar en su territorio. El líder de



Clan del Viento se lo concedió agradecido ordenó a Manto Trenzado, que había escapado coalgunos repelones y arañazos, que los acompañar

para enseñarles los mejores sitios para cazar. —Tenemos que hablar —le dijo Estrella Alta Estrella de Fuego mientras veían marcharse a lpatrulla—. Estrella de Tigre ha dejado un mensaj

para ti.El joven líder plantó las orejas. —¿Un mensaje? —Quiere que nosotros dos nos reunamos co

él mañana en los Cuatro Árboles, cuando el soesté en lo más alto —anunció el viejo líder—Dice que está cansado de esperar. Quiere sabenuestra decisión sobre si vamos a unirnos o no a

Clan del Tigre… y nos ha mostrado qué nos hará o rechazamos.Señaló con la cola a los guerreros heridos y e

cuerpo inerte del aprendiz muerto; en aquel simpl

gesto estaba contenido todo su pesar.



Estrella de Fuego lo miró a los ojos, y los doíderes intercambiaron una larga mirada d

entendimiento.

—Preferiría morir a unirme al Clan del Tigr—declaró al cabo Estrella de Fuego. —Y yo —coincidió Estrella Alta—. Me alegr

oírte decir eso. Estrella Azul acertó contigo desd

el primer momento. Muchos gatos pensaban queras demasiado joven e inexperto cuando tnombró su lugarteniente, pero ahora estámostrando tu categoría. El bosque necesita gato

como tú.Estrella de Fuego bajó la cabeza, azorado poa inesperada alabanza.

—Entonces… nos veremos mañana en lo

Cuatro Árboles.Estrella Alta asintió muy serio. —Acéptame un consejo, Estrella de Fuego

leva algunos guerreros contigo. Cuando no

neguemos a unirnos a Estrella de Tigre, imagin



que él no nos dejará marchar sin pelear.Estrella de Fuego notó un escalofrío hasta l

punta de la cola. El líder veterano tenía razón.

—En ese caso, si tenemos que hacerlo¿pelearemos juntos? —preguntó. —Juntos —prometió Estrella Alta—. Nuestro

clanes se unirán como un león para combatir a

igre que ronda nuestro bosque.Estrella de Fuego se quedó mirándolo sipestañear, asombrado. Estrella Alta no podíconocer la profecía de Estrella Azul ni la visió

que él había tenido junto al arroyo. Y, sin embargohabía repetido las palabras de la profecía: «Cuatre tornarán dos. El león y el tigre se enfrentarán e

combate». ¿Habría hablado también el Cla

Estelar con el líder del Clan del Viento? Lo quucedía entre el líder de un clan y los espíritus dos antepasados era privado, pero aquello lecordó a Estrella de Fuego que ambos era

íderes, con la responsabilidad de dos poderoso



clanes detrás de ellos.Sosteniéndole la mirada al noble gato blanco

negro, Estrella de Fuego maulló:

—Juro por el Clan Estelar que mi clan seramigo del tuyo para combatir contra este mahombro con hombro.

—Yo también lo juro —contestó Estrella Alt

con solemnidad.Estrella de Fuego levantó la cabeza y olfateel aire, que aún tenía un leve rastro de los gatoasaltantes. Sabía que aquel juramento serí

namovible hasta que Estrella de Tigre fuerdesterrado del bosque… o hasta que los doperdieran su novena vida intentándolo.



20

El sol había empezado a ponerse al otro lado deío, convirtiendo el agua en una ondulante lámin

de fuego y mandando una reconfortante calidez a l

piel del líder del Clan del Trueno. Estaba en lalto de las Rocas Soleadas, mirando hacia eerritorio del Clan del Río.

—Me pregunto qué nos traerá el mañana —

murmuró.A su lado, Tormenta de Arena negó con l

cabeza restregando su cálido costado contra él, sicontestar con palabras. Tras regresar del arrasad

campamento del Clan del Viento, Estrella d



Fuego le había pedido a la guerrera canela qualiera a patrullar con él. Sentía la necesidad d

alejarse un rato del resto del clan, para preparars

para el encuentro con Estrella de Tigre. Aun asno deseaba estar completamente solo, y lpresencia de Tormenta de Arena lo reconfortaba.

Habían bordeado las Rocas de las Serpientes

eguido el Sendero Atronador hacia la frontera coel Clan de la Sombra, para renovar las marcaolorosas hasta los Cuatro Árboles; finalmentehabían regresado a lo largo de la frontera con e

Clan del Río. No había ni rastro de intrusos del Clan deTigre. Las fronteras eran seguras, y, sin embargoEstrella de Fuego sabía que si tenían que lucha

contra el Clan del Tigre sería por mucho más quas fronteras. Sería el apogeo de su conflictpersonal con Estrella de Tigre, que durabprácticamente desde que él pisó el bosque po

primera vez.



Estrella de Fuego se detuvo en las rocadisfrutando del placer de estar a solas coTormenta de Arena.

—Estrella de Tigre está decidido a convertirsen el rey del bosque —maulló—. Es de esperaque haya una batalla.

—Y el Clan del Trueno tendrá que soportar l

mayor carga —replicó su amiga—. Después de lde hoy, ¿cuántos guerreros puede ofrecernos eClan del Viento?

Sonaba desazonada, pero Estrella de Fueg

abía que, con o sin el Clan del Viento, todos logatos de su clan pelearían con bravura.La ardiente luz iba apagándose. Estrella d

Fuego se volvió a contemplar su adorado bosque

Una única estrella brillaba en el cielo violeta.«¿Eres tú, Estrella Azul? —preguntó el joveen silencio—. ¿Sigues vigilándonos?».

Esperó fervientemente que su antigua líde

iguiera protegiendo al clan al que amaba. S



obrevivían al encuentro con Estrella de Tigre dedía siguiente y conseguían librarse de su búsqueddel poder absoluto, sería porque el Clan Estela

abía que el bosque necesitaba cuatro clanes.Todo estaba inmóvil y en silencio. Ningunbrisa alborotaba el pelaje de los gatos, no se oíninguna presa correteando entre las rocas. Estrell

de Fuego sintió como si todo el bosque estuvierconteniendo la respiración, aguardando liguiente aurora.

—Te quiero, Tormenta de Arena —murmuró e

oven líder, hundiendo el hocico en su costado.Ella se volvió para mirarlo; sus ojos verdeesplandecían.

—Yo también te quiero —contestó—. Y sé qu

abrás guiarnos mañana, ocurra lo que ocurra.Estrella de Fuego deseó poder compartir sconvicción, pero se permitió tranquilizarse por lconfianza que la gata tenía en él.

—Debemos ir a descansar —maulló.



El frío de la noche estaba aumentando cuandlegaron al barranco. La escarcha ya relucía sobra hierba y sobre la superficie de las piedra

Cuando Estrella de Fuego salió del túnel al clarprincipal, una figura blanca surgió en la oscuridad —Estaba empezando a preocuparme po

vosotros —maulló Tormenta Blanca—. Pensab

que podíais tener problemas. —No; estábamos bien —respondió Estrella dFuego—. Ahí fuera no se mueve ni un ratón.

—Lástima. Nos irían bien unos cuantos. —

Tormenta Blanca informó rápidamente sobre lapatrullas que habían salido y la vigilancia quhabía organizado en el campamento—. Ve a dormun poco —concluyó—. Mañana va a ser un dí

duro. —Así lo haré —aceptó Estrella de Fuego—Gracias, Tormenta Blanca.

El guerrero veterano volvió a desaparecer e

a oscuridad.



—No podrías haber elegido un lugartenientmejor —comentó Tormenta de Arena cuando egato blanco ya no podía oírla.

—Es cierto —coincidió Estrella de Fuego—o sé qué haría sin él.La gata lo miró con tristeza y sabiduría en su

ojos verdes.

—Tal vez lo averigües mañana —maulló—Quizá lo pierdas a él o a alguno de los otros. SEstrella de Tigre nos obliga a luchar, van a morgatos.

—Lo sé.Pero la verdad es que no se había parado pensar en lo que eso significaría hasta ese mismmomento. Perdería a algunos de los gatos qu

dormían a su alrededor, los amigos que amaba, loguerreros en que confiaba. Vencieran o no, algunode los gatos que él iba a conducir a la batalla negresarían. Y morirían porque él les habí

ordenado luchar. Lo sacudió una punzada d



angustia, tan profunda y dolorosa que estuvo punto de ponerse a maullar.

—Lo sé —repitió—. Pero ¿qué puedo hacer?

—Seguir adelante —respondió Tormenta dArena con voz suave—. Eres nuestro lídeEstrella de Fuego. Tienes que hacer tu trabajo. Yo haces magníficamente.

Abrumado, el joven no supo qué decir, y acabo de un instante la guerrera frotó el hociccontra el suyo.

—Será mejor que me vaya a dormir un poc

—murmuró. —No; espera. —Estrella de Fuego descubrique no podía enfrentarse a la solitaria guaridalena de sombras, situada bajo la Peña Alta—

Esta noche no quiero estar solo. Ven a compartmi guarida conmigo.La gata canela inclinó la cabeza. —De acuerdo, si es lo que quieres.

Estrella de Fuego le dio un rápido lametón e



a oreja y empezó a cruzar el claro. Aunque lcortina de liquen que cubría la entrada todavía nhabía vuelto a crecer tras el incendio, la guarid

estaba sumida en una profunda oscuridad.Estrella de Fuego advirtió con el olfato quuno de los aprendices le había llevado carnfresca, y entonces recordó el hambre que tenía. L

presa era un conejo. Él y Tormenta de Arena sentaron juntos para compartirlo, engulléndolo bocados veloces y hambrientos.

—Qué falta me hacía —ronroneó la gata

estirando las patas delanteras y arqueando el lomarga y perezosamente. Luego bostezó—. Podrídormir una luna.

Estrella de Fuego la tocó con la nariz.

—Buenas noches.Pronto supo que la gata se había dormido, pou respiración leve y regular. Pero, a pesar de s

agotamiento, Estrella de Fuego no se sentí

preparado para acurrucarse al lado de la guerrera



En vez de eso, se quedó mirando cómo salía luna, vertiendo una pálida luz a través de l

entrada de la guarida y tornando el pelaje d

Tormenta de Arena color plata. Pensó que la gatera muy hermosa y que la quería mucho. Y, siembargo, ella también podía morir al día siguiente

«Esto es lo que significa ser líder»

comprendió. Ignoraba si aguantaría el dolor queso suponía, aunque sí sabía que cuando llegara laurora cargaría con el peso que el Clan Estelahabía puesto sobre sus hombros.

«Por favor, Clan Estelar, ayúdame obrellevarlo», pensó mientras se acomodabobre el musgo al lado de Tormenta de Arena. Sintió reconfortado por la calidez de la piel de l

gata mientras el sueño lo reclamaba por fin.



21

Al despertarse, Estrella de Fuego vio el suelo da guarida bañado por la tenue luz del amaneceunto a él, Tormenta de Arena seguía durmiendo

agitando el musgo con su respiración. Con cuidadde no despertarla, el joven líder se levantó, sdesperezó y salió a la fría mañana.

El claro estaba desierto. Pero casi d

nmediato apareció Tormenta Blanca desde lguarida de los guerreros.

—Ya he mandado salir a la patrulla del alb—informó—. Fronde Dorado, Musaraña y Látig

Gris. Les he dicho que echen un vistazo a l



frontera con el Clan de la Sombra. —Bien —maulló el líder—. Sería típico d

Estrella de Tigre concertar una reunión en lo

Cuatro Árboles y al mismo tiempo lanzar un ataquen otro lugar. Por eso voy a dejarte a cargo decampamento, con tantos guerreros como puedpermitirme.

—Llévate todas las fuerzas que necesites —eplicó el lugarteniente—. Estaremos bien. Loven Centella promete convertirse en unuchadora útil desde que comenzó a entrenar co

imbo Blanco. Y los veteranos todavía puedepropinar algunos zarpazos, si se ven obligados hacerlo.

—Se verán obligados a hacerlo antes de qu

odo esto acabe —predijo Estrella de Fuego—Gracias, Tormenta Blanca. Sé que puedo confiaen ti.

El guerrero veterano asintió y desapareció d

nuevo en la guarida. Estrella de Fuego lo observ



marcharse y luego cruzó el claro hacia el túnel dhelechos que llevaba a la guarida de Carbonilla.

Cuando llegó, oyó a la curandera en el interio

de la roca hendida, donde estaba su gruta. —Bayas de enebro, hojas de caléndulaemillas de adormidera…

Al asomarse, Estrella de Fuego vio a l

pequeña gata gris inspeccionando los montones dhierbas y bayas curativas que tenía dispuestos a largo de una pared de su guarida.

—Hola, Carbonilla —maulló—. ¿Todo e

orden?La curandera se volvió para mirarleriamente con sus ojos azules.

—Dentro de lo que cabe, sí.

—¿Crees que habrá una batallrremediablemente? —le preguntó Estrella dFuego—. ¿Te ha hablado el Clan Estelar?

Carbonilla se reunió con él en la boca de l

cueva.



—No, ni una palabra —contestó—. Pero eentido común dice que habrá una batalla, Estrell

de Fuego. No necesito una profecía para saberlo.

Estrella de Fuego sabía que la curandera teníazón, pero, aun así, sus palabras lo dejarohelado. Con una reunión tan trascendental a lvuelta de la esquina, ¿por qué no había habido n

una señal del Clan Estelar? ¿Acaso suantepasados guerreros los habían abandonadcuando más los necesitaban? Demasiado tarde, eíder se preguntó si no debería haber ido a la

Rocas Altas para compartir lenguas con el ClaEstelar. —¿Sabes por qué el Clan Estelar guard

ilencio? —le preguntó a Carbonilla.

La curandera negó con la cabeza. —Pero sí sé algo —maulló, como si le hubiereído el pensamiento—. El Clan Estelar no nos h

olvidado. Hace mucho tiempo decretaron qu

hubiera cuatro clanes en el bosque, y no s



mantendrán al margen ni permitirán que Estrella dTigre cambie eso para siempre.

Mientras le daba las gracias a Carbonilla y s

disponía a reunir a sus guerreros, Estrella dFuego deseó poder compartir la fe de la gata.

Mientras Estrella de Fuego conducía a suguerreros por la ladera que llevaba a los CuatrÁrboles, soplaba un fuerte viento que ondulaba lhierba y arrastraba el olor de muchos gatos. Cad

áfaga iba acompañada de una punzante lluvia das nubes grises que se arremolinaban en el cielo.El líder se detuvo en lo alto de la ladera

agazapándose al abrigo de los arbustos parobservar el claro de abajo. Casi al instante, NimbBlanco apareció a su lado.

—¿Por qué estamos aquí parados? —quisaber—. Acabemos con esto de una vez.

—No hasta que yo sepa lo que sucede —



eplicó Estrella de Fuego—. Por lo que sabemopodríamos estar yendo de cabeza a unemboscada. —Se volvió hacia sus guerreros

elevó la voz para que todos lo oyeran—: Todoabéis por qué estamos aquí. Estrella de Tigrquiere que nos unamos a su clan y no aceptará unespuesta negativa. Me gustaría creer que podemo

alir de ésta sin pelear, pero no estoy seguro dque sea así.Cuando terminó de hablar, Nimbo Blanco l

ocó el omóplato con la cola y luego señaló haci

el otro extremo de la hondonada. Al volverseEstrella de Fuego vio que Estrella Alta saproximaba desde el territorio del Clan del Vientoeguido por sus guerreros.

—Bien, el Clan del Viento está aquí —maull—. Vayamos a encontrarnos con ellos.Abrió la marcha a lo largo del borde de l

hondonada hasta quedar frente al gato blanco

negro de larga cola.



El líder del Clan del Viento inclinó la cabeza modo de saludo.

—Aquí estamos, Estrella de Fuego. Éste es u

día negro para el bosque. —Desde luego que sí —coincidió Estrella dFuego—. Pero nuestros clanes defenderán lo ques correcto según el código guerrero, suceda l

que suceda.Estaba sorprendido por la cantidad dguerreros que acompañaban a Estrella AltaRecordando a los malheridos y destrozados gato

del campamento del Clan del Viento el díanterior, había esperado que sólo acudiera upequeño grupo a los Cuatro Árboles. En vez deso, allí debían de estar prácticamente todos lo

guerreros. Aún mostraban las cicatrices por eataque a su campamento, pero les brillaban loojos con determinación. Estrella de Fuegdistinguió a su amigo Bigotes, con un gra

verdugón rojo a lo largo del costado, y a Flo



Matinal, con ojos fríos en su anhelo por vengar lmuerte de su hijo.

Estrella de Fuego pensó que Estrella de Tigr

podría llevarse una desagradable sorpresa al vecuántos guerreros del Clan del Viento estabaodavía en condiciones para luchar contra él. Traespirar hondo, maulló:

—Pongámonos en marcha.Estrella Alta inclinó la cabeza. —Dirígela tú.Aunque asombrado por recibir semejant

honor de parte de un líder más viejo experimentado, Estrella de Fuego ondeó la colpara señalar a los dos clanes unidos… «El Cladel León», pensó con una oleada de orgullo. Aqué

era su destino.Descendió majestuosamente la cuesta a travéde los arbustos, con todos los sentidos alertas poi los atacaban. Pero no oyó nada más que e

onido de sus propios guerreros siguiéndolo. E



olor del Clan del Tigre todavía estaba un pocejos.

Mientras conducía a los gatos al claro qu

había bajo los cuatro robles, los arbustos deextremo opuesto se separaron para dar paso Estrella de Tigre. Patas Negras, Cebrado Estrella Leopardina lo flanqueaban como sombra

vengativas. Los ojos del enorme atigraddestellaron al ver a Estrella de Fuego, y el joveíder del Clan del Trueno comprendió que aquellambién era algo personal para él. Estrella d

Tigre no quería otra cosa que clavar sus colmillo garras en el cuerpo de Estrella de Fuego despedazarlo.

En vez de arredrarlo, esta certeza lo estimuló

«¡Dejemos que Estrella de Tigre lo intente!»pensó para sí. —Buenos días, Estrella de Tigre —salud

fríamente—. Así que has venido. ¿No seguirá

buscando a esos prisioneros que perdiste en e



erritorio del Clan del Río?Estrella de Tigre soltó un gruñido. —Lamentarás ese día, Estrella de Fuego.

—Intenta obligarme a lamentarlo —respondiel joven.El líder del Clan del Tigre no contestó, sin

que aguardó mientras iban apareciendo más de su

eguidores entre los arbustos. Estrella de Fuegeparó en que era un grupo formidable, aunqualgunos exhibían heridas y zarpazos por el ataqual Clan del Viento del día anterior. Empezó

atirle dolorosamente el corazón al comprendeque la batalla que tanto había temido podídesencadenarse en cualquier momento.

Estrella de Tigre avanzó un paso, con l

cabeza erguida desafiantemente. —¿Habéis pensado en mi oferta? Os doy elegir: uníos ahora a mí y aceptad mi liderazgo ed aniquilados.

Estrella de Fuego intercambió una únic



mirada con Estrella Alta. No había necesidad dpalabras. Ya habían decidido cuál iba a ser lespuesta.

Estrella de Fuego habló por los dos: —Rechazamos tu oferta. El destino del bosqununca ha sido que lo gobierne un solo clan, menos aún uno liderado por un asesin

deshonroso. —Pero así será —replicó Estrella de Tigrcon voz suave; ni siquiera intentó defenderse de lacusación del líder del Clan del Trueno—

Contigo o sin ti, Estrella de Fuego, así seráCuando hoy se ponga el sol, habrá terminado lépoca de los cuatro clanes.

—La respuesta sigue siendo no —insisti

Estrella de Fuego—. El Clan del Trueno nunca someterá. —Y el Clan del Viento tampoco —añadi

Estrella Alta.

—Entonces vuestro valor sólo es equivalente



vuestra estupidez —gruñó Estrella de Tigre.Hizo una pausa, paseando la mirada por lo

guerreros del Clan del Viento y el Clan del Trueno

Estrella de Fuego oyó gruñidos de los guerrerodel Clan del Tigre, situados detrás de su líder, y sobligó a no amilanarse ante sus centelleantes ojo su pelaje erizado. Durante unos segundos no s

movió ni un gato, y Estrella de Fuego se preparpara atacar.Entonces oyó un respingo a sus espaldas,

alguien exclamó con voz estrangulada:

—¡Zarpa Trigueña!Zarzo estaba rígido tras él, mirando las filaenemigas sin pestañear. Siguiendo su miradaEstrella de Fuego descubrió a la joven aprendiz

cerca de Robledo, un guerrero del Clan de lSombra. —¿Qué está haciendo aquí Zarpa Trigueña? —

preguntó Fronde Dorado, avanzando hasta situars

unto a Estrella de Fuego—. ¡Estrella de Tigre l



ha secuestrado! —¿Que la he secuestrado? —replicó Estrell

de Tigre con un ronroneo—. En absoluto. Ella vin

a nosotros por su propia voluntad.Estrella de Fuego no sabía si creerlo o noZarpa Trigueña estaba mirando al suelo, como sno quisiera encontrarse con los ojos de su herman

o su antiguo mentor. El líder del Clan del Truenuvo que admitir que no parecía una prisionera; lcierto es que sólo parecía incómoda por ser ecentro de atención.

—¡Zarpa Trigueña! —la llamó Zarzo—. ¿Questás haciendo? Eres miembro del Clan deTrueno… ¡vuelve con nosotros!

Estrella de Fuego se estremeció por el dolo

que reflejaba la voz de su aprendiz. Recordó eufrimiento de perder a Látigo Gris cuando éstdecidió marcharse al Clan del Río.

Zarpa Trigueña no dijo nada.

—No, Zarzo —maulló Estrella de Tigre—



Ven tú con nosotros. Tu hermana ha tomado ldecisión correcta. El Clan del Tigre dominará todel bosque, y tú puedes compartir nuestro poder.

Estrella de Fuego vio cómo se tensaban lomúsculos de Zarzo. Finalmente, después de todaas dudas y sospechas que había suscitado, eoven gato se enfrentaba a una sencilla decisión

¿seguiría a su padre o permanecería leal al Cladel Trueno? —¿Qué dices? —espetó Estrella de Tigre—

El Clan del Trueno está acabado. Ahí ya no ha

nada para ti. —¿Unirme a ti? —gruñó Zarzo. Hizo unpausa, tragando saliva para controlar su iraCuando volvió a hablar, sus palabras resonaron ta

nítidamente que todos los gatos del claro pudierooírlo—. ¿Unirme a ti? —repitió—. ¿Después dodo lo que has hecho? ¡Antes preferiría morir!

Un murmullo de aprobación brotó entre lo

gatos del Clan del Trueno.



Los ojos ámbar de Estrella de Tigre ardierode rabia.

—¿Estás seguro? —bufó—. No te haré est

oferta dos veces. Únete a mí ahora, o morirás. —Entonces, por lo menos me reuniré con eClan Estelar como un leal miembro del Clan deTrueno —replicó Zarzo con la cabeza bien alta.

Estrella de Fuego sintió una oleada de orgulldesde la nariz hasta la punta de la cola. No podíhaber mayor desafío al poder de Estrella de Tigrque su propio hijo rechazándolo a favor del cla

que despreciaba. —¡Imbécil! —siseó Estrella de Tigre—Quédate, entonces, y muere con esos otrombéciles.

Estrella de Fuego se preparó mientraaguardaba a que su enemigo iniciara el ataqueconvencido de que la batalla estaba a punto destallar. En vez de eso, para su sorpresa, Pata

egras levantó la cola para hacer una señal.



Los arbustos de la ladera opuesta susurraron, a Estrella de Fuego se le desorbitaron los ojos da impresión al ver que aparecían más gatos en e

claro. Jamás había visto a ninguno de elloEstaban flacos y tenían el pelo enmarañado, perdesprendían fuerza por sus fibrosas extremidadeLos envolvía el hedor de la carroña y del Sender

Atronador. Aquéllos no eran gatos del bosque.Los guerreros del Clan del Viento y el Clan deTrueno miraron con incredulidad cómo llegaban aclaro más y más desconocidos. Éstos s

desplegaron en un semicírculo alrededor del Cladel Tigre, hilera tras hilera. Eran más gatos de loque Estrella de Fuego recordaba haber visto juntoen el bosque, incluso en las Asambleas.

—¿Y bien? —preguntó Estrella de Tigre covoz sedosa—. ¿Todavía estáis seguros de ququeréis resistir y pelear?



22

Abatido, Estrella de Fuego se quedó con lazarpas clavadas en el suelo mientras contemplaba los recién llegados. Reparó en que algunos d

ellos llevaban collar. —¿Y esos collares? —espetó Ceniciento a su

espaldas, haciéndose eco de sus pensamientos. Lvoz del aprendiz sonó cortante y asqueada—

Miradlos… ¡son mininos domésticos! Nendremos problemas en derrotarlos.

—Guarda silencio —le advirtió su mentoManto Polvoroso—. Todavía no sabemos nada d

esos gatos.



Estrella de Fuego permaneció en silencio hastque los extraños felinos entraron en el claro y seunieron en torno al Clan del Tigre. Un enorm

gato blanco y negro se separó de las filas y fue colocarse junto a Estrella de Tigre; Estrella dFuego se imaginó que sería el líder de los reciélegados. Era casi tan grande como Estrella d

Tigre y muy musculoso, y tenía muchas cicatricede batalla. Aunque llevaban collar, Estrella dFuego supo que aquellos gatos estaban muy lejode ser consentidos mininos domésticos.

Detrás del guerrero blanco y negro apareció ugato negro mucho más pequeño, que avanzó coigereza sobre la hierba para situarse al otro lad

de Estrella de Tigre. Estrella de Fuego no podí

maginarse quién sería; parecía más un curanderque un guerrero. Notó un hormigueo por todo el pelo. El air

abía denso, como si estuviera a punto de estalla

una tormenta.



—Bien, Estrella de Tigre —maullóobligándose a mantener la voz firme—. ¿Querríacontarnos quiénes son tus nuevos amigos?

—Éste es el Clan de la Sangre —anunciEstrella de Tigre—. Viene del poblado Dos PataLos he traído al bosque para convenceros vosotros, gatos estúpidos, de que os unáis a m

Sabía que no tendríais la sensatez de aceptar povosotros mismos.Un bufido indignado brotó en el Clan de

Viento y el Clan del Trueno. Estrella de Fuego oy

cómo Espinardo le susurraba: —¿Recuerdas a los proscritos que olimos edía que me convertí en guerrero? Seguro quprocedían del Clan de la Sangre.

Estrella de Fuego pensó que el joven podíener razón. Sería una patrulla de proscritos depoblado Dos Patas, inspeccionando el bosque parver qué les estaba ofreciendo Estrella de Tigre. ¿Y

qué les habría ofrecido exactamente? ¿Compart



con él el bosque a cambio de su ayuda en lbatalla?

—¿Lo ves, Estrella de Fuego? —le dij

Estrella de Tigre con voz exultante—. Soy mápoderoso incluso que el Clan Estelar, pues hcambiado de cuatro a dos los clanes del bosqueEl Clan del Tigre y el Clan de la Sangr

gobernarán juntos.Estrella de Fuego se quedó mirándolalarmado. Ahora no había ninguna posibilidad dazonar con Estrella de Tigre. Su ansia de poder l

había trastornado tanto que, en su mente, su propifigura descomunal lo dominaba todo, eclipsandncluso la luz del Clan Estelar.

—No, Estrella de Tigre —respondió con vo

queda—. Si quieres pelear, que así sea. El ClaEstelar mostrará quién es más poderoso. —¡Eres un idiota con cerebro de ratón! —

escupió el líder del Clan de la Sombra—. M

había preparado para venir aquí a hablar contigo



Recuerda que eres tú quien nos ha conducido esto. Y cuando tus compañeros de clan estémuriendo a tu alrededor, te culparán a ti con s

último aliento. —Giró en redondo para encararsa la multitud de felinos alineados tras él—. ¡Gatodel Clan de la Sangre, atacad!

No se movió ni un gato.

A Estrella de Tigre se le salieron los ojos das órbitas. —¡Atacad, os lo ordeno! —bramó.Los guerreros siguieron sin moverse. Sólo e

pequeño gato negro dio un paso adelante con loojos clavados en Estrella de Tigre. —Yo soy Azote, el líder del Clan de la Sangr

—maulló con voz fría y tranquila—. Estrella d

Tigre, a mis guerreros no puedes darles órdenecomo si fueran tuyos. Ellos atacarán cuando yo so diga, no antes.

Estrella de Tigre le lanzó una mirad

encorosa, como si no pudiera creer que aque



andrajoso gato estuviera desafiándolo. El líder deClan del Trueno aprovechó la oportunidad. Avanzhasta quedarse delante de los dos líderes. Oyó qu

Látigo Gris siseaba a sus espaldas: —¡Estrella de Fuego, ten cuidado!Pero aquél no era momento para tener cuidado

Estaba en juego el futuro del bosque, pendiente d

un fino hilo entre las sanguinarias ansias de podede Estrella de Tigre y los caprichos dedesconocido Clan de la Sangre.

Entonces Estrella de Fuego pudo ver que e

collar que Azote llevaba al cuello estabachonado con dientes: dientes de perro y…ambién dientes de gato. ¡Por el gran Clan Estelar

¿Es que mataban a los de su propia especie

usaban sus colmillos como trofeo?Otros miembros del Clan de la Sangre lucíaos mismos adornos espeluznantes. A Estrella d

Fuego se le revolvió el estómago y le dio vuelta

a cabeza ante la visión de sangre manando por la



aderas de la hondonada, bañando las patas de logatos con una marea pegajosa y pestilente. Sintipavor no sólo por él y su propio clan, sino po

odos los gatos del bosque, tanto amigos comenemigos.¿La sangre iba a regir realmente el bosque

como había profetizado Estrella Azul? ¿Acas

Estrella Azul quería decir el Clan de la Sangre? Eoven líder lanzó una mirada abrasadora a Estrellde Tigre, expresando todo el odio que sentía por egato que los había llevado a aquello.

Pero sabía que tenía que controlarse si querídar una buena impresión a los miembros del Clade la Sangre. Tras inclinar la cabeza hacia el lídemaulló claramente, para que todos pudieran oírlo:

—Saludos, Azote. Yo soy Estrella de Fuego, eíder del Clan del Trueno. Me gustaría podedecirte que eres bienvenido al bosque, pero tú nme creerías y yo no tengo ningún deseo d

mentirte. Al contrario que tu supuesto aliado —



eñaló despectivamente con la cola a Estrella dTigre—, yo soy un gato de honor. Si crees en lapromesas que te haya hecho, te equivocarás.

—Estrella de Tigre me dijo que tenía enemigoen el bosque. —En la voz del gato negro estabcontenido todo el frío de la estación sin hojaEstrella de Fuego lo miró a los ojos, y fue com

mirar los lugares más profundos de la nochedonde no alcanzaba el menor brillo de la luz deClan Estelar—. ¿Por qué debería creerte a ti evez de a él?

Estrella de Fuego tomó aire. Aquélla era loportunidad que había esperado desde hacímucho, la que había perdido en la últimAsamblea, cuando los rayos y trueno

nterrumpieron la reunión. Por fin podría plantarsdelante de todos los clanes del bosque y dejar adescubierto la horrorosa historia de Estrella dTigre. Pero ahora no se trataba tan sólo d

empañar la reputación de Estrella de Tigre, sin



de salvar a todo el bosque de la destrucción. —Gatos de todos los clanes —empezó—,

especialmente gatos del Clan de la Sangre, n

enéis por qué creerme o dejar de creerme. Locrímenes de Estrella de Tigre hablan por sí soloCuando todavía era guerrero del Clan del Truenoasesinó a su propio lugarteniente, Cola Roja, co

a esperanza de que lo nombraran lugarteniente eu lugar. El elegido para el puesto fue Corazón dLeón, pero, cuando ese noble guerrero muriuchando contra el Clan de la Sombra, Estrella d

Tigre consiguió por fin lo que ambicionaba.Un grave silencio reinaba en el claro; sólo lompió Estrella de Tigre, que gruñó desdeñoso:

—Cuenta lo que quieras, minino casero. Es

no cambiará nada.Estrella de Fuego actuó como si no lo hubieroído.

—Pero ser lugarteniente no le bastaba —

continuó—. Estrella de Tigre quería ser el líde



del clan. Le tendió una trampa a Estrella Azuunto al Sendero Atronador, pero fue mi aprendiza que cayó en ella. Fue así como Carbonilla s

quedó coja.Un murmullo sobrecogido barrió el claroExcepto los miembros del Clan de la Sangre, todoconocían a Carbonilla, que era muy popula

ncluso entre los gatos de los demás clanes. —Entonces Estrella de Tigre conspiró coCola Rota, el antiguo líder del Clan de la Sombraque era prisionero del Clan del Trueno —cont

Estrella de Fuego a su auditorio—. Condujo a ugrupo de gatos proscritos al campamento del Cladel Trueno e intentó matar a Estrella Azul con supropias garras. Yo se lo impedí, y cuando el Cla

del Trueno consiguió repeler el ataque, Estrella dTigre fue desterrado. Como proscrito, mató a otrde nuestros guerreros, Viento Veloz. Luego, antede que supiéramos lo que estaba tramando, logr

convertirse en el líder del Clan de la Sombra.



Hizo una pausa para mirar alrededor. Nestaba seguro de cómo estaban tomándose aquellel Clan de la Sangre y su líder, Azote, pero sí vi

que contaba con la atención de todos los demágatos del claro, que estaban horrorizados. Procurcalmarse, pues quería que todos oyeran la últimparte de la historia, que era la más horripilante:

—Pero Estrella de Tigre todavía querívengarse del Clan del Trueno. Hace tres lunas, unmanada de perros extraviados llegó al bosqueEstrella de Tigre cazó presas para ellos y lueg

endió un rastro de conejos muertos entre lguarida de los perros y el campamento del Cladel Trueno, para guiarlos hasta nosotros. Mató una de nuestras guerreras, Pecas, y la dejó cerc

del campamento para que los perros probaran eabor de la sangre de gato. Si nosotros nhubiéramos descubierto su plan a tiempo, todo eClan del Trueno habría sido despedazado.

—Ya sería hora… —gruñó Estrella de Tigre.



—Finalmente —se obligó a continuar Estrellde Fuego—, nuestra líder, Estrella Azul, encontra más valerosa de las muertes al salvarme a mí

a todo su clan de la manada.Esperaba maullidos de indignación, pero sólhubo silencio cuando la historia llegó a su fin. Loojos de todos los gatos estaban clavados en é

estupefactos de la impresión.Estrella de Fuego miró de reojo a EstrellLeopardina, que seguía con Cebrado y Pata

egras detrás de Estrella de Tigre. La líder de

Clan del Río parecía horrorizada. Durante unoegundos, Estrella de Fuego pensó esperanzadque quizá rompiera de inmediato su acuerdo coEstrella de Tigre y alejara a su clan del liderazg

del atigrado, pero la gata permaneció en silencio. —Ésta es la historia de Estrella de Tigre —maulló Estrella de Fuego apremiante, volviéndoshacia Azote—. Y demuestra una cosa: que hará l

que sea para obtener poder. Si te ha prometido un



parte del bosque, no lo creas. Él no cederá ni unpizca, ni a ti ni a nadie.

Azote entornó los ojos. Estrella de Fuego vi

que estaba pensando cuidadosamente en lo quhabía oído, y en su interior brotó la esperanzcomo una pequeña llama.

—Cuando Estrella de Tigre fue a visitarm

hace dos lunas, me contó lo que estaba planeandhacer con los perros —maulló el gato negro, y sdio la vuelta para mirar al líder del Clan de lSombra—. Lo que no me ha dicho es que su pla

había fracasado. —Ahora no importa nada de eso —espetEstrella de Tigre bruscamente—. Tenemos un tratcontigo, Azote. Lucha a mi lado y tendrás todo l

que te he ofrecido. —Mi clan y yo lucharemos cuando yo ldecida —replicó Azote, y añadió en dirección Estrella de Fuego—: Pensaré en lo que ha

contado. Hoy no habrá ninguna batalla.



Estrella de Tigre erizó el pelo de rabiaacudiendo la cola de un lado a otro.

—¡Traidor! —bramó, y saltó hacia Azote co

as garras extendidas.Espantado, Estrella de Fuego supuso que iba ver cómo el pequeño gato negro quedaba hechpedazos. Él conocía, por amarga experiencia, l

potencia de los músculos de Estrella de TigrePero Azote se apartó velozmente, esquivando Estrella de Tigre cuando éste aterrizó. Cuando eenorme atigrado se encaró con él, Azote alargó la

zarpas delanteras. El pálido sol de la estación sihojas relució de una manera extraña en sus garraEstrella de Fuego sintió que se le helaba la sangren las venas: las uñas de Azote estaban reforzada

con largos y afilados colmillos de perro.Estrella de Tigre perdió el equilibrio al recibun zarpazo en el omóplato. Cayó de costadodejando expuesta la barriga, y Azote le clavó su

crueles garras en la garganta. Empezó a mana



angre mientras el pequeño gato abría en canal aatigrado desde el cuello hasta la cola.

Estrella de Tigre soltó un grito desesperado

nterrumpido por un escalofriante estertoestrangulado. Su cuerpo se sacudió entrconvulsiones y espasmos, agitando las patas y lcola. Luego permaneció inmóvil unos segundo

Estrella de Fuego sabía que estaba cayendo en erance del líder que pierde una vida, pardespertar un poco después, cuando hubierecuperado las fuerzas, con sus demás vida

ntactas.Pero ni siquiera el Clan Estelar podía curaaquella espantosa herida. Azote retrocedió parobservar fríamente cómo el cuerpo de Estrella d

Tigre se estremecía de nuevo. La oscura sangroja seguía fluyendo, extendiéndose por el suelo euna marea incesante. Estrella de Tigre soltó otralarido. Estrella de Fuego deseó poder taparse la

orejas para no tener que oír nada más, pero estab



absolutamente paralizado.El cuerpo del enorme atigrado se qued

nmóvil de nuevo, pero la herida seguía siend

demasiado grave para remitir bajo el tranccurativo. Otro espasmo sacudió el cuerpo dEstrella de Tigre. En su agonía, arrancaba puñadode hierba con las garras, mientras sus grito

pasaban de la furia al terror.«Está muriendo nueve veces —comprendiEstrella de Fuego—. Oh, por el Clan Estelano…».

Era una muerte que no habría deseado a ningúgato, ni siquiera a Estrella de Tigre, y pensó quaquello no iba a terminar nunca.

Cuando vieron lo que le estaba sucediendo a

íder al que consideraban invencible, los guerrerodel Clan del Tigre prorrumpieron en chillidohorrorizados. Estrella de Fuego advirtió questaban rompiendo filas; varios gatos pasaron

empujones ante él en su desesperada prisa por hu



del claro. Desde algún punto a sus espaldas, oyque Estrella Alta ordenaba a sus guerreros:

—¡Quietos! ¡Quedaos en vuestros puestos!

Estrella de Fuego sabía que él no tenía que daa sus guerreros esa misma orden. Permaneceríacon él hasta el final.

Ahora Estrella de Tigre estaba resollando

exhausto en su lucha por la vida. Estrella de Fuegvislumbró sus ojos ámbar, vidriosos de dolor, odi pavor. Entonces su cuerpo dio una últimacudida y se quedó inmóvil.

Estrella de Tigre había muerto.Paralizado de incredulidad, Estrella de Fuegmiraba sin pestañear el cuerpo sin vida. Su viejenemigo, el gato más peligroso del bosque, el gat

con el que había esperado luchar a muerte… shabía ido.Estrella de Fuego permaneció frente a Azote

El pequeño gato negro se mostraba impasible

Ahora Estrella de Fuego sabía que no debí



nfravalorarlo por su tamaño. Nunca se habíenfrentado a un felino más peligroso que aquéque con un simple zarpazo podía acabar con la

nueve vidas de un líder.Detrás de Azote, los gatos del Clan de lSangre avanzaron como preparándose para ataca Estrella de Fuego miraba a sus guerreros par

asegurarse de que estaban listos. Estabaalineados con los guerreros del Clan del Vientodispuestos a saltar. Pero, cuando Estrella de Fuege volvió de nuevo hacia su enemigo, Azote alz

una pata empapada de sangre.Los gatos que había a su espalda se detuvieron —Ya veis lo que les ocurre a quienes desafía

al Clan de la Sangre —advirtió el gato negro co

calma—. Vuestro amigo —continuó, señalanddesdeñosamente con la cola el cuerpo inerte dEstrella de Tigre— creía que podía controlarnoEstaba equivocado.

—Nosotros no queremos controlaros —



contestó Estrella de Fuego con voz ronca—. Lúnico que queremos es vivir en paz. Lamentamoque Estrella de Tigre os haya traído aquí co

mentiras. Por favor, cazad lo que os apetezca antede marcharos a casa. —¿Marcharnos a casa? —Azote abrió los ojo

con burlona incredulidad—. No nos vamos

ninguna parte, idiota. En el poblado del quvenimos hay muchísimos gatos y las presaescasean. Aquí en el bosque no tendremos qudepender de la basura de los Dos Patas par

alimentarnos.Miró a los dos clanes listos para la batalla. —Ahora vamos a apropiarnos de est

erritorio —continuó—. Yo dominaré el bosqu

además del poblado. Pero entiendo que quiznecesitéis algo de tiempo para reflexionar sobresto. Tenéis tres días para marcharos… o parenfrentaros a mi clan en combate. Esperaré vuestr

espuesta al alba del cuarto día.



23

Mudo de la impresión, Estrella de Fuegcontempló cómo Azote daba media vuelta y snternaba en las líneas de sus propios guerrero

Los gatos del Clan de la Sangre fueron tras él eilencio y desaparecieron entre los arbustos si

apenas un susurro. Estrella de Fuego siguió smarcha a través del movimiento de la vegetación

al cabo no quedó ni rastro de ellos.El joven líder bajó la mirada hacia el cuerp

de Estrella de Tigre. El enorme atigrado estabdespatarrado y mostraba los colmillos en u

último gruñido de desafío a la muerte. Los ojo



ámbar que abrasaban con salvaje ambición estabaahora inexpresivos y ciegos.

Ante la muerte de su enemigo, Estrella d

Fuego pensó que debería sentirse triunfante. Desdhacía mucho tiempo, sabía que la única esperanzde paz en el bosque pasaba por la muerte de aquegato. Pero siempre había imaginado que sería é

quien lo abatiría, arriesgando su vida en ucombate contra el gigantesco guerrero. En vez deso, ahora que Estrella de Tigre yacía ante émanchándole las patas con su sangre, se descubri

embargado por la sensación más extraña de todaspena. Estrella de Tigre había recibido del ClaEstelar toda la fuerza, destreza e inteligencia parconvertirse en un felino realmente grande, un

eyenda entre los gatos. Pero había empleado maus dones, había asesinado, mentido y tramadvenganza, hasta que su ambición lo habíconducido a aquel espantoso final. Y nada se habí

olucionado. El destino de los clanes todaví



estaba pendiente de un hilo y la marea de sangreguía fluyendo.

«Necesitamos tu fuerza, Estrella de Tigre —

usurró Estrella de Fuego para sí mismo—. Agual que necesitamos a todos los gatos que puedauchar para expulsar al Clan de la Sangre de

bosque».

Se dio cuenta de que había otro gato a su lado al volverse vio a Látigo Gris. El resto del Cladel Trueno seguía en formación de combate en eotro extremo del claro, con Estrella Alta y lo

guerreros del Clan del Viento a su lado. —¿Estrella de Fuego? —Los ojos amarillos du amigo estaban dilatados de miedo—. ¿T

encuentras bien?

Estrella de Fuego se dio una sacudida. —Lo estaré. No te preocupes, Látigo GriVamos… Tengo que hablar con Estrella Alta.

Látigo Gris lanzó una ojeada al cadáver de

íder del Clan de la Sombra y se estremeció d



arriba abajo. —No quiero volver a ver algo así nunca má

—maulló con voz ronca.

—Si no nos deshacemos de Azotprobablemente tendrás que volver a verlo —espondió Estrella de Fuego.

Se encaminó despacio hacia el líder del Cla

del Viento, pensando mientras cruzaba el claroCuando se encontró delante de Estrella Alta, viu misma conmoción reflejada en los ojos del gat

veterano.

—No puedo creer lo que acabo de presencia—dijo el líder del Clan del Viento—. Nueve vidaegadas… como si nada.

Estrella de Fuego asintió.

—Nadie te culparía si tomaras a tu clan y omarcharais del bosque en busca de otro sitidonde vivir.

No dudaba del valor de Estrella Alta, pero s

entía incapaz de dar por sentado que se quedarí



dentro de tres días, al amanecer. —Al amanecer —repitió Estrella de Fuego—

Ojalá el Clan Estelar esté con nosotros.

Se quedó mirando cómo los gatos del Clan deViento ascendían la ladera y luego se volvió hacius guerreros. Parecían abatidos, con los ojo

dilatados de recelo, pero, aun así, Estrella d

Fuego sabía que ninguno de ellos se acobardaríante la batalla que se avecinaba. Lo habíaeguido a los Cuatro Árboles esperando pelear,

aunque sus enemigos eran más aterradores de l

que nadie habría imaginado, los desafiaríagualmente para conservar el bosque que amaban. —Estoy muy orgulloso de vosotros —maull

Estrella de Fuego con voz queda—. Si hay gato

que puedan expulsar al Clan de la Sangre, ésoois vosotros.Tormenta de Arena se le acercó y restregó e

hocico contra su omóplato.

—Contigo liderándonos, haremos cualquie



cosa —declaró la gata.Durante un momento, Estrella de Fuego s

intió demasiado abrumado para responder. En ve

de levantarle el ánimo, las expectativas de suguerreros se le antojaron un peso aplastante. —Volvamos al campamento —logró maulla

por fin—. Tenemos mucho que hacer. Látigo Gri

imbo Blanco, id por delante inspeccionando eerreno. No me extrañaría que Azote nos tendieruna emboscada.

Los dos guerreros se alejaron en dirección a

campamento del Clan del Trueno. Al cabo de unomomentos, Estrella de Fuego abrió la marcheguido de todos sus gatos, tras situar a Mant

Polvoroso en la retaguardia para que vigilara

Mientras atravesaban el bosque a toda prisaEstrella de Fuego sintió que podía notar los fríos malignos ojos de Azote siguiendo sus pasos. Eotra ocasión, cuando la manada de perros andab

uelta, Estrella de Fuego se había sentido com



una presa en el bosque, aunque ahora su enemigenía un rostro todavía más horrible porqu

pertenecía a su propia especie.

Pero si el líder del Clan de la Sangre estabobservándolos, no dio señales de ello, y el Cladel Trueno llegó al barranco sin contratiempos.

Estrella de Fuego advirtió que Zarzo habí

empezado a quedarse rezagado, arrastrando la colpor el suelo. —¿Qué te ocurre? —le preguntó co

delicadeza.

Zarzo alzó los ojos hacia su mentor, que vique estaba profundamente conmocionado acongojado.

—Yo creía que odiaba a mi padre —maulló e

aprendiz en voz baja—. No quería unirme a sclan, pero no quería que muriese de esa manera. —Lo sé. —Estrella de Fuego restregó e

hocico contra su costado—. Pero ahora ya h

erminado todo, y tú te has librado de él.



Zarzo giró la cabeza. —Creo que nunca me libraré de él —murmur

—. Ni siquiera ahora que está muerto, nadi

olvidará que soy su hijo. ¿Y qué me dices de ZarpTrigueña? —Se le quebró la voz—. ¿Cómo pudomar la decisión de ir tras él?

—No lo sé. —Estrella de Fuego comprendía e

dolor que debía de haberle causado la traición du hermana—. Pero, si superamos esta situación, tprometo que buscaremos el modo de hablar coella.

—¿Significa eso que la dejarías regresar aClan del Trueno? —No puedo asegurarte nada —admitió el líde

—. Además, ni siquiera sabemos si Zarp

Trigueña quiere regresar. Pero escucharé lo quenga que decir y haré todo lo que pueda por ella. —Gracias, Estrella de Fuego. —Zarzo sonab

cansado y vencido—. Supongo que eso es más d

o que mi hermana se merece.



Inclinó la cabeza ante su mentor y se encaminal túnel de aulagas.

Estrella de Fuego observó desde la Peña Altcómo los gatos del clan salían de sus guaridas y seunían a sus pies. Por sus expresione

horrorizadas, supo que las noticias sobre lamenaza del Clan de la Sangre y la espantosmuerte de Estrella de Tigre ya se habíapropagado por todo el campamento. Sabía que s

obligación era infundirles esperanza y valentíapero ignoraba si podría hacerlo cuando tenía tapoca para sí mismo.

El sol estaba descendiendo, y la rocproyectaba una larga sombra por el suelo arenosdel claro. Con los rayos escarlata del atardeceesultaba fácil imaginar que el campamento y

estaba bañado en sangre. Se preguntó si no seríuna señal del Clan Estelar, si todos sus amigos



guerreros serían aniquilados. Después de todo, loespíritus de sus antepasados no habían dadmuestras de ira mientras Azote arrebataba

Estrella de Tigre sus nueve vidas y dejaba que sangre corriera por el suelo sagrado de los CuatrÁrboles.

«No», se dijo a sí mismo. Pensar así er

desesperarse y no servía para nada. Tenía queguir creyendo que se podía derrotar al Clan da Sangre.

Tras aclararse la garganta, empezó a hablar:

—Gatos del Clan del Trueno, ya habéis oídhablar de la amenaza a la que nos enfrentamos. EClan de la Sangre ha venido del poblado DoPatas para reclamar el bosque. Quieren que no

vayamos y que dejemos que se apoderen de él sipresentar batalla. Pero dentro de tres días nouniremos al Clan del Viento para que el Clan de lSangre tenga que pelear por cada palmo d

bosque.



En el claro, Nimbo Blanco se levantó de ualto y aprobó sus palabras con un maullido

Varios gatos se le unieron, pero Estrella de Fueg

vio que algunos se miraban dubitativos, como si nestuvieran seguros de poder sobrevivir contra eClan de la Sangre y su terrorífico líder.

—¿Y qué pasa con el Clan del Río y el Clan d

a Sombra? —preguntó Tormenta Blanca—. ¿Elloambién pelearán? Y si es así, ¿de qué lado lharán?

—Ésa es una buena pregunta —contestó e

íder—. Y no sé la respuesta. Los guerreros deClan del Tigre han huido al ver morir a Estrella dTigre.

—Entonces necesitamos saber adónde han id

—maulló el lugarteniente. —Yo podría colarme en el territorio del Cladel Río para averiguarlo —sugirió Vaharina, questaba al pie de la roca, levantándose—. Conozc

os mejores lugares para esconderse.



—No —respondió Estrella de Fuego tajante—Allí, tú corres más peligro que ningún otro gato

o sabemos si el Clan del Tigre sigu

persiguiendo a los gatos mestizos, y no quierperderte. El Clan del Trueno te necesita.Dio la impresión de que Vaharina querí

levarle la contraria, pero al final inclinó la cabez

volvió a sentarse. —Podemos averiguar casi todo lo qunecesitamos con patrullas fronterizas —maullTormenta Blanca.

Estrella de Fuego asintió. —Ése es tu trabajo, Tormenta Blanca. Quierpatrullas extra a lo largo de las fronteras con eClan del Río y el Clan de la Sombra. Su tare

principal será descubrir qué están haciendo lootros clanes, pero también han de estar ojo avizopor el Clan de la Sangre. Si Azote decide atacaantes de que pasen los tres días, no quiero que no

orprenda durmiendo.



vosotros mismos. Tormenta de Arena, ¿tesponsabilizarás de entrenar a los cachorros?

—Claro, Estrella de Fuego. —Los ojos verde

de la guerrera miraron con aprobación Acederilla y sus hermanos, que habían corrido unirse a la pequeña—. Para cuando termine coellos, podrán darle una sorpresa desagradable a

Clan de la Sangre. —¿Y qué hay de Centella? —reclamó NimbBlanco—. Sus movimientos de lucha estáprogresando muy bien.

—Quiero participar en la batalla —afirmCentella con determinación—. ¿Puedo, Estrella dFuego?

El líder vaciló. Centella era más fuerte ahora

había estado entrenando duro con Nimbo Blanco. —Lo pensaré —prometió—. ¿Estás lista paruna evaluación?

Centella asintió.

—Cuando quieras, Estrella de Fuego.



—Nosotros también pelearemos con vosotro—anunció Vaharina. Plumilla y Borrasquinestaban sentados junto a ella, erguidos y co

expresión resuelta—. Ya estamos bastante fuertegracias a vosotros. —Bien. Y para los demás… —continu

Estrella de Fuego, paseando la mirada por el clar

—, guerreros, aprendices y veteranos, tenéis tredías para prepararos. Látigo Gris, ¿querráorganizar y supervisar un programa dentrenamiento?

Su amigo plantó las orejas mientras se lluminaban los ojos. —Desde luego, Estrella de Fuego. —Elige a un par de ayudantes… y ve rotand

as sesiones de entrenamiento para que TormentBlanca cuente con suficientes gatos para lapatrullas y las partidas de caza. —Al miraalrededor, vio a la curandera del Clan del Truen

entada cerca del túnel que llevaba a su guarida—



Carbonilla, ¿estás lista para atender a los heridosEstrella de Fuego sabía que no hacía falt

preguntárselo; jamás había visto que Carbonilla n

estuviera lista, pero a los demás gatos loranquilizaría oír cómo lo decía en voz alta.La mirada que le lanzó la gata gris le indic

que lo había comprendido.

—Todo está preparado —contestó—, perhabrá mucho que hacer cuando empiece la batallaSi pudieras prestarme a un aprendiz para que mayude, sería estupendo.

—Por supuesto. —Mientras Estrella de Fuege preguntaba qué aprendiz elegir, sus ojos sposaron en Frondina, y recordó lo amable ensible que era con los gatos heridos—. Puede

contar con Frondina —anunció, y advirtió quManto Polvoroso le lanzaba una mirada de alivi—. Frondina, ¿te parece bien?

La aprendiza asintió con la cabeza.

Durante un momento, Estrella de Fuego s



preguntó si había olvidado algo, pero no se locurría nada más que pudieran hacer.

Observando a los gatos de su clan, cuya

iluetas empezaban a fundirse con la lucrepuscular, respiró hondo. —Ahora comed bien, y dormid bien esta noch

—ordenó—. Empezaremos mañana… y dentro d

res días estaremos listos para enseñarle a Azote u clan que nuestro bosque jamás será suyo.



24

Cuando Estrella de Fuego salió de su guarida a lmañana siguiente, el campamento ya bullía dactividad. Musaraña se disponía a salir a l

cabeza de una patrulla. Tormenta de Arena estabeuniendo a los tres hijos de Sauce, que saltaron u alrededor con un entusiasmo desbocado cuanda guerrera los condujo hacia el túnel de aulaga

de camino a la hondonada de entrenamientoVaharina y los dos aprendices del Clan del Río loiguieron. Fronde Dorado se cruzó con ellos en l

entrada del campamento, con una pieza de carn

fresca en la boca.



Estrella de Fuego vio a Tormenta Blanca coZarzo y Ceniciento junto al muro de espino quodeaba el campamento, y se encaminó hacia ello

El guerrero veterano fue a su encuentro. —Voy a encargar a estos dos aprendices qunspeccionen las defensas y tapen cualquie

agujero —maulló—. Si el Clan de la Sangre lleg

hasta aquí… —Se interrumpió, con inquietud eus ojos azules. —Buena idea.El líder reprimió un estremecimiento ante l

dea del Clan de la Sangre irrumpiendo en ecampamento. Se volvió de golpe al detectamovimiento en el túnel de aulagas, y lanzó unmirada de asombro a Tormenta Blanca al ver cóm

aparecía Cuervo, seguido de Centeno. El solitariblanco y negro nunca había estado en ecampamento del Clan del Trueno.

Dejó a su lugarteniente para que acabara d

nstruir a los aprendices, y se dirigió a los recié



legados. Cuervo corrió hacia él con confianzapero Centeno se quedó rezagado, mirando cocautela alrededor, como si no estuviera seguro d

que fueran a recibirlo bien. —Tenemos que hablar contigo —soltó Cuerv—. Anoche nos encontramos con Bigotes en lfrontera de su territorio y nos contó lo de Azote

el Clan de la Sangre. —Se le erizó el pelo de loomóplatos—. Podemos ayudaros, pero, mámportante que eso, Centeno tiene informació

para ti.

Estrella de Fuego los saludó con la cabeza. —Me alegro de veros a los dos. Yagradecemos cualquier ayuda que podamos teneQuizá sea mejor que vayamos a mi guarida.

Centeno se relajó ante el amistosecibimiento de Estrella de Fuego, y los doolitarios siguieron al líder al hueco que habí

bajo la Peña Alta. El sol de primera hora de l

mañana entraba oblicuamente en la pacífic



guarida. Estrella de Fuego casi podía olvidar lamenaza de Azote y sus sanguinarios secuacepero la expresión seria de sus visitantes le record

con crudeza la sombra que se cernía sobre efuturo del bosque. —¿Qué ocurre? —preguntó en cuanto lo

olitarios estuvieron acomodados.

Cuervo miraba alrededor caseverencialmente; Estrella de Fuego supuso questaba acordándose de Estrella Azupreguntándose cómo el aprendiz que habí

entrenado con él había acabado ocupando epuesto de la antigua líder. Sin embargo, Centenparecía incómodo sentado sobre sus patas.

—Yo nací en el poblado de Dos Patas —

empezó el solitario en voz baja—. Conozco dobra a Azote y sus guerreros. Yo… supongo qupodría decirse que he sido miembro del Clan de lSangre.

Eso despertó el interés de Estrella de Fuego.



—Continúa. —Lo primero que recuerdo es jugar con mi

hermanos en un descampado —explicó Centeno—

uestra madre nos enseñó a cazar y a buscacomida entre la basura de los Dos Patas. Máarde nos enseñó a defendernos por nosotro

mismos.

—¿Vuestra madre fue la mentora de todovosotros? —preguntó Estrella de Fuegorprendido.

Centeno asintió.

—El Clan de la Sangre no tiene establecido uistema de mentores y aprendices. No es un clan eel sentido en que lo entendéis los gatos del bosqueLa mayor parte de los gatos siguen a Azote porqu

es el más fuerte y el más cruel, y Hueso es unespecie de lugarteniente, en la medida en que sencarga del trabajo sucio de Azote.

—¿Hueso? ¿Es un gato grande blanco y negro

Estaba en los Cuatro Árboles.



—Sí, debe de ser él. —La voz del solitariestaba cargada de repugnancia—. Es casi tan malcomo Azote. Si algún gato no hace lo que l

ordenan, lo expulsan, o más probablemente lmatan.Estrella de Fuego se quedó mirándolo si

pestañear.

—¿Y qué me dices del cuidado de locachorros y los veteranos?Centeno se encogió de hombros. —Lo habitual es que el compañero de una gat

cace para ella mientras está amamantando a scamada —maulló—. Incluso Azote comprendque, si no hay cachorros, antes o después dejará dhaber clan. Pero los veteranos, o los enfermos

heridos… bueno, quedan abandonados y han darreglárselas por su cuenta. Es morir o matacazar o morir de hambre. No hay espacio para ldebilidad.

Estrella de Fuego sintió que se le erizaba hast



el último pelo ante la idea de un clan que no spreocupaba de los miembros necesitados, donde dejaba morir a los gatos que habían prestado u

buen servicio si no podían cuidar de sí mismos. —Entonces, ¿por qué siguen a Azote? —preguntó.

—Algunos disfrutan matando —contest

Centeno con tono frío y ojos sombríos, clavadoen algo que Estrella de Fuego no podía ver—. Yotros tienen demasiado miedo para hacer otrcosa. En el poblado Dos Patas no puedes llevar t

propia vida si no eres un minino doméstico couna casa a la que ir. O estás con Azote o contra é los gatos que están contra él no duran.

Cuervo se arrimó más a su amigo para pegar e

hocico a su costado y consolarlo. —Por eso se marchó Centeno, ¿verdad? —maulló—. Cuéntaselo a Estrella de Fuego.

—No hay mucho que contar. —Centeno s

estremeció, encogiéndose ante algún recuerd



oscuro—. Yo no soportaba lo que Azote estabhaciendo, de modo que una noche me escapé. Materraba pensar que Azote o uno de sus guerrero

me atrapara, pero llegué hasta el final del pobladDos Patas y crucé el Sendero Atronador. Captolor de gatos en el bosque y pensé que seríacomo Azote y sus compinches, de forma que m

mantuve alejado de ellos. Y al final llegué a lgranja, donde me pareció que podría vivranquilo. Los Dos Patas me dejan en paz; loatones no les sirven para nada.

Guardó silencio mientras Estrella de Fuegpensaba a toda prisa. Las palabras de Centenconfirmaban lo que él ya sabía: que Azote era uenemigo violento y peligroso.

—Azote debe de tener algún punto débil —ldijo a Centeno—. Debe de haber alguna manera dvencerlo.

Centeno lo miró a los ojos y se inclinó haci

él.



—Su gran fuerza es su gran debilidad —contestó—. Azote y sus guerreros no creen en eClan Estelar.

Estrella de Fuego se preguntó qué quería deciimbo Blanco no creía en el Clan Estelar, peraun así era un leal miembro del Clan del Trueno¿Qué estaba intentando decirle Centeno?

—El Clan de la Sangre no tiene curandero —continuó el solitario—. Ya te he contado que no spreocupan de los enfermos, y si no creen en eClan Estelar, no pueden ver las señales n

nterpretarlas. —Entonces… ¿no siguen el código guerrero—Estrella de Fuego comprendió que había hechuna pregunta absurda. Todo lo que Centeno l

había dicho, todo lo que había visto por sí mismen el comportamiento de Azote y sus gatos, parecíconfirmar sus palabras—. ¿Y dices que eso es undebilidad? Lo único que significa es que puede

hacer lo que les plazca, sin un código de honor qu



os frene. —Es cierto. Pero piénsalo, Estrella de Fuego

in el código guerrero, tú podrías ser ta

anguinario como Azote. Incluso podrías ser mejoa la hora de combatirlo, pero sin la fe en el ClaEstelar… ¿qué eres?

Miró a Estrella de Fuego a los ojos fijamente

Al líder le dio vueltas la cabeza. Después de sabeaquello, aún temía más al Clan de la Sangre, perono obstante, en su mente había una tenue chispa desperanza, como si el Clan Estelar estuvier

ratando de decirle algo que no podía entender…odavía. —Gracias, Centeno —maulló—. Pensaré en l

que me has contado. Y no olvidaré que ha

ntentado ayudarnos. —Eso no es lo único que vamos a hacer. —Cuervo se puso en pie—. Bigotes nos dijo quvais a enfrentaros a Azote en combate dentro d

res días… dos días ya. Cuando lo hagáis, nosotro



dos estaremos con vosotros.El líder lo miró boquiabierto. —Pero sois solitarios —protestó—. Ésta no e

vuestra guerra… —Vamos, Estrella de Fuego —lo interrumpiCenteno—. Si Azote y sus secuaces se apoderadel bosque, ¿cuánto crees que duraríamo

nosotros? No tardarían ni un cuarto de luna eencontrar nuestro granero y todos sus rollizoatones. Nos darían a elegir entre largarnos

morir.

—Preferimos pelear por nuestros amigos —añadió Cuervo en voz baja. —Gracias. —Estrella de Fuego se sinti

abrumado por la profunda lealtad de los do

olitarios—. Todos los clanes os honrarán.Centeno soltó un resoplido. —Lo único que quiero es tener una vid

ranquila… pero eso no será posible hasta que s

esuelva lo del Clan de la Sangre.



—No lo será para ninguno de nosotros —coincidió Estrella de Fuego agitando las orejas—

o hay esperanza para nadie mientras Azote est

en el bosque.

Estrella de Fuego se había despedido de Cuervo

Centeno, y se encaminaba a la hondonada arenosa supervisar el programa de entrenamiento, cuandvio a Rabo Largo y Escarcha bajando el barrancoSe detuvo a esperarlos.

—¿Alguna novedad? —preguntó.Rabo Largo asintió. —Hemos seguido la frontera con el Clan de l

Sombra hasta los Cuatro Árboles —informó—. Snota el hedor del Clan de la Sangre procedente deerritorio del Clan de la Sombra. Detectas es

apestoso olor incluso desde el Sendero Atronador —Deben de estar escondidos allí —intervin

Escarcha.



—Eso tiene sentido —maulló el lídepensativo—. Pero ¿adónde se ha marchado el Clade la Sombra?

—A eso iba ahora —dijo Rabo Largo con loojos dilatados de impaciencia—. Hemos captadu olor en los Cuatro Árboles… el olor de mucho

gatos viajando en la misma dirección. Creo qu

han cruzado al territorio del Clan del Río. —De modo que se han ido con sus aliados deClan del Río —musitó Estrella de Fuego.

Se preguntó qué clase de recibimiento le

habrían dispensado. ¿Estrella Leopardinntentaría recuperar su antigua autoridad ahora quEstrella de Tigre estaba muerto?

Se encogió de hombros. Ya tenía bastante

problemas como para preocuparse por los dEstrella Leopardina. —Gracias, Rabo Largo —maulló—

ecesitábamos saber eso. Ahora id a comer algo.

Asintiendo, Rabo Largo se encaminó al túne



de aulagas con Escarcha a la zaga. Estrella dFuego se quedó mirándolos, y cuando la punta da cola de Escarcha desapareció, se fue a ve

cómo entrenaban sus gatos.Látigo Gris estaba en lo alto de un salientocoso, desde donde observaba a los aprendice

Plantó las orejas a modo de saludo cuando Estrell

de Fuego se reunió con él. —¿Cómo va? —preguntó el líder. —No podría ir mejor. Si Azote pudier

vernos, saldría disparado de nuevo al poblad

Dos Patas con el rabo entre las piernas.El guerrero gris exhibía una expresión dozuda determinación que Estrella de Fuegecordaba de los días de su relación prohibida co

Corriente Plateada. Por un segundo deseó podecontarle que había visto a Corriente Plateadmientras soñaba junto a la Piedra Lunar, pero esno mitigaría el dolor de su amigo. La bella gat

gris estaba muerta, y Estrella de Fuego esperab



que su amigo tardara mucho tiempo en reunirse coella entre las filas del Clan Estelar.

—Por lo menos —continuó Látigo Gris—

omos la mejor fuerza de combate que este bosquha visto jamás. —Se le dilataron los ojos aeparar en una pelea simulada entre Zarzo

Espinardo—. Espera un momento; tengo qu

hacerle un comentario a Zarzo sobre ese mandoblcon las zarpas.Saltó de la roca para cruzar el claro, y Estrell

de Fuego se quedó mirando alrededor. Cerca de é

Cola Pintada y Orejitas estaban moviéndose ecírculos frente a frente, esperando una oportunidapara saltar. Tormenta de Arena estaba instruyenda los tres cachorros de Sauce en el otro extrem

del claro. Estrella de Fuego se acercó parobservar y oyó que la gata melada maullaba: —De acuerdo, yo soy un guerrero del Clan d

a Sangre y acabo de irrumpir en el campamento

¿Qué vais a…?



La última palabra se convirtió en un chillidcuando Acederilla dio un salto para morderle lcola. Tormenta de Arena giró en redondo

evantando una zarpa con las uñas envainadapero, antes de que pudiera librarse de Acederillcon un manotazo, sus dos hermanos se abalanzaroobre ella por detrás. La guerrera desapareci

bajo una agitada masa de cachorros.Para cuando Estrella de Fuego llegó a su ladoTormenta de Arena estaba quitándoselos dencima, con un brillo risueño en sus ojos verdes.

—¡Bien hecho! —exclamó la gata—. Si dverdad hubiera sido un guerrero del Clan de lSangre, ahora mismo habría salido corriendaterrorizado. —Volviéndose hacia Estrella d

Fuego, añadió—: Hola. ¿Has visto a estos tresDentro de unas lunas serán unos magníficoguerreros!

—Estoy seguro de eso —maulló él—. Estái

haciéndolo muy bien —los alabó—. Y nadi



podría enseñaros mejor que Tormenta de Arena. —Cuando sea aprendiza, quiero a Tormenta d

Arena de mentora —declaró Acederilla—. ¿Podr

er, Estrella de Fuego? —¡No! ¡La quiero yo! —protestó uno de suhermanos.

—¡No, yo! —replicó el otro.

Tormenta de Arena rió negando con la cabeza. —Ya decidirá Estrella de Fuego quiénes sovuestros mentores —contestó—. Ahora dejadlver cómo practicáis los movimientos de defensa.

El líder observó cómo los cachorroimulaban atacarse entre sí y defenderse. Aunquestaban emocionados, consiguieron recordar lque Tormenta de Arena les había enseñado

esquivando los golpes expertamente o lanzándoscontra el oponente para darle una rápiddentellada.

—Son muy buenos —comentó Tormenta d

Arena con voz queda—. Especialmente la pequeñ



Acederilla. —Mirando de reojo a Estrella dFuego, añadió—: Si me pidieras que fuese smentora, no te diría que no.

—Que quede entre tú y yo: Acederilla es tuyen cuanto llegue el momento —prometió el lídeguiñándole un ojo.

Aunque Tormenta de Arena, los cachorros

odo el clan se hallaban al borde del desastreEstrella de Fuego no pudo contener una oleada dorgullo y esperanza. Restregando el hocico contrel costado de Tormenta de Arena, murmuró:

—Ganaremos la batalla. Tengo que creer eeso.La guerrera no contestó con palabras, pero l

mirada que le dedicó lo decía todo.

Dejando que Tormenta de Arena siguiera cou lección, Estrella de Fuego cruzó la hondonadhasta el extremo más alejado, donde NimbBlanco y Centella estaban entrenando co

Ceniciento y Manto Polvoroso. Centella acabab



de derribar a Manto Polvoroso; el guerrero sevantó escupiendo arena y exclamó:

—¡No he visto venir ese movimiento

Enséñamelo otra vez.Centella se agazapó, pero se relajó al ver Estrella de Fuego.

Nimbo Blanco se acercó al líder con la col

bien alta. —¿Lo has visto? —preguntó orgulloso—Ahora Centella pelea realmente bien.

—Continúa —animó Estrella de Fuego a l

gata—. Esto parece interesante.Centella lo miró nerviosa con su ojo bueno uego volvió a concentrarse. Manto Polvoros

estaba intentando acercarse con sigilo por su lad

ciego, pero ella no dejaba de moverse de un lado otro para tenerlo siempre a la vista. Cuando eguerrero saltó, la gata se lanzó por debajo de suzarpas extendidas y lo golpeó en las patas trasera

para tirarlo de nuevo al suelo.



—Ya sé por qué te llaman Manto Polvoroso —bromeó Nimbo Blanco cuando el guerrero marróe levantó sacudiéndose el pelo.

—¡Bien hecho, Centella! —exclamó Estrellde Fuego. Luego agitó las orejas para tener unapalabras aparte con Nimbo Blanco—. Esperabque estuvieras aquí —le dijo a su sobrino—. Voy

visitar a Princesa, y pensaba que quizá quisieraacompañarme. Nimbo Blanco tensó las orejas. —¿Vas a avisarla?

—Sí. Con el Clan de la Sangre al acecho, elldebería saber el peligro que suponen. Sé que nuele salir al bosque, pero incluso así…

—Enseguida estoy contigo —maulló Nimb

Blanco, y se fue a hablar con Centella.Al cabo de un instante, los dos gatos sencaminaron al pinar. Estrella de Fuego sdespidió de Látigo Gris al salir de la hondonada

El pálido sol de la estación sin hojas incidía sobr



as cenizas que aún quedaban del incendio. Lapocas plantas que habían vuelto a crecer estabaecas y consumidas, y no había el menor rastro d

presas. El líder pensó que aquella estación sihojas ya habría sido bastante dura sin el problemañadido del Clan de la Sangre.

Cuando alcanzaron las viviendas Dos Pata

donde vivía Princesa, Estrella de Fuego se sintialiviado al ver a la bonita atigrada sobre la valldel jardín. La gata soltó un chillido de bienvenidmientras él recorría la zona de campo abiert

desde el lindero del bosque y saltaba a la vallaimbo Blanco lo siguió en un par de segundos. —¡Corazón de Fuego! —exclamó Princesa

estregando el hocico contra su costado—. ¡Y

imbo Blanco! Qué alegría veros a los do¿Estáis bien? —Sí, estamos bien —contestó su hermano. —Ahora es el líder del clan —informó Nimb

Blanco—. Tienes que llamarlo Estrella de Fuego.



—¿Líder del clan? ¡Eso es maravilloso!Princesa emitió un profundo ronroneo

encantada. Estrella de Fuego sabía que estab

orgullosa de él aun sin entender realmente lo queso significaba: ni la pena por la muerte dEstrella Azul, ni la pesada carga de laesponsabilidades del liderazgo.

—Me alegro mucho por ti —siguió Princes—. Pero estáis muy delgados los dos —añadidubitativa, separándose para examinar a shermano y a su hijo—. ¿Estáis comiendo como e

debido?Ésa era una pregunta difícil de respondeEstrella de Fuego y todos los gatos de clan estabaacostumbrados a pasar hambre en la dura estació

in hojas, pero Princesa no tenía manera de sabeo escasas que eran las presas, pues sus Dos Patae daban todos los días la misma comida par

mascotas.

—Lo llevamos bastante bien —replicó Nimb



Blanco con impaciencia, antes de que Estrella dFuego pudiera contestar—. Pero hemos venido decirte que te mantengas alejada del bosque. Ha

gatos malvados rondando por ahí.Estrella de Fuego le lanzó una mirada irritadal impetuoso guerrero. Él habría intentado buscauna manera más delicada de advertir a Princesa.

—Han venido al bosque gatos del poblado dDos Patas —explicó, pegándose al costado de shermana para reconfortarla—. Son criaturaferoces, pero deberían dejarte en paz.

—Los he visto merodeando entre los árbole—respondió Princesa en voz baja—. Y he oídhistorias sobre ellos. Por lo visto, matan incluso perros y a otros gatos.

Al recordar los colmillos que tachonaban ecollar de Azote, Estrella de Fuego pensó que lahistorias eran ciertas. Y dentro de poco habría mámuertes causadas por Azote.

—Todos los buenos narradores exageran —l



dijo a Princesa, con la esperanza de sonaconvincente—. No tienes por qué preocupartepero sería mejor que no salieras de tu jardín.

Princesa le sostuvo la mirada sin titubear, Estrella de Fuego supo que, por una vez, no lhabía engañado con su tono confiado.

—Lo haré —prometió su hermana—. Y

avisaré a los demás gatos domésticos. —Bien —maulló Nimbo Blanco—. Y no tnquietes por nada. Pronto nos libraremos del Cla

de la Sangre.

—¡El Clan de la Sangre! —repitió Princescon un escalofrío—. Estrella de Fuego, estáis epeligro, ¿no es cierto?

Su hermano asintió, pues de repente no l

apetecía tratarla como a una blandengue minincasera, incapaz de enfrentarse a la verdad. —Sí —confesó—. El Clan de la Sangre nos h

dado tres días para abandonar el bosque. N

enemos intención de marcharnos, y eso signific



que deberemos luchar contra ellos.Princesa siguió mirándolo larga

pensativamente. Le tocó una cicatriz del costad

con la punta de la cola, una vieja herida de unbatalla de hacía tanto que él había olvidado cuáera. Estrella de Fuego tuvo una repentina visión dqué aspecto debía de presentar ante su hermana

flaco y desaliñado, a pesar de sus fibrosomúsculos, con sus marcas de combate, un constantecordatorio de la dureza de la vida en el bosque.

—Sé que harás todo lo que puedas —maull

Princesa con voz queda—. El clan no podría teneun líder mejor. —Espero que tengas razón —maulló Estrell

de Fuego—. Ésta es la peor amenaza a la que e

clan ha tenido que enfrentarse jamás. —Y tú la superarás; sé que lo harás. —Princesa le lamió la oreja y se restregó contra éEl líder captó su olor a miedo, pero ell

permaneció tranquila, y sus delicados rasgo



nsólitamente serios—. Regresa sano y salvoEstrella de Fuego —susurró la gata—. Por favor.



25

Después de despedirse de Princesa, Nimbo Blance marchó a cazar y Estrella de Fuego regresó sol

al campamento. Cuando llegó al barranco estab

empezando a anochecer, y captó el olor dTormenta Blanca antes de verlo por delante de éLo alcanzó justo antes de que llegara al túnel daulagas; llevaba un campañol en la boca, que dej

en el suelo al ver a Estrella de Fuego. —Esperaba poder hablar contigo —empezó e

ugarteniente, sin aguardar siquiera a saludarse—Y es mejor aquí fuera, donde no pueda oírno

nadie.



A Estrella de Fuego le dio un vuelco ecorazón.

—¿Qué sucede? ¿Ha pasado algo malo?

—¿Te refieres aparte de Azote? —replicrónicamente el guerrero veterano. Se sentó sobruna roca plana y pidió a Estrella de Fuego con lcola que se sentara a su lado—. No, no suced

nada malo. Las patrullas y el entrenamiento vabien… pero no dejo de preguntarme si de verdahemos pensado en lo que estamos haciendo.

Estrella de Fuego lo miró sin pestañear.

—¿Qué quieres decir?El lugarteniente respiró profunda penosamente.

—Azote y su clan nos superan en número,

mucho, incluso con el Clan del Viento luchando nuestro lado. Sé que nuestros guerreros pelearáhasta derramar la última gota de su sangre poalvar el bosque, pero quizá el precio se

demasiado alto.



—¿Estás diciendo que deberíamos darnos povencidos? —espetó el líder con voz cortanteamás hubiera esperado oír un consejo así de s

ugarteniente. Si el valor de Tormenta Blanca nestuviera fuera de toda duda, habría dicho que erel discurso de un cobarde—. ¿Y abandonar ebosque?

—No lo sé. —Tormenta Blanca sonó cansado Estrella de Fuego recordó de pronto su edad—Las cosas están cambiando; nadie puede negar eso tal vez sea el momento de trasladarse. Debe d

haber territorio más allá de las Rocas AltaPodríamos encontrar otro sitio donde… —¡Jamás! —lo interrumpió Estrella de Fueg

—. El bosque es nuestro, nuestro.

—Eres joven —maulló el gato, mirándolo coolemnidad—. Es lógico que lo veas así. Pero vaa morir gatos, Estrella de Fuego.

—Lo sé.

Se había pasado todo el día atareado



animando a sus guerreros (y a sí mismo) con ldea de que iban a derrotar a Azote. Y ahor

Tormenta Blanca estaba obligándolo a enfrentars

al hecho de que, incluso aunque ganaran, sería a uprecio terrible. Si lograban expulsar del bosque os invasores, puede que sólo quedaran unos pocoupervivientes, y tan debilitados como si lo

hubieran vencido. —Debemos seguir adelante —maulló al cab—. No podemos dar media vuelta y huir comatones. Tienes razón, Tormenta Blanca, sé que l

ienes, pero ¿qué otra opción nos queda? No pueder la voluntad del Clan Estelar que abandonemoel bosque.

Tormenta Blanca asintió.

—Pensaba que dirías eso. Bien, yo te he dicho que pienso. Para eso está un lugarteniente. —Y yo te lo agradezco, Tormenta Blanca.El guerrero veterano se levantó, fue hacia s

campañol y luego se volvió hacia Estrella d



Fuego. —Yo jamás he tenido la clase de ambición qu

mpulsaba a Estrella de Tigre… o a ti —maulló—

unca he deseado ser líder, pero me alegrespecialmente de no serlo en estos momentoingún gato en sus cabales envidiaría la

decisiones que tienes que tomar.

Estrella de Fuego parpadeó, sin saber qucontestar. —Lo único que espero —continuó Torment

Blanca— es poder luchar con todas mis fuerza

cuando llegue el momento.Una sombra de incertidumbre le cruzó eostro, y Estrella de Fuego cayó en la cuenta d

que, a la edad de Tormenta Blanca, muchos gato

e habrían unido ya a los veteranos. Era lógico quemiese que pudieran fallarle las fuerzas en ecombate.

—Sé que podrás hacerlo —aseguró Estrella d

Fuego—. No hay un guerrero más noble que tú e



odo el bosque.Tormenta Blanca le sostuvo la mirada un larg

nstante sin decir nada. Luego recogió el campaño

entró en el campamento.Estrella de Fuego se quedó sobre la roca. Lapalabras de su lugarteniente lo habían perturbado de pronto se le pasaron las ganas de ir a

campamento y acomodarse en su guarida debajo da Peña Alta. Sabía que sería incapaz de dormir.Tras unos momentos escuchando los tenue

onidos del anochecer, se levantó y volvió a sub

por el barranco. Leves trazos rojos señalaban eugar en que se había puesto el sol, pero poencima de su cabeza el cielo estaba oscuro, y loprimeros guerreros del Clan Estelar lo miraro

desde lo alto.Avanzó silenciosamente entre el sotobosque ardó un tiempo en advertir que sus patas estabalevándolo hacia las Rocas Soleadas. Cuand

legó al lindero del bosque, estaba completament



oscuro. Las formas redondeadas de las rocas secortaban contra el cielo como lomos de animale

agazapados, con un brillo de escarcha en l

uperficie. Más allá podía oír el suave borbotedel río sobre las piedras, y mucho más cerca, uquedo correteo lo alertó de la presencia de unpresa.

A Estrella de Fuego se le hizo la boca agua adentificar el olor de un ratón. Posando apenas lapatas sobre el suelo, se acercó a él sigilosamente altó. No se dio cuenta del hambre que tenía hast

que sus mandíbulas se cerraron sobre el roedoque engulló con unos pocos bocados voraces.Sintiéndose mejor, Estrella de Fuego subió a l

alto de la roca y buscó un sitio desde dond

pudiera sentarse a contemplar el río. Las oscuraaguas destellaban con la luz de las estrellas. Unbrisa alteraba la superficie, alborotando el peldel líder y agitando el bosque sin hojas que l

odeaba.



Estrella de Fuego alzó la vista hacia el MantPlateado. Los guerreros del Clan Estelar estabavigilando… pero parecían fríos y lejanos en l

gélida noche. ¿Realmente les importaba lo quucedía en el bosque? ¿O Estrella Azul tenía razócuando se enfurecía con ellos en su guerrparticular? Durante un momento, vislumbró l

espantosa sensación de aislamiento de su antiguíder. En realidad, él no podía compartirla porqueal contrario que Estrella Azul, nunca había perdida fe en los guerreros de su propio clan. Per

estaba empezando a comprender cómo la gathabía llegado a dudar del Clan Estelar.En la feroz lucha de Estrella de Tigre por e

poder habían muerto muchos gatos, y el Cla

Estelar no los había salvado. Estrella de Fuego spreguntó si estaría siendo un insensato al creer quus antepasados guerreros iban a ayudarlo ahora.

Pero, sin el Clan Estelar, ¿cómo podrí

obrevivir el Clan del Trueno? Levantando l



cabeza, maulló al glorioso Manto Plateado: —¡Mostradme qué debo hacer! ¡Mostradm

que estáis con nosotros!

No hubo respuesta del fuego blanco qubrillaba sobre su cabeza.Dolorosamente consciente de lo pequeño

débil que era comparado con el Clan Estelar qu

habitaba en el firmamento, encontró un hueco en loca resguardado de la fría brisa. No esperabdormir, pero estaba agotado y se le cerraron loojos al cabo de un instante.

Soñó que estaba sentado en los CuatrÁrboles, con los sentidos adormecidos por ecálido aire y los dulces aromas de la estación da hoja verde. Los guerreros del Clan Estelar l

odeaban por las cuatro laderas, como en su visita la Piedra Lunar, cuando recibió las nueve vidade un líder de clan. Vio a Fauces Amarillas aspeada, y a todos los guerreros que habí

perdido el Clan del Trueno, además de otro



añadidos recientemente a las fulgurantes filasPedrizo y el joven aprendiz Erguino.

En sueños, Estrella de Fuego se levantó de u

alto para encararse a los espíritus. Por primervez no sentía un temor reverencial ante suantepasados guerreros. Parecía que lo hubieseabandonado, a él y a todo el bosque, a s

errorífico destino. —¡Vosotros gobernáis el bosque! —bufóacando toda su rabia ante la traición del Cla

Estelar—. Vosotros mandasteis la tormenta el dí

de la Asamblea para que yo no pudiera contar os clanes lo que había hecho Estrella de TigrePermitisteis que él trajera al bosque a Azote! ¿Po

qué nos estáis haciendo esto? ¿Acaso deseái

nuestra destrucción?Una figura conocida se adelantó: el pelajazulado de Estrella Azul resplandecía bajo la lude las estrellas y sus ojos eran un fuego azul.

—Estrella de Fuego, tú no lo entiendes —



maulló la gata—. El Clan Estelar no gobierna ebosque, en absoluto.

Estrella de Fuego se quedó mirándol

boquiabierto, sin nada que decir. Entonces, ¿erfalso todo lo que había aprendido desde su llegadal bosque como gato doméstico, hacía ya muchiempo?

—El Clan Estelar se preocupa por todos logatos del bosque —continuó Estrella Azul—desde el cachorrito desvalido y ciego hasta eveterano más anciano tendido al sol. Nosotros lo

observamos. Mandamos profecías y sueños a locuranderos. Pero la tormenta no fue obra nuestraAzote y Estrella de Tigre obtienen poder a base dangre porque ésa es su naturaleza. Nosotro

observamos —repitió la antigua líder—, pero nnterferimos. Si lo hiciéramos, ¿seríais realmentibres? Estrella de Fuego, tú y todos los demá

gatos tenéis la posibilidad de seguir o no el códig

guerrero. No sois los juguetes del Clan Estelar.



—Pero… —intentó interrumpirla Estrella dFuego.

Estrella Azul siguió hablando como si nada:

—Y ahora estamos observándote a ti. Tú ereel gato que hemos elegido, Estrella de Fuego. Teres el fuego que salvará al clan. Ningún guerrerdel Clan Estelar te ha traído hasta aquí. Tú vinist

por propia voluntad, porque tienes un espíritguerrero y el corazón de un auténtico gato de clanTu fe en el Clan Estelar te dará la fuerza qunecesitas.

Mientras la gata hablaba, una sensación de panvadió a Estrella de Fuego. Sintió como si lfuerza de Estrella Azul y la de todos los miembrodel Clan Estelar estuvieran fluyendo en su interio

Pasara lo que pasase cuando su clan se enfrentasal Clan de la Sangre en combate, él sabría que eClan Estelar no lo había abandonado.

Estrella Azul apoyó el hocico en su cabeza

gual que el día en que lo nombró guerrero. Baj



u contacto, el pálido fuego de los guerrerocongregados comenzó a desvanecerse, y Estrellde Fuego se sumió en la cálida oscuridad de u

ueño profundo. Cuando abrió los ojos, vio que lprimera luz de la aurora comenzaba a teñir ecielo.

Se levantó para desperezarse, y el recuerdo d

u sueño lo llenó de energía. Como líder, sobligación era salvar a su clan. Y con la fuerza deClan Estelar como ayuda, encontraría la manera dconseguirlo.



26

Estrella de Fuego se preguntó si los gatos del clahabrían reparado en su ausencia y si estaríapreocupados por él. Sabía que debía regresar a

campamento, pero se quedó un rato sobre la rocacontemplando cómo la luz del amanecer sextendía por el bosque.

El territorio del otro lado del río estab

ranquilo y en silencio. Estrella de Fuego intentmaginarse cómo estaría sobrellevando lituación Estrella Leopardina. Supuso que lo

guerreros del Clan de la Sombra que había

legado huyendo a su territorio serían uno



nvitados inoportunos, sin presas de sobra durantas duras lunas de la estación sin hojas.

Luego se incorporó de un salto, con el pel

erizado y las orejas plantadas. Acababa docurrírsele algo, y no tenía ni idea de por qué no había pensado antes. Quizá el Clan del Truen

no estuviera tan en inferioridad de condicione

como temía. Al otro lado del río había guerrerode dos clanes y, con Estrella de Tigre muertoninguno de ellos tenía razones para apoyar al Clade la Sangre.

—¡Cerebro de ratón! —se reprochó en voalta.Existía la posibilidad de que los cuatro clane

del bosque se unieran para expulsar a los letale

gatos que amenazaban toda su vida. Cuatro no sornarían dos: cuatro se tornarían uno, pero no demodo que pretendía Estrella de Tigre.

Cuando los primeros rayos de sol apareciero

en el horizonte, Estrella de Fuego bajó de la roca



corrió río abajo en dirección a los pasaderos. —¡Estrella de Fuego! ¡Estrella de Fuego!El grito lo detuvo justo cuando tenía lo

pasaderos a la vista. Al darse la vuelta, vio quuna patrulla del Clan del Trueno salía entre loárboles. Látigo Gris iba en cabeza, seguido dTormenta de Arena, Nimbo Blanco y Zarzo.

—¿Dónde has estado? —maulló Tormenta dArena enfadada, yendo hacia él—. Estábamopreocupadísimos.

—Lo lamento. —Estrella de Fuego le lamió l

oreja a modo de disculpa—. Necesitaba pensar eun par de cosas; eso es todo. —Tormenta Blanca ha dicho que estarías bie

—intervino Látigo Gris—. Y Carbonilla n

parecía preocupada. Me ha dado la sensación dque sabía más de lo que decía. —Bueno, aquí estoy ahora —dijo el líder co

energía—. Y me alegro de haberos encontrado

Voy a ir al territorio del Clan del Río, y dará mejo



mpresión si llevo algunos guerreros conmigo. —¿Al Clan del Río? —preguntó Nimb

Blanco asombrado—. ¿Qué quieres de ellos?

—Voy a pedirles que luchen a nuestro ladcontra Azote.El joven guerrero se quedó mirándol

boquiabierto.

—¿Has perdido la chaveta? ¡EstrellLeopardina te arrancará el pellejo! —No creo que lo haga. Ahora que Estrella d

Tigre ha muerto, ella querrá al Clan de la Sangr

en el bosque tan poco como nosotros. Nimbo Blanco se encogió de hombros, Látigo Gris también pareció dubitativo, pero loojos verdes de Tormenta de Arena relucía

encantados. —Sabía que encontrarías la manera dderrotar al Clan de la Sangre —ronroneó la gat—. Vamos.

El líder se volvió para abrir la marcha haci



os pasaderos, pero se detuvo cuando Zarzo se lacercó.

—Estrella de Fuego, ¿podemos hablar co

Zarpa Trigueña si está allí? —preguntó el aprendiesperanzado. Le tembló la voz—. Quizá haya otroportunidad.

Estrella de Fuego vaciló.

—Sí, si la ves —respondió al cabo—. Que tcuente su versión de la historia. Luegdecidiremos qué hacer.

—¡Gracias, Estrella de Fuego! —Los ojos d

Zarzo brillaron de alivio.Estrella de Fuego descendió por la ribera hastos pasaderos, seguido por sus guerreros. Mientra

cruzaba, se mantuvo alerta en busca d

movimientos en el lado opuesto del río, pero nvio nada. Ni siquiera había pasado una patrulla deClan del Río, aunque el sol ya estaba por encimdel horizonte.

Tras alcanzar la orilla opuesta, el líder fue rí



arriba en dirección al campamento del clavecino. De camino, se encontraron con el arroyque llevaba al claro de la Colina de Huesos. A

Estrella de Fuego lo recorrió un escalofrío aecordar la última vez que había estado allí. Ehedor a carroña era más débil ahora, pero la brisarrastraba el olor de muchos gatos. Reconoció e

olor mixto del Clan del Tigre, antes tan siniestro ahora casi familiar comparado con la fetidez deClan de la Sangre.

—Creo que están en el claro que hay junto a l

Colina de Huesos —maulló por encima dehombro—. Al menos, algunos de ellos. Iremos ver… Látigo Gris, estate ojo avizor.

Látigo Gris se quedó en la retaguardia mientra

u líder seguía el arroyo, arrastrándosilenciosamente entre los carrizos hasta llegar aborde del claro. Al asomarse, vio que la Colina dHuesos ya estaba empezando a desmoronarse, d

modo que parecía poco más que un montón d



basura. El arroyo ya no estaba estancado copresas putrefactas, y había un montoncillo de carnfresca, como si los gatos hubieran comenzado

establecer un nuevo campamento.En el claro había varios guerreros apiñadocon el pelo enmarañado y los ojos apagados ausentes. A Estrella de Fuego lo sorprendió ver

miembros del Clan del Río y el Clan de lSombra. Había esperado encontrar sólo guerrerodel Clan de la Sombra asentados allí, mientras eClan del Río ocupaba su antiguo campamento en l

sla que había río arriba.Estrella Leopardina se hallaba agazapada apie de la Colina de Huesos. Estaba mirando afrente, y Estrella de Fuego creyó que lo habí

visto, pero la gata no dio muestras de ello. Eugarteniente del Clan de la Sombra, Patas Negrae encontraba cerca de la líder. Tras la sorpresnicial, Estrella de Fuego se sintió aliviado d

poder tratar directamente con Estrella Leopardina



que obviamente estaba intentando liderar amboclanes.

Lanzó una mirada a Tormenta de Arena.

—¿Qué les ocurre? —murmuró. Casi habípensado que los guerreros estaban enfermos, peren el aire no había ni rastro de enfermedad.

Tormenta de Arena negó con la cabeza co

mpotencia y Estrella de Fuego devolvió satención al claro. Había ido hasta allí buscanduna fuerza de combate, pero aquellos gatoparecían medio muertos. Aun así, no tenía sentid

volverse atrás. Indicando a sus gatos que liguieran, Estrella de Fuego entró en el claro. Ningún gato le salió al paso, aunque uno o do

de los guerreros levantaron la cabeza para mirarl

in curiosidad. Tras intercambiar una mirada coEstrella de Fuego, Zarzo se escabulló para buscaa Zarpa Trigueña.

Estrella Leopardina se levantó penosamente.

—Estrella de Fuego —dijo con voz áspera



como si no hubiera hablado en días—. ¿Ququieres?

—Hablar contigo. Estrella Leopardina, ¿qu

está pasando aquí? ¿Qué os sucede? ¿Por qué nestáis en vuestro antiguo campamento?Estrella Leopardina le sostuvo la mirada u

argo instante.

—Ahora yo soy la líder en solitario del Cladel Tigre —maulló por fin, y un destello dorgullo regresó a sus ojos apagados—. Ecampamento del Clan del Río es demasiad

pequeño para albergar a los dos clanes. Dejamoque las reinas y los veteranos se queden allí, coalgunos guerreros para protegerlos. —Soltó uemedo de risa—. Pero ¿qué sentido tiene? E

Clan de la Sangre nos aniquilará a todos. —No debes pensar así —replicó el líder deClan del Trueno—. Si todos permanecemos juntopodemos expulsar al Clan de la Sangre.

Una luz salvaje brilló en los ojos de Estrell



Leopardina. —¡Eres un idiota con cerebro de ratón! —l

espetó—. ¿Expulsar al Clan de la Sangre? ¿Y

cómo crees que vamos a hacerlo? Estrella de Tigrera el mejor guerrero que el bosque ha tenidamás, y ya viste lo que le hizo Azote.

—Lo sé —contestó Estrella de Fuego si

arredrarse, disimulando el escalofrío de miedque estaba recorriéndolo—. Pero Estrella de Tigre enfrentó a Azote solo. Nosotros podemo

unirnos como un clan para luchar contra él,

después podemos volver a ser cuatro clanes, dacuerdo con el código guerrero.Una expresión sarcástica cruzó el rostro d

Estrella Leopardina, que no dijo nada.

—¿Qué vais a hacer entonces? —inquiriEstrella de Fuego—. ¿Abandonar el bosque?Estrella Leopardina vaciló, moviendo l

cabeza de un lado a otro, como si la irritase e

esfuerzo de hablar con él.



—He mandado un grupo de expedición ebusca de lugares donde vivir más allá de laRocas Altas —admitió—. Pero tenemos cachorro

muy pequeños, y dos de nuestros veteranos estáenfermos. No todos los gatos pueden marcharse, os que se queden morirán.

—No tenemos que morir —aseguró é

desesperadamente—. El Clan del Trueno y el Cladel Viento van a luchar. Uníos a nosotros.Esperaba más escepticismo, pero ahor

Estrella Leopardina lo miraba con atención. Pata

egras se levantó para colocarse junto a la lídeCuando se puso frente a los gatos del Clan deTrueno, Látigo Gris soltó un gruñido bajo empezó a flexionar las uñas. Estrella de Fuego l

hizo una advertencia con la cola: odiaba a Pataegras tanto como su amigo, pero de momentenían que ser aliados para enfrentarse a u

enemigo todavía mayor.

—¿Acaso tienes cerebro de ratón, Estrell



Leopardina? —gruñó el lugarteniente del Clan da Sombra—. ¿No estarás pensando en serio e

unirte a estos idiotas? No son lo bastante fuerte

para batirse con el Clan de la Sangre. Nodespedazarán a todos.Estrella Leopardina lo miró con frialdad,

Estrella de Fuego advirtió con un repentin

fogonazo de esperanza que a la líder le disgustabPatas Negras tanto como a él. Pedrizo, que habímuerto bajo las zarpas del guerrero blanco negro, había sido el lugarteniente en el que ell

confiaba. —Aquí soy yo la líder, Patas Negras —apunta gata—. Yo tomo las decisiones. Y no esto

preparada para darme por vencida… no si exist

a posibilidad de expulsar al Clan de la SangreDe acuerdo —maulló, volviéndose de nuevo haciEstrella de Fuego—. ¿Cuál es tu plan?

Estrella de Fuego deseó poder plantear algú

ruco ingenioso, una manera de echar al Clan de l



Sangre que no pusiera en peligro la vida de logatos del bosque. Pero no había truco posible; ecamino a la victoria, si es que lo había, sería dur

doloroso. —Mañana al amanecer —contestó—, el Cladel Trueno y el Clan del Viento se enfrentarán aClan de la Sangre en los Cuatro Árboles. Si e

Clan del Río y el Clan de la Sombra se unen nosotros, seremos el doble de fuertes. —¿Y tú nos liderarás? —preguntó Estrell

Leopardina. A su pesar, añadió—: Ahora yo n

cuento con la fuerza necesaria para guiar a migatos al combate.Estrella de Fuego parpadeó sorprendido. S

esperaba que Estrella Leopardina exigier

autoridad sobre los otros clanes. No estabconvencido de ser lo bastante fuerte para asumir eiderazgo en su lugar, pero vio que no tení

elección.

—Si ése es tu deseo, entonces sí, lo haré —



contestó. —¿Liderarnos? —La voz, cargada d

desprecio, sonó detrás de Estrella de Fuego—

¿Un minino casero? ¿Te has vuelto loca, EstrellLeopardina?Estrella de Fuego se volvió, sabiendo lo qu

ba a ver. Cebrado estaba abriéndose paso entre e

pequeño grupo de sus antiguos compañeros dclan.Estrella de Fuego se quedó mirándolo. En e

Clan del Trueno, Cebrado siempre estaba lustroso

ahora, su pelaje de rayas oscuras estabdeslustrado, como si hubiera dejado dpreocuparse por él. Parecía enflaquecido, y lpunta de su cola se agitaba nerviosamente. Sólo l

fría hostilidad de sus ojos resultaba familiar, agual que la insolencia con que lo miró de arribabajo al detenerse frente a él.

—Cebrado. —Estrella de Fuego lo saludó co

un movimiento de cabeza.



Aunque jamás podría sentir auténtica lástimpor el guerrero atigrado, notó una punzada de penal ver lo atormentado que parecía, con los ojo

vacíos, como si ya estuviera sufriendo el castigpor traicionar a su clan de nacimiento.Estrella Leopardina dio un paso adelante. —Cebrado, esto no es decisión tuya —maulló

—Deberíamos matarte o echarte de aquí —lgruñó Cebrado a Estrella de Fuego—. Tú volvista Azote contra Estrella de Tigre. Es culpa tuya qumuriera.

—¿Culpa mía? —Estrella de Fuego se quedin aliento del asombro. Los ojos del atigradoscuro ardían de odio; a su manera, estabufriendo por la muerte de su líder. Ahora qu

Estrella de Tigre había muerto, Cebrado estabcompletamente solo—. No, Cebrado, fue culpa depropio Estrella de Tigre. Si no hubiese traído aClan de la Sangre al bosque, nada de esto habrí

ucedido.



—¿Y cómo sucedió? —intervino Látigo Gri—. Eso es lo que me gustaría saber a mí. ¿En questaba pensando Estrella de Tigre? ¿No veía l

que iba a dejar suelto en el bosque? —Estrella de Tigre pensaba que era lo mejo—intentó defenderlo Estrella Leopardina, aunquus palabras sonaron huecas—. Él creía que lo

gatos del bosque estarían más seguros si se uníaodos bajo su liderazgo, y pensó que el Clan de lSangre os convencería de que tenía razón.

Látigo Gris soltó un resoplido de desprecio

pero Estrella Leopardina hizo caso omiso. En vede eso, sacudió la cola, y apareció otro gato, ugato gris y escuálido con una oreja mordidaEstrella de Fuego reconoció a Guijarro, uno de lo

proscritos que Estrella de Tigre se había llevadal Clan de la Sombra. —Guijarro, cuéntale a Estrella de Fuego l

que sucedió —ordenó Estrella Leopardina.

El guerrero del Clan de la Sombra parecí



hambriento y cansado. —Yo pertenecía al Clan de la Sangre —

confesó—. Lo abandoné hace lunas, pero Estrell

de Tigre conocía mi pasado. Me pidió que llevara al poblado Dos Patas: necesitaba mágatos para asegurarse de que el Clan de la Sombrcontrolaba el bosque. —Se miró las pata

moviendo las orejas con nerviosismo—. Yo…ntenté decirle que Azote era peligroso, perninguno de nosotros se imaginaba lo que podríhacer. Estrella de Tigre le ofreció una parte de

bosque si traía gatos para ayudarlo a luchaPensaba que, una vez que los demás clanes shubieran unido al Clan del Tigre, él podrídeshacerse del Clan de la Sangre.

—Pero se equivocaba —murmuró Estrella dFuego, rememorando esa extraña pena que habíentido al ver a su mayor enemigo muerto a su

pies.

—Cuando murió, no podíamos creerlo —



maulló Guijarro con expresión aturdida, como sestuviese compartiendo el recuerdo de Estrella dFuego—. Pensábamos que nada podría vence

amás a Estrella de Tigre. Cuando, tras su muerteel Clan de la Sangre atacó nuestro campamentoestábamos demasiado conmocionados para luchaaunque no todos nos marchamos. Algunos gato

consideraron que sería más seguro unirse a AzoteColmillo Roto, por ejemplo. —La voz de Guijarre tornó más amarga—. Valdría la pena pelea

contra el Clan de la Sangre para poder clavar la

garras en el pellejo de ese traidor. —Entonces, ¿lo haréis? —Estrella de Fuegmiró alrededor y descubrió que todos los gatos declaro se habían acercado y estaban escuchando e

ilencio. Sólo Patas Negras y Cebrado smantenían a distancia, al borde de la multitud—¿Estaréis mañana con nosotros y con el Clan deViento?

Los gatos siguieron en silencio, esperando qu



Estrella Leopardina hablara. —No lo sé —contestó la líder—. Puede que l

batalla ya esté perdida. Necesito tiempo par

pensar. —No queda mucho tiempo —señaló Tormentde Arena.

Estrella de Fuego reunió a sus guerreros con u

movimiento de la cola y les indicó que fueran a uado del claro. —Piénsalo ahora, Estrella Leopardina —

maulló—. Nosotros esperaremos.

La líder del Clan del Río le lanzó una miraddesafiante, como si fuera a insistir en tomarse todel tiempo que necesitara, pero no dijo nada. En vede eso, llamó a dos o tres de sus guerreros

empezó a hablar con ellos en voz baja. Con loojos ardiendo de furia, Patas Negras se abrió paspara unirse al grupo. El resto de los gatopermanecieron en un silencio helado y abatido,

Estrella de Fuego no pudo evitar preguntarse qu



clase de fuerza de combate formarían. —¿Cómo pueden ser tan descerebrados? —

gruñó Nimbo Blanco—. ¿Qué tienen que debatir

Estrella Leopardina dice que no pueden marcharsin peligro… así que ¿qué otra cosa pueden haceaparte de luchar?

—Cállate, Nimbo Blanco… —ordenó Estrell

de Fuego. —Estrella de Fuego —lo interrumpió la voz dZarzo. Al volverse, el líder vio a su aprendiz a uncola de distancia, con Zarpa Trigueña al lado—

Zarpa Trigueña quiere hablar contigo.La joven gata le sostuvo la mirada siachicarse, y a Estrella de Fuego le recordó a sformidable madre, Flor Dorada.

—Tú dirás, Zarpa Trigueña. —Zarzo dice que debería contarte por qué mmarché del Clan del Trueno —maulló la aprendizin preámbulos—. Pero tú ya lo sabes, ¿verdad

Quería que me juzgaran por lo que soy, no por l



que hizo mi padre. Necesitaba sentir qupertenecía a algún sitio.

—Nadie pensaba que no pertenecieras al Cla

del Trueno —protestó Estrella de Fuego.Zarpa Trigueña se le encaró con ojodestellantes.

—Estrella de Fuego, yo no lo creo —replic

—. Y tú tampoco.El líder sintió que le quemaba la piel dculpabilidad.

—Cometí un error —admitió—. Cuando o

miraba, a ti y a tu hermano, sólo podía ver vuestro padre. A otros gatos les sucedía lo mismoPero yo no quería que te marcharas.

—Otros gatos sí —maulló la aprendiza en vo

baja. —Zarpa Trigueña todavía puede volver aClan del Trueno, ¿verdad? —suplicó Zarzo.

—Espera un momento —lo interrumpió ell

bruscamente—. No estoy preguntando si pued



volver. Lo único que deseo es ser un miembro leaen mi nuevo clan. —Le brillaban los ojos—Quiero ser la mejor guerrera posible —continu

—, y eso no podrá ser en el Clan del Trueno.Estrella de Fuego casi no soportó ver todo evalor y la lealtad que se estaban perdiendo.

—Lamento que abandonaras el Clan de

Trueno —maulló— y te deseo lo mejor, ZarpTrigueña. Creo realmente que si los cuatro claneuchan juntos mañana, podremos recuperar e

bosque. El Clan de la Sombra sobrevivirá, y ser

un clan del que puedas estar orgullosa… un claque estará orgulloso de ti.Zarpa Trigueña asintió con la cabeza. —Gracias.

Zarzo parecía destrozado, pero Estrella dFuego sabía que no había nada más que deciEntonces captó el sonido de su nombre: al darse lvuelta, vio que Estrella Leopardina se dirigí

hacia él por el claro.



—He tomado una decisión —maulló la líder.Sintió que el corazón empezaba a martillearle

Todo dependía de la decisión de la gata. Sin e

apoyo del Clan del Río y el Clan de la Sombrincluso con sus guerreros en un estado penosono había esperanza de expulsar al Clan de lSangre del bosque. Los segundos que tard

Estrella Leopardina en llegar a su lado se lantojaron una luna. —El Clan del Río luchará mañana contra e

Clan de la Sangre —anunció la gata.

—Y el Clan de la Sombra también —añadiPatas Negras, avanzando tras ella. Lanzó unmirada a Estrella Leopardina, defendiendilenciosamente su propia autoridad.

Aunque Estrella de Fuego se sintió aliviadporque los líderes hubieran decidido pelear, notalgunas miradas inseguras entre los otros gatoCebrado fue el único en expresarlo en voz alta.

—Estáis todos locos —bufó—. ¿Vais a uniro



a un minino casero? Bueno, pues yo no voy eguirlo, diga lo que diga ningún gato.

—Tú obedecerás mis órdenes —le espet

Estrella Leopardina. —Oblígame —replicó Cebrado—. Tú no eremi líder.

Durante unos segundos, Estrella Leopardina l

miró con frialdad. Luego se encogió de hombros. —Gracias al Clan Estelar que no lo soy. Erede tanta utilidad como un zorro muerto. Muy bienCebrado, haz lo que te dé la gana.

El atigrado oscuro vaciló, mirando a EstrellLeopardina y Patas Negras varias veces, y luego os gatos de alrededor. Los guerreros seguía

murmurando entre sí y nadie le prestaba atención.

Cebrado volvió a mirar a Estrella Leopardincomo si fuera a hablar, pero la líder ya le habídado la espalda. El atigrado giró en redondanzando un gruñido rencoroso a Estrella d

Fuego.



—¡Imbéciles! Mañana acabaréis hechopedazos.

Se alejó en medio de un completo silencio. Lo

gatos se separaron para dejarlo pasar y squedaron mirándolo hasta que desapareció entros carrizos. Estrella de Fuego se preguntó adónd

podría ir el solitario guerrero.

Estrella Leopardina dio un paso adelante. —Juro por el Clan Estelar que mañana aamanecer nos encontraremos con vosotros en loCuatro Árboles. Lucharemos junto a vosotros y e

Clan del Viento contra el Clan de la Sangre. —Más briosamente, añadió—: Sombra Oscuraorganiza algunas partidas de caza, ¿quieres

ecesitaremos todas nuestras fuerzas para mañana

Una gata gris oscuro del Clan del Río sacudia cola y empezó a moverse entre los gatoeligiendo guerreros para las patrullas.

Estrella Leopardina miró a la Colina d

Huesos con profunda tristeza, y un escalofrí



ecorrió su pelaje moteado. —Debemos derribar esto —murmuró—

Pertenece a un tiempo más negro.

Hundió las garras en el montón de huesos dpresas. Despacio y con cautela, como si todavípensaran que Estrella de Tigre podía aparecer acusarlos de traición, se le unieron sus guerrero

Hueso a hueso, el montón fue esparcido por eclaro. Patas Negras y algunos miembros del Clade la Sombra se quedaron observando a ciertdistancia. El rostro del lugarteniente estaba e

ombras, de modo que resultaba imposible sabequé estaría pensando.Estrella de Fuego se llevó a sus guerrero

Había logrado lo que se había propuesto y n

podía dejar de admirar el coraje de EstrellLeopardina. Pero, en vez de satisfacción, sintiuna especie de oscuro presentimiento al lanzar unúltima mirada a los dos clanes del claro.

«¿Y si los he condenado a muerte a todo



ellos?».



27

La luna ya se había ocultado, pero aún faltaba upoco para el amanecer, cuando el sol vetearía ehorizonte con lechosos dedos de luz. La noche er

callada y fría, tan negra como agua congelada.Estrella de Fuego salió de su guarida. El clar

estaba vacío, pero oyó el tenue sonido dguerreros despertando. La escarcha relucía en e

uelo, mientras, sobre su cabeza, el MantPlateado fluía como un río a través defirmamento.

Al detenerse para olfatear el aire nocturno

leno del olor de muchos gatos conocidos, Estrell



de Fuego sintió que se le erizaba hasta el últimpelo. Aquélla podía ser la última mañana quviera el campamento. Podía ser la última mañan

para todos los clanes. Sintió como si todestuviera dando vueltas, fuera de su control, cuando buscó fuerzas en la certeza de que el ClaEstelar controlaba su destino, sólo encontr

ncertidumbre.Soltando un suspiro, se sacudió antes ddirigirse al túnel de helechos que conducía a lguarida de Carbonilla. La curandera estab

acando hierbas y bayas al claro, donde Frondinformaba paquetes listos para llevar. —¿Está todo preparado? —preguntó Estrell

de Fuego.

—Creo que sí —respondió Carbonilla con loojos rebosantes de dolor, como si ya estuviesviendo a los gatos heridos que pronto necesitaríau asistencia—. Me harán falta más ayudantes par

cargar con todo esto hasta los Cuatro Árbole



Frondina y yo no podemos con todo. —Puedes disponer de todos los aprendices —

maulló Estrella de Fuego—. Frondina, ¿quieres

a decírselo a tus compañeros?La joven gata inclinó la cabeza y salidisparada.

—Una vez que lleguemos, los demá

aprendices tendrán que pelear —continuó el líde—. Pero Frondina puede quedarse contigo. Buscalgún sitio alejado donde instalarte. Creo que haun hueco resguardado al otro lado del arroyo…

Carbonilla se sulfuró. —Estrella de Fuego, ¿estás hablando en serio¿De qué voy a servir si no estoy donde sdesarrolle la batalla?

—Pero los gatos te necesitan —protestEstrella de Fuego—. Si resultas herida, ¿qupasará con el resto de nosotros?

—Frondina y yo podemos cuidar de nosotra

mismas. No somos cachorritas indefensas, ¿sabes



La áspera respuesta de Carbonilla le recordó u mentora, Fauces Amarillas.

Suspirando, Estrella de Fuego se acercó a l

curandera para tocarle la nariz con la suya. —Hazlo como quieras —maulló—. Sé que npuedo decir nada para que cambies de opiniónpero, por favor… ten cuidado.

Carbonilla emitió un suave ronroneo. —No te preocupes, Estrella de FuegoFrondina y yo estaremos bien.

—¿El Clan Estelar te ha dicho algo sobre l

batalla? —se obligó a preguntar el líder. —No, no he visto ninguna clase de presagio—La gata alzó la mirada hacia el Manto Plateadoque estaba difuminándose ante la cercanía de l

aurora—. No es propio del Clan Estelar guardailencio cuando va a suceder algo tan importante. —Yo… tuve un sueño de su parte, Carbonill

—contó Estrella de Fuego tras dudar un moment

—, pero no estoy seguro de haberlo entendido



ahora no hay tiempo de contártelo todo. Sólespero que signifique algo bueno para nosotros.

Los ojos azules de la curandera se llenaron d

curiosidad mientras el líder hablaba de su sueñen las Rocas Soleadas, pero no le hizo preguntas.Estrella de Fuego volvió al túnel de helecho

para salir al claro y dirigirse a la guarida de lo

veteranos. De camino, pasó junto a FrondDorado, que estaba de guardia, y lo saludó con lcola.

Al alcanzar el árbol caído, chamuscado por e

ncendio que había arrasado el campamento en lpasada estación de la hoja verde, descubrió quodos los veteranos estaban durmiendo todavía,

excepción de Cola Pintada, que estaba sentada co

a cola enroscada alrededor de las patas.La gata se levantó cuando Estrella de Fuegfue hacia ella.

—¿Ya es la hora?

—Sí —contestó el líder—. Nos marcharemo



dentro de poco… pero vosotros no vais acompañarnos, Cola Pintada.

—¿Qué? —Se le erizó el pelo de lo

omóplatos del disgusto—. ¿Por qué no? Puede queamos veteranos, pero no somos inútiles. ¿Dverdad crees que vamos a quedarnos aquentados…?

—Cola Pintada, escúchame. Esto emportante. Si eres sincera contigo misma, sabeque Orejitas y Tuerta apenas lograrían llegar a loCuatro Árboles, y no hablemos ya de pelear un

vez allí. Y Cola Moteada está volviéndose mufrágil. No puedo llevarlos a batallar contra Azote —¿Y qué hay de mí? —inquirió la gata. —Sé que eres una gran luchadora, Col

Pintada. —Estrella de Fuego había pensadcuidadosamente en lo que iba a decir, pero con lveterana fulminándolo con la mirada, se sintió dnuevo como un aprendiz inexperto—. Por eso t

necesito aquí. En el campamento se quedarán otro



res veteranos y los cachorros de Sauce. Haaprendido algunos movimientos defensivos, perno están preparados para la batalla. Voy a dejarte

cargo del campamento mientras los demás estamofuera. —Pero yo… Oh. —Cola Pintada enmudeció a

comprender lo que estaba diciendo el líder. Poco

poco, el pelo de sus omóplatos volvió a alisars—. Ya veo. De acuerdo, Estrella de Fuego; puedecontar conmigo.

—Gracias —contestó él con un guiño d

agradecimiento—. Si la batalla sale mantentaremos regresar para que tengáis refuerzopero quizá no lo consigamos. Si el Clan de lSangre llega hasta aquí, vosotros seréis lo únic

que quede del Clan del Trueno. —Clavó sus ojoen los de Cola Pintada—. Tendrás que llevartejos a los veteranos y los cachorros. Intent

cruzar el río y dirigirte a la granja de Centeno.

—Bien. —La veterana asintió brevemente—



Haré todo lo que pueda. —Luego se volvió hacidonde estaba Centella, dormida al abrigo deronco—. ¿Y qué me dices de ella?

—Ahora Centella es tan fuerte como cualquieguerrero —maulló Estrella de Fuego más animad—. Vendrá con nosotros. —Se acercó a la jovegata y la sacudió suavemente—. Despierta

Centella. Es hora de irse.Centella abrió su ojo bueno, se levantó empezó a desperezarse.

—Muy bien, Estrella de Fuego. Estoy lista.

Cuando ya se dirigía al claro, el líder la llamó —Centella, si salimos de ésta, comenzarás dormir en la guarida de los guerreros.

La gata plantó las orejas y pareció erguirs

más. —Gracias, Estrella de Fuego —maulló, y echa correr, ya sin rastro de somnolencia.

Tras despedirse de Cola Pintada, Estrella d

Fuego siguió a Centella al claro. Para entonce



os otros gatos habían empezado a salir de suguaridas. Los aprendices, con Plumilla Borrasquino entre ellos, estaban apiñado

alrededor de Carbonilla, cada uno cargado con ufardo de hierbas. Manto Polvoroso se encontrabcon ellos, hablando apremiantemente a Frondinen voz baja.

Más cerca de la guarida de los guerreroCentella se había reunido con Nimbo Blancomientras Musaraña y Rabo Largo giraban frente frente en una última práctica de los movimiento

de combate. Mientras Estrella de Fuegobservaba, Látigo Gris y Tormenta de Arenalieron entre las ramas de la guarida seguidos d

Espinardo y Vaharina. Luego apareció Torment

Blanca, que ordenó a los gatos que fueran hacia lmata de ortigas para comer una pieza de carnfresca.

Estrella de Fuego sintió una oleada de orgullo

Ésos eran sus gatos, valientes y leales, todos



cada uno de ellos.Por encima de su cabeza, la silueta de la

amas desnudas había empezado a oscurecers

contra el cielo. Durante un momento, Estrella dFuego fue presa del terror ante el recordatorio da salida del sol en ciernes. Se obligó a sí mismo

cruzar el claro con pasos seguros y confiados hast

legar a Tormenta Blanca, junto al montón de carnfresca. —Ya estamos aquí —maulló el guerrer

veterano.

Estrella de Fuego tomó un campañol demontón. Tenía el estómago revuelto de la tensiónpero se forzó a tragar unos cuantos bocados.

—Estrella de Fuego —continuó Torment

Blanca al cabo de un instante—, sólo querídecirte que Estrella Azul no habría podididerarnos mejor en estos espantosos días. Miento orgulloso de haber sido tu lugarteniente.

Estrella de Fuego se quedó mirándolo.



—Tormenta Blanca, estás hablando como si…—No pudo expresar sus temores con palabras. Eespeto del guerrero veterano significaba más d

o que podía soñar, y no imaginaba cómo loportaría si su lugarteniente no regresaba de lbatalla.

Tormenta Blanca se concentró en el mirlo qu

estaba comiéndose, evitando los ojos del líder, no dijo nada más.El campamento todavía estaba oscuro cuand

Cola Pintada apareció con los demás veterano

para ver partir a los guerreros. Los cachorros dSauce salieron corriendo de la maternidad pardespedirse de su madre y de Tormenta de ArenaParecían entusiasmados; no alcanzaban a entende

a qué iba a enfrentarse el clan. —Bueno, Estrella de Fuego —maulló NimbBlanco—, ¿está todo preparado? —Agitnerviosamente la punta de la cola mientras admití

—: Yo estaré mucho más contento cuando no



pongamos en marcha.Estrella de Fuego engulló el resto de s

campañol.

—Y yo también, Nimbo Blanco —contestó—Vámonos.Tras levantarse, reunió a todo su clan con un

acudida de la cola. Cuando su mirada se encontr

con la de Tormenta de Arena, se sintió fortalecidal ver que los ojos verdes de la guerrera brillabacon confianza y amor.

—¡Gatos del Clan del Trueno! —exclam

Estrella de Fuego—, ahora vamos a luchar contrel Clan de la Sangre. Pero no estamos soloRecordad que hay cuatro clanes en el bosque, iempre los habrá, y que hoy los otros tres van

pelear junto con nosotros. ¡Vamos a expulsar dnuestro bosque a esos malvados gatos!Sus guerreros se pusieron en pie, maulland

con aprobación. Estrella de Fuego dio medi

vuelta y empezó a guiarlos a través del túnel d



aulagas, barranco arriba, hacia los CuatrÁrboles.

Cuando se detuvo en lo alto para lanzar un

última mirada al campamento, no sabía si volvería ver su adorado hogar.



28

Cuando Estrella de Fuego estaba acercándose os Cuatro Árboles, empezaron a aparecer la

primeras luces de la aurora. Se detuvo en la orill

del arroyo y se volvió hacia los guerreros que leguían. Con el corazón henchido de orgullo

paseó la mirada por todos ellos. Tormenta dArena, su amada; Látigo Gris, el amigo más fie

que jamás había tenido un gato; Tormenta Blancau sabio lugarteniente; Fronde Dorado, sensato eal; Espinardo, el guerrero más joven del Cla

del Trueno, con expresión tensa e impaciente ant

a idea de su primera batalla; Rabo Largo, qu



había descubierto por fin de qué lado estaba scorazón; Musaraña, Escarcha, Sauce y FloDorada, un formidable cuarteto de gatas; Mant

Polvoroso, reservado pero leal, y su aprendiCeniciento; el aprendiz del propio Estrella dFuego, Zarzo, con un destello en sus ojos ámbar el pelo erizado; y Nimbo Blanco, rebelde per

comprometido con su clan, acompañado dCentella, la gata a la que había devuelto a la vidcuando estaba al borde de la muerte. Un dolor taafilado como garras atenazó el corazón de Estrell

de Fuego al comprender cuánto significaban ellopara él y qué terrible era el peligro al que debíaenfrentarse.

Elevó la voz para que todos pudieran oírlo:

—Ya sabéis lo que tenemos por delante. Sólquiero deciros una cosa. Desde que el Clan Estelaestableció los cuatro clanes en el bosque, ningúíder ha tenido jamás un grupo de guerreros com

vosotros. Ocurra lo que ocurra, quiero qu



ecordéis eso. —Y nunca ha habido un líder como tú, Estrell

de Fuego —maulló Látigo Gris.

Estrella de Fuego movió la cabeza; se le habíformado un nudo en la garganta y no podía hablaEra cosa de Látigo Gris compararlo con loíderes realmente grandes, como Estrella Azu

pero él sabía lo lejos que se encontraba de sentirsasí. Sólo podía tomar la decisión de hacer todo lposible para corresponder a la confianza que samigo tenía en él.

Al cruzar el arroyo, captó un tenue movimienten dirección al río. Al mirar ladera abajo, vio quos gatos del Clan del Río y el Clan de la Sombr

estaban encaminándose en silencio hacia el punt

de encuentro. Estrella de Fuego los saludó con lcola cuando los guerreros lo rodearonncrementando las filas de sus propias fuerzas.

Lo alivió ver que habían mantenido s

promesa, pero la mirada hostil de Patas Negras l



dejó claro que, aunque el Clan de la Sombra iba combatir a su lado en esa ocasión, jamás seríamigo del Clan del Trueno.

Estrella de Fuego reparó en Guijarro entre loguerreros del Clan de la Sombra. Zarpa Trigueñambién estaba allí, con expresión nerviosa peresuelta. Vaharina se adelantó vacilando par

aludar a sus amigos del Clan del Río, entrechocó la nariz con Sombra Oscura. Locuranderos Nariz Inquieta y Arcilloso llegarountos, cada uno con un aprendiz cargado con su

provisiones, y se abrieron paso entre la multituhasta encontrar a Carbonilla. Los tres claneunidos fueron juntos a los Cuatro Árboles, coEstrella de Fuego y Estrella Leopardina en cabeza

Cuando llegaron a lo alto de la hondonadaodo estaba en silencio. El viento soplaba hacia eerritorio del Clan de la Sombra, y Estrella d

Fuego notó que se le erizaba el pelo de temor. S

olor iría hacia el Clan de la Sangre, que estab



esperándolos, mientras que ellos no tenían ni idede dónde estaban sus enemigos.

—Látigo Gris, Musaraña —susurró—

nspeccionad alrededor de la hondonada. Pasadesapercibidos. Si veis a algún gato, venid decírmelo.

Los dos gatos desaparecieron en direcció

opuesta; apenas eran sombras visibles bajo lgrisácea luz. Estrella de Fuego esperó, intentandparecer tranquilo y seguro, y agradeció lpresencia de Tormenta Blanca y Tormenta d

Arena a su lado. Casi no había tenido tiempo parpensar en lo que iba a suceder cuando Látigo Griegresó con otro gato al lado. Era Estrella Alta.

—Estrella de Fuego —saludó el líder blanco

negro—. El Clan del Viento está aquí. Todonuestros guerreros… y tus amigos Centeno Cuervo.

Los dos solitarios aparecieron mientras e

íder pronunciaba sus nombres.



—Hemos venido a ayudar, como tprometimos —maulló Cuervo, entrelazando la colcon la de Estrella de Fuego a modo de saludo—

Lucharemos con vosotros, si nos aceptáis. —¿Si os aceptamos? —repitió Estrella dFuego, con un ronroneo de gratitud—. Soibienvenidos, ya lo sabéis.

—Estamos orgullosos de luchar a vuestro lad—intervino Centeno.Tormenta de Arena se acercó a saludar a s

antiguo compañero de clan, y los dos solitarios s

ituaron junto a ella. —¿Sabes dónde está el Clan de la Sangre? —e preguntó el joven líder a Estrella Alta.

El líder veterano miró hacia el territorio de

Clan de la Sombra con ojos desolados. —En algún sitio de ahí, observándonoupongo.

Habló con voz firme, y Estrella de Fueg

empezó a envidiar su valor sosegado e inalterable



hasta que percibió el olor de su miedo y lo oymascullar casi para sí:

—¡Clan Estelar, ayúdanos! ¡Muéstranos a u

enemigo contra el que podamos combatir!De algún modo, descubrir que Estrella Altestaba tan asustado como él sirvió para aumentael respeto que sentía por el viejo y experimentad

íder. Estrella Alta jamás mostraría temor delantde su clan; dejaría a un lado sus sentimientos parcumplir con su obligación como líder. Estrella dFuego deseó poder hacer lo mismo.

Examinó las sombras, buscando una señal dque Musaraña estaba de vuelta. La vio saltandentre los arbustos, y al instante siguiente sprodujo un movimiento en el claro de abajo

Formas oscuras surgieron entre la maleza al pie da ladera opuesta, mientras el Clan de la Sangravanzaba en una sola línea amenazante. A Estrellde Fuego se le contrajo el estómago de mied

cuando apareció la pequeña figura de Azote.



—¡Sé que estáis ahí! —exclamó el líder deClan de la Sangre—. Venid a darme vuestrespuesta.

Estrella de Fuego se detuvo un segundo parmirar a los gatos que estaban detrás de él. Sabíque debían de estar aterrorizados, pero lo únicque vio en sus caras fue una fiera determinación; e

Clan del León estaba preparado para la batalla. —Adelante, Estrella de Fuego —maullEstrella Leopardina con voz queda. Tenía el pelerizado y las orejas pegadas al cráneo, en un

mezcla de temor y desafío—. Lidéranos.Estrella de Fuego miró a la gata, que asinticon la cabeza.

—Ya has hablado antes por nosotros —añadi

—. Tú eres quien debería liderarnos ahora. Todoconfiamos en ti.Estrella de Fuego dirigió a los clanes unido

hasta el claro. Azote lo esperaba cerca de la bas

de la Gran Roca. Estaba sentado con las pata



dobladas debajo del cuerpo, con su pelaje negrcuidadosamente acicalado. Sus ojos erapedacitos de hielo, y el sol naciente destellaba e

os colmillos que tachonaban su collar de mascota —Bienvenidos —maulló. Se pasó la lengupor el hocico, como si estuviera saboreando unuculenta pieza de carne—. ¿Habéis decidid

marcharos? ¿O pensáis que podéis luchar contra eClan de la Sangre? —No tenemos por qué luchar —replic

Estrella de Fuego con firmeza. Para su sorpresa

entía una tranquilidad glacial—. Os dejaremoegresar en paz al poblado Dos Patas.Azote soltó un ronroneo de risa. —¿Regresar? ¿De verdad crees que somos ta

cobardes? No; ahora éste es nuestro hogar.Sintiendo que se apagaba la última chispa desperanza, Estrella de Fuego miró más allá dAzote, a los guerreros del Clan de la Sangre. Era

gatos fibrosos y duros, y la mayoría llevaba



collares adornados con dientes, como Azote; lorofeos de batallas anteriores. Algunos habíaeforzado sus garras con colmillos de perro,

Estrella de Fuego recordó la manera en que Azothabía abierto en canal a Estrella de TigreAguardaban la orden de atacar con ojoelucientes.

—El bosque es nuestro —le dijo Estrella dFuego al gato negro—. Nosotros gobernamos aqupor el deseo del Clan Estelar.

—¡El Clan Estelar! —se mofó Azote—

Cuentos para cachorros. Idiotas forestales, el ClaEstelar no os ayudará ahora. —Se levantó de ualto, con el pelo tan erizado que parecía el dobl

de grande—. ¡Al ataque! —gruñó.

La línea de guerreros del Clan de la Sangre spuso en marcha de golpe. —¡Clan del León, adelante! —gritó Estrella d

Fuego.

Saltó hacia Azote, pero el líder del Clan de l



Sangre lo esquivó ágilmente. Un atigrado enormocupó su lugar, golpeando a Estrella de Fuego eel costado y derribándolo. El claro ya no estaba e

ilencio. Mientras Estrella de Fuego aporreaba u oponente con las patas traseras, oyó a los gatoavanzando estruendosamente entre el sotobosquque rodeaba la hondonada. Estrella Leopardin

alió de los arbustos con Estrella Alta; Pataegras corrió al frente de un grupo de guerrerodel Clan de la Sombra, y Tormenta Blanca iba ecabeza de los gatos del Clan del Trueno, mientra

os cuatro clanes del bosque bajaban al claro caían gruñendo sobre sus enemigos.Estrella de Fuego consiguió quitarse de encim

al guerrero y levantarse. Azote habí

desaparecido, y él estaba rodeado por una agitadmuchedumbre felina; lo sorprendió descubrir lápidamente que se había originado el caos. Vio

Látigo Gris luchando valerosamente con un gra

gato negro, y a Sauce rodando por el suelo, con lo



dientes cerrados sobre el omóplato de unguerrera parda del Clan de la Sangre. Rabo Largambién se encontraba cerca, retorciéndose co

mpotencia bajo el peso de dos enemigos. Estrellde Fuego se unió de inmediato al combate pareparar a uno de los guerreros de su camarada

cuando el rival se volvió contra él, notó toda l

fuerza de su musculoso cuerpo. Recibió un zarpazen el bíceps, y él a su vez propinó otro en la cara u contrincante, que quedó cegado cuando langre le chorreó por la frente hasta los ojos. Si

ver nada, el gato soltó a Estrella de Fuego, que ldio un golpe final antes de separarse para buscar Rabo Largo.

El atigrado claro se había deshecho de su otr

adversario, pero sangraba profusamente por uomóplato y un costado. Estrella de Fuego vicómo Carbonilla salía cojeando deprisa de loarbustos: la curandera ayudó a Rabo Largo

evantarse y a alejarse de la zona más peligrosa d



a pelea.Estrella de Fuego volvió a la batalla. Bigote

pasó como un rayo a su lado, persiguiendo a u

guerrero del Clan de la Sangre, mientras Vaharinuchaba hombro con hombro junto con Plumilla Borrasquino. Centella estaba girando en círculofrente a un atigrado que la doblaba en tamaño; su

nuevas técnicas de combate ya habían empezado confundir al enorme gato. Nimbo Blanco peleabal lado de ella. Centella se coló bajo las pataextendidas del enemigo, arañándolo en el hocico

El atigrado dio media vuelta y huyó. NimbBlanco soltó un maullido triunfal, y los dos giraroal unísono para lanzarse de nuevo a la agitadmarea de gatos.

No muy lejos de allí, Centeno y Cuervestaban luchando juntos contra un par de gatogrises idénticos; eran guerreros fibrosos cocollares tachonados de dientes.

—¡Te conozco! —bufó uno de ellos a Centen



—. No tuviste el valor de quedarte con Azote. —Al menos tuve el valor de marcharme —

eplicó Centeno, alzándose sobre las patas trasera

para propinar unos zarpazos a las orejas deguerrero gris—. Ahora es tu turno de huir. Nperteneces a este lugar.

Cuervo avanzó pegado a Centeno, y los do

guerreros del Clan de la Sangre se vieroobligados a regresar a los arbustos. Un gato blancdel Clan de la Sangre saltó de pronto al claro junta ellos, escapando de Flor Matinal, que le arañab

as ancas con ferocidad. —¡Erguino! ¡Erguino! —maullaba FloMatinal, dando voz al dolor por su hijo muerto.

Se abalanzó sobre el guerrero y lo inmoviliz

contra el suelo, arrancándole puñados de pelblanco.Estrella de Fuego buscó a Azote. No habrí

victoria hasta que el líder del Clan de la Sangr

muriese, y en un momento de respiro pensó en l



extraño de que la batalla final por el bosque nfuese contra Estrella de Tigre, sino contra easesino de Estrella de Tigre.

Pero no había ni rastro del líder del Clan de lSangre. Mientras se abría paso a la fuerza hasta lbase de la Gran Roca, usando los colmillos y lagarras, Estrella de Fuego se encontró frente a un

flacucha gata gris. La guerrera embistió contra écon un fulgor de odio en sus ojos verdes y le clavprofundamente los dientes y las uñas en el lomoEl joven líder notó contra la cara la presión de s

collar adornado de colmillos. Se retorció pariberarse del mordisco y luego se lanzó contra sestómago desprotegido para clavarle las garras. Lgata se apartó de un salto y huyó hacia lo

arbustos.Estrella de Fuego se quedó resollando angrando por el omóplato. Se preguntó cuánt

podría resistir antes de debilitarse demasiado par

continuar. En la hondonada parecía haber tanto



ealtad en ti? —Ya no —gruñó el atigrado oscuro—. En l

que a mí respecta, todos los gatos del bosqu

pueden acabar hechos picadillo. Lo único ququiero es verte muerto.Estrella de Fuego se apartó cuando Cebrad

altó hacia él, pero una de las zarpas del guerrer

oscuro lo alcanzó en un lado de la cabeza, y perdipie. Cebrado aterrizó sobre él y lo inmovilizcontra el suelo. Estrella de Fuego se retorcióntentando liberar las patas traseras, y arañó co

furia la panza de Cebrado, pero no consiguiquitárselo de encima. El antiguo miembro del Cladel Trueno enseñó los colmillos, apuntando acuello de Estrella de Fuego. Éste se preparó par

un último y desesperado esfuerzo.De pronto, el cuerpo de Cebrado desapareciodando. Al levantarse, Estrella de Fuego vio

Látigo Gris enzarzado con su excompañero d

clan, formando una aullante maraña de pelo



zarpas. Látigo Gris tenía el pelaje desgarrado, y lbrillaba el bíceps con la sangre de una heridanterior, pero, antes de que pudiera ayudarlo

anzó a Cebrado al suelo y aterrizó sobre éesollando. —¡Traidor! —bufó.Cebrado se debatió violentamente, abriend

profundos surcos en la tierra, pero no logró zafarsde su oponente. —¡Cagarruta de zorro! —siseó, y giró l

cabeza, tratando de hundir los dientes en el cuell

de Látigo Gris.Éste blandió una de sus zarpas. Sus garras sclavaron en la garganta de Cebrado, que empezó angrar. El guerrero oscuro se estremeci

convulsivamente, abriendo las mandíbulamientras luchaba por respirar. —No queda nada… —dijo con voz ahogad

—. Todo está negro… todo ha desaparecido…

Estrella de Fuego vio cómo se le empañaba



os ojos, mostrando un espantoso vacío. Loesfuerzos de Cebrado cesaron y su cuerpo quednmóvil.

Bufando con desprecio, Látigo Gris se separdel guerrero. —Un traidor menos en el bosque —gruñó.Estrella de Fuego tocó con la nariz el hombr

de su amigo. De pronto, Látigo Gris se quedígido, mirando más allá de su líder. —Estrella de Fuego… —dijo con voz ronca.Estrella de Fuego giró en redondo y vio

Tormenta de Arena y Manto Polvoroso luchando brazo partido en la periferia de la batalla. Nparecían necesitar su ayuda, y al principio nentendió qué había angustiado a Látigo Gris. Lueg

a multitud de gatos se separó brevemente, y pudentrever a Hueso, el enorme lugarteniente del Clade la Sangre, inclinado sobre otro gato que smovía débilmente debajo de él. El pelaje de l

víctima estaba tan empapado de sangre qu



Estrella de Fuego apenas podía distinguir su colo tardó unos segundos en reconocer a Torment

Blanca.

—¡No! —maulló, abalanzándose hacia Huescon Látigo Gris a la zaga.Hueso saltó hacia atrás, pero tropezó co

Zarzo y Ceniciento, que habían llegado a la carga

ravés del claro en ese mismo momento. Estrellde Fuego vio que su aprendiz saltaba sobre eomo del enorme lugarteniente, mientra

Ceniciento le mordía una de las patas traseras.

Con la seguridad de que Hueso estarídistraído unos instantes, Estrella de Fuego sagachó junto a Tormenta Blanca, casi ajeno a lbatalla que se desarrollaba a su alrededor. Lo

ojos del guerrero veterano brillaron al reconocer u líder. Agitó la punta de la cola. —Adiós, Estrella de Fuego —maulló con vo

áspera.

—¡Tormenta Blanca, no! —Estrella de Fueg



intió que en su interior estaba formándose umaullido de agonía. Jamás debería haber llevado aquella batalla a su lugarteniente, cuando ést

parecía saber que sería la última—. Látigo Grive a buscar a Carbonilla. —Demasiado tarde —jadeó Tormenta Blanc

—. Me voy a cazar con el Clan Estelar.

—No puedes… ¡El clan te necesita! ¡Yo tnecesito! —Encontrarás a otros. —La mirada de

guerrero blanco, cada vez más apagada, se desvi

un segundo a Látigo Gris—. Confía en tu corazónEstrella de Fuego. Tú siempre has sabido quLátigo Gris es el gato destinado por el ClaEstelar para ser tu lugarteniente. —Y, tras soltar u

argo suspiro, cerró los ojos. —Tormenta Blanca…Estrella de Fuego quería llorar de pena com

un cachorrito. Durante un instante, hundió e

hocico en el pelaje empapado de sangre de s



ugarteniente, el único ritual de duelo que permitía batalla.

Luego se volvió hacia Látigo Gris, que estab

mirando conmocionado el cuerpo del viejguerrero blanco. —Ya has oído lo que ha dicho Torment

Blanca —maulló Estrella de Fuego—. Él te h

elegido a ti. —Poniéndose en pie, elevó la voobre el tumulto del combate—. Pronuncio estapalabras ante el cuerpo de Tormenta Blanca parque su espíritu pueda oír y aprobar mi decisión

Látigo Gris será el nuevo lugarteniente del Cladel Trueno.Lo sorprendió un maullido de aprobación a s

espalda. Al darse la vuelta, vio que Tormenta d

Arena y Manto Polvoroso habían hecho una brevpausa para inclinar la cabeza ante Látigo Griantes de regresar a la batalla.

Látigo Gris no se había movido; sus ojo

amarillos estaban clavados en Estrella de Fuego.



—¿Estás… estás seguro? —preguntó al cabo. —Nunca he estado más seguro —gruñó e

íder—. ¡Vamos, Látigo Gris!

Con el rabillo del ojo vio que el lugartenientdel Clan de la Sangre se había liberado de Zarzo Ceniciento. Antes de que pudiera abalanzarsobre él, un maullido desafiante resonó por encim

del ruido del combate, y varios aprendices mácruzaron el claro como rayos. Hueso quedprácticamente oculto bajo la agitada masa dfuriosos jóvenes. Zarzo y Ceniciento estaban all

con Plumilla y Borrasquino, y, sí, Zarpa Trigueñauchando al lado de su hermano. Al cabo de unonstantes, Hueso había dejado de defenderse; s

cuerpo sufrió una serie de espasmos qu

erminaban en la punta de su cola. MientraEstrella de Fuego observaba la escena, laacudidas cesaron. Ceniciento lanzó un ronc

maullido de triunfo.

En ese momento, Colmillo Roto apareció de l



nada. Estrella de Fuego sintió que se le erizaba epelo. Aquel gato había sido un proscrito, luegmiembro del Clan de la Sombra, y ahora formab

parte del insulto al código guerrero que era el Clade la Sangre. El enorme felino se lanzó sobre loaprendices y cerró los dientes sobre el mácercano (Zarzo), para separarlo del cuerpo d

Hueso. Al instante, Zarpa Trigueña se abalanzcontra él. —¡Suelta a mi hermano! —maulló.El resto de los aprendices saltaron junto co

ella, y Colmillo Roto soltó bruscamente a Zarzodio media vuelta y huyó a través del clarperseguido por todos los aprendices.

Respirando con dificultad, Estrella de Fueg

miró alrededor; mientras intentaba calibrar cómba la batalla, se le contrajo el estómago. AunquCebrado y Hueso habían muerto y Colmillo Rothabía huido, el claro todavía parecía lleno d

guerreros del Clan de la Sangre, y aún había má



bajando la cuesta a la carrera. El Clan del Truenhabía perdido a Tormenta Blanca, y entre locombatientes entrevió a Oreja Partida, del Cla

del Viento, inmóvil en el suelo. Fronde Dorado Musaraña luchaban juntos, pero Fronde Doradestaba cojeando y Musaraña presentaba profundozarpazos a lo largo de un costado. Al borde de

claro, Escarcha estaba arrastrándose hacia loarbustos, ayudada por Frondina; y no muy lejoariz Inquieta, el curandero del Clan de l

Sombra, estaba aplicando telarañas en una herid

del bíceps a Patas Negras, hasta que éste se lquitó de encima y regresó de nuevo al combateEstrella Leopardina apareció brevementemaullando ánimos a sus guerreros con voz ronca

antes de desaparecer de nuevo en una arremetidde gatos del Clan de la Sangre.«Estamos perdiendo —pensó Estrella d

Fuego, procurando contener el pánico—. ¡Teng

que encontrar a Azote!». Sabía que, con la muert



del líder del Clan de la Sangre, la batallerminaría. Los gatos del poblado Dos Patas nenían sentido de la tradición ni de la lealtad a

código guerrero. Azote los mantenía unidos, y siél no serían nada.Estrella de Fuego notó que empezaba

erizársele el pelo, y por fin su mirada encontró

Azote. El pequeño gato negro estaba al pie de lGran Roca, clavando las garras en un guerrero quenía atrapado. A Estrella de Fuego le dio u

vuelco el estómago al reconocer a Bigotes.

Con un alarido desafiante, saltó a través declaro. Azote giró en redondo, y Bigotes se alejarrastrándose y sangrando.

El líder del Clan de la Sangre enseñó lo

dientes con un gruñido. —¡Estrella de Fuego!Y saltó sin previo aviso. Estrella de Fueg

odó por el impacto, pero aterrizó sobre s

enemigo, plantándole una zarpa en el cuello. Ante



de que pudiera propinarle una dentellada, Azote szafó retorciéndose con la rapidez de una serpienteLos colmillos de perro de sus garras destellaron a

alcanzar el omóplato de Estrella de Fuego.El líder del Clan del Trueno sintió que latravesaba un dolor atroz. Se obligó a no vacilar embestir de nuevo, lanzando a Azote por los aire

contra la Gran Roca. El gato negro se quedaturdido un instante, y Estrella de Fuego consiguimorderle una pata. Sintió un nuevo doloabrasador al recibir otro zarpazo del líder de

Clan de la Sangre, y, con la impresión, perdió a soponente.Éste retrocedió sobre las patas trasera

alzando las zarpas para el golpe mortal. Estrell

de Fuego intentó alejarse, pero no fue lo bastantápido. Un dolor agónico estalló en su cabezcuando las garras reforzadas dieron en el blancoVio un fogonazo que se apagó hasta no dejar otr

cosa que oscuridad. Una suave marea negra estab



engulléndolo. Estrella de Fuego hizo un últimesfuerzo para levantarse, pero las patas no lostenían y se hundió en la negrura.



29

Cuando abrió los ojos, estaba tendido sobre lhierba de los Cuatro Árboles, con la luz de la lunbañándolo todo a su alrededor y el susurro de la

hojas sobre su cabeza. Se relajó durante unoegundos, disfrutando del cálido aire de l

estación de la hoja verde.La última vez que los había visto, los Cuatr

Árboles tenían las ramas negras y peladas como eo más crudo de la estación sin hojas, y el clar

estaba rebosante de gatos maullando en luchabierta.

Se incorporó bruscamente. No estaba solo. Lo



guerreros del Clan Estelar llenaban el claroluminándolo con el fulgor de sus pelajes y e

brillo de sus ojos. En la primera fila, pudo ver

os gatos que le habían dado sus nueve vidasEstrella Azul, Fauces Amarillas y JaspeadaCorazón de León… y un recién llegado, TormentBlanca, devuelto a la fuerza de su juventud, con l

uz de las estrellas centelleando en su espeso pelo —Bienvenido, Estrella de Fuego —maulló eguerrero blanco.

Estrella de Fuego se puso en pie.

—¿Por qué… por qué me habéis traído aquí—quiso saber—. Debería volver, tengo que luchapara salvar a mi clan.

Fue Estrella Azul quien respondió:

—Mira, Estrella de Fuego.El joven líder vio que había un espacio junto a gata gris. Al principio pensó que estaba vacío

pero de repente se dio cuenta de que estab

ocupado por la silueta casi invisible de un gato d



pelaje rojo como el fuego. Sus verdes ojobrillaban tan tenuemente que apenas reflejaban luz estelar, pero Estrella de Fuego se reconoció

í mismo al instante. —Has perdido tu primera vida —maulldelicadamente Estrella Azul.

A Estrella de Fuego lo recorrió un escalofrío

De modo que eso era lo que se sentía al morir…Se quedó mirando fijamente, con una mezcla demor y curiosidad, la pálida copia de su image

en medio del claro; y mientras su mirada s

clavaba en la del gato espectral, de pronto se vio í mismo encorvado y sangrando, con la piedesgarrada y la desesperación ardiendo en suojos.

Estrella de Fuego dobló el cuello bruscamentpara romper el contacto visual. No había tiemppara eso. Sin duda, el sentido de las nueve vidaera que él pudiera seguir adelante, ¿no?

—Devolvedme a la batalla —suplicó—. Si l



perdemos, ¡el Clan de la Sangre dominará ebosque!

Estrella Azul dio unos pasos hacia él.

—Paciencia, Estrella de Fuego. Tu cuerpnecesita un momento para recuperarse. Regresarádentro de poco.

—Pero ¡puede que no a tiempo! Estrella Azu

¿por qué estás permitiendo que esto suceda? ¿EClan Estelar no va a ayudarnos, ni siquiera ahora?La antigua líder del Clan del Trueno n

contestó directamente. En vez de eso se sentó; su

ojos azules brillaban con sabiduría. —Ningún gato podría haber hecho más que tpor el Clan del Trueno —maulló—. Aunque no hanacido en el bosque, posees el corazón de u

auténtico gato de clan… mucho más que Estrellde Tigre o Cebrado, porque, aunque ellos dos tnsultaban por haber sido un gato casero, ambo

acabaron traicionando al clan de su nacimient

debido a su propia ambición.



Estrella de Fuego arañó la hierba compaciencia. ¿De qué servían aquellas alabanza

vacías? No podía quitarse de la cabeza lo qu

estaba ocurriendo en el otro claro, donde habígatos leales peleando y muriendo. —Estrella Azul…La gata levantó la cola para pedirle silencio.

—Quizá tu disputa con Estrella de Tigre tproporcionó la fuerza que necesitabas —continu—. Durante todo ese tiempo, hiciste lo quconsiderabas correcto, incluso cuando tu

compañeros de clan no estaban de acuerdcontigo. Sufriste de soledad e incertidumbre, y eses lo que te ha convertido en lo que eres ahora…un líder talentoso e inteligente, con el valor d

iderar a su clan en su hora más oscura. —Pero ¡si no estoy liderándolos! —protestEstrella de Fuego con un bufido—. Y no puedalvarlos… no soy lo bastante fuerte. Vamos

perder la batalla. Estrella Azul, ¡ésa no puede se



a voluntad del Clan Estelar! Siempre hemocreído que nuestros antepasados guerreros queríaque hubiese cuatro clanes en el bosque. ¿Ta

equivocados estábamos?Se produjo un movimiento en la primera fila dos guerreros estelares. Estrella Azul se puso e

pie, y se le unieron los otros ocho gatos que había

dado una vida a Estrella de Fuego en la ceremoniunto a la Piedra Lunar. Los nueve rodearon aoven líder, que se mantuvo desafiante en el centr

del claro.

Habló una voz… pero esta vez no era la dEstrella Azul, sino un eco vibrante en la cabeza dEstrella de Fuego, como si los nueve gatoestuvieran hablándole al unísono:

—Estrella de Fuego, te equivocas. Nunca hhabido cuatro clanes en el bosque.Mientras Estrella de Fuego se quedaba con lo

ojos desorbitados y rígido de la impresión, la vo

continuó:



—Siempre ha habido cinco.Estrella de Fuego notó que nueve pares d

ojos, encendidos de sabiduría, se posaban sobr

él. —Pelea con bravura, Estrella de Fuego. Ahorpuedes regresar a la batalla, y los espíritus deClan Estelar irán contigo.

Las figuras de los guerreros del Clan Estelaparecieron disolverse en la luz. Estrella de Fuegintió que la fuerza de todos ellos lo inundaba

como agua empapando la tierra sedienta, y conoci

el valor que derivaba de la fe restaurada.Abrió los ojos. Los sonidos de la batalla lnvadieron los oídos, y se levantó de un saltousto delante de él vio a Nimbo Blanco peleand

con Azote. El joven guerrero blanco estaba en euelo, sangrando profusamente por sus heridamientras Azote lo sacudía por el pescuezo y larañaba el costado. Pero Nimbo Blanco tenía lo

dientes bien cerrados alrededor de una de la



patas del gato negro, e incluso estandespantosamente malherido, no lo soltaba.

—¡Azote! —maulló Estrella de Fuego—

Mírame a la cara!Azote giró en redondo, soltando a NimbBlanco de la impresión.

—¿Cómo…? Pero si te he matado.

—En efecto —replicó Estrella de Fuego coun bufido—. Pero yo soy un líder con nueve vidaque lucha al lado del Clan Estelar. ¿Puedes tdecir lo mismo?

Por primera vez creyó ver un destello dncertidumbre en los fríos ojos del líder del Clade la Sangre, y por fin comprendió lo que le habídicho Centeno. El punto más débil de Azote er

que no creía en el Clan Estelar. Sin esa creenciain las leyes y las costumbres de los claneforestales, Azote no tenía las nueve vidas de uauténtico líder. Cuando muriera, estaría muert

para siempre.



La incertidumbre del líder del Clan de lSangre no duró más de un segundo. Propinó uúltimo golpe al debilitado Nimbo Blanco

anzándolo contra la Gran Roca.Estrella de Fuego fue disparado hacia senemigo, y con cada zancada percibió la presencide los guerreros del Clan Estelar corriendo junto

él, a su mismo ritmo: la fuerza dorada de Corazóde León; el cuerpo ágil y musculoso de VientVeloz; el pelaje oscuro de Cola Roja, con sfrondosa cola rojiza ondeando tras él; Fauce

Amarillas, con las zarpas desenvainadaaspeada, rauda y resuelta; Estrella Azul, con todu fortaleza y destreza en la batalla recuperadas.

Creyó que cubría la distancia que los separab

con patas aladas. Clavó las garras en todo ecostado de Azote, y esquivó un golpe a la cabezcomo el que se había llevado su primera vida.

Pero Azote era rápido. Se lanzó entre la

zarpas extendidas de Estrella de Fuego, apuntand



hacia su estómago, intentando abrirlo en canal coel mismo mandoble que había terminado coEstrella de Tigre.

Estrella de Fuego se libró por los pelos. Ahorestaba a la defensiva, procurando evitar laafiladas garras y a la vez manteniéndose lbastante cerca de Azote para poder propinarl

algún golpe. Consiguió agarrarlo cerca de la basde la cola, y los dos gatos rodaron sobre la hierbaen un aullador remolino de colmillos y garraCuando se separaron, Estrella de Fuego vio cóm

u propia sangre salpicaba la hierba, y supo quenía que acabar lo antes posible con aqueenfrentamiento, antes de volver a debilitarse.

Recordó de pronto su viejo truco, aunqu

upuso que no funcionaría contra un combatientcomo Azote. Pero no se le ocurría nada máClavó las zarpas delanteras en la hierba manchadde sangre y se encogió delante de su enemigo

como si estuviera dándose por vencido, pero co



odos los músculos tensos y preparados.Azote soltó un maullido de triunfo y salt

obre él. En el mismo instante, Estrella de Fueg

e impulsó hacia arriba, chocando contra la panzde Azote y lanzándolo al suelo de espaldas. Clavas garras en el pelaje del enemigo y los colmillo

en su garganta hasta que notó el sabor de u

borbotón de sangre caliente. Estrella de Fuegapenas era consciente de las zarpas de Azothiriéndolo cruelmente en los costados, y aguantbien, arañando además el estómago del gato negr

con las patas traseras, hasta que los golpes questaba recibiendo se volvieron más flojos.Estrella de Fuego sacudió la cabeza

etirándose gruesas gotas de sangre de los ojo

Soltó a Azote y se apartó, alzando una zarpa parpropinar el golpe mortal. Pero no hacía falta. Loojos de Azote estaban fijos en él, como oscuropozos de odio, y su cuerpo era presa de espasmo

ntentó gruñir desafiante, pero el único sonido er



el borboteo de sangre de su garganta desgarradaSus extremidades dejaron de moverse y sus ojos squedaron mirando ciegamente al cielo.

Resollando y recuperando el aliento coortuosos jadeos, el líder del Clan del Truencontempló a su enemigo muerto. Quién sabíadónde se encaminaba el espíritu de aquel gato

o a las filas del Clan Estelar, de eso no cabía lmenor duda.A unas colas de distancia había un flacuch

gato blanco y negro del Clan de la Sangre

enzarzado con Estrella Alta. Al ver el cuerpnerte de su líder, el guerrero se quedó paralizadoboquiabierto, y apenas pareció notar que EstrellAlta le propinaba un zarpazo en la cabeza.

—¡Azote! —exclamó con voz estrangulada—o… ¡No!Retrocedió, y luego dio media vuelta y sali

disparado, tropezando con otro guerrero del Cla

de la Sangre mientras iba hacia los arbustos. E



egundo guerrero bufó con furia y se lanzó contrEstrella de Fuego, pero, antes de alcanzarlo, viambién el cadáver de su líder.

Emitió un espantoso maullido. —¡Azote! ¡Azote ha muerto!Conforme el grito se elevaba por encima de

estruendo de la batalla, Estrella de Fuego vi

cómo los guerreros del Clan de la Sangre dejabade luchar. Al comprender que habían perdido a síder, huyeron. Ante los asombrados ojos d

Estrella de Fuego, los gatos del poblado Dos Pata

parecían haber encogido. Ya no eran guerreroemibles, sino gatos comunes y corrientes que nenían espacio en el bosque: más lentos que e

Clan del Viento, más torpes que el Clan del Río

más flacos que el Clan de la Sombra. Toda samenaza había desaparecido, y con un gritriunfal los gatos forestales salieron corriendo tra

ellos para echarlos de la hondonada.

Entumecido de agotamiento, Estrella de Fueg



uvo las fuerzas justas para comprender que sugatos (el Clan del León) habían vencido. Ebosque volvía a pertenecer de nuevo al Cla

Estelar.



30

El claro quedó en silencio. Sobre la hierbbrillaba la sangre mientras la fría luz de la mañanba colándose a través de los árboles. Nimb

Blanco se puso en pie a duras penas y se acercambaleándose a Estrella de Fuego para observa

el cuerpo negro y sin vida de Azote. —Lo has conseguido —resolló el guerrer

blanco—. Has salvado el bosque.Estrella de Fuego le dio un lametazo. —Todos lo hemos hecho —maulló. Record

os problemas que le había dado su sobrino a

legar al bosque. En aquellos días, jamás habrí



maginado que podría sentirse tan orgulloso dedíscolo joven—. Ve a buscar a Carbonilla, y que tdé algo para esas heridas.

Nimbo Blanco asintió y cruzó el clarcojeando.Al mirar alrededor, Estrella de Fuego vio a lo

guerreros de los cuatro clanes agrupándose e

orno a sus respectivos curanderos en el linderdel claro. Uno había vuelto a convertirse ecuatro; el Clan del León había dejado de existir.

Al principio no logró ver a Tormenta de Aren

sintió un pánico creciente. No estaba seguro dpoder soportar su pérdida. Luego la vio dandraspiés cansinamente por el claro. Tenía el pel

de un costado tieso con sangre seca, pero Estrell

de Fuego advirtió que sus heridas no eran graves. —¡Gracias al Clan Estelar! —exclamó casi sialiento.

Atravesó el claro en dos saltos. Tormenta d

Arena se volvió para mirarlo, y sus ojos verdes s



lenaron de alivio. —Lo hemos hecho —murmuró la guerrera—

Hemos expulsado al Clan de la Sangre.

De pronto, Estrella de Fuego se sintimareado, como si todo en los Cuatro Árboleestuviera dando vueltas a su alrededor.

—Despacio —maulló Tormenta de Arena

ujetándolo con el omóplato—. Has perdidmucha sangre. Vamos a ver a Carbonilla.Estrella de Fuego hizo el resto del camin

rastabillando, absorbiendo el aroma de Torment

de Arena y sintiéndose reconfortado por luavidad de su pelaje. Cuando llegaron junto a lcurandera, cayó derrumbado al suelopreguntándose si estaría a punto de perder otr

vida. Luego advirtió que todavía oía los sonidoque lo rodeaban en el claro. El dolor de suheridas palpitó en vez de mitigarse cuandFrondina empezó a aplicarle telas de araña en lo

peores cortes.



—¿Se encuentra bien? —preguntó la voz dLátigo Gris—. Eh, vamos, Estrella de Fuego… ¡npuedes rendirte ahora!

—No voy a hacerlo. Estoy cansado, eso eodo. —Estrella de Fuego le guiñó un ojo aguerrero gris—. No te preocupes; no tendrás quer líder de momento.

—Estrella de Fuego —maulló Tormenta dArena, tocándole el omóplato con delicadeza—Vienen más gatos.

Se incorporó y vio que se acercaba un grup

de miembros del Clan del Río, encabezado poEstrella Leopardina. La líder inclinó la cabezante Estrella de Fuego. Tenía el cuerpo cubierto darañazos, pero su mirada era penetrante y llevab

a cola muy alta. —Bien hecho, Estrella de Fuego —maulló—Me dicen que has matado a Azote.

—Todos los gatos han peleado bien —contest

él—. No habríamos ganado si no hubieran estad



odos los clanes juntos. —Eso es cierto —admitió Estrella Leopardin

—. Pero ahora debemos separarnos de nuevo. Vo

a llevarme a mi clan a casa. Tenemos que cuidade los heridos y llorar a los muertos. —¿Y el Clan de la Sombra? —pregunt

Estrella de Fuego.

—El Clan de la Sombra debe regresar a spropio hogar —replicó la líder con firmeza—. Yengo lugarteniente, y suficientes guerreros par

defender nuestro territorio si el Clan de la Sombr

no respeta nuestras fronteras. —¿Quién es ahora tu lugarteniente? —preguntcon curiosidad.

—Vaharina —respondió Estrella Leopardin

con un destello en los ojos.Mientras Estrella de Fuego se quedabmirándola atónito, Vaharina salió entre los gatodel Clan del Trueno, seguida de Plumilla

Borrasquino.



—Me voy con Estrella Leopardina —explica guerrera, clavando en Estrella de Fuego s

mirada azul hielo, igual a la de su madre—

Siempre te estaré agradecida por lo que has hechopero soy una gata del Clan del Río de corazón.Estrella de Fuego asintió. Jamás habí

esperado que Vaharina cambiara completamente s

alianza por la fidelidad a su clan de nacimiento. —Pero… ¿cómo lugarteniente? —no pudevitar preguntarle—. ¿Después de lo que locurrió a Pedrizo?

Los ojos de Vaharina se llenaron de uprofundo dolor, pero su determinación no flaqueó —Estrella Leopardina me lo ha ofrecido just

antes de que empezara la batalla —confesó—. Y

e he dicho que lo pensaría, y ahora sé que tengque hacerlo por Pedrizo y por el clan.Estrella de Fuego inclinó la cabeza, respetand

a dura decisión que la gata había tomado.

—Entonces, que el Clan Estelar te acompañ



—maulló—. Y espero que siempre seas amiga deClan del Trueno.

Los dos aprendices que estaban con Vaharin

miraron dubitativos a Estrella de Fuego y EstrellLeopardina. —Nosotros también nos vamos —anunci

Borrasquino—. El Clan del Río ha perdido

muchos guerreros. Nos necesitan.Plumilla se acercó a Látigo Gris para tocarla nariz con la suya.

—Vendrás a visitarnos, ¿verdad?

—Intentad impedírmelo —respondió LátigGris con voz estrangulada y los ojos rebosantes dpena por la herencia dividida de sus hijos—. Seos mejores guerreros que podáis y haced que m

ienta orgulloso de vosotros. —Hay algo que os alentará —les dijo Estrellde Fuego a los aprendices—. Vuestro padre eahora el lugarteniente del Clan del Trueno.

Los dos hermanos se restregaron contra Látig



Tenemos mucho que hacer para recuperarnos, pera vida del bosque seguirá como de costumbre.

—Entonces nos veremos en la próxim

Asamblea. Y, Patas Negras, harás bien en aprendede los errores de tus predecesores. Vi lo quhiciste en la Colina de Huesos.

Una sombra pasó por los ojos de Patas Negra

que no contestó.Estrella de Fuego agitó la cola para llamar Zarzo, que hundió brevemente el hocico en ecostado de Zarpa Trigueña y serpenteó entre lo

guerreros del Clan de la Sombra hasta llegar junta su mentor. Patas Negras agrupó a sus gatos y loguió fuera del claro. El curandero Nariz Inquiete situó en la retaguardia, lanzando una mirada

Estrella de Fuego al pasar. Éste deseó que ecurandero tuviera mejor suerte con aquel nuevíder, después de los problemas que le había

dado Estrella Nocturna y Estrella de Tigre.

Estrella de Fuego se volvió hacia su propi



clan y se encontró cara a cara con Centeno Cuervo.

—Yo no me fiaría de Patas Negras —murmur

Cuervo, observando cómo desaparecía el últimde los guerreros del Clan de la Sombra entre loarbustos—. Es un alborotador; créeme.

—Lo sé —contestó Estrella de Fuego—. No t

preocupes. El Clan del Trueno estará preparado sPatas Negras empieza a tramar algo. —Por lo menos, con Azote muerto, los gato

del poblado Dos Patas tendrán la oportunidad d

vivir en paz —apuntó Centeno con vehemencia—Quizá ahora tengan una vida mejor. —¿Tú regresarías al poblado de Dos Patas

—preguntó Estrella de Fuego.

—¡Ni hablar! —contestó Centeno irguiendo lcola—. Nosotros nos vamos a casa. —Pero ha sido estupendo volver a luchar junt

al Clan del Trueno —añadió Cuervo.

—Nuestro clan siempre os estará agradecid



—declaró Estrella de Fuego con calidez—. Tenéiibertad para entrar en nuestro territorio e

cualquier momento.

—Y tú debes visitar nuestra granja cada veque viajes hasta las Rocas Altas —maullCenteno, disponiéndose a partir—. Espero quengamos uno o dos ratones de sobra.

Tras hablar con el Clan del Río y el Clan de lSombra, Estrella de Fuego quería saber cómo sencontraba el Clan del Viento antes de reunir a supropios gatos para regresar al campamento. Habí

un pequeño grupo de guerreros del Clan del Vientapiñados alrededor de su curandero, Cascarónpero no eran en absoluto tantos como deberían. Yno se veía al líder Estrella Alta por ninguna parte

Un hormigueo de temor recorrió el pelaje rojizo dEstrella de Fuego.Entonces vio que el líder del Clan del Vient

urgía de entre los arbustos en el extremo má

alejado del claro. Enlodado, Flor Matinal y un pa



de aprendices iban con él. Los cinco resollabaonoramente, como si hubieran estado corriendo

Estrella de Fuego fue hacia ellos, esperando ve

enemigos persiguiéndolos. —¿Qué ocurre? —quiso saber—. ¿Os estpersiguiendo el Clan de la Sangre?

Estrella Alta soltó un ronroneo de satisfacción

—No, Estrella de Fuego. Somos nosotroquienes estaban persiguiéndolos. Hemos ido traellos hasta el Sendero Atronador. No tendrán prisen volver.

—Estupendo —maulló Estrella de Fuego coprofundo reconocimiento.Vio un brillo similar en los ojos de Flo

Matinal y comprendió que por fin la gata sentí

que había vengado la muerte de Erguino.Respirando hondo, Estrella de Fuego inclinó lcabeza ante Estrella Alta y maulló:

—Ya no necesitamos al Clan del León. En e

bosque hay cuatro clanes de nuevo.



Percibió que el viejo líder comprendía lo questaba diciendo. Ya no eran aliados, sino rivaleque podrían reunirse amistosamente sólo en la

Asambleas. —Te debemos nuestra libertad —declaró eíder del Clan del Viento. Luego inclinó la cabez se encaminó con sus guerreros al extremo má

alejado del claro.A solas por primera vez, Estrella de Fuegaltó a lo alto de la Gran Roca. El repulsivo olor angre se elevó a su alrededor, pero desde al

arriba podía contemplar el bosque y atreverse creer que, pronto, la batalla no sería más que uecuerdo lejano.

Imaginó a los espíritus del Clan Estela

odeándolo, compartiendo el liderazgo del Cladel Trueno. Estarían junto a él en todos y cada unde sus pasos, hasta que entregara su última vida fuera a reunirse con ellos.

—Gracias, Clan Estelar —murmuró—



Gracias por estar con nosotros, quinto clan debosque. ¿Cómo pude creer en algún momento quendría que enfrentarme solo a esta batalla?

De pronto captó un conocido olor y notó euave contacto del pelo de Jaspeada contra spropio pelo. Sintió su cálido aliento en la oreja.

—Nunca estás solo, Estrella de Fuego. Tu cla

eguirá adelante, y yo te observaré siempre.Durante un momento, Estrella de Fuego sintienovado el dolor de la pérdida, como si s

adorada curandera no hubiese muerto hací

muchas lunas, sino en aquella misma batallaPlantó las orejas al oír el sonido de garras sobrpiedra, y el olor de Jaspeada se desvaneció. Vio Látigo Gris y Tormenta de Arena trepando por l

Gran Roca hacia él, con Zarzo a la zaga.Tormenta de Arena se restregó contra ecostado de Estrella de Fuego.

—Estrella Azul tenía razón. El fuego h

alvado al clan.



—Y ahora vuelve a haber cuatro clanes —añadió Látigo Gris—. Tal como debe ser.

la hora mas oscura

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