la épica de la globalización..., néstor garcía canclini

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Page 1: La épica de la globalización..., Néstor García Canclini

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S U M A R I O

© Segunda edición 2002ISBN: 1-930744-2Mabel Morana, editoraINSTITUTO INTERNACIONAL DI-:LITERATURA IBEROAMERICANAUniversidad de Pitt.ihurgh1312 Catheclral ofLearningPittsburgh. PA 15260(412)624-5246(412) 624-0829 FAX

iitt.edu

Composición: Erika Bragn

Primera edición 2000Inscripción Nc 114 .115ISBN: 956-260-185-4EDITORIAL CUARTO PROPIOKeller 1175. Providencia.Santiago- CHILE

Mabel Morana, Introducción i ]

1. GLOBALIZACIÓN v MULTICULTURALIDAD

/desús Martín-Barbero. Globalización y mulliculturalidad: notas paraupicí agenda de investigación 19

)f i\éstor García Canclini. La épica de la globalización y el melodramadeJainterculturalidad 35

¿¿Renato Ortiz, Diversidad cultural y cosmopolitismo 49

]]. ESTUDJOS CULTURALES LATINOAMERICANOS: APERTURAS Y LÍMITES

?arlos Rincón, Metáforas y estudios culturales 67•^ NejJ Larsen, Los estudios culturales: aperturas disciplinarias y falacias

,/feóricas 877 Román de la Campa, De la deconstrucción al nuevo texto social:

pasos perdidos o por hacer en los estudios culturales latinoamericanos 91y/Hermann Herlinghaus, Descentramientohermenéutico, hibridación

conceptual y conciencia histórica. Una propuesta latinoamericanapor asumir 113

* J°sé Rabosa, Limites históricos y epistemológicos en los estudios<5i_,j J'"" subalternos 123

]]J. CRÍTICA, IDEOLOGÍA v ESTUDIOS CULTURALESj

v^TÍernán Vidal. Restaurar lo político, imperativo de los estudios., literarios y culturales latinoamericanistas 139

O"1 Ricardo J. Kaliman, Un muerto que habla: en favor de la críticaiO"> . j™

., ideológica I 4 /

. \ U?""? Alberto Moreiras. Hegemonía y subalternidad 157° Jon Beasley-Murray. Hacia unos estudios culturales impopulares:

la perspectiva de la multitud '^J

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La épica de la globalizacióny el melodrama de la intercultural i dad

Néstor García CancliniUniversidad A utónoma Metropolitana-ktapalapa

1. ¿ Quiénes son nuestros otros? El antropólogo latinoamericano, después deescuchar en tantas ponencias que las identidades son construidas e imaginadas eninteracción con los demás, pensó que era hora de estudiar comparativamente cómo sehabían ido formando los perfiles culturales de América Latina desde Europa y desdeEstados Unidos. Le resultaba convincente mucho de lo que se decía sobre laglobalización, pero no siempre quedaba claro si tenia que ver con los latinoamericanos.Por ejemplo, los efectos de la crisis asiática -aunque parecían verosímiles en las finanzasde esta región- no tenían mucho que ver con los cambios culturales de América Latina.Estudiar estos procesos desde la cu l tu r a hacia necesario d i fe renc ia r cómo laglobalización se estaciona en cada sociedad.

Si se trataban de entender los vínculos-de la economía con la cultura, eran más-significativos los acuerdos de libre comercio entre Estados Unidos. Canadá y México.o los que avanzan en el MERCOSUR, y los de éstos y otros países de América Latinacon la Unión Europea. Sin embargo, había muy pocos estudios sobre el aspectosimbólico de estas transformaciones, y menos aún que revisaran cómo se estabanmodificando las culturas latinoamericanas en el desplazamiento complejo e inacabadode la relación con Europa hacia Estados Unidos. Si "una cultura es el conjunto deestigmas que un grupo tiene ante los ojos de otro (y viceversa)" (Jameson). este sería elcamino para averiguar en qué se está convirtiendo la cultura latinoamericana.

¿Es posible abarcar un universo tan vasto? Se le ocurrió que. si entre los principalesconstructores de narrativas y metáforas interculturales se hallaban los científicos socialesy los artistas, podía comenzar analizando sus relatos e imágenes, entrevistar aestadounidenses y europeos dedicados a estudiar o a representar artísticamente lasrelaciones con América Latina, para averiguar cómo veían los cambios y la perspectivafutura de las integraciones supranacionales.

El antropólogo recorrió universidades estadounidenses, europeas y latinoamericanas,asistió a algunas bienales y ferias de arte internacionales. Pero a veces se le hacíadifícil acompañar las narraciones con que los artistas y los científ icos representaban sufascinación ante los procesos globalizadores. Lo había impresionado una de lasmetáforas más potentes con que el arte de los años noventa habla de la porosidad de las

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Néslor García Canclini

fronteras y los flujos multidireccionales: la propuesta por Yukinori Yanagi en la Bienalde Venecia de 1993, en la de Sao Paulo de 1996 y en la muestra multinacional de arteurbano In site, realizada en 1994 en Tijuana y San Diego. La experiencia consistía encolocar sobre una pared unas 100 banderas de diferentes países, hechas con cajitas deacrílico llenas de arena coloreada. Las banderas estaban interconectadas por tubos deplástico dentro de los cuales viajaban hormigas que iban corroyendo y confundiendo.Después de dos o tres meses todas las banderas se volvieron irreconocibles. Podíainterpretarse la obra de Yanagi como metáfora de los trabajadores que, al migrar por elmundo, van descomponiendo los nacionalismos e imperialismos. Pero no todos losreceptores se fijaron en eso. Cuando el artista presentó esta obra en la Bienal de Venecia,la Sociedad Protectora de Animales logró clausurarla por unos días para que Yanagi nocontinuara con la "explotación de las hormigas". Otras reacciones manifestaban quelos espectadores no aceptaban ver desestabilizadas las diferencias entre naciones. Elartista, en cambio, intentaba llevar su experiencia hasta la disolución de las marcasidentitarias: la especie de hormiga conseguida en Brasil le parecía a Yanagi demasiadolenta, y él dijo al comienzo de la exhibición que temía no llegar a trastornarsuficientemente las banderas nacionales.

El antropólogo se preguntó si se podía presentar casi la misma obra en Venecia,Sao Paulo y Tijuana-San Diego. Esa aplicación internacional de la metáfora correspondíaal juego transformacional propuesto por Yanagi: coincidía con los relatos que hablande la globalización como un proceso homogeneizador. un sistema de flujos einteractividad que coloca a todos los pueblos en situación de copresencia. Pero lo queel antropólogo latinoamericano sabía de su disciplina le hacía difícil aceptar esa especiede interactividad indiscriminada. Aun los antropólogos que superaban la idealizaciónde las culturas locales, como Ulf Hannerz, y admitían que el imaginario mundial podíaformularse ahora como un "flujorama cultural global", aclaraban que "los flujos tienendirecciones" y escenarios preponderantes: él citaba a "Nueva York, Hollywood y lasede del Banco Mundial" (Hannerz 13). Se podría ampliar la lista de símbolos de laglobalización, pero igual casi todos proceden de Estados Unidos y Japón, algunostodavía de Europa y casi ninguno de América Latina. Hannerz señalaba también quehay contraflujos, por ejemplo exposiciones de artistas africanos en Londres y gruposterapéuticos de Oslo que se basan en técnicas malayas de interpretación de los sueños.Perp estos y otros ejemplos de cómo las culturas periféricas influyen en los paísescentrales no permiten olvidar las "asimetrías de los flujos", manifestadas en ladiseminación desigual de habilidades fundamentales y formas institucionales modernas,el diferente acceso a la educación básica y superior de tipo occidental. Por eso, Hannerz

' sostiene que la fluidez con que circulan y contracirculan los bienes y mensajes no' clausura la distinción entre los centros y las periferias.

Las ásperas contradicciones que emergen en las asimetrías globales a veces secondensan en metáforas artísticas o literarias, que sirven para hacer visibles las nuevascondiciones de interacción en la diversidad cultural del mundo. Sin embargo, pensabael antropólogo, necesitamos situar estas imágenes en relación con datos duros.

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La épica de la globaüzadón

macrosociales, para saber cuál es el horizonte de inteligibilidad de la metáfora y dóndesu potencial imaginativo pierde valor heurístico.

3.£1 especialista estadounidense en CulturalStudíes había dedicado muchos añosa deconstruir las narrativas que su país fue armando desde el siglo XIX para ponerorden en la historia de suspicacias que caracteriza los vínculos entre América Latina yEstados Unidos. Descubrió que uno de los procedimientos más insistentes a los que serecurría era la retórica de la inconmensurabilidad de los estilos de vida estadounidensesy latinoamericanos. Las diferencias entre ambas regiones parecían tan frágiles como lafrontera geográfica que Estados Unidos cambió de lugar hace 150 años, cuando seapropió de la mitad del territorio mexicano (lo que hoy es California, Texas. Nevada.Utah, Colorado, Arizona), y no ha dejado de agitarse desde entonces. Si la distinciónno fuera tan precaria no se entendería el énfasis con que quienes colonizaron el sur delterritorio estadounidense marcan la superioridad de su condición de blancos, deascendencia inglesa, que conquistaron esa región con su ética puritana y la religiosidadprotestante, por la cual el trabajo, la frugalidad, el servicio y la honradez se presentancomo sus valores básicos (Inglehart-Basañez-Nevitte). Sus discursos subrayan una yotra vez la distancia respecto de los mexicanos descendientes de españoles e indígenas,y cómo de esa mezcla proviene su gusto por el relajo, la sensualidad perezosa y violenta.Había leído que el riesgo de "ser dominados por criaturas indómitas, bárbaras ydesordenadas hacía casi inevitable una lucha por la hegemonía" (de León 13). Sin esacerteza de la superioridad de los blancos estadounidenses sobre los mestizos

(latinoamericanos ¿cómo justificar invasiones e imaginar los sometimientos como¡empresas civilizatorias?

Pero la confrontación entre esos modos de vida también fue y sigue siendo ú t i l paraanimar las narraciones literarias, fílmicas y televisivas que exaltan el orden "americano",con el complemento antagónico de bandidos violentos, apasionados amantes latinos ymujeres provocativas ("mexican spitfire"). El especialista en estudios culturalesrecordaba que Paul Theroux, en OldPatagonia Express, afirma que "Laredo necesitala perversidad de su ciudad hermana para mantener llenas sus iglesias. Laredo tenía elaeropuerto y las iglesias; Nuevo Laredo, los burdeles y las fábricas de canastas. Cadanacionalidad parece orientarse hacia su propio nivel de competencia" (Theroux 40-41 \n los escritores disidentes, transgresores del orden estadounidense, conciben elcruce de la frontera bajo esta oposición dualista. William Burroughs ve a México comoel paraíso de los viajes alucinógenos, sin la condena que reciben en Estados Unidos.Jack Kerouac siente el tránsito a México "como si acabaras de escabullirte de la escuela.después de decirle a la maestra que te sientes mal", y entonces se abren "las puertasgiratorias de una cantina y pides una cerveza en la barra, y volteas y hay tipos jugandoal billar, preparando tacos, sombrerudos, algunos llevan armas en el cinturón deranchero, y grupos de hombres de negocios cantando"..se experimenta "lo que sientenlos campesinos por la vida, la alegría intemporal de quienes no se preocupan por losgrandes problemas culturales y de la civilización" (Kerouac 21-22).

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Néstor García C'anclini

También pensaba, a partir de una observación de Norma Klahn. que la admiracióndistante de esos autores hacia México, así como los estereotipos difundidos porHollywood y las series norteamericanas, hallan su "confirmación'" en las novelas,telenovelas y películas latinoamericanas donde "se desentierra" a dioses precolombinosy se conciben los conflictos contemporáneos en términos sacrificiales. La vida esinterpretada con claves mágicas, jugada en rituales intensos, desde las corridas detoros a las persecuciones policiales en los mercados. La serpiente emplumada, de D.H. Lawrence, encuentra ecos en Cambio de pie!, de Carlos Fuentes. La literatura y laplástica chicanas dialogan con Laura Esquive! y Frida Kahlo. La traducción al inglésde estos escritores y las megaexposiciones de arte latinoamericano en museosestadounidenses, con la debida consagración en cursos de literatura, historia del arte yestudios culturales, completan el ciclo de esta interacción organizada como contraste,aventuras signadas por el desafío de lo otro, que se acaban cuando el viajero cruza denuevo la frontera, sale del museo, abandona la novela de realismo maravilloso y regresaa casa. "Mañana", dice la esposa, en el cuento "An oíd dance", de Eugene Garber. "devuelta a nuestro buen y viejo USA" (Simmen 40).

El especialista estadounidense piensa que los Ctilnirai SnuJics. y también laantropología posmoderna que cuestionan las condiciones en que se produce y secomunica el saber, han debilitado la soberbia de los relatos colonizadores y lacondescendencia paternalista ante la magia de los extraños. Ahora vivimos una situaciónposcolonial, porque los subalternos no se dejan representar por otros, le explicaba asus alumnos encapsulados en el american way of Ufe. pero que cada vez están

aprendiendo más español.Sin embargo, dos cuestiones le hacen dudar de estos avances. Por una parte, mientras

los estudios culturales van intentando leer críticamente las obras literarias como simplesdiscursos sociales, liberándolas del misticismo esteticista, el mercado editorial consagracomo representantes de América Latina las narraciones más complacientes, y algunoscentros universitarios conceden'reconocimiento culto a esas novelas de hechicería, apinturas neomexicanistas o neoincaicas, impresionados por lo que creen su valortestimonial. ¿No será tiempo de escuchar a aquellos que. habiendo pasado por losafanes sociologizantes o deconstructores de los estudios culturales, y precisamentepara no ceder al mercado, retoman la "conversación interrumpida" (Sarlo. Escenas

158, y "Los estudios culturales y ..." 32-38) sobre la singularidad y la densidad de lasexploraciones estéticas, y creen hallar ahí -más que en su fuerza testimonial- lacapacidad de perturbar las-certezas de lo mismo, abrirnos a lo otro y a los otros? Alespecialista estadounidense le habían contado que en una conferencia el antropólogolatinoamericano afirmó que uno de los cambios ocurridos al transitar del predominioeuropeo al norteamericano en la cultura era que comenzamos este siglo averiguandocon las vanguardias cómo vincular el arte con la vida, y lo acabamos preguntándonoscómo diferenciarlo del mercado. Le parecía un poco maniquea la oposición, pero ledaba para pensar.

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La segunda duda le surge al ver que ciertas tendencias globalizadoras de la economíarefuerzan algunas fronteras, o llevan a inventar otras nuevas. En parte, las fronteras sedesdibujan y las discontinuidades entre Estados Unidos y América Latina se acortanbajo los acuerdos de libre comercio, las comunicaciones de tecnología avanzada y losintercambios transnacionales de migrantes. Pero así como el gobierno y la sociedadestadounidenses levantan nuevas barreras (la que más lo movilizó a participar enmanifestaciones de protesta fue la ley 187 aprobada en California), las diferencias ydistancias persisten entre los investigadores del norte y los del sur. Como leyó en unacarta enviada a la revista de LASA, los del norte no publican casi nunca "los resultadosde sus investigaciones en revistas especializadas latinoamericanas o en libros en españolo en portugués, o en francés, cuando se trata de investigaciones sobre Hai t í oinvolucrando poblaciones francoparlantes". A menudo, los estadounidenses "retornana su país con información o datos de los cuales no dejan copia en los países donde loshan obtenido". En tanto, los investigadores latinoamericanos raras veces publican sustrabajos en el norte, "debido a los costos que involucraría su traducción, o por falta deconocimiento de, o acceso a, las publicaciones especializadas" (Dietz y Mato 31).

3. También el antropólogo latinoamericano siente que los acercamientos de laglobalización coexisten con barreras antiguas que se preservan y otras nuevas que seerigen. Él ha criticado a sus colegas que aún siguen persiguiendo y embalsamandoculturas "autóctonas", como si todavía se pudiera delimitar nítidamente lo propio y loajeno. Como si la tarea de la antropología ñiera proveer diferencias absolutas entrepueblos resistentes e imperios colonizadores. Sus estudios de campo muestran queahora esas distinciones se vuelven borrosas y hasta es difícil asociar en forma exclusivalas empresas, los capitales y las personas con un país particular: marcas de autos y deropa que se acostumbraba identificar con Estados Unidos pueden indicar en la etiqueta"made in Salvador" o "in México", o "in Hong Kong". La globalización tecnológica ycomunicacional, que hace circular mensajes por satélite y fusiona empresas de distintoscontinentes, vuelve poco eficaces las aduanas y las políticas culturales que limitaban elingreso de películas o música extranjera. Al mismo tiempo, las migraciones queinstalaron casi 30 millones de latinoamericanos en EE.UU. (la quinta parte de lapoblación mexicana, la cuarta parte de la población cubana) no dejan establecercorrespondencias estrictas entre naciones y territorios: los envíos constantes de dinerode esos migrantes (unos 4.000 millones por año hacia México, por ejemplo) y losmensajes diarios o semanales con que informan de sus vidas a la otra parte de sufamilia y de su pueblo, que está a 2.000 o 5.000 km. crean circuitos comunitariostransnacionales. Él conoció familias de Michoacán y de Oaxaca. en las que muchosvan y vienen entre el pueblo y Estados Unidos, creando redes transnacionales queinfluyen en la alimentación, la escolarización de los hijos y las distracciones de losmigrantes que se quedan. En parle, se parecen a las comunidades de consumidores queen cualquier ciudad grande o mediana se apropian diariamente de bienes y mensajes

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Néstor García Canclini

deslocalizados, tienen su soporte menos en territorios geográficos que en circuitos demercancías y comunicaciones.

Pero la épica del mercado y de las comunicaciones que unifican al norte y al sur noevita los desgarramientos de viejas y nuevas fronteras. Por ejemplo, entre los quereciben espectáculos hollywoodenses por televisión gratuita y-los que se comunicanpor internet, entre los que se instalan en la cultura audiovisual y los que aún privilegianla ciudad letrada. Así como en los países centrales hay mainslream para las élites y a lavez globalización para marginales, en las sociedades latinoamericanas cada año aumentala brecha entre el 5 o 10 por ciento conectado a las redes donde se obtiene informaciónpara tomar decisiones e innovar y, por otra parte, los asalariados empobrecidos y losnuevos desempleados.

También hay fronteras entre las generaciones para las cuales América Latina fue"inventada" por Europa, y las jóvenes o no tan jóvenes que encuentran su horizonte enEstados Unidos. El pasaje del origen latino-europeo a un "destino" norteamericano hamodificado a las sociedades latinoamericanas, a las ciencias sociales, las artes y lasreferencias de autoridad y prestigio en la cultura masiva. En menos de cincuenta añoslas capitales de nuestro pensamiento y nuestra estética, piensa el antropólogo, dejaronde ser París, Londres y Madrid, porque sus lugares en el imaginario regional fueronocupados por Nueva York para élites intelectuales; por Miami y Los Angeles para elturismo de clase media; por.California, Texas, Nueva York y Chicago para lostrabajadores migrantes.

Más aún: se va perdiendo la concepción europea de la ciudad, como núcleo de lavida cívica y comercial, académica y artística. Las "metrópolis" estadounidenses demuchos latinoamericanos ni siquiera son ciudades: los universitarios aspiran, más quea conocer las grandes urbes norteamericanas, a vivir en Stanford, Duke o lowa, campussin ciudad. Los sectores medios apuntan sus fantasías a Disneylandia o Disneyworld, ya shopping ceniers que proponen recorridos desurbanizados si los pensamos desde laimagen de las ciudades europeas, que sólo persisten en unas pocas excepcionesnorteamericanas como Nueva York o San Francisco.

El antropólogo se acuerda de que este desplazamiento de Europa hacia EstadosUnidos comenzó mucho antes, cuando Nueva York y Hollywood robaron la idea dearte moderno y también la épica del western, la síntesis audiovisual del cine comogozo masivo y no sólo exploración intimista, el rock que proporcionaba encuentrosinterclasistas mientras lo políticamente correcto era emocionarse con la revolucióncubana, y las lavadoras y los refrigeradores que rehicieron la vida doméstica en losaños cuarenta y cincuenta, cuando el feminismo era tan incipiente que apenas conseguíaque las mujeres fueran autorizadas a votar.

¿Cómo nombrar la subordinación al poder norteamericano, "justificado" con lasfascinaciones tecnológicas que ya desde entonces mezclaban su control ideológicocon servicios y seducciones muy atendibles? ¿Cómo representar la complejidad queestos juegos fueron adquiriendo en la época de los intercambios desiguales diseminados?

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¿Qué significa ser los otros en tiempos de globalización, cuando usamos las videosjaponesas para ver películas de Hollywood y coproducciones intercontinentales?

Al realizar trabajo de campo en la última experiencia de ln Siie -de septiembre anoviembre de 1997, ese programa de arte urbano efectuado en San Diego y Tijuana,con la participación de 42 artistas procedentes de casi todos los países americanos,desde Canadá hasta Argentina-, una de las obras que más le interesó al antropólogofue la de Marcos Ramírez Erre. Ese artista tijuanense colocó un enorme caballo deTroya a pocos metros de las casetas de la frontera"íon dos cabezas, una hacia EstadosUnidos, otra hacia México. Evita así el estereotipo de la penetración unidireccionaldel norte al sur. También se aleja de las ilusiones opuestas de quienes afirman que lasmigraciones del sur están contrabandeando lo que en Estados Unidos no aceptan, sinque se den cuenta. La segunda cabeza atenúa la grandilocuencia épica e introduce eldrama. Además, le decía el artista cuando lo entrevistó que este "antimonuinemo"frágil y efímero es "translúcido porque ya sabemos todas las intenciones de ellos hacianosotros, y ellos las de nosotros hacia ellos". En medio de los vendedores mexicanoscirculando entre autos aglomerados frente a las casetas, que antes ofrecían calendariosaztecas o artesanías mexicanas y ahora agregan "al Hombre Araña y los monitos delWalt Disney", Ramírez Erre no presenta una obra de afirmación nacionalista sino unsímbolo universal modificado. La alteración de ese lugar común de la iconografíahistórica que es el caballo de Troya busca indicar la multidireccionalidad de los mensajesy las ambigüedades que provoca su utilización mediática. El artista reprodujo el caballoen camisetas y postales para que se vendan junto a los calendarios aztecas y "los monitosde Disney". También dispone de cuatro trajes de troyanos a fin de que se los ponganquienes deseen fotografiarse al lado del "monumento", como alusión irónica a losregistros fotográficos que se hacen los turistas junto a los símbolos de la mexicanidady del american way oflife.

Cuando vio esta obra pensó que lo más fecundo que el arte puede proponer no sonrepresentaciones publicitarias de nuestro canon mágico, sino otras que problematicenlos estereotipos de la globalización y de las fronteras. Abrir en la monotonía de lahomogeneización.espacios para las incertidumbres de quienes viven en las fronterasdesgarrados por fuerzas discrepantes, quienes las atraviesan para ir a otra parte, ytambién las preguntas de quienes conocen esas experiencias lejos de donde suceden através de los medios de comunicación.

Quizá el arte tiene hoy posibilidad de hablarles a todos ellos. Para ampliar suelocuencia y su escala de resonancia, necesita ocuparse de la recomposición de lasculturas nacionales y de lo que se construye más allá de ellas. Esta tarea, piensa elantropólogo, no puede ser sólo de los artistas. Podrá extenderse en la medida en quelas instituciones, los intermediarios y los públicos participen -más allá del estrechohorizonte del mercado- en la reelaboración de los mapas de la interculturalidad.

4. El antropólogo y el especialista en Cultural Sludies fueron a la Feria de arteARCO, en Madrid, en febrero de 1998, pero no se encontraron, porque era más

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Néstor García Canclini

multitudinaria y tumultuosa que una reunión de LASA o de la Asociación deAntropólogos Americanos. A los dos les interesó ver de qué modo los españoles -queen 1997 dedicaron la feria a América Latina y este año a Portugal- practican medianteel tráfico de obras su objetivo de convertirse en intermediarios entre los latinos rezagadosy la Europa próspera. Y también tratan de disputarle a Estados Unidos el ser los brokersentre América Latina y el mundo. Encontraron una feria donde algunas de las principalesgalerías de Nueva York, París y Buenos Aires, de Alemania, Italia y México, se colocabanjunto a las de todas las regiones de España y de Portugal. Vieron pinturas de AndyWarhol y Keith Haring en una galería francesa, cuadros del argentino Kuitca en unagalería mexicana de Monterrey, del mexicano Gabriel Orozco en una galería francesa,y, una de las obras que mejor se vendió, la de Juan Dávila -frisos que evocan a la vezlas imágenes del comic y del folklore campesino conosureño del siglo XIX, enmarcadoscon grecas precolombinas-, presentada como la instalación de un artista chileno queproduce en Australia. En cierto modo, esta feria -como las de otros países europeos ycomo las bienales multiplicadas en América Latina durante los años noventa- expresanla globalización y el policentrismo del mercado, a los artistas que viven a menudofuera de sus sociedades originarias y pueden ser representados por galerías de variospaíses. Por eso, muestran en sus obras mucho más o algo distinto que su color nacional.Esta feria, como las bienales de Sao Paulo y de Venecia, y la documenta de Kassel,demuestran que hay otros focos de irradiación fuera de Nueva York, aunque esta ciudadconcentre el mayor número de operaciones en la economía mundial del arte y en laadministración de los gustos.

Sin embargo, pocas veces la descentralización y el desarrollo de bloques regionalesconduce a una articulación equilibrada entre lo local y lo global. Con motivo de laFeria de Madrid, el diario El País les preguntó a diez artistas españoles cuál considerabanla obra de arte más importante o significativa de este siglo que se acaba: salvo uno. queeligió "El gran vidrio", de Marcel Duchamp, los demás mencionaron obras de Picasso,Miró, Tapies, todos españoles. ¿Qué adquieren los museos españoles cuando tienenestas mezclas interculturales en su propia casa? El Centro Gallego de ArteContemporáneo compró, en la Feria de Madrid, sobre todo pintura de Galicia, lasinstituciones catalanas instalaciones hechas en Barcelona. Invitan a artistas de casitodo el mundo, estimulan la presentación de obras electrónicas que v ia janclesterritorializadas, pero en las adquisiciones prevalece la complicidad con el vecino.Peor aún es el desconocimiento de los antropólogos españoles, franceses e italianos,con pocas excepciones, sobre las ciencias sociales de los países latinoamericanos.

Al antropólogo se le ocurrió que estas combinaciones paradójicas de globalizacióneconómica y nacionalismo cultural daban material para formular preguntas que loseconomistas no se hacen. Pero le preocupaba que los estudios culturales, la corrienteque le parecía más capacitada para cuestionar las relaciones hegemónicas entre lacultura, la nación y la globalización. casi no se interesasen por entender lo que el arte,la literatura y los medios significan como hechos del mercado. En esa enciclopediaque es el libro de Lavvrence Grossberg. Cary Nelson y Paula Treichler, Cultural Studies.

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í ni uno de sus cuarenta artículos está dedicado a la economía de la cultura: se habla dela comunicación, del consumo y la mercantilización, pero en sus 800 páginas no seencuentra casi ningún dato duro, ni gráficas, sólo tratamientos discursivos de hechosque requieren ser analizados empíricamente. Como observó Nicolás-Garnham; tal Vez"en su única critica consistente a los estudios culturales, durante su polémica conLawrence Grossberg, el descuido de la dimensión económica tiene que ver con que losCultural Studies se hayan dedicado mucho más al consumo, la recepción y el momento |interpretativo, y muy poco a la producción y circulación de bienes simbólicos (Garnham |37). I

5. El especialista en Cultural Sludies, que enseña cultura latinoamericana en unade las universidades mejor equipadas de Estados Unidos, usa la vasta biblioteca de suinstitución para citar en su última ponencia lo más reciente que se publicó en AméricaLatina. Su fervor internético le permite comentar las declaraciones que el subcomandanteMarcos realizó la semana pasada, y encuadra todo eso en lo que Fanón aportó a ladescolonización, según lo interpreta Homi Bhabha en sus últimos textos. Cuando elestudiante peruano resume esa ponencia de su profesor para su padre argentino que seexilió en Lima, recibe a vuelta de correo electrónico la pregunta de quién es HomiBhabha, y también la sorpresa de que el especialista en América Latina citara a esesociólogo reciente para hablar de Fanón, incluso de que se ocupara de Fanón comonovedad para entender América Latina, sin mencionar los debates hechos en BuenosAires, en Sao Paulo y en México sobre ese autor en los a.ños sesenta, cuando se lotradujo al español, y se discutió abundantemente, demasiado, subraya el padre, si lesservía a los latinoamericanos lo que Fanón escribió para África. Además, recordabaque en el cono sur generó interés desde que Sartre lo había citado, pero también parapensar contra la cultura que Sartre representaba. El padre iba a agregar que le gustaríaque el hijo le mandara algún texto de Bhabha para saber de qué se trataba, pero nadade Fanón, aunque no puede hacerlo porque la luz se corta debido al d i l uv iodesacostumbrado para Lima -dicen que por la corriente del Niño-, y cuando laelectricidad vuelve ya no tiene tiempo más que para enviar el e-maií. vi emilia, comole contaron que dicen los puertorriqueños, y debe salir a dar su clase en la Universidadde San Marcos. Se va pensando qué diría Fanón de que ahora todo lo que no se explica

por la corriente del Niño se explica por la globalización.

6. Finalmente, el especialista estadounidense en Cultural Studies \l antropólogolatinoamericano se encuentran. Tengo dudas de contarles esto porque en verdad sereunieron dos veces: una en un campus de Estados Unidos y otra en una capital deAmérica Latina. Grabé las dos conversaciones, pero por un descuido no anoté en loscassettes los lugares, de manera que no sé cuál ocurrió en el cumplís \l en la ciudadlatinoamericana. Por momentos, me parece posible diferenciarlas porque en el diálogoque creo ocurrió en el campus el latinoamericano está ostentosamente feliz: tal vezporque acaba de pasar la mañana en la hemeroteca de la universidad y fotocopió decenas

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Néstor Garcia Canclini

de artículos recientes de revistas en inglés y en español, inconseguibles en su país. Encambio, en el otro cassette me parece reconocer el malestar del especialistaestadounidense, que hubiera deseado que el congreso se hiciera en una ciudad pequeñay antigua, como le prometieron al invitarlo (le hablaron de Cartagena, Pátzcuaro oTucumán), y no en esta capital tumultuosa en la que ya estuvo-seis veces y que imitacadjryjsz más torpemente los shoppings y el urbanismo de la clase media norteamericana.

El diálogo fue arduo, ante todo, porque el antropólogo latinoamericano veía alespecialista en Cultural Studies como representante global de la cultura académicaestadounidense, y éste tuvo que explicarle las diferencias de trabajar en California o enel este, y que ni siquiera es lo mismo ser "hispano" en Los Angeles. Miami, NuevaYork o Chicago. Para el experto en Cultural Studies también fue laborioso aceptar quelos estudios culturales existían en América Latina desde hacia varias décadas, aunqueno llevaran ese nombre, y que las búsquedas transdisciplinarias, el estudio de lamulticulturalidad y sus vínculos con el poder tenían formatos distintos que en EstadosUnidos, y a la vez diferentes en México y Perú, donde lo intercultural pasa en granparte por la presencia indígena, o en el Caribe, donde es central lo afroamericano, o enel Río de la Plata, en que el predominio de la cultura europea simuló una homogeneidadblanca. Cuando se pregunta quiénes son nuestros otros, la respuesta no es la misma entoda América Latina, ni en todo Estados Unidos.

El diálogo los llevó a admitir que no existe el especialista estadounidense en Cultural

Siudies, ni tampoco el antropólogo latinoamericano. Hay hombres y mujeres quetrabajan en estos temas, cubanos que viven en Estados Unidos o en España, argentinosen México y en Brasil, uruguayos en Argentina y en Australia, chilenos en Alemania,estadounidenses que cambian de ciudad o de país cada cinco años, todos llevamosadentro un caballo de Troya con dos cabezas, todos dejamos cosas en La Habana, enBuenos Aires y en Santiago, incluso amigos que se quedaron a vivir a l l í y tambiénsaben de caballos bicéfalos. Sentimos a veces la tentación de vestirnos de troyanos ytomarnos fotos junto a pirámides, campas desterritorializados, culturas subalternas ohíbridas y ferias transnacionales, pero más a menudo parecemos módicas hormigasque corren de una conferencia en el barrio a un congreso internacional, a una carta desolidaridad enviada por e-mail.

Cuando el antropólogo expresaba su preocupación porque en Estados Unidos habíamás investigadores y estudiantes de doctorado haciendo tesis sobre paíseslatinoamericanos que en toda América Latina, el especialista en Cultural Siudies sepreguntaba por qué los universitarios argentinos, chilenos y peruanos no se interesabanen estudiara los norteamericanos. Si hace medio siglo que existe un proyecto de Harvardsobre Chiapas ¿por qué apenas en esta década los mexicanos, y más recientemente losbrasileños, comienzan a indagar qué pasa en esa sociedad del norte donde habitanmillones de conciudadanos migrantes? Se habla de americanización, pero para muchosintelectuales de América Latina -como le oyó decir a Beatriz Sarlo- "Estados Unidosparece un modelo secreto". Quizá por eso. más que aparecer en su trabajo empírico yconceptual, irrumpe en metáforas y narrativas. ¿Qué saberes va a producir esta tendencia

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expansiva de las universidades, los museos y las galerías estadounidenses, mientraslos españoles y latinoamericanos estudian sólo sus propias sociedades y se interesanpor su arte doméstico? No es sólo una cuestión de publicaciones intelectuales. F]especialista en estudios culturales recordó que a principios de marzo de ] 998 escuchóen Austin, en la Reunión del Directorio Nacional de Medios Hispanos, que la prensapublicada en español en Estados Unidos había facturado, en 1997. 492 mil lones dedólares en publicidad, más que el conjunto de los medios escritos de México. < Q u ésabemos en la academia de las 1.214 publicaciones periódicas en castellano. 24 deellas diarias y 246 semanarios, que se hacen en Estados Unidos, de las 93 televisoras.591 radios y 340 servicios de internet que hablan en español dentro del territorioestadounidense?

Se preguntó si tanta producción de libros y ponencias tenía por finalidad entenderlas sociedades y sus relaciones con los otros. O los textos de estudios culturales, deantropología y las exposiciones de arte, se dedican, más que a interpretar la vida social.a hacer funcionar a las instituciones.

Ese encuentro no les llevó a grandes coincidencias. Salvo cuando se fueroncaminando, por el campjis para subir a sus coches, o por la avenida de la capital paratomar el metro, en distintas direcciones, y los dos pensaron que habría que escribir unanovela en la que no el protagonista, sino un personaje secundario, semiescondido en lanarración, sorprendido inesperadamente en una esquina, reuniera frases de varios latinosy varios anglos, las dijera como propias, hablara todo el tiempo como si viviera en otraparte y esa fuera la manera de estar aquí, o se expresara como los que están cerca y esefuera el modo de alejarse.

7. El antropólogo o el especialista en Cultural Studies, no sé decirles cuál pero estees el instante en que menos importa porque el antropólogo había leído mucho de CuliwnlSiudies y el especialista norteamericano sabía bastante de antropología, en fin. uno deellos se preguntó qué quedaba del sujeto después de que el estructuralismo lo habiadeconstruido y quién era el otro luego de que el posestructuralismo y el posmodernismolo mostraban como imaginado por un yo que tal vez no existía. ¿No era necesarioreconstruir algún tipo de sujeto que se haga responsable, y tambíerTreconsiderar. másallá dé la dispersión de otros imaginados, la existencia de formas empíricamente

identificables, no sólo discursivamente imaginadas, de la otredad?Se le ocurrió que para pasar de la otreda'ír-corístruida a algo más específico había

que hablar del otro que sufre y que goza, del otro que me importa a mi. de nuestrosotros. Imaginó que la manera adecuada de estudiar la épica de la globalización erointerrogarla desde el melodrama de la interculturalidad. los relatos de la convergencia

.multitudinaria de consumidores de muchas naciones cruzados con los encuentros, ytambién los desencuentros, con quienes son nuestros otros próximos: ¿podría corregírse-la narración totalizadora de Fukuyama y el Banco Mundial con las de Ignacio Cabrujas

v Paul Auster?

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Así se acordó de una frase de un filósofo francés en la que entrevio la manera dehablar de los antropólogos latinoamericanos y de los especialistas en Cultural Studiescomo sujetos, de sus posibilidades de pensarse desde algún lugar más o menosconsistente como ellos y como otros. Creía recordar que la frase con la que GastónBachelard terminaba su texto era ésta: "yo soy el límite de mis ilusiones perdidas"(Bachelard 97).

Pensó que no era mucho decir eso sobre el yo. pero por el momento le parecióreconfortante.

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