la empatia como una forma de trascendencia de la persona a traves del otro en edith stein
DESCRIPTION
La experiencia de la conciencia ajena y la trascendencia comienza desde el “estar-con”. El ego que tiene delante de sí un alter ego y no se abre, se queda mudo y no trasciende. Esta investigación reflexiona sobre apertura hacia el otro, y la llegada a un "nosotros" que pueda llevar al hombre a una experiencia efectiva del mundo, a la trascendencia. La empatía indiscutiblemente debe conducir al hombre a la relación “nosotros”, «a una relación de reciprocidad intencional, de comprensión mutua», con un cierto desprendimiento de sí, inclusive casi a modo levinasiano, es decir, donde el otro interpela al yo pidiéndole su responsabilidad, y ahí está la trascendencia. El hombre por medio de la empatía trasciende a través del otro, porque ésta le ayuda a vivir una vida intersubjetival, en la que es continuamente invitado a salir de sí, en la alteridad del otro, que de cierta manera le interpela. Stein argumenta muy sensatamente que «si sientes un valor y lo puedes realizar, hazlo». El problema está en el ahí para mí del otro, donde se pretende analizar la empatía, no por el simple hecho de hacerlo, sino porque es ciertamente un deber moral. Señala Edith Stein que «quien haya adquirido un grado de humanidad superior a la gran masa [...] le obliga a trabajar con otros»; y no sólo porque el otro sea persona y tenga dignidad, no sólo porque puede existir una cierta relación, sino porque es otro como yo.Verdaderamente la empatía, es una forma de trascendencia de la persona a través del otro, porque esta investigación concluye que es un móvil que lleva a la persona humana, por la vía de la intersubjetividad, más allá de sí mismo, hacia la alteridad y por corolario hacia lo trascendente. El vivenciar ajeno es por lo tanto, un acto que por sí mismo hace trascender al hombre, justamente porque lo saca de sí, permitiéndole dejarse interpelar por la experiencia del alter ego, de manera que, «ilustra sobre lo que nosotros somos, sobre lo que somos de más o de menos respecto a los demás». Es un antídoto contra el individualismo y la acedia agoísta a la que refiere el papa Francisco. “La persona surge y se manifiesta en la relación empática con la alteridad”, pues el elemento de reciprocidad que brinda el contacto con un alter ego, le deviene como uno hacia el otro en el otro desde el otro a través del otro, y nuevamente en uno, y así se trasciende en el otro.TRANSCRIPT
FACULTAD DE FILOSOFÍA
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA
DE LA PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN
TESINA PARA OBTENER EL GRADO DE:
LICENCIADO EN FILOSOFÍA
PRESENTA:
JESÚS PABLO SALDÍVAR CASTILLÓN
ASESOR: PBRO. LIC. JUAN CARLOS CASTILLO RAMÍREZ
CD. BENITO JUÁREZ, N.L. MAYO DE 2015
«El camino de la fe nos da más que el camino del pensamiento filosófico: nos
da a Dios, cercano como Persona, a Dios que ama y se compadece de nosotros,
y os da esa seguridad que no es propia de ningún otro conocimiento natural.»
E. STEIN, Ser finito y ser eterno.
Porque sin Dios no existo,
sin mi familia no soy,
y sin verdaderos amigos no crezco;
a ellos, por todo, ¡gracias!
A mi mamá, Suilma y Nelda.
INDICE
INDICE .............................................................................................................. 1
INTRODUCCIÓN ............................................................................................. 3
CAPÍTULO I: Perfil biográfico-intelectual de Edith Stein ............................... 7
1. Apunte biográfico ....................................................................................... 7
1.1 Encuentros claves .............................................................................. 10
2. El origen husserliano ................................................................................ 15
2.1 La fenomenología steiniana ............................................................... 16
2.2 Asistente de Husserl .......................................................................... 18
2.3 Entropatía husserliana ........................................................................ 19
2.4 Empatía como solución al solipsismo de Husserl ............................. 20
3. Non solus ipse como idea primera de la singularidad .............................. 24
3.1 La condición metafísica de la persona: unicidad y originalidad ........ 24
CAPÍTULO II: Persona y empatía ................................................................... 27
1. Concepto de persona steiniano ................................................................. 27
1.1 La estructura de la persona humana................................................... 28
1.2 Hombre, ser material y formal ........................................................... 29
1.3 Operari sequitur esse ......................................................................... 32
1.4 El yo puro y el sí mismo .................................................................... 38
1.5 La conciencia ..................................................................................... 43
1.6 Yo-tu, ser en relación, ser persona ..................................................... 46
1.7 La persona como un ser social ........................................................... 48
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 2
2. El acto de empatía .................................................................................... 50
2.1 El problema del einfühlung y el einsfühlung ..................................... 51
2.2 Empatía y conciencia ......................................................................... 52
2.3 La empatía en Edith Stein .................................................................. 53
2.3.1 Otras concepciones de empatía y actos similares ........................ 57
2.3.2 Empatía y actos de la conciencia pura ........................................ 61
CAPÍTULO III: Empatía y trascendencia ........................................................ 63
1. Empatía como camino para la intersubjetividad ...................................... 63
2. Trascendencia ........................................................................................... 65
2.1 Intersubjetividad trascendental .......................................................... 67
2.1.1 Trascendencia y alteridad............................................................ 69
2.2 Trascendencia y empatía .................................................................... 74
2.3 La necesidad actual de la empatía ...................................................... 78
CONCLUSIÓN ................................................................................................ 82
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................. 85
INTRODUCCIÓN
La sociedad, vive actualmente un momento en el que la “acedia
egoísta” envuelve la cultura, impregnándola de una cierta indiferencia,
síntoma de una realidad mucho más profunda: el ensimismamiento o
individualismo. El papa Francisco ha referido que: «la indiferencia hacia
el prójimo [...] es una tentación real también para los cristianos»1 y que
el hombre está llamado al encuentro con en el otro «con su presencia
física que interpela, con su dolor y sus reclamos»2, de tal manera que,
estando intencionalmente abierto a la alteridad, se manifieste su ser
relacional, despertando su sentimiento de responsabilidad social,
solidaridad y de trascendencia.
No obstante, la llegada a la trascendencia no se da solamente por estar
“abiertos a la alteridad”, requiere un considerable esfuerzo extra. Tal
esfuerzo obliga al yo a salir de sí mismo, e interesarse por el otro,
conocer la vivencia del alter ego, “experimentar la conciencia ajena”, es
decir: necesita de la empatía.
Si «el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta»3, se
debe, entre muchos otros factores, a que no es empático. La empatía es
1 FRANCISCO, Mensaje para la cuaresma 2015 “Fortalezcan sus corazones”.
2 FRANCISCO, Exhortación apostólica La alegría del evangelio, 88
3 FRANCISCO, Fortalezcan sus corazones.
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 4
un móvil que puede llevar a la persona a la trascendencia a través de la
alteridad, y parece ser que en la actualidad, se ha ido perdiendo, o
reduciendo a simples “simpatías”, que en realidad no interpelan, ni
ayudan a la maduración de la persona.
Parece ser que el hombre postmoderno quiere vivir una vida cómoda,
sin problemas, una vida bastante “mediática”, es decir, una vida grata sin
complicaciones o molestias, que lo lleven de manera inmediata, esto es,
sin intermediarios, a la vida buena y feliz; y la empatía viene a ser como
la voz de la conciencia que le obligaría a salir de su comodidad, a salir
de sí para hacer algo por alguien más, por un alguien al que muy
probablemente preferiría no escuchar. Me parece que si el hombre actual
no empatiza, es porque desea evitar todo compromiso. Ya lo dice la
sabiduría popular de manera elocuente: “ojos que no ven corazón que no
siente”.
El hombre necesita darse cuenta que está en el mundo, pero que no se
agota en el mundo, ni siquiera en él mismo, sino que propiamente tiene
algo que lo eleva sobre la creación, y que lo pueden llevar más allá de su
propia existencia, es decir, a la existencia ajena. Por lo que no se puede
quedar encerrado en sí mismo.
Gnoseológicamente el ser humano primero conoce lo sensible y luego,
por reflexión, explora lo suprasensible; y es por esa capacidad,
ciertamente espiritual, que puede ir más allá de lo que sensitiva y
visualmente se le presenta, e incluso experimentar lo que otro siente, de
una manera no originaria, pero sí cierta y efectiva: la empatía, en cuanto
una forma de conocimiento.
La persona, dotada de una forma substancial particular puede percibir
y comprender diversas formas de expresión, mediante las cuales lo
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 5
interior se hace exterior4
, y si «todo sentimiento termina en una
expresión»5
, la empatía está ahí para conocerla, interpretarla,
apropiársela, y hacer lo correcto con ella, y con el otro. Cuando dos
individuos coinciden de manera importante, se puede dar que, la
experiencia de uno sea vivenciada por el otro; esta comprensión de la
experiencia ajena, es una plataforma del ser social.
El objetivo de esta investigación es hacer una síntesis filosófica propia
en lo relacionado al hombre, y mostrar cómo la empatía está en función
de la trascendencia humana. Una versión del “yo-tú/nosotros”, desde la
postura fenomenológica-metafísica, bajo la línea de Edith Stein,
siguiendo el método analítico-sintético.
Para poder decir que la empatía es una forma de trascendencia de la
persona en el otro –y todo desde el pensamiento de Edith Stein–, me
permitiré primeramente abordar algunos detalles que es necesario
conocer sobre la vida de esta filósofa, a fin de mostrar cómo su
experiencia de vida, estudios e influencias, van de cierta forma
determinando la visión de su existencia y su postura.
En el segundo capítulo se explicará la estructura ontológica de la
persona humana, comenzado por su ser material, luego lo formal y
esencial, así como la unión de los co-principios cuerpo-alma, para
posteriormente centrarse en el carácter espiritual del alma, culminando
con su ser hipostático: el ser persona; y aún mas profundamente, lo que
es el yo, el sí mismo y la conciencia, así como la experiencia del alter
ego como un elemento necesario para la trascendencia. Posteriormente
se expondrá el problema de la empatía y con él el problema de la
intersubjetividad, aspecto fundamental de esta investigación.
4 Cfr. P. SECRETAN, «Analogía y trascendencia, Pascal-Edith Stein-Blondel», 110
5 R. SÁNCHEZ MUÑOZ, «La individualidad personal en Edith Stein», 43
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 6
Finalmente en el tercer capítulo, se explicará el fenómeno de la
trascendencia, y su relación, tanto con la persona como con la empatía.
Acabaremos abordando la cuestión de la empatía como solución, no sólo
a un problema husserliano, sino como una vía o modo que puede llevar
al hombre a trascender a través de la intersubjetividad.
CAPÍTULO I
Perfil biográfico-intelectual de Edith Stein
El tema de la empatía en Edith Stein, no parte solamente del deseo de
ahondar en un tópico al que Edmund Husserl dejó inconcluso, que tal
vez no abordó con tanta precisión, o bien, como una solución a un
problema idealista. Sino que nace de una predisposición personal hacia
el tema6, producto de su experiencia de vida. Este apartado, busca
exponer precisamente esas experiencias de vida, y de muy breve manera
aquellas personas (filósofos particularmente), e ideas, que marcaron la
vida y postura de la filósofa, y que tienen de algún modo, relación con el
tema de la empatía.
1. Apunte biográfico
Edith Stein nació en Breslavia, Alemania, el 12 de octubre de 1891 en
la fiesta llamada Yom Kippur7, bajo la religión judía; es la última de los
11 hijos procreados por Siegfried Stein y Augusta Courant. Su padre,
que era comerciante de maderas murió cuando ella tenía 2 años. Su
madre era una mujer creyente y orgullosa, que pudo sacar su familia
6 Cfr. J. CABALLERO, «Consideraciones y preguntas en torno al concepto de empatía en Edith Stein», 18
7 De los tabernáculos o día de la expiación.
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 8
adelante. Es natural pensar que de su madre obtuvo el temperamento y el
carácter necesarios para sobresalir en una cultura y época donde el ser
judío y mujer no era bien visto.
Desde la adolescencia dejó de percibir la tradición judía como algo
trascendental en su vida, lo que de cierta manera la encaminó a su
autonomía personal y a la búsqueda de la verdad. Estudió psicología,
pero se decepcionó por el escepticismo del que ésta ciencia estaba
impregnada, pues la ausencia de retos y tareas comprometedoras le
hacían sentir insatisfecha. Estudió también con gusto particular el latín, y
aunque su mirada se inclinaba hacia la filosofía, se inscribió en cursos de
historia, germanística, griego y psicología en la Universidad de Breslavia
(1911).
Su primer acercamiento a la filosofía fue al darse cuenta que la
Propedéutica filosófica podía formar parte del examen de Estado para
habilitar la enseñanza8; por lo que decidió entonces sacrificar el estudio
de latín. Originariamente deseaba ser maestra, y ella misma lo dice: «ya
a los seis años, cuando nuestra hermana Elsa aprobó el examen de
maestra, yo declaré que quería ser maestra»9. La filosofía le ofreció la
posibilidad para ejercer la libre docencia; y aunque ella amaba la
enseñanza, la labor de investigación fue llenando todos sus espacios y
terminó agradándole mucho más.
En 1911 comenzó sus estudios en la Universidad de Breslavia,
cuestión que la llenó de felicidad. Aunado a esto, empezó a dar clases
particulares (algo normal para los universitarios que necesitaban un extra
para sustentar los estudios)10
. Se inscribió en la Asociación Femenina de
Estudiantes, y participó en el centenario de la universidad. En Gotinga
8 Cfr. F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 48
9 E. STEIN, Vida, citado por F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 25
10 Cfr. F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 57
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 9
formó parte de la Sociedad Filosófica11
(con Dietrich von Hildebrand,
Theodor Conrad –presidente de esta asociación–, y Hedwig Conrad-
Martius entre otros) y cuya pasión por la verdad le hacía tener una
participación activa.
Stein presentaría casi simultáneamente su examen de estado para
obtener la licenciatura12
, y su trabajo para el doctorado. Fue una época
intensa, de crisis silenciosa y combate espiritual, donde sentía que el
trabajo sobrepasaba sus fuerzas. Sólo en el diálogo filosófico de círculos
estudiantiles y entre amigos filósofos encontraba destellos de materia y
luz a manera de alivio. En abril de 1914 entregó la solicitud para el
examen de estado y consiguió a Husserl para la aplicación del examen
oral de la parte filosófica, al que obtuvo “promovida con alabanza”.
Cabe destacar que era esta parte la que a ella más le interesaba, y que
consideraba un reto particular el saberse capaz de hacer algo personal en
filosofía.
Un punto importante en la vida de Edith Stein, sobre todo en lo
referente a la empatía, es su periodo en el Servicio Sanitario. En 1915 la
Cruz Roja en Austria necesitaba enfermeras y ella deseaba ayudar. En
primera instancia Edith no contaba con la venia aprobatoria de su madre,
pero a la voz de «entonces tendré que hacerlo sin tu consentimiento»13
no le quedó más remedio que acceder. Fue tanto el interés de Edith Stein
en participar de esa labor humanitaria, que aplazó la fecha para un
examen suplementario de griego.
Así pues, el 7 abril se puso en marcha. La seriedad y responsabilidad
de Edith aseguraba el estricto cumplimiento de las normas en aquel lugar
11
También llamado Círculo Fenomenológico indistintamente. 12
Edith Stein tenía selectividad en Ciencias, pero la necesitaba en Letras, así que presentó como
examen complementario de griego la traducción de Tucídides, y un dictado de Lisias, obteniendo así
la certificación clásica. Todo esto para poder licenciarse en filosofía y obtener la libre docencia. 13
E. STEIN, Vida, citado por F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 98
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 10
de enfermos; se dejaba ver su gran capacidad para adaptarse y hacer
sacrificios, prefiriendo trabajar en los turnos nocturnos. Atendía todo
tipo de enfermos, ayudándoles no sólo físicamente en sus dolencias, sino
también moral y humanamente. Su conocimiento del idioma francés,
inglés, holandés, italiano y español le sirvieron mucho para atender a los
enfermos del imperio astro-húngaro, a los cuales cabe destacar, conocía
y trataba por su nombre, considerándoles personas sufrientes y
necesitadas de fraternidad. No está por demás decir, que a petición de
ella, su hermano Arno le llevó sus apuntes de tesis de licencia hasta las
crujías y barracones, donde podía trabajar en sus manuscritos.
El 3 de agosto de 1916 comenzó su examen de licencia: una hora para
filosofía y media hora para las materias complementarias. Este examen
no sólo era importante para Edith Stein, sino también para Husserl que
presentaba a su primera alumna que se licenciaba en Friburgo. La
exigencia no era para menos, Husserl encontraba tal tesis muy personal14
.
Festejando en la casa de los Husserl, invadía la alegría pues el fallo había
sido Summa cum laude, lo necesario para el aspirante a la libre docencia.
Así también terminaba el periodo de suplencia donde enseñó latín,
alemán, historia y geografía.
1.1 Encuentros claves
En esta sección se presentarán 4 autores que se consideran de
importancia trascendental en el pensamiento de Edith Stein. Algunos
fueron maestros, y otros conocidos por el Círculo Fenomenológico. El
punto central de este apartado es dilucidar el impacto intelectual
producido en ella por estos 4 filósofos y el reflejo en su pensamiento.
14
Cfr. E. STEIN, Vida, citado por F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 133
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 11
Max Scheler tuvo gran influencia en la fenomenología, a la que
aseguraba no conocía por Husserl, sino por él mismo, y a pesar de haber
sido privado de la Venia legendi15
su fama era grande y causaba el
asombro de los que lo escuchaban, sobre todo cuando criticaba la
tendencia idealista de Husserl, cosa que molestaba a Edith Stein. Llegó a
Gotinga por invitación de la Sociedad Filosófica, y durante su estancia
en la ciudad de la fenomenología se abordó el tema de la Simpatía16
, con
el que Edith comenzó a interesarse más en el tema de la entropatía17
.
Cabe mencionar que es también en este ciclo de conferencias que
Stein tiene su primer contacto fuerte con el catolicismo, pues Scheler
recientemente convertido, sabía cómo introducir en él sus ideas
religiosas, mostrando a Stein, «un campo de ‘fenómenos’ ante los que ya
no podía permanecer ciega [...] [apareciéndole] de repente el mundo de
la fe »18
. Edith simplemente no opuso resistencia.
Según Stein la ética era el punto fuerte del filósofo de la intuición y
la simpatía, pero «le faltaba interés por el rigor y la exactitud científicas.
Todas sus obras manifestaban lagunas»19
. Éste podría ser el punto en el
que más divergieren ambos pensadores, pues la fascinación de Edith
Stein por la fenomenología radicaba en la precisión del método riguroso,
e incluso en su misma persona, que se refleja de la misma manera. Ya se
mencionaba anteriormente que sus méritos en el voluntariado en la Cruz
15
Facultad de enseñar como profesor universitario. Nota de pie (15) en F. SALVARANI, Edith Stein
hija de Israel y de la Iglesia, 73 16
Los textos en itálicas, fuera de las citas textuales, están puestos así para su comprensión en sentido
equívoco. En este caso, simpatía debe entenderse como concepto, y no en referencia al sentimiento de
afición. Los textos en itálicas y entrecomillados dentro de citas textuales, han quedado así, por respeto
a su originalidad. 17
El término empatía puede variar según la traducción a impatía, endopatía, o entropatía. La
explicación sobre el término original en alemán se abordará en el capítulo II. Por ahora conviene solo
definirla como «participación afectiva y, por lo común, emotiva, de un sujeto humano en una realidad
ajena al sujeto». Cfr. J. FERRATER, «Endopatía», Diccionario de filosofía, I, 520 18
E. STEIN, Vida, citado por F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 74; C. GARCÍA,
Edith Stein o la búsqueda de la verdad, 37 19
H. RAINER SEPP, «La postura de Edith Stein dentro del movimiento fenomenológico», 714
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 12
Roja, se deben precisamente a esta característica de ella. Tal vez es por
ello que la postura de Scheler le era desdeñable.
No obstante lo anterior, parece ser que Scheler fue un punto de
confrontación importante (igual que Theodor Lipps20
) en el desarrollo
del problema de la empatía de Stein, sobre todo en lo referente a la
aprehensión de la conciencia ajena, el compadecerse, y el comprender
los sentimientos de otro, que aborda en su obra Sympathiegefühle21
.
Aunque es importante decir, que no todo era contradicción entre ambos
filósofos, sobre todo cuando Stein hace muchas observaciones en su tesis
sobre el pensamiento de Scheler, en cuanto al problema de la simpatía;
ambos estaban de acuerdo en la existencia de algo y no más bien nada22
,
y le da un rol importante al problema de la constitución de la conciencia,
que, como se profundizará más delante, se imponía al idealismo
trascendental de Husserl. Stein nunca pensó que el «fenomenólogo de las
cosas»23
estuviera tan próximo a su posición.
Otra influencia considerable en la vida y pensamiento de Edith Stein
es Adolf Reinach24
, un judío también recientemente convertido al
cristianismo protestante. Era asistente de Husserl cuando conoció a Edith
Stein, y miembro de la Sociedad Filosófica. Fue él quien amablemente la
presentó con el padre de la fenomenología. Además de ser su maestro en
20
Psicólogo Muniqués, creador de la teoría de la Empatía Estética, y de quien Husserl toma el
concepto de Einfühlung (empatía). Maestro de Reinach y otros filósofos de la Sociedad filosófica.
Edith Stein confronta constantemente su pensamiento en Sobre el problema de la empatía. Esto se
abordará en el capítulo II. 21
“Sentimientos de simpatía”. Ahondaré este punto en el siguiente capítulo, cuando se hable sobre el
concepto de empatía. 22
Cfr. H. RAINER SEPP, «La postura de Edith Stein», 722 23
H. RAINER SEPP, «La postura de Edith Stein», 725 24
1883-1917. Originario de Maguncia, Alemania, y de familia judía. Estudió psicología, filosofía y se
doctoró con Theodor Lipps en la universidad Munich. En 1905 inspirado por la obra de Edmund
Husser decidió estudiar en Gotinga bajo la dirección de éste. Estudió también derecho y .se habilitó
como libre docente gracias a Husserl. Se convirtió en luterano junto con su esposa. Murió en la
Primera Guerra Mundial.
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 13
el Seminario de Introducción a la Filosofía; pudo Stein entablar una
relación importante de simpatía y amistad.
En la época en que Stein asumía la carga del examen de estado y su
trabajo doctoral, es Reinach quien le da luz verde para comenzar a
escribir, tras haber obtenido suficiente material de investigación. Luego
de tres semanas de redacción a mano lo mostró a Reinach, y en una
semana más de haberlo concluido, quedó satisfecho y dice: «[Husserl] se
alegrará mucho, pues no recibe con frecuencia semejantes trabajos»25
.
Ya tenía su tesis para el examen de estado. Fueron las clases y las
sesiones de seminario en casa de Reinach las que llenaron de alegría y
felicidad la vida de Stein en esa época, escucharlo le parecía un gozo
particular, pues su manera vivaz, gozosa y menuda de impartir sus clases,
así como la guía segura ante las discusiones donde el objetivo era la
búsqueda común de la verdad, la hacían reflexionar en cuestiones que
podían servir a la humanidad. Hacía entendible hasta lo más difícil, dice
Stein. La mayor influencia de este filósofo en Stein es la inclinación por
la concepción esencialista del realismo que lleva en sí también la huella
de Husserl volver a las cosas mismas.
El filósofo alemán Martín Heidegger26
también influyó en el
pensamiento y vida de Edith Stein. Éste tomó el lugar que Reinach dejó
como asistente de Husserl en Friburgo (incluso fue el mismo Husserl
quien lo distinguió), aunque en ese tiempo no era el intelectual que luego
de Ser y tiempo llegó a ser. Su primer encuentro fue precisamente en
casa de Husserl, y ella comenta: «me agradó mucho; se mantenía
25
C. GARCÍA, Edith Stein o la búsqueda de la verdad, 68 26
1889-1976. Filósofo existencialista alemán. Llegó a ser rector de la universidad de Friburgo en
1933. Su obra máxima es Ser y Tiempo, y la mayor parte de su reflexión filosófica gira en torno al
problema ser, pretendiendo romper «con la idea del ser en general, heredada de la tradición». R.
HORNEFFER, «Reseña de “Fenomenología de la vida fáctica. Heidegger y su camino a ser y tiempo”
de Ángel Xolocotzi», 189-193
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 14
silencioso y encerrado en sí mismo todo el tiempo en que no se hablaba
filosofía. Pero en cuanto emergía un argumento filosófico, se mostraba
lleno de vida»27
. Heidegger era libre docente gracias a Heinrich Rickert28
y al jubilarse Husserl, Heidegger lo sucedió en su cátedra en 1929. Stein
advirtió desde entonces el rechazo de Heidegger hacia la fenomenología.
Sólo por mencionar, La filosofía existencial de Martín Heidegger es el
título de un estudio sobre Ser y Tiempo, realizado por Edith Stein en
1936, del que llama la atención el análisis del ser-en-el-mundo que,
según Stein, Heidegger no tiene en cuenta, y en el que la filósofa le
reprocha, «el fenómeno de la consumación [...] de la pérdida del ser
como plenitud»29
. Stein postula una “modificación” de la doctrina del
tiempo de Sein und Zeit, en la que intenta perfeccionar el análisis del ser-
en-el-mundo, exponiendo por medio de la hermenéutica, cómo se revela
la plenitud a través de un ser no finito. Esto es importante porque refleja
la postura steiniana sobre la realización del ser, y lo abordará en su obra
Ser finito, Ser eterno30
.
Por último, y desde luego no menos importante, está Santo Tomás de
Aquino como influencia positiva de Stein. El jesuíta Erich Przywara,
mientras Stein daba clases en Spyra, la invitó a traducir las Questiones
disputatae de Veritate de Tomás. Este encuentro agradable con el
aquinante le ofreció un vocabulario mas amplio para poder hablar sobre
aquello que de por sí, ya era difícil de explicar y a ella tanto interesaba.
El opúsculo ¿Qué es la filosofía?, un diálogo entre Edmund Husserl y
27
E. STEIN, Vida, citado por F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 134 28
«Predecesor de Husserl en Friburgo» Cfr. F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia,
134; Neokantiano. 29
H. RAINER SEPP, «La postura de Edith Stein», 715 30
No ahondaré en el punto, solamente quisiera agregar que Stein en su “Introducción a la cuestión del
Ser” en Ser finito, Ser Eterno, se pregunta ¿qué es el ente o la ousía?, y al pie de página responde
«nosotros alguna vez creímos entenderlo, pero ahora hemos empezado a dudar al respecto». Nota al
pié (3) en, E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 21. Esto me parece que es una idea introducida en Stein,
por Heidegger, de manera indirecta obviamente, producto del análisis de la obra.
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 15
Tomás de Aquino, marca la constitución del pensamiento steiniano, hacia
una línea fenomenológica-escolástica, e inclusive un tanto personalista.
También su visión sobre los ángeles y la vida espiritual del hombre, así
como la antropología en cuanto al hilemorfismo y el ser persona es
totalmente aristotélico-tomista; en síntesis, es por la lectura de santo
Tomás de Aquino que descubre la verdad eterna de Dios31
.
Algunos autores piensan que Ser finito y ser eterno así como Acto y
potencia son obras claves para situar a esta filósofa dentro de la tradición
aristotélico-tomista y cristiana, aunque no en niveles como el de Jacques
Maritain o Étienne Gilson. Otros incluso aseguran que con la base del
aquinante intenta responder a Ser y tiempo de Heidegger. Lo único cierto
es que sí se pregunta por la compaginación de la filosofía cristiana y la
filosofía moderna en cuanto a la renovación del ser propuesto por
Husserl, Scheler, Heidegger, y Hedwig Conrad-Martius.
2. El origen husserliano
Es imposible hablar de Edith Stein sin mencionar a su querido señor
profesor, no sólo por la relación maestro-alumna, sino porque el
pensamiento steiniano está fuertemente impregnado de las ideas
husserlianas, sobre todo cuando el tópico de la empatía en Stein, tiene su
origen en Husserl.
Llegó a Stein por medio del doctor George Moskiewicz, durante sus
estudios de Psicología del Pensamiento, el segundo tomo de las
Investigaciones Lógicas de Edmund Husserl32
. Las cosas se dieron de tal
31
Cfr. P. SECRETAN, «Analogía y trascendencia», 88 32
Edmund Husserl (1859-1938), judío de nacimiento, convertido al protestantismo, y matemático, se
dedicó a la filosofía gracias a Brentano (de quien obtuvo la idea de intencionalidad), convencido de
que podía existir una filosofía rigurosa como las matemáticas. Es el fundador de la escuela
fenomenológica.
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 16
modo que de inmediato Stein decidió estudiar en Gotinga, cuya fama era
de ser el paraíso de los filósofos y cuna de la fenomenología33
. A sus 21
años y con el apoyo de su madre llegó a Gotinga, ahí conoció a Husserl y
a su entonces asistente Adolf Reinach (quien había sido el primero en
obtener la libre docencia con el maestro fenomenólogo) que le sirvió
como enganche para con el catedrático.
Husserl era el típico profesor distinguido sin nada aparatoso,
menciona Edith Stein en la obra de su vida. En su libro de
Investigaciones lógicas recuperó para la filosofía la intencionalidad que
Descartes había sacado de la discusión, cosa que causó revuelo y agregó
adeptos, pues se trataba de una fenomenología trascendental realista, y
sus alumnos concordaban en ello. En su visión de la filosofía, Husserl
(de manera similar a Kant) buscaba la rigidez y radicalidad que hace de
la filosofía una ciencia, y es justamente en la fenomenología donde
encuentra el método adecuado, cuyo punto de partida son los datos
fácticos, en los que no se aceptaba como verdadero nada que no haya
sido comprobado por la experiencia factible de las cosas a las que se
tiene acceso34
. Pero el problema parecía surgir cuando doce años después,
al publicar su libro de Ideas, parecía tomar un idealismo de tipo kantiano
o neo-kantiano.
2.1 La fenomenología steiniana35
La fenomenología de Husserl con su método de ir a las cosas o bien la
vuelta al objeto la emocionó notablemente, sobre todo la postura realista
de dejar hablar a la realidad objetiva, siendo la conciencia sólo receptiva;
33
Cfr. F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 63 34
Cfr. M. CRESPO, «Aspectos fundamentales del método de Edith Stein», 62 35
No me es posible agotar el tema de la fenomenología, ni dejarlo completamente en claro, no es el
objetivo de esta investigación. Sólo abordo lo que considero necesario para entender la visión de Stein.
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 17
esto significa que, la facultad se abre al ser y se adecua a éste, por lo que
«la fuente primordial de la verdad es el objeto»36
. Cabe destacar el
apunte steiniano sobre el modo en que las cosas se nos dan, que es, de
hecho, muy particular, y acorde a la esencia de éstas, dónde se requiere
una adecuada interpretación de este darse de los objetos ante la
conciencia, pues «objetos de diverso modo de ser [...] les corresponde,
por legítima esencia, un modo diferente de darse»37
. Este es sin lugar a
dudas el punto de donde parte toda reflexión filosófica de Edith Stein:
las cosas mismas.
La fenomenología le sirvió también para librarse de prejuicios, pues la
epojé38
no permite el juicio, poniendo entre paréntesis aquello que
examina, y esto «da como resultado no la nada, sino la certidumbre
trascendental del sujeto. La reducción fenomenológica suspende la
actitud natural»39
. La reducción eidética en Edith Stein le llevará mas
allá de «explicitar todo lo implícito en ellos [los fenómenos]... sino de
penetrar en su esencia»40
.
Así, Stein tuvo acceso a Ideas para una fenomenología pura y para
una filosofía fenomenológica de Husserl, donde percibió que el realismo
se convertía en un idealismo41
que rechazaba la intencionalidad42
. Este
punto es importante, porque la fenomenología steiniana es realista.
36
C. GARCÍA, Edith Stein o la búsqueda de la verdad, 35 37
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 45 38
Tratando de devolverle “la dignidad” a las cosas y “dejar que ellas hablen”, Husserl con el epojé
propone poner entre paréntesis el mundo objetivo para llegar a su esencia y al dato originario, del cual
parte toda la interpretación. Las cosas “hablan” y tienen su manera de “hablar”. El epojé (que significa
retener o suspender) analiza cada parte del objeto, en relación a las demás piezas y en su contexto.
Por otra parte, la reducción eidética trata de buscar la esencia de un objeto, en base a las
características que permanecen invariables, a través de cualquier proceso imaginario de
transformación. Cfr. A. MARTÍNEZ–J. CORTEZ, «Epokhé», «Eidos», en Diccionario Herder de
Filosofía, en Cd Room. 39
M. CABRERA, «Cartesianismo, fenomenología y solipsismo», 104-105 40
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 20 41
Cfr. E. STEIN, Estrellas amarillas, 233 42
Cfr. E. STEIN, Vida, citado por F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 68; C.
GARCÍA, Edith Stein o la búsqueda de la verdad, 36
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 18
Probablemente fue el llamado problema de constitución lo que más
distanció a ambos, intelectualmente hablando.
Si se quisiera colocar a Edith Stein en el panorama fenomenológico,
su lugar sería en la “fenomenología temprana” junto con Scheler,
Kaufman, Conrad-Martius y el mismo Husserl43
. Edmund Husserl se
convirtió para Edith Stein en un verdadero maestro que merecía todo su
respeto y admiración. Como se mencionó anteriormente, la
fenomenología ponía las cosas en su sitio y las hacía hablar sobre lo que
son, eso llamó la atención de Stein, y de todos sus alumnos. No se
trataba de adecuaciones de la verdad, sino más bien del intelecto con la
realidad.
2.2 Asistente de Husserl
El 1 de octubre de 1916 se inicia como asistente y colaboradora de su
señor profesor. Fue en esta misma época en que, por insistencia de Stein
y otros alumnos, se esperaba la segunda parte de Ideas, pero Husserl no
podía ya escribirlo debido a problemas de salud.
Edith misma se ofreció a ser su asistente, como una respuesta a lo que
ella veía en el maestro. Pero encontró una gran dificultad: un importante
número de manuscritos a lápiz: síntesis de clases, temas de seminarios,
proyectos de capítulos, algunos desarrollados tiempos tan atrás que,
incluso para Husserl, era difícil interpretarlos. Actualmente en el archivo
husserliano se suman 45,000 carpetas, entre las cuales también se
encuentran transcripciones de Stein44
.
Edith Stein tenía que llenar muchas lagunas, y sin compartir el giro
idealista de su maestro, sólo podía discutir animadamente con él sobre
43
H. RAINER SEPP, «La postura de Edith Stein», 709-710 44
Cfr. F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 138
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 19
ello. Incluso en la sexta de las Investigaciones Lógicas se vio mas
atareada, pues quería cumplir y sabía que el maestro ya no publicaría por
sí solo. Todo se complicaba, el maestro era demasiado detallista, y
comenzaban a disentir en opiniones, sobre todo en lo referente al
idealismo.
Gracias a Stein se publicaron la segunda y tercera parte de Ideas, así
como la preparación de Lecciones sobre la conciencia del tiempo y la
Constitución sistemática del espacio, y otros ensayos que se publicaron
en Husserliana45
. A finales de 1918 su maestro le aceptó la renuncia de
muy buena gana como asistente de trabajo. Quedaron como buenos
amigos. Edith creyó ver una oportunidad sin par en el trabajar con
Husserl para la elaboración de su tesis doctoral, cosa que en definitiva no
resultó como esperaba. En el apartado siguiente se abordará este punto.
2.3 Entropatía husserliana
En un seminario impartido por Husserl sobre Naturaleza y Espíritu, se
hace mención del termino Einfühlung como un «modo de conocer a otro
asimilándose a él»46
, esto llamó la atención de Stein, pues «Husserl había
hablado de que un mundo objetivo exterior sólo puede ser
experimentado intersubjetivamente, esto es, por una pluralidad de
individuos cognoscentes que estuviesen situados en intercambio
subjetivo»47
. No obstante no fue mas allá de describir lo anterior y
nombrarla como entropatía o impatía (dependiendo la traducción).
Según Husserl no se puede intuir al otro, ni considerarlo como un alter
ego. ¿Entonces para Husserl quién es el otro? Es el trascendente que
45
Cfr. Nota al pie (11) en, F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 78 46
F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y de la Iglesia, 78 47
C. GARCÍA, Edith Stein o la búsqueda de la verdad, 65; F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y
de la Iglesia, 79; F. HAYA SEGOVIA, Sobre el problema de la empatía, 192
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 20
irrumpe en el campo del yo, pero es sólo una representación. Cae Husserl
en un solipsismo y esto precisamente no agradó a Stein.
Otro problema fue que la idea del Einfühlung no era propia de Husserl,
sino del psicólogo Theodor Lipps, y eso imprimía un carácter de
dificultad. Así procedió Stein a la investigación de la entropatía según el
método de la fenomenología.
Edith quería probarse como filósofa haciendo algo verdaderamente
productivo para la humanidad, y veía en Einfühlung un tema secundario
con mucho potencial, en el que Husserl no ahondaba.
2.4 Empatía como solución al solipsismo de Husserl
Sin el mínimo afán de hacer un análisis-crítico de refutación a Husserl,
que no es el objetivo de esta tesis, sino sólo exponer la causa, es
importante, antes de hablar del problema de la empatía, explicar el
problema del solipsismo48
, por el que surgió el tema de la tesis doctoral,
y en cuyo desarrollo profundo, Stein intentó cubrir el problema de la
intersubjetividad, la condición metafísica de la persona y el solipsismo
mismo de Husserl49
.
Como se mencionó en el punto anterior, Husserl queriendo llegar al
conocimiento absoluto cae casi inevitablemente en un solipsismo que
intenta solucionar mediante la veracidad de la conciencia. ¿Y cómo es
esto? Husserl piensa que la verdad se fundamenta en el subjetivismo
trascendental a partir de la evidencia de la conciencia, esto es que, la
48
«Del latín, solus e ipse ‘sólo uno mismo’. Actitud intelectual derivada de una combinación de
escepticismo e idealismo, según la cual se cree que sólo existe uno mismo, esto es, la propia mente y
sus representaciones. Sostiene que el único criterio de verdad es la verdad conocida inmediatamente
por el sujeto entendido como sustancia pensante». A. MARTÍNEZ- J. CORTEZ, «Solipsismo», en
Diccionario Herder de Filosofía, en Cd Room. Para profundizar en el tema del solipsismo husserliano
sugiero: M. CABRERA, «Cartesianismo, Fenomenología y Solipsismo», 103-104 49
F. HAYA, «La estructura de la persona humana según Edith Stein», 65
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 21
verdad es relativa a la conciencia, trayendo como consecuencia el bache
del solipsismo; así surge el ego trascendental50
. Y para completar esta
hipótesis, agrega la teoría trascendental de la intersubjetividad a la que
llama ‘impatía’ (einfühlung) con la que sólo a partir de ella puede el
mundo ser considerado objetivo, pues «únicamente desde las
experiencias concordantes de distintos egos sobre los objetos mundanos
[...] pueden éstos gozar de realidad efectiva»51
. Parece ser que éste es el
punto en el que Husserl empezó a caer en un idealismo. A continuación
se explica el por qué.
La esencia del idealismo dice que, no es posible para el hombre
conocer el ser en sí, y por lo tanto, no se puede decir nada de él. No
niega propiamente la existencia del mundo, sólo que no le es posible
conocerlo, únicamente conoce el fenómeno, y lo fundamenta en la
actividad del espíritu. Ésta es la conciencia y las funciones propias del
pensamiento del individuo cognoscente.
Es importante mencionar también que, en esta clara inclinación
kantiana hacia las cosas en sí, a las que sólo el pensamiento les da unidad,
no es coherente decir que algo se presenta al intelecto, y que ese algo no
existe en la realidad, sino que es sólo una representación (argumento
kantiano). Muy probablemente sea en parte esto lo que llamó la atención
de Stein y del círculo fenomenológico de Gotinga.
La postura de Descartes dice que es posible dudar de lo que se piensa
y de lo que se considera verdad, pero de lo único que no se puede dudar
es de la existencia propia; Husserl no duda de su existencia, pero sí de la
del otro52
. Si bien en Investigaciones Lógicas Husserl parecía rescatar un
50
Cfr. M. CABRERA, «Cartesianismo, fenomenología y solipsismo», 103-104 51
L. LLAMAS FIGINI, , «Husserl: entre impatía y el solipsismo», 4 52
«Hay que notar, sin embargo, que se trata de un problema fingido o estratégico, porque nadie, en su
sano juicio, duda seriamente de que existan otras personas. Lo que se discute es más bien la prueba o
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 22
cierto cartesianismo al aludir también la intencionalidad, ahora, doce
años después, en Ideas sobre una fenomenología pura y una filosofía
fenomenológica, separándose del cógito individual, quiere expresar que
la conciencia domina «como un ámbito de certidumbre inequívoca»53
. El
problema radical fue que,
[Husserl] sacó del hecho de la constitución54
: si determinados procesos
regulados de la conciencia llevan a que el sujeto se le presenta un mundo
objetual, entonces el ser objetual significa p. ej. la existencia del mundo
exterior sensorialmente perceptible, nada más que el ser dado para una
conciencia de tal y tal manera, más precisamente: para una mayoría de
sujetos que se hallan en una comprensión recíproca y en un intercambio de
experiencias55
.
Es decir, Husserl aparentemente abandonó la intencionalidad
cartesiana y redujo la realidad a una representación. Edith Stein para
solucionar este problema argumenta que «puedo dudar si esa cosa que
veo ante mí existe, pues subsiste la posibilidad de un engaño [...] pero lo
que no puedo excluir, [...] es mi vivencia de las cosas»56
. En el caso de
Husserl al hablar del intercambio de experiencias se podría hablar de dos
posturas: la primera que es dirigirse hacia la idea de que la realidad es en
cierta medida relativa a la conciencia del cognoscente, como si la
percepción real del mundo exterior fuera más verdadera «para una
mayoría de conciencias que se hallan en una comprensión recíproca y en
un intercambio de experiencias». La segunda es que, al ser el otro una
representación de la conciencia del yo, ese otro no es verdadera alteridad,
sino que, en primera instancia, no se le puede conocer, segundo, no se
puede acceder a él porque es precisamente una representación, lo que se
la evidencia o el modo en que se llega a la evidencia del conocimiento de otros». F. HAYA SEGOVIA,
Sobre el problema de la empatía, 194 53
H. RAINER SEPP, «La postura de Edith Stein», 712-713 54
El termino “constitución” significa siempre la propiedad del acto de representarse el objeto, no
“constituirlo” en sentido propio. Cfr. M. CRESPO, «Aspectos fundamentales del método», 69 55
H. RAINER SEPP, «La postura de Edith Stein», 713 56
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 20
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 23
traduce en que ese otro tiene que ser como el yo quiere que sea, es mas
bien su reflejo.
La tesis husserliana dice que «la conciencia de otro sujeto no es un
acto de auto-aprehensión por la mediación de otra conciencia, sino una
operación directa de transposición por analogía»57
, es decir, el otro se
interpreta por analogía según un proceso de apresentación, que cuando se
verifica se le conoce como otro yo. No obstante, no deja de ser como un
“juego de espejos”. Es como si se quisiera encontrar un alter ego, que
sea igual al ego, es decir, un mi mismo.
De esa comprensión recíproca se llega a la empatía, pues «nos
descubrimos a nosotros mismos precisamente [...] como aquellos a los
cuales las cosas aparecen»58
, y si lo que se presenta es otro respecto a mi
mismo, se resalta esta alteridad de existencia. Tal punto quedará
plenamente explicado en el capítulo dos y tres.
Parece ser que Husserl cree que el alter ego no es tan “alter”, sino
mas bien un reflejo del ego, y por ello se cae en la cuenta de que ya no se
deja hablar al objeto, ni se va a la cosa misma, sino que el ego es un ser-
para-sí, se niega al otro como verdadero extraño y se emite un juicio.
Esto definitivamente detiene la vuelta a las cosas, porque a final de
cuentas, para el idealismo trascendental husserliano, el otro, no es un
alter ego, ni se le puede intuir porque está fuera de mí, es decir, es como
un fantasma.
Para solucionar este problema Edith Stein como realista dirá que el
otro diferente al yo puro existe y se percibe como otro cuando se está
dado al sujeto:
57
P. ALVES, «Empatía y ser-para-otro. Husserl y Sartre ante el problema de la intersubjetividad», 26 58
M. CRESPO, «Aspectos fundamentales del método», 73
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 24
él se muestra como otro respecto a mí en tanto que me está dado de otra
manera que «yo»: por eso es un «tú»; pero se vivencia tal como yo me
vivencio, y por eso es el «tú» un «otro yo». De esta manera, el yo no
experimenta una individualización en tanto que otro le está enfrente, sino
que su individualidad [...] su mismidad, se resalta frente a la alteridad del
otro59
.
La empatía de Edith Stein viene entonces a ser la solución al problema
de constitución que Husserl plantea en la comprensión recíproca y el
intercambio de experiencias entre conciencias. Será para Husserl como
un adelanto a su segundo libro de Ideas.
3. Non solus ipse como idea primera de la singularidad
Antes de ahondar en el problema de la empatía, y habiendo explicado
el surgimiento de ésta en el punto anterior, es necesario mencionar otras
características se pueden tomar del solus ipse, y que pueden conducir a
ideas antropológicas mas concretas sobre el concepto de persona en
Edith Stein.
3.1 La condición metafísica de la persona: unicidad y originalidad
Partiendo del punto anterior donde se mencionaba que, percibir al otro
como diferente al yo puro, se da, sólo cuando el otro está dado como tal;
y se puede concluir que esto se da porque «este decir yo entraña el
percibirnos cada uno de nosotros como un individuo diferente de los
demás»60
.
El solipsismo de Husserl es útil para explicar la condición metafísica
de la persona, en la que Edith Stein destaca el einzelsein61
, pues el
59
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 56 60
M. CRESPO, «Aspectos fundamentales del método», 75 61
El ser individual de las personas.
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 25
solipsismo husserliano se expresa finalmente en el ego trascendental,
donde este ego se percibe a sí mismo como algo físico y orgánico. Si se
deja por un momento de lado el hecho de que, en el solipsismo se cree
que sólo existe uno mismo, y el otro es sólo una representación, y se fija
la atención en la individualidad que representa el ego del solipsismo, es
posible concluir el hecho casi innegable de que la alteridad es necesaria
para deducir la existencia propia en el mundo, pues,
éste ego se concibe a sí mismo como poseedor de una corporalidad física y
orgánica, aprehende al mismo tiempo, a los demás cuerpos físicos
percibidos por él como igualmente acompañados de un cuerpo orgánico (y
consecuentemente de egos que los gobiernan)62
.
Entonces es posible deducir que es necesaria la experiencia de ese
otro o ego extraño, para poder aprehenderle en conciencia. Lo
interesante es que, según Edith Stein este ego que puede decir yo, tiene
como cualidad el percibirse individual y diferente, es decir como uno.
Tal individualidad no puede ser formulada por términos ordinarios. Stein
llama a esto: unaussprechlich63
. E incluso este alter ego que se presenta,
se puede distinguir de entre otras cosas materiales como él, es decir,
podríamos partir del fenómeno concreto, completo, que tenemos ante
nosotros en nuestro mundo de experiencia, del fenómeno de un individuo
psicofísico que se distingue nítidamente de una cosa física. Éste no se da
como cuerpo físico, sino como cuerpo vivo sentiente al que pertenece un yo,
un yo que siente, piensa, padece, quiere [...] y entabla relación conmigo64
.
Éste es precisamente un punto importante del concepto de persona en
Edith Stein, la originalidad que lo distingue de las cosas. En este yo
individual se van expresando las características del ser persona en el que
inevitablemente se cae en la dignidad de la naturaleza humana, pues
62
L. LLAMAS FIGINI, , «Husserl: entre impatía y el solipsismo», 5 63
Unaussprechlich significa inexpresable. Cfr. M. CRESPO, «Aspectos fundamentales del método», 75 64
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 21
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 26
tiene vida y se identifica como tal a sí mismo, por dicha cualidad. Se
reconoce en él, como dice Stein, a un individuo psicofísico, un alguien
en el que la empatía fungirá un papel principal, para que ese ego
trascendental alcance su plenitud, no en individualidad, sino con la
ayuda de la alteridad.
CAPÍTULO II
Persona y empatía
1. Concepto de persona steiniano
Gracias al solus ipse se ha concluido en el apartado anterior que,
percibir al otro como un alter, sirve para identificarse como un yo puro
singular y original. Ahora es menester describir a ese ego, desde su
naturaleza, con su esencia y su particularidad. La finalidad de esta
sección es describir lo que Edith Stein entiende con el concepto de
persona, así como sus características y rasgos más esenciales. Es
necesario comprender al ego que empatiza, para entender luego la
empatía. Y ya que «el “ser una persona” responde a una definición y una
descripción de su “estructura óptica”, y es vivida por un individuo
realmente existente »65
es menester desglosar cada concepto, a fin de
poder entenderlo de manera inequívoca y de acuerdo al pensamiento
steiniano.
65
P. SECRETAN, «Analogía y trascendencia», 99
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 28
1.1 La estructura de la persona humana
Stein realiza un análisis del hombre desde su ser persona-
trascendental. Esta cuestión en el pensamiento steiniano se comienza a
desarrollar a partir de su tesis doctoral Sobre el problema de la empatía;
pero es en el invierno de 1932 y 1933 cuando imparte en el Instituto
Alemán de Pedagogía Científica en Münster de Westfalia el curso de La
estructura de la persona humana de donde se desprende un estudio más
detallado del hombre, aunque no termina ahí, pues en Ser finito y ser
eterno, y en Ciencia de la cruz volverá a tal tópico.
Hablar de persona humana no es un pleonasmo en lo absoluto. Es más
bien delimitar de una manera clara y concreta a un ser que abarca tantas
posibilidades como características posee. Se habla de hombre para
referirse a un ser en particular, cuya característica esencial es la
racionalidad. Pero Edith Stein va mas allá, dotando al concepto de
hombre de particularidades que, como Santo Tomás lo deseaba, pone por
encima de las otras creaturas a este ser que tiene un valor en sí mismo,
superior al de los estratos vegetal y animal. El hombre según Stein:
es libre, está llamado a la perfección (a la que denomina humanidad) y es
un miembro de la cadena formada por todo el género humano, que se
acerca progresivamente al ideal de la perfección. Cada individuo y cada
pueblo tienen, en razón de su peculiar modo de ser, una misión especial en
la evolución del género humano66
.
Estas dos características: libertad y perfección, hacen del hombre un
ser particular.
¿Qué tipo de ser es el hombre? Primeramente uno que existe
materialmente y posee una vida, que puede pensar, tomar decisiones, que
se mueve en una vida social, que siente, en síntesis: que es persona. Pero
66
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 5
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 29
esta persona posee una condición que lo lleva todavía más allá de su
simple materialidad, y que Stein pone en palabras de Heidegger en La
estructura de la persona humana, y es la posesión de una vida profunda
según el espíritu67
, es decir, que muy a pesar de la muerte como fin de la
materialidad del hombre, y sin caer en el argumento heideggeriano sobre
el ser arrojado a la existencia, el ser humano decide qué hacer con su ser,
y en este decidirse libre puede encontrar un razón a su existencia68
. En el
siguiente apartado se desglosará la estructura que configura al hombre
como persona.
1.2 Hombre, ser material y formal69
El hombre es un ser corpóreo, y como tal posee todos los accidentes
propios de tal naturaleza, principalmente la extensión (dimensiones
concretas: ancho, largo, alto) como primera propiedad fenoménica; y al
ser un ente material se somete a las leyes que rigen esta esfera. Pero este
körper70
tiene la particularidad del movimiento propio, es decir, es un
algo vivo71
. Y puesto que posee vida se concluye entonces que tiene un
alma, pues ésta es el principio básico de animidad. Así pues, dice Stein,
el hombre es un microcosmos: cosa material, viva y animada72
.
En su corporalidad el hombre es particularmente distinto de otros, no
en lo referente a su estructura física-biológica, sino en su masa y figura
67
Cfr. E. STEIN, La estructura de la persona humana, 9 68
En la concepción cristiana, dice Stein, el objetivo es trascender. Cfr. E. STEIN, La estructura de la
persona humana, 11 69
Este apartado no pretende ser exhaustivo, sino simplemente mencionar lo que, según esta autora,
hace al hombre particularmente distinto de otros seres. Edith Stein ve al hombre desde una
antropología fenomenológico-metafísica que sólo puede ser entendida a la luz de Ser finito y ser
eterno y La estructura de la persona humana. Se sugiere una investigación más a fondo para detalles
particulares. 70
Cuerpo, corporalidad. 71
Vida es aquella substancia cuya naturaleza le conviene el moverse por sí misma, y por lo tanto,
refiere a un cuerpo animado (Leib). 72
Cfr. E. STEIN, La estructura de la persona humana, 35
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 30
determinada y cerrada en sí misma, dice Stein en La estructura de la
persona. Es decir, cada humano constituye materialmente un ejemplar de
la especie hombre, sin la posibilidad accidental de fragmentarse. La
signata quantitate del hombre no permite su partición ni la unificación
con otras substancias, al contrario, actúa como principio de
individuación en la materia humana. Esta característica se define como
individualidad, y es una peculiaridad propia.
No es posible reducir un cuerpo material (y menos el del hombre) al
conjunto de sus cualidades, es necesaria la existencia de un acto unitario
que le de consistencia ontológica: la esencia. Así pues la disposición del
modo de ser del hombre, como un ser vivo y que se manifiesta desde el
interior del hombre, es precisamente la forma interna a la que se ha de
llamar alma73
. El alma, como ya se mencionó es el principio que provee
de vida y movimiento (tanto interno como externo, según las leyes
propias) y es lo que responde a la pregunta ¿qué es? La forma interna74
designa la quidicidad, o bien, es lo que hace que la cosa sea lo que es y
no otra cosa, la razón por lo cual un objeto se conforma, ‘una parte de un
todo compuesto’75
; y esto es la racionalidad.
Esta integralidad de la que habla Stein, no es distinta a la del Aquinate,
y ella lo corrobora asegurando que «ser hombre quiere decir ser
simultáneamente cosa, planta, animal y espíritu, pero todo ello de forma
73
«[Su finalidad] es la estructura plenamente configurada y con todos sus miembros, que actúa desde
dentro para conservarse en esa plenitud de forma. Actúa concretamente de manera que cada miembro
cumple una misión específica en el contexto del todo, es decir, es un órgano, y por ello el todo es un
organismo [...] La forma interna es algo cualitativamente determinado que cualifica al todo: es una
especie.» E. STEIN, La estructura de la persona humana, 45. «‘Tener alma’ quiere decir poseer un
cierto interior, en el que se percibe cómo entrechoca todo lo que viene de fuera y del que procede
cuanto se manifiesta en la conducta del cuerpo como proveniente de dentro» E. STEIN, La estructura
de la persona humana, 55. «Reconocemos el alma como una unidad sustancial que se constituye [...] a
partir de elementos categoriales [...] constituye un paralelo de la serie de las categorías de vivencia [...]
La estructura peculiar de la unidad anímica depende del contenido peculiar de la corriente de
vivencias, y viceversa» E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 58 74
La μορφή aristotélico-tomista. 75
Cfr. E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 110
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 31
unitaria»76
, ya que en el hombre no hay pluralidad de formas. La
complejidad de ésta frase es lo que coloca al hombre por encima de las
otras creaturas y cosas. El alma humana en su propia virtud de racional
se diferencia de los estratos inferiores, conteniendo también lo propio de
éstas; y no sólo es forma corporis, sino forma de todo lo que es el
hombre. Cabe mencionar que es imposible pensar separadamente la
materia de la forma, el cuerpo del alma. El alma viene a ser el «elemento
unificador que reúne el todo»77
. Se infiere entonces por ello, que el
hombre no es un ser solamente material, sino también espiritual.
El alma en palabras de Edith Stein, está realmente vinculada con el
cuerpo, y más adelante se explicará el cómo, cuando se aborde el tema
de la espiritualidad. Por ahora, con respecto a la relación materia-forma
sólo resta decir que,
hay una salida real del cuerpo en la muerte, pero con ella el cuerpo deja de
ser cuerpo vivo, y el cuerpo meramente material [...] que fue formalizado
por el alma, comienza a descomponerse y termina por dejar de ser incluso
este cuerpo material [...] El cuerpo es algo también sin alma, pero es este
cuerpo sólo gracias a esta alma y en unidad con ella. Hemos de decir, por
tanto, que el cuerpo humano sin el alma no es una sustancia, mientras que el
hombre como un todo sí es una sola sustancia78
.
Ciertamente se va dilucidando que el hombre es un ser complejo, y
que va mas allá de su materia-forma, pero ésta es la base de la estructura
humana, de ahí surge la complejidad de esta unión. El hombre como
unidad corporal anímica dice Edith Stein, está provisto de facultades,
potencias, hábitos y actos puntuales, que se explican a continuación.
76
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 47 77
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 65 78
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 119
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 32
1.3 Operari sequitur esse
Como se dijo en el apartado anterior, puesto que el hombre tiene un
alma, posee movimiento propio. Ciertamente las plantas poseen también
un cierto movimiento interno, que es su actividad configuradora. Éste es
el primer grado anímico, el alma vegetativa, que termina con la
capacidad de reproducirse; pero el hombre es mucho más que una planta.
Una definición clásica del concepto hombre es llamarlo animal racional;
tal axioma cumple someramente con su función, desempeñando las
exigencias netamente necesarias, ya que cubre una dimensión estática, al
concretar la esencia de éste ser, y sabiendo que desde lo que se es, se
predica lo que se hace, y que la esencia es permanente, ha funcionado
bien. No obstante, el hombre es mucho más que un animal, y para Edith
Stein esta definición queda corta e imprecisa. Cada sustancia corpórea
posee una capacidad de actuar de acuerdo con su naturaleza específica
propia: operari sequitur esse. Ver el obrar de algo o alguien, remite una
idea de cómo se es esencialmente. Si este principio metafísico-
cosmológico se transpola a la antropología, este tipo de entes llamados
hombres con un principio de vida racional, obran de tal manera que lo
que hacen, nos hable de su ser. Y éste obrar/actuar de un ser abarca un
conjunto de posibilidades en función de su propio modo de ser, que en el
hombre es bastante amplio.
El hombre, tanto como los animales, en peldaños superiores en la
escala de los entes compuestos, poseen además de la actividad vegetal,
un alma sensitiva que los dota de un motus libre79
. Este movimiento,
como se mencionó anteriormente está sujeto a leyes específicas, y su
79
Cuando se habla de libertad en términos del alma sensitiva, no se refiere a la voluntad ni al libre
albedrío, sino solamente al hecho de poder desplazarse, sin la necesidad de estar sujeto a un lugar-
espacio determinado, como lo hacen las plantas.
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 33
origen es reactivo a los estímulos externos, es decir, el ser vivo con alma
sensitiva puede sentir lo externo a él, y también lo interno, se siente a sí
mismo. Esta particularidad que no poseen las plantas, sino sólo los
animales, le funge como estructura fundamental del alma, no sólo por lo
relativo a las impresiones sensibles, sino porque al experimentar su
propio cuerpo se alcanza una sensibilidad interna80
que le permite al
hombre –particularmente- percatarse de sentimientos y categorías
polares (placer y displacer).
El hombre puede notar lo que existe a su alrededor, puede conocerlo y
captar lo meramente sensorial (colores, formas, texturas, luminosidad y
estridencia), y junto a ello reaccionar ante tales estímulos, inclusive de
manera instintiva, como por ejemplo: ante un ruido estridente, el cubrirse
los oídos y mostrar desagrado. Es así como el hombre se da cuenta que
tiene sensaciones y con ellas sentimientos. Y he aquí el punto crucial con
el que el alma racional supera a la sensitiva: el hombre se da cuenta, lo
reflexiona y lo asume, identificando lo que siente, e identificándose
como un ser sentiente; es decir, el alma humana tiene la capacidad de
pensar81
. Estas sensaciones unidas a los sentimientos sensibles ligan al
hombre a particulares impresiones sensitivas como el, así llamado,
estado anímico (vivo, apagado, bien, mal), luego la estimación instintiva
como el repeler o la apetencia de aquello que el hombre considera que
necesita. El alma humana también provee al hombre de emociones como
gozo, dolor, miedo e ira.
80
En Edith Stein la sensibilidad interna es distinta a la que Santo Tomás de Aquino propone, donde se
designan las potencias sensibles que permiten la conservación de las impresiones. Para Stein son
sensaciones por las que experimentamos nuestro propio cuerpo. Cfr. Nota al pie (20) E. STEIN, La
estructura de la persona humana, 63 81
«Pensar en un algo, significa dirigir la mirada del espíritu a un objeto (en el sentido más amplio del
término) y, específicamente, a un objeto que no tenemos inmediatamente ante los ojos.» E. STEIN, Ser
finito y ser eterno, 345
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 34
Todas estas características no trabajan únicamente para el alma. Stein
señala que el alma humana está unida al cuerpo, pero no de manera
indisociable como la sensitiva. Al contrario, su carácter espiritual le
permite acceder a todo el ser. Entre las muchas cosas que esto pudiera
traer a colación, se resaltan dos: primeramente que el alma se manifiesta
a través del cuerpo, y segundo, que las potencialidades de la forma
interna del hombre son más amplias y profundas que las vegetales y las
sensitivas. Esta unión no funciona solamente como un motor que mueve
mecánicamente al hombre (y es incorrecto mencionarlo así). Si bien es
sabido que, las plantas y los animales cumplen ciclos vitales bastante
concretos de acuerdo a su fundamento ontológico-biológico en lo
relacionado a sus potencialidades, en el hombre este fundamento se va
actualizando en potencias casi insondables. El alma que actúa sobre el
cuerpo (si se permite decirlo de esta manera) puede crear nuevas
potencialidades, es decir:
la vida anímica que se nos revela en los actos puntuales tiene su
fundamento ontológico en la potencia, y las potencias adquieren en los
actos correspondientes una forma de ser distinta. A su vez esta
«actualización» no deja de repercutir sobre las potencias. Éstas no son algo
fijo e inmutable [...] denominamos ejercicio a la actualización puntual [...]
Las potencias mismas que han experimentado una transformación de este
tipo a causa de la actualización (o de otra manera) reciben en la Escolástica
el nombre de hábito [...] pero también lo que llamamos virtudes82
.
Esto también es parte de lo animal en el hombre, dice Stein, pues la
obtención de ciertas habilidades, comúnmente se le llama
«adiestramiento» animal. Lo que sí es específicamente humano, parece
ser entonces la voluntad para obtenerlas, y la cualidad de virtuosidad.
Ciertamente, aunque se hable de posibilidades casi infinitas, es imposible
82
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 92
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 35
para el hombre acceder a todas sus potencialidades y convertirlas en
hábitos83
.
Así pues, la naturaleza84
del hombre, ontológicamente como ya se
mencionó, lo coloca por encima de las criaturas vegetales y sensitivas.
Puesto que el obrar sigue al ser, ha quedado claro que el hombre es un
animal o bien puede entrar dentro de tal categoría, pero por sus
particularidades que exceden las potencias sensitivas, sobrepasa este
estrato substancial. Entonces el hombre pasa de ser un algo, a convertirse
en un alguien que es responsable de sí mismo, dice Stein. El hombre
puede o no acceder a sus potencialidades, y eso únicamente depende de
él. ¿Qué es el hombre entonces? «El hombre es persona: esto es lo que lo
distingue de todos los seres de la naturaleza»85
.
Aún así, partiendo de este punto, a escalas superiores en los estratos
del ser, el hombre es un ser ontológicamente muy pobre, reducido por
una doble limitación: su esencia y su materia. Por ello, no es él la medida
de todas las cosas, sino un ser en medio, no es legislador, es más bien un
ser sujeto de leyes; que tan solo ocupa un lugar especial en el universo
porque es persona86
. Por ello Santo Tomás dice que «persona significa
aquello, que es perfectísimo en toda la naturaleza, a saber, una cosa que
subsiste en sí misma y una naturaleza dotada de razón (subsistens in
83
Cfr. E. STEIN, La estructura de la persona humana, 92-93 84
El concepto metafísico de naturaleza puede ser comparado al del finalismo interno del ser de una
cosa o un alguien. Las consecuencias de las acciones de un cuerpo son proporcionales a la potencia
concreta del ente. Naturaleza es un principio, que en el hombre está basado en 2 co-principios como
forma básica del ser hombre: alma y cuerpo; «hablar de unidad de naturaleza en el hombre. Se trata
de una unidad que abarca el cuerpo material y el alma espiritual. Lo que nos sale al encuentro en la
experiencia es este hombre » E. STEIN, La estructura de la persona humana, 119 85
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 94 86
En Ser finito y ser eterno (y probablemente en otros escritos post-conversión) cuando Stein refiere
al concepto de persona y las características de ésta, lo hace en función del de Santo Tomás de Aquino,
en cuanto ser dotado de razón y suppositum (soporte) de la esencia (en un sentido mas amplio de
hypóstasis. Cfr. E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 377. Es importante mantener en mente que en el
argumento steiniano, Dios es persona por antonomasia, y en orden secundario el hombre.
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 36
rationali natura)» (Summa Theol. p.1.a, q.29, a.3,c.)87
. Y así es como
alcanzamos las dos características atribuidas por Stein al hombre:
libertad y perfección, que se mencionaron al principio de este capítulo.
Ser persona, desde su sentido original88
atribuye al hombre una dignidad
especial. Tomás de Aquino lo afirma cuando le atribuye al hombre la
proprietate distincta ad dignitatem pertinente (Summa Theol. p.1.a, q.29,
a.3 ad 2, c.), que se obtiene como consecuencia de la racionalidad, esto
obviamente analogándolo con Dios (a éste convendría el mayor grado de
persona). Según Edith Stein en sintonía con el pensamiento del Aquinate,
de los 3 tipos de substancias (res naturae, subsistentia, hypostasis), y
«de todas las prerrogativas humanas, la más característica, la que
distingue al hombre de todos los demás seres y lo eleva sobre ellos es la
personalidad»89
. Es esta característica particular de la
inconmensurabilidad, la que favorece a los hombres, haciéndolos iguales
entre sí y con todos los individuos de la raza humana 90
. Boecio lo refiere
como rationalis naturae individua substantia91
.
Es importante puntualizar y dejar en claro que esta igualdad entre los
hombres es en dignidad y en esencia, pero he aquí nuevamente la
complejidad del hombre, pues cada persona es un ser individual, es decir,
sin duplicidad en el individuo; un ser que «contiene en su quid algo de
inmediato que no comparte con otro»92
. Así, se hace referencia a
aquellas particularidades que lo distinguen de otros sujetos de la misma
87
E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 373; I. QUILES, La persona humana, 18 88
Persona proviene del verbo latino personare, (resonar) o -hacer eco con fuerza-. A su vez viene del
griego πρὀσωπον -aquello que se pone delante de los ojos-, que en los tiempos antiguos refería a la
mascara utilizada por los actores en el teatro, para hacer más sonora la voz. Desde el derecho romano,
la persona «sui iuris et altern incommunicabilis» es un sujeto de derechos, y ese sujeto es
incomunicable para el otro. También se habla de persona en cuanto a virtud de su nombre y el papel
que desempeña en la sociedad. Cfr. I. QUILES, La persona humana, 20-21 89
I. QUILES, La persona humana, 18 90
Cfr. I. QUILES, La persona humana, 21 91
Cfr. BOECIO, De Persona et Duabus Naturis, P.L., LXIV, 1342 92
E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 372
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 37
especie. Esta individualidad particular, dice Edith Stein, nos habla de que
«él es ‘él mismo’ y ningún otro [...] de esta manera, el yo no experimenta
individualización en tanto que otro le está enfrente, sino que su
individualidad [...] resalta frente a la alteridad del otro»93
. Tal alteridad
se explicará más delante.
Ahora bien, habiendo entendido que el ser en persona es aquel que
tiene capacidad racional; inseparablemente a ésta, dice Stein, se
encuentra la esencia del espíritu. El espíritu94
en términos steinianos
refiere a un salir de sí, y poseer una cierta interioridad que le permita a la
persona donarse, o darse enteramente, pero sin perderse a sí mismo. Este
salir de sí, según la autora, es esencial a la persona95
. Esta dimensión
supraterrestre eleva al hombre a este reino, entendiéndose a sí mismo
como poseedor de «una doble experiencia de sí mismo, una interna y
otra externa, y que ambas se subsumen a su vez en una experiencia
unitaria que engloba a las dos»96
. Así pues, queda el hombre completo en
tres campos o formas diferentes del ser real: cuerpo-alma-espíritu97
.
93
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 56 94
Según Stein en Ser finito y ser eterno (261) conviene reservar a la tercera forma fundamental del ser
real el Geist (Espíritu). Toma de H. Conrad-Martius la idea de que el ser espiritual puede salir de sí.
Cfr. Nota de pie (249) en E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 261. El espíritu no es excluyente del cuerpo
y del alma, sino que se «someten a la fuerza de formación de estas tres categorías» apunta Edith;
queriendo así explicar tres campos en dos realidades: naturaleza (campo de la corporeidad),
Unterirdischen (campo de la realidad profunda, del alma), y el Übrirdischen (campo de los supra
terrestre, el del espíritu), en el que se puede alcanzar la perfecta liberación de sí, la esencialidad pura.
Pareciera ser que Stein intenta hacer ver, a semejanza del Dios trinitario, una especie de trinidad en el
hombre (y que de suyo es), no obstante, este tópico agustiniano rebasa las líneas de esta investigación.
El objetivo pues de este punto es resaltar la dimensión espiritual del hombre que le permite salir de sí
para el encuentro con el otro (tema que se abordará más adelante), y la realidad profunda, que en la
conciencia, el ser humano puede experimentar. A final de cuentas el alma humana es «alma espiritual
o racional, y en su calidad de tal es una sustancia espiritual [...] toda el alma –la que formaliza al
cuerpo, la animal-vital y la espiritual- es concebida como una sola alma» E. STEIN, La estructura de
la persona humana, 101. Y por lo que respecta al cuerpo para con el Geist «es expresión e
instrumento del espíritu». E. STEIN, La estructura de la persona humana, 107 95
Cfr. E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 376 96
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 91 97
Cfr. E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 261
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 38
1.4 El yo puro y el sí mismo
En la estructura de la persona humana, y de lo que es específicamente
humano, la espiritualidad es importante. Como se mencionó en el punto
anterior «espiritualidad personal quiere decir despertar y apertura»98
.
Esta cualidad del hombre, es decir, su ser espiritual, le permite alcanzar
una dimensión, que va más allá de lo que es meramente físico; con esto
no se quiere absolutizar tal término, inclinándose de manera especial
hacia realidades supra-sensibles fuera del ser humano, más bien, se desea
hacer referencia en este apartado, a una realidad mucho más profunda en
el hombre. Como se mencionó anteriormente, la persona goza de una
doble experiencia de sí mismo y ahora se verá la experiencia interna.
El hombre, dice Stein con argumentos propiamente husserlianos, es un
Él que a sí mismo se llama yo, incluso tal vez sin entender del todo su
sentido. Éste es su punto de partida fenomenológico: un yo puro, la
mónada. El hombre puede reconocerse a sí como un ser, y como uno
vivo, y es precisamente el hecho de nombrarse a sí mismo yo, el signo de
su vida consciente. «El yo es en el alma aquello por lo que ella se posee
[...] este punto, el más profundo, es al mismo tiempo el lugar de su
libertad: el lugar en el que ella puede concentrar todo su ser»99
. Tal
cualidad es específicamente humana; desde la ontología «cada hombre es
un yo. Cada uno comienza una vez a llamarse yo. Lo que implica que el
ser del yo tiene un comienzo»100
. Este yo se llena con los contenidos de
experiencia, porque es ésta la que de alguna manera va forjando la
98
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 94 99
E. STEIN, Die Kreuzeswissenschaft, citado por P. SECRETAN, «Analogía y trascendencia», 120 100
Cfr. E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 360
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 39
personalidad, es decir, al yo. Así pues, el yo puro es «el sujeto del
vivenciar carente de cualidades e indescriptible de otra manera»101
.
«La persona se presenta como un yo revestido de contenidos
materiales y espirituales, viviendo en esferas [...] entre la vida en la
periferia de sí y la vida en el centro de sí»102
; y en su interior, la persona
es dueña de sí, es libre para abrirse hacia otros (saber de otras cosas), y
también hacia dentro (saber de sí mismo). Cuando el hombre tiende
hacia las cosas, lo hace por su deseo natural de conocerlas, manejarlas,
poseerlas e incluso dominarlas. A esto se le llama intencionalidad, es
decir, el estar dirigido a objetos103
. Pero la libertad del hombre no radica
en esa posibilidad, que de suyo es más sensorial de lo que aparenta, sino
más bien en el hecho de poder optar y decidir dejarse o no llevar por esa
invitación de las cosas.
Es indiscutible que el hombre habita una realidad sensorial, y que «no
hay nada en el entendimiento que no haya pasado primero por los
sentidos» (Santo Tomás de Aquino) y que de alguna manera hayamos
percibido. Así pues, según el argumento steiniano, las cosas estimulan a
ir por ellas y el hombre puede decidir desde qué punto de vista
contemplarlas, o bien negarse a hacerlo, pues el hombre que no está dado
al arrastre de los impulsos (por su racionalidad), puede por lo tanto poner
un alto a la impulsión interna, o mejor dicho, tiene la capacidad de
dominarla, si bien lo quiere y lo hiciere104
. Todo es cuestión de
apetencias y placer, que vienen a culminar en sentimientos105
dejando
ver una particular estructura del alma que se deja afectar por los valores.
101
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 56 102
P. SECRETAN, «Analogía y trascendencia», 93 103
Cfr. E. STEIN, La estructura de la persona humana, 96 104
Cfr. E. STEIN, La estructura de la persona humana, 94-95 105
«[Son] una escala de sus estados interiores en los que se reconoce a sí mismo como estando de uno
u otro “humor”; por otro lado, son una pluralidad de actos intencionales en los que se le dan al hombre
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 40
Se ha llegado a 4 palabras muy interesantes: el hombre puede, y el
hombre debe, si quiere y lo hace. Esto significa que el hombre posee
voluntad libre y propia, para desear y actuar, para optar y negarse, o
seguir un impulso o necesidad, si lo considera imperiosamente difícil de
ignorar. Por lo tanto, en esta especie de combate espiritual entre el poder,
el deber y el querer106
, es donde la persona se forma a sí misma. Para
todo esto, el hombre por medio de su intelecto o entendimiento puede
organizar toda la información que recibe, percibe y abstrae; de ahí,
gracias a su capacidad, puede reflexionar en ello, moviéndose
intelectualmente hacia atrás, es decir, al pasado, a lo que ha retenido
durante cierto tiempo (y que Husserl llama retencional107
), o bien puede
pensar en lo que podrá suceder (futuro, o protencional). Y todo ello de
manera libre y a voluntad.
No hay que perder de vista la libertad y voluntad del hombre en el
aspecto de los sentimientos y valores de los que se hablaba hace un
momento. Es interesante reconocer que, si bien el hombre (un yo) no es
dueño total de sus emociones, es decir, no puede evitar sentirlas; sí
puede ser dueño de su voluntad para decidir qué hacer con tales
sentimientos. Por ejemplo, un yo siente envidia, ahí está y no la puede
ciertas cualidades de los objetos, a las que denominamos cualidades de valor [...] el mundo se nos
revela como un mundo de valores: como un mundo de lo agradable y lo desagradable [...] lo que nos
hace sentirnos bien o felices y lo que nos deprime o nos hace sentirnos desgraciados.» E. STEIN, La
estructura de la persona humana, 98 106
Libertad quiere decir yo puedo, es decir, depende de la libertad del hombre el que quiera o no hacer
caso a la invitación de las cosas a ir en pos de ellas, es decir, decidir ir o no en pos de ellas; puede
poner un veto a lo que sube dentro de él. Cfr. E. STEIN, La estructura de la persona humana, 99.
Del poder se deriva la posibilidad del deber, que es un principio determinado por el que obra la
persona, que puede suponer algo específico, que o bien requiere ser reprimido, o ya sea necesario
hacerse, o que ha de posponerse. Para el deber el hombre requiere poseerse a sí mismo, o bien
«tenerse a sí mismo bajo las riendas», y se presupone la libertad. Cfr. E. STEIN, La estructura de la
persona humana, 109
El querer (deseo o impulso) es la forma en que se manifiestan las necesidades del hombre en su
diálogo con el mundo. A cada necesidad corresponde un impulso. Los deseos constituyen un principio
de selección de los objetos significativos y, para la persona humana, un principio configurador del
propio mundo. E., COLOM-A., RODRÍGUEZ LUÑO, Elegidos en Cristo para ser santos I, 124 107
Nota al pie (35), E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 66
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 41
quitar. Siente envidia por algo, y lo siente aunque no esté obligado a
sentir eso que siente. Así pues tendrá 2 opciones: puesto que no puede
decirse a sí mismo “no sientas eso”, y aunque por deseo quisiera tal vez
no sentir la envidia, la razón dirá lo que se debe hacer; una opción será
obrar mal ante eso, dejándose llevar instintiva o pasionalmente, u obrar
bien, conforme a conciencia y en recta intención. La conciencia o
moralidad va a dictar el bien; la voluntad también busca el bien, eso es
un juicio moral lógico que no se puede negar. Todo ser racional piensa
de esta manera, y «la razón es incapaz de regir las pasiones, a no ser que
ella misma se convierta en pasión»108
.
Cabe destacar la diferencia entre sentir y permitir. El hombre puede o
no entregarse libremente a sus sentimientos, los cuales simplemente
están allí y salen a flote. Dice Edith Stein que el hombre, o se permite
entregarse a la alegría, consintiéndose todos los efectos que de ella
provienen, o bien puede negarse y reprimirse a ella; es decir, el hombre
decide qué hacer con su sentimiento. Ahora bien, se exige del hombre la
toma de posición de la voluntad, por la que no actúe meramente reactivo,
sino de manera ex profesa, y ello exige libertad y querer, que en cierto
sentido es co-responsable de la perfección, las dos particularidades
propias de la persona que se mencionaron al principio de este capítulo.
Según Stein, «no cabe remitir a la libre actuación del yo; se trata de la
forma de la intencionalidad y del poder actuar libremente»109
.
Asociado a esto, y retomando el punto sobre el deber, poder y querer,
es necesario señalar que en ellos influye la vida anímica humana. Pues
bien, se puede concluir que el hombre se va determinando a sí mismo,
como dice Stein, por los actos puntuales de su yo. Esto significa que el
108
M. SCHELER, El puesto del hombre en el cosmos, citado por J. MORALES, Filosofía de la religión, 89 109
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 99
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 42
hombre se forma a sí mismo. El sí mismo viene a ser entonces no una
dualidad del hombre, como uno que forma a otro; sino más bien como la
interiorización que le permite autoconocerse, y automejorarse.
Uno de los aspectos más característicos del ser humano es la autoconciencia.
El hombre sabe que es hombre [...] el hombre sufre y sabe que sufre, goza y
sabe que goza, muere y sabe que muere [...] la autoconciencia es subjetiva
por definición, y existe sólo en cuanto experimentada por humanos. Tiene
un modo de existencia en primera persona, que exige un Yo110
.
El yo forma al sí mismo, en libertad y con voluntad, y sólo de él
dependerá en lo que se convierta, por medio de la repetición de actos y
formación de hábitos que desencadenen virtudes, y toma de actitudes. El
sí mismo (en cierto sentido la conciencia) que experimenta la formación
del yo, no será precisamente formado si no se permite descender a sus
niveles más profundos, y sólo se queda en la superficie. Es
responsabilidad de la persona el buscarse a sí mismo (ahondar en lo
profundo de su conciencia) para llegar a la plenitud de su ser y su
desarrollo111
.
En síntesis, «el hombre, con todas sus capacidades corporales y
anímicas, es el sí mismo [...] [y el yo es la] persona libre y espiritual,
cuya vida son los actos intencionales»112
. Según la tesis steiniana en la
Estructura de la persona humana, el hombre no es sólo su cuerpo, sino
que lo posee, lo domina, y se encuentra atado a él, es decir, el yo
pertenece a esa unidad real que se encuentra en el espacio y tiempo
donde está el cuerpo, por lo que según Stein, es válido decir «soy en mi
cuerpo»113
. En este sentido hablar de posesión significa dominarse, poder
poseerse a sí mismo, ser dueño de sí, para poder formar al sí mismo. Dice
110
J. MORALES, Filosofía de la religión, 88 111
Su personalidad le confiere tal característica, cosa que los animales no tienen. 112
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 100 113
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 100
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 43
Stein «estoy donde está mi cuerpo»114
, y eso remite a una «conciencia
del yo», que tampoco tiene un lugar propio y concreto en el cuerpo115
,
mi cuerpo está incluido en la unidad de mi persona... el movimiento del
cuerpo se vivencia como siendo inmediatamente uno con el impulso de
movimiento espiritual [...]el yo «habita» en el cuerpo. Pero no habita en él
como en una casa que puede abandonar a voluntad, sino que está enraizado
en el de una manera muy peculiar116
.
Por último, Edith Stein señala también el hecho de la imposibilidad de
decir «soy mi alma», sino más bien «soy un hombre y tengo cuerpo y
alma», ambas, las propias de un hombre, las de una persona117
.
1.5 La conciencia
Se ha mencionado anteriormente que el hombre está llamado a obrar
bien, y hacerlo conforme a conciencia y en recta intención, y se ha dicho
también que la conciencia o moralidad dictan el bien; y que el sí mismo
es como una forma de conciencia, una profundidad en el hombre, en el
114
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 100 115
El punto aquí no es el lugar concreto dónde se coloca la conciencia, y abordar tal tema llevaría una
investigación que a este trabajo no corresponde. Atañe a éste argumento sólo el señalar que el hombre
no es sólo el cuerpo físico, sino que implica un yo interior. Lo racional de suyo está en el alma, no en
un órgano como el cerebro; «razón y entendimiento, que no son corpóreos» (Summa Theol. p.1, q.3,
a.1 ad 2). Con más o menores neuronas, el hombre aunque le falte el cerebro, seguirá siendo hombre.
Se habla del plano metafísico. En el yo, está la espiritualidad. El espíritu es la manifestación exterior
de lo que el alma puede hacer. 116
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 119 117
Para Husserl el yo puro es el sujeto de los actos, donde comienza toda la vida de la conciencia, «el
yo presente en cada actividad: yo percibo, yo pienso, yo concluyo, yo me alegro, yo deseo [...] es lo
que vive dentro de cada uno» E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 65. Stein intenta colocar este yo puro
dentro de una cierta espacialidad interior (primeramente en la profundidad del alma o bien en alguna
zona más superficial; «vive simultáneamente en muchos contenidos de experiencia [...] el yo no pasa
[...] está vivo en cada ahora [...] es decir actual» E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 65. Según la autora,
hay cosas que pueden penetrar y llenar el alma, y en ella el yo puro está como “en casa” o “en sí
mismo” como un yo anímico. Tal espacio anímico existe donde el yo tiene su lugar propio, un lugar
para descanso; se trata del punto más profundo del alma, donde ésta se «recoge», el lugar desde
donde se adoptan decisiones, se hace donación de sí mismo, etc. Así, yo y alma están tan unidos que
no puede haber alma humana sin yo, ni un yo humano sin alma. Ésta es la raíz de la unidad cuerpo-
alma. Éste es el yo personal, dice Edith Stein. Cfr. E. STEIN, La estructura de la persona humana,
100-103. Para una mayor profundización sobre el yo puro, véase capítulo II, apartados 6, 7 y capítulo
VI, apartado 4c de Ser finito y ser eterno.
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 44
yo; y de hecho Stein toma al yo «como la unidad de una corriente de
conciencia»118
. Pero aún no se ha definido lo que es conciencia.
Pues bien, según Edith Stein «la función del alma con la que oímos
esa llamada [una apelación interior], y que aprueba o reprueba nuestros
actos cuando ya han tenido lugar, o incluso mientras los estamos
efectuando, recibe el nombre como conciencia»119
, y a ésta refiere el
sometimiento de la voluntad para conducirnos de una determinada
manera, conforme a ciertas circunstancias. A la conciencia corresponde
el criterio subjetivo del actuar en una acción concreta que se da en lo
profundo del sí mismo, y sirve como testigo fiel del modo de ser del
hombre, de cómo es su alma.
No hay que confundir a la conciencia exigiéndole “modelos” del cómo
debe ser algo, dice Stein, sino que, puede funcionar como un criterio de
orientación; es decir, la conciencia no establece la norma moral, sólo la
aplica. Puede o no existir un llamado de la conciencia a seguir un
determinado camino, pero no necesariamente, e incluso toda conducta
puede no estar enteramente justificada, pues la conciencia puede no ser
objetiva, y tomar ideales abstractos del hombre, hechos por él mismo
(que pueden ser consecuencia de su vivenciar), o presentados y tomados
como válidos por otros (autoridades, por ejemplo) que de cierta manera
coarten la voluntad humana, convirtiéndose tal idea en criterio de
autoconfiguración120
. Para las acciones humanas y su enjuiciamiento
sobre el grado de bondad, la conciencia funciona como norma reguladora,
pero subjetiva, pues todo el proceso del acto voluntario, que va desde la
118
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 56 119
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 109 120
Cfr. E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 110
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 45
simple aprehensión hasta la ejecución, se ve religada por la rectitud de la
conciencia121
.
La conciencia también puede referir al estado en que vamos
conociendo, como un tipo de modalidad de autoconciencia. Llamarse a sí
mismo yo, es la expresión de la conciencia; «y la vida consciente del yo
depende, por sus contenidos, de un doble mas allá [trascendencia en el
sentido que le da Husserl] de un mundo exterior y de un mundo interior
que se manifiestan en la vida consciente del yo»122
.
En la misma sintonía, el hombre sólo advierte lo real, porque «la
realidad es asignada a una conciencia que experimenta actualmente; si
cancelamos la conciencia, cancelamos el mundo»123
-dice Stein-; y para
el estudio y acto de la empatía se requiriere la conciencia y la realidad,
pues intentar comprender una realidad sin la conciencia es absurdo. Cabe
mencionar que Edith Stein pensaba la posibilidad de afirmar una realidad
más allá de la experiencia.
121
Particularmente he de mencionar a título propio, que la conciencia puede deformarse, y
precisamente la subjetividad de tal, radica en ello. Ciertamente puede haber un común de normas
morales que califiquen una acción humana como buena o mala. No obstante, una conciencia
deformada puede no experimentar el mínimo pesar al realizar ciertas acciones concretas; y esto a
causa de múltiples posibilidades, como puede ser el desconocimiento de las normas, la percepción
personal, la inmadurez, cuestiones sentimentales, e incluso algún trastorno psicológico o una patología.
La conciencia puede ser verdadera o errónea si la acción va en conformidad o no con los principios
morales; puede ser recta o falsa (incluyendo la relajada, estrecha, escrupulosa y perpleja) dependiendo
del fundamento y la prudencia; o bien puede ser cierta o dudosa si el juicio es o no con certeza
absoluta. Así pues, una conciencia “tranquila” no exime al sujeto de la responsabilidad de sus
acciones. Me permito citar una frase popular: “el purgatorio está lleno de buenas intenciones”. Es
labor de la persona (con su conciencia) y su proceso epistemológico que va desde la idea (conciencia
intelectiva), el reconocer el fenómeno, el uso de la inteligencia, hasta llegar al juicio y el raciocinio
para la acción determinada. La formación de la conciencia, particularmente desde el aspecto moral,
depende en gran medida de las virtudes obtenidas y el destierro de vicios. Por lo tanto, la conciencia
no es inamovible, sino que conforme al avance intelectual puede ir madurando. La objetividad de ella
dependerá del apego a la verdad y a los juicios verdaderos y rectos. 122
E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 70 123
E. STEIN, Introduzione alla filosofia, citada por R. GUIBU, «La empatía como problema de
constitución en la obra filosófica de Edith Stein », 48
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 46
1.6 Yo-tu, ser en relación, ser persona
Anteriormente se habló sobre la individualidad y la signata quantitate
que actúa como principio de individuación radical de la materia en el
hombre. Se profundizará ahora un poco más en este aspecto necesario
para la comprensión del ser individual con respecto de otro.
Desde la metafísica se puede decir que un aliquid (algo) es aquello
que se opone a otro ente, principalmente porque supone el unum de cada
uno, inseparable de sí y separable de otro. «Como ente es uno y por eso
él es otro en relación con otro»124
. Así pues, partiendo desde el ser,
existe una relación que se funda en el ser del uno y del otro: ambos son
dos entes individuales, o dos individuos. Ahora bien, ontológicamente,
dice Stein, citando a Aristóteles, el individuo es un τόδε τί(un esto) que
forma parte de un grupo más amplio, es decir, el hombre es un “hombre”
como todos los otros hombres que forman parte de la humanidad (ésta es
como la πρώτη οὐσία o esencia general que comparte con todos los
individuos de su especie); no obstante de ello, ese hombre no se limita a
esa οὐσία, sino que posee una propiedad que lo hace claro, distinto y
singular (esencia individual); por lo tanto requiere una quantitas
interminata125
. Por esta individualidad, su esencia es incomunicable e
indivisible. Es necesaria la manifestación de alteridad de los entes, para
que podamos distinguir su particularidad y poder numerarlos. Se trata de
particularizar la esencia general con diferencias específicas126
.
124
E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 307 125
«Relación de la materia con una extensión que no es todavía determinada, que supera a la materia
signata quantitate, que no evoca la determinación efectiva de la extensión de la materia perfeccionada.
La quantitas interminata debería ser el fundamento de la individualidad de las sustancias materiales,
es decir, algo interior a esas sustancias, que hace de ellas cosas individuales». J. GREDT, Die
aristotlisch-tomistische philosophie I, citado por E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 487 126
Cfr. E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 486
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 47
Ahora bien, desde la constitución del individuo psicofísico, según
Edith Stein, el yo puro (como hombre, como persona) no se concibe a sí
mismo como un yo individual hasta que no encuentra otro yo con quien
compararse. Es decir,
este yo no es un “yo individual”, sino que sólo llega a serlo en contraste con
el “tú” y el “él”... Ante todo él es “él mismo” y ningún otro [...]
Naturalmente, se produce relieve frente a otro sólo cuando otro está dado
[...] él se muestra como otro respecto a mí en tanto que me está dado de otra
manera que “yo”: por eso un “tú”; pero se vivencia tal como yo me
vivencio, y por eso es el “tú” un “otro yo”127
.
Esto quiere decir que la diferencia que existe entre un tú y un otro,
depende de la interioridad del encuentro. Dice Stein que el choque de un
hombre frente a otro, puede ser superficial, es decir, el yo se encuentra
con otro128
; pero si tal encuentro se da en apertura, de tal modo que el
choque se califica como interior, el otro yo es mas cercano, es un tú129
.
Por lo tanto, cuando un individuo tiene frente a sí a otro individuo, al
cual lo distingue como cuerpo vivo y sentiente, y que además posee un
yo, puede entablar una relación, de acuerdo al modo de darse. Por lo
tanto, y a manera de síntesis, dice Stein: «él es ‘él mismo’ y ningún otro
[...] de esta manera, el yo no experimenta individualización en tanto que
otro le está enfrente, sino que su individualidad [...] resalta frente a la
alteridad del otro»130
. En el siguiente apartado se abordará la importancia
y utilidad del relacionarse.
127
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 56 128
El otro, tomando en consideración el pensamiento husserliano, es el trascendente que irrumpe en el
campo del yo (véase: capítulo I, sección 1.2.3 Entropatía husserliana), es decir, aquel ser, que es como
yo, o mejor, que es otro yo (aunque para Husserl no sea así), que entra en contacto con mi existencia,
dándome una oportunidad específica de trascendencia. 129
Cfr. E. STEIN, La estructura de la persona humana, 94 130
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 56
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 48
1.7 La persona como un ser social131
Habiendo dejado en claro lo que le significa al hombre ser individual,
ahora es posible abordar con mayor conciencia el aspecto relacional de la
persona. Según Edith Stein y la antropología en general, hablar de
individuo humano aislado es un absurdo, pues existe en un mundo y en
una realidad, específicamente sociales: realiza actos sociales, tiene
relaciones sociales, forma parte de estructuras sociales y es sociable en sí.
«Para toda persona, “ser” es “ser-con”: la persona “co-es”, “co-existe”,
en el profundo sentido metafísico que tiene el “ser”. No podemos pensar
en la existencia de una sola persona en el universo, sin tener la neta
impresión de que eso sería un absurdo o una tragedia metafísica»132
.
El hombre en su realidad desempeña una función o rol que viene a ser
un factor co-determinante de él (casado, soltero, obrero, patrón, etc.). Y
para comprender la estructura de la persona humana individual es
necesario conocer la medida en que es determinado por su ser social133
.
Ahora bien, como mencionamos en el apartado anterior, el encuentro
con el otro puede ser superficial, o bien, en apertura, (encuentro
interior): es decir, el yo se encuentra con un tú. Pero cuando el yo y el tú
comparecen como unidad, forman un nosotros. Es decir, las estructuras
sociales en las que el hombre se desenvuelve, lo invitan a establecer
relaciones que van mas allá del encuentro pasajero (vinculaciones
131
Para los fines prácticos de esta investigación, no se profundizará en los conceptos fundamentales
de la sociología (el aspecto comunitario, población, cultura, los tipos sociales, etc.) El objetivo de este
apartado es mostrar el aspecto sociable de la persona, para luego hablar de la empatía y el problema de
la intersubjetividad, así como la presencia del otro. Para ahondar en el tema se recomienda La
estructura de la persona humana, capítulo VIII. 132
E., COLOM - A. RODRÍGUEZ LUÑO, Elegidos en Cristo para ser santos I, 119 133
Cfr. E. STEIN, La estructura de la persona humana, 163
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 49
suprapersonales), pasando a realidades más trascendentes en las que se
afecta la profundidad de su ser, y les confiere una impronta duradera134
.
Así pues, como el hombre es un ser social y no puede entenderse de
manera distinta, el factor relacional salta inmediatamente a la vista, por
lo que se puede concluir que no es simplemente un ser en-sí, por-sí o
para-sí, sino las tres, (aunque no exhaustivamente). La persona es
relación, posee un carácter de donación135
, en cuanto a relación de
persona a persona, por lo que se es persona en la medida en que se
relaciona con otras personas. De lo contrario, el ser persona sólo para-sí
aniquilaría en cierta forma la substancialidad de la persona; además de
influir en detrimento de la madurez y plenitud personal, pues el entorno
es influencia singular hacia el ser humano. Dice Stein que sin la ayuda
de otros hombres, la relación y sociabilidad, estando un hombre separado
de todo entorno humano, no se desarrollaría, ni alcanzaría su plena
condición humana. Y aunque pudiera sonar extraño decir que la relación
es una cualidad esencial al ser humano, y de la persona, debe entenderse
–dice Stein– en orden a la existencia humana. Es más bien como algo
innato136
.
«El hombre es un ser social. Lo es radicalmente, porque sin la
comunidad donde ha nacido, crecido y aprendido a hablar, pensar y vivir,
el hombre no es nada, y no podría existir como ser humano»137
. Se puede
concluir por lo tanto que ninguna persona es un ser en sí y ninguna
persona es un ser-para-sí.
134
Cfr. E. STEIN, La estructura de la persona humana, 165 135
Cualidad de la dimensión espiritual del hombre que le permite salir de sí para el encuentro con el
otro (Ver capítulo II, 2.1.3 Operari sequitur esse) 136
Cfr. E. STEIN, La estructura de la persona humana, 173 137
J. MORALES, Filosofía de la religión, 89
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 50
2. El acto de empatía138
El hombre, como ya se mencionó, es un ser en relación con todo lo
que está a su alrededor, eso incluye otras personas. Tal relacionalidad le
inclina de manera natural hacia la sociabilidad, esto es, «una pluralidad
de individuos cognoscentes situados en intercambio subjetivo»139
,
estableciendo correspondencia con otros yo o egos, cuyo trato puede ser
meramente externo o superfluo, o bien de apertura como puede ser la
amistad, lazos familiares, de compromiso, etc. En tales relaciones se da
una comunicación verbal, pero también una que va mas allá del diálogo
oral, y que recae en movimientos puntuales, algunos de ellos pre-
meditados, otros inconscientes, algunos inclusive bastante inocuos, que
pueden revelar mucho mas de lo que con palabras se podrían expresar.
Edith Stein asegura que:
quien es un agudo observador [...] lo expresa su mirada [...] los
movimientos del ánimo y de la voluntad [...] La impronta que comunica el
cuerpo, y especialmente el rostro, está en directa correspondencia con la
“impronta” del alma, con el “carácter”, ya que los movimientos puntuales y
su frecuente repetición tienen sus raíces en las disposiciones anímicas, las
cuales a su vez experimentan su formalización en hábitos a través de esos
mismos movimientos puntuales140
.
Esto es parte del concepto empatía, y que se abordará en este apartado.
138
El término empatía se utilizó por primera vez en el siglo XVIII por Robert Vischer, en el alemán
“einfülung” que se tradujo como “sentirse dentro de”. Más tarde Leibniz y Rosseau hablaron del
ponerse en el lugar del otro. Luego Titchener en 1909 acuñó el término valiéndose de la etimología
griega εμπάθεια (cualidad de sentirse dentro). También Adam Smith hablaba del “compadecerse del
otro”, Lipps como “imitación”, y Köhler que habló de la “comprensión de los sentimientos del otro”.
Mead en 1934 refiere el “adoptar la perspectiva del otro y así comprender sus sentimientos”. Fenichel
en 1947 lo trata como “identificación con el otro”. Daymond lo define como “role-taking” en 1949,
entre varios más. Cfr. I. FERNÁNDEZ PINTO– B. LÓPEZ-PÉREZ– M. MÁRQUEZ, «Empatía: medidas,
teorías y aplicaciones en revisión», 284-285 139
C. GARCÍA, Edith Stein o la búsqueda de la verdad, 65; F. SALVARANI, Edith Stein hija de Israel y
de la Iglesia, 79 (Véase: Capítulo I, sección 1.2.3 Entropatía husserliana) 140
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 107
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 51
2.1 El problema del einfühlung y el einsfühlung
La empatía vino a ser un concepto más complejo de lo que el padre de
la fenomenología vislumbró, y que incluso Scheler pudo preveer. Existen
un problema sobre el concepto de empatía o endopatía141
, en cuanto a una
cuestión terminológica y de traducción alemana. Scheler pone en
circulación el término einsfühlung que puede traducirse al español como
“sentir a una” o “unificación efectiva”. Ahora bien, el einsfühlung, es una
palabra compuesta por eins que significa “igual”, “lo mismo”, “a una”; y
fühlen que es “sentir”, por lo que se traduce como “sentir lo mismo,
unificadamente” o “sentir lo mismo siendo uno”.
A diferencia, Edith Stein utiliza el termino einfühlung, en el que el ein
significa “otro”. Así pues, la traducción sería “sentir lo del otro”. Ambas
traducciones, aunque pareciera que reflejan en esencia lo mismo: sentir a
una142
, no son iguales. Para Stein la empatía no es la unión de conciencias
en una sola, ni la fusión de experiencias, no es estrictamente sentir a una,
sino más bien, que los dos sujetos tienen un mismo sentimiento, pero cada
uno en su individualidad.
Para solucionar tal confusión, Edith Stein recurrió a autores como
Theodor Lipps, mientras que Scheler se inclinó hacia el concepto de
simpatía de autores como Adam Smith y Schopenhauer; y se explicará a
detalle más adelante.
141
El término que refiere a un tipo de “proyección afectiva”, "proyección sentimental” o incluso a
una “introafección” puede variar según la traducción. José Gaos lo traduce como “endopatía”, en E.
HUSSERL, Meditaciones Cartesianas, 152 142
Cfr. Nota al pie (3), F. INFANTE DEL ROSAL, «Ficción en la idea de empatía de Edith Stein», 140
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 52
2.2 Empatía y conciencia
Como se mencionó en el apartado anterior sobre la persona en lo
relacionado a la conciencia, el hombre no puede dudar que experimenta
algo, es decir, existe una realidad que afecta; el problema es el cómo
están constituidas esas realidades en la conciencia del yo. Para
comprender a la empatía es necesario comprender el problema de
constitución de la conciencia, de los objetos del mundo real, y de la
empatía misma143
.
El sentir algo, refleja la existencia de otra realidad ajena al sujeto
cognoscente, que en el caso de la empatía, se traduce en un sentir no
originario (que se explicará más adelante), pues siente lo que de manera
originaria siente otro. La sensación es interpretada por la conciencia, que
aunque se ejecuta en el sujeto, no halla en él su fundamento, ni tampoco
tiene el control sobre ella, no hay intencionalidad (como tampoco la hay
en la aprehensión –dice Stein-); simplemente el sujeto padece las
sensaciones y se está implicado de manera un tanto pasiva144
. Este es el
problema de constitución que caracteriza a la empatía. Así pues, Husserl
argumentaba la inexistencia del otro en la realidad, reduciéndolo a una
representación de la conciencia del yo; no obstante la empatía viene a
solucionar este conflicto con la constitución del otro ajeno, es decir, con
la intersubjetividad.
«La empatía resulta ser el conocimiento inmediato de la vivencia del
yo ajeno, del otro, del alter ego del cual yo poseo una experiencia [...]
más que ser un sentimiento [...] resulta ser un fenómeno cognoscitivo»145
.
143
Cfr. R. MONTES PÉREZ, «El problema de la empatía en Edith Stein», 2 144
Cfr. R. GUIBU, «La empatía como problema de constitución en la obra filosófica de Edith Stein», 49 145
R. MONTES PÉREZ, «El problema de la empatía en Edith Stein», 5
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 53
2.3 La empatía en Edith Stein
Tomando como base el texto y los estímulos obtenidos de Ideas de
Hussserl146
, así como por sus conversaciones y su trabajo como asistente,
Edith Stein se aventura a definir la esencia del Einfühlung en su tesis
doctoral147
en 1916, a través del método de la reducción eidética o
fenomenológica. Pero investigar sobre la esencia de la empatía «no se
trataba de describir un fenómeno entre otros, sino de fundamentar
intersubjetivamente la objetividad del mundo real»148
. El problema sobre
la empatía surge a partir de otro problema que tiene que ver con lo
objetivo de la intersubjetividad en la realidad, y del cómo esa realidad
está constituida en la conciencia del yo. Aunque se podría pensar que la
tesis de Stein es una especie de continuación del trabajo de Husserl, por
el aparente hecho de intentar llenar una laguna de su maestro, es una
obra original en sí, que aborda temas que discrepan de los husserlianos,
especialmente en lo que refiere al problema de la constitución, que
permitió constituir un camino propio para la comprensión de la
empatía149
.
El problema de Husserl con el einfühlung en confrontación con el de
Stein, está en el saber si el otro es un análogo del yo (el alter ego de la
146
Cabe mencionar que «lo que Husserl entendía por Einfühlun –sacado de sus aclaraciones verbales-
y lo que designaba con éste termino Lipps no tenian nada que ver [...] Husserl nunca aceptó la teoría
de Lipps, y usó el término Einfühlun, aunque convencido de que no era el correcto». Nota al pie (4) en
R. GUIBU, «La empatía como problema de constitución», 44 147
El título de su tesis doctoral (1916) era Das Einfühlungsproblem in seiner historischen
Entwicklung und in phänomenologischer Betrachtung (El problema de la empatía en su desarrollo
histórico y en su consideración fenomenológica); pero en 1917 tras su publicación fue cambiado a
Zum Problema der Einfühlung (Sobre el problema de la empatía). El manuscrito original publicado no
corresponde a lo que Stein presentó como tesis. Ésta constaba de 6 partes, de las que sólo se conservan
la segunda, tercera y cuarta parte (lo que actualmente conocemos). La primera parte trataba más la
historia del concepto, desde Herder hasta la actualidad. La sexta parte es incluso desconocida, sólo se
sabe –por su autobiografía- que trataban sobre la empatía desde el punto de vista social, ético y
estético. 148
F. HAYA SEGOVIA, «La estructura de la persona humana según Edith Stein», 193 149
Cfr. R. GUIBU, «La empatía como problema de constitución», 47
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 54
quinta meditación cartesiana) en el que se da una experiencia mimética o
fusional de manera física (que es el einfühlung de Husserl) porque existe
una identificación; o bien si ese alter ego es verdaderamente un
individuo, extraño y ajeno.
Existe un presupuesto del que parte toda la investigación: «nos están
dados sujetos ajenos y sus vivencias»150
, y aunque se pudiera dudar de la
existencia del otro, de lo que no se puede ni titubear es de la experiencia
del yo; el yo que vivencia es indubitable151
. Ahora bien, este otro se
presenta al yo como un alter ego, distinguiéndose de tal carácter porque
se presenta como un «cuerpo vivo sentiente al que pertenece un yo», dice
Stein. Este vivenciar ajeno que es aprehendido se denomina empatía.
Comúnmente se reduce la empatía a semblantes y gestos, pero en
realidad ésta no tiene el carácter de percepción externa. ¿Qué quiere
decir esto? El acto de empatía incluye ser originario152
como vivencia
presente, pero no originario según su contenido, es decir, el yo puede
sentir lo mismo que el otro, pero no de manera originaria, pues no es él
el sujeto de la experiencia original. La empatía de suyo no es una
experiencia originaria para el sujeto empatizante, porque no es propia de
él, sino que le pertenece al otro.
150
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 19 151
Similar a la idea cartesiana del cogito ergo sum, “pienso, por lo tanto existo”, se puede decir que si
se experimenta o vivencia algo, se puede concluir en consecuencia que se existe, y eso es indubitable,
esa es la experiencia propia, no se puede dudar que se siente. Aunque no se pueda describir, o el juicio
sea errado, es indubitable que se siente algo, por lo cual se existe. La existencia en general sólo se
muestra, no se demuestra. 152
El tema de la originariedad y no-originariedad es importante. Un acto originario es toda
experiencia del yo, «la originariedad, dice Edith Stein, son todas las vivencias propias presentes [...]
Pero no todas las vivencias están dándose originariamente» E. STEIN, Sobre el problema de la empatía,
23; los actos no-originarios, son aquellas experiencias (erleben) que no se dan como objeto presente
(gegenwärting), sino más bien, presentificados (vergegenwärting). La presentificación habla del
conjunto de experiencias almacenadas en el flujo temporal de la conciencia, y actualizado en un acto
determinado de conciencia. Cfr. R. MONTES PÉREZ, «El problema de la empatía en Edith Stein», 6; R.
GUIBU, «La empatía como problema de constitución», 51
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 55
Así pues, la empatía se define como «la experiencia de la conciencia
ajena [...] la experiencia que un yo en general tiene de otro yo en
general»153
, por lo que someter la empatía a meras percepciones externas,
es limitarla en su contenido; por el contrario, la empatía es un acto que se
desarrolla en los tres campos o formas diferentes del ser real: cuerpo-
alma-espíritu. Por ello Edith Stein afirma que «en cada acto de empatía
en sentido literal, esto es, con cada aprehensión de un acto sentimental,
ya hemos penetrado en el reino del espíritu»154
. En consecuencia, se
puede concluir que la empatía sólo puede ser experimentada por sujetos
o individuos psicofísicos (es decir, cuerpos vivos con alma o psique de
características humanas, como las ya señaladas en el apartado anterior) y
personas espirituales (con apertura hacia el otro, libertad, y una
conciencia que le funcione como correlato del mundo del exterior). Por
lo tanto un animal o una planta que no tienen tal apertura ni vida
espiritual, no pueden experimentar el acto de la empatía, que es
propiamente un acto espiritual (o bien, de conciencia).
Edith Stein aporta un ejemplo de que la empatía va mas allá de lo que
visiblemente es percibido. Dice Stein:
en efecto, no sólo sé lo que se expresa en semblantes y gestos, sino lo que
se oculta detrás. Acaso veo que alguien me pone un semblante triste, pero
en realidad no está afligido. Más aún, puedo oír que alguien hace una
observación inoportuna y ver que se ruboriza por ello; entonces no sólo
entiendo la observación y veo la vergüenza en el rubor, sino que conozco
que él reconoce su observación como inoportuna y que se avergüenza
porque la ha hecho155
.
Como bien lo explica Stein, si la empatía fuera puramente externa, se
podría prescindir de la conciencia, y simplemente con ver lo evidente se
153
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 27 154
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 110 155
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 21
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 56
podría concluir un veredicto final: el otro está triste. Pero como
precisamente la empatía es la experiencia de la conciencia ajena, es
necesario ir más allá. He aquí por fin la primera necesidad de la apertura
hacia el otro, de la que se hablaba en la sección anterior. Se ha de
reconocer que (y según el ejemplo de Stein), ese ir mas allá implica el
notar que no es sólo aflicción, y que el ruborizado implica la
autoconciencia del otro que se ha percatado de su inoportuno comentario.
Pues bien, he ahí una vivencia aprehendida: conozco que él reconoce, y
ese reconocer del otro no es algo exterior, no es algo tangible que se
pueda describir como se describe una cosa, sino que es más interno, pero
ahí está, y se puede percibir.
Ahora bien, en la investigación que Stein realizó, interesaba a ella lo
que es ese notar mismo, no el camino por el que se llega a él. Para ello
da otro ejemplo y lo explica:
un amigo viene hacia mí y me cuenta que ha perdido a su hermano, y yo
noto su dolor. ¿Qué es ese notar? [...] Quizá está en su cara pálida y
asustada [...] yo no tengo ninguna percepción externa del dolor [...] el dolor
no es una cosa y no me está dado de esta manera, ni siquiera cuando lo noto
“en” el semblante doloroso que percibo externamente y con el que está
dado “a una”156
.
Así pues, se comprende que se trata de una cuestión que va más allá
de lo externo, sino directo a la conciencia. «La empatía, según Edith
Stein, es el conocimiento inmediato de la vivencia del otro, más que [...]
la sintonía con el sentimiento de otra persona»157
, es decir, no
necesariamente tiene que afectar emocional o afectivamente al
empatizante; sino que para Stein se trata más bien el identificar el
sentimiento del otro, para sentir-con el otro.
156
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 22 157
. HAYA SEGOVIA, Sobre el problema de la empatía, 204
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 57
2.3.1 Otras concepciones de empatía y actos similares
Husserl interpreta la empatía como «una vivencia particular capaz de
trazar el camino hacia una fenomenología de la intersubjetividad»158
, en
la que busca saber cómo la intencionalidad configura en el yo el sentido
del alter ego, como una experiencia del otro. Ahora bien, otro problema
está en el ahí-para-mí del otro, donde se pretende analizar la experiencia
del extraño, (a esa experiencia se le llama einfühlung). Pero la vicisitud
del problema en Husserl radica en que el otro es una modificación del yo
cognoscente, como una representación, o bien un reflejo del yo, esto es,
“el otro remite a mí yo”. A esto se le llama solipsismo, y la empatía
viene a ser la solución, que es, en cierta forma, una especie de
identificación con otro, en la que se esperaría que el otro actuara como
yo, es decir, una reproducción mimética; lo cual es imposible.
El psicólogo Theodor Lipps describe la empatía como una
«participación interior»159
en las vivencias ajenas. Queriendo decir con
ello que la experiencia que el yo tiene de la vivencia ajena tiende a ser
completa. Edith Stein niega que exista la completa coincidencia entre el
yo que empatiza y el otro, de tal modo que sean uno, en la que no haya
diferencia entre el yo propio y el ajeno; Edith Stein asegura que Lipps
confunde el paso del vivenciar no originario al originario. Para Stein, la
participación interior efectivamente viene a ser un grado superior de
empatía, no obstante, no se ha convertido la vivencia empatizada en una
158
F. INFANTE DEL ROSAL, «Ficción en la idea de empatía de Edith Stein», 141 159
Cfr. E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 28-30; Cfr. A. AZANZA ELÍO, «Fenomenología de
la empatía en Edith Stein», 1
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 58
originaria. Así pues «empatía no es sentir-a una [einsfühlung], si esto se
toma en sentido estricto»160
.
Esto sucede no sólo con la empatía, sino también con otros actos de
conciencia pura. Por ejemplo, por más alegría que un yo pudiera
experimentar en base a la experiencia de otro, o bien, que se recuerde
algún momento embarazoso del yo, que haga nuevamente brotar el
sentimiento de malestar en ese yo, en ninguno de los dos casos la
vivencia es la originaria, no se puede vivenciar por completo; y de igual
manera, el presente es independiente del pasado, y pudiera suceder
incluso que, ahora recordando ese malestar (el del ejemplo), el yo se
divierta ahora por tal situación, en vez de avergonzarse nuevamente.
Pues bien, para ellos, argumenta Stein que la alegría o malestar
recordados han desaparecido.
En el caso preciso del yo que se alegra por el otro, existe una
diferencia enorme entre 1) “alegrarme con lo que él se alegra”, y 2)
“alegrarme porque él se alegra”. Es decir, en el primero el yo se alegra
porque aprehende empáticamente su alegría y se transfiere dentro de ella
comprendiendo al otro teniendo ahora una alegría originaria propia (esto
es empatía) En el segundo caso el yo se alegra porque el otro está alegre,
es decir, el yo se alegra de su alegría. A este sentimiento Groethuysen161
lo designa como «compasión» ‘das mitgefühl’, es decir, la atención no se
dirige hacia el correlato: el yo no se alegra de la alegría del otro, sino de
aquello de lo cual él se alegra, es un sentimiento que se refiere al
160
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 33 161
(1880-1946) Filósofo alemán de corte diltheyano que luchó contra el nazismo, y fue solidario con
los judíos perseguidos, conocido por su idea del «comprenderse a sí mismo desde el punto de vista de
la vida». J. FERRATER, «Antropología» en Diccionario de filosofía, I, 113; Cfr. Y. BELAVAL
«Groethuysen Bernard» en Encyclopædia Britannica (en línea).
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 59
sentimiento del otro. Para Edith Stein la empatía no se dirige hacia
sentimientos ajenos, sino a su correlato162
.
Paralelo a esto, se encuentra el «consentir» o congratulación, que es el
comprender los sentimientos del otro, también muy distinto del concepto
de empatía de Stein. El consentir viene «si junto a la alegría originaria
[...] persiste la empatía –es decir, el aprehender la alegría del otro– y
además es consciente el resultado como satisfactorio en cuanto tal para
él»163
. Se trata más bien de una comprensión del empatizar, y no empatía
en sí. La empatía según Edith Stein versa sobre una vivencia no
originaria, y el consentir es originario; y aunque ambas puedan gozar del
mismo contenido, se dan de distinta manera.
Adam Simth, por su parte, entiende a la empatía como un saber sobre
el vivenciar ajeno, «cuando suplantamos el yo del otro, nos ponemos en
su lugar y llegamos a la vivencia correspondiente a esa situación [...] un
ejercicio para cuando la empatía falle»164
. Por lo tanto, esto no es
empatía, sino que es como un sentimiento sustituto, o bien, un
sentimiento tan parecido al ajeno que pudiera reemplazarlo. Edith Stein
llama a esto vivencia correspondiente porque se le asigna y se le pone en
el yo ajeno, y argumenta que no es precisamente algo experiencial, sino
una suposición, ya que la empatía no es la experiencia supuesta de la
conciencia ajena.
En una línea similar se encuentra la simpatía de Scheler165
, que trata
sobre el fenómeno de que varias personas distintas entre sí puedan tener
162
Cfr. Nota al pie (7), E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 30 163
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 30-31 164
A. AZANZA ELÍO, «Fenomenología de la empatía en Edith Stein», 8; Cfr. E. STEIN, Sobre el
problema de la empatía, 30 165
No obstante de las discrepancias con este filósofo, Edith Stein lo considera importante en lo
referente al tema de la conciencia ajena. Más vale pensar en la existencia del otro como un alguien
que existe (postura de Scheler), a que ese otro sea una representación de mí, y que en realidad sólo sea
yo (postura de Husserl). Ya se veía en el capítulo I, sección 1.1.1, “más vale algo que nada”. Desde su
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 60
estrictamente el mismo sentimiento. Cuando un conjunto de personas
experimentan el mismo sentimiento, como puede ser el júbilo provocado
por un gol en un partido de fútbol, no es eso empatía en sí, sino que
empáticamente se aprehende el sentimiento de los demás y el yo se da
cuenta que es el mismo, tanto que se pierde el carácter de no
originariedad necesario de la empatía, simplemente coincide el júbilo de
los demás emocionados por el gol. Definitivamente el yo siente el júbilo,
e inclusive ahora somos un nosotros los que experimentamos. Dice Stein
sobre esto, que Scheler «no tiene en cuenta que el acto unitario no tiene
como sujeto a la pluralidad de los individuos, sino a la unidad más
elevada que se constituye a partir de ellos»166
, esto es, no el yo ni el tú,
sino el nosotros, un sujeto de grado superior. David Hume, menciona
algo muy parecido, cuando habla de la inclinación a simpatizar con los
otros y la uniformidad en la manera de pensar de ciertos individuos167
.
Tampoco hay que confundir la empatía con la imitación. Según Lipps,
ésta trata sobre sentimientos que son contagiados, como por ejemplo,
puede un yo contagiarse de tristeza, por ver al otro triste, o bien, un niño
que llora al ver llorar a otro. Aquí no hay vivenciar ajeno, sólo el
despertar de un impulso de imitar. La imitación, dice Stein en sintonía
con Scheler, imposibilita la comprensión, y no hay aprehensión, solo la
reproducción, y la privación del vivenciar ajeno, cosa necesaria para la
empatía 168
. Scheler llama a esto contagio de sentimiento, y Spinoza
punto de vista, Scheler «no conoce ningún yo puro, y por “yo” siempre entiende “individuo anímico”»
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 46. La percepción interna de Scheler -que no es
autopercepción- refiere a la apercepción de “uno mismo” en el sentido del individuo, que puede no ser
actual. Edith Stein prefiere llamar a esto «intuición interna», que tiene más bien un carácter de
presentificación; así pues, se podría abarcar en él el recuerdo, la espera y la fantasía. 166
Nota al pie (10), E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 34 167
Cfr. D. HUME, Tratado de la naturaleza humana, 207 168
Cfr. E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 39
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 61
emulación, es decir, la pretensión de generar en uno mismo lo que se
imagina que el otro siente169
.
Sobre esta misma línea, está la asociación que implica precisamente el
relacionar la conducta del otro, con una interpretación propia. Edith
Stein lo ilustra con un ejemplo: «yo veo a alguien dar patadas con el pie,
se me ocurre que yo daba patadas con el pie una vez, al mismo tiempo se
me representa la rabia que entonces me imbuía y me digo: así de rabioso
está el otro ahora»170
. La rabio del otro no se le está dando al yo, sino
que lo asocia a la rabia propia. Esto tampoco es empatía, pues ésta no
tiene representantes.
Muy similar a lo anterior es la inferencia de Stuart Mill, en la que la
expresión de un otro «recuerde a una propia y que yo le atribuya en el
otro el mismo significado que acostumbraba tener en mí»171
. Puede
también describirse como si la expresión corporal fuera de lo anímico, lo
que equivaldría sólo a un conocimiento mas o menos potencial de lo que
el otro vivencia. A Stuart Mill sólo interesaba decir cómo es posible un
saber de la conciencia ajena.
2.3.2 Empatía y actos de la conciencia pura
La empatía es «un acto que es originario como vivencia presente, pero
no originario según su contenido»172
, es decir, es originario en cuanto
que efectivamente se experimenta la vivencia ajena; no obstante es de
igual modo no originario, porque se trata de un apercibimiento de tal
vivencia ajena. Así pues, la empatía es comparable con ciertos actos de
169
Cfr. E. IGLESIAS, La trascendencia de la empatía en la investigación cualitativa, 75 170
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 41 171
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 44 172
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 26
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 62
la conciencia pura que tienen relación con la experimentación no
originaria en sí, llámense: la fantasía, el recuerdo y la espera.
«El recuerdo, la espera, la fantasía, tienen su objeto no como
propiamente presente ante sí, sino que sólo lo presentifican»173
, por ello,
dice Stein, que existe una cierta analogía de la empatía con estos actos en
los que el vivenciar tampoco está dado originariamente. Por ejemplo,
recordar una alegría es originario en cuanto acto de la presentificación –
dice Stein-, pero su contenido es no originario, es decir una vez hubo
alegría, en el pasado, por lo que la no originariedad actual, remite a la
originariedad de entonces. Para ello sólo requiere que el yo recuerde o
presentifique los momentos pasados (recordar es algo originario en
cuanto al yo174
). En la fantasía el yo que fantasea es originario, y el yo
que experimenta la fantasía es no originario.
En síntesis, la empatía es mucho más que el recuerdo de las vivencias,
y que el ver, la empatía no es originaria en el yo, sino en otro. Y aunque
es semejante al recuerdo, la espera y la fantasía, no puede ni debe la
empatía ser entendida como un acto originario, dice Stein.
173
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 23 174
«La ipseidad de la persona no está vinculada a ninguna posición en el espacio ni a ningún momento
temporal, sino que es atópica y trasciende el tiempo... los actos que conducen el yo no son temporales
por su origen, sino por su apropiación pasiva en el mismo yo, no agotando de esta suerte en la
conciencia de sí.» U. FERRER, «Temporalidad y esencia de la persona», 3-4
CAPÍTULO III
Empatía y trascendencia
1. Empatía como camino para la intersubjetividad
Para Edith Stein, el dar razón al otro como un alter ego, se hace
siempre a partir del yo que reconoce la alteridad en el cuerpo vivo que se
le presenta como otro yo. Y es «por medio de la empatía, [que] ha
logrado reconocerse a partir del otro que resalta su originalidad»175
.
El carácter trascendental de la empatía, está en el vivir la experiencia
del otro, que implica el acercamiento del yo y la apertura; y más allá de
que el yo se llene de júbilo o de tristeza porque el otro lo está, lo esencial
es que, por la empatía, el yo es capaz de vivir ese júbilo y esa tristeza
como propios, de manera no originaria. Es esta relación la que va más
allá del yo. «La empatía se entiende como aquel vivenciar desde dentro
la vivencia del otro [...], busca la comprensión del otro como otro»176
.
No existe la fusión ni la sustitución de las vivencias o experiencias, es
más bien un “como si...”, y se trata de tener la capacidad de sentir lo que
el otro está sintiendo, es lo que coloquialmente se dice “ponerse en sus
175
R. MONTES PÉREZ, «El problema de la empatía en Edith Stein», 5 176
R. MONTES PÉREZ, «El problema de la empatía en Edith Stein», 7
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 64
zapatos”. La empatía, en relación al fenómeno de la intersubjetividad,
habla del rol que el otro juega en la experiencia del mundo del yo, por lo
que ambos (yo y los otros) constituyen una experiencia más objetiva del
mundo.
Es indudable que la empatía, como comprensión de los otros, es un
camino seguro a la intersubjetividad, a la relación entre espíritus y sus
conciencias. La empatía no puede dejar de hacer lo que le corresponde
porque de suyo es su esencia, es más bien cuestión de la persona saber
qué hacer con el sentimiento que llega a ella. La empatía exige donación,
que no sólo afecta a un sujeto, sino a ambos, pues por la empatía «el yo
se enriquece y se constituye a través de la presentificación de la
cosmovisión del otro»177
.
Curiosamente habiéndose partido del problema del solipsismo, se cae
ahora en la cuenta, de que para Edith Stein el problema de la
intersubjetividad puede traducirse en una cuestión más “personalista”.
No se intenta situar la fenomenóloga dentro del personalismo, junto a
Mounier, Buber, y el también husserliano alemán, Lévinas, pero sí es
más que evidente el hecho de que, pone de manifiesto en sus obras el
valor de la persona, del hombre, pero partiendo del ego monádico.
El problema del solipsismo con el que se inició esta investigación
viene ahora a develar su verdadero rostro, oculto tras la metafísica y el
idealismo trascendental husserliano. El solipsismo es como un “todo
para mí”, «una filosofía que reduce todo ser al para mí [...] mientras que
a propósito del alter ego, éste no puede ser más un ser que no es más que
“para mí” [...] habla para sí mismo y se experimenta a sí mismo como un
177
R. GUIBU, «La empatía como problema de constitución», 54
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 65
“yo”»178
, y la empatía que exige apertura y donación, viene a ser su
contraparte.
Por lo tanto, la empatía manifiesta esa necesidad de ponerse en la
situación del otro, no como Husserl decía, proyectado, y sometiendo al
otro a las exigencias del yo, sino elevándose a una universalidad, que
resalte la particularidad del yo y la del otro179
. La propuesta steiniana de
empatía supone ver al otro como un alter, que no es en-sí ni tampoco
para-sí, sino totalmente abierto a la alteridad.
2. Trascendencia
Hasta ahora, se ha llegado a la conclusión de que la empatía implica
una renuncia al yo, para aproximarse a la vivencia del otro; y es
indirectamente Husserl quien esboza al einfühlung como el modo de
acceso a los demás. También se mencionó en el capítulo anterior que en
el hombre, como un ser distinto del resto de la creación, puede verse un
reflejo de la Trinidad180
, como si guardara un vestigio de la divinidad. Y
es precisamente esta peculiaridad lo que lleva ahora al tema de la
trascendencia.
Para Husserl «la trascendencia es un carácter de ser inmanente, que se
constituye en el interior del ego. Todo sentido concebible, todo ser
concebible, dígase inmanente o trascendente, cae en el ámbito de la
subjetividad trascendental»181
, es decir, como es la substancia al
accidente, así es el ego a la trascendencia, de la misma manera que no
puede existir un accidente sin estar en una substancia, tampoco la
178
ALVES, P., «Empatía y ser-para-otro», 12 179
Cfr. M. C. LÓPEZ SÁENZ, «Intersubjetividad trascendental y mundo social», 45 180
Ver: Capítulo II, sección 2.1.3 Operari sequitur esse; y Cfr. J. ÁNGEL URREA, «La importancia de
la idea del hombre: un proyecto pedagógico desde la reflexión de Edith Stein», 266 181
E. HUSSERL, Las conferencias de París, citado por L. LLAMAS FIGINI, «Husserl: entre la impatía y
el solipsismo», 5
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 66
trascendencia puede existir si no es como algo inmanente en el interior
del ego.
Ahora bien, se considera la trascendencia como opuesta a la
inmanencia, en cuanto que remite a una acción de un sujeto que sale de
sí, hacia lo exterior182
y que se puede hallar situado más allá de la
experiencia sensible. Por lo regular, cuando se habla de trascendencia, se
remite a Dios como el ser trascendente por antonomasia, y Edith Stein es
conciente de ello.
El alma humana no es mortal, puesto que es de carácter espiritual, deja
entonces lo efímero de la materialidad para encaminarse hacia una vida
eterna, es decir, «la participación eterna de su propia vida»183
. Para Stein
la trascendencia tiene que ver directamente con Dios, y con la libre
apertura que se tenga hacia Él; pero no de manera exclusiva. Este tipo de
unión, dice la filósofa en Ser finito y ser eterno, sólo es posible entre
personas espirituales. Por lo tanto, el hombre, como persona y como un
ser espiritual puede trascender, si establece una relación con un otro.
Cada hombre es un yo, dice Edith Stein, y es ese yo lo que puede
trascender, es decir, el hombre «está llamado a ‘trascender al hombre’
porque pertenece a dos esferas de realidades: la material y la espiritual, y
en donde el paso de la una hacia la otra concierne a la persona»184
.
Cuando se dice que está llamado a trascender al hombre, significa que
debe ir más allá de sí, de su corporalidad. La vida del yo es su ser, que se
encuentra en la indigencia y que por sí mismo se encuentra vacío y no es
nada, por lo que debe ser llenado de contenidos experienciales que
182
Cfr. A. MARTÍNEZ–J. CORTEZ, «Trascendencia», en Diccionario Herder de Filosofía, en Cd Room.
183 E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 518
184P. SECRETAN, «Analogía y trascendencia», 91
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 67
obtendrá de dos mundos que se sitúan precisamente más allá de sí
mismo: el mundo exterior, y el interior 185
.
Edith Stein es muy clara cuando menciona que la trascendencia
también tiene que ver con el contenido experiencial y la percepción
interna o la externa, pues «o bien el yo recibe su vida y su contenido de
experiencia de los mundos del mas allá y estos se manifiestan por las
experiencias, por el mundo exterior o del mundo interior, o por los dos a
la vez»186
, es decir, la trascendencia refiere a aspectos que pueden ser o
no perceptibles físicamente, sino que tienen que ver más con el espíritu.
Se puede decir que, es la trascendencia como parte de la visión
beatífica aristotélico-tomista, el fin último al que aspira el hombre, por lo
que «en la concepción cristiana se trata de un objetivo trascendente: el
hombre puede y debe esforzarse por llegar a él [a Dios], pero no le es
dado alcanzarlo con sus solas capacidades naturales»187
.
2.1 Intersubjetividad trascendental
Como se mencionó en el apartado anterior, la trascendencia sólo es
posible entre personas espirituales, esto es, en un intercambio entre
espíritus o sujetos espirituales, por lo que ahora se expondrá la relación
entre la intersubjetividad y la trascendencia.
El término de intersubjetividad trascendental fue acuñado por Husserl,
y aunque su intención no era explicar la relación yo-tú, puede utilizarse
sin reparo para la explicación de las relaciones humanas en la ética. Lo
que Husserl deseaba era explicar el aspecto relativo a la objetividad del
mundo y la esencia de toda comunidad humana real o posible, desde el
185
Cfr. E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 360-361 186
E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 71 187
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 11
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 68
aspecto fenomenológico, además de «comprender cómo existe el otro
para él mismo y para el yo [...] y el sentido fenomenológico de los alter
egos»188
.
Para el padre de la fenomenología, la intersubjetividad es la
constitución de una pluralidad de conciencias, y el interés en el otro
surge de la necesidad de demostrar la objetividad del mundo y su
cooperación en la constitución de éste. Así, Husserl amplía la
subjetividad constituyendo un alter ego que es percibido y no solamente
deducido; por lo que salta inmediatamente a la conciencia que el análogo
del ego, que cabe destacar ‘está vivo’ (leib, leibhaftig, leibkörper)189
, no
es un algo sino un alguien, que también es trascendente. No obstante,
como se mencionó en el capítulo I, Husserl no puede evitar caer en el
solipsismo, pues el otro no se presenta al yo como fenómeno, sino de
forma mediata, y cuya realidad permanece oculta, además de la
dificultad para respetar y acceder a la alteridad del otro, pues éste está
constituido en el interior de la conciencia del yo, de manera analógica190
.
El otro se apresenta al yo, es decir, se le percibe reconociéndole con
referencia a lo que es ya conocido, que en este caso es el mismo yo. De
ahí que surge el einfühlung, es decir, no se deduce que el otro sea un
alter ego sólo por las expresiones corporales, sino por la comprensión de
la nueva realidad que se percibe como algo que le es singularmente
familiar. Así pues «en la percepción de ese cuerpo sobreviene la
conciencia de otro sujeto y ese cuerpo [...], es, ahora, no simple cosa
188
M. C.LÓPEZ SÁENZ, «Intersubjetividad trascendental y mundo social», 42 189
Leib: con vida, es decir, que le compete moverse por sí mismo; leibhaftig: presencia dada en carne
y hueso o mejor dicho encarnada; y leibkörper: cuerpo somático. Cfr. M. C.LÓPEZ SÁENZ,
«Intersubjetividad trascendental y mundo social», 45; ALVES, P., «Empatía y ser-para-otro», 28 190
Cfr. M. C.LÓPEZ SÁENZ, «Intersubjetividad trascendental y mundo social», 39-42
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 69
entre las cosas, sino el lugar donde emerge para mí y se viene a expresar
otra vida de conciencia, es un leibkörper, animado por una psiqué»191
.
Posiblemente Husserl cree en la trascendencia que se da por la
intersubjetividad, pero nunca habló de la intersubjetividad en función del
yo-otro, a pesar de que por el einfühlung se puede llegar al conocimiento
del otro, y que gracias al intercambio de experiencias constitutivas
concordantes se puede componer un mundo objetivo.
Así pues, se cae en la cuenta cierta de que la intersubjetividad y el
intercambio subjetivo son necesarios, pues «un ego humano sólo tiene
sentido en plural, o sea, la posición de una pluralidad de sujetos es una
condición sin la cual no se hace efectiva una experiencia del mundo»192
;
y que, por lo tanto, tal experiencia no es sólo para el yo, sino para
cualquier otro, no como reflejo, ni como cosa, sino como una persona,
un alter.
2.1.1 Trascendencia y alteridad
Como se ha expuesto ya, no es posible hablar de trascendencia en
función del ego, es por ello que el solipsismo no trasciende, sino que se
queda en él, no va más allá. Stein, sobre la trascendencia en referencia a
la alteridad, y desde la metafísica, dice que «se puede considerar al ente
en su compatibilidad con otro ente; tal compatibilidad sólo llega a ser
una determinación trascendental cuando existe un ente al cual pertenece
el poder de ser compatible con otro ente cualquiera»193
. La
compatibilidad habla de un intercambio de experiencias y de una cierta
191
P. ALVES, «Empatía y ser-para-otro», 28 192
P. ALVES, «Empatía y ser-para-otro», 33 193
E. STEIN, Ser finito y ser eterno, 301
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 70
afinidad. Con esto se termina por comprender que la trascendencia
implica la alteridad, el ir mas allá del ego, y hacia un alter.
La trascendencia, como deseo interno de todo hombre (tal vez de
manera inconciente), aguijonea en él, como una pretensión de ir más
allá de sí mismo. No obstante que es una especie de acuerdo tácito entre
el ego y el ser absoluto, de suyo no es siempre de esa manera, o por lo
menos, no se muestra así. El hombre puede vivir engañado intentando
trascender, pero buscándose sólo a sí mismo, y eso no lo lleva a ningún
lado. Apertura y alteridad son condiciones necesarias para la
trascendencia de un sujeto, y el ser sujeto implica necesariamente la
interacción con otros sujetos.
Edith Stein argumenta que, en el encuentro donde se contrastan un yo
con un tú, se muestran ambos como un otro con respecto del otro, en
tanto que el otro se le está dado de manera que se vivencia tal como se
vivencia el yo, y por eso, es el tú un otro yo194
, pues cara a cara
aprehendemos la presencia del otro. Ya lo dice Stein, que es necesario el
contraste con el tú y el él, es decir cuando el otro está dado a manera de
yo. Como por ejemplo «cuando dos hombres se miran, están frente a
frente un yo y otro yo [...] si se trata de un encuentro en el interior, ese
otro yo es un tú»195
; la constitución de dos sujetos que se contrastan hace
factible la transposición aperceptiva a partir de la propia leib, y por ella
es que se concibe al otro como un extraño, distinto del yo, un alter
análogo: «la mismidad, se resalta frente a la alteridad del otro»196
.
Por ello es que no cabe en la alteridad buscar al otro como Husserl lo
proponía, es decir, “un otro como yo”, porque finalmente el yo se estaría
buscando a sí mismo. O bien, habría que verlo desde el punto de vista de
194
Cfr. E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 56 195
E. STEIN, La estructura de la persona humana, 94 196
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 56
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 71
Sartre y Hegel, y buscar un no-yo. En la lógica de Husserl, más que el
otro sea una multiplicación o proyección del yo, es la alteridad la que el
hombre sólo ve por analogía de acuerdo a como él mismo se ve o se
conoce; y de hecho, en las falsas empatías (en este caso el paarung197
) se
interpretan gestos equivocadamente porque se basa a partir del modo en
que el sí mismo se sabe como sujeto psicosomático, o bien, de su
relación original con su propio cuerpo; es decir, aprehende como su
propio yo198
y no como un alter ego, o mejor, un tú. Eso es precisamente
lo que le faltó a Husserl, y que Stein tiende a bien rescatar con la
empatía: el valor del otro, como un extraño, como un verdadero alter
individual y particular, como un tú y no un cualquier otro.
A pesar de que Edith Stein no lo aborda con tanta profundidad,
(aunque sí desciende de lo trascendental a lo interpersonal) es posible
apoyarse en la teoría de relación intersubjetival que Lévinas199
propone:
una subjetividad fuera del ego monádico, es decir, el yo que se proyecta
intencionalmente hacia el exterior, se abre a la alteridad, a razón del
reconocimiento del otro; y propiamente ese reconocimiento del otro se
obtiene de la apresentación que el yo tiene de sí mismo, pues,
por referencia al Mí obtenemos el sentido de ser Nosotros; del mismo
modo, por referencia al Nosotros, percibo claramente que yo soy, que los
otros están fuera como Tús; por referencia al Tú, ligado al Nosotros y al Mí,
se constituye el Ellos [...] Schütz nos dice que la intersubjetividad se origina
en la relación nosotros200
.
197
Emparejamiento. «Es un proceso general que designa ese fenómeno por el cual un contenido
reenvía a otro según una síntesis de analogía». P. ALVES, «Empatía y ser-para-otro», 27-28 198
Cfr. P. ALVES, «Empatía y ser-para-otro», 29 199
(1906-1995) Filósofo fenomenólogo lituano de origen judío, nacionalizado francés durante la
segunda guerra mundial. Estudió a Heidegger, e introdujo las ideas husserlianas a Francia, luego de
analizarlas durante su estancia en Friburgo. Fue víctima de los campos de concentración. Su filosofía
es llamada “del rostro”, centrándose en la comprensión del hombre y su relación con el otro, en miras
a la trascendencia. Cfr. A. MARTÍNEZ–J. CORTEZ, «Levinas, Emmanuel», en Diccionario Herder de
Filosofía, en Cd Room..
200 M. C. LÓPEZ SÁENZ, «Intersubjetividad trascendental y mundo social», 55
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 72
Sin embargo, no se trata solamente de conocer la existencia del otro,
hace falta la interacción con él, que es de cierta forma inevitable. Si
existencia es estar-en-el-mundo, y por consecuencia con los otros, es
menester salir de sí. Eso es precisamente lo que define el término latino
existere, “salir de”. Así pues,
si comprendemos el mundo del otro, si nos ponemos en su situación,
tomamos conciencia de la alteridad, porque no nos limitamos a introyectar
una individualidad en otra, sino que la elevamos a una universalidad
superior, que va más allá de nuestra particularidad y de la del otro201
.
es decir, se trasciende, mas allá del propio yo porque se coloca al yo en
una situación que le lleva a tomar conciencia verdadera de la alteridad u
otreidad; y así se supera la proyección de Husserl, llegando al punto
steiniano: existen los ajenos, «del ‘yo’ y del ‘tú’, se erige el ‘nosotros’
como sujeto de grado superior»202
.
Parece ser entonces que el sujeto, precisamente por ser social y
encontrarse siempre en éste ámbito, es sujeto de trascendencia; y
particularmente -como M. Merlau-Ponty203
lo dice- el otro es también un
yo cognoscente, una realidad indiscutible a los sentidos, a la conciencia.
Así pues, «el verdadero trascendental [...] se teje en la intersección de
mis experiencias y [...] con las del otro. [...] Es más, la verdad es el yo
con los otros en el mundo»204
.
Se puede ir concluyendo entonces que el otro es mucho más que un
ser cercano. Del mismo modo como se concluyó en el capítulo anterior
que el hombre como persona es un ser tan particularmente especial que
201
M. C.LÓPEZ SÁENZ, «Intersubjetividad trascendental y mundo social», 38 202
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 34 203
(1908-1961) Fenomenólogo existencial, seguidor de Husserl, creador de la intersubjetividad social
e histórica. Merleau-Ponty argumenta que a partir de la lebswelt se deduce que el otro es igual al yo, y
que la analogía husserliana no es suficiente para probar que el otro es un alter ego. Cfr A. DE
WAELHENS, «Merleau-Ponty Maurice», en Encyclopædia Britannica (en línea); Cfr. MARTÍNEZ A. –
CORTEZ J., « Merleau-Ponty Maurice», en Diccionario Herder de Filosofía, en Cd Room. 204
M. C.LÓPEZ SÁENZ, «Intersubjetividad trascendental y mundo social», 47
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 73
supera los estratos formales vegetal y animal, y cuyas potencialidades
son más amplias de lo que la definición de Boecio puede decir; así
también ahora se deja entre ver que el otro con respecto del yo tiene un
valor primordial, puede ser como mediador entre el yo y el mi mismo, o
bien como clara presencia que hace conciente al yo de su ser, de su
existir. No es algo meramente casual, ni tangencial al hombre, la
alteridad es necesaria. El otro no está ahí sólo para sí, del mismo modo
que el yo no debe estarlo también para sí; tampoco como simple objeto
de conocimiento, pues su valor es mucho mas amplio y profundo. Sartre
sobre esto puntualiza muy objetivamente que,
la existencia del prójimo es evidente y cierta, cada cual ha de poder,
partiendo de su propia interioridad, encontrar el ser del prójimo como una
trascendencia que condiciona al ser mismo de esa interioridad, [...] puedo,
sin duda trascenderme hacia un Todo, pero no establecerme en ese Todo
para contemplarme y contemplar al prójimo [...] que mi relación con el
prójimo es, ante todo y fundamentalmente, una relación de ser a ser, no de
conocimiento a conocimiento, si ha de poder refutarse el solipsismo. Hemos
visto, en efecto, el fracaso de Husserl, quien, en este plano particular, mide
al ser por el conocimiento, y el de Hegel, que identifica el conocimiento con
el ser205
.
La alteridad invita al hombre a salir de sí para el encuentro con el
extraño. Como se mencionó varias veces ya en esta investigación, la
apertura es necesaria. El ser abierto implica no sólo relacionarse
superficialmente, requiere de una conexión mas profunda, una que lleve
al yo-tu y definitivamente al nosotros. Joseph Ratzinger apunta que
ninguna persona es un ser en sí y ninguna persona es un ser-para-sí206
,
por lo que se entiende que la apertura habla de ser un ser-para-otro. A
pesar de lo complicado del solipsismo, en cuyo centro se encuentra el
205
J. SARTRE, El ser y la nada, 343 206
Cfr. J. RATZINGER, Dios y el mundo, 103-104
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 74
aspecto de soledad que evoca, y la necesidad del hombre de relacionarse
con otros, de ningún modo se invita al hombre a perderse en la masa.
2.2 Trascendencia y empatía
Habiendo desglosado el título de esta investigación (persona, empatía,
trascendencia, alteridad, y la postura de Edith Stein), y explicado
ampliamente el sentido de cada uno conforme al pensamiento steiniano;
ahora finalmente se expondrá la relación de la empatía-trascendencia en
función de la alteridad, a fin de expresar cómo la empatía es una forma
de trascendencia del hombre, a través del otro.
Primero es necesario decir que para trascender es preciso quererlo,
pues «las vivencias intencionales son las que permiten convertir la
experiencia en reflexión, por la intuición que las hace significativas e
inteligibles»207
. La trascendencia, como ya se mencionó, está en la
apertura y en la voluntad. No se puede querer trascender y a la vez no
desearlo; la vida son los actos intencionales, dice Stein.
En este trabajo se hace énfasis en la empatía como un modo de
interacción interpersonal idóneo para la trascendencia; pero es necesaria
esa intencionalidad de parte del sujeto para poder trascender; de lo
contrario, no llevaría a la trascendencia, como tampoco lo hacen los
actos repetitivos practicados sin finalidad ontológica que a falta de
intencionalidad jamás se convierten en virtud.
En el capítulo anterior se veía que la primera necesidad de la apertura
hacia el otro, estaba en el ir más allá de lo que externamente se ve, y se
mostraba con el ejemplo del sujeto que se ruboriza al experimentar la
vergüenza de reconocer que ha hecho un comentario u observación
207
F. GONZÁLEZ , La decisión humana en Edith Stein y los aportes de la fenomenología a la mística, 4
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 75
inoportuna. Así pues, es precisamente la trascendencia es ir más allá; y
por la empatía se puede alcanzar.
El yo se encuentra con un cuerpo vivo sentiente y extraño, al que
clasifica como un alter ego, que se distingue precisamente porque es un
otro que puede o no ser indiferente al yo. Este alter ego entabla relación
con el yo, que puede ver su semblante, sus caras, gestos, posturas. Si el
yo deja de lado la indiferencia, y decide prestar más atención, se alcanza
un nivel más profundo. Así pues, el yo que ha decidido mirar con
atención al otro nota algo fuera de lo externo, como en el caso anterior,
la vergüenza que se revela en el rubor del alter ego. Ahora el yo posee
un conocimiento que va más allá de lo que externa y físicamente se
aprecia en el alter ego: «conoce que él reconoce su observación como
inoportuna y que se avergüenza porque la ha hecho»208
. Eso no se lo ha
revelado el otro de modo verbal, ni siquiera mediante una “apariencia
sensible” dice Stein. Aquí se tiene el primer paso de la empatía: se
aprehende un vivenciar ajeno, se experimenta la conciencia ajena, es
decir la vida anímica del prójimo.
Ahora bien, el yo aprehende empáticamente el sentimiento y en tanto
que se transfiere dentro de él, comprende (en el caso presentado) el
bochorno del acontecimiento vergüenza, que ahora está de manera no-
originaria en el yo, pero originaria en el otro. Aquí ya se experimenta la
trascendencia porque el sujeto, es decir el yo, ha salido de sí mismo para
poner su atención en el otro y experimentarlo, yendo más allá de sí. En
la empatía dice el argumento steiniano, se manifiesta el individuo ajeno,
208
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 21
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 76
es decir, «el sujeto empatiza como originalmente ajeno»209
. Bien dice
Stein, que la empatía es «un tipo sui generis de actos experienciales»210
.
Tal experimentar la conciencia ajena reclama para sí ese “decidir”, el
prestar especial atención al otro. Por ello Stein sostiene que,
encerrado en los límites de mi individualidad no podría salir del mundo tal
como se me aparece [...] pero tan pronto como traspaso aquellos límites con
ayuda de la empatía y llego a una segunda y tercera apariencia del mismo
mundo con independencia de mi percepción, queda acreditada aquella
posibilidad. Así deviene la empatía, como fundamento de la experiencia
intersubjetival, condición de posibilidad de un conocimiento del mundo
externo existente, tal como es expuesto por Husserl211
.
Por ello la alteridad funciona también como conocimiento del mundo
externo existente. Y entonces, ya no es solamente que el yo se enfrente
con otro yo, sino que ambos están en el mundo y se requieren para la
trascendencia.
En este encuentro del yo con el otro se transmiten cantidades enormes
de información, no solamente de manera verbal, sino también de manera
simbólica. Las expresiones faciales no son sólo movimientos musculares,
ni tampoco algunos movimientos propios del hombre (especialmente los
inconscientes) son meros desplazamientos en el espacio, como
mecánicos; son más bien signos que no valen por sí mismos, sino por
que expresan realidades interiores, y que pueden ser interpretados a
partir de una relación yo-tú212
.
La experiencia de la conciencia ajena y la trascendencia comienza
desde el estar-con. El ego que tiene delante de sí un alter ego y no se
abre, se queda mudo y no trasciende. Se trata aquí de que, con apertura
hacia el otro, se llegue a un nosotros que pueda llevar al hombre a una
209
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 52 210
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 27 211
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 82-83 212
Cfr. P. ALVES, «Empatía y ser-para-otro», 28
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 77
experiencia efectiva del mundo, que es propiamente obra de un ego que
ha sido desde siempre “conciencia de una comunidad”213
y por
consecuencia neta, a la trascendencia. Tal experiencia del mundo,
particularmente del otro que es parte de ese mundo, debe ser de manera
digna, es decir, la experiencia que tiene el yo del otro no debe ser bajo
ninguna circunstancia como Sartre expresaba, un yo-objeto que se ve
amenazado por un alter ego.
La empatía indiscutiblemente debe conducir al hombre a la relación
nosotros, «a una relación de reciprocidad intencional, de comprensión
mutua»214
, con un cierto desprendimiento de sí, inclusive casi a modo
levinasiano, es decir, donde el otro interpela al yo pidiéndole su
responsabilidad, y ahí está la trascendencia.
Como se mencionó al inicio del capítulo anterior, para Stein el hombre
está llamado a la libertad y a la perfección; pero se ha constatado ya -y
particularmente en esta sección-, que la perfección se da en relación a la
alteridad. Es evidente pues, que en «la libertad y la creación en un
compromiso de entrega al otro como su sentido de trascendencia»215
el
hombre puede llegar a la plenificación.
El hombre por medio de la empatía trasciende a través del otro,
porque ésta le ayuda a vivir una vida intersubjetival, en la que es
continuamente invitado a salir de sí. Y si bien, en ello el hombre busca
su plenitud, se ha dicho también que «el hombre llega a la verdadera
plenitud no al trazar su meta última en lo terreno, sino cuando sabe mirar
a la realidad que trasciende»216
, y ésta puede ser muy particularmente en
la alteridad del otro, que de cierta manera le interpela.
213
Cfr. P. ALVES, «Empatía y ser-para-otro», 36 214
Cfr. M. C.LÓPEZ SÁENZ, «Intersubjetividad trascendental y mundo social», 53 215
F. GONZÁLEZ , La decisión humana en Edith Stein, 19 216
J. ÁNGEL URREA, «La importancia de la idea del hombre», 267
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 78
2.3 La necesidad actual de la empatía
La empatía lleva al hombre a sentir con el otro; y el problema radical
de ésta, se relaciona con el “saber responder ante el ser humano”, es
decir, ser sensible al hombre, e ir más allá. El hombre actual, que vive en
un mundo individualista, mecánico y hedonista, ha dejado de ser sensible
a las llamadas e invitaciones del otro, llevándose a sí mismo hacia uno
de los problemas de fondo de la sociedad actual: la indiferencia.
Edith Stein quiere considerar la existencia concreta del otro. El otro
no puede ni debe ser indiferente al yo, sobretodo cuando vivencio su
experiencia. Stein se preguntaba en su investigación Sobre el problema
de la empatía ¿qué era eso que notaba?, y llegó a la conclusión de que se
le presentaban vivencias ajenas, las cuales aprehendía. Pues bien, el
empatizar provoca algo en el yo, y es menester conocerlo; de igual modo,
en ese provocar no se está hablando meramente de un sentimiento como
repulsión, alegría, o de la vivencia concreta empatizada por el yo, sino
más bien, de un sentimiento no originario en el yo, pero que interpela, y
que apela a la conciencia.
La empatía, como comprensión de personas espirituales –explica
Stein- invita, en cierta medida, a responsabilizarse del otro, porque es un
alter ego, y el yo siente lo que el ese otro siente. Stein argumenta muy
sensatamente que «si sientes un valor y lo puedes realizar, hazlo»217
.
El hombre necesita relaciones profundas para poder madurar, crecer, y
facilitar el desarrollo humano y espiritual; y una condición necesaria es
la empatía. Esta habilidad para comprender al otro, de ir más allá de los
217
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 131
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 79
límites normales, es valiosa por sí misma218
. Es un convite constante a la
alteridad, a salir al encuentro del prójimo, intentando con ello, ayudar,
responsabilizarse, en resumidas cuentas, a demostrar amor prestando
atención.
Cristianos ejemplares, como Teresa de Lisieux, quien ostenta el título
de doctora de la Iglesia, menciona que externando sus debilidades y
escuchando las de los otros, se provoca un estado de gozo interno, que
conforta al sentirse comprendido219
. Es entonces la experiencia vivida,
compartida y empatizada la que lleva a la trascendencia, no sólo en
sintonía con la visión beatífica, sino humanamente, queda grabado en la
conciencia del empatizado, y permanece, como permanece en un alguien
una buena acción que se le ha hecho. Así, en lenguaje steiniano,
el conocimiento de la personalidad ajena [...] no sólo nos enseña a hacernos
a nosotros mismos objeto, sino que lleva a desarrollo, como empatía con
“naturalezas semejantes”, es decir, con personas de nuestro tipo, lo que
“dormita” en nosotros, y como empatía con estructuras personales formadas
de otra manera nos ilustra sobre lo que nosotros no somos, sobre lo que
somos de más o de menos respecto a los demás220
.
El problema está en el ahí para mí del otro, donde se pretende analizar
la empatía, no por el simple hecho de hacerlo, sino porque es ciertamente
un deber moral. Señala Edith Stein que «quien haya adquirido un grado
de humanidad superior a la gran masa [...] le obliga a trabajar con
otros»221
; y no sólo porque el otro sea persona y tenga dignidad, no sólo
porque puede existir una cierta relación, sino porque es otro como yo222
.
218
Cfr. J. GONZÁLEZ, Psicología de Teresa de Lisieux, 100-103 219
Cfr. T. DE LISIEUX, «Manuscrito C», XI [23v], 306 220
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 134 221
E. STEIN, Der intellekt und die intellektuellen, citado por P. SECRETAN, «Analogía y trascendencia», 104 222
A título personal, tal vez sea muy aventurado decir que no es lícito al hombre ignorar al prójimo,
porque el término licitud puede evocar un significado de índole impositivo o de obligatoriedad; pero sí
creo que moralmente, desde los moores, la expresión idónea sería “no es correcto”. Si bien las
costumbres no son legisladas por el derecho o las normas civiles, si es un acto de conciencia que exige
por sí mismo, a manera levinasiana, la responsabilidad para con el otro.
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 80
Desde el plano social y comunitario, la empatía viene a ser el
fundamento sobre el que se asienta la solidaridad tan necesaria en la
actualidad. La empatía es el firme cimiento de la gran columna cuya
cúspide es la solidaridad, que no es más que apertura, y acceso a un
sujeto de grado superior, es decir: el nosotros, por el que un sujeto,
conociendo la vivencia del otro, se adhiere circunstancialmente a ese
otro y su causa. Es un absurdo decir que el hombre en su estado natural
no es sociable, como argumentaba Tomas Hobbes, al contrario «la vida
social no es para el hombre algo accidental, por eso desarrolla todas sus
cualidades y puede responder a su vocación mediante el trato con los
otros, la reciprocidad de servicios y el diálogo»223
.
Apunta Edith Stein que es extraño como el mismo elemento (la
libertad) puede ser condición de ensimismamiento y de comunión. Y es
aquí en donde interviene el poder, el deber y el querer del que se hablaba
en el capítulo II224
. El yo que siente dentro de sí aquel principio de
solidaridad que le invita a cumplir con su deber; luego depende de él el
que quiera o no hacer caso a la invitación del otro (tal invitación puede
ser conciente o inconciente225
) a ir en pos de él diciendo: yo puedo; y así,
queriendo, se manifiesta la necesidades del yo de relacionarse con el otro,
acudiendo más allá de la simple alteridad, porque dice Stein que,
es responsable de su salvación, puesto que ésta requiere de su colaboración;
y nadie puede eximirlo de tal responsabilidad. Simultáneamente él es
responsable de la salvación de los demás y, todos ellos, responsables de la
suya; de dicha responsabilidad tampoco puede eximirlos, como tampoco
nadie lo puede exentar de ella [...] cada quien asume por sí solo su
223
PABLO VI, Gaudium et spes, 25 224
Capítulo II: Persona y empatía, sección 2.1.4 El yo puro y el sí mismo. 225
Según Emmanuel Lévinas no parte del sujeto hacia el otro “siempre viene inicialmente hacia mí”,
y de ahí parte el yo puedo, que es a fin de cuentas la respuesta última que desata una violencia
inevitable (o lucha espiritual en lenguaje steiniano), una batalla que “queda entrampada en los
laberintos de una moral subjetiva”; el rostro del otro me habla, “súplica, exige, y me es indigente”,
pidiendo al yo que se haga cargo de él. Cfr. E. LÉVINAS, Totalidad e infinito, 37,98
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 81
responsabilidad, la suya sobre sí mismo, y la suya sobre los demás. Sin
embargo, tal responsabilidad recíproca es altamente formadora de
comunidad226
.
A final de cuentas, se puede inferir que fue la empatía la que llevó a
Stein a la comprensión del otro, y más concretamente de su pueblo judío,
tomando su responsabilidad, mostrándose solidaria. Edith Stein «supo
ver antes que nadie que, sin la noción de empatía era imposible hacer
fenomenología de la persona»227
, y que para concebir el carácter social
natural del hombre, base de una antropología personalista, era necesario
estar intencionalmente abierto al otro, y como resultado: la empatía, y
por su medio la donación, que da un sentido al yo y al otro228
.
226
E. STEIN, Die ontische struktur der person und ihre erkenntnistheoretische problematik, citado por
P. SECRETAN, «Analogía y trascendencia», 121 227
I. RIEGO, «Edith Stein, una lección de empatía», 7 228
Cfr. M. C. LÓPEZ SÁENZ, «Intersubjetividad trascendental y mundo social», 58
CONCLUSIÓN
El papa Francisco ha hecho un llamado urgente a combatir la
indiferencia y el “individualismo enfermizo”, y en su exhortación
apostólica Evangelii Gaudium nos anima a reavivar el compromiso con
el otro, desalienándolo, considerándolo como lo que es: una persona, un
alter ego. La empatía viene a ser entonces como un acto dinámico que
debe empujar y mover al yo hacia la responsabilidad para con el alter
ego, una solución “muy humana” ante el problema de la indiferencia y el
individualismo.
Para ello se habló de la necesidad de conocer al yo, al sí mismo que
opta y decide. Así se reconoce el yo, luego reconoce al otro yo,
entendiendo que es deber ocuparse de él. Pero si el yo no interioriza, no
se conoce, es muy difícil entonces que conozca al ajeno. Al grado de ser
posible afirmar que quien no empatiza, no se conoce a sí mismo.
En mi opinión, que no existe un grado superior a la empatía realizada
por Edith Stein, quien convertida al catolicismo, supo precisamente lo
que es experimentar la vivencia ajena, afrontando el mismo destino del
pueblo judío. Edith Stein es la prueba real de que la empatía lleva a la
trascendencia, y en varios sentidos. Más allá de su elevación a los altares
católicos como Santa Teresa Benedicta de la Cruz y por consiguiente su
visión beatífica a consecuencia del martirio en Auschwitz, es el hecho de
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 83
que en vida supo concretar en obras y acciones puntuales, lo que, casi
como atea, vislumbró en el campo filosófico, traspasando lo
epistemológico y metafísico, asentándose en la experiencia factual y
fenomenológica, lo que la llevó no sólo a la santidad eclesiástica, sino a
la trascendencia en la memoria histórica de la humanidad.
Edith Stein irrumpe -a pesar de su conversión al cristianismo-, en la
cultura judía como verdadera “hija de Israel”, dejando huella como
hebrea digna. Escribe Stein tiempo antes de su aprensión: «¡no hagáis
nada! ¿Por qué debería ser excluida? No es justo que me beneficie de mi
bautismo. Si no puedo compartir el destino de mis hermanos y hermanas,
mi vida, en cierto sentido, queda destruida»229
.
En esta investigación se concluye que el tema de la empatía, no fue
simplemente una elección al azar en Stein, o bien, escogido con un afán
meramente intelectual. Su deseo de “hacer algo verdaderamente
importante en el terreno de la filosofía” se vio iniciado con su tesis
doctoral (e incluso desde antes, en su ayudantía en la Cruz Roja), y
concluido con los verdaderos honores, que van más allá de la summa
cum laude obtenida en la evaluación de su investigación, sino que la
rebasan con el grado y mérito de la gloria de su martirio. ¿Cómo negar
su postura si la llevó a la práctica?, ¿cómo decir que la empatía no
interpela, con semejante ejemplo? Sería un absurdo.
El papa Francisco argumenta que «el evangelio nos invita siempre a
correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia
física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que
contagia en un constante cuerpo a cuerpo»230
. Es en ese riesgo que saca
al yo de su comodidad, y que lo invita a contraer un compromiso con el
229
I. RIEGO, «Edith Stein, una lección de empatía», 6; Juan Pablo II, Homilía de la misa de
canonización de la beata Teresa Benedicta de la Cruz. 230
FRANCISCO, La alegría del evangelio, 88
LA EMPATÍA COMO UNA FORMA DE TRASCENDENCIA DE LA
PERSONA A TRAVÉS DEL OTRO, EN EDITH STEIN 84
otro, donde se suscita la empatía, que incita a ese verdadero encuentro
que reclama por sí, la exclusión de la indiferencia, y en consecuencia, la
solidaridad y por ende la trascendencia.
Verdaderamente la empatía, es una forma de trascendencia de la
persona a través del otro, porque se ha concluido que es un móvil que
lleva a la persona humana, por la vía de la intersubjetividad, más allá de
sí mismo, hacia la alteridad y por corolario hacia lo trascendente. El
vivenciar ajeno es por lo tanto, un acto que por sí mismo hace trascender
al hombre, justamente porque lo saca de sí, permitiéndole dejarse
interpelar por la experiencia del alter ego, de manera que, «ilustra sobre
lo que nosotros somos, sobre lo que somos de más o de menos respecto a
los demás»231
, fungiendo incluso como una forma de conocimiento, que
incluye valores y estratos correlativos de la persona232
.
La empatía es el único medio para percibir la vida espiritual de otro
individuo, porque en cada acto de empatía en sentido literal –argumenta
Stein-, se adentra en el reino del espíritu, que es sin duda, trascendente.
Incluso hay quien afirma que «el sujeto, antes de la Einfühlung, no es
persona. Lo que significa que la persona surge y se manifiesta en la
relación empática con la alteridad»233
, pues el elemento de reciprocidad
que brinda el contacto con un alter ego, le deviene como uno hacia el
otro en el otro desde el otro a través del otro, y nuevamente en uno234
, y
así se trasciende en el otro.
231
E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 134 232
Cfr. E. STEIN, Sobre el problema de la empatía, 133 233
E. BACCARINI, La persona e i suoi volti, citado por, A. BERTOLINI, Empatía y trinidad en Edith Stein, 82 234
Cfr. A. BERTOLINI, Empatía y trinidad en Edith Stein, 89
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