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Edith Negrín Universidad Nacional Autónoma de México LA CIUDAD ROJA DE JOSÉ MANCISIDOR: UNA NOVELA PROLETARIA MEXICANA "Nosotros, los novelistas llamados «de la Revolución», [...] procede- mos de Los de abajo de Mariano Azuela," decía, al hacer un recuento de su obra, José Mancisidor (OC 5: 771). El escritor veracruzano parafra- seaba la afirmación de Dostoyevski: "todos procedemos de La capa de Gogol." A continuación Mancisidor, quien creyó siempre fervientemente que una revolución como la soviética sería el destino más deseable para México, pasaba a explicar sus diferencias con la narrativa de Azuela. José Mancisidor participó en la Revolución Mexicana; se alistó en las filas constitucionalistas de Carranza, en 1914, y desde allí combatió hasta 1920. 1 Considerándose una voz autorizada por su trayectoria, él opinaba que Los de abajo ofrecía "una realidad fragmentada" (OC 5: 772). Decía: "no: la Revolución no había sido sólo hurto, rapiña y anarquía. Fue a veces esto, pero fue asimismo algo más" (773). Hacía falta decir ese "algo más." Y el autor decidió escribir una novela que diera "una imagen más completa" (773) del movimiento revolucionario. Esta novela sería La rosa de los vientos, que no apareció sino hasta 1940. Su primera novela, La asonada, publicada a principios de la década de los treinta, fue también sobre la Revolución mexicana; pero esta obra no satisfizo al escritor, pues pensaba que en ella se había dejado "arrastrar por lo episódico y lo pasajero" (774). Después de La asonada, en 1932, Mancisidor publica La ciudad roja, una de las primeras novelas mexicanas de tendencia proletaria. La obra apareció bajo el sello de "Integrales, ediciones revolucionarias." Esta editorial fue fundada por algunos intelectuales veracruzanos que se habían agrupado, a principios de los treinta, bajo el gobierno socializante de Adalberto Tejeda, en la revista Noviembre, y publicarían más adelante la revista Ruta en su primera etapa (OC 1: 256-259). Las revistas, como la editorial, tenían una filiación izquierdizante. El radicalismo, que ahora luce un poco ingenuo, tanto como el lenguaje en que se expresaba, del autor de La ciudad roja eran compartidos por sus compañeros. Así, en el prólogo a la primera edición, firmado por la editorial, se observa que la novela es "una obra de convicción revolucio-

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Edith NegrínUniversidad Nacional Autónoma de México

LA CIUDAD ROJA DE JOSÉ MANCISIDOR: UNA NOVELAPROLETARIA MEXICANA

"Nosotros, los novelistas llamados «de la Revolución», [...] procede-mos de Los de abajo de Mariano Azuela," decía, al hacer un recuento desu obra, José Mancisidor (OC 5: 771). El escritor veracruzano parafra-seaba la afirmación de Dostoyevski: "todos procedemos de La capa deGogol." A continuación Mancisidor, quien creyó siempre fervientementeque una revolución como la soviética sería el destino más deseable paraMéxico, pasaba a explicar sus diferencias con la narrativa de Azuela.

José Mancisidor participó en la Revolución Mexicana; se alistó en lasfilas constitucionalistas de Carranza, en 1914, y desde allí combatió hasta1920.1 Considerándose una voz autorizada por su trayectoria, él opinabaque Los de abajo ofrecía "una realidad fragmentada" (OC 5: 772). Decía:"no: la Revolución no había sido sólo hurto, rapiña y anarquía. Fue aveces esto, pero fue asimismo algo más" (773).

Hacía falta decir ese "algo más." Y el autor decidió escribir unanovela que diera "una imagen más completa" (773) del movimientorevolucionario. Esta novela sería La rosa de los vientos, que no apareciósino hasta 1940. Su primera novela, La asonada, publicada a principios dela década de los treinta, fue también sobre la Revolución mexicana; peroesta obra no satisfizo al escritor, pues pensaba que en ella se habíadejado "arrastrar por lo episódico y lo pasajero" (774).

Después de La asonada, en 1932, Mancisidor publica La ciudad roja,una de las primeras novelas mexicanas de tendencia proletaria. La obraapareció bajo el sello de "Integrales, ediciones revolucionarias." Estaeditorial fue fundada por algunos intelectuales veracruzanos que sehabían agrupado, a principios de los treinta, bajo el gobierno socializantede Adalberto Tejeda, en la revista Noviembre, y publicarían más adelantela revista Ruta en su primera etapa (OC 1: 256-259).

Las revistas, como la editorial, tenían una filiación izquierdizante. Elradicalismo, que ahora luce un poco ingenuo, tanto como el lenguaje enque se expresaba, del autor de La ciudad roja eran compartidos por suscompañeros. Así, en el prólogo a la primera edición, firmado por laeditorial, se observa que la novela es "una obra de convicción revolucio-

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naria," que:

va a parecer un grito en la noche, cuando es, en realidad, elrumor del paso pesado de las multitudes efervescentes que vanhacia los días ya en prenda y que "Integrales" recoge y entrega ala llamada universal de unir las filas bajo el sol de una solabandera. [...La novela], encendida en su propia alborada, hacearder para México el litoral por donde nos asomamos a un marvagabundo, sonámbulo en la llamada de sus faros que azotan ladistancia. De allá nos va a llegar la palabra de orden queesperamos heridos de impaciencia. José Mancisidor nos lo aseguracon una clara visión del porvenir (Mancisidor OC 2: 147-148).

El prólogo alude asimismo a la portada de la novela, diseñada porLeopoldo Méndez; una carátula "erizada de puños como la obra misma"(147), que anunciaba al lector, desde el primer contacto con el libro, suintención militante.

De los primeros textos de Mancisidor a sus obras de madurez sepercibe un progreso estilístico. Pero su credo estético, que hizo explícitoen diversos escritos y conferencias, sobre todo a partir de la década delos cuarenta, estaba ya más o menos delineado desde sus primerasnovelas: decir el "algo más" que otros omiten, ser "realista," es decir, daruna versión completa y veraz de los episodios relatados, y no preocupar-se mucho por las cuestiones formales.

En consonancia con el compromiso asumido por el escritor frente ala historia y el presente, La ciudad roja (OC 2) alude a un movimientoanarquista-comunista de inquilinos que tuvo lugar en Veracruz, aprincipios de la década de los veinte. Entonces los habitantes deinmuebles se organizaron en un "sindicato de inquilinos," se negaron apagar rentas, llevaron a cabo diversas movilizaciones y padecieron larepresión. En la novela, el tratamiento es tan libre que el referentehistórico apenas se reconoce.

La ciudad roja está relatada en 3a. persona, desde la perspectiva de unnarrador omnisciente; y dividida en quince capítulos, cuyos subtítulospermiten atisbar la secuencia de los acontecimientos: "El lanzamiento,""El mitin," "La sesión," "El manifiesto," "La justicia," "La organización,""La manifestación," "La prensa," "Justicia proletaria," "La prisión," "Laentrevista," "Orientación," "La traición," "La lucha," "La masacre."

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La narración proporciona, a veces, indicadores temporales que dejanver el momento del día en que transcurre la escena; pero carece deseñales acerca de la duración de los acontecimientos que, sin embargo,puede inferirse de unas cuantas semanas. Los hechos están ordenados enforma cronológica lineal, con algunas breves retrospectivas sobre la vidadel protagonista.

Es más complejo el manejo del espacio. Sobre todo la visión de laciudad. La ciudad aparece desde el título de la obra y es una presenciaconstante en la trama. La ubicación urbana no sólo responde al deseo dedar testimonio sobre los sucesos históricos en términos más o menos"veraces," sino a una necesidad argumental. No puede hablarse deproletariado sin industrialización capitalista, y ésta genera las ciudadesmodernas. En el entorno de los personajes de la novela, se documentala industrialización a través de su impronta en las calles; se mencionanlas fábricas y los obreros, y se crea cierta sensación vertiginosa a travésde alusiones a la velocidad de los vehículos y los diversos ruidos. Porejemplo:

Los tranvías iniciaron su correr de resistencia. Frenéticos, sustimbrazos nerviosos ponían su pincelada de vida en el ajetreo dela ciudad [...]. En las fábricas, en los talleres, en la bahía, tendidagraciosamente bajo la fuerza del sol, los silbidos estridentessurgían trémulos [...], la ciudad se hacía febril (OC 2: 175),

Ruidos de máquinas; trepidar de motores como disparos de cañón,silbar de talleres; runrunear de hélices como aves monstruosas; conmo-ción de la vida agitada del puerto vocinglero (285).

La ciudad se opone a un campo idealizado, que aparece sólo en losrecuerdos del protagonista: "La tierra prodigiosa que crujiera al golperoturante de la azada; la nitidez de las aguas, resbalando mansamentecantarínas; el gorjear de las avecillas vocingleras en el nacer rumorosodel nuevo día" (169).

No obstante, la ciudad de esta novela, Veracruz, no se ha separadodel campo, y su situación costera le imprime características particulares:ahí siempre se escuchan el mar (208), los grillos (227) y las ranas (156);se contemplan los zopilotes (178) y las embarcaciones (171). Uno de losaciertos narrativos es la inmersión de la urbe en la atmósfera tropical: "elambiente, enrarecido, sofocante, escalda las pupilas. Un vaho caliente,

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vaporoso, se eleva de la tierra calcinada" (227).En el transcurso de la narración, la ciudad va cobrando vida, de

circunstancia se convierte en sujeto; se dice que ha sido testigo de latraición de la Revolución mexicana a las clases populares (179).Asimismo se afirma que "con su recibimiento hostil [...] arañó en elcorazón" al protagonista (169). En los inicios del movimiento inquilinarioesta ciudad se encontraba "alarmada," "parecía despertar de un viejoletargo" (192); y, al fracaso de la insurrección, empezó a invadirla "unhálito de tristeza [...] como síntoma de muerte" (275).

Hay una identificación de la urbe con el protagonista. Él deseabaredimir a los desposeídos —como se verá--; ella "era toda una ciudad rojaque ardía en un fuego de redención" (195). Además de este deseoredentor, la ciudad enrojece por dos causas. Una, por empatia con laideología del movimiento; entre los "banderines y gallardetes" se vuelve:una interesante ciudad de ensoñación toda teñida de rojo. Rojos losdestellos de sus cúpulas, roja la esbeltez de sus torres elevadas; rojos losreflejos optimistas de sus paseos; rojo el flamear de los lienzos en ladistancia; rojo el brillar del sol que incendiaba el Ocaso; rojo el ambientesaturado de esperanzas (207). Y más adelante, luego de la represióncolectiva:

Las anchas avenidas manchadas de sangre, los banderines rojosy los gallardetes desafiantes regados caprichosamente, daban a lapoblación el aspecto exótico de una roja ciudad cuyo tintesangriento se afirmaba por instantes (291).

El narrador no se distancia afectivamente de la trama: con frecuenciainterviene para dar a conocer sus valoraciones y subrayar sus simpatías.Los tiempos verbales dominantes son los propios de la omnisciencia, elpretérito imperfecto y el pretérito indefinido. Un escaso andamiajenarrativo sostiene continuas descripciones del narrador, como las que sehan citado, y algunos diálogos en los que los personajes dejan oir su voz.

El primer capítulo refiere el desalojo de una casa de vecindad llevadoa cabo por un "representante de la ley" y un grupo de soldados. Lanarración se inicia con la risa del personaje y su discurso, entreveradocon los comentarios adjetivadores del narrador, señalando su posiciónafectiva, ética o ideológica frente a él —recurso reiterado en la novela.Así, el "representante de la ley" tiene una risa "burlona" y "destemplada"

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que enfatiza su animalización al hacer notar los "pelillos como cerdas"de su rostro. Sus frases son "ampulosas" y "fatuas como niña bien" (151).Con el avance de la narración los calificativos irán in crescendo: se hablaráde "sus ojillos mortecinos, inexpresivos, acostumbrados a los grandesdisimulos" (151); de su "parpadeo voluptuoso de satisfecha vanidad"(154); de su risa "bobalicona," "estúpida," "brutal," en la que brillan "laavaricia, la ambición y la maldad" (155).

Desde este capítulo inicial se hace evidente la visión maniqueísta quevertebra la red de personajes. Por un lado, como personaje "negativo,"está el representante de la ley, quien, al enunciar sus elogios a laRevolución mexicana, a la vez que se ocupa de expulsar de la gente desu casa, sugiere que el sistema establecido carece de espacio social paralos miembros de los estratos más empobrecidos. Junto a este personajeestán los policías que llevan a cabo el desalojo, y el "gachupín" queadministra la vivienda, todos unidos por sentimientos de solidaridad,amistad, afecto fraternal, simpatía, entendimiento y fidelidad (153).

En el curso de la trama, a éstos se agregarán otros personajes quetambién se van a caracterizar por ser conservadores del orden socialimperante. Por ejemplo el juez que se pone del lado de los propietarios(199); los militares que intentan convencer al protagonista de quedetenga el movimiento (243); los líderes que optan por un caminoreformista traicionando así a las masas (253); los soldados que disparancontra la multitud (289). Y por supuesto, las abstracciones como "laburguesía," "la prensa burguesa," "la pequeña burguesía, "el SupremoGobierno."

Como un marco para introducir a su héroe positivo, el narradorpresenta a un grupo de obreros caminando por la calle, los cualesmerecen toda su admiración: "hombres trajeados de mezclilla azul [...]Caminan satisfechos, veloces, tarareando alguna canción. Estibadores,lancheros, mecánicos, grueros, jornaleros en general. Artesanos, gente detrabajo" (156).

El portador de las positividades en la novela es un líder obrero, JuanManuel. Este personaje se define no sólo mediante la voz del narrador,sino a través de su propio discurso. Su voz irrumpe en la narración, enun mitin, haciendo una crítica de la Revolución mexicana:

Ante la vergonzosa situación de las masas proletarias —dice— esun deber reagruparse aprestándose para la lucha...Sólo la unión

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—repite— podrá salvar a los oprimidos de México en esta hora demiserables claudicaciones, en la que los hombres de la Revoluciónhan comenzado a sucumbir a los dorados ensayos de laapostasía... (162).

A partir de la aparición de Juan Manuel, el relato se transforma enbuena medida en su historia. Lo vemos seducir a la multitud con supalabra, llamando a la lucha y prometiendo el cambio social; entregadoal trabajo en un muelle, entre grúas, barcos de carga y almacenes; evocarla revolución francesa para vincularla al movimiento inquilinario; serencarcelado, negarse a traicionar el movimiento, y morir en la masacreal final de la narración.

Si las actitudes del narrador, tanto hacia los personajes negativoscomo hacia Juan Manuel, son muy claras, no ocurre lo mismo con suposición frente al pueblo en general. Al comienzo de la novela sepresentan, frente a los mantenedores del sistema, a sus víctimas, losexpulsados de su vivienda. Se trata al principio de un conjuntoindiferenciado, en el que algunos individuos cobrarán pasajero relieve.La simpatía del narrador por loé desalojados, en el primer capítulo, estáimbricada con sentimientos compasivos que se van transformando enfranco desprecio por las multitudes.2 Por ejemplo, Juan Manuel esdescrito como "hermano de miseria" de las masas (177); pero "unhermano mayor" (167). La visión peyorativa de la masa es una constante:se habla de su ingenuidad (194), se le llama "masa-niña" (180), "chusma"(166). "La muchedumbre excitada, grita, aturde, gesticula como unacongregación de posesos" (163). "La masa, adormilada, como enferma desueño, se debatía en su propia miseria como los cerdos en el lodazal"(274). "En sus cerebros zafios, toscos, ignorantes, la luz de la expresióndiáfana y tangible [de Juan Manuel] fue alumbrando. [...] Del conjuntoabigarrado y tranquilo, como ovejas en rebaño, se esparcían hedorespenetrantes" (164). [Juan Manuel] "ahora penetraba bien el estercolero enque las masas chapoteaban sin encontrar el Norte de su liberación" (249).[Juan Manuel] desea "Escalar el Poder [..], empuñarlo poderosamentepara lograr la completa redención de las masas oprimidas" (251).

El desdén por las masas, la desconfianza hacia ellas, la necesidad desu sometimiento a una vanguardia más sabia, constituyen la zona dondese hacen más ostensibles las contradicciones ideológicas del autorimplícito de la narración.

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La novela se cierra, tras la muerte del personaje principal, conforzados signos de esperanza: "Por las alturas llegaba, con los vientoscambiantes de la noche, la canción optimista de los dispersos" (291), LaInternacional. Y un mensaje de Juan Manuel permanece en una pancarta:"Somos solamente sembradores en los campos fecundos del futuro" (292).

En términos estrictamente literarios, La ciudad roja es una novelafallida, sobre todo por su descuido formal. Además de un trazo muysuperficial de personajes y situaciones, el lenguaje prolifera en calificati-vos, comparaciones y metáforas poco afortunadas —"la humilde mujerdel pueblo [...] veía despeñarse sobre su frágil cabeza la espada flamígeray rutilante de la ley" (199); los gallos de pelea "embrazados como tiernosparvulillos" (234); "grandes camiones pletóricos de soldados zumbabanamenazantes como inquietos abejorros" (212); "se escuchó el aletear dela traición" (256).

Desde el punto de vista de la historia extratextual, si bien esta obrano es una fuente de documentación acerca del movimiento inquilinariotematizado,3 sí recoge cierta tradición de sacrificio de la izquierdamexicana.4 Aunque la trama se refiere a acontecimientos acaecidosalrededor de una década antes de la publicación del libro (1932), sutiempo de escritura coincide con la etapa de ilegalidad de PartidoComunista Mexicano (1929-1934), en el que los comunistas fueron objetode diversas formas de represión y respondieron a ellas con heroicidad.

La ciudad roja auna la tradición testimonial y crítica de la novela dela Revolución mexicana, a ciertos lineamientos estéticos que empezabana ser dominantes en la Unión Soviética a finales de la década de losveinte, y que culminarían, en 1934, con la adopción del realismosocialista como tendencia oficial.5 El realismo socialista, que presta másatención al propósito y a la ideología del autor que al trabajo escritural,es el marco de la obra de Mancisidor.

Esta novela pionera tiene las características, al menos en germen, dela literatura comprometida que durante el cardenismo sería propugnadapor la revista Ruta —en su segunda etapa (1938-1939)--, dirigida porMancisidor. Ruta agrupó a escritores como Ermilo Abreu Gómez y JoséRevueltas. La ciudad roja es una muestra representativa de la literaturaveracruzana de izquierda de los treinta, aún por estudiar.

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Notas1 José Mancisidor había sido alumno de la Escuela Militar de Maestranza en

1911; participó en la defensa de Veracruz durante la invasión norteamericanaen 1914 —actuación por la cual fue condecorado años después. Cuando elpuerto cayó bajo el mando norteamericano, escapó y se alistó en las filasconstitucionalistas de Carranza, donde permaneció hasta 1920 (Berrios 1978:23).

2 Sergio González Rodríguez afirma que "Los años treinta renovaron en lasociedad la consecuencia de un proceso decisivo iniciado durante la luchaarmada de 1920 y 1921: el de la multitud" (14).

3 El movimiento histórico que inspiró la novela tuvo una riqueza deacontecimientos y matices que ésta no recoge (García Mundo 1976).

4 Carlos Monsiváis ha dicho que en La ciudad roja y otras novelas proletarias"impera una tesis: sólo la sangre de los mártires abonará la revoluciónsocialista ya que el precio de la conciencia es el mayor dolor (el destino delos líderes espontáneos es perecer en el último capítulo)" (1976: 386). A suvez Christopher Domínguez Michael opina que La ciudad roja es la novelamás significativa de las proletarias, —que, por otra parte, le parecen mendacesy lamentables— y que su importancia reside "en descubrir, leyendo entrelíneas, esa mística del sacrificio, de la redención y del trabajo, que en pasajesde involuntaria sonoridad bíblica, prepararían la aparición, desde la novelaproletaria, de una obra como la de José Revueltas" (1989: 60).

5 El estudioso Marc Slonim transcribe la decisión de la Unión de EscritoresSoviéticos, en 1934, de adoptar el realismo socialista: "El realismo socialista,método básico de la literatura y la crítica literaria soviéticas, exige del artistauna representación veraz, históricamente concreta de la realidad en sudesarrollo revolucionario. Además, la verdad y la integridad histórica de larepresentación artística deben combinarse con la tarea de transformarideológicamente y educar al hombre que trabaja dentro del espíritu delsocialismo" (198).

Bibliografía

Berrios, Alfonso. "Vida y obras de José Mancisidor." José Mancisidor: ObrasCompletas 1. Xalapa: Gobierno del Estado de Veracruz, 1978. 16-203.

Domínguez Michael, Christopher. Antobgía de la narrativa mexicana del siglo XXI. México: Fondo de Cultura Económica, 1989.

García Mundo, Octavio. El movimiento inquilinario de Veracruz. 1922. México:SEP, 1976.

González Rodríguez, Sergio. "Los áridos treinta." Nexos. (Agosto, 1989): 12-17.Mancisidor, José. "La ciudad roja." José Mancisidor: Obras Completas 2. Xalapa:

Gobierno del Estado de Veracruz, 1980. 147-292.

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"Mi deuda con Azuela." José Mancisidor: Obras Completas 5. Xalapa:Gobierno del Estado de Veracruz, 771-776.

Monsiváis, Carlos. "Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX." Historiageneral de México IV. México: El Colegio de México, 1976. 305-476.

Slonim Marc. Escritores y problemas de la literatura soviética 1916-1967. Madrid:Alianza Editorial, 1974.