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JUEGOS DE AYER Y DE HOY: IMPORTANCIA DEL JUEGO EN LA EDUCACIÓN Es bien conocido que los juguetes infantiles son preponderantes a la hora de analizar el desarrollo de una comunidad. Se sabe que no es lo mismo crecer con juguetes que sin ellos, por más que no sean absolutamente necesarios para la evolución normal infantil. No es extraño que el hombre y el niño hayan cambiado radicalmente sus ideas y hábitos referidos al juego. Jugar es tan necesario como respirar o comer. Es una necesidad psicológica con varias y fuertes consecuencias en nuestra naturaleza física. El juego es una alternativa irreprimible a la tensión del pensamiento y de la vida, que necesitan distendirse, relajarse no sólo con el sueño o con el descanso, sino con algo que estimule y reanime. El juego es un estimulante de la imaginación y de la voluntad; de la primera, por cuanto arbitra medios y soluciones para resolver los lances y, de la segunda, porque la competición suele ser un ingrediente fundamental y la fuerzan la destreza y el coraje. En la palabra juego cabe todo un mundo de variaciones: el juego puede ser solitario y multitudinario, sencillo y complicado, con juguete o sin él, abierto y cerrado, barato y carísimo, silencioso y cantado, etc. No existe en el mundo otra manera de socialización más perfecta que el juego. “El juego es un rasgo singular de la infancia y una actividad que acompaña la experiencia cotidiana de los niños. Además, el juego es un derecho de los niños y una expresión social y cultural que se transmite y se recrea entre generaciones…” Todos hemos jugado de pequeños. Con chapitas, botones, hilos, piedras, a la muñeca o la pelota, a la mancha, y muchos juegos más. Algunos fueron enseñados por

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JUEGOS DE AYER Y DE HOY: IMPORTANCIA DEL JUEGO EN LA EDUCACIÓN

Es bien conocido que los juguetes infantiles son preponderantes a la hora de

analizar el desarrollo de una comunidad. Se sabe que no es lo mismo crecer con

juguetes que sin ellos, por más que no sean absolutamente necesarios para la

evolución normal infantil.

No es extraño que el hombre y el niño hayan cambiado radicalmente sus ideas y

hábitos referidos al juego. Jugar es tan necesario como respirar o comer. Es una

necesidad psicológica con varias y fuertes consecuencias en nuestra naturaleza física.

El juego es una alternativa irreprimible a la tensión del pensamiento y de la vida, que

necesitan distendirse, relajarse no sólo con el sueño o con el descanso, sino con algo

que estimule y reanime. El juego es un estimulante de la imaginación y de la voluntad;

de la primera, por cuanto arbitra medios y soluciones para resolver los lances y, de la

segunda, porque la competición suele ser un ingrediente fundamental y la fuerzan la

destreza y el coraje.

En la palabra juego cabe todo un mundo de variaciones: el juego puede ser solitario

y multitudinario, sencillo y complicado, con juguete o sin él, abierto y cerrado, barato y

carísimo, silencioso y cantado, etc.

No existe en el mundo otra manera de socialización más perfecta que el juego.

“El juego es un rasgo singular de la infancia y una actividad que acompaña la

experiencia cotidiana de los niños. Además, el juego es un derecho de los niños y

una expresión social y cultural que se transmite y se recrea entre generaciones…”

Todos hemos jugado de pequeños. Con chapitas, botones, hilos, piedras, a la muñeca

o la pelota, a la mancha, y muchos juegos más. Algunos fueron enseñados por

nuestros abuelos, nuestros padres… Otros los aprendimos en la calle o en la escuela.

Hemos jugado solos, con hermanos, amigos o con algún grande que estuviera cerca.

Por eso el juego infantil ha estado presente siempre en toda sociedad y cultura en

la historia de la humanidad.

Para los niños/as el juego:

- Proporciona una fuente de placer y satisfacción.

- Da la oportunidad de expresar sentimientos y emociones.

- Estimula la imaginación y la creatividad.

- Favorece la descarga de energías y tensiones.

- Es un elemento de transmisión de valores y pautas de comportamiento social.

- Favorece la comunicación y adquisición del lenguaje.

- Desarrolla habilidades psicomotrices de todo tipo. etc.

La forma de jugar esta cambiando pero muy a pesar de los cambios de nuestro

tiempo, hay juegos que se resisten a morir, juegos que han sido transmitidos de

generación en generación. Juegos como la gallinita ciega, saltar a la cuerda, el

escondite, en los cuales no se necesita más que un grupo de niños/as dispuestos a

pasarlo bien y compartir. Estos son los llamados juegos populares y tradicionales.

JUEGOS POPULARES: Aquella manifestación lúdica, arraigada en una

sociedad, muy difundida en una población, que generalmente se encuentra ligado a

conmemoraciones de carácter folklórico. Juegos como: el bote, cromos, chapas, las

sillas, las cuatro esquinas, ratón que te pilla el gato, las estatuas, el trompo, el

escondite, el yo-yó, a la zapatilla por detrás, el corro de la patata, el patio de mi casa,

el látigo, pies quietos, la goma elástica, etc.

JUEGOS TRADICIONALES: Son aquellos juegos que se transmiten de generación en

generación, pudiéndose considerar específicos o no de un lugar determinado. Juegos

como: la comba, el burro, el pañuelo, Antón Pirulero, a tapar la calle, las chinas, la

gallina ciega, te invito, el cochecito leré, soy la reina de los mares, a la sillita de la

reina, los hoyos, ¿dónde están las llaves?, tirar de la soga, pipirigaña, al pasar la

barca, cara o cruz, el pino, etc.

Los juegos populares-tradicionales poseen gran riqueza pedagógica y estimulan

capacidades y actitudes como: la cooperación, solidaridad, honradez, afán de

superación, curiosidad, respeto, compañerismo…, lo que lo convierte en un recurso

muy útil para suplir la falta de juguetes, puesto que en la mayoría de ellos apenas se

necesita materia y si se utiliza suele ser muy asequible. Estos juegos están basados

en juegos participativos y de grupo, favoreciendo el desarrollo intelectual y social de

los alumnos/as a través del juego, frente al juego basado en el juguete o en las nuevas

tecnologías. Con ellos se:

Aprenden las normas del juego.

Aprenden a jugar sin juguetes.

Comparan las actuales formas de diversión con estos juegos.

Conocen los juegos de sus padres y abuelos.

Aprenden a divertirse. etc.

Los aprendizajes esperados con esta experiencia eran que el niño/a aprendieran a:

- Valorar, reconocer y participar en los juegos y juguetes tradicionales.

- Interesarse por conocer los juegos y juguetes tradicionales.

- Utilizar el lenguaje oral para cantar canciones que acompañan a estos juegos y

contar las historias o anécdotas de estos juegos que han practicado.

- Utilizar los juegos y juguetes tradicionales y populares como una herramienta

para fomentar su aprendizaje y mejorar su calidad de vida.

Estos juegos en apariencia nada complicados nos muestran el ingenio de nuestros

mayores a la hora de buscar momentos de ocio con los recursos mínimos que

disponían en ese momento.

Cada pueblo según su forma de vida ha desarrollado un tipo de juego, un tipo de

recreación específica.

El juego en la infancia es una actividad de suma importancia para el desarrollo

afectivo, social y emocional del niño. Es el juego lo que permite que el niño pueda:

· Conectarse consigo mismo e ir elaborando su mundo interno y sus aspectos

nuevos y desconocidos.

· Conectarse con los demás miembros de su mundo y a través del juego lograr una

manera de “estar” en la sociedad.

· Superar sus “traumas” y trabajar en las cosas que menos entiende de su mundo.

· Sentir una fuente de placer y diversión.

El niño juega desde que nace y lo hace en un estado mental especial, es decir que

está conectado con la realidad pero a la vez con el mundo de la fantasía y de lo

inconsciente, que se manifiesta a través de esta forma de expresión. Cada edad tiene

su juego y es fundamental que todo niño juegue.

Al inicio, los juegos son solitarios y pueden tener mucho de exploratorio y de

sentirse a sí mismo. Posteriormente el pequeño incorpora a otro y después da pase a

los juegos en grupo sin dejar los que son en privado.

Es posible que hoy en día se haya menospreciado la función del juego, lo cual

puede ser muy destructivo para los niños. Esto podemos apreciarlo en la indiferencia

de los adultos al juego del niño, sobreestimación a los estudios teóricos y académicos,

poca participación de las familias en actividades recreativas y deterioro de las

tradiciones culturales.

Hoy en día, en muchos lugares, los niños ya no juegan, lo que hacen es

relacionarse con un juego que no implica ni fantasía, ni vínculo, ni sociabilización, ni

proceso de elaboración. Es decir, participan en “juegos” que no tienen ninguna de las

cualidades necesarias con lo cual se ve afectada la personalidad y el buen crecimiento

del niño.

Ya no se ven casi niños por la calle. Están sobreprotegidos, no pueden dar dos

pasos sin que su mama o su papa los regañe. Recuerdo que en mi época solo

entrábamos a casa a comer y a dormir; además en verano, nos daban las doce de la

noche jugando en el parque, o en la calle.

Nos íbamos toda la tarde a dar vueltas con la bicicleta por ahí, y nunca nos paso

nada; como mucho alguna regañina y un castigo de dos días sin salir a la calle, que

era lo peor que te podía pasar. El castigo, casi siempre era merecido.

Parece claro que el ordenador, televisor, videojuego ha sustituido al juguete

tradicional, extraído y construido por la inventiva, la imaginación y acaso la necesidad.

El marco es también otro, muy distinto. La casa sustituye a la calle, a la plaza. La

forma de jugar de los niños y las niñas de hoy es también otra, más individual, más

privada, consecuentemente, menos colectiva, menos grupal, menos participativa.

La calle está vacía. Ya no hay gritos infantiles, ya no hay discusiones entre las

madres «porque tu hijo le ha pegado al mío» y «porque si le deja la bicicleta, que le

deje el tuyo el patín», y «porque el balón era de todos y ahora pagamos entre todos el

cristal.

Hoy la calle es de los coches, de los aparcamientos, del asfalto de los mayores, de

sus bares y de su prisa. Ya no hay sitio para ellos, hay que recluirlos en casa, en

clases particulares que aumenten su estrés, en los jardines de infancia sin jardín.

Hay menos niños en la calle, sí, y además, los pocos que hay no se ven, y me

atrevería a decir que apenas saben jugar. Necesitan monitores de juegos, necesitan

que les digamos cómo se juega. ¿No les hemos enseñado? Quién sabe... Se hacen

mayores antes, eso parece al menos. Tienen estrés antes, esa es la impresión.

Saben más de algunas cosas que nosotros a su edad. Salen antes por ahí, de marcha.

Se aburrirían si jugaran a lo que jugamos. Les parecería una niñería, una simpleza,

cosas de críos, más de críos de lo que ellos y ellas se consideran a los doce.

El parque, las chapas, las canicas y el bocadillo han sido sustituidos por el centro

comercial, los videojuegos, la televisión y la hamburguesa. Desaparecida la calle como

lugar de encuentro entre niños pequeños y adolescentes, debido, entre otras razones,

a la escasez de zonas seguras para jugar y el miedo de sus padres al tráfico o a que

alguien pueda hacerles daño, las ciudades se han convertido en un lugar poco

adecuado para la diversión de los niños. En la actualidad, el juego libre en espacios

abiertos es poco menos que misión imposible, sobre todo si asociamos esta nueva

realidad a largas jornadas escolares, actividades extraescolares y la invasión de

productos informáticos de ocio.

Muchos niños ya no juegan, sino que "consumen" productos manufacturados de

entretenimiento (televisión, videojuegos, etc.), una solución sencilla con que llenar sus

horas de ocio. Es la globalización del entretenimiento. En la sociedad actual la

tecnología es cada vez más potente y el ocio es, en estos momentos, electrónico. Los

chats y el envío de mensajes cortos por el teléfono móvil están modificando la forma

de relacionarse y a las consultas médicas empiezan a llegar los primeros ciberadictos,

niños y jóvenes que no pueden dejar de jugar a videojuegos o abandonar las salas de

conversación online.

En los nuevos hábitos de ocio de nuestros hijos cada vez se tiende más al

aislamiento, al juego individual y sedentario. La alternativa más común a ese "ocio en

soledad" es el centro comercial. Allí tienen cubiertas todas sus necesidades: boleras,

recreativos, establecimientos de chucherías, comida rápida, cines...

La sociedad ha cambiado. Es evidente. Vamos hacia una sociedad privada,

privativista, individualista e insolidaria, uno de cuyos exponentes más claros es la

forma de jugar, el ocio y la relación entre y de los niños y las niñas de hoy. Ellos y ellas

son la sociedad del futuro. Nosotros fuimos los últimos hijos e hijas de la emigración,

los que recibimos aún algo del mundo rural, de las relaciones personales y grupales.

Están más preparados para la pelea de hoy, la que les empuja a ser más y a competir

con todos.

Mientras antes jugábamos al pilla-pilla o al escondite, ahora juegan a la

videoconsola o frente al ordenador. No hay duda de que las fórmulas de ocio han

cambiado con el paso de los años, y esto no ha hecho más que reducir la práctica de

ejercicio físico de nuestros pequeños.

Los padres españoles están muy concienciados sobre la importancia del ejercicio

físico para la salud. La mayor parte de padres considera que la etapa en la que más

actividad física han realizado sus hijos se corresponde con el periodo de la educación

primaria; y señalar que el principal motivo por el que han reducido la práctica de

ejercicio físico es el acceso a fórmulas de ocio pasivo. La mayoría considera que los

juegos de su infancia eran más saludables que las fórmulas de entretenimiento de los

niños de hoy.

Una hora de ejercicio físico es el tiempo diario necesario de niños y adolescentes

para lograr beneficios para la salud y prevenir y combatir los efectos negativos del

sedentarismo.

La actividad física se reduce según se van cumpliendo años.

La causa que argumentan los padres españoles al preguntarles sobre porqué han

reducido sus hijos el nivel de actividad física son, principalmente, su acceso a fórmulas

de ocio pasivo, el hecho de haber comenzado a salir con los amigos en su tiempo

libre, la escasa oferta de actividades escolares y extraescolares regladas y la dificultad

o imposibilidad de acudir a realizar ejercicio físico fuera del horario escolar y al acabar

los estudios en el colegio y/o instituto.

La práctica regular de actividad física aporta, junto a la prevención de este aumento

del sobrepeso y la obesidad, “beneficios inmediatos como mejoras en el crecimiento y

fortalecimiento de los huesos, en destrezas y habilidades físicas, en las capacidades

cognitivas como la atención, la memoria y la toma de decisiones, y en el stress”. l

El ejercicio físico “ayuda a mantener hábitos saludables y a prevenir otros nocivos”.

Resumen:

Entre tanto juguete electrónico, los juegos de siempre van cayendo en el olvido.

Nuestros padres, abuelos y bisabuelos los conocían demasiado bien. Con ellos se

divertían de lo lindo en el recreo, la calle, en el campo…

La vida infantil no se puede concebir sin juego. El juego es una realidad que

acompaña al hombre desde que existe. Jugar es la principal actividad de la infancia y

responde a la necesidad de los niños/as de mirar, tocar, curiosear, experimentar,

inventar, expresar, comunicar, soñar,…

Cuando los adultos de hoy fuimos niños, bajábamos solos a la calle y allí podíamos

jugar con los amigos a juegos en los que lo importante no era el juguete, lo importante

era el juego. Hoy eso es cada vez más difícil, sobre todo en las ciudades, en cuyas

calles las personas han ido perdiendo su espacio en beneficio de los coches.

La cultura del juego en la calle nos enseñaba a respetar normas, a organizarnos al

margen de la autoridad del adulto, a respetar turnos, aprendíamos a tener amigos y,

en definitiva, a vivir.

Hoy, todos esos juegos siguen siendo tan válidos como entonces, pero los niños no

pueden aprenderlos. Antes los niños más mayores iban enseñando a los pequeños, y

así sucesivamente, pero ahora, al no poder salir solos a la calle, la cadena de

aprendizaje se rompe.

Esto, por sí solo, justifica la necesidad de enseñar juegos populares, tanto por su valor

educativo, como por su valor cultural.

Además, actualmente nos enfrentamos a un fenómeno de creciente importancia

como es el de la inmigración que supone la incorporación de una enorme cantidad de

niños y niñas con un bagaje cultural diferente a nuestra sociedad. El juego popular

puede ser un buen instrumento de integración y conocimiento mutuo que favorezca la

integración de todas las personas que han venido de lejos.

Destacar la sustitución de los juegos populares y tradicionales por las nuevas

tecnologías como ordenador, videoconsolas que propician un juego más individualista,

adicto e incluso “agresivo”.

Bibliografía:

- Garvey, C. ( 1985): El juego infantil. Madrid. Morata.

- Geertz, C. (1989): La interpretación de las culturas. Barcelona. Gedisa.

- Lavega, P. (1996): El juego popular/tradicional y su lógica externa.

Aproximación al conocimiento de su interacción con el entorno. Universidad

de La Laguna, Universidad de las Palmas de Gran Canaria.

- Raabe, I. (1979): El niño y el juego. Planteamientos

teóricos y aplicaciones pedagógicas. UNESCO. Madrid.

- David, M. (1971) Teoría de los Juegos. Madrid, Ed. Alianza.

- Bravo-Villasante, Carmen (1997). Pito, pito, colorito. Folclore infantil. Palma de Mallorca, Editor, – 74 págs. - Chanan, Gabriel y Francis, Hazle (1984). Juegos y juguetes de los niños del

mundo. Barcelona: Ediciones del Serbal y UNESCO, – 128 págs

- Greenaway, Kate (1989). Libro de juegos. Madrid: Libertarias, – 63 págs. - Corredor-Matheos, José (1999). El juguete en España. Madrid: Espasa, – 245 págs. - Prado Pérez, Adolfo (1997). Juegos de ayer… para niños de hoy. Asturias: Grupo Corvera, – 109 págs. - Martín, Inma (1995). Juegos populares. Jugar y crecer juntos. Barcelona: Associació de Mestres Rosa Sensat, – 110 págs - Moreno Celda, Mª Cristina (2000) Juegos de siempre, para que disfrutes como un niño. Madrid: Telefónica, – 68 págs.

http://enlaermita.tripod.com/juegos.htm

http://roble.pntic.mec.es/~fromer2/soto/pasado/juegos.htm