jorge veraza - el desarrollo paradójico del sujeto historico.pdf

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    Polis: Investigacin y Anlisis sociopoltico y PsicosocialUniversidad Autnoma Metropolitana - [email protected]

    ISSN (Versin impresa): 1870-2333ISSN (Versin en lnea): 970-654-770-3MXICO

    2005Jorge Veraza

    EL DESARROLLO PARADJICO DEL SUJETO HISTRICO EN LOS SIGLOS XX YXXI: CLASE Y MULTITUD

    Polis: Investigacin y Anlisis sociopoltico y Psicosocial, segundo semestre, ao/vol.1, nmero 002

    Universidad Autnoma Metropolitana - IztapalapaDistrito Federal, Mxico

    pp. 205-229

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina y el Caribe, Espaa y Portugal

    Universidad Autnoma del Estado de Mxico

    mailto:[email protected]://redalyc.uaemex.mx/mailto:[email protected]
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    El desarrollo paradjico del sujeto

    histrico en los siglosXXyXXI:clase y multitud

    Jorge Veraza*

    L

    Existe en la realidad contempornea un sujeto histrico? El sigloXX

    vio surgir un proceso de desclasamiento de la sociedad, pero luego, conla globalizacin operada en verdad por el ms grande sistema imperia-lista (a despecho de Hardt y Negri) mundial se ha generado un procesodereclasificacin, en el que multitud, masas, nuevos sujetos,pueblo,etctera, se convirtieron en meros aspectos de lahumanidad proletarizada.Confundidos en el referido proceso de desclasamiento, Martn Heide-gger, el estructuralismo y, hoy, los pensadores posmodernistas, denieganal sujeto histrico, pues no observan el proceso de reclasificacin.

    Este artculo expone, primero, el fenmeno real de la emergencia deun sujeto histrico en 2004; despus discute la problemtica tericade denegacin del sujeto de cara al estilo de intervencin de G. W.Bush en su campaa para las elecciones presidenciales en Estados Unidos.Palabras clave:Sujeto histrico, masas, clases, neoimperialismo, glo-balizacin

    Introduccinos pueblos, los desocupados, las minoras, los partidos, la sociedadcivil, quin es el sujeto histrico?1Enrique Dussel apuesta por los

    pueblos de Amrica Latina (Dussel, 1990); Hardt y Negri dicen que lasmultitudes y las contraponen al proletariado (Hardt y Negri, 2002); AtilioBorn desprecia esta idea y recupera a los pueblos y al proletariado, etctera

    * Profesor-investigador de la carrera de Psicologa Social del Departamento de Sociologa dela Universidad Autnoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Correo electrnico: [email protected] 1972 Louis Althusser seala a la historia como proceso sin sujeto y desde 1969 prohibipor ideolgica y metafsica la nocin misma de sujeto. Hoy tal prohibicin evidencia sufundamental irrelevancia.

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    (Born, 2003). Intentemos una respuesta. Para determinar el sujeto hist-

    rico afrontemos, primero, la realidad contempornea tal y como se ofrece

    y, en ella, los diversos movimientos sociales. Algunos autores han sido tes-tigos de los mismos en su momento, y sus opiniones se han fundido con

    el fenmeno histrico. Una vez resuelta la caracterizacin del mismo y

    determinado el sujeto histrico en 2004 (incisos 1 a 6), expondr la pro-

    blemtica terica sobre el sujeto histrico y su denegacin (incisos 7 y 8),

    no slo porque en lo que antecede propuse una hiptesis y una solucin

    con su correspondiente demostracin de esa problemtica, sino para

    que el lector cuente con las cartas para evaluar la pertinencia de la misma

    y tenga con qu intentar otra solucin si le pareciera insuficiente la ofre-cida; y lo que va con todo ello, que tenga herramientas tericas con las

    cuales evaluar los fenmenos nacionales e internacionales en curso.

    1. El imperio imperialista dominadopor el capital industrial

    EUes hoy el imperioque rige al mundo Atilio Born titul con razn sucrtica a Hardt y Negri Imperio e imperialismo(Born, 2003), pues deentre todas las naciones imperialistas fue sta la que al trmino de la Se-

    gunda Guerra Mundial se hizo con las riendas de la hegemona mundialal arrebatrselas a Gran Bretaa, y desarroll esta hegemona hasta lograr

    la cada de la URSSen 1991. Por donde el imperialismo inherente al modo

    de produccin capitalista especfico (o en el que el capital subsume realmen-

    te al proceso de trabajo) (Veraza, 1987) mostr desde entonces la novedadconsistente en quedar articulado a travs de empresas transnacionales e

    instituciones multinacionales comerciales, financieras y diplomticas que

    sacan adelante los intereses de las naciones imperialistas slo en la medida

    en que se pliegan a los de Estados Unidos.

    De tal manera y no slo por el formidable ejrcito militar sin rival de

    esta nacin el resultado histrico es que EUes hoy un imperio imperialista,

    contra la inconsecuencia del libro de Hardt y Negri (2002) en este aspecto

    evidente antes y despus de ellos (Born, 2003). Y para salir al paso deotras inconsistencias, digamos que no estamos hoy ante un esbozo del mer-cado mundial (Marx, 1973 [1858]: 103) como desde mediados del si-

    gloXIXhasta mediados delXX sino ante un mercado mundial capitalista

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    industrial consolidado (Veraza, 1998a) que rige el metabolismo social (Marx,1975 [1867]: cap. 3 El dinero o la circulacin de mercancas) del planeta

    entero.As que el capital industrial es la relacin de produccin dominante dela sociedad burguesa mundializada. Y el correlato de este hecho es lapro-letarizacin de la humanidad(Veraza, 1993a) bajo las ms diversas formasfuncionales de trabajo asalariado. He aqu al sujeto histrico trascendenteactual distribuido en dos grandes segmentos mundiales: el obrero activoy el ejrcito industrial de reserva (Ochoa Chi, 1997).

    2. El proletariado mundial en activo y en reserva

    El capital social mundial se ha disgregado en todas las esferas de afirmacinde la sociedad, desde la base hasta la sobreestructura; as que ha transfor-mado en trabajadores asalariados a sus ejecutantes.

    Karl Marx previ en 1867 incluso desde 1857 esta situacin hoyrealizada (Marx, 1975 [1867]). Vase por ejemplo el captulo XIV

    Plusvalor absoluto y plusvalor relativo del tomo I donde introduce losconceptos de capital total (Gesammtkapital)y obrero total (Gesamm-tarbeiter)para aludir a las diversas formas de capital y las diversas categorasde obreros cada una unificada y representando un polo opuesto en la rela-cin de produccin vertebral de la sociedad burguesa.

    Por lo que el ejrcito industrial en activo es tanto de obreros industrialesanlogos a los del sigloXIXy de otros en nuevas ramas (petrleo, plstico,nuclear, electrnica) (Barreda y Cecea, 1995), as como de trabajadores

    del llamado sector terciario (burocracia estatal, oficinas de todo tipo, co-mercio, finanzas, turismo, informtica, entretenimiento, etctera) y traba-jadores intelectuales en sentido estricto.

    Por su parte, el ejrcito industrial de reserva (Marx, 1975 [1867]: cap.XXIII) se corresponde en cada nacin con las ramas industriales de la mis-ma. Pero el ejrcito industrial de reserva mundial(EIRM) ofrece adems unaspecto ms complejo y sorprendente. Porque a partir de 1981 es el corre-lato del capitalismo salvaje neoliberal que desencaden un proceso de

    acumulacin originaria mundialcomo parte de la acumulacin mundialde capital (Marx, 1975 [1867]: sec. VII, cap. XXIII). De suerte que las anrestantes naciones o etnias precapitalistas en todo el mundo fueron expro-piadas violentamente o vieron erosionados sus vnculos tradicionales y

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    vol.I,nm.2,pp.205-229 sustentables con la tierra y sus medios de vida. La proletarizacin resultante

    de este proceso aliment en parte a la acumulacin de capital nacional,

    pero en mayor medida se convirti en fuerza de trabajo migrante hacialos pases capitalistas centrales encontrando a veces trabajo y otras no o portemporadas. El resto del pueblo que no migr ni se insert en las ramasindustriales, comerciales o financieras del capital nacional vio degrada-das crecientemente sus condiciones de sobrevivencia; y, dicho en plural, elresto de pueblos as acorralados fueron convertidos en su conjunto en ejr-cito industrial de reserva mundial en barbechopara el momento en que el capi-tal mundial tenga la medida como para requerirlos (Veraza, 1996a: 20-25).

    El acoso intensificado de las etnias chiapanecas a mediados del sigloXXlas llev al borde de la extincin al convertirlas en ejrcito industrial dereserva mundial en barbecho;ante la perspectiva de extincin o de segre-gacin ocurri su decisin de organizarse como el Ejrcito Zapatista deLiberacin Nacional (EZLN), hasta llegar al levantamiento del 1ode enerode 1994 y la consiguiente lucha de resistencia hasta la fecha.2

    3. Proletarizacin por acumulacin de capitaly por acumulacin originaria salvajes

    La lucha por los derechos civiles, las luchas estudiantiles, las luchas femi-nistas ygays,desde fines de los cincuenta del sigloXXprimero en EstadosUnidos y luego en el resto del mundo hasta la fecha, son todas desenca-denadas por la proletarizacin creciente de la poblacin en todos los pa-ses; porque este proceso antes de cumplirse definitivamente altera las con-

    diciones de existencia civiles, intelectuales, conductuales, emocionales y labo-rales de la poblacin, as que desencadena diversas formas de descontentoy organizacin de la gente antes de que se experimenten como fuerza detrabajo proletaria. De fondo lo que ocurre es que la acumulacin de capitalrequiere nuevos ncleos poblacionales para explotarlos; as que desde unaparato tcnico renovado cada vez remodela a la comunidad domsticacapitalista (Veraza, 1998b) que no slo a la familia base de la reproduc-cin de la fuerza de trabajo, y desde all altera la relacin entre los sexos y,

    por tanto, las formas emocionales, culturales y de pensamiento cientfi-co social, poltico, etctera; iniciando esta remodelacin los aos sesenta

    2 Subcomandante Marcos, Primera declaracin de la Selva Lacandona, Mxico, 1994[disponible en http:// fzln.org.mx].

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    con la liberacin sexual femenina y la pldora anticonceptiva. Si sos eranlos efectos de la modernidad en la constitucin de la comunidad domstica

    capitalista, tales fenmenos continuarn en la llamada posmodernidad.En un libro reciente expongo el concepto de comunidad domstica capita-lista como clave para comprender la historia del siglo XX(Veraza, 2003).

    De otro lado, la lucha de los pueblos indgenas y campesinos de todo elorbe son luchas motivadas por el desarrollo del proceso de acumulacin ori-ginaria mundial a lo largo del sigloXX. Mismo que se intensific salvaje-mente a partir de los ochenta del siglo XX(Veraza, 1996b). Sobre todo apartir de esta fecha se relacionan con la transformacin de lospueblostra-

    dicionales en ejrcito industrial de reserva mundial en barbecho comoparte de la proletarizacin de la humanidad. De ah que gran parte de lafuerza de trabajo til de esos pueblos debe migrar para ser explotada enlos centros capitalistas. Las diversas modalidades de migracin (Pea, 1995)articulan a individuos de otros pases y costumbres con la comunidaddomstica capitalista central; por lo que se va conformando una comuni-dad domstica capitalista mundializada en red(Veraza, 1996a) en la querepercuten tanto las formas de manipulacin meditica de la conciencia

    y la psique sociales por el capital como los diversos motivos de rebelda yprotestas sociales desencadenados por la explotacin, la opresin, la degra-dacin, la erosin a las condiciones de vida, la miseria y la humillacinque el desarrollo del capitalismo infringe a la gente. Caso sorprendente detal transformacin es el de la constitucin de esa red de proteccin y ex-poliacin mutua entre migrantes y posibles migrantes centroamericanosy mexicanos y que es, adems, banda de delincuentes: la Mara salvatru-cha (Ramrez, 2004). Evidentemente el trasfondo sociolgico general de

    este singular fenmeno es el de la formacin de bandas (Gomezjara, 1985).

    4. La lucha proletaria y de los pueblos

    La lucha proletaria y la de los pueblos de todo el mundo es cada vez msuna sola; y, precisamente, en la medida en que las luchas de las diversas ca-pas de la multitud se identifican con aquellas luchas con base en la proleta-rizacin generalizada mundialmente de la humanidad en curso. La diver-sidad de luchas slo encuentra salida al radicalizarse hacia las metas delhorizonte proletario trascendente (Veraza, 1998a); y la lucha del proletaria-do slo se concreta y se vuelve realizable por cuanto se enriquece, zafndose

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    del unilateralismo econmico y poltico hacia metas econmicas, auton-micas, autogestivas polticas y, por ende, hacia metas ecolgicas, culturales,

    emocionales, sexuales, etctera, organizadas democrticamente (Veraza,1992). La democracia socialistasale del formalismo en que se encontrabay se convierte en una realidad histrica actuante llena de contenido (Ve-raza, 1985). La revolucin comunista slo puede radicalizarse y devenirautntica a travs de enriquecerse y complejizar o globalizar su contenidonecesitante y libertario(Veraza, 1985). Para entender este proceso de radica-lizacin y enriquecimiento de la lucha social debemos observar con matizla conformacin de las clases y de las multitudes. El camino de la supera-

    cin de la enajenacin corre el mismo camino de la autoenajenacin,pues esta doble conformacin es tambin la de la enajenacin de la luchade clases (Marx, 1987 [1844]: Tercer manuscrito Propiedad privada ycomunismo). S, quiero exponer un fenmeno sorprendente: en la histo-ria del capitalismo la lucha de clases que le es inherente pasa a ser enajenadapor el capital, pasa a ser encubierta, distorsionada, falseada y prcticamentetransfigurada. La primera reflexin seria sobre este hecho la hizo en 1931Karl Korsch en su clebre ensayo La crisis del marxismo (Subirats, 1974).

    5. Clase y multitud

    Ha sido un error ya secular de la izquierda creer que slo las clases socialesson constitutivas y constituyentes de la sociedad y que las multitudes (LeBon, 1952) que personifican el deseo y la conformidad no lo son, pues astas las considera un mero artificio manipulado por las clases gobernantes

    por ejemplo a travs del ejercicio de los mass media para confundir laconciencia histrica de las clases subalternas o una mera apariencia queun mal anlisis sociolgico toma por realidad. De hecho, tanto las clasescomo las multitudes espejo transfigurado y correlato de aqullas sonrealidades constitutivas y constituyentes de la sociedad, aunque con diver-sas funciones, a diverso nivel y temporalidad histrica. Veamos.

    La clase en particular la proletaria se constituye a partir de las relacio-nes deproduccinen las que es explotada por la clase burguesa, misma queocupa el otro polo de esas relaciones (Lukcs, 1969, apartado Concien-cia de clase); la clase social redondea su estatuto en el consumo,donde severifica el gozne de la reproduccin socialcomo un todo (Marcuse, 1974). Laclase proletaria produce el capital y el plusvalor que sirven para explotarla,

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    es el sujeto productor del capitalismo y que se aliena en esa produccin y

    que la reproduce constantemente (Marx, 1975 [1867]: sec. VII). Por ello

    es el nico sujeto capaz de revolucionar de manera trascendente a la so-ciedad burguesa, precisamente porque es intracapitalistay productor deesa sociedad (Marx y Engels, 1968: cap. 4, pargrafo 4 Proudhon); y

    asimismo, porque cada vez que slo la reforme o la revolucione parcial-

    mente permanecer explotado y alienado bajo una nueva figura cada vez

    ms compleja (Marx, 1987 [1844]: Primer manuscrito El salario; y

    1976 [1848]).

    Por su lado, la multitud se constituye desde otro punto de partida.

    Desde el consumo y la circulacinen tanto dimensiones de la sociedad civilnormalizada, inscrita en la sociedad burguesa y funcional con las relaciones

    de produccin dominadas por la burguesa. Adicionalmente, desde

    mediados del siglo XIXla multitud pas a ser remodelada histricamen-te y an de modo consciente por la burguesa, en vista de defenderse

    de las irrupciones de rebelda de las clases subalternas, en particular elproletariado (Le Bon, 1952). Es decir, la multitud constituida desde el con-

    sumo y la circulacin pas a ser remodelada a partir del metabolismo

    comunicativo social en tanto consumidora de mensajes e imgenesideol-gicos favorables al dominio burgus.

    La multitud supone al individuo desclasado en tanto propuesto como

    mero propietario privado; as que orientado conductualmente de modo

    atomstico en el horizonte y en la lgica de la forma mercanca (Lukcs,1969, vase el apartado La cosificacin y la conciencia del proletariado)

    y que encuentra en el mercado de trabajo y en el de consumo a otros in-

    dividuos desclasados del mismo modo y que asumen esta desclasifica-cin en vista de sobrevivir, pues en el mercado venden su fuerza de trabajo

    y consiguen sus medios de consumo para la reproduccin de s mismos yde sus familias.

    La multitud es esta asociacin de individuos desclasados que se ven for-

    zados a volverse funcionales con la reproduccin de capital si quieren

    sobrevivir; que se asumen como propietarios privados en vista de autorre-

    producirse y, ms an, que afirman su soberana en tanto sujetos sobrevi-

    vientes precisamente en esta asuncin consciente de su autosubordinacin(Marx, 1975 [1867]: t. II, sec. III). La multitud tiene su figura bsica y,por tanto, su clave intelectiva en la imagen del proletariado que nos entrega

    la seccin III del tomo II de El capitalde Karl Marx.

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    De tal suerte, en la multitud se verifica sociolgicamente una doblecosificacin: por un lado, una cosificacin mentalen las imgenes que los

    medios de comunicacin promueven para encarcelar el consumo social enlos mrgenes sociales del proceso de acumulacin del capital industrial;de otro lado, existe una ms bsica cosificacin determinada por el motivomaterial del consumo privadorefuncionalizado as por la circulacin mer-cantil, y que es excluyente del consumo social o, a lo ms, confluyentecon l segn un efecto de imitacin del modelo que imita el otro y que esimpuesto heternomamente por el capital (Veraza, 2003: parte cuarta).En todo caso, se rompe la relacin orgnica y recproca entre el consumo

    individual y el consumo social (Marx, 1972 [1857]: las Formacioneseconmicas precapitalistas).

    Pero hete all que estas dos cosificaciones en tanto cscaras pseudocon-cretas (Kosik, 1968) pueden ser quebradas justo en el curso del desarrollocapitalista, conforme ste somete realmente y cada vez ms a fondo alconsumo social e individual (Veraza, 1993b). As que la desclasificacinbsica que involucra la constitucin social de la multitud se ve completadacon una deshumanizacin tica y material o biolgica y con una desnatu-

    ralizacin mental, fisiolgica y ecolgica. De suerte que esta deshumani-zacin y desnaturalizacin (Marx, 1987 [1844]: Tercer Manuscrito Ne-cesidad, produccin y divisin del trabajo), en tanto experiencias de vida,presionan hacia la reclasificacin de la multitud. Y precisamente, vueltarebelde. Atilio Born (2003) dedica un captulo de su libro a criticar lavisin de Hardt y Negri acerca de la multitud segn ellos, nuevo sujetohistrico que sustituye al proletariado. Atilio Born desvalora por comple-to la testificacin histrica que estos autores hacen de un fenmeno evi-

    dente, dadas las consecuencias errneas que ellos sacan de tal testificacin.Tanto Hardt y Negri como Atilio Born no captan el fenmeno histricoaqu aludido: la reclasificacin de la multitud/sociedad.

    Veamos cmo ha ocurrido este proceso dialctico en la historia del ca-pitalismo hasta arribar a nuestros das.

    6. De las clases a las multitudesy de stas a la reclasificacin de la sociedad

    El desarrollo del mercado mundial es el de la forma mercanca, as como con-secuentemente el de la cosificacin y la atomizacin social a todo nivel.

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    Ni que decir, entonces, que es el desarrollo tambin de la individualizaciny privatizacin salvaje de la sociedad. Por donde con el desarrollo del

    mercado mundial, la solidaridad y el arraigamiento clasista de la sociedadse ven contradichos relativamente y recubiertos o sobredeterminados porlaprivatizacinde todos los individuos ms all de la familia, de la clasey, aun, de la nacin. De tal manera que en la poca de las privatizacionesneoliberales se desencadena tambin una remodelacin de la comunidaddomstica capitalista tendiente a privatizarla, e incluso, a internacionalizaresta privatizacin. El nico modo de revincularlos en tales condicionesde falseamiento de la conciencia de clase por cosificacin mercantil y feti-

    chizacin es mediante imgenes fetiches que sirven de equivalentes ge-nerales entre capas sociales con requerimientos, necesidades y consumossimilares, aunque con arraigamiento de clase distintos. Y as lo hizo el sistema.

    En tales condiciones, la opinin y no la verdad pasan a primer plano y,por aqu, con la emergencia de una opinin pblica (Habermas, 1981[1962]) se constituye simultneamente la multitud y el pblico (Tard,1986) en la sociedad de masas en la cual se ve transformado el capitalismoindustrial desde el tercer cuarto del sigloXIXhasta la mitad delXX. Pero el

    desarrollo del mercado mundial implanta el industrialismo en todo el mun-do, no slo desarrolla la mercanca, la atomizacin social y el fetichismomercantil con sus equivalentes sociales, ideolgicos y psicosociales (conlos cuales ocurre la emergencia de la psicologa social como ciencia) (Mos-covici, 1980). Y con el industrialismo se desarrolla la explotacin crecientede la poblacin.

    De ese modo, a partir de la segunda mitad del sigloXXemergen multi-tudes nuevas en las principales capitales del mundo, sobre todo en el m-

    bito universitario. El movimiento internacional contestatario de 1968 essntoma de esta emergencia (Veraza, 1993a). Y en la dcada de los noventaesas multitudes nuevas se generalizan mundialmente y ms all del mbitode la juventud y del estudiantado. Emergen nuevos sujetos pero que pre-cisamente son producto de la proletarizacin mundial a todo nivel y endiversos grados de desarrollo; as que no siempre reconocibles con el as-pecto proletario clsico. Estas multitudes se re-cla-si-fi-cany su masifica-cin ocurre no slo por las imgenes que consumen sino por los sufrimientosmateriales que experimentan unitariamente por el consumo material nocivo,destruccin ecolgica incluida (Veraza, 1992).

    Ahora bien, los procesos de acumulacin originaria salvaje desencadena-dos por el neoliberalismo desde 1981 nutren a estas multitudes con nuevos

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    vol.I,nm.2,pp.205-229 sujetos precapitalistasrecin proletarizados violentamente; y justo en mo-

    mentos en que el capitalismo no puede darles an trabajo y los convierte

    en ejrcito industrial de reserva mundial,as que carentes de arraigo respectode cualquier capital nacional concreto: obreros slo virtuales del capital,nunca empleados sino slo expropiados, amenazados de muerte y sacrifi-cados! he aqu resumidamente expuesta la gnesis y estructura del EZLN(Veraza, 1996b). Expliquemos las races econmicas de los dos procesossociolgicos y psicosociales hasta aqu descritos.

    Con la mundializacin del capital industrial la competencia entre ca-pitales se agudiza; y el plusvalor explotado se adhiere a nuevos valores de

    usoque representan a los capitales en competencia y, aun, son portadoresde ganancia y plusvalor extra (Marx, 1975 [1867]: cap. X) y lo ms im-portante que resultan ser cualitativamente nocivos para la salud y el medioambiente. Pues cada vez ms, la competencia entre capitales triunfa sobrela base de un desarrollo tecnolgico mayor; as que siguiendo la veta deexplotacin del valor de uso concreto natural en vista de producir unvalor de uso alterado que contenga la mayor cantidad de plusvalor extray plusvalor en general. Toda vez que el capitalismo funciona ahora en un

    contexto de operacin inmediata de la ley de la tendencia decreciente dela tasa de ganancia (Marx, 1975 [1867]: t. III, cap. XV). Entonces estatendencia decreciente debe ser contrarrestada globalmente.Lo cual ocurrea travs de la produccin de nuevos valores de uso que suponen la alteracinde las premisas del valor: el tiempo de trabajo socialmente necesario y,entonces, del sistema de necesidades sociales base de ese tiempo de trabajosocial. Por ello es que el consumo y las necesidades debern ser subordinadasrealmente bajo el capital (Veraza, 1993b). Y por otro lado, el capital requiereapropiarse territorialmente de las materias primas, las mercancas, losmercados, los energticos y zonas geopolticas que en bloque constituyenlas condiciones no de su mera produccin de plusvalor sino de su reproduc-cin concretaen competencia con otros bloques de poder. As que debeoperarse una subordinacin real del valor de uso geopoltico por el capital,segn ocurri con la conformacin del Tratado de Libre Comercio (TLC),la Unin Europea (UE) (Veraza, 1991) y del rea de Libre Comercio de lasAmricas (ALCA) (Barreda y Cecea, 2004), etctera. Para lo cual ha sidopieza clave el proceso de acumulacin originaria salvaje de las ltimasdcadas.

    La mundializacin del capitalismo industrial es, entonces, la hora de a)el contrarresto global de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de

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    ganancia; de b)la subsuncin real del consumo bajo el capital; de c)la acu-mulacin originaria residual mundial; de d) la destruccin ecolgica del

    planeta; de e)la regionalizacin del capital en bloques geopolticos con arre-glo al valor de uso geopoltico que le posibilita defenderse y atacar mun-dialmente en la competencia a otros bloques capitalistas conformados demanera similar con base en consolidarse en el cuerpo de valor de uso geopo-ltico; def ) la emergencia de unaproletarizacin generalizada y mltiple atodo nivel y en distintas etapas de desarrollo; as como finalmente deg)la conformacin de una multitudprimero desclasada y luego reclasificadamanipulada por imgenes a travs de medios de comunicacin y, luego,

    cada vez ms subordinada realmente bajo el capital en sus necesidadesconcretas. Por lo que estas multitudes plurales pueden devenir en sujetorevolucionarioporque viven la subordinacin real del proceso de trabajoinmediato bajo el capital y tambin la subordinacin real del consumobajo el capital, a travs de la cual descubren su condicin proletaria desdeel consumo (Veraza, 2004: parte V, cap. II) y la plaza pblica si no lo hu-bieran hecho desde la produccin. As que se viven como humanidad so-metida, pero paradjicamente con derechos democrticos y de libertad.

    De tal manera, clases y multitudes encuentran posicionamiento funcionalen la estructura histrica del desarrollo de la sociedad burguesa. Las clasescumpliendo una funcin tanto en la lucha por la mera reproduccin comoen la revolucin social; mientras que las multitudes en la lucha por refor-mas, pero tambin en las revueltas que detonan a las revoluciones.

    6.1 Etapas de la dialctica clases-multitud

    De tal manera, en el ltimo cuarto del sigloXIXcomenzamos con unas mul-titudes insubordinadastodava muy ligadas al proletariado y al campesi-nado cuya conciencia de s an no se desliga de su ser campesinas y pro-letarias (y que a Gustav Le Bon le parecieron salvajes e irracionales, asque propugn por su manipulacin psicosocial).

    Corresponde a este momento histrico la intervencin terica y polticade Georges Sorel (1970) quien se zafa del proletariado hacia la multitudy mitifica a la revolucin en lugar de captarla como un proceso histricode desarrollo de la conciencia de clase. Sorel representa la autoenajena-cin del sujeto revolucionario respecto de sus propias dimensiones racio-nales y clasistas.

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    Luego nos encontramos desde inicios del siglo XXhasta mediados delmismo con unas multitudes conformistas y crecientemente reaccionarias,

    reflejo del correlativo desclasamiento de las masas conforme se desarrollabael mercado mundial y operaban los medios de comunicacin masivos en elsentido comn de la sociedad civil. Es el momento histrico en cuya cs-pide (1964) interviene tericamente Herbert Marcuse con su El hombreunidimensional, visualizando a un proletariado totalmente integrado y aun hombre comn conformista. Y detectando las posibilidades de la revo-lucin ya slo en la periferia del sistema. En poco ms de diez aos,Andr Gorz formalizar en 1976 un francoAdis al proletariado(1981)

    si es que la revolucin debe prevalecer. Marcuse cancela la revolucin y alproletariado en el centro, Gorz la preserva slo si rechaza al proletariado.

    Evidentemente este proceso de desclasamiento de las masas tanto porel desarrollo estructural del capitalismo como por la operacin de los me-dios de comunicacin de masas en la sociedad civil tuvo un efecto muchomayor entre el proletariado urbano que entre el campesinado y el pro-letariado rural. De ah que durante casi todo el sigloXXel campesinadoy no el proletariado haya aparecido como la clase genuinamente revo-

    lucionaria y antiimperialista. Si bien su vocacin no poda ser sino de-mocrtico burguesa radical, aunque aspirara a veces a ser socialista y lopareciera realmente en el contexto de la poca (Veraza, 1999).

    Asimismo, observamos la emergencia de multitudes rebeldesa partir de1968 con el movimiento estudiantil internacional y que en la vuelta de si-glo (1999-2000) se muestran en los movimientos altermundistas de Seattley Gnova rebasando los marcos estudiantiles (Veraza, 1993). Por lo que estriste la posicin de Louis Althusser en la izquierda (Althusser, 1977) de

    denegacin franca del sujeto histrico no proletario o campesino, etctera,sino en tanto tal precisamente en el momento histrico en que ste emer-ga en el centro del sistema despus de prolongado letargo. Su visin he-geliana de la historia como proceso sin sujeto a la que aade unas amorfasmasas haciendo la historia en tanto soportes de la estructura de relacionescapitalistas, redunda en 1973 (Althusser, 1973) en lo mismo pero aparen-tando volver a la prctica. Estas multitudes rebeldes (de 1968 a 2004)

    parecen ser exteriores al campesinado y al proletariado y, a la vez, logranalianzas y frentes comunes cada vez ms slidos con estas clases. En rea-lidad, lo que tenemos ahora es unproceso histrico de reclasificacinde lasmultitudes (Veraza, 2004: parte V, cap. II). Pues la nica manera deentender racionalmente el concepto de clase es asumiendo su negacin

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    histrica (desclasamiento) pero tambin su reposicin histrica comple-jizada (reclasificacin), es decir, la dialctica de desclasamiento y reclasifica-

    cin histricas, segn lo hemos expuesto en el presente artculo.De tal manera, la clase proletaria se nos revela como un sujeto vivo quemadura dialcticamente segn que se diferencia no slo histrica sino tam-bin estructuralmente respecto de la multitud; luego se nos muestra a untiempo igual a la multitud y diferente de la misma; para, al final, mostrr-senos no slo igual sino idntica con la multitud, una vez que sta incluyea la humanidad toda del planeta.

    Las clases subalternas han mostrado durante la historia del sigloXXuna

    doble funcin estructural. Personifican la necesidad y la libertad pues,por un lado, constituyen el sujeto de la lucha por la sobrevivencia, por lamera reproduccin de la clase, sea por demandas salariales o por condi-ciones mnimas de existencia (Marx, 1975 [1867]: cap. 8); por otro lado,continuamente apuntan a zafarse de esta condicin de sujeto sufrienteque meramente resiste y de objeto que soporta la accin explotadora delnuevo amo (Marx y Engels, 1968: cap. 4, pargrafo 4 Proudhon). Enefecto, las clases aparecen como los genuinos sujetos productores de revolu-

    ciones sociales (Marx, 1976 [1859]). Mientras que las multitudes quepersonifican el deseo y la conformidadse han mostrado durante siglo ymedio (desde mediados del siglo XIX) como sujetos promotores de refor-mas; pero tambin desde 1968 como los sujetos promotores de revueltassociales detonantes de la revolucin (Marcuse, 1970). No obstante quedesde 1976 (emergencia del eurocomunismo) hasta 1994 (emergencia delEZLN) las multitudes que ya se experimentaron rebeldes se vieronenvueltas en la crisis de las organizaciones polticas del proletariado, desde

    la izquierda oficial hasta la heterodoxa e ilegal crisis correlato del augedel capital social mundial bajo figura neoliberal, as que hicieron la ex-periencia de su total impotencia y vivieron su autoenajenacin primerocomplacientes, pero luego con repugnancia; deploraron al proletariadoy, a un tiempo, tuvieron nostalgia de l conforme avanzaba en todo elmundo la proletarizacin de la humanidad a golpe de acumulacin de ca-pital salvaje y de acumulacin originaria salvaje: de guerras, de sida, declera y de hambres. Es despus de esta temporada en el infierno en laque se hundieron de manera simultnea multitudes y proletariado, quela pregunta por el sujeto histrico fue mltiplemente lanzada y mltipleslos intentos de contestarla (por primera vez en el Primer Encuentro Inter-continental por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo Intergalctico

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    abolir sus efectos. En realidad, Francis Fukuyama es el compendiador cul-to de una ideologa vulgar originariamente elitista de denegacin y mani-

    pulacin del sujeto social y de sus libertades que expresa la prevalecientedenegacin y manipulacin prctica del sujeto. Fukuyama retoma el temahegeliano del fin de la historia, segn l por haber sido ya realizada enel mundo burgus (o en la terminologa de Hegel: mundo germnico)(Hegel, 1975). En efecto, Hegel observa la historia de manera dual. Porun lado, la capta prctico materialmente como proceso sin sujeto. Perola ve tambin como realizacin del espritu absoluto,que vale tanto comodecir sujeto absoluto (Hegel, 1974).

    El dualismo hegeliano ya era el sntoma de una figura previa de dene-gacin y manipulacin prctica del sujeto social. Pues le expropia a lossujetos de carne y hueso su capacidad de ser sujetos histricos a la vez quecede esta capacidad a un ente imaginario absoluto (Marx, 1987 [1844]:Tercer Manuscrito Crtica a la dialctica y filosofa hegelianas en ge-neral). En verdad un pseudosujeto, mero producto objetivo de la imagi-nacin del sujeto viviente Hegel.

    Fukuyama arriba a un dualismo anlogo pero inverso. Pues otorga dema-

    ggicamente carcter de libertad absoluta a los limitados individuos prcti-camente existentes del capitalismo contemporneo; y justo porque sterealiz/finit la historia. Mientras que al sujeto histrico individual ycolectivo posible le niega existencia al negarle la necesidadobjetiva que jus-tifica su ser histrico, esto es, al sustraerle o expropiarle el objetoque le esesencial. Vale decir, al expropiarle la riqueza. En este caso, toda la historia.

    En Hegel,como en Fukuyama, la negacin y manipulacin del sujetohistrico no puede ocurrir sino mediando un procedimiento de expropia-

    cina ese sujeto. Hegel le expropia directamentela mdula al sujeto realpara drsela al espritu absoluto. Fukuyama le expropia la riqueza objetivaque lo valida como sujeto histrico. Dicho a la inversa, tenemos que pa-rece que la expropiacin doble (operada al sujeto real, tanto de su capacidadtransformadora como del producto total de su trabajo, la riqueza histrica,s, que) para que esta doble expropiacin quede justificada, decamos, esnecesario manipular los argumentos y a ese sujeto dicindole que todo elloes por su bien, por su realizacin libre. Por donde resalta cun atinada es laintervencin de la crtica de la economa poltica de Marx y Engels (1968:cap. 4) para discutir con la ideologa burguesa no slo econmica, todavez que el discurso filosfico (Hegel) y sociolgico (aqu ejemplificado porFrancis Fukuyama) giran en torno a la expropiacin de la riqueza al sujeto.

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    En realidad, as como el espritu absoluto hegeliano expresa la existen-cia del capital industrial como relacin de produccin dominante en Occi-

    dente (si bien an no en la Alemania de Hegel, as que por eso se le repre-senta a ste como espritu y horizonte deseable y como deber moral); esdecir, el espritu absoluto expresa en tanto pseudosujeto ideolgico laexistencia del pseudosujeto prctico que es el capital, pues su capacidadaparente de autovalorizarse lo valida como aparente sujeto, siendo en rea-lidad que explota a la clase obrera (Marx, 1975 [1867]: sec. III Produc-cin del plusvalor absoluto; cap. V Proceso de trabajo. Proceso de valo-rizacin). Ese s autntico sujeto pero sometido. Por eso es que as como

    el espritu absoluto expresa al pseudosujeto capital, el juego ideolgicode Hegel y Fukuyama expresan la existencia de la explotacincapitalista dela fuerza de trabajo y de la expropiacinde la riqueza toda (Marx, 1975[1867]: sec. VII La reproduccin de capital; cap. XXIII La ley generalde la acumulacin capitalista) a la sociedad por parte del capital. Ascomo la voluntad de la burguesa de que esa situacin histrica relativasea absoluta y jams acabe. Pues la realizacin de la burguesa, cree ellaingenuamente a la vez que autoritariamente, es la realizacin de la hu-

    manidad. Siendo detalle despreciable en ese cuadro idlico el que la humani-dad sea explotada por la burguesa. (Amn de humillarla y masacrarla enguerras genocidas por el petrleo como la de George W. Bush, pretex-tadas como guerras por la democracia, etctera). La expresin de capitalcomo pseudosujeto es de Bolvar Echeverra (1979).

    Hegel expresa abiertamentela denegacin del sujeto prctico materialy la explotacinde su fuerza de trabajo en el proceso deproduccinde ca-pital, aqu de capital espiritual o ideologa dominante de la burguesa cuyo

    dios es el espritu absoluto. Fukuyama encubre la denegacin directa por-que se fija mejor en el proceso de reproduccin(Marx, 1975 [1867]: sec.VII) del capital o proceso global (Marx, 1975 [1867]: t. III El procesoglobal de produccin de capital) de expropiacin o enajenacin (Marx,1975 [1867]: t. I, sec. VII, cap. XXIII) de toda la riqueza a la clase obreraprevia explotacin de su fuerza de trabajo. Es decir, Francis Fukuyama sebasa en el trabajo previo de Hegel, ni ms ni menos.

    La tesis de denegacin de la realidad y aun de la posibilidad misma dealgo as como un sujeto histrico que haga historia porque la transforma,etctera, no tiene ms apoyo que el recurso a un pseudosujeto que es to-mado como sujeto autntico. Mismo que busca en el lector de una tesistal ser tomado as en complicidad. Y, por cierto, lo puede lograr;

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    precisamente en la medida en que la vida cotidiana burguesa (Veraza, 2003)se rige por la existencia del capital, es decir, de una relacin de produccin

    que funciona prcticamente al modo de un pseudosujeto validado comoseor y patrn o sujeto dominante autntico, etctera. T sabes si eres oquieres ser su cmplice o no.

    7.1 Qu cara pondra Louis Althusser ante George Bush hijo?

    Segn lo anterior, reluce la torpeza de una tesis como la siguiente (y ms

    todava por haber surgido de un autor de izquierda): la historia, como to-dos los procesos de produccin [es un] proceso sin sujeto ni fin (es), o comoesta otra, aunque de apariencia menos torpe: la historia no tiene un sujeto,en el sentido filosfico del trmino, sino un motor: la lucha de clases.Estas afirmaciones son de Louis Althusser (1977), quien fuera figura prin-cipal del as llamado marxismo estructuralista francs. Henri Lefebvreconsider a este estructuralismo como un nuevo eleatismo (Lefebvre, 1972y 1973) en alusin a Prmenides de Elea y su escuela y a Althusser como

    neoestalinista; as que slo por eso de neoparcialmente crtico del stalinismo.La intervencin de Louis Althusser antecede en ms de quince aos a

    la de Francis Fukuyama, ambos retomantes de la tesis hegeliana del Finde la historia. Fukuyama la afirma aunque sin aludir casi al tema de lahistoria como proceso sin sujeto (ya vimos por qu motivo demaggicoliberal); Louis Althusser explicita este tema pero para denegar desde estatesis hegeliana la tesis tambin hegeliana del fin de la historia, como aca-bamos de ver en la primera afirmacin citada. Por su parte, Francis Fuku-

    yama no cita siquiera a ese denegador explcito del sujeto histrico quees Louis Althusser; pero al sustraerle la historia al sujeto histrico deniegaa ste de hecho, aunque lo ensalza como sujeto del consumo y con capaci-dad para votar a sus representantes polticos, etctera. As que no podemosmenos que asumir que un mismo asunto congrega a ambos autores.

    De cara a las elecciones de noviembre de 2004 por la presidencia deEstados Unidos, el trato doble que G. Bushjunior da al electorado adu-lndolo como sujeto de consumo y como votante, a la vez que lo llena demiedo aludiendo a amenazas terroristas de las cuales dice querer prote-gerlo en vista de expropiarle la historia para proceder a manejarla a suantojo (como en el caso de la invasin a Afganistn en 2001 y a Irak en2003) en favor de los intereses de las empresas petroleras y del complejo

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    militar industrial, este doble trato de la poltica neoconservadora delda, misma que enmarca su novsimo proyecto poltico en la perspectiva

    de Samuel Huntington (1997), tan cercano a Francis Fukuyama, no hacesino retratar a distancia y con lente apenas distorsionada la problemticaque acabamos de describir. Tensada segn vimos en un tringulo quetuvo su cspide en el sigloXIXen la filosofa de Hegel, mximo representantedel horizonte de pensamiento de la burguesa, segn palabras de GeorgLukcs (1969), un tringulo que reparte su base entre 1965 y 1973 enun extremo de izquierda representado por Louis Althusser y en un extre-mo de derecha (de apariencia liberal o neoliberal) representado a inicios

    de los noventa del siglo XX por Francis Fukuyama.Hacer memoria en momentos decisivos de la historia cumple un doble

    cometido. Por un lado, muestra la herencia y el trasfondo de las manipu-laciones polticas actuales de apariencia tan trivial; as que nos permitecriticarlas en las premisas que esta apariencia oculta. De otro lado, le mues-tra a aquellas herencias filosficas y sociolgicas de apariencia profundalas vulgares manipulaciones polticas con las que el tiempo las coron,as que posibilita una demarcacin terica rigurosa y sin ilusiones acerca

    de las consecuencias de los matices de unos discursos que en su momentose creyeron liberales o marxistas. De ah, entonces, un tercer beneficio dehacer memoria: el anlisis cientfico que nos corresponde hacer en nuestrosdas debe ser de tal naturaleza que salve los despropsitos no slo de lasmanipulaciones polticas a lo Bush, sino que slo lo lograr si se zafa delos despropsitos de figuras ideolgicas como la de Fukuyama o la de Al-thusser, quien incluso mantuvo en su momento la creencia de que echabadefinitivamente al basurero de la historia a la ideologa e inauguraba un

    discurso plenamente cientfico (Althusser, 1964).Y ya que hacemos historia, cabe recordar que el cientificismo de Althusser

    se sustentaba en la crtica de la metafsica que Martn Heidegger hizo ycrey llevarla a culminacin en su clebre ensayo La poca de la imagendel mundo, publicado en 1938 (Heidegger, 1960). As que en lugar demetafsica e ideologa, ciencia, pero qu le critica Heidegger a la metafsicade occidente? Ni ms ni menos que pretender la existencia de un sujeto,subyectum, hypokeimenon. As que nada ms fcil para Louis Althusserque creerle a Heidegger como si nada tuviera que ver la filosofa de stecon el nacionalsocialismo (Faras, 1989) y pasar a denegar olmpica-mente al sujeto histrico individual y colectivo, no slo al sujeto idealcartesiano que fuera el objeto privilegiado de crtica de Heidegger (1960).

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    Lo cual quiere decir que este filsofo no llev hasta sus ltimas consecuen-cias la crtica a la metafsica precisamente porque a propsito de criticar

    al sujeto ideal lo cual era justificado pas a criticar a todo sujeto. Y quieredecir, tambin, que si los seres humanos de hoy queremos estar a la altu-ra de la historia que tenemos enfrente, no nos queda otra salida que diferen-ciar entre quienes la manipulan terica y polticamente y quienes la hacencomo sujetos histricos autnticos.

    8. Un hombre de oro plantea el campo problemtico

    Lukcs y Heidegger (1973) es el ttulo del decisivo libro de Lucien Gold-mann (1975) cuyo subttulo es nada menos que Hacia una nueva filo-sofa, toda vez que su autor demuestra que las dos filosofas que hanregido el pensamiento del sigloXXfueron la de Georg Lukcs y la de Mar-tn Heidegger misma que contesta sobre todo en Ser y tiempode 1927(Heidegger, 1971) a la posicin de Historia y conciencia de clase (1923)de Lukcs, amn de haber sido influida por la filosofa existencialista de

    ste contenida en El alma y las formas(Lukcs, 1975) de 1911 (Goldmann,1975: 92) pero que, precisamente, a fines de la dcada de los sesenta delsigloXXmostraron, incluso la de Lukcs, insuficiencias para asumir en con-tacto con la realidad en curso la perspectiva que las haba caracterizadohasta entonces; a saber, la visin de totalidad en la que sujeto y objeto seidentifican. Y no por casualidad Lukcs mismo retroceda respecto de susposiciones de 1923, sino porque al parecer el proletariado as lo asumeGoldmann en su libro haba dejado de ser el sujeto revolucionario que

    Lukcs asumiera, siguiendo en esto la presuncin de Marx (Marx y Engels,1976 [1848]).

    Pero Goldmann no entiende que la solucin a esta nueva situacinhistrica y filosfica sin sujeto proletario revolucionario aparente seala de rechazar al sujeto, como hiciera el estructuralismo y el postestruc-turalismo, influidos por Heidegger segn vimos. Posicin en la que coin-ciden habra que aadir hoy los as llamados pensadores posmodernos:de Jean Baudrillard a Franoise Lyotard, de Jacques Derrida a GianniVattimo, etctera (Beuchot, 2004). Por eso es que deplorando las posi-ciones ltimas de T. W. Adorno fichtenas, dice Goldmann (1975: 135)y del mismo Lukcs, Goldmann formula el problema del siguiente modorecuperando a Marx y al Lukcs de Historia y conciencia de clase:

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    si no se acepta la [mera] conciencia crtica de Adorno, que sobrevuela y

    juzga, ni la relacin individual con la historia global tal como la concibe hoy

    Lukcs [ya sin sujeto colectivo, como en 1923]; si se quiere mantener, no laidea del proletariado revolucionario, sino la exigencia del pensamiento dialc-

    tico, de Marx, segn la cual debemos saber siempre desde dnde se habla y

    quin habla, la exigencia de la totalidad sujeto-objeto, entonces se plantea la

    cuestin fundamental de saber quin es, hoy, el sujeto de la palabra y de la ac-

    cin (Goldmann, 1975: 138).

    De tal manera, en tiempos oscuros y no slo los de Goldmann lo fue-

    ron sino tambin los nuestros lo son la coherencia del pensamiento quepor propia fuerza apunta a cerrar el crculo de su fundamentacin pre-sentndose como fundamento fundado, como pensador que discurre yapoya lo que discurre en el movimiento en curso de un sujeto colectivodel cual se reconoce expresin es la nica aliada y nos pertrecha para,incluso en tales tiempos, mantenernos erguidos y proceder a indagar porel necesario sujeto colectivo que no tenemos a la vista pero que forzosa-mente hace posible nuestro pensamiento. Porque, en efecto a menos de

    caer en solipsismo o ingenuidad hace falta saber en nombre de qu ydesde dnde hablamos hoy, si es que creemos que slo hay obras y accionesvlidas en la medida en que se siten en el interior del universo creado porlos hombres y se vinculen con grupos precisos (Goldmann, 1975: 138).

    Por eso Lucien Goldmann titul el captulo final de su libro La Actua-lidad de la Cuestin del Sujeto (1975). Pero esa actualidad no se ha aboli-do y ni siquiera disminuido de entonces a la fecha. Muy al contrario, se havuelto cada vez ms acuciante. Pero, adems, es perfectamente vigente

    desde entonces la descripcin del campo problemtico de la cuestin queestableciera rigurosamente Lucien Goldmann, pero entre tanto quedaradesleda; as que ha sido pertinente aqu recordar en los prrafos que an-teceden su actualidad.

    Excepto en un punto. Goldmann asume demasiado fcilmente detrsde Adorno y Lukcs y de muchos otros aunque los critica en otros as-pectos la cancelacin de la as llamada misin histrico universal delproletariado (Marx y Engels, 1968). Pero la realizacin efectiva del merca-do mundial capitalista industrial durante la dcada de los noventa delsiglo XXparadjicamente teniendo de por medio el desmembramientode la URSS(1991) no pudo sino reanimar esa misin y desbrozar a gol-pe de machete por as decirlo lo que la ocultaba en dcadas previas.

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    As que quiero concluir este artculo citando el prrafo final del libro deGoldmann, para completarlo aadiendo una posibilidad que l no tom

    en consideracin. Dice as nuestro autor:

    Hay situaciones en las cuales no se puede responder porque el grupo del cual

    proviene la palabra y la accin no se ha manifestado todava; en esas situaciones,

    desde una tradicin modificada, los individuos hablan formulando perspectivas

    y posiciones cuyo verdadero sujeto, el grupo a que pertenecen, si no existe to-

    dava, se encuentra en gestacin, en elaboracin; y es muy probable que esas

    posiciones hayan de modificarse el da en que el grupo aparezca manifiesta-

    mente (Goldmann, 1975: 138).

    Hoy ese grupo aparece manifiestamente, es el proletariado mundial, lahumanidad proletarizada; y la multitud que alguna vez pareci serleopuesta o sustituirlo se funde con l, as como el pueblo o los pueblos endonde nadie lo reconoca. As que no se trata, en nuestro caso, de la mag-na emergencia de un nuevo sujeto indito despus de que el proletariadofuera sepultado y que entre tanto emergieran mltiples nuevos sujetosparciales sino que el desarrollo contradictorio del capitalismo tambinpropici ni ms ni menos que un desarrollo paradjico del proletaria-do. De suerte que el proceso de universalizacin del proletariado contenay contendr an como particularidades histricas del mismo mltiplesnegaciones parciales de esa universalidad pero que no tienen otra funcinsino la de impulsar de nuevos modos y desde nuevas fuentes el mismoproceso unitario (Hegel, 1974).

    Aunque muchas veces sucumbi, la esperanza no se ha visto mentidaen esta dialctica. Y como la historia an no termina, vale la pena no ol-vidarlo para que en lo que viene mantengamos la coherencia del pensa-miento y, sin flaquear, siempre muy alta la esperanza. Pues no slo sta apun-ta a la realidad por venir sino que la realidad presente la llena de vida.

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    Artculo recibido el 28 de enero de 2005y aceptado el 19 de julio de 2005