introduccion_vida_devota san fransisco sales

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  • 8/8/2019 Introduccion_vida_devota San Fransisco Sales

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    INTRODUCCIN A LA VIDA DEVOTA

    SAN FRANCISCO DE SALES

    PRIMERA PARTE DE LA INTRODUCCIN

    Los avisos y ejercicios que se requieren para conducir al alma, desde su primer deseo de lavida devota, hasta una entera resolucin de abrazarla

    CAPTULO I

    DESCRIPCIN DE LA VERDADERA DEVOCIN

    T aspiras a la devocin, queridsima Filotea, porque eres cristiana y sabes que es unavirtud sumamente agradable a la divina Majestad; mas, como sea que las pequeas faltas

    que se cometen al comienzo de una empresa crecen infinitamente en el decurso de la mismay son casi irreparables al fin, es menester, ante todo, que sepas en qu consiste la virtud dela devocin, porque, no existiendo ms que una verdadera y siendo muchas las falsas yvanas, si no conocieses cul es aqulla, podras engaarte y seguir alguna devocinimpertinente y supersticiosa.

    Aurelio pintaba el rostro de todas las imgenes que haca segn el aire y el aspecto de lasmujeres que amaba, y cada uno pinta la devocin segn su pasin y fantasa. El que esaficionado al ayuno se tendr por muy devoto si puede ayunar, aunque su corazn est llenode rencor, y -mientras no se atrever, por sobriedad, a mojar su lengua en el vino y nisiquiera en el agua-, no vacilar en sumergirla en la sangre del prjimo por la maledicencia

    y la calumnia. Otro creer que es devoto porque reza una gran cantidad de oraciones todoslos das, aunque despus se desate su lengua en palabras insolentes, arrogantes e injuriosascontra sus familiares y vecinos. Otro sacar con gran presteza la limosna de su bolsa paradarla a los pobres, pero no sabr sacar dulzura de su corazn para perdonar a sus enemigos.Otro perdonar a sus enemigos, pero no pagar sus deudas, si no le obliga a ello, a vivafuerza, la justicia. Todos estos son tenidos vulgarmente por devotos y, no obstante, no loson en manera alguna. Las gentes de Sal buscaban a David en su casa; Micol meti unaestatua en la cama, cubrila con las vestiduras de David y les hizo creer que era el mismoDavid que yaca enfermo. As muchas personas se cubren con ciertas acciones exteriorespropias de la devocin, y el mundo cree que son devotas y espirituales de verdad, pero, enrealidad, no son ms que estatuas y apariencias de devocin.

    La viva y verdadera devocin, oh Filotea!, presupone el amor de Dios; mas no un amorcualquiera, porque, cuando el amor divino embellece a nuestras almas, se llama gracia, lacual nos hace agradables a su divina Majestad;

    cuando nos da fuerza para obrar bien, se llama caridad; pero, cuando llega a un tal grado deperfeccin, que no slo nos hace obrar bien, sino adems, con cuidado, frecuencia yprontitud, entonces se llama devocin. Las avestruces nunca vuelan; las gallinas vuelan,

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    pero raras veces, despacio, muy bajo y con pesadez; mas las guilas, las palomas y lasgolondrinas vuelan con frecuencia veloces y muy altas. De la misma manera, los pecadoresno vuelan hacia Dios por las buenas acciones, pero son terrenos y rastreros; las personasbuenas, pero que todava no han alcanzado la devocin, vuelan hacia Dios por las buenasoraciones, pero poco, lenta y pesadamente; las personas devotas vuelan hacia Dios, con

    frecuencia con prontitud y por las alturas. En una palabra, la devocin no es ms que unaagilidad y una viveza espiritual, por cuyo medio la caridad hace sus obras en nosotros, onosotros por ella, pronta y afectuosamente, y, as como corresponde a la caridad el hacernoscumplir general y universalmente todos los mandamientos de Dios, corresponde tambin ala devocin hacer que los cumplamos con nimo pronto y resuelto. Por esta causa, el que noguarda todos los mandamientos de Dios, no puede ser tenido por bueno ni devoto, porque,para ser bueno es menester tener caridad y, para ser devoto, adems de la caridad serequiere una gran diligencia y presteza en los actos de esta virtud.

    Y, puesto que la devocin consiste en cierto grado de excelente caridad, no slo nos haceprontos, activos y diligentes, en la observancia de todos los mandamientos de Dios, sinoadems, nos incita a hacer con prontitud y afecto, el mayor nmero de obras buenas quepodemos, aun aquellas que no estn en manera alguna mandadas, sino tan slo aconsejadaso inspiradas. Porque, as como un hombre que est convaleciente anda tan slo el caminoque le es necesario, pero lenta y pesadamente, de la misma manera, el pecador recincurado de sus iniquidades, anda* lo que Dios manda, pero despacio y con fatiga, hasta quealcanza la devocin, ya que entonces, como un hombre lleno de salud, no slo anda sinoque corre y salta por los caminos de los mandamientos de Dios, y, adems, pasa y correpor las sendas de los consejos y de las celestiales inspiraciones. Finalmente, la caridad y ladevocin slo se diferencian entre s como la llama y el fuego; pues siendo la caridad unfuego espiritual, cuando est bien encendida se llama devocin, de manera que la devocinnada aade al fuego de la caridad, fuera de la llama que hace a la caridad pronta, activa ydiligente no slo en la observancia de los mandamientos de Dios, sino tambin en laprctica de los consejos y de las inspiraciones celestiales.

    CAPTULO II

    PROPIEDAD Y EXCELENCIA DE LA DEVOCIN

    Los que desalentaban a los israelitas, para que no fueran a la tierra de promisin, les decanque era una tierra que devoraba a sus habitantes, es decir que su ambiente era tan daino,que era imposible vivir all mucho tiempo y que sus moradores eran gentes tanmonstruosas, que se coman a los dems hombres como a las langostas. As el mundo, miquerida Filotea, difama tanto cuanto puede a la devocin, pintando a las personas devotascon aire sombro, triste y melanclico, y diciendo que la devocin comunica humoresdisplicentes e insoportables. Mas, as como Josu y Caleb aseguraban que no slo era buenay bella la tierra prometida, sino tambin que su posesin haba de ser dulce y agradable, dela misma manera el Espritu Santo, por boca de todos los santos y Nuestro Seor por lasuya propia, nos aseguran que la vida devota es una vida dulce, feliz y amable.

    El mundo ve que los devotos ayunan, oran, sufren las injurias, cuidan a los enfermos,dominan su clera, refrenan y ahogan sus pasiones, se privan de los placeres sensuales y

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    practican stas y otras clases de obras que de suyo y en su propia substancia y calidad, sonsperas y rigurosas. Mas el mundo no ve la devocin interior y cordial, que hace que todasestas acciones sean agradables, suaves y fciles. Contemplad las abejas sobre el tomillo:encuentran en l un jugo muy amargo, pero, al chuparlo, lo convierten en miel, porque staes su propiedad. Oh mundanos!, las almas devotas encuentran, es cierto, mucha amargura

    en sus ejercicios de mortificacin, pero, con slo practicarlos, los convierten en dulzura ysuavidad. El fuego, las llamas, las ruedas y las espadas parecan flores y perfumes a losmrtires, porque eran devotos; y, si la devocin puede endulzar los ms crueles tormentos yla misma muerte que no har con los actos de virtud?

    El azcar endulza los frutos verdes y hace que no sean desagradables ni daosos losexcesivamente maduros. Ahora bien, la devocin es el verdadero azcar espiritual, quequita la aspereza a las mortificaciones y el peligro de daar a las consolaciones; quita latristeza a los pobres y el afn a los ricos, la desolacin al oprimido y la insolencia alafortunado, la melancola a los solitarios y la disipacin a los que viven acompaados; sirvede fuego en invierno y de roco en verano; sabe vivir en la abundancia y sufrir en lapobreza; hace igualmente tiles el honor y el desprecio, acepta el placer y el dolor conigualdad de nimo, y nos llena de una suavidad maravillosa.

    Contempla la escala de Jacob, que es una viva imagen de la vida devota: los dos larguerospor entre los cuales se sube y que sostienen los escalones, representan la oracin, que nosobtiene el amor de Dios y los sacramentos que lo confieren; los escalones no son otra cosaque los diversos grados de caridad, por los cuales se va de virtud en virtud, ya seadescendiendo, por la accin, a socorrer y a sostener al pobre, ya sea subiendo, por lacontemplacin, a la unin amorosa con Dios. Te ruego ahora que contemples quines estnen la escala; son hombres, con corazn de ngeles, o ngeles con cuerpo humano; no sonjvenes, pero lo parecen, porque estn llenos de vigor y de agilidad espiritual; tienen alas,para volar, y se lanzan hacia Dios, por la santa oracin, mas tambin tienen pies, para andarentre los hombres, en santa y amigable conversacin. Sus rostros aparecen bellos y alegres,porque todo lo reciben con dulzura y suavidad; sus piernas, sus brazos y sus cabezas estnenteramente al descubierto, porque sus pensamientos, sus afectos y sus actos no tienden aotra cosa que a complacer. Lo restante de su cuerpo est vestido, pero con elegante y ligeroropaje, porque es cierto que usan del mundo y de sus cosas, pero de una manera pura ysincera, tomando estrictamente lo que exige su condicin.

    Creme, amada Filotea, la devocin es la dulzura de las dulzuras y la reina de las virtudes,porque es la perfeccin de la caridad. Si la caridad es la leche, la devocin es la nata; si esuna planta, la devocin es la flor; si es una piedra preciosa, la devocin es el brillo; si es un blsamo precioso, la devocin es el aroma, el aroma de suavidad que conforta a loshombres y regocija a los ngeles.

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    CAPTULO III

    QUE LA DEVOCIN ES CONVENIENTE A TODA CLASE

    DE VOCACIONES Y PROFESIONES

    En la creacin, manda Dios a las plantas que lleven sus frutos, cada una segn su especie;de la misma manera que a los cristianos, plantas vivas de la Iglesia, les manda queproduzcan frutos de devocin, cada uno segn su condicin y estado. De diferente manerahan de practicar la devocin el noble y el artesano, el criado y el prncipe, la viuda, lasoltera y la casada; y no solamente esto, sino que es menester acomodar la prctica de ladevocin a las fuerzas, a los quehaceres y a las obligaciones de cada persona en particular.Dime, Filotea, sera cosa puesta en razn que el obispo quisiera vivir en la soledad, comolos cartujos? Y si los casados nada quisieran allegar, como los capuchinos, y el artesanoestuviese todo el da en la iglesia, como los religiosos, y el religioso tratase continuamentecon toda clase de personas por el bien del prjimo, como lo hace el obispo, no sera estadevocin ridcula, desordenada e insufrible? Sin embargo, este desorden es demasiadofrecuente, y el mundo que no discierne o no quiere discernir, entre la devocin y laindiscrecin de los que se imaginan ser devotos, murmura y censura la devocin, la cual esenteramente inocente de estos desrdenes.

    No, Filotea, la devocin nada echa a perder, cuando es verdadera; al contrario, todo loperfecciona, y, cuando es contraria a la vocacin de alguno, es, sin la menor duda, falsa. Laabeja, dice Aristteles, saca su miel de las flores sin daarlas y las deja frescas y enteras,segn las encontr; mas la verdadera devocin todava hace ms, porque no slo no causaperjuicio a vocacin ni negocio alguno, sino, antes bien, los adorna y embellece. Laspiedras preciosas, introducidas en la miel, se vuelven ms relucientes, cada una segn su propio color; as tambin cada uno de nosotros se hace ms agradable a Dios en suvocacin, cuando la acomoda a la devocin: el gobierno de la familia se hace ms amoroso;el amor del marido y de la mujer, ms sincero; el servicio del prncipe, ms fiel; y todas lasocupaciones, ms suaves y amables.

    Es un error, y aun una hereja, querer desterrar la vida devota de las compaas de lossoldados, del taller de los obreros, de la corte de los prncipes y del hogar de los casados. Escierto, Filotea, que la devocin puramente contemplativa, monstica y propia de losreligiosos, no puede ser ejercitada en aquellas vocaciones; pero tambin lo es que, ademsde estas tres clases de devocin, existen muchas otras, muy a propsito para perfeccionar alos que viven en el siglo. Abrahn, Isaac, Jacob, David, Job, Tobias, Sara, Rebeca y Juditnos dan en ello testimonio en el Antiguo Testamento, y, en cuanto al Nuevo, San Jos,Lidia y San Crispn fueron perfectamente devotos en sus talleres; las santas Ana, Marta,Mnica, Aquila, Priscila, en sus casas; Cornelio, San Sebastin, San Mauricio, entre lasarmas, y Constantino, Santa Helena, San Luis, el bienaventurado Amadeo y San Eduardo,en sus reinos. Ms an: ha llegado a acontecer que muchos han perdido la perfeccin en lasoledad, con todo y ser tan apta para alcanzarla, y otros la han conservado en medio de lamultitud, que parece ser tan poco favorable. Lot, dice San Gregorio, que fue tan casto en laciudad, se mancill en la soledad. Dondequiera que nos encontremos, podemos y debemosaspirar a la perfeccin.

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    CAPTULO IV

    DE LA NECESIDAD DE UN DIRECTOR PARA ENTRAR

    Y AVANZAR EN LA DEVOCIN

    Cuando el joven Tobas recibi el encargo de ir a Rages, dijo: Yo no s el camino. Ve,pues -replic su padre-, y busca algn hombre que te gue. Lo mismo te digo yo, miFilotea:Quieres emprender con seguridad el camino de la devocin? Busca un hombre quete gue y acompae. Esta es la advertencia de las advertencias. Por ms que busques -diceel de. voto Juan de Avila-, jams encontrars tan seguramente la voluntad de Dios comopor el camino de esta humilde obediencia, tan recomendada y practicada por todos losantiguos devotos.

    La bienaventurada madre Teresa, al ver que doa Catalina de Cardona haca grandespenitencias, dese mucho imitarla en esto, contra el parecer de su confesor, que se loprohiba y al cual estaba tentada de desobedecer en este punto, y Dios le dijo: Hija ma,tienes un camino recto y seguro. Ves la penitencia que ella hace? Pues bien, yo hago mscaso de tu obediencia. Por su parte, gustaba tanto de esta virtud, que, adems de laobediencia que deba a sus superiores, hizo un voto especial de obedecer a un excelentevarn, y se oblig a seguir su direccin y gua, de lo que qued infinitamente consolada;cosa que, despus de ella, han hecho muchas almas buenas, las cuales, para mejorarsujetarse a Dios, han sometido su voluntad a la de sus siervos, lo que Santa Catalina deSena alaba en gran manera en sus Dilogos. La devota princesa Santa Isabel se sujet, conextremada obediencia, al doctor maestro Conrado, y uno de los avisos que el gran San Luisdio a su hijo, antes de morir, fue ste: Confisate con frecuencia, elige un confesor idneo,que pueda ensearte con seguridad las cosas que te son necesarias.

    El amigo fiel, dice la Sagrada Escritura, es una excelente proteccin; el que lo haencontrado, ha encontrado un tesoro. El amigo fiel es una medicina de vida y deinmortalidad; los que temen a Dios la encuentran. Estas divinas palabras se refieren,principalmente, a la inmortalidad, para alcanzar la cual es menester, ante todo poseer esteamigo fiel que gue nuestras acciones con sus avisos y consejos, y nos guarde, por estemedio, de las asechanzas y engaos del maligno. Este amigo ser, para nosotros, como untesoro de sabidura en nuestras aflicciones, tristezas y cadas; medicamento, que aliviar yconsolar nuestros corazones, en las dolencias del espritu; nos librar del mal y procurarnuestro mayor bien, y, si alguna vez caemos en enfermedad, impedir que sea mortal y nossacar de ella.

    Mas, quin encontrar este amigo? Responde el Sabio: Los que temen a Dios; es decir,los humildes, que sienten grandes deseos de avanzar en la vida espiritual. Pues, si es para ticosa de tanta monta, oh Filotea!, caminar junto a un buen gua, durante este santo viajehacia la devocin, pide a Dios, con gran insistencia, que te procure uno segn su corazn, yno dudes; porque, aunque fuere menester enviarte un ngel del cielo, como lo hizo con eljoven Tobas, te dar uno bueno y fiel.

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    Ahora bien, este amigo ha de ser siempre para ti un ngel, es decir, cuando lo hayasencontrado, no lo consideres como un simple hombre, y no confes en l ni en su saberhumano sino en Dios, el cual te favorecer y te hablar por medio de este hombre, en cuyocorazn y en cuyos labios pondr lo que fuere necesario para tu bien. Debes, pues,escucharle como a un ngel, que desciende del cielo para conducirte a l.

    Hblale con el corazn abierto, con toda sinceridad y fidelidad, y manifistale claramentelo bueno y lo malo, sin fingimiento ni disimulacin, y, por este medio, el bien serexaminado, y quedar ms asegurado, y el mal ser remediado y corregido; te sentirsaliviada y regulada en los consuelos. Ten, pues, en l una gran confianza y, a la vez, unasanta reverencia, de suerte que la reverencia no disminuya la confianza, y la confianza noimpida la reverencia. Confa en l, con el respeto de una hija para con su padre, y resptalocon la confianza de un hijo para con su madre: en una palabra, esta amistad ha de ser fuertey dulce, toda ella santa, toda sagrada, toda divina, toda espiritual.

    Y, para esto, escoge uno entre mil, dice vila, y aado yo: entre diez mil, porque sonmuchos menos de lo que parece los capaces de desempear bien este oficio. Ha de estarlleno de caridad, de ciencia, de prudencia: si le falta una sola de estas tres cualidades, esmuy grande el peligro. Pero, te lo repito de nuevo, pdelo a Dios, y, una vez lo hayasalcanzado, s constante, no busques otros, sino camina con sencillez, humildad y confianza,y tendrs un viaje feliz.

    CAPTULO V

    QUE ES MENESTER COMENZAR POR LA PURIFICACIN DEL ALMA

    Las flores,dice el sagrado Esposo, apareen en nuestra tierra; el tiempo de podar y cortar hallegado. Qu son las flores de nuestros corazones, oh Filotea!, sino los buenos deseos?

    Ahora bien, en cuanto aparecen, es menester poner la mano a la segur, para cortar, ennuestra conciencia, todas las obras muertas y superfluas. La doncella extranjera, paracasarse con un israelita, haba de quitarse los vestidos de cautiva, cortarse las uas y rasurarlos cabellos: y el alma que aspira al honor de ser esposa del Hijo de Dios debe despojarsedel hombre viejo y revestirse del nuevo, dejando el pecado, cortando de raz toda clase deestorbos, que apartan del amor del Seor. El comienzo de nuestra santidad consiste enpurgar los malos humores del pecado.

    San Pablo qued enteramente purificado, en un instante, y lo mismo le acaeci a SantaCatalina de Gnova, a Santa Magdalena, a Santa Pelagia y a algunos otros santos; pero estaclase de purificacin es absolutamente milagrosa y extraordinaria, en el orden de la gracia,como la resurreccin de los muertos lo es en el orden de la naturaleza, por lo que no hemosde pretenderla. La purificacin y la curacin ordinaria, as de los cuerpos como de lasalmas, no se hace sino poco a poco, paso a paso, por grados, de adelanto en adelanto, condificultad y con tiempo. Los ngeles de la escala de Jacob tienen alas, pero no vuelan, sinoque suben y bajan ordenadamente de grada en grada. El alma que se remonta del pecado ala devocin, es comparada a la aurora, la cual, cuando aparece, no disipa en un instante, lastinieblas, sino lentamente. Dice un aforismo que cuanto menos precipitada es la curacin,

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    es tanto ms segura: las enfermedades del corazn, como las del cuerpo, vienen a caballo yal galope, pero se van a pie y al paso.

    Conviene, pues, oh Filotea!, que seas animosa y paciente en esta empresa. Ah! qu penada ver a ciertas almas que, al sentirse todava sujetas a muchas imperfecciones, despus de

    haberse ejercitado en la devocin, se turban y desalientan y se dejan casi vencer por latentacin de abandonarlo todo y de volver atrs. Mas, por el contrario, no es tambin unpeligro para las almas, el que, por una tentacin opuesta, lleguen a creer, el primer da, queya estn purificadas de sus imperfecciones y, tenindose por perfectas, echen a volar sinalas? Oh Filotea, es demasiado grande el peligro de caer, para desasirse tan pronto de lasmanos del mdico! Ah!, no os levantis antes de que llegue la luz -dice el profeta-;levantaos despus de haber descansado; y l mismo, despus de haber practicado esteconsejo y de haberse lavado y purificado, pide a Dios que le lave y purifique de nuevo.

    El ejercicio de la purificacin del alma no puede ni debe acabarse sino con la vida. No nosturbemos, pues, por nuestras imperfecciones, porque nuestra perfeccin consiste precisamente en combatirlas, y no podremos combatirlas sin verlas, ni vencerlas sinencontrarlas. Nuestra victoria no estriba en no sentirlas, sino en no consentir en ellas, y noes, en manera alguna, consentir el sentirse por ellas acosado. Es muy provechoso, para elejercicio de la humildad, que, alguna vez, seamos heridos en este combate espiritual; sinembargo, nunca somos vencidos, sino cuando perdemos la vida o el valor. Ahora bien, lasimperfecciones y los pecados no pueden arrebatarnos la vida espiritual, pues sta slo sepierde por el pecado grave; importa, pues, que no nos desalienten: Lbrame, Seor -decaDavid-, de la cobarda y del desaliento. Es, para nosotros, una condicin ventajosa, en estaguerra, saber que siempre seremos vencedores, con tal que queramos combatir.

    CAPTULO VI

    DE LA PRIMERA PURIFICACIN, QUE ES LA DE LOS PECADOS MORTALES

    La primera purificacin que se requiere es la del pecado mortal; el medio para lograrla es elsacramento de la Penitencia. Busca el confesor ms digno que te sea posible; toma en tusmanos algunos de los libritos que se han escrito para ayudar a las conciencias a confesarsebien, como Granada, Bruno, Arias, Auger; lelos con atencin, y advierte punto por punto,en qu has pecado, desde que llegaste al uso de la razn hasta la hora presente; si no te fasde la memoria, escribe lo que hubieres notado. Despus de haber repasado y amontonado,de esta manera, los pecados de tu conciencia, detstalos y chalos lejos de ti, por unacontricin y un pesar tan grande como pueda soportarlo tu corazn, considerando estascuatro cosas: que, por el pecado, has perdido la gracia de Dios, has perdido el derecho a lagloria, has aceptado las penas del infierno y has renunciado al amor eterno de Dios.

    Ya entiendes, Filotea, que me refiero a una confesin general de toda la vida, la cual, sibien reconozco que no siempre es absolutamen

    te necesaria, con todo considero que te ser sumamente til en los comienzos; por lomismo, te la aconsejo con gran encarecimiento. Acontece, con harta frecuencia, que lasconfesiones ordinarias de las personas que llevan una vida comn y vulgar estn llenas de

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    grandes defectos, porque, muchas veces, la preparacin es deficiente o nula, y falta lacontricin exigida; al contrario, suele acudirse a la confesin con una voluntad tcita devolver a caer en pecado y sin la resolucin de evitar las ocasiones y de poner los mediosnecesarios para la enmienda de la vida; en todos estos casos, la confesin general esnecesaria para la tranquilidad del alma. Pero, adems, de esto, la confesin general nos

    conduce al conocimiento de nosotros mismos, provoca en nosotros una saludable confusinpor nuestra vida pasada, nos hace admirar la misericordia de Dios, que nos ha aguardadocon tanta paciencia; sosiega nuestros corazones, alivia nuestros espritus, excita en nosotrosbuenos propsitos, da ocasin a nuestro padre espiritual para que nos haga las advertenciasque mejor cuadran con nuestra condicin, y nos abre el corazn, para que nos manifestemoscon toda confianza, en las confesiones siguientes.

    Tratando, pues, ahora, de una renovacin general de nuestro corazn y de una conversintotal de nuestra alma a Dios, para emprender la vida devota, me parece, oh Filotea!, quetengo razn, si te aconsejo esta confesin general.

    CAPTULO VII

    DE LA SEGUNDA PURIFICACIN, QUE ES LA DEL AFECTO AL PECADO

    Todos los israelitas salieron de Egipto, pero no todos partieron de corazn, por lo cual,cuando estaban en medio del desierto, muchos de ellos echaban de menos las cebollas y losmanjares de aquella tierra. De la misma manera, hay penitentes que salen, en efecto, delpecado, pero no todos dejan la aficin a l; es decir, proponen no pecar ms, pero con ciertamala gana de privarse y abstenerse de los deleites pecaminosos; su corazn renuncia alpecado y se aleja de l, mas no por ello deja de volver, de vez en cuando, la cabeza haciaaquel lado, como la volvi la mujer de Lot hacia Sodoma. Se abstienen del pecado, comolos enfermos de la fruta, que no comen de ella porque el mdico les amenaza con la muertes no saben privarse; pero se inquietan, hablan de ella y de la posibilidad de comer; quieren,a lo menos, olfatearla y tienen por dichosos a los que la pueden gustar. Tambin estosdbiles y cobardes penitentes se abstienen, por algn tiempo, del pecado, pero aregaadientes; quisieran poder pecar sin condenarse, hablan con afecto y gusto del pecado,y consideran felices a los que lo cometen. Un hombre decidido a vengarse cambiar deresolucin en la confesin, pero enseguida se le ver entre los amigos, complacindose enhablar de su querella, diciendo que, si no hubiese sido por el temor de Dios hubiera hechoesto o aquello y que el artculo de la

    ley divina que nos manda perdonar, es difcil; que ojal fuese permitido vengarse. Ah!quin no ve que este Pobre hombre, si bien est libre del pecado, contina encadenado porel afecto al mismo, y que, hallndose fuera de Egipto, con el cuerpo, est todava all, con eldeseo, y suspira por los ajos y las cebollas que all sola comer? Tal hace tambin la mujerque habiendo detestado sus perversos amores, gusta todava de ser festejada y cortejada.Ah! Qu peligro ms grande no corren estas personas! Oh Filotea! puesto que quieresemprender la vida devota, es necesario no slo que dejes el pecado, sino que purifqueseenteramente tu corazn de todos los afectos que de l dimanan, porque, aparte del peligrode reincidir, estas desdichadas aficiones debilitaran continuamente tu espritu y logravaran de tal suerte, que no podra hacer las buenas obras con aquella prontitud, celo y

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    frecuencia que constituyen la esencia de la devocin. Las almas que, habiendo salido delpecado, tienen todava estos afectos y estas debilidades, se parecen, a mi modo de ver, a lasdoncellas de plido color, cuyas acciones sin estar ellas enfermas son todas enfermizas;comen sin gusto, duermen sin reposo, ren sin gozo, y andan a rastras, en vez de caminar.De la misma manera hacen estas almas el bien, con una dejadez espiritual tan grande, que

    quita toda la gracia a sus buenos ejercicios, que son pocos en nmero y de muy reducidaeficacia.

    CAPTULO VIII

    DE COMO SE HA DE HACER ESTA SEGUNDA PURIFICACIN

    El primer motivo para llegar a esta segunda purificacin es el vivo y fuerte conocimientodel gran mal que nos acarrea el pecado, conocimiento que excita en nosotros una profunday vehemente contricin; pues, as como la contricin, con tal que sea verdadera, por pequea que sea, sobre todo si se junta a la virtud de los sacramentos, nos purificasuficientemente del pecado, asimismo, cuando es grande y vehemente, nos purifica detodos los afectos que del pecado se derivan. Un odio o un rencor flojo y dbil nos haceantiptica la persona odiada y nos induce a evitar su compaa; mas, cuando el odio esmortal y violento, no slo huimos de la persona aborrecida, sino que nos disgusta, y nopodemos sufrir el trato de sus compaeros, amigos y parientes y su imagen y todo cuanto aella se refiere. As, cuando el penitente odia el pecado, movido de una ligera, aunqueverdadera contricin, resuelve sinceramente no volver ms a pecar; pero cuando elaborrecimiento es fruto de una contricin vigorosa y potente, no slo detesta el pecado, sinotodos los afectos, relaciones y caminos que a l conducen. Conviene, pues, Filotea, queacrecentemos nuestra contricin y nuestro arrepentimiento, a fin de que llegue a extendersehasta las ms insignificantes manifestaciones del pecado. Magdalena, en su conversin, detal manera perdi el gusto por el pecado y por los placeres que en l haba hallado, quejams Pens en ellos; y David no slo aborreci el pecado, sino tambin todos sus caminosy senderos: en esto consiste la renovacin del alma, que el mismo profeta compara con larenovacin del guila.

    Ahora bien, para llegar a este conocimiento y contricin, es necesario que te ejercites en lassiguientes meditaciones, las cuales, bien practicadas, desarraigarn de tu corazn, mediantela gracia de Dios, el pecado y las principales aficiones al mismo; precisamente con este finlas he compuesto. Las hars por el orden indicado, y solamente una cada da, por lamaana, a ser posible, porque es el tiempo ms a propsito para todas las actividades delespritu, e irs rumindola durante todo el da. Y, si todava no ests acostumbrada ameditar, atiende a lo que diremos en la segunda parte.

    CAPTULO IX

    Meditacin 1 : DE LA CREACIN

    PREPARACIN. 1. Ponte en la presencia de Dios.-2. Pdele que te ilumine.

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    CONSIDERACIONES. 1. Considera que slo hace algunos aos que no estabas en elmundo y que tu ser era una verdadera nada. Dnde estbamos, oh alma ma!, en aqueltiempo? El mundo era ya de larga duracin, y de nosotros todava no se tena noticia.

    2. Dios te ha hecho salir de esta nada, para hacer de ti lo que eres, sin que te hubiese

    menester, nicamente por su bondad.3. Considera el ser que Dios te ha dado; el primer ser del mundo visible capaz de vivireternamente y de unirse perfectamente a la divina Majestad.

    AFECTOS Y RESOLUCIONES. 1. Humllate profundamente delante de Dios y dile decorazn con el salmista: Oh Seor!, soy una verdadera nada delante de Ti. Y, cmo tehas acordado de m para crearme? Ah!, alma ma, t estabas sumida en el abismo de estaantigua nada, y todava estaras all, si Dios no te hubiese sacado de ella; y qu haras enesta nada?

    2. Da las gracias a Dios. Oh mi grande y buen Creador, cunto te debo, pues me hassacado de la nada, para hacer de m lo que soy por tu misericordia! Qu podr hacer jamspara bendecir tu santo Nombre y agradecer tus inmensas bondades?

    3. Confndete. Pero, oh Creador mo!, en lugar de unirme a Ti por el amor y sirvindote,me he rebelado con mis desordenadas aficiones y me he separado y alejado de Ti parajuntarme con el pecado, dejando de honrar a tu bondad, como si no fueses mi Creador.

    4. Humllate delante de Dios. Has de saber, alma ma, que el Seor es tu Dios; l es quiente ha hecho y no t. Oh Dios mo!, soy obra de tus manos.

    5. No quiero, en adelante, complacerme ms en m misma, ya que, por mi parte, nada soy. De qu te glorias, oh! polvo y ceniza? 0 mejor dicho, de qu te ensalzas, oh verdaderonada? Para humillarme, quiero hacer tal o cual cosa, soportar este o aquel desprecio. Deseocambiar de vida, seguir, en adelante, a mi Creador,

    y honrarme con la condicin del ser que l me ha dado, emplendola toda en obedecer a suvoluntad, por los medios que me sern enseados, acerca de los cuales preguntar a mipadre espiritual.

    CONCLUSIN. 1. Da gracias a Dios. Bendice, oh alma ma!, a tu Dios y que todas misentraas alaben su santo Nombre, porque su bondad me ha sacado de la nada y sumisericordia me ha creado.

    2. Hazle ofrenda. Oh Dios mo!, te ofrezco el ser que me has dado, con todo mi corazn; telo dedico y te lo consagro.

    3. Ruega. Oh Dios mo!, robustceme en estos afectos y en estas resoluciones; oh VirgenSantsima!, recomindalas a la misericordia de tu Hijo, con todos aquellos por quienestengo obligacin de rogar, etc.

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    Padrenuestro, Avemara.

    Al salir de la oracin, paseando un poco, haz un pequeo ramillete con las consideracionesque hubieres hecho, para olerlo durante todo el da.

    CAPTULO X

    Meditacin 2 : DEL FIN PARA EL CUAL HEMOS SIDO CREADOS

    PREPARACIN. 1. Ponte en la presencia de Dios.-2. Pdele que te ilumine.

    CONSIDERACIONES. 1. Dios no te ha puesto en el mundo porque necesite de ti, pues leeres bien intil, sino nicamente para ejercitar en ti su bondad, dndote su gracia y sugloria. Y, as, te ha dado la inteligencia para conocerle, la memoria para que te acuerdes del, la voluntad para amarle, la imaginacin para representarte sus beneficios, los ojos paraadmirar las maravillas de sus obras, la lengua para alabarle, y as de las dems facultades.

    2. Habiendo sido creada y puesta en este mundo con este intento, todas las acciones que lesean contrarias han de ser rechazadas y evitadas, y las que en manera alguna sirvan paraeste fin, han de ser despreciadas como vanas y superfluas.

    3. Considera la desdicha del mundo, que no piensa en esto, sino que vive como si creyeseque no ha sido creado para otra cosa que para edificar casas, plantar rboles, atesorarriquezas y bromear.

    AFECTOS Y RESOLUCIONES. 1. Confndete echando en cara a tu alma su miseria, lacual ha sido hasta ahora tan grande, que ni siquiera ha pensado en todo esto. Ah!, dirs,en qu pensaba, oh Dios mo!, cuando no pensaba en Ti? De qu me acordaba, cuandome olvidaba de Ti? Qu amaba cuando no te amaba a Ti? Ah! haba de alimentarme de laverdad y me hartaba de vanidades, y era esclava del mundo, siendo as que ha sido hechopara servirme.

    2. Detesta la vida pasada. Pensamientos vanos, cavilaciones intiles, renuncio a vosotros:recuerdos detestables y frvolos, os detesto-, amistades infieles y desleales, serviciosperdidos y miserables, correspondencias ingratas, enfadosas complacencias, os desecho.

    3. Convirtete a Dios. T, Dios mo y Salvador mo, sers, en adelante, el nico objeto demis pensamientos; jams aplicar mi atencin a pensamientos que te sean desagradables:mi memoria, durante todos los das de mi existencia, estar llena de la grandeza de tubondad, tan dulcemente ejercida en mi vida; T sers las delicias de mi corazn y lasuavidad de mis afectos.; Ah, s! ; aborrecer para siempre tales y tales bagatelas ydiversiones a las cuales me entregaba, y a los ejercicios vanos, en los cuales empleaba misdas, y a tales afectos, que cautivaban mi corazn, y, para lograrlo, emplear tales y talesremedios.

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    CONCLUSIN. 1. Da gracias a Dios que te ha creado para un fin tan excelente. T, Seor,me has hecho para Ti, para que goce eternamente de la inmensidad de tu gloria: Cundollegar a ser digna de ello y cundo te bendecir como es debido?

    2. Ofrecimiento. Te ofrezco, oh mi amado Creador!, todos estos mismos afectos y

    resoluciones, con toda mi alma y con todo mi corazn.3. Pide. Te ruego, oh Dios mo!, que te sean agradables mis anhelos y mis propsitos, yque concedas tu santa bendicin a mi alma, para que pueda cumplirlos, por los mritos de lasangre de tu Hijo, derramada en la Cruz, etc.

    Padrenuestro, etc.

    Haz el ramillete de devocin.

    CAPTULO XI

    Meditacin 3 : DE LOS BENEFICIOS DE DIOS

    PREPARACIN. 1. Ponte en la presencia de Dios.-2. Pdele que te ilumine.

    CONSIDERACIONES. 1. Considera las gracias corporales que Dios te ha concedido: estecuerpo, estas facilidades para sustentarlo, esta salud, estas satisfacciones lcitas, estosamigos, estos auxilios. Mas considera esto, comparndote con tantas otras personas quevalen ms que t, las cuales se ven privadas de estos beneficios: unas son contrahechas,otras mutiladas, otras caree-en de salud; otras son objeto de oprobios, de desprecios y dedeshonra; otras estn abatidas por la pobreza; y Dios no ha querido que t fueses tandesgraciada.

    2. Considera los dones del espritu: cuantas personas hay, en el mundo, imbciles, furiosas,insensatas; y por qu no eres t una de tantas? Porque Dios te ha favorecido. Cuntos hansido criados groseramente y' en la mayor ignorancia, y la Providencia divina ha hecho quet fueses educada con urbanidad y con decoro!

    3. Considera las gracias espirituales: Oh Filotea!, t eres hija de la Iglesia; Dios te haenseado a conocerle, desde tu juventud. Cuntas veces te ha dado sus sacramentos?Cuntas veces te ha ayudado, con inspiraciones, luces interiores y reprensiones, para tuenmienda? Cuntas veces te ha perdonado tus faltas?

    Cuntas veces te ha librado de las ocasiones de perderte, a que te habas expuesto? Y estosaos pasados no te han ofrecido una oportunidad y una facilidad para avanzar en el bien detu alma? Examina en sus pormenores, cun suave y generoso ha sido Dios contigo.

    AFECTOS Y RESOLUCIONES. 1. Admira la bondad de Dios. Oh! qu bueno es Diospara conmigo! Qu bueno es! y tu Corazn, oh Seor!, cun rico es en misericordia y

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    cun generoso en bondad! Cantemos eternamente, oh alma!, la multitud de mercedes quenos ha otorgado.

    2. Admira tu ingratitud. Mas, quin soy yo, oh Seor!, para que hayas pensado en m?Oh, cun grande es mi indignidad! Ah! yo he pisoteado tus beneficios, he deshonrado tus

    gracias, convirtindolas en objeto de abuso y de menosprecio de tu soberana bondad; heopuesto el abismo de mi ingratitud al abismo de tu gracia y de tu favor.

    3. Exctate a agrade cimiento. Arriba, pues oh corazn mo! ; no quieras ser infiel, ingratoy desleal con este gran bienhechor. Y cmo mi alma no estar, de hoy en adelante,sometida a Dios, que ha obrado, en m y para m, tantas gracias y tantas maravillas?

    4. Ah, por lo tanto, oh Filotea!, aparta tu corazn de tales y tales placeres; procura tenerlosujeto al servicio de Dios, que tanto ha hecho por ti; dedica tu alma a conocerle yreconocerle ms y ms, practicando los ejercicios que para ello se requieren, y empleacuidadosamente los auxilios que, para salvarte y amar a Dios, posee la Iglesia. S,frecuentar la oracin, los sacramentos; escuchar la divina palabra y pondr en prctica lasinspiraciones y los consejos.

    CONCLUSIN. 1. Da gracias a Dios por el conocimiento que te ha dado de tus deberes ypor todos los beneficios que hasta ahora has recibido.

    2. Ofrcele tu corazn con todas tus resoluciones.

    3. Pdele que te d fuerzas, para practicarlas fielmente, por los mritos de la muerte de suHijo: implora la intercesin de la Virgen y de los santos.

    CAPTULO XII

    Meditacin 4: DE LOS PECADOS

    PREPARACIN. 1. Ponte en la presencia de Dios. - Pdele que te ilumine.

    CONSIDERACIONES. 1. Piensa en el tiempo que hace comenzaste a pecar y mira como,desde entonces, has ido multiplicando los pecados en tu corazn, y como, todos los das,has aadido otros nuevos contra Dios, contra ti mismo, contra el prjimo, de obra, depalabra, de deseo, de pensamiento.

    2. Considera tus malas inclinaciones y las muchas veces que has ido en pos de ellas. Estosdos puntos te ensearn que el nmero de tus culpas es mayor que el de los cabellos de tucabeza, tan grande como el de las arenas del mar.

    3. Considera aparte el pecado de ingratitud para con Dios, pecado general que abarca todoslos dems y los hace infinitamente ms enormes.

    Mira cuntos beneficios te ha hecho Dios y cmo has abusado de todos ellos contra elDador; singularmente, cuntas inspiraciones despreciadas, cuntas mociones saludables

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    inutilizadas. Y ms an, cuntas veces has recibido los sacramentos y con qu fruto? Quse han hecho las preciosas joyas con que tu amado esposo te haba adornado? Todo haquedado sepultado bajo tus iniquidades. Con qu preparacin los has recibido? Piensa enesta ingratitud, a saber, que, habiendo corrido tanto Dios en pos de ti para salvarte, siemprehas huido t de l para perderte.

    AFECTOS Y RESOLUCIONES. 1. Confndete en tu miseria. Oh Dios mo!, cmo meatrevo a comparecer ante tus ojos? Ah!, yo no soy ms que una apostema del mundo y unalbaal. de ingratitud y de iniquidad. Es posible que haya sido tan desleal, que no hayadejado de viciar, violar y manchar uno solo de mis sentidos, una sola de las potencias de mialma, y que, ni un solo da de mi vida haya transcurrido sin producir tan malos efectos? Esde esta manera como haba de corresponder a los beneficios de mi Creador y a la sangre demi Redentor?

    2. Pide perdn y arrjate a los pies del Seor, como un hijo prdigo, como una Magdalena,como una esposa que ha profanado el tlamo nupcial con toda clase de adulterios. OhSeor!, misericordia para esta pobre pecadora. Ay de m! Oh fuente viva de compasin,ten piedad de esta miserable!

    S. Propn vivir mejor. Oh Seor! jams, mediante tu gracia, me entregar al pecado. Ayde m!, demasiado lo he querido. Lo detesto y me abrazo a Ti, Oh Padre de misericordia!;quiero vivir y morir en Ti.

    4. Para borrar los pecados pasados, me acusar de ellos valerosamente y no dejar deconfesar uno solo.

    5. Har todo cuanto pueda, para arrancar enteramente las malas races de mi corazn,particularmente tales y tales, que son especialmente enojosas.

    6. Y para lograrlo, echar mano de los medios que me aconsejen, y jams creer haberhecho lo bastante para reparar tan grandes faltas.

    CONCLUSIN. 1. Da gracias a Dios, que te ha esperado hasta la hora presente y te hacomunicado tan buenos afectos.

    2. Ofrcele tu corazn, para llevarlos a la prctica.

    3. Pide que te robustezca, etc.

    CAPTULO XIII

    Meditacin 5: DE LA MUERTE

    PREPARACIN. 1. Ponte en la presencia de Dios.-2. Pdele su gracia.

    3. Imagnate que ests gravemente enferma, en el lecho de muerte, sin ninguna esperanzade escapar de ella.

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    CONCLUSIN. Da gracias a Dios por estos propsitos que te ha inspirado; ofrcelos a sudivina Majestad; pdele de nuevo que te conceda una muerte feliz, por los mritos de lamuerte de su Hijo.

    Padrenuestro, etc.

    Haz un ramillete de mirra.

    CAPTULO XIV

    Meditacin 6: DEL JUICIO

    PREPARACIN. 1. Ponte en la presencia de Dios. - 2. Pdele que te ilumine.

    CONSIDERACIONES. 1. Finalmente, despus de transcurrido el tiempo sealado por Diosa la duracin del mundo y despus de una serie de seales y presagios horribles, que harntemblar a los hombres de espanto y de terror, el fuego, que caer como un diluvio, abrasary reducir a cenizas toda la faz de la tierra, sin que ninguna de las cosas que vernos sobreella llegue a escapar.

    2. Despus de este diluvio de llamas y rayos, todos los hombres saldrn del seno de latierra, excepcin hecha de los que ya hubieren resucitado, y, a la voz de Arcngel,comparecern en el valle de Josafat. Mas, ay, con qu diferencia! Porque los unos estarnall con sus cuerpos gloriosos y resplandecientes y los otros con los cuerpos feos yespantosos.

    3. Considera la majestad, con la cual el soberano Juez aparecer, rodeado de todos losngeles y santos, teniendo delante su cruz, ms reluciente que el sol, ensea de gracia paralos buenos y de rigor para los malos.

    4. Este soberano Juez, por terrible mandato suyo, que ser enseguida ejecutado, separar alos buenos de los malos, poniendo a los unos a su derecha y a los otros a su izquierda;separacin eterna, despus de la cual los dos bandos no se encontrarn jams.

    5. Hecha la separacin y abiertos los libros de las conciencias, quedar puesta demanifiesto, con toda claridad, la malicia de los malos y el desprecio de que habrn hechoobjeto a Dios; y, por otra parte, la penitencia de los buenos y los efectos de la gracia deDios que, en vida, habrn recibido y nada quedar oculto. Oh Dios, qu confusin para losunos y qu consuelo para los otros!

    6. Considera la ltima sentencia de los malos. Id malditos al fuego eterno, preparado parael diablo y sus compaeros. Pondera estas palabras tan graves. Id, les dice. Es unapalabra de abandono eterno, con que Dios deja a estos desgraciados y los aleja para siemprede su faz. Les llama malditos . Oh alma ma, qu maldicin! Maldicin general, queabarca todos los males; maldicin irrevocable, que comprende todos los tiempos y toda laeternidad. Y aade al fuego eterno. Mira, oh corazn mo! esta gran eternidad. Oheterna eternidad de las penas, qu espantosa eres!

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    7. Considera la sentencia contraria de los buenos: Venid, dice el Juez. Ah!, es laagradable palabra de salvacin, por la que Dios nos atrae hacia s y nos recibe en el seno desu bondad; benditos de mi Padre: oh hermosa bendicin, que encierra todas lasbendiciones! tomad posesin del reino que tenis preparado desde la creacin del mundo.

    Oh, Dios mo, qu gracia, porque este reino jams tendr fin!AFECTOS Y RESOLUCIONES. 1. Tiembla, oh alma ma!, ante este recuerdo. Quinpodr, oh Dios mo!, darme seguridad para aquel da, en el cual temblarn de pavor lascolumnas del firmamento?

    2. Detesta tus pecados, pues slo ellos pueden perderte en aquel da temible.

    3. Ah!, quiero juzgarme a m mismo ahora, para no ser juzgado despus. Quiero examinarmi conciencia y condenarme, acusarme y corregirme, para que el Juez no me condene eaquel da terrible: me confesar y har caso de los avisos necesarios, etc.

    CONCLUSIN. 1. Da gracias a Dios, que te ha dado los medios de asegurarte para aquelda, y tiempo para hacer penitencia.

    2. Ofrcele tu corazn para hacerla.

    3. Pdele que te d su gracia para llevarla a la prctica.

    Padrenuestro, etc.

    Haz el ramillete espiritual.

    CAPTULO XV

    Meditacin 7 : DEL INFIERNO

    PREPARACIN. 1. Ponte en la presencia de Dios.-2. Humllate y pdele su auxilio.

    3. Imagnate que ests en una ciudad envuelta en tinieblas, abrasada de azufre y pezpestilente, llena de ciudadanos que no pueden salir de ella.

    CONSIDERACIONES. 1. Los condenados estn dentro del abismo infernal como en unaciudad infortunada, en la cual padecen tormentos indecibles, en todos sus sentidos y entodos sus miembros, pues, por haberlos empleado en pecar, han de padecer en ellos laspenas debidas al pecado: los ojos, en castigo de sus ilcitas y perniciosas miradas, tendrnque soportar la horrible visin de los demonios y del infierno; los odos, por habersecomplacido en malas conversaciones, no oirn sino llantos, lamentos de desesperacin y astodos los dems sentidos.

    2. Adems de todos estos tormentos, todava hay otro mayor, que es la privacin y laprdida de la gloria de Dios, que jams podrn contemplar. Si a Absaln, la privacin de la

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    amable faz de su padre le pareci ms intolerable que el mismo destierro, oh Dios mo, qupesar, el verse privado para siempre de la visin de tu dulce y suave rostro!

    3. Considera, sobre todo, la eternidad de las llamas, que, por s sola hace intolerable elinfierno. Ah!, si un mosquito en la oreja, si el calor de una ligera fiebre es causa de que

    nos parezca larga y pesada una noche corta, cun espantosa ser la noche de la eternidad,en medio de tantos tormentos! De esta eternidad nace la desesperacin eterna, lasblasfemias y la rabia infinita.

    AFECTOS Y RESOLUCIONES. 1. Espanta a tu alma con estas palabras de Job: Ah, almama, podras vivir eternamente en estos ardores eternos y en este fuego devorador?Quieres dejar a Dios para siempre?

    2. Confiesa que los has merecido y cuntas veces! Pero, de ahora en adelante, quiero andarpor la senda contraria; por qu he de descender a este abismo?

    3. Har, pues, estos y aquellos esfuerzos para evitar el pecado, que es la nica cosa quepuedo darme la muerte eterna.

    Da gracias, ofrece, ruega.

    CAPTULO XVI

    Meditacin 8: EL PARASO

    PREPARACIN. 1. Ponte en la presencia de Dios.-2. Haz la invocacin.

    CONSIDERACIONES. 1. imagina una hermosa noche muy serena, y piensa cunagradable es ver el cielo tachonado de esta multitud y variedad de estrellas. Ahora aadeesta belleza a la de un buen da, de suerte que la claridad del sol no impida la clara visinde la luna y de las estrellas, y considera que esta hermosura nada es, comparada con laexcelencia del cielo. Ah! Qu deseable y amable es este lugar y qu preciosa esta ciudad!

    2. Considera la nobleza, la distincin y la multitud de los ciudadanos y habitantes de esta bienaventurada mansin; estos millones y millones de ngeles, de querubines y deserafines; este ejrcito de mrtires, de confesores, de vrgenes, de santas mujeres; lamultitud es innumerable. Oh! qu dichosa es esta compaa! El menor de todos es msbello que todo el mundo, qu ser verlos a todos? Mas, i ol Dios mo qu felices son!cantan, sin cesar, el dulce himno del amor eterno; siempre gozan de una perpetua alegra; secomunican, los unos a los otros, consuelos indecibles y viven en el contento de una dichosae indisoluble compaa.

    3. Considera, finalmente, la suerte que tienen de gozar de Dios, que les recompensaeternamente con su amable mirada, con la que infunde en sus corazones un abismo dedelicias. Qu dicha estar siempre unido a su primer principio! Son como aves felices, queandan volando y cantan eternamente por los aires de la divinidad, que las envuelven portodas partes con goces increbles; all, todos, a cual mejor, y sin envidias, cantan las

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    alabanzas del Creador. Seas para siempre bendito, oh dulce y soberano Creador y Salvadornuestro!, porque eres tan bueno y porque nos comunicas tan generosamente tu gloria. Y,recprocamente, Dios bendice, con bendiciones perpetuas, a todos los santos: Sed parasiempre benditas, les dice, mis amadas criaturas, porque me habis servido y me alabiseternamente con tan grande amor y valenta.

    AFECTOS Y RESOLUCIONES. 1 Admira y alaba esta patria celestial. Oh! Qu hermosaeres, mi amada Jerusaln, y qu dichosos son tus adoradores!

    2. Echa en cara a tu corazn el poco valor que ha tenido hasta el presente y el habersedesviado del camino que conduce a esta mansin gloriosa. Por qu me he alejado tanto demi suprema felicidad? i Ah, miserable de m! Por estos placeres tan enojosos y vacos, herenunciado mil veces a estas eternas e infinitas delicias. Qu espritu me ha inducido adespreciar bienes tan deseables, a trueque de unos deseos tan vanos y despreciables?

    3. Aspira, sin embargo, con ardor a esta morada de delicias. Oh, mi bueno y soberanoSeor puesto que os habis complacido en enderezar mis pasos por vuestros caminos, jamsvolver atrs. Vayamos, mi querida alma, hacia este reposo infinito, caminemos hacia estabendita tierra que nos ha sido prometida. Qu hacemos en este Egipto?

    4. Me privar, pues, de aquellas cosas que me aparten o me retrasen en este camino.

    5. Practicar tales o cuales cosas, que puedan conducirme a l.

    Da las gracias, ofrece, ruega.

    CAPTULO XVII

    Meditacin 9 : A MANERA DE ELECCIN DEL PARASO

    PREPARACIN. 1. Ponte en la presencia de Dios. - 2. Humllate en su presencia y pdeleque te ilumine.

    CONSIDERACIONES. Imagina que te encuentras en campo raso, sola con tu buen ngel,como el jovencito Tobas cuando iba a Rages, y que te hace ver: arriba el cielo, con todoslos goces representados en la meditacin del paraso, que acabas de hacer, y, abajo, elinfierno, con todos los tormentos descritos en su correspondiente meditacin, arrodllatedelante de tu ngel:

    1. Considera que es una gran verdad el que t te encuentras entre el cielo y el infierno, yque uno y otro estn abiertos para recibirte, segn la eleccin que hubieres hecho.

    2. Considera que la eleccin del uno o del otro, hecha en este mundo, durar eternamente.

    3. Aunque ambos estn abiertos para recibirte, segn la eleccin que hicieres, es cierto queDios, que est presto a darte o el uno por su misericordia o el otro por su justicia, desea,empero, con deseo no igualado, que escojas el paraso; y tu ngel bueno te impele a ello,

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    con todo su poder, ofrecindote, de parte de Dios, mil gracias y mil auxilios, para ayudartea subir.

    4. Jesucristo, desde lo alto del cielo, te mira con bondad y te invita amorosamente: Ven,oh alma querida!, al descanso eterno: entre los brazos de mi bondad, que te ha preparado

    delicias inmortales, en la abundancia de su amor. Contempla, con los ojos del alma, a laSantsima Virgen, que te llama maternalmente: nimo, hija ma, no desprecies los deseosde mi Hijo, ni tantos suspiros que yo hago por ti, anhelando con l, tu salvacin eterna.Mira los santos que te exhortan y un milln de almas que te invitan suavemente, y que otracosa no desean que ver tu corazn unido al suyo, para alabar a Dios eternamente, y que teaseguran que el camino del cielo no es tan escabroso como el mundo lo presenta: Seasesforzada, querida amiga, te dicen ellas; el que considere bien el camino de la devocin, porel cual nosotros hemos trepado, ver que hemos alcanzado estas delicias mediante otrasdelicias incomparablemente ms suaves que las del mundo.

    ELECCIN. 1. Oh infierno!, te detesto ahora y eternamente; detesto tus tormentos y tuspenas; detesto tu infortunada y desdichada eternidad, y, sobre todo, las eternas blasfemias ymaldiciones que vomitas continuamente contra Dios. Y, volviendo mi alma y n coraznhacia ti, oh hermoso paraso, oh gloria eterna, felicidad perdurable!, escojoirrevocablemente y para siempre mi morada y mi estancia dentro de tus bellas y sagradasmansiones, y en tus santos y deseables tabernculos. Bendigo, oh Dios mo!, tumisericordia y acepto el ofrecimiento que de ella te plazca hacerme. Oh Jess, Salvadormo!, acepto tu amor eterno y la adquisicin, que para m has hecho, de un lugar en estabienaventurada Jerusaln, ms que para otra cosa, para amarte y bendecirte eternamente,

    2. Acepta los favores que la Virgen y los santos te hacen; promteles que te encaminarshacia ellos; da la mano a tu buen ngel, para que te conduzca; alienta a tu alma para estaeleccin.

    CAPTULO XVIII

    Meditacin l0 : A MANERA DE ELECCIN QUE

    EL ALMA HACE DE LA VIDA DEVOTA

    PREPARACIN. 1. Ponte en la presencia de Dios---2. Humllate en su presencia y pide suauxilio.

    CONSIDERACIONES. 1. Imagnate que te encuentras otra vez a campo raso, sola con tungel bueno, y, al lado izquierdo, mira al diablo sentado sobre un gran trono muyencumbrado, rodeado de muchos espritus infernales y de una gran muchedumbre demundanos, que, con la cabeza descubierta, le rinden acatamiento, unos por un pecado yotros por otro. Mira la actitud de estos desdichados cortesanos de tan abominable rey, yvers cmo unos estn furiosos de rabia, de envidia y de clera; otros se matanmutuamente; otros andan demacrados, tristes y llenos de angustia, en busca de las riquezas;otros entregados a la vanidad, sin ninguna clase de goce, que no sea intil o vano; otrosenvilecidos, perdidos y corrompidos en sus brutales afectos. Considera cmo todos viven

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    sin reposo, sin orden, sin continencia; cmo se desprecian los unos a los otros y cmo no seaman sino con fingida apariencia. Finalmente vers una desdichada nacin, tiranizada poreste rey maldito, que te har compasin.

    2. A la derecha, contempla a Cristo crucificado, que, con un amor cordial, ruega por estos

    pobres endiablados, para que salgan de esta tirana, y que los llama a s, rodeado de un granejrcito de devotos, juntamente con sus ngeles. Contempla la belleza de este reino dedevocin. Qu hermoso es ver este cortejo de vrgenes, de hombres y mujeres ms blancosque los lirios; esta asamblea de viudas aureoladas de una santa mortificacin y humildad!Mira esa hilera de personas casadas que viven tan dulcemente, unidas por un mutuo respetoque no puede existir sino merced a una gran caridad. Ve cmo estos devotos sabenhermanar los cuidados exteriores de su casa con los de la vida interior, el amor al maridocon el amor al Esposo Celestial. Mralos en todas partes, y siempre los vers con un portesanto, dulce, amable, escuchando a Nuestro Seor al que quieren introducir dentro de sucorazn. Se alegran, pero con una alegra graciosa, amorosa y bien ordenada; se aman losunos a los otros, pero con un amor sagrado y enteramente puro. Los que, en este pueblodevoto, estn afligidos, no se atormentan excesivamente y no pierden la paz. En unapalabra: contempla los ojos del Salvador que los consuela, y repara cmo todos juntossuspiran por l.

    3. Hasta ahora has dejado a Satans, con su triste y desgraciado squito, gracias a losbuenos afectos que has concebido, pero, a pesar de ello, todava no has llegado al ReyJess, ni te has juntado a la compaa santa y feliz de los devotos, sino que has fluctuadosiempre entre uno y otro.

    4. La Santsima Virgen, con San Jos, San Luis, Santa Mnica y otros cien mil, que formanen el escuadrn de los que han vivido en medio del mundo, te invitan y te alientan.

    5. El Rey crucificado te llama por tu propio nombre: Ven, mi bien amada, ven, que quierocoronarte.

    ELECCIN. 1. Oh mundo, oh legin abominable! ; no, jams me vers bajo tu bandera;por siempre jams he dejado tus locuras y tus vanidades. Rey de orgullo, rey de desdicha,espritu infernal, renuncio a ti y a tus vanas pompas y te detesto con todas tus obras.

    2. Y, al convertirme a Ti, dulce Jess mo, Rey de bienaventuranza y de gloria eterna, teabrazo, con todas las fuerzas de mi alma, te adoro con todo mi corazn, te elijo, ahora ypara siempre, por m Rey, y, con inviolable fidelidad, te rindo homenaje irrevocable; mesometo a la obediencia de tus santas leyes y mandamientos.

    3. Oh Virgen santa, amada Seora ma!, te elijo por m gua, me pongo bajo tu ensea, teofrezco un particular respeto y una reverencia especial. Oh mi santo ngel!, presntame aesta sagrada asamblea; no me dejes hasta que llegue a esta dichosa compaa, con la cualdigo y dir, por siempre jams, en testimonio de mi eleccin: Viva Jess, viva Jess.

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    CAPTULO XIX

    COMO SE HA DE HACER LA CONFESIN GENERAL

    He aqu, pues, amada Filotea, las meditaciones que se requieren para nuestro objeto. Una

    vez hechas, ve, con espritu de humildad, a hacer tu confesin general; pero te ruego que note dejes perturbar por ninguna aprensin. El escorpin, que nos ha herido, es venenosocuando nos pica, pero, una vez reducido a aceite, es un remedio contra su propia picadura.Slo cuando lo cometemos, es vergonzoso el pecado, pero, al convertirse en confesin y enpenitencia, es honroso y saludable. La confesin y la contricin son tan bellas y de tan buenolor, que borran la fealdad y disipan el hedor del pecado. Simn el leproso dijo queMagdalena era pecadora, pero Nuestro Seor dijo que no, y ya no habl de otra cosa sinode los perfumes que derram y de la grandeza de su amor. Si somos humildes, Filotea,nuestro pecado nos desagradar infinitamente, porque es ofensa de Dios; pero la acusacinde nuestro pecado nos ser dulce y amable, porque Dios es honrado en ella: decir al mdicolo que nos molesta es, en cierta manera, un alivio. Cuando llegues a la presencia de tu padreespiritual, imagnate que te encuentras en la montaa del Calvario, a los pies de Jesucristocrucificado, destilando por todas partes su preciossima sangre, para lavar tus iniquidades;porque, aunque no sea la propia sangre del Salvador, es, empero, el mrito de su sangrederramada el que roca abundantemente a los penitentes, alrededor de los confesionarios.Abre, pues, bien tu corazn, para que salgan de l los pecados, por la confesin, porque,conforme vayan saliendo, entrarn en l los mritos de la pasin divina para llenarlo debendiciones.

    Pero dilo todo sencilla e ingenuamente, tranquilizando de una vez tu conciencia. Y, hechoesto, escucha los avisos y lo que ordene el siervo de Dios, y di de todo corazn: Habla,Seor, que tu sierva escucha. S, Flotea, es Dios a quien escuchas, pues l ha dicho a susrepresentantes: El que a vosotros oye, a M me oye. Toma despus, en tu mano, lasiguiente promesa, que es el remate de toda tu contricin y que has de haber meditado yconsiderado antes; lela atentamente y con todo el sentimiento que te sea posible.

    CAPTULO XX

    PROMESA AUTNTICA PARA GRABAR EN EL ALMA LA RESOLUCIN DESERVIR A DIOS Y CONCLUIR LOS ACTOS DE PENITENCIA

    Yo, la que suscribe, puesta y constituida en la presencia de Dios eterno y de toda la cortecelestial, despus de haber considerado la inmensa misericordia de su divina bondad paraconmigo, indignsima y miserable criatura que ella ha sacado de la nada, conservado,sostenido, librado de tantos peligros y enriquecido de mercedes, y, sobre todo, despus dehaber considerado esta incomparable dulzura y clemencia, con que el bondadossimo Diosme ha soportado en mis iniquidades, tan frecuente y tan amablemente inspirada,invitndome a la enmienda, y con la que me ha aguardado tan pacientemente para quehiciera penitencia y me arrepintiese hasta este ao de mi vida, a pesar de todas misingratitudes, deslealtades e infidelidades, con que, difiriendo mi conversin y despreciandosus gracias le he ofendido tan desvergonzadamente despus de haber considerado que, elda de mi santo bautismo, fui tan feliz y santamente consagrada y dedicada a Dios, por ser

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    hija suya, y, que, contra la profesin que entonces se hizo en mi nombre, tantas y tantasveces, de una manera tan detestable y desgraciada, he profanado y violado mi alma,emplendola y ocupndola contra la divina Majestad; finalmente, volviendo ahora en m,postrada de corazn y espritu ante el trono de la justicia divina, me reconozco, acuso yconfieso por legtimamente culpable y convicta del crimen de lesa majestad divina, y

    culpable tambin de la muerte y pasin de Jesucristo, a causa de los pecados que hecometido, por los cuales l muri y padeci el tormento de la cruz, por lo que soymerecedora de ser eternamente perdida y condenada.

    Mas, volvindome hacia el trono de la misericordia infinita de este mismo Dios eterno,despus de haber detestado con todo mi corazn y con todas mis fuerzas las iniquidades demi vida pasada, pido y suplico humildemente gracia, perdn y misericordia y la completaabsolucin de mis crmenes, en virtud de la muerte y pasin de este mismo Seor yRedentor de mi alma, sobre la cual apoyada, como sobre el nico fundamento de miesperanza, confieso otra vez y renuevo la sagrada profesin de fidelidad hecha a Dios, en elbautismo, y renuncio al demonio, al mundo y a la carne, detesto sus perversas sugestiones,vanidades y concupiscencias, por todo el tiempo de mi vida presente y por toda laeternidad. Y, convirtindome a mi Dios, bondadoso y compasivo, deseo, propongo yresuelvo irrevocablemente servirle y amarle, ahora y siempre, dndole, para este fin,dedicndole y consagrndole mi espritu con todas sus facultades, mi alma con todas suspotencias, mi corazn con todos sus afectos, mi cuerpo con todos sus sentidos; prometiendono abusar jams de ninguna parte de mi ser contra su divina voluntad y soberana Majestad,a la cual me sacrifico e inmolo en espritu, para serle, en adelante, siempre leal, obediente yfiel criatura, sin retractarme ni arrepentirme jams de ello. Mas, ay de mi, si, por sugestindel enemigo o por cualquier debilidad humana, llegase a contravenir, en alguna cosa, estami resolucin y consagracin, prometo desde ahora y propongo, confiado en la gracia delEspritu Santo, levantarme, en cuanto me d cuenta de ello, y convertirme de nuevo, sinretrasos ni dilaciones.

    Esta es mi voluntad, mi intencin y mi resolucin inviolable e irrevocable, la cual confiesoy confirmo sin reserva ni excepcin, en la misma sagrada presencia de mi Dios y a la vistade la Iglesia militante, mi madre, que oye esta declaracin en la persona del que, comoministro de Dios, me escucha en este acto.

    Que sea de tu agrado, oh mi eterno Dios, todo poderoso y todo bondad, Padre, Hijo yEspritu Santo!, consolidar en m esta resolucin y aceptar este mi sacrificio cordial einterior, en olor de suavidad, y as como te has complacido en darme la inspiracin y lavoluntad de realizarlo, dame tambin la fuerza y la gracia necesaria para llevarlo a trmino.Oh, Dios mo!, t eres mi Dios, Dios de mi corazn, Dios de mi alma, Dios de mi espritu;as te reconozco y adoro ahora y por toda la eternidad. Viva Jess.

    CAPTULO XXI

    CONCLUSIN PARA ESTA PRIMERA PURIFICACIN

    Hecha esta promesa, est atenta y abre los odos de tu corazn para escuchar, en espritu,las palabras de tu absolucin, que el mismo Salvador de tu alma, sentado en el solio de su

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    misericordia, pronunciar, desde lo alto de los cielos, en presencia de todos los ngeles ysantos, al mismo tiempo que, en su nombre, te absolver el sacerdote ac en la tierra.Entonces, toda esta asamblea de bienaventurados, gozosos de tu felicidad, cantar el himnoespiritual de incomparable alegra, y todas darn el beso de paz y de amistad a tu corazn,que habr vuelto a la gracia y quedar santificado.

    Oh Dios! Filotea, he aqu un contrato admirable, por el cual celebras una feliz alianza consu divina Majestad, pues dndote a l, le ganas, y te ganas a ti misma para la vida eterna.Slo falta que tomes la pluma en tu mano y firmes de corazn el acta de tus promesas, yque, despus, vayas al altar, donde Dios, a su vez, firmar y sellar tu absolucin y la promesa que te har de darte su paraso, ponindose l mismo, por medio de susacramento, como un timbre y un sagrado sello sobre tu corazn renovado.. De estamanera, bien me lo parece, oh Filotea!, tu alma quedar purificada del pecado y de todoafecto pecaminoso.

    Pero, como que estos afectos renacen fcilmente en el alma, a causa de nuestra debilidad yde nuestra concupiscencia, la cual puede quedar adormecida, pero no puede morir en estemundo, te dar algunos avisos, que s los practicas bien, te preservarn, en el porvenir, delpecado mortal y de todos sus afectos, para que jams pueda ste entrar en tu corazn. Y,como que los mismos avisos sirven tambin para una purificacin ms perfecta, antes dedrtelos, quiero decir cuatro palabras acerca de esta ms absoluta pureza, a la cual quieroconducirte.

    CAPTULO XXII

    QUE ES NECESARIO PURIFICARSE DEL AFECTO AL PECADO VENIAL

    Conforme se va haciendo de da, vemos con mayor claridad, en el espejo, las manchas y lasuciedad de nuestro rostro; de la misma manera, segn la luz interior del Espritu Santoilumina nuestras conciencias, vemos ms clara y distintamente los pecados, lasinclinaciones y las imperfecciones que pueden impedir en nosotros la verdadera devocin;y la misma luz que nos ayuda a ver nuestras manchas y defectos, enciende en nosotros eldeseo de lavarnos y purificarnos.

    Descubrirs, pues, oh amada Filotea, que adems de los pecados mortales y del afecto alos mismos, de todo lo cual ya ests purificada por los ejercicios anteriormente indicados,tienes todava en tu alma muchas inclinaciones y mucho afecto a los pecados veniales. Nodigo que descubrirs pecados veniales, sino que descubrirs inclinaciones y afecto a lospecados veniales; y una cosa es muy diferente de la otra, porque nosotros no podemos estarsiempre enteramente puros de pecados veniales ni perseverar mucho tiempo en esta pureza,pero podemos muy bien estar libres de todo afecto al pecado venial. Ciertamente, una cosaes mentir una o dos veces, para bromear y en cosas de poca importancia, y otra cosa escomplacerse en la mentira y tener aficin a esta clase de pecados.

    Y digo ahora que es menester purgar el alma de todo afecto al pecado venial, es decir, queno conviene alimentar voluntariamente la voluntad de continuar y de perseverar en ningunaespecie de pecado venial, porque sera una insensatez demasiado grande querer, con pleno

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    conocimiento, guardar en nuestra conciencia una cosa tan desagradable a Dios como lo esla voluntad de querer desagradarle. El pecado venial, por pequeo que sea, desagrada aDios, pero no hasta el extremo de que, por su causa, quiera condenarnos y perdernos. Y, siel pecado venial le desagrada, la voluntad y el afecto que tenemos al pecado venial no esotra cosa que una resolucin de querer desagradar a la divina Majestad. Es posible que una

    alma bien nacida no slo quiera desagradar a Dios, sino tambin complacerse endesagradarle?

    Estos afectos, Filotea, son directamente contrarios a la devocin, como el afecto al pecadomortal es contrario a la caridad: debilitan las fuerzas del espritu, impiden lasconsolaciones divinas, abren la puerta a las tentaciones, y, aunque no matan al alma, laponen muy enferma. Las moscas que mueren en l, dice el Sabio, hacen que se pierda lasuavidad del ungento, con lo que quiere decir que las moscas, cuando apenas se posansobre el ungento de modo que comen de l de paso, no contaminan sino lo que cogen, y seconserva bien lo restante; pero, cuando mueren dentro del ungento le roban su valor y loechan a perder. Asimismo los pecados veniales; si se detienen poco tiempo en una almadevota no le causan mucho mal; pero, si estos mismos pecados establecen su morada en elalma, por el afecto que en ellos se pone, hacen que pierda la suavidad del ungento, esdecir, la santa devocin.

    Las araas no matan a las abejas, sino que echan a perder y corrompen la miel y embrollancon sus telas los panales de suerte que las abejas no pueden trabajar, pero esto ocurrecuando las araas se establecen all. De la misma manera, el pecado venial no mata anuestra alma; infecta, no obstante, la devocin, y enreda de tal manera, con malos hbitos ymalas inclinaciones, las potencias del alma, que no puede sta ejercitar con presteza lacaridad, en la cual consiste la esencia de la devocin; pero esto se entiende de cuando elpecado venial habita en nuestra conciencia por el afecto que le tenemos. No es nada,Filotea, decir. alguna mentirilla, descomponerse un poco en las palabras, en las acciones, enlas miradas, en los vestidos, en ataviarse, en los juegos, en los bailes, siempre que, almomento de entrar en nuestra alma estas araas espirituales, las rechacemos y las echemosfuera, como lo hacen las abejas con las araas corporales. Pero, si permitimos que sedetengan en nuestros corazones, y no slo esto, sino que nos gusta retenerlas ymultiplicarlas, pronto veremos perdida nuestra miel y el panal de nuestra concienciaapestado y deshecho. Pero repito: qu apariencias de sano juicio mostrara una almagenerosa, si se gozara desagradando a Dios, si gustase de causarle molestia e intentasequerer aquello que sabe que le es enojoso?

    CAPTULO XXIII

    QUE HEMOS DE PURIFICARNOS DEL AFECTO A

    LAS COSAS INTILES Y PELIGROSAS

    Los juegos, los bailes, los festines, las pompas, las comedias no son esencialmente cosasmalas, sino indiferentes, y pueden ejecutarse bien o mal; pero siempre son peligrosas, yaficionarse a ellas todava lo es ms. Por lo tanto, Filotea, aunque sea lcito jugar, bailar,adornarse, asistir a representaciones honestas y a banquetes, si alguien llega a aficionarse a

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    ello, es cosa contraria a la devocin y, en gran manera, peligrosa. No est el mal en hacerlo,sino en aficionarse. Es un mal sembrar de afectos intiles y vanos la tierra de nuestrocorazn, pues ocupan el lugar de las buenas impresiones e impiden que la savia de nuestraalma sea empleada por las buenas inclinaciones.

    As, los antiguos nazarenos no slo se privaban de todo lo que poda embriagar, sinotambin de los racimos y del agraz; no porque los racimos y el agraz embriaguen, sinoporque, comiendo agraz, hay peligro de excitar el deseo de comer racimos y de provocar laaficin a beber mosto o vino. Ahora bien, no digo yo que no podamos usar de estas cosaspeligrosas; advierto, empero, que nunca podemos aficionarnos a ellas sin que se resienta ladevocin. Los ciervos, cuando conocen que estn demasiado gruesos, huyen y se retiran asus escondrijos, pues saben que su grasa les pesa tanto, que les impedira correr, si seviesen atacados: el corazn del hombre cargado de estos afectos intiles, superfluos ypeligrosos, no puede, ciertamente correr con prontitud, ligereza y facilidad hacia su Dios,que es el verdadero trmino de la devocin. Los nios corren y se cansan detrs de lasmariposas; a nadie parece mal, porque son nios. Pero, no es cosa ridcula y muylamentable ver cmo hombres hechos se aficionan e impacientan por bagatelas tanindignas, como lo son las cosas que acabo de enumerar, las cuales, adems de ser intiles,nos ponen en peligro de desarreglarnos y desordenarnos, cuando vamos en pos de ellas?Por esta razn, amada Filotea, te digo que es menester purificarse de estas aficiones, y,aunque los actos no sean siempre contrarios a la devocin, las aficiones, empero, le sonsiempre nocivas.

    CAPTULO XXIV

    QUE HEMOS DE PURIFICARNOS DE LAS MALAS INCLINACIONES

    Tenemos tambin, Filotea, ciertas inclinaciones naturales, las cuales, porque no tienen suorigen en nuestros pecados particulares, no son propiamente pecado, ni mortal ni venial,pero se llaman imperfecciones, y sus actos se llaman efectos o faltas. Por ejemplo, SantaPaula segn refiere San Jernimo, tena una gran inclinacin a la tristeza y a la melancola,hasta el extremo de que, cuando murieron sus hijos y su esposo, estuvo a punto de morir de pena. Esto era una imperfeccin, pero no un pecado, pues ocurra contra su deseo yvoluntad. Hay personas que son naturalmente ligeras, otras speras, otras contrarias aaceptar fcilmente el parecer de los dems, otras propensas a la indignacin, otras a laclera, otras al amor, y, por decirlo en breves palabras, son pocas las personas en las cualesno se pueda echar de ver alguna imperfeccin. Ahora bien, aunque estas imperfeccionessean propias y como connaturales a cada uno de nosotros, no obstante, con el ejercicio yaficin contraria, pueden corregirse y moderarse, y aun puede el alma purificarse y librarsetotalmente de ellas. Y esto es, Filotea, lo que debes hacer. Se ha encontrado la manera deendulzar los almendros amargos, haciendo un corte al pie del tronco, para que salga lasavia. Por qu no hemos de poder nosotros hacer salir de nuestro interior las inclinacionesperversas, para llegar a ser mejores? No existe ningn natural tan bueno que no puedamalearse con los hbitos viciosos; tampoco hay un natural tan rebelde que, con la gracia deDios, ante todo, y despus con trabajo y diligencia, no pueda ser domado y superado.Ahora, pues, voy a darte los avisos y proponerte los ejercicios, con los cuales purificars tualma de las aficiones y de todo afecto a los pecados veniales, y, de esta manera, asegurars

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    ms y ms tu conciencia contra todo pecado mortal. Dios te conceda la gracia depracticarlos bien.

    SEGUNDA PARTE DE LA INTRODUCCINDiferentes avisos para elevacin del alma a Dios,

    mediante la oracin y los sacramentos

    CAPITULO I

    DE LA NECESIDAD DE LA ORACIN

    1. La oracin al llevar nuestro entendimiento hacia las claridades de la luz divina y al

    inflamar nuestra voluntad en el fuego del amor celestial, purifica nuestro entendimiento desus ignorancias, y nuestra voluntad de sus depravados afectos; es el agua de bendicin que,con su riego, hace reverdecer y florecer las plantas de nuestros buenos deseos, lava nuestrasalmas de sus imperfecciones y apaga en nuestros corazones la sed de las pasiones.

    2. Pero, de un modo particular, te aconsejo la oracin mental afectuosa, especialmente laque versa sobre la vida y pasin de Nuestro Seor. Contemplndole con frecuencia, en lameditacin, toda tu alma se llenar de l; aprenders su manera de conducirse, y tusacciones se conformarn con el modelo de las suyas. l es la luz del mundo; es, pues, en l,por l y para l que hemos de ser ilustrados e iluminados; es el rbol del deseo, a cuyasombra nos hemos de rehacer; es la fuente viva de Jacob, donde nos hemos de purificar de

    todas nuestras fealdades. Finalmente, los nios, a fuerza de escuchar a sus madres y debalbucir con ellas, aprenden a hablar su lenguaje; as nosotros, permaneciendo cerca delSalvador, por la meditacin, y observando sus palabras, sus actos y sus afectos,aprenderemos, con su gracia, a hablar, obrar y a querer como l.

    Conviene que nos detengamos aqu Filotea, y, creme, no podemos ir a Dios Padre sino poresta puerta. Pues as como el cristal de un espejo no podra detener nuestra imagen si notuviese detrs de s una capa de estao o de plomo, de la misma manera, la Divinidad nopodra ser bien contemplada por nosotros, en este mundo, si no se hubiese unido a lasagrada Humanidad del Salvador, cuya vida y muerte son el objeto ms proporcionado,apetecible, delicioso y provechoso, que podemos escoger para nuestras meditaciones

    ordinarias. No en vano es llamado, el Salvador, pan bajado del cielo; porque, as como elpan se ha de comer con toda clase de manjares, de la misma manera el Salvador ha de sermeditado, considerado y buscado en todas nuestras acciones y oraciones. Muchos autores,para facilitar la meditacin, han distribuido su vida y su muerte en diversos puntos: los quete aconsejo de un modo particular son San Buenaventura, Bellintani, Bruno, Capilia,Granada y La Puente.

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    3. Emplea, en la oracin, una hora cada da, antes de comer; pero, si es posible, mejor serhacerlas a primeras horas de la maana, porque, con el descanso de la noche, tendrs elespritu menos fatigado y ms expedito. No emplees ms de una hora, si el padre espiritualno te dice expresamente otra cosa.

    4. Si puedes practicar este ejercicio en la iglesia, y tienes all bastante quietud para ello, teser cosa fcil y cmoda, porque nadie, ni el padre, ni la madre, ni el esposo, ni la esposa,ni cualquier otro, podrn impedirte que ests una hora en la iglesia; en cambio, estando amerced de otros, no podrs, en tu casa, tener una hora tan libre.

    5. Comienza toda clase de oraciones, ya sean mentales ya vocales, ponindote en lapresencia de Dios, y cumple esta regla, sin excepcin, y vers, en poco tiempo, el provechoque sacars de ella.

    6. Si quieres creerme, di el Padrenuestro, el Avemara y el Credo en latn; pero, al mismotiempo, aplcate a entender, en tu lengua, las palabras que contiene, para que, mientras lasrezas en el lenguaje comn de la Iglesia, puedas, al mismo tiempo, saborear el admirable ydelicioso sentido de estas oraciones, que es menester decir fijando el pensamiento yexcitando el afecto sobre el significado de las mismas, y no de corrida, para poder rezarms, sino procurando decir lo que digas, de corazn, pues un solo Padrenuestro dicho consentimiento vale ms que muchos rezados de prisa y con precipitacin.

    7. El Rosario es una manera muy til de orar, con tal que se rece cual conviene. Parahacerlo as, procura tener algn librito de los que ensean la manera de rezarlo. Es tambinmuy provechoso rezar las letanas de Nuestro Seor, de la Santsima Virgen y de los santos,y todas las otras preces vocales, que se encuentran en los manuales y Horas aprobadas, peroten bien entendido que, si posees el don de la oracin mental, para sta ha de ser el primerlugar; de manera que, si despus de sta, ya sea por tus ocupaciones, ya por cualquier otromotivo, no puedes hacer la oracin vocal, no te inquietes por ello y contntate con decirsimplemente, antes o despus de la meditacin, la oracin dominical, la salutacin anglicao el smbolo de los apstoles.

    8. Si mientras haces la oracin vocal, sientes el corazn inclinado y movido a la oracininterior o mental, no te niegues a entrar en ella, sino deja que ande tu espritu con suavidad,y no te preocupe el no haber terminado las oraciones vocales que te habas propuesto rezar,pues la mental que habrs hecho en su lugar, es ms agradable a Dios y ms til a tu alma.Excepto el oficio eclesistico, si estuvieses obligado a rezarlo, pues, en este caso, hay quecumplir con la obligacin.

    9. En el caso de transcurrir toda la maana, sin haber practicado este santo ejercicio de laoracin mental, debido a las muchas ocupaciones o a cualquiera otra causa (lo cual, en loposible, es menester procurar que no ocurra), repara esta falta por la tarde, pero muchodespus de la comida, porque si hicieres la oracin en seguida y antes de que estuviesebastante adelantada la digestin, te invadira un fuerte sopor, con detrimento de tu salud. Y,si no puedes hacerlo en todo el da, conviene que repares esta prdida, multiplicando lasoraciones jaculatorias, leyendo algn libro espiritual, haciendo alguna penitencia que

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    impida la repeticin de esta falta, y con la firme resolucin de volver a tu santa costumbreel da siguiente.

    CAPTULO IIBREVE MTODO PARA MEDITAR, Y PRIMERAMENTE DE LA PRESENCIA

    DE DIOS, PRIMER PUNTO DE LA PREPARACIN

    Tal vez no sabes, Filotea, cmo se ha de hacer la oracin mental, porque es una cosa que,en nuestros tiempos, son, por desgracia, muy pocos los que la saben. Por esta razn, tepresento un mtodo sencillo y breve, confiando en que, con la lectura de muchos y muybuenos libros que se han escrito acerca de esta materia, y, sobre todo, por la prctica, sersms ampliamente instruida. Te indico, en primer lugar, la preparacin, que consiste en dospuntos, el primero de los cuales es ponerte en la presencia de Dios, y el segundo, invocar suauxilio. Ahora bien, para ponerte en la presencia de Dios, te propongo cuatro importantesmedios, de los cuales podrs servirte en los comienzos.

    El primero consiste en formarse una idea viva y completa de la presencia de Dios, es decir,pensar que Dios est en todas partes, y que no hay lugar ni cosa en este mundo donde noest con su real presencia; de manera que, as como los pjaros, por dondequiera quevuelan, siempre encuentran aire, as tambin nosotros, dondequiera que estemos ovayamos, siempre encontramos a Dios. Todos conocemos esta verdad, pero no todos laconsideramos con atencin. Los ciegos, que no ven al rey, cuando est delante de ellos nodejan de tomar una actitud respetuosa si alguien les advierte su presencia; pero, a pesar deello, es cierto que, no vindole, fcilmente se olvidan de que est presente y aflojan en elrespeto y reverencia. Ay, FiIotea! Nosotros no vemos a Dios presente, y, aunque la fe noslo dice, no vindole con los ojos, nos olvidamos con frecuencia de l y nos portamos comosi estuviese muy lejos de nosotros; pues, aunque sabemos que est presente en todas lascosas, como quiera que no pensamos en l, equivale a no saberlo. Por esta causa, esmenester que, antes de la oracin, procuremos que en nuestra alma se acte, reflexionandoy considerando esta presencia de Dios. Este fue el pensamiento de David, cuando exclam:Si subo al cielo, oh Dios mo!, all ests T; si desciendo a los infiernos, all teencuentro; y, en este sentido, hemos de tomar las palabras de Jacob, el cual, al ver lasagrada escalera, dijo: Oh! Qu terrible es este lugar! Verdaderamente, Dios est aqu yyo no lo saba. Al querer, pues, hacer oracin, has de decir de todo corazn a tu corazn: Oh corazn mo, oh corazn mo! Realmente, Dios est aqu.

    El segundo medio para ponerse en esta sagrada presencia, es pensar que no solamente Diosest presente en el lugar donde te encuentras, sino que est muy particularmente en tucorazn y en el fondo de tu espritu, al cual vivifica y anima con su presencia, y es all elcorazn de tu corazn y el alma de tu alma; porque, as como el alma, infundida en elcuerpo, se encuentra presente en todas las partes del mismo, pero reside en el corazn conuna especial permanencia, as tambin Dios, que est presente en todas las cosas, mora, deuna manera especial, en nuestro espritu, por lo cual deca David: Dios de mi corazn, ySan Pablo escriba que nosotros vivimos, nos movemos y estamos en Dios. Al

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    considerar, pues, esta verdad, excitars en tu corazn una gran reverencia para con Dios,que est en l ntimamente presente.

    El tercer medio es considerar que nuestro Salvador, en su humanidad, mira desde el cielotodas las personas del mundo, especialmente los cristianos que son sus hijos, y todava de

    un modo ms particular, a los que estn en oracin, cuyas acciones y movimientoscontempla. Y esto no es una simple imaginacin, sino una verdadera realidad, pues aunqueno le veamos, es cierto que l nos mira, desde arriba. As le vio San Esteban, durante sumartirio. Podemos, pues, decir muy bien con la Esposa de los Cantares: Vedle detrs de lapared, mirando por las ventanas, a travs de las celosas.

    El cuarto medio consiste en servirse de la simple imaginacin, representndonos alSalvador, en su humanidad sagrada, como si estuviese junto a nosotros, tal como solemosrepresentarnos nuestros amigos, cuando decimos: me parece que estoy viendo a tal persona,que hace esto y aquello; dira que la veo, y as por el estilo. Pero si el Santsimo Sacramentoestuviese presente en el altar, entonces esta presencia ser real y no puramente imaginaria,porque las especies y las apariencias del pan seran tan slo como un velo, detrs del cual Nuestro Seor realmente presente, nos vera y contemplara, aunque nosotros no levisemos en su propia forma.

    Emplears, pues, uno de estos cuatro medios para poner tu alma en la presencia de Diosantes de la oracin, y no es menester que uses a la vez de todos ellos, sino ora uno, ora otro,y aun sencilla y libremente.

    CAPITULO III

    DE LA INVOCACION, SEGUNDO PUNTO DE LA PREPARACION

    La invocacin se hace de esta manera: al sentirse tu alma en la presencia de Dios, se postracon extremada reverencia, reconocindose indignsima de estar delante de una tan soberanaMajestad, y reconociendo, no obstante, que esta misma bondad as lo quiere, le pide lagracia de servirla y adorarla en esta meditacin. Si te parece podrs emplear algunaspalabras breves y fervorosas, como lo son stas de David: Oh Dios mo, no me apartes dedelante de tu faz y no me quites tu santo Espritu. Ilumina tu rostro sobre tu sierva, ymeditar tus maravillas. Dame inteligencia y considerar tu ley, y la guardar en micorazn. Yo soy tu sierva; dame el espritu. Tambin te ser provechoso invocar a tungel de la Guarda y a los santos personajes que entran en el misterio que meditas: como,en el de la muerte del Seor, podrs invocar a la Madre de Dios, a San Juan, a la Magdalenay al buen ladrn, para que te sean comunicados los sentimientos y emociones interiores queellos recibieron, y en la meditacin de tu muerte, podrs invocar al ngel de la Guarda, queestar all presente, para que te inspire las consideraciones oportunas, y as en los demsmisterios.

    CAPTULO IV

    DE LA PROPOSICIN DEL MISTERIO, TERCER PUNTO DE LAPREPARACIN

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  • 8/8/2019 Introduccion_vida_devota San Fransisco Sales

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    DE LOS AFECTOS Y PROPSITOS, TERCERA PARTE DE LA MEDITACION

    La meditacin produce buenos movimientos en la voluntad o parte afectiva de nuestraalma, como amor de Dios y del prjimo, deseo del paraso y de la gloria, celo de lasalvacin de las almas, imitacin de la vida de Nuestro Seor, compasin, admiracin,

    gozo, temor de no ser grato a Dios, del juicio, del infierno, odio al pecado, confianza en labondad y misericordia de Dios, confusin por nuestra mala vida pasada: y en estos afectos,nuestro espritu se ha de expansionar y extender, en la medida de lo posible. Y, si, en esto,quieres ser ayudada, torna el primer volumen de las Meditaciones de Dom Andrs Capilia,y lee el prefacio, donde ensea la manera de explayar los afectos. Lo mismo encontrarsms extensamente explicado, en el Tratado de la Oracin del Padre Arias.

    No obstante, Filotea, no te has de detener tanto en estos afectos generales, que no losconviertas en resoluciones especiales y particulares, para corregirte y enmendarte, Porejemplo, la primera palabra que Nuestro Seor dijo en la cruz producir seguramente en tualma un buen deseo de imitarle, es decir, de perdonar a los enemigos y de amarles. Puesbien, te digo que esto es muy poca cosa, si no aades un propsito especial de esta manera:en adelante no me enojar por las palabras injuriosas que aqul o aqulla, el vecino o lavecina, mi criado o la criada, dicen contra m, ni tampoco por tales o cuales desprecios, deque me ha hecho objeto ste o aqul; al contrario, dir tal o cual cosa, para ganarlos osuavizarlos, y as de los dems afectos. Por este medio, Filotea, corregirs tus faltas en pocotiempo, mientras que, con solos los afectos, lo