informe pronunciado ante el iv congreso de la internacional comunista

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(Informe pronunciado ante el IV Congreso de la Internacional Comunista) – 1922 Trotsky El curso de la guerra civil La tarea principal de todo partido revolucionario es la conquista del poder. Si empleamos la terminología filosófica del idealismo, la tarea de la II Internacional era considerada simplemente como una “idea normativa”; es decir, que mantenía escasa relación con la práctica. Sólo en estos últimos años hemos aprendido, a escala internacional, a convertir la conquista del poder político en una meta revolucionaria práctica. La revolución rusa ayudó a ello en gran medida. Que, en Rusia, pueda darse una fecha (25 de octubre-7 de noviembre de 1917) en la que el Partido Comunista, a la cabeza de la clase obrera, arranca el poder de las manos de la burguesía, prueba más decididamente que cualquier argumento, que la conquista del poder no es una “idea normativa” para los revolucionarios, sino una tarea práctica. El 7 de noviembre de 1917 nuestro Partido ha tomado el poder. Muy pronto se comprendió que esto no significaba el final de la guerra civil. Por el contrario, la guerra civil realmente comenzó a desarrollarse a gran escala en nuestro país sólo después de la revolución de Octubre. No se trata simplemente de un hecho de interés histórico, sino también de una fuente de las lecciones más importantes para el proletariado europeo occidental. ¿Por qué los acontecimientos siguieron este curso? Se debe buscar la explicación en el atraso cultural y político de un país que acababa de derribar la barbarie zarista. La nobleza y la gran burguesía habían adquirido una relativa experiencia política, gracias a las dumas municipales, a los Zemstvos [2] , a la Duma estatal, etc.. La pequeña burguesía tenía escasa experiencia política, y aún tenía menos la masa de la población, los campesinos. Por ello las reservas principales de la contrarrevolución -los campesinos acomodados (kulaks), y, a un nivel diferente, el 1

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(Informe pronunciado ante el IV Congreso de la Internacional Comunista) 1922Trotsky El curso de la guerra civilLa tarea principal de todo partido revolucionario es la conquista del poder. Si empleamos la terminologa filosfica del idealismo, la tarea de la II Internacional era considerada simplemente como una idea normativa; es decir, que mantena escasa relacin con la prctica. Slo en estos ltimos aos hemos aprendido, a escala internacional, a convertir la conquista del poder poltico en una meta revolucionaria prctica. La revolucin rusa ayud a ello en gran medida. Que, en Rusia, pueda darse una fecha (25 de octubre-7 de noviembre de 1917) en la que el Partido Comunista, a la cabeza de la clase obrera, arranca el poder de las manos de la burguesa, prueba ms decididamente que cualquier argumento, que la conquista del poder no es una idea normativa para los revolucionarios, sino una tarea prctica. El 7 de noviembre de 1917 nuestro Partido ha tomado el poder. Muy pronto se comprendi que esto no significaba el final de la guerra civil. Por el contrario, la guerra civil realmente comenz a desarrollarse a gran escala en nuestro pas slo despus de la revolucin de Octubre. No se trata simplemente de un hecho de inters histrico, sino tambin de una fuente de las lecciones ms importantes para el proletariado europeo occidental. Por qu los acontecimientos siguieron este curso? Se debe buscar la explicacin en el atraso cultural y poltico de un pas que acababa de derribar la barbarie zarista. La nobleza y la gran burguesa haban adquirido una relativa experiencia poltica, gracias a las dumas municipales, a los Zemstvos[2], a la Duma estatal, etc.. La pequea burguesa tena escasa experiencia poltica, y an tena menos la masa de la poblacin, los campesinos. Por ello las reservas principales de la contrarrevolucin -los campesinos acomodados (kulaks), y, a un nivel diferente, el campesinado medio- provenan de este medio amorfo. Fue solamente despus de que la burguesa comenz a entender lo que haba perdido al perder el poder poltico, y slo luego de poner en movimiento su ncleo de combate contrarrevolucionario, que tuvo xito en ganar acceso a las capas del campesinado y de la pequea burguesa. Entreg, por necesidad, los cargos dirigentes a los elementos ms reaccionarios, es decir, a los funcionarios de origen noble. El resultado ha sido un desarrollo intensivo de la guerra civil tras la Revolucin de Octubre. La facilidad con que conquistamos el poder el 7 de noviembre de 1917 fue pagada con los innumerables sacrificios de la guerra civil. En los pases en los que el capitalismo es ms antiguo, y la cultura est ms desarrollada, la situacin ser, sin duda, profundamente diferente. En estos pases, las masas populares entrarn en la Revolucin con una formacin poltica ms avanzada. Ciertamente, la orientacin de capas individuales y grupos en el proletariado, y con ms razn entre la pequeo burguesa, continuar oscilando violentamente, y cambiando sus posiciones, pero, sin embargo, estos cambios se producirn de un modo mucho ms sistemtico que en nuestro pas. El presente se desprender ms directamente del pasado. La burguesa de Occidente prepara su contragolpe por adelantado. Sabe, ms o menos, de qu elementos depender este contragolpe e instruye por adelantado a sus cuadros contrarrevolucionarios. Somos testigos de ello en Alemania, y quizs, si no totalmente, en Francia. Lo vemos igualmente, en sus formas ms acabadas en Italia, donde, a continuacin de una revolucin incompleta, tuvo lugar una contrarrevolucin completa que emple con xito algunos mtodos y prcticas de la revolucin. Qu significa todo ello? Sencillamente que ser imposible sorprender a la burguesa europea como lo hicimos con la rusa. En efecto, tal burguesa es ms inteligente y previsora. No existe tiempo perdido. Todo cuanto puede ser utilizado contra nosotros ha sido ya movilizado. El proletariado revolucionario encontrar por consiguiente en su marcha hacia el poder no solamente a las vanguardias del combate de la contrarrevolucin sino tambin a sus fuerzas de reserva. Solamente aniquilndolas, destruyendo y desmoralizando a las fuerzas enemigas, el proletariado ser capaz de tomar el poder del Estado. Pero por la va de la compensacin, despus de la revolucin proletaria, la burguesa vencida, no podr disponer ya de las reservas poderosas de donde sacaba sus fuerzas con el fin de prolongar la guerra civil. En otras palabras, tras la conquista del poder el proletariado europeo tendr, muy probablemente, un margen muy superior para un trabajo creativo en los campos econmico y cultural, que el que hemos tenido en Rusia tras el derrocamiento de la burguesa. Cuanto ms difcil y agotadora sea la lucha por el poder habr menos posibilidades de enfrentar al poder proletario despus de su victoria. Esta proposicin debe ser analizada y concretada en lo que respecta a cada pas, teniendo en cuenta su estructura social y la sucesin de las etapas del proceso revolucionario. Es evidente que cuanto mayor sea el nmero de pases en los que el proletariado derroque a la burguesa, ms breves sern los sufrimientos de un desarrollo revolucionario en otros pases, y la burguesa derrotada se encontrar menos inclinada a reiniciar la lucha por el poder, sobre todo si el proletariado muestra su firmeza a este nivel. Y esto es, por otra parte, lo que har el proletariado; y a este fin podr utilizar plenamente el ejemplo y la experiencia del proletariado ruso. Hemos cometido errores en muchos campos, incluido ciertamente el poltico. Pero no hemos dado a la clase obrera europea un mal ejemplo de falta de resolucin, de debilidad, y, cuando hubo necesidad de ser implacables, de pusilanimidad en la lucha revolucionaria. Esta naturaleza implacable es el ms elevado humanitarismo revolucionario, porque, asegurando el xito, reduce el arduo camino de las crisis. Nuestra guerra civil no fue simplemente un proceso militar (salvando la presencia de estimados pacifistas, incluyendo a aquellos que, por error, an andan perdidos en nuestras filas comunistas). La guerra civil no fue slo un proceso militar. Fue tambin, e incluso sobre todo, un proceso poltico. A travs de los mtodos de guerra, se lanz la lucha por las reservas polticas, principalmente por el campesinado. El campesinado dud entre el bloque terrateniente-burgus, la democracia que serva a este bloque, y el proletariado revolucionario. En el momento decisivo, cuando deba realizarse la eleccin, opt por el proletariado, sostenindole no con votos democrticos, sino suministrndole caballos, alimentos y la fuerza de las armas. Ello decidi la victoria a nuestro favor. El campesinado jug un papel gigantesco en la revolucin rusa. Y lo mismo ocurri en otros pases; en Francia, por ejemplo, donde sigue constituyendo la mitad de la poblacin. Sin embargo, los camaradas que aseguran que el campesinado es capaz de jugar un papel independiente y dirigente en la revolucin, en paridad con el proletariado, se equivocan. Si ganamos la guerra civil no fue debido nica o primordialmente a causa de la exactitud de nuestra estrategia militar. Fue mas bien a causa de lo correcto de nuestra estrategia poltica sobre la que se basaron invariablemente nuestras operaciones militares durante la guerra civil. No olvidemos que la tarea principal del proletariado era atraer a su lado al campesinado. Sin embargo, no actuamos como los Socialistas Revolucionarios (SR)[3]. Estos ltimos, es bien sabido, atrajeron a los campesinos con el espejismo de un papel democrtico independiente, y despus los traicionaron entregndoles de pies y manos a los terratenientes. Nosotros sabamos que el campesinado era una masa titubeante e incapaz de jugar un papel independiente, y an menos un papel de direccin revolucionaria. Llevando a cabo nuestros actos con resolucin, hicimos que los campesinos comprendieran que no tenan ms que una eleccin posible: la eleccin entre el proletariado revolucionario por un lado, y los oficiales, nobles de nacimiento, a la cabeza de la contrarrevolucin, por el otro. Si nos hubiese faltado esta resolucin en destruir el engao democrtico, el campesinado hubiera permanecido sin rumbo, y habra continuado dudando entre los diferentes campos y las diversas sombras de la democracia. En tal caso, inevitablemente, la revolucin hubiera perecido. Los partidos democrticos con la Socialdemocracia a la cabeza -sin duda alguna, una situacin similar se producir en Europa- fueron invariablemente los que marcaron el paso de la contrarrevolucin. Nuestra experiencia, desde este punto de vista, es concluyente. Sabis, camaradas, que hace algunos das nuestro Ejrcito Rojo ha ocupado Vladivostock. Esta ocupacin liquida el ltimo eslabn de la larga cadena de los frentes de la guerra civil durante la segunda mitad de este decenio. A propsito de la ocupacin de Vladivostok por las tropas rojas, Miliukov[4], el conocido dirigente del Partido Liberal ruso ha escrito en su Pars Jour algunas lneas histrico-filosficas que denominara clsicas. En un artculo con fecha 7 de noviembre, l resume brevemente el imbcil e ignominioso, pero constante, rol del partido de la democracia. Cito: Esta triste historia (siempre ha habido una historia triste) (Risas) comienza por una solemne proclamacin unnime dentro del frente antibolchevique. Merkulov (era el jefe de la contrarrevolucin en el Lejano Oriente) reconoci que los no-socialistas (es decir, las Centurias Negras) deban en gran parte su victoria a los elementos democrticos. Pero el apoyo de la democracia -contina Miliukov- fue utilizado por Merkulov slo como un medio para derrocar a los bolcheviques. Una vez que se logr esto, fue tomado el poder por estos elementos que consideraban a los demcratas como bolcheviques disfrazados. Este prrafo, que acabo de calificar de clsico, puede parecer banal. En todo caso, no hace ms que repetir lo que ha sido dicho por los marxistas. Pero debis recordar que ha sido dicho por el liberal Miliukov, seis aos despus de la Revolucin. No hay que olvidar que aqu est haciendo el balance del rol poltico de la democracia rusa, en gran escala, desde el golfo de Finlandia hasta las costas del Pacfico. Era lo que ocurra con Kolchak, Denikin[5]y Yudenich, as como durante las ocupaciones inglesa, francesa y americana. As era el reino de Petliura en Ucrania. A lo largo de todas nuestras fronteras se repiti nuevamente un nico y similar fenmeno pleno de monotona. La democracia, los mencheviques y los SRs, dirigieron al campesinado a los brazos de la reaccin, sta ltima tom el poder, se desenmascar completamente, hizo a un lado a los campesinos, como consecuencia se produjo la victoria de los bolcheviques. El arrepentimiento rein entre los mencheviques. Pero no por mucho tiempo -hasta la prxima tentacin-. Y por lo tanto, la misma historia iba a repetirse en la misma secuencia en otros escenarios de la guerra civil. Podemos estar seguros de que la socialdemocracia repetir la traicin, en todos los lugares donde existe una lucha decisiva del proletariado por el poder, aunque se encuentre totalmente desacreditada. Entonces, la primer tarea del partido revolucionario en todos los pases, sera [para los mencheviques] inexorablemente el semiarrepentimiento. Pero, este mecanismo extremadamente simple, es resuelto una vez que la cuestin es transferida a la arena de la guerra civil.Las condiciones para la construccin socialistaUna vez conquistado el poder, el trabajo de construccin, sobre todo en el campo econmico, se convierte en el trabajo clave, y tambin en el ms difcil. Su solucin depende de factores de muy variado orden y de diferente magnitud. En primer lugar, del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, y sobre todo de la relacin recproca entre la industria y la agricultura. En segundo lugar, de la cultura general y del nivel de organizacin de la clase obrera que ha conquistado el poder del Estado. Finalmente, de la situacin poltica internacional y nacional: es decir, si la burguesa ha sido derrotada decisivamente, o si contina resistiendo todava; si estn en curso intervenciones militares extranjeras; si la intelligentsia tcnica se dedica al sabotaje, etc. La importancia relativa de estos factores para la construccin del socialismo sigue este orden. El factor fundamental es el nivel de las fuerzas productivas; luego, el nivel cultural del proletariado; finalmente, la situacin poltica y militar en la que se encuentra el proletariado tras la conquista del poder. Pero este es un orden rigurosamente lgico. En la prctica, la clase obrera, al asumir el poder, se enfrenta inicialmente a las dificultades polticas. En nuestro pas hemos tenido los guardias blancos, las intervenciones militares, etc. En segundo lugar, la vanguardia proletaria se tropieza con las dificultades que surgen del nivel cultural inadecuado de las ms amplias masas trabajadoras. Y slo despus, y en tercer lugar, la construccin econmica choca con lo lmites establecidos por el nivel existente de las fuerzas productivas.Nuestro partido, una vez en el poder, deba casi siempre llevar adelante su trabajo bajo la presin de las necesidades de la guerra civil. La historia de la construccin econmica durante los cinco aos de existencia de la Rusia sovitica no puede ser comprendida nicamente desde un punto de vista econmico. Debe ser abordada en primer lugar, con el barmetro de las necesidades poltico-militares, y slo en segundo lugar con el de la conveniencia econmica. Lo que es racional en la vida econmica no siempre lo es en la vida poltica. Si me veo amenazado por una invasin de guardias blancos, hago volar el puente. Desde el punto de vista de la conveniencia econmica abstracta, esto es un barbarismo, pero desde el punto de vista poltico es una necesidad. Sera un tonto y un criminal si no volara el puente en el momento justo. Estamos reconstruyendo nuestra economa de conjunto, bajo la presin de la necesidad de asegurar militarmente el poder de la clase obrera.Hemos aprendido de la ms elemental escuela marxista que es imposible saltar del capitalismo a una sociedad socialista. Nadie puede interpretar mecnicamente los trminos de Engels sobre el paso del reino de la necesidad al reino de la libertad. Nadie cree que tras la toma del poder pueda construirse de la noche a la maana una nueva sociedad. Lo que Engels tena en mente, realmente, era toda una poca de transformaciones revolucionarias que, a una escala histrica mundial efectivamente significara un salto. Sin embargo, al nivel del trabajo prctico, no se trata de un salto, sino de todo un sistema de reformas interrelacionadas, transformaciones y algunas veces emprendimientos muy detallados. Es evidente que la expropiacin de la burguesa est justificada econmicamente, en la medida en que el Estado obrero sea capaz de organizar la explotacin de las empresas sobre bases nuevas. Las nacionalizaciones que efectuamos en 1917-18, lo fueron en desarmona total con las condiciones que acabo de citar. Las potencialidades de organizacin del Estado obrero se encontraban muy lejos de la nacionalizacin total. Pero la verdad es que bajo la presin de la guerra civil tuvimos que llevar a cabo esta nacionalizacin. Es fcil demostrar y comprender que si hubiramos actuado ms prudentemente a nivel econmico, es decir, expropiando a la burguesa a un ritmo racional y gradual, ello habra sido una gran irracionalidad poltica y una locura por nuestra parte.Esta poltica no nos habra permitido celebrar el quinto aniversario de la revolucin, en Mosc, con los comunistas del mundo entero. Debemos mentalmente reconstituir las particularidades de nuestra posicin como fue conformada tras el 7 de noviembre de 1917. Si hubiramos podido entrar a la arena del desarrollo socialista tras la victoria de la revolucin en Europa, a nuestra burguesa le hubieran temblado las piernas y hubiera sido muy simple enfrentarse a ella. No se habra atrevido a levantar ni un dedo ante la toma del poder por el proletariado ruso. En ese caso, hubiramos tomado tranquilamente el control slo de las grandes empresas, permitiendo a las pequeas y medianas empresas existir por un tiempo sobre bases capitalistas privadas. Ms tarde reorganizaramos las empresas medianas teniendo en cuenta estrictamente nuestras potencialidades y necesidades organizativas y productivas. Este orden hubiera estado incuestionablemente en armona con la racionalidad econmica, pero desafortunadamente la secuencia poltica de los hechos no permitieron, esta vez, tomarlo en consideracin.De un modo general, debemos comprender que las revoluciones son la expresin manifiesta de que el mundo en absoluto se encuentra gobernado por la racionalidad econmica; es entonces la tarea de la revolucin socialista instalar el gobierno de la razn en el dominio de la vida econmica y, por lo tanto, en todos los otros dominios de la vida social. Cuando tomamos el poder, el capitalismo dominaba todo el mundo (contina dominndolo en nuestros das). Nuestra burguesa se negaba a creer, en el caso que pudiera hacerlo, que el triunfo revolucionario de Octubre era serio y duradero. Despus de todo, la burguesa permaneca en el poder en Europa y en el resto del mundo. Pero en nuestro pas, en la Rusia atrasada, quien se alz con el poder fue el proletariado.La burguesa rusa, que nos odiaba, se neg a tomarnos en serio. Los primeros decretos del poder revolucionario fueron acogidos con risas despectivas. Se burlaban y continuaban insaciables. Incluso los periodistas, con una gran desvergenza, se negaron a tomar en serio las medidas revolucionarias bsicas del gobierno obrero. La burguesa pensaba que era una broma trgica, un malentendido. Cmo poda ser posible, en estas condiciones, ensear a la burguesa y a sus servidores a respetar el nuevo poder si no era confiscndole sus propiedades? No haba otro medio para ello. No hubo siquiera una fbrica, un banco, un pequeo comercio, un estudio de abogado que no se transformara en fortaleza contra nosotros. Proporcionaron a la contrarrevolucin belicosa una base material y una red orgnica de comunicaciones. Los bancos en esta poca mantuvieron a los saboteadores de un modo casi abierto, pagando a los funcionarios en huelga. Por ello exactamente no hemos considerado el asunto en relacin con una racionalidad econmica abstracta (como lo hicieran Otto Bauer*, Martov* y otros eunucos polticos), sino en relacin con las necesidades de la guerra revolucionaria. Era necesario destruir al enemigo, privarle de sus fuentes de aprovisionamiento, independientemente de si la actividad econmica poda marchar al paso de esto. En la esfera de la construccin econmica, en esta poca estbamos obligados a concentrar todos nuestros esfuerzos en la tarea ms elemental: dar un apoyo material, incluso a niveles de semihambruna, al mantenimiento del Estado obrero, alimentar y vestir al Ejrcito Rojo que defenda al Estado en los frentes;para alimentar y vestir (lo que estaba en segundo orden de importancia) al sector de la clase obrera que permaneca en las ciudades. Esta primitiva economa estatal que resolvi estas tareas para mal o para bien, recibi posteriormente el nombre de comunismo de guerra.El comunismo de guerraTres preguntas son muy apropiadas para definir el comunismo de guerra: cmo se consigui el aprovisionamiento de alimentos? cmo fueron repartidos? cmo fue regulada la produccin de las industrias estatales?El poder sovitico no tena un mercado libre para los granos, sino un monopolio basado en el viejo aparato comercial; en poco tiempo, la guerra civil destruy este aparato. Careciendo de todo, al Estado obrero le era necesario improvisar rpidamente un sustituto de aparato estatal que absorbiera el grano de los campesinos y concentrara el aprovisionamiento. Los recursos fueron distribuidos virtualmente, sin tener en cuenta la productividad del trabajo. No poda ser de otro modo. Para establecer una relacin entre el trabajo y los salarios es necesario disponer de un aparato de administracin econmica ms perfeccionado y mayores recursos de vveres. Durante los primeros aos del rgimen sovitico se trataba, fundamentalmente, de evitar que la poblacin urbana muriera de hambre. Se consigui gracias a raciones fijas de alimentos. La confiscacin de los excedentes de granos de los campesinos y el reparto de raciones no eran medidas propias de una economa socialista, sino de una fortaleza asediada. Bajo ciertas condiciones, por ejemplo la repentina erupcin de la revolucin en Occidente, la transicin de un rgimen de fortaleza asediada a un rgimen socialista se hubiera visto facilitada, y pronto se hubiera extendido a otros niveles. Pero hablaremos de esto ms adelante.Cul era la esencia del comunismo de guerra en relacin a la industria? Toda economa puede crecer si existe cierta proporcionalidad entre sus diferentes sectores. Las distintas ramas de la industria entran en relaciones especficas cuantitativas y cualitativas, unas con otras. Debe existir una cierta proporcin entre las ramas que producen bienes de consumo y las de bienes de produccin. Las proporciones adecuadas deben ser preservadas dentro de cada una de esas ramas. En otras palabras, los medios materiales y la fuerza de trabajo viva de una nacin y de toda la humanidad deben ser asignadas de acuerdo con una cierta correlacin entre la agricultura y la industria y las distintas ramas de la industria de modo tal de permitirle a la humanidad existir y progresar. Cmo se logra esto? Bajo el capitalismo se logra a travs del mercado, la libre competencia, la ley de la oferta y la demanda, el mecanismo de los precios, la sucesin de perodos de prosperidad y de crisis. Llamamos a este mtodo anrquico, ya que est ligado al despilfarro de una gran cantidad de recursos y de valores a travs de crisis peridicas, y conduce inevitablemente a guerras que amenazan con destruir la cultura humana. Sin embargo, este mtodo capitalista anrquico establece, dentro de los lmites de su accin histrica una proporcionalidad relativa entre las distintas ramas de la economa, una correlacin necesaria gracias a la cual la sociedad burguesa es capaz de existir sin asfixiarse.Nuestra economa de preguerra tena su propia proporcionalidad interna, establecida como resultado del juego de las fuerzas capitalistas en el mercado. Entonces, vino la guerra, y con sta una vasta reorganizacin de la correlacin entre las diferentes ramas de la economa. La industria de guerra surgi como un hongo venenoso a expensas de las industrias de tipo usual. Despus vino la revolucin y la guerra civil con su caos y sabotaje, con su desgaste secreto. Y qu heredamos? Una economa que conservaba todava restos de proporcionalidad entre los sectores; tal proporcionalidad, sin embargo, haba existido bajo el capitalismo, pero fue deformada por la guerra imperialista y destruida por la guerra civil. Qu mtodos podamos usar para encontrar la va del desarrollo econmico? La vida econmica socialista ser dirigida de forma centralizada, del mismo modo que la proporcionalidad se obtendr mediante un plan meticuloso que observar todas las proporciones y dar a cada sector una relativa autonoma a condicin de que permanezca bajo la dependencia de un control nacional e internacional.Pero no se puede crear a priori la organizacin global de la economa, el mtodo de contabilidad socialista, a travs de la elucubracin o dentro de las paredes de una oficina. Slo podr crecer a travs de una adaptacin gradual de la contabilidad econmica prctica existente en relacin a los recursos materiales disponibles, junto con las posibilidades latentes, as como con las nuevas necesidades de la sociedad socialista. Hay un largo camino por delante. Por dnde entonces podamos y debamos haber comenzado en 1917-1918? El aparato capitalista -con su mercado, sus bancos e intercambios- haba sido destruido. La guerra civil se encontraba en su apogeo. Ni siquiera se poda hablar de llegar a un acuerdo en trminos econmicos con la burguesa, o incluso un sector de ella, en el sentido de concederle ciertos derechos econmicos. El aparato burgus haba sido destruido tanto a escala nacional como en el interior de cada empresa individual. Se nos impuso entonces la siguiente tarea candente: crear un aparato sustituto, aunque fuera tosco y provisorio, para extraer de nuestra herencia industrial catica las provisiones indispensables para el ejrcito en guerra y para la clase obrera. No era estrictamente una tarea econmica, sino un trabajo de produccin en tiempo de guerra.Con la ayuda de los sindicatos, el Estado se hizo cargo de las empresas industriales una a una, e instal un aparato incmodo y poco o mal centralizado. A pesar de sus defectos, nos permiti proveer a las tropas en los frentes con vveres y equipamiento militar, el volumen de esto era extremadamente inadecuado, pero sin embargo fue suficiente para que salgamos de la lucha no como los vencidos sino como los vencedores. La poltica de confiscacin de los excedentes agrcolas condujo inevitablemente a una contraccin y cada de la produccin agrcola. La poltica de igualdad de salarios desemboc obligatoriamente en el descenso de la productividad del trabajo. La poltica de una direccin burocrtica centralizada de la industria exclua la posibilidad de una direccin centralizada genuina, de una utilizacin plena del equipamiento tcnico junto con la fuerza de trabajo disponible. Pero toda esta poltica de comunismo de guerra nos fue impuesta por el rgimen de una fortaleza sitiada, con una economa desorganizada y los recursos malgastados.Podis sin duda preguntaros si pensbamos realizar la transicin del comunismo de guerra al socialismo sin dar giros econmicos importantes, sin experimentar convulsiones, sin retroceder, es decir, efectuar la transicin ms o menos a lo largo de una curva sostenidamente ascendente. S, es cierto que en ese perodo realmente pensbamos que el desarrollo de la Europa occidental revolucionaria tendra lugar pronto. Esto es innegable. Si el proletariado en Alemania, en Francia, en toda Europa, hubiera conquistado el poder en 1919, el desarrollo de la economa habra presentado una forma distinta. En 1883, Marx escriba a Nicols Danielson, uno de los tericos del populismo ruso (narodniki), que el proletariado tendra el poder antes de que fuera abolida la obstina rusa (comuna agrcola), y que sta se convertira en el comienzo del desarrollo comunista en Rusia. Tena razn. Mayor razn tenamos an nosotros pensando que si la clase obrera europea hubiera conquistado el poder en 1919, habra llevado a remolque a nuestro atrasado pas -en lo que se refiere a la economa y a la cultura-, y, de este modo, nos habra ayudado sin duda alguna en cuanto a tcnica y organizacin, y nos habra permitido, corrigiendo e incluso modificando nuestros mtodos de comunismo de guerra, dirigirnos hacia una autntica economa socialista. Tales eran efectivamente nuestras esperanzas. Jams hemos basado nuestra poltica en la minimizacin de las perspectivas y las posibilidades revolucionarias. Por el contrario, en cuanto fuerza revolucionaria viva, nos hemos esforzado en extender y agotar estas posibilidades. nicamente los Scheidemann[6]y los Ebert eran quienes, en vspera de la revolucin, renegaban de ella y se prestaban a convertirse en ministros de Su Majestad imperial. La revolucin les coge por sorpresa, les ahoga. Se debaten dbilmente y, ms tarde, a la primera oportunidad, se transforman en instrumentos de la contrarrevolucin.En lo que concierne a los de la II Internacional y media, se esforzaron por distanciarse de la II Internacional. Proclamaron el comienzo de una poca revolucionaria y reconocieron la dictadura del proletariado. Evidentemente, slo se trataba de palabras vacas. Al primer sntoma de reflujo, toda esta basura humana volvi al redil de Scheidemann. Pero el simple hecho de que se formara esta II Internacional y media prueba que las perspectivas revolucionarias de la Internacional Comunista, y de nuestro partido en particular, en absoluto eran una utopa. No solamente desde el punto de vista de la tendencia general del desarrollo histrico, sino tambin desde el punto de vista de su ritmo actual. Despus de la guerra, el proletariado careci de un partido revolucionario. La socialdemocracia salv al capitalismo; es decir, retras la hora de su muerte en algunos aos, o, ms precisamente, prolong su agona, porque la vida del mundo capitalista no es ms que una larga agona. En todo caso, ello no proporcion casi condiciones favorables a la Repblica sovitica y a su desarrollo econmico. La Rusia obrera y campesina qued atrapada en el bloqueo econmico. No recibimos de Occidente una asistencia tcnica y organizativa, sino una serie de intervenciones militares. Por todo ello, pareci evidente que militarmente saldramos vencedores, pero que econmicamente estaramos durante muchos aos an obligados a continuar dependiendo de nuestros propios recursos y de nuestras propias fuerzas.La Nueva Poltica Econmica (NEP)Una vez fuera del comunismo de guerra, es decir, de las medidas de emergencia encaminadas a sostener la vida econmica de la fortaleza asediada, se hizo sentir la necesidad de pasar a un sistema de medidas que asegurara una expansin gradual de las fuerzas productivas del pas, incluso sin la colaboracin de una Europa socialista. La victoria militar, que hubiera sido imposible sin el comunismo de guerra, nos permiti pasar de las medidas dictadas por la necesidad militar a medidas dictadas por la conveniencia econmica. Este es el origen de la nueva poltica econmica. A menudo ha sido denominada como una retirada y, nosotros tambin, con buenas razones para ello, la llamamos as. Pero con el fin de estimar exactamente lo que implica esta retirada, y con el fin de comprender que no tiene semejanzas con una capitulacin, es necesario inicialmente tener una imagen clara de nuestra situacin econmica presente y de las tendencias de su desarrollo.En marzo de 1917, el zarismo fue derrocado. En octubre de 1917, la clase obrera tom el poder. Prcticamente, toda la tierra, nacionalizada por el Estado, pas a las manos de los campesinos. Los campesinos cultivaban esta tierra; en la actualidad se ven obligados a pagar al Estado un impuesto fijo en especie, que constituye el fondo de la construccin socialista. Todos los ferrocarriles, las empresas industriales, se convirtieron en propiedad del Estado y, salvo raras excepciones, el Estado las hace funcionar en beneficio propio. El sistema crediticio se encuentra en manos del Estado. El comercio exterior es un monopolio del Estado. Toda persona capaz de evaluar seriamente y sin prejuicios el resultado de los ltimos cinco aos de existencia del Estado obrero debera decir: s, evidentemente, para un pas atrasado, hubo un notable avance socialista. Su principal particularidad se encuentra, sin embargo, en el hecho de que no fue llevado a cabo segn un movimiento ascendente regular, sino en zigzag. Hemos tenido el rgimen de Comunismo, posteriormente se abrieron las puertas a las relaciones del mercado. La prensa burguesa declar que este giro poltico era una renuncia al comunismo, que marcaba el comienzo de una capitulacin al capitalismo. Es evidente que los socialdemcratas interpretan este tema, lo elaboran y lo comentan. Difcilmente puede dejar de reconocerse que, aqu y all, incluso algunos de nuestros amigos dudaron: no se trata ciertamente de una capitulacin enmascarada ante el capitalismo? No existe un peligro real de que ste pueda, apoyndose en el libre mercado nuevamente instaurado, comenzar su desarrollo y, de este modo, triunfar sobre el socialismo?Para responder a esta cuestin es totalmente necesario disipar un malentendido bsico. Es falso afirmar que el desarrollo econmico sovitico pase del comunismo al capitalismo. No existi un comunismo. Incluso no ha existido socialismo, y no hubiramos podido tenerlo. Hemos nacionalizado la economa burguesa desorganizada y, durante el perodo crtico de la lucha de vida o muerte, hemos establecido un rgimen de comunismo en la distribucin de los artculos de consumo. Al haber vencido a la burguesa en el campo poltico y en la guerra, hemos podido tomar las riendas de la vida econmica y, nos vimos obligados a reintroducir las formas del mercado en las relaciones entre la ciudad y el campo, entre las diferentes ramas de la industria, y entre las empresas individuales.Si fracasaba el libre mercado, el campesino no hubiera sido capaz de encontrar su sitio en la vida econmica, perdiendo el estmulo para mejorar y extender sus cosechas. nicamente un ascenso poderoso de la industria que permita satisfacer las necesidades del campesinado y de la agricultura preparar el terreno para integrar al campesino en el sistema general de la economa socialista. Tcnicamente, esta tarea ser resuelta por la electrificacin, que asestar el golpe definitivo a la vida rural atrasada, al aislamiento de los mujiks y al embrutecimiento de la vida en el campo. Pero el camino hacia esto pasa por mejorar la vida econmica de los campesinos propietarios. El Estado obrero puede hacerlo a travs del mercado, que estimula los intereses personales del pequeo propietario. Los beneficios iniciales se encuentran al alcance de la mano. Este ao el campo proporcionar al Estado obrero ms granos -bajo la forma deimpuestos en especie- que en la poca del comunismo de guerra, a travs de la confiscacin de los excedentes. La agricultura, sin duda alguna, se desarrolla. El campesinado se encuentra satisfecho -y en ausencia de relaciones normales entre el campesinado y el proletariado es imposible el desarrollo socialista-.La Nueva Poltica Econmica no surge nicamente de las relaciones mutuas entre la ciudad y el campo. Esta poltica es una etapa necesaria en el crecimiento de la industria de Estado. Entre el capitalismo -en el cual los medios de produccin pertenecen a los particulares, y en el cual las relaciones econmicas son reguladas por el mercado- y el socialismo completo, con su economa socialmente planificada, existen etapas de transicin; la NEP es una de ellas. Para precisar tomemos como ejemplo la red ferroviaria. Es precisamente el ferrocarril el que ofrece un campo que est preparado en grado mximo para la economa socialista, porque la red fue nacionalizada bajo el capitalismo, centralizada y casi normalizada por las exigencias tecnolgicas. Ms de la mitad de la red la obtuvimos del Estado y el resto lo confiscamos a las compaas privadas.Una autntica direccin socialista debe considerar la red ferroviaria como un todo y no desde un punto de vista del propietario de sta o aquella lnea de ferrocarril, sino desde el punto de vista de los intereses del sistema de transportes y de la economa nacional de conjunto. Debe repartir las locomotoras y los vagones entre las diferentes lneas para satisfacer las necesidades de toda la vida econmica. Pero la transicin a esta economa no es sencilla, incluso en un marco centralizado como es el transporte por ferrocarril. Implica gran nmero de etapas tcnicas y econmicas. Por ejemplo, las locomotoras son de muy diversos tipos, pues fueron construidas en pocas distintas y por diferentes compaas. Adems, locomotoras de distintos tipos son reparadas en un mismo taller, mientras que locomotoras de un mismo tipo son reparadas en diferentes talleres. La sociedad capitalista malgasta una enorme cantidad de fuerza de trabajo a causa de la diversidad y del caleidoscopio anrquico de las partes que constituyen su aparato productivo. Es necesario reunir las locomotoras segn su modelo y repartirlas entre las diferentes lneas de la red ferroviaria. Este ser el primer paso hacia la normalizacin, es decir, la creacin de una cierta homogeneidad tecnolgica en relacin con las locomotoras y sus elementos. La normalizacin, y esto fue dicho varias veces, es el socialismo en la tecnologa. El fracaso en la normalizacin impide que la tecnologa alcance su pleno florecimiento. Dnde deberamos comenzar sino en la red ferroviaria?Fue abordada esta tarea, pero inmediatamente aparecieron grandes obstculos. Las lneas, privadas o estatales, entraron en relacin con otras empresas por intermedio del mercado. En este caso particular, ello era necesario e inevitable desde el punto de vista econmico, porque el equipamiento y desarrollo de una lnea dependen principalmente de su justificacin econmica. Es el mercado el que certifica la rentabilidad econmica de una lnea, ya que todava no hemos elaborado los mtodos de clculo de una economa socialista. Y estos mtodos, como ya he dicho, slo estarn disponibles como resultado de una experiencia prctica amplia, adquirida gracias a la nacionalizacin de los medios de produccin.De este modo, durante la guerra civil, los viejos mtodos de control econmico fueron eliminados antes de la creacin de otros nuevos. En estas condiciones, la red ferroviaria fue unificada formalmente, pero cada lnea perdi contacto con el resto del medio econmico y qued suspendida en el aire. Considerando la red como una entidad tcnica autosuficiente, fijando tipos uniformes de locomotoras, centralizando el trabajo de reparacin y, por consiguiente, siguiendo un plan tcnico-socialista abstracto, nos arriesgbamos a perder totalmente el control de lo que era necesario, aprovechable o no, de cada lnea particular y de la red. Qu lnea deba ser ampliada o acortada? Qu personal sera asignado a cada lnea? Qu capacidad de carga transportara el Estado para sus necesidades propias y cul sera destinada para las necesidades de individuos particulares y organizaciones?Todas estas cuestiones, en una etapa histrica dada, nicamente pueden ser resueltas a travs de tarifas fijas de transporte, una contabilidad correcta y un clculo comercial exacto. Manteniendo un equilibrio entre prdidas y ganancias en las diferentes secciones de la red, ligado a las otras ramas de la economa, seremos capaces de elaborar los mtodos de clculo socialista y los mtodos de un nuevo plan econmico. De aqu surge la necesidad, incluso si la red es propiedad del Estado, de permitir a las lneas particulares, o a los grupos de lneas, que conserven su independencia econmica, en el sentido de ser capaces de ajustarse a todas las otras empresas de las que dependen o a las que sirven. En s mismos, los planes abstractos y las metas socialistas formales no son suficientes para conmutar la direccin de la red ferroviaria de una va capitalista a otra socialista. Durante un largo perodo, el Estado obrero deber utilizar los mtodos capitalistas, es decir, los mtodos del mercado, para dirigir la red. Estas consideraciones se aplican an en mayor medida a las empresas industriales, que no se encontraban tan centralizadas y normalizadas bajo el capitalismo como las lneas de ferrocarril. Con la liquidacin del mercado y del sistema de crdito, cada fbrica se asemeja a un telfono al que se le hubieran cortado los cables.El comunismo de guerra ha creado un sustituto burocrtico de la unidad econmica. Las fbricas de produccin de maquinarias de los Urales, de la cuenca del Donets, en Mosc, Petrogrado y otras ciudades fueron consolidadasbajo unnico Comisariado Central que las aprovisionaba de combustibles, materias primas, equipos tcnicos y fuerza de trabajo, manteniendo a esta ltima a travs del sistema de raciones iguales. Evidentemente, tal direccin burocrtica igualaba las empresas consideradas individualmente, suprima la posibilidad de verificar la capacidad productiva y el beneficio, incluso si la contabilidad de la Comisin Central se hubiera distinguido por un grado mayor de precisin, lo que no ocurra. Antes de que cada empresa pueda funcionar plenamente como una clula del organismo socialista, deberemos emprender actividades transitorias a gran escala para operar la economa a travs del mercado durante varios aos. Durante este perodo de transicin, cada empresa o grupo deber, en un grado diferente, orientarse independientemente, y probarse en el mercado.Este es precisamente el quid de la Nueva Poltica Econmica: mientras que polticamente ha significado que las concesiones al campesinado estn en el centro, su importancia no es menor como una etapa inevitable en el desarrollo de la industria estatal durante la transicin de la economa capitalista a la socialista. Para regular la industria, el Estado obrero ha recurrido a los mtodos de mercado. Un mercado debe tener un equivalente general y, en nuestro caso, como ya sabis, ste se encuentra en una situacin desoladora. El camarada Lenin ya se ha referido a nuestros esfuerzos para obtener un rublo ms o menos estable. Ha sealado que nuestras tentativas no haban sido totalmente fallidas. Con el restablecimiento del mercado, es interesante sealar el reavivamiento de manifestaciones fetichistas en el campo del pensamiento econmico. Entre los que han sido afectados por ellas, se encuentran numerosos comunistas que ya no hablan como comunistas sino como comerciantes. Nuestras empresas sufren, como sabis, de una falta de recursos; pero, dnde encontrarlos? Por qu no, como es obvio, en la impresin de billetes. Slo necesitamos, se argumenta, aumentar la emisin de moneda para poner a funcionar un nmero de fbricas y plantas que ahora estn cerradas. A cambio de vuestros miserables billetes que emits en cantidad nfima -dicen ciertos camaradas-, les podramos proporcionar en algunos meses ropas, calzados, vveres y otras cosas maravillosas. Este razonamiento es evidentemente falso. La escasez de los medios de circulacin es simplemente la manifestacin de nuestra pobreza.Esto significa que para expandir la produccin se debe pasar por una etapa de acumulacin primitiva socialista. Nuestra pobreza en carbn, alimentos, locomotoras, viviendas, etc., hoy asume la forma de la escasez en los medios de circulacin porque hemos cambiado nuestra vida econmica sobre las bases del mercado. De este modo, la industria pesada ha envidiado los xitos de la industria ligera. Cul puede ser la significacin de este hecho? Quiere decir simplemente que con el incipiente reavivamiento de la economa los recursos disponibles son dirigidos principalmente donde se los necesitaba con mayor urgencia, es decir a las ramas que producen artculos para el consumo personal y productivo de los obreros y los campesinos. El mundo de los negocios se llen de empresas de este tipo. Las empresas del Estado entran en competencia entre ellas mismas, y en parte con las empresas privadas que, como sabemos, no son numerosas. Slo as, la empresa nacionalizada aprender a funcionar correctamente. No existe otro modo para llegar a tal meta. Ni los planes econmicos incubados entre los muros de un despacho, ni los sermones comunistas abstractos garantizarn nada de ello. Cada empresa del Estado, con su director tcnico y comercial, deber necesariamente estar sujeta a un control permanente que provendr no slo de arriba, o del Estado, sino tambin de abajo, es decir del mercado que continuar siendo el regulador de la economa estatal durante largos aos en el futuro. A medida que la industria ligera estatal, consolidndose en el mercado, comience a proveer al Estado con ingresos, adquiriremos medios de circulacin para la industria pesada.No es ste el nico recurso a disposicin del Estado. Existen otros como los impuestos en especie que proceden de los campesinos, los impuestos sobre la industria y el comercio privados, las tarifas aduaneras, etc. Las dificultades financieras de nuestra industria no tienen un carcter aislado sino que se derivan de todo el proceso de nuestro reavivamiento econmico. Si nuestro Comisariado de Finanzas tuviera que acoger las peticiones de cada empresa industrial incrementando sus emisiones de moneda, el mercado habra rechazado la moneda superflua antes de que las fbricas hubieran llegado a lanzar los nuevos productos a los mercados. En otras palabras, el valor del rublo caera de modo tan catastrfico, que el poder de compra de esta emisin doble o triple sera menor que el de la moneda actualmente en circulacin. Nuestro Estado no renuncia a nuevas emisiones de moneda, pero deben ser conformes al proceso econmico actual y calculadas de modo que incrementen el poder de compra del Estado, ayudando de este modo a la acumulacin primitiva socialista.Nuestro Estado, por su parte, no renuncia in toto a la economa planificada, es decir, a introducir correcciones deliberadas y perentorias en las actividades del mercado. Actuando de esta forma, el Estado no parte de un clculo a priori o de planes hipotticos extremadamente inexactos y abstractos, como ocurri durante el comunismo de guerra. Su punto de partida se encuentra en la accin del mercado; y uno de los instrumentos de regulacin del mercado es la condicin de la moneda del pas y de su sistema de crdito gubernamental centralizado.Las fuerzas y los recursos de los dos camposAdnde nos conduce, por consiguiente, la NEP? Hacia el capitalismo o hacia el socialismo? Evidentemente, en este punto se encuentra la cuestin central. Cules sern las consecuencias del mercado, de la libertad de comercio de los cereales, de la competencia, de los arrendamientos, de las concesiones? Si se da un dedo al diablo, no ser necesario entregarle posteriormente un brazo, luego medio cuerpo, y finalmente el cuerpo entero? Somos ya testigos de un reavivamiento del capital privado en el comercio, especialmente a travs de los canales entre la ciudad y el campo. Por segunda vez en nuestro pas, el capital privado de los comerciantes est atravesando una etapa de acumulacin capitalista primitiva, al tiempo que el Estado obrero est atravesando un perodo de acumulacin primitiva socialista. Tan pronto como surge, el capital de los comerciantes busca ineludiblemente deslizarse hacia posiciones industriales. El Estado alquila fbricas a hombres de negocios. En consecuencia, la acumulacin del capital privado ahora, contina no meramente en el comercio sino tambin en la industria. No es entonces probable, que los seores explotadores -los especuladores, los mercaderes, los arrendatarios y los concesionarios- se hagan ms poderosos bajo la proteccin del Estado obrero, ganando el control de un sector incluso mayor de la economa nacional, desangrando los elementos de socialismo a travs del mercado, y ms tarde en el momento apropiado, ganando tambin el control del poder estatal?Sabemos, al igual que Otto Bauer, que la economa constituye la base social, y la poltica su superestructura. Entonces, todo esto, no significa realmente quela NEP es una transicin a la restauracin capitalista? Al responder abstractamente a una pregunta planteada de manera abstracta, uno no puede negar, por supuesto, que el peligro de la restauracin capitalista de ninguna manera est excluido en general, ms que el peligro de una derrota temporaria en el curso de cualquier lucha. Cuando combatamos a Denikin y a Kolchak, que estaban respaldados por la Entente, corramos el peligro probable de ser derrotados, como Kautsky esperaba, de un da para el otro. Pero, mientras tombamos en consideracin la posibilidad terica de la derrota, orientamos nuestra poltica en la prctica hacia la victoria. Compensamos esta relacin de fuerzas con una firme voluntad y una estrategia correcta.Y al final, vencimos. Una vez ms, se produce una guerra entre los mismos enemigos: el Estado obrero y el capitalismo. Pero esta vez, las hostilidades ocurren no en la arena militar sino en la economa. Mientras que, durante la guerra civil, se produca un duelo entre el Ejrcito Rojo y el Blanco para influir sobre los campesinos, actualmente la lucha tiene lugar entre el capital estatal y el privado sobre el mercado campesino. En una lucha siempre es necesario tener una estimacin lo ms correcta posible de las fuerzas y recursos de que puede disponer el enemigo y las que estn a nuestra disposicin.Nuestra principal arma en la lucha econmica que est ocurriendo sobre la base delmercado es el poder estatal. nicamente los reformistas simplistas no lo comprenden. La burguesa lo comprende, y su historia nos lo prueba. La otra arma de que dispone el proletariado es que las fuerzas productivas ms importantes del pas se encuentran en sus manos. Toda la red ferroviaria, la industria minera, la masa de las empresas al servicio de la industria se encuentran bajo la direccin econmica de la clase obrera. De igual modo, el Estado obrero posee la tierra, y los campesinos contribuyen cada ao mediante el pago de cientos de millones de impuestos en especie. El poder obrero controla las fronteras estatales. Las mercancas y el capital extranjero generalmente, slo pueden acceder a nuestro pas dentro de ciertos lmites que son juzgados deseables y legtimos por el Estado obrero. Estas son las armas y los medios de construccin del socialismo. Nuestros adversarios tienen ciertamente la oportunidad de acumular capital, incluso bajo el poder obrero, utilizando el mercado libre de los granos. El capital de los comerciantes puede infiltrarse, y de hecho lo hace, en la industria, en las empresas arrendadas. Saca un beneficio de ello, y se desarrolla. Esto es innegable. Pero, cules son las relaciones cuantitativas recprocas entre estas fuerzas opuestas? Cul es su dinmica? En esta esfera, como en las otras, la cantidad se transforma en calidad. Si las ms importantes fuerzas productivas del pas cayeran en manos del capital privado no podra hablarse de construccin del socialismo, y estaran contados los das del poder obrero. Cun grande es este peligro? Est prximo?nicamente los hechos y las cifras pueden responder a estas cuestiones. Slo citar los datos ms importantes e indispensables. Nuestra red ferroviaria se extiende sobre 63.000 verstas [1 versta equivale a 1.067 metros, N. del T.], emplea a ochocientas mil personas y se encuentra totalmente en manos del Estado. No se puede negar su importancia en la vida econmica, y que es un factor decisivo de la misma, de tal modo que no queremos que se deslice de nuestras manos. Veamos ahora la industria. Bajo la Nueva Poltica Econmica, todas las empresas, sin excepcin, son propiedad del Estado. Es cierto, igualmente, que algunas empresas han sido arrendadas. Cul es la relacin entre las industrias que el Estado contina dirigiendo y las que han sido arrendadas? Puede estimarse que, segn las cifras siguientes, existen algo ms de cuatro mil empresas estatales que emplean a casi un milln de trabajadores, mientras que existen, un poco de cuatro mil empresas arrendadas que dan trabajo a unos ochenta mil obreros. En las empresas estatales, el nmero de obreros por empresa es, como media, de doscientos siete, mientras que en el caso de las empresas arrendadas es de diecisiete obreros por empresa. La explicacin se debe encontrar en que las que estn bajo arriendo son empresas de secundarias y en su gran mayora terciarias en el sector de la industria liviana. Entre ellas, nicamente el 51% son explotadas por capitalistas privados. Las restantes se encuentran bajo la direccin de los comisariados y de las sociedades cooperativas de distribucin que son las que alquilan las empresas al Estado, ponindolas en funcionamiento por su cuenta. En otras palabras, hay alrededor de dos mil de las empresas ms pequeas, que emplean a cuarenta o cincuenta mil personas, explotadas por el capital privado, contra cuatro mil empresas poderosas y bien equipadas, que dan trabajo a casi un milln de obreros, dirigidas por el Estado sovitico.Es ridculo hablar del triunfo del capitalismo en general ante tales cifras y hechos. Naturalmente, las empresas arrendadas entran en competencia con las empresas estatales, y de modo abstracto se puede llegar a decir que si las empresas arrendadas se encontraran muy bien dirigidas y las empresas estatales muy mal, el capital privado, al cabo de algunos aos, devorara al capital estatal. Pero nos encontramos muy lejos de que esto ocurra. El control del proceso econmico permanece en manos del poder del Estado; y ste se encuentra en manos de la clase obrera. Debido al restablecimiento del mercado, el Estado obrero introduce naturalmente cierto nmero de cambios jurdicos indispensables para obtener un rendimiento del mercado. En la medida en que estas reformas legales y administrativas abren la posibilidad de una acumulacin capitalista, constituyen concesiones indirectas pero muy importantes. Pero nuestra neoburguesa slo ser capaz de explotarlas en consonancia con sus recursos econmicos y polticos. Sabemos cules son estos recursos, y que son ms bien escasos. En el plano poltico, su valor es nulo. Haremos cuanto podamos para impedir que la clase burguesa acumule el ms mnimo capital en el plano poltico. No debemos olvidar que el sistema crediticio y el aparato impositivo, permanece en manos del Estado obrero. Ambos son un arma importante en la lucha entre la industria estatal y la privada. Es verdad, que el capital privado juega un rol ms extenso en el campo del comercio. Aunque carezcamos de cifras vlidas en este campo, segn las primeras aproximaciones de las estadsticas de nuestras cooperativas de distribucin, el capital privado comercial comprende al treinta por ciento del rendimiento comercial de nuestro pas. Por su parte, el Estado y las cooperativas tienen el setenta. El capital privado juega en general el papel de intermediario entre la agricultura y la industria, y, en parte, entre las distintas ramas industriales. En efecto, las empresas ms importantes y el comercio exterior se encuentran en manos del Estado. El Estado es, por consiguiente, el principal comprador y vendedor en el mercado. Bajo estas condiciones, las cooperativas de distribucin pueden fcilmente competir con el capital privado, con el tiempo trabajando a favor de las primeras. Repitamos, una vez ms, que las tijeras de poda de los impuestos son un instrumento muy importante. Gracias a ellas el Estado obrero podr podar la joven planta del capitalismo, no sea que se enriquezca excesivamente.En teora, hemos mantenido siempre que el proletariado, tras haber conquistado el poder, se vera obligado a tolerar junto a las empresas estatales, la existencia de aquellas empresas privadas que son tecnolgicamente menos avanzadas y menos adaptadas a la centralizacin. Adems, sabamos que las relaciones entre las empresas estatales y las privadas, as como las relaciones recprocas entre las empresas de Estado individuales o colectivas, estaran reguladas por el comercio y sus clculos monetarios. Y, por esta misma razn, hemos reconocido que paralelamente con el proceso de reorganizacin econmica socialista se repetira el proceso de acumulacin capitalista privada. Pero no hemos tenido miedo a que la acumulacin privada supere y devore a la economa estatal en expansin. A qu se debe, por consiguiente, todo este debate sobre la victoria inevitable del capitalismo y sobre nuestra pretendida capitulacin? Existe una razn para ello: no hemos dejado inicialmente las pequeas empresas en manos privadas, sino que las hemos nacionalizado; las hemos arrendado tras haber intentado que funcionaran en manos del Estado. Poco importa la manera como sea evaluado el zigzag econmico, bien como una exigencia que surge de toda la situacin, bien como una tctica equivocada, pero es evidente que este giro poltico, o esta retirada, no modifica en medida alguna la relacin de fuerzas entre la industria estatal y los sectores privados. Por una parte, est el poder del Estado, el sistema ferroviario y un milln de obreros industriales; y, por el otro, aproximadamente cincuenta mil obreros explotados por el capital privado. Dnde se encuentra, por lo tanto, la ms mnima justificacin para que, en estas condiciones, est asegurada la victoria de la acumulacin capitalista sobre la acumulacin socialista?Evidentemente, se encuentran en nuestras manos las mejores cartas; todas, salvo una que es muy importante: el capital privado ruso se encuentra sostenido actualmente por el capital mundial. Continuamos viviendo en un cerco capitalista. Por este motivo debe plantearse una cuestin: saber si nuestro socialismo incipiente, que todava tiene que emplear mtodos capitalistas, puede ser acaparado al fin por el mundo capitalista. Siempre hay dos partes en una transaccin de este tipo: el comprador y el vendedor. Pero tenemos el poder, est en las manos de la clase obrera. Ella decide qu concesiones hacer, sus objetivos y sus alcances. El comercio exterior es un monopolio. El capital europeo intenta forzar una brecha en l. Pero ellos sern tristemente decepcionados. El monopolio del comercio exterior es un principio esencial para nosotros. Es una de nuestras salvaguardas contra el capitalismo que, evidentemente, no tendra reparos en acaparar nuestro naciente socialismo, tras haber fallado en su intento de destruirlo mediante medidas militares.Sobre el tema de las concesiones, el camarada Lenin ha dicho: Las discusiones son abundantes; las concesiones, son escasas. (Risas) Cmo explicarlo? Precisamente por el hecho de que no hay y no habr por nuestra parte una capitulacin ante el capitalismo. Los que quieren reanudar las relaciones con la Rusia sovitica ms de una vez han afirmado, y escrito, que el capitalismo mundial, a punto de su mayor crisis, necesita de la Rusia sovitica: Inglaterra necesita colocar sus mercancas en Rusia, Alemania necesita cereales rusos, etc. Esto parece cierto si se mira el mundo a travs de unas lentes pacifistas. Por esta razn, el tema se presenta continuamente de una forma falseada. En ese caso, podramos imaginar que los capitalistas ingleses intentaran con todas sus fuerzas invertir sus fondos en Rusia; podramos imaginar igualmente a la burguesa francesa tratando de orientar a la tecnologa alemana en la misma direccin con el fin de crear nuevos recursos que permitiran pagar las indemnizaciones alemanas. Pero, en absoluto vemos que ocurra as. Y, por qu razn? Porque vivimos en una poca en la que el equilibrio del capitalismo ha sido completamente trastornado. Vivimos en una poca en la que las crisis econmicas, polticas y militares se entrecruzan continuamente. Una poca de inestabilidad, de incertidumbre, de alarmas ininterrumpidas. Esto acta contra una poltica a largo plazo de la burguesa, porque tal poltica pronto se transforma en una ecuacin con demasiadas incgnitas.Hemos concluido finalmente un acuerdo comercial exitoso con Inglaterra. Pero esto ocurri hace un ao y medio; en realidad, todas nuestras operaciones con Inglaterra se efectan mediante pago al contado; pagamos con oro; y, la cuestin de las concesiones todava est en la fase de discusin. Si la burguesa europea, y principalmente la burguesa inglesa, hubieran credo que una colaboracin en gran escala con Rusia traera inmediatamente una mejora seria en la situacin econmica europea, Lloyd George y compaa habran, sin duda, dado en Gnova una solucin diferente a este problema. Pero saben que la colaboracin con Rusia no puede aportar inmediatamente modificaciones grandes y profundas. El mercado ruso no eliminar el desempleo ingls en unos pocos meses o en unas semanas. Rusia no puede ser integrada ms que gradualmente, como un factor constantemente creciente en la vida econmica europea y mundial. Gracias a su vasta extensin, a sus recursos naturales, su gran poblacin y, sobre todo, gracias al estmulo impartido por su Revolucin, Rusia puede convertirse en la fuerza econmica ms importante europea y mundial, pero ello no instantneamente, de la noche a la maana, sino nicamente despus de muchos aos. Rusia podra convertirse en un importante comprador y vendedor, suponiendo que hoy se le dieran crditos y, consecuentemente, se le permitiera acelerar su crecimiento econmico. En cinco o diez aos, se convertira en un gran mercado para Inglaterra pero, en este ltimo caso, el gobierno ingls tendra que creer que podra durar diez aos, y que el capitalismo ingls sera lo suficientemente fuerte en estos diez aos como para retener el mercado ruso. En otras palabras, una poltica de colaboracin econmica autntica con Rusia no puede ser ms que una poltica de colaboracin fundada sobre bases muy amplias. El problema se encuentra en que la burguesa de postguerra no es ya capaz de tener una poltica a largo plazo. No sabe lo que traer el maana, y menos an lo que suceder pasado maana. Es uno de los sntomas de la decadencia histrica de la burguesa.Esto parece estar en contradiccin con el intento de Leslie Urquhart, que quiere concluir un acuerdo comercial con nosotros por un perodo de noventa y nueve aos. Sin embargo, esta contradiccin es slo aparente. La motivacin de Urquhart es muy simple, pero en cierta manera inalcanzable; si el capitalismo sobrevive en Inglaterra y en el mundo durante estos noventa y nueve aos, Urquhart conservar las concesiones con Rusia. Pero, qu suceder si la revolucin proletaria estalla no en noventa y nueve, ni en nueve aos sino mucho antes? En este caso, Rusia ser el ltimo lugar donde los propietarios expropiados del mundo puedan conservar sus propiedades. Pero un hombre que va a perder su cabeza no tiene motivos para llorar por la prdida de su peluca... La primera vez que hicimos la oferta de concesiones a largo plazo, Kautsky concluy que habamos perdido la esperanza en la llegada prxima de una revolucin proletaria. Hoy, tendra que concluir que hemos pospuesto la revolucin por al menos noventa y nueve aos. Esta conclusin, bastante digna de este terico venerable planteada algo mezquinamente, carece totalmente de fundamento. En efecto, firmando una concesin particular, asumamos obligaciones nicamente dentro del cdigo legislativo y del procedimiento administrativo referente a dicha concesin, pero en ningn caso acerca del curso futuro de la revolucin mundial, la cual deber superar diversos obstculos muy superiores a los acuerdos de una concesin. La pretendida capitulacin del poder sovitico al capitalismo es deducida por los socialdemcratas no a travs de un anlisis de hechos y cifras, sino mediante vagas generalidades, as como del trmino de capitalismo de Estado que nosotros empleamos para referirnos a nuestra economa estatal. En mi opinin, este trmino no es ni exacto ni conveniente. El camarada Lenin ha subrayado ya en su informe la necesidad de poner este trmino entre comillas, es decir, utilizarlo con muchas precauciones. Es una recomendacin muy importante porque no todo el mundo es prudente. En Europa fue interpretado equivocadamente incluso por los comunistas. Son numerosos los que imaginan que nuestra industria estatal representa un autntico capitalismo de estado, en el sentido ms estricto de la palabra, tal como ha sido aceptado universalmente por los marxistas. No se trata exactamente de ello; si se habla realmente de capitalismo de Estado, debe hacerse con importantes comillas que ensombrezcan el propio trmino. Por qu? Por una razn muy obvia: al utilizar este trmino no puede olvidarse el carcter de clase del Estado. Este trmino, lo recordamos, tiene orgenes socialistas. Jaurs y los reformistas franceses, que en general le imitaban, hablaban de una socializacin consistente de la repblica democrtica. Podemos responder, en cuanto marxistas, que a partir del momento en que el poder poltico est en manos de la burguesa, esta socializacin no era y no poda conducir jams al socialismo, sino a un capitalismo de Estado; es decir, que la posesin de las diversas industrias, de la red ferroviaria, etc., por diferentes capitalistas sera reemplazada por la posesin de todas las empresas, de la red ferroviaria, etc., por una misma firma burguesa: el Estado. Si la burguesa tiene el poder poltico continuar explotando al proletariado a travs del capitalismo de Estado, del mismo modo que el burgus explota a travs de la propiedad privada a sus propios obreros.El trmino capitalismo de Estado ha sido propuesto e inmediatamente utilizado con fines polmicos por los revolucionarios marxistas contra los reformistas, y ello con el fin de explicar y probar que la autntica socializacin slo comienza tras la conquista del poder por la clase obrera. Los reformistas, como bien sabis, construyeron todo su programa alrededor de las reformas. Nosotros, marxistas, jams hemos negado las reformas socialistas, pero hemos afirmado que la poca de las reformas socialistas sera inaugurada slo despus de la conquista del poder por el proletariado, y ste es el punto central de la polmica. Hoy, en Rusia, el poder se encuentra en manos de la clase obrera. Las industrias ms importantes estn en manos del Estado obrero. No existe aqu la explotacin de clase y, por consiguiente, tampoco existe el capitalismo, aunque sus formas todava persistan. La industria del Estado obrero es una industria socialista en sus tendencias de desarrollo, pero para desarrollarse, utiliza los mtodos que fueron inventados por la economa capitalista, y a los cuales todava estamos lejos de haber sobrevivido.Bajo un capitalismo de Estado autntico, es decir bajo el dominio de la burguesa, el crecimiento del capitalismo de Estado significa el enriquecimiento del Estado burgus, y su poder creciente sobre las masas obreras. Entre nosotros, el crecimiento de la industria estatal sovitica significa el crecimiento del socialismo mismo, un fortalecimiento directo del poder del proletariado. Observamos numerosas veces en el curso de la historia el desarrollo de un fenmeno econmico nuevo, a pesar de recubrirse de formas antiguas; fenmeno que, por otra parte, se produce por medio de las ms diversas combinaciones. Cuando la industria hech races en Rusia, todava bajo leyes feudales, en la poca de Pedro el Grande, las fbricas, aunque estuvieran concebidas conforme a los modelos europeos de la poca, fueron levantadas sobre bases feudales. Los siervos se encontraban ligados a ellas mediante su fuerza de trabajo (las fbricas reciban el apelativo de fbricas seoriales). Los capitalistas, como Strogonov, Demidov y otros, propietarios de estas empresas, desarrollaron su capitalismo en el interior mismo del sistema feudal. De un modo similar, el socialismo debe dar sus primeros pasos en el centro del ropaje del capitalismo. No se puede llevar a cabo una transicin hacia mtodos socialistas perfectos tratando de saltar por encima de la propia cabeza, y ello ms an si su cabeza se encuentra sucia y mal peinada, como ocurra con nuestra cabeza rusa. No hay que olvidar esta puntualizacin que, en todo caso, es exclusivamente personal. Debemos siempre aprender a continuar nuestro aprendizaje.Criterio sobre la productividad del trabajoQueda, sin embargo, una cuestin que es importante y fundamental para determinar la viabilidad de un rgimen social, a la cul todava no nos hemos referido. Se trata de la cuestin de la productividad de la economa, no solamente en lo que respecta a los trabajadores individuales, sino tambin para el rgimen econmico de conjunto. El progreso histrico de la humanidad puede resumirse del modo siguiente: un rgimen que asegura una mayor productividad del trabajo reemplaza a aquellos con una productividad menor. Si el capitalismo reemplaz la antigua sociedad feudal slo fue porque el trabajo humano es ms productivo bajo el dominio del capital. Igualmente, la nica razn por la que el socialismo podr suplantar completamente al capitalismo, de un modo total y definitivo, es que asegurar una mayor cantidad de productos para cada unidad de fuerza de trabajo humano.Ahora bien, podemos decir ya que nuestras empresas estatales son ms productivas que bajo el rgimen capitalista? No, todava no hemos logrado esto. No solamente los americanos, los ingleses, los franceses y los alemanes trabajan mejor en sus empresas capitalistas, que son ms productivas que las nuestras -ocurra ya durante el perodo anterior a la revolucin-, sino que nosotros mismos solamos trabajar mejor antes de la revolucin que ahora. En una primera apreciacin, esta circunstancia puede parecer condenable desde el punto de vista de la valoracin del rgimen sovitico. Nuestros enemigos burgueses, as como los crticos socialdemcratas que ciertamente les imitan, hacen todo el uso posible del hecho de que la productividad de nuestra economa sea tan baja. En la Conferencia de Gnova, el delegado francs, Colrat, respondiendo a Chicherin*, anunci con una insolencia tpicamente burguesa que la delegacin sovitica no poda hablar sobre cuestiones econmicas, dada la situacin actual en Rusia. El argumento parece, a primera vista, aplastante, pero revela una ignorancia econmica e histrica inconmensurable. Sera maravilloso ciertamente probar desde ahora la superioridad del socialismo, no mediante argumentos tericos procedentes de las experiencias ya ocurridas, sino mediante hechos materiales. Es decir, si pudiramos mostrar que nuestras fbricas aseguran, principalmente gracias a la centralizacin, una productividad en el trabajo superior a las empresas similares en las etapas anteriores a la revolucin. Pero no hemos llegado a este punto. Ni es posible que lo alcancemos rpidamente. Lo que ahora tenemos no es un socialismo que se opone al capitalismo, sino un proceso laborioso de completar la transicin de uno a otro y, sobre todo, llevar a cabo la etapa inicial y dolorosa de esta transicin. Parafraseando las famosas palabras de Marx, se puede decir que padecemos el que nuestro pas conserve vestigios inmensos de capitalismo entre los rudimentos del socialismo.Ciertamente, la productividad del trabajo ha disminuido, as como el nivel de vida. En la agricultura, las cosechas del ltimo ao han sido ms o menos tres cuartas partes de la produccin media de preguerra. La situacin es an peor en la industria. Nuestra produccin de este ao es un cuarto de la produccin de preguerra. El sistema de transportes opera a un tercio de su capacidad de preguerra. Estos hechos son muy tristes. Pero, cul era la situacin en la poca de transicin entre el feudalismo y el capitalismo? Acaso era diferente? La sociedad capitalista, tan rica y tan orgullosa de su abundancia y de su cultura, brot de una revolucin muy destructiva. La tarea histrica objetiva de crear condiciones de mayor productividad del trabajo fue, en ltima instancia, resuelta por la revolucin burguesa o, ms exactamente, por un nmero de revoluciones. Pero, cmo se lleg a ello? A travs de la devastacin ms amplia y de un declinar temporal de la cultura material.Tomemos, por ejemplo, el caso de Francia. Naturalmente, el seor Colrat, en su funcin de ministro burgus, no est obligado a conocer la historia de su tan amada patria. Pero a nosotros, por el contrario, nos es familiar la historia de Francia y la historia de la Revolucin. No es importante saber si preferimos los escritos del reaccionario Taine o del socialista Jaurs. En ambos casos, podemos constatar hechos autnticos que caracterizan la horrible condicin existente en Francia tras la Revolucin. La devastacin fue tan grande que despus del 9 de thermidor, es decir cinco aos despus del comienzo de la Revolucin, el empobrecimiento de Francia no haba disminuido, sino que por el contrario, empeoraba progresivamente. Diez aos despus de la gran Revolucin francesa, cuando Napolen Bonaparte era ya Primer Cnsul, Pars, con una poblacin de quinientos mil habitantes, reciba una racin diaria de harina que oscilaba entre trescientos y quinientos sacos, mientras que la demanda mnima era de mil quinientos sacos para satisfacer el mnimo de subsistencia. Una de las preocupaciones mayores del Primer Cnsul era controlar diariamente la distribucin de la harina.Esta situacin se produca -fjense bien- diez aos despus de la gran Revolucin francesa. La poblacin francesa haba disminuido, a causa del hambre, de las epidemias, de las guerras, en treinta y siete departamentos de los cincuenta y ocho existentes. No es necesario decir que los Colrat y Poincar ingleses de la poca, miraban a la arruinada Francia con gran desprecio. Qu quiere decir todo esto? Simplemente que la revolucin es un mtodo duro y costoso para resolver la cuestin de la transformacin econmica de la sociedad. Pero la historia no ha inventado otro mtodo. La revolucin abre las puertas a un nuevo orden poltico, tras una catstrofe ampliamente devastadora. En nuestro pas, adems la revolucin fue precedida por la guerra, y nosotros no nos encontramos an tras diez aos de revolucin -fijmonos en esto, tambin-, sino tan slo a comienzos del sexto ao. Y nuestra revolucin tiene un alcance muy superior al de la Revolucin francesa, que simplemente reemplaz una forma de explotacin por otra, mientras que nosotros reemplazamos una sociedad que se apoyaba en la explotacin del hombre por el hombre por una sociedad que se basa en la solidaridad humana. Los sacudones, ciertamente, fueron muy severos, causando daos importantes y rompiendo muchos platos. Lo que ms llama la atencin son los costos excesivos de la revolucin. Sus mayores conquistas nicamente se realizan despus de largos aos, gradualmente.Tuve, el otro da, la suerte de tropezarme con un discurso que se refiere precisamente a la cuestin que ahora nos ocupa. Fue pronunciado por un qumico francs, Berthelot, hijo del clebre qumico Pierre Berthelot, quien hablaba en cuanto miembro de la Academia de Ciencias. Desarrollaba una idea que cito segn la referencia publicada en la revista Le Temps: En todas las pocas de la historia, en el campo de las ciencias, y en el de la poltica, as como en el fenmeno social, las luchas armadas tuvieron el privilegio esplndido y terrible de acelerar, con sangre y fuego, el nacimiento de nuevos tiempos. Es evidente que pensaba en las guerras. Pero es cierto que stas, cuando servan a la causa de las clases revolucionarias, estimularon tambin enormemente el desarrollo histrico; cuando servan a los opresores -lo que ocurre a menudo- daban un impulso al movimiento de los oprimidos. Su declaracin se aplica ms directamente a la revolucin: las luchas armadas entre clases originan grandes prdidas, pero tambin el nacimiento de los nuevos tiempos. Deducimos de ello que los costos excesivos de la revolucin no son en vano (no son falsos gastos, como dicen los franceses). Pero no se pueden exigir los dividendos antes de que se cumplan los plazos de pago. Es necesario pedir a nuestros amigos cinco aos ms. De este modo, diez aos despus de la Revolucin, es decir el ao en que Napolen mantena rigurosamente contados los sacos de harina para alimentar Pars, mostraremos la superioridad del socialismo sobre el capitalismo en el campo econmico, y esto no por medio de argumentos tericos sino por medio de hechos rigurosos, y esperamos que para entonces los hechos elocuentes estn al alcance de la mano.Pero no queda, mientras se avanza hacia esos xitos futuros, algn peligro de que nuestro rgimen sufra la degeneracin capitalista, precisamente debido al estado desolador de nuestra industria en el momento actual? El campesinado ha recogido este ao, como ya he indicado, ms o menos tres cuartos de la cosecha de preguerra; por otro lado, la industria produjo como mucho un cuarto de la produccin de preguerra. Por lo tanto, la relacin recproca entre la ciudad y el campo ha sido trastocada en extremo y en gran parte, en perjuicio de la ciudad. En estas condiciones, la industria estatal no podra proporcionar al campesino un producto equivalente por sus cereales, y los excedentes agrcolas lanzados al mercado proporcionarn una base de acumulacin capitalista privada. Naturalmente, el razonamiento es justo; en el fondo, las relaciones de mercado tienen una lgica propia sin preocuparse de las metas que nos proponemos al restaurarlas. Es importante, sin embargo, establecer correlaciones cuantitativas. Si el campesinado lanzase toda su cosecha al mercado, esto tendra consecuencias desastrosas para el desarrollo socialista, a causa del debilitamiento de nuestra industria. En realidad, el campesinado produce para su propio consumo. Adems debe pagar este ao trescientos cincuenta millones de puds[7]de impuestos en especie. El campesinado no llevar al mercado su excedente, hasta que haya satisfecho sus necesidades personales y pagado los impuestos. De conjunto no supondr ms de cien millones de puds el prximo ao. Una parte importante si no decisiva de este excedente de cien millones ser comprado por las cooperativas de distribucin y las instituciones estatales. De este modo, la industria de Estado se tendr que oponer no a la economa campesina de conjunto, sino slo a un sector de ella, en cierta medida insignificante, que est lanzando su produccin al mercado. nicamente ella, o ms exactamente una fraccin de este sector del campesinado, es la que se convierte en una fuente de acumulacin capitalista privada. Aumentar en el futuro. Paralelamente a ello, la productividad de la industria de Estado unificada aumentar tambin. No hay ninguna razn para concluir diciendo que el crecimiento de la industria de Estado ser menor que la productividad y prosperidad de la agricultura. Veremos ahora cmo las perspicaces y profundas crticas de los seores de la moribunda II Internacional y media se basan principalmente en la ignorancia y la incomprensin de las relaciones econmicas elementales en Rusia, las cuales han sido modeladas conforme a las condiciones concretas de tiempo y espacio.Sobre la crtica socialdemcrataCon motivo de nuestro cuarto aniversario, es decir, el pasado ao, Otto Bauer consagr un folleto entero a nuestra economa. En l, Bauer recapitula de un modo elegante y adulador todo lo que nuestros enemigos ms temperamentales en el campo socialdemcrata haban tomado la costumbre de decir, echando espuma por la boca, acerca de nuestra NEP. En primer lugar, nos dice, es una capitulacin ante el capitalismo, y precisamente esto es bueno y realista con respecto a ella. (Estos seores ven invariablemente el realismo de este modo: arrodillarse ante la burguesa a la primera ocasin). Contina dicindonos que el resultado final de nuestra revolucin no ser otro que el establecimiento de una repblica democrtica burguesa y que esto ya lo predeca en 1917. Sin embargo, debemos recordar que en 1919 las predicciones de esos esmirreados hroes de la Internacional Dos y Media fueron realizadas en un tono muy diferente. En esa poca, ellos hablaban del hundimiento del capitalismo y del comienzo de una poca de revolucin social. Pero incluso el ms loco de la tierra se negar a creer que, si el capitalismo se acerca a su fin en todo el mundo, al mismo tiempo florezca en la Rusia sovitica dirigida por la clase obrera.Y as, en 1917, cuando Otto Bauer todava conservaba su fe virginal austromarxista en la permanencia del capitalismo y de la monarqua de los Habsburgo, escribi que la revolucin rusa deba terminar en el establecimiento de un Estado burgus. El oportunismo socialista sin embargo, siempre es impresionista en poltica. Sobresaltado y jadeando por la revolucin admiti en 1919, que el capitalismo se hunda y que la poca de la revolucin social estaba al alcance de la mano. Puesto que ahora, Dios sea alabado, la marea de la revolucin baja, nuestro orculo vuelve a caer rpidamente en su profeca de 1917. Como ya lo sabemos, tiene afortunadamente dos profecas disponibles, segn convenga. (Risas) Bauer llega a la conclusin siguiente: Lo que vemos restaurarse en Rusia es una economa capitalista, dominada por una nueva burguesa, basada en millones de campesinos; una economa capitalista a la cual la legislacin y la administracin del Estado se ven obligadas, quirase o no, a adaptarse. Comprenden ahora lo que representa la Rusia sovitica? Hace un ao, este seor proclamaba que la economa y el Estado sovitico estaban dominados por una nueva burguesa. Las empresas arrendadas, pobremente equipadas y que emplean 50.000 obreros, contra un milln de obreros empleados por las mejores empresas de Estado, esto, segn Bauer, es una capitulacin del poder sovitico al capital industrial. Para sostener sus afirmaciones, tan estpidas como cnicas, mediante una justificacin histrica necesaria, afirma: Tras una prolongada duda, el Gobierno sovitico ha decidido al fin (!!), reconocer las deudas zaristas con el extranjero. En pocas palabras, de una capitulacin a otra!Puesto que muchos camaradas naturalmente estarn confundidos con los detalles vagos de nuestra historia, dejadme recordaros que el 4 de febrero de 1919 hemos hecho las siguientes propuestas por la radio a todos los gobiernos capitalistas:1. Ofrecemos reconocer las deudas extranjeras contradas por Rusia.2. Ofrecemos nuestras materias primas como garanta del pago de deudas e intereses.3. Ofrecemos realizar concesiones a su conveniencia.4. Ofrecemos concesiones territoriales bajo la forma de ocupacin militar de ciertas partes del territorio por las tropas de la Entente, o por las de aquellas de sus agentes rusos.Hemos propuesto estos puntos al mundo capitalista el 4 de febrero de 1919 a travs de la radio, con la condicin de que nos dejaran en paz. Las hemos repetido en abril, con ms detalles, al plenipotenciario no oficial americano. Cmo se llamaba? (Risas) Ah, si, Bullitt, este era! Y bien, camaradas, si comparis estas propuestas con las que nuestros representantes han rechazado durante las reuniones de Gnova y de La Haya, veris que nuestra tendencia amplia no fue a las concesiones, sino que, por el contrario, ha sido defender con una mayor firmeza nuestras conquistas revolucionarias. En este momento no reconocemos ya deuda alguna. No ponemos ya en prenda, y no lo haremos ms, nuestras materias primas como garanta. Somos muy prudentes en materia de concesiones; y, por ningn motivo toleraremos la presencia de tropas en nuestros territorios. Se han producido algunos cambios desde 1919.Hemos sido informados ya por Otto Bauer que la tendencia de todo este desarrollo es a la democracia. Este alumno de Kautsky y profesor de Martov nos da la siguiente leccin: Una vez ms ha sido confirmado que un derrocamiento de la base econmica debe ser seguido por un derrocamiento de la superestructura poltica. Es completamente cierto que entre la base econmica y la superestructura poltica existe en sus partes y en la totalidad la interrelacin indicada por Bauer. Pero, en primer lugar, la base econmica de la Rusia sovitica no se ha modificado del modo descripto por Otto Bauer, ni del modo deseado por Leslie Urquhart, cuyas extorsiones sobre este tema, debemos recordarlo, tienen mucho ms peso que las de Bauer. En segundo lugar, la base econmica cambia hacia relaciones capitalistas, pero estos cambios se producen a tal velocidad y en tal escala que excluyen el peligro de perder el control poltico de este proceso econmico.Desde el punto de vista poltico, el problema se reduce a esto: la clase obrera en el poder ofrece importantes concesiones a la burguesa. Pero queda mucho camino desde este punto a la democracia, es decir, al paso del poder a las manos de los capitalistas. Para alcanzar esta meta, la burguesa necesitara de un derrocamiento contrarrevolucionario triunfante. Para tal derrocamiento debe disponer de las correspondientes fuerzas. Sobre este punto la burguesa nos ha enseado algo. Durante el siglo XIX no hizo otra cosa que alternar represiones y concesiones. Haca concesiones a la pequea burguesa, al campesinado y a las capas superiores de la clase obrera, pero al mismo tiempo explotaba sin piedad a las masas trabajadoras. Estas concesiones eran de carcter poltico o econmico, o incluso una combinacin de ambas. Fueron siempre actos de la clase dominante que tena el poder del Estado. Ciertas experiencias de la burguesa en este campo parecan a primera vista aventuradas, como la introduccin del sufragio universal. Marx, designaba la limitacin legal de la jornada de trabajo en Inglaterra, como la victoria de un nuevo principio. De quin era este principio? Era de la clase obrera. Pero, todos lo sabemos, quedaba un largo camino para pasar de la victoria parcial de este principio a la conquista del poder poltico por la clase obrera inglesa. La burguesa dominante hizo ciertas concesiones, pero ella conservaba el control del debe y el haber del libro del Estado. Sus polticos decidan cules eran las concesiones que deban ser acordadas, no solamente sin poner en peligro su dominio del poder, sino asegurando a travs de ellas la frrea direccin burguesa.Nosotros, marxistas, hemos dicho ms de una vez que la burguesa haba agotado su misin histrica. Mientras tanto, todava retiene el poder en sus manos. Esto quiere decir que la interrelacin entre la base econmica y la superestructura poltica no es completamente lineal. Observamos un rgimen de clase que se mantiene durante un nmero de aos, despus de haber entrado en un conflicto evidente con las necesidades del progreso econmico. Cules son las bases tericas para afirmar que las concesiones acordadas por el Estado obrero a las relaciones burguesas deben automticamente reemplazar el Estado obrero por un Estado burgus? Si, como parece ser, es cierto que el capitalismo est agotado a escala mundial, ello slo prueba el papel histrico progresivo del Estado obrero. Las concesiones que ha acordado para la burguesa representan nicamente un compromiso dictado por las dificultades del desarrollo, hasta el da de hoy predeterminado y asegurado por la historia. Es natural que si crecieran hasta el infinito, se multiplicaran y acumularan, si comenzramos a alquilar cada vez ms grupos de empresas nacionalizadas, si comenzramos a acordar concesiones en las ramas esenciales de la industria minera y del transporte ferroviario, si nuestra poltica continuara deslizndose hacia abajo por el tobogn de las concesiones durante varios aos, llegara a existir inevitablemente una poca de degeneracin econmica que dara lugar al colapso de la superestructura poltica. Hablo de colapso y no de degeneracin porque slo a travs de una guerra civil feroz puede el capitalismo arrancar el poder de las manos del proletariado comunista.Quien plantea esta cuestin presupone que la burguesa europea y mundial se mantendrn viriles y eternas. En pocas palabras, todo se reduce a esto. Reconociendo, por un lado, en sus artculos de domingo, que el capitalismo, y especialmente en Europa, ha sobrevivido y frena el progreso histrico; expresando, por otra parte, la afirmacin de que la evolucin de la Rusia sovitica debe inevitablemente terminar en un triunfo de la democracia burguesa, los tericos socialdemcratas caen en una contradiccin banal y lamentable, bastante digna de estos estpidos, torpes y pomposos. Nuestra Nueva Poltica Econmica est calculada para condiciones muy especficas de espacio y tiempo. Es la poltica de maniobra de un Estado obrero que se mantiene rodeado por el capitalismo y que apuesta al desarrollo revolucionario en Europa. Operar con categoras absolutas de capitalismo y de socialismo, y con superestructuras polticas que le corresponden adecuadamente, para decidir acerca del destino de la Repblica sovitica, muestra una incapacidad absoluta para comprender las condiciones propias de una poca de transicin. Es el sello de un escolstico y no de un marxista. Jams hay que excluir el factor tiempo de los clculos polticos. Si pensis que el capitalismo continuar existiendo en Europa durante cincuenta aos o un siglo, y que la Rusia sovitica deber ajustar su poltica econmica al capitalismo, la cuestin queda automticamente resuelta. Porque, asegurando esto, suponeis por adelantado el hundimiento de la revolucin proletaria en Europa y el comienzo de una nueva poca de renacimiento capitalista. Sobre qu bases posibles? Desde que Otto Bauer ha descubierto sntomas milagrosos de una resurreccin capitalista en la vida austraca actual, se habla de predestinacin para la Rusia sovitica. No vemos an milagro alguno, y en absoluto creemos en ellos.Para nosotros, la perpetuacin del dominio de la burguesa europea, durante algunos decenios, no significara en las condiciones mundiales actuales, el florecimiento del capitalismo, sino una decadencia econmica y la descomposicin cultural de Europa. No se puede negar que tal variante del desarrollo histrico arrastrara a la Rusia sovitica a un abismo. En ese caso, que nuestro pas atraviese la etapa de la democracia o sufra la decadencia en alguna otra forma, es una cuestin de segundo orden. Pero no tenemos an motivos para enrolarnos bajo el estandarte de la filosofa de Spengler. Contamos firmemente con el desarrollo revolucionario en Europa. La Nueva Poltica Econmica es simplemente nuestro modo de adaptarnos al ritmo de este desarrollo. Otto Bauer mismo, aparentemente, siente con cierta inquietud, que el rgimen de la democracia capitalista de ninguna manera surge tan directamente de los cambios que han ocurrido en nuestra economa. Por esta razn nos ruega que prestemos ayuda al desarrollo de la tendencia capitalista contra la tendencia socialista. Escribe: La reconstruccin de la economa capitalista no puede ser efectuada bajo la dictadura del partido comunista. El nuevo curso econmico reclama un nuevo curso poltico. No es algo conmovedor que hace saltar las lgrimas? El mismo individuo que ha proporcionado una maravillosa asistencia econmica y poltica al florecimiento de Austria... (Risas) es quien nos exhorta de este modo: Tened cuidado, por Dios; el capitalismo no puede florecer bajo la dictadura de vuestro Partido (Risas y aplausos). Justamente esto. Y es precisamente por esta razn, salvando la presencia de todos los Bauers, que mantenemos la dictadura de nuestro partido (Risas y aplausos).En nuestro pas, las concesiones al capitalismo han sido hechas por el partido comunista, en cuanto dirigente del Estado obrero. En este momento, se lleva a cabo en nuestra prensa una amplia discusin a favor y en contra de la concesin que debe ser acordada a Leslie Urquhart. La cuestin est planteada. Esta discusin apunta a clarificar tanto las provisiones materiales concretas del contrato as como evaluar el papel que jugara este contrato en todo el sistema de la economa sovitica. Es excesiva la concesin? Podra, el capitalismo hundir profundamente sus races a travs de esta concesin dentro del mismo corazn de nuestra economa industrial? Esos son los pro y los contra. Quin decide? El Estado obrero. Naturalmente, la Nueva Poltica Econmica supone una enorme concesin a las relaciones burguesas, e incluso a la burguesa. Pero, en todo caso, somos nosotros quienes determinamos los lmites de esta concesin. Somos los directores, tenemos la llave de la puerta en nuestras manos. El Estado es un factor primordial de la vida econmica, y no tenemos ninguna intencin de que se escurra de nuestros manos.La situacin mundial y las perspectivas revolucionariasVuelvo a decirlo. La p