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Informe Maradona

Era el verano del 76. Buenos Ai-res amanecía encapotada por tenebrosos nubarrones pese al día soleado. Argentina acaba-ba de sufrir un golpe de estado militar encabezado por Jorge Rafael Videla y el país se aden-traba en un periodo teñido del rojo más macabro. El miedo se compaginaba con las necesida-des del día a día, con la simple y ardua supervivencia de una cla-se baja angustiada. Como en el barrio de Villa Fiorito, al sures-te de la ciudad, donde no estaba asegurado comer todos los días. En casa de Doña Tota se acaba-ban de levantar sus ocho hijos. El que más prisa tenía era Die-go. Se tuvo que ir corriendo, lle-gaba tarde al entrenamiento de las 9.00 y tenía que dar buena imagen, ya que otra vez se ejer-citaba con los mayores de Ar-gentinos Juniors.

Aquel chico de densa y oscu-ra cabellera rizada estaba ju-gando entre la séptima y quin-ta división nacional. Por aquel entonces ya era popular dentro del balompié albiceleste por ese desparpajo celestial que ha-bía demostrado junto a Los Ce-bollitas (el equipo de pibes que marcaron una época en el fút-bol base argentino). Sabía que solo el fútbol le podía hacer sa-lir a él y a su familia de la mi-seria, por eso le tocaba partirse el alma un día más con Argenti-nos en el barrio de La Paternal. Mientras trotaba hacia la can-cha, a unos kilómetros de dis-tancia, se aproximaba Avelino Chaves. El secretario técnico del Real Zaragoza iba a pasar unos días en Buenos Aires pa-ra sondear el mercado argen-tino. Un viaje que rompería sus esquemas.

Avelino había alquilado un coche para poder des-plazarse con mayor como-didad y poder cumplir con su agenda. Siempre ordena-do y minucioso. En la parte trasera del auto llevaba un bi-dón de gasolina, no era la pri-mera vez que se quedaba tirado por un país sudamericano. Tras aparcar en las inmediaciones de la calle Bocayá se aproximó al campo para presenciar unos minutos de la sesión de entre-namiento. Ahí llegó su asom-bro, el flechazo. Lo primero que vio cuando se sentó en esas ru-dimentarias gradas de madera fue un chico grácil tratando el balón de forma sutil y distingui-da. «Recuerdo quedarme embo-bado viendo cómo Diego lanza-

tampa en la retina regresó Ave-lino a la capital aragonesa. Ape-nas tardó unos días en elaborar un informe con todos los futbo-listas que había visto, aunque hu-bo uno que redactó con especial interés. En ese documento se de-tallaron los detalles de aquel so-berbio argentino, además de una valoración personal de un hom-bre cuyo ojo era capaz de vislum-brar talento en apenas unos ins-tantes. «En aquel caso era sencillo

ver que se trataba de algo sobre-natural, por eso, Avelino resaltó en el informe que Maradona iba a ser ‘el mejor jugador del mundo en tres años’. El documento tenía una casilla donde había que espe-cificar el grado de prioridad del fichaje y él puso un ‘alto’. Aho-ra parece obvio, pero entonces ni había debutado en Primera. Era un proyecto de leyenda y Avelino se movió para ficharlo», relata su hijo, también Avelino.

En la conclusión de ese docu-mento se especificó que el Zara-goza debía ser rápido y certero, puesto que había equipos euro-peos siguiendo al astro, ademas de River y Boca, siempre aten-tos a sus pasos. Chaves contac-tó con un intermediario que conocía el entorno de ‘El Die-go’ para atar cabos, conocer las pretensiones del jugador y del club. Tras varios días de conver-saciones con las personas indi-

cadas no se pudo rubricar ningún tipo de acuerdo ya que las posturas esta-ban muy alejadas. «Mi pa-dre siempre comenta que había poco que hacer. Die-go estaba loco por crecer con su club, además, si se iba de ahí quería ir a un grande de su país. El tema económico también fue de-terminante, ya que pedían cantidades muy elevadas y el Zaragoza tenía que cubrir unas prioridades que propor-cionasen un rendimiento in-mediato».

El banderín del MundialEse informe se guardó en un archivador. Meses después Ma-radona debutó en la élite frente a Talleres en la segunda mitad. La zona cero de un aprendiz de Dios. Desde ese momento el ge-nio de rulos comenzó a cons-truir su epopeya. Llevó a Argen-tinos a la profesionalización, trajo fastuosos contratos publi-citarios, sacó de la pobreza a su familia, firmó a Jorge Citerszpi-ler como su representante y se hizo mundialmente famoso en dos años… «Alguna vez he ha-blado con mi padre de lo que hubiera sido fichar a Marado-na, pero le hubiera costado ga-narse el puesto», bromea.

Habían pasado varios años desde el verano de 1976. Diego ya era un fenómeno y Avelino continuaba cerrando operacio-nes desde Argentina. Fruto de su buena sintonía con el merca-do albiceleste floreció una bue-na amistad con el mítico Félix Latrónico; audaz y refinado me-diador de jugadores, el primer empresario que llevó futbolis-tas argentinos a Europa. Félix había ido a visitar Zaragoza, pe-ro el secretario blanquillo no lo podía atender por motivos labo-rales, por lo que su hijo Avelino fue el anfitrión. «Me encargué de llevarle por los mejores sitios de la ciudad. Se sintió muy aco-gido, tanto que nos hizo llegar una invitación en nombre de Maradona para una fiesta que organizó una Nochevieja en el famoso Luna Park. Más adelan-te nos obsequió con un bande-rín del Mundial Juvenil del 79 que ganaron con Menotti. Es-taban Diego, Mezzo, Rinaldi, Barbas…». Todo está conectado. «Cuando veo ese banderín re-cuerdo con orgullo que mi pa-dre negoció por Maradona». H

Avelino Chaves hizo lo posible para fichar a un quinceañero con dotes divinas de Argentinos Juniors H «Quedé maravillado tras ver unos minutos a Diego», relata el secretario técnico

Informe Maradona

ese desparpajo celestial que ha-bía demostrado junto a Los Ce-bollitas (el equipo de pibes que marcaron una época en el fút-bol base argentino). Sabía que solo el fútbol le podía hacer sa-lir a él y a su familia de la mi-seria, por eso le tocaba partirse el alma un día más con Argenti-nos en el barrio de La Paternal. Mientras trotaba hacia la can-cha, a unos kilómetros de dis-tancia, se aproximaba Avelino Chaves. El secretario técnico del Real Zaragoza iba a pasar unos días en Buenos Aires pa-ra sondear el mercado argen-tino. Un viaje que rompería

Avelino había alquilado un coche para poder des-plazarse con mayor como-didad y poder cumplir con su agenda. Siempre ordena-do y minucioso. En la parte trasera del auto llevaba un bi-dón de gasolina, no era la pri-

tampa en la retina regresó Ave-lino a la capital aragonesa. Ape-

ver que se trataba de algo sobre-natural, por eso, Avelino resaltó en el informe que Maradona iba a

mento se especificó que el Zara-goza debía ser rápido y certero, puesto que había equipos euro-peos siguiendo al astro, ademas de River y Boca, siempre aten-tos a sus pasos. Chaves contac-tó con un intermediario que conocía el entorno de ‘El Die-go’ para atar cabos, conocer las pretensiones del jugador y del club. Tras varios días de conver-saciones con las personas indi-

cadas no se pudo rubricar ningún tipo de acuerdo ya que las posturas esta-ban muy alejadas. «Mi pa-dre siempre comenta que había poco que hacer. Die-go estaba loco por crecer con su club, además, si se iba de ahí quería ir a un grande de su país. El tema económico también fue de-terminante, ya que pedían cantidades muy elevadas y el Zaragoza tenía que cubrir unas prioridades que propor-cionasen un rendimiento in-mediato».

El banderín del MundialEse informe se guardó en un archivador. Meses después Ma-radona debutó en la élite frente a Talleres en la segunda mitad. La zona cero de un aprendiz de Dios. Desde ese momento el ge-nio de rulos comenzó a cons-truir su epopeya. Llevó a Argen-tinos a la profesionalización, trajo fastuosos contratos publi-citarios, sacó de la pobreza a su familia, firmó a Jorge Citerszpi-ler como su representante y se hizo mundialmente famoso en dos años… «Alguna vez he ha-blado con mi padre de lo que

Avelino Chaves hizo lo posible para fichar a un quinceañero con dotes divinas de Argentinos «Quedé maravillado tras ver unos minutos a Diego», relata el secretario técnico

El documento.33

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Luis FandoCapítulo I

Recreación de parte del informe de Avelino sobre Maradona.

ba el balón al cielo y, sin mirar, lo domaba. Después de contem-plarle varios minutos me quedé maravillado», comenta el mítico Avelino Chaves.

Tras una primera toma de con-tacto volvió a toparse con él. Fue en el descanso de un encuentro de Argentinos, el momento en el que los chicos de la cantera sa-lían para hacer virguerías ante el clamor del público. Ahí volvía a estar Diego. Con su indeleble es-