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21 INTRODUCCIÓN En el año 1984 se ponía en marcha en el Alto Palancia una nueva iniciativa cultural, el Centro de Estudios del Alto Palancia (CEAP), que, en la línea de otros Centros similares repar- tidos por toda la geografía de la Comunidad Valenciana, se trans- formará durante su fructífera existencia en referencia obligada para estudiosos e investigadores que asumiesen el reto de abordar cualquier estudio en su ámbito de actuación. Su propósito declarado era recuperar nuestra memoria, impulsar nuestra cultura, revalori- zar nuestro Patrimonio, “...cono- cer, enseñar y transmitir...” a las generaciones futuras el legado cultural que recibimos de nues- tros antepasados. En definitiva, el Centro de Estudios pretendía abrir nuevos horizontes en un espacio común, la comarca del Alto Palancia, que hasta ese mismo momento carecía de ini- ciativas integradoras. Paralelamente, iniciaba su andadura el Boletín del CEAP que, con carácter trimestral, reco- gerá desde ese mismo año el resultado de múltiples investiga- ciones con una amplia temática que tendrán como vínculo de cohesión la comarca del Alto Palancia. A la hora de plantear el contenido del primer número de esta publicación, y como forma de certificar el ámbito de actua- ción en el que se pretendía inci- dir, era lógico que los temas pre- ferentes recogiesen cuestiones de carácter comarcal, centrados en aspectos relacionados con la cul- tura o el patrimonio del Alto Palancia en sus múltiples facetas. Desde esta perspectiva es desde la que debemos entender el artí- culo “El poblamiento prehistórico del Alto Palancia. Estado actual de nuestros conocimientos”, que fue confeccionado intentando recoger en unas pocas páginas la situación en que se encontraban por aquellas fechas los estudios arqueológicos en nuestro espacio geográfico. El objetivo era, por lo tanto, realizar un estudio glo- bal, de carácter divulgativo, sin entrar en mayores pretensiones. Y en esta tesitura, se acometía en el artículo un rápido repaso a las diferentes etapas de la Prehistoria comarcal dando cuenta de los yacimientos arqueológicos que habían sido investigados o reco- nocidos hasta esos momentos y por ello habían salido a la luz en distintas publicaciones, aunque sin profundizar en otras cuestio- nes de carácter teórico o territo- rial. De lo descrito en aquella oca- sión podemos destacar, entre otras cuestiones, las siguientes: • La relativa escasez de yaci- mientos arqueológicos cono- cidos (tan sólo unas cuantas decenas adscribibles a todas las etapas de la prehistoria), de los que solamente una mínima parte habían sido estudiados con cier- tas garantías. • Las excavaciones arqueo- lógicas eran prácticamente nulas, limitadas a dos interven- ciones de escasa entidad realiza- das a principios del siglo XX por Domingo Fletcher en la Cueva y V. Palomar Macián ICAP • N.º 19 • Junio 2009 INVESTIGACIÓN UNA REVISIÓN DE LA ARQUEOLOGÍA DEL ALTO PALANCIA DESDE LA PREHISTORIA A LA HISTORIA ANTIGUA - V. Palomar Macián - El artículo pretende revisar el estado actual de nuestros conocimientos sobre las distintas etapas de la Prehistoria y de la Historia Antigua en el Alto Palancia, atendiendo a los resultados de las intervenciones arqueológicas realiza- das en los últimos años en este territorio. Se actualiza y completa de este modo un artículo similar publicado hace casi 25 años en el que recogíamos los datos entonces disponibles sobre esta misma materia.

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INTRODUCCIÓN

En el año 1984 se ponía enmarcha en el Alto Palancia unanueva iniciativa cultural, elCentro de Estudios del AltoPalancia (CEAP), que, en la líneade otros Centros similares repar-tidos por toda la geografía de laComunidad Valenciana, se trans-formará durante su fructíferaexistencia en referencia obligadapara estudiosos e investigadoresque asumiesen el reto de abordarcualquier estudio en su ámbito deactuación. Su propósito declaradoera recuperar nuestra memoria,impulsar nuestra cultura, revalori-zar nuestro Patrimonio, “...cono-cer, enseñar y transmitir...” a lasgeneraciones futuras el legadocultural que recibimos de nues-tros antepasados. En definitiva, elCentro de Estudios pretendíaabrir nuevos horizontes en unespacio común, la comarca delAlto Palancia, que hasta esemismo momento carecía de ini-ciativas integradoras.

Paralelamente, iniciaba suandadura el Boletín del CEAP

que, con carácter trimestral, reco-gerá desde ese mismo año elresultado de múltiples investiga-ciones con una amplia temáticaque tendrán como vínculo decohesión la comarca del AltoPalancia. A la hora de plantear elcontenido del primer número deesta publicación, y como formade certificar el ámbito de actua-ción en el que se pretendía inci-dir, era lógico que los temas pre-ferentes recogiesen cuestiones decarácter comarcal, centrados enaspectos relacionados con la cul-tura o el patrimonio del AltoPalancia en sus múltiples facetas.Desde esta perspectiva es desdela que debemos entender el artí-culo “El poblamiento prehistóricodel Alto Palancia. Estado actualde nuestros conocimientos”, quefue confeccionado intentandorecoger en unas pocas páginas lasituación en que se encontrabanpor aquellas fechas los estudiosarqueológicos en nuestro espaciogeográfico. El objetivo era, porlo tanto, realizar un estudio glo-bal, de carácter divulgativo, sinentrar en mayores pretensiones.

Y en esta tesitura, se acometía enel artículo un rápido repaso a lasdiferentes etapas de la Prehistoriacomarcal dando cuenta de losyacimientos arqueológicos quehabían sido investigados o reco-nocidos hasta esos momentos ypor ello habían salido a la luz endistintas publicaciones, aunquesin profundizar en otras cuestio-nes de carácter teórico o territo-rial.

De lo descrito en aquella oca-sión podemos destacar, entreotras cuestiones, las siguientes:

• La relativa escasez de yaci-mientos arqueológicos cono-cidos (tan sólo unas cuantasdecenas adscribibles a todas lasetapas de la prehistoria), de losque solamente una mínima partehabían sido estudiados con cier-tas garantías.

• Las excavaciones arqueo-lógicas eran prácticamentenulas, limitadas a dos interven-ciones de escasa entidad realiza-das a principios del siglo XX porDomingo Fletcher en la Cueva y

V. Palomar MaciánICAP • N.º 19 • Junio 2009

I N V E S T I G AC I Ó N

UNA REVISIÓN DE LA ARQUEOLOGÍA DEL ALTO PALANCIADESDE LA PREHISTORIA A LA HISTORIA ANTIGUA

- V. Palomar Macián -

El artículo pretende revisar el estado actual de nuestros conocimientos sobre las distintas etapas de la Prehistoria yde la Historia Antigua en el Alto Palancia, atendiendo a los resultados de las intervenciones arqueológicas realiza-das en los últimos años en este territorio. Se actualiza y completa de este modo un artículo similar publicado hacecasi 25 años en el que recogíamos los datos entonces disponibles sobre esta misma materia.

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Una revisión de la arqueología del Alto Palancia desde la prehistoria a la historia antigua

la Torre del Malpaso (Castellnovo)y en el poblado de La Rochina(Sot de Ferrer).

• No existían tampocoestudios territoriales, ni deconjunto, ni algún intento de sis-tematización de cualquiera de losperiodos prehistóricos, ...

El panorama era, pues, cierta-mente desolador. Y ello a pesarde que, como veremos, la rique-za arqueológica del Alto Palanciaera ya por entonces suficiente-mente reconocida desde elmundo académico, aunque nohubiera merecido una atenciónsistemática a nivel de excavacio-nes. La situación comienza aexperimentar ciertos cambios enla década de los 80, cuando seinician algunas prospeccionesarqueológicas en diferentes pun-tos de la comarca y se realizannuevas excavaciones que, aun-que de forma muy limitada ycentradas en un periodo concre-to, la Edad de Bronce, por razo-nes que señalaremos más adelan-te, marcarán el principio de unanueva etapa en la que nuestravisión de las etapas de laPrehistoria van progresivamenteampliándose.

Podemos afirmar que hoy,trascurridos casi 25 años desdeaquella primera visión globaliza-dora de la Prehistoria comarcal,el escenario ha cambiado deforma perceptible. Nuestrosconocimientos son ahora másamplios tras nuevos trabajos deinvestigación y la publicación dealgunos estudios de conjuntoreferidos a etapas concretas de laPrehistoria. Sin embargo, la falta

del nutrido grupo de investigado-res que sería necesario paraafrontar con garantías el estudiode un espacio geográfico tanamplio como el que nos ocupa(más de 1.000 Km2 de superficie)se hace notar, de manera quenuestra percepción del devenirhistórico (o prehistórico) de estastierras sigue siendo parcial y entodo caso insuficiente para cono-cer de forma ajustada y con lasgarantías suficientes la evoluciónde estos periodos en el AltoPalancia.

Tan solo hacemos una excep-ción; la ciudad de Segorbe (y sutérmino municipal) es hoy elúnico municipio de la comarcaen el que la investigaciónarqueológica está plenamenteafianzada, asumida como algohabitual y cotidiano tras la crea-ción ya en 1988 de un MuseoMunicipal de Arqueología y laconsolidación de la figura delArqueólogo Municipal, encarga-do de dirigir y en su caso coordi-nar estas actividades en el cascourbano y término municipal de lapoblación. Además, las interven-ciones arqueológicas se han vistoacrecentadas con la declaracióncomo Bien de Interés Culturalen el año 2002 del ConjuntoHistórico Artístico del CascoAntiguo de Segorbe con suCastillo, Acueducto y Murallascon sus Torres y Puertas, segúndecreto 163/02 de 24.09.02(DOGV 01.10.02). Desde esemomento el Casco Antiguo deSegorbe es considerado a efectoslegales “...como un yacimientoarqueológico medieval amuralla-do...”, por lo que todas las actua-ciones y obras que supongan la

alteración del subsuelo quedansujetas a lo dispuesto en elArtículo 62 de la Ley 4/98, de 11de Junio, del Patrimonio CulturalValenciano, y requerirán la reali-zación de intervencionesarqueológicas previas.

Es cierto, sin embargo, que elpanorama ha conocido un notablecambio en los últimos años tam-bién en el resto del Alto Palancia.Debemos resaltar en este sentidoel impacto de la declaracióncomo Bien de Interés Culturaldel casco antiguo de Jérica, con loque esta localidad se suma aSegorbe en el control obligado desu patrimonio arqueológico urba-no, o de los efectos en nuestrazona de la Ley de PatrimonioCultural Valenciano aprobada enel año 1998, cuyo Título III prote-gía definitivamente el PatrimonioArqueológico de expolios y des-trucciones indiscriminadas, regu-lando las intervenciones arqueoló-gicas que deberían realizarse encada caso.

Una consecuencia inmediataa este nuevo contexto era la exi-gencia de incluir informesarqueológicos (con las prospec-ciones necesarias para realizar-los) en los Informes de ImpactoAmbiental que se requierendesde la Generalitat Valencianapara la aprobación y posteriorejecución de cualquier actividadde carácter público o privadoque implique la remoción de tie-rras en espacios no urbanos, casode las explotaciones mineras, dela construcción de autovías ycarreteras, canalizaciones, planesde urbanización, parque eólicos,etc.

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En el caso del Alto Palancia,el trazado de la nueva autovía,los parques eólicos programadosen la cabecera de la comarca, laslíneas de evacuación eléctricaligados o ellos, o las nuevasexplotaciones mineras plantea-das en varios puntos de nuestrageografía, han facilitado la locali-zación y protección en los últi-mos años de varias decenas denuevos yacimientos, así como larealización de numerosas inter-venciones (excavaciones, pros-pecciones o seguimientos arqueo-lógicos) cuyos resultados definiti-vos están aún por concretar.

EL MARCO GEOGRÁFICO

Una primera cuestión quehabría que considerar a la horade plantear cualquier estudio his-tórico sobre un territorio determi-nado es la referida al marco geo-gráfico. El asunto adquieremayor importancia si centramoseste estudio en los periodos de laPrehistoria, cuando los gruposhumanos se encontraban muchomás influenciados que nosotrospor el medio que les rodeaba,del que obtendrán sus recursos yque les proporcionará los mediosnecesarios para su protección ysubsistencia.

En este sentido, y de formamuy resumida, podemos decirque la comarca del Alto Palancia

es un espacio geográfico perfec-tamente definido desde el puntode vista territorial por las forma-ciones montañosas que la confi-guran y enmarcan. Las Sierras deEspadán y Espina al Norte y Este,y las del Toro y Calderona alOeste y Sur, componen dosbarreras naturales que definenfísicamente este espacio. Y aun-que no constituyen obstáculosinsalvables al estar atravesadastransversalmente por pasos natu-rales utilizados habitualmentedesde la antigüedad, es evidenteque influirán en el poblamientohumano del valle al actuar, tal ycomo ha sido planteado paraalgunos momentos de nuestrahistoria, como accidentes geográ-ficos que delimitarán o confor-marán territorios de carácter tri-

Fig. 1 – El Alto Palancia.

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bal probablemente ya desde laEdad del Bronce.

Sin embargo, el elemento queda personalidad a este territorio ydetermina su ocupación humanadesde la más remota antigüedades el río Palancia, corriente flu-vial típicamente mediterránea decorto recorrido que configura unespacioso valle y que, en combi-nación con un clima favorable ybenigno, favorece una extraordi-naria biodiversidad con el des-arrollo de ricas y variadas comu-nidades vegetales y animales.

A la vez que el Palancia orga-niza y vertebra la comarca ensentido longitudinal, los riachue-los, ramblas y barrancos queconfluyen en la corriente princi-pal permiten trazar una red viariatransversal que facilita la comuni-cación intracomarcal favorecien-do la relación entre las áreasmontañosas periféricas y el cen-tro aglutinador del valle. Elpoblamiento se estructurará entorno a estos ejes viarios, profun-damente vinculados con unageografía de valles estrechos enlos que abunda el agua y losrecursos naturales necesariospara el desarrollo de las activida-des humanas.

Pero además de articular suentorno y proporcionar los recur-sos necesarios para el desarrolloestable de la ocupación humana,el río Palancia se convierte,desde un punto de vista estricta-mente geográfico, en un corre-dor natural que permite una rápi-da y cómoda comunicación entreel litoral y las tierras altas delinterior, y como tal será utilizadodesde la Prehistoria a tenor de

los datos que conocemos.Aunque esta función es solamen-te presumible para la prehistoriamás remota, aún pendiente comoveremos de estudios detalladosde conjunto que clarifiquen inter-conexiones y paralelos culturalesde carácter territorial, las eviden-cias son ya perfectamente consta-tables para el segundo milenioantes de nuestra era, durante laEdad del Bronce, cuando lasrelaciones culturales y materialesentre la costa y el interior seencuentran claramente definidaspor la investigación actual.

Para el primer milenio, con eldesarrollo de la Cultura Ibérica,las relaciones se intensifican yrobustecen como demuestran losnumerosos yacimientos estratégi-camente ubicados en el entornode esta ruta desde el litoral hastabien pasado el territorio turolen-se. El Itinerario alcanzará su con-solidación definitiva en el perio-do romano, momento en el quese documenta una importante víao calzada que desde Saguntumenlazaba con Bílbilis siguiendo elcurso del Palancia, para unirsecon el paso del Jiloca en su reco-rrido hacia la populosaCaesaraugusta.

No podemos olvidar, parafinalizar este breve apartado, queel valle del Palancia será la rutaseguida durante la Alta EdadMedia por los ejércitos islámicosen su trayecto hacia el norte ymás tarde, aunque en sentidoinverso, por Jaime I en su pro-yecto de conquista de laBalansiya musulmana.

Consecuencia de estas cir-cunstancias será la intensiva ocu-

pación del Valle del Palancia a lolargo de todas las etapas denuestra historia. Esta densidad dela ocupación humana queda pal-pablemente reflejada en laextraordinaria riqueza arqueoló-gica puesta de manifiesto por losmás de 300 yacimientos localiza-dos hasta hoy en él. Pero estenúmero, aunque suficientementesignificativo y esclarecedor,representa tan sólo una pequeñaparte de los asentamientos quedeben existir y que poco a pocovan siendo reconocidos e inven-tariados al tiempo que se llevan acabo prospecciones sistemáticas,por desgracia demasiado ocasio-nales, en su entorno geográfico.

LAS ETAPAS DE LA PREHISTO-RIA Y LA HISTORIA ANTIGUAEN EL ALTO PALANCIA. ESTA-DO ACTUAL DE NUESTROSCONOCIMIENTOS

El Paleolítico

Centrando ya nuestra atenciónen el grado de conocimiento queposeemos en la actualidad sobrelas diferentes etapas de laPrehistoria en la comarca del AltoPalancia, dirigimos nuestra aten-ción en primer lugar al periododel Paleolítico, y su extensión enel denominado Epipaleolítico,que se desarrolla como es sabidodesde el momento en el que elhombre aparece sobre el planetahasta poco más del décimo mile-nio antes de nuestra era.

Señalábamos en el artículomencionado la escasa represen-tación de yacimientos atribuiblesa estos momentos culturales por

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las causas ya descritas. Un exten-so y accidentado territorio en elque son costosas las labores deprospección, y la ausencia deestudios dirigidos a la localiza-ción y análisis de estos yacimien-tos, limitaban el número de losconocidos a tan solo dos (aúnincluyendo entonces el de LasDueñas, en Alcublas, fuera por lotanto de nuestra comarca). Elasentamiento de La Dehesa enSoneja representaba por aquelentonces el establecimiento demayor antigüedad en nuestracomarca con una cronología quequedaba fijada en torno al 10.000a.C., en el periodo Epipaleolítico.

También ahora, transcurridosmás de 20 años desde entonces,se mantiene un vacío del queúnicamente excluimos la zonaEste de la comarca, objeto dealgunos valiosos estudios realiza-dos por Josep Casabó en los quese da cuenta de varios yacimien-tos adscribibles a un amplio aba-nico cronológico que abarcadesde el Paleolítico Medio alEpipaleolítico.

Lo cierto es que, como seña-la este investigador, las ventajasecológicas que reúne el valle delPalancia para propiciar su ocupa-ción por los grupos humanosdurante el Paleolítico son eviden-tes: una enorme biodiversidadfavorecida por la presencia denumerosos ecosistemas, y conse-cuentemente la existencia derecursos alimentarios suficientespara el mantenimiento de losgrupos cazadores-recolectores, yun espacio físico con abundantemateria prima para confeccionarsus utensilios en el que además

son numerosas las cavidades uti-lizadas habitualmente por los pri-meros pobladores para resguar-darse de las inclemencias deltiempo.

Sin embargo, y a pesar deestas indudables ventajas, propi-cias para sospechar una intensaocupación del valle, los yaci-mientos conocidos son, comodecíamos, muy escasos debido ala falta de prospecciones sistemá-ticas y a la ausencia de excava-ciones o, cuando las ha habido, ala interrupción de los trabajosarqueológicos en los nivelessuperiores de los sedimentos. Deesta manera, encontramos en elAlto Palancia numerosas cuevassusceptibles de conservar restospaleolíticos en las que han sidorealizadas excavaciones, (laconocida Cueva de Cerdaña,Sima de la Higuera en Caudiel,Cueva del Murciélago de Altura,la del Tío Paco y la Cueva delPueblo en Sacañet, ...., que anali-zaremos más tarde) pero en nin-

guna de ellas se han alcanzadolos niveles inferiores que congrandes probabilidades conser-van restos de estas etapas.

Esta situación hace que losdatos disponibles procedanexclusivamente de yacimientos alaire libre localizados en su mayo-ría en los últimos años que, aun-que de manera parcial y necesa-riamente limitada, proporcionanuna interesante informaciónsobre la cronología y las estrate-gias de subsistencia de las socie-dades de esta etapa cultural. Losyacimientos estudiados porCasabó se concentran, comodecíamos, en el Este de la comar-ca, especialmente en el términomunicipal de Segorbe, y abarcanuna extensa cronología que seextiende desde el PaleolíticoMedio al Epipaleolítico, ya en eldécimo milenio antes de nuestraera (CASABO, s.a.; CASABO YROVIRA, 1987-88, 2002, 2004;CASABO, GONZALEZ YVIÑUELA, 2001).

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Fig. 2 – Vista general del yacimiento Paleolítico de Los Titonares (Segorbe).

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• Así, las evidencias más anti-guas de la ocupación del valle seremontan por ahora al PaleolíticoMedio, y están representadas en elyacimiento de Arguinas-Majadal(Segorbe), situado en la con-fluencia de dos barrancos y deuna extensión cercana al kilóme-tro cuadrado, en el que las pros-pecciones proporcionaron 1.246piezas líticas de las que 209corresponden a útiles (raederas,denticulados y raspadores, pun-tas, perforadores,...).

A este mismo periodo culturalse asigna el yacimiento de laHoya Albaida – Titonares(Segorbe), una extensa área de4’5 Km2 atravesada por variosbarrancos en las proximidades deSoneja, en la que se recogieron342 piezas, 77 de ellas retocadas.La extraordinaria presencia denúcleos en ambos casos haceafirmar a Casabó que se tratande talleres, es decir, lugares“...con abundante materia primaen los que se realizaron tareas detalla y selección de los objetos quemejor se ajustaban a las necesi-dades del grupo humano parausarlo en otros asentamientoscon funciones diferentes.”

Ambos yacimientos constitu-yen pruebas palpables de la pre-sencia en nuestras tierras de losgrupos de Neandertales que seextinguieron hace 30.000 años. Y,aunque las evidencias reflejansolamente el empleo para la ela-boración de útiles de la abun-dante cuarcita presente en losyacimientos señalados, es lógicosuponer que nuestras tierras verí-an el trasiego constante de estosgrupos cazadores-recolectores en

busca de las presas que constitu-ían su dieta alimentaria.

• Al Paleolítico Superior,ya asentado el Homo Sapiens enel valle, corresponde el más

conocido yacimiento de La Balsade La Dehesa (Soneja), situadojunto a la laguna del mismo nom-bre que, en palabras de esteinvestigador, debe ser considera-da “... una de las zonas húmedas

Fig. 3 – Utiles líticos procedentes de la Balsa de La Dehesa (Soneja).

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más extrañas y bellas de la pro-vincia de Castellón.” (CASABO yROVIRA, 1981, 1981b).

El Yacimiento, de grandesdimensiones y conocido desdehace años, ha sido objeto devarias publicaciones que hanvenido a encuadrarlo finalmenteen el Solutrense, en un periodoque los arqueólogos denominanSolutreogravetiense cuya antigüe-

dad ronda en torno a los 16.500 y15.000 años antes de nuestra era.Las piezas recogidas son en estecaso más abundantes, 2.332, yreflejan la multiplicidad de activi-dades realizadas en este extraor-dinario y estratégico entornoentre las que destaca especial-mente su uso como cazadero.

Efectivamente, la constantepresencia de agua en las dos

lagunas (una de ellas desecadahace años) en torno a las cualesse estructura el asentamiento,propició su elección como lugarde residencia por parte de losgrupos humanos que acudiríanestacionalmente al lugar duranteun extenso periodo de tiempo.Aquí obtendrían fácilmente elagua necesaria para el uso huma-no a la vez que unos recursos ali-mentarios abundantes y variadospor la presencia constante defauna y de vegetación apta parael consumo.

También a este mismo perio-do pertenece un nuevo yaci-miento estudiado por Casabó, ElMajadal (Segorbe), que habríasido utilizado según este autor“... como un lugar de ocupaciónmuy puntual y dedicado a algu-na actividad muy especializada,tal vez el trabajo de la madera oel asta...”, es decir, como campa-mento de trabajo.

• Al denominado Epipaleo-lítico, con una cronología quepodemos fijar en torno al 8.500 yel 7.500 antes del presente, per-tenecería el yacimiento deEscales (Soneja), localizado cercadel de La Dehesa y con una fun-ción similar por su ubicación en unemplazamiento que permitiría laexplotación de una gran diversidadde ecosistemas que proporcionarí-an los recursos necesarios para lasubsistencia del grupo.

Una cronología similar se atri-buye al yacimiento de Arguinas(Segorbe), situado a poco másde 500 metros al sur de el de ElMajadal, aunque en este caso lacomposición de la industria lítica

Fig. 4 – La Balsa de La Dehesa (Soneja).

Fig. 5 – Yacimiento Paleolítico de Árguinas-Majadal (Segorbe).

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recuperada parece indicar que estelugar sería ocupado como tallerpor la abundancia de materiaprima, si bien se realizarían igual-mente otras actividades comple-mentarias de cierta importancia.

En definitiva, y a pesar de larelativa escasez de evidenciasarqueológicas, el valle delPalancia comienza hoy a vislum-brase como un territorio de granimportancia para interpretar elcomportamiento de las socieda-des de cazadores-recolectoresdurante el Paleolítico Medio ySuperior. Es necesario, no obs-tante, incrementar una investiga-ción arqueológica que, en pala-bras de Casabó “... ayude, si no arecomponer el puzzle, al menos apoder esbozarlo”.

El Neolítico – Eneolítico –H.C.T.

Con el quinto milenio antesde nuestra era se inicia en nues-tras tierras una nueva fase en eldesarrollo cultural humano quesupone la adopción de nuevasestrategias por parte de los gru-pos cazadores-recolectores epi-paleolíticos. Por estas fechas,alrededor del 5.000 a.C., comien-zan a generalizarse los yacimien-tos arqueológicos, en nuestrocaso fundamentalmente cuevas,en los que aparece una nuevacultura material, nuevos instru-mentos hasta entonces descono-cidos entre los que destaca lacerámica. Y junto a ellos, restosde cereales cultivados (trigo,cebada, ...) y de animales domés-ticos (oveja, buey, ...) queadvierten sobre la profundidad

de los cambios. La caza seguirápresente como factor indispensa-ble en la supervivencia delgrupo, pero la agricultura y laganadería se transforman lenta-mente en la base de la dieta ali-mentaria de una nueva sociedadque se afianza progresivamenteen el territorio valenciano.

• Aunque el proceso de neo-litización ha suscitado numero-sas controversias en torno a lapervivencia de los modos de vidapreexistentes y a su origen exter-no, como influencia procedentedel Próximo Oriente del que lle-garían al Mediterráneo Occiden-tal no sólo determinadas formasculturales, sino incluso plantas yanimales domésticos, lo cierto esque los yacimientos considera-dos Neolíticos se extiendenahora por el País Valenciano enun lento proceso de transforma-ción de las estructuras anteriores,en el que destaca la continuidadde la utilización de las cuevascomo espacios habitados, aun-que ahora de forma ya perma-nente y estable (la sedentariza-ción características de estassociedades agrarias). Este pano-rama no variará sustancialmentehasta el Neolítico Medio (en lasegunda mitad del IV milenioa.C.), cuando comienza a genera-lizarse la vida en poblados loca-lizados en tierras bajas o peque-ñas colinas cerca de las tierras delabor y que reflejan la ausenciade preocupaciones defensivas.

• Será ya en el Eneolítico,hacia el tercer milenio, cuandodescubramos una nueva e impor-

tante transformación en el modode vida de los grupos humanos.Se revelan nuevos cambios en laubicación de los poblados, queaunque continúan en su mayorparte ubicados en las tierras lla-nas cercanas a las tierras cultiva-bles, aparecen ahora ya situadostambién en alturas y dotados deimportantes elementos defensi-vos. Se detectan nuevos instru-mentos, nuevas formas y decora-ciones en la cerámica, aparecenpor primera vez los útiles metáli-cos, hechos de cobre, ...

Cambian también las estruc-turas sociales; la sociedad sehace más compleja, y consecuen-cia de ello será la aparición denuevos rituales funerarios en losque destaca la aparición deauténticas necrópolis. Las cuevas(o monumentos megalíticos enotras áreas de la Península)pasan a estar destinadas, sobretodo, a acoger enterramientosmúltiples (hasta más 50 indivi-duos en algunos casos) queserán acompañados por ofrendasy ajuares compuestos por obje-tos religiosos o personales y úti-les (hachas y azuelas de piedrapulida, cerámica, adornos y col-gantes de hueso, ...) propios delas actividades cotidianas.

• A finales de este periodo seinicia una corta etapa a la que laarqueología denomina HorizonteCampaniforme de Transición(H.C.T.) o Cultura del VasoCampaniforme, en la que sedetectan escasos cambios en loreferente al hábitat o a los aspec-tos económicos, aunque haceaparición ahora este tipo de vaso

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cerámico (el vaso campaniforme)y se generaliza el uso del metal.Acompañando a estos vasos enforma de campana invertida yrica decoración aparecen instru-mentos de metal mucho más ela-borados, puñales de cobre conlengüetas para su enmangue,punzones de sección cuadrada,puntas de jabalina de larga espi-ga, también denominadas dePalmela, y algunos adornos depequeño tamaño como aretes yespirales, a veces de plata y oro.

Pero, como señalan repetida-mente los estudios realizadoshasta hoy, la distribución espacialde los yacimientos pertenecientesa estos periodos culturales pre-senta en la geografía valencianagrandes discontinuidades y densi-dades muy variables que respon-den, más que a la ausencia real deeste tipo de asentamientos, alinsuficiente grado de prospecciónen muchas de las áreas .

Este es también el caso delAlto Palancia, en el que el pano-rama arqueológico Neo-Eneolíticoha sufrido pocas modificacionesen los últimos 20 años. Nuestrosconocimientos sobre estos intere-santes periodos han experimenta-do escasos cambios desde lapublicación del artículo al quehacíamos referencia.Mencionábamos entonces tansólo dos yacimientos adscribiblesa este periodo, la Cueva delMalpaso (Castellnovo) excava-da entre 1946 y 1947 por Fletchery Jordá (FLETCHER VALLS, 1954;JORDA CERDA, 1958) junto alPoblado del mismo nombre, y lasCuevas del Sargal (Viver)1

(GOMEZ SERRANO, 1929,

1929b), prospectadas superficial-mente a principios del siglo XX ycitadas desde entonces como unimportante yacimiento eneolíticocon abundantes restos arqueoló-gicos. A ellas corresponden lasprimeras noticias que poseemossobre la ocupación humana de lazona que estamos estudiando. Enambos casos estamos ante cuevasde enterramientos múltiples en lasque se obtuvieron numerosos res-tos humanos acompañados pordiversos elementos del ajuar fune-rario.

Habría que añadir a este redu-cido grupo de yacimientos ellocalizado en la década de los 80en el Abrigo de Sima LaHiguera (Caudiel) (PALOMARMACIAN, 1996), un interesante yespectacular abrigo localizado enlas primeras estribaciones de laSierra Espina, que fue objeto deuna corta campaña de excavacio-nes en 1986. A pesar de la escasaentidad de la intervención, limita-da a un pequeño sondeo en elinterior de la cavidad, los resulta-dos fueron de gran interés alconstatar su utilización comohábitat al menos desde elNeolítico Medio, aunque susespeciales condiciones, su ampli-tud y buena orientación, idóneaspara el establecimiento de los gru-pos humanos, nos hacen contem-plar la posibilidad de que su usose remonte a épocas más tempra-nas, desafortunadamente no estu-diadas en aquella ocasión.

También en este periodo cro-nológico podríamos situar unhallazgo que, pese a su impor-tancia, ha pasado casi desaperci-bido para el público en general.

En el año 1994 se localizaba enLa Solana de Bejís un abrigo depequeñas dimensiones con unconjunto de pinturas esquemá-ticas levantinas en relativobuen estado de conservación.Son las primeras y las únicas deeste tipo descubiertas hasta hoyen la comarca del Alto Palancia.Sin embargo, y a pesar de cubrirun vacío geográfico que hastaentonces se mostraba incom-prensible para los especialistasen esta parcela del arte prehistó-rico, no han sido objeto de estu-dios pormenorizados.

Por último, un nuevo yaci-miento adscribible a este perio-do, que seguirá siendo utilizadode forma esporádica durante laEdad del Bronce, como veremosmás adelante, es el del CerroLas Simas (Gaibiel) (PALOMARy CASABO, 1985; PALOMARMACIAN, 1995) en cuyo exteriorse recuperaron numerosos útilesde sílex cuyas características tipo-lógicas permiten adscribirlodesde un punto de vista genéricoal Eneolítico, sin mayores preci-siones por la falta de otros ele-mentos significativos.

Al Horizonte Campaniformede Transición, por último, perte-necerían probablemente los nive-les inferiores de la Cueva delPueblo (Sacañet) (también ocu-pada posteriormente durante laEdad del Bronce) a los que se atri-buye un fragmento de vasito cam-paniforme recuperado de formacasual, y especialmente la Cuevadel Abrigo I de Las Peñas(Navajas) (PALOMAR MACIAN,1982-83), situada junto al ríoPalancia, cerca del manantial de

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Fig. 6 – Topografía de la Cueva del Malpaso (Castellnovo).

Fig. 7 – Puntas de flecha recuperadas en la Cueva del Malpaso(Castellnovo)

Fig. 8 – El Abrigo de Sima La Higuera (Caudiel).

Fig. 9 – Elementos de adorno procedentes del Abrigo Ide Las Peñas (Navajas).

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La Esperanza, en la que se recu-peraron fragmentos óseos perte-necientes a 27 individuos, lamayor parte de ellos niños ojóvenes menores de 20 años,junto a interesantes ajuares fune-rarios compuestos por collaresde cuentas de caliza o moluscos,colgantes de hueso y concha,punzones de hueso, botones deperforación en V, ..... , y frag-mentos de cerámica realizada amano pertenecientes a vasos conformas propias de la etapa queestamos estudiando.

La Edad del Bronce

• Ya en los inicios del segun-do milenio antes de nuestra eracomienza una nueva etapa de laPrehistoria en la que se apreciancambios sustanciales en la orga-nización social y la economía de

los grupos humanos que pobla-ron nuestras tierras. La Edad delBronce, así denominada porgeneralizarse ahora el uso deeste material, supone, efectiva-mente, la adopción de nuevasestrategias en la ocupación delterritorio ligadas a un considera-ble aumento de la población quese adivina en la multiplicación delos lugares habitados que, a suvez, debemos vincular a nuevasformas de explotación delmismo. Se amplían las tierras delabor, dedicadas a una agricultu-ra cerealística (trigo y cebada) enexpansión, que será complemen-tada con unas actividades gana-deras, de importancia desigual encada zona, centradas en la cabray la oveja, y en menor medidadel buey, cerdo o caballo, ade-más de otras actividades cinegéti-cas que podemos adivinar en los

numerosos restos de corzo, cier-vo, jabalí o conejo hallados enlos yacimientos de este periodo.

El Alto Palancia, en sintoníacon el resto de la ComunidadValenciana, ve cómo el valle delrío y los estrechos valles monta-ñosos de las cordilleras margina-les se atestan de pequeñospoblados encaramados en lascumbres de oteros y altozanoscon el propósito de aprovechartanto sus recursos hídricos comosus posibilidades defensivas y decomunicación. En estos reduci-dos espacios, en los que vivíangrupos casi nunca superiores alos cien individuos, se arracima-ban chozas de barro y paja per-fectamente defendidas por escar-pes rocosos y grandes muros ytorreones en las laderas másaccesibles.

En todos estos poblados sonnumerosos los restos de objetosutilizados habitualmente por susocupantes: recipientes cerámicosfabricados a mano (sin la ayudadel torno de alfarero, aún desco-nocido), instrumentos relaciona-dos con la agricultura, como losdenominados “molinos barqui-formes” empleados para triturarel cereal, los “dientes de hoz”(pequeñas laminitas dentadas desílex que se engarzaban en hocesde madera para la siega del cere-al) y las hachas y azuelas de pie-dra pulimentada, entre otrosobjetos de piedra o hueso desti-nados a las más variadas activi-dades o como objetos de adornopersonal.

Consecuencia de esta multi-plicación de los espacios habita-dos es la amplia representación

Fig. 10 – Vista general del Abrigo I de Las Peñas (Navajas).

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de los yacimientos localizados enla comarca. Señalábamos en elartículo publicado en 1984 queesta era la primera etapa de laPrehistoria que podíamos consi-derar suficientemente estudiadaen el Alto Palancia a pesar de lascarencias de aquellos momentos.Sin embargo, hasta los años 80eran solamente ocho los yaci-mientos conocidos,2 además dealgunas otras breves referencias

en artículos de variada temática. Esta cifra será notablemente

ampliada en esa misma décadatras las intensas prospeccionesrealizadas con motivo de la con-fección de nuestra Tesis deLicenciatura que hicieron ascen-der la cifra a un total de 40 loca-lizaciones. Paralelamente, losartículos de investigación sobreyacimientos concretos se multi-plican3 y se realizan varias excava-

ciones arqueológicas durante losaños 1985 y 1986 englobadas enun Proyecto de Investigación sobrelas cuevas con materiales de esteperiodo localizadas en la comarca:en la Cueva del Pueblo y laCueva del Tío Paco (CASABO yPALOMAR, 1989) de Sacañet, en laCueva del Murciélago de Altura(PALOMAR MACIAN, 1986, 1986b,1987, 1988, 1990/91) y en elAbrigo de Sima La Higuera yamencionada.

También las prospeccionesarqueológicas continuarán ininte-rrumpidamente a lo largo deestos años, fruto de las cualesserá la localización de nuevosyacimientos. De ellos, hasta untotal de 81 (poblados, lugares deenterramiento y cuevas) corres-ponderán a este mismo periodocultural y serán recogidos final-mente en un nuevo trabajo que,con el título de La Edad delBronce en el Alto Palancia,será publicado en 1995 (PALO-MAR MACIAN, 1995).

A pesar de la limitada informa-ción que puede desprenderse deuna mera prospección superficialen la mayoría de estos yacimien-tos (con las lógicas carencias encuanto a cronologías, extensiónde los yacimientos, relaciones sin-crónicas y diacrónicas entre ellos,evolución de los materiales, ...) elestudio, realizado a modo de cartaarqueológica, aportó interesantesconclusiones e iniciaron el caminohacia futuros trabajos de mayorenvergadura.

A modo de resumen sobre losresultados obtenidos, una prime-ra cuestión que podríamos desta-car es la constatación para la

Fig. 11 – Poblado de la Edad del Bronce del Barranco Masó (Altura).

Fig. 12 – El Martinete (Almedíjar).

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comarca del Alto Palancia delcrecimiento demográfico quemencionábamos anteriormente.Los poblados se reparten portoda la geografía comarcal ocu-pando altozanos y cumbres enbusca de protección frente a posi-bles adversarios, siempre cerca delrío, de ramblas, barrancos y fuen-tes, que proporcionarán a sushabitantes el agua necesaria parasus actividades económicas y parael sustento de la cabaña animal,así como tierras aptas para el cul-tivo. Asociadas a los poblados, selocalizaban también algunas cue-vas de enterramiento con carac-terísticas propias del periodo queestamos estudiando (PALOMAR,1990/91).

Pero probablemente el apar-tado más interesante es el quehace referencia a las cuevas encuyo interior se recuperaronmateriales de este periodo. Elnúmero de cavidades estudiadas,ubicadas principalmente en laszonas montañosas, alcanzó lanada desdeñable cifra de 19, loque abría la posibilidad de clarifi-car uno de los problemas asocia-dos a la Edad del Bronce para elconjunto del territorio valenciano:la relación existente entre estosyacimientos (y sus ocupantes) ylos emplazados al aire libre que segeneralizan en estos momentos.

En este sentido, las intercone-xiones observadas entre ellos ylos elementos arqueológicosrecuperados permitieron confir-mar el desarrollo de importantesactividades ganadero-pastorilesque traerían como consecuenciasu utilización ocasional comocavidades-redil y refugios tempo-

rales de los pastores. Sin embar-go, junto a estas cavidades, gene-ralmente de pequeño tamaño, sedetectaba una ocupación másintensa y prolongada en el casode otras cuevas de mayoresdimensiones (Cerdaña, Sima LaHiguera, Cueva del Murciélago,Cueva del Pueblo, ....) por parte

de grupos ganaderos, que las uti-lizarían en función del trasladode los rebaños en busca de pas-tos no siempre cercanos a lospoblados. Esta hipótesis de ocu-pación proponía una estructura-ción del territorio necesariamentesuperior a la que se barajabaentonces para la Edad del Bronce

Fig. 13 – Poblado de la Edad del Bronce del Pico Nabo (Segorbe).

Fig. 14 - Poblado de la Edad del Bronce de La Butrera (Segorbe).

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y planteaba la realización, ya enestos momentos tempranos, demovimientos estacionales delganado a través de las rutas detrasterminancia (rutas de corto ymedio recorrido) utilizadas secu-larmente en la comarca (PALO-MAR, 1984, 1995, 1996).

En el terreno de lo hipotético,

se proponía para este periodo unmodelo de estructuración terri-torial de nuestra comarca centra-do en la dispersión de los yaci-mientos, en sus dimensiones y enlos factores geográficos, que defi-nirían un territorio perfectamentedefinido, organizado en torno alvalle del río y delimitado por las

formaciones montañosas que loenmarcan. El Palancia actuaría eneste teórico territorio como ejevertebrador, vía de comunicacióny centro económico y político enel que se concentraba una partesustancial de la población, mien-tras que las ramblas y los barran-cos que confluyen a él confor-marían una extensa red que per-mitiría un fácil contacto con lasorlas montañosas.

• Con el cambio de milenio seinicia una nueva fase en la Edaddel Bronce, el denominadoBronce Final – Hierro Antiguo,durante la cual se detectan en todael área valenciana nuevas influen-cias culturales que originarán cam-bios sustanciales en la vida de laspoblaciones autóctonas. Estasinnovaciones afectarán tanto a loselementos materiales (cerámicas ydecoraciones, primeros objetos dehierro,...) como a la economía o alpoblamiento (desaparición dealgunos poblados y creación deotros nuevos,...). Y aunque lasvías de penetración son muyvariadas, la ruta del Palancia sevislumbra en esta etapa como unode los principales ejes a través delos cuales las influencias de losCampos de Urnas del Bajo Aragónllegan a nuestras tierras, tal ycomo queda atestiguado en algu-nos de los yacimientos localizadosen la comarca, caso de la Cuevadel Murciélago y del Poblado delos Puntales del Pollino enAltura, o en el Poblado de laUmbría Mala localizado en Pinade Montalgrao.

También ahora comienzan adetectarse en las costas mediterrá-

Fig. 15 – Acceso a la Sima de La Higuera (Caudiel), uno de los yacimientos arqueoló-gicos más importantes del Alto Palancia .

Fig. 16 – Interior de la Cueva del Murciélago (Altura).

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Fig. 17 – Recipientes cerámicos procedentesde Sima La Higuera (Caudiel).

Fig. 18 – Cerámica y punzones recuperadosen la Cueva Cerdaña (Pina de Montalgrao).

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neas peninsulares la influencia delos pueblos colonizadores, feni-cios y griegos, que desde elMediterráneo Occidental llegan ala península ibérica desde el sigloVIII en busca de metales y otrasmaterias primas. Su presencia ennuestro litoral dará lugar a un pau-latino proceso de aculturación quemodificará profundamente lasestructuras sociales, económicasy culturales de los grupos huma-nos autóctonos y adquirirá todosu significado a partir del sigloVI antes de Cristo, cuando haceeclosión la Cultura Ibérica.

La Época Ibérica

Así pues, hacia el siglo VIantes de Cristo comienza unnuevo periodo de la historiapeninsular conocido comoCultura Ibérica cuyo potentedesarrollo será truncado por lallegada de los romanos hacia elsiglo II a.C. Asistimos a lo largode este periodo a la implantaciónde nuevas estructuras sociales,de nuevas formas económicas yde nuevas pautas culturales.

En un breve repaso de lasnovedades más destacadas deesta etapa cultural podemosmencionar la generalización dela metalurgia del hierro para lafabricación de armas, de instru-mentos agrícolas y de objetos deuso diario, lo que modificaráenormemente las antiguas baseseconómicas agropecuarias; seutiliza ya el torno de alfareroen la elaboración de recipientescerámicos, en los que se incor-pora una rica decoración demotivos geométricos o figurados,

se desarrollan las artes plásti-cas, se emplea la moneda en lastransacciones comerciales y apa-rece por primera vez la escritu-ra. Rompiendo la tradición ante-rior, se incineran los cadáve-res, que son introducidos enurnas con un rico ajuar funerario.

Un innovación igualmentedestacada es el gran desarrolloque va a experimentar la vidaurbana con la aparición denúcleos habitados perfecta-mente estructurados en territo-rios bien definidos desde elpunto de vista político, quemuestran la aparición de nuevosconceptos de organización socio-cultural. Los poblados, en losque se advierten con mayor niti-dez estos cambios, suelen situar-se también ahora en lugares ele-vados y protegidos por murallasy torres que manifiestan las nece-sidades defensivas del momento,aunque de la misma forma apare-cen otros núcleos habitados en

lugares menos elevados e inclusoen zonas llanas, reflejando unamayor estructuración territorialque se hace patente en la apari-ción de entidades autónomas eindependientes o tribus, con unadenominación específica y unaextensión territorial muy definida.

El Alto Palancia seguirá con-servando en este periodo unaalta densidad de población, conuna amplia representación deasentamientos repartidos portoda su superficie siguiendo laspautas de ocupación antes seña-ladas, cuyo número sobrepasacon mucho el centenar. Algunosde ellos se desarrollarán sobreanteriores emplazamientos ocu-pados ya en la Edad del Bronce,mientras que otros comenzaránsu vida en estos momentos.

Repasando de nuevo el artícu-lo publicado en el año 1984,comentábamos entonces que pesea esta amplia representación eranmuy pocos los conocidos, o al

Fig. 19 – Planta del poblado ibérico de Malpaso (Castellnovo).

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menos estudiados, en aquellosmomentos. Mencionábamos entreellos el de Rochina (Sot deFerrer), excavado por HerminioFornés en un momento muy tem-prano, entre 1913 y 1916, y publi-cado por Domingo Fletcher en1940 (FLETCHER VALLS, 1940),el de La Torre del Mal Paso(Castellnovo), ubicado sobre lacueva del mismo nombre a laque ya hemos hecho referen-cia, en el que Fletcher realizóun pequeño sondeo 1946-47, y los niveles superioresde la Peña de LasMajadas (El Toro) queproporcionó una intere-sante inscripción sobrehueso (SARRION, 1981). Aellos habría que añadir algu-nas noticias antiguas sobreotros yacimientos comarcalescomo los Castillos de Requenay de Torrasos en Altura, men-cionados en una publicación deGómez Serrano de 1935 (GOMEZSERRANO, 1935), o los deAltamira, El Castillarejo yTristán (Segorbe) citados porCarlos Pau en una publicación de1931 (PAU, 1931). También debe-mos incluir en este listado alCerro de Sopeña (Segorbe), acuyos restos ibéricos (o celtibéri-cos) hacen mención a principiosdel siglo XX autores comoCayetano Torres, Pedro Morro, o elmismo Carlos Pau, al tratar sobrelos orígenes de la ciudad en artí-culos de contenidos más generales(TORRES, 1921; MORRO, 1914).

De la misma forma que suce-de con las etapas comentadasanteriormente, las prospeccionesarqueológicas iniciadas en los 80acrecentaron notablemente el

número de yacimientos conoci-dos, pero los trabajos de investi-gación dedicados a esta fase cul-tural en los años siguientes conti-nuaron siendo muy limitados ydirigidos hacia piezas concretasmás que a yacimientos propia-mente dichos.4

No será hasta los años 90cuando aparecen interesantesprecisiones sobre algunos de losyacimientos más notables de lacomarca, recogidos en diversostrabajos de investigación y espe-cialmente en los dedicados alestudio de las fortificaciones de

esta etapa (GUSI, DIAZ y OLI-VER, 1990; DIEZ CUSI, 1991;BONET y MATA, 1991). Es elcaso del poblado de LaTorrecilla (Altura) con su impre-sionante torreón de planta cua-drangular, el de la RochaCarlos (Soneja), ejemplo nota-ble de la arquitectura militar delmomento, o el impresionanteconjunto del Castellar delRagudo (Pina de Montalgrao)localizado en un estratégicopunto que controla el paso dela antigua ruta que asciendedesde el Palancia al altiplanode Barracas, en el que desta-ca su muralla en buen estadode conservación, una torrecuadrangular y un fosodefensivo que facilitaría ladefensa del poblado.

Tampoco se realizaránexcavaciones hasta algunosaños más tarde: en la décadade los 90 Pilar Vañó excava-

ba en el poblado de El Cantal(Altura) dentro de un estudiosobre la ocupación ibérica de laSierra Calderona que desgraciada-mente permanece inédito, y ya enel 2002 se intervenía en el de LaGola (Segorbe), afectado por eltrazado de la Autovía con resulta-dos que también continúaninéditos. En los años 1999, 2000y 2001 Miquel Cura llevaba acabo varias campañas de excava-ción en la Torre del Prospinal(Pina de Montalgrao) y la zonaanexa con resultados de graninterés (CURA-MORERA y FALO-MIR, 2001, 2003).

También debemos incluir eneste apartado las excavacionesrealizadas en el Cerro de

Fig. 20 – Inscripción ibérica de Algimia deAlmonacid.

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Sopeña (Segorbe) desde el año1994 y que aún continúan en laactualidad, que han hecho posi-ble comprobar la ininterrumpidaocupación de este espacio desdela Edad del Bronce hasta laépoca contemporánea. En lo querespecta al periodo ibérico, suocupación durante esta etapa esconocida desde antiguo. Se vis-lumbra ahora la existencia en lacima de un núcleo urbano delque aparentemente no quedanvestigios arquitectónicos, destrui-dos por las posteriores edificacio-nes, y al que perteneceríannumerosos fragmentos cerámicosrecuperados en las excavaciones.

Junto a estos materiales cerá-micos, es interesante señalar laexistencia de una figura de bron-ce de muy buena factura y eje-cución de gran calidad querepresenta a un bóvido de 7 cen-tímetros de longitud, 2 centíme-tros de anchura máxima y 5 cen-tímetros de altura. La pieza,recuperada hace años en la lade-

ra Sur del Cerro durante los tra-bajos de apertura de zanjas para lainstalación del agua potable, esprobablemente importada delárea ibérica andaluza y formaríaparte de un quemaperfumes(thymiaterion) o de un caldero olebes de bronce como motivoornamental, con una cronología

fijada en torno a los siglos VI -Vantes de Cristo (OLIVER y PALO-MAR, 1984; ALDANA, 1986).

Por lo demás, podemos consi-derar a este yacimiento como uncentro urbano de tamañomedio (en torno a los 7.000 m2)que por su posición geográficafuncionaría como núcleo principaldel cual dependerían los numero-sos yacimientos localizados enlas inmediaciones, todos ellos demenor tamaño, que conformaríanun amplio territorio de límitesdesconocidos y filiación tribal aúnimprecisa (PALOMAR, 1992;PALOMAR y JARREGA, 1993).

Una última cuestión referida aeste mismo periodo es la que con-cierne al uso detectado en algu-nas cuevas de la comarca, en lasque han sido localizados materia-les ibéricos en cantidades aprecia-bles. Estas cuevas se integran en elconjunto de las denominadascuevas-refugio o bien en lascuevas-santuario repartidas por

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Fig. 21 – Torre ibero-romana del Prospinal (Pina de Montalgrao).

Fig. 22 – El cerro de Sopeña (Segorbe).

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todo el territorio abarcado por lacultura ibérica (GONZALEZ-ALCALDE, 2003).

• Entre las primeras, vincula-das habitualmente a las activida-des pastoriles o a grupos margi-nales, se incluirían en el AltoPalancia las ya mencionadasCuevas del Sargal (Viver), en lasque se recuperaron escasos frag-mentos de cerámica de esteperiodo, y la Cueva de lasBalsillas (Vall de Almonacid)(PALOMAR, 1981) en la que tam-bién se localizaron materialesatribuibles a la cultura ibérica.

• El segundo grupo, el de lascuevas-santuario, está formadopor cavidades en las que sedetectan materiales arqueológi-cos de mayor calidad, especial-mente cerámica (sobre todo vasi-tos caliciformes) y exvotos debronce, y se encuentran vincula-das al culto a la naturaleza, alagua y al interior de la tierra (la

madre tierra) en el escenario delas creencias ligadas a ceremo-nias de fecundidad, de purifica-ción y de renacimiento. Las últi-mas investigaciones incluirían eneste contexto a la Cueva delMalpaso mencionada en el apar-tado dedicado al Neolítico, por

la aparición en su interior decerámicas de gran calidad y conuna amplia cronología que llegahasta la Época Romana. Tambiénqueda incluida en el grupo laCueva Cerdaña, igualmentemencionada en las páginas pre-cedentes por su ocupación enetapas anteriores, en la que serecogieron numerosos fragmen-tos de los vasitos caliciformes uti-lizados en las libaciones realiza-das en su interior para conseguirla protección de los dioses. Muycerca de esta cueva tuvo lugar enel año 1991 el hallazgo fortuitode un torito de bronce en per-fecto estado de conservación yde tipología similar a otros recu-perados en santuarios ibéricos,que sin duda debemos relacionarcon esta cavidad.

En definitiva, observamoscomo el Alto Palancia se puebladurante la Cultura Ibérica de unnúmero extraordinariamente ele-vado de yacimientos muy próxi-

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Fig. 23 – Toro ibérico recuperado en las laderas del cerro de Sopeña (Segorbe)M

Toro ibérico hallado fortuitamente cerca del Mas de Noguera (Caudiel).

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mos entre sí y estructurados entorno al valle del río que, tam-bién ahora, se configura comoeje vertebrador del territorio, víade comunicación y principal áreaeconómica. A pesar de la escasezde excavaciones que faciliten elestudio pormenorizado de estospoblados, las prospeccionesarqueológicas confirman tama-ños muy desiguales para estosyacimientos en la tónica de loque sucede en el resto del terri-torio ibérico, y acreditan lo plan-teado para otras áreas cercanas:una jerarquización en la que laimplantación en el territorio searticula en conjuntos de pobla-dos de escaso tamaño depen-dientes de algún núcleo principalque actuaría como centro políticoy administrativo, y que en nues-tro caso se ubicaría en el valle.

No queda claro, sin embargo,cuál sería la adscripción tribal deeste territorio. Para algunos auto-res, el Alto Palancia quedaríaenglobado en el área dependien-te de la antigua Arse (Sagunto), ypor lo tanto en el espacio tribaledetano, mientras que otrosinvestigadores confirman la rup-tura fronteriza que se produce enla Sierra Calderona patente en lasnumerosas fortificaciones quemarcan la línea divisoria (BONETy MATA, 1991).

Otros, finalmente, tienden aintegrar nuestra comarca en losterritorios turdetanos, que de estaforma penetrarían por el Palanciacasi hasta el área litoral. En cual-quier caso, es evidente, comoseñalan algunos autores, que ladesigual investigación en el con-junto de la comarca y la ausencia

de algún trabajo de síntesis sobreeste periodo impide por elmomento la valoración de ladinámica cronológico-cultural yterritorial del espacio que estu-diamos para este periodo y difi-culta llegar a mayores precisio-nes.

La Época Romana

En el año 218 antes de Cristola Península Ibérica queda invo-lucrada en el enfrentamientoromano-cartaginés conocidocomo Segundas Guerras Púnicas(218 – 210 a.C.), iniciadas con elepisodio saguntino de sobraconocido. Tras la victoria, losejércitos romanos se establecendefinitivamente en nuestras tie-rras, iniciándose entonces unnuevo periodo, al que denomina-remos genéricamente la ÉpocaRomana, que si en un primermomento tuvo un carácter plena-mente militar, de conquista yafianzamiento en los nuevosterritorios, se estabiliza rápida-mente dando lugar al procesoque denominamos desde elpunto de vista histórico como“romanización”.

A lo largo de este proceso elmundo indígena, dividido hastaentonces en diversas tradicionesculturales asentadas en espaciosgeográficos bien definidos (elmundo céltico, la iberia y la cel-tiberia) acepta progresivamentela implantación extranjera, adap-tando sus propias estructurassocio-culturales y económicas alas que introducen los conquista-dores en una lenta asimilación denuevas pautas de poblamiento

que se reflejan con total claridaden los testimonios aportados porlos yacimientos arqueológicos.

En el caso del Alto Palancia,la romanización se encontraríavinculada a varias razones queinfluyeron de forma determinan-te en la fijación de las pautassocio-culturales y económicasque observamos en esta etapa.

• En primer lugar, será degran trascendencia para nuestroterritorio la presencia en la des-embocadura del Palancia de unimportante núcleo urbano,Saguntum, que se transformarárápidamente en un foco culturaly económico de primer ordenejerciendo, como es lógico, unanotable influencia en toda el áreaque lo circunda.

• Un nuevo determinante esla condición de vía natural decomunicación que hemos señala-do para el valle del Palancia yadesde la Prehistoria. Por él setrazará en este periodo, siguien-do las antiguas rutas, una calzadaque desde Saguntum enlazabacon Teruel (la ibérica Túrbula) yCalatayud (Bílbilis) en su caminoa Caesaraugusta, transformándo-se así en una vía de suma impor-tancia para la penetración de lainfluencia romana hacia las tie-rras del interior de la Península.

• No debemos olvidar otracuestión que influirá también deforma determinante en el proce-so de ocupación humana de esteterritorio, como es la presenciade amplios y fértiles valles abier-tos al paso del río que, ya desde

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la Prehistoria, conformaríancomo hemos visto zonas excep-cionalmente propicias para elestablecimiento de los gruposhumanos y para la instalación delas explotaciones agropecuariasque constituían la base económi-ca de los nuevos pobladores.

• Por último, es igualmenteimportante tener en cuenta a lapreexistente población autócto-na, que habría alcanzado en laetapa anterior el suficiente gradode organización social, política ycultural para asimilar rápidamen-te las innovaciones impuestaspor los romanos.

Consecuencia de todo ello esel alto grado de romanizaciónalcanzado por la comarca, queveremos reflejado materialmenteen los muy abundantes restosarqueológicos diseminados portoda su superficie. Especialmenteimportante en este sentido es elelevado número de inscripcio-nes de carácter votivo, conmemo-rativo, honorífico o funerarioconservadas en varias poblacio-nes del Alto Palancia, reflejocomo veremos de la intensidadcon que se asienta este proceso.

Y son precisamente estas ins-cripciones las que, de forma casiexclusiva, han centrado la aten-ción de los historiadores hasta nohace muchos años. Podemosdecir que ya desde el siglo XVIy hasta las últimas décadas delsiglo XX, las únicas noticiassobre la presencia romana en elAlto Palancia se refieren a las ins-cripciones que poco a poco vanapareciendo en sus pueblos. Los

eruditos de cada época van reco-pilando incansablemente losdatos; Escolano en sus Décadas,y más tarde Diago, Villanueva,Masdeu, Varcálcel, Ribelles, Ceáno el canónigo Cortés, incorporanen sus obras un número crecien-te de epígrafes latinos que seránfinalmente recopilados en laenciclopédica obra de HübnerCorpus Inscriptiorun Latinorumpublicada en 1869.

En el siglo XX continúanapareciendo nuevas noticiassobre hallazgos epigráficos 5 queson reunidos por Ripollés en1976 (RIPOLLES, 1977) y mástarde por Carbonell, Borja yPérez en 1990 (CARBONELL,BORJA y PEREZ, 1990), para lle-gar al repertorio epigráfico deFerrán Arasa, que actualiza ensu libro La romanización del AltoPalancia según la epigrafía,publicado en 1992 (ARASA,

1992) el corpus de la zona, reali-zando un riguroso estudio de las63 inscripciones conocidashasta entonces, de las que 37 aúnse conservan en la actualidad, yplantea un estudio de los yaci-mientos comarcales conocidoshasta ese momento,6 así comouna primera aproximación a lared viaria de la comarca para laépoca romana. Esta cifra se elevahasta 70 en el último trabajo deJosep Corell, publicado en el año2005 (CORELL, 2005).

De las investigaciones deestos autores podemos extraeralgunas conclusiones de graninterés. Destaca Arasa el casoexcepcional que supone lacomarca del Alto Palancia en laepigrafía valenciana al reunir elnúmero más alto de inscripcionesen una zona rural de interior; sin-gularidad que se acrecienta alcomprobar que el 92% son decarácter funerario y que son muyescasas las honoríficas o las dedi-cadas a magistrados, emperado-res, senadores, .... lo que refleja-ría el carácter “rural” del pobla-miento de la zona, aunque mati-zado por el hecho de que en sumayoría se concentran en tresáreas concretas:

-el valle de Bejís (7), -el valle de Jérica (27)/Viver (13)/ Caudiel (5) -y el Valle Segorbe (6).

Es curioso observar en estesentido que el volumen de ins-cripciones de la comarca es simi-lar al de ciudades como Edeta oSaetabis, e incluso superior al deDianium, y que la existencia dedos inscripciones que mencionan

Portada de “La romanización del AltoPalancia según la epigrafía” de FerránArasa.

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Una revisión de la arqueología del Alto Palancia desde la prehistoria a la historia antigua42

la erección de un arco con esta-tuas indicaría la presencia en lazona de familias con un elevadostatus social. Se trata, en concre-to, de las localizadas en Jérica yViver, ambas datadas hacia elsiglo II a.C.

• La de Viver dice lo siguiente:“(...) a Publio Domicio

Sabino (...?) y Fabia Atica (...) hareigido las estatuas”.

• La de Jérica, algo más exten-sa, se transcribe de la siguientemanera:

“Quintia Proba, para ella ypara Porcio Rufo y Porcio Rufino,ha levantado el arco y ha super-puesto las estatuas por valor de40.000 sextercios. Lo ha hechoerigir por testamento”

Ambos epígrafes resultan deun interés especial por la men-ción de la erección de estatuas,y en el caso de Jérica por la cons-trucción, además, de un arcocoronado de estatuas en el que la

inscripción estaría ubicada, aun-que el precio, comenta Arasa,solo permitiría erigir un monu-mento en la línea de los más sen-cillos que se levantaron en lastierras del imperio.

Otra inscripción sobre la quemerece la pena detenerse ha sidoestudiada recientemente porJárrega tras su redescubrimiento7

en Viver, por tratarse de la únicade carácter votivo localizadahasta ahora en la comarca. Lapieza es un pequeño bloque decaliza que debió constituir elpedestal de una estatuilla debronce, dedicada tal vez (no seespecifica en el texto) a unaninfa del agua o divinidad salu-tífera de la fuente cercana allugar en el que se halló. El textoes de difícil interpretación. Latrascripción que propone el autores la siguiente:

“Atilia (¿) Eup-...., ha erigidoesta ara de buen grado, de acuer-do con un voto”.

También en relación con lasinscripciones de esta zona confir-ma Arasa la existencia de unaofficina lapidaria o taller defabricación de inscripciones, queindividualiza en el valle deJérica-Viver partiendo del tipo dematerial utilizado, el denominado“mármol negro” de las canteraspróximas, y la forma del soporte.Dicha officina, que añade unanueva particularidad de graninterés al conjunto epigráfico deesta comarca, “... debió comen-zar su producción posiblementeen época flavia, para llegar a suauge en época antoniniana, enla primera mitad del siglo II, ydesaparecer en la segunda mitadde este siglo”.

En definitiva, y volviendo denuevo a la cuestión que estamoscomentando, considera Arasa ensu trabajo que no existiría en lazona ningún núcleo urbano deimportancia sino un poblamien-to disperso, aunque de granintensidad, que territorialmentese encontraría dividida en treszonas en razón de las similitudesde los epígrafes estudiados: lamás septentrional (Bejís, Pina, ...)estaría vinculada a algún munici-pio aún desconocido ubicado enel sur de Teruel; la central(Jérica-Viver) relacionada a laciudad de Edeta, al otro lado dela Calderona, mientras que lazona sur, en el entorno deSegorbe, se encontraría incluidaen el territorium saguntino. Esuna conclusión que, sin embar-go, no es compartida por todoslos autores al presuponer unio-nes y anexiones territoriales

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Fig. 26 – Inscripción romana de Viver.

Fig. 26 – Inscripción romana de Viver.

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excesivamente forzadas quenada tienen que ver con la geo-grafía comarcal.

Pero los restos romanos,como decíamos, no se limitan aestos interesantes elementos.Hasta hace tan solo unos años, ya excepción de referencias pun-tuales sobre hallazgos aislados enmuchas de las poblaciones de lacomarca, los únicos yacimientospublicados se resumían en laTorre del Malpaso, que conti-nuará ocupado en este periodo,y a los datos reunidos porAlcácer en el área de Bejís.

Las prospecciones arqueológi-cas iniciadas en los años 80 pro-porcionaron también en este casoun número importante de yaci-mientos que, salvo contadasexcepciones8 permanecieron inédi-tos hasta el año 2000, cuando R.Járrega publica su libro El AltoPalancia en Época Romana(JARREGA, 2000) en el que recogemás de 50 yacimientos localiza-dos hasta ese momento, ademásde otros hallazgos sueltos, ins-cripciones, hallazgos numismáti-cos, ... de los que se tenía noticiahasta entonces, que sirven paracomponer, a pesar de la ausenciade excavaciones, una visión máscompleta de este periodo de laHistoria Antigua en el AltoPalancia.

El estudio de los yacimientosinventariados permite al autorvalorar en su justa medida el pro-ceso de romanización de lacomarca y llegar a una serie deinteresantes conclusiones tantodesde el punto de vista socialcomo económico, administrativoo demográfico. En lo que se

refiere a las pautas de pobla-miento, las características de losyacimientos localizados y su ads-cripción cronológica le permitenplantear varias fases en la ocupa-ción del territorio.

• Así, durante la primerafase se llevaría a cabo la ocupa-ción militar de la zona, reflejada

en la aparición de materiales enespacios fortificados, como elCastillarejo de Benafer, Castellardel Ragudo, ...

• En una segunda Fase,durante los periodos ibero-romano y romano-republica-no (siglos II – I a.C) se ocuparánlos mismos yacimientos de laetapa ibérica anterior (Rochina,Cerro de Sopeña, Altamira, ElCastillarejo, La Torrecilla, ....) .No obstante, ya en este periodose detecta la existencia de unhábitat disperso localizado enzonas llanas, que se generalizaráen época imperial.

• Es la época imperial elmomento en el que se desarrollael típico modelo de hábitat roma-no basado en la villa, explotacio-nes agrícolas y ganaderas autosu-ficientes que se ubicarán en laszonas más fértiles del valle delPalancia y en los pequeños vallesmarginales, cerca de las vías decomunicación que atraviesan lacomarca en estos momentos. Elelevado número de estas villas,entre las que podríamos citar laslocalizadas en torno a Segorbe,como las de La Loma, Masía deMarín, Masía de La Rata, ElCampo...., o las de Paredes,Bolage, Navarza, Cuaranta,Peñarroya, Fuensanta, ..., enJérica-Viver, reflejaría el altogrado de romanización alcanza-do en el valle, lo que se encuen-tra en clara correspondencia conlo que señalábamos antes alhablar de las inscripciones loca-lizadas hasta hoy. En todos estosyacimientos son abundantes losmateriales de este periodo, tégu-

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Fig. 27 – Inscripción romana de Viver.

Fig. 28 – Portada de “El Alto Palancia enla Epoca Romana” de Ramón Járrega.

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Fig. 29 – Fragmentos cerámicos proceden-tes de la Villa de la Masía de Marín(Segorbe).

Fig. 31 – Carriladas de la calzada romana conserva-das junto a la Masía de Arguinas (Segorbe).

Fig. 30 – Puente de La Teja (Segorbe)

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Una revisión de la arqueología del Alto Palancia desde la prehistoria a la historia antigua45

las, fragmentos de dolia y ánfora,terra sigillata, ...

• Por último, ya desde el sigloIII d.C., durante el Bajo Imperio,y especialmente en la denominadaAntigüedad Tardía, hacia lossiglos V y VII d.C., se detecta unproceso de abandono generaliza-do de los establecimientos roma-nos y la vuelta a modelos deasentamiento de época ibérica(en zonas elevadas, como loscastillos de Bejís y Jérica, SanRoque en Viver, ... ) e incluso enel interior de cuevas como la delMalpaso o Cerdaña, en conso-nancia con las transformacionesque se detectan en otras zonas

del imperio por causa de la pre-sión de los pueblos bárbaros,que llevarán finalmente a su des-aparición.

Ya para finalizar, una cuestiónen la que Járrega centra especial-mente su atención es la que serefiere a las vías de comunica-ción que atravesaban la comarcaen este periodo y con las que,como veíamos, se encuentradirectamente relacionado elpoblamiento del valle. El trazadode la red viaria es analizada por-menorizadamente, planteandoitinerarios alternativos para laruta del Palancia y analizando loscaminos secundarios que atrave-

sarían las sierras de Espadán yCalderona. Entre los elementosvinculados a este apartado desta-can las carriladas localizadas enla zona de Arguinas, o un milia-rio anepígrafo recuperadorecientemente en Segorbe(JARREGA, 2000), así como lacuriosa inscripción rupestre deAlgimia de Almonacid en la quese informaría al viandante de lacondición privada del caminosecundario que enlazaba el vallede Segorbe con el del Mijaresatravesando la Sierra Espadán(BELTRAN LLORIS y ARASA GIL,1979-70, 1982).

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Fig. 32 – Interior de la Cueva Cerdaña (Pina de Montalgrao).

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CONCLUSIONES

Como hemos podido observar, el panoramaactual de la Arqueología en la comarca del AltoPalancia está pleno de luces y sombras. Es ciertoque, transcurridos casi 25 años desde aquel artícu-lo al que hacíamos referencia, el panorama hacambiado sustancialmente.

Como decíamos, nuestra visión es ahora másajustada, nuestros conocimientos son mucho másamplios tras los numerosos artículos y trabajos deinvestigación publicados en los últimos años,especialmente los dedicados al estudio de etapasconcretas de la Prehistoria o de la Historia Antiguade la comarca sobre las que se ha realizado unaimportante labor de síntesis y recopilación dedatos que permite llegar a sus autores a conclu-siones ciertamente satisfactorias. Y ello, comoremarcan insistentemente los autores, a pesar de laausencia de las necesarias excavaciones quedeben aportar los datos relativos a las relacionessincrónicas o diacrónicas de los yacimientos y que,junto a los estudios de visibilidad, interrelacionesentre los yacimientos, etc., son indispensables pararealizar estudios territoriales con garantías sufi-cientes.

Además de las excavaciones, hemos subrayadoen todos los periodos comentados la necesidad decompletar esta visión con nuevas y exhaustivasprospecciones arqueológicas que, aunque somosconscientes de la dificultad que entrañan, abar-quen la totalidad de la comarca y proporcionennuevas localizaciones que completen las ampliaslagunas detectadas en este amplio territorio de másde 1.000 Km2. Realizando un breve repaso de lasdiferentes etapas estudiadas, podemos comprobarcómo nuestra visión varía considerablemente enrazón de la amplitud y profundidad de las inter-venciones realizadas y de los trabajos de investi-gación publicados en los últimos años:

• En el caso de la Edad del Bronce o de laÉpoca Romana, ambas etapas, a pesar de lascarencias antes mencionadas, han sido objeto deestudios monográficos que abarcan el conjunto delterritorio comarcal y nos permiten hoy tener unavisión relativamente ajustada de la realidad de

estos momentos en este espacio geográfico.

• Sin embargo, las carencias son especialmen-te significativas en el Paleolítico, periodo en el quetan solo una mínima parte de nuestra geografía hasido estudiada en profundidad, por lo que nues-tros conocimientos son necesariamente parciales.

• Tampoco son numerosas las noticias de lasetapas que le siguen, del Neolítico, el Eneolítico yel Horizonte de Transición, lo que hace que nues-tra visión sobre el tercer y segundo milenio antesde nuestra era sea insuficiente para plantear cual-quier hipótesis convincente.

• Por el contrario, conocemos un buen núme-ro de yacimientos de la Época Ibérica repartidospor toda la superficie comarcal, aunque desafortu-nadamente no ha sido realizado ningún estudio deconjunto que complete nuestra percepción de esteinteresantísimo periodo.

En definitiva, debemos concluir que, aún sien-do más de 300 los yacimientos arqueológicos loca-lizados hasta el momento, nuestras apreciacionessobre el devenir de las etapas más antiguas de laHistoria de estas tierras sigue siendo fragmentarioy limitado, y en todo caso incompleto, lo que nosimpide conocer de forma ajustada y con las garan-tías suficientes la evolución de estos periodos enel Alto Palancia. Sin embargo, y a pesar de estosvacíos, los estudios realizados hasta ahora coinci-den en varios aspectos que es necesario resaltar:

• En primer lugar, los arqueólogos que hanprofundizado en la investigación de este territoriocoinciden de forma unánime en resaltar la enor-me riqueza arqueológica del Alto Palancia, que sehace derivar de sus peculiaridades geográficas, deuna climatología benigna y de la existencia devalles regados por ríos y barrancos (además de porcentenares de fuentes) que generaron los recursosnecesarios y suficientes para el mantenimiento delos grupos humanos desde el Paleolítico.

• La unanimidad es igualmente total a la horade considerar la importancia de la propia configu-

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ración del valle en la fijación de las pautas depoblamiento. Atravesado de NO a SE por el ríoPalancia, el valle se transforma en una importantevía natural de comunicación, circunstancia que,además de vertebrar el territorio, favoreció desdela Prehistoria los desplazamientos de los gruposhumanos que lo utilizaron en un sentido o en otro,desde la costa hacia el interior o en sentido inver-so, en un trasiego constante que podemos detec-tar en los materiales arqueológicos estudiados encada periodo.

• La misma geografía, con dos sierras que, sinconstituir barreras insalvables, cierran el valle alNorte y al Sur, determinó el desarrollo de cadaetapa con ciertas particularidades que se detectanen los restos arqueológicos y que, aunque noimpiden las influencias de la periferia, permitenindividualizar este territorio de manera más omenos acusada en los diferentes periodos de laPrehistoria y de la Historia Antigua

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NOTAS:

(1) Se trata concretamente de unaserie de cuevas, covachas y abrigosabiertos en un frente formado porcalizas tobáceas de escasa altura, alsureste de Viver, en la margenizquierda del río Palancia. Las pri-meras referencias a este yacimientodatan de 1928, cuando D. NicolásPrimitivo Gómez menciona en los"Anales del Centro de CulturaValenciana" (Gómez, 1929a) larealización de una visita "...a lanecrópolis eneolítica de las Cuevasdel Sargal de Viver, excavada (sic)por Germán Guillén Benagues yJosé Rivelles Guillén". En estemismo año, el mismo autor hacereferencia al hallazgo en uno delos abrigos de un esqueleto "encuclillas", y a los materialesarqueológicos recogidos por losSrs. Rivelles y Guillén: "...tres cuchi-llos de sílex, un hacha pulida, dospunzones de hueso, restos humanosy de animales" (Gómez, 1929b). Elexpolio de este yacimiento conti-nuó de forma ininterrumpida enlos años siguientes, y así D. EnriquePla Ballester, en 1975, señalabaque "...los restos más antiguos quese conocen en este término munici-pal se encuentran en las Cuevas delSargal, abrigos rocosos con ente-rramientos colectivos eneolíticos quehan venido siendo violados y des-pojados de su contenido desde prin-cipios de siglo" (Pla, 1973).

(2) El Pico del Nabo (Segorbe) esnombrado en el tomo de 1931 delCentro de Cultura Valenciana(GÓMEZ SERRANO, 1931), endonde se especifica que “los seño-res Lluch, Arnal , A. Gascó y elpresbítero de Segorbe FranciscoGimeno, obtuvieron “...numerososfragmentos de cerámica argárica yun fragmento de cerámica sigillata,

un molde de arenisca para fundirmetales , una especie de punzón yun fragmento de molino barquifor-me”. La Peña de La Dueña(Teresa) fue parcialmente excavadopor Alcácer Grau en 1945(ALCÁCER, 1946), y proporcionóentre otros materiales, dos crisolesde fundición; Pedrizas del Cerro yPeña Bruñil o Guarañil (Bejís)mencionados también por Alcáceren 1947 (ALCÁCER, 1947), y losniveles inferiores de la Peña de LasMajadas (El Toro), prospectada porI. Sarrión en 1967 (SARRIÓN, 1981).A ellos habría que añadir los yaci-mientos en cuevas de Cerdaña(Pina del Montalgrao), prospectadapor Sarrión y publicada sucinta-mente en 1967 y 1979 (SARRIÓN,1967a,1967b, 1967c; 1979), Sima LaHiguera (Caudiel), un interesantísi-mo yacimiento objeto de numero-sas publicaciones que se iniciancon la realizada por Lerma en 1977(LERMA, 1977; GIL-MASCARELL,1980; DE PEDRO, 1981), una escue-ta referencia a la Cueva delMurciélago (Altura) del anterior-mente mencionado Sarrión en 1975(SARRIÓN, 1975), y la Cueva Moma(Pavías) mencionada en un breveartículo de Pérez Adelantado en 1982(PÉREZ et al., 1982). Otras referenciasmuy sucintas a yacimientos de esteperiodo aparecen en artículos dedi-cados a la espeleología del AltoPalancia (ALBUIXECH, 1971) .

(3) Entre 1981 y 1990 se dan conoceren diferentes artículos los yacimien-tos de Las Balsillas (Vall deAlmonacid) (PALOMAR, 1981),Barranco Masó (Altura) (PALO-MAR y VENTO, 1981), el Abrigo IIde Las Peñas (Navajas) (PALOMAR,1985), las cuevas del Valle deAlcabaira (Caudiel) (PALOMAR,1984), La Cueva Cerdaña (Pina deMontalgrao) (PALOMAR y OLIVER,1985) , La Cueva del Cerro LasSimas (Gaibiel), el Cerro deSopeña, el Pico Nabo y CabreraBaja en Segorbe (PALOMAR, 1986),Cueva del Murciélago (Altura)

V. Palomar Macián

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(op.) y del Tío Paco (Sacañet)(op...), diversas cuevas de enterra-miento en el Alto Palancia (PALO-MAR, 1990/91), ...

(4) Es el caso de la inscripción ibé-rica localizada en Algimia deAlmonacid, publicada por Oliver yPalomar en 1985 (OLIVER y PALO-MAR, 1980), del torito de broncede Segorbe publicado por estosmismos autores y por Aldana (OLI-VER y PALOMAR, 1984; ALDANA,1986), o del toro de bronce recu-perado en Caudiel y publicadopor Palomar en 1992, (PALOMAR,1992, 1995). Este mismo año,Fernández y Moriel publicaba unartículo sobre una urna del tipoCruz del Negro procedente deBejís (FERNÁNDEZ y MORIEL, 1984.

(5) Podemos citar entre los autoresque aportan nuevas noticias aMartínez Aloy, que da noticias deuna nueva inscripción en Viver en1912, a Albertini que en 1913 estu-dia las inscripciones de Jérica,Sentenach que en 1929 da a cono-cer una nueva inscripción deSegorbe, Alcácer da a conocer elconjunto epigráfico de Bejís en elaño 1947, Llopis en 1948 estudia denuevo las de Jérica, Ferrer Maestroen 1984 nos habla de los Porcios deJérica, ....

(6) Para conocer la bibliografía actua-lizada hasta 1991 nos remitimos a larealizada por este autor en suextensa obra.

(7) La inscripción fue hallada casual-mente hacia el año 1983 en lasinmediaciones de la fuente deMorredondo. Una fotografía fue aparar a manos de DomingoFletcher, quien la puso en conoci-miento de Corell, pero sin nombrarsu procedencia. Este la publicó enel año 1991 como procedente de laprovincia de Castellón, aunque laescasa calidad de la fotografía impi-dió realizar entonces una lecturacorrecta.

(8) En los años 90 R. Járrega publicavarios artículos sobre algunos yaci-

mientos localizados en la comarca(El Alto en la Vall de Almonacid, ElCampillo en Altura, ...) y sobre lasvías de comunicación que atravesa-ban el valle del Palancia en esteperiodo, así como otros de caráctermás general sobre el proceso deromanización de este territorio.