PERFIL NACIONALISTADE

GREGaRIO LUPERÓN

BIBLIOTECA JUVENIL TOBOGAN

Títulos publicados: 1. Bolfvar, biografra para escolares; 2. Piratas deAmérica; 3. Los cuentos de la Nana Lupe; 4. Los niños y las artes; 5. Eljefe iba descalzo; 6. La edad de oro

©FONDO EDITORIAL

1963Primera edición1994Segunda edición

Diseño y diagramación:AnaA. Báez Subervr

Ilustradores:Braulio BritoFrank Suárez

Composición, ilustraciones y montajes, propiedad deFONDO EDITORIAL

Impreso por:ALFA & OMEGA,José Contreras Nll 69, Tels.:532-5577/78, Santo Domingo,D.N.

Autor:Hugo Tolentino Dipp

TItulo:Perfil Nacionalista de Gregorio Luperón

Distribuye:FONDO EDITORIAL, Ave. Bolívar 354, Tels.:689-0738 y 685-4217

Perfil Nacionalista deGregario Luperón

Hugo Tolentino Dipp

DEDICATORIA

A la juventud dominicana,fiel, digna y cuantas vecesheroicadefensora de los grandes idealessustentadosporGregorioLuper6n.

NOTA INTRODUCTORIA

Este trabajo fuepresentadoalconcurso organiza­do por laComisión Nacional encargada de reglamen­tar los actos conmemorativos del Centenario de laRestauración delaRepública, presidida porel Dr. MaxHenrfquezUreña. El veredicto de losjueces le otorgóel primer premio.

No pretende el autor, con este breve ensayo,haber agotado la maravillosa cantera del nacionalis­mo de Luperón. El tiempodadopara larealización delostrabajos, pocomás dedosmeses, no permitía llevara cabounalabor de investigación minuciosa yamplia.

Ahora bien, si alguna razón tiene su publicaciónes la de dar a conocer, porque es en verdad pococonocida, lalucha de Luperón porrescatar y defenderla soberanfanaciona/. Es decir, deseo del autor depresentar, de proyectar, al héroe en su verdaderaperspectiva histórica, ya que si grande era su geniomilitar, más aúnlo fue el idealquenutrióelbrazoquehizo invencible su espada.

Lección a todas luces ejemplar e imperecedera ladelnacionalismo de Gregario Luper6n, fundamentada

en los prlnciplos de integridad nacional,independencia económica,independencia política.Desgraciadamente,contra esos principios las fuerzasoscuras de la historia aún desbordan torrentes desangre en nuestra Patria. Cruel y anacrónico empeño.

Santo Domingo, Diciembre de 1963. H.T.D.

A MANERA DE PROLOGOJUAN BOSCH

Dr. Rugo TolentinoSanto Domingo R.D.

Estimado Dr. Tolentino:

Quiero agradecerle el envío de su libro "Perfilnacíonalísta de Gregorio Luperón" y la dedicatoria queescribió.

Luperón figura entre los contados lideres del pueblodominicano que tuvo eso que Montesquieu llamaba la11La Virtud polítíca", el amor a su patria sin el cual nopuede haber espíritu de sacrificio y de servicio al paíspropio. Me asquean los dominicanos sin amor patrio ylos desprecio como a depravados. Donde no hay amor a1&patria no puede haber otras virtudes.

Me ha gustado su libro por el amor a lo dominicanoque campea en él y por 1&honestidad literaria con queestá. escrito. Lo felicito.

De Ud., con la mayor consideración,

Río Piedras, Puerto Rico,30 de noviembre de 1964.

INTRODUCCION A LA PRESENTEEDICiÓN

A algunos lespodrfa parecer paradójico el hechode que en el negocio editorial existan empresariosrománticos, resueltos a emprender, movidospor susconvicciones, iniciativas limpias de polvoy paja y pordemás altruistas.

El editor al que me voy a referir es, además,ejemploexcepcional de esa rara especie, porque a esedesprendimiento agrega una definida predilecciónpor todo lo que pueda contribuir a incrementar elpatriotismo de losdominicanos.

Miguel Coceo, Presidente de la Editora Alfa &Omega, cree firmemente quea la juventudesprecisoayudarla para que pueda adquirir una mejor forma·ción cultural, en la que debe primar el conocimientode lo dominicano como forma de coadyuvar a laidentificación, enriquecimiento y desarrollo de loselementos forjadores de nuestra identidad nacional.

Esa convicción ha /levado a Miguel Coceo ainstarme a que acepte publicar mi trabajo HPerfilNacionalista de Gregorio LuperónHen la colección

l/Biblioteca Juvenil Tobogán", que él tiene a biendirigir con la aspiraci6n de dar respuesta a la 16gicacuriosidad que acerca de su origen y su devenirhist6ricos comienza a sentir la juventud en su etapaadolescente.

Lapropuesta laherecibido consorpresa yagrado,en razOO deque me habfa hechoa la idea de que elvalor de aquella obra se explicaba sobre todo entérminos coyunturales.

Ese Perfil conoci6 dos ediciones: Unaen 1963 ylaotra en 1964. Ambas seagotaron de manera vertigino­sa. Reafirmé entonces la idea de que la figura deLuper6n encarnaba valores que tocaban profunda­mente la sensibilidad patriótica de los dominicanos.De allfquesindesdecir delcontenido ni delvalor queen aquella oportunidad tuvoeste trabajo, emprendie­ra la tarea deescribir una obra mássubstancialacercade ese extraordinario personaje. l/Gregario LuperónBiografia Polftica"*, publicada en 1977, fue elresulta­do de ese proyedo.

Ahora bien, es indudable que el tratamiento lite­rarioylaextensiOOdell/PerfilNacionalista de GregarioLuper6n", responden demanera cabal a los objetivosperseguidos por la l/Biblioteca Juvenil Tobogán".

Como una prueba más de las limitaciones que

• Premio ~cIotul dehistOlÚ en el alfo 1977.

determinados regfmenes polfticos imponen al librealbedrfo, vale lapenacontarunaanécdota relaciona­dadirectamente conestePerfil. Yestoasf, porqueellaservirá para ilustrar de forma muy clara el pertinazlegado de intransigencia que dej6 Trujillo frente a loshombres y a las obras que no coincidieran con lospatrones ideol6gicos imperantes durante su tiranfa.

En elmesdejuniodelaño1963, siendo Presidentede la República Juan Bosch y a iniciativa suya fueconvocado unconcurso para trabajoshist6ricos comopartede laconmemoraci6n queelgobierno harfa conmotivo del Centenario de la Restauraci6n de laRepú­blica. Frente a un pueblo que habfa recobrado sulibertad polftica y la habfa ratificado cumplidamenteen las elecciones nacionales de diciembre de 1962, elprofesor Bosch se propuso hacer de ese Centenariounagran jornada de reflexi6n nacionalista yde valora­ci6ndelagesta restauradora. Fue, pues, comopartedeun amplio programa de actos que los intelectualesdominicanos fueron convocados para participar endicho concurso con trabajos relacionados con esaextraordinaria epopeya.

A los concursantes se les dieron dos mesesparaescribir sus obras y para depositarlas en la AcademiaDominicana de la Historia. El jurado de dicho torneofij6 el mfnimode páginas en 50, requisito que llevabaimplfcita lacomprensi6n de queel plazootorgado nopermitfa la elaboraci6n de trabajos voluminosos.

Otrade las condiciones exigidas fue elanonimatode losautores. Es decir, la identidad de losganadoressólo poclfa ser conocida mediante la apertura de lossobres que en suexterior tuvieran escritos lostítulos ylos lemas de los trabajos y en el interior los nombresreales de susautores.

Al HPerfil Nacionalista deGregorio Luper6nH seleconsider6merecedordelprimerpremio. Sin embargo,alrevelarse elnombredelautor, unode losmiembrosdel jurado retract6 su veredicto, arguyendo razonesideol6gicas. DeEmilio Rodríquez Demorizi, a la saz6nPresidente de la Academia de la Historia y miembrotambién deaqueljurado, tuvela siguiente versi6n, queevidencia cuán lejos habla llegado la porfia del intole­rante: HAnteelenredo quecre6aquella posici6n hubede llamar por la vla te/ef6nica al Presidente de laRepública y explicarle la situaci6n en queseencontra­ba un jurado que, momentos antes y de maneraunánime, habla considerado ganador a tu PerfilH

•

Rodrlguez Demorizi me re/at6 a seguidas la formacomo el Profesor Juan Bosch, con una simpleinterrogante, desenmarañ6 la situaci6n: Hl Ustedes lehan dado el premio a un polftico o a un trabajo dehistoria t". Al jurado, compuesto por buenosentendedores, le bastaron esas pocas palabras paraque ratificara su decisi6n original.

Elnombredequienquiso desconocer esadecisi6nno tiene ninguna importancia, sólo la tienesu proce­der, reflejo, como he dicho, del condicionamiento

ideológico creado por la sistemática prédicaantidemocrática de latiranfa recién desaparecida. Nopoco esfuerzo costó a muchos dominicanos poderliberarse de la alienación que en materia polfticaimpusieron losdogmas supuestamenteaxiomáticos deaquelrégimen ominoso.

Enaltecer yglorificar a losverdaderos nacionalis­tasdominicanos, a losque como Duarte y Luperón notenfan fisuras en la defensa orgullosa de la soberanfadel pueblo, no fue, en ningún momento, quehacertrascendente de aquelgobierno. A estos patriotas seles rindieron homenajes marginales, ineludiblesrecordatorios que apenas disimulaban el profundodesprecio que su verticalidad polftica y su pundonorciudadano provocaban en el tirano. Lo que sf respon­día a unainflexible convicciónera la aditudlaudatoriafrente a Pedro Santana. Yesto, no sólopara sobrepo­nerlo a aquellos, sino para pretender justificar loshorrores de la didadura presente con el mismomen­tiroso patriotismo dequese valió elcaudillo delSeybopara cometer sus crfmenes.

Es bienverdadqueelproceso histórico vivido porlos dominicanos en los últimos treinta y dos años hacontribuidoa oxigenarconcienciasrecalcitrantes, perono es menos ciertoque todavfa perduran, como quis­tes dañosos, no pocos obstinados e impenitentesnegadores de la capacidad del pueblo para ejercer,con omnfmoda soberanfa, su amplia vocación demo­crática.

Paradigmas como Luper6n son siempre impres­cindiblespara vigorizar elpatriotismo ypara iluminarlas almas descrefdas.

Son esas las razonesquea MiguelCoceo yamfnoshan convencido de la pertinencia de una nueva edi­cióndeeste"PerfilNacionalista de Gregorio Luper6n".

Hugo Tolentino Dipp

Abril, 1993.

ICONTEXTOHISTÓRICO

Bo~r

Al través de las intrincadas leyes del decursohistórico, paso apasoydoloradolor, en hondo procesode transformaciones sociales, germinaba la personali­dad nacional desgastando las estructuras coloniales.

Múltiples, sin em­bargo, fueron lodesai­res de la historia paracon nuestro pueblo,para con su ambiciónde ser independiente.

Largo embarazo.Dolorosa gestación laque alumbró el 27 deFebrerode 18441aan­siada libertad. Duarte,Sánchez y Mella fue­ron los más altos nom­bres de la gloriosaefemérides.

La angosta vidaimpuesta a los dominicanos por ladictadura de Boyer, no pudo resistir la explosión de la

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M~/J. M I.IIIICIu indrpmdentisU

En la dura lucha que fraguóel triunfo, tantropeza­do por desventuras y traiciones, se dieron cita las

nacionalidad.Los jalones deuna evoluciónpropiciaron elcambio. Y flotóuna bandera:simbólico jirónde aquel trabajode años en cons­dente e incons­ciente hilvanar laindependencia.

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GregOl'io Luper6n, en $U juv~ntud

necesidades de los hombres de ser independientes y elpensamiento filosófico de los racionalistas francesesdel siglo XVIII.

En esa gran ebullición del patriotismo, en 1839,junto casi al nacimiento de la Trinitaria, vio la luzGregario luperón. La independencia continuaría, pormás de medio siglo, siendo la historia de su vida y,sobre todo, su vida.

San Felipe de Puerto Plata le vio nacer. Ranciaciudad del Norte, sosegadamente recostada a la rnon­taña, fronteriza al Océano, al Atlántico: mar de pródi­gas corrientes pordonde Europa, su sabiduría, mantie­neunlazodirecto conlas costas desu primera aventuradescubridora.

Sus pa­dres, PedroCastellanos y ~=NicolasaDuperr6n, lo ­concibieronsin otro víncu­lo que el delamor. La ma­dreerademuymodesto lina­jeycondición.Hijosólodesu

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madre por la inhumana ley, el vástago llevaba elapellido Duperrón. Más tarde la fuerza de las cosas¡cuantas! y,ante todo, lade nuestracultura,españolizóla sonoridad del apellido convirtiéndolo en Luperón.

En el ventorrillo de su madre dio los primerospasosy conoció laestrechez y los largos sudores por elescaso pan. Por bondad y por el afán del niño, uninspector de instrucción Pública le enseñó a leer.

Mozalbete,en 1851 fueencargado por Don PedroE. Duboq, súbdito inglés de alma másque generosa, deloscortesde maderaque el ricopropietario tenía en losbosquesde lamao. Allí, bajo la lozaníade losinmensosárboles, en el rudotrabajo, va forjando su carácter y sufuerza física. Tal era su agilidad y destreza, que muypronto la leyenda local se enriqueció eón sus primerashazañas. Alcanzó, en medio de los hombresque guia­ba en el trabajo, "consideración prematura", segúnrelata uno de sus biógrafos.

La triste realidad de su tierra, de sus conciudada­nos,fue repasada en muchas nochesde paz campesinaa través de hondas críticas.

Entre otras lecturas, en un febril deseo de cultivar­se, de abrirse horizontes, leyó las "Vidas Paralelas" dePlutarco. Con qué hondura debió penetrar el pensa­miento del historiador y moralista griego en el espíritude Luperón. "La maldad, decía Plutarcocomparando a

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Gregario Lu~r6n, en SUS lecturas de P'ur~rco

Lisandro y aSila, aún connobleza esdigna de des­precio, ysia lavirtud setribu­tan honores,no es por sunobleza, si noporsí misma."(1)

En el humilde capataz, aquella frase debió nutrirsu vocación al mando y a la gloria honesta.

Temple de hombre ydolor de simple dominicanoiban también profundizando en él. No podía ser me­nosanteel penoso e irritanteespectáculo desupueblo,frágilmente independiente caminando adolorido porlas traicionesde los hombres que, antes y despuésdeser libre, lo querfan esclavo.

Aquel pueblo, todo intrepidez y arrojo, sacrificioy martirio, batallaba en Azua, en Santiago el 30 demarzo, para defender su soberanía en peligro.

la nacionalidad la fue galvanizando el brazopopular en dura guerra contra el testarudo invasor.

Desgraciadamente, no sóloeraexteriorel peligro.

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Dentro de la patria misma, los oscuros intereses y lasmalhadadas ambiciones se agrupaban en nefandocontubernio antinacional.

la institucionalidad republicana, inaugurada porla primera Constitución, lade SanCristóbal, tan hijadelos esfuerzos democráticos de las Constituciones deNorteamérica,de Francia yde Cádiz, fuevfctima de losgruposretrógrados quecon lafuerzaapoyaronaSantana

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Prochtn.ld6tt d~ l. Connitud6n dominic.tt~ el 6 de ttOvimrbre dettu4, ~tt s.n Crin6IM1

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a atribuirse poderes absolutos mediante el Art. 210 deesa Carta Fundamental.

Santana, como si quisiera mostrar que su valentíay su lucha en los campos de batalla eran tan sólo losriesgos obligados desu desmedida ambición personal,pisoteaba los hombres y las leyes.

El 27 de febrero de 1845, un año día tras díadespués de la independencia, pagó al pueblo sus largos

sacrificios fusilando aMarfa Trinidad Sánchez.Heroína y mártir. V, so­bre todo, mujer. Muy os­curas había que tener lasentrañas para asesinar ala mujer que bordara, enafanes domésticos clan­destinos, la primera ban­dera dominicana.

Ya entonces nohubo tregua para la des­

CMera/ PedroSMt.lna esperanza. la madre deDuarte fue expulsada el19 de marzo. La irrespetuosaactitud ante las fechas gloriosas ayuda a describir alhombre.

Ahora bien, aquellos gestos no eran elproducto deiras momentáneas o caprichoso desequilibrio. Esboza-

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....<10 Trlnld..J SJndouban toda una actitud polftica proyectada. corno som­brío augurio, hacia el porvenir nacional.

Lapatria independiente, tan llena de frustracionespara el pueblo se convirtió en bonn de bastardasapetencias. Hasta las luchas contra Haitf fueron mu­chas veces usadas en el juego polftico interno paraapoyar banderías que por su arrojo e intrepidez en larefriega se creían con elderechode atribuirse, comosifuera un premio, el dominio traicionero de la patria.

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la independencia se convirtio entonces en sólounatentativa de Estado nacionaJ.lógico queasí fueraen unpa ísdondea penas existía una pequeña burgue­sla, sin grandes fuerzas, incapaz de estructurar unorden público a su imagen y semejanza en razón deque no eran los suyos los intereses predominantes enel ámbito nacional. Predominantes eran todavía losde los hateros, los cuales, por conveniencia y tradi­ción se expresaban polfticamente con mentalidad dedespotismo colonial.

Inspirado por Duarte, Sánchez y Mella luchó elpueblo, no con plena conciencia de su lucha, pero sicon instinto declase contra laopresión de Boyer. Muydesdibujado se presentaba entonces el fondo de las

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contradicciones sociales internas para ser comprendi­do. Loprimeroera la nacionalidad y en ella aceraba suespfritu combativo la mayoría de los dominicanos.

Por los caminos de Estrelleta, Beler, Las Carreras,Cachimán, Santomé, Cambronal, Sabana larga, seguíael pueblo reafirmando su resuelto e inveterado amor ala indepedencia.

Taimadas yoscuras ambiciones burlaban todo esecontinuado empeño. En 1850, en el primer gobierno deBáez, se hablaba ya de protectorado norteamericano.

Antes, antes mismo de la independencia y poco

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después, se nego­ciaba con Franciala mutilaci6n de lasoberanfa.

Entre Santanay Báez, anexionara los dominicanos,quebrarle su albe­drfo,fuecasi unvér­tigo.

Ya en 1657Luper6n habíaabandonado los Swnawnturol B~rzcortes de madera en Iamao para desempeñar el cargode Comandante Auxiliar del Puesto Cantonal de Rin­eón, nombrado por el gobierno del General Valverde.

No dur6 largo tiempo el intento de Valverde deromper con aquella desleal dualidad encarnada en5antana y 6áez. En junio de 1656 el primero asumfa denuevo la direcci6n de la República.

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IILA NACIONALIDAD

OSCURECIDA

El 18 de marzo de 1861 un nublado cie lo cubrióla patria: la Anexióna España. Obseso, PedroSantana,desde el balcón del Senado, hizo proclamar la pérdidade la soberanía. El lugarteniente, del Capitán Generallera:

"Numeroses y espontáneas manifestacio­nes populares han llegado a mis manos; y si

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Asi se MlUlJci61.a MJexiM en l.allepúblic.a Dominicana, el 18 de marzo 1861

ayerme habéis investido de faculta­desextraordinarias, hoyvosotros mis­mos anheláis que sea una verdad loque vuestra lealtad siempre deseó".

Santanamentía y mentían los hombres que juntoa él querían hacer creer al mundo que el pueblodominicano deseaba la Anexión. Al pueblo se traicio­nó, así es de simple decirlo y comprenderlo.

Untestigoocularde laproclamación de laAnexión,el Cónsul Inglés en Santo Domingo, Martín T. Hood,describe la escena a Lord Russell, Ministro del ForeignOffice, de la siguiente manera:

"EI lugarteniente de Santana seadelantó entonces hacía el balcón yleyó la Proclama, de la cual yo leenvío una copia y traducción, decla­rando que Santo Domingo fue rein­corporada a los dominios españoles".

"Hubo unos pocos, muy pocos,vivas en el balcón, los cuales fueronrespondidos porlos españoles presen­tes en la plaza. Pero ninguno de losdominicanos, nisiquiera losoldados,ni los extranjeros, tomaron parte enellos". (2)

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Frilncisco d~/llourio SJnchez

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Triste, pero a lentadora verdad. En otros sitios, enMoca, Puerto Plata, Santiago, cuando no protestas,hubo do lor y llanto nacidos en lo más entrañab le delamor a la patria.

Para el gobierno español la Anex ión tuvo razonesva rias: el temor a los intentos norteamericanos de hacerde las Antillas su propiedad, amen azando así las co lo­nias españolas de Cuba y Puerto Rico; la ambi ción deagrandar sus domin ios coloniales y la necesidad dedistraer la atenció n del pueblo ibérico hacia una nuevaconquista, a fin de hacerle olvida r la alocad a y costosapolftica que frente al Africa del Norte hab la auspiciado .En resumen, razones viles e infecundas .

Desde e lvértice del patr iotismo, desde e lcorazó nde Fran cisco del Rosario Sánchez, se ava lanzó la

nacionalidad en defen­sa de la independen ­cia. La"RegeneraciónDom inica na" , comollamó al movimientorevolucionario que en­cabezaba, iba dirigidocontra la Anexión so­bretodo, pero tambiénco ntra las pesadas he­rencias que la habíanprohijado.

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Malherido en la refriega, preso, Sánchez morfafusiladoel4 de juliode 1861 en San)uan. Yen el pechotambién he­rido del pue­blo domini­cano, el ecoengrandedala frase ven­tu rosa: UYosoy la ban­dera nacio­nal."

Fusilamiento d~ SJncMz

Luperónse irguió frente a laAnexióny se jurómuyfuerte libertar su tierra y recobrar la nacionalidad. Sulucha se alimentaria de toda la historia: pasado ypresente. Su misión era el porvenir. Nadie encamaría,tan caba lmente como él, la ansiedad y las luchasseculares del pueblo dominicano por su libertad.

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Desde Yásica, donde vivía de un pequeño comer­cio, se dirigió a Puerto Plata dispuesto a oponerse a laAnexión. Cuando llega, la felonía había sido consuma­da. A la invitación que se le hace para firmar el Acta deAnexión, opone una rotunda negativa.

Valiente hasta las últimas consecuencias, comen­zó a aglutinar las voluntades tristes o desesperadas y aunificarlas para el gran combate. Cuando el Inspectorde Jamao convoca al pueblo y le hace conocer que,mediante Reales Ordenes todos los dominicanos de­bían entregar susarmas, luperón, que allí seencontra­ba, expresó: "No, no entreguen Uds. esas armas: ellasdeben servirnos para ser libres."

Ya entonces no sedio reposo. Conspira. Va y vieneen ajetreos de insurrección. Cae prisionero y luego sefuga de la cárcel en gesto de bravura y osadía.

Tenazmente perseguido por las autoridades espa­ñolas sale del país. Parte a Cabo Haitiano, luego a losEstados Unidos, México, Jamaica. la idea era única ensu mente: liberar su pueblo, encender la llamarestauradora.

De vuelta clandestinamente a Santo Domingo, seoculta bajo el nombre de Doctor Eugenio. "Apóstol yaconsagrado de la causa revolucionaria", como lo llamaRodríguez Objío, en la biografía que escribió de Luperónrecomienza, desde Sabaneta, a vincular los espíritusnacionalistas en vista a la revuelta.

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Santiago Rodríguez, Ignacio Reyes, Norberto T0­

rres, Benito Monción, Antonio Batista, Juan AntonioPolanco, Lucas de Peña, Manuel Jiménez, BartoloMejía y otros, sesuman al afán libertador y suman suscomarcas. Representaban el anhelo de suspueblos, loaglutinaban.

La faena patriótica era exaltante, febril. En ellabuscaban los hombres entera comunión con los princi­pios de libertad e iban al reencuentro de su razón de serdominicanos, herederos de una lejana historia de lu­chas, ampliamente florecida en 1844.

Ante la fuerza española y el ánimo guerrero deSantana, cualquiera pensabaque eran vana temeridade irreflexivo empeño la actitud de aquel puñado desoldados.

Pero David era más que un hombre, era todo unpueblo.

Lucasde Peñafue escogido como General en Jefede la Revolución. Luperón, con apenasveintidós años,fue designado, junto a Norberto Torrese Ignacio Reyes,miembro del Consejo de Jefatura con el rango deGeneral de Brigada.

El 21 de febrero de 1863, el pequeño Ejércitorestaurador ocupa Guayubín. luego Monte Cristi. EnSan José de las Matas y en Santiago, un clima deinsurrección testimoniaba el patriotismo.

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La reacción española fue violenta. En la persecu­ción de los patriotas surgen lasfiguras espeluznantes deBuceta, Gobernador de Santiago, y de Campillo, ayu­dante de aquel. Un torrente de sangre dejaron tras suscrueldades los feroces defensoresde la España colonia­lista. Sin embargo, feraz será la tierra fecundada consangre libertadora.

Luperón, perseguido, se oculta. España pone aprecio su cabeza. Ante el primer fracaso, conociendoel temple de su pueblo, ni un desmayo, ni un temor, niuna duda cupir.ron en su espíritu.

Subrepticiamente reinicia de inmediato elperegrinaje hacia la liberación nacional. Las Lagunas,Puerto Plata, Jamao, La Vega prestan oídos a su propa­ganda revolucionaria. Desde La Vega se mantiene encontacto estrecho con los nacionalistas de todo elCibao.

En los primeros mesesde 1863, un agitado espíritude rebeldía recorría los campos del Cibao y la regiónNoroeste.

Sabaneta, fértil suelo para el impulso revoluciona­rio se subordina la primera.

y el 16 de agosto, Guayubín se alumbra con elfuego restaurador. Larevolución aventaba suestridentegrito hasta las puertas mismas de Santiago.

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Enlucha singular, bizarríayesfuerzocompitiéndosela gloria. se pone cerco a Santiago. los intentos paratomar el fuerte, bastión y refugio espa ñol, llenan lahistoria de audacias y valentías. En la batalla del 6 deseptiembre, luperón se jugó la vida como si el hechode batirse por la libertad lo hiciera invulnerable.

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Entre los soldados y frente al pueblo su famacrecía, un justo renombre le iba coronando.

Los españoles, arrinconados en el fuerte, pidennegociar. Luperón, desde su cuartel general enMarilópez, cerrando el paso a todo compromiso quepudiera desvirtuar el triunfo, escribe a los GeneralesGaspar Polanco, Benito Monción y José A. Salcedo:"Bajo cualquier punto de vista que se considere lasituación, yadespecho del orgu110 tradicional español,esos hombres son nuestros prisioneros y somos noso­tros quienes debemos dictar las condiciones. Tal es misentir: si no se rinden a discreción deponiendo lasarmas, que perezcan todos en el casti110; pues encuanto a mí no les permitiré ni comer ni beber sin quese jueguen la vida a cada paso. Refuercen sus campa­mentos y no descuiden ninguna avenida para no dejar­les brecha por donde escaparse y mantener con honrael derecho de laguerrayde nuestraindependencia". (3)

Tras varios intentos, los españoles logran salir delfuerte. Luperón los persiguey lescausabajas sensibles.De regresoa Santiagoda suaprobación a las iniciativasde José Antonio Salcedo para la creación de un ejecu­tivo provisorio. El 14 de septiembre de 1863 quedóinstalado el gobierno con Salcedo como Presidente yBenigno Filomeno de Rojas en la Vicepresidencia.

Antes del nombramiento de Salcedo los miembrosdel gobierno escogieron a Luperón para presidirlo,

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pero éstedeclinó el ofrecimiento. Tenía apenas24 añoscuando ya podía ostentar el másalto cargo de gobierno.No quiso aceptarlo, porque no era su ambición serPresidente, sino simple soldado al servicio de la causaindependentista.

El Gobierno Provisorio le nombró entonces Co­mandante de Armas y Gobernador de Santiago. Tam­poco aceptó, dando como razones de su actitud lossiguientes argumentos:

"Siento infinitamente no poder des­empeñar ni el uno ni el otro encargo,porqueambosdestinos sehallan en abiertaoposición con mis deseos. Al lanzarme enla arena de la revolución sólohe tenidopormóvil el ansia de verrestaurada la Repúbli­ca Dominicana, sus leyes y libertades. 11

Yagregaba: "Además, son las circuns­tancias excepcionales de una revolución,las que me han decorado con el titulo deGeneral; nuncahe sidomilitary prefiero eldictado de Ciudadano. 11

El porvenir, ancho y abierto del gran restaurador,se encargaría de demostrar, más de una vez, que enaquellas palabras no había trasfondo de retenidas am­biciones. El gesto de hoy sería el de siempre.

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La libertad de la patria, la independencia, sincondiciones capacesde mediatizarla, total, ésa era laambición dell fder nacionalista yél ladefendía como elprimero.

Pocos días después de la famosa batalla del 6 deseptiembre, Salcedo propuso a Luperón hacer venir aBuenaventura Báez, a la sazón en Europa y quien notardarfa en vestir el traje de Mariscal de Campo espa­ñol. Luperónrechazódeplanoyeonenterezasemejan­te proposición.

El mismo día de la instalación del GobiernoProvisorio se redactó el Acta de Independ encia. El

docum entoexhortaba aEsp añ a acomprenderel error enquehabfain­c u r r i d oanexándosela RepúblicaDom ini ca­na: N •• • nues­tra anexión ala Carona nofue laobra denuestra es-

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pontánea voluntad, sino el quererfementido del Gene­ral Santana y de sus secuaces..."

Ante las dificultades encontradas en La Vega,donde un grupo de pro anexionistas mantenía unapropaganda dañina a la causa restauradora, fue nece­sario designar un hombre capaz de poner límite a tanfunesta situación.

La elección fue simple, no podía ser otra: Luperónseencargaría de la defensa del Cibao. Parafacilitarle lamisión se le otorgaban plenos poderes yel rango militarde General en Jefe de las Líneas Sur y Este.

A su llegada a La Vega, sintió de inmediato lacargada atmósfera. El rumor persistente de la presenciade Santana en el Cibao aumentaba el desarreglo.

Dice Rodríguez Objío, relatando el episodio: "Losreaccionarios eran conocidos y sus manejos casi visi­bles; era preciso amedrentarles rápidamente o dejarperder la revolución; pero esos reaccionarios eran pordesgracia dominicanos y Luperón no osaba herirles: sucorazón senegaba al sacrificio de susconciudadanos".(4)

Elprofundo conocimiento que tenía de lasicologíade suscompatriotas le hizo sentir la delicada coyunturaen que seencontraban LaVega y los pueblos aledaños.El ambiente se deterioraba día tras día.

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Comprendió entonces, que frente al problema deenajenación que ciertos grupos habían creado en lamasa de esos pueblos, tenía necesidad de golpearrudamente la conciencia colectiva con un hecho que lahiciese recapacitar, primero, y ya luego volcarse libre­mente por el sendero de lasconveniencias nacionales.

Afortunadamente, el hecho aconteció. Tomadoprisionero el Coronel español Galdeano, mientras sedirigía por escabrosos caminos rumbo a LaVega, pudocomprobarse que su misión era la de espiar y hacercontactos con los elementos anexionistas de la villa.Sin ninguna vacilación y aplicando la justicia de laguerra, Luperón ordenó su ejecución. Dice la historia,que Galdeanofue fusilado a lasdiezde la mañana y queya a las tres de la tarde del mismo día el Acta deIndependencia, que La Vega no había acogido conentusiasmo, contenía más de dos mil firmas.

Aquella actitud y las que cotidianamente teníaante los mil problemas de la guerra, conjugaron entorno a Luperón las grandes mayorías de la región.

Resuelto aquel grave asunto, se dio de lleno a laorganización del ejército para afrontar al MariscalPedro Santana. Ya paraesteentonces Salcedo manifes­taba abiertamente la ojeriza que tenía contra Luperón,entrabándole la libertad de mando tan necesaria enaquellas circunstancias.

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Con su cuartel general en Cotuí, el caudillorestaurador trataba de obviar todas las dificultades. El30 deseptiembre apareció Santana en Bermejo. Luperónle salió al paso, teniendo antes que arengar a la tropa,un poco indecisa frente a la fuerza del ejército españoly al reputado nombre militar de quien lo comandaba.

El ejército libertador inicia él ataque desde lamontaña. Su empuje irresistible hace que el enemigoretroceda. Baja al llano aperseguirle, redobla la violen­cia de su ataque y no detiene su impulso hasta no verla desbandada del enemigo.

Gregorio Luperón, su patriotismo y su bizarría,alzaba triunfante la bandera nacional.

No había mayor altura para colocar su estrella.

Subyacentes, las debilidades y las ambicioneshumanas carcomían el espíritu de Salcedo. Sin excu­sas, sin razones aparentes, el Presidente del Provisoriodestituye a Luperón de su cargo de General en JefedelEjército Libertador en las Líneas del Este y del Sur.

Abrumado de pesar se encaminó a Santiago. A supaso salían los pueblos a pedirle que no abandonase lalucha por la libertad. Como si en algún momentohubiese transitado en su mente semejante idea. Para lapatria su ánimo no tenía fisuras, no cabía en él el menordesaliento. El hombre podía estar lastimado, pero los

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dolores eran parte de la lucha por los grandes ideales y,más bien, aceraban su voluntad.

EnSantiago, pidió permiso para ir a lamao a ver sufamilia. Cada alto en su camino lo llevaba, viejaquerencia de la tierra que encerraba sus recuerdosremotos, a lamao, a Puerto Plata.

De regreso a Santiago es nombrado General enJefe de las Fuerzas Armadas del Sur. Una vez en sudestino inicia con ardor la organización de las fuerzasde esa región. Ya el 7 de noviembre de 1863, trasmucho batallar, entra triunfante a San Cristóbal.

Mientras el pueblo dominicano centraba susespe­ranzas en Luperón, un pequeño grupo, encabezado porel mismo Presidente Salcedo, atizaba pasiones y dis­cordias contra el gloriaso soldado. Vanas excusas ser­vían a los juicios contra su persona. El agravio llegó alímites insospechados. En Baní, el General PedroFlorentino recibe la orden, firmada por Salcedo, de"sumariarlo y ejecutarlo". El laconismo de los términosno se debía a razones de estilo militar, sino a la faltaabsoluta de argumentos para fundamentar tan grandeinjusticia.

Florentino no cumplió la orden y lo dejó enlibertad diciéndole: "Vaya Ud. al Cibao para que elgobierno ejecute por sí mismo lo que me ha encomen­dado". No se le escapaba al astuto general el fondo delas intrigas fraguadas contra Luperón.

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En Baní la Junta de Gobierno certifica, en defensadel soldado, los beneficios que suactuación aportó a lacausa restauradora en aquellas comarcas. Loshombresmás representativos de Ocoa hicieron igual.

Su llegada al Cibao produjo emoción. La gente lesalía al encuentro para reclamarle que actuara. Pero élera incapaz de un gestoque pudiera dañar la indepen­dencia o manchar su nombre.

Una vez en presencia el Gobierno Provisorioexpresó, que "venía paraque ellos lo ejecutaran, ya queFlorentino no tuvo valor para hacerlo."

El Ejecutivo lo envió entonces a Sabaneta, encalidad de prisionero, bajo el cuidado de SantiagoRodríguez.

No podían algunos levantados espíritus del Go­bierno Provisorio mostrarse indiferentes ante las ca­lumnias que querían deshonrar al gran patriota. RamónMella y U1isesF. Espai lIat, pugnando por restablecer elhonor y la entereza del restaurador, le aconsejaron, encarta firmada por Mella, que expusiera ante la Secreta­ría de Guerra del Provisorio las etapas de su últimacampaña. Luperón lo hizo con lujo de detalles.

La leal y caballerosa alianza de Mella y Espaillatdio feliz resultado.

Luperón fue destinado a Monte Cristi, bajo las

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VI/ses Francisco Espal/lilt

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órdenes de BenitoMonción.

Luperon rn Santiago

A pesar de to­das las ambicionesy del desequilibrioque aquella duraluchacreaba enal­gunos hombres, lahistoria se fue or­denando. los acon­tecimientos mis­mos sirvieron paraqueaparecieran ensu justo lugar losverdaderos valores.

Al iniciarse la Segunda Campaña del Este, Luperónfue llamado a Santiago y enviado a la vanguardia de lalucha. El 20 de enero es nombrado Segundo Jefe delEjército Libertador.

los días subsiguientes fueron de ruda refriega. Enel combate de la Sabana del v ígta la lucha se trabócuerpo a cuerpo. Para ambos ejércitos las pérdidasfueron dolorosas.

En la batalla, Luperón se cubrió de gloria. El relatohistórico de su lucha en mediode las tropas españolasalcanza lo sublime.

Las implicaciones polfticas de esta campaña fue-

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ron importan­tes. El gobier­no espai'ioltomó con­ciencia de lafuerza de susadversarios ydel invariablepropósito delos dominica­nos de ser in­dependientes.Decidió en­tonces, enta­blar negocia­ciones parauna suspen-

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Lu~r6n glorioso f'HWIr~dor

sión de armas. La entrevista entre los representantesde ambas partes tuvo lugar en Bermejo, el 3 de febre­ro de 1864. Frente a la inclinación de Salcedo aaceptar la tregua, Luperón, apoyado por el GeneralEusebio Manzueta, mantuvo la tesis de continuar laguerra sin ningún paréntesis que pudiera desorganizary hasta mediatizar el clima alcanzado por las armasrestauradoras. Dice Rodríguez Objío que de haberseaceptado la tregua, " ...ya la fuerza o ya el sobornohabrían aniquilado pues radicalmente la RevoluciónRestauradora."(S)

La negativa de Luperón tenía legítimas razones: eltemor de que el descanso de la guerra, la pérdida delritmo que la contienda imponía a los hombres, dieralugar a que lasapasionadas ambiciones, a la sombra dedudosas transacciones políticas, pudieran deformar oimpedir el triunfo de la causa nacional.

Se rumoraba que el Gobierno español preparabauna formidable invasión al Cibao al mando del temidoGeneral Juan Suero, apodado el Cid Negro en honor asu valentía. Luperón, seguro de que nada estimula ynutre con más fuerza el valor que lo honesto y lo justodel ideal que se defiende, respondió a Salcedo en losdías en que se hablaba de tregua: " ...si continúa laguerra, sin municiones, sin armas y con pocos hom­bres, yo aseguro que el enemigo no pasaráde aquí". (6)

El Gobierno Provisorio confió en sus argumentos

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y le ascendió a General de Brigada.

En los primeros días de marzo se reinició la lucha.Después de haber derrotado al enemigo en Monte Platay ya luego en Yerba Buena, el día 24 de ese mes, enreñido encuentro con los españoles, en el célebrecombate de Paso del Muerto, cae mortalmente heridoel Cid Negro.

Cada triunfo de Luperón redoblaba las intrigas yazuzaba las envidias. En mayo del mismo año, enfer­mo, toma el rumbo de Puerto Plata buscando calma yreposo junto al solar nativo.

Con todo y suséxitos, la causa nacional peligraba.La invasión española a Monte Cristi, lograda tras ferozcombate librado contra Pimentel, Polanco y Monción,comprometía la unidad alcanzada en todo el Cibao y laLínea Noroeste por las armas restauradoras.

Lasambiciones de Salcedo, al margen totalmentede los ideales nacionales, contribuían poderosamenteal menoscabo de aquella unidad.

Frenteaesteestadode cosas, el Gobierno ProvisorioItama a Luperón y le nombraJefeSuperior de Operacio­nes de la Línea Noroeste y Delegado del Gobierno. Ellíder restaurador se dedica de inmediato a cohesionarlos ánimos, muy abatidos y dispersos por eseentonces."Las autoridades todas, locales y generales, declinaron

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su poder en aquel joven soldado que resumía todo elprestigio y toda la fuerza de aq uella época." (7)

A pesar de la valentía que como militar mostraba,muchas quejas fueron acumulándose contra Sa lcedo.El General Gaspar Palanca, mediante un hábil rnovl­miento, derroca al gobierno y más tarde ordena lamuerte de Salcedo. luperón, aunque conociendo losenturbiados manejos de Salcedo y sabiendo las tantasintrigas que tejió contra su persona, protestó por suejecución, trasconsiderar la actitud de Palanca contra­ria a la nobleza de un soldado de la Restauración

Palanca fue proclamado Presidente del Provisorioe l lO de octure de 1864. El gobierno que se inaugurabaiba a tener como misión cardinal la integración en la

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lucha contra España de todos los intereses nacionales.Laconformación humana misma del nuevo gobierno lohada altamente representativo de los ideales popu laresindependentistas.

Vislumbrándose el triunfo, la administración dePalanca fue c-eando las estructuras administrativas enlas que se iban a sedimentar y actuar las institucionespolíticas de la República.

Luperór. fue llamado para ocupar el cargo deGobernad Jr de La Vega.

En su nuevo destino, sedesvivió por dar a aquellaciudad una administración sólida. Y así lo hizo.

Desde mayo de 1864 hasta enero de 1865, elGobierno de Palanca mantuvo una política altamentebenéfica para el triunfo de la causa nacional. Sufuerza,su entereza, fueron rasgos necesarios para marginar lasoscuras corrientes que, alimentadas por intereses bas­tardos, trataban de desviar los objetivos de las clasesafanosas de ganar la independencia. El fin inmediatoque se propuso alcanzar el Gobierno fue la restaura­ción de la soberanía. El proceso de la lucha y la firmezacon que lo orientara, dan sobradas razones para juzgar­lo positivamente.

Ahora bien, a medida que el triunfo se hadarE"Alidad, una parte de lasfuerzas hastaayer aglutinadas

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en el ideal nacional, iniciaron un movimiento políticoque prefiguraba las futuras contiendas intestinas. Fren­te a esa actitud, el2 de noviembre de 1864, el Gobiernodel General Polanco lanzó una célebre proclama, en laque ponía al descubierto lasambiciones de lasdiferen­tes banderías políticas, que en el seno mismo de laguerra orientaban sus intereses futuros, y trazaba enlíneas generales la conducta que dentro de la proble­mática nacional seproponíaseguirel Partido Nacional,fundado en los inicios de la Restauración.

La intrincada situación y el riesgo de que unaguerra civil comprometieran pesadamente la indepen­dencia nacional hizo que los miembros del GobiernoProvisorio, con Ulises Francisco Espaillat a la cabeza,decidieran dar su dimisión.

El General Polanco tuvo que someterse ante lafuerza de los acontecimientos. Luperón fue encargadodel Poder Ejecutivo.

Los Generales Pedro Antonio Pimentel, BenitoMonción y Federico Garda, jefes del movimientocontra Polanco, nombraron el24 de enero de 1865 unaJunta Superior Gubernativa, designando a BenignoFilomena de Rojas como Presidente y a Luperón, encalidad de Vicepresidente. Al gran soldado se le habíaofrecido anteriormente la Presidencia, pero no quisoaceptarla.

Convocada la Asamblea Nacional, se reunió para

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la elección del Presidente y de los Diputados. El Gene­ral Pedro Antonio Pimentel resultó electo para presidirel Ejecutivo.

la guerra contra España había terminado, prácti­camente, a principios del año 1865. El 11 de julio de1865 lastropas españolas abandonaban el territorio dela República Dominicana.

Más tarde escribía luperón sobre la Restauracióny resumía en algunos párrafos la heroicidad del pueblodominicano en su lucha por conquistar la libertad: "Enaquella grandiosa batalla de la independencia, queserá eternamente la mayor gloria y honra de la nacióndominicana, cada pueblo y cada lugar era un inmensocampo de combate, y cada dominicano seconvirtió enun soldado de la Iibertadl"(8)

la magnífica epopeya restauradora fue la pruebamás contundente de la madurez del espíritu nacional.

Frente a la Anexión, obra de obsecados intereseseconómicos y políticos, el pueblo dominicano, am­pliamente, con toda la amplitud de lasclasesdemocrá­ticas que lo componían, luchó hasta alcanzar la victo­ria y realizar políticamente susambiciones de conglo­merado con características propias.

En aquel maravilloso eslabón del proceso históri­co, las clases sociales democráticas, galvanizada suconciencia nacional, se lanzaron a la lucha bajo la

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Grqorlo LupmSn. prjlM"~~d~ d~ ,~ Ilftf~ur~cl6n

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Monumento ~ los Mr~ de I~ Rm~ur~d6n, en ~nr;~go

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bandera común de la independencia yen búsqueda,como contrapartida necesaria para alcanzarla plena­mente, de poner término al dominio antinacional re­presentado en el colonialismo y la semifeudalidad.

La lucha por recobrar la soberanía alentó esedoble propósito, prohijado por las profundas contra­dicciones de clases que en aquel momento culmina­ban. De un lado, los sectores populares y capas mediasurbanas y campesinas; del otro, la oligarquíaextranjerizante, antinacional, que había sacrificado lasoberanía a fin de resguardar sus intereses con el apoyodel poder foráneo y de las estructuras coloniales.

Estas dos corrientes, que se venían manifestandodesde la independencia, y aún antes, estuvieron perso­nificadas en este período histórico en dos figuras quesobresalieron por encima de todas las demás. Santanaencarnaba el colonialismo y los intereses semifeudales,esto es, lo antidominicano. Gregorio Luperón era elproducto y el portaestandarte de las aspiraciones de lasgrandes masas.

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Luprr6n un IIthr mtrrgado totalmente a la causanacional

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111POR LA INTEGRIDAD

NACIONAL

l ogradala independen­cia y encauzada libremente la nacio­nalidad, luperón regresó a Puerto Plata,

Al triunfo de la revolución contra Pimentel,encabezada por ei GeneralJosé Marfa Cabral,éstele pidió que viniese a verle a Santiago a fin deteneruncambiode impresiones. Como resultadode lencuentro luperón prometió apoya ralgobier­

no, aceptando el cargo de Gobernador de Santia­go.

Contra Cabral se levantaron en armas losrepresentantesdel baecismo y una facción del

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Partido Nacional. ElGeneral M. Rodriguez,quien encabezaba elgrupo disidente del Par­tido Nacional, escribióal patriota restaurador,diciéndole que su rnovi­miento nombraba "Pro­tectorde la República alGeneral tuperón". Surespuesta fue definitiva:"Ud. invoca en sus pro­pósitos, deda aRodrlguez, como el c.ne...JlooI_OtbnItutelar apoyo de su empresa, el nombre del pueblodominicano y al pronunciar ese nombre no dudocomprenderá Ud. y los individuos que lo rodean, queel gran pueblo lo compone la masa nacional, la familiatoda que constituye la República: yesa misma masa,sincoacción alguna fue la que, sin amenaza de fuerza yvoluntariamente, seadhirió enel mesde agostoal santogrito dado en la capital. Esa misma masa, que no lacompone un individuo, ni una sola población, fue laque estandoen el pleno gocede suautonomfa, creó susautoridades, su Gobierno Provisional, que apresurán­dose acumpl lrnentar fiel yrel igiosamenteelencargadesu corta y transitoria misión, ha convocado y dejadoinstalar un Congreso que hoy representa en SantoDomingo lo que se llama pueblo dominicano:

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Suamor a la democracia, suprofundo respetoa lasinstituciones libremente surgidasde la voluntad popu­lar, no pueden tener mejores ejemplos que esos agudospensamientos, hijos de su razonado espíritu cívico.

Los cantos de sirena del poder le dejaban indife­rentes: "Paso en silencio el risible ofrecimiento que seme hace de la Protectoría..." Termina sucarta ofrecien­do garantías para los insurrectos, pero advirtiendoseveramente: " ...desde que se dispare un solo tiro,quedará sin efecto mi promesa, y todos correrán lasuerte de la guerra." (9)

La conspiración baecista triunfó, y el mismo Pre­sidente de la República, a quien el Partido Nacionalreprochaba sudebi Iidad ytolerancia frente a lasmanio­bras de Báez, se adhirió al nuevo estado de cosas. Alllamado que le hiciera Cabral para que sumara suvoluntad a la causa baecista, Luperón contestó: " Vistoslos oficios del General Cabral, Protector de la Repúbli­ca, y el Manifiesto que los acompaña, por el cual seproclama a Buenaventura Báez Presidente de la Repú­blica, figurando el citado General José María Cabralcomo el primer firmante, ordenándoseme al mismotiempo que pronuncie esta provincia de mi mando anombre de esosprincipios antinacionales; y no siéndo­me posible como soldado de Capoti 110 yprohombre dela gloriosa Restauración dominicana, llenar esecome­tido sin traicionar mi conciencia y la santa causa de laindependencia dominicana, vengo por la presente adeponer el mando..." (10)

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Si se quiere comprender el por qué de tantasactuaciones históricas contradictorias, paradógicas, enhombres que como Cabral habían luchadodenodadamente en la guerra restauradora, es precisocomprender primero que en la República Dominicanade aquel momento, como en la del 27 de febrero de1844, no existía una burguesía nacional. Al lado de unaoligarquía semicolonial se encontraba una burguesíaexportadora e importadora,no muy rica, pero ligada alos mercados extranjeros. Y, ya luego una pequeñaburguesía llena de ambiciones, vacilante y deseosa dealcanzar rápida promoción económico-social. Del senode esta clase surgirían la mayoría de los líderesrestauradores. En la histórica contienda que acababande librar habían aparecido ya lascaracterísticas inesta­bles de los hombres de esta clase. Y ahora, triunfantes,cuando sepodía pensar que la soberanía no seríajamásamenazada desde la patria misma, surgirían sin embar­go las torcidas intenciones queriendo burlar los sacrifi­cios popu lares.

Luperón, venciendo los vicios políticos que leimponía su procedencia de clase, alcanzó plena con­ciencia de los intereses nacionales.

El héroe restaurador comprendió que, vencido elcolonialismo español, se avecinaba entonces un peli­gro mayor, más artero y voraz, resultado de la culmina­ción de una etapa más alta del capital norteamericano:el imperialismo.

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Luperón representaría entonces los intereses de unestrecho núcleo de la pequeña burguesía. coincidentecon los intereses del pueblo, que Ilegóa vislumbrar quela real supervivencia de la República Domini canaestaba en contradicción con el poder norteamericano.

Es cierto que a los Estados Unidos de entonces nose les puede definir como una potencia imperialista,pero mostraba ya perfilados síntomas. A la RepúblicaDominicana, como a otras naciones, comenzarían allegar grupos de aventureros norteamericanos, repre­sentantes de firmas, comercios e intereses que prolon­gaban sus garras hasta América : eran, pues , los pione­ros del imperialismo.

En esa encrucijada le tocaría a Luperón vivir másde tres décadas.

7J

El mismo día de la juramentación de Báez, el 8 dediciembre de 1865, Luperón empuñaba las armas paradefender los fueros nacionales.

Puerto Plata fue el centro de este primer movi­miento contra el gobierno. En un manifiesto, los revo­lucionarios señalaban las múltiples tentativas de Báezpara comprometer la soberanía.

Tantas fueron las causas adversas al triunfo inme­diato de la revolución y al establecimiento de una firmeunidad entre las fuerzas del Partido Nacional, que Báezpudo instalarse, con dureza dictatorial, en el poderusurpado.

Luperón partió hacia las Islas Turcas.

Amargas son, en verdad, las vicisitudes que hacecorrer a los hombres la amorosa dedicación a la causade los intereses nacionales. Sólo seis meses habíantranscurrido desde el triunfo restaurador y ya Luperón,el másconspicuo jefe de aquella gloriosa jornada,sefríalas desventuras del ostracismo.

Ahora bien, el Gobierno de Báez no contaba conla fuerza capaz de apuntalarlo y permitirle imponer alpueblo sus sombríos propósitos.

Atrapado en lasambiciones de la pequeña burgue­sía antinacional, deseosode mantener el poder, viviría

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Báez con el sueño, o pesadilla, de anexar el país. Sóloen la anexión vera é l las posibilidades de desarrollo, deun desarrollo que le perm itiera eternizarse en la presi­dencia y colmar su ambiciones de grandeza. En suanterior gobierno, a modo de preludio del actual, hab íahecho toda una serie de concesiones al aventureronorteamericano William M. Cazneau. Ahora no sedetendría en multiplicar sus tentadoras ofertas: conce­siones para ferrocarriles, bancos, lineas telegráficas,

ñderlco Carda, Luper6n r Pedro Antonio Pimentel

etc. Sin embargo, todo eso tendría su tiempo histórico,todavía el imperialismo no había entrado en la madu­rez de su ambiciones.

Ahora bien, Báez desdoblaría esas ofertas cononerosos empréstitos.

Un ificados los criterios de la resistencia interna entorno al ideal del gran restaurador, se reinició la revo­lución contra Báez. EI28 de abril de 1866 desembarca

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en Puerto Plata. Al ofrecimiento que le hicieron losgenerales del movimiento para que asumiera la dicta­dura absoluta, rehusa oponiéndole su respeto a lasinstituciones democráticas.

Se formó entonces un triunvirato compuesto porluperón, Federico García y Pimentel.

Temeroso de que dentro de las filas nacionales seiniciaran rivalidades por el poder y para evitar confu­siones acerca del motivo que lo llevaba a la lucha,escribe al General Pimentel una carta, en fecha 15 dejulio de 1866, en la que externa:"Soy entusiasta yardoroso campeón, cuando se trata de combatir alextranjero o a sus reprensentantes, pero tiemblo ante laperspectiva de una lucha de hermanos, movida porrivalidades o personales sentimientos".(ll)

Al término victorioso de la revolución, presentórenuncia a su cargo de triunviro y de su rango deGeneral en Jefe, para retornar de inmediato a las IslasTurcas. En su carta de renuncia puntualiza: "Antes deconcluir, permítanme Uds. reiterarles otro propósitoque por mi manifiesto tengo expresado: "soldado de laRestauración no pertenezco a ningún partido y nunca,nunca serviré intereses extranjeros, los que antes bienestoy resuelto acombatir. Téngase esobien en cuenta."(12)

El desarrollo del proceso revolucionario corría el

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riesgo de sertrastocado por la aparición de ambicionescontrarias al bienestar nacional. La urdimbre de ape­tencias personales amenazaba la estabilidad alcanza­da. La nueva situación obligó a Luperón a posponer sudecisión. En una alocución explicaba al pueblo lasrazones de su vuelta al seno del gobierno: " ...Iosacontecimientos que en el corto espacio de diez días sedesarrollaron en el suelo dominicano, y lascircunstan­cias de haber descubierto en el extranjero una intrigatendiente a relajar el principio de nuestra nacionalidad,me movieron a abandonar aquellas playas y unirmenuevamente a mis demás colegas, a fin de salvar a todotrance el orden perturbado y la patria amenazada." (13)

El 22 de agosto de 1866 el General José MaríaCabral asume la Presidencia de la República.

Noqueriendo aceptar ningún cargo oficial, Luperóninstala una casa de comercio en Puerto Plata.

La elección de Cabral significaba, en principio, eltriunfo del Partido Nacional. Pese a los constantesesfuerzos del baecismo para fomentar la revuelta, elapoyo dado a Cabral por parte de los prohombres de laRestauración, sobre todo por Luperón, contribuyó a laestabilización del gobierno.

Desde el extranjero Báez no cesaba en su empeñode comprometer la soberanía a fi n de alcanzar el poder.

Desgraciadamente, Cabral, con propósito ambi-

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Elee-aI}M4""" c.btoL

cioso y buscando neutralizara Báez, empleaba proce­dimientos similares a los de éste. Luperón le escríbtadesde Puerto Plata,diciéndole entreotras cosas: "Hoyse acusa a su Gobierno deproyectos antinacionales, yse asegura, que pretende negociar la aaMade Samanácon el gobierno americamo. lIústreme sobreeste parti­cular, porque en semejante caso, noestoy dispuesto asostener su administración, antes bien,serta el primeroen cornbatlrla.Tt-t )

La revolución baecista,apoyada por el dictador yantipatriota haitiano Salnave, irrumpióapoderándosede Monte Cristi.

Luperón no podtavacilar.El equilibriode lasobe-

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ranía nacional estaba quebrantado. Quienes antesde1864 habían tratado mil vecesde venderla al extran­jero, amenazaban otra vez con ponerla en públicaalmoneda. El caudillo restaurador alzó la voz y desnu­dó la brillante espada: "Dominicanos: la historia deBáez os es bastante conocida para que yo trate debosquejárosla. Elsiempre ha sido enemigo de la patria,y hoy, para colmo de su infamia, trata de vendernos pordos millones a los Estados Unidos de América... lQuéle importa a él nuestra independencia cuando no sabelo que cuesta?".(15)

Cabral no apoyó de inmediato los pronunciamien­tos nacionalistas de Luperón. Subyacentes, las manio­bras de la reacción baecista continuaban royendo elgobierno. Luperón expresó a Cabral que con la ayudainmediata de los líderes nacionalistas, podía darle elfrente a Báez y vencerlo. El Presidente vaci ló otra vez.

Comprendiendo las dobleces de Cabral, partió denuevo hacia las IslasTurcas. Desde allí le escribió conánimo conturbado, aunque lleno de iracundo patriotis­mo: "Después, para mi mayor sorpresa, supe por vía deSanTomas, que Ud. negociaba con el yanquee parte denuestro territorio, y este hecho me ha parecido el máshorrible de su carrera pública." (16) Acusación terrible,pero cierta. La historia confirma, más de una vez, lasrazones del líder restaurador para quejarse, tan amar­gamente, frente a un hombre que ayer nacionalista hoy

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caía en un inaudito opo rtunismo.

Enenero de 1868 Cabral capitulaba en las manosdel General Hun grfa, qui en asumió la preside ncia,provis iona lmente. Y en mayo, Bue naventura Báez,"Gran Ciudada no", prestaba juramento como Presi­dente."

Un largo pe rfodo de reiterad os atentados a lasoberanía y a la nacionalidad se abría con este nuevoGobierno de Báez, la pol ítica gubernamenta l esta ríadirigida, paulatina y sistemáticame nte, a mermar laintegr idad nacional.

"Aún antes de prestar juramento, Báez manifestósu deseo de negociar inmediatamente pa ra e l arrenda­miento del territorio de Samaná . . ." (17) Sin deten erse

El pres¡dent~ Johtl$OII d~ los E.U., recibid una carta de 8A~z

aceptandosu propuHta

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en esas negociaciones, propuso luego la venta deSamaná por un millón de dólares eh oro, más cien milen armamentos, y dejaría para más tarde, no muchotiempo después, la oferta de anexión del país a losEstados Unidos.

las ambiciones de Báez encontrarían un granincentivo en lasdeclaraciones francamente imperial istasdel Presidente Johnson, hechas en su mensaje extraor­dinario dirigido al Congreso afines del año 1868. Eljefedel Ejecutivo norteamericano trazaba en este docu­mento las líneasgeneralesde una política internacionalexpansionista, ya conocida, pero raramente puesta enclaro con tanta falta de pudor. Al tiempo que declarabala incapacidad de la República Dominicana y de Haitípara edificarse sobre bases institucionales republica­nas, traía a colación, a título de argumento efectista, laDoctrina de Monroe: "Si bien los Estados Unidos hanprofesado siempre una falta de inclinación a permitirque cualquiera porción de esteContinente ode susislasadyacentes seconviertan en teatro de un nuevo intentopara el establecimiento de los poderes monárquicos,hemos hecho muy poco por añadir las comunidadesque nos rodean a nuestro país..."Continuaba Johnsonmás adelante: "Esta cuestión es sometida a vuestraconsideración con fervor, porque estoy convencido deque ha llegado el momento en que un procedimientodirecto, como lo es la proposición de la anexión de lasdos Repúblicas de la isla de Santo Domingo, no sólotendría el consentimiento del pueblo interesado, sino

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~UllsnCrmr

El gran cinismode Johnson encontróeco favorable en elGobierno de Báez.Sin tardanza, el Presi­dente dominicano ysu Gabineteescribie­ron unacarta insólitaal mandatario norte­americano expresán­dole en uno de suspárrafos: "Vuestraidea es preferible a cualquier otra polltica, en loque serelaciona con nuestro país, puesto que es altamentehonorable y muy aceptable a todo nuestro pueblo,cuyas esperanzas y deseos son de colocarse bajo laprotección de esa poderosa República hermana:

que también serámotivo de satisfac­ción para todas lasdemás naciones ex­tranjeras: (1 8)

En el año 1869 el Gobierno norteamericano, pre­sidido por el General Grant, dará calor a la idea ypondrá en marcha todo el engranaje imperialista paratratar de anexar la República Dominicana.

Por encima de todas las divisiones que entre los

8D

diferentes líderes semanifestaban en el exilio, Luperónaparecía como el símbolo de las fuerzas patrióticas.Contra el régimen de Báezno había mejor bandera quela del nacionalismo. Junto a ella todo el pueblo domi­nicano seaglomeraba en férvido abrazo. Y para defen­derla sin demora ni cálculo, un nombre repercutía enel ámbito nacional: Luperón.

Entoda la República yen el extranjero, el caudilloera aclamado como el máximo defensor de los valoresnacionales.

EI29 de abril, desde San Tomas, escribía al Gene­ral Pimentel: "Yo también tengo recibidas varias cartasde los amigos que están en el país, por las cuales mellaman a organizar y encabezar un movimiento contrael Mariscal: pareceque él los lo creen posible y fáci I.Contal motivo he venido a esta plaza para unificar a todoslos dominicanos amantes de su patria, y verdaderosenemigos del Gobierno antinacional de Báez, a fin deque apersonados y sin espíritu de extranjerismo, eche­mos las basesde una revolución vigorosa y nacional".(20)

Pimentel ambicionaba la dirección del movimien­to contra Báez, pero ante la amplitud de la solidaridadpopular con Luperón le escribe reconociéndole lacalidad y el mérito para ejercer la jefatura del movi­miento: "Cualquier otro hombre que así se hubieseinterpuesto en mi camino me habría condenado a la

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indiferencia, a continuar mi marcha sin reparar en él;pero Ud. mi querido co mpa ñero, significa para mi laidea naciona L. .· (21)

y era que luper6n,oponiéndose a los inte­resadas propósitos conque a lgunos defendianla causa nacional, se en­tregaba a ella, en cuerpoy alma, con un despegohac ia lo material diñc il­menteigualado en la his­toria dominicana.

l os meses subsi­guientes serian de grantráfago en los preparati- A.rzobispo Itt~riño

vos de la revolución. l.uper ón, General de División yJefe del Poder Ejecutivo de la Revoluci6n Dominicana,viajarfa constantemente por todas las pequeñas islasantillanasy Haití, enun afanoso empe ño deatarcabos,de apretar voluntades y exa ltar e l espíritu patri6tico e npro de la faena nacionalista.

El Arzobispo Merino, a la sazón en Barcelona,esc ribe a l upe r6n lleno de júbilo por la decisi6n delcaudillo de aceptar la dirección de la revolución. MiMuy bien ! amigo mio, yo le felicito de co raz6 n J Ud.no desenvainará inútilmente su espada siemprevence-

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dora, y su nombre que otras veces ha hecho estremecerlos eternos enemigos de la patria, bastará ahora paraconfundirles. "

En la misma carta, Meriño señalaba que teníaplena confianza en él para la creación de un gobierno"patriótico nacional, liberal y enérgico", cuyos líderesfueran dedicados y "fieles servidores de la Ley". (22)

Luperón respondió a Meriño con patrióticos con­ceptos: "Para nuestro país,antesque todo, deseo la paz,y yo quiero que ella seestablezca basadaen institucio­nes liberales, que sean practicables entre nosotros."

Esta creencia sobre lo que debía ser la RepúblicaDominicana, sus instituciones, era algo enraizado demanera reflexiva en el espíritu del gran patriota. Jamás,y así lo mostraría al correr de los años, tuvo la debilidadde improvisar sobre lasconveniencias de su patria. Suslargos viajes por el extranjero, sus conocimientos, losvirtió en función de las necesidades dominicanas, losorientó al través de las características de su pueblo. Enél no hubo, nunca, bastardo y acomplejado intento deextranjerizar las instituciones nacionales. A título deconclusión, expresaba al prelado su gran ambición:" ...radicar en nuestra patria el verdadero sentimientode nacionalidad". (23)

Ese era su empeño más alto: desbrozar el senderode la nacionalidad, hacer que en él germinaran lossacrificios que el pueblo había hecho en las cruentas

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luchas por el logro de su independencia.

Acelerando su desbocada carrera hacia la inter­vención norteamericana y desirviendo constantemen­te el sentimento nacionalista del pueblo dominicano,Báezatizaba todas lasdiscordias e imponía sudictadu­ra.

Luperón protestaba ante el mundo por el compro­miso con que se quería ligar la nación en perjuicio desusoberanía. Luegode poner al descubierto lasdiligen­cias de Báez y de los agentes norteamericanos, procla­maba: "Nuestras instituciones están muy claras, muyterminantes. Ellas prohiben, en cualquier forma, laenajenación de todo o parte del territorio de la Repúbli­ca.Esto quiere decir que constitucionalmente, la ena­jenación de Samaná es irrealizable; y lo es aún máscuando la mayoría del pueblo dominicano no presta niprestará jamás su conformidad a semejante sacrificio,porque la venta de Samaná a una potencia extranjera,será un peligro para la independencia de la RepúblicaDominicana." Yen las conclusiones de este históricodocumento, decía con encendimiento: "Protesto de lamanera más solemne contra toda negociación quetenga por objeto la venta de Samaná a cualquierpotencia extranjera, sea en la forma que fuere, porcreerla inconveniente a los intereses y a la seguridaddel país y contraria a la Constitución del Estado."(24)

Desde Kingston se dirige a bordo del vapor Cara­bela, hacia San Tomas. A supasopor Santiagode Cuba

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vinieron a verle algunos exilados dominicanos que allíse encontraban. Al invitarle a bajar a tierra, contestódiciendo que no amaba pisar en suelo esclavizado.

Ya por estosaños sus contactos con los revolucio­narios cubanos y puertorriqueños eran íntimos y soste­nidos. A sufe nacionalista le era consubstancial el idealantillano. La causa independentista de los dos puebloshermanos constituirá una de sus más caras preocupa­ciones. La altura humana alcanzada por Luperón nopodía ser indiferente al doloroso drama que en PuertoRico y Cuba se desarrollaba.

EI23 de septiembre de 1868 Puerto Rico se irguióarmado tras al Grito de Lares. Luperón dio calor a lagloriosa hazaña.A través del Doctor Ramón EmeteríoBetances

El fracaso de Lares no desanimó al patriota, niaminoró supasión por la independencia de aquella islahermana. Más tarde, junto a Hostos, encontrará losmejores argumentos para alentar el ideal de Confede­ración de las Antillas.

El Gobierno de Báez, no pudiendo enajenar laRepública, lesionaba su soberanía mediante emprésti­tos costosos. Mientras esto ocurría, lasdistintas fuerzaspolfticas revolucionarias experimentaban profundasdivisiones, colisiones de interesesde grupos y hasta depersonas.

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Atento sólo al bienestar de su patria y frente a lainminencia del peligro a que estaba expuesta la sobe­ranía dominicana por las últimas actuaciones del go­bierno baecista, escribe una carta al Secretario deEstado de Asuntos Exteriores norteamericanos, en laque le envía adjunta una copia de la proclama hecha enKingston. En uno de sus párrafos dice al Secretario deEstado Seward: "Como esa protesta la comuniquétambién a los diferentes gobiernos de América y Euro­pa, y la generalidad de esosgobiernos oportunamenteme han acusado el correspondiente recibo, mientras V.E.,acaso por susnumerosas atenciones, no lo ha hechotodavía; y como al mismo tiempo hay fundados moti­vos para creer que el General Báez no ha desistido ensus miras de enajenar aquel territorio, sin embargo, deprohibírselo terminantemente el espíritu y la letra de laConstitución; asegurándose hoy que una asociaciónfundada en New York, estáen negocios con el mencio­nado Señor Báez, circunstancia que trae en completaalarma a la República Dominicana, que no quiere, nitiene voluntad de desprenderse de ninguna porción desu territorio, aunque sí siente las mejores inclinacionesa conservar con las naciones amigas, y especialmentecon los Estados Unidos, sus más íntimas relaciones deamistad y de comercio..." (25)

Entretanto, Luperón se lanzaba de lleno en larevolución contra Báez, en el barco El Telégrafo, per­teneciente a la causa revolucionaria. A su llegada a

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Haitf, a San Marcos, donde podía fácilmente establecercontacto con los patriotas del Sur, redacta una procla­ma A LOS DOMINICANOS, en la cual señala lasactividades baecistas contra la soberanía dominicana,"ayer queriendo volver a españolizar el país, y hoytratando de americanizarlo con la venta de Samaná,como lo confirman los documentos oficiales, los dis­cursos producidos en el Congreso de los Estados Uni­dos ..." (26)

Después de establecer los contactos con las fuer­zas revolucionarias y encontrar solución a mil delica­dos problemas, zarpó de San Marcos el 29 de mayo endirección a Puerto Plata. Bombardea El Castillo y poneproa hacia Samaná, donde desembarca y toma laciudad. Desde el cuartel de, Santa Bárbara de Samanádirige una alocución a sus conciudadanos señalándo­les que "el hecho Restaurador que se produjo ayer envuestro recinto, es un hecho nacional ..."

En Samaná inició de inmediato la estructuraciónde los organismos del Estado revolucionario, al travésde una Junta de Gobierno, en la que él asumía laPresidencia. Ypara dotar a este gobierno de proyeccio­nes y de normas públicas, puso en vigencia el Manifies­to hecho el17 de abril de 1869 a bordo del vapor ElTelégrafo y firmado por la mayoría de los líderes delmovimiento, en el cual se asentaba: "la Nación proce­derá a reconstruir su modo de ser político, por losmedios de costumbre, llevando por lema la unión detodas las comuniones políticas que tengan cabida bajo

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el girón de su bandera nacional, pues que, en loadelante, todos los dominicanos, sin excepción, ten­drán el imprescriptible derecho de sentarse a su albe­drío en el regazo de la patria, para cuyo logro seabol irápara siempre la pena de expulsión."(27)

En Luperón no había odios. Demasiado grande ygenerosa era la causa que defendía para permitir que enella encontraran caldo de cu Itivo los rencores persona­les. Los principios de libertad, de soberanía, de inde­pendencia poblaban susideales democráticos. Sólo losque trataran de mancillar la patria eran sus enemigos,porque lo eran del pueblo, de la nacionalidad.

A la indiferencia, con que eran escuchadas suscontinuadas protestas dirigidas al Gobierno de Báez yal Gobierno norteamericano, respondió tomando aSarnaná por lasarmas en gesto simból ico de sudecisiónde defender la soberanía, de su afán de oponerse, consu persona de por medio, a los intentos de vender estaporción del territorio de la República. Interponía supecho entre el pueblo dominicano y sustiranos. ¡Vigo­rosa e inexpugnable armadura para resguardar la inte­gridad nacional!

Luperón parte de Samaná a la Saona y de allí,pasando por Baní y Azua, llega a Barahona. La expedi­ción de El Telégrafo no dio los beneficios deseados,pero causó un serio impacto en la conciencia domini­cana.

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El vapor fue declarado fuera de ley cuando elrégimen de Báez lo calificara de pirata. El gobiernonorteamericano dio todo su apoyo para destruir ElTelégrafo, enviando barcos a perseguirlo por todo elmar Caribe. Poco tiempo después la embarcación erasecuestrada por los ingleses. Luperón hizo una largaexposición a la Reina Victoria, demostrándole la false­dad de la acusación de pirata y su profundo respeto alas leyes internacionales.

Terminado el año de 1869, escribe una carta alPresidente norteamericano Grant, en la que con juicioclarividente protesta por las actitudes imperialistas eintervencionistas del Gobierno norteamericano. Enuno de sus párrafos más relevantes, decía el granestadistadominicano al General Grant: "Si apeláramosambos a un juicio imparcial de las naciones cultas, ypreguntáramos cuál es el verdadero pirata: entre elGeneral Luperón, que montaba el vapor "Telégrafo",procuraba salvar la integridad territorial del suelo quele vio nacer, o el Presidente Grant que envía susvapores a ampararse de Samaná, sin previa autoriza­ción del CongresoAmericano, la solución seríaa mi verdifícil. Señor Presidente: S. E. ha abusado de la fuerzapara protejer la más baja corrupción. Y si escierto queeshumillante parael pueblo dominicano tener manda­tarios tan traidores, no es menos indecoroso para elgran pueblo americano el que su Gobierno consientaen tan ruines achicamientos. Para ambas naciones elhecho es afrentoso."

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Precisoesseñalar,queel nacionalismo de Luperón,con todo lo intransigente que era, no tuvo nuncarecurso al vilipendio contra los pueblos cuyos gobier­nos trataban de anexar el país. Frente al pueblo norte­americano jamás tuvo un desliz. El razonado y profun­do análisis que hacía de todas las circunstancias querodeaban una situación política, nacional e internacio­nal, lo llevaba a comprender el sitio preciso en que secolocaban las responsabilidades. Frente a los gobier­nos norteamericanos imperialistas, era firme y tajante.Frente al pueblo norteamericano demostró compren­der su gran sensibilidad democrática. Inspirada sulucha en los afanes populares, conocía el espontáneoamor de los pueblos por las causas justas. Ya en cartaa Iosé Joaquín Delmonte, Luperón expresaba: "La GranNación Americana es bastante sabia y prudente paraseguir a sabiendas una falsa política en nuestratierra ..."Cuando así hablaba las negociaciones porSamaná no alcanzaban aún la gravedad' presente.Pensaba, que la fuerza de la opinión pública nacionalde los Estados Unidos seopondría de lleno a la anexión,tal vez sin querer creer que las dobleces de la políticade aquel país la mantendrían al margen, ignorante delos inescrupulosos designios de sus gobernantes.

En la carta dirigida a Grant prevenía al gobiernonorteamericano del error que podía cometer anexandouna porción o la totalidad del territorio dominicano:l/En esta tarea degradante, decía el líder nacionalista,los traidores pierden el tiempo, el trabajo y el honor;

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más tarde o más temprano los hechos se restablecen.Las estafas de este género no tienen porvenir, no seborra una Nación por pequeña que sea, como unahuella estampada sobre arenas. El Gobierno America­no notificó a los francesesel año 66, que su permanen­cia en Méjico era una amenaza para la América; elpueblo dominicano pensaba lo mismo, y nuestro Con­greso discernió al invicto Juárez el título de "Benemé­rito de América". Ahora bien, no serán una amenazapara la América las usurpaciones de vuestro Gobier­no?" Y luego continuaba más adelante: "La repetidadoctrina de Monroe tiene sus vicios y sus delirios,nosotros creemos que la América debe pertenecer a símisma, alejada de toda influencia Europea, vivir comoel mundo viejo, de suvi no propio, local e independien­te; pero no pensamosque la América deba seryanquee.De un hecho al otro hay una gran distancia que no sepuede salvar. Nosotros conocemos la respuesta que dioWashington a los ingleses cuando éstos le pedían unpuerto en el litoral Norte, para establecimiento de unaescala: "Cada pulgada del territorio americano cuestaal pueblo una gota de sangre". LaRepúbl ica Dominica­na es un pedazo de tierra bien pequeño, que haabortado grandes calamidades para las naciones quehan pretendido usurparlo."(28)

El análisis de Luperón a la Doctrina de Monroe nopodía ser más contundente. Situaba la política norte­americana dentro del ámbito internacional del sigloXIX, época de grandes cambios en la balanza de lasfuerzas mundiales.

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Los Estados Unidos, con su famosa Doctrina deMonroe, se apoyaron en laexcusa de quererpreservartoda América de la ambición colonialista europea.Aunque ladoctrinahizoun pretendido planteamientomoral, apenasencubrfa lasverdaderas intenciones delimperialismo norteamericano. Porque la lucha entrelasgrandespotencias de laépoca no tuvorazón de serfilosófica ni de principios. Era, simplemente, unenfrentamiento de grandes intereses económicos.pug­nando por agrandar suszonas de dominio.

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De todas esas potencias, Norteamérica sería lamás poderosa a partir del último cuarto del siglo XIX. Lavecindad de Latinoamérica con aquella nación la situa­ba al alcance de los zarpazos de su imperialismo.

Grant no hizo ningún caso a los argumentos deLuperón y continuó impertérrito alimentando las mirasantinacionales de los baecistas. La actitud desdeñosadel Presidente norteamericano lo decidió a dirigir unaexposición al Congreso de los Estados Unidos deAmérica, protestando por lasnegociaciones que contrala soberanía dominicana se estaban llevando a cabo.Enefecto, el29 de noviembre de 1869, fueron firmadosel Tratado de Anexión de Santo Domingo a los EstadosUnidos y la Convención negociando el arrendamientode la Bahía y la Península de Samaná. Considerando elPresidente Grant que, si no el Tratado, por lo menos laConvención sería ratificada por el Senado de losEstados Unidos, decidió enviar un buque de guerra ytomar posesión en nombre de su país, de aquellaporción del territorio dominicano.

Haciendo un llamado a la cordura y al sentimientodemocrático de los representantes de la Nación norte­americana, Luperón protestó en términos precisos ycon razonamientos concienzudos, dando prueba de unfino conocimiento del Derecho Público Interno comoInternacional: "La República Dominicana, es abierta­mente hostil a la idea de abismarse en una extraña

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nacionalidad ... " Y agregaba: "EI Gobierno Dominica­no carece de poder legal, para resolver, como lo hahecho, la cesión de Samaná por ahora, y la de todo elpaís más adelante, pues esos actos sólo son atributivosa la nación en masa, única que puede decidir laincorporación de una parte o el todo de ella, sin quedicha potestad pueda ser trasmitida a cuerpo ningunodel Estado"Y remataba sus argumentaciones jurídicascon la siguiente frase: "En casosde legal arrendamientoterritorial de una nación a otra, la soberanía y lajurisdicción quedan incólumes y no declinan en favordel arrendador, como en el caso presente. la ocupa­ción pues de Samaná, constituye un acto de violenciaconsumado por la fuerza que hiere la soberanía delpueblo dominicano y que la Gran Nación que V. V. s.S. representan debe rechazar como contrario a sucivilización, al respeto debido al derecho y autonomíade los pueblos."(29)

Pero la codicia de las clasesgobernantes domini­cana y norteamericana, no prestaba oídos a juicios dederecho o a sentimientos humanos.

Enel mesde febrero de 1870 luperón seencontra­ba de nuevo en Cabo Haitiano. El Almirante norteame­ricano del buque Severn, quien había llegado allí elmismo mes, fue a la goleta Concepción, embarcaciónque condujo a luperón a ese puerto, con intencionesde hacerlo prisionero. Al enterarse de ello, el soldadonacionalista hizo una protesta formal ante el Cónsul

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norteamericano. De haberse consumado la trama,dolorosa suerte le hubiese cabido.

A partir de aquf la faena de luperón sería másardua. De Haití pasó a Capotillo a fin de fomentar larevuelta.

De regresoaterritorio haitiano, el PresidenteGrant,al través del Cónsul norteamericano Abraham Croswel,trató de sobornarlo, ofreciéndole quinientos mil dóla­res "para que pagara todos los gastosque había hechoen la revolución y que además le daría el nombramien­to de Gobernador General de la Islade Santo Domingo,con un sueldo de cincuenta mil pesos oro americanoanual, a cambio de su adhesión a la anexión de laRepública Dominicana a los Estados Unidos." Frente atal infamia, luperón dio el encargo aCroswel,"de deciral Presidente Grant, que las opiniones sinceras y hon­radas y de verdadero patriotismo ni se vendían ni secompraban. Que él, como patriota dominicano, cum­plta con su deber y lucharía hasta morir en defensa delos derechos y de la independencia de su patria."(30)

la entrevista tuvo lugar en presencia de Meriño,quien apoyó sin reservas la patriótica actitud. Habíaque tener poco tacto y muy roída el alma para propo­nerle a él, a luperón, cometer semejante deslealtad.

Grant utilizaba todos los argumentos y todos losmedios a su alcance para convencer a los representan-

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l.u".r6n, IIdB nKiona/lm

tes del pueblo norteamericano de la necesidad deanexar laRepública Dominicana a losEstados Unidos.

Ante el fracaso de las negociaciones en elCongre­so, gracias en parte a la oposición que hiciera elSenador Charles Summer, Presidente del Comité deRelaciones Exteriores del Senado, se dioautorización a

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Grant para que enviara una Comisión a la RepúblicaDominicana, compuesta de trespersonas,con el encar­go de investigar sobre el terreno mismo todo lo concer­niente a la proyectada anexión.

En los días vecinos a la llegada de la Comisióncirculó en todo el territorio de la República una hojasuelta, firmada por luperón, en la que el gran soldadollamaba al pueblo a oponerse con las armas a lasnegociaciones anexionistas: "Aquí estoy yo", expresa­ba luperón en la patriótica página, "no como manda­tario, sino como soldado del pueblo, dispuesto a apo­yar su voluntad con toda clase de recursos; y a consa­grarle mi vida con la misma fe que en losdíasde nuestraRestauración". Terminaba el documento con la vibran­te frase: "¡Amigos y Compatriotas! ¡A las armas! lalucha sólo os puede preservar de la ignominia, seanuestra única divisa. ¡Dios, Patria, libertad, Indepen­dencia o la muerte!" (31)

Felizmente, el informe presentado por la Comisióntampoco prosperó en los Estados Unidos. No le eradesconocida a los representantes norteamericanos laperenne actitud nacionalista y anti-anexionista delpueblo dominicano.

A pesar de la desazón que todos estos fracasosproducían en Báez, no lograban, sin embargo, apartar­lo de la idea de menoscabar la soberanía dominicana.El 28 de diciembre de 1872, llegó a un acuerdo con la

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asociación de financieros norteamericanos para arren­dar la Bahía y Península de Samaná.

Durante todo el año 1872 Luperón no descansóensu lucha contra Báez, contra la anexión, conciliandolas distintas tendencias existentes dentro del movi­miento revolucionario mismo.

González hablando al pueblo

En el mes de mayo de 1873, desde Dajabón,donde estableció su cuartel general, se levantó enarmas, viendo que en el pueblo dominicano habíanmadurado todas las condiciones para lanzarse a lalucha definitiva.

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Desde allí dirige una proclama al pueblo pidién­dole hacer la guerra a Báez,"para que, en fin, alcance­mos a ser verdaderamente libres, lo mismo en laconciencia que en nuestras propiedades. Sí, dominica­nos, queremos vivir, libres e independientes en estatierra conquistada palmo a palmo por el esfuerzo detodos y de la que no dejaremos arrebatarnos ni unapulgada." (32)

Elbizarro soldado comenzó acombatir a Báezcondenodado valor y firme esfuerzc. Poco a poco elmovimiento fue ampliando su frente, encontrando ecoen todos los rincones dominicanos.

Ahora bien, el triunfo inminente de la revoluciónnacionalista hizo tomar conciencia a las fuerzas reac­cionarias del baecismo, quienes iniciaron un movi­miento tendiente a perpetuarseen el poder, sacrifican­do a Báez. ElGeneral Ignacio María González, Gober­nador de PuertoPlata,dirigió el movimiento y constitu­yó en aquella ciudad un Gobierno Provisorio.

Las características negativas del Gobierno deGonzález eran evidentes, pero lo fueron más aún,cuando, mediante un Decreto, excluyó de la revolu­ción a los Generales Luperón, Pimentel y Cabral.Queriendo asegurarsu poder González pensó que nole era conveniente en esos momentos la presenciaen laRepública del soldado restaurador. Dado el ambienterevolucionario del país, tomó aquella medida para

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evitar que el liberalismo y la honestidad de Luperónpusieran demasiado al descubierto suoportunismo y suincapacidad.

Báez presentó renuncia en fecha 2 de enero de1874 yen abril González asumió la Presidencia defini­tiva, luego de haber pasado algunos meses a la cabezadel Gobierno Provisorio.

Elegido Presidente y habiendo articulado el poderen su-beneficio, emitió un Decreto permitiendo a losgenerales proscritos volver a su patria.

De regreso a Puerto Plata, Luperón reinició susactividades comerciales sin ambición polltica alguna.

Desgraciadamente, González no podla soportar lafama y la pureza del caudillo nacionalista. Más que porsimple odio personal, la actitud agresiva que el Presi­dente le mostraba cada día con mayor encono estabacondicionada, en sus razones profundas, por el lugardestacadoen que laopinión públ icacolocaba a Luperón.

González regla la nación en contradicción con lasaspiraciones del pueblo.

Entoda la República, y sobre todo en Santiago, unaire de esperanzasdemocráticas levantaba el entusias­mo en pro de un movimiento con proyecciones revo­lucionarias. Para colmar eseespfritu el pueblo mante­nta el mismo slmbolo: Luperón.

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González quiso entonces eliminar al patriota yplaneó su muerte. Del episodio que ilustra la trama y elatentado, salieron engrandecidos la serenidad, el cora­je y el amor a la patria que caracterizaban ya al héroerestaurador.

El atentado contra Luperón conmovió la nación.Desde Santiago, M. Grullón, Ulises Francisco Espaillaty Maximiliano Grullón, encabezando una carta dirigi­da al Gobernador de Puerto Plata y firmada por lo másavanzado de aquella ciudad, recriminaron el acto yexpresaron enérgicamente los vicios del Gobierno deGonzález.

Intimamente tocado por el gesto solidario delpueblo santiagués, Luperón contestó, en carta redacta­da por Hostos, con términos profundos y austeros. Elpositivismo hostosiano, con sugran influencia en nues­tro medio, volcó en aquel documento lo mejor de sufilosofía: "Voz de los buenos, voz del pueblo..." co­menzaba diciendo. Y continuaba con conceptuosospensamientos: "Más si no quieren, si seobstinan en nodevolver al pueblo la soberanía que consintió en dele­gar, digámonos y repitámonos, digamos y repitamosque no es para gozar de las corruptoras delicias delpoder, sino para reformar las condiciones esenciales ylas jurídicas de la vida dominicana, para lo que reivin­dicamos la soberanía delegada." Y en uno de susúltimos párrafos, consagraba lo que en Luperón fue unespontáneo juramento y una dulce obligación: " ...afir-

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mar ante Dios, ante América, y ante nuestra propiaconciencia, que nunca cometeremos la insensatez,que hoyes infamia, de ser dominicanos y no serantillanos, de conocer nuestro porvenir y divorciarlodel porvenir de lasAntillas, de serhijosde la nueva ideay de abandonarla en Cuba y Puerto Rico." (33)

En Puerto Plata, junto a Hostos y al través de "LaLiga de la Paz", insuflaba a toda una nueva generaciónel espfritu patriótico y el amor a la nacionalidad. A lanacionalidad dominicana, propia, pero también aaque­llas de los pueblos que como Cuba y Puerto Ricobuscaban florecer por los caminos de la libertad.

Desde su llegada a la República Dominicana,donde desembarcó en 1865, Hostostrabó Intima amis­tad con Luperón.

Contaba el Maestro, años después, su primer en­cuentro en Puerto Plata: "Confieso que no dejó deparecerme extraordinario el encontrarme detrás delmostrador de una mercería al hombre que en la guerranacional y en la civil habta deslumbrado tantas fanta­sías." (34)

En lo adelante, estos dos campeones de la libertadlucharían unidos bajo el mismo sueño de confederarlas Anti lIas.

El Gobierno de González no podía mantenerse

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'"-"" ... .,.... do ..1nImudoc.....r_largo tiempoanteelempujede todoun puebloansiosode establecer un Gobiemo democrático.

El movimiento revolucionario se inició en PuertoPlata encabezado por luperon. En Santiago, donde larevolución tenIa su más encendido espIrito, los lideresproclamaron la libertad. El impulso renovador sevolcópor todo el palscomo un mensaje bienhechor.

En documento público Luperén lanzóy apoyó lacandidatura de Ulises Francisco Espaillat. la idea fuede immediato acogida favorablemente por todos losgrupos, ya que Espaillat gozabadel mayor prestigio yrespeto en toda la República.

Espaillat. desdeunplanopuramentecívico, profe­saba los mismos ideales de tuperén y del grupo de lapequeñaburguesra patriota. En el fondo estaban pene'tradas de los ideales de la burguesla liberal, acerados

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en las luchas contra Baez y el anexionismo, aspirandoa la creación de un Estado que representara los intere­ses nacionales. Era Espaillat y no era Luperón, lavanguardia del pensamiento político.

Electo Presidentede la República, pidió a Luperónque aceptara el cargo de Ministro de Guerra y Marina,a lo que éste accedió.

El Gobierno inició de inmediato una serie demedidas benéficas para el país. Sus componentes, entodos los pueblos y ciudades, representaban lo mejor ymás honesto. Por desgracia, la sorda conspiración delos elementos antinacionales no cesaba. El baecismo,amparado en la tolerancia de las autoridades y enconnivencia con el imperialismo, sedaba de lleno a lalabor de minar las bases democráticas del nuevo régi­men.

Apenas siete meses tenía el Gobierno cuandoGonzález, apoyado por la reacción baecista, promovióuna revolución y derrocó a Espaillat, obligándole abuscar asilo en el consulado inglés. Luperón, despuésde hacer esfuerzos desesperados por contrarrestar larevuelta antipatriótica partió de nuevo al exilio, a SanTomas.

Las banderías políticas iniciaron una lucha queculminó con el triunfo de los baecistas,quienes llama­ron al "Gran Ciudadano" a ocupar la Presidencia. El27

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dediciembre de 1876, Báezse instalóen elpodercomoDietador.

Mientras prometra al pueblo un gobierno demo­crático, lotraicionaba expresando al agente norteame­ricano su deseo deanexar el país, cosa que éste últimocomunicó alSecretariode Estado en un informe secretoyconfidencial de la siguiente manera: ....En unaconver­sación privada con el General Báez, éste medijo quelaúnicasalvación del paísestáen laanexión, ytodavratiene esperanza de queella pueda ser llevada acabo: (35)

Báez fue derrocado,asumiendo el poder elGeneral Ignacio MarraGonzález, quien,aunquedirigía el paíssin ningúnsentimiento democráti­co, comprendfa en sufuero interno que la so-­ciedad dominicana pre­cisaba de un nuevo or­den de cosas.

Desde Puerto Plata,Luperón inició el movi­miento revolucionario.En agosto 3 de 1878, un c....... Gullknno

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amplio manifiesto fundamentaba lo justo de su causa:"Sí la revolución a que nos lanzamos esel resultado deuna lógica, de un sentimiento, de una aspiración haciaun orden mejor de Gobierno yde sociedad, de una sedde desarrollo y de perfeccionamiento en las relacionesde los ciudadanos entre sí; semejantes revolucionesson una manifestación incontrastable de la juventud yuna vida que prometen largos y gloriosos períodos decrecimiento a esta comprimida sociedad." (36)

El movimiento triunfó y el grupo de patriotas quelo encabezaba pidió a Luperón que aceptara ser postu­lado para la Presidencia de la República en el períodoconstitucional que seiniciaba eseaño. Elgran naciona­lista expuso en un documento las razones que leimpedían, de nuevo, aceptar aquel ofrecimiento. Enuno de suspárrafos decía: "Todos deben conocerme ysaber que siempre me he consagrado a servir losgrandes intereses de mi patria en días de inminentepeligro. Pero mi espada restauradora que es lo único dealguna valía que puedo poner al servicio de esosintereses, no debe pesar en la balanza de los destinospúblicos sino para garantizar la independencia nacio­nal e integridad del territorio patrio; y,como soldado dela democracia, para custodiar y defender las garantíasy los derechos de mis conciudadanos."(37)

El argumento resumía toda su vida. Ambiciónpolítica personal no abrigaba ninguna. Mantener laindependencia y la soberanía de su patria era su máscálido y exalta~o anhelo.

lOS

Cesáreo Guillermo fue electo Presidente y pocosdías después partió luperón hacia Europa.

El Gobierno de Guillermo no tardó en ser total­mente antipopular.

Cuando Luperón regresó de Europay desembarcóen Puerto Plata a fines de 1879, encontró que aquelGobierno sehabíaconvertido en unadictadura, llenan­do lascárceles de patriotas y persiguiendo sin tregua atodo el que se opusiera a su férrea voluntad.

Las tropelías de Cesáreo Guillermo hicieron atodos los patriotas volver los ojos hacia el reciénllegado.

Un movimiento encabezado por luperón y elPadreMeriño desconoció la autoridad del Presidenteyformó un Gobierno Provisional. A Guillermo no lequedó más recurso que renunciar.

La crítica situación en que se encontraba el paísobligó a Luperón, presionado por la voluntad de todoel pueblo, amantenersedurante un año a la cabeza delejecutivo provisional.

Su Gobierno devolvió la confianza a sus conciu­dadanos y creó, en todos los órdenes, las institucionesnecesarias para el progreso del país. Ni cárceles nipersecución se alzaron contra nadie. Gozó el pueblodel sistemamásdemocrático de su historia. En el orden

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El Doctor Bmnces

internacional la República se encontró con un créditoabierto y sano.

la nacionalidad, la soberanía, la independencia,jamás habían disfrutado de mejores auspicios paraafirmar las bases de la personalidad dominicana.

Al finalizar su mandato, no queriendo continuaren la Presidencia, avanzó la candidatura del PadreMeriño para llenar el período constitucional.

Merino fue electo y Luperón inició un granperegrinaje por Europa, donde, además de ser recibidopor todos los jefes de Estado, conoció e intimó con lomás avanzado y lo más liberal del mundo de las artesy de la política europeas. Víctor Hugo, Gambetta,

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Gresorio lillini

Garibaldi, tres hombres queresumían con su obra y suvida los ideales democráti­cos más puros, fueron susamigos y compartieron conél sus nobles esperanzas.

En sus funciones deMi­nistro Plenipotenciario yen­viado Extraordinario de laRepública ante diversos go-

biernos europeos¿aporto lo mejorde su ,-- - - - - -::::-- --,ingenio para estre­char las relaciones in­ternacionales entresu pafsyaquellos go­biernos.

Para la Repúbli­ca Dominicana nopodfa haberembaja­dar más representa­tivoque aquel deno­dado soldado y civi­lista, defensor de lascausas justas yde losmás encumbradosideales. Alejandro Wos y Gil

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Mientras estuvo en Europa no descuidó su vidacomo hombre de América, de lasAntillas. los exiladoscubanos y puertorriqueños, encontraron en él unamano abierta y generosa tendida hacia ellos. Flor

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Crombet, el nacionalista cubano, tuvo en luperón unhombre de su causa. El Dr. Betances, ilustre puertorri­queño, vivió junto a él, en calidad de Secretario de lalegación Dominicana en París, y recibió de su espíritucaluroso aliento para la noble lucha por la independen­cia de Puerto Rico.

A fines de 1882 luperón regresa a Puerto Plata.

Parael nuevo período electoral apoya la candida­tura de Heureaux, quien no mostraba aún desmedidosimpulsos ni ambiciones personales. Heureaux fue elec­to. El Partido Nacional, cuyo jefe era luperón y ante elcual casi la totalidad de lasfuerzas antagonicas habíanhecho un paréntesis en sus luchas partidistas parasumar susesfuerzos a las arduas tareas que imponía elequilibrio social de la patria, aglutinaba las grandesmayorías.

Al finalizar el período del General Heureaux, bajola égida de ese partido, triunfa en los comicios lacandidatura Gregorio Billini-Alejandro Wos y Gil.

En las postrimerías del año 1884 luperón partepara Europa. A su regreso, cinco meses después, en­cuentra la situación del país bastante confusa.

Por renuncia de Billini, Alejandro Wos y Gilasume la Presidencia de la República y luperón, a finde consolidar la posición del Partido Nacional, acepta

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el cargo de Delegado del Gobierno en el Cibao.

Al acercarse los nuevos comicios, propone lacandidatura Heureaux-Moya. Infortunadamente, launidad existente en torno al Partido Nacional venía ya,por el resurgimiento de ciertos intereses, entrando enuna etapa precaria. Moya rompe sus nexos políticoscon Heureaux y forma candidatura aparte con Billini.

La votación popular favoreció a Heureaux comoPresidente y a Imbert como Vicepresidente.

Las frustradas esperanzas de los perdedores notardaron en desatarse con las armas en las manos. LaRepública Dominicana recomenzaba un dolorosotran­ce de luchas intestinas, aguijoneadas por las pasionesy los interesesde clasescontrarios a lasconvenienciasnacionales. La revolución iniciada por los fanáticos deMoya, sangrienta y agotadora para todo el país, favore­ció a Heureaux.

Luperón apoyó la constitucionalidad del gobier­no, pero comprendió muy pronto las incontrolablesansias de poder existentes en Heureaux. Poco tiempodespués de haberse juramentado éste, partió para losEstados Unidos y Europa,habiendo antesrenunciado alcargo de Delegado del Gobierno en el Cibao.

En Aix les Bains, en Francia, encontró momentá­neo alivio a una enfermedad que no pararía deatormentarlo hastasu muerte. De regresoa la Repúbl i-

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ca Dominicana, comprobó que sus temores frente aHeureauxtenían fundamentos reales.Las cárcelesesta­ban llenas de presospolíticos. Las persecuciones con­tra los oponentes de Heureaux mantenían una situa­ción de desasosiego en todo el país.

Luperón protestó de inmediato frente al sesgo quetomaba el Gobierno e hizo manifiesta su repulsa.

El recio combate que ahora libraría tendría lamisma altura patriótica de sus múltiples luchasnacionalistas. Heureaux comprometía el porvenir do­minicano contratando empréstitos con el extranjerolesivos a la soberanía.

Elcompromiso contraído con la casaWestendorp,de Holanda, semanifestó, desdeel inicio, como perju­dicial a lasfinanzas públicas y peligroso para la integri­dad nacional. Luperón desaprobó de inmediato elempréstito y acusó públicamente al Gobierno de enca­minarse por un sendero de entreguismo.

Las negociaciones para el arrendamiento de laBahía y Península de Samaná, aunque llevadas a cabocon cierta cautela, trascendieron públicamente,alertando e hiriendo la conciencia nacional dominica­na. El Presidente norteamericano Harrison, con elapoyo de su gabinete y de múltiples congresistas,sometía a Heureaux un contrato de arrendamientototalmente contrario a la soberanía nacional. El dicta-

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UliteI HeurNUJt rRI pb/Mk'7t'# K

dor tom6 medidas drásticas contra la alarma popularque aquel oscurocompromiso habladespertadoy, porencima de todo miramiento, orientó su polftica deacuerdo a los intereses del imperialismo norteamerica­no.

Contra todas esas infidelidades a la causa naclo­nal,escribíaentoncesLuper6n: "Endeudada fraudulen­tamente la naci6n; dilapidada la hacienda, se ha aso­ciado el General Heureaux con los especuladoresbanqueros Westendorp y Mathieu, después de haberestafado a los accionistas delos funestos empréstitos dediez millones de pesos en Europa, para negociar con el

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UfiSft Ht!fJ~aux amaN el poder por encima de 100M l.as ('()$,JI

gob ierno norteamericano la venta de la Bahfa deSamaná. Como se ve, la insaciable codicia de oro,impulsa al tirano a la horrible traición de la patria,

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mientras se aprovecha de la faifa de acuerdo en lospartidos para dominarlos a todos. Está preparandosiniestros planes para que la nación tolere dominacio­nes peores que la suya..."(38)

Impedido por las ansias de su pueblo, Luperónacepta presentar su candidatura para los próximoscomicios electorales. Y para ese efecto, se funda enSanto Domingo un Centro Propagador de la Candida­tura de Luperón.

Heureaux estabaconvertido en un verdadero tira­no. Para poder subvenir a los enormes gastoscon quehabía recargado la administración, en pago de preben­das, no temía comprometer la economía y la soberaníadel país con empréstitos de más en más onerosos yleoninos para el tesoro público.

Luperón decidió lanzarse directamente a la lucha.Viniendo desde París, encabezó de inmediato la revo­lución y firmó en San Tomas el Manifiesto lanzado porun grupo de patriotas desde Dajabón en el que acusa­ban al Gobierno de Heureaux de múltiples atentados alos derechos humanos, y, sobre todo, a la soberaníanacional. Decía el Manifiesto a éste último respecto:" ...apurados todos los recursospecuniarios de la Repú­blica, aumentando el tipo de los impuestos, compro­metidas en absoluto las rentas, agotados 108 millonesque en susmanos pusieron los ruinosos empréstitos de1888 y 1890, Yen la necesidad de nuevos medios para

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consumar la ruina de la patria; el General UlisesHeureaux ha llevado la infamia hasta el extremo devender en secreto a una compañía americana la Bahíade Samaná¡ lo que apareja, tras la vergüenza de laenajenación parcial del territorio dominicano, la ab­sorción de la Patria de febrero y agosto por el poderamericano, que, con todo su progreso, su libertad y suprestigio, esterilizará los sacrificios de nuestros padresen las sagradas aras de la independencia y de ladignidad nacionales." (39)

El entusiasmo popular provocado por el anunciode la candidatura de Luperón, endureció la tlranía deHeureaux. Todo aquel que mostraba antipatfa por surégimen, pagaba con su vida la osadta.

Los años subsiguientes los pasará Luperón en elexilio. Desde allf, no cejará un solo instantede comba­tir la tiranía. A cada atentado de Heureaux contra lasoberanfa, constantemente amenazada al través de lacodiciada Samaná, su voz se alzará en defensa de lanacional idad.

"Nada hay imposible para el heroico pueblo do­minicano...", deda esperanzadoen laspostrimerfas desu vida. (40)

A finales de 1896, en San Tomas, enfermo degravedad, acepta la invitación que le hace Heureauxpara que vuelva a la patria. De lo recóndito de su almaenvilecida, sacabael tirano una actitud humana, tal vez

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la Oltima que lequedara, para mostrarse agradecido yrespetuoso ante el hombre puro.

Agotadora habfa sido la faena, muy largo eltr4n·sitoen "grimas y herofsmo. EI20demayo de 1897,enPuerto Plata, su vieja ciudad amada, se le ausenta elaliento: alto definitivo de Gregorio luperón, el mMgrande soldado de la causa nacionalista.

En el pueblo, inagotable venero del patriotismo,abrevó sin cesar para nutrir su lucha por la causanacional.

Porque quiso el pueblo ser libre, mas amó lalibertad.

y fue su genioel de entregarse en cuerpoy alma,ignorando fatigas, a realizar la obra redentora.

Por la historia, porel infinito acaecer, su vida se

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proyecta en el tenaz y cotidiano batallar de un puebloque defiende su nacionalidad.

Perdurable consejo el deHostos a un amigo dominicano:

# Es necesarioqueustedes cul­tiven en el pue­blo y en si mis­mos la memoriade Luper6n. "

Hostos

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NOTASBIBLlOGRAFICAS

1.-Plutarco - Vidas Paralelas2.-Public Record Offlce- F. O. 23 - Vol. 43 - NI! 12 ­Carta fechada el 21 de marzo de 1861. (Documentocopiado por el autor en Londres)3.-Manuel Rodrfguez Objfo Gregorio Luperón eHistoria de la Restauración - Santiago, 1939 - T. I • págs.70,71.4.-Rodrfguez Objfo - op. cito - T. I pág. 865.-Rodrfguez Objío - op. cito - T. I - pág. 152.6.-Rodrfguez Objfo - op. cito - T. I - pág. 1527.-Rodrfguez Objío- op. cito - T. ! - pág. 1818.-Emilio Rodrfguez Demorizi Escritosde Luperón ­Santo Domingo, 1941 - págs. 230-2319.-Rodrfguez Objto - op. cito - T. I pág. 29510.-Gregorio Luperón Notas Autobiográficas y ApuntesHistóricos - Santiago, 1939 • T. I - pág. 36211.-Rodrfguez Objfo - op.clt, - T. I - pág. 34512.-Rodrfguez Objfo - op. cito - T. I - pág. 34413.-Rodrfguez Objfo - op. cito - T. 11 - pág. 28

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14.-Rodrfguez Objfo - op. cito - T. 11 - pág. 6715.-Rodrfguez Objfo - op. clt. - T.II - pág. 8916.-Rodrfguez Objfo - op. cito - T. 11- pág. 10217.-Summer Welles - La Vif'ia deNaboth - Santiago,1939 -T.I- págs. 327-2818.-Welles - op. cit. - T.I- págs. 327-2819.-Welles - op. cito - T.I- pág. 32920.-Rodrfguez Objfo - op. cit. - T. 11_ pág. 12821.-Rodrfguez Objfo - op. cito _ T. 11- pág. 13322.-Rodrfguez Objfo - op. cito - T. 11 - pág. 15123.-Rodrfguez Objfo - op. cito - T.II- pág. 16024.-Rodrfguez Objfo - op. cito- T. 11 - págs. 166-672S.-Rodrfguez Objio - op. cit - T. 11- pág. 21126.-Rodrfguez Objfo - op cit. - T.II- pág 24127.-Rodrfguez Objfo - op. cit. - T.II- pág. 26928.-Academia Dominicana de la Historia - Informede la Comisión de Investigaciónde los E.U.A. en SantoDomingo en 1871 - Prefacio y notasde E. RodrfguezDemorizi - SantoDomingo, 1960 - págs.18-1929.-Rodrfguez Objfo - op. cito - T.II..págs. 231-2230.-Gregorio LuPer6n- op. cll - T. 11 - págs. 169-7031.-Academia Dominicana dela Historia - op. cit.­pág3132.-Gregorio Luperón - op. cito T. 11 - pág. 19133.-Gregorio Luper6n - op. cit. - T.II- págs. 245-5034.-Rodrfguez Demorizi - Luper6n y Hostos - pág. 18

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35.-Welles • op. cito • T. I • pág. 40636.-Gregorio Iuperén - op. cito • T. 1I - pág.38337.-Gregorio Luper6n - op.cit - T. 11I- págs. 12-13.38.-Gregorio Luper6n - op. clt. - T. 11I - pág.30639.-Gregorio LUJler6n - op. cito - T. 11I- pág. 31240.-Gregorio Luper6n - op.cit. - T. 11I- Pág. 330

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IN DICE

Dedicatoria......................•....•.........•............••.7

Nota Introductoria •..•.........•...........................• 9

Introducción ............................•..............•.....13

l.-CONTEXTO HISTORICO '9

II.-LA NACIONALIDAD OSCURECIDAD .... 33

III.-POR LA INTEGRIDAD NACIONAL.••••••• 65

Notas Bibliográficas , 23

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.&.Se tenninó de imprimir

en los talleres dela editoraAlfa & Omega

en el mes de octubre de 1994Santo Domingo, República Dominicana

HugoTolentino Dipp nació en la ciudad de Santo Domingo de Guzmán el 28 de agosto de1930.Concomitantemente a sus estudios, dirigla la página literaria del diario "La Nación" ypublicaba en ese periódico, como en los "Cuadernos Dominicanos de Cultura", poeslas ycuentos.En 1953 obtuvo el tItulo de Doctor en Derecho de la Universidad Autónoma de SantoDomingo. En España, en 1954, en la Universidad Central de Madrid, obtuvo el Certificadodel Doctorado en Derecho.En la Universidad de París' recibió el Diploma del Instituto de Altos Estudios Internacionales(1956) y el Doctorado en Derecho Público (1959).

Enel año 1960 partió a Inglaterra en calidad de ayudante del ProfesorHumphreys.Iefe del Departamento de Historia de América Latina en

la Universidad de Londres.En el 1963 regresó a la República Dominicana y obtuvo, porconcurso, la cátedra de Derecho Constitucional en la UniversidadAutónoma de Santo Domingo. Ese mismo año ganó el ConcursoNacional de Historia.De 1974 a 1976 fue Rector de la Universidad Autónoma de SantoDomingo.Ha escrito conferencias y obras acerca de problemas históricos yuniversitarios, tales como "Significado Histórico deja Fundaciónde la Ciudad de Santo Domingo de Guzmán", -"El ColegioUniversitario y el Logro de una Educación Integral - en laUniversidad Autónoma de Santo Domingo", "Papel de laUniversidad Latinoameri cana ante lasDemandas de la SociedadContemporánea", "Discursos desde la Rectorla", "La Traiciónde Pedro Santana", "Orlgenes, Vici situdes y Porvenir de laNacionalidad Dominicana", "Raza e Historia en SantoDomingo", "Gregorio Luperón, Biografla Polltica".

En 1976 volvió a ganar el Premio Nacional de Historia.Ha ofrecido cursosyconferenclasen Un iversidadesde Francia,México, Estados Unidos, PUP.:lO Rico, Venezuela, Costa Rica,España, Inglaterra.

Designado Profesor Meritlsimo de la Universidad Autónomade Santo Domingo en el 1982.En 1982 es electo Presidente de la Cámara de Diputados,

Congreso Nacional, cargo que desempeñó hasta 1986.En 1984 publica en Parls el libro " Les Orlgenes duPrejugé Racial en Amérique Latine" Robert Laffont,Parls, 1984.En1988 publica el opúsculo: "La alternabilidad del

poder polltico en la República Dominicana".En 1989 publica en Francia un trabajo acerca de "La influencia de la Revolución Francesaen la República Dominicana".En 1992 publica "Los Mitos del Quinto Centenario" y se reedita "Raza e Historia en SantoDoming,o"(Orlgenes del Prejuicio Racial en América),