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HOMBRES · · DEL ECUADOR

-LA SIERRA··

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

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LA COSTA 2° Cuaderno de Grabados de la Serie

HOMBRES DEL ECUADOR


20 GRAB·ADOS·

'EN MADERA ·. ·DE

EDUARDO


Derechos · reseruaóos.

EDITORIAL ATAH UALLPA.

Q U I T O - 1 9 3 7.

TALLERES GRAFI<::OS "ROMERO"

Calle Calisto No, 5 (La Tola).

APARTADO No. 14.

TELEFONO Nn. 90 Magneto.

QUITO r:t::UADOR.


. CUADERNO IMPRESO

CON lOS TACOS

.ORIGINAlES / .

- Bl

C O N U N P R O l O G O E N · V E ,R S O

DE . '

ALEJA ORO CARRION AUGUSTO · , SACOTTO ARIAS y

PEDRO JORGE VERA


A EDUARDO KINGMAN,

CLARO PINTOR DE MEDIODIAS POR

ALEJANDRO CARRION


01.1 RE liorna prndera dcé 1 ienzo manso ·Y 6vicb, :;ilt colin t·; ni río:;, ante tus ojos, pródigo,

il1 mano ~~·onerosa, tu fuerte raíz de hmnbre tnadura l~l"l luz y ctt ;;attgTc nuevo mundo aturdido. Se adcnlxa de lus lwmht·c:; la sangre al ancho suelo. 1·:1 ciC>Io tto:; apla:;l;t y tto:' ardo las venas. Fl sol t•,;l;í tll'.ldttro, las ·¡'¡·¡¡las, a lo lejos,

fil'::ln dt• ttlil'l y :;uavc: pt·odigio uos olrccc¡n. V ltts ttt:llw:; de ¡·oi>lc•, dut·a~, cotllO t·akt:s,

C<>ll cordillt:J'as, valle::: y l'Ío:; iiiCt:ndiado;;, lutiUUI aire polívnHtJo y ~iíl!IJJ.'I'L~ t 1 tl al,:rarnda

c•l IIIIIIIdo c'Il httLitt sc:ttli<io · ¡J:tl':t pinlarlw;, vivos. ll()!ttll!·<: <kl sur at•dido, olvidado y pacienlc, :>att¡•,I'L' <'OIIl<"> l:t 111Í:t :ttiCiw cnlot· lrt tierra-el tlti;;¡¡¡o :;ol i>t•ill:tltdo <'ti ntl<'si:ros ojos jóvenes,

t::dttat·do 1\itt¡.',"III:tll, dat·o pi1tlot' de Jllcdioclías, ltijo dt· ttli:; Itlmdnlt:J:;, d" 111i palabra hermano. 1 J¡, 1!1 l't·t:ttl<', tlt: l.tt ojo, del color en el aire, cn:ve>tl la tlltterlll pl:kidn y el vivi1· lnrJ¡¡¡·aclo,

la vieja lit•na C>it:l'tta y c:l alrna t:lllllrnccicla. (_)uc [¡'¡ i'ltCI'l!S piii(n¡· In pedíamos, en gTilo

torlurndn la I'J'Ciilc, parn, así, contemplarnos como ~omo~, lan !Jondus, desnudos y dolientes.

;, De dónde sacas fuerza para partirle el grito a esa g·ota de agua temblorosa y claman te?

i. Cómo puedes entrar, sin herirle las venas, hasta el más tierno y dúctil rincón del alma humana?


¿Cómo sabes el brillo preciso de la hoguera? ¿Cómo entiendes la forma de la lág-rima turbia que en la tarde le quema los ojos al cuentayo?

. Tan sólo tú recreas el dolor de las manos que entre la dura tierra se destrozan las yemas. Tú sabes el secreto mejor de la maflana y lo haces permanente en un muro callado. Tú puedes cosechar el trigo más dorado y en él la poesía, tibia de sol y lágrima.

i Qué alto destino el tuyo, hombre pequefio y fuerte, cornprendeclor del lirio sutil y la alborada, ele la sangre caliente, del hombre atonncnlaclo, de la sierra tranquila y del mar vacilante! En el lejano barro ele nuestra licrnt arclida están vivos tus cuadros, tus maderas, tus ansiaé;, Todos vemos latir de maravilla tu alma por el borde del ojo saltándonos la lügl'ima, encendida la sangre y el aliento clamando. Mi Ecuador vive en tí, está alerta en tu snngre, Eduardo Kingman, claro pintor de mediodías, mientras tus afws mozos, en ternura callados, no d,ejan en reposo los colores del aire. Mi voz hoy ,;e desata para tí en alborada. Tu luz y mi ¡xtlabra, unidas y entrañables, las püginas que siguen iluminen y labren.


· ··CANTO· ·· A . EDUARDO ·, KIMGMAN, . '.

. PINTOR . DE. LA .·ANGUSTIA

POR

. AUG-USTO SACOTTO A R 1 A S

-~'"''~1J

..... ;.- ... ~. ;o


n ParCl mi la mcís hermosa expresión

es la u~ la angu5tia".

I<INGI\·1AN

~J 1 ·: no la 1 uz en coro con libélula y vitiO y esparcida campana, matinales. No el atq~{:lico abril que el lirio teoriza.

Q1to Ito esa dnlcc Ju;r.,

No la "lave de aztdcs del gran ojo marino. No al l'ilo dt:l ponicult\ palomares. No la Juua cJJ plai'.udas cantada por las ni i1a~ de aucllo COI'HZlÍll IUIWL'O,

Qu<~ 110 usn lttz vibr:utdo sti jovutt ala. Doliunlu luz del ilonlht·c, oJJ el ojo anudada

y t~tl la ~nt l'~tt¡~·ttn, alada,

y iJJJUiillLiZ:Jda luz del cünlat'O lailri<'I(O at·dicttdo cti la sequía, de la mies y del ;írilol crecidos sobt·c sangTe,

del vidrio laslitnanlc ciD nueslro vaso de agua: c,;[a la 1 uz que descil'nw y expandes

i ol1 laciturno compat'ícro! · · en el muro, eu el lienzo y en la tet·ca entrafia de los ccLiros. Esta la luz que espe1·ó ardiente el ardor de tu auxilio. J::sta la luz que te predijo --cuando viajera matinal tu sangrede pintor varonil ojo cimero, pulso y batalla de pintor varonil!


de aquél que ensanchó el tórax a campanadas de agua (fue marinero y con mi nombre, Augusto). Siempre te vieron caminando entre. rostros de muerte, entre esquemas de jubilo, y proyectos de itinerarios salvadores: entre esa multitud que arde en los muelles a la hora justa t)!J que las bellas mujeres pasean y uu orbe de frescura bajo su párpado camina. ¡Ah! qué pinceles de sangre, invisibles, tu mano embridadom del color insurgente · apretaba crispándose: porque era allí el perfil, o el vivac de los finos músculos de la frente, de la anp;uslia por tí buscada y alabada. Pero de pronto en una buhardilla idau asornanclo de ese lnnnano <~olor a¡~lomerado en tu ojo: el rapaz de la aurora con su dulce cabello en abandono, y el hombre de la larde y del mitin, ¡caído 1, y los estibadores de hombro cósmico, y el viejo carbonero con su pecho de túnel. Color que un día aquí nuestro ojo ardiente por tí convocado: vió y palpó, admiró y cantó. Y yo me dije al conocerte: La misma estrella mueve tu pincel y mi verso ..

Es apenas silvestre jacinto dando gritos la tempestad sobre ese pecho, entierro de luciérnaga es apenas el gran bloque nocturno sobre esa prieta sien. ¡Es el indio! ¡Es el. indio!


Tu ojo que ayer volteara el paisaje madáo se ha quedado cqn él. No con su cuerpo de metal fundido en crisol de intemperies, que las criollas academias copian. Con su sangre amarrada en feudales estacas. Con su luz, desollada. Con su agua, sepultada. Con su tierra, engrillada, la su morena tiena ele la espiga y la fruta en dulzura vital. En qué 1ímbito ele fuerte soledad crugidora como peñascos ldsles de tus pinceles se alzan los indios tristes. Un nudo de colores violentos debe arderte en esa hora en la ~arganta. Pero qué dulce el nido de canas que le acoge en. la besada sien de la mujer tranquila tu vida custodiando. V cuando el llanto de la tierra tiendes de canto a canto en tu pintura, no estás olvidando, no estás olvidando, ¡oh compañero!, el llanto que hace cúpulas secretas en la urbe: niños amaneciendo con un cartel al cuello al pie ele los Asilos; 211 pie ele las sirenas de perfil esperando hombres cnvcjcciclos la respuesta del pan; dactilógrafas rubias esperando, hermosas, ese fin de novela que las salve; hospitales en donde yo he visto despedir a golpes de clavel en agua santa a campesinos moribundos que un alivio imploraban, que allí no cuesta el agua ni la flor.

Un Ecuador de angustia esüí abrazándo,te el Globo del ojo. ¡Ah! para el ojo nuestro sin arma de ale,?.Tía


hasta el alba se eriza. Pero labrando estamos el claro cimiento ·- en esta celad oscura --para la residencia .. ele mañana del hombre. Donde caminaremos entre risa y g·uirnalcla, y sonata y estrella, inmortales y jóvenes. Que en ese instante del pavor en que el veloz caballo noclurno de la muerte sudando lámparas su piel a quebrarnos la frente se aventure: ¡contra la estatua chocará ele nuestra sangre victoriosa!

Quito-Ecuodor, julio 17 de 1937.


LEY ANTAMIE TO DEL

PAISAJE Y DEL RO E POR ..

PEDRO JORGE VERA


/\S mujeres soüaban y los hombres dormían. l.as ,;iudaclcs, sin ecos, con sus almas de humo, besaban con sus lágrimas las calladas cadenas. 1':1 ca111po no tenía más amor que el silencio~

Tierra de Atahuallpa y Francisco Pizarra, del puñetazo arisco y el grito humedecido. Lnvuclta en soledades y sola en tu penumbra

et·cs la turbia nube sin viento y sin canción.

No se dolllcga el :tia ni: se humilla la ola. Lo que es piedra y cacao, lo que es llama y tormenta subir:\ como el dia a hacer sus catedrales de luz y de torrente. l~n salto, en vuelo, en voz, el intpnlso se adentru. N ucslm tierra que es carne de españolas andanzas, nuestra iicrm que es sangre de indios muertos y selvas cosecha en sus montafías las banderas del mar }' sus mares se llenan de recios bosques rojos.

* * *

Cuando se fue entibiando l<t lluvia en la garganta; haciéndose cortantes las palabras, las :manos; cuando fueron abriéndose los peeht;ís ele Jos árboles, para soltar palomas mensajeras al hombre;


cuando Jos ojos tímidos se hacían ventanas bárbaras de veinte siglos rotos; cuando el verde sonido de la ingenua esperanza .cubría los panoramas; cuando la noche huía sacando sus raíces de las vidas desiertas, apareciste tú, Eduardo Kingman, hombre sin límite en el barro. Intentaban las flores viajar como cometas de suaves niños ele oro. La espuma ele la playa se metía en tus rniradas y claras claridades eran bruma en tu marcha.

r. Quién averitó Lu~ fuerles dados ·sobre la vida-~ 1.Cc\mo nació es" jlWJ\'O de luz sobre 1!1 rrclll<''' ¿Qui(,rr enlrcg·(¡ a lus iimnos 1.11 l'll<·;il de pirata

¡·escalador do estL·ellas pror'unda>; y ilf\·ilndils '¡'

llic¡¡ s(, q¡rc [uisle t(r el qrw lrilrclr<'> t11 velarl\c,n,

cor·azóu dt' nnraujn, roja nievt' del aliJa.

No es el coh)l', J.:duarclo · 1 y el color os latr bello 1

lo que canto eu ltts ctwdroll, vivoH ya e11 el l'ttltrr·o:

el color de la lier!'a do i\m(n·ica csl:í eiq>;o.

La línea de crislal r10 la lHlCilt:lllro en ·lll l'ttla,

que es tan recia y maciza, [¡ur dit\fnrw y llrillanlc.

Tú elevas el paisaje a la altura del hornhrc y le das al color una voz insurp;cnll,,

Tír, que has visto u los hOiubr~s guindados de las pálidas vip;as dl' su dolor, c.abcs cómo es la lín~a cuando el viento los hac2 pé-.nelulos ele! paisaje, aslas de ccrnt:nlcrio.

¡Oh mujeres ele hueso ¡Oh nil1os sin mejillas J-I ombrcs de mi ciucl:rcl e~ e chocolate y río. Tristes hombres morados de sierra entumecida.


Mirad a Eduardo King:rnan, . . . que sie:rnbra en las .paredes vuestro joven incendio. Conoced la ternura en sus cuadros airados. Aprended el carnina a la plaza del sol.

* * *

Eduardo Kingman, día ele los hombres de bronce de la tierra amarrada ·en que nos echa el tiempo y nos muerde la muerte.

Con tus brazos abiertos al tumulto en creciente, iluminas, hermano, al' pueblo hacia su luz.

Nobles manos las tuyas -afilados puñales ele la sombra y la piedra -las que supieron dar horizonte a mis versos.

Quito, 30 de junio 1937.


HOMBRES DEL ECUADOR

CABEZA DE INDIO


HOMBRES DEL ECUADOR m MMWINH ..,...,..,....

LOS HUACHOS


HOMBRE S DEL ECUADOR

ALMUERZO


HOMBRES DEL ECUADOR

ALB.I\Ñil.ES


HOMB.RES DEL ECUADOR

ARR EROS


CABE DE PAPAS


HOMBRES DEL ECUADOR

CA RUADO RES


HOMB.RI::S DEL == ..

y N "S A N J U A N"


HOMBRES DEL ECUADOR

EN EL SURCO


PARA EL ENTJt:RRO


H O M. B R E S D E L E\. U A DO R

SEMBRADORES


H O MB RES':"·D·Eb··ECUA:DO"R_ . :r ··~:A . ~\.. _• ... .,,

NIÑAS


liOMBl{ES DEL ECUADOR ~.~W"nm·'"&í'54§!"'if!dl@ • a~·.

MENDIGOS


UNA MADRE


!-i O M B R E S D E L E C U A D O H l • "ª'ff¿.f.?" • íFZ"'PP"iW$2! wn• Pftii«WU ~

SEGADORr~S


OBJ><ERAS


HOMRRES DEL t:CLJADOR ;-m · w -Si!ffi'l!ª''ítlll• 1 Wi4W!IA!JMIN-.•AIIInu •

.:·~

HUANGUDOS AL AMANECER


li o M B R E s r::i E l. E e u ú5 o R . . ·,. , .. . ,.,, ·.

LAVANDERAS


HOMBRES DEL ECUADOR

DEFENSA DE .LA TIERRA


HOMBRES Dt::L ECUADOR

EL TRIGO


.... Este Albun1 act=~.hl)se ·de itilprinlir -el 20 de Scptienibl'e de 1937 en los Talleres Gráficos ROMERO.

Quito.- Calle Calisto N. 5 (La Tola). Apartado 1~.-Tetéfono 90 Magnefo .

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