historia de la navegación y la ciencia

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HISTORIA DE LA NAVEGACION Y LA CIENCIA. UN RECORRIDO POR LAS EXPEDICIONES GEOGRAFICAS, BOTANICA Y CIENTIFICAS EN EL PACIFICO, ATLANTICO E INDICO. JOSE JUAN ALONSO GODOY EVOLUCIÓN DE LA NAVEGACION. LICENCIATURA EN NAVEGACION MARITIMA. 2ºCURSO

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Page 1: Historia de la Navegación y la ciencia

HISTORIA DE LA NAVEGACION

Y LA CIENCIA. UN RECORRIDO POR LAS EXPEDICIONES GEOGRAFICAS,

BOTANICA Y CIENTIFICAS EN EL PACIFICO, ATLANTICO E INDICO.

JOSE JUAN ALONSO GODOY

EVOLUCIÓN DE LA NAVEGACION.

LICENCIATURA EN NAVEGACION MARITIMA.

2ºCURSO

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I

INDICE 1. Introducción 1

1.1. Las coordenadas Geográficas. La Latitud. 2

1.2. La Longitud 5

2. Las Expediciones Españolas al Océano Pacífico 12

3. Las Expediciones Botánicas del Siglo XVIII (Siglo de las luces) 25

4. Expediciones científicas a Canarias. 27

4.1. La expedición Baudin-Ledru (1796) 28

4.2. El viaje a Canarias de von Buch-Smith (1815). 30

5. Presencia de España en la Costa NW de América en el siglo XVIII 32

5.1. Supuestos descubrimientos Españoles. Canal Interoceánico 32

5.2. La Actividad Rusa y reacción Española. 33

5.2.1. Los tres viajes Españoles y uno Británico. 33

5.3. Descubrimientos a cargo de Otros países en la zona 35

5.4. Viaje Español: John Meares en Nootka (1788) 36

5.5. Martínez en Nootka; Presa de Barcos (1789) 36

5.6. Reocupación de Nootka: (1790-92) 38

5.7. Conflicto Anglo-Español; Convención de 1790 38

5.8. Actividades y Negociaciones españolas (1792) 40

5.9. Resumen de Exploraciones en la zona. 41

5.10. Convención de 1794 de Nootka. 42

5.11. Ultimos Años de España en Nootka 42

6. Grandes Personajes Históricos, En los Descubrimientos y la Ciencia 44

6.1. Cristóbal Colón. El descubrimiento de América. 44

6.2. Malaspina, Alejandro (1754-1809). La Expedición Malaspina. 51

6.3. Fernando Magallanes. 57

6.4. Juan Sebastián Elcano 58

6.4.1. EL Descubrimiento del Estrecho de Magallanes. Y la primera vuelta al mundo por Elcano. 59

6.4.2. El Conflcto Diplomático entre Portugal y España: El Descubrimiento del Estrecho 60

6.4.3. El viaje de Magallanes visto por Pigaffeta 62

6.5. El Viaje al Ecuador (Perú). Jorge Juan y A. Ulloa. 66

6.6. Miguel López de Legaspi 67

6.7. Félix de Azara 69

6.8. Joan Baptiste Bru . 69

6.9. James Cook, El Pacífico Sur y el Oceano Austral 70

6.9.1. La Real Sociedad y el Almirantazgo. 71

6.9.2. Expedición del Comodoro Byron. 72

6.9.3. Expedición del Capitán Wallis. 72

6.9.4. La Primera Expedición al Océano Pacífico del Capitán James Cook (1768- 1771). 72

6.9.5. Estadía de Cook en la Bahía Buen Suceso. 74

6.9.6. La Segunda Expedición al océano Pacífico y al océano Austral del

Capitán James Cook 1772-1775. 74

6.9.7. Cook descubre la Antártica. 75

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II

6.9.8. De Nueva Zelandia a Navidad, en Chile. 76

6.9.9. Cook redescubre la isla Georgia del Sur y descubre las islas Sandwich del Sur. 77

6.9.10. Cook y su proyección. 78

7. Conclusión. 79

8. Bibliografía. 81

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 1

1. Introducción.

Las actividades relacionadas con la ciencia nunca han sido el fuerte del Estado

Español, en ninguna época. Sin embargo, incluso en los momentos más

oscuros de la historia de nuestro país, siempre ha habido personas, hombres y

mujeres, que se han sacrificado con un espíritu encomiable y salvando todo

tipo de dificultades para contribuir al avance científico.

Tal vez no es demasiado conocido por el público en general que muchos

españoles se embarcaron (la mayoría en el sentido literal de la palabra) en

grandes viajes de exploración y descubrimiento con fines científicos, casi

siempre asociados a otras finalidades religiosas, militares, políticas o de simple

ambición. Este trabajo pretende homenajear a todos ellos y dar un vistazo a

algunas de estas grandes expediciones.

Unas fueron organizadas desde la Corona u otras altas instituciones, otras

pocas en colaboración con otros países, y muchas por iniciativa personal de

esforzados exploradores, muchas veces movidos, todo hay que decirlo, por la

búsqueda de riquezas.

Como exponemos en el subtítulo, esos arriesgados viajes siempre estuvieron

llenos de aventuras, penalidades y esperanzas, y como veremos, desde el

punto de vista de la ciencia y del reconocimiento de sus autores, plagados de

decepciones, generalmente por la desorganizada máquina burocrática hispana

y la corrupción o la desidia de las autoridades en numerosos periodos de

nuestra historia, jalonada tan a menudo por cambios, sobresaltos, guerras y

hechos violentos de todo tipo.

Aunque la labor científica organizada en el ámbito de la exploración fue mucho

más fructífera en otros países como Francia o Inglaterra, desde luego las

aportaciones españolas no son nada desdeñables. Desde mi punto de vista

comentaremos las hazañas o los intentos llevados a cabo por algunos de los

muchos que recorrieron el mundo con fines más o menos científicos mezclados

por lo general con otras motivaciones. Así como a los navegantes más

importantes del imperio Español.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 2

1.1. Las Coordenadas Geográficas. La Latitud

La determinación de las coordenadas terrestres, latitud (ancho) y longitud

(largo), que en la actualidad no presentan dificultad alguna en poder ser

determinadas, ya sea en el aire, mar o tierra, tienen no obstante tras de sí

interesantes anales dado la diversidad de su génesis tanto en edad como en

los principios en que se fundamentan sus mesuraciones.

Es así como la latitud es conocida desde muy antiguo. Su origen basado en el

ecuador terrestre, se encuentra a su vez establecido prácticamente desde los

orígenes de la Astronomía. La longitud, en cambio, fue un parámetro difícil de

ser determinado pues su raíz no se encuentra afincada en la ciencia antes

mencionada, sino en la necesidad de contar con su presencia en los mapas o

cartas geográficas. Fue pues su origen una creación enteramente humana y

como tal sujeto a las sucesivas permutas de origen que hubo que introducirle

hasta lograr la estabilidad de que goza a la fecha.

Establecido que la latitud se encuentra asentada en la ciencia astronómica o

cosmografía, se hace menester efectuar una síntesis de sus orígenes para

subrayar la clara diferencia desde comienzos, de una y otra coordenada.

La humanidad desde su más remoto origen se encuentra afecta a los

fenómenos derivados del cosmos, tales como los provocados por el sol en su

permanente rotar aparente en torno a la tierra, provocando fenómenos como el

día y la noche, las cuatro estaciones anuales y su incidencia directa en la

temperatura ambiente. Aparte de ellos, los lunares en sus diversas fases, sus

eclipses, además de los solares, los planetas en sus recorridos por la esfera

celeste, en contraste con las estrellas de posición estable entre sí en el

firmamento.

Tales manifestaciones dieron origen desde antiguo a la ciencia astronómica.

Sus primeros registros en forma sistemática aparecen en Mesopotamia en el

curso de las civilizaciones sumeria, acadia y babilónica, 3000 años antes de la

era cristiana. La civilización romana aportó escasos avances a dicha ciencia,

pero sí lo hizo la griega cuyos conocimientos celestes llegaron a constituir una

disciplina afín a sus propias creencias religiosas, nominando con seres

imaginarios o mitológicos a los doce signos del Zodiaco y a diversas otras

constelaciones que hasta el presente conservan su designación. También los

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 3

antiguos egipcios ejercieron una profunda influencia en aquella rama del saber

varios siglos antes de la era cristiana. El astro sol lo elevaron a la divinidad

nominándolo con el vocablo Ra. Conocían con exactitud la época de

equinoccios que se producían cuando el sol se levantaba y ponía en las

direcciones de las caras norte y sur de sus pirámides. Treinta siglos a.C. ya

habían calculado con notable exactitud la duración del año solar en 365,25

días.

Enteramente aparte de los entendimientos astrónomicos del viejo mundo, en el

continente americano precolombino, las antiguas civilizaciones aztecas, incas y

mayas tuvieron conocimientos astronómicos muy avanzados, en particular los

últimos, legándonos como testimonio sus exactos calendarios y grandiosas

pirámides ofrendadas al sol y a la luna.

El estudio de las coordenadas terrestres, parte de los conocimientos de un

erudito de la Antiguedad, Claudio Ptolomeo (200 años d.C.) de origen egipcio

pero helenizado con posterioridad. Sus obras maestras de astronomía,

geografía y matemáticas perduraron en Europa medieval donde eran

respetadas como dogmáticas, hasta la era del Renacimiento, a mitad del siglo

XVI (Mercator 1512-1514). Fue un cultor de la teoría geocéntrica estableciendo

que el sol y demás astros del firmamento giraban en torno a la tierra.

Contribuyó enormemente al desarrollo de la geografía, legando a la

posterioridad una valiosa colección de veintisiete mapas relativos al mundo

conocido hasta entonces, distinguidos con el nombre de Atlas. En sus cartas

geográficas dejó ubicados los mares, ciudades, islas y demás lugares sabidos,

cuyos datos le fueron proporcionados por viajeros y navegantes de la época, a

los cuales interrogaba con precisión. Fue el primero en fijar los lugares

terrestres en sus mapas empleando las coordenadas de latitud y longitud en

conformidad a sus conocimientos astronómicos, geográficos y matemáticos.

Las legiones romanas emplearon sus mapas en la conquista del imperio.

Tomó como referencia el ecuador terrestre para determinar las latitudes que

por cierto no constituyó una elección arbitraria sino derivada de astrónomos

anteriores, quienes a su vez lo obtuvieron por observación del movimiento de

los cuerpos celestes, basados en que tanto el sol como los demás astros

cruzaban aquella línea imaginaria exactamente por su cenit a 90º de altura, lo

cual los llevó a considerar que se trataba de la cintura del globo terrestre. El

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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concepto de aquella edad, establecía que todo ser humano que osase cruzar

aquella línea perecería sofocado debido al intolerable calor que allí

predominaba. Asimismo se tenía conocimiento cabal de los trópicos de cáncer

y capricornio, los cuales demarcan el límite de la franja a los 23,5 al N y S del

Ecuador que el sol recorre en el transcurso del año en su simulada trayectoria

en torno a nuestro planeta. Los círculos en torno a los polos Norte y Sur de la

tierra, de la misma magnitud que los trópicos, estaban igualmente señalados.

Ptolomeo tuvo por lo tanto en el Ecuador un círculo máximo de origen

astronómico en el cual basar la medición matemática de las latitudes. Distinto

se le presentaba el problema de fijar un meridiano cero destinado a su vez a

establecer la magnitud de las longitudes de los demás lugares terrestres. Se

encontraba en plena libertad para elegir el que más le conviniese a sus

propósitos. Optó por el que comprendía las islas llamadas entonces

Afortunadas (hoy Canarias y Madeira) ubicadas en la costa NW del continente

africano.

Constituyó así el mencionado meridiano el origen de muchos posteriores, antes

de localizarse definitivamente en Greenwich. Queda así refrendada la

diversidad de origen de la latitud y longitud. La primera de fundamento

astronómico y, la segunda, en decisiones meramente humanas, con las

consecuentes alteraciones sufridas a lo largo del tiempo.

La modalidad para la determinación de la latitud correspondió en consecuencia

a ser enfocada por los astrónomos y matemáticos de aquel tiempo, pues a ellos

apuntaba la solución del problema. La respuesta prevalece hasta el presente.

Sus premisas fueron:

1. Que la elevación del polo celeste sobre el horizonte corresponde a la

latitud del lugar del observador.

2. Que la declinación del cenit del observador señala la latitud en el

momento en que un astro cruza su meridiano (altura meridiana).

El instrumento destinado a medir su altura angular fue el astrolabio; ideado por

Ptolomeo, mejorado por los árabes y perfeccionado por los portugueses.

Constituyó durante siglos el precursor del octante, el cual hizo su aparición sólo

en 1739, seguido con posterioridad por el sextante. Permitía mediciones con

razonable exactitud y en el cual se encontraba representada además la esfera

celeste con los datos astronómicos de los principales astros.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Los navegantes del hemisferio norte contaban para establecer su latitud con el

apoyo de la estrella polar, o polaris, que les señalaba el polo celeste (Alfa de la

constelación de la Osa Menor).

En el hemisferio austral en cambio la prolongación del brazo mayor de la

constelación de la Cruz del Sur, constituye la única referencia hacia el polo

celeste austral.

Solucionado en forma aceptable, la respuesta al desafío de poder determinar la

coordenada latitud, quedaba sin embargo sin definición la restante coordenada

“la longitud”. Su fijación tardó aún centenares de años en ser resuelta.

1.2. La Longitud. Los navegantes del siglo XVI, XVII y XVIII contaban, para establecer su

situación en alta mar, con la brújula o compás (introducido en Europa en 1187),

de origen incierto, que les permitía instituir el rumbo, la barquilla que les

indicaba su andar en nudos (unidad aún conservada en nuestros días), el

astrolabio para la determinación eventual de su latitud. La longitud la

determinaban sólo de modo estimado, asumida como referencia la asignada a

su último puerto de zarpe, mediante la ayuda de los referidos medios, los

cuales tampoco eran suficientes para el logro de su marca, pues la nave,

siempre sujeta a la presencia de las corrientes marinas así como de los

vientos, velocidad irregular, y demás factores no bien determinados, hacían de

la situación estimada un lugar sólo de gruesa exactitud. Pese a ello, los

navegantes portugueses lograron cruzar la línea ecuatorial en 1471; Bartolomé

Díaz dobló el cabo Buena Esperanza en 1486; Vasco de Gama descubrió la

ruta hacia las Indias en 1498, hazañas que sólo fueron superadas en

importancia por Cristóbal Colón en 1492.

La falta del parámetro longitud dio lugar a que tanto en el área de la

navegación como en la geografía en general se produjeren episodios trágicos,

que sólo mencionaremos en síntesis.

El primero de ellos fué el desastre marítimo ocurrido en la noche del 22 de

octubre de 1717 a una división naval inglesa compuesta por 5 unidades la cual,

al mando del almirante Sir Clowdisley Showell, regresaba a su puerto base en

Inglaterra tras haberse batido exitosamente en contra de una fuerza naval

francesa a la altura de Gibraltar. La travesía atlántica tomó 12 días bajo escasa

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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visibilidad y por ello con dudosa situación, en particular en longitud. El punto de

recalada estaba fijado a varias millas a la cuadra de las islas Scilly ubicadas en

el extremo SW de las islas británicas. El final de aquella navegación, con

posición incierta, terminó en que la agrupación se estrellara, encabezada por

su buque insignia, Association, en contra de los farellones de aquellas islas,

hundiéndose una nave tras otra en tan sólo breves minutos, salvo el último de

la formación. Aquella catástrofe la cual tuvo como consecuencia la pérdida de

aproximadamente 2000 vidas humanas, incluso la del almirante Showell,

produjo, como es natural, un profundo sentimiento de alarma y de pavor no

sólo en Inglaterra sino en toda Europa frente a la inseguridad de la vida

humana en el mar.

Otro episodio marítimo, por falta de conocimiento de la coordenada longitud,

ocurrió en el curso del año 1741 al comodoro George Anson a bordo de su

buque insignia Centurion en nuestra costa central en busca de la maravillosa

isla de Juan Fernández según su parecer. La división naval a su mando fue

dispersada por un violento mal tiempo durante el cruce del cabo de Hornos.

Varias de esas naves naufragaron en nuestras islas australes próximas a la

desembocadura del Estrecho. Anson pudo, tras vencer toda suerte de

adversidades, conducir su nave desde los 60º de latitud sur hasta los 35º

pertinentes a la referida isla según la carta náutica en su poder, pudo alcanzar

el 24 de mayo de aquel año dicha latitud. Debido al conocimiento sólo a groso

modo de su longitud, no pudo establecer si Juan Fernández, a la cual requería

recalar con urgencia, se encontraba al E o W de su situación estimada. -La

rebusca de la isla le tomó casi 15 días entre bordadas hacia el continente y alta

mar-.

Logró así fondear en Cumberland sólo, el 9 de junio para proporcionarle a su

exhausta tripulación, diezmada por el escorbuto, un merecido descanso y alivio

tras tan dura y prolongada travesía.

Finalmente cabe mencionar el caso del Tratado de Tordesillas firmado en

aquella ciudad de Valladolid el 7 de junio de 1794 entre España y Portugal,

ambas naciones católicas de la península Ibérica, con el fin de delimitar sus

recíprocas apetencias territoriales en los parajes del Nuevo Mundo. Actuó

como mediador el Papa Julio II el cual hubo de fijar, en segunda instancia, una

línea divisoria de influencias entre ambas naciones a cuyo occidente le cabía

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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influjo a España y a cuyo oriente a Portugal. Al no disponer el Pontífice de un

mapa de las Indias Occidentales en el cual figurasen las líneas

correspondientes a los meridianos que le hubiesen permitido establecer dicha

delimitación con facilidad y precisión, hubo de circunscribirse a fijar la línea

divisoria a 370 leguas al W de las islas de cabo Verde. Cabe anotar que dicha

partición dio origen a la mayor de las naciones sudamericanas, vale decir la

República de Brasil.

Volviendo al tema de la búsqueda de la longitud que cada día se volvía más

patente, sin poderle encontrar solución transcurridos ya centenares de años, se

inician esfuerzos serios en el transcurso del siglo XVII para encontrar respuesta

a tan trascendental incógnita.

Jefes de estado como el rey Jorge III de Inglaterra y Luis XIV de Francia se

interesaron personalmente en el caso. Importantes observatorios astronómicos

fueron establecidos en París, Londres y Berlín con el fin de hallarle una

definición. Renombrados astrónomos de la época como Galileo, Newton,

Halley, aparte de otros, se abocaron a la búsqueda de un desenlace que se

preveía por dos vías diferentes. La astronómica o la derivada de la diferencia

de hora entre dos lugares separados en longitud. Esta última basada en el

hecho de que la tierra tarda 24 horas en efectuar un giro completo en torno a

su eje lo cual equivale a 360º. Existe pues entre ambos valores estrecha

relación matemática la cual en síntesis establece que:

15º de longitud equivalen a una hora de tiempo; 15' de longitud a 4 minutos de

tiempo y 1' de longitud a 4 segundos de tiempo. La precisión horaria resultaba

pues indispensable para enfocar la solución mediante el sistema de hora

enunciado.

Por la vía astronómica no se había hallado hasta entonces una solución

adecuada y tampoco por el método de la hora, pues se carecía de los relojes

con la exactitud requerida.

A principios del siglo XVIII tanto los comerciantes marítimos de Inglaterra

unidos a los profesionales del mar de la primera potencia naval europea,

urgieron al gobierno de S.M.B. a tomar alguna medida seria y definitiva en

procura de solucionar, a la mayor brevedad, el problema atingente a la

coordenada longitud. Fue así como el gobierno británico transfirió la situación al

Parlamento el cual a su vez designó un "Comité de Longitud". En 1714 solicitó

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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el referido Comité la cooperación del mayor sabio de la época, Sir Isaac

Newton de 72 años de edad, y la de su amigo el astrónomo Edmund Halley

quien durante su permanencia en la isla Santa Helena, en el Pacífico Sur,

había completado un mapa estelar del hemisferio austral, en el cual incluyó 300

estrellas, empresa científica que le valió su ingreso a la Real Academia de

Ciencias.

Newton en su primer informe al Parlamento dejó establecido, en síntesis, que el

problema de hallar la longitud se encontraba solucionado en teoría, pero de

difícil ejecución con los medios disponibles y por disponer dentro de un plazo

previsible. Fue por ello que con fecha 8 de julio de 1714 el Parlamento

estableció finalmente la "Ley de la Longitud" llamando a ingleses y extranjeros

en personas o grupos, a presentar un sistema viable de poder determinar la

referida coordenada. El premio a ser asignado fue dividido en tres categorías.

• I. 20.000 libras esterlinas por un método que permitiere fijar la longitud

con una exactitud de 1/2 grado de un círculo máximo (30 millas náuticas

medidas en el ecuador terrestre).

• II. 15.000 libras esterlinas por un método exacto en los 2/3 de un grado

de círculo máximo (40 millas náuticas medidas en el ecuador).

• III. 10.000 libras esterlinas por un método exacto dentro de un grado de

un círculo máximo (60 millas náuticas medidas en el ecuador).

El "Longitud Act" estableció también jueces de alto nivel conocidos como la

"Comisión de Longitud" integrada por hombres de ciencia, oficiales de la Royal

Navy y representantes gubernamentales.

Los astrónomos de S.M.B. lo integraban a modo de componentes ex-oficio, al

igual que el Presidente de la Cámara de los Comunes, el Primer Lord del

Almirantazgo, aparte de los profesores de matemáticas de las universidades de

Oxford y Cambridge.

Quedó asimismo dispuesto que la técnica que fuese seleccionada,

correspondería ser verificada en cuanto a su exactitud, a bordo de una nave de

S.M.B., la cual debía cruzar el océano Atlántico a partir de Inglaterra en

demanda de cualesquier puerto de las Indias Occidentales fijada por aquella

comisión.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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La magnitud de los premios ofertados puso en acción, como era de esperar, a

los hombres de ciencias de la época, como asimismo a los que no lo eran. Se

presentaron así soluciones tanto en el área de la astronomía como en el

horario. En relación con el último punto cabe recordar que el primer reloj

mecánico accionado por cuerda hizo su aparición en Europa sólo en el siglo

XVI ideado por el cerrajero de Nuremberg Pedro Heinlein en 1542. Los

anteriores eran a base de péndulo, aparte de los de tiempos primitivos de sol,

arena, agua y aceite. Los de uso corriente de péndulo no tenían por razones

obvias aplicación a bordo. El reloj náutico debía tener como requisitos básicos

el no ser afectado por el movimiento de la nave, por los cambios de

temperatura, por la humedad, cambios de la gravedad terrestre, vibraciones,

etc. En resumen, relojes que cumpliesen tales condiciones no estaban

disponibles y no se preveía su existencia dentro de un próximo futuro.

En cuanto a la solución astronómica, la cual Newton miraba con la mayor

simpatía, después de mencionar varias meramente teóricas citó el "grandioso

método" de la distancia lunar fundamentado en la teoría del astrónomo alemán

Johannes Werner (1514) basada en el hecho que el desplazamiento lunar

horario es aproximadamente igual a su diámetro. Ello da margen en obtener la

longitud a través de las mediciones angulares diurnas entre el sol y la luna

cuando ello fuere posible, o entre esta última y determinadas estrellas en el

curso de la noche.

En lo tocante a la medida horaria intervino entre otros el inglés Jeremías

Tacker, el cual dio forma a un nuevo tipo de reloj de precisión contenido en una

caja al vacío al cual denominó cronómetro. El reloj montado en una suspensión

cardan, contaba con un sistema de doble cuerda lo que le permitía activar la

tensión de una de ellas sin que el reloj detuviese su funcionamiento. Tacker

puso en dicho cronómetro su mejor esperanza en lograr el ansiado premio. El

reloj, aunque en caja de vacío, resultó susceptible a los cambios de

temperatura, lo cual influía en su marcha hasta seis segundos en veinticuatro

horas. El requisito de exactitud requerido para la recompensa de las 20.000

libras exigía una puntualidad de al menos 3 segundos diarios en adelanto o

atraso. Si la travesía de Inglaterra al mar Caribe tardaba alrededor de 40 días,

la marcha diaria del reloj no podía exceder de los tres segundos establecidos.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Sin embargo el mencionado dispositivo constituyó un señalado adelanto en la

difícil ciencia de la cronometría.

La solución del problema de la exactitud requerida a bordo, tardó aún varios

años en ser resuelta y se debió a un relojero inglés John Harrison un verdadero

genio de la mecánica de precisión, a pesar de no haber tenido una educación

como aprendiz a relojero, dedicó la totalidad de su existencia en procura de

concebir un reloj portátil de alta precisión. Con tal propósito ideó no sólo uno,

sino una serie de ellos (H1, 1737) (H2, 1741) (H3, 1757) y (H4, 1759), cada

serie mejorada en relación a la precedente. Dichos cronómetros tenían la

particularidad de no tener fricción entre sus partes, por lo cual no requerían de

limpieza interior. Su constitución metálica especial los liberaba de todo peligro

de oxidación. Los cambios de temperatura no los afectaban, pues cuando

alguna de sus piezas tendía a expandirse o contraerse las restantes

accionaban en contra de tal propensión, manteniendo así el reloj su marcha sin

variaciones.

No fue sin embargo fácil a John Harrison lograr la obtención del mayor premio

a ser asignado por el Comité de Longitud. El genio científico de la época, Isaac

Newton, fue de opinión que la coordenada longitud en alta mar debía

encontrarse en base a observaciones astronómicas, y no mediante la relojería

cuya exactitud siempre puso en duda. A la opinión señalada se unió la de Nevil

Maskeoyne en igual sentido. Este último incluso hizo esfuerzos por cambiar las

reglas del juego, en el sentido de que el premio debía concederse a un

astrónomo de nota y no a un relojero.

Pese a las mencionadas contrariedades, y otras intrigas que resultaría largo de

enumerar, al cumplir los cronómetros de Harrison con las exigencias

establecidas, sus exactitudes le proporcionaron finalmente el anhelado triunfo.

En 1793, durante el reinado de Jorge III de Inglaterra, le fue finalmente

asignada la recompensa de las 20.000 libras, después de haber luchado

cuarenta años en pos de su logro.

El empleo del cronómetro se fue generalizando gradualmente a bordo de las

naves no sólo inglesas sino de todas las naciones.

Navegantes de la categoría de James Cook, quien a lo largo de sus

expediciones por el océano Pacífico pudo comprobar las bondades y exactitud

que le proporcionaba el cronómetro H4 de Harrison, en comparación con el

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 11

astronómico de las distancias lunares, lo cual consta en sus informes elevados

a la Comisión de Longitud en Londres.

Resultaba en aquellos años necesario contar a bordo a lo menos con tres

cronómetros, sobre todo tratándose de travesías oceánicas, y en particular las

naves comisionadas en expediciones o levantamientos hidrográficos. Es así

como el HMS Beagle, al mando del Capitán Fitz-Roy, zarpó desde Inglaterra

hacia el extremo sur del continente americano, en 1831 portando un equipo de

veintidós cronómetros. Se trataba de fijar puntos relevantes de las futuras

cartas naúticas con la indispensable exactitud.

A modo de anécdota cabe mencionar que el actuar de la Comisión de Longitud,

cuyo término no fue establecido, se prolongó por más de un siglo, y sólo se

autodisolvió en 1828, después de haber dispensado premios por un valor

superior a las 100.000 libras esterlinas, precio que hubo que solventar para

resolver la incógnita de la coordenada longitud.

Resulta procedente señalar aquí el efecto de la recta de altura (line of position)

en la obtención de la ubicación de la nave en cuanto su longitud, la cual fue

descubierta de modo casual por el capitán norteamericano Thomas H. Summer

en noviembre de 1837, quien en 1843, publicó los detalles de su

descubrimiento señalando que la marcación verdadera del sol en el momento

de su observación coincidía siempre en ángulo recto con la línea de posición.

El almirante Marcq Saint Hilaire y otros navegantes adoptaron y modificaron el

descubrimiento original, el cual se utiliza habitualmente hasta el presente.

El Meridiano Cero.

La historia del meridiano cero, de muy diversos orígenes geográficos en su

fase inicial, lo cual evidenció la necesidad de uniformarla en procura de uno

común que fuese aceptado por todas las naciones y fuese a la vez el origen del

tiempo horario en la tierra.

Es así como en 1884 tuvo lugar la Conferencia Internacional del Meridiano, con

sede en Washington D.C., a la cual asistieron representantes de 26 naciones.

En su curso fue declarado el meridiano inglés, correspondiente al observatorio

naval de Greenwich, como el primero del mundo, acuerdo que no fue aceptado

por Francia, país que continuó empleando el de París en sus publicaciones

geográficas. La diferencia entre ambos meridianos es de 9 minutos y 21

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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segundos, se mantuvo hasta 1911, año en el que la longitud del observatorio

de Greenwich pasó a ser de referencia mundial.

La hora del referido meridiano establece pues el origen de la hora universal a

partir de la cual los demás lugares de la tierra fijan a su vez sus horas, minutos

y segundos por diferencias de longitud hacia su E o W. El meridiano 180º

separa por consiguiente las horas del mundo oriental de las del occidental,

denominado por ello como el de cambio de fecha. Las tablas y demás

publicaciones astronómicas, como el Almanaque Náutico, se encuentran

referidas a la hora de Greenwich. El primero de tales almanaques, con datos

muy limitados, fue publicado en Inglaterra en 1766 con el propósito de que el

navegante pudiese establecer su longitud mediante las referidas observaciones

lunares.

Los 24 husos horarios mundiales de 15º de longitud hacia el E y W del

Meridiano de Greenwich representan una diferencia horaria de 60 minutos

entre sí, cuyas áreas geográficas fijan una misma hora legal para los diferentes

lugares comprendidos en su superficie.

Fueron establecidos en 1912 en el curso de la Conferencia Internacional de la

Hora celebrada en París.

2. Las Expediciones Españolas al Océano Pacífico.

El descubrimiento del océano Pacifico, cuya dimensión ocupa la tercera parte

de la tierra, es consecuencia del de América por Colón en 1492 y de la llegada,

en 1493, de Vasco de Gama a la India tras doblar el cabo de la Buena

Esperanza. A partir de este momento se abre el inicio de una serie de

exploraciones geográficas a manos de navegantes españoles, durante los

siglos XVI, XVII y XVIII, que permitirán en pocos años el desarrollo de la

náutica, de la cartografía y establecer la configuración real de globo terráqueo

con el descubrimiento de nuevos mares y tierras.

El Océano Pacífico, descubierto y bautizado por hombres al servicio de

Castilla, sus aguas fueron surcadas en exclusividad, durante casi cien años,

por navíos españoles procedentes de la metrópoli primero y posteriormente de

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 13

los virreinatos americanos, estableciendo nuevas derrotas y descubriendo

tierras e islas desconocidas hasta el momento.

La exploración del Pacífico llevó al descubrimiento del archipiélago filipino y de

gran parte de las islas que componen el continente oceánico.

Todos los archipiélagos que componen Micronesia (Marianas, Carolinas,

Palaos, Gilbert y Marshall), varios grupos de la Melanesia (Santa Cruz,

Salomón, Almirantazgo y Nuevas Hébridas) y algunos de la Polinesia

(Tuamotou, Line, Cook, Marquesas y Ellice), así como el avistamiento de

Nueva Guinea, Hawaii y Australia, se deben a España. A españoles también se

deben las primeras descripciones de sus tierras y habitantes, las primeras

colonizaciones y la introducción de la lengua y la religión.

Las islas de la Especiería serán el propulsor económico de estos viajes, así

como del reconocimiento de África, Asia oriental y América y del dominio de la

náutica del océano Índico, Atlántico y Pacífico. El comercio oriental de

productos exóticos (maderas, marfíl, sándalo, piedras preciosas, sedas, laca,

goma arábiga, cochinilla...) utilizados en las artes suntuarias, tintorería o

medicina, y de las especias (clavo, nuez moscada, canela, pimienta o jengibre),

fue impulsado y sustentado por las narraciones fabulosas de Marco Polo.

Este comercio estaba en manos de mercaderes venecianos y genoveses, que

comerciaban con los puertos de Alejandría y Constantinopla, y se vio

amenazado en 1453 con la caída del Imperio Bizantino en manos de los turcos,

al establecerse un monopolio árabe sobre el mismo. Dado que estos productos

venían de Cipango (Japón), Cathay (China) y de las llamadas islas de la

Especiería o Molucas, su búsqueda fue el germen que impulso las

exploraciones con el fin de descubrir su situación real y la apertura de una

nueva ruta por el oeste, siguiendo las teorías cartográficas de Ptolomeo.

Este móvil encubría también otro político y expansionista comenzado a

desarrollar por Portugal, que llevaría a un enfrentamiento de intereses y al

otorgamiento de las bulas papales, con la finalidad de establecer los límites de

las áreas de expansión e influencia de cada corona y que para España

supondrá la formación de un gran imperio en “el que nunca se ponía el sol”.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 14

Pero dado que la Bula Intercoetera, otorgada por el papa Alejandro VI en 1493,

no sólo no resuelve el conflicto sino que lo agrava, ambas coronas firman el

Tratado de Tordesillas (1494), en el que la delimitación de la zona de

demarcación se establece de polo a polo a 370 leguas al oeste de las islas

Azores y de Cabo Verde, sin establecerse el límite del antimeridiano, dado el

escaso conocimiento que se tenía todavía del mundo y de la imposibilidad de

su medición. Este tratado dará la fundamentación para que Vasco Nuñez de

Balboa, colonizador del Nuevo Mundo, una vez que atisbe por primera vez el

25 de septiembre de 1513 el océano Pacífico, que denomina Mar del Sur, tome

posesión de él y de sus tierras por descubrir en nombre de la corona española.

Así, conocida su existencia aunque desconocida su dimensión, hay que buscar

el paso que permita su navegación en busca de las Molucas, y esta es la

misión que se le encarga al navegante lusitano Magallanes, dándose así inicio

a los viajes de descubrimiento.

El 28 de noviembre de 1520, Magallanes, a quién acompañaba Juan Sebastián

Elcano, se adentra por primera vez en aguas del Pacífico, nombre con el que le

bautiza debido a la tranquilidad de sus aguas, tras atravesar el estrecho que

lleva su nombre, aunque esta tranquilidad fue objeto de numerosas

calamidades consecuencia de las corrientes marinas, los vientos alisios, el

calor sofocante, la falta de alimentos, el escorbuto y el agua contaminada. A

partir de este momento “otro nuevo mundo” se abre al viejo, tras avistar el 4 de

junio de 1521 las primeras islas, aunque deshabitadas, que denominan islas

Infortunadas o Desventuradas (posiblemente del grupo Tuamotú), para llegar

posteriormente, tras pasar por alguna de las Fénix y no sin afrontar nuevas

penalidades, a divisar nuevas islas que las denominan islas de Los Ladrones

porque tuvieron enfrentamientos con los isleños tras el robo de un bote, o

también de las Velas Latinas, por el tipo de embarcaciones que tenían (las

actuales Guam y Rota, de las Carolinas Meridionales). Descubren también

algunas islas del archipiélago de las Filipinas que denominaron de San Lázaro,

como la isla de San Lorenzo (Samar, del grupo de las Bisayas), y en una de

cuyas islas, Mactán, Magallanes encontró la muerte y en otra, Cebú, varios de

los expedicionarios. De allí tomaron rumbo sur hacía las Molucas llegando a

Tidore y tras asumir Elcano el mando de los dos barcos que quedaban,

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 15

iniciaron el camino de retorno con las bodegas cargadas de especias. Elcano

regreso en la Victoria por el Índico, a través del cabo de la Buena Esperanza,

llegando a Sevilla el 8 de septiembre de 1522, con sólo 16 hombres, tras haber

realizado el primer viaje de circunnavegación. La Trinidad al mando de Gonzalo

Gómez de Espinosa intento el retorno por el Pacífico llegando a subir a 42º de

latitud pero un temporal los llevó de regreso a las Molucas donde fue hecho

prisionero por los portugueses en la isla de Ternate, regresando posteriormente

a Lisboa. No obstante, descubrieron las islas San Juan y San Antonio

(probablemente de las Carolinas occidentales o Palaos) y tocaron en las

llamadas de los Ladrones. Esta expedición va a brindar también, de manos de

los cronistas de la misma Antonio de Pigaffeta y a Ginés de Maffra, las

primeras descripciones de los naturales de las Carolinas, los Chamorros, y de

algunos de los habitantes de Filipinas.

Encontrado el paso del sudoeste, se organiza una segunda expedición a las

islas de la Especiería con la finalidad no sólo de promover el tráfico de las

especias sino también de afirmar la presencia y derechos de la corona

castellana en aquellas islas. García Jofre de Loaísa, es nombrado capitán

general de la misma y gobernador de las islas del Moluco, y va acompañado de

Juan Sebastián Elcano y Andrés de Urdaneta, que posibilitará posteriormente

el tornaviaje de Filipinas a México. Aunque integrada por siete naves, que salen

del puerto de La Coruña el 24 de agosto de 1525, sólo cuatro consiguieron

cruzar el estrecho de Magallanes casi un año más tarde, sólo dos lograron

atravesarlo, sólo una llegó a las Molucas y ninguna logró regresar. Loaísa y

Elcano murieron antes de llegar a las islas de la especiería y la expedición

quedó al mando de Toribio Alonso de Salazar.

En su recorrido navegaron entre las islas Marshall y las Marianas y

descubrieron la costa oriental de la isla Mindanao en las Filipinas, de donde

pasaron a Talao (del archipiélago de Talaud, al noreste de las Célebes) para

llegar finalmente a la isla de Gilolo del grupo de las Molucas. Las otras dos

naves que atravesaron el estrecho Magallanes sufrieron suertes diferentes. El

navío llamado Santiago subió por la costa americana del Pacífico hasta México,

siendo la primera que desde la metrópoli alcanzaba el hemisferio norte.

Page 19: Historia de la Navegación y la ciencia

La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 16

Mientras que la San Lesmes, al mando de Antonio de Solís, fue la primera que

realizó el paso por el estrecho de Hornos y una vez en el Pacífico se perdió.

A partir de este momento y hasta el siglo XVIII, las expediciones se organizan y

salen de puertos americanos del virreinato de la Nueva España (México y

centroamérica) primero y posteriormente del Perú, retornando también a los

mismos una vez encontrado el paso del tornaviaje. Álvaro de Saavedra, tras la

solicitud de Carlos V a Hernán Cortés del envío de una expedición de socorro

de la anterior, zarpa de Zihuatanejo (México) el 31 de octubre de 1527,

estableciendo el derrotero de este a oeste en el Pacífico central. Aunque parte

de la expedición se perdió en las islas de los Ladrones, la nao la Florida

alcanzo las Filipinas y llegó a Molucas, y tras enfrentamientos con los

portugueses por su soberanía, inició el retorno con el barco lleno de especias.

En los dos intentos infructuosos que hizo en busca del tornaviaje reconoció la

costa oeste de Nueva Guinea y descubrió la isla de los Reyes (del grupo de las

Faraulep), y otras de los archipiélagos del Almirantazgo, Marshall y Carolinas.

Saavedra murió durante la travesía y la Florida regreso en 1529 a través del

Índico.

El siguiente protagonista será Hernando de Grijalva, –navegante que había

explorado el noroeste de La Nueva España y las islas Revillagigedo–, enviado

por Hernán Cortes al Perú en auxilio de Pizarro en 1535. A su regreso Grijalva

decide adentrarse en el Pacífico, no sin disensión con sus tripulantes, lo que

posiblemente le costó la muerte ya que parece ser murió asesinado por sus

marineros, llegando a algunas de las actuales islas Gilbert y de allí a aguas de

Nueva Guinea-Papua, donde descubrieron diferentes islas. El final de esta

expedición fue trágico pues el barco naufragó y sus tripulantes fueron hechos

prisioneros por nativos melanesios, a los que describen “como caníbales de

pelo rizado”, quedando sólo dos supervivientes que aportaran informaciones y

datos que sin duda serían importantes para expediciones posteriores a la zona.

El virrey D. Antonio de Mendoza organiza una tercera expedición al mando de

Ruy López de Villalobos, que zarpó de México en 1542 y en su recorrido, pasó

por las islas de Revillagigedo, Marshall, Carolinas y Palaos llegando a

Mindanao. En su deseo de descubrir el tornaviaje a México envió a la nave San

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Juan, que acometió la misión dos veces al frente de Bernardo de la Torre

primero y de Iñigo Ortíz de Retes después, pero ambas fracasaron. No

obstante, en el primer intento se descubrieron islas del grupo de Volcano y

Benin (Japón), y en el segundo Ortíz de Retes recorrió la costa norte de Nueva

Guinea, avistada anteriormente por Álvaro de Saavedra y Grijalva, y tomó

posesión de ella dándole dicha denominación por la similitud de sus habitantes

con los africanos. Pero el viaje de regreso volvió a fracasar al ser empujadas

por los vientos las naves que sobrevivieron, arribando contra su voluntad

también en esta ocasión a las Molucas.

Si en todas estas expediciones españolas, además del afán descubridor de

nuevas tierras que proporcionen especias u otras riquezas está implícita la

búsqueda de la ruta que permita atravesar el Pacífico de oeste a este, la de

Villalobos introduce un nuevo elemento, el evangelizador, al embarcar ocho

sacerdotes y religiosos en ella, afán que se verá hecho realidad en la siguiente

que tiene como misión la colonización de las Filipinas, así como encontrar el

viaje de regreso. Por otra parte, los reveses sufridos por las anteriores se verán

compensados con esta, que consigue el tornaviaje a México desde el oriente,

permitiendo el desarrollo del comercio español con el lejano oriente. La llamada

Nao de Acapulco o Galeón de Manila, saldrá desde México a comienzos de

año, vía Guam, regresando con los monzones del verano.

Miguel López de Legazpi, al que acompaña el cosmógrafo Juan de Urdaneta,

superviviente de la expedición de Loaísa, sale de México en 1564. Tras pasar

por islas que denominaron de los Barbudos, Placeres, de Pájaros, los Corrales

y Jardines (del grupo micronesio de las Marshall) llegaron a las islas de los

Ladrones (Guam), cuyo nombre fue cambiado en 1668 por el jesuita Diego Luís

de Sanvitores encargado de su colonización, por el de Marianas, en honor de

Doña Mariana de Austria, que donó fondos privados para la evangelización y

mantenimiento del archipiélago, constituyendo la isla de Guam un punto de

parada necesario para el Galeón de Manila. Tras recorrer y reconocer las

principales islas de Filipinas, Legazpi fundó, no sin lucha con los nativos, dos

colonias, una en Cebú y otra en Luzón, Manila, que posteriormente será

declarada capital de la Gobernación y Capitanía General de las Filipinas

dependiente del virreinato de la Nueva España, constituyendo su límite

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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occidental. El futuro de esta gobernación dependía del encuentro del tornaviaje,

que finalmente fue hallado tras ascender a 40º latitud y de allí rumbo a las

costas de California, arribando en el puerto de Acapulco el 8 de octubre de

1565. Pero si a Legazpi se le asigna la conquista y colonización de Filipinas y a

Urdaneta el camino de regreso, hay que mencionar que Alonso de Orellano,

que iba al frente de una de las naves de la expedición que se separó del resto

desde el inicio, se les adelantó en ambas empresas, ya que llegó una semana

antes a las Filipinas y arribó dos meses antes a las costas mexicanas, aunque

su única gloria fue la acusación de deserción y desobediencia. Una vez

conseguidos estos objetivos en el Pacífico septentrional la mirada se dirige al

sur del ecuador terrestre. A ello no es ajeno el desarrollo de los viajes

comerciales de la ahora Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que

había comprado sus derechos a Portugal, y la cada mayor presencia de barcos

piratas ingleses que amenazan las costas y puertos americanos. A lo anterior,

hay que sumar el resurgimiento de mitos medievales relativos a la tierra mítica

de Ophir de donde obtenía sus riquezas el rey Salomón, o de teorías como la

de la existencia de la Terra Australis Incognita, creencia que mantenía la

existencia de una enorme masa de tierra que permitiera contrabalancear el

hemisferio norte, para lograr así la estabilidad del globo, y que fue reavivada

por los cronistas Pedro Sarmiento de Gamboa y Cieza de León,

fundamentándose en los relatos de los incas relativos a la existencia de

grandes islas en el Mar del Sur repletas de riquezas. Este cambio de ruta

llevará también un cambio de virreinato, correspondiendo a partir de ahora al

de Perú la organización de los viajes y a sus puertos la salida de los mismos.

La primera expedición organizada en busca de la terra australis corre a cargo

de Alvaro de Mendaña, que acompañado de Sarmiento de Gamboa sale del

Callao el 16 de noviembre de 1567. Un cambio en el rumbo hacia el noroeste

les llevó, tras pasar por el atolón de Pukapuka, al que Magallanes había

denominado isla Infortunada, y por Tuamotu, a la isla que llaman Nombre de

Jesús (del grupo de las Ellice) y, a la que denominan Santa Isabel en la

tomaron tierra e iniciaron la exploración y descubrimiento de las llamadas islas

Salomón en Melanesia, a pesar de no haber encontrado ninguna riqueza en

ellas. Los enfrentamientos con los indígenas y la situación de los barcos les

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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llevó, no sin desacuerdos, a iniciar el camino de regreso pasando por el

archipiélago de las Marshall y Gilbert para ascender a las costas de California,

y descender por toda la costa pacífica americana hasta el Perú. Sarmiento de

Gamboa culpó del fracaso de la expedición, por haber cambiado la derrota, a

Mendaña. Es factible pensar que de lo contrario hubiesen llegado a islas de la

Sociedad, descubiertas posteriormente por Cook y a Australia. Sin embargo, su

mayor logro fue el descubrimiento y exploración de las islas Salomón durante

seis meses.

Con una capitulación de la corona y el título de Adelantado y gobernador de las

tierras e islas que descubriese Mendaña regresa en 1595, dispuesto a

colonizar las islas Salomón, acompañado de su mujer Isabel de Barreto, sus

cuñados, soldados, mujeres, niños y esclavos, y, el piloto portugués Pedro

Fernández de Quirós. En este viaje no las pudieron encontrar de nuevo, pero

llegó a las que bautizó como Las Marquesas de Mendoza en honor de la

esposa del virrey que había patrocinado la empresa. En esta expedición se

obtienen los primeros datos etnográficos sobre naturales de la polinesia cuyos

habitantes son descritos por primera vez por Fernández de Quirós como “casi

blancos y de muy gentil talle... los cuerpos y rostros son todos muy labrados

con un color azul, y dibujados algunos pescados y otras labores... los cabellos

como mujeres muy crecidos y sueltos y con ellos mismos dadas vueltas.....

eran muchos rubios y había lindos muchachos, que cierto para gente bárbara y

desnuda era gusto verlos. Otros descubrimientos de esta expedición son las

islas de San Bernardo, al norte del archipiélago Cook, y la de Santa Cruz en las

Nuevas Hébridas, que hoy se conoce como Ndeni, y, aunque decidieron

poblarla los enfrentamientos con los nativos se lo impidieron. Muerto Mendaña

pasó sus títulos, transmisibles a sus herederos por cédula real, a su esposa.

Pero la expedición ha de regresar a Manila, donde Isabel de Barreto fue

denominada reina de Saba, como gobernadora de las islas Salomón. La

colonización y evangelización de las islas Salomón así como el descubrimiento

de la tierra austral generará una tercera expedición, a cuyo frente irá en esta

ocasión Pedro Fernández de Quirós, compañero de Mendaña en el anterior

viaje, que sale del Callao en 21 de diciembre de 1605, junto con Luís Váez de

Torres. Se dirigen al sudoeste manteniendo el rumbo en los 20º latitud, y tras

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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descubrir varias islas de la polinesia, del archipiélago de las Tuamotu (Ducie,

Henderson, Marutea y Hao), la isla que denominan de los Peces, nombre que

más tarde se cambia por el de Carolina, la isla de Gente Hermosa ( hoy

Rakahanga en la parte septentrional del grupo Cook), y Nuestra Señora del

Socorro, (hoy Taumako del grupo Duff), el primero de mayo entran en una

bahía, que tras ser inspeccionada por Torres, recibe el nombre de San Felipe y

Santiago, en las Nuevas Hébridas (hoy república de Vanuatú). Allí toman tierra

en nombre del rey de España y Quirós le asigna el nombre de Austrialia del

Espíritu Santo ( la isla conserva hoy todavía el apelativo de Santo), en recuerdo

de la monarquía reinante, mientras que a la colonia que comienza a establecer

la denomina Nueva Jerusalén. Enloquecido con su descubrimiento este

personaje casi novelesco y lleno de delirios místico-geográficos, pensó que

había descubierto un continente y regresó.

Desaparecido Quirós, Váez de Torres recorre la costa del Espíritu Santo

comprobando que se trataba de una isla y no de un continente. A continuación

pone rumbo 21º sur, siguiendo las ordenes selladas del virrey en el que se les

ordenaba buscasen tierra por debajo de los 20º y si no la encontraban,

regresaran. Se adentra en la península de York, bordeándola hasta llegar al

cabo del mismo nombre, desde donde fueron los primeros en atisbar el

extremo septentrional de Australia. Posteriormente recorre la costa de Nueva

Guinea a lo largo del golfo de Papua, reivindicada para España por Iñigo Ortíz

de Retes en 1545, y tras recorrer la costa sur de Nueva Guinea y descubrir

numerosas islas, cruza el estrecho que lleva su nombre, visita alguna isla del

grupo de las Molucas para dirigirse posteriormente a Manila.

A Diego Pardo y Tovar, cronista y cartógrafo de la expedición debemos la

realización de los primeros mapas de las bahías de San Lorenzo y Puerto de

Monterrey, Arlanza, San Felipe y los puertos y bahía de San Buenaventura, así

como las primeras descripciones de sus pobladores:

Pero lo que nos parece muy importante de destacar es la existencia de cuatro

dibujos, que se conservan en el archivo de Simancas, referidos a los naturales

de la “tierra de San Buenaventura”, de la “bahía de San Lorenzo” y de la “bahía

de San Pedro de Arlanza”, y de “Felipe y Santiago”, adjudicadas a Pardo y

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Tovar aunque no están firmadas, que son sin duda las primeras

representaciones iconográficas de los melanesios.

A finales del XVII y sobre todo en XVIII España perderá el monopolio sobre las

aguas del Pacífico, que serán surcadas por barcos de otras potencias europeas

y sus islas tomadas en nombre de otros países.

Sin embargo, España se debe defender de estas incursiones que amenazan

incluso a las costas y puertos americanos, por lo que se desarrollan nuevas

expediciones que en este caso pueden ser definidas como de reconocimiento,

de gran importancia tanto por sus ejecutores como por los resultados que

alcanzan. Manuel Amat, virrey del Perú (1761-76), enviará cuatro expediciones,

una con destino a las isla de Pascua y tres a la Polinesia, con la finalidad de

ubicarlas en el mapa, reconocerlas y fundar colonias en estas islas cercanas,

para evitar que pasen a ser posesión de otros países y poder proteger así las

costas americanas.

Por otra parte, la isla Davis o David, llamada por los españoles de San Carlos,

en honor a Carlos III, y en la actualidad de Pascua o Rapa Nui, era confundida

en las cartas de navegación con Tahití, avistada por Quirós en 1605, y llamada

Otheyte por sus naturales o Rey Jorge por los ingleses.

Era necesario pues, ratificar su exacta situación geográfica, examinar sus

características, estudiar su habitabilidad, así como indagar los intentos de

penetración por parte de otros países, con la finalidad de intentar su

colonización y evangelización.

El primero de estos viajes a la isla de Pascua tiene lugar en 1770, al mando de

Gónzalez de Haedo, junto con el capitán Antonio Domonte y los tenientes

Cayetano de Lángara y Hemeterio Heceta, siguiendo una derrota establecida

con el estudio de más de cincuenta cartas marinas de diferentes naciones, que

diferían en cuanto la longitud en que estaba situada la isla no así en cuanto a

su latitud, situada entre 27º y 28º. El día 20 tomaron posesión de ella tras

fondear en una bahía llamada de González, –que La Peérouse denominaria en

1786 como Baie des Espagnols–, y en la actualidad de la tortuga o Hanga

Ho’onu. Juan Hervé y Francisco Aguera, tras ser recorrida y examinada,

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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levantaron los primeros planos que existen de ella y González de Haedo, en su

diario, describió a sus habitantes, junto con su economía, costumbres, religión

e ídolos He moái y tras denominarla de San Carlos toman posesión de ella en

nombre de la corona española. Cumplida su misión, inician la búsqueda de la

isla de Luján, demarcada por el piloto Silvestre Luján en 1767 como Nueva,

que no encuentran por lo que se dirigen a la de Chiloé y de allí, tras avistar las

de Juan Fernández, al puerto del Callao a donde llegan el 28 de marzo de

1771. Los resultados positivos obtenidos en el viaje llevan a ordenar su

poblamiento y evangelización, pero la fundación de esta colonia se verá

postergada ante las noticias de la presencia de Cook en Tahití por lo que se

hace necesario un viaje de reconocimiento con la misma finalidad de

cartografiarla, conocer sus condiciones de habitabilidad y averiguar la

presencia de algún destacamento inglés.

Esta misión será encargada Domingo de Bonaechea, al que acompañan

Tomás Gayangos y de Juan Hervé como segundo piloto. La expedición sale del

puerto del Callao el 26 de septiembre de 1772 en la fragata llamada El Águila.

Sus instrucciones son claras “el fin de esta expedición es atraer nuevas almas

a la religión cristiana y nuevos vasallos al Rey”, por lo que se dan órdenes

estrictas sobre el respetuoso trato que se debe dar a los naturales y evitar

cualquier acto sangriento, órdenes que tuvieron su efecto ya que el propio

Cook al referirse en su Diario al trato dado por los españoles manifiesta que “…

parece que han hecho grandes esfuerzos en congraciarse con sus habitantes

quienes siempre les mencionaban con las mayores expresiones de estima y

consideración”. Durante este viaje reconocen la isla de San Simón y San Judas

(actual Tauere), San Quintín (Haraiki), Todos los Santos (Anaa), San Cristobal

(Mehetia), en la que intercambian por primera vez con los indígenas y

adquieren noticias de sus costumbres, la denominada Amat (Tahití) y la de

Santo Domingo (Moorea). Pero el resultado sin duda más importante de esta

expedición son los diarios elaborados por Bonaechea, Benarcasi y el

franciscano José Amich, que elabora también un vocabulario, cuyo estudio y

comparación con los de Bouganville y Cook son encomendados por Amat a

Cayetano Langara, Siguiendo los consejos de este último de fundar un

establecimiento para el control de la isla con misioneros y soldados, el virrey

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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envía en 1774 otra expedición, de nuevo al mando de Bonaechea. Van también

dos misioneros y los dos supervivientes indígenas de los cuatro que habían

traído en el anterior viaje y que servirán de interpretes, junto con Máximo

Rodríguez, que aprendió el idioma en el primer viaje. Para unificar

descripciones y completarlas llevan un cuestionario con mas de 100 preguntas.

En Tahití fondean en el puerto llamado de Santa Cruz donde, bien recibidos por

los indígenas, construyen una casa y toman posesión de la soberanía de Tahití

y sus tierras el 1 de enero de 1775, colocándose en dicho acto una cruz que

será quitada en 1777 por Cook. Reconocen Tres Hermanos (Teturoa),

Hermosa Domingo (Oajine), Pelada (Tupuaemanu), Princesa (Raiatea), San

Pedro (Porapora), San Antonio (Maurua), de Pájaros (Maiao), Hermosa

(Hahine), de la Princesa (Raiatea), San Pedro (Borabora), San Antonio

(Maupiti) y Santa Rosa (Raivavae, del grupo de las Tubuai o Australes).

Tras la muerte de Boenechea, la expedición regresa a Lima dejando a los dos

franciscanos, al intérprete Máximo Rodríguez y al grumete José Paez, hasta el

regreso de la fragata el Águila al mando de Cayetano Lángara en 1775, y tras

la decisión de los misioneros de marcharse la isla es abandonada

definitivamente y su abandono va a suponer el abandono de otros proyectos de

establecimiento español.

El resultado global de estos viajes es el reconocimiento de veintiuna islas, de

las que diez se les pueden asignar como descubrimientos, puesto que algunas

de estas islas de la polinesia meridional habían sido descubiertas por

Fernández de Quirós, Wallis, Bouganville y Cook. Sin embargo, la escasa

difusión de estas expediciones, ya que los diarios no fueron publicados hasta

mucho más tarde, ha conllevado que estos descubrimientos hayan

permanecido en el olvido o hayan sido atribuidos a otros viajeros europeos. El

Diario de Máximo Rodríguez, del que hay varias copias y que fue traducido al

inglés, constituye el mejor de su época sobre la isla y población de Tahití.

Con el viaje de Mourelle de la Rua (1780-81) se acaban los viajes de

descubrimientos españoles. Su objetivo es llegar a la Nueva España para

entregar una documentación del gobernador de las Filipinas al virrey, en una

época del año que no convenía para la navegación en esta zona, por la

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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ausencia de vientos favorables, a lo que hay que sumar que la fragata no

contaba con los pertrechos ni víveres necesarios para dicho viaje. En este

sentido se enmarca en la búsqueda de una nueva derrota para el Galeón de

Manila al sur de la isla de Mindanao, es decir por debajo del Ecuador, aunque

constituye el último viaje de descubrimiento español en el Pacífico al avistar y

tomar contacto por primera vez con algunas con algunas de las islas del grupo

de las Ellice o Tuvalu y de las Tonga. Por ello y en cierto sentido sus

descubrimientos podrían ser calificados de fortuitos si no fuera por sus dotes de

experto marino. Del archipiélago de las Carolinas, a donde le llevaron vientos

adversos, pone rumbo sudeste llegando a las llamadas Mil Islas, del grupo de

las Ninigo en el archipiélago Bismarck, que les causan gran admiración por

estar habitadas pese a su reducido tamaño, lo que deducen por los fuegos que

ven desde el barco. Descubre los islotes que llama de los Monjes y los

Ermitaños, nombre que perdura en la actualidad, y por islas del archipiélago del

Almirantazgo, que denomina de Basco en honor del gobernador de Filipinas,

siendo recibidos por canoas de los lugareños a los que dan comida y que

define como similares a los negros de Guinea “pues en pelo, color, labios y ojos

les son perfectamente semejantes”. Tras pasar por las islas de San Matias y

Nueva Irlanda llegan a las Vavao, del grupo Tonga, en las que permanece

durante dieciséis días y que bautiza como de Don Martín de Mayorga, por el

virrey de la Nueva España. En su derrotero atiba islas del grupo Horn o Wallis y

descubre la llamada Gran Cocal, hoy Niutao del grupo Ellice. Resultado de su

viaje será también la elaboración de mapas, tablas con el establecimiento de

latitudes y longitudes y el Diario de su viaje abundante en descripciones

etnográficas.

Para terminar este recorrido por las expediciones españolas por el Pacífico,

haremos una breve mención a la Expedición de Malaespina (1789-1793), que

hay que insertar dentro de las expediciones científicas que caracterizaron el

XVIII español promovidas por Carlos III, y que siguió el modelo de las de Cook

o Láperouse. Sus objetivos eran geográficos, hidrográficos, políticos, históricos

y científicos relativos tanto al continente americano, desde la Patagonia hasta

Alaska, como a las posesiones españolas, inglesas y portuguesas del Pacífico,

y el reconocimiento y elaboración de cartas, planos, dibujos y noticias de todo

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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tipo, entre las que se encontraban las botánicas o etnográficas (costumbres,

lengua, religión...) de las Filipinas, de la Bahía de Dusky en Nueva Zelanda, de

puerto Jackson y Bahía Botánica en Australia y de las Vavao.

De gran interés son los dibujos realizados por Felipe Bouzá, Ravenet y

Brambila, dibujantes de la expedición, de sus habitantes y vistas.

Se puede decir que en la actualidad, muy poco queda de la huella de España

en la geografía de Pacífico que recuerde estos descubrimientos.

Sólo se conserva una mínima parte de la toponimia original española, de lo que

son ejemplo nombres de archipiélagos; Filipinas, Marianas, Carolinas,

Marquesas, Salomón, Juan Fernández o Galápagos; de islas como de Nueva

Guinea, Guadalcanal, Santa Cruz, Isabel, Pascua y Australia,

así como algún toponimo geográfico como el Estrecho de Torres o Bahía

Dudosa (Doubtful Sand).

Por otra parte, si la presencia de España en el Pacífico fue activa y pionera

desde el siglo XVI al XVIII, una colonización efectiva sólo se dio en las

Filipinas. En menor grado en las Marianas, evangelizada por los jesuitas en

1668. El resto de la Micronesia, Carolinas, Palaos y Marshall, quedaron sin

colonizar, aunque en 1886 se fundó en la isla de Ponapé una pequeña colonia

llamada Santiago de la Ascensión, localidad que hasta hoy se conoce con el

nombre de Colonia.

3. Las Expediciones Botánicas del Siglo XVIII (Siglo de las luces)

Iniciadas bajo el reinado de Carlos III, su objetivo era “clasificar la Naturaleza

del Nuevo Mundo e interesarse por sus producciones”.

Fueron promovidas por la Corona y organizadas por el Real Jardín Botánico de

Madrid. Su director, Casimiro Gómez Ortega, sustituido por Antoni Josep de

Cavanilles a partir de 1801 era el encargado de revisar los materiales enviados

por los expedicionarios.

Hubo 3 expediciones: al virreinato del Perú, a Nueva Granada (hoy Colombia) y

a Nueva España (Méjico y América Central), más otra más modesta a Filipinas,

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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dirigida por Juan Cuéllar entre 1786 y 1801. En algunos casos colaboraron con

la expedición de Malaspina.

La Expedición Botánica al Perú fue hispano-francesa. Entreotros objetivos

buscaban quinas, pues el vino quinado, puesto de moda en Versalles, se

utilizaba como remedio para casi todos los males. Participaron los naturalistas

Hipólito Ruiz, José Pavón y Joseph Dombey, ayudados por botánicos locales.

Desde 1778 a 1787 exploraron Perú y Chile. Enviaron a España 53 cajones

con herbarios pero el barco que los transportaba se fue a pique y se perdió

todo. El resto del material de la expedición tras diversas vicisitudes y problemas

burocráticos se vendió a diversas instituciones de otros países europeos. De

todas maneras Ruiz y Pavón escribieron una magnífica obra botánica en dos

volúmenes: Flora Peruviana y Flora Chilensis que tras numerosas trabas y

problemas consiguieron publicar entre 1798 y 1807. La exploración continuó ya

sin grandes resultados a partir de 1793 con Tafalla, Pulgar y Manzanillo.

La Expedición Botánica a Nueva Granada fue dirigida por el médico gaditano

Celestino Mutis, tal vez el mejor botánico español, que se quedó a vivir en

Colombia. Realizó los estudios definitivos sobre la codiciada quina,

describiendo varias especies nuevas. En 1791 publicó una gran obra botánica

con enfoque muy moderno, linneano, y con maravillosos dibujos: Flora de

Bogotá.

Creó escuela en Colombia, y algunos de sus discípulos abrazaron la causa de

Simón Bolívar y participaron en la independencia de Nueva Granada siendo

algunos de ellos ejecutados. Su lema era “Ciencia y Libertad”.

La Expedición Botánica a Nueva España zarpó hacia Méjico en 1786. Estaba

dirigida por Martín de Sessé y contaba con un gran equipo de naturalistas y

dibujantes. Contó con la ayuda del Jardín Botánico de Méjico y colaboraron con

las expediciones de De La Bodega y Malaspina. Sufrieron todo tipo de

penalidades que acabaron con la vida de muchos miembros del grupo. Incluso

se vieron involucrados en la guerra con Inglaterra. Al llegar a Méjico se

dividieron en dos grupos, uno de ellos con Sessé y Estévez, marchó a las

Antillas a estudiar y recolectar en Cuba y Puerto Rico. Como resultado Estévez

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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y Boldo publicaron La Flora de Cuba en 1797. Otro grupo fue al Sur de Méjico y

Guatemala con diversos naturalistas entre los que destaca Mociño, que

describió por primera vez al mítico quetzal, ave sagrada de los mayas. Su

nombre específico (Pharomachrus mocinno) homenajea a este destacado

zoólogo. Realizaron grandes trabajos con muy poco eco en el mundo científico

por problemas administrativos y políticos asociados a la descomposición del

Imperio Español.

El material fue estudiado en Francia. Sus preciosas láminas se encuentran en

Pittsburgh (Estados Unidos).

4. Expediciones científicas a Canarias.

Entre 1770 y 1830 viajaron a las Islas Canarias cerca de 30 expediciones

científicas. Para la mayoría de ellas, Canarias era un lugar de

aprovisionamiento, de paso obligado en la ruta hacia América o los Mares del

Sur. Ellos constituían entonces la frontera del mundo conocido y dominado por

las potencias europeas. Si se estudian los viajes que se emprendieron en el

periodo al que nos referimos, se pueden distinguir dos tipos de viajes.

El primero es el formado por las expediciones financiadas por los Estados,

estrechamente relacionadas con las Instituciones Científicas oficiales; se

caracterizan por tener unos objetivos científicos estrictamente determinados.

La mayor parte de ellas tuvieron lugar antes de 1800 y estaban inspiradas por

el espíritu de la Ilustración y del progreso. En 1715, el británico Edens asciende

al pico Teide: su relato, publicado en las Transactions Philosophicae, fue leído

por toda la comunidad científica del momento, contribuyendo así a convertir la

subida al Teide en un referente obligatorio para todas las expediciones que

visitaban las Islas. Aunque anterior al periodo aquí estudiado, tuvo cierta

importancia también la expedición de Louis Feuillée, en 1724, enviado

expresamente a medir la longitud del meridiano de la isla de Hierro con

respecto al observatorio de París y a cartografiar las Islas. Recorrió Tenerife,

La Palma, Hierro y la Gomera, realizando el informe general más completo

hasta ese momento. Especialmente destacables son las expediciones de

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Charles Borda en 1771 y 1776, en las que se consigue finalmente, con la

ayuda de instrumentos de medición más precisos, el cálculo exacto de las

longitudes de las Canarias y una correcta medición de la altura del pico Teide.

De esta clase de expediciones sufragadas por los Estados, en el presente

trabajo hablaremos con detenimiento de la expedición Baudin-Ledru, realizada

en 1796.

El segundo tipo de viajes comprende las expediciones que tuvieron lugar a

partir de iniciativas más o menos privadas. Alexander von Humboldt fue el

pionero de ellas. En 1799 viajó a Canarias de un modo distinto al que era usual

hasta entonces. Independientes de las Academias, el carácter individual y

privado de estas expediciones aunaban el afan de aventura, con el deseo de

conocimiento y una nueva visión unitaria de la Naturaleza inspirada por la

filosofía natural. Las expediciones de von Buch-Smith, Broussonet, Webb y

Berthelot son típicas de esta clase de viajes. Para ellos las Islas Canarias dejan

de ser un lugar de paso hacia metas más ambiciosas para convertirse en

objeto de investigación con entidad propia en geografía natural, botánica,

geología y zoología, a las que se sumarán posteriormente, la medicina y la

astronomía. En un panorama dominado hasta ese momento por Francia e

Inglaterra irrumpe con empuje y brío la Alemania del periodo romántico, cuya

presencia en las Islas se irá incrementando.

De esta clase de viajes realizados por iniciativa privada, trataremos aquí de la

expedición de von Buch-Smith, auspiciada por Humboldt, que es el viajero

romántico por excelencia.

4.1. La expedición Baudin-Ledru (1796)

Cuando en 1796 la goleta Belle Angelique, de camino a las Antillas al mando

del capitán Baudin, sufre desperfectos graves a consecuencia de un temporal,

debe permanecer más de cuatro meses en reparación en la Isla de Tenerife. La

estancia es aprovechada por los naturalistas de a bordo para hacer el primer

informe extenso, de carácter general, sobre Canarias.

Comienza la aventura y la Belle-Angelique zarpa el 28 de septiembre de 1796.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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El 18 de octubre, cuando la goleta estaba entre las islas Azores y la isla de

Madeira, se desató una terrible tempestad, que estuvo a punto de hacerla

naufragar.

La Belle Angelique , sin mástiles, sin las grandes velas, sin timón, era incapaz

de llegar a América y el capitán decidió virar al sudeste, hacia las Islas

Canarias. El 25 de octubre divisan la isla de La Palma.

Tras varios días de luchar contra corrientes y vientos desfavorables, consiguen

arribar a Tenerife, y fondean en Santa Cruz de Tenerife, el 6 de noviembre.

Los naturalistas de a bordo se instalan en una casa de Santa Cruz y siguiendo

las instrucciones del capitán Baudin se disponen a explorar con ánimo

investigador la abrupta naturaleza de la isla. Ledru, de carácter afable y

bondadoso, pronto hace amistad con los notables locales, que en general

sentían una gran admiración por la cultura francesa. En Santa Cruz conoce a

los comerciantes Casalon y Cambreleng. Viaja a La Laguna y se instala en el

palacio del marqués de Villanueva del Prado, D. Tomás de Nava y Grimón,

noble ilustrado y miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.

En su libro Ledru ofrece una panorámica general de la isla de Tenerife

describiendo su ciudades y haciendo observaciones sobre el clima, el suelo, la

población de las Islas, y sobre el carácter, las costumbres y el comercio de sus

habitantes. Viaja con el marqués de Villanueva hasta La Orotava, desde donde

hará la tradicional ascensión al pico del Teide. Al igual que le ocurrirá a

Alexander von Humboldt tres años después, queda muy impresionado, por la

visión del entonces paradisíaco valle de La Orotava.

Ledrú vive con placer las delicias de un clima dulcemente temperado por la

latitud, el mar y los vientos alisios, que genera una rica vegetación autóctona al

tiempo que permite el desarrollo de los cultivos mediterráneos.

El agua, vivificante y necesaria, reposa en el seno de las altas cumbres que

rodean el valle y se la hace descender con pericia por las atarjeas para dar vida

a lavaderos, molinos, serrerías y cultivos.

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Allí visita el Jardín Botánico, jardín de aclimatación de plantas, construido y

mantenido gracias a la generosidad de su anfitrión, el marqués de Villanueva.

Toma buena nota de todas las variedades que ahí se encuentran y aprovecha

para hacer una defensa de la Agricultura.

Finalmente, dedica un capítulo a la Mineralogía, en el que describe las

sustancias minerales que ha recogido en las montañas, barrancos y costas de

la Isla y otro a la Zoología dando cuenta de los mamíferos, reptiles, pájaros,

moluscos, crustáceos, arácnidos e insectos.

4.2. El viaje a Canarias de von Buch-Smith (1815).

Leopold von Buch nace en 1774 en Stolpe, a 90 kilómetros al norte de Berlín,

en el seno de una antigua y noble familia prusiana. Estudia en Friburgo, Halle y

Göttingen, y es ya un afamado geógrafo y geólogo cuando organiza en Londres

un viaje a las Islas Canarias en compañía del naturalista y botánico noruego

Christen Smith. Allí permanecen durante más de cinco meses y fruto de ese

viaje será su Descripción Física de las Islas Canarias, publicado primero en

forma de capítulos entre 1816 y 1820, y posteriormente como libro en Berlín en

1825. En 1836 fue publicada en París una traducción francesa a cargo de C.

Boulanger, libro importante en la literatura de viajes científicos a Canarias por

las siguientes razones:

– Viene específicamente a Canarias y es el viaje de más larga extensión en el

tiempo hasta ese momento.

– Visita cuatro islas: Tenerife, Gran Canaria, La Palma y Lanzarote, y es el

primero de los naturalista europeos que realiza un estudio general de las tres

últimas.

– Perfecciona la clasificación humboldtiana de los cinco pisos vegetales:

1. La región africana (del África intertropical) hasta 1.200 pies de altitud. Región

de las plataneras y de las palmeras.

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2. La región del cultivo europeo (mediterránea) hasta los 2.600 pies. Contiene

las viñas y los trigos importados, incluyendo por consiguiente la mayoría de las

plantas que han sido introducidas de Europa; y por esto, así como por las

plantas aborígenes, recuerda la naturaleza de la Europa meridional.

3. La región de los bosques, de los árboles de hojas tupidas y perennes:

laureles, Ardisiées, Mocanera, Ilex perado, Olea excelsa, Myrica faya. Durante

el día las nubes descansan sobre esta región, cuyo vapor mantiene la

humedad, y a su sombra crecen las plantas forestales propias de esta isla:

Digitalis, Dracocephalum, Sideritis, Ranunculus Teneriffae, Geranium

aneonifolium, Convolvulus canariensis.

4. La región de los pinos, del Pinus canariensis, hasta los 5.900 pies. Casi

todos los árboles de grandes hojas desaparecen mucho antes de llegar a esta

región. El Brezo (Erica arborea) crece casi hasta esa altitud .

5. La región del Spartium nubigenum (Retama Blanca), la Cumbre, hasta

10.380 pies. Comienza donde ya no crece el pino y cubre con sus flores

odoríferas los campos de piedra pómez y lava. Los mil pies situados por debajo

de la cima del Pico carecen por completo de vegetación.

– Estudia la relación entre la climatología y las plantas, haciendo continuas

mediciones de la temperaturas de las fuentes y de los suelos.

– Sus estudios geológicos serán fundamentales para el futuro de los saberes

volcánicos sobre las Islas Canarias.

El exhaustivo informe que el botánico Smith debía hacer sobre la flora canaria

no llegó a realizarse, porque Smith, una vez que llega a Londres, emprende , a

instancias de Sir Joseph Banks, un nuevo viaje de investigación al Congo de

fatales consecuencias, pues muere de unas fiebres poco despuésde su llegada

a este país.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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5. Presencia de España en la Costa NW de América en el siglo XVIII

Desde los primeros tiempos de su colonización de las Américas, España

reclamó exclusiva soberanía sobre toda la parte occidental de las mismas.

Para el primer cuarto del siglo XVIII tenía bajo su dominio virtualmente todo el

litoral americano del océano desde el extremo sur hasta el lindero nórdico del

México actual. Algunos navegantes españoles —y también el inglés Francis

Drake— habían explorado la costa situada más al norte, pero sólo en

esporádicos viajes y sólo hasta la latitud de 42 ó 43 grados.

Sobre la geografía de la costa americana al N. de la latitud 43º y de las

regiones más septentrionales del Pacífico, en general, no había conocimientos

verificados; en cambio, circulaban abundantes suposiciones y leyendas.

5.1. Supuestos descubrimientos Españoles. Canal Interoceánico.

Había curiosidad por saber si sería posible navegar entre los océanos Pacífico

y Atlántico en el hemisferio Norte y —descartada ya la posibilidad de que lo

fuera a través de la América Central— se especulaba si habría una especie de

mar nórdico, tal vez navegable, tal vez helado, entre los dos océanos. Además

había surgido la creencia de que existía un canal navegable que, cruzando

Norteamérica, conectaba los dos océanos.

Se le denominaba "Estrecho de Anián" y "Paso al Noroeste". Los ingleses lo

habían buscado explorando las costas del noreste de América (Canadá).

España, que poseía extensos dominios en el Pacífico, no tenía mayor

necesidad de él y no lo había buscado.

Sin embargo, existían informes según los cuales varios marinos al servicio de

España habían descubierto algún pasaje interoceánico de tal naturaleza, a) Un

libro publicado en Inglaterra contaba que en 1592 un cretense oficial de la

marina española, conocido con el apodo de Juan de Fuca, salió del puerto

mexicano de Acapulco al mando de un barco, con órdenes de buscar el

estrecho de Anián; lo encontró en la costa americana entre los 47 y 48º de

latitud y, navegando por él, comprobó que comunicaba con el Atlántico, b) En

1708, una publicación británica informó que 68 años antes, una expedición

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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naval española al mando de un tal Bartolomé da Fonte saliendo del puerto

peruano del Callao descubrió, en la costa noroeste de América, latitud de 53°,

una serie de canales y de lagos que comunicaban con el Atlántico, c) En

España, un tal Lorenzo Maldonado (o Ferrer Maldonado) afirmó que en 1588

un barco, al parecer español, partiendo de Lisboa, había penetrado por mares y

canales del noreste de América, llegado al Pacífico, y regresado por la misma

ruta.

Durante el siglo XVIII la curiosidad sobre estos supuestos descubrimientos

contribuyó mucho a la exploración de las costas septentrionales del Pacífico.

5.2. La Actividad Rusa y reacción Española.

Esta exploración la empezaron los rusos con dos viajes marítimos realizados

desde las costas de Kamchatka bajo la dirección de Vitus Bering, entre 1721 y

1742. Durante los mismos se descubrieron el estrecho ahora llamado de

Bering, las Islas Cercanas y Aleutianas y varios parajes de la costa americana

entre las latitudes de 56 y 60°, y se observó que en los territorios descubiertos

abundaban animales de valiosas pieles. A partir de 1743 aventureros de la

región de Siberia y Kamchatka se dedicaron a navegar las costas recién

descubiertas para conseguir pieles; para 1772 ya abarcaban toda la cadena de

las Islas Aleutianas y había un afán de expansión rusa en América.

El temor de que el imperio ruso se estableciera definitivamente por allí fue el

acicate principal que movió al imperio español a realizar, bajo la dirección de

los virreyes de Nueva España, una doble empresa de expansión desde México

hacia el norte; por una parte, la colonización de Alta California (ahora estado de

California, Estados Unidos) iniciada en 1768; por otra parte, una labor de

exploración y de ocupación en las costas situadas más al norte (ejecutada

principalmente a partir de la base naval de San Blas, en la costa mexicana) con

dos períodos de actividad: uno entre 1774 y 1779 y otro entre 1788 y 1796.

5.2.1. Los tres viajes Españoles y uno Británico.

La actividad del primer período consistió en tres viajes marítimos desde San

Blas hasta las altas latitudes, para hacer averiguaciones sobre la presencia

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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rusa por allí, efectuar desembarcos en lugares apropiados y tomar posesión de

los mismos en nombre de España.

1) En 1774 un barco exploró, aunque muy someramente, el perfil de las costas

entre California y la entrada de Dixon (51 grados latitud norte). Con ánimo de

tomar tierra los viajeros se aproximaron a dos parajes de la actual costa

canadiense: el extremo noroeste de las islas de la Reina Carlota y una bahía,

rada o fondeadero, que llamaron de San Lorenzo, cuya latitud calcularon ser de

49º 30'. En ambos lugares el mal tiempo frustró el propósito de desembarcar,

pero hicieron contacto amistoso con indígenas que, en canoas, se acercaron al

barco.

2) En 1775, una expedición de dos barcos capitaneados por Bruno de Hezeta y

Juan Francisco de la Bodega y Quadra, exploró hasta muy cerca de los 58º de

latitud y descubrió varios trechos de las costas de California, Oregón,

Washington, Isla de Vancouver, y del sur de Alaska.

Efectuó varios desembarcos y encontró indígenas en varias partes; los de la

costa Washington mataron a 6 españoles.

3) En 1779, dos embarcaciones, mandadas por Ignacio Arteaga y el

mencionado Bodega Quadra, exploraron la costa alaskiana desde su extremo

sur hasta las islas situadas al sureste de la de Kodiak, y examinaron en detalle

varias ensenadas en busca del cacareado paso interoceánico.

Durante el año anterior una expedición británica al mando del famoso

navegante James Cook había explorado —aunque sólo a trechos— el enorme

arco de costas situadas entre Oregón y el estrecho de Bering y buscado en

ellas indicios de alguna vía navegable hasta el Altantico.

Hizo escala en la vasta ensenada de Nootka (situada en el litoral occidental de

la isla de Vancouver, latitud 40º 35').

Unos años después, cuando esta ensenada se había hecho famosa, los

españoles empezaron a sostener que el lugar que durante ese viaje de 1774 se

denominó de San Lorenzo era, precisamente, el mismo que Nootka, por lo cual

proclamaron que España había descubierto tal ensenada.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Pero, por muchas razones, este aserto es más que dudoso. El viaje de Cook

tuvo mucha más resonancia y ha dejado más nombres en la toponimia de la

costa noroeste de América que los tres viajes españoles. Sin embargo, éstos

tienen la importancia de constituir el descubrimiento de los actuales estados de

Oregón y de Washington, de la provincia canadiense de British Columbia, y de

varios trechos del litoral sur del estado de Alaska; además, los informes de

estos viajes contienen las primeras referencias conocidas a los indígenas de

dichas regiones.

5.3. Descubrimientos a cargo de Otros países en la zona

Al terminarse el viaje de 1779 España se encontraba en guerra con la Gran

Bretaña en calidad de aliada de Francia y de las trece colonias británicas de

Norteamérica que luchaban por su independencia. Se interrumpió la labor

española de exploración de la costa situada al norte de California, y por

espacio de nueve años no apareció en ella ninguna representación de España.

Mientras tanto, los rusos continuaron explorando los recursos peleteros de la

cadena de las Islas Aleutianas y la costa de la península de Alaska, y

realizaron incursiones más al Este, hasta la ensenada del Príncipe Guillermo.

La guerra terminó oficialmente en 1783, y aquéllas trececolonias se

constituyeron en los Estados Unidos de América, que pronto desarrollarían

impulso expansivo.

A partir desde 1785 empezaron a visitar las costas del Noroeste americano,

desde la región de Oregón hasta el estrecho de Bering, barcos de nacionalidad

británica, y también, posteriormente, barcos de los Estados Unidos, con el

objeto de comprar pieles a los indígenas. En 1786 dos barcos de la marina

naval francesa exploraron parte de esa costa. Uno de los descubrimientos

realizados por estas embarcaciones fue un estrecho situado entre las latitudes

de 48 y 49º, que fue bautizado con el nombre de Juan de Fuca por creerse que

era el paso interoceánico supuestamente descubierto en el siglo XVI por este

personaje.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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5.4. Viaje Español: John Meares en Nootka (1788)

Para 1787 y 1788, ya habían llegado a las autoridades del imperio, español

informes y mapas —con muchas inexactitudes—- sobre las actividades de

rusos, británicos y franceses en esas costas que España persistía en

considerar como exclusivamente suyas. Uno de lo informes decía que había un

establecimiento ruso en Nootka. Alarmado por toda esa información, el imperio

español inició el segundo período de su presencia en la costa situada al norte

de California. Empezó con un viaje realizado en 1788 por dos barcos bajo el

mando de Esteban José Martínez y de Gonzalo López de Haro para averiguar

el verdadero alcance de la presencia rusa. Visitaron la zona comprendida entre

la ensenada del Príncipe Guillermo y la isla de Unalaska (Archipiélago

Aleutiano) y encontraron rusos dedicados al comercio de pieles. Martínez y

López de Haro creyeron entender que los rusos no tenían establecimiento en

Nootka (lo que era verdad)... pero que se proponían fundarlo unos pocos

meses después (lo cual no era verdad).

Aunque estos oficiales tenían órdenes de visitar Nootka no lo hicieron. De

haberlo hecho habrían encontrado allí una expedición peletera al mando del

inglés John Meares, organizada por comerciantes británicos en el puerto de

Macao. La expedición pasó unos meses en la caleta llamada Friendly Cove —

situada en la boca de la ensenada de Nootka— donde construyó una casita de

madera en terreno que, al decir de Meares- y sus compañeros, éste compró a

los indígenas. Además Meares visitó la ensenada de Clayoquot (a poca

distancia al sur de Nootka) y el estrecho de Fuca, y, según sus informes,

compró sendas casas en estos lugares. Sin embargo los informes suyos y de

sus asociados con respecto a tales terrenos y edificios, son vagos,

contradictorios, y en su mayoría formulados cuando los autores tenían interés

especial en magnificar lo realizado por la expedición. Esta partió de Nootka en

el otoño de aquel año (1788) y parece evidente que previamente desmanteló la

casita que había construido allí.

5.5. Martínez en Nootka; Presa de Barcos (1789)

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Durante los meses siguientes se formularon dos proyectos incompatibles: a) En

los puertos de Macao y Cantón un consorcio peletero del que Meares era el

gerente hizo planes para que cuatro barcos de su propiedad se dedicaran, bajo

la dirección de James Colnett, al acopio de pieles én: la costa noroeste de

América, y montaran una factoría comercial en algún lugar de la misma,

preferentemente en Nootka; b) El Virrey de México, ante la noticia (errónea) de

que los rusos iban a instalarse en Nootka, decidió que una expedición al mandó

de Martínez efectuara un simulacro de ocupación del lugar, diera la impresión a

los "extranjeros" que encontrase por allí de que estaba creando un

establecimiento español permanente y les comunicase que España no

permitiría que operasen en aquellas regiones los subditos de otras potencias

sin permiso suyo. En mayo de 1789 la expedición de Martínez llegó a Friendly

Cove, donde ya no existía la casita edificada por Meares, y empezó a levantar

un simple establecimiento fortificado. Estuvieron por allí, en fechas diferentes,

los cuatro barcos peleteros del consorcio de Meares y otros dos que procedían

de los Estados Unidos. Por medio de un intérprete de lengua inglesa, Martínez

se comunicó con los comandantes de estos barcos, les hizo presentar sus

credenciales y les dijo de la prohibición de operar en aquellas costas sin

permiso español. Esto fue todo en cuanto a los barcos americanos, pero en

cuanto a los del consorcio Meares la cosa fue muy complicada. En mayo

Martínez apresó uno, y lo libertó á los pocos días. En junio llegó una goleta,

averiada; pretextando que su tripulación la había abandonado por inservible se

apropió de ella, si bien dando un-vago recibo a su capitán. Días después

apareció la balandra Princess Rojal; Martínez le dio buen trato, y, con sólo la

advertencia mencionada, la dejó partir. Posteriormente arribó el paquebote

Argonaut, al mando de Colnett, quien dijo que se proponía montar una factoría

comercial en Nootka o en algún lugar de la costa vecina.

Los dos hombres discutieron acaloradamente sobre los respectivos derechos

de España y la Gran Bretaña a aquella parte de América, tras lo cual Martínez

apresó el Argonaut. En julio, al aparecer otra vez por allí el Princess Royal, lo

apresó también y luego envió los dos barcos a San Blas.

Durante esos meses hubo frecuentes contactos entre nutqueños y españoles,

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con algún incidente.

Posteriormente llegó una goleta estadounidense y Martínez la apresó, aunque

trató muy bien a los tripulantes. Luego (30 de octubre) su fuerza, llevando en su

convoy esta goleta y la de Meares, se dirigió a San Blas.

5.6. Reocupación de Nootka: (1790-92)

Al año siguiente (1790) otra expedición española ocupó Nootka con plan

permanente, iniciando un establecimiento que en su máximo desarrollo —unos

dos años después— contaba con un modesto fortín, un edificio de respetables

proporciones para la comandancia, varias chozas (para alojamiento, panadería,

enfermería, talleres), dos pozos de agua potable, huertas, corrales con aves y

ganado, etc. La región no era apta para extensos cultivos, y había que traer de

México o de California muchos materiales y la mayor parte de los víveres para

el personal, que fue siempre exclusivamente masculino.

A excepción del Argonaut y del Princess Royal —que fueron allá en

circunstancias especiales— no visitó Nootka ningún barco extranjero desde

1790 hasta bien entrado el año de 1792.

5.7. Conflicto Anglo-Español; Convención de 1790

Mientras tanto hubo otros acontecimientos. La goleta americana fue libertada

en San Blas, y no surgió ninguna complicación sobre el asunto. Meares y sus

asociados presentaron al gobierno británico informes tendenciosos sobre el

apresamiento de barcos y los antecedentes del caso: estancia de Meares en

Nootka en 1788, construcción de una casita, compra de terreno allí y de unas

casas más al sur; con esto dieron a entender que estas propiedades fueron

requisadas por Martínez en 1789, y pidieron que se exigiera a España la

restitución de dichos barcos, edificios y terreno, y además, el pago de

indemnizaciones. El gobierno británico (pasando por alto el hecho de que entre

1786-1788, Meares había transgredido la ley británica sobre el comercio en el

Océano Pacífico) presentó a España todas estas reclamaciones y además

exigía que España reconociera a los británicos el derecho de operar libremente

en las costas americanas del Pacífico que no estaban en poder de los

españoles antes del incidente de Nootka.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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El gobierno español pronto accedió a restituir los barcos y pagar

indemnizaciones, pero se resistió a las demás demandas. El británico insistió y

presentó a España un ultimátum: si ésta no accedía le declararía la guerra.

Pronto se vio que Gran Bretaña podría contar con el apoyo de sus aliadas, mas

España no podría contar con efectivo apoyo de su aliada, Francia, que

entonces se encontraba en revolución. Así, España accedió prácticamente a

todas las demandas británicas, que se incorporaron en una "convención" de

fines de 1790, cuyos puntos principales eran: a) España restituiría los barcos

apresados y pagaría indemnizaciones por daños y perjuicios; b) Restituiría,

asimismo, lo que se describió como "Edificios y Distritos de terreno situados en

la Costa del Noroeste del Continente de América Septentrional... de los que los

subditos de Su Majestad Británica fueron desposeídos... por un oficial español";

c) Británicos y españoles tendrían libre acceso a los parajes de la costa

situados al norte de aquellas partes "ya ocupadas por España o en cualquiera

parte donde los Subditos de una de las dos Potencias hubieran creado

establecimientos desde el mes de Abril de 1789, o los formaren en adelante".

Varias circunstancias hicieron que de los barcos del consorcio Meares sólo se

restituyera uno, pero el valor de los otros dos se incluyó en el asunto de

indemnizaciones.

En cuanto a "restitución" de edificios y territorio de la costa americana se

acordó que se encontraran en Nootka un representante británico y uno

español. El gobierno británico consideró que la "restitución" debía afectar la

totalidad de las ensenadas de Nootka y de Clayoquot y que ambas pasarían a

ser, oficialmente, posesiones británicas. En cambio el gobierno español creía

que el asunto debía afectar únicamente a las "porciones de terreno" que se

demostrase haber sido de Meares y que esto lo debían investigar, previamente,

los dos representantes. Gran Bretaña entendía que la Convención implicaba

definitivamente que el lindero septentrional de los dominios exclusivos de

España en la costa americana del Pacífico era el puerto de San Francisco, por

ser el lugar más nórdico de la costa ocupado por España al producirse el

incidente de Nootka. España, por el contrario, suponía que correspondería a

los dos comisionados fijar ese lindero, y decidió proponer que se fijara en

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Nootka, o, de no lograrlo, en la entrada del estrecho de Fuca. En previsión se

decidió fundar en ésta un establecimiento español.

5.8. Actividades y Negociaciones españolas (1792)

El año 1792 fue el más activo de la presencia hispana en la costa al norte de

California. En mayo, un barco español con unos cien hombres, materiales,

víveres, ganado, etc., inició un establecimiento en la bahía actualmente

llamada Neah Bay, situada en el ángulo sur de la boca del estrecho de Fuca

(extremo noroeste del actual estado de Washington). Allí se construyó una

choza grande, una panadería, y otras instalaciones con ánimo de permanencia,

pero el establecimiento iba a resultar efímero.

El delegado británico, capitán George Vancouver, y el delegado español, que

era el mencionado marino J. F. Bodega Quadra, se encontraron en Nootka. El

español trató de probar, con datos y testimonios sobre los antecedentes, que el

único terreno de la costa usado, y tal vez comprado, por Meares, era la

pequeña parte de Friendly Cove en la que construyó una casita: por lo tanto,

expuso Bodega Quadra, ése era el único territorio que había que transferir a

Gran Bretaña. Vancouver contestó que no se consideraba autorizado a discutir

los antecedentes del caso sino únicamente a recibir en nombre de su país la

totalidad de Nootka y de Clayoquot. Entonces Bodega Quadra ofreció

transferirle con carácter definitivo dicha parte de Friendly Cove y además, con

carácter provisional y a reserva de lo que decidieran los respectivos gobiernos,

el resto de la cala, inclusive las valiosas instalaciones del establecimiento

español. Vancouver se negó a aceptar este compromiso. Y así quedó el

asunto, inconcluso.

Por otra parte el español trató de convencer al británico de que correspondía a

los dos fijar el límite nórdico de la exclusiva soberanía española en la costa

americana y propuso que fuera Nootka. Vancouver rechazó la sugerencia,

afirmando que la convención de 1790 implicaba claramente que dicho límite

nórdico era el puerto de San Francisco. Entonces Bodega Quadra sugirió que,

como compromiso, se fijara el límite en el estrecho de Fuca, pero Vancouver

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 41

tampoco aceptó. Ambos delegados condujeron las negociaciones con

excelente cortesía pero sólo llegaron a un acuerdo negativo: pasar el asunto a

los respectivos gobiernos.

Y por el momento, Nootka seguiría en mano de los españoles. Por entonces

éstos ya habían encontrado desventajas en la bahía de Neah como ubicación

para un establecimiento permanente. En vista de ello y del resultado negativo

de aquellas negociaciones se desmantelaron las instalaciones hechas allí y se

retiró la fuerza. La ocupación había durado unos cuatro meses.

5.9. Resumen de Exploraciones en la zona.

1789: José María Narváez exploró someramente la entrada del estrecho de

Fuca.

1790: Salvador Fidalgo exploró parte de las costas de Alaska, y Manuel

Quimper la costa al sur de Nootka y el estrecho de Fuca hasta donde se divide

en varios canales.

1791: Francisco Eliza y el referido Narváez exploraron una vez más el estrecho

de Fuca y su continuación en el canal de Georgia, hasta la latitud de 50º. Este

mismo año una expedición al mando de Alejandro

Malaspina (en el curso de un viaje alrededor del mundo) reconoció la costa de

Alaska entre las latitudes 57º y 60º, buscando el canal interoceánico

supuestamente descubierto por Ferrer Maldonado. Además, la expedición

realizó un interesante estudio de Nootka y sus alrededores.

I792'- Jacinto Caamaño reconoció los canales y costas del norte y este del

archipiélago de la Reina Carlota. Una fragata exploró una vez más,

superficialmente, la costa entre el estrecho de Fuca y Monterrey. Alejandro

Alcalá Galiano y Dionisio Valdés continuaron el reconocimiento del estrecho de

Fuca y de su prolongación septentrional en el canal de

Georgia. Allí dieron con una expedición británica al mando de George

Vancouver, que estaba también explorando, y ambas completaron la

exploración del brazo de mar que se encuentra entre la isla de Vancouver y el

continente.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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1793: dos barcos españoles hicieron reconocimientos en la ya muy explorada

costa entre Fuca y Monterrey.

Con datos de estas exploraciones y de otras fuentes, los españoles ejecutaron

buenos mapas generales de la costa noroeste de América y ya no la exploraron

más.

5.10. Convención de 1794 de Nootka.

El curso de la revolución francesa hizo que en 1793, España y Gran Bretaña

concertaran una alianza contra Francia y resolvieran los asuntos pendientes de

la convención de 1790. España pagó a la compañía de Meares, como

indemnización, 210000 pesos fuertes (o dólares) españoles,

una fortuna en aquellos tiempos. Sobre el asunto de territorios a "restituir" se

concertó en 1794 una segunda convención angloespañola en la que los

términos de la de 1790 que habían originado dificultades se modificaron con

otros casi igualmente vagos, a saber: a) España abandonaría su

establecimiento de Nootka y se declararían devueltos a la Gran Bretaña

aquellos indefinidos terrenos y edificios; b) Ambas naciones tendrían derecho a

usar la ensenada de Nootka, aunque no a construir en ella establecimientos

permanentes. El asunto del límite nórdico de los dominios españoles en la

costa americana no se mencionó siquiera en la convención.

5.11. Ultimos Años de España en Nootka

Después de 1792 el establecimiento de Nootka fue objeto de alteraciones pero

ya no creció más. Los contactos entre hispanos y nutqueños fueron frecuentes,

y al parecer, generalmente amistosos. Visitaron Nootka un buen número de

embarcaciones británicas y algunas estadounidenses, portuguesas y

francesas. Las autoridades españolas admitieron sin ninguna reserva las

británicas, pero trataron de limitar —aunque sin presión— las de otras

nacionalidades.

Conforme a lo estipulado en la convención se encontraron en Friendly Cove, en

1795, un representante español y uno británico: se desmantelaron las

instalaciones del establecimiento, se izó, simbólicamente, la bandera británica y

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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se firmaron protocolos en los cuales se declararon restituidos a la Gran Bretaña

los "Edificios y Distritos de terreno" mencionados en las dos convenciones,

pero que quedaron sin precisar. Luego se retiró la fuerza de ocupación y así

feneció el establecimiento más septentrional que tuviera nunca el imperio

español.

El Virrey de Nueva España decidió que cada seis meses se efectuara un viaje

de San Blas a Nootka para mantener la presencia hispana en aquella costa,

pero sólo se realizó uno, en 1776, con un barco que hizo breve estada en

Nootka. Durante la misma acertó a llegar allí —habiendo huido del

confinamiento en Australia, al que había sido condenado—el radical escocés

Thomas Muir. A petición suya el barco español lo llevó a México, pero después

el capitán fue castigado por haber dado pasaje sin previa autorización a ese

"extranjero".

Después de este viaje ya no hubo ninguna actividad del imperio español en las

costas situadas al norte de California, principalmente porque el imperio entró en

un período de desintegración. En 1819 España cedió a los Estados Unidos

todos los derechos que creía tener sobre la costa y tierra firme de aquella parte

de América, renuncia que cierra definitivamente la historia de la presencia y de

las pretensiones del imperio en tal parte. México, al independizarse poco

después, y en tal que heredero del imperio, aceptó aquella renuncia.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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6. Grandes Personajes Históricos, En los Descubrimientos y la Ciencia

6.1. Cristóbal Colón.

En 1451 habría nacido en Génova, Cristoforo Colombo, el mayor de cuatro

hijos de una pareja de tejedores, Domenico y Susana Colombo. La República

de Génova estaba entonces en su apogeo. Ella debía su riqueza al comercio

con el Oriente. El puerto de Génova recibía numerosos navíos que surcaban el

Mediterráneo.

El joven Cristoforo pensaba dedicarse al negocio de lanero que aprende de su

padre. Pero no puede impedirse de mirar los navíos ir y venir en el puerto.

Los hermanos Centurioni, los más grandes banqueros de la República,

buscaban buenos e intrépidos vendedores que no temieran la mar, y

contrataron a Cristoforo Colombo. El realizó entonces su primer viaje marítimo

hacia la isla de Chio en el Mar Egeo. Después fue a Madeira para traer azúcar

y partió a Túnez para buscar especias.

En 1476, los turcos tomaron el puerto de Gaffa y bloquearon las vías

comerciales hacia el Oriente. Los banqueros genoveses giraron entonces hacia

el Atlántico, África del norte y Europa. El 1 de agosto, el Bechalla, navío

mercante donde se encontraba Cristoforo, fue hundido por una escuadra

francesa. Cristoforo saltó al mar y ganó, tomado de los restos del navío, las

costas portuguesas.

Algunos días más tarde, Cristoforo Colombo fue a Lisboa donde devino

Cristovao Columbo. Los marines portugueses dominaban ya los viajes en alta

mar. Para llegar a Mina, en Guinea, de donde ellos traían el oro, las especias y

los esclavos, se alejaban de la costa y franqueaban ampliamente las islas del

Cabo Verde a fin de encontrar vientos favorables para el regreso. Colón,

siempre trabajando para los hermanos Centurioni, se apasionó por la

cartografía, la cosmografía y las ciencias marítimas. Leyó numerosas obras y el

estudio de Ptolomeo le aportó la certeza de la redondez de la tierra. Poco a

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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poco es persuadido de que existe una ruta al oeste, más allá del Atlántico,

hacia las Indias.

En el curso de un viaje en otoño de 1476 a lo largo de Irlanda, Colón observó

las mareas más importantes que jamás hubiese visto. Sólo la existencia de

tierras explicarían ese fenómeno. En las tabernas irlandesas tomó

conocimiento de relatos vikingos que, 500 años antes, habrían descubierto una

tierra que ellos llamaron Vinland. "En el año mil, Leiv Erickson, hijo de Erick el

rojo, navegando hacia Groenlandia, tocó Terra-nova donde fueron cazados por

los indígenas tres años más tarde. Los Vikingos reencontraron la ruta de su

patria pero olvidaron el camino que llevaba a Vinland (Labrador)".

En 1480, Colón se instaló con su esposa, Doña Felipa, en Porto Santo, cerca

de la isla de Madeira. Navegó hacia las costas africanas y estudió los vientos y

las corrientes venidas del oeste. Varias cuestiones lo intrigaban: de dónde

venían las piñas expulsadas por el mar? Por qué empujaba plantas y flores a

Madeira y a ninguna otra parte? De dónde provenían esas extrañas esculturas

en madera que los marineros habían recogido en alta mar? Cristóbal Colón

estaba persuadido: existía una tierra al oeste. En adelante, no vivió más que en

la idea de descubrir esta nueva ruta que lo haría llegar a las Indias. Pero

utilizando las millas italianas en lugar de millas árabes, sus cálculos le hacían

ubicar la China en el lugar del continente americano, del cual él ignora la

existencia.

Colón intentó convencer al rey de Portugal, Juan II, de su empresa para

descubrir una nueva ruta a las Indias. El rey le acordó una audiencia pero

prefirió mantener los viajes a lo largo de la costa africana. Procediendo así, los

navegantes portugueses esperaban alcanzar las Indias contorneando África

por el sur.

No habiendo podido convencer al rey de Portugal, Cristóbal Colón se dirigió a

España para hacer parte de su proyecto a los soberanos españoles. En 1484

obtuvo una entrevista con el superior del monasterio de la Rábida (Huelva),

Juan Pérez, quien sucedió que era el confesor de la reina Isabel la Católica.

Este hombre de la Iglesia se mostró muy interesado por el proyecto de Colón y

arregló una cita con la reina de España.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 46

Colón impresionó mucho a la reina Isabel. Ella fue tan seducida por su

prestancia como por los relatos que le hizo, describiendo navíos cargados de

oro y especias. Desgraciadamente, la guerra de reconquista que ella llevaba

contra los árabes era más urgente. Los proyectos de Colón fueron aplazados

para más tarde.

El 1 de enero de 1492, los reyes católicos tomaron la ciudad de Granada,

terminando con la dominación árabe en España. Era la euforia en todo el reino

e Isabel logró convencer a su esposo, el rey Fernando, de financiar el viaje de

Cristóbal Colón. El 17 de abril de 1492, el rey firma las "Capitulaciones" de

Santa Fe, haciendo de Colón Gran Almirante del Mar Océano, Vice-Rey de las

Indias, propietario y gobernador de todas las tierras que descubriera.

En Palos de Moguer (Huelva), Colón debía reclutar su equipo. Pero los

candidatos fueron poco numerosos. Asustados por semejante expedición

muchos marinos rehusaron seguirle. Hubo entonces que reclutar hombres poco

recomendables. Una centena de marinos vascos y andaluces fueron finalmente

contratados. Para comandar las tres frágiles carabelas que se habían dignado

conceder a Colón, obtuvo la ayuda de los hermanos Pinzón. Martín Alonso

Pinzón comandaría la Pinta, Vicente Yáñez Pinzón dirigiría la Niña mientras

que Colón estaría al comando de la Santa María. La víspera de la partida, los

marinos se reunieron en la pequeña iglesia de Palos y se pusieron a rezar,

asustados por el viaje que les esperaba, rememorando los cuentos de

monstruos terribles que poblaban el gran océano.

El 3 de agosto al alba, las tres carabelas pusieron rumbo hacia las Canarias.

Antes de la partida, Cristóbal Colón había asegurado a sus compañeros que

tocarían tierra al cabo de 750 leguas (4000 km) y un mes de navegación. Hasta

el 22 de agosto el viaje pasaba como todo el mundo lo esperaba. Pero ciertos

marinos comenzaban ahora a tener miedo de no volver a ver jamás las costas

españolas. Colón logró darles confianza y el viaje prosiguió sin obstáculos

hasta el 6 de octubre. No había viento, las naves no avanzaban más. Los

marinos vascos, sintiéndose perdidos, se amotinaron e intentaron tirar a Colón

por la borda. Pinzón alcanzó a hacerles entender razones.

El 10 de octubre, fue casi la totalidad de los marinos que se amotinaron. Se

sentían engañados. Fue entonces que el almirante les propuso de dejarles el

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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control de la flota si el viento no se levantaba en las próximas horas y si no

percibían ningún índice de tierra cercana. Por fortuna un trozo de madera

talada vino a rozar el casco de la Pinta. Después se recogió un ramo portador

de pequeñas flores. Esto no dejó ninguna duda más, la tierra estaba cerca.

En la noche del 11 al 12 de Octubre todos los ojos escrutaban el horizonte.

Eran las 2 de la mañana cuando un golpe de cañón es tirado por la Pinta. Juan

Rodríguez, un marinero de Sevilla, a reparado la tierra. Pero no tocará la prima

prometida por la reina a aquel que viera primero la tierra. Cristóbal Colón se la

apropiará pretendiendo haberla visto primero. Al salir el sol, la visión era

maravillosa. Los marinos pudieron admirar una isla tropical cubierta de una

vegetación lujuriante, bordeada de playas de arena blanca, en medio de un

agua turquesa. Desde el navío los hombres percibieron hombres y mujeres

desnudos con piel morena.

Era el 12 de Octubre de 1492 cuando Cristóbal Colón y algunos marinos

echaron una chalupa al mar para desembarcar sobre esta tierra desconocida.

En seguida al llegar a la playa, el Almirante se puso de rodillas y agradeció a

Dios. Después enarboló el estandarte de sus soberanos y sacó su espada para

cortar algunas ramas. Con este gesto él significó su toma de posesión de esta

tierra en nombre de Isabel la Católica y Fernando de Aragón.

Los indígenas recibieron a los españoles con mucha gentileza. Intrigados por

las vestimentas de estos extranjeros, los observaban con mucho asombro. Las

barbas hirsutas de los españoles los inquietaban igualmente. Eran los indios

Tainos quienes poblaban el archipiélago de las Bahamas. Su isla se llamaba

Guanahaní. Pero Colón la rebautizó San Salvador, en honor a Dios y fiel a la

promesa que había hecho a lareina Isabel, de llevar la palabra divina más allá

del Océano.

Cristóbal Colón estaba encantado por la belleza de esta tierra y la gentileza de

sus habitantes. Pero lo que lo intrigaba más, era el anillo de oro que los

hombres llevaban en la nariz. Su misión no era solamente evangélica. Tenía

que llevar a España riquezas que el rey esperaba con impaciencia. Se puso

entonces a buscar oro en la isla. Pero no encuentra más que muy poco.

Conversando tan bien que mal con los indígenas, Colón creyó comprender que

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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encontraría este metal en abundancia en las otras islas vecinas. Retomó

entonces el mar y descubrió una isla grande que él bautizó Hispaniola (Santo

Domingo).

La víspera de Navidad, fue la catástrofe. La Santa María, regresando de una

exploración, se estrelló contra los arrecifes de la costa norte de la isla. Con sus

restos, los españoles construyeron un fortín, bautizado la Navidad, donde

Cristóbal Colón dejó 39 hombres que no pudieron embarcar en las dos

carabelas restantes. El 4 de enero de 1493, la Pinta, comandada por Colón, y

la Niña, dirigida por Martín Alonso Pinzón, retomaron la mar hacia España.

Cada unode los dos navíos siguió una ruta diferente, y Pinzón contaba con

llegar primero para atribuirse los honores del descubrimiento.

El 15 de marzo de 1493, Colón tocó el puerto de Palos, al lado de Pinzón,

quien se afanó en enviar un mensaje a la corte para recibir todos los honores.

Pero éste, carcomido por la enfermedad, murió poco tiempo después. Cristóbal

Colón fue festejado como un rey y decidió irse a Barcelona donde lo esperaban

Isabel y Fernando. Él bien hubiese podido hacer el viaje por la mar, pero

queriendo disfrutar de los honores que le hacía el pueblo español, emprendió el

trayecto por tierra, a la cabeza de un cortejo constituído por sus marinos, los

indígenas desnudos portando plumas y papagayos.

Los Reyes Católicos, aunque impresionados por el cortejo, estaban

decepcionados por las "riquezas" traídas por el Almirante. Pasmados por el

frío, los pocos indígenas que habían sobrevivido al viaje y a las enfermedades,

eran pálidas figuras. Los papagayos desplumados fueron no mucho más

afortunados. Y los pocos objetos en oro que Colón presentó a los monarcas

españoles no eran suficientes ni para reembolsar los gastos de la expedición.

Sin embargo, el rey Fernando lo confirmó en su rango de Almirante de la Mar

Océano y de Virrey de las Indias (ya que es esta tierra la que él pretendía

haber abordado). Guardándole toda su confianza, el rey le acordó financiar una

nueva expedición.

El 25 de septiembre de 1493, Cristóbal Colón dejó el puerto de Cádiz con 17

carabelas y 1500 hombres. Marineros, aventureros, hidalgos. Todos soñaban

con oro y conquistas. Siguiendo más o menos la misma ruta que durante su

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primer viaje, Colón descubrió las Antillas Menores (Martinica, Dominica y

Guadalupe), y volvió a Hispaniola.

Pero una gran contrariedad lo esperaba allá. El fuerte incendiado de la Navidad

estaba en ruinas. Los cadáveres cubrían el suelo. Los indígenas en otro tiempo

agradables, no escondieron su hostilidad contra Colón y sus hombres. Qué

había pasado? Desesperado, Colón decidió retomar el mar. Fundó Isabela, la

primera ciudad del Nuevo Mundo. Pero los españoles debieron enfrentar a las

tribus indígenas, mucho más temibles que los apacibles Tainos de San

Salvador o los temerosos Arawaks de las Antillas. Los Caribes que

frecuentaban estas islas revelaban ser comedores de hombres.

Los españoles soportaban mal el clima y muchos sucumbieron a las

enfermedades. Y para colmo de la mala suerte el oro seguía sin encontrarse.

Colón decidió entonces regresar a España, confiando a su hermano Bartolomé

la tarea de Gobernador.

De retorno a Sevilla en 1496, Colón tuvo cada vez más dificultades para

conservar la confianza del rey. Pero aceptó financiar una tercera expedición. El

30 de mayo de 1498, Colón puso rumbo a las islas del Cabo Verde y después

de dos meses de travesía, llegó a una tierra, el 31 de julio, que él llamó

Trinidad. Algunos días más tarde, él estaba en la desembocadura de un gran

río: el Orinoco. Colón había por fin puesto los pies sobre continente americano.

Pero cometió un error monumental. Creyendo encontrarse una vez más en una

de las numerosas islas del Mar de los Caribes, no empujó muy lejos la

expedición terrestre. Pero cómo un geógrafo consumado como Colón ha

podido equivocarse a ese punto? El río que Colón descubrió tiene un caudal

tan importante que no puede en ningún caso encontrarse en una isla sino en un

vasto continente. Así Cristóbal Colón no sabría jamás que había descubierto

América, tanto estaba persuadido de encontrarse en los archipiélagos próximos

a la India. Y para él los indígenas que poblaban estas tierras eran Indios.

El 31 de agosto de 1498, estaba de nuevo en la Hispaniola donde la situación

era catastrófica. Los hombres tenían en su mayoría sífilis y se peleaban entre

ellos. Bartolomé, el hermano de Colón, había revelado ser un ruin gobernador.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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El Almirante volvió su cólera contra los indios a los que persiguió y envió como

esclavos a Cabo Verde y a las Canarias.

En Cádiz, la reina Isabel no podía soportar que se maltrate a estos nuevos

sujetos. El 25 de mayo de 1500, Francisco de Bobadilla desembarcó en la

Hispaniola y, bajo orden del rey de España, hizo arrestar a Colón y lo reenvió a

España, encadenado en el fondo de la bodega de una carabela. En Cádiz,

Colón debió enfrentar la justicia real. Pero la reina le guardaba aún estima y lo

salvó. Se le devolvió su título de Almirante, pero perdió el de Vice-rey de las

Indias. Siempre persuadido de poder encontrar una ruta hacia las Indias en

medio de todas esas islas, él logró convencer al rey Fernando de financiar un

cuarto viaje.

El 11 de mayo de 1502, dejó Cádiz con 4 carabelas.Pero se perdió entre

Hispaniola, Cuba, Honduras y Panamá, sin pensar un solo instante que se

encontraba frente a un continente. En junio de 1503, agotado, carcomido por la

malaria, cegado por la sal marina, encalló en Jamaica donde esperaría un año

antes de que se le socorriera.

El 7 Noviembre de 1504, desembarcó sin gloria en España, algunos días antes

de la muerte de la reina Isabel. Abandonado, Cristóbal Colón murió el 20 de

mayo de 1506 en Valladolid en la indiferencia. Durante todos estos años había

vivido pensando haber descubierto una parte de las Indias mientras que tenía

en frente de él el Nuevo Mundo. Pero este descubrimiento, un amigo de

Cristóbal Colón, el florentino Américo Vespucio, iría a apropiárselo. En 1499

partió sobre las huellas del Almirante hacia Venezuela. En 1506, poco tiempo

después de la muerte de Colón, publicó un relato, "Mundus Novus", en el cual

pretendía haber tocado primero el continente en 1497. El cosmógrafo alemán

Waldeseemüller, engañado por Vespucio, bautizará el Nuevo Mundo Americi

Terra.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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6.2. Malaspina, Alejandro (1754-1809). La Expedición Malaspina.

Navegante italiano al servicio de la Corona española nacido en Mulazzo

(Liguria) en 1754 y muerto en Pontremoli en 1809.

Alejandro Malaspina ocupa un lugar singular en la historia de las exploraciones.

Dirigió la que fue la última gran expedición científica al Nuevo Mundo antes de

la disolución del Imperio.

Italiano al servicio de la Corona española, como Colón y tantos otros,

Malaspina es al mundo hispánico lo que Cook al angloamericano, o

Bougainville o La Pérouse al francés. Pero hay muchos elementos de su vida y

su obra que lo acercan igualmente a un Tocqueville y, desde luego, a Alejandro

de Humboldt. Navegante, científico y filósofo, en Malaspina se funden varios

perfiles de viajero y también varias tradiciones de pensar y representar, de

observar y comprender el Nuevo Mundo.

Nació en Mulazzo, en la Liguria italiana, y era descendiente de una casa

nobiliaria venida a menos. Cuando era aún niño, marchó con sus padres a

Palermo gracias al parentesco materno con Fogliani Sforza, ministro del

entonces rey de Nápoles y futuro Carlos III de España. Recibió una educación

esmerada en el Colegio Clementino de Roma, una institución similar a los

colegios de los jesuitas, los maestros de la nobleza en el Antiguo Régimen.

Entre 1765 y 1773, el joven Malaspina adquirió en el Clementino una formación

privilegiada: estudió lenguas clásicas, retórica y lo que hoy llamaríamos

humanidades, más una sólida instrucción en filosofía natural y experimental. A

los 17 años había compuesto ya una tesis de física, y fue precisamente este

temprano aprendizaje de las disciplinas newtonianas, lo que le permitiría

ingresar en la Academia de Guardiamarinas de Cádiz en una posición de

ventaja en 1774.

Entre 1774 y 1788 desarrolló su fulgurante carrera dentro de la Armada

española. El mismo año 1774 consiguió la plaza de guardia-marina y, dos años

más tarde, ascendió a alférez de fragata. Tomó parte en numerosos sucesos

bélicos en el conflicto que enfrentó a Francia y España, las dos monarquías

borbónicas, con Gran Bretaña (1776-1783), un conflicto de índole colonial cuyo

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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resultado más trascendente fue la Independencia de las Trece colonias (los

Estados Unidos), en el transcurso de una de estas batallas fue hecho

prisionero y llevado a Gibraltar. Más tarde participó en la elaboración del Atlas

peninsular y los Derroteros de las costas de España, dos de los mayores

proyectos de la cartografía hispana, dirigidos ambos por Vicente Tofiño.

Estudió en el Observatorio de Cádiz, dentro de uno de los planes de estudios

más modernos y actualizados de la Ilustración española, pues no en vano la

Marina era quizás la institución peninsular más conectada con la ciencia

europea. Durante esos años protagonizó, asimismo, varias navegaciones

llamadas menores retrospectivamente debido a la importancia de la gran

expedición científica y política, la denominada Expedición Malaspina (1789-

1794); una de ellas fue, después de haber sido promovido a capitán de fragata

en 1782, la de efectuar una vuelta al mundo en la fragata Astuca, algo todavía

al alcance de pocos marinos en la época. De hecho, Malaspina fue el primer

italiano en la historia en dirigir un viaje de circunnavegación, aunque no el

primero en efectuarlo, lugar que corresponde naturalmente a Pigafetta, cuya

pluma inmortalizó siglos atrás la proeza de Magallanes y Elcano. El periplo de

la Astuca fue realizado bajo el auspicio de la Compañía de Filipinas, una de las

empresas comerciales del período, análoga a las famosas Compañías de

Indias inglesas y holandesas. La derrota fue la de poniente: doblaron el Cabo

de Hornos sin haber efectuado escala en el Río de la Plata, arribaron a El

Callao, y desde allí cruzaron en derechura el Océano Pacífico hasta Filipinas.

Tras realizar allí los negocios pertinentes, pusieron la vela hacia el sudoeste,

doblaron el Cabo de Buena Esperanza y arribaron finalmente a Cádiz.

En los escritos de Malaspina de este viaje se aprecia ya su marcada inclinación

hacia la economía política y los asuntos relacionados con la organización de la

Monarquía, una vocación que se manifestará con toda claridad a lo largo de la

gran expedición científica y política.

Pero la Expedición Malaspina (1789-1794) no fue sólo el viaje de un hombre,

sino una operación de magnitudes enciclopédicas e imperiales. El proyecto

nació como una combinación de intereses. No es despreciable el factor de

emulación a los franceses y, sobre todo, a los ingleses, los grandes rivales en

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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todo el orbe y especialmente en el Mar del Sur, el antiguo "lago español". Es

preciso recordar que los viajes de Cook pesaron mucho, pues habían lanzado a

Gran Bretaña a unas cotas de prestigio inusitadas en una época en que la

ciencia y los descubrimientos geográficos servían al doble propósito de

engrandecer, real y simbólicamente, la fortaleza de una nación. Sin embargo,

también hay que subrayar que España aún poseía el mayor dominio colonial

del planeta; es decir, la Monarquía tenía sobrados motivos para fletar una

expedición destinada a investigar e inventariar los recursos naturales y sociales

de sus posesiones.

Durante esos cinco años las corbetas Descubierta y Atrevida transportaron a la

flor y nata de los mejores astrónomos e hidrógrafos de la Marina española,

acompañados también por grandes naturalistas y dibujantes. Entre los primeros

podría citarse a Felipe Bauzá o Dionisio Alcalá Galiano; entre los segundos al

francés Luis Nee, al checo Tadeo Haenke, al español Antonio Pineda; el

italiano Fernando Brambila o el novohispano Tomás de Suría pueden

representar al resto de los pintores. Además, de entre sus consejeros

españoles debe destacarse a Gaspar de Molina, que le dio información acerca

de las aplicaciones náuticas de la electricidad y sobre las nuevas máquinas

para "purificar el aire", y a José de Mazarredo, quien fue, sin duda, su principal

asesor. Malaspina decidió que la técnica hidrográfica que se emplearía sería la

de Mazarredo, que ya había sido utilizada por Vicente Tofiño para preparar los

mapas del litoral español y africano en su Atlas marítimo de España. Para

asegurar la correcta aplicación del método, incorporó a la expedición como

cartógrafo a dos discípulos de Tofiño, José Espinosa y Tello y el mencionado

Bauzá. Como astrónomos formaron parte del personal científico de la misma

otras figuras de la marina de guerra, como el mencionado Alcalá Galiano, Juan

Gutiérrez de la Concha y Juan Bernáldez. El director de los naturalistas de la

expedición fue el guatemalteco Antonio Pineda, que contó con la colaboración

de Luis Née y el también mencionado Tadeo Haenke; del botánico y cirujano

Francisco Flores; del "disecador y dibujante" José Guío; y del "pintor botánico y

de perspectiva" José del Pozo. Éstos dos últimos fueron sustituidos en el curso

del viaje por los dibujantes Fernando Brambila y Juan Ravent. En total, había

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 54

doscientos ocho hombres a bordo de la Descubierta y la Atrevida cuando

partieron de Cádiz a finales de julio de 1789.

Con destino a la expedición se construyeron ex profeso dos corbetas, la

Descubierta y la Atrevida, la primera de las cuales se puso al mando del propio

Malaspina y la segunda al de José Bustamante Guerra, otro capitán de navío.

Contaban con biblioteca y laboratorios e iban muy bien equipadas con

instrumentos astronómicos y náuticos, geodésicos, meteorológicos, físicos,

químicos y biológicos. Malaspina preparó cuidadosamente la expedición; su

derrotero comprendió el Nuevo Mundo desde el Cabo de Hornos hasta sus

límites inconclusos más allá de Vancouver: toda la fachada occidental, a lo que

habría que sumar las escalas previas en el Río de la Plata y las islas Malvinas.

Tocaron los puertos más importantes bañados por el Pacífico: Arica, El Callao,

Guayaquil, Realejo, Acapulco, San Blas, etc.; y pusieron especial énfasis en los

espacios fronterizos, esas tierras de nadie que entonces eran la Patagonia y el

Noroeste, con su legendario paso, cuya inexistencia contribuyeron a demostrar.

Así, recorrieron toda la costa atlántica del Nuevo Continente para subir por la

costa bañada por el océano Pacífico hasta llegar a Alaska, en cuya bahía de

Yakutat está situado el gran ventisquero que actualmente lleva el nombre de

Malaspina; desde Alaska, las corbetas volvieron a Acapulco, que sirvió de

punto de partida de un viaje de año y medio por el Pacífico, cuyas principales

etapas tuvieron como escenario las Filipinas (donde permanecieron casi un

año, en el transcurso del cual falleció Pineda), Nueva Zelanda, la costa oriental

australiana (Nueva Holanda en la época, donde los británicos habían fundado

recientemente el enclave penitenciario de Nueva Gales del Sur), Vavao y las

islas Tonga. En julio de 1793, la expedición volvió a El Callao, donde se decidió

su reparto en dos grupos: cartógrafos y naturalistas debían cruzar los Andes y

llegar por tierra a la costa atlántica, mientras las corbetas con el resto del

personal volvían a doblar el cabo de Hornos. Espinoza, Bauzá y Née se

reunieron, en efecto, con Malaspina en Montevideo como estaba planeado,

pero Haenke permaneció en América del Sur los veinticuatro años que le

quedaban de vida, ligando siempre su trabajo a los objetivos de la expedición.

Bonifacio del Carril ha resumido de forma muy expresiva la actividad de los

expedicionarios: "En todos los lugares donde se detuvieron [...] se ubicó

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 55

astronómicamente el sitio. Se midieron y calcularon niveles. Se levantaron

cartas geográficas. Se exploraron y reconocieron los alrededores. Se hicieron

observaciones geológicas, botánicas y zoológicas; estudios etnográficos y

lingüísticos. Se recogieron numerosas carpetas, que se fueron remitiendo a

España o se conservaron en las corbetas para preparar el informe final,

después del regreso". Aparte de su labor como director, la principal

contribución personal de Malaspina fue de tipo cartográfico: llegó a completar

seis mapas, dos de la costa oriental de Patagonia, uno de la Tierra de Fuego y

tres de la costa sudamericana del Pacífico hasta Lima; reconoció, asimismo, el

papel destacado que Bauzá había tenido en la realización de todos ellos. El

tornaviaje se realizó por donde habían penetrado en el Mar del Sur, tomando El

Callao de nuevo para volver a montar el Cabo de Hornos, tocar Montevideo por

segunda vez y regresar por fin a Cádiz. En septiembre de 1794, la Descubierta

y la Atrevida volvieron al puerto gaditano con un material que se encuentra

entre los más ricos de las expediciones científicas de la Ilustración.

Los trabajos elaborados por Malaspina y sus hombres incluyeron cartas

hidrográficas, experimentos físicos y químicos, estudios de la fauna y flora,

geología y geografía, descripciones etnográficas, antropología e inventarios

económicos y estadísticos de todos los territorios visitados; de ahí que los

materiales reunidos, la imponente colección de mapas, dibujos y manuscritos

traída a la península, constituyan el fresco más rico y completo de la Monarquía

hispánica. Seguramente, en este sentido, la obra de esta expedición no tiene

equivalente posible con otros viajes científicos de la época, algunos más

relevantes en el terreno de los descubrimientos geográficos o en algún otro

aspecto parcial, pero ninguno tan enciclopédico y ambicioso como éste. Hoy

día dichos materiales se encuentran repartidos en archivos de medio mundo,

desde Filipinas y Sydney hasta Londres, México, Lima e incluso Moscú, y entre

ellos el fondo más completo es el que dio lugar a la creación del Depósito

Hidrográfico, el actual Museo Naval de Madrid.

Con todo, quizás la aportación más original de esta expedición a la historia de

la expansión europea y los descubrimientos, sea la propia naturaleza de la

investigación desarrollada por Alejandro Malaspina a lo largo del viaje. Capaz

de reunir los trabajos de sus subordinados y exhumando materiales de los

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 56

principales archivos y fondos de la América española, Malaspina trazó una

visión completa de la Monarquía en sus diarios y escritos; es decir, aspiró a

levantar un cuadro razonado y coherente de todo el Imperio, donde tuvieron

cabida los distintos aspectos parciales de la realidad americana, desde la

minería y las virtudes medicinales de las plantas hasta la cultura, y desde la

repoblación de la Patagonia hasta el comercio filipino. La experiencia

descubridora y científica de tres siglos de conocimiento del Nuevo Mundo, la

tradición hispana de relaciones geográficas y cuestionarios de Indias,

encuentran así un justo colofón en el Siglo de las Luces. Y lo hacen bajo una

fórmula característica del período, pues, imbuido del credo cientifista y

naturalista de la Ilustración, lo que hizo Malaspina en realidad fue componer

una verdadera física de la Monarquía. Al igual que Newton había desentrañado

los misterios del universo sometiéndolo a un conjunto de leyes, a esos

principios sencillos y uniformes que explican toda la multiplicidad de fuerzas y

movimientos, Malaspina encaró su investigación de la Monarquía con

semejante propósito. Al fin y al cabo, los viajeros y cronistas del Renacimiento

también habían trasladado al Nuevo Mundo los mitos y leyendas de la tradición

hebraica y greco-latina: las amazonas, el Edén, las Californias, El Dorado, etc.

Nada más lógico, pues, que un viajero de Las Luces, un hombre versado en

astronomía náutica, matemáticas y filosofía natural, contemplara el Nuevo

Mundo bajo ese gran vivero de imágenes y metáforas que para el siglo XVIII

fue el mundo de las ciencias y la propia idea de Naturaleza.

Malaspina presentó en la Corte los resultados científicos del viaje y también un

informe político confidencial, favorable a la concesión de una amplia autonomía

a las colonias americanas. Con varios de sus colaboradores, entre ellos Bauzá,

se dedicó a preparar la edición de una gran obra que expusiera los frutos de la

expedición. En mayo de 1795 fue ascendido a brigadier de la armada. Su

influencia política era cada vez mayor, lo que alarmó a Manuel Godoy, quien lo

implicó en una intriga y consiguió que fuera juzgado por conspiración. En abril

de 1796 fue destituido de todos sus empleos y grados y condenado a diez años

de prisión en el castillo de San Antón, en La Coruña. Un año más tarde, la pena

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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de prisión le fue conmutada por la de destierro a las posesiones de su familia

en Italia, donde murió.

Los materiales de la expedición se dispersaron. Los cartográficos pasaron al

nuevo Depósito Hidrográfico fundado en Madrid bajo la dirección de Bauzá y

Espinosa, que dieron a conocer parte de ellos en una serie de publicaciones.

Aunque la obra proyectada por Malaspina no llegó a ser realizada, los

materiales de la expedición sirvieron de base a numerosas e importantes

publicaciones científicas, entre ellas, las botánicas de Antonio José Cavanilles

y el propio Haenke.

Por todo esto, la figura de Malaspina tiene tanto de un Cook como de un

Humboldt, un Vico o un Adam Smith. No fue un descubridor de tierras como el

primero, no alcanzó la talla científica del prusiano, ni fundó disciplinas sociales

como el napolitano o el escocés. Sin embargo, combinó todos esos perfiles y

logró fundir bajo el signo de las nuevas ciencias (la física, la geografía, la

economía política y la historia) una visión sintética y fecunda del Nuevo Mundo

y las relaciones coloniales. Como el héroe de la Eneida, una de sus lecturas

favoritas, Malaspina sufrió el destierro y otras penalidades tras su larga

navegación. En 1794 España vivía conmocionada por la Revolución francesa y

las ideas de Malaspina para modernizar el Imperio eran peligrosas. No

obstante, ni la prisión ni el exilio impidieron que siguiera leyendo, participando

en las novedades intelectuales, escribiendo pequeños tratados; cumpliendo, en

suma y hasta el final, el mandato kantiano que resume el espíritu de la

Ilustración.

6.3. Fernando Magallanes.

De noble linaje, marino al servicio de España dio la primera vuelta al mundo.

Nació en el año de 1480 en Oporto (Portugal) y falleció en Mactán (Filipinas) el

27 de abril de 1521. Fue el descubridor del estrecho que lleva su nombre.

Realizó diversos servicios de tipo naval para Portugal. Magallanes llegó a

Sevilla en 1517. Su tesis era que las Islas Molucas estaban en la línea de

demarcación de Castilla. Por fin el 20 de septiembre de 1519 zarpa de

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Sanlúcar de Barrameda con su armada, compuesta por las naos Trinidad, San

Antonio, Concepción, Victoria y Santiago, comandadas respectivamente por

Magallanes, Juan de Cartagena, Gaspar de Quesada, Luis de Mendoza y Juan

Serrao. Magallanes era el capitán general de la expedición y componían ésta

239 hombres. Descubrió el estrecho de Magallanes que originalmente fue

llamado estrecho de Todos los Santos. Descubrió las islas de San Pablo,

Tiburones o Desventura, Ladrones (Marianas), las del archipiélago de San

Lázaro, hoy Filipinas. En Mactan tras una batalla contra los nativos de ese

lugar fallece a consecuencia de una herida de lanza. Los vencedores no

quisieron entregar su cadáver. En el panteón de Marinos Ilustres en San

Fernando Cádiz, existe una lápida dedicada a su memoria por el Colegio Naval

Militar, que fue colocada en 1853.

6.4. Juan Sebastián Elcano Juan Sebastián Elcano (1476-1526), navegante y descubridor español que

consiguió dar la primera vuelta al mundo y demostrar así la esfericidad de la

Tierra.

Elcano nació en Guetaria (Guipúzcoa). Enrolado desde su juventud en barcos

pesqueros y comerciales, tenía una gran experiencia marinera. Desde muy

joven Sebastián Elcano se inició en el arte de la navegación, interviniendo con

una nave propia en la que campaña contra Argel que en el año 1509 dirigió el

Cardenal Cisneros. Con el Gran Capitán, también tomó parte en las guerras

italianas. Las deudas contraídas durante esta época motivaron la venta del

barco a unos extranjeros, lo que estaba prohibido por las leyes españolas.

Elcano pasó algunos años en el anonimato para evitar el correspondiente

castigo.

A su regreso se estableció en Sevilla, donde tuvo conocimiento del proyecto

del portugués Fernando de Magallanes para descubrir una ruta por occidente, a

través de un paso o estrecho por el sur de América, que llevara a las islas de

las especias sin atravesar por dominios portugueses.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Es con Magallanes, cuando Elcano obtiene mayor fama, alistándose en su

empresa como maestre de la nao Concepción, una de las cinco naves que

formaban la escuadra.

La revuelta que tuvo lugar contra Magallanes en el puerto de San Julián le valió

a Elcano el mando de la San Antonio por encargo de los insurrectos. Como

capitán de la nave rebelde, Elcano pudo mediar para restablecer la disciplina y

sofocar la revuelta, obteniendo un estimable resultado lo que le valió la estima

de Magallanes y el aumento de su prestigio. Una vez resuelto el problema,

regresó a su cargo en la Concepción. La muerte de Magallanes en la isla de

Mactán durante el año 1520 provocó que Elcano asumiera el mando de la

empresa. Las naves se dirigieron hacia las Molucas lo que motivó el envió por

parte de Portugal de una escuadra para interceptarlas. Será en mayo de 1522

cuando Elcano dobla el cabo de Buena Esperanza, llegando cuatro meses

después a Sanlúcar de Barrameda en la nao Victoria. Habían dado la vuelta al

mundo.

6.4.1. EL Descubrimiento del Estrecho de Magallanes. Y la primera vuelta al mundo por Elcano.

La búsqueda de un paso occidental fue estimulada no sólo por la teoría

engañosa de las corrientes oceánicas, sino también por la expedición hecha en

Centroamérica en el año de 1513 por el español Balboa y quién cruzó el Istmo

del Darién y por primera vez divisó el Océano Pacífico.

Hasta entonces nadie sabía cuán estrecha era la franja terrestre que separaba

los dos océanos. Balboa no buscaba un paso al occidente, pero su

descubrimiento fue un gran incentivo para quienes lo hacían. De las muchas

expediciones que buscaron un paso a través de Centro y Sudamérica, todas

menos una, constituyeron fracasos.

Fracasos al menos, en su objeto inmediato, porque los hombres que tomaron

parte en ellas aunque fracasaron en el intento de encontrar un estrecho,

fundaron un imperio. La historia de la conquista española pertenece a un

capítulo ulterior; por el momento, este relato del descubrimiento marítimo atañe

sólo a un triunfo aislado, el viaje de Magallanes al Pacífico. El año de 1519, en

el que Cortés salía de Cuba para conquistar a México, fue también el año en

que Magallanes salía de España con objeto de llegar al Oriente navegando

hacia Occidente.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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6.4.2. El Conflcto Diplomático entre Portugal y España: El Descubrimiento del Estrecho.

Fernando de Magallanes, fue el descubridor del estrecho austral que lleva su

nombre, y que comunica los océanos Atlántico y Pacífico. La expedición que lo

llevó hasta él dio la vuelta al mundo por primera vez, aunque Magallanes murió

antes de completar la hazaña.

Fernando de Magallanes en 1505 se integró en la expedición de Francisco de

Almeida, el primer virrey portugués del lejano oriente, que debía contener el

poderío musulmán en África y la India. Se asienta que como en Portugal no le

fue como él quería, pues sus peticiones al rey eran rechazadas, Magallanes

marchó a España y ofreció sus servicios al rey Carlos I (después Carlos V). El

empleo de Magallanes por la corona española fue la culminación de una larga

contienda diplomática entre ambos países. Desde 1494 los españoles habían

realizado un mal negocio, pues al acceder a que bulas de demarcación fueron

reemplazadas por el tratado de Tordesillas, traspasaron sin saberlo su derecho

a explotar el Brasil. Los portugueses habían afianzado su ventaja obteniendo

una confirmación papal del tratado con la bula Ea quce, dada por Julio II en

1506.

Esta bula impedía cualquier intento de revivir la línea demarcatoria de

Alejandro VI. En esta época, la llegada regular a Lisboa de cargamentos de

especias reveló a los españoles que estaban siendo vencidos en la pugna por

las islas de las especias. Trataron, por ello, de emplear el tratado de Tordesillas

para detener el avance portugués en el Lejano Oriente, confinado en que

pronto se encontraría un paso occidental. Según la interpretación española, la

línea de demarcación establecida por el tratado corría derecha alrededor del

mundo, dividiéndolo en dos mitades; en una de ellas, todas las tierras

deshabitadas o en poder pagano correspondían a Portugal; en la otra, a

España. Los portugueses, por su parte, no tenían la intención de aceptar

ninguna limitación a su expansión oriental. Aún después de su llegada a las

Molucas, carecían de medios exactos para determinar la longitud de las islas y

desconocían la extensión del Pacífico. Si se hubiera aceptado el punto de vista

español acerca del tratado de demarcación, de ningún modo cabría admitir que

las Molucas estuvieran del lado portugués de la línea; muchas cartas

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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contemporáneas, incluyendo algunas portuguesas, las colocaban del lado

español. Los portugueses reclamaron una declaración autoritaria de que la

línea de demarcación estaba confinada al Atlántico, y que servía simplemente

para determinar a cada potencia la ruta que se debía seguir a las Indias. Una

vez más buscaron la ayuda del papado. El hedonista León X, un Médicis, quién

estaba inclinado a Portugal accedió a todas las peticiones de dicho país a

través de la bula Precelse Devotionis, dio la bendición papal a los

descubrimientos y conquistas futuras de los portugueses y concedió a Portugal

todas las tierras que conquistara a los infieles, no sólo en Africa y la India, sino

en cualquier región a que se pudiese llegar navegando hacia el oriente.

Magallanes, aunque portugués, fue impulsado por las circunstancias a ignorar

el fallo de la bula. Antes de la fecha de su partida había estado varios años en

el Oriente y había asistido a la toma de Malaca. No es seguro que entonces

visitara las Molucas, pero algunos de sus amigos sí lo hicieron, y él sabía la

latitud de las islas. En cuanto a su longitud, creía que las Molucas estaban

bastante cerca de Sudamérica, y dentro de lo que los españoles consideraban

como su esfera de influencia. En esto, por supuesto, estaba equivocado.

También creía que era posible encontrar un paso occidental siguiendo la ruta

del Tercer Viaje de Vespucio, en el extremo meridional de Sudamérica. En esto

estaba en lo cierto. Cuando Solís hizo su viaje al Río de la Plata en 1515,

Magallanes interrogó a los supervivientes y calculó por sus informes que la

dirección suroeste de la costa sur del estuario hacía caer todo ese territorio

meridional dentro de la demarcación española. También acertaba en esto.

Evidentemente un afortunado viaje de descubrimiento basado en los

razonamientos de Magallanes sólo beneficiaría a los españoles, y era inútil

esperar que el gobierno portugués financiase tal viaje. Por consiguiente,

Magallanes acudió a España ofreciéndole descubrir ricas islas en el oriente,

dentro de la demarcación española y por una ruta completamente española En

las capitulaciones entre Magallanes y el emperador, las Molucas no estaban

mencionadas específicamente.

Magallanes sabía, aunque Carlos V probablemente no, que los portugueses ya

habían llegado a las Molucas, y que la bula Precelse devotionis se aplicaba a

las islas. Su empresa apareció como un acto de agresión a Portugal y como un

desafío al papa. El gobierno portugués trató de detener la expedición por todos

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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los medios diplomáticos posibles, pero sin éxito, y en septiembre de 1519,

Magallanes salió de Sevilla con una flota de cinco carabelas, cargadas con

aquellas mercancías que la experiencia portuguesa vio que eran adecuadas

para el comercio con el oriente.

6.4.3. El viaje de Magallanes visto por Pigaffeta Los acontecimientos del viaje de Magallanes son muy conocidos: el naufragio y

el motín en la costa de Patagonia; el descubrimiento y la aterradora travesía en

treinta y ocho días del estrecho que lleva el nombre de Magallanes; el

interminable cruce del Pacífico, que obligó a las tripulaciones de los barcos a

alimentarse de ratas y cuero, los inhospitalarios desembarcos en Ladrones y

Filipinas y la muerte de Magallanes, y cuarenta compañeros en una guerra

local.

Fernando de Magallanes, sostenía desde hacía mucho tiempo la creencia de

que existía una ruta mucho más rápida hacia las Islas de las Especias que el

largo viaje alrededor del cabo de Buena Esperanza y estaba seguro de que

Cabot había acertado al poner proa al oeste a través del Atlántico. En su

juventud, Magallanes había viajado a las Indias Orientales, y ciertamente

habría regresado allí si las circunstancias se lo hubieran permitido. Pero tras

participar en una campaña militar en Marruecos le acusaron de traición y el rey

portugués le informó de que ya no necesitaba sus servicios. El rey Manuel

había cometido un grave error al despedir a Magallanes, pues éste era un

navegante experto y había estudiado a fondo las teorías geográficas de su

época. Argumentaba que el único motivo de que Colón y Cabot no hubieran

encontrado las Islas de las Especias era que no habían hallado un paso a

través del continente americano.

Magallanes viajó a la corte del emperador Carlos V de España quién

comprendió de inmediato que Magallanes le ofrecía la mejor oportunidad de

poner a prueba la posición al parecer invencible de los portugueses, y le asignó

el mando de una flota que zarparía hacia el sur a lo largo de la costa brasileña,

buscaría un paso par acceder al océano Pacífico y luego navegaría hacia el

oeste hasta llegar a las islas de Banda.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Fue de gran utilidad que Magallanes llevara consigo a un experto llamado

Antonio Pigafetta, quien registró fielmente todo lo sucedido en aquella histórica

primera travesía española a las Islas de las Especias. El diario de Pigafetta, a

su vez, llegó a manos del culto vicario inglés Samuel Purchas, cuya

monumental antología de las exploraciones, Purchas His Pilgrimes, inspiraría a

los mercaderes aventureros ingleses.

La travesía de Magallanes empezó con buen pie: se abasteció de nuevo en las

islas Canarias, cruzó el ecuador y llegó a la costa sudamericana al cabo de tres

meses. Aquí, el rencor de que se había ido incubando entre la tripulación

española y su capitán portugués estalló en un motín, y Magallanes se vio

obligado a ahorcar a los perturbadores en un patíbulo levantado a toda prisa.

Entonces cesó el motín. La atención de los restantes amotinados pronto se

desplazó hacia el comportamiento extraordinario de los nativos, entre ellos los

pobladores, altos como gigantes, de la Patagonia, de los que observó Pigafetta:

"Cuando están enfermos del estómago se meten una flecha hasta media vara

garganta abajo, lo cual les hace vomitar bilis verde y sangre". Su remedio para

los dolores de cabeza no era menos espectacular: se hacían un corte en la

cabeza y así libraban la sangre de impurezas. Y en cuanto percibían los

primeros fríos del invierno, "se ataban con cuerdas de manera que el miembro

genital quedara oculto en el cuerpo".

Un año después de haber zarpado de Tenerife, el barco de Magallanes avanzó

lentamente por el estrecho que hoy lleva su nombre y penetró en las cálidas

aguas del Pacífico. "Estaba tan contento que las lágrimas brotaron de sus

ojos", escribió el redactor del diario de la expedición. Magallanes había estado

en lo cierto desde el principio: ahora sólo tenía que seguir las brisas cargadas

de aroma de especias hasta las Indias Orientales. Por desgracia, no era tan

sencillo. Al igual que la mayoría de los exploradores de su época, Magallanes

no tenía ni idea de las enormes distancias que debía recorrer y, cuando llevaba

más de tres meses en alta mar sin avistar tierra, los tripulantes empezaron a

padecer hambre: "Habiendo consumido todas las galletas y otros víveres,

cayeron en tal estado de necesidad que se veían obligados a comer los restos

pulverizados que quedaban en los barriles, ahora llenos de gusanos y

hediondos, como la orina, debido al agua salada. El agua potable también

estaba putrefacta y se había vuelto amarilla". Pronto incluso los restos

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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agusanados se terminaron, y los hombres se vieron obligados a "comer trozos

de cuero, que rodeaban los grandes cabos de los barcos, pero esas pieles eran

muy duras, debido al sol, la lluvia y el viento, y las sumergían en el agua,

pendientes de una cuerda, durante cuatro o cinco días, a fin de ablandarlas".

No era ésa una dieta para hombres enfermos, y pronto se cobró su tributo:

"Debido a esta hambruna y a la sucia alimentación, a algunos las encías se les

hincharon tanto sobre los dientes que murieron atrozmente de hambre". A

pesar de las terribles penalidades, los barcos prosiguieron su lento avance

hasta llegar a las Filipinas donde los hombres supieron que se estaban

aproximando a su objetivo. Pero Magallanes no estaba destinado a ver las Islas

de las Especias, pues cometió el error de involucrarse en una lucha por el

poder local y murió en la refriega. Su muerte fue un golpe devastador par todos

los supervivientes, y Pigafetta, conmocionado, se esforzó por expresar el

sentimiento que les había causado su pérdida: "Allí pereció nuestro guía,

nuestra luz y nuestro apoyo". Tantos hombres habían muerto que se tomó la

decisión de abandonar uno de los barcos. Los buques restantes zarparon hacia

la más septentrional de las Islas de las Especias, y avistaron el cono volcánico

de Tidore, cubierto de clavo, en la primera semana de noviembre de 1521. De

repente las descripciones pintorescas que caracterizan el diario de Pigafetta

adoptan un tono más práctico.

Los hombres de Magallanes habían recorrido medio mundo a fin de hacer

fortuna, y a lo largo de varias páginas Pigafetta registra todos los pesos y

medidas concebibles que se usaban en la isla. Cargado con veintiséis

toneladas de clavo, nuez moscada y sacos de canela y macis, los dos barcos

restantes de la expedición abandonaron finalmente las Islas de las Especias en

el invierno de 1521. El Trinidad no llegó más allá del puerto: deteriorado,

embarcando agua y con una sobrecarga excesiva, necesitaba grandes

reparaciones antes de efectuar el viaje de regreso. Tras una emocionada

despedida, el Victoria zarpó en solitario. Los hombres se enfrentaban a un

espantoso viaje de regreso, y más de la mitad murieron de disentería.

Pigafetta, diligente como siempre, anotaba cada enfermedad y muerte, e

incluso le parecía digan de mención la manera en que los cadáveres flotaban.

"Los cuerpos de los cristianos flotaban con la cara hacia el cielo, pero los indios

lo hacían boca abajo". Nueve meses después de haber partido de las Islas de

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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las Especias, el Victoria llegó por fin a Sevilla y, tras anclar frente al muelle,

"descargó toda su artillería en señal de júbilo". Aunque la tripulación estaba

medio muerta y Magallanes había sido enterrado mucho tiempo atrás, el

emperador Carlos V no cabía en sí de gozo, y una de sus primeras acciones

fue honrar al capitán, Sebastián Elcano, con un escudo de armas en cuyo

diseño figuraban tres nueces moscadas, dos palitos de canela y doce clavos.

La habilidad, resistencia y hazañas de Magallanes lo colocan, junto a Colón y

Vasco de Gama, entre los más grandes exploradores.

Pero el viaje sólo había llegado a su mitad. Sebastián Elcano, el navegante

español en quién recayó el mando de la expedición, navegó hacia el sur desde

las Filipinas con sólo dos barcos restantes, costeó Borneo, y en noviembre de

1521 llegó a las Molucas. Los españoles fueron recibidos por el sultán de

Tidore, en cuyo territorio desembarcaron. Como ninguno de los tripulantes se

mostraba dispuesto a arrostrar los peligros del estrecho de Magallanes, Elcano

dividió sus fuerzas. La Trinidad se dirigió a través del Pacífico hacia la costa de

México y fue capturada por los portugueses algunos días después. Elcano

mismo eludió a los portugueses y con su maltrecha Victoria atravesó el

Estrecho de Macasar, cruzó el Océano Índico, dobló el cabo de Buena

Esperanza y regreso a España con su precioso cargamento. Estuvo fuera tres

años. Fue una prodigiosa hazaña náutica y Elcano compartió con Magallanes

el honor de este asombroso viaje. Fue el primer capitán que dio la vuelta al

mundo. La riqueza de información que este viaje proporcionó puede verse en el

mapa oficial español dibujado por Diego Ribero en 1529, mapa en que se

incluyen los conocimientos suministrados por Elcano. El Tratado de Zaragoza

marcó el final de un capítulo en la historia del descubrimiento. El estrecho de

Magallanes nunca fue usado después por los españoles u otros navegantes

como canal regular de comercio y la ruta doblando el cabo de Hornos es

relativamente reciente.

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6.5. El Viaje al Ecuador (Perú). Jorge Juan y A. Ulloa.

La mencionada expedición tuvo su origen en las dudas existentes sobre la

esfericidad forma esférica del planeta y las discusiones sobre el achatamiento

de la Tierra, en concreto para dilucidar si ésta se encontraba achatada por los

polos o por el Ecuador. Esta incertidumbre logró su punto álgido cuando, entre

los años 1730 y 1740, llegó a Francia el italiano Jacques Cassini (1677-1756),

hijo del también italiano Jean Dominique Cassini (1635-1712), oponiéndose

ambos a la teoría sobre el achatamiento o lo que es lo mismo en contra de la

teoría newtoniana sobre la forma de la Tierra mantenida por la Academia de

Ciencias de Paris.

Se debe recordar que J.D. Cassini viajó a Paris, procedente de Italia, en el año

1668 por invitación del rey de Francia Luis XIV y que tanto él como su hijo

fueron nombrados directores del Observatorio de Paris, donde efectuaron

determinaciones científicas desde el punto de vista cartográfico y geodésico.

Ante la situación científica creada y buscando una solución al problema se optó

por llevar a cabo la medición Se midieron de algunos grados del Meridiano

Terrestre, para lo cual se formaron dos expediciones comparativas de diferente

rumbo, una hacia Laponia y otra hacia Perú, ambas promovidas por la

Academia de Ciencias de Paris y autorizadas por Luis XV.

La expedición a Laponia fue patrocinada por el gobierno francés en 1736, bajo

la dirección de P.L. Moreau de Maupertius, a quien se unió el sueco A. Celsius

y se recuerda como una expedición en la que las mediciones realizadas fueron

bastante imprecisas.

Por su parte, la expedición a Perú, en su recorrido debía atravesar regiones

geográficas bajo la soberanía de España, regido en esa época por S.M. Felipe

V, nieto del rey de Francia, Luis XIV. Luego debía ser el primero el que debía

conceder la autorización para atravesar territorios españoles, concedida que se

expidió a condición de que, junto a los académicos franceses, entraran a

formar parte de la misma dos científicos españoles. Fueron elegidos Jorge

Juan y García del Postigo, que estaba ausente y por eso fue sustituido por A.

de Ulloa. De este modo la expedición franco-española estuvo constituida por L.

Godin, Ch. M. de la Condamine, P. Bouger, J. de Siniergues, J. de Jussieu, T.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 67

Hugot, J. Verguin, J. Dessodonais y S. Couplet (franceses) y por los españoles,

J. Juan y A. de Ulloa.

Pronto surgió en la expedición una doble polémica, la generacional, por parte

de los franceses hacia los españoles, al contar Jorge Juan y Ulloa tan sólo con

21 y 19 años, respectivamente, y la relacionada con la erudición de los

españoles al ser estudiantes de la Academia de Guardia Marinas de Cádiz.

Estos hechos dieron lugar a diferentes comentarios por parte de los franceses.

La solución la dio Felipe V, al nombrar a los españoles tenientes de navío.

Posteriormente y en función de la habilidad mostrada por los españoles, los

franceses se vieron obligados a rectificar su opinión, pasando los españoles de

”pigmeos” a “gigantes”.

El cometido de Jorge Juan y de Ulloa en la expedición a Perú, según las

diferentes referencias bibliográficas consultadas era la ejecución de trabajos de

Geodesia y Cartografía, además de tener encomendada una misión secreta,

aunque esta última afirmación no aparece reflejada en la obra Relación

Histórica del Viage (sic) a la América Meridional, escrita por ellos mismos como

relato del periplo, a realizar el retorno de forma independiente al conocer

ambos que España se encontraba en guerra.

Sin embargo, los dos españoles presentaron un interés de carácter científico e

incluso tecnológico al realizar diferentes descripciones relacionadas con los

recursos naturales existentes en el territorio americano visitado y que se

detallan y relacionan en su libro.

Por tanto, se puede añadir a la misión de los dos españoles un tercer interés,

que es el naturalista, desigualmente compartido ya que Jorge Juan se vinculó a

la Cartografía y a la Geodesia, mientras que Ulloa se decantó hacia las

observaciones sobre los Recursos Naturales.

6.6. Miguel López de Legaspi Navegante español, Gobernador y Capitán General de las islas Filipinas. En

1528 se trasladó a la Nueva España y estuvo de escribano mayor del Cabildo

de la capital, en 1559 el Virrey de la Nueva España Luis de Velasco, le

encomendó una expedición para el descubrimiento de las islas del poniente.

Legaspi y el fraile Andrés de Urdaneta, famoso cosmógrafo y conocedor del

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Pacífico y aproximadamente 350 hombres salieron del puerto de Acapulco el

21 de noviembre de 1564 embarcados en cinco naves: galeones San Pedro y

San Pablo, galeoncete San Juan, patache San Lucas y fragatilla La mexicana.

El 13 de febrero de 1565 después de navegar hacía el poniente, llegaron a las

Filipinas. Legaspi, con gran solemnidad tomó posesión del país en nombre del

rey de España, sin embargo fue hasta 1571 que conquistó Manila. El rey Felipe

II lo nombró Gobernador y Capitán General de Filipinas. Empezó con ello un

intenso comercio, muy útil para el florecimiento de la colonia. Miguel López de

Legaspi murió en Filipinas el 20 de agosto de 1572.

En 1565, la hazaña marítima de los Legazpi y de Urdaneta venció los peligros

de la ruta comercial más larga en la historia de la navegación: esa ruta por fin

unía a Occidente con Oriente. Así se iniciaron los viajes del “Galeón de Manila

o Nao de China”. Durante más de dos siglos y medio, las embarcaciones que

salían de la Nueva España surcaron el Pacífico realizando el sueño europeo de

comunicarse por mar con las fantásticas tierras de Oriente. El rico tránsito por

el Pacífico atrajo a otros países que a toda costa deseaban participar de esa

riqueza, y se originó con ello la edad de oro de la piratería de ingleses,

franceses y holandeses.

Mediante barcos como El Galeón de Manila o Nao de China, la “Santísima

Trinidad” y “Nuestra Señora de Covadonga” se enlazaron Acapulco y Manila, y

en ellos se transportó desde plata mexicana hasta sedas bordadas, marfil, ricos

metales (como los que trajeron para el coro de la catedral de México), muebles

y biombos chinescos, vajillas y porcelanas, y un sinfín de mercaderías que

poco a poco permearon la vida cotidiana del México colonial.

La llegada del Galeón de Manila o Nao de China, constituía todo un

acontecimiento que daba además una nueva vida a Acapulco. La bahía

adquiría entonces una riqueza descomunal basada en su estratégica ubicación

comercial. Desde el Perú, Guayaquil y otros lugares llegaban a comerciar oro,

plata y cacao con los tesoros de Oriente. Durante la Independencia, este puerto

dejó de ser el enlace con Oriente. Brevemente ese comercio se mudó al puerto

de San Blas, pero hacia 1815 cesó el tráfico marítimo y término toda una época

de la vida de México. La nao de Acapulco fue suprimida en ese año y fue el

“Magallanes” el último galeón que salió de Acapulco para Manila. Una travesía

que no habría de tener un “tornaviaje”.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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6.7. Félix de Azara Este militar y naturalista aragonés (1742-1821) viajó a Paraguay en 1781 con la

3ª Expedición de Límites, y permaneció en Sudamérica hasta 1801, viajando

por todo el continente aunque su obra se centra en lo que hoy es Paraguay,

Uruguay y Argentina.

Fue un gran seguidor, aunque crítico, de Buffon y se le considera

preevolucionista por sus ideas sobre la naturaleza y las especies biológicas. Al

parecer infl uyó posteriormente en Charles Darwin.

Describió 448 especies, la mitad de ellas nuevas para la ciencia. Hombre

políticamente liberal y opuesto a las ideas absolutistas, su campo principal era

la zoología de vertebrados pero tocó temas botánicos, geográfi cos, geológicos

y de poblamiento, además de ser un gran ingeniero militar y matemático. Su

obra es muy prolífi ca y en ella destacan: Cuadrúpedos del Paraguay y del Río

de la Plata, Páxaros del Paraguay y Río de la Plata, Viajes por América

Meridional y Geografía Física y Esférica de las provincias del Paraguay y Río

de la Plata.

Tiene varias especies dedicadas, como la zarigüeya de Azara (Didelphis

azarae). Describió numerosos mamíferos poco conocidos como la mara o

liebre de Patagonia, o el mono aullador de Azara. Godoy le ofreció en 1801 el

virreinato de Méjico pero lo rehusó y volvió a Aragón, donde fundó la Real

Sociedad Económica Aragonesa. Fue retratado de cuerpo entero y de uniforme

por Goya con la mano apoyada sobre sus libros. El cuadro pertenece en la

actualidad a la Colección Ibercaja.

6.8. Joan Baptiste Bru .

En 1788 el virrey de La Plata envió al Real Gabinete de Ciencias Naturales de

Madrid un enorme esqueleto fosilizado encontrado cerca de Buenos Aires. Lo

estudió, dibujó y montó el naturalista, taxidermista y dibujante valenciano Joan

Baptiste Bru que lo identíficó como un mamífero desconocido. El naturalista

francés Georges Cuvier, considerado el padre de la paleontología y fi jista

convencido determinó que era un Mamífero Desdentado emparentado con los

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 70

perezosos y por su gigantesco tamaño lo denominó Megatherium americanum.

Pese a este parentesco no había duda de que este gigantesco animal

extinguido respondía a un plan estructural distinto a las especies actuales por

lo que influyó en las ideas transformistas nacientes en la época que son el

antecedente del evolucionismo darwinista. El megaterio de Bru todavía se

conserva en el Museo de Natural de Ciencias Naturales de Madrid. En 1796,

Bru publicó una monografía sobre este esqueleto muy elogiada por su rigor por

los grandes naturalistas europeos. Después se encontraron otros fósiles de

gigantescos mamíferos terciarios y cuaternarios sudamericanos. Los grandes

museos de toda Europa compitieron por tener y montar estos grandes

esqueletos. A principios del siglo XX, durante los trabajos de dragado del

estuario de la Plata, dirigidos por el ingeniero valenciano Rodrigo Botet se

encontraron muchos de estos grandes esqueletos, incluidos megaterios, que

fueron enviados a Valencia por Botet, constituyendo el núcleo del antiguo

Museo Paleontológico del Almudín, hoy en día trasladados al Museo de

Ciencias Naturales de los Jardines de Viveros en Valencia.

6.9. James Cook, El Pacífico Sur y el Oceano Austral. . Inicialmente la Marina Mercante fue la escuela náutica de James Cook por casi

una década, navegando en aguas del litoral británico y del mar Báltico, para

incorporarse años más tarde a la Armada Real de su nación, al asumir en

1755, a la edad de 27 años, el cargo de segundo de a bordo y Master’s Mate

del HMS Eagle. Iniciada la "Guerra de los siete años” en contra de Francia y

España en 1759, fue transbordado a la escuadra americana de la Armada

Real, basada en Halifax, Canadá, ocasión en que tomó parte en la captura de

Quebec y a continuación en levantamientos hidrográficos en el río San

Lorenzo, al mando del bergantín hidrógrafo Grenville hasta 1767, ocasión en la

cual obtuvo toda la versión cartográfica de la costa occidental y Sur de

Terranova, además de lograr una muy acuciosa observación del eclipse de sol

que ocurrió en 1768.

En el mencionado año, luego de regresar y publicar sus memorias, logró ser

conocido por la Real Sociedad y otros medios profesionales, siendo honrado y

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 71

galardonado por la calidad de sus trabajos astronómicos y su cartografía, a lo

que sumó simultáneamente la recomendación de su Comandante en Jefe por

la habilidad que había demostrado en el ejercicio del mando de su buque, con

lo cual vino en reunir en grado máximo los dos requisitos necesarios de un

hidrógrafo naval de selección, los cuales en las Armadas del mundo combinan

e integran sus aptitudes en ambos escenarios, ya que así se logra un óptimo

empleo de los medios para los fines consiguientes.

6.9.1. La Real Sociedad y el Almirantazgo.

Esta institución, la que años antes había apoyado a Halley en el examen visual

del cometa que luego llevaría su nombre, tomó la iniciativa de promover ahora

la observación de los tránsitos del planeta Venus, a través de la cara del sol, tal

cual había sido estimado, siendo Tahití en el Pacífico Sur el lugar geográfico

más adecuado para ello, antecedentes que hicieron posible su ulterior

consideración, como se verá más adelante.

Paralelamente, al Almirantazgo le interesaba lograr un pleno dominio

hidrográfico a nivel planetario en beneficio de futuras colonizaciones en el

Pacífico Sur occidental e insular, más su conocimiento para los efectos del

empleo de su Poderío Marítimo, debiendo para ello llenar grandes lagunas

cartográficas que existían, en particular en los océanos Pacífico y Austral,

circunscrito éste último entre el término de los continentes y el Polo Sur.

Al respecto algunos miembros de la Royal Society, como también otros en

París, suponían la existencia de un continente austral circumpolar desconocido

que había que descubrir, no descartando con ello la existencia de la "Terra

Incógnita Australis", aunque fuese en parte. Por otro lado el Poder Naval

francés no había sido debilitado y continuaba siendo, después de la "Paz de

París", el segundo del mundo y sólo a un cierto margen del inglés, como

asimismo Francia, desde la época de Colbert, había probado la gran capacidad

de sus Compañías Marítimas en beneficio del interés nacional, a través de sus

planes de colonización - comercio exterior- navegación y de este modo había

obtenido ya proyección mundial, faltándole el Pacífico y el océano Austral, en

circunstancias que ya había descubierto ínsulas en éste último y su flota de

Saint Malo controlaba la ruta del cabo de Hornos desde 1706, como también

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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gran parte del comercio exterior de los países de su cuadrante sudeste (Chile-

Perú).

La referida situación internacional había sido examinada por el Consejo del

Almirantazgo británico, lo que contribuyó a su decisión de enviar hacia el

Pacífico las comisiones preliminares del Comodoro Byron en 1764 y la del

Capitán Wallis en 1766, según la siguiente breve descripción.

6.9.2. Expedición del Comodoro Byron. Formada por los bergantines Dolfin y el Tamer zarpó el 21 de junio de 1764,

siendo su primera misión construir un establecimiento en puerto Egmont, en las

islas Malvinas/Falkland, lo que cumplió sin dificultades para proseguir hacia el

estrecho de Magallanes en demanda del océano Pacífico, donde descubrió

seis islas. Regresó en 1766 vía cabo de Hornos después de 22 meses de

comisión.

6.9.3. Expedición del Capitán Wallis. Zarpó hacia el Pacífico en agosto de 1766, luego que Byron fondeara en Gran

Bretaña en mayo anterior, al mando del "Dolfin" (Wallis) y de la "Swallow”

(Carteret). Ambos buques navegaron en conjunto hasta que recalaron en la

boca Occidental del estrecho de Magallanes, donde se separan para navegar

el océano Pacífico.

Así Wallis cruzó hacia occidente en diagonal hasta alcanzar el Trópico y con

ello vino en descubrir nueve islas entre ellas Tahití, para regresar a Gran

Bretaña en mayo de 1768.

Paralelamente Carteret descubrió otras y el estrecho existente entre Nueva

Bretaña y Nueva Irlanda para regresar a su patria en marzo de 1769 y en

circunstancias que Cook, como se verá, ya le había reemplazado en aguas del

Pacífico.

6.9.4. La Primera Expedición al Océano Pacífico del Capitán James Cook (1768- 1771).

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 73

Esta expedición se vino en sumar a las anteriores una vez que pudo contar con

el apoyo del Departamento del Tesoro, además de sus patrocinadores, el

Almirantazgo y la Real Sociedad, al tenor de los antecedentes ya examinados,

dado su ambicioso plan, en relación a los réditos que le otorgaría a Gran

Bretaña para establecerse definitivamente en el referido Océano y en grandes

espacios continentales a encontrar.

Para estos efectos, se comisionó a James Cook para que asumiera el mando

del H.M.S. “Endeavour”, habiendo zarpado de Plymouth, vía Cabo de Hornos,

el 25 de agosto de 1768, con el propósito de recalar en Tahiti y a continuación

explorar hasta alcanzar la latitud de los 40° Sur para encontrarse con vastos

espacios de tierras y más al Sur en su conexión con el continente de

Dalrymple. Así en su viaje en demanda del Pacífico entró el "Endeavour" en

enero de 1769 al estrecho Le Maire, donde recaló en la Bahía del Buen

Suceso. (Costa oriental de Tierra del Fuego) para reconocimiento y aguada.

A continuación el día 30 de dicho mes dobló el Cabo de Hornos y a mediados

de abril siguiente fondeó en Tahití. Posteriormente prosiguió su navegación

hacia el suroeste avistando entonces la isla norte de Nueva Zelandia,

archipiélago que más tarde sería levantado desvirtuando con su

reconocimiento su conexión continental.

De ahí prosiguió hacia el este de Australia, a partir de la isla de Tasmania en su

extremo sur y navegó la costa oriental de Australia por más de 4500 kms.,

desde el cabo Howe hasta el de York y a continuación dibujó el trazado de las

costas meridionales de Nueva Guinea.

En conclusión James Cook, en su primera comisión al margen de haber

observado el paso del planeta Venus a cabalidad, había logrado reconocer:

Gran parte de las islas que rodeaban Tahití, archipiélago que denominó de la

Sociedad en honor de la Real Sociedad (Geográfica de Londres) que lo había

patrocinado; a Nueva Zelandia en toda su extensión, tal cual lo ya expresado,

descubriendo el estrecho que divide las dos islas mayores (más tarde estrecho

Cook, en su memoria); la costa oriental y norte de Australia y las costas

meridionales de Nueva Guinea, para regresar a continuación a Gran Bretaña

en 1771 vía el cabo de Buena Esperanza, donde arribó el 12 de julio de aquel

año.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

JOSE JUAN ALONSO GODOY Página 74

6.9.5. Estadía de Cook en la Bahía Buen Suceso. Del registro de inicio de su viaje, es del caso consignar por separado, por

tratarse de territorio americano que formaba parte en aquella época del Reyno

de Chile, de su recalada en ésta, aunque Cook no tuvo el mérito de su

descubrimiento sino los hermanos españoles Nodal, naturales de Pontevedra,

quienes habían desembarcado en el mencionado paraje el 23 de enero de

1619. Al desembarcar encontraron, al igual que sus antecesores 150 años

antes, aborígenes vestidos con pieles de foca y de guanaco envueltas a partir

de sus hombros, con quienes establecieron relaciones amistosas.

Su apariencia física, a diferencia de los Patagones por tratarse del pueblo

Haush, era de mediana estatura, caras anchas, frentes estrechas, ojos

pequeños, y cabellos sobre la frente largos y de color negro.

Los expedicionarios por haberse adentrado demasiado debieron pernoctar en

tierra a la intemperie, advirtiéndoles el científico Solander que fallecerían si se

quedaban dormidos.

6.9.6. La Segunda Expedición al océano Pacífico y al océano Austral del Capitán James Cook 1772-1775.

Sobre la base de los antecedentes obtenidos y la situación internacional

vigente, ante la presencia de Francia en el océano Austral, a partir del

descubrimiento por Bouvet en 1738 de la isla que lleva su nombre y que en un

comienzo se creyó parte de un continente, a lo que había que sumar el

establecimiento de Puerto Soledad construido en las Malvinas/Falkland en

1764 y en la isla subantártica de Kerguelen descubierta ese mismo año de

1772 por Kerguelen- Tremarec, hizo que, el “Primer Lord del Almirantazgo Lord

Sandwich” interviniera para un mejor equipamiento y planificación de la

expedición de Cook, ya que se estimaba que las actividades francesas

perseguían como objetivo formalizar para sí el reclamo de un nuevo continente

meridional desconocido.

Los buques elegidos fueron dos marineros bergantines recién construidos, el

primero de 452 toneladas bautizado como el HMS Resolution y el segundo el

HMS Adventure de 330 toneladas, asumiendo su mando respectivamente a

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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fines de noviembre de 1771 el Teniente- Comandante James Cook en el

primero y en el segundo el oficial de igual grado Tobías Furneaux.

Fue de este modo entonces como el Almirantazgo programó explorar en forma

sistemática toda la extensa área geográfica comprendida entre Sudamérica y

Nueva Zelandia por una parte y por la otra todas las aguas circumpolares en

torno al Polo Sur, correspondientes al océano Austral.

6.9.7. Cook descubre la Antártica. La Flotilla zarpó de Plymounth el 15 de julio de 1772 para circunnavegar el

mundo en sentido inverso y luego regresar vía cabo de Hornos de oeste a este,

tal cual se relatará. El 30 de octubre siguiente, luego de su recalada en Ciudad

del Cabo arrumbaron como primer objetivo hacia el Círculo Polar Antártico tras

los límites costeros del supuesto continente austral.

Ambos buques navegaron en conserva a través de la longitud del Cabo (18° E)

hasta alcanzar la latitud de los 60' Sur en enero de 1773, para desde ahí

arrumbar hacia el SE hasta llegar a la longitud de los 40° Este, punto en el cual

lograron atravesar el día 17 de enero, por primera vez en la historia de la

humanidad, el Círculo Polar Antártico. Obtenido dicho objetivo se dirigió a

repetirlo en el sector del océano Pacífico en las longitudes oeste, razón por la

cual circunnavegó la Antártica para aproximarse nuevamente hacia su borde

helado, entre las longitudes de los 150' W y a continuación en la franja

comprendida entre los 118° W. y los 100° W., obteniendo su punto máximo de

penetración en la longitud de los 105° W., al llegar a la latitud de los 71° 10'

Sur, como nunca antes lo consiguiera navegante alguno.

Fue así como Cook vio grandes formaciones de hielo las que penetró donde

habían amplios claros que podían ser surcados a la vela, para luego fondear y

acoderar su buque al borde de los márgenes de esta estructura helada y

concluyó que, hacia el interior de dichas barreras de mar congelado se

encontraba la tierra del continente buscado.

De lo anterior, se desprende que, este meritorio navegante vino en abrir con su

hallazgo la puerta de la Antártica en beneficio de su país y de la humanidad,

incorporándola a sus actividades y además venía con este hecho en refrendar

los derechos que habían sido otorgados en el siglo XVI a los países australes,

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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al comprobarse la realidad de la existencia de la "Terra Australis Incógnita"

representada por el enorme escenario ya conocido en toda su extensión.

Navegando después por el Pacífico meridional realizó el levantamiento de las

Marquesas, de las Nuevas Hébridas y de Nueva Caledonia, para dirigirse mas

tarde desde Nueva Zelandia de regreso a Gran Bretaña vía cabo de Hornos,

pasaje que se relatará a continuación en particular dada su vinculación con el

territorio fueguino del Reyno de Chile.

6.9.8. De Nueva Zelandia a Navidad, en Chile. La HMS Resolution, el día 10 de noviembre, dejó atrás las costas

neozelandesas por separado de la Adventure, (la que más tarde le hizo

independientemente), con rumbo a recalar en la boca Occidental del estrecho

de Magallanes en su extremo sur correspondiente al cabo Deseado, con la

intención de proseguir bordeando el límite austral de la costa archipelágica

continental, a la que recaló el 18 de diciembre sin errores de observación

astronómica, apoyados también por corridas de sondas para conocer sobre las

condiciones batimétricas, hasta aproximarse a 4 leguas de una punta que

bautizaron como Landfall, para continuar hacia el SE en dirección a un cabo

que denominaron Gloucester, el cual al mediodía era demarcado al norte para

divisar luego la isla Noir y cruzar la gran bahía de Santa Bárbara y su canal

homónimo que alcanzaba el Estrecho según su relato y bautizó como

Desolación a su extremo SE, destacando su condición rocosa al igual que la de

todo este escenario, conjuntamente con la presencia de cerros y montañas

nevadas, siendo descrito el aspecto general como árido y salvaje.

A continuación el día 19 descubrieron un promontorio al ESE y 19 leguas de la

isla Gilbert, el que terminaba en dos altas torres y entre ellas un cerro en forma

de pan de azúcar.

Esta fantástica roca según las expresiones de Cook fue bautizada con el

topónimo de York Minster, correspondiendo a la punta occidental del acceso a

seno Navidad.

Al día siguiente, y demarcando la punta anterior al N 15° E una brisa del ESE

les permitió arrumbar hacia el interior del Seno, reconociendo en la distancia a

las islas de San Ildefondo.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Una vez fondeados arrearon embarcaciones e iniciaron de inmediato el

levantamiento del Seno, al cual bautizaron como Navidad, por haber pasado

las fiestas de Pascua en dicho surgidero y zarparon el día 28 en la madrugada

en demanda del cabo de Hornos, al cual arribaron a las siete de la mañana del

día siguiente, habiendo reconocido a la isla Hornos como parte del archipiélago

de las Hermite y lo situó en la latitud de 55° 58'5S y en la longitud de los 68°

13'W. la que más tarde corrigió por 67° 19'W, según sus cálculos de altura

tomados días antes en seno Navidad, para optar por una media de 67° 46'W.

Agrega que bautizó a la punta más austral y más oriental de las islas Hermite

como cabo Falso (Mistaken), habiendo observado el canalizo de mar que existe

entre dos de ellas y que conducía hacia la bahía Nassau, sugiriendo sus

caletas como surgideros.

De este modo el día 29 siguiente arrumbaron hacia el estrecho de Le Maire,

inspeccionando la bahía Buen Suceso para saber si había permanecido

fondeada en ella la Adventure y dejado algún mensaje, lo que no fue así, razón

por la cual resolviera zarpar para explorar la isla de los Estados, donde fondeó

el día 31 de diciembre en su costa noreste en un protegido puerto detrás de

unas islas, al que bautizó como puerto Año Nuevo, lugar en el cual cazó leones

marinos y lobos, además de observar meridianas de sol para obtener latitudes

y alturas de luna para las longitudes.

6.9.9. Cook redescubre la isla Georgia del Sur y descubre las islas Sandwich del Sur.

El día 14 de enero y luego de continuar su navegacion se encontró con una

gran isla nevada, cuya costa recorrió a corta distancia, desde su extremo

oriental, entre las islas Willis y Bird, hasta su punta noroccidental (isla Coopers)

cartografiándola, como también desembarcó en una bahía que denominó

Posesión, lugar en el cual bautizó la isla como Georgia del Sur en homenaje a

su soberano, en circunstancias que ya había sido descubierta y bautizada por

un buque español proveniente de Valparaíso según antecedentes conocidos.

A continuación Cook navegó alrededor de las rocas Clerkes, más allá del

extremo noroccidental de la isla y arrumbó el día 21 hacia el SE navegando al

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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mismo rumbo hasta el 25, para proseguir finalmente al sur y al este y descubrir

entre los días 30 y 31 de enero una isla que bautizó Thule en recuerdo de la

legendaria tierra nórdica y al archipiélago como Sandwich en honor del Primer

Lord del Almirantazgo ya comentado cuyo extremo norte situó en latitud 59°

Sur y longitud 27° Weste, para luego reconocer otras islas de la cadena

(Saunders y Candlemas, etc.), estimando que a su término se unían al

continente que más tarde denominaríamos Antártica. Luego de abandonar el

área y de efectuar otras rebuscas en el océano Austral se dirigió de regreso a

Gran Bretaña donde fondeó a fines de julio de 1775.

Cook realizó por último una tercera expedición hacia el Pacífico, la que tenía

como objetivo el estrecho de Bering y el Pacífico norte, donde alcanzó la latitud

de los 70° 41' N para finalmente encontrar la muerte en manos de los

aborígenes hawaianos en 1778, narración que escapa al presente artículo.

6.9.10. Cook y su proyección. Este célebre oficial de la Armada no fue únicamente uno de los más

destacados exploradores de todos los tiempos, sino que, se vino en convertir

en el plano internacional en el "Padre Mundial de la Hidrografía", dada su

capacidad profesional, tanto como Hidrógrafo así como en su íntima relación

con el ejercicio de Comandante de buque y esto fue tan así que, muchos de

sus levantamientos han sido comprobados como válidos en la actualidad.

Pero esto no es todo, ya que, en el plano de la Oceanopolítica James Cook

hizo posible la presencia continental de su nación en el Pacífico suroccidental

con los réditos políticos, económicos, estratégicos y culturales consiguientes, al

tomar posesión de Nueva Zelandia y de Australia, las que probó como masas

terrestres diferenciadas y apartes, además descubrió un nuevo continente

circumpolar que incorporó a la historia, la Antártica, cuyos contornos delineó

aproximadamente cubriendo en la cartografía vigente espacios que se

encontraban vacíos o bien cubiertos por diversas mitologías cartográficas

derivadas de la mezcla de versiones entre la "Terra Australis Incógnita" con

informaciones parciales que se obtenían de descubrimientos desconexos, por

lo tanto la Antártica constituye la heredera de la primera y con ello la legítima,

aunque sea en una versión atípica, blanca y no tradicional.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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Además, el descubrimiento o redescubrimiento, pero ahora detallado de los

grandes archipiélagos transpacíficos, le permitió al poder naval de la Gran

Bretaña poder contar con una cartografía exclusiva en beneficio de las Políticas

de Estado y de su propio empleo y así la humanidad presenció que la bandera

inglesa se izó a continuación en numerosos archipiélagos transpacíficos y en

todo el Pacífico Sur occidental, a partir de un momento histórico trascendente,

ya que fuego continuaría el forcejeo con Francia por lograr la supremacía

mundial, en sucesivos conflictos bélicos, hasta la derrota de Napoleón en

Waterloo.

Por último, no debemos olvidar a Lord Sandwich y a todos los que en el

Almirantazgo contribuyeron a la planificación de estas sobresalientes

operaciones navales del descubrimiento oceánico a nivel planetario y en

particular transpacífico y austral, ejecutadas con maestría por James Cook,

iniciativa que vino en contener una de las claves de la futura grandeza de la

Gran Bretaña, ante el advenir de un nuevo mundo que se aproximaba, el de los

siglos XIX y XX, representado en este caso por la Era del Pacífico, cuyo

acontecer y sus proyecciones nos son conocidas y en presencia de un

escenario en el cual si bien no "Britannia", los pueblos de origen inglés en su

conjunto “ruies the waves” y en ese empeño su cultura marítima se ha hecho

universal.

8. CONCLUSIONES FINALES. Sin duda, en este largo recorrido no hemos citado a muchos personajes del

pasado y el presente que han llevado a cabo o han desarrollando proezas

científicas, geográficas y humanas impresionantes, en viajes a zonas remotas.

Gracias a todas estas expediciones, España creó un imperio impresionante,

dando origen a la célebre frase que decía que “En España nunca se ponía el

Sol”. Debido a los problemas del momento, se le abrían diferentes flancos en

cada una de las colonías que poseía, siendo incapaz de ponerles remedio a

tiempo debido a la carencia de medios para ello. Lo que con el tiempo

desembocó en la caída paulatina del imperio, perdiendo todas las colonias que

tenían.

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La Navegación Marítima y la Ciencia

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En España a lo largo de los siglos ha habido, como hemos expuesto iniciativas,

individualidades y aportaciones extraordinarias en el campo de la exploración

científica y geográfica. Sin lugar a duda, se hicieron grandes descubrimientos y

conquistas en todo lo ancho y largo de Océanos y Mares, pero el papel general

de la ciencia hispana ha sido más bien secundario. El estudio de las causas

excede en mucho a las pretensiones de este trabajo, pero creo que ha

quedado bastante manifiesta la desorganización administrativa en torno a la

ciencia en todas las épocas y una cierta apatía, que por ejemplo se puso muy

de manifiesto con los resultados de la Expedición Malaspina.

Este desánimo, cuando la ciencia se desarrollaba enormemente en otros

estados, creó un cierto fatalismo y desinterés por las actividades científicas, en

la época.

Quiero terminar rindiéndole un merecido homenaje a todos aquellos

navegantes, exploradores, científicos, etc., que se adentraron en lo

desconocido, para que las generaciones venideras tuviesen un camino o

sendero de luz hacia el conocimiento general y científico, de este mundo en el

que vivimos, permitiéndonos vivir hoy día con unas comodidades, que ellos

nunca tuvieron.

Page 84: Historia de la Navegación y la ciencia

La Navegación Marítima y la Ciencia

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BIBLIOGRAFIA

• Dava Sobel. "La Longitud".

• Desiderio Papp: "Historia de las ciencias".

• Enciclopedia del Mar Albatros Vol. 2.

• Sota, José de la. Tras las huellas de Malaspina.

• Donald S. Johnson, Juha Nurminen. Historia de la Navegación

• Maurice de Brossard. Historia Marítima del Mundo.

• Price A. Grenfell. Los viajes del Capitán Cook