historia de la guerra del peloponeso - tucídides

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HISTORIA DE LA GUERRA DEL PELOPONESO TUCDIDESHISTORIA DE LA GUERRA DEL PELOPONESO LIBROS I-II INTRODUCCIN GENERAL, TRADUCCIN Y NOTAS DE JUAN JOS TORRES ESBARRANCHBIBLIOTECA BSICA GREDOS EDITORIAL GREDOS, 5 A. Snchez Pacheco, 85, Madrid, 2000Quedan rigurosamente prohibidas, bajo las sanciones establecidas por la ley, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, as como su distribucin mediante alquiler o prstamo pblico sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright.Diseo: BrugallaISBN 84-249-2476-2. Obra competa. ISBN 84-249-2477-0. Tomo 1. Depsito Legal: B. 15588-2000. Impresin y encuadernacin: CAYFOSA-QUEBECOR, Industria GrficaSanta Perptua de la Mogoda (Barcelona). Impreso en Espaa INTRODUCCIN GENERAL Printed in Spain.POR Qu Tucrides? PERENNIDAD Y MODERNIDAD DEL HISTORIADOR DE LA GUERRA DEL PELOPONESOLa insigne helenista francesa Jacqueline de Romlly, en el Prefacio de su libro Por qu Grecia? (vase la versin castellana de Olivia Bandrs, Madrid, Debate, 1997), justificaba su dedicacin a Tucdides desde temprana edad por el embeleso y desconcierto motivados por el impacto de aquellas frases de veinticinco siglos antes que le explicaban con absoluta claridad acontecimientos de su tiempo. Tucdides dice en muy pocas palabras, en frases densas, cargadas de sentido, altivas, sutiles, pensaba por m, por delante de m. El mismo pensamiento aparece en escritos de otras plumas prestigiosas e inspira la admiracin que por el historiador ateniense sienten muchos estudiosos, polticos y hombres de accin de diversas pocas. La Historia tuciddea ha sido una obra reveladora y sugerente en muchos momentos crticos. A travs de sus pginas, Albert Thibaudet, en La Campagne avec Thucydide (Ginebra, 1922), comprenda el sentido de la guerra recin vivida. Y en relacin con esta primera guerra europea, J. A. Toynbee (Civil ization on trial = La civilizacin puesta a prueba [trad. M. C.J, Buenos Aires, 1949, pg. 15) escriba: La guerra de 1914 me encontr explicando a Tucdides a los estudiantes de Balliol que se preparaban para seguir las Litterae Humaniores; y en ese momento mi entendimiento se ilumin de sbito. La experiencia por que estbamos pasando en nuestro mundo actual ya haba sido vivida por Tucdides en el suyo. Ahora, en una nueva lectura, lo Omprenda en otra forma, perciba el verdadero significado de sus los sentimientos latentes en sus frases, que slo ahora me nmovan, al hallarme a mi vez en esa crisis histrica que le inpalabras,INTRODUCCIN GENERAL dujo a escribir su obra. Tucdides, tal se vea, haba pisado antes ese mismo terreno. l y la generacin a la que perteneca haban estado antes que yo, antes que mi propia generacin, en el estadio de la experiencia histrica al que, respectivamente, habamos ani-bado; en realidad su presente haba sido mi futuro. Pero esto converta en absurda la notacin cronolgica que calificaba a mi mundo como moderno y como antiguo al de Tucdides. Pese a lo que pudiera sostener la cronologa, el mundo de Tucdides y el mo propio acababan de probar que eran filosficamente contemporneos. Nos encontramos ante la idea de la repeticin o paralelismo de los procesos histricos, la concepcin cclica de la historia que explica la aspiracin de Tucdides de que su Historia sea una enseanza til para el futuro, una adquisicin para siempre. Tal vez la falta del elemento mtico en la narracin de estos hechos dice en 1 22, 4 restar encanto a mi obra ante un auditorio, pero si cuantos quieren tener un conocimiento exacto de los hechos del pasado y de los que en el futuro sern iguales o semejantes, de acuerdo con las leyes de la naturaleza humana, si stos la consideran til ser suficiente. En resumen, mi obra ha sido compuesta como una adquisicin para siempre ms que como una pieza de concurso para escuchar un momento. Las leyes de la naturaleza humana determinarn pues los paralelismos de los hechos histricos, como piensa asimismo Maquiavelo al afirmar que los hombres son siempre esencialmente los mismos y tienen las mismas pasiones, por lo que, cuando las circunstancias son idnticas, las mismas causas llevan a los mismos efectos. La Guerra del Peloponeso ha sido llamada la primera guerra europea o mundial de Occidente y muchos autores han insistido ciertamente en esta contemporaneidad o modernidad de Tucdides, sobre todo a raz de las dos guerras europeas y de la llamada guerra fra entre los dos bloques encabezados por los Estados Unidos y la antigua Unin Sovitica (con el paralelismo del enfrentamiento entre las ligas de Delos y del Peloponeso por una parte y del de la OTAN y el Pacto de Varsovia por otra), y han pensado en la similitud general de dichos enfrentamientos y en analogas concretas entre acontecimientos terribles de la Guerra del Peloponeso (como los sometimientos de Escione y Melos y otros hechos similares, inspiradores asimismo de obras como las Troyanas de Euripides, una emblemtica pieza antibelicista) e intervenciones de las grandes potencias contemporneas. Podemos pensar en la L sovitica de 1956 en Hungra, en el Vietnam de 1966, y en hechos dolorosos y crueles que llegan hasta nuestros das: Sarajevo, Serbia y Kosovo, Chechenia... Hechos de esta naturaleza son objeto de la especial atencin de Tucdides, en pginas lcidas, dramticas y memorables como las del famoso Dilogo de Melos (V 85113), verdadero centro de su obra. Por ello se ha situado al historiador ateniense al principio de una comente de pensadores realistas con una idea del poder como mvil bsico de la naturaleza humana, una idea de la fuerza en la que se fundamentan sus concepciones sobre el comportamiento del hombre y de los Estados. Es una corriente en la que son puntos de referencia pensadores como Maquiavelo, Hobbes y Nietzsche, respecto a los cuales se han sealado importantes coincidencias con Tucdides. Los dos ltimos, desde luego, lo conocan y admiraban, y Hobbes, cuya primera publicacin fue la Peloponnesian Warre, la traduccin de la Historia de Tucdides, consideraba a nuestro historiador el punto culminante de la Antiguedad en cuanto a la narracin de la verdad que deba ser puesta delante de los hombres como testimonio permanente para el futuro, como posesin para la eternidad. Del mismo sentimiento de admiracin hacia nuestro historiador, fundamentado en la permanente actualidad de sus pginas, podemos citar numerosos ejemplos de diversa procedencia. Historiadores antiguos como Dion Casio, Herodiano, Arriano, Apiano, Procopio yAmiano Marcelino lo imitaron o utilizaron; y en Roma siguieron sus pasos o en algn modo fueron influenciados por l autores como Lucrecio, Salustio, Tito Livio, Tcito y Quintiliano. Modernamente, Stuart Mill estaba impresionado por la fuerza de la descripcin tucdidea de la retirada ateniense, en el libro VII, y la calificaba como tal vez la ms intensa y pattica pieza narrativa de toda la literatura. Y en el mismo sentido se manifestaba el historiador Macaulay al decir que La retirada de Siracusa era lo ms hermoso que haba ledo en su vida. En otros historiadores como Niebuhr y Ranke se nota clararnenta su influencia, y otros, como Th. Gompera, han destacado su extraordinaria modernidad. Para el gran E. Meyer slo haba un camino para afrontar el problema de la histora, el que Tucdides tom por primera vez, en el que no ha sido superado. W. Deonna, en fin, en L temel prsen, llega a afirmar que Tucdides est ms cerca del siglo xx que del siglo y a. C. ; y el profesor Gomme, autor de unos prestigiosos Comentarios a Tucdides, dice: A veces pienso que ~ie debera ocuparse de poltica intemacional x TUCDIDES XIXII TUCDIDES sin antes haber ledo a Tucdides. Y a estas significativas declaraciones de intelectuales pueden aadirse casos demostrativos del inters manifestado por polticos y hombres de accin. Alfonso V de Aragn, deseoso de estudiar a Tucdides, orden una versin de su obra. El emperador Carlos V lo estudiaba en la traduccin francesa de Seyssel y llevaba consigo la Historia tuciddea en todas sus expediciones. El conde de Chatham, al enviar a su hijo W. Pitt a estudiar a Oxford, quiso que Tucdides, el eterno manual de los estadistas, fuera el primer griego que leyese su hijo. Sir Winston Churchill tena un ejemplar de Tucdides en su mesta de noche, y el historiador ateniense acompafi asimismo al general norteamericano George Smith Patton en su campaa de Sicilia de la segunda guerra europea. Y finalmente, para citar algn caso de la consideracin de polticos griegos modernos respecto a su ilustre antepasado, citemos a Eleuterios Venzelos, que rigi los destinos de Grecia durante la primera guerra europea y que fue autor de una conocida versin de Tucdides al griego moderno. Recordemos asimismo al actual y recin reelegido presidente de Grecia, Costas Stefanopoulos, quien como anfitrin del presidente Clinton en su reciente visita al pas heleno (en noviembre de 1999, unos meses despus de los bombardeos de Yugoslavia), ofreca al presidente norteamericano unas ediciones de El Poltico de Platn y la Poltica de Aristteles, mientras que obsequiaba a la primera dama, Hillaiy Clinton, con un ejemplar de la Historia de Tucdides, tres contribuciones eternas de Grecia a la Humanidad. QUIN ERA TUCDIDES? DATOS BiOGRFICOS En su obra el propio Tucdides nos ofrece algunos datos biogrficos sobre s mismo. En 11, en un Prlogo breve y conciso, nos da su nombre y seala su condicin de ateniense: Tucdides de Atenasescribi la historia de la guerra entre los peloponesios y los atenienses.... El historiador piensa en un pblico amplio y en la posteridad, por lo que da su nombre unido al de su ciudad, como ya haban hecho Hecateo y Herdoto en una lnea de afirmacin de la personalidad que en Grecia se inicia con la poesa lrica. Ms adelante, sin 1 INTRODUCCIN GENERAL XIII embargo, cuando habla de s mismo como estratego ateniense (vase IV 104, 4) se cita con el nombre que se le daba oficialmente en Atenas: Tucdides de loro, es decir, hijo de loro, un ciudadano ateniense del demo de Halimunte perteneciente a la prestigiosa familia de los Filaidas. Este nombre del padre era de origen tracio. Proceda de loro, un prncipe tracio de las tierras situadas junto al ro Estrmn, padre de Hegesipila, con quien contrajo matrimonio Milcades, el vencedor de Maratn. De este matrimonio fue hijo Cimn, y asimismo loro y su hijo Tucdides fueron descendientes de dicha unin a travs de una hermana de Cimn, la abuela del historiador, que se cas con un ciudadano de Halimunte cuyo nombre desconocemos. Estos vnculos familiares explican la relacin de nuestro autor con Tracia y la explotacin de las minas de oro que habran llegado a su familia en la dote de su abuela, hija de Milcades y nieta del prncipe tracio. Por otra parte, en el pasaje en que se identifica como hijo de loro, Tucdides nos cuenta que en el ao 424 a. C. se encontraba en la isla de Tasos y que era uno de los dos estrategos atenienses destinados en Tracia cuando el general espartano Brsidas estaba a punto de conquistar Anfipolis, plaza de gran importancia estratgica a orillas del Estrimn. Luego, en IV 105, nos dice que posea los derechos de explotacin de las minas de oro de aquellas tierras de Tracia, y que por esta razn era influyente entre los principales personajes de la zona. Ms adelante, en V 26 (en el llamado Segundo Prlogo, compuesto despus del 404, una vez finalizada la guerra), dice: el mismo Tucdides de Atenas ha escrito tambin la historia de estos hechos (los que siguieron a la inoperante paz de Nicias del 421), relatndolos segn el orden en que sucedi cada uno, por veranos e inviernos, hasta el momento en que los lacedemonios y sus aliados pusieron fin al imperio de los atenienses y ocuparon los Muros Largos y el Pireo. (Este sera su propsito, llegar en su relato al 404, pero la muerte debi de sorprenderle antes de completar la redaccin de su obra, que se detiene en el 411). En el mismo pasaje nos dice que vivi durante toda la duracin de la guema, con edad para comprender y esforzndome en conocer los hechos con exactitud. Y aade: Se ha dado la circunstancia, adems, de que he estado desterrado de m patria veinte aos, despus de mi mando de Anfipolis (el destierro se debi a la prdida de este importante enclave junto al Estrimn), y, al vivir los acontecimientos en los dos campos, y sobre todo en el de los peloponesios, a causa de mi destierro, he tenido la calma necesaria para comprenderlos unXIV TUCDIDES poco mejor. Voy, pues, a relatar las diferencias que siguieron a losdiez aos (o sea, del 431 al 421, el primer periodo de la guerra hasta la paz de Nicias, es decir, la llamada guerra arquidmica), la violacin de los tratados y la forma como se desarrollaron las hostilidades a continuacin. Finalmente, en II 48, en la conocida descripcin de la peste de Atenas, nos dice: Yo, por mi parte, describir cmo se presentaba; y los sntomas con cuya observacin, en el caso de que un da sobreviniera de nuevo, se estara en las mejores condiciones para no errar en el diagnstico, al saber algo de antemano, tambin voy a mostrarlos, porque yo mismo padec la enfermedad y vi personalmente a otros que la sufran. Esto es todo lo que Tucdides nos cuenta sobre s mismo a lo largo de su obra. Otra fuentes biogrficas son la Vita de Marcelino (que se encuentra en un cdice del siglo xi y procede probablemente del siglo y d. C.), la ms importante, otra Vita Anonima y el articulo referente a Tucdides en la Suda, del siglo x. Sabemos, pues, por lo que nos cuenta el propio Tucdides, que en el ao 424 era estratego. Para ocupar este cargo, al que se acceda por eleccin y no por sorteo, era necesario haber cumplido treinta aos. De ello debemos concluir que la fecha ms tarda para situar el nacimiento del historiador es el ao 455 a. C. En cuanto a su muerte, se tiene la certeza de que hay que situarla despus del 404, tras el fin de la guerra, puesto que diversas partes de su obra son posteriores a dicha fecha y porque el mismo historiador, como hemos visto, as lo manifiesta. Y de lo que leemos en II 100 podemos deducir con bastante probabilidad que la muerte de Tucdides fue posterior al 399. En efecto, en dicho pasaje, donde el historiador habla de las construcciones y realizaciones del rey Arquelao de Macedonia, comparndolas con las de sus ocho predecesores, las presenta como obras y acciones ya terminadas, por lo que parece que debe deducirse que se refiere a un monarca ya fallecido. Y dado que el reinado de Arquelao se inici de forma violenta en el 413 y dur hasta el 399, la muerte de Tucdides sera posterior a esta fecha. Posiblemente ocurrira hacia el el 398, ya que no parece probable que el Licas de una inscripcin de Tasos referida al ao 397 sea el mismo al que se refiere Tucdides en VIII 84. La fecha del 398 no resultara contradictoria respecto a la afirmacin de Marcelino (Vita 34) de que el historiador muri hypr t penWkonta ti~ es decir, en la cincuentena. L INTRODUCCIN GENERALCMO SE LLEGO A LA GUERRA DEL PELoPOI~uso? IDIOSINCRASIA DE LOS CONTENDIENTES. INMOvILISMO DE ESPARTA E INAGOTABLE ACTIVIDAD DE ATENAS. EL IMPERIO ATENIENSE. LAS CAUSAS DE LA GUERRA XV Los contendientes que divididos en dos bandos rompen las hostilidades en el ao 431 a. C. son los mismos pueblos que, unidos en el ao 480, vencieron a los persas. Son los mismos, pero evidentemente, en los cincuenta aos (la Pentecontecia) han cambiado mucho en lo relativo a su evolucin poltica y a su potencial militar. Esparta se mantiene al frente de la Liga Peloponesia y es sin duda ms fuerte que cincuenta aos antes, pero no ha evolucionado en su estructura poltica. A diferencia de Atenas, no hasacado partido de la victoria sobre los persas. Slo aspiraba a defenderse, alejar al enemigo, restablecer la paz y conservar su posicin hegemnica; y, tras la derrota persa, slo quiere mantener el orden establecido, sin ninguna aspiracin expansiva. Pero frente a ella est Atenas, que se caracteriza por una poltica dinmica y por su inagotable actividad (polypragmos>n~,>; los atenienses son quienes llevan la iniciativa en la poltica internacional griega tras la victoria sobre el persa, y esta actividad ateniense afectar directa o indirectamente a las dems ciudades griegas. Sobre este estado de cosas resultan certeras las observaciones de los corintios en el conocido debate de Esparta, convocado para denunciar y analizar la presin agobiante de Atenas, en el que los corintios se distinguieron por su incitacin a la guerra. All acusan claramente a Esparta de falta de agudeza en su poltica exterior, y, respecto a la situacin originada por las intervenciones atenienses en Corcira y Potidea, dicen: de esta situacin vosotros sois los responsables, al haberles permitido primero fortificar su ciudad despus de las Guerras Mdicas, y construir luego los Muros Largos (sistema de muros que unan las murallas de la ciudad a sus puertos y convertan a Atenas en inexpugnable al garantizarle la entrada de recursos por va martima; fueron un presupuesto bsico en la estrategia de Pericles); vosotros, que hasta hoy siempre habis ido defraudando de suXVI TUCDIDES libertad no slo a las victimas de su opresin sino tambin a vuestros aliados, pues no es el opresor el autntico responsable de la opresin, sino el que, pudiendo evitarla, se desentiende, incluso si goza de una fama de virtud como libertador de Grecia. (La fama de los espartanos como libertadores de Grecia se deba tanto al hecho de que capitanearan a los griegos en su lucha contra Persia [vase 1 18, 2] como a su contribucin al derrocamiento de las tiranas [vase 1 18, 1]. En esta poca los pequeos Estados griegos se encontraban entre dos grandes potencias. La opinin pblica miraba a la aristocrtica Esparta, que se mova ms por temor a su rival que por espritu liberal, como libertadora de Grecia del dominio ateniense. La poltica de la democrtica Atenas inquietaba a los Estados aristocrticos, pero, al tratar a sus aliados como a sbditos, daba la imagen de un Estado tirnico. En relacin con la potencia ateniense era natural e inevitable la animadversin hacia el ms fuerte [vase II 8], pero Atenas, segn un razonamiento del que tambin se hace eco Tucdides [vase 1 76, 4], una la fuerza a una cierta moderacin, lo que parece que no hubiera ocurrido en el caso de que Esparta ocupara su puesto). En su discurso (vase 1 68-71), los corintios echan en cara a Esparta su inmovilismo e indecisin. Vosotros, dicen sois los nicos griegos que no os molacedemonios vilizis; os defendis de los ataques, no con vuestras fuerzas, sino con intenciones; y sois los nicos que no cortis el crecimiento de vuestros enemigos cuando comienza, sino cuando seduplica. Y luego, en una conocida comparacin de las caractersticas de las dos potencias en la que se destaca la inagotable actividad de Atenas, pronuncian estas palabras: Ellos (los atenienses) son innovadores, resueltos en la concepcin y ejecucin de sus proyectos; vosotros (los espartanos o lacedemonios) tendis a dejar las cosas como estn, a no decidir nada y a no llevar a cabo ni siquiera lo necesario. Adems, ellos son audaces hasta ms all de sus fuerzas, arriesgados por encima de toda refle xin, y esperanzados en medio de los peligros; lo vuestro, en cambio, es actuar por debajo de vuestras fuerzas, desconfiar de la seguridad de vuestras reflexiones, y pensar que nunca os veris libres de peligros; Ellos son decididos y vosotros vacilantes, y son aficionados a salir de su pas, mientras que vosotros estis apegados a la tierra: ellos creen que con su ausencia pueden lograr alguna ganancia, y vosotros que con una expedicin perdeINTRODUCCIN GENERAL XVII rais incluso lo que ya tenis. Cuando vencen al enemigo, avanzan lo ms posible; vencidos, son los que menos retroceden.... He aqu pues la parte central de un famoso pasaje en el que se manifiesta la conocida idea de que cada pueblo tena su propia idiosincrasia, que explicaba su destino particular. Atenas se caracterizaba por su espritu emprendedor y por su afn imperialista, por su polvpragmos>~n; se mantena constantemente en accin, en una accin que, como en la tragedia (luego nos referiremos al carcter trgico de la Historia tuciddea), determinara finalmente su propia ruina. Esparta, su oponente, era la potencia tradicional, enemiga de aventuras y novedades, lenta y reacia a ponerse en movimiento, pero dificil de detener una vez que se haba decidido a actuar. La Guerra del Peloponeso es el enfrentamiento trgico de estas dos potencias y de todo lo que significan. La causa de la guerra ser la imperiosa necesidad de Atenas de actuar en defensa de su imperio al no poder aceptar en modo alguno las condi~ ciones de la Liga Peloponesia, que suponan la disolucin de dicho imperio; y por otra parte, naturalmente, la preocupacin con la que se vea este imperio y el extraordinario crecimiento de Atenas. El miedo de Esparta al podero de Atenas sera segn el propio Tucdides la verdadera causa del conflicto (vase 1 88). Esparta estaba al frente de la Liga Peloponesia, mientras que Atenas presida la liga .Delo-tica, dos bloques respecto a los que, como ya hemos dicho, se ha querido ver un paralelismo con la moderna bipolaridad OTAN 1 Pacto de Varsovia de la poca de la guerra fra. Entre las dos ligas griegas hay una cierta diferencia que ya se hace manifiesta en las denominaciones. En el caso de los espartanos, ellos mismos se incluyen entre los peloponesios (hoi Peloponn~sioi), que es el nombre que reciben los miembros de esta liga. Por el contrario, en el otro bando, el nombre de los atenienses (hoi Athnaioi) es el que se impone en la Liga de Delos, que progresivamente se va transformando en imperio ateniense. Sus miembros dejan de ser unos simples aliados con la obligacin de ayuda mutua frente a Persia y van perdiendo su autonoma, hasta el punto de que en la segunda mitad del siglo y a. C. los trminos s>~mmachoi (aliados) e hypkooi (sbditos) terminan confundindose. En un discurso de Pericles el imperio llega a compararse a una tirana: Este imperio que poses les dice a los atenienses ya es como una tirana:LXVIII TUCIDIDES conseguirla parece ser una injusticia, pero abandonarla constituye un peligro (II 63, 2). El ejercicio del mando lleva a los atenienses a una situacin hegemnica y, por temor, honor e inters (vase 1 75), se ven obligados a un continuo avance en su impero, de modo que cualquier cesin o abandono se considera un peligro. Todo ello llev a una sustancial diferencia entre los aliados de uno y otro bando. Los de los lacedemonios luchaban con inters por la victoria, mientras que entre los de Atenas constitua un freno el deseo de su propia liberacin. Adems de esta causa esencial, el recelo con que la Liga Peloponesia vea el crecimiento de Atenas y la imposibilidad de sta de aflojar las riendas de su imperio, existieron una serie de causas concretas que precipitaron la marcha hacia la ruptura de hostilidades. Las principales fueron los asuntos de Corcira y de Potidea, analizados cuidadosamente por Tucdides en el libro 1, y por otra parte el decreto (o decretos) sobre los megareos, al que nuestro historiador no da la importancia que otras fuentes le otorgan. CMO SE DESARROLL LA GUERRA? SINOPSIS DE LA HISTORIA DE TUCDIDES. PARTES DE LA OBRA. Los HECHOS Y LOS DISCURSOS Como hemos dicho, la Historia tuciddea nos relata la historia de la Guerra del Peloponeso, iniciada en el 431, por lo que hubiera tenido que llegar al 404, ao de la rendicin de Atenas; pero no alcanz su trmino y vemos que se detiene bruscamente en los acontecimientos del verano del 411. Sus lmites cronolgicos, sin embargo, superan el marco de la guerra misma debido a una serie de digresiones que conectan o relacionan un pasado prximo o remoto con el autntico tratado de historia contempornea que constituye la obra. La mayor parte de estas digresiones se encuentran en el libro 1 que, como se ver, es una especie de introduccin al resto de la obra y tiene su propia estructura y esquema cronolgico. Desde poca helenstica esta Historia tuciddea se divide en ocho libros, cuyo anlisis puede ser el siguiente: INTRODUCCIN GENERAL XIX Libro 1. Es en su conjunto una introduccin; tras un breve prlogo que constituye una declaracin sobre la importancia de aquella guerra, entra en una serie de digresiones para justificar la afirmacin inicial y analiza las causas y antecedentes del conflicto. He aqu este inicio, notable por su gran fuerza y concisin, de la obra del que para muchos es el ms grande historiador de la Antigedad: Tucdides de Atenas escribi la historia de la guerra entre los peloponesios y atenienses relatando cmo se desarrollaron sus hostilidades, y se puso a ello tan pronto como se declar, porque pensaba que iba a ser importante y ms memorable que lasanteriores. Basaba su conjetura en el hecho de que ambos pueblos la emprendan en su mejor momento gracias a sus recursos de todo tipo, y en que vea que los restantes griegos, unos de inmediato y otros disponindose a ello, se alineaban en uno u otro bando. sta fue, en efecto, la mayor conmocin qu~ haya afectado a los griegos y a buena parte de los brbaros; alcanz, por as decirlo, a casi toda la humanidad. Pues los acontecimientos anteriores, y los todava ms antiguos, era imposible, ciertamente, conocerlos con precisin a causa de la distancia del tiempo; pero por los indicios a los que puedo dar crdito cuando indago lo ms lejos posible, no creo que ocurriera nada importante ni en lo referente a las guerras ni en lo dems. Con austera sencillez nos presenta pues de modo directo el tema y objeto de su estudio; su narracin nos va a conducir a travs de los aos en los que tuvo lugar la llamada Guerra del Peloponeso, el conflicto blico que para nuestro historiador era ms importante que cualquiera de los anteriores. Hay una clara delimitacin del objeto y un convencimiento de su importancia. Es la historia de cmo evolucion la guerra y de la poltica de los Estados griegos con todos sus entresijos. No estamos ante una historia general de la poca y tampoco es una historia cultural, lo que explica algunos silencios del historiador; el objetivo de la investigacin tuciddea es la guerra en s misma, en sus diversas fases, con el anlisis de sus causas, implicaciones y consecuencias; y no es la guerra en una visin superficial o anecdtica, al modo de un simple relato de un corresponsal de guerra (aunque tambin es un excelente observador y narrador de hechos blicos, fuente de gran inters para los estudiosos de realia, estrategia, nutica, armamento, etc.), sino que se interesa de forma especial por su trasfondo, sus races y derivaciones; le importan los hechos blicos y sus causas profundas, los motivos que la desencadenaronINTRODUCCIN GENERAL o se esgrimieron, las fuerzas, leyes e ideas subyacentes, su evolucin y el papel de los polticos y de los pueblos, las consecuencias morales que provoc, etc. En suma, un objetivo restringido, y vasto a la vez, dentro de cuyos lmites Tucdides aspira a lograr y dejar para la posteridad un ktma es aiei, una adquisicin para siempre. Y todo ello Tucdides sabe mirarlo con ojo clnico. Para un historiador imbuido del mtodo hipocrtico, una guerra era como una enfermedad. As como en el estado normal de salud no son observables las anomalas fisiolgicas, del Irlismo modo en poca de paz no se patentizan los desarreglos y alteraciones del organismo social. As, igual que el mdico estudia el organismo humano y su salud mediante la observacin de cuerpos enfermos, el historiador y el socilogo pueden entender mejor las leyes que rigen la comunidad humana mediante el anlisis de las guerras, las pocas de crisis en las que se manifiesta el trasfondo de la salud de los pueblos. Entonces quedan al descubierto las alteraciones, los mviles y tendencias elementales de la sociedad, el fenmeno del poder, el derecho y la fuerza, la ambicin poltica, etc. Todas esas cuestiones constituyen elcentro del inters de la Historia dc Tucdides. De ello nos daremos cuenta en los planteamientos del libro 1 y lo iremos confirmando a lo largo de toda la obra. Al Prlogo le sigue un excurso breve y sinttico sobre la historia antigua de Grecia; es la llamada Arqueologa (1 2-19). Su propsito es demostrar la afirmacin inicial de la mayor importancia de la Guerra del Peloponeso respecto a acontecimientos anlogos anteriores, y al mismo tiempo nos traza un cuadro del desarrollo material, econmico y cultural del mundo griego desde sus origenes. Viene luego una exposicin del mtodo histrico de Tucdides con una serie de reflexiones sobre su investigacin (1 2022) que acaban con las ya citadas palabras de ntima complacencia respecto a su trabajo, que ha de ser una posesin para la eternidad ms que una pieza de concurso para deleite momentneo, en clara alusin a los concursos de sus antecesores. Este deseo de permanencia veremos que se refleja en su estilo. Tanto Tucdides como Tcito deca Nietzsche (El Viajero y su Sombra) han pensado, al confeccionar sus obras, en la inmortalidad: si no lo supisemos por otros medios, lo adivinaramos por su estilo. El uno crea dar dureza a sus ideas reducindolas por ebullicin, y el otro, poniendo sal en ellas; y ninguno de los dos, segn parece, se equiXXI voc. A continuacin, tras insistir en 1 23 en la magnitud de aquel conflicto contemporneo, se entra en materia y vienen las digresiones sobre los episodios que constituyen las causas oficiales o declaradas y los antecedentes directos de la guerra, es decir, los enfrentamientos de atenienses y corintios en Corcra y Potidea que provocan la convocatoria de una asamblea de aliados en Esparta (1 24-87). Tras el debate de Esparta, con los discursos de los corintios, de los atenienses y del rey Arquidamo, discursos en los que se analiza tanto la poltica y el potencial de los dos bandos como la psicologa de los contendientes y que constituyen un claro preparativo y fundamento para la exposicin de la verdadera causa (en 1 88), que, como hemos dicho, era el poder de unos y el temor de los otros. Para comprender cmo se ha llegado a este poder y a este temor se introduce otra digresin (1 89-118), la Pentecontecia, es decir, los cincuenta aos del 480 al 431, donde aparecen las fases del imparable crecimiento de Atenas. Esta digresin, adems, llenaba un vaco historiogrfico, ocupndose del perodo que iba de las Guerras Mdicas a la del Peloponeso, periodo insuficientemente estudiado por otros historiadores. He escrito sobre ello y me he permitido esta digresin dice Tucdides en 1 97, 2 debido a que este perodo ha sido descuidado por todos mis predecesores, que se han ocupado o de la historia griega anterior a las Guerras Mdicas o de las mismas Guerras Mdicas. Tras la Pentecontecia llegamos a la ltima parte del libro (1 119-146); se rene en Esparta la Asamblea de la Liga Peloponesia en la que se decide la guerra. Por fin Esparta, incitada por los corintios y otros miembros de su liga, se decide a entrar en guerra y enva el ultmatum a Atenas. A su vez los atenienses se constituyen en asamblea y Pendes pronuncia un discurso en el que exhorta a rechazar las exigencias de Esparta y aceptar la guerra, exponiendo la estrategia que juzga conveniente para alcanzar la victoria final. Su tctica se basa esencialmente en no poner en peligro la seguridad del imperio con expediciones dudosas o aventuras de conquista, en no correr riesgos voluntarios y no cometer errores, sino mantenerse a la defensiva por tierra en espera de un xito final gracias a su superioridad naval, tcnica y econmica. Libros II al 1 , captulo 24. Con el libro II se inicia la narra-cin de la guerra propiamente dicha y desde entonces se van exponiendo los hechos pertinentes de acuerdo con un riguroso orden XX TUCIDIDESXXII TUCDIDES cronolgico, ao por ao y segn las estaciones. Y entre el comienzo de este libro II y el V, captulo 24, se relata la llamada Guerra Arquidmica o de los Diez Aos, del 431 hasta el 421 a. C., en el que se firma la paz de Nicias. Entre los pasajes ms notables de esta parte de la obra podemos citar el epitafio o discurso fnebre de Pericles (II 35-46), uno de los elogios fnebres ms famosos de toda la literatura, pronunciado en honor de los atenienses muertos durante el primer ao de guerra, que en realidad es uno de los ms hermosos elogios de Atenas y de lo que representa, de sus ideales, sistema de vida, organizacin poltica y cultura, y que a la vez constituye una justificacin de su poltica imperialista; la descripcin de la llamada peste de Atenas, de los trastornos que provoc y de sus consecuencias morales (II 47-53), otro celebrado texto tucdideo elogiado por su capacidad de observacin clnica y psicolgica, sobre el que tanto mdicos como fillogos clsicos han escrito numerosos comentarios; el ltimo discurso de Pericles (II 60-64), donde aparecen las cualidades del estadista: capacidad de juzgar correctamente y de comunicar sus juicios de forma convincente, es decir, inteligencia y elocuencia, a lo que se une el patriotismo y la incorruptibilidad; en este discurso asimismo nos encontramos ante importantes reflexiones sobre temas muy debatidos, la poltica imperialista de la democrtica Atenas, la popularidad o impopularidad del imperio ateniense (es decir, la popularidad debida a las ventajas del imperio para los sbditos en cuanto que preservaba su libertad ante enemigos como los persas y les proporcionaba paz interior, gobiernos democrticos y ventajas econmicas, o, por otra parte, la impopularidad o la hostilidad que provocaban las actuaciones militares y econmicas de un imperio cada vez ms represivo), etc.; el retrato de Pendes (en II 65, inmediatamente despus de su discurso final), cuya prematura desaparicin acarre el abandono de su estrategia de conducir la guerra con moderacin al hacers con el poder poltico extremistas que penetraron por los caminos de riesgo que Pericles quera evitar; el famoso debate entre Clen y Didoto (III 36-50), relativo a la suerte de la ciudad de Mitilene tras su levantamiento contra Atenas, donde Tucdides nos hace ver las dos orientaciones, radical y moderada, de la poltica imperialista ateniense; el final de Platea y los discursos de plateos y tebanas tras la rendicin de Platea a Esparta (III 52-68); la guerra civil de Corcira, con el profundo anlisis de su evolucin y de los cambios de costumbres y consecuenINTRODUCCIN GENERAL XXIII cias morales que provoc (III 69-85); la campaa de Pilos con el bloqueo de Esfacteria (IV 3-23, 26-41) y el final de la guerra civilde Corcira (IV 46-48); la campaa de Anfipols (IV 102-108); etc. Desde el libro V, captulo 25, hasta el final de la obra. En esta parte Tucdides nos relata los aos (421-414 a. C.) de falsa paz, de guerra fra o no declarada, que siguieron a la paz de Nicias, la expedicin de los atenienses a Sicilia (415-413 a. C) y la reanudacin de la guerra en el 414 (vase VI 105, 2), en una segunda fase que se prolong hasta el 404, aunque el relato de nuestro historiador, como hemos dicho, qued interrumpido en el verano del 411. Esta parte de la obra comienza con una segunda introduccin o prlogo de este tenor: El mismo Tucdides de Atenas ha escrito tambin la historia de estos hechos, relatndolos segn el orden en que sucedi cada uno, por veranos e inviernos, hasta el momento en que los lacedemonios y sus aliados pusieron fin al imperio de los atenienses y ocuparon los Muros Largos y el Pireo. (He aqu pues su propsito de llegar al fin de la guerra, pero o le sorprendi la muerte o se perdi un posible esbozo o parte final inacabada). Hasta este momento la duracin total de la guema fue de veintisiete aos. Y en cuanto al perodo de acuerdo que hubo en medio, si alguno no quiere considerarlo tiempo de guerra, no juzgar acertadamente. As, estos veintisiete aos pueden repartirse en tres perodos: una primera fase de diez aos, la Guerra Arquidmca, un periodo de siete aos de falsa paz, y otra fase tambin de diez aos, la Guerra de Jonia o de Decelia. En cuanto al libro V, podemos destacar el episodio de Melos que da lugar al famoso dilogo entre melios y atenienses (V 84116), en el que los primeros defienden una concepcin realista de la poltica y los segundos el derecho de los dbiles a la neutralidad. Luego nos referiremos a este impactante pasaje de extraordnana relevancia en la obra tuciddea. Al Dilogo de Melos, en la mdula de la Historia de Tucdides, le siguen los libros VI y VII, los ms apasionantes y tal vez los mejores de la obra a juicio de algunos crticos; narran la trgica aventura de los atenienses en Sicilia. Tienen gran inters histrico los primeros captulos, relativos a la colonizacin de la isla, que constituyen una especie de segunda Arqueologa, y tambin hay una introduccin sobre los pretextos y la verdadera causa. Y entre los pasajes ms destacables podemos sealar, en el libro VI, el debate de Atenas (VI 8-26) entre Nicas y Alcibades sobre la poltica de guerra y el proyecto deINTRODUCCIN GENERAL expedicin; el episodio de la mutilacin de los hermes (VI 27-29); la memorable descripcin del embarque y la partida de la flota desde el Pireo (VI 30-32); y en general todo el relato de la campaa, que si en el libro VI, con los primeros xitos y contratiempos y entre deliberaciones y desacuerdos, an est marcada por el optimismo y la esperanza por parte ateniense, en el libro VII, en cambio, est dominada por un progresivo cambio de fortuna, por el nimo de los siracusanos y el desnimo de los atenienses que paso a paso nos llevan al dramtico desenlace de la derrota ateniense. Finalmente, el libro VIII contiene la reanudacin de la guerra conlos primeros aos de la guerra jnica o declica hasta la citada campaa del verano del 411, con la desmoralizacin ateniense, la inestabilidad poltica y la discordia civil, la cada de la democracia con la revolucin oligrquica de los Cuatrocientos (VIII 63-72) y la cada a su vez de esta oligarqua (VIII 89-98). As se llega, pues, al vigsimoprimer ao de la Guerra del Peloponeso, donde se detiene el relato tuciddeo. La continuacin hasta el final de la guerra fue narrada por Jenofonte en sus Helnicas, y tambin por Teopompo y Cratipo, pero de las obras de estos dos slo tenemos noticias y fragmentos. Resumiendo, podriamos dividir tambin la obra de Tucdides en cinco secciones: 1. Prlogo e introduccin. 2. Guerra arquidmica. 3. Falsa paz. 4. Expedicin a Sicilia. 5. Guerra de Jonia o Decelia. La divisin actual de la obra en ocho libros no se debe sin duda al propio Tucdides, sino que fue hecha seguramente por algn estudioso de la poca alejandrina. Se sabe que en la Antigedad tambin fue dividida en nueve libros e incluso en trece. La divisin que ha llegado hasta nosotros resulta bastante lgica, a excepcin del libro V, cuya primera parte (captulos 1-25) conviene ms al libro anterior. En realidad la Historia tuciddea es objeto de diversas divisiones segn criterios cronolgicos o de otro tipo. Amn de las ya citadas particiones en tres perodos o cinco secciones, podemos simplemente dividir la obra de forma natural en dos grandes partes, entre las que pueden observarse incluso ciertos paralelismos, es decir, la primera, que comprende la introduccin desde el primer prlogo y los hechos hasta la paz de Nicias, y la segunda, que va desde el segundo prlogo hasta el final. Por otra parte, en la composicin de los libros tambin se han observado diversas diferencias en cuanto a su ejecucin y grado de finalizacin. Los libros ms acabados por su contenido y por su redaccin XXV son los cuatro primeros y, sobre todo, el VI y el VII, mientras que el menos elaborado es el ltimo, el libro VIII. Tambin se nos podra permitir la licencia de prescindir de divisiones cronolgicas y formales de la obra y contemplarla como un gran drama histrico en cinco actos, como hizo F. Rodrguez Adrados en un lcido artculo titulado Falta una nueva historia>, que public el desaparecido El Sol (31 de agosto de 1991, pgs. 19-20). Estos cinco actos serian: 1. Progreso de Atenas en democracia, libertad de pensamiento y bienestar econmico. Su modo de vida y sistema poltico la llenan de esperanzas, de las que se hace eco Tucdides en pasajes como el Discurso fnebre. II. A su progreso y expansin se enfrentan potencias tradicionales e inmovilistas, como Esparta y Beocia, y grandes rivales comerciales como Corinto. III. Atenas, confiada y optimista, sucumbe a la tentacin impenalista y se embarca en la aventura de Sicilia, cuya primera parte sigue rodeada de esperanzadoras expectativas. IV. La fortuna, en un rpido giro, cambia la situacin. Serios contratiempos en Sicilia y debilitamiento de Atenas debido a su mal calculada expansin; aparecen los conflictos de clases y el futuro es incierto. V. Desenlace. La guerra civil y la derrota militar truncan el progreso econmico y democrtico de Atenas. Tucdides, descorazonado, ve cmo se desmoronan los ideales de la Atenas de su juventud, la gran Atenas de Pericles. Es el desenlace de un drama que Tucdides dej sin concluir. Y conectando con lo que decamos al principio sobre las analogias y paralelismos de la historia, podramos ver cmo, pese a los pa-ralelismos, los desenlaces son a veces de signo contrario. En efecto, el mundo bipolar del tiempo de Tucdides, con su enfrentaniiento entre una potencia liberal, democrtica y emprendedora y Otra oligrquica e inmovilista, acab, tras los errores y fracasos imperialistas de Atenas, en desarreglos civiles y en la derrota de la democracia. Contrariamente, el mundo bipolar de nuestra poca, con su enfrentamiento entre democracia y comunismo, entre los dos bloques encabezados por los Estados Unidos y la Unin Sovitica, con toda una serie de notorias analogias que han hecho pensar en nuestro historiador, ha llegado a un desenlace de signo Contrario con el hundimiento del comunismo y de los totalitarisXXIV TUCIDIDESINTRODUCCIN GENERAL mos y el triunfo de la democracia, un drama y un desenlace modernos que bien mereceran el relato y el anlisis de un Tucdides. Para acabar con las reflexiones sobre las partes de la obra, recordemos algo de lo que en seguida se dar cuenta el lector. De modo general, en la redaccin de la obra tuciddea, se distinguen las partes narrativas, el relato de los ~. Por otra parte, es sabido que discursos se presentan a pares como un enfrentamiento agonal n de Atenas, por su constante actividad y afn de expansin imperialista, por su incapacidad de saber estar quieta y su permanente necesidad del odai>a ms, una trgica necesidad que determinar su propia ruina, todo ello frente al quietismo y a la actitud conservadora de Esparta. En lo tocante a la tragedia de la Atenas de la Guerra del Peloponeso tal como la vivi Tucdides, podemos recordar que cuando en el ao 404 a. C. termin la larga y dolorosa guerra entre los dos bloques capitaneados por Atenas y Esparta, con un final impensable en su comienzo, un final que significaba la total derrota de Atenas del siglo de Pericles y el hundimiento de su imperio martimo, la reflexin sobre la amarga experiencia de su patria marcara sin duda a los hombres de la generacin de Tucdides, cuya juventud se haba forjado en las ilusiones e ideales de la poca ms gloriosa de Atenas. Y en el caso de Tucdides, la circunstancia de su destierro acentuara probablemente la dureza de aquel cambio traumtico e inesperado. Como es sabido, Tucdides se beneficia-ra de la amnista que sigui a la paz final y regresara a Atenas tras el largo destierro al que fue condenado a raz del fracaso en la defensa de Anfipolis en el 424 a. C., el destierro que le impedira vivir con sus conciudadanos el da a da de la decadencia de Atenas, pero que, como contrapartida, le permitira la creacin de su gran obra, en la que pondra mayor empeo a raz del exilio. Despus de veinte aos de exilio, Tucdides regres a su patra. Cuando la haba dejado, Atenas era an la primera potencia de Grecia. En el 424 a. C. ya faltaba Pericles, la gran figura que haba marcado los ideales de juventud de Tucdides, pero Atenas, pese a la falta de dignos sucesores, segua siendo una gran potencia naval, y entonces era totalmente imprevisible el trgico final de la guerra. A su regreso, la Atenas que encontr Tucdides no era ni una sombra de lo que haba sido. Tras la derrota, su flota haba sido entregada y los Muros Largos haban sido demolidos, y finalINTRODUCCIN GENERAL XXXI mente la guerra civil haba acabado con las pocas fuerzas que le quedaban. La impresin, sin duda, debi de ser terrible para el historiador, y esta gran tragedia de Atenas marc e inspir sin duda de modo fundamental la composicin final de la Historia de Tucdides, un canto a la Atenas de Percles y un esfuerzo por entender el derrumbe de aquel mundo. En conexin con el motivo fundamental de presentar la trgica guerra y lo que signific para Atenas y su imperio, se han sealado con ms o menos xito otros mviles a tener en cuenta en la presentacin final de la obra tuciddea. Entre ellos habra algunos de carcter personal, como la voluntad de defenderse y justficarse por el asunto de Anfipolis (H. D. Westlake) y el humano deseo de criticar a quienes fueron sus enemigos, como es el caso de Clen (A. G. Woodhead), sin que ello le haga faltar a su objetividad esencial. Otro motivo, de carcter ideolgico, sera el afn por defender a Pericles, cuyos detractores le culpaban del desastre pretendiendo que haba iniciado la guerra para asegurar su posicin en Atenas. Para Tucdides, Percles era el gran hombre de Estado que, de haber vivido, habra llevado la guerra a otro fin. Los verdaderos mviles de la Historia tucididea son sin duda las profundas inquietudes del historiador y del tratadista poltico. Y eran las inquietudes de un historiador en sintona con su poca que iba a escribir una Historia nueva en muchos aspectos, que superara antiguas concepciones. Se ha sealado que la Historia de Herdoto ya estaba anticuada. Una sola generacin separaba a Herdoto y Tucdides, pero la rpida evolucin cultural de Grecia hizo que en este corto plazo cambara radicalmente la interpretacin de los hechos histricos. Se ha dicho asimismo que Herdoto hizo historia a lo divino. Su obra, de concepcin grandiosa, con la presencia de la doctrina de la hybris, ya estaba desfasada en poca de Tucdides, despus de que la sofistica hubiera impuesto su espritu racionalista y cientfico. Por eso la obra del historiador ateniense tena que ir por derroteros muy diferentes. Pese a lo dicho, cuando establecemos una comparacin entre Herdoto y Tucdides y hacemos afirmaciones como la de que el historiador ateniense es el primer gran historiador en el sentido moderno de la palabra o que en su concepcin de la histora est ms cerca del siglo xx que del y a. C. (L. E. Lord), no hemos de Pensar, postergando a Herdoto, que Tucdides fuera el primer histOriador que efectuara una crtica de las fuentes y un anlisis r-XXXII TUCIDIDES guroso de los documentos en los que se basaba. Esta actitud ya se encuentra en el historiador de Halicamaso. Es cierto que en Tucdides tal vez hay un ndice ms alto de ausencia de errores, pero la misma actitud crtica ya est presente en Herdoto. Ms que esencial es una diferencia de grado. Por ello resulta muy lcida la afirmacin de Strassburger cuando dice que la aportacin de Tucdides a la historiografia no es el paso de la falta de crtica a la actitud crtica, sino de una consideracin no poltica a otra poltica. Es sta una diferencia ms fundamental. Y, como es sabido, no es la nica. Va unida a otras discrepancias esenciales. Herdoto se ocupa del pasado, mientras i~ue Tucdides se cie a la historia estrictamente contempornea, e incluso en los casos que mira al pasado, lo hace en busca de antecedentes para explicar el presente, como ocurre en la Arqueologa y la Pentecontecia del libro 1. Por otra parte, los personajes de Herdoto recuerdan a los hroes de la pica, movidos por los hilos de la divinidad. sta es quien dirige la tramoya de la historia. Tucdides, en cambio, hace historia a lo humano. Los hechos tienen una explicacin de acuerdo con la naturaleza humana, de acuerdo con el pensamiento racionalista de su tiempo.Y todas esas diferencias sustanciales van acompaadas por una importante diferencia estilstica; frente a la garrulitas o locuacidad de Herdoto, encontramos la concisin tuciddea. Recurdese el pasaje antes citado respecto a que su obra ha sido compuesta como una adquisicin para siempre ms que como una pieza de concurso para escuchar un momento. Y en el tema hemos visto que tambin se impone unos lmites, se cie a la historia de la guerra entre los peloponesios y atenienses relatando cmo se desarrollaron sus hostilidades. No es una histora cultural de su tiempo. De todas formas, pese a estas diferencias entre los dos grandes historiadores, tambin hay importantes puntos que les acercan, y las coincidencias o deudas de Tucdides respecto a Herdoto, a pesar de su voluntad de distanciarse, no pueden pasarse por alto. No podemos olvidar, por ejemplo, que la relacin literaria y emocional de Tucdides con la poesa, especialmente con la tragedia y la pica, su vena potica, no es seguramente algo nuevo, ni necesariamente una influencia directa de la tragedia, sino que ha de pensarse asimismo en la influencia de un historiador trgico como Herdoto. La misma eleccin del tema, una gran guerra, es algo que une a Tucdides con Herdoto, y a ambos con Homero. Una INTRODUCCaN GENERAL XXXIII gran guerra era el tema de los dos grandes antecesores de Tucdides, a los que el historiador ateniense tiene presentes como puntos de referencia y, en su voluntad de crear una obra nueva y diferente, como modelos cuyos errores deben ser evitados. Tucdides se encuentra, de ello est ntimamente convencido, en una poca de excepcin. Por ello repasa la historia de Grecia y compara su poca con todas las anteriores y, de la misma forma que analiza la histora anterior y su importancia en funcin de la que l vive, as se sita a si mismo y a su obra frente a autores y obrasanteriores. Ve que Homero es el mximo historiador del tiempo antiguo, ejemplar para toda la Grecia posterior; los poemas homricos y la elevacin, belleza y artificio de su lengua y estilo le interasan sin duda, pero histricamente tienen escaso valor. Los tiempos nuevos necesitaban una obra histrica bsicamente nueva y Tucdides quiso realizar esta obra, pero, es ms, quiso darle un carcter nico y elevado, ideal y atemporal, equiparable mutatis mutandis al de los poemas homricos. Estaba ntimamente convencido de la importancia de su historia, que deba tener un valor es ae y ser tambin ejemplar para la posteridad, para las generaciones futuras en las que la razn ya sustitua al mito. Por eso su estilo deba tener una elevacin (semnts) adecuada a la finalidad de la obra; deba ser preciso y cientfico pero a la vez elevado y atractivo. Pensemos en sus innovaciones o procedimientos para atraer la atencin, su vocabulario arcaizante o sus neologismos, la estructura siempre sorprendente de su frase, la poesa y fuerza trgica de algunos pasajes, la estilizacin, idealizacin y elevacin de sus discursos, etc. Segn esto, el estilo de Tucdides estara sobre todo marcado por el propsito de su obra, por su pensamiento y su concepcin de la historia y por su voluntad de permanencia, y esto no invalidara que estilsticamente Tucdides estuviera ligado y fuera deudor a su poca, pero slo seran los lazos de unos procedimientos y de una tcnica que l habra renovado, superado y marcado con el sello de su personalidad. Los hombres de Tucdides, como los de Herdoto y tambin como los hrces homricos y los hroes trgicos, viven en un mundo de guerra y de sufrimiento, en el que de la fortuna y la arrogancia se pasa a menudo al fracaso. Teniendo, pues, en cuenta la coincidencia temtica y la constancia de la naturaleza humana ante situaciones similares, y recordando, adems, que la educacin griega estaba basada en Homero, no son de extraar las relaciones, enLXXXIV TUCIDIDES diversos aspectos y en modos diferentes, de Tucdides con Herdoto y con los trgicos, y de todos ellos con Homero. Y as Tucdides decide escribir la histora de la gran guerra de su tiempo, una historia que no desmerezca artsticamente al compararse con las antiguas, pero que a la vez ofrezca garantas de obra cientfica a la altura de los nuevos tiempos y a la luz de la razn. Recurdese, por ejemplo, que tanto en la Ilada como en la Historia tuciddea, con el inicio de la narracin de los hechos, aparece la descripcin de una peste. La distancia que observamos al comparar las dos descripciones, de una epidemia vista a la luz del mito a otra contemplada a la luz de la razn, podra ser el smbolo de lo que supone el avance tucdideo.Ya nos hemos referido al influjo hipocrtico. Esta influencia ha sido enjuiciada de forma distinta por diversos autores, pero lo cierto es que al menos hay un evidente paralelismo entre el mtodo tuciddeo y la metodologa hipocrtica. Pero tambin podemos ver diferencias incluso en las aparentes coincidencias. Por ejemplo, en la metodologa hipocrtica se acepta que la determinacin exacta de los sntomas permite una prognosis segura y sin fallos. Se elimina el papel del azar. Ahora bien, ocurre lo mismo en la metodologa tuciddea? Parece ser que no, y a este respecto se han citado afirmaciones como la que aparece en el primer discurso de Percles, cuando dice: pretendo que aquellos de vosotros que se dejen persuadir apoyen las decisiones tomadas en comn, incluso en el caso de encontramos con algn fracaso, o que en caso contrario, si tenemos xitos, no los atribuyan a su inteligencia; pues puede suceder que las vicisitudes de los distintos asuntos se desarrollen de una forma no menos imprevisible que los proyectos de los hombres; y sta es la razn por la que tenemos la costumbre de culpar al azar siempre que algo ocurre en contra de lo previsto. Es importante la consideracin de este elemento irracional en la obra de un historiador, una obra en la que se suele destacar el espritu racionalista. Frente a la dinoia de los hombres, est la t>ch~ un factor irracional frente a la razn, pero este azar, para quienes ven en Tucdides un racionalista, tiene un papel secundario respecto a la inteligencia. Segn otra valoracin, la ~ch~ sera un valor determinante en la obra tuciddea. Por un lado se subrayan los elementos racionalistas, por otro los factores trgicos e irracionales. INTRODUCCIN GENERALEL CARACTER TRAGICO DE LA HISTORIA TUCIDIDEA XXXV Conviene preguntamos qu peso tiene el factor azar en la Historia tuciddea. Qu papel juega frente al racionalismo, frente al clculo y a las previsiones del tipo de hombre de Estado que nos presenta el historiador? Segn un conocido pasaje del libro 11(60, 5), el poltico debe poseer cuatro cualidades: capacidad de juzgar correctamente y de comunicar sus juicios de forma convincente, es decir, inteligencia y elocuencia, a lo que se une el patriotismo y la incorruptibilidad. Ahora bien, la primera de estas capacidades, la inteligencia o clarividencia del estadista, en qu medida puede estar limitada o contrarrestada por los factores irracionales? Qu papel desempea el elemento irracional y trgico en el proceso histrico? Cmo ve Tucdides el problema? Esta importantsima cuestin ha sido objeto de debate. Algunos autores defienden tesis optimistas. As Herter afirma que los hombres han inventado una imagen de la T>~ch~, del Azar , para disimular su propia incapacidad, pues slo en una pequelia medida la T>~ch~ choca con la Inteligencia, pero, por lo general, en la vida reina una clara racionalidad. En una lnea similar se han manifestado otros conocidos estudiosos de la obra tuciddea, como es el caso de J. de Romilly y de Finley, que defiende el optimismo histrico con el argumento de que el factor azar slo tiene importancia en casos contados. Segn otro punto de vista, se piensa que, en la opinin de Tucdides, azar, t~ch~ sustituy a gn&n~, inteligencia, a medida que laguerra avanz; es decir, Tucdides abandonara progresivamente su creencia en estructuras y sistemas humanos seguros. Pendes sera el nico que tendra un dominio consciente sobre hombres y acontecimientos, aunque Tucdides hace que el mismo Pendes reconozca que los acontecimientos y el desarrollo de los proyectos humanos son imprevisibles (1140, 1). Del mismo modo, Tucdides aceptara el punto de vista de que la accin humana individual puede cambiar el curso de la historia. Pero, ms que evaluar el grado de importancia del factor azar, lo que interesa es constatar su presencia y analizar la ver-XXX VI TUCDIDES tiente trgica de la Historia tuciddea, aunque se trate slo de un elemento parcialmente significativo. A comienzos del presente siglo, Cornford, seguramente como reaccin frente a una excesiva valoracin racionalista y positivista de la Historia de Tucdides, defendi la tesis de que sta era una obra de corte trgico, de una concepcin muy diferente a la de una autntica obra historiogrfica, y que el historiador haba partido de unos esquemas esquileos. Esta tesis ha sido refutada. La definicin de Tucdides como un mythistoricus no es la clave para llegar a una comprensin profunda del pensamiento del historiador. Pero, a pesar de ello, la presencia de un factor trgico, de una cierta concepcin trgica, es algo que se respira en la obra desde sus primeras pginas. Se ha hablado de un esquema trgico sofcleo y de los muchos paralelos y contactos entre la Historia de Tucdides y la tragedia del contemporneo Eurpides. Por una parte, se ha querido bucear en el sentido profundo de la obra tuciddea a la luz de la concepcin trgica de Sfocles. Hay al menos dos acontecimientos o partes de la Historia en los que subyace un hondo sentimiento de indefensin, de am&hania trgica. Uno es la muerte de Pericles; otro es todo el episodio de la expedicin a Sicilia. Los atenienses, convencidos por la elocuencia de Alcibades, emprenden la ambiciosa aventura de Sicilia, en la creencia de que el sometimiento de la gran isla sera el paso decisivo para una ulterior y definitiva victoria sobre sus enemigos. Un dramtico debate precede a la expedicin. Por un lado, Nicias representa la voz de la razn y la prudencia, que no quiere embarcarse en empresas arriesgadas de incierto final; est en la lnea de la estrategia que haba propugnado Pericles. Por otro, Alcibades, el sobrino de Pendes, defiende con elocuencia un proyecto audaz que convence al emprendedor pueblo ateniense. Los preparativos de la expedicin se realizan con entusiasmo, con un optimismo desbordante. Pero pronto hace su aparicin el azar. Un acto de impiedad, la mutilacin de los hermes, sorprende a Atenas; es un acontecimiento imprevisto, casual, pero sus consecuencias sern trascendentales. Como es sabido, Alcibades es acusado como presunto parodiador de los misterios y cmplice de la mutilacin, y la expedicin se queda sin su comandante natural, sin el jefe idneo para dirigir la empresa en la que haba ilusionado a losatenienses. La direccin pasa a manos de Nicias, contrario a aquella iniciativa. Alcibades, condenado a muerte, escapa y se pasa al INTRODUCCIN GENERAL XXX VII enemigo. El resultado es conocido: el cuerpo expedicionario ateniense es destrozado y Atenas sufre una de las humillaciones ms dolorosas de su historia. Y lo ms notable es el tratamiento que de todo ello hace el historiador. La presentacin de los hechos y personajes de la aventura siciliana estn concebidos de manera trgica. El libro VI, donde se inicia el relato de la expedicin, se abre despus de que se ha cerrado el episodio y el dilogo de Melos, unos acontecimientos de importancia secundara poltica y militarmente, pero que Tucdides convierte en el centro de su obra sublimando su significado. Conviene, pues, que, antes de referimos de nuevo a la expedicin a Sicilia, esbocemos un breve recordatorio de los hechos de Melos y del significado del dilogo, a cuya luz pueden analizarse los libros de Sicilia subsiguientes. Los hechos de Melos, de poca importancia militar y sin consecuencias polticas inmediatas, ocurrieron en el verano e invierno dcl 416 a. C. Tucdides les dedica veintisis captulos y un lugar destacado, el que precede a los acontecimientos de Sicilia, la catAstrofe final en la obra tucididea. Melos, de fuerza militar y poblacin escasas y con un comercio y agricultura pobres, fue tomada por los atenienses, que, despus de matar a sus varones adultos y someter a la esclavitud a las mujeres y a los nios, la repoblaron tan slo con quinientos colonos. Por qu le dio Tucdides un espacio tan desproporcionado, muy superior al ocupado por hechos objetivamente ms importantes? Sin duda le impactaron la trascendencia moral de aquel acontecimiento y la barbarie de aquel crimen poltico cometido por la democrtica Atenas. Le debi de parecer un buen ejemplo de un error digno de castigo, un ejemplo de hybris, el orgullo o desmesura que, en el sentir de los griegos, era una ceguera enviada por los dioses para provocar la ruina de los hombres. La crueldad de los atenienses con los melios tuvo una ampla resonancia en el mundo griego. El episodio, que quera ser una leccin para los aliados inquietos, se convirti en un smbolo de la lucha antiimperialista, y los mismos atenienses, tras la derrota final, recordaron la suerte de Melos por temor a sufrir algo parecido (vase Jenofonte, Helnicas II 2, 3). El trato dado a los melios fue idntico al que ya haban recibido los escioneos (V 32, 1), es decir, destruccin de una comunidad mediante el asesinato de los hombres adultos y la esclavitud de mujeres y nios, y sustitucinXXX VIII TUCDIDES por colonos atenienses. Y estas pruebas de dureza y crueldad del imperialismo tenan diversos precedentes: pensemos en los casos de Hestiea (1114), Egina (II 27; IV 57) y Torone (IV 110 y 114), mencionados asimismo por Jenofonte en el pasaje citado. Todoello debi de suscitar sentimientos parejos en hombres como Tucdides y Eurpides. La vergilenza de Melos inspr a Tucdides el descarnado dilogo y su conexin con la expedicin a Sicilia, que acarre la ruina de los atenienses. Acaba el libro V con estas palabras: Los atenienses mataron a todos los melios adultos que apresaron y redujeron a la esclavitud a nios y mujeres. Y ellos mismos, con el posterior envo de quinientos colonos, poblaron el lugao>. Acto seguido comienza el libro VI: En este mismo invierno, los atenienses quisieron emprender una nueva expedicin naval contra Sicilia con mayores efectivos que los que haban zarpado a las rdenes de Laques y Eurmedonte, a fin de someterla si podan. En el caso de Eurpides, una obra como Las Troyanas se ha relacionado con esta crueldad del imperialismo. Para algunos, el crimen poltico de Melos habra sido el inspirador directo de la tragedia euripdea, teora atractiva pero problemtica cronolgicamente. Las Troyanas, que con el Alejandro y el Palamedes formaba una triloga sobre el tema de Troya, se represent en marzo del 415 y debi de ser cuidadosamente preparada por Eurpides, por lo que parece, en el invierno del 416/415. La matanza no parece que se produjera a tiempo para inspirar al dramaturgo, cuya tragedia en cuestin se inspirara ms bien en el sufrimiento humano producido por la guerra en general, sufrimiento que alcanza a vencedores y vencidos. Eurpides compondra Las Troyanas en el clima de pesimismo motivado por los hechos blicos que iban acabando con toda esperanza de paz y probablemente preocupado por el incierto porvenir de Atenas y por los riesgos que entraaba la proyectada expedicin a Sicilia. Las Troyanas se representaron en un momento de efervescencia blica, en medio de la euforia de los preparativos de la expedicin a Sicilia, como clara advertencia contra la guerra. En un clima semejante, una representacin moderna de esta tragedia durante la guerra de Argelia fue lo que la hizo tan atractiva para J. P. Sartre, que escribi lo siguiente: Les Troyennes ont t reprsenles pendant la guerre d Algrie, dans une traduction trsfidle de Jacqueline Moatti. J avais frapp du succs qu avail obten u ce drame auprs d un public favorable la ngociation avec le F.L.N. C est videmment cel aspect qul INTRODUCCIN GENERAL XXXIX m a intress d abord. Vous n ignorez pas que, du emps mme d Euripide, il avail une sign~ficaion poliique prcise. II ait une condemnation de la guerre en gnral, et des expditions coloniales en particulier. La guerre, nous savons aujourd hui ce que cela sign~/ie: une guerre atOmique ne laissera ni vainqueurs ni vaincus. C es prcisment ce que loute la pice dmontre: les Grecs on dtruit Troie, mais ils ne tireront aucun bn/ice de leur vicloire puis que la vengeance des Dieux les Jera prir tous. Que bule homme sens doive viler la guerre, comme 1 affirme Cassandre, il n tait pas besoin de le dire: la situation des uns el des autres en tmoigne assez. J ai prefr laisser Posidon le mvi de la fin: Vous en crverez tous (Eurpide, Les Troyennes, adapt. de J. P. Sartre, Pars, Gallimard, 1965, pgs. 6-7). Estas palabras finales, todo hombre sensato debe evitar la guerra, reventaris todos, acuden tambin a la mente al finalizar la lectura del libro V, de este Dilogo de Melos, con su dramtico desenlace, verdadera cumbre o punto central de la Historia de Tucdides. Tanto el dilogo como los libros de Sicilia no se limitan a reflejar el cuidadoso carcter analtico de Tucdides, sino que nos evidencian su extraordinario sentido dramtico. Nos revelan tanto al Tucdides Myhicus como al Tucdides Hisoricus El dilogo (V 85-113) es una exposicin de las conversacio-nes emprendidas por los atenienses para conseguir la rendicin de un pequeo estado sin tener que recurrir a las armas. Quieren el sometimiento de una ciudad que busca la salvacin por otros caLas Troyanas se representaron durante la guerra de Argelia, en una tmduccin muy fiel de Jacqueline Moato. Me impresion el xito que habla obtenido este drama ante un pblico favorable a la negociacin con el F.L.N. Evidentemente, este aspecto es lo que me interes en un principio. No ignoramos que, ya en tiempo de Eurpides, tena una significacin poltica precisa. Era una condena de la guerra en general, y de las expediciones Coloniales en particular. La guerra, hoy ya sabemos lo que significa: una guerra atmica no dejar ni vencedores ni vencidos. Eso es, precisamente, lo que toda la obra demuestra: los griegos han destruido Troya, pero no seCatAn ningn beneficio de su victoria pucto que la venganza de los Dioses los har perecer a todos. Que todo hombre sensato debe evitar la guerra, como afirma Casandra, ni siquiera era menester decirlo: la situacin de unos Y de otros lo atestgua suficientemente. He preferido dejar a Poseidn la lthna palabra: Reventaris todos.XL TUCDIDES minos. Constituye uno de los pasajes ms bellos, profundos y dramticos de la Historia de Tucdides y uno de los ms clsicos y celebrados de toda la literatura. En este terrible (Nietzsche) dilogo, el anlisis poltico de Tucdides va hasta lo ms hondo y saca a la luz la trgica oposicin entre las razones e intereses del imperialismo y los argumentos y esperanzas de los neutrales, entre atacantes y asediados, entre la fuerza y el derecho a la libertad del dbil, entre lo justo y lo conveniente. A partir de la cuestin particular del enfrentamiento entre melios y atenienses, Tucdides pasa al tema universal del imperialismo (arch) frente a la libertad (eleuhera) o al derecho a la independencia o neutralidad, un tema inagotable para la reflexin poltica; en estos captulos el cronista de la guerra da paso al pensador poltico que analiza un asunto eterno en la poltica de los pueblos y en sus relaciones internacionales. No es sta la primera vez en la obra de Tucdides en que aparece un trgico enfrentamiento en el campo poltico entre justicia y utilidad, moral y pragmatismo; en los libros anteriores ya se ha encontrado en los discursos antitticos al modo sofistico, como son los casos del enfrentamiento entre corcireos y corintios (1 3242) o de la conocida antiloga de Clen y Didoto (III 35-50). Pero en el caso de Melos nos encontramos con un dilogo, una forma que en la obra tucididea slo aparece claramente en esta ocasin, circunstancia que subraya su carcter excepcional. Las dos panes dialogan con descamada crudeza y sus planteamientos nos recuerdan los dilogos de la filosofia sobre temas como derecho y naturaleza, fuerza y justicia, tal como se discuten, por ejemplo, en el Gorgias o la Repblica de Platn. Y junto a la profundidad filosfica, el dilogo est animado por una fuerza trgica extraordinaria; el enfrentamiento de posturas es dramtico. Los melios no insisten en demostrar a los atenienses que el derecho y la justicia estn dcsu parte; saben que este lenguaje no sera comprendido y que incluso suscitara, por su ingenuidad, la burla de sus enemigos; por ello, su esfuerzo se concentra en demostrar que el inters de Atenas est en no atropellar a neutrales y a pueblos todava libres que podran alinearse contra ella. Pero ningn razonamiento hace mella en los atenienses; su lenguaje es de un realismo brutal: la enemistad de los melios es menos peijudicial para ellos que una amistad basada en la neutralidad, claro signo de debilidad ante los pueblos de su Imperio y ante todo el mundo griego; la amistad del dbil no les importa, mientras que el odio del sometido es una prueba de la INTRODUCCIN GENERAL XLI fuerza de aquel a quien se odia. Es una imagen de una Atenas brutal, una Atenas dominada por los imperativos de su poltica imperialista. Se ha discutido sobre la realidad de las negociaciones que hay detrs de este dilogo, y se ve en l la mano de Tucdides, que, al igual que en los discursos, quintaesencia los planteamientos. El historiador no expresa tanto las palabras literales de melios y atenienses (no es, desde luego, una copia taquigrfica) como la postura esencial de los dos bandos y lo que debieron de decir en un planteamiento realista de aquella situacin, cindose lo ms posible a la idea global de las palabras verdaderamente pronunciadas (1 22). Pero no es una creacin ex nhilo de Tucdides; hay una realidad histrica en la que el dilogo est profundamente enraizado: los repetidos esfuerzos del imperialismo conquistador de Atenas frente a la tenaz decisin de los melios de mantenerse neutrales; y el historiador, como en otras ocasiones, pudo recibir informacin de alguno de los delegados atenienses en Melos. Sea como fuere, lo cierto es que el dilogo de Melos, con todo su dramatismo, se considera un punto culminante y un momento crucial en la obra tuciddea. El sitio donde la mano del historiador lo ha situado refleja sin duda una concepcin trgica de Tucdides en la organizacin y presentacin del material histrico. El episodio de Melos, destacado y sobrevalorado, ocupa un sitio clave en la obra, a caballo entre la Paz de Nicias y la expedicin a Sicilia, ante cuyo trgico final el dilogo adquirir un valor de smbolo respecto al futuro, de una cierta advertencia o premonicin. Por todo ello ha sido y sigue siendo un texto que ha suscitado el inters de los estudiosos de la Historia griega y de lectores menos especializados. Con frecuencia se ha observado que llama la atencin del lector moderno porque sus planteamientos podran haberse dado, muais mutandis, en situaciones de la historia contempornea, en enfrentamientos entre fuertes y dbiles, como podran ser los casos de Hungra en 1956, de Checoslovaquia en 1968, y tantos otros como los actuales casos de los Balcanes o de Chechenia, en los que la mecnica del poder impone sus razones frente a justicia, religin o libertad. El dilogo, pues, es un broche de oro al final del libro y, que curiosamente se considera un libro problemtico y falto de revisin, en el que no se encuentra ms discurso que la breve arenga de Brsidas en el cap. 9. Tambin por eso se ha insistido en que el L Pasaje de Melos se destaca del resto del libro V y mira hacia las 2XLII TUCDIDES siguientes alternancias histricas, la expedicin a Sicilia, con la euforia de sus comienzos y un cieno optimismo mantenido en el libro VI frente al cambio de signo y creciente pesimismo del libro VII y el desastroso resultado de una empresa movida por los mismos resortes y por la misma mecnica del poder que actuaron en la tragedia de Melos. La aventura de Sicilia empez hemos visto marcada por el azar. La T>~ch~ dej al frente a Nicias mientras que apart a Alcibades. Se ha visto a estos dos polticos como smbolos y personajes trgicos. Nicias simbolizaba la voz de la prudencia y Alcibades, por el contrario, sera el smbolo de la hybris trgica, de la desmesura que impulsaba asimismo al pueblo ateniense, el autntico protagonista de la tragedia de Atenas que puede verse en la Historia tucididea. En el libro 1 Tucdides nos ha retratado magnficamente la idiosincrasia de Atenas, su espritu fundamentado en la polypragmos>i~ y la pleonexa, su constante ambicin de poder. Y Atenas, como un hroe trgico, acta movida por este impulso de su espritu, y esta accin resultado de la hybris le lleva a su propia ruina. Vemos, pues, en la obra tuciddea una importante presencia de elementos fundamentales de la tragedia contempornea. Del mismo modo que en el relato de la expedicin a Sicilia podemos analizar una concepcin trgica, otros pasajes y personajes tucddeos se prestan igualmente a un anlisis con parmetros trgicos. En el mismo Pericles, el protagonista de los dos primeros libros y el gran ausente en el resto de la obra, podemos ver los rasgos y el comportamiento caractersticos de un hroe sofcleo. En el libro 1 se analizan las causas de la guerra. La verdadera causa es el miedo de Esparta al podero de Atenas (1 88): Los lacedemonios votaron que se deba hacer la guerra, no tanto porque hubieran sido persuadidos por los discursos de sus aliados como porque teman que los atenienses se hicieran ms poderosos, al ver que la mayor parte de Grecia estaba ya bajo su dominio. El bloque peloponesio decide contra Atenas una guerra inevitable (1 125) y se llega al ultimtum (1139): se exige a los atenienses que levanten el sitio de Potidea, que permitan la autonoma de Egina y que deroguen el decreto sobre Mgara. Atenas se enfrenta a una disyuntiva: o mantener la poltica que haba forjado el imperio con el esfuerzo de las generaciones anteriores y emprender la guerra manteniendo el honor, o, por el contrario, ceder a las pretensiones INTRODUCCIN GENERAL XLIII peloponesias con merma para el imperio evitando la guerra y cayendo en el deshonor. En la asamblea de Atenas toma la palabra pendes, pronuncia su primer discurso (1 140-144) en la obra de Tucdides y, como un hroe sofcleo, apuesta por la guerra. Si leemos este discurso, nos encontramos con un razonamiento perfecto del que se desprende que todo est a favor de Atenas. La guerra es una cuestin de dinero, de poder, de experiencia y de decisin y en todo ello el balance es muy favorable a Atenas. Parece, pues, que se est en la buena va y que se acta correctamente. Pero, como en el caso de la expedicin a Sicilia, aparece el frctor azar, la 75ch~ de los trgicos. Ocurren dos hechos imprevisibles. Por un lado, la peste (II 47 ss.) ataca a Atenas y acaba con la vida del gran estadista, que, con su inteligente estrategia, habrallevado a Atenas a la victoria. Por otro, sus sucesores cambian radicalmente la estrategia diseada por Pericles y entran en un camino de equivocaciones e incompetencias. La Tj~chi que tuerce las previsiones de Pendes y que altera el nimbo de la expedicin a Sicilia planea sobre la Atenas de Tucidides, que camina inexorablemente hacia su cada. Y a esta Atenas le ocurre lo mismo que al hroe trgico, que sale engrandecido de su propia ruina. Pensemos en el sentimiento de grandeza, en la majestad o dignidad, en el infortunio, en la glorificacin final de Edipo o de Filoctetes. En la obra tuciddea, el discurso funebre de Pericles es sin duda el mejor exponente de este sentimiento de grandeza. Este epitafio constituye el reconocimiento final de que, pese a su derrota y humillacin, los valores e ideales del espritu de Ajenas tendrn eterna vigencia. Es la glorificacin en el infortunio. Este cierto esquema trgico parece asumible en el anlisis de la Historia de Tucdides, un hombre que vive en la misma atmsfera de los grandes trgicos, pero no debemos exagerar el alcance de esta concepcin trgica con menoscabo de los valores histricos de la obra tucididea, tal como ha hecho Stahl, quien, como reaccin frente a intrpretes optimistas que niegan el valor parcial del azar y de lo irracional en el pensamiento tucidideo, sostiene que toda la Historia de la Guerra del Peloponeso est bajo el signo de la ~5ch y que el azar ciego panea constantemente sobre acclones y personajes. No resta sino esperar que estas reflexiones inciten al lector a penetrar en la Historia de Tucdides, una de las creaciones ms atractivas y problemticas de la literatura histrico-poltica. Es a laXLIV TUCDIDES vez atractiva y problemtica entre otras razones por su estilo, por la belleza, riqueza, austeridad y dificultad de su lenguaje y vocabulario, a la vez potico y cientfico, antiguo e innovador; exige un dominio de los matices de la lengua griega y constituye un desafo para el traductor. Y tampoco ahorra esfuerzo y atencin a quien lo lee en una traduccin, pues la precisin y profundidad de sus ideas se corresponden con una expresin ardua y concentrada, con un estilo en el que se unen razn y pasin, donde la concisin y exactitud cientfica aparecen junto a un halo trgico y potico. Pero esta dificultad posiblemente hace ms atractiva su lectura, que se convierte en un verdadero reto para el lector que coge tranquilamente el libro de su mesa o mesita de noche y lo lee sin precipitacin, recordando aquellas palabras de Nietzsche: Tucdides ha pensado, al confeccionar su obra, en la inmortalidad; si no lo supisemos por otros medios lo adivinaramos por su estilo. JUAN Jos TORRES E5BARRANCH Palma de Mallorca, 22 de marzo de 2000 HISTORIA DE LA GUERRA DEL PELOPONESO 1NOTA A LA PRESENTE TRADUCCINNuestra traduccin ha seguido el texto establecido por J. de Romilly, L. Bodin y R. Weil en la Collection des Universits de France editada por Les Belles Lettres, Pars, 1953-1972. Ha tenido presente, asimismo, la edicin de G. Donini (Turn, 1982> y, para los libros 1 y II, el texto de O. Luschnat (Leipzig, 2.~ ed., 1960) y la edicin de G. B. Alberti (libros 1-II, Roma, 1972). Hemos consultado, adems, la de A. Maddalena (libro 1, Florencia, 195 11952), la de H. Stuart Jones (rey. J. E. Powell, Oxford, 1942), la de la Loeb de Ch. F. Smith (Londres, Cambridge Mass., 1919-1923) y otras ediciones y comentarios textuales de los que se dar referencia en las notas a diversos pasajes. La fundamental obra de A. W. Gomme, A. Andrewes, K. J. Dover, A historical commentary on Thucydides (Oxford, 1945-1981, 5 vols.), ha sido de inestimable Valor para la redaccin de las notas, que, al igual que la traduccin, tambin son deudoras de lecturas, observaciones y sugerencias contenidas en ediciones y traducciones Como las de Poppo y Stahl, Arnold, Kruger, Classen y Steup, Forbes, Hude, Ch. F. Smith, Maddalena, Romilly, F. R. Adrados, Berenguer, Horneffer-Strasburger, Landmann, K. J. Dover, Donini, Moggi y en libros y artculos Cuyas referencias irn apareciendo a lo largo de las mismas notas o en la Bibliografa final. En cuanto a las traduccioj4GUERRA DEL PELOPONESO nes de Tucdides en Espaa, dejando aparte versiones mactuales como la de los discursos tuciddeos al aragons, realizada hacia el ao 1384, del Matritensis 10801. procedente de la Biblioteca del Marqus de Santillana, y la defectuosa traduccin clsica espaola de Diego Gracin, secretario del emperador Carlos V, a quien est dedicada (Salamanca, loan de Canova, 1564), slo contamos con dos buenas versiones completas de nuestro historiador: la de F. Rodrguez Adrados (Madrid, Biblioteca Clsica Hernando, 1952-1955, 3 vols.), prestigiosa gua para los estudiosos de un escritor profundo y atractivo que exige una atenta lectura, y la catalana de 1. Berenguer Amens (I-V, Barcelona, F. Bernat Metge, 1953-1970), a quien, como a A. W. Gomme, sorprendi la muerte antes de acabar su obra, llevada a trmino por M. Balasch (VI-VIII, Barcelona, 1978-1982). Tenemos, asimismo, una buena traduccin fragmentaria de J. Alsina (Guadarrama/Punto Omega, 1976), una interesante seleccin de pasajes llenos de actualidad. Palma de Mallorca, marzo de 1987 LIBRO 1 INTRODUCCIN. CAUSAS Y ANTECEDENTES DE LA GUERRA DEL PELOPONESOSINOPSIS1. Prlogo. La importancia de la Guerra del Peloponeso. 2-19. La Arqueologa. Debilidad de pocas anteriores en relacin con la Grecia de la Guerra del Peloponeso. Crtica histrica. La investigacin de Tucdides. El mtodo histrico. La magnitud de la Guerra del Peloponeso. Sus causas. Conflicto de Corcira. 29. Victorias de Corcira. 31. Embajadas de corcireos y corintios a Atenas. 32-36. Discurso de los corcireos. 37-43. Discurso de los corintios. 44-45. Alianza defensiva de Atenas y Corcira. Intervencin ateniense. 46. Preparativos de los corintios. 47. Preparativos de los corcireos. 48-52. Batalla naval de las islas de Sbota. 53. Conversaciones entre atenienses y corintios. 54. Corintios y corcireos reivindican la victoria. 55. Los corintios y los atenienses regresan a su patria. 20-22. 23. 24-55.LGUERRA DEL PELOPONESO 56-66. Conflicto de Potidea. 57. Intrigas de Perdicas contra los atenienses. 58. Sublevacin de Potidea. 59. Los atenienses en Macedonia. 60. Ayuda de Corinto. 61. Expedicin de Calias. 62-63. La Batalla de Potidea. 64-66. Asedio de Potidea. 67-88. El debate de Esparta. 68-72. Discurso de los corintios. 73-79. Discurso de los atenienses. 80-85. Discurso de Arquidamo. 86. Discurso de Estenelaidas. 87. El tratado ha sido violado. 88. El miedo de Esparta al podero de Atenas. La verdadera causa. 89-118. La Pentecontecia. Historia de Atenas despus de las Guerras Mdicas. Formacin del Imperio ateniense. 90-93. La reconstruccin de las murallas de Atenas. Actuacin de Temstocles. 94. Expedicin de Pausanias contra Chipre y Bizancio. 95. Acusaciones contra Pausanias. La hegemona pasa a los atenienses. 96. La Confederacin tico-delia. 97-100. Origenes y crecimiento del podero ateniense. De la hegemona al Imperio. Expediciones de Cimn, Tracia, Naxos, Eurimedonte, Tasos. 101. La rebelin de los hilotas. Rendicin de Tasos. 102. Diferencias entre Esparta y Atenas. El incidente de Itome. 103. Fin de la resistencia de Itome. Alianza de Mgara y Atenas. Los atenienses en Egipto. Guerras contra Corinto, Epidauro y Egina. Expedicin lacedemonia a Grecia Central.104. 105-106. 107. 108.Batallas de Tanagra y de Enfita. Expediciones atenienses. Atenas acaba sus Muros Largos. 109-110. Derrota de los atenienses en Egipto. 111. Los atenienses en Tesalia, en el Peloponeso y en Acarnania. 112. Tregua de cinco aos con Esparta. Expedicin a Chipre. Muerte de Cimn. Victoria de Salamina de Chipre. Guerra Sagrada. 113. Batalla de Coronea. Derrota ateniense en Grecia Central. 114. Sublevacin de Eubea y de Mgara. 115-117. La Paz de Treinta aos. La Guerra de Samos. 118. Fin de la Pentecontecia. Embajada lacedemonia a Delfos. 119-125. Asamblea de la Liga del Peloponeso en Esparta. 120-124. Discurso de los corintios. 125. Se decide la guerra. 126-139. Reclamaciones y pretextos. 126-127. Primera embajada lacedemonia a Atenas. El sacrilegio de los Alcmenidas. 128-134. Rplica ateniense. El sacrilegio del Tnaro. Traicin de Pausanias. El caso de Temstocles. Asamblea de Atenas. Nuevas embajadas lacedemonias a mtum. La Asamblea. 140-144. Discurso de Pendes. 145. Respuesta de Atenas. 135-138. 139-145. La 139. 146. Acaba el relato de las causas y antecedentes de la Guerra del Peloponeso. Atenas. El ulti6 LIBRO 7 PRLOGOTucdides de Atenas escribi i la historia de la guerra entre los peloponesios y los atenienses2 relatanda cmo se desarrollaron sus hostilidades ~, y se puso a ello4 tan pronto como se declar, porque pensaba que iba a ser imLa importancia de la Guerra del Peloponeso 1 El historiador no se dirige exclusivamente a sus conciudadanos (cf. pasajes como II 19, 2; 34, 7; VIII 67, 2, con explicaciones superfluas para un ateniense), sino que piensa en un pblico amplio y en la posteridad. Por eso da su nombre unido al nombre de su ciudad, como habian hecho Hecateo (cf. F. JAcOBY, Die Fragmente der griechschen Hiszoriker JFGrHstJ, Berln-Leiden, 1923..., 1, F 1) y Herdoto (1, Proemio) en una lnea de afirmacin de la personalidad que se inici con la lrica. Sin embargo, cuando habla de s mismo como estratego ateniense (cf. nfra, IV 104, 4) se cita con el nombre con el que se le conoca oficialmente en Atenas: Tucdides de loro (Thoukyddls Oldrou). 2 Esta guerra del 431-404 supuso la culminacin de la oposicin entre Atenas y Esparta. Es la historia de cmo evolucion la guerra y de la poltica relacionada con ella. No se trata de una historia general de la poca y otros aspectos pasan a segundo plano. El objetivo de la investigacin tuciddea es la guerra en s misma en sus diversas fases y con todas sus causas, Implicaciones y consecuencias, y no es la guerra en su aspecto superficial aunque es un ma~co observador y narrador de los hechos blicos , sino que se interesa de forma especial por su trasfondo, sus races y derivaciones; le importan las causas profundas y los motivos que se esgrimieron, as como las consecuencias morales que provoc, Y todo ello labe mirarlo con ojo clnico. Una guerra para un historiador imbuidolo GUERRA DEL PELOPONESO portante y ms memorable que las anteriores ~. Basaba su conjetura en el hecho de que ambos pueblos la emprendan en su mejor momento gracias a sus recursos de todo del mtodo hipocrtico era como una enfermedad. As como en el estado normal de salud no pueden observarse las anomalas fisiolgicas, del mismo modo en las pocas de paz no se patentizan los desarreglos y alteraciones del organismo social. Igual que el mdico estudia la salud y sus caractersticas mediante la observacin de cuerpos enfermos, el historiador y el socilogo pueden entender mejor las leyes que rigen la comunidad humana mediante el anlisis de las guerras, las pocas crticas en las que se pone de manifiesto el trasfondo .ie la salud de los pueblos. Quedan entonces al descubierto todas las alteraciones y las tendenciaselementales de la sociedad, el fenmeno del poder, el derecho y la fuerza, la ambicin poltica, etc. Todas esas cuestiones constituyen el centro del inters de la Historia de Tucdides (cf. sobre ello el libro de J. ALSINA, Tucdides: Historia, dilca y poltica, Madrid, 1981). El tema, pues, est perfectamente delimitado desde el principio: la guerra entre los peloponesios y los atenienses. No es una historia cultural de su tiempo, y en funjin de esto se explican algunos silencios del historiador; se cifte a unos hechos militares y polticos concretos: la guerra y sus causas profundas, los mviles que la desencadenaron, las fuerzas, leyes e ideas subyacentes, su evolucin y el papel de los polticos y de los pueblos... En resumen, un objetivo restringido, y vasto a la vez, dentro de cuyos lmites Tucdides aspira a lograr un ktma es aie, es decir, una adquisicin para siempre (cf. nfra, 1 22, 4). ~ Su preocupacin por narrar la guerra comenz con la guerra misma, y su genio lo llev a analizar con extraordinaria profundidad los sucesos contemporneos. Desde el principio de la guerra, comenz, por tanto, a reunir y preparar los materiales de su Historia. En comparacin con el pasado remoto, al que se refiere la Arqueologa, y con el pasado reciente y actuante de la Pentecontecia, Tucdides analiza su poca y la g.uerra que le ha tocado vivir; ello le lleva a una afirmacin de la importancia y superioridad del presente y a minimizar, en relacin con la Guerra del Peloponeso, todas las anteriores, la de Troya inclusive. Y del mismo modo que sita su guerra frente a las que la precedieron, l mismo pretende distanciarse de sus predecesores; su obra quiere ser distinta en concepcin y mtodos y, a lo largo LIBRO .1 11 6 en tpo , y que vea que los restantes griegos, unos de inmediato y otros disponindose a ello, se alineaban en uno u otro bando. sta fue, en efecto, la mayor conmocin7 2 que haya afectado a los griegos y a buena parte de los brbaros 8; alcanz, por as decirlo, a casi toda la humade sus pginas, encontramos frecuentes pruebas de su voluntad de novedad y singularidad. Su obra, en consonancia con su poca, ha de ser borrn y cuenta nueva respecto a concepciones y a mtodos anteriores, en relacin a Homero, a los loggrafos y a Herdoto, y, junto a esta pretensin de novedad y singularidad, se evidencia, asimismo, la voluntad de permanencia de una obra concebida como adquisicin para siempre, como leccin y ejemplo para generaciones futuras y con el mismo afn de utilidad en que se inspiran las observaciones clnicas de un mdico (cf. nfra, II 48, 3). Estas aspiraciones tuciddeas se evidencian a lo largo de una obra tan densa y ardua como atractiva, una obra en la que se reflejan una inteligencia que constantemente relaciona, un pensamiento profundamente analtico y un espritu apasionado, un intelectual y un artista, una obra llena de tensiones y contrastes donde tan pronto sobresale la poca y el ambiente y su formacin sofstica como la original personalidad del historiador, donde unas veces prima lo racional y otras lo irracional y lo trgico; donde coexiste el cientfico, su afn de precisin, concisin y su espritu antittico, con el poeta que quiere atraer la atencin sobre la grandiosa y trgica aventura de su patria, sobre una guerra que considera ms memorable que las anteriores. Todo ello se refleja perfectamente en su lxico y en su estilo, en los que se conjugan asimismo las influencias de una poca y los rasgos nicos de una extraordinaria individualidad, tal como se revela a quien lo lee sin precipitacin. 6 Cf. nfra, 1 19, y 118, 2. Knisiv. Sobre este trmino, cf. H. PATZER, resea de F. Bizer, Untersuchun gen zur Archaologie des Thukydides. tesis, 1937, Gnomon 16 (1940), 350; N. O. L. HAMMOND, The arrangement of the thoughtin ihe proem and in other parts of Thuc.ydides 1, The Classical QuartCrly II (1952), pg. 132. 8 Los griegos utilizaban el trmino bdrbaros para designar al extranJaro que no perteneca a su estirpe, mientras que xnos serva para indicar al extranjero griego (cf. HERDOTO, II 160, 4), que era ciudadanoGUERRA DEL PELOPONESO nidad ~. Pues los acontecimientos anteriores, y los todava ms antiguos lO, era imposible, ciertamente, conocerlos con precisin a causa de la distancia del tiempo; pero por los indicios a los que puedo dar crdito cuando indago lo ms lejos posible, no creo que