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Grandes Artistas

Ricardo YrarrázavalContemporáneos Chilenos

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Grandes Artistas

Ricardo YrarrázavalContemporáneos Chilenos

AgRAdecimientos

Sitio Artistas Plásticos Chilenos, Biblioteca Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago de Chile.

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Sitio Artistas Plásticos Chilenos, Biblioteca Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago de Chile.

Portada

De cuello y corbata70 x 50 cm / Pastel seco sobre papel / 1976

ContraportadaMiembro honorario65 x 50 cm / Óleo sobre tela / 1996

Edición General Cecilia PalmaDirección y Producción Cecilia PalmaPrólogo Gaspar Galaz C.Textos Verónica WaissbluthDiseño y Diagramación Trinidad Correa, Macarena Reyes

Coordinación Editorial Lorena SánchezImpresión RR Donnelleywww.galeriaceciliapalma.cl

ISBN 978-956-8781-13-2

c Registro Propiedad Intelectual Nº 215.765Santiago, Chile. Derechos Reservados Prohibida su reproducción total o parcial

Número de ejemplares 5.000Primera edición, mayo 2012

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Índice

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1978

Ricardo Irarrázaval es un artista que domina el territorio de la escultura, el dibujo y la pintura.En este último lenguaje ha investigado una diversidad de temáticas, de técnicas, y, sobre todo, ha realizado una profunda investigación sobre nuevas estrategias, que den cuenta con mayor profundidad de lo que él quiere narrar, comunicar y descubrir en el ser humano.Su primera etapa en su exploración pictórica– y me refiero a los años 60–, fundamentalmente, residía en el conocimiento de la tapicería del Altiplano, como también del norte de Chile. Son pinturas en las que el artista representa, a través de diversos planos abstractos, la estructura geométrica de aquellos trabajos precolombinos, donde, por cierto, hace hincapié en la elaboración de un equilibrio cromático donde predominan los tierra, los rojos, ciertos verdes, para producir unas pinturas cuya densidad matérica estaba realizada mediante el trabajo riguroso de la espátula; esta herramienta lo acompañará hasta el día de hoy, porque efectivamente Yrarrázaval analizará a fondo, mientras pinta, las posibilidades que tienen las distintas espátulas para organizar la materia en la superficie de la tela. Esta etapa la considero fundamental, ya que a través de ella el maestro consolidará su presencia como pintor en la escena nacional, dejando atrás su etapa inicial y como escultor en gres cerámico.Es a comienzo de los 70 cuando el artista realizará un giro en las temáticas abordadas en su trabajo como pintor: el retrato, la figura humana como problema, el ser humano observado meticulosamente. Ya en el año 72-73 Yrarrázaval pinta cuadros más bien de pequeño formato, con unos extraños personajes encuadrados en lo que es el rostro y los hombros, retratos sin rostro, donde la cabeza ovoidal no contiene el más mínimo rasgo que lo individualice. En esta serie de retratos, que abarcará los 70 y 80, el artista se involucra desde una mirada crítica sobre la condición humana. No hay duda de que para él, el rostro, la cara y lo fisonómico dan cuenta de lo que ese ser es. Así, durante años el ovoide y la aparición lenta de

ciertos rasgos, como también de cierta indumentaria, con que va vistiendo a sus personajes, van dando cuenta del surgimiento del retrato como una estética, como una temática que va a caracterizar su trabajo como artista. Yrarrázaval repone el concepto de pose; es decir, la importancia de la actitud corporal del retratado imaginario. La vestimenta comienza a tomar gran relevancia, de tal manera que, por ejemplo, el tipo de corbata, la chaqueta, pero al mismo tiempo la estrategia que este artista utiliza para pintar los distintos elementos, es clave para armar el mundo metafórico y simbólico que su pintura transmite: la distancia sutil y en otras muy marcadas entre lo que está a foco y lo borroso. En otras palabras, Yrarrázaval va a trabajar entre lo corrido, lo borrado o, más bien, el fuera de foco. Así, rostros fugases, que pierden su identidad por un brusco movimiento de la cabeza, pero que sin embargo los elementos que los acompañan están rigurosamente realizados, hasta el más mínimo detalle. Surge entonces el

Prólogo

LA soLedAd deL joven pintoR

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contrapunto entre la pregunta por la identidad, por una parte, y, por otra, la precisión del buen vestir, la fuerza de la presencia; es decir la relevancia que en el mundo de hoy tienen las apariencias.Toda esta propuesta del artista surge desde su mirada analítica y rigurosa sobre el mundo, es un observador silencioso, que va acumulando en su memoria rostros, actitudes, para luego realizar una verdadera síntesis de lo que puede ser el hombre de hoy. En sus últimas exposiciones, el maestro Yrarrázaval, sin dejar de lado la cabeza

del ser humano, ha incrementado el rigor de la línea, del contorno, incluso, diría, del rigor geométrico en el cual ubica el cráneo de sus retratos imaginarios. En muchos casos, Yrarrázaval ha ampliado sus estrategias técnicas a una combinación entre formas pregrabadas mediante técnicas digitales, con la pintura acrílica, óleo y pastel. Se genera así una extraña convivencia entre cabezas sin rostros y la compleja trama de análisis plástico en la cual hace habitar esos seres enigmáticos, que siguen buscando, sin

encontrar aún una identidad definida.Los últimos trabajos de Yrarrázaval buscan a través de otro medio, de una nueva técnica (la digitalización), un nuevo modo de comunicarse con el público. Deja por un tiempo los pinceles y las espátulas, para investigar las nuevas técnicas computacionales, como una nueva herramienta creadora en la que el hombre y la problemática actual han permanecido como protagonistas.

Gaspar Galaz C.

Costo Beneficio81 x 100 cm / Óleo sobre tela / 1986

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LA soLedAd deL joven pintoR

Ricardo Yrarrázaval se crió con otros cinco hermanos en una gran casa familiar de Providencia. Asistió al colegio San Jorge, que impartía educación católica con sesgo anglosajón. Su padre, del mundo empresarial, era una persona de gran inquietud cultural que, sin embargo, temía a la bohemia de los artistas. Le ponía todo tipo de obstáculos para que abandonara el arte y para que siguiera sus pasos en los negocios. “Si te gusta la pintura, déjala para los fines de semana”, le reclamaba; y durante un tiempo, eso fue exactamente lo que hizo. Se empleó como ayudante de contador en una oficina de importaciones y exportaciones y, en paralelo, arrendó un pequeño taller en la calle Villavicencio para poder pintar. Pasaba allí largas horas, durante las cuales dibujaba su entorno: el mismo taller, una silla, una modelo o sus propias amistades. Jamás se le ocurrió estudiar pintura, ni menos acercarse al Bellas Artes, ubicado en las inmediaciones. En retrospectiva, confiesa que quizás le habría gustado, “no tanto por los profesores, sino por los condiscípulos. Es que yo pintaba en mi soledad, y me habría servido conversar y discutir sobre arte, como también sobre el trabajo que hacían mis compañeros”. En el intertanto, crecía su insatisfacción, porque después de dos años, el puesto en la oficina le resultaba muy poco gratificante. Su padre empezó a darse cuenta de que el hijo no seguiría el camino de los

negocios. Cediendo en su empeño, decidió ayudarlo, y le consiguió un pasaje en una nave salitrera con destino a Alejandría. Costaba un dólar diario, y fueron 45 jornadas –o sea, 45 dólares–, con él como único pasajero. “Era fascinante, porque en el día retrataba a los marineros y en las tardes subía a cubierta para escuchar sus historias de puertos y mujeres. Era un barco fletero que andaba por todo el mundo, y no pisamos tierra en todo ese tiempo. Hubo de todo, hasta peleas con cuchillos”, recuerda. Al partir estaba confundido. “Quería viajar ; irme a Europa, alejarme de mi casa. No sabía muy bien qué hacer, y no tenía para nada claro que quisiera convertirme en artista”. Cuando llegó a Alejandría hizo un recorrido hasta Roma, y recién entonces se le ocurrió ingresar a la Academia de Bellas Artes. Tras un examen, fue aceptado, y buscó una pieza donde vivir. Terminó compartiéndola con un compañero que venía de la India, y que retrató en un dibujo a lápiz.

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Autorretrato22 x 30 cm / Carboncillo sobre papel / 1995

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Con él deambulaba por la ciudad provisto de un cuaderno de croquis. Muchas veces ofrecieron sus dibujos a los parroquianos de las trattorie, quienes les pagaban con un plato de tallarines. “Todavía recuerdo a una señora de edad que me pidió un retrato de su perro. Yo le dije que sí, y llegó al día siguiente con un animalito que, para mi sorpresa, no era de verdad, sino de porcelana”. Una vez de vuelta en Chile pensó dedicarse a la cerámica para ganarse la vida. Contactó para ello al escultor Raúl Valdivieso, a quien le habían presentado antes de viajar. Con

él montó un taller de cerámica y escultura en una construcción muy precaria con aspecto de gallinero, a la cual bautizaron “el Rancho”. Contaba, sin embargo, con corriente trifásica, lo que resultó fundamental, pues les permitió fabricar un horno para cocer las piezas. Recién casado, se instaló allí con su esposa. Hicieron una chacra, y él comenzó a trabajar en cerámica. Mientras su mujer se desempeñaba como secretaria en la embajada de Estados Unidos, Yrarrázaval inició la consolidación de un prestigio que se asentaría en el tiempo, haciéndolo merecedor de incontables galardones

Dibujo22 x 33 cm / Carboncillo sobre papel / 1962

y reconocimientos artísticos; entre ellos, el Primer Premio del Concurso CRAV en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago, en 1966, y el Primer Premio en el Primer Concurso Colocadora Nacional de Valores, en el Museo de Bellas Artes de Santiago, en 1975; ambos, los certámenes más relevantes de la época en lo que a artes visuales se refiere. El primero de ellos había sido creado a comienzos de la década de 1960 como alternativa a los Salones Oficiales, y el segundo congregó a los creadores más destacados del país durante los 70 y los 80.

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Dibujo22 x 33 cm / Lápiz sobre papel / 1959

Dibujo27 x 38 cm / Plumón sobre papel / 1953

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Dibujos Croquera22 x 30 cm / Grafito y pastel graso / distintas fechas

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Pero a pesar de los reconocimientos, ya en 1960 no estaba satisfecho con su trabajo, y como ya lo había hecho antes en momentos de desorientación, emprendió un nuevo viaje. Esta vez fue por tierra, en un viejo jeep sobre el cual se propuso recorrer parte de América. El viaje comenzó por Mendoza y el norte de Argentina. De allí pasó a

Dibujos Croquera22 x 33 cm / Carboncillo sobre papel / 2001

Bolivia y luego al Perú. Escogía los caminos menos transitados para llegar a las localidades más auténticas y desconocidas. “Percibí la soledad y el aislamiento de esos pueblos. De repente se asomaban niños muy tímidos que ni siquiera respondían a mis saludos”. Aquel viaje dio un nuevo impulso a su obra, y fue uno de los tantos que realizaría a través de los años. Todos ellos le han proporcionado vivencias que han modificado y enriquecido su trabajo: en diferentes etapas viajó a Nueva York y Europa, revelándose la influencia de aquellas aventuras en cada nuevo período de su creación.

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LA impoRtAnciA de LA estRuctuRA

El dibujo es para Ricardo Yrarrázaval tan importante como la pintura, porque estructura a la imagen y contribuye a que la composición –es decir, la manera en que están distribuidas las formas en la tela o en el papel– sea equilibrada y original. Como borra y corrige muy poco, la limpieza es una de sus características. Demarca las figuras con mucha precisión y gran rigor, recogiendo lo fundamental, sin poner accesorios de más. “Lo lindo del croquis es que sacas lo que te impacta a primera vista”, se lee en el catálogo de su muestra retrospectiva, escrito por el teórico del Arte Pedro Celedón. Siempre dibujó, desde el colegio, cuando hacía garabatos –“monos”, dice él– en la última página de los cuadernos. A medida que se interesó por el dibujo, las figuras se fueron depurando, porque la práctica intensificó su capacidad para eliminar minucias.


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Ello, porque nunca trató de copiar el modelo con todos sus detalles como si fuese una fotografía, sino de resumir sus formas esenciales con la menor cantidad de trazos. “A diferencia de una foto, en el dibujo eres tú quien elige qué mirar y cómo incluirlo en el espacio. Por eso, la vista y la intuición se entrenan con el tiempo para abstraer –para aislar– lo elemental. Además, el dibujo da equilibrio y proporción a las figuras; aunque luego las deformes, es importante que tengan una estructura”. Por ejemplo, los pies en el dibujo a carboncillo de 1962 (Pág. 12) se ven distorsionados –cómicos incluso si se los observa por separado–, pero al mirarlos mejor, son en realidad pequeños círculos que se asemejan a las líneas curvadas del pelo en el extremo derecho del papel, lo que ayuda a equilibrar la figura en su conjunto. Y si bien la posición de la modelo no parece del todo cómoda, el brazo hacia abajo presta un apoyo indispensable a la mujer, que de otro modo flotaría en el aire.



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Sin Título70 x 50 cm / Pastel seco sobre papel / 1977

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Las líneas de dicha obra son más sueltas y vigorosas que las del boceto a lápiz realizado tres años antes. Pero ambos dibujos tienen en común la temática del desnudo femenino, que reaparece cada tanto en su obra. Ello, pues para él la mujer es más armoniosa que el hombre. Le gustan la actitud, los movimientos y la manera femenina de disponer el cuerpo. “Me atrae hacer un desnudo femenino dibujado. Los hombres somos más destartalados; menos gráciles y menos delicados”. Hombre o mujer, la figura humana –el torso, la cabeza– es la característica más constante de su trabajo. “El hombre, pues, como anónimo y pasivo observador aparece desconcertado reflexionando ante la propia existencia y sus circunstancias”, señaló sobre aquellas figuras el conocido crítico Waldemar Sommer.

El mismo Yrarrázaval lo explica de la siguiente manera: “Lo del ser humano en mi obra es una cosa obsesiva. Me pregunto por qué hago estos seres. Quizás se deba a que siempre me he sentido distante de la gente: creo que he pintado tanto al hombre justamente para aproximarme a él”. Así, son personajes solitarios, tal como él mismo lo es. A menudo no se trata siquiera de individuos reconocibles, ya

Sin Título70 x 60 cm / Pastel y grafito sobre tela / 2010

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sea porque no tienen cara, o porque, si la tuvieron, no muestran emociones. Son más bien las formas esenciales del ser humano, sin accesorios ni anécdotas individuales: podrían ser todos y ninguno. “Por eso hago

cabezas: intento mostrar la presencia, me olvido muchas veces de sus rasgos personales, no busco hacer un retrato. Es mi propia realidad pictórica, como cuando un niño dibuja a su padre: aunque no lo copie ni lo haga exacto,


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esas líneas son su papá para él. A través del tiempo, los personajes se van convirtiendo en la presencia del hombre: en algo así como mis amigos, como mis familiares”. Pero a pesar de sus rasgos ausentes o indeterminados, el contorno de aquellas presencias es definido en extremo. No importa si es con lápiz, pastel o pintura: el dibujo de la silueta está fuertemente marcado, pues el hábito de acentuar el contorno hace que la obra sea más limpia y despejada.

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Pero el delineamiento de la silueta tiene otro propósito: el de aislar a las figuras del fondo. Los personajes no se incorporan a interiores ni geografía alguna; no tienen paisajes ni escenarios, no están sujetos a tiempo ni lugar. Y aquello profundiza aún más su soledad. “Es el hombre en el universo, porque aun si tenemos familia y amigos, somos intrínsecamente solitarios”. Sus figuras silenciosas y sin compañía se reiteran en forma permanente. Pero las técnicas y materiales cambian sin cesar, porque a Yrarrázaval le da miedo repetirse. Es la razón por la cual ha vivido experimentando durante sus casi sesenta años de carrera. “Necesito variar de técnica para motivarme. Le temo al aburrimiento que, inevitablemente, se transmite en la obra. Por eso es que estoy siempre en una búsqueda para expresar mejor aquello que siento”, reflexiona.A comienzos de los años ’80, por ejemplo, descubrió un sistema “que era de locos y que me dejaba el brazo dolorido”. Se trataba de un dibujo completo a lápiz que luego traspasaba a otro papel frotándolo

con una cuchara por el reverso. “Lo que lograba entonces era una imagen algo borrosa, con una calidad y textura que me interesaban”.No sólo eso: para desperfilar aún más la imagen, pasaba largas horas rayándola por el reverso, con lo cual quedaban todavía más empañadas. Un procedimiento similar utiliza en sus últimos croquis con pastel graso, donde hay figuras con el rostro difuminado por decenas de líneas que lo cubren. Esta vez, el rayado no se hace con lápiz, sino sacando el pigmento con un pequeño cuchillo. El resultado es un tipo de personaje que sólo se entrevé tras las líneas, semioculto por la neblina, por un enrejado o por un velo, como una fotografía desteñida por el tiempo: un hombre solo y, por añadidura, lejos.

Sin Título65 x 50 cm / Acrílico y grafito sobre tela / 2010

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Los primeros cuadros de Ricardo Yrarrázaval fueron paisajes de la naturaleza o de las ciudades, porque suele caminar en solitario. La mayoría de sus pinturas abordaba visiones de la ciudad. “Me interesa la arquitectura, porque me atrae lo urbano como habitación del hombre. Además, mi obra da mucha importancia a la estructura, y en ese sentido es casi arquitectónica. Es mi manera de ser, mi temperamento: ese carácter estricto, de que las cosas estén bien plantadas, de que el cuadro sea equilibrado”. Luego de algunos años pintando paisajes y practicando una figuración incipiente, entró en crisis, y dejó de trabajar. Necesitaba una razón lo suficientemente poderosa como para volver a intentarlo, y la encontró en su viaje por América. Los colores del Altiplano fueron su motivación para retomar el arte. Si antes prefería matices más suaves y apagados, surgía ahora un colorido intenso y decidido, inspirado en la vestimenta de los habitantes del desierto. “Me impresionaron esas ropas multicolores y tan contrastantes con el gris del entorno. Me gustó mucho cómo la gente se vestía para diferenciarse, para destacarse, como para sobrevivir frente al paisaje”.

Presencia Ancestral130 x 97 cm / Óleo sobre tela / 1965

En su silencio100 x 81 cm / Óleo sobre tela / 1969

Monólogo147 x 97 cm / Óleo sobre tela / 1969

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A partir de esa experiencia comenzó a pintar figuras que semejaban tótemes o seres humanos, primero con el tronco y las extremidades, como en “Presencia ancestral” (Pág. 30), luego con un cubo que hacía las veces de cabeza, como en “En su silencio” (Pág. 30), y finalmente con sugerencia de ojos y de boca, como en “Monólogo” (Pág. 31). Parecían ídolos paganos de alguna cultura antigua, ataviados con textiles que recordaban los tejidos precolombinos. Él engrosaba la pintura con capas sucesivas de pigmento; bajo un color claro ponía uno más oscuro, con lo cual, además, la superficie adquiría la apariencia de piedra o de tierra. Para ello recurrió a la espátula, y no al pincel, inventando una técnica propia y completamente distinta a la de la pintura clásica. Esta última utiliza veladuras y empastes. Las primeras son capas de color muy finas y translúcidas sobre una zona de pigmento ya seco, y los segundos se forman con pigmentos más espesos que se aplican encima, utilizándose generalmente para producir las luces. Yrarrázaval, sin embargo, quería lograr el volumen en sus telas. Comenzó para ello a arrastrar la pintura con la espátula para difuminar los colores y dar cuerpo a la imagen, como quien empareja la mantequilla sobre el pan.Fue un proceso lento y trabajoso. “No soy como otros artistas, que gozan cuando pintan. Yo me demoro, porque me cuesta mucho. Llego a hacer diez, once ensayos, echando a perder muchas telas. Soy demasiado prolijo, porque no borro ni pinto encima”.

De manos tomadas55 x 33 cm / Óleo sobre tela / 1973

Su Ego92 x 65 cm / Óleo sobre tela / 1973

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Los Secretos de la Meche55 x 33 cm / Óleo sobre tela / 1972

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Explica además que todas las vivencias influyen en el trabajo, y que una cosa lleva a la otra. Después de sus paisajes, de sus pinturas abstractas y de sus figuras totémicas del comienzo, se acercó poco a poco a la realidad. En forma paulatina, fue posible reconocer en sus obras a personajes con actitudes cotidianas, e incluso con objetos, a pesar de que no eran individuos reales, sino más bien figuras genéricas. “De manos tomadas” (Pág. 32), por ejemplo, mostraba una suerte de muñeco de madera cuya postura lo hacía absolutamente reconocible, pese a no tener rostro; también sin rostro era el personaje de “Su ego” (Pág. 32), “que tiene algo como de caracol: es un ser concentrado en sí mismo”, explica el artista. Tampoco tenían cara los personajes de “Los secretos de la Meche” (Pág. 33) y “De cuello y sombrero” (Pág. 34). Eran seres solitarios y encerrados en un mundo no del todo real, aunque gracias a su vestimenta, resultaban altamente expresivos y aun caricaturescos.

De Cuello y Sombrero55 x 33 cm / Óleo sobre tela / 1972

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Desnudo con Medias73 x 50 cm / Óleo sobre tela / 1976

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Los blandos sueños de Elvira60 x 60 cm / Óleo sobre tela / 1975

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La indumentaria es un elemento importante en la pintura de Ricardo Yrarrázaval. Le ha servido para reflexionar e ironizar acerca del hombre y sus circunstancias. “La ropa es como una armadura. ‘Bien vestido, bien recibido’, dicen. Es como tener un gran auto, o como esos señores tras un escritorio; yo aborrezco a esos hombres detrás de un escritorio. Me da la sensación de que se van a desarmar si se lo quitas”, confiesa.

Una de las prendas más significativas para él es la corbata, que han lucido muchos de sus personajes. La frecuencia con la que aparece en sus cuadros revela cierta rebeldía, pues en ocasiones a él mismo lo obligaban a ponérsela. Camisa y corbata usaba así el protagonista de una pintura al pastel realizada en 1977; por lo demás, aquella figura ilustra a la perfección el afán de Yrarrázaval por la pulcritud de sus obras, que a veces

lo lleva incluso a pintar sus partes por separado, con plantillas de cartón recortadas según sus formas. En este caso, recortes de la cabeza, el cuerpo y algunas áreas de la vestimenta, que ponía sobre la tela para después aplicar el color por encima. Se aseguraba así de marcar cien por ciento los contornos, sin pasarse de la línea.A diferencia de los seres con cuello y corbata, que eran hombres

Retrato de un conocido73 x 50 cm / Óleo sobre tela / 1978

Consigo misma73 x 50 cm / Óleo sobre tela / 1978

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rígidamente vestidos, los personajes de “Desnudo con medias” (Pág. 35), “Luz de noche” (Pág. 38) y “Los blandos sueños de Elvira” (Pág. 36) eran mujeres impúdicas y carnosas. Pero sus siluetas también se recortaban contra el fondo y, al igual que las figuras masculinas, estaban inmersas en una atmósfera irreal, como si actuasen sobre un escenario: no eran de este mundo, y exhibían un humor absurdo y surrealista que las hacía aún más enigmáticas.El crítico de arte Waldemar Sommer indica que muchas de aquellas obras revelaban “una observación crítica hacia el mundo burgués. Son personajes deformados por una ironía que se subraya con el realismo de los objetos en su entorno: si los personajes son fantasmales, sus muebles y su ropa son muy evidentes y prosaicos. Pero, por sobre todo, son los colores los que acentúan la ironía; matices artificiales que dan a la escena un carácter casi perverso, completamente teatral”. Como en “Los blandos sueños de Elvira”, las franjas de color constituyen otro de los elementos recurrentes en las obras de Ricardo Yrarrázaval. Además de un propósito estético –sirven para disponer los distintos matices-–, tienen connotaciones simbólicas, pues poseen reminiscencias de cárcel o de locura.

Luz de noche100 x 81 cm / Óleo sobre tela / 1980

Dos Figuras65 x 50 cm / Acrílico sobre tela / 2005

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Propuesta rechazada55 x 38 cm / Óleo sobre tela / 1979

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Tarjeta de crédito92 x 73 cm / Óleo sobre tela / 1983

Memoria y balance120 x 120 cm / Óleo sobre tela / 1984

Algo de eso tenían los personajes en “Retrato de un conocido” (Pág. 37) y “Consigo misma” (Pág. 37). “La joven en ese cuadro se toca el brazo como tomando conciencia de que es un ser independiente, único e individual. Además es calva, porque el pelo ‘ensucia’, y yo quería que el cuadro –pintado con espátula– quedara limpio y bien terminado. Pero, al mismo tiempo, el hecho de no tener pelo la hace más extraña e inexpresiva”.Aunque la atmósfera de sus cuadros se mantenía distante e irreal, en los años 80 empezó a asomar en ellos cierta violencia un poco más descarnada. El personaje de “Propuesta rechazada” (Pág. 40), por ejemplo, fue intervenido por el artista, quien, literalmente, le hundió la cara. “No me gustaba cómo estaba saliendo, así es que le puse la mano encima para deformar el rostro. Y aunque después lo terminé cuidadosamente, conservó la distorsión”. Aquellas obras coinciden con la década inicial del régimen militar. Pese a que Yrarrázaval se había mantenido al margen de los acontecimientos, se vio afectado por ellos, y sintió la necesidad de denunciar lo que estaba pasando a través de su obra. “Yo nunca he sido muy político. Pero el bombardeo de La Moneda me despertó; como a muchos, ya no se podía permanecer al margen. No reproduje la sangre, la tragedia ni la brutalidad física, sino que pinté su reflejo”, relató en el catálogo de su exposición retrospectiva.

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Se sucedieron pinturas con títulos tan reveladores como “Tarjeta de crédito” (Pág. 41), “Memoria y balance” (Pág. 41) o “Costo y beneficio”(Pág. 7), en las cuales reaparecían los hombres con cuello y corbata. Eran trajes metálicos, como auténticas armaduras de acero. “Se me vino nuevamente a la cabeza el recuerdo del mundo empresarial en el que nací. Sentí la vuelta de estos señores de corbata”, reflexiona.Tal como en sus comienzos recorría las calles mirando la arquitectura, se puso ahora a observar a los transeúntes, fotografiándolos con una pequeña cámara. “A menudo me increpaban, pero yo seguía usando la cámara, porque quería capturar esa realidad fría y cotidiana. He sido siempre muy encerrado, pero los acontecimientos hicieron que saliese a la calle”.Comenzó a pintar sobre aquellas fotos proyectadas sobre la tela, por lo cual su obra se volvió más cruda y realista: la piel, la ropa y el pelo parecían más verdaderos que antes, aunque se trataba de un realismo forzado, como de afiche publicitario. La muchacha en “Proyectos y compromisos” (Pág. 42), por ejemplo, le recordaba a aquellas mujeres de cutis, cabellos y movimientos artificiales que en ocasiones se ven por la calle. “Son mujeres de mentira, fabricadas por la moda, que de alguna manera se disfrazan para salir, como el personaje del cuadro”, explica. La retrató con un peinado negro y duro “que parece de plástico, y le difuminé la boca como si un beso le hubiese corrido el maquillaje”.

Proyectos y compromisos100 x 81 cm / Óleo sobre tela / 1980

En la playa100 x 73 cm / Óleo sobre tela / 1983

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“No pretendía hacer cuadros bonitos. Al contrario, eran escenas más bien feas, grises, casi violentas”. Cada tanto, sin embargo, pintaba situaciones más plácidas con mujeres en traje de baño –entre ellas, las del cuadro “En la playa” (Pág. 42)–. En todo caso, se trataba siempre de figuras incompletas y descuadradas –como fotografiadas con apuro y a medio revelar–, para enfatizar su carácter ensoñado.Poco a poco dicho carácter de recuerdo y ensueño fue sustituyendo al realismo, del cual se alejó, porque le resultó agotador y esclavizante. “Aunque fuera mi propio realismo, hacerlo creíble para el espectador me exigía un trabajo descomunal”. Por eso se volcó nuevamente hacia las presencias de su mundo interior, que para él son reales, aunque estén en silencio y parezcan fantasmagóricas.

Sin Título51 x 35 cm / Acuarela sobre papel / 1987

Sin Título51 x 35 cm / Acuarela sobre papel / 1987

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Sin TítuloCada uno, 70 x 50 cm / Esmalte sobre papel / 1991

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Miembro honorario65 x 50 cm / Óleo sobre tela / 1996

Sin Título50 x 40 cm / Óleo sobre tela / 1994

Bosquejo para un retrato50 x 40 cm / Óleo sobre tela / 1996

Y si bien el hombre es el motivo principal y recurrente de la obra de Yrarrázaval, durante los últimos años las texturas han sido también parte importante de su búsqueda. “Hay algo áspero en la superficie de mis acrílicos. Una experiencia que logro a partir de mi observación de diversas superficies, como el concreto, la madera, el metal, los tejidos. Siento mucho la calidad de los materiales; es una realidad táctil que me alcanza”.Tanto lo apasionan las texturas, que durante un tiempo utilizó mezclas de trementina –un destilado de la resina muy fuerte al tacto y que se emplea para diluir el óleo–.

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Paseando bondades50 x 40 cm / Acrílico sobre tela / 2005

Sin Título50 x 40 cm / Acrílico sobre tela / 2008

Figura en la playa41 x 33 cm / Acrílico sobre tela / 2005

Trabajaba en forma extrema, con sus manos impregnadas de aquel líquido durante horas. Pero entonces ocurrió un suceso que constituyó para él un verdadero terremoto: las manos comenzaron a picarle con intensidad, lo cual le produjo descamación, e incluso sangramiento. El médico pronunció un durísimo diagnóstico: sufría de una alergia incurable, y no podría usar nunca más el óleo disuelto en trementina.Sin saber qué hacer, escuchó a un amigo que le recomendó pintar con el computador. Y si al principio no le creyó, el sistema se convirtió después en una revelación total para él, pues se dio cuenta de que el mouse funcionaba tal como un lápiz; que disponía de todos los colores para pintar, y que podía incluso borrar y corregir cuantas veces quisiera. “Estaba asustado, porque ya no era joven y no tenía profesor. Pero decidí comprar un buen equipo, y me instalé en una pieza al fondo de mi casa para aprender por mí mismo”.Después de numerosos ensayos, llevó con mucho temor un disco compacto a un local de fotocopias para ampliar las imágenes que había creado en la pantalla. No se imaginaba el asombro que aquello le iba a producir ; la maravillosa infinidad de posibilidades para experimentar que le abrió la computación –el PhotoShop, específicamente.

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Luz sobre perfil100 x 75 cm / Digital sobre papel / 2007

Perfil azul100 x 75 cm / Digital sobre aluminio / 2010

Luego incursionó en el acrílico, y desde entonces integra todas las disciplinas en forma libre y fluida. “El cambio de técnica te lleva a otro tipo de imágenes. Sigues siendo tú mismo, pero dispones de un nuevo lenguaje”. De la acuarela, por ejemplo, aprovechó el secado rápido y las transparencias, que le permitían poner un color sobre otro, o volver a pasar agua para sacar el pigmento de ciertas zonas, como en la “Acuarela de papel”, de 1987. Y en otra de sus

acuarelas sobre papel comenzó por la línea con pastel, dejando además grandes extensiones de la tela al descubierto.Otro de sus materiales fue el esmalte para pintar paredes, que se filtraba hacia el reverso de la hoja. “Me gustó mucho ese procedimiento, porque la obra quedaba por el otro lado del papel y el resultado era siempre una sorpresa”. Las figuras se veían difusas y adquirían una superficie con apariencia de piedra; un efecto que a

veces se extremaba al diluir el esmalte con aguarrás y pintar encima. En algunas obras de 1994 retomó brevemente el óleo, que, en lugar de arrastrar con espátula, repartía por la superficie con una rasqueta de serigrafía –una suerte de lámina de goma similar a los “mezquinos” para repostería–. El pastel también se convirtió en uno de sus materiales recurrentes, aunque novedosamente utilizado. En algunas obras de 2010, por ejemplo,

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Bosque40 x 50 cm / Acrílico sobre tela / 2001

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Marina40 x 50 cm / Acrílico sobre tela / 2001

dispuso la tela sobre una goma de piso –de aquellas con estrías para limpiar los zapatos–, frotando encima un paño con el pigmento que, por lo tanto, adoptaba las líneas de la goma tal como se marca el dibujo de una moneda si se lo frota con lápiz por sobre el papel. Otros trabajos fueron hechos con acrílico, al cual se había resistido por

años, porque se seca muy rápido y, por lo tanto, no puede arrastrarse con espátula, como era su costumbre. Una vez más, sin embargo, aprovechó las cualidades del material, y discurrió un novedoso método: antes de que la pintura se secase, presionaba encima toallas de papel con distintos relieves –generalmente toalla Nova con gofrado de líneas o de círculos–, que

quedaban impresos en el pigmento. Los experimentos con variedad de texturas lo llevaron a realizar obras similares a las efigies precolombinas de sus comienzos; menos geométricas y coloridas que aquéllas, pero con similares superficies, rugosas y carcomidas. Eran personajes hieráticos y misteriosos, que parecían venir de algún pasado remoto.

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Paisaje40 x 50 cm / Acrílico sobre tela / 2001

La misma lejanía pobló sus paisajes realizados con acrílico y pincel. Eran explanadas grises y azules, “porque de ese color siento yo los cerros: solos y al descampado”. Como sus figuras humanas sin identidad determinada, aquellas geografías no pertenecían a lugares reconocibles en el mapa, sino que eran paisajes interiores. Daban la impresión de haberse originado en planetas lejanos, o quizás en el mundo íntimo de Yrarrázaval, que si bien es silencioso, no resulta jamás triste ni apesadumbrado.

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Escultura

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1985

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eL intenso pLAceR

Es posible que la escultura sea la disciplina que Ricardo Yrarrázaval más disfruta. En 1952 pensó por primera vez en incursionar en ella, pero cuando regresó a Chile se decidió por la cerámica, pues necesitaba encontrar un medio para ganarse la vida –al contrario de la pintura, la cerámica era más fácil de vender–. Al comienzo esmaltaba piezas de Pomaire, pero luego se atrevió con sus propios tiestos, a los que daba forma con la ayuda de un torno. “El torno me gustó mucho: lanzas una bola de greda sobre el platillo haciendo que dé vueltas con un pedal. Así va emergiendo la forma. Es muy rápido, porque el barro es extraordinariamente sensible. Introduces un dedo, y la hendidura se origina al instante. Además, el material se abre y se cierra con absoluta fluidez”, comenta.

El mismo volumen que por entonces, a mediados de los 70, intentaba conseguir en la pintura, surgía en el torno con más sensualidad; “en lugar de dibujarlos, sentía esos contornos con las manos”.Si al principio se trataba de superficies planas, pronto adquirieron textura gracias a los accidentes en el taller. “Por casualidad haces una grieta, te gusta el resultado, y la repites en toda la pieza. Lo mismo con bolitas de greda que se pegan por accidente, y que producen un bonito efecto que después se puede aprovechar”.

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CerámicaAlto 62 cm / 1971

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Tanto le atrajo la cerámica, que decidió perfeccionarse en Francia. Partió en 1957, con su mujer y su hijo mayor, a la localidad de Vallauris, que posee una larga tradición en alfarería. Allí trabajó en un taller industrial y se interiorizó en los secretos ancestrales de la técnica.

Al regreso produjo obras sin propósito utilitario. Eran seres torneados por partes con aspecto de muñeco; mitad hombre y mitad máquina, semejaban a los personajes con forma de monigote que surgieron después en sus telas. Años más tarde quiso tornear la

madera. Después de sucesivas visitas a las mueblerías de la santiaguina Avenida Matta, aprendió la técnica, e instaló un torno para dicho material en su taller. Empezó con figuras pequeñas; palitroques de alerce y mañío con formas humanas a los que después les pintó la cara con aerosol.


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Luego adquirió piezas grandes de pino Oregón que procedían de viejas construcciones del norte de Chile. Pero los clavos oxidados en aquellos trozos hacían que el torno –que giraba a gran velocidad– saltara peligrosamente. La casa temblaba, y uno de los maderos llegó a caérsele encima, poniendo en riesgo su integridad física. “Fue el fin del ‘recreo’, pero me quedó para siempre el amor por el arte del volumen”.


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Biografía

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1991

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biogRAFÍA

1931Nace en Santiago de Chile, en el seno de una familia acomodada y numerosa.

1952Comienza a estudiar dibujo en Roma, aunque la Academia de Bellas Artes de dicha ciudad cuenta con pocos profesores y ningún sistema, pues la guerra ha terminado recién siete años antes.

1953Se traslada a París, y allí profundiza su conocimiento del dibujo en la prestigiosa Academia Julian. Se trata de una enseñanza más libre que la de Roma, pero más rigurosa y profesional.

1955Se casa con Isabel Echenique, a quien conoce en la embajada de Chile en Francia y quien ha sido un pilar fundamental en su vida tanto personal como artística.

1957 a 1960Nace Ricardo, su hijo mayor, hoy ceramista de gran prestigio, seguido por Rodrigo y Carolina.

1960 Viaja por Argentina, Perú y el norte de Chile. Regresa a Santiago.

1966Obtiene la beca Guggenheim y se traslada a Nueva York por un año. Es amigo y vecino del pintor Nemesio Antúnez, quien se desempeña en aquella época como Agregado Cultural chileno. Viven en el quinto piso de edificios contiguos y se comunican de ventana a ventana. Habitan en el sector del Lower East Side, donde suelen reunirse los hippies.

1967Se radica en Chile y expone en forma sostenida.

1973Junto con Jaime Antúnez y Rodolfo Opazo, se hace cargo de galería Central de Carmen Waugh, ubicada en Moneda con Estado. Ella se instalaba en Buenos Aires con una nueva galería.

1980Es invitado por el British Council a visitar a distintos artistas en Londres, donde permanece por tres meses. Regresa a Chile y se dedica a la pintura, a la gráfica y a lo digital en forma paralela. En total, sus exposiciones individuales superan las 35.

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Celedón, Pedro: “Retrospectiva 50 años, Ricardo Yrarrázaval”. Catálogo. Santiago, julio de 2002.Sommer, Waldemar: “Ricardo Yrarrázaval, el Hombre Electrónico”. Suplemento Artes y Letras, Diario El Mercurio, 22 de julio de 2007.Waissbluth, Verónica: “Galería Personal. Waldemar Sommer, crítico”. ENTEL-Corporación del Patrimonio, Santiago, noviembre de 2008.

2002Se abre su muestra Retrospectiva 50 Años en la Sala Telefónica. “Fue impresionante, porque nunca había visto toda mi obra reunida en un solo lugar ; toda mi vida junta, y muchos cuadros de los que no supe durante años. Fue como reencontrarse con los hijos y verlos cambiados”.

2002 y 2003Recibe dos premios Altazor, por sus exposiciones Óleos y Grabados en Galería Modigliani de Viña del Mar y por Retrospectiva 50 años, respectivamente. “Ricardo Yrarrázaval es una de las personalidades más significativas dentro de las artes visuales de nuestro país. Esta exposición, por su significación, adquiere un interés de primacía al investigar las distintas técnicas que con maestría ha usado este artista”, declara la afamada galerista Carmen Waugh sobre la muestra en Sala Telefónica.

2010 y 2011En su larga trayectoria recibe veinte galardones, los últimos de los cuales son el Premio a la Trayectoria AICA 2010 y el Premio de la Crítica 2011. “Los premios son siempre un aliciente. Es bonito, porque significa que uno está explicando bien lo que quieres decir con su trabajo. Pero, indudablemente, los dos premios Altazor son los más importantes, porque han sido otorgados por mis pares”.

bibLiogRAFÍA

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“En su mayor parte, la obra de Yrarrázaval ha girado, en la pintura, la cerámica, medios digitales y otras técnicas, en torno al ser humano, retratando con profundidad e ironía las circunstancias del mundo de hoy. Poseedor de una figuración que apunta a lo cotidiano, ha desarrollado su pasión por el arte por más de cinco décadas, y tanto la crítica como sus pares lo consideran uno de los más destacados creadores de nuestro país”.

Cecilia Palma

grandes artistas - veronicawaissbluth.files.wordpress.com · al partir estaba confundido....

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