goethe, johann wolfgang werther

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Johann Wolfgang von Goethe Werther (1) HE recogido con afán todo lo que he podido encontrar referente a la historia del desdichado Werther, y aquí os lo ofrezco, seguro de que me lo agradeceréis. Es imposible que no tengáis admiración y amor para su genio y carácter, lágrimas para su triste fin.

Author: alberto-diaz-perdomo

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  • 1. Johann Wolfgang von GoetheWerther (1)HE recogido con afn todo lo que he podido encontrar referente a la historia deldesdichado Werther, y aqu os lo ofrezco, seguro de que me lo agradeceris.Es imposible que no tengis admiracin y amor para su genio y carcter,lgrimas para su triste fin.

2. Y t, pobre alma que sufres el mismo tormento ojal saques consuelo de susamarguras, y llegue este librito a ser tu amigo si, por capricho de la suerte o portu propia culpa, no encontraste otro mejor! LIBRO I4 DE MAYO DE 1771CUNTO me alegro de mi viaje! Ay, amigo mo, lo es el corazn del hombre!Alejarme de ti, a quien tanto quiero; dejarte, siendo inseparable, y sentirmedichoso! S que me lo perdonas. No parece que el destino me haba puestoen contacto con los dems amigos, con el exclusivo fin de atormentarme?Pobre Leonor! Y, sin embargo, no es culpa ma, Poda yo evitar que sedesarrollase una pasin en su desdichado espritu, mientras me embelesabacon las gracias hechiceras de su hermana? As y todo, no tengo nada queecharme en cara? No he nutrido esa pasin? Ms an: no me he divertidofrecuentemente con la sencillez e inocencia de su lenguaje, que muchas vecesnos haca rer, aunque nada tena de risible? No he?.. Oh! Qu es elhombre, y por qu se atreve a quejarse? Quiero corregirme, amigo mo; quierocorregirme, y te doy palabra de hacerlo; quiero no volver a preocuparme conlos dolores pasajeros que la suerte nos ofrece sin cesar; quiero vivir de lopresente, y que lo pasado sea para m pasado por completo. Confieso quetienes razn cuando dices que aqu abajo habra menos amarguras si loshombres (Dios sabr por qu los ha hecho como son) no se dedicasen contanto ahnco a recordar dolores antiguos, en vez de soportar con entereza lospresentes."Di a mi madre que no dejar de la mano su asunto, y que le dar noticias de llo ms pronto que pueda. He visto a mi ta: lejos de encontrar en ella a laperversa mujer que ah me hablaron, te aseguro que tiene excesiva viveza yexcelente corazn. Me he hecho eco de las quejas de mi madre por la parte deherencia que le retiene, me ha explicado su conducta y los motivos que lajustifican; tambin me ha dicho bajo qu condiciones est dispuesta aentregarnos an ms de lo que pedimos. Basta de esto por hoy, di a mi madreque todo se arreglar. He visto una vez ms, amigo mo, en este negocioinsignificante que las equivocaciones de la negligencia causan en el mundoms dao que la astucia y la maldad; bien es cierto que stas abundan menos."Por lo dems, aqu me encuentro perfectamente. La soledad de este parasoterrenal es un precioso blsamo para mi alma, y esta estacin juvenil consuelapor completo mi corazn, que con frecuencia se estremece de pena. Cadarbol, cada planta es un ramillete de flores, y siente uno deseos de convertirseen abeja, para revolotear en esta atmsfera embalsamada, sacando de ella elnecesario alimento."La ciudad propiamente dicha es desagradable; pero en sus cercanas brilla lanaturaleza con todo su esplendor. Por eso el difunto conde de M... hizo plantarsu jardn en una de estas colinas, que se cruzan en variado y encantadorpanorama, formando los valles ms deliciosos. El jardn es sencillo, y se 3. observa desde la entrada que el plan, ms que engendro de sabio jardinero, escombinacin de un alma sensible, deseosa de gozar de s misma. Muchaslgrimas he consagrado ya a la memoria del conde en las ruinas de unpabelloncito, que era su retiro predilecto y que tambin es el mo. En breveser yo el dueo del jardn: en slo dos das me he sabido granjear la buenavoluntad del jardinero y te aseguro que no llegar a arrepentirse de ello."10 DE MAYO"Reina en mi espritu una alegra admirable, muy parecida a las dulcesalboradas de la primavera, de que gozo aqu con delicia. Estoy solo, y mefelicito de vivir en este pas, el ms a propsito para almas como la ma, soytan dichoso, mi querido amigo, me sojuzga de tal modo la idea de reposar, queno me ocupo de mi arte. Ahora no sabra dibujar, ni siquiera hacer una lneacon el lpiz; y, sin embargo, jams he sido mejor pintor Cuando el valle se velaen torno mo con un encaje de vapores; cuando el sol de medioda centelleasobre la impenetrable sombra de mi bosque sin conseguir otra cosa que filtrarentre las hojas algunos rayos que penetran hasta el fondo del santuario,cuando recostado sobre la crecida hierba, cerca de la cascada, mi vista, msprxima a la tierra, descubre multitud de menudas y diversas plantas; cuandosiento ms cerca de mi corazn los rumores de vida de ese pequeo mundoque palpita en los tallos de las hojas, y veo las formas innumerables e infinitasde los gusanillos y de los insectos; cuando siento, en fin, la presencia delTodopoderoso, que nos ha creado a su imagen, y el soplo del amor sin limitesque nos sostiene y nos mece en el seno de una eterna alegra; amigo mo, silos primeros fulgores del alba me acarician, y el cielo y el mundo que merodean se reflejan en mi espritu como la imagen de una mujer adorada,entonces suspiro y exclamo: "Si yo pudiera expresar todo lo que siento! Sitodo lo que dentro de m se agita con tanto calor, con tanta exuberancia devida, pudiera yo extenderlo sobre el papel, convirtiendo ste en espejo de mialma, como mi alma es espejo de Dios!" Amigo... Pero me abismo y meanonada la sublimidad de tan magnficas imgenes,".12 DE MAYO"No s si vagan por este pas algunos genios burlones, o si slo existe dentrode m la vvida y celestial visin que da apariencias de paraso a todo lo que merodea. Cerca de la ciudad hay una fuente, donde estoy encantado, comoMelusina con sus hermanas. Siguiendo la rampa de una pequea colina sellega a la entrada de una gruta; bajando despus unos veinte escalones se vebrotar entre las rocas un agua cristalina. El pequeo muro que sirve de cinturna la gruta, los corpulentos rboles que le dan sombra, la frescura del lugar, todoatrae y todo causa una sensacin indefinible."Ningn da paso menos de una hora en este sitio, al que las muchachas de laciudad acuden por agua: ejercicio inocente y necesario que en otro tiempo 4. desempeaban las mismas hijas de los reyes. Sentado aqu, pienso confrecuencia en las costumbres particulares, veo a los hombres de antao hacersus conocimientos y buscar sus mujeres en la fuente; sueo con los geniosbenficos, moradores de los arroyos y manantiales. El que no sienta lo que yosiento no sabe lo que en un da de verano es la saludable frescura de unriachuelo despus de una jornada penosa." 13 DE MAYO"Me preguntas si debes enviarme mis logros? Por Dios, hombre, no meabrumes con ese aumento de equipaje! No quiero que me guen, que meexciten, que me espoleen: aqu me basta mi corazn. Slo echaba de menosun canto que me arrullase, y he encontrado en mi Homero ms de lo quebuscaba. Cuntas veces templo con sus versos el hervor de mi sangre!Porque t no conoces nada ms desigual, ni ms variable que mi corazn.Amigo mo: necesitar decrtelo, a ti que has sufrido ms de una vezvindome pasar de la tristeza a la alegra ms alborotadora, y de una dulcemelancola a la pasin ms violenta? Trato a este pobre corazn como a unnio enfermo, le concedo cuanto me pide. No se lo cuentes a nadie, que nofaltara quien dijese que con ello cometo un crimen." 15 DE MAYO"Ya me conoce y me quiere la gente humilde de estos lugares: sobre todo losnios. Cuando al principio me acercaba a ella, le diriga amistosamente tal ocual pregunta, haba quien, recelando que quera divertirme a su costa, mevolva la espalda sin pizca de urbanidad. No me desanimaba esto, pero mehaca pensar con insistencia en una cosa que antes de ahora he observado, yes que los que ocupan cierta posicin social se mantienen siempre impasiblesa cierta distancia de las clases inferiores del pueblo, como si temieranmancharse con su contacto, habiendo tambin calaveras y bufones que fingenacercarse a esta pobre gente, cuando su verdadero objeto es hacerle sentircon ms fuerza el peso de la voluntad."Bien s que no somos iguales ni podemos serlo; pero, en mi opinin, el quecree preciso vivir alejado de lo que se llama pueblo para que ste le respete, estan despreciable como el mandria que se oculta de sus enemigos por temor deque le venzan."Hace poco estuve en la fuente y encontr en ella a una criadita, que, habiendocolocado su cntaro al pie de la escalinata, buscaba con la vista a alguna desus compaeras para que le ayudase o colocrselo sobre la cabeza. Baj, yfijando en ella mi mirada le dije: "Quieres que te ayude, hija ma?" "Ohseor!...", balbuci, ponindose roja como una amapola. "Bah!, fueraescrpulos..." La ayud a salir del apuro, me dio las gracias y se fue." 5. 17 DE MAYO"He hecho conocimientos de todos gneros, aunque sin formar sociedad connadie. Algn atractivo, que no me doy cuenta, debo de tener para muchaspersonas que espontneamente se me acercan con deseos de intimar; por miparte, siento el separarme de ellas cuando slo un breve rato seguimos elmismo camino. Si me preguntas cmo es la gente de este pas, te dir: "Comola de todos." La raza humana es igual en todas partes. La inmensa mayoraemplea casi todo su tiempo en trabajar para vivir, y le abruma de tal modo lapoca libertad de que goza, que pone de su parte cuanto puede para perderla.Oh destino de los mortales!"Por lo dems, la gente es buena. Si algunas veces me entrego con ella aplaceres que an quedan a los hombres, como son el charlar alegre, franca ycordialmente en torno a una mesa bien servida, organizar una expedicin alcampo, un baile u otra diversin cualquiera, me encuentro en mi elemento, contal que no se me ocurra entonces la idea de que hay en m otra porcin defacultades que debo ocultar cuidadosamente, por ms que se enmohezcan noejercitndolas. Ah!, esto desgarra el corazn, pero el hombre nace para morirsin que le hayan conocido. Ay! ... Por qu no existe ya la amiga de mijuventud? Por qu la conoc? Me dir a m mismo: "Insensato! Buscas lo quenadie encuentra en la tierra." Y, sin embargo, yo lo he encontrado; yo heposedo aquel corazn, aquella alma superior, en cuya presencia me figurabaser ms de lo que soy, porque era cuanto yo poda ser. Qu fuerza de miespritu, Dios mo, estaba entonces paralizada? No poda yo desplegar anteella la maravillosa sensibilidad con que mi corazn abraza el universo? No eranuestro trato una cadena continua de los ms delicados sentimientos, de losmpetus ms vehementes, cuyos matices, hasta los ms superficiales, brillabancon el esmalte del talento? Y ahora..., ay! Tena algunos aos ms que yo, yha llegado antes al sepulcro. Jams olvidar su privilegiada razn y suindulgencia ms que humana. Hace algunos das encontrar a M. V., jovenfranco y expansivo, y de una fisonoma que revela felicidad. Ha acabado susestudios y, sin presumir de genio, est convencido de que no todos valen loque l. Mis observaciones atestiguan que es laborioso; en resumen, sabe algo.Habiendo averiguado que dibujo y poseo el griego (dos fenmenos en estepas), cultiva mi amistad alardeando frecuentemente de erudito, pasa revistadesde Bateux hasta Wood, desde Piles hasta Winkelmann, y me ha aseguradoque conoce la primera parte de la teora de Sulzer y que tiene un manuscrito deHeine sobre el estudio del arte antiguo. Yo le dejo hablar."Tambin he hecho conocimiento con el juez, hombre excelente y de uncarcter abierto y leal. Dicen que es delicioso verle rodeado de sus nueve hijos,y todo el mundo se hace lenguas de la hija mayor. Me ha ofrecido su casa, y unda de stos le har mi primera visita. Por permiso que le han concedidodespus de la muerte de su mujer, vive en una casa de campo, del prncipe, alegua y media de la ciudad. sta y la morada que en ella tena haban llegado aserle insoportables. Por ltimo tambin he encontrado aqu algunos entes enlos cuales todo me parece fastidioso, y ms fastidioso que nada, susdemostraciones de afecto. 6. "Adis: esta carta te agradar; es historia desde el principio hasta el fin." 22 DE MAYO"Muchas veces se ha dicho que la vida es un sueo, y no puedo desechar dem esta idea. Cuando considero los estrechos lmites en que estn encerradaslas facultades intelectuales del hombre; cuando veo que la meta de nuestrosesfuerzos estriba en satisfacer nuestras necesidades, que stas slo tienden aprolongar una existencia efmera; que toda nuestra tranquilidad sobre ciertospuntos de nuestras investigaciones no es otra cosa que una resignacinmeditabunda, y que nos entretenemos en bosquejar deslumbradorasperspectivas y figuras abigarradas en los muros que nos aprisionan; todo esto,Guillermo, me hace enmudecer. Me reconcentro en m mismo y hallo un mundodentro de m; pero un mundo ms poblado de presentimientos y de deseos sinformular, que de realidades y de fuerzas vivas"Cuantos se dedican a la enseanza convienen en que los nios no sabendarse cuenta de su voluntad; pero, por ms que para m sea una verdadinconcusa, no creern muchos que los hombres como los nios, caminando atientas sobre la tierra, ignorando de dnde vienen y adnde van, son pocomenos que autmatas y, exactamente como los nios, se dejan gobernar conjuguetes, confites y azotes."Te conceder desde luego (porque s que me lo puedes objetar) que los msfelices son los que no se curan del pasado ni del porvenir, los que pasean,visten y desnudan su mueca, y los que, dando cautelosas vueltas alrededordel armario donde la madre ha encerrado las golosinas, cuando logran atraparel manjar apetecido, lo devoran a dos carrillos y gritan: "Ms!" Estas criaturasson envidiables. Tambin lo son las que, encareciendo con ttulos pomposossus frvolas ocupaciones, o tal vez sus pasiones, reclaman gratitud al gnerohumano, como si para su salud y su dicha hubieran llevado a cabo algunaempresa gigantesca. Feliz el que pueda vivir de este modo! Sin embargo, elhombre humilde que comprende adnde va todo a parar; el que observa concunta facilidad convierte cualquiera su huerto en un paraso, y con cuntotesn el infeliz que gime encorvado bajo el fardo de la miseria prosigue casiexnime su camino, aspirando, como todos, a ver un minuto ms la luz del sol,est tranquilo, crea un mundo, que saca de s mismo, y tambin es feliz,porque es hombre. Podr agitarse en una esfera muy limitada; pero siemprellevar en su corazn la dulce idea de la libertad y el convencimiento de quesaldr de esta prisin cuando quiera." 26 DE MAYO"Hace mucho tiempo que conoces mi modo de alojarme, mi costumbre dehacerme una cabaa en cualquier punto solitario donde me instalo, sin ningn 7. gnero de comodidades. Pues bien, aqu he encontrado un rinconcito que meha seducido."A una legua de la ciudad est la aldea de Wahlhelm (1). Su situacin al pie deuna colina es muy agradable, y cuando, saliendo de la aldea, se sigue lavereda de una loma, llega a descubrirse de cuatro aos de edad, que se habasentado en el todo el valle de una ojeada."Una viejecita muy servicial y de muy buen humor vende en un ventorrillo vino,cerveza y caf. Lo que ms me encanta son dos tilos que dan sombra con suamplio ramaje a una plazoleta que hay delante de la iglesia, rodeada de casasrsticas, de cortijos y de chozas. Conozco pocos parajes tan ocultos ytranquilos. Hago que desde mi albergue me lleven a l mi mesita y mi silla. ytomo caf y leo a Homero. La primera vez que la casualidad me condujo bajolos tilos, era una hermosa siesta y encontr desierta la plaza: los aldeanosestaban en el campo. Slo vi a un muchacho, como de cuatro aos de edad,que se haba sentado en el suelo, estrechando contra su pecho a otro nio deseis meses. Le tena entre sus piernas, formando as una especie de asiento. Apesar de la vivacidad con que sus ojos miraban a todas partes, permanecasentado y tranquilo. Este espectculo me cautiv. Sentme yo en un arado quehaba enfrente y dibuj con sumo gusto este episodio fraternal. Aadiendo lossetos cercanos, la puerta de una cabaa y algunos pedazos de ruedas decarretas, todo con el desorden en que estaba; vi al cabo de una hora que habahecho un dibujo bien compuesto y lleno de inters, sin haber aadido nada demi propia invencin. Esto me aferr a mi propsito de no atenerme en adelantems que a la naturaleza. Slo ella posee una riqueza inagotable; slo ellaforma a los grandes artistas. Mucho puede cacarearse en favor de las reglas;casi lo mismo que en alabanza de la sociedad civil. Un hombre formado segnlas reglas, jams producir nada absurdo y absolutamente malo, as como elque obre con sujecin a las leyes y a la urbanidad nunca puede ser un vecinoinsoportable ni un gran malvado; sin embargo, y dgase lo que se quiera, todaregla asfixia los verdaderos sentimientos y destruye la verdadera expresin dela naturaleza. "No tantodirs t; la regla no hace ms que encerrarnos enjustos lmites; es una podadera que corta las ramas intiles" Amigo mo,permite que te haga una comparacin. Sucede en esto lo que en el amor. Unjoven se enamora de una mujer, pasa todas las horas del da a su lado, leprodiga sus caricias y sus bienes, y as le prueba sin cesar que ella es para ltodo en el mundo. Llega entonces un vecino, un empleado, que le dice:"Caballerito, amar es de hombres; pero es preciso amar a lo hombre. Divide tutiempo; dedica una parte de l al trabajo, y no consagres a tu querida ms quelos ratos de ocio; piensa en ti, y cuando tengas asegurado lo que necesites, noser yo quien te prohiba hacer con lo que te sobre algn regalo a tu amada;pero no con mucha frecuencia; el da de su santo por ejemplo, o el aniversariode su nacimiento..." Si nuestro enamorado le escucha, llegar a ser un hombretil, y hasta yo aconsejar al prncipe que le d algn empleo; pero adis elamor!..., adis el arte!, si l es artista. Oh amigos mos! Por qu el torrentedel genio se desborda tan de tarde en tarde? Por qu muy pocas veceshierven sus olas y hacen que vuestras almas se estremezcan de asombro?Queridos amigos: porque pueblan una y otra orilla algunos vecinos pacficos,que tienen lindos pabelloncitos, cuadrados de tulipanes y arriates de hierbajos 8. que seran destruidos, cosa que saben ellos muy bien, por lo cual conjuran condiques y zanjas de desage el peligro que los amenaza." 27 DE MAYO"Ahora caigo en que entregado al xtasis, a las comparaciones y ladeclamacin, he dado al olvido referirte hasta el fin lo que fue de los dosmuchachos. Sumergido en el idealismo artstico de que en desaliado estilo, tedaba razn mi carta de ayer permanec dos horas largas sobre el arado. Unajoven, con una cesta al brazo, vino por la tarde a buscar a los pequeuelos, ygrit desde lejos: "Felipe, eres un buen chico." Me salud, le devolv el saludo,me levant, me acerqu a ella y le pregunt si era la madre de aquellascriaturas. Me contest afirmativamente, y despus de haber dado un bollo almayor, tom al otro en sus brazos y le bes con toda la ternura de una madre."Haba encargado a Felipe que cuidase de su hermanitome dijo, y yo conel mayor de mis hijos he estado en la ciudad a comprar pan blanco, azcar y unpucherotodo esto se vea en la cesta, cuya tapa se haba cado. Quiero daresta noche una cena a mi Juanste era el nombre del ms pequeo. Elmayor es un aturdido que me rompi ayer el puchero, pelendose con Felipepor arrebaarlo." Le pregunt dnde estaba el mayor, y mientras mecontestaba que corriendo en el prado detrs de un par de patos, aparecidando brincos y trayendo a Felipe una varita de avellano. Segu hablandoalgunos momentos con esta mujer, y supe que era hija del maestro de escuela,que su marido estaba en Suiza en busca de una herencia que le haba dejadoun primo. "Queran engaarledijoy no contestaban a sus cartas: por eso haido. Con tal que no le suceda nada malo! Hasta ahora no he recibido noticiassuyas." Me separ con pena de esta mujer; di un kreutzer a los nios mayores,y otro a la madre para el ms pequeo, dicindole que cuando volviese a laciudad le comprase en mi nombre una tortita. Despus de esto nos separamos.Te juro, amigo mo, que cuando no estoy en calma basta para apagar misarrebatos la presencia de una criatura como sta, que recorre en un abandonofeliz el crculo estrecho de su vida, sin pensar en el maana, y sin ver en lacada de las hojas de los rboles otra cosa que la proximidad del invierno."Desde ese da voy frecuentemente a aquel paraje. Los muchachos se hanacostumbrado a verme; yo les doy azcar cuando tomo el caf, y por la tardeellos parten conmigo su pan con manteca y su cuajada. Ningn domingo dejode darles un kreutzer, y si no estoy en casa cuando salen de la iglesia, loreciben de mi pupilera, a quien dejo el encargo de hacerlo."Son cariosos; me cuentan toda especie de cuentos y me divierto, sobre todo,con sus pasiones y la cndida explosin de sus deseos, cuando se renen conotros chicos de la aldea. Mucho trabajo me ha costado convencer a la madreque no debe inquietarse con la idea de que sus hijos puedan, como ella dice,incomodar al seor." 9. 30 DE MAYO"Lo que te dije el otro da sobre la pintura es aplicable a la poesa: basta conconocer lo que es bello y atreverse a expresarlo. En verdad, no se puede decirms en menos palabras. He asistido hoy a una escena que, fielmente referida,sera el mesor idilio del mundo; pero poesa, escenario, idilio..., qu faltahacen? Es preciso, cuando debemos interesarnos en una manifestacin de lanaturaleza, que se halle artsticamente combinada?"Si despus de este exordio esperas or algo grande y sublime, te llevas ungran chasco: es pura y simplemente una joven aldeana que me ha inspiradoesta irresistible simpata... Como de costumbre, referir mal, y, como decostumbre me encontrars, segn creo exagerado. Culpa es de Wahlheim, ysiempre de Wahlheim el que suceda as."Se haba formado una reunin bajo los tilos para tomar caf. Esto no me hacagracia, e invent un pretexto para echarme fuera."Sali un joven de una casa inmediata y se puso a componer el arado donde yohaba dibujado poco antes. Me agrad su aspecto y le dirig la palabrapreguntndole por su manera de vivir. Pronto nos hicimos amigos, comosiempre sucede con esta clase de gente; en seguida hubo intimidad entre losdos. Me cont que serva a una viuda que le trataba a maravilla. Por lo que deesto me dijo y por los grandes elogios que hizo de ella, conoc al punto que elpobre diablo estaba enamorado. Deca que no era joven, que haba sufridomucho con el primer marido y que temblaba ante la idea de contraer segundasnupcias. Su relato haca verse de tal modo hasta qu extremo era a sus ojosbella y encantadora, y con cunto afn deseaba que se dignase elegirle paraborrar el recuerdo de las faltas de su primer marido, que yo debera repetrtelopalabra por palabra, para darte cabal idea de la inclinacin desinteresada, delamor y de la fidelidad de este hombre. Necesitara el talento del mejor poetapara pintar, al mismo tiempo, de una manera expresiva, la animacin de susgestos, la armona de su voz y el fuego celestial de sus miradas. No, no haypalabras que puedan reproducir la ternura que rebosaba todo su ser y sulenguaje: cuanto yo te dijera sera plido. Llamaba particularmente mi atencinverle temeroso de que yo pudiera formar injustos pensamientos sobre susrelaciones o dudase de la intachable conducta de la viuda. El placer queexperiment oyndole hablar de su figura y de su belleza, que, sin tener elencanto de la juventud, le atraa irresistiblemente y le encadenaba, no puedoexplicrmelo ms que con el corazn. Nunca haba visto un deseo apremiante,una pasin ardiente, unidos a tanta pureza; s, puedo decirlo; nunca habaimaginado ni soado que existiese tal pureza. No hagas burla de m si teconfieso que al recuerdo de esta inocencia y de este candor me abraso enoculto fuego, languidezco y me consumo. Ahora deseo encontrar prontoocasin de conocerla...; mejor dicho, y pensndolo bien, deseo evitarlo. Msvale que la vea por los ojos de su amante: acaso los mos no la veran de lamanera que ahora la veo, y qu gano en privarme de esta hermosa imagen?" 16 DE JUNIO 10. "Por qu no te escribo? T me lo preguntas; t, que te cuentas entrenuestros sabios! Debes adivinar que me encuentro bien y que..., en unapalabra, he hecho una amistad que interesa a mi corazn. Yo he..., yo no s..."Difcil me ser referirte de por s cmo he conocido a la ms amable de lascriaturas. Soy feliz y estoy contento; por lo tanto, ser mal historiador."Un ngel! Bah! Todos dicen lo mismo de la que aman, no es verdad? Y, sinembargo, yo no podr decirte cun perfecta es y por qu es perfecta; enresumen, ha esclavizado todo mi ser." Tanta inocencia con tanto talento! Tanta bondad con tanta firmeza! Y elreposo del alma en medio de la vida real, de la vida activa!"Cuando digo de ella no es ms que una palabre ra insulsa, una heladaabstraccin, que no puede darte ni remota idea de lo que es. Otra vez..., noquiero contrtelo en seguida. Si lo dejo, no lo har nunca, porque (dicho seapara nosotros), desde que he comenzado esta carta, tres veces he tenido yaintencin de soltar la pluma, hacer ensillar mi caballo y marcharme. Y, sinembargo, esta maana me haba jurado a m mismo no ir; as y todo, a cadamomento me asomo a la ventana para ver la altura a que se encuentra el sol........................................"No he podido vencerme: he ido a hacerle una visita. Heme ya de vuelta,Guillermo, estoy cenando y escribindote."Si contino de este modo, no sabrs al fin ms que al principio. Escucha,pues: procurar sosegarme para poderte hacer una detallada relacin de todo."Te dije ltimamente que haba hecho conocimiento con el juez S. y que mehaba invitado a visitarle en su retiro, o por mejor decir, en su reinezuelo. Nome acordaba de esta visita, y acaso no la hubiera hecho nunca si la casualidadno me hubiese descubierto el tesoro escondido en este paraje solitario."La gente joven haba dispuesto un baile en el campo, al que deba yo asistir.Tom por pareja a una seorita bella y de buen genio, pero de trato indiferente,y convinimos en que yo ira con un coche a buscar a esta seorita y a su ta,que la acompaaba, para conducirlas al sitio de la fiesta y convinimos, adems,en que al paso recogeramos a Carlota S. "Vais a conocer a una joven muyguapa", me dijo mi pareja, mientras atravesbamos la gran selva y nosacercbamos a la casa. "Cuidado con enamorarse!", aadi la ta. "Y porqu?" pregunt yo. "Porque ya est prometida a un joven que vale mucho yque, por haber perdido a su padre, ha tenido necesidad de hacer un viaje paraarreglar sus asuntos y solicitar un buen empleo." Escuch estos detalles conbastante indiferencia."Descenda el sol rpidamente hacia las montaas que limitaban el horizonte,cuando el coche se detuvo en la puerta del patio de la casa. Haca un calorsofocante, y las seoras tenan miedo de que descargase una tempestad, que 11. pareca formarse entre pardas y oscuras nubecillas que cercaban el horizonte.Disip los temores de mis compaeras, fingiendo tener profundosconocimientos del tiempo, a pesar de que tambin yo presenta que se nos ibaa aguar la fiesta."Ya haba yo bajado del coche, cuando lleg una criada a la puerta del patio ynos dijo que hicisemos el favor de aguardar un momento, que la seoritaCarlota no tardara en salir. Atraves el patio y avanc con desenfado hacia lacasa; cuando hube subido la escalera y franque la puerta, contemplaron misojos el espectculo ms encantador que he visto en mi vida. En la primerahabitacin, seis nios, desde dos hasta once aos de edad saltaban alrededorde una hermosa joven, de mediana estatura, vestida con una sencilla tnicablanca, adornada con lazos de color de rosa en las mangas y en el pecho.Tena en la mano un pan moreno, del que a cada uno de los nios cortaba unpedazo proporcionado a su edad y a su apetito. Les reparta las rebanadas conla mayor gracia, y ellos, gritando, se lo agradecan, despus de haber tenido unbuen rato las manecitas levantadas, aun antes que el pan estuviese cortado.Por fin, provistos de su merienda, unos se alejaron saltando de contento; otro,de carcter menos juguetn, se fueron sosegadamente a la puerta del patiopara ver a los forasteros y el coche que deba llevarse a Carlota. Esta me dijo:"Me perdonaris que haya causado la molestia de entrar y haber hechoesperar a esas seoras? Distrada en vestirme y en tomar las disposicionesque en la casa exige mi ausencia, me haba olvidado de dar su merienda a losnios, que no quieren recibirla sino de mi mano." Contest con un cumplidoinsignificante: mi alma estaba absorta en contemplar su talle, su rostro, su voz,sus menores movimientos. Apenas pude volver de mi sorpresa al verla entrarpresurosa en otra habitacin para tomar los guantes y el abanico. Los nios,permaneciendo a cierta distancia, me miraban de reojo; yo me acerqu al mspequeo, cuya fisonoma era sumamente interesante. Se retiraba huyendo dem, cuando Carlota, que sala ya por la puerta, le dijo: "Luis, da la mano a esecaballero, que es tu primo.""Obedeci el nio sonriendo, y, aunque tena las narices llenas de mocos, nopude resistir la tentacin de darle algunos besos." Primo?dije a Carlota, ofrecindole la mano. Creis que yo merezca ladicha de ser pariente vuestro?" "Oh!exclam ella jovialmente; nuestroparentesco es muy antiguo, y yo sentira infinito que fueseis el peor de lafamilia.""Al salir, encarg a Sofa, nia de once a doce aos y la mayor de lashermanas que quedaban en la casa, que cuidase bien de los nios y saludasea su padre cuando volviese de paseo. Recomend a los pequeos queobedeciesen a Sofa como si fuese ella misma, lo que muchos prometieronterminantemente; pero una traviesa rubilla, que podra tener unos seis aos, seapresur a decir: "Pero ella no eres t, Lota, y nosotros queremos mejor queseas t." Los dos hermanos mayores se haban encaramado en el coche, y,por mi intercesin, Carlota les permiti acompaarnos hasta la selva, aunquehacindoles prometer que se mantendran firmes y que no se pelearan el unocon el otro. 12. "Apenas nos habamos colocado nuestros asientos; apenas las damas habancambiado el saludo y las lisonjas de costumbre sobre los trajes, especialmentesobre los sombrerillos, y pasado revista a las personas que deban asistir albaile, cuando Carlota hizo para el coche y mand a sus hermanos apearse.Estos quisieron besarle de nuevo la mano: el mayor lo hizo con toda la ternurade un adolescente; el ms pequeo, con tanta viveza como atolondramiento.Les encarg una vez ms que saludasen a sus otros hermanos, y continuamosnuestra marcha."La ta de mi pareja pregunt a Carlota si haba concluido el libro queltimamente le haba prestado. "Nodijo ella, no me gusta, y os lo devolverpronto; tampoco el anterior me hizo mucha gracia." Manifest curiosidad porsaber de qu libros se trataba, y qued sorprendido al contestar Carlota que(2). Encontraba en cuanto deca un talento nada comn; cada palabra aadanuevos encantos, nuevos fulgores de inteligencia a su rostro, y observ que seexplicaba con tanto ms gusto cuanto que vea en m una persona que lacomprenda."Cuando yo era ms niame dijomi lectura favorita eran las novelas. Diossabe cunto placer experimentaba yo cuando poda sentarme el domingo enalgn rinconcillo para participar con todo mi corazn de la dicha o de ladesgracia de alguna miss Jenni. No quiere esto decir que este gnero deliteratura haya perdido a mis ojos todos sus encantos; pero, como ahora soncontadas las veces que puedo leer, cuando lo hago deseo que la obra estperfectamente dentro de mi gusto. El autor que prefiero es aquel en quien halloel mundo que me rodea, el que cuenta las cosas como las veo en torno mo, elque con sus descripciones, me atrae y me interesa tanto como mi propia vidadomstica, que indudablemente no es un paraso, pero s una fuente de dichainefable para m.""Procur ocultar la emocin que me causaban estas palabras, pero no loconsegu por mucho tiempo, pues cuando la o hablar, incidentalmente, delvicario de Wakefield, de... (3), no pudiendo contenerme, le dije cuanto se meocurri en aquel instante, y slo despus de un rato, al dirigir Calota la palabraa nuestras compaeras, ca en la cuenta de que stas haban permanecidocomo dos marmolillos, sin tomar parte en la conversacin. La ta me mir msde una vez con un aire de burla, del que no hice el menor caso."Hablamos entonces del baile. "Si bailar es un defectodijo Carlota, confiesoingenuamente que no concibo otro de ms atractivos. Cuando alguna cosa medesvela con exceso y me acerco a mi clavicmbalo, aunque est desafinado,me basta con mal tocar una contradanza para darlo todo al olvido." "Concunto embeleso mientras ella hablaba, fijaba yo mi vista en los ojos negros!Cmo enardecan mi alma la animacin de sus labios y la frescura risuea desus mejillas! Cuntas veces, absorto en los magnficos pensamientos queexpona dej de prestar atencin a las palabras con que se explicaba! T, queme conoces a fondo puedes formar una idea exacta de todo esto. En fin,cuando el coche par delante de la casa del baile yo ech pie a tierracompletamente abstrado. La hora del crepsculo, el laberinto de sueos en 13. que vagaba mi imaginacin, todo contribuy a que apenas hiciese alto en lostorrentes de armona que llegaban hasta nosotros desde la sala iluminada."El seor Audran y un tal... (quin puede retener en la memoria todos losnombres?), que eran las parejas de la ta y de Carlota, nos recibieron en lapuerta y se apoderaron de sus damas, yo los segu con la ma."Comenzamos por bailar varias veces el minu. Saqu una por una todas lasseoras y pude observar que las que valan menos eran las que hacan msdengues antes de decidirse a ponerse a bailar Carlota y su caballerocomenzaron una contradanza inglesa: puedes figurarte el placer queexperiment cuando le toc hacer la figura conmigo. Es preciso verla bailar! Lohace con todo su corazn, con toda su alma; todo su cuerpo est en unaperfecta armona, y se abandona de tal modo con tanta naturalidad, que pareceque para ella el baile lo resume todo, que no tiene otra idea ni otro sentimientoy que, mientras baila, lo dems se desvanece ante sus ojos."Le ped la segunda contradanza y me ofreci la tercera, asegurndome quetendra mucho gusto en bailar la alemanda. "Aqu es costumbreaadicada cual baile la alemanda con su pareja, pero mi caballero valsa mal y meagradecer que le releve de esta obligacin. Vuestra compaera tampoco lasabe ni se cuida de ello, y he observado, durante la danza inglesa, que bailisa maravilla. Por lo tanto, si queris bailar conmigo la alemanda, id a pedirme ami caballero mientras yo hablo a vuestra dama." Despus le di la mano, y seconvino en que, mientras nosotros bailbamos juntos, su caballeroacompaara a mi pareja."Se comenz, nos entretuvimos un rato en hacer diferentes pasos y figuras.Qu gracia, qu agilidad en sus movimientos! Cuando llegamos al vals y lasparejas, como las esferas celestes, empezaron a girar unas alrededor de otras,hubo un momento de confusin, porque son contados los que valsan bien.Tuvimos la prudencia de dejar pasar el primer mpetu de los dems; perocuando los menos hbiles se retiraron, nos lanzamos de nuevo y dejamos bienpuesto nuestro pabelln, y seguidos de otra pareja, que eran Audran y sucompaera. Jams he sido ms ligero; yo era ya un hombre. Tener en misbrazos a la criatura ms amable, volar con ella como una exhalacin,desapareciendo de mi vista todo lo que rodeaba, y..., Guillermo, te lo diringenuamente: me hice el juramento de que mujer que yo amase, y sobre lacual tuviera algn derecho, no valsara jams con otro que conmigo; Jams,aunque me costase la vida. Me comprendes?"Dimos algunas vueltas por la sala para tomar aliento; despus ella se sent yle present, para que refrescase, unos limones que yo haba separado cuandose haca el ponche, los nicos que quedaban. Observ que agradeca miatencin; pero se hallaba al lado una dama indiscreta, a quien ella ofrecapedacitos por pura cortesa, y cada uno que tomaba era un pual que meatravesaba el corazn. En la tercera contradanza inglesa nos toc ser lasegunda pareja. Cuando concluamos de hacer la cadena y yo (Dios sabe concunta voluptuosidad!) me adhera al brazo de Carlota, fijo en sus ojos, quebrillaban con la cndida expresin del placer ms puro y espontneo, nos 14. hallamos delante de una seora que, aunque ya se iba alejando de lo masflorido de su juventud, me haba llamado la atencin por cierto aire deamabilidad que hermoseaba su semblante. Mir a Carlota sonriendo, hizocomo que la amenazaba, y pronunci al paso dos veces el nombre de Alberto,con un tonillo misterioso.""Puedo dije a Carlotasin cometer una imprudencia preguntaros quin esAlberto?" Iba a responderme; pero tuvimos que separarnos para ha cer la grancadena, y cuando llegamos a cruzar uno al lado del otro, me pareci queestaba pensativa.""Por qu os lo he de ocultar?me dijo al darme la mano para hacer unafigura. Alberto es un joven muy apreciable al cual estoy prometida.""Aunque esto no era nuevo para m, porque lo haba sabido en el coche, mecaus tanta sorpresa como si lo ignorase, y es que no me haba ocupado de talnoticia con relacin a Carlota, que en tan breves instantes lleg a serme tanquerida. En una palabra, me turb, me desconcert y embroll de tal modo lafigura, que, sin la presencia de nimo de Carlota y la oportunidad con queenmendaba mis torpezas, no se hubiera podido continuar la contradanza. Anduraba el baile cuando los relmpagos que desde mucho antes esclarecan elhorizonte, y que yo achacaba sin cesar a rfagas de calor se hicieron msintensos, y el ruido del trueno apagaba el de la msica. Tres seoras, seguidasde sus caballeros, abandonaron la contradanza, se generaliz el desorden yenmudecieron los instrumentos. Cuando repentino pavor o accidente imprevistonos sorprende en medio de los placeres, producen en nosotros, y es natural,una impresin ms honda que de ordinario ya sea por el contraste que sedestaca vigorosamente, ya porque, una vez abiertos nuestros sentidos a lasemociones, adquieren una sensibilidad exquisita. A esta causa debo atribuir losgestos extraos que vi hacer entonces a muchas seoras. La ms prudentecorri a sentarse en un rincn, tapndose los odos y volviendo la espaldahacia la ventana; otra se arrodill delante de ella y escondi la cabeza en suregazo; una tercera se meti entre las dos ventanas y abrazaba a sushermanitas, vertiendo torrentes de lgrimas. Algunas queran volverse a suscasas; otras, que estaban ms amilanadas, ni siquiera tenan nimo parareprimir la audacia de los astutos jvenes, que se ocupaban afanosos en robarde los labios de las bellas afligidas las temidas plegarias que dirigan al cielo.Algunos hombres haban salido a fumarse tranquilamente una pipa, y losdems de la reunin acogieron con jbilo la feliz idea que tuvo la duea de lacasa de trasladarnos a otra pieza donde las ventanas tenan postigos ycolgaduras. Carlota, apenas entramos en la nueva habitacin, hizo poner lassillas en corro y propuso un juego. Vi que varios caballeros, enderezndosecomo para indicar que estaban prontos, se relaman de gusto, soando ya enlas sentencias de las prendas. "Jugamos a contar dijo ella. Pestadmeatencin. Yo ir pasando por toda la rueda, siempre de derecha a izquierda yvosotros al mismo tiempo contaris desde uno hasta mil, diciendo a mi pasocada cual el nmero que le toque. Debe contarse muy de prisa, y el que titubeeo se equivoque recibir un bofetn." Nada ms divertido. Carlota, con el brazoextendido, ech a andar dentro del corro. "Uno!", dijo el primero. "Dos!", elsegundo. "Tres!", el que estaba al lado, y as sucesivamente. Ella fue poco a 15. poco acelerando sus pasos, aquello ya no era andar: volaba. Uno seequivocaba. Plaf!, bofetn; el que le sigue lanza una carcajada. Plaf!, nuevobofetn y Carlota corriendo cada vez ms. A m me alcanzaron dos sopapos, ycon inefable placer cre haber notado que me los aplicaba ms fuerte que a losotros. El juego concluy en medio de una risa y una algazara general antes quela cuenta hubiese llegado al nmero mil. Las personas que tenan msintimidad formaron conversacin aparte; la tempestad haba cesado, y yo segua Carlota, que se volvi a la sala. En el camino me dijo: "Los bofetones hanhecho que se olviden de la tempestad y de todo." Nada pude contestarle. "Yoeraprosiguiuna de las ms miedosas; pero aparentando valor para animara los dems, llegu a tenerlo de veras." Nos acercamos a la ventana; se oantruenos lejanos y el ruido apacible de una abundante lluvia que caa sobre loscampos. Una atmsfera tibia nos acaricia con oleadas de los ms suavesperfumes."Carlota haba apoyado los codos en el marco de la ventana y miraba hacia lacampia, luego levant los ojos al cielo; despus los fij en m y vi que los tenacuajados de lgrimas; por fin, puso su mano sobre la ma y exclam: "OhKlopstock!" (4)."Abismado en un torrente de emociones que esta sola palabra despert en miespritu, record al instante la oda sublime que ocupaba a la sazn elpensamiento de Carlota. No pude resistir: me inclin sobre su mano, se la llende besos y de lgrimas de placer, y volvieron mis ojos a encontrarse con lossuyos. Oh insigne poeta! Esta sola mirada, que debas haber visto, basta paratu apoteosis. Ojal no vuelva yo a or pronunciar tu nombre tanfrecuentemente pronunciado!"19 DE JUNIO"En qu punto de mi relato qued el otro da? No lo recuerdo. y slo puedodecirte que eran las dos de la madrugada cuando me acost, y que, si en vezde escribirte, hubiera podido hablarte, alcaso te hubiera hecho pasar toda lanoche en claro."Nada te he dicho an de lo que sucedi a nuestro regreso del baile, ni hoytengo disponible el tiempo que necesitara para hacerlo."El da amaneci deslumbrador. Algunas gotas de agua caan de las hojas delos rboles, y la campia haca gala de vivificante humedad. Nuestrascompaeras de viaje comenzaron a dar cabezadas y Carlota me dijo que, si yoquera hacer otro tanto, no lo dejase por ella."Mientras vea esos ojos abiertosle contest, fijando en ella mi miradanohay peligro de que yo me duerma.""Uno y otro hemos llegado despiertos a su casa. La criada le abri la puerta sinhacer ruido, y habindole preguntado Carlota por su madre y hermanitos,asegur que todos seguan bien y durmiendo a pierna suelta. Despedme deella, pidindole permiso para volver a verla el mismo da. Me lo concedi, fui, 16. desde entonces bien pueden el sol, la luna y las estrellas recorrersosegadamente sus rbitas, sin que yo sepa si es de da o de noche, porquetodo el universo ha desaparecido ante mis ojos." 21 DE JUNIOPaso unos das tan felices como los que Dios reserva a sus elegidos, ysucdeme lo que me suceda, no podr decir que no he saboreado los placeresms puros de la vida. Me he establecido enteramente en mi retiro de Wahlheimque ya conoces, all no me separa ms que media legua de distancia de lacasa de Carlota; all estoy siempre contento, y gozo cuanto el hombre puedegozar en la tierra."Cuando eleg a Wahlheim por lmite de mis excursiones, cmo hubiera yopodido figurarme que estuviese tan cerca del cielo? Cuntas veces,prolongando mis largos paseos, he visto ms all del ro, ora desde la cima dela montaa, ora desde lo hondo del valle, esa casa de campo que hoy es elcentro de todos mis deseos!"He hecho, mi querido Guillermo, mil reflexiones sobre el afn con que elhombre trata de extenderse fuera de s mismo, de hacer nuevosdescubrimientos y de correr sin objetivo fijo; despus he meditado sobre laoculta inclinacin que le nace buscarse lmites y seguir el camino trillado, sincuidarse de lo que hay a derecha o izquierda. Cuando yo vine aqu y contempldesde la colina este hermoso valle, me atrajo hacia l un encantoinconcebible... All abajo, el bosquecillo... Ah, si t pudieras descansar a susombra! All arriba, la cumbre de la montaa. Ah, si t pudieras contemplardesde ella este soberbio paisaje! Y estas cordilleras de colinas, y estos vallessolitarios... Oh, quin pudiera perderse en su seno!... Yo iba y vena sinencontrar jams lo que buscaba. Con lo que est distante de nosotros sucedelo que con el porvenir. Un horizonte inmenso y oscuro se extiende delante denuestro espritu; en l, a la par que nuestras miradas, se sumergen nuestrossentimientos, y, ay!, ardemos en deseos de entregarle por completo nuestroser, soando saborear en toda su plenitud las delicias de una sensacingrande, sublime, sin igual. Pero cuando hemos corrido para llegar, cuando elall se ha convertido en aqu, vemos que todo es como era antes;permanecemos en nuestra miseria, encerrados en el mismo crculo, y el almasuspira por la ventura que acaba de escaprsele una y otra vez."Por eso el hombre ms inquieto y vagabundo vuelve al fin los ojos hacia supatria, y halla en su lugar, en los brazos de su esposa, en medio de sus hijos,entregado a los cuidados que se impone para el bien de tan queridos seres, ladicha que en vano ha buscado por toda la tierra."Cuando al despuntar el da me pongo en camino para ir a mi nido deWahlheim, y en el jardn de la casa donde me hospedo cojo yo mismo losguisantes, y me siento para quitarles las vainas al mismo tiempo que leo aHomero; cuando tomo un puchero en la cocina, corto la manteca, pongo mis 17. legumbres al fuego y me coloco cerca para menearlas de vez en cuando,entonces comprendo perfectamente que los orgullosos amantes de Penlopepuedan matar, descuartizar y asar por s mismos los bueyes y los cerdos. Nohay nada que me llene de ideas ms pacficas y verdaderas que estos rasgosde costumbres patriarcales, y, gracias al cielo, puedo emplearlos, sin que seaafectacin, en mi mtodo de vida."Cun feliz me considero con que mi corazn sea capaz de sentir el inocente ysencillo regocijo del hombre que sirve en su mesa la col que l mismo hacultivado, y que, adems del placer de comerla, tiene otro mayor recordando enaquel instante los hermosos das que ha pasado cultivndola, la alegre maanaen que la plant, las serenas tardes en que la reg, y el gozo con que la veamedrar de da en da." 29 DE JUNIO"El mdico de la ciudad estuvo anteayer en casa del Juez y me hall, entre loshermanos de Carlota, echado en el suelo, donde unos gateaban sobre m,otros me pellizcaban y yo les haca cosquillas, formando todos juntos un ruidoespantoso. El doctor, sabio maniqu que mientras se arregla los puos y unachorrera que vale por dos, juzg mi faena indigna de un hombre de seso; loconoc en su semblante. Sin turbarme ni mucho menos, le dej mascullarestupendos discursos, ocupndome, entre tanto, en levantar los castillejos denaipes de los nios que stos haban echado por tierra; l se apresur a deciren la ciudad que los hijos del juez estaban muy mal criados, y que Wertheracaba de echarlos a perder."S, querido Guillermo, no hay nada en el mundo que interese a mi corazntanto como los nios. Cuando los observo y descubro en estos diablillos losgrmenes de todas las virtudes, de todas las facultades que algn da les sernnecesarias; cuando veo en su terquedad la constancia y la entereza futuras ensu travieso desenfado el buen humor y la indiferencia con que ms adelantesortearn los peligros de la vida..., todo esto tan puro tan entero...., entoncesrepito siempre, las admirables palabras del gran maestro de los hombres: "Sino os hacis semejantes a uno de ellos!" Y, sin embargo, amigo mo, nosotrostratamos como a esclavos a estas criaturas, que son nuestros iguales, y quedebamos tomar por modelos. No les concedemos voluntad propia; pero latenemos nosotros? Cul es, pues, nuestra prerrogativa? Acaso consiste enla mayor edad e inteligencia? Oh Dios eterno! Desde tu cielo ves nios viejos,nios jvenes, y nada ms. Hace mucho tiempo que tu Hijo nos hizo sabercules son los que T prefieres. Pero los hombres creen en l y no le escuchansta es tambin una aeja costumbrey hacen a sus hijos como ellos sony..."Adis, Guillermo: no quiero desatinar ms sobre esta materia."1 DE JULIO 18. "Mi corazn, que sufre ms que el que se consume en el lecho del dolor,comprende lo til que debe de ser Carlota para un enfermo. sta va a pasarahora algunos das en la ciudad, cuidando a una excelente seora, que, aldecir de los mdicos, est cerca de su fin, y desea llegar al amargo trance enbrazos de mi amiga. La semana pasada hicimos una visita al cura de ***,aldehuela situada en la montaa, a una legua de aqu, Carlota llevaba consigoa la mayor de sus hermanas, cuando entramos en el patio de la casa, al quedaban sombra dos grandes nogales; el buen anciano estaba sentado en unescao, delante de la puerta. Pareci reanimarse a la vista de Carlota; olvidsu nudoso bastn, y se arriesg a salir a recibirla. Carlota corri hacia l leoblig a sentarse, hacindolo ella a su lado: le dio mil recuerdos de parte de supadre y bes al hijo del cura, que es un mequetrefe muy mimado y muy sucio.Si t la hubieses visto cmo entretena al pobre viejo, cmo alzaba la voz parahacerla penetrar en sus odos casi embotados; cmo le hablaba de jvenesrobustos que haban muerto de repente, y de la excelencia de las aguas deCarlsbad, aprobando la intencin que tena el cura de ir a tomarlas el veranodel ao siguiente; cmo le manifestaba que tena mejor semblante y un airems animado que la ltima vez que se haban visto... Mientras tanto, yo ofrecmis respetos a la mujer del sacerdote. Este se haba puesto ms contento queunas pascuas, y no pudiendo yo resistir el deseo de alabar los hermososnogales que nos daban agradabilsima sombra, emprendi, no sin algntrabajo, la tarea de contarnos su historia.""No sabemosdijoquin ha plantado el ms viejo; unos dicen que fue talcura, otros, que tal otro. El ms joven tendr cincuenta aos cuando llegueoctubre: es de la edad de mi mujer. Su padre, que me precedi en este curato,lo plant una maana, y ella vino al mundo la noche del mismo da. No podrdeciros cunto quera l este rbol; pero os dir que no lo quiero yo menos.Siendo un pobre estudiante, vine aqu por primera vez hace veintisiete aos; laque hoy es mi mujer estaba haciendo media debajo del nogal, sentada sobreuna viga.""Habindole preguntado Carlota por su hija, dijo que haba ido con el seorSchmidt al llano a ver a los trabajadores; luego continu su discurso,refirindonos cmo le haban tomado cario en aquella casa, cmo lleg a servicario de su antecesor y cmo, por ltimo, lo haba reemplazado. Apenas diopunto a su relato, cuando vimos llegar por el jardn a su hija, acompaada delseor Schmidt. Salud a Carlota con la mayor cordialidad, y debo confesar queme fue muy simptica. Es una morenita vivaracha y esbelta, capaz de hacerpasar a cualquiera en el campo una deliciosa temporada. Su novio (pues elseor Schmidt se present desde luego como tal) es un joven de buen aspecto,pero taciturno; en vano le incit varias veces Carlota a que tomase parte ennuestra conversacin. Lo que ms me enfad fue que cre notar en su tono queaquella tenacidad con que se opona a comunicarse, no era hija de la falta detalento, sino del capricho y el mal humor. Por desgracia, tuve bien prontoocasin para convencerme de ello; pues mientras Federica paseaba y charlabacon mi amiga, e incidentalmente conmigo, la cara del seor Schmidt, que erade suyo algo morena tom un tinte sombro, tan pronunciado, que Carlota sevio en el caso de llamarme la atencin y hacerme comprender que no debamostrarme tan galante con aquella joven. No hay nada que me disguste tanto 19. como ver a los hombres martirizarse unos a otros, sobre todo cuando en la florde la edad, pudiendo abrirse fcilmente los corazones a todos los deleites delcontento, pierden por tonteras aquellos das hermosos, sin percatarse hastamuy tarde de que semejante prodigalidad no tiene reparacin posible. Esta ideame atormentaba, y cuando al anochecer volvimos al presbiterio y nos sentamosa una mesa, donde nos sirvieron lacticinios, aprovechando la circunstancia deestar hablando sobre los placeres y penas de la vida, tron con todas misfuerzas contra el mal humor."Los hombresdijenos quejamos con frecuencia de que son muchos mslos das malos que los buenos, y me parece que casi nunca nos quejamos conrazn. Si nuestro corazn estuviera siempre dispuesto para gozar de los bienesque Dios nos dispensa cada da, tendramos bastante fuerza para soportar losmales cuando se presentan."""El buen o mal humor no obedece a nuestra voluntadexclam la mujer delcura. Cuntas cosas hay que dependen del cuerpo ! ... Todo nos fastidiacuando no estamos bien.""Manifest que pensaba lo mismo, y aad:""Consideremos ese fastidio como una enfermedad, y veamos si hay manerade curarla."""Eso es hablar razonablementedijo Carlotay por mi parte, creo quepodemos hacer mucho: hablo por experiencia. Cuando alguna cosa memortifica y comienzo a ponerme triste, corro a mi jardn, me paseo tarareandoalgunas contradanzas, y se acab la pena."""Eso quera yo decirrepuse al instante. Sucede con el mal humor lo quecon la pereza. Hay una especie de pereza a la cual propende nuestro cuerpo,lo que no impide que trabajemos con ardor y encontremos un verdadero placeren la actividad, si conseguimos una vez hacernos superiores a esapropensin"."Federica estaba muy contenta: su novio me replic que no siempre es elhombre dueo de s mismo, y sobre todo, que no hay remedio conocido paramanejar los sentimientos.""Aqu se tratarespondde una sensacin desagradable, que ningunoquerra experimentar, y mal podemos conocer la extensin de nuestras fuerzassi no las ponemos a prueba. Todo el que est enfermo consulta con losmdicos, y nunca rechaza el tratamiento ms penoso ni las medicinas msamargas, si cree recobrar la salud que desea.""Adivirtiendo que el buen anciano aplicaba el odo para participar en laconversacin, levant la voz, y le dirig estas palabras:""Se predica contra muchos vicios; pero no s que nadie haya predicado contrael mal humor." (5). 20. ""Esto toca a los prrocos de las ciudadesdijo el padre de Federica; losaldeanos no tienen ni noticia de tal achaque. Sin embargo, no vendra malalguna que otra vez un sermoncito: a lo mejor, seria una leccin para el juez ypara nuestras mujeres.""Todos nos remos de este final; l mismo hizo lo propio, y tanto que rompi atoser, con lo cual qued interrumpida la conversacin por algunos minutos.Despus tom la palabra el seor Schmidt, y me dijo:""Habis dado el nombre de vicio al mal humor, y me parece que eso esexagerar."""De ningn modorepliqu, cmo he de calificar una cosa que daa anuestro prjimo y a nosotros mismos? No basta con que no podamoshacernos felices los unos a los otros? Es tambin preciso que acabremos alplacer que cada uno puede procurarse an a s propio? Citadme un atrabiliarioque sepa disimular su mal humor y soportarlo slo para no turbar la alegra delos que le rodean. no es ms bien un despecho oculto, hijo de nuestrapequeez, un descontento de nosotros mismos loca vanidad? Vemos gentefeliz que no nos debe su felicidad, y esto nos es insoportable.""Carlota me mir, rindose de la vehemencia conque yo hablaba y una lgrimaque sorprend en los ojos de Federica me anim a continuar:""Mal hayandijeaquellos que utilizan el imperio que tienen sobre uncorazn, para arrancarle las alegras inocentes que brotan en l! Todos losdones, todos los agasajos posibles, no bastan para pagar un instante de placerespontneo que suele convertir en amargura la envidiosa suspicacia de nuestroverdugo.""Mi corazn estaba lleno de pasin en este momento, mil recuerdos acudierona mi alma, y el llanto se agolp en mis ojos."Continu: "Por qu no hemos de decirnos cada da: todo lo que puedeshacer por tus amigos es respetar sus placeres y aumentarlos tomando parte enellos? Puedes acaso ofrecerles una gota de blsamo consolador, cuando susalmas se hallan atormentadas por una pasin que aflige, despedazadas por eldolor?... Y cuando la ltima, la ms espantosa enfermedad sorprenda a quienhayas atormentado en sus horas de dicha cuando en el lecho, en el ms tristeabatimiento levante al cielo sus apagados ojos, y el sudor de la muerte seapodere de su frente lvida, y t, de pie junto a la cama como un condenado,veas que nada puedes con todo tu poder y sientas filtrarse la angustia hasta elfondo de tu alma, pensando que lo daras todo por depositar en el seno delmoribundo un tomo de alivio, una chispa de valor!...""Estas palabras me hicieron recordar de una ma nera vigorosa un sucesoparecido que yo haba presenciado. Me alej del grupo, llevndome el paueloa los ojos, y slo volv en m cuando la voz de Carlota me grit:"Vmonos!" 21. "Cmo me ha regaado durante el camino, por dedicar a todo un entusiasmovehemente! ... Dice que esto me matar si no consigo dominarme. Oh, no,ngel mo! Yo quiero vivir para ti."6 DE JULIO"Carlota est siempre al lado de su moribunda amiga, y siempre es la misma;siempre esta criatura afable y benfica, cuya mirada, dondequiera que se fija,dulcifica el dolor y hace felices a las personas. Ayer tarde fue a pasearse conMariana y la pequea Amelia. Yo lo saba, me reun con ellas y caminamosjuntos. Despus de haber andado como una legua y media, volvimos hacia laciudad, y llegamos a la fuente, que ya me gustaba mucho y que ahora megusta mil veces ms."Sentse Carlota sobre el pequeo muro, los dems estbamos de pie delantede ella. Mir alrededor, y me acord del tiempo en que mi corazn estabasolitario. "Fuente querida!me dije a m mismo; cunto tiempo hace que nohe gozado de tu frescura, y cuntas veces, pasando de prisa junto a ti nisiquiera te he mirado!" Baj los ojos y vi que suba la pequea Amelia con unvaso de agua, cuidando de no verterlo."Mir a Carlota y comprend todo lo que ella es para m. En esto, lleg Ameliacon su vaso; Mariana quiso quitrselo."No!exclam la nia con la ms dulce expresin, No! Lota, t has debeber antes que nadie.""La verdad, la bondad con que aquella mueca pronunci estas palabras, mearrebataron hasta el punto de que, para expresar mis sentimientos, no supehacer otra cosa que tomarla en mis brazos y besarla con tanta efusin, queempez a gritar y a llorar.""Eso no est bien hecho," me dijo Carlota."Quedme confuso.""Ven, Ameliaprosigui, cogindola de la mano y hacindole bajar losescalones. Lvate en seguida en esa agua fresca, y no te suceder nada."Fij mi atencin en la nia, que afanosa se frotaba las mejillas con sus manosmojadas, convencida de que la fuente milagrosa la limpiara de toda mancha,quitndole la afrenta de haber sido tocada por una barba impura. Carlota ledeca: "Basta ya!" Y ella continuaba frotndose con nuevo bro, como simientras ms lo hiciese, fuera mejor. Guillermo, te aseguro que no he asistido aninguna ceremonia con ms respeto... Y cuando Carlota subi, de buena ganame hubiera prosternado a sus pies, como ante los de un profeta redentor de lospecados de un pueblo. No pude resistirme al deseo de contar por la noche losucedido, con toda la alegra de mi corazn, a uno que yo crea sensible,porque tiene agudeza. Cmo me equivocaba! Censur la conducta de Carlota, 22. dijo que no se deba hacer creer nada a los nios; que estos abusos eranorigen de errores y supersticiones sin nmero, que hay necesidad de evitardesde muy temprano... Entonces record que ocho das antes haba hechoeste charlatn bautizar a un nio, por lo cual, oyndole como el que oye llover,segu siendo fiel con todo mi corazn a esta verdad: preciso obrar con los nioscomo obra con nosotros el Seor, que nunca nos hace ms felices que cuandonos deja embriagarnos con una ilusin agradable."8 DE JULIO"Qu nios somos! Con qu vehemencia suspiramos por una mirada!Habamos ido a pie a Wahlheim, las seoras salieron en coche, y durantenuestro paseo cre ver en los ojos negros de Carlota... Soy un loco:perdname. Sera preciso que vieras estos ojos. Abreviar, porque el sueocierra los mos."Las seoras subieron en el coche, y al lado es tbamos el joven W., Selstadt,Audran y yo. Charlaban por la portezuela con estos jvenes aturdidos que son,por cierto, locos y superficiales. Yo buscaba los ojos de Carlota. Ay!, susmiradas vagaban ya a un lado, ya a otro, sin dirigirse a m, que slo de ella meocupaba. Mi corazn le dijo adis mil veces; pero ella no me vea. Pas elcoche, y una lgrima humedeci mis prpados. Lo segu con la vista. Carlotasac la cabeza por la portezuela y se volvi a mirar.... Ah!..., era a m? Amigomo, floto en esta incertidumbre; esto me consuela. Acaso volvi para verme;acaso... Buenas noches. Oh, qu nio soy!"10 DE JULIO"Quisiera que vieses la cara estpida que pongo cuando la gente habla deCarlota, y, sobre todo cuando me preguntan si me gusta. Gustarme! Odio demuerte esta palabra. Qu hombre habr a quien no le guste, a quien no lerobe el pensamiento, todo el corazn?... Gustar! El otro da me preguntaron siOssian me gustaba."11 DE JULIO"La seora M.... est muy mala. Ruego a Dios por su vida, porque sufro viendoque Carlota sufre. No la veo sino alguna vez en casa de una de sus amigasdonde hoy me ha contado una historia singular. El seor M... es un viejo avaro,perverso y repugnante, que ha tenido atormentada y muy sujeta a su mujertoda la vida; ella, sin embargo, ha sabido sacar fruto de su situacin.Habindola desahuciado el mdico hace algunos das, mand a llamar a sumarido, y, en presencia de Carlota, le habl en estos trminos: "Deboconfesarte una cosa que, despus de mi muerte, podra ser motivo de inquietud 23. y pesares. Hasta hoy he gobernado la casa con todo el orden y economaposible; pero debo pedirte perdn porque te he engaado durante treinta aos.Desde nuestro casamiento fijaste una cantidad muy pequea para los gastosde comida y dems de la casa. Cuando sta ha prosperado, y nuestrosnegocios han levantado el vuelo, no he podido lograr que aumentes la sumadestinada para cada semana; t sabes que en el tiempo de nuestros mayoresgastos me obligabas a atender a todo con un florn diario. He obedecido sinreplicar, y cada semana he tomado del cofre del dinero lo indispensable paracubrir mis atenciones, segura de que jams se sospechara que una mujerrobase a su marido. Nada he malgastado, y sin hacer esta confesin hubieraentrado tranquila en la eternidad; pero s que la que me suceda en el gobiernode la casa no podr manejarse con lo poco que t das, y no quiero que lleguesa echarle en cara que tu mujer se contentaba con ello."He hablado con Carlota sobre la increble ceguera que hace que un hombreno sospeche manejo alguno en una mujer que con siete florines cubre dedomingo a domingo todos los gastos cuando se ve que stos pasan del doble.Sin embargo, conozco gente que hubiera recibido en su casa, sin asombrarse,la inagotable cntara de aceite del profeta."13 DE JULIO"No, no me engao: leo en sus ojos negros el verdadero inters que le inspiranmi persona y mi suerte. Conozco, y en esto debo creer en mi corazn, queella... Oh! Podr y me atrever a expresar en estas palabras la dicha quesiento? Conozco que me ama."Soy amado!... Si vieras cmo me ofreci ahora; si vieras..., te lo dir, porquet sabrs comprenderme: si vieras lo mucho ms que valgo a mis propios ojosdesde que soy dueo de su amor! Somos realmente el uno del otro porsentimiento o slo por vanidad? No conozco hombre alguno capaz de robarmeel corazn de Carlota, y, a pesar de ello cuando sta habla de su futuroesposo, con todo el calor, con todo el amor posible, me hallo como eldesgraciado a quien despojan de todos sus ttulos y honores, y le obligan aentregar su espada."16 DE JULIO"Ah qu sensacin tan grata inunda todas mis venas cuando por casualidadmis dedos tocan los suyos, o nuestros pies se tropiezan debajo de la mesa! Losaparto como de un fuego, y una fuerza secreta me acerca de nuevo a pesarmo. El vrtigo se apodera de todos mis sentidos, y su inocencia su almacndida, no le permiten siquiera imaginar cunto me hacen sufrir estainsignificantes familiaridades. Si pone su mano sobre la ma cuando hablamos,y si en el calor de la conversacin se aproxima tanto a m que su divino alientose confunde con el mo, creo morir herido por el rayo, Guillermo y este cielo, 24. esta confianza, si llego a atreverme... T me entiendes. No, mi corazn no esttan corrompido. Es dbil, demasiado dbil... Pero, en esto, no hay corrupcin?"Carlota es sagrada para m. Todos los deseos se desvanecen en supresencia. Nunca s lo que experimento cuando estoy a su lado: creo que mialma se dilata por todos mis nervios."Hay una sonata que ella ejecuta en el clavicmbalo con la expresin de unngel: tiene tal sencillez y tal encanto! Es su msica favorita y le basta tocar suprimera nota para alejar mi zozobra cuidados y aflicciones."No me parece inverosmil nada de lo que se cuenta sobre la antigua magia dela msica Cmo me esclaviza este canto sencillo! Y cmo sabe ella ejecutarloen aquellos instantes en que yo sepultara contento una bala en mi cabeza!Entonces, disipndose la turbacin y las tinieblas de mi alma, respiro con mslibertad." 18 DE JULIO"Guillermo, sin el amor, qu sera el mundo para nuestro corazn? Lo que unalinterna mgica sin luz. Apenas se introduce la lamparilla, cuando las imgenesms variadas aparecen en el lienzo difano. Y aunque el amor no sea otra cosaque fantasmas pasajeros, esto basta para labrar nuestra dicha cuando,detenindonos a contemplarlos como nios alegres, nos extasiamos con tanmaravillosas ilusiones. Hoy no he podido ir a casa de Carlota; una visitainevitable lo ha impedido."Qu hacer? He enviado a mi criado, sin ms objeto que el de tener cerca demi a alguno que la haya visto hoy. Con cunta impaciencia le he esperado!Con qu alegra he vuelto a verle! Le hubiera besado, a no ser el colmo de lalocura."Cuentan que la piedra de Bolonia, cuando se pone al sol absorbe los rayos ypuede luego alumbrar parte de la noche: en este caso se hallaba mi criado param. La idea de que los ojos de Carlota se haban fijado en su cara, en susmejillas, en los botones de su casaca y en el cuello de su abrigo, haca todoesto tan sagrado y tan precioso para m, que en aquel momento no hubiera yodado a mi sirviente por mil escudos. Su presencia me llenaba de gozo. Dios telibre de rerte! Guillermo, se puede llamar ilusiones a lo que nos hace felices?" 19 DE JULIO"La ver!, exclamo con jbilo por la maana cuando, al despertarme lleno dealegra, dirijo mis miradas hacia el naciente sol; la ver!, y no tengo otro deseoen todo el da. Lo dems desaparece ante esta esperanza." 25. 20 DE JULIO"Vuestra idea de que me vaya con el embajador de... no es an la ma. No megusta depender de nadie, y, adems, sabemos que ese hombre es spero ensu trato. Dices que mi madre se alegrar de verme ocupado. Deja que me ra.No tengo ya bastante que hacer? Y, en el fondo, no es lo mismo que yocuente guisantes que lentejas? Todas las cosas de este mundo vienen a pararen bagatelas, y el que por complacer a los dems, contra su gusto y sinnecesidad, se fatiga corriendo tras la fortuna, los honores u otra cosacualquiera, es siempre un loco." 24 DE JULIO"Dado el inters que manifiestas en que no descuide el dibujo, casi preferiracallarme a decirte que desde hace mucho tiempo apenas me he ocupado de talcosa."Jams he sido tan feliz; jams me ha impresionado la naturaleza tanprofundamente: hasta una piedrecilla, un tallo de hierba..., y, sin embargo, nos cmo expresarme. Mi imaginacin est tan dbil! Todo vaga y oscila antem de tal modo, que ni siquiera puedo captar un contorno. A pesar de ello, mefiguro que, si tuviese barro o cera, modelara perfectamente cuanto concibo. Siesto dura, me entretendr con barro comn, aunque no haga ms que bolitas."Tres veces he comenzado el retrato de Carlota, y las tres me ha salido mal.Esto me es tanto ms sensible cuanto que hace poco tiempo tena yo granfacilidad para sacar el parecido. ltimamente he hecho su retrato de perfil;preciso ser que me contente con l." 25 DE JULIO"Si, Carlota, yo cuidar de todo y lo arreglar todo; slo os pido que me deisms encargos y con ms frecuencia. Tambin tengo que haceros una splica:no usis la salvadera cuando me escribis. He besado con efusin la carta dehoy, y todava rechina la arenilla entre mis dientes." 26 DE JULIO"Ms de una vez me he propuesto no verla tan a menudo, pero quin podracumplirlo? Todos los das me vence la tentacin, y todos tambin me digo a mmismo solemnemente: "Maana no ir"; pero, cuando maana se vuelve hoy,hallo un nuevo y poderoso motivo que me conduce a su casa antes de 26. haberme dado cuenta de ello. Ya porque me ha preguntado por la noche si nosveremos al da siguiente, y sera una grosera no ir; ya porque me ha hechoalgn encargo y quiero yo mismo decirle el resultado; ya porque, estando lamaana deliciosa, me voy a Wahlheim, desde donde slo falta media leguapara llegar a su casa, y su atmsfera me atrae..., zas!, me planto all de unbrinco. Saba mi abuela un cuento de una montaa de imn: los bajeles que seacercaban demasiado perdan de pronto todo el herraje; los clavos volabanhacia la montaa, y los pobres marineros perecan entre las tablas, que se ibansumergiendo unas tras otras." 30 DE JULIO"Alberto ha llegado y yo me marchar. Aunque l fuese el mejor y ms noble delos hombres, y yo me reconociera inferior bajo todos conceptos, me serainsoportable que a mi vista poseyese tantas perfecciones. Poseer! ... Basta,Guillermo; el novio est aqu. Es joven bueno y honrado a quien nadie puededejar de querer. Felizmente, yo no he presenciado la llegada: me hubieradesgarrado el corazn. Es tan generoso, que ni una sola vez se ha atrevidoan a abrazar a Carlota en mi presencia. Dios se lo pague! La respeta tanto,que debo quererle. Se muestra muy afectuoso conmigo, y supongo que esto esms obra de Carlota que efecto de su propia inclinacin; las mujeres son muymaosas en este punto y estn en lo firme; cuando pueden hacer que dosadoradores vivan en buena in teligencia, lo que sucede pocas veces lo hacen, yel provecho, indudablemente, es para ellas."Sin embargo, no puedo rehusar mi estimacin a Alberto. Su exterior tranquiloforma marcadsimo contraste con mi carcter turbulento, que en vano desearaocultar. Tiene una sensibilidad exquisita y no desconoce el tesoro que poseecon Carlota. Parece poco dado al mal humor, que, como sabes es el vicio quems detesto."Me juzga hombre de talento, y mi amistad con Carlota, unida al vivo intersque pone en todas sus cosas, da ms valor a su triunfo y la quiere cada vezms. No me meter en averiguar si suele atormentarla a solas con tal o cualchispazo de celos; pero confieso que si yo estuviese en su lugar, no dejara desentirlos"Sea lo que quiera, la alegra que yo experimentaba al lado de Carlota se hadesvanecido. Dir que esto es locura o ceguera? Pero qu importa elnombre? La cosa no puede ser ms clara. No s hoy nada que no supieraantes de la llegada de Alberto; no ignoraba que no deba formar ningunapretensin respecto a Carlota y tampoco la haba formado..., quiero decir quenicamente senta lo que es inevitable sentir al contemplar tantos hechizos, yas y todo, no s qu me pasa al ver que el otro llega y se alza con la dama."Estoy que bramo, y mandar a paseo a todo el que diga que debo resignarme,y que esto no poda suceder de otro modo... Vayan al diablo los razonadores!Vago por los bosques, y cuando llego a casa de Carlota y veo a Alberto 27. sentado junto a ella entre el follaje del jardinillo, y tengo precisin dedetenerme, me vuelvo loco de atar y hago mil necedades. "En nombre del cielome ha dicho hoy Carlota, os ruego que no repitis la escena de anoche:estis espantoso cuando os ponis tan contento." Te dir, para entre nosotros,que acecho todos los instantes en que l interviene; de un salto me metoentonces en su casa, y me vuelvo loco de alegra siempre que ella est sola."8 DE AGOSTO"Te ruego, querido Guillermo, que te persuadas de que no pensaba en ticuando calificaba de insoportables a los que recomiendan resignacin, siempreque sucede lo que es lgico que suceda. Verdaderamente, no se me ocurraentonces que t fueses del mismo parecer. Tienes razn en el fondo; peroescucha una palabra, amigo mo. En el mundo se sale pocas veces de unapuro con un dilema. Los sentimientos y las acciones tienen tantos maticescomo gradaciones hay entre una nariz aguilea y otra chata."No creo que te enojes si, admitiendo tu argumento en todas sus partes,procuro salvarme entre dos supuestos. "O tienes alguna esperanza respecto aCarlotame dices o no tienes ninguna. En el primer caso, trata de realizarla,esfurzate para ver cumplidos tus deseos; en el segundo caso, rmate de valory haz por librarte de una pasin funesta que te aniquilar." Amigo mo, estoest muy bien.... y se dice pronto."Puedes exigir al desdichado cuya vida se extingue poco a poco porirresistible influjo de una enfermedad lenta, puedes exigir, digo, que en uninstante ponga fin a sus dolores con una pualada? El mal que debilita susfuerzas, no le quita al mismo tiempo el valor necesario para librarse de l? Esverdad que puedes contestarme con una comparacin anloga. Habr quienno prefiera cortarse un brazo a arriesgarse a perder la vida por indecisin ycobarda? No lo s; y como no hemos de entablar una lucha decomparaciones, hago punto. S. Guillermo, tengo algunas veces momentos deun valor sbito y vehemente, y cuando esto sucede, me bastara saber adndehe de ir..., para irme sin vacilar."Por la tarde. Me he encontrado hoy con mi diario entre las manos, del queapenas me ocupo hace tiempo, y noto con estupefaccin el modo que hetenido de avanzar a sabiendas paso a paso, en este asunto, conducindomecomo un muchacho, a pesar de haber visto siempre con claridad mi situacin.Hoy mismo la veo tan clara como la luz, y, sin embargo, no hay un solo sntomade alivio."10 DE AGOSTO"Si yo no fuese uno loco, podra pasarme la vida ms feliz y sosegada. Pocasveces se renen para alegrar un corazn circunstancias tan favorables comolas que me rodean. Esto afirma mi creencia de que nuestra felicidad dependede nosotros mismos. Formar parte de esta amable familia ser querido de lospadres como un hijo, de los nios como un padre, y de Carlota... y de este 28. excelente Alberto que no turba mi dicha con celos ni mal humor, que meprofesa verdadera amistad y que ve en m a la persona que ms estima en elmundo despus de Carlota... Guillermo, es un placer ornos cuando vamos depaseo y hablamos de ella; nunca se ha imaginado nada tan dichoso comonuestra situacin, y, sin embargo, las lgrimas algunas veces humedecen misojos."Cuando me habla de la virtuosa madre de Carlota, y me refiere que pocoantes de morir dej al cuidado de ella la casa y los nios, y al de l a Carlota;que desde entonces la joven ha revelado dotes inusitadas; que se ha vueltouna verdadera madre para la direccin de los asuntos domsticos, que todoslos momentos de su vida estn esmaltados por la ternura y el trabajo, sin quejams hayan sufrido alteracin su buen humor y su alegra... Yo camino junto al, cogiendo las flores que encuentro al paso, con las cuales hago un bonitoramillete y lo arrojo al cercano ro, siguindolo con la mirada mientras se alejasobre las ondas mansamente. No s si te he dicho que Alberto permanecer enesta ciudad, y que espera de la corte, donde es muy querido, un buen empleo.Conozco pocas personas que le igualen en el orden y el apego a los negocios." 12 DE AGOSTO"Alberto es indudablemente, el mejor de los hombres que cobija el cielo. Ayerme pas con l un lance peregrino. Haba ido a su casa a despedirme, porquese me antoj dar un paseo a caballo por las montaas, desde donde te escriboahora. Yendo y viniendo por su cuarto, vi sus pistolas. "Prstamelas para elviaje", le dije. "Con mucho gustorespondi, si quieres tomarte el trabajo decargarlas, aqu slo estn como un mueble de adorno." Tom una; l continu:"Desde el chasco que me ha ocurrido por mi exceso de precaucin, no quierocuentas con esas armas". Tuve curiosidad de saber esta historia, y l dijo:"Habiendo ido a pasar tres meses en el campo con un amigo, llev un par depistolas; estaban descargadas, yo dorma tranquilo. Una tarde lluviosa, en queno tena nada que hacer, se me ocurri la idea, no s por qu, de que podansorprendernos, hacer falta las pistolas, y... t sabes lo que son apreciaciones.Di mis armas al criado para que las limpiase y las cargara. Jugando ste conlas criadas, quiso asustarlas, y al tirar del gatillo, la chimenea, Dios sabe cmo,dio fuego, y despidiendo la baqueta que estaba en el can, hiri en un dedo auna pobre muchacha. Sobre consolarla tuve que pagar la cura, y desdeentonces dejo siempre las pistolas vacas. De qu sirve la previsin, queridoamigo? El peligro no se deja ver por completo. Sin embargo..." Ya sabescunto quiero a este hombre; me encocoran sus sin embargo. Qu reglageneral no tiene excepciones? Este Alberto es tan meticuloso, que, cuandocree haber dicho una cosa atrevida absoluta, casi un axioma no cesa de limitar,modificar, quitar y poner hasta que desaparece cuanto ha dicho. No fue en estaocasin infiel a su sistema; yo acab por no escucharle, mecindome en unmar de sueos, con sbito movimiento, apoy el can de una pistola sobre mifrente, ms arriba del ojo derecho. "Aparta esodijo Alberto, echando mano ala pistola. Qu quieres hacer?" "No est cargada", contest. "Y quimporta? Qu quieres hacer? repiti con impaciencia. No comprendo que 29. haya quien pueda levantarse la tapa de los sesos. Slo pensarlo me horroriza.""Oh hombres!exclam no sabris hablar de nada sin decir: esto es unalocura, eso es razonable, tal cosa es buena, tal otra es mala! Qu significantodos estos juicios? Para emitirlos, habis profundizado los resortes secretosde una accin? Sabis distinguir con seguridad las causas que la producen yque lgicamente deban producirla? Si tal ocurriese, no juzgarais con tantaligereza." "T me concedersdijo Albertoque ciertas acciones sernsiempre crmenes sea el que quiera el motivo que las produzca." "Concedidorespond yo, encogindome de hombros Sin embargo, advierte, amigo moque ni eso es verdad en absoluto. Indudablemente, el robo es un crimen; perosi un hombre est a punto de morir de hambre, y con l su familia, y esehombre por salvarla, se atreve a robar, merece compasin o merece castigo?Quin se atrevera a tirar la primera piedra contra el marido que en el arrebatode una clera justa mata a su infiel esposa y al infame seductor? Quin quedeacusar a la sensible doncella que en un momento de voluptuoso delirio seabandona a las irresistibles delicias del amor? Hasta nuestras leyes, que sonpedantes e insensibles, se dejan conmover y detienen la espada de la justicia.""Eso es distintorespondi Alberto, el que sigue los impulsos de una pasinpierde la facultad de reflexionar, y se le mira como a un ebrio o un demente.""Oh hombres de juicio!exclam sonrindome. Pasin! Embriaguez!Demencia! Todo esto es letra muerta para vosotros, impasibles moralistas!Condenis al borracho y detestis al loco con la frialdad del que sacrifica, ydais a Dios, como el fariseo, porque no sois ni locos ni borrachos. Ms de unavez he estado ebrio, ms de una vez me han puesto mis pasiones al borde dela locura, y no lo siento, porque he aprendido que siempre se ha dado elnombre de beodo o insensato a todos los hombres extraordinarios que hanhecho algo grande, algo que pareca imposible. Hasta en la vida privada esinsoportable ver que de quien piensa dar cima a cualquier accin noblegenerosa, inesperada, se dice con frecuencia: "Est borracho! Est loco!"Vergenza para vosotros los que sois sobrios, vergenza para vosotros losque sois sabios!"""Siempre extravagante!dijo Alberto. Todo lo exageras, y esta vez llevas lahumorada hasta el extremo de comparar con grandes acciones el suicidio, quees de lo que se trata, y que slo debe mirarse como una debilidad del hombre;porque, indudablemente es ms fcil morir que soportar sin tregua una vidallena de amarguras.""Estuve a punto de cortar la conversacin: no hay nada que me ponga msfuera de m que razonar con quien slo responde trivialidades, cuando yo hablocon todo mi corazn. Sin embargo, me contuve porque no era la primera vezque le oa decir vulgaridades y que me sacaba de mis casillas. Le repliqu conalguna viveza: "A eso llamas debilidad? Te suplico que no te dejes seducir porlas apariencias. Te atreveras a llamar dbil a un pueblo que gime bajo elinsoportable yugo de un tirano, si al fin estalla y rompe sus cadenas? Unhombre que al ver con espanto arder su casa, siente que se multiplican susfuerzas, y carga fcilmente con un peso que sin la excitacin apenas podralevantar del suelo, un hombre que, furioso de verse insultado, acomete a suscontrarios y los vence: a estos dos hombres, se los puede llamar dbiles? 30. Creme, amigo mo: si los esfuerzos son la medida de la fuerza, por qu unesfuerzo supremo ha de ser otra cosa?""Alberto me mir, y dijo: "No te enojes; pero esos ejemplos que citas no tienenaqu verdadera aplicacin." "Puede serle contest; no es la primera vezque califican mi lgica de palabrera. Veamos si podemos representarnos deotro modo lo que debe experimentar el hombre que se resuelve a deshacersedel peso, tan ligero para otros, de la vida, porque no raciocinaremos bien sobreello mientras nos andemos por las ramas. La naturaleza prosegutiene suslmites; puede soportar, hasta cierto punto, la alegra, la pena, el dolor; si pasams all, sucumbe. No se trata, pues, de saber si un hombre es dbil o fuerte,sino de si puede soportar la extensin de su desgracia, sea moral, sea fsica; yme parece tan ridculo decir que un hombre que se suicida es cobarde comoabsurdo sera dar el mismo nombre al que muere de una fiebre maligna.""Paradoja! Rara paradoja!" dijo Alberto. "No tanto como creesrespond.Convendrs conmigo en que llamamos enfermedad mortal a la que ataca a lanaturaleza de tal modo, que sus fuerzas destruidas en parte, paralizadas, seincapacitan para reponerse y restablecer por una evolucin favorable el cursoordinario de la vida... Pues bien querido amigo: apliquemos esto al espritu.Mira al hombre en su limitada esfera, y vers cmo le aturden ciertasimpresiones, cmo le esclavizan ciertas ideas, hasta que arrebatndole unapasin todo su juicio y toda su fuerza de voluntad, le arrastra a su perdicin. Envano un hombre razonable y de sangre fra se compadecer de la situacin delinfeliz; en vano le exhortar; es semejante al hombre sano que est junto allecho de un enfermo, sin poderle dar la ms pequea parte de sus fuerzas."Estas ideas parecieron a Alberto poco concretas. Le hice recordar a una jovenque haba encontrado ahogada haca poco tiempo, y le cont su historia."Era una criatura bondadosa, encerrada desde su infancia en el estrechocrculo de las ocupaciones domsticas, de un trabajo siempre igual, que noconoca otros placeres que los de ir algunas veces a pasearse los domingospor los contornos de la ciudad con sus compaeras, engalanada con la ropaque poco a poco haba podido adquirir, o bailar una sola vez en las grandesfiestas, y charlar algunas horas con una vecina, con toda la vehemencia delms sincero inters, sobre un chisme o una disputa. El ardor de su juventud lehace experimentar deseos desconocidos, que aumentan con las lisonjas de loshombres; sus antiguos placeres llegan paso a paso a serle inspidos; al caboencuentra a un hombre hacia el cual le empuja con incontrastable fuerza unsentimiento nuevo para ella, y fija en l todas sus esperanzas; se olvida delmundo entero, nada oye nada ve, nada ama sino a l, slo a l; no suspira msque por l, slo por l. No est corrompida por los frvolos placeres de unainconstante vanidad, y su deseo va derecho a su objeto: quiere ser de l;quiere, en una unin eterna, encontrar toda la dicha que le falta, gozar de todaslas alegras juntas al lado del que adora. Promesas repetidas ponen el sello atodas sus esperanzas; atrevidas caricias aumentan sus deseos y sojuzgan sualma por entero; flota en un sentimiento vago, en una idea anticipada de todaslas alegras; ha llegado al colmo de la exaltacin. En fin, tiende los brazosapara abrazar todos sus deseos... y su amante la abandona. Mrala delante deun abismo, inmvil, demente: una noche profunda le rodea; no hay horizonte,no hay consuelo, no hay esperanza: la abandona el que era su vida. No ve el 31. inmenso mundo que tiene delante ni los numerosos amigos que podranhacerle olvidar lo que ha perdido; se siente aislada, abandonada de todo eluniverso, y ciega, acongojada por el horrible martirio de su corazn, para huirde sus angustias se entrega a la muerte, que todo lo devora. Alberto, sta es lahistoria de muchos. Ah!.... no es ste el mismo caso de una enfermedad? Lanaturaleza no encuentra ningn medio para salir del laberinto de fuerzasrevueltas y contrarias que la agitan, y entonces es preciso morir. Infeliz del quelo sepa y diga: "Insensata!, si hubiera esperado, si hubiera dejado obrar altiempo, la desesperacin, trocada en calma, hubiera encontrado otro hombreque la consolase." Esto es lo mismo que decir: "Loca! Morir de una fiebre! Sihubiera esperado a recobrar sus fuerzas, a que se purificasen los maloshumores, a que cediera el arrebato de su sangre, todo se hubiera arreglado ytodava vivira.""No Juzgando Alberto muy exacta esta comparacin, hizo nuevasobservaciones; entre otras cosas, que yo no haba hablado ms que de unajoven inocente, y que no debe juzgarse del mismo modo a un hombre detalento, cuya inteligencia menos limitada le permite ver el anverso y el reversode las cosas. "Amigo moexclam, el hombre siempre es hombre, y eltalento que tengan este o el otro sirve de poco, o ms bien de nada, cuando alfermentar una pasin, la naturaleza se arroja a los lmites de sus fuerzas. Msan...Pero ya volveremos a hablar de esto", aad tomando mi sombrero."Mi corazn estaba a punto de estallar, y nos separamos sin haber llegado aentendernos. Es verdad que en este mundo pocas veces sucede lo contrario."15 DE AGOSTO"Es muy cierto que slo el amor hace que el hombre necesite a sussemejantes. Conozco que contrara a Carlota perderme, y los nios no piensanen otra cosa sino en que siempre volver al siguiente da. Hoy he ido a su casapara afinar el clavicmbalo, lo cual no he conseguido, porque los pequeos meperseguan para que les contase un cuento, y Carlota misma se empe enque deba darles gusto. Les he repartido el pan de la merienda, que ahorareciben de mis manos tan contentos como de las de Carlota, y les he referido lahistoria de la princesa servida por encantamiento. Te aseguro que con estoaprendo mucho, y me asombra la impresin que el relato les produce. Comoalgunas veces me veo obligado a inventar algn incidente que no recuerdo alrepetir el cuento, en seguida me dicen que antes pasaba de distinto modo, porlo cual me dedico ahora a referir siempre lo mismo, sin variante de ningngnero. De esto he deducido que el autor que al hacer una segunda edicin deuna obra la modifica, daa necesariamente a su libro aunque gane desde elpunto de vista literario. Recibimos con docilidad toda primera impresin, porqueel hombre est hecho de tal modo, que llega a persuadirse de que son verdadlas cosas ms absurdas, pero desde luego se graban en l tan profundamente,que infeliz del que pretenda destruirlas o borrarlas." 32. 18 DE AGOSTO"Es preciso que lo que constituye la felicidad del hombre sea tambin lafuente de su miseria? Este sentimiento, que llena y rejuvenece mi corazn antela vivaz naturaleza, que vierte sobre mi seno torrentes de deliciosas dulzuras yconvierte en un paraso el mundo que me rodea, ha llegado a ser para m uninsoportable verdugo, un espritu que me atormenta y que me persigue portodas partes. Cuando contemplaba otras veces desde las crestas de las rocas,ms all del ro, hasta las lejanas colinas, el frtil valle, y que todo germinabacon lozana en torno mo, cuando vea esas montaas bordadas, desde la faldahasta la cima, de espesos y corpulentos rboles, estos valles salpicados derisuea floresta en todos sus contornos: el arroyo apacible que se deslizabaadormecido con el murmullo de los caaverales, reflejando las matizadasnubes que la brisa suave de la tarde meca en el cielo; cuando escuchaba a lospjaros animando con sus gorjeos la enramada, mientras copiossimosenjambres de insectillos jugueteaban alegremente en los ltimos rayos de sol,a cuyo destello el escarabajo oculto antes debajo de la hierba abandonaba,zumbando su prisin; cuando el ruido y la vida llamaban mi atencin hacia latierra, y el musgo que arranca su alimento a la dura roca, y las retamas quecrecen en la pendiente de la rida colina arenosa, me descubra la ntima,ardiente y santa vida de la naturaleza, con qu jubilo abrazaba todos estosobjetos mi encendido corazn! Yo estaba como un dios en este mar deriquezas, en este inmenso universo, cuyas formas sublimes parecan moverse,animando toda mi creacin en el fondo de mi alma. Me rodeaban enormesmontaas; tena delante de m profundos abismos, donde se precipitabantorrentes tempestuosos, los ros se deslizaban bajo mis pies; oa algo como unrugido en los bosques y los montes agitndose y confundindose todas estasfuerzas misteriosas en las profundidades de la tierra, mientras sobre sta ybajo el cielo revoloteaban las razas infinitas de los seres que lo pueblan todo demil diversas formas, mientras los hombres se juzgan reyes de este vastouniverso, agazapndose juntos en el nido de sus reducidas moradas. Pobreloco, que todo te parece mezquino, porque t eres muy pequeo! Desde lainaccesible montaa y el desierto que ningn pie ha pisado an, hasta la ltimaorilla de los ocanos desconocidos, lo anima todo tu espritu del eterno creador,gozndose en estos tomos de polvo que viven y le comprenden. Ay cuntasveces deseaba entonces, con las alas de la garza que pasaba sobre micabeza, trasladarme a las costas de ese inmenso mar para beber en laespumosa copa de lo infinito dulcsimas delicias y sentir, aunque slo fuera porun momento, en el espacio estrecho de mi seno una gota de la felicidad del serque todo lo engendra en l y por l! Hermano mo, el recuerdo de tales horasbasta para fortalecerme. Ms an: los esfuerzos que hago para recordar estossentimientos inefables, para poder expresarlos, elevan mi alma sobre ellamisma, y me obligan a sentir doblemente lo angustioso de mi estado actual."Parece que se ha levantado un velo delante de mi alma, y el inmensoespectculo de la vida no es a mis ojos otra cosa que el abismo de la tumba,eternamente abierto. Podrs decir "esto existe" cuando todo pasa, cuandotodo se precipita con la rapidez del rayo, sin conservar casi nunca todas susfuerzas, y se ve, ay!, encadenado, tragado por el torrente y despedazadocontra las rocas? No hay momento que no te consuma, que no consuman los 33. tuyos; no hay un momento en que no seas, en que no debas ser destructor: tupaseo ms inocente cuesta la vida a millares de pobres insectos; uno solo detus pasos destruye los laboriosos edificios de las hormigas y sumerge todo unpequeo mundo en un sepulcro."Ah!, no son las grandes y poco frecuentes catstrofes del mundo, no sonesas inundaciones, esos temblores de tierra, que se tragan a vuestrasciudades, lo que me conmueve, lo que me roe el corazn es la fuerzadevoradora que se oculta en toda la naturaleza, y que no ha producido nadaque no destruya cuanto le rodea y no se destruya a s mismo."De este modo avanzo yo con angustia por mi inseguro camino, rodeado delcielo, de la tierra, y de sus fuerzas activas: no veo ms que