giudice alicia - psicoanalisis restitucion apropiacion filiacion
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ABUELAS DE PLAZA DE MAYO
PSICOANLISISRESTITUCIN, APROPIACIN, FILIACINCENTRO DE ATENCIN POR EL DERECHO A LA IDENTIDAD Alicia Lo Gidice (compiladora)
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PSICOANLISISRESTITUCIN, APROPIACIN, FILIACINCENTRO DE ATENCIN POR EL DERECHO A LA IDENTIDAD Alicia Lo Gidice (compiladora)
ABUELASDE PLAZA DE MAYO
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ABUELAS DE PLAZA DE MAYOVirrey Cevallos 592 (CP 1097)
Tel. 0800-666-8631/ 4384-0983
www.abuelas.org.ar
www.redxlaidentidad.org.ar
CONADIMoreno 1228, 2 piso
Tel. 4381-3251
www.conadi.jus.gov.ar
CENTRO DE ATENCIN POR EL DERECHO A LA IDENTIDAD. ABUELAS DE PLAZA DE MAYO REA TERAPUTICA. Gurruchaga 1079.
Tel. 4899-2223/2228.
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EDITORAbel Madariaga
COMPILADORAAlicia Lo Gidice
CORRECCIN Y REVISINNora lvarez
COORDINACINClarisa Veiga
COMPOSICIN Y ARMADODiego Gorzalczany
Brbara Linares
DISEO DE TAPABrbara Linares
ILUSTRACIONES DE TAPA, CONTRATAPA E INTERIORGraciela Bernztein
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NDICE
PRLOGO Estela B. de Carlotto
INTRODUCCIN Hacia una construccin potica. Alicia Lo Gidice
I - DE NUESTRA PRCTICADerecho a la identidad. Alicia Lo GidiceDe NN a darse un nombre. Mara Cristina OlivaresEl tiempo en el discurso. Ana ZabalaLa filiacin como construccin. Mara Ins MascFiliacin falsificada y estrago. Daniel RiquelmeHumanizar las consecuencias de lo inhumano. Graciela KaitArtificio jurdico artificio analtico. Alicia Lo GidiceTraumatizando el discurso jurdico. Alicia Lo GidicePharmakon. Intervenciones clnicas. Graciela Bernztein
II - DE TRANSFERENCIAS Y LAZOSEl deseo de Otra cosa. Nlida Beatriz GariglioUna tica del tiempo en la accin de una prctica. Nora lvarezLa apropiacin como estrago. Elba Daz
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Incidencias del psicoanlisis en los dispositivos pblicos. Guillermo Belaga
III - ENTRE TEXTOSMemorias virsicas. Pilar CalveiroDerecho a la identidad, una perspectiva jurdica. Elvio ZanottiLa apropiacin de menores: Entre hechos excepcionales ynormalidades admitidas. Carla VillaltaSegregacin, fenmeno de la modernidad. Luisa DuekEn busca del olvido perdido. Daniel MundoLa censura: la dimensin social en su articulacin con ladimensin subjetiva. Ana Mara CareagaReconstruccin de la identidad de los desaparecidos(Archivo biogrfico familiar de Abuelas de Plaza de Mayo)Mnica Muoz y Mariana Prez La violencia, la segregacin y la subjetividad contempornea.(Del Nombre del Padre a los discursos). Daniel Aksman
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PRLOGO 17
El camino emprendido por las Abuelas de Plaza de Mayo hace ya ms de27 aos, nos ha deparado muchas satisfacciones. Quizs esto resulteinentendible ya que sabemos que ha sido el dolor, la prdida, la angustiala que nos convoc para caminar unidas en los mismos objetivos.
La fuerza de la conviccin y la voluntad de volcar el amor a los hi-jos y los nietos nos hizo abrir novedosas maneras para encontrar res-puestas a tantas preguntas. Las banderas de la Verdad, la Justicia yla Memoria no fueron estandartes vacos de contenidos, sino pro-puestas concretas y realizables.
As nacieron los espacios de trabajo institucional hacia la comuni-dad nacional e internacional, donde sabemos que estn creciendonuestros nietos inmersos en la apropiacin y la mentira.
Un espacio importantsimo que construimos con nuestros colabo-radores es el Centro de Atencin por el Derecho a la Identidad. Ideapropuesta por los histricos profesionales psiclogos que nos acom-paan en la comprensin y proteccin del proceso de bsqueda yrestitucin que iniciamos las Abuelas o los propios nietos, hoy yaadultos, que dudan de su identidad.
PRLOGO
Estela B. de Carlotto
Presidente
Abuelas de Plaza de Mayo
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La historia y pasos recorridos para instalar formalmente este mbi-to de acompaamiento, estn muy bien desgranados en la Introduc-cin del libro que hace Alicia Lo Gidice, directora del Centro.
Quiero poner nfasis en el valor del contenido de esta publicacin,rica en expresiones de valorados y reconocidos profesionales.
Entregar a la sociedad nuestra experiencia es una manera de devol-ver la solidaridad, comprensin y respeto con que se nos acompaa.
Es dejar escrito que desde lo profesional se han abierto caminosque queremos compartir y que servirn, sin duda, para una sumato-ria de voluntades para lo que an debemos caminar en esta dura his-toria que nos afect a todos.
Compartir as la felicidad y satisfaccin de dar la libertad a los nie-tos que nos robaron.
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Una nueva apuesta: Intentar transferir a la comunidad nuestra experien-cia de trabajo, apuesta que renovamos con la creacin del Centro deAtencin por el Derecho a la Identidad, Abuelas de Plaza de Mayo, cuyainauguracin fue el 20 de agosto de 2003 a partir de un proyecto quepresentamos en el ao 2000 a la Comisin Directiva de la Institucin yque tuvo una rpida acogida. Luego el camino laberntico para su con-crecin, ya que se necesitaba un espacio donde instalar los consultoriospara brindar asistencia teraputica dado que, adems de atender las de-mandas propias de Abuelas, est a disposicin de la comunidad.
Se trata de una institucin particular para dar lugar a la particularidaddel sujeto y ejercemos una prctica psicoanaltica con orientacin a loreal. Para lograr dicho espacio Abuelas suscribi un convenio con laentonces Direccin de Derechos Humanos del Gobierno de la Ciudadde Buenos Aires, que se comprometi en su bsqueda y acondiciona-miento y, finalmente, se concret a partir de marzo de 2002.
Se inici asimismo la bsqueda de financiacin que se logr a partirde un proyecto presentado y aprobado por la Unin Europea, que cu-bre el perodo 2003/2006 y se inscribi como Programa de Extensin
HACIA UNA CONSTRUCCIN POTICA
Alicia Lo Gidice
Psicoanalista. Responsable del rea teraputica y directora del Centro de Atencin por el Derecho a la
identidad, Abuelas de Plaza de Mayo. Profesora adjunta de la Universidad de Buenos Aires.
INTRODUCCIN
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Universitaria en la Facultad de Psicologa de la Universidad de BuenosAires, desde donde venimos dictando un seminario de formacin per-manente: Derecho a la Identidad. Restitucin, apropiacin, filiacin.
El actual equipo teraputico de la institucin se fue consolidando apartir de los aos noventa, pero algunos de sus integrantes tenemosexperiencia clnica en esta temtica desde el ao 1985, a partir de lalocalizacin de nias y nios apropiados durante la dictadura y resti-tuidos a sus familias por orden judicial y por el accionar de las Abue-las, con las pruebas inmunogenticas de parentalidad. Est integra-do por: Mara Cristina Olivares, Ana Zabala, Alicia Lpez, Mara InsMasc, Daniel Riquelme, Mara Lavalle, Tatiana Sfiligoy, interconsultaa cargo de Graciela Bernztein y en la filial Mar del Plata: Emma Chistik,en la filial Rosario: Graciela Kait, en la filial Crdoba: Virginia Aliaga y enla filial La Plata: Enrique Goldengruss.
En los textos que forman el presente libro podemos ir ubicando lainvencin de Abuelas con la creacin de su institucin, como respues-ta a lo contingente de la usurpacin del poder por parte de las FuerzasArmadas en el ao 1976, que incluy un hecho indito en la moderni-dad, la desaparicin forzada de nios, que fueron secuestrados consus padres o nacidos durante el cautiverio de sus madres embaraza-das, y que fueron apropiados por personas, en su mayora, ligadas alpoder militar. Dicha invencin dio lugar a que nuestro equipo pusieraen marcha un dispositivo psicoanaltico para alojar aquellos sujetosque despojados de su familia, de su historia, de su nombre, fueron de-salojados de un discurso y arrojados al desamparo radical.
Sabemos que su situacin no puede agotarse en la clnica deltrauma, ya que la verdad histrica es necesaria pero no puede darcuenta de todo, se trata de restablecer la verdad articulndola conel deseo y esto se ha verificado, ya que Abuelas con un deseo de-cidido ha luchado contra el silencio sobre el asesinato y el robo y, aldecidir restablecer la verdad, han logrado articularla con el deseo, ysu eficacia se verifica ya que han generado un movimiento cultural,social y jurdico que necesita de la produccin de nuevas ficciones.
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Desde nuestro equipo se intenta transmitir una prctica singularque ha incidido en el orden pblico, ya que se pudo diferenciar laadopcin de la apropiacin ilegal, en la que se falsifican la filiacin yla identidad. As nuestro aporte a lo social desplaz los lmites del dis-curso conocido y dio paso a la posibilidad de construir nuevas ficcio-nes jurdicas que contemplaran dichas situaciones.
Si la lengua crea el parentesco, ser secuestrado y apropiado es serdespojado de su contexto familiar, donde el sujeto se prende a lasmarcas singulares de la lengua. Y si hablar es un fenmeno para serescuchado por otro, en el espacio psicoanaltico demandado, comositio de lo posible, no se tratar tanto de la bsqueda de la verdad si-no de la bsqueda del sujeto que la transporta. Implica asimismo ubi-car un imposible, situar las marcas de la apropiacin y de lo que fue-ron privados con el asesinato de sus padres y su propio robo.
Si la identificacin es lo que se cristaliza en una identidad, tal co-mo lo plantea Jacques Lacan en el Seminario 24 LInsu... (clase 1Las identificaciones, 16-11-76, indito), aceptar la oferta de un espa-cio analtico le permitir un trabajo en donde lo no sabido vivido pue-da ser subjetivado en un discurso.
Si apostamos a la memoria del inconsciente el sujeto tendr la opor-tunidad de hacer el saber de su experiencia y acercarse a lo que para lfue inasimilable, fractura de discurso y de sentido. Hay un trayecto, unrecorrido desde lo opaco de la vivencia traumtica, aquello que resisteal discurso, hasta la experiencia subjetiva que le devuelve al sujeto a loimposible de saber que hizo trauma y da paso a una respuesta singu-lar, saliendo del trauma con un nuevo destino de la pulsin.
Nuestra apuesta de trabajo tiene consecuencias en nuestra comu-nidad que se verifica con los aportes de colegas, de compaeros deotras reas de la institucin y autores de otras disciplinas que se in-cluyen aqu, y que agradecemos por el entusiasmo con que acepta-ron participar y la calidad de lo presentado.
Hay otros agradecimientos, en primer lugar a las Abuelas, tanto supresidente Estela Barnes de Carlotto, su vicepresidente Rosa Roisin-
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blit y a su comisin directiva integrada por Berta Shubaroff, BuscaritaRoa, Alba Lanzillotto, Raquel R. de Marizcurrena, Hayde V. de Le-mos, Otilia L. de Argaaraz, Reina E. de Waisberg, Ada Kancepolski,Argentina R. de Prez, Antonia A. de Segarra, Irma Rojas, Clelia De-harbe de Fontana y Nlida Navajas, quienes nos han brindado su ca-lidez, confianza y apoyo para el trabajo que venimos realizando.
A Abel Madariaga incansable luchador que nos brind lo mejor de spara concretar lo propuesto; su iniciativa y entusiasmo permitieron quelas obras en Gurruchaga 1079, sede de nuestro Centro, pudieran tenerun inicio y tambin una finalizacin gracias a su esfuerzo y dedicacin.
A Conrado Geiger, arquitecto, le agradecemos por su tiempo y lacreatividad que puso a nuestra disposicin en el diseo del Centroy a Mara Santa Cruz su dedicacin y su saber hacer con la adminis-tracin y las relaciones pblicas para lograr la concrecin de lo solici-tado. A Claudia Carlotto, coordinadora de la CONADI (Comisin Na-cional por el Derecho a la Identidad) y a las autoridades anteriores yactuales de la Facultad de Psicologa, decanato y extensin, de laUniversidad de Buenos Aires.
Mi reconocimiento particular a Mara Lavalle con quien comenza-mos a desear y conversar lo que ya es una realidad y que se amplicon la Biblioteca del Centro a su cargo que, como nuevo proyecto,se ha concretado con los aportes del Ministerio de Educacin de laNacin; a Mara Cristina Olivares y a Alicia Lpez, entraables interlo-cutoras y a Susana Tot por su orientacin, asesoramiento y apoyo yla transmisin de una apuesta tica.
A Clarisa Veiga que con paciencia y esmero colabor en la concre-cin del libro y a Nora lvarez quien tuvo a su cargo la correccin deestilo, cuya rigurosidad y sugerencias ayudaron a dar forma a lo pro-ducido.
A mis compaeros de equipo, tanto del Centro como de las filia-les, que con la particularidad de su estilo, el de cada uno, en tantopracticantes del psicoanlisis sostienen la experiencia analtica queda cuerpo al goce singular, que posibilita que cada analizante, uno por
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uno, arme una ficcin que le permita convertirse en el personaje desu novela y d paso a la construccin de un cuento por la contraccindel tiempo que implica un anlisis.
Si todo lenguaje analtico debe ser potico, segn la exigencia deJacques Lacan, inspirndose en la poesa china, armar una versin delo acontecido que como poltica del sujeto incidir en lo pblico, lepermitir a aqul que inicie un trabajo analtico, convertirse en esepersonaje esencial que es el vaco que circula por el poema.
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La dictadura militar que se establece en Argentina el 26 de marzo de 1976sistematiza un modo de persecucin poltica indita, la desaparicin for-zada de personas y su posterior asesinato, llevado a cabo por grupos espe-cficos y en el que estaban involucrados todos los sectores del poder.
Con dicha prctica de desaparicin forzada de personas y con la ins-titucionalizacin de campos de concentracin y exterminio (llegaron aser 465 en todo el pas)2 queda organizada una modalidad represiva delpoder. Este modelo de poder concentracionario es propio de este siglo yfue creado por el nazismo durante la segunda guerra mundial y funcio-n como poder totalizante, dueo de la vida y de la muerte.
La violencia qued implantada en la sociedad como modo de vida endonde el terror y la parlisis desarman el tejido social. El trauma vivido, verda-dero genocidio, afecta a toda la comunidad convirtindose en trauma histri-co. Genocidio es un trmino acuado por Raphel Lemkin, a raz del nazis-mo, y se define como un crimen contra el derecho de gentes, sea cometido entiempos de paz o de guerra. Es el ejercicio criminal de la soberana estatal.
Cabe interrogarse cules son los efectos que produce en la subjetivi-dad este trauma histrico, con el agravante que el poder totalitario nunca
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Alicia Lo Gidice
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asumi la responsabilidad de lo acontecido, neg su propia prctica deburocratizacin de la muerte; para ellos no hay nombre, no hay cuerpos,no hay muertos, no hay archivos, no hay responsables.
Si bien iniciada la democracia con un gesto se crea la CONADEP y elJuicio a los Comandantes responsables de las tres armas y a represores,con otro gesto se firma la Ley de Punto Final, la Ley de Obediencia Debi-da y finalmente el Indulto.
Uno de los modos de la violencia represiva fue la fractura generacio-nal que, en pos de la proteccin de la familia tom a algunas familias,las de los 30.000 desaparecidos y alrededor de 500 nios, hoy jvenes,apropiados, produciendo un quiebre en el sistema de parentesco.
Desaparecen uno o varios miembros de una familia, es decir, repre-sentantes de una o varias generaciones. Como hecho indito en la modernidad, dichas desapariciones incluye-
ron a menores de edad secuestrados con sus padres y a bebs nacidosdurante el cautiverio de sus madres embarazadas. Estos nios fueronseparados de sus padres y familiares y apropiados por personas, en sumayora, ligados al poder militar.
Esta fractura de la historia en los ascendientes y en los descendientesha creado un agujero en lo simblico, ya que no hay explicaciones paralos hechos, o bien hay explicaciones falseadas que inducen al sin sentido,impidiendo ubicar el origen de la agresin, prctica que el poder totalita-rio utiliz para que la responsabilidad apareciera como proveniente delagredido. Se trat de un procedimiento de manipulacin de cuerpos ydiscursos, como modo de destruccin de lo subjetivo que induce a lasumisin.
La solidaridad que se gener en torno a estos hechos permiti una for-ma de organizacin social que produjo un punto de quiebre en el Estado to-talitario, en donde el accionar de las Madres y Abuelas, al ubicarse en lo p-blico de la Plaza de Mayo, puso en escena algo que estaba destinado a lo pri-vado, a lo privado de ese desaparecido, de esa familia de desaparecido.
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Un escenario pblico en el que circularon historias que denunciabanMadres y Abuelas, y que convocaron a un reconocimiento de lo aconteci-do, a la exigencia de justicia y a una memoria de lo que pareca innom-brable. Posicin activa como un modo de resistencia al poder y como unmodo de transformar la posicin del desaparecido, ya que sustraidosen lo privado, volvieron a la escena social en la primera exigencia de apa-ricin con vida, y un modo tambin, de quebrar lo insensato y de salirde la fragilidad psquica por la falta de apoyos identificatorios en lo social.
Debemos recordar que an permanecen en condicin de desapareci-dos alrededor de 500 jvenes, son los desaparecidos vivos de hoy queviven del otro lado de la pared en la multiplicidad de los campos (con-vivencia con el apropiador), que se han diseminado dentro de la sociedaden nuestra geografa urbana. Estos campos se crearon para los desapa-recidos y esto se caracteriz por la absoluta independencia de cualquiercontrol judicial y de toda referencia al ordenamiento jurdico. La lgicaconcentracionaria se instala cuando el estado de excepcin se convierte en regla.
En el caso de los nios desaparecidos, hoy jvenes, se los sigue some-tiendo a permanecer en la ignorancia del origen del vnculo con quieneslos han criado, que se basa en el asesinato de sus padres y su propio robo. Algunos fueron secuestrados junto a sus padres. Otros nacieron en el cautiverio de sus madres, que fueron secuestra-
das embarazadas. Por testimonios de sobrevivientes, de mdicos y de parteras, las embarazadas secuestradas daban a luz amordazadas, conlos ojos vendados, atadas de pies y manos; se les induca el parto o seles practicaba cesreas innecesarias. Luego del parto, el beb era sepa-rado de su madre y apropiado.
Hubo nios dejados con vecinos que ubicaron a sus familiares paraentregarlos.
Tambin hubo vecinos que, desconociendo a los familiares, protegie-ron a los nios hasta lograr ubicarlos por medio de las Abuelas dePlaza de Mayo.
Otros nios fueron entregados en instituciones pblicas como NN y
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dados en adopcin. Con posterioridad algunos adoptantes, sospechan-do el posible origen del nio se conectaron con Abuelas de Plaza deMayo. En estos casos, como actuaron de buena fe, se mantuvo la con-vivencia con la familia adoptante, en acuerdo con la familia de origeny en estrecho contacto. Estas situaciones se resolvieron sin interven-cin de la justicia.
Hubo vecinos que se apropiaron de nios, impidindoles el conoci-miento de su historia. Estos casos, cuando el nio fue ubicado porAbuelas de Plaza de Mayo, se resolvieron por va judicial que orden,tras las pruebas de histocompatibilidad sangunea, la restitucin a lafamilia.
Hubo situaciones en que familiares de la lnea materna o paternamantuvieron al nio sin comunicarlo, por temor o por ignorar datosde la otra parte de la familia. Hubo situaciones resueltas por la institu-cin y otras en las que, iniciada la democracia, se iniciaba tambin labsqueda de la restante familia.Sobre estos nios se ejerci violencia, dado que:
Fueron abruptamente separados de sus padres, ya que no fueron aban-donados sino robados y apropiados ilegalmente.
Hubo ocultamiento de identidad, incluyendo el cambio de nombre yapellido, el cambio de fecha de nacimiento y, en algunos casos, cambiode edad, simulacro de parto con falsificacin de partida de nacimiento.
Adopciones aparentemente legales, ya que hubo nios que fuerondejados en instituciones y tratados como NN.
Nios asesinados en el secuestro. Bebs en gestacin asesinados en el vientre materno. Tortura, violaciones y vejmenes a mujeres embarazadas. Convivencia con apropiadores que obtienen un vnculo basado en la
desaparicin forzada y posterior asesinato de los padres.
La violencia impuesta se acrecent con la cuidadosa tarea de los apro-piadores y de los aparatos del Estado, de borrar toda ligazn con el origen.
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Los casos denunciados y documentados son 260. Segn datos deAbuelas de Plaza de Mayo son 78 los ubicados: restituidos 47, muertos 9,en trmite judicial 8 y en convivencia con familia de crianza 14. Tambinsuponen que el nmero de jvenes apropiados es de alrededor de 500, yaque muchos casos no se denunciaron.
Un fenmeno reciente es el acercamiento de jvenes quienes, al dudarde su origen, piden ser analizados. En los ltimos aos se han acercadoa la Institucin Abuelas y/o a la Comisin Nacional por la Identidad,alrededor de 600 jvenes cuya situacin est en investigacin.
Con la desaparicin sistemtica de menores de edad el Estado Argen-tino ha violado la Declaracin Universal de Derechos Humanos aproba-da por Naciones Unidas en 1948, art. 1 y 16, y el Pacto Internacional deDerechos Econmicos, Sociales y Culturales aprobado por Naciones Uni-das en 1966, parte III, art. 10, el Pacto Internacional de Derechos Civi-les y Polticos aprobado por Naciones Unidas en 1966, artculos 23 y24, y la Convencin Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de SanJos de Costa Rica de noviembre de 1960, art. 17 y 18. Asimismo se vio-laron, desde el punto de vista del derecho interno, diversos artculos de la1 parte de Declaraciones y Garantas de la Constitucin Nacional.
El Derecho Penal an no ha legislado sobre la desaparicin forzadade personas; pero, en relacin a menores hay delitos contemplados: a)delito de sustraccin de menor, artculo 146; b) delito de supresin ysuposicin de estado civil, artculo 139; c) delito de falsificacin ideolgi-ca de documento pblico, artculo 293 y 292; d) delito de privacin ilegalde la libertad, artculo 142.
Durante la instauracin de la democracia y a instancias de Abuelas dePlaza de Mayo se sanciona la ley 23.511 en 1987 que crea el Banco Nacio-nal de Datos Genticos, que tiene por objeto realizar informes y dictme-nes tcnicos y realizar pericias genticas a requerimiento judicial, paradeterminar la identidad de un menor que se suponga hijo de desapareci-dos. En este Banco, instalado en el Hospital Durand de nuestra ciudad,se conservan muestras de sangre de los familiares, de los casos docu-
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mentados, para el joven que quiera buscar su identidad.El gobierno argentino sancion dos leyes en polticas de Derechos
Humanos: La ley 23.492 de Punto Final del ao 1986, que establece plazode prescripcin de la accin penal y de la ley 23.521 de Obediencia Debidaen el ao 1987, que limita el juzgamiento de los delitos cometidos duran-te el Terrorismo de Estado a los altos cuadros. Pero fue excluido de dichasleyes el delito cometido por sustitucin de estado civil, sustraccin y ocul-tamiento de identidad, delitos muy prximos a la desaparicin, peroque, sin embargo, no nombra; por lo que las causas penales que se instru-yen por un menor desaparecido no han sido afectadas por estas leyes. Porotra parte, este tipo de delito es permanente.3
En el marco de la Convencin Internacional por los Derechos del Nioaprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 denoviembre de 1989, se promovieron la inclusin de los artculos 7 y 8conocidos como argentinos y 11 del derecho a la identidad, a solicitudde la Asociacin Abuelas.
Artculo 7:1) El nio ser inscripto inmediatamente despus de su nacimiento y
tendr derecho desde que nace a un nombre, a adquirir nacionalidad y, enla medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos.
2) Los Estados Partes velarn por la aplicacin de estos Derechos, deconformidad con su legislacin nacional y las obligaciones que hayancontrado, en virtud de los instrumentos internacionales pertinentes enesta esfera, sobre todo cuando el nio resultara de otro modo aptrida.
Artculo 8:1) Los Estados Partes se comprometen a respetar el derecho del nio a
preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las relacio-nes familiares de conformidad con la ley, sin injerencias polticas.
2) Cuando un nio sea privado ilegalmente de algunos de los elemen-tos de su identidad o de todos ellos, los Estados Partes debern prestar la
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asistencia y proteccin apropiadas, con miras a restablecer rpidamentesu identidad.
Artculo 11:1) Los Estados Partes adoptarn medidas para luchar contra los traslados
ilcitos de nios al extranjero, y la retencin ilcita de nios en el extranjero.2) Para este fin, los Estados Partes promovern la concentracin de
acuerdos bilaterales o multilaterales a la adhesin a acuerdos existentes.
Los nios apropiados fueron sustrados de un sistema de parentesco eincluidos violentamente en otro que reniega de lo instituido por lospadres. Acto amparado por el Terrorismo de Estado en el que el triunfosobre los padres desaparecidos debe perpetuarse ms all de la desapari-cin. As se somete al nio a una relacin que reniega de lo acontecido,pues siendo los autores del hecho ilcito o cmplices, se manejan comos nada hubiera sucedido, sabiendo que la relacin se ha tramado sobreel asesinato de los padres.
Para el Derecho el vnculo de filiacin es un vnculo constituido porlas instituciones jurdicas. La filiacin es un concepto que debe ser trata-do como principio poltico de organizacin, que permite el anudamien-to de lo biolgico, lo social y lo subjetivo. No basta con nacer, la vida hayque instituirla. Instituir la vida, es decir, fabricar el vnculo institucional:Esto es obra de la genealoga que hace sostener el hilo de la vida querecuerda al sujeto su lugar en la especie y procurar a la sociedad lo huma-no vivo. La genealoga apunta al conjunto de los sistemas institucionalesfabricados por la humanidad para sobrevivir y difundirse. Instituir impli-ca la normatividad, cuya exigencia ser la existencia de un marco de lega-lidad que garantice la conservacin de la especie.
El arte de gobernar es el arte de tramar una legalidad, para hacer nacera una persona que pueda subjetivarse y hacer que la vida pueda transcu-rrir hasta la muerte. La especie se propone al sujeto humano a travs dela genealoga. Es la ley la que asigna un padre a un hijo en virtud de una
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presuncin legal que as la establece. La humanidad es una sucesin depadres y de hijos y la filiacin es el montaje de la cadena humana. Elderecho romano habla de instituir la vida.
Desde el psicoanlisis planteamos las operaciones de subjetivacinnecesarias para que el pequeo sujeto se humanice. La familia es elmbito donde se desarrolla el ser hablante y desempea un papel primor-dial en la transmisin de la cultura. Lo simblico, que precede el naci-miento de un sujeto, es la funcin ordenadora de la cultura que separa alhombre de la naturaleza, inscribindolo de entrada en el lenguaje; leyfundadora cuyas interdicciones fundamentales son la prohibicin dematar y prohibicin del incesto, y en las estructuras de parentesco queorganizan la diferencia de sexos y de las generaciones.
El nio, al nacer, por su prematuracin, necesitar de la funcin ma-terna y paterna para vivir. Pero, el intercambio entre la madre y el bebno ser slo en el terreno de las necesidades (alimento, aseo, etc.) sinoque los reclamos de cuidado del nio a la madre se inscriben en el len-guaje y se convierten en demanda de amor. Para la madre su relacin conel nio llevar la marca de un inters particularizado por l, que es ndi-ce de su investimento libidinal. En relacin al padre, su funcin ser lafuncin del nombre del padre y es vector de una encarnacin de la leyen el deseo, en tanto prohibe el incesto humaniza el deseo y es el que, entanto deseante, se hace responsable de sus actos.
El beb para constituirse subjetivamente se identificar primeramen-te con sus padres, de ellos recibir una marca simblica, trazo identifica-torio que le permitir ser. Se lo marcar con un nombre, inscripcin sim-blica, que no es slo el nombre pues incluye la etimologa del apellido,la novela familiar; pues uno se nombra como ha sido nombrado y alnombrarse nombra la relacin de cada uno con sus progenitores, aqulque lo incluy en el orden de las generaciones. Una identificacin que esuna inscripcin inconsciente con eficacia simblica, que particulariza eimpide la repeticin de lo idntico. En cada inscripcin se marca el lugarque el sujeto ocupa en el orden de las generaciones, que es nico y que
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abre el camino a nuevos eslabones en el sistema de parentesco. Es en este sentido que desde el psicoanlisis podemos pensar la iden-
tidad: Ser inscripto por los padres en el sistema de parentesco recono-ciendo la igualdad y la diferencia, pues slo siendo diferente puedo par-ticularizarme. El sujeto no puede pensarse ni como autoengendrado nisiendo idntico a otro; pues, al nacer, sostenido por el deseo de lospadres, el subjetivarse ser producirse como sujeto nuevo.
Sabemos que con los nios desaparecidos se produjo una filiacinfalsa amparada en el Terrorismo de Estado y se les impidi el derecho avivir con su familia. No pudieron convivir con sus padres que fueron pri-mero desaparecidos y luego asesinados, ni tampoco pudieron criarse conlos familiares de sus padres, sus abuelas y abuelos, sus hermanos, sustos, que nunca renunciaron a la bsqueda y a la verdad. Denunciaron ladesaparicin, la falsedad, la apropiacin, denuncian y reclaman justicia yderecho a la identidad.
Acordamos con Abuelas que nuestra objecin y repudio ante losacontecimientos que produjo el Terrorismo de Estado es tico. Lo ocurri-do es algo que no podemos aceptar, la persistencia de una memoria vivaes nuestra responsabilidad. Lo ocurrido, el desmantelamiento de los dere-chos de las personas por desaparicin y asesinato y la apropiacin denios, hoy jvenes an desaparecidos, condujo a una ruptura del sistemahumano de filiacin, a una masacre de los vnculos y a una fractura de lamemoria. Es nuestra responsabilidad sealar el dao al que han sido ysiguen siendo sometidos los jvenes an desaparecidos. Tambin sealary denunciar el dao al que somos sometidos como sociedad.
Sabemos que en el vnculo que crean los apropiadores con los nios,hoy jvenes, funcionan procesos de identificacin. No podemos negarsus marcas, las inscripciones que efectuaron aquellos que se han adjudi-cado impunemente las funciones materna y paterna, valindose en laindefensin del pequeo sujeto que necesita del Otro para vivir y no caeren el marasmo y la muerte.
Una usurpacin del amor que reniega (en tanto mecanismo perverso),
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que el origen del vnculo se basa en la desaparicin y asesinato de lospadres y que, criando a estos nios como propios consuman otro modo deexterminio, funcionando como s nada hubiera sucedido y mantenien-do a lo largo de los aos el ocultamiento del origen fraudulento.
Qu lugar ocupa el asesinato en esta situacin?. Asistimos a una frag-mentacin extrema del discurso normativo tan caro a las instituciones.Pareciera sustituido por el autoservicio normativo que promueve la desme-taforizacin de la ley: Un nuevo tipo de deshumanizacin aparece, los nuevoshomicidas son criminales sin culpabilidad y, sin embargo, no son locos.
Con el surgimiento del nazismo y su prctica de exterminio se despe-naliz el crimen, es decir, se produjo un levantamiento de lo prohibido.La nocin de culpabilidad establece un puente entre el orden social de lanormatividad y el orden normativo del sujeto.
Los sujetos que cometieron delito durante la dictadura se beneficiaroncon las leyes de Punto Final, Obediencia Debida e Indulto una vez insta-lada la democracia, pero esto no quiere decir que su crimen desaparezca.El autoservicio normativo puede ser tratado como sntoma social y nocomo la causa de la enfermedad de la identidad moderna.
La apelacin de las Abuelas al derecho a la identidad no es slo elpedido de un ordenamiento simblico institucional, que responda a lafuerza de la ley que, siendo igual para todos funda una comunidad ticay poltica. Insistir en restituir a estos jvenes su identidad implica el reco-nocimiento de lo vivido con el apropiador, de lo que fueron privados conel asesinato de sus padres y que eso es irrecuperable. No se puede borrarmgicamente la usurpacin y las marcas que en la subjetividad produje-ron, pero s se puede abrir un espacio para construir una verdad histri-ca que impida el asesinato de la memoria.
Es decir no a las formas criminales de subjetivacin, es hacer pblicoactos que se pretendan privados y ocultos, es exigir una respuesta jurdi-ca y social. Es exigir a uno por uno de sus nietos que tienen nombre yapellido, que tienen rostro, as como tuvieron nombre y apellido suspadres, tuvieron rostro, familia y una historia. Es exigir un trabajo de his-
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torizacin en donde la relacin entre la memoria y el olvido pueda sersubjetivada en un discurso.
El estado terrorista hall en la desaparicin forzada de personas suprincipal recurso de gestin e hizo desaparecer nios, los despoj de sufamilia, de su historia, de su nombre, de su cuerpo, de su voz. Estos jve-nes viven en un estado de excepcin, sin saberlo; su situacin est falsi-ficada, as como su documentacin, filiacin e identidad. Su estatuto deciudadanos es paradjico, ya que su estado de excepcin se sita dentroy fuera del orden jurdico.
As la convivencia con el apropiador queda ordenada por la lgica con-centracionaria, viviendo en un estado de excepcin sin saberlo y que seconstituye como norma de vida. Con esta prctica se consuma otro modode exterminio, ya que al desaparecerlos e inscribirlos como otros, se pro-duce otro modo de filiacin, que es la optimizacin racional del encierro yes lo vigente de la dictadura en la actualidad. Renegacin de un origen y deun acto, que en su persistencia en lo social es renegacin de renegacin.
Ubicamos que en un mismo movimiento ha sido vulnerada la subje-tividad privada y el orden pblico. El nio objeto destacado de la cultura,de consumidor para a ser consumido, pura mercanca, expuesto a la vidadesnuda, ya que aquel que reduce a la nada a su adversario es llevado atravs del robo y la apropiacin del nio, a querer ocupar su lugar, gol-peando a su enemigo en lo ms ntimo, su hijo, e inscribiendo en la sub-jetividad esta modalidad de inclusin.
Vemos cmo la inscripcin de la vida en el ordenamiento del Estado-Nacin se ha dislocado, y nos hace prever no slo la aparicin de nuevoscampos de concentracin, sino tambin nuevas y ms delirantes defini-ciones normativas de la inscripcin de la vida en la ciudad. Vivimos endemocracia pero la dictadura no es algo caduco, en tanto haya jvenesdesaparecidos y aparecidos en otro sistema de parentesco.
Walter Benjamin deca que los hombres vuelven mudos del horror,sin nada para contar, pero las Abuelas de Plaza de Mayo con su trabajo,tratan de hacer inteligibles los signos del horror en un intento de remon-
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tar el carcter inenarrable de lo acontecido, y por mantener viva sumemoria como la de una leccin que no debe olvidarse en tiempos enque se soporta mal la memoria de lo acontecido.
NOTAS Y BIBLIOGRAFA
1- El presente trabajo fue presentado en agosto de 1998 en el Primer Encuentro
Internacional Abordajes teraputicos sobre nios vctimas de la violencia pol-
tica, organizado por la organizacin Pro-Bsqueda de nias y nios desapa-
recidos por motivos polticos en la ciudad de El Salvador, El Salvador, Centro
Amrica. Fue actualizado en el ao 2004 para el Primer Informe sobre el
Cumplimiento de la Convencin Internacional de los Derechos del Nio y del
Adolescente. Abuelas de Plaza de Mayo.
2- En la actualidad contina el descubrimiento de nuevos campos de concentra-
cin, a travs del trabajo de reconstruccin de los sobrevivientes y de los orga-
nismos de derechos humanos.
3- En el ao 2003 el Poder Legislativo derog ambas leyes y se espera su deroga-
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DE NN A DARSE UN NOMBRE
Mara Cristina Olivares
Psicoanalista. Integrante del equipo teraputico del Centro de Atencin por el Derecho a la Identidad de
Abuelas de Plaza de Mayo. Coordinadora Docente, JTP de la Prctica Profesional: Clnica Psicoanaltica
con Nios y Adolescentes; docente del Posgrado de la Facultad de Psicologa de la Universidad de Bue-
nos Aires.
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El Centro de Atencin por el Derecho a la Identidad de Abuelas de Plaza deMayo fue creado para brindar atencin a familiares de desaparecidosdurante la dictadura militar, pero tambin es cierto que est abierto a lacomunidad. Este estar abierto a la comunidad hace que se reciban proble-mticas variadas en relacin a la temtica de la identidad.
R, una nia de trece aos, llega a nuestro Centro de Atencin deriva-da por la Comisin Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI),dependiente de la Secretara de Derechos Humanos de la Nacin, puesla nia no contaba con el DNI, no tena datos de filiacin y se desconocasi estaba inscripta en un Registro Civil.
Hace cinco aos haba sido entregada a un Juzgado por un familiarque se desvincul totalmente, diciendo tener muchos hijos que alimen-tar y que no poda mantener a la nia. La nia se hace llamar R, llevandoel mismo nombre que la seora que la entrega. El Juzgado decide deri-
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varla al Hogar X, en el que se encuentran nios cuyos padres no puedenmantenerlos, nios abandonados o maltratados por sus familiares; allpueden estar hasta los 12 aos de edad. En ese lapso permanecen en esacasa, concurren a la escuela y, como el hogar pertenece a una iglesiaevanglica, hay familias vinculadas a la iglesia que retiran a los chicos losfines de semana para llevarlos a pasear. Algunos chicos, segn las cir-cunstancias, vuelven a su grupo familiar, otros quedan bajo una guarda;otros, una vez cumplidos los doce aos, van a institutos de menores.
En este hogar es alojada R. Intentan realizar un doble movimiento:Por un lado, lograr la filiacin jurdica que le permita obtener el DNI, ypor otro, ofrecerle un espacio teraputico.
N es maestra de apoyo en el Hogar X. Suele dar clases individuales a loschicos que lo requieran. Ha entablado con R una relacin particular; Rconcurre peridicamente los fines de semana a su casa, la lleva al cine, apasear. La llama ta, y es precisamente esta ta quien la trae al Centro deAtencin. Como se ver, esta ta cumple una importante funcin. Porun lado se ha empeado en infructuosos trmites para obtener el DNI deR y por otro es quien ha aportado datos acerca de la historia de la nia. Espor medio de ella que la analista se entera que la nia, de chica, sola presen-tarse como R, la que no tiene documento. La apuesta de N de retirarladel hogar, viajar a Capital, tener su entrevista, era otra manera de particula-rizarla, de sacarla del anonimato, no slo en tanto indocumentada. Las entre-vistas con R son breves, hay que interrogarla, a veces es necesario reiterar lapregunta pues no se entiende lo que dice, confunde tiempos de verbo.
R comienza a hablar de su mam: Ella no recordaba las cosas, te lla-maba de otra forma. cmo? No s, no me acuerdo se pona mal,tiraba cosas por el aire mi mam naci enferma, porque mi abuela eraenferma. Cuenta que fue manoseada por un to, maltratada por una taquien no le daba de comer, la ataban, le pegaban con un cinto.
Es pertinente tener en cuenta que cada cura es particular y ningunacura puede servir para otra, por esta razn hablamos de la clnica del caso.El deseo del analista, empujando al sujeto va las preguntas, hace que las
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entrevistas empiecen a tomar forma. Esas preguntas que le formula laanalista la van subjetivando, constituyendo, y comienza paulatinamente aubicar que las mismas no le pasan desapercibidas, no le son indiferentes.Hay dos temas que la convocan, uno son las palomas. En el jardn delhogar hay muchos rboles, con varios nidos de palomas. Le llama la aten-cin cmo las palomas construyen sus nidos, al igual que cmo dan el ali-mento a sus pichones. Su tarea era la de juntar las migas de pan del da ysalir al jardn a darles el alimento. Cuando lo contaba su rostro se ilumi-naba; le encantaba que las palomas la rodearan intentando tomar lasmigas. Tampoco le eran indiferentes las preguntas de la analista acerca delas palomas, dicindole vos siempre me pregunts por las palomas.
El otro tema que la convoca es en relacin con sus compaeras decuarto. Cuenta que hablan poco, a veces se pelean, casi no conversan. Sele pregunta si las compaeras saben que viene al Centro a atenderse.Dice que no, que no les cont. Ellas no te preguntan?, son poco curio-sas. Dice de s misma que tampoco es curiosa. Se queda en silencio ydice que hay un tema en el que s es curiosa. Cul? En mis docu-mentos; se da por terminada la entrevista.
En otra oportunidad se dirige a la analista y le dice si puede hacerle unapregunta: Cmo es el nmero del documento? Se le responde que es unnmero que la identifica y que va a ser solamente de ella. Intervencin queapuesta a marcar que no es el nmero como tal, solamente pertinente, sinosu diferencia con todos los otros nmeros. Otra pregunta: Quin decideque se es el nmero? Se le dice que ese nmero se otorga por orden dellegada. Se deja en este punto. Es se el momento en el que se produce unatransformacin, se anima, se pone a trabajar, y es R quien pasa a interro-gar a la analista. Le hace preguntas acerca del DNI, del nmero que lecorresponde, de quin lo otorga. Se le informa a la analista que en el hogarla ven mejor, est ms abierta, charlatana, despierta, se puede salir con ellaa hacer compras, se maneja de una manera ms educada en la calle.
Recibe del juzgado una notificacin comunicando la necesidad de unaradiografa de huesos para determinar exactamente su edad. Se enoja,
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dice estar segura de tener trece aos y que va a cumplir catorce; si esto nose resuelve pronto no sabr cuntas velitas soplar en un par de das. Pero,dando otra vuelta sobre el tema considera que este estudio de huesos le vaa servir para saber ms sobre su identidad. El juzgado que la tiene a cargole informa que aparece una seora, que llamaremos Y, en busca de unaguarda de una nia de edad aproximada a la de R. En el espacio de un con-trol surge la necesidad de enviar un informe al juzgado en el que la ana-lista pide que el trmite del DNI se ponga en marcha a la brevedad, dicien-do que es el DNI el que le dar independencia en sus decisiones, autono-ma para una mejor apertura de posibilidades subjetivas, aclarando que laindependencia que R necesita no se la dar la guarda, sino el DNI y recor-dando que el DNI hace a la seguridad jurdica, hace a la identidad.
En una entrevista se le lee el informe enviado al juzgado, se le entregauna copia. Llora y dice que siendo beb su mam quem la casa, ella esta-ba adentro, fue sacada por un primo. Se hace preguntas: Si su mam sesenta sola, si se quera matar, si no le gustaban los bebs; supone que losbebs a veces molestan a las madres. Tambin se pregunta por qu sumam no la dio a sus tos o primas. Quem la casa, pero la que estabaadentro era yo mi mam perdi la casa y me perdi a m.
Lo inesperado de la lectura del informe precipita el relato del aconteci-miento traumtico, singular, propio del sujeto, produciendo una hianciaque revela lo ms ntimo de s, una parte de la subjetividad en la que estcomprometida. Antes no crea que su mam estaba loca; ubica que seempieza a dar cuenta de esto cuando llega al Hogar X. Recibe la noticiade que en el juzgado haban ledo el informe enviado por el Centro. Escitada para firmar un pre-acuerdo de documento. Mientras tanto, R lepide a N uno de esos libritos que se suelen consultar para elegir el nom-bre de un hijo. Elige como primer nombre uno que tambin comienzacon R, tambin tiene la misma cantidad de letras que el que usaba, perodifiere en dos vocales, tambin toma un segundo nombre y dice que aambos los elige por ser nombres cristianos. El apellido es el de un tomaterno y lo elige, pues recuerda que cuando este to jugaba al ftbol,
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cada vez que haca un gol, los jugadores lo nombraban por el apellido endiminutivo y esto le causaba mucha gracia. En este pre-acuerdo dejaconstancia por escrito qu nombres y apellidos elige, para el momento enque el documento se pudiera efectivizar.
Separarse supone saber lo que uno es, ms all de la inscripcin en elOtro; hay un engendrarse a s misma procurndose un estado civil. Sitras un trauma hay que reinventar a un Otro, esto es posible a partir desu singularidad, como nos propone Eric Laurent, en su artculo Hijosdel trauma. En este mismo artculo, nos recomienda ser partidarios dela creacin ex-nihilo. Se trat de una creacin con cierta agudeza: El ape-llido del to materno en diminutivo acompaado de la risa; todo lo que seproduce a su alrededor nos pone tras la pista de su funcin.
Es posible verificar los tiempos de la pulsin. La analista se hace ladestinataria de los signos nfimos del sujeto y la interroga sobre sus palo-mas. Estas preguntas la van subjetivando y le permite interrogar acercade los documentos. Se produce en este ida y vuelta la circularidad de lapulsin, revelando una hiancia en su intervalo, otrificndose el sujeto, sepregunta qu soy para el Otro?.
Esta nia era NN al momento en el cual llega para ser atendida en elCentro de Atencin por el Derecho a la Identidad. La precipitacin delinforme al Juzgado apura la firma del pre-acuerdo del documento; peroesto estuvo acompaado de un trabajo subjetivo en el anlisis que fue: DeNN a poder darse un nombre a s misma.
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Ana Zabala
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Abuelas de Plaza de Mayo.
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Un joven consulta ante la angustia que le produce la internacin de su her-mano menor en un hospital neuropsiquitrico. Es su nica familia, ya quesu padre est desaparecido desde la ltima dictadura militar acaecida enArgentina en los aos 1976/1983. Viene a tratamiento derivado por susamistades, que lo ven aislado y triste. Sale de su casa exclusivamente parair a visitar a su hermano internado, lavarle la ropa y devolvrsela limpia yplanchada. Descuida los estudios universitarios estando a punto de reci-birse en la carrera que ama y se queja de no poder enamorarse.
En las entrevistas dice sentirse solo y mal desde la muerte de su madreuna extranjera refugiada que tuvo que huir de su pas tras una persecucinpoltica que la dej a su vez sin toda su familia de origen. Cuando desapare-ci su padre, forzadamente, l y su hermano eran muy pequeos, y su ma-dre crea que su marido militante aparecera con vida. Al no haber sido as,ella fue cayendo en una enorme depresin que continu hasta su muerte.As es como este muchacho vivi con esta madre enferma y este hermano que,con el transcurso del tiempo, fue enfermando cada vez ms gravemente.
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Al principio del tratamiento sola permanecer en silencio. Luego de untiempo, comenz a decir cunto le costaba hablar, sin que el otro lo hicie-ra primero o le preguntara algo. Me agradeci que yo hubiera esperadosin apurarlo, y que no lo hubiese echado del consultorio, por su lenti-tud en explayarse en sus cuestiones. Al poco tiempo consigue un trabajoy la externacin de su hermano, que l mismo firm como responsable,ya que la salud mental del hermano en las condiciones de la internacinpsiquitrica en que se encontraba, iban empeorando cada vez ms.
Un da llega a la consulta y cuenta haber recibido en su trabajo un lla-mado telefnico de un profesional jerrquico, preguntando si ya estabarealizado un trabajo, para el cual se haba contratado a una empresaexterna; a esto l responde afirmativamente. Pero, de inmediato, al fina-lizar la comunicacin cae en la cuenta que haba respondido sin saber loque deca. Luego verifica que el trabajo estaba todava sin hacer.
Analizante: Me siento un estpido.Analista: Qu hubiera pasado si ante la pregunta del Otro, tomabas unmomento y veas si estaba hecho ese trabajo o no? Analizante: ... Imposible... Analista: Imposible?Analizante: S. No puedo tomarme tiempo, tengo... urgencia... Me pasacon todo... El fin de semana estuve jugando juegos de mesa con mis ami-gos y perd todos los partidos. Los perd yo solo, y va mucho ms all delas buenas o malas jugadas de mis contrincantes. Perd yo. Y por cosasdemasiado obvias. Me agarr una bronca brbara... conmigo. Me odiopor tanto atolondramiento... Cuando discuto con alguien que quieromucho, mi hermano por ejemplo, termino diciendo cosas que no quierodecir... Me pongo muy nervioso, muy intranquilo. No me doy ni mi espa-cio ni mi tiempo por atender a lo que dice el otro...
Vemos que cada vez que el deseo del Otro lo encuentra, el sujetoqueda tachado por la demanda. Analizante: Me di cuenta de esta situacin, me estaban prestando aten-
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cin. Yo siempre trato de escaparme de eso. Tengo que llegar a poder dis-frutarlo... Es como la fbula de la liebre y la tortuga... Analista: Cmo es?Analizante: Ahora no me acuerdo bien cmo es... pero... No... Ah! S,gana la tortuga... Aunque me parece que haba varias tortugas... Analista: En la fbula de la liebre y la tortuga gana la tortuga y es una sola.Analizante: Ah, s, es cierto...
En trminos lacanianos sera as: Cada paso que da la tortuga es anota-do como un real ah donde le prestan atencin. Y ante lo real l huyecomo la liebre, no se toma tiempo. La repeticin lo convoca al goce. Poreso dice que hay varias tortugas. Pero, cada paso que da la liebre va aparar al lugar del fantasma, y aqu nos encontramos en el camino de estesujeto, justamente. Es en ese registro de la escena que se juega el anlisis.Analizante: Estoy contento porque retom la Facu. El otro da en un exa-men me sent frente al profesor me puse muy nervioso. Yo pensaba:...este tipo qu quiere?... me est evaluando a m... Y se me hizo una lagu-na, un blanco total. A la salida del aula, estaba toda mi gente, mi herma-no, mis amigos... y cuando me preguntaron qu tal el examen, empec adecir todo lo que unos minutos antes tendra que haberle dicho al profe-sor. Ah, con ellos con lo que saba me hubiese sacado un diez, en lugardel cuatro que me saqu en el examen. Analista: Qu te pas ah?Analizante: Es... como que cuando estoy en confianza, puedo decir lascosas sin atolondrarme.
Ah donde lo buscan, l corre... como la liebre. El pensamiento se cons-tituye cuando en el lugar del sujeto pone al Otro. En lugar del yo = pienso.Por eso no puede disponer de l. Cuando se extrava en ese pensamientono nota el tiempo ni lo anota. Goza y se pierde porque piensa todo eltiempo, y cuando piensa, no est, no puede contar con l. Es cuando noest en confianza entonces, que va a la velocidad de la liebre. Ah l esttachado por la demanda. Analista: Sin embargo, cuando discuts con tu hermano no pasa eso de dis-
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tenderte y hablar tranquilo... y vos decs que con l ests en confianza.Analizante: Es cierto... Me puse loco, casi nos matamos! No supe qu res-ponderle cada vez que me imputaba algo, aunque fuera injusto lo que ldeca, aunque no fuese cierto... Es... como si yo estuviese en contra de m.
Jacques Lacan en su Seminario 11, Los Cuatro Conceptos Fundamen-tales del Psicoanlisis, trabaja el descubrimiento de Sigmund Freudobservando a su nietito, que repeta dos fonemas en alemn: Fort fueray Da ac est: El carrete no es la madre reducida [...] es como un trocitodel sujeto que se desprende pero sin dejar de ser bien suyo, pues sigueretenindolo. Esto da lugar para decir, a imitacin de Aristteles, que elhombre piensa con su objeto. Con su objeto salta el nio los linderos desu domino transformado en pozo y empieza su cantilena. Si el significan-te es en verdad la primera marca del sujeto, cmo no reconocer en estecaso por el slo hecho de que el juego va acompaado por una de las pri-meras oposiciones en ser pronunciadas que en el objeto al que esta oposi-cin se aplica en acto, en el carrete, en l hemos de designar al sujeto, a esteobjeto daremos posteriormente su nombre de lgebra lacaniana: el a.1
El goce que lo enferma es el del inconsciente. Cuando este sujeto habla,dice literalmente: me atolondro o escaparme de eso. Ese carrete de laexperiencia freudiana alude al objeto a, eso es el a... pero, en el preciso actode escapar. Este sujeto nunca est a tiempo, o anticipa o llega tarde. Cuan-do se toma tiempo se enfrenta con el horror de lo real. Es la pregunta delOtro el profesor, el profesional que lo llama en su trabajo, etc. lo que lepresentifica una falta en el Otro, lo que le produce el horror. El fantasmaviene a recubrir ese horror, y est construido por el reservorio de cosas delorden de lo visto y lo odo, cosas de las que este sujeto no quiere saber nada.
En la direccin del discurso de este analizante seguimos la huella del fantas-ma en las relaciones donde el sujeto no se siente en confianza, donde hay des-encuentro. Rodeamos ese tiempo en el anlisis, el del objeto a del fantasma.
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ACERCA DE LA FILIACIN
En el Centro de Atencin por el Derecho a la Identidad nos encontramoscon diversos casos que me invitan a reflexionar nuevamente sobre algunasnociones centrales, como familia, identidad, identificacin, filiacin, entreotras, que esta prctica ubica nuevamente en el centro de la escena y laspone a prueba.
Me interesa, en esta ocasin, detenerme en la nocin de filiacin. Esimportante acudir a otros discursos para enriquecerla, por ejemplo: Quplantea con mucha precisin el discurso jurdico acerca de esta temtica?Este discurso define a la filiacin como el vnculo existente entre padres ehijos, que implica la accin y efecto de filiar, es decir, otorgar el marcolegal que permite ubicar la procedencia de los hijos respecto de los padres.
En el Cdigo Civil de la Repblica Argentina, el artculo 240 ubicadoen la Seccin segunda que se titula: De los derechos personales en lasrelaciones de familia sostiene: La filiacin puede tener lugar por natu-
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Mara Ins Masc
Psicoanalista. Miembro de la Escuela de la Orientacin Lacaniana, (EOL). Integrante del rea Teraputi-
ca del Centro de Atencin por el Derecho a la Identidad.
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raleza o por adopcin. La filiacin por naturaleza puede ser matrimonialo extramatrimonial. La filiacin matrimonial y la extramatrimonial, ascomo la adoptiva plena, surten los mismos efectos conforme a las dispo-siciones de este Cdigo. Otros artculos importantes a considerar son el248, que se refiere a las condiciones de las que resultar el reconocimien-to del hijo, y el 253 que especifica que en las acciones de filiacin se admi-tirn toda clase de pruebas, incluso las biolgicas.
La Constitucin Nacional de 1994, al incorporar como parte de su textoentre otros Tratados Internacionales, La Convencin sobre los Derechosdel Nio, ha dado jerarqua constitucional a un aspecto del derecho a laidentidad personal. Todo nio o nia tiene derecho a ser inscripto inme-diatamente despus de su nacimiento, a tener un nombre desde que nacey, en lo posible, a conocer a sus padres y ser cuidado por ellos.
Hablar de filiacin entonces supone una accin, que es el acto de ins-cribir el nacimiento que involucra la responsabilidad del padre o de lamadre. Todo esto, si se dan las condiciones esperadas y deseadas, en unmarco de legalidad que hace a derechos esenciales de los sujetos huma-nos y que permite un ordenamiento de la cadena generacional.
LA PERSPECTIVA PSICOANALTICA
Qu es posible introducir como aporte desde el psicoanlisis de la orienta-cin lacaniana en relacin a la filiacin? El psicoanlisis resalta, entre otrascosas, el modo en que el mundo humano queda trastocado por la presen-cia del lenguaje, que nos sustrae de un orden natural para introducirnos enun orden cultural. Es el orden simblico lo que organiza nuestro mundo,un universo en el interior del cual todo lo humano se ordena.
Jacques Lacan a lo largo de su obra se ha ocupado de estas temticas:La familia y la filiacin, desde los antecedentes de su enseanza hasta elfinal de la misma.
Me detendr en algunos de sus conceptos.
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En su texto La familia (1938), destaca que en las especies animales lasfunciones se ponen en juego a partir de comportamientos instintivos. Encambio, en la familia humana las coordenadas son distintas. Ella desem-pea un papel primordial en la transmisin de la cultura y es una insti-tucin en la cual las funciones materna y paterna se instauran, a partir deuna continuidad psquica entre las generaciones y su causalidad es deorden mental.1
Lacan toma tempranamente la nocin de funcin. La nocin modernade funcin matemtica comienza en el siglo XVII con la conocida notacinf (x). Se llama usualmente funcin a la relacin entre dos o ms cantidadesy siendo las cantidades variables, la relacin entre ellas es constante. Por suparte, el aporte de la Filosofa a esta nocin resalta el aspecto de actividad yoperacin, que implica y determina lo que una realidad es.2 La funcin searticula as con una lgica de relaciones que implican una accin.
Otro texto crucial para este desarrollo es Dos notas sobre el nio(1969), donde Lacan resalta de la familia su funcin como lugar de trans-misin, que interviene por supuesto en la constitucin subjetiva, y queimplica la relacin con un deseo que no sea annimo. Destaca con preci-sin de la funcin materna el sostener los cuidados signados por un inte-rs particularizado, y de la funcin paterna el encarnar una articulacinentre la ley y el deseo.3 Se trata de enlazarse al deseo de alguien , que efec-ta una accin y que porta un nombre.
Desde los aos 70 Lacan sita claramente que la familia es cosa delinconsciente particular de cada sujeto, lo que hace de la familia un lugarde transmisin de la lengua materna. Es as, como en el discurso de unsujeto es posible ubicar significantes privilegiados que provienen de suhistoria familiar.
En esta lnea y ya en el final de su enseanza en el seminario tituladoDisolucin (1980), Lacan habla del llamado principio de familia, que seinscribe en el orden simblico y que da cuenta del malentendido, del des-encuentro articulado a nuestra condicin de ser seres que hablamos.4
Indudablemente, y ms all de los movimientos internos de su ense-
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anza, hay un hilo conductor desde el comienzo al final que permite des-tacar la introduccin de lo simblico como un orden distinto al natural,que complejiza y enriquece a la vez la vida humana y que lleva a alojar yconsiderar al malentendido como producto del discurso.
En relacin a la filiacin dos son las citas de Lacan que me interesaretomar y que tienen en comn hacer hincapi en las importantes conse-cuencias que de ella se desprenden. Sostiene en 1953 la devastacin quecausa en un sujeto la falsificacin de su filiacin, aun ms cuando elmedio que lo rodea decide sostener la mentira5. Y en 1975 hablando de lafuncin paterna, hace mencin a los serios efectos que la filiacin de unpadre engendra sobre un sujeto, cuando el padre no se somete a la leysimblica, sino que se transforma l mismo en el que profiere la ley.6
En ambas citas queda resaltado el marco de legalidad imprescindiblepara la constitucin subjetiva, as como las serias consecuencias que laruptura de dicho marco puede producir. Alicia Lo Gidice, en uno de sustextos resalta, de la filiacin, el ser un concepto que anuda lo biolgico, losocial y lo subjetivo, posibilitando as instituir la vida en un entramadolegal que garantiza la conservacin de la especie, la filiacin permitiraas el montaje de la cadena humana.7
PARENTALIZACIN: UNA OPERACIN
Pensar la filiacin como construccin me permite introducir una novedo-sa nocin, que se halla en consonancia con lo argumentado, la de parenta-lizacin, presente en una cita de Jacques Alain Miller, que dice: Sea cualsea el sexo biolgico su significacin debe ser simbolizada, tambin elparentesco biolgico, aun cuando el parentesco pase por la ciencia. Ascomo hablamos de sexuacin, o sexualizacin, debemos hablar de parenta-lizacin. Hay una eleccin de los padres, como hay eleccin del sexo.8
As como cada sujeto construye su posicin sexuada, tambin su lugaren una familia es una construccin. En ambas cuestiones adems, la
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eleccin es un punto en comn. La parentalizacin implica entoncespensar en una operacin, es decir en una accin a ser llevada a cabo porun sujeto que,por supuesto, conlleva efectos. Qu quiere decir esto?
A partir de los aportes de la perspectiva psicoanaltica ubicamos que lasfunciones y los lugares en una familia no estn dados pers, de manera ins-tintiva, puesto que existe una discontinuidad entre naturaleza y familia.
Elevemos la apuesta, inclusive ms all de una lgica que site debe-res y derechos en una familia, resulta imprescindible introducir el esta-tuto de la construccin, que permite subjetivar la cadena. Subjetivarimplica incluir el deseo y la responsabilidad de cada quien en su lugar,supone que cada sujeto se responsabilice entonces por su lugar y su fun-cin. El modo en que se lleve a cabo trae consecuencias. Es una opera-cin en la que est implicado cada sujeto. Y, articulndola a la parentali-zacin como operacin, la filiacin pensada como construccin implica-ra un trayecto que permitira hacerse hijo de los padres y padre de loshijos; se introduce el acto, la responsabilidad y el deseo.
ALGUNAS CONCLUSIONES
Me parece importante comenzar a cruzar estas nociones con la casusticacon la que nos encontramos y en la que estn presentes, de diferentesmaneras, cuestiones ligadas a la identidad y la filiacin, ya sea por casos deapropiacin, de adopciones fraudulentas, de sujetos indocumentados, etc.
De qu manera estas nociones se ponen en juego en la prctica? Severifica en muchos casos, cmo la posibilidad de pasar por la palabrahabilita al tratamiento de repeticiones, en relacin a la problemtica de lafiliacin que retornaban en silencio.
En uno de ellos, por ejemplo, se trata de cuestiones ligadas a la filia-cin que involucran a tres generaciones, que incluyen falta de reconoci-miento de un padre a un hijo en la primera generacin; una adopcin enla que se verifica una ruptura de la legalidad en la segunda, mantenida en
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secreto; y, en la tercera generacin la privacin a un hijo de conocer unaparte de su filiacin. Un dicho insiste a lo largo de la cadena: que nosepa. La decisin de un sujeto de trabajar seriamente sobre lo que lepasa, es lo que posibilita el tratamiento de estas cuestiones. El dispositi-vo ofrecido permite el inicio de un trayecto con un doble movimiento, enel que padres e hijos se responsabilizan de sus lugares y sus funciones.
En varios casos tambin, la ruptura del marco legal introducido desdeel comienzo mismo en tanto se tratan de adopciones fraudulentas,permite constatar las serias dificultades para poner en juego las funcio-nes, hasta llegar, incluso, a la negacin de las mismas, habilitndose aactos de sometimiento de padres a hijos a partir de un dicho: No soy tupadre. Caen las prohibiciones, cae el velo, fracasan estrepitosamente lapuesta en juego de las funciones, que sucumben frente a la ausencia deun marco legal ordenador.
La legalidad, el deseo, la responsabilidad subjetiva, el registro delamor, que configuran un marco tico son elementos imprescindibles aconsiderar, ya sea por su presencia o por su ausencia. Es posible enton-ces, sostener que la filiacin se introduce claramente como construccinen el marco del parentesco biolgico y ms all de l, y caso por caso,cada uno con sus diferencias convocan a pensar en relacin a ella.
NOTAS
1- Lacan, J., La familia, Homo Sapiens, Buenos Aires, 1977.
2- Ferrater Mora, Diccionario de Filosofa, Ariel SA, Barcelona, 1994.
3- Lacan, J., Dos notas sobre el nio, en Intervenciones y Textos 2, Manantial,
Buenos Aires, 1991.
4- Lacan, J., El Seminario, Libro 27, Disolucin, indito.
5- Lacan, J., Funcin y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanlisis en
Escritos 1, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 1988.
6- Lacan, J., El Seminario, Libro 22, RSI, clase del 21-01-74, indito.
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7- Lo Gidice, A., Derecho a la identidad, en esta publicacin, pg. 29.
8- Miller, J. A., Observaciones sobre padres y causas, en Introduccin al mtodo
psicoanaltico, Paids, Buenos Aires, 1997.
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Uno de los objetivos principales de las Abuelas de Plaza de Mayo es lareconstruccin histrica y la conservacin de la memoria de uno de loshechos ms aberrantes realizados por la ltima Dictadura Militar ennuestro pas: el secuestro y la apropiacin ilegal de nios, con la posteriorfalsificacin de sus filiaciones.
Entre sus mritos ticos, las Abuelas han realizado una verdadera re-gionalizacin1 del universal de los Derechos Humanos, al aplicarlos a lasingularidad de nuestro trauma histrico: el Terrorismo de Estado. LasAbuelas reintroducen el derecho a la identidad como un principio ticoineludible para la construccin de una comunidad humana, a la altura deuna objecin moral a la promesa de bienestar mundial que advendracomo efecto de la homogeneidad imaginaria que inyecta el discurso capi-talista. En la medida en que para dicho discurso la nica igualdad reco-nocible a partir de evaluaciones rigurosas y cientficas es la del consumo,su plusvala slo permite ser tabulada como valores de goce.
FILIACIN FALSIFICADA Y ESTRAGO
Daniel Riquelme
Psicoanalista. Miembro de la Escuela de la Orientacin Lacaniana, (EOL) y de la Asociacin Mundial de
Psicoanlisis. Integrante del rea Teraputica del Centro de Atencin por el Derecho a la Identidad.
Abuelas de Plaza de Mayo.
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Las Abuelas, con su invencin de un dispositivo para la bsqueda y resti-tucin de aquellos nios apropiados ilegalmente, vuelven a poner a conside-racin de nuestra comunidad aquellas marcas de un deseo indito, destota-lizando un relato que se querra nico, la versin que se quiere verdadera.
Algunos para quienes resuena esta apuesta tica, se acercan al Centrode Atencin por el Derecho a la Identidad. Como fue el caso de un joven,cuyo motivo de consulta fue su dificultad para poder refrenar una deter-minada modalidad de empuje al goce ilimitado.
Haca pocos meses que este joven haba obtenido un trabajo institu-cional que lo haba enganchado al Otro y a los otros. En el transcurso delas primeras entrevistas, ms all de los efectos singulares de su modali-dad de goce que comenzaban a tener consecuencias a nivel de la subjeti-vidad, se escuchaba el vaco indecible de la privacin. Nos referimos alvaco causado por el asesinato y la desaparicin forzada de sus padres.Dicho vaco de lenguaje, operaba produciendo una historizacin de lovivido fijada a las diversas rupturas de la legalidad de lo simblico. Adicha fijacin de goce al trauma, responda la defensa del pasaje al actoque testimoniaba su modalidad de goce.
Uno de los recursos de los que dispona en ese momento para comenzara cernir ese vaco era su trabajo institucional. En este, el joven se dedicaba aordenar los archivos de personas desaparecidas, en algunos casos mujeresembarazadas cuyos hijos nacieron en cautiverio, muchos de ellos robados yapropiados ilegalmente, como haba sido su caso. En el transcurso de variasentrevistas, el joven vena diciendo que haba encontrado un archivo con losdatos de uno de sus padres, enterndose de las circunstancias de su muertey agregando al respecto, que no poda dejar de leerlo. Al mismo tiempo,esta posicin iba acompaada de un determinado errar que describa enseries de giras durante las que desapareca. En una oportunidad la inter-vencin fue enunciarle que de ningn modo l deba continuar realizandoesa tarea all. El joven justific su tarea institucional al referir que no habanadie ms que pudiera realizarla. Dicho argumento fue repetido en otrasentrevistas, recibiendo de su analista la misma respuesta.
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De esta intervencin analtica fue posible deslindar una doble inciden-cia. Pocas semanas despus, la coordinadora del equipo me dice que unade las autoridades de dicho trabajo institucional, le coment que estabapreocupado porque el joven le comunic que el analista le dijo que noordenara ms archivos. La coordinadora le sugiere a la autoridad encuestin, que tenga confianza en el dispositivo y en el equipo.
Meses despus, la misma autoridad antes referida, decidi que la tareade ordenar archivos fuese realizada por un antroplogo especializado enel tema y sobre todo, que no tuviese familiares desaparecidos. Lo queimplic que el joven pasara a realizar otra actividad en su trabajo.
Mientras que por otro lado, esta intervencin, que forma parte de unaserie, fue el punto de partida para que el joven comenzara a transferir ciertogoce de la modalidad que le concerna, para dar lugar a un trayecto subjetivo.
Hasta aqu la vieta clnica con la intencin de situar algunas conse-cuencias de esta serie de intervenciones en el marco de las incidenciasdel discurso analtico, tanto a nivel de la satisfaccin pulsional, como ensu puesta en acto en los dispositivos pblicos.
MARCAS DEL ESTRAGO
En el caso de Carlos, ms que apuntar a una reconstruccin histrica delos hechos, la prctica se orient a una reconstruccin subjetiva. Se veri-fic de qu modo el trauma de la desaparicin de los padres haba deter-minado su modalidad de goce y los estragos que provoc y provocaban ensu constitucin subjetiva. Pero dicha reconstruccin, con qu versin sehace? En qu material se apoya un sujeto cuando realiza la lectura de lovivido? Y cuando el texto de esta lectura ha sido o est falseado?
Sabemos efectivamente qu estrago, que llega hasta la disociacin dela personalidad del sujeto, puede ejercer una filiacin falsificada cuandola coaccin del medio se empea en sostener la mentira.2
En el curso de su transmisin J. Lacan ha tomado su concepto de estra-
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go, para referirse a un determinado modo de gozar3. En sus desarrollossobre el partenaire-symtme, J.-A. Miller ha opuesto el sntoma al estrago.Si el sntoma implica un modo localizado y limitado de goce, el estrago secaracteriza por una deslocalizacin del goce, cuyo efecto es la devastacindel sujeto. Teniendo en cuenta la numerosa bibliografa respecto al estra-go, slo mencionamos algunos de sus efectos ms emparentados connuestra clnica: la devastacin subjetiva. Tomando esta orientacin, elestrago lo ubicamos ms del lado de lo Real y el fracaso de la defensa, quedel lado de lo reprimido y su retorno. Considerando la orientacin pro-puesta, encontramos entre los efectos del estrago, la relacin sin alteri-dad que el sujeto encarna frente al Otro. El estrago borra los litorales dela no relacin, a partir de lo cual, el sujeto pasa a ser la encarnadura de unsujeto del goce, una ruptura traumtica que provoca una angustia pormomentos desmedida, propia del desencadenamiento de la pulsin demuerte.
Que Lacan haya utilizado el concepto de estrago para referirse a lasconsecuencias que tiene para un sujeto la falsificacin de su filiacin, yagregue sin reparos: ...cuando la coaccin del medio se empea en sos-tener la mentira, implica una orientacin clnica y tica ineludible. Estoagrega un antecedente importante al concepto de estrago: En lo que res-pecta a la filiacin, es decir a la funcin del nombrar y ser nombrado, sufalsificacin no es posible sin un medio que se empee en sostener lamentira. Sealemos en qu medida el medio introduce el factor tempo-ral. Esto significa que hay una sola verdad?
ESTRAGO Y DEVASTACIN DE LO PRIVADO
Es uno de los rasgos del totalitarismo sostener la unicidad de la verdad.Su voluntad de bien no tiene lmites. Ya en otro texto hicimos referenciaal poeta y escritor Hctor Murena, cuando en uno de sus ensayos Haciala sociedad totalizada, se interroga y responde: Cul es entonces el
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poder que presiona hoy sobre la humanidad hasta lograr que la vida quepiensa, i. e., la vida humana, se retraiga a la nulificacin de lo habitual?Ese poder consiste en una sociedad que marcha rumbo a la totalizacin talque ya no necesita ser totalitaria [...] El modo en que dicha totalizacin serealiza, [...]se cumple por medio de la propagacin de lo habitual en unasociedad que va siendo progresivamente abierta, privada de interioridad,convertida en pura exterioridad por la tecnologa.4
Si tomramos la hiptesis de Murena respecto de una sociedad que aprincipios de los aos 70 marchaba hacia su totalizacin sin ser totalita-ria, cinco aos despus de la escritura de estos ensayos advino una dicta-dura, cuyo proyecto poltico se caracteriz por sostenerse en un discursodel Amo en su versin totalitaria y concentracionaria, que impuso a san-gre y fuego el terrorismo de estado. Entre los efectos de sus estragos, seencuentran los hijos y nietos apropiados de personas asesinadas duran-te el auto designado proceso de reorganizacin nacional.
Aclaremos que cuando utilizamos el concepto de discurso, nos ale-jamos del modelo comunicacional. El discurso, tal como nos lo presentaJ. Lacan, implica que una estructura ha bajado a la calle5, ordenando losindividuos y sus cuerpos. La lgica concentracionaria revisada y regiona-lizada por Pilar Calveiro6, nos permite leer mejor las consecuencias de laversin totalitaria del discurso del Amo: Concentrar la dispersin en suvoluntad de borrar y falsificar las marcas.
Al respecto, nos recuerda Freud que se trata de la marca de la expe-riencia de satisfaccin perdida. Tal vez aqu tengamos una causa Realpara la filiacin, puesto que su falsificacin disocia la personalidad, sientendemos esta como otra forma del fantasma. Disociacin que impideque el sujeto pueda articularse (losange) a la ficcin de un i (a), la consti-tucin del fantasma y del Ideal del Yo como pantalla frente al goce. Y unmedio que no ofrezca entre sus versiones, alguna que opere como un notodo frente a lo real del trauma, falla en su constitucin misma de medio,puesto que reniega de producir nuevos sentidos a las rupturas de la lega-lidad. Sin dejar de lado la posicin de profundo aislamiento del Otro en
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la que puede quedar extraviado el sujeto, cuando el medio que lo coaccio-na sostiene la mentira, afectando la confianza.
Puesto que no se trata de hacer como que no existe, nuestra prcti-ca apunta a que no se desmienta tan livianamente la pulsin de muertecon la aplicacin de terapias que suean con reconciliaciones milagro-sas. En este sentido, la creacin del Centro de Atencin por la Identi-dad, es consecuente con un tiempo en que el medio d lugar al debatede las ideas, a una versin de lo poltico que tenga como horizonte unadiversidad de discursos que desoculten lo ocultado por la falsificacin.Tal vez se trate para los analistas de seguir buscando los medios necesa-rios para dar lugar a la accin lacaniana del discurso analtico. En lamedida en que el discurso analtico se ofrezca como un medio conve-niente para que un sujeto, al haber experimentado los estragos del robode su cuerpo y su identidad, pueda leer las consecuencias singularesque ha tenido para l la falsificacin de su filiacin. Y verificar de qumodo, cuando un sujeto es orientado por las marcas de su relacin sin-gular con un Otro que ha perdido la consistencia de su falsedad, puedellegar a reinventar un Otro que ya no existe7. Atravesando la prdidairrecuperable de goce que implica una filiacin sostenida en un deseo,la inconsistencia de goce del Otro da lugar a la contingencia. Se tratapues, de contrariar la voz que subyace al mandamiento loco del Amototalitario de aniquilar la alteridad del Otro.
LA FUNCIN LIMITATIVA DE LA INTERPRETACIN ANALTICA
Freud nos transmiti que as como el objeto de la pulsin es contingente,tambin lo son sus vas de satisfaccin. El lmite a dicha satisfaccin est ensu recorrido, a lo que llam fijacin.
Sin embargo, un nuevo reordenamiento de las huellas pueden despla-zar los recorridos de la pulsin, ponerlos en movimiento, realizar plie-gues, deslizamientos, eventualmente alcanzar una nueva satisfaccin.
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Nuestra prctica nos ensea que un texto puede tener ms de un senti-do: No todos, aclara Lacan.
El caso mencionado intenta mostrar y transmitir de qu modo el nocomo lmite que habita el acto analtico, puede producir lugar y tiempopara que alguna decisin sea tomada. Cmo situar los consecuencias deeste decir no a nivel del dispositivo mismo? Tal vez sea posible leer entresus efectos un desplazamiento del discurso; un efecto no slo para elsujeto en cuestin, sino una incidencia sobre el discurso que ordena lainstitucin del goce8. En este punto, el S1 que produce como resto el dis-curso analtico, es Un goce limitado y contingente.
Uno de los efectos del decir no de la interpretacin analtica en su fun-cin de lmite, es volver la marca imprevisible9. No slo el futuro es impre-visible, tambin lo son las versiones de una marca; es uno de los motivospor los cuales la repeticin analtica no es el eterno retorno de lo mismo.
NOTAS
1- Laurent, E., Los beneficios de la lectura irnica, en Ciudades Analticas, Tres
Haches, Buenos Aires, 2004, pg. 193.
2- Lacan, J. Funcin y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanlisis. Tra-
ducido de crits, du Seuil, Paris, 1966, pg. 277. Hay otro desarrollo respecto a
esta cita, con relacin al primer caso de restitucin judicial con pruebas de his-
tocompatibilidad sangunea de un menor apropiado durante el terrorismo de
Estado en Argentina, cuya orientacin analtica fue realizada por la psicoana-
lista Alicia Lo Gidice, en: Restitucin-Apropiacin-Filiacin. Desplazando
los lmites del discurso. La coordinacin del grupo de trabajo estuvo a cargo
de Catalina Guerberoff y Daniel Riquelme. Biblioteca de la Escuela de la Orien-
tacin Lacaniana, Buenos Aires, 2004.
3- Miller, J.-A. Curso de la Orientacin Lacaniana: Le partenaire- symptme, Curso
del 25/3/98, indito.
4- Idem. 1, pg. 358.
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5- Idem. 1, pg. 190.
6- Calveiro, P., Se mira al pasado por las urgencias del presente, en Diario Pgi-
na/12, entrevista realizada por Sergio Kisielewsky, Buenos Aires, 03-01- 2005.
7- Laurent, E., El revs del trauma, en Virtualia 6, Revista digital de la Escuela
de la Orientacin Lacaniana, Buenos Aires, 2002.
8- Laurent, E., Dos aspectos de la torsin entre sntoma e institucin, en Los
usos del psicoanlisis, Primer Encuentro del Campo Freudiano, Paids, Buenos
Aires, 2003.
9- Meschonnic, H., En una conferencia por la aparicin de su libro Elogio de la
poesa, hace alusin al pasado imprevisible.
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Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos al medio da la muerte es un amo de Alemania
te bebemos al atardecer y a la maana bebemos
y bebemos la muerte es un amo de Alemania su ojo es azul
te alcanza con bala de plomo te alcanza certero1
Si hay algo que la historia del recientemente finalizado siglo XX nos hadejado, es la conviccin de que aquellos ideales con los que la moderni-dad naci igualdad, fraternidad, libertad, han perdido toda vigencia.Si bien a lo largo de la historia de la humanidad es posible evocar gue-rras, matanzas, persecuciones e injusticias diversas llevadas adelante ennombre de dioses ms o menos oscuros, no nos cabe duda a la luz delos acontecimientos que la escalada de estos sucesos en el siglo XX notiene parangn con ningn otro momento dentro de la modernidad enla que se supona que un horizonte de progreso y bienestar propiciadopor la razn nos esperaba a todos.
HUMANIZAR LAS CONSECUENCIAS DE LO INHUMANO
Graciela Kait
Psicoanalista. Directora de la Seccin Rosario de la Escuela de la Orientacin Lacaniana, (EOL). Docente
y Doctorando de la Facultad de Psicologa de la Universidad Nacional de Rosario.
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Baste recordar como muestra de esta realidad, muestra paradigmticasi la hubiere, a la Segunda Guerra Mundial y al horror all desplegadocomo ejemplo de hasta qu punto los hombres pueden tratar a otroshombres como si no lo fueran, despojndolos de toda subjetividad yreducindolos a escoria, a carroa. As, el progreso y el bienestar prome-tidos mostraron su otra cara, a saber: La calavera de la segregacin que elnazismo ha sabido practicar con maestra.
Tal estado de las cosas ha merecido la reflexin de polticos, pensado-res, intelectuales diversos desde entonces y hasta la actualidad, sin que porello haya sido posible revertir para la humanidad ese camino de descensoa los infiernos del que ya, en el siglo XXI, el terrorismo nos invita a tran-sitar sino en la escena misma, mediticamente desde nuestros hogares.
Tanto la ciencia moderna como el modo de produccin capitalistamarcaron, desde hace aproximadamente dos siglos, el rumbo. La ciencia,porque al operar con leyes universales rechaza toda singularidad subjeti-va, lo ms propio de cada sujeto, y el capitalismo porque reduce al serhablante a ser un consumidor de objetos, ese su nico inters en el hom-bre. Si de lo que se trata en ese modo de produccin es de la acumulacinde capital va la plusvala, cualquier objeto es bienvenido para eso, inclu-so los