giragalia de julio césar gonzález

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SISTEMA NACIONAL de IMPRENTAS MÉRIDA Colección Ramón Palomares rednacional deescritores deVenezuela Julio César González GIRAGALIA

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Esta obra, lector, es por el ascenso, en el ascenso y hacia el ascenso, ojalá, a esos «aires» del «canto», que en la vida mísera del suelo se reflejan en la pureza de los niños y los campos, por eso Julio, que es un campesino por vocación y decidida elección, afirma haber «querido el campo presintiendo esa vida en que éramos completos». Yo espero que todos los lectores de esta obra, Giragalia, reciban de sus versos, como he recibido yo, esa unción y efluvio angélicos que como una bendición propiamente eucarística caracterizan a la poesía de los montes altos, de los campos callados, de la risa infantil, de los cantos de los pájaros íngrimos de las selvas del Monte Zerpa. Gracias, Julio, otra vez.

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Page 1: Giragalia de Julio César González

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Julio César González GIRAGALIA

Page 2: Giragalia de Julio César González
Page 3: Giragalia de Julio César González

Ukumarito (voz quechua), representación indígena del

oso frontino, tomada de un petroglifo hallado en la Mesa

de San Isidro, en las proximidades de Santa Cruz de Mora.

Mérida – Venezuela.

Page 4: Giragalia de Julio César González

El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder

Popular para la Cultura a través de la Fundación Editorial el perro y la rana, con el apoyo y la

participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela, tiene como objeto fundamental

brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. Este sistema se

ramifica por todos los estados del país, donde funciona una pequeña imprenta que le da paso

a la publicación de autores, principalmente inéditos. A través de un Consejo Editorial Popular,

se realiza la selección de los títulos a publicar dentro de un plan de abierta participación.

Como homenaje a uno de los maestros de la Poesía en Hispanoamérica, la Colección Ramón Palomares, en aras de fomentar este género, da espacio a la creación de autores inéditos y ya publicados, quienes en su afán por encontrar propia voz han decidido confrontar la palabra con la crítica, poetas y un público anónimo que finalmente es lector sin cortapisas de su obra. Mediante estas publicaciones intentamos dar justa difusión a una poesía merideña poco domeñada, inaprensible al lenguaje impuesto por directrices del esquema, dispuesta a preservar los sonidos de un español venezolano cada día más persistente en el tiempo invariable de la palabra.

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Fundación Editorial el perro y la ranaRed Nacional de Escritores de Venezuela

Imprenta de Mérida. 2010Colección Ramón Palomares

Julio César González

GIRAGALIA

Page 6: Giragalia de Julio César González

© Julio César González© Fundación Editorial el perro y la rana, 2010

Ministerio del Poder Popular para la CulturaCentro Simón Bolívar, Torre Norte, Piso 21, El Silencio,

Caracas – Venezuela 1010Telfs.: (0212) 377.2811 / 808.4986

[email protected]@elperroylarana.gob.ve

http://www.elperroylarana.gob.ve

Ediciones Sistema Nacional de Imprentas, MéridaCalle 21, entre Av 2 y 3. Centro Cultural Tulio Febres Cordero, nivel sótano

Mérida – [email protected]

Red Nacional de Escritores de Venezuela

Gabinete Ministerial de Cultura - Mérida

Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida – FUNDECEM

Consejo Editorial PopularEver Delgado

Fabiola FonsecaGuillermo Altamar

Hermes VargasJosé Antequera

José Gregorio GonzálezKarelyn BuenañoSimón Zambrano

Stephen Marsh PlanchartWilfredo Sandrea

Edición y correcciónJosé Antequera

Diseño y diagramaciónYesYKa Quintero

Montaje artesanal YesYKa Quintero

Ilustración© Hermes Leonardo Pérez

Depósito Legal: LF40220108004542 ISBN: 978-980-14-1527-5

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Julio César González

GIRAGALIA

Page 8: Giragalia de Julio César González
Page 9: Giragalia de Julio César González

PRESENTACIÓN

Los poemas de Julio César González, lejos de cultivar el adorno alambicado que caracteriza tanta supuesta poesía de nuestra época, traen más bien un vaho re-frescante de infancia, paraíso y cielo, parecido a ciertos inciensos complejos del Oriente lejano. Su naturaleza profunda, su intención y su sentido se encuentran por doquier entre los versos, y la intención de estas líneas introductorias es sólo llamar la atención a algunos de esos versos-clave, donde encontramos entera su senci-lla y honda ars poetica.

«Canto al poeta igual que al niño y al pájaro», dice Julio, dándonos uno de los motivos de su obra, porque «eran en mi corazón los poetas grandes ni-ños piadosos». Desde la más remota antigüedad la poesía más alta, la de los grandes libros revelados, ha sido llamada crípticamente «el lenguaje de los pája-ros», indicando la identidad esencial simbólica entre los habitantes cantores de los aires y los seres sutiles que en nuestra cultura se llaman ángeles y, por ex-tensión, sus amigos los santos. Julio ha internalizado esa identidad y observa que «el signo del pájaro es la entrega / su devoción al vuelo», y los saluda en su

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que hacer: «¡Salve criaturas del aire en la incesante plegaria!». Esta obra, lector, es por el ascenso, en el ascenso y hacia el ascenso, ojalá, a esos «aires» del «canto», que en la vida mísera del suelo se reflejan en la pureza de los niños y los campos, por eso Julio, que es un campesino por vocación y decidida elección, afirma haber «querido el campo presintiendo esa vida en que éramos completos».

La plenitud de esos rumbos «aéreos» no consiste, como se ve en desviaciones de la lírica, en un deva-neo, en un aislamiento estéril del mundo, sino en la actitud aparentemente inactiva de los contemplativos, cuya calma resguarda la más verdaderamente fervoro-sa actividad, la que de hecho sostiene el mundo que habitamos. Se trata de una condición semejante a la de los que se aventuran a penetrar en los reinos oníri-cos a sabiendas de que transitan reinos más reales que los de la vida supuestamente real, reino de la muerte segura. Julio González, creo no traicionar un secreto, es de esa estirpe de aventureros del sueño: se esfuerza por ir más hondo y hondo en la realidad alterna, o simplemente la realidad, y traernos de allí su palabra vigorosa. Los vocablos que salen de la boca de este poeta maduro consisten en una rigurosa ascesis, en lo que él llama: «palabra a palabra ceder campo al silencio», hasta que uno sea por fin fiel «a su mandato supremo: vivir es amar». A partir de esta última afir-mación se comprende también el lugar del depurado erotismo que encontramos en algunos de los poemas

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de Julio, donde no hay lugar para la vulgaridad, por-que a la luz y al aliento de los aires cantores cada manifestación humana sincera ocupa su lugar en la jerarquía universal.

Yo espero que todos los lectores de esta obra, Giragalia, reciban de sus versos, como he recibido yo, esa unción y efluvio angélicos que como una bendición propiamente eucarística caracterizan a la poesía de los montes altos, de los campos calla-dos, de la risa infantil, de los cantos de los pájaros íngrimos de las selvas del Monte Zerpa. Gracias, Julio, otra vez.

J. J. Acevedo V.

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dIoS PájARo

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AbEjA

Rúnico zumbidocebra veleraoro batido

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14 | Giragalia

A uNA mARIPoSA

¿Desde qué flor se impulsala mariposa que habita en tu pubis?

¿Hacia cuáles turgentes cúpulas se dirige en sempiterno vuelo?

¿Veréla yo algún día en su desnuda plenitud? …

Herida volabas en busca del polen nutricioherida en ala y en alma volabas

Alma tú caída mariposa núbil en la escala del aire

...

Qué abyecto vaho infamó tu vueloQué ráfaga impía

te ha baldado el serTerrestre

doblegada te vieron mis ojosa ti

cuyo sino es el cielo

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...

No muerasvuelo en flor

la seda de un gusano momentáneotiñó tus alas de azul

hizo tersa a la frágil figurabóveda promisoria de tu destino

...

¡Sube xoxitl papalotl asciende!Una burda jugada

no ha de frenar la pujanza de tu anheloVolar

En el cielo nos vemosmariposa

en el áureo perfume de la tierraprometido a las criaturas del aire

que cumplen su pruebaTrasponer el camino de la serpiente

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16 | Giragalia

ColIbRí

Solo vertiginoso corazón

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SIN PESAR obRAN loS PájARoS

lúdicos se cortejancantan sin pena

De la barba de palo hacen sus nidosde paja

aún de espinas lo tejenAunque nublado

hoy todos celebran la creaciónSin pesar viven los pájaros

festejantrinan

se elevan

¡Gran fraternidad del vuelo!

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18 | Giragalia

dE áRbol EN áRbol

los pájaros se disparan al aireplumíferas saetas oblicuas

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loCo

un pájaro entraba por las cortinas de yaraguáasí lo advirtió el jardín de nuestros besos azules

la cópula gentil en la cima de la unciónnuestras aguas secretas

sedenteslas tierras ígneas

el viento de nuestra pazLoco

un pájaro hendía el alegre trasnocho de tu [habitación

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VoCACIÓN

El signo del pájaro es la entregasu devoción al vuelo

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CoRdIS

Por instantes eres mía púrpura ave

cuando en tu vuelo me dicesADIOS

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CANTA uN gAllo EN lA TARdE oSCuRA

los pájaros convocan la noche en sus trinosy en mi cielo

tiempo ha que anochece y no aclaraque mis pájaros

no anuncian la mañanaMas este álgido canto promete huir de mí

olvidado flautínsólo he de emprender

como las saetas del Cielomi rumbo solar

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FéNIx

Shivamuerte y amor

FénixVida

infierno y cielo

Fénix

Fe

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TAo

De la nochequé hacen los pájaros de día

en los afanes del hombre¿piensan?Del día

qué hacen los pájaros de nochecon el despertar humano

¿sueñan?

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INCESANTE PlEgARIA

la mañana de los pájaros

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áNgEl

Tú que de los pájaros el lumínico ejército comandas

Túque de inmarcesibles alas dotado

desciendes para escalarTú

hombre del aire dios pájaro

¿No sientes pena de nuestro doliente andar?De nosotros

hombres sin alascaídos pájaros humanos

¿no sientes pena?

Dime tú

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QuETzAlCoATl

Si culebratambién ángel

serpiente emplumadatrampa de luz

bejuco verdeantehombre hecho dios

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HuITzCAllPANTECuHTlI

De la oscura aflicción volvisteestrella matutina

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dEClARAToRIA

Hermano seré del águilay como ella

dejaré esta vida entre las cumbres y los vientosAbandonaré la ciudad gris y subiré a los montes

donde el guayacán celebra la audacia del [vagabundo

donde los aires besan la piel con el rumor de otras [montañas y la laguna

inconsútil míabañará mi cuerpo con aromas de musgo y ruda

[silvestreMe iré a vivir junto al árbol

y hablaré con él y tú serás su amiga

cuandocuenco nocturno

contengas mi amorcuando

matinal senote abras a la entrega

Vive junto a mí en las cimas te dije

y tus ojos ahora me preguntan¿cuidarás la semilla que germina en los campos de

[nuestro corazón?

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30 | Giragalia

ENSuEño

Caballero en una veleante azucena quise alcanzar [el cáliz púrpura del sol

Mi anhelo fluía dócilcristalino

halado por aquella fuente de dicha y libertadGanome los ojos el mar del poniente

que ahora índigo cielose bosquejó de nubes en otro bello y misterioso

[serUn ángel

de perennes alas blancasse desprendió plácido volando entre espumas

hacia aquellas regiones aun del más acáMi ser era de aireno era ya mi ser

era el manantial anónimo de un suspirar sin antes ni después

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VuElo

El día irrumpe con mil pichones emergiendo de [sus cáscaras

soñado bosque de la concienciaMe yergo al saber que duermo y vuelo lejos

ejercitándome en el dinamismo de la noche solarplaneo en la penumbra

solazado en la liviandad del vuelofresco

satisfecho aun sin lograr mayor elevaciónDemoro en regresar al mundo gris del letargo

donde los hombres no viven ni sueñan sino sólo están

como la mayoría de mis vecessólo están

Voy cayendomi ser cada vez más leve

hasta que de pie en el desiertoecho a andar

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A mETzTlI

El camino de los yagrumosde los hijos de Metztli veredatal si planeara sobre sus copas

plateado el sendero de los urumosArcaicas las hojas

eternas son festín de la visión

El carpintero talla en el marfil sonidosel tambor cruje

leve la flor al viento amarillo

la torcaza y la montañera del uvito hacen su mansión

Pero sólo el yagrumo de azogue el humo

luna relancina seda brillante si la montaña distante

sólo el urumo

3 2

1

me inspira volar

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PoR uN INSTANTE

como quien entre el bullicio escucha remota la voz que lo nombraComo el que advierte

bajo un relámpagoel campo que ha cubierto la noche

Como quien ante el tibiolácteo aroma

pestañea de súbito en la infanciaComo el que soñando una fortaleza antigua

presiente el amado reino aun lejanoComo quien

unido al vibrante cuerpo de una mujer se aproxima al Origen

Como este que al observar un ave en ascenso intuye su patria genésica

He creído por un instante

recordar el vuelo

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IT Ed oRNEd

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IT Ed oRTNEd

Al Chino Valera

He vislumbrado un país de claridaddonde el Sol es el vino de todos los días

donde nada es casual y Todo esde ríos infinitos

de rumores violetaspaís de la fraternidad

cuya moneda es el abrazo primordialdonde no hay cercas

y los niños vagan desnudos y encendidosregión de fragancias crepusculares

con calles empedradas con casas de barro y paja

He vislumbrado un lugar más acá que todos los [lugares

tan cercano como el aire aún más cercano

en el que la palabra envidia es olvidodonde la familia es una constelación sencilla

que se alimenta de pureza y libertaddonde los hijos son naranjas brillantes y hablan

[con las floresy el Padre es único y anónimo

Geografía en espiral en la que ascendemosaquí somos Uno

aquí somos bellos

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Donde mueres cada noche donde naces cada amanecer

He vislumbrado un país de claridaddonde la poesía es el fuelle común

[y no hay galerías ni bibliotecasPaís sin esclavos ni tiranos en el que la única ley

es ser El que se esdonde vivimos soñando donde soñamos viviendo

donde todo es posible donde todo es real

He vislumbrado un país de claridad

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mATINAl

I

Sobre montañas el encuentroolas contemplando o en salobres líquidos sumergidos

en el caro humo de un pie de monte lejosen llanuras magnéticas

en ciudades nocturnas la reuniónHemos querido el campo presintiendo esa vida en

[que éramos completosCaballo anheladocaballo soñado

certeza feérica de un mundo cuyas formas de amor

devela un príncipe que brilla sobre la gris [existencia redimiéndola

¿Qué se hizo la confianza de aquellos díascuando padre y madre regresaban?

Noche de fulgurante luna contemplada en lo más [callado del ser

Tardes de amigoscantinas y recreos

de niñas admiradas en la temprana pasión de un éxtasis total

Mañana de mariposas liberadas y peces devueltos [al lago

de aguerridos canesde arroyos y trompos

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de grillos y pomarrosasgentil amistad¡Oh perfumes!

oh aromas de solares y playasfogones y vaqueras

parques y columpios cuando las niñas veían con picardía naciente y franca mirada

oh bálsamo en el primer goce del querer

II

¿Cómo cantar a la claridadaún a su anhelo

cuando el alma ha sido abatida por la niebla y la ponzoña del mundo embebe su hiel?

III

Algún día fue en mí la plenitudel dorado camino

Y ahora el recuerdo trae purísimo el fuego que [ardía en la cocina de la abuela

y las mujeres de la casa asistiendo a los pequeñosy las horas de bendita soledad

cuando una gracia silvestre me tumbaba en la [cascada del amorardiente y las ranas y yo

y los egregios helechos y el arroyolos lirios y el naranjo

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éramos todos con la tierraLa presencia de Dios era entonces cálida y amable

serenafiel era uno a su mandato supremo

vivir es amar

IV

Llegaron la poesía y la magiael incontenible primer canto de siemprea fortalecer el corazón incomprendido

burladotemido acaso por el mundo

Sol fecundo los poetasalmácigo de tiernas verdades entonces

divina ruta y certeradolorosa conciencia después

germen de gracia que devuelve al fuego originala la dulce y melancólica tristeza del amor primero

y a la tenebrosa angustia de revivir la genésica [escisión a cada paso

después de cada encuentrotodo ansiado arribo

Eran en mi corazón los poetas grandes niños piadososleales hermanos mayores fortalecidos por la palabravanguardia de un ejército de luminarias infantiles

[y animosasignotos ángeles sobre el bochorno de una

[existencia infame

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42 | Giragalia

V

Recuerdo al loco del pueblosiempre de pulcro oscuro traje azulLa cabellera peinada hacia la cerviz

blanca así como las bien cuidadas y espesas barbas

enaltecían el pálido rostroSu mirada

promisora de maestros futurosproyectada hacia mistéricos e íntimos yacimientos

surgía con transparente firmeza a lo exteriorEl se había ganado el respeto del pueblo

que además le temía en silenciocomo en silencio Ventura desplegaba su hacer

estar locoMi padre había solicitado permiso

para ayudar a cargar el féretro cuando el cortejo [llegaba a la casa materna

personas tan bien dispuestas aprestaron nunca las exequias de un caballero de la buena ventura

nunca un niño presenció tan cercana la muerte de [un expatriado

jamás he vuelto a hallar entre los hombres una [mirada solemne y veraz

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VI

Era hija de los padrinosluego prima

era mi primer amorSu padre llegó a nuestra casa con la niña en brazos

dormidaQuiso la abuela

a quien ella en su cariño apodaba Autaque fuera llevada a la humilde habitación de los santos

En ella me veocontemplándola como a una virgencita

sobre austero lechodorado los cabellos

blanca la vestedelgado y reluciente el pequeño cuerpo

cerrados con delicadeza los párpados que yo [quería besar sin alejar de ellos al sueño

y en los que anhelaba yo ser un día el príncipe felizLa mano llevé a mis labios y voló a los suyos mi amor

Conmovido y trémulo advertíen un movimiento de asombro en su rostro

que la había besado

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44 | Giragalia

VII

Y trinaron con fe en el vacíoLos pájaros vinieron a traer la promesa del vuelo

la incandescente figuración del despertar¡Salve criaturas del aire en la incesante plegaria!

VIII

Yo presentía a la familia celeste sumergida en la míapor instantes aquella se daba a sonreír cándida

[en los labios maternosguiaba hacia la Ruta en el empedrado sendero

[construido por la mano del padreY resucitó el hermano y la hermana y los primos

en el abrazo del adiósen el entierro de la abuela santa

Ix

Entre los pájarosamé sobre todo al colibrí

su verde planetario de galaxias olvidadassu preferencia por el néctar y la flotación

por el éter de aquellas regiones que ahora invocosu grácil detención

suspendidala frugal estampa dispuesta siempre a volar

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x

Canto al poeta igual que al niño y al pájarohermanos en el asombro

en la demencia cristalina del amoren el querer que lleva a la feen la fe que lleva al servicio

a El camino de lo siempre posible

resonante melodía que aguarda a cada pasocada respiro cada caricia

toda sincera disposición

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46 | Giragalia

TIAN

Hubo una época en que el Humanoverbo hecho carne

no había olvidado su linaje parsalvaje y virtuoso a un tiempo

En la que Cielo y Tierra animaban renovado himeneo su luminoso corazón

Época en que la belleza no formaba un hecho [exótico

edicto de libros y museosEn la que Ella era

oh noche de aromas y caricias silvestres

y Elmatinal empeño

arquitecto de avenidas a la Unidad Hubo un tiempo en que todo era melodía y danza

[sagradastemblores y risas agrestes

Tiempo fuera de todo tiempo perenne en cada región

Una época en la que vivió Tian El Hombre

Señor de aquellos días venideros de hoy

Page 49: Giragalia de Julio César González

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dE VERAS

no saber sólo saberse

palabra a palabra ceder campo al silenciocomo quien prepara un barbecho a lumínica

ignota semilla destinado

De veras no sabersesólo saber

silencio a silencio cavar el cuenco [de una insondable mar

como el niño que al ocasotorna a zambullirse en el pozo matinal

De veras ser verazsin antes

sin despuéscomo el vuelo eterno de un efímero colibrí

asíen esa treguaese paréntesis

esa vidaser

Verdad en un segundo nada más

sin repeticiónsedita

como el baile absoluto de un trompo infantil

Page 50: Giragalia de Julio César González

48 | Giragalia

SIlENCIo

La respiración es para el meditador lo que fue la trenza para Teseo

lámpara de éste vigilancia de aquél espada del griego

aceptación del yoguiAmbos recorren a tientas el Laberinto del

[Minotaurola mente dormida

Page 51: Giragalia de Julio César González

49

¡uN TEATRINo!

Para la celeste niña el padre recreaba en su alcoba

mundos de alegríaColoridos palacios

aéreas fuentes serpentinascampos de papel

Amables criaturas del mundo feérico emergiendo saludaban por entre balcones y nubes nacaradasLa niña reía plácida en su encanto de princesa

La hermanita no pudo ocultar su hallazgo y extasiadacon travesura y simpatía comenzó a clamar

Es un teatrino un teatrino

Page 52: Giragalia de Julio César González

50 | Giragalia

EN loS PoTRERoS dE lA moNTAñA

bajo descalzodescalzo asciendo

por las montañas del potrero

Page 53: Giragalia de Julio César González

51

VIVo PoR INSTANTES

cuando los pétalos del cínaro en flor cubren el patiocon las primeras perlas de lluvia sobre las tejas

cuando la culpa se ausentacuando el gallo escarba la tierra y canta

Vivo por instantesen la sonrisa matinal de la amiga

con los violines de maestros italianoscuando el verso fluye anónimo de su fuente

en las cascadas furtivas del bosque

Vivo por instantesel resto del tiempo

estoy ausenteno sé dónde andono sé quién soy

Page 54: Giragalia de Julio César González

52 | Giragalia

ENIgmA

Lago sereno y rosa

¿De qué aguas anteriores proviene este mi ser que no puedo loar mío?

¿Qué oscuridadcuál luz

legáronme la vida?

Suspira el riachuelo por entre el bosque raudolame hojas

piedras besa

¿Cuál erótica danza innombrablequé iniciales ritos de caos y orden rasgaron el aire

[hasta aquí hasta bajíos y alturas que abrazan el solitario

pleno canto que hoy desciende que asciende ya?

El niguás y la rana cantan al atardeceruno despide el día

ella anuncia oscuridad

Page 55: Giragalia de Julio César González

53

EmbRIAguEz

Espléndido y gallardoel sol anima la yerba

Todo porta la gracia del vivir todo

nada escapa a la maravilla y su luzExisten plantas aromáticas y frondosas

de diversa índole rocas pájaros y aves mil

la Tierraplena

es henchida por el SoploTodo brilla

mana ventura¡sacra lascivia!

La vida es la fiesta

Page 56: Giragalia de Julio César González

54 | Giragalia

SINESTESIA

Sin otra posibilidad que viajarsubí a las colinas de Rocío y traspuse lo que nunca

[fueDanzaron las piedras

y los pastos besaron la cordura íntima del agua [fluyente

delgada en remanso fugazRodeado de Cielo

silbé la melodía serena que me enseñara el viento

[en las quebradas plácidas de otros tiempospolícromas de amorardiente y sauco

de naranjas y estíos lejanos

Yo no era yoera la melodía de las piedras

el paladar del ríoel tinte de las brisas

el calor de los trinos y el aroma solar

Caminaría por siempre descalzopor siempre altivo y en la desnudez humilde

andaría este caminosiempre inicio

piadosa metáfora del auténtico despertar

Page 57: Giragalia de Julio César González

55

El CIElo NoS QuIERE TIERNoS

sin corteza para el amor nos llamaSerenos y mansos

el fuego de la verdad nos eleva

Page 58: Giragalia de Julio César González

56 | Giragalia

SER

Si pudiera callar y oír sólo el balbuceo de este arroyo

si solosin mí pudiera estar Yo

sin memoriasin proyectos

ser

Si pudiera verme siempre por primera vez

Si yo pudiera dejar de ser yo si fuera

El que a mi través dijera

Soy

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57

oH

relumbrante chispa de solestrella mía

reino de mis anhelosHeliópolis

pena de luz

Oh

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Page 61: Giragalia de Julio César González

CANCIÓN dE lA TIERRA y El CIElo

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I

Page 64: Giragalia de Julio César González
Page 65: Giragalia de Julio César González

63

En leve soplo tu nombre voló a mí cuando, tu mano entre la mía, cedió paso a una delicada y grave sonrisa. Mas aún hoy, confieso, no logro re-cordar tu nombre ¿Desde qué distantes regiones se yergue esa telúrica, plateada, cristalina voz? ¿Desde cuál constelación del misterio ha descendido? León, Borgoña, Xi’an; Pléyades, Argos, Centauro ¿Cuál de ellos tu país? El sencillo dédalo esbozado en tus oí-dos me hace soñar la clave promisoria de nuestra Humanidad, tu erguida y noble figura la antigua, egregia raza olvidada.

¿Con qué palabra nombrarte a los cielos para que vuelvas a mis ojos?

Page 66: Giragalia de Julio César González

64 | Giragalia

Noble señor, discreto príncipe, el recato no aprueba que te dirija la palabra, y sin embargo cuánto ansío que esta sencilla esquela no muera en mi cofre para que viva en tu corazón ¿Podré im-poner a mi alma que calle el dulcísimo dolor que hoy la perturba, a mis venas la fiebre que encarna al rostro y otorga calidez a mi piel? Es Amor el dios de mis antepasados y aunque en estas comarcas se tema nombrarlo, todos sucumbimos a su amante imperio. Desde muy niña custodio la flor de oro en el jardín del templo.

¿Sacrificas también tú a mi dios? Por tu nombre veo que son la guerra y la palabra quienes hacen capital en tu corazón.

Page 67: Giragalia de Julio César González

65

Princesa de la ausencia, bella mía, otra vez se oculta el sol, otra vez la capa diamantina en su Na-dir me cobija sin que tú estés. Camino sin fatiga la concurrida calle por donde tus ojos cautivaran a los míos y no te hallo ¿Traspusiste viajera mis pagos? ¿Es amor mi derrota? ¿Mi portal? Sabe que no triun-fante he andado por sus campos.

Page 68: Giragalia de Julio César González

66 | Giragalia

Me recuerdas a alguien, señor, y presiento que es a mí. En la memoria tu presencia me invita a sondear en distantes regiones mías íntimas a las que sobrecoge aproximarme. Cierro los ojos y creo ver tu rostro en el oscuro espejo que me refleja. Des-conocida, una parte de mí observo al detenerme, callada, en tu mirar. Exilada en esta figura clamo por la patria de tu amor.

Page 69: Giragalia de Julio César González

67

Fiesta hay en mi ser, suenan las trompetas y los clarines del reino, te siento cercana, cristalina entre la mascarada de este mundo. He soñado tu des-nudez, princesa del candor, y entre fértiles valles respirado la tierna fragancia de tu seno; mis dedos rozaban el delicado revés de tu muñeca mientras en tenue gemido decías mi nombre.

De niños tomados de la mano bajo el sol naciente, caminábamos descalzos la hierba del jardín natal.

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Te adoro, libertad, vuelo naciente, torre de vi-gía, ave que palpita. Entre las sombras densas de mi encierro puedo sentirte, percibir el terso aroma de tus bosques.

Tengo fe en que me halles, vida mía.

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II

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Apareciste en el lugar menos advertido, mas apareciste. Mientras conversabas de lírica proven-zal, yo despierto entre voluptuosos oyentes, veía surgir un cálido poema en mi ser. Tu humildad me revela, dulce niña, las cimas a que ha arribado tu alma, la altura en que el Espíritu te distingue con su gracia; me advierte de la castidad que he de im-plorar para ascender a ti: las siete inmersiones que habré de hacer en el mar del Norte para coronarme en tus aguas. En el día de Selene me otorgaste vela-da cita, muero por estar vivo para entonces.

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Isis, Urania, Castísima María, de rodillas ante el trono boreal vasto y hermoso; tuyo, acepto mi fracaso lunar. Séme propicia, oh reina de entre los seres y limpia de mí toda ofensa, todo afán, toda culpa. Vacíame, Madre Divina, y haz que los ríos turbios y candentes de este infierno escalen para convertirse en sagrado vino en las fiestas áureas de el que soy. El, que es. Mas con ella, tu hija bendita, la hermana de mi alma, con quien, aun perdido, errante, buscaré infinito.

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Amor, numen vital, hoy lo vi. Sus ojos cansados de estío rogaban por los montes frescos de tu reino, por la poderosa embriaguez que viertes sobre quie-nes te sirven, por el júbilo que, pródigo, escancias en el cáliz de los enamorados; por el santo dolor con el que distingues a los que viven en ti, amán-dote en mí.

Mi amor, ¿en que atroz batalla fuiste derribado? ¿Qué demiurgo impío te cierra los caminos del co-razón? ¿A cuál diosa ofendiste, vida mía?

Soplo Celeste, accede a que esta, tu loca sierva, sea el puente que reúna los atencos pagos de su ser, que sea la lluvia que fertilice sus desiertos, la aurora que prometa el primer día de tu lucidez, la humilde estrella que indique la ruta a vuestra re-conciliación.

Sólo así le encontraré sentido a estos, mis días. Señor.

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En el silencio del bosque me aguardabas, a la vera del íntimo y plateado arrollo, aproximé los pa-sos por el aromático tálamo de los pinos centena-rios y me allegué a ti. El tiempo se había ausentado, éramos a la vez niños y ancianos. Ese día me recor-daste tu hídrico nombre de celeste linaje, el de tu padre y madre, nobles de lejanas tierras. Confesaste haberles dicho de la inquietud de tu corazón. La plática fluía en pacífico remanso mientras el espíri-tu de la montaña nos hacía sus hijos, mientras ob-servaba cómo nuestros semblantes se acercaban en el eterno movimiento de un instante y al acallarse nuestras voces, el rumor cantarino de aquella sole-dad nos unía en el primer beso.

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III

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Qué hermoso verte animar la tierra, esposo, sentir la fuerza con que empuñas el arado mientras incitas bravío a los toros a que no abandonen el surco. Qué grato ver a mis gallinas alimentarse de las entrañas del campo que surgen embebidas tras el paso hiriente de la reja; qué bueno verte libe-rar la yunta cuando, al fatigar la jornada sueltas los animales a pastar. Qué placentero lavar tu cuerpo erguido, pétreo, tallado deliciosamente por la brega bajo el sol. Qué gusto recibir la prominencia viril de tus montes entre mis tórridas laderas, mientras juntos ascendemos al Dragón. Qué regalo es ser tu esposa, qué regalo es.

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Lavábamos la sangre de nuestras armas cuando advertí tu presencia en el campamento. Argentina en el creciente tu cabalgadura, piel lunar tus vestidos, dulce, tu mirada portaba el estandarte de la paz.

Corrí al encuentro, oh ángel, y tu imagen se des-vaneció entre mis brazos como una nube, como un suspiro en boca del vacío; mi corazón, nave de gue-rra en medio del agitado océano, se estremeció al punto que despertaba.

Éramos ahora en las cumbres del Atlas donde, acerado, sin escudo, me hendía en ti con el vigor de un árbol, de un sol, del cielo.

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No te escucho, amado, no te oigo entre el va-cío de este atroz insomnio, si sabías que la guerra te obligaba a partir ¿por qué encendiste la hoguera en el palacio de mi vientre, por qué cantaste a mi núbil pecho tiernas melodías y absorbiste de mis senos los secretos de mi joven corazón? ¿Por qué, esposo, de-claraste la paz en nuestros pensamientos si me ibas a dejar sedienta, sin terminar de cosechar los frutos de tu vid? No por hacer tantas lunas que te busco y al fin te encuentro me resisto al deshonroso consue-lo de la abandonada, mi nobleza y dios lo impiden mas, comenzando a dorar mi cosecha, lloro por ti.

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Esta mañana me conduce al recuerdo de tu voz en el rumor eólico de los valles.

Oteando el bosque de álamos, su leve temblor, he visto nuestra primera noche.

Siento a los jardines silvestres danzar en tu alien-to, y al sutil, leve almizcle, en tu sudor. Te veo como una lambda, raudo pubis que mi espada asecha. Al-tas torres, tus piernas dispuestas al asalto.

Beso impetuoso las breves lomas que túrgidas cúpulas y labios de fuego unen. Allende la mar, donde quise perderme para siempre, el río se anuncia en un trueno.

Desemboco en ti.

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Tu obstinación me aflige, amigo, hermano de mi alma ¿A qué derramar el fuego que enciende las calderas del amor en la tormenta de las lanzas? ¿Cómo darse en banquete a los buitres si alimentar podemos nuestro vertical corazón? ¿Quién te im-pone seguir esta oscura senda que te aleja de los valles del deleite, de la miel rutilante de los besos y despreciar el vino que yo no puedo gustar sin ti ni tú sin mí?

¿No temes perecer hasta siempre, y que yo no te sepa más?

Me avergüenza ver que prefieres empuñar la es-pada que conducir la yunta que hiende las tierras de la transformación.

Si por guerra, aquí están mis campos de batalla, venga tu espada, conquista tu ser en mí, combate entre mis brazos, mis muslos, mis labios, cobra el botín que te aguarda, reconquista la paz.

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Luego de cruenta pugna cedió el enemigo. Son nuestros los verdes campos ahora maculados de sangre vencida.

El rey me ha nombrado capitán de las huestes del oriente, y mi corazón se encabrita de sólo sentir la partida.

Amada, reclinatorio de mis pensamientos es tu pecho; tu vientre, el ardoroso imán de todos mis de-seos. No puedo pensar en tu boca sin que anegue la mía; la eminencia de jade se yergue vehemente si, en el recuerdo, el olfato aproximo a tu agua lunar. En un apasionado océano espérame, la guerra llega a su fin, mujer.

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Las damas del reino reciben todas noticias de sus consortes, no yo que tal radiante manzana, quiere el contacto de tu boca. En las noches, mi amado, cuando logro conciliar el sueño, recibo tu cálido pene entre la juntura de mis pétalos ardientes, veo sublimarse tu río abscóndito de entre la marea de mis flujos que abrasan sin quemar, siento la dan-za de tu lengua recorrer mi torso entero, te siento, amor, te siento en mí.

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La fragancia de mis bosques te aguarda con la frescura que hace tantos soles tenía, pero temo por tu suerte, ya que el rey ha vuelto con su ejército triunfal en tu ausencia. ¿Dónde te hallas, mi amado? Mi bello niño, ¿dónde estás? Hermano de mi alma, ¿qué te has hecho? Padre de mi amor, ¿qué es de ti? ¿Dónde buscarte mi yo errante, si has transpuesto el lado oscuro de la vida? ¿Con qué lámpara descender los escalones de las sombras? ¿Cómo dar contigo ahora, esposo, cómo hacerlo? Siento la eternidad apartarme del sueño de la muerte, única senda que para reunirnos anhela mi desesperación.

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Dama de la espera, reina mía, tu primer y último súbdito ha arribado. Tuyo es el muelle donde ansío atracar para siempre y destilar los torrentes de nuestra pasión en sagrado licor de vida ¡Abre las puertas, corazón, que me urge el vuelo! La nave aguarda la escalada, clama por el encuentro de nuestros seres en uno. Amor.

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Nos supimos tumbados en la hierba, en el úl-timo y fúlgido tormento. Un sólo corazón agitado es, unido, nuestros cuerpos; nuestras almas en el pálpito dual de un solo ser, obran el amor.

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íNdICE

Presentación 7

Dios pájaro 11

Abeja 13

A una mariposa 14

Colibrí 16

Sin pesar obran los pájaros 17

De árbol en árbol 18

Loco 19

Vocación 20

Cordis 21

Canta un gallo en la tarde oscura 22

Fénix 23

Tao 24

Incesante plegaria 25

Ángel 26

Quetzalcoatl 27

Huitzcallpantecuhtli 28

Declaratoria 29

Ensueño 30

Vuelo 31

A Metztli 32

Por un instante 33

it eD orneD 35

It ed ortned 37

Matinal 39

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Tian 46

De veras 47

Silencio 48

¡Un teatrino! 49

En los potreros de la montaña 50

Vivo por instantes 51

Enigma 52

Embriaguez 53

Sinestesia 54

El Cielo nos quiere tiernos 55

Ser 56

Oh 57

CanCión De la tierra y el Cielo 59

I 61

II 69

III 75

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Se terminó de imprimir en diciembre de 2010en el Sistema Nacional de Imprentas

Mérida - VenezuelaLa edición consta de 500 ejemplaresimpresos en papel Ensocremi 55gr

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JULIO CÉSAR GONZÁLEZ (Mérida, 1967)Lic. en Letras por la Universidad de Los Andes (ULA) y DEA en Patología Existencial e Intervención en Crisis por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Ha realizado estudios de Terapia Floral, Medicina Tradicional China y Astrología. Obtuvo premios literarios de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la ULA (DAES) en las menciones de ensayo, cuento y poesía. Ha publicado La palabra en el mundo quiché, reflexiones sobre el Popol–Vuh, De la poesía y los poetas, El guardián del tiempo, El veredicto y La religión del aire I. Actualmente es Especialista en asuntos literarios del sello editorial del Vicerrectorado Académico de la ULA, y tesista Doctoral de la UAM.

Esta obra, lector, es por el ascenso, en el ascenso y hacia el ascenso, ojalá, a esos «aires» del «canto», que en la vida mísera del suelo se reflejan en la pureza de los niños y los campos, por eso Julio, que es un campesino por vocación y decidida elección, afirma haber «querido el campo presin-tiendo esa vida en que éramos completos».

Yo espero que todos los lectores de esta obra, Giragalia, reciban de sus versos, como he recibido yo, esa unción y efluvio angélicos que como una bendición propiamente eucarística caracterizan a la poesía de los mon-tes altos, de los campos callados, de la risa infantil, de los cantos de los pájaros íngrimos de las selvas del Monte Zerpa. Gracias, Julio, otra vez.

J.J. Acevedo V.