gaitán el alcalde del pueblo

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GUSTAVO PETRO URREGOAlcalde Mayor de Bogotá D.C.

MARÍA SUSANA MUHAMAD GONZÁLEZ Secretaria General

GUSTAVO ADOLFO RAMÍREZ ARIZADirector Archivo de Bogotá

RUTH ANN UPDEGRAFFAutora

NICOLÁS PERNETTTraducción y edición

BERNARDO VASCO BUSTOSCoordinador editorial

MÓNICA LILIANA REYES DUARTEDiseño de portada, diagramación y armada electrónica

JORGE ELIECER GAITAN AND HIS TERM AS MAYOR OF BOGOTA Título original de la tesis

Foto portada

Fondo fotográfico Sady González - Archivo de Bogotá

SUBDIRECCIÓN IMPRENTA DISTRITAL D.D.D.IImpresión

ISBN 978-958-717-157-0

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito de su autor. Cualquier reproducción de esta publicación debe ser

autorizada por la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Bogotá D.C.

© Secretaría General Alcaldía Mayor de Bogotá D.C.

Primera edición 1000 ejemplares

2013

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PresentaciónGustavo Adolfo RamírezDirector Archivo de Bogotá

PrólogoGloria Gaitán Jaramillo

Introducción

Capítulo 1Bogotá

Capítulo 2Jorge Eliécer Gaitán

Capítulo 3La Alcaldía

Epílogo

Decretos

Noticias

FotosFondo Sady González - Archivo de Bogotá

Tabla de contenido

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Presentación

El asesinato aún no esclarecido de Jorge Eliécer Gaitán se ha convertido en una de esas fechas míticas que se conmemoran casi ritualmente todos los años desde 1948. Y también, por esas paradojas de la historia colombiana, pareciera que su propia muerte fuera el único legado rescatable en la carrera de este dirigente, dejando aparte su legado político y de hombre público. Salvo para los expertos, es una incógnita su gestión como concejal, ministro, congresista y candidato por el Partido Liberal a la presidencia del país para el periodo 1946-1950. De su paso por la Alcaldía de Bogotá es menos aún lo que se recuerda, a pesar de adelantar importantes reformas sociales, incentivar la municipalización de los servicios públicos e intentar establecer –y fue pionero en ello- los llamados restaurantes o comedores escolares.

Si bien iniciativas suyas como las de prohibir el uso de las alpargatas y la ruana fueron rechazadas, así como su deseo de uniformar a los lustrabotas y conductores de taxi – que hicieron un paro durante seis semanas y bloquearon algunas vías capitalinas, lo que a la postre significó su destitución del cargo- Gaitán fue uno de los más destacados burgomaestres capitalinos de la primera mitad del siglo XX; no por nada fue conocido como “el alcalde del pueblo”. Quizás, al decir del historiador John Greene, su deseo de modernizar las costumbres del

Gustavo Adolfo Ramírez, director Archivo de Bogotá

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pueblo generó una crisis que acabó no solo con el decreto 425 de 1936 –que impuso a los conductores de servicio público la obligación de quitarse la ruana- sino con una carrera en la política local que pudo haber dado mayores frutos si el gobernador de Cundinamarca no lo hubiese declarado insubsistente.

Para Gaitán, la ruana era “un símbolo de retraso cultural” porque, dice doña Gloria Gaitán Jaramillo, al definir la cultura “como el repertorio de convicciones que rige realmente la vida de un pueblo”, la asumía como pilar básico de las relaciones en sociedad y en la conducta de los hombres. “La cultura fue la columna fundamental en la construcción de su quehacer político y en su ejercicio profesional como penalista”.

Naturalmente, aquel suceso polarizó a la opinión de la época. Calibán escribió que Gaitán salía puro de esta “emergencia” y esperaba que el hijo del librero llegara pronto a ser presidente. Sin duda, incluso como lo refiere su hija Gloria, aquel hombre era una figura molesta e incómoda para muchos sectores políticos –para godos y liberales de derecha- que lo veían como una amenaza a sus aspiraciones de poder. Se dice que los conservadores echaron leña al conflicto, que pagaron a los huelguistas y presionaron a las altas esferas políticas para forzar su salida. En sus descargos, Gaitán afirmó que “la huelga no fue más que una maniobra reaccionaria”.

En todo caso, Gaitán no cesó en su empeño de luchar por las clases menos favorecidas, y así lo demostró cuando fue nombrado ministro de Educación por el presidente Eduardo Santos Montejo, en 1940. Desde esta cartera, emprendió una campaña de alfabetización, implantó el llamado zapato escolar gratuito y los restaurantes escolares, al tiempo que incentivó las actividades culturales con el Salón Nacional de Artistas, mismo del que emergerán figuras como Negret, Botero, Ramírez Villamizar y Pedro Alcántara. En los años siguientes, continuará con su agitada carrera pública como jurista, político y caudillo, labor que mantendrá hasta minutos antes de su asesinato.

Los ocho meses de la gestión de Gaitán en la Alcaldía de Bogotá, empero,podrían dejar entrever cómo hubiera sido el Gaitán presidente, en un ejercicio de análisis histórico contrafactual, si no hubiera perdido

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las elecciones de 1946 frente a Gabriel Turbay y, claro, frente a Mariano Ospina Pérez. ¿Cuáles fueron sus motivaciones como alcalde? ¿Qué pretendía con sus polémicos decretos? ¿Cómo gobernaba?

En 1968, la estadounidense Ruth Ann UpdeGraff se adentró en los vericuetos de la política colombiana de los años treinta y cuarenta para dibujar un perfil de ese desconocido Gaitán alcalde. En su tesis de postgrado, que el Archivo de Bogotá pone ahora a disposición de investigadores y público en general, y que traduce del inglés, ella intenta resolver esas inquietudes y deja claro que no fue como cualquier otro gobernante, indiferente a los reclamos de sus electores. Al contrario, asevera, “(...) a la altura del segundo mes en su oficina, el público pareció verse estimulado por las demandas, sin antecedentes, que les hiciera para desarrollar su capacidad de iniciativa y ejecución”.

El éxito de su gestión, no cabe duda, quedó reflejado en un editorial del diario El Espectador un mes después de que Gaitán dejara el cargo: “más que el título de constructor de esto y aquello, o de inventar la puntualidad, Gaitán merece el título de Descubridor del Espíritu Público”. Ese es uno de los legados del caudillo que, setenta años después, sigue teniendo enorme vigencia en la política colombiana.

Quedan entonces al análisis y valoración de los lectores los planteamiento de UpdeGraff.

Con la entrega de esta publicación, Gaitán, el alcalde del pueblo, el Archivo de Bogotá sigue avanzando en su firme propósito de rescatar y divulgar la memoria histórica y documental de la ciudad.

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Prólogo

La seria investigación de Ruth Ann UpdeGraff sobre el desempeño de Jorge Eliécer Gaitán como alcalde de Bogotá, que en 1968 le sirvió de tesis de grado para obtener el Master of Arts de Estudios Interamericanos con énfasis en historia, de la Facultad de Estudios Interamericanos de la Universidad del Pacífico, aporta valiosa información sobre un hecho poco conocido y casi olvidado en la memoria colectiva colombiana y es que el líder popular fue precursor de la inclusión participativa de la ciudadanía en la gestión administrativa, tanto a nivel local como nacional, ya que las acciones colectivas fueron la columna vertebral de su ejercicio público; así bien como alcalde, que como ministro de Educación y del Trabajo y Prevención Social, al igual que como incomparable dirigente de masas.

Leemos en la tesis de UpdeGraff que los logros alcanzados en su gestión de solo 8 meses fueron absolutamente asombrosos. Tal dinámica se debe, indudablemente, a la incorporación entusiasta de la ciudadanía que Gaitán involucró a todos los actos de su administración.

Anota UpdeGraff que en reportaje al periódico Pluma Libre del 30 de mayo de 1936, el recién nombrado alcalde, aún sin posesionarse, dirá: “mi programa va a ser de ACCIÓN COLECTIVA”: “Los colombianos

Gloria Gaitán Jaramillo

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deben dejar de ser espectadores, transformándose en actores… y deben trabajar por el bien de la comunidad, más que por sus propios intereses”.

En la vida de Gaitán siempre fue el pueblo el primer protagonista. Su figura encarna las acciones de una multitud de colombianos anónimos que, movidos por el entusiasmo y la pasión, le permitieron decir: “yo no soy yo personalmente, yo soy un pueblo que se sigue mismo cuando me sigue a mí que lo he interpretado”.

La clave para entender el papel que jugó el pueblo en aquella odisea que fue el Movimiento Gaitanista se devela con una definición de verdadero liderazgo que Gaitán resumió diciendo:

Yo no creo en el destino mesiánico o providencial de los hombres. No creo que por grandes que sean sus cualidades individuales, haya nadie capaz de lograr que sus pasiones, sus pensamientos o sus determinaciones sean la pasión, la determinación y el pensamiento del alma colectiva. No creo que exista ni en el pretérito ni en el presente un hombre capaz de actuar sobre las masas como el cincel del artista que confiere caracteres de perennidad a la materia inerte. El dirigente de los grandes movimiento populares es aquel que posee una sensibilidad, una capacidad plástica para captar y resumir, en un momento dado, el impulso que labora en el agitado subfondo del alma colectiva; aquel que se convierte en antena, hasta donde ascienden a buscar expresión, para luego volver metodizadas al seno de donde han salido, las demandas de lo moral, de lo justo, de lo bello, en el legítimo empeño humano de avanzar hacia mejores destinos.

El reconocido éxito de Gaitán en su gestión como alcalde se debió, precisamente, a que entendió que los fenómenos económicos y sociales ocurridos en los años treinta mantenían a la ciudad en una camisa de fuerza provinciana, mientras que la ciudadanía estaba dispuesta a romper esos moldes para hacer de la capital de la República una ciudad moderna, que ya se reflejaba, por ejemplo, en las nuevas urbanizaciones sanitarias, superando los modelos republicanos.

Como lo señala Fernando Garavito en el libro Bogotá, ayer, hoy y mañana1: “Esa ciudad, mojigata y oscura, necesitaba un huracán que

1 Bogotá, ayer, hoy y mañana. Edición conmemorativa de los 450 años de la fundación de Bogotá. Bogotá: Villegas Editores, 1987.

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la levantara de sus cenizas, que le quitara la modorra mediterránea heredada del clero. El huracán se llamó Gaitán”. Y añade más adelante: “La encarnación histórica de Bogotá es Jorge Eliécer Gaitán”.

En los álbumes de recortes familiares, realizados por la esposa del líder popular, Amparo Jaramillo Jaramillo, se encuentra en uno de ellos (donde no figura el nombre del periódico) una nota que dice: “Es admirable que Gaitán haya logrado encender el fuego de la mística en el corazón de los colombianos para abrirle paso a intrépidas acciones”.

En editorial de julio de 1936 dirá el diario El Espectador, como lo veremos en la tesis de UpdeGraff:

Algo ha extirpado nuestro tradicional pesimismo: la fe dinámica del alcalde Gaitán y el descubrimiento del espíritu público en Bogotá. Los bogotanos tienen la tendencia de acusarse a sí mismos de fría apatía, de fuerte egoísmo; de indiferencia e indolencia. La esperanza está prohibida y las ilusiones desacreditadas. Hemos vivido bajo este estigma. ¿Por qué? … existía un espíritu público latente, esperando la voz de alguien que lo despertara. Más que el título de hacedor de esto o aquello, o de haber inventado la puntualidad, Gaitán merece el título de descubridor del espíritu público.

Al finalizar su mandato, fruto de una huelga del sindicato de choferes organizada por el Partido Comunista que seguía los lineamientos de Alfonso López Pumarejo, el 14 de febrero de 1937 el periódico El Tiempo señalará: “Gaitán deja muy bien puesto su nombre entre los servidores del municipio, y no solo demostró condiciones espléndidas de trabajador y de hombre de acción, sino que supo también despertar el espíritu público en proporciones no conocidas antes. Contó con el apoyo resuelto de la ciudad y colaboró con ella, como ella colaboró con él, con un éxito que sería injusto no reconocer”.

Esta forma de actuar de Gaitán, mediante acciones colectivas, nos lleva a reconocer el papel fundamental del pueblo en lo que se ha llamado “el fenómeno Gaitán”. Por ello, no solo hay que destacar la capacidad de liderazgo de Jorge Eliécer Gaitán, sino reconocer el protagonismo participativo que jugó el pueblo y que al líder le permitió afirmar: “Yo no soy un hombre, soy un pueblo”.

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Introducción

Una de las figuras más controversiales en la historia de Colombia es Jorge Eliécer Gaitán, cuyo asesinato, el 9 de abril de 1948, terminó una carrera de veinte años en la política nacional1. El escritor y diplomático colombiano Juan Lozano y Lozano ha distinguido a Gaitán como el hombre que más contribuyó a crear un “nuevo estado de ánimo” en la política colombiana del siglo XX2. Esencialmente, este “nuevo estado de ánimo” fue el de un creciente interés en los problemas sociales de la nación que, durante la vida de Gaitán, se vio acompañado por una creciente exigencia de parte de las masas por una participación significativa en los procesos políticos del país.

Antes de Gaitán, la política colombiana había sido controlada por las familias más ricas o con más prestigio social en el país. Aunque

1 Gaitán fue elegido para una posición oficial por primera vez en 1928. Luis Emiro Valencia, “Apuntes biográficos sobre Gaitán”, La Nueva Prensa, 109:32, 11 de abril de 1964. Sin embargo, Gaitán había sido un activo participante en campañas y debates políticos durante más de una década antes de su ingreso oficial a la política. Los registros de dicha participación se encuentran en un trabajo compilado por el Concejo de Bogotá y editado por Alberto Figueredo Salcedo: Colección Jorge Eliécer Gaitán: documentos para una biografía. Bogotá: Imprenta Municipal, 1949, pp. 133-139. Esta obra incluye recortes de prensa relacionados con la actividad política de Gaitán como vocero no oficial del Partido Liberal en las elecciones presidenciales de 1918. Entre las ediciones de los periódicos colombianos de las que se tomaron estos recortes se encuentran: El Tiempo [Bogotá, Colombia], 22 y 29 de diciembre, 1917; Gaceta Repúblicana [Bogotá, Colombia] 12 de enero, 1918; La Patria [Bogotá, Colombia], [s.f.], y Heraldo Conservador [Bogotá, Colombia], [s.f.].

2 Juan Lozano y Lozano, “Mis contemporáneos: Jorge Eliécer Gaitán”, en Obras selectas: poesía-prosa (Medellín: Editorial Horizonte, 1956), pp. 287-88.

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los miembros de esta oligarquía no estaban siempre directamente implicados en los procesos legislativos, su dinero o influencia parecía estar invariablemente detrás de aquellos que sí lo estaban3. Era comúnmente aceptado que si alguien de afuera del círculo de los que mandan iba a ingresar a la política, lo hacía a través de un patronazgo o distinguiéndose como merecedor del estatus de “oligarca”4.

Jorge Eliécer Gaitán fue la primera excepción notable a esta regla. Como se discutirá en el siguiente capítulo, en el momento en que Gaitán apareció en la política colombiana estaba tan distanciado de la oligarquía que la posibilidad de un apoyo por parte de esta a Gaitán, o de él a esta, era virtualmente imposible. Sin embargo, Gaitán rápidamente se convirtió en una fuerza poderosa dentro de la política nacional, y lo consiguió encontrando una alternativa al apoyo oligárquico en la fuerza de las masas políticamente inactivas.

Antes de Gaitán, las masas colombianas habían sido poco más que apéndices de los dos partidos políticos centenarios de la nación: liberales y conservadores. Estos dos partidos representaban casi la misma sociedad colombiana, y ambos, como se dijo, eran controlados por los oligarcas. Sus características diferenciadoras eran sus posiciones en cuestiones académicas como las ventajas o desventajas de la participación de la Iglesia en política y del sistema de gobierno federal o centralista. Ninguno de los dos partidos se había preocupado con los problemas sociales de la nación5.

Gaitán manifestó desde muy temprano en su carrera política que “detrás de toda la... palabrería... [hay] una deplorable realidad social”6. Y anotó asimismo que un gran porcentaje del pueblo que los partidos tradicionales decían representar estaba mal alimentado, vestido y amparado7. Fue enfatizando esto que Gaitán consiguió ganar suficiente respaldo para ser elegido en repetidas ocasiones al Congreso

3 Vernon Lee Fluharty. Dance of the Millions: Military Rule and the Social Revolution in Colombia, 1930-1936 (Pittsburgh Press, 1957), pp. 182-87. Citado en la Lectura #25 de Lewis Hanke, “The Colombian Upper Class: White, Privileged, Competent”, en Mexico and the Caribbean (Princeton: D. Van Nostrand Company, Inc., 1959), 154-156.

4 Un excelente ejemplo de una transformación de este tipo es el del presidente-poeta conservador Marco Fidel Suárez, hijo natural y criado en un casa pobre, posteriormente preservada como santuario nacional. A pesar de sus humildes antecedentes, Suárez, quien ofició como jefe del Ejecutivo colombiano de 1918 a 1922, fue un conservador en política que le concedió poco, si algo, al “hombre del común”.

5 Fluharty, op. cit., p. 2; y Robert J. Alexander, Today´s Latin America (Garden City, New York: Doubleday and Company, Inc.), pp. 148-150.

6 Lozano, loc. cit.7 Ibíd.

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de la República8, por encima de candidatos apoyados por los partidos tradicionales, y como declarado opositor de las clases privilegiadas que lo controlaban.

Los años que Gaitán estuvo activo en la política nacional se corresponden con aquellos en los que se adoptó una legislación social sin precedentes9, y, como se discutirá más tarde, la muerte de Gaitán marca el inicio de un período de contrarrevolución en Colombia. Debido a este paralelo entre las reformas sociales y económicas y la vida de Gaitán, y entre su muerte y la contrarrevolución, se ha creado una forma de misticismo en Colombia en la que Gaitán es considerado como la revolución social encarnada. Entre los que promueven este misticismo se encuentra, de modo prominente, la hija única de Gaitán, Gloria Gaitán, cuyos pronunciamientos públicos son típicamente variaciones del tema expresado en su introducción de 1963 a una reimpresión de la tesis doctoral de su padre. En esta, expresa: “Gaitán no está muerto. Vive en los corazones del pueblo colombiano... Como el Cid Campeador después de su muerte... [Gaitán] alcanzará la victoria... nacional y la revolución social”10.

El período de contrarrevolución iniciado por el asesinato de Gaitán pareciera estar declinando11. Incluso Gloria Gaitán, vehemente crítica del acuerdo administrativo del Frente Nacional12, concede que ha habido cierto progreso hacia logros sociales, aunque compare estos progresos con “aquellos que da un ciclista en una carrera de autos”13. Para el observador casual, su crítica parece justificada. A pesar de los esfuerzos de cientos de colombianos trabajando por reformas sociales y económicas a través de varias oficinas oficiales y semioficiales, se ven todavía esqueléticos niños y enfermos harapientos limosneando su subsistencia en las calles de las ciudades más importantes de Colombia14. Con tan desolador

8 Valencia, op. cit., pp. 32, 34 y 36-40.9 Fluharty, op. cit., pp. 43-99.10 Introducción de Gloria Gaitán a Jorge Eliécer Gaitán, Las ideas socialistas en Colombia (Bogotá: Editorial

América Libre, 1963), p. X. 11 En el momento de escritura de este texto, 1968, Colombia venía de varios años de relativa paz política.

N. del T.12 El Frente Nacional fue un acuerdo suscrito entre los partidos tradicionales en 1957 para dividir

equitativamente las labores ejecutivas, legislativas y judiciales de la administración estatal colombiana entre conservadores y liberales. El acuerdo perduró hasta 1974. N. del T.

13 Conversación con la autora en su casa en Bogotá, el 11 de septiembre de 1966.14 Observaciones de la propia autora, quien ha pasado un total de veinticuatro meses en Colombia

durante dos viajes al país en cinco años.

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testimonio del fracaso del gobierno colombiano para satisfacer incluso las más rudimentarias necesidades de sus ciudadanos, uno puede entender el éxito relativo que parecen estar teniendo los elementos más militantes al promover la imagen de Gaitán como el “Cid Campeador” y en redireccionar este grito de batalla de hace veinte años: “¡ A la carga!”15, contra el establecimiento de hoy.

Seis meses antes de su muerte, Gaitán había sido nombrado el candidato oficial del Partido Liberal para la campaña presidencial de 195016. Pocos dudan de que Gaitán hubiera sido elegido a la Presidencia si no hubiera muerto17. Ha habido mucha especulación en lo que hubiera sido el curso de la historia colombiana si Gaitán hubiera vivido y oficiado de presidente. Para complicar la cuestión está el hecho que el asesinato de Gaitán no solo lo eliminó de la política colombiana sino que también provocó un levantamiento popular, el famoso Bogotazo18, que asustó a los políticos moderados y los llevó a aceptar las medidas inconstitucionales tomadas por los líderes reaccionarios “en aras del orden”19. Durante casi una década después del asesinato y el Bogotazo, Colombia, antes laureada como “vitrina de la democracia” en Suramérica, fue virtualmente un Estado policivo bajo la administración de Laureano Gómez y su sucesor por golpe de Estado, el general Gustavo Rojas Pinilla20.

Cuando se hacen especulaciones sobre una presidencia de Gaitán, también se encienden las emociones. El hombre es bien beatificado o maldecido. Sus críticos lo llaman un oportunista y pronostican

15 Este eslogan está tan estrechamente asociado a Gaitán en la actualidad en Colombia que es común encontrarlo en fotografías del líder y en placas conmemorativas. Parece que Gaitán primero usó este eslogan en ataques en contra del presidente liberal Eduardo Santos, durante la administración 1938-1942. Acusando la corrupción de “los oligarcas”, Gaitán atrajo a las audiencias de radio para unirse a él en la “restauración moral y democrática de la República”, usando el posteriormente celebrado eslogan al final de sus discursos. En 1946, después de que el candidato conservador ganara la elección presidencial, Gaitán volvió a las filas del Partido Liberal con una revisión del eslogan: “Por la reconquista del poder, ¡a la carga!”. Valencia, op. cit., p. 39.

16 Max L. Moorhead, “Colombia” Britannica Book of the Year: A record of the March and of Events of 1947 (Chicago: Encyclopaedia Britannica, Inc., 1948), p. 211.

17 John D. Martz, Colombia: A Political Survey (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1962), p. 50.18 Bogotazo es el nombre dado a los desastrosos desórdenes que estallaron en el centro de Bogotá

después de la muerte de Gaitán en esa ciudad el 9 de abril de 1948. Es una palabra creada uniendo el sufijo aumentativo -azo al nombre de la ciudad para sugerir la magnitud de los disturbios. Para una descripción de estos disturbios, el lector se puede remitir a: Willard L. Beaulac, Career Ambassador (New York: Macmillan, 1951); Jules DuBois, Freedom is my beat (New York: Bobbs-Merrill Company, Inc., 1959); y John D. Martz, op. cit., pp. 55-68; y para el tratamiento literario: José Antonio Osorio Lizarazo, El día del odio (Buenos Aires: Ediciones López Negri, 1952). Fotografías de la destrucción están incluidas en La Nueva Prensa, 95: 36-56; y 132: 17 y 21.

19 Fluharty, op. cit., pp. 54-5520 Hanke, op. cit., pp. 54-55.

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que hubiera habido una dictadura de Gaitán comparable a aquellas impuestas por Gómez y Rojas Pinilla. Estos críticos presentan a Gaitán como uno de esos individuos que combinan un talento especial con unas circunstancias históricas para promover intereses particulares. Ellos definen el interés particular de Gaitán como el deseo de alcanzar poder político ilimitado y dicen que usaba su talento especial en la oratoria para explotar el descontento inherente a la industrialización de Colombia para alcanzar ese poder. Afirman que la formulación de un programa era solo incidental en la política de Gaitán y que el elemento clave en su manera de proceder era fomentar la inconformidad. Esta posición es típica de Rafael Arciniegas, terrateniente y aficionado de la política colombiana. Durante una conversación con la autora en su confortable hacienda a las afueras de Bogotá, Arciniegas explicaba:

“Gaitán era un experto en criticar. Sin embargo, cuando se le pedían soluciones a los problemas que él publicitaba, estaba tan limitado como cualquiera de nosotros para producirlas. Esto fue lo que a la final acabó con su período como alcalde de Bogotá. El pueblo mismo lo sacó luego de que fracasara en lograr lo que él mismo les había enseñado a esperar de un funcionario público”21.

Oponiéndose a los críticos de Gaitán están grupos extremadamente enfáticos que tienden a representar a Gaitán como un salvador auto-sacrificado de las masas colombianas. Ellos perciben cierta “fe ingenua” como el “error fatal” de su héroe, y tienen buenos fundamentos para su argumento, según el cual Gaitán fue de hecho destruido por un idealismo heroico. Poco antes de su asesinato, a Gaitán se le ofreció protección de guardaespaldas por parte de un funcionario del Ministerio del Interior colombiano22. Gaitán rechazó la oferta, respondiendo: “Yo no quiero detectives. El pueblo es mi guardia. ¿Le parece poco?” 23.

En las siguientes páginas la autora ofrece una biografía de Gaitán y un resumen de sus logros en el único cargo administrativo que tuvo en su vida pública: la Alcaldía de Bogotá, para ampliar las bases de especulación sobre una presidencia de Gaitán. En este punto se debe remarcar que una alcaldía, incluso en la capital del país, no es

21 Rafael Arciniegas a la autora durante una visita a la casa campestre de su familia en las afueras de Bogotá, en septiembre de 1966.

22 Alberto Niño H., Antecedentes y secretos del 9 de abril (Bogotá: Editorial Paz [s.f.]), p. 12.23 Ibíd., p. 65.

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considerada un trampolín a la Presidencia de Colombia24. Sin embargo, las responsabilidades de un alcalde colombiano son paralelas a las de un presidente aunque en una escala más pequeña. Tanto el presidente como el alcalde son responsables de dirigir todos los servicios gubernamentales pertinentes a la comunidad para la que trabajan. Tanto el presidente como el alcalde son los principales diseñadores de políticas de su comunidad particular. Sus decretos, si no son objetados por un número significativo de los legisladores de su comunidad, son ley. Tanto el presidente como el alcalde son vigilados en su actividad política por un cuerpo electo de legisladores. A nivel municipal, este cuerpo es el Concejo de la ciudad, que lidia con los problemas municipales de un modo que se corresponde al modo en que los miembros del Congreso de la República lidian con aquellos de toda la Nación25.

Se pueden ver otros paralelos cuando uno considera las circunstancias de Bogotá y de la Nación en el momento en que Gaitán asumió la alcaldía en 1936. Con la industrialización de Colombia en camino26, grandes cantidades de población rural fueron atraídas a las ciudades por la promesa de una mejora en sus condiciones de vida. Estos migrantes generalmente llegaban poco preparados para las necesidades del empleo industrial y la vida urbana. No aptos para ser empleados, muchos se asentaron en chozas circundado las ciudades. Allí, sin trabajo y sin sus tradicionales medios de alimentarse y vestirse, y sin ningún lazo aparente con el mundo urbano que circundaba sus miserables habitaciones, empezaron a experimentar un anonimato previamente desconocido entre los otros que compartían sus apuros económicos pero no su identidad geográfica. Un problema primordial de tanto los jefes ejecutivos nacionales como municipales durante este período fue la incorporación de estos pobres urbanos en un vida social sana y productiva27.

Otro interesante paralelo entre los dos jefes ejecutivos, que se desprende de las circunstancias de ese momento, es el hecho de que

24 Austin F. MacDonald, Latin American Politics and Government (Nueva York: Thomas Y. Crowell Company, 1954), p. 417.

25 Oscar Peña Alzate (ed.), “Poder Ejecutivo”, Constitución política de Colombia, Título III, capítulos I-III, citado en Código Administrativo (Medellín: Editorial Bedout, 1965), pp. 189-198; y Alzate (de), “Régimen de los municipios”, Constitución política de Colombia, Título VI, capítulos I, IV y VIII, citado en Código Administrador, op. cit., pp. 291, 301-309, 337, y 365-375.

26 Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia: 1810-1930 (Medellín: Editorial Santa Fe, 1955), pp. 298-299, y 303-304.

27 Germán Arciniégas en un discurso dado a los estudiantes y docentes de la Escuela de Artes Liberales en español de la Universidad del Pacífico, Elbert Covell College, en mayo de 1966.

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ambos, como figuras políticas particularmente receptivas a las demandas de la sociedad urbana, estaban apenas empezando a reemplazar al patrón de base rural, una figura económica, en la dirección del destino de la mayoría de colombianos.

El presente libro está dividido en tres capítulos. El primero describe el escenario para la actividad política inicial de Gaitán: la capital de Colombia, Bogotá. El segundo es un estudio biográfico de Gaitán. El tercero examina el impacto de Gaitán en Bogotá durante su período como alcalde. Un epílogo discute brevemente a Gaitán después de su alcaldía.

Extiendo un agradecimiento al personal de la Biblioteca Bancroft en la Universidad de California en Berkeley, la Biblioteca Luis Ángel Arango y el Museo Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, así como al personal del Archivo Municipal de Bogotá28 y a la Embajada de Colombia en Roma por su asistencia al proyecto. Se recibieron contribuciones invaluables de la viuda de Gaitán, Amparo Jaramillo de Gaitán, de su hija, Gloria Gaitán, y de Luis Emiro Valencia, quienes pusieron a disposición álbumes de recortes de prensa relacionados con los primeros años de Gaitán en la vida pública y aquellos de su alcaldía. También contribuyó invaluablemente al esfuerzo el escritor colombiano Juan Lozano y Lozano, un amigo devoto y agudo crítico del controversial líder colombiano.

Las traducciones del español fueron hechas por la autora, a menos que se especifique otra cosa29.

28 Hoy, Archivo de Bogotá. N del T.29 Las citas de publicaciones y de testimonios presentes en este libro fueron traducidos al español del

texto original en inglés. N. del T.

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Bogotá

Bogotá, Colombia, lugar de nacimiento de Jorge Eliécer Gaitán y el centro de su actividad política, se ubica después de La Paz, Bolivia, y Quito, Ecuador, como la capital más alta del Nuevo Mundo. Así, y a pesar de su proximidad al ecuador, Bogotá, a 2.600 metros sobre el nivel del mar, tiene un clima relativamente frío incluso cuando el sol está brillando y el cielo está de un azul intenso.

Se ha dicho que lo agreste del clima ha contribuido a la celebrada actividad intelectual de la ciudad. Desde comienzos del siglo XIX, Bogotá ha sido llamada “la Atenas de América”, en reconocimiento al gusto artístico y los talentos de muchos de sus ciudadanos más sobresalientes1.

Un pasatiempo tradicional de la ciudad ha sido la tertulia o discusión erudita. Algunos de los temas favoritos de estas han sido la política, la filosofía y la poesía. La capacidad intelectual es un rasgo más valorado que las habilidades militares, y los ciudadanos se precian de la creencia

1 Fred A. Carlson, Geography of Latin America (Englewood Clifts, New Jersey: Prentice Hall, Inc., 1952), p. 299; y Andrew Jackson Lamoreaux, “Bogotá”, Encyclopaedia Britannica (Chicago: Encyclopaedia Britannica, Inc., 1945), vol. III, p. 780.

Capítulo 1

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popular según la cual más académicos que militares han llegado a la presidencia de Colombia2.

La ciudad misma proporciona numerosas oportunidades culturales y ha tenido durante largo tiempo más de una docena de universidades, una biblioteca pública, un museo de historia natural, un observatorio, jardín botánico, y una de las mejores orquestas sinfónicas de Suramérica3.

Bogotá fue fundada en 1538 por el abogado granadino convertido en conquistador, Gonzalo Jiménez de Quesada4. Ubicada a los pies de dos abruptos picos en la cordillera Oriental de los Andes colombianos, la ciudad primero fue un puesto de avanzada para los españoles, para controlar el vasto territorio de la sabana: 1.400 kilómetros cuadrados de área, que conecta la sección central y occidental de la cordillera Oriental. Esta región había estado previamente bajo el dominio de una cultural amerindia sedentaria: los chibchas.

Con un estimado de trescientos mil habitantes en su cenit5, el imperio Chibcha nunca alcanzó el gran tamaño o avanzado nivel de los imperios Maya o Azteca en el norte o el imperio Inca al sur de sus tierras. No obstante, los chibchas tuvieron el número de población y la estabilidad social suficientes para sobrevivir a la conquista española. Para el siglo XX, sin embargo, los habitantes con sangre indígena pura solo representaban el 7% de la población total. Aun así, se han mantenido rastros de la sangre indígena en aproximadamente dos tercios de la población de la sabana clasificados como mestizos6.

2 Cuando Constantino Martínez Villamarín compiló Presidentes de Colombia (Tunja: Imprenta departamental, 1947), el número de presidentes colombianos que habían sido generales era igual que aquellos con un título académico. De acuerdo a Martínez, 112 individuos han servido en la Presidencia durante los 135 años en la Independencia del país en 1810 y la primera presidencia de Alberto Lleras Camargo, en 1945. Entre estos hombres, 30 habían tenido el título académico de “doctor”, y 30 el título “general”.

3 Lamoreaux, loc. cit. Está registrado que el barón Alexander von Humbolt, el científico alemán de quien se cree fue el primero en referirse a Bogotá como “la Atenas de América”, estuvo particularmente impresionado por los jardines botánicos cuando visitó la ciudad a principios del siglo XIX. De acuerdo a Bailey W. Diffie en Latin American Civilization: Colonial period (Harrisburg, Pennsylvania: Stackpole Sons, 1945), p. 550, estos jardines habían sido encargados por un virrey, el arzobispo Antonio de Caballero y Góngora, y fueron organizados por José Celestino Mutis, “quien pasó muchos años clasificando plantas...” El trabajo de Mutis fue continuado por un antiguo estudiante suyo, Francisco José de Caldas, de quien se decía que “tenía más de 5.000 plantas en su herbario antes de perder la vida en las guerras de Independencia”.

4 Para un retrato finamente trazado del quijotesco Jiménez, el lector se puede referir al estudio biográfico de Germán Arciniegas, El caballero de El dorado, (Bogotá: Ediciones A.B.C, 1939).

5 Julian H. Steward y Louis Faron, Native people of South America (New York: McGraw Hill Book Company, Inc., 1959), p. 212.

6 En América Latina el término es usualmente aplicado a aquellos que tienen mezcla de sangre española e indígena. Hubert Herring, A history of Latin America from the beginnings to the present (New York: Alfred A. Knopf, 1964), p. 16.

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Como la naturaleza de las actividades de los españoles en América evolucionó de la conquista al asentamiento, la función de Bogotá evolucionó de un puesto militar a un lugar de servicios, comercio y centro social para los colonizadores de la sabana. Debido a su ubicación aislada7, Bogotá se mantuvo apartada de las influencias del mundo exterior. Incluso tan tarde como en 1920, aún parecía una comunidad simple de patricios propietarios de tierras quienes cabalgaban hasta la aldea desde sus granjas para abastecerse y socializar, o de mercaderes que atendían una amplia variedad de pequeñas tiendas que le proporcionaban a los habitantes de la sabana los productos y algunas de las diversiones de la vida; de artesanos que producían bienes de uso cotidiano, de hombres de comercio y del trasporte, quienes aseguraban la llegada de los productos, y de profesionales que sacaban muelas, removían apéndices, diseñaban casas, arreglaban disputas legales, asistían el espíritu y enterraban el cuerpo.

Se puede asumir que en la ciudad había también la cantidad usual de servidores y burócratas, así como un cuerpo de trabajadores semiespecializados y jornaleros. Estos últimos dos grupos eran empleados típicos en la “industria” de Bogotá del momento: producción de bebidas, cuero, tabaco, materiales de construcción y textiles, todos destinados para el mercado local8.

Este era el escenario en el que muchas de las figuras emblemáticas del siglo XX en Colombia, entre ellas Gaitán, se hicieron hombres. Escuchando a algunos de ellos recordar su juventud, uno puede imaginarse a estos hombres, reunidos en café de fachadas encaladas en el centro de Bogotá, discutiendo sobre política con un tinto o canelazo9, o escuchando un nuevo arreglo de un tradicional bambuco10, tocado por uno de ellos en un tiple, la guitarra colombiana de doce cuerdas.

A pesar de desarrollarse dentro de la misma base social que sus antepasados, los hombres de esta generación parecían sentir ya desde

7 Carlson, op. cit., p. 294.8 Unión Panamericana, “Bogotá” American City Services, 5A, (Washington: Pan American Union, 1937), p. 8.9 El canelazo se originó en la Bogotá de la Colonia y está hecho de palos de canela introducidos a un licor

dulce, preferiblemente aguardiente o brandy, por varios días. Antes de servirse, la canela es removida del licor, el líquido es calentado y servido en vasos con el borde untado de azúcar.

10 El bambuco es descrito por Joaquín Piñeros Corpas, Lorna Martin, Mary West, Joan Safford, et al. En Introduction to the Noble Songbook of Colombia (Bogotá: División de Divulgación cultural del Ministerio de Educación [s.f.]): “la música nacional más representativa... Aunque algunos consideran que el bambuco se deriva del currulao, que es de origen negro, es realmente un producto de la música híbrida mestiza”.

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la década de los veinte que estaban destinados a ver cambios radicales en su patria11. De particular interés para ellos era la revolución Bolchevique en Rusia12. Siguiendo los eventos en Rusia tan de cerca como se los permitía la distancia, muchos de estos bogotanos empezaron a hablar de la revolución que ellos mismos traerían a Colombia. Un grupo destacado de estos hombres se hizo conocido como “Los nuevos” y establecieron su fuerte en el Café Windsor, que ocupaba el piso inferior del Hotel Franklin, en el centro de Bogotá.

Las discusiones en el Café Windsor reflejaban la ambivalencia de esta generación de “revolucionarios”. Su tema de conversación era sin duda revolucionario, pero su aproximación (una en que ellos, los privilegiados, asumirían los papeles principales) era tradicional13. Se sabe que Gaitán, en ese entonces un estudiante de Derecho en la Universidad Nacional en Bogotá, asistía a varias de las discusiones del Windsor, pero “... las encontraba frívolas y llenas de fantasía”14.

Gaitán sentía poco respeto por el típico cliente del café Windsor, el intelectual de origen patricio a quien intentaban imitar otros jóvenes de clase media. De la evidencia disponible, es imposible determinar cuál fue la causa principal del distanciamiento entre Gaitán y los intelectuales oligarcas. Las divisiones de clase no eran tan rígidamente obedecidas como para que un joven de clase media con el virtuosismo intelectual de Gaitán fuera excluido de la camarilla del Windsor15.

No obstante, Gaitán no tenía nada en común con los oligarcas. Tal vez su contacto como escolar con los herederos de los oligarcas, niños muy pequeños como para merecer el respeto especial y tratamiento acorde en clase o en el patio de juegos, haya predispuesto a Gaitán, más allá de su posible reconocimiento, contra ellos.

11 W. O. Galbraith, Colombia: A general survey (Londres y Nueva York: Royal Institute of International Affairs, 1953), p. 37; y Antonio García, Gaitán y el problema de la revolución colombiana (Bogotá: Cooperativa Nacional de Artes Gráficas, Ltda., 1955), pp. 48 y 81.

12 García, op. cit. p. 79.13 García, op. cit. p. 50. Dentro de los planes que García presenta como típicos de “Los Nuevos” estaban:

darle una base social a la política, que anteriormente “había sido neutral sobre las cuestiones de clase”, creando un concepto revolucionario de los derechos de propiedad, y “cambiando de una orientación económica mercantilista a una industrial”. Otro aspecto de la rebelión de Los Nuevos, aunque circunstancial para este trabajo se presenta en Galbrath, op. cit., p. 37. De acuerdo con Galbraith, el grupo no solo: “se disponía a hacer conocidas en su país las principales tendencias y productos del pensamiento internacional... [sino que también procuraba] atacar y destruir las ideas y las formas de los principales representantes de las generaciones literarias precedentes”.

14 José Antonio Lizarazo, Gaitán: vida, muerte y permanente presencia (Buenos Aires: López Negri, 1952), p. 65.15 De nuevo el lector se puede referir al ejemplo de Marco Fidel Suárez (ver Introducción, p. 16) cuyo

virtuosismo intelectual le permitió acceder a esos círculos.

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Sería injusto sugerir, sin embargo, que la alienación de Gaitán con respecto a la oligarquía fue principalmente emocional. Sus extremadamente diferentes antecedentes habrían producido diferentes puntos de vista. Desde sus años juveniles, Gaitán había estado expuesto a las feas realidades sociales que el grupo del Windsor apenas empezaba a considerar. Así, Gaitán y los jóvenes pensadores patricios de la década de 1920 llegaron a la madurez con diferentes concepciones de su sociedad para guiarla en su subsecuente actividad política, económica y social.

Mientras “Los nuevos” estaban discutiendo sobre la revolución, el gobierno colombiano estaba consagrado a un programa de desarrollo material que iba a proporcionar las bases para la revolución real. Por primera vez desde que se aseguró la independencia, los colombianos disfrutaban un largo período de paz en todo el país16. Con este estado de paz vino la prosperidad17, y para el momento de la administración del presidente conservador Pedro Nel Ospina (7 de agosto de 1922 al 7 de agosto de 1926), el gobierno estaba en posición de financiar varios trabajos públicos. Un ejemplo del progreso material alcanzado durante los años de Pedro Nel Ospina se puede apreciar en el crecimiento de la red ferroviaria de Colombia. En 1922, más de 2.200 kilómetros de vía estaban en uso18. Un estudio de 1919 sobre el uso de la energía eléctrica en un área específica de Colombia anotó que “750 caballos de fuerza”19 eran producidos por plantas de energía de la región, mientras que otro estudio, emitido en 1928, muestra al mismo lugar produciendo “3.350 caballos de fuerza” de energía eléctrica20.

En ciudades más grandes, líneas de agua, teléfono y tranvía se establecieron a gran velocidad21. Pero de todos los trabajos públicos, la mejora en el trasporte parece haber sido la que tuvo mayor impacto en el espíritu y la fisionomía de la ciudad. En Bogotá, el desarrollo del trasporte aéreo unió la alguna vez aislada capital con el resto del país y

16 Jesús M. Henao y Gerardo Arrubla, J. Fred Rippy (Trad.) A History of Colombia (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1938), p. 532.

17 En su mayor parte relacionada con la inversión norteamericana que se había cuadruplicado durante la década de 1920. J. Fred Rippy, The capitalists and Colombia (New York: The vanguard press, 1931), pp. 152-176.

18 Ospina Vásquez, op. cit. p. 352.19 Un caballo de fuerza es la cantidad de energía necesaria para levantar 75 kilogramos hasta un metro de

altura en un segundo.20 Ospina,, op. cit., p. 394.21 Ibíd, capítulo VIII, pp. 346-419

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del mundo22. Los bogotanos perdieron así su posición relativa debido a su aislamiento del mundo al verse envueltos en las complejidades de la sociedad del siglo XX. Aun más, las mejoras en el trasporte le abrieron paso a la migración campesina a la ciudad23. Bogotá empezó a crecer en tamaño24.

22 Los colombianos se enorgullecen del hecho de que su país fue el primero en establecer vuelos comerciales regulares en las Américas.

23 Germán Arciniegas en el Covell College. Ver p. 20.24 Aunque la descripción de la Pan American Union de Bogotá, op. cit., menciona que el primer censo

de población se hizo en la ciudad en 1630 (en ese momento los habitantes de la comunidad sumaban “3.000”), la autora no pudo encontrar registros de censos para formular los porcentajes de índice de crecimiento para el período trabajado en este capítulo. De varias fuentes no oficiales, encontró que la población de Bogotá era de “95.000 en 1885; 100.000 en 1900” (Daniel Ortega Ricaurte, Cosas de Santafé de Bogotá, Bogotá: Editorial ABC, 1949), p. 23; y de 235.400 en 1928 (Howell Davies (de) The South American Handbook 1930, Londres: Trade and Travel Publications, Ltd., 1931), p. 270. El folleto de la Pan American Union citado ubica la población de la ciudad en 271.124 en 1934 y estima que aumentaría a 300.000 en 1937.

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Jorge Eliécer Gaitán

Contrariamente a lo que se piensa, Jorge Eliécer Gaitán no provenía del estrato más humilde de la sociedad colombiana. Era hijo de un hombre descrito como “el típico colombiano de clase media”1 y de una mujer elogiada en sus últimos años como “una de las más distinguidas profesoras de Bogotá”2. No obstante, la imagen de Gaitán como “el hijo del pueblo”3 se mantiene, y Gaitán mismo ayudó a promoverla. Esta era una parte esencial de su plan para consolidar el apoyo de las masas necesario para participar en la política colombiana independientemente del control de la oligarquía.

Jorge Eliécer Gaitán nació en Bogotá el 23 de enero de 18984, primogénito de Eliécer Gaitán Otálora y Manuela Ayala de Gaitán. Poco

1 Osorio Lizarazo, op. cit. p. 11.2 “Muere la madre de Gaitán”, El Tiempo, op, cit., 23 de febrero de 1937.3 “El hijo del pueblo” es una frase frecuentemente usada por los gaitanistas para referirse a su líder. El 23 de

septiembre de 1966, la autora asistió asistió a un encuentro de gaitanistas en un pequeño y deteriorado teatro en el centro de Bogotá. Se repartieron dos folletos a las aproximadamente doscientas personas que asistieron. Una de las hojas contenía las palabras del “Himno del hijo del pueblo”.

4 Valencia, op. cit. p. 32. Sin embargo, también se ha dicho que el año de nacimiento de Gaitán fue 1900 (Lozano y Lozano) y 1903 (José María Córdoba). El pasaporte de Gaitán, fechado en 1926, pone su edad como “23”. Concejo de Bogotá, op. cit. p. 388. Sin embargo, el certificado de bautismo de Jorge Eliécer Gaitán, emitido por la Parroquia de la catedral el 12 de marzo de 1898, y reproducido en Concejo de Bogotá, op. cit. p. 13, confirma la fecha de nacimiento de Gaitán como enero 23 de 1898.

Capítulo 2

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después de su nacimiento, los negocios de su padre fracasaron5. Gaitán padre tuvo entonces que llevar a su esposa y a su hijo de su modesto hogar en el barrio Las Cruces, en el que Jorge Eliécer había nacido, al deteriorado barrio obrero de Egipto, donde Jorge Eliécer creció entre harapientos compañeros cuyo campo de juego eran las calles.

El fracaso que significó su mudanza al barrio Egipto no fue el primero experimentado por Eliécer Gaitán. Un intento anterior de publicar un periódico también había terminado en desastre financiero6. A pesar de las dificultades económicas, Eliécer Gaitán se enorgullecía de su estatus “clase media” y enfatizaba su “superioridad” inherente sobre aquellos artesanos y obreros con los que sus desastrosas finanzas lo habían obligado a vivir.

Manuela Ayala de Gaitán es un caso que contrasta con el de su marido. Una primera diferencia es que fue considerada como “exitosa” en la vida. También, ella simpatizaba con las personas menos afortunadas social y económicamente a quienes su esposo despreciaba7. Aun más, se puede decir que era una inconforme, rebelada contra las “clases respetables” con las que su marido buscaba identificarse.

Fervorosa liberal, Manuela Ayala abandonó la Escuela Normal de la capital para enseñar en la cercana comunidad de Subachoque. Aparentemente, su estadía en Subachoque fue corta8, y cierta tendencia a expresar su punto de vista en las clases le valió varios despidos en subsecuentes cargos como profesora9. Fue durante sus primeros años en la enseñanza que fue acusada de estar afiliada con los Masones y fue excomulgada de la Iglesia10. El documento que registra su matrimonio con Eliécer Gaitán el 6 de julio de 1895 indica que era “la viuda de Domingo Forero”, un hombre sobre quién la autora no conoce nada11.

5 La autora no pudo establecer exactamente de qué tipo de negocio se trataba. José María Córdoba lo describe como “un almacén por la calle 11 entre carreras 10 y 11, cerca de una salsamentaria y un hotel restaurante...” José María Córdoba, Jorge Eliécer Gaitán: tribuno popular de Colombia (Bogotá: Litográficas Cor-Vall. [s.f.]), p. 7.

6 Ibíd, op. cit. pp. 13, 15 y 17.7 Introducción. Jorge Eliécer Gaitán, Las mejores oraciones de Jorge Eliécer Gaitán,1919-1948, (Bogotá:

Editorial Jorvi, 1958), pp. IV-V.8 En un mensaje a la autora en mayo de 1967, Juan Lozano y Lozano describió Subachoque como una “ciudad

relativamente importante en Cundinamarca, a cerca de 140 kilómetros de Bogotá, con mayoría liberal”.9 Córdoba, op. cit., p. 8.10 Ibíd.11 De “Información matrimonial”, compilada por el Vicario Auxiliar, Arturo Garrido Campo, la Parroquia de

Las Cruces en Bogotá, para el Concejo de Bogotá, op. cit., p. 23.

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Su participación en actividades controversiales se mantuvo aun después del nacimiento de Jorge Eliécer. Se ha dicho que ella y su niño lograron escapar a duras penas después de que Manuela Gaitán reprendió a la población de Chocontá por su persecución a un practicante presbiteriano12.

Como se podría extraer de estas breves descripciones de sus padres, Jorge Eliécer creció en un hogar dividido entre dos personalidades muy fuertes y muy diferentes. Aun más, el pequeño se convirtió en el objeto de una perpetua disputa entre los dos. Eliécer Gaitán, luchando para mantener a su creciente familia13, quería que el muchacho dejara su escuela para ayudar a incrementar los magros ingresos de la familia. Manuela Gaitán estaba igualmente decidida a que el muchacho continuara con su educación formal. Su voluntad prevaleció, e incluso se las ingenió para complementar su educación en aulas con clases dictadas por ella misma. Además de ayudarle con las materias básicas de lectura y aritmética, también le alcanzó a inculcar algo de su filosofía social14. Uno de los principios fundamentales de esta filosofía era que “un individuo debe ser evaluado en función de su valía personal en vez de por sus circunstancias sociales o económicas”15.

Eliécer Gaitán no hizo mucho para disimular el hecho de que no gustaba particularmente de Jorge Eliécer, quien empezaba a despuntar como el favorito de Manuela Gaitán16. Posiblemente, Gaitán padre estaba celoso; posiblemente veía en su “niño de aspecto patético con facciones desproporcionadas… [y] una sangre oscura que reflejaba la sangre de un ancestro indígena”17 una confirmación de su fracaso para proporcionarle bienestar a su familia o, incluso de modo más irritante, un recordatorio de sus antecedentes humildes18. Cualesquiera hayan sido las razones, continuó acosando al muchacho para abandonar la escuela y ayudar con los ingresos de la familia.

12 Córdoba, op. cit., p. 8.13 Jorge Eliécer fue el primero de siete niños nacidos de Eliécer y Manuela Gaitán. Osorio, op. cit., p. 18.14 Osorio, op. cit., p. 20.15 Introducción, Jorge Eliécer Gaitán, Las mejores oraciones, op. cit., p. v.16 De una conversación entre la hermana de Amparo Jaramillo y la autora en septiembre de 1966. La

hermana, quien conocía tanto a Manuela como a Eliécer Gaitán, sentía que Jorge Eliécer, el primogénito, era el favorito de su madre e incluso heredó su sensibilidad, “porque fue el único de sus muchos hijos que fue concebido con amor”.

17 Osorio, loc. cit.18 Existe un definido estigma social ligado a la piel oscura en Colombia. “Entre más oscura la piel, inferior

es el estrato social”, parece ser el axioma en la mente de la clase popular en Colombia.

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A pesar de todo, Jorge Eliécer permaneció en la escuela. Después de finalizar la escuela primaria en la Escuela San Vicente de Paúl, se inscribió en una escuela de comercio dirigida por los Hermanos Cristianos19. En esta última institución, Jorge Eliécer es recordado como un “estudiante precoz pero indisciplinado quien, a pesar de su tamaño diminuto, estaba frecuentemente involucrado en peleas con sus compañeros”20. Se dice que un día llegó a lanzarle un tintero a uno de los frailes21. Durante estos años, contribuyó con los ingresos de la familia vendiendo libros de segunda en la terminal de trenes de Bogotá22.

El primer artículo de periódico encontrado por la autora que se refiere a Jorge Eliécer Gaitán refleja una naturaleza rebelde: “Anoche la policía de Chapinero23 tomó bajo su custodia a los jóvenes Jorge Eliécer y Manuel José Gaitán, quienes habían huido de la casa de sus padres la noche anterior”24.

Poco después de este incidente, Jorge Eliécer Gaitán fue enviado a Facatativá, una pequeña población 40 km al noreste de Bogotá, donde se inscribió en el Colegio María Gooding, una escuela fundada y dirigida por una amiga cercana de su madre25.

Jorge Eliécer estuvo solo un año en la escuela Gooding. La autora no encontró nada relacionado con las circunstancias de su regreso, ni con mucho de sus actividades en los siguientes dos años. Juan Lozano y Lozano cree que estuvo de estudiante becado en un modesto colegio de Martín Restrepo Mejía26.

En 1914, el Ministerio de Educación de Colombia recibió una carta de Eliécer Gaitán solicitando que se le otorgara a su hijo una beca para estudiar en cualquiera de las dos escuelas preparatorias más exclusivas del país, el Colegio de San Bartolomé, de los jesuitas, y el Colegio del Rosario27. Su

19 Córdoba, op. cit., p. 8.20 Ibíd.21 Ibíd.22 Osorio, op. cit., p. 30.23 Chapinero era entonces una comunidad pequeña algunos kilómetros al norte de Bogotá. Hoy en día, se

ha incorporado a la ciudad y es el lugar de algunas de las viviendas más ricas de Bogotá.24 Fragmento del 13 de julio de 1911 de la Gaceta Republicana, que fue reproducida en una columna de

una de las columnistas más importantes de Bogotá, “Emilia”, titulada “La decadencia de la imaginación”. Esta columna apareció en una edición de julio de 1936 de El Espectador [Bogotá, Colombia] [s.f.]

25 Osorio, op. cit., p. 24; y Valencia, op. cit. p. 32.26 Lozano y Lozano en conversación con la autora en Roma, en abril de 1967.27 De una carta de Eliécer Gaitán al Ministro de Educación Pública, fechada en Bogotá, “12 de 1914”, y

aparecida en Concejo de Bogotá, op. cit., p.41.

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solicitud fue rechazada. En su respuesta, los funcionarios del ministerio explicaron que no había becas disponibles para estudiar en esas escuelas28.

El siguiente año el propio Jorge Eliécer Gaitán se consiguió una beca para asistir al Colegio Simón Araújo, una escuela de segundo nivel pero aún prestigiosa socialmente. A pesar de la admiración e incluso afecto del joven Gaitán por el director, el Sr. Araújo29, se ha dicho que no fue muy feliz en la escuela, donde “las circustancias económicas y sociales” parecían servir de importante criterio para determinar la “valía” de una persona30. Allí, los privilegiados económicamente parecían molestarlo por sus ropas bastante usadas31 e insistieron en molestarlo por su complexión inusualmente oscura con el burlón apodo “el negro”32.

Es posible que fuera durante estos años en la escuela Araújo que Jorge Eliécer empezó a formularse las metas que luego perseguiría en su vida. Un presente miserable puede provocar sueños fantásticos de un futuro mejor, y las metas de Jorge Eliécer33 podrían describirse como “sueños fantásticos” cuando uno considera sus circunstancias de ese momento.

El “éxito”, para el Gaitán estudiante, podría manifestarse en: “... las grandes universidades europeas a las que asistiría, los juicios espectaculares en los que defendería exitosamente a sus clientes, las multitudes que algún día lideraría, la hermosa aristócrata con la que... [casaría], y la... [facilidad] con la que resolvería los problemas económicos, sociales e internacionales de Colombia como presidente de la República”34.

También es posible que fuera durante estos años en la Escuela Araújo que Gaitán desarrolló una cualidad que los ayudó a alcanzar muchas de estas metas: la habilidad para evaluarse a sí mismo y a su entorno con lo que parece haber sido una aguda percepción. En su condición de extraño en el ambiente de la Escuela de Araújo, Gaitán estaba en posición de juzgarse a sí mismo y a su entorno tal vez de un modo más objetivo de lo que hubiera hecho de estar involucrado con sus compañeros.

28 De un memorando escrito por el ministro de Educación Pública, Emilio Ferrero, fechado el 7 de noviembre de 1914, y citado en Concejo de Bogotá, op. cit.. p. 42

29 Jorge Eliécer Gaitán, “Simón Araújo”, escrito en 1916 e incluido en Concejo de Bogotá, op. cit., pp. 45-46.30 Osorio, op. cit., p. 28; y Heliodoro Linares, ¡Yo acuso! (Bogotá: Editorial Iqueima, 1959), p. 54. Se aconseja

al lector revisar los comentarios del señor Linares en contraposición con otros escritos antes de llegar a cualquier conclusión.

31 Osorio, op. cit. p. 33.32 Ibíd, p. 33.33 Lozano y Lozano, “Mis contemporáneos: Jorge Eliécer Gaitán”, Obras selectas, op. cit., p. 289.34 Ibíd.

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Ciertamente, Jorge Eliécer Gaitán no fue el primer colombiano proveniente de un ambiente modesto que tuviera sueños ambiciosos y un agudo sentido de lo que era necesario para hacerlos realidad. Lo que es importante es que él tuvo éxito en hacer realidad la mayoría de ellos. Que lo hiciera a pesar de sus antecedentes tan poco prometedores es un tributo al tercer elemento en el carácter de Gaitán: su inusual tenacidad que, para sus años adultos, se había convertido en una extraordinaria auto-disciplina.

Juan Lozano y Lozano da un ejemplo de la tenacidad del joven Gaitán en el siguiente pasaje de su libro Obras selectas: poesía-prosa:

Un día en 1914, un grupo de distinguidos ciudadanos se reunieron en el Parque de los Mártires en Bogotá para conmemorar el centenario del héroe de la revolución de Independencia, Antonio Ricaurte.

Tres líderes cívicos habían sido invitados a hablar por la ocasión y una linda niña de la aristocracia, Maruja Vega (quien posteriormente se convertiría en la esposa de Carlos Arango Vélez35), iba a recitar un poema.

Cada vez que un orador abandonaba el podio, sucedía un desagradable incidente. Un joven de aspecto desaliñado, que no estaba en el programa, aparecía en la plataforma, diciendo: “Señor Presidente de la República, señoras y señores...”.

En ese punto de su intento de discurso, el muchacho era enviado de nuevo a la audiencia escoltado por policías que recurrían a medidas cada vez más drásticas cuando era necesario remover al muchacho. Sin embargo, relajaron su vigilia cuando el programa terminó y las personas se levantaron para salir. En este momento, Jorge Eliécer Gaitán una vez más se montó en la plataforma de los oradores y, con excelente voz, pronunció su propio discurso patriótico.

El presidente y los distinguidos invitados volvieron a sus puestos y el público se paró a escuchar. Jorge Eliécer Gaitán, cuando terminó, fue ampliamente aplaudido36.

La autodisciplina de Gaitán en sus años adultos es evidente en muchas de sus empresas. Parece haber tenido poca paciencia con

35 Carlos Arango Vélez fue el antecesor de Gaitán en la Alcaldía.36 Lozano y Lozano. op. cit., pp. 289-290.

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cualquier cosa que en su opinión no se hacía completamente y bien, y tal búsqueda de perfección no se limitaba a asuntos inspirados por el pensamiento. Descontento con su físico enfermizo, y aunque por naturaleza era “inclinado a la pereza”, según Lozano y Lozano37, buscaba la perfección física embarcándose en un extenuante programa de remo con el que eventualmente se hizo un hombre corpulento38.

Fue a través de esta auto-disciplina que Gaitán también logró conseguir una educación universitaria. Después de la escuela Araújo, Gaitán no pudo contar más con sus padres para que le dieran el sustento básico. Así, Gaitán mismo tuvo que satisfacer sus necesidades básicas durante sus años en la universidad. En ese momento, era inusual para un estudiante universitario colombiano estar empleado en un trabajo diferente a sus estudios; el puesto de “medio tiempo” que ha ayudado a muchos estudiantes universitarios norteamericanos durante sus años de estudio, era virtualmente desconocido. A pesar de esto, Gaitán asumió un trabajo de tiempo completo para mantenerse. Aparentemente, el trabajo no era particularmente lucrativo39, y Gaitán se vio obligado a disciplinarse no solo en términos de tiempo, sino también de dinero. Sus compañeros de universidad lo recuerdan “estudiando la noche entera”40 con la “escasa luz de las plazas públicas”41. También se ha dicho que se saltaba las comidas regulares, matando el hambre con agua de panela y pan barato42.

En 1924, cuatro años después de haber entrado a la Universidad Nacional de Colombia, Gaitán consiguió el título en Derecho y Ciencias Políticas. Su tesis de grado43 fue un ensayo titulado Las ideas socialistas en Colombia. En ella, pone de manifiesto muchas de las ideas que posteriormente usaría en sus campañas políticas, tales como la propiedad de la tierra para aquellos que la trabajen, la supervisión de la producción y la administración de la industria por los mismos trabajadores, la intervención del Estado en la planeación de la economía y la igualdad de beneficios dependiendo del capital y el trabajo44.

37 “Aniversario de Jorge Eliécer Gaitán”, Obras selectas, op. cit., p. 485.38 Osorio, op. cit. p. 47.39 La autora desconoce la naturaleza exacta de este empleo. Sin embargo, la idea popular es que consistía

en algún tipo de trabajo de oficina.40 Osorio, op. cit., p. 4541 Oliverio Perry, Quién es quién en Colombia, (Bogotá: Editoriales ARGRA, A. B. C., y Atenea [s.f.]) p. 126.42 Lozano y Lozano, “Mis contemporáneos”, Obras completas, op. cit., p. 289.43 Joaquín Ospina, op. cit., anota que la tesis “no era especialmente original pero estuvo bien coordinada y,

considerando la novedad de esa idea entre nosotros, causó una conmoción”. La tesis ha sido publicada y varias veces reimpresa.

44 Jorge Eliécer Gaitán, Las ideas socialistas en Colombia, (Bogotá: Editorial Minerva, 1924) pp. 16, 18, 19,

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Gaitán no gustaba dentro de los elementos oligárquicos dentro de la universidad. Es descrito por uno del grupo como “petulante, amargado y vanidoso”45 y con extraordinario “mal gusto”46. Otro recuerda a Gaitán como “un joven intensamente amargo impulsado por un intenso deseo de sobresalir, una característica que dominó cualquier idealismo que pudo haber tenido”47. Este crítico de Gaitán también relata que en cualquier momento en que Gaitán se unía a “su grupo” para cualquier discusión que pudieran tener, no estaba contento a menos que toda la atención se enfocara en él48.

A pesar del exigente trabajo y el horario de estudios, Gaitán encontró tiempo para llevar a cabo varios proyectos extracurriculares mientras estuvo en la universidad. Fundó un programa cultural de extensión que le daba clases nocturnas para los trabajadores diurnos49. Fue el representante por correspondencia de su universidad ante la Sociedad de Artes y Ciencias de Bremen, Alemania50. Sus artículos y ensayos sobre política contemporánea, decididamente más teóricos que prácticos51, aparecían en la prensa de Bogotá con relativa frecuencia. También asumió la defensa de dos espectaculares juicios criminales.

El primero de estos juicios fue el de un trabajador acusado de robar

a mano armada el dinero de un prominente colombiano. En el cierre del juicio, Gaitán atrajo la atención nacional dando un apasionado alegato de doce horas a favor del acusado52. Fue en el segundo caso, sin embargo, que el talento de Gaitán y su manera de asumir las defensas legales se establecieron53. Este segundo caso todavía es conocido por los bogotanos que lo recuerdan como “el caso de la ñapa”.

21, 31 y 40.45 Lozano y Lozano, “Mis contemporáneos”, Obras selectas, op, cit., p. 289.46 Ibíd.47 Rafael Arciniegas en conversación con la autora en septiembre de 1966.48 Ibíd.49 Osorio, op. cit., p. 61; y Perry, op. cit. p. 162.50 De un fragmento de Cromos, fechado en “marzo de 1921”, aparecido en Concejo de Bogotá, Colección,

op. cit., p. 100. Valencia op. cit., p. 32 también menciona que Gaitán tuvo esa posición.51 Concejo de Bogotá, Colección, op. cit., pp. 75-77, 103-107, 110, 114, 116-117, 119-121, 133-135, 140,

144-145, 148-149, 150-155, 158, 161, 163 y 166, entre otras.52 Este caso fue conocido como el caso “Vélez Lora”. El acusado, Antonio Vélez Lora, “un hombre del

pueblo”, confesó haber entrado en la oficina del reconocido Emiliano Laserna y, a mano armada, lo obligó darle 5.000 pesos. Osorio, op. cit., pp. 68-69. La defensa de Gaitán convenció a los jurados que Vélez solo estaba tomando un dinero injustamente quitado por Laserna. Valencia, op. cit., p. 32; y Osorio, op. cit. p. 69. Osorio asegura que, anteriormente, un trabajador hubiera tenido pocas posibilidades de ganarse la simpatía del público bajo tales circunstancias.

53 Perry, op. cit., p. 162.

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“La ñapa” era el apodo de una joven campesina, Eva Pinzón, quien supuestamente había seducido a los esposos de varias de sus vecinas rurales. Impulsadas por la envidia, un grupo de mujeres vecinas mataron a “la ñapa” en el curso de una violenta investigación para determinar si la chica estaba embarazada. El público colombiano sintió repulsión por el crimen, sin embargo, Gaitán se ofreció de voluntario para defender a las mujeres.

Basando la defensa en el concepto de que un individuo es el producto de su ambiente, Gaitán atrajo la atención del público hacia los apuros de la campesina54. Argumentó que el asesinato de “la ñapa” no fue tanto el crimen de las acusadas como el de la sociedad que las había brutalizado hasta el punto de ser capaces de ese acto de salvajismo55. Aunque las mujeres fueron condenadas, la prensa le dio créditos a Gaitán por haber tenido éxito en crear la consciencia del público sobre las miserables condiciones de las masas56.

Luego de recibir su título de la Universidad Nacional el 29 de octubre de 1924, Gaitán arrendó una oficina en un acabado edificio del centro57, en la carrera Séptima, entre calles 13 y 14. Usando muebles alquilados a dos pesos el día58, empezó su primer bufete.

De acuerdo con Osorio Lizarazo, quien ofrece la biografía más detallada de Gaitán que la autora pudo localizar, el joven graduado dedicó sus primeros meses de prácticas a ampliar su educación legal59. Seleccionó casos de acuerdo a lo que él, personalmente, podría aprender durante el proceso de defender a su cliente, en lugar de pensar en lo que podría ganar económicamente. Así, continuó proporcionando consultas gratuitas a los más pobres, a pesar del hecho de que no podía solventárselo. Osorio relata que la posición económica de Gaitán en ese momento era tan precaria que a veces no era capaz de pagar la tarifa

54 Osorio, op. cit., p. 74.55 Ibíd., pp. 74-75.56 Ibíd., p. 76.57 Ibíd., p. 85.58 Lozano y Lozano, al responder a la pregunta de la autora sobre el valor del peso colombiano en ese

momento, escribió: “En 1920, un peso colombiano equivalía exactamente a un dólar y, a veces, tenía un ligero premio sobre

el dólar. En Colombia circulaba el oro de mano en mano y los policías y las sirvientes eran pagados en libras esterlinas. Gaitán y yo gastamos en Roma lo mismo: cien pesos colombianos mensualmente, que hoy equivalen a menos de seis dólares”.

59 Osorio, op. cit., pp. 86-87.

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diaria de su mobiliario alquilado, lo que hizo que el dueño se lo retirara, dejando a Gaitán “sin nada en qué sentarse” 60.

Durante su segundo año de prácticas, Gaitán logró fortalecer su situación financiera. Se había establecido como un formidable abogado defensor61 y podía cobrar altas tarifas a aquellos que pudieran pagarlas. Sin embargo, continuó viviendo frugalmente y para 1926 había ahorrado cerca de 1.000 pesos62.

Con el dinero, Gaitán empezó a planear estudios en Europa. Escogió la Real Universita di Roma, centro mundial para el estudio del Derecho Penal63, como el lugar para continuar sus estudios. Uno de los más reconocidos miembros del cuerpo de profesores en esa universidad era el famoso académico de Derecho Positivo64, Enrico Ferri.

Gaitán se dio cuenta de que sus ahorros, solos, no serían suficientes para financiar su proyectado año de estudios en Europa. Por ende, se volvió capitalista y gastó 700 pesos para establecer una pequeña farmacia, “Droguería Veneciana”65. Convenció a su hermano menor, Manuel José, quien entonces era estudiante en la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional, de abandonar sus estudios por un año para

60 Ibíd., p. 85.61 Perry, op. cit., p. 162.62 Osorio, op. cit., p. 93. Osorio asegura que el único lujo que Gaitán se permitía durante este año era el de varias

horas de remo cada semana en unas instalaciones ubicadas a orillas del ahora seco río Fucha en Bogotá.63 Valencia, op. cit., p. 32.64 El Derecho Positivo es la aproximación según la cual la definición categórica de un crimen se remplaza

por la consideración de las circunstancias del entorno de la supuesta transgresión social. Lozano y Lozano fue uno de los muchos que anotó que Ferri era uno de los más reconocidos académicos en el campo del Derecho Positivo. En el siguiente mensaje a la autora acerca de la elección de Gaitán de Roma como el lugar de su trabajo posdoctoral, escribió:

“Gaitán, que fue siempre exigente consigo mismo, comprendía que necesitaba estudiar a fondo la especialidad de su predilección, o sea el derecho criminal. Por entonces, la sede de esos estudios era la Universidad de Roma, en cuya facultad de Derecho y Ciencias Políticas el célebre profesor Enrico Ferri había creado hacía años y seguía dirigiendo una especie de seminario, o sea la Scuola d´Appliazione Giuridico Criminale. Allí, con base en teorías de Lombroso, un grupo de insignes juristas, sociólogos, psicólogos, antropólogos, estadísticos, etc., como Giuseppe Lergi, Scipio Sighele, Otto Lenghi, etc. [sic]; había aplicado los principios de la Ciencia Positiva de Compte y de Lombroso, a la ciencia criminal, que hasta entonces era de carácter estrictamente jurídico y clásico. Se clasificaban -en la escuela clásica- y se definían los delitos y luego se establecía una correspondiente tarifa de penas. Contra esa escuela clásica, Ferri proclamó la necesidad del estudio de la personalidad del delincuente, de su ambiente social, sus taras psíquicas, etc. Así surgió la nueva ciencia inventada por Ferri, de la Sociología Criminal. Ello constituía entonces una revolución y alumnos y profesores de todas partes del mundo venían a escuchar el nuevo mensaje de Ferri, que era un hombre superdotado, y de sus grandes y apostólicos compañeros. Las teorías de la Escuela Positiva están hoy en gran parte revaluadas. Algunos jóvenes abogados colombianos como Rafael Escallón, Carlos Arango Vélez, Carlos Lozano y Lozano, habían en años anteriores hecho este curso y sembrado la inquietud en nuestro medio. Ferri, que se pagaba mucho de su celebridad internacional, era muy benévolo con sus discípulos, y a Gaitán lo distinguió mucho”.

65 La tienda, que ya no funciona, estaba ubicada en la calle 12 al frente de la Plaza Nariño. Osorio, op. cit., p. 94.

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administrar la farmacia. Las ganancias inmediatas irían a cubrir los gastos de manutención de Gaitán en Europa. Las ganancias posteriores se le prometieron a Manuel José para que concluyera sus estudios66.

Gaitán partió hacia Roma en julio de 1926. Fue considerado un estudiante sobresaliente en la universidad italiana. Se le concedió un doctorado en jurisprudencia, magna cum laude, el 11 de julio de 192767. En ese momento el ya anciano Ferri68 llegó a comentar que de todos los estudiantes a los que había enseñado durante su larga carrera, Gaitán había sido “el más interesante y extraordinario”69. Cuando Gaitán volvió a Colombia seis meses después de haber obtenido sus títulos en Roma, lo esperaba una carta de Ferri, informándole que los funcionarios de la universidad lo habían elegido unánimemente como el merecedor del codiciado “Premio Ferri”70 por su trabajo en Derecho Penal. Ferri también anunció que uno de los trabajos académicos de Gaitán sobre la premeditación aprecería en la edición de mayo de 1928 de la publicación italiana Scuola Positiva71.

Después de recibir su grado en Roma, Gaitán pasó varios meses recorriendo Europa. De acuerdo a su pasaporte, visitó Austria, Checoslovaquia, Alemania, Bélgica y Francia72. En París, se encontró con un grupo de jóvenes colombianos viviendo la vida bohemia en el Barrio Latino73. Entre estos jóvenes se encontraba el periodista Alejandro Vallejo, quien posteriormente escribiría sobre los días de Gaitán en París.

Vallejo y sus amigos se hicieron cercanos a Gaitán lejos de la rígida estructura social de su patria. Gaitán se hizo cercano a ellos después

66 Ibíd., p. 93.67 Perry, op. cit., p. 162; Joaquín Ospina, op. cit., p. 24; y Valencia, op. cit., p. 32.68 Ferri murió octagenario poco después del regreso de Gaitán a Bogotá.69 Del artículo “Le fue concedido el Premio Ferri al doctor Jorge Eliécer Gaitán”, en El Tiempo, op. cit., [s.f.]70 El Premio Ferri fue establecido en 1911 para honrar “el estudiante más valioso” en las clases del maestro.

Cuando se le concedió a Gaitán, incluía 1.000 liras italianas en efectivo, que Gaitán utilizó para crear el Premio República de Colombia, para los estudiantes de Derecho más prometedores de su país. El Tiempo, loc. cit.

71 De una carta de Ferri a Gaitán fechada el 20 de enero de 1928, y reproducida en Valencia, op. cit., p. 38. Cuando la autora estuvo en la Universidad de Roma en marzo de 1966 no pudo localizar la publicación referida en esa carta, Scuola Positiva, pero subsecuentes investigaciones en la Biblioteca de la Universidad de California en Berkeley mostraron que esa edición en particular estaba disponible en la Biblioteca de la Escuela de Derecho de Harvard. Su título completo es Scuola Positiva: Rivista de Diritto e Procedur Penale. Fue publicada en Milán cerca del mismo momento en que apareció el artículo en particular.

72 Las páginas de su pasaporte han sido reproducidas en Concejo de Bogotá, op. cit., pp. 352-58.73 Alejandro Vallejo, Hombres de Colombia: memorias de un colombiano exiliado en Venezuela (Caracas:

Ávila Gráfica, [s.f.], p. 42)

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de haberse distinguido en una gran universidad. Aunque impresionó a Vallejo por ser una especie de arribista cultural74, Gaitán fue bien recibido por el periodista y sus amigos quienes admiraban su “rápido ingenio”, “fantástica imaginación” y “especial atractivo para las damas”75.

En Europa, Gaitán se mantuvo informado del curso de la política colombiana, que para ese momento estaba entrando en un período de insatisfacción popular con los conservadores que en ese momento estaban en el poder76. Una crítica recurrente era que el presidente conservador, Miguel Abadía Méndez, estaba sacrificando los intereses nacionales en el proceso de atraer y mantener la inversión extranjera en Colombia77. El tratamiento que dio esta administración a los trabajadores del banano que entraron en huelga en el departamento del Magdalena a finales de 1928 parecía confirmar estas críticas. Abadía había exhortado a los trabajadores en huelga a volver a sus labores. Cuando se rehusaron, ordenó a tropas colombianas forzarlos por medio de las armas78. En el tumulto que siguió, 107 colombianos perdieron la vida79.

Gaitán llegó al puerto de Barranquilla procedente de Europa poco después de este incidente. En Barranquilla, llamó al periodista liberal Clemente Manuel Zabala para recibir detalles de la tragedia. Juntos, recorrieron el área de la tragedia. Gaitán entrevistó a los sobrevivientes de la masacre e incorporó sus descubrimientos en un reporte que Zabala publicó en su periódico de Barranquilla, La Nación80.

El artículo apareció en un momento en que el Partido Liberal, después de casi medio siglo por fuera del poder, vio en la indignación del público por la manera sangrienta de Abadía de acabar con la huelga una oportunidad para un regreso político. El ataque periodístico de

74 Ibíd. Vallejo estaba un poco deslumbrado por la inusualmente acentuada curiosidad intelectual de Gaitán. “... [Gaitán] demostraba una formidable pasión para conocerlo todo. Desde las seis de la mañana estaba en

pie. Visitaba museos, asistía a conferencias, a los teatros, a las exposiciones, a los conciertos, a los mítines políticos, compraba libros, visitaba a los hombres famosos… Naturalmente, a nosotros nos era imposible seguirlo en todas sus andanzas. Además, para mi gusto, el ritmo de sus inquietudes no era el mío”.

75 Ibíd. Vallejo relata que entre las conquistas de Gaitán estuvo una condesa francesa que luego bautizó un palacete con el nombre de uno de los personajes fantásticos de una historia inventada y contada a ella por Gaitán. De lo que se extrae del texto de Vallejo, parece que Gaitán también fue bien recibido por las damas de Praga.

76 Osorio, op. cit., p. 100.77 J. Fred Rippy, op. cit., pp-180-182.78 The New York Times, 14 de abril de 1929, Parte III, p. 4, col. 6; y Perry, op. cit., p. 163.79 “Las investigaciones del Dr. Gaitán”, El Espectador, op. cit. 24 de julio de 1929.80 Osorio, op. cit., pp. 118-120.

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Gaitán a Abadía, esencialmente un llamado a la justicia social, se tradujo en un ataque político de los líderes del Partido Liberal que iniciaban el asalto a la desmoronada hegemonía conservadora.

Usando la protesta social de Gaitán en sus ataques políticos, los líderes liberales, deliberada o accidentalmente, convirtieron a Gaitán en una figura nacional de la noche a la mañana. Su identificación como héroe nacional fue así establecida y fue seleccionado por los representantes del Partido Liberal para encabezar el la lista del partido en su departamento natal, Cundinamarca, en las elecciones de 192981. El 20 de marzo de 1929, exactamente dos meses después de su regreso a Colombia, Gaitán fue elegido a la Cámara de Representantes.

Gaitán se distinguió inmediatamente en la Cámara por sus apasionada exigencia de indemnizaciones para las viudas y huérfanos de la “masacre de la zona bananera”82. Después de anunciar que su salario como congresista iría para cubrir esas indemnizaciones, sus colegas aprobaron la indemnización gubernamental83. Durante su período, Gaitán también propuso las bases para una nueva legislación laboral que incluyera un aumento en la protección para los participantes en huelgas84. También contribuyó a alimentar la insatisfacción pública con el Partido Conservador con una incesante crítica al régimen de Abadía85.

En la elección presidencial de 1930, Gaitán volvió a participar en la papeleta liberal y fue elegido para un segundo período en la Cámara. Los liberales también lograron elegir a un presidente, Enrique Olaya Herrera, un patricio que fue el primer hombre en representar el Partido Liberal en la Presidencia desde que Rafael Núñez abandonó el Partido Liberal en 1886, durante su segundo período como presidente86.

Gaitán se continuó reafirmando durante su segundo período en la Cámara. Durante los primeros días del nuevo Congreso, propuso una reforma constitucional que haría que la República “revaluara su concepto del pueblo y empezara a considerarlo en términos humanos

81 Joaquín Ospina, op. cit., p. 24; y Perry, op. cit., p. 163.82 “El verdadero problema nacional es el de las bananeras” El Espectador, op. cit., [s.f.]83 Osorio, op. cit., p. 126.84 Ibíd.85 Ibíd., pp. 126-128.86 Martínes, op. cit., Apéndice; Osorio, op. cit., p. 136; e Indalecio Liévano Aguirre, Rafael Núñez (Bogotá:

Compañía Grancolombiana de Ediciones, S. A., [s.f.] p. 268.

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y no solo en términos de lo que podrían producir para el Estado”87. La reforma pedía un fortalecimiento de las garantías del derecho de huelga y también incluía una disposición según la cual los empleadores podían ser obligados a proveer a sus trabajadores con atención médica e instalaciones recreativas88. También, empezó a consolidar un grupo de seguidores al ir a los barrios de los trabajadores y al campo e incitando a los pobres de estas áreas a unirse tras él en su campaña contra las clases privilegiadas de Colombia89. De modo interesante, esta táctica no significó un pérdida de poder dentro del Congreso dominado por sectores de la oligarquía, como se puede demostrar con la elección de Gaitán a la presidencia de la Cámara de Representantes en 193290.

Sin embargo, el propio presidente Olaya se había empezado a preocupar por el creciente poder de Gaitán91. Cargando los problemas de la crisis económica producida por la depresión mundial y comprometido con un grupo disidente del conservatismo que le había encomendado “endurecer el control” sobre los liberales más radicales92, Olaya no estaba en posición de considerar las reformas solicitadas por Gaitán93.

Se ha dicho que Olaya trató de traer al joven legislador bajo su

control94. Aparentemente había halagado a Gaitán con su confianza y había intentado influenciar en él dándole varios honores de Estado95. Incluso se ha dicho que Olaya organizó todo para que Gaitán fuera invitado a banquetes, recepciones, y otras funciones sociales normalmente cerradas a los individuos de su procedencia96.

En 1932, Olaya envió a Gaitán en gira por Centroamérica y México97, para atraer a la opinión internacional del lado de Colombia en la disputa

87 Jorge Eliécer Gaitán, “Proyecto de reforma constitucional”, citado en Valencia, op. cit.88 Ibíd.89 Osorio, op. cit., pp. 124-125, 127, 128 y 137.90 Perry, op. cit., p. 162; y Valencia, op. cit., p. 34.91 Ospina, op. cit., pp. 137-138.92 Fluharty, op. cit., p. 43.93 Ibíd., pp. 43-44.94 Osorio, op. cit., p. 138.95 Ibíd., pp. 138-140.96 Ibíd., p. 153.97 Un despacho de United Press datado en México, titulado “En gran escándalo degenera el debate que

sobre Leticia iban a sostener Gaitán y un aprista”, aparece en la colección que ha hecho Gloria Gaitán de recortes de prensa sobre Gaitán. El artículo, tomado de un periódico sin identificar reporta: “... hojas volantes circularon en México, en que pedían la expulsión de Gaitán por ser agente del imperialismo yanqui”. Comentando el artículo con la autora en Bogotá en su casa en septiembre de 1966, Luis Emiro Valencia (en cuya biblioteca cuelga una gran fotografía de Karl Marx), desestimó la aseveración como “estúpida propaganda comunista”.

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con Perú sobre las posesiones del puerto Leticia en el Amazonas. Las habilidades de Gaitán como orador trabajaron bien para Colombia, particularmente en México donde fue inicialmente recibido con hostilidad en la Universidad Central de la capital98. Mientras estuvo allí, fue convocado a debatir el problema de Leticia con un estudiante aprista, Carlos Manuel Cox. La refutación de Gaitán a las acusaciones de su joven polemizador la ganaron la aprobación de la audiencia mexicana99.

Un año después, la alianza Olaya-Gaitán, si alguna vez existió, terminó en una amarga disputa. De acuerdo a Osorio, Olaya llamó a Gaitán a su oficina para comunicarle su plan de convertir a Bogotá en un Distrito Especial100. Gaitán, quien para ese momento había sido elegido para el Concejo de Bogotá101, rechazó el plan del presidente para traer a su ciudad de nacimiento bajo el control del gobierno central. Se dice que Olaya perdió la paciencia y, en su ira, supuestamente acusó a Gaitán de ingratitud por la protección y favores que le había dado102.

Humillado por la insinuación de Olaya de que él había sido su protegido, Gaitán aparentemente se convirtió en un enemigo declarado del presidente103. Unos pocos meses después, anunció que había dejado el Partido Liberal para organizar a sus seguidores como la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria, o UNIR. Las iniciales de la organización deletrean un verbo de unión y la meta fundamental de Gaitán era unir a los miembros desheredados tanto del Partido Liberal como del Conservador104. Tomando mucho de las ideas que había puesto en su tesis doctoral Las ideas socialistas en Colombia, Gaitán acuñó el siguiente “credo” para la UNIR:

1. La tierra debe pertenecer a aquellos que la trabajen.2. Los latifundios improductivos son un crimen contra [la] economía

y [la] sociedad.3. Solo es justificable el capital ganado por el trabajo.

98 “En gran escándalo...” loc. cit.99 Osorio, op. cit., p. 153.100 Ibíd., pp. 156-157.101 Perry, op. cit., anota que Gaitán trabajó continuamente en el Concejo de Bogotá desde 1929 hasta el

momento de su muerte.102 Osorio, op. cit., p. 157.103 Ibíd., pp. 157-158. Se debe anotar que el Dr. Lozano y Lozano tiene serias dudas sobre esta interpretación

de la divisón de Gaitán con el Partido Liberal. Lozano cree que ni Gaitán ni Olaya tenían ninguna animosidad personal hacia el otro y que la partida de Gaitán del Partido en este momento se vio impulsada por consideraciones puramente ideológicas.

104 Jorge Eliécer Gaitán, “El manifiesto del unirismo”, La Nueva Prensa, 95:65-80, 6 de abril de 1963.

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4. El capital ganado a través de la especulación y la explotación del hombre es ilícito y criminal.

5. Los trabajadores deben supervisar la producción y administración de la industria.

6. No existe diferencia entre capital y trabajo en la economía porque ninguno de los dos podría funcionar sin el otro.

7. El Estado tiene el derecho de intervenir en la dirección de la economía.

8. Las elecciones deben dejar de ser una farsa o un negocio y aquellos que resulten elegidos deberían ser solamente los candidatos más valiosos y capaces105.

Es interesante anotar que un mes después de que Gaitán rompiera con el Partido Liberal para formar la UNIR, sus colegas en el Congreso lo eligieron Segundo Designado a la Presidencia de la República, lo que lo ponía a solo dos pasos del máximo puesto administrativo de Colombia106.

En el Congreso, Gaitán aplicó su oratoria para luchar para conseguir la incorporación del credo de la UNIR en la legislación nacional. También continuó visitando áreas en las que hubiera concentración de pobres para incentivar apoyo para el programa de la UNIR107. En junio de 1934, fue una importante figura en la dirección de una huelga de trabajadores ferroviarios en el departamento de Antioquia, la región más industrializada de Colombia en ese momento108. Fue durante ese tiempo, en uno de los frecuentes viajes a la capital de Antioquia, Medellín, que Gaitán conoció a Amparo Jaramillo, una hermosa muchacha, a quien Juan Lozano y Lozano describe como proveniente de una “familia modesta, pero también una de las más prestigiosas socialmente en Medellín”109.

Amparo Jaramillo había estado siguiendo las actividades de Gaitán con interés y admiración110. Por casi un año antes de la huelga en Antioquia, había venido cortando artículos de prensa sobre Gaitán

105 Gaitán, op. cit., pp. 16, 18-19, 21, 31 y 40; y Osorio, op. cit., pp. 162-163.106 Osorio, op. cit., p. 152; y Valencia, op. cit., p. 36.107 Osorio, op. cit., pp. 164-167.108 Valencia, op. cit., p. 36.109 Lozano y Lozano en una conversación con la autora en Roma en marzo de 1967.110 Amparo Jaramillo de Gaitán y su hermana en conversación con la autora en Bogotá en septiembre y

octubre de 1966.

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y pegándolos en un libro de recortes111. Cuando conoció a Gaitán en una fiesta en Medellín en junio de 1934, Amparo Jaramillo no dudó en mencionar su colección de recortes. Gaitán la visitó en la casa de su familia al día siguiente, y después de dos años de correspondencia se casaron en una ceremonia privada y austera en la iglesia de la Candelaria en Medellín, el 27 de mayo de 1936112.

Mientras tanto, los intentos de Gaitán de hacer de UNIR una fuerza permanente y efectiva en la política colombiana habían fallado. Para 1936, había regresado a las filas del Partido Liberal donde se puso a la cabeza del ala más radical de izquierda113.

Este es brevemente el trasfondo y la posición de Jorge Eliécer

Gaitán cuando fue nombrado para la Alcaldía de Bogotá el 20 de mayo de 1936. De modo interesante, se puede decir que estaba cerca de alcanzar el cumplimiento de las metas que se había propuesto como estudiante: había asistido a una gran universidad europea; había defendido exitosamente a clientes en espectaculares juicios públicos; se había convertido en un líder de multitudes; y en cuestión de días, se había casado con una hermosa aristócrata.

Así que Gaitán, a punto de asumir la Alcaldía de su ciudad natal, era seguramente un hombre muy complacido con su vida114. A medida que se examina su programa como alcalde en el siguiente capítulo, uno se puede preguntar si Gaitán, conscientemente o tal vez sin darse cuenta, estaba intentado trasladar su historia personal de éxito a una que fuera aplicable a todos los bogotanos de origen humilde.

111 Ibíd.112 El Diario [Medellín] 27 de mayo, 1936; y El Diario de Antioquia, 27 de mayo de 1936.113 Perry, loc. cit., dice que la UNIR fracasó porque su programa “... eclipsado por los programas sociales

que estaba desarrollando el Partido Liberal en ese momento”. En un memo a la autora, Lozano y Lozano declaró que la UNIR fracasó por el oportunismo de los hombres que Gaitán había elegido para administrar el programa: “Gaitán no pudo reclutar gente de valía para su movimiento. Los que entraron deseaban participar en la política activa y hacer elegir a las corporaciones públicas. Se presentaron a las primeras elecciones y fueron barridos. Gaitán atribuía al “manzanillismo” de sus amigos el fracaso. Estos amigos, por el contrario, decían que Gaitán no quería sino servirse de ellos para su triunfo sin dejarlos participar en nada. Este es el argumento del libro de López Giraldo, El apóstol desnudo. Una copia de este libro difícil de conseguir se puede encontrar en la Biblioteca Luis Ángel Arango.

114 La descripción de Gaitán como un “hombre complacido con su vida” fue tomada de un ensayo escrito por B. Moreno Torralbo, titulado “Gaitán ante sí mismo”, que apareció en una edición de junio de 1943 en el periódico conservador El Siglo, y fue reimpresa en Concejo de Bogotá, op. cit., pp. 21-28.

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La alcaldía

Al reflexionar sobre la vida y la alcaldía de Jorge Eliécer Gaitán, uno se da cuenta de la similitud entre la manera que tenía para manejar sus asuntos personales y públicos. Como administrador de su destino personal, Gaitán fue bastante exitoso. Incluso para el momento en que fue nombrado a la Alcaldía de Bogotá a la relativamente corta edad de treinta y ocho años, había alcanzado un punto en su propia vida en el que seguramente se sentía más o menos a gusto consigo mismo. En el cargo, Gaitán aparentemente invirtió la energía que anteriormente empleaba hacia la realización de su propio “ser ideal” y que ahora usaba en los medios con los que esperaba convertir su ciudad natal en su concepto de una sociedad ideal1.

Desafortunadamente para Gaitán, los principales medios por los que había desarrollado su propio potencial, iniciativa y autodisciplina, eran cualidades que un individuo debía desarrollar por sí mismo. Gaitán podía pedirlas pero no esperarlas del público general. No obstante, demandó esas cualidades del público y durante ocho meses la respuesta fue generalmente favorable.

1 Esta idea está basada en la teoría de Erik H. Erikson según la cual “el reformador es un individuo que aprendió desde niño un patrón de resolución de problemas personales que le causaban extrema ansiedad”, como lo cita Einar Hagen, On the theory of social change: How economic growth begins. (Homewood, Illinois: Dorsey Press, 1962), p. 6.

Capítulo 3

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Como en todo lo que Gaitán se embarcó, su período de ocho meses como alcalde de Bogotá fue una experiencia emocional, casi traumática, para casi todos los involucrados en ella, y cuando el público finalmente se cansó de las exigencias impuestas por su enérgico líder, este fue retirado, y su salida fue también una experiencia emocional y casi traumática.

Como se ilustra más adelante en este texto, Gaitán fue una mezcla peculiar de un radical y un conservador, un idealista y un pragmático, o, como lo expresó uno de sus pocos confidentes, “... un revolucionario que odiaba el desorden”2. Las tensiones nacidas de este dilema se transmitieron de Gaitán, el administrador, a los ciudadanos que administraba; de un modo no muy diferente al de las masas que en ese momento estaban reaccionando a las personalidades cargadas de tensión de Hitler y Mussolini, el público de Bogotá estaba siendo estimulado hasta un punto emotivo sin precedentes, y posteriormente llevado a la indignación extrema, incluso hasta la hostilidad, por la personalidad fuerte y emocionante de su líder.

Gaitán fue nombrado alcalde de Bogotá el 20 de mayo de 1936, por el entonces recientemente nombrado gobernador de Cundinamarca, Parminio Cárdenas Galvis3. En ese momento el cargo estaba en manos de Francisco J. Arévalo, anterior secretario del gobierno municipal, quien había sido designado alcalde interino después de la renuncia de Carlos Arango Vélez a la alcaldía en marzo de ese año4.

El hombre que había nombrado a Gaitán, el gobernador Cárdenas, era nuevo en su cargo y solo había estado un corto tiempo, nombrado por el presidente liberal Alfonso López5. Cárdenas había sido anteriormente senador y miembro de la Corte Suprema de Justicia. En ambos cargos había adquirido la reputación de ser un reformador6. Indicó su continuado interés por las reformas en su discurso de aceptación, en el que enfatizó

2 Niño H., op. cit, p. 4.3 Parminio Cárdenas, en Decreto gubernamental de Cundinamarca #369, del 20 de mayo de 1936. Citado

en El Espectador, op. cit., mayo de 1936. 4 Cuando la autora estuvo en Bogotá se encontró con el Dr. Arévalo quien todavía trabajaba como

secretario municipal. Había trabajado en varias oportunidades como alcalde interino, incluyendo el período posterior a la renuncia de Gaitán como alcalde. El Dr. Arévalo, quien fue secretario municipal bajo la administración de Gaitán, recuerda a este como “un hombre con quien era difícil trabajar”, y como “extremadamente exigente”.

5 El Espectador, loc. cit.6 Ibíd.

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su interés particular en las reformas municipales y en el que anunció su nombramiento de Gaitán en la Alcaldía de Bogotá.

“El alcalde”, dijo Cárdenas, “es el nervio central de una buena administración departamental”7. Describió a su alcalde ideal como uno que no solo tuviera un gran espíritu cívico, sino también una gran consciencia social, y advirtió que esta última cualidad era indispensable para cualquier alcalde que fuera a trabajar de manera efectiva con su administración. Dijo que no toleraría “parásitos” que se alimentaran del cargo8, y añadió que: “Los alcaldes en mi gobernación serán individuos con iniciativa, quienes elaborarán planes para el mejoramiento... Sobre todo, deben estar comprometidos con traer justicia social, cultura y bienestar económico a las masas de trabajadores y campesinos, hoy abandonados y merecedores de una mejor fortuna”9.

Refiriéndose a los problemas específicos que enfrentaban sus administradores municipales, el gobernador Cárdenas mencionó la “falta de actitud profesional” de parte de los funcionarios públicos y declaró que tal defecto en el profesionalismo tenía como resultado el “uso ineficiente de los recursos públicos”10. Es imposible determinar con el material disponible si Cárdenas estaba sugiriendo que los funcionarios de Bogotá estaban dentro de los corruptos, pero si la corrupción estaba presente en Bogotá, eso significaba una preocupación particular para los funcionarios departamentales e incluso nacionales de ese momento. La ciudad estaba cerca de celebrar cuatrocientos años de fundación, y tanto los gobiernos nacional como departamental estaban contribuyendo con fondos para ayudar a los bogotanos a preparar la celebración conmemorativa11.

Hacia el final de su discurso, Cárdenas anunció el nombramiento de Gaitán e indicó su decidido apoyo para su elegido con la siguiente declaración: “Quisiera anunciar que entre el nuevo alcalde y yo existe el más absoluto y perfecto acuerdo”12.

7 Ibíd.8 Ibíd.9 Ibíd.10 Ibíd.11 Decreto Municipal de Bogotá #214, 14 de julio de 1936. Este dice que 206.000 pesos fueron donados

por la Nación y 5.000 pesos por Cundinamarca para la Oficina de Obras Públicas de Bogotá para las preparaciones de la celebración del cuatricentenario.

12 El Espectador, loc. cit.

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En el momento del nombramiento, Gaitán era presidente del Concejo de Bogotá. También era congresista, miembro de la Comisión Penal Departamental, y profesor de jurisprudencia en la Universidad Libre, donde tenía además el título, más honorífico que funcional, de rector. También tenía una práctica legal considerable13.

Gaitán aceptó el nombramiento de Cárdenas casi inmediatamente después de ser consultado por el gobernador sobre el cargo pero pidió dos semanas antes de asumir el puesto para arreglar “asuntos personales”14. Cárdenas aceptó el acuerdo, “con la salvedad de que Gaitán asumiría el puesto inmediatamente en el evento de una emergencia”15 y por tanto nombró a Jaime González Ortiz, secretario municipal de Hacienda durante la administración de Arango Vélez, para trabajar como alcalde temporal16.

La reacción de González al nombramiento de Gaitán fue una de las primeras que se registraron en detalle en la prensa bogotana. González aseguró que “Las grandes dotes intelectuales y morales que Gaitán posee y que son bien conocidas, son la mejor prueba de que la administración será una exitosa”17.

La edición de El Tiempo en la que se incluían los comentarios de González también relataba que: “... incluso las poblaciones más distantes de Cundinamarca han contribuido al infinito número de telegramas... que han sido recibidos.. [lo que indica que] el entusiasmo [por el nombramiento] ha sido unánime”18.

Incluso un líder del mundo bancario colombiano se unió a los elogios. Eduardo Vallejo, el jefe de la Superintendencia Bancaria19, declaró:

El Dr. Gaitán será un excelente alcalde de Bogotá. Es un individuo de gran prestigio, inteligencia y habilidad organizacional...

13 El Tiempo, op. cit., 21 de mayo de 1936.14 El Tiempo, loc. cit.15 Ibíd.16 Ibíd.17 El Tiempo, op cit. 22 de mayo de 1936.18 Ibíd.19 La Superintendencia Bancaria era en ese momento: “... una institución oficial que vigila la actuación de los bancos privados y oficiales, principalmente con

el objeto de ver si cometen infracciones a la ley bancaria. Fue creada en 1920 por consejo de la misión financiera americana que presidió Mr. Kemerer (“the money doctor”). El cargo de jefe de esa oficina es uno de las más importantes de la jerarquía burocrática nacional”. Definición tomada de un mensaje de Juan Lozano y Lozano a la autora.

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Personalmente, me gusta el nuevo alcalde. Una declaración oficial del banco sobre este nombramiento no puedo dar todavía porque la Junta no lo ha discutido. Sin embargo, creo que el Dr. Gaitán se desempeñará de modo magnífico como alcalde; actualmente disfruta de un enorme prestigio y tiene una vasta preparación... No creo que exista ningún motivo que pueda provocar resistencia por parte de los banqueros sobre el nuevo alcalde... El Dr. Gaitán es estimado y, por encima de todo,... es inteligente. Y, con una persona inteligente, uno puede llegar rápidamente a una resolución razonable de cualquier diferencia... 20

Las especulaciones sobre la inminente alcaldía de Gaitán llenaron los periódicos de la ciudad. Entre los que comentaron sobre el nombramiento estaba el columnista de El Espectador, Roberto Julio González, quien escribió en una edición de finales de mayo en su columna “Zig-zag”: “Gaitán aceptó la alcaldía porque sabía que en esa posición podría inyectar una nueva vida a la administración pública de la ciudad capital... Gaitán no es simplemente el agitador demagogo que muchos se imaginan. Él sabe lo suficiente como para no emprender un proyecto que no beneficie a la capital...Gaitán es un hombre honesto, de gran conocimiento y sabiduría, fuerte, recto y activo...”21.

Entre los comentarios públicos que siguieron al anuncio de su nombramiento, Gaitán tomó las dos semanas que le habían dado. Momentáneamente escapándose del ojo público, voló a Medellín, y en una sencilla ceremonia, se casó con Amparo Jaramillo Jaramillo, el 27 de mayo de 1936. Al día siguiente, los recién casados volvieron a Bogotá donde la Sra. Gaitán fue cálidamente recibida por los estupefactos pero fascinados bogotanos.

El 8 de junio de 1936, Gaitán tomó juramento para el cargo de la Alcaldía y se convirtió en el hombre número veintisiete en trabajar como alcalde de Bogotá desde que la municipalidad fue reorganizada en 189122.

20 Entrevista con el Dr. Eduardo Vallejo, “Los banqueros hablan sobre el estado de la negociación/todos están de acuerdo en que la negociación avanzará con la presencia de Gaitán”. El Tiempo, op. cit, [s.f.].

21 Roberto Julio González, “Zig-zag” El Espectador, op. cit., mayo de 1936.22 De la información recopilada de varios volúmenes de los Decretos Municipales de Bogotá. Los primeros

decretos en las colecciones de los archivos municipales de Bogotá fueron los del alcalde Higenio Cualla, quien ejerció de 1891 a 1898. Ocho alcaldes sucedieron a Cualla hasta julio de 1905, cuando Bogotá fue convertida en distrito especial y fue administrada por tres gobernadores. Los períodos respectivos de estos ocho alcaldes y tres gobernadores son: 1 mes, 1 mes, 14 meses, 4 meses, 13 meses, 16 meses, 1 mes, 9 meses, 5 meses, 4 meses y 4 meses. En agosto de 1908, Bogotá nuevamente se convirtió en municipalidad y tuvo dieciséis alcaldes que ejercieron hasta el nombramiento de Gaitán. Sus respectivos períodos en el cargo fueron: 16 meses, 18 meses, 30 meses, 1 mes, 2 meses, 4 meses, 4 meses, 4 meses, 14 meses, 25 meses, 4 meses, 10 meses, 2 semanas, 8 meses, 6 meses y 3 meses.

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El juramento para el cargo fue dado por el primer juez de la municipalidad, Carlos Saúl Goyeneche23.

Con su juramento de servir a la ciudad fielmente como alcalde, Gaitán se hizo más directamente responsable de aliviar los problemas de su ciudad natal de lo que nunca lo había sido en cualquier otro punto de su carrera. Estos problemas eran tan difíciles como numerosos. Como se mostró en el Capítulo 1, Bogotá, que se encontraba experimentando los primeros estadios de la industrialización, estaba perdiendo su punto de equilibrio a medida que el número de habitantes superaba la capacidad de la comunidad para absorberlos. La mirada de los poetas-filósofos patricios al respecto se había vuelto cínica, como se puede percibir en las palabras de Calibán24, un comentarista político de la oligarquía cuya columna “Danza de las horas”, aparecía en el periódico de los Santos, El Tiempo:“¡Por fin, Bogotá tiene su alcalde! ¿Cómo le irá? ¿Qué hará con los leprosos y niños abandonados que llenan las calles, la suciedad de esas calles, las casas sin electricidad, los mendigos, los burócratas perezosos, y el pobre servicio de trasporte?”25.

Unos días atrás, Gaitán había sugerido lo que haría en una entrevista publicada en Pluma Libre26. En la entrevista, a Gaitán se le preguntó por sus planes para la celebración del cuarto centenario, aparentemente una preocupación de algunos de los ciudadanos más favorecidos, quienes querían que Bogotá fuera decorada para su aniversario. Gaitán respondió:

Bogotá, que hoy aparece como horriblemente deficiente, con falta de todo, es el producto de un siglo de negligencia... Ahora, con la ocasión del Centenario, todos quieren transformarla de la noche a la mañana en una gran ciudad moderna, de acuerdo a su concepción particular de lo que una gran ciudad moderna debía ser. Y esto no es posible. Pero, lo que es posible es empezar, inmediatamente, con energía y sin timidez, la realización de un programa que, cualquiera que sea, sea llevado a cabo hasta terminarlo27.

23 El Espectador, op. cit., 9 de junio de 1936.24 Calibán era el seudónimo usado por Enrique Santos Montejo, un hermano del expresidente Eduardo Santos.

El nombre fue probablemente tomado de la novela de José Enrique Rodó, Ariel (Boston: Houghlin Mifflin Company, 1922), en la que “Calibán” es la personificación del “materialista” y “pragmático” Estados Unidos.

25 Calibán, “Danza de las horas”, El Tiempo, op. cit., 10 de junio de 1936.26 Pluma libre. 30 de mayo de 1936. Cuando la autora le preguntó por Pluma Libre, el Dr. Lozano y Lozano

respondió: “No recuerdo Pluma libre. Debió ser periódico de existencia efímera, sin importancia”.27 Ibíd.

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Gaitán insistió en que una “acción colectiva”28 fuera usada en la realización de ese programa: “Los colombianos deben dejar de ser espectadores, y volverse actores... y deben trabajar por el interés de la comunidad, en lugar de su propio interés personal”29.

Concluyó la entrevista declarando que él, personalmente, había renunciado a todas las otras ocupaciones en ese momento “excepto a la rectoría de la Universidad Libre” para dedicar la máxima energía a las obligaciones de la alcaldía.

Como se ha dicho, en el momento en que Gaitán se posesionó como alcalde, la ciudadanía de Bogotá estaba particularmente preocupada por la apariencia física de la ciudad. La respuesta de Gaitán fue un llamado a la acción colectiva. Había declarado que en lugar de esperar que los empleados municipales realizaran las muchas tareas físicas en el cambio de la ciudad, los mismos bogotanos debían asumir un cambio de actitud, que eventualmente se manifestara en el deseado cambio físico.

Paradójicamente, los decretos iniciales de Gaitán abogaban por una extensiva transformación física, en áreas grandes y pequeñas, para fomentar esta actitud. En su primer decreto como alcalde, Gaitán ordenó que los ciudadanos individualmente asumieran la responsabilidad de limpiar las paredes de la ciudad30. Cada dueño de una propiedad fue requerido para limpiar su extensión particular de pared expuesta a la mirada pública. Autorizó a la policía municipal a hacer cumplir la orden. Todo aquel que se rehusara a cooperar sería multado por un valor entre 10 y 50 pesos31.

Este decreto fue seguido por otros similares. Los dueños de propiedades también fueron asignados como responsables de las siguientes actividades: cerrar los lotes abiertos32, reparar las carreteras públicas33, y construir andenes34. Para evitar convertir a los andenes en una colcha de retazos, el último decreto obligaba a los dueños de propiedades de cada cuadra a reunirse para decidir cuál de los tres materiales permitidos iban a usar: asfalto, cemento o adoquín. Tenían también que convenir sobre el

28 Ibíd.29 Ibíd.30 Decreto Municipal de Bogotá #153, 9 de junio de 1936.31 Ibíd.32 Decreto Municipal de Bogotá #167, 20 de junio de 1936.33 Decreto Municipal de Bogotá #181, 26 de junio de 1936.34 Decreto Municipal de Bogotá #189, 2 de julio de 1936.

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ancho y el nivel de los andenes de su cuadra. Se les daba seis meses para completar el proyecto. Si no cooperaban, se les imponía una multa de 50 pesos por cada semana que la construcción siguiera incompleta35.

En otro decreto, Gaitán compelió a los propietarios a iluminar todos los edificios que enfrentaban a las vías públicas36. Cuando un periodista le respondió diciendo que la planta local de energía no era capaz de suministrar tanta electricidad, Gaitán respondió: “si todos los que tienen iluminación sacrifican una de sus luces, habrá energía suficiente para todos”37.

Algunos de los decretos de Gaitán sobre el aspecto de “acción colectiva” de su programa general para Bogotá parecían de alguna manera arbitrarios. Tal vez el mejor ejemplo de tales medidas es el quinto decreto, emitido el 13 de junio de 1936, solo cinco días después de haberse instalado como alcalde. En él, Gaitán le dio a los propietarios de negocios y viviendas hasta el 19 de julio para pintar el frente de las casas y tiendas de uno de cinco colores: crema, marfil, amarillo, rosado suave, o marrón suave. Prohibió los colores oscuros, el rojo o el azul38. El razonamiento detrás de estas órdenes un tanto inusuales era que los colores iluminados le darían a la ciudad un aspecto más limpio y brillante. El azul, el rojo e incluso los tonos más suaves de estos colores fueron prohibidos por la cercana asociación de estos con los partidos políticos en Colombia. A pesar de la publicidad que se le dio a estas razones en la prensa bogotana, el decreto fue el primero de varios que le generó a un creciente número de bogotanos suspicacias acerca de su nuevo alcalde. Siendo un pueblo fuertemente individualista, se resintieron de que les dijeran con qué color debían pintar sus propiedades39.

Gaitán era exigente con la población, pero lo era aun más con su equipo de trabajo. Ya se han reseñado las declaraciones del gobernador Cárdenas y el columnista Calibán, que sugerían la necesidad de reformas administrativas a nivel municipal; y Gaitán no dejó dudas de que estaba dispuesto a hacerlas. Su objetivo primordial parece haber sido el uso óptimo del personal y los materiales con los que ya contaba. Inmediatamente después de tomar su juramento, hizo un

35 Ibíd.36 Ibíd.37 Editorial, Mundo al día, [Bogotá, Colombia] junio de 1936.38 Decreto Municipal de Bogotá #158, 13 de junio de 193639 Fluharty, op. cit., pp. 167-68

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recorrido de inspección del Palacio Municipal. Notó que el reloj no estaba funcionando y ordenó su reparación inmediata40. Organizó sus horas de oficina de 8 a.m. a 1 p.m. y de 3 p.m. a 7 p.m., y declaró que se esperaba que los empleados municipales cumplieran con el mismo tiempo de trabajo. Después de recordarles que las horas laborales eran de 8 a.m. a 12 del mediodía y de 2 p.m. a 6 p.m., ordenó que se les multara con un peso por cada cinco minutos de retraso en su llegada41. Resumiendo su posición declaró: “muy pronto [necesitaré] trabajos intensivos y que cada uno cumpla con su tarea particular, quienquiera que no lo haga, a la calle”42.

En el curso de sus ocho meses de administración, Gaitán envió aproximadamente a cincuenta y cinco empleados “a la calle”43. La mayoría de los despedidos fueron funcionarios menores44, pero varios funcionarios de alto nivel también fueron despedidos por “incompetencia”. Uno de ellos fue un doctor que trabajaba para el hospital mental municipal45.

Durante el recorrido de inspección del Palacio Municipal, Gaitán también se encontró con 15.000 contenedores de basura, adquiridos durante una administración anterior, pero nunca ubicados en la ciudad. Gaitán ordenó que inmediatamente se les sacara del depósito y se pusieran en servicio. Arregló entonces que la flota existente para recolección de basura en la ciudad hicieran doble turno46, y que los hornos construidos durante una administración anterior para la eliminación de la basura fueran reparados y volvieran a ser usados47.

La reacción de la prensa a este aspecto de la actividad de Gaitán fue favorable. Un editorial de una edición de junio de 1936 de Mundo al día

40 “Más limpieza y más luz, primera orden de Gaitán”, El Tiempo, op. cit., junio de 1936.41 Ibíd.42 Jorge Eliécer Gaitán en un discurso dado en el banquete de celebración de su inauguración, citado en

“El ejecutivo de Bogotá”, El Tiempo, op. cit., junio de 1936.43 Es imposible determinar el número exacto de los que fueron destituidos por incompetencia de los

textos de los decretos ya que varios decretos hablan de “varios empleados”, en vez de dar un número exacto. También, algunos de los que quedaron registrados como “renuncias”, pueden haberlo hecho por miedo a un despido deshonroso.

44 Los siguientes son los decretos que citan despidos por “incompetencia” durante la administración de Gaitán; Decreto Municipales de Bogotá #160, 164, 168, 169, 179, 185, 209, 211, 247, 248, 252, 254, 256, 260, 263, 271, 276, 285, 294, 295, 303, 310, 311, 316, 321, 329, 331, 338, 340, 341, 350, 352, 358, 365, 370, 385, 412, 430, 441, 450, 453, 459 y 468 en 1936, y el #34 en 1937.

45 Decreto Municipal de Bogotá #311, 3 de septiembre de 1936.46 “Multado un inspector...”, El Tiempo, op. cit., junio de 1936.47 Ibíd.

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relata: “El tema del día es nuestro nuevo ejecutivo. La ciudad no ha visto un alcalde como este en medio siglo”48.

Una editorial del 7 de julio de 1936, en El Tiempo, observaba: “Gaitán ha declarado una guerra contra la suciedad, el aspecto sórdido de las calles mal reparadas y las casas dilapidadas, contra los burócratas corruptos, la mala administración y los servicios públicos mal organizados”49.

El Día presentó una fotografía del nuevo alcalde con el siguiente comentario: “Jorge Eliécer Gaitán en solo unos días ha traducido la belleza de Bogotá en una realidad... Jorge Eliécer Gaitán es... el primer administrador público que ha tenido éxito en transformar esta metrópolis en una ciudad limpia, ordenada y moderna, digna de su importancia”50.

Mundo al día, en otro artículo sobre Gaitán, también presentó una fotografía de Gaitán encima de la siguiente declaración: “Bogotá se ha despertado; y el alcalde Gaitán le ha lavado la cara”51.

Gaitán utilizó una amplia variedad de métodos para su limpieza general de la ciudad. Anunció que fondos especiales conseguidos con los gobiernos nacionales y departamentales irían a la construcción de un nuevo acueducto y a extender los sistemas de alcantarillado, “... en lugar de majestuosos palacios, calles espléndidas y lujosos monumentos”52.

Además de trabajar por la limpieza básica, Gaitán también emitió decretos para el mejoramiento estético de la ciudad. Algunos tenían que ver exclusivamente con la ornamentación, como el que estipulaba que se sembraran árboles en la Avenida Caracas, una de las vías principales de la ciudad53. Sin embargo, la mayoría de decretos emitidos por Gaitán para el mejoramiento estético tenían que ver con otras consideraciones. Se ordenó que los mendigos y los niños abandonados fueran sacados de las calles, y que los infractores fueran enviados a asilos especiales para su cuidado54. También se prohibió holgazanear en las calles. Esta última medida hizo que un columnista bogotano escribiera una entrevista satírica

48 Editorial, Mundo al día, op. cit., junio de 1936.49 Editorial, El Tiempo, op. cit. 7 de julio de 1936.50 El Día, [Bogotá, Colombia] junio de 1936.51 “Bogotá está cambiando su faz”, Mundo al día, op. cit. Junio de 1936.52 “El IV Centenario de Bogotá”, El Día, op. cit., junio de 1936.53 “La obra de Gaitán”, La Razón [Bogotá, Colombia] [s.f.]54 “Más limpieza y más luz...”, loc. cit.

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a “hombres de la calle”, en la que los ficticios participantes tenían miedo de dar más que respuestas muy breves por miedo a ser confundidos con vagabundos. Pero incluso este humorista reconocía la medida como un paso lógico en los esfuerzos de Gaitán para aliviar la congestión en el área del centro55.

Otra acción supuestamente tomada para descongestionar el área del centro fue la demolición de un enorme monumento de concreto dedicado al patriota colombiano Antonio Ricaurte, localizado en la mitad de la carrera 13, otra de las vías principales de la ciudad. El monumento se le había entregado a la ciudad solo unos años atrás por el oligarca conservador Laureano Gómez56. Como se comentará en el epílogo, Gaitán y Gómez fueron fuerzas antípodas que pugnaron por jalonar la política colombiana hacia sus respectivos lados por un cuarto de siglo. Cada uno parecía ver al otro como un “genio malvado”, dotado con una energía diabólica57.

Gaitán describió el monumento de Gómez como un “pedazo de roca poco armonioso o estético... uno de esos trucos que los artistas extranjeros han hecho con [los colombianos que]... son ingenuos en materia de arte”, y añadió que era “un peligro para el tráfico”58. Durante la noche del 25 de junio de 1936, un equipo de demolición redujo el monumento a escombros59.

Independientemente de lo que Gómez hubiera pensado de Gaitán en este momento, los periódicos de Bogotá continuaron alabando al nuevo alcalde. El aspecto de su administración que parecía obtener la mayor cantidad de entusiasmo era su método de “acción colectiva”, que aparentemente había despertado el espíritu cívico. El Día comentó: “Es admirable que el gobierno municipal haya corregido tantas graves deficiencias en tan poco tiempo. También es admirable

55 “Alfileres”, El Gráfico [Bogotá, Colombia], agosto de 1936. Incluso hasta 1963, la condición de congestión en el centro de Bogotá propiciaba los siguientes comentarios en el South american handbook, 1963, op. cit., p. 283:

“El barrio histórico está muy congestionado y con tráfico ruidoso, pero la reputación de la ciudad por su locuacidad se sobrepone incluso sobre esto, ya que las calles están llenas de ardientes conversadores: algunos de ellos incluso se detienen en la mitad de la calle e interfieren con el tráfico”.

56 “Multado un inspector...”, loc. cit.57 Ver Epílogo página 76.58 “Multado un inspector...”, loc. cit.59 “El monumento ha desaparecido”, El Espectador, op. cit. 26 de junio de 1936; y “La demolición de un

monumento”, El Tiempo, op. cit. 26 de junio de 1936.

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que el Dr. Gaitán haya encendido los corazones de los bogotanos amigos de la actividad intrépida”60.

El Espectador declaró:

Algo ha desplazado nuestro tradicional pesimismo: la dinámica fe del alcalde Gaitán y el descubrimiento del espíritu público en Bogotá. Los bogotanos tienen la tendencia de acusar la más fría apatía, el más duro egoísmo, indiferencia e indolencia. La esperanza está prohibida y las ilusiones desacreditadas. Hemos vivido bajo esta consigna. Pero ¿por qué?

[Bogotá tenía]... un espíritu público latente a la espera de la voz de un animador. Más que el título de constructor de esto o de aquello, o de inventor de la puntualidad, Gaitán se merece el de descubridor del espíritu público61.

De hecho, en el segundo mes de Gaitán en la Alcaldía, el público parecía haber sido animado por unas exigencias aparentemente sin precedentes en sus iniciativas y capacidad de ejecución. El Día reportó: “quedan solo unos pocos edificios que siguen sin iluminar y prácticamente todos los propietarios han ordenado construcciones de sus pedazos de andenes”62. El Espectador anotaba: “Bogotá se ha rejuvenecido, y su aspecto físico es hoy muy agradable. Es justo decir que el público ha contribuido efectivamente a la conversión de los decretos del alcalde en una realidad, sin demoras o rebeldías”63.

Gaitán había respondido al reto de Calibán64. Las exigencias de la ciudad se habían logrado o, por lo menos, se habían empezado a lograr. Se habían emitido disposiciones para los leprosos y los niños abandonados que pululaban en las calles, para las casas sin electricidad, para los mendigos y los burócratas holgazanes. Uno podría decir que con estos en apariencia superficiales logros, se había despejado el camino para el programa central de Gaitán, y con la aparición de la iniciativa individual y la habilidad para ejecutar las órdenes por parte de la ciudadanía de Bogotá, la fundamentación para ese programa había sido establecida.

60 Editorial, “Política municipal”, El Día, op. cit., junio de 1936.61 Editorial, “El espíritu público”, El Espectador, op. cit., julio de 1936.62 El Día, op. cit., 22 de julio de 1936.63 Editorial, “Higiene por dentro”, agosto de 1936.64 Ver página 54.

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Podemos ahora analizar el programa de Gaitán. Como se comentó en un capítulo anterior, el problema básico de la Bogotá moderna, de hecho, de la Colombia moderna, parece tener que ver con las concentraciones de habitantes por fuera del cercado de la vida urbana saludable y productiva. Los leprosos no atendidos y los niños abandonados, las calles sucias, las casas sin electricidad, los mendigos, y quizás también los burócratas corruptos y holgazanes y el pesimismo del público general eran simplemente algunas de las manifestaciones del problema.

Los pobres de Bogotá han permanecido en la periferia de la vida de la comunidad por muchas razones. Como se indicó en el discurso inaugural del gobernador Cárdenas, ellos habían sido víctimas de varias injusticias económicas y sociales. Se necesitaba una reforma en muchos frentes para su incorporación a la vida de la comunidad. Al seleccionar una área para sus reformas iniciales, Gaitán parece haber intentado repetir, al nivel de la comunidad, la misma transformación que él había sufrido como individuo. Él mismo había crecido en la periferia geográfica, económica y social de la ciudad. El entrenamiento técnico, cultural, y en cierto sentido físico65, lo habían ayudado a convertirse en una figura central.

El entrenamiento técnico para las masas, como el que había conseguido Gaitán, estaba más allá de la capacidad de cualquier individuo con tiempo y fondos limitados en su cargo, pero Gaitán intentó iniciarlo. Además de contratar trece nuevos edificios para escuelas, también fue responsable de la creación de Institutos Profesionales administrados por el Municipio, para hombres y mujeres jóvenes entre los catorce y veinte años. Estos institutos proporcionaban cursos de educación general en las mañanas y cursos de vocación profesional en las tardes. Los productos hechos en el programa de vocación profesional eran vendidos para financiar el programa. Durante el período de Gaitán, aproximadamente doscientos hombres y quinientas mujeres se formaron en este programa66.

El programa de Gaitán para el enriquecimiento cultural tenía tres componentes básicos. Uno era hacer que la ciudadanía toda participara en ciertos proyectos. Aunque no hay información sobre cómo Gaitán

65 De acuerdo con Gloria Gaitán, su padre tomaba largas caminatas y también nadaba para ayudar a desarrollar su diafragma para mejorar su oratoria. También se recuerda su temprano interés en remar para fortalecer su físico.

66 “13 nuevos edificios para escuelas serán terminados en Bogotá en seis meses”, El Tiempo, op. cit., junio de 1936; e “Institutos profesionales”, La Razón, op. cit., [s.f.].

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seleccionaba los proyectos para la participación general de la comunidad, cada uno de los que eligió enfatizaba la belleza de una particular característica o empresa humana. Los proyectos realizados durante la administración de Gaitán para la ciudadanía general fueron dos conciertos de entrada gratuita, una feria del libro, y la “semana de los niños”. El primer concierto, llevado a cabo en la Plaza de Toros Municipal en octubre de 1936, tuvo un público de veinte mil bogotanos67. La Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y un pianista chileno presentaron un programa que incluía la Obertura de Maestros Cantores de Wagner; el Concierto para Piano de Chaikovski, Opus 23; selecciones de El Caballero de la Rosa de Strauss; El Amor Brujo de De Falla; y las Danzas Polonesas del Príncipe Igor de Borodin68. En noviembre de 1936, un segundo concierto, presentando a la bailarina alemana Erika Klein y la Banda Nacional, atrajo a un estimado de veintitrés mil asistentes a la Plaza de Toros, indicando la creciente popularidad de este tipo de funciones69.

El segundo tipo de actividades abiertas a toda la comunidad, la Feria del Libro70, se abrió el sábado 10 de octubre de 1936. Fue creada para promover el interés en los libros y la lectura y parece haber disfrutado del apoyo entusiasta de los comerciantes de libros de la ciudad, quienes montaron exhibiciones especiales en sus tiendas. Fueron recompensados por sus esfuerzos. Durante la feria, se vendieron más de cuarenta y siete mil libros. Una tienda, la Librería Voluntad, reportó haber vendido más de mil volúmenes de clásicos españoles durante los primeros tres días de la feria71. Otra, El Mensajero, vendió más de quinientos volúmenes de historia de América del Sur durante el mismo período72. Todas las tiendas reportaron ventas por encima del promedio en poesía, cuento, sociología, filosofía y obras de teatro73.

La tercer actividad comunitaria, la “semana de los niños”, fue celebrada del 15 al 21 de noviembre de 1936, y se enfocó en la atención de los adultos al mundo especial de los niños. Cada uno de los siete días

67 “Más de veinte mil personas llenaron el Circo de Toros”, El Tiempo, op. cit., octubre de 1936.68 Ibíd.69 “Grande entusiasmo por el concierto”, El Tiempo, op. cit., Noviembre de 1936; y “Erika Klein baila ante el

público bogotano”, La Razón, op. cit., noviembre de 1936.70 “La Feria del Libro”, El Espectador, op. cit., octubre de 1936.71 Ibíd.72 Ibíd.73 Ibíd.

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se dedicó a un tema especial, como “juegos”, “canciones” y “juguetes”. Durante la semana, se llevaron a cabo varios programas con los niños como participantes. Se le dieron canastas de frutas y ropa nueva, donadas por la ciudadanía, a los niños necesitados, y nueve mil libros de historietas, también adquiridos con contribuciones individuales, se repartieron indiscriminadamente entre los más jóvenes de la ciudad74.

Un proyecto comunitario, propuesto pero nunca realizado, fue una

exposición de muebles, artesanías y flores producidas localmente. Gaitán había expresado la esperanza de que los artistas locales tomaran la iniciativa de organizar este programa. Sugirió que se entregarían premios a las mejores contribuciones75.

Gaitán, a propósito, parecía incitar la competencia. Como se anotó en el capítulo anterior, incluso usó el dinero que había ganado con el Premio Ferri para establecer un premio para los mejores ensayos legales por estudiantes colombianos. Como alcalde, usó la competencia como un elemento clave en varios de sus proyectos culturales propuestos. También utilizó una forma más sutil de esta para financiar sus innovaciones al reconocer públicamente las donaciones dadas a la municipalidad por bogotanos individuales76.

Una segunda parte del programa de Gaitán para la educación cultural fue el de dotar a los menos privilegiados de la ciudad con servicios culturales especiales. Entre estos estaban las películas gratuitas77, conferencias sobre higiene y “otros asuntos prácticos”78, y bibliotecas móviles79. Estas últimas se pusieron en funcionamiento en septiembre de 1936 y se basaron en el sistema de “bibliotecas ambulantes”, que manejaban voluntarios a través de barrios obreros80. Se llegaron a proponer, pero no se realizaron, guarderías municipales para los hijos de los trabajadores y coros populares con premios para las mejores presentaciones81.

74 “La Semana del niño”, El Tiempo, op. cit., [s.f.]75 “Una campaña de cultura popular desarrollará la alcaldía de esta ciudad”, El Espectador, op. cit. Agosto

de 1936.76 “100.000 vale la sala de maternidad”, El Espectador, op cit., [s.f.]. En este artículo, que principalmente

trata de una propuesta jamás realizada por su administración, Gaitán agradece públicamente las donaciones dadas a la municipalidad por varias industrias e individuos.

77 “Una compañía de cultura popular...”, loc. cit.78 Ibíd.79 “Se crearán pronto centros de lectura”, El Tiempo, septiembre de 1936.80 Ibíd.81 Una campaña de cultura popular...”loc. cit.

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A pesar del hecho de que no todas las propuestas de Gaitán se llevaron a cabo, los bogotanos se mantuvieron relativamente entusiastas acerca de su nuevo alcalde. Él había traído un nuevo estilo a la Alcaldía; había mostrado a la comunidad cómo usar efectivamente los recursos humanos y materiales. Había tomado la iniciativa de determinar las necesidades de la comunidad y podía sugerir, en detalle, cómo se podían paliar esas necesidades. Algunas de sus observaciones parecían nuevas a los bogotanos y sus propuestas, si bien no eran totalmente originales, eran motivo de noticia82. Era Gaitán quien exigía que todos los edificios públicos con hornos o estufas fueran equipados con extintores y quien pedía la ubicación de filtros en las chimeneas de las fábricas para reducir el hollín en el aire83. Era Gaitán quien describía las prácticas de higiene para los empleados de restaurantes y cafés y quien penalizaba a los comerciantes que engañaban a los consumidores con falaces pesos y medidas84. Gaitán comisionó a un equipo para estudiar los patrones del tráfico para ayudar a facilitar el flujo de personas y bienes por la ciudad y aumentó el número de agentes de tránsito85. Propuso la construcción de “quioscos sanitarios”, para darle a los peatones no solo instalaciones sanitarias, sino también estampillas, tabaco, billetes de lotería, periódicos y revistas, jabón, cuchillas de afeitar, y todos los otros productos que se vendían en los quioscos europeos que seguramente le sirvieron como modelo. Otras acciones de la Alcaldía pusieron los archivos municipales en orden y le proporcionaron a los ciegos de la ciudad bastones blancos86.

En septiembre de 1936, Gaitán inició un programa de educación física para los bogotanos estableciendo un comité municipal de deporte87. El grupo estaba compuesto por el director de relaciones públicas de la ciudad, un representante de la Comisión Nacional de Salud, y los presidentes de la Liga de Fútbol de Cundinamarca, la Sports Union, y el Club de Deportes Americanos; y fue reunido para estudiar el problema de la educación física en Bogotá y para recomendar los medios para “promover el interés en los deportes”88.

82 Literalmente miles de recortes de prensa sobre los ocho meses de Gaitán como alcalde llenan los álbumes de Gloria Gaitán.

83 Decreto Municipal de Bogotá #427, noviembre 25 de 1936; y Decreto Municipal de Bogotá #436, diciembre 1 de 1936.

84 Decreto Municipal de Bogotá #373, 10 de octubre de 1936; y Decreto Municipal de Bogotá #397, 2 de noviembre de 1936.

85 El Tiempo, op. cit., agosto de 1936.86 “La alcaldía ordenó varios traslados presupuestos”, La Razón, op. cit. [s.f.]; y Decreto Municipal de Bogotá

#301, 2 de septiembre de 1936.87 Decreto Municipal de Bogotá #322, 10 de septiembre de 1936.88 Ibíd.

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Tal vez como resultado de las recomendaciones del comité, Bogotá celebró el “Día de los deportes” a comienzos de octubre89. La ocasión fue esencialmente una campaña de promoción del deporte, pero incluyó un desfile en el que cerca de seis mil estudiantes y atletas, vestidos con ropa deportiva, marcharon por la carrera Séptima90.

El arzobispo de Bogotá se escandalizó por el evento. Relacionó el desfile de jóvenes atletas y su énfasis en la destreza física con las convenciones juveniles que en ese momento se llevaban a cabo en Alemania e Italia por Hitler y Mussolini91. Fue una crítica significativa, aunque en ese momento impopular, al alcalde, porque era la primera vez que una actividad impulsada por Gaitán había sido abiertamente comparada con las de los líderes fascistas contemporáneos.

La prensa bogotana se alineó con Gaitán. Una interesante respuesta a la protesta del arzobispo se presentó en un artículo de El Espectador, por Jorge Padilla, titulado “Elogio del cuerpo”. En él, Padilla argumentaba que la belleza divina se reflejaba en los atributos tanto espirituales como físicos de los hombres92.

Sin embargo, la visión del arzobispo sobre las políticas de Gaitán serían compartidas por un creciente número de bogotanos, al empezar Gaitán a implementar la tercera parte de su programa de entrenamiento cultural, el de exigir ciertas prácticas cotidianas por parte de la ciudadanía. Gaitán parecía haber tomado estas medidas para reducir las distinciones entre los bogotanos “civilizados”93, y aquellos de la periferia social de la ciudad. Entre las medidas estaba la orden que el típico vestido de los pobres, la ruana y las alpargatas, fueran reemplazadas por zapatos y abrigos de estilo europeo94. Aun más, se le ordenó a todos tomar baños ocasionales95.

89 “El arzobispo decidió prohibir el desfile deportivo mañana”, El Tiempo, octubre de 1936. A pesar de este titular, el desfile sí se llevó a cabo.

90 Ibíd. 91 Ibíd. 92 Jorge Padilla, “Elogio del cuerpo”, El Espectador, op, cit, octubre 1936.93 La idea de usar este adjetivo particular en este punto fue tomada de un editorial, “El motín y la autoridad”,

que apareció en La Voz del Sinú, un periódico de provincia. El autor de este editorial se oponía a: “... la obstinación de los señores de volante para vestirse decentemente con un traje característico, como

se usa y acostumbra en todas las ciudades civilizadas...”94 Decreto Municipal de Bogotá #333, 15 de septiembre de 1936.95 Decreto Municipal de Bogotá #373, 10 de octubre de 1936. En el primer artículo de este decreto, se hace

responsable a las cabezas de familia de vigilar que cada uno de los miembros del hogar se bañe. Los castigos iban de uno a diez pesos.

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Inmediatamente, la constitucionalidad y operatividad de la orden fue blanco de ataques. El Tiempo hizo una encuesta entre el público sobre el decreto extraordinario, y en los resultados se mostró casi unánimemente que a los bogotanos no les gustaba96. Los siguientes comentarios aparecieron en el mismo orden en la encuesta de El Tiempo:

Anastasio Rodríguez. Carpintero: lo que no nos deja usar zapatos es el costo.

Escipión Fernández. Herrero: no está bien que alguien le diga a otro lo que debe usar. Yo, personalmente, no voy a cambiar mi ruana por un abrigo más caro.

Martín Amezquita. Dueño de una zorra [vehículo]: un par de alpargatas santandereanas de suela de cuero cuestan 80 centavos. Duran un mes o dos. Yo recorro toda la ciudad con mi zorra. Camino mucho. Cuando estaba en el ejército tenía que usar zapatos. Las medias hacían que me sudaran los pies. Me dolían los dedos. Me dieron callos. ¿Qué tienen de malo las alpargatas?

Alcides N. Barrendero: por supuesto, todo tiene que ser como el Dr. Gaitán piense que debe ser. No estamos civilizados aquí y la civilización es importante. Claro que vamos a extrañar nuestras ruanas y los zapatos nos van a pellizcar los pies. Pero seremos señores.

Luis Jiménez. Carnicero: si me dan zapatos y un abrigo, entonces el Diablo se lleva mis alpargatas y ruana. Si no, me quedo con mis alpargatas y ruana y que el Diablo se lleve el decreto.

Carmela de Gaitán [sin ninguna relación familiar con el Dr. Gaitán]. Ama de casa de clase media: ¿Y qué con eso del baño? Es ridículo. Tengo tres hijos y dos indias97. ¿Qué hago si las indias no se quieren bañar? ¿O dicen que están enfermas? ¿Cómo puedo probar que no es cierto? ¿Debo llamar al doctor para confirmarlo? Si es así, prefiero pagar la multa que la cuenta del doctor.

Luis Martínez. Recolector de tiquetes en un bus. 22 años de edad. Estudiante de la escuela nocturna que espera estudiar ingeniería

96 Encuesta “La ruana, los alpargates y el baño: los interesados opinan sobre las disposiciones del alcalde”, El Tiempo, op. cit., [s.f.]

97 El término se usaba refiriéndose a las empleadas domésticas.

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eléctrica por correspondencia: si uno no se baña en Bogotá es porque no hay medios para hacerlo. En mi casa, de hecho en todas las casas de nuestro barrio [Belén], no hay baños. Ni siquiera hay casi agua. Tenemos que ir a la fuente en la calle 6 para el agua para cocinar y lavar. Si usamos esa agua para bañarnos, entonces ¿con qué cocinaremos? Si el baño se hace obligatorio, tenemos que terminar primero en nuevo acueducto y después construir baños en cada casa. Le apuesto que el Dr. Gaitán no se baña con agua fría. ¿Cómo voy a calentar yo agua en mi casa?

Heliodoro Manrique. Empleado de clase media: no me hable del decreto de limpieza ¿Qué ha sido de nuestros inviolables derechos como individuos? ¿Qué pasa si no quiero bañarme? ¿Quién me va a obligar? ¿Y qué pasa si no quiero que mis hijos se bañen? Es suficiente con que uno se lave las manos y la cara y se enjuague la boca. ¿Para qué bañarse todo el cuerpo? Suponga que me dé un resfriado y que se convierta en pulmonía. ¿Y si me muero? ¿Quién va a proveer y a educar a mis hijos?98 .

Gaitán, sin embargo, pareció mantener la popularidad general entre sus electores en todo lo que quedó de 1936, a medida que continuaba innovando y consiguiendo cambios notables aunque superficiales. Entre estos cambios estaban la iluminación y pavimentación de la zona alrededor de la Plaza de Toros Municipal99, y el establecimiento de una biblioteca popular100. Gaitán financió esta última solicitando personalmente fondos a las colonias norteamericana, británica, alemana, italiana, española, francesa, sirio-libanesa, polaca, judía y mexicana en Bogotá101.

En diciembre, El Tiempo publicó los resultados de otra encuesta. Esta tenía que ver con la aprobación general de Gaitán y sus logros. Casi sin excepción, los entrevistados fueron entusiastas.

Rafael Limonge: Todo me parece bien.Eugenio Uribe: ¡Admirable! Si sigue así, seguro será candidato presidencial. Eduardo González Quijano: ¡Muy admirable! Y yo ya pinté la fachada de mi tienda.

98 Encuesta, “La ruana, los alpargates...” loc. cit.99 El Espectador, op. cit., [s.f.] Este artículo sin título también anotaba que la plaza de toros era propiedad

del Banco de Bogotá.100 El Tiempo, op. cit., 22 de julio de 1936.101 Ibíd.

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Óscar Tejada: todos los ciudadanos de bien están contentos con lo que el Dr. Gaitán está haciendo. Ismenia Ospina: me gustaLuis Borda: tengo la más grande estima por él. Lo ayudaremos. Ignacio Franco: Maravilloso, maravilloso, maravilloso. Lo secundo en todas sus medidas por el bien de nuestra ciudad. Juan de J. Castrillón: ha tenido que hacer lo que ha tenido que hacer. Antonio Sandoval: Formidable. Daniel Alfredo Díaz: Gaitán es un hombre práctico. Él nos ha mostrado que los más pequeños detalles son los más grandes detalles. Pablo E. Montejo: ¡eso se llama un alcaldazo! Eladio Sánchez: el embellecimiento de Bogotá era necesario. Pero, yo cuestiono los medios por los que la ha hecho. Y digo esto sin ningún prejuicio. Emilio Pinilla: soy un admirador del Dr. Gaitán. Como alcalde, es admirable. Benjamín Parra Jaramillo: maravilloso. 1A.José Sánchez: estoy encantado. Este alcalde sabe qué hacer. Benjamín Rodríguez: ¿que si me gusta? Tenga la seguridad que sí. Rubén Camargo: pasará a la historia como el alcalde del siglo102.

Los logros de Gaitán como alcalde fueron incluso reconocidos en el extranjero. El Centro de Cultural Socialista Colombiano en México envió la siguiente carta a las oficinas de El Tiempo:

[...] hemos seguido el trabajo del Dr. Jorge Eliécer Gaitán con gran interés y esperamos que inclusive desde México se oiga un sincero aplauso.

En el breve período de cinco meses, ha delineado y está empezando a producir un gran trabajo. Existe un superávit en el tesoro municipal, las obras públicas se han desarrollado rápidamente, se han construido escuelas, se han sembrado árboles, las calles han sido pavimentadas, los barrios de los trabajadores han recibido atención especial, se han promovido los deportes, y se han presentado conciertos populares. También se ha celebrado una revolucionaria Feria del Libro.

Estos logros lleva a nuestra delegación a congratular al Dr. Gaitán para su trabajo de transformación, realizado como alcalde de la capital colombiana103.

102 Encuesta, “La opinión rodea al doctor Gaitán en su labor en favor de Bogotá”, El Tiempo, op. cit., diciembre de 1936.

103 Carta aparecida bajo el título “Felicitación al alcalde de la ciudad de Bogotá”, El Tiempo, op. cit., diciembre

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A finales de diciembre, en el momento que aparece en retrospectiva como la cima de su popularidad como alcalde, Gaitán dejó Bogotá para unas vacaciones de tres semanas a la costa caribe colombiana104. En su ausencia, Julio Roberto Salazar Ferro, su secretario, fue delegado para actuar como alcalde105.

Gaitán regresó a su puesto el 8 de enero de 1937. Estuvo los primeros diez días después de su retorno en asuntos de rutina, sobre todo cumpliendo citas106. Luego, el 19 de enero, reasumió el trabajo en uno de sus proyectos relativamente nuevos: el de sistematizar el servicio de taxis de la ciudad.

Dos consideraciones básicas parecieron sustentar el intento de Gaitán por regularizar el servicio de taxis. Uno fue que se le garantizara al público tarifas justas107. El otro fue que los conductores de taxis, como los otros individuos que cumplieran funciones públicas, usaran vestidos “presentables”, de acuerdo al particular concepto de “presentabilidad” de Gaitán108. Este proyecto parecía ser consistente con el controversial aunque aparentemente popular estilo de gobierno de Gaitán.

Los primeros pasos tomados por Gaitán para sistematizar el servicio de taxis son difíciles de determinar y están rodeados de un poco de misterio. La autora no encontró nada relativo al plan de sistematización en la prensa de 1936, aunque un decreto que obligaba a los conductores a usar uniforme fue emitido a finales de noviembre de ese año.

Cuando Gaitán reasumió su trabajo sobre estas disposiciones a mediados de enero, no volvió al problema de los uniformes que había aparentemente resuelto con el decreto de noviembre, sino que se dedicó al problema de las tarifas justas. Decidió que las tarifas justas serían aseguradas de mejor manera instalando medidores regulados por la municipalidad en los puestos de los conductores.

De repente, la relación de Gaitán con los taxistas se hizo noticia de primera página. Los conductores, desde noviembre, se habían pronunciado

de 1936.104 El 20 de diciembre se ausenta de la capital el doctor Jorge E. Gaitán”, El Tiempo, op. cit., [s.f.]105 Ibíd.106 Decretos Municipales de Bogotá #7-21, emitidos entre el 8 y 18 de enero de 1937.107 Decreto Municipal de Bogotá #26 19 de enero de 1937.108 Decreto Municipal de Bogotá #425, 1936 [s.f.]

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abiertamente sobre las disposiciones relativas a los uniformes. Su protesta, iniciada tan poco tiempo después del anuncio de las tarifas por medidores, estaba evidentemente motivada más por razones personales que por consideraciones ideológicas. Aun así, a su protesta se le dio un tratamiento de la dignidad de una “causa” ideológica. La prensa criticó las disposiciones de Gaitán como un abuso de las libertades civiles. Las críticas de los individuos fueron aun más extrema. El público pareció concluir que Gaitán, quien había decretado de qué color los bogotanos debían pintar sus edificios y ahora qué tipo de ropas debían usar, era realmente el peor de los villanos de esa era: un dictador fascista.

En vista de la creciente hostilidad, Gaitán dejó por un momento el trabajo en el decreto sobre los taxímetros para cambiar el decreto sobre los uniformes109. Sin embargo, los conductores se mantuvieron desafiantes y amenazaron con ir a la huelga si el decreto original no era inmediatamente derogado110. Gaitán respondió que era técnicamente imposible que los conductores fueran a la huelga. Argumentó que las huelgas se usaban en las disputas entre trabajadores y patrones, no en disputas entre un grupo particular de individuos y funcionarios públicos debidamente nombrados111. Para Gaitán esta era una declaración peligrosa pues ponía en duda su ejercicio como alcalde.

El 8 de febrero de 1937, el servicio de taxis paró en Bogotá. Los eventos subsecuentes fueron descritos por Osorio:

109 Decreto Municipal de Bogotá #46 del 8 de febrero de 1937. Este decreto autoriza al Comisariato Municipal a venderle uniformes a costo a los taxistas, un privilegio antes solo extensivo a los empleados municipales. También especifica que no era:

“indispensable para... [los taxistas] usar un tipo específico de uniforme, sino [que pueden elegir] cualquiera de los varios estilos disponibles”.

El artículo final del Decreto sugiere que los uniformes podían ser comprados en el comisariato a crédito, y se hacían disposiciones para garantizar que el pago de los créditos se hicieran a tiempo.

110 Osorio, op. cit., p. 197.111 Ibíd. La declaración de Gaitán de que una “huelga” contra funcionarios públicos debidamente

nombrados era imposible fue recibida con acusaciones que le llamaban dictador, algunos diciendo que decían que pertenecía al grupo de “fascistas” y otros llamándolo “comunista”. Después de que salió de la alcaldía, Gaitán respondió a estas acusaciones en un discurso que dio en la Cámara de Representantes donde se había vuelto a posesionar como delegado por Cundinamarca. El siguiente fragmento fue tomado del texto de ese discurso como se citó en un artículo sin título en La Razón, op. cit., [s.f.]:

“¿Fascista Luis Cano [uno de los fundadores de El Espectador]? ¿Fascista Juan Lozano y Lozano cuya inteligencia notable apoya la misma tesis? ¿Fascistas los médicos y los ingenieros que me apoyan? ¿De manera que toda vez hay una actitud enérgica y que tal cosa se plantea, tenemos una situación fascista?¿Acaso el fascismo es el respeto a la ley? Es todo lo contrario. Es la negación de la norma en sí. Es al contrario porque ni el fascismo, ni el comunismo aceptan el derecho”.

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Los desórdenes se propagaron por toda la ciudad... Grupos en rebelión marcharon por las calles, amenazando con destruir negocios y detener el tráfico...

Al día siguiente se corrió la voz que los trabajadores del ferrocarril se unirían a la huelga, lo que cortaría las líneas de suministro de alimentos de la ciudad.

...Oradores improvisados insultaron a Gaitán y lo acusaron de ser fascista112 y dictador... La desazón se incrementó.

Gaitán, con una confianza sin límites en su propia oratoria, fue personalmente a las calles para aplacar a las multitudes y explicar los motivos de su decreto...

...[Sin embargo] todos los esfuerzos de Gaitán resultaron impotentes frente a la hostilidad colectiva113.

Gaitán finalmente acudió al presidente de Colombia, Alfonso López, para usar su influencia para terminar la huelga de los ferrocarriles114, para que se reanudara el trasporte de los alimentos. Mientras tanto, la huelga de los taxistas se había vuelto sangrienta. En la edición del 14 de febrero de 1937 de The New York Times apareció el siguiente artículo, enviado desde Bogotá el 13 de febrero, en las últimas horas de la alcaldía de Gaitán:

Ocho chóferes en huelga fueron abaleados hoy, dos tal vez fatalmente, en un enfrentamiento con la policía en una protesta contra el decreto que exigía a los chóferes usar uniformes.

112 Como se anotó en el anterior pie de página, Gaitán fue acusado de usar tácticas “fascistas” durante su alcaldía. Sin embargo, no se puede decir que Gaitán tuviera ningún respeto por el prototipo fascista, Benito Mussolini, a quien había tenido la oportunidad de observar mientras era estudiante en Roma. En una entrevista con Clemente Manuel Zabala que apareció en una edición sin fecha de La Nación, bajo el título “Una carta sobre la política italiana”, Gaitán deploró la “inconsistencia” del Duce. “Un día le da a perseguir a la Iglesia y al siguiente adula al Papa”. También le disgustaban las “tácticas terroristas” que se podían ver en:

“... el asesinato de Matteoti, el incidente Girolomini, la violación del domicilio, el pillaje de la biblioteca de Benedetto Croce, el garrote, la ronda nocturna y el espionaje”.

De modo interesante, Gaitán también comentó sobre la oratoria de Mussolini, con la cual se parecía también la suya. Gaitán observó: “... sus discursos, que muchas veces erigen el diálogo con las multitudes, tienen mucho de representaciones teatrales”.

113 Osorio, loc. cit., p. 197.114 Ibíd.

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Después de la protesta, en la que participaron miles, el alcalde Jorge Eliécer Gaitán, quien había emitido el decreto, fue removido en vista de la inminencia de huelgas similares en todo el país, y el decreto fue suspendido. El nuevo alcalde es Francisco Samper Madrid.

La huelga fue inmediatamente suspendida y las calles se llenaron con exultantes conductores de buses y taxis y sus amigos115.

Los pormenores de la destitución de Gaitán del cargo son simples. El gobernador Cárdenas, que en junio fue pródigo en sus elogios a Gaitán, simplemente lo retiró. Gaitán abandonó su puesto reticente, y fue citado por la prensa diciendo: “Yo no renuncié, se me ha destituido”116.

En apariencia, es difícil entender cómo un hombre que había estado dedicado a la Alcaldía, y que había hecho muchas nuevas y aparentemente populares propuestas mientras estuvo en el cargo, y quien había empezado a implementar un gran número de estas propuestas usando recursos que ya tenía a la mano en lugar de solicitar dineros y materiales adicionales, se hubiera convertido en un villano impopular de la noche a la mañana. Es, sin embargo, fácil atribuir su abrupta caída a un plan deliberado117.

Sin embargo, después de reconsiderar el método por medio del cual

Gaitán implementó estas propuestas, la naturaleza precaria de su administración se hace aparente. La esencia de la efectividad de Gaitán como alcalde fue el inusual grado de espíritu público que había despertado en los bogotanos. Ya que el mismo Gaitán trabajaba típicamente con alta intensidad, no se dio cuenta que la energía que su fuerte personalidad había generado en otros podía llegar a desgastarse. Para enero, la gente estaba cansada, y el aparentemente incansable Gaitán no daba respiro. Como el patricio Vallejo dijo sobre Gaitán en París118, el público bogotano sintió que era “... imposible seguirlo en todas sus andanzas”.

115 The New York Times, 14 de febrero de 1937.116 “´Yo no he renunciado. Se me ha destituido´, dice el doctor Gaitán”, El Espectador, op. cit. Febrero de

1937.117 Osorio, loc. cit., resume el argumento, diciendo que fue esencialmente una condena del presidente

López quien, según Osorio, se sentía amenazado por la creciente popularidad de Gaitán. Dice que López, “el director supremo de los sindicatos que habían surgido bajo su protección legal”, orquestó la huelga de los conductores de taxis para tener una razón para remover a Gaitán de su puesto. La familia de Gaitán también se suscribe a esta teoría.

118 Ver Capítulo II, página 42.

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Inmediatamente después de su destitución como alcalde, Gaitán volvió a su silla en el Congreso de la República1, donde, como legislador, estaba en una posición más cómoda para convertir las ideas en palabras en los estatutos sin ser directamente responsable por su aplicación. Como se vio en el análisis de su alcaldía, Gaitán era un hombre de ideas, y expresarlas era su fuerte.

Estas ideas no eran siempre presentadas como bases para la legislación. De hecho, una de las primeras que presentó al Congreso después de su retorno fue el convencimiento de que había sido injustamente sacado de la Alcaldía2. Sus argumentos recibieron unas amplías empatía y divulgación tanto en la prensa bogotana como de provincia3 y aparentemente esto sirvió para restablecer su reputación como un trabajador enérgico y humilde dedicado al bien del hombre del común.

El prestigio de Gaitán entre sus colegas profesionales también se restableció, si es que alguna vez se hubiera perdido. En agosto de 1937,

1 Su silla había permanecido vacía desde que Gaitán la había dejado en junio “para dedicarle la máxima cantidad de energía a las exigencias de la alcaldía”. Osorio, op. cit., p. 199.

2 “Yo no he renunciado...”, loc.cit.3 Recortes de muchos de estos artículos, editoriales e incluso caricaturas, han sido preservados en los

álbumes de Gloria Gaitán.

Epílogo

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el segundo Congreso Nacional de Abogados colombianos lo eligió a la Academia Colombiana de Jurisprudencia4. Al siguiente año, fue enviado a Roma para representar a Colombia en un congreso mundial de Derecho Penal5. En 1939, fue elegido a la Corte Suprema de Justicia por sus colegas en el Congreso de la República.

Este rápido y aparentemente fácil movimiento hacia estas prestigiosas posiciones poco tiempo después de su escandalosa destitución de la Alcaldía ilustra el particular atractivo que Gaitán tenía entre sus compatriotas. Milton Puentes, el autor de varios estudios biográficos de Gaitán6, lo comparó con “una pelota de caucho que, no importaba cuán duro se lanzara al piso, siempre rebotaba y volvía a subir”7. Sin embargo, la vida política de Gaitán después de la alcaldía no fue nada fácil. Originalmente el único portavoz de las masas colombianas, empezó a ser retado en ese papel por dos oligarcas: Laureano Gómez y el presidente Alfonso López. A finales de la década de 1930, Colombia, tradicionalmente vista como uno de los pocos países de América Latina donde “las ideas y no los hombres”8 habían determinado el curso de la política nacional, estaba empezando a ser removida por las fuertes personalidades de Gaitán, Gómez y López.

Lo único que los tres tenían en común era que odiaban a los otros dos. Es difícil determinar cuándo empezó su “festival de odio”, pero para comienzos de 1940 ya había madurado bastante. Gómez y López no solo se enfrentaban como tradicionales enemigos liberal y conservador, sino como individuos con temperamentos naturalmente conflictivos. Ambos venían de la oligarquía; sin embargo, venir de familias privilegiadas era su único antecedente en común. Gómez, un archiconservador, deseoso de conservar la “pureza” de un sociedad feudal y controlada por la Iglesia, era una figura compleja y casi mística. López, descrito por Lozano y Lozano como un “hombre de negocios liberal”9, era un individuo más bien simple y pragmático.

4 Luis Emiro Valencia (ed.) Gaitán: antología de su pensamiento económico y social (Bogotá: Ediciones Suramericana, 1968), p. 42.

5 Ibíd.6 El Sr. Puentes, quien fue un político de Boyacá durante las décadas de 1930 y 1940, fue un fervoroso

gaitanista que escribió apasionadamente sobre su líder caído en vario libros, entre ellos: Gaitán (Bogotá: A.B.C., [s.f.]); Grandes hombres de Colombia (Bogotá: Hispania, 1962); e Historia del Partido Liberal colombiano (Bogotá: Prag, 1961).

7 Milton Puentes en conversación con la autora en su casa en Bogotá en septiembre de 1966.8 Henao, op. cit., p. 539.9 Lozano y Lozano, “Mis contemporáneos”, op. cit., p. 288.

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López era una amenaza para Gómez al tratar de traer a Colombia el tipo de revolución impulsada por los líderes de la burguesía en el siglo XVIII en Francia. Él quería convertir a la sociedad esencialmente feudal de Colombia en una capitalista y moderna. Como presidente de Colombia, de 1934 a 1938, asustó aun más a los miembros más moderados de su propio partido con sus intentos de llevar a cabo esta revolución en los cuatro años de su período en el cargo10.

El interés de López en las masas colombianas parece haber sido más bien secundario y práctico. Aparentemente creía que la expansión de los intereses comerciales era contingente con la mejoría de las circunstancias económicas del hombre del común, y por tanto introdujo reformas para mejorar la suerte económica del hombre del común. Esta era básicamente la actitud que separaba a López de la tercera fuerza política: Gaitán.

Cuando se compara a López con la burguesía revolucionaria de Francia del siglo XVIII, uno está tentado a seguir la analogía y relacionar a Gaitán con los revolucionarios del siglo XIX en Francia, cuyos intereses en el hombre del común eran primordiales. Como esos hombres, el objetivo político primordial de Gaitán era aparentemente el de incorporar al hombre del común al centro de la vida nacional11. Si se vieran forzados a elegir, era de importancia secundaria para este tipo de revolucionarios si esta incorporación de las masas a la vida nacional se hacía o no dentro de las formas políticas existentes. Si bien la autora no encontró ninguna indicación de que Gaitán alguna vez llamó a fuerzas armadas para llevar a cabo su sueño de revolución social, sus vigorosos ataques verbales a la estructura política existente llevaban a este tipo de conclusiones a algunos de sus seguidores12.

Gaitán consideraba las reformas del presidente López como parte de un plan para crear una nueva oligarquía, constituida por empresarios e industriales, tan insensible a la condición de las masas como lo había sido la tradicional oligarquía terrateniente13. No obstante, las reformas

10 Martz, op. Cit., p. 35.11 Jorge Eliécer Gaitán, “La plataforma del Colón”, [su plan para conseguir la mencionada incorporación,

presentado en el Teatro Colón en agosto de 1945] citado en La Nueva Prensa 132: 39-45.12 No hay dudas para Gloria Gaitán de que su padre aprobaba el uso de fuerza armada para avanzar

hacia ideales revolucionarios. La autora está más inclinada a aceptar la interpretación de la naturaleza revolucionaria de Gaitán ofrecida por Niño H. Ver página 50.

13 Gaitán, “Contra el mal uso de la palabra revolución”, Mejores oraciones, op. cit., p. 159-166; y

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que López pudo implementar como presidente, con un presupuesto de doce millones de pesos14, tuvieron las mismas bases que las propias metas sociales de Gaitán. Esto significó una situación difícil para Gaitán. Reticente a impulsar la remoción de López de la Presidencia, Gaitán tuvo entonces que reconciliarse con la idea de que López se presentara como salvador del pueblo, un papel que Gaitán sentía que era por derecho suyo.

Sin embargo, y a pesar de algunas muestras de ingenuidad, Gaitán era un hombre astuto que podía ponerse a la altura del bien atrincherado López. Forzado por las circunstancias a concederle a López el liderazgo de facto de la revolución material, Gaitán reafirmó su identidad como líder popular convirtiéndose en el “líder intelectual de la revolución”15.

Cómo reaccionó López a los intentos de Gaitán por cuestionar su posición como líder absoluto de la revolución es un asunto de debate. Algunos dicen que simplemente lo ignoró. Como se anotó en el Capítulo III, otros aseguran que López estaba tan dedicado a la destrucción política de Gaitán que arregló la deposición de este de la Alcaldía de Bogotá16. Sin embargo, en este punto, es necesario volver, una vez más, a analizar a Laureano Gómez, el hombre que a la final consiguió destruir tanto a Gaitán como a López17.

Cuando Alfonso López fue elegido para un segundo período como presidente de Colombia en 1942, Laureano Gómez era el editor del periódico conservador más importante en Bogotá, El Siglo, que él mismo había fundado en 1936. Gómez usó su publicación para difamar a López18. Gómez no solo atacaba la administración de López, sino que también esparcía rumores maliciosos sobre la vida personal de López19. En 1943, López casi llegó al colapso nervioso, y después de solicitar una ausencia temporal del cargo, abandonó Colombia por casi un año en su residencia en Nueva York20.

conversaciones con Luis Emiro Valencia en su casa en Bogotá a finales de 1966.14 Lozano y Lozano, loc. cit.15 Ibíd.16 Entre estos está Osorio, op. cit., pp. 197-98; así como los miembros de la familia inmediata de Gaitán.17 Como se verá, en el caso de López la destrucción fue total. Gaitán, sin embargo, se recuperó después de

que Gómez planeara la derrota liberal en las elecciones presidenciales de 1946. Hay muchos que creen, sin embargo, que Gómez estuvo también detrás del asesinato de Gaitán. Entre los que apoyan esta teoría se encuentran la viuda y la hija de Gaitán.

18 Martz, op. cit., pp. 39-44; y Osorio, op. cit., pp. 231-33.19 Martz, loc. cit.20 Osorio, op. cit., p. 234.

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A finales de 1944, López volvió a Colombia y a sus deberes como presidente. Una vez más Gómez se dedicó a atacarlo, y López finalmente cedió a la presión. En julio de 1945, renunció a la Presidencia, y Alberto Lleras Camargo, liberal moderado y periodista de treinta nueve años, fue nombrado presidente interino. Gómez había logrado sacar a López de la escena política.

Mientras tanto Gaitán, el otro archirrival de Gómez, continuó ganando posiciones de gran responsabilidad en el gobierno nacional. En 1940, fue designado ministro de Educación por el presidente Eduardo Santos (1938-1942)21. En este puesto, Gaitán organizó un proyecto de calzado escolar para darles zapatos a los niños de los colegios, de democratización de la cultura, con una serie de conciertos populares y exposiciones para llevar las bellas artes a las masas, y de alfabetización del país, con un programa de alfabetización22. También propuso la estandarización de los materiales para la educación en toda Colombia23, pero esta medida no pasó en el Congreso24.

En 1941, Gaitán fue elegido al Senado por el departamento de Nariño25. En 1944, durante la ausencia temporal de López de la Presidencia, Gaitán fue nombrado ministro de Trabajo por el vicepresidente de López, Darío Echandía26. Como ministro de Trabajo, Gaitán realizó un recorrido de inspección de las condiciones laborales en las plantaciones a lo largo del río Magdalena, en los campos petroleros de Barrancabermeja27, y las fábricas textiles de Antioquia28. Cuando regresó, empezó a trabajar en la elaboración de un plan para una reforma laboral que a la final el Congreso habría de rechazar29.

A medida que se aproximaba la campaña presidencial de 1946, los colombianos empezaban a contemplar la posibilidad de Gaitán como

21 Córdoba, op. cit.; y Perry, op. cit., p. 163.22 La autora no encontró información sobre el grado en que Gaitán logró implementar estos programas.

Perry, loc. cit., dice que Gaitán logró conseguir algunas contribuciones de varios de los más importantes negocios del país para ayudar a financiar el proyecto.

23 Niño H., op. cit. p. 114 relata cómo Gaitán le dijo que él consideraba la opción de pedirle al Congreso que se centralizara la educación pública. Niño dice que le respondió que esa era una idea propia del Partido Conservador, y Gaitán replicó que no le importaba de quién era idea, porque estaba interesado en el proyecto porque le parecía el modo más efectivo de administrar el programa de escuelas públicas.

24 Valencia, op. cit., p. 38.25 Ibíd.; y Osorio, op. cit., p. 38.26 Valencia, loc. cit.; y Perry, loc. cit.27 Barrancabermeja era el centro de la extracción petrolera, localizada en una región húmeda y caliente,

entre Bogotá y Barranquilla, a orillas del río Magdalena.28 Valencia, loc. cit.; y Osorio, op. cit., p. 235.29 Valencia, loc. cit.

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presidente. El Partido Conservador, desacreditado durante los años del presidente Abadía, no había podido recuperar su antigua posición como formidable contendiente en la política colombiana. Consecuentemente, la verdadera batalla por el poder se libraba dentro del Partido Liberal, que en ese momento estaba dividido entre los liberales de López y aquellos que seguían a Gaitán.

En la convención de 1946 para elegir candidato, ganó el ala moderada del Partido Liberal y Gabriel Turbay30, un hombre de López, fue nombrado candidato liberal para las elecciones entrantes. Los gaitanistas organizaron entonces una convención propia y el 23 de septiembre de 1946, en una reunión llevada a cabo en la Plaza de Toros de Bogotá, una entusiasta multitud proclamó a Gaitán como “candidato popular a la Presidencia de la República”31.

En los discursos grabados que aún se conservan, se puede escuchar a Gaitán alineándose firmemente con los trabajadores. Es interesante escuchar el tono quejumbroso y el uso del lenguaje popular que usaba Gaitán para promover su imagen como “el hijo del pueblo”, y escuchar la frenética respuesta de su audiencia. La política colombiana, que alguna vez había sido de discusiones académicas sobre la relación de la Iglesia con el Estado o del libre comercio contra el proteccionismo, se había convertido en un campo de batalla entre intereses de clase en conflicto.

Como los conservadores no habían elegido todavía a un candidato, el blanco de Gaitán era el candidato oficial de su propio partido, Gabriel Turbay. Turbay respondió. Mientras los dos liberales se destruían mutuamente, Laureano Gómez observaba con agudo interés.

Entonces Gómez actuó. Acercándose a Gaitán, quien, como candidato independiente era aparentemente el más débil de la contienda, Gómez se centró en su mutuo odio hacia López y ofreció el apoyo de la prensa conservadora a Gaitán. Por increíble que la propuesta pareciera, Gaitán la aceptó32.

La estrategia detrás de la extraña alianza de Gómez con Gaitán rápidamente se hizo evidente para los liberales. Seis semanas antes de

30 De modo interesante, Gabriel Turbay había sido uno de los líderes del movimiento comunista colombiano en la década de 1920. García, op. cit., p. 38.

31 Córdoba, op. cit. relata que cerca de cinco mil individuos vinieron de todas partes de Colombia para servir de delegados para la convención y que otros cuarenta mil llenaron los puestos de la Plaza de Toros como espectadores.

32 Niño H., op. cit., pp. 2-3.

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la elección los conservadores anunciaron un candidato propio, Mariano Ospina Pérez33. Ospina habló de “unión nacional” y de un gobierno por encima de la política de partidos34. Este discurso estaba aparentemente calculado para atraer a los colombianos de ambos partidos que contemplaban una de las campañas presidenciales más amargas en la historia de Colombia.

Dividido entre Turbay y Gaitán, el Partido Liberal fue víctima de la artificiosa “unión nacional”. El 5 de mayo de 1946, el candidato de la unión, Ospina Pérez, fue elegido presidente de Colombia con 565.894 votos o el 42% del total de la votación. Turbay recibió 437.089 votos y Gaitán, 363.84935. Poco después de la elección, Turbay se retiró a París, donde sufrió un ataque cardíaco y murió. Gaitán quedó como “jefe único” de los descorazonados liberales36. Cooperando con el elemento más moderado del partido, Gaitán empezó una enérgica campaña para recuperar el apoyo perdido con el eslogan: “por la reconquista del poder, ¡a la carga!”. El 26 de octubre de 1947 el Partido Liberal nombró a Gaitán como su candidato oficial para la elección presidencial de 1950.

Mientras tanto, la “unión nacional” de Ospina se vio confrontada por serios problemas. Además de un rápido incremento en el costo de la vida37, la nueva administración se enfrentó al problema de la violencia rural. La Violencia38 empezaba a arrojar cientos de muertos. Ospina respondió a la violencia enviando al ejército a las regiones para controlar la situación39. Muy pronto, se hizo conocido el rumor de que el gobierno estaba tomando medidas solo contra los liberales implicados en la violencia40. La guerra civil se cernía.

En este punto, Gaitán organizó una de las más dramáticas manifestaciones masivas en la historia de Colombia. El 7 de febrero de 1948, a las dos de la tarde, lideró a los colombianos en todo el país en la Manifestación del silencio. En completo silencio, miles de colombianos,

33 Martz, op. cit., p. 45.34 Martz, loc. cit.35 Pat Holt, Colombia today, and tomorrow (New York: Praeger, 1963), p. 38.36 Valencia, op. cit., p. 40.37 Martz, op. cit., pp. 48-49.38 “La Violencia” se refiere al fenómeno colombiano de asesinatos motivados por venganza entre

compatriotas, y ha sido estudiado por un equipo de sociólogos colombianos. Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, La violencia en Colombia: estudio de un proceso social (Bogotá: Editorial Iqueima, 1962).

39 Martz, loc. cit.40 Ibíd.; y Gaitán, Mejores oraciones, op. Cit., p. 434.

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muchos cargando la bandera nacional tocada de negro, marcharon por las plazas centrales de sus comunidades41. En Bogotá, la manifestación se reunió al frente del palacio presidencial y escuchó a Gaitán dando uno de sus más famosos discursos, la “oración por la paz”. En ella, llamaba con tranquilidad al presidente Ospina a usar su influencia para traer rápidamente un final a la violencia42.

La Manifestación del silencio fue mucho más que una demostración del poder que Gaitán tenía sobre las masas colombianas; también fue un ejemplo de la dignidad que Gaitán había traído para él y para sus compatriotas. Los participantes en la manifestación se mantuvieron en silencio y orden en toda la marcha y después de la “oración”, partieron en silencio43.

Dos meses después, cuando salía de su oficina en el centro de Bogotá para almorzar con unos amigos, Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado. El hombre que supuestamente44 disparó era un joven anónimo llamado Juan Roa Sierra, quien fue linchado en el lugar del crimen por transeúntes aparentemente casuales45. Nadie ha podido determinar todavía los móviles del asesinato, aunque las teorías abundan. Los conservadores culpan a los comunistas; los comunistas y los liberales culpan a los conservadores. Otros dicen que Roa Sierra actuó por su propia cuenta. El gobierno colombiano trajo detectives de Scotland Yard para trabajar en el caso pero no hubo resultados46.

Más allá de los motivos, el hecho era que Gaitán estaba muerto. Después de escuchar sobre el asesinato, muchos bogotanos que habían participado con dignidad en la manifestación de la “oración por la paz” dos meses atrás, se volvieron una turba enfurecida. Un testigo de esta trágica reacción comparó la destrucción del centro de Bogotá con la de

41 Osorio, op. cit., p. 289.42 Jorge Eliécer Gaitán, “Oración por la paz”, citada en Miguel Ángel Gaitán, El porqué de un asesinato y sus

antecedentes (Bogotá: Minerva Ltda, 1949), pp. 131-34.43 Osorio, loc. cit.44 Alejandro Vallejo, “El asesinato de Jorge Eliécer”, Cromos [Bogotá, Colombia], 2555: 68-69, 19 de

septiembre, 1966. En este artículo, escrito por una persona que estaba al lado de Gaitán en el momento de su asesinato, se dice que “el asesino auténtico se escapó”.

45 Osorio, op. cit., p. 295.46 Lo que se recuerda en la memoria popular sobre la visita de los detectives de Scotland Yard es que sus

maletas fueron robadas mientras esperaban en el aeropuerto el trasporte que los iba a llevar a Bogotá.

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Londres el día del blitz47. Como agravante de esta tragedia estuvo el hecho de que la novena Conferencia Interamericana se estaba llevando a cabo en Bogotá en ese momento, y el cuerpo de periodistas internacionales que habían venido a cubrir la conferencia no dudaron en darle al mundo entero detalladas descripciones del “Bogotazo”48.

El Bogotazo ha enfocado la atención en la muerte, más que en la vida, de Gaitán, pero incluso si hubiera desaparecido inconspicuamente de la política colombiana, los logros de Gaitán durante sus veinte años de servicio público le hubieran sido suficientes para distinguirse entre los líderes del siglo XX en Colombia. Gaitán inició la participación de las masas en la política colombiana; ejerció diversas posiciones en el gobierno colombiano como miembro del Senado y Cámara del Congreso de la República, como enviado diplomático, como ministro de Trabajo, como segundo designado a la Presidencia de la República, y como alcalde de Bogotá. A cada cargo trajo un intelecto muy bien formado y extraordinariamente fino que podía manejar no solo los conceptos más complejos sino también los detalles más mundanos. Su enérgica persecución de sus ideales fue reconocida durante su vida.

Cuando se especula sobre qué tipo de presidente hubiera sido Gaitán, es prudente recordar las tensiones que surgieron entre Gaitán y sus electores durante su mandato como alcalde. Pero también se debe recordar que no importaba en qué medida su pensamiento y su incansable energía lo distinguían, e incluso lo alienaban, del colombiano corriente, las masas siempre se identificaron con Gaitán y Gaitán con las masas49. Si bien los temperamentos conflictivos de ambas partes hicieron imposible que trabajaran armoniosamente por largos períodos de tiempo, siempre estuvieron dispuestos a trabajar juntos, honrada y persistentemente.

47 Germán Arciniegas, “¿Hacia dónde va la América Latina?” de Entre la libertad y el miedo (Santiago de Chile: Editorial del Pacífico, 1955), pp. 21-24, citado en Eugenio Chang-Rodríguez y Harry Kantor, La América Latina de hoy (New York: The Ronald Press Company, 1961), p. 8.

48 Martz, op. cit., p. 57.49 Uno de los fragmentos de los discursos de Gaitán más frecuentes era su declaración: “Yo no soy un

hombre, soy un pueblo”.

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Decretosfirmados por Gaitán en su alcaldía

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NoticiasCubrimiento de la prensa durante su alcaldía

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[ El Espectador, 8 de mayo de 1936 ]

[ El Espectador, 12 de mayo de 1936 ]

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[ El Espectador, 26 de mayo de 1936 ]

[ El Espectador, 8 de junio de 1936 ]

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[ El Espectador, 9 de junio de 1936 ]

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[ El Espectador, 9 de febrero de 1937 ]

[ El Espectador, 13 de febrero de 1937]

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FotosFondo fotográfico Sady González - Archivo de Bogotá

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[ Jorge Eliécer Gaitán en su biblioteca ]

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[ El exalcalde de Bogotá, Jorge Eliécer Gaitán, sentado a

manteles con el alcalde de la ciudad, Fernando Mazuera Villegas ]

[ El Espectador, 13 de febrero de 1937]

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[ Jorge Eliécer Gaitán en uno de los famosos

“Viernes culturales” en el Teatro Municipal ]

[ El Espectador, 13 de febrero de 1937]

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[ Plinio Mendoza Neira, Roberto García-Peña y Jorge

Eliécer Gaitán reunidos en la biblioteca de este último ]

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[ Ofrenda floral en el lugar en que fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán,

frente al edificio Agustín Nieto ubicado en la carrera séptima con calle 14 ]

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En su vida privada, una de las más distintivas características

de Jorge Eliécer Gaitán era su ingenio. A veces, el público tenía

oportunidad de conocerlo, como cuando un reportero del periódico

bogotano Mundo al día decidió ilustrar un artículo que había escrito

sobre diversos personajes de la política con autocaricaturas. Gaitán

dibujó esta representación de sí mismo. El reportero, impresionado

por el talento artístico de su entrevistado, le preguntó por qué había

omitido sus ojos en el dibujo. “Con la misma sonrisa maliciosa que

tenía en el dibujo, Gaitán respondió: ´No voy a dibujar mis ojos. Mis

ojos son mi única parte bonita´”. Mundo al día, op. cit. [s.f.] p. 33.

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Impreso en Bogotá D.C., ColombiaSubdirección Imprenta Distrital

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