espejos de la revolución francesa en inglaterra

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Espejos de la Revolución Francesa en Inglaterra Introducción El objetivo principal del presente trabajo es componer un panorama general de los paralelismos y desencuentros entre Francia e Inglaterra en un periodo que va de la ilustración y las guerras de 1750 a las guerras napoleónicas, poniendo especial énfasis en el periodo de la Revolución Francesa y su derivación en el gobierno (o gobiernos) de Napoleón Bonaparte. La principal idea de lo que pretendo realizar es analizar las diferencias que llevaron a Inglaterra a levantarse como la mayor potencia europea resolviendo los intentos de Francia de ganar ese lugar, fenómeno cuyo origen, en mi opinión, se encuentra en el periodo que ronda a la Revolución Francesa, para eso, pretendo analizar los desencuentros históricos entre esas naciones y por supuesto las conjunciones (ideológicas sobre todo) existentes entre los dos países, muchas de las cuales se gestaron en la ilustración y la Revolución. Antecedentes o la siempre difícil relación Francia – Inglaterra En la conformación y el orden de cualquier Estado las relaciones internacionales resultan ser de vital importancia. Aún cuando el discurso nacionalista de las naciones esté fuertemente enraizado, la necesidad de 1

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El objetivo principal del presente trabajo es componer un panorama general de los paralelismos y desencuentros entre Francia e Inglaterra en un periodo que va de la ilustración y las guerras de 1750 a las guerras napoleónicas, poniendo especial énfasis en el periodo de la Revolución Francesa y su derivación en el gobierno (o gobiernos) de Napoleón Bonaparte.

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Page 1: Espejos de la Revolución Francesa en Inglaterra

Espejos de la Revolución Francesa en Inglaterra

Introducción

El objetivo principal del presente trabajo es componer un panorama general de

los paralelismos y desencuentros entre Francia e Inglaterra en un periodo que va

de la ilustración y las guerras de 1750 a las guerras napoleónicas, poniendo

especial énfasis en el periodo de la Revolución Francesa y su derivación en el

gobierno (o gobiernos) de Napoleón Bonaparte.

La principal idea de lo que pretendo realizar es analizar las diferencias que

llevaron a Inglaterra a levantarse como la mayor potencia europea resolviendo

los intentos de Francia de ganar ese lugar, fenómeno cuyo origen, en mi opinión,

se encuentra en el periodo que ronda a la Revolución Francesa, para eso,

pretendo analizar los desencuentros históricos entre esas naciones y por

supuesto las conjunciones (ideológicas sobre todo) existentes entre los dos

países, muchas de las cuales se gestaron en la ilustración y la Revolución.

Antecedentes o la siempre difícil relación Francia – Inglaterra

En la conformación y el orden de cualquier Estado las relaciones internacionales

resultan ser de vital importancia. Aún cuando el discurso nacionalista de las

naciones esté fuertemente enraizado, la necesidad de mantener buenas

relaciones bilaterales es clave en su desarrollo. Los fines suelen ser varios, de

carácter comercial, cultural o simplemente político. Y contrario a las expectativas,

las pláticas a larga distancia resultan ser en la mayoría de las veces menos

conflictivas que aquellas que involucran un menor trecho geográfico. Como caso

paradigmático, las relaciones entre Francia e Inglaterra son un ejemplo de lo que

quiero decir con eso.

Pero, ¿qué pasa cuando el país pasa por un cambio abrupto? ¿Qué tanto se

modifica sus ambiciones, y por lo tanto, la relación con otras naciones? Tal es el

caso de Inglaterra y Francia. Dos potencias que durante el siglo XVIII se

enfrentaron a dilemas en su estructura, que los llevaron a replantearse su

proceder respecto a sus vecinos europeos y ultramarinos.

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Las uniones por conveniencia política dentro de las elites monárquicas se hacían

cada vez más frecuentes y complicadas.

La llegada de los Hannover al trono inglés simbolizó además de un cambio

estructural un fortalecimiento de los lazos entre Inglaterra, Holanda y Alemania.

Francia por su parte se encontraba en un crecimiento económico sin igual, se

colocó en la orquesta de las naciones con un peculiar brillo, que en la mayoría de

las ocasiones era acompañado de ambiciones de adición territorial, y con ellas la

constante necesidad de otras naciones, de Inglaterra preponderantemente, de

frenar esos deseos, generando dificultades diplomáticas y políticas entre ellas.

Para no tener que remontarme a los encuentros y desencuentros entre ambas

naciones desde siglos atrás, tomaré como referencia antecedente breve lo

sucedido desde la guerra de los siete años, como ejemplo de los desencuentros

y la ilustración para contextualizar los acuerdos entre las dos potencias.

Los desencuentros

La historia diplomática oficial muestra las relaciones entre ambas naciones como

un rosario de disputas, la que nos interesa en este momento por ser antecedente

directo de algunas actitudes tomadas por ambos alrededor del conflicto

revolucionario en Francia es la guerra de los siete años (1756-1763), conflicto

que se desarrolló para las dos naciones en un ambiente general de disputas

coloniales, si bien la guerra fue en origen un conflicto entre Austria y Prusia,

rápidamente se trasladó a rencillas coloniales entre los aliados a esos estados,

en el caso concreto que nos ocupa, la rivalidad colonial entre Francia y Gran

Bretaña se debía al control de las zonas peleteras, la disputa por las tierras

situadas al oeste de los montes Apalaches y los derechos de pesca en

Terranova.

El desenlace de la guerra de los siete años favoreció enormemente a Inglaterra

(Francia tuvo que ceder mucho debido a que sus posesiones en Canadá fueron

ocupadas prácticamente en su totalidad por Inglaterra), y aunque la pérdida no

fue sentida como algo catastrófico del lado francés ya que se conservaban los

derechos pesqueros en Terranova y la población católica francófona de Quebec

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recibiría un trato de respeto, además de que las pérdidas en la zona del Caribe

podían ser compensadas, pues la colonia principal francesa del mar caribe,

Puerto Príncipe, producía la mitad del azúcar consumido en todo el mundo, y su

comercio con África y las Antillas estaba en pleno apogeo.

Sin embargo, la derrota es finalmente algo que no se olvida fácilmente, situación

que desencadenaría un nuevo desencuentro entre ambas naciones: La guerra de

independencia norteamericana, G.K. Chesterson, por ejemplo, califica como de

primer orden el apoyo de Francia para las colonias norteamericanas1.

Todo lo anterior se sitúa en un momento previo al estallido de la Revolución

Francesa, de hecho la participación de Francia en la guerra de independencia

norteamericana puede ser considerado como un punto de no retorno en cuanto a

la necesidad de reorganización o cuando menos de reacomodo fiscal de la

corona, debido al excesivo gasto que la intervención en ese conflicto representó.

El estallido en 1789 de la Revolución Francesa, tuvo una innegable y profunda

repercusión interna, sin embargo, y como sucedió previamente con la ilustración,

su impacto en otros países se vio reflejado en múltiples factores, desde las

amenazas bélicas de los países monárquicos sobre la Francia revolucionaria

hasta la aplicación de medidas derivadas de las ideas de la revolución en países

como Inglaterra; de eso hablaré más adelante.

Los encuentros

La constante intervención cultural fue sin duda el medio por el que estas dos

naciones encontraron su punto de unión.

Por un lado, la élite parisina, según Maurice Agulhon2, se encontraba fuertemente

impregnada por los modismos ingleses del jockey club, y demás mecanismos de

reunión; además, las ideas de los ilustrados ingleses como el deísmo y

propuestas políticas críticas del absolutismo alimentaron las mentes de ilustrados

franceses como Montesquieu y Voltaire (anglófilo por excelencia). Pensadores

1 G.K. Chesterson , Breve historia de Inglaterra, Trad. Miguel Temprano, Barcelona, Editorial Acantilado, 2005, 210 p.2 Maurice Agulhon, El círculo burgués. La sociabilidad en Francia, 1810-1848, México, Siglo Veintiuno Editories, 2009, p. 85.

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que a su vez retribuyeron con ideas nuevas al pensamiento inglés, por ejemplo,

la influencia del mercantilismo francés en James Child o del romanticismo

francés en las ideas de Butler, Hume o Pope en su filosofía de la moral.

La dependencia ideológica generó así un puente entre las dos naciones que

estaban a la cabeza del desarrollo.

Sin duda alguna, la relación que estas dos potencias han llevado a lo largo de la

historia tiene un carácter muy particular. William Boyd y François-Charles Mougel

la califican como similar a la de dos enamorados, los cuales enfrentan problemas

pero están constantemente ligados uno al otro.3 Me atrevo a hacer una fuerte

afirmación en este sentido. La población inglesa a partir del movimiento

revolucionario francés generó una conciencia sobre los alcances que esta podía

tener para modificar su estatus4.

La ineludible comparación

Hacia 1760, la Inglaterra de whigs y tories se agudizaba en sus enfrentamientos

y el poder del Rey se veía disminuido conforme pasaban los años. Pero la

llegada de Jorge III significó la implementación de nuevas políticas respecto al

orden ejecutivo y legislativo.5El sistema de corrupción parlamentaria aumentó

conforme avanzaban los años, generando la podredumbre del sistema inglés,

además de que se permitió paulatinamente el aumento del poder del Rey y su

presencia en el sistema de legislaciones.6 Así, Ministros como Pitt Chatham y

Lord North tuvieron un papel destacado, pero hasta cierto punto soslayados por

el poder real.

Mientras las fuerzas políticas se enfrentaban en Inglaterra, en Francia la

situación no pintaba ya ningún panorama favorable. Constantemente los precios

de las materias primas se mantenían en una constante inestabilidad7. En

3 William Boyd y François-Charles Mougel, France Grand-Bretagne. L’Etente cordiale. Paris, ADPF, Association pour la diffusion de la pensée française, 2004, n. i. 4 George Rudé, La multitud…op.cit., p. 141-155.5 George Macaulay Trevelyan, Historia política de Inglaterra, México, Fondo de Cultura Económica, 1984, p. 386.6 Ídem.7 George Rudé, La multitud en la Historia. Los disturbios populares en Francia e Inglaterra 1730-1848., Trad. Ofelia Castillo, Méxido, Editorial Siglo XXI, 1979, p. 27-39.

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comunidades lejanas a la capital parisina los levantamientos populares se

volvieron cada vez más comunes, como muestra del descontento social por la

desigual administración de los bienes de la nación francesa.

La Revolución Francesa y sus ecos en Inglaterra

Para 1789 el panorama general giraba en torno a la revolución francesa, que

modificó totalmente la perspectiva de los Estados europeos y del mundo entero.8

Esta revolución resultó poco relevante para algunos ingleses, pero no lo fue así

para Edmund Burke. Miembro del partido whig, quien escribió Reflexiones sobre

la Revolución en Francia9, donde plasmaba su gran preocupación por las

consecuencias ideológicas que esta revolución originada por la burguesía

apoyada en las demandas del pueblo pudiera tener en la sociedad británica.

Las ideas y acciones generados por la revolución francesa en Inglaterra pueden

ubicarse en dos dimensiones distintas, primero en la actuación y disputas entre

políticos ingleses de alto nivel que se vieron preocupados por lo que pudiera

suceder, y en un segundo plano, en las ideas que llegaron a la multitud.

Las pugnas entre políticos impactaron medianamente en los círculos más altos

de la política del archipiélago, de hecho el impacto mayor deriva de la etapa de

reestructuración napoleónica más que de la Revolución per se, es así que en la

Historia de Inglaterra aparecen personajes como Fox y Pitt –el joven-, que se

dieron a la tarea de generar ideas y propuestas –cada uno desde sus partidos-

para encontrar la solución al dilema francés. Pitt como ministro decide entrar a la

guerra tras la resistencia de Francia por retroceder, mientras que Fox se limitaba

a pugnar por la pacificación.

Pero la intervención de Gran Bretaña en la pugna revolucionaria iba mucho más

allá. La amenaza de intervención en Holanda, Bélgica y los Países Bajos fue solo

el disfraz de la defensa de sus propios intereses. Como bien apuntó J. Bentham,

el hombre es guiado por sus propios intereses, y perseguirá constantemente la

8 Ibidem, p. 38. 9 Edumnd Burke, Reflexiones sobre la Revolución en Francia, Introducción de Carlos Mellizo, España, Alianza Editorial, 2003, 358 pp

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felicidad y la utilidad de las cosas; pues el archipiélago británico buscaba

solamente defender sus intereses comerciales con los vecinos europeos10. La

constancia militar de Gran Bretaña rindió frutos después de veinte años de

enfrentamiento, culminando su calvario bélico con la batalla de Waterloo, pero

con consecuencias más importantes de las que se imaginaron.11

En las reformas estatutarias en Inglaterra derivadas precisamente del

debilitamiento de un aparato gubernamental rígido es donde se encuentra la

principal consecuencia post revolucionaria. Es en este punto donde el

intervencionismo ideológico francés –del que había hablado un poco Burke- se

ve plasmado en las acciones de la multitud británica. Conforme la revolución

industrial se veía más organizada, la sociedad volcaba su furia sobre las nuevas

imposiciones mecánicas; es así como surgen los episodios del “Capitán Swing” y

“Las hijas de Rebeca”12. Momento en el que se cosechó lo sembrado por la

ideología francesa revolucionaria, sobre los alcances y capacidades que la

popularidad podría llegar a tener.

La situación de Francia resultaba muy similar a la de Inglaterra, en cuanto a

inestabilidad política se refería. La búsqueda constante de establecer un régimen

apto para los franceses acarreó problema tras problema a lo largo del siglo

diecinueve. Intento tras intento generó un descontento en la población franca. Sin

embargo el discurso proyectado era totalmente distinto. Constantemente se

buscó colocar a Francia –y en especial a Paris- como centro de la cultura, acción

que despertó el instinto competitivo de los británicos.

En el caso de Francia y en el caso de Inglaterra existe una visión estereotipada.

La percepción de una estabilidad a lo largo de los siglos ha prevalecido en el

ideario universal. El imaginario de ubicar a Paris como capital de la cultura y a

Londres como capital de la economía en ocasiones suele ser errónea. La revisión

del pasado se vuelve entonces una tarea fundamental para comprender el papel

de estas dos potencias en la Historia de las naciones; pero para lograrla,

10 George Macaulay Trevelyan, Historia política de Inglaterra, op.cit. p. 404. 11 Ernest Woodward., Historia de Inglaterra, Trad. Eugenio Gallego, Madrid, Alianza editorial, 1982, p.173-176 12 George Rudé, La multitud…op.cit. p. 157-183.

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debemos hacer un examen primero a las relaciones tan peculiares de amor-odio

que se encuentran entre estos dos países.

Dictó Napoleón I en alguna ocasión que: « L’Angleterre et la France ont tenu

dans leurs mains le sort de la terre, celui surtout de la civilisation européenne.

Que de mal nous nous sommes fait ! » 13

Bibliografía

Agulhon Maurice, El círculo burgués. La sociabilidad en Francia, 1810-1848, México,

Siglo Veintiuno Editores, 2009. 207 pp.

Chesterson G. K., Breve historia de Inglaterra, Trad. Miguel Temprano,

Barcelona, Editorial Acantilado, 2005, 254 p.

Rudé George, La multitud en la Historia. Los disturbios populares en

Francia e Inglaterra 1730-1848., Trad. Ofelia Castillo, México, Editorial

Siglo XXI, 1979, 277 p.

13 “Inglaterra y Francia han tenido en sus manos el destino del mundo, pero sobre todo de la civilización europea. Que mal hemos hecho!”

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Page 8: Espejos de la Revolución Francesa en Inglaterra

Trevelyan George Macaulay, Historia política de Inglaterra, México, Fondo

de Cultura Económica, 1984, 608 p.

Woodward E., Historia de Inglaterra, Trad. Eugenio Gallego, Madrid,

Alianza editorial, 1982, 320 p.

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