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/////CUADERNOS DE PICADERO/////CUADERNOS DE PICADEROCuaderno Nº 4 - Instituto Nacional del Teatro - Diciembre 2004

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1

Rafael Reyeros

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La teatralidad esparcida en el espacio

Rubén Szuchmacher

Jorge Pastorino

Gastón Breyer

p/44

p/34

p/4

p/12

p/18

p/26

6 Espacio, escrituras dramáticas contemporáneasy nuevas tecnologías

p/39

Francisco Javier

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Cuatro directores –Francisco Javier (Buenos Ai-

res), Rubén Szuchmacher (Buenos Aires), Verónica

Pérez Luna (Tucumán), Soledad González (Córdoba)–;

dos escenógrafos –Gastón Breyer (Buenos Aires) y

Rafael Reyeros (Córdoba)– y un iluminador –Jorge

Pastorino (Buenos Aires)– nos ayudan, en este nú-

mero de Cuadernos de Picadero, a descubrir las

múltiples posibilidades del espacio escénico. Las

reflexiones de estos creadores conducen a detener

nuestras miradas, también, en relaciones como es-

pacio/director, espacio/actor, espacio/ dramaturgia

y espacio/público.

AUTORIDADES NACIONALES

Presidente de la NaciónDr. Néstor C. Kirchner

Vicepresidente de la NaciónLic. Daniel Scioli

Secretario de CulturaDr. José Nun

Subsecretario de CulturaDr. José Ma. Paolantonio

Director Ejecutivo delInstituto Nacional del Teatro

Sr. Raúl Brambilla

Consejo de DirecciónGraciela de Díaz Araujo, Claudia Bonini, FranciscoJorge Arán, Mario Rolla, Claudia Caraccia, Pablo

Bontá, Jorge Pinus, Gladis Gómez, José Kairúz,Mónica Munafo, Carlos Massolo

AÑO 2 - Nº 4 / DICIEMBRE 2004CUADERNOS DE PICADERO

Editor ResponsableRaúl Brambilla

Director PeriodísticoCarlos Pacheco

Diseño y DiagramaciónJ. Barnes

CorrecciónAlejandra Rossi

FotografíasMagdalena Viggiani,

Complejo Teatral de Buenos Aires

DibujosOscar "Grillo" Ortiz

Colaboran en este NúmeroAlberto Catena, Jorge Figueroa, Juan Carlos Fon-tana, Soledad González, Federico Irazábal, Beatriz

Molinari, María Ana Rago.

RedacciónAvda. Santa Fe 1235 - piso 7

(1059) Ciudad Autónoma de Buenos AiresRepública Argentina

Tel. (54) 11 4815-6661 interno 122

Correo electró[email protected]

[email protected]

ImpresiónLa Lechuza Impresora

de Angel David CastellanoPaso de Uspallata 663

(5000) Córdoba

El contenido de las notas firmadas es exclusiva responsabi-lidad de sus autores. Prohibida la reproducción total o parcial,sin la autorización correspondiente. Registro de PropiedadIntelectual, en trámite.

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4 CUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADERO

"La renovación de la escena argentina está alojada en las

pequeñas salas"

Francisco Javier es uno de los teatristas que más haluchado por ampliar y abrir los márgenes del arteescénico. Combinando su formación teórica con suexperiencia estética, fue uno de los primerosdirectores nacionales en pensar en el espacio escénicoen tanto problemática. Recordemos que además dehaber traído a nuestro país el teatro de EugeneIonesco, publicó libros sobre el espacio cuando ésteaún no formaba parte de la estética sino que estabaidentificado puramente con lo arquitectónico. Javier,en cambio, estudió el espacio como sistemasignificante, tanto en la teoría como en la práctica.

por Federico Irazábal

F R A N C I S C O J A V I E R

–¿Podrías contarnos cómo es que te dedicastea pensar y a trabajar sobre el espacio escéni-co, una temática que en los años '50 y '60constituía un terreno inexplorado?–Varios factores me llevaron a hacerlo, que tenían

que ver tanto con la teoría del teatro como con lapráctica. Leía cuanto libro de teatro caía en mis ma-nos, y siempre quedaba sorprendido porque esos libroshablaban de literatura dramática, de actuación, de lahistoria del teatro, pero muy raramente de arquitecturateatral y de espacio escénico; y menos aún integradosen una teoría del teatro. Fue un momento en que dirigíacon frecuencia en teatros oficiales y en los recintosque hoy llamamos del off. Hacía regie de ópera, einclusive, escribía textos para ser musicalizados. Enesa época, en el año '57, se estrena en el Teatro Presi-dente Alvear, Marianita Limeña, la ópera de ValdoSciammarella, cuyo libreto había escrito inspirándomeen un episodio de las tradiciones peruanas de Palma.En la década del '60, después de mi primera estadía enFrancia, becado por el gobierno francés para estudiarpuesta en escena, hago la carrera de Historia del arteen la UBA (ahora se llama Carrera de las Artes). De losestudios que llevé a cabo entonces recuerdo especial-mente, en el campo de las artes plásticas, las obrasarquitectónicas y escultóricas del período barroco, ylas creaciones de grandes artistas en el tratamientodel espacio como fueron Bernini y Borromin (cuyasobras principales había visto en Italia). Así es queasociaba permanentemente los temas del espacio enlas artes plásticas y en el teatro. Por otra parte, alrealizar las puestas en escena me habían aparecidovarios interrogantes en cuanto a la posibilidad de rela-cionar el espacio arquitectónico, que contendría elespectáculo, con el espacio escénico que se iba aoriginar dentro de él. Además, en esta relación, debía

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5EL ESPEL ESPEL ESPEL ESPEL ESPACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICO

tener en cuenta la conformación de los distintos len-guajes del espectáculo tales como la actuación, laescenografía, la iluminación, entre otros. Ya hacía tiem-po que trataba de dilucidar cómo el espacio escénicopuede ser generado a partir de las acciones del actor.No un espacio pensado con antelación a los ensayos,sino creado a partir de las acciones. Se me presentabala imagen de la piedra que cae al agua y genera ondascirculares que se expanden con regularidad. Para mí,al realizar sus acciones, el actor genera una energíaespacial que va dando forma al espacio escénico,como si estuviera en el centro de una esfera; así esta-blece, por ejemplo, que ciertas zonas de la escenaestán en contacto con todo lo que las rodea y ciertaszonas se absorben hacia dentro de sí mismas y perma-necen aisladas, que haya zonas iluminadas y otras,no; y estas definiciones espaciales afectan a todoslos sistemas de signos, que se pliegan a tales defini-ciones, las contradicen o juegan con ellas en formadialéctica.

–¿Es posible crear un espectáculo de esamanera?–Recuerdo que en Francia había asistido a una serie

de ensayos en los que su director había partido de unaconcepción semejante: se ensayaba en un ámbito to-talmente vacío, y no se había previsto absolutamentenada en lo que se refiere a las características delespacio escénico. Lo que hacía el director era ensayaren un espacio totalmente indefinido y capitalizar lasnecesidades espaciales, o de otra naturaleza, que elactor iba manifestando. Recuerdo que la obra tenía quever con un enfrentamiento entre Bretaña y París en laépoca de Luis XIV, y que se habían constituido dospolos, Bretaña y París, estrechamente relacionados;los actores iban continuamente de uno a otro, o sereferían gesticulando a la ubicación en el espectáculode esos dos polos. Esta relación tan funcional se con-cretó en la instalación de un riel y una zorra que sedesplazaba impulsada por los actores. El público esta-ba instalado en gradas que se extendían a lo largo delriel. Esa experiencia me dejó una impresión muy fuer-te, al punto tal que hoy trabajo sin ningún tipo depremeditación sobre el espacio, o sobre cualquier otrolenguaje del espectáculo. Asisto a los ensayos con

una expectativa: que de las propuestas de los actoressurjan imágenes potentes, o rasgos de la actuación,que disparen ideas que van a perfeccionar la concep-ción total.

ENTRE LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA–En esa época realizas una tesis sobre espa-cio escénico–A finales de los '60, y principios de los '70, estaba

muy avanzado en mi carrera en la Facultad y, comodije antes, hacía simultáneamente puestas en esce-na. En consecuencia, mi actividad se bifurcaba: porun lado los estudios críticos, las investigaciones y lateoría, y por el otro, la práctica escénica como direc-tor. Buscaba entonces la posibilidad de juntar ambaslíneas de trabajo. A lograr esto último me ayudó larealización de la tesis, que versó precisamente sobreel espacio escénico.

En esta exploración e investigación del espacio escé-nico, jugó un papel importante la actividad que desarrolléen el interior del país. Trabajé, por ejemplo, en Resisten-cia, en los años '40 y '50, donde hacíamos tresespectáculos por año. Y allí me encontraba con ámbitosque ofrecían dificultades para el juego de los actores, lainstalación de una escenografía y la ubicación del públi-co. Algunas veces tuve hasta la suerte de que un granmaestro, como era Saulo Benavente, me guiara en lasdefiniciones espaciales. Algo similar me ocurrió en Vied-ma. Recuerdo que una vez entrábamos a la ciudad enauto, y vi la estructura en hormigón armado de una cons-trucción insólita en ese lugar. Era un enorme esqueleto,el proyecto interrumpido de un edificio destinado a nig-ht-club, tomar copas y bailar. Fuimos a verlo y me interesómuchísimo. El ámbito diseñaba dos pistas circulares yalrededor, escalonados, pequeños reductos para alojarlo que hoy se llaman reservados. Mi intención era mon-tar Los casos de Juan, de Bernardo Canal Feijóo, yaquel singular proyecto de edificio me obsequió el máspropicio de los espacios escénicos. El espectáculo es-tuvo bien actuado pero el espacio escénico le otorgó unadimensión insospechada, una pincelada de magia. Poreso, comencé a enfocar la realización de la puesta enescena en espacios que originariamente no habían sidopensados para alojar espectáculos teatrales. Por otro

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6 CUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADERO

lado, se tenía conocimiento de que en Europa se realiza-ban espectáculos para los cuales se creaban espaciosescénicos en ámbitos arquitectónicos, que tenían clara-mente otra finalidad. Tampoco esto era una novedad, lahistoria del teatro mostraba que siempre había ocurrido.

–En esos espacios el sentido de la obra se en-cuentra jaqueado, puesto que poseen en símismos una significación muy propia. ¿En esecaso, el trabajo del director varía desde la pro-ducción de sentido?–En efecto, en esos casos, aunque no se lo tenga en

cuenta, su fuerza de significación se confundirá con ladel espectáculo. Es un tema que traté en El espacioescénico como sistema significante, en el quehablo de esos espacios que están tan cargados designificación que resulta difícil que el espectáculo seponga en contacto con el público desde su propia ysola significación. Y eso pasa siempre. Es muy distin-to ir al Teatro San Martín a ver un espectáculo que ir alCallejón, o a cualquier otro ámbito teatral de la calleHumahuaca, en el barrio del Abasto. Por supuesto quehay directores y espectadores que no pueden concebirel teatro fuera de esos espacios altamente legitimadosy convencionales. En todas las grandes ciudades ocu-rre lo mismo. Al público, en general, le gusta sentarseen la cómoda butaca de una sala teatral tapizada conterciopelo y adornada con herrajes dorados. Una vezescuché que Peter Brook decía que, a pesar de que todocambia tan rápidamente y se construyen nuevos edifi-cios, los teatros tradicionales, los teatros a la italiana,siguen existiendo, y satisfaciendo el gusto del públi-co, y que esto también se debe a que, sin lugar adudas, estaban muy bien construidos, y no se veníanabajo. Pero Peter Brook realiza sus puestas en escenaen Francia, donde la situación es exactamente opuestaa la que se da aquí: allí los espacios convencionales ala italiana son más numerosos que los no convencio-nales, mientras que aquí la relación es exactamente lacontraria.

ESPACIOS ALTERNATIVOS–¿En la misma época, es decir, cuando PeterBrook hace esa afirmación, el teatro argentino

sigue siendo un teatro realizado en teatros a laitaliana?–Sí, a pesar de esa primera experiencia extraordina-

ria que es Juan Moreira en El Picadero, el teatro denuestra breve edad de oro, en la primera década delsiglo XX, se lleva a cabo en teatros a la italiana. Y estatendencia se mantuvo siempre. Es el teatro indepen-diente, un poco por necesidad y otro poco por búsquedae innovación, el que arriesga nuevas experiencias. Porejemplo, Rodríguez Muñoz hizo La gaviota, en el sóta-no del café Opera, en Callao y Corrientes, el Teatro 35,y recurrió al espacio circular, ubicó al público alrede-dor y muy cerca de la escena. En esa época, yo yahabía hecho teatro tanto en Viedma como en Resisten-cia, en los lugares más insólitos, como por ejemplo,una biblioteca. En el modesto edificio de esa bibliote-ca se había previsto hacer teatro, pero el escenario eraun nicho, un hueco en la pared. Entonces ubicamos elespectáculo en el centro del ámbito central, en unespacio circular. Y hasta incorporamos con mucho acier-to una gran escalera que conducía a un entrepiso.

En 1970 termino la carrera en la Facultad y realizo, enla Alliance Française, Antígona de Annouilh, en fran-cés. El Agregado científico y cultural, M. PhilippeGreffet era quien me había invitado a dirigir la pieza.Fue un espectáculo exitoso. El mismo Greffet me pre-mió con un viaje a París. Y recuerdo que me dijo: "esosí, no se te ocurra hacer una tesis". ¿Era una invita-ción? Cuando llegué a París lo primero que hice fueaveriguar cuáles eran las exigencias para hacer undoctorado, y fui a dar a las universidades nacidas delmovimiento del '68, Nanterre y Vincennes. Fui simple-mente a preguntar y, en Vincennes, el director deldepartamento de teatro, M André Veinstein, despuésde examinar mi curriculum, me dijo: «¿por qué no haceuna tesis de doctorado?» ¡Otra vez! Y la hice. Cuandoregresé a Buenos Aires fue el mismo M. Greffet quienme dio una beca para realizar el doctorado.

–¿Y el tema surgió inmediatamente?–Claro, cuando pensé cual podía ser el tema de mi

tesis, sabía que tenía que ser algo que me interesarade una manera muy particular, sólo un gran interéspodía ocupar la atención de un estudioso durante un

Teatro del Globo

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7EL ESPEL ESPEL ESPEL ESPEL ESPACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICO

largo tiempo. No había leído aún el libro de HumbertoEco, Cómo se hace una tesis, donde dice que eltesista tiene que sentirse muy involucrado en el temapara resistir la exigencia de una tal investigación.Por todo lo que conté antes era para mí muy claro quemi tema tendría que ver con el espacio escénico.Cuando llegué a París con una extensa bibliografía,especialmente ensayos sobre el espacio en las artesplásticas, me llevé una gran sorpresa, porque mi di-rector me dijo: "nada de l ibros, espero susconclusiones a partir de su experiencia". Me sugirióque basara mi estudio inicial en algunos de mis es-pectáculos en los que hubiera realizado experienciasespaciales y, a continuación, que eligiera cuatro ocinco directores de cualquier nacionalidad que hubie-ran trabajado el espacio de una manera interesante, yque no recurriera a libros sino que fuera a ver esosespectáculos. Elegí a Ariane Mnouchkine y VíctorGarcía, de París, a Richard Schechner, de Nueva York,y a Luca Ronconi, de Italia. Así fue como asistí a losespectáculos de estos directores (en mi libro El es-pacio escénico como sistema significante hagouna descripción de estas experiencias).

En un momento de mi trabajo de tesis fue a ParísSaulo (Benavente), y al contarle que mi director mepedía que eligiera a tres escenógrafos y los entrevista-ra, muy divertido, me replicó: "decile a tu director quesi estudiás a tres escenógrafos franceses también te-nés que estudiar a tres escenógrafos argentinos".Trabajé escenografías interesantes desde el punto devista de su relación con la creación del espacio escé-nico, de Benavente, Luis Diego Pedreira y Guillermo dela Torre. Parte del material de la tesis apareció publica-do en 1978, con el título de La renovación delespacio escénico, hoy totalmente agotado.

–¿Cómo fue que se realizó esa publicación?.–Cuando regresé a Buenos Aires con el título de doc-

tor, me enteré que el Banco de la Provincia de BuenosAires había organizado un concurso de obras literariasde cualquier índole, también de ensayos. Traduje uncapítulo y lo mandé, y obtuve el primer premio. Un díame encontré con una pared tapada de libros, porque elbanco imprimía el libro pero no lo distribuía, y me los

enviaron todos. Y con ese libro han pasado cosas muyinteresantes que a mí me sorprenden. Ese año me invi-tan al Festival de Caracas, y fui, y llevé conmigoejemplares. Llevé cincuenta y se vendieron en un solodía. Lo cual da cuenta de que se trataba de un tema quecausaba, o despertaba, algún tipo de interés.

–¿Según tus reflexiones, cualquier obra puedeser hecha en cualquier espacio?–Opino que sí. Pero depende del talento, la intuición,

la visión del director, y de cómo puede producir larelación entre el trabajo de los actores y el ámbito quelos contiene. Es muy posible que existan casos en losque esto no se puede lograr, no sé... Y algo más, cuan-do se trabaja en un espacio que parece no favorecer lainstalación del espectáculo y, sin embargo, se puedelograr un acuerdo entre ambos, es cuando seguramentese producirá lo que se puede calificar de hallazgo. Es elcaso de Jean Vilar, a quien le dieron para dirigir elteatro del Palacio de Chaillot, que tenía un escenariomás ancho que el Colón. Vilar vio que no podía usar eltelón porque tardaba mucho en abrir y cerrar y, enton-ces, logró un efecto similar con la luz. Y de la mismamanera resolvió la problemática que le planteaba laescenografía. En ese sentido es un creador.

A mí me pasó algo similar. Cuando me nombrarondirector del Instituto de Artes del Espectáculo, en laUniversidad de Buenos Aires, el decano me estimulópara que hiciera teatro; armé un grupo para actuar en elSalón de Actos. Cuando llegó el momento me dijeronque no se podía usar esa sala; como te imaginarás nopodía desarmar el grupo, era muy frustrante para todos.Entonces propuse a los actores que intentáramos crearun espectáculo en un espacio mínimo, la superficielustrada de un escritorio, que era lo único que tenía-mos. E hicimos el espectáculo en el escritorio, y fue unéxito. Los actores descubrieron, por ejemplo, el valorque tenía el movimiento de una mano cuando se traba-ja con un espacio así, cosa que no ocurre, por supuesto,en un gran escenario. Ese espectáculo se llamó Lasbellas hermanas siamesas, y lo hicimos varias ve-ces en varios lugares. Y hasta tuvimos muy buenascríticas en los diarios. El tema era seguir y sortear lacrisis en las condiciones materiales.

Les Copiaux

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8 CUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADERO

ble (fue fácil porque se trataba de un colegio). Y asífue: hicimos La lección en un escenario lleno de es-critorios. Los actores, que conocían muy bien la obra,me propusieron desplazarse continuamente y usar lamayor parte de los escritorios. Se adelantaron, porqueyo iba a decirles que se movieran tanto como les fueranecesario. Resultado: se produjo algo muy interesanteen relación con el espectador y, para nosotros, surgióuna nueva lectura. Ese nuevo espacio resignificó laobra, tanto como la había resignificado un escenariopequeño en la puesta original.

–¿Podríamos decir, entonces, que tus reflexio-nes se deben tanto a una labor teórica comopráctica?–Sin lugar a dudas. Junto a todas mis reflexiones,

estudios e investigaciones, la práctica del teatro meenfrenta permanentemente con una labor imprevisible:la organización estructural de los sistemas significan-tes que compondrán el espectáculo. Digo imprevisibleporque es una labor que se lleva a cabo en los ensayos,con los actores y los técnicos, y si a éstos se lesrespeta su participación en la creación, resulta difícilentonces prever cuales pueden ser los resultados fina-les. De esta norma general no escapan el espacioteatral y el escénico. Enfocada la creación del espec-táculo desde este punto de vista ¿cómo juegan laspartes y el todo y las partes entre sí? Es decir, elespacio escénico en la totalidad del espectáculo, y elespacio escénico y el discurso gestual y el discursohablado del actor. A mi entender, hay nociones perte-necientes al campo del teatro que intervienen paraauxiliar al director. Entre ellas, la relación funcionalque vincula la dramaturgia con el espacio, y el espacioescénico con el mecanismo de simbolización que ca-racteriza a toda creación artística.

LA DRAMATURGIA–¿Le estás dando al término dramaturgia unsentido que va más allá del uso corriente?–Es verdad que ahora el término dramaturgia también

designa a la organización del espectáculo en toda suamplitud, pero me limito a la primera acepción, esdecir, la creación de la obra literaria: las réplicas de

Volviendo a la pregunta que me hiciste hace un mo-mento, opino que cualquier espectáculo puede serrealizado en cualquier lugar, y que todo espacio espotencialmente teatral. Recordemos al respecto cuan-do la Organización Negra utilizó como espacio escénicoel Obelisco. Bueno, ahí tenemos un caso de uso de unespacio urbano y casi sagrado que formó parte de laescena de un grupo teatral. A nadie se le hubiera ocu-rrido que eso era posible.

–¿Y qué ocurre cuando un espectáculo cam-bia de espacio?–Cambia el espectáculo, siempre que se haya produ-

cido una relación orgánica entre el espectáculo y elespacio. Recuerdo que en la tesis me hice la mismapregunta, y que abordé la respuesta desde una expe-riencia personal: La lección, de Eugenio Ionesco.Con ese espectáculo fuimos a un festival en Asuncióndel Paraguay, pero no pudimos hacerlo porque presentauna crítica violenta de todo poder dictatorial. Alguienhabló de un salón de un colegio inglés en las afuerasde Asunción. Allí fuimos. Era un escenario enorme yno había ni luz para circunscribir el espacio. Comorecordarás, se trata de sólo tres personajes y siemprehabíamos trabajado en espacios de característicasopuestas a las de ese escenario. Entonces pedí quetrajeran varios escritorios, tantos como les fuera posi-

Anfiteatro Griego

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9EL ESPEL ESPEL ESPEL ESPEL ESPACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICO

los personajes, las didascalias, especialmente, lasindicadoras del tiempo y el espacio de las acciones, ytoda sugerencia del dramaturgo, consciente o no, rela-cionada con las situaciones en el orden político, socialo económico, en que está inmersa la obra.

–¿Todo parecería indicar que no es útil el estu-dio de la dramaturgia disociada del estudio delespacio teatral, y viceversa?– Para explicar este planteo con más eficacia es

dable recurrir a la historia. Si se toma como ejemplo elespacio de la tragedia griega –afortunadamente, que-dan rastros muy bien conservados, como es el caso delteatro de Epidauro–, el visitante que tiene la suerte deubicarse en ese espacio privilegiado, puede hacersepreguntas respecto de la concordancia que se estable-ce entre la obra literaria y el espacio teatral, y comprobarcómo la una depende del otro para su lógico funciona-miento, cómo la primera explica al segundo y viceversa.Si la representación tenía un profundo sentido religiosoy social, si establecía un diálogo con los dioses –carácter que surgía de la obra literaria–, el ámbitofísico y arquitectónico no le iba en zaga: bajo el cielotan azul, las gradas sobre la ladera de la colina enfren-tando la escena, el círculo destinado al coro, entre lasgradas y la escena, un conjunto de grandes proporcio-nes que, para nuestra actual visión del espacio teatral,no dudo en calificar de majestuoso. Precisamente, sien la tragedia griega sorprende ese extraordinario in-vento que es el coro, intermediario entre el público ylos protagonistas, en la misma medida sorprende esecírculo dilatado que se levanta como el eje del espa-cio; oímos y vemos a los integrantes del coro interpelar,compadecer o invocar a los dioses encarnando al es-pectador que está sentado en las gradas, ese coro que,espacialmente, se halla en el lugar más adecuado parala interpelación. Se comprueba cómo las gradas abra-zan en parte el círculo –el público cerrando filas entorno del coro– en tanto que la plataforma y la escena,que sostienen la tragedia de los protagonistas, corretangencialmente al círculo.

Hablé del círculo, espacio del coro, como el eje de latotalidad del espacio, pero un círculo supone un centroradiante, y ese centro está ocupado, o es, el altar que

comunica verticalmente con los dioses; es un centrode gravedad, un centro desde el cual el sonido alcanzacon la misma potencia todos los lugares del espacioteatral. Los que se atreven a transitar el espacio teatralde Epidauro, buscan someterse a una prueba casi má-gica: hablar o cantar desde el lugar de emplazamientodel altar, sabiendo que su voz alcanzará los lugaresmás alejados. Esta voz que busca el oído del contem-plador es la voz del dramaturgo, que escribe para que elactor transmita su palabra en un ámbito abierto y sehaga oír por los dioses. Qué operaciones habrán lleva-do a cabo los teatristas de la época para alcanzar talmagnitud creadora, y coordinar el espectáculo en esaarmonía de la idea hecha literatura, y la arquitecturaaplicada a un lugar físico hecho de cielo, colinas ytantas numerosas presencias humanas. En un lado laabstracción, la imaginación, la especulación de unlenguaje que simboliza el lenguaje real y del otro, lasherramientas, el esfuerzo físico, la nobleza de los ma-teriales y una distinta pero homóloga imaginación ysimbolización.

–¿Se puede aplicar el mismo análisis a otrosmodelos de espacio escénico que se genera-ron en otros lugares y épocas?–Sin ninguna duda. Me divierte pensar en un libro que

tratara el tema con profundidad. Si los dioses griegos ono, me acompañaran, me gustaría mucho intentar suconfección. Estoy pensando en Shakespeare y en El Glo-bo. Ahora que los ingleses lo han recreado parece que esmás imperioso el deseo de hacer un trabajo así. Creoque todos en algún libro hemos leído unas frases inge-niosas de este tenor: ¿Shakespeare escribió la escenadel balcón en Romeo y Julieta porque en el dispositivoescénico se había diseñado un balcón, o en el frontón dela escena isabelina figura un balcón porque Shakespea-re había escrito esa escena, tan hermosa y trascendente,en la trama de la tragedia? No se sabe hasta qué puntoesto responde a la realidad, pero es indudable que pare-ce lógico que nos hagamos las preguntas.

Si hay algo que impresiona en este espacio teatral esla diagramación de la plataforma, el espacio escénicoque, adosado en el lado interior del muro de contencióndel teatro, permitía que el público, de pie, la abordara

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10 CUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADERO

por tres lados, en un estrecho contacto con los actores.Si se hace una comparación con el espacio de la trage-dia griega, parece que un espacio alejara a losespectadores de la escena, en tanto que el otro losacerca de una manera promiscua. Ahora no se trata dereyes o dignatarios muy alejados de las formas de vidadel pueblo; en El Globo los reyes sufren como cual-quier súbdito, y no invocan a los dioses sino a lanaturaleza y a las fuerzas cósmicas. "Si Desdémonadejara de amarme, se produciría un doble eclipse desol y de luna", clama Otelo. Además, en la tragedia semezclan los personajes de posición social muy eleva-da con personajes que pertenecen a las clases bajas,se interrelacionan los sentimientos más nobles conlos más canallescos. Falstaff combate entre príncipes,y les miente y se confiesa cobarde. Ya no se necesitael espacio del coro que mediaba entre las gradas y laescena; aquí los hombres hablan con Dios mano amano, los espectadores ríen y lloran con los persona-jes más encumbrados. El espacio se reduce, una brevesuperficie es suficiente para la elevación del teatro.Los espectadores pobres y los rufianes rodean la esce-na, se apoyan en ella, interpelan a los personajes;éstos se presentan ante el espectador muy expuestos,sin que la materialidad del ámbito teatral les ofrezcaalguna protección; anuncian el carácter de la escenaque se va a desarrollar, arrastran muebles. En general,están vestidos como cualquier ciudadano; la mayoríade los hechos que se cuentan son páginas de su histo-ria reciente. Recordemos, de paso, que la tragedia griegareproducía los grandes mitos del trasfondo de su histo-ria y que no estaba permitido recrear los conflictoscontemporáneos. Esquilo transgredió este acuerdo cul-tural con Los persas. Pero volviendo al teatro deShakespeare, la mayoría de las obras comienzan conun prólogo–monólogo dirigido al público, y terminan dela misma manera. Esta dramaturgia tan definida debíaarmonizar con un espacio teatral y escénico tambiénmuy definidos. Así fue. Todavía hoy hablamos de unteatro que calificamos de épico, en el extremo opuestodel teatro a la italiana y su caja mágica; telones ytelares para facilitar la creación de un teatro que buscalograr una mímesis satisfactoria de la realidad.

–¿Y se podría continuar realizando el mismotipo de análisis en el caso de cada modelo deespacio teatral registrado por la historia?–¿Lo hacemos? Necesitaríamos mucho tiempo y mu-

cho espacio. Queda aquí esbozado un tipo deindagación, o investigación, que se puede aplicar aotros aspectos del fenómeno teatral; por ejemplo, elespectáculo teatral como mecanismo de simboliza-ción de una sociedad en un momento dado, el procesode creación, los creadores y los receptores. Tengo laimpresión de que es un fenómeno que, en general, seestudia desde la crítica y la recepción y, pocas veces,desde el proceso de creación del espectáculo. ¿Es útile interesante que lo llevemos a cabo desde el interiorde la labor creadora? Parece el tema de una tesis.

–En esa relación que establecés entre drama-turgia y espacio escénico, ¿qué se puedeobservar de lo que está ocurriendo ahora?–Es una linda pregunta. Respecto de las propuestas

dramatúrgicas –que en este caso, también comprendenaquellos espectáculos que se originan no en un textoescrito– y el espacio teatral, creo que podemos señalaruna aproximación: para ello, me apoyo en el concepto dediversidad y de ausencia de cuadros formales de refe-rencia. La hibridez, la interculturalidad, laintertextualidad, la libertad total en relación con el con-cepto de los géneros literarios, el nuevo estatuto delpersonaje, el hábito de transgredir todo tipo de fronteras,dan origen a una literatura dramática que se relacionaespontáneamente con espacios también extremadamen-te diversificados. En estos momentos, en la Argentina,se implantan las acciones y los elementos técnico–artísticos de un tema dramático, tanto en espacios deldenominado teatro a la italiana como en espacios que nohan sido pensados para recibir un espectáculo teatral,es decir, ámbitos improvisados o, según la terminologíaacuñada por el teatrista americano Richard Schechner,espacios hallados. En nuestro caso, aun esos espacioshallados mantienen muy modestamente la estructuramás conocida: una escena ubicada frontalmente antelas filas de asientos para el público. Pienso que siemprese han realizado espectáculos en espacios no construi-

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dos a tal efecto, pero era la excepción. Ahora ocurre locontrario; en la cartelera de Buenos Aires dominan lassalas que no son salas de teatro en el sentido tradicio-nal. Se registra una explosión de la actividad teatral quelógicamente escapa de las auténticas salas a la italia-na, que, por otra parte, cada vez son menos. Además, larealización de un espectáculo en una de las principalessalas teatrales a la italiana significa una producción deelevado costo, fuera de las posibilidades de los teatris-tas no legitimados porque los grandes productores nolos contratan, o no acceden a la actividad en salasoficiales y a los medios masivos de comunicación comola televisión o el cine. Esta reflexión viene al casoporque la renovación de la escena argentina –tanto en elcampo autoral como en el de los actores, directores ytécnicos–artistas– está alojada y producida en las pe-queñas salas.

En resumen, son los teatristas y los espectadoresquienes han definido este espacio teatral y escénico

multiforme, que acerca los unos a los otros en unarelación casi fraternal. Las dimensiones tienen enparte que ver con esto, pero no sólo las dimensionessino la necesidad de una intimidad confesional. Si eldispositivo isabelino invitaba a parte del público, depie, a apretujarse en torno de la plataforma de laescena y a manifestarse, los espacios teatrales deBuenos Aires proponen a los espectadores mantener-se respetuosamente sentados y silenciosos ante eltrabajo de los actores que, en la mayoría de los ca-sos, encierra, sobre todo, un pedido de complicidad.La dramaturgia, la situación económica –abundan losmonólogos y las obras de dos o tres protagonistas yuna sola escenografía, resuelta de la manera mássimple–, el desarrollo cultural y artístico, y la nece-sidad de los teatristas de expresarse, han inauguradoeste espacio multiforme en el que la comunicaciónentre el público y el espectáculo puede ser un susu-rro, una carcajada o un quejido.

Escena de «Tirolesa Obelisco»

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Unas trescientas escenografías realizadas en casicincuenta años de labor ininterrumpida podrían hablarcon elocuencia -si ese guarismo no contara, además,con el apoyo de una elaboración estética de comproba-da calidad- sobre la magnitud del trabajo realizado parael teatro argentino por Gastón Breyer. Artista clave enel período del movimiento teatral independiente e inte-grante de una generación que dio al país extraordinarioscreadores en su disciplina. Breyer se retiró hace algu-nos años de la actividad en los escenarios; sin embargodesarrolla una intensa actividad teórica y docente ensu cátedra de Heurística de la Facultad de Arquitectu-ra, institución de la que egresó como profesional en1945, luego de haberse formado en la Escuela Superiorde Bellas Artes Ernesto de la Cárcova, y con profesorestan eminentes como Emilio Centurión o Emilio Pettoru-tti. De ambos, el consagrado escenógrafo argentinoafirma que fueron artistas y maestros extraordinarios.Con Centurión, autor de la célebre Venus criolla, es-tudió dibujo y desnudo en el cuarto año de la carrera deBellas Artes. Con Pettorutti hizo mucha pintura. Variasveces premiado por distintas entidades, Breyer fue tam-bién vicedecano de su facultad en 1958 y miembrotitular, entre 1957 y 1980, en jurados de concurso detitulares de la Universidad de Buenos Aires.

Aunque en 1941 realizó un decorado para el balletCopelia, que se representó en el teatro Politeama, yen los años siguientes fue contratado para otras obras,él considera que su primera escenografía importantefue la del Peer Gynt, realizada en 1947 para el TeatroLa Máscara. De ahí hasta 1987, año en que construyóel diseño visual de Sueños de un seductor, montadaen el Bauen, la currícula de Breyer incluye títulos tansignificativos como Los hermanos Karamasov,Monserrat, La fuerza bruta, El puente, La óperade dos centavos, Crimen y castigo, Galileo Gali-

La organización del vacíopor Alberto Catena

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lei, El mono velludo, La muerte de un viajante,Los expedientes, Romeo y Julieta, La pucha, Elproceso, El herrero y el diablo, Los siete locos,Santa Juana de América y varias más. Todo eso,además de haber sido uno de los grandes animadoresde Teatro Abierto, al que considera uno de los hechosmás decisivos de la historia del teatro nacional. Encuanto a la labor teórica se plasmó en textos comoAmbito escénico, Heurística del diseño, Análisisescenográficos, La función de habitar, Semiolo-gía de las artes visuales, La problemática de lasartes visuales o La escenografía y su definición,difíciles de conseguir en la actualidad, salvo en algu-nas bibliotecas muy específicas. Hace pocas semanasterminó un nuevo libro, que publicará muy pronto Mén-dez Mosquera y Konex, en el que analiza la concepciónescenográfica para autores tan fundamentales comoWilliam Shakespeare, Henrik Ibsen, Eugene O´Neill,Bertolt Brecht y Florencio Sánchez, y también la laborde directores-escenógrafos tan relevantes como VíctorGarcía o Jorge Lavelli, entre otros artistas contemporá-neos. Esta entrevista con Gastón Breyer se realizó ensu casa de Villa del Parque, donde el maestro tiene unextraordinario archivo de todos sus trabajos -bocetos,diseños definitivos, fotos, comentarios, críticas, pro-gramas, etc.- que constituyen una memoria parcial,pero muy ilustrativa, de una etapa de la historia denuestro teatro. En muchas de sus realizaciones, Breyertuvo como colaboradora a su esposa Nereida Bar, yafallecida.

—¿Cuándo comienza, en realidad, el verdade-ro trabajo escenográfico en la Argentina?— Desde que empieza el teatro, en el siglo XIX,

hasta 1920 no hay prácticamente en la Argentina esce-nógrafos. Lo que existen son decoradores o pintores de

telón, en general, provenientes de Nápoles y Barcelo-na. Son estas personas las que fundan los talleres deescenografía que funcionan en las plantas altas de lascaballerizas. Hubo como una docena de esos talleres,y estaban en su mayor parte en los barrios de Caballitoy el Abasto. En sus grandes estanterías tenían guarda-das escenografías en papel, que clasificaban por títulosy temas: comedor de una familia burguesa, dormitoriode campo, etc. Esas escenografías se alquilaban. Afinales de esa década comienzan a ingresar al territoriode la disciplina una cantidad de artistas plásticos comoJosé Lucio Bonomi, Horacio Butler, Rodolfo Franco,Gregorio López Naguil, Alfredo Guido, Gori Muñoz oHéctor Basaldúa, que hacen una escenografía un pocode elite, aristocrática, y sobre todo pintada, porqueellos eran en rigor pintores de caballete que, con mayoro menor jerarquía, incursionan en el decorado teatral.En 1930 aparece el Teatro del Pueblo con LeónidasBarletta quien hace sus propias escenografías, queeran realmente malas. Pero el impulso que origina elteatro independiente abre un espacio fundamental parael desarrollo de nuevos artistas en la disciplina. Yo meinicié alrededor de 1940 en La Máscara, teatro ubicadoen la calle Perú, casi esquina Bartolomé Mitre. Y en1948 me pasé a Los Independientes, teatro de OnofreLovero, que era un desprendimiento del anterior.

—¿Quiere decir que es ese movimiento el quecobija a una generación de escenógrafos dig-nos de llamarse así, más allá de que se puedaencontrar algún que otro caso aislado conméritos para revistar en esa categoría?—Sí, y no sabría decirle porqué. El grupo inicial está

formado por Germen Gelpi, Mario Vanarelli, Saulo Be-navente, Pablo Heraldo Anton, Leal Rey, Carlota Beitía,y yo mismo. Este grupo es el que aporta mayores nove-

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eso que hacían muy bien Edmundo Guibourg, Luis Or-daz o el propio Marial. Y aún Jaime Potenze, que era uncrítico muy antipático pero capaz.

—¿Cree usted que el papel del escenógrafocambió mucho en los últimos años?—Con relación a mi época, noto que hoy el director

se preocupa más por la escenografía. El surgimiento deespacios diferentes del tradicional escenario a la ita-liana (hablo del escenario central, el bifrontal y otros),provocó que los directores tomaran conciencia de lanecesidad de trabajar más cerca del escenógrafo. An-tes se lo consultaba a último momento. En la actualidadno. Incluso se explica a los actores cómo va a ser laplanta, la escenografía, en qué nivel de semiótica está.Por otra parte, estamos en la tercera generación deescenógrafos argentinos y, día a día, los nuevos profe-sionales estudian más. La figura del artista improvisadono tiene ya andamiaje, porque ya hay mucha bibliogra-fía para formarse. Habría que añadir, además, que en elmundo ha habido un reflorecimiento del parámetro vi-sual. Hay autores que reducen la palabra a cero y esoha llevado a revalorizar otros aspectos del espectácu-lo, entre ellos el visual, el gestual, el sonoro, a vecesdiría que de una manera exagerada. Y luego, lo quesabemos sobre la gran influencia del cine y el cambioen la plástica mundial (el impresionismo, el cubismo,el futurismo, etc.).

—Han surgido también fenómenos distintos,como los del director-escenógrafo.—En mi nuevo libro ese fenómeno está muy bien

explicado. Los que han dado mucho impulso, no sólo ala escenografía sino al hecho visual, han sido creado-res como Grotowski, Kantor, Barba, los autores de laperformance. Los parámetros estéticos se han modifi-

cado muchísimo. El otro día vi en televisión un ballethecho seguramente entre 1915 y 1920. Era el Preludioa la siesta de un fauno bailado por Nijiski y, since-ramente, resultaba inaguantable por su formalismo,por el exceso de estilización. Es cierto que, como con-tracara, esa explosión de lo visual ha llevado tambiéna una exacerbación, que hoy se nota en el predominiode la imagen, de la presencia de la televisión, delimaginario de las calles, del afiche. Una eclosión amenudo saturante.

—Usted habla en alguno de sus trabajos de lanecesidad de que el teatro -y la escenografíaen particular- no caigan en la superficialidad,en el decorativismo.—El teatro no puede transformarse en un espectácu-

lo frívolo, de puro divertimento. Ese debería ser un granobjetivo de este tiempo. En el Fausto criollo quedabaya en claro que la gente iba al teatro, muchas veces, aver colores, movimiento. Pero con la llegada del cine -que en la actualidad puede concretar cualquier prodigiotécnico-, el teatro no puede competir en ese renglón.Frente a eso, su opción es la de refugiarse en la sobrie-dad. Para mí, la línea del teatro que tiene posibilidadde exhibirse como algo distinto, específico, es esa quelos italianos llaman el teatro «povero», el teatro despo-jado, casi esencial, como quería Grotowski. Allí elescenógrafo no pone cosas, sino que ayuda más quenada a definir espacios, luces, ámbitos, climas, perono a agregar chiches ni efectos. Es decir, que el esce-nógrafo trabaja también con la esencia de las cosas yno con sus predicados.

—Eso se ve bastante bien en Peter Brook, don-de el concepto de despojamiento funciona conmucha intensidad.

dades y cambios. Es una primera generación de van-guardia que trae una nueva visión de la escenografía.Después vino otra, formada en muchos casos por alum-nos de la anterior. Es la de Héctor Calmet, LeandroHipólito Ragucci, Luis Diego Pedreira, Carlos Cytry-nowski, Jorge Sarudianski, Guillermo de la Torre ytantos otros prestigiosos escenógrafos y escenógrafasde esa y la camada más reciente.

—¿Queda documentación de ese desarrollo dela escenografia en la Argentina a partir delsiglo XlX?—De la escenografía anterior a 1900 queda poco y

nada; alguna documentación gráfica dispersa y casual. Noes fácil decir algo respecto de esa etapa por la pobreza dela información. La crítica periodística, recién a partir de ladécada del 40 comienza a tomar conciencia del hechoescenográfico con tímidos comentarios. José María Ma-rial es el primero que se preocupa seriamente del tema.Más tarde, Raúl Castagnino publica un buen artículo brevede la escenografía argentina en la revista de EstudiosTeatrales, en 1959. El primer estudio específico sobretrabajos en esta disciplina se publica en 1952 y me perte-nece: es Análisis escenográfico.

—¿A qué atribuye esa falencia dentro de lacrítica?—El conocimiento del hecho escenográfico exige

una formación muy rica que a menudo el crítico notiene. La crítica se fundó siempre en el análisis de laobra, del texto teatral. En cambio, se le dedicó bastan-te menos consideración al actor y al director. Y a laescenografía nada. Pero eso ahora se está revirtiendo.Para mí la tarea del crítico es importantísima, no puedeser ni ligera ni rápida. Él debe contribuir a orientar alpúblico sobre los significados de los espectáculos,

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—Ese hecho es muy saludable para el arte. Y lo espara la escenografía y la pintura también, porque les daun marco propio.

—¿Cuáles son los factores del espectáculosobre los que cree que la escenografía debetrabajar de manera privilegiada?—Desde algún punto de vista, le diría que es clave

que la escenografía se mueva sobre dos carriles bási-cos. El primero es la lectura profunda del texto, a fin dellegar a la verdad de lo que quiere decir. Este es elvector de la semiótica. El segundo es un vector geomé-trico; tiene que ver con la organización del espacio. Yesa es una organización más de los vacíos que de otracosa. No se trata de agregar objetos porque sí. El teatrode estos días, sobre todo, plantea los grandes proble-mas existenciales del hombre: su desubicación en latierra, frente a los otros hombres, todo eso que se da endenominar la falta de comunicación. Y desde un puntode vista espacial o geográfico esa problemática se

traduce en la creación de vacíos. El hombre contempo-ráneo no tiene casa, no tiene ciudad. El mes pasadoestuve en La Rioja, en un pueblito chiquito de 700habitantes. Las personas se conocen allí, se cruzan enla calle y se saludan. En las megalópolis, como Bue-nos Aires, los individuos no se conocen. Yo no séquiénes son mis vecinos. Vivimos en el anonimato, enel vacío.

—Por eso se habla hoy de los «no lugares».—Eso, si usted quiere definir la escenografía hoy,

diría que es el estudio y la estructuración de los nolugares. O dicho de otro modo, la imposibilidad dehabitar lugares. El hombre tiene lugares pero no lospuede habitar. El dramaturgo que mejor expresó esedrama del hombre contemporáneo fue Eugene O´Neill.En mi nuevo libro dedico un capítulo entero a este autorfabuloso pero poco valorado en este tiempo. Uno lehabla a un chico de 25 años de O´Neill y no sabe quiénes. Su pieza Más allá del horizonte, una de las

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últimas de su producción, plantea el tema del vacíocon una enorme hondura.

—¿Grandes escenógrafos argentinos, des-tacaría?—Los grandes escenógrafos argentinos fueron Be-

navente y Pedreira. Pero también valoro muchísimo aVanarelli, Beitía, Antón y Cytrinowsky. Nuestro paísha tenido muy buenos escenógrafos.

—¿Cómo fue su relación con Pettorutti?—Con Pettorutti trabajé unos siete u ocho años. Era

un genio y un tipo extraordinario, un profesor de los deantes, que terminaba la clase e iba a comer una mila-nesa con papas fritas con sus alumnos y seguíahablándoles de pintura. Una noche estaba en una aca-demia que él había fundado con Romero Brest, y meacuerdo que yo estaba haciendo un dibujo a carbonillaa tamaño natural. Mientras dibujaba, oía detrás queRomero Brest hacía comentarios sobre mi trabajo. Y enun momento oí que Pettorutti le decía bien claro: «MiráJorge, el día que vos tomés un lápiz en la mano, reciénentonces vas a saber corregir».

—Un teórico francés, George Banu, afirma queen los años ’70 hubo en Europa una huída delos teatros de concepción a la italiana hacia

los espacios parateatrales, y que luego se pro-dujo un regreso al primer ámbito pero de unamanera distinta, con el enriquecimiento queprodujo la experimentación. ¿Qué opina de eso?—Es muy probable que eso haya ocurrido, pero no

hay que olvidar que Europa es muy tradicionalista. Miposición es que cada obra de teatro sugiere el tipo deescenografía, de espacio que necesita. Moliere estáhecho para el teatro a la italiana. Si se lo pone en unteatro circular o bifrontal pierde un poco. Molierecorresponde a ese tipo de teatro, así como el teatrogriego correspondía al anfiteatro. En el teatro contem-poráneo, donde muchas veces la palabra, no la frase,tiene una importancia muy grande -citemos por ejem-plo a Handke o Dürrenmat-, la obra requiere una formaescénica que permita acercamientos o perspectivasmás próximas. A veces requiere estar casi al lado delpúblico. En cambio, el teatro a la italiana producesiempre una sensación de lejanía. Siempre me acuer-do cuando se hizo la primera exhibición en teatrocircular en el país, que no tuvo mucho éxito. Perodespués, el primero que trabajó en teatro central ocircular fue Rodríguez Muñoz, con La gaviota. Y fueun espectáculo extraordinario. Mi postura pues esque, hoy día, cada obra de teatro exige cierto tipo deactor -no cualquier actor puede hacer cualquier papel-, necesita un tipo de director -no cualquiera puede

dirigir cualquier cosa-, un tipo de escenógrafo y untipo de espacio. La obra misma lo indica. He visto aShakesperare en distintos escenarios, y muchas ve-ces me ha gustado pero, en mi opinión, Shakespearedebería darse en el antiguo Teatro del Globo. Ese essu lugar. Y Lope de Vega en los corrales españoles,que son su verdadera cuna. Y una cuna se puedesustituir, pero lo que se usa en su reemplazo no dejade ser un sustituto.

—Sobre la relación que cada obra tiene conun espacio especial ha hablado mucho el es-cenógrafo de Peter Brook, el francés Jean-GuyLecat.—Fíjese, hace poco veía en una revista alemana

fotografías de la puesta que Ariane Mnouchkine dedicóal drama de los emigrantes que escapan de sus paísesen África, o el Cercano Oriente, para ingresar a Europa.Ella no podía reflejar ese tema en un teatro a la italia-na. Por eso eligió un lugar como la Cartoucherie deVincennes para hacer 1789 y otras obras que no sepodrían concebir sino fuera en ese espacio. Cuandohice la escenografía de Santa Juana de los Mata-deros, en el Galpón del Sur, no se podía hacer en otrolugar que ese. La ópera de dos centavos sí se puedeponer en un teatro como el Alvear, a la italiana. Poreso, una parte importante del trabajo del escenógrafoes decirle al director cuál es el ámbito más adecuadopara la obra que va a hacer.

—¿En qué medida en el teatro actual se cum-ple el objetivo de la comunicación, que es elde trasmitir un mensaje para que se entienda?—Hay una famosa fórmula que se llama «de la me-

dida estética», que es así: un mensaje es bueno cuando

Dispositivo escénico para «Santa Jana» de B. Brecht

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tiene un nivel de orden aceptable. O sea, que si es purodesorden el mensaje se frustra. Pero ese orden debeser acompañado de un mínimo de riqueza para ampliarel arco de los significados y para no aburrir. Esos doselementos deben encontrar un punto de equilibrio ade-cuado. Por ejemplo, antes de pintar un cuadro alguienpuede decir: voy a trabajar en la familia de los verdes.Ahí, el factor de orden lo constituye el verde, perodentro de ese color hay muchas variantes. La mayorvariedad de ese color dará más riqueza a lo que sequiere mostrar. En el terreno de lo perceptivo, de lovisual, lo que estructura el orden es un factor geométri-co. En el otro caso, el factor es semiótico. Tiene relacióncon la cantidad de signos que provee. El exceso designos (supersignos, subsignos, etc.) conduce a laconfusión. Una escenografía tiene que introducir algúnorden para que el espectador pueda -como si entrara ensu casa- identificar ciertos lugares, pero debe estruc-turarlo con riqueza porque, de lo contrario, más queestimular el vuelo del entendimiento, lo encierra enuna prisión, lo empobrece. El teatro contemporáneosuele ser demasiado semántico, se excede con fre-cuencia en la cantidad de signos. Pero la verdad es queese teatro responde a lo que es nuestra civilización. Elhombre de la ciudad -esto no ocurre en el campo- viveasediado, bombardeado por un alud de mensajes. Y lasaturación de mensajes precipita al hombre en la alie-nación, en la locura.

—O sea que de la riqueza se puede pasar alcaos.—Fíjese que en una obra de arte lo que se aprecia

primero son los factores componentes, morfológicos.Un cuadro da colores; la música, sonidos; una obra deteatro, movimientos, palabras. El teatro tiene que pro-

ducir un impacto, entregar un cúmulo de conocimien-tos, de datos, de novedades, o lo que se quiera, paraque a partir de esos elementos el espectador descubra,al día siguiente o cuando sea, el sentido que le proponela obra. Es lo que en semiología llamaríamos el signi-ficado. Si lo que recibe el espectador es muy abrumadoresa finalidad última puede, a veces, quedar obturada.Y es lo que hay que evitar. Los códigos del teatro hancambiado mucho. En Moliere lo que se dice es siempremuy claro, pero a partir del romanticismo los sentidoscomienzan a multiplicarse.

—¿Qué propósitos cree usted debe perseguirel teatro en estos días?—Hay que diferenciar, sin oponerlos, lo que es un

espectáculo de divertimento de lo que es un espectá-

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culo de arte. Para mí este último debe tener siempre unfondo didáctico. El teatro como hecho de didácticarequiere que, poco a poco, se desarrolle un público queaprenda a ver cada vez mejor. Nadie nace sabiendo. Elchico de meses no sabe pensar, su conducta está casicompuesta por automatismos. Cuando aparece la pala-bra, ésta ordena. Y después irrumpen las otras cosas.El teatro es un acto de paideia, en el viejo sentido deesta palabra; es un acto de educación ciudadana, decomplicidad, que enseña a vivir con el otro en socie-dad, todo lo contrario de lo que vemos en la culturacontemporánea, articulada sobre la competencia y laagresión. De ahí que el teatro, como ámbito que recuer-da al hombre el sentido de la existencia, tenga unamplio campo de finalidades o propósitos que perse-guir en estos días.

Dispositivo escénico para «Crimen y Castigo» de Dostoievsky

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18 CUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADERO

carrera; después nunca pude repetir algo así", comentael escenógrafo que puso en escena tres versiones deFuenteovejuna, de Lope de Vega, en las respectivasépocas: de la libertad creadora del jovencito, a la ma-durez, junto a Petraglia, cuando el teatro saludaba a lademocracia con esa obra que sonó a conjuro en elTeatro del Libertador; "el San Martín", para Rafael. Yotra vez con Giménez, cuando éste ya se había radica-do en Caracas.

Actualmente le tocó su corazón de hombre de los '60,la invitación del grupo "Balbuceando Teatro", a quienesco-dirige junto a Cristina Moroni. Antes obtuvo recono-cimiento con su grupo, que realizó puestas inolvidablesde Tío Vania y Tres hermanas, de Anton Chéjov; ycon Rey Lear, de William Shakespeare.

Rafael Reyeros es un hombre que piensa en grandesespacios, quizás porque debe esa mirada a la circuns-tancia de su nacimiento, en Jujuy, a 4.500 metros de

R A F A E L R E Y E R O S

Escenógrafo, diseñador, puestista y director, hombrede teatro y de la cultura, Rafael Reyeros piensa en elespacio como en la concreción de una idea, que esademás reflejo de un movimiento que responde a unaépoca. "Hacerse cargo" del espacio colectivo es elnúcleo de sus preocupaciones actuales.

Rafael Reyeros tiene un olfato especial para estardonde hay movimiento. Durante la entrevista habla enpresente de los directores, ya fallecidos, Jorge Petra-glia y Carlos Giménez, con quienes compartió tiemposgloriosos. Reyeros participó en casi todos los comien-zos: del grupo El Juglar; del Teatro Universitario deCórdoba (TEUC); del Teatro Goethe. Se acercó a losgrupos más interesantes del momento, a la nueva vi-sión que aportaban al teatro, más allá de querespondieran a la vanguardia del momento o no.

"La escenografía que hice para El otro Judas deAbelardo Castillo fue la más contemporánea de mi

por Beatriz Molinari

"No hay renovación en los espacios"

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altura. "Vengo de la pintura y de la escultura; las pri-meras reflexiones que busco están –y es un poco loque se considera teatro– en el rito", dice y comienza anarrar, como si la hubiera vivido, la historia de la con-figuración del espacio en la escena occidental.

"Leyendo sobre los griegos e investigando veo quees un gesto del hombre que se reúne con otros. Perocuando queda en el rito es sólo un comportamientosocial. Los griegos le dan forma con la arquitectura, laescritura y la puesta en escena a lo que el teatro occi-dental hereda: la puesta frontal que nace en los teatrosgriegos circulares. Ahí podían trabajar con toda liber-tad la monumentalidad que conocemos. Usabanmáquinas, coro, escena por escena desglosaban desdela dirección. Creo que ellos completaron ya el uso quenosotros hacemos del espacio escénico y de la formateatral. A partir de ahí, hay una evolución. Diría que enla Edad Media cuando la escena va a la calle, con laferia y el ritmo, vuelve a desintegrarse y atomizarse elespacio. Pegamos un salto al Renacimiento donde denuevo, tomado de los griegos y el hombre en el centrodel Universo, hay un despliegue de la arquitectura, através de Paladio y los grandes arquitectos, donde elespacio teatral es casi igual al de las grandes basíli-cas. Si uno ve La Scala de Milán, es prácticamente lamisma planta que tiene el Vaticano. Salvo cuatro ocinco capillas alrededor, lo central y hasta el rito so-lemne de fin de año en el Vaticano es frontal".

–¿En qué momento tiene más peso el rito quela información, con respecto a la estructuradel espacio?–Eso empieza a partir de la dramaturgia, al tomar

obras. Si se empieza a trabajar el teatro griego, ob-viamente, hay que revisar el espacio. Tuve la suertede estar becado en Buenos Aires con Saulo Benaven-te, en los '70. Uno de los trabajos que se estaban

LEER EL ESPACIO"Hacen la lectura del espacio, Pedreira y Breyer.

Detrás de ellos arrancamos nosotros", comenta. EnBuenos Aires, trabajaban Guillermo de la Torre y Clau-dio Segovia. "Aparece entonces el tucumano VíctorGarcía, un gran escenógrafo, un poco más viejo queCarlos Giménez. Pasa por Buenos Aires, no lo quieren,no lo atienden, y se va a España y después a París,donde fue la estrella. En España hizo un Lorca (Yer-ma); después, a Brasil con un montaje de Las Criadasde Jean Genet. Ahí ya tiene asesoramiento del checoJoseph Svoboda, un escenógrafo que me marcó".

La charla se centra en Svoboda, que retoma una tra-dición de los suizos, ya que despoja el escenario ypresenta un nuevo espacio escénico en el que la ilumi-nación era protagonista. "En los '60, la luz intervienemás al despojarse el realismo. Incluso los italianos,los franceses y hasta los rusos, tenían esa tradiciónque tomaron de Stanislavsky. En cambio Svoboda, enChecoslovaquia y Polonia, hace la renovación. Su con-temporáneo fue Kantor", comenta entusiasmado.

Reyeros ve los primeros trabajos de Svoboda en elprimer Festival de Nancy, a comienzos de los '60.

UNA MECA LLAMADA NANCY"Nosotros llevamos con 'El Juglar' una obra. Carlos

Giménez dirige El otro Judas, de Abelardo Castillo,que ya había sido estrenada en la Argentina con Alfre-do Alcón. Además llevábamos La trompeta y laságuilas, de Leal Rey. Hice la escenografía de las dos.Carlos tenía 18 años y no podía asumir la dirección delgrupo, por eso la dirigió Juan Santiago, que después sequedó en España como director de la compañía y repre-sentante de la agrupación universitaria", cuenta sobreel desembarco en el Festival de Teatro Universitario deNancy, Francia.

haciendo entonces era Las Troyanas. La beca queme dio el gobierno de la Nación tiene su anécdota.Fui a estudiar con Saulo Benavente. Había terminadoescultura; había empezado la carrera de arquitectura,pero ya estaba trabajando en teatro. La suerte quetuve fue que en los '60, en el San Martín, aparecenlos arquitectos Leal Rey y Jorge Petraglia. Además,Jorge era uno de los mejores puestistas que tuvimosen la Argentina. Con él hicimos nuestro aprendizajelos jóvenes de ese momento. Carlos Giménez fue unode sus mejores discípulos. Él le da forma al primerseminario de teatro que era más práctico. Tenía for-mación actoral y dirección escénica para que losjóvenes fueran reemplazando a la Comedia Cordobe-sa. Cuando obtuve la beca, ya había trabajado comorealizador de Leal Rey. Cuando voy a Buenos Aires,Las Troyanas era, además, una adaptación de Sar-tre. La escenografía la hacía Luis Diego Pedreira,quien en ese momento firmaba como responsable de"esceno-arquitectura". Era de la generación de losarquitectos escenógrafos. El más viejo de esa gene-ración es Gastón Breyer. Él también era teórico, conlibros escritos, y formuló consideraciones sobre elespacio escénico, pero creo que el que más desarro-lló el espacio y más experimentó fue Pedreira. Habíatrabajado con Leal Rey y Petraglia.

Reyeros recuerda que en ese momento Buenos Airessalía del realismo; el representante de ese realismoera Saulo Benavente. Con Gori Muñoz hacía cine, tea-tro y sainete; en los '50 hicieron las películas de teléfonoblanco. Era un espacio tomado de franceses, italianosy americanos. Los escenógrafos tenían gran prácticaen el realismo pero no había propuesta escénica, nohabía ruptura. Las obras de teatro que representaban,de Florencio Sánchez o Laferrere, se hacían pero sinactualización del espacio.

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20 CUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADERO

Escena de «La honesta persona de Sechuan»

"Cuando llegamos a Nancy, me llevé una sorpresaporque por primera vez ese festival, que organizabaJacques Lang (mucho después fue ministro de culturade Francia), lo invita a Svoboda. Cae a Nancy con unaexposición de 40 maquetas; algunas, con movimiento;realiza conferencias, pero pasa sin pena y sin gloria.Ahí fue donde agarré por primera vez un catálogo deSvoboda. Es maravilloso. Todavía lo conservo. Me sir-vió para afirmarme en la visión que tenía del arquitectosuizo Max Bill".

A la distancia parece de locos la travesía de "ElJuglar". Un viaje en barco de más de 20 días en altamar. A bordo, Reyeros siguió fabricando las espuelas ylos elementos para Las trompetas y las águilas.Además, cosía el vestuario de El otro Judas.

"En Francia nos fue bastante bien, y tuvimos la suer-te de que nos invitaran a Polonia, donde llevamos Elotro Judas", cuenta divertido. En Varsovia se dieronel gusto de presentar la obra. "Era un festival bastanteelitista, por los grupos que iban. Los franceses mehabían ayudado con materiales para que pudiera termi-nar la escenografía".

Rafael Reyeros insiste en que esa escenografía fuela más contemporánea que hizo. "En esa obra, Carlos(Giménez), que todavía no tenía mucha experiencia enpuesta en escena, se supeditó al espacio que hice, queera bastante libre: un cubo suspendido que no interfería

a nivel del piso. Flotaba. Ese lenguaje lo encontrédespués en Svoboda y Max Bill. Es que ellos habíantrabajado con las nuevas teorías de la Bauhaus, conGropius que salió antes de la Segunda Guerra rumbo alos Estados Unidos".

–Entonces el teatro toma de la arquitectura losconceptos.–El teatro se libera del realismo del telón pinta-

do. Lo conserva Italia, parte de Francia; Inglaterrarecién en los '80 es más renovadora. En los '60,Checoslovaquia y Polonia son los innovadores. Ellosretoman elementos del constructivismo ruso. En laArgentina, si pegamos un salto en la cronología,se respetaba el teatro realista de Stanislavsky, peroel espacio no se modificaba. Era solamente unaintención. Quienes quizás colaboran bastante eneso son Kantor y Grotowski; ellos renuevan el es-pacio, a través del trabajo del actor. Eso esfundamental porque como escenógrafo y directorde una puesta, uno comienza a atender al actor, sehace su cómplice y eso modifica el espacio. Se danaturalmente en la Argentina, y más en el interiorque en Buenos Aires.

UNA CONTINGENCIA FAVORABLEEn esa época el sistema de teatro porteño incluía el

teatro oficial, con sus salas a la italiana; eran losinicios del Teatro del Pueblo con espacios reciclados,no teatrales… "Jaime Kogan fue el que más innovóen el Payró", señala Rafael. En el interior la cuestiónera diferente. "Teníamos: el San Martín, el teatro ofi-cial y después…, cualquier galpón, plaza o casa.Entonces, había que manejar esos espacios. Fue loque nos ocurrió en los '70 con Cheté (Cavagliatto) enel Teatro Goethe. En el salón de la calle Chacabuco

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21EL ESPEL ESPEL ESPEL ESPEL ESPACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICO

movilizamos el salón y el espacio escénico. Era lomejor de esa época".

Pero no todo nació de las posibilidades del espacio.Incidieron en ese cambio ciertas dramaturgias. "El tea-tro alemán, Peter Handke a la cabeza, ya pideinnovaciones; no se podían hacer esas obras en unespacio a la italiana. La dramaturgia en cierta formadetermina. Volviendo a El otro Judas, una obra total-mente lineal de un novelista como Castillo, no tieneelementos de ruptura respecto de la dramaturgia tea-tral. En ese momento nosotros nos tomamos esalibertad. Carlos siguió innovando desde 'El Juglar'. Encualquier lugar montaba su espectáculo, con una pre-ocupación de puestista en la que la música y lo actoral,sin llegar a la coreografía, contribuían mucho a darmovimiento".

CARACAS Y EL ADIÓSCuando trabajaron en Caracas, en los '80, vio la ma-

durez de Giménez. "En El coronel no tiene quien leescriba maneja la escena al nivel de Giorgio Strehler.Carlos era un gran admirador y muy estudioso del di-rector italiano.

–¿Qué dificultades presentaba compartir el tra-bajo con una cabeza como la de Giménez?–Más que problemas, eran desafíos. Era como una

competencia. Con él, prácticamente no hablábamos. Élme daba la obra; a veces hablábamos de otras cosas,que se aproximaban al clima de la obra; con totallibertad, yo le proponía el espacio y, después, él ibabuscando la unidad con su puesta. Luego, con la ilumi-nación y los movimientos de los actores se definía lapuesta. Sí trabajábamos en la atmósfera. Por ejemplo,en El coronel no tiene quien le escriba, yo, másque de García Márquez, tomo cosas de la obra y de

Borges. Hay un clima borgeano que es más interesan-te. Carlos compartía la experiencia de lo que era Borgesen Córdoba y en la Argentina.

–¿Qué otras puestas te interpretan a vos comocreador?–En el Teatro San Martín, Fuenteovejuna dirigida

por Jorge Petraglia. Le presenté el espacio escénicocon temor, pensando que lo modificaría, pero no, legustó mucho y adaptó la puesta al espacio que leproponía. Me encantaba trabajar con él, porque debe deser uno de los pocos directores que he visto en laArgentina, que hacía un estudio minucioso de la pues-ta. Los cuadernos de Jorge Petraglia, no sé dóndeestarán, son una maravilla, para conservarlos y estu-diarlos. Una lección del trabajo de un director.Fuenteovejuna fue para mí un desafío, porque el SanMartín es un teatro a la italiana, con lo que implicaponer 30 personas en escena, además de la obra que noes nada fácil.

En los '60 habíamos hecho con Carlos una puestade Fuenteovejuna. A propósito de esa puesta, Car-los se tuvo que ir primero a Bolivia y después aVenezuela, porque la policía desalojó el Teatro SanMartín y nos echó.

La puesta era más parecida a lo que era el teatrolatinoamericano, revolucionario y contestatario de esemomento. Había signos y entraba la policía, de maneraque no se sabía si era real o la de la obra. El momentopolítico no era el mejor, en pleno gobierno de Onganía,año 1969. El San Martín estaba a cargo de un jovenmilitante del Opus Dei, así que a las 24 horas habíaque irse de Córdoba. Después hicimos otra versión deFuenteovejuna en los '80, para mostrar en Europa. Lapuesta de Jorge Petraglia, en cambio, fue en plenaapertura democrática, para el histórico Festival Latino-

Escena de «La honesta persona de Sechuan»

Escena de «La honesta persona de Sechuan»

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22 CUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADERO

americano de Teatro de 1984. El espacio escénico fuetratado en una especie de competencia con BuenosAires y con ciertos directores.

LA ESCUELA DE ARTES, OTRO COMIENZOEl otro lugar donde Rafael Reyeros desarrolló estas

ideas fue la Universidad Nacional de Córdoba, cuandoMaría Escudero recién estaba armando el TEUC y aúnno tenían escenografías. María da forma al proyecto,arma un elenco; Reyeros, que por entonces estaba enEspaña, se suma a la troupe y va con ellos a Nancy en1965. Era la época del Living Theatre en Estados Uni-dos. En ese festival se observaba esa búsqueda deruptura con las salas y las puestas formales del teatroclásico. Por entonces, Nancy tenía un perfil universita-rio; más tarde se vuelve profesional y cambia el sentido.

"Antes, cada país enviaba los grupos más profesiona-les, que podían pasar por universitarios. Así llegabanlos elencos de México, Brasil, Polonia". Pero dondeReyeros desarrolló con más contundencia sus ideas entorno al espacio y a la realización fue en el Teatro delLibertador. Rafael visitaba con frecuencia a Jacobo Feld-man, dueño de la galería de artes que quedaba al frentedel Teatro del Libertador. Un día, Jacobo le preguntó siquería trabajar en el teatro junto a Celso Amici, en grá-fica. Cuando empezó a hacer las carteleras a mano llegóNora Irinova, que venía del Teatro Colón para hacerse

Escena de «Alegría y Mapulín»

cargo del ballet oficial. Irinova le pide los bocetos paraEl lago de los cisnes. "Con ese trabajo, al que sesumaron las puestas de Jorge Petraglia de Numancia,Barranca abajo y El jardín de los cerezos, inicio eltaller de escenografía y utilería. Para afrontar ese volu-men de trabajo llevo a mis hermanos Raúl y Marcos".Reyeros recuerda que se arreglaban con las cosas en lossótanos y cualquier patio. Hasta ese momento las esce-nografías llegaban del Teatro Colón o el Avenida, deBuenos Aires. Las puestas eran carísimas. Mientrastanto, el Teatro Universitario de Córdoba da señales deprofesionalización, incorporando actores de la ComediaCordobesa y contratando directores para las obras. Erauna época de gran movilidad y efervescencia. "Trabajéademás para todos los grupos de teatro independiente.Ya en los '70, nos metimos con Cheté en el Goethe. Teníaque hacer una farsa de Hans Sachs, que fue su primertrabajo como directora".

–¿Hay que saber leer bien una obra, para po-der plantear el espacio?–En mi experiencia, hay varias formas de llegar des-

de la dramaturgia al espacio, para que tanto en laescenografía, o la régie, uno pueda resaltar una idea oproponer una relectura. Pero no es una especializacióna la manera de los dramaturgistas alemanes, quienesleen con detenimiento, desde lo histórico, lo psicológi-co y sociológico, trabajo que no garantiza que luegodespierte una buena idea. Será un buen análisis, unabuena investigación, que queda ahí. Es lo que ocurremuchas veces con ciertos directores y ciertos escenó-grafos, hasta en el cine. Cuando voy leyendo una obra,quizás voy asociándola a cierta poesía. Me sirven másBorges y sus metáforas, para agregarlas a Shakespea-re, a Chéjov, a Valle Inclán, a Dürrenmatt…, y si máso menos coinciden y son contemporáneos, mejor. In-

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cluso, la poesía de Alejandra Pizarnik que no deja detener una gran deuda con Borges… Todo gran poetaargentino contemporáneo tiene deuda con Borges y conOctavio Paz".

El método de Rafael tiene que ver con ese acerca-miento a la poesía. "Mi método surge de la síntesis yla imaginería que tiene la poesía. Tomo de ahí ciertametáfora o aproximaciones a la obra, si es sobre elpoder, sobre vida y muerte; sobre identidad, desapasio-nes… Me da buen resultado para llegar a un espacioque, quizás, ni siquiera aparece en la obra, ni tiene queverse. Es al revés. Trato de borrar los espacios. En unmomento, se me achacaba que mis montajes de esce-nografía y vestuario opacaban la obra de teatro. No erapor grandes producciones (risas). Córdoba no se carac-terizó por las grandes producciones. Hicimos grandesmontajes como Servando Gómez o Chéjov, en el SanMartín. En comparación con lo que se hacía en el teatroindependiente, incluso en comparación con el teatroporteño, las puestas daban que hablar y se las llevabaal San Martín de Buenos Aires, o al Cervantes, conmucha dignidad".

A DESALOJAR"¡Me decían que tapaba a los actores!", comenta

Reyeros. Motivado por esa muletilla que recuerda conclaridad, decide desalojar el escenario. "Además fueel resultado de mi evolución como escultor y pintor;también, desde la gimnasia que tenía en la puesta enescena, cuando empecé a hacerme cargo de los movi-mientos del actor", explica.

"Mi trabajo en Córdoba, a pesar de que estaba en elTeatro San Martín, incluyó el teatro independiente:Giménez, Cheté, Arce, Brambilla, Iriarte; los jóvenesde los '60. Era un ejercicio muy amplio, que enriquece.En Buenos Aires también tuve la suerte de pasar por

los teatros oficiales y el teatro independiente (unaespecie de teatro marginal y contestatario, la comuni-dad de San Telmo que tenía Renzo Casali antes de ir aItalia). Es decir, no me quedé en el San Martín". Elescenógrafo reconoce que no ha visto más experimen-tación en la Argentina. "Ni en la universidad, ni enalgunos teatros, hay un espacio donde directores, es-cenógrafos, arquitectos y gente del diseño puedanexperimentar. No se da de manera metodológica. Des-de hace un par de años, Reyeros dirige el grupo"Balbuceando". Para él, el paso a ese grupo fue natu-ral. Próximo a la jubilación, fueron a verlo al SanMartín y lo invitaron a trabajar. "Me enganché por latemática. Era una forma de responder a la gente jovenque quería testimoniar, estar presente en el 'Teatro porla Identidad (TxI)'. Hubo cosas interesantes en cuantoa dramaturgia, y creo que van a seguir apareciendo.Me movilizó cuestionar y revisar el período de la dic-tadura militar. Es un tema que me sigue impulsando,no sólo en teatro, sino en pintura, instalaciones, enotras manifestaciones; quizás, se pueda seguir ha-ciendo con gente que no sea de teatro".

–A veces Córdoba da permiso para algo quenadie hace. Se permiten cosas sólo los colec-tivos de artistas plásticos, por ejemplo, yalgunos grupos muy jóvenes.–Es un problema de oficio, rutina y tradiciones. El

teatrero dispone su herramienta: el escenario, la pala-bra, si hay luz o no. Tenemos ese modo de produccióny quizás se puede presentar la obra desde otra cara,otra mirada, desde otra formalidad. No hace falta caerni al museo ni a las manifestaciones tradicionales,porque ya desde los '70, y con lo que ha pasado en lasbienales como Kassel, todas las manifestaciones es-tán abiertas.

Escenas de «El coronel no tiene quien le escriba»

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24 CUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADERO

equivalente. Está bien que Alemania esperó 60 añosdespués de Auschwitz…

–Aquí los responsables del genocidio están to-davía vivos.–Por eso pienso que vivimos en un período casi su-

rrealista. Recuerdo cómo trabajábamos en los '80. Cuandollegó la democracia, y asumió Alfonsín, este país eraincreíble porque se convivía con Videla, Menéndez,Perón, la Isabel… Todo estaba flotando en el mismoespacio. Parecía un surrealismo sureño terrible. Hayuna simultaneidad de lecturas, climas, personajes.Aparecen algunas películas, o el grupo "El periféricode objetos" que explora eso, pero me parece que esmuy hermético todavía. Se ve el código y se terminaanalizando el signo. Es un poco lo que pasa con el"Teatro por la Identidad", lo ve un porcentaje de públicoque sabe de qué se trata.

–Se habla del límite difuso entre los relatos yel teatro. Se genera un hecho dramático por-que lo que se está contando lo es…, pero faltauna dramaturgia. ¿Qué desafío o idea te move-ría a trabajar a la manera de antes?–A la manera de antes...

–Con el gran equipo.–Hace falta sentarse con gente y generaciones: con

Miguel Iriarte, con Ricky Sued, con Paco (Giménez),directores que tienen una obra hecha. Todavía faltarevisarla, actualizarla, y ver, por ejemplo en este caso,el del "Teatro por la Identidad", qué nuevo espacio debetener. Es muy difícil porque uno cae en el oficio, en elcliché o lo que puede transmitir, y entonces cae en elteatro descriptivo, en espacios reiterativos, obvios,porque toma prestado lo que necesita de otras formasteatrales. El desafío sería encontrar la forma de trans-mitir esto en todos los planos: cine, teatro, pintura,escultura (un campo bastante desierto en la Argentina,

–Será que el teatro desconoce esta evoluciónde las artes.–Sí, se ha estancado pero no por problemas económi-

cos, es decir, porque no se pueda hacer una escenografía,porque no dispongamos de dinero. Creo que, por un lado,el teatro está estancado en la dramaturgia.

–Es entonces falta de búsqueda.–Puntualmente: todavía no hay una gran obra que

replantee el período de la dictadura; hay poesía, rela-tos, borradores, pero no un equivalente a…, seríaambicioso pero digamos, una especie de Macbeth oHamlet. Pasaron tantos años que sería bueno tener un

Escena de «Todo está como siempre ha sido»

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que no tiene un movimiento de grandes artistas). Creoque nadie se hace cargo de los grandes espacios, asícomo México se hizo cargo, con los grandes murales,de una temática política; en Brasil y la Argentina nopodemos dialogar con nuestros espacios inmensos.Tampoco hay una arquitectura. San Pablo es un ma-sacote concentrado, como Buenos Aires. Es decir, nohay una decisión, un aire, una experimentación, másallá de los costos y de la cuestión de si los bancos sellevaron el dinero. Es, creo, un problema de diseño, decreatividad. Y eso pasa en teatro. En este campo, el dela escenografía, en los '60 también vivíamos una po-breza franciscana para hacer; salvo algunospresupuestos de los '80…, pero el problema sigue. Nohay, formalmente, renovación en los espacios.

–Al diseño lo mueve la idea.–Claro. Quizás en el período del Di Tella, con Grisel-

da Gambaro… Ayudé a su marido, Juan Carlos

Distéfano, el escultor, cuando montó Los siameses,con dirección de Petraglia. Entonces se disponía deese espacio pequeño, pero no pasamos de hacer algofrontal, no hubo una ruptura. Es lo que falta todavía hoy.Creo que Buenos Aires es más formal que nosotros, apesar de que allí hay más elementos, más espacios,más información; hay carreras de diseño.

–Volviendo al comienzo de todo, ¿dónde naciste?–En Jujuy. En Mina Pirquita, a 4.500 metros de altura.

Nunca volví. Es lo que debería hacer ahora. LiborioReyeros Deheza, mi padre, había nacido en Cochabam-ba, Bolivia, y era ingeniero geólogo. Quiso fundir estañoen lo que eran las primeras minas en Jujuy. Ese trabajosin protección, lo mató. Al abrir el horno, salían gasesque le produjeron úlcera.

Murió a los 40, cuando Rafael tenía poco más de dosaños. "Mi vieja, que tenía entonces 25 años, vino aCórdoba, como una gallina, con nosotros: Marcos, Raúl,

la Nena y yo. Estuvimos en Buenos Aires; retornamosa Córdoba; fuimos a Salta, donde hice el bachillerato yla Escuela de Artes. Y volvimos a Córdoba donde nosquedamos. Éramos como gitanos", dice Rafael, quetrata de buscar explicación a su capacidad artística enlos genes de su padre.

"Mi viejo era muy buen dibujante y muy buen pintor;por otro lado, mi vieja (la paceña Ercilia Bozzo) trabajóen el taller de utilería del San Martín conmigo y mishermanos; hacía de todo. La historia de mi vieja espara García Márquez", concluye Rafael, metido en esaépica familiar. Quizás, es eso lo que lo lleva a pedir lagran épica de los espacios abiertos y del paisaje hu-mano argentino, que el teatro aún no ha parido, segúnsu opinión.

Escena de «La Celestina»Escena de «Alegría y Mapulín»

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26 CUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADERO

Su estudio es amplio y luminoso; de paredes altasy claras. El sol penetra en el lugar como si una manoprofesional marcase la dirección en la que debe ha-cerlo. La iluminación de un espacio incide sobre elestado de ánimo de las personas y sobre su disposi-ción para llevar a cabo acciones, y eso lo sabe a laperfección Jorge Pastorino, abocado al diseño deiluminación teatral y en arquitectura. Busca, enton-ces, el mejor clima para el espacio en el que realizasu desarrollo profesional.

Pastorino trabaja en iluminación desde 1979. Cur-só algunas materias de Bellas Artes, otras de Letras(aquellas vinculadas con la dramaturgia). «Hice unaformación independiente y autónoma», explica. En-tiende que de ese modo armó su propia carrera. Cuandodecidió dedicarse a la iluminación, no existía en elpaís un lugar en el que pudiera formarse. Entoncescursó asignaturas de distintas carreras, armando supropio plan de estudios. Tenía formación técnica,adquirida en la escuela secundaria (en 1978 egresóde la Escuela Nacional de Educación Técnica «Con-federación Suiza»), que le proveyó las herramientasnecesarias para dar sus primeros pasos profesiona-les. Cursó talleres de actuación con Laura Yusem yCristina Banegas, en función de sus inquietudes pro-fesionales. «Hoy hay una carrera en el IUNA(Instituto Universitario Nacional del Arte) de ilumi-nación, que antes no existía. Uno puede acordar o

por María Ana Rago

"La luz modificael espíritu

de un espacio"

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27EL ESPEL ESPEL ESPEL ESPEL ESPACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICO

no con el programa que propone, pero al menos exis-te la carrera. Cuando empecé, era difícil pensar enser un iluminador formado para esa tarea. Por esome inventé mi propio programa de estudio. Mi pa-dre, que es un artista plástico y tiene una mentalidadbastante abierta, no consideraba serio que fuera ha-ciendo materias de distintas carreras». Pero él sabíaperfectamente hacia dónde quería ir. En 1985 hizo unseminario sobre régie de ópera con Peter Muchbac,en el Instituto Goethe, y en 1994 realizó estudios dedirección de fotografía en el Sindicato de la Indus-tria Cinematográfica Argentina, con Rodolfo Denevi,siempre pensando en cómo iluminar una escena.

Su entrada al teatro fue de la mano del grupo LosVolatineros, con el espectáculo 7 veces Eva, deBeatriz Seibel (que se hizo en el teatro Casa deCastagnino, entre 1979 y 1986); allí se ocupaba dela parte técnica. Luego empezó a hacerse cargo dela iluminación de los espectáculos. Entre los traba-jos que realizó en los últimos años, se encuentranOrganito y Babilonia (1995), de Armando Discépolo,en el teatro Cervantes, con dirección de Hugo Urqui-jo y Villanueva Cosse; Es necesario entender unpoco (1995), de Griselda Gambaro, en el teatro SanMartín, con dirección de Laura Yusem; Esperandoa Godot (1996), de Samuel Beckett, en La Trastien-da, con dirección de Leonor Manso; El pecado queno se puede nombrar (1998), en el teatro SanMartín, con dirección y dramaturgia de Ricardo Bar-tís; El cartero de Neruda (1998), de AntonioSkármeta, en La Subasta, con dirección de HugoArana; El cuarto azul (2000), de David Hare, en elteatro Neptuno, con dirección de Manuel GonzálezGil; La cena de los tontos (2000), de Francis Ve-

ber, en el teatro Lola Membrives, con dirección deLuis Agustoni; Casa de muñecas (2001), de Hen-rik Ibsen, en el teatro San Martín, con dirección deAlejandra Ciurlanti; Las variaciones Goldberg(2003), de George Tabori, en el teatro San Martín,con dirección de Roberto Villanueva. Transitó espa-cios de caracter íst icas muy dist intas ypertenecientes a ámbitos diferentes, y en cada unode ellos encontró un diseño apropiado para poner luzsobre situaciones dramáticas que fueron enfatiza-das desde su labor.

Su vocación artística la heredó de sus antepasa-dos; desciende de varias generaciones de pintores.Pero su afición por las artes plásticas derivó en eldiseño de iluminación y en algunos trabajos de es-cenografía.

En el ’89 obtuvo una beca de perfeccionamiento enFrancia (otorgada por el Ministerio Francés de Culturay Relaciones Exteriores), gracias a la cual pudo hacerun seguimiento de diseño y montaje de espectáculosen el Teatro de Europa, bajo la dirección de Luis Pas-cual; un seguimiento del montaje de Les Atrides enel Theâtre du Soleil bajo la dirección de Ariane Mouch-quine. Stage «Dramaturgia, puesta en espacio,iluminación» dictado por Georges Lavaudant, en elInstitut Superieur des Techniques du Spectacle. «Meinteresaba Francia en particular porque, en ese mo-mento, lo más interesante en iluminación teatralsucedía en Alemania y en Francia».

La luz tiene, para Pastorino, dos efectos sobre laescena. Uno es que modifica el volumen del espa-cio, y el otro, que incide sobre las emociones. Enel primer caso se trata de «técnica pura»; en elsegundo, el efecto es relativo a las circunstan-

cias. Trabajar en conjunto con el director y el esce-nógrafo ayuda a alcanzar mejores resultados,siempre y cuando la dirección marque una metaclara. Lamenta que no en todos los casos se denlas condiciones ideales de trabajo.

CRITERIOS EN EL DISEÑO DE ILUMI-NACIÓN

–¿Podría explicar la diferencia entre la co-rriente americana y la europea, en cuanto ailuminación teatral?–Es diferente la manera en la que unos y otros

conciben el espacio y la luz escénica. Norteaméricatiene un esquema que nosotros conocemos a travésde la comedia musical: una luz que responde a unprincipio efectista; que intenta exacerbar emocio-nes, llevarlas como a un paroxismo. No digo queeso esté mal; no estoy haciendo un juicio, sólo ex-plicando una línea que a mí no me interesa, ni megusta trabajar. Estamos acostumbrados a ver en lascomedias musicales que la luz acompaña, mejor opeor, las circunstancias, desde lo efectista. En Nue-va York he visto comedias musicales y disfruté deesos trabajos, pero no es lo que quiero hacer. Lacorriente europea busca más seriamente el entornode cada situación. Si hay tensión en el espectáculo,se busca que esa tensión también exista en lo vi-sual, en lo espacial, y que no solamente dependa dela tensión entre los actores. La luz puede ayudarmuchísimo. Eso es lo que busco en mis trabajos:que la luz ayude a la situación que propone el texto.

–¿La corriente europea propone un trabajoque exige mayor elaboración?

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28 CUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADERO

–No, no creo que se trate de eso. Son diferenciasde criterio. La corriente europea propone pensar encómo iluminar teniendo en cuenta la situación dra-mática que presenta el texto, mientras que lacorriente norteamericana piensa en lo emocional.Para simplificar las diferencias: si hay una situa-ción de comedia musical en la que hay chicosenamorados, los norteamericanos hacen la repre-sentación de corazoncitos en el aire. Mientras que,desde la visión europea, la luz ayudará a que elentorno de los personajes enamorados sea de unabelleza particular, para recrear el mundo visto desdelos personajes.

–¿Se podría iluminar una comedia musicalcon criterio europeo?–Se puede, pero no lo he visto. Además, si se

hiciera, dejaría de ser una comedia musical y empe-zaría a ser una obra de teatro. Por ejemplo, la comediamusical Chicago toma algunos elementos de la

corriente europea pero, en definitiva, el ser comediamusical obliga a que haya recursos efectistas.

ILUMINACIÓN Y ESTÉTICAS–¿Hay un tipo iluminación para cada estética?–En general, no. Lo que sí sucede es que cada

vez que uno asume un trabajo, se encuentra conuna estética que uno abarca con la escena. Mistrabajos están, en un principio, asociados con laestética de Laura Yusem. Después con la de Ri-cardo Bartís y de Alberto Ure. Y las posibilidadesque me presentó cada una fueron distintas. Unotiene una marca como iluminador en lo que hace,pero se produce también una asociación en elmomento en el que trabaja con un determinadodirector y con el escenógrafo. A veces la asocia-ción es más fuerte que otras. Laura Yusem trabajasiempre con Graciela Galán; y en el caso de Bar-tís y Ure, en el aspecto visual, lo único queacompaña la escena es la luz. Ellos son los tresdirectores con los que más he trabajado. Y tengotres marcas que se relacionan con mi carrera.Nunca me planteé muy seriamente los movimien-tos dentro de lo que hago con la luz, si es realistao surrealista o romántica. En el caso de que apa-rezcan esas cosas, uno toma los principios delmovimiento. Si voy a pensar en el surrealismo,

Escena de «Las Variaciones Goldberg»

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trabaja en la bidimensionalidad, no en la tridi-mensionalidad. Entonces, todo el trabajo de luzfue tratando de aplanar el espacio, para que nodiera sensación de profundidad, para tratar delograr la imagen de la pintura oriental en la quese vieran sólo dos planos. Después se trabajaronel dorado y el blanco como únicos colores, ocomo únicas posibilidades de luz.

–¿Siempre la relación con el director es taninterdependiente? ¿Evalúan juntos cómo seva a trabajar el espacio?–No, no siempre. Por eso marco a esos tres direc-

tores como ejes de funcionamiento de la relacióndirector-iluminador. Otro director con el que empecéa trabajar después, que tiene esas características,es Roberto Villanueva. Pero existe también un teatrodonde el objetivo es otro. Hay casos en los que seelige una obra de teatro y se pone en escena de unamanera sencilla, sin elaborar tantas cosas.

Por otra parte, todavía hoy hay directores que sesientan y dicen: «Yo quisiera para esta escena…»,o «La imaginaba con una luz verde». No trabajo así.El diseño lo hago yo. Un tipo que tiene una forma-ción plástica muy fuerte y es arquitecto, y tiene unacapacidad increíble, es Villanueva; y Villanueva tehabla en un lenguaje que te permite trabajar en unadirección clara.

TEATROS OFICIALES, COMERCIALES E IN-DEPENDIENTES: LUCES Y SOMBRAS

Jorge Pastorino trabajó (y trabaja) en teatros co-merciales, independientes y oficiales. La realidadque enfrenta en cada caso no es la misma. «Misensación es que hoy el teatro está atravesando unasituación muy compleja. Ha evolucionado una can-tidad infinita de teatro independiente que ha destruido,desde un lugar, la posibilidad de que se desarrolleel abanico estético que siempre existió en el teatro.¿Por qué? Porque la propia realidad del teatro inde-pendiente l imita a cuatro o cinco cosas lasposibilidades de trabajo, que son las que uno vesiempre y está harto de ver y que, cada vez que unolas ve, las reconoce. Pero paralelamente hay cosasextraordinarias; porque a veces uno encuentra enese mundillo a alguien que con esos cuatro elemen-tos logra algo diferente. Pero eso provoca algo muyextraño en lo que sería la estética de un espectácu-lo; lleva a un cierto desprecio por la estética, a laque se la termina considerando algo burgués. Enrealidad, la estética está en sí misma, no hace faltahacer un análisis de clases sociales para pensar laestética. La era presente tiene su propia estética; sipienso en el romanticismo, pienso en una estética.Y si pienso en el siglo XX, veo que termina con elminimalismo».

modificaré el punto de vista del espectador, quees lo que hace el surrealismo, y trabajaré conesa variable.

LA RELACIÓN CON EL DIRECTOR–¿Hay un tipo de iluminación para cada di-rector?–Sí. Graciela Galán y Laura Yusem trabajan el

espacio de una forma muy particular, y me permitie-ron ingresar a ese mundo que ellas construyen encada obra, y colaborar para lograr, también desde laluz, manifestar algo e intervenir en el espacio.

–¿Podría dar un ejemplo?–Cuando hicimos Del sol naciente, la obra de

Griselda Gambaro en la que trabajaban UlisesDumont y Soledad Silveyra, la idea era represen-tar a un hombre dictatorial en Japón. Se intentabahacer que el espectador entendiera esta particu-laridad, entonces estaban los actores vestidosde orientales. Se trabajó el fondo con telas dedistintas texturas, que intentaba representar unfondo japonés. Cuando empezamos a trabajar,propuse que buscáramos que ese fondo tuvierabrillos dorados que recibieran la luz, para quedieran además, a ese fondo, la sensación de unvolumen falso. A partir de eso empezó a lograrselo que sucede en la pintura japonesa, que es que

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–¿Qué pasa con los teatros oficiales?–Tienen una situación muy particular. El teatro no

sucede ahí. El teatro sucede fuera del teatro oficial.De hecho, este año no hubo demasiado público en elteatro oficial y hay mucho público en el off. Fue unmal año para el teatro estatal, porque aplicó unafórmula que es la misma que aplica desde el año’76. Deforma su calidad de teatro perteneciente a lasociedad y trata de pertenecer, incluirse. Eso paramí no ha cambiado. Cambió desde las tangentes,pero no desde la esencia. Para mí, el teatro oficialtiene una gran deuda.

–Usted trabajó en teatros oficiales.–Trabajé muchísimo. Hice muchas cosas con Lau-

ra Yusem, con Roberto Villanueva, con Ricardo Bartís,con Hugo Urquijo. El teatro oficial es una institu-ción que se mantiene mediante los impuestos, y yotengo la obligación de trabajar en ese lugar si tengoun poco de pedantería, y supongo que merezco estarahí. Las ocasiones en las que pueden convocarmepara el teatro oficial, me interesan. Pero eso noquiere decir que adhiera a lo que sucede en esosteatros, como el Colón o el Cervantes, que tuvieronépocas mejores y peores. Creo que una de las mejo-res cosas fue la aparición del Festival Internacionalde Teatro. A Kantor lo vi en la Argentina en un teatrooficial, en el San Martín. Y Kantor fue, en la historiadel teatro del siglo XX, un shock.

Escena de «Las variaciones Goldberg»

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–Y en cuanto a las condiciones de trabajopara la iluminación, ¿qué posibilidades leofreció el teatro oficial en las ocasiones enlas que pudo trabajar en ese circuito?–El personal es extraordinario, la capacidad que tie-

nen es excepcional, porque tienen un entrenamientoque no existe en ningún otro lugar. El equipamientoestá muy desactualizado. Y el mantenimiento del equi-pamiento está más desactualizado todavía. Lo cual escontradictorio. El teatro Colón tiene un equipamientode los años ’80 y el personal se mata para que esofuncione. Pero de todas maneras, yo tengo una teoría.Uno trabaja con tecnología, pero no hay que pensar quesin la tecnología no se puede hacer nada. Porque si no,estaríamos aproximándonos al pensamiento de que siyo no tengo la cantidad de millones que tiene Hollywo-od, no puedo hacer una película. Una gran cantidad demiembros de esta sociedad va a decir que es verdad,pero no es así. Hay distintas calidades artísticas. Paramí el problema de los teatros no tiene que ver con elequipamiento, sino con el comportamiento. Lo impor-tante es que se respete a ultranza lo que se le proponehacer al artista. ¿Qué quiere decir esto? Si yo estoyproponiendo que la luz venga del piso en un espectácu-lo, quiero que se respete eso. Porque se supone que esuna propuesta que está vinculada a una situación esté-tica que se ha analizado y estudiado. Pero eso no sucedeen todos los casos. Hace unos años trabajé en unteatro en Francia con una obra que se llamaba Tango

argentino 2001, una especie de festival de tango.Hice un pedido de materiales que no había en el teatro.Justifiqué la necesidad, lo entendieron. Y compraronlos materiales.

–¿Qué pasa en los teatros comerciales?–Últimamente estoy trabajando mucho menos en

teatros comerciales. Creo que toda persona que tra-baje en proyectos artísticos pasa por una etapa en laque necesita hacer todo, adquirir experiencia paranutrirse de un montón de elementos que tienen elteatro comercial, el oficial y el independiente. Perodespués se hace necesario empezar a seleccionar loque uno quiere. Porque empieza a aparecer un con-flicto grave que es la desazón, empezar a trabajar demanera automática, hay un montón de clichés quese te imponen por años de costumbre.

LUZ Y ESCENOGRAFÍAEntre sus últimos trabajos, Jorge Pastorino destaca

el que acaba de realizar en escenografía con Oria Pup-po: Fuego en Casabindo, en el teatro Colón. Hizo ladirección fotográfica de la película Monoblock, diri-gida por Carolina Fal. Y está trabajando en proyectospor fuera de iluminación y escenografía.

–¿Ya había hecho trabajos de escenografía?–Hice, hace unos años, en una producción comer-

cial , Cyrano, dir igida por Norma Aleandro y

protagonizada por Juan Leyrado. Y los trabajos quehice con Ure eran trabajos en los que manejábamosel espacio él y yo; en algunos casos se incorpora-ban escenógrafos y en otros no. Cuando hicimosPuesta en claro, de Griselda Gambaro, (estrenadaen el Teatro Payró), recién nos conocíamos con Ure,y en esa oportunidad la escenografía era claramenteuna propuesta de Juan José Cambre. Y ahí empecé apensar que podía ocuparme de ver el espacio más ensu totalidad. Pero es para casos muy especiales yparticulares, con directores y obras que lo permitan.No es que decidí ser escenógrafo.

–¿El escenógrafo construye junto con el ilu-minador el espacio escénico?–No, es muy excepcional que ocurra eso. Lo que

es habitual, y desgraciadamente cada vez sucedemás, es que el escenógrafo hace su proyecto, eliluminador va un día, lo ve, ilumina y se estrena.Por eso digo que hay directores especiales. Haydirectores que intentan que se dé la asociación en-tre las partes. Pero lo que es habitual es que elescenógrafo ya venga con una idea del espacio con-solidada la primera vez que se reúne con eliluminador. Con Alejandra Ciurlanti (con quien tra-bajó en Casa de muñecas, Dios Perro y La brisade la vida) hicimos un proceso más largo, del queparticipamos los tres (con el escenógrafo). Empeza-mos juntos a desarrollarlo, pero no es lo habitual.

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También el nivel de producción, y la cantidad decosas que uno hace, te llevan a un sistema pensadodesde lo comercial, porque no tenés tiempos reales.Los europeos trabajan con otros tiempos.

–¿Se trabaja en equipo?–El equipo se conforma cuando hago cada espectá-

culo. Creo que cuando tenés buena afinidad con lostécnicos funciona todo mejor, porque ellos tienen lamisma intención que vos: hacer algo bueno. Y cuandotenés mala situación, las cosas salen pésimas.

LUZ Y ESPACIO–¿Qué incidencias produce la luz en el es-pacio?–La luz modifica el volumen, lleva el volumen a

donde vos necesitás que esté. Trabajo también dise-ño de iluminación en arquitectura. Si agarro un cuartoblanco y le ilumino la pared del fondo, el cuarto vaa tener un aspecto. Si ilumino las dos paredes late-rales, va a tener otro. Si hago un cenital en el medio,va a tener otro. Y así hasta el infinito. También la luztiene influencia emocional, muy fuerte. La luz fuetrabajada, desde el principio de la historia, como un

elemento dramático vinculado con lo emocional. Enla sala hipóstila de los egipcios, la luz provocabauna situación para que se convoque a la meditacióny al acercamiento de los dioses en determinado mo-mento del día, cuando la luz entraba en determinadacondición. Varía mucho el espíritu del lugar desdeel volumen y desde la posibilidad emocional que esla representación en nuestra mente del sol. La oscu-ridad es un símbolo infinitamente explotable; llevaal temor, a la pasividad, al pánico o la intranquili-dad. Entonces, esto puede usarse en el espacioteatral. Es más fácil explotar el volumen, porque esuna fórmula, es técnica pura. La luz modifica elespíritu de un espacio.

ILUMINACIÓN Y DISEÑO–¿Cuál es la diferencia entre los conceptos«iluminación» y «diseño de iluminación»?–Hay un tema con eso. El concepto de diseño apa-

rece en el siglo XX, y rompe el criterio de que existesolamente la posibilidad de diseñar, dibujar una obrade arte. Y se empieza a ampliar el concepto de dise-ño a distintas artes. Nosotros tenemos un gravísimoproblema que es que la iluminación ingresa en el

mundo del teatro como separada de la escenografíano hace más de 50 años. Pensemos que Appia loplantea a fines del siglo XIX, principios del sigloXX, y lo plantea como una cosa posible, pero que latecnología no permitía que sucediera. Cuando empe-cé a trabajar en teatro, los escenógrafos másimportantes de la época planteaban que la ilumina-ción no podía ser realizada por otro que no fuera elescenógrafo. El término de diseño lo único que hacees tratar de identificar una tarea para diferenciarlode lo que, dentro del área técnica, se llamaba ilumi-nación. Todavía se habla de iluminoctenia oiluminación para designar la tarea técnica del ilu-minador, que es la tarea de montaje, demantenimiento, etc. El diseñador es el que crea laimagen de la luz. Pero es confuso. De hecho es muygracioso, porque el espectador te trata con muchorespeto y admiración cuando te conoce y sabe queexistís, pero por otro lado no entiende muy precisa-mente cuál es la tarea. Durante mucho tiempo noquise figurar en los programas como diseñador por-que me parecía pretencioso, pero llegó un momentoen el que empecé a figurar como diseñador y final-mente lo adopté.

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–¿El concepto de «puesta de luces», está re-lacionado con el de diseño?–Sí, lo que pasa es que son términos que intentan

despegar de la idea de que el iluminador es el eléc-trico. Está mal utilizado el término «puesta». Porquedisponer es distribuir las luces en el espacio. O seaque es sólo un aspecto. Si hay puesta de ilumina-ción, tendría que haber orden de encendido deiluminación, efectos dramáticos de iluminación, etc.

–¿Qué lugar ocupa la tecnología en su trabajo?–Existe una cierta fascinación por la tecnología, y

a mí la tecnología no me asombra. Nunca me asom-bró. Es una resultante lógica. No me asombra quehoy se pueda mover un haz de luz con un artefacto.Cuando empecé a trabajar en teatro, apenas se po-día abrir y cerrar la luz con una manijita. Al teneruna formación técnica, sabía que habría avancestecnológicos. Creo que el iluminador necesita unaformación técnica muy sólida, una formación artís-tica y plástica muy sólida, y un entrenamiento en elmundo teatral.

Escena de «Del Sol naciente»

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La teatralidadesparcida

en el espacio"En la acción urbana la teatralidad surge de su interferencia en lo cotidiano".(Verónica Pérez Luna, coordinadora del grupo "Manojo de calles")

por Jorge Figueroa

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Verónica Perez Luna

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Intervenir el espacio público es un operativo dedislocación: instalar la escena fuera del escena-rio; invertir el lugar del teatro; emplazarlo ydesplazarlo entre los transeúntes; tomar por asaltoal público. La intervención, entonces, en una dobledirección: hacia los ocasionales presentes, y ha-cia la propia geografía.

La intervención supone una acción externa, des-de afuera. Una estrategia de interferencia, endefinitiva; pero, si bien se ve, el dispositivo de-construye algunos de los pares tradicionales delas artes escénicas:

espacio cerrado/ espacio abiertointerior-sala/ exterior-calleactor/ públicoactuación/ improvisaciónautor/ actoractor/ personajerealidad/ ficcióncentro/ margen

Jueves 26 de setiembre 2004: 20 horas.El público ocupa la pequeña sala del Círculo de la

Prensa, y las luces se apagan: somos observados poruna cámara que graba nuestros gestos. De repente, seescuchan diálogos en el acceso: los actores comenza-ron afuera su acción y, por el camino de entrada, lagente -ya advertida- los sigue hasta la calle; un grupode espectadores presta atención a dos «vecinas» quebarren y lavan la vereda y discuten entre ellas; otro, a

y la ironización sobre el contexto donde se plantea eltrabajo», relata.

ENTRE«Manojo de calles» está integrado actualmente por

Verónica Pérez Luna, Tita Montolfo, Sandra Pérez Luna,Jorge Pedraza, César Romero, Diego Bernachi y BelénMercado, además de actores invitados; pero en el equipotambién participa Fabián Herrera.

En Los ojos de la noche (2000) el grupo privilegia-ba una puesta visual, con textos planteados comosoliloquios. En El país de las lágrimas o lamentode Ariadna (2001), se entremezcla el sustrato míticoen una propuesta que se inicia en la puerta de entradade la sala.

un conjunto de actores que cruzó la calzada y queprotagonizan un desalojo en un sitio baldío. La acciónconcluye 40 minutos después cuando, cortando la ca-lle (un virtual piquete), queda el público, mientras losactores parten en taxis cargando sus objetos.

«Habíamos visitado dos días antes el lugar y obser-vamos los espacios, vimos el edificio abandonado alfrente de la sala... En realidad, con Fuera de focoqueríamos dejar sentado que el teatro no es la obra,sino todo lo que pasa en la relación entre el especta-dor y el actor, en esa copresencia», explica VerónicaPérez Luna, la directora del grupo «Manojo de ca-lles», que este año cumplió una década. «Para alcanzarel estado ‘fuera de foco’, dos son los elementos quetenemos en cuenta: el carácter festivo con el público

Escenas de «El casamiento de martita»

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«Desde 2000 empezamos a realizar experiencias enespacios urbanos, dilatando el espacio escénico haciael foyeur y el ingreso, con personajes que venían de lacalle y se mezclaban con el público», recuerda la di-rectora.

En este primer movimiento, el deslizamiento operadesde afuera de la sala hacia su interior: la obra seposiciona en ese «entre»; entre el exterior y el interior.Pero la obra es tanto la acción como el texto, y es lapuesta -en definitiva- la que comienza a ubicarse enuna situación de oscilación.

Posteriormente, «Manojo de calles» emprende el Ci-clo fiestas, con Canción gitana, Tango Cha chacha, IV Fiesta o cómo servir el pescado y Fiesta 5.

Fiesta 5, organizado en tres cuadros, es un paseode ida y vuelta entre géneros y estilos: de un dramá-tico expresionismo (el relato de Menguele) a ungrotesco criollo (el casamiento de Martita); y varietéy teatro-danza (en la cena). «La obra tiene una estruc-tura fragmentaria; hay deslizamientos de estilos, peronada está en su sentido íntegro, sino que es puracontaminación, hibridación y degeneramiento, en elque se mezclan la sátira y el humor con la poesía y lafuerte carnalidad de algunas escenas», describe Pé-rez Luna.

Fiesta 5 es, por sobre todo, un trabajo en los límites,en los bordes, donde todo se transforma en inestable yriesgoso, donde puede escucharse a Wagner y a PérezPrado; los «manojos» dominan el permanente contras-te de tensar y distender, impresionar y provocar.

Pasar del amor al odio, de la paz a la violencia y,replantear esos estados en constante desplazamiento,obliga a aplazar el sentido de la puesta. Fiesta 5 puedeleerse de distintos modos, porque su propia estructuralo admite. ¿Qué celebra «Manojo de calles»? Tal vez,por ahora, su lanzamiento anticipado al desapego, alexceso, a la profusión de textos e imágenes, pero so-bre todo a la acción.

El casamiento de Martita fue el cuadro elegidopara llevarlo a encuentros de teatros, ferias, ciudades,bares y calles que suponían un espacio público. Marti-ta se casará cien veces, y en muchas oportunidadescon novios inesperados; pecará de reincidencia sinimportarle, y la mayoría de las veces los espectado-res, a la fuerza, quedarán sorprendidos.

Simultáneamente, el grupo encarará el ProyectoFuera de foco, donde, decididamente, el teatro calle-jero se hace intervención urbana.

El teatro callejero busca la participación del especta-dor; en la intervención urbana no es necesaria.

La intervención urbana funciona como una estrategiapara abordar instituciones: la institución justicia (lec-tura de poesías en el Palacio de Tribunales); lainstitución teatro (obra: Proyecto Fuera de foco); lainstitución familia (con las múltiples versiones de Elcasamiento de Martita).

En esta estrategia, la acción (el texto artístico) traba-ja como un injerto, como un ácido corrosivo quedisemina el sentido: genera un corte, prorrogando elsentido («suspendiéndolo», en términos de Barthes).

Escena de «Antígona Velez» Escenas de «Cuarta fiesta o cómo servir el pescado»

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(de productividad), pero no hay un sentido ni una seriede pequeños sentidos.

1) Suspender el sentido es tanto como aplazarlo,como prorrogarlo, diferirlo, como en aquella operaciónque Jacques Derrida denomina differance. En otraspalabras, el sentido no está atrapado en el significadoni en el significante: está más allá del signo.

En Proyecto Fuera de foco, los manojos no fabricansentido. Desde una estructura descentrada, intervienenel espacio público; acción que puede leerse como untexto artístico; texto cuyo modo de existencia no seráotro que el de la intertextualidad; el texto es un pa-limpsesto donde las escrituras, las huellas, estánsuperpuestas (Barthes, de nuevo: «el texto es como unpastel hojaldrado: los sentidos están superpuestos a lamanera de las hojas del pastel...», ob. cit., página 322).

2) Pero por sobre todo, en Proyecto Fuera de focoel texto es de goce porque, precisamente, conserva unsentido parcialmente ilegible. «...el sujeto se pierde,vive esa experiencia del gasto que es el goce», descri-be Barthes. Y va más allá: «Ese tema del goce tienerelación fronteriza con otros temas, por ejemplo, no elde la droga propiamente dicho, sino del Edrogante¹, ode ciertas formas de perversión» (ob. cit., página 215).

Verónica Pérez Luna escribe sobre su trabajo: «Paranosotros el éxtasis es una cualidad propia de todoaquello que gira sobre sí mismo hasta la pérdida desentido; el antiteatro es la forma extática del teatro:basta de escena, basta de contenido, el teatro en lacalle, sin actores, teatro de todos para todos... estallala mascarada, como le hemos llamado a esa teatrali-dad del goce, a ese estado de goce colectivo donde sedejan caer las máscaras; al no haber ley, no hay trans-gresión sino pura seducción y goce llevados al extremo,ese exceso que desintegra todos los poderes institu-cionalizados...».

EL «ESPECTACTOR»A continuación, la conversación con la directora y

fundadora de «Manojo de calles».—Entiendo que el grupo realiza una prácticaespecial con los actores.—La preparación del actor también está fuera de

foco; no se lo prepara para abordar un personaje sino

La intervención urbana -debe aclararse- no persiguela complicidad del espectador, pero le permite que élmismo intervenga y sea intervenido. Desde este puntode vista, la intervención se aproxima más al hapenningque a la performance, donde las áreas de acción estánmás delimitadas.

En otros casos, esas acciones no pueden soslayar sudefinido carácter político: el 24 de marzo de 2004, «Ma-nojo de calles» realizó una instalación en la plazaIndependencia, frente a la Casa de Gobierno, con unaserie de fotografías de perros muertos encuadrados enpequeñas cajas ubicados en el piso, con un objeto (zapa-tos) apoyando la caja, y tierra distribuida alrededor.

ZOOM: LA CÁMARA ESTÁ DESENFOCANDOEl zoom se acerca y se distancia; la acción se dibuja

y se desdibuja (a veces nítida, a veces borrosa), loscontornos se difuminan y se confunden, y entonces laforma se ha perdido en el fondo; de repente, el lenterecupera el control y fija la mirada, pero inmediata-mente se desequilibra al punto que la acción es la unay la otra, a la vez; la noción de límite se ha escapado;mejor dicho, en ese límite (que no divide ni separa,sino funde) están las dos.

NOTA SOBRE EL PARERGÓN¿Dónde está la obra? ¿En el texto o fuera de él? ¿En

el escenario o en la escena? Si el ergón era la obra paralos griegos, y el parerga lo que estaba fuera de ella, lateatralidad, en este caso, ha sido expulsada de la obra;ha sido instalada en el parerga, en lo que estaba fuerade ella, fuera de foco, fuera del escenario... fuera de lainstitución... Pero, admitámoslo, tampoco eternizaráallí: regresará para volver a partir; nuevamente, oscila-rá. «El parerga aumenta el placer del gusto» (Kant, E).

CON SENTIDO APLAZADO«El arte se ocupa no de fabricar sentido sino, por

el contrario, de suspenderlo; de construir sentidospero no de llenarlos exactamente» (Barthes, R. Elgrano de la voz).

El pensador francés explica que, en determinadasobras, el sentido está suspendido sin ser nunca unsinsentido; esas obras están llenas de significancia

Escenas de «El país de las lágrimas»

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tad, no tan solo para irse o quedarse, sino para incitaral actor a buscar su mirada. En la calle, el principio deseducción entre sujeto que mira y sujeto que es miradose evidencia, en grado máximo, como matriz de lateatralidad. La lógica del delirio -con la que trabaja-mos-, lleva al actor a un estado de éxtasis en donde elpersonaje no es la representación de una psicología nide una historia, sino que es un estado del cuerpo mis-mo del actor en esa situación; situación que plantea ungrado de ficción pero también un enorme grado de ver-dad. Para obtener este resultado hemos organizadociertos principios teórico-prácticos, en los que nos en-trenamos cotidianamente: superposición del plano delactor y el personaje, y su permanente oscilación en elplano de la acción ficción; superposición de planos delpersonaje o estructura esquizofrénica del personaje (unmismo personaje trasladado a otras obras o a otrocontexto); actuación performática (el personaje conce-bido como máscara social es lanzado a la improvisacióna partir de una mínima estructura situacional); espec-tador como artista capaz de hacer su propia obra: laobra como cuerpo heterogéneo, contradiciendo los prin-cipios de la pieza bien hecha y los de la lógica delrelato.

El trabajo del actor conjuga varias técnicas tendien-tes a destapar y poner en crisis permanente el cuerpo,la voz, la afectividad y el pensamiento del actor enforma integrada y con todas sus posibilidades. Poste-riormente hemos intensificado las técnicas de

para desbordarlo en el caos de la calle. Acentuamos laestructura del delirio, porque se pierden los límitesentre el cuerpo del actor y el del personaje, y el públicointerviene más directamente en la acción y cambia sucurso: se vuelve entonces autor y actor. Para dar cuentade esta estructura delirante, hemos creado el conceptode «espectactor», que implica tanto la situación delactor fuera de foco, como del espectador fuera de foco.En esa situación, verás, ya no hay control alguno delsigno, la obra ya no tiene cuerpo y el texto se vuelvetexto emergente, el que se crea ahí y ahora; el teatro sevuelve teatralidad colectiva; irrumpir en el espaciosocial y movilizar las relaciones preestablecidas.

Quiero aclarar que no es en la participación física delespectador donde está puesto el énfasis del planteo,sino en ese punto cero de la representación que haceaflorar, en cada función, relaciones diferentes entre loscuerpos de los actores entre sí y con el espectador. Lainterioridad del actor se desnuda ante la interioridad deun espectador, se genera un espacio sensible de en-cuentro en esta bacanal que hace que los límites delque hace teatro y del que va a ver, se pierdan en unaconstrucción subjetiva de afinidades y rechazos.

—Podés ampliar esta descripción acerca deltrabajo con el actor.—Queremos desarrollar al máximo su capacidad de

impronta, su capacidad de oscilar entre ficción y reali-dad permanentemente. El actor multiplica sus recursoscreando a cada momento; el público tiene total liber-

improvisación alcanzando un dominio en la actuaciónperformática

—Ustedes hablan de teatro y de antiteatro...—En realidad, para nosotros el teatro no es ficción ni

realidad; es más bien un tercer espacio en el que elactor y el espectador oscilan constantemente entre laconstrucción de la ficción y la realidad de sus sensa-ciones, afectos y pensamientos puestos en juego durantela presentación de la obra.

—Hablaste, además, del texto emergente.—Sí, porque es el texto que va reescribiéndose en

cada puesta hasta llegar a un anclaje, ya muy avanza-do el trabajo de la puesta: o sea, el texto y la puestasurgen en íntima relación.

—¿»Manojo de calles» es una marca?—Me interesa que no resulte que la marca de la

intervención urbana pase a entenderse como una formaconsagrada; esto es lo que estamos haciendo ahoracon todo el impulso de lo lúdico y lo festivo, es purogoce. Pero si algo ha caracterizado hasta ahora a«Manojo de calle» es estar siempre perdidos, perosabiendo muy bien lo que deseamos y lo que nos causaplacer; somos hedonistas, si eso muere, y a vecespasa, buscamos recuperar el goce por otro lado, y elgoce tiene mucho que ver con el dolor y la ausencia...En realidad, no sabemos adónde vamos...

Escena de «Proyecto fuera de foco» Escena de «Proyecto fuera de foco

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39EL ESPEL ESPEL ESPEL ESPEL ESPACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICOACIO ESCÉNICO

y nuevas tecnologíaspor Soledad González

Espacio,escrituras dramáticas

contemporáneas

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40 CUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADEROCUADERNOS DE PICADERO

Al referirse al estudio de los textos dramáticos con-temporáneos en su artículo «Las escrituras dramáticascontemporáneas y las nuevas tecnologías»1, PatricePavis afirma que muchas de estas escrituras «hablan»de un mundo construido por los medios de comunica-ción y en particular por las nuevas tecnologías. Sostieneque la complejidad de estos textos y la eficacia de losmedios de comunicación están poniendo en crisis lasnociones de estética y de puesta en escena.

Es probable que, como afirma Pavis, en los medios

lidad» (cf. Pavis, op.cit.), no ponen necesariamente enriesgo ni a la puesta en escena ni a su función estética.

Por el contrario, en las recientes producciones que vide Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, me pareció per-cibir que las escrituras están generando unaproblematización activa de los códigos de actuación,en primer lugar, y del espacio de la representacióncomo consecuencia.

Mi propuesta es traer algunas reflexiones acerca delespacio con relación a la escritura y al uso de nuevastecnologías a través de mi propia experiencia. Voy areferirme a tres trabajos de los que soy dramaturga, endos de ellos directora y en el último intérprete: La balsade la medusa, escritura escénica inspirada en la nove-la Malone muere de Samuel Beckett, Humus,dramaturgia espectacular y Ana María, estuve pen-sando a pesar mío, monólogo con video instalación.

Cuando empiezo a componer, escribir o dirigir acto-res, me pregunto: «¿desde dónde dice? y ¿hacia dónde?»Si estos lugares empiezan a configurarse sé que puedoempezar a encontrar los pliegues entre el adentro y elafuera, del cuerpo y de la escena. Sé que a partir deencontrar el lugar puedo empezar a trabajar poética-mente los materiales. Desde la mirada y la voz delpersonaje-actor, es decir, lo que viene de adentro delcuerpo y se lanza al espacio hasta la relación que megustaría buscar entre la escena y el público.

Al mismo tiempo, no antes ni después, sino al mis-mo tiempo, me pregunto: «¿adónde van a entrar los quevienen de afuera buscando algo?, ¿con qué van a en-contrarse?, ¿habrá que prepararlos?, ¿cómo me gustaríaque salgan o cómo me gustaría salir a mí?». No setrata de un deseo de manipular, sino de poder atravesaralgo y salir contaminado de alguna forma; me interesasaber si eso que construimos como representación re-suena con la vida de las personas, y si hay puntos decontacto entre quienes asistieron.

masivos de comunicación, la puesta en escena estédesapareciendo en provecho de un funcionalismo tec-nológico en el que la máquina y las computadoras soncelosos servidores.

Pero creo que estas escrituras dramáticas que hanasimilado a los medios de comunicación en lo quepodría llamarse una intertextualidad, o una «intermedia-

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La balsa de la medusa (1999). En la génesis estála sala El cíclope, un lugar que acabábamos de fundaren un subsuelo, teatro pequeño con cámara negra; y eluniverso de la novela de Beckett, donde Malone, solo,en una habitación, postrado en una cama se sirve de unbastón para acercar objetos aledaños. Hay una ventanapor donde se cuela algo del mundo de afuera. En eselugar, el protagonista decide pasar el tiempo inventan-do historias y repitiendo cada día las mismas accionescon los mismos objetos.

El espacio elegido tenía exactamente el tamaño deuna habitación, no había entradas ni salidas; apenasuna continuidad espacial que se ocultaba al públicopero que seguía unida sonoramente a la escena, ydesde donde aparecían algunos objetos. Los actoresestaban todo el tiempo en escena construyendo rela-ciones básicamente espaciales, dentro de un tiempomarcado por repeticiones de acciones y estados. Sólohabía unos taburetes de cartón (los que sirven paraenrollar cables telefónicos), y aparecían: un muñeco,una tela plástica verde, un reloj, papel y lápiz.

Poéticamente, el lugar era una isla, así cerramos laposibilidades de que alguien pudiera perderse o huir.Esta decisión espacial potenció una búsqueda actoralbasada en la resonancia y escucha de los cuerpos y enla composición de mecanismos corporales y gestuales.

La «escritura escénica» nace de la contaminacióndel universo becketiano en las improvisaciones enespacio real. Así empezó a configurarse una estéti-ca, un código de actuación y un texto. Por eso a estaescritura sólo se la pude concebir como algo escé-nico, vinculada con la dramaturgia y el arte del actor.Un texto inscripto y escrito en una situación deenunciación concreta. Un texto que nació de loscuerpos en el espacio, y se convirtió en una partitu-ra que contiene las figuras que esos personajes vana describir en ese espacio, así como también losapoyos vocales, gestuales y retóricos de la palabraque se emite.

Con Humus (2002), aparece el deseo de salir delteatro de cámara para trabajar algo absolutamente per-formático. Dos actores-bailarines me proponen crearalgo a partir de dos solos y yo les propongo trabajar conmúsicos, artistas plásticos y un videasta.

Lo primero fue tensionar los solos a partir de la ideade hibridación animal-vegetal. Lo segundo, configurarun espacio para contenerlos. Como el trabajo corporalde los performers unía tai-chi y butoh, el tiempo eralento. Entonces apareció la necesidad de crear un pai-saje onírico: envolvente, con desproporcionesespaciales o corrimientos en la escala visual como enlos sueños.

El solo masculino como figura es un círculo que con-tiene la idea de origen, recorrido y muerte; el solofemenino trabaja las ideas de nacimiento, romper laplacenta, escupir, aparecer y ser mujer; la figura esmás del orden de lo vertical: de la posición fetal sus-pendida a la posición erguida con los pies en la tierra.

Por asociación libre surgen las ideas: origen, fragili-dad, tiempo, experimentación artística-ciéntífica, eltiempo de dejar que algo crezca y a la vez ayudarlo acrecer. En el espacio aparece un carro con germinacio-nes que entra y sale entre un cuadro y otro, y un delicadopiso de hojas secas donde van a suceder los solos.

Dramaturgicamente aparece la necesidad del dúo,con otro tiempo interno y en otro espacio que el de lossolos. La técnica que propongo es el contact y la ideala del impulso por aparearse y volver a ser uno. Laoposición uno-dos.

Ahora, el espacio necesita diferentes planos parapoder abrir la percepción y, además, proyectar imáge-nes. Construimos dos niveles con un tul entre ambos yun telón negro de fondo.

Durante los solos aparecen proyectados recortes delcuerpo de los performers, en proporciones gigantes quese mueven en un tiempo lentísimo. Y en el dúo, laimagen proyectada es una corriente de fluidos, sangre,células, glándulas chocando, disgregándose y apareán-

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dose; el movimiento interno del cuerpo en velocidadreal. La proyección se multiplica en el tul y el telónnegro de fondo.

En lo musical, el sonido es envolvente y se muevepor el espacio, creando planos también. Viene desdeatrás de los performers y circula por detrás del público;además es capturado y tratado en tiempo real. Cuandoel público ingresa, lo sonoro ya está instalado y estofunciona como un pasaje que prepara a los sentidospara entrar en el tiempo lento de los solos.

La primer idea fue montar Humus en algún museo deCiencias Naturales, pero definitivamente en todos losmuseos que visitamos no había espacio, por eso opta-mos por moverlo en galpones.

Trabajamos con la tecnología en lo visual y sonoro,pero en el centro está el cuerpo vivo. Literalmente loscuerpos ocupan el centro del espacio. En las imágenesproyectadas hay una mirada que recorta partes de esoscuerpos, y en el tratamiento del sonido hay un oído quecaptura, amplifica y modifica en vivo lo que interpretanlos músicos, y la respiración, suspiros y un grito de losperformers. La tecnología no prevalece sobre lo huma-no ni se distancia, sino que se encarna para componerel espacio y el tiempo de un ritual.

En Ana María, estuve pensando a pesar mío, enla puesta aparece la video instalación antes y despuésdel espacio teatral.

El texto nace como la decisión de una mujer de expo-nerse ante una cámara que maneja un desconocido. Ellaentra a un lugar donde la espera un hombre, se vincula

con él y su cámara. Y ese vínculo, marcado por unadirección, en la representación apunta al público. Noestá explicitado en el texto pero es su punto de mayortensión: incorporar al público y ficcionalizarlo a travésde una operación que consiste en reducir a todos los queestán ahí presentes al ojo «voyerista» de la cámara.

Como el texto trabaja en gran medida por asociaciónlibre, la idea es que una imagen nos arrastre hacia otray que esos cambios que no pueden memorizarse seregistren en el cuerpo y en su relación con el espacio.La pregunta es ¿cómo sostiene, dirige y mueve AnaMaría la palabra en ese espacio? Y la respuesta esbuscar las correspondencias entre las figuras del textoy las que nacen del cuerpo en el espacio.

En la puesta, decidimos abrir el espacio. En unaantesala hay un televisor donde se ven partes del cuer-po de una mujer que se mueve por su casa. Luego seentra a otro espacio en donde un piso y un friso confotos sugiere un estudio de grabación; no hay más queeso y los objetos que pide el texto. Ana María entra aese estudio y seduce, provoca, se muestra, se niega ahablar por hablar y todo se lo dirige a él, su público. Eltexto «habla» de esta relación sujeto-objeto, sujetoque se expone para transformarse en cuerpo-objeto.Hay un apagón cuando se agota la palabra que porconvención clausura la representación, pero al salir devuelta el televisor muestra imágenes de Ana María enotro espacio, un espacio al que ella ha aludido.

Con estas imágenes de video, la historia se abre aotras dimensiones, y a la vez sitúa al público como unvoyeur anónimo antes y después de que Ana María le

Soledad González

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haya apuntado directamente. Seguramente «Ana Ma-ría...» está dentro de esas escrituras contemporáneasque trabajan incorporando los medio de comunicación,audiovisuales en particular. En este caso la contamina-ción podría ser la del reality show televisivo.

En estos tres trabajos, la relación entre escritura,espacio y nuevas tecnologías varía bastante de uno aotro. Creo que como espectadora, los espectáculosque más me gustaron siempre tenían algo sorprendenteen el uso del espacio, algo inesperado, y es lo quebusco recrear en mis producciones.

En La balsa de la Medusa, el espacio reducido ycerrado mantiene expuestos a los actores todo el tiem-po. La trayectoria del conjunto de la obra describe uncírculo donde se anula la idea de progresión cronológi-ca. De las propuestas es sin dudas la más convencionaly parte también de un espacio teatral convencional concámara negra.

En Humus, en un único espacio coexisten distintoslenguajes que incluyen nuevas tecnologías y la trayec-toria descripta es más bien un espiral, como un círculoque se abre y se expande en diferentes planos. Lapuesta en escena se vuelve un trabajo de equipo con elvideasta y sonidista, y la construcción estética tam-bién se pluraliza.

En Ana María, hay una línea con progresión crono-lógica en el monólogo, pero la inclusión del espacio dela videoinstalación plantea un problema sobre la ideade inicio y fin del espectáculo, abriendo el espacio,incorporando otro lenguaje y fragmentando la recep-

ción. El origen de la influencia de los medios de comu-nicación audiovisuales en la escritura es clara, aunqueideológicamente hay un reflejo de protesta contra laalienación de la palabra individual.

Creo que, en la escritura en el papel y en el espacio deestos tres trabajos, hay un intento o intención por abs-traernos del dominio de los medios de comunicaciónmasivos. En los dos últimos, en particular, encuentro uncamino de mayor interés ya que en la puesta en escenahay inclusión de nuevas tecnologías; sin embargo Hu-mus invita a entrar en el espacio-tiempo de un ritual yAna María, estuve pensando a pesar mío, cuestio-na el inicio y final de la obra, obligando al espectador aestar siempre en vilo, y a juzgar si es manipulado o noy cómo puede intervenir su juicio estético.

Para concluir, vuelvo a Pavis cuando afirma que hayprincipios estéticos diferenciados que atraviesan lalínea divisoria entre hombre y máquina, animado einanimado, voz y micrófono. Pero esta línea divisoriacambia y se impugnan viejas dicotomías; se aplicanatributos de ficción diferente de la imagen o del actorvivo, a la presencia o a la repetición y del mismomodo, densidades diferentes caracterizan todos los ele-mentos de la puesta en escena.

El riesgo y el juego es comprender con qué se compo-ne la obra, para seguir arriesgando y jugando más.

1 Cf. Pavis, Patrice, artículo «Las escrituras dramá-ticas contemporáneas y las nuevastecnologías», escrito para una conferencia enla ópera de Francfort, en marzo de 2000.

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El espacioRubén Szuchmacher, titular de la cátedra de Espacioescénico en el IUNA (Instituto Universitario Nacional deArte), dice que, a diferencia de cómo lo entienden algunossemiólogos, el espacio escénico incluye el espacio delespectador. «No es solamente el espacio en el quetranscurre la obra o el espectáculo. Es la totalidad».

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por Juan Carlos Fontana

como TotalidadVarias de las obras dirigidas por Rubén Szuchmacher

demuestran esta teoría que sostiene y que incluye alpúblico como participante activo del espectáculo. Laviolencia que Steven Berkoff destila en Decadencia,a través de esa iracunda burla hacia los tópicos de unaburguesía inglesa, encontraron en la puesta en escenaque Szuchmacher hizo en la sala Cunill Cabanellas delSan Martín, el universo que la pieza necesitaba. Dosactores, Ingrid Pellicori y Horacio Peña, hacían un ex-tenso recorrido a través de una pasarela-escenario, quese asemejaba a la presentación de un desfile de mo-das, mientras el público observaba y escuchaba, entreatónito y asombrado, la ácida ironía de esos textosdichos por esas dos parejas de burgueses, que podíanexpresar las más crueles palabras casi con un cons-tante esbozo de sonrisa.

S Z U C H M A C H E RR U B É N

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espacio de la escena, no del actor», asegura RubénSzuchmacher.

«Por lo tanto el espacio escénico es ese lugar que noes de nadie, ni de uno ni del otro. Si montara Ariadnaen Naxos (libro de Hugo von Hofmannsthal y músicade Richard Strauss) en una fábrica, su recepción seríamuy distinta a representarla en el teatro Avenida o enel Colón. El espectáculo cambia de acuerdo a cuál seael lugar del espectador, o el ámbito o edificio teatral enel que se realice. Por eso insisto en que espacio escé-nico es la totalidad. Mi concepto es diferente del queplantea la semiología, en la que el espacio escénicoes sólo el espacio de la obra».

EL LUGAR DE LA REPRESENTACIÓN–Cuando hoy se habla de espacio total, este tam-bién aparece ligado a algunos conceptos quetienen que ver con las instalaciones plásticas.–Es cierto. Pero al espacio hay que pensarlo históri-

camente. Cuando se analiza una tragedia griega esimposible separar ese análisis de la forma que tenía elespacio de representación en la antigua Grecia. Eseespacio es el que vuelve significante al material. Eseespacio con dos ámbitos. El espacio escénico para mí,es la unión de esos dos lugares inevitables para cons-truir el hecho teatral. No puedo analizar lascaracterísticas de lo escénico, sino analizo las carac-terísticas del ámbito en el que se ubica el espectador.Ese sería mi planteo.

El espacio en el que voy a inscribir una obra me loseñala el material, en el caso de que tenga libertad deacción respecto del lugar en el que se va a estrenar.

–¿Eso ocurrió con El siglo de oro del peronis-mo que transcurre simultáneamente en dosespacios. En la primera que se titula Comuni-

Un contexto de similar concepto, que lo acercaba alo que se denomina teatro político, es el que pudoobservarse en otro interesante e inquietante montajeque Rubén Szuchmacher también realizó para el TeatroSan Martín. En este caso se trató de Lo que pasócuando Nora dejó a su marido o Los pilares delas sociedades, de la Premio Nóbel Elfriede Jelinek.Allí la autora austríaca busca continuar la vida deNora, la protagonista de Casa de muñecas de HenrikIbsen, y muestra de que manera ella, después de aban-donar a su marido, intenta insertarse infructuosamenteen el sistema capitalista.

Para esta obra, el director eligió agregar previamentea su representación, la última media hora de Casa demuñecas. Estas escenas se le ofrecían al públicomientras ingresaba a la sala desconcertado, pensandoque había llegado tarde a la función. Luego, cuando elpúblico ya estaba ubicado, se apagaban las luces, secambiaba el decorado y se daba inicio a la pieza deJelinek. Un acierto conceptual que permitía confrontaruna y otra época y observar cuál era el tránsito quehacía Nora a través del tiempo y de qué manera elsistema capitalista terminaba devorándola, tan sóloporque se había atrevido, a finales del siglo XIX, adejar a su esposo.

Para la obra de Federico García Lorca Amor de DonPerlimplín con Belisa en su jardín, un espectáculoque se representó en las bibliotecas del gobierno de laciudad, el director trabajó nuevamente con Ingrid Pelli-cori y Horacio Peña. En ese caso sólo una mesa, dossillas y varios instrumentos musicales, permitieron aldúo de intérpretes recrear el mundo poético del autorgranadino. Sobre estos tres trabajos, el director se va aexplayar en la nota que sigue. «El teatro se constituyeen el espacio intermedio, entre el espacio del especta-dor y el del actor o de la escena. Yo prefiero denominarlo

Escena de «Decadencia»

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dad organizada, cuyos autores son MarceloBertuccio y vos, el espectador ve la intimidadde los camarines en donde los actores hilva-nan sus intrigas, rumores, chismes; mientrasque en el segundo, titulado Casa con dos puer-tas buena es de guardar de Pedro Calderón dela Barca, el público está ubicado en gradas aunos cuatro o cinco metros del escenario.–Ese espectáculo dictó en qué tipo de lugar debía ser

representado. A tal punto que terminé comprando unteatro, que desde hace unos meses se llama El Kafkaespacio teatral, para poder hacerlo. Esa idea era impo-sible de llevar a la práctica en los espacios yaestablecidos. Resultaba imposible por cuestiones físi-cas. ¿Dónde encontrar un lugar que me permitiera llevara cabo dos escenas simultáneas? No sólo por lo arqui-tectónico sino por la disponibilidad de lugares. ¿Quésala independiente, con tres o cuatro espectáculos por

fin de semana, podía guardar esas escenografías in-mensas? Otro elemento importante a tener en cuenta,es el análisis profundo que es necesario hacer cuandoel espacio ya está predeterminado. Cuando me llama-ron para hacer Galileo Galilei, de Bertolt Brecht, en laMartín Coronado, o Ifigenia en Aulide, de Eurípidesen la Casacuberta, las dos ubicadas en el Teatro SanMartin, tuve que poner en práctica otro tipo de re-flexión. Porque esas salas tienen una conformación,una historicidad y una arquitectura inmodificable.

Cuando me ocurre eso, a veces observo si es necesa-rio cuestionar o no la relación de esa obra que voy amontar con el espacio. Siempre lo que me va a dictarqué espacio emplear, o cómo lo voy a trabajar, es elmaterial por un lado, o la predeterminación de un espa-cio dado que no puede ser modificado. Es muy difícilmodificar la Martín Coronado o la Casacuberta. Cuandomonté Lo que pasó cuando Nora dejó a su marido

(estrenada en la sala Casacuberta del San Martín), elproblema fue cómo resolver dieciocho escenas distintasadentro de un lugar que prácticamente no tiene desem-barcos.

En ese tipo de montajes mi trabajo como directorestá totalmente ligado al equipo que me acompaña,que conforman el escenógrafo y vestuarista Jorge Fe-rrari y el iluminador Gonzalo Córdova. Entre los trestratamos de pensar en la totalidad del espectáculo yqué es lo que se adecua mejor a ese material. Lobueno es que no planteamos una estética predetermi-nada que intentamos imponer a cualquier material. Elmismo material es el que determina cómo va a sertrabajado el espacio.

–Hablas del equipo que integrás con Jorge Fe-rrari y Gonzalo Córdova, esto quiere decir quecuando lees una obra dejás abierta una puertapara poder completar el espectáculo con ellos.–Tengo una gran fidelidad con el equipo. Algunas

veces también trabajé solo. Ocurrió con La bibliotecade Babel y Amor de Don Perlimplím con Belisaen su jardín. En ambos casos decidí apelar a miformación de escenógrafo e iluminador y prescindir delos colaboradores, pero porque eran espectáculos enlos que el espacio estaba ya determinado de antema-no. En el caso de La biblioteca de Babel, de JorgeLuis Borges, el espacio era la misma biblioteca Mi-guel Cané, en donde había trabajado Borges y dondehabía escrito ese cuento.

EL ESPACIO DE LA MÚSICA–¿Qué ocurre con el espacio en una ópera,donde la música es un elemento esencial?–Se vuelve más complejo porque aparece un persona-

je más que es el director de orquesta y, porque en unaópera, el lenguaje que regula al resto es el musical no eldramático. Por eso es necesario entender cómo funcionala música. Tengo a mi favor mi formación musical. Por

Escena de «Decadencia»

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–Resultaba más económico y le otorga más sentidoa la propuesta. Genera una mayor teatralidad que silograra intentar mostrar un siglo XVIII, que inevitable-mente iba verse falso. Hacer reconstrucción de épocaes algo que en la Argentina es casi imposible, porquesería puro disfraz y eso me molesta. Si el montaje sehiciera en Europa, donde esa historicidad está presen-te, resultaría mucho más creíble. Para mí, el uso deelementos contemporáneos funciona mejor y esa tomade partido, fue calificada por la crítica como excelente.

–Los cantantes de ópera, con excepción de lasnuevas generaciones, casi siempre muestranun determinado estatismo en el escenario. Encambio los actores crean cierta dinámica enese espacio. ¿De qué manera unos y otros in-fluyen en tu pensamiento a la hora de elegir unespacio, una escenografía?–Siempre depende del material. Con Jorge Ferrari y

con Gonzalo Córdova pensamos que una ópera comoAriadna en Naxos había que trabajarla a partir de lasustracción de elementos. A diferencia de la obra Loque pasó cuando Nora dejó a su marido en la que

lo tanto no impongo lo teatral por fuera de la música. EnAriadna... además de trabajar con las palabras, lassituaciones, valoricé mucho la música. Esa ópera es tangenerosa en cuanto a los temas musicales, que se ledebe dejar un lugar, para que se escuchen y el especta-dor pueda disfrutar mejor del espectáculo.

–Tu régie de Ariadna en Naxos fue elogiadapor la crítica. ¿Cuál fue tu criterio de trabajo?–Esta ópera surgió como un entremés de El burgués

gentilhombre de Moliere. Resulta que un compositorque escribió una obra seria llamada Ariadna en Naxos–en la que muestra el dolor de Ariadna abandonadapor Teseo en la isla de naxos, creyendo en que va haciala muerte, finalmente encuentra el amor en Baco-, seenfrenta a la situación de que su obra se realizará en elmismo evento en el que va a representarse una obra dela comedia del arte. El dueño de casa, el burguésgentilhombre que en la ópera de Strauss no aparecesino a través de un Mayordomo, decide que las dos sehagan al mismo tiempo. El resultado es una obra dis-paratada, en la que lo serio y lo cómico funcionansimultáneamente.

La obra transcurre en un salón en la Viena del sigloXVIII. Con Jorge Ferrari y Gonzalo Córdova decidimosambientarla en el presente. La obra plantea la idea delo imponderable, lo inesperado. Sucede en la vida, sepiensa algo y acontece un hecho imprevisto, comple-tamente distinto a lo que se había imaginado. Esoocurre en el prólogo, donde el compositor cree que vaa estrenar una obra y al final se la mezclan con otra. Aveces alguien está convencido de que no va a conocerel amor y se termina enamorado. Lo mismo sucede enesta ópera. Ariadna cree que va a morir y terminaenamorada.

–¿Por qué decidiste trasladar la obra al pre-sente, utilizando teléfonos celulares o trajesmodernos en escena?

fue necesario imponer otras resoluciones, algo así comouna saturación de elementos. Con mis colegas trabaja-mos buscando desarrollar un pensamiento estético queposibilite observar qué nos demanda la obra o la óperaa montar. Por supuesto que en todo análisis existe unagran subjetividad. El material en sí mismo no demandanada, no es una persona. Se trata de hacer una lectura,un análisis del material, hasta que el mismo materialpueda respondernos qué necesita, que genere su propiaautonomía. Mis espectáculos tienen una característi-ca desde el punto de vista formal: cuando se los observaparece que esa estética que elegimos, fuera la únicamanera en que podían ser representados. Ocurrió, porejemplo, con Galileo Galilei. Mis espectáculos creanesa ilusión. Es como si encontráramos la forma eficazde cómo tiene que ser puesto ese espectáculo.

–¿Cómo llegaste a encontrar esa «forma efi-caz» en El siglo de oro del peronismo?.

–A través de las oposiciones: lo alto, lo bajo, el len-guaje elaborado, el banal. Comunidad organizadafue armada sobre la banalidad del lenguaje y la primerafila de espectadores está prácticamente dentro de la

Escena de «Lo que pasó cuando Nora dejó a su marido »

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escena, en el nivel del piso, igual que los actores. Encambio si se analiza Casa con dos puertas buena esde guardar, de Calderón, el espectador está ubicado aunos cuatro o cinco metros de los actores. En la deCalderón, como es una pieza culturalmente más lejana,el público fue ubicado a una distancia diferente de comose encontraba en Comunidad organizada, que serefiere a la historia más cercana casi de una manerapromiscua. Es un espacio del secreto, el rumor, el chis-me. El espectador de la primera fila casi es tocado porlos vestidos de las actrices, eso señala que esta histo-ria es parte del espectador. En la de Calderón, elalejamiento histórico se refleja en el espacio.

EL LUGAR DEL ACTOR–¿De qué manera el estilo de actuación influyeen la elección del espacio?–El actor es parte de un espectáculo, por lo tanto de

una estructura mayor. Antes de ponerme a trabajarcon el actor intento tener claro cuál va a ser el espa-cio en el que se va a mover. Necesito que el actorentienda en qué espacio está ubicado. A veces tuveproblemas con ciertos actores que creen que todoespacio demanda una verdad naturalista. Cuando esoocurre tengo ganas de decirle al actor «¿por qué no tedas vuelta y mirás la escenografía en la que estásubicado?, eso te va a indicar cómo tenés que actuar».En El siglo de oro del peronismo eso está muyclaro. En Comunidad organizada los actores tie-nen que trabajar de una manera naturalista, realista,

casi hiperrealista. Luego cruzan una zona neutra yaparecen en el lugar en el que se desarrolla la obrade Calderón, en la que el estilo es distinto.

Para poder trabajar así, se necesitan actores dis-puestos a no presionar con una única manera deactuación. Actores que estén dispuestos a pegar sal-tos imaginarios. Los prejuicios en el actor resultanfatales, porque piden determinados tipos de cosas queterminan destruyendo los espacios. Lo que le da sen-tido a la totalidad de una obra es el espacio.

–¿Cómo llegaste a sintetizar que el espaciopara representar Decadencia, de Steven Ber-koff, fuera una especie de pasarela, en la queel público, como en un desfile de modas, esta-ba ubicado a un lado y otro de ese «corredor»por el que se desplazaban los actores?–Tuvo que ver con una casualidad y eso es algo que

uno lo puede tomar o desechar. El primer día de ensayode Decadencia en la sala Cunill Cabanellas del SanMartín, encontramos que el espectáculo anterior habíasido montado con un frente doble, los espectadoresestaban ubicados a ambos lados del lugar en el que semovían los actores. La Cunill es una sala que se puedemodificar y podía haber pedido que modificaran el es-pacio, sin embargo no lo hice. Me quedé observando yme dije «está bien» pero hagamos aún más largo eseespacio. Así apareció la imagen de una pasarela. Enlos ‘90, cuando fue estrenada la pieza, en plena etapamenemista, la pasarela era algo que tenía mucho que

Escenas de «El siglo de oro del peronismo»

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ver con ese tipo de gobierno. La idea de ese espacioescénico de cuatro metros de ancho por diecisiete delargo, resultaba interesante. Fue gracioso lo que ocu-rría con el público porque la gente entraba, veía unabanqueta en uno de los extremos y trataba de sentarselo más cerca de ese extremo, pensando que ahí iba asuceder la escena. Lo que en verdad ocurría es que a lolargo de la obra los actores se iban desplazando poresa pasarela. La puesta de Decadencia tenía unalógica espacial estricta. Los personajes de los ricossiempre estaban en relación octogonal, en cambio losotros, la pareja de la nueva rica y su amante pobre,siempre en diagonal. Eso resultaba no evidente para elpúblico, pero generaba tensiones visuales que deve-nían conceptuales. La idea de pasarela funcionabaporque dentro de la obra hay una escena en la queHelen, la mujer aristocrática, habla de la ropa y esovenía bien para sugerir un desfile de modelos.

–Elegir una pasarela como síntesis para Deca-dencia, de Steven Berkoff, coincidía con lo queel autor quería decir y también con un momen-to histórico de la Argentina. ¿Es importante paravos reflejar en tu puesta en escena aspectossociales, políticos, o ideológicos de ese pre-sente en el que estrenás una obra? –Sí, siempre. Hay materiales que son más per-

meables a este tipo de lecturas. Siempre intento quehaya un campo de ficción política en lo que hago.Creo que uno de mis grandes trabajos con relación al

espacio, es Amor de Don Perlimplín con Belisaen su jardín, en la que sólo había una mesa y dostaburetes. Porque lo que estaba en discusión era cómohacer un espectáculo que, lo sabíamos de entrada,tenía que circular por espacios no teatrales. Por lotanto tenía que ser un espacio que se autoabastecieray que no fuera vivido como algo degradado de acuerdoal lugar en que se representara. La manera de noalterar ese espacio era generando una estructura es-table. De esa manera el espectáculo podía funcionaren la Biblioteca Güiraldes, en la que se estrenó; laMiguel Cané, en la biblioteca de Villa Lugano, o en lasala Casacuberta del San Martín. Es un espectáculoen e l que los actores jamás se paran, porque hacerlosignifica develar el espacio real . Los actores llega-ban, saludaban como si fuesen músicos y se sentabany hasta que no terminaba la obra no se paraban. Hiceun trabajo centrípeto. El espacio era hacia adentro.Tenía que ver con una reflexión política: romper lacostumbre de que cuando un espectáculo sale delcentro y va hacia la periferia se degrada. La preocupa-ción fue cómo lograr que eso no sucediera.

En esa obra, Federico García Lorca detalla loslugares en los que transcurre cada escena: en unacasa, un balcón, el dormitorio, etcétera. Resolví esoscambios haciendo que los actores dijeran las didas-calias. En un momento, el texto de García Lorcadice: «Por la ventana pasa una bandada de pájarosnegros de papel». Si se pone eso en escena resul-tará seguramente algo horrible. En cambio escuchar

Escenas de «El siglo de oro del peronismo»

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esa frase es maravilloso. Traté de que la entidadpoética fuera creíble. Eran dos actores vestidos denegro, con una mesa llena de instrumentos musica-les, actuando los textos y produciendo sonidos. Deesta manera el público «veía» todo, es decir quepodía dejarse llevar por su imaginación. El trabajosobre la música permitía que la palabra generara elespacio. No había necesidad de ilustrar nada.

NUEVAS DRAMATURGIAS–Cambiando de tema ¿cómo ves el tratamien-to del espacio en los nuevos dramaturgosargentinos? Hace varios años atrás, por ejem-plo, Javier Daulte y Gabriela Izcovich dierona conocer Faros de color. Esa pieza estrena-da en Espacio Callejón exploró cada uno delos rincones de la sala, inclusive el espacioaéreo.–En general los nuevos dramaturgos tienen poca re-

lación con el tema del espacio. Eso es evidente encomo esa generación no ha generado espacios propioscomo pudo haber sido la generación del teatro inde-pendiente histórico, el de los años ’30 y ’40 o la delmovimiento teatral de los ’80, que debió inventar es-pacios para su espectáculos, tales como el Parakultural,Mediomundo Varieté, el café Einstein, etc. Su preocu-pación por lo textual no los ha llevado a pensar elespacio. En general, suelen usar los espacios ya esta-blecidos por artistas de otras generaciones. Por ejemplo,el hecho que actualmente muchos de los espectáculosde la llamada nueva dramaturgia se hagan en el Teatro

del Pueblo marca esa relación no significada con eltema del espacio. Porque el espacio no es sólo elescenario, como decíamos antes, sino también todo eledificio teatral, que aparte de sus condiciones físicas,arquitectónicas, es también lo que comunica ideológi-camente. La nueva dramaturgia no supo o no pudogenerar esos nuevos espacios y eso es evidente en laproducción escénica. Muy buenas obras que no supie-ron inventar sus propios espacios. Estas obras se«acomodan» en los espacios existentes tanto oficialescomo privados y no los modifican, porque son absorbi-dos por ellos. Además hay muy poca reflexión sobre laproblemática de lo visual.

–¿Cuál es el primer concepto que les proponésponer en práctica a tus alumnos, en la cátedraque dictas en el IUNA?–Les propongo que cuando el disparador del traba-

jo es un texto, tienen que poder descubrir cuál es elespacio que esa obra requiere. Ese espacio no es elque está marcado por la didascalia que pone el au-tor, en el caso de que haya didascalia. Es algo quesurge del puro lenguaje y de su historicidad y de surelación con la contemporaneidad. Cómo eso puedeser percibido por un espectador de hoy, es muy com-plejo de explicar y excede el marco de esta nota. Engeneral los artistas más jóvenes tienden a leer lasobras en un sentido directo o a leer cualquier cosaen un texto, es decir a no «leer» eficazmente, y a nomanejar todas los elementos y variables que contie-ne el espacio de lo visual. Y eso provoca que aun

habiendo buenos actores, buenos textos, muchosespectáculos sean poco interesantes, porque la pro-blemática espacial-visual no está elaborada a lamisma altura que los demás elementos. Muchoscreen que en el teatro con buenos actores basta, condemostrar sistemas de actuación es suficiente, peroesto no es así. El teatro, cualquier forma de teatro,es también una aventura plástica que incluye todoaquello que ven nuestros ojos, y también todo aque-llo que involucra la percepción del espacio, es decir,nuestra presencia en la sociedad.

Escena de «Lo que pasó cuando Nora dejó a su marido »

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