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ESCRITOS DESCONOCIDOSAMBROSE BIERCE

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PRÓLOGO

UNAS PALABRAS DE ACOMPAÑAMIENTO

Con este nuevo libro sobre Am brose G. Bier ce, la doctor a Sonia Santos Vila continúaun camino emprendido hace años y cuyos hitos son su tesis doctor al (El relato fantástico en laliter atur a occidental dur ante el siglo XIX: E.T.A. Hoffmann y Am brose G. Bier ce, 1997) y su monogr afía La narr ativa fantástica de Am brose G. Bier ce, 2000, además de  una serie  de artículos que,  tomando como centro al narr ador   norteamericano,  ex pande su  investigación hacia otros campos teórico-liter arios.

En  esta ocasión,  el lector   tiene  en sus manos una muestr a de la escritur a de Bier ce, tr aducida por primer a vez al español: una selección de sus cartas -la zona más íntima y menosconocida-,  de sus artículos periodísticos y de sus ensayos. Además, "last,  but  not least", incluye algunas interesantísimas narr aciones  breves. Del conjunto  resulta un atr activo volumen que nos of rece tanto el lado más humano de Bier ce como muestr as de su dimensión 

 pública y de su quehacer  liter ario. En unos y otros campos el lector  apreciará  el humor   -aveces f eroz-  de Bier ce, su  inteligencia, la originalidad  de sus planteamientos, y su imaginación f ecunda, díscola y siempre sor  prendente.

La doctor a Sonia Santos Vila, poseedor a de  tres licenciatur as (en Filología Inglesa,  en Filología Alemana y en Teor ía de la Liter atur a),  es actualmente prof esor a de Teor ía de laLiter atur a en la Facultad de Tr aducción e Inter  pretación de Soria. Su pre- partición f ilológica ysu amor  a los idiomas le per miten  realizar   en  este libro  un muy  benemérito  tr a ba jo  de tr aducción. Viene éste realzado por  una her mosa Introducción que muestr a la familiaridad de la prof esor a Santos con la obr a del escritor  de Ohio.

Por   ello  es par a mí un motivo de alegr ía y satisfacción acompañar  su libro con  estas breves pala br as, prolongación de las clases que en su día acompañaron su  brillante  juventud.

ISABEL PARAÍSOCatedrática de Teor ía de la Liter atur a

Univer sidad de Valladolid 

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INTRODUCCIÓN

Sin lugar a dudas todos convenimos en que la investigación es una tarea ardua que exige un sacrif icio constante  de momentos de la vida del investigador  que  nunca volverán are petir se. Esta aparente aspereza se reduce a la nada cuando  el objeto de la investigación se 

convierte en un compañero vital más que, a pesar  de ocasionar  no pocas hor as de angustia e incertidum bre, otorga generosamente satisfacciones y triunf os que son tam bién nuestr as vidas.Estas pala br as resumen a la per f ección mi per sonal ex periencia investigador a al lado  de Am brose Bier ce.

Ya he contado  en  otr as ocasiones1 cómo llegué a este per sona je  de las letr asnorteamericanas del siglo XIX, y por  lo  tanto  no me  voy a extender   en  este  ti po  de 

 precedentes, aunque siempre  estar é en  deuda con los sa bios consejos y enseñanzas de los prof esores Doctores D.a M.a Isa bel Par aíso Almansa y D. José Manuel Barrio Mar co. Son yaunos cuantos años los que llevo estudiando a esta f igur a liter aria tan olvidada, tan marginaday tan  odiada, y no miento al decir  que cada vez que me  enf rento a (o me alío con) ellaencuentro  nuevos motivos par a consider ar la interesante y digna de análisis. Es inevita ble 

dibujar  su  rostro a tr avés de las facciones de Gregor y Peck , quien  tan  excelentemente inter  pretó al anciano, amargo e ir acundo Bier ce en la película "Gringo Viejo", una adaptación de la novela homónima de Car los Fuentes. Es imposible olvidar   esa famosa f r ase,  tan  bien 

 pronunciada por Peck , y que nos da, quizás, la solución a su desconocido f in -"Ser  un gringo en Mé jico  -¡ah,  eso  es eutanasia!"2

-. Bier ce, cansado  de  vivir, f ue a encontr ar  la muerte al

1 Véase la introducción a mi libro, La narr ativa fantástica de Am brose G. Bier ce, Valladolid, Secretariado de Publicaciones e Inter cam bio Editorial de la Univer sidad de Valladolid, 2000.2 Fr ase que pertenece a una carta que Bier ce dirige a su sobrina Lor a desde Washington, D.C., el 1 de octubre de 1913.

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Mé jico de la revolución de Pancho Villa, y par a el nostálgico militar  de los días de la Guerr aCivil er a ésta una muerte  dulce. El cómo y cuándo llegó a ella es un misterio  todavía por  desvelar .

¿Qué hay, sin  em bargo, antes de  este f in? Hasta donde conocemos,  una vidaintensamente vivida de setenta y dos años. Am brose Bier ce nace en Meigs County (Ohio) el

24 de   junio  de 1842. Su  infancia se  desarrolla en  el seno  de  una familia de  gr anjeroscalvinistas, quienes inculcan  en sus numerosos hijos la or ación  diaria y la lectur a,  tam bién diaria, de la Biblia. Esta f or mación gr a bó en el escritor  una mácula de la que nunca se pudo desprender, a pesar   de su posterior   odio conf eso a las religiones institucionalizadas,  odio similar al que sentía por sus padres a quienes se ref er ía con el apelativo de unwashed savages.

R ecibe  instrucción militar   en  el K entucky Militar y Institute siendo adolescente, y alestallar  la Guerr a de Secesión partici pa activamente en numerosas  batallas (Phili ppi, LaurellHill, R ich Mountain, Carrick's Ford, Shiloh, Stones R iver, Chickamauga, entre otr as). Ostentó diver sos cargos militares -sargento mayor, lugarteniente segundo, lugarteniente primero, of icial to pográf ico-, y es preciso subr ayar  que  el espíritu militar   def inió siempre su 

 per sonalidad, de  tal modo que sus relatos -concisos, claros,  breves-  responden,  incluso, a ladisci plina castrense.

El gener al Hazen le  invita a tomar  parte, en 1866, en una ex pedición de Omaha a San Fr ancisco, como  to pógr af o, pero Bier ce la a bandona en San Fr ancisco. Es a partir   de  este momento cuando comienza su carrer a como liter ato que comparte con la de afamado 

 periodista. Envía sus obr as, sus artículos y sus ensayos al Calif ornian, a The Golden Er a y al News Letter . Pronto se convertir ía en redactor  del News Letter  donde inicia su po pular páginaThe Town Cr íer .

En 1871 se casa,  el día de Navidad, con Mollie Day,  una  joven que procede  de  unafamilia acomodada, y el  joven matrimonio Bier ce se  instala en San Rafael. Am brose Bier ce no  tuvo una ex periencia matrimonial af ortunada, a pesar  de que  una vez conf esó a su hijaHelen que Mollie er a la mujer que más ha bía amado. El escritor  tenía una f uerte y envolvente 

 per sonalidad, y er a muy atr activo físicamente. Le  gusta ba rodear se  de mujeres, y lasadmir a ba, siempre y cuando éstas su pier an def ender  su "puesto" dentro del mar co social. No le servían las inci pientes "mujeres de letr as", ni aquellas que lleva ban sus reivindicaciones al

 púlpito. Arremetía contr a ellas sin piedad. Estas sacudidas f uribundas le hicieron ganar se a pulso su fama de misógino3.

En 1872 los Bier ce van a Londres y allí Am brose escribe par a Fun y Figaro. Publica,  por  aquel entonces, dos libros de sk etches y e pigr amas, The Fiend's Delight y Nuggets and Dust, y el libro de f ábulas, Cobwebs f rom an Empty Sk ull. En suelo  británico nacen sus doshijos mayores: Day -en Bristol- y Leigh -en Leamington-. En 1875 regresan a San Fr ancisco, 

estando Mollie em bar azada de Helen. A partir  de 1877 Bier ce es redactor  del Argonaut, en elque inaugur a la página Pr attle.Tr as una ex periencia nefasta como administr ador  de una compañía miner a, reanuda su 

quehacer periodístico y es redactor  de Wasp. Am brose Bier ce padecía asma, una enf er medad que le producía una intensa ansiedad y angustia: cuando el escritor  castiga con la muerte en sus cuentos, lo hace de la maner a, par a él, más cruel -asf ixia, estr angulamiento, ahor camiento, 

3 Es común el que en muchos de sus relatos aparecen mujeres asesinadas, víctimas de hom bres que, en ciertoscasos, son sus esposos e hijos. Algunos cr íticos consider an que en estas ocasiones Am brose Bier ce es bozaliter ariamente una autoconf esion de su pro pia culpa en la relación matrimonial con su mujer .

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degollación-. A causa del asma, entre 1881 y 1889, vive en numerosos lugares del territorio calif orniano,  buscando aire puro y espacios a biertos.

A partir   de 1886 comienza a escribir  The Devil's Dictionar y, y, al mismo  tiempo,  elgr an William Randolph Hear st contr ata a Bier ce par a que f or me parte de la plantilla de sus

 periódicos. En 1887 se incor  por a al San Fr ancisco Examiner .Se se par a de Mollie en 1888, pero el divor cio no llega hasta 1905. Este acontecimiento 

recrudeció su carácter, a lo cual se unieron las tristes muertes de sus dos hijos: Day,  en un duelo amoroso, y Leigh, como consecuencia de una neumonía.

En 1891 se publica su primer   gr an  volumen  de  relatos  breves, Tales of Soldier s and Civilians, al que le secundó  en 1893, Can Such Things Be? En  estos momentos se produce tam bién la publicación  del poemario Black Beetles in Am ber, y de la reela bor ación,  en cola bor ación con Gustav Adolph de Castro, The Monk and the Hangman's Daughter .

En 1900 Am brose Bier ce se  instala def initivamente  en Washington,  en  donde suele acudir a cír culos militares como el Ar my and Navy Club. A partir  de 1908 pre par a sus obr ascompletas, que se publicaron en 1912 como The Collected Wor ks.

Tr as visitar  los campos de   batalla de la Guerr a Civil, con  tanta signif icación ysentimiento par a el escritor, a f inales de 1913 cruza la f ronter a hacia Mé jico por El Paso yllega a Chihuahua. En su última carta manif iesta su deseo de  ir a O jinaga y unir se a Pancho 

Villa. Pudo morir   en la  batalla de O jinaga,  el 11 de  enero  de 1914, pero sobre  este hecho, como anunciamos, todo son conjetur as.

Estos apuntes  biográf icos nos aproximan al escritor y a su peri pecia vital. Sin em bargo, la individualidad anhelada del autor   no lo  exime  de los encasillamientos liter arios,  de  unalínea de tr adición estética y creador a. Am brose Bier ce es un natur alista y, al mismo tiempo, esmiem bro  de la tr adición  gótica de la segunda mitad  del siglo XIX en Estados Unidos - por  tanto,  tam bién  un  romántico-, que cuenta con f igur as tan  re presentativas como Washington Irving, Edgar Allan Poe -uno de los gr andes maestros de Bier ce,  junto con E.T.A. Hoffmann4

-, Nathaniel Hawthorne y Her man Melville, por citar algunos ejemplos.

El natur alismo  de Am brose Bier ce  es antes teórico que práctico, y, por  contr aste, se aprecia más en sus relatos fantásticos que  en sus cuentos  bélicos. La Guerr a Civilnoteamericana es, par a el escritor,  un mito y la reconstruye  en su  narr ativa a tr avés de 

 per sona jes y actos que son sím bolos de la tr agedia humana. Bier ce  es romántico  en larecreación liter aria del hecho  bélico, sin em bargo, el tr ansf ondo y am biente de lo fantástico lo con-vierten  en  un  natur alista. La faceta periodística del autor   influye  decisivamente  en su estilo f iccional: esas historias de apariciones fantasmagóricas y de acontecimientosinex plica bles son, en la mayor ía de los casos, narr adas como si f uer an noticias de la prensacomún. Por  muy "fantásticos" que sean, no dejan de  resultar  per f ectamente creí bles par a ellector . En realidad podemos pensar  en la ver acidad de lo que se nos cuenta.

Am brose Bier ce  tiene  un  gusto  especial por  lo maca bro, y,  en muchas de sus obr asliter arias, esta pref erencia aparece yuxtapuesta a su cínico, sar cástico y amargo humor . Hayque señalar que el componente satírico er a uno de los ingredientes esenciales de la prensa del

4  La influencia del escritor   romántico alemán E.T.A. Hoffmann (1776-1822) sobre la liter atur a fantásticauniver sal de los siglos XIX y XX es un hecho evidente. Es clar a la huella de Hoffmann en la tr adición góticanorteamericana del XIX. El alemán es un maestro par a Poe, y Bier ce  bebe en las f uentes de Poe, a quien conoce muy  bien y se ref iere en numerosas ocasiones. Directamente, Am brose Bier ce pudo sa ber acer ca de los cuentosfantásticos de Hoffmann en la  biblioteca de su padre, Mar cus Aurelius Bier ce, que atesor a ba compilaciones ymisceláneas de cuentos góticos alemanes, y tam bién a tr avés de las tr aducciones al inglés de los relatos de Hoffmann que  realiza ba su amiga, Emma Fr ances Dawson,  tam bién escritor a. Sobre este punto consúltese mi tesis doctor al (SANTOS VILA, S., El relato fantástico en la liter atur a occidental dur ante el siglo XIX: E.T.A.Hoffmann y Am brose G. Bier ce,  tesis doctor al microf ilmada, Valladolid, Secretariado  de Publicaciones e Inter cam bio Científ ico de la Univer sidad de Valladolid, 1999).

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momento, y, especialmente, de la prensa amarilla de Hear st. En su f icción hereda la ironía de Luciano, Swif t y Voltaire. De Juvenal toma el ataque y la pintur a del hom bre como ser  desprecia ble y de pr avado.

 Nuestro escritor  no  es ni univer sal ni ampliamente conocido, pero su espíritu  bélico yfantástico sí incide en la obr a de Ste phen Cr ane, Ernest Hemingway, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Ryunosuk e Ak utagawa y Dylan Thomas5. Por  lo que se  ref iere a la acogida de 

Bier ce  en España, hemos de  decir  que se centr a en las tr aducciones de  una parte  de susrelatos, antes que en cr ítica e investigación sobre su obr a. A partir  de la publicación en 1973de R elatos insólitos por  la editorial Miguel Castellote,  existen ciertas editoriales -como Valdemar- que se han  especializado, casi,  en  tr aducir  a Bier ce y añadimos que magníf icamente. Sin em bargo, es preciso comenzar a dar a conocer a este atr activo autor  en larigurosa totalidad de su obr a. Nuestro presente tr a ba jo pretende ser  un primer y decisivo paso en ese comienzo.

Escritos desconocidos nace, pues, con el pro pósito de dif undir  una pequeña por ción de la producción liter aria y tam bién del pensamiento del cínico  escritor  entre aquellos lectoresque sólo a tr avés del idioma español pueden acceder  a esa producción y a ese pensamiento, 

 pues desconocen  el inglés. Contando con  esta premisa y en f unción  de la esencia de lacolección a la que pertenece  esta monogr afía, lo  ignoto, nos hemos f ijado  en par celas de laobr a  bier ciana que no se han vertido al castellano -cartas, artículos, ensayos y algunos relatos breves-. Sa bemos que la mayor ía de sus cuentos se encuentr an exce pcionalmente tr aducidos,  pero aún resta una por ción virgen que aquí, sólo par cialmente, va a ser mancillada.

Las cartas que hemos seleccionado son  documentos per sonales que Am brose Bier ce dirige a familiares y amigos. Sus destinatarios son Blanche, Lor a (su sobrina), R uth, George Ster ling (poeta y gr an amigo suyo), y Joe (Mr s. Jose phine Cliff ord McCr ack in). En  ellasBier ce, entre otros asuntos, da consejos sobre poesía a su amigo Ster ling, y tam bién acer ca delof icio de la escritur a a R uth, pero, sobre todo, a tr avés de ellas descubrimos el lado familiar  yhumano del escritor que constantemente tr ata de esconder  tr as su amargur a y ataque f eroz.

Por  lo que  respecta a los artículos en prensa,  estos nos dan  idea del pensamiento  de Am brose Bier ce sobre  temas que le af ectan prof undamente como es la mujer  y su situación social, la prensa, la educación del ciudadano, o la política. Utiliza constantemente la ironía yel sar casmo más vil par a arremeter  contr a todo aquello con lo que  está en desacuerdo. Estaacritud par a los contr arios a bunda en un  implaca ble  talante, a nuestro  juicio, conservador   e incluso, hasta cierto punto, dictatorial. Los ensayos son  el complemento  ideal par a lo que aveces apunta  breve-mente  en los artículos: es el caso, por   ejemplo,  del ensayo que hemostr aducido sobre la emanci pación de la mujer . Pero tam bién hallamos pautas éticas en los que ha blan  del suicidio y de la guerr a, y se  erige  en cr ítico liter ario al def ender   el género que domina, el relato  breve, f rente a la novela, así como al prescribir  la f ór mula de la f or mación de escritores.

Los relatos escogidos pertenecen, en su mayor ía, a los genéricamente denominados tal/tales, aunque  en la producción  de Am brose Bier ce se  enmar can  dentro  de los Negligible Tales, de los que "Corrompiendo a la Prensa" y "Un Cargamento de Gatos"6 corresponden a

los subgru pos respectivos de The Fourth State y The Ocean Wave. Los tal/ tales er an cuentosmuy po pulares en el viejo Oeste norteamericano en los que la sátir a salva je, molesta y amarga per manecía después de que la car ca-jada ha bía desaparecido. Sólo dos escapan a la anterior  catalogación: "Haïta el pastor ", un relato de hadas, y "Una identidad reanudada", narr ación de am biente fantástico pero  de  ex plicación  r acional, que se  insertan  en  el volumen Can SuchThings Be? 

5 Consúltense las pp. 24-26 de mi libro La narr ativa fantástica de Am brose G. Bier ce.6 Es difícil encontr ar  una datación exacta par a los relatos de Am brose Bier ce. De los que hemos tr aducido es éste el único sobre el que podemos of recer  una f echa de publicación. Apareció en The Wasp, el 3 de enero de 1885.

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A lo largo  de  esta tr aducción par cial de la obr a de Am brose Bier ce, he procur ado respetar  al máximo  el estilo liter ario  del autor . He  intentado,  en la medida de lo posible, mantener  su puntuación  ortográf ica, a la que él otorga ba una importancia extrema. A mi entender, modif icar la o tr astocar la innecesaria-mente desvirtuar ía la esencia de la obr a y nosalejar ía, si ca be, de los patrones nor mativos liter arios de Bier ce.

Aunque no todo lo que hay tr aducido en este libro va a ser  del agr ado del lector  debido, 

en ocasiones, a su irritante contenido, sí que encontr ará espacio par a la risa en los artículos, en los ensayos, y,  especialmente,  en los relatos  jocosos. De cualquier  modo, creo vehementemente que el espíritu del escritor queda manif iesto con creces.

Pero es hor a ya de olvidarnos de introducciones, y de escuchar  lo que nos dice Am brose Bier ce. Antes de concluir, he de agr adecer  a mi familia y a todas las per sonas  buenas de lasque siempre me he rodeado, tales como prof esores y amigos, su aportación en mi educación 

 per sonal y académica. Sin ellos nunca hubier a podido def ender me en el difícil camino de lainvestigación, mi gr an pasión. Finalmente doy las gr acias a Dis ba belia. Colección Her meneusde Tr aducciones Ignotas, y a su director, D. Juan Miguel Zar andona, por la conf ianza que han de positado en mí al ace ptar  esta obr a como un número más de la mencionada colección.

SONIA SANTOS VILA

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CARTAS

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Ber k eley, 27 de diciem bre de 1893

Mi querida Blanche, 

Te  envío (vía pretexto par a escribirte) una revista que pedí a R ichard que  te llevar a

anoche, pero la olvidó. Hay un artículo ilustr ado sobre gárgolas y otr as cosas por  el estilo que te  interesarán. Algunas de las criatur as son deliciosas -más así que lo que yo per cibí cuando las ví vivas en Notre Dame.

Quiero agr adecerte tam bién la  bonita  bufanda antes de que me acomode en mi silla de sauce, f eliz ante la per spectiva de la muerte. Pues a esta hor a, 10:35 p.m., "padezco" un caso de asma muy prometedor . Si salgo de él decentemente vivo, dentro de una semana ir é a tu casa y ver é el retr ato f inalizado si  está "todavía allí", como la  bander a en  nuestro himno nacional.

Te saluda af ectuosamente, AMBROSE BIERCE

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Auror a, Virginia Occidental, 

12 de se ptiem bre de 1903

Querido Ster ling, 

Tengo la tuya del día 5. Antes de ahor a tú tienes mías de cierta f echa.(...)Estoy contento de que te gustar a London; he oído que es un  buen ti po y he leído uno de 

sus libros -"The Son of the Wolf", creo que es ese el título- y parecía una obr a inteligente. Laimpresión  gener al que per manece  en mí es que  es siempre  invierno y siempre  noche  en Alaska.

(...)(...) proba blemente estará f eliz por  vender  su ál bum de recortes después, par a conseguir  

 pan. No puede vivir  de los sindicatos obreros él solo. O jalá no f uer a degagomo y, como  el pobre Doyle decía, no putear a a su Musa. Cuando regrese a la verdad y a la poesía, lo recibir écon aprobación y, si quiere, puede dar me una patada.

 No, no puedo decirte cómo conseguir  "Pr attle"; si pudier a yo mismo no estar ía sin ella.Me preguntas cuándo la comencé en el "Examiner ". Poco después de que Hear st compr ar a el

 periódico  -no sé la f echa-  te lo pueden  decir   en la of icina y te mostr arán los volúmenesencuadernados.

Tengo los volúmenes encuadernados del "Argonaut" y del "Wasp" correspondientes alos años en los que yo  estuve  vinculado a ellos, pero mi  tr a ba jo  en  el "Examiner " (y

 previamente en el "News Letter " y en el "Fun" de Londres y en el "Figaro" y otros periódicos)sólo lo conservé de maner a f ortuita e imper f ecta.

 No recuerdo dar  a Scheff ningún "e pigr ama" sobre la mujer  o cualquier  otr a cosa. Asíque no te lo puedo enviar . De vez en cuando me divierto con ese ti po de cosa en el "Journal"("American") y su pongo que los otros periódicos de Hear st los co pian, sin  em bargo  el"am biente" es desagr ada ble y mediocre.

¿Piensas que se vender ían extr actos de "Pr attle"? No creo que algo mío se venda. Podr íahacer   una docena de libros del material que he "rescatado" -tengo  unos pocos listos par a

 publicación ahor a- pero  todo  es vanidad  en lo que se  ref iere a la publicación lucr ativa. Loseditores no quieren nada de mí exce pto novelas -y yo morir é primero.

¿Quién es (...) - y por qué? Honr a a London def ender me contr a él. Imagino que  todosvosotros compañeros tenéis mucho par a def ender me, aunque en realidad no merece la pena.Toda mi vida he sido odiado y calumniado por   todo  ti po de gente  exce pto por  las per sonas buenas e  inteligentes; y no me  importa excesivamente. Sa bía al princi pio lo que  tenía que esper ar, y ahor a sé que, como  una zurr a,  duele (a veces) pero  no  daña. Y la mismamalevolencia que ha rodeado mi vida rodeará mi memoria si soy recordado. Sólo re pasa en tu mente los nom bres de los hom bres que han dicho la verdad sobre sus colegas indignos y sobre 

la natur aleza humana "como ellos la veían". Son los  bogies de la historia. Ninguno de ellos haescapado al vili pendio. ¿Puedo, pobre  de mi,  esper ar  algo mejor? Cuando  golpeas eresgolpeado. El mundo  es canalla, pero  tiene  derechos;  entre  ellos el de  re presalias. Sí,  te engañas si  te "igualas" a los hom brecitos de letr as, mejor   dicho, si piensas que a ellos lesgustarás cuando conozcan tu gr andeza. Per manecerán despiertos noches enter as par a inventar  nuevas mentir as sobre ti y nuevos medios de diseminar las imper ce ptiblemente. Sin em bargo tienes tu venganza: en  unos pocos años estarán  todos muertos -igual que si  tú los hubier asmatado. Mejor  aún,  tú mismo  estarás muerto. Así que  -tienes mi f ilosofía completa en  dos

 pala br as: "Nada importa".

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Volviendo a Scheff. Lo que  tiene que  temer  (si le preocu pa) no  es la cr íticaincompetente, sino la indif erencia pública. Eso no corroe, pero los poetas son gente am biciosay les gusta ser  el centro de atención. Quizás Scheff sea dif erente, como sé que tú eres. Intentatr ansf or mar lo si  no lo  es. (...) Los poetas sa bios escriben par a los poetas sa bios. Si por  casualidad  el público se da cuenta, mejor  que mejor . A veces es así -y el poeta sa bio  es un herrero. Este escrito largo y pesado se está convirtiendo en un ensayo.

Por  favor,  da recuerdos míos a todos los  buenos Ster lings -aquellos que lo son por  nacimiento y aquellos que lo son por matrimonio. (...)

Mis amigos han regresado a Washington, y yo me lo estoy pasando muy  bien escalando cum bres (son protuber ancias) y ex plor ando  barr ancos y cañones - par a los que esta gente no tiene  nom bres- pobres cosas. No he  vuelto a visitar  mi  tierr a de  ensueño. Encontr aron  un soldado conf eder ado allí el otro día, con su rifle al lado. Ir é a pedir le perdón.

Siempre tuyo, AMBROSE BIERCE

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Washington, D. C., 

11 de mayo de 1904

Querido George, 

Par a empezar  por   el princi pio por  su puesto que  estar é encantado  de  encontr ar me con Jose phare si viene por aquí; aun-que sólo sea par a resolver  el problema que le sucede a un ti po que empezó tan mal y en un tiempo tan  breve le ha ido  bien, con la posibilidad de logr ar  "un puesto". A Byron, tú lo sa bes, le ocurrió lo mismo y a Tennyson no le f ue tan dif erente.Incluso sus comienzos no f ueron tan malos como los de Jose phare. Conf ieso libremente que le creía un tonto. Me desconcierta.

Me pregunto si alguna casa de Londres publicar ía "Shapes of Clay". De vez en cuando una pequeña discusión sobre mí estalla en la prensa londinense, arde dur ante un tiempo y "se eleva en f or ma de humo". Adjunto algunos testimonios de lo más reciente  -que puedesdevolver me si lo recuerdas. La carta de "un hom bre prof undamente dece pcionado" conteníaun humor  divertido sugerido por algunos artículos de Barr acer ca de mí y de una insinuación 

 privada por su parte par a que yo publicar a más libros en Londres.Sí, he a bandonado "The Passing Show" de nuevo, por  la misma r azón de siempre -no 

so portar ía la censur a de mi  editor . Estoy escribiendo par a los números diarios de The American, princi palmente, y, como nor ma, de maner a anónima. Es un tr a ba jo "muy f ácil".

Está  bien -ese "cr y unto Betelgeuse";  el pasa je de la "sick enchantress" es lo  bastante  bueno sin eso. Me gustan los ver sos añadidos del poema. Aquí hay otr a cr ítica: los "without"y "within", comenzando los ver sos primero y ter cero,  respectiva-mente, parecen ser  antitéticos, cuando no lo son, teniendo el último el sentido de "into", que creo que podr ía, por  claridad, sustituir lo sin una ru ptur a desagr ada ble del metro -un troqueo por  un yam bo.

¿Por qué no deber ía yo ensayar  "The Atlantic" con este poema? -si tú no lo has hecho ya. Podr ía escribir   una nota  breve sobre  ello,  diciendo lo que  tú  no podr ías decir, y

 posiblemente ganando atención hacia la obr a. Si dices que sí lo har é. Es imposible imaginar aldirector  de una revista rechazando ese asom broso poema. Lo he leído al menos veinte vecessiempre con creciente admir ación.

A pro pósito, tu libro es todavía mi constante compañero -lo llevo en el  bolsillo y lo leo una y otr a vez,  en los tr anvías y por   todas partes. Todos los poemas son  buenos, aunque  el"Testimony" y "Memorial Day" son su premos -el uno en gr andiosidad, el otro en sentimiento.

Te  envío  una cr ítica en  una carta manuscrita de  un amigo que se queja de  tu "oscuridad", como muchos tienen la f r anqueza de hacer . R equiere f r anqueza hacer  eso, puesel def ecto está en la comprensión de la cr ítica. Sin em bargo, el que comprende a Shak espeare y a Milton ostenta la re putación de testigo quejoso de la corte liter aria.

(...)Mi  tr aducción favorita de Homero  es la de Po pe, del cual procede la moda actual de 

ha blar   en  tér minos despreciativos, al igual que  de Byron. Conozco  todo lo que puede ser  dicho en su contr a, y yo mismo dir ía algo, pero ojalá sus detr actores tuvier an un poquito de sus cerebros. Sé tam bién que las tr aducciones de Po pe de La Ilíada y La Odisea son más  bien 

 paráf r asis que  tr aducciones. Pero las adoro  igualmente, mientr as que me pregunto (contigo, sin duda) qué af ectó tan prof undamente a K eats cuando "oyó a Chapman ha blar  en voz alta yenérgicamente". Sea lo que f uere, nos dio lo que Coleridge declaró el mejor soneto de nuestro idioma; y la admir ación de Lang por Homero nos ha dado al menos el siguiente mejor . Por  su puesto que debe ha ber  algo  en los poemas que producen poemas -en un poeta a quien lamayor ía de los poetas conf iesan su  rey. Sostengo (con Poe) que  no  existe  nada como  un 

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 poema largo -un poema de la longitud de una Épica. Debe constar  de pasa jes poéticos conec-tados por  recitativo, por  emplear  una pala br a del mundo de la ó per a; pero es quizás mejor por  eso. Si  el escritor   no puede  escribir  poesía "sostenida" el lector  proba blemente  no podr íaleer la. De cualquier modo, voto por Homero.

Me lo estoy pasando  bien, pero pronto  buscar é las montañas, aunque espero estar  aquícuando Scheff dirija su proa por  este camino. ¡O jalá navegar as con él!

Sé todo acer ca de  todos vosotros, ya que Eva Cr awf ord ha estado  entre  vosotros"tomando  notas", y los comentarios picantes de Eva sobre qué y a quién  ve son de lectur adeliciosa. Su pongo que tú apreciar ías a Eva -la mayor ía de la gente no. Es la mejor  escritor ade cartas de su sexo -quienes son todas  buenas escritor as de cartas- y es incompar a ble. Puedo atrever me a cuchichear  que descubrir ías que  ella estima tu  tr a ba jo y tu per sonalidad "no  en conjunto desagr ada ble".

Ahor a que estoy en estos asuntos,  te remito una nota par a mi amigo Dr . R obertson, elcual dirige un manicomio en Liver more y es un per sona je interesante con una familia ídem yuna  biblioteca que te pondrá verde de envidia. Ve y visítale algún día y lleva a Scheff contigo, o a cualquier  amigo  -quiere conocerte. No  te  importe  el que piense que la poesía es lasecreción  de  un cerebro  enf er mo, y que la única r azón por  la que  no cree que  todos loscerebros (exce pto el suyo pro pio) están enf er mos es debido a la cir cunstancia de que no todos

segregan poesía.(...)En serio, es un  buen ti po y con un amplio conocimiento del que carecemos la mayor ía.

Te saluda af ectuosamente, AMBROSE BIERCE

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Of icina de The N.Y. American, Washington, D.C., 

12 de octubre de 1904

Mi querido Davis, 

La "mala eminencia" de  rechazar   el gr an poema de Ster ling  es algo que  tendrás que compartir con algunos de tus estimados colegas de las revistas - por  ejemplo, los directores delAtlantic, Har  per 's, Scribner 's, The Centur y, y ahor a el Metro politan,  todas de élite. Todosestos ca balleros, creo, conf iesan, al contr ario que  tú, conocer  la liter atur a cuando la ven, ytr atar con ella.

Bien, yo conf ieso  tr atar  con  ella humildemente, y si Ster ling me lo per mite me  pro pongo algún día pedir  o pinión entre ellos y yo.

Incluso  tú pides liter atur a -si mis relatos son liter atur a, ya que eres lo suf icientemente  bueno como par a presu poner lo. (A pro pósito,  todos los princi pales editores del paísrechazaron aquel libro hasta que lo vieron publicado f uer a de su alcance por  un comer ciante de San Fr ancisco y otros editores de Londres, Lei pzig y Par ís.) Bueno, ¡tú no har ías eso a uno de mis cuentos!

 No, gr acias; si tengo que escribir  tonter ías, pref iero hacer lo par a los periódicos, que no muestr an falsas pretensiones y están f r ancamente corrompidos, y en los que la maldad de unacosa mala escapa a la per ce pción o se olvida tan pronto como se enf r ía.

Sé cómo escribir  una narr ación (del ti po de "f inal f eliz") par a los lectores de las revistas par a quienes la liter atur a es demasiado  buena, pero no lo har é siempre y cuando robar sea máshonor a ble e interesante.

Te he of recido el mejor material que podr ías tener  -el poema de Ster ling- y el mejor que yo puedo hacer; y ahor a debes excusar me. No dudo de que realmente piensas que acoger ías"la clase de f icción que convirtió a "Soldier s and Civilians" en el libro más interesante de su género en este país", y es muy ama ble por  tu parte cif r ar lo de esta maner a; pero tampoco dudo de que catalogar ías el relato enviado como de una clase dif erente de f icción y, al igual que lasátir a que me devuelves, "f uer a de cuestión". Un editor  que tiene una o pinión pref or mada delmaterial que va a recibir siempre estará desilusionado con el material que recibe.

Sé esto por mi tempr ana ex periencia como redactor-jef e -antes de que yo aprendier a que lo que necesita ba no  er a un  ti po particular  de material, sino sólo  el material de un  ti po par-ticular  de escritor .

 No te escribo con sentimiento, sino únicamente par a ex plicar por qué debo pedirte que me disculpes.

Te saluda af ectuosamente, 

AMBROSE BIERCE

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Washington, 21 de f ebrero de 1907

Mi querido George, 

Si a bandonas Car mel destruir é mi cuadro de Jorgensen, construir é un  bungalow en losCatsk ills y me ir é de Calif ornia par a siempre. (Éstas son las huellas de mi maldito canario, el

cual ni  escribe  ni me  deja escribir . Ahor a mismo se ha posado  en  el hom bro,  esper ando laorden par a cantar  -entonces me ensordecerá con una canción sin sentido. Oh, es un poeta de 

 pleno derecho.)Apruebo por completo tu lealtad a Mammon. Si tuvier a la capacidad cerebr al suf iciente 

como par a tomar  una decisión como esa, a los 65 años, podr ía actualmente disponer  de  bas-tante tiempo par a ela bor ar  un libro o dos antes de ir al de pósito de desecho. (...) Hazte con unagruesa cuenta  bancaria -no  existe  una amiga tal como  una cuenta  bancaria, y el libro másmar avilloso  es un libro de cheques; como señala uno de los pir atas de Stevenson, "¡Puedesapostar por  eso!".

(...) No, señor,  tu  jef e  no  te  tr aerá al Este  el próximo  junio;  o si lo hace  no  vendrás a

Washington. ¿Cómo lo sé? No sé cómo lo sé, pero acer ca de  todos (y son muchos) los que debían de venir  desde Calif ornia par a ver me nunca he fallado en mi pronóstico de su venida o no-venida. Incluso en el caso de (...), aunque te escribí a tí, y a ella, como si la esper ar a, le dije a uno de mis amigos: "Ella no vendrá". No creo que sea un don adivinatorio -sólo sucede, de alguna maner a. El tuyo  no  es un  buen  ejemplo, ya que  no has dicho que  venías "con seguridad".

Así que tu colonia de intelectuales se vuelve a esta blecer  en el antiguo punto -Piedmont.(...) Pero Piedmont -debe estar  en el cor azón de Oakland. Yo ya no podr ía cazar conejos en el barr anco situado  detrás y dor mir   ba jo  un  árbol par a cazar  más por  la mañana. Ni podr íaatr avesar  esa larga sierr a con varias chicas. No me sor  prender ía que hubier a un  bulevar  de su misma longitud con, 

"Un palacio y una prisión a cada lado."Si pudiese  impedir  que leyer as ese volumen de los viejos "Argonautas" lo har ía, pero 

su pongo que  no "ser ía admisible" un  entredicho. Sí, por  aquel entonces yo  er a un  escritor  descuidado, aunque  bastante mejor que mis vecinos par a ha ber atr aído mi pro pia atención. Mi conocimiento del inglés er a "muy" imper f ecto. De hecho, mi nivel intelectual (cualquier a que f uer a, y Dios sa be que  es suf iciente como par a hacer  que me  ruborice) er a de lento crecimiento -como lo er a mi mor al. Quiero decir que yo no tenía sinceridad liter aria.

Sí,  escribí de Swinburne las pala br as nada gr atas que citas. Sin  em bargo no  er an deltodo falsas. Él me da ba denter a -no podía so portar lo  ni siquier a un minuto, y te mantenía buscando el hilo que acciona ba sus piernas y  br azos. Y tenía un rostro dé bil que da ba la ideade carecer   de  barbilla. Pero hace  tiempo que  renuncié a las o piniones que  una vez sostuve sobre su poesía -sostuve,  o creí que sostuve. No  obstante  no  recuerdo si f ue sobre  el 78cuando o pina ba así.

Escribes sobre la señorita Dawson. ¿Sobrevivió al tem blor? ¿Y sa bes de  ella? Ni una pala br a me ha llegado acer ca de  ella. A pesar   de  tu  ruiseñor   de  importación (sobre  el que  pienso que  te  deber ían hacer  pagar   unos r ígidos derechos de aduana) tu poema de InaCool brith es tan   bueno que quiero conservar lo si  tienes otr a co pia. No  encuentro faltasenmenda bles en él. (...)

El ti po que te dijo que yo er a un director  de "The Cosmo politan" tiene un obstáculo en su ver acidad. Simplemente escribo par a esa publicación, (...), y cuanto menos de mi materialemplea el redactor-jef e, tanto más me agr ada.

(...)

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Oh, me preguntas sobre  el tema de "Ur sus-A born-Gorgias-Agrestis-Políglota". Fue escrito por  James F. ("Jimmie") Bowman  -muerto  desde hace  tiempo. (Véase  un soneto  bastante malo en la página 94, "Shapes of Clay".) Mi única parte en el asunto f ue sugerir  losartículos y discutir los con él delante de muchas  jarr as de cerveza.

(...)A pro pósito, Neale dice que obtiene casi las suf icientes demandas de mis libros (de San 

Fr ancisco) como par a poder   justif icar su reedición.(...)Eso es todo -y, al igual que George Augustus Sala escribió de mascar   ta baco como el

 precio de los favores de cierta dama, "¡Dios sa be que es suf iciente!".

AMBROSE BIERCE

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Club del E jér cito y de la Marina, Washington, D.C., 

23 de a bril de 1907

Querido George, 

Tengo tu carta del día 13. El papelito adjunto del Pacif ic Monthly (gr acias por  ello) esdivertido. Sí, (...) es un pedante  inaguanta ble, pero no me  importa en a bsoluto su pedanter ía.Cualquier  cr ítico es  bienvenido a golpear me todo lo que le plazca si añade a sus comentarios(como (...) tuvo la consider ación de hacer ) mi def inición de "Cr ítico" del "Word Book".

Por favor  no te molestes en escribir me cuando el espíritu no te mueva a hacer lo. Tú y yo no  necesitamos escribirnos por   ninguna otr a r azón que  esa que  nosotros quer amos. Sobre venir  al Este, a bstente, oh, a bstente de promesas, par a que no  te parezcas a todos mis otrosamigos de allí, quienes siempre prometen y nunca vienen. Ser ía delicioso verte aquí, pero sécómo  esas cosas se  organizan  ellas solas sin  ref erencia a nuestros deseos. O br amos como debemos, no como queremos.

Pienso que ese tío tuyo debe ser  un muy  buen ti po. Sé  bueno con él y no protestes a su 

servicio, aun cuando sientas la cadena. Ello su per a a la poesía sin sueldo un año.¿R ecibiste el artículo sobre "Shiloh"? Te lo  envié. Lo mandé tam bién a Paul Elder  &

Co. (la r ama de New Yor k) par a su libro de "Western Classics", y espero que satisfaga susnecesidades. Quer ían algo, y me parecía tan   bueno, con  una pequeña revisión, como cualquier a del material que controlo. ¿Crees que ser ía aconseja ble of recer les "In the Midst of Lif e" par a reedición? Ahor a está "agotado" y en mis manos.

(...)Estoy contento por   tu  elogio de mis cosas del "Cosmo politan". No me of recen mucha

"pompa" -al director  no le agr ado per sonalmente en la f or ma que deber ía, y sólo me per mite realizar  lo suf iciente par a apartar  de sí mismo la atención del Sr . Hear st y el entrometimiento de  ese ca ballero  en  el  juego  de admir ación mutua como  es  jugado  en la of icina del"Cosmo politan". Puesto que yo soy af icionado más  bien al tr a ba jo f ácil no grito.

(...) No ha blas de la rece pción  del libro que  te  envié, "The Monk and  the Hangman's

Daughter "- nueva edición. No es tan  bueno como el antiguo. (...)Estoy em bar cado  de  nuevo. ¡Cómo me  gustar ía asomar  mi proa por  la Bahía de 

Monterrey!

Te saluda af ectuosamente, AMBROSE BIERCE

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Club del E jér cito y de la Marina, Washington, D.C., 

11 de noviem bre de 1910

Querida Lor a, 

Es  bueno  tener  noticias tuyas y sa ber  que a pesar  de mis modales rudos e  intoler anteslogr as insinuar  un poco de cariño hacia mí -tú y el resto de la gente. Y realmente pienso que dejé un  trocito  de mi cor azón allí -f undamentalmente  en Ber k eley. Es curioso,  entre 

 par éntesis, que al desenamor ar me de la mayor parte de mis antiguas novias y seminovias me enamor ar a de mi pro pia sobrina. ¡Es verdader amente escandaloso!

Devuelvo la carta de Sloot. Me disgustó un poquito ha ber le dicho que proba blemente nunca más me ver ía. Por  su puesto que  es verdad, pero yo no ha bía pensado  en  ello de  esamaner a -su pongo que no me lo ha bía per mitido a mí mismo. Y, después de todo, si las cosasvan como  espero que  irán, Montesano me acogerá  de  nuevo algún  día antes de que a él le 

 parezca apro piado dejar lo. Puede que  todavía veamos el Gr an Cañón los cuatro  juntos. Me gustar ía colocar mis restos mortales por allí.

 No son mías las prendas sobre las que me convenciste  de que lo  er an. Son 

 proba blemente  de Ster ling, y lo más seguro  es que me haya maldicho por   robar las. No me importa; no  tiene derecho a vestir  como  un "sucio  rico". ¿No  tiene ninguna "conciencia de clase"? Sin  em bargo,  te las envío como  urgente. Te mandar é por  correo  el acuse de  recibo 

 pagado; así que no pagues el cobro que la compañía segur amente hará. Me cobr aron de nuevo  por  los dos paquetes que tú ha bías pagado, y se llevaron el dinero del Secretario de mi club, donde f ueron  entregados. Tuve que  recu per ar lo sometiendo al re partidor  a punta de cañón calibre 34.

Con amor a Car lt y Sloots, Un a br azo cariñoso, 

AMBROSE

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Club del E jér cito y de la Marina, Washington, D.C.

14 de noviem bre de 1910

Querida Lor a, 

Me pregunta bas acer ca del inter és relativo de Yosemite y el Gr an Cañón. No  es f ácilcompar ar los, son  tan  dif erentes. En Yosemite sólo las magnitudes son  desconocidas;  en  elCañón no se conoce nada -al menos, nada te ser ía familiar a tí, aunque yo he visto algo así en el Yellowstone su perior . La "com binación de colores" es asom brosa -casi  increí ble, como lo es la "ar quitectur a". En cuanto a las magnitudes, Yosemite no está  en ninguna parte. Desde ciertos puntos en el  borde del Cañón puedes ver cincuenta, quizás cien, millas de él. Y nuncaes dos veces igual. Nadie puede  describir lo. Por  su puesto que debes ver lo algún  día. O jalá nuestro gru po de Yosemite pudier a reunir se allí, pero proba blemente nunca lo hará; está lejosde aquí, y no lo  bastante cer ca de Ber k eley y Car mel.

Aca bo  de  instalar me  en mi vieja vivienda de siempre, la Olympia, pero  el club  es lamejor  dirección.

(...)

Con cariño, 

AMBROSE

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Club del E jér cito y de la Marina, Washington, D.C., 

1 de marzo de 1911

Mi querida R uth, 

Es agr ada ble sa ber  que la familia R obertson "ve cosas" y las disf ruta. Odio via jar, pero lo encuentro delicioso cuando lo haces tú, en lugar  de mí. Cr éeme, ha sido un placer par a míseguirte a tr avés de  tu  estela de pala br as, al igual que  en  el de porte conocido como "r allye paper ".

Y ahor a sobre el cuentecito. Tu negativa a per mitir  que  tu padre lo corrija es sin dudamuy rebelde, pero desafío su ir a mediante mi aprobación. Es tu tr a ba jo el que quiero ver, y no el de nadie más. Tengo un prof undo  respeto por  el talento de  tu padre: como liter ato,  es elmejor médico que conozco; sin em bargo no debe enseñar a mi alumna, o él y yo (como Mar k Twain decía de la Sr a. Astor ) "nos pelearemos".

El relato no es un relato. No es narr ativa, y nada sucede. Es una relación de mutacionesmentales -de vicisitudes espirituales- estados de la mente. Es la cosa más difícil que podr ías

ha ber  intentado. Puede ser  realizado ace pta blemente por  el genio y la ha bilidad que proviene de la práctica, como cualquier cosa. No obstante tú no tienes suf icientes f uerzas par a ello. Lo has hecho mejor  que yo lo hubier a hecho a tu  edad, pero  no  del todo   bien, como induda blemente no esper a bas hacer lo. Convendr ía que te limitar as actualmente a la narr ativasimple. Escribe sobre algo hecho, no sobre algo pensado o sentido, exce pto de modo f ortuito.Estoy seguro de que podrás hacer  una magníf ica obr a, pero  en  este negocio de la escritur a, como en otros asuntos, la excelencia no debe conseguir se de otr a maner a que comenzando por  el princi pio -lo simple primero, después lo complejo y difícil. No puedes escalar  una montañade un salto hasta la cum bre.

Me quedo con  tu pequeño sk etch hasta que vuelvas, puesto que no puedes hacer  nadacon él -ni yo  tampoco. Si hubier a sido  escrito  - pref eriblemente mecanogr af iado- con renglones amplios y márgenes le ha br ía hecho algo. Quizás cuando  tenga tiempo lo haga; actualmente estoy agobiado de "pruebas" y dos volúmenes tr as los impresores. Si su pier a que te  iba a ver  y que  iba a discutir  sobre  ello lo  reescribir ía y (original en mano) señalar ía lasr azones par a cada alter ación  -las ver ías  bastante  rá pido cuando  te las mostr ar a. A lo mejor  venís todos de este modo.

Eres muy def iciente  en  ortogr afía. Espero que  no sea incur a ble, aunque algunas per sonas -inteligentes,  tam bién-  nunca aprenden a escribir  correctamente. Tendrás que aprender lo  de la lectur a -f ijándote cuidadosamente  en  todas las pala br as exce pto las másfamiliares.

Empleas voca blos "favoritos" -casi  todos lo hacemos. Uno de los tuyos es "vibr ante".La adicción a ciertas pala br as es un "pecado preocu pante" muy difícil de  vencer . Intenta

su per ar lo excluyéndolas cuando parezcan muy o portunas.A pro pósito,  tu "héroe", como  tú lo  describes,  no ha br ía sido accesible a todas estasimpresiones espirituales -es a ti a quien  vienen. Y eso conf ir ma mi   juicio acer ca de  tu imaginación. La imaginación su pone nueve partes del negocio de la escritur a. Con  bastante de eso todas las cosas son posibles; sin em bargo son las otr as cosas las que requieren el tr a ba jo duro, el estudio incesante, la  búsqueda infatiga ble, el deseo indómito. Cr éeme, este asunto de la escritur a no es "ir  de excur sión al campo". El éxito llega a tr avés del favor  de los dioses, sí, 

 pero  ¡ay de los días y noches que  debes pasar  ante sus altares, postr ado y su plicante! Losdioses son exigentes; años y años de servicio debes of recer  en el templo. Si estás pre par ada

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 par a hacer  esto continúa hasta tu recompensa. Si no, no puedes arrojar  tu pluma con r apidez y-bueno, casarte, por  ejemplo.

"Bebe prof undamente o no pruebes la f uente de Pieria." Mi voto es que per sistas.Con recuerdos cordiales par a todos los  buenos R obertsons -creo que no hay otros- soy

tu amigo más sincero, 

AMBROSE BIERCE

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Los apartamentos Olympía, Washington, D.C., 

13 de enero de 1913

Mi querida R uth, 

Es "una pena" que no me pudier a quedar  en Oakland y Ber k eley otro mes par a darte la bienvenida, pero me temo que "tendrá que pasar sin más", ya que no guardo esper anzas de ver  Calif ornia de  nuevo. Me  gusta el estado como siempre me agr adó, pero  no me  gusta laautoridad de los sindicatos obreros, los corru ptos y las suf r agistas. Por  lo que a mí respecta

 pueden cocer su pro pia salsa; yo no me of recer é como ingrediente.Es agr ada ble sa ber que todos os encontráis  bien, incluyendo a Johnny, pobre pequeño.Haces  bien  en  estudiar  f ilología y retórica. Segur amente  debe ha ber  algún suministro 

 par a tu necesidad -una univer sidad en la que no se puede aprender  el pro pio idioma ser ía unauniver sidad curiosa.

Pienso que  tu "Sr . Wells", quien  te  dio  un cur so  de conf erencias sobre composición ensayística, puede que sea mi amigo Wells Drur y, de Ber k eley. Si es así, mencióname a él yte aconsejará qué hacer .

Otro   buen amigo mío, a quien, sin  em bargo,  no logr é ver   dur ante mis visitas aCalif ornia, es W.C. Morrow, el cual es de of icio prof esor  de escritur a y espléndido escritor .Te podr ía ayudar . Vive  en San Fr ancisco, pero creo que  da clase  en Oakland. No sé su dirección; la encontr arás en la guía telef ónica. Antes escribía relatos magníf icamente trágicos, 

 pero me han contado que ahor a enseña el "f inal f eliz", en  el que es  bueno -comer cialmente-  pero re pugnante. Puedo recomendarte cordialmente a él.

Sigue con  tu alemán y f r ancés, por  su puesto. Si  tu  inglés (tu lengua madre) es tan def ectuoso, piensa lo que ellos deben ser .

Meditar é sobre algunos libros que te ayuden con tu inglés. Mientr as tanto envíame algo que quier as de eso que escribes. Me mostr ará al menos el progreso que haces.

Te  devuelvo algunos (todos, creo) de  tus sk etches. No los destruyas -todavía. Quizásalgún día los encuentres dignos de ser  reescritos. Mi amor par a todos vosotros.

AMBROSE BIERCE

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Washington, D.C., 

10 de se ptiem bre de 1913

Querida Joe, 

La r azón por  la que no he  respondido  tu carta antes es que he  estado f uer a (en New Yor k) y no la tenía conmigo. Su pongo que no ver é tu libro dur ante mucho  tiempo, pues me mar cho y no tengo ni idea de cuándo regresar é. Espero ir a, quizás cruzar, América del Sur  -

 posiblemente por  Mé jico, si puedo atr avesar lo sin ser  colocado ante  una pared y f usilado como un gringo. Pero eso es mejor  que morir  en la cama, ¿no? Si a Duc no le hicier as tantafalta te pedir ía que cogier as tu som brero y me acompañar as. Que Dios te  bendiga y te proteja.

(...)

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Washington, D.C., 13 de se ptiem bre de 1913

Querida Joe, 

Gr acias por  el libro. Agr adezco tu amistad -y mucho además. Esto es decir adiós al f inalde una agr ada ble correspondencia en la que se te niega tu prerrogativa como mujer  de añadir  

la última pala br a. Antes de que la pudiese recibir  me ha br é ido. Pero en algún momento, en algún lugar, espero sa ber  de tí de nuevo. Sí, entr ar é en Mé jico con un pro pósito muy def inido, el cual, sin  em bargo,  no puede ser   revelado actualmente. Debes intentar  perdonar  mi obstinación  en  no "perecer " donde  estoy. Quiero  estar   donde suceda algo que merezca la

 pena, o donde no suceda nada sea lo que sea. La mayor ía de lo que ocurre en tu pro pio paísme es sumamente ingr ato.

¿R ezar  por  mí? Bueno, sí, querida -no nos hará daño a ninguno de los dos. A borrezco las religiones,  un cristiano me  da náuseas y un católico me  da denter a, pero  reza por  míigualmente, ya que con todas esas culpas sobre tu ca beza (es una ca beza culta, por  otr a parte), te  tengo muchísimo cariño, sin  duda. Que  vivas tanto como quier as, y que  después pasessonriendo a la oscuridad -la  buena,  buena oscuridad.

Con devoción tu amigo, 

AMBROSE BIERCE

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La Olympia, Euclid Street, Washington, D.C., 

1 de octubre de 1913

Querida Lor a, 

Me voy mañana por mucho tiempo, así que esto es sólo par a despedir me. Creo que no hay nada más digno de decir; por  esta r azón tú natur almente esper ar ías una carta larga. ¡Quéinaguanta ble ser ía este mundo si no dijér amos nada exce pto lo que merece la pena decir ! Ynada ridículo -como ir a Mé jico y América del Sur .

Espero que  vayas a la mina pronto. Debes tener  ham bre y sed  de las montañas -lo mismo que Car lt. Yo tam bién. ¡La civilización está sucia! -reclamo las montañas y el desierto 

 par a mí.Adiós -si  oyes que he sido colocado contr a un muro  de piedr a mejicano y me han 

f usilado hasta convertir me  en har apos, por  favor,  entiende que yo pienso que  esa es unamaner a muy  buena de salir  de esta vida. Su per a a la ancianidad, a la enf er medad, o a la caída

 por las escaler as de la  bodega. Ser  un gringo en Mé jico -¡ah, eso es eutanasia!

Con amor a Car lt, un a br azo cariñoso, 

AMBROSE

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(News Letter, 5 de  junio de 1869)

El género Bestia incluye una sana mayor ía de la r aza humana, y no sa bemos de ninguna buena r azón por  la que cien mil per sonas en San Fr ancisco no deber ían ser catalogadas como  pertenecientes a él. Pero la preciosa Bestia f emenina es nuestro  tema. Ella es gener almente 

una morena, con gr andes ojos negros y pelo a bundante -todo suyo. A veces es rica y siempre  bien criada - pero  una Bestia. Le conmueve la liter atur a, y devor a innumer a bles novelas - bestiales- de la Biblioteca Mer cantil. Ella entr a, sonr íe al  bibliotecario, va a las estanter ías, f ija los ojos en su víctima de cubiertas dor adas, se preci pita suavemente sobre ella, la arr astr ahasta su  guarida en la parte alta de la ciudad, y la incor  por a a su sistema  junto con reconocidos dulces y  berzas clandestinas. Es a tr avés de  este proceso por  lo que  ella hallegado a ser  lo que  es - por  alimentar se de liter atur a  bestial. No se  evita; al contr ario,  tiene muchos seguidores -cazadores- y se casar ían con  todas ellas si se le per mitier a. No por que tenga pro pensiones antinatur ales, sino por que no tiene ninguna en a bsoluto. No es orgullosa, ni malhumor ada, ni cruel, ni desagr ada ble, sino simplemente una Bestia -una Bestia humanaf emenina sosa, pasiva y dócil.

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(News Letter, 17 de diciem bre de 1870)

El Town Crier 7  está  enf er mo;  necesita asistencia esmer ada y una multi plicidad  de 

medicinas. Sus días son  tristes; pide que alguien vele por  él. Sus noches son f ebriles; debe tener  a alguien que se acueste  -con él f uer a del News Letter . Los hom bres no lo harán; está 

cansado de ellos, y desea que todos via jen a países extr anjeros -que visiten a los euro peos u otr as tribus distantes. Lo que quiere es ruibarbo8

, con una mujer al otro extremo de la cuchar a.Muy poco ruibarbo, una  buena cantidad de mujer, y una cuchar a pequeña. El ruibarbo puede ser  dé bil, pero la mujer  deber ía ser lo  bastante f uerte como par a evitar que él salga de la cama.

Antes de asumir   esta obligación cristiana, la dama deber ía comprender  que  el Town Crier   tiene  veintiocho años, que  está poderosamente construido, que  es muy atr activo, y -

evidentemente- que  está soltero. Esa es la natur aleza de su  enf er medad. Está seguro  de su ha bilidad par a animar  y entretener  a una enf er mer a inteligente  en las silenciosas guardiasnocturnas,  ref iriendo sus varios síntomas, su causa proba ble, y el modo  de cur ación. No se dirá nada intencionado que provoque la alar ma en el pecho del más quisquilloso. Se darán lasmejores ref erencias, y no se exige que la aspir ante sea guapa.

Todas las mujeres son guapas. Algunas, sin  em bargo, son más guapas que otr as, y esnatur al que  el enf er mo pref ier a ese  ti po. La mente debilitada por  el suf rimiento se pega a la belleza como el marinero que se ahoga a una verga, y de modo similar  al cuer  po af ectado le gusta tam bién pegar se  un poquito. El sueldo  no  es de primer a importancia, y la solicitud 

 puede ser  hecha mediante f otogr afía. Las rubias serán agr adecidamente  rechazadas;  el paciente es rubio, y ese  juego no lo impresiona. Lo parecido no se cur a con lo parecido9. LOÚLTIMO.- El Town Crier  está convaleciente, e intentará cuidar-se sin ayuda, gr acias.

7 Er a éste el título que la página de Am brose Bier ce  tenia dentro del News Letter  Se  tr aduce por  pregonero  público, pero respetamos la denominación original a lo largo de nuestr a tr aducción al tr atar se, en este caso, de un título editorial, como ocurre con los nom bres de los periódicos.8 Es ésta una planta herbácea, de la familia de las poligonáceas, de hojas anchas y rizoma grueso y de sa bor  amargo que se usa como purgante y de pur ativo. Por  r hubarb -ruibarbo- tam bién se entiende, en sentido inf or mal, el sonido que los actores emiten par a sugerir  que mucha gente ha bla al mismo  tiempo, y, además, en el inglésamericano, una riña ruidosa.9 Es la tr aducción de similia similibus non cur antur, variante del af orismo latino aplicado a la medicina que Bier ce inserta en su artículo a pro pósito del tema.

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(News Letter, 27 de enero de 1872)

Sam Williams,  estamos avergonzados de  ti. ¿Qué vieja mal-dad quisiste  ex presar  mediante  ese  discur so  ininteligible  del  banquete  japonés, como  respuesta al  brindis de "La

Prensa"? Bonita char la ésta -y modesta tam bién- de un periodista. "La prensa está orgullosade ser  consider ada una de esas f uerzas vitales que  impulsan a la humanidad hacia una metanoble y un destino elevado; uno de los princi pales motores del progreso humano, y ¡uno de los princi pales instrumentos de una civilización su perior !" ¿Hay que consider ar  este  brindiscomo una invitación par a que el asunto celebr ado se ala be a sí mismo? Sa bes muy  bien que este antiquísimo cumplido a la prensa se saca a colación  en  todos los  banquetes solamente 

 par a divertir  a los re porteros con el sentido de su  importancia e  impedir les que ridiculicen elasunto global.

Además, tu apoteosis de tu pro pia prof esión es princi pal-mente una tonter ía, y una muy pobre tonter ía sin más. La prensa no tiene nada que ver con lo que describes; y nadie lo sa be mejor  que  tú mismo. Por  "la prensa" quieres decir   el Bulletin, y tus comentarios son nota blemente más falsos sobre ese periódico que sobre el periodismo. Sa bes muy  bien que el

Bulletin se publica, no par a impulsar  a la humanidad hacia una meta noble, sino par a hacer  dinero de la humanidad. (Par a eso se publica el News Letter  tam bién; pero nosotros tenemosla honestidad  de conf esar lo.) Sa bes que si Ben. Aver y,  o Bunk er,  o Par son Bartlett,  o cualquier a de  tus compañeros te  dijer a en  una conver sación privada sobre la misión  de la

 prensa lo que tú dijiste en ese  banquete, te reir ías a car ca jadas en su car a.Sam,  tus observaciones no f ueron sólo falsas y de mal gusto, sino que  tam bién f ueron 

a bsurdas. Su pón que Deacon Fitch se acer car a a ti con el fascinante progr ama del Timo de laGr anja de la Gr an Estafa y te dijer a -"Sr . Williams, estos sinvergüenzas me han pagado  bien 

 par a dar   bom bo a su plan inf ernal, y deseo que inserte esto como noticia, añadiendo tal elogio editorial como usted  juzgue prudente." ¿Estar ía esto impulsando a la humanidad a un destino elevado? Al llevar a ca bo las instrucciones del Sr . Fitch, ¿ser ías un primer motor  de progreso humano, y un instrumento princi pal de una civilización su perior? Sam, lo dudamos.

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(News Letter, 9 de marzo de 1872)

Con  este  número  del News Letter  la conexión de  este  escritor  con él cesa dur ante almenos una  breve  tempor ada, ya sea la misma más larga o más corta. Desde  diciem bre  de 1868, con una interru pción de dos semanas, él se las ha ingeniado par a hilvanar  el suf iciente 

 pensamiento de un ti po u otro como par a llenar  esta página del periódico. No pretende ha ber  sido siempre entretenido; que haya sido unif or memente afa ble no es más verdadero que el que se haya a bstenido  realmente  de matar  a alguien; que haya sido "genial" no  es verdad  en a bsoluto. Debe ser   bastante  evidente que al escribir   unos seis u  ocho mil párr af os con  el

 pro pósito  declar ado  de ser   ingenioso,  debe ha ber  contado  un  gr an  número  de mentir asinof ensivas, y per  petr ado  diver sas crueles calumnias. De lo primero  es responsa ble ante su Hacedor, y no se disculpará; por  lo último no le valdr ía ninguna excusa, aún cuando  tuvier ahumor  par a presentar las -que no  tiene. Puede sólo prometer  que Calif ornia será su mor adadur ante algunos años, y que siempre estará "en casa" par a todo ti po de gente, exce ptuando alos acreedores.

Actualmente existen ciertas per sonas quienes por  envidia, venganza, malicia, estu pidez 

honesta,  o qué se yo qué más, se han acostum br ado a atribuir  al Town Crier   un móvilinteresado. Hay per sonas que no pueden ver  en la sátir a nada exce pto el destello del revólver  del salteador   de caminos, y en  el ingenio aplicado sólo  oyen  el "¡detente y entrega!" del bandido. Estos dignos zo pencos -descendientes en línea recta del respeta ble inglés que apodó al Sr . Polichinela como " buf ón  grosero", y elevó contr a él el grito  de "chanta je"-  no han dudado en diseminar  sus ridículas falsedades, algo en perjuicio del Town Crier  -y mucho en su diver sión. Nunca ha pensado que merezca la pena negar  sus f r ases hasta ahor a, pero par aque no se le diga que no se atreve, lo hará así en  este momento; y añadirá que cada uno ytodos los hom bres que alguna vez  directa o  indirectamente han  toler ado  esta estú pidacalumnia es un canalla y un mentiroso, los cuales se complacerán al consider ar se a sí mismostr atados per sonalmente de este modo.

A sus amigos,  buenos y verdaderos -Dios les  bendiga; ¡su nom bre es legión!- el escritor  les envía un sincero adiós. Que sus vidas sean tan luminosas ante sus pies como la memoriade su  bondad que arde en el cor azón del que se ha aprovechado de su amistad y ha hecho sino 

 pobre  ganancia. A sus enemigos sólo  tiene que  decir  que continuará, como hasta ahor a, dignif icándolos y coronándolos con su desprecio -reservando la guirnalda espinosa de su odio actual par a los mejores, los enemigos de la humanidad.

Un último apunte ex plicativo y hemos aca bado, ¡ pala br a! El Town Crier  no " busca un campo más amplio par a sus talentos." Los únicos talentos que tiene son un don par a odiar  lahi pocresía, la gazmoñer ía y todo engaño, y un truco par a ex presar  su odio. ¿Qué campo másamplio que San Fr ancisco of rece la tierr a verde de Dios? 

Ca balleros -¡ah! y ustedes tam bién, queridas, por poco nos olvidábamos de ustedes- un adiós gr ande,  global y sincero. Sean  tan  decentes como puedan. No crean sin  evidencia.

Tr aten los asuntos divinos con f uerte respeto -no tengan nada que ver con ellos. No confíen en la humanidad sin seguridad colater al; les hará una faena canallesca. R ecuerden que no hace daño a nadie ser  tr atado como un enemigo merecedor  de respeto hasta que se conf ir me que esun amigo digno de af ecto. Cultiven el gusto por las verdades desagr ada bles. Y, f inalmente, lo más importan-te  de  todo, procuren  ver  las cosas como  ellas son,  no como  deber ían ser .Entonces el Town Crier   no ha brá pregonado10  en  vano; y si de  nuevo él reanuda su azote satírico, caerá sobre los hom bros de ustedes al igual que  el co po de nieve se de posita en la

10 Tr aducimos el voca blo cried por pregonado ya que Bier ce  juega con su apelativo de Town Crier  -que, como hemos anunciado, no tr aducimos- o pregonero público.

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lader a rocosa del Monte Shasta. Actualmente se conf or ma con manos más hábiles y esper aque más suaves.

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(Wasp, 17 de f ebrero de 1882)

Primero f ue el ¡"pobre Best"! y ahor a es el ¡"pobre Broadhead"! ¿En dónde son  estosladrones "pobres"? ¿En qué consisten sus peticiones de compasión? ¿Por qué a los hom breshonestos se les deber ía pedir  que humedecier an sus ojos cuando  un  tor  pe delincuente, que 

tro pieza con sus pro pios pies, descarga su espalda quebr ada de las cosas de su vecino? Ni yo mismo me deshago de esta clase de ha bla ininteligible; y deseo decir a los muchos ca ballerosque  en  una conver sación  reciente conmigo han  insinuado su creencia en que Best yBroadhead no er an peor que ellos, que no les creo a ellos mejores que a Best y Broadhead.

Después de  todo, su pongo que  estos ca balleros hasta cierto punto-tienen  r azón; no  esuna cuestión de ética, es un asunto de ca beza. Un criminal es simplemente un im bécil que hatenido una o portunidad. Todo delito pro por ciona un nuevo ejemplo. Tomad el de Broadhead.¡Este  genio  er a tan  escru pulosamente honesto que falsif icó par a pagar   una deuda! Lo hizo aumentan-do un cheque - ¡a la décima parte de la suma que f ácil y segur amente podr ía ha ber  obtenido! Y después, con la detección a bsolutamente asegur ada,  ¡ per maneció  en la ciudad antes que anublar  su  nom bre por  huir ! Estos son simplemente los actos de  un  tonto  -un 

hom bre que  no  tiene la capacidad  ni  el hábito  del pensamiento claro y ef ectivo. Haydelincuentes que no son  tontos (exce pto por  la locur a de ser  delincuentes) pero son  incluso más r aros que los zo pencos que no son pillos, y su distinción es tanto mayor . De hecho, es tan gr ande que por lo común se les vener a.

Un amigo ha dirigido mi atención a otro ejemplo reciente  ilustr ativo de la gr an verdad de que un pillo no es sino un zo penco pr acticante -el de Baldwin, el  banquero moroso de New Jer sey. Este  desaf ortunado patán sa bía que  una investigación  en  trámite  revelar ía su  robo millonario. No pudo pensar  en mejor  recur so que ir y conf esar lo él mismo. Después, como elcorderito  de Mar y, "se quedó cer ca" hasta que f ue arrestado. Fue luego completa ydesesper adamente desacreditado -no tenía nada que perder  exce pto su libertad y dinero. Con lo primero podía ha ber  luchado por  lo segundo, con  toda esper anza de éxito. Eligió ser  "valiente" ±hacer se pasar por  un penitente; se conf esó culpa ble y consiguió una condena máslarga que la que hubier a obtenido tr as agotar  todos los recur sos legales. ¿Qué le  importa ba aeste  im bécil deshonr ado que  el público consider ar a su "ex piación" como "valiente" o  no? Dur ante años ha bía estado  dejando las huellas de su  vileza por   todas partes, y f inalmente cuando los perros de la ley siguieron su pista no pudo pensar  en nada mejor  que tum bar se ydejar  que masticar an su garganta. Sin duda, si el demonio asegur ar a el  buen  talento deber íasubir su tasa salarial.

Todo  esto  tiene su "lección par a los padres": detened  este cultur a sin sentido  ni  pro pósito  de los "carácteres mor ales" de  vuestros hijos,  desarrollando  en su lugar  susintelectos. R e primid sus tendencias emocionales y enseñadles a pensar . Sólo la per sona que ha sido educada par a pensar  se puede creer que sienta. Cerr ad vuestr as escuelas dominicales, 

a bolid vuestr as clases de la Biblia y f undad más "facultades impías". No me quejo de la reli-gión; los que  viven  de  enseñar la me han  dicho que  es una  buena pre par ación par a el otro mundo. En este mundo sus catedráticos son demasiado dados al robo ±y por  tanto los lógicoscualif ica-dos del ti po seglar los aplauden dentro de la cár cel.

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(Wasp, 5 de  julio de 1884)

Algunos de  nuestros lectores parecen sentir, y a otros les conmueve,  una gr an  preocu pación por  la "política" de este periódico. No tiene "política", pero es r azona blemente rico en convicciones políticas, algunas de las cuales creemos ha ber con-signado con suf iciente 

 per spicuidad y criterio; reservamos otr as par a posterior comentario.

Si par a cuando los Demócr atas hayan hecho su "progr ama elector al" y sus pro puestas, yel sondeo  esté tan avanzado que  revele por   deba jo  de las gener alidades, los tó picos y lafar amalla del entusiasmo partidista el pro pósito  real de am bos partidos,  tenemos la  buenasuerte de discernir  un  balance de honestidad y sa bidur ía en un lado o el otro, favoreceremosese lado.

Pero al obr ar  así modestamente  renunciaremos al honor   de "pertenecer " a uno; ladistinción de "pertenecer " a algo o a alguien no es lo que codiciamos.

Par a consuelo  de los varios lectores más am biciosos "pertenecientes" al partido 

R e publicano y aparentemente  orgullosos de su pro pietario, podemos ex plicar  que  no  noshemos "pasa-do" a los Demócr atas. En las últimas semanas los R e publicanos, ha biendo 

 proclamado  en primer  lugar  su o posición y dispuesto a sus  jef es en la vanguardia, han sido conmovidos con  el mayor   entusiasmo, han castigado a sus gongs con la f or malidad másenérgica ± han  emitido  en conjunto más escándalo,  dispar ates y perver sidad que suso ponentes.

Como  este periódico  existe  en parte, por  su puesto, par a salvar  al país, pero  princi palmente par a convertir lo  en  una residencia incómoda par a los canallas e  im béciles, instintivamente hemos of recido más espacio a la consider ación  del primitivo R e publicano, cómo crece, que a la observación  del recién sem br ado Demócr ata,  el cual todavía no haflorecido. Empujará hacia arriba y florecerá a la semana que  viene, y nos prometemos anosotros mismos un placer  poco común al re primir  su lozanía cortando sus renuevos yhumedeciendo su  bul bo con un chorro tr anquilizante de ácido nítrico.

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(Wasp, 7 de marzo de 1885)

Dos gobiernos euro peos han  encargado  recientemente a una compañía americanasuf icientes cartuchos como par a matar a ciento cincuenta millones de hom bres. Es a tr avés de 

 pequeños incidentes de  ese  ti po la maner a en la que  vislum br amos de  vez  en cuando  el

 progreso de la civilización cristiana, y obtenemos una noción  justa de lo que el evangelio de  paz  en la tierr a y de  buena voluntad hacia los hom bres ha hecho  en sólo  dieciocho siglos.Almacenadas hoy en los ar senales de las naciones cristianas más ilustr adas hay suf icientes balas par a matar a todos los hom bres, mujeres y niños sobre la tierr a. Ha blemos de paz, her-manos míos ± elevemos nuestr as colas,  nivelemos nuestr as orejas,   ba jemos nuestr asmandí bulas y cantemos tonter ías piadosas de calidad su perior  sobre la influencia humanizante de  nuestr a  bendita religión. ¡Toma!, hay más cristianos asesinados por  cristianos en  unadécada que paganos por paganos en diez. Y cada vez va a peor . El siglo pasado f ue  el mássangriento, pero f ue su per ado por  la primer a mitad  del presente, a la que los primerosveinticinco años de la mitad restante excedieron en terror . Puedes evangelizar  el mundo con la

 prof undidad de un pie y agitar  los tir antes de los pulmones "saludando  el amanecer  de unanueva er a". Puedes desenca jar  los  br azos componiendo falsos remedios par a la guerr a. Puedes

mimar  cualquier   engaño que pref ier as, y publicar   tu pro pia receta de  dulce11 sagr ado. En cuanto a mí, continuar é saludando a todos los varones cristianos recién nacidos y les dar é eltr atamiento de coronel.

11 En el original inglés nos encontr amos con el tér mino f udge. Se tr ata de una voz americana que designa un dulce suave hecho de azúcar, mantequilla y leche, al que se añaden con f recuencia otros sa bores: es el caso delchocolate walnut f udge, o dulce de chocolate y nueces.

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ENSAYOS

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EL RELATO BREVE(1897)

"El relato  breve clar amente es siempre un es bozo. No puede ex presar  lo que es lo másnotorio  en  toda la liter atur a -la inter comunión de per sona jes humanos, sus yuxtaposiciones, sus contr astes... No es una f or ma artística su perior, y su reciente y extrema po pularidad indicadecadencia mucho más que progreso."

Esto f ue dicho por Edgar Fawcett, un autor  de no poca eminencia e  importancia en su tiempo. Las cosas más destacadas en  toda la liter atur a son  tan a bundantes y obvias, aparentemente, como las causas únicas del ocaso del poder  romano, sin em bargo siendo que se descubren  nuevas continuamente,  es  justo presu poner  que  el suministro  es inagota ble; yFawcett,  un hom bre  ingenioso, pudo  encontr ar   una y catalogar la. La que  descubrió segur amente ser ía tan  buena como otr a y a bundar ía en su pro pia obr a -y Fawcett no escribió relatos  breves, sino sumamente largos. Así que "la inter comunión de per sona jes humanos", etcéter a, se mantiene en vigor . Sin em bargo, una cosa  bastante importante en toda la liter atur aes el poder  par a interesar  al lector . Quizás el autor  que  tenga lo otro  bien puede renunciar  aesto, pero su presencia es observa ble, de alguna maner a,  en gr an parte  de la obr a que  está desprovista de ese elemento poliónimo

12 advertido por  los Sres. Fawcett, Thomas, R ichard yHenr y. Teniendo en mente este asunto, y el hecho añadido de que en sus admir a bles sonetos(por  ejemplo) la inter comunión es un factor ausente, estoy dispuesto a creer  que Edgar  esta ba bromeando.

El relato  breve, cito, "no es una f or ma artística su perior "; y por  deducción el relato largo -la novela- lo es. Atendamos a esto. Ya que todas las artes son esencialmente una, se dirigen alos mismos sentimientos, avivan las mismas emociones y están sujetas a la misma ley y a lasmismas limitaciones de la atención humana, puede ser   útil consider ar  algunas de las artesdif erentes de la liter aria y ver lo que podemos sacar  de la compar ación. Espero que se admitaque incluso en su aspecto exterior  la Iglesia de San Pedro es una obr a de arte su perior . ¿Pero 

es R oma una obr a de arte su perior? ¿Se hizo alguna vez,  o pudo mediante  reconstrucción hacer se así? Ciertamente no, y la r azón es que  todo no puede atr aer  la atención de una vez.Puede que se pamos que las varias partes están coordinadas e  interrelacionadas, pero  no 

 per cibimos ni sentimos la coordinación ni la interrelación. Una ó per a, o un or atorio, que se oyen  de  un  tirón pueden ser  artísticos, pero si a la maner a de  una obr a de  teatro china se extendier a a tr avés de las tardes de una semana o de un mes, ¿qué ser ía? La única f or ma de conseguir  la unidad de ef ecto de una novela es cerr ar la y mir ar las tapas.

 No sólo es la novela, por  la r azón dada, y por  otr as, una f or ma artística imper f ecta, sino que a causa de su  imper f ección no  tiene un lugar  per manente en la liter atur a. En Inglaterr afloreció hace menos de siglo y medio,  empezando con R ichardson y f inalizando con Thack er ay, desde cuya muerte proba blemente no se ha escrito ninguna novela que merezcaatención; aunque por  lo que se ref iere a esto, no se puede af ir mar categóricamente, ya que de 

la incalcula ble multitud escritas sólo unas pocas han sido leídas por   jueces competentes, y de estos  jueces pocos de hecho han pronunciado un  juicio que sea par a ar chivo. Las novelas se 

 producen  todavía en a bundancia sospechosa y se leen con  una aclamación pésima, pero lanovela de hoy no tiene ningún arte más claro y mejor que el de sus f r ases individuales -el arte del estilo. Eso servir ía si tuvier a estilo.

Entre las otr as r azones por  las que la novela carece tanto de arte como de per manenciaestá ésta -es un mero  re porta je. Es verdad,  el re portero crea su argumento,  incidentes y

12 Es nuestr a tr aducción de polyonymous.

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 per sona jes, pero eso mismo es un def ecto, al situar  la obr a en un plano clar amente inf erior  alde la historia. La atención no se prolonga con lo que podr ía suceder, pero no sucedió, a losindividuos; y es un canon  de  este  negocio que  nada debe f or mar  parte  de la novela que 

 pudier a no ha ber  ocurrido. La "proba bilidad" -que no es sino otro nom bre par a el tó pico- es laidea f undamental. Cuando se inf ringe, como en la f icción de Scott y en la princi pal de Hugo, la obr a es una novela sentimental13

, otr a materia su perior, dirigida a facultades su periores con 

una insistencia más apremiante. La incapacidad singular  par a distinguir  entre la novela y lanovela sentimental es una de las ine ptitudes capitales de la cr ítica. Es como el natur alista que hace una especie única de las ardillas y las alondr as. Al igual que la novela, el relato  breve 

 puede arr astr ar  en cada movimiento una cadena creciente de proba bilidad, pero existen menosmovimientos. El relato   breve, por  lo menos,  no  empalaga la atención,  no conf unde con impresiones sobre puestas y no  borr a su pro pio ef ecto.

Se ha hecho gr an tr a ba jo en las novelas. Eso es sólo decir que los gr andes escritores lashan  escrito. Pero los gr andes escritores pueden  err ar   en su  elección  de medios liter arios, 

 pueden  elegir los intencionadamente por  algo más que sus posibilidades artísticas. Puede suceder  que  un  genio  esté más preocu pado por   el  benef icio que por  la excelencia - por  la

 po pularidad liger a que surge del seguimiento de una moda liter aria que por la sagr ada f e a un lento renom bre. Los aplausos de la multitud pueden ser  dulces al oído, el sonido del dinero 

que se oye a intervalos se agr adece  en la carter a. A su  don  de genio los dioses no añaden seguridad contr a su mala dirección. O jalá lo hicier an. O jalá prohibier an su  dif usión  en lanovela, al igual que hicieron con la existencia del género dur ante muchos siglos. ¿Qué más de lo que  dieron podr íamos ha ber   recibido de Virgilio, Dante, Tasso, Camoens y Milton si no hubier an encontr ado el poema épico pre par ado par a sus equivocadas manos? Que no hayan en el Elíseo lechos de asf ódelo14 y molibdeno15 par a su  robusto  inventor, si él f ue Homero  u "otro hom bre del mismo nom bre".

El arte de  escribir  relatos  breves par a las revistas de la época no se adquiere. El éxito de pende de un ti po de  incapacidad que debe "nacer  dentro" de uno -no viene al reclamo. Laantor cha debe pasar  la línea a tr avés de las manos inútiles de un ilustre lina je de ante pasados

 prognatos ignor antes del f uego. Y es que la antor cha no  tiene ni luz ni calor  -es, en verdad, incom bustible. Irr adia oscuridad y todas las som br as caen sobre ella. El relato par a revistas no debe contar  nada: al igual que los "agujeros" del Dr . Hern en el éter  luminiscente, es algo en lo que nada puede suceder . Es verdad, si la cosa se  escribe en un "dialecto" tan a bomina ble que nadie con sentido lo lee,  o  tan  ininteligible que  nadie que lo lee lo comprende, puede contar  algo que sólo  el espíritu afín del escritor  quiere sa ber; pero si se narr a en cualquier  lengua humana la acción y el incidente le son fatales. No debe provocar  ni pensamiento  ni emoción; únicamente ha de excitar  de los  ba jos de la inteligencia de sus lectores el sedimento que a ellos les satisface  denominar  sentimiento,  enturbiando  todo su  estanque mental y borr ando las imágenes reflejadas de su entorno natur al.

El director  de  esta escuela liter aria es el Sr . Howells16. Desprovisto de  esa su prema ycasi suf iciente cualidad liter aria,  imaginación, hace  no lo que quisier a, sino lo que puede  -

 13 Es nuestr a tr aducción de romance.14 Se tr ata de una planta liliácea de flores  blancas y hojas en f igur a de espada.15 El molibdeno  es un metal de color  y  brillo plomizos, malea ble y dif icilmente f usible, que se  emplea en lafa bricación de aceros especiales.16 Bier ce se ref iere aquí al escritor  estadounidense William Dean Howells (18371920), uno de los iniciadores de la escuela realista en su país. Nació en Martins Ferr y y murió en New Yor k. Creció en un am biente f ronterizo yse autoeducó  en la pequeña imprenta de su padre. Fue cónsul de Estados Unidos en Venecia,  donde  estuvo cuatro años,  escribiendo libros de  via jes. A su  regreso f ue  director   de  varios diarios,  entre  ellos el AtlanticMonthly. Entre sus obr as destacamos Their Wedding Journey, A Modero Instance, The R ise of Silas Lapham, Indian Summer, The Landlord at Lion's Head, Venetian Lif e, /tallan Journeys, y Tuscan Cities.

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toma notas con los ojos y los oídos y las "escribe" como cualquier  otro re portero. No puede contar  nada exce pto algo semejante a lo que ha visto u oído, y en su mar cha per sonal a tr avésde las calles rectangulares y entre los setos recortados de Filistia, con sus conocidas solteronascultas haciendo reverencias desde las puertas, no ha visto ni oído nada que merezca narr ar se.A pesar  de todo cuenta lo que debe y, ha biéndolo contado, lo def iende. Dur ante años dirigió un  de partamento  de cr ítica con  un  único pro pósito  de  ex poner  las teor ías adicionales y

 princi pios que son la descendencia de sus pro pias limitaciones.Las aclar aciones de estas teor ías y princi pios él las ex plica ba con insistencia infatiga ble 

como pruebas de que el arte de la f icción es hoy un arte más ref inado que aquel conocido por  nuestros ignor antes padres. ¿Qué sa bía Scott, incluso Thack er ay, de la sutil psicología de lasqueridas solteronas de Nueva Inglaterr a? 

Quiero ser   justo: el Sr . Howells tiene capacidades consider a bles. Sólo es inaguanta ble en la f icción y cuando, en la cr ítica, crea leyes de la f icción con un ojo sobre su ensayo y elotro sobre un catálogo de sus pro pias novelas. Cuando no acarrea esa pesada carga, posee un ritmo mental  bastante masculino. No  tiene  relaciones muy prof undas con  el idioma inglés, 

 pero en muchos temas, y cuando menos lo esper as de él, piensa con tal precisión como par adominar momentáneamente un voca bulario desobediente y excluir  la pala br a equivocada. De vez  en cuando  vislum br a f ortuitamente su  tema en  un  detalle  incidental y cuenta con 

magníf ica vivacidad lo que no es. Lo único que nunca ve es la cuestión que él ha planteado  por  equivocación, deter minándola en consecuencia contr a sus convicciones. Si el Sr . Howellsno hubier a escrito  nunca f icción su cr ítica novelística divertir ía, pero la imaginación, que 

 puede concebir lo escribiendo un  buen relato,  ba jo cualquier  cir cunstancia ser ía una posesión liter aria preciosa, capacitando a su pro pietario a escribir  uno mejor .

Por  lo que se ref iere a la f icción,  todas las revistas son  tan parecidas como un vacío aotro, y todos los meses son lo mismo que f ueron el mes anterior, con la exce pción de que en sus números de vacaciones al f inal del año su vacuidad  es un poquito  intensif icada por   esaesencia de total insi pidez, el "relato de Navidad". ¡La f icción po pular ha descendido hasta unaestu pidez infame -se dirige a un gusto tan  ba jo, que creo de verdad que es leída por aquellosque la escribieron!

Como ciertos directores de periódicos parecen pensar que un incidente trivial posee unainvestidur a digna e importante por ser  telegr af iado a tr avés del continente, estos cuentistas de la Escuela del R e portero sostienen que lo que  no  es interesante  en la vida llega a ser  interesante en las letr as -las actuaciones, pensamientos, sentimientos de la gente corriente, lasvidas y los amores de los tontos, don nadies, ignor antes y millonarios; de la gente del pueblo, la doncella rur al cuya gr acia espiritual no es incompatible con la costum bre de  tro pezar  con sus pies,  el negro soñoliento,  el "Buscapiés"17 comebarro18  de las colinas de Carolina del

 Norte, la per sona de sociedad y el ha bitante  del suroeste  de Missouri. Incluso cuando losescritores cometen  inf r acciones en su pro pio Decálogo liter ario al hacer que sus creaciones ycreacionasl19  of rezcan algo pintoresco,  o  digamos algo  digno, anublan  el' milagro con  tal

multitud  de  inso porta bles detalles descri ptivos que  el lector, como  turista que  visita unacascada artif icial en un lugar  de ver aneo de Nueva Inglaterr a como último recur so, paga un tributo a cada paso  de su camino hacia la Octava Mar avilla. ¿Se  nos da diálogo? No  essuf iciente  narr ar  lo que se dijo, sino que  el documento ha de ser  autentif icado mediante la

17 Nuestr a tr aducción de cr ack er . Se tr ata de un cohete sin varilla que, encendido, corre por  el suelo.18 Nuestr a tr aducción de clayeating.19 Bier ce introduce el tér mino creationesses de fa bricación pro pia, otorgando así, tam bién, un carácter f emenino al proceso creativo del escritor . Se entiende dicha introducción desde una constatada ironía, dada su misoginia. Nosotros lo hemos tr aducido como creacionas.

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enumer ación de los objetos inanimados - por  lo común muebles- que tuvieron el privilegio de estar  presentes en la conver sación. Y cada inter locutor   debe  ejecutar  ciertos o  inciertosmovimientos de sus miem bros o de sus ojos antes y después de emitir su discur so. Todo esto, en medio  de  tal pródigo  exceso  de  escasas alusiones,  exigía, cuando se  exigía, que laverosimilitud conf ir mar a su a bundante  inser ción  en  inter és pro pio. No  obstante  el entorno inanimado  es precisamente como aquel cuya presencia per f or a nuestr as vidas, y los

movimientos son los que todos los seres humanos hacen en todos los momentos en que tienen la desgr acia de  estar  despiertos. Uno podr ía su poner  que par a esta  burguesía y chiquiller íatodo en el mundo, a exce pción de lo que es realmente nota ble, es "rico y extr año". Se creen sólo  ellos capaces de hacer lo así a tr avés del cam bio mar ítimo que suf rirá al ser  arrojado alestanque de los patos de una imaginación artif icial y ser  desechado de nuevo.

Entre las leyes que Catón Howells ha dado a su senadito, las cuales sus senador citos nosimpondr ían al resto de nosotros, se halla un estatuto  inhibitorio contr a una violación de esta"proba bilidad" -y par a ellos nada es proba ble f uer a del estrecho  dominio  de la ex perienciamás corriente  del hom bre corriente. Sa ben que  todos los hom bres y las mujeres a veces, muchos hom bres y mujeres f recuentemente, y algunos hom bres y mujeres ha bitualmente, obr an según motivos enigmáticos y de  una maner a que  no se conf or ma a sus vidas, natur alezas y condiciones. Sa ben que la "verdad es más extr aña que la f icción", pero no que esto  tenga algún signif icado o valor  práctico  en las letr as. Es al que goza del conocimiento más amplio, del sentimiento más prof undo, de la observación y penetr ación psicológica másintensas, al que la vida le parece más llena de espíritus oníricos, de demonios inf ernales, de tum bas que   bostezan  en las sendas que conducen a la luz,  de  existencias no  terrenales, malignas y  benignas -ministros de la gr acia divina y ministros del  juicio f inal. El ojo más f ieles aquel que per cibe la som br a y el presagio, las manos muertas que se extienden, la luz que es cor azón de la oscuridad, el cielo "lleno de rostros terribles y  br azos ardientes." El oído másf iel es el que oye 

Voces celestiales en el aire de medianoche, Solas, o sensibles cada una a la nota de las otr as, 

Cantando 

no a "su  gr an Creador ",  tampoco  una melodía negr a;  no,  ni a la última favorita delsalón. En  resumen, aquel par a quien la vida no  es pintoresca,  encantador a, asom brosa, terrible, le es negado el don y la facultad divinos, y al no ser poeta no puede escribir prosa. No 

 puede narr ar  nada por que no sa be nada. No  tiene un conocimiento per f ecto de la Natur aleza(con la cual él quiere  decir,  de  una maner a vagamente  gener al,  el reino  vegetal) y puede encontr ar  igualmente 

Su signif icado secreto en sus actosque discernir y comentar  la ley inmuta ble 

que sirve de  base a la coincidencia.

Su pongamos que he escrito una novela -que Dios no per mita que la haga. En el último capítulo mi héroe auxiliar  se enter a de que el héroe princi pal le ha su plantado en los af ectos

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de la heroína20. Vaga sin rum bo por las calles de la ciudad dur miente y entr a en una silenciosa plaza pública tr as los dedos de sus pies. Allí después de las o portunas angustias mentales o ptacon  nobleza de alma por  mar char se par a siempre  de  un mundo  en  donde su presencia no 

 puede  dejar   de ser   desagr ada ble par a la consciencia de la dama. Muestr a señales de locainquietud y se  dirige a toda prisa hacia la  bahía,  donde hay la suf iciente agua como par aahogar se. ¿Se  tir a? No, no lo creo. Encuentr a un  remolcador  de vapor allí y, em bar cándose, 

 ba ja a las calder as. Al a brir  una de las puertas de hierro del horno, que muestr a una rendija lo  bastante amplia par a dejar le  entr ar, se  introduce  en los carbones encendidos y allí, sin  un grito,  tiene una muerte  incuestiona blemente  ingenua de color   rojo cereza. Con  eso  el relato aca ba y la cr ítica empieza.

Es f ácil imaginar  lo que dicen: "Esto es demasiado"; "insulta la inteligencia del lector "; "es apenas más impactante por  su atrocidad que  re pugnante por  su  desafío  insensible yantinatur al a la proba bilidad"; "el arte deber ía tener alguna relación f ácil de encontr ar con loshechos de la ex periencia humana."

Bien,  eso  es lo que  exactamente sucedió  una vez  en  el cuarto  de calder as de  un remolcador  situado en un muelle de San Fr ancisco. Lo único  es que al hom bre no le ha bíadece pcionado  el amor, ni ninguna otr a cosa. Er a un  ti po de per sona alegre,  induda blemente sensato, ceremoniosamente cortés y lo  bastante consider ado (evidencia de un  buen cor azón)

como par a evitar, a quien le pudier a interesar  una ex plicación escrita, def inir su hazaña como "un acto temer ario."

¿Proba bilidad? Nada es tan  improba ble como lo que es verdadero. Es lo  inesper ado lo que sucede; pero  no  todo aca ba ahí;  es tam bién lo  improba ble  -se podr ía casi  decir  lo imposible. Por   ejemplo, John conoce a y se casa con Jane. John nació en Bom bay de unos

 padres pobres y detesta bles; Jane, hija de un  brillante hidalgo, en un  bar co que navega ba de Vladivostok a Buenos Aires. ¿Algún ca ballero que haya escrito una novela realista en la que algo tan casi f uer a de lo común como que se per mitier a que tuvier a lugar  una  boda, tendr ía la bondad de calcular, por sus nacimientos, cuáles ser ían las posibilidades de que John conocier aa y se casar a con Jane? Ni una en mil -ni una en un millón -¡ni una en un millón de millones!Consider ado desde una per spectiva un poquito anterior   en  el tiempo,  er a casi  inf initamente imposible que cualquier  acontecimiento que hubier a ocurrido  ocurrier a -cualquier  acontecimiento digno de contar se en un relato. Siendo todo tan misteriosamente  improba ble, me asom br a que los novelistas de la escuela de Howells tengan la audacia de relatar lo. Y con toda sinceridad ojalá no la tuvier an.

La f icción no tiene nada que ver con la proba bilidad; el escritor competente no le prestani un momento de atención, exce pto par a hacer  que lo que se cuenta parezca proba ble en lalectur a - parezca verdadero. Su pongamos que él cuenta lo  imposible; ¿qué pasa entonces? ¡Toma! él no ha sino cruzado la línea par a entr ar  en el reino de la aventur a sentimental,  elreino de Scott, Def oe, Hawthorne, Beckf ord y los autores de las Mil y una noches -la tierr a de los poetas,  el hogar   de  todo lo que  es  bueno y dur adero  en la liter atur a de la imaginación.¿Estos ti pillos, los denominados realistas, piensan alguna vez en la excelente compañía que se niegan a sí mismos al limitar se a sus tor  pes pies y per seguir  sus narices estú pidas a tr avés de 

la estéril tierr a de acá, mientr as que  justo más allá de las Montañas Deliciosas se  extiende luminoso el Valle de los Sueños, con sus gr andes inmortales, coronados de amapolas? En f in, ¡la sociedad de los historiadores sola ser ía una distinción y una gloria!

20 Bier ce utiliza el voca blo shero, de fa bricación pro pia, par a designar a la herona. Se tr ata de un truco lingüístico irónico par a deter minar  el género f emenino, shero, f rente al masculino, hero.

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FORMAR A UN ESCRITOR (1899)

Existe mucha ignor ancia po pular sobre la escritur a; se piensa comunmente que la  buenaescritur a proviene  de  un  don  natur al y que sin  el don  no se puede  dirigir   el modo  de ejecutar la. Esto es verdadero par a la gr an  escritur a, pero no par a la  buena. A aquel con una buena inteligencia natur al y mediana educación se le puede enseñar  a escribir   bien, al igualque se le puede enseñar a dibujar   bien, o a  jugar al  billar   bien, o a dispar ar  con un rifle  bien, etcéter a; pero hacer  cualquier a de estas cosas magníf icamente es otro asunto. Si no se puede hacer  una obr a genial, vale la pena hacer  una  buena obr a y consider ar la gr ande.

He tenido alguna pequeña ex periencia en enseñar  composición en  inglés, y algunos de mis alumnos son lo suf icientemente  buenos como par a per mitir me estar   bastante orgulloso de ellos. A otros sólo los he podido animar, y unos pocos recordarán mis esf uerzos por  disuadir los. Ahor a no creo que merezca la pena enseñar  a un alumno a escribir  mer amente  bien, pero si me dan a uno capaz de escribir  excelentemente, y cinco años par a f or mar lo, no le dejar ía que  unier a pluma y papel dur ante al menos dos años -exce pto par a tomar   notas. Se deber ían dedicar  esos dos años a ensanchar y f ortalecer su mente, a enseñar le cómo pensar y adar le algo en qué pensar  -a agudizar  sus facultades de observación, disi pando sus ilusiones ydestruyendo sus ideales. Eso doler ía: se  rebelar ía algunas veces, sin duda, y tendr ía que ser  aplacado con  una dieta de pan y agua y un poema sobre  el regreso  de  nuestros héroes de Santiago.

Si le cogier a leyendo un libro recién publicado, salvo a modo de penitencia, ser ía duro con él. De  nuestr a cultur a moderna tendr ía suf iciente con leer  a los antiguos: Platón, Aristóteles, Mar co Aurelio, Séneca y ese  gru po  -custodios de la mayor  parte  de lo que  esdigno de sa ber . Podr ía retener  lo que su pier a de matemáticas su periores si él hubier a sido tan 

 pródigo en su tiempo como par a adquirir algo, y podr ía aprender suf iciente ciencia par a hacer  que la pref irier a a la poesía; pero sa ber por Euclides21 que los tres ángulos de un triángulo son 

iguales a dos ángulos rectos, par a no sa ber aún por Epicteto22

cómo ser  un digno invitado en la mesa de los dioses, ser ía consider ado una inf r acción de contr ato.Sin  em bargo  este   joven af ortunado  de   brillante f uturo  deber ía aprender  a ado ptar  

 per spectivas de conjunto, a sostener  gr andes convicciones y a hacer amplias gener alizaciones.Por  ejemplo, deber ía olvidar  que es americano y recordar  que es un Hom bre. No deber ía ser  ni cristiano, ni  judío, ni  budista, ni mahometano, ni ador ador  de ser  pientes. Con respecto a loscriterios locales de lo correcto y lo  incorrecto  deber ía ser  civilmente  indif erente. En lasvirtudes, su puestas, deber ía sólo discernir  las notas preliminares de una conveniencia gener al; en los princi pios mor ales f ijos sólo predecisiones, que ahorr ar an  tiempo,  de casos no 

 presentados todavía ante  el tribunal de la consciencia. La f elicidad  deber ía revelar se a su creciente  inteligencia como  el f in y pro pósito de la vida;  el arte y el amor  como los únicosmedios de f elicidad. Deber ía liber ar se  de  todas las doctrinas,  teor ías,  etiquetas, políticas, 

simplif icando su  vida y su mente, logr ando claridad con anchur a y unidad con altur a. Un 

21 Euclides f ue  un  geómetr a griego que  vivió  en los siglos IV y III a. de J.C., f undador   de  una escuela en Alejandr ía. Sus princi pios han servido de  base a la geometr ía dur ante dos mil años. Algunas de sus obr as se han  perdido. Entre las conservadas f igur an Elementos, Datos, Óptica y Fenómenos.22 Epicteto f ue un f ilósof o griego estoico, del siglo 1, nacido en Frigia. Vivió en R oma primero como esclavo yluego como liberto, y en Nicó polis (Epiro). Su  doctrina es esencialmente mor al y tiene muchos puntos de contacto con  el cristianismo,  en cuanto ace pta la voluntad  divina,  recomienda el dominio  de las pasiones y pro pugna la per f ección  interior . Sus enseñanzas -condensadas en Manual de Epicteto y Discur sos- f ueron recogidas por su discípulo Flavio Arriano.

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continente no le  deber ía parecer  amplio, ni  un siglo largo. Y ser ía necesario que su pier a ytuvier a siempre presente en su consciencia que éste es un mundo de tontos y canallas, cegado 

 por  la su per stición, ator mentado por  la envidia, consumido por  la vanidad,  egoísta, falso, cruel, maldito de ilusiones -¡una locur a su per f icial!

Aprendemos en el suf rimiento lo que enseñamos en el canto -y en la prosa. R ogar ía que mi alumno se  equivocar a de  vez  en cuando,  ex perimentando las venta jas educativas del

remordimiento; que se entretuvier a con algunos de los vicios más mordaces. Me complacer íamucho si la Fortuna de positar a sobre él, ocasionalmente,  una triste desgr acia. Por   ejemplo, ser ían  bienvenidas una o dos pérdidas familiares, aunque no me preocu par ía por  tomar  parte en ello. Debe tener alegr ía, tam bién -Oh, una inconmensur a ble cantidad de alegr ía; y odio, ytemor,  esper anza, desesper ación y amor   -amor   inagota ble, una provisión per manente. Debe ser pecador y sucesivamente santo, héroe,  inf eliz. Ex periencias y emociones -son necesarias

 par a la vida liter aria. Par a el gr an escritor son tan indispensa bles como el sol y el aire par a larosa,  o las útiles y gr asientas exhalaciones comestibles par a los sapos. Cuando mi alumno haya tenido  dos años de  todo  esto se le per mitirá probar  su mano  de aprendiz  en  un  relato 

 por cino de pala br as de  una síla ba. Y consider ar ía muy ama ble y cordial que  el Sr . George Sylvester Vierick consintier a en ser  el cerdo.

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LA MUJER EMANCIPADA

Lo que a mí me gustar ía sa ber  es de qué maner a "la ampliación de la esf er a de la mujer "

debido a su  entr ada en  varias actividades de la vida comer cial, prof esional e  industrial benef icia al sexo. Puede que agr ade a Helen Gougar y satisfaga su sentido de exactitud lógicadecir, como ella dice: "Nosotr as las mujeres debemos tr a ba jar par a ocu par  los puestos que se han quedado vacantes por hom bres alcohólicos." Pero ¿quiénes ocu paron estos puestos antes? ¿Esta ban vacantes, o ha bía entonces aspir antes dece pcionados como ahor a? Si mi memoria no me falla,  no ha ha bido  ningún momento  en  el per íodo que a bar ca en que  el suministro  de tr a ba jadores -a bstemios-  no f uer a su perior  a la demanda. Que ha sido siempre así está  de sobr as conf ir mado por la univer salmente inadecuada tasa salarial.

Los patronos r ar a vez, y nunca dur ante mucho  tiempo,  no consiguen  todos lostr a ba jadores que necesitan. El campo en el que las mujeres han colocado sus hoces esta ba yalleno de segadores. Cualquier  empleo que las mujeres han obtenido ha sido quitando el puesto a los hom bres -quienes por  otr a parte apoyar ían a las mujeres. ¿Dónde está la venta ja gener al? 

Podemos gritar "ar ancel elevado", "com binación de capital", "desmonetización de la plata", yqué se yo qué más, pero si indagamos en la causa del aumento de la pobreza y del crimen, del"descontento  industrial" y del mal de los vagos,  en lugar   de  ex plicar la dogmáticamente, deber íamos tener  presente  esta enor me y re pentina adición al número  de  tr a ba jadores que  buscan  tr a ba jo. Si alguien piensa que  dentro  del  breve per íodo  de  una gener ación  elsuministro visible de tr a ba jo puede aumentar se enor memente sin af ectar  en prof undidad a laesta bilidad de las cosas y hacer  un ef ecto desastroso  en los intereses de los asalariados, que ninguna voz  of ensiva disi pe su sueño  de  tales agencias maléf icas como su  entendimiento soñoliento pueda gozosamente af ir mar . Y dejemos que nuestr as Viudas de Ashur  arremetan en def ensa de falsos remedios par a los males de los cuales ellas mismas son causa; es verdad que cuando la contienda de dos leones por  un hueso  es exacerbada por  la accesión de unaleona, la disputa no se sosiega azuzando algunos osos en la  jaula contigua.

Induda blemente la mujer   no  está  obligada a sacrif icar se por   el  bien  de su sexo  privándose  de  un  empleo  necesitado con la esper anza de que pueda recaer   en  un hom bre obsequiado con mujeres de pendientes. Sin  em bargo  nuestr as f elicitaciones son másinteligentes cuando se otorgan a su ca beza individual que cuando son tamizadas a tr avés del

 pelo de  todas las hijas de Eva. Éste  es un mundo de complejidades,  en  el que las líneas de inter és están  tan  enmar añadas que  tr ansgreden con f recuencia la del sexo; y tan am bicioso como par a facilitar   no más que a la mitad  de la r aza a que se  pa con provecho que  todo esf uerzo  encaminado a ese f in provoca un  daño  de contr apeso. La "ampliación  de laso portunidades de la mujer " ha  benef iciado a mujeres individuales. No ha  benef iciado al sexo como un  todo, y ha perjudicado clar amente al género. La mente que no puede discernir  unaveintena de  gr andes e  irre par a bles males gener ales nítidamente  def inibles como "emanci pación de la mujer " es tan inex pugna ble a la luz como un sapo en una roca.

Un  nota ble  demérito  del nuevo  orden  de cosas -el r égimen  del servicio comer cialf emenino- es que su venta ja princi pal corresponde, no a la r aza, no al sexo, no a la clase, no ala mujer   individual, sino a la per sona de menos necesidad y valor   -el patrón. (No  existen 

 patronas en una pro por ción consider a ble, pero las que tenemos podr ían of recer a los patronosuna instrucción útil en la pulverización de los rostros de sus empleados.)

Este  incremento constante del ejér cito la bor al -siempre y por   todas partes demasiado gr ande par a el tr a ba jo a la vista- por  la accesión  de  un  nuevo contingente  de  o primibles

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natur ales hace que los dientes del anciano Munniglut se  estremezcan con un  intenso placer .Esto  introduce  esa situación conocida en la que  dos tr a ba jadores  buscan  tr a ba jo  -y uno  de ellos es una per sona cuyos huesos puede f ácilmente moler par a hacer su pan; y Munniglut esun molinero con ha bilidad y ex periencia, salpicado de la evidencia de su provechoso of icio.Cuando  el Cielo ha ayudado a las Hijas de la Esper anza a a brir  a las mujeres una nueva"avenida de o portunidades" el primero en entr ar  y pasear por allí, como Dios en el Jardín de 

Edén,  es el  buen Sr . Munniglut, quien alisa con satisfacción los pliegues de la pendiente su perior  de su panza, destilando el peculiar aroma de su per sonalidad oleaginosa y adornando la nueva calzada con el líquido derr amado de una honr adez estimulada a la acción a tr avés delsa bor a su pro pia identidad. Y después siempre la sutil insinuación de un gr asiento f ilisteísmo 

 per manece a lo largo  de  esa senda de progreso como  una declar ación  de  un  derecho  de  posesión.

Es la pro pia verdad cristalina de Dios el que al relacionar se con mujeres lo  bastante desaf ortunadas como par a ser   obligadas a ganar se la vida y lo suf icientemente af ortunadascomo par a ha ber arr ancado al Destino una o portunidad de obr ar así, los hom bres de negocioslas tr aten con casi la misma delicada consider ación que muestr an con perros y ca ballos de r azas inf eriores. No suele  ocurrir  que  el acaudalado hom bre  de carrer a liber al,  o  elcomer ciante  destacado se avergüencen  de añadir  a sus miles anuales una parte  del salario  justamente debida a su tenedor a de libros o a su mecanógr afa, la cual se sienta delante de éltodo  el día con la  barriga vacía par a poder   vestir  su  espalda. Él tiene  una noción  vaga yconf usa de que la ley de la of erta y la demanda es obligatoria, y que al someter se a esa ley

 pagándole la mitad  de lo que  tendr ía que pagar  a un hom bre  de  ef iciencia inf erior,  está suministr ando al mundo  un  noble  ejemplo  de  obediencia. Debo  tomar me la libertad  de recordar le que la ley de la of erta y la demanda no  es imper ativa; no  es un  estatuto sino un f enómeno. El puede contestar : "Es imper ativa; el castigo par a la desobediencia es el f r acaso.Si yo pago más en salarios y  jornales de lo que necesito, mi competidor  no lo hará; y con esaventa ja me sacará del campo." Si su margen de  benef icio es tan pequeño que debe su plir  lasdef iciencias acuñando el sudor  de sus tr a ba jador as en níqueles23

, no  tengo nada que decir le.Hagamos que ado pte el motto en paz: "Estaf o par a comer ." No sé por qué él deber ía comer, 

 pero la Natur aleza, que ha pro por cionado  el sustento par a el gorrión con  gusanos, par a el búho con gorriones y par a el águila con  búhos, aprueba al hom bre necesitado de víctimas yhace un sitio par a él en la mesa.

La natur aleza humana está  bastante  bien  equilibr ada; par a cada virtud ausente hay un tosco sustituto que servirá  en caso  de necesidad  -al igual que la astucia es la sa bidur ía delimprudente, y la f erocidad  el valor  del cobarde. Nadie  es totalmente malo;  el sinvergüenzaque se ha enriquecido pagando mal a los tr a ba jadores de su f ábrica, alguna vez f undará un asilo par a marineros indigentes. Oprimir  a los pro pios tr a ba jadores de uno, y mantener a lostr a ba jadores del vecino -despellejar aquellos al cargo de los pro pios intereses de uno mientr asque se coloca entre algodones y se engr asa el producto residual de la peleter ía del otro- no esmuy  buena  benevolencia, pero sirve en lugar  de am bos. El hom bre que come páté de f oisgr as

ante  el sudor   del rostro  de su ca jer a,  o lleva lino f ino y púr  pur a par a que su mecanógr afa pueda tener  un vestido eoceno y un som brero plioceno, parece un especimen  toler a blemente satisfactorio  del género ladrón; pero  no  olvidemos que  en su pro pio hogar   -uno  bastante  bueno- puede que disf rute y sea digno de ese título tan importante y honor íf ico en la lista delfavor f emenino, "un  buen proveedor ". El que reclama esa  brillante distinción deber ía disf rutar  

23 Es la tr aducción de nick el, moneda estadounidense y canadiense de cinco centavos.

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de  inmunidad ante la cuestión groser a y molesta, "¿De las espaldas y las  barrigas de quién suministr a usted?"

Se aca baron los resultados materiales ante el sexo. ¿Cuáles son los resultados mor ales? A uno no le gusta ha blar  de ellos, particular mente a aquellos que no sa ben y no pueden sa ber  -a las  buenas mujeres en cuyas mentes inocentes la inmor alidad f emenina es inse par a ble  de 

vestidos ostentosos y la car a pintada; a los hom bres necios y eruditos que creen honestamente en alguna santidad protector a que  rodea a las mujeres. Si los hom bres del mundo con añossuf icientes como par a ha ber  vivido  entre  el antiguo  r égimen y el nuevo  testif icar an  en  este asunto, sobrevendr ía un  gr an crujido  de huesos secos en los cor  piños de las damasref or mistas. Más aún, si el  joven de la ciudad, que no sa be nada de cómo f ueron las cosas en el "oscuro pasado a bismal", pero sí algo de la distancia mor al entre una criatur a tan lanzadacomo la chica de sociedad y la corriente  tr a ba jador a de la f ábrica, la tienda y la of icina, se atrevier a a contar  su  testimonio ( ba jo  gar antía de  inmunidad al procesamiento), ser ía unasor  presa par a las vírgenes cartilaginosas, las matronas desaliñadas, las viudas desapacibles ylos hom bres peludos de la Emanci pación. Doler ía,  tam bién, a algunas per sonas muy dignas

 pero distr aídas que no simpatizan con "la causa".

Ciertos hechos signif icativos caen dentro del alcance de todos exce pto los muy  jóvenesy los cómodamente ciegos. Par a la mujer  de hoy el hom bre de hoy es imper f ectamente cortés.En lugar  de la reverencia él of rece su "def erencia"; al lengua je del cumplido ha sucedido ellengua je de las  bur las. Los hom bres han olvidado casi cómo hacer  una reverencia. No hayduda de que la mujer  avanzada pref iere los nuevos modales, como puede que  ocurr a con algunas de sus her manas menos avanzadas,   juzgándolosmás sinceros. No  es así;  nuestro atolondr ado 

a buelo no decía más que tonter ías exager adas por que el cor azón enreda ba la lengua. Le  presta ba a su mujer más atención que nosotros a la nuestr a por que él la quer ía mejor . Nunca laha bía visto en la "tribuna" y en el gru po de presión, nunca la ha bía oído def endiéndose, nuncale ha bía leído las conf esiones de sus pecados, nunca ha bía sentido la presión de su compe-tencia, ni se ha bía sentido ayudado por  un contacto per sonal diario al quitar le la flor . No sa bíaque sus virtudes se debían a su vida retir ada, sino que pensa ba, este querido anciano, que er an un don de Dios.

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QUITARSE DE EN MEDIO

Una per sona que pierde  el cor azón y la esper anza por  la aflicción per sonal ante la

 pérdida de un pariente es como un gr ano de arena en la orilla del mar que se queja de que lamarea ha arr astr ado un gr ano vecino f uer a de la vista. El está peor, ya que el gr ano afligido no  puede ayudar se a sí mismo;  tiene que ser   un  gr ano  de arena y  jugar  al  juego  de la marea, ganar   o perder; mientr as que él puede mar char se aguardando su  o portunidad puede "a bandonar  a un ganador ". Pues a veces golpeamos "al que nos sirve la comida" nunca a lalarga, sino  r ar a vez y con  estacas pequeñas. Pero éste  no  es el momento par a "cobr ar " ymar char se, ya que no puedes llevar  todas tus escasas ganancias contigo. La hor a de a bandonar  es cuando has perdido una gr an estaca, tu tonta esper anza de éxito def initivo, tu f ortaleza y tu amor  por   el  juego. Si per maneces  jugando, a lo cual no se  te obliga,  toma tus pérdidas con  buen humor y no te quejes. Es difícil de so portar, pero esa no es una r azón por la que deber íasde ser  difícil.

Sin  em bargo se nos dice con una agotador a insistencia que somos "puestos aquí" con 

algún pro pósito (no  revelado) y que  no  tenemos derecho a retir arnos hasta "que seamosllamados" puede que sea por  viruela, puede que sea por la cachi porr a de un canalla, puede que sea por  la coz  de  una vaca;  el Poder  "convocante" (que, según  dicen,  es tam bién  el Poder  "poniente") no tiene  buen gusto en la elección de mensa jeros. Ese argumento no es digno de atención, ya que  es insostenible por  la evidencia o por  cualquier  apariencia de  evidencia."Puestos aquí." ¡Claro que sí! ¡Y por  el que sirve la comida! Nuestros padres nos ponen aquíeso  es lo que  todo  el mundo sa be; y ellos no  tenían autoridad y proba blemente  tampoco intención.

La noción  de que  no  tenemos derecho a tomar   nuestr as pro pias vidas proviene  de nuestr a consciencia de que  no  tenemos valor . Es la disculpa del cobarde su  excusa par acontinuar  viviendo cuando no tiene nada por  lo que vivir  o su provisión ante el f uturo. Si no f uer a egoísta, así como cobarde, no necesitar ía excusas. Al que no se consider a el centro de la

creación y sus penas la angustia univer sal, la vida, si no digna de ser  vivida, tampoco es dignade ser  a bandonada. El viejo f ilósof o a quien le f ue preguntado por  qué no mor ía si, como enseña ba, la vida no er a mejor  que la muerte, contestó: "Por que la muerte no es mejor  que lavida." No sa bemos cuál es la pro posición verdader a, pero el asunto no merece la pena de ser  tr atado, pues am bos estados son so porta bles -la vida a pesar  de sus placeres y la muerte a

 pesar  de su re poso.Er a la o pinión  de R obert G. Inger soll que  en  el mundo hay más  bien pocos que 

demasiados suicidios -que la gente es tan cobarde que siguen viviendo mucho tiempo despuésde que la resistencia ha dejado  de ser   una virtud. Esta visión  no  es sino  una vuelta a lasa bidur ía de los antiguos, en cuya espléndida civilización  el suicidio ocu pa ba un puesto  tan honor a ble como cualquier   otro acto  valiente,  r azona ble y desinteresado. Antonio, Bruto, Catón, Séneca -estos no er an del ti po de hom bres que realizan hazañas cobardes y locas. Laautosuf iciente y santurrona maner a moderna de mir ar  la acción como pro pia de un cobarde o de  un lunático  es creación  de sacerdotes, f ilisteos y mujeres. Si  el valor  se manif iesta en so portar  el malestar  inútil, es cobardía calentar se cuando se tiene f r ío, cur ar se cuando se está enf er mo, ahuyentar mosquitos, entr ar cuando llueve. La " búsqueda de la f elicidad", entonces, no es un "derecho inaliena ble", pues implica evitar  el dolor .

 Ningún princi pio se compromete  en  este  tema;  el suicidio  es  justif ica ble  o  no,  de acuerdo con las cir cunstancias; cada caso debe ser consider ado en su contexto, y el que tengainf or mes sobre el acto es el único  juez. Ante su decisión, tomada  ba jo cualquier  luz que por  casualidad pueda tener,  todas las mentes honestas se  inclinarán. El apelante  no cuenta con 

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tribunal al que apelar . En ninguna parte existe una  jurisdicción tan extensa como par a a br azar  el derecho de condenar al desdichado a la vida.

El suicidio es siempre valiente. Lo llamamos valor  únicamente en el caso de un soldado que se  enf renta a la muerte  -digamos que conduce  una esper anza sin amparo- aunque  dis-

 ponga de una o portunidad par a vivir y de una certeza de "gloria". Sin em bargo el suicida hace más que dar  la car a a la muerte; él incurre  en  ella, y con una certeza, no de gloria, sino de 

re proche. Si eso no es valor, debemos ref or mar  nuestro voca bulario.Es verdad, puede que haya un valor su perior  en vivir que en morir . El valor  del suicida, 

como el del pir ata, no es incompatible con una indif erencia egoísta a los derechos de los otros-una cruel deslealtad al deber  y a la decencia. Me han preguntado: "¿No consider a cobarde que un hom bre aca be con su vida, dejando por  esa r azón a su familia en la miseria?" No, no lo considero; creo que es egoísta y cruel. ¿No es eso suf iciente? ¿Hemos de vaciar  las pala br asde su verdadero signif icado par a condenar  más ef icazmente el acto y revestir  a su autor  con una infamia mayor? Una pala br a signif ica algo; a pesar  de las quejas de los lexicógr af os, no signif ica lo que tú quieres que signif ique. "Cobardía" es retir ar se ante el peligro, y no faltar aldeber . El escritor  que se per mite  tanta libertad en el uso de las pala br as como le autoriza ellexicógr af o y el consentimiento po pular  es un mal escritor . No es capaz de causar   impresión sobre su lector, y servir ía mejor  en el mostr ador  de una mer cer ía.

La ética del suicidio no es un asunto simple; no se pueden esta blecer leyes de aplicación univer sal, sin  em bargo cada caso ha de ser    juzgado,  en caso  de ser    juzgado, con  un conocimiento completo de todas las cir cunstancias, incluyendo el carácter mental y mor al de la per sona que toma su pro pia vida -una calif icación imposible par a  juicio. La época, la r aza yla religión de uno  tienen mucho que ver   en  este  tema. Algunos pueblos, como los antiguosromanos y los modernos  japoneses, han consider ado  el suicidio honor a ble y obligatorio  en ciertas cir cunstancias;  entre  nosotros se  desaprueba. Un hom bre sensato  no  dedicará demasiada atención a consider aciones de esta clase, exce pto en tanto que af ecten a otros, puesal  juzgar   delincuentes dé biles han  de ser   tenidas en cuenta. Ha blando de modo gener al, yo dir ía que  en  nuestr a época y país las per sonas aquí apuntadas (y algunas otr as) están  justif icadas al quitar se de en medio, y que en algunas es un deber :

El que suf re de una enf er medad dolorosa o re pugnante e incur a ble.

El que es una pesada carga par a sus amigos, sin esper anza de alivio.

El amenazado por  demencia per manente.

El adicto a la em briaguez o a otro hábito asimismo destructivo u of ensivo, del que no se  puede reha bilitar .

Aquel sin amigos, pro piedad, empleo o esper anza.

El que se ha deshonr ado.

¿Por  qué honr amos al soldado  valiente, al marinero  valiente,  o al  bom bero  valiente? ¿Por   obediencia al deber? En a bsoluto;  eso solo  -sin  el riesgo-  r ar a vez logr a notoriedad, nunca inspir a entusiasmo. Es por que se enf rentó sin retroceder ante el peligro de ese desastre su premo, o lo que sentimos que es tal -la muerte. Pero fí jate: el soldado desafía el peligro de muerte; ¡el suicida desafía la muerte misma! El  jef e de la empresa desesper ada puede que no resulte herido. El marinero que voluntariamente se hunde con su  bar co puede ser  rescatado o 

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arrojado a la orilla. No  es seguro que la pared se  venga a ba jo hasta que  el  bom bero hayadescendido con su preciosa carga. Sin em bargo el suicida -suyo es el enemigo que nunca le haentendido, suyo el mar que no devuelve nada; la pared por  la que asciende no so porta el peso de un hom bre. Y suya, al f inal de  todo, es la tum ba deshonr ada donde  el asno salva je de lao pinión pública

 pisotea su ca beza aunque no pueda romper su sueño.

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UN VIVAQUE DE MUERTOS24 (1903)

Allá en  el cor azón de las montañas Allegheny, en el condado de Pocahontas, Virginiaoccidental,  existe  un precioso  vallecito a tr avés del cual fluye  el hor ca jo  oriental del r ío Greenbrier . En  un punto  en  el que  el camino  del valle cruza la vieja  barrer a de portazgo Staunton y Par k es burg, una famosa vía pública en su día, existe una of icina de correos en unagr anja. El nom bre  del lugar   es el Descanso  del Via jero, pues una vez f ue  una ta berna.Coronando algunas pequeñas colinas a dos pasos de la casa hay largas hiler as de antiguasf ortif icaciones conf eder adas, hábilmente diseñadas y tan  bien "conservadas" que el tr a ba jo de una hor a de una  brigada las har ía servibles par a la próxima guerr a civil. Este lugar   tuvo su  batalla -lo que se llama ba una  batalla en la " juventud" de la gr an rebelión. Una  brigada de lastro pas f eder ales, el regimiento del escritor  entre ellas, llegó a la montaña Cheat, quince millasal oeste, y, extendiendo sus líneas a tr avés del vallecito, sintió al enemigo  todo  el día; y elenemigo se  dejó sentir   tam bién  un poquito. Hubo  un  gr an cañoneo, que mató aproximadamente a una docena de cada lado;  después, consider ando que  el lugar   inspir a bademasiado respeto par a el ataque, los f eder ales catalogaron el asunto como de reconocimiento ef ectivo, y enterr ando a sus muertos se  retir aron al lugar  más cómodo  de  donde ha bían venido. Aquellos muertos ahor a re posan  en  un   bonito cementerio  nacional en Gr af ton, debidamente  registr ados,  e  identif icados, y acompañados por   otros muertos f eder alesrecogidos en los varios campamentos y campos de  batalla de Virginia occidental. El soldado caído (la pala br a "héroe" parece ser   una invención posterior ) recibe honores tan humildescomo es posible dar .

Su parte en toda la pompa que llena

El cir cuito de las colinas del Ver ano Es que su tum ba es verde.

Es verdad, más de la mitad  de las verdes se pultur as en  el cementerio Gr af ton  están rotuladas con la pala br a "Desconocido", y a veces ocurre que uno piensa en la contr adicción que su pone "honr ar  la memoria" de aquel que carece de memoria par a honr ar; sin em bargo elesf uerzo parece que no daña excesivamente a los vivos, ni siquier a a los lógicos.

A unos pocos cientos de yardas detrás de los antiguos terr aplenes conf eder ados existe una colina arbolada. Hace años no  tenía árboles. Aquí, entre los árboles y en la maleza, hayhiler as de hoyos poco prof undos, que se pueden descubrir  si se retir an las hojas acumuladas.

De alguno de ellos se pueden coger  (y devolver  reverentemente a su sitio) pequeños  bloquesdelgados de la piedr a partida del campo, con  inscri pciones toscas y reticentes realizadas por  camar adas. Encontr é sólo una con f echa, sólo una con los nom bres completos del hom bre ydel regimiento. El número total descubierto f ue el de ocho.

24 Vivaque es la tr aducción del tér mino  bivouac, tér mino militar que designa la guardia princi pal en las plazas de  ar mas, a la cual acuden todas las demás a tomar  el santo, y, tam bién, es el campamento de un cuer  po militar  de noche al r aso. Es el segundo signif icado el que ado pta el voca blo vivaque en este contexto.

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En estas tum bas olvidadas descansan los muertos conf eder ados -entre  ochenta y cien  pueden ser   distinguidos aproximadamente. Algunos cayeron  en la " batalla"; la mayor íamurieron de enf er medad. Dos, sólo dos, han sido aparentemente desenterr ados par a volver losa enterr ar   en sus hogares. Es un camposanto  tan  descuidado y oscuro que  únicamente  elanciano administr ador   de correos del Descanso del Via jero, sobre cuya gr anja está situado, 

 parece conocer su existencia. Los hom bres que viven a una milla de distancia nunca han oído 

ha blar  de él. No obstante deben vivir   todavía otros hom bres que ayudaron a colocar  a estossoldados sureños donde ellos están, y podr ían  identif icar  algunas de las tum bas. ¿Hay algún hom bre,  del Norte  o  del Sur, que  tomar ía de mala gana el gasto  de  dar  a estos her manoscaídos el homena je de las tum bas verdes? Uno pref iere pensar que no. Pero es cierto, existen varios cientos de lugares así todavía por  descubrir  en la estela de la gr an guerr a. Lo más f uerte es la petición muda -la sú plica silenciosa de  estos her manos caídos a lo que  es "lo más

 parecido a Dios dentro del alma".Fueron  enemigos honestos y valientes, que  tenían poco  en común con los políticos

lunáticos que los condujeron a la muerte y con los portadores liter arios de falso  testimonio tiempo  después. No  vivieron  el per íodo  de la lucha honor a ble par a pasar  al per íodo  de vili pendio -no pasaron de la edad de hierro al cinismo- de la er a de la espada a la de la lenguay la pluma. Entre ellos no hay ningún miem bro de la Sociedad Histórica Sureña. Suvalor  no er a la f uria del no com batiente; no tienen ninguna voz en el trueno de los civiles y el griter ío.Ellos no perjudican la dignidad  e  inf inito patetismo  de la Causa Perdida. Dadles, a estosca balleros inocentes, su  justa parte  en  toda la pompa que llena el cir cuito de las colinas delver ano.

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HAÏTA EL PASTOR 

En el cor azón de Haïta las ilusiones de la  juventud no ha bían sido sustituidas por las de la edad y la ex periencia. Sus pensamientos er an puros y placenteros, pues su vida er a sencilla

y su alma no conocía la am bición. Se levanta ba con el sol e iba a rezar al santuario de Hastur, el dios de los pastores,  el cual lo  escucha ba y queda ba satisf echo. Tr as la realización de su  piado-so  ritual desatr anca ba la puerta de su  redil y con  una alegre  disposición lleva ba su rebaño al campo. Mientr as iba,  toma ba su  desayuno  de cua jada y pastel de avena, deteniéndose de  vez  en cuando a añadir  algunas  bayas, f r ías por   el rocío,  o a  beber   de lasaguas que  ba ja ban de las colinas par a unir se al arroyo que cruza ba el valle y ser  llevadas en su seno, sin que él su pier a dónde.

Dur ante el largo día de ver ano, al mismo tiempo que sus ovejas toma ban el  buen pasto que los dioses ha bían per mitido crecer par a ellas, o yacían con sus patas delanter as dobladas ba jo sus pechos y rumia ban, Haïta, reclinado  ba jo la som br a de un árbol, o sentado sobre unaroca,  toca ba una música tan  dulce con su car amillo que a veces de  reojo  vislum br a baf ortuitamente a las deidades silvestres menores, que, saliendo  de su  escondite  boscoso, se 

inclina ban par a oír; pero si las mir a ba directamente se desvanecían. Por  esto -ya que debía de estar  pensando si  no se convertir ía en  una de sus pro pias ovejas-deducía de modo solemne que la f elicidad puede venir  si no se  busca, sin em bargo si se  busca nunca se verá; pues  junto al favor  de Hastur, el cual nunca se revela ba, lo que más valor a ba Haïta er a el inter és amistoso de sus vecinos, los tímidos inmortales del  bosque y el arroyo. Al caer  la noche conducía su rebaño de regreso al aprisco, comproba ba que la puerta esta ba cerr ada y se retir a ba a su cueva

 par a cenar y dor mir .Así pasa ba su vida, un día tr as otro, exce pto cuando las tor mentas ex presa ban la ir a de 

un dios of endido. Entonces Haïta se ref ugia ba medroso en su cueva, con el rostro escondido entre las manos, y reza ba par a que solo él pudier a ser  castigado por  sus pecados y que  elmundo se salvar a de la destrucción. A veces cuando llovía mucho, y el arroyo se des borda ba, f orzándolo a llevar su aterrorizado rebaño a las tierr as altas, inter cedía por las

gentes de las ciudades que, según le ha bían contado, se encontr a ban en la llanur a másallá de las dos colinas azules que f or ma ban la puerta de su valle.

"Sois  bueno, oh Hastur," así reza ba, "por  dar me montañas tan próximas a mi mor ada ymi  redil par a que yo y mis ovejas podamos huir   de los torrentes tor mentosos; pero debéisentregaros al resto del mundo de una f or ma que desconozco, o ya no os ador ar é más."

Y Hastur, que sa bía que Haïta er a un  joven que mantenía su pala br a, perdonó a lasciudades y devolvió las aguas al mar .

Así ha bía vivido desde que podía recordar . No concebía debidamente ningún otro modo de existencia. El santo er mitaño que mor a ba en la punta del valle, a una hor a exacta de dis-tancia, por  quien ha bía sa bido  el cuento  de las gr andes ciudades donde  vivían per sonas -¡ pobres almas!- que  no  tenían  ovejas,  no le  of recía conocimiento sobre aquella épocatempr ana, en la que, así r azona ba, debía ha ber sido pequeño e indef enso como un cordero.

Fue pensando en estos misterios y mar avillas, y en ese horrible cam bio hacia el silencio y la decadencia sobre lo que  esta ba seguro de que en algún momento ha bía de llegar le a él, como lo ha bía visto llegar a tantos de su rebaño - pues llega ba a todas las cosas vivas exce pto a las aves- cuando Haïta por primer a vez f ue consciente de que su suerte er a desgr aciada y sin esper anza.

"Es necesario," decía, "que yo se pa de  dónde y cómo vine; ya que ¿cómo puede uno llevar a ca bo sus obligaciones a menos que pueda  juzgar  lo que son por la maner a en la que le f ueron conf iadas? Y ¿qué contento puedo  tener  cuando  no sé cuánto  tiempo  va a dur ar? 

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Quizás antes de otro sol puede que me cam bien, y entonces ¿qué será de las ovejas? ¿Quéha brá sido de mí?"

Meditando  estas cosas Haïta se  volvió melancólico y taciturno. Ya no ha bla baalegremente con su rebaño, ni corr ía con la mayor prontitud al santuario de Hastur . En cada brisa oía los susurros de deidades malignas cuya existencia aprecia ba ahor a por primer a vez.Cada nube er a un presagio que signif ica ba desastre, y la oscuridad esta ba llena de espantos.

Cuando acer ca ba su car amillo a los la bios no producía melodía, sino un lamento lúgubre; lasinteligencias silvestres y ribereñas ya no ocu pa ban la espesur a par a escuchar, más  bien huían del sonido,como él sa bía por  las hojas revueltas y las flores dobladas. Aflojó la vigilancia ymuchas de sus ovejas se  extr aviaron  en las colinas y se perdieron. Las que conserva baenflaquecieron y enf er maron por  escasez de  buen pasto, ya que no se lo  busca ba, sino que lasconducía día tr as día al mismo sitio, por  mero distr aimiento, a la vez que se  esf orza ba por  resolver  el enigma de la vida y la muerte -de la inmortalidad no sa bía.

Un día, mientr as se a bandona ba a la reflexiones más pesimistas, re pentinamente saltó de la roca sobre la que esta ba sentado, y con un ademán enérgico de la mano derecha exclamó:"Nunca más su plicar é el conocimiento que los dioses me  niegan. Que  tengan cuidado  de hacer me algún mal. Cumplir é con mi deber  lo mejor que sé y si me equivoco ¡que sea sobre sus pro pias ca bezas!".

De pronto, mientr as ha bla ba,  una gr an luminosidad cayó  en  torno, que hacia que élmir ar a hacia arriba, pensando que el sol ha bía aparecido entre el claro de las nubes; pero no ha bía nubes. A no más de la distancia de un  br azo per manecía una her mosa doncella. Er a tan  bella que las flores a sus pies dobla ban sus pétalos desesper adas e  inclina ban sus ca bezuelasen señal de sumisión; tan dulce er a su mir ada que los colibr ís llena ban sus ojos, introduciendo sus picos sedientos casi en ellos, y las a bejas salva jes esta ban alrededor  de sus la bios. Y taler a su luminosidad que las som br as de  todos los objetos divergían de sus pies, gir ando a lavez que ella se movía.

Haïta esta ba cautivado. Levantándose, se arrodilló ante ella en señal de ador ación, y ella puso su mano sobre la ca beza del pastor .

"Venid," dijo ella con una voz que poseía la música de todas las campanas de su rebaño -"venid, no debéis ador ar me a mí, que no soy una diosa, pero si sois ver az y obediente me quedar é con vos."

Haïta cogió su mano, y  bal buciendo su gozo y gr atitud se  incor  poró, y per manecieron agarr ados de la mano sonriéndose a los ojos. El la mir a ba con reverencia y éxtasis. Dijo: "Osruego, her mosa doncella, que me digáis vuestro nom bre y de dónde y por qué ha béis venido".

Ante  esto  ella hizo  una señal de advertencia con  el dedo sobre  el la bio y empezó aretir ar se. Su  belleza ex perimentó una alter ación visible que hizo que Haïta se estremecier a, no sa bía

 por  qué, pues todavía er a  bella. El paisa je se  oscureció por   una som br a gigante que  barrió el valle a la velocidad de un  buitre. En la oscuridad la f igur a de la doncella se volvió conf usa e  indistinta y su  voz parecía venir   de la distancia, mientr as decía,  en  un  tono  de re proche pesaroso: "¡Joven presuntuoso e ingr ato! ¿He de dejaros entonces tan pronto? ¿Sólo 

convenía el que vos rompier ais enseguida el pacto eterno?".Inex presivamente afligido, Haïta cayó  de  rodillas y le  imploró que se quedar a -se levantó y la  buscó en la prof unda oscuridad-corrió en cír culos, llamándola en voz alta, pero todo f ue en vano. Ella ya no er a visible, pero podía per cibir su voz emergente de la oscuridad diciendo: "No, vos no me  tendr éis si me  buscáis. R egresad a vuestro deber, f iel pastor, o no me ver éis de nuevo".

Cayó la noche; los lobos aulla ban en las colinas y las ovejas atemorizadas se apiña ban alos pies de Haïta. Las exigencias de la hor a le hicieron olvidar  su desilusión, llevó sus ovejas

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al redil y dirigiéndose al lugar  de ador ación ex presó su gr atitud cordial a Hastur por per mitir le salvar su rebaño, después se retiró a su cueva y se dur mió.

Cuando Haïta despertó el sol esta ba alto y  brilla ba dentro de la cueva, iluminándola con un magníf ico resplandor . Y allí, tr as él, esta ba sentada la doncella. Le sonreía con una sonrisaque parecía la música visible de su car amillo. Él no se atrevía a ha blar,  temiendo of ender lacomo la otr a vez, pues no sa bía qué podía osar  decir .

"Puesto que," dijo ella, "vos hicisteis vuestr a obligación con el rebaño, y no olvidasteisagr adecer  a Hastur   el que  detuvier a los lobos nocturnos,  vengo a vos de  nuevo. ¿Me ace ptar éis como compañer a?"

"¿Quién  no  os ace ptar ía par a siempre?" contestó Haïta. "¡Oh! no me  dejéis otr a vez hasta -hasta que yo- cam bie y me vuelva silencioso e inmóvil".

Haïta no tenía pala br as par a la muerte."Ciertamente, ojalá," continuó, "que f uer ais de mi pro pio sexo, que pudiésemos luchar y

hacer carrer as y así nunca nos cansar íamos de estar   juntos".Al oír  estas pala br as la doncella se puso de pie y salió de la cueva, y Haïta, dando un 

salto desde su canapé de r amas olorosas par a alcanzar la y detener la, observó asom br ado que llovía yque  el arroyo que cruza ba el valle se ha bía des bordado. Las ovejas  bala ban aterrorizadas, ya que la crecida ha bía invadido el aprisco. Y las desconocidas ciudades de la

llanur a distante esta ban en peligro.Pasaron muchos días antes de que Haïta volviese a ver a la doncella. Un día regresa ba

de la punta del valle, a donde ha bía ido con leche de oveja y pastel de avena y  bayas par a elsanto er mitaño, el cual er a demasiado anciano y dé bil par a pro por cionar se comida.

"¡Pobre anciano!" dijo en voz alta, mientr as camina ba con dif icultad en dirección a su hogar . "Volver é mañana y lo  tr aer é sobre mi espalda a mi casa, donde puedo atender lo. Sin duda es par a esto par a lo que Hastur me ha criado dur ante todos estos años, y me da salud yf uerza".

Al mismo  tiempo que ha bla ba, la doncella, vestida con prendas relucientes, salió a su encuentro en el sendero con una sonrisa que le quita ba la respir ación.

"He venido de nuevo," dijo ella, "par a vivir con vos si ahor a me ace ptáis, ya que nadie me ace pta. Puede que vos hayáis aprendido sa bidur ía, y que queráis tomar me como soy, sin 

 preocu paron de sa ber más".Haïta se arrojó a sus pies. "Her moso ser ", clamó, "si  vos os dignáis ace ptar   toda la

devoción de mi cor azón y alma -después de servir  a Hastur-  es vuestr a par a siempre. Pero, ¡ay!, sois caprichosa y varia ble. Puede que antes del sol de mañana os pierda otr a vez.Prometedme, os lo su plico, que aunque en mi  ignor ancia pueda of enderos, me perdonar éis y

 per manecer éis siempre conmigo".Apenas ha bía aca bado  de ha blar  cuando  una manada de  osos salió  de las colinas, 

corriendo hacia él con las fauces de color  car mesí y los ojos ardientes. La doncella se desvaneció otr a vez, y él se giró y huyó par a salvar su vida. No paró hasta que llegó al ref ugio del santo er mitaño, de donde él ha bía partido. Atr ancando de prisa la puerta contr a los osos se arrojó al suelo y lloró.

"Hijo mío," dijo el er mitaño desde su canapé de pa ja, recién recogida aquella mañana por  las manos de Haïta, "no  es pro pio  de vos llor ar  por  los osos - contadme qué pena osa bruma, que la vejez puede em balsamar las heridas de la juventud con su sa bidur ía".

Haïta le contó todo: cómo se ha bía encontr ado con la r adiante  joven tres veces, y cómo ella lo ha bía a bandonado otr as tres. R elató minuciosamente todo lo que ha bía sucedido entre ellos, no omitiendo una sola pala br a de lo que se ha bía dicho.

Cuando f inalizó, el santo er mitaño per maneció silencioso dur ante un momento, despuésdijo: "Hijo mío, he prestado atención a vuestr a historia, y conozco a la doncella. Yo mismo lahe visto, como tantos otros. Aprende, pues, que su nom bre, el cual ella no per mitir ía que vos

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 preguntaseis, es Felicidad. Vos le dijisteis la verdad, puesto que ella es caprichosa al imponer  condiciones que  el hom bre  no puede llevar  a ca bo, y la culpa se castiga con la deser ción.Viene sólo cuando no se  busca, y no ha de ser  interrogada. Una manif estación de curiosidad, un signo de duda, una ex presión de recelo, y ¡se mar cha! ¿Cuánto tiempo estuvisteis con ellacada vez antes de que huyer a?".

"Sólo  un simple  instante," respondió Haïta,  ruborizándose  de  vergüenza ante la

conf esión. "Cada vez la ahuyenta ba al momento"."¡Desgr aciado!" dijo  el santo  er mitaño, "si  no f uer a por   tu  indiscreción podr ías ha ber  

estado con ella dos momentos".

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EL CUENTO DEL COMANDANTE

Pienso que  en los días de la Guerr a Civil las  bromas pesadas no  esta ban  tan desacreditadas como ahor a. Sin duda se debía a nuestr a extremada  juventud -los hom bres er an 

mucho más  jóvenes que los de ahor a, y el hom bre muy  joven ha gozado eterna-mente de un espíritu muy alegre, que desem boca gener almente en las payasadas. ¡ No os podéis imaginar  qué  jóvenes er an los hom bres de los primeros años de la década de los sesenta! Sí, la edad media del E jer cito Feder al en su  totalidad no  er a más de veinticinco años; dudo de si ser íamás de veintitr és, pero al no tener las estadísticas sobre ese particular (si hay algunas) pref iero ser  prudente: diremos veinticinco. Es cierto que  un hom bre  de  veinticinco  er a en aquellaépoca heroica mucho más hom bre que uno  de la misma edad ahor a; podr íais comprobar lo mirándolo. Su rostro carecía de esa inmadurez  tan destacada en su sucesor . Nunca veo a un  joven ahor a sin observar qué desagr ada blemente  joven es en realidad; sin em bargo dur ante laguerr a no pensábamos en a bsoluto  en la edad  de  un hom bre a menos que casualmente se encontr ar a  bastante  bien a lo largo de su vida. En ese caso no se podía evitar, pues la f ealdad de la edad ataca ba el rostro humano  entonces mucho antes que ahor a; su pongo que  er a el

resultado  del duro servicio  -quizás, hasta cierto punto,  del alcohol, ya que,  ¡car am ba!, derr amamos a bundantemente la sangre  de la uva y el cereal dur ante la guerr a. R ecuerdo  pensar   en  el gener al Gr ant, quien  no podía tener  más de cuarenta, como  en  un anciano  bastante  bien conservado, consider ando sus costum bres. En cuanto a los hom bres de medianaedad  -digamos de cincuenta a sesenta- sí,  todos pare-cían adecuados par a hacer  el papel delÚltimo de los Hititas, o del Matusalén de Madagascar, en un museo. Con seguridad, amigosmíos, los hom bres de aquella época er an mucho más  jóvenes que los hom bres de hoy, pero 

 parecían mucho más viejos. El cam bio es  bastante nota ble.Decía que las  bromas pesadas entonces no  esta ban anticuadas. Al menos no  en  el

ejér cito; aunque posiblemente  en la vida más seria del civil no  encontr ar an lugar   exce pto em breando y emplumando a una "ví bor a" cir cunstancial. Su pongo que todos sa béis lo que er auna "ví bor a", así que  ir é directamente a mi  relato sin comentario  introductorio, como  es mi 

estilo.Er a unos pocos días antes de la  batalla de Nashville. El ene-migo nos ha bía sacado del

norte de Georgia y Ala bama. En Nashville f uimos acorr alados y f ortif icamos, mientr as que elviejo Pap Thomas,  nuestro comandante, se apresur a ba a tr aer   ref uerzos y pertrechos de Louisville. Al mismo  tiempo Hood,  el comandante conf eder ado,  nos ha bía sitiado 

 par cialmente y esta ba lo suf icientemente cer ca como par a ha ber  arrojado proyectiles en  elcor azón de la ciudad. Por  nor ma se a bstenía -su pongo que  temía matar  a las familias de sus

 pro pios soldados, muchísimos de los cuales ha bían vivido allí. Algunas veces me pregunta bacuáles er an los sentimientos de aquellos ti pos, mir ando por  encima de nuestr as ca bezas a sus

 pro pios hogares,  donde sus esposas y niños o sus ancianos padres quizás carecían  de lo necesario par a vivir, y ciertamente (así discurrir ía su  r azonamiento) encogiéndose de miedo  ba jo la tir anía y poder  de los  bárbaros yanquis.

Par a comenzar, entonces, por  el princi pio. En aquella época yo  esta ba sirviendo en  elestado mayor  de un comandante de división cuyo nom bre no desvelar é, pues estoy contando hechos, y la per sona a la que se  ref ieren los más f uertes puede que  tenga parientes vivos aquienes no les importar ía tener la localizada. Nuestro cuartel gener al se  encontr a ba en  unagr an  vivienda situada  justo  detrás de  nuestr a línea de f ortif icación. Ha bía sido a bandonadaapresur adamente por  los ocu pantes civiles, quienes ha bían  dejado  todo  bastante parecido acomo esta ba - proba blemente no tenían espacio par a guardar lo, y conf ia ban en que el Cielo lo 

 proteger ía de la codicia f eder al y de la artiller ía conf eder ada. Por lo que respecta a lo último estábamos tan preocu pados como ellos.

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R evolviendo  una tarde  en algunos de los aposentos y ar marios, algunos de  nosotrosencontr amos un a bundante surtido  de  ro  pa f emenina -vestidos, chales,  gorr as, som breros, enaguas y Dios sa be qué;  no podr ía ha ber   dado  nom bre  en aquel momento a la mitad. Lacontemplación de  todo  este precioso  botín  inspiró  en uno de nosotros lo que a él le agr adó llamar  "idea", la cual, cuando f ue sometida a los otros dia blillos y  bribones del gru po, f ue alinstante aprobada con entusiasmo. Procedimos de inmediato a obr ar  de acuerdo con la idea en 

 pos de la perdición de uno de nuestros camar adas.La víctima elegida f ue  un  edecán25

,  el lugarteniente Ha berton, por  llamar le  de algún modo. Er a un  buen soldado -un ti po tan gallardo que siempre lleva ba espuelas; pero tenía un def ecto  intoler a ble: er a un  donjuán, y como la mayor  parte  de su clase,  incluso en aquellaépoca,  impaciente por  que  todos lo su pier an. Nunca se cansa ba de  relatar  sus hazañasamatorias, y no es necesario que diga lo fastidioso que resulta ese ti po de narr ación a todo elmundo  exce pto al narr ador . Ser ía fastidioso aun cuando f uer a animada y alegre, pues todoslos hom bres son rivales en el favor  f emenino, y contar  tus éxitos a otro hom bre es despertar  en él un  resentimiento mudo, mitigado por  la incredulidad. No lo convencerás de que se lo cuentas par a que se  entretenga; él no  entenderá nada en  el cuento sino una ex presión de  tu 

 pro pia vanidad. Además, como la mayor ía de los hom bres, libertinos o  no, quieren ser  consider ados libertinos,  es muy proba ble que él se  of enda por   una estú pida e  injusta

conclusión que sospecha que tu has extr aído de su reserva en materia de sus pro pias aventur as-a sa ber, que él no ha tenido ninguna. Si, por  otro lado, no tiene escrú pulos acer ca del asunto y su  reserva se  debe a la falta de o portunidad par a ha blar,  o de ha bilidad  en sacar  partido, ¡toma!, entonces estará malhumor ado por que tú "tienes la pala br a" y la quiere él. En resumen, no existen cir cunstancias  ba jo las que un hom bre, incluso por  el mejor  de los motivos, o por  ningún motivo  en a bsoluto, pueda contar  sus proezas en  el amor  sin  reducir  clar amente laestima de su censor  masculino; y aquí yace un  justo castigo par a tales cosas como  besar  ycontar . En mi época de  juventud yo mismo goza ba del favor  de las damas, y conservo en lamemoria muchas cosas sobre ellas que sin duda podr ía convertir  en narr ativa ace pta ble si no hubier a emprendido otro cuento, y si no f uer a mi costum bre relatar  una cosa secuencialmente, dirigiéndome inmediatamente al f inal, sin digresión.

El lugarteniente Ha berton er a, hay que conf esar lo, un hom bre singular mente atr activo ycon modales simpáticos. Su pongo que er a,  juzgándolo desde el criterio imper f ecto de mi sexo, lo que las mujeres denominan "fascinante". Ahor a  bien, las cualidades que hacen que  un hom bre resulte atr activo a las damas acarrean un doble inconveniente. En primer lugar, son de un  ti po que  otros hom bres per ciben pronto, y aquellos que  no las tienen son los que las

 per ciben antes. Su poseedor,  temido por   todos estos,  es ha bitualmente calumniado por   elloscomo auto-def ensa. A todas las damas en cuyo  bienestar  ellos se creen con derecho a voz  e inter és, les insinúan los vicios y la gener al indignidad del "hom bre de las damas" en tér minoscarentes de duda, y a sus esposas les cuentan sin pudor  las falsedades más monstruosas acer cade él. No les ref rena la consider ación de que él es su amigo; las cualidades que han atr aído su admir ación hacen  necesario avisar  a aquellos par a quienes el atr activo  resultar ía peligroso.Así que el hom bre de per sonalidad encantador a, a la vez que es amado por   todas las damas

que lo conocen  bien, aun-que no demasiado  bien, debe so portar  con toda la f ortaleza posible la consciencia de que aquellos otros que lo conocen sólo "por su re putación" le consider an un r éprobo  desvergonzado,  un hom bre  vicioso  e  indigno  -un  ti po y ejemplo  de  de pr avación mor al. Por  nom br ar  el segundo inconveniente vinculado a sus encantos: gener almente lo es.

Par a seguir  adelante con nuestro animado relato (y según mi o pinión un relato una vez comenzado  no  deber ía suf rir   obstrucción) es necesario  ex plicar  que  un  joven agregado a

25 Es la tr aducción de aide, f or ma a breviada del tér mino f r ancés aide-de-camp. Es posible tam bién la tr aducción ayudante de campo.

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nuestro cuartel como ordenanza er a nota blemente af eminado en el rostro y la f igur a. No teníamás de diecisiete años y poseía una car a per f ectamente suave y unos ojos gr andes y  brillantes, que debían ha ber  sido la envidia de muchas mujeres  bonitas en aquella época. ¡Y qué  bonitaser an las mujeres de entonces! ¡y qué gr aciosas! Las del Sur mostr a ban en su conducta hacianosotros los yanquis cierta arrogancia, pero, por  lo que a mí respecta, la encontr a ba menosinso porta ble que la asidua indif erencia con la que las damas de esta nueva gener ación, a quien 

de ver as  juzgo desprovista de sentimiento y sensibilidad, reciben las atenciones de uno.A este   joven  ordenanza, cuyo  nom bre  er a Ar man, le per suadimos - por  medio  de 

argumentos que no tengo el deber  de decir- par a que se vistier a con ro pa f emenina y se hicier a pasar  por  una dama. Cuando lo ha bíamos ataviado a nuestro gusto  -y parecía realmente unamuchacha encantador a- f ue conducido a un sof á situado  en la of icina del ayudante-gener al.Ese of icial esta ba en el secreto, como de hecho esta ban todos exce pto Ha berton y el gener al; dentro  de la imponente  dignidad que  rodea ba al último  existían posibilidades de desaprobación que estábamos poco dispuestos a hacer f rente.

Cuando todo esta ba listo f ui hacia Ha berton y le dije: "Lugarteniente, hay una  joven en la of icina del ayudante-gener al. Es la hija del insurrecto pro pietario de esta casa, y creo que havenido a comprobar  su  tenencia actual. Nadie  de  nosotros sa be cómo ha blar  con  ella, sin em bargo pensamos que  usted le  dir ía lo correcto  -al menos le  dir ía las cosas de modo 

correcto. ¿Le importar ía venir?"Al lugarteniente  no le  importó; se aseó  rá pidamente y me acompañó. Mientr as

recorr íamos un largo pasillo hacía la Presencia encontr amos un  obstáculo f or mida ble  -elgener al.

"Oiga, Broadwood," dijo, dirigiéndose a mí en ese modo familiar  que da ba a entender  que esta ba de excelente humor, "hay una dama en la of icina de Lawson. Es sumamente  bella -vino en una misión de salvamento o de  justicia, no hay duda. Tenga la  bondad de conducir la ami alojamiento. No les cargar é a ustedes, los  jovencitos, con  todos los asuntos de  estadivisión," añadió a modo de guasa.

Esto resulta ba ino portuno y ha bía que hacer algo."Gener al," dije, "no  juzgué que  el asunto de la dama tuvier a la suf iciente  importancia

como par a molestar lo. Ella es una de las enf er mer as de la Comisión Sanitaria, y únicamente quiere comprobar algunas provisiones par a el hospital de viruela donde está de servicio. Se laenviar é enseguida."

"No se preocu pe," dijo  el gener al,  reanudando su camino, "quizá  Lawson puedaencargar se de esto."

¡Ah, el intr épido gener al! Mientr as yo observa ba cómo se aleja ba y me reía del éxito de mi treta, pensa ba que en esa semana ¡él estar ía "muerto en el campo del honor "! No er a él elúnico de nuestr a pequeña casa militar  a quien acecha ba la som br a del ángel de la muerte, yquien podr ía casi ha ber  oído "el  batir  de sus alas". En aquella cruda mañana de diciem bre, unos pocos días después, cuando desde una hor a antes del amanecer  hasta las diez en punto 

 per manecíamos sentados a ca ballo  en aquellas colinas heladas,  esper ando a que  el gener alSmith comenzar a la  batalla a varias millas de distancia a la derecha,  er amos ocho. Cuando 

f inalizó  el com bate  er amos tres. Ahor a sólo hay uno. A pesar   de  todo sed  un poquito indulgentes con él, oh, gener ación ahorr ativa; él no es sino uno de los horrores de la guerr aapartado de su época e  introducido en la vuestr a. Sólo es el esqueleto  inof ensivo  en vuestr af iesta y danza pacíf ica, que responde a vuestr a car ca jada y  baile heroico, con el crujir  de losdedos de la mano y el movimiento  brusco del cráneo -aunque en una ocasión apro piada, con una pareja de su elección, podr ía  bailar  un poquito con el mejor  de vosotros.

Al entr ar  en la of icina del ayudante-gener al observamos que todos los of iciales esta ban allí. El pro pio ayudante-gener al esta ba muy ocu pado en su mesa de despacho. El comisario de subsistencia  juga ba a las cartas con el of icial médico en el saledizo de una ventana. El resto se 

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halla ba en varios lugares de la ha bitación, leyendo o conver sando en un tono  ba jo. En el sof á situado en un rincón poco iluminado del cuarto, a cierta distancia de cualquier a de los gru pos, esta ba sentada la "dama", muy envuelta en  velos, con los ojos modestamente f ijos en losdedos de sus pies.

"Señor a," dije, avanzando con Ha berton, "este of icial estará encantado de servir la si está 

en sus manos. Confío en que esté".

Con una reverencia me retir é al rincón más alejado de la ha bitación y tomé parte en laconver sación que tenía lugar allí, aunque no tenía la más liger a noción de lo que tr ata ba, y misobservaciones carecían de relevancia a cualquier asunto  ba jo los cielos. Un agudo observador  se ha br ía dado cuenta de que  todos nosotros estábamos mir ando a Ha berton atentamente ysólo "haciendo creer " que realizábamos otr a cosa.

Merecía la pena observar lo, tam bién; el hom bre er a simple-mente una edición de lujo de un "Manual de Conducta". Mientr as que la "dama" ex ponía lentamente su  relato  de quejascontr a nuestr a soldadesca ilegal y menciona ba ciertos ejemplos de caprichosa indif erencia por  los derechos de pro piedad -entre ellos, sobre el inminente peligro de destruir  nuestros flancos

que  nosotros acertamos a oír  par cialmente,  el saqueo  de su pro pio  ro pero-, la mir ada de agonía compasiva en el atr activo rostro de Ha berton er a la flor y el f ruto del histrionismo. Susasentimientos respetuosos y aprobatorios ante las varias declar aciones de la dama se lleva ban a ca bo de modo tan exquisito que uno no podía evitar  lamentar su natur aleza insustancial y laimposibilidad de  guardar los en cristal par a la instrucción y el deleite  de la posteridad. Y acada momento el inf eliz acer ca ba cada vez más su silla. Una o dos veces miró en torno par acomprobar  si  estábamos observando, pero  nosotros en apariencia ér amos total-mente inconscientes de  todo  exce pto  de los demás y de  nuestr as varias diver siones. El mur mullo  ba jo de nuestr a conver sación, el golpecito suave de las cartas cuando caían en  el  juego y lamar ca enérgica de la pluma del ayudante-gener al mientr as cerr a ba inconta bles páginas de 

 pala br as sin sentido er an los únicos sonidos per cibidos. No -ha bía otro: a largos intervalos elestampido distante de un ar ma pesada, seguido del ataque próximo del disparo. El enemigo se divertía.

En estas ocasiones la dama no er a quizás el único miem bro de esa compañía que esta baasustada, pero esta ba más asustada que los demás, levantándose de vez en cuando del sof á y

 per maneciendo con las manos apretadas,  el auténtico  retr ato  de  terror   e  indecisión. Natur almente Ha berton  en  estos momentos la devolvía a su asiento con  inf inita ternur a, asegurándole que  esta ba a salvo y lamentando su peligro al mismo  tiempo. Quizás er acorrecto que él tomar a posesión de la mano enguantada de la dama y de un sitio al lado de ellaen  el sof á; pero ciertamente  er a muy poco  decoroso que  tomar a posesión  de am bas manoscuando -estampido, sil bido, ¡ZAS!

 Nos levantamos de  un salto. Un proyectil se ha bía estrella-do contr a la casa y ha bíaex plotado  en la ha bitación situada encima de nosotros. Una gr an cantidad de yeso nos cayó 

encima. Aquella  joven dama modesta y quejosa se quedó erguida."¡Jerusalén da saltos!", gritó ella.Ha berton, que  tam bién se ha bía levantado, esta ba como petrif icado  -como una estatua

de sí mismo erigida en el lugar  de su asesinato. Ni ha bla ba, ni se movía, ni apartó una sola vez los ojos de la car a del ordenanza Ar man, que esta ba ahor a tir ando su indumentaria f emenina aderecha e  izquierda,  ex poniendo sus encantos de la maner a más desvergonzada; mientr astanto f uer a en la noche y lejos en los campamentos iluminados insertos en los espacios negrosentre las líneas de hostilidad ¡sona ba el mar  de nuestr a inagota ble risa! ¡Ah, qué vida tan f eliz er a la de aquellos días heroicos en los que los hom bres no ha bían olvidado cómo reír !

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Ha berton  volvió  despacio  en sí. Miró alrededor  comprendiendo algo más;  despuésgr adualmente  tr ansf or mó su sem blante  en la sonrisa más f orzada que   jamás calumniar acualquier sonrisa. Movió la ca beza y lanzó una mir ada maliciosa.

"¡A mí no me engaña nadie!" dijo.

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UNA IDENTIDAD REANUDADA

1LA REVISTA COMO FORMA DE BIENVENIDA

Una noche  de  ver ano  un hom bre  divisa ba una amplia extensión  de  bosque y campo desde una pequeña colina. La luna llena situada ya cer ca de la tierr a en el oeste, le per mitíasa ber  lo que no hubier a podido sa ber  de otro modo: que er a casi la hor a del amanecer . Unaliger a neblina se extendía a lo largo del suelo, velando par cialmente los r asgos inf eriores del

 paisa je, pero por  encima de ella los árboles más altos destaca ban en montones  bien def inidoscontr a la claridad celeste. Dos o  tres gr anjas er an  visibles a tr avés de la niebla, pero  en ninguna de  ellas,  natur almente, ha bía luz. De hecho,  en  ninguna parte ha bía señal o sugerencia de vida exce ptuando el ladrido de un perro lejano, que, re petido mecánicamente, servía más  bien par a acentuar que par a disi par la soledad de la escena.

El hom bre mir a ba alrededor con curiosidad en todas las direcciones, como aquel que en un  entorno familiar   es incapaz  de  deter minar  su lugar   exacto y su parte  exacta en ladisposición  de las cosas. Quizás actuemos de  este modo cuando,  resucitados de  entre losmuertos, esperemos ser llamados a  juicio.

A un ciento de yardas de distancia ha bía un camino recto, que se mostr a ba  blanco  ba jo la luz de la luna. Procur ando orientar se, como dir ía un  to pógr af o o un navegante, el hom bre movió sus ojos lentamente a lo largo de la longitud visible del camino, y a un cuarto de millahacia el sur  desde donde él se encontr a ba vio, indistinto y gris en medio de la niebla, un gru po de   jinetes que ca balga ban hacia el norte. Tr as ellos iban hom bres a pie, mar chando  en columna, con  rifles dé bilmente  relucientes colocados oblicuamente por   encima de loshom bros. Se movían  despacio y en silencio. Otro  gru po  de   jinetes,  otro  regimiento  de 

infanter ía, otro y otro -todos en un incesante movimiento hacia el punto de vista del hom bre,  por   delante  de él, y más allá. Er an seguidos por   una  bater ía de artiller ía,  en la que losencargados de los cañones ca balga ban con los  br azos doblados sobre el ar món y el ca jón. Ysin  em bargo la inter mina ble procesión salía de la oscuridad  del sur  y se adentr a ba en laoscuridad del norte, sin que se oyer a el sonido de voces, de cascos, de ruedas.

El hom bre no comprendía  bien: pensa ba que esta ba sordo; ha bla ba, y oía su pro pia voz, aunque poseía una cualidad des-conocida que casi lo inquieta ba; def r auda ba la ex pectativa de su oído en materia de tim bre y resonancia. Pero él no esta ba sordo, y eso por  el momento er asuf iciente.

Entonces recordó que hay f enómenos natur ales a los que alguien ha dado el nom bre de "som br as acústicas". Si tú per maneces en una som br a acústica hay una dirección en la que no oirás nada. En la  batalla de Gaines's Mili,  uno  de los conflictos más f eroces de la Guerr a

Civil, con cien ar mas en  juego, el público que se halla ba a una milla y media de distancia en el lado o puesto del valle Chickahominy no oía nada de lo que clar a-mente veía. El  bom bardeo de Port R oyal, oído y sentido en St. Augustine, ciento cincuenta millas al sur, er a inaudible dos millas al norte  en  una atmósf er a tr anquila. Unos pocos días antes de la rendición  en Appomattox un  ensordecedor  com bate  entre las comandancias de Sheridan y Pick ett no f ue conocido por  el segundo comandante, que esta ba a una milla en la retaguardia de su pro pialínea.

Estos ejemplos er an  ignor ados por   el hom bre  de quien  escribimos, pero no se ha bían escapado a su  observación  otros menos sor  prendentes del mismo carácter . Esta ba

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 prof undamente  inquieto, pero por   otr a r azón que  el silencio misterioso  de  esa mar chailuminada por la luna.

"¡Dios mío!" se  dijo a sí mismo  -y de  nuevo  er a como si  otro hubier a ex presado su  pensamiento- "si  esa gente  es quien creo que  es ¡hemos perdido la  batalla y se  dirigen a Nashville!"

Entonces le vino un pensamiento  de sí mismo  -un  recelo-un f uerte sentido de peligro 

 per sonal, lo que en otro llamamos miedo. Se introdujo rá pidamente en la som br a de un árbol.Y a pesar  de todo los  batallones silenciosos avanza ban lentamente hacia la niebla.

El f r ío de una  brisa re pentina sobre la parte tr aser a de su cuello atr a jo su atención haciala dirección de la que provenía, y girándose hacia el este contempló una luz dé bilmente gris alo largo del horizonte -el primer signo de la llegada del día. Esto incrementa ba su recelo.

"Debo mar char me de aquí," pensó "o me descubrirán y me cojerán".Salió de la som br a, caminando rá pidamente hacia el grisáceo este. Desde el ref ugio más

seguro que of recía un gru po de cedros miró hacia atrás. La columna enter a ha bía desaparecido de su vista: ¡el  blanco camino recto se extendía desnudo y desolado  ba jo la luz de la luna!

Si antes esta ba per  plejo, ahor a esta ba inefa blemente asom br ado. ¡El paso  tan veloz de un  ejér cito  tan lento! -no podía entender lo. Los minutos tr anscurr ían  imper ce ptiblemente; ha bía perdido el sentido del tiempo. Busca ba con una terrible seriedad la solución al misterio, 

 pero  busca ba en vano. Cuando por  f in se despertó de su a bstr acción  el  borde del sol podíaver se por  encima de las colinas, pero en las nuevas condiciones él no encontr a ba otr a luz que la del día; su entendimiento esta ba envuelto en dudas tan oscur as como antes.

A cada lado se extendían campos cultivados que no mostr a ban señales de guerr a o de estr agos  bélicos. De las chimeneas de las gr anjas las sutiles ascensiones de humo azulindica ban los pre par ativos par a el pacíf ico tr a ba jo diario. Ha biendo acallado su inmemor a ble alocución a la luna, el perro guardián ayuda ba a un negro que, pref ijando un tiro de mulas alar ado,  desaf ina ba con satisfacción  en su la bor . El héroe  de  este cuento  observa baestú pidamente este cuadro pastoril como si no hubier a visto nunca tal cosa en  toda su vida; después se llevó la mano a la ca beza, la pasó por  el pelo y, retirándola, examinó la palma con atención  -algo singular . Tr anquilizado aparentemente por  esta acción, caminó con conf ianzahacia el camino.

IICUANDO HAS PERDIDO LA VIDA CONSULTA A UN MÉDICO

Tr as visitar a un paciente a seis o siete millas de distancia, en el camino de Nashville, elDr . Stilling Malson, de Mur f rees boro, ha bía per manecido con él toda la noche. Al amanecer  salió par a su casa a ca ballo, como  er a la costum bre de los doctores de la época y del lugar .Ha bía entr ado en los alrededores del campo de  batalla de Stone's R iver  cuando un hom bre se 

le acer có desde el  borde del camino y lo saludó a la maner a militar, con un movimiento de lamano derecha hacia el ala del som brero. Pero el som brero no er a militar, el hom bre no lleva baunif or me y no poseía porte mar cial. El doctor  inclinó la ca beza atentamente, medio pensando que  el extr año saludo  del f or astero  er a quizás por   respeto al entorno histórico. Ya que evidentemente el extr anjero desea ba ha blar con él, ref renó su ca ballo con cortesía y esperó.

"Señor," dijo el f or astero, "aunque sea usted un civil, puede que sea un enemigo".

"Soy médico," respondió en tono evasivo.

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"Gr acias," dijo  el otro. "Soy lugarteniente,  de la compañía del gener al Hazen." Se detuvo un momento y miró con  intensidad a la per sona a quien se dirigía, después añadió, "Del ejér cito f eder al".

El médico asintió únicamente.

"Tenga la  bondad de decir me," continuó el otro, "lo que ha sucedido aquí. ¿Dónde están los ejér citos? ¿Quién ha ganado la  batalla?".

El médico observó curiosamente a su interrogador con los ojos a medio cerr ar . Tr as un examen prof esional, prolongado hasta el límite  de la cortesía,  dijo, "Perdone,  el que pide inf or mación deber ía estar  dispuesto a comunicar la. ¿Está usted heri-do?" añadió sonriente.

"No seriamente - parece."

El hom bre se quitó  el som brero no-militar, puso la mano en la ca beza, la pasó por   el pelo y, retirándola, examinó con atención su palma.

"Fui alcanzado por  una  bala y he estado inconsciente. Debe ha ber sido un golpe ligero yoblicuo: no encuentro sangre y no siento dolor . No lo molestar é con mi cur a, pero ¿será  tan ama ble  de  indicar me  dónde  está mi comandancia -cualquier  parte del ejér cito f eder al- si lo sa be?"

 Nuevamente el doctor  no contestó de inmediato: esta ba tr ayendo a la memoria lo que se consigna en los libros de su prof esión -algo sobre la pérdida de la identidad y el ef ecto de lasescenas familiares en su recu per ación. Finalmente miró al hom bre a la car a, sonrió, y dijo:

"Lugarteniente, usted no lleva el unif or me de su r ango y servicio."Al oír  esto el hom bre  ba jó la vista hacia su  indumentaria civil, levantó los ojos, y dijo 

dubitativamente:"Es verdad. Yo -yo no comprendo nada."Todavía observándolo con  intensidad pero compasivamente  el hom bre  de ciencia

 preguntó de maner a directa:"¿Cuántos años tiene?""Veintitr és -si eso tiene algo que ver .""No lo parece; no hubier a adivinado que usted tenía esa edad."El hom bre se impacienta ba. "No es necesario ha blar  de eso," dijo; "quiero sa ber  sobre el

ejér cito. No hace dos hor as que vi una columna de  tro  pas que se dirigían hacia el norte por  este camino. Usted  debe ha ber se  encontr ado con  ellos. Sea  bueno y dígame  el color  de su ro pa, el cual f ui incapaz de distinguir, y no lo molestar é más".

"¿Está  bastante seguro de que los vio?""¿Seguro? Dios mío, señor, ¡ podr ía ha ber los contado!""Vaya, realmente," dijo el médico, gr aciosamente consciente de su pro pio parecido con 

el locuaz  barbero de las Mil y Una Noches, "esto  es muy interesante. No encontr é ninguna

tro pa."El hom bre lo miró con f rialdad, como si hubier a observado la semejanza con el  barbero."Es evidente," dijo, "que no tiene ganas de ayudar me. Señor, ¡váyase al dia blo!".

Se giró y se alejó a gr andes zancadas, sin pensar, a tr avés de los campos húmedos por  elrocío, mientr as que su ator mentador  medio arre pentido lo  observa ba desde su punto  de venta ja en la silla de montar hasta que desapareció tr as una arboleda.

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IIIEL PELIGRO DE MIRAR EN UN CHARCO

Después de  dejar   el camino  el hom bre aflojó  el paso, y ahor a avanza ba, más  bien dif icultosamente, con  una visible sensación  de fatiga. No podía  justif icar   esto, aunque 

verdader a-mente la inter mina ble locuacidad  de aquel médico  rur al se presenta ba como ex plicación. Al sentar se sobre  una roca, puso  una mano  en la rodilla, con  el dor so haciaarriba, y casualmente la miró. Esta ba arrugada y llena de sur cos; podía tr azar las líneas con las

 puntas de sus dedos. ¡Qué extr año! -un simple  balazo y una  breve  inconsciencia no deber ían estro pear a alguien físicamente.

"Debo ha ber  estado mucho tiempo en el hospital," dijo en voz alta. "Car am ba ¡qué tonto soy! ¡La  batalla f ue en diciem bre, y ahor a es ver ano!" Se rió. "Con r azón aquel ti po pensó que yo er a un lunático f ugado. Esta ba equivocado: sólo soy un paciente f ugado".

A corta distancia una par celita de  terreno cer cada por   una pared  de piedr a llamó su atención. Con un pro pósito no muy def inido se levantó y f ue hacia ella. En el centro ha bía un monumento macizo y cuadr ado de piedr a la br ada. Esta ba oscurecido por  el paso del tiempo, erosionado  en los ángulos, manchado  de musgo y liquen. Entre los  bloques macizos ha bía

f r anjas de hierba cuyas r aíces los ha bían se par ado al actuar como palanca. Como respuesta alreto de  esta am biciosa estructur a el Tiempo ha bía puesto su mano destructor a sobre  ella, y

 pronto ser ía "una con Nínive y Tiro."26 En una inscri pción later al su ojo atr apó un nom bre familiar . Vibr ando de emoción, estiró el cuer  po por  encima del muro y leyó:

LA BRIGADA DE HAZEN

a

La Memoria de Sus Soldados

que cayeron en 

Stone R iver, 31 de diciem bre de 1862.

El hom bre se cayó de la pared hacia atrás, pálido y enf er mo. Aproximadamente a ladistancia de un  br azo se halla ba un hoyito en la tierr a; la lluvia reciente lo ha bía llenado -er aun char co de agua clar a. Se arr astró hacia él par a re poner se, levantó la parte su perior  de su cuer  po sobre sus  br azos tem blorosos, empujó la ca beza hacia adelante y vio el reflejo de su rostro, como en un espejo. Lanzó un grito terrible. Sus  br azos se deja-ron vencer; cayó, con la

car a hacia a ba jo, dentro del char co y entregó la vida que ha bía a bar cado otr a vida.

26 Nínive, ciudad asiria, y Tiro, ciudad f enicia, son  dos famosos enclaves  bí blicos. Es conocido  el gusto  de Bier ce por la aplicación de citas y ref erencias de la Biblia a sus relatos, herencia trágica, par a él, de su educación calvinista.

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UNA VACA ALMOHAZADA27 

Mi tía Patience, que cultiva ba una pequeña gr anja en el estado de Michigan, tenía unavaca favorita. Esta criatur a no er a una vaca  buena ni provechosa, pues en lugar  de dedicar  una

 parte de su  tiempo libre a la secreción  de leche y a la producción de  terner as, concentr a batodas sus facultades en el arte de dar coces. Cocea ba todo el día y se levanta ba en medio de lanoche par a cocear . Da ba coces a cualquier cosa -a las gallinas, a los cerdos, a las estacas, a las

 piedr as sueltas, a los pájaros en  el aire y a los peces que salta ban f uer a del agua; par a estavaca impar cial y de mentalidad católica todo er a igual -todo de  igual modo  indigno. La vacade mi  tía Patience  er a como  el anciano Timotheus,  el cual "elevó  un mortal a los cielos"; aunque, en pala br as de un poeta posterior a Dr yden28

, ella lo hacía "con mucha más rudeza yf recuencia". Er a agr ada ble ver la a brir se paso a tr avés de un poblado corr al. Lanza ba a derechae  izquierda, primero con una pata tr aser a y después con la otr a, y a veces, si las condicioneser an favor a bles, tenía a la vez un número consider a ble de animales domésticos en el aire.

Sus coces, asimismo,  er an  tan admir a bles cualitativamente como  inagota blescuantitativamente. Er an su periores sin compar ación a aquellas de las vacas poco  instruidas

que no ha bían hecho de este arte una dedicación vital -er an mer as af icionadas que cocea ban "de  oído", como se  dice  en música. Una vez la vi situada en  el camino, su puestamente inmer sa en un prof undo sueño, y rumiando con una especie de lasitud pro pia de una mañanade  domingo, lo mismo que se  rumia en  un sueño. Olfateando a su lado, f elizmente inconsciente  del peligro cer ca-no y a bsorto  en los pensamientos de su amor, se halla ba un gigantesco cerdo  negro  -un cerdo  del tamaño aproximado y del aspecto corriente  de  un rinoceronte primal. De pronto, mientr as yo mir a ba -sin un movimiento visible por parte de lavaca, sin  ningún  estremecimiento per ce ptible  en su cuer  po,  ni  un lapso  en la plácidaregularidad de su rumia- aquel cerdo se ha bía mar chado de allí -se ha bía despedido del todo.Sin  em bargo a lo lejos hacia el claro horizonte  una diminuta manchita negr a cruza ba elempíreo a la velocidad de un meteoro, y en un momento ha bía desaparecido, sin  ex plosión audible, más allá de las lejanas colinas. Puede que f uer a aquel cerdo.

Almohazar  a las vacas no  es, creo,  una práctica ha bitual,  incluso  en Michigan; pero como ésta nunca ha bía necesitado que la ordeñar an, por su puesto tenía que someter se a algunaf or ma equivalente  de per secución;  e  irritar  su piel con  una almo-haza se consider a ba unaatención tan desagr ada ble como un af ecto serio podía idear . Al menos ella lo creía así; aunque sospecho que su dueña realmente lo pretendía par a el provecho tempor al de la  buena criatur a.De cualquier modo mi tía siempre ponía como condición cuando emplea ba a un criado par a lagr anja que él tendr ía que almohazar a la vaca todas las mañanas; pero después de las pruebassuf icientes que le per mitían autoconvencer se de que no er a un espasmo re pentino, ni un mero tr astorno local,  el criado siempre anuncia ba su  intención  de a bandono, azotando a la  bestiacon algún cuer  po extr año y luego cojeando hacia su casa en dirección a su canapé. No sé acuántos hom bres la criatur a dejó sin  tr a ba jar  par a mi  tía de  este modo, pero a  juzgar  por   elnúmero de cojos en esa parte de la región, dir ía que muchos; aunque algunas cojer as puede 

27 Almohazar  (i. curr y) signif ica estregar  a las ca baller ías con la almohaza par a limpiar las. La almohaza (i.curr ycom b) es una chapa de hierro con cuatro o cinco serrezuelos de dientes menudos y romos, y un mango.28 John Dr yden (1631-1700) f ue  un poeta,  dr amaturgo y prosista ingles,  nacido  en Aldwinkle-All-Saints ymuerto en Londres. En 1654 recibió  el cargo de secretario con Milton y Marvel. Cam bió a menudo de  ideas políticas y religiosas, militando, sucesiva-mente, con los puritanos, anglicanos y católicos;  en 1688 f ue nom br ado poeta laurea-do y en 1670, historiógr af o  regio. Escribió Annus Mir a bilis, Original Poems and Tr anslations, A bsalom, Achito phel, Mac Fleck noe. Entre sus comedias destaca Marriage-á-la mode. Es autor  de tr agicomedias y tr agedias heroicas.

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que f uer an  indirectamente adquiridas, a partir   de los suf ridores originales, por  susdescendientes, y algunas puede que se produjer an por contagio.

Pienso que el de mi tía er a un sistema agr ícola def ectuoso. Es verdad que el tr a ba jo en la gr anja no le costa ba nada, pues todos los tr a ba jadores deja ban su servicio antes de recibir  elsalario; pero como la fama de la vaca se extendió al extr anjero a tr avés de los varios estados y

territorios, se hizo cada vez más difícil conseguir   obreros; y,  después de  todo, la favoritaesta ba imper f ectamente almohazada. Se comenta ba ha bitualmente que la vaca ha bíadestrozado la gr anja "a coces" -una metáf or a groser a, que da ba a entender  que la tierr a no se cultiva ba debidamente, ni las de pendencias ni las cer cas se re par a ban adecuadamente.

Er a inútil reconvenir a mi tía: reconocía todo, sin corregir  nada. Su dif unto esposo ha bíaintentado ref or mar  el a buso de este modo, y ha bía discutido todo lo que le dio la gana hastaque  reconvino con  una muerte prematur a; y el f uner al se  retr asó  todo  el día, hasta que se consiguió un nuevo director  de pompas f únebres, pues el que esta ba dispuesto en un princi pio se ha bía comprometido en tono de conf ianza a almohazar a la vaca a petición de la viuda.

Desde ese momento mi tía Patience no esta ba en el mer ca-do matrimonial; el amor a esavaca ha bía usur  pado en su cor azón el lugar  de un af ecto más natur al y venta joso. Pero cuando vio sus semillas sin sem br ar, sus cosechas sin  recoger, sus cer cas cubiertas de  zarzas y sus

 pr ados re pletos de los altísimos cardos de Canadá, pensó que lo mejor  er a tomar  esposo.Cuando se su po que mi  tía Patience pretendía matrimonio hubo  un  intenso al boroto 

 po pular . Todos los varones adultos se convirtieron  enseguida en hom bres casaderos. Lasestadísticas criminales del condado de Badger  muestr an que sólo en aquel año tuvieron lugar  más matrimonios que en cualquier  década antes o después. Pero ninguno de ellos er a el de mi tía. Los hom bres se casa ban con sus cociner as, con sus lavander as, con las madres de susesposas muertas, con las her manas de sus enemigos -se casa ban con quienquier a que se quisier a casar; y cualquier  hom bre que, por medios rectos o noviazgo, no pudier a conseguir  esposa acudía a un  juez de paz y hacía una declar ación  jur ada af ir mando que  tenía algunasesposas en Indiana. Tal er a el temor  de casar se en vida con mi tía Patience.

Ahor a  bien, por  lo que  respecta al af ecto  de mi  tía ella er a, como  el lector  ya ha brá su puesto, una mujer   bastante resuelta; y dado que la extr aordinaria e pidemia casamenter a no ha bía dejado sino un varón elegible en  todo aquel condado, ella ha bía puesto su cor azón en aquel varón elegible; después f ue y lo  tr a jo con alguna dif icultad a su hogar . R esultó ser  un alto párroco metodista de nom bre Huggins.

Aparte de su longitud desmedida, el pastor Berosus Huggins no er a tan mal ti po, y no se deja ba engañar  por  nadie. Sin em bargo, su pongo que er a el mortal más f eo en toda la mitad norte  de América -con su sem blante  delgado, anguloso, cadavérico  e  irr acionalmente solemne. Por  lo  gener al lleva ba un som brero  negro  de co pa  ba ja,  tan prof undamente encasqueta-do en la ca beza que le ecli psa ba par cialmente los ojos y le oscurecía totalmente laamplia gloria de los oídos. El otro único artículo visible de su indumentaria (exce ptuando un 

 par   de   botas de piel de  vaca arrugada, por  las cuales la pala br a "limpiar " podr ía ser  consider ada el f r agmento  insignif icante  de  un  idioma perdido) er a una levita negr a muy

ceñida, preternatur almente larga en  el talle, cuyos faldones le caían sobre los talones, a bsorbiendo el rocío. Siempre la lleva ba per f ectamente a botonada desde el cuello hacia a ba jo.De  esta maner a vestido se parecía  bastan-te a un  espectro. Su aspecto  er a tan clar amente antinatur al e  inhumano que siempre que  entr a ba a un maizal, los gr a jos a bandona ban tempor almente su tarea par a posar se sobre él en  bandadas, luchando por los mejores puestos alo largo de su per sona, declar ando así su desprecio por los dé biles inventos del gr anjero.

El día después de la  boda mi tía Patience llamó al pastor Berosus a la sala de consejo, ya brió su mente con el siguiente pro pósito:

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"Pues  bien, Huggy, querido,  te  dir é lo que hay que hacer  con  respecto a la casa. En  primer  lugar,  debes arreglar   todas las cer cas, quitando las malas hierbas y re primiendo laszarzas con mano dur a. Después tienes que exter minar  los cardos de Canadá, arreglar  el carro, re par ar  un ar ado o dos, y en gener al poner   todas las cosas en orden. Esto  te  impedirá hacer  tr avesur as dur ante casi dos años; por su puesto tendrás que dejar  de predicar, de momento. Tan 

 pronto como tú -¡Oh! olvida ba a la pobre Phoebe. Ella"-.

"Sr a. Huggins," interrumpió su solemne esposo, "espero ser  el medio, según la DivinaProvidencia, que lleve a ca bo todas las ref or mas necesarias en el gobierno de esta gr anja. Pero la her mana que tú mencionas (confío en que no sea de la gente mundana) -.tengo el placer  de conocer la? De hecho, el nom bre suena familiar, pero-".

"¡ No conoces a Phoebe!" gritó mi tía, con verdadero asom bro; "creía que todo el mundo en Badger conocía a Phoebe. ¡Pues tendrás que r ascar sus patas todas las  benditas mañanas de tu vida!".

"Te aseguro, señor a," contestó  dignamente  el pastor  Berosus, "que me producir ía un santo placer satisfacer las necesidades espirituales de la her mana Phoebe, hasta lo que alcanzami capacidad dé bil e indigna; pero, realmente, me temo que el servicio mer amente secular  delque tú ha blas debe ser conf iado a manos más ha bilidosas y, sugerir ía con todo respeto, f eme-

ninas".

"¡Cómo, vieeeejo  tooooonto!" contestó mi  tía, a briendo sus ojos con  inf inita sor  presa, "¡Phoebe es una vaca!".

"En ese caso," dijo el marido, con serenidad imperturba ble, "desde luego que me tocará a mí comprobar que su  bienestar  carnal está debidamente atendido; y estar é f eliz de dedicar asus patas tanto tiempo como pueda arrebatar, sin pecar, a mi lucha contr a Satán y los cardosde Canadá".

Dicho esto el pastor Sr . Huggins apretó el som brero contr a los hom bros, pronunció una breve  bendición sobre su novia, y se dirigió al corr al.

Ahor a  bien,  es necesario  ex plicar  que él sa bía desde  el princi pio quién  er a Phoebe, yesta ba familiarizado, de oídas, con todas sus cualidades pecaminosas. Además, se ha bía hecho a sí mismo el honor  de hacer le una visita, per maneciendo cer ca de su per sona, pero f uer a de su alcance, dur ante más de una hor a y dejando que ella lo examinar a con calma desde  todaslas cuartas de la  brújula. En  resumen, él y Phoebe se ha bían  ex plor ado mutuamente y se ha bían pre par ado par a la acción.

Entre los artículos de conf ort y lujo que f ueron a componer  la dote del  buen pastor, yque su  esposa ha bía hecho que f uese  tr ansportada a su  nuevo hogar,  esta ba una  bom ba

 patentada hecha de hierro f undido  de  unos siete pies de altur a. Ésta ha bía sido  de positadacer ca del corr al, con mir as a ser   bien colocada sobre el ta bla je que ha bía encima del corr al. ElSr . Huggins  busca ba ahor a este invento y tr ansportándolo a su destino lo colocó en posición, atornillándolo con f ir meza a las ta blas. Después se  despojó  de su larga ga bardina y delsom brero, a botonando la primer a holgadamente sobre la  bom ba, a la que casi  oculta ba, ycolgando  el último  de la cima de la estructur a. La palanca de la  bom ba, cuando  er a

 presionada, se  tor cía por  f uer a entre los faldones de la levita,  extr añamente como una cola, 

 pero contando con  esta exce pción apenas visible, cualquier   observador   impar cial hubier adeclar ado que aquello er a el Sr . Huggins, con una apariencia extr aordinariamente  buena.Ter minados los pre par ativos,  el  buen hom bre cerró con cuidado la puerta del corr al, 

sa biendo que tan pronto como Phoebe, que esta ba luchando en el huerto, notar a la precaución vendr ía y entr ar ía  brincando par a f rustr ar la, lo cual al f inalhizo. Su dueño, mientr as tanto, se ha bía tum bado, sin levita y sin som brero, a lo largo del exterior  de la cer cana valla de ta blas, donde pasó el tiempo de maner a muy agr ada ble, cogiendo un catarro de muerte y mir ando atr avés de un agujero en la mader a.

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Al princi pio, y dur ante  un  r ato,  el animal f ingía que  no  veía a la f igur a sobre la plataf or ma. De hecho le  volvió  el lomo  en cuanto llegó, simulando  un sueño ligero. Aldescubrir  que  esta estr atagema no alcanza ba el éxito que  ella esper a ba, la a bandonó y

 per maneció  varios minutos indecisa,  rumiando  de  una maner a poco  entusiasta, pero obviamente dándole muchas vueltas a la ca beza. Después empezó a olfatear por  el suelo como si estuvier a totalmente a bsorta en la  búsqueda de algo que ha bía perdido, vir ando aquí y allí, 

 pero cada vez acer cándose más al objeto de su perver so pro pósito. Al llegar a la distancia delha bla, se quedó quieta dur ante un momentito haciendo f rente a la f igur a f r audulenta, despuésalargó el hocico hacia ella, como par a que la acariciar a, intentando dar la impresión de que lascaricias y la diver sión er an más par a ella que la riqueza, el poder y los aplausos del po pulacho -a lo que la ha bían acostum br ado  toda su  dulce   juventud y sin lo cual no podía seguir .Entonces se aproximó un poco más, como par a estrechar  la pata, manteniendo todo el tiempo la ex presión más ama ble  en el rostro y realizando  todo  ti po de seductores saludos, guiños ysonrisas. De pronto  dio  una vuelta en  torno y con la r apidez  del relámpago  descargó  unaterrible coz  -una coz  de f uerza y f uria inconcebibles,  incompar a ble a nada en la natur alezaexce pto a ¡un relámpago procedente de un cielo claro!

¡El ef ecto f ue mágico! Las vacas cocean  no hacia atrás sino  de lado. El impacto que esta ba destinado a golpear  terrible-mente al falso teólogo, reaccionó sobre el pro pio animal, yeso y el dolor   juntos hicieron que  ella gir ar a como una peonza. Tal er a la velocidad de su rotación que parecía una conf usa vaca cir cular,  rodeada por  un anillo continuo como  el del

 planeta Saturno -¡el mechón  blanco del extremo de aquel r a bo que arr astr a ba todo! Luego, ala vez que la ininterrumpida f uerza centr íf uga disminuía y se  debilita ba,  empezó atam balear se y a perder  el equilibrio, y f inalmente, cayendo de lado, rodó sobre su lomo y se quedó inmóvil con todas sus patas en el aire, creyendo f r ancamente que de alguna maner a elmundo se ha bía colocado encima de ella y que lo sostenía a costa de su comodidad per sonal.Después perdió el conocimiento.

Cuánto tiempo per maneció inconsciente nunca lo su po, pero por f in vino en sí, y viendo la puerta a bierta de su esta blo, "más dulce que todo el cer cano paisa je que le sonreía", avanzó como pudo,  vacilando sobre las tres patas, se  restregó los ojos, y se sintió clar amente desconcertada sobre las cuartas de la  brújula. Al observar que el clérigo de hierro se af err a baf ir memente a su f e, ella le lanzó una mir ada de doloroso re proche y la vaca subyugada se f ue cojeando acongojada a su humilde ha bitáculo.

Dur ante  varias semanas la pata tr aser a derecha de Phoebe  estuvo hinchada hastaaumentar  monstruosamente, pero  tr as un per íodo  de acertados cuidados ella "volvió  en sí

 per f ecta-mente", como su compadecida y conf undida dueña ex presa ba,  o "se  recu peró totalmente", como  el reservado hom bre  de Dios pref er ía decir . Ahor a er a tan  dócil e inof ensiva "en su paseo y conver sación diarios" (Huggins) como un niño pequeño. Su nuevo amo solía poner  la pata enf er ma en sus rodillas, y si vamos a eso, podía ha ber séla llevado a la boca si lo hubier a deseado. Todo su carácter  parecía ha ber  cam biado  r adicalmente  -cam bió tanto que un día mi tía Patience, quien, aunque la que-r ía tanto, nunca antes se ha bía atrevido a tocar  el dobladillo de su vestido, como si dijer amos, se acer có a ella con toda conf ianza par a

aliviar la con una cazuela de na bos. ¡Car am ba! ¡de qué modo tan f ino espar ció a aquella  buenaanciana sobre la su per f icie  de un muro de piedr a contiguo! No se podr ía ha ber  conseguido que quedar a tan unif or me con una llana.

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EL VIUDO TURMORE

Las cir cunstancias en las que Jor am Tur more llegó a convertir se  en  viudo  no se han comprendido  nunca de modo  gener al. Yo las conozco,  natur almente, por que soy Jor am

Tur more; y mi  esposa, la dif unta Eliza beth Mar y Tur more, no las ignor a en a bsoluto; pero aunque ella induda blemente las cuente, todavía son un secreto, puesto que ni una sola alma lacree.

Cuando me casé con Eliza beth Mar y Johnin  ella er a muy rica;  de  otro modo yo difícilmente hubier a podido per mitir me el lujo de casar me, ya que no  tenía un centavo, y elCielo  no ha bía de positado  en mi cor azón  ninguna intención  de  ganar   uno. Yo  ocu pa ba laCátedr a de Gatos en la Univer sidad de Gr aymaulk in, y las actividades escolares me ha bían inha bilitado par a la pasión y el peso de los negocios o del tr a ba jo. Además, no podía olvidar  que  er a un Tur more  -miem bro  de  una familia cuyo lema desde la época de Guiller mo  de 

 Nor mandía es La bor are  est  err are29. La única inf r acción conocida de la sagr ada tr adición familiar  sucedió cuando Sir  Aldebar an Tur more  de Peter s-Tur more,  un  ilustre y ex perto ladrón  del siglo  diecisiete, asistió per sonal-mente a una difícil o per ación  emprendida por  

algunos de sus tr a ba jadores. Esa mancha en nuestro honor  no se puede con-templar sin la más prof unda mortif icación.Mi posesión  de la Cátedr a de Gatos en la Univer sidad  de Gr aymaulk in  no se ha bía

distinguido,  desde luego, por   ningún  ejemplo de acción mezquina. Nunca ha bía ha bido, almismo  tiempo, más de  dos estudiantes de la Noble Ciencia, y solamente  re pitiendo lasconf erencias manuscritas de mi predecesor, las cuales ha bía encontr ado  entre sus ef ectos(murió  en  el mar   de camino a Malta), podía saciar  suf icientemente su ham bre  de conocimiento sin incluso merecer  realmente la distinción que servía en lugar  de un sueldo.

 Natur almente,  en la necesidad, consider a ba a Eliza beth Mar y como  una clase  de Providencia especial. Ella imprudente-mente no quer ía compartir  su f ortuna conmigo, pero eso no me preocu pa ba; pues, aunque según las leyes de ese país (como es  bien conocido) laesposa disf ruta de se par ación de  bienes en vida, pasan al marido cuando ella muere; y ella no 

 puede  decidir  a voluntad sobre  ellos de  otro modo. La mortalidad  de las esposas esconsider a ble, pero no excesiva.

Al ha ber me casado con Eliza beth Mar y y, por  así decir lo, ha ber la ennoblecido convirtiéndola en una Tur more, sentía que la f or ma de su muerte deber ía, hasta cierto punto, estar  a tono con su  distinción social. Si yo aca ba ba con  ella a tr avés de los métodosmatrimoniales ordinarios,  incurrir ía en  una  justa tacha, como al que  despojan  del pro pio orgullo familiar . Pero no podía dar con un plan adecuado.

Ante la necesidad decidí consultar  los ar chivos Tur more, una colección de documentosque  no  tiene precio, la cual comprende los ar chivos de la familia desde la época de su f undador  en el siglo diecisiete de nuestr a er a. Yo sa bía que entre estos sagr ados documentosencontr ar ía inf or mes detallados de  todos los princi pales asesinatos cometidos por  misancestros, que en santa gloria estén, dur ante cuarenta gener aciones. A partir  de aquel montón de papeles no f r acasar ía en la obtención de las sugerencias más valiosas.

La colección contenía tam bién  reliquias muy interesantes. Ha bía patentes de  noblezaconcedidas a mis ante pasados por  las atrevidas y hábiles eliminaciones de pretendientes atronos, u ocu pantes de  ellos; estrellas, cruces y otr as condecor aciones da ban f e de servicios

29 Af orismo latino cuya tr aducción al español es tr a ba jar  es err ar .

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del carácter  más secreto  e  indescri ptible; diver sos regalos de los gr andes conspir adores delmundo  re presenta ban  un  valor  f inanciero  intr ínseco que sobre pasa ba todo cálculo. Ha bíatr a jes,  joyas, espadas de honor, y toda clase de "testimonios de estima"; la calaver a de un reyla br ada en  una co pa de vino; las escritur as titulares de  inmensas pro piedades, hace  tiempo ena jenadas por conf iscación, venta, o a bandono; un luminoso  breviario que ha bía pertenecido a Sir Aldebar an Tur more de Peter s-Tur more de infausto recuerdo; las orejas em balsamadas de 

los enemigos más célebres de la familia;  el intestino  delgado  de cierto  indigno  estadistaitaliano contr ario a los Tur mores, el cual,  trenzado en una cuerda de saltar, ha bía sido útil alos  jóvenes de seis gener aciones de parientes -recuerdos y recuerdos preciosos más allá de lo que la imaginación puede  estimar, pero según los mandatos de la tr adición y el sentimiento  jamás tr ansf eribles mediante venta o donación.

Como ca beza de familia, yo  er a el custodio de  todas estas reliquias sin precio, y par amayor  seguridad ha bía construido  en  el sótano  de mi  vivienda una cámar a acor azada de mamposter ía maciza, cuyos sólidos muros de piedr a y única puerta de hierro podían desaf iar  igualmente un  tem blor  de  tierr a, los ataques incansa bles del Tiempo, y la mano atroz de laCodicia.

Ahor a yo acudía a este  tesoro del alma, per f umado de sentimiento y ternur a, y rico  en sugerencias criminales,  en   busca de  instrucciones par a el asesinato. Par a mi sor  presa y

horrible pesar  ¡la encontr é vacía! Todas las estanter ías, todas las ar cas, todos los cof res ha bían sido desvalijados. ¡ No queda ba ni un solo  resto de aquella única e  incompar a ble colección!Sin  em bargo comprobé que hasta que yo ha bía a bierto la sólida puerta de metal,  ningún cerrojo ni ninguna tr anca ha bían sido mani pulados; los sellos de la puerta esta ban intactos.

Pasé la noche alternativamente lamentándome  e  investigando, sin  obtener   ningún resultado;  el misterio  er a impenetr a ble hasta la conjetur a,  el  bálsamo no mitiga ba el dolor .Pero ni una vez a lo largo de aquella espantosa noche mi ánimo f ir me a bandonó el importante 

 plan contr a Eliza beth Mar y, y el al ba me encontró más resoluto que antes a recoger  los f rutosde mi matrimonio. Mi gr an pérdida parecía que me relaciona ba más espiritualmente con misante pasados muertos, y que de posita ba sobre mí una nueva y más inevita ble obediencia a la

 per suasión que ha bla ba en cada glóbulo de mi sangre.Pronto se f or mó mi plan  de acción, y tr as conseguir   una cuerda gruesa,  entr é en  el

dor mitorio de mi esposa, hallándola, como esper a ba, sumida en un prof undo sueño. Antes de que se  despertar a, la ha bía atado con f ir meza por  las manos y los pies. Ella esta ba muysor  prendida y afligida, pero sin hacer  caso a sus protestas, pronunciadas en un  tono alto, lallevé a la cámar a acor azada ahor a desvalijada, a la cual nunca le ha bía per mitido entr ar, y de cuyos tesoros nunca la ha bía inf or mado. Sentándola, todavía atada, en un ángulo de la pared, 

 pasé los dos siguientes días y noches tr ayendo ladrillos y mortero al lugar, y en la mañana delter cer  día la ha bía emparedado completamente desde el suelo hasta el techo. Dur ante todo este tiempo  no presté más atención a sus peticiones de clemencia que ( ba jo promesa de  no resistencia, que  tengo que  decir  que honr adamente cumplió) a la concesión  de libertad  de miem bros. El espacio per mitido par a ella er a de aproximadamente cuatro por  seis pies. A lavez que yo  inserta ba los últimos ladrillos del remate, en contacto con el techo de la cámar a, 

ella se despidió de mí con lo que  juzgué la serenidad de la desesper ación, y descansé de mi tr a ba jo, sin-tiendo que 'ha bía cumplido f ielmente con las tr adiciones de una antigua e  ilustre familia. Mi única amarga reflexión, por lo que se ref er ía a mi pro pia conducta, procedía de laconsciencia de que  en la ejecución  de mi plan ha bía tr a ba jado; pero  esto ningún alma viva jamás lo sa br ía.

Después de  una noche  de  descanso acudí al Juez  del Tribunal de Sucesiones yHerencias e hice una relación ver ídica y  jur ada de todo lo que ha bía llevado a ca bo -exce pto que atribuí a un criado el tr a ba jo manual de la construcción del muro. El señor   juez designó un comisario del tribunal, quien  realizó un cuidadoso  examen de la obr a, y tr as su  inf or me 

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Eliza beth Mar y Tur more, al ca bo  de  una semana, f ue  declar ada muerta. Según  el debido  proceso legal pasé a poseer  sus  bienes, y aunque  estos no  er an  ni por  cientos de miles de dólares tan valiosos como mis tesoros perdidos, me alzaron de la pobreza a la riqueza y me tr a jeron el respeto de los gr andes y los  buenos.

Unos seis meses después de estos acontecimientos me llegaron extr años rumores de que el fantasma de mi esposa muerta ha bía sido visto en varios lugares del país, pero siempre a

una distancia consider a ble de Gr aymaulk in. Estos rumores, sobre los que no pude averiguar  dónde se originaron con autenticidad, se dif erencia ban ampliamente en muchos detalles, pero er an semejantes en atribuir  a la aparición  un cierto alto  gr ado  de  evidente prosperidad mundana com binada con  un  descaro muy inf recuente  entre fantasmas. No sólo se  vestía elespíritu con prendas suntuosas, sino que anda ba a mediodía, e  ¡incluso conducía! Yo esta bainefa blemente molesto por   estas noticias, y pensando que podr ía ha ber  algo más que su per stición en la creencia po pular  de que sólo los espíritus de los muertos inse pultos todavíavagan por  la tierr a, llevé a algunos tr a ba jadores equi pados con picos y palancas a la cámar aacor azada desde hacía tiempo  inviolada, y les ordené que derribar an la pared de ladrillo que yo ha bía construido en torno a la socia de mis alegr ías. Yo esta ba resuelto a of recer al cuer  po de Eliza beth Mar y tal entierro como  juzgué que su parte  inmortal estar ía dispuesta a ace ptar  como equivalente al privilegio de vagar a voluntad entre las guaridas de los vivos.

En  unos pocos minutos ha bíamos derribado  el muro  e,  introduciendo  una lámpar a atr avés de la a bertur a, mir é en  el interior . ¡ Nada! Ni un hueso, ni un mechón de pelo, ni  un  jirónde su  ro pa -¡el reducido  espacio que,  en mi af idávit30

, ha bía sido legalmente declar ado como el continente de todo lo que er a mortal de la dif unta Sr a. Tur more esta ba a bsolutamente vacío! Esta asom brosa revelación, que sobrevenía a una mente ya nerviosísima por  demasiados misterios y emociones, er a más de lo que yo podía so portar . Grité en voz alta yme dio un ataque. Dur ante meses después estuve entre la vida y la muerte, f ebril y delir ante; no me recu per é hasta que mi médico ha bía tenido la previsión de coger  una maleta de valiosas joyas de mi ca ja de caudales y a bandonar  el país.

Al ver ano siguiente tuve que visitar mi  bodega, en un ángulo de la cual ha bía construido la cámar a acor azada ahor a a bandonada desde hacía tiempo. Al mover  un tonel de Madeir a lo golpeé con consider a ble f uerza contr a la pared que actua ba como  ta bique, y me asom br é alobservar que desplaza ba dos gr andes piedr as cuadr adas que f or ma ban parte de la pared.

Aplicando las manos a éstas, las empujé completamente hacia af uer a con facilidad, ymir ando a tr avés ví que ha bían caído en el nicho en el que yo ha bía emparedado a mi lamenta-da esposa; f rente a la  brecha que su caída dejó, y a una distancia de cuatro pies, se halla ba elenladrillado que mis pro pias manos ha bían hecho par a el control de aquella desgr aciada dama.Ante  esta signif icativa revelación  emprendí un  registro de la  bodega. Detrás de  una f ila de toneles encontr é cuatro objetos históricamente interesantes pero sin valor  intr ínseco:

En primer  lugar, los restos mohosos de un manto ducal de ceremonia (florentino) delsiglo  once;  en segundo lugar,  un   breviario  de  vitela31 luminoso con  el nom bre  de Sir  Aldebar an Tur more de Peter s-Tur more  inscrito  en colores sobre la página donde se halla eltítulo; en ter cer lugar, una calaver a humana la br ada en una co pa par a  beber  y completamente 

manchada de vino; en cuarto lugar, la cruz de hierro de un Ca ballero Comandante de la Orden de Envenenadores del Imperio Austr íaco.Eso er a todo -ningún objeto tenía valor comer cial, no ha bía papeles- nada. Pero esto er a

suf iciente par a aclar ar  el misterio de la cámar a acor azada. Mi mujer pronto ha bía adivinado laexistencia y pro pósito  de  ese aposento, y con  una ha bilidad  equivalente al genio ha bíaef ectuado una entr ada aflojando las dos piedr as del muro.

30 Af idávit es un tér mino legal que designa la declar ación  jur ada hecha ante una autoridad; en especial la que hacen los súbditos extr anjeros de los títulos que poseen de la deuda de un país.31 Vitela es la piel de vaca o terner a, adobada y muy pulida, sobre todo la que sirve par a pintar  o escribir .

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A tr avés de esa  brecha ha bía robado en deter minados momentos la colección enter a, lacual induda blemente ha bía conseguido convertir   en moneda del reino. Cuando con  justiciainconsciente, que me priva de cualquier  satisfacción  en mi  recuerdo,  decidí emparedar la, seleccioné, por  alguna fatalidad maligna, aquella parte  en la que  esta ban  estas piedr asmovibles, y sin duda antes de que yo hubier a aca bado por completo mi obr a de al bañiler ía ellalas ha bía quitado y, deslizándose hasta la  bodega, las colocó nuevamente como esta ban en su 

origen. Desde la  bodega ha bía escapado f ácilmente sin ser  vista, par a disf rutar  de sus infamesganancias ilícitas en lugares distantes. He procur ado conseguir   una orden  judicial, pero  elIlustr ísimo Barón del Tribunal de Acusación y Condena me recuerda que ella está legalmente muerta, y dice que mi  único camino  es ir  ante  el Maestro  de Cadáveres y gestionar   un mandato legal de  desenterr amiento y resurrección constructiva. Así que parece que he  de suf rir  sin  remedio  este  gr an agr avio a manos de  una mujer   desprovista tanto  de princi pioscomo de vergüenza.

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EL SALTO MORTAL DEL SR. SWIDDLER 

Jerome Bowles (decía el ca ballero llamado Swiddler ) ha bía de ser ahor cado el viernes, nueve de noviem bre, a las cinco de la tarde. Esto iba a tener  lugar  en la ciudad de Flatbrok e, 

donde por aquel entonces él esta ba encar celado. Jerome er a amigo mío, y natur almente yo no esta ba de acuerdo con  el  jur ado que lo ha bía condenado  en cuanto al gr ado  de culpa presu puesto por   el hecho conf esado  de que ha bía dispar ado a un  indio sin provocación directa. Tr as su  juicio yo ha bía estado procur ando  influir  en el Gobernador  del Estado par aque le concedier a el perdón; pero el sentimiento público  esta ba en mi contr a, hecho que yo atribuía en parte a la innata ter quedad del pueblo, y en parte a la reciente f undación de iglesiasy escuelas que ha bían corrompido las nociones primitivas de una comunidad f ronteriza. Pero tr a ba jé duro e incansa blemente por cualquier  ti po de medios directos e indirectos dur ante todo el per íodo en el que Jerome estuvo condenado a muerte; y en la mañana del día señalado par ala ejecución, el Gobernador me llamó, y diciendo que "él no  tenía intención de preocu par se 

 por mis importunidades todo el invierno", me entregó el documento que tan a menudo ha bíarechazado.

Ar mado con este precioso papel, f ui volando hasta la of icina de  telégr af os par a enviar  un mensa je al Sheriff de Flatbrok e. Me encontr é con que el o per ador  esta ba poniendo la llave a la puerta de la of icina y cerr ando  del todo. Le su pliqué en  vano;  dijo que  iba a ver   elahor camiento, y que  realmente  no  tenía tiempo par a enviar   el mensa je. He  de  ex plicar  que Flatbrok e esta ba a quince millas de distancia; yo esta ba entonces en Swan Creek , la capitaldel estado.

Como  el o per ador   er a inexor a ble, salí corriendo hacia la estación  de f errocarril par acomprobar  a qué hor a partía el primer   tren par a Flatbrok e. El encargado  de la estación, tr anquila y cortésmente malévolo, me inf or mó de que a todos los empleados del f errocarril se les ha bía dado  un  día de  vacaciones par a ver   el ahor camiento  de Jerome Bowles, que se ha bían ido ya en un tren de madrugada, y que no ha br ía otro tren hasta el día siguiente.

Yo  esta ba ahor a f urioso, pero  el encargado  de la estación me  echó  discretamente, 

cerr ando las puertas. Fui  de prisa hacia la ca balleriza de alquiler  más cer cana. ¿Por  qué prolongar  mi carrer a de contr atiempos? No pude obtener  un sólo ca ballo en aquella ciudad; ninguno esta ba libre desde hacía semanas con el f in de llevar a la gente al ahor camiento. Eso es lo que  todos decían, al menos, aunque ahor a sé que ha bía una perver sa conspir ación par af rustr ar los límites de la misericordia, ya que el asunto del perdón se ha bía divulgado.

Er an ahor a las diez en punto. Sólo tenía siete hor as par a recorrer  las quince millas a pie;  pero yo er a un excelente andar ín y esta ba completamente enojado; no ha bía duda de mi ha bi-lidad par a cubrir  la distancia con  una hor a de sobr a. La vía férrea of recía la mejor  o portunidad; se  extendía en línea recta como una cuerda a tr avés de una llanur a unif or me ysin árboles, mientr as que el camino hacía un amplio rodeo al pasar por  otr a ciudad.

Emprendí la mar cha como un Modoc en la senda de la guerr a. Antes de que hubier acaminado media milla me alcanzó "Ese Jim Peasley", como lo llama ban en Swan Creek , un  bromista incur a ble, amado y evitado por  todos los que lo conocían. Me preguntó mientr as se acer ca ba si "iba al espectáculo". Pensando que lo mejor  er a disimular, le dije que así er a, pero no le ha blé par a nada de mi  intención de detener  la ejecución; pensé que ser ía una lección 

 par a Ese Jim per mitir le caminar quince millas par a nada, ya que er a evidente que iba tam bién.Sin em bargo, yo desea ba que él f uer a delante o que se quedar a atrás. Pero él no podía hacer lo 

 primero muy  bien, y no har ía lo último; así que continuamos caminando  juntos.Er a un día nuboso y muy  bochornoso par a esa época del año. La vía férrea se extendía

ante  nosotros,  entre su  doble f ila de postes telegráf icos, con  una sever a unif or midad, 

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ter minando  en un punto del horizonte. Por  cualquier  lado la desalentador a monotonía de lallanur a er a continua.

 No obstante, yo pensa ba poco en estas cosas, pues mi exaltación mental er a insensible ala influencia de primente  del paisa je. Esta ba a punto  de salvar  la vida de mi amigo  -de devolver  un ex perto tir ador a la sociedad. De hecho apenas pensa ba en Ese Jim, cuyos tacones

 pulveriza ban la dur a gr ava muy cer ca de mí, exce pto cuando él estima ba conveniente ex poner  

de vez en cuando la pregunta sentenciosa, y yo  juzga ba irónica,"¿Cansado?" Por su puesto que lo esta ba, pero hubier a pref erido morir antes que conf esar lo.

Ha bíamos caminado así, aproximadamente la mitad  del tr ayecto, proba blemente  en mucho menos de la mitad  de las siete hor as, y esta ba yo  tomando aliento, cuando Ese Jimrompió el silencio de nuevo.

"Antes da bas saltos en un cir co, ¿verdad?"¡Er a verdad! en una época de de presión pecuniaria una vez tuve que colocar  las piernas

en el estómago -convertí mis dotes atléticas en venta ja económica. No er a un tema agr ada ble, y no dije nada. Ese Jim continuó:

"¿No te gustar ía hacer ahor a a un socio un salto mortal, eh?"El tono  bur lón  de  esta mofa er a intoler a ble;  ese  ti po me consider a ba evidentemente 

"rendido", así que tomando una corta carrerilla puse las manos sobre los muslos y ¡realicé un 

salto mortal tan  bonito como  jamás f ue hecho sin  tr ampolín! Al momento me puse derecho con la ca beza todavía dando vueltas. Sentí que Ese Jim pasa ba atro pelladamente por  delante de mí, dándome una vuelta que casi me envía f uer a del camino. Un momento después él ha bíaavanzado a un paso tremendo, riéndose  bur lonamente por  encima del hom bro como si hubier ahecho algo extr aordinariamente ingenioso par a tomar la delanter a.

Yo le pisé los talones en menos de diez minutos, aunque he de conf esar que el hom bre sa bía caminar  asom brosamente. En media hor a lo ha bía adelantado, y al ca bo  de una hor alleva ba un paso tan f ulminante que él er a un mero punto negro a mis espaldas, y parecía estar  sentado en uno de los carriles, total-mente agotado.

Liber ado  del Sr . Peasley, comencé natur almente a pensar   en mi pobre amigo  en lacár cel de Flatbrok e, y se me ocurrió que algo podr ía suceder  par a apresur ar  la ejecución. Yo conocía el sentimiento del país en su contr a, y que muchos acudir ían allí desde lejos quienesdesear ían lógicamente llegar  a casa antes del anochecer . No podía evitar   reconocer  que lascinco en punto er a irr azona blemente tarde par a un ahor camiento. Tortur ado por  estos temores, incrementé inconscientemente mi mar cha a cada paso, hasta que casi  er a una carrer a. Me desprendí del a brigo y lo tir é, a br í el cuello, y desa botoné el chaleco. Y por f in, reso plando y echando vapor  como una locomotor a,  irrumpí violentamente  en medio de unaescasa multitud de gandules a las af uer as de la ciudad, y floreció el perdón locamente encimade mi ca beza, al gritar, "¡Ba jadlo! -¡ba jadlo!"

Después, como  todo  el mundo  observa ba con prof undo asom bro y nadie  decía nada, tuve  tiempo de mir ar  en  torno, mar avillándome de la apariencia extr añamente familiar  de laciudad. A la vez que mir a ba, las casas, calles, y todo parecía ex perimentar  una re pentina ymisteriosa tr ansposición respecto a las cuartas de la  brújula, como gir ando sobre un eje; y al

igual que el que se despierta de un sueño me encontr é entre escenarios ha bituales. Par a ha blar  sin rodeos, ha bía regresado de nuevo a Swan Creek , ¡tan claro como el agua!Fue todo obr a de Ese Jim Peasley. El intrigante pícaro me ha bía provocado par a dar  un 

salto mortal desconcertante, después chocó contr a mí, dándome un medio giro, y emprendió el tr ayecto de regreso, incitándome de este modo a enganchar lo en la misma dirección. El díanuboso, las dos líneas de postes tele-gráf icos, una a cada lado del camino, la total monotoníadel paisa je a derecha e  izquierda -todos estos ha bían conspir ado par a impedir  que yo observar a que ha bía cam biado de dirección.

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Cuando el tren de recreo regresó de Flatbrok e aquella tarde a los pasa jeros se les narró un cuentecito a mi costa. Er a  justo lo que necesita ban par a animar se un poquito después de lo que ha bían visto; pues mi salto mortal ¡ha bía roto el cuello de Jerome Bowles a siete millas de distancia!

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EL CUENTECITO

DRAMATIS PERSONE - Un  director  su pernumer ario. Un cola bor ador   en per íodo  de  prueba.

ESCENA - La of icina de "The Ex pounder "32.

COLABORADOR EN PERÍODO DE PRUEBA-¿Está el director? 

DIRECTOR SUPERNUMERARIO-Estoy muerto.

C.P.P.-Los dioses me favorecen. (Saca un  rollo manuscrito.) Aquí hay un cuentecito, que voy a leer le.

D.S.-¡Oh, oh!

C.P.P.-(Lee.) "Er a la última noche del año -una noche revoltosa, nociva y of ensiva. En la calle princi pal de San Fr ancisco"-.

D.S.-¡Maldito San Fr ancisco!

C.P.P.-Tenía que suceder  en algún lugar . (Lee.)

"En la calle princi pal de San Fr ancisco ha bía una pequeña huér fana,  observando  eltiempo como  un  voluntario. Sus piececitos descalzos estampa ban  besos helados sobre laslosas cuando ella los ponía en tierr a y los levanta ba alternativamente. La lluvia congelante se divertía con su cuero ca belludo, y  juga ba tontamente con su pelo  -su pro pio pelo. El viento 

nocturno  ex plor a ba con sagacidad sus har apos, como si sospechar a que hacía contr a bando.Ella veía a multitud de gente de aspecto resuelto que se arruina ba horriblemente con  juguetesy dulces par a los seres queridos de sus hogares, y desea ba estar  en su lugar par a arruinar se un 

 poco -sólo un poco. Después, cuando el f eliz  tro pel ha bía pasado a su lado a toda velocidad con montones de cosas par a que los niños enf er mar an, se inclina ba contr a una farola de hierro delante de una panader ía y encendía la mala envidia. Pensa ba, pobre criatur a, que le gustar íaser  un pastel - pues esta niñita tenía de ver as mucho ham bre. Luego lo intenta ba otr a vez, y se imagina ba que le gustar ía ser  una tarta con f ruta troceada por  dentro; entonces estar ía caliente todos los días y nadie la comer ía. Pues la niña tenía f r ío además de ham bre. Finalmente, ellase esf orzó  bastante, y pensó que podr ía estar  muy contenta como horno; pues entonces se lamantendr ía siempre caliente, y los panaderos le  introducir ían  todo  ti po de cosas  buenas con una pala larga."

D.S.-He leído eso en alguna parte.

C.P.P.-Es muy proba ble. Este cuentecito  no ha sido   jamás rechazado por   ningún  periódico al que se lo he of recido. Es más per f ecto, tam bién, cada vez que lo escribo. Cuando 

32 En este relato los nom bres de los periódicos o revistas tienen que ver, en su mayor parte, con el contenido de la narr ación, y, por  eso, tr aduciremos esos nom bres en las notas a pie de página. En el caso que nos ocu paex pounder  es aquel que cuenta y ex plica algo muy detalladamente.

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apareció por primer a vez en Ver acityo33 el director  dijo que le costó cien suscri ptores. ¡Preste  pues atención a la mejor a! (Lee.)

"Las hor as se deslizaron -exce pto unas pocas que se congelaron en el pavimento- hastala medianoche. Las calles esta ban ahor a desiertas, y como el almanaque ha bía pronosticado luna nueva en torno a esta época, las farolas ha bían sido apagadas a conciencia. De re pente un 

gr an globo sonoro cayó desde la torre de una iglesia adyacente, y ex plotó en la noche con un estruendo metálico. Entonces todos los relojes y campanas comenzaron a tocar  el Año Nuevo -bom bardeando y causando estr épito y gritando y rematando a todos los nerviosos pospuestosdesde el domingo precedente. La huer fanita se despertó de su sueño, dejando un pedacito de 

 piel sobre la deslustr ada farola, apretó sus delgadas manos azules y miró hacia arriba, 'con unaloca inquietud,"'- 

D.S.-En The Monitor 34 decía "con ojos codiciosos".

C.P.P.-Lo sé; no ha bía leído a Byron entonces. Un perro listo, Byron. (Lee.)"En ese momento una tarta de arándanos agrios cayó a sus pies, aparentemente desde las

nubes."

D.S.-¿Y qué pasa con los ángeles? 

C.P.P.-El director   de Good Will35 los su primió. Dijo que San Fr ancisco  no  er a lugar   par a ellos; y no creo-.

D.S.-¡Vamos, vamos! No importa. Continúe con el cuentecito.

C.P.P.-(Lee.) "Mientr as ella se  inclinó par a recoger  la tarta un  bocadillo  de  terner a ba ja ba a gr an velocidad, y a bof eteó una de sus orejas. Después esquivó con agilidad un pan de trigo, y luego un gr an  jamón cayó tor  pemente sobre los dedos de sus pies. Un saco de harinase reventó en medio de la calle; una loncha de tocino quedó atr avesada en una señal de hierro.Poco después una ristr a de salchichas se posó en cír culo alrededor  de ella, aplastándose como si una apisonador a hubier a pasado por   encima. Tr as esto llegó la calma -nada  ba jó  exce pto 

 pescado seco, f r íos puddings y ro pa interior   de f r anela; pero  en  ese momento sus deseosempezaron a hacer   ef ecto  otr a vez, y un cuarto  de carne de  vaca descendió con  tremendo ímpetu sobre la ca beza de la huer fanita."

D.S.-¿Y que le pareció  ese cuarto  de carne  de  vaca al director   de The R easona ble Virtues36

C.P.P.-Oh, se lo  tr agó como  un hom brecito, y lo  introdujo  en  unos pocos cerdos

adobados suyos. Los he omitido, por que no quiero intrusos que alteren el Cuentecito. (Lee.)"Se podr ía pensar  que  er a suf iciente; pero  no. R o pa de cama,  zapatos, mantequilla, enor mes quesos,  ristr as de cebollas, cantidades de mer melada a gr anel,  barriletes de  ostr as, 

 pollos titánicos, ca jones re pletos de  va jillas y artículos de  vidrio, cosas variadas par a elgobierno de la casa, f ogones par a cocinar, y montones de carbón llovían en amplias catar atas

33 Ver acidad.34 Monitor  es el rece ptor .35 Buena voluntad.36 Las virtudes r azona bles.

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desde  un cielo  generoso, apilándose por   encima de aquella niña hasta una prof undidad  de veinte pies. El tiempo  tardó más de dos hor as en despejar; y a las tres y media una pesadamole37  de azúcar   golpeó la esquina de las calles Clay y K earney, con  un  impacto que estremeció la península como un terremoto y paró todos los relojes de la ciudad.

"Al amanecer  los  buenos comer ciantes llegaron a la escena con palas y carretillas, yantes de que el sol del año nuevo cumplier a una hor a de edad, se ha bían a bastecido con todas

estas provisiones -las ha bían  escondido  en sus  bodegas, y las ha bían colocado muy  bien  en sus estantes, listas par a ser  vendidas a los dignos pobres."

D.S.-Y la niña pequeña -¿qué f ue de ella? 

C.P.P.-Usted no debe adelantar se al Cuentecito. (Lee.)

"Cuando  ellos llegaron a donde se halla ba la malvada huer fanita que  no se ha bíacontentado con su lote alguien tr a jo una escoba, y f ue con cuidado  barrida y retir ada. Despuésla levantaron  tiernamente, y la llevaron ante el  juez de primer a instancia. Aquel f uncionario esta ba de pie  en la puerta de su  of icina, y con  un movimiento  de la mano que  indica badesaprobación, dijo al hom bre que la tr aía:

"Vamos, már chese,   buen hom bre;  vino  un  ti po aquí tres veces ayer  que  intentó vender me  justamente este mapa."

37 Hemos empleado mole par a la tr aducción del tér mino hogshead, que designa una medida de capacidad equivalente a 52,5 galones o, aproximadamente, 225 litros.

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CORROMPIENDO A LA PRENSA

Cuando a Joel Bird se le  of reció ser   gobernador   de Missouri, Sam Henly dirigía elBugle de Berr ywood; y apenas se ha bía f or malizado la pro puesta por  la Convención Estatal

cuando él se declaró acalor adamente  en contr a del partido. Sam er a un  escritor  hábil y lasmentir as que  inventó sobre  el candidato  ¡er an  vergonzosas! Nosotros, sin  em bargo, so portamos eso muy  bien, pero luego Sam cam bió rotundamente de política y empezó a decir  la verdad. Esto ya er a demasiado;  el Comité del Condado celebró preci pitadamente  unareunión, y decidió que ha bía que detener lo; así que yo, Henr y Barber, f ui enviado par a tomar  medidas a ese f in. Sa bía algo de Sam: lo ha bía compr ado varias veces, y estima ba su valor  actual en  unos mil dólares. Esta le pareció al comité una cif r a r azona ble, y cuando se lo mencioné a Sam dijo que "él lo consider a ba  justo; nunca deber ían decir  que el Bugle er a un 

 periódico  de  tr ato  difícil." No  obstante, hubo algún  retr aso  en la reunión  del dinero; loscandidatos par a las of icinas locales no ha bían dispuesto todavía de sus cerdos otoñales, y se halla ban  en apuros f inancieros. Algunos prestaron un cerdo, uno dio varios k ilos de maíz38

, otro  una  bandada de pollos; y el hom bre que aspir a ba a la distinción  de Juez  del Condado 

 pagó su gr avamen con un carro. Estas cosas ha bían de ser convertidas en dinero con pérdidasruinosas, y mientr as tanto Sam seguía lanzando un incesante torrente de dardos envenenados anuestr a facción política. Nada que yo dijer a le har ía detener se; contesta ba invaria blemente que no ha br ía tr ato hasta que él tuvier a el dinero. Los hom bres del comité esta ban f uriosos;  elasunto  requer ía toda mi elocuencia par a impedir  que  ellos declar asen  el contr ato nulo y sin ef ecto; pero f inalmente me pasaron un  billete de mil dólares nuevo y limpio, que con la mayor  urgencia tr ansf er í a Sam en su residencia.

Aquella tarde hubo  una reunión  del comité: todos parecían  de  nuevo muy alegres, exce pto Hook er  of Jayhawk. Este viejo desgr aciado se sentó cómodamente y movió la ca bezanegativamente  dur ante  toda la sesión, y  justo antes de la clausur a dijo, mientr as cogía elsom brero par a mar char se, que quizás todo er a correcto-y honesto; que puede que no hubier aem bustes, pero que él tenía sus dudas -sí, él tenía sus dudas39. El viejo ref unf uñón re pitió esto 

hasta que me sacó de quicio más allá del límite."Sr . Hook er," dije, "conozco a Sam Henr y desde que él esta ba en la cima, y no hay

hom bre más honesto en el viejo Missouri. ¡La pala br a de Sam Henly es tan  buena como su  billete! Es más, si algún ca ballero cree que él disf rutar ía con un f uner al de primer a clase, y pro por ciona los accesorios de luto, yo facilitar é el cadáver . Y se lo puede llevar  a casaconsigo de esta reunión".

Llegado a este punto el Sr . Hook er  esta ba intr anquilo por mar char se.Al ha ber me quitado  este asunto de mi consciencia dor mí hasta tarde al día siguiente.

Cuando  iba por  la calle  ví enseguida que pasa ba algo "malo". Ha bía corrillos de  gente reunidos en las esquinas, algunos leían con ansia el número  de aquella mañana del Bugle, otros gesticula ban, y otros camina ban malhumor ada-mente  echando pestes entre dientes, no en voz alta sino gr ave. De pronto oí un griter ío  emocionado  -un  rugido conf uso de muchos

 pulmones, y los pisoteos de  innumer a bles pies. En  esta  ba bel de  ruidos pude  distinguir  las pala br as "¡Matadle!" "¡Calentadle el pellejo!" y así sucesivamente; y, mir ando calle arriba, vílo que parecía ser  toda la población masculina corriendo calle a ba jo. Yo soy muy exaltado, y, 

38 Hemos o ptado por  esta tr aducción de la f r ase one gave twenty bushels of corn, pues  bushel es una medidaanglosa jona de áridos sin tr aducción al español. En Gr an Bretaña equivale a 36,36 litros, y en Estados Unidos a35,24 litros.39 Bier ce re produce coloquial y dialectalmente el ha bla de Hook er  of Jayhawk , lo cual sor  prende en un escritor  que a borrece los dialectalismos y el slang. En la tr aducción al español se pierde ese uso original del inglés.

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aunque  no sa bía el pelle-jo de quién  tenía que ser  calentado, ni por  qué ha bía que matar  aalguien, salí dispar ado delante de las masas clamorosas gritan-do "¡Matadle!" y "¡Calentadle el pellejo!" tan alto como el que más,  buscando todo el tiempo a la víctima. Ba jamos la calle volando como una tor menta; después doblé una esquina, creyendo que el canalla debía ha ber  subido por aquella calle; luego pasé como un r ayo por  una plaza pública; por  un puente; deba- jo de un ar co; f inalmente regresé a la calle princi pal gritando como una panter a, y resuelto a

matar  al primer  ser  humano que alcanzar a. La muchedum bre seguía mi  iniciativa,  gir ando cuando yo gir a ba, chillando cuando yo chilla ba, y -de  re pente se me ocurrió que  ¡er a yo  elhom bre cuyo pellejo ha bía de calentar se!

 No hay necesidad de ex playar se en la sensación que produjo en mí este descubrimiento; af ortunadamente me  encontr a ba a pocas yardas de las ha bitaciones del comité, y entr é de maner a preci pitada en éstas, cerr ando y echando el cerrojo a las puertas tr as de mí, y subiendo las escaler as como un relámpago. El comité se halla ba en una sesión solemne, sentado en unahiler a atr activa y unif or me en los  bancos delanteros, todos con los codos sobre las rodillas, yla  barbilla descansando  en las palmas de las manos - pensando. A los pies de cada uno se halla ba una co pia descuidada del Bugle. Todos los miem bros me mir aron f ijamente, pero nadie se movió, nadie prof irió un sonido. Ha bía algo terrible en este silencio preternatur al, y

se hacía más impresionante por  el ronco mur mullo de la multitud en el exterior, que echa baa ba jo la puerta. No lo podía so portar  más, pero me adelanté dando pasos largos y cogí el

 periódico que yacía a los pies del presidente. En la ca becer a de las columnas editoriales, en letr as del tamaño de media pulgada, se encontr a ban los siguientes asom brosos titulares:

"¡Escándalo miser a ble! ¡Agresiva corru pción  entre  nosotros! ¡Los vampiros se f rustr aron! ¡Henr y Barber   vuelve a su  viejo   juego! ¡La r ata roe  una lima! ¡Las hordasdemocráticas intentan  no hacer  caso alguno a la gente libre! ¡Vil tentativa de sobornar  aldirector  de este periódico con un  billete de veinte dólares! El dinero se ha entregado al asilo de huér fanos."

 No seguí leyendo, pero me quedé completamente  inmóvil en el centro de la sala, y caíen  un  ensueño. ¡Veinte  dólares! En cierto modo parecía una simple  tonter ía. ¡ Novecientosochenta dólares! Yo no sa bía que ha bía tanto dinero en el mundo. Veinte - no, ¡ochenta y un mil dólares! Ha bía cif r as gr andes y negr as flotando por   toda la sala. Catar atas incesantes de ellas descendían por  las paredes, se par a ban, y huían  espantadas cuando yo las mir a ba, ycomenza ban a ir  de nuevo a toda velocidad cuan-do  ba ja ba la mir ada. De vez  en cuando lacif r a 20 adquir ía f or ma en algún lugar  de la ha bitación, y después la cif r a 980 se desliza ba por  encima y la cubr ía. Luego, como las vacas flacas del sueño de Far aón, todas se mar cha ban ydevor a ban los gruesos ceros del número 1.000. Y  bailando como mosquitos en el aire ha bíamir íadas de fantasmitas con f or ma de caduceo40

, así $$$$$. Yo no entendía nada en a bsoluto,  pero  empecé a comprender  mi posición. Directamente  el viejo Hook er, sin mover se  de su asiento, comenzó a apagar  el ruido de innumer a bles pies en las escaler as elevando su delgado 

falsetto41

:"Quizás, Sr . Presidente, sea todo honesto. Sa bemos que  el Sr . Henly no sa be  decir  mentir as; pero yo dudo prof undamente de que haya una remanente debida a este su comité

 por parte del ca ballero que hay en la sala -si él no os hubier a enviado a por acces... de luto - a por f uner ales de primer a clase.42 

40 El caduceo es un atributo de Mer curio, usado hoy como sím bolo del comer cio; consiste en una var a lisa, con dos alas a un extremo, rodeada de dos culebr as.41 El falsetto es la voz más aguda que la natur al, ya sea al ha blar  o al cantar .42 De nuevo nos encontr amos con un párr af o pronunciado por Hook er  de Jayhawk , y que en el original aparece 

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Me sentí en  ese momento como si yo mismo  disf rutar a inter  pretando  el per sona je  princi pal de un f uner al de primer a clase. Sentía que  todos en mi lugar  deber ían de  tener  un ataúd  bello y cómodo, con una placa de plata, un calentador  de pies, y ventanas saledizas par alas orejas. ¿Cómo cree usted que se ha br ía sentido? 

El salto que di desde la ventana de la sala del comité, la velocidad en mi carrer a hacia el bosque contiguo, y mi a bnegación por   resistir me al impulso  de  regresar  algún  día a

Berr ywood y cuidar  de mis intereses políticos y materiales allí han sido cosas por  las que he consider ado siempre que ha bía de sentir me orgulloso en  justicia, y espero estar  orgulloso de ellas.

cargado de coloquialismos y dialectalismos, imposibles de emular  en la ver sión española.

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UN CARGAMENTO DE GATOS

El día 16 de  junio  de 1874 el  bar co Mar y Jane  navega ba desde Malta excesivamente cargado de gatos. Este cargamento nos dio  bastantes problemas. No esta ba dispuesto en pacas, 

sino que ha bía sido descargado  en la  bodega a gr anel. El capitán Doble, que una vez ha bíacomandado  un  bar co que  tr ansporta ba carbón,  decía que creía que  este plan  er a el mejor .Cuando la  bodega esta ba llena de gatos se aseguró la escotilla con listones y nosotros nossentimos  bien. Desgr aciadamente el segundo de a  bordo, pensando que los gatos tendr ían sed, introdujo una manguer a en una de las escotillas y  bom beó una cantidad consider a ble de agua, y los gatos de los niveles inf eriores se ahoga-ron todos.

Usted ha visto un gato muerto en un estanque: recuerde su cir cunf erencia a la altur a de la cintur a. El agua multi plica la magnitud de un gato muerto por  diez. El primer  día f uer a se observó que el  bar co esta ba muy def or mado. Medía tres pies en anchur a más de lo nor mal ytanto como  diez pies menos en longitud. La convexidad  de su cubierta ha bía aumentado visiblemente de po pa a proa, pero apunta ba hacia arriba en am bos extremos. El timón no teníaagua y el  bar co sólo respondía al timón cuando navega ba contr a una f uerte  brisa: cuando se 

f orza ba el timón hacia un lado  roza ba el viento y tor cía el  bar co; y después ya no se goberna ba más. Debido a la curvatur a de la quilla, los mástiles se  unían  en lo alto, y un marinero que ha bía ascendido por  el trinquete se quedó per  plejo,  ba jó por  el palo de mesana, miró por  la po  pa a las costas ya distantes de Malta y gritó: "¡Tierr a a la vista!" Todos loscerrojos del  bar co se esta ban rompiendo; el agua a cada lado er a azotada hasta convertir se en espuma por  la tempestad  de cerrojos volantes que  el  bar co arroja ba en cada latido  delcargamento. El  bar co se esta ba hundiendo tr anquilamente sin ayuda del viento o de las olas, 

 por la energía pur amente interna de la ex pansión f elina.Fui a ha blar  con  el capitán sobre  esto. Esta ba en su posición favorita, sentado  en 

cubierta, apoyando la espalda contr a la  brújula, haciendo una V con sus piernas, y f umando."Capitán Doble," le dije, tocando respetuosamente mi som brero, el cual en realidad no 

er a digno  de  respeto, "este palacio flotante suf re  de curvatur a de la columna vertebr al y

además está muy hinchado".Sin levantar  los ojos reconoció cortesmente mi presencia dando golpecitos a las cenizas

de su pi pa."Per mítame, capitán," le  dije, digna y sencillamente, "re petir  que  este  bar co  está muy

hinchado"."Si  eso  es verdad," dijo el intr épido marino, alargando la mano par a coger  su petaca, 

"creo que convendr ía f rotar   el  bar co con linimento. Hay una  botella en mi camarote.Sugiér aselo mejor al primer  of icial".

"Pero, capitán, no hay tiempo par a tr atamiento empírico; algunas ta blas en la línea delagua se han tor cido."

El capitán se levantó y miró por  la po pa, hacia la tierr a; f ijó los ojos en la estelaespumeante; observó el agua a estribor y a ba bor . Después dijo:

"Amigo mío, se ha tor cido toda esta cosa maldita."Triste y silenciosamente me aparté de aquel ter co y caminé. De pronto "¡hubo  una

ex plosión atronador a!" La escotilla que ha bía sujetado  el cargamento salió despedida dando vueltas en  el espacio y navegando  en  el aire como  una hoja que arr astr a el viento. Unacolumna unif or me y cuadr ada de gatos ascendía por  el hueco de la escotilla. Aumenta ba de maner a imponente e impresionante -se alza ba lenta, serena y ma jestuosamente hacia el cielo, a la vez que la enervante quilla se par a ba los to pes par a dar le una o portunidad  justa. He estado en Ná poles y he visto el Vesubio pintando la ciudad de rojo -desde Catania se ha mar ca-do alo lejos, en las faldas del Etna, la terrible per secución de la lava tr as el gallo asom br ado y el

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cerdo desesper ado. La corriente roja del cráter  del K ilauea43, introduciéndose en los  bosques y

lamiendo toda la tierr a hasta quedar  limpia, es par a mí tan familiar como mi lengua madre. He visto glaciares, con mil años y bastante desnudos, dirigiéndose hacia un valle lleno de turistasa la velocidad de una pulgada al mes. He visto  una solución satur ada de un campo minero  ba jando por  un  r ío de montaña, par a hacer  una visita amistosa a los gr anjeros del valle. He  per manecido detrás de un árbol en el campo de  batalla y he visto una sólida milla cuadr ada de 

hom bres ar mados moviéndose con  irresistible ímpetu hacia la retaguardia. Cuando algo gr andioso en magnitud o movimiento f igur a en el progr ama gener almente me las arreglo par aa brir me camino  en  el espectáculo, y al relatar lo soy hom bre de ver acidad poco escru pulosa; 

 pero r ar a vez he observado algo semejante a ¡aquella sólida columna gris de gatos malteses! No  es necesario  ex plicar, su pongo, que cada miem bro  individual del gru po, con  esa

disponibilidad de recur sos que distingue a la especie, ha bía agarr ado con uñas y dientes tantosotros como ha bía podido enganchar . Esto protegía la f or mación. Hacía la columna tan r ígidaque cuando el  bar co se  balancea ba (y el Mar y Jane er a un demonio de  balanceo) oscila ba de lado a lado como  un mástil, y el primer   of icial dijo que si seguía creciendo  tendr ía que ordenar que la cortar an o de lo contr ario nos har ía zozobr ar .

Algunos marineros f ueron a tr a ba jar a las  bom bas, pero éstas no descarga ban nada sino  piel. El capitán Doble levantó los ojos desde los dedos de los pies y gritó: "¡Echemos el

ancla!" pero al asegur ar se de que nadie lo toca ba, se disculpó y continuó con su ensueño. Elcapellán dijo que si no ha bía inconvenientes a él le gustar ía of recer  una or ación, y un  jugador  de Chicago, mostr ando una  bar a ja de nai pes, pro puso  jugar  a la primer a sota. Se ado ptó  el

 plan del párroco, y cuando él prof irió el "amén" f inal, los gatos iniciaron un himno.Todos los vivos esta ban ahor a sobre la cubierta, y todo hijo de madre canta ba. Tenían 

una voz  bastante  buena, pero no oído. Casi todas sus notas en el registro más alto er an más o menos cascadas y desobedientes. Lo singular  de las voces er a su compás. En aquella multitud ha bía gatos de diecisiete octavas, y la media no er a inf erior a doce.

 Número de gatos, según factur a 127.000

 Número estimado de gatos hinchados muertos 6.000

Cantores en total 121.000

 Número medio de octavas por  gato 12

Octavas en total 1.452.000

Fue un gr an concierto. Duró tres días y tres noches, o, contando cada noche como siete días, veinticuatro días en total, y nosotros no pudimos ir a ba jo a  buscar provisiones. Al f inal

de  ese per íodo  el cocinero se presentó  removiendo algunas  judías en  un som brero, ysosteniendo un gr an cuchillo."Camar adas de a  bordo," dijo, "hemos hecho  todo lo que los mortales pueden hacer .

Echémoslo ahor a a suertes". Nos vendaron los ojos por  turnos, y lo echamos a suertes, pero  justo cuando el cocinero 

esta ba f orzando al hom bre más gordo a ace ptar  la fatal  judía negr a,  el concierto se paró de 

43 El K ilauea es un volcán de la isla de Hawai, de unos 1.246 metros de altur a.

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maner a tan  re pentina que  despertó al vigía. Un momento  después todos los gatos se desasieron  de sus vecinos, la columna perdió su cohesión y, con 121.000 golpes sordos yre pugnantes que sonaron como uno, todo el asunto cayó sobre la cubierta. Luego con un f eroz maullido de  despedida aquella multitud f elina saltó al agua  bufando y ¡empezó a nadar   en dirección sur hacia las costas af ricanas!

La prolongación meridional de Italia, como todo escolar  sa be, se asemeja en la f or ma a

una enor me  bota. Nosotros ha bíamos ido arr astr ados por la corriente cer ca de Italia. Los gatosde la estructur a lo ha bían divisado, y en sus imaginaciones despiertas influyó al instante un gr an sentido del tamaño, peso y proba ble ímpetu de su arrojado saca botas.