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- Nunca es más oscura la noche como en el instante previo al amanecer – - Edición electrónica – Año I, Nº 4, Invierno de 2012 OSWALDO GUAYASAMÍN (1919 -1999) El Violinista 1967, Oleo, 184 x 69 cm. Fundación Guayasamín, Quito. Єquinoccio es una publicación de política y cultura en tiempos de desencanto. Editor: Rubén Manasés Achdjian. Editado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. [email protected] CONTENIDO Cartas del editor … Alguien podría preguntarse, con cierta dosis de razón, por qué resulta interesante leer a Forster si carece del talento filosófico y literario de un José Pablo, o de la eru- dición de un Eduardo Grüner o un Horacio González. Contesto: porque Ricardo Forster es, antes que nada, uno de los más visibles intelectuales orgánicos del kirchneris- mo y uno de sus más incondicionales arietes en la actual batalla cultural. Portada /Oswaldo Guayasamín La obra de Guayasamín, marcada por un intenso y singu- lar expresionismo, reconoce al menos tres períodos: El Huacayñan (en quichua, “camino del llanto”) compuesto de 103 cuadros, producto de su viaje de dos años por Améri- ca Latina; la Edad de la Ira, donde los temas salientes son la guerra y la violencia, y la Edad de la Ternura, donde el talen- to de Guayasamín rinde homenaje a la maternidad… B enjamin, Borges y el Tiempo mesiánico El 26 de septiembre de 1940, Walter Benjamin se suicida en la localidad catalana de Portbou. En la frontera franco española, un pelotón franquista interceptó a un contingen- te de exiliados judíos en tránsito, entre quienes se hallaba Benjamin, y dispuso que regresaran a la Francia ocupada por el nazismo. Para Benjamin esta alternativa es inconce- bible: esa misma noche elige quitarse la vida mediante una poderosa ingesta de morfina… L a Deuda Externa. Y ahí fue que, recurriendo a materiales de la época y a algunos casilleros de memoria en buen estado, pude re- cordar que durante la última dictadura militar la empresa petrolera estatal había sido endeudada por una cantidad de miles de millones de dólares apenas inferior a la totali- dad de la deuda externa argentina a marzo de 1976Además: Luis Alberto Spinetta: “Guitarra Negra”. Tributo al genial César Bruto

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Revista Argentina de Política y Cultura.

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Page 1: Equinoccio - Año 1 / Número 4

- Nunca es más oscura la noche como en el instante previo al amanecer –

- Edición electrónica – Año I, Nº 4, Invierno de 2012

OSWALDO GUAYASAMÍN (1919 -1999)

El Violinista 1967, Oleo, 184 x 69 cm.

Fundación Guayasamín, Quito. Єquinoccio es una publicación de política y cultura en tiempos de desencanto. Editor: Rubén Manasés Achdjian. Editado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. [email protected]

CONTENIDO Cartas del editor … Alguien podría preguntarse, con cierta dosis de razón, por qué resulta interesante leer a Forster si carece del talento filosófico y literario de un José Pablo, o de la eru-dición de un Eduardo Grüner o un Horacio González. Contesto: porque Ricardo Forster es, antes que nada, uno de los más visibles intelectuales orgánicos del kirchneris-mo y uno de sus más incondicionales arietes en la actual

batalla cultural.

Portada /Oswaldo Guayasamín La obra de Guayasamín, marcada por un intenso y singu-lar expresionismo, reconoce al menos tres períodos: El Huacayñan (en quichua, “camino del llanto”) compuesto de 103 cuadros, producto de su viaje de dos años por Améri-ca Latina; la Edad de la Ira, donde los temas salientes son la guerra y la violencia, y la Edad de la Ternura, donde el talen-to de Guayasamín rinde homenaje a la maternidad… B enjamin, Borges y el Tiempo mesiánico El 26 de septiembre de 1940, Walter Benjamin se suicida en la localidad catalana de Portbou. En la frontera franco española, un pelotón franquista interceptó a un contingen-te de exiliados judíos en tránsito, entre quienes se hallaba Benjamin, y dispuso que regresaran a la Francia ocupada por el nazismo. Para Benjamin esta alternativa es inconce-bible: esa misma noche elige quitarse la vida mediante una poderosa ingesta de morfina…

L a Deuda Externa. Y ahí fue que, recurriendo a materiales de la época y a algunos casilleros de memoria en buen estado, pude re-cordar que durante la última dictadura militar la empresa petrolera estatal había sido endeudada por una cantidad de miles de millones de dólares apenas inferior a la totali-dad de la deuda externa argentina a marzo de 1976… Además:

Luis Alberto Spinetta: “Guitarra Negra”.

Tributo al genial César Bruto

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PORTADA

OSWALDO GUAYASAMÍN (Quito, 1919 – Baltimore, 1999)

swaldo Guayasamín es, sin dudas, uno de los artistas plásticos más notables y origi-nales de América.

Nacido en Quito, Ecuador, en 1919 Guayasamín manifestó desde muy corta edad su fuerte inclina-ción hacia la pintura.

Su primera muestra la realiza a los 23 años en un salón quiteño, provocando un escándalo entre los críticos del establishment de las Bellas Artes, quienes consideran sus primeras obras como excesivamente heterodoxas respecto de los cánones tradicionales de la pintura ecuatoriana de aquellos años. Sin em-bargo, el magnate estadounidense Nelson Rockefe-ller queda muy impresionado con estos trabajos, adquiere varios de ellos y patrocina en parte el tra-bajo que desarrollará Guayasamín durante los años siguientes.

Recorre América Latina donde toma contacto con las comunidades indígenas y sus penurias, tema que se volverá central y recurrente a lo largo de toda su vida artística.

Regresó a Ecuador en 1971, siendo elegido como presidente de la Casa Nacional de la Cultura. Más tarde sería distinguido con designaciones honorífi-cas en España e Italia.

La obra de Guayasamín, marcada por un intenso y singular expresionismo, reconoce al menos tres períodos: El Huacayñan (en quichua, “camino del llanto”) compuesto de 103 cuadros, producto de su viaje de dos años por América Latina; la Edad de la Ira, donde los temas salientes son la guerra y la vio-lencia, y la Edad de la Ternura, donde el talento de Guayasamín rinde homenaje a la maternidad.

En 1996 Oswaldo Guayasamín inicia su último y más ambicioso proyecto. Se trata de la Capilla del

Hombre, un espacio arquitectónico donde realiza un recorrido pictórico desde el hombre primitivo hasta el contemporáneo.

Falleció en Baltimore, Estados Unidos, en marzo de 1999 sin llegar a ver concluida su obra final. Є

CORREO DEL EDITOR

¿UNA NUEVA CONSTITUCIÓN?

Ricardo Forster

iempre resulta interesante leer a Ricardo Forster, aun cuando en sus artículos sobre-abundan las adjetivaciones y muchos lugares

comunes. Interesante, digo, aun cuando sus textos son de-

masiado proclives a la sofisticación de cualquier asunto que podría ser explicado de un modo más honesto, sencillo y breve.

Alguien podría preguntarse, con cierta dosis de

razón, por qué resulta interesante leer a Forster si carece del talento filosófico y literario de un José Pablo, o de la erudición de un Eduardo Grüner o un Horacio González. Contesto: porque Ricardo Forster es, antes que nada, uno de los más visibles intelectuales orgánicos del kirchnerismo y uno de sus más incondicionales arietes en la actual batalla cultural.

Luego del barquinazo de José Pablo, cuando se fue de boca en un reportaje publicado en La Nación en diciembre último, Forster ocupó un lugar creciente en importancia dentro de la galaxia del pensamiento Nac. & Pop. La funcionalidad de sus intervenciones, y sobre todo su docilidad –a diferencia del talante mal llevado de José Pablo- le permitió situarse allí.

En un reciente artículo de su autoría (“¿Una nueva Constitución?”, Revista 2016, Nº 52, pp. 30-34), el filósofo interpela a sus lectores con la si-guiente pregunta: “¿No ha llegado el tiempo de una nueva Constitución que conforma la arquitectura institucional del siglo XXI? ¿No se vuelve imperioso

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plasmar todos esos sueños y esas realizaciones en un nuevo acto constituyente que nos ponga a la altura de un realidad renovadora de la vida nacional?”

Los sueños, las realizaciones y la realidad reno-vada son, para Forster, logros exclusivamente atri-buibles al gobierno que desde mayo de 2003 condu-ce las circunstancias de la república.

(Aquí debo hacer una breve aunque digresión: a lo largo de su artículo Forster refiere al concepto de República en una sola oportunidad, para argumentar que ella sólo existe si se fundamenta en el pueblo soberano, como si tal cosa existiera en la realidad de las cosas y no fuera una de las más brillantes ficcio-nes literarias creadas por el populismo. Volveremos sobre ello).

La pregunta que (nos) formula Forster tiene, por supuesto, una respuesta anticipada en párrafos ante-riores. Una nueva Constitución argentina urge, por-que el texto constituyente “liberal y positivista” de 1853, y el “neoliberal” de 1994 han fracaso y peri-mido, frente a una nueva realidad emancipadora. Forster (nos) pregunta y (nos) responde: “Nada más empobrecedor que convertir en sacrosanto un texto que debiera expresar, a lo largo del tiempo, las de-mandas, los sueños y las necesidades del pueblo soberano…”

Sacralizar las constituciones, según el filósofo, no es otra cosa que un acto inaceptable de pauperiza-ción de la política. Los actuales tiempos de “inven-ción constituyente” son, en cambio, los que permi-ten “… soñar sueños ya soñados por quienes los precedieron y lo hacen bajo el mandato sagrado de volver a unir la libertad con la igualdad. Épocas únicas, mágicas y renovadoras en las que las multi-tudes populares recogen los hilos secretos y perdu-rables que enlazan todas las luchas por la dignidad y las convierten en antesala de una nueva fundación”, concluye.

Los subrayados me pertenecen y no los he in-cluido por casualidad. Como señalé al principio, los textos de Forster adjetivan tanto, son tan desmesu-rados en el empleo de calificativos que toda materia-lidad posible de hallar en sus entreveradas ideas termina por desvanecerse en el aire: en palabras del filósofo la sacralización de ciertas ideas de las que abomina (las liberales–positivistas y las neoliberales) debe ser urgentemente sustituida por la sacralización de otros mandatos, en este caso nacional populares. Veamos cómo sigue su texto.

“Una nueva Constitución, la que reclama la hora de un país y una sociedad atravesada por vientos de cambio y emancipación, es expresión de un sueño, de un proyecto de patria compartida y so-

lidaria. Proyecto que deberá encontrarse con el texto que le corresponde, cuyo material se guarda en la inagotable cantera de la memoria popular y le da forma a partir de lo nuevo de una época pródiga en reparaciones y en construcciones ca-paces de forjar la verdadera soberanía. Nueve años de práctica política, de una práctica capaz de reponer una lengua saqueada por el neolibera-lismo, habilitan ese sueño, le dan recorrido, le dan viabilidad y lo vuelven urgente…” No, Forster: los países carecen de horas y recla-

mos. Las sociedades no son atravesadas por ninguna clase de vientos, ni apacibles ni huracanados. La memoria popular no es verificable, ni posee canteras inagotables. La prodigalidad de las reparaciones es siempre materia de controversia. Y las constitucio-nes, querido amigo Forster -¿puedo llamarte de este coloquial modo?- fueron pensadas para otra cosa.

La modernidad europea –y, por acto reflejo, la americana- ha heredado la tradición constitucional de tres grandes revoluciones: la inglesa de 1688, la estadounidense de 1776 y la francesa de 1789. De las primeras dos surgieron realidades políticas que lograron mantenerse inalteradas a lo largo del tiem-po, y sus frutos no han sido tan reprobables a tres largos siglos vista. La revolución francesa, en cam-bio, devino poco tiempo más tarde, en Imperio; o como escribió alguna vez Alberdi: la plebe decidió elegir sus tribunos y terminó emplazando un titano.

Rara paradoja la que comentó: precisamente la revolución más popular, más movilizadora, la que más fuertemente fue atravesada por los “vientos de cambio y emancipación”, la que nos legó “el sagra-do mandato de unir libertad e igualdad” es la que no logró sobrevivir siquiera a su propio tiempo; con el correr de los siglos se transformó en una utopía mancada que aún espera verse realizada, no en un texto constituyente sino en la vida cotidiana de las personas.

¿Hacia dónde quiero ir con todo esto? En primer lugar, a afirmar que las constituciones modernas no han sido pensadas para posibilitar los sueños, ade-cuarse a las circunstancias cambiantes, a apuntalar circunstanciales realizaciones, ni a forjar las “verda-deras soberanías”. Las constituciones fueron pensa-das para fijar algunas reglas generales del juego so-cial a las que voluntariamente aceptamos someter-nos y, por sobre todas las cosas, para limitar al mí-nimo grado posible el poder de los que lo detentan; poder que carente de frenos y contrapesos se ejercería de una manera insoportablemente omnímoda.

Las constituciones, decía, fueron escritas para ponernos a resguardo de las arbitrariedades de los

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poderosos; para fijar las fronteras aceptables entre lo público y lo privado, para establecer una necesa-ria alternancia de los gobiernos, para objetivar el ideal general de justicia y equidad, para que los con-tratos se cumplan. En definitiva, para construir “República”, esa palabrita, Forster, que te incomoda y que por ello empecinás tanto en soslayar.

Ambos sabemos querido amigo -¿puedo llamarte de este coloquial modo?- que detrás de toda tu dia-triba contra los liberalismos, contrapuesto a tu exce-sivo elogio hacia la hora de los vientos emancipadores, existe una operación política e intelectual más senci-lla que te encuentra como privilegiado protagonista. Esa operación se llama, aunque no te atrevas a ad-mitirlo de modo tan explícito, reelección presiden-cial indefinida.

Coincido con vos en que resulta necesario sentar las bases de una república plebeya, de libres e iguales, y tal vez tengas razón en que para ello haya que re-formar la Constitución. Pero dispuestos a transitar este camino debemos estar igualmente dispuestos a abrir en serio la caja de Pandora.

Esto es, si existiera una voluntad inconfundible y mayoritaria de reforma, que se debatan entonces todos los asuntos que haya que debatir, y no sólo los que son que le resulten funcionales al gobierno. Te menciono algunos, por si coincidimos: desterrar del Preámbulo la alusión a dios como “fuente de toda razón y justicia”, concretar la separación defini-tiva del estado y la iglesia (Art. 2º), impulsar formas más concretas de viabilizar la cogestión y la partici-pación obrera en las ganancias de las empresas (Art. 14 bis), fijar una nueva, más clara y más eficiente forma de distribuir los recursos impositivos entre la Nación y las Provincias (Art. 75º), limitar la arbitra-riedad con que se manejan hoy los gobernadores sobre los recursos naturales que circunstancialmente se encuentran en los territorios que gobiernan (Art. 124º), reintegrarles a las mujeres la facultad de dis-poner libremente sobre sus cuerpos, incluyéndola en la esfera de las acciones privadas que no ofenden la moral pública (Art. 19º) –te hablo aquí de aborto, anticoncepción y procreación responsable-, ampliar los derechos civiles existentes (Art. 14º) y los dere-chos de iniciativa legislativa ciudadana (Art. 40º).

En fin, discutamos sobre todo. Si esta caja de Pandora finalmente se abriera en

los términos que te planteo –circunstancia de la que descreo, conociendo los bueyes para quienes arás- la reelección indefinida será la menor de las cuestio-nes. Apenas una módica y frívola vanidad. Є

CRÍTICA CULTURAL

SIMETRÍAS: BENJAMIN, BORGES Y EL TIEMPO MESIÁNICO.

Escribe: Rubén Achdjian

l 26 de septiembre de 1940, Walter Benja-min se suicida en la localidad catalana de Portbou. En la frontera franco española,

un pelotón franquista interceptó a un contingente de exiliados judíos en tránsito, entre quienes se ha-llaba Benjamin, y dispuso que regresaran a la Fran-cia ocupada por el nazismo. Para Benjamin esta alternativa es inconcebible: esa misma noche elige quitarse la vida mediante una poderosa ingesta de morfina. En la habitación de hotel fronterizo donde encuentran su cuerpo deja una breve esquela dirigi-da a Henny Gurland: “En una situación sin salida –escribe- no tengo otra elección que la de terminar. Es en un pequeño pueblo situado en los Pirineos, en el que nadie me conoce, donde mi vida va a acabarse. Le ruego que transmita mis pensamientos a mi amigo Adorno y que le explique la situación a la cual me he visto conducido.”

Pocos meses antes, entre fines de 1939 y princi-pios de 1940, Walter Benjamin escribe “Sobre el con-cepto de la historia” (Über den bregriff der Geschichte), sin dudas su texto más críptico.

Dieciocho tesis y dos apéndices componen esta obra breve y, al mismo tiempo, oscura. Fue publica-da por primera vez en 1942 en los Estados Unidos por iniciativa de Theodor Adorno, amigo y legatario de ese manojo de papeles desordenados dejados por Benjamin. A Adorno se le debe el título con el que hoy la conocemos.

Las Tesis exponen la profunda crítica de Benja-min hacia el materialismo histórico y el “utopismo occidental”, al que puede definirse como una con-vicción teórica de que, junto con nuestro presente imperfecto e irredento, convive la imagen de un futuro perfecto y de redención plena para el género humano.

Frente a la concepción de “Tiempo” expresado como linealidad, y del “Presente” como un momen-to de transición entre un pasado incumplido y un futuro donde las aflicciones humanas son finalmen-te redimidas, Walter Benjamin introduce la idea de un tiempo mesiánico.

Esta singular concepción del tiempo refiere a un tiempo de ahora (jetztzeit), donde el presente –y por lo tanto la Historia- se interrumpe. Para explicar el jetztzeit, Benjamin acude a la metáfora del Mesías como forma de explicar el modo que opera la dis-rupción de lo dado y lo previsible.

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“Seguro que los adivinos, que le preguntaban al tiempo lo que ocultaba en su regazo, no experi-mentaron que fuese homogéneo y vacío. Quien tenga esto presente, quizás llegue a comprender cómo se experimentaba el tiempo pasado en la conmemoración: a saber, conmemorándolo. Se sabe que a los judíos les estaba prohibido escru-tar el futuro. En cambio la Torah y la plegaria les instruyen en la conmemoración. Esto desencan-taba el futuro, al cual sucumben los que buscan información en los adivinos. Pero no por eso se convertía el futuro para los judíos en un tiempo homogéneo y vacío. Ya que cada segundo era en él la pequeña puerta por la que podía entrar el Mesías” (subrayado nuestro)

En esos mismos años, aunque del otro lado del

océano, un hombre un poco más joven que Benja-min, a quien la ceguera aún no lo ha oscurecido del todo, se dedica a enhebrar laberintos textuales. En 1941 Jorge Luis Borges escribe un breve artículo, “La Creación y P. H. Goose”. Allí sostiene que “El porvenir es inevitable, preciso, pero puede no acontecer. Dios acecha en los intervalos.

Aun cuando es muy poco probable que Borges hubiera conocido en aquel entonces a Benjamin –hoy, sin embargo, se especula con la idea de que su conocimiento acerca del filósofo y crítico alemán le llegó posteriormente, presumiblemente hacia fines de los años sesenta- la simetría de ambas argumen-taciones es, en verdad, sorprendente: el tiempo es concebido en Benjamín y en Borges como una hen-dija por la cual podría colarse dios en cualquier ins-tante. Y el futuro, pese a ser siempre un aconteci-miento preciso, es mera contingencia.

El futuro pese a su fatalidad podría no aconte-cer, señala Borges; el desencantamiento del futuro, para las tradiciones judías que rescata Benjamin, hace del presente un tiempo mesiánico, quieto y con-traído. En ambos casos se recurre a la singular metá-fora de un dios o de un mesías que acecha en los intervalos del tiempo (léase la historia) para liquidar, por igual, toda posibilidad de certidumbre humana y toda posibilidad de concebir al futuro como un tiempo homogéneo, vacío, inevitable y preciso.

Hoy podemos inferir que la notable coincidencia establecida entre el texto de Borges y el de Benjamin parece provenir de la afición de ambos hacia la Qaballah y el misticismo judío, a la que accedieron de la mano de Gershom Scholem (1897-1982).

Walter Benjamin

En uno y otro texto la idea de la historia como

un mapa preciso que guía a la especie humana hacia el Progreso es puesta bajo tela de juicio. La Historia no conduce al Progreso: ni por los senderos lineales que concibieron los materialistas históricos más ortodoxos, ni a través de esas marchas elípticas que imaginó Arnold Toynbee por medio de su célebre alegoría de las ruedas de carretas.

Y esta imposibilidad, tanto en Borges como en Benjamin, radica en el hecho de que en algún oscu-ro rincón de la brecha que presuntamente separa el presente del futuro se agazapa silenciosamente ese dios- mesías, esperando la oportunidad propicia para echar por tierra las previsiones que acerca del devenir pacientemente construyen los hombres, a partir de la igualmente paciente tarea de interpretar los hechos pasados.

Los diálogos entre los diferentes e infinitos sen-tidos del tiempo terminan por establecer singulares simetrías. Algo parecido ocurre con ciertos textos. Є

POLÍTICA

LA DEUDA EXTERNA

Escribe: Eduardo Peduto

bordar el tema de la deuda externa, para quien no es economista, aparece prima facie como un serio obstáculo. Y lo constituye,

sin duda, si la cuestión se reduce a un análisis o con-frontación entre especialistas de esa disciplina. Pero si esa pretensión no se encuentra presente en quien incursiona en la cuestión tiene cierto carácter libera-dor y, porque no decirlo, de unas pizcas de desenfa-do.

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Hecha esta aclaración, resulta que a partir de las discusiones planteadas en torno a la estatización del paquete accionario del 51% de Repsol YPF no pude menos que, mediante una mirada retrospectiva, re-cordar el curso de las acciones que derivaran en la década del 90 con su privatización total. Pero, fun-damentalmente, tomándola como ejemplo de lo que sucedía con la deuda externa argentina a partir de la Dictadura Desaparecedora. Desaparecedora de per-sonas, la más cruel y abyecta de las desapariciones, pero desaparecedora también del aparato producti-vo nacional y de la trama social argentina.

Y ahí fue que, recurriendo a materiales de la épo-ca y a algunos casilleros de memoria en buen estado, pude recordar que durante la última dictadura mili-tar la empresa petrolera estatal había sido endeudada por una cantidad de miles de millones de dólares apenas inferior a la totalidad de la deuda externa argenti-na a marzo de 1976. ¿Acaso ese endeudamiento estu-vo vinculado a una expansión de la empresa ya sea en inversión en bienes de capital (maquinaria, he-rramientas, buques cisterna) o en una nueva fase de exploración y perforación de nuevos pozos petrole-ros? En absoluto, YPF como tantas otras empresas estatales -aunque éstas otras en menor cuantía tanto por su significación como lo que potencialmente significaban en el concierto financiero internacional- fueron utilizadas como soporte de un nuevo juego de azar: la timba financiera, cuyo entusiasta croupier era José Alfredo Martínez de Hoz.

El de YPF era uno de esos mecanismos. ¿Cómo operaba? En síntesis, la práctica más frecuente in-culcada por los organismos financieros internacio-nales la metodología era la de tomar créditos exter-nos y posteriormente dirigirlos hacia gastos corrien-tes y el mercado cambiario. Hacia los “tomadores” sólo se destinaban fondos en pesos para el funcio-namiento administrativo. Las empresas del Estado se transformaron en las poleas transmisoras de la obtención de los créditos externos que provenían fundamentalmente de bancos estadounidenses. De ahí surge la gravedad del endeudamiento de YPF que al fin del período 1976-1983, estuviera endeu-dada en alrededor de U$S 6.000 millones de dólares.

También en ese lapso, con el dólar “pisado”, existía una suerte de dólarducto de aceitado funcio-namiento para el sistema especulativo internacional. Entraban dólares, se convertían en pesos que se volcaban a un plazo fijo. Como los intereses en pe-sos eran muy elevados (llegaron a una tasa del 140% anual) al vencimiento eran convertidos nuevamente en dólares, la ganancia obtenida era notable, y así regresaban multiplicados a su lugar de origen. Lle-gaba a decuplicar cualquier otra ganancia de tipo

similar en cualquier lugar del mundo. Y esto no fue aplicado durante un lapso breve. Por ejemplo, en 1978, el equipo económico tomó aún más medidas que buscaban profundizar la liberalización del mer-cado financiero: redujo el plazo mínimo autorizando a las entidades financieras para tomar depósitos indexados (de 6 meses a 1 mes y luego de 30 días a 7 días) y permitió la entrada y salida de capitales extranjeros en un plazo mínimo de 24 horas. 1

Para poder tener una idea de lo que significó esta metodología, en relación con su impacto en la evo-lución de la deuda externa argentina, observemos el siguiente cuadro confeccionado por Eduardo Ba-sualdo, Cecilia Nahón y Hugo Nochteff en un tra-bajo elaborado para FLACSO titulado “Trayectoria y naturaleza de la deuda externa privada en la Argentina. La década del noventa, antes y después.”

Como podrá observarse, la deuda externa argentina que en 1976 orillaba los U$S 8.000 millones de dólares –repárese qué cerca de este monto se halla la deuda obligada que YFP contrajo en el período 1976/1983- en diciembre de 1983 alcanzaba los U$S 46.000 millones de dólares. Es decir, en tan sólo siete años la deuda había crecido un 600%. Curva ascendente significativa en sí misma. Pero mucho más significativa aún lo es si lo comparamos con otra de las variables introducidas en el cuadro: el Producto Interno Bruto (PIB) medido a precios constantes. Porque es allí donde podemos determinar su verdadera dimensión: si en 1976 la deuda externa se hallaba en el 8% de su PIB, en 1983 representaba el 46% del PBI y en 2001 orillaba el 100%.

Obsérvese, por el contrario, que durante el go-bierno de Raúl Alfonsín (especialmente en sus tres primeros años) esa curva ascendente sufrió una in-teresante desaceleración. Esto se debe a que el equi-po económico original del radicalismo se encontra-ba en las antípodas de la concepción de Martínez de Hoz. Situación que, con mayores o menores mati-ces, no volvió a reeditarse durante los siguientes 15 años. Un tercer aspecto nada desdeñable es la evolución de la curva de los intereses de la deuda. El incre-mento de los mismos -la tasa Libor pasó de 5,6% en 1979 a 16,8% 1982- entre otras cosas determinó que

1 El tercer componente de la deuda externa argentina, acumu-lada durante el Proceso, fue la compra de armas. Primero, para el conflicto con Chile y luego para la guerra de Malvinas. El primero de ellos no concretado y, el segundo, desafortunada-mente sí. Pero tanto en un caso como en el otro -las estima-ciones las ubican en alrededor de los 12.000 millones de dóla-res- la deuda contraída no significó ningún aporte directo ni indirecto al fortalecimiento del aparato productivo nacional.

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si en 1976 los intereses representaban el 30% de la deuda (o si se quiere, el 2,4% del PIB) en 2001 al-canzaran casi el 90% de la misma.

En esta muy breve reseña no se puede dejar de lado el otro salto cuantitativo y cualitativo que signi-ficó en esta cuestión el segundo turno –ahora de-mocrático- de la devastación del aparato productivo nacional con un importante aditamento: la desarti-culación del Estado Nacional y la enajenación de su activo. Con ello arribamos a una cruel paradoja: habíamos nacionalizado el pasivo2 , ahora privati-zábamos el activo.

Sugestivamente hay una cuarta cuestión que no se asocia al endeudamiento externo: la fuga de capi-tales. Siguiendo el trabajo (cuyo cuadro utilizamos más arriba) de Basualdo, Naón y Nochteff donde explican que “... se trató de un proceso en el cual las

2 La nacionalización de la deuda privada formalizada en 1982 por Domingo Cavallo, primero y por González del Solar, después, ambos como Presidentes del Banco Central, configu-ró uno de los potenciadores del monto de la deuda y no sólo hacia atrás sino también hacia delante porque dejó las manos libres a los actores del endeudamiento de la bicicleta para que volvieran a pedalear entusiasmados. Repárese sino en cómo siguió evolucionando la fuga de capitales.

fracciones del capital dominante contrajeron deuda externa para luego realizar con esos recursos colocaciones en activos financieros en el mercado interno (títulos, bonos, depósitos, etc.) para apropiar excedente a partir de la existencia de un diferencial positivo entre la tasa de interés interna e internacional y, posteriormente, fugarlos al exterior. De esta manera, la fuga de capitales al exterior estuvo intrínsecamente vinculada al endeudamiento externo, ya que este último no constituyó, en lo fundamental, una forma de financiamiento de la inversión o del capital de trabajo sino un instrumento para obtener renta financiera. Este proceso se sustentó en que la tasa de interés interna (a la cual se colocaba el dinero) fue sistemáticamente superior al costo del endeudamiento externo en el mercado internacional.” tal disociación aparece como una falla en el análisis, involuntaria o intencional.

Por ello no debería llamar la atención que la cur-va de la fuga de capitales, durante la fase considera-da, sea prácticamente una paralela de la de la deuda externa. Y acá, si tomamos en consideración el des-tino de los fondos que configuraron nuestra deuda externa, es donde se encuentra el nudo gordiano del tema abordado o, mejor aún, de una definitiva salida por encima de ese cuello de botella que si bien en la actualidad ofrece ribetes menos asfixiantes no por ello deja de constituir una preocupación permanen-te.

En tanto un endeudamiento externo no se halle ligado a un financiamiento de inversiones producti-vas o de capital de trabajo seguiremos soportando la misma tara (en la doble acepción del término) que hasta ahora. Aclarando que cuando hablamos de financiamiento de inversiones productivas no nos referimos a la adquisición de activos existentes en nuestro país por parte de un inversor o firma ex-tranjera porque en ese caso lo único que existe es transferencia de titularidad de capacidad instalada pero no una nueva instalación a realizar ni siquiera una ampliación de la existente. Para clarificar este aspecto usaremos un ejemplo de esta metodología que se halla asociado a la vida cotidiana de muchos de nosotros: es el caso de la conocida Cervecería y Maltería Quilmes que supo ser de propiedad del Grupo Bemberg hoy está en manos de la Compañía de Bebidas de las Américas (AmBev), la filial brasi-leña del grupo belga InBev. Para decirlo en términos llanos lo que hubo fue un simple pasamano cuyo resultado fue profundizar la posición dominante en el mercado local. Para que se tenga una idea de la magnitud de lo que estamos hablando diremos que Quinsa(Nombre de la sociedad anónima) Quinsa es la compañía dueña de las marcas de cervezas líderes no sólo de la Argentina, sino también de Uruguay, Paraguay y Bolivia. La empresa además controla la

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segunda marca del mercado chileno. Por si el lector amigo no estuviera en conocimiento de la informa-ción diremos que Quinsa produce o comercializa las siguientes cervezas: Quilmes, Stella Artois, Brama, Andes, Norte, Beck’s y hasta hace muy poco, Pa-lermo, Bieckert e Imperial cuya planta productora se vio obligada a vender por una obligación impuesta por la Comisión Nacional de la Defensa de la Com-petencia. Aún después de esta cesión obligada Quinsa es poseedora de un 75% del mercado con-sumidor de esta bebida.

Por fuera del negocio cervecero, Quinsa también es propietaria de la marca de agua mineral Eco de los Andes y tiene la licencia para la producción y comercialización de la línea de bebidas de Pepsi en gran parte del territorio argentino.

Ahora bien, ¿se amplió en algo la capacidad pro-ductiva de la empresa pese a la inversión extranjera producida? En nada, sólo se amplió su esfera de acción pero esto no devino en una ampliación de capital de trabajo.

Para no entrar en derivadas que nos podrían ale-jar de aquello que nos llevó a intentar volcar nues-tras impresiones sobre la deuda externa volvamos a donde empezamos. El problema no sólo lo consti-tuyó la privatización de YPF, de Aerolíneas Argen-tinas, de Gas del Estado, de SEGBA, de ENTEL o la concesión de los ferrocarriles, sólo por citar los más resonantes en la memoria colectiva argentina, sino la falta de inversiones realizadas por los adjudi-catarios o compradores así como el destino dado a los fondos recibidos por el Estado Nacional por esos conceptos. En este último caso, tras una inten-sa campaña de algunos “formadores de opinión” que sin solución de continuidad con relación a la dictadura militar de 1976-1983 taladraban la cabeza de los argentinos con el sonsonete “Achicar el Es-tado es agrandar la Nación” de autoría del croupier Martínez de Hoz y una actitud cómplice –entre si-lente y complaciente- por parte de la dirigencia sin-dical3, la fugaz ilusión de que con las privatizaciones se enderezaría favorablemente la balanza de pagos argentina se hizo trizas ante la evidencia que transi-tábamos por un camino análogo al de la dictadura y así, tan sólo en 8 años veríamos crecer la deuda ex-terna en un 140%.

Incremento exponencial que, como podemos observar en el cuadro que sigue, se veía acompaña-do por un panorama negativo en la balanza comer-

3 No podemos omitir tampoco la actitud displicente cuando no saboteadora de parte de los gremios pertenecientes a estas empresas públicas privatizadas que, en no pocas ocasiones, convalidaban la desidia o la inacción en el desempeño de las tareas de los trabajadores del sector.

cial de nuestro país que se iría revirtiendo progresi-vamente en la década siguiente, al punto tal que el saldo favorable producido entre 2003 y 2011 es equivalente al 82% de la deuda externa (tanto públi-ca como privada) existente a diciembre de 2011.

Para poder interpretar la magnitud de lo sucedi-do en estos últimos 8 años –no incluimos el año 2002 porque pese al saldo netamente favorable no caben dudas que se trató de un año irregular para la Argentina con fuertes repercusiones económicas tanto hacia adentro como en el marco de sus rela-ciones internacionales- debemos señalar que el últi-mo período continuado de balanza comercial positi-va fue el del gobierno de Raúl Alfonsín durante el cual pese a que el volumen de negocios era sustan-cialmente menor al actual (una media de 13.000 millones de dólares anuales frente a los 95.000 mi-llones de dólares de la gestión actual) el saldo favo-rable de 20.000 millones de dólares debe considerar-se en términos relativos equivalente o incluso supe-rior al del período 2003-2011.

Mientras estamos escribiendo estos últimos pá-

rrafos tomamos noticia de la irrupción de Facebook en la Bolsa de Valores de Nueva York. Una jugada que ubica a la “empresa” en un valor de entre 100.000 millones de dólares y 115.000 millones. Usted, lector, se preguntará que relación hay entre esto y el tema que venimos desarrollando. Pues

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bien, de dos tipos. Una cuantitativa, la otra cualitati-va.

Veamos la primera de ellas. Pensar que el supe-rávit comercial acumulado de nuestro país en los últimos 9 años (sostenido y comparativamente muy auspicioso) es equivalente –en términos absolutos y no relativos- al valor de una “empresa” como Face-book es cuando menos desalentador. O de que otra manera se puede calificar, de manera prudente, que la reinclusión social de millones de argentinos haya podido producirse sólo después de 10 años de in-gentes esfuerzos del pueblo todo y que el producto de ese esfuerzo sea igual al de una red virtual de activos intangibles.

Vayamos ahora a la otra faz e intentemos des-brozarla. Las primeras acciones de Facebook se vendieron el viernes 18 de mayo pasado por 42,05 dólares: una cifra que supuso un aumento de un 10,6 por ciento con respecto al precio inicial. Pero en apenas unos minutos el valor de los títulos se deslizó hasta los 38 dólares y su caída sólo frenó cuando intervinieron entidades como Morgan Stan-ley, JP Morgan y Goldman Sachs. ¿ Y porqué inter-vinieron estas tres entidades financieras para frenar la caída? Porque eran las empresas líderes, elegidas por Facebook para la colocación de sus acciones en el mercado.

Entidades, estas tres, que de una manera u otra han tenido fuerte influencia en las ponderaciones y valoraciones de la economía argentina, en las califi-caciones recibidas como país deudor y no confiable. Y, por ende, en el incremento de las tasas de interés en los servicios de la deuda. Esto sin olvidarnos de su activo papel en relación a los denominados fon-dos buitres4. Una consideración especial merece el caso de Goldman Sachs.

¿Cuál fue la intervención más escandalosa en los últimos años de esta financiera? Su participación en el derrumbe de Grecia. La profunda crisis que vive este país y cuya principal víctima es su pueblo tiene su origen en diferentes maniobras ideadas por la financiera. Todo arrancó allá por 1999 con una serie de alteraciones en los números de la deuda externa griega, su relación con el PBI y una suerte de canjes simulados de deuda que, tras cumplir con los requi-sitos exigidos por el Tratado de Maastricht de la

4 Un fondo buitre es un fondo de capital de riesgo que invier-te en una deuda pública de una entidad o país deudor que se considera débil o cercana a la quiebra. En nuestro país estos fondos buitre adquirieron una porción significante de la deuda pública externa a bajos precios (a veces sólo el 20 % de su valor nominal), e intentaron que les paguen por el valor del 100% cuando explotó la crisis económica argentina de 2002

Unión Europea, permitieron el ingreso de Grecia a la esfera del euro. Mediante suculentas ganancias (se estiman entre 600 y 800 millones de euros) Gold-man Sachs siguió maniobrando por sí y a través de sus funcionarios para mantener oculta o deformada durante años la realidad de las finanzas públicas griegas. Un ejemplo de estos últimos lo constituye el actual presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, que entre 2002 y 2005 era el vicepresidente de Goldman Sachs para Europa y, como tal, estaba perfectamente informado de la falsificación de las cifras de las finanzas públicas de Grecia.

Ahora bien, y ¿en relación a nuestro país aparte del papel jugado junto a Morgan Stanley o JP Morgan? Una actuación bastante poco conocida. En una fecha próxima a la de su participación en Grecia, Goldman Sachs ingresó al Grupo Clarín en 1999 con el 18% del capital accionario, vendió la mitad de su participación en 2007 y, en marzo de este año, puso a la venta su remanente del 9% aún no concretada. Es cuando menos sugerente que una entidad de esta naturaleza se haya asociado al multimedios argentino frente al cambio de gobierno que –luego la realidad nos demostraría lo contrario- podía, aunque hubiera muy tibias señales, cambiar el modelo neoliberal que había signado la economía argentina durante 10 años, acabar con la convertibilidad y plantearse una renegociación de la deuda externa en términos similares a lo que se haría seis años después. No podemos realizar un fundado análisis porque carecemos de argumentos de fuste pero la duda intelectual sobre la legitimidad de tal sociedad entre el Grupo Clarín y Goldman Sachs nos lleva a sostener la necesidad de una profunda investigación que permita develar su significación y, principalmente, su impacto en la línea editorial del Grupo.

Volviendo a aquello que nos tentó a escribir estas líneas e intentando sintetizar estamos convencidos que el problema no lo constituye la deuda externa en sí sino los motivos por los que se la constituye. Y ello, a la vez, no puede ni debe escindirse de la polí-tica económica global y su impacto en la producción de bienes y servicios tanto en relación con el merca-do interno como al externo, la distribución del in-greso, la inversión social y las obras de infraestruc-tura así como las características de las inversiones. Paralelamente, y como otro aspecto del marco eco-nómico adoptado, tampoco debemos desvincularla de las directrices en política monetaria, bancaria y financiera.

Como en tantos otros terrenos, analizar el tema de la deuda externa de manera aislada y sin concate-narla con todas las demás esferas de la vida econó-

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mica y social sobre las que influye y por las que es influida resulta estéril cuando no malicioso.

Análisis que no debe ignorar tampoco ni el tipo ni los rasgos de la trama que urden los actores polí-ticos, económicos y financieros y sus terminales internacionales. Є

LITERATURA & IDEAS

LUIS ALBERTO SPINETTA: “GUITARRA NEGRA”

tribuirle a Luis Alberto Spinetta (1950-2012) la condición de poeta notable, junto a la de músico magistral, no parece ser un

descubrimiento demasiado original. Más aun, quien sostenga ambas ideas buscando con ello cierta ori-ginalidad no hará más que transitar el más común de los lugares posibles.

La variedad y la complejidad textual de sus can-ciones (pensemos en “Barro tal vez”, “Maribel se durmió”, “Rezo por vos”, “Tu amor es una vieja medalla” o “Durazno sangrando”, entre tantos otros) así como la riqueza sonora de sus temas ins-trumentales (por ejemplo el tema “Alarma entre los ángeles”, grabado tiempos de Invisible) han colocado, merecidamente, entre nuestro más grandes artistas.

Aún con su poética encriptada y sus metáforas aparentemente inaccesibles, Spinetta logró la admi-ración y el reconocimiento popular. En este sentido, fue un artista notable, honesto y comprometido con definidas opciones estéticas frente a las cuales no habría de claudicar en toda su vida.

Pocos conocen, sin embargo, que la poesía escri-ta de Luis Alberto Spinetta no siempre caminó por la misma vereda de su música. Hacia fines de los setenta, “El Flaco” publicó un libro de 71 breves poemas divididos en siete partes y un apartado final, al que titula “escorias diferenciales del alma de la letra de la poética”: “Guitarra Negra”

En cada una de estas piezas que componen esta obra se advierte la influencia persistente que en aquellos años ejercieron sobre su singular poesía los “poetas malditos” franceses, en especial de Artaud y Baudelaire. Recordemos la notable juventud de Luis Alberto Spinetta (no había cumplido aún los treinta años) y en este sentido “Guitarra Negra” constituye un mojón textual insoslayable en relación con una extensa propuesta estética que Spinetta inicia por 1973 –cuando lanza “Artaud”- continúa con Invisible (sobre todo, el de “El Jardín de los presentes”) y culmina con Jade.

L.A. Spinetta

“Guitarra Negra” fue publicado por primera vez

en 1978 por la editorial “Tres Tiempos”. Su difu-sión por aquellos años estuvo restringida a un públi-co extremadamente módico: los tiempos oscuros y la censura impuesta por la dictadura, por un lado, y la compleja propuesta literaria de Luis Alberto, por otro, no lograron hacer de este trabajo un suceso masivo como sí lo era su obra musical.

No obstante los años transcurridos, “Guitarra Negra” ha sido reeditado por los talleres gráficos Kolektivo editorial Último Recurso (Rosario Santa Fé). Existe también una versión digitalizada que puede descargarse desde http: www.puroargento.com.ar.

Hemos escogido para publicar en Єquinoccio tres poemas que integran esta notable y poco fre-cuente obra. V Pido disculpas a los días de Pascua por haberme roto la boca

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con el humo de la adormidera. Pido disculpas a la gloriosa peluca por haberla pisado con mi aplanadora de estiércol. Pido disculpas A la muerte por haberme reído mientras transcurría. Pido disculpas al enano por haberle vomitado un calibre. Pido disculpas al blanco asiento por haberle escrito mi nombre con sangre. Pido disculpas al ratero por haberle robado la joya robada y haberla arrojado a su cráneo. Pido disculpas por haberme borrado de la foto a pinchar. Pero no pido disculpas por la alegría que tuve sin saber por qué.

POBLACION Van a venir a golpear al torpe herrero por haber devorado a su perro tras la fonda del paredón blanco. Irán a encontrarse dos amantes innatos que no se aman pero conocen los lugares estériles donde precipitar. Detendrán a los viajeros unos pregoneros borrachos y los desnudarán y les robarán las joyas. Los chicos van a venir a celebrar en las tumbas con sus cumpleaños de gasa sus gorros burlados sus pasos de nieve. Se juntarán las tristes hormigas alrededor del charco de leche caída sobre el trozo de carne olvidado. Caminará el sacerdote sediento los faldones de tierra que separan las verjas de la iglesia sombría a la que ya nadie acude.

El lobo aullará 30 despertando a la gente y sólo será su quejido motivo de vigilia y de espera. Vendrán a quitarle los rostros a la falsa abuela y a la atónita bruja amnésica. VOZ DE DIOS Oigo su gemido de papiro de suceso que dice de inabarcable reposo, de pensamiento. Y le oigo desde aquí, desde donde sólo soy su desierto. Óigole desde el desierto se su alma, desde la soledad del silencio y desde las voces de la mía. Es una flor transparente murmurada por sus pétalos y vociferada por su tallo. Sencilla es su mirada que retorna. Todos sus colores son la luz que se ahuyenta y su forma que se corroe. Más óigole decir innumerables veces: “Yo soy de otro reino venid a mí venid a mí”. Є

POLÍTICA UNA CONSTRUCCIÓN INACABADA

Escribe: Aristarco de Samos

n numerosas oportunidades, a veces en el ámbito académico otras veces en el político, y aún en un marco informal, hemos escuchado hablar o hemos hablado sobre el tríptico de principios que

enarboló la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad. Sin embargo en contadas ocasiones este triángulo ha sido abordado como tal. Y, menos aún, en relación con su significado original y la distancia que resta para que estos principios alcancen plenitud en ese mundo al que nos referimos reiteradamente.

Tratemos de encontrar los vértices de unión en el triángulo. Por ejemplo, ¿cuándo hablamos de libertad? Nos referimos a libertad de... o a libertad para... Y esto no es un mero juego de palabras. Esta era la tensión que encerraba la palabra libertad

E

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cuando pasó a integrar la tríada de la Revolución Francesa. El poder ser libre para –o sea desarrollar el potencial de cada uno y el de todos en conjunto- exigía una condición necesaria sin la cual sería im-posible alcanzarla: ser libre de. ¿Y de que se debía ser libre? De la esclavitud, de la servidumbre, de la opresión. Y no como metáforas, como materialida-des concretas. Cuando la Declaración de los dere-chos del hombre y del ciudadano proclama en su Artículo primero.- “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común”. ... los asambleístas no nos están diciendo –como algunas lecturas o interpretaciones pretenden formular cuando afirman sin condicionamiento alguno que todos los hombres nacen libres- que esa fuese la situación de los fran-ceses al momento de la Asamblea sino la que debía ser a medida que la Revolución alcanzara sus pro-pósitos.

¿Y cuáles eran las condiciones necesarias que de-bían darse para garantizar ese tránsito entre un esta-do y el otro de la libertad?

Los otros dos principios formulados. Comence-mos por el que integra la afirmación liminar: igual-dad. Para que este... liberarse de y alcanzar la liber-tad para... resultare posible debía establecerse entre los hombres un pacto de igualdad. Ahora bien, des-de que perspectiva hablan de igualdad, ¿se están refiriendo a igualdad ante la ley?. Sí, también pero no sólo, o por lo menos no en el sentido restringido al imperio de las togas. Nos están hablando de la igualdad de accesibilidad en el goce y ejercicio de lo que contemporáneamente recibe el nombre de de-rechos sociales: a la alimentación, al vestido, a la vivienda, a la educación, a la salud, al trabajo, al es-parcimiento. Esto echa las bases de una sociedad

equitativa, en el cual cada persona ejercita su liber-tad para ser. Sociedad que, a su vez, tiene el derecho de ser libre e igual en derechos a cualquier otra so-ciedad.

Asimismo ¿cómo es posible que libertad e igual-dad se coliguen? Sólo y tan sólo si cada hombre considera a los otros hombres y estos otros a él y todos entre sí ... hermanos. Esta y no otra cosa es la fraternidad. Y no sólo con el prójimo sino y funda-mentalmente con el más lejano... el diferente... el opuesto. Pero no desde una perspectiva bucólica o anodina sino desde la fortaleza y profundidad basa-da en la solidaridad y en acciones concretas. Frater-nidad y solidaridad que deben ser comprendidas no como la licuación de las diferencias ni de las convic-ciones sino a partir de ellas y sobre el desarrollo de la tolerancia. Cualidad ésta que no es un ejercicio de comprensión mutua de banalidades sino que se constituye como tal en la medida que tengamos convicciones firmes y sólidas y seamos capaces de tolerar al otro que también tiene convicciones fir-mes y sólidas situadas en la margen opuesta a las nuestras.5 Este principio aplicable a las relaciones interpersonales, a las relaciones sociales y a las rela-ciones internacionales es el fundamento de la paz entre los hombres y entre las naciones.

Retomando. Esto que como cuerpo de ideas legislado se sancionaba y proclamaba allá por 1789 sigue en nuestros días inscripto en el campo del deber ser y no en el del ser. ¿O acaso estamos en condiciones de afirmar hoy que toda criatura que nace en el mundo ostenta la condición de libre, permanece libre y es igual en derechos? Y no necesitamos ni siquiera perdernos en la inmensidad del concepto mundo, remitámonos a nuestra patria, a nuestra Ciudad, a nuestro barrio.

Debemos preguntarnos entonces el porqué de esta puja inacabada por alcanzar la plena vigencia de estos tres principios cuya proclamación tiene ya una antigüedad de más de 200 años. Incompletitud que no obedece a cuestiones ni mágicas ni espontáneas sino al producto de las confrontaciones ideológicas. No se ha logrado armonizar entre los principios de libertad e igualdad. Los que propugnan el primero le otorgan el carácter de absoluto y lo ciñen al logro y

5 Para evitar interpretaciones laxas o malintencionadas cuando hablamos de tolerancia no debemos considerar merecedores de esta actitud por parte nuestra a quienes han incurrido, incu-rren o incurrieran en: crímenes de lesa humanidad; aniquila-ción de pueblos o etnias; apropiación de niños nacidos en cautiverio; etc. Esta breve enumeración no pretende ser ex-haustiva sino indicativa de determinados límites para aquellos que ignoran o fustigan con su pensamiento y acción a lo que contemporáneamente se considera el campo de los derechos humanos.

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goce individual, quienes se recuestan sobre el se-gundo han opacado cuando no eliminado el concep-to de libertad. Esta síntesis entre principios que han devenido antagónicos es una tarea pendiente de aquellos que seguimos pensando que el tríptico Li-bertad, Igualdad, Fraternidad no sólo tiene plena vigencia sino que sigue constituyendo una utopía enriquecedora y estimulante. Dicha tanto en el sen-tido que lo plantea Eduardo Galeano -algo que está en pleno movimiento pero que posee la fascinación de lo realizable- o Mario Benedetti cuando nos dice en su poema Utopías: “Cómo voy a creer / dijo el fulano que el mundo se quedó sin utopías /Cómo voy a creer que la esperanza es un olvido.”

Para la concreción de esta utopía, sin embargo, existen algunos obstáculos –por ser benévolo en su calificación- que deben ser removidos. Entre ellos se destaca, por entender quien esto escribe que es la matriz que genera los otros, la concentración del poder económico, financiero o militar dado que en cualquiera de sus variantes o en una combinatoria tal concentración resulta incompatible con el lema de la Revolución Francesa y la vigencia plena de la democracia. Є

CRÍTICA CULTURAL

TRIBUTO AL GENIAL CÉSAR BRUTO

Escribe: Martin Bizantino

ste ha sido, sigue siendo y será por siem-pre un país de grandes escritores. Y no es para menos: cualquier hazaña que pueda

imaginar la literatura se queda corta ante los jirones de realidad que nos ofrece este país.

Sigue siendo, también, un país en donde una porción no poco importante de su gente conserva el refinado y edificante hábito de leer.

Hubo una vez un genial escritor que se llamaba Carlos Warnes (1905-1984). Columnista habitual de la mítica revista “Rico Tipo” y guionista de Tato Bores durante la década de 1960, al tipo le daba por escribir ciertas cosas con seudónimo, y así nació César Bruto, un escritor tan genial como Warnes, pero que tenía por costumbre alterar hasta el punto de lo desopilante todas las reglas gramaticales y re-tóricas existentes para el buen uso del castellano.

Y tan genial y diferente era la literatura de César Bruto a la del resto de los escritores de su genera-ción, que el propio Julio Cortázar –un manifiesto degustador y, a la vez, cultor del humor exquisito-

decidió rendirle un justo homenaje en varios de sus libros.

Carlos Warnes – César Bruto

En uno de sus habituales recursos literarios, Cé-

sar Bruto -escritor semianalfabeto- le pide a Carlos Warnes, su creador y alter ego, que le prologue una de sus obras. Allí Warnes apunta una profunda refle-xión:

Es demasiado importante el analfabetismo -escribe Warnes en el prologo de “El pensamiento vivo de César Bruto”, publicado en 1946- y extraordi-naria su difusión en todos los países, hasta aquellos más atrasados, para que yo aspire a decir algo nuevo o sea ne-cesario mi elogio para que la gente conozca sus beneficios. Deseo solamente destacar el gesto de los editores al presen-tar esta obra de César Bruto, que si no es la primera que escribe un analfabeto, reclama por sus méritos un lugar destacado en la biblioteca de todos aquellos que no saben leer ni escribir”. Y agrega con lucidez implacable que “(…) únicamente se salvan del caos aquellos seres que, como el autor de este libro, logran mantenerse anal-fabetos durante toda su vida, libres de la pesada lectura de los periódicos, de los libros y de la peligrosa influencia de los diccionarios enciclopédicos, los cuales deben considerarse como el más terrible castigo de cuantos ha sufrido la hu-manidad”.

Se me dio por rescatar un par de textos de César

Bruto que no tienen desperdicio y que me gustaría compartir con ustedes, lectores ocasionales de este módica revista de ideas.

"Esplicasiones de una Señora que sescapa con otro" Negro:

te pido por fabor de que no tomés a mal que yo agarre mis prendas de vestir y me vaya del co-torro, ni que pensés de mí con lijeresa, aplicán-dome tal o cual metáfora dibna de mejor suer-te… ¡Te juro que me voy para tu bien, negrO, y que algún día vas a comprender todo el tremen-do sacrificio que hago para que triunfés con tu

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concomitansia de poetA y de conpositor de mú-sica, todo lo cual hoy andás bastante flojo y sin poder encontrar un tema para un gran tango que te haga venir popular y honbre de plata!

No te vayás a pensar de que te dejo porque a tu lado reina una pobresa insuperable, y que si una sigue vibiendo acá a la larga se acostrumbraría a comer el reboque de la paré… ¡queesperansa! Me voy, negrO, para ver si al encontrarte solo, triste y abandonado, sin nada más que la guitarra y el perrito companiero que por mi ausensia no co-mería, te sentás a escribir un presioso tango, en el cual me tratés de todo, diciéndome que soy una ingrata malbada, una percanta trasionera o lo que a vos te guste, que no me voy a ofender por eso.

Todavía, si querés más datos para tu composi-sión, te comunico que al escaparme del bulíN me voy con un cabaliero que conosí el otro día en el sentrO, el cual se me asercó cuando yo estaba mirando una vidriera, y me dijo: “Usté merecería un tapado de bisontE y un coliar de brillantes, sinpática…”, a lo cual yo le contesté: “¿Le parese?...” y como una palabra saca la otra y las 2 laban la cara, a la final quedamos que yo me iría a vibir con él, que me tratará como una reinA, y hasta prometió de comprarme una licuadora para que yo pueda ha-ser jugo en mis horas de ósio… ¿Te das cuenta qué cambio?

¡Adiós negrO, no mechés la culpa de nada y pensá que todo lo hago para que triunfés con una cansión en contra mía… ¡Ha, y apurate que te van a desalojar antes del 30!

Se despide de vos, tu tierna conpaniera quesca-pás de haser cualquier cosa parayudar-te, Camila (haora gladiS”).

O este otro texto, que componía la sección “Ver-

sos y Notisias” de la revista RicoTipo:

"(¿......?) Mandalay, 24. - Grasias a un fenomenal inger-to de la córnea parese que recuperó la vista el famoso tuer-to de mandalaY. Viendo un aviso en el diario, el tuerto mandó el ojo defisiente a los estadoS unidO y a la vuelta del correO le mandaron el ojo en perfebto estado de visibi-lidá, con lo cual haora el tipo anda loco de la vida".

Es muy posible que a las actuales generaciones -

adolescentes y jóvenes twitteros y messengerianos que creen que la vida es tan sólo el breve espacio de tiempo que media entre el envío de dos mensajes de texto- la literatura de César Bruto no les cause gra-cia.

Esto tal vez suceda porque, habituados al abuso de TKM, Holis, Tb, y de esos insoportables emoticones,

esta clase de jóvenes está convencida que el correcto castellano se escribe así, a lo bruto, como lo hacía César Bruto. Realmente, una pena. Є

APOSTILLAS

quinoccio les recuerda a sus lectores que está abierta la recepción de artículos y ensayos para su publicación. El material deberá preferen-

temente tener una extensión no mayor de cinco carillas (para el caso de los artículos) y 10 carillas (en el caso de los ensayos o las monografías), preferen-temente redactadas en formato de página A4, fuente garamond 12.

La publicación de los mismos quedará a criterio del editor, pudiendo éste realizar las correcciones ortográficas y de estilo que considere ser necesarias.

Los textos deberán enviarse a las siguientes di-recciones de correo electrónico:

[email protected] administració[email protected]

ejamos establecido una vez más que todo el material publicado en nuestro sitio digital es de libre disponibilidad de los lectores, con la

única obligación de mencionar la fuente, con arreglo a la convicción de que toda forma de conocimiento es producto de una construcción colectiva. Є

Buenos Aires, Agosto de 2012

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