entre sacra y profana, la «agudeza». la oratoria … · una práctica teología moral con...

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CRITICÓN, 84-85, 2002, pp. 217-231. Entre sacra y profana, la Agudeza. La oratoria sagrada de Lorenzo a Baltasar Gracián Benito Pelegrín Universidad de Provence M E D I O S H U M A N O S Y M E D I O S D I V I N O S D E L O S C O N C E P T O S Práctico, teórico de la escritura y verbo barrocos, entre Lorenzo, su nombre de autor mundano, y Baltasar, nombre confesado de autor religioso 1 , Gracián expone y propone en su Agudeza y Arte de Ingenio (1648) un arte ingenioso de escribir tanto sacro como profano, en que el ingenio es factor común a todo tipo de dicción, de acción, de predicación. En este tratado, como en sus demás obras, con su espíritu de sistema que él mismo subraya, también parece distinguir los planos digamos «humano» y «divino» que, siguiendo en esto una sentencia de Ignacio de Loyola, radicalmente opone en el aforismo 251 del Oráculo manual: «Hanse de procurar los medios humanos como si no hubiese divinos, y los divinos como si no hubiese humanos». 2 En cambio, en El Comulgatorio, su única obra religiosa, entre meditación y oratoria, lo repite, tal vez justificación capital de la casuística separación entre Lorenzo y Baltasar. Pero esta vez establece una jerarquía entre esos planos: «poco valen los humanos medios sin los divinos» {Com, M III, Punto I o ). En cambio, en la poética 1 Véase Pelegrín, 1998. Gracián publicó casi todos sus libros, sin censura de la Compañía, bajo el nombre de «Lorenzo Gracián, infanzón», el de uno de sus hermanos; la Primera Parte del Criticón salió con el seudónimo anagramático de «García de Mariones» y el Comulgatorio («este solo reconozco por mío, digo legítimo», dijo de él) firmado abiertamente Baltasar Gracián, y con censura. 2 En cursivas en el texto. Único aforismo cuya cabeza no glosa a continuación, contentándose con aducir: «Regla de gran maestro; no hay que añadir comento».

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CRITICÓN, 84-85, 2002, pp. 217-231.

Entre sacra y profana, la Agudeza.La oratoria sagrada

de Lorenzo a Baltasar Gracián

Benito PelegrínUniversidad de Provence

M E D I O S H U M A N O S Y M E D I O S D I V I N O S D E L O S C O N C E P T O S

Práctico, teórico de la escritura y verbo barrocos, entre Lorenzo, su nombre de autormundano, y Baltasar, nombre confesado de autor religioso1, Gracián expone y proponeen su Agudeza y Arte de Ingenio (1648) un arte ingenioso de escribir tanto sacro comoprofano, en que el ingenio es factor común a todo tipo de dicción, de acción, depredicación.

En este tratado, como en sus demás obras, con su espíritu de sistema que él mismosubraya, también parece distinguir los planos digamos «humano» y «divino» que,siguiendo en esto una sentencia de Ignacio de Loyola, radicalmente opone en elaforismo 251 del Oráculo manual: «Hanse de procurar los medios humanos como si nohubiese divinos, y los divinos como si no hubiese humanos».2

En cambio, en El Comulgatorio, su única obra religiosa, entre meditación y oratoria,lo repite, tal vez justificación capital de la casuística separación entre Lorenzo yBaltasar. Pero esta vez establece una jerarquía entre esos planos: «poco valen loshumanos medios sin los divinos» {Com, M III, Punto Io). En cambio, en la poética

1 Véase Pelegrín, 1998. Gracián publicó casi todos sus libros, sin censura de la Compañía, bajo elnombre de «Lorenzo Gracián, infanzón», el de uno de sus hermanos; la Primera Parte del Criticón salió conel seudónimo anagramático de «García de Mariones» y el Comulgatorio («este solo reconozco por mío, digolegítimo», dijo de él) firmado abiertamente Baltasar Gracián, y con censura.

2 En cursivas en el texto. Único aforismo cuya cabeza no glosa a continuación, contentándose con aducir:«Regla de gran maestro; no hay que añadir comento».

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profana y sacra que resulta ser la Agudeza, con su repertorio de ejemplos de ambasíndoles propuestos «a la imitación» (Discurso3 XXVII), aparenta respetar esa dicotomíaentre tierra y cielo, humano y divino, al nivel de las materias. Así, explica, en su nota«Al Lector»: «Afecté la variedad en los ejemplos, ni todos sacros, ni todos profanos».

A pesar de la diferencia afirmada por Gracián, el factor común de la agudezauniformiza4 los «conceptos predicables» con los demás, aunque, en esos modelos,matizando las categorías, se impone una diversidad adaptada a la necesidad, a laocasión del lugar y del locutor, del gusto del lector:

El predicador estimará el substancial conceto de Ambrosio; el humanista, el picante deMarcial. Aquí hallará el filósofo el prudente dicho de Séneca; el historiador, el malicioso deTácito; el orador, el sutil de Plinio; y el poeta, el brillante de Ausonio.

Pero bien se entiende que si, en este prefacio teórico, Gracián parece distinguir entre«predicador» y «orador», el uno sacro y el otro profano (cuando no precisa «oradorcristiano») según los modelos que les propone, la práctica para nada los opone y larealidad de la elocuencia muchas veces los confundía en una época en que las fronterasculturales entre lo humano y lo divino no eran impermeables, sobre todo en el dominiode la oratoria sagrada, con finalidad por supuesto religiosa, pero en que, nada abstrusa,la teología expuesta a las masas, según decretos del Concilio de Trento5, era más bienuna práctica teología moral con ejemplos concretos sacados de fuentes culturales varias,filosóficas, mitológicas, poéticas, literarias, que también tenían que entretener, deleitara los oyentes para insinuarles el mensaje didáctico. Todo, claro, dependía del lugar, delpúblico a quien se dirigía el pastor, que se tenía que adaptaré, siendo por supuesto muydistintos el tipo de sermón a lo capuchino, popular en general, y a lo jesuíta (exitososmisioneros predicantes, los jesuítas eran apreciados en círculos más selectos). De

3 Los citaremos en adelante por D, seguido del número en cifra romana, reservando A para la Agudeza,Com para El Comulgatorio, con M para Meditación con su número.

4 Véase Laplana Gil, 1999.^ Frente a la urgencia de contrarrestar la ofensiva teológica protestante, el Concilio dedicó temprana y

precisa atención a la predicación, verdadero ministerio de la Palabra autorizada, con ya cinco sesiones en unaño que dieron lugar al decreto Super lectione et prœdicatione del 17 de junio de 1546, confirmado yprecisado, como lo relativo a gracia y libre albedrío, el año de clausura de 1563, por el canon IV de la 24asesión del Decretum de reformatione. Se insta al predicador explicar con «brevedad y claridad los vicios queevitar y la verdad que practicar para huir las penas del infierno y ganar la eterna felicidad». La mismasencillez se exige de la música litúrgica, intelección de las palabras del dogma, cuya reforma se encarga aPalestrina. Que también fracasa en esa simplificación con la ola entrante del Barroco. Véase Pelegrín, 2000,pp. 260-261.

° Tal vez más que por la orden religiosa, el tipo de sermón era forzosamente acondicionado por el lugar,grande o pequeño, y el público más o menos heterogéneo. El sermón «patético», teatralizado, de efectos ygestos gruesos que subrayaban o aclaraban una palabra lejana, era necesario para ser visto, si no bien oído delejos, en tiempos de voz desnuda, pratoria por definición (véase, hoy día, la diferencia entre el trabajo teatral,operístico de actores o cantantes que se dirigen a toda una sala y el juego cinematográfico y televisual quepermite proximidad, confidencialidad). Los italianos pretendían que ese tipo de sermón exagerado, conmuchos aspavientos, lo habían introducido los españoles que necesitaban darse a entender por gestos u otrosefectos por no dominar bastante bien la lengua extranjera en que predicaban. De otro tipo sería el sermónmás sutil, más íntimo.

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sermones «teatralizados», patéticos, o con música, para conmover a los oyentes,Gracián no propone más que dos ejemplos7.

ARQUITECTURA SACRA Y PROFANA DE LA AGVDEZA

Siempre insistí en la elocuencia de las simetrías gracianas. No podía faltar aquí en elsutilísimo equilibrio de Lorenzo y/o Baltasar. Sea el caso de los Discursos penúltimo(LXII) y segundo.

Más de su agrado lingüístico y estilístico que el sermón patético, son la cultura, elaliño y el ingenio, cualidades que atraviesan todo el campo de lo conceptuoso, lo quealaba Gracián (sintomáticamente en las últimas páginas concretas del penúltimoDiscurso de la Agudeza) en el ejemplo ahí más largo de oratoria sacra, en el «agradableHortensio» Paravicino que «juntó lo ingenioso del pensar con lo bizarro del decir; [...]más admirable que imitable». Pero con el reparo, elogioso en Gracián, del público,reducido pero selecto a quien se dirige. «Con todo8 sea para pocos y singulares estetrozo de oro en el Sermón de la Visitación» dice Gracián, que cita luego un largo pasajede dicho sermón, pasaje que parte ingeniosamente de una fábula pagana para terminaren cristiana parábola, saltando de lo profano a lo sacro.

Notemos de paso que, en este conclusivo Discurso LXII («Ideas del hablar bien»)9,Gracián, aun Lorenzo en este caso para la firma pero que confirma a Baltasar, proponepara terminar no sólo un largo extracto de Paravicino sino que lo hace seguir, aunquesin aducir ejemplos, de elogios a otro sacro orador muy admirado por él, Diego Lópezde Andrade, agustiniano, de quien escribe:

es todo delicadeza; va siempre concepteando como su gran padre Agustino en el sermón de losInocentes, Ambrosio en el de Santa Inés, y S. Crisólogo en el de la Madalena.

Si se añade que ese trozo de Hortensio trata, a partir de un paralelo mitológico conel cazador Alcón, del encuentro entre la Virgen María, preñada, y Santa Isabel, tambiénencinta del futuro Juan Bautista; si se agrega que los sermones así aludidos tratan deSanta Inés y la Madalena, sin olvidar los Inocentes, vemos que la pecadora y la virgen,Eva/Ave, Madre/hijos, constituyen la temática sacra privilegiada en su Agudeza porLorenzo, hijo rebelde (que no somete sus libros a la censura de su casa Madre), almismo tiempo que son, también, fundamento de la argumentación10 de Baltasar (hijosumiso de la Iglesia) en su único libro religioso, El Comulgatorio (1657), «hijolegítimo» éste, que firma y reconoce legalmente como «Padre» jesuíta.

7 A imitación de las cuatro pinturas que se hicieron en Roma para conmover al pueblo con la muerte deCésar, «En el sermón de la Pasión acomodó uno [eso y] fingió como cuatro tablas, en que fue describiendolos principales pasos de la Pasión, moviendo eficazmente el auditorio al llanto y a la venganza de los pecados.De este modo de invenciones y trazas usó mucho el padre Jerónimo de Florencia», incluso introduciendo «loscuatro doctores de la Iglesia cantando cuatro lamentaciones» (D LIV). Ese efectismo teatral se cuenta del P.Antonio Vieira.

8 Nótese el jugueteo verbal de nuestro autor que, de paso, opone «pocos» a un implícito «todos».9 El Discurso final («De las cuatro causas de la agudeza») es más bien una recapitulación teórica.1° Remito a mi trabajo, 2001a.

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El Discurso termina por un como panegírico al «hebdomadario de la Iglesa Catedralde S. Esteban de Tolosa», «el célebre doctor D. Francisco Filhol»n, cuyo estilocompara nada menos que con el «de San León Papa», alabando de manera inflamada la«docta santidad» de este modelo de discretos a la vez profano y sacro: ingenio,discreción, si bien se mira, sacralizados por Gracián.

Notemos ahora también que, en el Discurso segundo de la Agudeza, pero el primeroque entra en la materia del tratado («Esencia de la agudeza ilustrada»), el primerejemplo de concepto es sacro, «del suavísimo de los Doctores [san Ambrosio] a laCordera de las Vírgines [santa Inés]». Y otra vez podemos recalcar aquí unas de esaspasmosas construcciones, esa voluntad de sistema, de simetría de Gracián: del segundoal penúltimo Discurso, entrada y salida de la materia ingeniosa, abre y cierra su tratadocon ejemplo sacro, en el cual hallamos a san Ambrosio con santa Inés. Conste tambiénque unas líneas antes, dos escasos párrafos apenas, la conclusión del Primer Discurso(«Panegírico al arte y al objeto») terminaba con evocaciones de San Agustín y delmismo Ambrosio, si bien pareados con dos autores paganos: «¿Qué fuera Augustino sinsus sutilezas y Ambrosio sin sus ponderaciones, Marcial sin sus sales, y Horacio sin sussentencias?»

Pero lo que tanto se olvida al tratar de un autor de cariz tan mundano que oculta alparecer su hábito (cuando no sirve éste a resaltar aquél) es la dimensión, o larespiración (cuando no directamente inspiración) religiosa que, por ser menos vistosa,no por eso no existe en su obra. Pongamos pues de relieve lo que no parece verse: esteprimer capítulo «esencial», ya que trata de la «Esencia de la agudeza ilustrada», loencabeza algo que sabe a invocación apertural en esta religión graciana del ingenio:

Si el percibir la agudeza acredita de águila, el producirla empeñará en ángel; empleo dequerubines y elevación de hombres, que nos remonta a extravagante jerarquía.

Ni vale comentar, en este Discurso introductivo a la primera parte de la Agudeza—la «incompleja», desde el Discurso II hasta el L incluido—, la escala de valores(«águila, ángel, querubines») expuesta por Gracián. Si se mira ahora la segunda parte o«Tratado segundo de la agudeza compuesta» (Discursos LI-LXIII), su primer capítulocontiene, para 11 alusiones a autores profanos (para un solo ejemplo comentado, unsoneto de Góngora), unas 13 referencias sacras, tres de ellas muy largas, dos debidas ados predicadores jesuítas nombrados, la tercera atribuida a un «gran orador» sinnombrar. No podía faltar, de entrada, equiparado a Plinio, «el cultamente elocuenteHortensio Paravisino» [sic].

11 En la francesa crisi IV de la Segunda parte del Criticón, «El Museo del discreto», Gracián hacereferencia a la casa de Filhol, «rarísimo agregado de prodigios de la naturaleza y del arte», como dice aquí, yno a la de Lastanosa, evocada anteriormente en la aragonesa crisi II, «Los prodigios de Salastano». VéasePelegrín, 1982, y 1985, pp. 34-44.

DE L O R E N Z O A B A L T A S A R G R A C I Á N 2 2 1

El «espíritu de concepto» a la luz del Espíritu Santo12

En el segundo Discurso del «Tratado segundo», con la excepción de un soneto «deldoctor Francisco Andrés» de Uztarroz, pero dedicado a los dos mártires, «santosHermanos S[an] Laurencio y San Orencio, hijos ambos de la victoriosa Huesca», todoslos ejemplos, larguísimos, son sermones. Para ensalzar lo más difícil de la agudeza,como un eco de la genealogía angélica que presta al ingenio, llega Gracián a escribir:

El compuesto de reparos es la obra más costosa del ingenio, y por tanto, la más primorosa.Tal fue éste, que tuvo al Espíritu Santo por autor y por objecto, en la lengua de un oradorcristiano.

Así, clara genealogía, de la lengua de fuego del Espíritu Santo a la lengua de oro delinflamado predicador, alimento eucarístico glosado por Lorenzo que, casi como en sufuturo Comulgatorio, deja aquí hablar a Baltasar:

el Pan del Cielo, con razón viene en lenguas, y éstas de fuego, en significación y misterio que abocado, que es Dios, le habernos de recibir en lengua de Espíritu Santo.

El «espíritu de concepto» (D XXVII), pues, es iluminación humana del medio divinodel Espíritu Santo.

Concluye el capítulo con otra larga glosa del sermón del jesuíta Jerónimo Bartoli,que, comparando la Ascensión con la Asunción de María, paranomasia de sueño,explica que Jesús no se llevó consigo a su madre ese día, y que la dejó «en el mundo,para que hubiese en él quien dignamente hospedase al Espíritu Santo, cuandodescendiese fuego». María, entonces, llega a ser albergue terrestre del Espíritu Santo,fuente de inspiración para el orador cristiano, como «Es la erudicón, dice el EspírituSanto, fuente del saber» (D LVIII).

Principio tal vez pero amparo final: a pesar de los muchos requisitos teológicos yculturales que se exigían para ser aceptado como predicador, las exigencias yexpectación del público (así se le puede llamar) eran mayores, de modo que, a pesar desu técnica, la preparación de un sermón, que ni se debía leer ni recitar de memoria,dejando parte a la improvisación, podía ser angustiosa para el orador. Se considerabageneralmente que el talento oratorio era una gracia del Espíritu Santo. A quienes leinterrogaban, el mismo Luis de Granada, exponiendo sus ansias y angustias, respondíaque el mejor método, heredado de su maestro Juan de Ávila, era «Amar mucho alSeñor.»

1 2 El 18 de marzo de 1994, la sociedad de psicoanalistas lacanianos de Bruselas me invitó para unaconferencia sobre la Agudeza y propuse «L'Esprit à l'ombre du Saint-Esprit», en que hice una «genealogía delingenio», del espíritu, partiendo del «misterio de la Concepción» que tanto parece fascinar a Gracián enrelación con el concepto (lo concebido, «lo parido», preñez del concepto) y las imágenes del cuerpo de lamujer (Vírgenes, santas) en Agudeza y Comulgatorio. El caso es que Yves Depelsenaire, organizador de lareunión al presentarme presentó también Le Séminaire, Livre IV, de Lacan (Í956-Í957) acabado deimprimir, que había recibido en avance sin estar aún en venta y que nadie podía, pues, conocer: el capítulo III(pp. 41-58) trata de «Le signifiant et le Saint-Esprit».

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Arquitectura y arquitextura del ingenio

Entre esos ejemplos sacros gracianos, muchos hay de los Padres de la Iglesia, muchosson poemas religiosos de autores profanos y muchos sermones13.

En los Discursos finales, consideraciones ya no sobre el funcionamiento del ingenio,la técnica de la agudeza, sino sobre el estilo en general, vuelve Gracián sobre esaclasificación por género, sacro o profano, por especialidad de los conceptos, según,evidentemente, las implícitas leyes del decoro o decencia:

Son también muy diferentes unos de otros en la decencia, porque el que es nacido para unepigrama, no es decente para un sermón. Tienen sus engastes los pensamientos, y no se debenbarajar las crisis y ponderaciones de un grave historiador14 con los encarecimientos yparanomasias de un poeta. Pide muy diferentes pensamientos, y aun palabras, una cartafamiliar que una oración; ni merece ser asunto principal de un sermón el concepto que esbrillante para un soneto1-5. (D LX, «De la perfección del estilo en común»)

El «concepto», lo que definí como «figura argumentada»16, forma parte de lo quellamé «arquitextura» del texto que viene, como diría Gracián, «engastada» en la«arquitectura»17 global de la frase y, claro, del libro, «agudeza compuesta». En esemarco global frástico en que, como una joya, el concepto tiene su «engaste», Gradan,siguiendo la tradición, la «autoridad» antigua (pero reduciendo a dos los tres1^ estiloscanónicos), distingue:

Descendiendo a los estilos en su hermosa variedad, dos son capitales: redundante el uno yconciso el otro, según su esencia: asiático y lacónico, según la autoridad.

Rehusando otra vez la identificación abusiva de Gracián con cierto fanatismoconceptista de la concisión oracular, recordemos lo que él —a más de practicarlo por símismo— añade serenamente: «Yerro sería condenar cualquiera, porque cada uno tienesu perfección y su ocasión», interpolando esa «hermosa variedad» que permite, entreesos dos polos esenciales del laconismo y asianismo, pues, todas las combinacionesestilísticas posibles (D LXI, «De la variedad de los estilos»).

Dentro de ese marco de frase, concisa o amplia, nuestro práctico, crítico de retóricassacra y profana —en primera línea como autor encubierto, predicador y profesor, enquien podemos sentir un eco de las contiendas literarias de su tiempo y de las polémicassobre la oratoria sagrada— Gracián, pues, distingue dos modalidades de estilo:

1 3 Sobre la identificación de los predicadores, véase Cerdan, 1988. Sobre las fuentes, Smith, 1986,pp. 327-338.

'^ Gracián, que tributa tantos elogios a Pierre Mathieu, historiador francés de Henri IV, nota sinembargo las críticas que se le hacían de tener un estilo «más de orador que de historiador».

!5 Sin embargo, no vacila en igualar los sermones de Paravicino con los sonetos de Bartolomé Leonardode Argensola; véase más abajo, «La variedad o transgresión de géneros».

16 Pelegrín, 1979.17 Para estas nociones, véase mi ensayo de 1985 (Première Partie, chap. I, «Architecture et architextures

baroques»), pp. 39-85.18 Se distinguía tres géneros (sublime, mediocre, humilde), a veces asimilados, de manera algo forzada

como en Cicerón, a les tres estilos (asiano, rodio, ático). Véase Pelegrín, 1990.

DE LORENZO A BALTASAR GRACIÁN 223

Otros dos géneros de estilo hay célebres, muy altercados de los valientes gustos, y son elnatural y el artificial. (D LXXII, «Ideas de hablar bien»)

Respecto al estilo sencillo, Gracián, sin comprometerse, recuerda sus finalidades,entre las cuales la oratoria sacra:

Aquél, dicen sus valedores, es el propio, grave, decente; en él, hablamos a los príncipes ypersonajes autorizados; él es eficaz para persuadir, y así es muy propio de oradores, y máscristianos; [...] es substancial, verdadero, y así el más apto para el fin del habla, que es darnosa entender.

El Concilio tridentino había insistido en la necesidad de la clarificación, si no de losmisterios de una religión de cuyos arcanos se reservaba la Iglesia la interpretación, porlo menos de la prédica dirigida a la masa. Pero notemos que el canon ético de lasimplicidad también chocaba con la exigencia estética de los géneros, que requería unestilo adaptado al objeto, forzosamente sublime en lo que a religión tocaba. Tal vez enesa quemante contradicción estribe en algo la neutralidad ostentada por Gracián en laquerella de los estilos, en un momento en que la Iglesia reaccionaba al interior contralos ataques protestantes y jansenistas contra cierto esteticismo oratorio:

El artificioso, dicen sus secuaces, es más perfecto, que sin el arte siempre fue la naturalezainculta y basta; es sublime, y así más digno de los grandes ingenios; más agradable, porquejunta lo dulce con lo útil, como lo han platicado todos los varones ingeniosos y elocuentes.

Aquí también, Gracián coloca este tipo de estilo en los requisitos de laContrarreforma: juntar «lo dulce con lo útil» según Horacio adoptado, deleitaraprovechando. Sin olvidar que, en la ley del decoro, de lo decente, lo «sublime» es lo«más digno de los grandes» temas, tanto como de los «grandes ingenios». Constatemos,pues, que un autor que siempre aconseja palabras «a dos luces», «discurrir a dosvertientes», oponiende aquí los «valedores» del estilo llano y los «secuaces» del«artificial», manifiesta —o afecta— una objetividad superior, concluyendo: «Pero cadauno en su sazón, y todo con cordura» (D LXII, «Ideas de hablar bien»)19. Con laposibildad deliciosa de la heterogeneidad, de la mezcla.

La variedad o transgresión de géneros

Pero el discurso, lacónico o asiático, llano o artificial, es también el marco de lanecesaria erudición ilustrativa. Si Gracián distinguía teóricamente los planos divinos yhumanos, la práctica baraja las fronteras. Hay conceptos sacros en substancia pero queno se bastan por sí solos, necesitando el condimento circunstancial:

Los sacros [conceptos] suelen fundarse en algún lugar de la Sagrada Escritura, aunque despuésel picante del concepto se ayude de las demás circunstancias. (D XV)

19 Un utilitarismo artístico que Gracián no deja de recordar: «siempre ha de atender el arte al fruto de lamoralidad, que es el fin de lo dulce y entretenido, ai blanco de un desengaño» (D LVI).

224 BENITO PELEGRI'N Criticón, 84-85,2002

Por otra parte, si es cierto que debe haber adecuación entre materia y estilo, las«autoridades que se acomodan» (D XXXIV), tanto pueden ser sagradas como profanas.Del mismo modo que aquéllas (las sagradas), si se aplican a materia profana, «débenseajustar a cosas graves y decentes», del mismo modo que «De la misma teología seacomoda a veces algunos puntos selectos que realzan [una] materia [profana]» (D LIX),así, a la inversa,

cuando se acomoda una autoridad de la erudición profana a cosas sagradas, es menester quesea sublime y de sujeto digno. Desta suerte, el erudito y conceptuoso Valderrama,augustiniano, se vale de las letras humanas en los discursos sacros con grande acierto: que notodo ha de ser profano, ni todo sacro; la prudente variedad es más gustosa, como máshermosa; no hace la sabia naturaleza sus obras homogéneas [...] y quieren algunos escritoresque todos sus discursos sean unívocos, enfadando con su unítona20 agudeza. (D XXXIV)

De modo que esa repartición y separación decorosa entre sacro y profano, aunquemuy subrayada, se esfuma en la práctica y, no sin contradicción en Gracián, pues,alabando al poeta Argensola, a pesar de su distingo entre concepto de soneto yconcepto de sermón, ]e equipara con Paravicino: «En la prosa fue igual suyo elagradable Hortensio» (D LXII). Pero sobre todo, se borran fronteras con el requisitoabsoluto de la variedad del que él mismo hace alarde en toda su obra21:

pero no ha de ser [la erudición] uniforme, ni homogénea, ni toda sacra, ni toda profana; ya laantigua, ya la moderna; [...] que la hermosa variedad es punto de providencia. (D LVIII]

Si el Espíritu Santo hablaba por la erudición o en ella, la variedad parece también undon del cielo, de la providencia. Culto a la variedad22 que impide, en mi opinión,encerrar sus libros dentro de límites genéricos que siempre rebasa.

H U E L L A S DE LA O R A T O R I A EN G R A C I Á N

Gracián fue también un predicador, por oficio, por supuesto, pero excepcional, deéxito público, según cuentan desde Madrid en 1641, y él mismo en 164623 en una cartarelatando el sitio de Lérida. Si extrañamente no parece haber publicado los suyos, sesabe que publicó los sermones misionales del Padre Continente en 1651, en laPredicación fructuosa, en el momento mismo en que daba a la estampa su polémico

20 Es lo que reprocha a Quevedo y a sus agudezas «más unas que únicas».2 1 Pelegrín, 1993.2 2 También sobre variedad, advertía: «La uniformidad limita, la variedad dilata» (D III); «para mi gusto,

la agradable alternación, la hermosa variedad; que si per tropo variar natura é bella [sic], mucho más el Arte»(D LX, «De la perfección del estilo en común»). Sobre la variedad en la Agudeza, véase Egido, 1990,pp. 241-258.

2 3 Estando Gracián en Madrid, extrañados sus amigos aragoneses de su silencio, un Padre de laCompañía lo disculpa contando, no sin exageración tal vez, que estuvo predicando todas las fiestas, «algunasdos veces y ayer debía tener a más de la iglesia llena, fuera más de 4.000 personas», en Coster, 1947, p. 38.Él mismo cuenta en una carta cómo exhortó a los soldados antes de la batalla del sitio de Lérida contra losfranceses, herejes muchos: «Diome el Señor su espíritu aquel día para exhortarles y disponerles y una voz declarín», lo que le mereció el título de «Padre de la Victoria», de la que escribe muy ufano: «no puedo dejar dedecir que yo tuve alguna parte.»

D E L O R E N Z O A B A L T A S A R G R A C I Á N 2 2 5

Criticón. Dedicó el libro al obispo de Huesca, Esmir, amigo de los jesuítas yfavorecedor suyo, que había fundado el Colegio jesuítico de Graus como baseestratégica de misiones en tierra catalana asolada por la peste, la guerra, e infiltrada porprotestantes franceses. Se opina que Gracián acompañaría al obispo en sus misionespastorales. Si no se han encontrado sermones concretos suyos, no por eso su obra,didáctica siempre, ascética y moral, carece de elementos que puedan remitir a lapredicación.

Agudeza

Ya sugerí que el propio Gracián podía aludir a sí mismo cuando, a falta de citarnominalmente algún predicador preciso o aludido de manera transparente para loscontemporáneos, usa expresiones como «Un orador cristiano» (D I, IX, LII); «unorador sacro», «un ingenioso orador» (D II); «ingenioso discurso» de un predicador (DIII); «ponderó otro más felizmente» (D IV); «un ingenioso orador de las excelencias delapóstol de las Indias, san Francisco Javier» (D XIV); «uno» (D XV), etc. Sin contartodas las referencias a anónimos «devotos de María», o a «un moderno dilucidador delas glorias marianas» (D XIV), a «un moderno escritor de las glorias de la Madre deDios», etc. (D XXI), como lo era él si consideramos la posición privilegiada queconcede a la Virgen en sus ejemplos (y los de sus hermanos y primo religiosos citados18 veces).

De todos modos, se ha estudiado el origen religioso de la terminología técnicaempleada por Gracián en su tratado24 (olvidando sin embargo el empleo de«absolución» por «solución» a veces), sin olvidar las justificaciones bíblicas a los juegosverbales al parecer más frivolos25.

Héroe

Ya el final del Héroe (1637), «Primor último y corona», no sentaría mal comoperoración oratoria de un sermón:

Todo lucimiento desciende del Padre de ellos, y así de padre a hijos. Es la virtud hija de la luzauxiliante26, y así con herencia de esplendor. Es la culpa un monstruo que abortó la ceguera,y así, heredada en oscuridad.

Todo héroe participó tanto de felicidad y grandeza cuanto de virtud, porque correnparalelas desde el nacer al morir.

Como siempre en cada «Primor», siguen los ejemplos que ilustran, glosan,amplifican la proposición de cabeza, pía galería de ejemplares de devotos héroes quecorre de Saúl a los Austrias: Constantino, Carlomagno, San Luis de Francia, Fernandoel Santo de Castilla, Jaime el Conquistador por su devoción mariai, «Los dos reyes

2 4 Laplana Gil, 1985. Ya señalé el substrato teológico del concepto.2 5 Véanse mis ensayos de 1979, 1980 y 1983, pp. 44-54. Aparte de los discursos XXXI y XXXII que ya

cité, véanse: «Viose autorizada esta agudeza en el sacro enigma...» (D XL); «Basta para su mayorestimación...» (D LVII, citación completa en el texto, más adelante).

2 6 La Gracia.

226 BENITO PELEGRÍN Criticón, 84-85,2002

Católicos [...] non plus ultra, digo colunas de la fe», Felipe III, con alusión probable ala expulsión de los moriscos, o protestantes:

El bueno, el casto, el pío, el celoso de los Filipos españoles, no perdiendo un palmo de tierra,ganó a varas el Cielo; y de verdad que venció más monstruos con su virtud que Alcides con suclava.

Entre los capitanes, son los conquistadores o reconquistadores cristianos los quevienen galardoneados en este panteón de sempiterna cruzada: Godofredo de Bullón quetomó Jerusalén, el Cid, y los vencedores de Lepanto:

el primero de Santa Cruz, y el pasmo de los turcos, el serenísimo señor don Juan de Austria[que] fueron espejos de virtud y templos de la piedad cristiana.

Siguen papas ejemplares y los contramodelos de los vicios que también vendránabominados en otras obras, resaltando más el católico linaje austríaco:

Salió a ser maravilla de prosapias la augustísima casa de Austria, fundando su grandeza en laque es cifra de las maravillas de Dios. Y rubricó su imperial sangre con la de Cristo, Señornuestro sacramentado.

Con oratorio énfasis, con amplificaciones insistentes, persuasivas, llega a la«aplicación», que codificará en su Agudeza, es decir, tras las generalidades moralesfundadas en ejemplos, a la particularizacíon, al «caso», individualizado en el«candidado de la fama», al «Letor» «singular» o al oyente particular27, a quien vadirigido el tratado:

¡Oh, pues, varón culto pretendiente de la heroicidad. Nota el más importante primor, reparaen la más constante destreza.

No puede la grandeza fundarse en el pecado, que es nada, sino en Dios, que lo es todo.Si la excelencia mortal es de codicia, la eterna sea de ambición.Ser héroe del mundo poco o nada es; serlo del Cielo es mucho, a cuyo gran Monarca sea

la alabanza, sea la honra, sea la gloria.

Político

El Político Don Fernando el Católico (1640), escrito de un tirón, sin capítulos, sibien empieza por frases sentenciosas y breves que a veces forman por sí un párrafo, seabre también a las amplificaciones que lindan a veces en redundancia, pero son unanecesidad oratoria, evidente y «audible» si se admite que se trataría de algo como undiscurso, leído en público. Notables son los efectos acumulativos de los últimos seispárrafos y, sobre todo, la peroración lírica, dirigida al duque de Nochera: «Ésta es, ¡oh,excelentísimo Duque, gloria máxima de los Carafas e inmortal corona mía!...».

Tras haber recalcado que el mayor acierto de Fernando fue cumplir decretos de laProvidencia, el «haber ejecutado la ya superior, divina elección de la catolicísima casade Austria», empiezan los inflamados loores religiosos a base de anáforas y

27 En El Comulgatorio, se dirige, naturalmente, al «hermano» comulgante.

DE L O R E N Z O A BALTASAR G R A C I Á N 2 2 7

paralelismos, alabanza que se ha considerado como una oración pero mejor secalificaría de sermón:

Casa que la ensalzó Dios, para ensalzar con ella su Iglesia [...]. Casa que, después que ellareina, no sabe la Iglesia del Señor qué son cismas, ni los conoce. Casa que volvió los sumosPontífices de Aviñón a su trono de Roma y mantiene su autoridad suprema. Casa que lalevantó Dios para muralla de la cristiandad contra la potencia otomana. Casa que lafortaleció Dios para ser martillo de los herejes [...]. Casa que la formó Dios para riquísimonúmero de santos [...]. Casa que la extendió Dios por toda la redondez de la tierra, paradilatar por toda ella su Santa Fe y Evangelio. Casa que la escogió Dios en la ley de Gracia, asícomo la de Abrahán en la escrita, para llamarse Dios de Austria [ ]. Esta, pues, escogió elcatólico y sabio rey para sucesora augusta de su católico celo, para heredera de su granpotencia, para conservadora de su prudente gobierno, para dilatadora de su felicísimamonarquía que el Cielo haga universal. Amén.

El discreto (1646) no carece de estos recursos oratorios y morales, llamando siemprela atención los últimos dos realces, el final siendo claro anuncio del Criticón.

Criticón

Sin tener ni siquiera en cuenta las menciones o apariciones directas de «el SupremoArtífice, el soberano dueño, Criador», la «majestuosa grandeza del Criador» (I, n),etc28, o sin rodeos llamado «Dios» (I, m), que interviene en propia calidad (II, vi; III,Vi)29, insistamos aquí, como en otras partes, que la crisi «Los Encantos de Virtelia» (II,x) es abiertamente «religiosa», con cita del «Padre nuestro», referencia a los DiezMandamientos, a las virtudes cardenales, al paraíso30, etc. El aprovechamiento delsermón de Hernando de Santiago, inserto en la trama de su Criticón, y no es único elcaso en obra tan ascética, plantea también el problema de todos los principios de crisisen la novela, que son fábulas, alegorías, apólogos (como en El Discreto), pero quetienen de parábola, de fácil traducción a lo divino, a lo moral, religioso forzosamente.

En la Agudeza, tratando «De la docta erudición y de las fuentes de que se saca»(D LVIII), recuerda la necesidad didáctica de la erudición, sacra o profana, en hechos ydichos, para explicar y aclarar el mensaje, «para ilustrar con ellos la materia de que sediscurre, la doctrina que se declara.» Más lejos apunta a la exigencia,contrarreformista, del deleitar enseñando: «Con ella ilustra y adorna el varón sabio loque enseña, porque sirve así para el gusto, como el provecho». Termina explicando lafunción pedagógica, que podemos remitir a su Criticón y otras obras de su época, de las

2 8 A más de ésas: «Sol, espejo divino» (I, u); «¡Oh, próvida bondad del Criador!, beldad infinita delCriador, infinita sabiduría del Criador, portento de atención divina, el Supremo Artífice, el mismo Dios, unCriador de todo tan manifiesto y tan escondido, Dios, Dios, universo espejo grande de Dios» (I, m); «divinoHacedor, el mismo Dios» (I, vi); «el Criador» (I, vm); «Dios crió al hombre» (I, xm); «Comparecieron anteel divino trono de luceros el hombre y la mujer, Dios, el gran Padre celestial» (II, vi) ; «soberno Hacedor,consistorio divino» (III, vi).

2 9 Notemos una de esas fascinantes simetrías de la novela que ya comenté en mi doctrado: las tres crisisVI de los tres Partes de la novela empiezan introduciendo a Dios, aunque en la vi de I no sea un modo decuento como las otras dos.

30 Véanse, mis ensayos de 1985 y 2001a (en prensa).

228 BENITO PELEGRÍN Criticón, 84-85,2002

ficciones, que encabezan sin variar, en su caso, los principios de capítulos, de crisis desu novela:

Finalmente, las paradojas, problemas, enigmas, cuentos, tienen su vez también, y su triunfo,que de todo se socorre la prudente y sabia erudición, desfrutando siempre la nata, y comodiscreta abeja, recogiendo la flor de la agudeza, de la prudencia y de la sabiduría.

Y no veamos aquí una prudente justificación de sus prácticas personales frente acríticos austeros, ya que cita a continuación un indiscutible pararrayos religioso:

Quien trató de este punto condignamente, fue el grave y elocuente orador de los reyes, eldoctor Aguilar de Terrones, obispo de Tuy, en su nunca asaz celebrado y leído Tratado delmodo de predicar. (D LVIII)

Lo que, a pesar de su propia práctica, no le impide, en su Criticón, como si Baltasarpugnara otra vez contra la latitud de Lorenzo, censurar implacablemente esos cambiosde registros virtuosos entre sacro y profano, esa variedad estilística, tan preciados en laAgudeza^.

Con todo, pese a las contradicciones de nuestro bicéfalo autor sacro y profano, lascrisis del Criticón, con su alegoría o fábula introductiva que vendrá glosada, ilustradapor los sucesos del capítulo, reproducen, pues, el modelo retórico de exposición que estambién el de los sermones y que igualmente encontramos en su Comulgatorio. Graciánadmiraba el Guzmán de Alfaracbe, su prédica sistemática. La impregnación religiosadidáctica, a pesar de algo ya disuelta, viene revuelta y resuelta en su obra que tantopretende, a veces, separar cielo y tierra. El sermón, en forma y temas, no podía menosque ser molde profundo de las mentes literarias, y no hablemos de un Calderón lúcido,que calificaba el auto sacramental de «sermón en verso».

Tras haber elogiado «los medios humanos», las «varias historias, cuentos, ejemplos,chistes y fábulas, que entretenidamente enseñan'» del modélico Conde Lucanor, respectoa parábolas, alegorías, apólogos, concluye Gracián, saltando a «lo divino»:

Basta para su mayor estimación, que la infinita sabiduría humanada las tomó por instrumentode su importante doctrina y predicación, de que está lleno el sagrado Evangelio. Platicáronlas,después de tan superior ejemplar, los Santos Padres y Predicadores. (D LVH)

31 «Lo mismo que en la cátedra sucedía en el pulpito con notable variedad, que en el breve rato que seasomaron a ver la rueda [del Tiempo], notaron una docena de varios modos de orar. Dejaron la substancialponderación del sagrado texto y dieron en alegorías frías, metáforas cansadas, haciendo soles y águilas lossantos, naves las virtudes, teniendo toda una hora ocupado el auditorio, pensando en una ave o una flor.Dejaron esto y dieron en descripciones y pinturillas. Llegó a estar muy valida la humanidad, mezclando losagrado con lo profano, y comenzaba el otro afectado su sermón por un lugar de Séneca, como si no hubieraSan Pablo; ya con trazas, ya sin ellas, ya discursos atados, ya desatados, ya uniendo, ya postulando, yaechándolo todo en frasecillas y módulos de decir, rascando la picazón de las orejas de cuatro impertinentillosbachilleres, dejando la sólida y substancial doctrina y aquel verdadero modo de predicar del Boca de Oro, yde la ambrosía dulcísima y del néctar provechoso del gran prelado de Milán» ( Criticón, III, x).

DE L O R E N Z O A B A L T A S A R G R A C I Á N 2 2 9

Comulgatorio

Se ha discutido mucho sobre el «género literario» de la obra, perteneciendo a laoratoria para unos, al devocionario y libro de meditación para otros32, que tambiéntiene sus «entretenidos cuentos».

La noción de «género literario» me parece bastante elástica y no sé si pertinente enuna época que los intentaba superar tras la revolución ya ganada por Góngora y susSoledades. Por otra parte, Gracián, que siempre presume de «primero»33, manifiesta ensu obra un afán de superar esos géneros estrechos34. Prefiero, pues, atenerme a ladefinición retórica precisa de «género» (de elocuencia y de estilo).

Lo oratorio (dejando aparte el tema sacro evidente) se define por la oralidad. Ésta sedefine por un orador frente a un público. Bastan pocas experiencias de orador—público, docente o político— o de cantante, para persuadirse, si quiere uno serconvincente, que esta misma publicidad exige un tipo de discurso y elimina otro: elestilo lacónico, oracular35, que pide reflexión, a no ser en algunas brillantes fórmulascodificadas también por la retórica clásica (brevitas), queda deshancado casitotalmente36. Permanece, pues, sencillo o artificial, probablemente más bien mixto,variado, el estilo asiático, hecho de paralelismos claros, de anáforas que agradan ycaptan la atención, de repeticiones sintácticas, semánticas, de esas metábolas que varíande manera distinta una misma idea para mejor infundirla, lo mismo que, en la óperabarroca, la repetición sistemática de las palabras sirve para entender un texto dislocadopor la vocalización y también, a partir de lo Mismo, hacer sensible ese gustoso einefable Otro que es la variación, alma infinita del Barroco.

3 2 Sobre el estilo, véase Pelegrín, 1993. En ese mismo volumen, Eickhoff sitúa y valora la obra en unafiliación jesuítica de su tiempo, resaltando su valor literario, entonces, como digo, estilístico, y dando elinteresante ejemplo del Père Coton, jesuíta, condensando sus sermones en meditaciones. Véase también en elmismo volumen Rodríguez de la Flor, que en dos artículos fundamentales ya había señalado la índoleignaciana (compositio loci y retórica de la piedad) de esta obra. Giménez, 1986, coloca el libro dentro del«género de devocionarios y libros de meditación». (¿Pero no se da por tal?)

3 3 Traté del «Concepto de "primero"» en el coloquio sobre «Gracián y sus conceptos» de Valencia,octubre 2001 (Actas en prensa).

3 4 Blanco, 2001, en prensa.3 5 Sobre ello, véase mi ensayo de 1984.3 6 Es de pensar que los sermones «conceptistas» que nos quedan impresos serían una revisión escrita,

para la lectura, de lo que sería distinto en ejecución pública, como sabemos que Calderón (que se mofa deParavicino en El Príncipe constante) alargaba a veces sus comedias impresas.

230 BENITO PELEGRÍN Criticón, 84-85,2002

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Resumen. Lorenzo para su obra profana y Baltasar de su nombre religioso, Gracián, incluso en laarquitectura de su tratado Agudeza y Arte de Ingenio (1648), hace prueba de un gran equilibrio,proponiendo ejemplos profanos y sacros, sacados de sermones, para sus análisis del concepto. Pero, por másque establezca distincciones entre ambos géneros, con acuerdo a las leyes del decoro estilístico, la realidad dela práctica los mezcla, amén de que la obligación de la variedad permite la fusión o la confusión entre ellos. Sise consideran perdidos los sermones de Gracián, gran predicador también, se propone aquí huellas de su arteoratorio en toda su obra.

Résumé. Lorenzo pour son œuvre profane et Baltasar de son prénom religieux, Gracián, même dansl'architecture de son traité Agudeza y Arte de Ingenio (1648) fait preuve d'un grand équilibre, proposantexemples profanes et sacrés, tirés de sermons, pour ses analyses du mot d'esprit. Mais il a beau établir desdistinctions entre les deux genres selon les lois de la bienséance stylistique, la réalité de la pratique les mêle etl'obligation d'user de variété permet la fusion ou la confusion des genres. Si l'on estime perdus les sermons deGracián, lui-même grand prédicateur, on propose ¡ci des traces de son art oratoire perceptibles dans toute sonœuvre.

Summary. Lorenzo, for his profane work, and Baltasar of his religious first ñame, Gracián, even in thearchitecture of his treaty Agudeza y Arte de ingenio (1648), shows a great harmony, offering both profaneand sacred examples, derived from sermons, to his analysises of wit. Try as he might establish distinctionsbetween the two genres, according to the laws of stylistic décorum, the reality of practice mixes them andhaving to use variety ailows the fusion or the confusion of genres. If one considers Gracián's sermons to belost, himself great predicator, hère are suggested traces of his oratory art disenoble in his whole works.

Palabras clave. Agudeza y arte de ingenio. Barroco. Concepto. Espíritu Santo. GRACIÁN, Baltasar. Profano.Retórica. Sacro. Sermón.

Purdue Studies in Romance Literatures23 (A)wry Views: Anamorphosis,

Cervantes, and the Early PicaresqueDavid R. Castillo

Anarooiphic deviçes challenge viewets to expéri-ence différent foms of pereeptual oscillation andimcertainty. Images shift before the eyes ofpuzzled spectators as they move from the ccnrcrof the représentation to the margins, or from oneside ta the Qther. This study demónstrales thatrauch of the Uterature of the Spanish Golden Age(roughly 1550-1650) is stmilarTy susceptible to arnodeof interprétation that permits, and indeedrequins, "oblique readings." 2001. xrv, 182 pp.CLOTH $43.95

22 Signs of Science: Literature, Science,and Spanish Modernity slnce 1868DakJ. Pralt

Ptatt examines the way Spanish culture répie-sented scientiQc activity from the mid-nineteenthcentury orovard. The study combines the globalperspective afforded by histotkal narrative wiihdeuiled theoretical analyses of images of sciencein spécifie literary and scientific texts. 2001. x,226 pp. CLOTH $45.95

21 Constructing the Criollo Archive:Subjects of Knowledge in theBibliotheca Mexicanaand the Rusticatio MexicanaAnton} Higjins

Higgins investigates hcw the eighteenlli-centurySpanish American writers assemble a body ofIcnowledge to legitímate their aspirations to cul-tural and pnlitical power.

"...cïesrly argued and wriuen...fl very goód book thátwill inspire the wriling of others (and) deserves awice audience."—Rutli Hill, Dieciocho

2000. xviu. 283 PP. CLOTH $45.95

20 The Pleasure of Writing: CriticalEssajs on bâcla MarainiEditai by Rotfica Diaconescu-Blumenfeld and Ada Testaferri

This in-depth study of one of Italy's best-knownwriters features a pièce by Dacia Maraini herselfand includes an introduction to her oeuvre. Four-teen essays by an international group of Itatianiststreat the full range of Maraini's production asnovelist, poet, playwright, filmmaker, joumalist,and cultural critic. 2000. x, 277 pp. Curra $45.95

19 Vidas bu/propias: transformacionesdel sujeto femenino en lanarrativa española contemporáneaMaría Pilar Rodríguez

"The blcnd of close tc&tu&l crominalion wiih cuefulsecondary restarch makes for an enlighrening and engi-ra) sludy of ihc femalt prolagonisl that adds signifi-

canüy totne corpus of works about feráale tuihors of .iwentietb-cenflity Spain."—HlenMiyodc. Litro* .Femeninas '2000. xil, 222 W. OÓTH S48.95

18 Kingdom of Disorden The Theory ofTragedy in Classical FranceJohn D. I/yam

In this revisionist study. Lyons challenges pre-vaíling notions of a cohérent, unified, and widelyacçepted "classical doctrine." 1999. xvi, 251 » . ;CLOTO $44.95

17 The Gendered Lyric: Subjcctrvityand Différence in Nineteenth-Century French PoetryGretchen Schuta

Schultz argues that gender différence contributesto the définition of aesthetic values and shapeclthe représentation of masculine and féminine sub-jectívity in nineteenth-century French poelry.1999. xrv, 334 PP. CLOTO $44.95

16 Fictions du scandale: Corps fémininet réalisme romanesque audix-nenvième siècleNathalie Buchet Rogers

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12 Ptotting the Past: MétamorphosesofHistorical Narrative inModem Italian FictionCristina Delía Coletta .

"bella,Coktta...i5 equally at eaje in the fields of hwiorical analyíis and literaiy Ihcory,"—Virginia Quaneriy1996. x, 268 pp. CLOTO $44.95

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10 Cervantes's/Voveíat ejemplares:Between History and CreativityJoseph V. Ricaplto

1996.x, 164 PP. PWES $24.95

9 Cruzados, mártires y beatos:emplazamientos del cuerpo colonialMario Cesáreo

1995. xn, 201 PP. CLOTH $45.95

8 André Gide dans le labyrinthede la mythotextualitéPamela Antonia Genova

1995. HV, 212 PP. Ctora S42.95

7 Falsehood Disguised: Unmasking iheTruth in La RochefoucauldRichard G. Hodgson

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QrderfromPurdue University PressRO. Box 388Ashland, OH 44805(800)247-6553 FAX (419) [email protected]