El vanguardismo de literatura en Latinoamérica se origina a partir del siglo

XX. En el caso de Venezuela, surge como algo alternativo, de una generación

caracterizada por su rebeldía y por su extremado gusto por la metáfora y el

lenguaje Barroco.

Según el diccionario de la Real Academia Española el termino

vanguardismo significa “Avanzada de un grupo o movimiento ideológico, político

literario, artístico” lo que quiere decir que a través de este género literato origino

varios cambios en la forma de pensar de las personas, por su carga de un gran

trasfondo de problemas de diversos temas como política, religión, social entre

otros.

A partir de los años cincuenta hubo un gran auge en este género literario y

entre los representantes más destacados encontramos a Guillermo Meneses y

Gustavo Díaz Solís.

Según el portal de la enciclopedia libre de Wikipedia, uno de los cuentos

más celebrados e influyentes dentro de la narrativa venezolana fue "la mano junto

al muero" publicada en 1952 por Meneses quien relata un trama dominada por lo

psicológico, la interioridad de los personajes y la ambigüedad de una estructura

anecdótica singular.

Este último es un caraqueño nacido en 1911 además de literato se dedicó a

las actividades políticas, las relaciones de diplomacia, lo que resalta el carácter

intelectual, y de reflexión que se requiere para ser un buen escritor vanguardista

(hay una realismo, un análisis, y sobre todo un estilo pulcro de redacción,

llevándolo a la parte psicosocial y de mucha reflexión con temas delicados,

necesarios para crear conciencia). Ha influencia sin duda a las nuevas

generaciones, junto con Gustavo Díaz Solís, quien se dio a conocer al ganar el

premio literario de la revista Fantoches, con su cuento Llueve sobre el mar en

1943. Muy importante para generaciones posteriores es su cuento Arco Secreto,

en el que la anécdota está tejida por un discurso de resonancias contemporáneas.

Por otra parte, para los años sesenta y setenta se experimentaron formas

para la transición de novela como influencia resaltande de los cuentos. La

experimentación fue lúdica exacerbada con el lenguaje como por ejemplo las

características fundamentales de la obra de Oswaldo Trejo. La experimentación

formal y genérica se hace presente en la obra de Alfredo Armas Alfonzo,

especialmente en El Osario de Dios, libro conformado por cuentos cortos de

anécdotas que se conectan, apelando a un género intermedio entre el cuento y la

novela.

En realidad, casi toda la obra literaria de Armas Alfonzo conforma un corpus

que algunos críticos han planteado como una gran novela fragmentaria, como la

realidad. Como William Faulkner, escribió muy específicamente sobre una región

geográfica, la Cuenca del Unare, a la que conformó según sus recuerdos,

nombrando la fauna y la flora con las palabras regionales. Milagros Mata Gil, quien

ha estudiado a fondo su obra, lo considera «un demiurgo» de la Cuenca del

Unare, cuyo eje es Clarines.

Para finalizar, la importancia de este género es que tomo los elementos

más sencillos y cotidianos para realzar la relevancia de los mismos, como

escenarios urbanos, ya los personajes narran de una forma de introspección un

gran cambio dentro de la literatura porque el lector se acerca más a los hechos, y

comprende el punto de vista del mismo (puede aprender directamente de los

problemas que confronta una sociedad como ejemplo claro).

Puede abarcar diferentes temáticas, y no solo estancarse en una sola,

existe una gran dinámica dentro de la lectura ya que el escritor puede jugar con el

tiempo, el contexto (es algo que me llama mucho la atención).

,