el vuelo de cliserio

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EL VUELO DE CLISERIO Premio Nacional Obra de Teatro para Niños INBA 2007 Por Frino 1

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El vuelo de Cliserio es una obra de Teatro para niños escrita por Frino. Está basada en una anécdota real ocurrida en Torreón a principios de los años 50. Esta obra obtuvo el Premio Nacional de Bellas Artes en la categoria Obra de Teatro Infantil en 2007.

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Page 1: El Vuelo de Cliserio

EL VUELO DE CLISERIO

Premio Nacional Obra de Teatro para Niños INBA 2007

Por Frino

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Page 2: El Vuelo de Cliserio

Escena página

Sinopsis 5

Preliminar 6

Ayuda para un desconocido 8

Cigüeñas y golondrinas 11

Migrante, no mojado 16

Un héroe de guerra 20

Estrategias para volar 25

Preparando el despegue 29

Batallas en el desierto 32

Cliserio y Serioclis 33

La confusión 36

Duelo en la milpa 39

Tú y las nubes 44

Help me get my feet back on the ground 47

Epílogo 50

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Page 3: El Vuelo de Cliserio

Estas cosas en la vida, que parecen increíbles, se repiten diariamente.

Este es mi adiósJosé Alfredo Jiménez

Because the wind is high it blows my mind.

BecauseLennon/ McCartney

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Page 4: El Vuelo de Cliserio

EL VUELO DE CLISERIO

PERSONAJES:

Cliserio Reyes, joven campesino habitante del norte de México. Viste camisa de cuadros, pantalón de mezclilla y gorra de beisbolista. Atzimba, novia de Cliserio Reyes. Lleva blusa y falda blanca de algodón, no folklórica. Sin trenzas. Fender, un pato que se perdió rumbo a Canadá. Indumentaria de aviador de los años 30: lentes, bufanda, chamarra y gorro. Carga un morral de cartero.López, un viejo cacto que vive en la milpa de Cliserio. Tiene una barba blanca y larga, usa un paliacate alrededor del cuello y un sombrero norteño. Es muy sabio y conoce la historia del lugar mejor que las mismas piedras. Señor Alatriste, dueño de Aerolíneas LAMSA. Viste de traje y zapatos.

PERSONAJES CIRCUNSTANCIALES:

Ícaro y Dédalo, Rey Minos, Pasífae (títeres). Personajes mudos, López será el narrador de su historia.Serioclis, Alter ego de Cliserio.Guardaespaldas del señor Alatriste, Personajes mudos. Visten de negro.Gente del pueblo. No hablan, aparecen sólo en la escena seis. Policía del aeropuerto. Piloto de avión (sólo voz en off)Un niño y una niña, hijos de Cliserio y Atzimba. Sólo intervienen en el epílogo.

Requerimientos técnicos:Proyector de imágenes.Computadora con Windows 98 o más reciente. Máquina de humo.Ventilador grande.Reproductor de discos compactos.

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Page 5: El Vuelo de Cliserio

Preliminar

(En el proscenio. Se ve a un pato con gorro, chamarra y lentes de aviador, es

Fender. Mientras vuela va hablando solo, desvariando por el cansancio y el

sueño.)

Fender: Estoy seguro de que era por aquí, ¿o era por allá? Debo alcanzar a los

demás.

(Busca algo en su morral de cartero. Saca diferentes papeles, una brújula,

binoculares, un antifaz para dormir, un rallador de queso, papel de baño. Al final

encuentra algo. Es un mapa. Lo observa, le da vueltas varias veces y después gira

sobre sus pies. Trata de ubicarse, va hacia un lado, luego a otro, está perdido y se

siente muy cansado.)

Fender: No debo dormirme. Tal vez si encuentro dónde comprar un café logre

mantenerme despierto. Un café con unas buenas donas o un pastel de queso…

¡No, negativo! ¿Qué estoy diciendo? No es tiempo de comer. Tengo que encontrar

a los otros patos antes de que me dejen.

(Le pregunta a los niños del público en dónde está, parece no entender nada de lo

que le gritan en respuesta).

Fender: ¡Ah caray! ¿Cómo? ¿Ya crucé la frontera? Ni cuenta me di ¿Son niños

gringos? Afirmativo. Ai Górit. (Dirigiéndose a uno de los niños, con acento

spanglish) Okei mister, do you speak english?

Público: (respuesta previsible) ¡Noooo, yo hablo español! ¡Estamos en México!

Fender: (Sigue dirigiéndose a un niño) Mi no entender nothing míster, plis espíc tu

mí más claro ¿dónde estamous? Yo very mucho perdidou …

Público: ¡Estamos en México!

Fender: (recuperando su acento normal) ¡ahh! en México, entonces todavía estoy

de este lado. ¿Pero dónde? porque México es muy grande. Tanto que llevo varios

días volando y no encuentro la frontera. ¿Pueden decirme para dónde queda? La

frontera del norte quiero decir, porque fronteras hay muchas, pero la que yo busco

es la del norte, ¡el Río Bravo pues! Ni más ni menos. (Mientras consulta la brújula).

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Page 6: El Vuelo de Cliserio

(Conforme va hablando va empezando a mostrar más cansancio, a bostezar y a

cerrar los ojos.)

Fender: Si pudieran decirme por favor para dónde queda Piedras Negras, cómo

llego a Acuña o a Ciudad Juárez, o ya de perdida a Tijuana, por allá también

puedo cruzar… ZZZ… ¡Epa! Casi me duermo, ¿Para dónde dicen que estaba

Reynosa? ¿O era Nuevo Laredo? ¿Pues por qué no me dicen bien? ¿No ven que

estoy perdido? Ah, qué sueño tengo, de verdad. En efecto, afirmativo… ZZZ…

Tengo que cruzar… (Cierra los ojos. Comienza a hablar dormido, otra vez en

spanglish) Tengou que cruzar, míster… La migra, no border patrol, no dólar míster,

ni máis… Welcome to Tijuana…

(Sigue volando dormido. Corre de un lado al otro del proscenio simulando caer,

mientras en los afectos de audio se escucha el vuelo en picada de un avión

kamikaze. Entra por el telón, se escucha un golpe, un grito ¡Ay mamá patita!

y al proscenio saltan algunas hojas de maíz secas).

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Page 7: El Vuelo de Cliserio

Escena 1

Ayuda para un desconocido.

Casa de Atzimba, novia de Cliserio. Un hogar sencillo, sin televisores ni

electrodomésticos. Hay una mesa con un jarrón y algunos vasos. También hay una

estufa de leña, una cama, sillas, platos, trastes y otros utensilios de cocina. La

muchacha entra a escena cargando una maceta con una flor muy bonita, es un

girasol que acaba de comprar; lo pone sobre un buró, cerca de una ventana. Sale

un momento del escenario y regresa con una regadera de jardín en la mano; con

ella rocía la planta y le habla.

Atzimba: Hola plantita, esta es tu nueva casa. Tú y yo nos vamos a llevar muy

bien. Tienes que tomar mucha agua para que te pongas muy bonita, más de lo

que ya estás … (tararea una melodía sin letra).

(Cliserio entra a la casa, lleva arrastrando a Fender que está inconciente, lo deja

en el suelo)

Cliserio: ¡Atzimbaaa! ¡Atzimba! ayúdame (lleva arrastrando a Fender que está

todavía inconsciente, lo deja en el suelo).

Atzimba: (trae todavía la regadera en la mano) ¿Qué es tanto escándalo Cliserio?

¿Qué traes allí? ¿Otra vez levantando borrachos, Clis? ¿Cuántas veces te voy a

repetir que a los borrachos hay que dejarlos en su lugar?

Cliserio: No Atzimba, este no es un borracho. Es un marciano ¿Qué no le ves el

traje? (Voltean a ver el atuendo del pato: los lentes de aviador, bufanda y gorro, la

chamarra y el morral de cartero)

Fender: (hablando inconsciente, sigue en el suelo) Baby, you can drive my car …

Atzimba: Pues tu marciano está bien borracho, ¿no lo escuchas cómo habla?

Cliserio: Eso que estás escuchando es un dialecto marciano. Y te digo que es

marciano porque yo mismo lo tumbé de su nave, tuvimos una batalla allá en la

milpa. Fue una lucha desigual porque él tenía sus armas láser y yo sólo unas

mazorcas, pero mira nomás cómo lo dejé…

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Page 8: El Vuelo de Cliserio

Atzimba: Cliserio Reyes, ponte serio y dime la verdad.

Cliserio: (gesticulando) Te estoy diciendo la verdad, Atzimba. Entonces miles de

rayos salieron de la nave y se escuchó una explosión enorme, con mucho humo y

fuego…

Atzimba: (gritando) ¡Cliserio!

Cliserio: Bueno, bueno. Me lo encontré tirado en el maizal, creo que hay que

ayudarlo, parece que está herido ¿cómo querías que lo dejara así nomás?

Fender: (sigue hablando inconsciente) Negativo, mister… (cantando) All you

need is love …Yeah men!

Atzimba: ¿Ayudarlo? ¡Pero si está perdido de borracho!

Fender: (cantando) That is all you need…

Atzimba: ¿No te digo? Este no es de otro planeta, es de éste, lo que pasa es que

está como cola de perro, hasta atrás.

Cliserio: Oye, si no es marciano ¿de qué le ves cara?

Atzimba: Es evidente, Cliserio, no sé cómo no te has dado cuenta, es… es obvio

que se trata de… es… yo diría que estamos frente a… ¡un hippie!

Cliserio: ¡Claaaaro ! Un hippie… ya lo decía yo… un hippie. Oye ¿y eso qué es?

Atzimba: (Atzimba toma la regadera y vuelve a rociar el girasol mientras habla) Ay

Clis, tú no sabes nada. Pues un hippie es un gringo que quiere dejar de serlo… y

que además es daltónico, no se baña y fuma de todo menos tabaco.

Cliserio: (mirando al pato) pues sí, la descripción se ajusta perfectamente…

Atzimba: Te lo estoy diciendo Cliserio, ya trajiste a un gringo a mi casa, ¿ahora

qué sigue?

Fender: (inconsciente) All you need is love… !Ayyy! !ayyy!!

Cliserio: ¿Escuchaste? El hippie se quejó.

Atzimba: (continúa regando la flor) ¡Ah!, eso es normal, todos los hippies se

quejan…

Cliserio: No, pero creo que éste sí tiene motivos. Creo que le duele algo,

ayúdame, vamos a revisarlo.

Atzimba: (ha dejado la regadera, se acerca para examinar al pato) Parece que

está mal de un ala, hay que curarlo. Por acá tengo algunas vendas.

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Page 9: El Vuelo de Cliserio

[Lo suben a la cama y le quitan el morral mientras lo revisan. Cuando le mueven el

ala izquierda se queja sin recuperar el sentido. Atzimba empieza a vendarlo. El

pato sigue delirando, hablando spanglish y quejándose. Mientras la muchacha

atiende a Fender, Cliserio saca una por una las cosas que el ave trae en el morral

y se pone a jugar con ellas: mapas, un queso (lo prueba), la brújula, una playera

del Santos Laguna, un pato de hule, una máscara de luchador (se la pone), una

armónica (toca algunas notas), un rollo de papel higiénico.]

Cliserio: No trae nada que nos diga quién es el hippie misterioso… ¿y si es un

asaltante de los caminos? Tal vez todo esto se lo ha quitado a sus víctimas. A lo

mejor hasta nos dan una recompensa si lo entregamos a la policía.

Atzimba: Ay Cliserio, tienes una imaginación muy viva. Lo que tenemos que

hacer es esperar a que despierte para que nos diga de dónde viene y qué fue lo

que le pasó.

Cliserio: (señalando todo lo que ha sacado del morral) Sí, tal vez también nos

explique qué hace con todas estas cosas.

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Page 10: El Vuelo de Cliserio

Escena 2

Cigüeñas y golondrinas.

Al día siguiente, en la milpa. Cliserio está trabajando y conversando con López, un

cacto viejo que vive en medio de las matas de maíz.

López: (cantando) Cuando te hablen de amor y de ilusiones

Y te ofrezcan un sol y un cielo entero

Si te acuerdas de mí, de mis calzones

Di que son extra grandes, sé sincero...

Cliserio: Te digo que es un hippie, y está inconsciente en casa de Atzimba, ella lo

curó ayer.

López: ¡Qué hippie ni qué tortillas cuadradas! Debe ser un pato de ésos que se

van a Canadá en esta temporada. Ayer pasaron muchos volando hacia el norte.

Cliserio: Pues lo único que sé es que el hippie está herido. Además, carga un

morral con muchas cosas extrañas; a lo mejor es un agente viajero, o tal vez va

robando a todos los que encuentra en el camino.

López: Cliserio, Cliserio. Yo tengo muchos años aquí y he visto muchas cosas,

pero eso que me dices si es una verdadera locura, ¿un hippie en tu milpa? Te digo

que yo ayer vi una parvada de patos que iban hacia Canadá, seguro que es uno

de ellos que bajó a descansar. Ya lo verás.

Cliserio: ¿Cómo va a bajar a descansar? Si volar debe ser lo más fácil del

mundo, ¿por qué tendría que descansar? (Cliserio se queda mirando al cielo).

López: ¿No dices que trae tremendo morral lleno de cosas que no sirven para

nada? Yo también me cansaría de andar cargando una bolsa llena de tiliches.

Cliserio: (En silencio, sigue viendo al cielo)

López: Cliserio...

López: Cliserio...

(Cliserio no responde y observa el cielo, se escucha el motor de un avión que

pasa arriba de ellos)

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Page 11: El Vuelo de Cliserio

López: (cantando)

Ando volando bajo,

mi amor está por los suelos

y tú tan alto, tan alto,

que no me alcanza el dinero

para comprarme unos tacos

de adobada o de suadero...

López: Este Cliserio ya está otra vez en las nubes.

López: ¡Escúchame, Cliserio! (Cliserio sale de su ensimismamiento) ¿Otra vez

soñando con volar? ¡La milpa está acá abajo! Tú no tienes que soñar con volar, tú

tienes que estar sembrando y hacer un futuro para cuando te cases con Atzimba y

tengan muchos chamacos. ¿O qué te crees? ¿Qué tus hijos van a nacer

rompiendo un cascarón, que van a tener plumas y a decir pío-pío en vez de papá?

No señor, ándale, a trabajar la tierra. Déjale las plumas y los sueños a la

almohada.

Cliserio: (Reacciona al regaño) Bueno López ¿Y qué tiene de malo querer volar?

Al final ¿No es cierto que nos trae a todos una cigüeña de París? ¿No nos llevan a

todos las golondrinas pues? Volando llegamos y volando nos vamos ¿no? ¿Por

qué no volar en el intermedio?

López: Otra vez la burra al maíz. Y dale con la misma, si ya lo hemos hablado

Cliserio. A ver, vuela pues. Vuela, ándale.

Cliserio: ¿Cómo? No puedo.

López: Sí, ándale. Vuela de aquí a la torre de la Catedral, o dale una vuelta a los

cerros volando. A ver, quiero verte. (Finge una voz como de radio) Torre de

control, torre de control, confirmamos permiso a Cliserio Reyes para despegar.

Cliserio: Ríete nomás, viejo cacto gruñón, pero un día me vas a ver volar y yo de

arriba te voy a ver así de chiquito y te voy a decir adiós con la mano. (Sigue

trabajando en la milpa)

López: (Canta, sin poder aguantarse la risa):

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Page 12: El Vuelo de Cliserio

Ojalá que te vaya bonito,

ojalá que tus penas sean menos,

que te digan que yo ya no existo,

que conozcas nopales más buenos...

(En ese momento entra el señor Alatriste por uno de los extremos del escenario.

Viste de traje y zapatos, usa reloj de leontina y pajarita. Lo siguen dos

guardaespaldas con cara seria. Camina hasta donde se encuentran Cliserio y

López.)

Señor Alatriste: Buenas tardes. Soy Genovevo Alatriste y quisiera hablar con el

patrón.

Cliserio: Cliserio Reyes, para servirle (extiende la mano en saludo pero el señor

Alatriste no le ofrece la suya.) Dígame, ¿en qué puedo ayudarle?

Señor Alatriste: Perdón, creo que no me expliqué bien. Quisiera hablar con el

señor QUE ES DUEÑO de estas tierras.

Cliserio: (Otra vez extiende la mano, sin respuesta) ¿Para qué soy bueno?

Señor Alatriste: ¿Tú eres el dueño de éste terreno, muchacho?

Cliserio: Así parece, señor. Estas tierras eran de mi abuelo. Cuando murió, lo

enterramos allá atrás y de allí no se ha movido (señala al ciclorama, atrás de las

matas). Mi padre quiso trabajar el algodón, y después la uva, el melón y la sandía,

pero la sequía no lo dejó y se tuvo que ir de mojado a los Estados Unidos. Me

dejó a cargo. A mí se me ocurrió plantar maíz y de eso ya van como dos años.

Señor Alatriste: Entonces tú y yo tenemos que hablar de negocios…

Cliserio: ¿Usted me va a comprar el maíz?

Señor Alatriste: Me temo que mucho más que eso…

Cliserio: ¿Y si nos lo va a pagar bien? Porque acá nadie lo paga ni a la mitad de

lo que vale, y ni modo de hacerlo tortillas todo. Las únicas contentas con la

cosecha son las gallinas.

Señor Alatriste: Tu maíz no me interesa, lo que quiero es el terreno.

Cliserio: ¿La tierra? No me diga que usted quiere ponerse a sembrar…

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Page 13: El Vuelo de Cliserio

López: (interrumpe con una tos falsa) ¡Cof!, ¡cof!, ejem, ejem. Esta tierra NO SE

VENDE, señor.

Señor Alatriste: (ignorando a López) Me interesa mucho tu terrenito, muchacho.

Queremos construir una segunda pista para el aeropuerto y éste es el sitio ideal.

Piensa en el enorme favor que le estarías haciendo a tu país.

López: (un poco más enérgico) QUE LA TIERRA NO ESTÁ EN VENTA, dijimos.

Cliserio: ¿De verdad, usted trabaja en el aeropuerto?

Señor Alatriste: Muchacho ¡Pero si YO SOY el aeropuerto! … Perdón, quiero

decir que yo soy el modesto propietario de unos pocos avioncitos. Cosa de nada.

Cliserio: Sabe, yo siempre que querido saber lo que es volar. ¿Usted cree que yo

podría ser piloto? Yo sé que sí puedo, sólo déjeme demostrarlo.

Señor Alatriste: ¡Ja! ¿Piloto, tú? Eso sí que es gracioso, ¡un campesino que

quiere ser piloto! No muchacho, un avión no es lo mismo que un tractor. (Voltea a

ver a sus guardaespaldas) ¿Escucharon? ¡Quiere ser piloto! Mejor dime,

chamaco, ¿Cuánto vas a querer por tu tierrita?

López: Lo sentimos mucho señor, pero ya dijimos nuestra ÚLTIMA palabra.

Cliserio: (volteando a ver a López) ¿De verdad, López? ¿Ya la dijimos?

Señor Alatriste: Permítanme que les haga una oferta…

López: No gaste su saliva inútilmente señor. Y, si nos disculpa, estamos

trabajando.

Señor Alatriste: (molesto) En fin, ya platicaremos. (Mirando al cielo, mientras se

retira seguido de sus guardaespaldas.) Esta sequía no se ve nada bien, y no se

anuncian lluvias. Las nubes acostumbran pasar de largo por aquí, veo muy difícil

que se les levante su maicito. De cualquier modo piénsalo muchacho, si cambias

de opinión te estaré esperando en mi oficina. (Después, para sí mismo, riéndose

de nuevo) Ja, ja. Piloto, sí cómo no.

[El señor Alatriste sale de escena seguido por sus guardaespaldas. Continúa la

conversación entre López y Cliserio]

Cliserio: ¿Qué te pasa López, por qué te pones así? ¿No ves que ése señor

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Page 14: El Vuelo de Cliserio

trabaja en el aeropuerto?

López: Por lo visto no entendiste nada de lo que pasó aquí.

Cliserio: El que no comprende eres tú. El señor Alatriste es mi única oportunidad

de volar. Ya los oíste: ellos sólo quieren hacer más grande el aeropuerto, están

construyendo el futuro de este país ¿qué tiene eso de malo? Además, no andes

hablando así por mí ¿Cómo está eso de que ya dijimos nuestra última palabra?

¿Quién te autorizó a tomar decisiones en mi nombre?

López: No hablaba por ti, Cliserio, lo dije por mí. Pensé que entendías. Pero,

como siempre, tienes la cabeza llena de plumas.

Cliserio: (dando la espalda a su amigo) No te entiendo nada, López. Siempre

estás hablando con metáforas y cantando canciones. Habla claro de una vez. Si

no ¿cómo quieres que comprenda?

López: Te lo voy a decir una sola vez, y voy a ser muy claro. Ese señor te estaba

pidiendo que le pusieras precio a los huesos de tu abuelo como si se tratara de un

kilo de tomates. ¿Qué te parece? A mí no me suena nada bien. Tu abuelo y yo

éramos grandes amigos. Cuando él llegó, hizo de este lugar un sitio más

habitable, y con sus manos construyó la casa en la que vives hoy. Él entendía muy

bien que vivir en el desierto no es cosa fácil, pero amó esta tierra porque sabía

que un día formaría parte de ella, que sus huesos descansarían para siempre en

esta arena. Tu abuelo lo eligió así, por eso la tierra fue generosa con él. Esas

cosas no se olvidan, muchacho.

Pero eso no es todo. Si le dije al señor Alatriste que esa era nuestra última

palabra fue porque tenía en mente otro motivo, uno más personal. Cuando el

trajeado ése te sugirió hablar de negocios, también estaba hablando de mí, de mi

futuro. Dime Cliserio, cuando todo esto sea una alfombra de asfalto para que

reboten los aviones ¿tú crees que van a respetar a un viejo cacto como yo?

Oscuro.

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Page 15: El Vuelo de Cliserio

Escena 3

Migrante, no mojado

Se ve otra vez a Atzimba, dentro de la casa, cantando mientras riega su girasol.

En el otro extremo del escenario se ve a Fender en la cama, aún inconsciente. De

pronto el pato se levanta, voltea a su alrededor, se mira el ala vendada y empieza

a vestirse con algunas dificultades. Atzimba se acerca y le habla.

Atzimba: (dejando la regadera a un lado) Qué bueno que ya despertó, señor

¿cómo se siente? ¿Tiene hambre?

(El pato prepara sus cosas en silencio).

Atzimba: Disculpe señor ¿A dónde va?

(Fender continúa callado, empacando de prisa las cosas en su morral de cartero).

Atzimba: ¿Qué, en su planeta no dan las gracias?

Fender: ¿Cómo, me secuestran y todavía tengo que dar las gracias?

Atzimba: ¿Secuestro, cuál secuestro? ¿A mí de qué me serviría secuestrar a un

hippie?

Fender: ¡Hippie! ¿Dónde está el hippie? No, negativo. Sepa usted, señorita

secuestradora, que está ante un genuino Pato Cerceta de alas azules, Blue

Winged Teal, ciudadano de México y de Canadá, Anas Discors por nombre

científico, y habitante de los mejores bosques...

Atzimba: A ver, ya párale... Creo que empezamos mal, será mejor que me

presente. Atzimba Ruiz, para servirle.

Fender: Yo soy Fender, Cerceta de alas azules, Pato ciudadano del mundo,

legítimo dueño de los grandes lagos, tesoro emplumado del continente, orgullo de

Norteamé...

Atzimba: (lo interrumpe) Sí, ya está bueno. Yo soy la novia de Clis.

Fender: ¡Ah! ¿Y quién es Clis?

Atzimba: ¿Cómo quién? Cliserio Reyes. El joven que lo rescató, lo encontró en su

milpa, bien borracho...

Fender: ¡Borracho! ¿Él estaba borracho cuando me encontró? Ahí está, por eso

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Page 16: El Vuelo de Cliserio

me secuestró. Comuníqueme con la policía, con los bomberos, con la ONU, con

CONACULTA y con el INSEN...

Atzimba: No se haga pato, el borracho es usted...

Fender: No me hago, soy. Y no es por nada, pero uno de los mejores...

Atzimba: ¡Cínico! ¿De los mejores borrachos?

Fender: ¡Uno de los mejores patos, quiero decir!

Atzimba: Entonces SÍ es un pato, digo, un pato de verdad.

Fender: Afirmativo. Y no cualquier pato, no señor. Soy un Cerceta de alas azules,

ciudadano del mundo, legítimo dueño de los grandes lagos, tesoro emplumado del

continente, orgullo de Norteamé...

Atzimba: Párale, que ya entendí. Pues será de sangre azul pero, o no sabe volar

muy bien, o estaba muy borracho porque cayó con muy poco estilo entre las

matas de Cliserio.

Fender: Descendí, mi estimada señorita Jeringa, a estas tierras en busca del

reposo necesario...

Atzimba: Atzimba, me llamo Atzimba...

Fender: Sí, sí, perdón señorita Almíbar. Le decía que descendí hasta estos

parajes muy sobrio por cierto en busca de la paz y tranquilidad propias de un

peregrino de mi clase. Ahora, si es tan amable, ¿me puede decir dónde está la

central de autobuses? Tengo un viaje que continuar, gracias por el secuestro, les

mandaré una bonita postal de las cataratas...

Atzimba: (en tono sarcástico) ¡Oh, claro! su viaje. ¿Y me puede decir su plumífera

majestad en dónde estamos? Porque para saber a dónde va primero tiene que

saber en dónde está.

Fender: (atragantándose) ¡Recuac! Digo, afirmativo, este… pues bueno, al

norte… 95 millas con el viento a favor… tres nubes a la derecha y una a la

izquierda... Negativo… son ocho y llevaba una, brinca la tablita yo ya la brinqué…

Atzimba: (sigue el tono sarcástico) ¿Le fallan los cálculos al señor plumero?

Dígame por favor ¿En dónde estamos, su majestad de alas azules?

Fender: Pues… ni idea ¿Me da una pista?

Atzimba: Lo ve señor, usted no fue secuestrado. Estaba perdido, herido y

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Page 17: El Vuelo de Cliserio

nosotros lo ayudamos. Para que sepa, estamos muy cerca de Torreón, una ciudad

al norte de México, y usted se fue de pico justo en el maizal de Cliserio, mi novio.

Fender: (silencio, sólo se mira el ala vendada).

Atzimba: Además, yo le curé su ala. Aunque no creo que ya esté bien del todo.

Fender: (reflexionando) Pues vaya que son amables para ser secuestradores.

Atzimba: ¡Y dale con lo del secuestro!

Fender: Bueno ¡como sea! Ya estoy bien. Un pato como yo, veterano de seis

guerras mundiales y una de las galaxias, resiste esto y más... (intenta mover el ala

vendada) ¡Ay!, ¡ay! Mamá Patita que vas al mercado con rebozo de bolitas...

Atzimba: ¿Es pato o es mula? No sea terco ¿No le digo que todavía no está

bien? Tiene que quedarse inmóvil cuando menos un par de días más.

Fender: ¿Un par de días? ¡Cuac! IM-PO-SI-BLE. ¿Me presta por favor su

directorio? tengo que llamar a un taxi. ¿Cómo cuanto me cobrará a la central de

autobuses? ... Dígame ¿Hay una central de autobuses?

Atzimba: Sí, y una estación de trenes y un aeropuerto. Pero va a haber un

pequeño problemita...

Fender: ¿Cuál?

Atzimba: No tengo teléfono.

Fender: ¿Cómo? ¿Ni celular, ni Internet? ¿Un Ipod cuando menos?

Atzimba: No, y me temo que todavía no los inventan. Va a tener que esperar un

ratito bastante largo.

Fender: (tirándose en la cama, resignado) Bueno, pero sólo dos días. Tengo que

estar en Canadá para el fin de semana. (Hace una pausa agarrándose el

estómago con el ala sana). Y dígame señorita Marimba, pasando a temas más

mundanos ¿A qué hora se sirve la cena?

Atzimba: (da la espalda al pato, indignada) La cena no se sirve, la sirvo yo.

Fender: Bueno, y ¿faltará mucho para ese momento? (el pato se levanta y

empieza a buscar entre las cacerolas y las ollas).

Atzimba: Mira pato, te propongo un trato justo. Yo te doy la cena mientras tú te

quedas quieto en esa cama y me cuentas quién eres, por qué estás tan loco y a

qué vas a Canadá.

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Page 18: El Vuelo de Cliserio

Fender: (Acomodándose en la cama). Venga pues ese trato justo...

(Atzimba le da un elote en un plato y se sienta a un lado de él a escuchar la

historia)

Fender (mientras come): Como le decía, mi querida Simbad, yo soy un pato

migrante…

Atzimba: (lo interrumpe) ¡Ah! ¡Va de mojado! ¡Por allí hubiera empezado!

Fender: ¿Mojado? No, negativo ¡No, no, no! ¡Mojado no, Mi-gran-te! ¡Pato

MIGRANTE!

Atzimba: ¿Qué no es lo mismo? Aquí todos los migrantes se van de mojados al

otro lado. Mi papá, mi tío Carlos, mi tío Guillermo y mi primo José, todos se fueron

de mojados a los Estados Unidos. Eso sí, tienes que tener cuidado con los

Coyotes, esos nomás te van a transar. Dicen que te llevan pero nomás se llevan

tu dinero y te abandonan en el desierto, sin agua y sin comida. Es muy peligroso.

Fender: Negativo. No voy a los Estados Unidos. Yo voy más lejos. Justo ahora

voy rumbo a Canadá. Allá tengo una casita en el bosque, muy cerca de los lagos,

donde pasaré unos meses antes de regresar a México. Tengo la doble ciudadanía.

Permíteme que te muestre mi pasaporte diplomático... (Deja el elote a un lado y

empieza a buscar en el morral, pero no encuentra lo que busca).

Fender: Debe estar por aquí... Pero ¿dónde?... (Se cansa de buscar, deja el

morral y empieza a lloriquear).

Atzimba: Ya, ya, Fender, tranquilo. No puede ser para tanto.

Fender: Es que no entiendes, sin el pasaporte nunca me van a dejar cruzar la

frontera. Me van a aplicar el US Visit.

Atzimba: (Para sí misma) Sí que es raro este pato, aquí nadie pide permiso para

irse al otro lado. Sólo se van un día y ya. A veces no quieren irse, pero no les

queda de otra y al final todos terminan cruzando el Río Bravo.

Atzimba: (de nuevo al pato) Mira Fender de alas azules, ya no llores. Si quieres,

mañana voy a buscar tu pasaporte al maizal, allí debe de estar. Ahorita acábate tu

elote, pero mejor calladito.

Oscuro.

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Page 19: El Vuelo de Cliserio

Escena 4

Un héroe de guerra.

Al otro día, en la casa de Atzimba. El pato está con el ala vendada, acostado en la

cama. Trae puesta una pijama tipo mameluco. Cliserio llega a la casa, se quita la

gorra beisbolera, saluda a su novia y se acomoda en una silla frente a la cama en

la que descansa Fender. Atzimba queda a espaldas de Cliserio, una vez más

regando y limpiando su maceta.

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Page 20: El Vuelo de Cliserio

Cliserio: Dígame señor hippie, ¿ya se siente mejor?

Fender: Afirmativo. Antes que nada quisiera hacer una aclaración. En primera, no

soy un hippie, soy un pato. En segunda, muchas gracias por la ayuda, dice Camila

que usted me trajo hasta acá.

Cliserio: No fue nada. Además, estaba aplastando mis matas de maíz. Pero no

me hables de usted, dime Cliserio, ése es mi nombre. Cuéntanos, ¿qué te pasó?

Fender: Bueno Cliserio, yo soy Fender. Me quedé dormido mientras volaba, por

eso caí en tu tierra. La verdad es que es un vuelo muy cansado, ya sabes, con

tantas corrientes de aire que hay allá arriba y además la altura…

(Atzimba deja de regar la flor y le hace señas de que se calle, que no mencione la

palabra volar frente a Cliserio, pero es tarde, Cliserio ya escuchó.)

Cliserio: (acercando más la silla a la cama del pato) ¿Vuelo dijiste? ¿Cómo es

eso? Cuéntame, eso sí que me interesa.

Fender: (mirando a Atzimba por encima de Cliserio) No, no, negativo. No dije

vuelo, dije SUELO, decía que venía yo caminando POR EL SUELO (Atzimba

asiente).

Cliserio: ¡Ah, pero qué gracioso tan pato! Ya, no te hagas. Atzimba dice que vas

a trabajar de mojado. Allá también está mi papá, así que no te avergüences. Mejor

dime ¿Qué se siente volar?

Fender: (fingiendo indiferencia) Bueno, no debes obsesionarte con eso, en

realidad es bastante parecido a caminar. Pensándolo bien, no tiene mucho chiste,

es mucho más divertido ir al dentista o lavar calcetines. (Atzimba asiente de

nuevo).

Cliserio: (un poco confundido) ¿De verdad? Yo pensé que…

Fender: (en un arranque de locura se para sobre la cama y señala al cielo con la

derecha) ¡Negativo! ¡No es verdad! Volar es la mejor aventura, un privilegio de los

dioses, de las aves, algunos insectos y últimamente de los aviones.

Cliserio: (se levanta, contagiado por la emoción) Ya lo decía yo ¿ves Atzimba?

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Page 21: El Vuelo de Cliserio

Atzimba: (voltea al cielo y se cubre los ojos con la mano) Ay, no. Ya vas a

empezar de nuevo… (Se queda por allí, acomoda algunas cosas)

Cliserio: Dime Fender ¿Qué se siente atravesar el aire? Debe ser lo mejor que

hay en el mundo. Acá entre nos, de hombre a pato, yo siempre he soñado con

volar.

Fender: Qué sueño tan sencillo, amigo. Para eso hay aviones ¿Por qué no

compras un boleto?

Cliserio: Porque no tengo dinero. Además, el señor Alatriste, el dueño del

aeropuerto, está intentando quitarnos la milpa en la que caíste para hacer más

pistas. Yo no puedo vender mi tierra; y no es sólo por el maíz. Allí están

enterrados los huesos de mi abuelo y es el hogar de uno de mis mejores amigos,

López el cacto. Un día de éstos lo vas a conocer.

Fender: Bueno, ya lo dice el refrán: hay muchas formas de elevar a un pato. No

tienes que venderle tu milpa a nadie. Ya pensaremos en otra cosa, podemos

construir un globo o algo así.

Cliserio:¿Escuchaste Atzimba? (Atzimba no responde, se hace la desentendida).

Cliserio: (De nuevo a Fender) ¿De verdad? ¿Tú me vas a ayudar a volar?

Fender: Afirmativo. Estás hablando con un profesional de los cielos. Más de tres

mil horas de vuelos internacionales… Pero déjame decirte que volar es una tarea

de valientes, los miedosos pesan más que un costal de piedras. Si tienes miedo

nunca conseguirás elevarte, muchacho. ¿Ves esta cicatriz? (Muestra un punto en

la espalda, señalando con el brazo que no está vendado. Atzimba, desde donde

está, los observa de reojo).

Cliserio: ¿Cuál cicatriz? No la veo.

Fender: Aquí, entre las plumas de la reversa…

Cliserio: Sí, sí, ya la vi. ¿Qué te pasó? ¿Un aterrizaje forzoso?

Fender: Mucho más que eso, mi amigo. Es una herida de honor, un recuerdo de

la Segunda Guerra Mundial. Yo luché con los Aliados. ¿Alguna vez oíste hablar de

los Blitzkrieg? ¿De los kamikazes japoneses?

Cliserio: No, de la guerra si escuché, pero nunca de eso que tú dices.

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Page 22: El Vuelo de Cliserio

(El pato saca un casco de soldado de su morral, se lo pone antes de iniciar su

historia)

Fender: Los Blitzkrieg eran ataques relámpago que los alemanes lanzaban sobre

sus enemigos. Imagínate, todo en calma, quieto y en reposo (hace mímica de

estar echado en una hamaca, descansando) y de pronto ¡Zas! (en guardia, como

apuntando al cielo con un rifle) ¡Ra-ta-ta-ta! Aviones, tanques, soldados, el infierno

en un segundo. No sabías ni por dónde te llegaban los cocotazos.

Cliserio: ¿Y tú luchaste allí?

Fender: Negativo. Pero déjame continuar…

Cliserio: Perdón, sigue contándome.

Fender: Más tarde, cuando la guerra cambió de curso, los aliados tuvieron una

victoria importante en las Islas Aleutianas ¿Sabes dónde están ésas?

Cliserio: Ni idea, yo nomás conozco hasta Cuatrociénegas.

Fender: Están en el Pacífico, mi hermano, en el Pacífico. Bueno, pues allí hubo

un intenso combate en el que los canadienses tuvimos que tomar parte. Tres

semanas en el meritito ombligo del Apocalipsis. Ellos eran miles, tal vez millones;

nosotros sólo unos cuantos, pero muy valientes. Con decirte que yo era el mejor

armado y sólo traía una resortera. La cosa es que nos pusimos bien las plumas y

al final, retomamos Attu, un punto estratégico. Así ganamos la guerra.

Cliserio: Debió ser muy difícil.

Fender: Afirmativo. Fueron tres semanas de zozobra constante, un permanente

coqueteo con la señorita de la guadaña, la portera del panteón, día y noche

mirándole los ojos a Doña pelona. Hubo días en que hubiera querido regresarme

al cascarón. ¿Me entiendes? Allí dejé de ser pollito y aprendí a ser un pato.

(El pato se arrodilla, se pone el casco sobre el pecho en señal de reverencia y

baja la cabeza como dando gracias por estar vivo.)

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Page 23: El Vuelo de Cliserio

Fender: (continúa de rodillas) Nunca olvidaré el sonido de las bombas, esas

nubes inhóspitas y grises en cielos extraños, la mano de la muerte alaciándome

las plumas. Pero sobreviví, soy un ovíparo afortunado. Nomás de recordarlo se

me pone la carne de humano, mira.

Cliserio: ¿Cómo fue lo de la herida? ¿En qué combate pasó? ¿Dónde aprendiste

a pelear?

Fender: ¿Qué más da? Lo importante es que sobreviví, y que ganamos.

Cliserio: Cuéntame, Fender. La herida en tu espalda; tú mismo dijiste que volar

es arriesgado, que los cobardes no consiguen elevarse.

Fender: Y lo sostengo. Sin agallas, nadie daría siquiera un brinco. Imagínate

cuántas generaciones de reptiles tuvieron que lanzarse a los precipicios antes de

que les salieran las primeras plumas y el pico, y todavía más generaciones

lanzándose al vacío hasta que por fin pudieron volar. Evolución, mi hermano,

puritita lenta y sabia evolución. Las aves, mi hermano, somos el sello de garantía

del paraíso. El ave es un reptil perfecto, ya lo dijo Darwin no recuerdo dónde.

Cliserio: ¿Ya ves? Ni siquiera sabes ser modesto. Cuéntame ¿cuál era tu rango

en el ejército? ¿Comandante, teniente, capitán de las fuerzas aéreas? Eres un

héroe, Fender, le jugaste unas vencidas a la muerte y le ganaste, qué honor que

estés hoy con nosotros. (Cliserio voltea con la muchacha). ¿Oíste Atzimba? ¡Un

héroe de guerra en tu casa!

(Atzimba, que ha estado escuchando al margen, vuelve a la conversación.

Camina hacia donde están ellos. No cree las historias del pato.)

Atzimba:(con tono irónico) Conque tenemos un héroe. Me imagino que en

Canadá habrá muchas calles y escuelas con tu nombre, tal vez hasta exista

alguna ciudad bautizada en tu honor…

Fender: Bueno, tal vez exageré un poco la nota. Esas cosas las hace cualquiera,

y a veces hasta sin darse cuenta ¿Batalla dije? Negativo. Debo haberme

confundido (se quita el casco de soldado y lo guarda en el morral, minimizando el

asunto).

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Page 24: El Vuelo de Cliserio

Atzimba: (acercándose al ave) A ver pato, ¿cómo te hiciste la cicatriz?

Fender: ¿Cuál cicatriz? ¿Ésta, dices tú? Casi no es nada, digo, un rasponcito

nada más.

Atzimba: Dime una cosa ¿estuviste alguna vez en la guerra, sí o no?

Fender: Técnicamente sí, es afirmativo.

Atzimba: ¿Técnicamente?

Fender: Era una película muy real, las bombas parecían de verdad y además

estaba muy oscuro…

Atzimba: ¿Y la herida?

Fender: ¿Cuál herida? Ah, ¿ésta?

Atzimba: Si, esa.

Fender: Acabo de recordar. Es la vacuna contra la polio, en cierta forma es una

batalla. ¿Nunca oíste hablar de las guerras médicas? Y aquí en el brazo tengo la

de la gripe aviar…

Atzimba: (se da la vuelta, alejándose de ellos) Mejor me apuro con la cena, no

sea que los héroes vayan a desatar su furia.

(Atzimba sale de escena. Cliserio y Fender se quedan pensativos, avergonzados.

Tras un rato, Cliserio se sienta de nuevo en la silla, cabizbajo, y toma la palabra).

Cliserio: Tal vez tengas razón amigo, los cobardes nunca se elevan.

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Page 25: El Vuelo de Cliserio

Escena 5

Estrategias para volar.

Días después, en la milpa. Cliserio está trabajando con un azadón, conversa con

López. A un lado de ellos hay un bulto mediano, cubierto por una lona. Es

imposible adivinar lo que oculta.

López: ¡Qué Blitzkrieg ni qué gorditas de pastor alemán! La guerra no es algo

bueno, Cliserio, entiéndelo muy bien. ¿Qué hay de provecho en que la gente

muera? Nada, Cliserio. En la guerra todos pierden, hasta el vencedor. Ese pato no

es más que un hablador y un fanfarrón.

Cliserio: Precisamente por eso, López. Si un fanfarrón como él puede volar,

¿cómo no voy a poder volar yo? Él dice que es un privilegio de los dioses, yo

quiero saber qué se siente.

López: Pero él nació con alas y plumas, ya hemos hablado de esto antes, amigo.

La única manera de que los humanos vuelen es subiéndose a un avión, y déjame

recordarte que los únicos aviones que pasan por aquí son de tu enemigo, el señor

Alatriste.

Cliserio: ¿Es una indirecta? ¿Me estás insinuando que tengo que olvidarme de

volar?

López: Es muy directa y a la cabeza. Te estoy queriendo decir que tú tienes que

preocuparte por que esas matas crezcan grandes y bonitas … y además tienes

que cuidar a mucho a Atzimba, esa es tu misión en este mundo.

(Durante un rato Cliserio trabaja en silencio, López silba una canción: Grabé en la

penca de un maguey tu nombre)

Cliserio: Bueno López, ¿y si de repente un día lo logro y vuelo?

López: Y dale con la misma. El día que tú vueles yo voy a ser campeón de

patinaje artístico sobre hielo. Imagínate ¡qué victoria para México!

Cliserio: No digas tonterías López, esto es serio.

López: Pues no preguntes tonterías Cliserio; olvídate de volar…

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Page 26: El Vuelo de Cliserio

Cliserio: (acercándose al bulto cubierto con la manta) Para que lo sepas, vas a

ser el primero en conocer el invento que revolucionará al mundo… ¡Te presento al

Cliserióptero! (Descubre el bulto. El Cliserióptero es una bicicleta vieja con algunos

alambres retorcidos y algunas hojas de maíz pegadas aquí y allá).

López: ¿El Closiqué?… ¡ah, tu bicicleta! (Riéndose) Veo que ya la decoraste

para el desfile de la primavera, muy bien, te quedó muy bonita.

Cliserio: Bueno, es que todavía no está terminado, pero en unos días cuando

termine las alas vas a ver cómo cambia. Por cierto que el diseño no es sólo

mío, Fender me estuvo dando algunas ideas, como el espejo retrovisor forrado

con peluche rosa. Hasta me regaló este aromatizante de rosita fresita…

López: Otra vez el famoso pato. Ese pajarraco ya está resultando patológico ¿O

debo decir pato ilógico? ¿Quién te crees? ¿E.T.? Si esa bicicleta se despega del

suelo, yo me inscribo en clases de ballet…

Cliserio: Cuando menos él trata de ayudar. Tiene tres mil horas de vuelo.

Además, estuvo en un cine donde pasaron una película muy real sobre la

guerra…

López: ¿Tú crees que nada más ese pato tiene historias? Yo sí que tengo una

buena historia, así que siéntate y escucha…

(Cliserio vuelve a cubrir el Cliserióptero. Deja a un lado el azadón, se sienta sobre

un huacal y se dispone a escuchar. A un lado del escenario, disimulado entre las

matas, hay un teatrino. Aparece el rey Minos. Los muñecos representan la historia

en silencio mientras López narra.)

López: Hace muchos, pero requetemuchos años, en una isla de Grecia, vivió un

señor que se llamaba Minos. Era un rey. Él le había mandado construir un

laberinto a Dédalo, el mejor inventor que había en la ciudad…

Cliserio: ¿Dédalo, Minos? ¡Y yo que pensaba que nomás Atzimba tenía nombre

chistoso!

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Page 27: El Vuelo de Cliserio

López: No interrumpas Cliserio, mejor escucha. La cosa es que el trabajo final no

le gustó mucho al rey Minos y mandó castigar a Dédalo y a su hijo, Ícaro, que era

un muchacho como tú, encerrándolos en el laberinto. Pasífae, la esposa del rey,

los ayudó a salir de allí, pero tenían que escapar de la isla antes de que los

encontraran. Por desgracia no tenían ningún barco a la mano, porque todos

pertenecían a la flota del rey. La única solución que Dédalo encontró fue huir

volando, así que se puso a construir unas alas con plumas, hilo, tablitas y cera.

Cuando terminó, le hizo también un par de alas a Ícaro y le enseñó cómo

utilizarlas. No parecía un viaje sencillo, pero sus vidas estaban en juego. Antes de

escapar, Dédalo le aconsejó dos cosas a su hijo: la primera fue que no volara muy

cerca del agua porque sus alas podían mojarse y pesarían mucho, lo que le

impediría elevarse. El segundo consejo fue que no volara muy alto, porque con el

calor del sol las alas se derretirían. Entonces escaparon. En el camino, Ícaro iba

probando sus alas nuevas. Al principio volaba junto a su padre, obediente: ni muy

rápido ni muy alto. Pero cuando ya llevaban un rato en el aire, Ícaro fue

emocionándose mucho con su nueva capacidad para volar, así que se olvidó de

los consejos de su padre y empezó a subir más y más y más, tratando de alcanzar

el sol…

(López comienza a simular las voces de Dédalo e Ícaro)

Dédalo: (voz grave) Hijo, recuerda que no debes volar muy alto.

Ícaro: (voz aguda) No te preocupes papá, sé lo que hago.

(Transcurren algunos segundos de vuelo en los títeres).

Dédalo: Hijo, vuela un poco más bajito, no me hagas repetirlo.

Ícaro: Aliviánate papá, no seas aguado, nomás unos metros más arribita

(Ícaro sube más).

Dédalo: (alzando la voz) ¡Hijo, ya te estás arriesgando mucho, baja

inmediatamente!

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Page 28: El Vuelo de Cliserio

López: (sigue la narración) Pero Ícaro ya no podía escuchar a su padre porque

había volado muy alto. Emocionado como estaba, subía más y más sin darse

cuenta que la cera de sus alas se estaba derritiendo. De pronto, empezó perder

plumas y a caer. Gritó, aleteó y pidió ayuda, pero sus alas ya no podían

sostenerlo. Ícaro se ahogó en el mar, y su padre no pudo hacer nada para

salvarlo.

(El títere que representa a Ícaro cae muy cerca de donde está sentado Cliserio,

que se queda mirándolo fijamente)

López: (muy serio) ¿Captas el mensaje, Cliserio? ¿Entiendes lo que te quiero

decir?

Cliserio: Sí, que antes de usar el Cliserióptero tengo que conseguirme un buen

bloqueador solar.

Oscuro.

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Page 29: El Vuelo de Cliserio

Escena 6

Preparando el despegue.

Días más tarde. Es el día del despegue, todos están reunidos en la milpa: Cliserio,

López, Atzimba y el pato, que lleva aún el vendaje en el ala izquierda. Hay

algunas personas más: gente del pueblo que ha sido invitada a presenciar el

despegue; no hablan, sólo observan con curiosidad. El Cliserióptero está en

medio de la milpa. Sigue siendo un aparato burdo, pero ya tiene alas y en algunas

secciones está forrado de plumas. Lleva una canastilla delantera y llantitas

laterales de apoyo. Hay una bolsa de dormir enrollada sobre la llanta trasera.

Foquitos rojos prenden y apagan en los manubrios.

Cliserio: Amigos, muchas gracias por venir, ustedes saben lo mucho que se les

quiere y se les aprecia. Lo que van a ver hoy sólo es comparable a otros grandes

momentos de la humanidad. Quiero decir que hay algunos instantes en los que el

hombre se parece un poquito más a los dioses: cuando bajamos del árbol, cuando

descubrimos el fuego y tal vez cuando inventamos la rueda y la imprenta. Por

favor, amigos, contengan los hurras y los aplausos hasta el final.

Hoy, en esta milpa, va a ocurrir uno de esos momentos. El Cliserióptero va

a partir con rumbo incierto pero seguro a conquistar las gaseosas repúblicas del

sexto continente; el de los cielos. Como ustedes saben, una gran sequía azota

nuestra región. No teman, los tiempos sin agua han terminado. Yo, con el

Cliserióptero, iré hasta donde están las nubes y las remolcaré hasta acá.

Tendremos lluvia muy pronto…

(Los habitantes del pueblo, al escuchar que habrá lluvias, aplauden y festejan.

Cliserio agradece y se despide de cada uno de sus amigos.)

Cliserio: Atzimba, no temas por mí. Muy al contrario, guarda cada detalle de este

momento para que se lo cuentes a nuestros hijos. Muy pronto, las distancias

serán insignificantes y podré traerte un ramo de tulipanes de Holanda ¿Los

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Page 30: El Vuelo de Cliserio

prefieres de algún color en especial? Bueno, ésos son detalles, pero los grandes

hombres piensan en todo.

Atzimba: ¿Es seguro ese aparato? Ten cuidado Cliserio, mejor no vayas …

Cliserio: López, maestro y amigo, ¿qué puedo decirte que no sepas ya? No he

conocido más letras que las que me enseñaste en los surcos. Aún así, tuve la

mejor escuela. Quiero que sepas que me siento afortunado por escuchar tus

lecciones desde pequeño. Aunque sé que no crees en el éxito de esta aventura,

mi triunfo va por tu sabiduría.

López: ¡Qué aventura ni qué waffles con jalapeño! …

Cliserio: Fender, nuevo amigo. Te agradezco que hayas dejado tu reposo clínico

para compartir esta ocasión. Qué lástima que todavía no estés recuperado de esa

ala. Si no, te invitaría a volar conmigo como escudero. No hay que temer, con

seguridad nos toparemos en otros cielos. Ah, otra vez gracias por el aromatizante.

Fender: (Conmovido, secándose una lágrima con el ala derecha.) No, negativo.

No fue nada amigo, no fue nada.

Cliserio: Ha llegado el momento … (inicia música, Así hablaba Zaratustra)

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Page 31: El Vuelo de Cliserio

(Sube al aparato. Comienza a pedalear pero nada sucede, sus amigos guardan

silencio. Termina la música y el artefacto no se ha elevado.)

Cliserio: Un momento, debe ser el giroscopio. Tal vez el radiofaro. Creo que no

calculé bien el ángulo de elevación… (Pedalea más fuerte pero nada sucede).

Apártense un poco, en cualquier momento puedo salir disparado. (De pronto se

escucha un tronido de mofle y empieza a salir humo del aparato, innegable

evidencia de fracaso. Los amigos comienzan a alejarse entre risas.)

López: Bravo Cliserio, los grandes hombres piensan en todo.

Cliserio: (muy serio, revisando algo que parecen ser los planos del aparato) No

entiendo, las bujías, el alerón derecho. Todo está en su lugar.

Atzimba: (En tono irónico y dando la espalda a Cliserio mientras se aleja)

Perdona que no me quede a la segunda parte del despegue Clis, pero tengo los

frijoles en la lumbre. Por cierto, no se te olviden mis tulipanes de colores, te los

encargo mucho. (Todos ríen. Atzimba, Fender y los invitados del pueblo salen del

escenario, quedan solos el muchacho y el cacto).

Cliserio: Esperen, no se vayan. Debe haber un error …

López: (Enérgico, muy molesto. Cliserio lo escucha cabizbajo, derrotado). Claro

que hay un error, Cliserio, siempre te lo he dicho: te faltan plumas y te sobra

fantasía. Pero esta vez si te brincaste las trancas, Cliserio Reyes. Ya te convertiste

en un fanfarrón, en el bufón del pueblo. ¿Remolcar nubes? ¿Traer tulipanes? ¿De

dónde sacaste todo eso? Por andar en el cielo has descuidado la tierra, se está

secando la milpa y vas a perder la cosecha. Mientras tu padre arriesga la vida

lejos de aquí, en un país que no es el suyo, tú te entretienes jugando a las

bicicletas voladoras. Tal vez deberías ir allá, atravesar el desierto, desafiar al río y

demostrarnos a todos que eres un hombre. Pero no Cliserio, dudo que tengas el

valor necesario. Te falta carácter.

(López hace una pausa, está muy molesto. Al fin se decide a continuar con el

regaño.)

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Page 32: El Vuelo de Cliserio

Escúchame bien, Cliserio: estoy seguro de que si tu abuelo viviera, estaría

muy decepcionado de ti. Como todos nosotros…

Oscuro.

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Page 33: El Vuelo de Cliserio

Escena 7

Batallas en el desierto.

Cliserio vaga sin rumbo fijo. En el horizonte se ve un sol enorme, arena y más

arena. En negro se dibujan las siluetas de algunos cactus y un mezquite. Sobre el

escenario hay sólo un montón de arbustos secos, de ésos que llaman brujas. El

muchacho se ve muy agotado, camina arrastrando los pies. Sufre de

alucinaciones, habla para sí mismo.

Cliserio: Soy una vergüenza, un héroe muy cobarde. Qué Cliserióptero ni qué

nada. El blitzkrieg, la guerra, los kamikazes japoneses, descuidé la milpa…

Perdóname López, no supe escucharte. Yo sólo quería pizcar el algodón que hay

en el cielo, de verdad. Volar alto y traer algunas nubes, el agua para la siembra.

(En off, se escuchan las voces deformadas de López, Atzimba, Fender y el señor

Alatriste: Tú no tienes plumas /¿Tus hijos van a nacer de un huevo? / Si tu abuelo

viviera estaría decepcionado / ¿Ya vas a empezar otra vez, Cliserio? / Yo soy el

aeropuerto / Un cobarde pesa más que un costal de piedras. Da algunos pasos y

vuelve a tropezar, sigue alucinando, cada vez más perdido. Las voces lo

persiguen).

Cliserio: Papá, dame un poco de agua. Yo sólo quería volar hasta el sol. ¿Dónde

estás? Ahora soy una vergüenza para todos… hasta para el pato fanfarrón. El

Cliserióptero cayó al mar. ¡Debo escapar del rey Minos! ¡Debo huir o el rey Minos

me matará! ¡No! ¡No, rey triste, por favor tenga piedad, tenga piedad de un pobre

héroe tan cobarde como yo! (Se cubre la cara como esperando un golpe) ¡Sólo

soy un costal de piedras, Señor Alatriste, no tengo derecho a volar!

Cliserio cae sobre la arena, inconsciente. La sala se oscurece por completo

y queda en silencio. Tras algunos segundos en penumbra, comienza Dies Irae,

tercer movimiento del Réquiem de Mozart. Simultáneamente, en el ciclorama,

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Page 34: El Vuelo de Cliserio

sobre el fondo del desierto se proyectan imágenes. Estamos dentro de la mente

de Cliserio. La secuencia consta de videos y fotografías que recuerdan la historia

de la aviación, el permanente anhelo del hombre por volar. La música crea

tensión. En la pantalla se suceden los bocetos del ornitóptero de Leonardo Da

Vinci, papalotes en el cielo, imágenes de ángeles entre las nubes, el Pathfinder y

la exploración de Marte, los viajes en globo de Julio Verne, patos migrando en

formación, Neil Armstrong y su caminata lunar, una gaviota que cae en picada y

atrapa un pez, secuencias de la Segunda Guerra Mundial: kamikazes,

bombarderos. Una azafata sonriendo da la bienvenida a un vuelo de primera

clase, un campo de girasoles siguiendo al sol, niños que arrojan avioncitos de

papel. Sequías, milpas grandes y bonitas; campos devastados, pacas de algodón

en La Laguna, Amelia Earhart y el primer vuelo trasatlántico, arrestos de latinos

indocumentados en los Estados Unidos. Los vuelos de los hermanos Wright, un

Zepelín, la paloma de la paz, Pedro Infante, Ritchie Valens, Francisco Sarabia y el

avión de Lerdo, globos de niños con cartas de navidad, aeropuertos

internacionales, bandas transportadoras de maletas. La secuencia (de no más de

dos minutos, lo que dura el tercer movimiento del réquiem) finaliza con la imagen

del 11-S; el avión entrando en las torres gemelas. Después, oscuro y silencio.

Cliserio y Serioclis

Continúa la escena. Se enciende una luz tenue, silencio. Cliserio sigue en el

desierto; yace bocabajo, inconsciente. Tras algunos segundos, despierta. Se

levanta, da pasos cortos, observando el panorama desolado. De pronto, desde el

lado izquierdo del escenario, frente a él, entra “otro” Cliserio que camina y lo

observa; es Serioclis. Los dos visten igual, tienen la misma estatura, se mueven

con ademanes similares. Cliserio se muestra muy sorprendido.

Cliserio: ¿Quién eres tú?

Serioclis: Tú eres quién

Cliserio: Yo pregunté primero

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Page 35: El Vuelo de Cliserio

Serioclis: Primero pregunté yo

Cliserio: Ya sé, es una broma tuya, López.

Serioclis: López, tuya es una broma.

Cliserio: No es gracioso.

Serioclis: Gracioso no es.

(Cliserio da muestras de no entender nada, parece un poco asustado. Da la

espalda a Serioclis y camina en el escenario, pensativo. Simultáneamente,

Serioclis hace los mismos movimientos en su mitad del escenario. Cliserio intenta

observar a Serioclis de reojo, sólo para descubrir que ya lo está viendo de reojo a

él. Es su espejo. De repente, Cliserio piensa algo y va al encuentro de Serioclis.

Vuelven a quedar frente a frente.)

Cliserio: (señalándose a sí mismo y gesticulando exageradamente) CLI-SE-RIO

Serioclis: (repitiéndo los ademanes) SE-RIO-CLIS

Cliserio: ¿Serioclis?

Serioclis: ¡Cliserio!

Cliserio: (Tratando de confundirlo) Tres tristes tigres en tres tristes trastos

tragaban trigo sentados en un trigal, sentados en un trigal tres tristes tigres

tragaban trigo en tres tristes trastos.

Serioclis: ¿Cuántos tigres?

Cliserio: (festejando) Lo sabía. Es una broma, eres un impostor, un charlatán.

Serioclis: (muy serio) ¿En verdad lo soy? Porque yo soy tú y tú eres yo.

Cliserio: Lo siento, pero te falta mucho para ser como yo.

Serioclis: Ya lo creo. Mejor me voy. (Serioclis comienza a silbar, tranquilo. De

entre los arbustos saca una mochila. De ella extrae unas alas, se las pone en la

espalda. Se da media vuelta y comienza a alejarse caminando, con las manos en

los bolsillos.)

Cliserio: ¡Espera Serioclis, no te vayas! Dime, si somos iguales ¿por qué yo no

tengo alas?

Serioclis: ¿Por qué me lo preguntas? Yo soy un charlatán. Por cierto, se te hace

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Page 36: El Vuelo de Cliserio

tarde y tú aquí, tan tranquilo, jugando adivinanzas…

Cliserio: ¿Tarde? ¿Para qué? No comprendo nada, Serioclis. ¿Eres un ángel?

¿Estoy muerto? ¿Es un sueño?

Serioclis: Ya te dije, yo no existo. Tú tampoco existes, por cierto.

Cliserio: Sigo sin comprender. Si no existes ¿Cómo es que tienes alas? ¿Puedo

tener yo unas iguales? ¿Me las prestas?

Serioclis: No Cliserio. Las alas no se prestan nunca, son la herramienta de los

valientes, ya deberías saberlo. Todos los valientes tienen sus propias alas y por

eso no necesitan pedir prestado nada. ¿De verdad no lo entiendes?

Cliserio: Pero yo no tengo alas, y quiero ser valiente y poder volar.

Serioclis: Las únicas alas que necesitas son las que llevas dentro, no hay otras.

Cliserio: López siempre dice que tengo la cabeza llena de plumas, ¿a eso te

refieres?

Serioclis: No, Cliserio, las alas no tienen nada que ver con las plumas, encuentra

tus propias alas.

Cliserio: ¿Cómo?

Serioclis: Eso es lo que debes responder, para eso viniste aquí.

Cliserio: ¿Aquí? ¿Te refieres al desierto?

Serioclis: Me refiero al aeropuerto, Cliserio. ¿No te has dado cuenta? Estás en la

pista del aeropuerto. Disculpa, pero ya me tengo que ir, hay un vuelo que debo

tomar… Te dejo esto, me lo dieron para ti.

(Cliserio recibe la mochila de manos de Serioclis, que se aleja de nuevo

caminando, con las alas puestas; las manos en los bolsillos y silbando. Cliserio

queda solo otra vez. De la mochila extrae un gorro de aviador, unos gogles y una

bufanda. Se los pone y se queda de pie, en el desierto, sin saber qué hacer. Se

escucha de nuevo el motor de un avión que pasa volando arriba de él).

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Page 37: El Vuelo de Cliserio

Escena 8

La confusión.

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Page 38: El Vuelo de Cliserio

En casa de Atzimba. Fender y la muchacha están en la mesa, comiendo. Entre un

bocado y otro conversan. Hay platos, tortillas, vasos, un sartén y una jarra. El pato

aún viste la pijama, ya no trae las vendas en el ala. Sobre el buró, en la maceta, el

girasol está completamente seco.

Atzimba: Me da gusto que ya estés mejor Fender, fue una recuperación muy

rápida.

Fender: Afirmativo. Todavía me duelen un poco las plumas direccionales, pero

creo que no es de cuidado. Con un día más de reposo estarán bien. Creo que

mañana podré seguir con el viaje.

Atzimba: Cuéntame de Canadá, Fender ¿cómo es?

Fender: Es muy bonito, aunque hace mucho frío. Por eso vengo mucho a México,

acá siempre hay sol en alguna parte.

Atzimba: ¿Allá está tu familia?

(Fender se pone serio, un poco triste. Atzimba lo nota.)

Fender: Negativo. Mis padres murieron hace cuatro años, durante el viaje a

Canadá, les dispararon unos rancheros tejanos. Cada año es peor, es la parte

más peligrosa del trayecto. Muchos patos están dejando de migrar por eso, las

nubes ya no son tan seguras como antes.

Atzimba: Lo siento mucho, Fender. ¿No tienes a nadie más?

Fender: Pues… Tengo un primo que se quedó en California. Se llama Donald,

creo que le ofrecieron un trabajo en el cine.

Atzimba: Debe ser difícil estar solo en el mundo.

Fender: Afirmativo, Mariana. La verdad es que este viaje es cada vez más

cansado. He estado pensando en buscar un lugar para establecer un nido con una

patita simpática y pensar en criar a media docena de huevos. Ya no estoy para

viajes tan largos, y además esos rancheros locos…

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Page 39: El Vuelo de Cliserio

Atzimba: Tienes que cuidarte, Fender. Ya tuviste un accidente grave, imagínate si

no hubieras caído en la milpa.

Fender: Afirmativo, Hortensia. Es posible que éste sea mi último viaje a Canadá.

Todavía tengo algunas cosas que arreglar.

(Terminan la comida, Atzimba se pone a lavar los platos, el pato se lava los

dientes, se prepara para dormir.)

Fender: Muchas gracias por la comida, Elena. Estuvo muy rica.

Atzimba: De nada Fender, ésta es tu casa. Trata de descansar, mañana te espera

un viaje muy largo.

Fender: Afirmativo. Debo dormir lo más posible, es un viaje difícil y debo

reponerme bien, ahorrar energías.

(Saca de su morral un antifaz para dormir y se lo pone en los ojos, se recuesta. No

ve que Atzimba termina de lavar los platos y sale de escena, el pato sigue

hablándole aunque ella no puede escucharlo).

Fender: Oye Andrea ¿has tenido alguna noticia de Cliserio? Nadie sabe dónde

está. López dice que tal vez se fue al desierto, y que por él puede irse a China en

patineta. Yo quisiera verlo para agradecerle por todo ¿Tienes alguna idea de

dónde puedo encontrarlo?

(En ese momento regresa con la regadera en la mano y ve el girasol marchito)

Atzimba: ¡Uy!, creo que es inútil, ya se murió…

Fender: (brinca alarmado, queda sentado en la cama con los ojos aún cubiertos)

¿Cómo? ¿Se murió? ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Cuac!

Atzimba: (haciendo un poco de berrinche) ¡No es justo! Apenas me estaba

encariñando…

Fender: (sentado en la cama, aún con el antifaz puesto) ¡Recuac! ¿Encariñando?

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Page 40: El Vuelo de Cliserio

Atzimba: (tomando la maceta, trata de recobrar la calma) Bueno, esas cosas

pasan. No me voy a poner triste por una cosa así. Es mejor pensar que va a servir

de abono…

Fender: (cada vez más perplejo) ¿Va a servir de abono?

Atzimba: (deja otra vez la maceta sobre la mesa. Está reprimiendo el berrinche)

Sí pato, ¿tienes que repetir todo lo que yo digo? Si esto pasó fue en buena parte

por estarte poniendo atención a ti y a tus heridas.

Fender: (se quita el antifaz de los ojos, observa a Atzimba indignado) Eso sí que

no. Negativo y doble negativo. Tienes frío el corazón Amina. Y te prohibo que me

culpes de un crimen que no cometí…

Atzimba: ¿Ya vas a empezar con las exageraciones? No es para tanto, pato. No

se acaba el mundo. Mejor duérmete y no hagas olas.

Fender: (en la puerta de la casa, ante la sorpresa de Atzimba) ¡No y triple

negativo! Me niego a pasar un minuto más aquí, no seré cómplice de tu

indiferencia, Tamara. Eres insensible, mucho peor que Yoko Ono. Tu corazón es

un raspado de limón: amargo y bien frío.

(Tras haber salido, el pato se regresa. Atzimba está sentada en la cama con cara

de no entender nada)

Fender: (Con este guión en las manos) ¡Ah, se me olvidaba el portazo! (sale y da

un portazo).

Oscuro.

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Page 41: El Vuelo de Cliserio

Escena 9

Duelo en la milpa.

López y Fender en el maizal, entre botellas, mitad de una parranda. El pato está

en pijama y trae puesto el sombrero de López, toca una melodía triste en la

armónica. López solloza y hace sonar una guitarra.

López (cantando, triste):

No vale nada la milpa

La milpa no vale nada

Comienza siempre llorando

Y así llorando se acaba

Por eso es que en este mundo

La milpa no vale nada...

Fender: ¡López, viejo cacto! No somos nada; Cliserio está muerto, está difunto, se

fue a Comala, se nos adelantó...

López: No puedo creerlo, es como estar en medio de una canción de José Alfredo

Jiménez.

Fender: Afirmativo, compadre. Y Tarumba quiere utilizar sus restos como abono,

¡imagínate nomás!

López: ¿Pero estás seguro que Atzimba dijo eso? Tal vez escuchaste mal, estará

pensando en enterrarlo con el abuelo. ¿No diría abuelo en vez de abono?

Fender: No, negativo. Estoy completamente seguro, te lo juro por el azul de estas

alas que se han de comer en mole los coyotes. Yo clarito escuché a Tania cuando

dijo que se había muerto y que lo quería usar de abono, hasta me quería echar la

culpa a mí. Entonces me vine corriendo para avisarte ...

López: Entonces los rumores son ciertos, ya lo temía. Yo soy el único culpable.

Fender: Yo tampoco lo quería creer. Tan joven, era una promesa de la aviación.

Yo hasta le veía madera de astronauta. Un pequeño paso para Cliserio. A ver

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Page 42: El Vuelo de Cliserio

¿Cómo que tú tienes la culpa? ¿Eres cómplice de Gabriela? No vayas a decir que

fue mi idea, yo quería a Cliserio…

López: No, no me estás entendiendo, compadre. Tú eres un héroe del cine

Nazas, yo soy el único criminal aquí; yo desanimé a Cliserio de volar y me burlé

de él, le dije que era una vergüenza para el pueblo entero y para su familia. Lo

hice por su bien, pero creo que fui demasiado severo. Perdió toda esperanza, le

quité la razón para vivir y se fue a buscar la muerte en el desierto. Soy un asesino,

un homicida. ¿No lo ves? ¡Está muy claro!

Fender: Pues sí, afirmativo. Él que siempre quiso subir en cuerpo y alma al cielo,

¿quién iba a decir que iba subir nomás en alma? De algún modo le ayudaste a

cumplir su sueño. Despegó para nunca aterrizar.

López: Tengo que entregarme a la policía. ¿Qué me espera, Fender? ¿Cadena

perpetua, cien años en las Islas Marías? No importa, sólo así limpiaré la culpa de

mi familia.

Fender: Bueno, una espina más a tu currículum, será casi imperceptible.

López: Merezco eso y más. ¡La pena de muerte!, moriré fusilado como el cura

Miguel Hidalgo, como el General Felipe Ángeles, como José María Morelos.

Fender: Como Vicente Fernández...

López: ¡Ah, caray! Vicente Fernández no murió fusilado. Es más, ni siquiera se ha

muerto.

Fender: Como sea, hay que preparar las cosas para el velorio.

López: ¿El mío?

Fender: Negativo. El de la víctima. Quiero decir el del bueno de Cliserio.

López: Tengo un preocupación más, pato ¿Qué será de la milpa sin Cliserio?

¿Quién cuidará del maíz? No podemos dejar que el señor Alatriste se adueñe de

estas tierras.

Fender: De eso quería hablarte López, estoy pensando en quedarme por acá.

Este es un lugar tranquilo y soleado, y yo podría aprender a plantar el maíz.

(Simula estar sembrando) Uno para la tierra, otro para mí; sembramos uno, nos

comemos otro …después de todo, ¿Qué es el maíz sino palomitas en potencia?

Lo urgente ahora es preparar el velorio de nuestro gran amigo, Cliserio Reyes.

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Page 43: El Vuelo de Cliserio

(Fender sale del escenario, López se queda pensativo y triste, bebiendo)

López: ¿Qué he hecho? Tengo que huir, pero ¿cómo, a dónde? No me lo

perdonaría nunca. Además, un cacto pidiendo aventón a la orilla de la carretera es

siempre de lo más sospechoso. Será mejor afrontar las consecuencias. Maté a

Cliserio Reyes y ahora tengo que pagar. Me quedaré aquí hasta que lleguen a

detenerme.

(Le da otro trago a la botella y canta)

Cuando un amigo se va

Queda un nopal asesino...

(Llega Atzimba, el cacto se anticipa y toma la palabra.)

López: Lo siento mucho Atzimba.

Atzimba: ¿Te enteraste?

López: Si, me lo dijo Fender y quiero que sepas que me parece la peor tragedia

desde que se extinguieron los dinosaurios. Todavía no puedo creerlo …

Atzimba: Bueno, tampoco es para tanto, ya sabes que este pato es un exagerado

y un bocón.

López: En esto no hay exageración posible, muchacha. Su ausencia deja un

vacío irremplazable.

Atzimba: Me parece que ustedes están haciendo grandes las cosas. ¿Te digo una

cosa López? Lo único que siento es que ya no voy a tener con quién hablar.

López: Te comprendo muchacha, yo me siento igual. Ni siquiera tuvimos tiempo

para despedirnos.

Atzimba: Bueno, si no te molesta, pensaba traerlo aquí a la milpa.

López: ¿Aquí, a la milpa? ¿Con el abuelo?

Atzimba: No López, no compares. Nunca será lo mismo. Pero creo que puede

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Page 44: El Vuelo de Cliserio

servir de abono…

López: ¡Muestra más respeto, muchacha!

(Regresa Fender, todavía en pijama, con una corona de flores y se la entrega a

Atzimba, que al ver las flores se alegra mucho y abraza al pato. Saca de su morral

un pergamino y comienza a leer. Conforme va leyendo, Atzimba hace gestos de no

comprender nada. El cacto llora y bebe desconsolado.)

Fender: Hoy, estamos aquí reunidos para recordar a un amigo, a un valiente. No

es cualquier amigo. No, negativo. Era un amigo ejemplar. En su deseo de llegar a

las nubes, Cliserio Reyes encontró un atajo. Se fue por el camino corto, viaje

sencillo, clase turista y tarifa económica. Ni siquiera quiso documentar su

equipaje. Aquí, en la tierra, siempre estuvo mirando al cielo; desde donde hoy

seguramente estará mirándonos sobre alguna nube lejana...

(López voltea al cielo, pone cara de sorpresa. Señala al cielo)

López: ¡Es cierto, Cliserio está allá arriba!

Fender: (Sin voltear, intenta seguir con su discurso) Afirmativo, compadre,

afirmativo. Es lo que estoy diciendo, seguro que ya está con los angelitos…

López: (sigue señalando a lo alto, pero ni el pato ni la muchacha voltean) ¡Quiero

decir que Cliserio está en el cielo!

Fender: No hay duda de eso. Era muy bueno, no creo que haya tenido problemas

para entrar, pero déjeme terminar…

López: ¡No, negativo! ¡Rayos! ¿Qué estoy diciendo?¡Quiero decir que POR FIN

LO LOGRÓ! Cliserio está allá arriba, VOLANDO ¡Bravo, Cliserio, Sujétate bien!

(Se escucha el motor de un avión. Atzimba y Fender voltean a lo alto, señalan al

cielo y se llevan las manos a la cabeza. No pueden creer lo que ven.)

Fender y Atzimba: ¡Cliserio!, ¡Cliserio! ¡No hagas eso! ¡Sujétate bien, Cliserio! ¡Te

vas a matar!

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Page 45: El Vuelo de Cliserio

Oscuro.

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Page 46: El Vuelo de Cliserio

Escena 10

Tú y las nubes.

Se ve a Cliserio volando entre nubes (algodón, hielo seco y máquina de humo, el

ventilador dispersa la niebla y el aire crea el efecto de llevar cierta velocidad). Va

sujeto al fuselaje del avión. La escenografía recrea sólo una parte del aeronave: la

turbina y una parte del ala. En el sonido se escucha el ruido del motor.

Cliserio: ¡Atzimba! ¡López! Mírenme, encontré mis alas... Es inútil, nadie me

escucha (con una mano hace señas y con la otra se sujeta al ala del avión).

Cliserio: ¡Nubes, muchas nubes! Tengo que llevarles una prueba de que estuve

acá arriba... ¡Ya sé, les llevaré algunos pedazos de nube!

(Cliserio se sienta en el ala, empieza a pizcar las nubes con la mano, se los

guarda en las bolsas del pantalón. En eso llega Fender volando, se sienta junto a

él, bien sujeto; está alarmado por lo que ve.)

Fender: ¿Qué te pasa? ¿Te quieres morir otra vez? ¿No te bastó con una?

Cliserio: ¡Mira Fender, soy un valiente, estoy volando! (mientras extiende los

brazos quedando sentado sobre el ala del avión) ¿Viste? Ya hay nubes, eso

significa que va a llover Fender, ¡Es agua! ¡La milpa se va a salvar!

Fender: Afirmativo, Cliserio. Lo que tu digas pero no te sueltes ¡Los aviones no

son juguetes! ¡Estás loco Cliserio, por el cascarón que me trajo al mundo!

Cliserio: Soy muy ligero, ya no soy un costal de piedras. ¡Encontré mi alas! De

verdad que volar es lo mejor que hay en este mundo, tenías razón. Por cierto,

mírate tu también, ¡Ya estás recuperado! ¡Volaste!

Fender: Pero yo tengo plumas y nací en un huevo, Cliserio. ¡Por favor, sujétate

fuerte, no hagas locuras!

Cliserio: (Empieza a dar muestras de frío) Tengo que llevarme una prueba de que

volé Fender, si no nadie me va a creer.

Fender: Pero si ya todos te vieron allá abajo... Ya sé, déjame tomarte una foto.

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Page 47: El Vuelo de Cliserio

(El pato busca entre las cosas de su morral, saca una cámara fotográfica y le toma

una foto a Cliserio)

Fender: Ya estuvo, ahora por favor agárrate bien, Cliserio, ¿no ves que vamos

muy alto?

Cliserio: (Empieza a tiritar) lo logré... pato... ¿no lo ves?... lo logré...

Fender: Afirmativo, ya te vi Cliserio, pero ahora lo que tienes que hacer es

sujetarte bien. Acuérdate que no traes paracaídas.

Cliserio: (Cada vez más congelado) Te doy... un aventón... a Canadá... pato...

Fender: Tú nomás no vayas hacia la luz, pase lo que pase no vayas hacia la luz

Fender: (El pato le da unos golpes a la cabina del avión, chiflando y gritando)

¡BAJAAAN, BAJAAAN EN LA ESQUINA, CHOFER!

Cliserio: (Ya con los ojos cerrados, sin soltarse del avión) Gracias amigo... Oye

¿Ya llegamos a Canadá? Tengo mucho frío...

Fender: Así no lo va a lograr, tengo que hacer que el avión aterrice de

emergencia...

(Va sacando diferentes objetos de su morral, los muestra al público antes de

arrojarlos al motor: un violín de juguete, una aleta de buzo, una muñeca Barbie [la

vuelve a esconder, apenado con los niños del público], el rollo de papel higiénico,

un balón de futbol soccer, un patito de hule. Por fin se escucha como, entre

tosidos, se detiene el motor.)

Piloto: (voz en off) Señores pasajeros, hemos perdido un motor, pero tenemos el

otro intacto, así que no se preocupen, podremos seguir volando.

Fender: ¡Ah, qué caray con estos aviones hechos en China! (Saca un martillo de

su morral y sale del escenario, dando a entender que va a otra parte del avión. Se

escuchan algunos golpes de latas, por fin se oye como falla el otro motor.)

Piloto: (otra vez en off) Señores pasajeros, al parece hay algunos problemas con

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Page 48: El Vuelo de Cliserio

el otro motor, tendremos que regresar de emergencia al aeropuerto de Torreón

para un revisión. No hay de qué alarmarse. Les agradecemos mucho su

paciencia.

(Cliserio se queda sobre el avión, casi inconsciente y con los ojos cerrados, pero

bien sujeto del fuselaje).

Oscuro.

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Page 49: El Vuelo de Cliserio

Escena 11

Help me, get my feet back on the ground.

(De regreso en la milpa. Están Atzimba y López, entra Cliserio, visiblemente

cansado. Va apoyado en Fender.)

López: ¡Cliserio, viejo amigo! ¡Pensamos que habías muerto! De pronto apareció

ese avión y tú encima, no creía lo que mis viejos ojos estaban viendo.

Fender: Afirmativo, poquito faltó para que se quedara platicando con San Pedro.

(Atzimba abraza fuerte a Cliserio)

Cliserio: ¿Viste Atzimba? ¡Volé!

Atzimba: Sí Cliserio, aquí lo vimos todos. Estamos muy orgullosos de ti.

(Un policía entra en escena, le pone unas esposas al joven campesino, las manos

en la espalda.)

Policía: Tengo que llevármelo, cometió una invasión al territorio federal y fue un

intento de homicidio. Tendrá que pasar un rato en la cárcel.

López: ¿Cómo? ¿Llevarse a Cliserio? Primero tendrán que pasar sobre mi

cadáver.

Fender: Afirmativo, oficial. Tendrán que pasar sobre su cadáver, y le advierto que

es muy espinoso.

Policía: Es mejor que no se resista y guarde silencio, todo lo que diga podrá ser

usado en su contra.

Atzimba: Pero señor, no puede llevárselo, ¿No ve que todavía es un muchacho?

Fender: Eugenia tiene razón ¿Usted cree que esa es la manera correcta de

dirigirse a unos héroes internacionales?

Policía: ¿Héroes?¿Cuáles héroes? Eso lo decidirá la ley.

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Page 50: El Vuelo de Cliserio

(Comienza a caminar llevando a Cliserio esposado. De pronto llega hasta ellos un

señor con traje. El policía se cuadra; es el señor Alatriste.)

Policía: Ya controlamos a los terroristas señor, le aseguro que tendrán su

merecido.

Señor Alatriste: (a Cliserio) Lo que hiciste fue muy arriesgado muchacho, se

necesita valor para hacer algo así.

Cliserio: Volar es un asunto de valientes.

Señor Alatriste: Me gusta la gente que piensa así, siempre se puede hacer

buenos negocios con ellos.

Cliserio: Con todo respeto, creo que nuestro país está hecho de gente valiente,

aunque usted no pueda verlo. Si no me cree, voltee a ver a las personas que tiene

alrededor todos los días.

Señor Alatriste: ¿Tú crees eso?

Cliserio: Sí, estoy convencido. Se necesita mucho valor para sacar flores,

algodón y maíz del desierto, señor. El mismo valor que se necesita para dejar a la

familia y a la tierra que uno quiere e irse al otro lado, a un país en el que uno es

maltratado sólo por querer trabajar.

Señor Alatriste: ¡Ah! ¿Por eso te subiste al avión? ¿Querías irte del país, ser un

mojado más? Déjame decirte que ese avión ni siquiera iba a los Estados Unidos,

iba a la ciudad de México, te equivocaste muchacho.

Cliserio: No señor Alatriste, el equivocado es usted. Yo no quiero irme de este

lugar, me gusta mi tierra. Aquí descansan los huesos de mi abuelo, y aquí están

mi novia y mis amigos. Si me subí al avión fue porque no creo en los privilegios, y

yo sólo quería saber lo que se siente volar, aunque nunca pueda pagar un boleto

en su aerolínea. Le repito que para mí volar es cuestión de valentía, no de dinero.

Señor Alatriste: Bueno, pero no puede uno arriesgar la vida así nomás,

subiéndose a las alas de un avión.

Cliserio: Entonces es mejor que me lleven preso, señor. Si me deja libre, me

vuelvo a subir…

(El policía vuelve a sujetarlo, duda entre caminar o esperar la respuesta del señor

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Page 51: El Vuelo de Cliserio

Alatriste).

Señor Alatriste: (después de pensar un rato) No vas a ir a la cárcel, eso haría

más grandes las cosas y podría perder muchos clientes. No nos conviene que en

otros lados se enteren, todos empezarían a seguir tu ejemplo. Lo que vamos a

hacer es darte una beca para que estudies en la escuela de pilotos, ¡no puedo

permitir que pongas en peligro mi aerolínea otra vez!

Atzimba: ¿Escuchaste Cliserio? Una beca, ¡vas a ser piloto! (Otra vez se

abrazan).

López: (cantando)

Aprendiste a volar

pues te vas a volar …

(En un arrebato Fender abraza a López, pero brinca de inmediato: tiene

demasiadas espinas.)

Oscuro.

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Page 52: El Vuelo de Cliserio

Epílogo

Algunos años después, en la milpa. Se ve a Fender trabajando con el azadón, usa

sombrero. Mientras remueve la tierra, canta con López un extraño contrapunto.

López: Cuando te hablen de amor y de ilusiones

Y te ofrezcan un sol y un cielo entero

Fender: (responde) All you need is love

López: Si te acuerdas de mí, de los aviones

Di que son piloteados por Cliserio

Fender: (responde) All you need is love

López y Fender juntos: Y si quieren saber de mi pasado

es preciso decir otra mentira

les diré que llegué de un mundo raro

que no sé del dolor, que triunfé en el amor

y que nunca he llorado …

(Atzimba está por allí, regando un gran arbusto con flores. Se escucha un motor y

la muchacha voltea al cielo, agitando la mano, saludando.)

Atzimba: (dirigiéndose a una de las piernas del telón) Niños, lávense las manos,

ya llegó su papá. Ya vamos a comer.

Atzimba: Niños…

Atzimba: ¡Pasífae, Dédalo, háganme caso, les estoy diciendo que ya llegó su

papá !

(Entran los niños corriendo por un lado del escenario, ¡Papá, papá! Por el otro lado

entra Cliserio, vestido de piloto. En la mano lleva una maceta con tulipanes de

colores. Se la da a Atzimba, la abraza y se pone a jugar con los niños. López y

Fender retoman su coro mientras cae el telón.)

Fender y López: Que triunfé en el amor, que no sé del dolor y que nunca he

llorado.

Fender: All you need is love. ¡Cuac!

Telón.

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