el violinista. polémica sobre el aborto en chile

POLEMICA SOBRE EL ABORTO EN CHILE

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Comunidades de Aprendizaje

EL VIOLINISTA

PRESENTACION

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Polémica sobre el aborto en Chile


En el Mercurio del día domingo 22 de Marzo de 2009, Carlos Peña -columnista de ese periódico- publica un artículo titulado La Moral del Aborto. Dos días después, la sección editorial del mismo periódico publica una carta del abogado Jorge Ugarte Vial como réplica al citado artículo. En respuesta a dicha carta, Peña reflota la famosa historia de “El violinista” de Josephine Thomson en que el principio de la autonomía es la clave del relato.

El relato de el violinsta presentado por Peña, genera un interesante debate con activa participación de los lectores de El Mercurio, cuyos comentarios, de muy diverso matiz, enriquecen la problemática abordada.

“Conversemos” recoge la columna escrita por Carlos Peña y las cartas publicadas en la Editorial de El Mercurio como un interesante insumo para el debate que nuestra sociedad ha abierto sobre el tema del aborto.

EL ARTICULO

LA MORAL DEL ABORTO

…Desde luego es difícil oponerse al aborto terapéutico. Si puesto ante la necesidad de sacrificar al feto para salvar la vida de la madre, el médico practica un aborto, no parece muy razonable sancionarlo penalmente. Después de todo esa es una elección trágica. Es como sancionar como culpable de homicidio al capitán de un buque que, no pudiendo salvar a dos náufragos, escoge sólo a uno. En casos como esos -elecciones trágicas podemos llamarlas- no es ni al capitán ni al náufrago a quien hay que culpar.

Tampoco parece difícil el caso del aborto cuando el feto es seguramente inviable. En esos casos, ¿qué sentido público tiene obligar a la mujer a vivir la experiencia desoladora de esperar una pérdida segura? Ese tipo de decisiones no pueden ser exigidas por el derecho.

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Carlos PeñaAbogado

Rector de la UDP


http://diario.elmercurio.cl/2009/03/29/reportajes/opinion/noticias/679e952e-9ca2-4eea-8a33-59786f33f78d.htm

EL ARTICULO Se trata de acciones que cada uno tomará iluminado por sus convicciones íntimas o la moral religiosa a la que adhiere. Usted puede intentar persuadir a una mujer a que sobrelleve esa experiencia (porque, por ejemplo, usted piensa que el sufrimiento tiene un valor trascendente), pero no se puede coaccionar a ninguna a vivirla. La mujer es quien debe escoger.

En fin, se encuentra el caso de la mujer que es víctima de una violación. Éste, por supuesto, no es un caso de aborto terapéutico. Llamémoslo aborto a secas. La pregunta que en este caso cabe formular es si contamos con razones para obligar a una mujer que fue víctima de una violación a sobrellevar el embarazo.


Carlos PeñaAbogado

Rector de la UDP

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EL ARTICULONo es difícil estar de acuerdo en que la violación es una experiencia devastadora para la mujer, un atentado a su libertad personal y sexual. También podemos estar de acuerdo en que el fruto de esa violación es inocente.

La cuestión que ahora cabe preguntar es la que sigue: ¿podemos imponerle a la mujer violada, contra su voluntad expresa, la carga de sobrellevar un embarazo que le recuerda la experiencia humillante y desoladora de que fue víctima con el argumento que, de esa forma, salvará a un inocente?. La pregunta es cruda; pero en este tipo de temas no es posible eludir el dramatismo y la tragedia.


Carlos PeñaAbogado

Rector de la UDP

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EL ARTICULOA primera vista la respuesta frente a esa pregunta debiera ser positiva, pero si la miramos con cuidado la respuesta debiera ser no. Imponer esa carga a una mujer violada parece excesivo. Y ello por la misma razón que ninguno de nosotros parece estar dispuesto a sacrificar una parte importante de su plan de vida para evitar que un inocente muera en el mundo.

Para recurrir a un viejo ejemplo: usted no aceptaría que lo obligaran a transfundir durante meses su sangre con un desconocido con el argumento que, de otra forma, una vida se extinguiría (…) ¿Por qué entonces le exigimos a la víctima de violación que lo haga? ¿Por qué si respetamos que una familia se niegue a donar órganos -aunque ello pueda significar la muerte de un inocente-, obligamos en cambio a una mujer violada a sostener el embarazo, algo que, sin duda, es mucho más gravoso que donar el órgano de un cadáver?


Carlos PeñaAbogado

Rector de la UDP

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EL ARTICULO Una exigencia semejante -obligar a la víctima de violación a mantener el embarazo- es excesiva. Y es que en la vida hay actos moralmente obligatorios (y la mayor parte de ellos el derecho debe recogerlos) y otros que son supererogatorios (actos que por ir más allá de lo que podemos exigirnos mutuamente, el derecho no puede recoger). Estas últimas son el tipo de cosas que hacen los santos y los héroes.

Por supuesto, una mujer violada puede decidir ser heroína o santa (y se ganaría la admiración de todos), pero esa no puede ser una obligación coactiva que impongamos a quien ya ha sido víctima...



El Mercurio, 26-03-09

Carlos PeñaAbogado

Rector de la UDP

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LA POLEMICA

Carlos Peña defiende el aborto en su artículo dominical, tanto terapéutico como por causa de violación, argumentando que no puede exigirse a la madre llevar a término su embarazo. Comparto que se trata de situaciones extremadamente dolorosas, en que la sociedad debe ayudar decididamente a la madre. Pero la solución no es quitar la vida a una persona para dar bienestar a otra; nadie puede decidir sobre la vida de otros, ni siquiera una madre respecto de su hijo. Que una madre lleve a término su embarazo no es una exigencia caprichosa del derecho, sino una consecuencia del derecho a la vida del embrión. El derecho a la vida debe respetarse incluso cuando sea doloroso.

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Jorge Ugarte VialAbogado


LA POLEMICAConsidera don Carlos que no es posible en estos casos sancionar al médico, como tampoco es posible sancionar al capitán de un buque que al no poder salvar a dos náufragos, escoge sólo a uno. Sin embargo, ambos casos son muy distintos.

El capitán del barco se limita a salvar sólo a un náufrago, sabiendo que como consecuencia no deseada el otro morirá; no es el capitán quien quita la vida a este último. En el aborto, la acción del médico es como la del capitán que para salvar la vida de uno de los náufragos, le dispara al otro.

Argumenta Carlos Peña que exigir que una madre proteja la vida del embrión es como exigir a una persona que sacrifique una parte de su bienestar para impedir que algún inocente muera en el mundo.



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LA POLEMICAEl argumento no es válido: dejar de salvar inocentes por el mundo es simplemente dejar de realizar un buen acto; pero en el aborto la acción del médico está encaminada directamente a quitar la vida a una persona que, de lo contrario, continuaría viviendo.

Adicionalmente, la relación de una madre con su hijo es muy distinta de la de una persona con los inocentes que andan por el mundo: el embrión depende naturalmente de su madre para vivir.

Finalmente, creo que la sociedad tiene dos deberes muy importantes, que son prestar a la madre todo el apoyo psicológico y económico necesario para salir de su difícil situación, y garantizar el mayor respeto a la vida del que está por nacer.





Conversemos

LA POLEMICAUn lector sugiere que el aborto en caso de violación es inadmisible. No es lo mismo, afirma, omitir una buena acción (como sería donar órganos de un cadáver para salvar un niño) que ejecutar una mala (como ocurriría si se causa la muerte del feto). Eso explica que permitamos la negativa a donar órganos; pero no aceptemos el aborto (aunque en ambos casos el resultado puede ser equivalente).

Pero ocurre que incluso si aceptáramos el distinto valor causal de actuar y de omitir -que es lo que subyace al argumento del lector-, sigue habiendo razones a favor del aborto en caso de violación. Un famoso ejemplo de J. J. Thomson (Philosophy and Public Affairs, vol. 1, n. 1, Autum, 1971, p. 49) -que es fácticamente análogo al de un caso de violación, pero sin su dramatismo- podrá ayudar a entender el punto.

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Carlos PeñaAbogado

Rector de la UDP



LA POLEMICASuponga que usted despierta un día atado por una serie de tubos y mangueras a otra persona que duerme a su lado. Antes de reaccionar, un tercero vestido de blanco le informa que la persona que se encuentra a su lado es un famoso violinista. La Sociedad de Amigos de la Música descubrió que su organismo era el único compatible con el del eximio músico gravemente enfermo, y decidió entonces conectarlo a usted para que así pudiera recuperarse. Los médicos -le informa el hombre de blanco, sonriente- aseguran que se trata nada más de nueve meses. Usted reclama su autonomía, su falta de consentimiento y el atropello que todo eso supone. Finalmente reclama se desconecte al violinista. El hombre de blanco -indignado- le dice que eso sería equivalente a un homicidio, que sus molestias son banales al lado de la vida del violinista y que por eso es lícito obligarlo a usted a vivir con él durante -nada más- nueve meses.


Carlos PeñaAbogado

Rector de la UDP

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LA POLEMICA

Hasta ahí el ejemplo.

Creo que en un caso semejante es difícil encontrar razones para obligar coactivamente a nadie a tolerar al violinista. Todos diríamos que sería bueno que usted lo hiciera; pero nadie diría que usted, le guste o no, tiene que hacerlo. Y si eso es así, ¿por qué entonces obligamos a la mujer a sobrellevar el fruto

de la violación?

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Carlos PeñaAbogado

Rector de la UDP


LA POLEMICACarlos Peña defiende ayer nuevamente el aborto en caso de violación, considerando lícito quitar la vida a una persona en beneficio de otra. Compara al embrión con un violinista gravemente enfermo (...) que es conectado al cuerpo de otra persona por nueve meses para sobrevivir. Lo rescatable de dicha comparación es que implica reconocer claramente que el embrión, como el violinista, es una persona. Pero no puede compararse la relación de madre e hijo con la artificiosa relación de una persona a quien le ha sido conectado un violinista.

La persona a quien se conecta el violinista tiene dos opciones: ayudar al violinista u omitir esa ayuda. Es legítimo omitir la ayuda y desconectar al violinista; es lo que ocurre diariamente cuando se desconecta el ventilador a un enfermo terminal.



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LA POLEMICA

En tales casos, el médico simplemente deja de prestar una ayuda extraordinaria al enfermo, pero no lo está matando. Si el violinista muere, la causa no es la omisión de la ayuda, sino la grave enfermedad que padecía desde antes de ser conectado.

En el aborto, en cambio, no se omite una ayuda a un enfermo grave, sino que se realiza una acción directamente encaminada a quitar la vida a una persona que podría seguir viviendo. Esta acción consiste en destruir la unión de los órganos del embrión con los de su madre, unión que es natural y no artificial como la del violinista. Para el embrión, los órganos de la madre son como propios, ya que los necesita naturalmente para vivir durante su época de gestación.



Conversemos


LA POLEMICA

Comparto que la violación impone a la madre un embarazo no deseado, pero también da lugar al proceso natural en que el embrión es concebido y se desarrolla como persona humana; en dicho proceso, la madre tiene la función natural de ayudar con su organismo al hijo.

La solución al embarazo en caso de violación no es quitar la vida al embrión. Para que una solución sea legítima, ésta debe respetar armoniosamente el derecho a la vida del que está por nacer, y el derecho de la madre al apoyo médico, psicológico y económico.





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LA POLEMICACarlos Peña afirma en su carta de ayer que él recurre al ejemplo del violinista, pero que, "obviamente", no endosa la premisa -la propiedad sobre el propio cuerpo- "de quien lo inventó". El problema es que, separado de esa premisa, el ejemplo ya no funciona (por algo es la premisa, como el mismo Peña admite), y la mejor prueba de ello es que en su última carta, el profesor Peña ya no se refiere meramente al embarazo producto de la violación, sino al embarazo "inviable" producto de la violación (¿significará eso, entonces, que el profesor Peña está argumentando a favor del aborto, pero sólo cuando el embarazo es producto de una violación y el feto es, además, inviable?). Sin la mentada premisa, la semejanza entre el embarazo no deseado y el violinista moribundo es cada vez más remota y forzada.

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Felipe Schwember Profesor de Filosofía

del Derecho Universidad Andrés

Bello


LA POLEMICA


El argumento del violinista descansa, de hecho, sobre el concepto de propiedad sobre sí mismo y apunta a demostrar que, aun cuando el feto sea persona y tenga derecho a la vida, la madre tiene derecho a abortar cuando estime conveniente por ser ella la propietaria de su propio cuerpo.

Que el feto, por su parte, sea dueño del suyo no cambia en nada las cosas, pues en ningún caso es dueño o tiene algún derecho sobre o en el cuerpo de la madre (del mismo modo que el violinista sería dueño de sus riñones, pero no de los riñones de aquel a quien lo han conectado), de suerte que al "separarlo" de la madre no se le vulneraría ningún derecho, pues, de acuerdo con esta concepción de las cosas, el que una persona necesite desesperadamente algo (lo que sea) no le da derecho a ese algo. Se comprende, pues, por qué esta concepción de las cosas se compromete con la defensa de las desigualdades.

Felipe Schwember Profesor de Filosofía

del Derecho Universidad Andrés

Bello


Conversemos

LA POLEMICA

En consecuencia, a menos que uno guste de tomar los argumentos sin sus premisas o desentenderse de las consecuencias de los principios que esgrime o, en fin, borrar con el codo lo que se escribió con la mano, no puede argumentar a favor de una cosa desde su contraria.

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Felipe Schwember Augier

Profesor de Filosofía del Derecho

Universidad Andrés Bello




LA POLEMICA


Frente al caso del violinista que hemos discutido en estas páginas, un lector, don Jorge Ugarte, sugiere que hay diferencias relevantes entre el caso de quien se niega a vivir conectado al violinista y el aborto en caso de violación. En el primer caso, sostiene, hay una omisión de ayuda; en el segundo, una acción de matar.

Así, la opinión del lector sigue reposando sobre el distinto valor de la acción y de la omisión (mientras la acción causaría un resultado, la omisión no).

Sin embargo, el ejemplo de Thomson sirve para juzgar dos acciones equivalentes (ése es el sentido de citarlo en esta conversación): la de desconectar al violinista y la acción abortiva. El ejemplo -a primera vista, desmesurado- ayuda a explorar los límites de nuestras opiniones.

Carlos PeñaAbogado

Rector de la UDP

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LA POLEMICA


La pregunta es: ¿por qué toleramos la primera acción, que causará la muerte, y no, en cambio, la segunda? ¿Por qué mantenerse conectado contra la propia voluntad aparece como supererogatorio, en tanto que mantener un embarazo causado por violación equivaldría a un deber que pudiéramos exigir coactivamente?

El lector sugiere que lo que causaría la muerte del violinista es la enfermedad previa, y no la desconexión. Pero eso supone un contrafáctico (si no hubiera estado enfermo, no habría conexión, y así la desconexión no lo mataría) que no evita el problema. Después de todo, uno siempre podría imaginar el caso de un feto concebido en violación e inviable. Ahí se asemejaría exactamente a la situación que el lector aprecia en el ejemplo. Entonces, ¿aprobaría en este caso el aborto? Y si no, ¿por qué aprueba la desconexión en el caso del violinista con el argumento de la enfermedad previa?

Carlos PeñaAbogado

Rector de la UDP

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LA POLEMICA

Conversemos



Otro lector sugiere que cuando se cita un ejemplo (el caso del violinista) se endosa la premisa de quien lo inventó (los derechos de propiedad sobre el cuerpo). Es demasiado obvio que de una cosa no se sigue la otra.

El Mercurio, 28-03-09Carlos Peña

AbogadoRector de la UDP


LA POLEMICA


Don Carlos Peña afirma que quitar la vida al embrión en caso de violación y desconectar al violinista de su ejemplo son acciones equivalentes. Sin embargo, no lo son. El aborto es una acción cuyo fin objetivo y directo es quitar la vida a una persona. No se concibe un aborto sin la muerte del embrión; por eso, si el aborto falla y el embrión sigue vivo, el médico habrá fracasado. En cambio, la desconexión del violinista es una acción que no tiene significado en sí misma; sólo busca concretar la omisión de una ayuda que no tiene por qué prestarse.

Por eso, si el violinista sigue vivo después de ser desconectado, el médico no habrá fracasado, sino que habrá triunfado. El médico puede desconectar al violinista, pero no puede dispararle: en el primer caso, omite prestar una ayuda extraordinaria, mientras que en el segundo realiza una acción encaminada directamente a matarlo.


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LA POLEMICA



Hay otros temas importantes a los cuales don Carlos no se refiere, como el hecho fundamental de que la madre tiene una relación natural con su hijo y, por tanto, la responsabilidad de protegerlo y de prestarle su organismo para que se desarrolle como persona y nazca.

Tampoco alude al hecho evidente de que el derecho a la vida es el más importante que alguien puede tener: la vida es la base de todos los demás derechos y libertades, de modo que ninguno puede prevalecer sobre ella.

La democracia es el sistema político que mejor protege los derechos de las personas, de los cuales el derecho a la vida es el principal. No la desvirtuemos con el aborto, que elimina el derecho a la vida del que está por nacer, y el derecho de la madre a la salud física y psicológica.



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LA POLEMICA

Jorge Ugarte afirma que "no se concibe un aborto sin la muerte del embrión". Me parece que Ugarte afirma una imposibilidad de facto, pero no conceptual. El avance de la ciencia permite concebir una separación del embrión, que terminaría el embarazo pero no su vida. Respecto de la "relación natural" de la madre con el hijo por nacer, Ugarte coincide con "Casti Connubii" (1931), donde Pío XI afirma que una madre tiene la "obligación natural" de evitar un aborto aun si arriesga "perder la salud o la vida". Pero el argumento de J. Thomson se basa en la doctrina moderna de los derechos humanos que sólo reconoce obligaciones morales fundadas en el consentimiento. En el caso de violación o incesto no puede presumirse tal consentimiento.



Renato CristiDoctor en FilosofíaPolítica. Prof. De la

Universidad de Toronto

Comunidad de Aprendizaje

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