el último invierno

64
El último invierno Pedro Gómez Altea Grau ilustraciones

Upload: altea-grau-vidal

Post on 22-Mar-2016

254 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Collaborative work between the poet Pedro Gómez and Altea Grau

TRANSCRIPT

Page 1: El último invierno

El último invierno

PedroGómez

AlteaGrau

ilustraciones

Page 2: El último invierno
Page 3: El último invierno

El último invierno

...//...

Page 4: El último invierno

...//...4

Page 5: El último invierno

El último invierno

Pedro Gómez

Ilustraciones de Altea Grau

Page 6: El último invierno
Page 7: El último invierno

…A la vida, que me ha dado tanto.(Violeta Parra)

...//...

Page 8: El último invierno
Page 9: El último invierno

En una primera recopilación de algunos de los poemas que ahora se publican añadí un subtítulo: ‘Versos de pupilaje’. Quería expresar mi convencimiento de ser un aprendiz de versificador, yo, que nunca me había atrevido a adentrarme en esta faceta creativa tan compleja como es la poesía. Me sentía, y me siento, un neófito aprendiz, acti-tud que he querido mantener en cualquiera de los diversos picoteos que me han ido saliendo, y también en mi profesión de enseñante, ya cumplida, como un pacto de compromiso. Aprender cada día, en cada momento, en cada ocasión.

Aprendiz, pero de poeta, casi nada, teniendo como guía y maestros a los grandes autores leídos, amados, en nuestra juventud; a la cuan-tiosa y fenomenal pléyade de versificadores de este nuevo siglo de oro que está viviendo actualmente la poesía.

Aprendiz de poeta hoy y siempre, con la humildad que permite enmas-carar el pudor que siento al ver mis versos, cual desnudo ruborizado, en manos de otras personas; con la inseguridad de no poder calibrar si alcanzan los mínimos exigibles a cualquier manifestación estética; con la incertidumbre, en fin, como todo primerizo, de desconocer si las confesiones que se traslucen en los versos son meras bagatelas, imposturas banales. Versos que hablan de experiencias, de evoca-ciones, de sueños, en este bello atardecer de la vida que estoy vivien-do.

Porque no me puedo desprender de estos sentimientos, tengo que agradecer sobremanera los reiterados apoyos que he recibido de amigos y amigas, buenos lectores todos ellos y buenos creadores, a los cuales, en un arrebato de confianza, les he pedido que leyeran y valoraran los poemas, sabiendo que su opinión iría mucho más allá de la complaciente lisonja. Entre ellos, José Manuel, quien me animó e invitó a embarcarnos en esta edición.

Y, de manera singular, a Altea, una artista muy joven cuyo presente creativo ha alcanzado cotas excepcionales y cuyo futuro es, simple-mente, inimaginable. Sus opiniones favorables primero, y su partici-pación después con sus magníficas ilustraciones, son impagables.

P.G.

...//...

Page 10: El último invierno
Page 11: El último invierno

...//...11

A ESA MUJER LOS OJOS

A esa mujer los ojos no le caben en la cara.Son negros, profundos, inmensos,abundantes como el agua.

Ojos suavesde mirada lenta, serena y clara.

Mirarloses sumergirse en un apacible mar en calma,que cautiva, que te envuelve y que te llevaa ignotas presencias, a experiencias extrañas.

Te mirany un escalofrío te impele a desviar la mirada,con magnética tensión, con resistencia vana.

Imaginarloses velar su tez morena, su perfil de avellana,su nariz menuda y firme, su boca grana.

A aquella mujer los ojos no le cabían en la cara.

Page 12: El último invierno

...//...12

LLEGO TARDE

Llego tarde.A mi propia soledad, al hierro, al rumor suave.

A los reflejos metálicos de tu pelo negro.

T a r d e

para romper con tu aliento el aleteo del aire,para intuir fatalmente el trueno del cielo.

T a r d e

para mirar al trasluz tu cálida esfera de jade.

No puedo: llego tarde.Aunque con ciclópeo afán volara el vuelo del ave,

y sus etéreas plumas al oído me alentaranseguiría sin poder tocar el velo del alba,

oler la esperanza vana que corona la semblanza,sentir el empuje físico que arranca llamas de grana.

Llego tarde... y no pasa nada.

Page 13: El último invierno

...//...13

CREO QUE DIOS NO LO SABE

Creo que Dios no lo sabe, peroMe inunda un duro silencioQue arranca las alas al cielo,Cuando a un niño sin rostroLe ahogan sus gritos de miedo.

Creo que Dios no lo sabe, peroNegras agujas de hieloQueman los ojos del clero,Cuando la agenda divinaImpone el burka en su credo.

Creo que Dios no lo sabe, peroProfundas grietas de fuegoTaladran el costado izquierdo,Cuando el refugiado sin nombreSe arrastra, agoniza en su infierno.

Creo que Dios no lo sabe,Ni el mío, ni el tuyo, ni el de ellos.

Page 14: El último invierno

...//...14

ÚLTIMO INVIERNO

El gélido viento clava en mi cara sus colmillos.Hiere el invierno en el costado: hace frío

y huele a soledad, a macilento azul, a deshilado olvido.

Nada se oye. Sólo el metálico crujirdel suelo en el camino o el agónico ulular

del animal extrañado en el portal vacío.

Nadie nos ve, los árboles están dormidos.La tarde nos pertenece pero, por favor,

guarda las manos en los bolsillos.

Hace rato que pasaron las cornejas,las sombras se han detenido.

¿Dónde está la flor del estramonio?Su espinado fruto, ¿por qué lo he perdido?

Prueba sin prisa su narcótico elixir, y en este postrero invierno, llévame contigo.

Page 15: El último invierno
Page 16: El último invierno

...//...16

LA CONCIENCIA BIEN GUARDADA

Grandes y negros mastinesencarcelan mi conciencia.

Los tres la impiden fluir

tal cual es: mediocre y seca.

El miedo.

La vanidad.

La soberbia.

Page 17: El último invierno

...//...17

PENOSA PENA

Escamas de azabache revistensu patética presencia: irisanla suave luz que se cuelaen la familiar estancia y recibenla cruel obscenidad del pezque impávido la miracon caleidoscópicos ojos. Vuelaimpenitente el insecto hacia la luz:sigue su genética huida y, como ella,no sabe de los límites que imponenlos habitantes del bosque oscuro. Presade su existir, de su envoltura,desconoce, en su soledad, que es ella misma- vulgar, voluptuosa, ajada e inmadura -,la que encarcela, elegante, su vivir. Penosa pena.

Page 18: El último invierno

...//...18

CANTARES DEL MONO BORRACHO

1Los sauces alargan sus brazos hacia el suelo.

Se han ido las comadres. Queda sólo el espantajogordo y mullido, bien armado,

ahuyentando mudo y ciego al extranjeroque intenta alcanzar el sol del mediodía:

todo aparece correcto en la alameda vacía.

2Ya han dispuesto lo estrictamente necesario

para que nadie perturbe nuestro sueño;todo está bien en tanto que el dueño,

a los que dan de comer al simio solitario,reparta beneficios en metálico o en especie,

mirando de soslayo al humano que viene.

3Vuelve la peligrosa noche, sin estrellas,

y con ella, ¡oh gran mono!, el momento decisivo.¡Serán tantos los que se acerquen con lo mínimo!

Vendrán a dejarnos con grilletes en las piernas,a beber de nuestros ríos, a darnos lengüetazos,

y a mostrarnos sin pudor sus desportillados cazos.

Page 19: El último invierno

...//...19

4No os engañéis, que no os delaten:el gran mono borracho ya está alerta.Ha puesto el retrato de Dios en la alacenapara cuando los harapientos lleguen y se afanen.Tiene el encantador discurso preparadopara que los mandriles lo escuchen con agrado.

5Ese día cuando llegue será un hermoso lunes,la nación clamará por su destino;todos nos pondremos el traje de los simiosy adornarán los balcones exquisitos azules.Nos crecerá la cola en la entrepiernacon la nueva condición de ser más bestias.

6Los extraños quedarán fuera de la estancia,no estarán invitados al singular conviteaunque tengan el papel con el sello que decide.Cantó los mágicos versos, dictó sentenciael Gran Mono Borracho en su delirio.¡Hasta el cielo se alegra del prodigio!

Page 20: El último invierno
Page 21: El último invierno
Page 22: El último invierno

...//...22

LA MANO TENDIDA

Está tendida mi mano.Ábrela:

¿No ves en su palma abrojosque mortifican el llanto?

¿No ves las fósiles conchasque el tiempo ha petrificado?

Mi mano queda tendida.Acércatela:

¿No oyes el aleteodel velamen contra el viento

de un barco que a la derivaintenta encontrar un destello?

Mi mano aún permanece.Tócala:

¿No sientes que se estremececomo lo hace el ocelo

porque temeroso creeque está tocándole el cielo?

Mi mano ya no es mi mano.Quédatela:

Te doy con ella guijarros,lejanas contradicciones.¿No percibes en la otra

mil sentimientos extraños?

Page 23: El último invierno

...//...23

EL GESTO NECESARIO

El reflejo malva de un espejode agua

que la lluvia dejó olvidado en el caminocapta la imagen fugazde un pájaro que se acerca a beber.Grácil silueta sobrela quietud del momento;sin embargo, ese mismo gesto

necesariohiere la escena evocadora:la imagen se refractarompiéndose en mil fragmentos,en mil matices inconscientes

e inconexos.

¿Es tan frágil la belleza que no resistela respuesta vital del agente que la crea?

Luz, vida, quebranto:efímero instante pero...¡qué hermosa es la vida!

Page 24: El último invierno

...//...24

CARAS DE SUFRIMIENTO

He conocido de cerca,las tengo aquí, las he visto,

las caras del sufrimiento,del dolor. Por el amigo,por el padre que se va,

por la madre que se ha ido.

Todas las he vivido:

La de los ojos cerrados, la del silencio, del grito,la de los ojos vidriados,

la del gesto desvaído,la de la mirada queda,

la de los ojos hundidos,la del temblor en el labio,

la de los ojos perdidos,la de la palabra rota,

la del llanto reprimido,la de la mano que aprieta

la otra del ser querido.Aún no sé cuál de ellas

tiene en mi cara un sitio.

Page 25: El último invierno

...//...25

NOCHE ABRUPTA

Llevo en el morral la flor de mi existencia.Noche abrupta, de carnes ingratas,Que me hablan desde la azul escarchaEn los ecos de un septiembre aún aletargado.

Atisbo el collage de mil escuálidos demoniosAlineados en la esfera de la última Casiopea;Arrancando jirones de magras voluntadesY hurgando en la saca: aún quedan espantos.

Siempre habrá una siguiente estirpeQue inunde con fragancias de nuevas aleluyasLas mismas ruinas de mi torva inconsciencia.¡Pléyades de nuncios que siempre he detestado!

¿Es posible que aún se mantengan inermeslos que siempre llegaban sin compromisoal banquete nupcial de mi inocencia?¡No quiero que nadie escape del quebranto!

Page 26: El último invierno

...//...26

NOCHE DE AGOSTO

- ¿Qué haces?

- Espero que me arrastre la nochepara vaciarme,

para impulsar la sondahacia el leve latido,

para remover las ondulacionesy restañar las heridas

del espinar sangrante.

- La noche de agosto está llamando:¿qué haces?

- Espero que no me reconozcacuando pase a mi lado,

que no me humille si le pido un gozne prestado

para abrir el postigode mi lado más amargo;que no provoque, en fin,

mi orgullo resentido.

- La noche ya ha pasado:¿qué haces?

- Esperar la luna de otoñoque llueve hojas pardas,

que agita los liriosde una rapsodia de tul

en un lamento extraño.

- ¿Siempre esperas?- Siempre. Siempre.

Page 27: El último invierno

...//...27

ÚLTIMO INTENTO DE LLEGAR A TÍ

En la grisácea luz mortecinaQue se agota en la charca estancaDe la indolenciaVive mi último intento de llegar a ti.

Sólo acierto a pretender que un imprevisto ajenoVuelva a mover mi lengua de cenizaY susurre como te dijo un día amor.

Es, así lo siento, un vano sueño,Vacío de mí, confundiéndose cada auroraCon los fantasmas irreconocibles de la noche.

Sí, opaco y estéril, pero el único que puede rasgarEsta caricatura de cartón-piedra, ausente,Desapegada de mi tiempo, de mi propia herida,De mi derrota.

Page 28: El último invierno

...//...28

TU VOZ

Nunca dejaste, Max, de navegar mi océano,ni llenar los silencios que a la muerte se adelantan;

tu voz rompió, como siempre, el vidrio en la gargantay aderezó con gotas de miel los marchitos pétalos.

Magenta sobre blanco son tus versos de agua alta,cabalgando la amplitud de vastos horizontes;

visten de suaves organzas los fútiles nombresy abren puertas a las aves de estrecha mirada.

Nunca podré, lo sé, Max, abarcar tus sutiles capilares,que como vientos fustigan las íntimas instancias.

Se cuelan por los resquicios de olvidadas infanciasy a borbotones emergen en hermosos encinares.

Intento alimentarme en tus líricas heridas,lamiendo la sal de tu sangre apuñalada;

pero tu verso, oh Max, como el aire, se me escapay absorto lo persigo, mientras queda, sobre el papel, tu estigma.

Page 29: El último invierno
Page 30: El último invierno

...//...30

TRÁNSITO

Tránsito. Siguiendo la travesía de los negros celofanes,por los largos y sinuosos pasillos

que comunican estancias de infinita quietud.Tránsito. Entre la penumbra mortecina y el inquietante azul

de noches sin dueño, sin tregua, sin olvido.

He de recorrer, hoy mismo, este camino.Una, cien veces, sin detenerme.

Las puertas cerradas invitan a ralentizar el paso,sin pronunciar las frases del sabido ritual,

pero las abiertas, tan sólo entreabiertas, que dibujan un cerco de negro mirar,

lo aceleran, lo desmesuran, y entonces sientes que el aire atrapala calma que sale del fondo de ese detrás.

No hay nadie en el tránsito.Nunca hay nadie. Nadie.

-Tampoco necesito las inútiles presencias-Sólo yo... y una aurora.

Si pudiera cambiar de sitio el último rellano, si pudiera elegir el destino y, aún más, el itinerario,

ser cómplice del que dispuso el primer y el segundo peldaño,cerraría las puertas abiertas,

abriría la más celada,la que está pintada de rojo y cuelga del pomo

un cartel que anuncia No Molestar...

Si pudiera... quitarme de encima la mano que empuja,volverme, mirarle a la cara y decirle:

yo soy quien ha pagado el billete de mi vida.

Page 31: El último invierno

...//...31

LLEVAS CIERZO EN EL MIRAR

Llevas cierzo en el mirar cuando a solaste enfrentas a ti mismo. En esas horasde tiempo detenido, amorfo,cuando se apuran los últimos retoques y en penumbra no escuchas más que las vocesque surgen en tu penúltima costilla, allá adentro,y repiten - ahora ya con indolencia -:¿Qué haces ahí?, ¿por qué no te esfumas?

En un hálito respondo: Aún no me voy, aún me aguanto.La imagen es borrosa, como todo yo. No me engaño:soy así, borroso, desleído, vago.Pero los ojos continúan nítidos, y en ellosse concentra toda la estática imagen. Lo demás, sobra.

Creo que se acabó: ya no puedoaguantar mi mirada.

Page 32: El último invierno
Page 33: El último invierno

...//...33

CUANDO LAS PIEDRAS SE PAREZCAN A LAS PIEDRAS

Cuando las piedras se parezcan a las piedras,cuando el batir de alas ya no sea suficiente,cuando tú revientes la última corazaque encierra el delicado aro fundido de organdí,vendrá, ¿no lo sabes?, como enloquecido jinete lamiendo la pradera,el viento impulsor que todo lo arrastraa levantar los muros, las torres y los arcoscon piedras definidas. Viento constructor.

Sobre la última arcada se posará la tórtolaesperando su turno para ser ofrecida en el altar insospechado de las vírgenes amazonas.

Y tú, una vez más, levantarás con pétalos de rosauna nueva crisálida de futuras auroras. Entonces,la débil luz de la yesca prendidailuminará, inconsistente, el cuerpo yacientede un emperador mendigo.

Page 34: El último invierno

...//...34

LA NIÑA DE TIERRA ADENTRO

El cristal rallado y viejode un humilde ventanuco

delimita un conciso cuadroquieto, amarillo, sabido,

un mundo de tierra seca.

Nada se conmueve.Nada se espanta. Ni una sombra.

Las líneas se aprecian nítidas y el calortodo lo envuelve.

Hasta el silencio se agrieta.

La niña de ojos oscurosque a la ventana se acerca

espera, ajena, en su penumbra, que paseel aire nuevo que viene en sueños con la cosecha.

Mientras, juega ensimismadacon los rizos de su pena.

La tarde de agosto caey la niña ya no espera.

Nadie ha venido a quebrarel rectángulo de piedra.

Tendrá que volver a soñar,cuando la luna lo quiera,

con el aire que no vino,con el de la sementera.

Page 35: El último invierno

...//...35

SI QUIERES

Volvamos, si quieres, después de tantos silencios,a recorrer las distancias de los desencuentros vanos,a llenar las estancias con murmullos conocidos,a disipar nuestras nieblas con vientos renovados.

Digamos esa mágica palabra evanescenteque redime y licua el alma encallecida;las otras, necesarias, emergerán lentamente,e irán rescribiendo, bajo los tilos, los capítulos sellados.

No se trata, creo, de actualizar olvidos:serían frases con ropajes viejos. Cada voz, aunque indolente, incitará a otro gesto,y éste, casi sin saberlo, susurrará al oído.

Con las palabras, ya en tropel, vendrán canciones,y la música agitará los ánimos vencidos:no podrá detenernos nuevamente el océano vacíoy podremos, si quieres, acercarnos al Parnaso.

Page 36: El último invierno

...//...36

CANTOR DE AUDACIAS

-Cantor de audacias:

¿Por qué has dejado en formoltu corazón agrietado?

¿Por qué tu mano no dejaque se escape la palabra?

¿Por qué has encerrado a la alondraen esa jaula dorada

y el verso que antes hervíaahora deviene escarcha?

¿No escuchas la trémula hojadel álamo, la más alta,

la que reconoce a lo lejosal hombre que revienta el alma?

-Cantor de audacias:

Escucha al oído el murmullode esa hoja única y sabia

que te habla de desamor,de ausencias y de esperanzas.

Haz de la palabra verso,templa el acorde con brío

y canta.

Page 37: El último invierno
Page 38: El último invierno

...//...38

ANOCHE ME DIJO OFIÓN

Anoche, con voz de hierro y abismo, me habló Ofión,el primero, el creador copulador - debo llamarle así -,

desde su última estancia de humo,desde el ayer y el recuerdo del ayer.

Me habló con gritos desdentados, con su dolornegro y amargo, con su mordido orgullo único y desterrado.

No lo sabe, o no lo quiere saber, pero la otraestaba antes, no él, mero producto del viento

venido del septentrión.¿Olvidaste que es peligroso frotar el viento? Frío viento

del norte ¡ay! que alberga el gran ofidio en su seno,que pasa si no lo mueves, que escapa si no lo tocas.Ese frío viento boreal preñador de yeguas y diosas.

Llegó enroscado en el aire, me dijo, y quedó azorado en sus dedos.

Entre el pulgar y el índice de tu mano diestra, Eurínome,los que culminan la danza desnuda y solitaria

de tu cuerpo sobre las olas brumosas del mar eterno,quebró el remolino evanescente. Y te sentiste bien.

Y Ofión danzó contigo, y tú con él. ¿Quién te enseñó esa danza?¿Acaso fueron las olas que mecen el ritmo lento?

¿O fue la luz cegadora del cielo resquebrajado?

La danza era una danza de dos seresencontrados, sintiéndose. Al fin

la danza ya no fue danza, sino frenética cópula de dos dioseshilarantes, siguiendo el halo fijado por el místico trasnochador.

Page 39: El último invierno

...//...39

CÓMO ME CUESTA TENERTE

Con la cuenca de mis manosquise beber de tu arroyo,entre mis torpes dedos el aguase fue yendo poco a poco.

Con la punta de mis dedosquise alcanzar tu fragancia,en el altivo roquedosigue temblando la salvia.

Ay niña de olores limpios,niña de claros torrentes,te tengo a mi lado pero¡cómo me cuesta tenerte!

En tiempo de sementeraquise cosechar tu trigo,agosto devino invierno,no hubo grano, ni hay camino.

Ay niña de terciopelo,niña de fruto silvestre,te tengo a mi lado pero¡cómo me cuesta tenerte!

Page 40: El último invierno
Page 41: El último invierno

...//...41

CON ÉL EN SU NIEBLA

(A mi amigo)

sólo un instante y todoaquel hombre él en mí y yo en élsombra de la noche negraarrancó al galope sin mirar siquieraa un bosque de helechos de tilos y hiedras

sigue en mí permanece esperay lo llevo ahí dentro dentro dentroen el recinto sellado de los licuados afectospolvo de imágenes callados encuentrosofreciendo migajas de luz a las estrellas

cada día el caballo vuelvedel bosque de helechos traebriznas pegadas cálido alientoy un azul en los vidriados ojosque hablan del hombre de allí de su estancia serena

me dicen mientras le acaricio que el viaje fue bueno que el lugar es mágicoy que no está solo exprime el recuerdode tantos latidos y tantas palabras que todos vivimos con él en su niebla

Page 42: El último invierno

...//...42

SOMBRA DE TU SOMBRA

Cómo quiero ser contigo, ser tu ser,en tu presencia, tu risa, en tu pasión.

Ser alma de tu alma, sombra de tu sombra.

Pero cómo hiere ser sin ti, no ser tú,en tu vacío, tu silencio, en tu desdén.

Ser extraño en tu desidia, difuso en tu distancia.Ausencia de tu ausencia.

Cómo vivo ¡ay! contigo y sin ti,en tu certeza, en tu ambigüedad,

en tu hálito y tu sopor,en tu tiempo y tu infinitud, en tu trazo, en tu borrón.

Forma de tu forma.

Page 43: El último invierno

...//...43

CON OJOS DE PEZ MUERTO

Con ojos de pez muerto, de miradavacía, perdida y seca, se adornanrostros de ceniza y cal, absortos,sin espanto ni emoción, pegados uno tras otroa los cristales del escaparate colectivo.

Son uno, mil, diez mil, y no dicen nada.

Sólo miran sin mirar los mismos maniquíesque entran y salen cada día.Adornos de cartón piedra,realidades simuladas,posturas inermes y fríasmarcando modos y rimas,ordenando sin palabras.

Miran, sin poderla tocar, tras los cristalesla falsa vida iluminada. La suya,falsa también, es oscura, anodina y parda.

Son uno, mil, diez mil, y no dicen nadaporque no saben, porque no pueden,porque no respiran, porque no aman.Bocas de algodón articulando silencios, lenguas trabadas,gestos vagos, de plomo, de manos blandas. Permanecer sin más, ni decir, ni hacer, ni objetar.

Son uno, mil, diez mil, cansados de tanta rutinay no dicen nada.

Page 44: El último invierno

...//...44

CAMINA

Languidece la arista del flanco desprovistobuscando el punto de referencia antes olvidado,

inserta en el contorno su rasgo definido.

La forma habita en la sombra traicionadae insiste en su pálpito el gesto atormentado;

quiere escapar, indeciso, del originario abismopara reencontrarse puro, digno, en el límpido Leteo.

No queda, pues, más incertidumbre;la decisión, aunque dura, está tomada:

recoge tus recuerdos, atavía tus deseos…y emprende el camino.

Si en tu marchar resuelto te asaltasen los cancerberosde las grutas moradas por las célibes hijas del Océano,

ni te detengas ni cambies de itinerario: mira altivoa las fieras que te acosan,

pues sabrán al instante cuál es tu cometido.

Y si el cansancio hace mella en tu vigor,si el ánimo te obliga a detener la marcha,

busca el fruto del árbol de la miel,aquél que crece vivaz en la espesura,

y bebe el freso néctar de la flor del azahar,aquél que nutrió a los pelasgos primitivos.

Recuerda, al final, antes de sumergirte en las aguas del olvido,cuál fue tu origen, dónde quedó la arista aborrecida

y porqué decidiste, amigo, abandonar el caos.Estarás dispuesto en este punto a romper silencios,

construir nuevos mundos, nuevas verdades, nuevos sinos.

Page 45: El último invierno

...//...45

CANCIÓN DE CUNA DE LA NUBE Y LA LUNA

Nube, nube, nubita,deja que la luna asomesu naricitapara que alumbre el sueñode mi morenita.

Luna, luna, lunilla,la niña quiere que cantesuna coplillapara soñar aromasde manzanilla.

Nube, nube, nubita,deja que recuestesu cabecitaen tu cuna de leche,blanca y dulcita.

Calla, luna, lunilla,esconde tras la nubetu naricilla, pues mi niña se ha dormidoa hurtadillas.

Nube, cuna, canción y luna,la niña duerme: silencio y penumbra. Luna, nube, cuna y canción,despertará la niña al salir el sol.

Page 46: El último invierno

...//...46

LA LLUVIA

(A Icíar Bollaín)

La lluvia envuelve las palabrasy los silencios,

salpica nuestros murmullosy los acentos.

La lluvia alegra los camposy el pensamiento,

reblandece los gritos del almay los recuerdos.

La lluvia es tierra, es mar, es cielo.

Si me das la lluviate doy un beso,

si no tengo la lluviamejor me muero.

Page 47: El último invierno
Page 48: El último invierno

...//...48

MI MAESTRO

Don Salvador se llamaba, don Salvador para todos,en el parque y en la escuela, en la calle y en el coso,

él tenía muchos años, yo unos pocos.

Recuerdo su traje gris y mis pantalones cortos,su camisa siempre blanca, las mías con algún roto;

a pesar del frío invierno, no llevaba guardapolvo.

Su blanco pelo ondulado, y mis rizos revoltosos,sus manos elocuentes, grandes; cortezones en mis codos,

su cálida mirada azul, la curiosidad en mis ojos.

Su palabra sabia y recta, en la forma y en el fondo,su letra redonda y clara, sobre el encerado fofoy en la esquina de su mesa el enigmático globo.

Le recuerdo corrigiendo mis cuentas y mis esbozosy cómo nos explicaba las guerras contra los moros,

la vida de las abejas, lo enorme que es el cosmos.

Cuadernos de redacción, la vida de san Isidoro,nos leía poesía con la frescura de un soplo,

nos hablaba de valores, de justicia sobre todo.

Cuando entrábamos en clase se acababa el alboroto,pero el patio era de juego, al burrico y al birlocho.Y a la hora del recreo, el cazo con leche en polvo.

Medio siglo es mucho tiempo.

Ahora que mi trabajo de maestro se va yendo poco a poco,entre escuelas, aulas, alumnos, mil imágenes de rostros,

una se ilumina más, fugazmente, como un rescoldo,la de mi maestro de quinto, don Salvador, ¡qué maestro!

Page 49: El último invierno

...//...49

LABERINTOS

Bajo la sangre de otoños,cuando el cristal azul atraviesa laberintos,yo, mezquino hacer de puertas cerradas,soy mirada furtiva de lunas quietas.

Quietas.

Llegar. Al fin, llegar.Si pudiera oler la gota fríaque enmudece en el lirio, que vibra en la rosa,sería feliz, tendría sentido,y llevaría mi son, mi laberinto, mi rueda,al altar único de plegarias rotas.

Rotas.

Llegar, por fin llegar.A la cima del olvido, al corazón de la madre,a la arista del ruido;al punto de no retorno,al aspecto desleídode tu dicha, de mi goce,del grito.

Grito.

Pero llegar, por dónde:El laberíntico surcoque trazó la inquieta avequizá me lleve, inseguro, como en sueños,al límite del blanco muro, por una línea en el aire.

Page 50: El último invierno

...//...50

TODAS LAS LENGUAS

Hablar todas las lenguas, para todas las gentes,para todos los momentos, todas las vidas

y todas las muertes.Para soñar, para reír, para desvanecerse y resurgir,

para escapar, para sufrir, para tocar las nubes,beber la lluvia, oler la tierra y acariciar la niebla.

La lengua de las palabras viejas, de la madre,del último recuerdo: lengua de harapos, del humo y la ceniza;

la lengua de las palabras nuevas, de la sombra fresca,del mistral, de nardos y de lilas;

lengua de la luz apagada, de susurros y siseos,del amor, del temor, tragedias y desdichas;

lengua de ámbar y charol, de palabras elegantes,brillantes, distantes y traslúcidas;

lengua de cuchillo y hielo, de palabras afiladas,de la arena ardiente, de la pólvora amarga;la lengua de los mil colores, de laberintos,

caleidoscopios, mariposas y fragancias;lengua de tierra adentro, del agua estancada,

de palabras rotas, del abandono y la soledad, de la ocasión perdida;lengua del mar azul, de la espuma y el viento,

de palabras no dichas, olvidadas, repetidas.Lengua del tú y yo en la noche tibia.

Y todos los silencios: el de los harapos,el del humo y la ceniza…

Page 51: El último invierno

...//...51

SONETO

(A Honorino Acuña, infumable compañero de Quevedo en angustiosas horas de taberna)

Por dar a su nombre teatral efectocreíase honorable el Honorino,mostraba su altivez y porte finosin ver que su virtud era defecto.

Su nombre contenía un lado abyectoque el sujeto practicaba con gran tino,orinaba con palabras al vecino,donde ponía el ser quedaba infecto.

Creyendo que su fama así crecía, a chorros el insulto y el abrojo,abroncaba a diestro y a siniestro.

Un exceso de micción engulliríaa tal suerte de flemático piojo.Nadie rezó por él un padrenuestro.

Page 52: El último invierno

...//...52

CONSTRUIR TU CRISÁLIDA

Quiero encontrar la palabra precisa.Es escurridiza y fugaz. Tan volátil

Que garabatea filigranas.

Burbuja en el agua, temblor en la llama.

Sutil trazo que puede penetrarLos poros de tu piel aceitunada

Y fluir mansamente hacia tus íntimas estancias.

¿Dónde te escondes? ¿Cuál es tu morada?¿He de buscarte donde se posa la libélula?

¿En el crepitar de la brasa? ¿En el reflejo del alba?

Es una palabra delgadaPara ser pronunciada sin precipitarse,

Delicadamente, para no quebrarla.

Te llegará desde el ángulo perfecto,En ese momento en que las palabrasSe convierten en hilos de sueño azul,

Ovillos de seda donde construir tu dulce crisálida.

Page 53: El último invierno

...//...53

GATO DE LUNA

La luna tenía un gatoblanco y sedoso,como la luna.

Yo lo miraba y me sonreía,cerraba sus ojos de gatoy los abría.

Jugábamos a escondernos y encontrarnosen la lejanía.

Cuando el gato se iba detrás de la lunayo lo llamaba: ¡gato, gato de luna!El gato enseñaba su cola de puntay me señalaba la estrella que brillamás que ninguna.

Hace mucho tiempo que no veo al gato,la luna de ahora no es aquella luna,el gato se fue a habitar otra lunaque juega con niños de piel de aceituna.

¡Ay! Se escapa el recuerdo de luna y miel.Se desvanece, foto velada, en la negrura.

Page 54: El último invierno
Page 55: El último invierno
Page 56: El último invierno

...//...56

EL SEMBRADOR

(A Artur Heras)

Callado, el rostro enjuto, los labios prietos, perdida la mirada,extrae mecánicamente de la saca puñados de palabras

que va sembrando a pasos regulares en la tierra esponjada.

Siembra palabras, todas las palabras, todas, sin mirarlas:las importantes, las inútiles, las que llenan, las que dañan;

granos de sementera que germinarán una mañana,cáscaras inocuas, dormidas, secas, que aún no dicen nada.

Es pronto, pero el sembrador sabe de su fuerza interior,lo que pueden llegar a ser cuando rompan la envoltura.

La palabra germinada echa raíces, crece y fructifica.Las raíces de las palabras se entrelazan,

buscan su tropismo originario, térreo, ignoto, del que se alimentan.Las palabras florecen, muestran su plenitud, embellecen los campos

engendrando a su vez nuevas palabras que nutrirán la tierra.

El sembrador sabe de todo esto,también se alimenta de palabras.

Por eso cuida que ningunale quede escondida en los pliegues de la saca,

pues todas han de encontrar su lugar en el sembrado.

Porque una palabra perdida puede malograr una cosecha.

Page 57: El último invierno

...//...57

UNA PIZCA DE SAL

Una pizca de sal en el bolsilloPara que ría la niña,Para que brille un suspiro.

Una hoja de laurel, una ramita de olivoPara que el pájaro engarceSu fantasía en el nido.

Una punta de pimienta: ¡Qué contento baja el río!Entre tus dedos se escapaEl inquieto pececillo.

Unas briznas de azafrán y todo se hace amarillo,Entre los trigos se escuchaEl cálido canto del mirlo.

Page 58: El último invierno

...//...58

FALSOS POETAS

No espero de ti, compasivo lector, hipócritas lisonjas,Palabras hueras para regalo de vanidades.

Intuyo que mi verso fluye sin convencimiento,Lleno de dudas y forzado de principios.

Reconozco mi torpeza para encontrarEl hilo conductor de pensamientos huidizos,

De vivencias que siento enmarañadas y difusas.

¿Puede haber poesía en este barrizal?¿Y cómo me atrevo a expresarlo?

¡Qué presunción!

Hablo de mí, no de etéreos universales. De mí.

No tengas piedad, sincérate conmigo en la distancia.Dime que, a fin de cuentas, soy uno entre un millón

De esos falsos poetas acomodados en un sofáDispuestos a evocar un manojo rimado de lirismos evanescentes.

Page 59: El último invierno

...//...59

NO HABLES MÁS

Una y otra vez tu impenetrable lamentoLánguido rumor de ocasiones aplazadas,Tiene la inocencia herida por aguijones que nutrenInstantes escurridizos en sus tenues acentos.

Morirá contigo, en tu dolor, la verdad cuestionadaOlvidada por los falsos monarcas del momento.

Inunda con tu llanto este páramo de impostura, yNavega hacia el sur por el vértigo oscuro,Vacíos cantos oirás mezclados con la espumaInsuficientes para torcer tu voluntad y tu rumbo.

Entre la salvia que esconde la infantil travesuraRíe el enano, muge el toro y aletea el mirlo.No hables más. Calla. No te preocupes, queOfión, en otra primavera, concluirá su mítico destino.

Page 60: El último invierno

...//...60

MI HIJO

(A mi madre, que se va) -Mi hijo…

-¿Qué, madre?

Se escapan las breves palabras,dos gotas de fina lluvia en el secarral del silencio,

con dos bocanadas de estéril esfuerzo.Los hundidos ojos, por un momento entreabiertos,

han reconocido la silueta cercana.

-Mi hijo… -¿Qué, madre?

La silla de ruedas cada día más livianalleva el cuerpo desolado, encogido,

ovillo de lanas y vendajes,al rincón placentero de la intimidad compartida.

-Mi hijo… -¿Qué, madre?

Page 61: El último invierno

...//...61

Las puntas de los fríos y azulados dedosantenas artríticas de tenues movimientostientan la mano reposada en el regazo,mínima conexión de la maternidad primigenia.

-Mi hijo… ¿Dónde está el padre?

Otra vez la boca desdentada en un mar de arrugas,cara afilada a golpe de amargura.¡Ay! No soporto la ingratitudde hacerle entender que murió hace años.

Contemplo en silencio sus desvaídas quejas,la leve respiración que espera el fatal momentoque desvanezca el sufrimiento de la infinita soledad,de los huesos quebrantados, de la carne fatigada.

-Mi hijo… -¿Qué, madre?

(Noviembre de 2011)

Page 62: El último invierno
Page 63: El último invierno
Page 64: El último invierno