el tabernáculo
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El Tabernáculo
Escr ito por P ilar Herrera
CIUDAD REAL, 30 DE MARZO DE 2012
INTRODUCCIÓN
He elegido este tema porque siempre me ha fascinado y nunca lo había estudiado en
profundidad. Tampoco he escuchado sermones sobre él, solo de pasada o mencionarlo por
encima. En mis lecturas devocionales he topado con él, en Éxodo y Levítico, y me he
propuesto estudiarlo en profundidad. El año pasado también hice un taller para los
adolescentes en el campamento de verano. Pero desde entonces he cambiado y añadido
mucho más.
Así que, quizás nos lleve varias reuniones, pero no quiero correr porque hay muchísima
enseñanza para nosotros.
Tengo que decir que he descubierto muchas enseñanzas y que he disfrutado muchísimo
preparando estos estudios. Me ha hecho mucho bien estudiarlo en profundidad y doy muchas
gracias a Dios por ello, y espero que vosotros también aprendáis y disfrutéis con el tema.
QUÉ ES EL TABERNÁCULO
La palabra tabernáculo en hebreo “miskán”, significa “morada”, otra palabra que se traduce
para tabernáculo es “miqdás” que significa “santuario, lugar de santidad” y por último
encontramos la palabra “ohel”, que es el término general para “tienda”. Por lo tanto tabernáculo
era la tienda, el santuario, el lugar divino donde moraba Dios (Éxodo 25:8).
Después de que el pueblo de Israel saliera de Egipto, mientras iban por el desierto hacia la
tierra prometida, Canaán, los israelitas adoraban a Dios en una gran tienda, llamada
“tabernáculo”. Dios mismo ordenó construirlo y dio las medidas exactas de cada cosa, de cada
mueble y de cada utensilio (Éxodo 25:9). El énfasis no está tanto en los materiales o en la
construcción del templo sino en quién iba a morar ahí. Era el lugar donde el Señor haría
patente su presencia, por el día con una columna de nube y por la noche en una columna de
fuego (Éxodo 40:34-38).
Los israelitas tenían que ofrendar voluntariamente de todos los materiales que se necesitaban
para construirlo, como, oro, plata, cobre, azul, púrpura, carmesí, lino fino y diferentes pieles de
animales (Éxodo 25:1-9).
Del tabernáculo podemos leer en Éxodo, Levítico y Números, y hay ciertas verdades que
tenemos que tener siempre en mente cuando lo estudiemos, que son:
1. Todo lo que hay en el Antiguo Testamento es relevante para nosotros. El Nuevo Testamento
es el Antiguo Testamento revelado. . “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra
enseñanza se escribieron …” (Romanos 15:4).
2. Nos enseña el camino para acercarnos a Dios, pero no de cualquier manera o según
nosotros creamos, sino según el criterio de Dios.
3. El tabernáculo es figura o sombra de Cristo. Vamos a ir viendo que el tabernáculo nos habla
de Cristo. En el Antiguo Testamento hay muchas ilustraciones, sombras y tipos de Cristo.
Luego el tabernáculo era una sombra de lo que había de venir. De la sombra te mueves a la
sustancia. La sombra no es la sustancia, pero si la sigues, llegas a la sustancia.
Moisés no se levantó un día y dijo que se le había ocurrido construir un tabernáculo. ¡No!, no
fue así. Fue idea de Dios, Él quería habitar en medio de su pueblo (Éxodo 25:8).
Fijaos que la intención de Dios es morar en medio de su pueblo. En el Nuevo Testamento la
intención de Dios sigue siendo la misma, y Jesús, que es Dios, hace su tabernáculo (su
morada) entre nosotros (Juan 1:14). Los verdaderos creyentes somos el templo del Espíritu
Santo (1ª Corintios 6:19).
Recordemos que cuando el pueblo de Israel iba por el desierto, habría más de un millón de
personas, y Dios ordena que la posición del tabernáculo sea central, porque indica que la
presencia de Dios era el eje alrededor del cual giraba la vida del pueblo. Los hijos de Israel
acamparán … alrededor del tabernáculo (Números 2:2).
Es precioso ver como cuando los israelitas se levantaban por la mañana, lo primero que veían
eran el tabernáculo, la presencia de Dios con ellos.
Inauguraron el tabernáculo el primer día del año (Éxodo 40:2). Yo no creo que fuese por
casualidad, significa un nuevo comienzo para el pueblo con su Dios.
Seguiremos un guión, recorreremos el tabernáculo desde que entramos por la puerta y lo que
nos vamos encontrando conforme andamos hacia el mismo corazón y centro del mismo. Por lo
tanto el bosquejo quedaría así:
1. El Atrio:
1.1. La puerta de entrada
2. El Altar de Bronce
3. La fuente
4. Otros utensilios
5. El tabernáculo:
5.1. La estructura
5.2. La cubiertas (las cortinas)
5.3. La puerta del tabernáculo
5.4.El Lugar Santo:
5.4.1. El candelabro
5.4.2. La mesa de los panes
5.4.3. El Altar del incienso
5.4.4. Otros utensilios
5.5. El Lugar Santísimo:
5.5.1. El Velo
5.5.2. El Arca del Pacto
5.5.3. El propiciatorio
1. El Atrio
Éxodo 27:9-19
El Atrio era lo que rodeaba el tabernáculo o la tienda. Era como un patio cerrado por cortinas.
Sus medidas eran de unos 50 metros de largo por 25 de ancho.
Estaba formado por una valla hecha de cortinas de lino fino, sostenidas por 60 columnas de
bronce y fijadas al suelo mediante estacas y cuerdas. La columnas estaban hechas de dos
materiales, bronce y plata y las cortinas de lino fino, que según Apocalipsis 19:8, nos transmite
excelencia y justicia. Estamos ante un lugar majestuoso y glorioso.
1.1. La puerta de entrada
“Y para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos, de azul, púrpura y carmesí, y lino
torcido, de obra de recamador; sus columnas cuatro, con sus cuatro basas” (Éxodo 27:16).
Solo había una entrada o puerta a ese Atrio o patio, que medía alrededor de 9´20 metros de
ancho. Los materiales con los que estaba hecha esta entrada eran cuatro:
- azul: que nos habla del cielo, de las cosas celestiales, de arriba.
- púrpura: era el color de la realeza.
- carmesí: color rojo de la sangre.
- lino torcido: el color blanco de la pureza.
El conseguir estos materiales era muy costoso y sobre todo en el desierto. También nos dice la
Biblia que era obra primorosa, muy artesanal y elaborada.
Todo esto nos recuerda y señala a Cristo como la puerta al Padre, solo hay una entrada y no
muchas (Efesios 2:18). “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá,
y hallará pastos” (Juan 10:9).
2. El Altar de bronce
Leer Éxodo 27:1-8.
Se le llamaba Altar de Bronce o altar de los holocaustos, pera diferenciarlo del Altar del
incienso que estaba en el Lugar Santo.
Sus medidas eran 2´5 x 2´5 x 1 metros. Era como un cajón cuadrado de madera de acacia
cubierto de bronce. Tenía 4 cuernos, uno en cada esquina. También tenía 4 anillos o aros, para
meter varas para poder moverlo y transportarlo cuando iban por el desierto. Siempre debía
haber fuego continuo (Levítico 6:13) en él, no podía apagarse y los sacerdotes debían de
mantenerlo vivo con leña.
¿Para qué servía el altar? La única función del Altar era, sacrificar el animal. Estaba situado
nada más entrar por la puerta del Atrio, por lo tanto era lo primero que se veía al pasar. Esto
nos indica que nada más comenzar a dar pasos hacia la presencia de Dios, tenemos un
problema, nuestro pecado. Pero a la vez el altar nos da la solución a ese pecado. La sangre de
la víctima era en parte derramada alrededor del altar y la otra parte en los cuernos del mismo
(Levítico 4:7, 18, 25, 30). En el altar es donde se hace expiación (borrar las culpas) por el
pecado, ya que moría un animal inocente en nuestro lugar, siendo nosotros culpables. “Sin
derramamiento de sangre, no hay remisión (perdonar, alzar la pena) de pecados” (Hebreos
9:22).
Este lugar nos señala a Cristo, Él es el verdadero Altar y la víctima, el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo. En la cruz Él derramó su sangre por nosotros. Por lo tanto cualquier
persona que quiera acercarse a Dios tiene que hacerlo a través de Jesucristo y de su obra en
la cruz, si quiere recibir perdón de pecados.
En ese altar se efectúa el juicio de Dios sobre el pecado, la paga del pecado es muerte, y eso
es lo que ocurre en ese altar, hay muerte y derramamiento de sangre. Pero en Cristo, Dios nos
muestra no solo su justicia, sino su gracia, porque nos da a Cristo como sustituto en nuestro
lugar, para que nosotros no tengamos que morir. Su justicia y su gracia van juntas, no se
pueden separar.
3. La fuente
Éxodo 30:17-21
La fuente estaba situada en el atrio entre el altar y la morada o el tabernáculo. La fuente de
bronce fue hecha con los espejos que tenían las mujeres que velaban a la puerta del
tabernáculo (Éxodo 38:8). Esas mujeres donaron sus espejos que en aquel entonces no eran
de vidrio. Es un acto generoso que estas mujeres piadosas se desprendieron de sus objetos
(espejos) donde ellas mismas se miraban y se arreglaban, para dedicarlo a Dios.
La función de la fuente era contener agua para que los sacerdotes se lavaran las manos y los
pies, pero también para reflejar la imagen, ya que era de bronce.
De igual manera la Palabra de Dios tiene estas dos mismas funciones: es como un espejo
mostrando nuestro pecado y a la vez, es el remedio para limpiarnos de él (Juan 15:3).
Los sacerdotes por su trabajo con los sacrificios, la sangre, la leña, las cenizas etc. se
manchaban constantemente y tenían que lavarse antes de ofrecer los servicios sagrados.
Esto nos habla también de nuestra santificación, de estar lavándonos continuamente. Aunque
Cristo nos ha lavado por completo, cada día pecamos y tenemos que limpiarnos de nuevo en la
sangre de Cristo y a través de su Palabra (Efesios 5:25-27). Es la Palabra aplicada a nuestros
corazones.
4. Otros utensilios
Éxodo 27:3, 19, 35:18.
Para poder llevar a cabo todas estas tareas del altar con los sacrificios, es obvio que se
necesitara de algunos utensilios más pequeños, pero imprescindibles. Los garfios para trinchar
la carne, los calderos y las paletas para recoger las cenizas etc. Las estacas igualmente,
aunque algo pequeño, eran imprescindibles para sujetar las cubiertas del tabernáculo y las
cortinas del atrio, atadas con cuerdas. En Números 4:14, 32, se menciona como tenían que
transportarlas con el mismo cuidado que los demás muebles y objetos del tabernáculo.
¿Qué podemos aprender de estos pequeños utensilios? La gran lección de que las pequeñas
cosas tienen una gran importancia. Hoy día vivimos para dar importancia a lo grande, a lo
visible, a lo majestuoso, y se desprecia muchas veces lo aparentemente pequeño e
insignificante (Mateo 10:42). Que no sea así con nosotros.
1. El Tabernáculo
La morada (mishkan) es el recinto cubierto que estaba compuesto por dos habitaciones
llamadas, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Sus medidas eran de 15 m. de largo por 6 de
ancho.
Se le llama tabernáculo de reunión (Éxodo 33:7-11) o tabernáculo del testimonio (Números
9:15; 17:7,8). Dios quiere reunirse y encontrarse, comunicarse con su pueblo desde este lugar.
Cristo es nuestro tabernáculo, habitó en una tienda en este mundo “Y aquel Verbo fue hecho
carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de
gracia y de verdad (Juan 1:14). La palabra “habitó entre nosotros”, es la palabra tabernáculo.
1.1. La estructura del tabernáculo
Éxodo 26: 15-29
La estructura, era el armazón que contenía y limitaba el Lugar Santo y el Lugar Santísimo.
Estaba formada por 48 tablas de madera de acacia, cubiertas de oro, apoyadas en 96 basas de
plata. Estaban colocadas 20 a un lado, otras 20 al otro y 8 a lo ancho, pero solo por un lado,
atravesadas por 5 barras de madera de acacia cubiertas de oro y una barra era interior.
Las cinco barras daban consistencia y unidad a todo el conjunto de tablas. De esta manera
formaban un armazón fuerte para soportar todo el tabernáculo.
De igual manera los creyentes debemos estar unidos a Dios (vertical) y a los hermanos
(horizontal). Si permanecemos unidos, la iglesia será fuerte y Dios morará dentro y en medio
de ella. Todos a la vez unidos a las basas de plata que simbolizan a Cristo. Una tabla no puede
estar aislada del resto, así un verdadero creyente tiene que estar unido a Cristo y a los demás
creyentes.
El otro lado que no tenía tablas de madera, tenía una puerta, formada por 5 columnas de
madera de acacia cubiertas de oro, con basas de bronce. En esta puerta había una cortina
tejida con los mismos materiales que la puerta de entrada al Atrio.
1.2. La cubiertas (las cortinas)
Éxodo 26:1-14
El tabernáculo estaba cubierto con 4 cortinas una encima de la otra, y muy diferentes entre sí:
1ª) La cubierta con querubines.
La más interior estaba hecha con los mismos tejidos que la cortina del Atrio, excepto con una
diferencia. Esta tenía bordados querubines, seres celestiales (Éxodo 26:1-6).
Esta cubierta solo se podía ver desde dentro del tabernáculo y medía aproximadamente 18 m.
de longitud para cubrir el tabernáculo que medía 15 m. y 12´6 de ancho, para el ancho del
tabernáculo que medía 6 m. Quedaba colgando por los lados y la parte de atrás, pero sin tocar
el suelo. Eran 10 piezas de 12´6 m. de largo por 1´8 m. de ancho, y unidas por 50 corchetes de
oro. Era preciosa y la más majestuosa de las cuatro. Los colores con los que estaba hecha
representan grandeza, realeza y pureza, al igual que Cristo. Los querubines, son los que están
en el cielo rodeando a Dios, sirviéndole y adorándole todo el tiempo. Si en el cielo está rodeado
de ellos, en la tierra sería de igual manera. Dios rodeado de sus criaturas celestiales y morando
en medio de su pueblo en toda su gloria y majestad.
2ª) La cubierta de pelo de cabra.
Éxodo 26:7-13.
Era más grande que la anterior, medía casi 20 m. de longitud y 13´5 m. de anchura, cubría
completamente la cubierta de los querubines. Eran 11 piezas de 13,5 m. de largo por 1,8 m. de
ancho, unidas por 50 corchetes de bronce.
Esta cubierta era de un color blanco sucio o marrón, y algunos quieren ver nuestra condición
de pecado, y que no podemos ir directamente a Dios y la cortina de querubines nos lo impide,
como en Génesis 3, cuando Dios echa a Adán y Eva del paraíso y pone a querubines para que
no vuelvan a pasar (Génesis 3:24).
3ª) La cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo.
Éxodo 26:14
Esta cubierta representa el sacrificio de Cristo. Él es el cordero que muere y derrama su sangre
por salvarnos. De ahí la piel del carnero teñida de rojo. Si no es por Cristo, nuestro pecado
seguiría impidiéndonos entrar en el Lugar Santísimo donde mora Dios mismo.
4ª) La cubierta de pieles de tejones.
Éxodo 26:14.
Esta cubierta era la última y por lo tanto la visible desde fuera. Cuando se desarmaba el
tabernáculo todo el mobiliario se cubría con esta cubierta (Números 4:5-14).
En cuanto a belleza, no era la cubierta más bonita, pero era práctica. La piel de tejones es
impermeable y es fuerte y resistente contra las inclemencias del tiempo. Imaginad en el
desierto con el viento, las tempestades de arena etc., esta cubierta protegía todo el
tabernáculo.
Al ser la menos atractiva también nos enseña que lo bello no es lo externo de una persona,
sino su interior, lo que hay en el corazón. Debemos proteger nuestro corazón e interior contra
todas las asechanzas del maligno.
De Cristo también se nos dice que le veremos pero sin atractivo para que le deseemos (Isaías
53:2).
1.3. La puerta del Tabernáculo
Éxodo 26:36-37.
La puerta estaba formada por 5 columnas de madera de acacia forradas de oro y con basas de
bronce. Estaba tejida con los mismos materiales que la puerta de entrada al atrio, pero con una
diferencia, al atrio podía entrar cualquier israelita, pero por esta puerta al tabernáculo, solo los
sacerdotes. Los sacerdotes representaban al pueblo y en la persona del sacerdote, el pueblo
entraba en la presencia de Dios. En el Nuevo Testamento, Cristo es nuestro representante ante
Dios (Hebreos 9:24), y a la vez, somos sacerdotes y tenemos acceso directo a Dios.
Esta cortina también representa a Cristo, a través del cual ministramos como sacerdotes a Dios
(1º Pedro 2:5).
Los colores azul y púrpura con los que estaba hecha o tejida la cortina, se obtenían de las
secreciones de ciertos moluscos abundantes en el Mediterráneo oriental, especialmente en las
costas de Sidón y Tiro.
El color carmesí procedía de las hembras de ciertos insectos, siendo este tinte altamente
apreciado y muy difícil de conseguir.
El lino fino era de Egipto, formando parte de los regalos que los egipcios dieron a los israelitas
al salir del país (Éxodo 12:35)
5.4 El Lugar Santo
En cuanto pasabas por la entrada, te encontrabas con el Lugar Santo que medía 9x6 metros.
En él había tres objetos, a la derecha la mesa de los panes de la proposición, a la izquierda y
enfrente de la mesa, el candelabro y, justo delante del velo, el altar del incienso. También
existían una variedad de utensilios que ayudaban a usar los tres objetos que se encontraban
en el Lugar Santo.
Cada día los sacerdotes por la mañana y al atardecer, quemaban incienso en el altar y
mantenían el candelabro encendido. Cada sábado renovaban el pan de la mesa después de
consumir los anteriores.
5.4.1. El candelabro
Éxodo 25:31-40; Números 8:1-4
El candelabro estaba hecho de una sola pieza y era de oro puro. Su peso era de unos 30 kilos.
Al ser de oro, este metal nos habla de lo imperecedero, incorruptible. Este objeto era una pieza
única y labrada a mano, a martillo, sin moldes. Se piensa que medía 1´5 m. de alto y 1 m. de
ancho.
El tabernáculo, al no tener ventanas, esta era la única luz que alumbraba y era figura de Cristo
como nuestra luz. Él mismo dijo:”Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12).
Estaba formado por siete brazos que culminaban en siete lámparas que debían estar ardiendo
desde la tarde hasta la mañana (Éxodo 27:21), siendo tarea del sacerdote su encendido, su
suministro, realizado con aceite puro de olivas machacadas (Éxodo 27:2), y su limpieza
(Levítico 24:4).
A la iglesia local se la describe en Apocalipsis 1:20 como a un candelabro que alumbra en
medio de la oscuridad. Pero para ello necesita el combustible para seguir ardiendo que no es
otro que el aceite del Espíritu Santo, un aceite puro, y continuamente limpiar y purificar de toda
suciedad que impida alumbrar. Esta idea aparece en Zacarías 4:2,6.
También en el Nuevo Testamento se nos llama a los creyentes a ser luz del mundo (Mateo
5:14).
5.4.2. La mesa de los panes
Éxodo 25:23-30; Levítico 24:5-9
La mesa de los panes se encontraba a la derecha del Lugar Santo conforme entrabas. Era un
objeto que medía 90x45x70 cm. de madera de acacia, recubierto de oro. Su función era tener
los 12 panes de la proposición que cada sábado se cambiaban por otros recién hechos. Tenía
varas para ser transportado. La frase “pan de la proposición”, significa literalmente “pan de la
presencia”. No se cocinaban con levadura, y se echaba un poco de incienso encima para que
oliera bien.
Dios espera de nosotros que seamos íntegros, sin mezcla ni levadura que nos contamine.
Había doce panes que representaban a las 12 tribus de Israel, pero en unidad, así ahora la
iglesia, aunque formada por personas muy diferentes unas de otras, somos uno en Cristo.
Pero ¿qué significan estos panes? El pan es un sustento básico en la Biblia. Representaba la
provisión de Dios para las necesidades de su pueblo, Él era la fuente de toda provisión, 12
panes, uno para cada tribu de Israel.
Ese pan nos lleva a Cristo en el Nuevo Testamento “Yo soy el pan de vida” (Juan 6:48). Es el
pan que debemos comer espiritualmente hablando, creer en nuestros corazones (Juan 6:57-
58). Cristo como nuestro pan fue ofrecido a Dios en la cruz y lo recordamos cuando
celebramos la cena del Señor y tomamos del pan que representa su cuerpo roto por nosotros.
5.4.3. El Altar del incienso
Éxodo 30:1-10; 34-38
Este altar era diferente al altar de bronce que se encontraba en el atrio nada más entrar por la
puerta del atrio. Sus medidas eran 45x45x90 cm. y su función era la de quemar incienso al
amanecer y al atardecer sobre él, y era tarea de los sacerdotes.
El incienso que se quemaba era una mezcla de especias descritas en Éxodo 30:34-38, y
estaba totalmente prohibido usarlo para otro fin. Era algo santísimo Éxodo 30:36. Era muy
aromático y agradable a Dios.
Era de madera de acacia, recubierto de oro con 4 cuernos, uno en cada esquina.
El incienso en la Biblia simboliza la oración (Lucas 1:10; Apocalipsis 5:8; 8:3-4; Salmo 141:2).
Al estar situado justo delante del Lugar Santísimo, delante del velo, nos revela la importancia
de la oración, justo al lado de la presencia de Dios.
El aroma del incienso es el aroma de la oración, cuya fragancia llega hasta la presencia de
Dios. Se realizaba este ministerio por la mañana y por la tarde, lo que nos indica que la oración
debe ser diaria y constante.
Este objeto también nos señala a Cristo como sacerdote que ora e intercede por los suyos
(Romanos 8:34; Hebreos 7:25) y como vemos en su oración sacerdotal por su pueblo en Juan
17.
Como dice Wenceslao Calvo:”Aunque el altar de bronce y el del incienso son diferentes, hay
una relación estrecha entre ambos, ya que el segundo tenía que ser expiado mediante la
sangre expiatoria vertida en el primero. Cuando el sacerdote había pecado y traía su ofrenda al
altar, era imprescindible que rociara con esa sangre los cuernos del altar del incienso (Levítico
4:18) pues de otra manera su ministerio de oración quedaría invalidado. Es decir, el ministerio
del sacerdote se fundamenta en la expiación que a su favor ha realizado una víctima vicaria.
Se trata de una permanente lección para nosotros, que necesitamos la sangre expiatoria de
Cristo como base y sostenimiento para que nuestra oración sea agradable a Dios (1ª Pedro
2:5).”
5.4.4. Otros utensilios
Éxodo 25:29; 25:38; Números 4:7,9
Aparte de los muebles grandes, había una serie de utensilios muy pequeños e insignificantes,
que podrían pasar desapercibidos, pero que sin ellos, era imposible que los demás objetos
grandes realizaran su función. Por lo tanto los objetos más grandes, podrían ser inutilizados sin
los pequeños.
Aquí tenemos una gran lección, Dios tiene en cuenta lo pequeño al igual que lo grande. Por ello
tengamos cuidado de no seleccionar a las personas de la iglesia como grandes y pequeñas,
porque Dios no hace acepción de personas, todos somos necesarios en la obra de Dios y unos
sin los otros no harían nada.
5.5 El Lugar Santísimo
Éxodo 26:31-34
El tabernáculo se dividía en dos cámaras o habitaciones, el Lugar Santo, que ya hemos visto y
el Lugar Santísimo, que era la habitación del fondo. Era el lugar más importante de todos, de
tal manera que sin el Lugar Santísimo el resto del tabernáculo, no tendría sentido.
Estaba separado del Lugar Santo por un velo que medía 6x6 metros.
Dentro del Lugar Santísimo se encontraba el arca, aunque según Hebreos 9:4, también había
un incensario de oro, que era el que usaba el sumo sacerdote el día de la expiación (Levítico
16:12).
En el Lugar Santo, los sacerdotes ministraban diariamente, pero en el Lugar Santísimo,
solamente una vez al año, el día de la expiación el sumo sacerdote entraba para realizar la
ceremonia más importante de todas. Era un lugar santísimo en gran manera, donde la
presencia de Dios estaría en medio de su pueblo, su gloria y santidad eran manifiestas en ese
lugar.
Al Lugar Santísimo no puede entrar cualquiera ni de cualquier modo, porque el que habita allí,
es Santo por excelencia.
5.5.1. El Velo
Éxodo 26:31- 36
El velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo, colgaba de cuatro columnas de
madera de acacia, cubiertas de oro con basas de plata. Las cortinas a la entrada del atrio y a la
entrada al Lugar Santo eran para pasar, sin embargo, esta cortina o velo no servía para pasar
sino de barrera, y los querubines tejidos en él, avisaban de que tras ellos estaba la presencia
de Dios.
Estaba hecho de azul, púrpura, carmesí y lino torcido con querubines bordados.
Solamente el sumo sacerdote podía pasar este velo para entrar una vez al año al Lugar
Santísimo con la sangre de un carnero. Medía 4 pulgadas de grosor, si una pulgada es 23mm.,
entonces su grosor total era de 9´2 cm.
El mismo velo era la carne de Cristo que fue rota por nosotros, y a través de su muerte y
sangre derramada, tenemos acceso a la misma presencia de Dios, o sea al Lugar Santísimo
(Hebreos 10:19-22). Cuando Cristo murió el velo del templo se rasgó de arriba abajo (Mateo
27:51). Esto, humanamente hablando es imposible, las cortinas se rompen de abajo arriba,
pero no al revés, y con ese grosor que tenía era casi imposible que se rompieran solas si
alguien no las corta con mucho esfuerzo.
¿De qué nos habla todo esto? Esto nos habla de que Dios aceptó el sacrificio de su Hijo y que
ahora tenemos entrada directa a la misma presencia de Dios. Antes no podíamos, ahora sí,
esto es una maravilla.
5.5.2. El Arca del Pacto
Éxodo 25:10-16
Dentro del Lugar Santísimo solo había un objeto, el Arca del Pacto (Números 10:33) o el Arca
del Testimonio (Éxodo 25:22) como se le podía llamar. Era una especie de caja o baúl
rectangular.
Estaba hecha de madera de acacia forrada de oro y sus medidas eran 115x70x70 cm. Tenía
cuatro anillos para meter las varas y poder ser transportada, las varas siempre estaban puestas
para que nadie tocara el arca.
Dentro del arca contenía las dos tablas de la Ley, o sea, los 10 mandamientos, y más tarde
añadieron el maná y la vara de Aarón que reverdeció (Hebreos 9:4). En tiempo de Salomón
solo estaba las dos tablas de la ley, ningún otro objeto (1º Reyes 8:9).
Los 10 mandamientos nos hablan de la justicia de Dios, lo que Dios demanda de cada uno de
nosotros, su santidad y perfección.
En cuanto a la urna de oro con el maná, nos recuerda que Cristo mismo es nuestro pan del
cielo (Juan 6:47-51). El maná era una especie de pan, o cosa blanca, que cada día caía del
cielo para que comieran los israelitas mientras estaban en el desierto. Si comían de este pan,
al día siguiente tenían que coger más y así hasta que se morían, pero con Cristo no es así, el
que le come, o sea cree en Él, tiene vida eterna, no muere eternamente.
La vara de Aarón que reverdeció y produjo flores y almendras nos habla de la gracia de Dios y
de la resurrección, de algo seco, Dios produce vida y fruto. Así con Cristo, cuando muere y
parece que todo es perdido, se levanta de los muertos y vence a la misma muerte.
5.5.3. El propiciatorio
Éxodo 25:17-22
El propiciatorio era el objeto que estaba encima del arca como una especie de tapa, que la
cubría.
Estaba hecho de oro puro y labrado a martillo, lo que le hacía una pieza única.
Era una plancha o tapa en cuyos extremos había una figura de un querubín, que estaban de
frente uno con el otro y a su vez mirando el propiciatorio. Es el trono donde Dios se sienta.
Este lugar era el más sagrado y santo de todo el tabernáculo. Allí Dios hablaría y se mostraría
a Moisés (Éxodo 25:22; 30:6).
Vemos como el arca con la Ley, Dios está manifestando su justicia, pero con el propiciatorio,
Dios muestra su gracia, es el asiento de misericordia. La ley y la gracia tienen que ir juntas.
Significa que Dios no puede pasar por alto el pecado y que tiene que ser pagado por alguien.
El significado de la palabra “propiciatorio”, es cubrir, tapar. De hecho eso es lo que hace Cristo
con su sangre, nos cubre con ella y nos limpia de todo pecado.
Wenceslao Calvo lo expone muy claramente:”Una vez al año (el día de la expiación) el sumo
sacerdote entraba en el Lugar Santísimo y esparcía la sangre del macho cabrío sacrificado
sobre el propiciatorio (Levítico 16:15). Como la ley (los 10 mandamientos) que estaba debajo
del propiciatorio reclamaba muerte por el pecado, era necesario que la sangre (señal de
muerte) satisficiera las demandas de tal ley. Entonces, una vez satisfecha la justicia de Dios,
éste podía ser propicio (favorable) hacia los pecadores”.
Cristo es el propiciatorio desde donde Dios es propicio (favorable) al pecador (Romanos 3:24-
25). La justicia de Dios tiene que ser plenamente satisfecha y eso se lleva a cabo gracias a
Cristo que es una víctima inocente. Esto se realiza mediante la introducción de la sangre en el
Lugar Santísimo y su esparcimiento sobre el propiciatorio, que de ser un trono de juicio y
condenación, se convierte en trono de gracia.
Cristo carga con la culpa y el castigo del pecador. La idea de sustitución está presente en
Isaías 53, donde se describe a Cristo llevando nuestros pecados y rebeliones. Sin
derramamiento de sangre no hay expiación por el pecado. Para que la expiación llegue al
pecador, debe haber un verdadero arrepentimiento (Levítico 16:29,31).
Otra vez más vemos como el día de la expiación nos señala a Cristo. Todo el libro de Hebreos
nos explica la diferencia y el cumplimiento de Cristo como nuestro sacerdote y víctima a la vez.
Es una víctima vicaria, sustituye al pecador. Un animal por muy perfecto que fuera nunca
podría haber sustituido a una persona, se queda corto.
Vamos a ver las diferencias de la expiación del pecado en el Antiguo Testamento y el
cumplimiento en Cristo, según lo expresa Wenceslao Calvo:
Por lo tanto, viendo lo que el Señor Jesucristo ha hecho por nosotros, se nos exhorta a ir a
Dios a través de él (Hebreos 10:19-25).
CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN
Vemos en todo este recorrido del tabernáculo, el maravillo plan de Dios para la salvación. Todo
en él tenía su razón de ser. Dios no hace las cosas por casualidad o capricho, sino con un
propósito y sentido. En Apocalipsis 21:22, nos habla de que Cristo el Señor es nuestro templo,
no terrenal sino celestial. Ya no necesitamos el tabernáculo del Antiguo Testamento, porque
como nos explica Hebreos 10, Cristo es el cordero, la sangre, el altar, el sumo sacerdote, el
pan, la luz, el templo, ¡Él es todo!
Por lo tanto yo te invito ahora a que aceptes a Cristo como lo que es, nuestro templo, nuestro
camino al Padre, nuestro cordero que murió para salvarnos, nuestro mediador como sumo
sacerdote, nuestro todo. Es imposible que haya alguien como Él. Él es Dios hecho hombre, y
ahora está en los cielos esperando a que vayamos a Él. Confía en Él, lo ha cumplido todo, y
eso nos tiene que dar una confianza tremenda en su obra y persona. ¡No lo rechaces!
Y si ya eres creyente, vive para su gloria una vida que no le avergüence. Vive en santidad y en
luz.